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Tras ver sus caras publicadas en todos los periódicos y televisiones tras un
caso de gran repercusión, los agentes del FBI Louis Tomlinson y Harry Styles
tienen más utilidad como imagen pública del FBI que como agentes infiltrados.
Cuando Harry ya incluso empieza a considerar la jubilación como posible
alternativa, Louis recibe una llamada de auxilio de un amigo, que los llevará a una
ciudad repleta de ecos del pasado.
Nueva Orleans revela su historia en sus calles, y es el único sitio en que
la cara de Louis podría llegar a provocarle la muerte. Rodeados de obstáculos
desde el momento en que aterrizan, Louis y Harry deben enfrentarse a un
pasado del que Louis no podrá huir; un pasado con sorprendentes conexiones
con el de Harry.
Mientras se ciernen sobre ellos amenazas de todo tipo, ambos hombres
deberán afrontar sus pasados y sus mentiras. Pronto descubrirán que no todos
sus secretos han sido revelados todavía, y que nada es para siempre.
Capítulo 1
Harry Styles levantó la vista a tiempo para ver a Alston tirar una bola de
papel a través de los escritorios donde su equipo de seis estaba sentado. Louis
Tomlinson levantó los brazos, indicando un touchdown cuando el papel se
deslizó por el escritorio a su regazo.
—Styles, Tomlinson, a mi oficina –gritó McCoy desde la puerta.
Desapareció en el interior.
— ¿Qué habéis hecho ahora, chicos? —Preguntó Alston. Harry
puso los ojos en blanco.
—Yo no he sido.
—Esta vez —intervino Clancy.
—Espero haber sido yo —dijo Louis con fruición. Se puso de pie y se
abrochó el traje, dejando un formulario sobre armas a medio descargar en el
ordenador.
—A veces me pregunto hasta dónde irías para librarte del papeleo —
dijo Alston.
—Mira viejos episodios de Pinkie y Cerebro y podrías acercarte –murmuró
Harry, provocando bufidos de risa de sus otros dos compañeros de equipo.
—Antes de que todo se volviera digital, había convencido a los médicos de
la Agencia de que era alérgico a la pasta de papel —les dijo Louis, hablando muy
en serio. Sus ojos color avellana brillaban—. Fue precioso.
—Eres alérgico a todo lo demás —dijo Harry mientras se levantaba—.
Vamos. Sabes lo que nos hizo la última vez que le hicimos esperar.
—Citas de salón de belleza —reflexionó Lassiter.
—Conferencias de relaciones públicas —dijo Alston.
—Vacaciones forzosas —Agregó Clancy.
—Cristo, no sé cuál de ellos es peor —dijo Harry. Todo era
parte integrante de ser compañero de Louis Tomlinson. Y, tenía que ser
honesto, algunos eran por su propia culpa.
Louis señaló a cada uno de sus compañeros de equipo, amenazándolos en
broma mientras iba detrás de Harry. Llamó a la jamba de la puerta, mirando hacia
el Agente Especial al mando de la Oficina. McCoy levantó la vista de la pantalla
del ordenador y sonrió.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Harry.
—Oh, diablos.
— ¿Ahora qué? —Soltó Louis. Ambos sabían que la expresión de la cara de
McCoy era un presagio de fatalidad.
McCoy sacudió la cabeza y les indicó que entraran y cerraran la puerta.
Una vez que Louis la cerró, McCoy agitó dos hojas de papel hacia ellos.
—Hace varias semanas tuvimos una solicitud. Una poco habitual, pero es
un paso razonable hacia mantener nuestras narices limpias en la prensa.
— ¿Es esto más chorradas de relaciones públicas? —Preguntó
Louis.
—No es una chorrada —McCoy tuvo las agallas de decirlo con una cara
seria.
Harry se sentó con un profundo suspiro.
—Todavía me haces dar una conferencia a la comunidad una vez al mes.
¿La última? El alcalde me preguntó si me gustaría hablar con la Cámara de
Comercio. ¿Cómo se supone que voy a ser un investigador criminal discreto,
encubierto, cuando todo el mundo sabe quién soy?
—Ese es un punto muy bueno —dijo Louis.
—Esa es una de las cosas de las que tengo que hablar con vosotros.
Individualmente. Más tarde —añadió McCoy con el rostro más sombrío—. Pero
por ahora nos ocuparemos de esta, muy razonable, petición.
— ¿Qué es? —Preguntó Louis.
—Una organización de respuesta local quiere hacer un calendario
para recaudar fondos.
Louis se puso de pie y estiró la mano hacia McCoy, como para alejar el
mal.
— ¡Diablos no!
Harry parpadeó.
— ¿Un calendario?
McCoy asintió.
—Están utilizando personas de organizaciones estatales, federales y
municipales, y todos los ingresos van a un fondo creado para ayudar a los
servicios médicos heridos en acto de servicio.
—Admirable —dijo Harry.
—Habéis sido solicitados como… modelos —consiguió decir McCoy sin
sonreír.
Harry miró a su compañero, luego a McCoy.
—Estás bromeando. —Louis estaba sacudiendo la cabeza, hojeando
números en su teléfono móvil en la mano. Harry ni siquiera le había visto sacarlo.
—Nunca bromeo —dijo McCoy con un toque de picardía. Miró a Louis—.
Si tienes la intención de llamar a Richard Griffins para conseguir que te saque de
esto, no lo permitiré. La Oficina necesita esto y sois vosotros a los que quieren.
Louis entrecerró los ojos, luego volvió a su teléfono y curvó los labios a
Harry. También había una pizca de aprehensión en su expresión, pero la ocultó
rápidamente.
—Nos han asegurado que las fotografías se harán con mucho gusto —dijo
McCoy.
—Bien —dijo Harry, señalando a Louis—. Envíale a él. ¿Pero por qué yo?
Louis sacudió la cabeza e hizo un gesto hacia Harry mientras
levantando una ceja a McCoy.
—Creo que la verdadera pregunta es: ¿Por qué me necesitan cuando
tienen un hermoso ejemplar justo aquí? —dijo, sonando como un vendedor de
coches usados tratando de vender un Pinto.
Harry se estiró y le dio una colleja.
Louis se echó a reír y se agachó, todavía tratando de vender Harry.
—Un poco de delineador de ojos, un poco de spray bronceado,
quiero decir, ¡vamos! ¡Es guapo!
McCoy sonrió, aunque parecía como si estuviera tratando de no hacerlo.
— ¿Debo asumir que los dos estaréis de acuerdo en representar a la Oficina
en esto?
—Creo que “de acuerdo” es un término demasiado fuerte
—dijo Harry—. Esta es una mala idea. ¿Recuerdas cuando estuvimos en la
televisión?
—Sí, Tomlinson consiguió correos de fans durante un mes.
— ¿Ah. Sí?
—Los quemamos, como debes hacer con todas las cosas malas
—respondió McCoy.
Por la expresión de Louis, estaba tratando de averiguar si McCoy
bromeaba o hablaba en serio.
Harry se rió y se pasó la mano por la cara.
—No voy a obligarte, Styles. Pero voy a obligar a Tomlinson, ya que me
lo debe.
— ¿Qué? —Gritó Louis.
McCoy no le hizo caso.
—Pero necesito una respuesta en este momento.
Harry seguía riendo sobre lo absurdo de la idea mientras miraba a Louis,
sopesando sus opciones y preguntándose cuál sería el castigo si se retiraba. Porque
habría represalias por parte de su compañero. Sin lugar a dudas. Por supuesto, si
accedía por propia voluntad, podría haber una recompensa. Una recompensa
desnuda, caliente y enojada. No es que McCoy necesitara saber nada acerca de eso.
Louis dejó caer las manos.
—Quiero decir, diablos, tengo tanto que decir en el asunto como de
costumbre, ¿así que por qué no? Estoy dentro.
Harry suspiró.
—Nunca voy a escuchar el final de esto si digo que no, ¿verdad? —
Louis echó la cabeza hacia un lado, levantando una ceja más alta en
advertencia. Era un hombre guapo cuando estaba molesto—. Sí, eso es lo que
yo pensaba. Está bien, lo haré.
— ¡Bien! —McCoy se levantó y juntó las manos—. Vamos
iros.
— ¿Qué? —Preguntó Louis.
—El equipo está en el vestíbulo para llevaros a un hotel para la sesión de
fotos. Ir. Ahora.
Louis se quedó mirándolo, con la cabeza ladeada, al parecer,
inmovilizado por la perspectiva.
— ¿Cuánto tiempo hace que sabes esto y nos lo estás contando ahora? —
Preguntó Harry. Era típico de McCoy guardarse esto durante una semana y luego
soltárselo en el último minuto para que no pudieran zafarse.
—Están en el vestíbulo esperando. —McCoy se sentó de nuevo y agitó la
mano despidiéndolos, incluso recogió su bolígrafo y fingió estudiar un informe.
Harry se levantó con un suspiro agraviado. Se necesitaron dos tirones para
que Louis se moviera. Mientras le empujaba por la puerta, Harry se volvió hacia
McCoy.
—Uno de estos días, Mac, uno de estos trucos va a volverse contra ti de
una manera espectacular.
—Pero hoy no —dijo McCoy, con aire satisfecho y sonriente. Harry gruñó
y se giró, sólo para toparse con Louis, que se había
detenido justo donde Harry le había dejado.
—¡Tomlinson!
—Cambié de opinión.
—Demasiado tarde. —Harry le dio un suave empujón hacia el ascensor.
Louis lanzó un vistazo a la escalera de emergencia. Siempre había sido una
extraña mezcla de engreído y tímido; parte showman, parte recluso. Adoraba una
multitud, jugaba al payaso de la clase o al perro alfa o a lo que sea que la situación
requiriese como un camaleón. Harry había visto videos de él de cuando había
estado en el ejército, bailando con otros marines, haciendo el tonto para pasar el
tiempo o entretener a los compañeros heridos. También estaba dispuesto a jugar al
sexy en persona, usando su buena apariencia y carisma para cualquier propósito
que considerara conveniente. Pero
tan pronto como alguien trataba de grabarlo para la posteridad, Louis se
congelaba como si se estuviera escondiendo de un T Rex. Preferiría ser disparado a
que le grabaran con una cámara.
Harry hizo caso omiso de las miradas curiosas de sus compañeros de
trabajo, centrándose en conseguir que Louis entrara en el ascensor. Una vez que
las puertas se cerraron, gimió y se cubrió la cara con las dos manos.
—Un calendario.
—Esto no es mi culpa —murmuró Louis cuando el ascensor les llevaba
hacia el vestíbulo.
—Por supuesto que es tu culpa, Louis. Mírate. —Harry dejó caer las manos
con un resoplido—. ¿Y de qué estaba hablando sobre eso de “hablar contigo
individualmente”?
Louis se encogió de hombros, moviendo la cabeza y luego
mirando sus manos como si estuviera examinando sus uñas.
Definitivamente sabía algo.
—Louis —retumbó Harry.
Louis miró a Harry.
—No lo sé –insistió. Sus ojos estaban muy abiertos y sinceros, pero no
podía engañarle. No después de un año de convivencia.
Harry dio un paso, con la intención de inmovilizar a su compañero
contra la pared para obtener algunas respuestas, pero luego el ascensor sonó
para señalar su llegada a la planta baja, obligándole a detenerse.
—Vamos a discutir esto más tarde —dijo Harry con los dientes apretados.
Los labios de Louis se contrajeron y sus ojos bailaron, pero no discutió.
—Sabes, podría no haberme importado esto con un poco de advertencia
—murmuró Harry—. No tengo ni idea de cómo he llegado a convertirme en la
idea de alguien de un maldito modelo.
Louis simplemente le devolvió la mirada, parpadeando inocente. Cuando
las puertas se empezaron a abrir, sonrió.
—Tú eres mi idea de modelo –susurró.
Harry resopló, divertido por la facilidad con la que Louis todavía
podía seducirlo. Le rozó los labios con los dedos antes de salir al vestíbulo.
Ni siquiera habían dado la vuelta a la esquina antes de que tres mujeres con
trajes de variados estilos se levantaran y corrieran hacia ellos.
— ¡Agentes Styles y Tomlinson, muchas gracias por haber
accedido a apoyar a nuestro pequeño proyecto!
Louis les dio una sonrisa encantadora, a pesar de que su
incomodidad era todavía evidente para Harry.
—En realidad no podemos aceptar el crédito —dijo, la voz suave como
la miel.
Una rubia delgada a mediados de los treinta, con los cabellos
perfectamente en su lugar, estrechó ambas manos, deteniéndose en la de Louis.
—Si vienen con nosotras, tenemos una furgoneta esperando.
— ¿Una furgoneta? —Preguntó Harry.
—Para llevarnos al hotel.
Harry se metió las manos en los bolsillos del pantalón y dio una falsa
sonrisa incómoda. Él y Louis fueron tras las mujeres.
—Dígame, agente especial Styles —pidió a una mujer con aspecto de
matrona con una sonrisa en sus mejillas redondas—. ¿Por casualidad ha traído su
moto a trabajar hoy?
Harry tropezó al llegar a las puertas del vestíbulo. Louis reprimió una
risita fingiendo toser.
—Ah, no, señora, me temo que no —mintió Harry a través de sus
dientes. Ya hacía suficiente calor para empezar a montar la Valkiria de nuevo,
así que por supuesto que sí.
—Oh, qué pena.
La otra mujer, vestida con un traje pantalón color azul oscuro, sólo se rió.
— ¡Oh, vamos, va a ser divertido! Harry
asintió, convencido.
—Prefiero masticar una bombilla —dijo Louis en voz baja.
—La moto era mi idea favorita —dijo la mujer baja desde el asiento
trasero de la camioneta tan pronto como todos ellos se
montaron.
—Oh Violet, olvida la moto. Queremos a los hombres, después de todo –dijo
la dama en azul—. Soy Cynthia, por cierto. –Se estiró sobre el asiento y estrechó la
mano de Harry, luego la de Louis.
—Soy Susan —añadió la rubia, su voz baja y agradable—. Lo siento,
deberíamos habernos presentado antes. Estamos tan emocionadas de que hayan
accedido.
—Susan es la que les vio en las noticias —dijo Cynthia. Harry
sonrió.
— ¿Ah sí?
—Recuerdo haber visto ese noticiario y sufrir escalofríos
—confió ella, sonriendo a Harry y luego girando sus largas pestañas sobre Louis
de nuevo—. ¿La presencia que tienen ante una cámara? Supe que teníamos que
teneros.
Harry pudo ver tensarse a Louis, cada vez más incómodo con la situación.
El coqueteo era como el modo natural de Louis de comunicación, pero
recientemente se había vuelto menos propenso a participar en ello.
—Esa noticia no nos representaba en el trabajo —dijo Louis
finalmente.
— ¡Oh, pero lo era! ¡Estabais en el trabajo! —Violet se inclinó sobre el
asiento trasero—. Y es exactamente lo que todos piensan. Eso es lo que queremos
en el calendario. Algo elegante.
—Atrevido –dijo arrastrando las palabras Susan.
—Peligroso —agregó Cynthia con placer.
—Yo… —Louis se movió más cerca de Harry, asintiendo y
aclarándose la garganta.
— ¿Ya que ya hicimos lo de la celda de la cárcel con los agentes de
BPD, tal vez podríamos usar las esposas en éste?
—Sugirió Cynthia.
Harry la miró, preguntándose si debería escandalizarse.
—Bien, ya tenemos al analista de la CIA con el traje, una especie de
espía —dijo Violet, sacando un cuaderno—. Los bomberos con el torso
desnudo. Los dos agentes de policía uniformados encerrados. El EMT en la
parte trasera de la
ambulancia. Necesitamos algo diferente.
—Así que tal vez no sería una mala idea ir con un aspecto duro, sin
miedo de ensuciar el traje en el cumplimiento del deber. Con las armas, por
supuesto, ya que no hemos utilizado armas en una foto todavía.
Louis bajó la mirada hacia su traje, su traje favorito de Tom Ford, y
visiblemente se resistió a la mención de ensuciarse.
—Tal vez podríais ponernos de civil, como si estuviéramos encubiertos —
sugirió mientras alisaba una mano protectora sobre su solapa.
Susan abrió la boca y lo agarró del brazo.
— ¡Bajo las mantas!
—No. ¿Qué? ¡No! —Espetó Louis.
— ¡Eso es brillante! —Exclamó Cynthia. Harry sintió
un verdadero destello de pánico.
—Realmente no creo…
—Oh, me gusta esto aún más que la moto.
—Él va a hacer lo de la moto –intentó Louis, pero no estaban
escuchándole.
—Oh, esto es perfecto. Voy a llamar y hacer que pongan una cama. —
Susan sacó un teléfono móvil mientras las damas en el asiento trasero charlaban
y tomaban notas.
Harry se inclinó y susurró a Louis.
— ¿Qué has hecho?
Louis se encogió de hombros.
—Yo… yo… ¡esto no es culpa mía!
* *
Louis no culpó a Harry por las miradas que recibía mientras subían juntos a
la suite del ático. Él mismo lanzó las mismas miradas en el espejo cuando dos
maquilladores le peinaron. Tenía una servilleta metida en el cuello para evitar que
el producto para el cabello entrara en contacto con el blanco de la camiseta blanca
que llevaba
puesta. No le habían puesto maquillaje, gracias a Dios. Algo sobre primeros
planos naturales. Estaba tratando de bloquearlo todo.
Se puso de pie cuando el hombre le dijo que había terminado, la mujer le
arrancó el pañuelo del cuello y asintió. Louis se volvió y se dirigió a la otra
habitación de la suite donde habían instalado todas las cámaras, cosas que
destellaban, sombrillas y lo qué demonios fueran. En esa habitación había
también una cama artísticamente deshecha con sábanas gris oscuro,
representando el mundo gris del trabajo encubierto.
Louis se miró. Estaba cerca de lo que normalmente usaría: pantalones
vaqueros hechos jirones, una fina camiseta que se pegaba a su cuerpo, pies
descalzos. Incluso le habían dejado sus accesorios, considerándolos lo
suficientemente elegante. Una pulsera de caucho negro y la cadena de cuero
marrón en una muñeca, su reloj de buceo negro y plateado en la otra, el anillo de
sello del cuerpo de marines y la brújula con su cordón de cuero. Aún así se sentía
totalmente fuera de lugar.
Entonces entró Harry, moviendo la cabeza. Vestía igual que Louis, sólo que
su camiseta era negra, y sus vaqueros oscuros estaban aún más raídos. También le
habían revuelto el pelo, se lo habían echado atrás y dejado que se curvara
alrededor de las orejas.
Louis trató de luchar contra la reacción visceral de ver a Harry de esa
manera, pero era imposible no mirar.
— ¡Tenéis un aspecto increíble! —canturreó Susan mientras se acercaba y
les miraba de arriba abajo. Pasó los dedos por el cabello de Harry, luego se volvió
donde Louis y asintió en aprobación—.
Ahora, si subís a la cama, nos pondremos en marcha.
Louis luchó contra el aleteo nervioso y se acercó a la cama, tratando de
relajar los hombros mientras rodaba sobre ella. Harry le siguió, sin molestarse
en reprimir una sonrisa cuando se recostó contra el cabecero.
Se sentaron uno junto al otro, con las largas piernas extendidas, los brazos
cruzados. Louis miró de soslayo a Harry, incapaz de reprimir la sonrisa. No se
podía negar que se reirían de esto más tarde. Cuando Harry se volvió para
encontrarse con los ojos de Louis, la
cámara apareció y disparó. Harry sacudió la cabeza, pero estaba sonriendo y sus
ojos oscuros reflejaron una chispa cuando el flash se disparó.
—Parece que eres el chico bueno en este escenario —dijo Harry,
estirándose para agarrar la parte delantera de la camiseta blanca de Louis.
—Creo que estamos en esto juntos.
La mandíbula de Harry saltó cuando luchó contra una sonrisa. Louis
sonrió y la cámara se disparaba de nuevo.
— ¿Lo ves? ¿El bien y el mal en la cama? —Sus palabras provocaron
risas, pero no de Harry—. ¡Vamos, eso es divertido!
Harry puso los ojos en blanco.
— ¡Es un juego de palabras!
Las cámaras sonaban mientras les daban instrucciones para moverse en
varias posiciones. Debajo de las sábanas, sobre las sábanas, sentados, tumbados,
haciendo lo mismo, haciendo cosas diferentes. Les dijeron repetidamente que
dejaran de sonreír, dejaran de reír, dejaran de mirarse el uno al otro. Después de
un tiempo, Louis comenzó a sentirse desconcertante bien con todo el asunto,
tumbado en la cama con su compañero delante de una docena de personas que
estaban sacando fotos a izquierda y derecha. Era absurdo.
—Está bien, muchachos, tiempo para algo diferente —anunció Susan
después de una buena media hora de posar.
—Danos algunos últimos disparos para terminar, y vamos a tener todo
lo que necesitamos —pidió Susan—. Sentíos libres de quitaros las camisetas.
Harry inclinó la cabeza hacia un lado y se encogió de hombros, y luego se
agarró al borde de la camiseta. Varias personas en la habitación trataron de no
quedarse mirando.
Louis no podía culparlos; el pecho desnudo y los hombros musculosos de
Harry eran definitivamente algo a destacar. La cámara siguió tomando fotografías
mientras Louis observaba a Harry sacarse la camiseta. Para no ser menos, Louis le
guiñó el ojo y se la quitó también. Cuando la arrojó hacia una de las cámaras en la
periferia de la escena, Susan le dijo al fotógrafo que se acercara lo más que
pudiera a las cicatrices que cubrían el torso de los dos hombres. Louis se
encontró con la mirada de Harry. Los ojos de Harry se
sintieron atraídos por los labios de Louis, y cuando volvió a levantarlos había un
nuevo calor en su mirada. Louis se quedó sin aliento pero no pudo apartar la
mirada.
—Caballeros, sigan mirándose el uno al otro de esa manera, por favor;
estas fotos son increíbles –les dijo Susan.
Los flashes continuaron y la cámara sonaba en la distancia. Todo se
desvaneció cuando Louis se quedó mirando a Harry.
—Bueno, creo que sin duda lo son –dijo Violet finalmente. Louis tuvo que
apartar los ojos antes de verse obligado a inclinarse y besar a su amante frente a
todas esas cámaras.
—Oh, definitivamente —estuvo de acuerdo Susan—. Agente Tomlinson,
venga a echar un vistazo.
Louis salió de la cama y se inclinó para recoger su descartada camiseta,
con cuidado de no mirar a Harry. Se inclinó junto a ella para mirar el ordenador
portátil. Las fotografías tomadas se mostraban en una cuadrícula en la pantalla, y
el fotógrafo las estaba revisando una por una, criticando ángulos y postura,
marcando algunas como “no”, reduciendo las opciones, todo el rato comentando
lo fotogénicos que eran Louis y Harry.
—Creo que vamos a tener que usar a uno de ellos con las esposas —dijo
Cynthia, con indecisión en su voz—. Son monos y se ajustan al tono del resto del
calendario.
Susan asintió. Abrió una de sus favoritas. La imagen mostraba a Harry
estirado en la cama al fondo, las manos detrás de la cabeza mientras se apoyaba
contra el cabecero. Estaba sonriendo con una expresión casi maliciosa que
acentuaba las líneas de expresión y las vetas de canas en las sienes, los pies
descalzos cruzadas en los tobillos, los bíceps resaltados de forma destacada. Louis
estaba sentado a los pies de la cama en el primer plano, inclinado hacia la cámara,
las rodillas separadas, los codos apoyados en ellas. Sujetaba un par de esposas con
un dedo, dejando que colgaran. Tenía una ceja arqueada, una expresión irónica en
su rostro. Probablemente terminará siendo la foto usada para el calendario, para
el mes de
julio, al parecer, porque rimaba con el FBI.
Cynthia suspiró mientras repasaba el resto de las fotos.
—Estas últimas... —Sacudió la cabeza—. Estas son algo especial sin
embargo.
Susan canturreó mientras miraba a la última serie de imágenes. Louis se
acercó más. Eran más sombrías de lo que había pensado que serían, todo blanco,
negro y gris. Harry parecía pensativo y melancólico, e incluso la sonrisa juguetona
de Louis parecía cansada del mundo a través del lente de la cámara. La luz ponía
de relieve las cicatrices blancas en sus cuerpos. Parecía que el único color en todo
el lienzo era el tatuaje descolorido de Louis. No había nada erótico en la imagen.
Las sábanas eran apenas un marco, y no hacían nada más que resaltar la crudeza
de dos guerreros que comparten algo infinitamente más allá del alcance de la
cámara.
Louis tragó saliva, golpeado por la imagen de una forma que no podía
explicar.
— ¿Puedo obtener unas cuantas copias de una de esas?
—Preguntó.
Susan ya estaba asintiendo antes de que sus palabras salieran.
—Por supuesto —respondió ella, con los ojos pegados a la pantalla—. Si tan sólo,
um… firma las renuncias de uso y... –Ondeó la mano hacia una pila de papeles,
sin apartar la vista de la pantalla. Harry se acercó al otro lado de la mesa
improvisada, con la camiseta puesta, las armas ya en la mano.
— ¿Terminamos?
Louis le miró, la boca seca. Asintió con la cabeza y se encontró con los
ojos de Harry.
—Ven a mirar estas –pidió con voz ronca.
Harry rodeó la pila de equipos mientras el fotógrafo se acercaba a la
cámara. Susan le siguió, sin dejar de hablar. Cynthia y Violet charlaban a un lado.
Harry se detuvo al lado de Louis y bajó la vista hacia la pantalla. Louis oyó su
aguda inhalación.
—Buena, ¿verdad? —Susurró Louis.
—Sí —respiró Harry—. No van a utilizarla… ¿verdad?
—Señaló las últimas fotos.
Louis miró a Susan, ésta tenía fruncido el ceño y esa mirada en su
cara.
—No. Van a sentirse bien, no… esa no.
Estudió las fotos de nuevo, preguntándose que vería la gente en ellos. No
había nada sexual o incluso romántico allí. Pero había algo.
—Esos somos nosotros —dijo Harry en voz baja—. Realmente nosotros.
—Pedí una copia –le dijo Louis, mirándolo de cerca.
—¿Sólo una? —La esquina de la boca de Harry arqueó. Luego alzó la vista
de la foto, y Louis pudo leer a Harry alto y claro. Él quería la foto, pero más
importante, quería a Louis, y él lo quería ahora.
—La compartiré –le dijo en voz baja. Se aclaró la garganta, necesitaba
apartar la mirada de la expresión en el rostro de Harry antes de que realmente
dieran algo a esas cámaras para fotografiar. Cogió una de las renuncias y la
firmó sin leerla, luego le entregó el portapapeles a Harry.
— ¿Ha conseguido todo lo que necesitaba de nosotros?
–preguntó a Susan.
Ellas se acercaron para adularlo un poco más, dándoles las gracias y
alabando las fotos que habían tomado. Uno de los asistentes bajó un poco de
información y les dio una tarjeta. La de Louis tenía el número de Susan escrito
a mano en ella. Luego, se quedaron solos para ir a cambiarse de nuevo a sus
trajes.
—Eso fue divertido —admitió Louis mientras se quitaba los
pantalones vaqueros en la pequeña zona de vestidor.
—No estuvo mal, supongo. Depende de la foto cursi que terminen
eligiendo. —Harry se cambió los vaqueros por los pantalones del traje y luego
se quitó la camiseta otra vez—. Podría haber tenido un poco más de
advertencia. Fue… raro.
Louis asintió mientras entraba en su pantalón. Miró hacia la habitación
exterior, al ver que todo el mundo ahí fuera estaba ocupado, Hannahnzó hacia
Harry, incluso mientras se abrochaba los pantalones. Agarró la cara de Harry sin
previo aviso y lo besó. Harry gruñó de sorpresa, pero fue rápido en captarlo,
sujetó los brazos de
Louis mientras se unía al beso durante los pocos segundos intensos.
—McCoy no tiene que saber que terminamos temprano
—susurró Louis mientras sus manos caían a los hombros de Harry.
—Me importa una mierda Mac. Salgamos de aquí.
Louis asintió y se inclinó para recoger el resto de su ropa, se puso la corbata
alrededor del cuello y recogió sus zapatos y calcetines. Harry se puso la camisa y
se abrochó tres botones, se la metió aprisa, lo bastante para que sirviera y recogió
el resto.
Louis señaló con la cabeza hacia la puerta y se dirigió a ella. No estaban
lejos de casa, pero tendrían que coger un taxi. Prefería caminar que lidiar con los
fotógrafos y la furgoneta de las secuestradoras de nuevo.
Tan pronto como la puerta de la habitación del hotel se cerró tras ellos,
Louis miró por el pasillo y luego a Harry con una sonrisa.
—Vamos a conseguir una habitación. Harry
se rió y se encogió de hombros.
— ¿Bien? ¿Echas de menos los cuartos de hotel?
El recuerdo de su primera vez juntos cruzó por la mente de Louis y asintió.
Harry debía haber visto el hambre atravesar los ojos de Louis, porque empezó a
meterle prisa por el pasillo hacia los ascensores.
Louis sonrió, ni siquiera se preocupó por los zapatos que llevaba o el hecho de
que parecía que los dos habían estado en el armario de un conserje en alguna
parte.
Una vez en el ascensor, todo cayó al suelo de todos modos, excepto Louis,
que golpeó la pared, sujetado allí por el firme cuerpo de Harry y su boca exigente.
No pudo hacer nada más que gemir y envolver los brazos alrededor de los
hombros de Harry.
Si alguien le hubiera dicho esta mañana que una sesión de fotos
sorpresa acabaría con ellos haciéndolo en un ascensor del hotel, Louis
probablemente no se hubiera sorprendido. De todos modos, lo encontraba
divertido.
Harry se retiró en busca de aire y apoyó una mano sobre el pecho de
Louis, sosteniéndolo en el sitio mientras daba un paso hacia atrás.
—Quédate –ordenó Harry, apartando la mano pero aún
apuntando a Louis.
Louis asintió en silencio, con los ojos abiertos y sin vergüenza. Harry se
abrochó, se alisó las mangas y se puso la chaqueta, arreglándoselas para parecer
pulcro, aunque su cara estaba enrojecida y su pelo todavía estaba despeinado por
la sesión de fotos. Acababa de ponerse los zapatos cuando la puerta del ascensor
sonó y se abrió.
—Enseguida vuelvo –dijo, mirando a Louis de arriba y abajo
deliberadamente antes de gruñir y salir del ascensor.
Incluso después de todo este tiempo, la perspectiva de lo que Harry
pensaba hacer con él hacía aletear el pecho de Louis.
El teléfono de su chaqueta comenzó a sonar.
—¡No, no, no! —Lo sacó de todos modos y comprobó el
identificador de llamadas—. ¡No!
Levantó la mirada. Varias personas estaban alejándose de las puertas
para encontrar una forma alternativa de subir cuando él se puso a gritar al
teléfono en el ascensor.
—Tomlinson —gruñó cuando contestó la llamada.
—Estamos listos —dijo Dan McCoy sin más saludo. Louis
suspiró.
—Sí, señor.
Colgó justo cuando Harry regresó.
—No —dijo Harry cuando vio la cara de Louis y el teléfono en la mano—.
¡No! ¿Cómo es de urgente?
Louis sacudió la cabeza.
—Era Griffins.
— ¡Maldita sea, Tomlinson!
* *
* *
* *
No tardó mucho en convencer a Louis para que se quitara la ropa y se
metiera en la ducha con él. Fueron poco a poco mientras dejaban que el agua se
calentara, de pie en medio del cuarto de baño besándose. Harry podía verlos en el
espejo por encima del hombro de Louis. Observó sus manos acariciar la piel de
Louis, dejando rayas rojas detrás que luego desaparecieron. Observó los músculos
de la espalda de Louis, el bíceps con el bulldog en él flexionándose.
Agarró el brazo de Louis y arrastró sus dientes sobre el tatuaje.
—Esta podría ser mi parte favorita.
Louis volvió la cabeza para besar la barbilla de Harry.
—¿Por qué?
—Es lo que eres. –Le besó de nuevo, abrazándolo con más fuerza—.
Eres tú en tu forma meta.
—Harry. —La voz de Louis era áspera en su oído—. No me hables
friki cuando estás desnudo. Hace añicos la ilusión.
Harry se rio y agarró el culo de Louis, apretando con fuerza suficiente
para obligarle a ponerse de puntillas. Lo arrastró hasta la bañera, besándolo
mientras el agua caía a plomo sobre los dos.
—Me gusta verte con tu equipo —dijo Harry contra la mejilla de Louis.
—¿De verdad?
—Es un poco caliente.
Harry inhaló mientras se besaban a fondo, y deslizó los brazos alrededor
de la cintura de Louis para atraer a su amante contra su cuerpo.
Cuando Louis terminó el beso y presionó su nariz contra la mejilla de
Harry, sus dedos se clHannahron con más fuerza, dándole una ventaja casi
desesperada.
—A veces me pregunto quién sería si no fuera por ellos —dijo Louis, su
voz era un murmullo que apenas se elevó por encima del ruido del agua.
Harry tragó saliva. Había jugado a ese juego, y con demasiada frecuencia
parecía la ruleta rusa. ¿Y si no hubiera roto con su familia? ¿Y si no se hubiera
unido al FBI? ¿Y si Kendall no hubiera muerto? ¿Y si no hubiera ido a Miami?
Pero todas esas cosas le
habían puesto en el camino que le había llevado a Louis.
Y el camino de Louis había sido igual de rocoso, pero le había llevado
hasta allí.
—Tú —dijo Harry, con la voz ronca—. Todavía serías tú.
Louis sacudió la cabeza en una negación obstinada, pero besó de nuevo a
Harry sin ofrecer ninguna evidencia para apoyar su creencia.
Cuando se separaron, la desnuda honestidad de lo que quería decir
Harry le dolió. Pero ya era hora de que empezaran a decirse todas esas cosas.
—Nos han pasado cosas, a los dos, cosas horribles que nos cambiaron. Si
quieres contarme, escucharé, o si… — Harry tragó saliva. Sabía que Louis había
soportado cosas peores que él, pero había manchas oscuras en su pasado que no
quería revivir, y mucho menos contárselas a nadie—. Si quieres saber, te lo
contaré.
Las manos de Louis se deslizaron sobre el pelo de Harry y le dio una
palmada antes de besarlo de nuevo. El agua todavía caía con fuerza por su
espalda, corriendo en riachuelos por su rostro.
—Quiero saber.
Harry asintió y deslizó sus manos por la espalda de Louis para
tomarle el culo, luego deslizó una mano entre ellos.
La respiración de Louis tartamudeó. Se relajó contra Harry y lo besó de
nuevo.
Harry envolvió la mano alrededor de la polla de Louis, cálida, húmeda y
firme bajo sus dedos. Harry había estado duro desde que Louis le había tocado,
y empujó contra su muslo, gimiendo mientras bajaba la cabeza para otro beso.
Louis respiraba entrecortadamente contra la piel de Harry, rozaba sus labios
y le calentaba la mejilla mientras se empujaba más cerca. Luego, sus manos estaban
agarrando los brazos de Harry con fuerza y se separaron, Louis le mantuvo a raya
en la bañera. Había una luz familiar en los ojos de Louis cuando lo empujó contra
los azulejos.
Harry levantó la barbilla al tiempo que tocaba la fría pared
resbaladiza con un ruido sordo.
—Dios me encanta cuando bebes.
Louis le besó de manera dura antes de dejar que sus manos
bajaran por el cuerpo de Harry. Cayó de rodillas a sus pies. Harry echó la
cabeza atrás contra la pared. Su aliento salió con un estremecimiento
mientras observaba.
Louis no perdió el tiempo. Rara vez lo hacía, no cuando Harry ya estaba
duro y pidiendo por ello. Se agarró a una de las caderas de Harry con una mano,
tomando la polla en la otra y bombeó mientras dejaba que sus labios chocaran
contra la punta. Miró hacia arriba, lamiendo. Harry entrecerró los ojos y se estiró
hacia él, ahuecó la mano en su nuca y tiró. Louis no le hizo esperar más, pero
obligó a Harry a ser paciente mientras deslizaba sus labios sobre su polla con una
lentitud agonizante. Louis nunca hacía nada lento a menos que estuviera
tratando de volver loco a Harry.
Estaba funcionando.
Harry cerró los dedos de su mano libre en un puño y trató de respirar
de manera uniforme.
Louis extendió la mano libre sobre la cadera de Harry, y por fin, gracias a
Dios, bajó la cabeza para tomarle en la boca. Harry se mordió el labio y cerró los
ojos, concentrándose en la lengua de Louis y la calidez de su polla en esa boca. Un
chasquido desde la habitación se filtró a través de su placer, como si alguien
intentara utilizar una tarjeta que no estaba funcionando. Harry miró hacia la
puerta del cuarto de baño, que habían dejado abierta. Louis no parecía preocuparse
por cualquier ruido mientras trabajaba, tratando de hacer que Harry se corriera tan
rápida y desordenadamente como fuera posible, algo en lo que era singularmente
bueno.
Harry gimió y cerró los ojos, olvidando los sonidos. Había algo demasiado
libertino en Louis de rodillas, con el agua cayendo sobre sus duros músculos y piel
suave, la polla dura deslizándose entre sus labios, obligándolos a separarse para
encontrar la lengua. Encima de todo, Louis le miró a los ojos, y luego bajó la
cabeza hacia adelante, tomándolo hasta la parte posterior de la garganta,
enterrando su nariz contra la ingle de Harry y tirando de él cerca como si no
pudiera metérsela lo bastante profundo.
Harry sofocó una maldición y su estómago se apretó. No tenía ningún
control alrededor de Louis; nunca lo tenía y nunca lo tendría.
Tomó su cabeza con las dos manos y bombeó las caderas, sintiendo como la punta
de su polla forzaba su camino más allá de la lengua para golpear la parte posterior
de la garganta. Soltó un gruñido quejumbroso cuando Louis se echó hacia atrás,
tiró de su cabeza hasta que le dejó empujar de nuevo. Harry nunca sabría cómo
diablos lo hacía sin sufrir náuseas. Él había estado practicando, pero todavía no
podía. Lo que sí sabía era que había muy poco de lo que disfrutara más que de
disparar una carga en la boca de Louis y observarle tragar. Louis siempre
canturreaba cuando le hacia una mamada, y gimió cuando tragó.
Medio se dobló en reacción cuando comenzó el temblor, se agarró al
hombro de Louis y empezó a correrse con los dientes apretados.
Pero Louis no tragó esta vez. Se echó hacia atrás lo suficiente, sostuvo la
cadera de Harry contra la pared de la ducha con una mano para que Harry no
pudiera perseguir su boca, y lo bombeó con la otra mano, dejando que el semen le
salpicara por la barbilla y el cuello. Le manchó la piel y Harry pudo verlo gotear
por su garganta, resbalando por su labio inferior. Hizo que su clímax fuera más
intenso, como si estuviera marcando su territorio. Ahogó una maldición mientras
el calor que le inundaba le dejaba mareado.
Louis siguió así hasta que no quedó nada excepto los quejidos de Harry,
luego dejó que Harry se apartara y le miró, se lamió los labios y se pasó la palma
sobre la barbilla. Harry pasó los dedos por esos labios antes de tocar bajo la
barbilla, deseando que se levantara.
Louis se puso de pie, se hundió en el beso que Harry había ordenado con
alarmante obediencia. Se apretó contra él y flexionó las caderas mientras
profundizaba en otro beso más exigente. Harry podía saborear su semen en los
labios de Louis. Este estaba duro contra él.
—Eres demasiado caliente para tu propio bien —dijo Harry entre
dientes.
Louis hizo un sonido de frustración en la boca de Harry.
—Dios, las cosas que quiero hacerte en este momento. Harry
asintió, mordiendo el labio inferior de Louis.
—Hazlas. —Alcanzó la polla de Louis y apretó.
Las manos de Louis encontraron su camino en el pelo de Harry y siguió
besándole, sosteniéndolo allí por sus rizos húmedos mientras Harry lo acariciaba.
—La próxima vez que hagamos esto, te voy a inclinar sobre ese balcón
—dijo Louis. Su voz tan tensa y tirante como su cuerpo.
Mordió el labio de Harry, no con bastante fuerza como para herir, pero
si lo suficiente para que supiera que lo haría.
—Vamos, Louis. Vamos a verte correrte. Eres tan jodidamente
magnífico cuando te corres.
—Jesús, Harry, deja de hablar —dijo Louis entre dientes. Harry se
rio. Oyó otro sonido de la habitación y volvió la
cabeza para mirar hacia la puerta.
—¿Has oído eso?
Louis gruñó.
—No. —Limpió el semen de Harry, siguió deslizándose por su cuello y
pecho, lo recogió en la palma y sustituyó la mano de Harry en su polla por la
propia. Harry se inclinó hacia atrás, esperando el tipo de espectáculo en el que
Louis era tan bueno, pero luego este tiró de su hombro y le dio la vuelta. El pecho
de Harry golpeó los azulejos cuando Louis se presionó contra él por detrás.
—Joder, Louis —jadeó Harry con voz entrecortada al darse cuenta de lo
que estaba a punto de conseguir—. Dios, sí.
La polla de Louis ya estaba empujando hacia él, los labios en su cuello, su
cuerpo duro y húmedo contra el suyo. Luego, la punta de la polla, resbaladiza con
el semen de Harry, presionó contra los músculos tensos de su culo. Harry empujó
las caderas hacia atrás y Louis empujó contra él, la punta resbaladiza se deslizó
entre las piernas de Harry. No entró a pesar de que estuvo cerca.
Louis llevó una mano sobre la boca de Harry y hundió el rostro en su
hombro. La otra mano le rodeó el torso. Empujó sus caderas contra el culo de
Harry, usando el semen para lubricar el camino, usando el cuerpo de Harry para
la fricción que necesitaba.
Gruñó contra su hombro y arrastró los dientes sobre su piel, apretando la
mano mientras se corría. Harry podía sentir el semen de
Louis deslizándose sobre su culo aun cuando continuaba empujando contra él.
Estaba haciendo un trabajo sucio mientras el agua caía sobre ellos. Se quedó
sin aliento y le debilitó las rodillas.
Harry estiró una mano hacia atrás y la pasó por las costillas de Louis.
Cuando Louis finalmente dejó de moverse, dejó que su mano se apartara de la
boca de Harry y le giró la cabeza para un beso lento y lánguido.
—Ahora vamos a ver qué demonios era ese ruido –dijo Harry entre
dientes tan pronto como pudo.
—No eres exactamente Casanova, ¿verdad? —Louis lo besó de nuevo,
lamiendo sus labios—. Pero si insistes.
Se apartó y dejó a Harry en la ducha para limpiarse. Cuando Harry
finalmente se unió a él, lo encontró al pie de la cama, todavía chorreando agua,
mirando una pila de toallas dobladas.
—¿Era la camarera? —Preguntó Harry.
—Parece. Vaya manera de arruinar el zumbido post-orgasmo con
paranoia, Styles.
Harry se rio. Dio un paso detrás de Louis y le envolvió en la toalla que
tenía alrededor de los hombros, apretándose contra su espalda. Le besó en el
cuello.
—Déjame compensarte entonces.
Capítulo 3
Harry no había oído su nombre real en casi seis meses. Dos semanas
después del funeral de su esposa, había pedido un nuevo destino, parte de él con
la esperanza de que un cambio de escenario pudiera hacer que tuvieran menos de
matarse, y la otra parte con la esperanza de que con una misión peligrosa no
tendría que hacerlo él mismo. Había estado encubierto en Miami desde entonces,
nada más que pura suerte y un sentido excesivamente desarrollado de la justicia le
mantenía vivo. Quería ver a estos hijos de puta encerrados y haría lo que fuera
necesario.
Cuando llegó por primera vez a Miami, descubrió que era difícil dormir,
una combinación de nerviosismo por el trabajo y echar tanto de menos a su
esposa que se sentía como si su alma se estuviera muriendo. Había empezado a
beber para combatir los sueños.
Unas pocas semanas después de eso, había empezado a tomar estimulantes
para combatir las resacas, e incluso a veces en un intento de imitar la sobriedad.
Encontró que funcionaba para su tapadera y al mismo tiempo embotaba y afilaba
su mente hasta el punto de que en lo único que pensaba era en el caso que le
ocupaba, como una linterna para su cerebro. Haría cualquier cosa para sacar de su
mente a la mujer que había perdido, la vida que había perdido.
Su vida se había convertido en un acto en la cuerda floja, y cada
respiración le llevaba más cerca de la muerte. Había empezado a hacer apuestas
sobre lo que le mataría primero: el alcohol, las drogas o el cártel. Esta noche había
una velada, era para celebrar el éxito de un trato en el que Harry había
colaborado. También había mandado los detalles a su supervisor y vivía con el
temor de ser
descubierto.
El jardín de la azotea en el centro de Miami había sido requisado por el jefe
de Miami, y no se había ahorrado en gastos para entretener a sus nuevos socios de
Colombia. El alcohol y la heroína fluían libremente, mezclado con drogas de
diseño multicolor y bebidas azules de neón que parecían anticongelante y sabían a
eso también. Acompañantes caros, tanto masculinos como femeninos, vagaban por
la multitud, ofreciendo sus servicios.
—Xander —dijo un hombre mientras se acercaba a Harry. Harry sonrió y se
volvió hacia su jefe, acostumbrado al nombre falso. Su jefe tenía una mujer en cada
brazo, ambas sonrientes y hermosas, sus ojos repasaron a Harry de arriba abajo—.
Tengo tu bono anual
—dijo el Jefe con una mueca de soslayo a una de las mujeres. Harry la miró, y su
estómago se revolvió ante la idea de llevar a otra mujer a la cama.
—Gracias, Jefe. Pero no, gracias.
— ¿Qué pasa? —Preguntó el Jefe—. ¡Sus tetas son perfectas y el culo es
sublime! —Palmeó el culo de la acompañante y lo demostró.
Harry se rió y asintió con la cabeza, aunque su mente seguía girando
desesperadamente.
—Jefe, creo que tal vez yo no soy su tipo —dijo la mujer con un puchero.
Harry estaba asintiendo antes de poder pensarlo dos veces,
aferrándose a esa excusa como a un salvavidas.
El Jefe se puso a reír y golpeó el hombro de Harry. Se lo llevó con él hacia
una esquina donde la gente estaba sentada bebiendo y riendo, algunos tirados en
los sillones, otros posados en los muebles, mostrando sus productos para
cualquier persona interesada.
— ¡Elige tu propio premio, Xander! Diviértete esta noche, ¡te lo mereces!
—dijo el Jefe al dejarlo allí y regresar con las dos mujeres que iba a tomar él
mismo.
Harry le vio alejarse, con una ceja enarcada cuando se dio cuenta de que a
nadie le importaba a quien llevara a la cama esta noche, siempre y cuando no
aguara la fiesta de nadie. Miró hacia la
barra libre, con toda la intención de beber hasta entrar en un estado de estupor y
desmayarse en una de las tumbonas alrededor de la piscina.
Atrapó el perfil de un hombre en su visión periférica y rápidamente se
volvió para encontrarlo. Por un breve momento, habría jurado que era el hombre
que había visto en Nueva Orleans hacía tantos meses. Cuando le vio de nuevo, se
dio cuenta de su error. El parecido era sorprendente, sin embargo, y mientras
miraba, el acompañante le llamó la atención y le dio una sonrisa lenta.
Por primera vez en meses, esa sonrisa agitó algo en él. Tragó saliva,
reconociendo la misma sensación que había notado en Nueva Orleans cuando el
cantante con bombín le había guiñado el ojo.
El hombre se estaba abriendo paso a través de la multitud, los ojos en
Harry, la sonrisa todavía suave e invitadora. Harry se humedeció los labios
mientras se acercaba, notando la forma en que se movía a través de la multitud,
apreciando los hombros musculosos.
Sí, sin duda se sentía atraído por él.
El hombre se detuvo frente a él, y Harry se lo quedó mirando, incapaz de
conseguir que su mente empujara más allá de las drogas y el alcohol que nublaba
sus pensamientos.
— ¿Te conozco? —preguntó Harry finalmente.
— ¿Te gustaría?
Harry asintió. El hombre se acercó y tomó su mano.
* *
* *
* *
Louis se protegió los ojos del sol y miró a los hombres cargar el camión
con cajas sin marcar.
Turner se acercó a su lado, con el uniforme y listo para salir.
— ¿Dónde está tu escolta? —Preguntó Louis.
—Vamos a hacerlo a la luz en este caso.
—Gilipolleces. —Louis se volvió hacia Turner, los ojos cada vez más
abiertos—. Hay una tormenta de mierda a diez clics de aquí. No puedes entrar ahí
sin una escolta.
Turner sacudió la cabeza.
—El mayor no está de acuerdo. —Se alejó en dirección al vehículo de
transporte pesado.
—Chas —dijo Louis entre dientes mientras se lanzaba para agarrarle
del codo y detenerlo. Ambos miraron alrededor para asegurarse de que nadie
estaba mirando—. Tengo un mal presentimiento sobre esto. Joder, llévame
contigo, alguien que no sea un maldito movedor de papel con una pistola de
juguete.
Turner sacudió la cabeza y miró hacia otro lado. Louis empujó el brazo en
señal de frustración.
—Cuidado, sargento —dijo Turner en un susurro áspero—. No es mi
llamada, ¿de acuerdo? No estás listo para esto.
— ¿Por qué no?
—No puedo decírtelo, no has sido informado —dijo Turner entre los
dientes apretados.
—Entonces infórmame y llévame contigo para vigilar tu espalda.
Turner entrecerró los ojos.
—Torre, cálmate, ve dentro con tus muchachos. Volveré mañana y
entonces podrás sacármelo del culo.
Louis resopló por la nariz como un toro furioso. Turner le dio una
palmadita condescendiente en la mejilla antes de alejarse.
—Hey, capitán –gritó Louis.
Turner se detuvo y se volvió, levantando una ceja.
— ¿Hay alguna razón para que tengas que ser tan idiota todo el tiempo?
Turner se humedeció los labios y se acercó, mirando a su alrededor para
asegurarse de que estaban teniendo una conversación privada.
—Porque —dijo en voz baja mientras se acercaba—. Ser un
idiota todo el tiempo te permite saber que cuando me paro aquí y te digo Te amo,
lo digo jodidamente en serio.
Louis se quedó boquiabierto. Turner puso un dedo bajo la barbilla y le cerró
la mandíbula.
—Ahora. Quédate aquí y reflexiona sobre eso, cuando vuelva hablaremos.
Louis asintió y lo vio salir.
—Cuida tu maldita seis —dijo. Turner le dio un saludo engreído
por encima del hombro, pero no se volvió.
Dos días más tarde, Louis estaba con Nick O'Flaherty y Elías Sánchez y
observaron venir al camión. Mantuvieron la distancia con los otros chicos Recon,
centinelas silenciosos mientras los hombres descargaban los cadáveres.
—Lo siento, Tomlinson. Sé que erais amigos –dijo Nick
finalmente.
Louis asintió, incapaz de hablar por la opresión en la garganta.
—Si nos hubieran dejado escoltarlos —murmuró Sánchez—. Que puto
desperdicio.
Se dieron la vuelta y se dirigieron a los barracones, pero Louis se quedó,
observando en silencio mientras ponían el cuerpo de Chas Turner en un ataúd de
madera y lo cerraban.
* *
* *
* *
Nick y los demás estaban en la sala de espera, reclinados entre los enfermos
y heridos, cuando Harry se unió a ellos. No tenía idea de cómo proceder. No
quería estar alrededor del Equipo Recon de Louis sin él por allí como amortiguador
y ciertamente no quería ir a la Policía de Nueva Orleans y decirles que su amante
había sido maldecido por el vudú y quería que lo investigaran. En ese momento,
deseó que Louis nunca hubiera respondido a esa llamada de teléfono en Baltimore.
— ¿Cómo le va? —Preguntó Kelly.
Harry hizo una mueca y se encogió de hombros.
—Estará bien. Le tienen drogado. Ahora sólo tiene que esperar,
supongo.
—Lo único que más odia Louis —reflexionó Digger—. Esperar. Que
poético.
—Eres un hombre enfermo, D.
—Él arruina cada viaje…—murmuró Nick. Sonrió a Harry— ¿Qué
hacemos sobre la cosa del yuyu?
— ¿Qué cosa yuyu? —Preguntó Owen. Digger
le empujó.
—Ya sabes, ese vudú que haces.
Owen apartó las manos de Digger.
—Para, ¿qué te pasa?
—Louis encontró una de esas bolsas gris-gris debajo de la
almohada esta mañana —explicó Nick.
— ¿Cómo la de la chica muerta? —Preguntó Owen.
—Cree que está maldito.
—Quiere informar a la policía —dijo Harry con una mueca. La bolsa estaba
en el bolsillo y la sacó para mirarla.
— ¿Quiere informar a la policía que ha sido maldecido? –La voz de Owen se
volvió seria.
Nick se puso de pie y se estiró.
—Voy a jugármela y suponer que consiguen mucho de eso por aquí.
— ¿Entonces qué hacemos? ¿De verdad vamos a llamar a la policía? —
Preguntó Kelly, sonriendo. Todos ellos estaban mirando a Nick para tomar la
decisión. Harry suponía que era su hábito, ya que Nick había sido el segundo al
mando en el equipo.
—Él tiene razón en algo. La chica muerta tenía una bolsa de vudú y quien
quiera que pusiera esa mierda en la habitación de Louis fue lo bastante
resbaladizo para entrar y salir sin que él o Harry lo notaran.
— ¿Entrasteis tropezando en la habitación metiéndoos mano?
—Preguntó Owen.
Harry le miró un segundo antes de decidir que no merecía una respuesta.
—De todos modos…—dijo Nick en voz alta— Voy a llamar al número que
me dejaron cuando di mi declaración anoche. Vamos a decidir si quieren seguirlo
como pista.
— ¿Qué vas a hacer sobre Louis? —Preguntó Harry.
— ¿Qué pasa con él?
—No puedes dejar que la policía venga aquí y le entreviste. Pueden
reconocerlo.
Nick miró hacia las puertas, mordiéndose el labio.
—No podemos informar sin él.
— ¿Tenemos que informar? —Preguntó Kelly.
—Louis está drogado hasta el culo en este momento, ¿no podemos
simplemente decirle que llamamos y ya está? —dijo Digger.
Nick le miró fijamente durante un largo momento, y luego se encontró
con los ojos de Harry con un encogimiento de hombros.
—Funciona para mí.
Harry puso los ojos en blanco.
—Estaríamos ocultando pruebas en una investigación de homicidio.
—Es eso o meter a Louis directo en un montón de preguntas sin
respuestas.
— ¿Cómo sabemos que esta cosa bolsa está conectada?
—Preguntó Owen—. ¿Vamos a aceptar la evaluación de Louis? Porque ni siquiera
vio la otra.
—Un punto válido —dijo Kelly—. También está grogui. Quiero decir…
¿todos recordáis la última vez que se colocó? —Se echó a reír, luego se calló en
seco y compuso la expresión cuando nadie más se rio con él.
Nick tenía las manos metidas en los bolsillos, sin reaccionar mientras cada
hombre ofrecía su opinión. Miró a Harry otra vez. Este se encontró asintiendo.
Estaba cansado de verse envuelto en problemas que no eran suyos.
De inmediato se castigó a sí mismo.
La verdad y la justicia eran parte de su trabajo. ¿En qué diablos estaba pensando?
Si la bolsa tenía alguna posibilidad de ser vinculada con el asesinato de la chica, tenía una
responsabilidad de informar, no sólo como agentes de la ley, sino también como seres
humanos.
Nick pareció leer su expresión, y no era la primera vez que lo había hecho
desde que lo había conocido.
El hombre era perceptivo.
—Bien. Tú y yo iremos y la entregaremos. Si podemos
mantener su nombre fuera de esto, lo haremos. Si no… tal vez podamos
utilizar la cosa FBI para pasar. ¿Tienes tu placa?
—Sí. ¿Qué hay de Louis?
—Nos quedaremos aquí. Nos aseguraremos de que no se muera –
ofreció Kelly, sonriendo ampliamente.
—Eso es… reconfortante, gracias –respondió Harry. Kelly se
encogió de hombros.
—Hago lo que puedo.
* *
* *
* *
2000. Localización clasificada
* *
Nick estaba esperando cuando se abrió la puerta, pero Harry pasó junto a
él cuando trató de detenerlo. Tuvo que correr para mantener el ritmo de los pasos
airados de Harry, y se sintió como un cachorro saltando junto con su amo
mientras trataba de mantenerse al lado del hombre que bajaba por el pasillo.
—Sé que estás enojado, hombre, yo también. Pero Louis guarda secretos,
eso es lo que hace. Eso es para que lo que está entrenado.
—No tienes que defenderlo…—gruñó Harry— ¿Eso es lo que has hecho
durante veinte años? ¿Defender a Louis? Debes estar malditamente agotado…
—Sí, m{s o menos…—Nick alargó la mano y tomó el brazo de Harry—
¿Irías más despacio? Jesús.
Harry se detuvo y se volvió hacia él. Nick podía decir que tenía unos dos
segundos para presentar su caso.
—Mira, no voy a entrar en esto, ¿vale? Cualquier cosa que dijera allí, es
entre tú y él. Pero conocí a Liam Payne. Y si Louis dice que está tratando de
hacerte daño, yo le creo. No vayas por ahí solo sólo porque estás cabreado.
Harry puso los ojos en blanco y resopló. Nick apretó con más fuerza el
brazo de Harry, con tanta fuerza que Harry lo miró fijamente.
—Imagina que estás ahí fuera en esta ciudad, y Louis está
cazándote —dijo Nick.
Las fosas nasales de Harry se dilataron y sus ojos se
oscurecieron.
—Ahora imagínalo más inteligente. Más rápido. Imagínalo más implacable y
con menos que perder. Ahora imagina a ese Louis, quiere venganza. No sé a ti, tío, pero
a mí eso me asusta bastante.
Harry tragó saliva. Pareció enfadado un momento, pero luego
asintió.
—Entiendo tu argumento.
— ¿Me dejas que vaya contigo?
Harry se quejó y miró por el pasillo a la puerta de su habitación.
—Déjame seguirte entonces –intentó Nick—. Nunca sabrás que estuve
allí y te vigilaré tus seis mientras haces lo que sea que necesites hacer para
enfriarte.
Harry se rió y finalmente apartó el brazo de las manos de Nick.
—Sólo déjame en paz, ¿de acuerdo?
Se alejó antes de que Nick pudiera discutir. Nick se quedó allí le observó
irse durante unos segundos, desgarrado. Confiaba en Louis cuando decía que
Harry era el objetivo, pero no podía y no quería seguir al hombre si Harry se
negaba a permitirlo. Se libraría de él con facilidad, y al final Harry era responsable
de su propia seguridad.
Se dio la vuelta y se dirigió por el pasillo a llamar a la puerta de Louis.
Louis abrió casi inmediatamente. Nick negó con la cabeza en
respuesta a su mirada inquisitiva.
—Maldita sea…—escupió Louis. Se pasó las manos por el pelo y se paseó
por la habitación.
Nick abrió la puerta para Kelly y Digger, que habían estado fuera, a la
espera de ver lo que sucedería a continuación. Owen se había ido. Se metieron
en la habitación de Louis, reuniéndose a su alrededor.
— ¿Qué hacemos? —Preguntó Digger.
Louis tenía las manos en las caderas y la cabeza baja. Se veía pálido y
demacrado, y Nick pudo ver que no estaba funcionando a toda máquina
todavía.
Pero los años de entrenamiento les habían obligado a buscarlo a él primero.
Louis sacudió la cabeza.
—Yo… no lo sé…
Nick lo miró durante un largo momento, y cuando se hizo evidente que
Louis no estaba funcionando, Nick se aclaró la garganta.
—Podemos salir de la ciudad. Pero tengo el presentimiento de que Payne
no está aquí porque no pueda encontrarnos en casa. Está
aquí porque nos quiere a todos juntos. Nos quiere aquí. Y sabía que estaríamos
aquí.
Kelly se encogió de hombros.
—Estoy de acuerdo, pero ¿cómo?
—Sánchez –dijo Digger— Sabía que nos juntaríamos para el cumpleaños
de Sánchez.
—Lo que significa que también tiene los recursos para saber que Eli está
muerto, y que Digger está confinado en el estado…—murmuró Louis— O está
en viaje de negocios de la compañía o está usando esos recursos y ha salido de
la reserva.
— ¿Qué tiene que ver con la bolsa gris-gris? —Preguntó Digger —
¿De verdad crees que mató a esa chica anoche?
Nick frunció el ceño. Louis hizo una mueca y se encogió de
hombros.
—Entrar furtivamente como criada y dejar las toallas en la cama es un
poco descuidado para Payne…—dijo Kelly.
Louis levantó una mano.
—Nos estamos dispersando…—Se frotó la cara, masajeando entre sus
ojos.
— ¿Por qué acercarse a Harry primero? —Preguntó Digger— No podía
saber que encontrarías esa nota, o que Harry te contaría lo de verle. ¿Cuál es su
juego?
—Todo es un juego para él. Es como el ajedrez.
—No juegas al ajedrez…—dijo Nick.
— ¡Sí, gracias! —Ladró Louis. Nick
se encogió de hombros.
—Tenemos que ocuparnos de esto, aquí, en este momento
—dijo Louis— Ya que estamos todos juntos….
Nick asintió. Sabía que no podría sentirse seguro regresando a Boston con
un hombre como Liam guardando rencor.
— ¿Qué hay de Harry?
Louis vaciló, respirando más rápido.
—Le enviaré a casa…
— ¿Va a escuchar?—Preguntó Kelly, dudoso— Es bastante comprensible
que esté enojado.
Nick resopló.
—Louis. No va a dejarte aquí, en peligro, incluso si está cabreado contigo. Incluso
yo lo sé.
Louis se pasó una mano por los ojos de nuevo.
—Tienes razón…
—Tenemos que traerlo de vuelta…—dijo Nick— Usarlo como nuestro
sexto.
— ¿Está preparado para eso? —Preguntó Digger. Louis se
enderezó y lanzó una mirada a Digger.
—Le confío mi vida todos los días. Está preparado para cualquier cosa que
le arrojemos.
Digger frunció los labios.
—Bien. Entonces a buscarlo.
Louis gruñó.
—Y vosotros dos id a buscar a Owen y arrastrar su culo de vuelta aquí.
Kelly y Digger asintieron y se giraron, casi sincronizados en sus
movimientos. Había algo cómodo en hundirse de nuevo en la uniformidad, en
esa cadena de liderazgo y confianza.
Nick observó a Louis hurgar en los pantalones vaqueros de Harry, en
busca de algo.
— ¿Y yo?
—Quédate aquí. Si alguien no está de vuelta en una hora eres la
caballería. Enciende el GPS de seguimiento en los teléfonos.
—Genial…
Louis se puso de pie, sosteniendo una chapa de sobriedad de bronce. El
padre de Nick tenía docenas de ellas en un cajón en casa.
— ¿Harry?
Louis asintió, con aspecto sombrío y angustiado.
—Podría necesitarla…
— ¿De verdad? ¿Tan rápido se rinde?
Louis le miró un momento, pero luego tragó con fuerza.
—No…–susurró— No, no lo hace. —Se dirigió a la puerta y estaba casi
fuera de la habitación cuando Nick le llamó.
— ¡Coge la chapa!
Louis maldijo y regresó a su maleta para rebuscar en ella.
— ¿Seguro que estás bien para hacer esto? Puedo ir yo y traerlo de vuelta.
No he estado con un goteo de morfina durante todo el día y no está tan cabreado
conmigo como contigo.
Louis comprobó el cargador de su arma de servicio y la cargó, luego la
metió en la parte trasera de sus pantalones y la cubrió con su camisa de franela.
Nick le observó con una creciente sensación de inquietud. Sus
movimientos no eran medidos, su mente estaba en otro lugar.
—Louis…—susurró.
Louis se limitó a sacudir la cabeza.
—Louis, no estás preparado…
—Lo estaré…—gruñó Louis— Unas pocas horas para que
despejar los medicamentos y estaré bien…
—Louis, te lo digo como amigo. No estás listo, medicamentos o no.
Louis se volvió para mirarlo a los ojos.
—Liam Payne. Él es la única persona que conozco que era tan bueno
como tú. Y ahora mismo, es mejor que tú.
Louis respiró con dureza y apartó la mirada.
—Lo sé —dijo, dirigiéndose a la puerta— Siempre lo fue.
* *
No había manera de encontrar un lugar tranquilo en el Barrio Francés,
sobre todo cuando la mitad de los juerguistas llevaban enormes sombreros de
Pascua, orejas de conejo y capas de cuentas.
Harry se había desviado hacia las afueras del Barrio, en busca de un
terreno familiar. Sus pasos trataban de seguir los del pasado, tratando de
encontrar ese pequeño bar que Kendall y él habían visitado hacía mucho tiempo.
Sin embargo, su memoria no le llevó allí, por lo que se conformó con una
pequeña taberna en una calle
lateral con mesas vacías.
Su mente estaba dando vueltas, hirviendo, repitiendo la mirada en los ojos
de Louis cuando se negó a decirle a Harry lo que se estaba guardando.
Llevaban viviendo juntos durante un año. Amantes durante casi dos. Compañeros
más que eso. La idea de que Louis hubiera sido capaz de esconderle algo de él, con tan poco
esfuerzo, era asombroso. Y podía sentir que había algo peor, al acecho.
Este asunto con Liam Payne era sólo parte del mismo.
Cuando llegó al bar, todo su cuerpo temblaba de rabia y
adrenalina. Ordenó un whisky y tomó el vaso para sentarse en la
mesa de la esquina.
Lo colocó frente a él.
Un reto. Una prueba de lo lejos que había llegado.
Había hecho todo en el último año por Louis, tratando de ser digno,
tratando de ser un hombre mejor y más saludable. Había luchado contra la
abstinencia que había sacudido su cuerpo y la necesidad empalagosa que llenaba
su mente cada mañana cuando se despertaba, todo para demostrarse a sí mismo
que merecía ser feliz, que merecía el amor de Louis.
¿Acaso Louis había valido la pena?
Se quedó mirando el vaso de whisky, dejando que la atracción se
envolviera alrededor sólo para ver lo fuerte que era ahora.
Louis se dejó caer en la silla vacía frente a él, haciendo vibrar la mesa. El
whisky en el vaso de Harry se derramó. Lo miró fijamente, sin levantar la vista
para encontrarse con los ojos de Louis.
—Por favor, no hagas esto, Harry…
—Vete, Louis…—dijo Harry, sin levantar la vista del vaso.
—Has trabajado tan duro para superar eso, no hagas esto ahora. Así
no…
Harry lo fulminó con la mirada.
— ¿Quién diablos eres para decirme algo?
Louis retrocedió como si Harry le hubiera pegado, pero cuadró los
hombros y la barbilla sobresalió.
—Soy tu compañero. Y tú amigo. Y te amo…
—Eres un mentiroso.
—Tienes razón. Y puedes odiarme si quieres, pero eso no
cambia el hecho de que te amo. Y no voy a quedarme de brazos cruzados
mientras te haces esto a ti mismo por mí causa.
Harry le miró, pero el dolor en la boca del estómago se superpuso a la ira.
Volvió a mirar al vaso, todavía lleno de whisky.
Louis se acercó y golpeó algo sobre la mesa. Cuando movió la mano,
apareció la chapa de un año de sobriedad de Harry.
Harry la miró, luego transfirió su mirada a Louis.
— ¿Crees que la necesito?
Louis se encogió de hombros, mirando fijamente la copa.
—Realmente soy tan débil, ¿verdad?
Los ojos de Louis se mantuvieron estables y oscuros mientras se miraban
el uno al otro, ninguno de los dos pestañeó.
—No eres débil, Harry…—dijo Louis— Pero todos necesitamos ayuda
alguna vez.
—Y ahora tú necesitas mi ayuda, ¿verdad? Para lidiar con ese tipo, Liam Payne,
ese tipo de tu pasado del que nunca ibas a contarme nada. Está bien que me mientas, que
me ocultes cosas pero cuando necesitas una pistola de repuesto, oh, ve a buscar a Harry al
bar…
—No te pongas de mal humor, no te va…
—Que te jodan, Louis.
Louis resopló y finalmente apartó la vista.
— ¿Vienes conmigo? ¿Nos ayudas a entender esta basura?
— ¿No vas a coger el primer avión a casa? —Louis sacudió la cabeza—
¿Te vas a quedar aquí?
—Aquí estamos todos juntos. Sabemos dónde está. Ha perdido el elemento sorpresa
y somos más fuertes.
Harry asintió.
—Bien.
Louis dio una breve inclinación de cabeza y empujó la silla hacia atrás para
levantarse.
—Con una condición…—agregó Harry.
Louis se echó hacia atrás, resignado.
—Cuéntamelo todo. Estás ocultando algo, algo grande, y quiero saber
que es. Y si me dices que Está clasificado, voy a romperte este vaso en la cara. Y
luego estaré en el primer avión a
casa.
Louis permaneció inmóvil, sin ni siquiera parpadear. Harry tuvo que luchar
por encontrarse con su mirada. Rara vez veía a Louis tan quieto. La última vez
había sido en una tormenta de nieve, cuando Louis había negado estar en París
cuando estaba claro que había estado.
Era cuando contaba las cosas. Dejaba de moverse cuando mentía.
— ¿Realmente me vas a obligar a soltarlo? —Louis gruñó al cabo de unos
segundos.
Harry solo asintió.
Louis se inclinó hacia delante, mirando el tablero de la mesa. Tomó
una respiración larga y profunda.
—Est{ bien…—susurró, perdiendo el borde duro de su voz. Miró a
Harry, sus ojos oscuros a la débil luz. Sus nervios debían haber sido
contagiosos, porque el estómago de Harry estaba revuelto— Después del caso
del Tri State, después de que fueras sacado de Miami, Richard Griffins me
asignó como tu compañero para poder protegerte…
Harry entrecerró los ojos.
— ¿Qué?
Louis rodó los hombros y metió una mano debajo de la mesa. Harry sabía
que estaba frotando la palma sobre el muslo para disipar el impulso de moverse
inquieto, pero también sabía que Louis tenía una pistola allí debajo, y la mano de
Louis siempre rondaba cerca de su arma cuando estaba asustado.
—El c{rtel Vega…—dijo Louis.
Harry se enderezó.
— ¿Cómo sabías que estaba encubierto con ellos? ¿Has leído mi archivo?
—No. Me lo dieron como parte de mi información, pero no lo leí.
—Tu información. ¿De qué estás hablando?
—Harry... durante el último año y medio, has sido mi misión.
El mundo pareció detenerse alrededor de ellos. Los sonidos se
desvanecieron. Los dolores en el pecho de Harry eran los latidos
trabajosos de su corazón mientras trataba de asimilar lo que Louis le estaba
diciendo.
—Eres… eres, ¿qué, mi guardi{n? ¿Eres mi protección personal, con
mamadas gratis?
—Basta…—gruñó Louis— El cártel Vega descubrió que tenían un infiltrado
trabajando dentro de ellos. Te sacaron antes de que pudieran llegar a ti. Han
tenido tentáculos por toda la agencia desde entonces. Conocen tu aspecto. Si
averiguaran tu identidad o localización, habrían ido a por ti, y habrían llegado con
fuerza. Casi cada vez que Griffins me llamaba para un trabajo, era para desviarlos.
—Oh, Dios mío…—jadeó Harry— Eres el que ha estado causando
estragos en Miami…
Louis levantó la cabeza, con una expresión cautelosa. Harry
no podía respirar.
—He estado siguiendo los informes. Alguien está eliminando a gente de
Vega a diestro y siniestro, nadie sabe quién ni por qué. Incluso La Oficina está tras
ese tipo. Pero eres tú…
—Sí…—susurró Louis.
—Jesús…
Harry intentó lidiar con ello, la imagen de Louis yendo furtivamente a
Miami, a cazar gente, aterrorizando a los peldaños más bajos del cártel, dejando
cuerpos destrozados atrás, obligando a los hombres a arrodillarse y meterse balas
en la cabeza para dejar temor y sospecha a su estela.
El hombre con el que se metía en la cama todas las noches, el hombre que le
abrazaba, el hombre con el que hablaba de las pesadillas, era el mismo hombre que hacía
eso.
—No me mires así, Harry…–rogó Louis.
Harry tenía problemas para conciliarlo con el hombre que conocía.
—Estás diciendo que has hecho todo eso para cubrir mi culo…
—Sí…
—Por eso Griffins te permitió salir corriendo a Texas tan rápido, ¿verdad?
Pensó que estaba relacionado.
Louis asintió.
Harry jadeó.
—Tú… he sido tu objetivo.
—No, Harry.
Harry se llevó la mano a la boca porque no era capaz de obligarse
a cerrarla. Le temblaban los dedos contra la cara.
—Harry…—dijo con dureza.
— ¿Todo esto ha sido una especie de gran engaño? —Se ahogó—
¿Una manera fácil de acercarte a mí y vigilarme?
— ¡Sabes que no es verdad! ¿Vas a dejar que te explique sin ponerte
dramático?
— ¿Dramático? ¿Me estás diciendo que toda nuestra relación se basa en lo
que salió de alguna rueda de información y yo estoy siendo dramático?
Louis levantó una mano para calmarlo, que sólo sirvió para
enojarlo más. Louis no tenía derecho a tratar de calmarlo ahora.
— ¡Has tenido casi dos putos años para explicarlo, Louis! Pero no dijiste ni una
maldita palabra, simplemente seguiste como si eso no fuera a destruirnos cuando saliera.
— ¡No podía decírtelo!
Harry dio un puñetazo sobre la mesa. El whisky se derramó sobra la
superficie marcada.
— ¡Gilipolleces! ¿Por qué demonios Dick te haría protegerme de algo y no
contarme que estaba en peligro? ¡No tiene sentido!
Louis se encogió y bajó la cabeza, y luego levantó las dos manos y las puso
sobre la mesa, entrelazando los dedos. Harry le había visto hacerlo un montón de
veces cuando estaba nervioso.
Pero ahora no le importaba que estuviera nervioso. Le quería nervioso. Quería que
el hijo de puta se retorciera en su asiento, porque su mundo se había derrumbado
repentinamente para revelar nada más que un suelo de cristal debajo de él.
Cuando Louis habló, su voz era tranquila, pero Harry pudo
escuchar el temblor en ella.
—No podía contártelo porque mi segundo objetivo era asegurarme de que
no habías sido comprado…—Levantó la vista para encontrarse con los ojos de
Harry.
Las implicaciones le dejaron sin aliento, Harry se mareó. Griffins
había puesto a Louis sobre él para asegurarse de que no se había convertido en el
topo del cártel, para asegurarse de que no había traicionado a la agencia. Todos
esos años, Richard Griffins había sospechado que era un traidor, que trabajaba
para el cártel que casi se había matado para destruir. El hombre que había
pensado que había luchado por su carrera, que le había salvado y empujado a
través de rehabilitación para que se limpiara, simplemente había estado
esperando a que demostrara ser el enemigo. Y el instrumento de esa traición era
el único hombre en el mundo en el que Harry había confiado implícitamente.
Louis.
La rabia y el dolor fueron tan fuertes y repentinos que Harry se llevó una
mano al pecho para luchar contra la opresión.
—Harry…–susurró Louis.
Harry se tragó el nudo en la garganta y se encontró con los ojos de Louis
otra vez. Era difícil respirar.
— ¿Pensaste que yo era un traidor?
Louis sacudió la cabeza y se inclinó sobre la mesa para tomar la mano de
Harry.
—Te conozco, Harry, sé lo que eres.
Harry apartó la mano y se levantó.
—Entonces, ¿por qué demonios dejaste que continuara? ¡Él te escucharía si
se lo dijeras!
Louis se levantó con él, alargó la mano al hombro. Harry la apartó de un
manotazo, cerrando el puño. Louis levantó ambas manos para tranquilizarlo.
—Era la única manera para…
— ¡Tonterías!
Las cabezas empezaron a girar, la gente les miraba, pero a Harry le
importaba una mierda. Louis miró por encima del hombro.
— ¿Podemos sentarnos? —Preguntó. El tono de voz era el mismo que
utilizaba cuando estaba tratando de coaccionar a alguien para que se calmara. A
Harry siempre le había parecido divertido y extrañamente reconfortante. Ahora,
lo reconoció como una más de las muchas maneras con las que Louis podía
manipular y herir a alguien. Había usado esa voz para suavizar demasiadas
mentiras,
demasiadas medias verdades y demasiadas indiscreciones.
Harry respiró de manera entrecortada y se sentó en el borde de su asiento,
dispuesto a escuchar, pero también listo para saltar si el dolor en el pecho se
volvía más agudo. Louis se sentó con él, manteniendo el contacto visual. Arrastró
la silla más cerca para que sus rodillas se tocaran, y se apoyó en los codos para
estar tan cerca de Harry como fuera posible. El corazón de Harry se aceleró, y
luchó para no extender la mano y tocar la cara de Louis.
Louis se aclaró la garganta, luchando por empezar.
—No podía… no podía decirle a Griffins que estabas limpio.
Harry apretó los dientes y se agarró al borde de la mesa.
Louis habló más rápido.
—Tan pronto como lo supiera, podría haberme reasignado. Podría haberme
trasladado al siguiente trabajo, y no estaba dispuesto a arriesgarme a eso. Lo que
tenemos, Harry, es la mejor cosa en mi vida. Y sé que sientes lo mismo, porque los
dos peleamos duro por ello…
—Luché duro por ti, Louis. Yo te amaba, ¿cómo pudiste esconderme
eso?
Louis se llevó una mano a la boca. Sus dedos temblaban, pero agarró la
mano de Harry, sujetándola con fuerza. Harry intentó soltarse pero Louis se
aferró.
—Porque sabía que te haría daño. No quería herirte, no quería que jamás
supieras que Dick había cuestionado tu lealtad. Estaba esperando, con la
esperanza de poder entregar mi informe final cuando te jubilaras y acabar de una
vez.
Harry sacudió la cabeza. Nunca se había dado cuenta de que era posible
que un corazón se rompiera por muchas razones, al mismo tiempo.
— ¿No querías hacerme daño? Bien, fallaste tu misión miserablemente. Eso es
realmente lo único que te importa, ¿verdad? ¿Misión cumplida?
Louis tensó la mano y bajó la cabeza. Se aferraba a Harry como si fuera a
caer si lo soltaba. Harry recordó la última vez que ambos habían caído; Louis le
había rogado que confiara en él y luego le había
tirado de un edificio. Literalmente.
Y Harry había confiado en él, con su vida, con su felicidad, y finalmente con su corazón.
Durante todo eso, sin embargo, Louis no había confiado en él con un
simple secreto.
Todo su tiempo juntos cruzó por su mente cuando la presión en el pecho
creció. Pasó el dedo pulgar por encima del de Louis, tratando de comprender su
razonamiento, tratando desesperadamente de creer en él.
Los ojos de Louis se sintieron atraídos por el movimiento, el dedo que
llevaría un anillo si sus planes iban del modo que Harry quería.
—Nada sobre nosotros era una mentira…—susurró Louis
entrecortadamente.
Harry había oído eso antes. Nada más era una mentira, Harry. Excepto que
todo había sido una mentira.
—Si me engañas una vez, Louis, la culpa es tuya.
Louis levantó la cabeza, sus ojos suplicantes.
—Si me engañas dos veces... —Harry sacudió la cabeza. Soltó la mano de
Louis.
—Harry, por favor…
Harry cerró los ojos mientras se levantaba.
—Necesito un poco de tiempo, ¿de acuerdo? Yo solo necesito…
Necesito pensar.
—No deberías ir solo…
Harry se volvió y pateó la silla vacía más cercana, enviándola con
estrépito al suelo.
— ¡Siempre he estado solo! —Gritó.
Se alejó antes de que Louis pudiera decir nada más. Harry sabía lo bueno
que era Louis con las palabras, lo fácilmente que podía manipular a alguien para
hacer lo que él quería.
Conocía las armas de Louis, y maldita sea si se permitía ser susceptible a
cualquiera de ellas ahora.
Louis le llamó mientras se alejaba, pero Harry sabía que si se daba la
vuelta, estaría perdido de nuevo en el laberinto de Louis. Se merecía estar
enojado. Se merecía estar herido. No le daría la oportunidad librarse a su manera
de una traición como esta hasta que hubiera
tenido tiempo para pensar.
Necesitaba desesperadamente pensar…
Se abrió paso hasta la puerta y rodeó la esquina antes de apoyarse en la
fachada de ladrillo del edificio y tomar una respiración profunda y
temblorosa.
—Sólo aléjate…—susurró.
* *
* *
* *
Harry y Liam subieron al ascensor del Bourbon Orleans hasta el quinto piso
bajo una paz precaria. Harry lo bastante lejos para poder maniobrar, manteniendo
un ojo sobre Liam a pesar de que el hombre había demostrado ser fiel a su palabra
hasta el momento.
Liam sacudió la cabeza, sonriendo mientras miraba a las puertas.
— ¿Siempre estas paranoico?
—Cuando todavía estoy sangrando por nuestra presentación,
sí.
—Es justo —Liam le miró y le guiñó el ojo.
Harry puso los ojos en blanco.
El hombre era insufrible. No era de extrañar que él y Louis hubieran estado juntos.
Obligó a Liam a moverse delante de él mientras se abrían camino por el
pasillo, y él se quedó atrás fuera de su alcance. Había visto el miedo en los ojos de
Louis cuando dijo que Liam estaba aquí buscando problemas.
Y hombres como Louis no se asustaban fácilmente.
Liam levantó la llave de la habitación que Harry le había dado y la deslizó,
dando un paso atrás cuando la pequeña luz verde se encendió. Harry abrió la
puerta y gritó:
— ¡Vengo con compañía!
Nadie respondió, y Harry asintió a Liam para que entrara. Liam puso
ambas manos detrás de la cabeza y entró en la habitación, Harry se movió detrás
con uno de los cuchillos prestados en la mano.
Tan pronto como Liam entró, una pistola apareció por detrás desde la
esquina, presionada contra la sien de Liam.
—Oh, querido –Liam arrastró las palabras.
Owen Johns se apartó de su escondite y fuera del alcance de Liam con
una velocidad practicada, manteniendo la pistola apuntándole.
Harry gimió. El único hombre que no escucharía ni una palabra que dijeran
ninguno de ellos.
—Est{ bien…—trató de todos modos. Levantó su cuchillo— Estoy
seguro al cincuenta por ciento que está de nuestro lado.
Owen curvó los labios y gruñó.
—La última vez que lo vi, estaba muerto, así que perdóname por ser un
poco cauteloso…—Entrecerró los ojos— Ponte de rodillas.
—Esto no es ese tipo de juego –Liam suspiró— Ve a buscar a tu amo y lo
discutiremos juntos.
Owen se molestó con la condescendencia, pero comenzó a relajar su
postura.
—Los otros han sido detenidos.
— ¿Qué? —Soltó Harry.
—Lo vi desde el otro lado de la calle. Todos.
— ¿Sería posible prescindir de algunas armas aquí? –Preguntó
Liam— Mis dedos están entumecidos.
—Ni la oportunidad de un unicornio en el infierno…—gruñó Owen.
— ¿Qué estaría haciendo un unicornio en el infierno?
—Preguntó Liam.
—Se le puedes preguntar cuando vayas allí…
Harry deslizó el cuchillo en la vaina que Liam le había dado para ello.
— ¿Qué más sabemos? ¿Por qué les detuvieron?
—Sólo puedo asumir que alguien averiguó quien era Louis
–respondió Owen de mala gana— Alguien le apuntó por el asesinato.
— ¿Qué asesinato? —Preguntó Liam. Por primera vez, sonaba realmente
confundido.
—El que tú cometiste…—gruñó Owen— Mataste a una chica, dejaste una
bolsa con mala sombra detrás. La misma que metiste en la cama de Louis.
—No he metido nada en la cama de Louis en varios años. Y no maté a
nadie anoche, ciertamente, no a una chica con una maldición vudú. ¿Todavía estás
tan loco? Pensé que se desvanecería con el tiempo.
Harry se aclaró la garganta deliberadamente.
— ¿Crees que alguien lo vio y lo reconoció de cuando estuvo encubierto?
Owen asintió.
—O alguien le est{ tendiendo una trampa…—ofreció Liam, volviéndose
a mirar a los ojos de Harry para dar énfasis— Alguien que sabía que estaría
aquí.
Harry apretó los dientes. Si ese fuera el caso, el cártel sólo tenía que llegar a
Louis en la cárcel y adiós. Ya le habían acorralado y Louis ni siquiera sabía que
iban tras él.
— ¿Que sabes?
Liam se encogió de hombros.
—Utilizó el nombre de William Louis mientras estuvo aquí. No es
exactamente original, pero uno no debe alejarse mucho, ¿estoy
en lo cierto? —Liam guiñó un ojo a Owen.
—Oh Dios, había olvidado lo molesto que eres…—se quejó Owen. Todavía
tenía el arma levantada. ¿De dónde la había sacado? Harry recordó a alguien
diciendo que Owen era un jefe de seguridad en alguna gran empresa, por lo que
podía llevarla todo el tiempo. Pero sabiendo lo que sabía ahora, sólo podía
suponer que los Sidewinder la llevaban todo el tiempo, en caso de que fueran
llamados a la acción.
La idea le entristeció y le enojó.
Liam se encogió de hombros y finalmente bajó las manos. Bordeó la
habitación y se sentó en una de las sillas, sonriendo a Owen cuando el
hombre lo siguió con su arma.
—Styles, ¿qué coño está pasando? —Gruñó Owen.
—Digamos que el señor Payne fue persuasivo para conseguir una
audiencia conmigo. Hay algunas cosas en juego que se van a poner feas.
— ¿Qué tipo de cosas?
—Cosas sangrientas…—respondió Liam.
—Necesitamos llegar a Louis y los otros…—dijo Harry— Iré allí y me
identificaré. Vamos a aclarar esto y ponernos a trabajar.
Liam chasqueó la lengua y sacudió la cabeza.
— ¿Qué? —Preguntó Harry, ya exasperado por el hombre.
—Identificarte te dejará totalmente al descubierto. El Departamento de Policía
de Nueva Orleans es un colador, siempre lo ha sido. Si los muchachos del cártel no
saben ya que Louis está allí, ¿cuándo se corra la voz de que un federal estuvo allí
sacando músculo? Estarás muerto antes de que Louis salga de la celda y él te seguirá
pronto.
— ¿Por qué? ¿Qué tipos del cártel? ¿De qué coño estás hablando? —
Preguntó Owen. Se estaba poniendo cada vez más nervioso, y aún sostenía
la pistola.
Harry lo tomó de los hombros para que el arma ya no apuntara a Liam, y
se obligó a mirarlo a los ojos.
—Escucha con atención, porque sólo voy a decir esto una vez. Liam está
con el NIA, pero está trabajando encubierto aceptando trabajos como asesino a
sueldo. Fue contratado por un cártel de
Miami para venir aquí y matarme a mí o a Louis, pero está tratando de
ayudarnos.
— ¿Por qué? —Preguntó Owen.
—Yo… realmente no lo sé.
Owen miró a Liam.
—Entonces eres realmente del NIA como Louis dijo –Guardó el arma en la
funda bajo el brazo, pero avanzó hacia el hombre, señalando con el dedo— ¿Tú
fuiste el culpable de que nos echaran?
—Esa no era mi intención…—dijo Liam, frío como siempre cuando Owen
hervía encima de él— Lo que los marines os hicieron fue inadmisible y no tuvo
nada que ver conmigo. Siento lo que sucedió, pero ya no estoy afiliado
oficialmente con el NIA.
—Me dijiste que eras del NIA…—dijo Harry, exasperado.
—Mentí. Tiendo a hacer eso. Lo siento.
Owen sacudió la cabeza.
Harry movió la mano.
— ¡Si no eres realmente del NIA, eso simplemente te convierte en un asesino a
sueldo!
Liam se encogió de hombros.
Harry tenía que tomarse un momento para calmar sus
pensamientos antes de hablar de nuevo.
—Louis cree que estás aquí por venganza.
Liam rio. Era un sonido profundo y rico.
—Supongo que pensaría eso. La culpa hace cosas extrañas a la mente ya inestable.
¡Ahora! ¿Vamos a discutir cómo lo vamos a sacar de la cárcel?
—En primer lugar, agarramos todas nuestras cosas…—dijo Harry,
luchando contra sus recelos— Es probable que no podamos volver por ellas
después de esto.
Liam se rio entre dientes.
— ¡Esto debe ser divertido!
—Cállate… –gruñó Owen antes de alejarse.
* *
—Soy un detective de la policía de Boston…—siseó Nick a la oficial al
frente de recepción. Estaba sentado entre Kelly y Digger, todos ellos esposados a
un banco mientras esperaban para ser procesados. Era humillante, por decir lo
menos— Mi nombre es Nicholas O'Flaherty, mi placa está en mi equipaje. Todo lo
que tiene que hacer es llamar a mi capitán y lo aclararemos.
La mujer en el mostrador continuó ignorándolo.
—Malgastas aliento, tío…–se quejó Digger.
Nick se golpeó la cabeza contra la pared. Las personas iban y venían por el
ornamentado vestíbulo del edificio antiguo, aunque era más de medianoche. Los
turistas caminaban por la calle para comprar camisetas de una máquina
expendedora. Algunos de ellos se detuvieron para mirarlos boquiabiertos. Digger
les saludaba para mostrar sus esposas.
Kelly se apoyó en Nick, con la cabeza sobre su hombro mientras
dormitaba.
—Así no es como vi este fin de semana…
— ¿En serio? —Preguntó Digger— Porque yo pensé
sesenta/cuarenta que terminaríamos así. Otra vez.
Nick puso los ojos en blanco.
La parte más frustrante era saber que los tres podían haber abierto las
cerraduras de las esposas en un abrir y cerrar de ojos.
¿Pero qué se suponía que debían hacer? ¿Asaltar la estación de policía y sacar a
Louis de alguna celda o sala de interrogatorio? ¿Irse a la fuga en Nueva Orleans? ¿Y para
qué?
— ¿Cuál era el sesenta? —preguntó Kelly después de unos minutos.
Digger señaló al suelo.
Kelly asintió.
—Sí…
La puerta se abrió de nuevo y una ráfaga de aire atravesó el vestíbulo.
Nick se sobresaltó. Reconoció la línea de los hombros de Owen Johns cuando el
hombre se escabulló en la comisaría y merodeó cerca de la máquina de
camisetas. Arrastrándose detrás de
él había otro hombre, y Nick tardíamente se dio cuenta que era Harry.
—Es la caballería…—dijo Digger.
—Gracias a Dios…—se quejó Kelly. Levantó las manos, frotando una de
sus muñecas y dejando caer las esposas al suelo.
— ¿Qué demonios, hombre? —Susurró Nick.
— ¿Qué? Estaban demasiado apretadas.
Digger dejó caer las suyas al suelo con un ruido metálico que resonó a
través de la comisaría.
—Si él no lleva las suyas, yo tampoco…
Cuando Nick miró hacia atrás, Harry estaba en el mostrador hablando con
la oficial. Los dedos de Nick comenzaron a trabajar en la cerradura de sus esposas.
Owen se paseaba hacia ellos, con una sonrisa en su rostro.
—Os estamos sacando…
Nick se puso de pie y tiró de sus esposas, luego las arrojó a Owen con
una maldición.
—Deberías estar sentado aquí con nosotros…
Owen tomó las esposas, pero se reía.
— ¿Y si lo estuviera? ¿Quién iba a estar salvándoos el culo, entonces?
— ¿Qué hay de Louis?
—Lo tenemos cubierto.
—No podemos dejarlo aquí…—dijo Kelly.
Nick frunció el ceño. El frío se instaló en la boca del estómago.
—Styles no está enseñando la placa. Esto no es oficial, ¿verdad?
—No.
— ¿Cómo nos vais a sacar?
Owen miró por encima del hombro y metió la mano debajo de la chaqueta.
—Plan B.
— ¿Plan B? ¿Cuál es el plan B?
Owen chasqueó la lengua, levantó un pequeño bote y sonrió.
— ¡Eso es mío! —Siseó Digger— ¿Registraste mis cosas?
— ¿Viajas con granadas de humo? —Espetó Nick.
—Muchachos…–dijo Owen. Arrancó la anilla de la granada y la lanzó por
encima del hombro. Comenzó a salir humo violeta que se alzó en espirales en el
aire— Corred rápidamente.
* *
* *
* *
Louis necesitó unos segundos para recuperarse ante de seguir a Harry por
la puerta.
A la mierda si Harry bajaba a beber, no por su causa, no sin una pelea.
Miró por el pasillo mientras se volvía a poner la camiseta. Nick se había
levantado con el arma en la mano.
— ¿Que está pasando?
Louis le indicó que nada.
—Lo tengo.
Se precipitó por las escaleras y llegó al bar justo a tiempo de ver a Harry
servirse una copa de whisky.
—Harry.
Harry le miró y Louis tuvo que luchar con cada fibra de su ser para no
desviar la mirada. Siguió adelante, pasó detrás de la barra y se detuvo frente a
Harry.
—Voy a darle diez segundos para largarte de aquí —gruñó
Harry.
El corazón de Louis tartamudeó.
Nunca había visto a Harry así, nunca había sabido que pudiera ponerse así.
Sin embargo, cuadró los hombros.
—No voy a dejar que hagas esto.
Harry se mantuvo completamente inmóvil. Ni siquiera parecía estar
respirando.
—Tú hiciste esto, Louis —dijo, luego levantó la copa a los labios. Louis
agarró su muñeca. El whisky se derramó sobre la barra.
Harry se movió tan rápido que el taburete cayó al suelo. Louis apenas logró
bloquear el brazo de Harry antes de que el vaso se estrellara contra su cabeza,
Harry se inclinó sobre la barra y agarró a Louis por la camiseta, lo levantó del
suelo y lo arrastró por la barra.
Louis no podía hacer nada más que agarrarse a los antebrazos de Harry y
aferrarse mientras tiraba de él por la barra y lo arrojaba al suelo. Rodó y se
impulsó sobre manos y rodillas, luego de pie. Harry cogió el taburete a su lado y
lo hizo girar con una mano, como si no fuera nada más que una almohada.
El taburete cayó al suelo a los pies de Louis mientras se tambaleaba hacia
atrás.
Estaba sorprendido de que Harry hubiera arremetido y se castigaba a sí mismo por
no haberlo esperado. Sabía lo mucho que había herido Harry, y sabía lo que sucedía cuando
la ira de Harry se soltaba. Debería haberlo sabido. La rabia de Harry sólo sirvió para
calmarle aún más.
— ¡Todo lo que he hecho, Louis, lo he hecho por ti! —Gritó Harry. Louis era
consciente periféricamente de Kelly cerca de la barra y de Nick y Liam en la
escalera observando. Les hizo señas para
asegurarse de que nadie interfiriera. No podía permitir que nadie resultara herido
en una pelea. Sacudió la cabeza mientras Harry se le acercaba.
—No así, Harry…—intentó.
Harry le lanzó el puño. Luego otra vez. Louis fue capaz de bloquear los
dos primeros golpes, pero el tercero le dio en el riñón y se dobló. Olas de dolor
casi lo pusieron de rodillas. Se lanzó hacia delante, envolviendo a Harry para
tratar de detenerlo sin hacerle daño.
Se negaba a darle un puñetazo en venganza.
Harry gritó, su voz llena de rabia, de dolor y traición. Levantó a Louis lo
golpeó contra la gran viga de madera en el centro de la habitación. El cristal de un
marco de fotos se agrietó contra los hombros de Louis. Este se aferró con más
fuerza a los brazos de Harry, sujetándolo, tratando de inmovilizarlo antes de que
se lastimara o a él.
—Lo siento, Harry…—jadeó, tratando de aferrarse.
Harry apretó la cara contra el cuello de Louis, reprimiendo un
sollozo. Todo su cuerpo estaba temblando.
Louis clavó los dedos en la espalda de Harry, sosteniéndolo cerca. Llevó
sus labios a la oreja de Harry.
—Lo siento mucho…
Los hombros de Harry se tensaron bajo las manos de Louis.
—Te habría elegido por encima de todo…—siseó Harry. Se echó hacia
atrás, se soltó de Louis y le agarró por la camiseta con ambas manos, lo sacudió
hasta que estuvieron nariz contra nariz, hasta que los pies de Louis ya no estaban
firmemente en el suelo— Mi trabajo, mi familia, mi esposa. ¡Habría dado mi vida
por ti! ¡Pero tú! ¡Ni siquiera puedes darme la verdad!
Louis sólo tuvo tiempo de cerrar los ojos antes de que Harry le levantara
y lo lanzara a un lado. Se estrelló contra una de las mesas y se deslizó con ella
hasta caer en medio de cristales rotos y trozos de madera astillada.
Tardó un momento en recuperarse. Los demás estaban con los ojos de par
en par y la boca abierta. Louis rodó sobre su estómago y se levantó, acompañado
por el tintineo de cristal de un quinqué roto
mientras caía en cascada por brazos y espalda.
Harry estaba enmarcado por la luz de neón que emanaba de la barra
detrás de él, arrojándolo a la oscuridad y la sombra.
—Jesús, Harry…—murmuró Louis.
Harry le dio la espalda y regresó a la barra. Sacó un nuevo vaso y se sirvió
otro whisky.
—Yo no sé tú, pero yo ciertamente me siento mejor…—dijo antes de
beber el whisky de un trago.
* *
* *
Harry abrió la puerta y entró, cerrándola detrás de él con un clic que pareció
resonar a través del edificio. Dio unos pasos tentativos en la oscuridad, y dejó la
botella y el vaso en la mesa de la cocina.
Se encendió una luz y Harry miró por encima del hombro a la pistola que
le apuntaba.
—Guarda eso…—gruñó.
Louis se sentó en la cama y bajó las piernas al suelo. Metió la pistola
debajo de la almohada.
— ¿Cuántas has bebido?
Harry negó con la cabeza y golpeó la botella.
—No lo suficiente para sentirme bien.
La expresión de Louis permaneció impasible, lo que era
singularmente molesto, ya que Harry por lo general le leía bien.
—Estaba haciendo mi trabajo —dijo, en voz baja y tranquila— Estaba
haciendo lo que tenía que hacer para quedarme contigo. ¿Por qué está tan
jodidamente mal?
Harry se burló.
—Dime algo, Louis, ¿hay algo que no harías por trabajo?
Louis no tenía una respuesta para eso. Se puso de pie en su lugar,
cruzando los brazos. Sus respiraciones eran entrecortadas, como si con cada
palabra que Harry lanzara fuera más difícil conseguir aire.
—No hay una parte de ti que no hayas vendido por una cosa u otra —
gruñó Harry. Avanzó, soltando una risa casi maníaca. Louis se mantuvo firme,
simplemente ladeando la cabeza cuando Harry se paró frente a él— He pasado la
mitad de mi vida adulta con putas. Eres mejor en tu trabajo que ellas.
—Est{s borracho, Harry…—logró decir Louis finalmente. La sangre había
desaparecido de su rostro, pero estaba de pie recto y alto— Cierra la boca antes de
decir algo que no voy a perdonar.
Harry dio un paso más, tratando de acorralarlo hacia la pared o la cama.
Pero Louis se mantuvo firme.
—Dios no quiera que rechaces una orden, Louis. Dios no permita que elijas
algo que amas por encima de lo que te digan qué hacer.
Louis enderezó los hombros y se enfrentó a las palabras de Harry con cara
de piedra.
Lo único que Harry quería ver en los ojos de Louis era dolor. Quería golpearlo
donde haría más daño que ninguna otra cosa, los puñetazos o arrojarlo por todas partes no
herirían a alguien como Louis. Los palos y las piedras pueden romper huesos...
Las palabras eran lo que más golpeaba a Louis.
Harry cerró los ojos. Era difícil reprimir el impulso de golpear en ese punto
blando con el whisky fluyendo por su cuerpo. Se apartó y se pasó los dedos por el
pelo.
—Jesucristo, Louis, pensaba que iba a casarme contigo. ¿Lo sabías? ¡He estado
tratando de decidir cómo pedírtelo durante meses! Estaba tratando de pedírtelo cuando
Nick jodido O'Flaherty llamó pidiéndote ayuda. ¡Sólo tuviste que contestar el puto
teléfono!
La fachada de Louis finalmente se rompió. Sus labios se
separaron, pero Harry no le dejó hablar.
— ¡Le dije a mi madre que se fuera a la mierda por ti! ¡Me quité el anillo
de Kendall y lo guardé por ti, hijo de puta! ¡Y todo lo que estabas haciendo era
tu trabajo!
— ¡Sabes que no es cierto!
—Sólo estabas siguiendo órdenes…—gimió Harry. Se balanceó
mientras daba un paso hacia atrás, cansado de tratar de intimidar a Louis para
que retrocediera— Todo lo que sé de ti está basado en mentiras. Eres una
caricatura. Sólo un buen soldadito.
La voz de Louis se rompió.
—¿De verdad crees eso?
Harry agitó una mano hacia él. La calidez del whisky le revolvió el
cuerpo, dejando una capa exterior fría que nada iba a penetrar.
—Te conviertes en lo que sea necesario para hacer el trabajo, y luego pasas
al siguiente.
Los ojos de Louis destellaron.
—Gilipolleces…
—Te hiciste perfecto para mí. Pero ese no es tu yo verdadero tampoco,
¿verdad? Apuesto a que ni siquiera sabes quién es el verdadero tú.
Louis no se movió, pero su respiración era dura en el silencio. A través de
la bruma de ira, Harry podía ver la vida abandonando los ojos de Louis,
convirtiéndolos en duros y planos. Una parte de Harry gritó que se detuviera,
que dejara de hablar, dejara de estar enojado, dejara de ir por este camino. No
había modo de regresar. Pero la parte de Harry que estaba tan herida por la
traición de Louis, la parte que había seguido bebiendo en la planta baja, no podía
superar el dolor y la ira, le obligaba a seguir adelante.
Dio un paso hacia Louis y le apuntó con un dedo al pecho.
— ¿Cuando este lío se resuelva y volvamos a Baltimore? Hemos
terminado. Tú y yo. Terminado.
Louis le cogió de la mano y la apartó.
—Vale, Harry, genial. Por qué esperar hasta que estés sobrio, ¿verdad?
Harry lo empujó.
— ¡Hemos terminado!
Louis cerró ambos antebrazos contra el brazo de Harry y retorció, obligando
a Harry a retorcerse con un aullido de dolor. Louis lo hizo girar y lo empujó de
cara por primera vez contra el colchón. Furioso, Harry giró una muñeca y uno de
sus cuchillos se desplegó. Cortó a
Louis, que gritó y soltó a Harry.
— ¡Hijo de puta! —Gritó Louis.
Harry rodó sobre su espalda y le dio una patada en el pecho, Louis se
tambaleó cuando Harry se levantó.
— ¡Estoy tratando de no hacerte daño, Styles! —Gritó Louis. Se limpió la
sangre del corte en el antebrazo.
—A la mierda.
Harry fue a agarrarle, pero Louis evitó su mano con un golpe de la palma
contra el antebrazo. Harry hizo lo mismo con la otra mano y Louis repitió la
jugada, no esquivando sino simplemente redirigiendo la fuerza de los puñetazos
de Harry.
—Sambo ruso, ¿verdad? –se burló Harry mientras daban círculos uno
alrededor del otro— Otro secreto que probablemente nunca has explicado.
—Súmalo a la lista, justo detrás de la sobriedad.
Harry se lanzó y Louis realizó una patada modificada, sólo que en lugar de
patear, rodó sobre la espalda de Harry y aterrizó detrás de él. Harry empujó el
hombro hacia atrás, dándole en el costado y arrojándolo sobre la cama. Los
muelles se quejaron y el cabecero golpeó contra la pared.
Harry se subió encima de él y le agarró ambas muñecas, sujetándolo
antes de que tuviera la oportunidad de recuperarse. Louis se sacudió bajo él,
pero no podía luchar contra el peso de Harry en esa posición, no a menos que
quisiera hacerle un daño serio.
Y si había una cosa que Harry sabía sobre Louis, era que permitiría que le dejara
molido a golpes antes de hacer daño de verdad a Harry.
Harry podía sentir el corazón palpitante de Louis, su respiración cada
vez más entrecortada, sus duros músculos trabajando para liberarse. Presionó
hacia abajo para evitar que se soltara y le besó, duro y sucio, forzando su
lengua en la boca de Louis y sin darle la oportunidad de decir lo contrario.
Louis luchó, corcoveando las caderas. Harry se ponía más duro con
cada lucha. Como la primera vez que habían peleado en un callejón en Nueva
York y luego follado durante toda la noche, la violencia le alimentaba. Empujó
hacia abajo, apretando la polla
contra Louis. Louis gimió en su boca, pero aun así trató de soltar las manos
del agarre de Harry.
Harry soltó una de las muñecas y le agarró del pelo, tiró de su cabeza a un
lado y le mordió el cuello. Soltó la otra muñeca de Louis y alcanzó su camisa, la
desgarró por el cuello para poder saborear el sudor a lo largo de la clavícula.
La respiración de Louis era dura y trabajosa. Se retorció y su antebrazo
le dio a Harry en la mejilla. Este le agarró la mano y tiró del brazo sobre su
cuerpo, lo empujó a la cama y le sujetó. Louis intentó girar, pero Harry era
demasiado pesado.
— ¡Gilipollas! —Gruñó Louis.
—Sé que puedes deshacerte de mí —gruñó Harry— Adelante, Louis.
Hazlo.
Louis entrecerró los ojos. Su respiración eran ráfagas en el rostro de Harry.
Sin embargo, no trató de romper el agarre de Harry.
Harry soltó la mano para ver si Louis iba a luchar más. Cuando sintió su
cuerpo relajarse debajo, lo besó de nuevo, empujó entre las piernas de Louis,
metió la lengua entre esos labios pecaminosos. Mordió el labio inferior. Con
fuerza.
Louis arrastró los dedos por su hombro y Harry soltó el labio. Empujó
otra vez, su polla creció dolorosamente dura dentro de sus pantalones
vaqueros. Alcanzó entre sus cuerpos para soltar el cinturón y bajar la
cremallera, luego se bajó los pantalones y calzoncillos.
Los ojos de Louis eran oscuros e ilegibles.
—Creía que habíamos terminado.
Harry sonrió lentamente.
—Tan pronto como sepas lo que se siente al ser utilizado. Entonces
habremos terminado.
Agarró la camisa de Louis para desgarrar lo que quedaba. Louis le dio un
manotazo a los dedos, pero Harry apartó la mano y tiró de las correas de las dos
vainas de sus muñecas. Arrojó los cuchillos lejos y se movió sobre Louis,
presionando sus cuerpos juntos.
— ¿Dónde está tu puto kit?
Louis se humedeció los labios.
—Al lado de la puerta.
Harry se apartó y fue a hurgar en el neceser de Louis. Al final arrojó
todo al suelo. Pasta de dientes, crema de afeitar y varios EpiPens rodaron por el
suelo. Harry cogió el lubricante, pero se detuvo cuando vio una pequeña caja
de joyería negra al lado de su pie.
La recogió y se enderezó. Louis había tirado su camisa rota al suelo y
se estaba bajando los pantalones para quitárselos de una patada, sus
movimientos espasmódicos e irritados.
—No tienes que darme órdenes, ya lo sabes –le dijo Louis—. En lo que a
mí respecta, sigo siendo tuyo.
Harry resopló, su estómago cayó ante las palabras de Louis. La ira fluía
mientras sostenía la cajita para que Louis la viera.
— ¿Qué es esto?
Harry observó la tristeza atravesar el rostro de Louis.
—Era para ti.
Harry estaba respirando con dificultad, tratando de luchar contra el
velo de whisky para ver a través de la única persona que había pensado que
jamás amaría. Sin pedir permiso, la abrió.
Dentro había un colgante rectangular de plata. En un lado tenía un ancla
tallada. Harry la cogió y dejó caer la caja al suelo. Podía sentir algo en el otro lado,
pero sus ojos estaban fijos en el ancla.
—Hice que fundieran mi anillo del trabajo en el crucero. Es un colgante de
sobriedad.
Harry alzó la vista. Louis estaba sentado en el borde de la cama, con los
hombros caídos y los ojos en el suelo.
—Una vez me dijiste que… yo era tu brújula. Te proporcionaba guía
cuando estabas perdido –dijo Louis, casi ahogándose con las palabras. Levantó
la mirada, los ojos se reflejaban como líquidos a la luz baja— Bueno, tú eras mi
ancla. Eras algo sólido a lo que agarrarme. Quería que recordaras eso…
Harry le miró durante un minuto, tratando de sentir algo más allá del
calor del whisky, más allá del alcance de la ira.
Se había convencido a sí mismo de que el Louis Tomlinson que conocía no era el
verdadero.
Pero ¿y si lo era? ¿Qué pasaba si él era el único que había visto al hombre real
debajo de todas esas capas?
Giró el colgante en la mano.
En el otro lado estaba grabado “creo en ti”. Cerró el puño y lo arrojó contra
la puerta con un grito lastimero.
— ¡Hijo de puta! —Gritó, yendo a por Louis— ¡Confiaba en ti!
Louis se puso de pie para encontrarse con él. Harry lo agarró y le dio un
beso brutal, hundiendo los dedos en su cabello y golpeándolo contra la
pared junto a la cama. Un momento después lo empujó sobre la cama y se
subió encima de él, siguió con el beso en todo su esplendor enojado.
—Harry…—dijo Louis, sin aliento. Ya fuera por el peso encima de él, o el
peso de sus emociones, Harry no lo sabía y no le importaba.
—Cállate, Louis. No digas mi puto nombre –Alargó la mano entre ellos, lo
tomó en la mano y apretó. Louis abrió la boca y cerró los ojos. Fue más fácil para
Harry, no verse obligado a mirar a sus ojos.
Se llenó la palma de la mano con lubricante y se acarició, utilizó la otra
mano para levantar el muslo de Louis. Se inclinó sobre él, le mordió el labio,
levantó más su pierna, empujó sus caderas obligando a Louis a levantar la otra
pierna y se acomodó encima de él. Todo el cuerpo de Louis estaba temblando.
—Por una vez en tu vida–dijo entre dientes contra los labios de Louis—.
Sé honesto por una vez en tu vida.
Empujó la punta de la polla contra Louis, esperando el jadeo que sabía
que llegaría. La ráfaga de aire entró en sus labios, la misma que Louis siempre
parecía dejar salir cuando le penetraba por primera vez. Harry le mordió el labio
para convertir ese jadeo en uno de dolor, luego empujó con más fuerza,
penetrando, empujando más allá de los músculos tensos.
Había olvidado lo que se sentía al ahondar en el calor de otra persona cuando lo
único que sentía era la calma fría del alcohol y la picadura de la ira sin control. Dios, era
tan bueno.
Se agarró al pelo de Louis para mantenerlo quieto bajo su peso mientras
avanzaba unos centímetros. Era angustioso ir tan despacio cuando lo único que
quería era escuchar a Louis clamar por
misericordia, follarle hasta que no pudiera sentir nada más que la simplicidad de
vaciarse en el interior de otra persona, vaciar todo el dolor y la ira en alguien que
rogaba por más.
Empujó hasta que estuvo completamente dentro, hasta que Louis se
retorcía debajo de él, temblando contra él. Respiraba entrecortadamente contra
los labios de Harry.
—Vamos, entonces, Styles…–susurró—¿Quieres que me sienta
usado?
—Sí…—siseó Harry—Quiero que te duela como a mí.
—Entonces hazlo…
Harry puso la mano sobre la boca de Louis. Se retiró y se obligó a embestir
otra vez, demorándose el tiempo suficiente para apreciar el lento movimiento de
su polla mientras le penetraba, sentir su cuerpo sacudiéndose debajo de él. Louis
jadeó contra su mano. Sus uñas le arañaron la espalda. Metió las manos debajo de
las caderas de Louis y lo levantó de la cama, empujó más profundo, lo que obligó
a Louis a contorsionarse.
Gritó, el sonido amortiguado por la mano de Harry.
Harry comenzó un ritmo brutal, sujetaba a Louis abajo, los únicos sonidos
que escuchaba eran amortiguados e incoherentes. Sus caderas se movían más
rápido, más fuerte, la ira y la angustia le guiaban, buscando el placer que sólo su
cuerpo registraba y su mente se negaba a dejarle sentir. Enterró la cara contra el
pecho de Louis, empujando más duro, finalmente dejó que la mano cayera de la
boca de Louis para poder levantar sus caderas más alto.
Louis jadeó su nombre. Era un sonido suplicante, lleno de la misma
angustia que Harry sentía en cada fibra de su ser. Harry puso la palma sobre su
boca otra vez.
—No lo digas –gruñó— No te atrevas a decirlo…
Louis le acarició la espalda, arrastrando, arañando. Su cuerpo se retorcía
debajo del de Harry mientras éste se corría en su interior. A medida que los
movimientos de Harry se ralentizaban, su mundo se le vino encima otra vez,
todo en blanco y negro, todo claro como el cristal y realzado hasta la precisión
por el whisky que le recorría.
Apartó la mano y Louis jadeó en busca de aire.
Harry se retiró, pero lo besó de nuevo, pasando los dedos por el cuerpo de
Louis para agarrar su polla. Se puso más dura mientras la manejaba, sus gemidos
vibraron contra los labios de Harry.
— ¿Necesitas correrte? —Preguntó Harry, con una voz
sorprendentemente ronca. Louis se quedó sin aliento— Dilo, di las
palabras…
—Styles… –intentó Louis.
Harry lo sujetaba y le acariciaba, aumentando el ritmo del cuerpo de
Louis a la búsqueda de la liberación.
—Dime lo que quiero oír, Tomlinson…
Louis agarró los hombros de Harry, empujando la polla en su mano.
—Te necesito…—jadeó.
Las palabras atravesaron a Harry con la precisión de un bisturí. Besó a
Louis con avidez por última vez, le bombeó hasta que todo el cuerpo de Louis
tembló con la liberación inminente. Luego lo soltó y se alejó de la cama, dejando
Louis en el precipicio sin ninguna estimulación para empujarlo por encima.
Asintió hacia la puerta mientras se encontraba con los ojos de Louis.
—Vamos. Apuesto que el jodido Nick te está esperando con una bonita
cama caliente.
Capítulo 11
* *
* *
El Cementerio San Luis en Basin Street era el cementerio más antiguo de
Nueva Orleans. No estaba muy lejos de donde se iniciaba el desfile. El paseo fue
insoportable para Harry. Louis no hizo contacto visual con él, ni siquiera echó una
mirada en su dirección. Harry no estaba seguro de cuál de ellos debía disculparse
o si incluso había algo más que decir después de anoche.
Louis había cruzado una línea, no había duda de ello. Pero anoche, Harry había
cruzado una también.
Se arrastró por la calle, silencioso mientras Louis les contaba una pequeña
historia sobre el cementerio para que estuvieran familiarizados con el terreno.
Las tumbas fueron levantadas en parte por tradiciones españolas y
francesas del Nueva Orleáns original, pero también sirvieron como solución al
hecho de que Nueva Orleáns estaba por debajo del nivel del mar. La tierra firme
era un bien escaso, incluso en la década de 1700, y su uso para enterrar a los
muertos fue sólo un mal negocio. Así que los únicos cementerios sobre tierra de
Nueva Orleans eran piezas integradas a lo largo de los siglos. Louis les dijo que
tendrían un montón de cubertura, pero que tuvieran cuidado con los giros ciegos,
ya que podría terminar golpeando directamente contra una bóveda abandonada
que se había hundido hasta la mitad en el suelo.
Había tres entradas al cementerio, sólo una de ellas permanecía abierta.
Estaba rodeado de todas formas por muros altos. No era una fortaleza, pero un
excelente lugar para una reunión de este tipo. El laberinto en el interior ofrecería
cobertura y los puntos limitados de ingreso harían que fuera fácil localizar a
alguien que no debiera estar allí.
Cuando el desfile empezó a avanzar por Bourbon, comenzaron a dividirse.
Louis fue al norte y volvió hacia atrás, en dirección a Rampart y luego cortando a
través del Parque Louis Armstrong. Se acercaría a la estación de la Calle Basin, un
centro de visitantes con una terraza en el tejado que era el lugar perfecto para
poner un
francotirador. Aseguraría una posición y permanecería allí hasta que se despejara.
Llevaba el rifle de francotirador AWS de fabricación británica de Liam plegado en
un estuche de violín anodino que había robado en La Fée Verte.
Owen y Digger iban a entrar en el cementerio y deambularían por el lado
sur para evitar la entrada, mientras que Nick y Kelly iban a custodiar la puerta
trasera desde fuera del cementerio.
Harry se dirigió por la Calle St. Luis y se acercó al cementerio por su
entrada principal.
Los auriculares que Digger había proporcionado dependían de pequeñas
radios inalámbricas, y siempre que la radio estuviera a pocos kilómetros de los
auriculares, funcionarían. Harry tenía el suyo en el bolsillo. Tenían un rango
limitado, pero Harry todavía podía oír a los otros después de que cada uno se
fuera por su lado. Louis permaneció en silencio durante varios minutos, su
respiración agitada mientras comprobaba la única evidencia de que su auricular
funcionaba. A continuación, su respiración se tranquilizó y comenzó a silbar una
melodía. Harry desaceleró su ritmo, un sentimiento de temor le sobrevino.
Cuando Louis silbaba, nunca era un buen presagio.
La calle frente a la entrada principal del cementerio estaba llena de coches
aparcados y varios coches de caballos. Harry se quedó atrás, merodeando y
paseando arriba y abajo por la calle durante casi una hora mientras observaba la
zona. Los otros estaban haciendo lo mismo, presentaba informes de vez en
cuando. Louis se había abierto paso a su gallinero de alguna manera, y dado que
Harry no le había oído tratando de encandilar a ningún empleado, suponía que se
había colado.
—Tengo un federal –susurró Louis en el oído de Harry— Yendo hacia
Styles ahora.
Harry observó a un hombre delgado con un traje oscuro salir de un Tahoe
negro que había aparcado ilegalmente en la calle, luego se dirigió directamente a la
entrada del cementerio mientras se abrochaba la chaqueta del traje.
—Lo tengo —dijo Harry en voz baja—. ¿Alguien le sigue?
—Despejado aquí atrás —dijo Nick.
—Tengo un vehículo aparcado a este lado —informó Owen—. Una especie
de furgoneta.
—Ve a su encuentro, Styles —murmuró Louis.
Harry esperó unos minutos más, luego cruzó la calle en ángulo, se detuvo
en la mediana cubierta de hierba protegiéndose los ojos del sol. El edificio de la
Estación de la Calle Basin estaba a su derecha. Era de color amarillo pálido con
hierro forjado alrededor de la terraza superior.
Allí era donde estaba Louis.
Era imposible verlo; el sol se asentaba justo detrás de él. Detrás de las
paredes cerradas del cementerio, Harry podía ver las estructuras desiguales de
tumbas y pequeñas capillas. Ángeles de piedra lloraban. Faltaban ladrillos por las
manos del tiempo y la tierra inestable.
Se tomó un momento para tranquilizarse, luego cruzó al otro lado de la
calle. El agente lo vio venir y asintió con la cabeza, luego se volvió, siguió a un
pequeño grupo de turistas al cementerio y fue a la derecha. Louis había dicho el
contacto del FBI que se reuniera con ellos en la parte delantera del cementerio.
—Está entrando. Es una trampa —dijo Louis en el oído de Harry—
. Todo el mundo, abortad.
—Negativo —dijo Harry y siguió al hombre al cementerio.
— ¡Maldita sea, Styles, los otros no pueden cubrirte ahí!
—Gritó Louis.
Harry asintió. Había pasado la mayor parte de su tiempo encubierto
solo, estaba más acostumbrado a tomar estos tipos de riesgos que Louis. Y
tenía toda la confianza de que el rifle de francotirador de Louis le cubriría.
Harry se arrastró a través del laberinto de tumbas, siguiendo las
instrucciones que Louis le decía al oído. Se dirigió a la parte trasera donde Louis
dijo que estaría la sección protestante. Era una zona de césped, carente de bóvedas
y mayormente despejada. Tardó muchas idas y vueltas, y varios callejones sin
salida con la voz de Louis en su oído diciéndole que camino recorrer, antes de
encontrarlo.
El agente estaba sentado en un banco de hierro, esperándole. Era
posiblemente el agente del FBI de más de aspecto federal que Harry había visto
nunca: traje negro, mocasines, gafas de sol y una
corbata negra. Se había desabrochado la chaqueta y la sobaquera era parcialmente
visible, la pernera del pantalón estaba levantada para revelar su funda de copia de
seguridad y el arma.
No era un agente de campo.
Harry suspiró y salió de la fila de tumbas por donde había acortado. El
hombre se enderezó cuando vio a Harry, y se puso de pie, abrochándose la
chaqueta.
— ¿Agente especial Howard? —Preguntó Harry.
—Correcto. ¿Eres Styles?
Harry asintió.
— ¿Dónde está tu IC?
— ¿Mi IC?
—Dijiste que ibas a traer un informante confidencial. A William Louis.
—Oh sí. Sí, él es el que tiene ese pequeño punto rojo en tu pecho —
dijo Harry, apuntando a la corbata de Howard.
Howard miró hacia abajo y se sacudió cuando vio bailar la mira láser en
la corbata. Sus ojos estaban muy abiertos y asustados cuando se encontraron con
los de Harry. Fue a buscar su arma, pero su traje abotonado se lo impidió, por lo
que se llevó la muñeca a la boca y se agachó, como si eso fuera a salvarle del
fusil de francotirador de Louis.
— ¡Están sobre nosotros! ¡Están armados! —Gritó a todo el que estaba
en el otro extremo de su radio.
Harry maldijo y se giró para agacharse detrás de la fila más cercana de
tumbas. Los estallidos reveladores de un arma con silenciador resonaron en la
humedad. Fragmentos de mármol volaron mientras los disparos iban acertando
junto a la cabeza de Harry. Se agachó y fue a la izquierda, cubriéndose la cabeza.
Podía oír a los otros en su auricular. Ninguno de ellos se oía nervioso. De hecho,
la voz de Louis salía tan calmada como si estuviera ordenando un sándwich en
el supermercado local. Harry había oído más emoción en Louis mientras veía un
partido de fútbol.
—Tienes cinco hacia la pared noreste —dijo Louis en el oído de
Harry.
— ¿El noroeste de quién? —Gritó Owen.
—El tuyo no. Styles está cercado.
—Aye, aye, vamos a entrar —gruñó Nick. Más disparos amortiguados
vinieron de la pared, seguidos por el sonido de las armas de Nick.
—Cinco más a través de la entrada principal —murmuró Louis— Estos no son
locales. Salid.
Disparos desde el techo. Harry miró alrededor de la tumba para ver al
agente especial Howard buscando cobertura. Las balas golpeaban sus pies,
levantando tierra y césped, haciéndole bailar adelante y atrás.
Louis estaba jugando con él, inmovilizándolo.
Los turistas gritaban en la distancia. Los caballos relinchaban. Sirenas
comenzaban a oírse de la comisaria calle abajo. Harry se lanzó desde su escondite
y corrió agachado, dirigiéndose hacia Howard, donde estaba atrapado en abierto
por el fuego de cobertura de Louis. Una bala pasó rozando su brazo, tan cerca
que quemó.
—Mierda. Lo siento —dijo Louis en su oído.
— ¡Cuidado! —Gruñó Harry. Llegó donde Howard y lo agarró por el
pescuezo, lo puso de pie con violencia y lo tiró hacia las tumbas. Vio a Nick y
Kelly escalar la puerta en la pared trasera.
Cuando llegó a cubierto, Harry empujó a Howard al suelo y mantuvo su
pistola contra la nariz del hombre. Le registró, le quitó todas sus armas, su
insignia y las llaves del coche.
—Six, tienes policías en tu posición en tres —gritó Nick.
Louis ignoró la advertencia y disparó más tiros. Alguien gritó en el
cementerio.
—Dos menos. Y medio. Siete vivos. ¡Sacad vuestros culos de ahí! —ordenó
Louis—¡Styles, deja de bailar con él y muévete!
Harry no soltó al hombre, en su lugar lo agarró con fuerza por el cuello y
lo obligó a ir con él.
—Hace demasiado calor aquí arriba, me voy –dijo Louis—¡Despejad!
Disparos continuaron resonando en el cementerio, pero el rifle de
francotirador se quedó en silencio.
Harry estiró la cabeza para mirar hacia el tejado mientras
arrastraba a Howard a través del laberinto de bóvedas y tumbas.
Louis había abandonado finalmente su puesto, pero Harry no sabía cómo planeaba salir
de ese edificio ahora que todo el infierno se había desatado.
Hubo más disparos desde la parte posterior del cementerio. Harry no
podía decir si los Sidewinder estaban persiguiendo a los hostiles o si estaban
siendo perseguidos. El agente Howard cayó de rodillas, gimiendo y tirando de la
mano de Harry.
— ¡Levántate! —Gritó Harry. Tiró de él con esfuerzo, golpeándolo contra
el montón de ladrillos expuestos de una antigua bóveda. Le metió la pistola bajo
la barbilla— ¿A quién llamaste?
Howard comenzó a lloriquear. Harry apenas podía distinguir sus palabras.
Se arrancó el auricular de la oreja para deshacerse de la charla y empujó el arma
más fuerte contra el cuello de Howard.
—Cierra la maldita boca.
El lloriqueo de Howard se cortó cuando tragó.
—Por favor, no me mates –susurró—. Tengo familia.
Harry mostró los dientes.
—No me importa. ¿A quién llamaste?
—Al comandante de la Policía. Walker.
—Esta no es potencia de fuego de la policía; ¿quién más está
involucrado?
—Él dijo que tenía ayuda. Alguien nuevo en la ciudad.
—Nombres.
Howard sacudió la cabeza de lado a lado. Estaba temblando.
—Español. No lo sé.
— ¿Colombiano?
— ¡No lo sé! Por favor, Dios, no me hagas daño.
Harry le soltó. Miró por encima de la bóveda. El tiroteo continuaba. Se
metió el auricular de nuevo, sólo para ser recibidos por gritos confusos y ecos
de disparos.
Se apartó de Howard y apuntó el arma hacia la pierna del hombre.
— ¡Oh, Dios, no!
—Esta es la lección final de lealtad —gruñó Harry. Puso una
bala en la rodilla del hombre y se alejó corriendo.
* *
Louis corrió tan rápido como pudo por el centro de la calle, rumbo a Borbón
o Royal y lo que rezaba sería la multitud del desfile. Sabía que tenía quince
segundos, quizás treinta, antes de que alguien lo siguiera. Estarían demasiado
preocupados porque tomara una posición en algún lugar para dispararles. Pero
ese era todo el margen de maniobra que tenía antes de que lo atraparan, y tenía
que hacer que contara.
Sólo había corrido una manzana antes de que alguien gritase detrás de
él. Pero no podían disparar contra él, no con el tráfico de peatones tan cerca.
Una bala dio en la carretera junto a sus pies.
¡Mierda! Louis se cubrió la cabeza y encorvó los hombros, pero siguió
corriendo.
Estaban disparando directamente a las zonas peatonales del barrio francés,
directamente a esa multitud de desfiles. Las calles estaban llenas de casas y
negocios. La gente que había estado paseando inocentemente ahora estaban
gritando y cubriéndose donde podían.
Los que le perseguían no eran policías locales. No habría charlas por esto en torno a
un interrogatorio hasta que llegara la caballería. Estaba corriendo por su vida, no por unos
cuantos minutos más.
Tenía que llegar a la calle Canal, hacia el distrito de negocios y, si seguía
con suerte, al Casino Harrah.
El casino tendría un software de reconocimiento facial que cubría los
pisos, todo el mundo lo sabía, y los matones del cártel no se arriesgarían a ser
identificados por él. Sin embargo, estaba a un kilómetro de distancia.
Una valla de alambre de cadena apareció a su izquierda, rodeando un
raro terreno baldío y corrió hacia él. Más disparos lo
persiguieron, rompiendo la ventanilla trasera de un automóvil aparcado al
lado de la carretera y haciendo estallar una farola a pocos centímetros de la
cabeza de Louis.
— ¡Hijo de puta!
Louis saltó la frágil valla, agarrándose a la parte superior y bajándola con él
mientras saltaba. Golpeó hierba y grava y rodó, poniéndose de pie pero perdiendo
unos segundos preciosos. Fue al otro lado del terreno donde una cerca más alta y
más resistente había sido levantada. Saltó la pared de ladrillo y la golpeó con el pie
para despejar la valla como un saltador de altura, luego cayó al suelo y siguió
corriendo. Una bala roció polvo de ladrillo donde había estado su pie y los
hombres gritaron en español desde la esquina más alejada del edificio.
Louis se encontró en el interior de una manzana de la ciudad,
zigzagueando entre cubos de basura, coches aparcados, bicicletas y edificios.
Redujo la velocidad en un pequeño patio, con el corazón martilleando al darse
cuenta de que podía haberse encerrado.
Podía oír a sus perseguidores trepar por la valla.
Miró hacia arriba. Podía usar las escaleras de hierro del edificio de
apartamentos y tal vez llegar al techo con una corta subida, pero sería un blanco
fácil durante demasiado tiempo. Y si por algún milagro lograba llegar allí sin
recibir un disparo, todavía tendría el dilema de estar atrapado en un maldito
tejado.
No había ningún sitio donde ocultarse en el que al final no le
encontraran. Podía derribar la puerta de alguien, esperar que tuvieran ventanas
o una puerta que diera a la calle, y arriesgarse a que cualquier dueño de casa al
que se acercara fuera disparado detrás de él. O le golpeara con un rizador.
Agarró el arma en la parte baja de su espalda. Tenía doce disparos en el
cargador y un repuesto con quince más atados a su tobillo.
Si tenía que hacer una última parada en este patio sin salida, haría que fuera
sangrienta.
Corrió a por un gran contenedor de basura verde en la esquina del patio,
con la intención de usarlo como cubierta. Pero cuando rodeó el contenedor,
encontró una brecha entre los edificios. Era
estrecha, oculta por el diseño de las viejas estructuras, y parecía conducir a un
callejón sin salida. Louis se dirigió hacia allí de todos modos, rezando porque
la oscuridad fuera realmente otra brecha entre los edificios en lugar de una
mera sombra.
Oyó voces enojadas detrás de él.
— ¿A dónde se fue este cabrón?
—No está aquí.
—No le crecieron alas. ¡Búscalo!
Louis sabía lo suficiente como para entender la última palabra:
encontrarlo.
Se movió más rápido, tratando de permanecer en silencio mientras llegaba
al final del callejón. Su apuesta dio sus frutos, y salió a otro callejón apretado que
llevaba a otro hueco entre los edificios. Iba a la izquierda, incluso más estrecho que
los dos primeros. Louis tuvo que dar media vuelta para seguir. Terminó ante una
valla de madera y, después de unas pocas patadas, entró en un pequeño patio
privado lleno de plantas y decoraciones de jardín, azulejos coloridos y luces
colgantes antiguas. Y al otro lado había un callejón a la calle. Louis podía ver a
gente caminando.
El callejón estaba bloqueado en el extremo de la calle por una alta puerta
de hierro cubierta con pedazos rotos de vidrio de colores que brillaban a la luz
del sol.
Pero seguro como el infierno que parecía mejor que morir bajo una granizada de
balas.
Louis volvió a meterse el arma en el cinturón y cruzó el patio. Esquivó
las vides trepadoras y antigüedades mientras corría por el pasaje, y
cuando llegó al final, saltó hacia la puerta, agarrándose al hierro con las
manos y empujando con los pies. Escaló el portón mientras turistas de
ojos abiertos y chicos universitarios borrachos le miraban desde el otro
lado. Un muchacho de fraternidad entregó su taza de plástico a su
amigo y sacó un teléfono para comenzar a grabar. Un caballo y un
carruaje tropezaron contra una familia joven.
Cuando Louis llegó a la parte superior de la puerta, donde los
fragmentos de cristal eran su último obstáculo para la libertad, oyó gritos en el
patio detrás de él.
Puso un pie en el ladrillo a un lado y presionó su hombro contra la pared
opuesta, subió los pies por el costado de la pared hasta que estuvo lo
suficientemente alto como para torcer el cuerpo y caer por encima de la puerta.
Aterrizó con demasiada fuerza y rodó hasta la calle, encontrándose a
merced de un caballo blanco muy grande que echó la cabeza atrás y resopló.
Louis se puso de pie de un salto, alejándose del animal mientras la gente
empezaba a murmurar. Miró hacia el callejón, alejándose de la vista detrás del
caballo justo cuando los hombres aparecieron en las sombras a través de la puerta
de madera arruinada.
— ¡Esto va a ir a YouTube! –Gritó el tipo con el teléfono. Louis subió al
carruaje.
— ¡Eh! —empezó el conductor, pero Louis se puso un dedo en los labios y
le mostró al hombre su arma.
Le arrebató el sombrero de copa al hombre, se lo colocó sobre su cabeza, se
deslizó fuera del carruaje, y se apresuró a la intersección, con la esperanza de
mezclarse con la multitud.
Al doblar la esquina, un hombre grande se puso delante de él.
Shine Walker. El hombre que Louis sospechaba había matado a Murdoch. El
hombre que había escogido a una chica de entre una multitud y la había ahogado, porque
se parecía a su hermana.
Medía dos metros con brazos del tamaño de troncos de río. Louis se había
peleado en broma con él una vez, y había sido arrojado en broma a través de la
habitación y había conseguido tres costillas magulladas en el proceso.
—Bueno, si no es William Louis…—replicó Shine. Sonrió. Louis dio un
paso atrás.
—Vamos a mantener la calma, colega.
Shine levantó el puño, mostrando sus nudillos. Su atención se movió de
Louis a su puño con una sonrisa cada vez más amplia, luego abrió la mano, giró
la palma hacia arriba para mostrar un puñado de polvo gris. Con un gran
soplido, sopló el polvo a la cara de Louis.
Louis contuvo el aliento y mantuvo los ojos cerrados. Podía oír a Shine
riendo, un sonido profundo y retumbante que empezó a
desvanecerse en la distancia mientras trataba de limpiarse el polvo con la
manga. Sus rodillas golpearon el pavimento, y su mundo se desvaneció a la
nada antes de que el resto de su cuerpo pudiera entrar en contacto con el suelo.
* *
* *
* *
* *
Louis trabajó con las cuerdas en sus muñecas mientras Walker y su hijo
discutían, tomando respiraciones rápidas y superficiales, tratando
desesperadamente de fingir una reacción alérgica.
— ¡Eh! —Finalmente gruñó. Sacudió los hombros de un lado a otro—.
Quítame estas cuerdas… de mi pecho… para que pueda
respirar.
—Jódete…—gruñó Shine— Que se muera, ¿cuál es el problema?
¡Vamos a matarlo de todos modos!
Walker golpeó a Shine en el lado de la cabeza.
—Necesito información antes de que pueda golpearle. ¿Dónde está esa
cosa que Hannah te dio?
Louis gimió.
Una mujer despreciada no era algo con lo que te metías. Lo recordaría si vivía.
Shine comenzó a buscar en sus bolsillos.
—Lo encontró en su habitación en el bar —dijo, sacando a uno de los
EpiPens.
—Pínchalo con ello…—ordenó Walker.
—Oh joder, no –jadeó Louis. Sacudió la cabeza violentamente cuando Shine
giraba el cilindro y fruncía el ceño—. ¡Bien podrías… aflojarlo… con un Ginsu!
—Eres muy especial para alguien que se está muriendo.
Shine puso la mano en el hombro de Louis y quitó la tapa del cilindro
EpiPen. Lo echó hacia atrás, preparándose para pincharle el pecho.
— ¡No, no, no! –Chilló Louis— ¡Jesucristo!
— ¿Qué?
—No se puede inyectar... adrenalina… justo en mi corazón. ¡Jodido
idiota!
Shine lo giró en la mano y miró a su padre, que puso los ojos en blanco.
—Déjame. Tienes que sacarlo.
—Pensaba que se pinchaba.
—Pero eso es la caja, muchacho. —Walker se lo quitó y sacó la EpiPen de
su caja.
—El lado azul —le dijo Louis.
—Cállate…
—No es una aguja…—murmuró Shine— Vamos a darle un saco para
respirar.
—Su garganta se está cerrando.
—Entonces le hacemos un agujero en la garganta y podrá
respirar de nuevo.
—Instrucciones… en él—contestó Louis—. Gira el azul… el naranja
pincha… espera…
— ¡Cállate! —Walker lo giró y apretó. Louis
tomó un profundo y áspero aliento.
—Mierda, desata una de sus manos…—ordenó finalmente Walker.
— ¿Estás seguro de eso?
Walker asintió con la cabeza, y Shine sacó un gran cuchillo de caza de una
vaina en el muslo. Agitó el cuchillo en la cara de Louis.
—Intenta cualquier cosa y te destripo.
Louis asintió con brusquedad. Shine cortó la cuerda alrededor de su
muñeca izquierda y dio un paso atrás. Walker le entregó el EpiPen. Giró el
extremo y lo apretó con fuerza, levantándolo por encima de su muslo para
pincharlo. Pero en vez de su propio muslo, estiró el brazo y pinchó el inyector en
el pecho de Walker.
El hombre se tambaleó hacia atrás, quitándose el EpiPen. Shine lo
siguió, cogiéndolo del brazo para estabilizarlo.
—Oh, eso va a hacer muchas cosas malas a tu corazón…—dijo Louis
mientras empezaba a reír. Se estiró para tirar de la cuerda que le ataba la mano
derecha.
Shine arrancó la EpiPen. La arrojó al suelo y se hizo añicos cuando se
deslizó por el suelo. Walker se agarró al pecho, doblándose.
—Está teniendo un ataque al corazón, Shine —dijo Louis, su voz baja y
urgente— Será mejor que lo saques de aquí, Shine.
Shine le rodeó, con el cuchillo apretado en su enorme mano.
—Voy a hacerte sangrar, William.
— ¡Me enterrarán al lado de tu papá, colega!
Shine vaciló, y detrás de él, Walker respiraba profundamente y se aferraba a
su pecho. Hizo un gesto con la mano hacia Shine, como diciéndole que siguiera
adelante y matara a Louis. Shine sostuvo el cuchillo cerca de su cuerpo y agarró el
hombro de Louis, preparándose para apuñalarlo, pero Louis agarró los bíceps de
Shine, cerrando el codo mientras Shine avanzaba. Apretó los dientes y puso
toda la fuerza que tenía en mantener el cuchillo a raya, pero no había logrado
aflojar su otro brazo, sus pies todavía estaban atados a la silla y Shine se estaba
riendo de él, empujando la punta inexorablemente más cerca de su pecho.
No tuvo que empujar para herir a Louis. Podría haber cortado el antebrazo
de Louis para aflojarlo. Podría haberse apartado e ido por detrás para cortarle la
garganta. Podría haberla matado fácilmente de muchas maneras, pero Shine
continuó presionándolo, forzando a Louis a luchar por su vida. Los dedos de
Louis trabajaban frenéticamente con las cuerdas sueltas de su otra muñeca. Con
los pies atados, no podía conseguir ningún apalancamiento. Shine se rio.
Estaba disfrutando de la marcha lenta de la muerte mientras Louis perdía la batalla.
El cuchillo tocó la tela de la camisa de Louis y este gritó sin palabras,
buscando profundamente más fuerza donde sabía que no encontraría ninguna.
Luchando por su vida contra un hombre que simplemente quería jugar con ella.
El cuchillo rompió la piel. Louis se apoyó contra la silla, desesperado por
más centímetros. Su vida no apareció ante sus ojos. Sus malas acciones no
volvieron para perseguirlo, ni tampoco le vistió nada del bien que había hecho.
No encontró fuerza añadida en los pensamientos del futuro o en los recuerdos del
pasado. No vio a su familia, ni a sus compañeros de equipo, ni las caras de
hombres que había consolado cuando habían muerto.
La única cara que vio cuando el cuchillo le mordió fue la de Harry.
— ¿Louis?
Louis gritó de nuevo. No sabía de dónde había salido la voz de Harry,
pero empujó con más fuerza contra el brazo de Shine, desesperado por oírlo de
nuevo.
— ¡Harry!
Un motor aceleró en alguna parte. Shine retrocedió, su cabeza se disparó
ante el sonido.
Walker finalmente se había recuperado del pico de epinefrina y adrenalina
lo suficiente para golpear a Shine en la espalda.
— ¡Mátalo!
El motor se hizo más fuerte, acercándose más. Louis podía oírlo
tanto fuera de las delgadas paredes como en su oído. El auricular que Shine no
había visto todavía estaba allí. Había estado zumbando en el oído de Louis todo
este tiempo, y ahora estaba captando el rugido de una moto enfadada.
Louis estiró la cabeza y vio al motero a través de la sucia ventana delantera,
avanzando hacia la casa a través de un campo de malezas y arbustos. Era una
moto de gran cilindrada gris con un motero grande cubierto de cuero negro, un
casco que le cubría solo la parte superior de la cabeza, llevaba la cara cubierta con
un par de gafas de sol y un pañuelo negro con una calavera impresa en él.
Louis inhaló, mirando por la ventana mientras el jinete apuntaba un arma
hacia la casa. Walker y Shine parecían estar tratando de decidir entre luchar y
huir.
—Su jinete se llamaba Muerte…—les dijo Louis, empezando a sonreír. Los
disparos rompieron las bisagras y los paneles de la destartalada puerta principal
y siguieron lloviendo sobre los ocupantes de la habitación— ¡Y el infierno le
seguía! —gritó Louis mientras ambos hombres se tiraban al suelo, cubriéndose la
cabeza.
Las astillas y los fragmentos de balas volaban por el aire. Shine y su padre
se arrastraron a las esquinas de la habitación, cubriéndose. Louis levantó la mano
para protegerse los ojos mientras la moto irrumpía a través de la puerta arruinada,
gritando en la habitación y rasgando las tablas del suelo y restos de alfombra a
medida que avanzaba. El motero puso un pie en el suelo y giró la rueda trasera de
la moto, masticando la madera y disparando metralla contra los hombres
acurrucados en el suelo.
Louis se quedó mirando boquiabierto la superficie reflectante de las gafas
de sol. El motero le arrojó un cuchillo pequeño.
Harry, era Harry, y Louis apenas logró superar su shock para atraparlo.
Cortó las cuerdas y se esforzó por levantarse de la silla. Harry levantó su
arma y echó el cargador vacío al suelo. Había usado toda su munición en la
puerta y no había nada para terminar el trabajo.
Walker y Shine manotearon en busca de sus armas. Louis se lanzó hacia
adelante, tomó la mano de Harry y se balanceó para subirse a la parte trasera de la
moto.
Se agarró con fuerza y presionó la cara contra la espalda del hombre
mientras la moto aceleraba y salía disparada de la casa.
Los disparos los persiguieron, pero la moto era demasiado rápida para
sus perseguidores. Louis apretó el puño, la mano se cerró en los bordes de la
chaqueta de cuero, la misma chaqueta de cuero negro que le había dado a
Harry hacía unos años.
Dieron varias vueltas y giros a través de la ruina del vecindario, luego la
moto frenó y Louis pudo levantar la cabeza. Pronto llegaron a una intersección
vacía, y Louis vio a los hombres Sidewinder convergiendo adelante.
La moto se detuvo junto a una furgoneta gris y un viejo sedán Cutlass,
donde los otros hombres estaban reunidos, armados y listos.
Louis descansó la cabeza contra la espalda de Harry, respirando con fuerza
y todavía temblando de adrenalina. Asintió con la cabeza a los demás, que
simplemente se quedaron allí y sonrieron.
Harry levantó la mano y tiró de la bandana. Louis se inclinó hacia un lado
para quitarle las gafas de sol y luego le dio unas palmaditas en la mejilla. Harry
asintió y giró la cabeza sin decir una palabra.
Los otros se acercaron, todos sonriendo como tontos.
—Una jodida fuga, Styles…—dijo Nick.
—Eso fue alguna mierda…—gritó Digger, y levantó el puño para que
Harry lo golpeara. Incluso Owen le ofreció una palmada en el hombro.
Nick tomó el brazo de Louis y lo ayudó a bajar de la parte trasera de la
moto.
— ¿Estás bien?
—Bastante. ¿Kelly?
—En cirugía. No sabemos nada, tuvimos que dejarlo.
Louis tragó saliva mientras el alivio lo inundaba. Detrás de Nick, Liam
estaba junto a Hannah cerca de la furgoneta. Estaba atada, con un pañuelo
alrededor de la boca para mantenerla callada. Louis miró de nuevo a Nick.
—Íbamos a cambiarla por ti si teníamos que hacerlo. Harry estaba
buscando cuando te oyó.
Louis se alejó, se dio la vuelta para encontrarse con los ojos de
Harry. Este lo miró fijamente, su rostro tan impasible como los ángeles tallados en
el Cementerio De San Luis. Louis quería decirle muchas cosas, pero no tenían
tiempo. Y por la expresión de Harry, no quería oírlo de todos modos.
Louis se acercó a Liam y Hannah. Hannah se estremeció cuando él
levantó la mano para quitarle el pañuelo de la boca, y Louis vio
tardíamente el moretón que se formaba en su pómulo.
—Está bien —dijo.
Ella lo miró fijamente mientras le bajaba el pañuelo.
— ¿Le llamaste? —preguntó Louis, con la voz baja. Ella
tragó saliva.
—Sí.
Antes de que pudiera explicárselo, Louis volvió a ponerle el pañuelo. Ella
echó atrás la cabeza, Liam la mantuvo inmóvil mientras Louis lo apretaba y la
silenciaba. Luego se volvió hacia Liam, que le sonrió y le dio unas palmaditas en
el hombro.
— ¿Ese moretón es obra tuya?
Liam puso los ojos en blanco.
—Ella nos delató. Y todavía puede haber matado a Doc. Así que no me
llores, Argentina, consiguió lo que se merecía.
Se movió para pasar delante de Louis, pero este lo detuvo con la mano en
el pecho.
—Todos tenemos lo que nos merecemos…—le susurró Louis en el
oído.
Liam ladeó la cabeza, a pocos centímetros de su rostro. Luego bufó y pasó
junto a él. Louis tomó a Hannah por el brazo y tiró de ella con él, señalando en
dirección a la casa en la que había estado.
—Tu padre está allí. Empieza a caminar.
Sus oscuros ojos le lanzaron una mirada furiosa, pero levantó la barbilla y
comenzó a bajar por el camino destrozado sin mirar atrás.
— ¿Seguro que es una buena idea? —Preguntó Nick. Louis
asintió con la cabeza.
—Mantenerla alrededor sería como tratar de mantener a un mapache
en una jaula. Terminarás lleno de sangre. Con la rabia.
Nick rio entre dientes y subió a la furgoneta. Louis se volvió a mirar a
Harry, sintiendo que su pecho se endurecía. Liam se acercó a Harry, rompiendo
el contacto visual entre ellos antes de que Louis pudiera decir algo. Levantó una
mano, agarró a Harry y se acercó para abrazarlo.
— ¡Lo harás bien, compañero! ¡Demonios!
La atención de Louis todavía estaba en Harry cuando Liam se volvió
hacia él. Liam le dio un empujón.
—Él se merece un poco más que su habitual mamada de rescate,
¿no?
Louis apartó los ojos de Harry.
Liam sonrió ampliamente.
—Si tú no se la das, querido, seguro que lo haré yo.
Louis se volvió hacia él antes de pensarlo, antes de darse cuenta de que las
palabras de Liam le habían enfurecido.
Posesivo. Celoso como el infierno.
Sin embargo, su puñetazo no aterrizó, porque Liam se inclinó y bloqueó la
mano de Louis. Agarró el brazo de Louis y lo retorció, tirando a Louis de lado
hacia él.
Louis gruñó y arqueó la espalda mientras Liam le apretaba el brazo y el
hombro. Liam puso los labios contra su oreja y cuando habló fue en ruso y
susurrando.
—Ahora, querido, no te gustaría salir herido en una pelea por un hombre que ya
has perdido.
Louis consiguió lanzar un golpe a su abdomen antes de que Liam lo
empujara como si Louis fuera algún despreocupado borracho.
Liam señaló con la mano a Harry.
—Ahora devuélveme mi moto antes de que te de una paliza.
* *
* *
* *
* *
* *
* *
Louis estaba en silencio mientras Harry les llamaba un taxi. Digger y Owen
habían entrado en el Barrio Francés como si nada hubiera sucedido esa mañana,
pero Harry estaba encontrando un poco más difícil superarlo.
Louis y él subieron al taxi, dirigiéndose a Bourbon Orleans, donde todavía
tenían una habitación bajo el nombre de Nick. Lo que quedaba de sus
pertenencias había sido llevado allí antes.
Harry miró a Louis de reojo. Su cuello estaba manchado con restos de la
sangre falsa de Digger y su sangre real, y su rostro estaba ceniciento, pero Harry lo
había visto con peor aspecto.
—No puedo creer que saliéramos de esto sin otra cosa que arañazos —trató
Harry.
Louis movió la cabeza distraídamente.
— ¿Todavía tienes la bolsa gris-gris?
Eso hizo que Louis levantara la cabeza. Se lamió los labios.
—Sí. Tengo que averiguar cómo limpiarlo.
— ¿Cómo?
—Había una sacerdotisa en Rampart. Seguramente todavía esté allí.
Harry lo estudió, deseando que la distancia entre ellos no hubiera
crecido tan llena de espinas. Le costó tragar más allá de la opresión en su
garganta.
El taxi se detuvo y Harry pagó al conductor mientras Louis avanzaba
penosamente hasta la entrada del hotel. Harry corrió para alcanzarlo.
—Oye —gritó, la frustración crecía mientras seguía a Louis a través del
vestíbulo—¿Vamos a hablar sobre… cualquier cosa?
Louis apretó el botón del ascensor. Asintió, sin mirar a Harry. Las puertas
se abrieron y Louis entró, volviéndose hacia Harry.
— ¿Me amas, Harry?
La pregunta simple, formulada con tan poca emoción en los ojos de
Louis, golpeó a Harry como un martillo en el pecho, le robó el aliento y le
debilitó las rodillas. Entró en el ascensor tropezando antes de que las puertas
pudieran cerrarse.
—Sí. Sí, lo hago.
Louis asintió con la cabeza.
—Y yo te amo.
Harry dejó salir el aliento que había estado reteniendo. Se sintió aliviado al
oír esa confirmación después de todo lo que había sucedido, después de todo lo
que habían dicho y hecho el uno al otro.
—Entonces… ¿qué hacemos?
—Bueno. —Louis tragó saliva, parecía un poco enfermo—. No puedo...
No puedo sentarme en tu pedestal.
—Louis…
—No. No estoy diciendo que sea algo malo, Harry. No. Ambos hemos
sabido desde el principio que la única razón por la que te limpiaste fue porque te
pedí que lo hicieras. Apenas te aferraste a ello porque yo espero que lo hagas. No
es justo para ti. No es justo para mí. No puedo ser la razón por la que estás sobrio, Harry.
Harry respiró de manera entrecortada y temblorosa.
—Porque no soy perfecto, y la próxima vez que te defraude, no puedo ser
yo en quien te apoyes. Tienes que ser lo suficientemente fuerte como para
mantenerte lejos de la botella. Por ti. No por mí.
Harry ya no podía encontrarse con los ojos de Louis y apartó la mirada
al suelo.
—No estoy orgulloso de lo que he hecho, Louis.
—Ni yo tampoco…—susurró Louis. Extendió la mano y puso dos dedos
bajo la barbilla de Harry, levantando su cabeza para encontrarse con sus ojos—.
Lamento haberte decepcionado…
Harry se acercó, sus ojos se apoderaron de los de Louis. La mano de Louis
se movió de su barbilla para cubrir su mejilla, y Harry se
inclinó para besarlo cuidadosamente.
El beso no exigió nada. Era simplemente un sentimiento de amor y devoción de un
hombre a otro.
El corazón de Harry latía con la aceptación. Cuando retrocedió, seguían
mirándose a los ojos. El ascensor se detuvo y los sacudió. Harry respiró
profundamente.
— ¿Dónde nos deja eso?
Louis sacudió la cabeza.
—Te amo. Me amas. Sabemos que lo que tenemos puede ser fuerte. Más fuerte.
Harry bajó la cabeza antes de que pudiera ver el dolor que estaba a punto
de pasar por la cara de Louis. La puerta del ascensor se abrió y cerró detrás de
él.
—Pero... las piezas tienen que ser fuertes para que el conjunto lo sea.
¿Correcto?
—Sí…—susurró Louis—Y yo no estoy bien en este momento. Yo… ya
ni siquiera sé lo que soy. No lo he sabido desde hace mucho tiempo.
—Eres un buen hombre —dijo Harry, vehemente mientras levantaba la
cabeza— Eres un hombre valiente. Y eres un hombre que ama con todo su
corazón y alma. Eso es lo que eres.
Louis apretó los labios con fuerza. Sus ojos brillaban, y mientras Harry
miraba, una lágrima se liberó y cayó por su rostro. Louis bajó la cabeza y la
limpió con la palma de la mano.
—Eso es lo que piensas que soy.
Harry tragó saliva.
—Soy un asesino —dijo Louis, con la voz temblorosa— Soy un asesino.
Soy la punta de una lanza.
A Harry se le erizó el vello de los brazos. Su estómago se desplomó.
Otra lágrima siguió el rastro de la primera por la cara sucia de Louis, pero no
pareció darse cuenta.
—Y tú —continuó, con la voz entrecortada— Tú eres un fénix, Harry.
Renaces de las cenizas. Y todo lo que yo hago es quemarte.
La garganta de Harry era demasiado estrecha para tragar y su
siguiente respiración salió como un sollozo ahogado. Nunca se había imaginado
que así era como Louis le veía, y oírlo ahora le daba ganas de recuperar todas las
palabras duras que habían compartido, cada empujón y pelea de su relación. Tomó
la cara de Louis con dedos temblorosos.
Louis lo abrazó, aferrándose a él, sus respiraciones duras en el oído de
Harry.
—Me voy a quedar aquí —dijo Louis tembloroso. Harry jadeó, pero
Louis no le apartó. Le abrazó con más fuerza—. Hasta que la suspensión
termine. Me voy a quedar aquí con Kelly. Te voy a dar ese tiempo y espacio que
dijiste que necesitabas.
—Louis…—susurró Harry.
Louis se apartó y buscó algo en el bolsillo, luego lo metió en la mano de
Harry y lo abrazó de nuevo como si tuviera miedo de que pudiera tratar de
escapar. Cuando Harry miró el objeto por encima del hombro de Louis, el pecho
se agitó a la vista del ancla de plata Louis le había hecho.
Creo en ti, leyó.
Harry quería discutir, rogarle que no le obligara a dejarlo aquí.
Pero Louis tenía razón.
Se había dado cuenta él mismo, recordando la forma en que había visto a
Kendall, pensando en que su alegría era compartida. La forma en que observaba
el vibrante deseo de Louis por la vida y se engañaba a sí mismo pensando que
estaba viviendo con sólo tomar el sol en ese brillo.
Pero no tenía amigos. No tenía alegrías. No tenía nada que no fuera Louis o el
trabajo.
Tenía que aprender a vivir. Si era un fénix, tenía que aprender a volar por su
cuenta, o seguiría ardiendo lentamente en sus propias cenizas.
Asintió con la cabeza contra la mejilla de Louis.
—Está bien –susurró— Está bien.
Capítulo 15
* *