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Derecho Constitucional Clase 1 19022023
Derecho Constitucional Clase 1 19022023
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Esta fórmula, bastante certera exige, para ser bien comprendida, la explicación de
dos cuestiones: qué son los fenómenos políticos y en qué consiste el
encuadramiento jurídico de estos fenómenos.
El término político es, como anota Haurio u, de difícil definición. Proviene de la
palabra griega polis, que significa ciudad; por consiguiente, su origen nos indica que
se trata de relaciones humanas dentro del marco de una sociedad organizada. La
ciudad antigua era, en efecto, pese a su escaso desarrollo material y a la existencia
de la institución de la esclavitud, una organización política que, en cierta forma,
prefiguraba el Estado moderno. Pero esta primera indicación resulta insuficiente,
debido a que en el marco de una sociedad organizada también se inscriben otros
tipos de relaciones humanas, como son las de tipo familiar, comercial, social o
religioso. ‘Sin embargo, a diferencia de estos tipos de relaciones, las de carácter
político no se circunscriben a dos partes — por ejemplo el individuo y la familia a la
cual pertenece, o este y la persona natural o jurídica para la cual labora, o él y el
sindicato, agremiación, institución cultural o social, o religión a la cual pertenece,
sino que son de carácter genérico, multilateral, respecto de la sociedad a la cual
pertenece. Por ello, los llamados fenómenos políticos afectan al individuo como tal,
indistintamente de cual sea su relación con otros grupos de los que conforman la
sociedad. En este caso, tales fenómenos se enmarcan dentro del amplio contexto
del Estado, como conglomerado social, política y jurídicamente constituido, y por
ello tienen incidencia sobre todos los individuos, sea cual fuere su condición
personal o su situación social.
Origen, fuentes y desarrollo del Derecho Constitucional
La existencia del Derecho Constitucional como una disciplina jurídica autónoma no
pudo existir, como es evidente, antes de que aparecieran las constituciones
modernas, en tanto acuerdos jurídicos comunes para gobernar la vida de un Estado
nación. Por lo tanto, su nacimiento coincide por lo general con el de la Constitución
británica del siglo XVIII, ampliamente estudiada por el Barón de Montesquieu, uno
de los más importantes escritores y juristas de la Ilustración Francesa.
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Eso no quiere decir que no existieran antecedentes históricos. En la antigüedad
clásica hubo las leyes fundamentales de la Grecia Antigua, estudiadas por filósofos
de la talla de Aristóteles y de Platón, quienes las distinguían de las demás leyes en
sus tratados. Igualmente, en tiempos del Imperio Romano, se firmó la Constitutio
Romana en el año 824 entre el rey Lothair I de Italia, coemperador junto con su
padre Luis el Piadoso desde 817, y el Papa Eugenio II, estabilizando la pugna de
poder entre el Imperio y el Papado.
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Leyes políticas y las leyes constitucionales
Las leyes políticas, norma emanada del Congreso para la modificación de la
Constitución política, por ejemplo Ley de necesidad de Reforma de la Constitución
Política del Estado, y las leyes constitucionales, normas que reglamentan los
postulados constitucionales por ejemplo Ley Orgánica De Las FF.AA, Ley De
Organización Del Poder Ejecutivo.
Ambas, las leyes políticas y las leyes constitucionales son fuentes del Derecho
Constitucional porque modifican una parte del objeto de estudio del Derecho
Constitucional: la constitución positiva. Ambas son leyes básicas excepcionales.
Por su forma sistemática y la amplitud con que encaran una cuestión se llaman
también Leyes Orgánicas.
Jurisprudencia constitucional
La Jurisprudencia Constitucional, conjunto de decisiones judiciales uniformes
emitidas por el Tribunal Constitucional de un Estado acerca las sentencias de jueces
inferiores o actos del Poder Ejecutivo, ratificando, modificando o anulándolos, es
fuente porque las sentencias constitucionales dirigirán en un futuro las decisiones
judiciales de los jueces inferiores.
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Ambas, la Doctrina y el Derecho constitucional comparado son fuentes porque
ambas guían las sentencias constitucionales y las modificaciones a la Constitución,
respectivamente.
La Costumbre
La costumbre, forma inicial del Derecho Consuetudinario [1] que consiste en la
repetición constante de un acto que con el paso del tiempo se vuelve obligatoria y
por necesidad, consentimiento colectivo y apoyo del poder político llega a
convertirse en ley, es fuente porque se convierte en norma constitucional a través
de un proceso reflexivo del legislador.
La Constitución
La constitución es la fuente de primera importancia, porque la ciencia del derecho
constitucional, las estudia, las compara, las analiza, etc.
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como las de estas y dotadas incluso de administraciones más perfeccionadas, como
fue el caso de Egipto. Pero se trataba de organizaciones políticas autocráticas,
donde no se planteaba, como en Grecia, el conflicto entre el poder y la libertad.; En
Grecia se presentaban dos criterios acerca de la Constitución: uno, el criterio
material, generalmente preconizado por los distintos autores de, la época. El
pensamiento griego comprendía la contextura de Estado en sus aspectos político,
económico, social y jurídico y denominaba a esa unión armónica politela.
Consideraban ellos la Constitución, ante todo, como la organización básica del
Estado, asimilándola al organismo del ser humano: por ello se habla de criterio o
concepto material, el que en otras épocas fue llamado sustantivo u orgánico.
Aristóteles, por su parte, da algunas definiciones de Constitución, en cierta forma
confusas. En La política, por ejemplo, afirma que “la Constitución de un Estado es
la organización regular de todas las magistraturas, principalmente de la magistratura
que es dueña y soberana de todo. En todas partes el gobierno de la ciudad es la
autoridad soberana; la Constitución misma es el gobierno”.
Fueron Platón (429-347 a. C.) y Aristóteles quienes, apartándose del criterio
material de Constitución, dieron las pautas iniciales para el constitucionalismo
moderno, al sostener que todo gobierno debe estar sujeto a la ley y toda ley a un
principio superior. Este segundo criterio presenta a la Constitución como un orden
superior. Para Platón, la forma política ideal sería la creada por personas capaces
de gobernar con un arte y una fuerza superiores a la ley. Pero ese gobernante ideal
no existe. El Platón idealista de La república, se vuelve más realista en otros escritos
— particularmente en El político—. Si no puede darse un hombre así, concluye él,
un Estado gobernado por uno solo sería el peor de los regímenes. Entonces, pese
a sus muchos vacíos, hay necesidad de recurrir a la ley superior. P latón aparece
aquí como precursor del constitucionalismo.
Por su parte, Aristóteles también distingue las leyes comunes del principio que les
sirve de base y que les imprime validez. E se principio que para P latón es la justicia,
para Aristóteles es la Constitución. Las leyes deben estar de acuerdo con las dos
partes del alma: aquella que “posee por sí misma la razón” y la que “no la posee por
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sí misma”. Además, las leyes deben estar supeditadas a la Constitución (politeia),
solo así serán justas.
• El aporte de Roma
En Roma desaparece el concepto de Constitución como fue concebido por los
griegos, como una realidad general, totalizadora, para convertirse duramente el
imperio, en una ley titular emanada del emperador. Los romanos identificaban así
la Constitución con la lex, el edictum o en general, con las disposiciones o mandatos
imperiales. Son embargo CICERÓN (106-43 a. C) y Catón se apartaron en alguna
medida de este criterio. En su obra de Re publica, CECERÖN, quien acuñó para el
caso la expresión Constitutio, identifica Constitución conforma de Estado y afirma
que “la Constitución de la República no es obra de un solo hombre ni de una sola
época”. CICERÓN, habla de la Constitutio popli como forma de ser de la civitas,
derivada de la posición de poder que en la misma ostenta el pueblo. La Constitución
es obra de la República romana, declara Catón; sin embargo, no todos los romanos
podrán intervenir en la formación de la Constitución: Es necesario excluir a la plebe
a los revoltosos, a los enemigos de la República.
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en Francia como en Inglaterra. MARSILIO DE PADUA, por su parte, empleó los
términos Constitutio y fundamentum republicae con un sentido muy próximo al de
politeia en ARISTÓTELES. Luego, durante los siglos XV y XVI, la palabra
Constitución fue reemplazada por otros términos o eliminada. Autores como JEAN
BODIN, escriben sus teorías políticas sin hablar de Constitución; él dice que el
estado mejor es el que realiza la esencia estatal en a República ordenada. Este
término debe entenderse como “constitucional”.
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la función real, de modo que no se concebía la autoridad del monarca como un
derecho personal, sino como una dignidad que se ejercía en virtud de un orden
objetivo. Para los juristas de la monarquía absoluta, con Bodin a la cabeza, existen,
púas, unas normas diferenciadas del resto del orden jurídico, por su objeto, su
carácter inmutable y su significado, como principio unitario de la comunidad política:
las normas de índole constitucional. El derecho constitucional moderno nace, para
García-Pelayo, con la teoría clásica de la ley fundamental, así como con la aparición
de varios tratados sobre constitución es estatales, publicados en Francia, Alemania,
Inglaterra y Holanda, principalmente. Pero como hecho histórico que dio origen al
moderno estudio del derecho constitucional, debe señalarse la Constitución inglesa
del siglo XVIII. De ella partió el barón de MONTESQUIEU para exponer sus tesis
sobre el funcionamiento de una Constitución tendente a buscar principios de validez
general. La obra de MONTESQUIEU en sí, no puede considerarse como un tratado
de derecho constitucional, pero sí co m o un punto de partida del mismo, en cuanto
a que redujo a un sistema general el funcionamiento de los poderes del Estado y
creó uno de los esquemas fundamentales para el desarrollo posterior de la materia.
La obra de Montesquieu tiene un carácter polémico dirigido contra el absolutismo
de la época: la misma característica tienen las demás obras que se produjeron por
en ton ces sobre la materia, tanto en Europa como en Norteamérica, tales como las
de Alexander Hamilton, el abate Sieyés, Benjamín Constant y otros.