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Estética y Teoría del Arte

UNED
- Historia del Arte:
Su interés se centra en el estudio de los objetos artísticos (forma,
significado, usos), y en los aspectos que juegan un papel en su creación:
artistas, espectadores, instituciones, medios, géneros, estilos, influencias…

-Teoría del Arte:


Su interés es principalmente el estudiar el sistema de las artes, reglas,
principios, normas, criterios, valores… de las prácticas artísticas (también
desde la perspectiva de sus desarrollos históricos y culturales).

- Filosofía del arte:


Estudia las distintas formas en que las tradiciones filosóficas han abordado
el arte. Se interesa así por los significados, los principios, los sentidos, los
valores, identidades y esencias del arte.
-Estética:
Tiene una variedad de significados. Se puede hablar de la estética de una persona, de un
objeto...para describir su aspecto.
Puede estar vinculado a las artes, en cuanto que estética de un artista, de un músico, de una
obra. Aquí nos estamos refiriendo al estilo, quizás incluso más bien a su poética.
Podemos estar refiriéndonos también a una noción restringida de gusto, a los criterios por los
que se articula un juicio de gusto (Kant). Es una noción demasiado demarcada, porque por
ejemplo no funcionaría con las maneras en las que el arte se ha desarrollado el arte del siglo
XX. Este arte no tiene a la noción de gusto como un criterio referencia principal. Incluso nos
encontramos con obras que abiertamente disgustan, que no se ajustan a los criterios de un
juicio de gusto.

Finalmente la estética se refiere a una sensibilidad reflexiva. No hace referencia a una mera
sensación sensible (pasiva) sino a la conciencia de esa sensación (reflexión estética), de esa
experiencia (estética) del mundo a través de los sentidos, del cuerpo, de la sensibilidad. La
estética es la dimensión reflexiva generada desde la sensibilidad, por la que se posibilita una
forma característica y singular de experimentar y de conocer el mundo.
Es un juego (ni determinado ni determinante) entre percepción, imaginación, razón y
entendimiento: el kantiano libre juego de las facultades.

El arte sería el territorio donde con mayor eficacia se despliega ese juego.
ESTÉTICA
El término estética tiene tres dimensiones: la de la
sensibilidad, la del arte y la de la cultura. La sensibilidad
funciona de puertas hacia dentro (ojos, piel, cuerpo…). Lo
artístico funciona de puertas hacia fuera. Es lo que
objetivamos (como medio homogéneo (Lukács)), para ser
observado, compartido…Lo cultural es el lugar en el que se
encuentran las sensibilidad que nos constituye con lo artístico,
sea para acoplarse, friccionar, entrar en conflicto.
ESTÉTICA
El término de “estética” fue empleado por Alexander Baumgarten en el siglo XVIII. Esa “recuperación” del
término señala el comienzo de la Estética moderna.
Con ese término se refería al conocimiento por medio de los sentidos, es decir, el conocimiento sensible.
Baumgarten fue matizando esta primera acepción para entenderla como la percepción sensible de la
belleza, en especial de la obra de arte.
Kant reflexionó sobre esta línea aplicando el término a los juicios de la belleza en el arte y la naturaleza.
Sin embargo, desde Schelling, advierte Adorno, cuya estética se llama filosofía del arte, el interés estético
se ha concentrado en las obras de arte. La teoría ya apenas se ocupó de lo bello natural, en la que todavía
se basaban las definiciones más penetrantes de la Crítica del Juicio. Difícilmente porque (de acuerdo con la
teoría hegeliana) lo bello natural hubiera quedado superado y conservado en algo más elevado: fue
reprimido.
No obstante, el término ha retomado recientemente un significado más cercano a aquella primera
formulación (que, en realidad se remonta a la filosofía clásica), volviéndose a ampliar hacia no solo los
juicios, sino también hacia las propiedades y experiencias sensibles del mundo, no necesariamente ligadas
a la belleza ni tampoco al arte.
Lo estético (αἰσθητικός) vuelve a desbordar la esfera del arte (al menos en su concepción institucional). La
estética como aisthesis es la teoría de la sensibilidad, relacionándose con la experiencia sensorial que
hacemos del mundo y, en consecuencia, señalando un ámbito más amplio que el que la asocia con la teoría
del arte o el problema del juicio de gusto.
ESTÉTICA
El primer problema de la Estética es, obviamente, la definición de su objeto. Al pretender componerse como una
disciplina específica la Estética se enfrentó (y se sigue enfrentado hoy, podría decirse) a esta cuestión: ¿se ocupa
solo de la experiencia estética o también de definir la belleza? ¿se limita al ámbito del arte o también al de la
belleza natural y el de otros ámbitos donde hay experiencia estética? ¿qué es el gusto, qué es, si existe como tal, la
propia experiencia estética?

¿Cómo se diferencia la estética de la filosofía del arte? La primera (al menos en su versión ilustrada) estudia la obra
de arte desde la perspectiva de su relación con el contemplador. La segunda, articulándose muchas veces con la
Teoría del arte, estudia la obra de arte en relación con los artistas, los públicos, su contexto, otras obras, estilos y
discursos artísticos, etc. La diferencia entre ambas se refuerza a lo largo del siglo XIX, pero también se da el
desplazamiento hacia una absorción reduccionista de la estética por parte de la filosofía del arte, incluso de la
crítica y la historia del arte. ¿La estética es (solo) el estudio del arte? Y al mismo tiempo se dará también, con las
vanguardias artísticas (especialmente las poéticas dadaístas), una des-estetización del arte: en muchas obras de la
vanguardia lo estético, en cuanto que identificado con lo perceptivo, no es ya nada relevante.

Aquella reducción acaba por erosionar la posibilidad de teorizar sobre, desde, la estética, desde el ámbito de
problemas que desde allí se plantean. Llegando entonces a una ciencia del arte empírica que tiene puntos en
común con la historia del arte, la psicología, la crítica de arte, etc. Entonces: ¿dónde queda la reflexión sobre
experiencias estéticas que no se corresponden con las de la obra de arte? El primer (y podría decirse
inevitablemente abierto) problema de la estética es la definición de su objeto propio. Entre otras cosas porque ese
objeto es móvil, variable y de límites difícilmente definibles. Pero es que la propia obra de arte es un objeto
incierto.
ESTÉTICA
Aquí proponemos que una estética debe atender a tres
aspectos o dimensiones: la de la sensibilidad, la del arte y la
de cultura.
1) La sensibilidad funciona de puertas hacia dentro (los ojos,
las manos, la piel, el cuerpo).
2) Lo artístico funciona de puertas afuera, es lo que
objetivamos, lo que se pone en el mundo como medio
homogéneo (Lukács), lo que es objetivado para ser
observado, disfrutado, discutido…
3) Lo cultural es el lugar en el que se encuentran la
sensibilidad que nos constituye con lo artístico, sea para
ajustarse, acoplarse, friccionar o entrar en conflicto.
Los conceptos de actitud estética, percepción estética,
propiedades estéticas o experiencia estética están
articulados entre sí.
La actitud estética se articula con un modo concreto de
percepción ligada a una determinadas propiedades o,
mejor dicho, categorías. Estas categorías estéticas
pueden a su vez ser definidas como los contenidos
objeto de aquella actitud.
Las categorías estéticas pueden ser la armonía, el
equilibrio, la serenidad, la simetría, la delicadeza, la
ritmicidad, el timbre, pero también podríamos añadir,
digamos, algunos de sus contrarios, el apasionamiento,
el desequilibrio, etc.
Ahora bien, debemos estar atentos a la diferencia entre categoría y valor.
Términos como el de lo bello, lo sublime, lo grotesco, lo cómico… se usan muchas veces de ambas
maneras. Pero esto crea confusión. Cuando usamos, por ejemplo, `sublime´ como categoría estamos
haciendo acudiendo a ella para caracterizar una experiencia o una obra (estamos haciendo, podría
decirse, ciencia del arte). Pero cuando lo usamos como valor estamos explorando las características de
una sensibilidad particular, una sensibilidad común, objetivada.

Esta diferencia podría formularse en los términos kantianos del juicio determinante y el juicio
reflexionante.
Cuando usamos "sublime" categorialmente -juicio determinante- estamos contribuyendo a construir o
conocer un objeto determinado, en este caso remitiéndonos a un largo proceso de conformación que se
plantea y se desarrolla en la obra de pensadores y artistas que podemos bien rastrear y poner en común
para poder ponernos de acuerdo o discutir sobre las características o la historia de una obra dada.

Cuando usamos "sublime" como juicio reflexionante, como valor, lo que se constituye no es un objeto
sino un sujeto (cada uno de nosotros, o una sensibilidad hasta cierto punto compartida) y lo que decimos
dice más de nosotros que de la pieza en cuestión.

Pero por eso al final se cruzan ambos (categorías- valores), y tantas veces se usan
indistintamente: porque el juicio reflexionante, como valor, si es que quiere transitar de lo particular a lo
universal, si quiere ir más allá de una sensibilidad particular, se las tendrá que ver en algún momento con
las categorías, justificarse, enredarse con una "ciencia del arte“.
Cosas como el uso del color, las líneas, la luz o las
sombras no son aspectos que nos permitan determinar
una categoría estética. Esa operación dependerá de un
ejercicio del gusto por parte del observador, mientras
que reconocer una propiedad, por ejemplo, el color
rojo depende de una percepción visual, fisiológica. ¿Es
así?
¿Necesitamos el gusto para poner en juego las
categorías estéticas? ¿Existe una diferencia tan clara
entre propiedades materiales-perceptivas y las
categorías estéticas?
Nicolai Hartmannn señalaba que el filósofo inicia su labor
poniendo en suspenso la actitud de entrega y del éxtasis que
caracteriza tanto al creador como al contemplador de lo bello.
Y a la inversa, la actitud de entrega y el éxtasis suspende o, al
menos, dificulta la actitud filosófica.
La estética es un tipo de conocimiento que responde a la
legítima tendencia de convertirse en ciencia con la dificultad
de que el objeto de este conocimiento es la actitud de entrega
y de éxtasis.
Al escribir una `Estética´, decía este pensador, no la dirijo ni al
creador ni al contemplador de lo bello, sino solo al pensador
para quien son un enigma la obra de uno y la actitud del otro.

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