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abigail roux

Touch & Geaux

Cut and Run 7


Argumento

Tras ver sus caras publicadas en todos los periódicos y televisiones tras un
caso de gran repercusión, los agentes del FBI Louis Tomlinson y Harry Styles
tienen más utilidad como imagen pública del FBI que como agentes infiltrados.
Cuando Harry ya incluso empieza a considerar la jubilación como posible
alternativa, Louis recibe una llamada de auxilio de un amigo, que los llevará a una
ciudad repleta de ecos del pasado.
Nueva Orleans revela su historia en sus calles, y es el único sitio en que
la cara de Louis podría llegar a provocarle la muerte. Rodeados de obstáculos
desde el momento en que aterrizan, Louis y Harry deben enfrentarse a un
pasado del que Louis no podrá huir; un pasado con sorprendentes conexiones
con el de Harry.
Mientras se ciernen sobre ellos amenazas de todo tipo, ambos hombres
deberán afrontar sus pasados y sus mentiras. Pronto descubrirán que no todos
sus secretos han sido revelados todavía, y que nada es para siempre.
Capítulo 1

Harry Styles levantó la vista a tiempo para ver a Alston tirar una bola de
papel a través de los escritorios donde su equipo de seis estaba sentado. Louis
Tomlinson levantó los brazos, indicando un touchdown cuando el papel se
deslizó por el escritorio a su regazo.
—Styles, Tomlinson, a mi oficina –gritó McCoy desde la puerta.
Desapareció en el interior.
— ¿Qué habéis hecho ahora, chicos? —Preguntó Alston. Harry
puso los ojos en blanco.
—Yo no he sido.
—Esta vez —intervino Clancy.
—Espero haber sido yo —dijo Louis con fruición. Se puso de pie y se
abrochó el traje, dejando un formulario sobre armas a medio descargar en el
ordenador.
—A veces me pregunto hasta dónde irías para librarte del papeleo —
dijo Alston.
—Mira viejos episodios de Pinkie y Cerebro y podrías acercarte –murmuró
Harry, provocando bufidos de risa de sus otros dos compañeros de equipo.
—Antes de que todo se volviera digital, había convencido a los médicos de
la Agencia de que era alérgico a la pasta de papel —les dijo Louis, hablando muy
en serio. Sus ojos color avellana brillaban—. Fue precioso.
—Eres alérgico a todo lo demás —dijo Harry mientras se levantaba—.
Vamos. Sabes lo que nos hizo la última vez que le hicimos esperar.
—Citas de salón de belleza —reflexionó Lassiter.
—Conferencias de relaciones públicas —dijo Alston.
—Vacaciones forzosas —Agregó Clancy.
—Cristo, no sé cuál de ellos es peor —dijo Harry. Todo era
parte integrante de ser compañero de Louis Tomlinson. Y, tenía que ser
honesto, algunos eran por su propia culpa.
Louis señaló a cada uno de sus compañeros de equipo, amenazándolos en
broma mientras iba detrás de Harry. Llamó a la jamba de la puerta, mirando hacia
el Agente Especial al mando de la Oficina. McCoy levantó la vista de la pantalla
del ordenador y sonrió.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Harry.
—Oh, diablos.
— ¿Ahora qué? —Soltó Louis. Ambos sabían que la expresión de la cara de
McCoy era un presagio de fatalidad.
McCoy sacudió la cabeza y les indicó que entraran y cerraran la puerta.
Una vez que Louis la cerró, McCoy agitó dos hojas de papel hacia ellos.
—Hace varias semanas tuvimos una solicitud. Una poco habitual, pero es
un paso razonable hacia mantener nuestras narices limpias en la prensa.
— ¿Es esto más chorradas de relaciones públicas? —Preguntó
Louis.
—No es una chorrada —McCoy tuvo las agallas de decirlo con una cara
seria.
Harry se sentó con un profundo suspiro.
—Todavía me haces dar una conferencia a la comunidad una vez al mes.
¿La última? El alcalde me preguntó si me gustaría hablar con la Cámara de
Comercio. ¿Cómo se supone que voy a ser un investigador criminal discreto,
encubierto, cuando todo el mundo sabe quién soy?
—Ese es un punto muy bueno —dijo Louis.
—Esa es una de las cosas de las que tengo que hablar con vosotros.
Individualmente. Más tarde —añadió McCoy con el rostro más sombrío—. Pero
por ahora nos ocuparemos de esta, muy razonable, petición.
— ¿Qué es? —Preguntó Louis.
—Una organización de respuesta local quiere hacer un calendario
para recaudar fondos.
Louis se puso de pie y estiró la mano hacia McCoy, como para alejar el
mal.
— ¡Diablos no!
Harry parpadeó.
— ¿Un calendario?
McCoy asintió.
—Están utilizando personas de organizaciones estatales, federales y
municipales, y todos los ingresos van a un fondo creado para ayudar a los
servicios médicos heridos en acto de servicio.
—Admirable —dijo Harry.
—Habéis sido solicitados como… modelos —consiguió decir McCoy sin
sonreír.
Harry miró a su compañero, luego a McCoy.
—Estás bromeando. —Louis estaba sacudiendo la cabeza, hojeando
números en su teléfono móvil en la mano. Harry ni siquiera le había visto sacarlo.
—Nunca bromeo —dijo McCoy con un toque de picardía. Miró a Louis—.
Si tienes la intención de llamar a Richard Griffins para conseguir que te saque de
esto, no lo permitiré. La Oficina necesita esto y sois vosotros a los que quieren.
Louis entrecerró los ojos, luego volvió a su teléfono y curvó los labios a
Harry. También había una pizca de aprehensión en su expresión, pero la ocultó
rápidamente.
—Nos han asegurado que las fotografías se harán con mucho gusto —dijo
McCoy.
—Bien —dijo Harry, señalando a Louis—. Envíale a él. ¿Pero por qué yo?
Louis sacudió la cabeza e hizo un gesto hacia Harry mientras
levantando una ceja a McCoy.
—Creo que la verdadera pregunta es: ¿Por qué me necesitan cuando
tienen un hermoso ejemplar justo aquí? —dijo, sonando como un vendedor de
coches usados tratando de vender un Pinto.
Harry se estiró y le dio una colleja.
Louis se echó a reír y se agachó, todavía tratando de vender Harry.
—Un poco de delineador de ojos, un poco de spray bronceado,
quiero decir, ¡vamos! ¡Es guapo!
McCoy sonrió, aunque parecía como si estuviera tratando de no hacerlo.
— ¿Debo asumir que los dos estaréis de acuerdo en representar a la Oficina
en esto?
—Creo que “de acuerdo” es un término demasiado fuerte
—dijo Harry—. Esta es una mala idea. ¿Recuerdas cuando estuvimos en la
televisión?
—Sí, Tomlinson consiguió correos de fans durante un mes.
— ¿Ah. Sí?
—Los quemamos, como debes hacer con todas las cosas malas
—respondió McCoy.
Por la expresión de Louis, estaba tratando de averiguar si McCoy
bromeaba o hablaba en serio.
Harry se rió y se pasó la mano por la cara.
—No voy a obligarte, Styles. Pero voy a obligar a Tomlinson, ya que me
lo debe.
— ¿Qué? —Gritó Louis.
McCoy no le hizo caso.
—Pero necesito una respuesta en este momento.
Harry seguía riendo sobre lo absurdo de la idea mientras miraba a Louis,
sopesando sus opciones y preguntándose cuál sería el castigo si se retiraba. Porque
habría represalias por parte de su compañero. Sin lugar a dudas. Por supuesto, si
accedía por propia voluntad, podría haber una recompensa. Una recompensa
desnuda, caliente y enojada. No es que McCoy necesitara saber nada acerca de eso.
Louis dejó caer las manos.
—Quiero decir, diablos, tengo tanto que decir en el asunto como de
costumbre, ¿así que por qué no? Estoy dentro.
Harry suspiró.
—Nunca voy a escuchar el final de esto si digo que no, ¿verdad? —
Louis echó la cabeza hacia un lado, levantando una ceja más alta en
advertencia. Era un hombre guapo cuando estaba molesto—. Sí, eso es lo que
yo pensaba. Está bien, lo haré.
— ¡Bien! —McCoy se levantó y juntó las manos—. Vamos
iros.
— ¿Qué? —Preguntó Louis.
—El equipo está en el vestíbulo para llevaros a un hotel para la sesión de
fotos. Ir. Ahora.
Louis se quedó mirándolo, con la cabeza ladeada, al parecer,
inmovilizado por la perspectiva.
— ¿Cuánto tiempo hace que sabes esto y nos lo estás contando ahora? —
Preguntó Harry. Era típico de McCoy guardarse esto durante una semana y luego
soltárselo en el último minuto para que no pudieran zafarse.
—Están en el vestíbulo esperando. —McCoy se sentó de nuevo y agitó la
mano despidiéndolos, incluso recogió su bolígrafo y fingió estudiar un informe.
Harry se levantó con un suspiro agraviado. Se necesitaron dos tirones para
que Louis se moviera. Mientras le empujaba por la puerta, Harry se volvió hacia
McCoy.
—Uno de estos días, Mac, uno de estos trucos va a volverse contra ti de
una manera espectacular.
—Pero hoy no —dijo McCoy, con aire satisfecho y sonriente. Harry gruñó
y se giró, sólo para toparse con Louis, que se había
detenido justo donde Harry le había dejado.
—¡Tomlinson!
—Cambié de opinión.
—Demasiado tarde. —Harry le dio un suave empujón hacia el ascensor.
Louis lanzó un vistazo a la escalera de emergencia. Siempre había sido una
extraña mezcla de engreído y tímido; parte showman, parte recluso. Adoraba una
multitud, jugaba al payaso de la clase o al perro alfa o a lo que sea que la situación
requiriese como un camaleón. Harry había visto videos de él de cuando había
estado en el ejército, bailando con otros marines, haciendo el tonto para pasar el
tiempo o entretener a los compañeros heridos. También estaba dispuesto a jugar al
sexy en persona, usando su buena apariencia y carisma para cualquier propósito
que considerara conveniente. Pero
tan pronto como alguien trataba de grabarlo para la posteridad, Louis se
congelaba como si se estuviera escondiendo de un T Rex. Preferiría ser disparado a
que le grabaran con una cámara.
Harry hizo caso omiso de las miradas curiosas de sus compañeros de
trabajo, centrándose en conseguir que Louis entrara en el ascensor. Una vez que
las puertas se cerraron, gimió y se cubrió la cara con las dos manos.
—Un calendario.
—Esto no es mi culpa —murmuró Louis cuando el ascensor les llevaba
hacia el vestíbulo.
—Por supuesto que es tu culpa, Louis. Mírate. —Harry dejó caer las manos
con un resoplido—. ¿Y de qué estaba hablando sobre eso de “hablar contigo
individualmente”?
Louis se encogió de hombros, moviendo la cabeza y luego
mirando sus manos como si estuviera examinando sus uñas.
Definitivamente sabía algo.
—Louis —retumbó Harry.
Louis miró a Harry.
—No lo sé –insistió. Sus ojos estaban muy abiertos y sinceros, pero no
podía engañarle. No después de un año de convivencia.
Harry dio un paso, con la intención de inmovilizar a su compañero
contra la pared para obtener algunas respuestas, pero luego el ascensor sonó
para señalar su llegada a la planta baja, obligándole a detenerse.
—Vamos a discutir esto más tarde —dijo Harry con los dientes apretados.
Los labios de Louis se contrajeron y sus ojos bailaron, pero no discutió.
—Sabes, podría no haberme importado esto con un poco de advertencia
—murmuró Harry—. No tengo ni idea de cómo he llegado a convertirme en la
idea de alguien de un maldito modelo.
Louis simplemente le devolvió la mirada, parpadeando inocente. Cuando
las puertas se empezaron a abrir, sonrió.
—Tú eres mi idea de modelo –susurró.
Harry resopló, divertido por la facilidad con la que Louis todavía
podía seducirlo. Le rozó los labios con los dedos antes de salir al vestíbulo.
Ni siquiera habían dado la vuelta a la esquina antes de que tres mujeres con
trajes de variados estilos se levantaran y corrieran hacia ellos.
— ¡Agentes Styles y Tomlinson, muchas gracias por haber
accedido a apoyar a nuestro pequeño proyecto!
Louis les dio una sonrisa encantadora, a pesar de que su
incomodidad era todavía evidente para Harry.
—En realidad no podemos aceptar el crédito —dijo, la voz suave como
la miel.
Una rubia delgada a mediados de los treinta, con los cabellos
perfectamente en su lugar, estrechó ambas manos, deteniéndose en la de Louis.
—Si vienen con nosotras, tenemos una furgoneta esperando.
— ¿Una furgoneta? —Preguntó Harry.
—Para llevarnos al hotel.
Harry se metió las manos en los bolsillos del pantalón y dio una falsa
sonrisa incómoda. Él y Louis fueron tras las mujeres.
—Dígame, agente especial Styles —pidió a una mujer con aspecto de
matrona con una sonrisa en sus mejillas redondas—. ¿Por casualidad ha traído su
moto a trabajar hoy?
Harry tropezó al llegar a las puertas del vestíbulo. Louis reprimió una
risita fingiendo toser.
—Ah, no, señora, me temo que no —mintió Harry a través de sus
dientes. Ya hacía suficiente calor para empezar a montar la Valkiria de nuevo,
así que por supuesto que sí.
—Oh, qué pena.
La otra mujer, vestida con un traje pantalón color azul oscuro, sólo se rió.
— ¡Oh, vamos, va a ser divertido! Harry
asintió, convencido.
—Prefiero masticar una bombilla —dijo Louis en voz baja.
—La moto era mi idea favorita —dijo la mujer baja desde el asiento
trasero de la camioneta tan pronto como todos ellos se
montaron.
—Oh Violet, olvida la moto. Queremos a los hombres, después de todo –dijo
la dama en azul—. Soy Cynthia, por cierto. –Se estiró sobre el asiento y estrechó la
mano de Harry, luego la de Louis.
—Soy Susan —añadió la rubia, su voz baja y agradable—. Lo siento,
deberíamos habernos presentado antes. Estamos tan emocionadas de que hayan
accedido.
—Susan es la que les vio en las noticias —dijo Cynthia. Harry
sonrió.
— ¿Ah sí?
—Recuerdo haber visto ese noticiario y sufrir escalofríos
—confió ella, sonriendo a Harry y luego girando sus largas pestañas sobre Louis
de nuevo—. ¿La presencia que tienen ante una cámara? Supe que teníamos que
teneros.
Harry pudo ver tensarse a Louis, cada vez más incómodo con la situación.
El coqueteo era como el modo natural de Louis de comunicación, pero
recientemente se había vuelto menos propenso a participar en ello.
—Esa noticia no nos representaba en el trabajo —dijo Louis
finalmente.
— ¡Oh, pero lo era! ¡Estabais en el trabajo! —Violet se inclinó sobre el
asiento trasero—. Y es exactamente lo que todos piensan. Eso es lo que queremos
en el calendario. Algo elegante.
—Atrevido –dijo arrastrando las palabras Susan.
—Peligroso —agregó Cynthia con placer.
—Yo… —Louis se movió más cerca de Harry, asintiendo y
aclarándose la garganta.
— ¿Ya que ya hicimos lo de la celda de la cárcel con los agentes de
BPD, tal vez podríamos usar las esposas en éste?
—Sugirió Cynthia.
Harry la miró, preguntándose si debería escandalizarse.
—Bien, ya tenemos al analista de la CIA con el traje, una especie de
espía —dijo Violet, sacando un cuaderno—. Los bomberos con el torso
desnudo. Los dos agentes de policía uniformados encerrados. El EMT en la
parte trasera de la
ambulancia. Necesitamos algo diferente.
—Así que tal vez no sería una mala idea ir con un aspecto duro, sin
miedo de ensuciar el traje en el cumplimiento del deber. Con las armas, por
supuesto, ya que no hemos utilizado armas en una foto todavía.
Louis bajó la mirada hacia su traje, su traje favorito de Tom Ford, y
visiblemente se resistió a la mención de ensuciarse.
—Tal vez podríais ponernos de civil, como si estuviéramos encubiertos —
sugirió mientras alisaba una mano protectora sobre su solapa.
Susan abrió la boca y lo agarró del brazo.
— ¡Bajo las mantas!
—No. ¿Qué? ¡No! —Espetó Louis.
— ¡Eso es brillante! —Exclamó Cynthia. Harry sintió
un verdadero destello de pánico.
—Realmente no creo…
—Oh, me gusta esto aún más que la moto.
—Él va a hacer lo de la moto –intentó Louis, pero no estaban
escuchándole.
—Oh, esto es perfecto. Voy a llamar y hacer que pongan una cama. —
Susan sacó un teléfono móvil mientras las damas en el asiento trasero charlaban
y tomaban notas.
Harry se inclinó y susurró a Louis.
— ¿Qué has hecho?
Louis se encogió de hombros.
—Yo… yo… ¡esto no es culpa mía!

* *

Louis no culpó a Harry por las miradas que recibía mientras subían juntos a
la suite del ático. Él mismo lanzó las mismas miradas en el espejo cuando dos
maquilladores le peinaron. Tenía una servilleta metida en el cuello para evitar que
el producto para el cabello entrara en contacto con el blanco de la camiseta blanca
que llevaba
puesta. No le habían puesto maquillaje, gracias a Dios. Algo sobre primeros
planos naturales. Estaba tratando de bloquearlo todo.
Se puso de pie cuando el hombre le dijo que había terminado, la mujer le
arrancó el pañuelo del cuello y asintió. Louis se volvió y se dirigió a la otra
habitación de la suite donde habían instalado todas las cámaras, cosas que
destellaban, sombrillas y lo qué demonios fueran. En esa habitación había
también una cama artísticamente deshecha con sábanas gris oscuro,
representando el mundo gris del trabajo encubierto.
Louis se miró. Estaba cerca de lo que normalmente usaría: pantalones
vaqueros hechos jirones, una fina camiseta que se pegaba a su cuerpo, pies
descalzos. Incluso le habían dejado sus accesorios, considerándolos lo
suficientemente elegante. Una pulsera de caucho negro y la cadena de cuero
marrón en una muñeca, su reloj de buceo negro y plateado en la otra, el anillo de
sello del cuerpo de marines y la brújula con su cordón de cuero. Aún así se sentía
totalmente fuera de lugar.
Entonces entró Harry, moviendo la cabeza. Vestía igual que Louis, sólo que
su camiseta era negra, y sus vaqueros oscuros estaban aún más raídos. También le
habían revuelto el pelo, se lo habían echado atrás y dejado que se curvara
alrededor de las orejas.
Louis trató de luchar contra la reacción visceral de ver a Harry de esa
manera, pero era imposible no mirar.
— ¡Tenéis un aspecto increíble! —canturreó Susan mientras se acercaba y
les miraba de arriba abajo. Pasó los dedos por el cabello de Harry, luego se volvió
donde Louis y asintió en aprobación—.
Ahora, si subís a la cama, nos pondremos en marcha.
Louis luchó contra el aleteo nervioso y se acercó a la cama, tratando de
relajar los hombros mientras rodaba sobre ella. Harry le siguió, sin molestarse
en reprimir una sonrisa cuando se recostó contra el cabecero.
Se sentaron uno junto al otro, con las largas piernas extendidas, los brazos
cruzados. Louis miró de soslayo a Harry, incapaz de reprimir la sonrisa. No se
podía negar que se reirían de esto más tarde. Cuando Harry se volvió para
encontrarse con los ojos de Louis, la
cámara apareció y disparó. Harry sacudió la cabeza, pero estaba sonriendo y sus
ojos oscuros reflejaron una chispa cuando el flash se disparó.
—Parece que eres el chico bueno en este escenario —dijo Harry,
estirándose para agarrar la parte delantera de la camiseta blanca de Louis.
—Creo que estamos en esto juntos.
La mandíbula de Harry saltó cuando luchó contra una sonrisa. Louis
sonrió y la cámara se disparaba de nuevo.
— ¿Lo ves? ¿El bien y el mal en la cama? —Sus palabras provocaron
risas, pero no de Harry—. ¡Vamos, eso es divertido!
Harry puso los ojos en blanco.
— ¡Es un juego de palabras!
Las cámaras sonaban mientras les daban instrucciones para moverse en
varias posiciones. Debajo de las sábanas, sobre las sábanas, sentados, tumbados,
haciendo lo mismo, haciendo cosas diferentes. Les dijeron repetidamente que
dejaran de sonreír, dejaran de reír, dejaran de mirarse el uno al otro. Después de
un tiempo, Louis comenzó a sentirse desconcertante bien con todo el asunto,
tumbado en la cama con su compañero delante de una docena de personas que
estaban sacando fotos a izquierda y derecha. Era absurdo.
—Está bien, muchachos, tiempo para algo diferente —anunció Susan
después de una buena media hora de posar.
—Danos algunos últimos disparos para terminar, y vamos a tener todo
lo que necesitamos —pidió Susan—. Sentíos libres de quitaros las camisetas.
Harry inclinó la cabeza hacia un lado y se encogió de hombros, y luego se
agarró al borde de la camiseta. Varias personas en la habitación trataron de no
quedarse mirando.
Louis no podía culparlos; el pecho desnudo y los hombros musculosos de
Harry eran definitivamente algo a destacar. La cámara siguió tomando fotografías
mientras Louis observaba a Harry sacarse la camiseta. Para no ser menos, Louis le
guiñó el ojo y se la quitó también. Cuando la arrojó hacia una de las cámaras en la
periferia de la escena, Susan le dijo al fotógrafo que se acercara lo más que
pudiera a las cicatrices que cubrían el torso de los dos hombres. Louis se
encontró con la mirada de Harry. Los ojos de Harry se
sintieron atraídos por los labios de Louis, y cuando volvió a levantarlos había un
nuevo calor en su mirada. Louis se quedó sin aliento pero no pudo apartar la
mirada.
—Caballeros, sigan mirándose el uno al otro de esa manera, por favor;
estas fotos son increíbles –les dijo Susan.
Los flashes continuaron y la cámara sonaba en la distancia. Todo se
desvaneció cuando Louis se quedó mirando a Harry.
—Bueno, creo que sin duda lo son –dijo Violet finalmente. Louis tuvo que
apartar los ojos antes de verse obligado a inclinarse y besar a su amante frente a
todas esas cámaras.
—Oh, definitivamente —estuvo de acuerdo Susan—. Agente Tomlinson,
venga a echar un vistazo.
Louis salió de la cama y se inclinó para recoger su descartada camiseta,
con cuidado de no mirar a Harry. Se inclinó junto a ella para mirar el ordenador
portátil. Las fotografías tomadas se mostraban en una cuadrícula en la pantalla, y
el fotógrafo las estaba revisando una por una, criticando ángulos y postura,
marcando algunas como “no”, reduciendo las opciones, todo el rato comentando
lo fotogénicos que eran Louis y Harry.
—Creo que vamos a tener que usar a uno de ellos con las esposas —dijo
Cynthia, con indecisión en su voz—. Son monos y se ajustan al tono del resto del
calendario.
Susan asintió. Abrió una de sus favoritas. La imagen mostraba a Harry
estirado en la cama al fondo, las manos detrás de la cabeza mientras se apoyaba
contra el cabecero. Estaba sonriendo con una expresión casi maliciosa que
acentuaba las líneas de expresión y las vetas de canas en las sienes, los pies
descalzos cruzadas en los tobillos, los bíceps resaltados de forma destacada. Louis
estaba sentado a los pies de la cama en el primer plano, inclinado hacia la cámara,
las rodillas separadas, los codos apoyados en ellas. Sujetaba un par de esposas con
un dedo, dejando que colgaran. Tenía una ceja arqueada, una expresión irónica en
su rostro. Probablemente terminará siendo la foto usada para el calendario, para
el mes de
julio, al parecer, porque rimaba con el FBI.
Cynthia suspiró mientras repasaba el resto de las fotos.
—Estas últimas... —Sacudió la cabeza—. Estas son algo especial sin
embargo.
Susan canturreó mientras miraba a la última serie de imágenes. Louis se
acercó más. Eran más sombrías de lo que había pensado que serían, todo blanco,
negro y gris. Harry parecía pensativo y melancólico, e incluso la sonrisa juguetona
de Louis parecía cansada del mundo a través del lente de la cámara. La luz ponía
de relieve las cicatrices blancas en sus cuerpos. Parecía que el único color en todo
el lienzo era el tatuaje descolorido de Louis. No había nada erótico en la imagen.
Las sábanas eran apenas un marco, y no hacían nada más que resaltar la crudeza
de dos guerreros que comparten algo infinitamente más allá del alcance de la
cámara.
Louis tragó saliva, golpeado por la imagen de una forma que no podía
explicar.
— ¿Puedo obtener unas cuantas copias de una de esas?
—Preguntó.
Susan ya estaba asintiendo antes de que sus palabras salieran.
—Por supuesto —respondió ella, con los ojos pegados a la pantalla—. Si tan sólo,
um… firma las renuncias de uso y... –Ondeó la mano hacia una pila de papeles,
sin apartar la vista de la pantalla. Harry se acercó al otro lado de la mesa
improvisada, con la camiseta puesta, las armas ya en la mano.
— ¿Terminamos?
Louis le miró, la boca seca. Asintió con la cabeza y se encontró con los
ojos de Harry.
—Ven a mirar estas –pidió con voz ronca.
Harry rodeó la pila de equipos mientras el fotógrafo se acercaba a la
cámara. Susan le siguió, sin dejar de hablar. Cynthia y Violet charlaban a un lado.
Harry se detuvo al lado de Louis y bajó la vista hacia la pantalla. Louis oyó su
aguda inhalación.
—Buena, ¿verdad? —Susurró Louis.
—Sí —respiró Harry—. No van a utilizarla… ¿verdad?
—Señaló las últimas fotos.
Louis miró a Susan, ésta tenía fruncido el ceño y esa mirada en su
cara.
—No. Van a sentirse bien, no… esa no.
Estudió las fotos de nuevo, preguntándose que vería la gente en ellos. No
había nada sexual o incluso romántico allí. Pero había algo.
—Esos somos nosotros —dijo Harry en voz baja—. Realmente nosotros.
—Pedí una copia –le dijo Louis, mirándolo de cerca.
—¿Sólo una? —La esquina de la boca de Harry arqueó. Luego alzó la vista
de la foto, y Louis pudo leer a Harry alto y claro. Él quería la foto, pero más
importante, quería a Louis, y él lo quería ahora.
—La compartiré –le dijo en voz baja. Se aclaró la garganta, necesitaba
apartar la mirada de la expresión en el rostro de Harry antes de que realmente
dieran algo a esas cámaras para fotografiar. Cogió una de las renuncias y la
firmó sin leerla, luego le entregó el portapapeles a Harry.
— ¿Ha conseguido todo lo que necesitaba de nosotros?
–preguntó a Susan.
Ellas se acercaron para adularlo un poco más, dándoles las gracias y
alabando las fotos que habían tomado. Uno de los asistentes bajó un poco de
información y les dio una tarjeta. La de Louis tenía el número de Susan escrito
a mano en ella. Luego, se quedaron solos para ir a cambiarse de nuevo a sus
trajes.
—Eso fue divertido —admitió Louis mientras se quitaba los
pantalones vaqueros en la pequeña zona de vestidor.
—No estuvo mal, supongo. Depende de la foto cursi que terminen
eligiendo. —Harry se cambió los vaqueros por los pantalones del traje y luego
se quitó la camiseta otra vez—. Podría haber tenido un poco más de
advertencia. Fue… raro.
Louis asintió mientras entraba en su pantalón. Miró hacia la habitación
exterior, al ver que todo el mundo ahí fuera estaba ocupado, Hannahnzó hacia
Harry, incluso mientras se abrochaba los pantalones. Agarró la cara de Harry sin
previo aviso y lo besó. Harry gruñó de sorpresa, pero fue rápido en captarlo,
sujetó los brazos de
Louis mientras se unía al beso durante los pocos segundos intensos.
—McCoy no tiene que saber que terminamos temprano
—susurró Louis mientras sus manos caían a los hombros de Harry.
—Me importa una mierda Mac. Salgamos de aquí.
Louis asintió y se inclinó para recoger el resto de su ropa, se puso la corbata
alrededor del cuello y recogió sus zapatos y calcetines. Harry se puso la camisa y
se abrochó tres botones, se la metió aprisa, lo bastante para que sirviera y recogió
el resto.
Louis señaló con la cabeza hacia la puerta y se dirigió a ella. No estaban
lejos de casa, pero tendrían que coger un taxi. Prefería caminar que lidiar con los
fotógrafos y la furgoneta de las secuestradoras de nuevo.
Tan pronto como la puerta de la habitación del hotel se cerró tras ellos,
Louis miró por el pasillo y luego a Harry con una sonrisa.
—Vamos a conseguir una habitación. Harry
se rió y se encogió de hombros.
— ¿Bien? ¿Echas de menos los cuartos de hotel?
El recuerdo de su primera vez juntos cruzó por la mente de Louis y asintió.
Harry debía haber visto el hambre atravesar los ojos de Louis, porque empezó a
meterle prisa por el pasillo hacia los ascensores.
Louis sonrió, ni siquiera se preocupó por los zapatos que llevaba o el hecho de
que parecía que los dos habían estado en el armario de un conserje en alguna
parte.
Una vez en el ascensor, todo cayó al suelo de todos modos, excepto Louis,
que golpeó la pared, sujetado allí por el firme cuerpo de Harry y su boca exigente.
No pudo hacer nada más que gemir y envolver los brazos alrededor de los
hombros de Harry.
Si alguien le hubiera dicho esta mañana que una sesión de fotos
sorpresa acabaría con ellos haciéndolo en un ascensor del hotel, Louis
probablemente no se hubiera sorprendido. De todos modos, lo encontraba
divertido.
Harry se retiró en busca de aire y apoyó una mano sobre el pecho de
Louis, sosteniéndolo en el sitio mientras daba un paso hacia atrás.
—Quédate –ordenó Harry, apartando la mano pero aún
apuntando a Louis.
Louis asintió en silencio, con los ojos abiertos y sin vergüenza. Harry se
abrochó, se alisó las mangas y se puso la chaqueta, arreglándoselas para parecer
pulcro, aunque su cara estaba enrojecida y su pelo todavía estaba despeinado por
la sesión de fotos. Acababa de ponerse los zapatos cuando la puerta del ascensor
sonó y se abrió.
—Enseguida vuelvo –dijo, mirando a Louis de arriba y abajo
deliberadamente antes de gruñir y salir del ascensor.
Incluso después de todo este tiempo, la perspectiva de lo que Harry
pensaba hacer con él hacía aletear el pecho de Louis.
El teléfono de su chaqueta comenzó a sonar.
—¡No, no, no! —Lo sacó de todos modos y comprobó el
identificador de llamadas—. ¡No!
Levantó la mirada. Varias personas estaban alejándose de las puertas
para encontrar una forma alternativa de subir cuando él se puso a gritar al
teléfono en el ascensor.
—Tomlinson —gruñó cuando contestó la llamada.
—Estamos listos —dijo Dan McCoy sin más saludo. Louis
suspiró.
—Sí, señor.
Colgó justo cuando Harry regresó.
—No —dijo Harry cuando vio la cara de Louis y el teléfono en la mano—.
¡No! ¿Cómo es de urgente?
Louis sacudió la cabeza.
—Era Griffins.
— ¡Maldita sea, Tomlinson!

El tráfico era mínimo mientras volvían a la Oficina. Louis, o bien no quería


o no podía informar a Harry de por qué se les necesitaba, y no quería especular
mientras caminaban juntos hacia los ascensores. Harry no se sorprendió. Griffins
solía mantener la boca cerrada con todo lo que hacía. Era extraño que vinieran
aquí cuando Griffins los
había llamado. Griffins trabajaba en Washington DC, no en Baltimore. Pero nada
de lo de Richard Griffins era normal.
Louis apretó el botón de su piso y luego se apoyó contra la pared del
ascensor, mirando Harry de soslayo. Harry le dio una pequeña sonrisa. Con
suerte, podrían volver a la habitación del hotel antes de que terminara la noche.
El ascensor se detuvo con una sacudida y las puertas se abrieron. Louis no
se movió. Harry salió del ascensor primero. Miró por encima del hombro a Louis,
con el ceño fruncido.
Tan pronto como se dio la vuelta, tres docenas de compañeros de trabajo y
amigos saltaron de sus diversos escondites en medio de los escritorios y
cubículos gritando alguna versión de:
— ¡Sorpresa!
La mano de Harry fue a su arma, pero Louis le agarró la muñeca antes
de que pudiera sacarla. Todo el mundo se reía y soplaba matasuegras, durante
un largo momento Harry simplemente no entendía que estaba pasando.
— ¿Qué demonios? ¿Por esto era la maldita cosa del
calendario?
Louis se rió y pasó el brazo sobre los hombros de Harry.
—Sólo una necesidad desafortunada que logramos aprovechar. Felices
veinte años con la Agencia, compañero.
Harry gimió y puso los ojos en blanco cuando la gente alrededor
de ellos se puso a silbar y aplaudir.
—Los primeros dieciocho fueron fáciles —dijo, sin expresión, haciendo reír
mientras pinchaba a Louis en las costillas con un codo.
—Sin embargo, los dos últimos fueron muy divertidos.
—Nuestras definiciones de “diversión” varían.
—Lo que sea, Harry. Hay pastel.
Harry sonrió.
—Te das cuenta que el mes pasado fueron en realidad veintiún años,
¿verdad?
Louis se encogió de hombros, sonriendo con malicia.
—No habría sido una sorpresa si lo hubiéramos hecho en el momento
adecuado.
Harry puso los ojos en blanco, luchando contra la enorme sonrisa en
su rostro.
—Felicidades, Styles —dijo Clancy mientras se acercaba a
ellos.
Otros comenzaron a rodearlo, ofreciendo palabras de admiración, algunos
le llevaron pastel, una bebida o un regalo. Habían pasado probablemente treinta
minutos antes de que Harry alzara la vista y se diera cuenta de que Louis no estaba
por ningún lado.
— ¿Dónde está Tomlinson? —preguntó, mirando a Perrimore.
Perrimore se encogió de hombros.
—Salió unos quince minutos después de llegar aquí.
Harry frunció el ceño y examinó la habitación.
¿Por qué se iría en mitad de una fiesta que obviamente, había ayudado a planear?
Harry se encogió de hombros. Lassiter atrajo su atención al acercarse a estrechar
su mano y pedirle consejo sobre cómo ser viejo. Se distrajo con más risas y burlas
ligeras, perdió la noción del tiempo, rodeado de los hombres y las mujeres a los
que había llegado a llamar a amigos.
Sin embargo, era Viernes Santo, por lo que la fiesta terminó rápidamente.
Algunos se fueron para pasar las vacaciones con sus familias. Otros salieron con
toda la intención de dirigirse a uno de los bares locales para continuar lo que
habían empezado aquí. Harry se sentó en su escritorio mirando su certificado de
veinte años, que había sido robado y enmarcado mientras él estaba fuera y luego
presentado como regalo del resto de su equipo. La parte posterior del marco estaba
firmada por todo el mundo con el que trabajaba. En el medio, destacaba la firma
de Louis. Debajo había escrito una simple nota: “Eres el mejor compañero que podría
haber pedido”.
Harry sonrió mientras lo leía. Era tan parecida a Louis. Corto, dulce y con
un significado que era inocuo y sin embargo tan significativo. Lo giró y pasó el
pulgar sobre el cristal. Veinte años.
Estaba tan concentrado en el certificado y lo que significaba que no se dio
cuenta que tenía compañía hasta que Louis se sentó en el borde de la mesa.
Harry sonrió y alzó la mirada hacia su compañero.
— ¿A dónde te largaste?
—Estaba aquí –le dijo Louis—. Quería que disfrutaras de tu día en el sol,
así que me esfumé.
—Hubiera estado bien contigo a mi lado —dijo Harry, pero sonrió y se
encogió de hombros. Fue un dulce pensamiento por parte de Louis, y habían
estado esforzándose por no cernirse el uno sobre el otro en cuestiones de trabajo—.
Tal vez podrías haberles impedido meterse con mi edad. Al parecer soy el viejo del
departamento, lo que me parece difícil de creer.
—No, estoy bastante seguro de que lo eres. —La voz de Louis era burlona,
pero no había mucho corazón tras el esfuerzo. Se estiró hacia atrás y cogió algo que
había estado ocultando con su cuerpo, poniéndolo delante de Harry con una
sonrisa melancólica.
Harry se quedó mirando la hilera de delicadas flores blancas que salían
de una maceta negra, desconcertado hasta que se dio cuenta de lo que era.
—Una orquídea…—Se rió, recordando el día que Louis había sugerido
retirarse y abrir una floristería juntos para vender orquídeas en el mercado negro
por la parte trasera. Miró a Louis mientras el calor se extendía por su interior.
Cualquiera que conociera a Louis podría haberlo dicho de otra manera, pero
Harry sabía que tenía una habilidad especial para gestos sentimentales. De los dos,
Louis era el verdadero romántico.
Louis estaba sonriendo, pero no alcanzaba a sus ojos. Estaba
inquieto, jugaba con el anillo de sello de los USMC en el dedo.
—Oye, ¿qué pasa? —Preguntó Harry, manteniendo la voz baja mientras
empujaba la rodilla de Louis.
Louis alzó la vista hacia el techo e inhaló profundamente.
—Creo que se podría llamar melancolía —admitió. Ni siquiera trató de
desviarlo con una broma o una negación.
—Sobre… ¿qué sea mayor que tú? —preguntó Harry. Louis
sacudió la cabeza y volvió a mirar el anillo.
—Es sólo… ¿qué voy a hacer cuando te jubiles?
Harry parpadeó.
— ¿Jubilarme? Yo… no puedo decir que nunca he pensado en
ello. —Las palabras se hicieron más dolorosas a medida que salían, mientras se
hundían en lo que Louis estaba pensando.
Ellos, separados. O no juntos, de todos modos. Ya no compañeros.
—Bueno, yo pienso en ello todo el tiempo. —Louis alargó la mano y la
pasó por la cara de Harry—. ¿Estás listo para ir a casa?
La intimidad del comentario y la caricia de Louis impidieron que
contestara de inmediato, y miró a su amante durante un largo momento antes de
asentir.
—Sí.
Louis se apartó de la mesa. Se estiró para recoger las llaves y el abrigo. La
mente de Harry se dirigió de nuevo a la fotografía de ellos juntos en la cama y de
repente fue importante para él decir algo. Se puso de pie y rodeó la mesa para
acercarse, atrapando el codo de Louis con una mano.
—Oye.
Estaban tan cerca que Louis ni siquiera podía girarse para mirarle. Lo
intentó, rozando su mejilla contra la nariz de Harry. Éste le dijo al oído.
—No voy a ninguna parte. No sin ti.
Louis sonrió, las patas de gallo aparecieron brevemente. Estaba mirando
la mano de Harry en su brazo.
—Bien.
—Bien —dijo Harry, a pesar de que no se sentía como si el tema hubiera
quedado resuelto. Observó a Louis un momento, preguntándose si era algo de lo
que necesitarían hablar más adelante o si la melancolía que Louis había admitido
pasaría de forma natural. Así es como Louis manejaba generalmente estas cosas.
—Vamos. Tengo una habitación de hotel preparada para algo sucio.
También tengo pastel –gruñó Harry mientras retrocedía para recoger el plato
cubierto con la servilleta que Alston le había dado cuando había limpiado. Dejó
caer su voz hasta casi un susurro y sonrió—. Voy a alimentarte.
Louis rió sin aliento y se volvió hacia los ascensores, sacudiendo la cabeza.
Harry miró el certificado enmarcado y decidió dejarlo en su
escritorio. No era algo en lo que quisiera pensar en casa. En el reflejo, vio a una
figura moverse por el pasillo. No estaban solos, después de todo. Se volvió para
mirar por encima del hombro y vio a Richard Griffins entrar en el hueco de la
escalera. La puerta se cerró detrás de él, sin hacer ruido. Harry se quedó mirando
un momento, luego se apresuró a alcanzar a Louis.
—No vi al director Griffins durante la fiesta, ¿y tú?
Louis sacudió la cabeza y apretó el botón del ascensor.
—No, ¿por qué?
—Estaba aquí.
Louis se volvió y miró más allá de Harry al piso vacío.
—Estoy bastante seguro de que no estaba.
—Estoy bastante seguro de que sí. Acabo de verlo –dijo Harry con otra
mirada al hueco de la escalera—. Probablemente podemos atraparlo si el
ascensor se da prisa.
Pero Louis sacudió la cabeza.
— ¿Por qué estaría Dick aquí?
—Tú dijiste que fue quien llamó.
—Sólo usé su nombre porque sabía que no discutirías cuando dijera que
teníamos que venir aquí.
Harry buscó los ojos de Louis por cualquier indicio de mentira, pero no vio
nada que indicara una. Dio a la puerta de la escalera otra mirada dura. Sabía lo
que había visto. ¿Por qué demonios estaba Richard Griffins en Baltimore el
viernes por la noche? ¿Y por qué no había venido a saludar? ¿Qué estaba
tramando? El ascensor sonó y Louis entró, sujetando la puerta.
— ¿Harry?
Harry asintió, con los ojos todavía en el hueco de la escalera cuando un
malestar comenzó a asentarse en el pecho.
Capítulo 2

Louis se echó a reír cuando la Valkiria se volvió hacia la línea de costa en


lugar de a la casa adosada.
—De verdad va a volver al hotel –murmuró Louis, siguiéndolo en su viejo
Mustang.
Cuando Louis encontró un lugar para el coche, Harry ya había
desaparecido en el interior. Louis dio a la parte delantera del coche una palmada
al pasar. Había tenido la intención de pasar el fin de semana de Pascua trabajando
en ella, ya que sólo había logrado restaurar las partes mecánicas y el interior hasta
el momento, pero tenía la sensación de que Harry tenía otros planes. Entró en el
vestíbulo, esperaba que Harry le estuviera esperando, pero no vio a su compañero
por ninguna parte.
— ¿Agente Especial Tomlinson? —Preguntó una mujer desde la
recepción.
Louis se acercó, sin dejar de sonreír.
—Su compañero dijo que le diera esto —dijo la joven con una sonrisa
amable. Le entregó una llave de la habitación.
—Gracias. —Louis se volvió hacia los ascensores, mientras buscaba el
número de habitación en el sobre. Había conseguido una suite—. Jesús, Harry.
Por todo lo alto, ¿verdad?
Ni siquiera había conseguido pasar por la puerta de la suite cuando fue
agarrado y empujado contra la pared. Manos encontraron su camino debajo de la
chaqueta de su traje y labios presionaron contra los suyos.
—Harry –jadeó Louis.
—Mejor que lo sea —gruñó Harry—. ¿Estás listo para ser alimentado
con pastel?
Louis sonrió, mirando a los ojos casi negros de Harry. Pasó los dedos
por encima de su hombro, tiró de su camisa de vestir,
disfrutando del modo en que los ojos de Harry eran atraídos a sus labios
cuando los lamió.
La voz de Harry cayó.
— ¿Y un poco de crema también?
—Falta por mal juego de palabras –anunció Louis con el tono profundo de
un comentarista deportivo mientras sostenía una tarjeta roja imaginaria.
Harry le agarró la muñeca y la apretó contra la pared.
—Oh, castígame —dijo mientras comenzaba a desabrocharse la camisa
con la otra mano.
—Creo que soy yo el que está siendo castigado. —Ambos rieron.
Louis le sacó la camisa de los pantalones y pasó la mano por el vientre
de Harry. Éste se apretó contra él y arrastró los labios sobre los suyos. Apretó la
mano sobre la muñeca de Louis y el corazón se aceleró. Podía decir que esta
primera ronda iba a ser dura y sucia.
—Vamos a la cama –logró murmurar—. La última vez que lo hicimos
contra una pared, las pantorrillas me dolieron durante una semana. Y la espalda
me ha estado matando el último par de días.
Harry se rio y asintió. Puso los labios contra la oreja de Louis, a
continuación, le tomó a través del pantalón.
—Dime dónde desapareciste esta noche. Louis
sopló contra la mejilla de Harry.
— ¿Crees que me puedes torturar para obtener información?
—Sí. —Le mordisqueó la oreja, y un escalofrío recorrió todo el camino
hasta los pies de Louis.
Este intentó reír, pero le salió como un jadeo cuando Harry lo apretó de
nuevo.
—Tenía que coger la orquídea del coche.
Harry giró la cabeza para rozar su nariz contra la mejilla de Louis. Estaba
tarareando, como si tratara de decidir si aceptaba la explicación de Louis.
Finalmente, rio entre dientes, y luego pasó la mano arriba y abajo por el torso de
Louis y le besó.
—Estás mintiendo. –El susurro duro de Harry rompió el beso. Louis
gimió—. ¿Qué estabas haciendo?
Louis echó el brazo libre por encima del hombro de Harry,
aferrándose.
—Siempre lo sabes.
—Lo revelas.
Louis se echó a reír, y luego suspiró.
—Si te lo digo ahora, ¿prometes que aun así me follarás?
—Depende –gruñó Harry.
—Mac me llevó aparte. Dijo que pronto vamos a tener que empezar a
mirar opciones que no impliquen trabajo encubierto.
Harry dio un pequeño paso hacia atrás, la mano en la muñeca de Louis
se aflojó.
—Bueno, sabíamos que vendría tarde o temprano. Hemos tenido
demasiada exposición.
Louis asintió.
—Dijo que tenemos hasta noviembre cuando esos calendarios lleguen a las
tiendas. Entonces estamos fuera del trabajo encubierto y metidos en asuntos de
investigación estrictamente.
Harry se mordió el labio inferior, frunció el ceño brevemente antes de que
pasara y apretara los dedos contra la muñeca de Louis de nuevo.
—Tal vez podamos empezar a hablar de la otra vida entonces.
Una sonrisa se apoderó de los labios de Louis y asintió. Otra vida.
Sus planes para cuando el trabajo ya no los llamara, para cuando pudieran salir y
construir realmente una vida juntos. Ese calor familiar empezó a filtrarse a través
de su cuerpo mientras miraba fijamente a los ojos de Harry. No era la llamarada
cegadora de ardiente calor que había sido una vez. El flash y la explosión se habían
ido, pero el deseo se había convertido en algo menos brillante y más intenso. Louis
nunca se cansaría de sentirse de ese modo cuando Harry estaba cerca.
—Te amo —dijo Louis, una pizca de nostalgia en su voz que se sorprendió
de escuchar. No quería tener que esperar a la otra vida, lo quería ahora.
Harry tomó la cara de Louis entre sus manos.
—No voy a ninguna parte.
El estómago de Louis dio un vuelco ante la sola idea, pero asintió. Harry
resopló, entonces estaba contra Louis de nuevo, besando su
cuello, sosteniéndolo contra la pared y murmurando al oído.
—Tengo algo para ti. Algo que necesito preguntarte.
—Pídeme cualquier cosa —susurró Louis.
Harry le pasó un brazo alrededor. Louis podía sentirle temblar. Su mano se
adentró en el bolsillo, buscando algo mientras le daba a Louis un beso lento y
sensual. El momento contuvo un peso repentino, algo lo suficientemente intenso
como para hacer a un lado la extraña sensación de Louis de problemas inminentes.
Sus instintos resultaron ser ciertos cuando su teléfono empezó a sonar.
—No contestes esta vez —murmuró Harry. Sus labios se
arrastraron contra los de Louis—. Por favor.
Louis sacudió la cabeza. Ambos sabían que tenía que hacerlo. Él siempre
respondía a su teléfono, sin importar la hora del día o lo que estuviera haciendo.
Charlie se quejaba constantemente sobre que Louis respondía sus llamadas
durante el sexo.
Harry se apartó con un gruñido. Su mano estaba todavía en el bolsillo.
—Mejor que no sea trabajo.
Los ojos de Louis se quedaron fijos en Harry mientras se dirigía hacia la
gran ventana de la suite.
—Tomlinson —respondió, la voz todavía ronca.
—Louis —dijo Nick O'Flaherty en voz baja, pequeña y
distorsionada por el teléfono.
— ¿Nick? —Louis se aclaró la garganta. No había sido uno de los tonos del
teléfono que Louis asociaba con el hombre.
—Necesito tu ayuda.
La frase sencilla golpeó a Louis duro, y su estómago se desplomó.
— ¿Por qué, qué pasa? ¿Dónde estás? –Preguntó mientras iba tras Harry.
Éste volvió a su lado y puso la mano en la parte baja de la espalda de
Louis, inclinándose para escuchar.
—Estoy en Nueva Orleans —respondió Nick, con la voz todavía
baja—. Necesito que vengas aquí.
— ¿Por qué, qué ha pasado?
—Me han arrestado. Van a acusarme de asesinato, Louis.
Louis se quedó en silencio aturdido durante unos momentos antes de mirar
hacia arriba y girar para mirar a los ojos de Harry.
— ¿Qué?
Harry le indicó que pulsara el botón del altavoz.
—Estoy en la cárcel en Nueva Orleans —dijo Nick lentamente, como si
estuviera hablando con un niño—. Creen que maté a alguien, Louis. Tienes que
ayudarme, tío.
— ¿Qué quieres que haga, que vaya a ayudarte a fugarte?
— ¡Louis, estuviste destinado aquí durante casi dos años!
—Alguien gritó algo ininteligible en el fondo, y cuando Nick volvió a hablar su
voz era más baja—. No estoy pidiendo que vengas sacarme de la cárcel. ¡Te estoy
pidiendo que vengas aquí y encuentres al verdadero asesino!
Louis miró el teléfono y sacudió la cabeza.
—No están buscando a nadie más —insistió Nick.
— ¿A quién has matado?
— ¡A nadie!
Louis hizo una mueca.
—Quiero decir, ¿a quién creen que has matado?
—Ni siquiera lo sé. Pero Digger y yo hemos estado juntos desde que
aterricé.
— ¿Dónde está Digger?
— ¡Está en el puto móvil a mi lado, Tomlinson! —Gritó Nick.
Recuperó el control y susurró sus siguientes palabras—. Louis, por
favor. Si se enteran que soy policía, soy hombre muerto.
Louis entrecerró los ojos.
—Esto es cómo cuando me llamaste Panam{ y dijiste…
— ¡Louis!
—Porque la broma de “He sido arrestado por asesinato” solo vale un par
de veces —advirtió Louis.
—Louis.
—Es decir, un día voy a dejar de ir.
— ¡Louis! —Gritó Nick, tratando de estar tranquilo y serio, pero
claramente perdiendo su paciencia. Otro grito en el fondo le hizo vacilar—. Por
favor. Eres la única persona que conocemos a quien llamar.
Louis tragó con dificultad y frunció el ceño a Harry. Éste asintió.
—Cogeremos el próximo vuelo.
—Gracias, Six —susurró Nick, y el apodo hizo que el vello de los brazos de
Louis se erizara.
Otra vez le dijo a Nick que su tiempo había terminado y la llamada
terminó abruptamente, dejando a Louis mirando su teléfono.
Harry tuvo que decir su nombre dos veces antes de que Louis le mirara.
—Vamos a empezar a movernos. Iré a reservar los billetes.
¿Deberíamos llamar a Mac?
Louis sacudió la cabeza.
—Vamos a tratar de solucionar este problema antes de volver el martes.
Tal vez no tengamos que faltar al trabajo.
Mejor pedir perdón que permiso. Eso se había convertido en su
lema.
Harry hizo una mueca mientras se giraba para conseguir su teléfono.
—Hey, ¿qué querías preguntarme?
Harry se encogió de hombros y le dio una pequeña sonrisa mientras
se dirigían a la puerta.
—Esperará.

Era más de medianoche cuando Louis y Harry caminaban a través del


Aeropuerto Internacional Louis Armstrong de Nueva Orleans. Las tiendas y
restaurantes estaban cerradas a cal y canto, y muy pocas personas caminaban por
las explanadas.
Louis mantenía la cabeza baja, no hablaba en absoluto. Había dicho tal vez
diez palabras durante todo el vuelo desde Baltimore, y su necesidad apenas
controlada de moverse inquieto durante la parada de 45 minutos en Charlotte
había sido como ver a un
chimpancé tratando de encontrar la manera de abrir la cerradura de su jaula.
Harry sabía todas las cosas que tenían que estar arremolinándose por la mente de
su compañero. Nick y Digger, dos de sus más antiguos y queridos, compañeros
de armas, estaban en problemas aquí abajo. Problemas que Louis podría no ser
capaz de ayudar a solucionar.
Harry también sabía que Louis estaba preocupado por mostrar su cara en
Nueva Orleans. Había pasado casi dos años en una operación encubierta aquí, y no
se había ido bajo sus propios términos. Simplemente ser visto por alguien que
había conocido entonces le colocaría en un mal lugar.
Hablaba de la lealtad y el amor de sus amigos que se aventurara a la
cuidad. Harry no podía pensar en muchas personas por las que volvería a
Miami.
Sin embargo, Louis se lo guardaba todo dentro, manteniendo sus
preocupaciones para sí mismo y guardándolas en los hombros y la mandíbula
tensa.
Recuperaron su única pieza de equipaje, que contenía algunas mudas de
ropa y dos cajas duras con sus armas de servicio, pero Louis estaba demasiado
ansioso por llegar a la comisaría para sacar las armas y colocárselas.
—Las sacamos en el taxi —razonó Louis. Harry fue tras él, tirando de la
maleta.
Cuando salieron por las puertas de cristal y se dirigieron a la línea de taxis
United negros y blancos que esperaban, la humedad y el calor golpearon a Harry
como un golpe físico después del largo invierno en Baltimore.
Louis murmuró en voz baja mientras caminaban hacia el bordillo.
—Uf, finales de abril. Nunca vengas aquí después de mayo
—dijo a Harry—. De octubre a abril. De lo contrario el lugar es inhabitable.
—Es bueno saberlo.
El sonido de neumáticos chirriando atrajo su atención al final de la
calzada, y una camioneta blanca aparcó en el carril de la zona de carga. Las
pocas personas en el cruce de peatones saltaron fuera
de su camino mientras chirriaba más allá de la línea de taxis.
Louis dio un paso hacia la acera, alcanzando bajo su chaqueta, donde
por lo general estaba su arma cuando los frenos de la camioneta chirriaron. Se
detuvo de un salto delante de ellos.
Alguien golpeó a Harry desde atrás, envolviendo la cabeza en un paño
negro y sujetando sus brazos mientras era empujado hacia adelante. Podía oír a
Louis gritando mientras luchaba con sus atacantes, pero ambos fueron dominados
y empujados a la parte trasera de la camioneta sin marcar.
La camioneta se alejó de la acera cuando la puerta corredera se cerró de
golpe.
—Deja de luchar –ordenó una voz a Harry cuando sus manos y pies fueron
sujetados contra un asiento que olía a Febreze—. Estaremos allí pronto —
prometió el secuestrador con una risa sádica.
—Styles, no mates a nadie —murmuró Louis desde otra fila de asientos.
Parecía tranquilo, y Harry se obligó a no moverse ni luchar. Tendrían una mejor
oportunidad de escapar una vez que el vehículo se detuviera.
Aproximadamente quince minutos y una gran cantidad de tráfico más
tarde, la camioneta se detuvo. La puerta se abrió, Harry fue arrastrado fuera y le
pusieron de pie. Le quitaron la capucha de un tirón y parpadeó un par de veces
cuando se encontró en lo que sin lugar a dudas era el Barrio Francés. Vio un poste
de luz con letreros en negro de la calle Bourbon y St. Philip. El edificio en frente de
ellos era antiguo, con maderas y ladrillos apilados que asomaban a través de las
grietas de yeso. El primer piso no tenía balcón o galería como la mayor parte de la
arquitectura del barrio francés, sólo unos tragaluces con luz brillando a través de
las persianas.
Un antiguo letrero de tablón de madera que decía Herrería de Lafitte
colgaba sobre una de las muchas puertas abiertas. Y había gente por todas
partes. La camioneta se alejó, dejándolos de pie en medio de St. Philip con sus
secuestradores y docenas de juerguistas borrachos mirando.
Los hombres que les habían metido en la furgoneta se estaban
riendo y dándoles palmaditas en el hombro. Les miró y reconoció a uno de los
cuatro cuando finalmente consiguió echarle una buena mirada.
Nick O'Flaherty.
—Caes cada vez, tío –dijo a Louis, una mano en su hombro cuando Louis
le fulminó con la mirada. Si Nick estaba aquí, entonces Harry sólo podía asumir
las identidades de los otros tres. Sus caras coincidían con las de las fotos en las
paredes de Louis. Sidewinder.
—Idiota —dijo Louis, con voz plana. Nick
sonrió y tiró de Louis a un abrazo.
—Tú también eres un idiota —dijo Louis a Digger, que le dio una palmadita
en la espalda y se apartó.
Louis estaba sonriendo, a pesar de que trataba de no hacerlo, mientras
cada uno de los otros hombres lo saludaban. Kelly Abbott estaba allí, y Harry se
sorprendió al ver a Owen Johns presente. La última vez que había oído algo
sobre Owen fue después de que Louis saliera con su equipo Recon y Owen se
enfureciera.
—Harry –Nick le dio la bienvenida. Le tendió la mano—. Siento
todo eso –añadió, sonriendo ampliamente.
—Eres un idiota increíble —dijo Harry—. ¿Qué demonios fue
eso?
Louis miró y sacudió la cabeza, empezando a sonreír más
ampliamente.
—Sólo puedo suponer que esto es una fiesta de cumpleaños.
—¿Para un psicópata?
Louis le dio una sonrisa triste y asintió.
—Elias Sánchez —contestó Nick, y con el nombre, los cinco marines se
volvieron más sombríos.
Harry inclinó la cabeza. Sánchez había perdido la vida, no en la batalla,
sino a manos de un asesino en serie en la ciudad de Nueva York. El mismo asesino
que casi les había quitado a Louis también, el mismo al que Harry había matado.
—Mañana habría sido su cuadragésimo cumpleaños —ofreció Kelly.
—No, no lo sería —dijo Louis.
—Pero mañana es su cumpleaños.
—Kelly, tío, tenía la misma edad que Nick y yo—dijo Louis con un gesto
de exasperación de la mano. Nick se cubrió la boca.
Kelly frunció el ceño y miró a su alrededor.
—¿Cuántos años tienes?
—Treinta y siete.
Digger frunció los labios.
—Da igual. Mañana es el cumpleaños de Sánchez. Louis siempre se negó a
venir a la fiesta en Nueva Orleans, así que sabíamos que tendríamos que ponerle
un cebo para que viniera.
—Vaya —gruñó Harry. Tenía la sensación de los chicos Recon no tenían idea
de por qué Louis se negaba a venir a Nueva Orleans. Ellos no sabían que traerlo
aquí le podría haber puesto en peligro, y conociendo a Louis, no se lo diría ahora.
Harry decidió mantener la boca cerrada.
Digger se inclinó hacia Louis, levantando las cejas.
—Y no podemos celebrarlo en otro sitio porque, ¿por qué?
Louis puso los ojos en blanco y se miró los pies, arrastrándolos.
—Porque a Digger no se le permite salir del estado durante un año más.
— ¿Pero por qué?
—Porque enviamos un equipo de la CIA a matar a su pantano y casi los
voló.
Todos ellos se rieron, niños pequeños en el patio del colegio hablando de
una rana que habían metido en el cajón de la maestra.
Harry miró a su alrededor, con la boca abierta.
—Estáis todos locos.
—Bienvenido a Recon, tío —dijo Digger con una palmada en la espalda de
Harry que casi lo derribó. El hombre soltó una risa ruidosa y se dirigió hacia un
grupo de mujeres que estaban bebiendo cerca de la entrada de Lafitte. Owen se
alejó con él, no había dicho nada a Harry y apenas había saludado a Louis con un
movimiento de cabeza.
Harry miró a su alrededor, todavía aturdido por el giro de los
acontecimientos. Ellos no estaban aquí para un rescate. Estaban aquí
para una fiesta.
—La vida con Louis, ¿eh? –Le dijo Kelly. Estaba sonriendo, con las manos
en los bolsillos, tan relajado como había sonado la primera vez que Harry lo había
conocido. Era un hombre de aspecto corriente, con el pelo de un tono entre
marrón y rubio y los ojos que podían haber sido grises o no. O azules. O verdes.
Pero Harry recordó a Louis hablando de lo capaz que había sido como médico del
equipo.
Harry asintió, tratando de devolver la sonrisa.
—Nunca se sabe, supongo.
Louis y Nick estaban en medio de la calle discutiendo de nuevo. O mejor
dicho, Louis tenía su dedo en la cara de Nick y Nick se estaba riendo de él.
— ¡La última vez que caigo, O'Flaherty, lo juro por Dios! La próxima vez
que llames y necesites ayuda, estás solo.
—Sí, dile eso a mi barco.
— ¡Tú disparaste!
— ¡Estratégicamente! ¡Todavía flota!
—Tosí purpurina durante una semana después de Panamá, ¡capullo!
Nick levantó ambas manos para defenderse de los desvaríos de Louis, pero
él se reía con demasiada fuerza para responder.
— ¡Cada puta vez! –Gritó Louis antes de golpear a Nick a un lado de la
cabeza y largarse enfurecido.
Nick se dobló de risa.
—Entonces… ¿cu{ntas veces ha caído en este truco?
—preguntó Harry.
Nick abrió la boca y levantó la mano, mostrando los cinco dedos.
— ¡Esta hace cinco!
Harry se echó a reír. Era una verdadera debilidad de Louis que
podrían explotar, su lealtad a ellos. Había venido cada vez que le habían
llamado, y lo seguiría haciendo sin importar nada.
Kelly rio al lado de Harry mientras observaban a Louis
desaparecer en el bar. Le siguieron y la mente de Harry
inmediatamente fue a la última vez que había estado en Nueva Orleans, la
última vez que había seguido a alguien a quien amaba por una de estas calles.

2003. Nueva Orleans, Louisiana

— ¿A dónde nos llevas? —Preguntó Harry mientras su mujer le conducía


por una serie de callejones en el Barrio Francés que parecía que deberían estar
llenos de vampiros. O prostitutas.
Ella le devolvió la mirada, con los ojos brillantes y su pelo cayendo en
cascada por su espalda en ondas.
—Te prometo que te va a encantar.
Harry sonrió y la siguió, dispuesto a darle una oportunidad si esto la
excitaba tanto. Nueva Orleans era su regalo para sí mismos por su décimo
aniversario, y Kendall había estado esperando esto durante meses.
—Es este pequeño antro del que oí hablar. Hacen una especie de acto de
comedia burlesca. Se supone que es una de las joyas ocultas del Barrio Francés.
—Odio decírtelo cariño, pero ya no estamos ni siquiera en el Barrio
Francés.
Al cabo de otros treinta metros, Kendall se detuvo en una puerta de
madera desgastada en una pared de piedra. Estaban cerca del río, en dirección al
Mercado y hacia las afueras del Barrio Francés. La señal de madera tallada que
colgaba de la pared perpendicular decía que el pequeño establecimiento
lamentable era La Fée Verte.
—Creo que es este.
Harry miró a su alrededor y sonrió débilmente. Estaban bien lejos de las
multitudes, el ruido de las principales arterias embotado por las gruesas paredes
y el yeso que se desmoronaba.
—Si este no es, vamos a terminar la noche en la cárcel.
—Calla —murmuró Kendall mientras empujaba la puerta.
Dentro había una habitación sorprendentemente grande. Estaba mal
iluminada y llena de sillas y mesas marcadas, la mayoría de los cuales estaban
llenas. Las paredes eran de ladrillos manchados por la edad, con parches cubiertos
al azar por yeso envejecimiento y gruesa tela barroca. Una larga barra se alineaba
junto a la pared del fondo, y opuesta a ella había un escenario con un solo
micrófono y pesadas cortinas color vino.
No había ventanas, y la luz del bar provenía de antiguas cadenas de
luces de techo y apliques a lo largo de los muros que sostenían velas
parpadeantes reales dentro de quinqués. La cera goteaba sobre las mesas
por las muchas de noches de velas encendidas que nunca se habían
limpiado.
Harry dejó que sus ojos se acostumbraran a la penumbra.
Había visto cosas peores. Mejores también. Pero también peores.
—Vaya, cariño, me llevas a los lugares más bonitos —dijo arrastrando
las palabras.
Kendall se rio y lo llevó a una mesa cerca del centro de la habitación.
Había una tarjeta doblada con el nombre Styles escrito en hermosa caligrafía.
Harry le sacó la silla, luego se desabrochó la chaqueta y se sentó.
Ella se inclinó hacia él, la luz de las velas parpadeo en sus
ojos.
—Oí que los dos artistas son increíbles. Y el rumor es que todos los
viernes y sábados por la noche, escogen a personas del público para unirse a
ellos después.
— ¿Unirse a ellos?
—Ya sabes, unirse a ellos.
—Oh. ¡Oh! —Harry se rio y miró a su alrededor cuando Kendall rio—. ¿En
qué nos has metido?
—Oh, vamos, es sólo un rumor. Será divertido —dijo mientras deslizaba su
mano en la suya y llevaba la silla más cerca para poder acurrucarse contra su
hombro.
Una mujer vino a tomar su pedido de bebidas justo cuando un hombre
subió al escenario y tomó el micrófono pasado de moda en
la mano. Las personas a su alrededor comenzaron a aplaudir, algunos de
ellos incluso silbaron y abuchearon.
Harry sonrió y se sentó de nuevo, dispuesto a tratar de disfrutar de la noche
por su esposa. El hombre en el escenario llevaba un traje anticuado y delineador
de ojos, y su largo cabello estaba peinado hacia atrás hasta el punto de que la luz
de las velas se reflejaba en él. Tenía un bombín en la mano, apretado contra su
pecho. Harry inclinó la cabeza mientras admiraba al hombre. Tenía los hombros
anchos y compactos, músculos duros que se mostraban a través de la fina camisa
de volantes que llevaba.
Kendall silbó y comenzó a reírse.
—Es guapo.
Harry chasqueó la lengua, mentalmente repitió lo dicho por ella.
El hombre les dio la bienvenida a una noche de desenfreno y decadencia, y
casi inmediatamente comenzó a escoger gente de la multitud y a insultarlos. Harry
se sorprendió al principio, pero la gran audiencia lo disfrutaba.
El hombre volvió su atención sobre ellos con un silbido
apreciativo.
—Bueno, hola, hermosa —dijo con una voz profunda mientras daba unos
pasos hacia su mesa—. ¿Dónde has estado toda mi vida? ¿De dónde eres,
preciosa?
Kendall rio y se inclinó hacia delante.
—Austin, Texas.
—Sí, espera tu turno, cariño, estoy hablando con tu novio.
Kendall se rio y se tapó la boca con las manos, mirando a Harry mientras
el público se reía.
Harry sintió que se ruborizaba. Se rio y sacudió la cabeza, mirando a los
ojos del hombre con una extraña oleada de emoción. Se dio cuenta de que estaba
disfrutando de la atención.
El hombre en el escenario le dio una mirada libertina una vez más.
—Felicitaciones por tu cara, querido —dijo, y luego siguió, dirigiéndose
a otras parejas.
Harry le observó, con la boca entreabierta. Rara vez había experimentado
incluso un interés pasajero por nadie más que por su esposa.
¿Qué tenía este tipo que le llamaba la atención?
No pasó mucho tiempo antes de que una mujer se uniera al hombre en el
escenario. Hacían una pareja atractiva, con talento y química. Sus voces se
enfrentaron por la supremacía a veces, otras veces se fusionaban juntas suaves
como la seda. Cantaron, contaron chistes, e incluso realizaron algunos gags físicos,
casi como obras de teatro. Y algunos de los trajes más sexy que Harry había visto
nunca. Él no estaba viendo las curvas sensuales de la mujer con su corsé, sin
embargo, sino más bien las líneas sólidas de los hombros del hombre mientras se
movía. Cuando ofreció a su interpretación de "La casa del sol naciente", le erizó el
vello de los brazos. No podía apartar la mirada.
Para el último acto del espectáculo, la mujer cantó un número burlesco
patriótico mientras el hombre paseaba entre la multitud con su bombín,
recogiendo propinas de las mesas. Aplaudía junto con la música mientras se
movía de mesa en mesa, incitando a la gente e involucrando a la multitud. Los
ojos de Harry siguieron sus movimientos. Durante la última hora de observarle,
Harry había decidido que definitivamente se sentía atraído por el hombre. No le
resultó tan extraño, pero le estaba distrayendo lo suficiente para que tuviera que
sentarse y pensar en ello.
Cuando el artista se acercó a su mesa, la frecuencia cardíaca de Harry se
aceleró. El hombre les sonrió, mostrando unos dientes perfectos que acompañaban
a su hermoso rostro. Extendió el sombrero, Harry sacó un billete de cien dólares y
lo arrojó, tratando de echar una mirada a los ojos del individuo. Decidió que eran
azules.
El chico vio aletear el billete en su sombrero, luego lo giró alrededor de
su mano y les mostró el interior vacío, su expresión escandalizada al descubrir
el que al parecer el billete había desaparecido. Kendall se rio y Harry sonrió,
impresionado con los dedos ágiles del hombre.
El billete no fue encontrado en ninguna parte.
Él se inclinó, luego dejó caer el sombrero en la cabeza y le dio un guiño a
Harry mientras se alejaba.
El corazón de Harry dio un salto y se aclaró la garganta, cada vez más
nervioso y confundido por su reacción.
Kendall se acercó más, mordiéndose los labios en una sonrisa.
—Sólo quiero que sepas que si alguna vez quieres llegar a eso, te apoyaría
por completo si puedo mirar.
—Oh, Dios mío —murmuró Harry, pero no pudo evitar reírse.
— ¡Te estás sonrojando!
Harry se rio más fuerte.
—Vámonos.
—Te dije que sería divertido —dijo ella mientras agarraba su abrigo.
Estaban de pie ante su mesa cuando la mujer que había estado actuando se
colocó detrás de ellos y puso las manos sobre cada uno de sus hombros para
mantenerlos en sus asientos.
— ¿Les gustó el show? —Ronroneó.
Kendall sonrió.
—Oh, fue muy divertido.
La mujer le dio un asentimiento amable.
— ¿Estaríais interesados en uniros a nosotros para la fiesta de después?
—Oh —murmuró Kendall, y Harry podía ver el rubor en su rostro
ahora. Miró a Harry, con los ojos muy abiertos.
Harry sonrió, pero por debajo de la diversión, se dio cuenta que tenía
curiosidad. No estaba necesariamente tentado, pero ciertamente curioso. Sacudió
la cabeza, sin embargo, demasiados huracanes y demasiadas juergas
deprHannahdas para la noche.
—Gracias pero… vamos a tener que pasar —le dijo a la mujer.
—Qué vergüenza. Volved cuando queráis.
Kendall contuvo la respiración hasta que la mujer se fue, luego jadeó y
golpeó a Harry en el pecho.
— ¡No puedo creer lo que acaba de pasar!
Harry se rio y la tomó del codo, ayudándola a ponerse de pie.
—Vamos a llevarte al hotel para que pueda aprovecharse de ti.
Todavía se reían mientras empujaban la pesada puerta de madera al
callejón. Harry miró a su derecha para ver una figura oscura reclinada contra la
pared más abajo, un halo de humo azul se alzaba de sus labios. Tenía la espalda
contra la pared, las caderas adelantadas con un pie apoyado contra el ladrillo.
Una silueta atractiva y sensual.
Harry asintió con la cabeza, reconociendo el contorno del bombín. El
hombre levantó la mano al ala del sombrero y lo inclinó hacia ellos. Harry se
quedó mirando otro momento antes de apartar la vista y seguir a su mujer por el
callejón.
—Nunca me habías contado esa historia…–dijo Louis con el ceño fruncido.
Harry se encogió de hombros. Nunca había tenido ocasión, supuso. Estaban
sentados alrededor de una pequeña mesa de bar en uno de los establecimientos
más tranquilos, lejos de la calle Bourbon. Los recuerdos habían salido a la
superficie más claros de lo que había esperado, pero se sentía frustrado al darse
cuenta de que no podía describir al hombre con el bombín. Sólo recordaba la
impresión que había dejado hacía tantos años, pero Harry suponía que era
suficiente.
Jugó con el hielo en su vaso de Coca-Cola, luchando contra el deseo de coger
la bebida de Kelly y dar un trago. Su chapa de un año sobrio era pesada en el
bolsillo. Louis no estaba bebiendo, había hecho un frente unido con Harry por lo
que no sería tan difícil luchar contra las ganas de disfrutar. Harry apreció el gesto,
pero odiaba decirle a Louis que no importa lo que hiciera, él todavía sufría.
— ¿En qué año fue? —Preguntó Louis.
—2003. Nuestro décimo aniversario.
— ¿Y no recuerdas cómo era?
—No lo podría distinguir en una rueda de reconocimiento.
Louis asintió, casi aliviado. Harry lo estudió por un momento, preguntándose por
qué. ¿Era posible que Louis conociera al hombre de quien estaba hablando?
—Así que esa fue tu primera incursión en lo gay, ¿eh?
—Preguntó Digger. La noche había Hannahnzado lo suficiente para que
Louis y él fueran los únicos sobrios.
Harry se rio.
—Yo no diría una incursión, pero sí, supongo que sí. No notaba a alguien
que no fuera mi esposa a menudo, en realidad. La primera incursión real no
llegó hasta que estuve en Miami.
—Eso fue después de que tu esposa falleció, ¿verdad?
—Preguntó Owen. Harry asintió. El hombre había estado haciendo un esfuerzo,
Harry le concedería eso. Parecía sumamente incómodo cada vez que Louis y
Harry mostraban algún tipo de afecto, pero estaba manteniendo la boca cerrada.
La conversación derivó en una pausa incómoda. Harry miró a Louis y dio
unas palmaditas al bolsillo de atrás. Se había detenido en un momento de la
noche y comprado un paquete de cigarrillos y un encendedor. Louis no había
dicho nada, pareciendo saber que ceder a este vicio le ayudaría a luchar contra el
resto.
Harry se excusó y se dirigió fuera para fumar. Se apoyó contra el ladrillo
viejo en un hueco, tratando de aclarar su mente y disfrutar del cigarrillo sólo un
poco demasiado. Se daba cuenta de que Louis se sentía culpable de que estuvieran
aquí, y parte de eso era saber lo que la atmósfera le haría a Harry. Sin embargo,
Louis no había sabido que iban a venir aquí, y ninguno de los otros sabía que
Harry era un alcohólico. No era culpa de nadie, pero Harry seguía molesto por
todo.
Cuanto más tiempo luchara contra la atracción del alcohol, peor se
pondría.
Un hombre que paseaba por la acera tropezó con él mientras se apoyaba
contra la pared. Harry se asomó por la esquina del hueco cuando el desconocido
se volvió. Su mano se extendió a por la cintura de Harry, como para no perder el
equilibrio.
—Lo siento, cariño. No te había visto —dijo, acariciando el costado de
Harry en un gesto demasiado amistoso. Su acento británico era agradable, y de
inmediato le recordó a Louis y el crucero de Navidad que habían compartido.
Era guapo, con ojos azules que Harry apenas podía ver en la penumbra, cabello
rubio desaliñado y sombra de barba. Tenía labios gruesos donde los ojos de
Harry se
sintieron inmediatamente atraídos, y a pesar de que era más bajo que él, estaba en
forma.
Harry le echó una segunda mirada por encima, apreciando la vista.
Asintió.
—No te preocupes.
El hombre se tocó los bolsillos, un cigarrillo apagado entre los labios.
Sonrió.
—Veo que sufres el mismo vicio.
Harry levantó su cigarrillo.
—Culpable. No puedo decir que esté sufriendo sin embargo.
El desconocido se rio.
—Según me han dicho es un hábito sucio. Y la compañía falta a menudo.
No puedo decir que sea verdad esta noche. –Le tendió la mano—. Me llamo Liam.
Liam Payne.
Harry le ofreció la mano y su nombre, viéndose cada vez más caliente
con el flirteo manifiesto. La mano de Liam era áspera y fuerte, y Harry le gustó
la sensación cuando la agarró.
Liam continuó tocando sus bolsillos y frunció el ceño.
—Creo que he perdido mi encendedor; no te importa si robo el tuyo,
¿verdad?
Harry se puso el cigarrillo en la boca y buscó en sus bolsillos su nuevo
encendedor, pero lo único que encontró fue el paquete de cigarrillos y su billetera.
Miró alrededor de la pared de ladrillo para ver si lo había colocado en una repisa,
pero no estaba por ningún lado.
—Bichos resbaladizos, ¿verdad? Harry
resopló.
—Si no acabara de encender uno, diría que mi novio me lo robó como
generalmente hace.
—Oh, Dios, eso es lamentable.
— ¿El qué? ¿Qué desapruebe que fume?
—Por decir algo, sí. Que tengas un novio en absoluto es preocupante.
Harry se atragantó con una risa, cada vez más caliente.
—Lo siento, olvido que los yanquis sois más tímidos de lo que
estoy acostumbrado.
Harry desestimó la disculpa con un gesto.
—Está bien. Sólo siento no tener un encendedor.
Liam miró el cigarrillo en la mano y suspiró.
—Bien. Supongo que no me hará daño si no fumo uno.
Harry tenía un pase libre para el fin de semana, estaba seguro de que no
iba a perderse ni uno. Iba a tener que comprar otro encendedor. Miró a
la mirada abatida en el rostro de Liam y sacudió la cabeza.
—No podemos dejar que pase eso.
Liam arqueó una ceja, sus labios curvándose en una sonrisa. Puso el
cigarrillo en la boca y dio un paso más cerca de Harry. Harry tuvo que agachar la
cabeza para colocar las puntas de ambos cigarrillos juntos, y la mano de Liam se
acercó para cerrarse sobre ellos, rozando la cara de Harry. Este puso una mano
sobre el hombro de Liam, manteniéndolo inmóvil. Tuvo que cerrar los ojos,
porque estar tan cerca de este hombre hacía que su estómago aleteara y nadie le
había hecho eso desde la última vez que había besado a Louis.
Dio una calada, lo suficiente como para calentar el de Liam y encenderlo.
Liam se alejó, asintiendo en señal de gracias mientras Harry arrastraba la mano
por su hombro. Sopló el humo lejos de la cara de Harry y le guiñó.
—El mejor encuentro ocasional que he tenido esta noche.
Harry rio incómodamente y se lamió los labios, se puso el cigarrillo
en la boca de nuevo, así no tendría que decir nada. Permanecieron
juntos, disfrutando de sus cigarrillos y la cálida noche, viendo los
diferentes tipos de personas pasar. Un hombre con un sombrero de
copa y capa paso ante ellos, el bastón resonaba sobre el pavimento.
Una mujer montó en sentido contrario en una bici, alas de hadas y
cintas se agitaban detrás de ella.
—Es un lugar extraño, ¿no? —Comentó Liam. Harry rio—. Ese es un gran
hijo de puta — añadió Liam. Hizo un gesto hacia la intersección donde un hombre
cruzaba la calle. Los ojos de Harry lo siguieron. Era raro encontrar personas que le
hicieran sentir pequeño.
— ¡Eh, Harry! —llamó Louis desde la piscina de la luz alrededor de la
puerta de la taberna.
Harry le miró y le saludó.
—Un minuto.
— ¿Tu novio? —Preguntó Liam.
—Sí.
Liam miró hacia la luz. Louis se unió a los otros y se pusieron alrededor a
hablar y reír, a la espera de Harry. Estaba bastante oscuro en el hueco de Harry
para que Liam y él miraran sin temor a ser vistos comiéndose a los otros con los
ojos.
Liam miró a Harry de arriba y hacia abajo por última vez.
—Afortunado él–dijo arrastrando las palabras.
Harry lo miró sorprendido. Normalmente, cuando la gente veía a Louis, la
respuesta que Harry esperaba era “afortunado tú”.
—Tal vez nos veamos de nuevo. Sin tu novio —agregó Liam, guiñándole
otra vez antes de girarse y bajar por la acera a oscuras, lejos de la taberna.
Harry dio un paso para ver cómo se alejaba.
No tenía ninguna intención de volver a estar con otra persona, pero podía ver por
qué Louis disfrutaba de un flirteo inofensivo de vez en cuando. Reforzaba bastante el ego. Y
era algo excitante. Quería volver con Louis al hotel y a la cama ahora mismo. Gracias,
extraño.
Frunció los labios, le dio la espalda al cuerpo en retirada de Liam Payne y
paseó hacia Louis y los otros.
Louis puso una mano alrededor de su cintura cuando se unió a
ellos.
— ¿Haciendo amigos?
Harry sacudió la cabeza.
—Organizaba una cita para esta noche.
— ¿Ah, sí? —Preguntó Louis, su tono tan casual como había sido el de
Harry—. Bueno, lo que pasa en Nueva Orleans… va a casa con una enfermedad
de transmisión sexual.
Un grito rasgó a través de la noche e interrumpió su risa. Harry no fue el
primero en empujar la puerta del bar, pero pudo ver la conmoción sobre los
hombros de los hombres frente a él. Una mujer
estaba histérica, dos hombres la sujetaban mientras trataban de determinar que la
había asustado tanto. Finalmente se dio por vencida al tratar de hablar y señaló
los pequeños cuartos de baño en la parte posterior del bar.
Un estiletto rojo estaba ante la puerta, bloqueando la puerta abierta.
Más allá, Harry pudo ver un pie descalzo en el suelo.
Nick se abrió paso entre la multitud, alcanzando los cuartos de baño
primero.
—Soy policía, soy policía, apartaos —repetía, hasta que casi despejó el área.
Una mirada al cuarto de baño fue todo lo que necesitó. Ni siquiera trató de entrar
para comprobar si la chica estaba viva. Se volvió hacia ellos y asintió
bruscamente—. Llamad –dijo—. Y no dejéis que salga nadie.
Owen y Digger se habían quedado cerca de la entrada, y cerraron para
bloquear las puertas, impidiendo que nadie del interior saliera. Los clientes
comenzaron a protestar, el pánico aumentó cuando se dieron cuenta de que
estaban atrapados.
—Que todo el mundo mantenga la calma —gritó Harry, levantando la
placa para que la gente pudiera verla—. Mantened la calma hasta que llegue la
policía y resolveremos esto. Estamos conteniendo la escena y los testigos
materiales, eso es todo. Les damos las gracias por su cooperación.
La multitud empezó a calmarse con sus palabras. Nick asintió y sonrió
animosamente. Ninguno de ellos estaba armado porque ni Louis ni Harry habían
tenido la oportunidad de coger sus armas antes de que hubieran sido
secuestrados. Y no era más que suerte que Harry todavía tuviera su placa con él.
Se sorprendió de que Louis no mostrara la suya para ayudar a calmar a la gente.
Harry se tomó un momento para echar un vistazo por el bar. Pero Louis se había
ido.

* *

Nick se arrodilló junto a la puerta del pequeño cuarto de baño


y se asomó por la rendija que dejaba el zapato. No tenía jurisdicción aquí, pero
estaba arraigado tratar de preservar la escena del crimen y eso es lo que había
hecho. Sintió que alguien se arrodillaba a su lado, y se sorprendió de encontrar a
Harry en lugar de a Louis.
Harry le dio un encogimiento de hombros.
—Tendré que hacer de tu compañero esta vez, Louis se ha ido.
— ¿Qué? ¿Dónde fue?
—No tengo ni idea. Estaba justo a mi lado un segundo, luego se había ido.
Ha tenido que salir antes de que dijeras que bloquearan las salidas. Riesgo de
incendio, por cierto.
—Los policías me pueden arrestar cuando lleguen aquí
—murmuró Nick.
Harry resopló.
— ¿Es un asesinato?
—Yo diría que sí, pero me estoy asegurando de no tocar nada para
averiguarlo. Fingiré un asesinato al día, pero no quiero hacerlo en la vida real.
¿Tienes un bolígrafo o algo?
Harry hurgó en los bolsillos y sacó uno. Nick lo tomó y empujó la puerta
para abrirla un poco más. Estaba mirando la escena sobre todo por costumbre y
curiosidad, porque el FBI no tenía jurisdicción aquí, y el Departamento de Policía
de Boston desde luego tampoco.
—Marcas de ligaduras —susurró a Harry—. Sin duda, una escena del
crimen.
— ¿Qué es eso en la mano? —Preguntó Harry. Miró por encima del hombro
a las personas a su alrededor que estaban tratando de mirar.
Nick hizo un gesto a Kelly, y el hombre vino para apartar a la gente. Nick
sonrió. Los Sidewinder nunca habían sido utilizados para investigar crímenes,
pero Nick tenía que darles crédito a los muchachos por ser capaces de manejar el
control de multitudes. A excepción de Louis, que se había pirado.
Con un poco más de privacidad para trabajar, Nick levantó
suavemente los dedos de la chica con la punta del bolígrafo. Sostenía una
pequeña bolsa blanca en la palma de su mano. Su contenido se había
derramado: hierbas secas de algún tipo.
Probablemente drogas, pero no del tipo general que Nick solía ver en escenas del
crimen. El hecho de que aún estuviera allí significaba que no eran nada especial.
En la otra mano había una pequeña tira de papel. Nick tuvo cuidado de no tocarla
mientras empujaba sus dedos a un lado.
Harry se acercó más y Nick se movió para dejarle mirar. Harry acercó el
teléfono a la mano de la chica y sacó una foto. Podían oír las sirenas que se
acercaban, por lo que ambos se levantaron y se alejaron de la puerta. Ayudaron
a Kelly a mantener a la gente apartada hasta que la policía se hizo cargo.
—¿Qué está haciendo aquí el FBI y la policía de Boston?
–Preguntó uno de los agentes a Harry, con los hombros tensos como si se
estuviera preparando para una pelea.
—Vacaciones —dijo Harry con un suspiro.
—No tocamos nada, sólo tratamos de cerrarlo todo hasta que llegarais –
aseguró Nick al hombre—. Todo lo que queremos hacer es dar nuestras
declaraciones y marcharnos.
El policía le observó con recelo, pero finalmente asintió y tomó sus
declaraciones. Nick no tuvo que decir a los demás que no mencionaran a Louis.
Todos sabían que había pasado unos años encubierto en la ciudad. Fueran
cuales fuesen sus razones para desaparecer, probablemente eran buenas.
Pasó casi una hora después del descubrimiento del cuerpo antes de
que les permitieran salir.
—Por lo menos podrían habernos dado las gracias por ayudar
—murmuró Owen mientras caminaban por la calle contra una multitud
de curiosos.
—Tenemos suerte de que no arrestaran a Nick por pinchar a la chica
muerta –dijo Digger.
—No la pinché. Jesús.
—Pareció que la pinchaste.
—Cállate.
Harry se rio por delante de ellos, y fue más despacio para que Nick se
pusiera a su altura. Miró a Nick, sonriendo irónicamente.
—Olvidé cuanto tenéis en común Louis y tú.
—Sí, hasta que O empieza a dar por el culo, no son tan parecidos
como piensas —murmuró Owen desde atrás.
Nick se volvió y levantó la mano, parando el grupo en medio de la
carretera.
—Basta de esa mierda, ¿me escuchas? —Trató de recuperar el aliento para
añadir más, para decirle a Owen que él de hecho disfrutaba de ese tipo de cosas,
para finalmente plantar el frente unido que Louis merecía, pero una mano en su
brazo le detuvo. Se volvió para encontrar a Louis, con aspecto tímido.
— ¿A dónde diablos fuiste, tío? —Exigió Kelly—. Nos dejaste allí para
hacer el trabajo sucio.
Louis miró a su alrededor con aire de culpabilidad.
—No quería que los lugareños me vieran. Y todas esas personas
con cámaras en sus teléfonos, tenía que irme.
— ¿Por qué? —Preguntó Owen. Todavía tenía el ceño fruncido,
transfiriendo su irritación de Nick a Louis.
—Yo no fui exactamente amable con la gente de aquí cuando estaba
encubierto, ¿de acuerdo? No quiero pasar mi fin de semana en chirona.
—Otra vez —añadió Digger.
—Sí, gracias a ti —espetó Louis. Asintió a Nick—. ¿Fue un
asesinato?
—Definitivamente. Parecía que podría estar relacionado con drogas.
Harry negó con la cabeza.
—No lo creo. Fue estrangulada. Bastante eficiente. La escena no era
desordenada y las drogas todavía estaban allí. Si eso es lo que eran. Si hubiera sido
un negocio de drogas que salió mal, habría sido más espontáneo. Y la bolsa en la
mano no se parecía a ninguna droga que haya visto nunca.
—Espera, ¿tenía una bolsita en la mano? ¿De qué tipo?
—Preguntó Digger.
Harry y Nick se miraron, luego ambos se encogieron de hombros.
—Era sólo una pequeña bolsa blanca —dijo Nick.
Louis levantó la mano, haciendo un círculo con su pulgar y el índice.
— ¿Así de grande? ¿Llena de hierbas?
—Sí —dijo Harry.
—Vi que tomaste una fotografía. ¿A qué?
— ¿Me viste? ¿Cómo? ¿Dónde estabas?
Louis se encogió de hombros.
—Por ahí. ¿Sacaste una foto a la bolsita?
—No. Tenía un trozo de papel en la otra mano —dijo Harry, mirando a los
otros mientras sacaba su teléfono—. Le saqué una foto para ver si se podía leer lo
que había escrito, pero no pude conseguir un buen ángulo.
— ¿Puedo ver? —Louis extendió la mano hacia el teléfono. Harry se lo
entregó. El ceño fruncido de Louis se profundizó mientras miraba, luego alzó la
mirada para encontrarse con los ojos de Digger—. Parece una tira de pergamino.
—Habría tenido su nombre en ella entonces. Era una bolsa gris-gris —
dijo Digger. Louis asintió.
— ¿Qué demonios es una bolsa gris-gris? —Preguntó Nick.
—Vudú —dijo Harry—. ¿Correcto?
Louis asintió de nuevo y le devolvió el teléfono.
—Por lo general se usa para cosas buenas. Suerte, amor, viaje seguro,
protección. Todo tipo de cosas. Pero a veces se pueden usar para atar o echar mal
de ojo. Es raro, la mayoría de los practicantes de vudú no enreda con resultados
negativos.
—Es demasiado peligroso —explicó Digger.
— ¿Peligroso? ¿Qué significa eso? —Preguntó Owen. Louis miró a la
multitud que se había formado. Respiró profundamente, Hannahnzando
hacia el borde de la calle lateral más
cercana mientras hablaba
—Es como un boomerang. El mal viene de vuelta a ti.
—Triple.
Nick resopló. Durante las misiones, entre Louis, Digger y Sánchez todas
las supersticiones casi les habían matado. Era contagiosa, sin embargo, porque
Nick se había llevado sus propios
dijes de buena suerte con él. Tantos que otros marines habían empezado a
llamarlo Lucky. Después de todo lo que había visto y pasado, estaba dispuesto
a invertir un poco en la realidad de la magia.
Pero Harry miró boquiabierto a Louis.
— ¿De verdad crees en esas cosas?
—Hasta cierto punto, sí. Sí, creo. —Louis se encogió de hombros—. Y
puedes apostar que la gente de por aquí también cree.
—Cuanto más fuerte crees, más fuerte es el poder de los hechizos
—añadió Digger.
—Vaya, D. Vaya —dijo Kelly. Estaba manteniendo la cara seria, pero
su boca se torció.
—Bueno, la bolsa de la chica era blanca —dijo Nick—. ¿Qué significa eso?
Louis pasó un dedo por su labio inferior, haciendo una mueca. Se acercó
aún más a las sombras, como un imán siendo repelido por la multitud.
—Creo que es para protección. Algo sobre cómo proteger tu casa, tal
vez. No me acuerdo.
—Es para cualquier tipo de protección –dijo Digger.
—Bueno, no funcionó para ella —murmuró Owen.
Todos le miraron fijamente durante un segundo antes de que Nick se
aclarara la garganta.
—Da igual.
— ¿Vamos a investigar un asesinato mientras estamos aquí, o vamos a ser
turistas normales esta vez? —Preguntó Kelly.
Harry miró a los ceños que todos ellos dieron a Kelly y se rio.
—Esta vez, ¿eh?
—No preguntes —murmuró Nick. Su teoría era que se debía a que todos
ellos estaban entrenados para ayudar, pero incluso él tuvo que admitir que
tropezaban con crímenes más a menudo que la media.
Digger se encogió de hombros.
—Suena como algo de mal yuyu. Guerras territoriales. Los locales
pueden manejar asuntos raros como ese.
Louis pareció aliviado.
Nick se preguntó en cuántos problemas estaría Louis si alguien lo reconocía
aquí. Sabía que Louis nunca se lo contaría hasta que los problemas mostraran su
lado oscuro, pero supuso que debería haber esperado que Louis se fuera de
Nueva Orleans con enemigos. De pronto fue muy consciente del hecho de que
podían haberle puesto en peligro al atraerle aquí.
—No es nuestra jurisdicción. No es nuestro problema, ¿verdad?
—dijo Louis.
Harry frunció el ceño pero permaneció en silencio. Nick se
encogió de hombros.
—Supongo que no.
Kelly continuó por la calle.
—Sin embargo, es una especie de aguafiestas.

* *

El espantoso crimen en medio de su juerga había proyectado una sombra


en la noche, pero sólo tenían el fin de semana para disfrutar unos de otros, por lo
que continuaron. Saltaron de bar en bar durante una hora, y después de una
charla tranquila con Harry sobre el alcohol, Louis finalmente se ordenó un par de
copas de color extraño para brindar por la memoria de su hermano caído.
Contaron historias, las compartieron con Harry para que no se sintiera excluido, y
recordaron los buenos días que habían pasado juntos.
La mayoría de las historias tenían que ver con Elias Sánchez, y Louis tuvo
que hacer un esfuerzo por relajarse y disfrutar. No fue difícil apartar el asesinato
fuera de la mente; eso era con lo que trataban todos los días y había aprendido a
compartimentar. Ignoró el hecho de que Owen estaba ignorándole. Se enfrentó a la
culpa que venía con cada sorbo que alguien tomaba en la línea de visión de Harry.
Trató de olvidar que él mismo podría ser reconocido por la persona equivocada y
atraer todo tipo de problemas sobre ellos.
El ambiente y la buena compañía fueron finalmente suficiente
como para filtrarse a través de las preocupaciones, y la noche resultó ser un éxito.
Mientras caminaban hacia el hotel, Louis pasó el brazo alrededor de los hombros
de Harry. Nueva Orleans seguía siendo uno de los lugares más románticos en los
que había estado nunca. No podía esperar a tener a Harry solo para él y terminar
lo que habían comenzado en Baltimore.
Nick les había reservado habitaciones en el Bourbon Orleans a todos, tuvo
el gesto de darles a Louis y Harry su propia habitación para el fin de semana. Las
habitaciones no estaban juntas, por lo que les dio las buenas noches a los
muchachos Recon en el ascensor del tercer piso, y luego subieron dos más a su
propia habitación.
—Fue bonito por su parte hacer esto —dijo Harry. Estaba metiendo
la tarjeta para abrir la puerta mientras Louis se apoyaba contra la pared
junto a la puerta.
—Más bien auto conservación. Nadie quería compartir una habitación
con nosotros.
Harry lo miró con una sonrisa.
— ¿Cómo de borracho estás?
Louis se mordió el labio para no sonreír. Se estiró para Harry, le enganchó
por el cinturón y tiró de él, Harry dejó la llave en la puerta y se agarró a las
caderas de Louis con las dos manos. Le presionó con fuerza contra la pared
mientras compartían un beso lánguido. Louis siempre fue consciente del sabor a
licor en su lengua, pero supuso que el sabor a cigarrillo en la boca de Harry lo
combatiría.
Harry se separó y abrió la puerta, empujando a Louis delante de él. Louis
rio mientras entraba en la habitación.
Harry le dio una palmada en el culo, y luego se quitó la chaqueta y la tiró
sobre la silla de la esquina mientras se dirigía a las puertas del balcón para
admirar la vista. Louis se quedó atrás, disfrutando del movimiento de los hombros
de Harry y la forma en que su cuerpo largo se inclinaba hacia la izquierda sin
darse cuenta. Louis había decidido que era un vaquero delgado, algo que nunca
había notado hasta después de haberle visto en Texas durante el verano.
Probablemente tenía más que ver con la bala que le había dado en el muslo que
con nada, pero algo al respecto golpeaba a Louis de la
manera correcta.
—Louis.
—¿Eh?
—No has oído ni una palabra de lo que acabo de decir, ¿verdad?
Louis lo miró a los ojos y empezó a sonreír, sacudiendo la cabeza. Harry
resopló.
—¿Qué dijiste?
—Estaba hablando de lo extraño que es que sigamos tropezando con
estos asesinatos. Es como si alguien lo hiciera para nosotros.
—Uf, Harry, no pienses demasiado en ello.
—Está bien. Estoy demasiado cansado para ducharme y demasiado sucio
para ir a la cama —dijo Harry. Estaba quitándose el resto de su ropa y tirándola
hacia la silla.
—Esa es la belleza de un hotel.
Harry entrecerró los ojos, mirando a Louis de arriba y abajo.
—¿Vienes a la cama?
Louis asintió, pero no hizo ningún movimiento para quitarse la
ropa.
—¿Me contarás una historia?
—¿Una historia? ¿Qué tienes, cinco años? Louis
sonrió. Empezó a tirar de sus botones.
—Háblame del tipo en Miami.
Harry resopló. Se acercó para ayudar a Louis a quitarse la camisa.
—¿Por qué? ¿Te excita oír hablar de mis conquistas pasadas?
—Un poco, sí —admitió.
Harry arqueó una ceja.
—¿En serio? —Arrojó la camisa de Louis y lo atrajo hacia sí—. ¿Tomas
una ducha conmigo primero?
Louis empujó su nariz contra la mejilla de Harry, sonriendo.

* *
No tardó mucho en convencer a Louis para que se quitara la ropa y se
metiera en la ducha con él. Fueron poco a poco mientras dejaban que el agua se
calentara, de pie en medio del cuarto de baño besándose. Harry podía verlos en el
espejo por encima del hombro de Louis. Observó sus manos acariciar la piel de
Louis, dejando rayas rojas detrás que luego desaparecieron. Observó los músculos
de la espalda de Louis, el bíceps con el bulldog en él flexionándose.
Agarró el brazo de Louis y arrastró sus dientes sobre el tatuaje.
—Esta podría ser mi parte favorita.
Louis volvió la cabeza para besar la barbilla de Harry.
—¿Por qué?
—Es lo que eres. –Le besó de nuevo, abrazándolo con más fuerza—.
Eres tú en tu forma meta.
—Harry. —La voz de Louis era áspera en su oído—. No me hables
friki cuando estás desnudo. Hace añicos la ilusión.
Harry se rio y agarró el culo de Louis, apretando con fuerza suficiente
para obligarle a ponerse de puntillas. Lo arrastró hasta la bañera, besándolo
mientras el agua caía a plomo sobre los dos.
—Me gusta verte con tu equipo —dijo Harry contra la mejilla de Louis.
—¿De verdad?
—Es un poco caliente.
Harry inhaló mientras se besaban a fondo, y deslizó los brazos alrededor
de la cintura de Louis para atraer a su amante contra su cuerpo.
Cuando Louis terminó el beso y presionó su nariz contra la mejilla de
Harry, sus dedos se clHannahron con más fuerza, dándole una ventaja casi
desesperada.
—A veces me pregunto quién sería si no fuera por ellos —dijo Louis, su
voz era un murmullo que apenas se elevó por encima del ruido del agua.
Harry tragó saliva. Había jugado a ese juego, y con demasiada frecuencia
parecía la ruleta rusa. ¿Y si no hubiera roto con su familia? ¿Y si no se hubiera
unido al FBI? ¿Y si Kendall no hubiera muerto? ¿Y si no hubiera ido a Miami?
Pero todas esas cosas le
habían puesto en el camino que le había llevado a Louis.
Y el camino de Louis había sido igual de rocoso, pero le había llevado
hasta allí.
—Tú —dijo Harry, con la voz ronca—. Todavía serías tú.
Louis sacudió la cabeza en una negación obstinada, pero besó de nuevo a
Harry sin ofrecer ninguna evidencia para apoyar su creencia.
Cuando se separaron, la desnuda honestidad de lo que quería decir
Harry le dolió. Pero ya era hora de que empezaran a decirse todas esas cosas.
—Nos han pasado cosas, a los dos, cosas horribles que nos cambiaron. Si
quieres contarme, escucharé, o si… — Harry tragó saliva. Sabía que Louis había
soportado cosas peores que él, pero había manchas oscuras en su pasado que no
quería revivir, y mucho menos contárselas a nadie—. Si quieres saber, te lo
contaré.
Las manos de Louis se deslizaron sobre el pelo de Harry y le dio una
palmada antes de besarlo de nuevo. El agua todavía caía con fuerza por su
espalda, corriendo en riachuelos por su rostro.
—Quiero saber.
Harry asintió y deslizó sus manos por la espalda de Louis para
tomarle el culo, luego deslizó una mano entre ellos.
La respiración de Louis tartamudeó. Se relajó contra Harry y lo besó de
nuevo.
Harry envolvió la mano alrededor de la polla de Louis, cálida, húmeda y
firme bajo sus dedos. Harry había estado duro desde que Louis le había tocado,
y empujó contra su muslo, gimiendo mientras bajaba la cabeza para otro beso.
Louis respiraba entrecortadamente contra la piel de Harry, rozaba sus labios
y le calentaba la mejilla mientras se empujaba más cerca. Luego, sus manos estaban
agarrando los brazos de Harry con fuerza y se separaron, Louis le mantuvo a raya
en la bañera. Había una luz familiar en los ojos de Louis cuando lo empujó contra
los azulejos.
Harry levantó la barbilla al tiempo que tocaba la fría pared
resbaladiza con un ruido sordo.
—Dios me encanta cuando bebes.
Louis le besó de manera dura antes de dejar que sus manos
bajaran por el cuerpo de Harry. Cayó de rodillas a sus pies. Harry echó la
cabeza atrás contra la pared. Su aliento salió con un estremecimiento
mientras observaba.
Louis no perdió el tiempo. Rara vez lo hacía, no cuando Harry ya estaba
duro y pidiendo por ello. Se agarró a una de las caderas de Harry con una mano,
tomando la polla en la otra y bombeó mientras dejaba que sus labios chocaran
contra la punta. Miró hacia arriba, lamiendo. Harry entrecerró los ojos y se estiró
hacia él, ahuecó la mano en su nuca y tiró. Louis no le hizo esperar más, pero
obligó a Harry a ser paciente mientras deslizaba sus labios sobre su polla con una
lentitud agonizante. Louis nunca hacía nada lento a menos que estuviera
tratando de volver loco a Harry.
Estaba funcionando.
Harry cerró los dedos de su mano libre en un puño y trató de respirar
de manera uniforme.
Louis extendió la mano libre sobre la cadera de Harry, y por fin, gracias a
Dios, bajó la cabeza para tomarle en la boca. Harry se mordió el labio y cerró los
ojos, concentrándose en la lengua de Louis y la calidez de su polla en esa boca. Un
chasquido desde la habitación se filtró a través de su placer, como si alguien
intentara utilizar una tarjeta que no estaba funcionando. Harry miró hacia la
puerta del cuarto de baño, que habían dejado abierta. Louis no parecía preocuparse
por cualquier ruido mientras trabajaba, tratando de hacer que Harry se corriera tan
rápida y desordenadamente como fuera posible, algo en lo que era singularmente
bueno.
Harry gimió y cerró los ojos, olvidando los sonidos. Había algo demasiado
libertino en Louis de rodillas, con el agua cayendo sobre sus duros músculos y piel
suave, la polla dura deslizándose entre sus labios, obligándolos a separarse para
encontrar la lengua. Encima de todo, Louis le miró a los ojos, y luego bajó la
cabeza hacia adelante, tomándolo hasta la parte posterior de la garganta,
enterrando su nariz contra la ingle de Harry y tirando de él cerca como si no
pudiera metérsela lo bastante profundo.
Harry sofocó una maldición y su estómago se apretó. No tenía ningún
control alrededor de Louis; nunca lo tenía y nunca lo tendría.
Tomó su cabeza con las dos manos y bombeó las caderas, sintiendo como la punta
de su polla forzaba su camino más allá de la lengua para golpear la parte posterior
de la garganta. Soltó un gruñido quejumbroso cuando Louis se echó hacia atrás,
tiró de su cabeza hasta que le dejó empujar de nuevo. Harry nunca sabría cómo
diablos lo hacía sin sufrir náuseas. Él había estado practicando, pero todavía no
podía. Lo que sí sabía era que había muy poco de lo que disfrutara más que de
disparar una carga en la boca de Louis y observarle tragar. Louis siempre
canturreaba cuando le hacia una mamada, y gimió cuando tragó.
Medio se dobló en reacción cuando comenzó el temblor, se agarró al
hombro de Louis y empezó a correrse con los dientes apretados.
Pero Louis no tragó esta vez. Se echó hacia atrás lo suficiente, sostuvo la
cadera de Harry contra la pared de la ducha con una mano para que Harry no
pudiera perseguir su boca, y lo bombeó con la otra mano, dejando que el semen le
salpicara por la barbilla y el cuello. Le manchó la piel y Harry pudo verlo gotear
por su garganta, resbalando por su labio inferior. Hizo que su clímax fuera más
intenso, como si estuviera marcando su territorio. Ahogó una maldición mientras
el calor que le inundaba le dejaba mareado.
Louis siguió así hasta que no quedó nada excepto los quejidos de Harry,
luego dejó que Harry se apartara y le miró, se lamió los labios y se pasó la palma
sobre la barbilla. Harry pasó los dedos por esos labios antes de tocar bajo la
barbilla, deseando que se levantara.
Louis se puso de pie, se hundió en el beso que Harry había ordenado con
alarmante obediencia. Se apretó contra él y flexionó las caderas mientras
profundizaba en otro beso más exigente. Harry podía saborear su semen en los
labios de Louis. Este estaba duro contra él.
—Eres demasiado caliente para tu propio bien —dijo Harry entre
dientes.
Louis hizo un sonido de frustración en la boca de Harry.
—Dios, las cosas que quiero hacerte en este momento. Harry
asintió, mordiendo el labio inferior de Louis.
—Hazlas. —Alcanzó la polla de Louis y apretó.
Las manos de Louis encontraron su camino en el pelo de Harry y siguió
besándole, sosteniéndolo allí por sus rizos húmedos mientras Harry lo acariciaba.
—La próxima vez que hagamos esto, te voy a inclinar sobre ese balcón
—dijo Louis. Su voz tan tensa y tirante como su cuerpo.
Mordió el labio de Harry, no con bastante fuerza como para herir, pero
si lo suficiente para que supiera que lo haría.
—Vamos, Louis. Vamos a verte correrte. Eres tan jodidamente
magnífico cuando te corres.
—Jesús, Harry, deja de hablar —dijo Louis entre dientes. Harry se
rio. Oyó otro sonido de la habitación y volvió la
cabeza para mirar hacia la puerta.
—¿Has oído eso?
Louis gruñó.
—No. —Limpió el semen de Harry, siguió deslizándose por su cuello y
pecho, lo recogió en la palma y sustituyó la mano de Harry en su polla por la
propia. Harry se inclinó hacia atrás, esperando el tipo de espectáculo en el que
Louis era tan bueno, pero luego este tiró de su hombro y le dio la vuelta. El pecho
de Harry golpeó los azulejos cuando Louis se presionó contra él por detrás.
—Joder, Louis —jadeó Harry con voz entrecortada al darse cuenta de lo
que estaba a punto de conseguir—. Dios, sí.
La polla de Louis ya estaba empujando hacia él, los labios en su cuello, su
cuerpo duro y húmedo contra el suyo. Luego, la punta de la polla, resbaladiza con
el semen de Harry, presionó contra los músculos tensos de su culo. Harry empujó
las caderas hacia atrás y Louis empujó contra él, la punta resbaladiza se deslizó
entre las piernas de Harry. No entró a pesar de que estuvo cerca.
Louis llevó una mano sobre la boca de Harry y hundió el rostro en su
hombro. La otra mano le rodeó el torso. Empujó sus caderas contra el culo de
Harry, usando el semen para lubricar el camino, usando el cuerpo de Harry para
la fricción que necesitaba.
Gruñó contra su hombro y arrastró los dientes sobre su piel, apretando la
mano mientras se corría. Harry podía sentir el semen de
Louis deslizándose sobre su culo aun cuando continuaba empujando contra él.
Estaba haciendo un trabajo sucio mientras el agua caía sobre ellos. Se quedó
sin aliento y le debilitó las rodillas.
Harry estiró una mano hacia atrás y la pasó por las costillas de Louis.
Cuando Louis finalmente dejó de moverse, dejó que su mano se apartara de la
boca de Harry y le giró la cabeza para un beso lento y lánguido.
—Ahora vamos a ver qué demonios era ese ruido –dijo Harry entre
dientes tan pronto como pudo.
—No eres exactamente Casanova, ¿verdad? —Louis lo besó de nuevo,
lamiendo sus labios—. Pero si insistes.
Se apartó y dejó a Harry en la ducha para limpiarse. Cuando Harry
finalmente se unió a él, lo encontró al pie de la cama, todavía chorreando agua,
mirando una pila de toallas dobladas.
—¿Era la camarera? —Preguntó Harry.
—Parece. Vaya manera de arruinar el zumbido post-orgasmo con
paranoia, Styles.
Harry se rio. Dio un paso detrás de Louis y le envolvió en la toalla que
tenía alrededor de los hombros, apretándose contra su espalda. Le besó en el
cuello.
—Déjame compensarte entonces.
Capítulo 3

Julio, 2004. Miami, Florida

Harry no había oído su nombre real en casi seis meses. Dos semanas
después del funeral de su esposa, había pedido un nuevo destino, parte de él con
la esperanza de que un cambio de escenario pudiera hacer que tuvieran menos de
matarse, y la otra parte con la esperanza de que con una misión peligrosa no
tendría que hacerlo él mismo. Había estado encubierto en Miami desde entonces,
nada más que pura suerte y un sentido excesivamente desarrollado de la justicia le
mantenía vivo. Quería ver a estos hijos de puta encerrados y haría lo que fuera
necesario.
Cuando llegó por primera vez a Miami, descubrió que era difícil dormir,
una combinación de nerviosismo por el trabajo y echar tanto de menos a su
esposa que se sentía como si su alma se estuviera muriendo. Había empezado a
beber para combatir los sueños.
Unas pocas semanas después de eso, había empezado a tomar estimulantes
para combatir las resacas, e incluso a veces en un intento de imitar la sobriedad.
Encontró que funcionaba para su tapadera y al mismo tiempo embotaba y afilaba
su mente hasta el punto de que en lo único que pensaba era en el caso que le
ocupaba, como una linterna para su cerebro. Haría cualquier cosa para sacar de su
mente a la mujer que había perdido, la vida que había perdido.
Su vida se había convertido en un acto en la cuerda floja, y cada
respiración le llevaba más cerca de la muerte. Había empezado a hacer apuestas
sobre lo que le mataría primero: el alcohol, las drogas o el cártel. Esta noche había
una velada, era para celebrar el éxito de un trato en el que Harry había
colaborado. También había mandado los detalles a su supervisor y vivía con el
temor de ser
descubierto.
El jardín de la azotea en el centro de Miami había sido requisado por el jefe
de Miami, y no se había ahorrado en gastos para entretener a sus nuevos socios de
Colombia. El alcohol y la heroína fluían libremente, mezclado con drogas de
diseño multicolor y bebidas azules de neón que parecían anticongelante y sabían a
eso también. Acompañantes caros, tanto masculinos como femeninos, vagaban por
la multitud, ofreciendo sus servicios.
—Xander —dijo un hombre mientras se acercaba a Harry. Harry sonrió y se
volvió hacia su jefe, acostumbrado al nombre falso. Su jefe tenía una mujer en cada
brazo, ambas sonrientes y hermosas, sus ojos repasaron a Harry de arriba abajo—.
Tengo tu bono anual
—dijo el Jefe con una mueca de soslayo a una de las mujeres. Harry la miró, y su
estómago se revolvió ante la idea de llevar a otra mujer a la cama.
—Gracias, Jefe. Pero no, gracias.
— ¿Qué pasa? —Preguntó el Jefe—. ¡Sus tetas son perfectas y el culo es
sublime! —Palmeó el culo de la acompañante y lo demostró.
Harry se rió y asintió con la cabeza, aunque su mente seguía girando
desesperadamente.
—Jefe, creo que tal vez yo no soy su tipo —dijo la mujer con un puchero.
Harry estaba asintiendo antes de poder pensarlo dos veces,
aferrándose a esa excusa como a un salvavidas.
El Jefe se puso a reír y golpeó el hombro de Harry. Se lo llevó con él hacia
una esquina donde la gente estaba sentada bebiendo y riendo, algunos tirados en
los sillones, otros posados en los muebles, mostrando sus productos para
cualquier persona interesada.
— ¡Elige tu propio premio, Xander! Diviértete esta noche, ¡te lo mereces!
—dijo el Jefe al dejarlo allí y regresar con las dos mujeres que iba a tomar él
mismo.
Harry le vio alejarse, con una ceja enarcada cuando se dio cuenta de que a
nadie le importaba a quien llevara a la cama esta noche, siempre y cuando no
aguara la fiesta de nadie. Miró hacia la
barra libre, con toda la intención de beber hasta entrar en un estado de estupor y
desmayarse en una de las tumbonas alrededor de la piscina.
Atrapó el perfil de un hombre en su visión periférica y rápidamente se
volvió para encontrarlo. Por un breve momento, habría jurado que era el hombre
que había visto en Nueva Orleans hacía tantos meses. Cuando le vio de nuevo, se
dio cuenta de su error. El parecido era sorprendente, sin embargo, y mientras
miraba, el acompañante le llamó la atención y le dio una sonrisa lenta.
Por primera vez en meses, esa sonrisa agitó algo en él. Tragó saliva,
reconociendo la misma sensación que había notado en Nueva Orleans cuando el
cantante con bombín le había guiñado el ojo.
El hombre se estaba abriendo paso a través de la multitud, los ojos en
Harry, la sonrisa todavía suave e invitadora. Harry se humedeció los labios
mientras se acercaba, notando la forma en que se movía a través de la multitud,
apreciando los hombros musculosos.
Sí, sin duda se sentía atraído por él.
El hombre se detuvo frente a él, y Harry se lo quedó mirando, incapaz de
conseguir que su mente empujara más allá de las drogas y el alcohol que nublaba
sus pensamientos.
— ¿Te conozco? —preguntó Harry finalmente.
— ¿Te gustaría?
Harry asintió. El hombre se acercó y tomó su mano.

* *

—Espera, ¿elegiste el tipo de Miami porque un tipo en Nueva Orleans te guiñó el


ojo el año antes? —Preguntó Louis, incrédulo y casi ofendido por la historia de
Harry. Estaban tumbados de lado en la cama extra grande, con los pies colgando
por el borde.
Harry pasó la rodilla sobre los muslos de Louis, los dedos rozaban
ociosamente la pelusa del pecho de Louis.
—Tú tienes tu tipo, yo tengo el mío.
— ¡Mi tipo tiene el pelo oscuro!
Harry soltó una risa.
—Tu tipo es un arma de fuego.
—Lo que sea, Harry. —Louis deslizó su brazo bajo el cuello de Harry y se
estiró, luego atrajo a Harry para que apoyara la cabeza sobre su hombro.
Harry sonrió y pasó el dedo por el centro del pecho de Louis.
—Me recuerdas a él también.
— ¿A quién, al acompañante?
—No. Bueno sí. Un poco. Pero quiero decir que me recuerdas al tipo con el
bombín. Casi todos los hombres con los que he estado me recordaban a él de
alguna manera.
Louis se apoyó en un codo y miró a Harry, con ojos entrecerrados. Parecía
preocupado.
— ¿Me follaste la primera vez porque te recordé a alguien al azar en un bar?
—Algo así —murmuró Harry. Estiró la mano por el brazo de Louis,
apreciando el despliegue de músculos. Louis le frunció el ceño aún más— ¿Crees
que le conocías?
Louis se sacudió.
— ¿Qué?
— ¿Es por eso que estás obsesionando?
—No estoy obsesionado.
—Un poco. Sabes quién era, ¿verdad?
—No —afirmó Louis mientras empujaba hacia arriba. Harry
lo agarró riendo.
—Bueno, está bien, no hay necesidad de ponerse a la defensiva. ¿Tú me
follaste la primera vez porque tenía un arma?
—Sí. —Louis se inclinó y le dio un beso, luego deslizó la pierna entre las
de Harry, cambiando su peso lo suficiente como para estar encima—. Tenías un
arma. Y cuchillos. Esa es una razón mejor que la tuya.
—En realidad no. —Harry levantó la rodilla para apoyarla contra la cadera
de Louis—. Porque sobretodo estabas duro, mojado y suplicándome.
Louis gruñó en señal de protesta, pero Harry lo agarró y lo atrajo
más cerca antes de que pudiera darle la espalda. Le dio la vuelta, sujetándolo
debajo de él para mirar a esos ojos cambiables.
—Mi tipo eres tú.
—Bien —dijo Louis finalmente con una pequeña sonrisa—. Creo que le debo al
tipo de Nueva Orleans un agradecimiento si fue el que te convenció de que te gustaban los
penes.
—Sabía que lo verías a mi manera.
Louis giró las caderas y tiró de su rodilla más arriba, empujando su
cuerpo duro contra el de Harry. Sin embargo, ya habían usado la poca energía
que les quedaba esta noche, y no importaba cómo se moviera Louis, no iba a
convencer a la polla de Harry para unirse a la fiesta.
A ninguno de los dos les importó. Se acomodaron en un nivel de
comodidad entre sí donde simplemente se acurrucaron y disfrutaron de la
calidez y familiaridad agradable.
Harry descansó su cuerpo sobre el de Louis. Podía sentir a Louis relajarse
debajo de él, sentir su atención adormilarse. Se apoyó sobre los codos y le miró a
los ojos con una pequeña sonrisa.
—Tan pronto como hayamos terminado aquí, vas a ir a sentarte en el
balcón y fumar un cigarro, ¿verdad?
Louis parpadeó.
— ¿Cómo sabes eso?
Harry bajó y acunó la mejilla de Louis.
—Porque es como lloras…–susurró— Y tengo la sensación de que esta noche
necesitas llorar.
Louis parpadeó rápidamente y pareció estar luchando por tragar más
allá de un nudo en la garganta.
—Nunca me despedí.
—Lo sé…—Harry le dio un casto beso y luego se apartó—Voy a fumar
contigo. Luego te dejaré con ello.
Louis asintió, pero se estiró para agarrar el brazo de Harry y
detenerlo. Se levantó sobre el codo.
—Harry…—Su voz era silenciosa y pensativa—A veces no soy capaz de
expresar lo agradecido que estoy por ti.
— ¿Qué quieres decir?
Louis puso una mano en su propio pecho, luchando visiblemente por
encontrar las palabras adecuadas.
—Por tu… Poca gente ha comprendido la manera en que trabajo. Aquí. –
Se golpeó el pecho—. Gracias por… tu visión.
Las palabras eran sinceras, pero tan diferentes a todo lo que Louis solía
decir que Harry se quedó mudo. Sólo pudo asentir.
Louis se levantó de la cama, rompiendo el hechizo del momento. Harry
yació aturdido durante unos segundos mientras Louis se ponía un par de
pantalones de chándal. Luego se sentó a los pies de la cama observando a Louis y
dejando que sus palabras se asentaran profundamente. Sus dedos se posaron
sobre la pila de toallas limpias y sus ojos se dirigieron a una de ellas. No sabía por
qué le molestaba, pero estaban mal dobladas, diferentes de las demás en el cuarto
de baño.
—Jesús…—susurró. El TOC de Louis estaba empezando a pegársele. Se
obligó a levantarse y ponerse los calzoncillos, y seguir a Louis al balcón.
—Me debes una historia, ya sabes…—dijo tan pronto como salió.
— ¿Una historia?
—Sí. Te he contado una de las mías, tienes que contarme una de las tuyas.
—Ninguna de las mías es tan lasciva como la tuya…–murmuró Louis
mientras se acomodaba en una de las sillas.
—Hazme reír. Háblame del marine con el que te involucraste.
—No.
— ¡Louis!
—No, no, no.
— ¡Venga! ¿Por favor?
Una sonrisa apareció en la cara de Louis y miró de soslayo a Harry.
Le estaba tomando el pelo, el bastardo.
—Como quieras…–respondió Louis arrastrando las palabras,
divertido.
Harry sacó su paquete de cigarrillos, pero Louis estiró la mano y puso
una mano sobre ellos. Harry le miró a los ojos, preparado para
discutir a favor de su derecho a fumar mientras estaban aquí, pero luego Louis
sacó uno de sus cigarros y se lo entregó a Harry.
— ¿Cubano? —preguntó Harry.
—Sólo si no eres federal.
—De acuerdo.
— ¿Dónde está tu encendedor? —Preguntó Louis.
—Lo perdí.
Louis dejó caer sus manos dramáticamente.
— ¡Por esto no podemos tener cosas bonitas, Harry!
El roce de un tacón abajo llamó la atención de Harry antes de que pudiera
responder. Ambos se enderezaron y miraron por el borde del balcón. Harry saltó
cuando una mano se estiró y se agarró a la parte inferior de la barandilla. Eran
cinco pisos de altura.
Un segundo después, la cabeza de Nick apareció por encima el borde. Todo
lo que Harry pudo hacer fue parpadear.
Nick sonrió y se impulsó, pasó por encima de la barandilla y aterrizó con
facilidad en silencio. El hombre era un espécimen impresionante, Harry le daría
eso.
— ¿Qué demonios, tío? —Dijo Louis.
—La camarera aparcó un carrito de la limpieza delante de nuestra
habitación. No hemos podido moverlo.
— ¿Así que escalar el edificio era más fácil que escalar sobre el carrito?
Nick se rió, luego se volvió para mirar por encima de la barandilla.
—Vamos, hijo, te estás volviendo lento.
—No he tenido ocasión de escalar edificios en los últimos dos años, ¿de
acuerdo? —Dijo una voz desde el borde—. ¿Por qué sabes cómo hacer esto tan
fácilmente?
Nick se inclinó y ayudó a Kelly a subir al balcón. Kelly se apoyó en la
barandilla y respiró hondo mientras Nick le daba una palmada en el hombro.
Ambos miraron a Louis y Harry, sonriendo.
Louis miró a Harry, sin ni siquiera tratar de explicar.
Nick sacó dos botellas de los bolsillos y se las ofreció a Louis y Harry. La
que le entregó a Harry era agua. Harry lo miró, sorprendido.
¿Cómo diablos sabía Nick que no iba a tomar una cerveza? Nick simplemente le dio
una suave sonrisa. Sacó otra cerveza de algún lugar y se sentó en la silla junto
a Louis, apoyando los pies en la barandilla. Kelly hizo lo mismo,
acomodándose en la silla al otro lado de Harry y sacó más botellas,
poniéndolas en el suelo para después.
Nick tomó un largo trago mientras Harry miraba su perfil. Nick
sonrió, sin mirarlos.
—Sabíamos que al final saldríais aquí. Después de que apartarais las botas
de en medio. El servicio de limpieza de por aquí es un poco agresivo, ¿eh?
Trataron de entrar en nuestra habitación dos veces después de que llegamos.
—Sí, dejaron toallas extra mientras estábamos en la... ducha
—dijo Harry antes de poder pensar algo mejor.
—Que conejitos tan sucios –murmuró Kelly sonriendo. Louis
sacudió la cabeza y miró a Nick.
— ¿Cuántos pisos acabas de trepar?
—Sólo dos, ¿por qué?
Louis se echó a reír y tocó la botella de cerveza de Nick con la suya,
luego la de Kelly y luego la botella de agua de Harry antes de tomar un trago.
— ¿Estábamos interrumpiendo? —Preguntó Kelly.
—No, Louis se estaba preparando para hablarme del marine con el que
folló una vez —respondió Harry.
— ¿En serio? —Preguntó Nick, con la voz quebrada— ¿Jesús, es que todo el
mundo sabía que eras maricón menos yo?
— ¡Cállate!
Harry echó atrás la cabeza y rió.
—Quiero oírlo…—dijo Kelly con evidente placer. Se inclinó hacia
delante—. ¿Fue alguien con quien estuvimos estacionados?
Nick murmuró y sacudió la cabeza, pero no hizo ningún comentario más.
Louis simplemente puso los ojos en blanco. Les lanzó a los otros dos hombres una
mirada cautelosa.
—No quiero escuchar ninguna mierda por esto si vais a oír. Nick levantó
solemnemente una mano, pero Kelly negó con la
cabeza.
—Sin promesas. Y no te dejes las partes asquerosas. Louis se
pasó una mano por la cara.
—Oh, Dios.
Harry intentó mantener su risa tranquila. Extendió la mano y deslizó
los dedos en la mano de Louis, apretando.
—Est{ bien…—dijo Louis con una inhalación profunda—. Tú lo pediste.

* *

1996. Localización clasificada

El cabo Louis Tomlinson se sentó en su catre y leyó la carta, quizá por


décima vez. Había sabido que un día recibiría noticias como esta, pero todavía le
golpeaba con fuerza. Sus ojos trazaron la escritura de nuevo.
David Whitlock había escrito para felicitarle por entrar en Force Recon.
Había terminado la carta diciéndole a Louis que había conocido a alguien en la
universidad. Era feliz, y pensaba que podría estar enamorado. Pero David le
estaba pidiendo permiso para proceder, diciendo que esperaría si Louis se lo
pedía, como se lo había prometido cuando Louis se fue.
Louis sacudió la cabeza mientras leía. No aguantaría eso. David merecía
mucho más de lo que él podría haberle dado nunca.
Apretó la carta contra su pecho desnudo y se recostó en el catre para mirar
la lona de la tienda encima de la cabeza. Después de un momento se echó el brazo
sobre los ojos. Se había ido por esta misma razón, para darle a David la libertad de
Hannahnzar, de entregarle opciones que no implicaran compartir su vida con
alguien que no podía comprometerse por completo.
Eso no lo hacía sentir menor angustia.
El catre junto a él crujió cuando alguien se sentó. Louis se asomó de debajo
del brazo para ver el pelo rubio oscuro, ojos atrayentes que cambiaron del azul al
gris y al revés, y una sonrisa que siempre parecía que necesitaba ser abofeteada.
—Ajj.
El capitán Chas Turner frunció los labios.
—Ah, ya sé, es el oficial de inteligencia, entierra la cabeza en la arena.
Louis se sentó.
—Buenas tardes, capitán.
—Buenas tardes, cabo. —Sus ojos se dirigieron a la carta que Louis tenía
en la mano—. He venido para hablar de la nueva política que he instituido con el
correo.
Louis inclinó la cabeza mientras una sensación de hundimiento
comenzaba en el estómago.
—De cada lote, abrimos una o dos cartas al azar, sólo para asegurarnos de
que nada importante está siendo filtrado. Resultó que la tuya fue esa carta al azar
esta semana.
Louis contuvo la respiración y esperó a que el otro zapato cayera. Turner
chasqueó la lengua y miró hacia atrás para asegurarse de que estaban solos
en el cuartel. El resto de los chicos estaban fuera, desahogándose. Cuando
Louis les había dejado, habían estado montando un espantapájaros con
restos de municiones y vistiéndolo con el uniforme de camuflaje gris que le
habían robado a alguien. Louis había recibido sus cartas antes de que la
verdadera diversión se iniciara y eligió retirarse para leerlas en paz,
faltando a la culminación del ejercicio.
—Tengo una propuesta para ti —dijo Turner cuando volvió a mirar a
Louis.
Louis siguió mirándole, cauteloso del hombre en el que nadie en el grupo
confiaba. Era el epítome de lo que llamaban una Ardilla Secreta. Siempre
corriendo a oscuras, siempre deslizándose aquí y allá. Dirigía demasiadas
misiones de intriga y suspense, y era como si hubiera olvidado cómo ser sencillo.
—Me gustaría que te reunieras conmigo, en privado, una o dos veces a la
semana.
Louis se puso rígido.
— ¿Es una orden, capitán?
—Aún no. Y me aseguraré de que no lean tu correo otra vez. Así que
puedes escribir a tu… amigo y contestarle.
— ¿Me está chantajeando?
—No. Bueno, sí. Pero estoy proponiendo un acuerdo
mutuamente beneficioso.
— ¿Qué sería el que, exactamente?
Turner se inclinó hacia delante, apoyando los codos en las rodillas.
Louis entrecerró los ojos.
—Yo guardo tus secretos. Tú guardas los míos. Y ambos soltamos un
poco de vapor de una manera mucho más interesante que creando objetivos
retorcidos de metal para los lanzadores de cohetes.
Louis echó un vistazo a los catres, sintiéndose cada vez más caliente.
Se encontró con los ojos de Turner.
— ¿Me está chantajeando para que tenga relaciones sexuales con usted?
—Bueno, cuando lo pones de esa manera, suena tan vulgar.
— ¿Cómo exactamente quiere que lo llame?
—Vulgar funciona, supongo.
Se miraron el uno al otro mientras Louis reflexionaba sobre ello, su
estómago saltando de punta a punta. Realmente no tenía mucha elección si no
quería ser expuesto. Apretó la mandíbula.
—Jódase, capitán.
Turner chasqueó la lengua, y luego sonrió.
—Tenía la esperanza de que reaccionaras de esa manera.
Louis intentó no fruncir el ceño, pero su confusión era evidente.
—Tienes el acero, te lo concedo. No tienes miedo de decirle a un oficial
que se joda. Bien. Tengo una propuesta real para ti ahora. Una que creo que
querrás tomar en consideración.
Louis sacudió la cabeza y se levantó, lo bastante enojado como para olvidar
el rango del hombre. Turner se levantó con él, ambos en
el estrecho espacio entre los catres.
—Ven conmigo, cabo. Hay asuntos que necesitamos discutir.
—Turner se alejó, pero Louis permaneció clHannahdo en el suelo. Turner miró
por encima del hombro—. Eso no es una petición.
Louis permaneció junto a su catre durante unos cuantos segundos,
aturdido. Esto probablemente terminara con uno de ellos lanzando un puñetazo, o
al menos presentando algún tipo de queja, pero los instintos de supervivencia de
Louis le dijeron que le siguiera y viera exactamente qué estaba haciendo Turner.
Metió la carta debajo de la almohada y agarró su camisa para ponérsela mientras
seguía a Turner por el campamento a los cuartos del oficial.
Turner miró a su alrededor mientras le introducía en el interior,
asegurándose de que nadie le viera entrar, luego cerró la puerta. Louis se esforzó
por no inquietarse, se sentía desequilibrado y un poco arrinconado.
—Hay beneficios en tener un espacio privado –murmuró Turner
mientras rodeaba a Louis y se detenía frente a él.
Louis apretó la mandíbula con fuerza, y tuvo que luchar para no darse la
vuelta y marcharse.
Turner resopló.
—No seas así. Siéntate. —Fue al baúl en la esquina.
Louis finalmente se movió para sentarse en la silla de campo que Turner
había indicado, junto a una pequeña mesa hecha con un barril de agua de metal
con un agujero de bala. El catre al otro lado servía como un segundo asiento.
Louis vio por el rabillo del ojo como Turner murmuraba para sí mismo y
rebuscaba en el baúl. Sacó una caja de madera y la puso en el barril entre ellos. Un
ventilador en la esquina chirriaba al girar, trabajando para refrescar los cuartos.
Era el único sonido.
Turner se sentó en el extremo de su catre y se encontró con los ojos de
Louis. Los hombros de Louis se pusieron rígidos.
— ¿Juegas al ajedrez? —Preguntó Turner. Louis
bajó la mirada hacia la caja.
—No.
Turner quitó la tapa y reveló un juego de ajedrez portátil.
—El juego de los hombres pensantes. Te enseñaré.
— ¿Me ha traído aquí para vencerme al ajedrez?
—No, Louis. Pero no voy a forzarte a tener relaciones sexuales conmigo, si
eso es lo que has venido pensando. –Levantó la mirada y enarcó una ceja,
sonriendo.
Louis le fulminó con la mirada. El hombre jugaba juegos mentales, Louis
nunca había sido otra cosa que honesto. No le gustaba.
—Ves, para cuando haya terminado contigo, vas a hacer el primer
movimiento. Y después de eso, vamos a estar buscando un buen número de
sesiones de lo que sin duda va a ser un sexo muy atlético y muy enojado.
Louis abrió la boca, pero no pudo detenerse.
— ¿Ves? Ya estás intrigado.
Louis resopló.
—Mira, acabamos de regresar de un viaje de cinco días al desierto, y todo lo
que quería era una bebida fría y una hora en mi catre para dormir. Si quieres jugar,
hay otros oficiales de inteligencia por todo el campo.
—Ese es el asunto, Louis —susurró Turner. Se inclinó más cerca—.
Tú me ofreces mucho más que ellos.
Louis suspiró con fuerza y se pasó la mano por la cara.
— ¿Por qué te uniste a los marines y dejaste a ese chico, David, atrás?
Obviamente, él te amó.
—No es asunto tuyo.
— ¿Sentido del deber? ¿Aventuras? ¿Miedo al compromiso? ¿Miedo a
tomar por el culo?
— ¿Tú plan para hacerme rogar por sexo es hacerte callar? Porque
está funcionando.
Turner rió y sacudió la cabeza.
—Te deseo. Pero no sólo porque quiero ver tu aspecto encima de mí. —
Hizo una pausa, obviamente, a sabiendas de que lo visual había dado en el
blanco con Louis. Luego, continuó—. Estoy construyendo un equipo. Y te quiero
en él.
Eso detuvo en seco a Louis. Se encontró con los ojos de Turner durante
un largo minuto.
— ¿Qué tipo de equipo?
—Del tipo que no existe.
—Correcto.
—Mira, he visto tus calificaciones y he visto tus evaluaciones. Eres
inteligente, estás en forma, eres leal y motivado. Tienes instintos que la mayoría
de los chicos que están aquí no, ya hablas persa con fluidez y entiendo que has
estado aprendiendo dari por tu cuenta.
— ¿Cómo diablos lo sabes?
—Porque me interesas, Tomlinson. Eres inteligente, eres adaptativo. Tienes
pelotas del tamaño de cocos. Hablando en sentido figurado, por supuesto. Y eres
guapo como el demonio, que en realidad te lleva más lejos en este tipo de cosas de
lo que crees.
—Est{s hablando de…
—Estoy hablando de hacer una diferencia. Estoy hablando de archivos
redactados de manera que los impriman en papel negro. Estoy hablando de cosas
que nunca podrías escupir a ese Boy Scout O'Flaherty a menos que esté en el ajo.
—Boy scout.
Turner asintió.
—Vosotros dos estáis unidos por la cadera. Sé que él te sacó a rastras del
terreno cuando caíste en una prueba física para hacerte Recon, y sé que tú le
llevaste a él al final de la carrera cuando casi se rompió el tobillo, abandonando el
récord de la carrera en el proceso, así que todos podéis permanecer juntos.
Louis se volvió más cálido, dándose cuenta de la cantidad de tareas
que Turner había hecho sobre él. Era halagador, en cierto modo.
—Durante un tiempo pensé que vosotros erais uno, pero al ver la carta me
di cuenta de mi error.
— ¿Qué diablos todo esto tiene que ver con tu equipo?
—Si dices que sí, tendrás que traerlo contigo.
—No voy a meter a O'Flaherty en nada a menos que lo revise primero.
—Por supuesto. Es por eso que ahora estás aquí y él no.
Louis gruñó, cada vez más frustrado.
—No necesito una respuesta ahora —dijo Turner con una sonrisa—. A
cualquier proposición. Y una no es dependiente de la otra. Debes pensar en
ello.
Louis asintió, aturdido.
—Piensa en ello. Una vez que vas por mi camino, no hay vuelta atrás.
Saldr{s al otro lado como alguien m{s. Alguien… que podría no gustarte.
Alguien que a este David tuyo definitivamente no le va a gustar.
Louis le miró de arriba abajo.
—¿Eso es lo que te pasó? Turner se
encogió de hombros.
—Pareces bastante bien contigo mismo.
—Bueno, era un idiota cuando empecé. —Le entregó a Louis un caballo
blanco tallado. Louis se quedó mirándolo, haciéndolo girar entre los dedos. Turner
siguió hablando, con voz baja y persuasiva—. Podrías ser el caballero blanco
anónimo, Tomlinson. Si ese es el camino que deseas tomar. Lealtad y honor. Una
gota de decencia en un cubo con un agujero demasiado grande para parchear. O
bien, podrías ser mi torre.
Deslizó una pieza negra sobre el tablero.
Louis miró a la torre de Turner una vez más, luchando contra la atracción
magnética del hombre, intrigado por su oferta a pesar de la sensación de
aprensión que crecía en la boca del estómago.
—Di que sí, Louis, y te enseñaré todo lo que sé.

* *

1997. Localización clasificada.

Louis se protegió los ojos del sol y miró a los hombres cargar el camión
con cajas sin marcar.
Turner se acercó a su lado, con el uniforme y listo para salir.
— ¿Dónde está tu escolta? —Preguntó Louis.
—Vamos a hacerlo a la luz en este caso.
—Gilipolleces. —Louis se volvió hacia Turner, los ojos cada vez más
abiertos—. Hay una tormenta de mierda a diez clics de aquí. No puedes entrar ahí
sin una escolta.
Turner sacudió la cabeza.
—El mayor no está de acuerdo. —Se alejó en dirección al vehículo de
transporte pesado.
—Chas —dijo Louis entre dientes mientras se lanzaba para agarrarle
del codo y detenerlo. Ambos miraron alrededor para asegurarse de que nadie
estaba mirando—. Tengo un mal presentimiento sobre esto. Joder, llévame
contigo, alguien que no sea un maldito movedor de papel con una pistola de
juguete.
Turner sacudió la cabeza y miró hacia otro lado. Louis empujó el brazo en
señal de frustración.
—Cuidado, sargento —dijo Turner en un susurro áspero—. No es mi
llamada, ¿de acuerdo? No estás listo para esto.
— ¿Por qué no?
—No puedo decírtelo, no has sido informado —dijo Turner entre los
dientes apretados.
—Entonces infórmame y llévame contigo para vigilar tu espalda.
Turner entrecerró los ojos.
—Torre, cálmate, ve dentro con tus muchachos. Volveré mañana y
entonces podrás sacármelo del culo.
Louis resopló por la nariz como un toro furioso. Turner le dio una
palmadita condescendiente en la mejilla antes de alejarse.
—Hey, capitán –gritó Louis.
Turner se detuvo y se volvió, levantando una ceja.
— ¿Hay alguna razón para que tengas que ser tan idiota todo el tiempo?
Turner se humedeció los labios y se acercó, mirando a su alrededor para
asegurarse de que estaban teniendo una conversación privada.
—Porque —dijo en voz baja mientras se acercaba—. Ser un
idiota todo el tiempo te permite saber que cuando me paro aquí y te digo Te amo,
lo digo jodidamente en serio.
Louis se quedó boquiabierto. Turner puso un dedo bajo la barbilla y le cerró
la mandíbula.
—Ahora. Quédate aquí y reflexiona sobre eso, cuando vuelva hablaremos.
Louis asintió y lo vio salir.
—Cuida tu maldita seis —dijo. Turner le dio un saludo engreído
por encima del hombro, pero no se volvió.
Dos días más tarde, Louis estaba con Nick O'Flaherty y Elías Sánchez y
observaron venir al camión. Mantuvieron la distancia con los otros chicos Recon,
centinelas silenciosos mientras los hombres descargaban los cadáveres.
—Lo siento, Tomlinson. Sé que erais amigos –dijo Nick
finalmente.
Louis asintió, incapaz de hablar por la opresión en la garganta.
—Si nos hubieran dejado escoltarlos —murmuró Sánchez—. Que puto
desperdicio.
Se dieron la vuelta y se dirigieron a los barracones, pero Louis se quedó,
observando en silencio mientras ponían el cuerpo de Chas Turner en un ataúd de
madera y lo cerraban.

* *

—Jesús, Louis. No tenía ni idea —murmuró Nick—. Escondiste muy bien


tu dolor.
Harry mantuvo apretada la mano de Louis, pero Louis se encogió de
hombros. Dio otro trago a la cerveza. Todos habían perdido gente por la que se
preocupaban. Chas Turner no era diferente, ni tampoco Eli Sánchez. Las pérdidas
no dejaban de doler.
—Eli me golpeó más duro que el capitán —admitió Louis. Apretó la mano
de Harry, mirando a su amante y ofreciéndole una sonrisa triste—. Pero cuando
miro atrás y me pregunto qué momento realmente me hizo quien soy, es él.
—Él nos enseñó casi todo de lo que sabemos —murmuró
Nick.
Louis asintió y echó un vistazo a su amante de nuevo. Harry no había dicho
nada, pero Louis sabía que estaba procesando. Probablemente lo sacaría en una
semana o un mes o un año y querría hablar de ello. La idea hizo que la sonrisa de
Louis se volviera más cálida y levantó la mano de Harry para besarle los dedos.
—Sin embargo, el capitán Turner era un cabrón duro —pensó Nick—. Y
ahora entiendo por qué te llamaba Torre cuando nos íbamos a esas misiones.
— ¿Qué te llamaban a ti? —Preguntó Harry.
—Ricochet.
— ¿Por qué?
Nick se encogió de hombros, sonriendo enigmáticamente.
—Un par de disparos afortunados con efecto.
—Los apodos de los marines por lo general no tienen una gran cantidad de
pensamiento puesto en ellos —explicó Louis—. Y cambian todo el maldito tiempo.
Nick tenía como cinco. Yo tuve unos diez.
—Eh. —Harry miró a Louis y sonrió—. Torre, ¿eh? Me gusta. Es
sexy.
Louis hizo una mueca. Era un nombre que nadie había utilizado en años.
Posiblemente una década. Le gustaba cómo sonaba en la lengua de Harry, pero
no le gustaban los ecos del pasado que venían con ella.
Harry se inclinó hacia él, poniendo sus labios contra la oreja de
Louis.
—Creo que me quedo con Bulldog.
Louis volvió la cabeza para capturar un beso rápido.
—Oh, para –dijo Nick—. Voy a entrar en un coma diabético.
—Me encuentro fascinado —dijo Kelly mientras miraba a Louis—. No
puedo siquiera llegar a una comparación adecuada.
—Deja de intentarlo —gruñó Louis. Rozó el pulgar sobre la palma
de Harry.
Se acomodaron de nuevo para disfrutar del silencio de la noche, algo que
el equipo Recon había hecho tantas veces a lo largo
de los años. El silencio era una comodidad donde habían pasado la mayor parte
de su tiempo. Habían aprendido a apreciarlo. Y Harry era un hombre que
conocía el valor inherente del silencio.
La mente de Louis flotó durante los muchos años que habían pasado
abriéndose paso batalla tras batalla. Nick y él habían estado juntos desde el
principio, sus promociones separadas por unos pocos meses de diferencia, sus
logros unidos de una manera que no muchas personas entendían.
Sánchez había llegado el siguiente. Se había metido en los Recon al mismo
tiempo que Louis y Nick, y no había tardado mucho tiempo en unirse a ellos. Los
otros no habían llegado hasta que se movieron a la Force Recon, y luego los seis
habían sido inseparables hasta el día en que se fueron a casa.
Y luego Sánchez había llegado al FBI con Louis.
—También le echo de menos —dijo Nick. Louis
asintió y tragó saliva. Kelly sorbió.
—No fue culpa tuya, ya lo sabes —dijo Nick.
Louis inhaló profundamente, no le sorprendía que Nick hubiera sabido
exactamente lo que estaba pensando.
—Me llamó para pedir ayuda –susurró—. No respondí, y dos días más
tarde estaba muerto.
—Louis —susurró Harry—. Jesús, ¿es por eso que siempre
contestas el teléfono?
Louis asintió brevemente.
La mano de Harry apretó la suya.
—No le habrías salvado, Six —murmuró Nick.
La garganta de Louis se tensó y miró hacia otro lado. Se llevó la botella de
cerveza a la boca y se hundió aún más en su silla. La mano de Harry en la suya
ofrecía más consuelo que sus palabras, sin embargo.
—Eli... se fue con las botas puestas —dijo Kelly. Sacudió la cabeza y
tomó un trago—. Ese es el único consuelo que hay en perderle.
—¿Y sabes qué? Harry se encargó de ello —añadió Nick. Harry se
encogió, y se inclinó hacia delante para mirar a Nick.
Nick levantó la botella de cerveza en un saludo.
—Eso es correcto —dijo Kelly—. Harry manejó esa mierda. Como un
jefe.
Harry soltó una risa.
—Gracias. Creo.
Louis dio a Kelly una mirada de incredulidad.
—¿Cuánto tiempo llevas bebiendo? Nick
se encogió de hombros.
—Desde que llegamos aquí.
—No vas bajar por ahí.
—Creo que la palabra que est{s buscando es “caer”
—murmuró Kelly—. Caer.
Nick se inclinó sobre el regazo de Louis y le dio un golpecito a la rodilla de
Harry.
—Sabemos cómo lo manejaste, Styles. Y para nosotros, eso significa que
eres nuestro hermano, ¿sabes?
Louis observó el perfil de Nick cuando el hombre se acomodó en su silla, la
garganta atorada de nuevo. Que Nick llamara a alguien su hermano era la última
aceptación. No había honor más alto en la mente de Nick.
—Yo, eh... gracias —tartamudeó Harry.
Kelly se inclinó hacia delante, sosteniendo su cerveza arriba.
—Por Sánchez.
Louis tragó saliva y tendió la cerveza. Harry se unió con su botella de agua.
El cristal tintineó cuando cada uno dijo un solemne:
—Oorah.
—Feliz cumpleaños, compañero —dijo Kelly mientras miraba hacia el cielo
de la noche y terminaba su cerveza.
Capítulo 4

Hacía demasiado calor y el aire estaba cargado en su suite, Harry despertó


sintiéndose medio sofocado. Nueva Orleans a finales de abril era agradable
después del frío de Baltimore, pero parecía que el aire acondicionado estaba
teniendo problemas para mantener el ritmo. No ayudaba que estuviera medio
encima de Louis mientras dormían.
Poco a poco se desprendió de los brazos de Louis y se incorporó, frotándose
los ojos antes de mirar a su amante, que yacía junto a él. Las pesadas cortinas
bloqueaban el sol de la mañana, y apenas podía ver a Louis mientras se revolvía.
Louis no era durmiente inquieto por lo general, un hecho sorprendente en
comparación con sus horas de vigilia. Pero ahora parecía incómodo. Sacudía la
cabeza y movía las piernas, un gemido suave salió de sus labios. Rodó de lado, los
hombros comenzaron el lento balanceo rítmico que a menudo mantenía despierto
a Harry.
Le observó durante unos instantes, preguntándose si era un sueño lo que
causaba la mueca en la cara de Louis. Se levantó para ir al baño, sólo para
encontrar a Kelly y Nick enredados en el suelo a los pies de la cama. Sabía que no
habían vuelto a su habitación la noche anterior, pero habían comenzado en el sofá-
cama. Debía haber sido incómodo como el demonio para que se movieran al suelo.
Nick estaba usando una almohada que Louis le había arrojado en medio
de la noche, y Kelly estaba usando el estómago de Nick para descansar la cabeza
mientras roncaba. Harry resopló.
Puso los ojos en blanco y pasó por encima de ellos para dirigirse hacia el
baño, donde se tomó su tiempo, se cepilló los dientes, se afeitó y saboreó el
silencio de la madrugada. Tanteó en la oscuridad en el montón de ropa que había
dejado la noche anterior y agarró los pantalones para coger sus cigarrillos,
recordando
demasiado tarde que su encendedor había desaparecido.
—Maldita sea.
Se sorprendió cuando sus dedos rozaron la punta del encendedor, metido
en el bolsillo de los pantalones vaqueros. Lo sacó y un pedazo de papel envuelto
apretadamente alrededor. Harry frunció el ceño mientras lo desenrollaba y lo
levantó hasta la rendija de luz débil que entraba por la cortina para leer las
palabras garabateadas. Era un número de teléfono y el nombre de "Liam" en letras
pequeñas y pulcras.
Harry resopló. Recordó la mano de Liam en su cadera. ¿El hombre le
había robado sólo para causar impresión? Desde luego, había forzado una
manera memorable de encender el cigarrillo. Le había robado el encendedor,
luego se lo devolvió con el número enrollado. Impresionante. Y sólo un poco
favorecedor. También espeluznante.
Harry miró a Louis, sonriendo con cariño mientras pensaba en lo irritado
que su amante se pondría si veía esa nota. Louis no consideraba los celos una parte
de su espectro emocional, pero seguro que lo eran. Harry siempre se sentiría más
halagado por eso que por el número de un extraño en su bolsillo. Hizo una bola y
lo dejó caer con sus pantalones al suelo. Lo quemaría después.
Tuvo que abrirse camino a través de la maraña de extremidades
Sidewinder en el suelo para volver a la cama. Era un poco molesto no poder
saludar a Louis de la forma que quería, pero supuso que podía sacrificar una
mañana de manosearle para que Louis tuviera algo de tiempo con sus amigos. Si
es que alguna vez se despertaba.
Kelly resopló en su sueño y trató de esconder la cara en el estómago
de Nick, haciendo gemir a este y que le empujara. Ninguno de los dos se
despertó.
Louis rodó hacia un lado, haciendo eco del gemido. Harry reconoció
los signos de una pesadilla. A veces Louis despertaba desorientado y
peligroso. Otras veces se despertaba sacudido y asustado. Y a veces soñaba
con dolor.
Harry se tumbó a su lado y se deslizó cerca, esperando poder
lograr que descansara un poco más, sin tener que despertarle de la pesadilla.
Puso la mano en la espalda de Louis y frotó.
Louis se quejó de nuevo, un sonido más fuerte de dolor mientras rodaba
de nuevo hacia Harry. Se quedó sin aliento en un suspiro, como si se
sorprendiera de estar despierto y parpadeó adormilado.
Harry frunció el ceño. Louis estaba húmedo al tacto, más de lo que habría
esperado incluso en la cama caliente.
—¿Estás bien? —Susurró.
—Me duele –respondió Louis, ronco y con sueño.
—¿Es la espalda de nuevo?
Louis asintió. Se estiró a un lado, golpeando a Harry en el
estómago con el codo y se acurrucó de nuevo.
—Se siente como si hubieras estado durmiendo encima de mí.
—Estaba durmiendo encima de ti. —Harry deslizó su mano sobre la
frente de Louis, sorprendido por lo caliente que estaba contra sus cálidos dedos.
Louis se puso boca arriba de nuevo, jadeando como si su dolor se hubiera
disparado. Mantuvo las rodillas dobladas, acurrucado como si le doliera
enderezarse. De inmediato se meció de nuevo a un lado, incapaz de quedarse
quieto, y luego murmuró algo mientras se deslizaba fuera de la cama y se
tambaleó hacia el baño en la oscuridad. Tropezó con uno de los hombres en el
suelo y se tambaleó, haciendo que Nick gritara y se pusiera de pie listo para la
batalla. Más o menos. Pero Louis desapareció en el cuarto de baño antes de que
Nick recuperara el equilibrio.
— ¿Qué demonios ha pasado? —Preguntó Nick.
— ¿Qué pasa con vosotros los gays? –Gimió Kelly, aún fuera de la vista
en el suelo—. ¿Por qué no podéis dormir?
Nick bajó la mirada hacia él.
— ¿Qué?
— ¿Dónde estoy?
Harry se sentó, dividido entre estar divertido y preocupado. Podía oír a
Louis vomitando en el baño. Había estado con Louis a través de reacciones
alérgicas, resacas y estancias en el hospital, pero no de una enfermedad real. Louis
era demasiado saludable para la gripe. Tal
vez fue algo que comió. Como cocodrilo. O bebido. Como cinco huracanes.
Sin embargo, nunca había visto a Louis con tanta resaca como para
estar enfermo.
Nick se pasó una mano por el pelo y se sentó en el extremo de la cama.
Podían oír a Louis en el baño, todavía vomitando.
— ¿Es Louis? —Preguntó Nick.
Harry asintió.
—Se despertó enfermo.
— ¿Dónde estoy? — Preguntó Kelly de nuevo, sentándose. Después
de unos minutos de tortura, Louis les llamó:
— ¡Comprobad debajo de las almohadas!
— ¿Estás bien? –respondió Harry.
— ¡No, mirad debajo de las almohadas!
— ¿Por qué? —Preguntó Harry mientras miraba el lado de Louis de la
cama.
—Gris-gris. Bolsas de hechizos —respondió Louis, su voz llena de
dolor—. Buscad por toda la cama. Bajo el colchón. ¡Bolsas pequeñas de fieltro!
— ¿Estás bien, amigo? —Preguntó Nick—. ¿Todavía borracho?
— ¡Cállate y ayúdalo!
Harry resopló y sacudió la cabeza.
—Lunático. Creo que habríamos notado una pequeña bolsa de cosas
crujientes con lo que sacudimos el colchón anoche —dijo irónicamente.
—Oh, Dios, por favor…—murmuró Kelly. Levantó una mano como para
alejar las imágenes.
—De acuerdo…—gruñó Nick.
Harry se rio, pero comenzó un lento escrutinio de la cama. Louis estaba
murmurando incoherentemente desde el cuarto de baño, cuando Harry
encontró una pequeña bolsa de fieltro debajo de la almohada de Louis,
encajada entre el cabecero y el colchón. La sacó y se enderezó, mirando
la bolsita con el ceño fruncido mientras se estiraba y encendía la
lámpara.
—Esto no es bueno…—murmuró, dándole vueltas en la mano antes de
apretar para intentar tener una idea de los contenidos. Medía más o menos cinco
por tres centímetros, atado con una simple cuerda. Parecía una bolsa de té, como si
dentro hubiera algo seco y desmenuzado dentro. Con unos pocos trozos duros.
Parecía la bolsa en la mano de la chica muerta de la noche anterior.
Oyó a Louis tropezar sin aliento. Quedó silueteado por la luz del cuarto
de baño, se inclinó agarrándose el costado.
— ¿De qué color es? —Estaba completamente serio, como si el color de la
bolsa le fuera a decir algo en absoluto. Pasó sobre las piernas de Kelly y se lanzó
hacia la cama.
Harry estaba empezando a sentirse un poco mareado también.
—Es rojo. Fieltro, creo.
— ¿Espera, alguien estuvo aquí? —Preguntó Nick.
—Servicio de limpieza. Tiene que ser —dijo Harry con
gravedad—. Sabía que esas toallas estaban mal dobladas.
Louis bajó la cabeza, mordiéndose el labio mientras se inclinaba contra la
pared junto a la cama.
—Llévame al hospital –dijo—. Y dame la bolsa.
—En realidad, no crees… —Harry dejó que las palabras se desvanecieran y
sacudió la cabeza. No importaba. Louis definitivamente parecía enfermo, y Harry
estaba más convencido por eso que por alguna fantasía sobre maldición vudú—.
Está bien. ¿Puedes vestirte?
Louis asintió, pero no parecía escucharlo. Se estaba agarrando al costado
cuando le quitó la bolsa. Manoteó con la cuerda que ataba la bolsa y miró. Sin
embargo, no tuvo la oportunidad de examinar el contenido. Se dobló con un jadeo,
apoyado en el colchón cuando sus rodillas comenzaron a doblarse.
Nick dio la vuelta a la cama para correr a su lado y Harry se arrastró
para poner una mano en su hombro.
Todo su cuerpo estaba temblando, pero estaba tomando respiraciones
profundas, tratando de luchar contra el dolor evidente.
— ¿Hay que llamar a una ambulancia? —Preguntó Kelly. Finalmente se
despertó por completo aunque parecía casi tan mal
como Louis.
—Tú eres el médico del ejército…—gruñó Nick.
—Bueno, como profesional capacitado, aconsejo que llamemos
a una ambulancia.
—No –Jadeó Louis—. A la mierda la camisa, llévame a
urgencias. –Soltó la bolsa, dejándola sobre la cama.
Harry tiró de sus pantalones vaqueros y agarró la primera camisa que sus
dedos tocaron, una de las camisetas de Louis. Se la puso mientras Nick trataba de
ayudar a Louis a abrocharse la de franela. Harry agarró la cartera y la de Louis,
luego la bolsa de fieltro, y asintió a Nick.
—Hora de irse.
—Te ayudaré a meterlo en un taxi —dijo Nick. Louis pasó un brazo
sobre sus hombros—. Luego iré por los chicos y nos encontraremos allí.
—Parece que me estoy rompiendo por dentro –gimió Louis. Cuando
llegaron al vestíbulo, estaba relativamente vacío, pero dos de los jóvenes
mozos les vieron.
— ¿Necesita ayuda? —Preguntó uno de ellos a Harry cuando se acercaron.
—Vamos al hospital —dijo Harry, soportando el peso de Louis cuando
éste se dobló con dolor—. Necesitamos un taxi o el transporte del hotel.
Uno de ellos se giró para correr hacia la entrada y llamar a un taxi.
— ¿Demasiados huracanes? –preguntó el hombre más joven con una
sonrisa de complicidad.
—Gris-gris malo…–le murmuró Louis. El hombre saltó lejos de él como si
hubiera dicho que tenía la peste.
—Es sólo una intoxicación alimentaria —insistió Harry.
Louis gruñó, alejándose de Harry y Nick para valerse por sí mismo y dar
varios pasos. Se aferraba al costado. No parecía poder quedarse quieto. Se mecía
de aquí para allá y luego se doblaba cuando el dolor se apoderaba de él, y luego
empezar todo de nuevo.
En cuestión de minutos, el transporte de cortesía del hotel
estaba aparcando fuera y estaban camino al hospital. Louis se mecía en el asiento
trasero, hurgando en la pequeña bolsa de color rojo que había arrancado de la
mano de Harry mientras trataba de abrirla.
—Dame eso…—dijo Harry, tomándola de la mano de Louis y metiéndosela
en el bolsillo—. No vamos a asustar más a la gente hasta que sepamos qué pasa.
—Cuando la camioneta se detuvo en la entrada de urgencias, se bajó y ayudó a
salir a Louis.
Louis se agarró a la mano con fuerza y prácticamente se cayó de la
camioneta. Alguien les llamó, preguntando si necesitaban una silla de ruedas.
Louis asintió en silencio. Parecía que no iba a dar un paso más.
—Sé lo que es, Harry —jadeó. Miró a Harry, y éste podría haber jurado que
estaba sonriendo—. Una jodida piedra en el riñón.
Harry gimió y se cubrió la cara con las manos por un momento,
avergonzado de estar aliviado por el auto diagnóstico de Louis.
— ¿Y lo sabes por experiencia, verdad?
Louis prácticamente cayó en la silla de ruedas que le trajeron, se inclinó y
comenzó el incesante balanceo de nuevo.
—La última vez fue como el mayor dolor que he tenido en... en mi vida —
dijo a Harry con voz entrecortada. Sus ojos estaban llorosos, estaba al borde
de las lágrimas. Sin embargo, sonreía.
Harry se inclinó y puso una mano en cada uno de los brazos de la silla de
ruedas para poder mirarle a los ojos.
—Teniendo en cuenta que sé qué tipo de lesiones has tenido, eso no me
hace sentir mejor. En absoluto. —Se puso de pie y le indicó al ordenanza que
empujara a Louis al interior.
—Por lo menos no me va a matar —respondió Louis mientras se lo
llevaban.

* *

Louis se quedó mirando la placa del techo y la luz encima de él. La


enfermera le había puesto algo que no podía pronunciar en la IV en su brazo
hacía aproximadamente dos minutos, y el continuo
espacio-tiempo se había abierto poco después. Sus oídos zumbaban, sus ojos no
parpadeaban, no podía sentir sus extremidades y había un sonido bajo en la
distancia que podría haber sido su propia respiración.
Pero ya no le dolía.
La señora que había tomado la información del seguro había prometido
ir a por Harry, y Louis simplemente se recordó seguir respirando hasta que
llegara allí.
—Hola, ¿cómo estás? —Era Harry, por fin. Nick y Digger estaban con
él, pareciendo más desconcertados que preocupados.
Louis volvió la cabeza lentamente, sus ojos centrados en Harry con lo
que sólo podría considerar satisfacción total.
—Mejor —se las arregló para responder—. Piedras en el riñón.
—Sí, alguien está apedreado —dijo con una risa Digger.
Harry se detuvo junto a la cama, con las manos en los bolsillos.
— ¿Te dieron algo para el dolor?
—Oh, sí —Louis prácticamente canturreó. Se movió en la estrecha cama del
hospital, tirando de las mantas a su alrededor para protegerse del frío causado
por la solución salina que entraba en sus venas. Todavía sentía molestias a lo
largo de la parte baja del cuerpo, pero estaba lo suficiente amortiguado para que
no le importara. Incluso había dado la bienvenida al catéter que le pusieron
porque había sido menos doloroso que lo que había estado pasando—. Me
hicieron un TAC y dijeron que debería pasar pronto.
–Extendió la mano—. ¿Puedo tener la bolsa?
— ¿Qué bolsa? —Preguntó Digger. Nick y él todavía estaban junto a la
puerta.
Harry parecía reacio a entregarla cuando la sacó del bolsillo, atrapada
entre dos dedos.
—Oh, hijo de puta…—dijo Digger, y cambió su peso de un pie al otro
mientras rebuscaba en el bolsillo.
Nick extendió una mano, y Digger le puso un billete de veinte dólares en
la palma.
—Nunca apuestes contra un ex loco vudú…–dijo Nick mientras doblaba el
dinero en su propio bolsillo.
—Los dos sois gilipollas –les dijo Louis.
Harry se volvió hacia ellos, y era evidente que los había estado
fulminando con la mirada cuando se encontró con los ojos de Louis de nuevo.
Levantó la bolsa.
—No asustes a los médicos con este vudú, ¿eh? —Dijo después de
mucho tiempo—. No quiero hacerte daño.
— ¿De qué estás hablando? —Preguntó Louis cuando tomó la bolsa
con dedos torpes.
Harry le indicó a la bolsa.
—La superstición. Los médicos podrían tomarte en serio y echarte de
una patada. La enfermera tiene muñecos de vudú en su puesto. —Parecía un
poco nerviosa, lo cual era inusual.
—Los muñecos vudú se utilizan generalmente para cosas buenas, ya
sabes —dijo Louis. Frunció el ceño cuando sus dedos comenzaron a trabajar en
la cuerda de la bolsa—. Es una religión, Harry. Nada siniestro.
—Por supuesto.
Digger gruñó.
—Suenas escéptico.
—Soy un escéptico —confirmó Harry.
—Bien –murmuró Louis mientras trataba de encontrar una posición más
cómoda. Se acomodó para instruir a Harry para que levantara la cabecera de la
cama y así poder reclinarse y todavía inspeccionar la bolsa gris-gris sin
demasiadas molestias—. Puedes pensar que son sólo cosas de cuento de hadas,
pero esto es serio. Asuntos serios.
Harry frunció el ceño.
—Entonces, ¿qué es esa cosa?
—Es gris-gris —respondió Louis lentamente. Probablemente estuviera
farfullando, pero por lo que sabía todavía tenía sentido.
—Sí, querido, tenemos eso —dijo Nick. Él y Digger se acercaron, y
Digger se sentó en el extremo de la cama de Louis, haciéndola chirriar.
No le importó.
Harry asintió, mirando a los otros de nuevo.
—Preguntaste específicamente sobre el color —incitó Harry.
Louis alzó la mirada hacia él, deseando tener la capacidad de convencerle
de que se lo tomara en serio. Sabía que Nick, y probablemente Harry, pensaban
que todo esto era estúpido. Al menos Digger creía.
—Está tan jodidamente drogado—dijo Digger, riendo mientras
palmeaba la pierna de Louis.
—Su mente está procesando a velocidad de tortuga—añadió Nick,
riéndose detrás de su mano.
Harry colocó una mano sobre la frente de Louis, y los ojos de Louis se
cerraron. El calor de la palma de la mano de Harry era como el cielo.
—Tú sabes de estas cosas vudú, ¿verdad? —Preguntó Harry.
—Sí—respondió Digger. Louis sintió moverse la cama—. El color y el
material de la bolsa son tan importantes para su propósito como el contenido. No
soy un experto, pero apuesto a que si la abrimos, Tomlinson y yo podemos
decirte que estaba destinado a hacer.
Louis abrió los ojos ante el sonido de su nombre.
— ¿Quieres que la abra? —Preguntó Louis. Harry y Nick asintieron—.
¿Vais a perder los papeles si la abro? —Levantó la bolsa con cuidado. No era un
experto, pero sabía lo suficiente sobre los propósitos y los ingredientes para tener
una buena idea de cuál había sido la intención de la bolsa. Y lo que no sabía,
Digger probablemente sí.
— ¿Por qué nos volveríamos locos? —Harry acercó la mesita con ruedas
a la cama y la giró para que Louis tuviera una superficie plana delante de él.
—Te vuelves loco por cosas como estas…—murmuró Louis. Tiró de la
abertura de la bolsa, pero no pudo aflojar la cuerda. Sus dedos no funcionaban.
Digger, por fin, se la quitó y vació con cuidado el contenido sobre la superficie
brillante de la mesa.
Louis levantó la mirada, su mente resoplando por trabajar. Por último
señaló las cajas de guantes estériles que estaban contra la pared.
—Pásame algunos de esos, por favor.
Harry atrapó amablemente un par y los trajo de vuelta.
—Ese tipo de cosas —repitió.
— ¿Qué?
—Dijiste que me vuelvo loco por ese tipo de cosas.
Louis se puso uno de los guantes.
—Tú solo… no crees en ellos.
—Tienes razón —dijo Harry con un encogimiento de hombros.
—Louis no toca el plato de home antes del primer lanzamiento
—añadió Digger—. Él cree en todo.
—C{llate…—murmuró Louis. Revisó el contenido mientras Digger y Nick
se reían de él. Empezó a separar las diferentes cosas, haciendo pequeñas pilas,
olvidando lo que estaba haciendo.
— ¿Eh, Louis? ¿Amigo? –Dijo Nick finalmente con suavidad—. Es hora
de dejar de organizar y volver a la tarea.
Louis le miró. Nick estaba sonriendo con cariño.
—Lo siento…
—Está bien. Puedes enderezarlos más tarde.
Louis asintió. Sabía que le estaban siguiendo la corriente, pero tampoco le
importaba. Inclinó de nuevo su atención a la bolsa gris-gris. Había un pequeño
rollo de pergamino, una ramita de enebro triturada, una sustancia como musgo
que no pudo identificar, una raíz de algún tipo, lo que parecían ser virutas de
hierro y dos dientes grandes. Louis los empujó alrededor de la mesa, ordenando
sus pequeñas pilas.
— ¿Cómo conectas no creer en algo con enloquecer al respecto? —
Preguntó Harry. Había acercado una de las sillas a un lado de la cama y ahora
estaba sentado al lado de Louis.
—Quiero decir, ¿vas a hacer que me sienta estúpido por creer que esto fue
puesto bajo mi colchón para matarme?
— ¿Es eso lo que crees? —Harry se sentó y se echó hacia atrás en la silla, el
tobillo derecho apoyado en su rodilla izquierda.
Louis entrecerró los ojos, reconociendo la postura de
interrogación de Harry.
Nick se inclinó hacia delante.
— ¿Eso es lo que hace cuando está interrogando sospechosos?
—Sí —se quejó Louis.
—Bueno, hola, agente Styles —dijo Nick, riendo.
—Compórtate… –gruñó Harry. Miró a Louis — ¿Es eso lo que crees?
—Sí —respondió Louis después de un momento de reflexión. Harry
estaba mirándolo fijamente a pesar de su pose casual.
— ¿Puedes explicarme por qué?
Louis volvió a mirar el surtido de artículos que habían estado en la bolsa
gris—gris. Estaba sonrojado, pero durante el transcurso de su estancia en Nueva
Orleans, había visto y aprendido cosas que hacían imposible descartar el poder
de la fe sencilla.
— ¿Louis? —Harry parecía más curioso que otra cosa. No divertido, y
ciertamente no enojado o frustrado como se ponía cuando no podía solucionar
un rompecabezas por medios lógicos. Probablemente todavía le estaba
siguiendo la corriente, pero por suerte no descartaría nada de esto, pensando
que los fármacos le estaban volviendo torpe.
—Se trata de fe…—dijo Louis finalmente, mirando primero a Harry y luego
a Nick y Digger. Nick tenía el ceño fruncido y Digger asentía. Louis se encontró
con los ojos de Harry otra vez—. Yo he visto cosas que no puedo explicar. Y creo
en cosas que no puedo ver. Creo en el destino, la suerte y maldiciones.
Harry se cruzó de brazos.
— ¿De verdad?
Nick asintió.
—De verdad.
Digger asentía también.
—Yo también. También sé que la gente de aquí no se toma estas cosas a la
ligera. Y esta bolsa es un trabajo de calidad, no es ninguna broma turística.
Louis respiró hondo.
—Es un arma del crimen. Al igual que una pistola o un cuchillo. Es
veneno. Fue puesto en nuestra habitación por alguien con conocimiento y
creencia en el poder de causar daño.
Nick volvió a susurrar al oído de Digger, pero Louis oyó sus palabras
de todos modos.
—Maldición, odio cuando utiliza la lógica real.
Digger hizo un ruido desdeñoso y se estremeció.
Harry no habló durante un largo rato mientras estudiaba a Louis, luego
bruscamente asintió.
—Está bien.
Louis le observó con ojos entrecerrados. Harry nunca estaba de acuerdo
con él tan fácilmente. Quizá estaba compadeciéndose de él, ya que sufría dolores,
estaba medicado y tenía previsto continuar la conversación más tarde. Sin
embargo, asintió, dispuesto a aceptarlo todo por ahora.
Nick se puso de pie y se inclinó sobre él, estudiando el contenido
sobre la mesa de metal.
— ¿Puedes decir que tiene? ¿Qué se supone que debes hacer?
—No estoy seguro de que clase de musgo es esto, pero el resto... Esto
es enebro, y creo que esta raíz es la de Gran Juan el Conquistador.
— ¿Qué hacen esas cosas?
Louis se encogió de hombros.
—No lo sé.
—Maldita sea, Louis —gruñó Nick.
—La bolsa de fieltro rojo por lo general se utiliza para atraer a un amante,
pero el contenido no es compatible con ese propósito
—ofreció Digger—. Está destinado a atraer algo. Como esas limaduras
de hierro.
Louis suspiro.
—Sí. Así que b{sicamente…
—Toda la bolsa es un gran imán de vudú.
Nick puso los ojos en blanco.
—Gracias, Digger, como siempre, por tu contribución a la cordura del
grupo.
—Así que es un imán —dijo Harry. Louis
asintió.
—Uno malo.
—Un imán para atraer algo malo sobre nosotros —concluyó
Harry.
—Un gran imán malo.
Digger resopló.
—Ahí es donde entran los dientes.
Louis levantó uno y lo miró críticamente.
— ¿Dientes de cocodrilo?
Digger asintió.
—Eso parecen. Sin embargo, son buena suerte.
—No para el caimán que comimos anoche —dijo Nick. Digger le
hizo gestos con la mano para que se largara.
—Son buena suerte —dijo Louis.
—Pero se supone que las bolsas gris-gris sólo tienen uno –les dijo
Digger—. Y se supone que tienen un número impar de ingredientes. Así que
supongo que meter un diente extra es malo.
—O el que lo puso juntos sólo arrojó algunas cosas dentro
—sugirió Harry—. Y luego lo plantó para asustarnos.
Louis asintió y bajó el diente.
—El hecho de que lo plantaron es lo que me asusta —agregó Digger.
Miró a Nick críticamente—. ¿Les oíste? ¿Les viste?
—Yo… puede que trepara por el edificio anoche. No recuerdo mucho.
—Creemos que entraron como el servicio de limpieza. Los oí desde la
ducha, pero no pensé en nada.
—Tiene sentido —dijo Digger—. Teníamos un montón de toallas
limpias en nuestra habitación cuando regresamos. Luego alguien empezó a
llamar tratando de limpiar la habitación.
Nick frunció el ceño.
—Si ese es el caso, quien quiera que sea fue a todas las habitaciones,
cazando a Louis. Eso es tomarse un montón de problemas para ir a dar un susto.
Louis se mordió el labio, preguntándose si debería estar reflexionando sobre
esto mientras el zumbido frío seguía recorriendo su organismo. Miró hacia arriba y
dio un respingo.
—No estaba destinado a asustarnos porque estaba demasiado bien
escondido. Una pequeña bolsa detrás de tu colchón sólo puede asustar si sabes
que está ahí. Si no hubiera despertado como lo hice,
nunca habría mirado, nunca lo hubiéramos encontrado.
—Es justo—dijo Harry—. Yo no creo en esto, pero creo en ti. Si dices que
debemos tomárnoslo en serio, entonces lo haremos.
—Creo que deberíamos —dijo Louis— Quiero decir, mierda, si esto puede
sacudir un cálculo renal, no quiero ver qué más sabe hacer este chico.
Harry se rio y se deslizó en su silla un poco más cerca para poder
apoyarse de lado contra la cama.
—Primero Edgar Allan Poe, ahora vudú. Estupendo…
—Nunca os voy a invitar de nuevo a una fiesta…—se quejó
Nick.
—Tú y tus malditos cocos…—agregó Digger. Se movió en el borde de la
cama de Louis, empujándole y haciendo que un escalofrío le atravesara.
— ¿Has llamado a ese detective de anoche? —Preguntó Louis mientras
continuaba empujando el musgo.
— ¿No, por qué?
—Chica muere con una bolsa gris-gris en la mano. La mañana siguiente…
Harry vaciló, compartiendo una mirada con Nick.
— ¿Quieres llamar a la policía e informar sobre esto?
—Tal vez vosotros dos podríais husmear. Ver si está
conectado. Pero no me podéis meter.
—Nos echarán tan pronto como mostremos nuestras credenciales —
sostuvo Nick—. Ya estaban encima de nosotros sólo por estar allí anoche.
— ¿Podéis intentarlo? —Preguntó Louis.
Nick suspiró y apartó la mirada.
Louis metió cuidadosamente todo de nuevo en la bolsa. Tomó el rollo de
pergamino y lo puso aparte, el frío le inundó cuando vio “Louis William” escrito
en hermosa caligrafía.
— ¿Espera, es como el papel al que Styles sacó una foto?
—Preguntó Nick, sonando sorprendido. Louis
asintió.
Harry estiró el cuello para mirar el pergamino. Su rostro se
ensombreció.
—Sí, está bien, eso es suficiente conexión para mí –admitió— ¿Ese era tu
alias cuando estuviste aquí?
Louis asintió, enrollando el pergamino como había estado.
—Si eso es tinta de sangre de murciélago, est{s jodido…—dijo Digger
pronunciando las palabras con toda seriedad.
Louis le lanzó una mirada, con cuidado de dejar fuera el rollo de
pergamino y uno de los dientes de cocodrilo mientras metía todo en la bolsa. No
sería un amuleto de buena suerte, pero perdería la mayor parte de su poder.
En teoría.
Se aclaró la garganta, incómodo.
No se avergonzaba de dar credibilidad a todo esto, pero se sentía un poco tonto.
Louis empujó la bolsa y empezó a quitarse los guantes. Sus dedos
temblaban y no podía agarrar el guante morado para quitárselo.
Harry se acercó para tranquilizar sus manos y se los quitó.
—Podríamos ir a casa…—dijo Louis— Pero ahora estoy
hechizado. Simplemente nos seguirá.
—Louis, no estás hechizado —dijo Nick.
—No estoy de acuerdo…—gruñó Digger. Harry
suspiró.
—No podemos volver a casa. Uno, estás en el hospital con una piedra en el
riñón. Dos, hay un asesino por ahí y tenemos una posible evidencia en el caso, y
no creo que ninguno de nosotros pueda alejarse con la conciencia tranquila. Y tres,
tú realmente crees en esas cosas gris-gris, por lo que no tiene sentido tratar de huir.
Cada pequeño corte de papel y arañazo que tengas le echarás la culpa a la bolsa
hasta que lo solucionemos…—Harry dejó caer los guantes sobre la mesa y luego
apartó la mesa, manteniendo la mano de Louis en la suya.
Louis se relajó en la cama, sosteniendo la mano de Harry. Le observó con
obvia admiración.
No mucha gente aceptaría tan fácilmente que estaba maldecido después de un
pequeño viaje a la sala de urgencias y porque así lo decía. Él sí, pero no mucha gente le
creería. O fingiría creerle. Excepto Digger, pero joder, Digger estaba loco por lo que no
hacía que se sintiera mejor.
—Gracias, Harry…—susurró.
Harry se llevó la mano de Louis a los labios y le besó los nudillos.
—Aj, asqueroso…—dijo con una risa Digger.
—Y nos vamos —añadió Nick. Se dirigieron a la puerta, pero Louis sabía
que no irían muy lejos. Podían oler los problemas igual que él. La puerta se cerró
y Louis volvió su mirada hacia Harry.
—Odio verte así…—susurró Harry.
Louis se echó a reír. Con fuerza. Estaba en una cama rodante del hospital
con una vía intravenosa en el brazo y un catéter en un lugar menos agradable,
llevaba los calcetines del hospital con pequeñas muescas de goma abajo y un
camisón que no se cerraba en la espalda.
¿Y Harry odiaba verlo así?
— ¡Espero que sí! —Dijo. Se tapó la boca para detener las risitas, pero sus
ojos se humedecieron al ver a Harry. Su compañero le ofreció una débil sonrisa,
pero no ocultó la preocupación en sus ojos.
— ¡Oh, vamos, Harry!—dijo Louis mientras apretaba su mano—Disfrútalo
mientras duren mis medicinas.
—No voy a disfrutar nada hasta que estés sano y fuera de aquí.
Louis se puso serio y le miró en tono de disculpa. Le dio palmaditas en la
mano.
—La última vez sólo tardó un par de horas de principio a fin. Sólo que no
tuve ninguna droga y estuve pidiendo todo el tiempo a O y a Eli que me
mataran. Esta vez es mucho más divertido.
Harry movió la otra mano para cerrar las dos alrededor de la de
Louis.
—Tal vez te quede algo cuando consiga sacarte de aquí. Puedes ser
muy divertido cuando estás tan abierto a la sugestión —dijo arrastrando las
palabras y haciendo un esfuerzo visible por relajarse.
Eso provocó otra ronda de risas de Louis, y tuvo que tener cuidado
de no mover las piernas o rodar mientras se reía de su amante.
—Porque nada dice atractivo como un catéter.
Harry finalmente se rio con él.
—No es mi problema, pero está bien.
Louis seguía riendo cuando una enfermera asomó la cabeza en la
habitación para comprobarlos.
—Veo que se siente mejor…
—No deje que la engañe…—dijo Harry, girando la cabeza para mirarla.
No soltó la mano de Louis—. Tiene buenas drogas.
—Oh, lo sé, cariño, yo se las di.
Louis seguía riendo. La enfermera entró en la habitación y cambió su
bolsa de solución salina, diciéndole que cuanto más se metiera, más fácil
saldría la piedra. Comprobó sus signos vitales, luego se fue, dejándolos solos
de nuevo.
—Casi creo que prefiero que me disparen en el intestino que tener que
sufrir un cálculo renal, por el sonido del mismo…–dijo Harry una vez que la
enfermera desapareció.
—Lo mismo digo…—murmuró Louis. De repente, nada era tan
divertido.

* *

Nick y los demás estaban en la sala de espera, reclinados entre los enfermos
y heridos, cuando Harry se unió a ellos. No tenía idea de cómo proceder. No
quería estar alrededor del Equipo Recon de Louis sin él por allí como amortiguador
y ciertamente no quería ir a la Policía de Nueva Orleans y decirles que su amante
había sido maldecido por el vudú y quería que lo investigaran. En ese momento,
deseó que Louis nunca hubiera respondido a esa llamada de teléfono en Baltimore.
— ¿Cómo le va? —Preguntó Kelly.
Harry hizo una mueca y se encogió de hombros.
—Estará bien. Le tienen drogado. Ahora sólo tiene que esperar,
supongo.
—Lo único que más odia Louis —reflexionó Digger—. Esperar. Que
poético.
—Eres un hombre enfermo, D.
—Él arruina cada viaje…—murmuró Nick. Sonrió a Harry— ¿Qué
hacemos sobre la cosa del yuyu?
— ¿Qué cosa yuyu? —Preguntó Owen. Digger
le empujó.
—Ya sabes, ese vudú que haces.
Owen apartó las manos de Digger.
—Para, ¿qué te pasa?
—Louis encontró una de esas bolsas gris-gris debajo de la
almohada esta mañana —explicó Nick.
— ¿Cómo la de la chica muerta? —Preguntó Owen.
—Cree que está maldito.
—Quiere informar a la policía —dijo Harry con una mueca. La bolsa estaba
en el bolsillo y la sacó para mirarla.
— ¿Quiere informar a la policía que ha sido maldecido? –La voz de Owen se
volvió seria.
Nick se puso de pie y se estiró.
—Voy a jugármela y suponer que consiguen mucho de eso por aquí.
— ¿Entonces qué hacemos? ¿De verdad vamos a llamar a la policía? —
Preguntó Kelly, sonriendo. Todos ellos estaban mirando a Nick para tomar la
decisión. Harry suponía que era su hábito, ya que Nick había sido el segundo al
mando en el equipo.
—Él tiene razón en algo. La chica muerta tenía una bolsa de vudú y quien
quiera que pusiera esa mierda en la habitación de Louis fue lo bastante
resbaladizo para entrar y salir sin que él o Harry lo notaran.
— ¿Entrasteis tropezando en la habitación metiéndoos mano?
—Preguntó Owen.
Harry le miró un segundo antes de decidir que no merecía una respuesta.
—De todos modos…—dijo Nick en voz alta— Voy a llamar al número que
me dejaron cuando di mi declaración anoche. Vamos a decidir si quieren seguirlo
como pista.
— ¿Qué vas a hacer sobre Louis? —Preguntó Harry.
— ¿Qué pasa con él?
—No puedes dejar que la policía venga aquí y le entreviste. Pueden
reconocerlo.
Nick miró hacia las puertas, mordiéndose el labio.
—No podemos informar sin él.
— ¿Tenemos que informar? —Preguntó Kelly.
—Louis está drogado hasta el culo en este momento, ¿no podemos
simplemente decirle que llamamos y ya está? —dijo Digger.
Nick le miró fijamente durante un largo momento, y luego se encontró
con los ojos de Harry con un encogimiento de hombros.
—Funciona para mí.
Harry puso los ojos en blanco.
—Estaríamos ocultando pruebas en una investigación de homicidio.
—Es eso o meter a Louis directo en un montón de preguntas sin
respuestas.
— ¿Cómo sabemos que esta cosa bolsa está conectada?
—Preguntó Owen—. ¿Vamos a aceptar la evaluación de Louis? Porque ni siquiera
vio la otra.
—Un punto válido —dijo Kelly—. También está grogui. Quiero decir…
¿todos recordáis la última vez que se colocó? —Se echó a reír, luego se calló en
seco y compuso la expresión cuando nadie más se rio con él.
Nick tenía las manos metidas en los bolsillos, sin reaccionar mientras cada
hombre ofrecía su opinión. Miró a Harry otra vez. Este se encontró asintiendo.
Estaba cansado de verse envuelto en problemas que no eran suyos.
De inmediato se castigó a sí mismo.
La verdad y la justicia eran parte de su trabajo. ¿En qué diablos estaba pensando?
Si la bolsa tenía alguna posibilidad de ser vinculada con el asesinato de la chica, tenía una
responsabilidad de informar, no sólo como agentes de la ley, sino también como seres
humanos.
Nick pareció leer su expresión, y no era la primera vez que lo había hecho
desde que lo había conocido.
El hombre era perceptivo.
—Bien. Tú y yo iremos y la entregaremos. Si podemos
mantener su nombre fuera de esto, lo haremos. Si no… tal vez podamos
utilizar la cosa FBI para pasar. ¿Tienes tu placa?
—Sí. ¿Qué hay de Louis?
—Nos quedaremos aquí. Nos aseguraremos de que no se muera –
ofreció Kelly, sonriendo ampliamente.
—Eso es… reconfortante, gracias –respondió Harry. Kelly se
encogió de hombros.
—Hago lo que puedo.

* *

Louis se desvaneció dentro y fuera del sueño después de que Harry lo


dejara. Era más fácil dejar que todo lo que estaba en la IV hiciera su trabajo de
luchar contra ella tratando de mantenerse lúcido. Dormitó, nunca absolutamente
seguro de que cuando estaba dormido y soñando, o cuando estaba despierto
mirando al techo y escuchando los sonidos y zumbidos del servicio de urgencias
ocupado.
A veces soñaba con visitas que iban a verlo. Harry sosteniendo su mano.
Nick sentado junto a su cama riéndose de él. Kelly inclinado sobre él para
comprobar sus signos vitales. Sánchez rogándole que despertara y se moviera
antes de que los volaran. Charlie sentado junto a su cama con su nuevo bebé en
brazos. Chester agitando una pala a una enfermera.
Apartaría la realidad de las alucinaciones más tarde.
Algo empujó la cama y Louis obligó a sus ojos a abrirse. Había un
hombre sentado al lado de la cama del hospital, vestido con una bata azul y
gafas de sol.
—Hola, Louis —dijo, acento británico cargado de sarcasmo—. Me alegra
verte aquí.
Louis se sacudió en la cama, la adrenalina le atravesó cuando
reconoció a su visitante.
—Liam.
Los labios de Liam Payne se curvaron en una sonrisa malvada.
Louis intentó incorporarse, pero Liam puso una mano en el esternón y lo empujó
sobre el colchón.
—No alborotes, cariño, no tardaré mucho.
Louis alcanzó a agarrar la parte delantera de su ropa, pero Liam le agarró la
muñeca y le retorció el brazo para alejarlo y sujetarlo contra la cama del hospital.
—Nunca manejaste bien las cosas difíciles…—dijo Liam mientras
miraba la pequeña máquina que registraba la frecuencia cardíaca de Louis—.
Cálmate, no estoy aquí para hacerte daño. Todavía.
La otra mano de Louis le agarró.
— ¿Por qué estás aquí? ¿Cómo?
— ¿No has oído? La venganza está de moda esta temporada.
—Se inclinó más cerca de la cara de Louis, usando el codo para empujar
contra su pecho—. Me alegro tanto de que estés aquí.
— ¿Dónde has estado?
Liam sonrió con malicia y se asomó por encima de sus gafas de sol, los
ojos azules brillando.
—El mismo lugar que tú, Louis. El infierno.
A Louis le faltaba el aire. No podía entender por qué no podía
defenderse, por qué su respiración era entrecortada.
— ¿Tú dejaste la bolsita?
—No tengo la intención de matarte cuando no puedes luchar.
—Liam se inclinó más cerca, lo suficientemente cerca para que su aliento rozara
la cara de Louis— Nos encontraremos de nuevo, Louis. Cuando estés bien. Hasta
entonces.
Se apartó de las manos de Louis, fue más fácil de lo que debería haber
sido. Louis intentó incorporarse, pero Liam se había ido.

* *

Habían caminado varias manzanas antes de que Nick se armara de valor


para abordar el tema con su compañero, pero inhaló
profundamente y se aclaró la garganta.
—Eh, Harry, necesito disculparme contigo.
Por los demás. Harry le miró mientras caminaban, las cejas
levantadas.
— ¿Por qué?
—Son gilipollas.
Harry se rio, sacudiendo la cabeza.
—No han hecho nada.
—Sí, tal vez no. Es sólo... Louis y yo siempre hemos sido como
responsables de ellos, ¿sabes? —Nick se acercó para detener a Harry y poder
mirarle a la cara mientras hablaban— Mira, los chicos, juzgan muy severamente.
Creen que tienes algo que demostrar.
La sonrisa de Harry cayó. Apartó la mirada, asintió y apretó los labios con
fuerza.
—Están equivocados, ya sabes.
Harry le devolvió la mirada bruscamente.
—He visto cómo te manejas. Dales tiempo, se darán cuenta de que Louis
confía en ti con su vida. Se convencerán.
Esperó a que Harry dijera algo, pero el hombre permaneció en silencio,
con los ojos oscuros ilegibles. Por fin, Harry se humedeció los labios y sonrió
débilmente.
—Gracias —dijo antes de empezar a caminar de nuevo. Estaba atravesando
la puerta de hierro color coral que rodeaba la comisaría de policía del
distrito 8 en Royal Street cuando el teléfono de Nick sonó. Lo sacó y dijo
que a Harry que esperara cuando vio que era Kelly.
—Hola –respondió, encogiéndose de hombros cuando Harry hizo un
gesto con las manos preguntando.
—Tenéis que volver aquí –dijo Kelly rápido— Louis se está volviendo loco,
ha tratado de sacarse la IV y están hablando de sedarle.
— ¿Qué? ¿Qué pasó?
—Él sigue diciendo que no está alucinando y que no podéis ir a la policía. No sé,
eso es todo lo que puedo sacarle.
— ¿Qué está pasando? —Preguntó Harry.
—No tengo ni idea –articuló Nick.
—Volved –dijo Kelly por el teléfono—Tal vez Harry pueda calmarle, porque
seguro que yo no puedo.
—Está bien, estamos en camino. —Nick terminó la llamada y le hizo una
seña a Harry—. Kelly dice que Louis se está volviendo loco, nos necesitan allí.
Había casi ocho manzanas desde la comisaría al Centro Médico Tulane,
pero Harry ni siquiera dudó. Echó a correr y Nick salió tras él. Los taxis en el
barrio francés eran pocos y distantes entre sí, pero en el momento en que
cruzaron Rampart y llegaron a las puertas de las salas de emergencia, Nick
estaba bastante seguro de que podrían haber robado a alguien y llegado allí con
menos problemas. Tuvo dificultades para mantener el ritmo de las largas
zancadas de Harry.
Cuando les dejaron entrar en la habitación, encontraron a Louis
durmiendo. Owen y Digger estaban apoyados contra el armario de suministros
en una pared, y Kelly estaba sentado en la cama de Louis, con los brazos
cruzados. Todo estaba en calma, a excepción de los jadeantes Nick y Harry
mientras trataban de recuperar el aliento.
— ¿Qué demonios, tíos? —Espetó Nick. Kelly se
encogió de hombros.
—Tuvieron que sedarlo.
Nick se apoyó contra la pared, jadeando. Harry
se acercó, tomando la mano de Louis.
— ¿Qué lo provocó? ¿Qué pasó?
—Ni idea —respondió Kelly—. Apenas le sacamos algo con sentido.
—Estábamos en el vestíbulo cuando una enfermera salió corriendo pidiendo
nuestra ayuda —explicó Owen— Cuando regresamos aquí, tres celadores le
sujetaban. Tratamos de decirles que no le gustaba ser inmovilizado, pero dijeron
que había tratado de atacar a un enfermero que vino a tomar sus signos vitales.
Harry pareció momentáneamente horrorizado, pero lo ocultó de forma
rápida y agarró la mano inerte de Louis con más fuerza.
—Cuando nos vio, se calmó un poco, pero no lo suficiente. La buena
noticia, sin embargo —añadió Kelly, manteniendo la voz
brillante—, es que expulsó la piedra.
—Genial –resopló Nick— Ahora sólo tenemos que esperar a que se
despierte. ¿Cuánto tiempo llevará?
— ¿A juzgar por la cantidad de sedante que le dieron y el modo en que
reacciona a los medicamentos? —Kelly miró el reloj en su muñeca. Se encogió de
hombros— No tengo ni puta idea.
Nick lo miró.
—Te odio. Hemos corrido para venir aquí.
Correr. Kelly lo miró de arriba a abajo evaluadoramente.
—Buen trabajo.
Digger chasqueó la lengua y golpeó el brazo de Nick.
—Lo único lógico que pudimos entenderle de lo que estaba diciendo
era que os mantuvierais jodidamente lejos de la policía.
Nick asintió con la cabeza, mirando de Digger a Louis, que ahora yacía en
paz. Harry se sentó en la silla junto a la cama, la mano de Louis entre las suyas.
Estaba mirando a la cara de Louis, aparentemente ajeno al resto de ellos.
—Bueno —dijo Nick— ¿Por qué no, eh… vamos a desayunar y…? —Hizo
un gesto hacia Harry, y los demás se dirigieron hacia la puerta con él. Dejaron a
Louis sedado y a Harry de vigilia.
Capítulo 5

Louis se movió con cautela mientras Harry caminaba con él hacia la


habitación del hotel. Harry nunca había tenido un cálculo renal, pero había oído
historias de horror. Todo lo que sabía era que Louis había tenido la suerte de
estar drogado y tener una preocupación de menor importancia para distraerlo
durante el proceso.
Mientras se abrían camino por el pasillo, Louis alargó la mano para
sujetarse al brazo de Harry y mantener el equilibrio. El medicamento que le
habían dado todavía estaba haciendo efecto, y se tambaleaba sobre sus pies.
— ¿Necesitas ayuda?
Louis sacudió la cabeza.
—No, estoy bien. —Pero no soltó el brazo de Harry. Mantuvo su otra mano
en su costado. Harry no estaba seguro de si le dolía o si sólo le hacía sentirse
mejor sostenerlo.
Cuando llegaron a su habitación, Harry no se sorprendió al ver a los otros
hombres ya allí. Había llamado para hacerles saber que estaban soltando a Louis
y Nick tenía una llave. Todos se levantaron cuando Louis entró en la habitación.
— ¿Estás bien, Six? — Preguntó Digger. Louis
asintió brevemente.
—Entonces —dijo Kelly con una sonrisa— ¿El episodio psicótico es el nuevo
tratamiento prescrito para una de esas cosas?
Louis se aclaró la garganta y se ruborizó.
—Las alucinaciones son una perra cuando te contestan.
Harry puso la mano sobre el brazo de Louis, ofreciendo un
mínimo de apoyo. La mano de Louis tembló mientras colgaba
entre ellos. La cerró para que parara.
—Necesito un cigarrillo o algo así…—murmuró Louis.
—Mi paquete está en los vaqueros —ofreció Harry.
Louis se dirigió a la pila de ropa que Harry se había quitado la noche
anterior. Harry lo reconoció como más que una distracción de la necesidad real de
un cigarrillo. Era algo para hacer por sí mismo, con sus manos y su mente, así
tendría un poco más de tiempo para encontrar la manera de explicar su
comportamiento al resto de ellos.
Se inclinó con cautela, sosteniéndose el costado mientras rebuscaba en los
bolsillos de Harry. Todo el mundo estaba en silencio, esperando, sabiendo que el
silencio haría más para forzar a Louis a hablar que cualquier pregunta. Harry
sonrió. Le gustaba observar la dinámica Sidewinder, porque a pesar de que todavía
se sentía como un poco marginado, también sabía que estaba en una habitación
con algunas de las personas que mejor conocían a Louis. Ya no era el único
presente que le gritaría gilipolleces.
Louis se enderezó con una mueca, una vez que encontró el paquete y el
encendedor. Tenía el ceño fruncido, sosteniendo el trozo de papel arrugado que
Harry había metido esta mañana. Harry tardó un momento en recordar lo que
era. Estaba bastante seguro de que Louis estaba demasiado dopado para
molestarse por ello. Incluso podría encontrarlo divertido. Louis sacó uno de los
cigarrillos del paquete y se lo puso en la boca, luego dejó caer el paquete y sin
decir nada aplanó el papel para leerlo.
Harry estaba esperando que hiciera una broma o un comentario lascivo
sobre alguien dándole un número de teléfono en un bar, por lo que se sorprendió
por el cambio que apareció en el rostro de Louis.
Se sacó el cigarrillo de la boca y lo dejó caer al suelo. Su mandíbula se tensó y sus
ojos duros se precipitaron hacia Harry.
— ¿Qué? —Preguntó Harry.
Louis levantó el papel y lo arrugó en su puño.
— ¿De dónde has sacado esto?
—Ayer por la noche, un tipo me lo metió en el bolsillo.
— ¿Qué tipo? —Exigió Louis. Su voz se había vuelto baja y peligrosa, y
Hannahnzó hacia Harry a través del cuarto, sin hacer caso a los otros hombres,
ya no andaba lento o inestable.
—No lo sé, Louis, un tipo que quería un encendedor…—Harry miró por
encima del hombro de Louis a los demás. Todos estaban cada
vez más inquietos, intercambiando miradas con los ojos abiertos y moviéndose
inquietos donde estaban sentados.
Louis no era por lo general tan abiertamente posesivo o combativo.
Louis no era consciente de la incomodidad en la habitación mientras iba
donde Harry, le acorraló en la pequeña entrada. Levantó el papel.
— ¿Cómo era?
—Louis –dijo Harry suavemente— Es un pedazo de basura en el bolsillo.
Me robó el encendedor y me lo devolvió con esa nota. No es gran cosa, ¿de
acuerdo? Tal vez podamos hablar de ello una vez que los medicamentos
desaparezcan.
Los ojos de Louis destellaron y se apoyó en la pared junto a Harry,
golpeando la palma de la mano y la hoja de papel contra ella. Harry se apartó, los
ojos muy abiertos.
— ¿Cómo era? —Gritó Louis.
— ¡Tomlinson! —gritó Kelly— Tienes que sentarte antes de la morfina
saque lo mejor de ti.
Los ojos de Harry permanecían fijos en Louis. Sacudió la cabeza. Sabía
que Louis no iba a hacerle daño, pero se estaba volviendo embarazoso. Sólo
quería mantener calmado a Louis hasta que las drogas desparecieran.
—Era… rubio. Brit{nico. Ojos azules. No sé, estaba oscuro.
— ¿Se llamaba Liam Payne? —Gruñó Louis.
Harry oyó una inhalación aguda de uno de los otros, y le distrajo lo
suficiente para echarles un vistazo y ver a Nick y Kelly de pie. Se encontró con los
ojos de Louis y asintió.
—Sí. Creo que era su nombre. ¿Cómo sabes eso?
Louis dio un paso atrás y soltó el papel. Revoloteó al suelo a los pies de
Harry. Louis se llevó una mano a la boca y se alejó.
— ¿Liam Payne? —Preguntó Nick, horrorizado— ¿Cómo es posible?
— ¿Quién es Liam Payne? —Preguntó Harry— ¿Cómo lo sabes?
— ¿Cómo supiste que era él, Louis? –Preguntó Owen.
Louis todavía tenía una mano sobre su boca. Cerró los ojos.
—Lo viste, ¿no? —Dijo Nick— En urgencias. Por eso te
volviste loco. Le viste allí.
Louis asintió, con los ojos todavía cerrados.
—Pensé que estaba alucinando…
— ¿Quién es Liam Payne? —preguntó Harry otra vez. Kelly
inhaló profundamente, mirando de Louis a Harry.
—Él era… eh.
—Es un fantasma —respondió Digger— Está muerto.
—Tenemos que salir de aquí —murmuró Louis— Tenemos que salir de la
ciudad…
Harry soltó una risa.
— ¿En serio?
Louis se volvió hacia él.
— ¿Qué más te dijo?
Harry suspiró, demasiado consciente de todos los ojos puestos en él. Se
encogió de hombros.
—Quería fuego. Coqueteó conmigo. No hubo nada.
Louis apretó los dientes, dando un paso más cerca.
—Harry, las palabras que usó. ¿Qué dijo?
Harry frunció el ceño mientras luchaba más allá de la sensación de urgencia
y la confusión de recordar exactamente lo que el hombre le había dicho. Sacudió la
cabeza, distraído por la mirada casi asustada en la cara de Louis.
—Dijo algo sobre querer verme otra vez. –Se detuvo, inhaló
profundamente para armarse de valor contra la reacción de Louis— Sin mi
novio alrededor.
Louis enderezó los hombros y sus rasgos se volvieron más duros, más
peligrosos. Miró por encima del hombro.
—Me dijo que quería venganza. —Miró de nuevo a Harry, el miedo
deslizándose a través de sus ojos— Va detrás de ti…
— ¿De qué demonios estás hablando, Louis?
Louis retrocedió, cubriéndose la cara como si estuviera tratando de
bloquearlo todo y poder pensar con claridad. Esos medicamentos todavía estaban
afectándole y Harry no estaba muy seguro de qué hacer. Ni siquiera estaba
seguro de si esto justificaba el tipo de pánico que se había disparado, pero el resto
también parecía
sorprendido.
— ¿Por qué es este tipo tan temible? —Preguntó Harry, frustrado.
Necesitaba más detalles, no más laberínticas charlas de fantasmas.
Louis se dejó caer en el extremo de la cama y se pasó una mano por los
ojos. Miró a Harry, con la cabeza apoyada en la mano.
— ¿Recuerdas que te conté que entrené con un equipo del SAS?
Harry asintió mientras trataba de recordar. Había sido antes de salir a la
misión en el crucero y Louis había explicado donde había aprendido el acento
británico que había sido obligado a utilizar.
—Liam era el líder del grupo al que nos asignaron. Era un Equipo De
Coalición Hannahnzado.
—Bien…—dijo Harry, todavía confundido. Se sentó en una de las sillas
cerca de la cama, observando el lenguaje corporal de Louis más que cualquier
otra cosa. Su rodilla estaba rebotando, no podía dejar de mover inquieto las
manos, y no miraba a nadie a los ojos.
—Nos emparejaron con los miembros del equipo SAS
—explicó Nick cuando Louis se mantuvo en silencio—. Vivíamos juntos,
comíamos juntos, íbamos a misiones juntos. Dijeron que era una prueba para ver
cómo funcionaría, Integración De Fuerzas Especiales o alguna mierda. Estaban
tratando de formar un Equipo Internacional De Ataque.
Harry miró a los cinco hombres.
— ¿Con el SAS?
Nick asintió.
—Había otros. SEALs y australianos, boinas verdes y canadienses. Dos
meses después descubrimos un topo. Le cazamos como un equipo. Durante
meses.
—Los canadienses son astutos, tío…—murmuró Digger. Harry
puso los ojos en blanco.
—Entonces, si Liam Payne fue el líder del equipo, estaba
emparejado con Louis.
—Sí…—respondió éste de manera cortante. Su rodilla estaba rebotando
más rápido, y tenía las manos entrelazadas entre sus
muslos, tratando de no moverlas.
Harry se quedó mirándolo, esperando a que hiciera contacto visual.
Cuando el silencio comenzó a estirarse demasiado y Louis seguía mirando al
suelo, Harry suspiró.
Conocía el modus operandi de Louis.
— ¿Te enrollaste con él?
Louis finalmente levantó la vista y se encontró con sus ojos. Asintió
bruscamente. Harry no se sorprendió, pero los otros cuatro hombres estallaron
en un coro de shock e ira. Louis hizo una mueca cuando cada uno se expresó.
Kelly y Digger gritaron:
— ¿Qué?
Nick se pasó una mano por el pelo y se dio la vuelta. Harry
alzó la voz para ser escuchado.
— ¿Por qué eso es un problema?
—Porque fue Louis quien disparó al cabrón…—Soltó Owen.
Los ojos de Harry se agrandaron y se quedó sin aliento, incapaz de ocultar
su sorpresa. Louis tenía la mano sobre su boca y sus ojos estaban cerrados otra
vez.
— ¿Louis? —Susurró Harry— ¿Era el topo?
Louis se pasó los dedos por los labios y respiró hondo, con los ojos
todavía cerrados. Finalmente, los abrió mientras asentía.
— ¿Disparaste a un tipo con el que estuviste durmiendo?
—Preguntó Owen, y era difícil saber qué parte le escandalizaba más.
—No es lo que crees…—explicó Louis con voz ronca.
—Jesús…—susurró Kelly. Se hundió en la silla, con el ceño fruncido.
—Eso es frío, tío. Incluso para ti, eso es una mierda
—murmuró Digger. Se paseó hacia el balcón, moviendo la cabeza. Nick seguía de
pie en la pequeña puerta de entrada cerca del baño, de espaldas a ellos. Su cabeza
estaba caída y tenía una mano en la cadera. Los ojos de Harry se sintieron
atraídos por él.
¿Por qué parecía tan traicionado por el conocimiento?
Lo que Louis había hecho era duro, Harry no se hacía ilusiones al respecto. Pero
no necesariamente le molestaba. Sabía cómo se sentía Louis sobre la
traición, y era un hombre peligroso, rápido en actuar y rara vez miraba atrás.
Nick y los demás tenían que saberlo también.
Una vez que Louis se encendía, tu tiempo había terminado.
Nick finalmente levantó la cabeza, pero no se dio vuelta.
—Le diste en el centro del pecho…—dijo, en voz baja.
Louis se volvió, pero Harry no podía ver su expresión mientras miraba
la espalda de Nick. Todo su cuerpo temblaba, y Harry se preguntó si era por
los medicamentos, los nervios, o ambos.
Nick se volvió hacia él, con aspecto sombrío.
—Disparaste al centro del pecho desde seis metros, pero no diste a
ningún órgano vital.
— ¿Cómo sabes eso? —Preguntó Kelly.
—Porque escribí el informe —gruñó Nick. Señaló con el dedo a Louis—.
Fallaste a propósito.
Louis le miró fijamente, sin moverse. El temblor se había
detenido casi como si Louis le hubiera dado a un interruptor.
Nick dio un paso.
—Le ayudaste a escapar. ¿No es así? Es por eso que sabes que está vivo.
Louis vaciló antes de dar una breve inclinación de cabeza. El
grupo entró en erupción con otra ronda de protestas.
Nick se pasó las manos por el pelo y se dio la vuelta de nuevo.
—Fallaste en el centro de su cuerpo para ayudarle a escapar y tú fuiste el
único que lo cubrió.
Harry se puso de pie, con la intención de tratar de calmar las emociones
que podía ver bullendo, pero el movimiento agitó la habitación. Louis se levantó
con él, dando un paso hacia Nick. Pero Nick se dio la vuelta cuando le sintió
detrás, lo agarró por la pechera de la camisa, y lo estrelló contra la pared.
— ¡Hey! —gritó Harry, dando un paso para interceder. Kelly le agarró del
brazo y lo mantuvo a raya, dándole palmaditas en el pecho como si calmara un
perro.
Nick gruñó en la cara de Louis.
— ¡Me aseguraste bajo juramento que no tenías nada que ver con eso, Louis!
—Eso hice…–dijo Louis entre dientes. Empujó a Nick por el pecho,
obligándole a soltarlo.
Kelly dejó ir a Harry. Su voz era severa.
—Ayudaste a escapar a un traidor.
Louis echó un vistazo a todo el mundo antes de encontrarse con los ojos de
Nick de nuevo. Cuadró los hombros y levantó la cabeza, preparándose para lo
peor.
—Sí. Sí, lo hice.

* *
2000. Localización clasificada

— ¡Todo este tiempo! –Gritó Louis mientras caminaba por la habitación.


Estaba demasiado enojado para estarse quieto. Agarró su arma con tanta fuerza
que sus nudillos se pusieron blancos.
—Louis, sé que est{s enojado, pero…
— ¿Enojado? ¡Liam! ¡Esto está más allá de enojado!
Liam asintió y dio un paso a un lado.
— ¡Deja de moverte! —Gritó Louis. Levantó su arma y apuntó a la cabeza
de Liam.
Liam se detuvo y se quedó mirando, se encontró con los ojos de Louis sin
pestañear.
— ¿Tienes la intención de dispararme, Louis?
—Hemos estado buscando a este topo durante meses…—dijo Louis con los
dientes apretados.
—He estado a tu lado.
— ¡Eres un traidor!
—No, no lo soy. No para ti —dijo Liam, manteniendo la calma frente a la
rabia cada vez mayor de Louis—. Y no para ellos.
Louis sacudió la cabeza.
—Nunca te he traicionado, compañero. Sólo estoy haciendo mi trabajo.
—Yo también.
—Si dejas que me explique.
Louis gruñó, apretando la pistola.
—No quiero oírlo, estoy cansado de los juegos de espionaje.
—Eso es divertido, Louis, porque eres uno de los mejores
jugadores que he visto en mi vida.
—Lo mismo digo –gruñó Louis.
Liam asintió, inhalando profundamente.
Louis apenas podía mirar al hombre a los ojos y bajó la pistola por temor a
dispararle en la cara sólo para borrar esa mirada herida.
—Bien. Explícate. Hazlo rápido.
—El NIA me plantó aquí.
— ¿El NIA? ¿Te piensas que soy estúpido?
—Louis, creo que eres todo lo contrario.
—El NIA es una vieja tía desdentada en el sótano de la CIA. Ellos no se
involucran en esta mierda.
—No lo hicieron. Están siendo militarizados. Están echando mano del
personal militar que ya tienen para construir su base. El NIA me sacó del SAS y
me reclutó para operaciones militares que no podía hacer su propia gente. Sé
que sabes sobre esto, porque trataron de meterte también.
Louis apretó los dientes, luchando por no reaccionar a ese conocimiento.
Durante meses, Chas Turner había intentado reclutarlo para la primera oleada de
operaciones militares encubiertas de la Agencia Nacional de Inteligencia, pero Louis
nunca se lo tragó. Había trabajado en unas pocas misiones y se había convertido
en una valiosa pieza de artillería, pero recibía órdenes del Cuerpo De Marines, no
de los trajeados del NIA.
—Me pusieron aquí para alimentar con información falsa a la oposición.
— ¿Por qué? —Preguntó Louis.
Liam se humedeció los labios.
—Tengo familia en Rusia. Crearon un pasado en la KGB que
podría ser explotado, y esperaron a que alguien lo encontrara y me contactara.
—Eso es débil, Liam.
—Funcionó, no obstante. He estado transmitiendo información falsa
durante meses. No soy tu enemigo.
El arma bajó mientras Louis se quedaba mirando el Sargento SAS al que
había llamado amigo y amante durante los últimos meses.
—Cada día me has mirado a los putos ojos y me has mentido.
—Nunca he mentido.
— ¡Gilipolleces! —Louis levantó el arma de nuevo y la apuntó con total
frustración.
— ¡Gilipollas obstinado! Escúchame. ¡La vida no es blanca y negra! Lo
sabes mejor que nadie. Yo no soy el malo.
Louis se dio cuenta que estaba casi hiperventilando. Estaba tan lívido
que los bordes de su visión empezaban a desdibujarse.
Liam continuó hablando, con voz suave y baja, como un hombre que
trataba de calmar a un animal salvaje.
Lo había hecho antes, le había calmado y persuadido de volver a la cordura.
—Ahora escucha, necesito su ayuda. Si se corre el rumor de que el espía
ha sido erradicado y eliminado, las fuerzas insurgentes tratarán de sacarme. Yo
no sé tú, pero yo no quiero ese tipo de regreso a casa. Si no me pueden extraer y
no oyen de mi muerte, sabrán que todos esos mensajes eran falsos. Costará
vidas. Muchas vidas.
— ¿Me estás pidiendo que no te entregue?
—No. Te estoy pidiendo que vengas conmigo.
— ¿Ir contigo?
—Tengo que fingir mi muerte, lo he sabido todo el tiempo. Siempre fue la
única estrategia de salida. Pero entonces llegaste y...—Se lamió los labios,
haciendo una mueca. Suspiró y dejó caer sus manos— Estoy enamorado de ti,
Louis…
Louis dio un paso involuntario hacia atrás, la boca abierta y jadeando
en busca de algo que decir y casi tropezó con un par de botas. Liam le siguió y
Louis levantó el arma de nuevo con manos inestables.
Liam notó el temblor y sacudió la cabeza.
—Esta noche te necesito estable, cariño.
—No.
—Ayúdame a morir esta noche. Luego, puedes venir conmigo,
empezaremos de nuevo en algún lugar.
Louis sacudió la cabeza sin palabras.
—Te estoy ofreciendo la oportunidad de una vida sin órdenes, sin reglas,
sin ser un peón en el juego de otra persona.
—Nunca hemos sido peones.
— ¿No? Tu nombre en clave es Torre. No te equivoques, sólo eres un
jugador en un juego. Como yo.
Louis le miró, luchando por calmarse. Liam estaba con las manos a los
costados, sin amenazar y serio.
—Vamos a huir, Louis. Ven conmigo. Nos enterraremos y empezaremos
de nuevo. Sin nada que hacer excepto tumbarnos en una playa todo el día,
beber y follar.
Louis no podía responder, aún se debatía entre la conmoción y la ira.
—Sí –se burló—Beber, follar y huir del NIA.
— ¡Maldito bastardo testarudo! —Gritó Liam, su fachada, finalmente,
rompiéndose— ¡Te estoy diciendo que te amo! ¡Tenemos la oportunidad de
dejarlo y huir, y quiero que vengas conmigo!
—Liam —dijo Louis cuando la desesperación y la incertidumbre
comenzaron a filtrarse.
—Está bien. ¿Todavía quieres servir? Estoy en el juego. Ven conmigo al
NIA –intentó Liam— Seríamos imparables.
— ¿Cómo?
—Disparamos. Tú me derribas, yo te disparo en una pierna, te hace no
apto para el servicio en el Cuerpo.
— ¡No voy a dispararte! ¡Y seguro como la mierda que no vas a
dispararme!
— ¡Te acuchillaré entonces! Ven conmigo, Louis.
Louis tomó una bocanada temblorosa, no se permitió reflexionar sobre la
posibilidad o incluso tener la tentación de desertar.
—No puedo.
La máscara de Liam se rompió, y Louis pudo ver el dolor en sus ojos azul
claro. Lo reconoció porque lo había estado sintiendo desde que había descubierto
que Liam había estado usando su autorización para transmitir en la frecuencia CB
a los rebeldes que estaban monitoreando. Louis apretó los dientes. Había pensado
que Liam era un traidor, y aunque se sentía aliviado de estar equivocado, parecía
que lo perdería de todos modos. Por primera vez, la incertidumbre comenzó a
roerle por dentro.
Liam se sacudió, recuperándose más rápido de lo que Louis había sido
capaz de hacer.
—Si no tienes la intención de venir conmigo, ¿me ayudarás? ¿Te reunirás
conmigo más tarde?
— ¿Cómo?
Liam sacudió la cabeza con tristeza, con las manos aún extendidas
a los costados.
—Tienes que dispararme. Y tiene que ser ahí, en las áreas comunes, para
asegurarse de que no estás en peligro y extender los rumores.
Louis sacudió la cabeza, su voz áspera.
—No puedo hacer eso…
—Puedes.
—No puedo dejar que te vayas así.
Liam le dio una débil sonrisa.
—Oh, cómo me gustaría que quisieras decir eso como suena, cariño —
Dio un paso hacia la puerta.
—Deje de moverte…
—Oblígame, Louis. —Liam dio otro paso hacia atrás y puso su mano en el
picaporte—Tú y yo sabemos que no puedes derribarme sin un arma, y no me
dispararás ni siquiera cuando te lo pido.
Louis respiró hondo.
—Liam. Ya se nos ocurrirá algo más. Por favor, no te vayas.
— ¿Por qué no? ¿Me echarías de menos?
Louis le miró a los ojos y asintió bruscamente.
—Sí, lo haría.
—Entonces dime por qué no debería irme. —Se miraron el uno al otro. Liam
dio un paso atrás— O mejor aún, ven conmigo y dímelo todas las noches.
El corazón de Louis golpeó, la sangre corría por su cuerpo y se sintió
ligeramente mareado.
—Si no me sigues y me disparas en alguna parte que se vea como un
disparo mortal, voy a ir a buscar a alguien que lo haga. Una persona sin tu
puntería.
Louis entrecerró los ojos.
—Podrían matarme si fallan…—Liam se volvió y desapareció por la
esquina.
Louis enfundó su arma y corrió tras el hombre, sabiendo que Liam haría
exactamente lo que había amenazado. Lo alcanzó en la cantina. Estaba llena de
soldados, riendo y comiendo, jugando al billar y a los dardos, relajándose
después de un largo día de entrenamiento.
— ¡Sargento Payne! —Gritó Louis.
Liam se detuvo al otro lado de la sala, volviéndose para mirarlo a
los ojos.
La sala se calmó poco a poco, confundida por sus posturas
combativas.
Liam echó un vistazo a sus compañeros de armas. Louis entendía ahora
que Liam siempre había tenido la intención de dejarlos, había sabido siempre que
como espía entre ellos le dispararían y matarían. Ellos nunca sabrían lo que había
hecho por su seguridad, lo que había sacrificado, y Liam lo había sabido todo el
tiempo.
Louis se enfadó más a medida que la confusión disminuía.
¿Quién coño tenía el derecho de pedirles que fuera así? ¿Quién decidía que era su
trabajo sacrificar sus vidas?
Liam le miró expectante, rogándole en silencio que anunciara que era un
traidor, que recurriera a él. Un murmullo de confusión y diversión comenzó a
alzarse en la cantina.
Louis no podía pronunciar las palabras. Se atascaron en la garganta.
Su mano no iba a alcanzar su arma. Sacudió la cabeza, incapaz de alcanzar a
Liam cuando más lo necesitaba.
Liam articuló las palabras.
—Por favor…
Louis apoyó la mano en su arma. Su cuerpo estaba frío por todas partes y
la mano le temblaba.
De ninguna manera podría disparar. Fallaría y le mataría.
Liam bufó y observó a Louis con fríos ojos azules. Sacó su pistola.
Conmoción y alarma recorrieron a los soldados y marines mientras Liam
apuntaba a Louis.
—Te dispararé, Louis…—murmuró Liam.
Louis se quedó helado al ver la verdad en los ojos del hombre, y sin
embargo, seguía sin poder sacar su propia arma.
Si tenía que morir, quería a alguien digno de realizar el disparo mortal.
Liam disparó y la bala le atravesó el hombro izquierdo. Gritó y se tambaleó
hacia atrás, luchando contra la conmoción para darse cuenta de que si no
disparaba a Liam, alguien más en la habitación lo haría. Sacó la pistola de servicio,
y sin tomarse el tiempo para pensar, sin dejar que sus nervios controlaran sus
manos, disparó dos veces al pecho de Liam.

* *

— ¿Le disparaste porque te lo pidió? —Preguntó Harry. Nick soltó la


camisa de Louis y retrocedió. Todos jadearon.
—Técnicamente, le disparé porque él me disparó…—Louis presionó su
espalda contra la pared. Respiraba con dificultad, como si esperara que uno de
ellos fuera a por él otra vez. Se veía acorralado.
Harry sabía lo que le pasaba a Louis, y a las personas a su
alrededor, cuando estaba acorralado. Se movió hacia adelante, pasando
junto a Nick.
—Tienes que sentarte…—dijo en voz baja.
Louis asintió, tomando una respiración profunda. Cerró los ojos con Harry,
negándose a mirar hacia otro lado cuando éste colocó una
mano en su hombro.
— ¿Si te pidió que le dispararas, por qué iba a estar aquí por venganza?
¿Por qué tienes miedo? —Preguntó Owen.
Louis se aclaró la garganta, dando un paso hacia la cama y luego
retrocedió y pasó ante Harry. Se encontró con sus ojos de nuevo brevemente y
luego volvió de nuevo a la cama.
Nick lo agarró por el brazo para detenerlo.
—Contéstale.
Louis volvió a respirar hondo.
—Lo siento…—susurró.
— ¿Por qué? —Preguntó Nick.
Louis se aclaró la garganta y miró a su alrededor. Tiró suavemente para
soltarse de la mano de Nick. Se sentó con fuerza.
—Liam es la razón por la que los Sidewinder fueron licenciados.
Un coro de preguntas y quejas se alzó, pero todo lo que Harry podía hacer
era mirar la línea de los hombros de Louis mientras se inclinaba hacia adelante y
apoyaba la cara entre las manos.
De repente, parecía un hombre que había estado cargando un gran peso, y Harry
sabía que había otros secretos que llevaba, secretos tan grandes como éste. Secretos que
pesaban sobre él de una forma que nadie podía entender con sólo mirar su fachada.
Nick dio un paso hacia el centro de la habitación, levantando las manos
para calmar a los otros tres. Se volvió hacia Louis y se arrodilló delante de él.
—Cuéntanos lo que pasó. Por favor, Louis. Es obvio que te has estado
guardando esto para ti mismo, es el momento de confiar en nosotros.
Louis se enderezó, con las manos sobre las rodillas. Miró a Nick.
—Una vez que le declararon muerto y se recuperó lo suficiente como para
moverse, creo que Liam movió los hilos con el NIA. Los convenció de que
seríamos un buen activo, todo el equipo, que podríamos ser activos militares para
el NIA como había sido él.
— ¿NIA hizo un trato con el Cuerpo De Marines? —Preguntó Kelly.
Louis asintió, parecía enfermo.
—Lo intentaron, por lo que fui capaz de reunir. Nunca me dieron la
información completa, pero sí sé que íbamos a ser liberados bajo el marco de la
Agencia Nacional de Inteligencia para ser utilizados como parte de un nuevo brazo
ultra-militarizado de la CIA. Hubiéramos tenido que saltar cada vez que
llamaran. Ya no habríamos sido marines de verdad, habríamos sido fantasmas con
uniformes de marines. Cuando se me informó de las órdenes, yo… yo me negué.
— ¿Hablaste por todo el equipo? —Preguntó Harry.
—Sí, lo hice.
— ¿Me estás diciendo que fuiste expulsado del cuerpo por tener una
discusión con un amante? —Gruñó Owen.
Louis se puso de pie, mostrando los dientes como un animal. Nick se
mantuvo junto a él, logrando evitar que Hannahnzara por los pelos. Lo empujó de
vuelta a la cama. Louis rebotó en el colchón, se agarró el costado y gruñó.
— ¡Mierda, lo siento! —Dijo Nick. Acarició la cabeza de Louis, pero
mantuvo su cuerpo entre él y Owen—¿Por qué Payne volvería aquí en busca de
venganza?
—No lo sé, pero eso es lo que me dijo en el hospital. Su plan era que me
uniera a él. Elegí el Cuerpo, a todos vosotros, por encima de él. Sólo puedo
imaginarlo…
—Y ahora que estás aquí con Harry —añadió Nick— Qué es el compañero
que nunca dejaste que fuera él.
El estómago de Harry se revolvió al escuchar a alguien decir eso.
Probablemente debería haber estado avergonzado por sentirse emocionado por
las palabras, pero no lo estaba.
— ¿Entonces crees que está aquí en Nueva Orleans, asesinando gente porque
está enojado contigo? —Preguntó Kelly— ¿Por qué?
Louis sacudió la cabeza.
Digger se levantó y se encaminó hacia el balcón.
—Esto explica muchas cosas. Siento que acabo de terminar un crucigrama.
— ¿Cómo sabes lo que se siente? —Preguntó Kelly.
—No lo sé.
Kelly bufó.
—Por eso nos pagaron, para guardar silencio sobre el NIA. Y por eso nos
dieron esos términos de jubilación…—dijo Owen—Por Dios, Louis, ¿por qué no
nos dijiste nada de esto?
—Era Alto Secreto—respondió Louis. Sonaba y parecía
agotado— No podía…
Harry dio un paso adelante, con el ceño fruncido.
— ¿Qué términos?
Todos se volvieron para mirarlo, como si se hubieran olvidado que estaba
allí.
— ¿En serio? —Espetó Owen. Miró de Harry a Louis— ¿Hablas de lo
mucho que amas a este tipo y ni siquiera se lo has dicho?
Louis le apuntó con el dedo y gruñó:
—Cállate…
— ¿Decirme qué? —preguntó Harry con cautela. Owen le
miró, frunciendo los labios.
—Pregúntele a tu novio. Él es el que tiene todos los secretos.
Nick se dirigió hacia Owen y le empujó por el hombro.
—Johns, cierra el pico.
Pero Harry volvió su atención a Louis. La expresión del rostro de su
amante no hizo mucho para disipar el repentino ataque de nervios.
— ¿Louis?
Louis se puso de pie. Sus manos se apretaron en puños mientras miraba
de Harry a Nick. Nick asintió.
— ¡Cuéntaselo, Tomlinson! —Gritó Owen. Nick empujó a Owen contra
la pared y le apuntó con un dedo a la cara, siseando.
—S{calo de aquí…—gruñó Louis. Nick agarró el hombro de Owen,
pero el hombre se liberó.
—No tienes que decírmelo dos veces. Me largo…—Salió corriendo,
dejando que la puerta golpeara detrás de él.
Nick cuadró los hombros, recuperando su actitud de calma con una
velocidad impresionante. Les dirigió una última mirada, luego se dirigió hacia la
puerta. Kelly y Digger le siguieron murmurando
Adiós a Harry mientras pasaban.
Tan pronto como la puerta se cerró, Harry oyó a Owen gritando en el
pasillo. Se volvió hacia Louis, sin embargo.
— ¿Qué diablos está pasando?
—Harry…—dijo Louis, su voz ronca. Se aclaró la garganta. Parecía estar
luchando por encontrarse con los ojos de Harry— Hay algo… algo que te he
estado ocultando.
El estómago de Harry giró.
—Creía que habíamos terminado con los secretos…
Louis sacudió la cabeza, parecía enfermo.
—Este no.
Harry respiró hondo, tratando de llegar a un acuerdo con el destello
de miedo en los ojos de Louis.
—Entonces dime.
Louis luchó por encontrarse con los ojos de Harry mientras
empezaba a hablar.
—Nunca fui licenciado por completo de los marines.
Harry soltó una risa.
—Estás tan lleno de mierda…
—No estoy bromeando, Harry.
La sonrisa de Harry cayó y se dio un paso hacia Louis.
— ¿De qué estás hablando?
Louis vistazo a la puerta.
—Los chicos y yo... el equipo. Todavía estamos unidos a los marines.
Harry le miró, con la boca abierta.
— ¿Qué?
Louis se pasó una mano por el pelo.
—Sucede con muchos equipos de Operaciones Especiales; los militares en
realidad nunca nos dejan ir. Estamos demasiado altamente capacitados,
demasiado dinero y tiempo puesto en nosotros. Y los términos que firmamos
cuando nos licenciaron nos obligan a volver si nos lo ordenan. Si nos quieren de
vuelta…
— ¿De qué diablos estás hablando?
—Harry...
—No, Louis, quiero decir... ¿De qué diablos estás hablando?
—Nunca fui licenciado de los marines. Los Sidewinder no se disolvieron, a
pesar de que los papeles oficiales citaron desobediencia como el motivo de la
salida. Sólo… nos pusieron en la reserva debido al alboroto que hizo el NIA.
Aceptaron mi negativa de las órdenes y lo usaron como excusa para enfriarlo
todo.
Louis parecía lleno de nervios y a la vez aliviado de haber dicho las
palabras. Harry intentó hablar, pero no salía nada. Dio un paso atrás y se llevó la
mano al estómago, sentía náuseas y mareos.
Después de unos momentos de silencio tenso, Louis se acercó más.
— ¿Harry?
—Estás diciendo que todavía eres un marine…
—No técnicamente. Algo parecido.
—No puedes ser algo parecido a un marine, Louis. ¡O lo eres o no lo eres!
Louis levantó una mano para calmarlo, pero Harry la apartó de un
manotazo.
— ¡Todavía eres un marine! ¿Me estás diciendo que cualquier día, podrías ser
llamado de nuevo al servicio y tendrías que ir a dar saltos con tu bolsa y estar fuera
durante meses en primera línea?
—Estas molesto…
— ¡Tienes toda la razón estoy molesto! —Rugió Harry— Para eso estás
preparado, ¿verdad? La bolsa en el armario, sales a correr todas las mañanas.
¿Cuándo coño planeabas decirme esto?
—Yo… tenía la esperanza de que no lo necesitaría. Los contratos
vencen en diciembre.
Harry bufó con disgusto.
—Jesucristo, Louis.
Louis levantó ambas manos.
—No es como si fuera algo que pudiera ir por ahí diciendo a todo el
mundo.
— ¡No soy todo el mundo!
— ¡Lo sé! Pero Harry, no hay nada que podamos hacer al respecto.
— ¿Y eso hace que esté bien que no me lo dijeras?
Louis sacudió la cabeza.
—Dame detalles…—exigió Harry.
—No puedo contarte más. Se suponía que no podía contártelo.
—Joder que no puedes. Estás ahí diciéndome todavía eres un puto
marine, que tú y tu equipo todavía est{is en algún tipo de puto…
—Harry, cálmate.
Harry dio un puñetazo en la pared. La sangre rugía a través de sus oídos
y tuvo que gritar para escucharse a sí mismo.
— ¿Llevo viviendo contigo un año y no puedes decirme más?
—Estoy…
— ¡Gilipolleces!
— ¡No puedo decírtelo, Harry! —Gritó Louis—. ¡Dios! ¡Lo que ya te he
dicho podría hacer que me arrojaran a los Barracones Disciplinarios en
Leavenworth! ¿Lo entiendes? ¡Todavía estoy sujeto a las leyes y códigos de
conducta del USMC!
Harry se pasó las manos por el cabello.
—Y, francamente, Liam Payne me asusta más en este momento que los
secretos que te he estado ocultando.
— ¿Hay más? —Preguntó con sarcasmo Harry.
Louis vaciló y Harry captó un destello de culpabilidad en sus ojos.
—Oh, Dios mío…—susurró Harry— Hay más. ¿Hay algo peor que esto?
—Harry…
—Dime qué más ocultas…
Louis levantó la cabeza y se puso derecho, sus fosas nasales
dilatadas.
—No.
Harry se lo quedó mirando. Su corazón latía con fuerza. Había sabido que
tenían secretos entre ellos, cosas que no estaban dispuestos a compartir. Habían
hablado de esas cosas, piezas oscuras de su pasado que preferirían no sacar de la
caja.
Pero Harry nunca había esperado que los secretos de Louis fueran algo que pudiera
hacerle daño. Herirlos a los dos.
Harry estudió a su amante, dejando que se asentara la verdad en algún
lugar profundo dentro de él.
—Dime, dime todo lo que necesito saber.
Los músculos de la mandíbula de Louis saltaron, pero se quedó tenso y
recto, mirando a Harry. Cuando habló, sin embargo, salió roto.
—No.
Harry apretó los dientes y golpeó la palma contra la pared.
— ¡Dime la verdad o me voy!
Louis tragó con fuerza, pero era obvio que estaba sopesando si debía o
no hablar.
— ¿De verdad tienes que pensar en ello? —Harry se apartó de Louis,
incapaz de apartar los ojos de él, incluso mientras el dolor se retorcía en el
pecho como un cuchillo— Creo que finalmente encontramos una de las cosas
más importantes para ti que yo…
La cara de Louis se endureció.
—Sabes que no es verdad.
— ¡Que te jodan, Louis! ¡Siento que no sé una maldita cosa!
—Harry le apuntó con el dedo— Te digo que me voy y ¿tienes que pensar en
ello? Joder. ¡Que te jodan!
Louis tomó una respiración profunda, pero no ayudó a la fuerza de sus
palabras cuando trató de hablar.
—Si te lo dijera... Me temo que te irías de todos modos.
Harry levantó las manos.
— ¿Qué puedes perder?
La mandíbula de Louis se tensó. Harry contuvo el aliento, esperando,
dándole una última oportunidad para despejarlo, incapaz de imaginar que podría
haberle estado ocultando que tuviera tanto miedo de admitir.
Louis sacudió la cabeza y apretó la mandíbula.
Harry dio un paso atrás. Estaba destrozado por haber sido
rechazado. No tenía ni idea de a dónde ir desde aquí.
Sólo se le vino un lugar a la mente, un lugar al que retirarse de la pared de
piedra que Louis acababa de levantar. No era sólo una pared para proteger a Louis
o sus secretos. Era una pared para proteger los
secretos de Louis de Harry.
Se dio la vuelta y cogió el paquete de cigarrillos y el encendedor del suelo.
Pasó junto a Louis mientras se dirigía a la puerta.
—Harry…
Se volvió.
—Hay un hombre por ahí que quiere hacerte daño. Y es bueno. Por favor,
no te largues solo…
—Vete al infierno, Louis…—gruñó Harry, abrió la puerta de golpe y salió.
Capítulo 6

Nick estaba esperando cuando se abrió la puerta, pero Harry pasó junto a
él cuando trató de detenerlo. Tuvo que correr para mantener el ritmo de los pasos
airados de Harry, y se sintió como un cachorro saltando junto con su amo
mientras trataba de mantenerse al lado del hombre que bajaba por el pasillo.
—Sé que estás enojado, hombre, yo también. Pero Louis guarda secretos,
eso es lo que hace. Eso es para que lo que está entrenado.
—No tienes que defenderlo…—gruñó Harry— ¿Eso es lo que has hecho
durante veinte años? ¿Defender a Louis? Debes estar malditamente agotado…
—Sí, m{s o menos…—Nick alargó la mano y tomó el brazo de Harry—
¿Irías más despacio? Jesús.
Harry se detuvo y se volvió hacia él. Nick podía decir que tenía unos dos
segundos para presentar su caso.
—Mira, no voy a entrar en esto, ¿vale? Cualquier cosa que dijera allí, es
entre tú y él. Pero conocí a Liam Payne. Y si Louis dice que está tratando de
hacerte daño, yo le creo. No vayas por ahí solo sólo porque estás cabreado.
Harry puso los ojos en blanco y resopló. Nick apretó con más fuerza el
brazo de Harry, con tanta fuerza que Harry lo miró fijamente.
—Imagina que estás ahí fuera en esta ciudad, y Louis está
cazándote —dijo Nick.
Las fosas nasales de Harry se dilataron y sus ojos se
oscurecieron.
—Ahora imagínalo más inteligente. Más rápido. Imagínalo más implacable y
con menos que perder. Ahora imagina a ese Louis, quiere venganza. No sé a ti, tío, pero
a mí eso me asusta bastante.
Harry tragó saliva. Pareció enfadado un momento, pero luego
asintió.
—Entiendo tu argumento.
— ¿Me dejas que vaya contigo?
Harry se quejó y miró por el pasillo a la puerta de su habitación.
—Déjame seguirte entonces –intentó Nick—. Nunca sabrás que estuve
allí y te vigilaré tus seis mientras haces lo que sea que necesites hacer para
enfriarte.
Harry se rió y finalmente apartó el brazo de las manos de Nick.
—Sólo déjame en paz, ¿de acuerdo?
Se alejó antes de que Nick pudiera discutir. Nick se quedó allí le observó
irse durante unos segundos, desgarrado. Confiaba en Louis cuando decía que
Harry era el objetivo, pero no podía y no quería seguir al hombre si Harry se
negaba a permitirlo. Se libraría de él con facilidad, y al final Harry era responsable
de su propia seguridad.
Se dio la vuelta y se dirigió por el pasillo a llamar a la puerta de Louis.
Louis abrió casi inmediatamente. Nick negó con la cabeza en
respuesta a su mirada inquisitiva.
—Maldita sea…—escupió Louis. Se pasó las manos por el pelo y se paseó
por la habitación.
Nick abrió la puerta para Kelly y Digger, que habían estado fuera, a la
espera de ver lo que sucedería a continuación. Owen se había ido. Se metieron
en la habitación de Louis, reuniéndose a su alrededor.
— ¿Qué hacemos? —Preguntó Digger.
Louis tenía las manos en las caderas y la cabeza baja. Se veía pálido y
demacrado, y Nick pudo ver que no estaba funcionando a toda máquina
todavía.
Pero los años de entrenamiento les habían obligado a buscarlo a él primero.
Louis sacudió la cabeza.
—Yo… no lo sé…
Nick lo miró durante un largo momento, y cuando se hizo evidente que
Louis no estaba funcionando, Nick se aclaró la garganta.
—Podemos salir de la ciudad. Pero tengo el presentimiento de que Payne
no está aquí porque no pueda encontrarnos en casa. Está
aquí porque nos quiere a todos juntos. Nos quiere aquí. Y sabía que estaríamos
aquí.
Kelly se encogió de hombros.
—Estoy de acuerdo, pero ¿cómo?
—Sánchez –dijo Digger— Sabía que nos juntaríamos para el cumpleaños
de Sánchez.
—Lo que significa que también tiene los recursos para saber que Eli está
muerto, y que Digger está confinado en el estado…—murmuró Louis— O está
en viaje de negocios de la compañía o está usando esos recursos y ha salido de
la reserva.
— ¿Qué tiene que ver con la bolsa gris-gris? —Preguntó Digger —
¿De verdad crees que mató a esa chica anoche?
Nick frunció el ceño. Louis hizo una mueca y se encogió de
hombros.
—Entrar furtivamente como criada y dejar las toallas en la cama es un
poco descuidado para Payne…—dijo Kelly.
Louis levantó una mano.
—Nos estamos dispersando…—Se frotó la cara, masajeando entre sus
ojos.
— ¿Por qué acercarse a Harry primero? —Preguntó Digger— No podía
saber que encontrarías esa nota, o que Harry te contaría lo de verle. ¿Cuál es su
juego?
—Todo es un juego para él. Es como el ajedrez.
—No juegas al ajedrez…—dijo Nick.
— ¡Sí, gracias! —Ladró Louis. Nick
se encogió de hombros.
—Tenemos que ocuparnos de esto, aquí, en este momento
—dijo Louis— Ya que estamos todos juntos….
Nick asintió. Sabía que no podría sentirse seguro regresando a Boston con
un hombre como Liam guardando rencor.
— ¿Qué hay de Harry?
Louis vaciló, respirando más rápido.
—Le enviaré a casa…
— ¿Va a escuchar?—Preguntó Kelly, dudoso— Es bastante comprensible
que esté enojado.
Nick resopló.
—Louis. No va a dejarte aquí, en peligro, incluso si está cabreado contigo. Incluso
yo lo sé.
Louis se pasó una mano por los ojos de nuevo.
—Tienes razón…
—Tenemos que traerlo de vuelta…—dijo Nick— Usarlo como nuestro
sexto.
— ¿Está preparado para eso? —Preguntó Digger. Louis se
enderezó y lanzó una mirada a Digger.
—Le confío mi vida todos los días. Está preparado para cualquier cosa que
le arrojemos.
Digger frunció los labios.
—Bien. Entonces a buscarlo.
Louis gruñó.
—Y vosotros dos id a buscar a Owen y arrastrar su culo de vuelta aquí.
Kelly y Digger asintieron y se giraron, casi sincronizados en sus
movimientos. Había algo cómodo en hundirse de nuevo en la uniformidad, en
esa cadena de liderazgo y confianza.
Nick observó a Louis hurgar en los pantalones vaqueros de Harry, en
busca de algo.
— ¿Y yo?
—Quédate aquí. Si alguien no está de vuelta en una hora eres la
caballería. Enciende el GPS de seguimiento en los teléfonos.
—Genial…
Louis se puso de pie, sosteniendo una chapa de sobriedad de bronce. El
padre de Nick tenía docenas de ellas en un cajón en casa.
— ¿Harry?
Louis asintió, con aspecto sombrío y angustiado.
—Podría necesitarla…
— ¿De verdad? ¿Tan rápido se rinde?
Louis le miró un momento, pero luego tragó con fuerza.
—No…–susurró— No, no lo hace. —Se dirigió a la puerta y estaba casi
fuera de la habitación cuando Nick le llamó.
— ¡Coge la chapa!
Louis maldijo y regresó a su maleta para rebuscar en ella.
— ¿Seguro que estás bien para hacer esto? Puedo ir yo y traerlo de vuelta.
No he estado con un goteo de morfina durante todo el día y no está tan cabreado
conmigo como contigo.
Louis comprobó el cargador de su arma de servicio y la cargó, luego la
metió en la parte trasera de sus pantalones y la cubrió con su camisa de franela.
Nick le observó con una creciente sensación de inquietud. Sus
movimientos no eran medidos, su mente estaba en otro lugar.
—Louis…—susurró.
Louis se limitó a sacudir la cabeza.
—Louis, no estás preparado…
—Lo estaré…—gruñó Louis— Unas pocas horas para que
despejar los medicamentos y estaré bien…
—Louis, te lo digo como amigo. No estás listo, medicamentos o no.
Louis se volvió para mirarlo a los ojos.
—Liam Payne. Él es la única persona que conozco que era tan bueno
como tú. Y ahora mismo, es mejor que tú.
Louis respiró con dureza y apartó la mirada.
—Lo sé —dijo, dirigiéndose a la puerta— Siempre lo fue.

* *
No había manera de encontrar un lugar tranquilo en el Barrio Francés,
sobre todo cuando la mitad de los juerguistas llevaban enormes sombreros de
Pascua, orejas de conejo y capas de cuentas.
Harry se había desviado hacia las afueras del Barrio, en busca de un
terreno familiar. Sus pasos trataban de seguir los del pasado, tratando de
encontrar ese pequeño bar que Kendall y él habían visitado hacía mucho tiempo.
Sin embargo, su memoria no le llevó allí, por lo que se conformó con una
pequeña taberna en una calle
lateral con mesas vacías.
Su mente estaba dando vueltas, hirviendo, repitiendo la mirada en los ojos
de Louis cuando se negó a decirle a Harry lo que se estaba guardando.
Llevaban viviendo juntos durante un año. Amantes durante casi dos. Compañeros
más que eso. La idea de que Louis hubiera sido capaz de esconderle algo de él, con tan poco
esfuerzo, era asombroso. Y podía sentir que había algo peor, al acecho.
Este asunto con Liam Payne era sólo parte del mismo.
Cuando llegó al bar, todo su cuerpo temblaba de rabia y
adrenalina. Ordenó un whisky y tomó el vaso para sentarse en la
mesa de la esquina.
Lo colocó frente a él.
Un reto. Una prueba de lo lejos que había llegado.
Había hecho todo en el último año por Louis, tratando de ser digno,
tratando de ser un hombre mejor y más saludable. Había luchado contra la
abstinencia que había sacudido su cuerpo y la necesidad empalagosa que llenaba
su mente cada mañana cuando se despertaba, todo para demostrarse a sí mismo
que merecía ser feliz, que merecía el amor de Louis.
¿Acaso Louis había valido la pena?
Se quedó mirando el vaso de whisky, dejando que la atracción se
envolviera alrededor sólo para ver lo fuerte que era ahora.
Louis se dejó caer en la silla vacía frente a él, haciendo vibrar la mesa. El
whisky en el vaso de Harry se derramó. Lo miró fijamente, sin levantar la vista
para encontrarse con los ojos de Louis.
—Por favor, no hagas esto, Harry…
—Vete, Louis…—dijo Harry, sin levantar la vista del vaso.
—Has trabajado tan duro para superar eso, no hagas esto ahora. Así
no…
Harry lo fulminó con la mirada.
— ¿Quién diablos eres para decirme algo?
Louis retrocedió como si Harry le hubiera pegado, pero cuadró los
hombros y la barbilla sobresalió.
—Soy tu compañero. Y tú amigo. Y te amo…
—Eres un mentiroso.
—Tienes razón. Y puedes odiarme si quieres, pero eso no
cambia el hecho de que te amo. Y no voy a quedarme de brazos cruzados
mientras te haces esto a ti mismo por mí causa.
Harry le miró, pero el dolor en la boca del estómago se superpuso a la ira.
Volvió a mirar al vaso, todavía lleno de whisky.
Louis se acercó y golpeó algo sobre la mesa. Cuando movió la mano,
apareció la chapa de un año de sobriedad de Harry.
Harry la miró, luego transfirió su mirada a Louis.
— ¿Crees que la necesito?
Louis se encogió de hombros, mirando fijamente la copa.
—Realmente soy tan débil, ¿verdad?
Los ojos de Louis se mantuvieron estables y oscuros mientras se miraban
el uno al otro, ninguno de los dos pestañeó.
—No eres débil, Harry…—dijo Louis— Pero todos necesitamos ayuda
alguna vez.
—Y ahora tú necesitas mi ayuda, ¿verdad? Para lidiar con ese tipo, Liam Payne,
ese tipo de tu pasado del que nunca ibas a contarme nada. Está bien que me mientas, que
me ocultes cosas pero cuando necesitas una pistola de repuesto, oh, ve a buscar a Harry al
bar…
—No te pongas de mal humor, no te va…
—Que te jodan, Louis.
Louis resopló y finalmente apartó la vista.
— ¿Vienes conmigo? ¿Nos ayudas a entender esta basura?
— ¿No vas a coger el primer avión a casa? —Louis sacudió la cabeza—
¿Te vas a quedar aquí?
—Aquí estamos todos juntos. Sabemos dónde está. Ha perdido el elemento sorpresa
y somos más fuertes.
Harry asintió.
—Bien.
Louis dio una breve inclinación de cabeza y empujó la silla hacia atrás para
levantarse.
—Con una condición…—agregó Harry.
Louis se echó hacia atrás, resignado.
—Cuéntamelo todo. Estás ocultando algo, algo grande, y quiero saber
que es. Y si me dices que Está clasificado, voy a romperte este vaso en la cara. Y
luego estaré en el primer avión a
casa.
Louis permaneció inmóvil, sin ni siquiera parpadear. Harry tuvo que luchar
por encontrarse con su mirada. Rara vez veía a Louis tan quieto. La última vez
había sido en una tormenta de nieve, cuando Louis había negado estar en París
cuando estaba claro que había estado.
Era cuando contaba las cosas. Dejaba de moverse cuando mentía.
— ¿Realmente me vas a obligar a soltarlo? —Louis gruñó al cabo de unos
segundos.
Harry solo asintió.
Louis se inclinó hacia delante, mirando el tablero de la mesa. Tomó
una respiración larga y profunda.
—Est{ bien…—susurró, perdiendo el borde duro de su voz. Miró a
Harry, sus ojos oscuros a la débil luz. Sus nervios debían haber sido
contagiosos, porque el estómago de Harry estaba revuelto— Después del caso
del Tri State, después de que fueras sacado de Miami, Richard Griffins me
asignó como tu compañero para poder protegerte…
Harry entrecerró los ojos.
— ¿Qué?
Louis rodó los hombros y metió una mano debajo de la mesa. Harry sabía
que estaba frotando la palma sobre el muslo para disipar el impulso de moverse
inquieto, pero también sabía que Louis tenía una pistola allí debajo, y la mano de
Louis siempre rondaba cerca de su arma cuando estaba asustado.
—El c{rtel Vega…—dijo Louis.
Harry se enderezó.
— ¿Cómo sabías que estaba encubierto con ellos? ¿Has leído mi archivo?
—No. Me lo dieron como parte de mi información, pero no lo leí.
—Tu información. ¿De qué estás hablando?
—Harry... durante el último año y medio, has sido mi misión.
El mundo pareció detenerse alrededor de ellos. Los sonidos se
desvanecieron. Los dolores en el pecho de Harry eran los latidos
trabajosos de su corazón mientras trataba de asimilar lo que Louis le estaba
diciendo.
—Eres… eres, ¿qué, mi guardi{n? ¿Eres mi protección personal, con
mamadas gratis?
—Basta…—gruñó Louis— El cártel Vega descubrió que tenían un infiltrado
trabajando dentro de ellos. Te sacaron antes de que pudieran llegar a ti. Han
tenido tentáculos por toda la agencia desde entonces. Conocen tu aspecto. Si
averiguaran tu identidad o localización, habrían ido a por ti, y habrían llegado con
fuerza. Casi cada vez que Griffins me llamaba para un trabajo, era para desviarlos.
—Oh, Dios mío…—jadeó Harry— Eres el que ha estado causando
estragos en Miami…
Louis levantó la cabeza, con una expresión cautelosa. Harry
no podía respirar.
—He estado siguiendo los informes. Alguien está eliminando a gente de
Vega a diestro y siniestro, nadie sabe quién ni por qué. Incluso La Oficina está tras
ese tipo. Pero eres tú…
—Sí…—susurró Louis.
—Jesús…
Harry intentó lidiar con ello, la imagen de Louis yendo furtivamente a
Miami, a cazar gente, aterrorizando a los peldaños más bajos del cártel, dejando
cuerpos destrozados atrás, obligando a los hombres a arrodillarse y meterse balas
en la cabeza para dejar temor y sospecha a su estela.
El hombre con el que se metía en la cama todas las noches, el hombre que le
abrazaba, el hombre con el que hablaba de las pesadillas, era el mismo hombre que hacía
eso.
—No me mires así, Harry…–rogó Louis.
Harry tenía problemas para conciliarlo con el hombre que conocía.
—Estás diciendo que has hecho todo eso para cubrir mi culo…
—Sí…
—Por eso Griffins te permitió salir corriendo a Texas tan rápido, ¿verdad?
Pensó que estaba relacionado.
Louis asintió.
Harry jadeó.
—Tú… he sido tu objetivo.
—No, Harry.
Harry se llevó la mano a la boca porque no era capaz de obligarse
a cerrarla. Le temblaban los dedos contra la cara.
—Harry…—dijo con dureza.
— ¿Todo esto ha sido una especie de gran engaño? —Se ahogó—
¿Una manera fácil de acercarte a mí y vigilarme?
— ¡Sabes que no es verdad! ¿Vas a dejar que te explique sin ponerte
dramático?
— ¿Dramático? ¿Me estás diciendo que toda nuestra relación se basa en lo
que salió de alguna rueda de información y yo estoy siendo dramático?
Louis levantó una mano para calmarlo, que sólo sirvió para
enojarlo más. Louis no tenía derecho a tratar de calmarlo ahora.
— ¡Has tenido casi dos putos años para explicarlo, Louis! Pero no dijiste ni una
maldita palabra, simplemente seguiste como si eso no fuera a destruirnos cuando saliera.
— ¡No podía decírtelo!
Harry dio un puñetazo sobre la mesa. El whisky se derramó sobra la
superficie marcada.
— ¡Gilipolleces! ¿Por qué demonios Dick te haría protegerme de algo y no
contarme que estaba en peligro? ¡No tiene sentido!
Louis se encogió y bajó la cabeza, y luego levantó las dos manos y las puso
sobre la mesa, entrelazando los dedos. Harry le había visto hacerlo un montón de
veces cuando estaba nervioso.
Pero ahora no le importaba que estuviera nervioso. Le quería nervioso. Quería que
el hijo de puta se retorciera en su asiento, porque su mundo se había derrumbado
repentinamente para revelar nada más que un suelo de cristal debajo de él.
Cuando Louis habló, su voz era tranquila, pero Harry pudo
escuchar el temblor en ella.
—No podía contártelo porque mi segundo objetivo era asegurarme de que
no habías sido comprado…—Levantó la vista para encontrarse con los ojos de
Harry.
Las implicaciones le dejaron sin aliento, Harry se mareó. Griffins
había puesto a Louis sobre él para asegurarse de que no se había convertido en el
topo del cártel, para asegurarse de que no había traicionado a la agencia. Todos
esos años, Richard Griffins había sospechado que era un traidor, que trabajaba
para el cártel que casi se había matado para destruir. El hombre que había
pensado que había luchado por su carrera, que le había salvado y empujado a
través de rehabilitación para que se limpiara, simplemente había estado
esperando a que demostrara ser el enemigo. Y el instrumento de esa traición era
el único hombre en el mundo en el que Harry había confiado implícitamente.
Louis.
La rabia y el dolor fueron tan fuertes y repentinos que Harry se llevó una
mano al pecho para luchar contra la opresión.
—Harry…–susurró Louis.
Harry se tragó el nudo en la garganta y se encontró con los ojos de Louis
otra vez. Era difícil respirar.
— ¿Pensaste que yo era un traidor?
Louis sacudió la cabeza y se inclinó sobre la mesa para tomar la mano de
Harry.
—Te conozco, Harry, sé lo que eres.
Harry apartó la mano y se levantó.
—Entonces, ¿por qué demonios dejaste que continuara? ¡Él te escucharía si
se lo dijeras!
Louis se levantó con él, alargó la mano al hombro. Harry la apartó de un
manotazo, cerrando el puño. Louis levantó ambas manos para tranquilizarlo.
—Era la única manera para…
— ¡Tonterías!
Las cabezas empezaron a girar, la gente les miraba, pero a Harry le
importaba una mierda. Louis miró por encima del hombro.
— ¿Podemos sentarnos? —Preguntó. El tono de voz era el mismo que
utilizaba cuando estaba tratando de coaccionar a alguien para que se calmara. A
Harry siempre le había parecido divertido y extrañamente reconfortante. Ahora,
lo reconoció como una más de las muchas maneras con las que Louis podía
manipular y herir a alguien. Había usado esa voz para suavizar demasiadas
mentiras,
demasiadas medias verdades y demasiadas indiscreciones.
Harry respiró de manera entrecortada y se sentó en el borde de su asiento,
dispuesto a escuchar, pero también listo para saltar si el dolor en el pecho se
volvía más agudo. Louis se sentó con él, manteniendo el contacto visual. Arrastró
la silla más cerca para que sus rodillas se tocaran, y se apoyó en los codos para
estar tan cerca de Harry como fuera posible. El corazón de Harry se aceleró, y
luchó para no extender la mano y tocar la cara de Louis.
Louis se aclaró la garganta, luchando por empezar.
—No podía… no podía decirle a Griffins que estabas limpio.
Harry apretó los dientes y se agarró al borde de la mesa.
Louis habló más rápido.
—Tan pronto como lo supiera, podría haberme reasignado. Podría haberme
trasladado al siguiente trabajo, y no estaba dispuesto a arriesgarme a eso. Lo que
tenemos, Harry, es la mejor cosa en mi vida. Y sé que sientes lo mismo, porque los
dos peleamos duro por ello…
—Luché duro por ti, Louis. Yo te amaba, ¿cómo pudiste esconderme
eso?
Louis se llevó una mano a la boca. Sus dedos temblaban, pero agarró la
mano de Harry, sujetándola con fuerza. Harry intentó soltarse pero Louis se
aferró.
—Porque sabía que te haría daño. No quería herirte, no quería que jamás
supieras que Dick había cuestionado tu lealtad. Estaba esperando, con la
esperanza de poder entregar mi informe final cuando te jubilaras y acabar de una
vez.
Harry sacudió la cabeza. Nunca se había dado cuenta de que era posible
que un corazón se rompiera por muchas razones, al mismo tiempo.
— ¿No querías hacerme daño? Bien, fallaste tu misión miserablemente. Eso es
realmente lo único que te importa, ¿verdad? ¿Misión cumplida?
Louis tensó la mano y bajó la cabeza. Se aferraba a Harry como si fuera a
caer si lo soltaba. Harry recordó la última vez que ambos habían caído; Louis le
había rogado que confiara en él y luego le había
tirado de un edificio. Literalmente.
Y Harry había confiado en él, con su vida, con su felicidad, y finalmente con su corazón.
Durante todo eso, sin embargo, Louis no había confiado en él con un
simple secreto.
Todo su tiempo juntos cruzó por su mente cuando la presión en el pecho
creció. Pasó el dedo pulgar por encima del de Louis, tratando de comprender su
razonamiento, tratando desesperadamente de creer en él.
Los ojos de Louis se sintieron atraídos por el movimiento, el dedo que
llevaría un anillo si sus planes iban del modo que Harry quería.
—Nada sobre nosotros era una mentira…—susurró Louis
entrecortadamente.
Harry había oído eso antes. Nada más era una mentira, Harry. Excepto que
todo había sido una mentira.
—Si me engañas una vez, Louis, la culpa es tuya.
Louis levantó la cabeza, sus ojos suplicantes.
—Si me engañas dos veces... —Harry sacudió la cabeza. Soltó la mano de
Louis.
—Harry, por favor…
Harry cerró los ojos mientras se levantaba.
—Necesito un poco de tiempo, ¿de acuerdo? Yo solo necesito…
Necesito pensar.
—No deberías ir solo…
Harry se volvió y pateó la silla vacía más cercana, enviándola con
estrépito al suelo.
— ¡Siempre he estado solo! —Gritó.
Se alejó antes de que Louis pudiera decir nada más. Harry sabía lo bueno
que era Louis con las palabras, lo fácilmente que podía manipular a alguien para
hacer lo que él quería.
Conocía las armas de Louis, y maldita sea si se permitía ser susceptible a
cualquiera de ellas ahora.
Louis le llamó mientras se alejaba, pero Harry sabía que si se daba la
vuelta, estaría perdido de nuevo en el laberinto de Louis. Se merecía estar
enojado. Se merecía estar herido. No le daría la oportunidad librarse a su manera
de una traición como esta hasta que hubiera
tenido tiempo para pensar.
Necesitaba desesperadamente pensar…
Se abrió paso hasta la puerta y rodeó la esquina antes de apoyarse en la
fachada de ladrillo del edificio y tomar una respiración profunda y
temblorosa.
—Sólo aléjate…—susurró.

No podía dar la vuelta. Su resolución se desmoronaría.


Pero ¿cómo podía alejarse?
Nunca había visto los dedos de Louis temblar de esa manera. Nunca le había oído suplicar
a nadie así.
Tal vez si miraba hacia atrás, sería capaz de aferrarse a la ira lo suficiente como
para mantener la cabeza clara.
Cuando estiró la cabeza para mirar por la ventana, Louis seguía sentado
donde le había dejado, la silla derribada junto a él, la cabeza inclinada y la mano
cubriendo su boca.
—Eso pareció duro…–dijo un hombre junto a su hombro. Harry le
miró sin verle en realidad. Asintió y miró por la ventana de nuevo.
Su corazón estaba roto y la única persona a la que podía pensar
acudir en busca de consuelo todavía estaba sentado en esa maldita
mesa.
—Yo, eh, necesito volver ahí…—tartamudeó, alejándose del hombre.
La boca del cañón de un arma se apretó contra su costado y lo detuvo en
seco.
—No tan rápido, cariño. Tenemos que ponernos al día…—Liam Payne ronroneó
contra la oreja de Harry.
El dolor floreció en la sien de Harry y las luces se apagaron.

* *

Louis tenía el teléfono junto la oreja, llamando al número de Harry por


décima vez mientras salía del ascensor. Saltó el buzón de voz de nuevo y Louis
dejó otro mensaje.
Estaba sonando cada vez más enojado y asustado con cada uno de ellos, pero no le
importaba.
Tardó tres intentos para pasar la tarjeta de acceso y empujó la puerta con
el hombro para abrirla.
Cuando entró en la habitación, Nick estaba sentado en el borde de la cama.
Kelly y Digger estaban sentados frente a él, todos ellos con aspecto sombrío.
— ¿Nada de Harry? —Preguntó Nick.
Louis sacudió la cabeza, luchando más allá de la ola de náuseas, el dolor
y el pánico.
— ¿Nada de Owen? —preguntó a cambio, sorprendido cuando su voz se
quebró.
—Dejó el hotel…—explicó Kelly— Volverá, no hay necesidad de seguirle
la pista.
—Sí, a menos que Payne llegue a él primero…—murmuró Digger. Nick
puso los ojos en blanco.
—Está bien, esto no es una película de terror. No nos va a coger de uno a
uno cuando nos aventuremos a salir.
—No lo sé, irlandés…—dijo Digger— Recuerdo a Liam muy alegre sobre
cazar gente.
—Sí, bueno, él no est{ detr{s de todos vosotros…—dijo Louis— Quiere
que yo sufra.
Nick levantó la cabeza.
—Matar a la gente que amas es la manera en que yo lo haría…
—Tío, te estás volviendo más espeluznante desde que saliste del
armario…—murmuró Kelly. Nick le guiñó.
— ¿Y si Payne no está detrás del gris-gris, quién? —Agregó Digger.
Louis se pasó la mano por el pelo. Marcó el número de Harry otra vez.
— ¿A quién llamas? —Preguntó Kelly.
—Harry. No puedo contactar con él.
—Hombre caído…—susurró Digger.
—C{llate…—susurró Nick. Miró a Louis, frunciendo el ceño—.
¿Realmente desaparecería sabiendo lo que pasa? Ese no parece el estilo de
Styles.
—No lo es…—dijo Louis al escuchar el mensaje del correo de voz de
Harry otra vez. Terminó la llamada y se metió el teléfono en el bolsillo, mirando
al suelo mientras oleadas de frío le golpeaban—.
Lo tiene.
—No puedes saberlo…–intentó Nick.
Louis sacudió la cabeza.
—Lo tiene, Nick…—Miró alrededor de sus pies, buscando el trozo de papel
arrugado que había encontrado en el bolsillo de Harry.
— ¿Qué estás haciendo? —Preguntó Nick.
— ¿Dónde está el papel?
—Lo puse en el mostrador en el baño…
Louis se marchó al baño y se agarró al lHannahbo. Había un número de
teléfono con el nombre. Sacó el teléfono de nuevo y marcó, forzando sus dedos a
trabajar.
Después de dos llamadas respondió una grabación, una voz que había
perseguido sus sueños durante años.
—Espera tu turno…—dijo.
Louis apretó los dientes y se obligó a no dejar un mensaje que habría
salido en plena ebullición, incoherente y asustado. En su lugar, puso fin a la
llamada y se quedó mirando el teléfono, su mundo tambaleándose.
Tenía que pensar con claridad, tenía que llegar a Harry y hacerlo ahora.
Dejó el papel con un golpe sobre el lHannahbo y luchó con fuerza para no
arrojar su teléfono. Bajó la cabeza, tomando bocanadas profundas y calmantes de
aire. Su aliento deslizó el trozo de papel por todo el mármol, y Louis miró más de
cerca. Ahora veía más en el trozo de papel.
Rayas de manchas amarillentas.
— ¡Irlandés! –Gritó. Nick apareció en la puerta. Louis cogió el papel,
mirando hacia las luces brillantes de arriba— ¿Se le ha caído algo encima?
—No que yo sepa…—dijo Nick. Miró por encima del hombro de Louis,
luego a las bombillas calientes— ¿A qué huele?
Louis olfateó el papel.
—Cítrico. Limón tal vez.
Nick se acercó y sacó el secador de pelo del soporte en la pared lateral.
Louis aplanó el papel y Nick giró el secador de pelo. Las rayas amarillas
comenzaron a formar palabras.
—Uf, sabía que lo odiaba cuando estuvimos estacionados
Juntos…—se quejó Nick. Las palabras se hicieron más claras a medida que el
calor sacado el ácido del zumo de limón— Probablemente se sentó en un bar
cualquiera y utilizó el maldito limón de su agua. ¡Le odio!
Louis sacudió la cabeza, el corazón acelerado cuando las palabras se
hicieron evidentes. Liam Payne había metido este pedazo de papel en el bolsillo de
Harry, sabiendo que llegaría a él, creyendo que Louis mantendría la cabeza lo
bastante clara para encontrar el mensaje escrito.
Liam ya le estaba superando y Louis ya estaba confiando en la suerte.
2 AM. Jackson Square. Estate allí o tu compañero muere.
—Voy a matarlo…—gruñó Louis.
Nick puso una mano en su hombro y apretó suavemente.
—Tranquilo, Louis…
Louis golpeó su mano contra el papel.
— ¡Lo mataré!
Se volvió, pero Nick lo agarró por los hombros, sosteniéndolo allí y
obligándole a mirarle a los ojos.
—Piensa, ¿de acuerdo? Respira.
Louis bajó la cabeza como un toro que se prepara para cargar, pero
Nick se enfrentó a él, esperando para calmarse él mismo. Louis respiró
profundamente y asintió.
—Est{ bien…—susurró Nick.
Lo soltó.
El teléfono de Nick comenzó a sonar de su bolsillo trasero, rompiendo el
hechizo. Louis estaba temblando cuando Nick sacó el teléfono y se alejó de él.
Levantó la mirada, tratando de mantener la calma, tratando de no pensar en las cosas que
podrían sucederle a Harry de aquí a las 2 AM.
Nick maldijo mientras comprobaba el identificador de llamadas,
a poca distancia.
—Buenas tardes, detective…—respondió con una mueca. Se volvió a
Louis— Por supuesto, de cualquier manera que podamos ayudar. ¿Cuándo
quiere que vayamos? —Sus ojos se abrieron y se volvieron hacia Louis— ¿Va a
venir al hotel?
Él señaló el teléfono y luego a sus pies.
El detective venía aquí para entrevistarles de nuevo.
—No, no, está bien. Pero me temo que el agente Styles no está aquí en
este momento, tal vez podamos retrasarlo hasta que esté.
Louis se metió el teléfono en el bolsillo y se precipitó a la cama para
agarrar su chaqueta.
No podía ser atrapado en la habitación.
Miró a los otros, y los dos le hicieron un gesto hacia la puerta. Nick tocó su
reloj y levantó cinco dedos: cinco minutos para despejar.
Louis hizo un gesto para hacerles saber que se encontraría con ellos,
entonces abrió la puerta, sólo para detenerse en seco cuando se encontró cara a
cara con un hombre que sostenía un teléfono pegado a la oreja y una insignia, dos
policías uniformados le flanqueaban.
—Hijo de puta…—gruñó Louis.
—Bueno, Louis William…–dijo el detective arrastrando las palabras. Cerró
su teléfono, y Nick maldijo detrás de Louis— Debería haber sabido aparecerías
con un montón de problemas y un par de placas falsas.

* *

—Despierta, cariño, estamos perdiendo el tiempo aquí…—dijo una voz en la


oscuridad.
Era el mismo nombre con el que Louis le llamaba a veces, pero no era la
misma palabra. No había voz arrastrada, ni sonrisa afectuosa en la voz.
Era británica, dicha con sarcasmo y desprecio.
Harry obligó a sus ojos a abrirse, hizo una mueca cuando la luz atravesó su
cerebro.
Un hombre rubio entró en foco.
Se inclinó sobre él, sosteniendo una linterna de bolsillo. Iluminó los ojos de
Harry, éste gimió y volvió la cabeza.
—Anda, despierta…—canturreó Liam.
—Vete al infierno…—gruñó Harry.
—No es necesario ser irritable, Harry. Estoy aquí para ayudarte…
Harry ignoró el latido en la parte posterior de la cabeza para
mirar al hombre.
— ¿Golpeándome en la cabeza?
—Nada menos te habría impedido volver a ese pub y cometer un gran
error…
Louis.
Harry intentó incorporarse, pero tenía las manos y brazos atados. Estaba
estirado sobre un suelo de hormigón, atado con cuerdas alrededor de tobillos,
rodillas y muñecas. Liam estaba sentado junto a él en el suelo.
— ¿Qué es esto? —Gruñó Harry.
—Mera precaución…—dijo Liam. Harry ya estaba cansado de su forma de
hablar, toda esa amenaza oscura mezclada con ese acento británico alegre—
Escúchame, y luego te soltaré…
Harry no confiaba en eso ni por un segundo, pero siempre y cuando
Liam estuviera hablando, Harry tenía la oportunidad de soltarse y escapar.
—Ves, conozco a Louis Tomlinson. Bastante bien, para ser franco, y es un
peligro para ti. Para todos, en realidad, pero no todos podemos ser perfectos.
— ¿Louis quién? –dijo Harry entre dientes mientras miraba hacia el
techo.
—Oh, eso es dulce. Todavía le proteges incluso después de lo que ha hecho.
Harry miró hacia los lados.
—Así es, Harry. Yo sé lo que pasó. Lo sabía antes que tú. Y sé más. ¿Quieres
oírlo?
—No —No podía soportar la idea de escuchar más de los pecados de
Louis, no de esta fuente.
Liam se acercó más, apoyando casualmente el codo en el pecho de
Harry para poder mirar a sus ojos.
—Está bien. Lo entiendo. Louis también me rompió el corazón. Es un pequeño
pero espectacular club. Bienvenido.
Harry se humedeció los labios, tratando de regular su respiración,
desesperado por frenar su ritmo cardíaco para que el hombre no lo sintiera
golpeando contra su pecho.
—En realidad no es culpa tuya, es cómo Louis funciona. Es fácil
enamorarse cuando tiene la máscara puesta. Te hace amarle porque sabe que es la
manera más fácil de conseguir lo que quiere de ti. Confías en él, ves algo valioso,
algo vulnerable en él, y crees que puedes ayudar. Seis meses más tarde, él tiene
todos tus secretos y se ha ido.
Harry estaba sacudiendo la cabeza mientras Liam hablaba. Liam alargó
la mano para desabrochar el botón de la camisa.
—Tienes suerte de que tu corazón esté simplemente roto.
Los ojos de Harry siguieron la mano de Liam y su cara, su mente
zumbando. Liam desabrochó otro botón, luego otro. Se apartó el
cuello para revelar dos cicatrices circulares en el pecho. Heridas de
bala. Tocó una con un dedo.
—Cortesía del amor de tu vida
. Harry se quedó mirando la cicatriz.
—Una pistola MEUSOC calibre 45. Estándar para la Fuerza de Reconocimiento,
ya sabes. En aquellos tiempos.
— ¿Eres SAS?
—Lo era. Veo que te ha contado la historia.
Harry se quedó en silencio. Este realmente era el hombre del que Louis
había estado hablando. El hombre con el que había estado involucrado en el
servicio, el hombre al que había disparado.
Era guapo y carismático, exactamente el tipo por el que Louis se sentiría
atraído.
Harry podía verlo.
Eso, y que llevaba una pistola.
Harry quería hacerle más preguntas, pero al hacerlo revelaría la cantidad
de lo que ya sabía. Quería que Liam siguiera hablando.
—No importa. Siempre he dicho que el pasado es el pasado por una
razón, ¿no? A pesar de que de vez en cuando vuelva para morderte el culo.
¿Recuerdas a un hombre llamado Antonio de la Vega? —Preguntó Liam,
estrechando sus ojos azules.
Harry se quedó sin aliento.
—El nombre es familiar. Zorro, ¿verdad?
—Oh, vamos, Harry, no seas tímido conmigo. Somos amigos. Podemos
compartir.
—Los amigos no atan a los amigos…
—Oh, tienes el tipo equivocado de amigos, entonces
—ronroneó Liam. Se echó a reír, un sonido sorprendentemente cálido y
agradable— Me gustas. Eres divertido. Escucha, Louis ya llamó una vez así que
sabe que te tengo. No voy a hacerte daño, lo prometo. Y yo cumplo mis
promesas, a diferencia de algunos de nosotros. Pero tengo que sentar algunas
bases antes de llamarle, así que hazme un favor y dame el gusto. ¿Antonio de la
Vega?
Harry apretó los dientes, pero supuso que no tenía mucho que perder.
—He oído que estaba muerto…
—Eso no responde a mi pregunta. Tampoco es noticia.
Harry gimió.
—Le recuerdo. El jefe del Cártel Vega, República de Colombia. Se
alimenta con el conjunto más amplio de Carteles Del Golfo.
—Excelente. De hecho está muy muerto. Tú fuiste uno de los Agentes del
FBI que se infiltraron entre ellos. El último que queda vivo, para ser exactos. Casi
le eliminaste, por lo que entiendo. Bonito trabajo corporal…—Hizo una pausa
para mirar el largo cuerpo de Harry.
—Los ojos est{n aquí arriba…—gruñó Harry.
Liam estaba sonriendo cuando volvió a mirar a la cara de
Harry.
—Hay un precio por tu cabeza…—Hizo una pausa, esperando una
respuesta. Cuando Harry simplemente le miró, asintió— Cuando el avión con
Antonio de la Vega se estrelló, su hermano se hizo cargo. ¿Recuerdas a su hermano?
Harry lo recordaba. Antonio de la Vega había sido inteligente y controlado,
mezquino y casi quirúrgico con el uso de la violencia. Había vivido bajo un
determinado código de lealtad y honor. No había sido un mal hombre para el que
trabajar, ilegalidades aparte. Le había gustado bastante el hombre. Se había
entristecido cuando oyó de su muerte.
Sin embargo, el más joven de la Vega era un animal totalmente diferente. Tenía
temperamento.
Harry asintió brevemente.
—Bien. Cree que el agente del FBI que ayudó a destruir parte
de su funcionamiento es el mismo agente que mató a su hermano. Busca
sangre…
—Yo no maté a Antonio.
—Lo sabemos…
— ¿Nosotros? ¿Saliste del SAS para ser el hombre de confianza
del cartel?
—No, cariño, me fui del SAS al NIA.
Harry descansó su cabeza dolorida en el suelo frío. Parecía que lo que
Louis le había dicho era al menos parcialmente cierto.
—NIA.
—Tu propia Agencia Nacional de Inteligencia…
—Se lo que jodidamente significa. ¿Qué están haciendo
involucrándose con eso?
—No lo están.
Harry cerró los ojos.
—Trabajas por libre...
—Hmm... Alguien contactó con Juan Carlos de la Vega a principios de esta
semana y le dijo que el agente del FBI que mató a su hermano estaría aquí en
Nueva Orleans este fin de semana.
— ¿Quién?
Liam se encogió de hombros, frunciendo los labios.
—Yo solo fui contratado para encargarme de ello...
Eso llamó la atención de Harry, y rápido. Levantó la cabeza.
—Te lo he dicho, no he matado a su hermano.
—No. Pero Louis lo hizo—Liam asintió con condescendencia—. No
parezcas sorprendido. Es lo que él hace, Harry…
—Entonces, ¿qué, estás aquí para matarlo por un pago?
Liam alzó una ceja.
— ¿Me pregunto si esa baja opinión sobre mí proviene de Louis o de mis acciones?
Harry sólo podía asumir que era una pregunta retórica, puesto que podía
sentir donde la sangre se había apelmazado en la parte posterior de la cabeza.
—No supe quién era mi objetivo hasta que llegué aquí, así que
puedes ahorrarte esa actitud. Sin embargo, sólo puedo detenerlo durante un
tiempo. Cuando el trabajo no se complete, vendrán más. Y sabes lo que pasará a
continuación.
Harry apretó la mandíbula y asintió.
—Ahora, eres un chico listo, así que supongo que ya has detectado el
problema real. Para ti, en realidad. No es que alguien quiera matar a Louis.
—Eso parece como un problema real para mí…
Liam hizo un gesto vago.
—Como quieras. El verdadero problema, por supuesto, es que los secuaces
de la Vega no conocen su aspecto. Sin embargo, detectarán tu bello rostro a un
kilómetro de distancia. Y estoy bastante seguro de que no creen en las
coincidencias…
Harry se quedó en silencio.
—Ahora voy a desatarte…—dijo Liam. Se inclinó sobre Harry, aun
sonriendo— Debes prometer que no tratarás de mutilarme, porque te derribaré.
Harry resopló. Liam era al menos quince centímetros más bajo que él, con
músculos nervudos compactos y poco voluminoso.
— ¿Tú me derribarás? —Repitió, incrédulo. Liam asintió— ¿Tú y qué
ejército?
Liam sonrió más ampliamente. Sacó un cuchillo de una funda en su bota y
cortó la brida de plástico que contenía los pies de Harry juntos. Tan pronto como
Harry estuvo libre, le dio una patada, apuntando a la cabeza. Liam bloqueó el
golpe con el antebrazo, luego rodó sobre su propio hombro para agacharse a
distancia. Seguía sonriendo.
Harry arqueó la espalda, empujándose para levantarse y tirar de las manos
atadas bajo su cuerpo y sobre sus piernas, llevándolas delante de él cuando se
puso en pie. Se enfrentó a Liam, se inclinó, listo para atacar.
Liam sacudió la cabeza.
—No estoy aquí para luchar contra ti, amor. Disfruto de los más
combativos, por lo que si estás dispuesto, estoy listo. Dicho esto, prefiero no
hacerte sangrar más hoy. Incluso te entregaré el
teléfono para que puedas llamar a Louis tú mismo…—Sacó un teléfono
móvil de su bolsillo trasero y lo agitó tentador.
Harry asintió.
El hombre era convincente, pero no podía dejar de esperar una trampa. Nadie
tan tranquilo y relajado podría ser tramar nada bueno.
—Deslízalo…
Liam lo colocó en el suelo y lo empujó. Harry lo detuvo con el pie, sin
apartar los ojos de Liam.
Liam levantó el cuchillo también.
—Una ofrenda de paz, ¿vale? —Lo colocó en el suelo y lo empujó hacia
Harry también.
Harry se inclinó lentamente, sin apartar los ojos de su oponente mientras
agarraba el cuchillo. Cortó la atadura de sus muñecas y luego volvió el mango del
cuchillo alrededor de sus dedos, agarrándolo para que la hoja descansara a lo
largo de su muñeca, listo para luchar.
Liam apoyó el codo en la rodilla, apoyando la barbilla en la mano.
— ¿Te sientes mejor ahora?
—Un poco…
—Estás armado. Sigue y llama a Louis. Estoy seguro de que está quemando el
barrio buscándote.
Harry manoteó el teléfono, usando su mano libre sin apartar los ojos de
Liam. Apretó llamar dos veces, suponiendo que sería el número de Louis. Los
nervios se desataron mientras sonaba. Liam permaneció en cuclillas. Su
compostura y tranquilidad eran exasperantes.
Cuando saltó el correo de voz de Louis, Harry frunció el ceño.
—Louis…—dijo apretando los dientes— ¿Contestas el puto teléfono en
medio del sexo pero no puedes cogerlo ahora? –Pulsó furioso para colgar,
maldiciendo.
Liam frunció el ceño.
— ¿No ha respondido?
Harry sacudió la cabeza.
Liam pasó un dedo a lo largo de su labio inferior, con el ceño
más fruncido.
—Extraño…
Harry respiró hondo para calmarse y trató de pensar más allá de su
torbellino de pensamientos para encontrar un punto de claridad. Todo se reducía
a si debía confiar en la palabra de Liam Payne aquí y ahora. Y era difícil confiar en
un hombre que le había aplastado el cráneo y luego le había atado.
—No me malinterpretes, Harry, ha pasado tiempo desde que le conocía.
Pero con todos sus defectos, siempre era la puta caballería. Si no contesta, está en
problemas.
—Tienes razón…—susurró Harry, odiando a estar de acuerdo con el
hombre.
Si Liam hubiera dicho que el cielo era azul ahora, Harry se habría sentido
obligado a discutir que en realidad no se trataba más que de la refracción de la luz.
—Yo te ayudaré, si me lo permites…
Harry se movió de un pie a otro, como si la batalla en su mente estuviera
teniendo lugar en su cuerpo también. Finalmente levantó el cuchillo.
—Quiero otro de estos. Entonces hablaremos…
Capítulo 7

Louis estaba sentado en el lado equivocado de una mesa de madera


maltratada en una pequeña sala de interrogatorios, sin aire acondicionado. No
estaba esposado, todavía no, y aun tenían que leerle sus derechos. Pero no se hacía
ilusiones de poder levantarse y salir de aquí. La forma más fácil de salir de esto
sería identificarse como un agente del FBI y acabar con ello. Pero había
demasiados riesgos, demasiados cabos sueltos sobrantes de sus días encubierto, y
tendría que interpretar el papel que una vez había interpretado aquí hasta que
tuviera más información.
Tenía algo de tiempo si Liam pretendía reunirse con él a las 2
AM.
La puerta crujió al abrirse, y el mismo detective del hotel entró y tiró un
archivo pesado sobre la mesa. Un oficial cerró la puerta detrás de él. Los ojos de
Louis se desviaron hacia la puerta mientras se cerraba. Le tenían bajo vigilancia.
Su rodilla comenzó a rebotar y se obligó a parar.
Se encontró con los ojos del detective, repantigado en su silla en una pose
casual e insolente.
—Me sorprendió verte arrastr{ndote por la ciudad…—dijo el detective.
Louis chasqueó la lengua. Cuando habló, lo hizo con el mismo acento
afectado que había perfeccionado mientras estuvo encubierto hacía años.
—Detective Poirot, ¿no es así?
—Poirier. Pero me puedes llamar señor. Pronto será jefe. Tan pronto como
te encadene.
Louis entrecerró los ojos.
— ¿Y qué es lo que he hecho para merecer ser encadenado?
— ¿Has matado a esa chica, Louis William?
—Yo no.
— ¿Tu equipo que tenemos en el vestíbulo? Los testigos dicen que vieron a
un hombre con ellos la noche del asesinato. Descripción que se ajusta a ti. Dicen
que te escabulliste, luego tus compañeros cerraron las puertas, no dejaron que se
fuera nadie. Inteligente. Hacen que la policía crea que la escena es pura mientras
tú te deslizas fura del agujero por el que te arrastraste.
Louis suspiró y se inclinó hacia delante.
—Hay un verdadero asesino en alguna parte. Y estás perdiendo el
tiempo conmigo.
— ¿Cómo lo sabes?
—Estoy en la ciudad de paseo, detective. Un poco de diversión inofensiva.
— ¿Supones que Hannah Walker podría pensar que tu pequeña
excursión es inofensiva?
Louis ladeó la cabeza, tratando de no reaccionar. Hannah había sido su
principal contacto aquí durante sus días encubiertos. Unos pocos meses en la
ciudad y probablemente se habría casado con ella.
—Hicimos las paces. ¿Qué tiene que ver con una chica asesinada?
—Esa chica asesinada le recuerda a alguien. Pelo oscuro. Ojos oscuros.
Tatuajes. Incluso tenía una de esas bonitas pequeñas plumas detrás de la oreja.
—No sabría decirte…
Poirier rio. Golpeó el archivo en la mesa entre ellos.
—Te tengo por media docena de delitos en los dos años que estuviste en
nuestro radar. Allanamiento de morada. Lavado de dinero. Crimen organizado.
Lesiones. ¿Golpeaste a tu chica también? Su padre piensa que lo hiciste.
Louis permaneció inmóvil. Tenía que mantener su tapadera si el padre de
Hannah Walker hablaba con Poirier.
Era el comandante del distrito. Y estaba sucio como el infierno.
Sólo dos personas en la ciudad habían sabido que Louis era del FBI en el
momento del Katrina, y sabía que ninguno de ellos habría revelado esa
información, y ciertamente no a Louis Walker. Habría arrojado dudas sobre ellos
por asociación.
Poirier no se desalentó por el silencio de Louis. Siguió hojeando el
archivo.
—Todo eso, por no mencionar más de una docena de desórdenes y
borracheras. Estabas en el tanque muy a menudo cada jueves noche. Como un
reloj—Se miraron el uno al otro, cada uno esperando que el otro se retirara.
Finalmente Poirier apoyó los codos sobre la mesa— ¿Alguna vez te emborrachaste
demasiado, Louis William? ¿Te enfadaste demasiado? ¿Un poco demasiado fuera
de control?
Louis cruzó los brazos e inclinó la cabeza.
Se había reunido con su contacto en el tanque borracho cada tres o cuatro
semanas. Pero no podía decírselo a Poirier.
— ¿Alguna vez pusiste tus manos alrededor del cuello de una chica y
apretaste? ¿Viste la vida abandonarla?
Louis no mordió el anzuelo, pero estaba empezando a cuestionar la
conveniencia de no identificarse.
No podía, sin embargo. Si lo hacía y Walker le atrapaba, nunca lograría salir de la
comisaría de policía con vida.
Poirier entrecerró los ojos, moviendo la lengua por el interior de la boca
como si estuviera masticando algo. Cogió la carpeta y le dio unos golpecitos,
luego la abrió.
—Me gustaría hacer una llamada telefónica.
—Responde a mis preguntas primero. ¿Por qué estás aquí? Te fuiste bajo el
amparo de las inundaciones hace seis años, ¿por qué volver? ¿Por qué ahora?
La rodilla de Louis comenzó a rebotar de nuevo mientras intentaba
concentrarse en el interrogatorio y no preocuparse por el ataque a Harry.
— ¿Era Arthur Murdoch? Era el dueño de la taberna para la que
trabajaste. ¿Vienes por su funeral?
La rodilla de Louis se detuvo.
— ¿Murdoch ha muerto?
Poirier asintió solemnemente.
—Con una bolsa de gris-gris en la mano. Tu nombre escrito en
ese pequeño trozo de pergamino.
La mandíbula de Louis se tensó y se enfrentó a una oleada de náuseas.
Murdoch había sido el dueño del antro donde Louis había trabajado y vivido.
Había sido casi como un padre, y él y su amado mestizo habían tenido asientos en
el helicóptero que Louis había logrado traer moviendo todas las cuerdas antes de
que Katrina tocara tierra. Había sabido que Louis era un agente del FBI, y había
jurado llevarse ese secreto a la tumba.
Ahora, alguien lo había matado, apuntando a Louis al final.
—O me lees mis derechos, o me largo…
—Haré eso, justo después de que me des una última respuesta.
—Poirier sacó una bolsa de pruebas del bolsillo y la dejó caer sobre la mesa.
Dentro estaba la bolsa gris-gris que Louis se había guardado en el bolsillo. Se la
habían quitado junto con todas sus otras pertenencias cuando lo habían traído—.
Coincide con la que la tenía la chica en la mano. Y la que se encontró con
Murdoch.
Louis podía sentir la sangre drenándose de su rostro mientras miraba
la bolsa.
Poirier se inclinó hacia delante, bajando la voz.
—Dime, Louis William. ¿Quién iba a ser tu siguiente víctima?

* *

Harry y Liam subieron al ascensor del Bourbon Orleans hasta el quinto piso
bajo una paz precaria. Harry lo bastante lejos para poder maniobrar, manteniendo
un ojo sobre Liam a pesar de que el hombre había demostrado ser fiel a su palabra
hasta el momento.
Liam sacudió la cabeza, sonriendo mientras miraba a las puertas.
— ¿Siempre estas paranoico?
—Cuando todavía estoy sangrando por nuestra presentación,
sí.
—Es justo —Liam le miró y le guiñó el ojo.
Harry puso los ojos en blanco.
El hombre era insufrible. No era de extrañar que él y Louis hubieran estado juntos.
Obligó a Liam a moverse delante de él mientras se abrían camino por el
pasillo, y él se quedó atrás fuera de su alcance. Había visto el miedo en los ojos de
Louis cuando dijo que Liam estaba aquí buscando problemas.
Y hombres como Louis no se asustaban fácilmente.
Liam levantó la llave de la habitación que Harry le había dado y la deslizó,
dando un paso atrás cuando la pequeña luz verde se encendió. Harry abrió la
puerta y gritó:
— ¡Vengo con compañía!
Nadie respondió, y Harry asintió a Liam para que entrara. Liam puso
ambas manos detrás de la cabeza y entró en la habitación, Harry se movió detrás
con uno de los cuchillos prestados en la mano.
Tan pronto como Liam entró, una pistola apareció por detrás desde la
esquina, presionada contra la sien de Liam.
—Oh, querido –Liam arrastró las palabras.
Owen Johns se apartó de su escondite y fuera del alcance de Liam con
una velocidad practicada, manteniendo la pistola apuntándole.
Harry gimió. El único hombre que no escucharía ni una palabra que dijeran
ninguno de ellos.
—Est{ bien…—trató de todos modos. Levantó su cuchillo— Estoy
seguro al cincuenta por ciento que está de nuestro lado.
Owen curvó los labios y gruñó.
—La última vez que lo vi, estaba muerto, así que perdóname por ser un
poco cauteloso…—Entrecerró los ojos— Ponte de rodillas.
—Esto no es ese tipo de juego –Liam suspiró— Ve a buscar a tu amo y lo
discutiremos juntos.
Owen se molestó con la condescendencia, pero comenzó a relajar su
postura.
—Los otros han sido detenidos.
— ¿Qué? —Soltó Harry.
—Lo vi desde el otro lado de la calle. Todos.
— ¿Sería posible prescindir de algunas armas aquí? –Preguntó
Liam— Mis dedos están entumecidos.
—Ni la oportunidad de un unicornio en el infierno…—gruñó Owen.
— ¿Qué estaría haciendo un unicornio en el infierno?
—Preguntó Liam.
—Se le puedes preguntar cuando vayas allí…
Harry deslizó el cuchillo en la vaina que Liam le había dado para ello.
— ¿Qué más sabemos? ¿Por qué les detuvieron?
—Sólo puedo asumir que alguien averiguó quien era Louis
–respondió Owen de mala gana— Alguien le apuntó por el asesinato.
— ¿Qué asesinato? —Preguntó Liam. Por primera vez, sonaba realmente
confundido.
—El que tú cometiste…—gruñó Owen— Mataste a una chica, dejaste una
bolsa con mala sombra detrás. La misma que metiste en la cama de Louis.
—No he metido nada en la cama de Louis en varios años. Y no maté a
nadie anoche, ciertamente, no a una chica con una maldición vudú. ¿Todavía estás
tan loco? Pensé que se desvanecería con el tiempo.
Harry se aclaró la garganta deliberadamente.
— ¿Crees que alguien lo vio y lo reconoció de cuando estuvo encubierto?
Owen asintió.
—O alguien le est{ tendiendo una trampa…—ofreció Liam, volviéndose
a mirar a los ojos de Harry para dar énfasis— Alguien que sabía que estaría
aquí.
Harry apretó los dientes. Si ese fuera el caso, el cártel sólo tenía que llegar a
Louis en la cárcel y adiós. Ya le habían acorralado y Louis ni siquiera sabía que
iban tras él.
— ¿Que sabes?
Liam se encogió de hombros.
—Utilizó el nombre de William Louis mientras estuvo aquí. No es
exactamente original, pero uno no debe alejarse mucho, ¿estoy
en lo cierto? —Liam guiñó un ojo a Owen.
—Oh Dios, había olvidado lo molesto que eres…—se quejó Owen. Todavía
tenía el arma levantada. ¿De dónde la había sacado? Harry recordó a alguien
diciendo que Owen era un jefe de seguridad en alguna gran empresa, por lo que
podía llevarla todo el tiempo. Pero sabiendo lo que sabía ahora, sólo podía
suponer que los Sidewinder la llevaban todo el tiempo, en caso de que fueran
llamados a la acción.
La idea le entristeció y le enojó.
Liam se encogió de hombros y finalmente bajó las manos. Bordeó la
habitación y se sentó en una de las sillas, sonriendo a Owen cuando el
hombre lo siguió con su arma.
—Styles, ¿qué coño está pasando? —Gruñó Owen.
—Digamos que el señor Payne fue persuasivo para conseguir una
audiencia conmigo. Hay algunas cosas en juego que se van a poner feas.
— ¿Qué tipo de cosas?
—Cosas sangrientas…—respondió Liam.
—Necesitamos llegar a Louis y los otros…—dijo Harry— Iré allí y me
identificaré. Vamos a aclarar esto y ponernos a trabajar.
Liam chasqueó la lengua y sacudió la cabeza.
— ¿Qué? —Preguntó Harry, ya exasperado por el hombre.
—Identificarte te dejará totalmente al descubierto. El Departamento de Policía
de Nueva Orleans es un colador, siempre lo ha sido. Si los muchachos del cártel no
saben ya que Louis está allí, ¿cuándo se corra la voz de que un federal estuvo allí
sacando músculo? Estarás muerto antes de que Louis salga de la celda y él te seguirá
pronto.
— ¿Por qué? ¿Qué tipos del cártel? ¿De qué coño estás hablando? —
Preguntó Owen. Se estaba poniendo cada vez más nervioso, y aún sostenía
la pistola.
Harry lo tomó de los hombros para que el arma ya no apuntara a Liam, y
se obligó a mirarlo a los ojos.
—Escucha con atención, porque sólo voy a decir esto una vez. Liam está
con el NIA, pero está trabajando encubierto aceptando trabajos como asesino a
sueldo. Fue contratado por un cártel de
Miami para venir aquí y matarme a mí o a Louis, pero está tratando de
ayudarnos.
— ¿Por qué? —Preguntó Owen.
—Yo… realmente no lo sé.
Owen miró a Liam.
—Entonces eres realmente del NIA como Louis dijo –Guardó el arma en la
funda bajo el brazo, pero avanzó hacia el hombre, señalando con el dedo— ¿Tú
fuiste el culpable de que nos echaran?
—Esa no era mi intención…—dijo Liam, frío como siempre cuando Owen
hervía encima de él— Lo que los marines os hicieron fue inadmisible y no tuvo
nada que ver conmigo. Siento lo que sucedió, pero ya no estoy afiliado
oficialmente con el NIA.
—Me dijiste que eras del NIA…—dijo Harry, exasperado.
—Mentí. Tiendo a hacer eso. Lo siento.
Owen sacudió la cabeza.
Harry movió la mano.
— ¡Si no eres realmente del NIA, eso simplemente te convierte en un asesino a
sueldo!
Liam se encogió de hombros.
Harry tenía que tomarse un momento para calmar sus
pensamientos antes de hablar de nuevo.
—Louis cree que estás aquí por venganza.
Liam rio. Era un sonido profundo y rico.
—Supongo que pensaría eso. La culpa hace cosas extrañas a la mente ya inestable.
¡Ahora! ¿Vamos a discutir cómo lo vamos a sacar de la cárcel?
—En primer lugar, agarramos todas nuestras cosas…—dijo Harry,
luchando contra sus recelos— Es probable que no podamos volver por ellas
después de esto.
Liam se rio entre dientes.
— ¡Esto debe ser divertido!
—Cállate… –gruñó Owen antes de alejarse.

* *
—Soy un detective de la policía de Boston…—siseó Nick a la oficial al
frente de recepción. Estaba sentado entre Kelly y Digger, todos ellos esposados a
un banco mientras esperaban para ser procesados. Era humillante, por decir lo
menos— Mi nombre es Nicholas O'Flaherty, mi placa está en mi equipaje. Todo lo
que tiene que hacer es llamar a mi capitán y lo aclararemos.
La mujer en el mostrador continuó ignorándolo.
—Malgastas aliento, tío…–se quejó Digger.
Nick se golpeó la cabeza contra la pared. Las personas iban y venían por el
ornamentado vestíbulo del edificio antiguo, aunque era más de medianoche. Los
turistas caminaban por la calle para comprar camisetas de una máquina
expendedora. Algunos de ellos se detuvieron para mirarlos boquiabiertos. Digger
les saludaba para mostrar sus esposas.
Kelly se apoyó en Nick, con la cabeza sobre su hombro mientras
dormitaba.
—Así no es como vi este fin de semana…
— ¿En serio? —Preguntó Digger— Porque yo pensé
sesenta/cuarenta que terminaríamos así. Otra vez.
Nick puso los ojos en blanco.
La parte más frustrante era saber que los tres podían haber abierto las
cerraduras de las esposas en un abrir y cerrar de ojos.
¿Pero qué se suponía que debían hacer? ¿Asaltar la estación de policía y sacar a
Louis de alguna celda o sala de interrogatorio? ¿Irse a la fuga en Nueva Orleans? ¿Y para
qué?
— ¿Cuál era el sesenta? —preguntó Kelly después de unos minutos.
Digger señaló al suelo.
Kelly asintió.
—Sí…
La puerta se abrió de nuevo y una ráfaga de aire atravesó el vestíbulo.
Nick se sobresaltó. Reconoció la línea de los hombros de Owen Johns cuando el
hombre se escabulló en la comisaría y merodeó cerca de la máquina de
camisetas. Arrastrándose detrás de
él había otro hombre, y Nick tardíamente se dio cuenta que era Harry.
—Es la caballería…—dijo Digger.
—Gracias a Dios…—se quejó Kelly. Levantó las manos, frotando una de
sus muñecas y dejando caer las esposas al suelo.
— ¿Qué demonios, hombre? —Susurró Nick.
— ¿Qué? Estaban demasiado apretadas.
Digger dejó caer las suyas al suelo con un ruido metálico que resonó a
través de la comisaría.
—Si él no lleva las suyas, yo tampoco…
Cuando Nick miró hacia atrás, Harry estaba en el mostrador hablando con
la oficial. Los dedos de Nick comenzaron a trabajar en la cerradura de sus esposas.
Owen se paseaba hacia ellos, con una sonrisa en su rostro.
—Os estamos sacando…
Nick se puso de pie y tiró de sus esposas, luego las arrojó a Owen con
una maldición.
—Deberías estar sentado aquí con nosotros…
Owen tomó las esposas, pero se reía.
— ¿Y si lo estuviera? ¿Quién iba a estar salvándoos el culo, entonces?
— ¿Qué hay de Louis?
—Lo tenemos cubierto.
—No podemos dejarlo aquí…—dijo Kelly.
Nick frunció el ceño. El frío se instaló en la boca del estómago.
—Styles no está enseñando la placa. Esto no es oficial, ¿verdad?
—No.
— ¿Cómo nos vais a sacar?
Owen miró por encima del hombro y metió la mano debajo de la chaqueta.
—Plan B.
— ¿Plan B? ¿Cuál es el plan B?
Owen chasqueó la lengua, levantó un pequeño bote y sonrió.
— ¡Eso es mío! —Siseó Digger— ¿Registraste mis cosas?
— ¿Viajas con granadas de humo? —Espetó Nick.
—Muchachos…–dijo Owen. Arrancó la anilla de la granada y la lanzó por
encima del hombro. Comenzó a salir humo violeta que se alzó en espirales en el
aire— Corred rápidamente.

* *

A Louis le habían leído sus derechos, esposado a la mesa, y luego dejado


solo una vez que se negó a decir más. Tendía a llevar una llave en el revestimiento
de todos sus zapatos, así que abrir la cerradura de las esposas fue simplemente
cuestión de levantar el pie lo suficiente para sacar la llave. Cuando las soltó, las
envolvió alrededor de sus dedos para utilizarlas como puños americanos. Iba a
eliminar a quienquiera que entrara por esa puerta.
Se negaba a quedarse allí sentado mientras Harry estaba en peligro, y si eso
significa salir de la cárcel y convertirse en un fugitivo, que así fuera.
También sabía que estaba en problemas aquí mismo. Parte de su trabajo,
mientras estuvo en Nueva Orleans había sido el seguimiento de las actividades de
un poli malo y aterrador.
Ese poli era ahora el comandante de la comisaría de la calle Royal. Y venía a por él.
Se puso de pie junto a la puerta, esperando saltar sobre el próximo
hombre que entrara.
No entendía que tenía que ver el gris-gris con Liam Payne. ¿De verdad estaba
aquí sólo aquí venganza?
No tenía sentido, y estaba empezando a sospechar que su propia culpa y
sentimientos sobre la forma en que habían terminado estuviera nublando su
opinión.
¿Por qué aquí? ¿Por qué ahora?
Si el plan era tenderle una trampa por el asesinato de la chica y Arthur
Murdoch, entonces era un plan de mierda. Y si la intención había sido etiquetarle
como el asesino, significaba la bolsa gris-gris en su habitación del hotel era una
promesa. Él era la siguiente víctima.
¿Y qué demonios tenía nada que ver con eso el que Liam atrapara a Harry?
El pomo de la puerta tembló a su lado y luego la puerta se abrió. Louis se
tensó, preparándose para lanzarse. A continuación, la pesada puerta fue empujada
como si alguien hubiera lanzado todo su peso contra ella. Se estrelló contra Louis,
golpeándolo contra la pared de bloques de hormigón. Se tambaleó cuando la
puerta se alejó y se recuperó sólo para encontrar una pistola apuntándole.
—Tan predecible…—dijo Liam con un movimiento de cabeza—
Hola, amor.
Estaba de pie lo bastante lejos para que Louis no pudiera alcanzarlo sin
lanzarse más allá del cañón de la pistola. Louis se apoyó contra la pared,
respirando con dificultad.
— ¿Dónde está Harry?
—Está bien. En el vestíbulo creando una distracción. Es dulce que él sea lo
primero en lo que pienses…
Louis se lanzó sobre él, y Liam levantó la pistola, sacudiendo la cabeza.
—Si le has hecho daño, juro por Dios que te haré sangrar…
—No tengo ninguna intención de hacer daño a nadie, Louis,
simplemente necesitaba toda tu atención.
— ¿2 AM o tu compañero muere? ¿Así es como obtienes mi atención?
—Funcionó, ¿no? Pero las cosas han cambiado. Tenemos un poco de prisa
aquí, así que…
— ¿Qué estás haciendo aquí?
Liam le arrojó su chaqueta y su arma.
—Soy el equipo de rescate.
Capítulo 8

Estaban en medio de la noche, pero parecía que el Barrio Francés no se


daba cuenta. Harry y los otros habían escapado de la comisaría de policía en un
torbellino de humo púrpura y caos, cada hombre había salido corriendo en una
dirección diferente. Las calles concurridas ayudaron a ocultarlos. Se suponía que
tenían que huir durante quince minutos, luego, volver a un punto de encuentro,
una vez que estuvieran seguros de que estaba despejado.
Cualquiera que no pudiera librarse de la policía iba a tener que confundirla por el
bien del grupo.
Harry había eludido fácilmente cualquier persecución, utilizando las
multitudes como cobertura. Después de lanzarse por algunas calles
secundarías, vagó a lo largo de Bourbon Street durante diez minutos, la
multitud llena de juerguistas de Pascua le guiaron como un barco en un río.
Trató de no contemplar su situación, pero era difícil mantenerla fuera de la
mente. Ahora eran buscados por la policía. Nick y él habían dado su identificación
al detective cuando prestaron declaración sobre la escena del crimen, por lo que al
final los conectarían con la fuga.
Saldría su verdadero nombre y la Oficina se involucraría. Tendrían que dar muchas
explicaciones, pero estaba seguro de que él y Louis podrían librarse de ello.
Y luego estaba Louis. Parecía que seguía olvidando lo que Louis había
admitido, como si su mente estuviera tratando activamente de bloquearlo. Louis
había pasado esencialmente los últimos dos años espiándolo.
¿Cómo se suponía que iba a saber lo que era real y lo que había sido otro de los
trucos inteligentes de Louis para sacarle información?
¿Cuánto de Louis había visto realmente? ¿Cómo de bien conocía a Louis?
Al llegar a Jackson Square, Kelly fue al único que vio. Estaba merodeando
cerca de la verja de hierro que rodeaba el área de césped. Durante el día, la gente
utilizaba la valla para colgar obras de arte y vender sus productos, pero por la
noche todo se quitaba. La gente se sentaba en la repisa de hormigón o se apoyaba
contra la valla, fumando, bebiendo y riendo. Varios de ellos tocaban música con
botes para pedir dinero delante de ellos.
Kelly estaba cerca de un hombre con una guitarra. Cuando vio a Harry, se
apartó de la pared y sonrió de soslayo.
—No es exactamente un lugar de encuentro discreto.
Harry se encogió de hombros.
—Fue el único lugar al que todos sabíamos cómo llegar. Y está lleno de
gente.
—Cierto. ¿Qué diablos está pasando?
Harry hizo una mueca y miró alrededor. No quería que pasar por esto
más de una vez, y sabía que los demás tendrían la misma pregunta.
—Es complicado…
—Soy bastante inteligente —dijo Kelly con una risa— Por lo general
puedo seguirlo.
Harry resopló.
—Styles, los otros llegarán pronto, y entonces estaremos lidiando con toda
la dinámica del grupo, las acusaciones y serios síndromes de déficit de atención,
de modo que… ¿quieres que sepa que pasa ahora para poder ayudarte?
Harry miró al hombre durante un largo momento, y luego asintió.
—Eras el médico del grupo, ¿verdad? ¿Para poder tratar… cualquier
herida que se produjera?
—Sí –dijo Kelly con cautela— ¿Por qué?
—Me encontré con Liam Payne —dijo Harry, y se apresuró a explicar más
rápido de lo que los ojos de Kelly se abrieron— Afirma que fue contratado por
un cártel de Miami para venir aquí y matar a Louis.
— ¿Qué? ¿Por qué?
—Es una historia muy larga.
— ¿Cómo escapaste?
—No lo hice.
Kelly entrecerró los ojos, mirando por encima del hombro de
Harry.
—No entiendo…—dijo finalmente.
Harry no pudo evitar reírse. Una mano tocó su espalda y se sacudió,
tratando de alcanzar el cuchillo en el bolsillo.
—Tranquilo, tigre…—dijo Nick mientras caminaba alrededor de Harry y le
daba una palmada en la espalda— ¿Alguien me quiere contar porqué me acabo de
convertir en fugitivo?
—Es complicado…—respondió Kelly.
—No voy a hacer esto otra vez…—se quejó Harry.
Nick se puso de puntillas y miró alrededor de la multitud. Varios policías
uniformados estaban caminando a lo largo de los bordes de la multitud. Otros
montaban a caballo. Por cómo miraban las caras era evidente que estaban
buscando a alguien.
—Debemos empezar a movernos…—susurró Nick— Somos demasiado
visible aquí parados.
Kelly agarró el brazo de Nick y lo detuvo.
Nick y Harry se giraron para ver lo que le había llamado la atención. Harry
vio a Louis inmediatamente. Se movía lentamente, era obvio que todavía sufría
dolores y luchaba contra el resto del sedante que le habían dado en el hospital.
Mantenía la cabeza hacia abajo y la cara en sombras, pero Harry sabía cómo movía
sus hombros. Por detrás de Louis, con aspecto mucho menos visible, estaba Liam
Payne. Los ojos de Louis se clavaron en los de Harry, y el alivio inundó todo su
cuerpo. Louis dio un paso apresurado hacia adelante, pero apareció una mano en
el hombro, tirándole hacia atrás. Se puso rígido nuevo, poniendo las manos a los
lados.
Harry reconocería esa postura en cualquier lugar. Louis tenía un arma
en su espalda.
Los ojos de Louis permanecieron fijos en Harry, y Liam utilizó su cuerpo
para cubrirse.
—Vamos todos a mantener la calma…—dijo Liam cuando se
acercaron— ¿Quién está armado?
Harry apartó de la chaqueta para revelar el cuchillo. Nick y Kelly
negaron con la cabeza.
Liam aflojó la mano sobre el hombro de Louis, y luego le dio una palmada
en la espalda. Guardó la pistola debajo de su abrigo y sonrió.
—Solo me aseguraba…
— ¿Qué demonios está pasando? —Preguntó Nick—. ¿Por qué está él aquí?
y ¿se me permite hacerle daño?
—Todavía no…—respondió Louis.
— ¿Dónde están los demás? —Preguntó Liam. Harry
miró su reloj.
—No han aparecido todavía. Tienen dos minutos más.
Permanecieron en un silencio incómodo mientras las campanas de la
catedral sonaban la hora. Liam aún permanecía detrás del hombro de Louis
para cubrirse.
Nadie habló. Nadie se movió, salvo por Harry comprobando periódicamente el
tiempo.
Digger finalmente se materializó entre la multitud, Owen tras sus talones.
Al parecer, se habían encontrado en algún lugar y se dirigieron aquí juntos. Se
acercaron con cautela, sintiendo la tensión en el grupo. Ninguno de los dos dijo
una palabra cuando se unieron a ellos.
—Bien, entonces…—dijo Harry, finalmente, aliviado de que todo el mundo
hubiera logrado salir—. Hemos guardado todas nuestras cosas, vamos a por ellas.
Pero ¿a dónde después de eso?
—No podemos irnos…—gruñó Nick. Aún tenía que apartar los ojos de
Liam—. Necesitamos un lugar donde descansar y reagruparnos.
—Y entonces puedes decirnos qué coño est{ pasando…—agregó Kelly.
Harry asintió.
— ¿A dónde vamos? —Preguntó Liam— Mi casa de seguridad ha volado.
— ¿Cómo? —Preguntó Harry.
—Demasiada actividad, no confío en ella.
Louis echó un vistazo por encima del hombro al hombre, luego de nuevo a
Harry. Su boca era una línea sombría.
—Podría conocer un lugar perfecto.
— ¿Hannah? —Preguntó Harry. Louis asintió.
Nick resopló.
— ¿La chica que intentó matarte con un cuchillo?
—Vale la pena probar. Creo que puede estar en peligro también,
tengo que advertirla.
—Nos separamos, entonces…—dijo Liam. Dio otra palmada a Louis—.
Comprueba las aguas con la chica cuchillo y nosotros recuperaremos nuestras
cosas.
Louis miró por encima del hombro, pero asintió.
—Vosotros cuatro, id con él. Mantenedlo a raya. Harry y yo
exploraremos y os llamaremos en treinta.
Los demás asintieron, aunque a regañadientes cuando Liam les alejó. Harry
y Louis se quedaron solos. Mirar a los ojos de Louis hizo que su estómago
aleteara, pero la ira permanecía. Apretó los dientes, tratando de contenerla.
— ¿Estás bien? —Preguntó Louis.
—No me hizo daño…
—Todavía no, tal vez. Es astuto, Harry. No vuelvas a bajar la guardia a
su alrededor.
— ¿En serio? —Gruñó Harry. Dio un paso más cerca, enderezado en toda
su altura para poder mirar hacia abajo a Louis— Porque eso es lo que la gente
ha estado diciendo acerca de ti desde hace dos años…
Louis se encogió, pero no apartó la mirada. Echó los hombros atrás,
entrecerrando los ojos. Era como ver a un perro erizado mientras se quedaba
mirando una amenaza. Harry no lo había visto desde sus primeras semanas
juntos. Se negó a retroceder, sin embargo. Puso el dedo en el pecho de Louis.
—No creas que me he olvidado sólo porque tu culo necesitaba rescate…
Estaba demasiado oscuro para leer la expresión de Louis, pero
finalmente rompió el contacto visual para mirar el dedo de Harry.
— ¿Dónde está este lugar? —Preguntó Harry, cuando se hizo evidente
que Louis no iba a responder.
Louis habló con los dientes apretados.
—Justo al lado de la Frenchmen Street. Bajando por Decatur y cruzando la
explanada.
—Guíame.
Louis se quedó mirando a Harry durante otros segundos. Luego dio un
paso más allá, rozando el hombro contra el de Harry mientras atravesaba la
multitud de juerga.
Louis no dijo una palabra mientras paseaban hacia el borde más lejano del
Barrio Francés, en dirección a la pequeña área de dos manzanas de Frenchmen
Street y contiguo a Faubourg Marigny. Harry sabía cómo se sentía Louis por ir a
ver a Hannah de nuevo, y él tampoco estaba muy feliz por eso. Había una buena
probabilidad de que estuviera resentida, y con buena razón. Harry sabía la clase
de mentiras que decías cuando estabas encubierto, y ahora, gracias a Louis, se
daba cuenta de cuánto dolían cuando estabas en el extremo receptor de los
mismos.
Sin embargo, sus opciones eran pocas y Louis parecía estar pensando que
estaba en peligro.
Al menos estaría junto a él para asegurarse de que no le lanzaba otro cuchillo.
Si lo hacía, tendría que esquivar un par ella misma.
Por lo tanto, prevenido, Harry siguió a Louis fuera del Barrio Francés
a la zona residencial más tranquila de Marigny.
Louis giró en un callejón empedrado con paredes de piedra cubiertas de
hiedra y flores. Era realmente precioso, con las luces de gas, puertas de hierro
forjado y un montón de ambiente. Incluso los fragmentos de vidrio en el
hormigón en la parte superior de los muros y vallas, con la intención de mantener
a los juerguistas fuera de los jardines privados, tenían su propio encanto.
Nueva Orleans tenía carácter.
Harry no lo había apreciado realmente cuando había estado aquí con
Kendall. Había estado más preocupado por mirarla, observando la alegría de la
experiencia a través de la forma en que ella se iluminaba.
A menudo se encontraba haciendo lo mismo con Louis.
Disfrutaba de la manera con que Louis vivía cada jugada en un partido de béisbol
más de lo que disfrutaba del juego en sí.
¿Qué parte de su propia vida había olvidado vivir mientras observaba a la
gente que amaba?
La multitud disminuyó hasta que fueron los únicos en la calle,
ofreciéndoles una menor cobertura. Louis tomó el brazo de Harry para que se
vieran más como una pareja volviendo a casa que como dos fugitivos bordeando
las sombras. Se sentía rígido, como si esperara que Harry le rechazara.
Éste respiraba con dificultad. Nunca se había imaginado estar a solas con Louis
sintiéndose tan incómodo.
—Los sitios de esta zona cierran a las dos…—dijo Louis. De repente
se convirtió en un callejón más oscuro y más estrecho.
Harry fue más despacio, mirando alrededor con el ceño fruncido.
Se soltó de Louis pero éste siguió caminando.
—Oye…
Louis detuvo y se volvió, Harry tuvo un recuerdo, una imagen de
Kendall, su pelo rebotando cuando se volvió, con los ojos brillantes.
Harry miró los ojos color azul de Louis, conmocionados en el silencio.
— ¿Estás bien? —Preguntó Louis.
Harry negó con la cabeza.
—Creo que he estado aquí antes…
Louis levantó una ceja y miró hacia el callejón.
—Un montón de estos callejones se parecen. Este es un lugar local,
bastante lejos de la ruta turística.
Harry miró los adoquines y las paredes de piedra sencillas. Asintió.
—Sí…
Louis continuó por el callejón, y después de unas pocas docenas de
metros, se detuvo ante una puerta de madera desgastada empotrada en la pared
de piedras gastadas.
La señal tallada que colgaba sobre la puerta decía La Fée Verte.
Harry se quedó mirándola. Estaba casi seguro de que había sido el nombre
del antro al que Kendall lo había arrastrado todos esos años
atrás.
Louis empujó la puerta con el hombro y se abrió con un crujido. Dentro
era la misma habitación grande que Harry recordaba de sus sueños.
Seguía mal iluminada y llena de mesas, y el único soporte para el
micrófono en el escenario delante de las cortinas color vino.
Las velas parpadeaban en los quinqués, sólo que ahora parecían que
funcionaban a pilas. Años de gotas de cera todavía decoraban las mesas.
Harry miró a su alrededor, aturdido. Se volvió dónde estaba parado,
mirando el escenario, su mente recreó esa noche, el hombre que había visto y por
el que se sintió atraído, el primer hombre al que se dado cuenta de que podría
desear, el hombre en el que casi inconscientemente había basado la mayor parte
de sus encuentros sexuales desde entonces. Todavía podía ver al hombre de pie
en el escenario, hombros anchos, sonrisa juguetona, ojos brillantes y una hermosa
voz.
—Louis…—Harry se lo quedó mirando.
— ¿Estás seguro de que estás bien?
—Eras tú...—susurró Harry.
Louis miró alrededor del bar, frunciendo el ceño.
—Louis, eras tú. El hombre que vi cantando, del que te hablé...eras tú, ¿no?
Los ojos de Louis se posaron en el escenario, luego volvieron a Harry. No
parecía tan sorprendido. Hubo un sonido fuerte en la parte posterior y una
cortina detrás de la barra tembló.
Una mujer de pelo oscuro sacó la cabeza para decir.
—Hemos cerrado. Intentadlo en la calle Bourbon —Desapareció detrás de
la cortina de nuevo.
Louis y Harry se quedaron mirando la cortina antes de compartir una
mirada.
—Eras tú…–susurró Harry de nuevo, todavía sacudido hasta los
cimientos por la revelación.
—No puede ser. Dijiste que era tu aniversario. Yo no estaba aquí en
julio.
—Fue por nuestro aniversario. Vinimos en diciembre porque era más
fácil.
Louis se quedó inmóvil, con los ojos en Harry durante un largo momento
antes de mirar hacia la cortina. Pasaron unos pocos segundos antes de que la
cortina se balanceara de nuevo, y la mujer la apartó para salir. Era bajita, con
largo pelo tan negro que casi parecía azul en la neblina de humo. Una pluma
blanca y esponjosa estaba metida detrás de la oreja, y con una inspección más
cercana, varios plumas más de varios colores parecían ser parte de su pelo
también.
Sus ojos oscuros estaban delineados con kohl, enmascarando su color
verdadero, y era difícil saberlo en la penumbra, pero parecía exótica, como si
tuviera sangre nativa americana en ella. Era atlética y con curvas, sin duda el tipo
de Louis, usaba pantalones negros que abrazaban sus caderas y un corsé atado
como top. Su cuerpo estaba tenso mientras les miraba.
Harry miró de Louis a ella y viceversa. Ella estaba sorprendida, estaba
claro, lo que le dijo que no estaba detrás del hechizo que Louis estaba seguro
que le habían puesto.
— William Louis —dijo.
—Hola, Hannah…—respondió Louis. Harry sabía que estaba lejos de
estar tan tranquilo como sonaba.
Ella se movió de repente, saltando por encima de la barra y corriendo hacia
él. Harry casi se movió para bloquearla, pero Louis no se inmutó mientras se
lanzaba hacia él y le echó los brazos alrededor del cuello. Él gruñó de dolor,
tropezando bajo su peso mientras lo abrazaba.
Ella lo soltó y se deslizó al suelo, y luego golpeó a Louis con un juramento
que sonaba como francés mutilado. Cuando se echó atrás para otro golpe, Harry
extendió la mano y la agarró de la muñeca en el aire. La conciencia culpable de
Louis podía haber estado dispuesta a quedarse allí y aceptarlo, pero había un
límite a lo que él permitiría, incluso si él mismo quería hacer lo mismo en este
momento.
Ella tiró de la mano de la mano para soltarse y respiró
profundamente.
— ¿Qué estás haciendo aquí? —Dijo entre dientes.
—Me enteré de lo de Murdoch…–le dijo Louis, muy tranquilo a pesar
de su temperamento.
Ella miró a Harry, sus ojos le repasaron de arriba abajo.
—Este es mi compañero, Harry Styles.
— ¿También eres federal? —Escupió a Harry.
Era una especie de una pregunta de mierda, pero era obvio que estaba
sorprendida al ver a Louis apareciendo de la nada. Harry inclinó la cabeza y
levantó una ceja no a modo de confirmación silenciosa, sino un sutil atrévete a
comentarlo, antes de mirarla, en busca de armas.
—Harry, esta es Hannah Walker. Hannah, necesitamos tu ayuda.
—Correcto…—dijo con evidente desdén. Volvió sus ojos oscuros a
Louis— Necesitas mi ayuda. ¿Cómo necesitaste mi ayuda antes?
Louis entrecerró los ojos antes de desviarlos para encontrarse con los de
Harry. Sacudió la cabeza.
—Esto era una pérdida de tiempo…—dijo a Harry. Señaló con la cabeza
hacia la puerta— Vámonos.
Harry estaba perfectamente dispuesto a dejar que cualquiera de las viejas
llamas de Louis siguiera adelante sin ellos, por lo que asintió con la cabeza y dio
un paso lento hacia atrás.
No vio ningún cuchillo en Hannah, pero eso no quería decir que no tuviera. O más
de uno.
Louis se giró para irse, sin mostrar reparos en exponer la espalda a la
mujer.
Ella suspiró y levantó la mano.
—Espera. ¿Qué quieres de mí?
Louis la estudió brevemente antes de buscar en el bolsillo y sacar la pequeña
bolsa roja que había estado llevando. Harry no sabía cómo la había recuperado de
la comisaría de policía, pero era evidente que había pensado que una prioridad
mientras Liam y él escapaban. La levantó y la dejó caer, sosteniéndola entre dos
dedos por la cuerda.
Hannah jadeó y dio un involuntario paso atrás, chocando con Harry.
Él la estabilizó con una mano en cada brazo.
—Bueno, supongo que eso responde…
— ¿Es como la que los policías dijeron que habían encontrado en Murdoch?
¿De dónde sacaste eso? —preguntó Hannah a Louis, sonando como si se hubiera
olvidado de lo enfadada que estaba.
—Estaba bajo mi colchón…—respondió Louis con los dientes
apretados.
Ella les miró a los dos.
— ¡Bueno, yo no lo hice! Ni siquiera sabía que estabas en la ciudad.
—Necesitamos un lugar para pasar desapercibidos. Somos siete. Hay
gente detrás de nosotros, y también la policía.
— ¡Feet pue tan! –gritó ella.
Louis se aclaró la garganta, mirando a Harry irónicamente.
—Acaba de llamarme maldito hijo de puta.
—Me gusta…—respondió Harry.
— ¿Necesitas mi ayuda? ¡No necesitas mi ayuda, necesitas un ejército! –Le
empujó hacia la puerta— No quiero ser parte de lo que estás haciendo.
—Una chica fue asesinada anoche…—siseó Louis.
— ¡No es mi problema! —Hannah lo empujó hacia la puerta, con las
manos sobre el pecho. Él no se movió y ella no podía obligarle.
—Se parecía a ti…—dijo Louis en voz alta. Levantó la bolsa— Tenía
una de estas.
Hannah respiraba con dificultad, pero dio un paso atrás y se quedó
mirando la bolsa, luego miró por encima del hombro a Harry. Parecía realmente
asustada.
— ¿Crees que planeaban matarme?
—Sí. La policía cree que yo la maté a ella y a Murdoch. Mi nombre
estaba en estas bolsas.
—Te han tenido una trampa….
Louis asintió.
—Y conoces a la única persona que posiblemente podría haber sabido que yo estaba
en la ciudad.
Hannah se lamió los labios.
—Papá.
Louis alzó una ceja.
— ¿Vaya, espera, papá? –soltó Harry.
Louis y Hannah asintieron. Hannah se llevó una mano a la boca.
—Ahora…—dijo Louis casi con suavidad— Necesitamos un lugar para
pasar la noche. Ellos nunca mirarán aquí. ¿Las habitaciones de arriba están vacías?
—Sí…—susurró Hannah. Apoyó una mano en la cadera y bajó la cabeza
como si estuviera tratando de recuperar el aliento.
Louis se encontró con los ojos de Harry.
—Llámalos. Diles cómo llegar aquí.
Harry sacó su teléfono, mirando entre ellos mientras marcaba.
No podía esperar a escuchar el resto de esta historia…
— ¿Qué me puedes contar sobre esta bolsa? —Preguntó Louis a
Hannah.
Hannah le fulminó con esa mirada rebelde unos momentos, luego dejó
caer las manos y dio una breve inclinación de cabeza.
—Échala sobre la mesa. Traeré algunas bebidas…
Giró sobre sus talones y pasó tras las cortinas detrás de la barra mientras
Harry hablaba con Owen. Eran los únicos que todavía tenían sus teléfonos. Una
vez que colgó, miró a Louis hasta que el hombre se encontró con sus ojos.
—Su padre era mi caso cuando estuve aquí…–le dijo Louis— Es el
Comandante de Policía del Distrito 8. Está sucio como el infierno.
Harry sintió que se le helaba la sangre.
—Cuando dijiste que dejaste a un padre cajún cabreado…
—Lo dije en serio. Nunca supe si él descubrió que yo era su problema o
no. Ahora lo sé. Probablemente se enteró cuando llegamos al aeropuerto.
Hemos sido hombres muertos andantes desde que llegamos aquí.
—Guau. Y yo pensaba que tenía un suegro aterrador…
Louis puso los ojos en blanco. Miró alrededor de la taberna tenue.
— ¿Estás seguro de que tú y Kendall estuvisteis aquí?
—Louis, puedo no recordar el aspecto de tu cara, pero recuerdo este
lugar como si fuera ayer. Fuiste tú. ¿Cuánto tiempo estuviste aquí destinado?
—Un par de años.
Harry asintió.
Eso no era inusual. A él le había llevado varios meses establecerse en Miami.
Y ambos habían sido arrancado de sus tareas: Louis a causa del huracán
Katrina, Harry porque había sido detenido y tuvo que ser retirado por su propia
seguridad. Cuando volvió, descubrió que la mayor parte del cártel de Miami
todavía pensaba que había estado en prisión en algún lugar y su tapadera
permanecía intacta. La tapadera de Louis había capeado la tormenta también, y
ahora estaba de nuevo en mitad de la misma.
Louis se estaba mordiendo el interior de los labios, los ojos fijos en la
pared cerca de la puerta, donde había una serie de fotografías enmarcadas.
Un estruendo y una maldición entre dientes salieron de la cocina, luego
Hannah apareció a través de la pesada cortina con un par de botellas en la mano
y un trapo encima del hombro. Louis dio unos pasos y arrojó la bolsa sobre la
mesa. Ella le miró con malicia y se sentó frente a él, dejó las botellas de golpe y
utilizó el borde de la mesa para abrir una con la palma de la mano.
Harry resopló.
Le gustaba.
—Entonces, compañero de Louis, dime por qué estás aquí.
—Cogió la bolsa y empezó a tirar de la cuerda.
Harry consideró la verdad o la evasión durante unos segundos antes de
encogerse de hombros.
—Estamos celebrando un cumpleaños…
Ella dejó el paño sobre la mesa y vació el contenido de la bolsa encima.
Asintió con la cabeza pero no respondió, jugando con las piezas de la bolsa gris—
gris durante unos momentos.
— ¿Cómo encontraste la bolsa?
—Te lo dije, estaba…
—Estaba hablando con tu compañero…—espetó Hannah.
Louis gruñó suavemente, pero permitió que contestara Harry,
murmurando en voz baja mientras se paseaba.
Harry miró entre ellos.
Podía ver la posibilidad de química allí. Una gran cantidad de explosiones y
estallidos…como él y Louis. ¿Había estado Louis alguna vez en una relación que no se
hubiera iniciado o terminado con abierta animosidad?
—La encontramos en una búsqueda est{ndar…—dijo Harry,
preguntándose lo familiarizada que estaba con los procedimientos de la policía.
—Tonterías…–Acercó la nariz a la sustancia como musgo en la tela—
Probablemente la encontrasteis teniendo sexo.
Harry resopló. No estaba recibiendo ninguna vibración
amenazadora de ella, y le gustaba lo directa que era.
Ella ladeó la cabeza como si le evaluara. Luego se volvió hacia otro lado, a
Louis. Él la estaba observando desde varios metros de distancia, con las manos en
los bolsillos.
— ¿Qué fue? —Le preguntó— ¿Migraña? ¿Virus estomacal?
—Cálculos renales…
Ella resopló y asintió. Harry entrecerró los ojos, no muy feliz de que ella
hubiera sabido que algo había ido mal con Louis. Apretó los labios con fuerza. No
le gustaba dar importancia a esta cosa vudú, pero parecía ser el único. Y tenía que
admitir, que era bastante coincidencia que Louis hubiera sufrido cálculos renales la
misma noche que había dormido sobre un imán que atraía la mala suerte.
—No reconozco el trabajo…—dijo con rigidez después de examinar
la bolsa y su contenido.
—Est{s mintiendo…—siseó Louis.
Ella golpeó la mano contra la mesa.
— ¿Es de tu padre?
Ella no respondió, sin dejar de mirar el tablero de la mesa. Louis se
acercó a su rostro y bajó la voz.
— ¿Es de Shine?
Ella sacudió la cabeza y cerró los ojos.
— ¿Quién es Shine? –se atrevió a preguntar Harry. Louis se
enderezó, con aspecto sombrío.
—El hermano de Hannah.
Ella frunció el ceño.
—Es más refinado que su trabajo usual. Y su propósito...
—Ella sacudió su cabeza— Este nivel de habilidad está más allá de mí, y yo diría
que está más allá de Shine, pero no he hablado con él en un año. No sé dónde ha
estado o lo que ha estado haciendo.
Louis gruñó, dio un paso adelante, y colocó el segundo diente de
cocodrilo en la esquina de la tela, junto con el rollo de pergamino con su alias en
él.
—Saqué esto.
—Oh…—dijo ella en voz baja. Recogió el pergamino y estudió la
caligrafía— Eso aclara las cosas. Parece que estaba destinado a hacerte un gran
daño. ¿Cuántas personas aquí quieren matarte? Porque con esto en tu bolsillo,
todas te encontrarán.
—Dímelo tú…—dijo Louis con brusquedad. Estaba de pie junto a su
hombro, grande y sombrío junto a ella.
Ella lo miró a los ojos y enderezó los hombros.
—Yo no le dije a nadie quien eras en realidad. Ni siquiera a mi padre.
Louis no parecía sorprendido. Más aliviado. Pero
Harry no estaba tan desconcertado.
—Si ella se lo hubiese contado a alguien, habría arrojado dudas
sobre ella también, simplemente por asociación. Especialmente ya que
erais… íntimos.
Louis asintió y fue a sentarse en una de las sillas al lado de ella. Hannah
seguía mirando tenazmente la bolsa de fieltro rojo.
—Entonces… ¿mi tapadera?
—Sigue intacta —le dijo ella a regañadientes— Aunque les dije a todos que
me dejaste por la puta rusa, así que sigues siendo un imbécil.
Louis gruñó a Harry.
—Ella quiere decir que les dijo a todos que salí huyendo del huracán.
Harry resopló y no trató de ocultar su sonrisa mientras caminaba hacia la
pared para mirar las fotos. Se suponía que debería sentirse más incómodo estando
aquí con Louis, al que quería estrangular, y su ex casi-novia, que había intentado
matarlo.
Sobre todo porque ahora estaba seguro de que los había conocido hacía dos años y le
habían pedido que se uniera a ellos tras el show.
La calidez aumentó con ese conocimiento. El hombre al que había visto
en Nueva Orleans había sentido la pequeña chispa de
interés que había necesitado para su primer encuentro con un hombre.
Había sido Louis todo el tiempo.
Resopló y se metió las manos en los bolsillos.
Ni siquiera estaba seguro de qué hacer con eso, sobre todo porque cada vez que pensaba en
Louis, la ira y la traición amenazaban con sobrepasarlo.
Louis y Hannah estaban hablando sobre los ingredientes del gris-gris
mientras Harry estudiaba las imágenes. La que Louis había estado mirando antes
era grande, con un simple marco de madera, y debajo la fecha y el evento estaban
escritos en un trozo de cinta. Pascua, 2004. Hacía siete años. La foto era la de un
hombre sentado en una silla, inclinada hacia atrás, con los pies sobre la mesa
mientras sonreía. Una multitud de personas con máscaras festivas bailaban en los
pequeños confines del bar en el fondo de la foto, sus movimientos borrosos y
surrealistas. El hombre sentado era lo único en el enfoque. Llevaba un sombrero
de bombín y un chaleco. Tenía un cigarro delgado cerca de su cara, el humo
congelado sobre su mano.
Era el hombre que Harry recordaba, en blanco y negro. Y después de un largo
momento de mirar fijamente, Harry sabía que estaba mirando una foto de un Louis más
joven y más delgado. Su cabello era diferente, más largo. Tenía una barba Van Dyke. Su
cara parecía demacrada en cierto modo. Realmente era un camaleón. Pero seguía siendo
Louis.
—No lo sé, Louis, tiene que haber una media docena de personas que
quisieran hacerte sentir miserable…–Se burló Hannah cuando Harry volvió con
ellos.
Louis dejó caer una mano.
— ¿Puedes revertirlo?
—No. El único que lo puede revertir es quien te lo puso. O tú.
—Bien, ¿cómo lo invierto, entonces?
—No lo sé….
Louis se echó hacia atrás y se pasó las manos por la cara.
—Voy a ver si averiguo algo, ¿vale? Esta maldición sobre ti se extenderá a
los que te rodean. Cualquier persona que entre en contacto contigo ahora está en
peligro, incluida yo.
— ¿Qué, es contagioso? —Harry no pudo mantener la diversión o el cinismo
en su voz. Pero Louis y Hannah parecían sombríos.
—Esto es como un punto negro en tu alma—susurró Hannah— Se
extenderá a todo el que te importe, a todos los que tu alma haya tocado…
Louis se desplomó y se golpeó la frente contra la mesa.

* *

Las tres habitaciones encima de La Fée Verte se habían solido alquilar a


viajeros, en los primeros días de la cuidad, y aunque la mayor parte de los
edificios antiguos del barrio se habían convertido en condominios y apartamentos,
la distribución de las habitaciones de La Fée Verte no había cambiado mucho desde
hacía más de cien años. Todas tenían cocinas pequeñas y espacio suficiente para
una cama doble, un armario y una silla. Compartían un baño al final del pasillo, y
colindaban con una habitación más pequeña que servía como oficina para el bar
de abajo.
Louis conocía bien todas las habitaciones. Había vivido en una de ellas
durante casi dos años. Generaban ingresos adicionales para el bar, pero Murdoch
las había alquilado sobre todo a empleados a un precio ridículamente bajo.
Mantenía a alguien en las instalaciones en todo momento, y los mantenía leales a
él.
Para los propósitos de Louis, vivir allí le había arrojado directamente al medio del
mundo que había necesitado en ese momento.
Hannah les llevó por las escaleras estrechas. Louis dejó que su mano
acariciara el papel de brocado a su paso, la textura y el aroma traían recuerdos
que eran, en su mayor parte, buenos.
Su vida aquí había sido diferente a cualquier otra que había vivido o
pretendido vivir.
Pero había habido una seducción embriagadora en ello, algo oscuro, rico y
tentador. Louis casi había sucumbido a sus encantos.
Hannah utilizó una llave atada con una larga cinta púrpura para abrir una
de las puertas, y se hizo a un lado para dejarlos entrar en la
habitación. Louis tomó la llave. Ella le miró a los ojos, desafiante, pero también
había dolor.
Él sabía que le había hecho daño. Todo en nombre de hacer su trabajo. Como había hecho
daño a Harry.
Apartó la vista y miró la habitación.
Se sorprendió al descubrir lo poco había cambiado desde la última vez
que había estado allí.
—Murdoch no vio ninguna razón para cambiar lo que hiciste
–le dijo Hannah.
Louis sacudió la cabeza y entró en la habitación. Una extraña sensación de
nostalgia le inundó. Se detuvo en medio de la alfombra oriental raída mientras
lejanamente registraba los pasos de Hannah alejándose.
No parecía diferente de la noche que se había ido.
La simple cama de hierro parecía plata bruñida, la pátina del tiempo le
daba carácter a las volutas delicadas. La colcha de marfil era sencilla, y el diseño
de las sábanas de algodón desvaído y muy gastado, le daba a todo el lecho un
aspecto de Dust Bowl vintage.
Las paredes estaban cubiertas con páginas amarillentas de libros antiguos,
pegadas al azar, una encima de otra, sobre el revestimiento de madera que ya no
se podía ver. Louis había pasado días haciéndolo, tratando de aislar las paredes
delgadas para que nadie pudiera escuchar lo que estaba haciendo cuando estaba
solo, pero la gente que había visto su trabajo después lo había atribuido a una
personalidad artística y peculiar en lugar de simple paranoia.
A lo largo de una de las paredes había una vieja estufa y un refrigerador
antiguo Crosley, que en ocasiones necesitaba reparaciones. Además había una
pequeña mesa con dos sillas acolchadas en apio verde, y un lavabo debajo de los
estantes abiertos que contenían platos.
En la esquina de la habitación frente a la cama había un gran armario. Louis
dio un paso hacia él y abrió la puerta, casi esperando ver su ropa todavía colgada
perfectamente dentro. Sin embargo, estaba vacío, ni siquiera quedaba una percha.
Se volvió hacia Harry, que se había detenido en el umbral.
—Está casi exactamente como lo dejé…
La mirada de Harry estaba en él, sin embargo, no la habitación. Sus
palabras fueron tranquilas, casi amargas.
—No puedo creer que fueras tú.
Louis tragó saliva. No sabía si eso era prometedor o condenatorio.
—Tú lo sabías, ¿verdad? —Preguntó Harry— ¿Por qué no dijiste
nada?
Louis tuvo que desviar la mirada.
—No estaba seguro. No… Tenía la esperanza de no serlo.
— ¿Por qué?
—Tú y tú esposa perfecta frente a mí con delineador de ojos y mi novia
con plumas en el pelo, ¿y te pedimos que jugarais con nosotros? Vamos hombre…
—Eso es lo que te hace quien eres. Burro.
—Exactamente…
Harry permaneció en silencio, pero la irritación y el disgusto en su
expresión golpearon más fuerte que cualquier palabra.
Parecía que todo lo que podía ver eran mentiras.
La tensión se volvió más pesada, presionando a Louis, dándole ganas de
moverse inquieto.
— ¿Crees que fue el destino?
—No creo en el destino.
Louis asintió, haciendo retroceder los nervios.
—Él cree en ti.
—Creo que la gente hace su propio destino.
Louis no podía pensar en nada que decir ante la ira en los ojos de
Harry.
Harry lo miró un momento.
—Esto es acogedor…—dijo, deslizando la mano a lo largo del marco de la
puerta— Mejor que mi almacén, eso seguro –Entró— ¿Tú hiciste eso en las paredes?
—Sí. Es Los tres mosqueteros. Principalmente.
Harry frunció el ceño mientras se acercaba a las páginas.
—En francés.
Louis se encogió de hombros.
—Es mejor de esa manera. –Como Harry leía novelas en español,
Louis pensó que lo entendería.
Harry tenía una mano en un bolsillo.
—Este lugar es...—Sacudió la cabeza— Gótico.
Louis asintió con tristeza.
—Eso es parte de lo que me gustaba.
— ¿Sí? —Harry se acercó un poco más— Otra nueva faceta de Louis
Tomlinson…
Se enfrentaron entre sí, el silencio pesado y tenso.
—Me pregunto qué otras partes no conozco…–murmuró Harry
finalmente, como si hablara consigo mismo.
Louis tragó saliva.
—Harry…
— ¿Qué te llevaste cuando te fuiste? —Preguntó Harry. Se dio la vuelta,
no dispuesto a que Louis se explicara— ¿Algo? ¿O simplemente los recuerdos?
Louis frunció el ceño.
—Sólo un libro que llevaba conmigo. Tenía un agujero recortado
con mi pasaporte real.
Harry apretó la mandíbula, como si se estuviera conteniendo
físicamente sus emociones.
— ¿Qué es lo que más extrañaste?
Louis frunció el ceño, confundido por las preguntas, hasta que finalmente
reconoció lo que Harry estaba haciendo.
Así era como su compañero interrogaba a los sospechosos.
Comenzaba con esa mirada intensa y luego hacía preguntas mundanas para
desestabilizar al sospechoso. Luego le calmaba lo suficiente para hacer que
pareciera bien antes de golpear a través de las preguntas reales en voz baja y
aterradora. Era bastante efectivo, y Louis había visto a Harry romper a personas a
las que nadie más podía hacer hablar.
Louis se mordió el labio, pensativo, tratando de dar una respuesta real
mientras temía el golpe de la última pregunta.
—Eché de menos el olor… –decidió.
La mayoría de la gente lo habría tomado como una broma, pero Harry se
lo tomaría en serio. Él había estado allí, en algún lugar que recordabas por la
sensación y el olor más que la vista o el sonido.
Era una respuesta visceral.
— ¿Por qué? —Preguntó Louis cuando Harry no respondió. Harry
se metió la otra mano en el bolsillo y se encogió de hombros.
—Nadie me pidió que recordara las cosas buenas...
Louis suspiró. Había hecho cosas aquí de las que no
necesariamente había estado orgulloso.
Pero en su mayor parte, habían sido dos de los mejores años de su
vida. Los recordaba con cariño hasta el final. Sabía que la
experiencia de Harry en Miami había sido muy diferente.
Todavía estaban allí de pie, en silencio e incómodos, unos minutos
más tarde, cuando Hannah regresó.
— ¿Has encontrado todo lo que necesitas? —Preguntó ella, su voz
rompiendo el hechizo.
Louis se aclaró la garganta y sacudió la cabeza.
—Estaba distraído…—dijo, sorprendido cuando su voz salió ronca.
—Llamé a Shine. No estaba en casa. Puedo ir por ahí a husmear.
—No, no puedo permitir que hagas eso…—dijo Louis.
Hannah sonrió.
—Tú no me permitirás hacer nada…
Harry resopló. Hannah lo miró de arriba abajo, luego silbó y
sacudió la cabeza.
—Louis tiene un tipo.
—Bien…—dijo Louis en voz alta.
Ella se limitó a sonreír con la mirada.
—Estaré atenta a tus amigos —Se dio la vuelta.
Harry se inclinó hacia un lado para verla caminar por el pasillo.
—Me gusta…
Louis asintió, incapaz de decir nada.
— ¿Hay algo más que quieras decirme antes que los demás lleguen
aquí?
Louis miró la línea rígida de los hombros, la tensión en la mandíbula y la
dureza de sus ojos. Harry tenía todo el derecho a estar enfadado.
El momento podría haber sido mejor, pero todo este lío
estaba sobre su cabeza.
—Te amo —dijo en voz baja.
— ¿De verdad?
Louis asintió.
Harry le miró a los ojos durante unos segundos antes de alejarse y
desaparecer por el pasillo.
Capítulo 9

—Me gustaría saber qué demonios est{ pasando…—dijo Kelly. Estaba


sentado al otro lado de Nick en la mesa grande del lugar. Nick tenía los
ojos fijos en Liam, que estaba paseando por los bordes del bar y negándose
a sentarse con el resto de ellos. Nick no confiaba en el hombre ni un poco,
pero estaba dispuesto a escuchar una explicación de alguien antes de
empezar a lanzarse golpes.
La mujer que les había dejado entrar, Hannah, había atrancado
posteriormente la puerta y desaparecido tras una cortina. Nick podía oírla
moverse, pero no tenía idea de lo que estaba haciendo, ni tampoco le importaba.
Louis estaba sentado a la derecha de Nick, tranquilo e inusualmente
aturdido. Y a la izquierda de Nick se sentaba Harry, que parecía irritado y áspero.
No era difícil deducir que lo que Louis le había contado había metido una cuña
entre ellos. Nick esperaba que pudieran seguir juntos el tiempo suficiente para
superar lo que fuera esto y resolverlo cuando volvieran a casa.
Las tablas del suelo crujieron encima de ellos, y todos miraron hacia arriba.
— ¿Hay alguien más aquí? —Preguntó Owen. Harry
negó con la cabeza.
—Los suelos hacen eso…—murmuró Louis. Se frotaba el puente de la
nariz con dos dedos, inclinado sobre la mesa.
Nick miró al techo de nuevo. El lugar tenía una sensación extraña, como si
hubiese sido abandonada por los vivos, pero todavía estuviera ocupado. Un
escalofrío le recorrió la espalda. Toda la ciudad se sentía un poco así, en realidad.
Toda la basura vudú le superaba.
—Styles, por qué no nos informas…—dijo Nick, manteniendo la voz baja.
Si Louis no iba a dirigir la discusión, alguien tenía que
hacerlo.
Los ojos oscuros de Harry le fulminaron, luego levantó la vista y su
mirada siguió a Liam mientras el hombre se movía. Inhaló profundamente antes
de hablar.
—Trabajé encubierto un tiempo en Miami, en el cártel Vega.
—He oído hablar de ellos —dijo Nick—. Llegan hasta Boston a veces.
—Y más allá. Tuvieron el soplo de que tenían un topo, así que iniciaron
una caza de brujas. Me detuvieron una noche conduciendo borracho y La Oficina
aprovechó la oportunidad para sacarme, para salvarme a mí y la información que
había robado.
Liam se acercó y todo el mundo se quedó en silencio mientras esperaban a
que Harry conectara las piezas.
—Pensaba que esa parte de mi vida era historia, pero...—Harry se quedó
mirando el tablero de la mesa, moviendo la cabeza.
Liam se aclaró la garganta.
—Pero. Hace aproximadamente dos años Styles se introdujo de nuevo en
el cártel durante breve tiempo. Fue sacado de nuevo, sólo días antes de que
Antonio de la Vega, el jefe gilipollas al cargo muriera en un accidente aéreo en el
Caribe mientras regresaba a Colombia. Por supuesto, el alter ego de Harry se
convirtió en el principal sospechoso dentro del cártel. Juan Carlos de la Vega
tomó el control, enderezó el barco Vega, y organizó una cruzada para encontrar
al hombre que mató a su hermano.
— ¿Cómo llegas tú a esto? —Preguntó Louis.
Liam sacó una silla y se sentó, mirando a Louis. Su cara era
inexpresiva.
—Después de que me dispararas, gracias dicho sea de paso, no podía ir a la
NIA como estaba previsto. Tenía que encontrar trabajo en alguna parte.
Owen resopló y se apartó de Liam para mirarlo.
—Eres un mercenario…
—Paga las cuentas.
— ¿Por qué no NIA? —Preguntó Louis. Su ceño se había
profundizado.
Los ojos de Liam se entrecerraron y se inclinó más cerca. Se golpeó el
pecho con un dedo.
—Porque fallaste, querido…
Los ojos de Louis siguieron la mano de Liam, y Nick podía ver la sangre
drenándose de la cara de su amigo.
—Tocaste mi corazón. El ventrículo derecho.
Louis, o bien no pudo o no quiso responder. Se echó hacia atrás en su silla,
apoyando la barbilla en la mano. Nick se preguntó qué estaba pasando en la
mente de Louis, cómo habría reaccionado si todos en la mesa no estuvieran
mirándole como el líder.
—Me lo repararon antes de que me desangrara, pero no estaban
dispuestos a aceptar un agente de campo activo con un corazón
comprometido.
—Pensé que siempre tuviste un corazón comprometido
—murmuró Digger.
—Eso es gracioso, Back Woods. ¿Cuántos inocentes conejitos has colgado en tu
cabaña de caza?
— ¡Yo no como conejitos! —Gritó Digger.
— ¿Por qué estás aquí? —Preguntó Kelly a Liam.
—Fui contratado por de la Vega. Recibió una llamada anónima diciendo
que el hombre que mató a su hermano estaría aquí el fin de semana de Pascua.
Todos los ojos se volvieron a Harry, pero los ojos de Harry estaban
en Louis. Los apartó para echar un vistazo alrededor de la mesa.
—Yo no lo maté—dijo, volviendo la mirada a Louis.
— ¿Louis? –Dijo Liam, arrastrando las palabras— ¿Te importa compartirlo
con la clase?
Louis no se movió, lo que nunca era una buena señal.
Miró de Harry a Liam, y luego habló sin retirar la mano de la barbilla.
—Manipulé el equipo de navegación de su avión –admitió— Debería
leerlo mal y habrían volado directamente al agua con el piloto automático
encendido. Planté cargas explosivas como respaldo.
Harry inhaló profundamente. Nick tuvo la sensación de que Harry ya
sabía esto, pero escucharlo directamente de la boca de Louis era
desconcertante, incluso para Nick.
— ¿Lo hiciste con polímero unido? —Preguntó Digger.
—Mezcla de lodo y gel.
—Oh, muy bien.
— ¿Es así como te rompiste el dedo cuando estuvimos separados? –
preguntó Harry. Louis asintió brevemente y Harry gruñó, mirando a otro lado
con una mueca— Te lo merecías entonces…
Kelly se aclaró la garganta y señaló a Liam.
—Déjame ver si lo entiendo. Est{s aquí para matarlo…—dijo, indicando
a Louis. Luego hizo un gesto a Harry— Pero pensabas que ibas tras él porque
era el topo.
Después de un momento de contemplación, Liam asintió.
—Básico, pero sí.
— ¿Por qué ninguno de los dos está muerto? —Preguntó Owen.
—Bueno…—dijo Liam alargando la palabra— O yo soy el peor asesino en
el mundo, que, si quieres una pista, no es la respuesta correcta. O... Me di cuenta
que estaba tras un par de agentes federales y me retiré.
— ¿Rechazaste el trabajo? —Preguntó Nick.
—Sí.
— ¡Me dijiste que no te habían llamado todavía!—Gritó Harry.
—Mentí —Liam le guiñó un ojo— Hago eso, ¿recuerdas?
— ¿Está mintiendo ahora? —Preguntó Nick. Liam
sonrió mientras se miraban a los ojos.
—Tal vez.
Nick se pasó un dedo por el puente de la nariz.
—De cualquier manera, a estas alturas ya habrán enviado respaldo.
— ¡Precisamente! —Sonrió Liam— Siempre has sido el cerebro de
esta operación, ¿verdad?
—Muérdeme, británico.
Liam se estremeció teatralmente y sonrió.
—No habrán tenido el tiempo de planificar lo que yo haría, así que
vendrán con algo con menos de carisma y más fuerza bruta.
— ¿Cuántos? —Preguntó Louis.
—Yo diría que seis a ocho. Sólo para cubrir sus bases.
— ¿Entonces, tenemos sicarios del cártel tras nosotros?
—Preguntó Digger— ¿Qué tiene que ver esa mierda con el gris-gris?
— ¿Qué es un gris-gris? —Preguntó Liam.
Liam y Digger se miraron el uno al otro, entrecerrando los ojos, los
labios curvándose en gruñidos.
Nick se pasó una mano por los ojos, gimiendo.
— ¿Por qué viniste al hospital? –preguntó Louis. Liam
frunció el ceño.
—No he estado en el hospital.
— ¿No viniste a mi habitación y me amenazaste?
— ¿Por qué diablos iba yo a pasar por todos estos problemas si te hubiera
encontrado en el hospital? ¿Por qué estabas en el hospital?
Louis miró a Nick y se deslizó más abajo en su asiento,
frotándose la cara con la mano.
— ¿Eso quiere decir que realmente atacaste a un enfermero en la sala de
urgencias? — Preguntó Owen.
Louis asintió desde detrás de su mano. Liam
sacudió la cabeza, mirando a Louis.
—Realmente estás loco, ¿eh?
Louis se inclinó hacia delante, extendiendo una mano.
—El punto es que la situación ha cambiado. La forma más limpia de
manejar algo de esto es escapar de la ciudad.
— ¿Quieres huir? —Preguntó Harry, prácticamente con
desprecio.
Nick entrecerró los ojos, tratando de no ponerse a la defensiva.
—Una cosa es huir y otra una retirada estratégica. Es bueno saber la
diferencia.
—Quieres huir —repitió Harry.
—Sí —dijo Louis— No estamos equipados para manejar esto
aquí.
—Nunca tendremos una mejor oportunidad contra ellos. Somos
siete.
—Seis —corrigió Louis.
Liam contó los hombres alrededor de la mesa. Cuando llegó a siete, se
señaló a sí mismo y sacudió la cabeza.
—Este no es mi pelea –dijo— No pienso morir por cualquiera de vosotros.
Louis y Harry se miraron a los ojos de nuevo. Nick quería
apartarse de la línea de fuego.
—Sabes muy bien que nunca tendremos otra oportunidad como ésta —
dijo Harry con los dientes apretados— Sabemos que van a venir. Incluso si
esta no es su lucha, es la tuya y la mía.
—Styles, nos superan en potencia de fuego —dijo Louis, su voz cada vez
más fuerte. Apretó un dedo contra la mesa— Sabemos que vienen, pero no
sabemos cómo o cuándo. Y en caso de que lo hayas olvidado, hay una ciudad llena
de policías cazándonos en este momento. Si hay problemas, es probable que
terminemos en la cárcel o muertos, y de cualquier manera termina conmigo lleno
de sangre.
Harry se cruzó de brazos y resopló.
—Nunca pensé que vería el día en que quisiera llamarte cobarde.
—Vaya…—susurró Owen.
Nick se enderezó y extendió ambas manos.
—Bien, frenad.
Louis se quedó mirando Harry, sin moverse, sin parpadear. Ni siquiera
parecía estar respirando. Nick se tensó, preparándose para agarrar a Louis
cuando se lanzara. Harry le devolvió la mirada, inquebrantable. Al otro lado de
la mesa, Liam silbó suavemente.
Louis se levantó como si el ruido le hubiera impulsado, la silla arañó el
suelo contra el suelo de madera. Nick se levantó con él, pero Louis no atacó.
— ¿A dónde vas? —Preguntó Kelly.
—A tomar una copa…—escupió Louis. Nick suspiró mientras Louis
se dirigía hacia la barra.
—Bueno, eso fue productivo…—murmuró Digger.
Nick se sentó de nuevo. Digger y Kelly sacudieron la cabeza, mirando a
Nick para recibir orientación. Owen tenía los brazos sobre la mesa, con la cabeza
apoyada sobre ellos. Liam estaba sentado con los labios fruncidos, y cuando Nick
hizo contacto visual, sonrió y le guiñó un ojo. Harry todavía estaba recostado en su
silla, pero su cuerpo no estaba relajado. Estaba descansando la cara contra la mano,
el codo apoyado en el brazo de la silla. Sus ojos duros siguieron los movimientos
de Louis.
—Est{ bien…—dijo Nick— Nada bueno va a salir si nos quedamos
sentados disparándonos uno al otro. Vamos a dormir, volvemos con cabezas más
claras al amanecer. Turnos de vigilancia de dos en dos. Payne no hace ningún
turno.
— ¿Me estás poniendo un guardia? —Preguntó Liam.
—Sí. ¿Quieres decirme por qué no debería?
—Me gustaría decirte a dónde ir, ¿tengo permiso para hacer eso? —Se
puso de pie, murmurando entre dientes mientras se alejaba. Le dijo algo a
Louis mientras subía las escaleras, luego se agachó y se cubrió cuando Louis le
tiró un vaso. Se rompió contra la pared y los fragmentos cayeron sobre los
hombros de Liam.
— ¡Excelente idea, Tomlinson! —Gritó Liam. Se enderezó— Llena los
escalones con cristales para que podamos oírlos cuando vengan, buena idea.
— ¡Sigue hablando, bastardo, y te despertarás sangrando!
—Gritó Louis.
—Sí, en mis sueños, es la única manera en que conseguirás ganar.
Liam subió antes de que Louis pudiera responder, tomando los escalones
de dos en dos y evitando por poco el segundo vaso que le arrojó.
Nick se mordió el labio durante unos segundos y luego se volvió
para mirar a los demás.
— ¿Quién quiere ser voluntario para el primer turno con Louis?
* *

El bar se sentía pesado cuando estaba desierto, como si la música, el humo


y la bebida hubieran subido hasta lo alto y ahora comenzaran a presionar hacia
abajo sobre todo el mundo. Ese había sido siempre el momento favorito de Louis.
Sin embargo, los recuerdos no eran tan dulces ahora.
—Sacaste la pajita más corta, ¿eh? —Dijo cuándo Harry se colocó detrás de
él. Louis no podía mirarlo a los ojos ahora, ni siquiera a través del espejo que
colgaba sobre la parte posterior de la barra.
La última vez que le habían llamado cobarde, fue Harry quien le defendió. Era
vertiginoso ver cómo todo lo que habían construido podía desvanecerse tan rápidamente.
Harry se sentó en el taburete a su lado. Louis se quedó mirando
tenazmente a lo alto del bar. No quería mirar a Harry en este momento, no
quería sentir el dolor que venía de esos ojos oscuros.
—Me pasé diciendo eso delante de todos…—dijo Harry. Su voz era suave,
pero todavía fría.
—Querías bajarme los humos delante de los chicos. Lo hiciste. Felicidades.
Harry suspiró, y Louis sintió la ráfaga de aliento en la mejilla.
—Aquí es donde se supone que te disculpas y empezamos a tratar de dar
sentido a lo que queda de nosotros.
Louis levantó la vista bruscamente.
— ¿Lo que queda de nosotros? ¿Por qué estás tan dispuesto a caminar,
Harry? Yo estaba haciendo mi trabajo. Tú más que nadie debería entender lo
que eso significa.
Harry gruñó.
—No te atrevas a tirarme eso a la cara. Sabes tan bien como yo que todo lo que has
estado haciendo los últimos dos años era cualquier cosa menos tu trabajo.
—Por favor… –se burló Louis.
— ¿Qué hay de disculparte por mentirme? ¿Por espiarme? ¿Por usarme?
Louis cerró su mano sobre la barra.
— ¡Nunca te mentí, Styles, no se trata de nosotros! Nunca, ni una vez te dije
nada que no fuera verdad, no cuando se trataba de ti y de mí. Y te aseguro que no
te usé para nada.
—Bueno, perdóname si no me creo una maldita palabra de lo que dices.
La única manera de oír la verdad es cuando alguien tiene una pistola en tu puta
cabeza. ¡O la mía!
— ¡Alguien tenía una pistola contra tu cabeza! —Harry empezó a
levantarse, pero Louis se estiró para agarrarlo. No se atrevió a permitir que se
apartara, con miedo de que Harry no volviera otra vez— Después de todo por lo
que hemos pasado, ¿por qué demonios no puedes creerme?
—Porque mientes.
Las palabras lo golpearon en el estómago, y jadeó en busca de
aire.
La cortina crujió y Hannah salió con tres vasos con pie. Los colocó
sobre la barra, mirando entre Louis y Harry con una ceja levantada.
— ¿Vais a sentaros ahí fulminándoos el uno al otro toda la noche? —
preguntó antes de agacharse debajo de la barra para recuperar una caja de
madera de debajo.
Harry no se inmutó. Continuó mirando a Louis, la ira y la traición giraban
en el aire entre ellos. Los dos estaban asustados, y lo único que sabían hacer
cuando tenían miedo era arremeter.
Louis se acercó más.
—Puedes estar enojado todo el tiempo que quieras, Harry. No cambia lo
que ha pasado, y no cambia lo que siento por ti. Recuerda eso, si no recuerdas
nada más.
Louis lo dejó así, apartándose de Harry para tomar uno de los vasos.
Estaban hechos especialmente para la preparación de la absenta: gruesos y
pesados, con una boca ancha y un pequeño depósito en el pie.
Eran muy hermosos, como vasos de beber.
Hannah sacó tres cucharas ornamentadas de la caja de madera y las puso
en la barra.
El silencio se extendió delgado. Louis había intentado todas las
vías.
Se había explicado, suplicado, razonado con Harry y profesado su amor una y otra vez.
Nada de eso había hecho mella en la armadura de Harry.
Lo miró de soslayo. No había mucho más que pudiera hacer, y Harry parecía tan
dispuesto a tirar todo por la borda ahora como había estado antes.
—Esta es la parte en que bebo y me importa una mierda si te molesta…–
susurró— Siéntete libre para mirar hacia otro lado.
El labio de Harry se curvó y entrecerró los ojos.
—No tienes que preocuparte por mí. Tal vez una bebida fuerte asentará tus
nervios.
—Yo, yo…—dijo Hannah— Veo que el gris-gris ya está
trabajando.
Louis resopló.
No sabía si era el gris-grís, pero él y esta ciudad seguro que estaban malditos.
—Gracias por tirar los vasos baratos en lugar de estos—dijo Hannah
mientras servía el líquido verde en cada uno de los vasos. La botella estaba
etiquetada con Vieux Pontarlier. Era la mejor absenta que podías comprar, hecha
exactamente de la misma manera que había sido hecha doscientos años antes e
importada de Francia.
Sabía que Harry había profundizado en toda clase de productos químicos,
tanto legales como ilegales. Sin embargo, no estaba seguro de si la absenta había
llegado a la escena de Miami, y no estaba seguro de si Harry sabría lo que
Hannah estaba haciendo.
Harry miró las cucharas y la botella oscura sobre la barra, luego otra vez a
Louis por un momento.
Parecía receloso, como si pensara que Louis estaba a punto de hacer algo peligroso o
ilegal.
Había un aura de incorrección alrededor de la absenta como la de una
sustancia misteriosa, adictiva, que alteraba la mente, lo que suponía una especie
de horror gótico tabú. Todo era completamente infundado, por supuesto. Era casi
la única cosa que Louis podía beber durante el trabajo, porque aunque la absenta
te emborrachaba, también te volvía inusualmente lúcido, creando la ilusión de un
sueño despierto. Él funcionaba bien. Fue todo lo que bebió durante casi dos años,
mientras estuvo encubierto.
Metió la cuchara en el vaso, asegurándose de que el labio
especial de debajo quedara sujeto sobre el borde del vaso para mantenerla en su
lugar. Luego sacó un terrón de azúcar del bol que Hannah había colocado y lo
colocó en el centro de la cuchara.
Hannah se giraba para llenar una jarra con agua.
— ¿Qué es eso? —Preguntó Harry, finalmente, sonando molesto por tener
que preguntar.
—Absenta. La verdadera, no la de los turistas.
Harry frunció el ceño, pero no dijo nada. Louis no trató de
cambiarle sus ideas preconcebidas.
—Nos sentábamos y hacíamos esto todas las noches –dijo Hannah a Harry
mientras volvió con la jarra llena de agua helada— Deberías probarla.
—Styles tiene un mal control de los impulsos. ¿No es así, Styles? Tienes que
mantenerte alejado de los cócteles…—Louis echó el agua sobre el terrón de azúcar.
El agua y el azúcar se disolvieron en el verde de la absenta, volviéndola de un
verde claro y lechoso.
—Así es…—gruñó Harry—Tal vez deberías aprender una cosa o dos
acerca de ello.
Louis sacó la cuchara, moviendo la cabeza.
—Todas las noches después de que cantáramos, nos sentábamos en esa
esquina de ahí, nos servíamos un vaso de la fée verte y laissez les bon temps rouler –
dijo Hannah a Harry con una pizca de ironía agridulce. Apoyó los codos en la
barra y tomó un sorbo de su bebida—. Y cada sábado por la noche —continuó, con
voz más baja, cada vez más ronca—, elegíamos un juguete para que se uniera a
nosotros. Sin duda, tú habrías sido elegido.
—Lo fue —murmuró Louis.
Después de lo que pareció un momento interminable de silencio,
Harry dijo:
—Deja que los buenos tiempos giren, ¿eh?
Louis se centró en su bebida, mirando el remolino de líquido verde.
—Cuando a Roma...
—Roma no fue lo único que ardió en un día –respondió Harry tranquilo.
Louis le miró a los ojos durante un largo momento, por primera vez
viendo la desconfianza en ellos. Bajó la cabeza, cerró los ojos y luego tomó un
trago.
Hannah metió la mano debajo de la barra y sacó una pequeña muñeca de
vudú casera, hecha con palos y un trozo de arpillera. Los ojos habían sido
pintados y el cabello era un montón de salvia. La dejó sobre la barra.
— ¿Qué es esto? –Louis alargó la mano a por ella, reconociendo el anillo
alrededor de su cuello. Era suyo, el que había pensado que había perdido hacía
años. Su confusión se convirtió en indignación y agarró la muñeca— ¿Este soy yo?
Hannah se encogió de hombros.
—Tenía algo de tiempo libre. Sirvió a su propósito. Supongo que lo
querrás de vuelta. Me voy a la cama —Cogió su vaso para llevárselo— Sed
amables.
— ¿Me hiciste vudú? –Louis abrió la boca mientras ella se iba, la muñeca de
vudú aún en la mano— ¡Perra!
Su risa llegó hasta ellos desde arriba. Harry
le quitó la muñeca de la mano.
—Me dijiste que los muñecos vudú eran para la buena suerte…
—Lo son —respondió Louis, todavía con el ceño fruncido en dirección
a la cortina.
—Ella te ha clavado un montón de alfileres.
Louis le miró y le arrancó la muñeca de la mano. Los alfileres estaban en
su mayoría en la cabeza, los azules, los que significaban atraer el amor. Pero
había también blancos, rojos y negros esparcidos por el torso de la muñeca,
manos e ingle, simbolizaba positividad, poder y repeler el mal.
—Hay uno en casi todos los lugares donde has sido herido en los últimos
años.
—Ninguno de ellos quiere decir cosas malas…–insistió Louis, a pesar
de que estaba nervioso por la coincidencia de los lugares. Empezó a sacar los
alfileres y tirarlos sobra la barra.
—Pensaba que habías dicho que querían decir cosas buenas…
—Cállate.
El silencio comenzó a estirarse, cada vez más insoportable por segundos.
Louis podía sentir los ojos de Harry sobre él. Miró la muñeca un minuto antes de
respirar profundamente y mirar a Harry.
— ¿Ahora qué?
Harry todavía le observaba atentamente. Sacudió la cabeza.
—Tú crees que no hiciste nada malo. Y yo no puedo confiar en ti —Se
encogió de hombros— ¿Qué más hay?
Louis contuvo la respiración durante unos instantes, sólo para ver si su
corazón seguía realmente latiendo.
Harry no podría haberle aplastado de forma más completa si hubiera utilizado el
tacón de la bota.
Luego tomó un largo trago.
— ¿A qué sabe? —Preguntó Harry.
Parecía muy indiferente para ser un hombre que estaba hablando de poner fin a lo
que había entre ellos.
Louis frunció los labios y suspiró.
Si Harry quería que esta fuera la última noche que pasaban juntos, entonces iba a
sacar el máximo provecho de ella.
Tomó otro sorbo, luego giró sobre el taburete para hacer frente a Harry.
Alargó la mano a la camisa de Harry y tiró de él más cerca. Mariposas comenzaron
en el estómago, como si fuera la primera vez que trataba de besar a su amante.
Harry se puso rígido, pero permitió que Louis le acercara, separó los labios. Louis
apretó los labios contra los de Harry. Una vez que su lengua se deslizó sobre la de
Harry, éste se estremeció y soltó un gemido apenas audible.
El beso se sentía como si hubieran vuelto a la casilla uno tratando de decidir lo
valiente que tenían que ser para iniciar algo. Louis estaba casi mareado por los nervios.
Sus labios se demoraron demasiado tiempo antes de que Louis se apartara
y se encontrara con los ojos de Harry. Estaban un poco dilatados, pero Louis
sospechaba que no tenía nada que ver con el beso y todo que ver con la absenta. El
sabor era distintivo, al igual que sus efectos. Louis ya podía sentirlo
atravesándole, calmando mente y cuerpo, mejorando las sensaciones del tacto y el
olfato. No podía calmar el dolor en el pecho, sin embargo.
—Joder…—susurró Harry, y se lamió el labio inferior.
Louis se echó hacia atrás en el taburete y tomó otro sorbo del
vaso pesado.
—Esta fue mi vida durante dos años…—dijo finalmente— Casi me perdí en
ella.
Harry apoyó los codos en la barra y cruzó las manos.
—Puedo ver cómo te pierdes en este estilo de vida. Sin embargo, nunca
pareciste tener una personalidad adictiva, así que estoy un poco sorprendido.
Louis terminó la bebida, temblando mientras le atravesaba. Dejó el vaso
con un sonoro chasquido.
—Tú no eres el único que combate cosas todos los días, Styles. Las tuyas son
simplemente batallas m{s duras, m{s cerca de la superficie. Las mías… —Tragó
saliva y miró alrededor del bar, tomando nota de la abrumadora mística de algo
sin edad en el aire y en la ciudad. Brillaba. No terminó lo que estaba diciendo,
perdido en el resplandor hasta que sintió el toque de dedos cálidos en su mano.
—Tomlinson, vuelve —dijo Harry en voz baja.
Louis apartó los ojos del resplandor y se encontró con la mirada de
Harry.
—Esa cosa debe golpear bastante.
—Es fácil perderse…—murmuró Louis.
—Sí…—dijo Harry en voz baja. Su fachada se agrietó y de repente se
veía devastado. Como si ya hubiera renunciado— Lo estás.
Louis le miró fijamente. Por primera vez empezó a entender que Harry
realmente podría querer irse. Que no podría decir o hacer nada para impedirlo, y de
repente no pudo quedarse allí sentado por más tiempo.
Apartó la mano del agarre de Harry y se alejó.
—Vigilaré arriba…–dijo, con voz ronca. Sus botas crujieron sobre los
cristales rotos en la base de la escalera mientras se alejaba.
—Louis…–le llamó. Louis se detuvo en el último escalón. Harry dudó el
tiempo suficiente para que Louis diera un paso más antes de hablar—.
¿Realmente te conozco? ¿Conozco a Louis Tomlinson?
Louis le estudió, tratando de analizar la rabia y el dolor en algo que no
se sintiera como si se estuviera muriendo. Harry todavía estaba sentado en la
barra, los ojos oscuros y heridos, con los
hombros caídos.
Una oportunidad. Eso era todo lo que Harry estaba dispuesto a dar, aunque les rompiera
a ambos.
Louis sacudió la cabeza y comenzó a subir las escaleras, hablando en voz baja a
su paso.
—Si tienes que preguntar eso, supongo que no…
Capítulo 10

Dos horas después de Louis le dejara, Kelly se unió a Harry la planta


baja para el cambio de guardia.
—Nick está arriba – le dijo Kelly.
—Genial –gruñó Harry. Empezó a subir los escalones, cada crujido del
cristal le llevaba más cerca de otro enfrentamiento con Louis, a una noche de
dormir con su amante justo al lado y sentir que había un extraño en su cama.
Cuando llegó a lo alto, tomó una respiración profunda para tranquilizarse.
Cada vez era más difícil frenar la creciente rabia. Había tenido dos horas para
pensar en nada más que todas las veces que Louis debía haberle mentido para
evitar ser atrapado, todas las veces que habían hablado de su tiempo en Miami,
Louis debía haber estado buscando información.
Todas las veces que Louis simplemente le había mirado a los ojos y mentido.
Su fiesta de veinte años. Había visto a Richard Griffins allí, y ahora sabía
exactamente donde había desaparecido Louis. No había estado cogiendo esa
maldita orquídea de su coche. Dios sabía lo que habían estado discutiendo. Cerró
los puños y se detuvo en los escalones.
Quería subir y golpear a Louis para sacarse la ira, para hacer algo. Y todo su
cuerpo gritaba que tomara una copa.
Vaciló, luchando contra el impulso de volver y servirse un whisky.
El tono retumbante familiar de la voz de Louis lo detuvo.
Louis y Nick estaban en el otro extremo del pasillo, fuera de la habitación
que debía haber elegido Liam. Harry estudió la silueta de Louis en el pasillo
oscuro. Parecía rígido y tenso. Hablaba usando las manos, pero nada del
murmullo llegaba a sus oídos.
Maldita sea, Louis. ¿Por qué no podías haber hecho esto más fácil? ¿Por qué
tenía que contarle la verdad sobre su misión? ¿Por
qué ahora? ¿Por qué no aferrarse a ello como decía que había querido en lugar de romperle
el corazón? ¿Por qué tuvo que aceptar la misión? Tendría que haberse puesto firme y
decir no.
Harry habría dicho que no, si sus posiciones hubieran sido a la inversa.
Eso sí lo sabía. Nunca le habría escondido un secreto tan grande de Louis, no
después de esa primera semana en Nueva York. La confianza era todo lo que habían tenido,
y Louis la había usado, abusado de ella. Lo único a lo que Louis tenía miedo era a decir no a
un conjunto de órdenes.
Louis bajó por el pasillo. Detrás de él, Nick apoyó la espalda contra la
pared y se deslizó hacia abajo para sentarse. Harry suponía que era donde Louis
había establecido el campamento también. Justo delante de la puerta de Liam,
usando la sombra como cubierta, con una visión directa de la única salida. Se
preguntó qué pensaba Liam sobre tener un guardia armado en su puerta, no ser
de confianza sin un controlador encima de él.
Entonces Harry se dio cuenta de que sabía exactamente cómo se sentía Liam.
Louis se detuvo frente a Harry, ambos de pie en la puerta de la
habitación que Louis había ocupado una vez. Harry apretó los dientes cuando
se encontró con sus ojos.
— ¿Quieres hablar? —Preguntó Louis— ¿O todavía estás
enfadado conmigo?
— ¿No crees que merezco estar enfadado un poco más?
Los ojos de Louis buscaron el rostro de Harry, entonces entró en la
habitación. Se quitó los zapatos, tiró de la camiseta sobre su cabeza y la arrojó a la
mesa.
Harry le siguió, cerrando la puerta detrás de sí. Se aseguró de cerrarla.
— ¿En serio vas a dejar las cosas así? —Dijo Harry, el tono bajo. Estaban en
la habitación con las páginas pegadas a las paredes. Tenía confianza en el trabajo
de Louis, no podían ser escuchados.
Louis se enfrentó a él. Se encogió de hombros.
— ¿Qué quieres que te diga? Te dije que lo sentía. Te dije por qué lo hice.
¿Y sabes qué, Harry? Lo haría de nuevo. En un instante.
Porque estaba protegiendo a alguien que amo.
—No me estabas protegiendo, Louis, me estabas espiando. El hecho de
que no veas eso, de que marcharías de nuevo por ese camino de nuevo sin
pensarlo dos veces, me asusta. ¿Cómo diablos puedo confiar en ti ahora?
Louis puso los ojos en blanco.
—Te reuniste con Griffins en Baltimore, ¿verdad? —Gruñó
Harry.
— ¡Griffins no estaba en Baltimore, Harry!
Harry dio unos pasos y le agarró por los hombros, empujándolo contra la
pared.
— ¡Deja de mentirme!
Los ojos de Louis destellaron y apretó la mandíbula, mostrando los
dientes.
—Llámame mentiroso una vez más y te doy una paliza.
Harry apretó las manos. Respiraba más y más rápido. Tal vez una buena
pelea les haría algún bien. Sin duda él quería aplastar el puño contra los
dientes de Louis en este momento.
Se apartó, retrocediendo hacia la puerta para no verse tentado a atacar.
—Es posible que quieras acostumbrarte. Así es como la gente llama a
quienes mienten para ganarse la vida.
— ¿A dónde vas? —Exigió Louis.
Harry le dio la espalda.
—Necesito un trago…

* *

Louis necesitó unos segundos para recuperarse ante de seguir a Harry por
la puerta.
A la mierda si Harry bajaba a beber, no por su causa, no sin una pelea.
Miró por el pasillo mientras se volvía a poner la camiseta. Nick se había
levantado con el arma en la mano.
— ¿Que está pasando?
Louis le indicó que nada.
—Lo tengo.
Se precipitó por las escaleras y llegó al bar justo a tiempo de ver a Harry
servirse una copa de whisky.
—Harry.
Harry le miró y Louis tuvo que luchar con cada fibra de su ser para no
desviar la mirada. Siguió adelante, pasó detrás de la barra y se detuvo frente a
Harry.
—Voy a darle diez segundos para largarte de aquí —gruñó
Harry.
El corazón de Louis tartamudeó.
Nunca había visto a Harry así, nunca había sabido que pudiera ponerse así.
Sin embargo, cuadró los hombros.
—No voy a dejar que hagas esto.
Harry se mantuvo completamente inmóvil. Ni siquiera parecía estar
respirando.
—Tú hiciste esto, Louis —dijo, luego levantó la copa a los labios. Louis
agarró su muñeca. El whisky se derramó sobre la barra.
Harry se movió tan rápido que el taburete cayó al suelo. Louis apenas logró
bloquear el brazo de Harry antes de que el vaso se estrellara contra su cabeza,
Harry se inclinó sobre la barra y agarró a Louis por la camiseta, lo levantó del
suelo y lo arrastró por la barra.
Louis no podía hacer nada más que agarrarse a los antebrazos de Harry y
aferrarse mientras tiraba de él por la barra y lo arrojaba al suelo. Rodó y se
impulsó sobre manos y rodillas, luego de pie. Harry cogió el taburete a su lado y
lo hizo girar con una mano, como si no fuera nada más que una almohada.
El taburete cayó al suelo a los pies de Louis mientras se tambaleaba hacia
atrás.
Estaba sorprendido de que Harry hubiera arremetido y se castigaba a sí mismo por
no haberlo esperado. Sabía lo mucho que había herido Harry, y sabía lo que sucedía cuando
la ira de Harry se soltaba. Debería haberlo sabido. La rabia de Harry sólo sirvió para
calmarle aún más.
— ¡Todo lo que he hecho, Louis, lo he hecho por ti! —Gritó Harry. Louis era
consciente periféricamente de Kelly cerca de la barra y de Nick y Liam en la
escalera observando. Les hizo señas para
asegurarse de que nadie interfiriera. No podía permitir que nadie resultara herido
en una pelea. Sacudió la cabeza mientras Harry se le acercaba.
—No así, Harry…—intentó.
Harry le lanzó el puño. Luego otra vez. Louis fue capaz de bloquear los
dos primeros golpes, pero el tercero le dio en el riñón y se dobló. Olas de dolor
casi lo pusieron de rodillas. Se lanzó hacia delante, envolviendo a Harry para
tratar de detenerlo sin hacerle daño.
Se negaba a darle un puñetazo en venganza.
Harry gritó, su voz llena de rabia, de dolor y traición. Levantó a Louis lo
golpeó contra la gran viga de madera en el centro de la habitación. El cristal de un
marco de fotos se agrietó contra los hombros de Louis. Este se aferró con más
fuerza a los brazos de Harry, sujetándolo, tratando de inmovilizarlo antes de que
se lastimara o a él.
—Lo siento, Harry…—jadeó, tratando de aferrarse.
Harry apretó la cara contra el cuello de Louis, reprimiendo un
sollozo. Todo su cuerpo estaba temblando.
Louis clavó los dedos en la espalda de Harry, sosteniéndolo cerca. Llevó
sus labios a la oreja de Harry.
—Lo siento mucho…
Los hombros de Harry se tensaron bajo las manos de Louis.
—Te habría elegido por encima de todo…—siseó Harry. Se echó hacia
atrás, se soltó de Louis y le agarró por la camiseta con ambas manos, lo sacudió
hasta que estuvieron nariz contra nariz, hasta que los pies de Louis ya no estaban
firmemente en el suelo— Mi trabajo, mi familia, mi esposa. ¡Habría dado mi vida
por ti! ¡Pero tú! ¡Ni siquiera puedes darme la verdad!
Louis sólo tuvo tiempo de cerrar los ojos antes de que Harry le levantara
y lo lanzara a un lado. Se estrelló contra una de las mesas y se deslizó con ella
hasta caer en medio de cristales rotos y trozos de madera astillada.
Tardó un momento en recuperarse. Los demás estaban con los ojos de par
en par y la boca abierta. Louis rodó sobre su estómago y se levantó, acompañado
por el tintineo de cristal de un quinqué roto
mientras caía en cascada por brazos y espalda.
Harry estaba enmarcado por la luz de neón que emanaba de la barra
detrás de él, arrojándolo a la oscuridad y la sombra.
—Jesús, Harry…—murmuró Louis.
Harry le dio la espalda y regresó a la barra. Sacó un nuevo vaso y se sirvió
otro whisky.
—Yo no sé tú, pero yo ciertamente me siento mejor…—dijo antes de
beber el whisky de un trago.

* *

Harry se situó ante la barra, mirando la escena desplegada en el espejo


mientras el whisky le quemaba al bajar.
Nick y Kelly fueron a ayudar a Louis a salir de los restos de la mesa y las
sillas que habían destruido. Liam se quedó atrás, con los brazos cruzados,
mirando con una ceja levantada. Cuando Louis se puso de pie, su mano se dirigió
inmediatamente a un lado y se dobló de nuevo. Harry fue golpeado con la
preocupación, pero se encogió de hombros.
Había sabido que Louis todavía estaría tierno en el área de los riñones. Un buen
golpe había hecho casi imposible que se defendiera. Había sido innecesario, sin embargo.
Louis ni siquiera había tratado de defenderse.
Harry bajó la cabeza cuando los ojos de Louis se encontraron con los
suyos en el espejo. Harry vio el dolor y la furia a pesar de tratar de no hacerlo.
Siguió mirando el vaso vacío frente a él mientras ayudaban a Louis por las
escaleras.
Harry cogió la botella y se sirvió otro vaso.
— ¿Es realmente la mejor idea? —Preguntó Liam. Se apoyó en la barra
junto a Harry— Me las he arreglado para deducir que podrías ser uno que bebe un
poco demasiado.
—Vete —gruñó Harry.
—Un alcohólico, eso es lo que quería decir —dijo Liam— En caso de que no
estuviera claro.
—Dije que te fueras.
— ¿O qué? ¿Me vas a tirar sobre una mesa también?
Harry mostró los dientes a Liam.
—Te voy a decir una cosa, amor, yo no fallaré mis golpes como él. Parece
una ventaja injusta, tratar de herir a alguien que se niega a devolverte los golpes.
—Cogió el vaso de la mano de Harry y tomó un sorbo—Bien podría beber
también esta noche, ¿no? Mañana, Louis va a conseguir que os maten a todos. —
Le devolvió el vaso y sonrió.
— ¿Qué te hace decir eso?
Liam se tocó la sien.
—Él no está pensando. Tú tampoco, para el caso —Rozó el brazo de Harry
mientras se apoyaba en la barra de nuevo— Estos del cártel. Sabes a quien van a
enviar, ¿verdad?
—Tengo una idea, sí. Mateo Valencia.
— ¿Es bueno?
Harry se encogió de hombros y tomó otro sorbo. El whisky quemó su
camino por la garganta, encendió un fuego dentro de él que había sido un gran
ausente. El mundo a su alrededor se volvió más frío en comparación.
— ¿Es mejor que tú?
Harry flexionó la muñeca, donde sentía una vaina y un cuchillo contra su
piel. Recordó una reunión en una suite del ático cuando uno de los cachorros de
Antonio había ladrado demasiadas veces. Harry había cortado al hombre desde la
boca a la oreja sólo para darle una lección. Sólo para recordarle que no hablara
hasta que le hablaran.
—No —respondió. Liam
ladeó la cabeza.
—Es bueno saberlo—Miró a las escaleras. Todavía estaban solos. Kelly
probablemente estaba comprobando a Louis para asegurarse de que no estaba
herido— Cuando hayas terminado de satisfacer tu necesidad de whisky, me
gustaría hablar contigo arriba. En privado.
Harry resopló. Tomó otro sorbo, cerrando los ojos.
Había echado de menos el olor. El sabor. Había echado de menos el mundo
en blanco y negro.
— ¿No puedes decirlo aquí?
Liam silbó en tono bajo y se acercó para susurrarle al oído.
—Prefiero hablar de estas cosas sin ropa…
Harry volvió la cabeza bruscamente, pero Liam no retrocedió. Su nariz
rozó la de Harry, y durante unos instantes, Harry pensó que iba a besarle. Sin
embargo, Liam no se movió y Harry finalmente retrocedió con un movimiento
brusco.
—Ahora estás soltero, Harry, en caso de que no estuviera claro por la
forma en que te miró. Louis no pierde el tiempo con personas que no le quieren.
El corazón de Harry martilló más rápido.
—Tómate tu tiempo…—murmuró Liam antes de marcharse.

* *

Harry abrió la puerta y entró, cerrándola detrás de él con un clic que pareció
resonar a través del edificio. Dio unos pasos tentativos en la oscuridad, y dejó la
botella y el vaso en la mesa de la cocina.
Se encendió una luz y Harry miró por encima del hombro a la pistola que
le apuntaba.
—Guarda eso…—gruñó.
Louis se sentó en la cama y bajó las piernas al suelo. Metió la pistola
debajo de la almohada.
— ¿Cuántas has bebido?
Harry negó con la cabeza y golpeó la botella.
—No lo suficiente para sentirme bien.
La expresión de Louis permaneció impasible, lo que era
singularmente molesto, ya que Harry por lo general le leía bien.
—Estaba haciendo mi trabajo —dijo, en voz baja y tranquila— Estaba
haciendo lo que tenía que hacer para quedarme contigo. ¿Por qué está tan
jodidamente mal?
Harry se burló.
—Dime algo, Louis, ¿hay algo que no harías por trabajo?
Louis no tenía una respuesta para eso. Se puso de pie en su lugar,
cruzando los brazos. Sus respiraciones eran entrecortadas, como si con cada
palabra que Harry lanzara fuera más difícil conseguir aire.
—No hay una parte de ti que no hayas vendido por una cosa u otra —
gruñó Harry. Avanzó, soltando una risa casi maníaca. Louis se mantuvo firme,
simplemente ladeando la cabeza cuando Harry se paró frente a él— He pasado la
mitad de mi vida adulta con putas. Eres mejor en tu trabajo que ellas.
—Est{s borracho, Harry…—logró decir Louis finalmente. La sangre había
desaparecido de su rostro, pero estaba de pie recto y alto— Cierra la boca antes de
decir algo que no voy a perdonar.
Harry dio un paso más, tratando de acorralarlo hacia la pared o la cama.
Pero Louis se mantuvo firme.
—Dios no quiera que rechaces una orden, Louis. Dios no permita que elijas
algo que amas por encima de lo que te digan qué hacer.
Louis enderezó los hombros y se enfrentó a las palabras de Harry con cara
de piedra.
Lo único que Harry quería ver en los ojos de Louis era dolor. Quería golpearlo
donde haría más daño que ninguna otra cosa, los puñetazos o arrojarlo por todas partes no
herirían a alguien como Louis. Los palos y las piedras pueden romper huesos...
Las palabras eran lo que más golpeaba a Louis.
Harry cerró los ojos. Era difícil reprimir el impulso de golpear en ese punto
blando con el whisky fluyendo por su cuerpo. Se apartó y se pasó los dedos por el
pelo.
—Jesucristo, Louis, pensaba que iba a casarme contigo. ¿Lo sabías? ¡He estado
tratando de decidir cómo pedírtelo durante meses! Estaba tratando de pedírtelo cuando
Nick jodido O'Flaherty llamó pidiéndote ayuda. ¡Sólo tuviste que contestar el puto
teléfono!
La fachada de Louis finalmente se rompió. Sus labios se
separaron, pero Harry no le dejó hablar.
— ¡Le dije a mi madre que se fuera a la mierda por ti! ¡Me quité el anillo
de Kendall y lo guardé por ti, hijo de puta! ¡Y todo lo que estabas haciendo era
tu trabajo!
— ¡Sabes que no es cierto!
—Sólo estabas siguiendo órdenes…—gimió Harry. Se balanceó
mientras daba un paso hacia atrás, cansado de tratar de intimidar a Louis para
que retrocediera— Todo lo que sé de ti está basado en mentiras. Eres una
caricatura. Sólo un buen soldadito.
La voz de Louis se rompió.
—¿De verdad crees eso?
Harry agitó una mano hacia él. La calidez del whisky le revolvió el
cuerpo, dejando una capa exterior fría que nada iba a penetrar.
—Te conviertes en lo que sea necesario para hacer el trabajo, y luego pasas
al siguiente.
Los ojos de Louis destellaron.
—Gilipolleces…
—Te hiciste perfecto para mí. Pero ese no es tu yo verdadero tampoco,
¿verdad? Apuesto a que ni siquiera sabes quién es el verdadero tú.
Louis no se movió, pero su respiración era dura en el silencio. A través de
la bruma de ira, Harry podía ver la vida abandonando los ojos de Louis,
convirtiéndolos en duros y planos. Una parte de Harry gritó que se detuviera,
que dejara de hablar, dejara de estar enojado, dejara de ir por este camino. No
había modo de regresar. Pero la parte de Harry que estaba tan herida por la
traición de Louis, la parte que había seguido bebiendo en la planta baja, no podía
superar el dolor y la ira, le obligaba a seguir adelante.
Dio un paso hacia Louis y le apuntó con un dedo al pecho.
— ¿Cuando este lío se resuelva y volvamos a Baltimore? Hemos
terminado. Tú y yo. Terminado.
Louis le cogió de la mano y la apartó.
—Vale, Harry, genial. Por qué esperar hasta que estés sobrio, ¿verdad?
Harry lo empujó.
— ¡Hemos terminado!
Louis cerró ambos antebrazos contra el brazo de Harry y retorció, obligando
a Harry a retorcerse con un aullido de dolor. Louis lo hizo girar y lo empujó de
cara por primera vez contra el colchón. Furioso, Harry giró una muñeca y uno de
sus cuchillos se desplegó. Cortó a
Louis, que gritó y soltó a Harry.
— ¡Hijo de puta! —Gritó Louis.
Harry rodó sobre su espalda y le dio una patada en el pecho, Louis se
tambaleó cuando Harry se levantó.
— ¡Estoy tratando de no hacerte daño, Styles! —Gritó Louis. Se limpió la
sangre del corte en el antebrazo.
—A la mierda.
Harry fue a agarrarle, pero Louis evitó su mano con un golpe de la palma
contra el antebrazo. Harry hizo lo mismo con la otra mano y Louis repitió la
jugada, no esquivando sino simplemente redirigiendo la fuerza de los puñetazos
de Harry.
—Sambo ruso, ¿verdad? –se burló Harry mientras daban círculos uno
alrededor del otro— Otro secreto que probablemente nunca has explicado.
—Súmalo a la lista, justo detrás de la sobriedad.
Harry se lanzó y Louis realizó una patada modificada, sólo que en lugar de
patear, rodó sobre la espalda de Harry y aterrizó detrás de él. Harry empujó el
hombro hacia atrás, dándole en el costado y arrojándolo sobre la cama. Los
muelles se quejaron y el cabecero golpeó contra la pared.
Harry se subió encima de él y le agarró ambas muñecas, sujetándolo
antes de que tuviera la oportunidad de recuperarse. Louis se sacudió bajo él,
pero no podía luchar contra el peso de Harry en esa posición, no a menos que
quisiera hacerle un daño serio.
Y si había una cosa que Harry sabía sobre Louis, era que permitiría que le dejara
molido a golpes antes de hacer daño de verdad a Harry.
Harry podía sentir el corazón palpitante de Louis, su respiración cada
vez más entrecortada, sus duros músculos trabajando para liberarse. Presionó
hacia abajo para evitar que se soltara y le besó, duro y sucio, forzando su
lengua en la boca de Louis y sin darle la oportunidad de decir lo contrario.
Louis luchó, corcoveando las caderas. Harry se ponía más duro con
cada lucha. Como la primera vez que habían peleado en un callejón en Nueva
York y luego follado durante toda la noche, la violencia le alimentaba. Empujó
hacia abajo, apretando la polla
contra Louis. Louis gimió en su boca, pero aun así trató de soltar las manos
del agarre de Harry.
Harry soltó una de las muñecas y le agarró del pelo, tiró de su cabeza a un
lado y le mordió el cuello. Soltó la otra muñeca de Louis y alcanzó su camisa, la
desgarró por el cuello para poder saborear el sudor a lo largo de la clavícula.
La respiración de Louis era dura y trabajosa. Se retorció y su antebrazo
le dio a Harry en la mejilla. Este le agarró la mano y tiró del brazo sobre su
cuerpo, lo empujó a la cama y le sujetó. Louis intentó girar, pero Harry era
demasiado pesado.
— ¡Gilipollas! —Gruñó Louis.
—Sé que puedes deshacerte de mí —gruñó Harry— Adelante, Louis.
Hazlo.
Louis entrecerró los ojos. Su respiración eran ráfagas en el rostro de Harry.
Sin embargo, no trató de romper el agarre de Harry.
Harry soltó la mano para ver si Louis iba a luchar más. Cuando sintió su
cuerpo relajarse debajo, lo besó de nuevo, empujó entre las piernas de Louis,
metió la lengua entre esos labios pecaminosos. Mordió el labio inferior. Con
fuerza.
Louis arrastró los dedos por su hombro y Harry soltó el labio. Empujó
otra vez, su polla creció dolorosamente dura dentro de sus pantalones
vaqueros. Alcanzó entre sus cuerpos para soltar el cinturón y bajar la
cremallera, luego se bajó los pantalones y calzoncillos.
Los ojos de Louis eran oscuros e ilegibles.
—Creía que habíamos terminado.
Harry sonrió lentamente.
—Tan pronto como sepas lo que se siente al ser utilizado. Entonces
habremos terminado.
Agarró la camisa de Louis para desgarrar lo que quedaba. Louis le dio un
manotazo a los dedos, pero Harry apartó la mano y tiró de las correas de las dos
vainas de sus muñecas. Arrojó los cuchillos lejos y se movió sobre Louis,
presionando sus cuerpos juntos.
— ¿Dónde está tu puto kit?
Louis se humedeció los labios.
—Al lado de la puerta.
Harry se apartó y fue a hurgar en el neceser de Louis. Al final arrojó
todo al suelo. Pasta de dientes, crema de afeitar y varios EpiPens rodaron por el
suelo. Harry cogió el lubricante, pero se detuvo cuando vio una pequeña caja
de joyería negra al lado de su pie.
La recogió y se enderezó. Louis había tirado su camisa rota al suelo y
se estaba bajando los pantalones para quitárselos de una patada, sus
movimientos espasmódicos e irritados.
—No tienes que darme órdenes, ya lo sabes –le dijo Louis—. En lo que a
mí respecta, sigo siendo tuyo.
Harry resopló, su estómago cayó ante las palabras de Louis. La ira fluía
mientras sostenía la cajita para que Louis la viera.
— ¿Qué es esto?
Harry observó la tristeza atravesar el rostro de Louis.
—Era para ti.
Harry estaba respirando con dificultad, tratando de luchar contra el
velo de whisky para ver a través de la única persona que había pensado que
jamás amaría. Sin pedir permiso, la abrió.
Dentro había un colgante rectangular de plata. En un lado tenía un ancla
tallada. Harry la cogió y dejó caer la caja al suelo. Podía sentir algo en el otro lado,
pero sus ojos estaban fijos en el ancla.
—Hice que fundieran mi anillo del trabajo en el crucero. Es un colgante de
sobriedad.
Harry alzó la vista. Louis estaba sentado en el borde de la cama, con los
hombros caídos y los ojos en el suelo.
—Una vez me dijiste que… yo era tu brújula. Te proporcionaba guía
cuando estabas perdido –dijo Louis, casi ahogándose con las palabras. Levantó
la mirada, los ojos se reflejaban como líquidos a la luz baja— Bueno, tú eras mi
ancla. Eras algo sólido a lo que agarrarme. Quería que recordaras eso…
Harry le miró durante un minuto, tratando de sentir algo más allá del
calor del whisky, más allá del alcance de la ira.
Se había convencido a sí mismo de que el Louis Tomlinson que conocía no era el
verdadero.
Pero ¿y si lo era? ¿Qué pasaba si él era el único que había visto al hombre real
debajo de todas esas capas?
Giró el colgante en la mano.
En el otro lado estaba grabado “creo en ti”. Cerró el puño y lo arrojó contra
la puerta con un grito lastimero.
— ¡Hijo de puta! —Gritó, yendo a por Louis— ¡Confiaba en ti!
Louis se puso de pie para encontrarse con él. Harry lo agarró y le dio un
beso brutal, hundiendo los dedos en su cabello y golpeándolo contra la
pared junto a la cama. Un momento después lo empujó sobre la cama y se
subió encima de él, siguió con el beso en todo su esplendor enojado.
—Harry…—dijo Louis, sin aliento. Ya fuera por el peso encima de él, o el
peso de sus emociones, Harry no lo sabía y no le importaba.
—Cállate, Louis. No digas mi puto nombre –Alargó la mano entre ellos, lo
tomó en la mano y apretó. Louis abrió la boca y cerró los ojos. Fue más fácil para
Harry, no verse obligado a mirar a sus ojos.
Se llenó la palma de la mano con lubricante y se acarició, utilizó la otra
mano para levantar el muslo de Louis. Se inclinó sobre él, le mordió el labio,
levantó más su pierna, empujó sus caderas obligando a Louis a levantar la otra
pierna y se acomodó encima de él. Todo el cuerpo de Louis estaba temblando.
—Por una vez en tu vida–dijo entre dientes contra los labios de Louis—.
Sé honesto por una vez en tu vida.
Empujó la punta de la polla contra Louis, esperando el jadeo que sabía
que llegaría. La ráfaga de aire entró en sus labios, la misma que Louis siempre
parecía dejar salir cuando le penetraba por primera vez. Harry le mordió el labio
para convertir ese jadeo en uno de dolor, luego empujó con más fuerza,
penetrando, empujando más allá de los músculos tensos.
Había olvidado lo que se sentía al ahondar en el calor de otra persona cuando lo
único que sentía era la calma fría del alcohol y la picadura de la ira sin control. Dios, era
tan bueno.
Se agarró al pelo de Louis para mantenerlo quieto bajo su peso mientras
avanzaba unos centímetros. Era angustioso ir tan despacio cuando lo único que
quería era escuchar a Louis clamar por
misericordia, follarle hasta que no pudiera sentir nada más que la simplicidad de
vaciarse en el interior de otra persona, vaciar todo el dolor y la ira en alguien que
rogaba por más.
Empujó hasta que estuvo completamente dentro, hasta que Louis se
retorcía debajo de él, temblando contra él. Respiraba entrecortadamente contra
los labios de Harry.
—Vamos, entonces, Styles…–susurró—¿Quieres que me sienta
usado?
—Sí…—siseó Harry—Quiero que te duela como a mí.
—Entonces hazlo…
Harry puso la mano sobre la boca de Louis. Se retiró y se obligó a embestir
otra vez, demorándose el tiempo suficiente para apreciar el lento movimiento de
su polla mientras le penetraba, sentir su cuerpo sacudiéndose debajo de él. Louis
jadeó contra su mano. Sus uñas le arañaron la espalda. Metió las manos debajo de
las caderas de Louis y lo levantó de la cama, empujó más profundo, lo que obligó
a Louis a contorsionarse.
Gritó, el sonido amortiguado por la mano de Harry.
Harry comenzó un ritmo brutal, sujetaba a Louis abajo, los únicos sonidos
que escuchaba eran amortiguados e incoherentes. Sus caderas se movían más
rápido, más fuerte, la ira y la angustia le guiaban, buscando el placer que sólo su
cuerpo registraba y su mente se negaba a dejarle sentir. Enterró la cara contra el
pecho de Louis, empujando más duro, finalmente dejó que la mano cayera de la
boca de Louis para poder levantar sus caderas más alto.
Louis jadeó su nombre. Era un sonido suplicante, lleno de la misma
angustia que Harry sentía en cada fibra de su ser. Harry puso la palma sobre su
boca otra vez.
—No lo digas –gruñó— No te atrevas a decirlo…
Louis le acarició la espalda, arrastrando, arañando. Su cuerpo se retorcía
debajo del de Harry mientras éste se corría en su interior. A medida que los
movimientos de Harry se ralentizaban, su mundo se le vino encima otra vez,
todo en blanco y negro, todo claro como el cristal y realzado hasta la precisión
por el whisky que le recorría.
Apartó la mano y Louis jadeó en busca de aire.
Harry se retiró, pero lo besó de nuevo, pasando los dedos por el cuerpo de
Louis para agarrar su polla. Se puso más dura mientras la manejaba, sus gemidos
vibraron contra los labios de Harry.
— ¿Necesitas correrte? —Preguntó Harry, con una voz
sorprendentemente ronca. Louis se quedó sin aliento— Dilo, di las
palabras…
—Styles… –intentó Louis.
Harry lo sujetaba y le acariciaba, aumentando el ritmo del cuerpo de
Louis a la búsqueda de la liberación.
—Dime lo que quiero oír, Tomlinson…
Louis agarró los hombros de Harry, empujando la polla en su mano.
—Te necesito…—jadeó.
Las palabras atravesaron a Harry con la precisión de un bisturí. Besó a
Louis con avidez por última vez, le bombeó hasta que todo el cuerpo de Louis
tembló con la liberación inminente. Luego lo soltó y se alejó de la cama, dejando
Louis en el precipicio sin ninguna estimulación para empujarlo por encima.
Asintió hacia la puerta mientras se encontraba con los ojos de Louis.
—Vamos. Apuesto que el jodido Nick te está esperando con una bonita
cama caliente.
Capítulo 11

Harry despertó con un fuerte dolor de cabeza, algodón en la boca y una


espalda que ardía como si hubiera sido arrastrado sobre grava. Se sentó con
cuidado, esperando ver si el estómago se rebelaba. Le dolía la cabeza, pero
afortunadamente nada más protestó.
Miró alrededor de la habitación con el ceño fruncido.
No recordaba meterse en la cama. No recordaba conciliar el sueño.
Páginas y páginas de libros antiguos cubrían las paredes de su habitación.
La misma habitación en la que Louis había estado. La cama junto a él estaba fría y,
obviamente, no había dormido en ella. Tenía la ropa cuidadosamente doblada y
apilada sobre la mesa, al lado de una botella de whisky y un vaso vacío. Harry se
quedó mirando el vaso, un nudo en la boca del estómago finalmente le provocó
náuseas.
La noche volvió a él en un revoltijo de palabras y olores, besos exigentes y sexo duro.
Los arañazos en la espalda eran de Louis. Recordó gritarle. Decirle que habían terminado.
Recordó darle un puñetazo. ¿Le había tirado una silla? Oh Jesús, ¿qué más había hecho?
Sabía que podía ser violento cuando estaba borracho y enojado. Su único consuelo era saber
que Louis habría luchado, y por el moratón que podía sentir en su rostro, Louis había hecho
justo eso.
Se levantó con cuidado de la cama y arrastró los pies a la mesa para coger
su ropa. El vaso no estaba vacío después de todo. Estaba lleno de agua y había dos
pastillas al lado. El estómago de Harry se sacudió de nuevo. Louis había dejado
ibuprofeno para la resaca que sabía que tendría.
—Maldito seas, Louis.
Se vistió rápidamente, se tomó las pastillas y con mucho cuidado
evitó hacer contacto visual con la etiqueta de la botella.
Podía oír el murmullo de voces en la planta baja, y se apresuró a unirse a
ellos.
Se detuvo en seco en lo alto de la escalera. Podía oír hablar a Hannah, pero
estaba hablando por encima del murmullo de voces masculinas. No estaba
involucrada en la conversación que los demás estaban teniendo. Sonaba como si
estuviera al teléfono. Se esforzó por oír lo que estaba diciendo, pero no pudo
distinguir las palabras. Hablaba en voz baja, y algo en ello hizo sonar sus alarmas.
Miró por el pasillo, tratando de averiguar de dónde provenía su voz. Finalmente
encontró un pequeño orificio de ventilación en el techo.
¿Estaba arriba? ¿O abajo? ¿Había incluso otro piso?
Harry esperó unos segundos, tratando de distinguir cualquier cosa de lo
que estaba diciendo. Sin embargo, la conversación se había detenido. Harry se
pasó una mano por el pelo desordenado y respiró profundamente, tratando de
convencerse para bajar las escaleras.
Los destellos de la noche anterior se acercaban y no estaba seguro de
querer enfrentarse a Louis después de lo que había dicho y hecho.
—Tenemos que ir a la ofensiva…—decía Nick mientras Harry bajaba las
escaleras— Es lo único que no esperarán.
— ¿Cómo? —Preguntó Owen.
—Emboscada —dijo Louis. Su gruñido envió escalofríos por la columna
vertebral de Harry— Establecer una reunión con el cebo. Explorar un lugar de
encuentro, eliminarlos cuando aparezcan.
— ¿Así de simple? —Preguntó Kelly.
—Sí.
Harry rodeó la mesa hacia una de las sillas vacías. Se sentó frente a Louis
y cruzó los brazos. Todo el mundo estaba en silencio y tenso, mirando a Harry
como si esperaran que estallara como había hecho la noche anterior. Louis le
miró con ojos entrecerrados. Harry tuvo que apartar la mirada, examinando el
tablero de la mesa. En la periferia, pudo ver los restos del taburete y la mesa que
había destruido, cuidadosamente barridos en una esquina.
Si Harry tenía que adivinar, Louis se había quedado toda la noche
levantado limpiando el desastre.
Digger finalmente gruñó para romper el silencio.
—Todo eso es genial, en teoría. Pero, ¿cómo nos
comunicamos con ellos?
Louis apartó su atención de Harry y le hizo un gesto a Liam.
— ¿Puedes ponerte en contacto con ellos?
Liam asintió brevemente.
—Claro, Tomlinson. Les llamo y les explico la situación. Después que jodí
todo el trabajo porque me encontré con un Equipo Recon cabreado en lugar de un
objetivo fácil. Y entonces les pregunto en qué hotel se alojan. Sólo para mierdas y
risitas. Pan comido.
—Muy bien —gruñó Louis.
—Pan comido, como digo.
— ¡Bien! ¿Sabes cómo ponerte en contacto con ellos o no?
—Conseguirás que os maten.
— ¿Realmente te importa si ese es el caso? —Preguntó Nick.
—Si vais a salir por patas y conseguir que os maten, bien puedo
hacerlo yo y así cobro las recompensas.
Harry resopló.
—Tal vez si nos ayudaras, no tendríamos tantas probabilidades de morir.
—Eres guapo, Styles, pero mi corazón no es tan blando. Tan pronto como
os vayáis, estoy fuera de la puerta.
—Siempre el héroe…—murmuró Louis.
Louis y Liam compartieron una mirada de odio antes de que Louis se
apartara de la mesa y se levantara.
—Entonces, vamos a ver si lo entiendo…—dijo Liam, lo suficientemente
alto para que sus palabras se dirigiera a Louis— ¿Quieres llamar al equipo que te
quiere muerto, decirles que eres el hombre que están buscando, y luego atraerlos a
una zona de muerte?
Louis se encontró con los ojos de Liam. Luego buscó a Harry por su
opinión. Harry le miró fijamente, con sensación enferma. Louis todavía seguía
mirándole, no a su ex segundo al mando, no a uno de los hombres que había
conocido y con los que había trabajado durante décadas. La boca de Harry estaba
demasiado seca para
siquiera tragar.
—Sí –dijo Louis finalmente.
—Creen que van tras un hombre. De ninguna manera
esperarían seis –añadió Nick.
—Tengo un montón de auriculares y algunas otras cosas –dijo Digger—.
Rifle de francotirador, un par de botes de humo, chaleco antibalas.
Kelly se inclinó hacia delante.
— ¿Un chaleco antibalas?
Digger asintió.
— ¿Viajas con un equipo de asalto completo? —Preguntó Louis.
— ¿Tú no?
Todo el mundo se le quedó mirando. Louis comenzó a masajearse el puente
de la nariz.
Liam se puso de pie y se alisó la parte delantera de su camisa, luego se
alejó.
—Todos vosotros sois unos criminales locos.
Nick rodó la cabeza de lado a lado para deshacer los nudos. Luego
golpeó la mesa con los nudillos para llamar la atención de todos.
—Si vamos a hacer esto, necesitamos saber cuántos son y encontrar un
buen lugar para el encuentro. Y tenemos que hacerlo rápido. Este lugar no será
seguro durante mucho más tiempo.
Harry finalmente apartó los ojos de Louis.
—Ocuparnos del cártel no nos facilitará la salida de Nueva Orleans. Es
la policía la que realmente debería preocuparnos.
— ¿Qué sugieres? —Preguntó Kelly.
—Llamar a la oficina local de La Oficina. Decirles lo que está pasando.
Obtener respaldo. Quitarnos a los polis del culo. Hacer esto oficial en lugar de... –
Hizo un gesto a Digger—. Criminalmente loco.
—Perderé mi trabajo…—dijo Louis. Estaba dando vueltas, la cabeza
hacia abajo y los brazos cruzados.
Nick estiró la cabeza.
— ¿Qué? ¿Por qué?
—Se supone que no tengo que estar aquí. Podría poner en peligro
media docena de casos con sólo mostrar mi cara.
— ¿Por qué no dijiste nada antes de venir aquí?
— ¡Me dijiste que estabas en la cárcel!
Nick hizo un sonido de disgusto. Apoyó los codos sobre la mesa y
comenzó a masajear las sienes.
—Llama a Griffins, él te sacará de aquí…–dijo Harry, sorprendido por el
sarcasmo amargo que salió.
Louis le miró fijamente durante un largo momento, con aspecto herido,
antes de comenzar a caminar de nuevo. Harry se obligó a mirarlo a los ojos.
Tenía vergüenza de admitir que todavía quería ver a Louis arder.
Había esperado que Louis viniera a él de nuevo ayer por la noche, que
irían abajo para darse más golpes. Pero en el fondo sabía que Louis no era ese
tipo de hombre. No iba a perseguir a Harry, o rogar y suplicarle. No iba a flotar
sobre él y apartarle la bebida de la mano cada vez que la agarrara. Dejaría que
Harry se alejara, permitiría que se autodestruyera, interiorizaría todo lo que
estaba sintiendo y se convertiría en ese mismo hombre que había sido el día que
se conocieron.
Una cáscara dura y sarcástica. Harry ya podía verle construyendo esas capas y le
odiaba por ello.
—Entonces, ¿qué va a ser, muchachos? —Preguntó Liam. Hizo un
guiño a Harry.
Kelly y Digger estiraban el cuello para mirar a Louis mientras
caminaba. Owen estaba descansando la cabeza sobre la mesa.
Louis estaba de espaldas a ellos, con la cabeza gacha. En realidad sólo tenía
dos opciones. Conseguir que le despidieran para mantener a todos a salvo, o
arriesgar sus vidas y una acusación de homicidio, acabar con los pesos pesados
del cártel.
— ¿Hey, Six? —Dijo Digger en voz baja.
—Ya no soy tu maldito Six…—gruñó Louis. Empezó a caminar de nuevo—
. Llama a la Oficina —dijo finalmente, su voz sombría.
—Louis…—dijo Nick con cuidado.
— ¿Mi trabajo o vuestras vidas? No hay elección —Louis se encontró con
los ojos de Harry al otro lado de la habitación—Haz la
llamada. Diles que vas a llevar un informante confidencial. Eso es lo que se
suponía que era si mi tapadera volaba. Utiliza el nombre de William Louis, hará
saltar alarmas a cualquier federal sucio, así que esperaremos la trampa.
Harry no se movió. Su corazón se hundía y era demasiado doloroso
moverse en este momento, apartar la mirada de los ojos de Louis.
Si Louis perdía su trabajo, ¿qué tendrían entre ellos?
— ¿Estás dispuesto a renunciar a ello?
—No se trata de estar dispuesto, Styles…–gruñó Louis— Haz la jodida
llamada.
La cortina detrás de la barra vaciló, y Hannah la empujó para entrar
en la habitación.
— ¡Ya vienen! —Dijo entre dientes— Mi padre y sus muchachos.
Vienen aquí. ¡Tienes que irte!
Sillas rasparon en los suelos de madera cuando todo el mundo se puso de
pie y se apresuró hacia las escaleras para recuperar sus cosas.
— ¿Vienen por nosotros? —Preguntó Louis a Hannah.
Ella asintió.
—Shine me llamó, me dijeron que estaban en camino. Saben que estás
aquí.
Louis maldijo entre dientes. Extendió la mano y la atrajo hacia sí,
abrazándola con fuerza antes de soltarla y precipitarse por las escaleras.
Sólo se quedó Harry, todavía sentado en la mesa, con los brazos cruzados.
Se quedó mirando a Hannah hasta que ella se volvió a mirarlo.
—Tú lo llamaste. ¿Verdad? —preguntó Harry, tono de voz baja, de
modo que sólo ella le oiría.
Hannah jadeó. Tragó saliva e inclinó la cabeza, cuadrando los
hombros.
—Louis no es el único en la ciudad que tiene miedo de ese viejo
bastardo… –susurró— Pero él es el único que conozco que podría ser capaz de
matarlo si se le da la oportunidad.
—Lo estás utilizando para deshacerte de tu padre. Arriesgas su
vida.
—Para eso son los hombres como él—Se dio la vuelta y se metió detrás
de la cortina de nuevo.

* *

Louis los condujo por las calles residenciales de Marigny, empujándolos


para llegar al Barrio Francés, tratando de pegarse a la multitud de Pascua,
desesperado por mantener su mente en la supervivencia y fuera del hecho de que
su corazón se rompía cada vez que él y Harry estaban cerca.
—Si podemos llegar a la catedral, podemos perdernos en la multitud hasta
que comiencen los desfiles —les dijo. Pronto llegaron a la plaza Jackson y la
catedral de St. Louis, uno de los hitos más reconocibles en el Barrio Francés.
Las personas se arremolinaban vestidos con sus mejores galas. Cada mujer
llevaba un sombrero de algún tipo, y muchos de los hombres también.
—Mierda, ¿creéis que vamos a matar a la gente el domingo de Pascua? —
murmuró Nick mientras se acercaban a la catedral.
Louis asintió y Nick maldijo, luego se detuvo brevemente frente a la
catedral e hizo la señal de la cruz cuando se enfrentó a los chapiteles. Kelly lo
agarró por el brazo y tiró de él, mirando hacia la estructura.
—Perdónale, Niño Jesús, no sabe lo que hace…—dijo Kelly, luego
empujó a Nick.
—Voy a ir al infierno de todos modos, no sé por qué me molesto
más…
Louis giró en el Callejón del Pirata, el estrecho camino que bordeaba la
catedral, y luego acortó a través del jardín de San Antonio, el área pequeña
detrás de la catedral, donde descansaban cuatro tumbas sin marcar. Saltó por
encima de una de las placas de mármol. Podía oír quejarse a Nick detrás de él.
— ¡Están vacías! –gritó Louis. Todas menos una, pero no añadió
eso. Los condujo a través de varias vueltas hasta que llegaron al restaurante
de Antoine. El lugar estaba obviamente cerrado, pero una multitud se
arremolinaba en la calle.
— ¿Qué es esto? —Preguntó Harry. Estaba un poco sin aliento, pero
también lo estaba el resto de ellos.
—El primer desfile comienza aquí a las nueve o nueve y media.
Deberíamos estar a salvo por un tiempo.
— ¿A pesar del hecho de que la comisaría de policía está a dos manzanas
en esa dirección? —Preguntó Harry, señalando hacia Royal Street.
— ¿Qué eres, un mapa andante? —Preguntó Digger.
—Algo así, sí…—respondió Harry.
—La comisaría estará casi vacía en este momento –les dijo Louis—. Hay
tres desfiles hoy, además de los servicios de Semana Santa. Ya están fuera. El lugar
más seguro es en una multitud, y esto es todo lo que tengo.
Nick le dio una palmada en el hombro, moviendo la cabeza.
—Servirá.
—Llama a los federales —dijo Owen, cuando todos se situaron cerca de la
fachada del restaurante. Parecían vagabundos. Sus ropas eran descuidadas,
llevaban bolsas a sus espaldas, y Louis y Harry usaban sombreros que habían
tomado de la oficina de Murdoch antes de salir.
Louis sacó su teléfono y marcó el número de la oficina local de la Oficina.
—Sí, necesito hablar con Gregory Pike —dijo Louis tan pronto como
respondieron a la llamada. Podía sentir a los demás formando una especie de
barrera alrededor de él y Harry mientras estaban en la periferia de la multitud del
desfile. Agachó la cabeza para evitar ser reconocido o captado por las cámaras de
seguridad.
—Lo siento, señor, el agente especial Pike ya no trabaja aquí.
—Mierda —dijo Louis entre dientes. Se puso el teléfono en su pecho y
cerró los ojos, tratando de pensar. Pike había sido el controlador para todos los
casos de encubierto antes del Katrina. Había sido un agente sólido y de fiar,
uno que había probado ser
impermeable a sobornos o escándalos. Su reemplazo podría ser cualquiera, y
Louis no confiaba en cualquiera. Se aclaró la garganta y levantó el teléfono.
—Necesito hablar con su reemplazo, entonces.
—Un momento.
Nick sacudió la cabeza con urgencia.
— ¿Reemplazo?
—Lo sé. Creo que no podemos confiar en él…—susurró Louis. Harry
extendió la mano.
— ¿Cómo lo sabes?
—Esto es Nueva Orleans, Harry, no confías en nadie. Pero si escucho su
nombre, podría conocerlo.
—Cuelga —susurró Nick.
Kelly agarró el hombro de Nick y sacudió la cabeza.
—Este es el único camino que no termina con sangre. Vamos a ir con
cuidado, abortaremos si no se siente correcto.
Louis echó un vistazo a las caras que lo miraban y se dio cuenta que
faltaba una.
— ¿A dónde ha ido Liam?
Los otros buscaron alrededor, pero Liam Payne no estaba por ningún
lado.
—Se ha largado —dijo Harry. Parecía sorprendido. Louis
apretó los dientes.
—Lo consideramos hostil ahora.
— ¿Eso significa que tengo la oportunidad de dispararle?
—Preguntó Nick.
—Sí.
Owen maldijo.
—No podemos luchar en una guerra de tres frentes con algunos
de los juguetes de Digger y cuatro armas de fuego.
Harry sacudió la cabeza.
—No podemos luchar contra un frente si no conseguimos ayuda.

* *
El Cementerio San Luis en Basin Street era el cementerio más antiguo de
Nueva Orleans. No estaba muy lejos de donde se iniciaba el desfile. El paseo fue
insoportable para Harry. Louis no hizo contacto visual con él, ni siquiera echó una
mirada en su dirección. Harry no estaba seguro de cuál de ellos debía disculparse
o si incluso había algo más que decir después de anoche.
Louis había cruzado una línea, no había duda de ello. Pero anoche, Harry había
cruzado una también.
Se arrastró por la calle, silencioso mientras Louis les contaba una pequeña
historia sobre el cementerio para que estuvieran familiarizados con el terreno.
Las tumbas fueron levantadas en parte por tradiciones españolas y
francesas del Nueva Orleáns original, pero también sirvieron como solución al
hecho de que Nueva Orleáns estaba por debajo del nivel del mar. La tierra firme
era un bien escaso, incluso en la década de 1700, y su uso para enterrar a los
muertos fue sólo un mal negocio. Así que los únicos cementerios sobre tierra de
Nueva Orleans eran piezas integradas a lo largo de los siglos. Louis les dijo que
tendrían un montón de cubertura, pero que tuvieran cuidado con los giros ciegos,
ya que podría terminar golpeando directamente contra una bóveda abandonada
que se había hundido hasta la mitad en el suelo.
Había tres entradas al cementerio, sólo una de ellas permanecía abierta.
Estaba rodeado de todas formas por muros altos. No era una fortaleza, pero un
excelente lugar para una reunión de este tipo. El laberinto en el interior ofrecería
cobertura y los puntos limitados de ingreso harían que fuera fácil localizar a
alguien que no debiera estar allí.
Cuando el desfile empezó a avanzar por Bourbon, comenzaron a dividirse.
Louis fue al norte y volvió hacia atrás, en dirección a Rampart y luego cortando a
través del Parque Louis Armstrong. Se acercaría a la estación de la Calle Basin, un
centro de visitantes con una terraza en el tejado que era el lugar perfecto para
poner un
francotirador. Aseguraría una posición y permanecería allí hasta que se despejara.
Llevaba el rifle de francotirador AWS de fabricación británica de Liam plegado en
un estuche de violín anodino que había robado en La Fée Verte.
Owen y Digger iban a entrar en el cementerio y deambularían por el lado
sur para evitar la entrada, mientras que Nick y Kelly iban a custodiar la puerta
trasera desde fuera del cementerio.
Harry se dirigió por la Calle St. Luis y se acercó al cementerio por su
entrada principal.
Los auriculares que Digger había proporcionado dependían de pequeñas
radios inalámbricas, y siempre que la radio estuviera a pocos kilómetros de los
auriculares, funcionarían. Harry tenía el suyo en el bolsillo. Tenían un rango
limitado, pero Harry todavía podía oír a los otros después de que cada uno se
fuera por su lado. Louis permaneció en silencio durante varios minutos, su
respiración agitada mientras comprobaba la única evidencia de que su auricular
funcionaba. A continuación, su respiración se tranquilizó y comenzó a silbar una
melodía. Harry desaceleró su ritmo, un sentimiento de temor le sobrevino.
Cuando Louis silbaba, nunca era un buen presagio.
La calle frente a la entrada principal del cementerio estaba llena de coches
aparcados y varios coches de caballos. Harry se quedó atrás, merodeando y
paseando arriba y abajo por la calle durante casi una hora mientras observaba la
zona. Los otros estaban haciendo lo mismo, presentaba informes de vez en
cuando. Louis se había abierto paso a su gallinero de alguna manera, y dado que
Harry no le había oído tratando de encandilar a ningún empleado, suponía que se
había colado.
—Tengo un federal –susurró Louis en el oído de Harry— Yendo hacia
Styles ahora.
Harry observó a un hombre delgado con un traje oscuro salir de un Tahoe
negro que había aparcado ilegalmente en la calle, luego se dirigió directamente a la
entrada del cementerio mientras se abrochaba la chaqueta del traje.
—Lo tengo —dijo Harry en voz baja—. ¿Alguien le sigue?
—Despejado aquí atrás —dijo Nick.
—Tengo un vehículo aparcado a este lado —informó Owen—. Una especie
de furgoneta.
—Ve a su encuentro, Styles —murmuró Louis.
Harry esperó unos minutos más, luego cruzó la calle en ángulo, se detuvo
en la mediana cubierta de hierba protegiéndose los ojos del sol. El edificio de la
Estación de la Calle Basin estaba a su derecha. Era de color amarillo pálido con
hierro forjado alrededor de la terraza superior.
Allí era donde estaba Louis.
Era imposible verlo; el sol se asentaba justo detrás de él. Detrás de las
paredes cerradas del cementerio, Harry podía ver las estructuras desiguales de
tumbas y pequeñas capillas. Ángeles de piedra lloraban. Faltaban ladrillos por las
manos del tiempo y la tierra inestable.
Se tomó un momento para tranquilizarse, luego cruzó al otro lado de la
calle. El agente lo vio venir y asintió con la cabeza, luego se volvió, siguió a un
pequeño grupo de turistas al cementerio y fue a la derecha. Louis había dicho el
contacto del FBI que se reuniera con ellos en la parte delantera del cementerio.
—Está entrando. Es una trampa —dijo Louis en el oído de Harry—
. Todo el mundo, abortad.
—Negativo —dijo Harry y siguió al hombre al cementerio.
— ¡Maldita sea, Styles, los otros no pueden cubrirte ahí!
—Gritó Louis.
Harry asintió. Había pasado la mayor parte de su tiempo encubierto
solo, estaba más acostumbrado a tomar estos tipos de riesgos que Louis. Y
tenía toda la confianza de que el rifle de francotirador de Louis le cubriría.
Harry se arrastró a través del laberinto de tumbas, siguiendo las
instrucciones que Louis le decía al oído. Se dirigió a la parte trasera donde Louis
dijo que estaría la sección protestante. Era una zona de césped, carente de bóvedas
y mayormente despejada. Tardó muchas idas y vueltas, y varios callejones sin
salida con la voz de Louis en su oído diciéndole que camino recorrer, antes de
encontrarlo.
El agente estaba sentado en un banco de hierro, esperándole. Era
posiblemente el agente del FBI de más de aspecto federal que Harry había visto
nunca: traje negro, mocasines, gafas de sol y una
corbata negra. Se había desabrochado la chaqueta y la sobaquera era parcialmente
visible, la pernera del pantalón estaba levantada para revelar su funda de copia de
seguridad y el arma.
No era un agente de campo.
Harry suspiró y salió de la fila de tumbas por donde había acortado. El
hombre se enderezó cuando vio a Harry, y se puso de pie, abrochándose la
chaqueta.
— ¿Agente especial Howard? —Preguntó Harry.
—Correcto. ¿Eres Styles?
Harry asintió.
— ¿Dónde está tu IC?
— ¿Mi IC?
—Dijiste que ibas a traer un informante confidencial. A William Louis.
—Oh sí. Sí, él es el que tiene ese pequeño punto rojo en tu pecho —
dijo Harry, apuntando a la corbata de Howard.
Howard miró hacia abajo y se sacudió cuando vio bailar la mira láser en
la corbata. Sus ojos estaban muy abiertos y asustados cuando se encontraron con
los de Harry. Fue a buscar su arma, pero su traje abotonado se lo impidió, por lo
que se llevó la muñeca a la boca y se agachó, como si eso fuera a salvarle del
fusil de francotirador de Louis.
— ¡Están sobre nosotros! ¡Están armados! —Gritó a todo el que estaba
en el otro extremo de su radio.
Harry maldijo y se giró para agacharse detrás de la fila más cercana de
tumbas. Los estallidos reveladores de un arma con silenciador resonaron en la
humedad. Fragmentos de mármol volaron mientras los disparos iban acertando
junto a la cabeza de Harry. Se agachó y fue a la izquierda, cubriéndose la cabeza.
Podía oír a los otros en su auricular. Ninguno de ellos se oía nervioso. De hecho,
la voz de Louis salía tan calmada como si estuviera ordenando un sándwich en
el supermercado local. Harry había oído más emoción en Louis mientras veía un
partido de fútbol.
—Tienes cinco hacia la pared noreste —dijo Louis en el oído de
Harry.
— ¿El noroeste de quién? —Gritó Owen.
—El tuyo no. Styles está cercado.
—Aye, aye, vamos a entrar —gruñó Nick. Más disparos amortiguados
vinieron de la pared, seguidos por el sonido de las armas de Nick.
—Cinco más a través de la entrada principal —murmuró Louis— Estos no son
locales. Salid.
Disparos desde el techo. Harry miró alrededor de la tumba para ver al
agente especial Howard buscando cobertura. Las balas golpeaban sus pies,
levantando tierra y césped, haciéndole bailar adelante y atrás.
Louis estaba jugando con él, inmovilizándolo.
Los turistas gritaban en la distancia. Los caballos relinchaban. Sirenas
comenzaban a oírse de la comisaria calle abajo. Harry se lanzó desde su escondite
y corrió agachado, dirigiéndose hacia Howard, donde estaba atrapado en abierto
por el fuego de cobertura de Louis. Una bala pasó rozando su brazo, tan cerca
que quemó.
—Mierda. Lo siento —dijo Louis en su oído.
— ¡Cuidado! —Gruñó Harry. Llegó donde Howard y lo agarró por el
pescuezo, lo puso de pie con violencia y lo tiró hacia las tumbas. Vio a Nick y
Kelly escalar la puerta en la pared trasera.
Cuando llegó a cubierto, Harry empujó a Howard al suelo y mantuvo su
pistola contra la nariz del hombre. Le registró, le quitó todas sus armas, su
insignia y las llaves del coche.
—Six, tienes policías en tu posición en tres —gritó Nick.
Louis ignoró la advertencia y disparó más tiros. Alguien gritó en el
cementerio.
—Dos menos. Y medio. Siete vivos. ¡Sacad vuestros culos de ahí! —ordenó
Louis—¡Styles, deja de bailar con él y muévete!
Harry no soltó al hombre, en su lugar lo agarró con fuerza por el cuello y
lo obligó a ir con él.
—Hace demasiado calor aquí arriba, me voy –dijo Louis—¡Despejad!
Disparos continuaron resonando en el cementerio, pero el rifle de
francotirador se quedó en silencio.
Harry estiró la cabeza para mirar hacia el tejado mientras
arrastraba a Howard a través del laberinto de bóvedas y tumbas.
Louis había abandonado finalmente su puesto, pero Harry no sabía cómo planeaba salir
de ese edificio ahora que todo el infierno se había desatado.
Hubo más disparos desde la parte posterior del cementerio. Harry no
podía decir si los Sidewinder estaban persiguiendo a los hostiles o si estaban
siendo perseguidos. El agente Howard cayó de rodillas, gimiendo y tirando de la
mano de Harry.
— ¡Levántate! —Gritó Harry. Tiró de él con esfuerzo, golpeándolo contra
el montón de ladrillos expuestos de una antigua bóveda. Le metió la pistola bajo
la barbilla— ¿A quién llamaste?
Howard comenzó a lloriquear. Harry apenas podía distinguir sus palabras.
Se arrancó el auricular de la oreja para deshacerse de la charla y empujó el arma
más fuerte contra el cuello de Howard.
—Cierra la maldita boca.
El lloriqueo de Howard se cortó cuando tragó.
—Por favor, no me mates –susurró—. Tengo familia.
Harry mostró los dientes.
—No me importa. ¿A quién llamaste?
—Al comandante de la Policía. Walker.
—Esta no es potencia de fuego de la policía; ¿quién más está
involucrado?
—Él dijo que tenía ayuda. Alguien nuevo en la ciudad.
—Nombres.
Howard sacudió la cabeza de lado a lado. Estaba temblando.
—Español. No lo sé.
— ¿Colombiano?
— ¡No lo sé! Por favor, Dios, no me hagas daño.
Harry le soltó. Miró por encima de la bóveda. El tiroteo continuaba. Se
metió el auricular de nuevo, sólo para ser recibidos por gritos confusos y ecos
de disparos.
Se apartó de Howard y apuntó el arma hacia la pierna del hombre.
— ¡Oh, Dios, no!
—Esta es la lección final de lealtad —gruñó Harry. Puso una
bala en la rodilla del hombre y se alejó corriendo.

* *

— ¿De dónde diablos sacaron todo este poder de fuego?


—Gritó Nick mientras él y Kelly se escondían detrás de una gran bóveda de
mármol. Las balas golpearon la tierra a su alrededor, rebotando en mármol y
piedra. La cara de Nick estaba sangrando y podía sentir un fragmento de algo
metido justo por debajo del ojo. Sus gafas de sol probablemente le habían
salvado la visión.
— ¡No son policías! –Gritó Louis a través de la estática en el oído de Nick.
Respiraba con dificultad, probablemente estaba corriendo.
—Matones del c{rtel… –siseó Harry— Howard dijo que Walker los llamó.
—Espera, ¿entonces el cártel y los policías están trabajando juntos? —
Preguntó Owen— ¿Cómo es eso justo?
— ¿Importa? —Gritó Kelly— Sonido de retirada, chicos, vamos a sacar nuestros
felices culos de aquí…–Alargó la mano a la cara de Nick y arrancó el trozo de
metralla. Nick lo insultó de arriba abajo y se tapó la herida con la mano.
Llegó la voz de Owen.
— ¿Six?
La respuesta de Louis fue apenas audible.
—Agujero de conejo…—murmuró Kelly al lado de Nick. Estaba recargando
su arma, agachado tanto como podía. Si Louis ha caído en el agujero del conejo, no
había nadie para ofrecer fuego de cobertura.
—Largaos de aquí…—ordenó Harry— ¡Todo el mundo fuera!
—Debería haber puesto un guardia en el gallinero…—dijo Digger—.
¡Maldito seas Liam Payne!
Nick no podía distinguir dónde estaba ninguno de los otros. Habían
sido superados en número y armas, perseguidos en el laberinto de tumbas del
cementerio. Abarcaba toda una manzana, llena de aceras que se
desmoronaban, sinuosas callejuelas
demasiado pequeñas como para que cupiera un hombre adulto y torres de piedra
que cortaban abruptamente vías y creaban zonas de aniquilamiento sin
escapatoria. Sin el rifle de francotirador de Louis en el gallinero para cubrirlos o
darles las posiciones enemigas, estaban en la oscuridad.
—Estoy casi en la entrada principal…—dijo Harry en el
auricular—Venid aquí, os cubro.
Nick dio unas palmaditas a la rodilla de Kelly y apuntó hacia la dirección
de la entrada principal. Kelly asintió y ambos salieron corriendo por el sendero
más cercano.
Disparos los persiguieron.
— ¡Bebidas gratis! ¡Fuegos artificiales! –gritó Louis con toda la fuerza de los
pulmones. Su señal era más fuerte, lo que significa que había escapado del edificio
de Basin Street de alguna manera. Nick resopló. Louis y las cucarachas. Podía
imaginárselo corriendo contra una multitud de fieles del Domingo de Pascua, turistas y
manifestantes del desfile, tratando de crear una distracción y atraer a la gente fuera del
peligro— ¡Bebidas gratis en el interior!
Por el rabillo del ojo, Nick vio a un hombre subir a la parte superior de
una camioneta estacionada en una calle lateral. Se puso en cuclillas en el techo y
arrojó algo al cementerio. Le siguió un ruido ensordecedor y un flash. Mientras él
y Kelly se precipitaban entre las tumbas y esquivaban balas y metralla, Nick
echó una mirada más cercana al hombre. Liam Payne.
—Oh, mierda…—dijo entre dientes.
— ¿Está de nuestro lado? –gritó Kelly.
— ¡No me importa! ¡Corre!
El humo comenzó a hincharse desde la parte posterior del cementerio.
Liam arrojó dos bombas más, más cerca de su propia posición. Nick y Kelly se
detuvieron en seco. Nick se tapó los oídos y cerró los ojos con fuerza cuando las
granadas aturdidoras explotaron.
No perdieron unos segundos preciosos tratando de sacudirse el golpe
aturdidor. Nick podía oír los gritos de dolor y rabia. Se asomó por la esquina de la
tumba que los protegía, sólo para encontrarse
cara a cara con un hombre que estaba haciendo lo mismo. Nick rodó lejos
mientras el hombre sacaba el arma y disparaba.
— ¡Ve! —Gritó, empujando el brazo de Kelly. Corrieron por el
sendero, vislumbrando a través de los callejones estrechos a dos
hombres que corrían por el sendero opuesto. Cuando llegaron a
una intersección, Nick levantó su arma, preparándose para
disparar mientras sus perseguidores doblaban la esquina.
Pero Harry estaba allí, aplastado contra la pared de la tumba, con los
cuchillos en sus manos. Cuando los dos asesinos llegaron a la esquina de la
tumba, salió y pasó una mano por el cuello de uno de los hombres. La sangre
manó cuando Harry giró con gracia y metió un cuchillo en el costado del otro
hombre. Lo empujó hacia arriba, bajo el chaleco y debajo de las costillas. Dio un
paso atrás, cubierto de sangre mientras ambos hombres caían al suelo, muertos o
moribundos.
Nick y Kelly llegaron donde él mientras giraba ambos cuchillos
entre los dedos y los empujaba en sus vainas.
—Bonito…—gruñó Kelly.
Harry se encogió de hombros y se inclinó para recoger las armas de los
cuerpos muertos. Señaló hacia la entrada, a tan sólo diez metros de distancia.
Nick y Kelly se mantuvieron agachados y cerca, vigilando las espaldas del
otro mientras Harry cerraba la marcha, corriendo de tumba en tumba para
cubrirse. Owen y Digger aparecieron desde el otro lado. Las bombas de humo
que Liam había arrojado parecían haberles comprado el tiempo suficiente para
salir del cementerio. Owen y Digger salieron como flechas, luego ocuparon
posiciones detrás de las paredes para cubrir sus últimos metros.
Nick estaba casi en la puerta abierta cuando algo le golpeó desde atrás.
El ruido del disparo alcanzó sus oídos una fracción de segundo más tarde. Fue
arrojado hacia adelante. Más balas golpearon las paredes a su alrededor.
— ¡Está herido, está herido! —Gritó Owen, la voz procedía tanto de cerca
como dentro del oído de Nick— ¡Doc!
— ¿Quién está herido? —Preguntó Louis, la voz de repente asustada.
Nadie le respondió.
Nick empujó desde el suelo, pero el peso encima de él era demasiado.
Volvió la cabeza. Kelly había caído sobre él cuando la bala golpeó. Owen cayó de
rodillas al lado de la cara de Nick. Levantaron a Kelly y Nick se empujó hacia
arriba, saliendo a rastras del cementerio.
Llegaron a campo abierto y corrieron, esprintaron hacia el tráfico en
Rampart Street. Nick y Harry se replegaron para cubrirlos mientras Owen y
Digger llevaban a Kelly entre ellos. Se tambalearon en la gran mediana cubierta
de hierba y se pusieron a cubierto detrás de un caballo y un carruaje que había
sido abandonado por su conductor.
Una multitud de personas corría de aquí para allá, asustados y
confundidos.
— ¿Quién está herido? –preguntó Louis, con la voz entrecortada.
—Estamos en la mediana —dijo Harry, sin aliento— Kelly ha caído.
—Doc…—dijo Digger mientras apoyaba una mano en la cara de Kelly.
Kelly tosió e inhaló de forma ruidosa y entrecortada. Owen se arrodilló,
sosteniendo la cabeza de Kelly. Nick se puso de rodillas a su lado y comenzó a
tratar de encontrar la herida a través de toda la sangre.
Harry permaneció de pie, manteniendo la guardia y mirando por el
rabillo del ojo.
Pasaron pocos segundos antes de que Louis se uniera a ellos. Se tiró al
suelo junto a Kelly, empujó a Nick mientras trataba de cortar la ropa
ensangrentada.
— ¿Dónde está herido?
—No lo sé, no lo encuentro…—tartamudeó Nick.
—Doc, quédate conmigo ahora…—declaró Digger. Acarició la mejilla de
Kelly. Los ojos de Kelly se abrieron. Todos ellos se inclinaron sobre él. Digger
sonaba como un niño asustado— ¿Qué
hacemos, Doc?
Kelly trató de hablar. La sangre comenzó a fluir por la comisura
de la boca.
Louis agarró la camisa de Owen y lo sacudió.
—Consigue un coche…
Owen asintió y se levantó, se lanzó contra el tráfico para requisar un
vehículo. Estaban a pocas manzanas del hospital. Harry disparó contra el
cementerio, manteniendo a sus oponentes a raya.
Kelly se esforzó por tomar otro aliento, pero sólo provocó más sangre.
Digger se aferró a su mano. Los dedos de Nick temblaban mientras buscaba una
herida de salida.
Louis se inclinó y pasó una mano manchada de sangre por el cabello
de Kelly.
—Tranquilo…—susurró.
Kelly asintió y cerró los ojos.
Harry disparó al cementerio de nuevo. El fuego de respuesta golpeó al
carruaje y el caballo se asustó, alejándose y llevándose su cobertura con él.
Louis y Nick se movieron juntos, de espaldas al cementerio para que sus
cuerpos escudaran el de Kelly. La voz de Louis tembló mientras susurraba:
—Sí, aunque ande por el valle de sombra de muerte, no temeré…
Kelly notó cuando la voz de Louis se rompió, sus palabras una lucha.
—Porque tú estás conmigo. Y llevas un palo grande en el culo.
Louis inclinó sobre él y se encogió cuando una bala le rozó. Las lágrimas
bajaban por sus mejillas y apretó la frente contra la de Kelly. Nick se dio
cuenta que tenía lágrimas en su propia cara.
Ruedas chirriaron y el grito urgente de Owen obligó a Nick a apartar los
ojos. Miró por encima del hombro para ver a Owen saludando desde el lado del
conductor de un sedán grande de color amarillo.
—En tres —dijo Louis— ¡Harry! ¡Ayúdanos!
Harry se apresuró a ayudar a levantar a Kelly, lo llevaron al
vehículo, entre el fuego esporádico del cementerio. Digger se metió en el asiento
de atrás y empujó a Kelly por los hombros. Nick vio a Liam, luego, se tumbó para
dar fuego de cobertura con Harry y mantener tanto a los matones del cártel y a la
policía a raya. Liam se metió en el asiento delantero, seguía respondiendo al
fuego. Louis empujó el hombro de Nick, forzándolo a meterse dentro. Nick subió
a la parte trasera, de rodillas en el suelo entre los asientos delanteros y
sosteniendo la mano de Kelly.
— ¡Entra! —Gritó Louis, empujando a Harry por el hombro.
Harry se arrastró detrás de Nick, mirando hacia atrás para evitar empujar el
cuerpo tendido de Kelly.
— ¿Qué estás haciendo, Louis?
—Él necesita tiempo…—gruñó Louis mientras cerraba la puerta en la cara
de Harry—Iros.
— ¡No espera! Louis!
— ¡Tomlinson! ¡Maldita sea! —Gritó Nick.
Louis golpeó el techo del coche y gritó a Owen.
— ¡Vete!
Owen aceleró el motor y salió a toda velocidad. Nick y Harry miraron por la
ventanilla como Louis se volvía y disparó algunos tiros sobre las cabezas de la
policía con su pistola, y luego echaba a correr hacia el Barrio Francés.
Capítulo 12

Louis corrió tan rápido como pudo por el centro de la calle, rumbo a Borbón
o Royal y lo que rezaba sería la multitud del desfile. Sabía que tenía quince
segundos, quizás treinta, antes de que alguien lo siguiera. Estarían demasiado
preocupados porque tomara una posición en algún lugar para dispararles. Pero
ese era todo el margen de maniobra que tenía antes de que lo atraparan, y tenía
que hacer que contara.
Sólo había corrido una manzana antes de que alguien gritase detrás de
él. Pero no podían disparar contra él, no con el tráfico de peatones tan cerca.
Una bala dio en la carretera junto a sus pies.
¡Mierda! Louis se cubrió la cabeza y encorvó los hombros, pero siguió
corriendo.
Estaban disparando directamente a las zonas peatonales del barrio francés,
directamente a esa multitud de desfiles. Las calles estaban llenas de casas y
negocios. La gente que había estado paseando inocentemente ahora estaban
gritando y cubriéndose donde podían.
Los que le perseguían no eran policías locales. No habría charlas por esto en torno a
un interrogatorio hasta que llegara la caballería. Estaba corriendo por su vida, no por unos
cuantos minutos más.
Tenía que llegar a la calle Canal, hacia el distrito de negocios y, si seguía
con suerte, al Casino Harrah.
El casino tendría un software de reconocimiento facial que cubría los
pisos, todo el mundo lo sabía, y los matones del cártel no se arriesgarían a ser
identificados por él. Sin embargo, estaba a un kilómetro de distancia.
Una valla de alambre de cadena apareció a su izquierda, rodeando un
raro terreno baldío y corrió hacia él. Más disparos lo
persiguieron, rompiendo la ventanilla trasera de un automóvil aparcado al
lado de la carretera y haciendo estallar una farola a pocos centímetros de la
cabeza de Louis.
— ¡Hijo de puta!
Louis saltó la frágil valla, agarrándose a la parte superior y bajándola con él
mientras saltaba. Golpeó hierba y grava y rodó, poniéndose de pie pero perdiendo
unos segundos preciosos. Fue al otro lado del terreno donde una cerca más alta y
más resistente había sido levantada. Saltó la pared de ladrillo y la golpeó con el pie
para despejar la valla como un saltador de altura, luego cayó al suelo y siguió
corriendo. Una bala roció polvo de ladrillo donde había estado su pie y los
hombres gritaron en español desde la esquina más alejada del edificio.
Louis se encontró en el interior de una manzana de la ciudad,
zigzagueando entre cubos de basura, coches aparcados, bicicletas y edificios.
Redujo la velocidad en un pequeño patio, con el corazón martilleando al darse
cuenta de que podía haberse encerrado.
Podía oír a sus perseguidores trepar por la valla.
Miró hacia arriba. Podía usar las escaleras de hierro del edificio de
apartamentos y tal vez llegar al techo con una corta subida, pero sería un blanco
fácil durante demasiado tiempo. Y si por algún milagro lograba llegar allí sin
recibir un disparo, todavía tendría el dilema de estar atrapado en un maldito
tejado.
No había ningún sitio donde ocultarse en el que al final no le
encontraran. Podía derribar la puerta de alguien, esperar que tuvieran ventanas
o una puerta que diera a la calle, y arriesgarse a que cualquier dueño de casa al
que se acercara fuera disparado detrás de él. O le golpeara con un rizador.
Agarró el arma en la parte baja de su espalda. Tenía doce disparos en el
cargador y un repuesto con quince más atados a su tobillo.
Si tenía que hacer una última parada en este patio sin salida, haría que fuera
sangrienta.
Corrió a por un gran contenedor de basura verde en la esquina del patio,
con la intención de usarlo como cubierta. Pero cuando rodeó el contenedor,
encontró una brecha entre los edificios. Era
estrecha, oculta por el diseño de las viejas estructuras, y parecía conducir a un
callejón sin salida. Louis se dirigió hacia allí de todos modos, rezando porque
la oscuridad fuera realmente otra brecha entre los edificios en lugar de una
mera sombra.
Oyó voces enojadas detrás de él.
— ¿A dónde se fue este cabrón?
—No está aquí.
—No le crecieron alas. ¡Búscalo!
Louis sabía lo suficiente como para entender la última palabra:
encontrarlo.
Se movió más rápido, tratando de permanecer en silencio mientras llegaba
al final del callejón. Su apuesta dio sus frutos, y salió a otro callejón apretado que
llevaba a otro hueco entre los edificios. Iba a la izquierda, incluso más estrecho que
los dos primeros. Louis tuvo que dar media vuelta para seguir. Terminó ante una
valla de madera y, después de unas pocas patadas, entró en un pequeño patio
privado lleno de plantas y decoraciones de jardín, azulejos coloridos y luces
colgantes antiguas. Y al otro lado había un callejón a la calle. Louis podía ver a
gente caminando.
El callejón estaba bloqueado en el extremo de la calle por una alta puerta
de hierro cubierta con pedazos rotos de vidrio de colores que brillaban a la luz
del sol.
Pero seguro como el infierno que parecía mejor que morir bajo una granizada de
balas.
Louis volvió a meterse el arma en el cinturón y cruzó el patio. Esquivó
las vides trepadoras y antigüedades mientras corría por el pasaje, y
cuando llegó al final, saltó hacia la puerta, agarrándose al hierro con las
manos y empujando con los pies. Escaló el portón mientras turistas de
ojos abiertos y chicos universitarios borrachos le miraban desde el otro
lado. Un muchacho de fraternidad entregó su taza de plástico a su
amigo y sacó un teléfono para comenzar a grabar. Un caballo y un
carruaje tropezaron contra una familia joven.
Cuando Louis llegó a la parte superior de la puerta, donde los
fragmentos de cristal eran su último obstáculo para la libertad, oyó gritos en el
patio detrás de él.
Puso un pie en el ladrillo a un lado y presionó su hombro contra la pared
opuesta, subió los pies por el costado de la pared hasta que estuvo lo
suficientemente alto como para torcer el cuerpo y caer por encima de la puerta.
Aterrizó con demasiada fuerza y rodó hasta la calle, encontrándose a
merced de un caballo blanco muy grande que echó la cabeza atrás y resopló.
Louis se puso de pie de un salto, alejándose del animal mientras la gente
empezaba a murmurar. Miró hacia el callejón, alejándose de la vista detrás del
caballo justo cuando los hombres aparecieron en las sombras a través de la puerta
de madera arruinada.
— ¡Esto va a ir a YouTube! –Gritó el tipo con el teléfono. Louis subió al
carruaje.
— ¡Eh! —empezó el conductor, pero Louis se puso un dedo en los labios y
le mostró al hombre su arma.
Le arrebató el sombrero de copa al hombre, se lo colocó sobre su cabeza, se
deslizó fuera del carruaje, y se apresuró a la intersección, con la esperanza de
mezclarse con la multitud.
Al doblar la esquina, un hombre grande se puso delante de él.
Shine Walker. El hombre que Louis sospechaba había matado a Murdoch. El
hombre que había escogido a una chica de entre una multitud y la había ahogado, porque
se parecía a su hermana.
Medía dos metros con brazos del tamaño de troncos de río. Louis se había
peleado en broma con él una vez, y había sido arrojado en broma a través de la
habitación y había conseguido tres costillas magulladas en el proceso.
—Bueno, si no es William Louis…—replicó Shine. Sonrió. Louis dio un
paso atrás.
—Vamos a mantener la calma, colega.
Shine levantó el puño, mostrando sus nudillos. Su atención se movió de
Louis a su puño con una sonrisa cada vez más amplia, luego abrió la mano, giró
la palma hacia arriba para mostrar un puñado de polvo gris. Con un gran
soplido, sopló el polvo a la cara de Louis.
Louis contuvo el aliento y mantuvo los ojos cerrados. Podía oír a Shine
riendo, un sonido profundo y retumbante que empezó a
desvanecerse en la distancia mientras trataba de limpiarse el polvo con la
manga. Sus rodillas golpearon el pavimento, y su mundo se desvaneció a la
nada antes de que el resto de su cuerpo pudiera entrar en contacto con el suelo.

* *

Harry atravesó la puerta electrónica casi antes de que la enfermera la


abriera. No se molestó con las apariencias mientras corría por el pasillo.
Todo el mundo había bajado del sedán robado en la entrada de emergencia,
y Harry había rodado sobre la consola para llegar al asiento delantero. Él y Liam se
habían largado con el coche, tratando de alejar a los perseguidores de los demás.
Habían abandonado el coche a varias manzanas de distancia, y Harry había tenido
dificultades para mantenerse al ritmo de Liam mientras regresaban corriendo al
hospital.
No habían tenido la oportunidad de hablar nada, pero Harry tenía infinitas
preguntas para el hombre.
Cuando dobló la esquina, Harry vio a sus compañeros paseando por una de
los pasillos de emergencia cerca de una cortina cerrada. Su corazón aceleró y casi
se mareó mientras se acercaba a ellos.
Digger se paseaba delante de la cortina, con los dedos unidos en la nuca.
Los otros dos estaban sentados, ambos se cubrían el rostro con las manos. Los
tres hombres estaban manchados de sangre. Gasas manchadas de sangre cubrían
los suelos. Incluso la cortina tenía una raya sangrienta en el borde donde alguien
la había agarrado.
Harry estaba casi hiperventilando cuando se acercó. Las
respiraciones de Liam eran entrecortadas y fuertes detrás de él.
Nick alzó la mirada hacia el sonido de su acercamiento. Su camisa estaba
empapada en rojo, sus ojos grises, su rostro manchado de sangre y lágrimas. Tenía
un vendaje de mariposa en la mejilla.
Harry frenó, temiendo lo que pudiera encontrar.
— ¿Kelly? —preguntó Harry con vacilación.
Nick sacudió la cabeza, luego la bajó de nuevo y se cubrió la cara con
ambas manos.
—Se lo han llevado a cirugía…—logró decir Owen— No hemos
oído nada.
Harry soltó un suspiro de alivio. Al menos la cirugía significaba que no
estaba muerto cuando lo habían llevado.
—Chicos, odio ser insensible…—dijo Liam, mirando por encima de su
hombro al puesto de enfermeras— Pero tenemos unos cinco segundos para sacar
nuestros culos de aquí.
—Que te jodan, no voy a dejarlo —gruñó Digger.
—Sé…
— ¡Dije que no voy a dejarlo! —Digger agarró a Liam por su chaqueta de
cuero, sacudiéndolo— ¿Dónde diablos estabas cuando te necesitábamos?
—Quítame las manos de la chaqueta…—dijo Liam con voz tranquila. Sin
embargo, sus ojos chispeaban, e incluso Harry reconoció que había llegado a
un punto peligroso. Ya no estaba divertido.
Digger bufó pero lo soltó con un empujón final.
—Entiendo tu deseo de quedarte, de verdad —continuó Liam, su voz baja
y calmante— Pero has hecho todo lo posible por Doc., tienes que mirar ahora por
el otro miembro del equipo que perdimos ahí fuera.
Owen se levantó y sacudió la cabeza.
—No es tu compañero de equipo.
—Entonces, ¿por qué soy yo el único que se pregunta cuánto tiempo va a
sobrevivir sin ayuda?
Harry se pasó una mano por la cara.
—Escapó de ellos.
— ¿Y sabes eso, cómo? —preguntó Liam.
—Porque conozco a Louis. No puedes atrapar una cucaracha.
Liam resopló.
—Pero puedes matar a una si la pisas con suficiente fuerza.
—Escapó. Se esconderá —insistió Harry— No estará al descubierto
demasiado tiempo.
—Independientemente de lo que Louis esté haciendo o de lo capaz que
sea de deslizarse por las grietas, Liam tiene razón —dijo Nick—. Tenemos que
salir de aquí antes de que nos encuentren. Toda esa sangre... Sabrán que uno de
nosotros fue herido, estarán aquí bastante pronto.
— ¿Qué hay de Kelly? No podemos dejarlo atrás.
¿Desprotegido? —preguntó Owen.
—Aquí está más seguro que ahí fuera.
Nick se levantó y Owen y Digger cerraron filas detrás de él, enfrentándose a
Liam y Harry. Este no podía dejar de admirar la forma en que los Sidewinder
parecían unirse cuando lo necesitaban. Nunca había trabajado como parte de un
equipo antes de Louis, prefiriendo ir en solitario, incluso siendo niño. Incluso
Kendall había sido más que un confidente, un sistema de apoyo, algo por lo que
luchar en lugar de con quién. Ella había sido una forma de olvidar los problemas de
la vida en lugar de un aliado para aceptarlos, y Harry se había mostrado feliz con
ese arreglo. Había sido exactamente lo que había necesitado en ese momento de su
vida.
Pero había cambiado. La vida había cambiado. Y nunca había tenido a alguien con
quien enfrentarse al mundo, no hasta Louis.
El estómago de Harry se sacudió al pensarlo. Louis no era la feliz
escapada que Kendall había sido para él. Nunca podría ofrecerle el calor y la luz
que Kendall alguna vez hizo, pero Harry sabía que Louis estaría allí en la
oscuridad. En las últimas veinticuatro horas, había perdido eso de vista, cegado
por el enojo.
— ¿A dónde iría? —preguntó Liam mientras los conducía por los pasillos,
buscando una salida trasera.
— ¿Nos estás pidiendo que pensemos como Louis? —Owen
resopló— No creo que eso sea posible, mi cerebro no está alimentado por
ardillas en cintas de correr.
Nick sacudió la cabeza y se desabrochó la camisa manchada de sangre
mientras caminaba. Se encogió de hombros para quitársela y la arrojó a un cesto en
el pasillo. Los demás siguieron su ejemplo, descartando la mayor parte de su ropa
ensangrentada como pudieron en varios rincones y recovecos por los que pasaban.
—Él iría a donde ellos menos esperaran —dijo Nick.
— ¿Algún lugar público? —preguntó Digger.
—El hotel, tal vez. Las habitaciones están todavía a tu nombre, no pueden
ser rastreadas hasta Louis o Styles —dijo Owen a Nick.
—Así es como lo encontraron para empezar —gruñó Nick—. Está
familiarizado con esta ciudad, no se sabe qué clase de lugares conoce.
Harry inhaló bruscamente.
—Hannah.
Nick miró por encima del hombro a Harry, arqueando las cejas.
—Tal vez. Si no regresa allí para pedir ayuda, tal vez ella sepa a dónde irá.
—No sabe que Hannah fue la que llamó a su padre…
Nick se detuvo en seco y Harry casi chocó contra él.
—Espera, ¿ella qué?
Harry resopló.
—Ella es la que llamó a su padre. Esperaba que Louis se
enfrentara a él y lo eliminara.
—Esa tía est{ mal, hombre…—susurró Digger.
El cambio que se produjo en Nick O'Flaherty fue casi aterrador. Su rostro
se endureció, sus ojos se volvieron profundos y verdes cuando bajó la cabeza.
Miró a Owen y Digger, y ambos hombres asintieron con la cabeza ante alguna
comunicación tácita.
Nick se dirigió hacia la salida, Owen y Digger tras sus talones.
—Oh, querido…—dijo Liam con un suspiro.
— ¿Qué demonios ha ocurrido? —preguntó Harry.
—Tocaste el interruptor equivocado con eso. Creo que acabamos de
conseguir el trabajo del caballero blanco —gruñó Liam. Comenzó a correr tras
ellos— Vamos a salvar a la chica de los marines yanquis rabiosos.

* *

Salieron del hospital a paso ligero, bordearon la confusión y el


pánico que ahora era el Barrio Francés, y se dirigieron a Marigny y Frenchmen
Street. Nick seguía mirando cada calle mientras corrían, esperando ver señales de
que Louis hubiera pasado por allí y rezando que no lo hubiera hecho. El caos
significaba que la persecución había sido dura y rápida, y parecía haber abarcado
dos o tres manzanas.
Louis había hecho una persecución digna, por lo menos.
Nick esperaba que la calma de las últimas zonas significara que Louis se
había alejado y se había mezclado con el paisaje, en lugar de quedar atrapado.
— ¿Cuál es el alcance de estos auriculares? —preguntó Harry. Se negaba a
frenar, y Nick se alegraba de la obstinación del hombre.
—Tienes que estar en el rango de un kilómetro de la unidad manual —
respondió Digger—. Si Louis tiene su unidad, deberíamos ser capaces de oírlo
y él debería poder oírnos.
— ¿Entonces si no podemos oírlo, eso significa que dejó caer su radio? —
Preguntó Owen.
—O su auricular. O entró en la bebida. O está escondido. O está detrás
de mucho cemento. O en algún lugar donde la señal es interceptada.
— ¡Digger!
— ¿Qué? Ellos no son militares. Maldita sea.
— ¿Alguno ha intentado ponerse en contacto con él?
—preguntó Liam.
Tuvieron que detenerse en Esplanade para esperar el tráfico pesado. Nick
se llevó un dedo a la oreja y sacó la unidad de mano, sosteniéndola para
conseguir la mejor recepción que podía.
— ¿Tomlinson?
Todos esperaron, respirando superficialmente para escuchar mejor.
Todo lo que Nick recibió fue el zumbido de una radio silenciosa
en su oído.
—Tal vez está escondido —dijo Harry—Quizá no pueda hablar.
—Sí, vamos con eso —dijo Liam, el sarcasmo salía de sus
palabras.
Nick lo miró fijamente durante un largo momento, y cuando Liam lo
miró a los ojos, Nick lo golpeó. Liam cayó a la acera mientras todos los demás
le miraban impasible.
Digger palmeó el hombro de Nick.
—Yo igual hermano.
Liam se sentó y se pasó la mano por la boca.
— ¿Te sientes mejor?
—Un poco…—dijo Nick. El semáforo cambió y cruzaron la calle
después de que Harry ayudara a Liam a ponerse de pie.
Cuando llegaron a La Fée Verte, el bar estaba cerrado. Harry golpeó la
puerta y gritó para que Hannah la abriera, pero no obtuvieron respuesta.
—El maldito lugar no tiene ventanas en la planta baja…—dijo Owen
mientras examinaban la fachada del edificio en busca de cualquier punto de
entrada.
—Está bien, muchachos, pap{ est{ aquí…—dijo Liam. Se acercó a la
puerta y rebuscó en la mochila que llevaba.
— ¿Qué estás haciendo? —preguntó Nick.
—Impresionarte, amor—Liam sacó dos pequeños cuadrados de arcilla
blanquecina.
— ¿Eso es C4? —preguntó Harry.
—PE4, muchas gracias. —Liam moldeó el explosivo plástico contra las
bisagras de la puerta.
—Realmente no entiendes pasar por debajo del radar, ¿verdad?
—Gruñó Nick.
—Vosotros, muchachos Recon os escabullís bajo el radar
—dijo Liam mientras fijaba las cargas—. El SAS hace la mierda.
Owen levantó una ceja a Nick.
—Si quieres golpearlo de nuevo, lo sujetaré.
—Tal vez m{s tarde…—dijo Nick. Todos se alejaron y se aplastaron
contra la pared.
Liam encendió las cargas y luego se apresuró a acercarse a la pared,
aplastándose al lado de Harry. La explosión fue pequeña, y el sonido casi
totalmente cubierto por los cohetes de las fiestas de
Pascua y las bandas en vivo que calentaban cerca.
Harry estaba en la puerta antes de que el humo se aclarara,
pateándola para arrancarla de sus bisagras destruidas.
— ¡De nada! –Le gritó Liam— Por Dios, al verle, creerías que Louis da
mamadas de premio por ser rescatado.
Entraron en el bar uno tras otro, despejando la habitación. Harry ya
había encontrado a Hannah cuando Nick entró, agarrándola antes de que ella
pudiera encerrarse en la oficina. Harry la sostuvo por la cintura mientras
luchaba.
Nick se acercó a ella y le agarró la barbilla, forzándola a mirarlo.
— ¿Dónde están?
Ella respiraba con dificultad, apretando los dientes.
—No lo sé.
—Pero sabes que lo tienen.
—No quería que Louis saliera herido.
— ¿Por eso le tiraste un cuchillo de carnicero cuando se fue?
—Gruñó Harry en su oído.
—Dice el hombre que lo arrojó a una mesa…–gruñó ella. Seguía mirando a
los ojos de Nick— No sabía que papá tenía ayuda. Lo juro. Creí que vosotros
podríais con él.
—Doc. está en el hospital muriendo –se burló Nick— Y tú lo sientes.
Ella abrió los ojos.
Liam se acercó detrás de Nick y le dio unas palmaditas en el hombro,
tirando de él suavemente. Nick la soltó y retrocedió antes de sentirse tentado
realmente a hacerle daño. Entonces Liam extendió la mano para golpear el
brazo de Harry.
—Suéltala…—dijo, su voz extrañamente calmante.
Harry levantó la barbilla obstinadamente, pero lo hizo. Liam la tomó de la
mano y la llevó a uno de los taburetes cercanos. La sentó y tomó su cara.
—Necesitamos tu ayuda, querida, o los días de Louis han
terminado.
Ella lo fulminó con la mirada sin respirar durante unos cuantos
segundos y luego asintió.
— ¿Adónde iría si lo perseguían?
—Harrah's. Siempre me lo decía, si me metía en problemas, fuera al
casino. Algo sobre el reconocimiento facial. Todos los malos en la ciudad saben
que lo tienen, no se arriesgarán a ser captados.
Liam asintió con la cabeza a Harry y a Nick.
Ese era un plan que sonaba decididamente a Louis.
—Ahora —continuó Liam, su voz aún baja y casi seductora—. Si tu padre
pusiera las manos sobre Louis, ¿a dónde lo llevaría?
—No lo llevaría a ninguna parte. Lo mataría enseguida.
Liam chasqueó la lengua, todavía mirándola a los ojos.
—No lo creo. Louis nos dijo que tu padre trató de tenderle una trampa
con el asesinato. Lo quería en su cárcel, no muerto. Querrá hablar con él antes
de matarlo. Piensa.
Hannah sacudió la cabeza casi desafiante.
— ¿En algún lugar subterráneo tal vez? —preguntó Owen.
—No hay metro en Nueva Orleans —gruñó Harry—. Es todo
agua.
—Lo llevaría a algún lugar donde nadie le oiría gritar —le susurró
Liam a Hannah.
Ella asintió, cerrando los ojos.
—La Lower Ninth Ward. Lo llevaría allí.
Liam chasqueó los dedos a Digger.
— ¿Sabes dónde está?
—Sí. La zona se inundó por el Katrina cuando los diques se rompieron.
Hay bloques enteros de casas destrozadas y vacías. No está muy lejos.
Liam asintió, luego se volvió y le dio un revés a Hannah que la tiró del
taburete.
Los otros saltaron y Owen gritó en protesta. Incluso Harry se movió
para interceder, pero Hannah permaneció en el suelo, inconsciente.
— ¿Qué diablos? —exclamó Nick.
Liam se encogió de hombros y la pinchó con la punta de su
bota.
—Ahora tenemos ventaja.
— ¿Y si Walker no lo tiene? –espetó Nick.
Liam frunció los labios, luego se encogió de hombros de nuevo.
—Entonces eso fue por Doc.
Capítulo 13

—Eres un estúpido o un valiente.


Louis sacudió la cabeza. El mundo estaba girando. No podía sentir el
suelo bajo sus pies.
— ¿Por qué has vuelto a la ciudad, Louis?
Louis miró al comandante Louis Walker.
— ¿Te has… te has vuelto muy consciente de tus oídos? Est{n… justo en
la cabeza.
— ¿Está drogado?
—Probablemente…—respondió Shine.
La voz de Walker salió justo enfrente de la cara de Louis.
— ¿Es una especie de código, muchacho? Le quitaste la radio, ¿verdad?
—Sí, señor —replicó Shine. Señaló la pila de efectos de Louis en un rincón
de la habitación.
—Aun así, compruébalo por si tiene algún cable.
El gran hombre agarró la camisa de Louis y tiró, arrancó los botones.
Manos ásperas le registraron. La cabeza de Louis cayó hacia adelante. No
parecía capaz de detener el zumbido.
Dedos se aferraron a su cabello y tiraron de su cabeza hacia atrás. Una
mano callosa le golpeó la cara.
— ¡Despierta, maldita sea!
Louis forzó los ojos a abrirse e inhaló ruidosamente. Louis Walker le
miraba. Su rostro se osciló y Louis trató de parpadear para alejar la aparición.
— ¿Qué demonios hay en ese polvo? —preguntó Louis.
—Un par de cosas. Raíz de Valeriana. Polvo de amapola. Huesos de
un gato blanco puro.
—Eso est{ mal, hombre…—murmuró Louis— Lo has liado todo.
Miró a Shine de arriba y abajo. El hombre había ganado algo
de músculo en los últimos cinco años, si eso era posible. Los ojos de Louis se
posaron en el bulto en forma de cilindro en el bolsillo de Shine. Era un tubo de su
jodido polvo vudú o uno de sus EpiPens de la habitación sobre el bar. Harry los
había sacado y Louis no había podido encontrarlos todos en su prisa por hacer las
maletas aquella mañana. Eso significaba que Shine había estado en esa habitación,
lo que significaba que Hannah los había entregado o había sido obligada a hablar.
Louis cerró los ojos.
— ¿Cuánto polvo de amapola?
Shine rio, y un momento después un cubo de agua golpeó la cara de
Louis. Jadeó, tratando de no hiperventilar mientras el agua helada bajaba por
sus brazos para escurrirse por las cuerdas que le ataban las manos.
— ¿Por qué has vuelto a la ciudad, Louis? —preguntó Walker. Louis
trabajó duro para tragar. Sacudió la cabeza.
—No me creerías.
—Prueba, hijo. Tenemos todo el día y toda la noche para sacarte la
verdadera historia —Levantó una jeringa y la agitó para que Louis la viera—.
Podemos hacer que sea una sobredosis rápida, o podemos hacer que sea una
dolorosa. Tu elección.
Louis cerró los ojos y asintió.
—Bueno. Está bien. —Se lamió los labios y empezó a flexionar los
músculos, probando las cuerdas. Sus muñecas estaban atadas a las patas
traseras de la silla, y sus tobillos estaban sujetos a las patas delanteras. El agua
le había dado un poco de margen, pero seguía sin poder liberarse— Yo… estoy
aquí en un trabajo.
— ¿Qué clase de trabajo?
Louis abrió los ojos mientras el zumbido en sus oídos continuaba. Estaba
sin aliento, pero eso era bueno. Daba a sus palabras un elemento de verdad, hacía
más difícil detectar una mentira.
—Cazo vampiros.
Walker le miró durante unos segundos antes de enderezarse con un
fuerte suspiro.
—Vampiros.
—Tienes un problema de vampiros muy serio aquí.
Walker puso los ojos en blanco y se frotó una mejilla. Miró a su hijo.
— ¿Shine? Haz que se arrepienta de tomarme el pelo.
El hombre grande comenzó a envolver una tira de tela alrededor
de sus nudillos.
—No, Shine —gruñó Louis. Sacudió la cabeza—. Abajo chico.
Shine se echó a reír.
—Chico, tienes gris-gris malo pegado a ti. Casi como si estuvieras
maldito.
—Fuiste tú, ¿eh? —Shine asintió y Louis se rio, aún más sin aliento y
ronco que antes—¿Es este un mal momento para hablar de cómo jodí a tu
hermana?
Shine lo dio un revés lo bastante fuerte para inclinar la silla. Walker se
burló.
—Tienes una boca inteligente, muchacho. Siempre la tuviste. Sin
embargo, Shine lo arreglará ahora.
—Ser{ mejor que se apresure…—dijo Louis. Tragó saliva, tratando de
obligarse a hiperventilar. Tenía que ser convincente.
Walker se inclinó frente a él, entrecerrando los ojos. Hizo un gesto a
Shine.
—Está teniendo uno de esos malditos ataques alérgicos…—dijo,
disgustado— Te dije que no usaras ese maldito polvo, muchacho, ¡ahora va a
morir antes de que pueda hablar!

* *

— ¿Cómo demonios vamos a buscar en un barrio entero de casas en


ruinas? —siseó Owen.
Harry sacó una botella de whisky de la parte superior de la estantería
y no se ofreció a compartir.
Nick se sentó a su lado y se inclinó para que nadie lo oyera.
— ¿Quieres seguir con el matarratas, Styles?
— ¿Qué te pasa? —susurró Harry. Miró la mesa, incapaz de sacarse la
cara a Louis de la cabeza.
—Estás sentado aquí bebiendo cuando Louis está en problemas. Eso no
parece el Harry Styles que conocí.
—Ese hombre murió anoche.
—Lo entiendo —dijo Nick— Te ha mentido.
Harry lo miró y apartó la vista rápidamente. La última persona con la que
quería hablar era Nick O'Flaherty.
Demonios, el hombre probablemente estaba en la fila esperando que Louis fuera
soltero.
—Sabes qué, Harry, también nos mintió a nosotros. De hecho, no conozco a
una sola persona a la que Louis no haya mentido, incluido él mismo.
Harry bufó y tomó otro trago de whisky.
—Debes ser un infame bastardo leal.
—Se lo ha ganado.
— ¿De verdad? ¿Te ha ganado eso de verdad, O'Flaherty? Porque pensé
que también se lo había ganado de mi parte, y luego descubrí la verdad.
Descubrí que usa las cosas como el amor y la lealtad como herramientas.
—No tienes ni idea de lo que significa el amor y la lealtad para él si eso es lo
que realmente crees.
— ¿No? —Harry tomó un trago de whisky— ¿Por qué no me educas
entonces, O'Flaherty, porque lo conoces tan malditamente bien?
—Sé que Louis no está todo ahí —dijo Nick, tocando su sien con un dedo—.
Siempre ha estado a un paso del camino equivocado. Un tornillo se ha soltado. Lo
único que lo mantiene del lado bueno es su lealtad. Su sentido del propósito. ¿Le
quitas eso? Y estás mirando a los ojos de un monstruo.
Harry miró a Nick, sorprendido por lo duro que las palabras le golpearon.
—Así que cuestiona sus motivos. Cuestiona sus tácticas. Pero estate
malditamente seguro de lo que estás haciendo antes de cuestionar su lealtad.
—Hace dos días, estaba tratando de decidir cómo pedirle que
se casara conmigo —susurró Harry—. Esta noche estoy tratando de averiguar si
puedo incluso amar a alguien como él.
Nick permaneció en silencio durante un buen rato, el tiempo suficiente
para que Harry pudiera vaciar el vaso. Luego se inclinó más cerca.
—Te preguntas si estás enamorado. No estás haciendo la pregunta
correcta.
Harry rio amargamente.
— ¿Cuál es la pregunta correcta?
Nick apretó un dedo sobre la mesa.
— ¿Lo sacarías de la prisión?
—No —respondió Harry inmediatamente. Nick
se reclinó y arqueó las cejas.
— ¿No?
—No —repitió Harry. Se sirvió otro vaso, apretando los dientes—.
No dejaría que llegara a una celda.
— ¿Y eso no es suficiente?
Harry le miró furioso.
—Mira, sé que eres la madre del equipo o lo que sea, pero para. No soy parte
de tu equipo.
Nick inclinó la cabeza.
—Ahora sí. Y sé que si Louis estuviera aquí, no querría verte así.
Harry golpeó la mesa con la mano y lo agarró por el cuello de la camisa.
— ¡Bueno, Louis no está aquí!
Nick no tomó represalias ni trató de apartarse. Sólo puso una mano en el
hombro de Harry.
—Entonces ayúdame a encontrarlo. Y te ayudaré a sacarlo de la cárcel.
Harry quería atacar, gritar de nuevo o empujarlo. Pero era casi imposible
seguir enfadado y hosco bajo la influencia calmante de Nick.
Además, Louis los necesitaba.
Soltó la camisa de Nick y se echó atrás. Nick alcanzó lentamente la botella,
dando a Harry la oportunidad de detenerlo; Harry sacudió la cabeza y se puso de
pie, pasando ambas manos por el pelo.
—Sólo ponlo donde no pueda encontrarlo.
Liam se aclaró la garganta con fuerza.
— ¿Ahora que la crisis ha pasado, podemos centrarnos aquí?
Harry le lanzó una mirada furiosa, pero Liam se limitó a mirar a su
alrededor.
—Muy bien, podemos reducirlo —dijo Digger. Sacó su cuchillo de combate
y abrió una profunda línea sobre la mesa— Este es el canal. Cuando los diques se
rompieron, las barcazas en el canal y la oleada de la tormenta se llevaron la mayor
de las casas. Lo que queda en estos primeros bloques —dijo, cortando la mesa en
una rejilla—, no son nada más que terrenos vacíos o casas reconstruidas.
Harry estudió la red más de cerca.
—Por lo que podemos limitar la búsqueda.
Digger asintió con la cabeza.
—No estarán cerca del canal entonces, ni estarán cerca de negocios o
grandes vías —dijo Harry.
Digger se rascó la mejilla con el gran cuchillo, luego marcó las áreas
aproximadas que Harry había mencionado.
—Además, la mayoría de las casas vacías tendrán todavía marcas en
los lados.
— ¿Qué tipo de marcas?
—Una X pintada con spray. Pequeñas marcas en cada cuadrante. Fueron
utilizadas cuando los equipos de rescate revisaron las casas para mostrar cuándo
estaban allí, qué equipo fue, qué tipo de peligros había. Y cuantos cuerpos.
Harry asintió, haciendo una mueca. Recordó a Louis hablando de los
esfuerzos de rescate en los que él y otros habían estado involucrados después del
impacto del huracán Katrina.
No podía imaginar los horrores.
—Algunas de esas casas todavía tienen sus marcas. Significa que los
propietarios no han podido volver a reconstruir. O no van a volver.
Encontramos una casa marcada con un vehículo cerca de ella, garantizo que es
nuestro lugar.
—Por lo que podemos encontrarlo —dijo Owen. Estaba de pie
detrás de la silla de Digger, incapaz de quedarse quieto.
—Ni siquiera sabemos si lo tienen —dijo Nick—. Si los
colombianos lo atraparon primero, está muerto.
—Y si se escapó, está sentado en un casino, tomando un cóctel delante de
una cámara de seguridad —dijo Harry.
—En ese caso, nuestra única vía es buscarlo aquí —dijo Liam, tocando la
mesa— Si está muerto, no le servimos. Y si está sentado en algún lugar seguro, no
nos sirve.
Nick metió su arma en la parte de atrás de los vaqueros.
—Entonces vamos al Lower Ninth Ward y nos separamos.
—No, joder si nos separamos —gruñó Owen. Señaló a Liam.
—La última vez que nos separamos, este bastardo huyó, Doc. recibió un tiro y
Tomlinson desapareció. Permanecemos juntos.
Nick lo estudió durante un largo momento y finalmente asintió.
—Necesitamos un plan si encontramos el lugar. ¿Qué hacemos?
Harry se agarró el respaldo de una silla.
—Choque y temor.
— ¿Quieres explicarte? —preguntó Nick. Harry
asintió y clavó los ojos en Liam.
—La quiero. Ahora mismo.
Liam levantó ambas cejas y se sentó hacia adelante.
— ¿Perdón?
—Tu chaqueta está blindada y tus botas son para montar. ¿Dónde
está tu moto?

* *

Louis trabajó con las cuerdas en sus muñecas mientras Walker y su hijo
discutían, tomando respiraciones rápidas y superficiales, tratando
desesperadamente de fingir una reacción alérgica.
— ¡Eh! —Finalmente gruñó. Sacudió los hombros de un lado a otro—.
Quítame estas cuerdas… de mi pecho… para que pueda
respirar.
—Jódete…—gruñó Shine— Que se muera, ¿cuál es el problema?
¡Vamos a matarlo de todos modos!
Walker golpeó a Shine en el lado de la cabeza.
—Necesito información antes de que pueda golpearle. ¿Dónde está esa
cosa que Hannah te dio?
Louis gimió.
Una mujer despreciada no era algo con lo que te metías. Lo recordaría si vivía.
Shine comenzó a buscar en sus bolsillos.
—Lo encontró en su habitación en el bar —dijo, sacando a uno de los
EpiPens.
—Pínchalo con ello…—ordenó Walker.
—Oh joder, no –jadeó Louis. Sacudió la cabeza violentamente cuando Shine
giraba el cilindro y fruncía el ceño—. ¡Bien podrías… aflojarlo… con un Ginsu!
—Eres muy especial para alguien que se está muriendo.
Shine puso la mano en el hombro de Louis y quitó la tapa del cilindro
EpiPen. Lo echó hacia atrás, preparándose para pincharle el pecho.
— ¡No, no, no! –Chilló Louis— ¡Jesucristo!
— ¿Qué?
—No se puede inyectar... adrenalina… justo en mi corazón. ¡Jodido
idiota!
Shine lo giró en la mano y miró a su padre, que puso los ojos en blanco.
—Déjame. Tienes que sacarlo.
—Pensaba que se pinchaba.
—Pero eso es la caja, muchacho. —Walker se lo quitó y sacó la EpiPen de
su caja.
—El lado azul —le dijo Louis.
—Cállate…
—No es una aguja…—murmuró Shine— Vamos a darle un saco para
respirar.
—Su garganta se está cerrando.
—Entonces le hacemos un agujero en la garganta y podrá
respirar de nuevo.
—Instrucciones… en él—contestó Louis—. Gira el azul… el naranja
pincha… espera…
— ¡Cállate! —Walker lo giró y apretó. Louis
tomó un profundo y áspero aliento.
—Mierda, desata una de sus manos…—ordenó finalmente Walker.
— ¿Estás seguro de eso?
Walker asintió con la cabeza, y Shine sacó un gran cuchillo de caza de una
vaina en el muslo. Agitó el cuchillo en la cara de Louis.
—Intenta cualquier cosa y te destripo.
Louis asintió con brusquedad. Shine cortó la cuerda alrededor de su
muñeca izquierda y dio un paso atrás. Walker le entregó el EpiPen. Giró el
extremo y lo apretó con fuerza, levantándolo por encima de su muslo para
pincharlo. Pero en vez de su propio muslo, estiró el brazo y pinchó el inyector en
el pecho de Walker.
El hombre se tambaleó hacia atrás, quitándose el EpiPen. Shine lo
siguió, cogiéndolo del brazo para estabilizarlo.
—Oh, eso va a hacer muchas cosas malas a tu corazón…—dijo Louis
mientras empezaba a reír. Se estiró para tirar de la cuerda que le ataba la mano
derecha.
Shine arrancó la EpiPen. La arrojó al suelo y se hizo añicos cuando se
deslizó por el suelo. Walker se agarró al pecho, doblándose.
—Está teniendo un ataque al corazón, Shine —dijo Louis, su voz baja y
urgente— Será mejor que lo saques de aquí, Shine.
Shine le rodeó, con el cuchillo apretado en su enorme mano.
—Voy a hacerte sangrar, William.
— ¡Me enterrarán al lado de tu papá, colega!
Shine vaciló, y detrás de él, Walker respiraba profundamente y se aferraba a
su pecho. Hizo un gesto con la mano hacia Shine, como diciéndole que siguiera
adelante y matara a Louis. Shine sostuvo el cuchillo cerca de su cuerpo y agarró el
hombro de Louis, preparándose para apuñalarlo, pero Louis agarró los bíceps de
Shine, cerrando el codo mientras Shine avanzaba. Apretó los dientes y puso
toda la fuerza que tenía en mantener el cuchillo a raya, pero no había logrado
aflojar su otro brazo, sus pies todavía estaban atados a la silla y Shine se estaba
riendo de él, empujando la punta inexorablemente más cerca de su pecho.
No tuvo que empujar para herir a Louis. Podría haber cortado el antebrazo
de Louis para aflojarlo. Podría haberse apartado e ido por detrás para cortarle la
garganta. Podría haberla matado fácilmente de muchas maneras, pero Shine
continuó presionándolo, forzando a Louis a luchar por su vida. Los dedos de
Louis trabajaban frenéticamente con las cuerdas sueltas de su otra muñeca. Con
los pies atados, no podía conseguir ningún apalancamiento. Shine se rio.
Estaba disfrutando de la marcha lenta de la muerte mientras Louis perdía la batalla.
El cuchillo tocó la tela de la camisa de Louis y este gritó sin palabras,
buscando profundamente más fuerza donde sabía que no encontraría ninguna.
Luchando por su vida contra un hombre que simplemente quería jugar con ella.
El cuchillo rompió la piel. Louis se apoyó contra la silla, desesperado por
más centímetros. Su vida no apareció ante sus ojos. Sus malas acciones no
volvieron para perseguirlo, ni tampoco le vistió nada del bien que había hecho.
No encontró fuerza añadida en los pensamientos del futuro o en los recuerdos del
pasado. No vio a su familia, ni a sus compañeros de equipo, ni las caras de
hombres que había consolado cuando habían muerto.
La única cara que vio cuando el cuchillo le mordió fue la de Harry.
— ¿Louis?
Louis gritó de nuevo. No sabía de dónde había salido la voz de Harry,
pero empujó con más fuerza contra el brazo de Shine, desesperado por oírlo de
nuevo.
— ¡Harry!
Un motor aceleró en alguna parte. Shine retrocedió, su cabeza se disparó
ante el sonido.
Walker finalmente se había recuperado del pico de epinefrina y adrenalina
lo suficiente para golpear a Shine en la espalda.
— ¡Mátalo!
El motor se hizo más fuerte, acercándose más. Louis podía oírlo
tanto fuera de las delgadas paredes como en su oído. El auricular que Shine no
había visto todavía estaba allí. Había estado zumbando en el oído de Louis todo
este tiempo, y ahora estaba captando el rugido de una moto enfadada.
Louis estiró la cabeza y vio al motero a través de la sucia ventana delantera,
avanzando hacia la casa a través de un campo de malezas y arbustos. Era una
moto de gran cilindrada gris con un motero grande cubierto de cuero negro, un
casco que le cubría solo la parte superior de la cabeza, llevaba la cara cubierta con
un par de gafas de sol y un pañuelo negro con una calavera impresa en él.
Louis inhaló, mirando por la ventana mientras el jinete apuntaba un arma
hacia la casa. Walker y Shine parecían estar tratando de decidir entre luchar y
huir.
—Su jinete se llamaba Muerte…—les dijo Louis, empezando a sonreír. Los
disparos rompieron las bisagras y los paneles de la destartalada puerta principal
y siguieron lloviendo sobre los ocupantes de la habitación— ¡Y el infierno le
seguía! —gritó Louis mientras ambos hombres se tiraban al suelo, cubriéndose la
cabeza.
Las astillas y los fragmentos de balas volaban por el aire. Shine y su padre
se arrastraron a las esquinas de la habitación, cubriéndose. Louis levantó la mano
para protegerse los ojos mientras la moto irrumpía a través de la puerta arruinada,
gritando en la habitación y rasgando las tablas del suelo y restos de alfombra a
medida que avanzaba. El motero puso un pie en el suelo y giró la rueda trasera de
la moto, masticando la madera y disparando metralla contra los hombres
acurrucados en el suelo.
Louis se quedó mirando boquiabierto la superficie reflectante de las gafas
de sol. El motero le arrojó un cuchillo pequeño.
Harry, era Harry, y Louis apenas logró superar su shock para atraparlo.
Cortó las cuerdas y se esforzó por levantarse de la silla. Harry levantó su
arma y echó el cargador vacío al suelo. Había usado toda su munición en la
puerta y no había nada para terminar el trabajo.
Walker y Shine manotearon en busca de sus armas. Louis se lanzó hacia
adelante, tomó la mano de Harry y se balanceó para subirse a la parte trasera de la
moto.
Se agarró con fuerza y presionó la cara contra la espalda del hombre
mientras la moto aceleraba y salía disparada de la casa.
Los disparos los persiguieron, pero la moto era demasiado rápida para
sus perseguidores. Louis apretó el puño, la mano se cerró en los bordes de la
chaqueta de cuero, la misma chaqueta de cuero negro que le había dado a
Harry hacía unos años.
Dieron varias vueltas y giros a través de la ruina del vecindario, luego la
moto frenó y Louis pudo levantar la cabeza. Pronto llegaron a una intersección
vacía, y Louis vio a los hombres Sidewinder convergiendo adelante.
La moto se detuvo junto a una furgoneta gris y un viejo sedán Cutlass,
donde los otros hombres estaban reunidos, armados y listos.
Louis descansó la cabeza contra la espalda de Harry, respirando con fuerza
y todavía temblando de adrenalina. Asintió con la cabeza a los demás, que
simplemente se quedaron allí y sonrieron.
Harry levantó la mano y tiró de la bandana. Louis se inclinó hacia un lado
para quitarle las gafas de sol y luego le dio unas palmaditas en la mejilla. Harry
asintió y giró la cabeza sin decir una palabra.
Los otros se acercaron, todos sonriendo como tontos.
—Una jodida fuga, Styles…—dijo Nick.
—Eso fue alguna mierda…—gritó Digger, y levantó el puño para que
Harry lo golpeara. Incluso Owen le ofreció una palmada en el hombro.
Nick tomó el brazo de Louis y lo ayudó a bajar de la parte trasera de la
moto.
— ¿Estás bien?
—Bastante. ¿Kelly?
—En cirugía. No sabemos nada, tuvimos que dejarlo.
Louis tragó saliva mientras el alivio lo inundaba. Detrás de Nick, Liam
estaba junto a Hannah cerca de la furgoneta. Estaba atada, con un pañuelo
alrededor de la boca para mantenerla callada. Louis miró de nuevo a Nick.
—Íbamos a cambiarla por ti si teníamos que hacerlo. Harry estaba
buscando cuando te oyó.
Louis se alejó, se dio la vuelta para encontrarse con los ojos de
Harry. Este lo miró fijamente, su rostro tan impasible como los ángeles tallados en
el Cementerio De San Luis. Louis quería decirle muchas cosas, pero no tenían
tiempo. Y por la expresión de Harry, no quería oírlo de todos modos.
Louis se acercó a Liam y Hannah. Hannah se estremeció cuando él
levantó la mano para quitarle el pañuelo de la boca, y Louis vio
tardíamente el moretón que se formaba en su pómulo.
—Está bien —dijo.
Ella lo miró fijamente mientras le bajaba el pañuelo.
— ¿Le llamaste? —preguntó Louis, con la voz baja. Ella
tragó saliva.
—Sí.
Antes de que pudiera explicárselo, Louis volvió a ponerle el pañuelo. Ella
echó atrás la cabeza, Liam la mantuvo inmóvil mientras Louis lo apretaba y la
silenciaba. Luego se volvió hacia Liam, que le sonrió y le dio unas palmaditas en
el hombro.
— ¿Ese moretón es obra tuya?
Liam puso los ojos en blanco.
—Ella nos delató. Y todavía puede haber matado a Doc. Así que no me
llores, Argentina, consiguió lo que se merecía.
Se movió para pasar delante de Louis, pero este lo detuvo con la mano en
el pecho.
—Todos tenemos lo que nos merecemos…—le susurró Louis en el
oído.
Liam ladeó la cabeza, a pocos centímetros de su rostro. Luego bufó y pasó
junto a él. Louis tomó a Hannah por el brazo y tiró de ella con él, señalando en
dirección a la casa en la que había estado.
—Tu padre está allí. Empieza a caminar.
Sus oscuros ojos le lanzaron una mirada furiosa, pero levantó la barbilla y
comenzó a bajar por el camino destrozado sin mirar atrás.
— ¿Seguro que es una buena idea? —Preguntó Nick. Louis
asintió con la cabeza.
—Mantenerla alrededor sería como tratar de mantener a un mapache
en una jaula. Terminarás lleno de sangre. Con la rabia.
Nick rio entre dientes y subió a la furgoneta. Louis se volvió a mirar a
Harry, sintiendo que su pecho se endurecía. Liam se acercó a Harry, rompiendo
el contacto visual entre ellos antes de que Louis pudiera decir algo. Levantó una
mano, agarró a Harry y se acercó para abrazarlo.
— ¡Lo harás bien, compañero! ¡Demonios!
La atención de Louis todavía estaba en Harry cuando Liam se volvió
hacia él. Liam le dio un empujón.
—Él se merece un poco más que su habitual mamada de rescate,
¿no?
Louis apartó los ojos de Harry.
Liam sonrió ampliamente.
—Si tú no se la das, querido, seguro que lo haré yo.
Louis se volvió hacia él antes de pensarlo, antes de darse cuenta de que las
palabras de Liam le habían enfurecido.
Posesivo. Celoso como el infierno.
Sin embargo, su puñetazo no aterrizó, porque Liam se inclinó y bloqueó la
mano de Louis. Agarró el brazo de Louis y lo retorció, tirando a Louis de lado
hacia él.
Louis gruñó y arqueó la espalda mientras Liam le apretaba el brazo y el
hombro. Liam puso los labios contra su oreja y cuando habló fue en ruso y
susurrando.
—Ahora, querido, no te gustaría salir herido en una pelea por un hombre que ya
has perdido.
Louis consiguió lanzar un golpe a su abdomen antes de que Liam lo
empujara como si Louis fuera algún despreocupado borracho.
Liam señaló con la mano a Harry.
—Ahora devuélveme mi moto antes de que te de una paliza.

* *

Harry se sentó en el asiento del pasajero de la camioneta mientras Digger


conducía. No sabía dónde habían encontrado los Sidewinder los diversos vehículos
que habían conducido al Ninth Ward, sólo que Owen afirmó que la furgoneta se la
habían “prestado
permanentemente” de un lugar de alquiler cerca del Barrio Francés. No le
importaba. Su mente estaba girando ahora que había llevado a cabo el rescate.
Seguía viendo a Louis atado a esa silla, a merced de un gran cuchillo de
caza manejado por un hombre aún más grande. Seguía escuchando el grito
desesperado de Louis de “¡Harry!” Resonaba en sus oídos. Había olvidado todo el
enojo, todo el dolor y la humillación, perdonado todo en un instante cuando
pensó que podrían quitarle a Louis.
Pero ahora todo volvía, y la forma en que Louis le miraba, con los ojos
planos y sin vida, la mandíbula en una línea dura, le congelaba por dentro. Ni
siquiera podían decir que estaban de vuelta a la casilla uno, porque ahora había
tanta traición y cólera entre ellos, que Harry podía sentir el abismo creciendo.
Las palabras de Nick resonaban en los oídos de Harry.
¿Qué clase de persona había sido Louis que incluso Nick le tenía miedo?
— ¿Quién tiene un teléfono? —preguntó Louis. Estaba sentado en medio
del asiento, entre Owen y Nick.
Harry se movió en su asiento para mirarlo.
— ¿A quién vas a llamar?
Louis se aclaró la garganta, apenas miró a los ojos de Harry.
—Griffins. Incluso si no puede salvar mi trabajo ahora, al menos puede
sacarnos.
Harry lo miró fijamente, sabiendo lo que eso significaría, sabiendo que una
vida sin su trabajo, sin un propósito, era uno de los mayores temores de Louis. La
advertencia de Nick resonó de nuevo.
¿En qué se convertiría Louis sin un propósito, sin esa ancla?
Sin embargo, asintió. Era su último recurso.
— ¿Seguro que quieres hacer eso? —Preguntó Nick. Louis
apretó la mandíbula.
—Esto está fuera de control.
—Pero…
— ¡Me han soplado un gato! —gritó Louis— ¡Que alguien me dé su teléfono!
Harry le entregó el suyo.
—Pon el altavoz —pidió.
— ¿Prometes que no le dirás nada? —Preguntó Louis.
—Louis.
—Júramelo, Styles.
—Bueno, lo que sea, juramento de meñique, solo llámalo…
—Me siento como si hubiera perdido un episodio de un programa
de televisión —dijo Owen.
— ¿Te han soplado un gato? —preguntó Nick, aunque parecía que no quería
la respuesta.
Louis murmuró que después se lo explicaría y marcó el número de
Richard Griffins. Presionó el botón del altavoz y sostuvo el teléfono,
inclinándose hacia adelante.
—Richard Griffins.
—Tomlinson.
—Feliz Pascua, muchacho. ¿Cómo está tu padre?
Louis cerró los ojos.
—Yo... me he metido en algo profundo, necesito ayuda. Griffins
guardó silencio unas cuantas respiraciones.
—Sigue.
—Estoy en Nueva Orleans.
— ¿Qué?
—Styles está conmigo. También los chicos Sidewinder.
— ¿Qué diablos, Louis?
—Es peor. Liam Payne está aquí con una carta de despido con nuestros
nombres. El cártel de Vega nos ha olido a ambos, y alguien en algún lugar les dijo
que estaríamos aquí este fin de semana.
Lo oyeron moverse, cerrando una puerta y tosiendo.
— ¿Cómo sabía alguien que estarías allí? ¿Por qué estás ahí?
—Fue el último minuto, ni siquiera nosotros sabíamos que estaríamos
aquí.
—Tienes un topo, alguien cercano.
—Sí, señor, pero eso no me preocupa ahora. El comandante de la policía
aquí me ha identificado como el confidente que le dio guerra hace cinco años, está
tratando de matarme. Nos tiene encerrados. El agente con el que intentamos
contactar para una
extracción estaba sucio. Yo no... no podemos salir.
Griffins no respondió durante un momento tenso. Louis se lamió los labios
y se encontró los ojos de Harry.
—Lo siento, Tomlinson —dijo finalmente Griffins, su voz severa y
profesional— No puedo ayudarte.
Louis miró fijamente el teléfono, con la boca abierta. El corazón de Harry
latió desenfrenado. Richard Griffins era como un padre para Louis. Había fotos
del hombre sosteniendo a Louis siendo un bebé en la pared de Mara Tomlinson.
—Tío Dick… vamos a morir aquí abajo —dijo Louis, ronco y suplicante—
Por favor, ayúdame…
—No puedo, Louis —susurró Griffins— Estás demasiado lejos. Buena
suerte, hijo.
Terminó la llamada, dejando a Louis sosteniendo el teléfono en una
mano que había empezado a temblar.

* *

Louis no había dicho una palabra desde su llamada a Griffins, y Nick no


estaba seguro de que fueran a poder tirar de Louis del borde a tiempo para
salvar a ninguno de ellos.
Digger los había llevado a través de varios atajos y curvas extrañas, y
finalmente de vuelta al Barrio Francés. Había carreteras bloqueadas por todas
partes, y no había manera de que el grupo saliera ahora.
Si iban a escapar de Nueva Orleans, tendrían que separarse para hacerlo. Y
ninguno de ellos estaba dispuesto a hacer eso.
Se dirigieron al último lugar al que Louis sabía ir. Dijo que era la casa de
su ex jefe, el hombre que había sido asesinado antes de que llegaran a Nueva
Orleans. Arthur Murdoch no tenía familia, y su casa probablemente estaría vacía.
Había residido en el Tremé, un barrio histórico negro que bordeaba el otro lado de
Rampart Street, frente al Barrio Francés.
Llegaron a la casa de Murdoch y se sentaron en ella durante
una hora para vigilarla. Cuando la encontraron despejada, abandonaron la
furgoneta cerca, donde era improbable que la encontraran pronto. Y si la
encontraban, simplemente serviría para guiar a sus perseguidores lejos del
vecindario. Mientras regresaban a la casa de Murdoch, Nick tuvo la impresión de
que la zona era generalmente un lugar animado, aunque estaba deteriorado y en
mal estado.
También estaba mortalmente tranquilo después de todos los disparos en Rampart más
temprano.
Todos se apiñaron en la sala de estar de Murdoch, se estiraron en el sofá,
se sentaron en los brazos de las sillas y se sentaron alrededor de la pequeña mesa
de comedor.
— ¿Te ha dejado solo? —preguntó Liam con patente
incredulidad.
— ¿Qué vas a hacer? —preguntó Nick a Louis.
La mandíbula de Louis se tensó y se levantó, alejándose del resto de ellos.
Nick miró a Harry y a Liam, que estaban sentados a la mesa. Ambos hombres
parecían preocupados y derrotados.
—Eh, esta no es la primera vez que hemos tenido que confiar en nuestros propios
medios, ¿verdad? —Nick lo intentó. Miró a Louis, que todavía les daba la espalda
y estaba mirando una pared llena de fotografías e ilustraciones. Louis estaba en
varias de esas fotos, con el brazo alrededor de un hombre negro con aspecto de
abuelo y un sombrero Panamá—¿Louis?
Cuando Louis se giró, parecía una persona diferente. Sus ojos se habían
vuelto duros y planos, con la boca en una delgada línea. Todo el humor y el
carisma que convertían a Louis Tomlinson en quien era habían desaparecido,
substituido por la persona desalmada y sin vida que los militares habían creado.
Había sido entrenado para transformarse en esa persona cuando necesitaban
actuar sin emoción. Nick no había visto esa mirada desde que habían vuelto a casa.
Siempre había terminado en sangre.
Le provocó un escalofrío por la columna vertebral.
—Necesito unos minutos…—dijo Louis, y luego atravesó la
habitación y salió por la puerta principal.
—Bueno, eso es todo…—suspiró Liam.
— ¿Qué? —preguntó Harry.
Liam sacudió la cabeza.
—Las únicas cosas que Louis había entendido siempre eran la lealtad, el
honor y las órdenes. Toda su vida ha sido devoto de ellas.
—Lo sé…—gruñó Harry.
— ¿En serio? —Liam sacudió la cabeza— Porque creo que si lo hicieras,
estarías un poco más asustado ahora mismo. ¿Sabes qué le pasa a gente como Louis
cuando se dan cuenta de que todo para lo que han estado viviendo ha sido un engaño?
Harry miró rápidamente a Nick y luego a Liam. Nick bajó la cabeza y
cerró los ojos.
— ¿Alguna vez has visto a un perro entrenado que siempre ha estado sujeto por
una correa? —preguntó Liam después de unos momentos de tenso silencio—
¿Sólo liberado cuando se le daba la orden de matar?
Nick levantó la vista. Harry miraba fijamente a Liam, sombrío. Nadie
respondió. Liam se sentó más recto.
— ¿Has visto alguna vez lo que uno de esos perros hará una vez que nadie le
dé órdenes?
Harry resopló y se pasó una mano por la cara. Asintió, mirando a la
ventana oscura.
—Ni una maldita cosa.
—Así es —dijo Liam con disgusto— Ni siquiera comerá a menos que
alguien le diga que lo haga. Se acurruca y se muere de hambre sin su amo. —
Se levantó y agarró su chaqueta.
Nick frunció el ceño mientras Liam se la ponía.
— ¿Qué estás haciendo?
—Me largo.
— ¿Qué?
—Me. Largo. —Señaló hacia la puerta— Ese no es el hombre que conocí
hace diez años. Ni siquiera es la mitad del hombre que conocí. Y ahora míralo. Su
corazón está roto, Dick Griffins le ha traicionado, y está haciendo que disparen a
sus hombres a diestro y siniestro. Está acabado. Y yo no tengo intención de seguirlo
hasta el más allá.
Nick se puso de pie, temblando de rabia. Si conocieran la mitad de las cosas
que él y Louis habían hecho, la mitad de los sacrificios que Louis había hecho para
cumplir las órdenes, no sería tan fácil burlarse.
—No lo hagas —gruñó Liam. Señaló con la mano a Nick— No le
defiendas. Jesús, ya era bastante difícil veros haciéndoos una paja colectiva en el
servicio, no necesito verlo ahora.
Se dirigió a la puerta, todavía sacudiendo la cabeza. Cuando la abrió de un
tirón, una mano se extendió y lo agarró por la garganta. Liam no tuvo tiempo de
reaccionar o defenderse antes de que Louis lo empujara de vuelta a la habitación.
Nick y Harry se pusieron de pie.
Liam pateó, pero en lugar de caer de espaldas y defenderse como Louis
hacía a menudo, atacó. Utilizó la pierna de Liam y luego el hombro para hacer
fuerza, pateó, envolviendo una pierna alrededor del cuello de Liam y girando y
rodando para golpearlo contra el suelo. Toda la casa pareció temblar. Entonces
Louis estaba sobre Liam, su rodilla en el plexo solar, su mano en la garganta en un
apretón de hierro. Liam dio una patada y corcoveó tratando de agarrarlo. Louis
evitó fácilmente cada intento que hizo para liberarse.
—Este perro entrenado todavía tiene algunos trucos en la manga…—
gruñó Louis.
Liam hizo un ruido de gorgoteo y pateó los pies contra el suelo de madera
maltratado, tratando de hacer fuerza. Golpeó la cara de Louis. Las venas en el
brazo de Louis sobresalieron mientras apretaba con más fuerza.
—Tomlinson —gritó Nick, la misma voz que había usado para
transmitir órdenes— Deja que se levante.
Louis apretó el tiempo suficiente para que Liam empezara a arañarle la
cabeza. Luego lo soltó, agarrándolo por el cuello de la chaqueta y levantando
los hombros del suelo.
—Estás en esto hasta el final —dijo entre dientes—
¿Entendido?
Liam agarró las muñecas de Louis, tragando aire. Asintió.
— ¿Mientras todavía puedas hacer eso a alguien como yo? Estoy
contigo.
Louis le soltó y se puso de pie. Todos ellos lo miraron con los ojos muy
abiertos.
—Es hora de dejar de esperar a la caballería.
Una sonrisa lenta llenó la cara de Nick, se volvió a sentar y se llevó una
mano a la boca para ocultarla. Ese era el Louis Tomlinson que recordaba, el chico
perdido de dieciocho años de Boston, del que se había enamorado con asombro.
Se preguntó si Harry estaba viendo lo mismo. Harry
cruzó los brazos y entrecerró los ojos.
— ¿Tienes un plan? —preguntó a Louis.
—No. Pero estoy en una habitación con algunos de los gilipollas más
inteligentes y más tortuosos que he conocido. Si no podemos encontrar una
manera de salir de esto, entonces no merecemos nuestros títulos. —Louis asintió
a Owen y Digger, y luego a Nick. Nick sonrió.
Liam comenzó a sentarse, pero Louis puso un pie en su hombro y lo
empujó al suelo. El fantasma de una sonrisa se dibujó en los labios de Harry.
—En este momento tenemos dos enemigos, tras dos cosas diferentes, que
han unido fuerzas –dijo ronco Liam. Empujó el pie de Louis— Tenemos que
enfrentarlos a unos contra otros. ¡Te vas a quitar de encima!
Louis se apartó, sonriendo a Liam mientras este se levantaba del suelo y
se sacudía.
Owen se levantó de donde había estado descansando en el sofá.
— ¿Qué pasa si les damos lo que quieren?
Louis se dejó caer en la silla que Liam había dejado libre, al otro lado de la
mesa donde estaba Harry.
—Yo prefiero no morir en este plan.
Owen levantó una mano.
—Creen que eres Louis William, ¿verdad? Ex militar, artista itinerante,
hombre de confianza contratado. Confidente lo bastante importante para que el
FBI trate de salvarte —Se encogió de hombros—. ¿Quién puede decir que no fuiste
contratado por alguien
de fuera?
Louis miró a Nick, no dispuesto a decir que no lo seguía, pero obviamente
no seguía más de lo que lo hacía Nick. Nick se encogió de hombros.
—Y Styles —continuó Owen—, podría ser un federal sucio, todavía parte
del cártel.
Louis y Harry intercambiaron una mirada sobre la mesa. Ambos
hombres todavía parecían confundidos.
Digger se inclinó y se llevó ambas manos a la cabeza.
—Johns, lo juro por el niño Jesús, si no empiezas a hablar con sentido, voy a
patearte.
—Escucha —insistió Owen— Payne contacta con el cártel, les dice que
Styles, o el nombre que utilizara, quiere una reunión con ellos. ¿Me sigues?
La habitación estaba en silencio.
— ¡Oh Dios mío!
— ¿Puedes… dibujar un gr{fico o algo así? —preguntó Nick.
—Mira, Styles es un federal sucio. Liam es un asesino a sueldo. Los
dos van detrás de Louis, que es una sucia rata.
— ¡Oye!
Owen dejó caer las manos.
— ¡Bien, lo eras!
—De acuerdo, pero ya no voy tras Louis —añadió Liam— Rechacé
el trabajo, ¿recuerdas?
—Detalles. Styles tiene a Tomlinson, lo quiere cambiar por un pase
seguro a Miami, y Payne se lo cuenta al cártel.
— ¿Por qué no dijiste eso la primera vez? —se quejó Liam.
—No quiero un pase seguro a Miami…—dijo Harry.
—Él no está siendo literal, Styles, Jesucristo…—espetó Louis.
—Lo siento, Tomlinson, tengo dificultades para pensar como un idiota.
—Lo que pretende es que te pongas a buenas con el cártel. O que salgas
limpio, lo que sea. ¿Tu tapadera todavía funciona? ¿Podrías ir como un agente
comprometido?
—Sí —dijo Harry, asintiendo lentamente— Estuve allí hace
dos años. La historia fue que salí de prisión. Cuando me sacaron, sin embargo,
sólo desaparecí.
Louis golpeó la mesa.
—Eso fue justo en la misma época que de la Vega murió.
—Tú lo sabrías…—murmuró Harry.
—Es posible que averiguara que eras un federal, te comprara y te diera un
trabajo que hacer en la Oficina. Te fuiste para hacerlo justo antes de que le
liquidaran, y desde entonces, ha estado buscando al hombre que lo mató. ¿Eso
funcionará?
Harry miró a Louis durante varios segundos antes de asentir.
—Sospecharán. Ir y admitir que soy un federal, eso... en realidad
podría funcionar. Sí. Sí, puedo trabajar con eso.
—Entonces, ¿Harry llama a los muchachos del cártel y les dice que es su
colega largamente perdido y que tiene al hombre que mató a papi? —dijo Nick
arrastrando las palabras.
Digger chasqueó la lengua.
—Hasta ahora, todo lo que estoy viendo es a Styles entregando a
Tomlinson a las personas que ya lo quieren muerto y contándole más
razones por las que debería estar muerto.
—Pero no son los únicos que lo quieren muerto —dijo Owen.
— ¿Quieres realizar un timo donde Louis es el gancho?
—Preguntó Liam.
—Joder no —Louis sacudió la cabeza—. El gancho muere.
—Me parece bien eso —dijo Liam.
—El gancho por lo general es un objeto—dijo Digger— ¿A qué clase de
jodido timo has estado jugando?
—No, no —dijo Owen rápidamente—Haremos que el cártel crea que
Louis es el que quieren, no a Harry. Y entonces llamamos a papá Walker.
—Quién, obviamente, quiere hablar conmigo antes de matarme
—agregó Louis.
—Correcto. Y le diremos cuando y donde el cártel tiene previsto
atrapar y matar a Louis.
—Así que, en teoría, has enfrentado a Walker contra el cártel.
—Nick hizo una mueca—. Eso se basa en que Walker todavía quiera
información de Louis lo suficiente como para mantenerlo con vida. Y con la
esperanza de que luche por él en lugar de simplemente unirse al grupo que lo
quiere muerto.
Los hombros de Owen se desplomaron y se volvió a sentar.
—Cierto. No me gustarían esas probabilidades si yo era el gancho.
— ¡No es el juego del timo! —Gritó Digger.
Louis se quedó sentado en silencio, apoyando la barbilla en la mano y con
el ceño fruncido. Su rodilla comenzó a rebotar mientras examinaba el suelo. Por
último, hizo un gesto con la mano y se enderezó.
—Entonces les damos lo que quieren.
— ¿A ti? ¿Muerto? —Preguntó Harry con incredulidad. Louis
asintió.
—No necesitamos las dos partes para que se maten unos a otros, no los
necesitamos para luchar. Sólo necesitamos que crean que tuvieron éxito. Así
que los atraemos a todos. Harry me lleva adentro, y me mata delante de todos.
Su problema se ha ido por lo que se largarán y, puntos de bonificación, ya no
van tras Harry.
— ¿Cómo diablos es un buen plan cuando se trata de que te mate? —Gritó
Harry.
Louis se llevó un dedo a los labios y negó con la cabeza.
—Hay un pequeño problema, lo admitiré.
Nick se frotó la barba del mentón cuando la idea se hizo evidente.
—Te ponemos el chaleco de Digger.
—Joder, eso es arriesgado…—susurró Digger—. Es sólo una protección
de nivel NIJ II. Si Styles está lo bastante cerca para asegurarse de que nadie te
pegue un tiro en la cabeza, estaría demasiado cerca para el chaleco, la bala
podría atravesarlo. Y si no lo atraviesa, definitivamente te joderá. Fractura de
costillas, esternón, quizá daño en los órganos.
Nick sacudió la cabeza.
—No, si Harry dispara una de fogueo.
—No hay manera de que parezca real, no habría ningún
impacto —dijo Louis, pero estaba sentado hacia delante, dándole vueltas a la
idea—. Pero si el disparo real es hecho desde más lejos...
— ¿Un francotirador? —Preguntó Harry. Louis
asintió brevemente.
—Tendría que ser una distancia jodidamente larga. Uno, para asegurarse
de que no es localizado durante la reunión y dos, para asegurarse de que no me
mata. NIJ II es... tres mil a cinco mil metros por segundo.
Nick gimió y se pasó una mano por el pelo.
—Estamos hablando de setecientos, tal vez novecientos metros antes de que
una ronda del francotirador alcance esa velocidad. O más. Sé que yo no puedo
hacer ese disparo con la suficiente precisión como para acertar a un chaleco con mi
mejor amigo dentro.
Louis se encontró con los ojos de Nick y asintió. El corazón de Nick saltó a
la garganta. Movió ligeramente la cabeza, rogándole en silencio que no
preguntara. Louis sonrió con tristeza, luego se encontró con los ojos de Liam.
Liam comenzó a sonreír.
—Oh, joder no —espetó Harry—De ninguna manera.
—Él puede hacerlo –le aseguró Louis.
—Sí, pero la cuestión es ¿lo hará?
Liam sonrió más ampliamente.
— ¿Confías en que no le dé a tu corazón, Tomlinson?
—Louis —dijo Harry entre dientes, alargando la mano a su brazo. Louis
apartó los ojos de Liam y se encontró con los de Harry.
—Juré protegerte de ellos –susurró—. Ya estaba dispuesto a tomar una
bala para hacer eso. Después de todo lo que ha pasado…
—Sacudió la cabeza, incapaz de terminar.
Harry pareció golpeado y no fue capaz de formar palabras antes de que
Louis mirara hacia otro lado.
Liam se frotó las manos.
— ¡Vamos a ello!
Nick se dejó caer en su silla y se frotó el rostro con las manos.
—Este es un plan horrible.
—Antes de que te emociones demasiado, ¿dónde diablos
vamos a montar esta reunión? —Preguntó Digger— Necesitaríamos una zona
despejada y libre de transeúntes, con algún lugar lo suficientemente alto como
para despejar una línea de visión. No hay ningún lugar así en la ciudad.
Liam golpeó la espalda contra la pared y suspiró.
—Maldita sea.
La habitación se quedó en silencio.
— ¿El río? —Sugirió Owen. Liam
hizo un ruido despectivo.
—Con el viento y la distancia, de ninguna puta manera. Y si cortas la
distancia y lo haces en un ferry, es aún peor.
—El parque de atracciones —dijo Louis de repente.
— ¿Me estás tomando el pelo? –Liam rio—. Hay demasiadas variables.
Multitudes, la interferencia de atracciones, por no hablar de la seguridad cuanto
trates de entrar con un arma muy grande.
Pero Louis estaba sacudiendo la cabeza.
—El parque Six Flags quedó inundado por el Katrina. Nunca lo volvieron
a abrir. Se puede ver la montaña rusa desde la Interestatal 510.
— ¿Las atracciones y cosas siguen ahí? —Preguntó Nick.
—En su mayor parte, sí. Está completamente desierto, sólo vigilado
por una empresa de seguridad privada.
—Eso podría funcionar —dijo Nick—. Montañas rusas en el aire, vías
anchas dispuestas de una manera predecible, ningún peatón, y un montón de
cobertura si las cosas se van a la mierda.
— ¿Puedes dibujar un mapa? —Preguntó Liam a Louis.
— ¿Qué parezco, un telesketch? No sé la disposición.
Harry se levantó y fue a su maleta, rebuscó para sacar un iPad.
—Si alguna vez estuvo en internet, lo encontraré.
Nick apoyó los codos en las rodillas.
— ¿Realmente vamos a hacer esto?
—A menos que puedas ver otra manera que no implique una guerra en
toda regla —dijo Louis—. Ya hemos perdido a Doc.; no vamos a salir con vida
si nos vamos de cabeza.
Nick se quedó en silencio, asintiendo.
Louis inspiró.
—Vamos a necesitar algunos suministros. También podríamos empezar
ahora.
—Vamos a necesitar sangre falsa —dijo Nick—. Mucha.
—Oh, yo puedo hacer eso. —Digger se puso de pie de un salto y sonrió,
frotándose las manos.
—Hay una tienda familiar abajo en la esquina —dijo Louis—. La puerta de
atrás solamente tiene barras de seguridad.
—Lo tengo.
—Vamos a necesitar algo de camuflaje también –le dijo Nick.
— ¡Lo tengo!
— ¡Nada de pimientos! –añadió con urgencia Louis.
— ¡De acuerdo con tus malditas pimientos! Un pequeño episodio
anafiláctico y se vuelve loco por los pimientos.
Digger se volvió para coger su chaqueta, y Owen empezó a recoger sus
cosas también.
—Owen —dijo Louis. Owen se volvió, y Louis sacudió la cabeza—. Él tiene
que hacerlo solo.
— ¿Qué? ¿Por qué? Nadie debe ir a ninguna parte solo en este momento.
Louis hizo una mueca.
—Francamente, él es el único que puede caminar en esta zona y no
destacar.
Digger le apuntó con un dedo.
—Eso es racista —Louis puso los ojos en blanco. Digger le golpeó
suavemente la mejilla—. Está bien. Todavía te quiero, paleto.
Se giró para salir, y dio un pequeño salto. Nick no sabía si era la
perspectiva de acción o cocinar sangre falsa le que ponía a Digger tan feliz. Y
francamente, no quería saberlo.
Liam dejó el saco de provisiones sobre la mesita de café, y todo el
mundo miró a la puerta, donde estaba la bolsa de lona de Digger.
— ¿Quién quiere revisar su bolso de la diversión? —Preguntó Owen.
—Te garantizo que tiene alguna trampa explosiva —murmuró
Louis.
Louis y Owen se miraron. Nick le tendió el puño y los otros dos hicieron
lo mismo.
—Dos de tres.
Louis dio una palmada en el brazo Owen.
—Cierra los ojos, tío.
— ¿Por qué?
—Tienes un tic.
— ¿Tengo un tic en el piedra, papel, tijeras?
Louis y Nick asintieron.
— ¿Y me lo decís diez años después? ¡Sois gilipollas!
Harry se rio, pero Liam se alejó con disgusto.
—Todos sois unos malditos idiotas.

* *

Harry estaba en un lado de la cama de invitados, sin poder dormir


mientras los planes del día siguiente giraban en su mente analítica.
Había tanto que podía salir mal. Demasiado. La gente probablemente moriría
mañana. Podría ser uno de ellos. Louis podría ser uno de ellos.
Louis había establecido guardias por turnos para que nadie estuviera junto
demasiado tiempo. Era evidente que no se fiaba de Liam, pero con un hombre
menos, le tuvieron que utilizar. Harry podía escuchar el crujido ocasional de pasos
mientras Digger y Liam se movían, tomando su turno.
Owen y Nick habían discutido sobre ir al hospital para comprobar el
estado de Kelly. Nick insistía en que no había manera de conectar a Kelly con
ellos, y la mejor manera de mantenerlo a salvo era mantenerse alejado de él.
Owen parecía casi desesperado por tener noticias, sin embargo, el corazón de
Harry estaba con todos ellos. No saber si Kelly estaba vivo o muerto tenía que
estar volviéndolos locos. Nick y Owen se habían trasladado a la
habitación más grande, todavía discutiendo, dejando a Louis y Harry
compartiendo esta pequeña cama en un incómodo silencio pesado. Louis se
había retirado a la ducha con muy poco que decir, y Harry se había metido en la
cama con un peso en el corazón y la mente.
Ahora, Louis estaba acurrucado en la cama junto a él. Estaba de espaldas a
Harry y tenía una almohada sobre su cabeza por lo que era imposible siquiera
verlo. Pero de todos modos Harry le observaba a la luz de la luna que se filtraba a
través de la ventana.
No podía superar el hecho de que había conocido a Louis hacía años. Una
introducción tan fugaz que ni siquiera recordaba su aspecto. Cuando la tragedia
golpeó su vida, esa simple reunión le había influenciado de maneras sobre las
que nunca había reflexionado de verdad.
Louis había hecho eso, tocado su vida, incluso antes de que lo conociera.
Louis había dicho que era el destino. Pero Harry no creía en el destino.
Harry se inclinó sobre la cama y le dio un golpecito.
Louis se sacudió, y la almohada se movió al levantar la cabeza.
— ¿Qué?
— ¿Cómo sabías que estaba ahí?
— ¿Qué? —Preguntó Louis. Rodó lo suficiente para poder ver a
Harry.
—Liam. Alucinaste con él en el hospital antes de que encontraras la nota en
el bolsillo. Entonces, ¿cómo sabías que estaba ahí?
Louis se acomodó en la espalda, frotándose la cara.
—No lo sé. No había pensado en ello.
—Sí, lo has hecho, Louis. Tú piensas en todo.
Louis volvió la cabeza para mirar a Harry.
— ¿Cómo sabías que estaba ahí?
La mirada de Louis flotó hasta que se fijó en la pared por encima del
hombro de Harry.
—Crees que fue magia, ¿verdad? Vudú. Destino.
—No lo sé…—Louis suspiró y apartó la almohada— Tú no crees en nada
de eso, así que ¿qué importa?
—Creo en ti…—susurró Harry. Louis le miró con dureza— Creo que solías
ser un hijo de puta aterrador, Louis. Todo lo que me dijeron, los destellos que he
visto de ti. Lo que he oído de Miami.
Louis estaba ronco cuando habló.
— ¿Qué intentas decir, Harry?
—Creo que pusiste a esa persona detrás de ti porque lo odiabas.
Porque te daba miedo.
Louis tragó saliva y resopló.
—No eres un cobarde, Louis. Sé lo que se necesita para asustarte. Y creo
que lo que temes más que nada en el mundo es a ti mismo. Pero cuando Richard
Griffins te dijo que yo estaba en problemas, trajiste a ese hombre de vuelta. Por mí.
Louis se quedó mirando el techo, no quería o no podía encontrarse con los
ojos de Harry. Estaba conteniendo la respiración, y cuando los ojos de Harry se
acostumbraron a la oscuridad, pudo ver temblar a Louis.
—Lo haría de nuevo…—susurró Louis finalmente.
Todo el cuerpo de Harry se cubrió de piel de gallina. Se preguntó cómo
sería ver al hombre del que Louis tenía tanto miedo de mostrar. Podía ver a
Louis cerrándose, así que cambió de dirección.
— ¿Cuándo aprendiste a hablar ruso?
—No puedo.
—Liam te dijo algo hoy. Habló en ruso.
Louis suspiró.
—Puedo entenderlo bien, pero no puedo hablarlo. Nunca pude conseguir
pillarlo. Él trató de enseñarme.
— ¿Que dijo?
Louis se humedeció los labios, mirando al techo.
—Me dijo que no tenía sentido hacerse daño en una pelea por un hombre que ya
había perdido.
Harry se levantó sobre su codo, los ojos miraron entre las sombras
que formaban la cara de Louis.
—Él es tú, ¿verdad? –Un ceño marcó sus rasgos— Él es como eras tú hace
diez años.
Louis respiró entrecortadamente.
—Sí.
— ¿Qué ha cambiado?
—Richard Griffins me dio una causa —Cerró los ojos y volvió la cabeza.
Harry se quedó en silencio, tratando de conectar las nuevas piezas del
hombre frente a él. Nick había dicho que lo único que mantenía a Louis en el
terreno era una sensación de propósito. Una causa. Ahora que Griffins le había
dado la espalda, ¿qué sucedería con Louis cuando esto terminara? ¿Se alejaría? Harry
recordó la pieza de plata que Louis había fundido para él, el ancla grabada en ella.
El dolor y el miedo lo inundaron, apretando su pecho.
Lo único que podía hacer era eso, mañana, Louis tenía la intención de
arriesgarse a una bala en el pecho por él. Harry quería sacudirlo, gritarle. Tan
enojado como había estado, tan dispuesto a alejarse, la idea de no encontrar todas
las piezas del rompecabezas, de perder a Louis ahora, de que se quedara a la
deriva en el gran mar de su mente, era aterrador .
Harry extendió la mano, deslizándola sobre la cintura de Louis debajo
de las sábanas. Louis se tensó bajo sus dedos, pero Harry se deslizó en el
territorio neutral de la cama de todos modos, envolviendo el brazo por encima
de la cintura de Louis, tirando de él más cerca. Apretó la cara contra la mejilla
de Louis e inhaló profundamente. El hombro de Louis estaba rígido contra él.
Pero entonces, Louis se estiró a por él. Sus dedos rozaron el cabello de
Harry. Su mano estaba fría contra su piel cuando la colocó sobre las costillas.
Apretó la frente contra los labios de Harry. Harry le besó en la piel.
—Todavía la tienes…—susurró Harry— Eso significa que estás gastando
demasiada energía preocupándote, tu cuerpo no necesita inquietarse.
Louis se echó a reír, pero era un sonido hueco.
—Me encanta que sepas eso de mí…—dijo con tristeza. Sus dedos se
apretaron contra la espalda de Harry— No sé cómo hacer esto mejor, Harry.
Harry cerró los ojos. Él tampoco. Las palabras quedaron colgando en la
habitación como la niebla que salía del Mississippi. Se le secó la boca.
—No puede terminar…–susurró— ¿Vale? No cuando ninguno de los dos
quiere que termine.
Louis levantó la cabeza y se tumbaron frente a frente en la
oscuridad.
—Nunca lo hemos hecho f{cil…—dijo Harry finalmente. Louis
puso la mano en la mejilla de Harry.
—Te lo juro, Harry. Pensé que lo que estaba haciendo era lo correcto. Te
busqué después de mi partida de Nueva York. Estabas fuera de mi alcance.
Cuando Griffins me informó, lo único en lo que pude pensar era que era la única
manera de volver contigo. Ser compañeros a tiempo completo, poder… poder
verte todos los días, tenerte en mi vida. Cuando dijo que podrías necesitar
protección, fue lo único que oí. Te lo juro. Todo lo que quise desde el día que te dejé en
ese hospital fue volver a ti. Volver a estar allí contigo.
Harry tenía un nudo en la garganta.
La sinceridad en los ojos de Louis, la desesperación en su voz, no eran cosas que
pudiera fingir, ¿verdad?
—Louis…
— ¿Que necesitas que haga? Lo haré, Harry, lo que sea necesario
para salvarnos.
Harry juró antes de capturar los labios de Louis en un beso
desesperado. Cuando se retiró, fue sólo apenas, y sus labios se rozaron
cuando dijo:
—Maldito seas, Louis—En el momento en que dijo la última palabra, Louis
ya estaba tirando de él por la nuca para besarlo de nuevo— Me siento como si
hubiera estado en un maldito balancín…–gruñó Harry, arrastrando sus dedos
sobre la piel de Louis.
—Lo siento…–suspiró Louis. Acarició la cadera de Harry, deslizó los
dedos debajo de su bóxer. Se apartó del beso y apretó la cara contra la de Harry,
deslizando la nariz contra la mejilla de Harry.
Un escalofrío atravesó a Harry. Las manos de Louis eran cálidas contra la
piel de gallina. Harry lo besó de nuevo, inclinándose hacia
atrás para que Louis tuviera que rodar por encima de él para continuar el beso.
—Valías la pena…—murmuró Louis.
Esa sacudida de excitación intensa y conexión se abrió paso a través del
cuerpo de Harry. El efecto que Louis tenía en él era algo que nunca iba a
encontrar en ningún otro lugar, eso lo sabía. Se estremeció de nuevo cuando los
dedos de Louis le rozaron la piel.
Louis deslizó sus manos bajo la camisa de Harry y levantó la tela. Harry se
sentó para ayudarlo a que se la quitara, envolvió los brazos alrededor de la cintura
de Louis y levantó la cabeza para un beso. Las manos de Louis le acunaron el
rostro. El beso fue suave y vacilante, tan diferente a lo que Harry estaba
acostumbrado.
—Tenías razón, ya lo sabes…—susurró Louis.
— ¿Sobre?
Louis tragó saliva.
—Vendí mi alma hace mucho tiempo.
Louis agarró el hombro de Harry y lo apretó hacia abajo, tumbándose
encima otra vez, luego se estiró sobre él, arrastrando la mano por el cuerpo de
Harry para bajarle el bóxer.
—Louis…–jadeó Harry.
Louis le besó. Harry le rozó el brazo con la punta de los dedos,
deslizándolos sobre el tatuaje, las cicatrices y los músculos.
— ¿De verdad crees eso? —Preguntó Harry.
—Lo sé. Nunca seré el hombre que crees que soy.
Harry respiraba cada más entrecortadamente.
—Los dos hemos estado tratando con fuerza de ser dignos el uno del
otro.
Louis asintió y besó otra vez los labios de Harry, alargándolo,
profundizando, poniendo un poco de fuego. Arrojó el bóxer de Harry por encima
del borde de la cama tan pronto como Harry se los quitó, luego descansó su peso
sobre Harry, apoyándose en los codos y deslizando las dos manos por el pelo de
Harry. Arrastró su cuerpo contra el de Harry y este abrió las piernas a su
alrededor, apretando sus costillas con las rodillas. Deslizó las manos por la
espalda de Louis y metió los brazos debajo de los suyos, enganchándolo con
eficacia.
Louis empezó a mecerse, sus músculos se flexionaban y tensaban, el
movimiento juntaba sus pollas hinchadas.
Todo el cuerpo de Harry latía. Pensó que Louis sería capaz de sentir su
corazón, que latía tan fuerte. Era difícil respirar mientras inhalaba el olor
familiar de Louis.
Estaban en la víspera de la batalla, haciendo el amor en la calma antes de la
tormenta, y realzaba sus sentidos saber que esta podría ser la última vez que Louis le
tocara.
Se arqueó, deslizó los pies por la parte posterior de las piernas de Louis, el
cuerpo se retorció para aumentar la fricción entre ellos. Apretó sus muslos contra
las caderas de Louis, adorando cómo se sentía cuando empujaba contra él.
No le preocupaba el final del juego. No le importaba si ninguno de ellos se corría.
No necesitaba desesperadamente a Louis dentro de él. Sólo quería que esta sensación
durara.
Sus manos encontraron el cabello de Louis y apretaron. Este siseó contra su
cuerpo, sin dejar de rozar y deslizarse mientras besaba con más fuerza.
—Te amo, Harry —jadeó Louis—Nada de lo que hice va a cambiar eso…
El placer creció en la ingle de Harry, pero se unió a otro, en el fondo de su
pecho. Encontró los ojos de Louis, oscurecidos por la excitación. Su cuerpo era
duro y sólido sobre el suyo, nada desperdiciado. Las líneas alrededor de los ojos
y la boca daban testimonio de a lo que se había enfrentado, y su piel estaba
marcada por años en las trincheras del bien y el mal, luchando una y otra vez
para convertirse en la única persona en la que Harry había confiado nunca su
vida.
Harry pasó el pulgar por la mejilla de Louis, de repente le vio con nuevos
ojos.
Louis nunca había tratado de ser lo que no era. Nunca había tratado de ocultar lo
que era. Guerrero. Arma. Chico malo. Harry sabía lo que él era.
El dolor y la traición se desvanecieron. El mundo se desvaneció.
Louis volvió el rostro bajo el pulgar de Harry y le besó la palma de la mano.
Harry levantó las caderas, empujando su polla contra el muslo de Louis.
—Harry…–gimió Louis, bajando la frente hasta el hombro de Harry y
flexionando la espalda y las caderas para mantener el ritmo tremendamente
excitante—Te necesito…
Harry no respondió. Sabía que Louis lo necesitaba, podía sentirlo en el aire
que respiraban. Apretó la nariz y la boca contra la mejilla de Louis, se aferró con
fuerza al hombro y el pelo de Louis y retorció el cuerpo debajo del suyo. Su polla
se deslizó contra la fuerza muscular y la piel suave. La polla de Louis se rozaba
contra su cadera y estómago, presionando contra la suya.
Louis mordió la curva del cuello de Harry mientras empujaba un poco más
fuerte contra él, y una sacudida atravesó el cuerpo de Harry. Louis suspiró contra
su piel hasta que degeneró en un gruñido. El balanceo se detuvo, cambiando a una
presión más sinuosa y deliberada.
—Oh Jesús, Louis…—dijo Harry con voz entrecortada.
Ahora necesitaba a Louis dentro de él. Se sentía como si hubiera metido
un dedo en un enchufe, la electricidad zigzagueaba a través de él donde quiera
que Louis le tocara, asentándose profundamente en el vientre, aumentando.
Louis sabía exactamente lo que le estaba haciendo y lo explotó sin piedad,
incitando el placer a explotar por el cuerpo de Harry con un beso violento. Harry
sacudió sus caderas mientras la lengua de Louis lamía la suya. Louis se agarró a
las manos de Harry, entrelazó los dedos y los deslizó debajo de la cabeza de
Harry hasta que sus pechos se tocaron, y las sujetó contra el colchón. El cuerpo
de Harry estaba completamente a su merced.
Harry obligó a sus ojos a abrirse y se encontró con los de Louis mientras le
entregaba todo el control.
Confiaba en él, a pesar de todo, a pesar de tratar de convencerse de que no podía.
Confiaba en Louis con su cuerpo. Siempre lo había hecho. Confiaba en Louis con su
corazón. Era su alma lo que Louis tenía el poder de romper.
Louis capturó la boca de Harry en un beso.
La sensación desbordó por un breve y brillante momento. Los labios de
Louis contra los suyos. La calidez y el peso de su cuerpo, el modo en que se sentía
entre los muslos de Harry. El balanceo sensual de sus caderas, sus pollas
deslizándose una contra otra, goteando.
Luego todo explotó. Arqueó la espalda y apretó las caderas de Louis, gimiendo
su nombre en el beso, todo su cuerpo tenso mientras el orgasmo se estrellaba
sobre él. Louis no le soltó, no se apartó, siguió frotándose contra él, resbaladizo
ahora entre sus vientres.
—Harry…—gruñó Louis contra su oreja.
Harry seguía sin aliento, las sensaciones y emociones se estrellaban sobre él
en un revoltijo. Jadeó contra la piel del cuello de Louis, incapaz de hacer nada más
que inhalar su olor.
Louis soltó las manos de Harry y se puso de rodillas. Harry lo agarró
por el hombro.
—No has terminado…
Louis se inclinó sobre él para besarlo de nuevo. Alcanzó entre ellos,
deslizando una mano por el abdomen y la polla resbaladiza de Harry, le acarició
los muslos y le instó a separarlos.
Harry dejó que sus rodillas cayeran a los lados, separando las piernas
ampliamente. Louis besó la parte interior de la rodilla de Harry, luego se arrastró
hacia atrás. Se levantó de la cama y fue en busca de una de sus bolsas, dejando que
Harry tratara de recuperar el aliento solo.
Cuando volvió, se arrastró entre las piernas de Harry y pasó la lengua a lo
largo del estómago de Harry. Este levantó la cabeza para mirar, fascinado como
Louis lamía el semen de sus abdominales.
—Louis…—jadeó.
Louis se arrodilló, pasó la mano por el semen de Harry y lo extendió por su
estómago. Luego añadió una generosa cantidad de lubricante en la palma y utilizó
esa mano para agarrar su propia polla. Harry levantó una pierna y rodó sobre su
estómago, invitando a Louis a tomarlo. Louis agarró una de las caderas de Harry y
se acercó, sin perder tiempo en empujar.
Harry deslizó los dedos por las sábanas. La mano de Louis encontró la suya
y entrelazó los dedos, apretando mientras empujaba más profundamente. Una vez
que estuvo tan lejos como pudo, apoyó el cuerpo a lo largo del de Harry, le besó el
hombro y le envolvió entre los fuertes brazos. Su respiración se volvió
entrecortada.
—Vamos, Louis…—jadeó Harry, rodando sus caderas lo suficiente
para estimular a Louis.
Louis apretó la cara contra la espalda de Harry, gimiendo y besó su piel.
Salió antes de empujar de nuevo con una maldición entrecortada. Harry jadeó y se
arqueó. Louis torturó a Harry con ese increíble lento deslizamiento de su polla
varias veces más, respiró en su oído, antes de perder el control y empujar más
profundamente.
Harry nunca disfrutaría más de algo que cuando Louis le tomaba desde
atrás. Su pecho apretado contra el colchón, los labios de Louis en la oreja. La forma
en que Louis le abrazaba, encontraba su camino a su misma alma.
Louis levantó las caderas de Harry, se acercó hasta que pudo llegar a excitar
la boca de Harry con la lengua, arrastrando el sabor de su semen a lo largo de los
labios hinchados. Su mano se deslizó sobre el hombro de Harry, cerrándose sobre
su pecho, abrazándolo.
No había ningún lugar donde ir, ningún lugar al que huir de la intimidad o el
placer. Y a Harry no le importaba lo más mínimo.
Cuando Louis se movió de nuevo, fue un balanceo tranquilo de sus caderas
y no renunció a la boca de Harry.
M{s besos, m{s intensidad, m{s balanceo r{pido, empujes m{s duros… la
excitación resonaba a través de ellos mientras Louis se agarraba con fuerza.
Harry logró decir con voz entrecortada el nombre de Louis a través del
beso, animándolo, suplicándole. Sin embargo, Louis no aceleró sus movimientos,
sólo siguió empujando, meciéndose al ritmo de los jadeos de Harry.
Por último, enterró su rostro en el hombro de Harry y abrió la boca,
ahogando su nombre. Su cuerpo encerrado y empujando profundamente,
temblaba pero aún seguía meciéndose mientras llegaba a su clímax.
Harry cerró los ojos, absorbiéndolo, compartiéndolo con su amante.
Movió las caderas y arqueó la espalda en un intento de extender el placer.
Louis se dejó caer sobre él, luchando por respirar, pero cada vez que lo
hacía, su pecho se contraía y una réplica le atravesaba. Harry podía sentirlo
resonando a través de Louis a sí mismo.
Después de un largo momento, Louis salió con un sonido que era
casi un sollozo y se dejó caer a su lado.
Harry se quedó dónde estaba, incapaz de moverse, incluso si hubiera
querido. Deslizó una mano por la corta distancia entre ellos y entrelazó los dedos
con los de Louis. Este cerró la mano a su alrededor con un suave apretón.
—Sólo tengo que ser capaz de confiar en ti, Louis…—susurró.
—Puedes. Te juro que puedes. Moriría por ti, Harry.
El corazón de Harry estaba en su garganta mientras estudiaba el perfil de
Louis.
—Lo sé.
Capítulo 14

Louis tenía un puñado de cartuchos colocados delante de él, algunos del


calibre 40 para la Glock de Harry, y algunos de los monstruos de gran potencia y
blindados que cargaban el rifle de francotirador de Liam. Louis deseaba haber
podido encontrar munición menos letal, pero esto era todo con lo que tenían que
trabajar.
Había convertido tres de las balas de Harry en balas de fogueo, aunque
habiéndolo hecho sin el equipo adecuado todavía podrían tener un poco de
fuerza. Había sacado la bala, dejó sólo la carga y las rellenó con papel de
periódico para sellar la pólvora en la carcasa.
Ese trozo de periódico saldría como cualquier otro proyectil, y la explosión
del cañón seguiría siendo poderosa. Sin embargo, no lo mataría.
Acababa de terminar la bala que Liam dispararía contra él, creando un
improvisado punto hueco que se expandiría y se rompería cuando golpeara la
resistencia del chaleco. Cortó el hueco de la chaqueta para debilitarla y que se
expandiera como una flor al impactar, en lugar de penetrar profundamente. Sin
el chaleco, los pétalos afilados de la flor cortarían a través de la carne dos a tres
veces el tamaño de la bala original.
Si Liam fallaba, iba a ser feo.
Levantó la cabeza cuando Liam entró en la habitación. El hombre
miró sus preparaciones con una ceja levantada.
Se detuvo frente a Digger y Owen.
— ¿Qué, en el nombre de Dios, es eso?
—Salsa de tomate. Y otras cosas…—contestó Digger. Él y Owen
habían pasado toda la mañana llenando bolsitas con el brebaje— Salsa
barbacoa, Crisco. Chocolate en polvo y agua…
Louis sonrió mientras la lista continuaba. Sonaba como algo que
Digger cocinaría y serviría en casa.
Pusieron bastante de la salsa en cada bolsita para dejarlas finas cuando las
sellaran y aplanaran. Luego pegaron las bolsitas con cinta adhesiva al exterior del
chaleco Kevlar.
Liam cogió una de las bolsitas y la apretó.
—Los marines son asquerosos.
—Oye…—gruñó Owen.
—Tengo que estar de acuerdo ahora —dijo Nick—. Tenía un cuarto de
tubo de Crisco y lo había mezclado con crema para pañales y polvo de chocolate
para hacer pintura facial. La crema de pañales tenía un olor especialmente
desagradable... Nos vamos a poner esto en las caras.
Liam se estremeció y golpeó el chaleco que Louis usaría.
— ¿Y la espalda?
Digger se encogió de hombros.
—No tenemos forma de hacerlo sin cablear a Louis con algunos
explosivos pequeños.
—Joder, no —dijo Louis de inmediato. Liam
resopló.
—Tendrá que valer.
El chaleco mismo era blanco, hecho para parecer una camiseta debajo de
otra ropa. Se reducía a una capa, pero con el Kevlar y las bolsas viscosas de sangre
falsa, la movilidad de Louis se reduciría. Sin embargo, no pretendía ser móvil,
simplemente tenía que pararse allí y morir.
Se le revolvió el estómago por los nervios y se pasó la mano por la cara.
— ¿Examinaste el lugar? —preguntó a Liam. Liam se
acercó y se sentó frente a él, asintiendo.
—Tengo un pequeño nido con todo preparado…
—No me digas dónde —interrumpió Louis— Si me pongo nervioso,
temo que te miraré.
—Bien. Hay graffiti en todas partes, así que puse una gran X negra en el
pavimento donde se supone que debes estar. Intenta acercarte tanto como
puedas, ¿vale?
Louis asintió con la cabeza. Cogió la bala que acababa de
terminar y la sostuvo para que Liam la viera.
—Una de punta hueca —Sostuvo otra, una con la que aún no había
empezado— Una perforadora –Se las entregó—No las mezcles.
Liam se rio entre dientes, luego se inclinó más cerca, suspiró
pesadamente y se encontró con los ojos de Louis.
—Louis, si te quisiera muerto, lo habría hecho cuando fue fácil matarte. –
Cogió la bala de fragmentación de sus dedos— No tenemos forma de marcarla.
—No. Cualquier grabado en el exterior joderá el giro. Joder, incluso tengo
miedo de marcarla con un rotulador.
Liam estaba tarareando y girando la bala. La agarró en la mano, luego le dio
unas palmaditas en el cuello, tirando de su cabeza para apretar las frentes juntas.
Louis cerró los ojos. Meses de su tiempo pasado juntos en los campos áridos en
Kabul y las húmedas instalaciones de entrenamiento en el sur de Inglaterra
volvieron a él.
Había confiado en este hombre.
—Tú hiciese esto por mí una vez…—murmuró Liam—Es hora de que te
devuelva el favor.
Louis asintió, tragando con fuerza. La
voz de Liam bajó más.
—Y si quieres quedarte muerto, siempre estaré a una llamada de
distancia…—Soltó a Louis y se levantó.
Louis se recostó, con los ojos todavía cerrados mientras luchaba por
calmarse. Sintió cómo Liam se alejaba.
La puerta principal se abrió y volvió a cerrarse, y así, Liam Payne se había ido.
Louis respiró profundamente y alzó la mirada.
Harry estaba de pie en la puerta del dormitorio, observándolo.
— ¿Estás bien?
Louis asintió con la cabeza.
—Estoy a punto de hacer las llamadas —dijo Harry. La actividad en la
habitación se apagó, todos se detuvieron para mirar a Harry— ¿Está todo el
mundo listo?
Louis miró a su alrededor, mirando las caras de los hombres a los
que había llamado sus amigos, los hombres que había amado como hermanos y
por los que había derramado sangre. Y luego Harry. El único hombre al que había
dado su corazón. Si había alguien con quien hacer una última parada, eran los
hombres de esta habitación.
—Estamos listos.

* *

Harry se sentó a horcajadas sobre la Honda Shadow de Liam, un pañuelo


con un cráneo amenazador impreso colocado sobre la cara. Louis estaba sentado
detrás de él, con las manos cruzadas sobre Harry como un cinturón de seguridad,
las muñecas atadas. Tenía una funda de almohada sobre la cabeza con una gran
cara sonriente dibujada en ella.
—Confía en mí —le dijo Digger— Esto es Nueva Orleans. Nadie te
mirará.
—Vamos a patearlo, Styles —dijo Louis en el oído de Harry. Harry no perdió
más tiempo con despedidas. Arrancó la moto y se alejó, serpenteando a
través de las calles hacia la gran zona vacía de Six Flags New Orleans.
El ruido de la moto señaló su llegada, y eso era exactamente como Harry lo
había querido. Todas las miradas en ellos. La puerta delantera del parque había
sido cortada y dejada entreabierta, y Harry usó la moto para abrirla y entrar. Se
detuvo en la entrada del parque, aturdido por la forma del lugar.
El mapa había mostrado un parque de atracciones feliz establecido en un
círculo vago alrededor de un estanque en el centro. En el lado opuesto había un
gran cuerpo de agua, adosado a una zona del parque llamada Playa Pontchartrain.
Era una calle larga y ancha, y allí era donde Harry le había dicho a Valencia y a
Walker que se encontraran con él.
Pero el mapa no lo había preparado para el propio parque: tierras
baldías urbanas, abandonada para defenderse de los elementos y de los exploradores
urbanos con pintura en aerosol.
—Jesús, Louis, sabes cómo escogerlos…—murmuró Harry.
— ¿Es tan espeluznante como se siente? Porque no puedo ver una mierda
a través de esta cosa.
Harry asintió.
La plaza y calle principal estaba construida para imitar la arquitectura
del Barrio Francés. Se jactaba de casas criollas de impresionantes colores y
galerías, pero todo estaba cubierto de graffiti y escombros. Las malezas lo
invadían todo. De enormes macetas brotaban malezas y arbolitos, y muchas
tenían "NOLA Rising" escrito sobre ellas. Harry no podía apartar los ojos de
las fachadas desmoronadas. Dejados a su suerte, los edificios habían
comenzado a derrumbarse.
—Harry…—susurró Louis. Apretó los brazos alrededor del pecho de
Harry— No podemos demorarnos.
Harry asintió brevemente y condujo la moto a través de la basura y los
restos a lo largo de las calzadas. Otras partes del parque estaban en peor forma, y
Harry aceleró la moto. No le gustaba la sensación que el parque le daba. Cuando
llegaron a la curva donde empezaba la Playa Pontchartrain, Harry detuvo la moto,
y Louis levantó las manos sobre la cabeza de Harry para que pudieran desmontar.
Harry agarró la cuerda entre las manos de Louis y lo miró. El rostro sonriente le
devolvió la sonrisa.
Caminó con Louis delante de él, tirándole del brazo, empujándolo a través
de los escombros en su camino.
Cinco hombres con prístinos trajes se encontraban a un lado de la Playa
Pontchartrain, de espaldas al pantano detrás de ellos. Bajo un toldo al otro lado de
la amplia calzada, Walker y su hijo muy grande estaban con dos hombres
uniformados. Y Hannah. Sus ojos estaban rojos y su cara estaba hinchada. Dio un
paso involuntario hacia ellos cuando aparecieron. Su hermano la retuvo.
Harry acercó a Louis, se quedó detrás de él, con una pistola apuntada a
sus costillas. Olas azules desteñidas estaban pintadas en todo el pavimento,
como si él y Louis estuvieran sumergidos en algún río surrealista, y a varios
metros de distancia estaba la gran X que Liam había marcado en el suelo.
Harry se acercó a Louis y lo giró, luego apartó la funda de la cabeza de
Louis. Se encontró con sus ojos una última vez, tratando de memorizar cada gota
de plata, cada imperfección y giro. Había miedo en los ojos de Louis, y la
resolución de Harry casi lo abandonó. Pero lo empujó, haciéndole tropezar hacia
la X.
—Xander —dijo Mateo Valencia. Dio un paso adelante, con los brazos
abiertos— ¿O debería decir, Harry?
—Llámame como quieras. No estoy aquí para charlar. Estoy aquí para
acabar con esto.
—Una posición que comparto…—dijo Valencia. Se pasó una mano por la
cicatriz de su mejilla, la que Harry le había hecho hace años— Dime por qué no
debería mataros a todos aquí y marcharme.
Walker sacó su pistola y sus hombres siguieron el ejemplo.
—Puedes intentarlo…
—Eso es exactamente lo que quiero evitar —gritó Harry— ¡Una muerte!
Eso es todo lo que necesitamos aquí. Y tengo justo al hombre para ello —Dio otro
empujón a Louis, más cerca de la X— Comandante Walker, conoces a este
hombre como William Louis. Tiene la información que necesitas, ¿verdad?
—Es correcto.
—Y Mateo, lo único que necesitas es al hombre que mató a Antonio.
Muerto. ¿Sí?
—Claro que sí.
— ¿Y cuál es el problema? —preguntó Harry.
— ¿Qué sacas tú de todo esto, vaquero? —preguntó Walker. Harry
abrió la boca para hablar, pero Valencia lo golpeó.
—Es uno de los nuestros. Una espina que el FBI insertó en nuestra
pata. Una espina que nos quitamos y devolvimos con veneno.
Harry odiaba el sonido de eso, pero mantuvo una cara de piedra.
—Y quiero salir de debajo de la Vega. Este es mi billete. ¿Tenemos
un trato?
—Por mí sí.
—Y supongo que quieres salir de mi ciudad con un pase libre,
¿Eh? —preguntó Walker.
Harry asintió.
—Bien.
—Vamos a hacer esto –dijo Valencia.
Harry inhaló de manera temblorosa. Los nervios crecían.
—Walker, ¿qué es lo que quieres saber?
Walker dio un paso adelante, pero no demasiado lejos de la protección
de los demás.
—La información que recogiste, William. ¿Qué pasó con ella?
Louis sacudió la cabeza.
Walker agarró a Hannah por el brazo, tirando de ella hacia
adelante.
—Convéncele.
Ella inhaló de manera temblorosa. Fue ruidoso en el silencio del parque
muerto.
—Louis…—dijo con dificultad— Lo siento. No sé qué hacer…
—Comenzó a caminar hacia él.
Harry vio a su padre levantar el brazo, el arma apuntada a su espalda. Su
cuerpo se sacudió, pero afortunadamente Louis reaccionó antes de que pudiera
él.
— ¡No! –Gritó.
Hannah se sobresaltó y se giró para enfrentarse a su padre.
Tropezó cuando lo vio bajar su arma.
— ¿Papi?
Él sacudió la cabeza.
—Lo siento, querida. Haz que el chico hable.
— ¡De acuerdo! —gritó Louis—. Su voz se quebró—. Está bien. Cher, viens
à moi.
Harry había oído a Louis susurrar bastante francés para entender ese
orden: ven a mí. Hannah no vaciló, Louis la atrapó y se colocó delante de ella,
protegiéndola. Las lágrimas corrían por su rostro, pero Harry la vio deslizar un
pequeño cuchillo en la palma de Louis. Harry sacudió la cabeza. No habían
previsto eso.
¿Quién diablos habría esperado que el hombre amenazara a su propia hija?
Se lamió los labios,
mirando al pantano.
Si esto se iba al infierno, ese pantano era su única esperanza.
Liam emitió un bajo silbido a través del dispositivo en el oído de Harry.
—Poco contacto por ahí, muchachos. ¿A quién voy a disparar primero si las cosas
van al infierno?
Harry hizo un sonido para que se callara.
— ¿La información que reuniste? —preguntó Walker.
—Katrina se la llevó…—dijo Louis rápidamente— Todo lo que tenía, se
ha ido. No queda nada.
Walker frunció los labios y asintió bruscamente. A Harry le pareció
que Louis sólo había confirmado lo que Walker ya sabía.
—Lo haré. Hannah, chica, vuelve aquí.
— ¡Mais non! —Exclamó Louis.
—Creo que me la llevaré conmigo —gruñó Harry— En pago por los
servicios prestados.
Ella tragó aire, tratando de no llorar mientras se agarraba la parte de
atrás de la camisa de Louis. Louis cortaba secretamente las cuerdas de sus
muñecas con el cuchillo que ella le había dado, preparándose para cuando
todo se fuera al infierno.
Hannah estaba hecha de cosas duras, Harry podía decir eso de ella. Pero estaba
a punto de desmoronarse.
—Dispárale ahora, Xander, o lo haré yo —gritó Valencia, obviamente
cansado del drama familiar.
—Hannah, corre —Louis jadeó— ¡Corre!
Hannah retrocedió unos pasos. Harry rodeó a Louis, poniéndole de
espaldas a los colombianos y levantó su arma. Apuntó a su pecho. Se encontró
con los ojos de Louis, viendo el miedo allí, la incertidumbre.
—Uno —dijo Liam en su oído— Dos.
—Harry…—susurró Louis. El mundo de Harry comenzó a
desacelerar.
—Tres.
Hannah se lanzó hacia adelante, agarró el hombro de Louis y le dio la
vuelta. Harry apretó el gatillo. La explosión resonó por el parque, dos
tiros convirtiéndose en uno. La bala entró por la espalda de Hannah y la arrojó
contra Louis. Él la atrapó por la cintura mientras caía, llorando, le acunó la cara
con una mano mientras ambos caían al suelo.
— ¡Mierda! —gritó Liam— ¡Hijo de puta! ¡Estúpida puta!
Otros gritos se mezclaron con el martilleo del corazón de Harry
en sus oídos. Dio un paso hacia ellos, observando cómo Louis ponía el cuerpo sin
vida en el suelo, con las manos temblorosas y cubiertas de sangre.
— ¡Oh, Dios, Louis!
Harry podía oír las armas detrás de él. Louis agarró la mano de Harry y se
puso de pie. Metió el hombro en el cuerpo de Harry, girándolos, forzando a Harry
a usarlo como escudo. Sostenía la mano de Harry a la espalda, apretándola con
fuerza, negándose a permitir que Harry se soltara cuando Walker y sus hombres
abrieron fuego contra ellos.
El cuerpo de Louis se sacudió contra Harry cuando la primera bala entró,
luego otra y otra, empujando a Harry hacia atrás, desequilibrándolo.
Los colombianos abrieron fuego contra los policías sucios, ofreciendo a
Harry el fuego de cobertura que pensaba que un informante de ellos merecía,
acertando como a patos en una galería con sus armas de gran potencia.
La espalda de Harry golpeó el pavimento, el peso del cuerpo de Louis lo
sujetaba. El dorso de la cabeza de Louis le golpeó el labio y probó sangre. Más
disparos salieron del pantano. Los parches de la hierba del pantano se levantaron
del fango. Los Sidewinder.
Mateo Valencia caminaba hacia ellos. Estaba sacudiendo la cabeza,
recargando su arma.
—Louis, quítate de encima, vamos —gruñó Harry. Empujó el hombro de
Louis, pero Louis se limitó a jadear y respirar entrecortado en respuesta—.
¿Louis?
— ¿Crees que perdono tan fácilmente? —preguntó Valencia a Harry en
español. Se pasó un dedo por la cicatriz de su mejilla mientras se acercaba a
Harry.
Harry liberó el brazo y disparó antes de que Valencia pudiera
terminar de recargar. Era una bala de fogueo, pero se tambaleó hacia atrás, trozos
chamuscados golpearon su traje y sangraba donde el relleno de papel se había
incrustado en su cuello. Gritó, apuntando su arma a la cabeza de Harry. Pero
nunca llegó a disparar. Un solo movimiento de la muñeca de Harry, y el jefe de los
matones del cártel de la Vega cayó al suelo con un cuchillo en el corazón, el arma
resbalando de su mano, inútil.
Harry salió de debajo del peso de su compañero y se arrodilló a su lado,
finalmente se arrancó el pañuelo de la cara y lo tiró a un lado. Louis estaba
cubierto de sangre desde el mentón hasta las rodillas, aunque Harry no podía decir
cuál era real y cuál falsa. Louis parpadeó al cielo gris, jadeando en busca del aire
que no llegaba. Tenía media docena de agujeros de bala en el pecho.
—Oh Jesús, Louis…—gritó Harry. Dejó su arma a un lado y se inclinó
sobre él, agarrando su rostro con ambas manos—¡Louis!
Louis luchó por tomar aire para responder. Alargó la mano para agarrar
la muñeca de Harry, se aferró con fuerza. Cerró los ojos.
—Louis, por favor…—susurró Harry—Por favor, no me dejes.
Louis abrió los ojos de nuevo y se encontró con Harry, jadeando y haciendo
sonidos como si estuviera tratando de formar palabras. Una bala le había rozado el
cuello. Otra le había rozado el brazo.
Harry no tenía idea de lo graves que eran el resto de sus heridas. Había demasiada
sangre.
Las lágrimas emborronaron su visión y levantó la vista, desesperado por
ayuda. Los Sidewinder estaban barriendo desde el pantano como ángeles de la
muerte, apartando las armas de manos agonizantes, poniendo balas en la cabeza
de cualquier persona que permaneciera viva.
Tres helicópteros resonaron en la distancia, acercándose.
—Quítale el chaleco, Harry…— le dijo Liam al oído.
Harry jadeó y empezó a manotear en la camisa a Louis. La abrió, luego
usó el cuchillo para cortar las correas del chaleco.
Louis jadeó, arqueó el cuerpo mientras Harry lo liberaba de las
restrictivas y destrozadas placas. Jadeó de nuevo, inhalando el aire tan fuerte
como podía y empezando a temblar por todas partes.
Harry dio unas palmaditas en el pecho de Louis, limpiando la
sangre.
— ¡No estás herido! —gritó, empezando a reír histéricamente— Oh, gracias,
Dios…–Usó su pañuelo para limpiar la sangre falsa del cuello de Louis,
presionándolo contra la herida que rezumaba sangre real. Tiró de Louis para
abrazarlo y Louis gimió, pero envolvió sus brazos alrededor de Harry y hundió
sus dedos en su camisa, abrazándolo con fuerza. Levantó una mano para
enredarla en el cabello de Harry.
—Me estás rompiendo las costillas, Harry…—respondió Louis, antes de
que un ataque de tos lo dominara.
Harry lo soltó y lo ayudó a volver a acostarse. Louis cerró los ojos,
inhalando profundamente, Harry tenía una mano apretando contra su cuello, la
otra temblaba mientras descansaba sobre su estómago.
Harry usó la manga para limpiarse la sangre de su propia boca y nariz, y con la
cara limpia, pudo oler la sangre falsa en Louis, notas de tomate, chocolate y salsa
barbacoa. Se derrumbó junto a Louis, el alivio lo abrumó mientras apoyaba la
cabeza en el estómago de Louis.
—Eres un imbécil…—murmuró Harry contra los abdominales de
Louis.
—De nada.
— ¿Está bien? —Gritó Nick mientras corría hacia ellos. Harry no se
movió para contestar. Sintió que Louis levantaba la mano,
probablemente mostrando un pulgar hacia arriba.
El sonido de los helicópteros se hizo más fuerte, y pronto Harry pudo sentir
el viento del rotor en la cara. Finalmente se dio cuenta de que una docena de
hombres con el Equipo SWAT estaban despejando la escena y tratando de quitarles
a los Sidewinder sus armas. Digger y Owen comenzaron a discutir con dos hombres
que les apuntaron rápidamente a la cabeza y los obligaron a ponerse de rodillas.
Harry se sentó, confundido por la aparición de otro jugador. Pero
entonces una figura familiar salió del helicóptero y comenzó a correr hacia ellos.
— ¿Dick? —preguntó Louis.
Richard Griffins se inclinó para ayudar a Louis a ponerse de pie. Le dio unas
palmaditas en el hombro, pero luego se dio por vencido y lo abrazó.
—Llegué tan rápido como pude.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó Harry.
—Cuando Louis llamó y dijo que había un topo que transmitía tus
movimientos, hice una prueba y encontré un rastro en tu teléfono. No podía
decirte que iba a venir o el topo lo habría sabido.
—Yo… pensé que nos habías abandonado—dijo Louis, todavía sin aliento y
sosteniendo su sangrante cuello.
Griffins le acarició la mejilla.
—Yo nunca haría eso, William—Dio un paso atrás y subrepticiamente se
limpió la desagradable mezcla de sangre de la mano con un pañuelo tan pronto
como la atención de Louis estuvo en otra parte.
Harry seguía mirando a Griffins cuando se dio cuenta de que Louis se
había alejado tropezando. Se desprendió de los restos del chaleco y se arrodilló al
lado de Hannah. La sangre se había acumulado debajo de ella y empezaba a
arrastrarse hacia el centro de la calzada. Sus ojos miraban al cielo.
Louis alargó una mano temblorosa, la puso sobre la frente y le cerró los
ojos. Harry pudo oírle murmurar una oración en francés a través del auricular
en su oído.
Harry se pasó una mano por el pelo, luego tiró del auricular cuando se
apartó de ellos. Se encontró con los ojos de Griffins.
—Louis me lo contó todo.
Griffins se tensó, luego asintió.
— ¿Creías que yo era un traidor? —preguntó Harry con los dientes
apretados.
—Más vale prevenir que lamentar, Harry. Sabía que mientras Louis
confiara en ti, yo también podría.
Harry se lanzó hacia él, le dio un golpe que lo tiró al suelo con un grito.
— ¡No puedes joder con la vida de la gente así! —bramó mientras dos
hombres corrían hacia ellos, cada uno le cogió un brazo
y empezaron a tirar de él— ¿No ves lo que él haría por ti? ¡No puedes
usarlo así, Dick! ¡No puedes!
Griffins se sentó, la mandíbula laxa y la nariz sangrando. Se puso en pie de
un salto y les hizo un gesto a los hombres para que se fueran. Harry tomó
respiraciones cortas y rápidas mientras Griffins se acercaba y lo agarraba de los
brazos.
—Tranquilízate, Harry. Se acabó. Se acabó.
Harry respiró hondo, esforzándose por concentrarse en el aquí y el ahora y
lidiar con la traición y la ira más tarde. Griffins le dio unas palmaditas en la mejilla
y luego se alejó. Harry lo vio irse, sintiendo que la cólera se le escapaba,
reemplazada por una amplia pérdida.
Griffins era la primera persona desde Jack Tanner en la academia que realmente
había sentido que se preocupaba por él. ¿Qué diablos iba a hacer ahora?
Nick captó la atención de Harry mientras recogía los restos del chaleco
Kevlar de Louis. El hombre miró del cuerpo de Hannah al chaleco, luego miró a lo
lejos, donde los rieles de madera de una montaña rusa ondulaban como un dragón
caído en el pantano.
Harry se acercó.
— ¿Qué sucede?
—La bala la atravesó. La de punta hueca de Louis la habría hecho pedazos,
pero no la habría atravesado…—Arrastró los pies con aire culpable cuando se dio
cuenta de que Louis se había acercado a ellos, pero alzó el chaleco para que lo
vieran. Entre las rondas de fogueo aplanadas había una más grande, incrustada en
el chaleco. Nick lo giró para mostrarles la punta, donde había penetrado casi a
través, justo sobre el corazón de Louis.
No tenía pétalos en las ranuras que Louis había cortado. No era la misma bala.
—Mezcló las balas. Utilizó una perforadora…—dijo Harry,
repentinamente mareado.
—Eso me hubiera matado…—dijo Louis.
—Ella te salvó la vida…—dijo Nick— La frenó lo suficiente para que el
chaleco la detuviera.
Louis asintió con la cabeza. Todos se volvieron hacia la montaña rusa en la
distancia, el único lugar desde que el tiro podría haber
sido originado.
— ¿Por qué no disparó a la cabeza? —preguntó Nick.
—Sabía que los muchachos lo atraparían antes de que pudiera escapar.
Pero si yo caía como se suponía, nadie lo sabría hasta que se hubiera ido.
—No puedes saber que fue a propósito…—sugirió Harry— Las balas se
parecían.
Louis asintió con la cabeza, los ojos todavía en el gigante esquelético
en el pantano. Finalmente bajó la cabeza y se alejó, siguiendo a Griffins
hacia los helicópteros en espera.

* *

— ¿Qué pasó ahí afuera?


—Realmente no debería estar hablando —les dijo la enfermera.
—Cariño, si consigues que se calle lo suficiente para sanar, dime cómo lo
hiciste —gruñó Digger mientras se arrancaba un pedazo de hierba de esta
mañana del rostro.
—Lo mantendremos callado…—prometió Nick, dándole una sonrisa
encantadora. Probablemente quedó arruinada por la pintura casera que habían
descubierto no se iba al lavarla. Ella asintió y los dejó, y Nick volvió su atención
al hombre en la cama del hospital.
Kelly les sonrió ampliamente.
—Sé que todos me llorasteis.
Nick se echó a reír.
—Lo hicimos.
—Principalmente porque sabíamos que seríamos los que te tendrían
que cuidar para que te curaras –agregó Owen.
Kelly levantó un puño y Owen presionó suavemente los nudillos.
—Entonces, ¿cómo fue?
—Todo el mundo murió, casi —respondió Digger— Liam Payne
desapareció mucho tiempo antes de que el irlandés y yo
trepáramos a esa trampa mortal. Nuestros nombres están siendo limpiados por el
FBI. Louis ha sido suspendido hasta que el infierno se congele.
Nick apartó los ojos de la cara de Kelly para estudiar a Louis, sentado en la
silla reclinable de la esquina. Sus costillas estaban bien envueltas, tenía un vendaje
en el cuello y, quizás la mayor tragedia de todas, una bala le había cortado su
tatuaje del bulldog.
Tenía círculos oscuros bajo los ojos. Y había estado sosteniendo esa maldita muñeca
vudú desde que se sentó.
—Están diciendo que serán unas pocas semanas, por lo menos
—dijo Louis. Su voz era ronca.
— ¿Eso es todo? —preguntó Kelly— ¿Lo hicimos?
Todos se rieron incómodos. Por alguna razón, no se sentía como si lo
hubieran logrado.
— ¿Qué pasó aquí? —preguntó Harry de repente. Había estado sentado
en la esquina, dejando que el resto de ellos hablara.
Nick resopló, pero Harry frunció el ceño.
— ¿Lo digo en serio? ¿Qué diablos fue eso?
—Liam Payne pasó por aquí —dijo Louis. Su voz ronca, sus ojos huecos
y la forma en que acariciaba esa muñeca de vudú eran extrañas. Louis
empezaba a asustar a Nick.
— ¿Qué quieres decir? —preguntó Harry. Louis
volvió la muñeca en la mano.
—No lo alcancé lo suficientemente rápido.
—Louis —dijo Nick en voz baja— Nada de lo que pasó aquí es culpa
tuya.
—Ya lo sé. —Louis alzó la vista—. Es suya.
Nick no dijo nada. No iba a tocar eso.
—Me ha ganado.
—Esto no fue un juego, Louis —dijo Harry.
—Claro que sí. Liam no era freelance. Trabaja para el NIA.
— ¿Cómo lo sabes? —preguntó Harry.
—Porque no fallé. Yo no falló. Estaba aquí como agente del NIA. ¿Y qué
es el NIA?
—La nueva y ultra—militarizada rama de la CIA —recitó
Kelly.
—Con un propósito amplio pero recursos pequeños y preciosos
—añadió Louis.
— ¿Estás diciendo que piensas que Liam y el NIA diseñaron todo esto?
—preguntó Harry—. ¿Por qué?
—Para hacer exactamente lo que hicimos.
— ¿Limpiar el nido de una rata? —preguntó Nick.
— ¿Estás diciendo que el NIA enfrentó a un equipo retirado de Recon contra un
cártel colombiano? —preguntó Owen— ¿A propósito?
Louis se encogió de hombros.
—Fue una tormenta perfecta. Acabamos con una docena de hombres del
cártel, además de un policía sucio de alto rango que controla una concurrida
ciudad portuaria. No pierden activos. No se comen el marrón.
— ¿Cómo lo sabes? —preguntó Digger.
Louis levantó la mano. Lentamente extendió su pulgar.
—Conocía a Sánchez. Sabía que estaba muerto, sabía su cumpleaños, sabía
que todos nos reuniríamos. Sabía que Digger estaba confinado en el estado. Eso
deja un lugar y un momento en el que estaríamos todos. Y para saber todo eso,
tenía que tener fuentes de la CIA. —Apuntó su dedo índice, contando sus
razones— El cártel vino en barco, lo que significa que dejaron Miami antes que
nosotros. No nos vio y luego los llamó. Sabían que estaban aquí porque él les dijo
que estuvieran aquí. —Levantó otro dedo— Él conocía mi pasado aquí. ¿Creéis
que fue coincidencia que golpeara el radar de Walker tan pronto como aterricé?
Nos encerró de manera efectiva, nos obligó a actuar.
—No lo sé, Louis —dijo finalmente Nick— Yo tampoco confío en el bastardo,
pero... simplemente no me siento cómodo pensando que está tantos pasos por delante.
Louis se encogió de hombros.
—Yo tampoco.
—Si eso es lo que pasó, ¿por qué iba a tratar de matarte?
—Preguntó Owen— ¿De verdad crees que simplemente mezcló las
balas?
Louis miró fijamente la muñeca vudú, el tiempo suficiente para que el
silencio se volviera incómodo.
—Es un escorpión y yo soy una tortuga…—respondió finalmente
Louis.
— ¿Estás alucinando otra vez? —preguntó Harry. Nick se
aclaró la garganta.
—Es una fábula. El escorpión le pide a la tortuga que lo lleve al otro lado
del río. La tortuga dice que no porque tiene miedo de que el escorpión le pique.
Escorpión le dice a Tortuga que no le picará porque ambos se ahogarán. Pero a
medio camino cruzando el río, el escorpión pica. Mientras se están hundiendo,
Tortuga le pregunta por qué, y Escorpión responde: “Es mi naturaleza”.
Los ojos preocupados de Harry se movieron hacia Louis, que estaba
estudiando la muñeca vudú otra vez.
—Eso no es lo bastante bueno.
—Quizá sepa que Louis es el único que puede atraparlo —susurró Kelly.
Louis se levantó sin más palabras, luego dio un paso hacia Kelly. Kelly
levantó una mano y Louis la tomó, apretándola suavemente.
—Volveré, ¿de acuerdo?
—No voy a ninguna parte.
Louis le acarició la cabeza, luego se volvió para salir de la
habitación.
El resto de ellos empezaron a ponerse de pie, dándole a Kelly sus propios
adioses antes de salir.
Nick se quedó en la puerta, observando cómo los otros se alejaban.
Digger puso su brazo sobre los hombros de Owen.
— ¿Quieres unos cócteles?
—Es apenas mediodía, tío
— ¿Y qué? ¡Esto es Nawlins!
Se rieron mientras se dirigían al ascensor. Louis y Harry los siguieron,
caminando uno al lado del otro, pero sin decir nada. Nick sacudió la cabeza
mientras los veía marchar.
— ¿Estarán bien? —Preguntó Kelly desde la cama. Nick los
observó.
—Oh, ya conoces a Louis —dijo finalmente, inyectando algo de alegría en
su voz— Él puede librarse de cualquier cosa.

* *

Louis estaba en silencio mientras Harry les llamaba un taxi. Digger y Owen
habían entrado en el Barrio Francés como si nada hubiera sucedido esa mañana,
pero Harry estaba encontrando un poco más difícil superarlo.
Louis y él subieron al taxi, dirigiéndose a Bourbon Orleans, donde todavía
tenían una habitación bajo el nombre de Nick. Lo que quedaba de sus
pertenencias había sido llevado allí antes.
Harry miró a Louis de reojo. Su cuello estaba manchado con restos de la
sangre falsa de Digger y su sangre real, y su rostro estaba ceniciento, pero Harry lo
había visto con peor aspecto.
—No puedo creer que saliéramos de esto sin otra cosa que arañazos —trató
Harry.
Louis movió la cabeza distraídamente.
— ¿Todavía tienes la bolsa gris-gris?
Eso hizo que Louis levantara la cabeza. Se lamió los labios.
—Sí. Tengo que averiguar cómo limpiarlo.
— ¿Cómo?
—Había una sacerdotisa en Rampart. Seguramente todavía esté allí.
Harry lo estudió, deseando que la distancia entre ellos no hubiera
crecido tan llena de espinas. Le costó tragar más allá de la opresión en su
garganta.
El taxi se detuvo y Harry pagó al conductor mientras Louis avanzaba
penosamente hasta la entrada del hotel. Harry corrió para alcanzarlo.
—Oye —gritó, la frustración crecía mientras seguía a Louis a través del
vestíbulo—¿Vamos a hablar sobre… cualquier cosa?
Louis apretó el botón del ascensor. Asintió, sin mirar a Harry. Las puertas
se abrieron y Louis entró, volviéndose hacia Harry.
— ¿Me amas, Harry?
La pregunta simple, formulada con tan poca emoción en los ojos de
Louis, golpeó a Harry como un martillo en el pecho, le robó el aliento y le
debilitó las rodillas. Entró en el ascensor tropezando antes de que las puertas
pudieran cerrarse.
—Sí. Sí, lo hago.
Louis asintió con la cabeza.
—Y yo te amo.
Harry dejó salir el aliento que había estado reteniendo. Se sintió aliviado al
oír esa confirmación después de todo lo que había sucedido, después de todo lo
que habían dicho y hecho el uno al otro.
—Entonces… ¿qué hacemos?
—Bueno. —Louis tragó saliva, parecía un poco enfermo—. No puedo...
No puedo sentarme en tu pedestal.
—Louis…
—No. No estoy diciendo que sea algo malo, Harry. No. Ambos hemos
sabido desde el principio que la única razón por la que te limpiaste fue porque te
pedí que lo hicieras. Apenas te aferraste a ello porque yo espero que lo hagas. No
es justo para ti. No es justo para mí. No puedo ser la razón por la que estás sobrio, Harry.
Harry respiró de manera entrecortada y temblorosa.
—Porque no soy perfecto, y la próxima vez que te defraude, no puedo ser
yo en quien te apoyes. Tienes que ser lo suficientemente fuerte como para
mantenerte lejos de la botella. Por ti. No por mí.
Harry ya no podía encontrarse con los ojos de Louis y apartó la mirada
al suelo.
—No estoy orgulloso de lo que he hecho, Louis.
—Ni yo tampoco…—susurró Louis. Extendió la mano y puso dos dedos
bajo la barbilla de Harry, levantando su cabeza para encontrarse con sus ojos—.
Lamento haberte decepcionado…
Harry se acercó, sus ojos se apoderaron de los de Louis. La mano de Louis
se movió de su barbilla para cubrir su mejilla, y Harry se
inclinó para besarlo cuidadosamente.
El beso no exigió nada. Era simplemente un sentimiento de amor y devoción de un
hombre a otro.
El corazón de Harry latía con la aceptación. Cuando retrocedió, seguían
mirándose a los ojos. El ascensor se detuvo y los sacudió. Harry respiró
profundamente.
— ¿Dónde nos deja eso?
Louis sacudió la cabeza.
—Te amo. Me amas. Sabemos que lo que tenemos puede ser fuerte. Más fuerte.
Harry bajó la cabeza antes de que pudiera ver el dolor que estaba a punto
de pasar por la cara de Louis. La puerta del ascensor se abrió y cerró detrás de
él.
—Pero... las piezas tienen que ser fuertes para que el conjunto lo sea.
¿Correcto?
—Sí…—susurró Louis—Y yo no estoy bien en este momento. Yo… ya
ni siquiera sé lo que soy. No lo he sabido desde hace mucho tiempo.
—Eres un buen hombre —dijo Harry, vehemente mientras levantaba la
cabeza— Eres un hombre valiente. Y eres un hombre que ama con todo su
corazón y alma. Eso es lo que eres.
Louis apretó los labios con fuerza. Sus ojos brillaban, y mientras Harry
miraba, una lágrima se liberó y cayó por su rostro. Louis bajó la cabeza y la
limpió con la palma de la mano.
—Eso es lo que piensas que soy.
Harry tragó saliva.
—Soy un asesino —dijo Louis, con la voz temblorosa— Soy un asesino.
Soy la punta de una lanza.
A Harry se le erizó el vello de los brazos. Su estómago se desplomó.
Otra lágrima siguió el rastro de la primera por la cara sucia de Louis, pero no
pareció darse cuenta.
—Y tú —continuó, con la voz entrecortada— Tú eres un fénix, Harry.
Renaces de las cenizas. Y todo lo que yo hago es quemarte.
La garganta de Harry era demasiado estrecha para tragar y su
siguiente respiración salió como un sollozo ahogado. Nunca se había imaginado
que así era como Louis le veía, y oírlo ahora le daba ganas de recuperar todas las
palabras duras que habían compartido, cada empujón y pelea de su relación. Tomó
la cara de Louis con dedos temblorosos.
Louis lo abrazó, aferrándose a él, sus respiraciones duras en el oído de
Harry.
—Me voy a quedar aquí —dijo Louis tembloroso. Harry jadeó, pero
Louis no le apartó. Le abrazó con más fuerza—. Hasta que la suspensión
termine. Me voy a quedar aquí con Kelly. Te voy a dar ese tiempo y espacio que
dijiste que necesitabas.
—Louis…—susurró Harry.
Louis se apartó y buscó algo en el bolsillo, luego lo metió en la mano de
Harry y lo abrazó de nuevo como si tuviera miedo de que pudiera tratar de
escapar. Cuando Harry miró el objeto por encima del hombro de Louis, el pecho
se agitó a la vista del ancla de plata Louis le había hecho.
Creo en ti, leyó.
Harry quería discutir, rogarle que no le obligara a dejarlo aquí.
Pero Louis tenía razón.
Se había dado cuenta él mismo, recordando la forma en que había visto a
Kendall, pensando en que su alegría era compartida. La forma en que observaba
el vibrante deseo de Louis por la vida y se engañaba a sí mismo pensando que
estaba viviendo con sólo tomar el sol en ese brillo.
Pero no tenía amigos. No tenía alegrías. No tenía nada que no fuera Louis o el
trabajo.
Tenía que aprender a vivir. Si era un fénix, tenía que aprender a volar por su
cuenta, o seguiría ardiendo lentamente en sus propias cenizas.
Asintió con la cabeza contra la mejilla de Louis.
—Está bien –susurró— Está bien.
Capítulo 15

Harry estaba sentado en su escritorio, terminando el papeleo de un caso de


crimen organizado que habían estado construyendo durante las últimas cuatro
semanas. Había estado trabajando sin compañero, asumiendo más
responsabilidades como líder de equipo. Hacía dos semanas, el Agente Especial
Auxiliar al Cargo (ASAIC) había sido ascendido y transferido a un puesto diferente,
y Harry había sido trasladado extraoficialmente al puesto, asumiendo aún más
responsabilidad hasta que se cubriera.
Era una promoción en todos los sentidos de la palabra, y Dan McCoy le
había dejado saber que el ASAIC era suyo si decidía aceptarlo.
Significaría no más trabajo de campo. No más compañero.
Harry no había podido decir que sí, pero tampoco lo había
rechazado. Los candidatos estaban siendo examinados y entrevistados, y
Harry tenía tiempo para decidir.
Hasta entonces, se concentró en enderezar su barco, lentamente pero
seguro. Había comenzado sus reuniones de AA de nuevo, llevando el colgante de
ancla con él en todo momento. Había dejado de ir al gimnasio con tanta
frecuencia, tratando de llenar su tiempo libre con otras cosas más variadas. Había
colocado un caballete y un enorme paño en el último piso de la casa adosada y
había comenzado a pintar de nuevo. Empezó a hablar en voz alta cuando la
habitación estaba vacía, como Louis hacía a veces, y descubrió que los
pensamientos se aclaraban cuando los enviaba al aire en lugar de mantenerlos
atrapados en su mente para sopesarlos. Volvió a leer los libros a los que se había
aferrado todos estos años, recordándose a sí mismo por qué le gustaron tanto la
primera vez. Luego salió y compró otros nuevos.
Con el permiso de Louis, revisó todos los rincones de la casa.
Examinó todos los libros de Louis, encontrando media docena con recortes y
cosas escondidas en ellos: pasaportes, llaves de la caja fuerte, dinero de varios
países, un flash drive, el emblema de la parrilla del Bronco y una de las
chapas de identificación de Elías Sánchez. Lo devolvió todo.
Finalmente miró debajo del fregadero de la cocina, revolvió todo para
encontrar lo que Louis había escondido debajo. Había atrapado a Louis una vez,
cuando había perdido la vista, rebuscando por aquí. Lo que finalmente encontró le
hizo sonreír de oreja a oreja: una caja de cigarros cubanos dentro de una caja
portátil a prueba de fuego.
Sacó uno y dejó el resto donde los había encontrado.
La cosa más impactante que encontró, sin embargo, fue algo que siempre
había sabido que estaba allí. En un armario en el dormitorio de invitados, Louis
guardaba docenas de pequeñas cajas. Cajas decorativas, cajas de cigarros viejas,
cajas de joyas de cuero. Harry nunca había preguntado por ellas, nunca había
mirado en ellas.
Siempre había tenido un poco de miedo de ver lo que Louis guardaba en esas cajas.
Louis logró sorprenderlo una vez más. En el interior encontró baratijas que
Louis había recolectado a lo largo de los años. Cosas que había recogido y llevado
a casa sin razón aparente. Cosas de casos en los que había trabajado. Cosas de
gente que había conocido. En una caja, Harry encontró una tapa de una cerveza
Shiner, del tipo que había bebido en Texas. Una ficha de póquer. Un lápiz púrpura. Un
pedazo de la piel falsa que habían usado para cubrir su tatuaje en el crucero. Una flor seca.
Harry descubrió que Louis era básicamente una ardilla.
Después del choque inicial de estar solo, comenzó a
ramificarse, tratando de averiguar más sobre sí mismo en
lugar de sobre Louis. Fue a unos cuantos partidos de los
Orioles solo, se metió en las complejidades y peculiaridades
que lo habían fascinado siendo niño. Comenzó a darle a sus
habilidades con el cuchillo y el amor por los rompecabezas un
buen uso y auto-aprendió a cocinar.
Estaba fuera de un bar en Fell's Point con docenas de otros y vio la
noticia cuando se anunció que Osama bin Laden había sido
asesinado.
Por primera vez en más de una semana, Louis le llamó.
Observaron el mismo noticiero, compartiéndolo, sin decir más de diez
palabras.
Acompañó a Clancy a la boda de su hermana, fingiendo ser su novio muy
encantador y rico ante su madre demasiado entrometida a cambio del honor de
algunos tangos.
Clancy no era mala bailarina.
Ayudó a Alston a abandonar el apartamento de su novia, mientras
esquivaba las posesiones de Alston que les arrojaban desde lo alto de las escaleras.
Se unieron sobre alitas calientes, discutiendo todas las maneras en que el trabajo jodía sus
relaciones.
Perrimore se comprometió, y Harry se sorprendió y se asustó
ligeramente cuando le pidió a Harry que fuera su padrino. Nunca había
planeado una despedida de soltero, pero cuando su mente se volvió a Louis, a
la persona obvia para pedir ayuda, Harry la rechazó.
Podía hacer esto.
Condujo a Filadelfia para ver Charlie, Tammy y su niña. Amelia Rose
Tomlinson había nacido unas semanas antes de Navidad, y a los cinco meses ya
tenía a Charlie dominado. Tenía el cabello blanco rubio de su madre, y sus ojos
parecían estar girando al azul Tomlinson particular que parecía servir como
advertencia de la naturaleza a otras criaturas.
Había hablado con Louis todas las semanas.
Había sido un buen mes. Un buen comienzo. Harry estaba orgulloso de sí
mismo, y se dio cuenta de que no había podido decir eso en mucho tiempo.
Terminó su papeleo y lo guardó. Era el último en la oficina, y mientras
caminaba hacia el ascensor, se volvió para mirar a la escalera. Todavía se
preguntaba qué demonios había sucedido hacía un mes. Ahora creía a Louis
cuando decía que no había sabido que Griffins estaba en Baltimore la noche de la
fiesta de veinte años de Harry, pero Harry sabía que había visto al hombre.
Le frustraba no tener todas las respuestas.
Sus pasos resonaron en el garaje vacío. Su chaqueta de cuero crujió mientras
se la ponía. Había momentos así, cuando estaba solo, cuando el mundo estaba
tranquilo, que pensaba en Louis. Cómo sería si
apareciera ahora, tal vez sentado en su moto con una sonrisa, recordándole a
Harry que su cumpleaños sería dentro de unos días.
Ese era el tipo de entrada que Louis haría.
Harry sonrió ante la idea. Encontró su moto sin Louis, pero la idea hizo que
el viaje a casa fuera bueno.
Aparcó en el patio trasero, detrás del Mustang cariñosamente cubierto y
subió los escalones de la puerta, tarareando para sí. Cuando entró, colocó el casco
en el mostrador y dejó sus llaves en el tazón al lado.
—Cariño, estoy en casa —dijo irónicamente a la casa vacía.
—Ya era la maldita hora…
Harry levantó la cabeza. Louis estaba sentado en el brazo del sofá,
sonriendo. Estaba más bronceado que antes, y ciertamente parecía más saludable.
Tenía el pelo más corto y la camisa de estilo occidental que llevaba parecía
extenderse sobre los tensos músculos de su pecho y sus brazos.
—Louis…–suspiró Harry.
—Tienes buen aspecto.
Harry dio unos pasos y Louis se puso de pie, su sonrisa cada vez más
suave.
—Tienes muy buen aspecto, Harry.
Harry se lanzó hacia él y lo envolvió en un abrazo. El olor a Old Spice
penetró en los sentidos de Harry por primera vez en un mes.
— ¿Cómo estás? —Preguntó Louis mientras se abrazaban.
—Estoy bien –logró decir Harry. Apretó la nariz contra la cicatriz de
la garganta de Louis— ¿Y tú?
Louis asintió con la cabeza. No soltó a Harry.
— ¿Estás listo para que yo vuelva a casa? —preguntó, con voz rota.
—Sí…—respondió Harry antes de que Louis terminara la pregunta. Agarró
el rostro de Louis entre las manos y lo besó una y otra vez hasta que Louis se rio y
trató de soltarse.
Por fin, Harry dio un paso atrás para examinarlo.
— ¿Cómo has estado? ¿Cómo está Kelly?
—Está bien. Le enviaron a casa, y creo que su ex esposa planea cuidar de él,
así que está desesperado por mejorar y que se vaya. Mi suspensión ha sido
revocada. Me dejarán volver la próxima semana.
Harry sonrió. Agarró la mano de Louis y rodeó el sofá para tirar de él.
—Cuéntamelo todo.
Louis se lamió los labios, sonriendo.
Harry sonrió ampliamente.
—Y luego te mostraré las nuevas sábanas que he puesto en la cama.
Louis rio y se arrastró al sofá con él.
Harry envolvió sus brazos alrededor de él y tiró para que se sentara en
su regazo en su lugar. Louis se sentó a horcajadas sobre él, se echó hacia atrás y
enarcó una ceja.
— ¿Qué hiciste mientras estuviste allí?
—Canté. Me quedé con Kelly. Con Hannah muerta, yo era lo más parecido
a un pariente que Murdoch había dejado, así que me ocupé de su propiedad.
Harry frunció el ceño.
— ¿El bar?
Louis se mordió el labio y asintió.
—Es mío. Yo eh… lo he cerrado. Quiero venderlo. Donaré lo que saque a
uno de los grupos que tratan de reconstruir. Había un chico que solía atender la
barra, tenía verdadero talento haciendo malabares con las botellas, mezclando y
eso. Lo vi en el funeral de Murdoch. Su jefe está interesado en comprarlo.
— ¿No quieres quedártelo?
Louis negó con la cabeza.
—No duraría tanto como ahora, no sin Murdoch y Hannah allí. La voz de
ella era lo que los atraía. Era lo que le daba vida.
—Lo siento.
Louis se encogió de hombros y asintió.
— ¿Te has quitado la maldición? —preguntó Harry.
—Sí. Sí, lo hice…—replicó Louis, pero frunció el ceño mientras
palmeaba el pecho de Harry.
— ¿Qué te dijo la sacerdotisa?
—Me dijo que tenía días oscuros por delante.
Harry no quería creer en nada de eso: el vudú, el misticismo, las increíbles
coincidencias que Louis decía que eran el destino. Pero las palabras hicieron que el
estómago le diera un vuelco.
— ¿Crees en ella?
Louis lo miró a los ojos.
— ¿Crees que nos conocimos en Nueva Orleans porque estábamos
destinados a hacerlo?
La boca de Harry se secó.
—Sí, lo creo…—susurró.
Louis asintió, con expresión sombría. Se inclinó hacia delante y rozó los
labios de Harry.
—Estaremos bien.
—M{s que bien…—dijo Harry— Seremos nosotros.
Louis sonrió contra sus labios. Harry fue tras él cuando retrocedió,
besándolo de nuevo. Se volvió más caliente, más necesitado, convirtiéndose
rápidamente en dos hombres que no se habían visto en un mes y querían
desesperadamente tocarse el uno al otro. Harry rodó a Louis hasta que ambos
cayeron del sofá y Louis quedó tendido en el suelo, Harry sobre él.
— ¿Nos hemos puesto al día lo suficiente para que pueda quitarte la
ropa?
Louis rio, un sonido despreocupado y juvenil, y miró a su lado,
distraído por lo que vio.
—Has movido la alfombra.
—La he puesto en diagonal.
— ¿Por qué harías eso? —preguntó Louis, horrorizado.
—Para verte volverte loco cuando llegaras a casa…—Harry se inclinó,
sonriendo maliciosamente— Hay otras cosas fuera de orden también. Libros no
ordenados alfabéticamente. La asas de las tazas de café en direcciones diferentes.
—Bajó su voz a un susurro cuando los ojos de Louis se agrandaron de horror— El
armario no está codificado por colores…
—Estás viendo el mundo arder, ¿eh?
Harry se echó a reír.
—Dios, te extrañé…—dijo Louis con un suspiro.
Harry la agarró del pelo y tiró, y cuando la cabeza de Louis retrocedió,
Harry lo besó con hambre, sin soltarlo. La risa de Louis se convirtió en un
gruñido, y de repente no hubo espacio entre ellos.
No hubo lágrimas ni días solitarios, ni secretos ni mentiras. Sólo Louis y Harry.
En el suelo de su casa adosada. Sobre una alfombra torcida.
Harry metió la mano entre ellos para desabrochar los vaqueros de Louis y
luego comenzó a luchar con aflojarse su propio cinturón.
El gruñido de Louis se convirtió en un gemido cuando Harry se puso de
rodillas. Tiró de los pantalones de Harry hasta sus muslos y se sentó, besando su
estómago.
Los dedos de Harry se apretaron en su cabello. Observó, inhalando
bruscamente mientras Louis envolvía sus manos alrededor de sus caderas y
arrastraba sus dientes sobre el hueso de la cadera. Le bajó los calzoncillos,
agarrando la parte de atrás de uno de los muslos de Harry.
—Jesús, Louis —dijo Harry. No quería nada más que sujetar a Louis por el
pelo y deslizarse por su garganta, pero había algo más con lo que había estado
fantaseando mientras estaba acostado solo en la cama, algo que tenía que hacer
ahora que Louis había vuelto.
Así que agarró el cabello de Louis más fuerte y se alejó de él.
—Sube al sof{…—gruñó.
Harry agarró los cojines del respaldo y los tiró al suelo. Louis empezó a
reírse de nuevo, pero se subió al sofá como le habían dicho. Alargó la mano para
tocar a Harry, clavando los dedos en sus caderas.
Pensó que Harry tenía la intención de follar su boca. Estaba listo para ello,
sonriendo.
Louis era demasiado para resistir así, y Harry se inclinó para besarlo,
acomodándose entre las piernas de Louis para dejar que sus cuerpos se
frotaran mientras se movía.
Luego se levantó y desabrochó los vaqueros de Louis, tirando de ellos. No
se los quitó, sin embargo, en su lugar se puso de pie para quitarse los pantalones
del traje. Louis se levantó lo suficiente para
quitarse los zapatos y los calcetines y arrojarlos al suelo, luego se quitó los
vaqueros y el bóxer.
— ¿Vas a hacer esto usando la chaqueta? —preguntó Louis. Harry
cerró los ojos cuando esa imagen le atravesó.
—Deberías haber guardado ese pañuelo de cráneo, Harry, era la cosa más
caliente que jamás he visto.
—Cristo, Louis…—gruñó Harry. Tiró de su maltrecha chaqueta de cuero y la
echó a un lado, luchando por quitarse el resto de su ropa. Una vez desnudo, se
arrodilló en el suelo y se inclinó sobre el regazo de Louis, se lo metió en la boca
para chupar y excitar mientras subía y bajaba las manos por sus muslos y se
agarraba a sus caderas.
Louis respiró el nombre de Harry mientras arqueaba la espalda. Era un
sonido que Harry había extrañado. Había echado de menos todo esto: la fácil
excitación, la sensación y el olor del cuerpo de Louis contra el suyo, los sonidos que hacía
cuando lo tocaba.
Estar solo ese mes había sido bueno, pero Dios, estaba contento de tener a Louis en
sus brazos otra vez.
Se apartó y levantó la cabeza para besarlo de nuevo, tirando de él para
acercarlo, envolviéndolo. Estiró la mano por el cuerpo de Louis, hundiéndose en el
calor, volviendo a familiarizarse con los músculos duros y tirando de su cadera.
Quería tratarlo con dureza.
Los músculos de los hombros y la espalda de Louis se tensaron cuando
alargó las manos hacia Harry. Lamió y besó la oreja de Harry.
— ¿Qué quieres?
—Te quiero al otro lado —ordenó Harry. Louis
levantó una ceja.
— ¿Estás seguro?
Harry asintió con la cabeza y sonrió, deslizó las manos por la piel de
Louis. Este lo besó una última vez, luego Harry se estiró en el sofá y Louis
trepó cuidadosamente sobre él. Retrocedió hasta que su polla se deslizó a lo
largo de la mejilla de Harry. Con un gemido, bajó la cabeza y lamió el costado
de la polla de Harry.
Harry no perdió tiempo. Envolvió las manos alrededor de las caderas de
Louis y lo tomó en su boca, tirando de tal manera que Louis lo
empujó hacia abajo. Gimió con placer ante el estímulo añadido de la lengua de
Louis. Muy poco podía hacer que Louis se pusiera más caliente más rápido que
una polla dura entre sus labios, pero a Harry le había llevado unos cuantos años
aceptar que lo mismo podía decirse de él. Esta era una de las cosas favoritas de
Louis.
Se lo había dicho muchas veces. Entonces, ¿por qué demonios no debería disfrutarlo al
máximo?
Louis comenzó a mover las caderas, empujando tentativamente hacia
abajo en la boca de Harry. Este oyó y sintió el gemido de Louis.
Harry dejó que sus manos vagaran mientras chupaba, moviéndose para
empujar contra la lengua de Louis, tirando hacia abajo para animarle a empujar
más fuerte. Funcionó, y Louis finalmente le dio un firme empuje. Se apoyaba
sobre un brazo, con los dedos de su otra mano envueltos alrededor de la base de
la polla de Harry para apretarla
Harry entró en una sobrecarga sensorial. Con la boca de Louis rodeando
su polla y sus labios cerrados alrededor de la punta de suya, sus oídos
comenzaron a zumbar y el placer creció en su ingle. Hundió las manos en las
caderas de Louis, arrastrando los dedos a lo largo de su piel, luego levantó una
rodilla y la metió bajo su brazo para poder envolver sus piernas alrededor del
torso de Louis. Este jadeó, apartando la boca de Harry para maldecir en voz baja
y gemir desesperadamente antes de chuparlo de nuevo.
Incluso si Harry hubiera querido decir algo, Louis estaba apretado
demasiado cerca para que pudiera liberar su boca. Los golpes medidos de Louis
comenzaron a volverse erráticos mientras chupaba con más dureza. Pasó los
dedos por el pliegue del muslo de Harry y se deslizaron hacia abajo para excitar
entre sus piernas.
Harry levantó más la pierna, retorciéndose bajo el cuerpo de Louis y
gimiendo fuertemente cuando este se lo metió en la boca. Unos pocos empujes
más antes de que Louis gimiera desesperadamente y se levantara con ambas
manos, casi libre de la boca de Harry.
—Harry…—jadeó.
—No, vuelve…—susurró Harry mientras agarraba las caderas de Louis y
levantaba la cabeza para llevarlo a su boca. Lo lamió de arriba
abajo, luego pasó su lengua por las pelotas de Louis y le chupó una de ellas en la
boca.
—Oh, joder…—Louis resopló y buscó la polla de Harry, envolvió la boca
alrededor de la punta que goteaba y empezó a chupar de nuevo.
Después de dar a cada una de las pelotas de Louis una atención
minuciosa, Harry las dejó salir de su boca y guió la polla entre sus labios. Louis
gimió y empujó hacia abajo en su boca, más duro y más profundo que antes, y
succionó a Harry mientras sus dedos masajeaban sus pelotas.
Harry no pudo contener el grito, pero salió amortiguado cuando la polla de
Louis llenó su garganta. Levantó las caderas y apretó sus hombros con las rodillas.
Los ruidos necesitados de Louis salían sin parar. La polla de Harry rozó la parte
posterior de su garganta.
Harry se inclinó para pasar los dedos por el hombro de Louis en señal de
advertencia. Los músculos se flexionaron bajo su toque cuando Louis dobló el
codo y se dejó caer aún más, todavía chupando y ahora deslizando las pelotas de
Harry contra su palma. Sus empujes en la boca de Harry se volvieron cortos,
rápidos y duros mientras comenzaba a estremecerse.
Harry gemía sin parar, la estimulación venía desde todas las
direcciones posibles. Clavó las uñas en los muslos de Louis. Iba a correrse e
iba a hacerlo en la garganta de Louis. No quería nada más que Louis hiciera lo
mismo con él.
Las caderas de Louis se detuvieron antes de que arqueara la espalda y
comenzara a correrse sobre la lengua de Harry. Este succionó, tragó y gimió,
enterrando la nariz contra las pelotas de Louis, adorando que el semen de Louis
bajara por su garganta y preguntándose cómo demonios nunca había intentado
esto antes. Louis arrastró lentamente sus labios hacia arriba, los dientes le rozaron
la polla de Harry.
Harry succionó y tragó mientras su cuerpo se retorcía y empujaba sus
caderas hacia arriba, penetrando en la boca de Louis, apenas se daba cuenta de
que lo estaba haciendo. Su polla se deslizó en la lengua de Louis y este se sacudió
y aspiró antes de estremecerse y
empezar a chupar de nuevo.
Harry arqueó la espalda y echó la cabeza hacia un lado, soltando la polla
de Louis y pasando los dientes por el interior de su muslo. Este gimió con placer
y Harry mordió cuando su orgasmo se apoderó de él, desenado poder ver lo que
estaba haciendo Louis.
Mientras el orgasmo se extendía, aflojó las manos sobre la cintura de Louis
y le rozó el muslo con los dientes, su cuerpo empezó a relajarse debajo. Sus
respiraciones eran entrecortadas y jadeantes. Después de un largo momento,
Louis se echó a un lado con un gruñido y rodó del sofá al suelo. Se sentó con la
espalda contra él, la cabeza descansando en el muslo de Harry.
Este colocó los dedos en el cabello de Louis.
—Eso fue divertido —jadeó.
Louis no podía hablar. Harry apretó los dedos en su cabello.
— ¿Por qué demonios no pudiste haberlo intentado cuando podía
mirar? –Jadeó por fin Louis.
Harry empezó a reír, bajo y oscuro. Se limpió la boca con el dorso de la
mano.
—O vuelves aquí conmigo o me consigues una botella de agua
—murmuró, aun recuperándose de la fusión de todo el cuerpo.
La risa baja de Louis se convirtió en un murmullo de aprobación. Se
arrodilló al lado de Harry y se inclinó para besar su cadera antes de subir sobre él
de nuevo, esta vez cara a cara.
— ¿Por qué demonios no me obligaste a hacer esto antes? —le preguntó
Harry. Reclamó los labios de Louis en un tórrido beso que evitó que Louis se
riera. Pero este sonreía cuando retrocedió.
Harry sacudió la cabeza minuciosamente, agarrando a Louis y moviendo
sus hombros hasta que los dos estuvieron de lado en el sofá. Louis suspiró y cerró
los brazos alrededor de Harry. Este levantó la barbilla para que Louis pudiera
meter la cabeza contra su pecho, y lo abrazó lo más cerca que pudo.
Su olor familiar impregnó el mundo de Harry.
— ¿Quién eres, Louis?
Louis sonrió contra su mejilla.
—Yo era un asesino…–susurró— Soy un marine. Soy el
hombre que no falla. Y soy tuyo.
Harry se mordió el labio para no sonreír.
— ¿Quién eres, Harry?
Harry ladeó la cabeza.
—Soy un artista. Soy un friki –Sintió la sonrisa de Louis—. Y soy un
cabrón duro sobre una moto.
Louis empezó a reírse.
Harry bajó la cabeza hasta que estuvieron mirándose a los ojos.
—Y soy tuyo.

* *

Al día siguiente, Louis condujo a Harry a trabajar y fue con él a saludar


a todos. Un humor de celebración colgaba en el aire. Harry no era el único que
había echado de menos a su compañero.
Louis llevaba unos vaqueros rotos y una camiseta gris con un elefante
enojado, sosteniendo un cuchillo, que decía: "Los elefantes nunca olvidan y nunca
perdonan". Harry se había reído cuando Louis la había sacado y ahora le costaba
apartar los ojos de Louis mientras se acomodaba en su escritorio.
No estuvieron allí ni cinco minutos antes de que McCoy los llamara a su
oficina. Louis y Harry caminaron en medio de las burlas de sus compañeros de
trabajo. Harry cerró la puerta tras él y se sorprendió al ver a Richard Griffins
apoyado en un archivador en la esquina de la oficina.
—Me alegro de verte de nuevo, Tomlinson —le dijo McCoy a Louis—
. Styles, toma asiento.
Harry se sentó, mirando de McCoy a Griffins aprensivamente. McCoy
se levantó y salió de la oficina, dejándolos a solas.
—Voy a ser breve —dijo Griffins en cuanto la puerta se cerró. Se dirigió
hacia el escritorio, se inclinó y deslizó la mano por debajo.
Louis y Harry compartieron una mirada confusa.
Griffins colocó ambas manos sobre el escritorio. Les hizo señas
para que se acercaran y, después de otro momento de confusión, Louis se levantó
para dar un paso al otro lado del escritorio. Harry lo siguió. Griffins habló
mientras se movían.
—Debido a vuestra reciente exposición en los medios de
comunicación, vamos a sacaros del trabajo encubierto permanentemente.
Ya habían sido advertidos de eso. Después de todo, estaban en un jodido
calendario. Harry supuso que sólo estaban adelantando la línea de tiempo
después de lo que había sucedido en Nueva Orleans.
Griffins apuntaba debajo del escritorio. Louis le estudió con cautela, luego
se arrodilló y miró por debajo. Cuando volvió a mirar a Griffins, sus ojos se
habían ensanchado. Harry se agachó para inspeccionar el escritorio también, y su
corazón tartamudeó cuando vio un pequeño micrófono pegado al escritorio. Un
dispositivo de escucha.
—A partir de ahora, ambos seréis estrictamente agentes de
investigación —dijo Griffins. Dejó una tarjeta en la mesa.
Tu topo está aquí.

El corazón de Harry tartamudeó de nuevo. Griffins posó la mano en su


hombro y apretó con fuerza.
—Puesto que sois tan buenos cerrando casos —dijo con un énfasis
especial— Seguid con ello, señores.
Louis tomó la tarjeta, la arrugó en la mano y se volvió con una última
mirada a Griffins. Él asintió, con la mandíbula apretada y los ojos duros. Harry
estaba entumecido, incapaz de procesar la información.
Uno de sus compañeros de trabajo los estaba espiando. Tratando de matarlos.
¿Cuánto sabían? ¿Cuánto habían visto? ¿Cómo obtenían la información?
Dejaron a Griffins en la oficina, pasando ante McCoy en el umbral.
Palmeó la espalda Harry, dándole su habitual sonrisa amistosa. Harry
logró sonreír y asentir con la cabeza a su jefe mientras se dirigían de nuevo
a sus escritorios.
Ninguno de los dos dijo una palabra. No había nada que decir, no aquí. Ahora no.
Apenas registró cuando el ascensor sonó, pero cuando Louis se enderezó,
Harry captó el movimiento. La mirada de preocupación en el apuesto rostro de
Louis le hizo girarse.
Dos hombres con uniformes de marines estaban en el ascensor, hablando
con McCoy y mostrando un paquete de documentos de aspecto oficial. Griffins se
unió a la discusión cuando se calentó.
Alston estaba sentado en el borde de la mesa de Harry junto a Louis
observando.
—Esto es extraño.
McCoy discutió con el marine, cada vez más enojado hasta que Griffins
finalmente lo envió a su oficina. Griffins continuó la discusión, pero el estoico
marine se limitó a responder con una sola palabra. Griffins finalmente, también se
dirigió a la oficina de McCoy, sacando el teléfono móvil mientras se alejaba.
Harry compartió una mirada con Louis, quien se encogió de
hombros.
Uno de los marines se acercó a los grupos de trabajo y se paró alto y
erguido.
— ¿Hay un WT Tomlinson presente?
Todos los ojos en la planta se volvieron hacia Louis. Este miró a su
alrededor, su expresión era una mezcla de confusión y temor. Luego se levantó,
alejándose del escritorio de Harry. Igualó la postura del hombre, una parodia
con sus zapatillas Converse y la camiseta del elefante.
El marine pareció sobresaltarse, pero lo cubrió rápidamente.
—Es un honor conocerlo, sargento Tomlinson.
—Agente especial Tomlinson –corrigió Louis.
El marine sacudió bruscamente la cabeza y dio un paso adelante,
entregando a Louis un paquete azul de papeles.
—Estoy aquí para informarle que ha sido llamado al servicio activo,
sargento, por la autoridad especial de la iniciativa SOCOM que usted acordó
cuando fue licenciado anteriormente.
Louis alargó la mano para tomar las órdenes, con aspecto sacudido. Se
quedó mirando el montón de papeles doblados, a continuación, levantó la cabeza,
miró a los ojos de Harry brevemente
antes de mirar al marine.
— ¿Y si me niego?
—Entonces, su equipo será llamado sin usted, sargento. Y usted y
cualquier otra persona que se niegue pasará hasta tres años en Leavenworth por
abandono en el cumplimiento del deber —No había malicia en las palabras, no
era más que un marine dando a Louis la respuesta que había solicitado.
Louis se esforzó por mantener su expresión pétrea.
—Gracias, sargento —dijo finalmente, con voz tensa. El marine se giró
sobre sus talones y se reunió con el otro en el ascensor, saliendo con tan poca
fanfarria como que habían llegado.
— ¿Acabas de ser reclutado? —Preguntó Lassiter. Clancy se
adelantó para mirar los papeles.
—Jesucristo, ¿pueden hacer eso?
Louis sutilmente apartó los papeles de ella y asintió.
— ¿Vas… a vas a volver con los marines? —tartamudeó Alston—.
Pensé que SOCOM era caduco.
—Es MARSOC ahora —murmuró Louis.
—Pero son operaciones especiales. ¿No tienes una opción?
—No. No la tengo. —Estudió las órdenes— Me presento en cuarenta y
ocho horas. Despliegue inmediato.
Harry se puso de pie. Sus manos temblaron cuando se agarró al borde del
escritorio. Louis levantó la vista, buscando a Harry. Este podía verlo en sus ojos.
No había opción. No había manera de librarse de ello. No había manera de que
nadie lo salvara.
—Oh Dios, Louis…—susurró Harry.
Louis se quedó mirándolo un momento más mientras los demás se
lanzaban a balbucear indignados. Entonces Louis se sacudió. Tiró el paquete de
órdenes sobre el escritorio y caminó hacia Harry.
Agarró su rostro con ambas manos y lo besó.
La habitación se detuvo. El balbuceo se convirtió en un silencio
aturdido.
Louis movió las mano a su espalda y lo abrazó con fuerza, inclinándolo lo
suficiente para que Harry tuviera que envolver sus brazos a su alrededor para no
caerse. Lo besó de nuevo. Frente a sus
compañeros de trabajo. Frente a todo el mundo que quisiera ver. Fue el primer
beso puramente honesto que habían compartido nunca.
Y era un beso de despedida.
Fin

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