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COMENTARIOS

DE TEXTO

Aránzazu Baquerizo Azofra


1º de Filosofía – 2º cuatrimestre

Primer comentario: Epicuro

“Por eso decimos que el placer es el principio y fin del vivir feliz. Pues lo hemos
reconocido como bien primero y connatural, y a partir de él hacemos cualquier elección
o rechazo, y en él concluimos cuando juzgamos acerca del bien, teniendo la sensación
como norma o criterio. Y puesto que el placer es el bien primero y connatural, no
elegimos cualquier placer, sino que a veces evitamos muchos placeres cuando de ellos
se sigue una molestia mayor. Consideramos que muchos dolores son preferibles a los
placeres si, a la larga, se siguen de ellos mayores placeres. Todo placer es por naturaleza
un bien, pero no todo placer ha de ser aceptado. Y todo dolor es un mal, pero no todo
dolor ha de ser evitado siempre. Hay que obrar con buen cálculo en estas cuestiones,
atendiendo a las consecuencias de la acción, ya que a veces podemos servirnos de algo
bueno como de un mal o de algo malo como de un bien…

Por ello, cuando decimos que el placer es el objetivo final, no nos referimos a los
placeres de los viciosos, como creen algunos que ignoran, no están de acuerdo o
interpretan mal nuestra doctrina, sino al no sufrir dolores en el cuerpo ni estar
perturbado en el alma. Porque no banquetes ni juergas constantes dan la felicidad, sino
el sobrio cálculo que investiga las causas de toda elección o rechazo y extirpa las falsas
opiniones de las que procede la gran turbación que se apodera del alma”

Epicuro, Carta a Meneceo (fragmento)

TEMAS QUE ENCONTRAMOS EN EL TEXTO

Los temas que se tratan en este texto perteneciente a la carta a Meneceo son el
placer y el dolor. Estos temas forman parte de la ética de Epicuro, los cuales expone en
esta carta que se encuadra en una serie de epístolas, tres, en total, dirigidas la primera a
Pitocles, la segunda a Heródoto y la tercera a Meneceo, cuyo fragmento constituye el
texto a comentar.
Para Epicuro, el placer es el máximo bien. La búsqueda del placer, según este
autor, es el telos, es el fin hacia el que tienden todas nuestras elecciones. Se trata de
algo connatural al hombre.

“La ética de Epicuro es hedonista; por hedonismo, hay que entender aquella
doctrina ética que afirma: 1) que el placer es el comienzo, fundamento, culminación y
término de una vida feliz; 2) que la consecución del placer y la evitación de su
contrario, el dolor, guía, elecciones y rechazos; 3) que no hay otro objetivo
trascendente: el placer es el protón agathón, el sumun bonum de los latinos; 4) que la
propia naturaleza de los seres animados fija este criterio básico de conducta. Aristipo,
de Cirene y Eudoxio, de Cnido. Ya habían defendido estas tesis, y Platón y Aristóteles
les habían puesto una serie de objeciones que Epicuro no puede ignorar” (Torres,
2003).

Pero no se trata del placer a la manera en que lo entendían los discípulos de


Aristipo de Cirene, los cuales tenían como placeres máximos los corporales y
consideraban que su búsqueda no no tenía que tener límites. Por su parte, Epicuro pone
en la cúspide de los placeres a aquellos que consisten en la no turbación del alma, la
ataraxia, aunque no desprecie los placeres corporales. Sin embargo, estos últimos no
tienen para el autor la consideración de fines en sí mismos. El máximo placer, según
Epicuro, es la ausencia de dolor.

“De esta completa satisfacción del deseo, argumenta Epicuro, surge una
segunda clase de placer. No es esto una experiencia que acompaña a un proceso, sino
un placer «estático». Se caracteriza por completa ausencia de dolor y disfrute de esta
condición. Torcuato, el interlocutor epicúreo en De fínibus de Cicerón, ·expresa así la
distinción entre los placeres (Long, 1975): «El placer que perseguimos no es sólo aquél
que excita nuestra naturaleza con algún tipo de gratificación y que es percibido con
delicia por los sentidos. El mayor placer es para nosotros el que se siente cuando un
dolor ha sido eliminado»” (Fin., 137, citado en Long, 1975).
Por otro lado, no está conforme el maestro epicúreo con que la búsqueda del
placer no debe tener límites. Afirma el de Samos que en ocasiones debemos desechar un
placer cuando de él “se sigue un mayor dolor”. Paradójicamente , como indica el autor
en el fragmento a comentar, “a veces podemos servirnos de algo bueno como de un mal
o de algo malo como de un bien”. De aquí se sigue que la Virtud con mayúscula
consista en la prudencia, en discernir sabiamente qué placeres podemos aceptar y cuales
evitar si queremos alcanzar el supremo bien: la imperturbabilidad del espíritu. La
“phrónesis” o prudencia es, por tanto, el ideal al que el hombre virtuoso y por ello feliz
debe aspirar.

“La phrónesis es la virtud fundamental que guían la elección de los placeres


[…] El epicureísmo se resuelve finalmente en una frugal ascética de la voluntad, en
una renuncia a todo lo irracional o arriesgado. Asumiendo esa función terapéutica tan
característica del helenismo. La filosofía enseña a saber desprenderse de los deseos
superfluos” (Torres, 2003).

EL TEXTO EN SU CONTEXTO

Debemos encuadrar tanto el texto a comentar como a su autor, Epicuro, en un


contexto filosófico. Nos hallamos en la Grecia del siglo III a. C., en la época
denominada helenística donde florecieron distintas escuelas filosóficas. Tras la
decadencia de las polis que eran la organización política de la Grecia clásica, la filosofía
va a dejar de preocuparse por la política, o por lo menos, de la política, tal como la
entendían los grandes filósofos de la talla de Sócrates, Platón, Aristóteles…. En la
Grecia helenística los maestros pensadores van a ocuparse más por la felicidad del
hombre, la manera en que puede vivir una buena vida, por su faceta como miembro de
la comunidad, una comunidad que no se circunscribe únicamente a la polis, se trataría
de una organización social “ecuménica”, en la cual no se considera relevante de dónde
proceda cada individuo.
En la Grecia helenística surgieron muchas escuelas, pero las tres principales
podemos considerar que son la escuela epicúrea, la estoica y la escéptica.

El texto que estamos analizando corresponde al fundador de la primera.

Las enseñanzas del autor no estuvieron exentas de críticas por parte de los
Cirenaicos (discípulos de Aristipo de Cirene), de Cicerón, de miembros de la escuela
estoica… y de reconocimiento de otros, algunos tan distantes en el tiempo como
Francisco de Quevedo, tal como expresa en su defensa a Epicuro: “Diógenes Laercio
dice que Diotimo Estoico de envidia, fingió muchos escritos torpes y blasfemos y le
achacó otros a Epicuro (…) Epicuro puso la felicidad en el deleite, y el deleite en la
virtud, doctrina tan estoica que el carecer de este nombre no la desconoce” ( Quevedo,
2021).

Pero nada de ello consiguió agitar el ánimo de los felices habitantes del Jardín
de Epicuro.

OPINIÓN PERSONAL

Creo que parte de los jóvenes de ahora, aunque no todos, rechazan toda
contención. Una buena parte de ellos no se sienten capacitados para rechazar pequeños
placeres en aras de evitar un dolor mayor. No se les ha inculcado la virtud que los
griegos denominaban phrónesis o prudencia. Su forma de actuar, en general, se asemeja
más a los dictados de la escuela cirenaica, pues bastantes de ellos apuran hasta el límite
todo placer que se les ofrezca. Ello les impide a la larga llevar una vida feliz y tranquila.
La paciencia nunca ha sido, en general, atributo de la juventud, pero esta característica
se agudiza en los tiempos actuales debido, supongo, a la facilidad con que pueden
acceder a casi todo lo que desean con inmediatez, gracias a las nuevas tecnologías, a la
rapidez con que los transportes te trasladan a cualquier lugar del planeta, al acceso fácil
y cómodo a bienes y servicios con el que nuestros padres no podían soñar. Creo,
asimismo que tampoco la educación es ajena a este problema , ya que no ha favorecido
en absoluto una mínima disciplina, sin la cual se les hace casi imposible soportar la más
pequeña frustración. Todo esto hace que muchos jóvenes apuren rápidamente todos los
placeres de la vida y y que pasados éstos sientan a muy temprana edad el aburrimiento y
el hastío, ya que no son capaces de hallar el disfrute en las cosas cotidianas y es en esto
precisamente, en el desarrollo de una vida feliz y tranquila es donde Epicuro
acertadamente encuentra la felicidad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Quevedo, F. de ” Defensa de la felicidad: alegato a favor de Epicuro.”Ed Reino de


Cordelia, Collado Villalba (Madrid), 2020

Long, A. A. “ La Filosofía Helenística: Estoicos, Epicúreos, Escépticos”. Alianza


Editorial. Madrid,1997

Torres, S. M. “Historia de la filosofía antigua: Grecia y el helenismo”Ed . UNED, 2003


Segundo comentario: Estoicismo

DIÓGENES LAERCIO, Vidas de filósofos, VII, 87-89:

Zenón, en su libro Sobre la naturaleza del hombre, fue el primero en establecer


como fundamento el vivir conforme a la naturaleza, lo que es vivir según la virtud, pues
la naturaleza nos lleva hacia ésta. E igualmente Cleantes en su libro Sobre el placer. ...
Es igual vivir según la virtud que vivir según la experiencia de lo que es conforme a la
naturaleza, como dice Crisipo en el libro
Primero de su obra Sobre los fundamentos. Pues nuestras naturalezas son partes de la
naturaleza del Todo. Por esta razón el fundamento consiste en vivir conforme a la
naturaleza, lo que es vivir según la naturaleza de uno mismo y la de todas las cosas, no
haciendo nada de lo que acostumbra prohibir la ley común, que es la recta razón que
recorre todas las cosas y es la misma para Zeus, guía por lo que atañe al gobierno de los
seres. Y esto mismo es la virtud del hombre feliz y el flujo sin trabas de la vida, cuando
todo se realiza de acuerdo con el daimon45 de cada uno y según el designio de quien
gobierna el Todo. ...

Crisipo entiende la naturaleza con la que es necesario vivir en conformidad


como la naturaleza humana común e individual. Cleantes, en cambio, toma la naturaleza
a la que hay que adecuarse como la naturaleza humana común solamente, y no la
particular. La virtud es una disposición acordada y puede ser acogida por sí misma, no
por algún temor o esperanza o por algo externo; en ella está la felicidad, en tanto que es
el alma preparada para el acuerdo de toda la vida.

TEMÁTICAS MÁS IMPORTANTES

El texto propuesto está extraído de la obra: Vidas de los filósofos, VII del
historiador de filosofía Diógenes Laercio. Las temáticas más importantes que aborda la
ética estoica, son la naturaleza, el logos, la virtud y la felicidad.
En cuanto a la naturaleza, Zenón, en su libro,”Sobre la naturaleza del hombre“
fue el primero en establecer como fundamento es vivir conforme a la naturaleza, como
apunta el texto a comentar. Hay que considerar que la escuela estoica distingue la
naturaleza propia de cada hombre y una Naturaleza universal, racional, inmutable,
necesaria, regida por un logos que ordena y sustenta todo el universo ala que se adecúa
la primera. Vivir acorde con la propia naturaleza, que necesariamente se asimila a vivir
conforme a la Naturaleza universal es el fundamento de la virtud de acuerdo con
Crisipo, virtud que es ella misma la FELICIDAD. La virtud es una disposición
acordada y puede ser acogida por sí misma, no por algún temor o esperanza a tenor de
lo que afirma Cleantes según cita Diógenes Laercio en el texto a analizar.

En el texto de referencia el historiador de filosofía Diógenes Laercio pone en


boca de Cleantes: Es igual vivir la virtud que vivir según la experiencia de lo que es,
conforme a la naturaleza, De acuerdo con los principios de la Stoa la vida virtuosa se
identifica con la FELICIDAD plena. El sabio, por tanto, obrará rectamente, según el
orthós lógos y el necio actuará dando la espalda a la Naturaleza y, por ende, a la recta
razón.

El problema se suscita cuando, dada la necesidad con que la Naturaleza, el


lógos, conduce nuestra vida, no puede explicarse la posibilidad de obrar según otro
principio que no sea la virtud, ya que obligadamente tenemos que actuar conforme a la
naturaleza o lógos personal y al Universal, como postula Crisipo, lleva de manera
inexorable a obrar según la virtud. Afirma Diógenes Laercio:
“Asimismo, que vivir según la virtud es lo mismo que vivir según la experiencia de las
cosas acaecidas conforme a la naturaleza, como dice Crisipo en el libro I De los
fines, pues nuestra naturaleza es una parte de la Naturaleza universal. Así, el fin viene a
ser el vivir conforme a la naturaleza que es según la virtud propia y la de todos, no
haciendo nada de lo que suele prohibir la ley común, que es la recta razón a todos
extendida aun al mismo Júpiter, director y administrador de todo lo criado.”
¿Qué sucede entonces con las personas que sabemos por experiencia que a veces
obran contrariamente a los impulsos de la Naturaleza y por ende, a los Principios de la
virtud? La única respuesta posible es que en estas ocasiones el logos en dichos
individuos se encuentra debilitado y es incapaz de vencer las acometidas de los
impulsos que le provocan las percepciones que le llegan desde el exterior. No se
encuentra suficientemente fortalecido como para responder con el natural equilibrio y la
natural moderación ante los embates qué provienen de los estímulos externos. Los
postulados de la escuela estoica resultaban excesivamente gravosos y poco prácticos
para el pragmático mundo romano.

Fue Panecio quién suavizó los rigores del rígido estoicismo postulando que no
existen sabios o necios, sino que no se puede exigir al individuo que viva según una
inmutable y rígida, Naturaleza universal racional, sino basta con que su actuar, acorde
con sus propias disposiciones naturales, se asimile a la virtud y tome la razón universal,
como criterio al cual aproximarse de una manera armoniosa.

Apunta Pau Gilabert Barbera:“Para Panecio, en cambio, el ideal del hombre es


desarrollar todas sus capacidades. Algunos poseerán capacidades prácticas mayores que
los otros, y de algún modo su ideal es el de liderazgo; en principio, todas las
responsabilidades deben ser desarrolladas al máximo, pero manteniendo la mayor
armonía posible.”

Zenón de Citias, el fundador de la Stoa, en su obra “ sobre la naturaleza del


hombre” puso como fundamento de toda buena vida el vivir conforme a la Naturaleza,
lo que es lo mismo que vivir virtuosamente, ya que la naturaleza, el LOGOS nos lleva
necesariamente a la virtud. Más adelante su discípulo Cleantes igualmente identificaba
vivir virtuosamente con vivir conforme a la naturaleza.

CONCLUSIÓN
Tras la atenta lectura del texto a comentar se extrae la inexcusable necesidad de
seguir los dictados de la Naturaleza, o lo que es lo mismo, de la recta razón, a la hora
de obrar.

Aunque parezca esta doctrina ética de la escuela estoica un tanto dogmática con
presupuestos que no pueden ser puestos en duda (lo que hace muy difícil el avance del
pensamiento), creo que se trata de la postura más pragmática. Nos ofrece una certeza y
seguridad que nos hace alcanzar una serenidad de espíritu (ataraxia) que la permanente
incertidumbre a que nos aboca el escepticismo en su grado más extremo impide, por
mucho que esta escuela postule que de la epojé se siga la serenidad del espíritu.

Se trata también de una doctrina que resulta muy útil de cara a lograr una cierta
armonía social, ya que, al estar los principios según los cuales debe regirse nuestro
comportamiento relativamente claros, las personas que no se dedican a la tarea de
filosofar sabrán a qué atenerse: qué comportamientos resultan virtuosos y, por tanto, se
va a seguir de su cumplimiento una vida feliz y cuáles van a llevarle inexorablemente a
una vida llena de zozobras e infelicidad.

Con estas premisas es fácil suponer que una buena parte de los ciudadanos de la
polis intentarían, por lo menos, que su obrar se acercase lo más posible al obrar según la
recta razón con el consiguiente beneficio para el conjunto de la sociedad y, aunque no lo
lograran plenamente (lo cual es perfectamente asumible gracias a a las aportaciones de
Panecio que atenuaron el rigor de los postulados de la Stoa original) siempre podían
progresar en su camino hacia la virtud.

Las decisiones tomadas según estas máximas hacen sabio al sujeto, ya que de
ellas se sigue un bienestar espiritual, social y material, pero lo que debe movernos a
actuar de esta manera no son estos beneficios “colaterales”, sino que nuestras obras sean
conformes a la Virtud, que es un fin en sí misma.
Bajo mi punto de vista creo que me resulta más útil una doctrina ética que
permita ver con cierta claridad qué comportamientos, actitudes o decisiones van a
aproximarnos a una vida virtuosa y , por tanto feliz, que aquella que me mantenga bajo
la duda perpetua y la inoperante suspensión del juicio como es el caso de las tesis
escépticas, por mucho que evolucionaran hacia posiciones mucho más pragmáticas. No
obstante creo que tomar cualquier postulado por cierto sin someterlo a crítica resulta
una actitud más propia de necios que de sabios y además paralizadora de toda
indagación filosófica. La postura estoica, por ello, me resulta excesivamente dogmática,
aunque en la vida cotidiana lo más operativo es intentar aproximarse progresivamente al
fin último que es la Vida Virtuosa, que es a lo que pienso que debemos tender.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Laercio,Diógenes.” Vidas de los más ilustres filósofos griegos” Orbis, Barcelona 1985,
Vol II, p.67-68. (Traducción de José Ortiz y Sainz, fines del s. XVIII).

Gilabert Barbera, Pau: “Una encomiable aportación al estudio del estoicismo” Boletín
delInstituto de Estudios Helénicos, 1976, Vol 10,Núm.1)

Torres, S. M. “Historia de la filosofía antigua: Grecia y el helenismo”Ed . UNED, 2003


Tercer comentario: Escepticismo

“Pues bien, desde ahora decimos que el fin del escepticismo es la serenidad de
espíritu en las cosas que dependen de la opinión de uno y el control del sufrimiento en
las que se padecen por necesidad. En efecto, cuando el escéptico, para adquirir la
serenidad de espíritu, comenzó a filosofar sobre lo de enjuiciar las representaciones
mentales y lo de captar cuáles son verdaderas y cuáles falsas, se vio envuelto en la
oposición de conocimientos de igual validez y, no pudiendo resolverla, suspendió sus
juicios y, al suspender sus juicios, le llegó como por azar la serenidad de espíritu en las
cosas que dependen de la opinión. Pues quien opina que algo es por naturaleza bueno o
malo se turba por todo, y cuando le falta lo que parece que es bueno cree estar
atormentado por cosas malas por naturaleza y corre tras lo –según él piensa- bueno y,
habiéndolo conseguido, cae en más preocupaciones al estar excitado fuera de toda razón
y sin medida y, temiendo el cambio, hace cualquier cosa para no perder lo que a él le
parece bueno. Por el contrario, el que no se define sobre lo bueno o malo por naturaleza
no evita ni persigue nada con exasperación, por lo cual mantiene la serenidad de
espíritu”.

Sexto Empírico Hyp. Pirr. I, 25-30

TEMÁTICAS FUNDAMENTALES

Nos encontramos ante la tarea de analizar un texto de Sexto Empírico, autor


situado en el último periodo, según las épocas en que se suele clasificar esta corriente
filosófica helenística.

A leer atentamente el texto he podido encontrar varias ideas importantes que lo


conforman.
En primer lugar, el concepto de serenidad de espíritu, lo que el escéptico
denomina ataraxia. Hay que procurar mantener ese estado no turbándose ante aquellas
cuestiones para las que no existe respuesta .Concatenada con esta idea surge el
problema de la validez de las proposiciones. El escéptico mantiene que no podemos
establecer la veracidad o falsedad de proposición alguna, ya que a todo enunciado se le
puede oponer otro que refute el primero y con una validez equivalente a éste. Ante esta
equipolencia de enunciados, el sabio escéptico no puede menos que suspender el juicio,
lo que ellos conocen como epojé. Como bien indica Sexto Empírico en el texto a
comentar: “ cuando el escéptico(…) enjuiciar las representaciones mentales y lo de
captar cuáles son verdaderas y cuáles falsas se vio envuelto en la oposición de
conocimientos de igual validez y, no pudiendo resolverla, suspendió sus juicios“. De
esta manera, como consecuencia de la suspensión del juicio, llega el sabio escéptico a la
imperturbabilidad
del espíritu, a la ataraxia. Mantiene el escéptico que es abrumadora la tarea de extraer la
verdad o falsedad de lo que se nos representa a la mente, ya que como como se ha
dicho, a todo juicio se puede oponer otro igualmente válido y así, el filósofo
experimenta una turbación de su alma, turbación que sufre en vano, pues es imposible
enjuiciar rectamente la verdad o falsedad del enunciado en cuestión y como termina
diciendo Sexto Empírico al final del texto: “es que no se define sobre lo bueno o malo
por naturaleza no evita ni persigue nada con exasperación, por lo cual mantiene la
serenidad de espíritu”. Se ahorra así la inquietud que sobrevendría si, habiendo tomado
algo por bueno tras enjuiciarlo, experimentase el temor de su pérdida, cuánto más si
efectivamente lo llegara a perder, así como el afán de deshacerse de lo considerado
como negativo tras larga deliberación.

Etapas del escepticismo y principales autores:

Existe un primer periodo del cual no se sabe cuándo se inició y que está
caracterizado porque apuntan ya los principios de lo que será el escepticismo, aunque
aún no se presentan en todo su vigor. Podríamos nombrar en esta primera etapa a dos
personajes fundamentales: Pirón de Elis y Timón. En esta fase aún no se reconocen
como escépticos, sólo siguen la estela de los presocráticos. Buscan la felicidad
eludiendo toda controversia. En esto siguen la estela de Demócrito de Abdera. Los
sabios reflexionan sobre la dificultad de enjuiciar los hechos que se nos representan en
la mente. Al final de ésta triunfa el pirronismo radical, que niega toda posibilidad de
conocimiento y no se aviene a emitir juicio alguno ni siquiera con fines prácticos.

Un segundo periodo cuyo rasgo principal estriba en cierto escepticismo


metodológico.Se caracteriza por desarrollar la práctica socrática de la discusión con las
consiguientes refutaciones, acuerdos y desacuerdos. Sus principales exponentes son
Arcesilao y Carnéades, miembros de la Academia media y nueva respectivamente. Ya
no practican indiscriminadamente la suspensión del juicio, sino que sus propuestas,
dando un giro positivo, se encaminan hacia el probabilismo.

La tercera etapa, en la que destaca Enesidemo, se caracteriza por la consciencia


de pertenecer a un peculiar movimiento iniciado por Pirrón de Elis, al cual ya designan
con el nombre de Escepticismo a esta corriente de pensamiento .Adquiere ya un carácter
sistemático y dialéctico. Reúne los argumentos, los organiza en tropos y crea un método
para refutar las ideas dogmáticas propagadas por la Stoa.

El cuarto período (etapa pirrónica) estaría representado por Sexto Empírico.


Como médico que es ejercita continuamente la observación y no puede menos que
aceptar que ciertos fenómenos son predecibles. Toma como base los fenómenos y
consigue así eludir la paralización de las decisiones. En opinión de Brochard sus
seguidores practican una suerte de proto positivismo enraizado en la experiencia y la
observación.

OPINIÓN PERSONAL

Se trata, desde mi punto de vista, de un movimiento que, llevado al extremo, da


como resultado una actitud inoperante ante la vida. En el mundo real no es factible la
suspensión del juicio y consiguiente paralización de la acción por no poder decidirse
entre una u otra proposición debido a la igual validez de ambas. Sin embargo, la
evolución de esta doctrina da como resultado un enfoque mucho más pragmático: el
probabilismo y el carácter predecible de los fenómenos que defiende Sexto Empírico.

Siempre es mucho más enriquecedor para el conocimiento una actitud de


indagación, de duda que una perspectiva dogmática. Así, Descartes defendió en su
“Discurso del método” lo que él llamó la duda, metódica. Entre los autores
contemporáneos, si bien no se pueden considerar escépticos en sentido estricto
podríamos incluír a Nietzsche y Montaigne Al respecto apunta Miguel Ángel Crespo:
“Sí que han querido integrar la dimensión ética o práctica del escepticismo y esto
podríamos hacerlo extensivo a nuestros dos autores modernos, Montaigne y Nietzsche .
Marcel Conche, en referencia explícita a estos autores, expone que:

“La filosofía se encuentra presa del dilema, de permanecer en lo verbal-y de


naufragar finalmente dentro del verbalismo-o de ser una sabiduría ( una vida, una
práctica). una doctrina o teoría filosófica, o bien no es nada, o bien no termina siendo
otra cosa que una práctica, y las posibilidades filosóficas no son otra cosa,
comprendidas en su verdad, que las posibilidades de la vida. La verdad de la filosofía
es la sabiduría, y el sabio es el filósofo que usa la vida como hipótesis”

Bajo la premisa de no dar nada por sentado, ninguna verdad como irrefutable y
absoluta es como se puede avanzar en el saber. El dogmatismo es lo que impide
contrastar ideas, refutarlas, avanzar en en el conocimiento, en suma. Y el único remedio
contra el dogmatismo es la humildad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Pág web UCO. Research group. Investigador principal: Ramón Román Alcalá.

Torres, S. M. “Historia de la filosofía antigua: Grecia y el helenismo”Ed . UNED, 200

Sexto Empírico Hyp. Pirr. I, 25-30

Crespo Perona, Miguel; Ángel, “Dos lecturas del escepticismo pirrónico: Montaigne y
Nietzsche:” Editado por: Murcia Universidad, Secretariado de publicaciones,
2005

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