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ADOPCIÓN PLENA PLURIPARENTAL

Por Néstor E. Solari

I. EL CASO.

Se trata de un caso, resuelto por la jueza Laila Judith Córdoba, titular del juzgado de
familia, de la ciudad de Córdoba, con fecha 18 de febrero de 2020, en autos “F.,F.C.; V.A.F; F.C.A.
sobe adopción”.

Los actores promovieron demanda de adopción plena pluriparental, respecto de la niña


en cuestión. La madre adoptante tuvo dos matrimonios. En el interín de la guarda, se divorcia
del primer matrimonio y contrae otro matrimonio. Más tarde, el juzgado otorgó también la
guarda preadoptiva al esposo del segundo matrimonio.

Ante ello, tanto el esposo del primer matrimonio como el esposo del segundo
matrimonio, pretenden adoptar a la niña en cuestión, habiendo tenido previamente
otorgamientos de guardas preadoptivas, sucesivamente.

En tal contexto, las tres personas involucradas como pretensos progenitores, solicitaron
la adopción plena pluriparental.

Durante la sustanciación del proceso judicial de adopción, la niña considera que tanto el
primer cónyuge como el segundo cónyuge de la madre son sus “papás”. Expresa que tiene dos
papás, que vive con su mamá y papá F y, que su papá C, va los domingos a comer con ellos.

Por aplicación de la capacidad progresiva de la niña, consideró la jueza que la menor se


encuentra integrada y acepta a las dos personas como papás. Además, destaca que la niña
manifiesta su deseo de que ambos sean sus progenitores.

Teniendo en cuenta los elementos y circunstancias de la causa, la situación fáctica se


encuadra en la denominada “pluriparentalidad”, que se encuentra expresamente vedada en el
art. 558 del nuevo ordenamiento de fondo.

Con buen criterio, la jueza señala que el precepto interno contraría los principios de
igualdad y no discriminación consagrado en los tratados internacionales, cobrando importancia
el Interés superior del niño.

Por tal motivo, declara la inconstitucionalidad y anticonvencionalidad del tercer párrafo


del art. 558 y del inciso d, del art. 6341 del código civil y comercial, y hace lugar a la pretensión,
otorgando la adopción plena pluriparental a los tres progenitores solicitantes.

II. COMENTARIO.

La diversidad de modelos familiares tiene apoyatura constitucional y convencional, dado


que se reconoce y protege distintas formas de familia. En punto a la filiación, significa admitir la
monoparentalidad, la coparentalidad y, eventualmente, la pluriparentalidad, como formas y
modelos familiares.

1
La referida disposición contempla como causal de nulidad absoluta la sentencia de adopción cuando se
trata de “la adopción simultánea por más de una persona, excepto que los adoptantes sean cónyuges o
pareja conviviente”.
Los vínculos socioafectivos han existido, desde siempre, en la realidad sociológica. La
novedad radica en que ahora, desde lo jurídico, tiende a reconocerse la protección a una
realidad que antes se desconocía jurídicamente, quedando relegada a meras prácticas sociales.
Es decir, se dejaba librada a una situación de hecho. Dicho de otra manera, la realidad no
coincidía o concordaba con la realidad jurídica. La referida discordancia significaba la privación
de derechos que eventualmente podía surgir de dicho vínculo, además de desconocer el
fenómeno sociológico que el mismo significaba.

Los tratados internacionales de derechos humanos, con jerarquía constitucional, han


venido a incorporar distintas visiones y modelos familiares –ya existentes en la realidad- al
mundo del derecho. Pasamos de un modelo familiar único, estructurado sobre ejes del orden
público, imperativo, a otro modelo diverso y plural, derivado de los fenómenos y realidad
culturales locales, regionales y universales. La “familia”, de esta manera, ha evolucionado hacia
lo que se denomina las familias.

En esta línea, el nuevo Código Civil y Comercial señala, en sus fundamentos, la


constitucionalización del derecho privado y, con ello, la constitucionalización del derecho de las
familias.

Ahora bien, cuando diseña las normas concretas aparecen incompatibilidades e


inconsistencias con aquellos postulados.

Específicamente, en lo que respecta a la Filiación, se consagra en el primer artículo del


título, una prohibición expresa: “Ninguna persona puede tener más de dos vínculos filiales,
cualquiera sea la naturaleza de la filiación” (conf. tercer párrafo del art. 558 CCyC).

Por lo tanto, sea que estemos en presencia de una filiación por naturaleza, por técnicas
de reproducción humana asistida o por adopción, no sería posible reconocer una filiación plural,
de tres o más progenitores.

De esta manera, la pregonada diversidad familiar y democratización de la familia quedó


reducida a un concepto abstracto, que no condice con los preceptos legales incluidos en el
ordenamiento interno, pues éstos implican un contrasentido con aquellos postulados. Tan es
así, que ni el código derogado –velezano- contenía semejante prohibición.

Debemos recordar, en este sentido, que la primera inscripción de una triple filiación en
el derecho argentino ha sido durante la vigencia del viejo régimen. Precisamente, el órgano
administrativo –Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas-, en la Provincia de Buenos
Aires, había ordenado la inscripción de una triple filiación, cuya fuente eran las técnicas de
reproducción humana asistida, alegando en la disposición 2002, del año 2015, que lo que no
está prohibido está permitido, por imperio de los tratados internacionales con jerarquía
constitucional2.

De esta manera, la expresa prohibición contenida en el nuevo Código Civil y Comercial,


en su art. 558, conlleva una inadmisible regresividad de derechos, en franca colisión con tratados
de derechos humanos, de jerarquía superior, pues ahora veda lo que el viejo código no lo hacía.

Para nosotros, el caso bajo análisis, debe enfocarse sobre dos ejes fundamentales: el
concepto amplio de familia, consagrado en los tratados internacionales con jerarquía

2
Sobre la misma, puede verse Solari, Néstor E.: “Derecho de las Familias”, p. 400, Ed. La Ley, 2017.
constitucional, y el interés superior del niño, principio rector de la Convención internacional
sobre los Derechos del Niño.

Respecto del concepto amplio de familia, surge implícitamente la recepción del mismo
en los argumentos de la sentencia, al admitirse y reconocerse que existan vínculos socioafectivos
que exceden el estrecho margen del modelo familiar que emerge del último párrafo del art. 558
CCyC, en cuanto prohíbe expresamente la filiación de tres progenitores, cualquiera sea la fuente
del vínculo filial.

El segundo eje central, está constituido por el “Interés Superior del Niño”, principio
sobre el cual reposa, de manera expresa, los argumentos centrales del presente fallo. Este
principio rector es el que la sentencia utiliza para llegar al decisorio de autos, otorgando la
respectiva filiación adoptiva a los tres progenitores.

El interés superior del niño es el principio rector y guía de la Convención sobre los
Derechos del Niño, debiendo prevalecer ante otros derechos en juego.

En sintonía con ello, no debe olvidarse que el art. 3 de la ley 26.061 de Protección
Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, establece el contenido y pautas a
tener en consideración, señalando que el interés superior del niño consistirá en la máxima
satisfacción, integral y simultánea de los derechos y garantías reconocidos en la ley.

Otorgar la adopción plena plurifilial, en el caso de autos importa, además, concederle a


la niña mayores derechos que si se le hubiere otorgado la adopción solamente a los miembros
del segundo matrimonio, siendo los más conveniente al interés superior de esa niña conceder
la plurifiliación.

Desde lo sociológico, porque convalidaría una situación de hecho, expresamente


manifestada por la niña en el proceso, al considerar a ambos como padres –esposo y ex marido
de la madre-, lo que vendría a consolidarlos en sus roles en esa familia ensamblada.

Desde lo jurídico, porque al tener tres progenitores, todos ellos, asumen sus derechos y
deberes derivados de la responsabilidad parental, respecto de la niña, especialmente en cuanto
a la obligación alimentaria y su eventual vocación sucesoria, a los fines del derecho hereditario.
Claramente, el interés superior del niño está reflejado en sumar estos derechos. Dicho de otra
manera, al resolver sobre la pluriparentalidad se le reconoce y otorga mayores derechos que
una eventual coparentalidad, pues se suma otro progenitor al vínculo filial –y con ello, más
derechos-.

No debe olvidarse que la institución de la adopción se desarrolla y consolida mediante


el reconocimiento de un vínculo socioafectivo –proceso que se inicia con la guarda preadoptiva,
creando entre las partes involucradas una relación afectiva, independientemente del vínculo
biológico.

Además, la socioafectividad irradia sus alcances en algunas situaciones que se


reconocen en el régimen actual de la adopción. Nos referimos a la “adopción de integración”,
admitiéndose la adopción del hijo del cónyuge y del hijo del conviviente (arts. 630 a 633 CCyC).

Desde esta perspectiva, resulta limitado reconocer solamente la monoparentalidad –


arts. 599, 603 CCyC- y la coparentalidad –arts. 599, 602, 604, 605 CCyC-, prohibiéndose
expresamente la pluriparentalidad –art. 558 CCyC-.
III. CONCLUSIONES.

La disparidad de visiones de los tratados internacionales y de las normas internas


consagradas en el código de fondo, conduce inevitablemente a declaración de
inconstitucionalidad y de anticonvencionalidad de los preceptos internos, en cuanto vedan la
plurifiliación, predominando las normas constitucionales y convencionales en tal sentido.

Por ello, el tercer párrafo del artículo 558 del código de fondo no condice con los
modernos criterios constitucionales y convencionales. Ante ello, y sin perjuicio de que el
legislador debe adecuar prontamente estas disposiciones a las directivas constitucionales, los
jueces tendrán la misión de extremar el uso de los arts. 1° y 2° del código civil y comercial, en
cuanto establece hacer una lectura integral del ordenamiento jurídico, para resolver los casos
concretos.

En este precedente, la juez interviniente ha efectivizado esa lectura integral y armónica


del ordenamiento jurídico, superando el obstáculo existente en una norma interna.

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