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mente adornada y voluntaria, sino una dérrota completa e in- equivoca, coronada por el miedo pénieo de la desmoralizacién. Cuando todos los apoyos y muletas se han roto, y ya no hay detrés de uno seguridad alguna que ofrezca proteccién, sélo entonces se da la posibilidad de tener la vivencia de un arque- tipo que hasta ese momento se habia mantenido oculto en esa carencia de sentido cargada de significado que es propia del anima, Es el arquetipo del significado, asi como el anima repre- senta el arquetipo de la vida, Sin duda el significado nos parece el primero de los sucesos, porque suponemos con cierta razén que somos nosotros mismos los que lo otorgamos, y, también con razén, creemos que el gran mundo puede existir sin ser interpretado. Pero, cémo otorgamos significado? ¢De dénde lo tomamos en tltima instancia? Nuestras formas de otorgar significado son categorias histéricas que se pierden en una oscura antigiiedad, hecho este que habitualmente no se advierte como es debido. Las interpretaciones utilizan ciertas matrices lingiiisticas, que también provienen de imagenes arcaicas. Podemos tomar este problema en el punto en que queramos; siempre caemos en la historia del lenguaje y de los temas, lo que siempre nos hace volver directamente al mundo primitivo poblado de milagros. Tomemos, por ejemplo, la palabra idea. Tiene su origen en el concepto de elSos de Platén, y las ideas eternas son imagenes primordiales, que se mantienen év Gneovgavig véxp (en un lugar supraceleste) como formas eternas trascendentes. El ojo del vidente las ve como imagines et lares 0 como imagenes del suefio y de la visién reveladora. O tomemos el concepto de energia, que se refiere a un acontecer fisico. Anteriormente fue el fuego arcano de los alquimistas, el flogisto, la fuerza calérica inherente a la materia, o también el calor primordial de los es- toicos o el heracliteo iq dei ésov (el fuego eternamente vivien- te), que tan cerca esté de la concepcién primitiva de una fuerza viviente universalmente difundida, una fuerza que provoca el crecimiento y cura magicamente, Hamada por lo general mana. No quiero acumular ejemplos innecesariamente. Basta con si ber que no existe una sola idea o concepcién esencial que no posea antecedentes histéricos, Todas se basan en iltima instan- cia en formas primitivas arquetipicas, que se hicieron patentes en una época en que la conciencia todavia no pensaba sino que 39 percibia. El pensamiento era objeto de la percepcién interna; no era pensado sino experimentado como fenémeno, algo asi como oido o visto. El pensamiento era esencialmente revelacién, no era algo que se descubria sino algo que se imponia o que con- vencia por su facticidad inmediata. El pensar precede a la conciencia del yo primitiva, y ésta es antes su objeto que su sujeto. Pero tampoco nosotros hemos Ilegado a la cima ultima de la conciencialidad y por lo tanto tenemos también un pensar preexistente, del cual no nos percatamos mientras nos protejan simbolos tradicionales, lo que traducido al lenguaje de los sue- fios equivale a decir: mientras el padre o el rey no hayan muerto. Quisiera mostrar con otro ejemplo cémo lo inconsciente “piensa” y prepara soluciones. Se trata del caso de un joven estudiante de teologia, al que no conozco personalmente. Tenia dificultades con-su conviccién religiosa, y en esa época tuvo el siguiente suefio:° se encontraba de pie frente a un bello an- ciano, que estaba totalmente vestido de negro. Sabia que era el mago blanco. Este anciano le dirigié un largo discurso, del cual ya no podia acordarse. Habia retenido sélo las ultimas pala- bras: “Y para ello necesitamos la ayuda del mago negro”. En ese momento se abrieron las puertas y entr6 un anciano muy parecido, con la sola diferencia de que estaba vestido de blan- co. Hablé al mago blanco diciéndole: “‘Necesito tu consejo”, pero eché una interrogante mirada de costado sobre el sofiador, por Jo cual el mago blanco dijo: “Puedes hablar tranquilo, es un inocente”. Entonces el mago negro comenzé a relatar su his- toria: Venia de un pais lejano, donde habia sucedido algo ex- trafio. El pais era gobernado por un rey anciano, que sintié que se acercaba su muerte. E] —el rey— se buscé entonces un se- pulero. En ese pais habia justamente gran cantide J de sepulcros. de una época antigua, y el rey eligié para si el més bello. De acuerdo con la leyenda alli estaba enterrada una doncella. El rey hizo abrir el sepulero para adaptarlo a su objetivo. No bien Jos huesos que alli se encontraban fueron expuestos al aire, repentinamente cobraron vida y se transformaron en un caballo negro, que en el mismo momento huyé hacia el desierto y alli desaparecié. El —el mago negro— se habia enterado de esta 2 Ya he mencionado este susGo en Symbolik des Geises, 1948, pig. 16 y, sen, 7,0 Peychologie und Erschung, 1046, pig. 96, como ejemplo de un “gran” pero sin otto. comentario, {De eet dltina obra hay versign cstellana: Pisce sducacén, Bo: hes Pulses 1801 40 historia y se habia puesto inmediatamente a seguir al caballo. En muchos de viaje, siempre siguiendo el camino del ca- ballo, llegé al desierto y lo atravesé hasta el otro borde, donde el pasto recomenzaba. Alli encontré al caballo paciendo, y tam- bién alli hizo el hallazgo que hacia necesario el consejo del mago blanco; alli habia encontrado las aves del Paraiso y ahora no sabia qué iba a suceder. En ese momento apasionante desperté el sofiador. A la luz de las explicaciones precedentes, el sentido del suefio es facil de descubrir: el rey anciano es el simbolo conductor que quiere entregarse al descanso eterno, y precisamente en el mis- mo lugar en el que ya estén enterradas similares “dominantes”. Su eleccién recae justamente evhre el sepulero del anima, la que duerme el suefio de la muerte como otra bella durmiente del bos- que, mientras un principio legitimo (principe o princeps) regula y expresa la vida. Pero el rey llega a su fin™ y entonces ella vuelve a cobrar vida y se transforma en el caballo negro, que ya en la alegoria platénica expresa el cardcter indémito de turaleza apasionada. Quien lo sigue Iega al desierto, a la salvaje, alejada del hombre, y que es imagen del aislamiento espiritual y moral. Pero alli estén las Maves del Paraiso. ¢Qué es entonces el Puraiso? Evidentemente el jardin del Edén con su &rbol de dos caras, el Arbol de la vida y del conocimiento, y sus cuatro corrientes. En la concepcién cristiana, también la ciudad celestial del Apocalipsis, al igual que el jardin del Edén, es pensada como mandala. Pero el mandala es un simbolo de la individuacién. El mago negro es entonces encuentra Ia clave para la solucién de las dificultades religiosas que pesan sobre el sofiador; la lave que abre el camino a la individuacién. La oposicién desierto-Paraiso representa asi la otra oposicién aisla- miento-individuacién o Ilegar-a-ser-si-mismo, Este fragmento del suefio es una paréfrasis digna de atencién del proverbio de Jestis completado y publicado por Hunt y Grenfall, en el cual los ani- males muestran el camino al reino de los cielos y en cuya admo- nicién dice “Por lo tanto reconoceos a vosotros mismos, pues vosotros sois la ciudad y la ciudad es el reino”. Ademés es tam- bién una paréfrasis de la serpiente del Paraiso, que persuadié a Jos primeros padres para que pecaran, y que en el desarrollo 36 Cf, el tema del “rey anciano” en la elquimia. 41 posterior condujo a Ja salvacién del género humano por el hijo de Dios. Como es sabido, esta relacién causal dio lugar a la iden- tificacién ofitica de la serpiente cor el Soter (Salvador, Reden- tor). El caballo: negro y el mago negro son —y esto es un mo- derno bien del espiritu— elementos cuasi malos, cuya relativi- dad con respecto al bien esta indicada por el cambio de vestidu- ras. Ambos magos son los dos aspectos del anciano del maestro e instructor superior del arquetipo del espiritu, que simboliza el sentido preexistente, oculto en la vida cadtica. Es el padre del alma, y sin embargo el alma es, como por milagro, su madre- virgen; y por es0 fue designado por los alquimistas como el “an- tiquisimo hijo de la madre”. El mago negro y el caballo negro corresponden al descenso a la oscuridad que aparece en los sue- fios anteriormente citados. {Qué leccién més insoportablemente penosa para un joven es- tudiante de teologia! Por fortuna no se dio cuenta de que el padre de todos los profetas le habia hablado en su suefio y habia pues- to a su alcance un gran secreto. Asombra el que estos sucesos sean tan inconducentes. ¢Por qué esta disipacién? A esta pre- gunta debo responder en verdad que no sabemos cuél ha sido a la larga Ia accion de este suefio sobre el estudiante, pero tam- bién debo agregar que, al menos a mf, este suefio me ha dicho mucho. No podria perderse, aun no habiéndolo comprendido el sofiador. El maestro de este suefio es evidentemente un intento de re- presentar el bien y el mal en su funcién comin, probablemente como respuesta al conflicto moral atin no solucionado del alma cristiana. Con Ja caracteristica relativizacién de los opuestos se produce un acercamiento a Jas ideas orientales, al Nirvana de Ja filosofia india, el liberarse de los opuestos, que aparece como una posibilidad de solucién que concilia el conflicto. Qué peli- grosamente Ilena de sentido es la relatividad oriental del bien y del mal, se pone de manifiesto en la pregunta indica de la s duria: “zQuién necesita mas tiempo para egar a la perfeccién, quién ama a Dios o quién lo odia?” La respuesta es: “Aquel que ama a Dios, necesita siete reencamnaciones para llegar a la per- feccién, y aquel que odia a Dios, sélo necesita tres, porque el que lo odia pensaré mas en El que el que lo ama”. El liberarse de los opuestos supone una equivalencia funcional entre éstos, contraria a nuestra sensibilidad cristiana. Pero tal como podemos ver en. 42

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