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La psicologia anatitica en la pedctien Klein, M. (1948) Contributions to Psyctioun Press, Londres. (1957) Envy and Gratinde and Other Works: 1946-1963. Delacorte, Nueva York; Obras Completa, vol. 3, Paid6s, Barcelona, 1988. Klein, M, Heimann, P. Isaacs, §. Riviere, J. (1952) Developments in Psy- choanalysis, Hogarth Press, Londres. Lichtenstein, H. (1961) «Identity. and Sexnalitys, Journal af the Ainarica Psychoanalytic Association 9, pags. 179-260. También en ‘The Dilennma of Human Identity, Jason Aronson, Nueva York, 1977. Maidenbaum, A. y Martin, S. (eds.) (1991) Lingering Shadows: Jungians, Preudians and Anti-Semitism, Shanibbala, Boston Ogden, T. (1990) La matriz de la mente, (trad, José L. Léper Muiioz),‘Tee- nopublicaciones, Madrid, 1989. ist 1921-1945, Hogarth Stoller, R. (1979) Sexual Excitement: Dynamics of Erotic Life, Pantheon Books, Nueva York, —; (1985) Observing the Erotic hnagination, Yale University Press; New Haven. Waelder, R. 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La institucién facilité el mate tial, que ya habia sido presentado pablicamente en una jornada sobre el tema a nivel nacional. Se solicité a cada uno de los analistas que trataran el caso desde la perspectiva de su eescuela» correspondiente, pues los tres son destaca— dos representantes de los respectivos enfoques. El Dr. Beebe responde, por tanto, desde un efifoque clasico, la Dra. McNeely lo hace desde el arquetipal y 1a Dra. Gordon desde el punto de vista de la escuela evo- lutiva. Los analistas no se consultaron entre si respecto a este caso. A medida que se leen sus informes resulta evidente de qué forma ejem- plifica cada uno el modelo respectivo bosquejado por Andrew Samuels en Ja Introduccién del presente volumen, donde sefiala la importancia diferencial que para cada escuela junguiana poseen los conceptos arque- po, si-mjsmo y evolucién de la personalidad, ast como los aspectos eli nicos relatives al campo transferencial, las vivencias simbélicas del si-mismo y la feniomenologia de la imagen. El esquema que Samuels presenta como modelo de interpretacién de las tres escuclas de psico~ logia analitica (v. pags. 48-52) resulta de gran utilidad para comprender da interpretacion de cada uno de estos tres autores. Es preciso recordar que ninguno de ellos entrevist6 personalmente a la paciente, por lo que sus ensayos no deben entenderse como la compatacién de diferentes La psicologta analitca en ta précica Beene /Nesty/Gorpon: El caso Joan autoayuda para mujeres con problemas alimentarios, lo que le despierta gran entusiasmo. Su objetivo a largo plazo es convertirse en consejer sobre adicciones. Tiene pensado empezar a estudiar cuando termine el tratamiento, . Estando Joan en Renfrew, stu madre de ochenta y un afios enfermé gravemente con una afeccién renal. Aun asi, a Joan le resultaba dificil hablar de la rabia por el fracaso de su madre al no haberla protegido en el pasado de un padre abusador. Joan y su madre habfan convivide un tiempo, pero para la paciente la situacién resultaba tan estresante que acabé por sugerir a sti madre que regresara a su casa, situada a conside- rable distancia por encontrarse en otra regién del pats. Al ingresar, Joan también se quejaba de hemorragias menstruales muy intensas, generalmente cada tres semanas. A pesar de tener ginecé- Jogo no le habia consultado, aduciendo que no consideraba que la situa cidn fiaese lo ebastante seria» para necesitar atencién médica. Por lo general, al encontrarse enferma Joan dudaba en abandonar el trabajo y buscar la ayuda médica que necesitaba, Joan dejé Ia casa paterna a los dieciocho afios para casarse por pri- mera vez, Su hija, Amy, fue frnto de ese matrimonio. Joan describié esta pricticas terapéuticas, Por el contrario, la intenci6n es ilustrar diferen- tes enfoques sobre un caso real. A continuaci6n se oftece la informacién que les fixe entregada, a excepcién de algunas instrucciones bisicas que recibieron para reflexionar sobre el caso. Joan Cuando ingzes6 en Renfrew derivada por su médico de cabecera a causa del trastorno alimentario que sufifa,Joan pesaba 65,3 kg y media 1,67 m, En ese momento tenfa por lo menos tres episodios diarios de bulimia seguida de vémito provocado. Scis semanas antes de ser ingtesada, Joan se encontraba extremada- mente deprimida y ansiosa. Llegé a decir quisiera arrojarme a un rio», Solia despertarse en la madrugada, presa de ansiedad. Admitié haberse golpeado Ja cabeza o el estémago y morderse los dedos durante los epi~ sodios de angustia, En la entrevista inicial de admisién, Joan expres6 cl deseo de «trabajar con los sentimientos que me he estado tragandon. Se describié a si misma como erealmente gorda», manifestando temor a ser abandonada por su marido, y se preguntaba cémo era posible que se hiibiese casado con ella. En los wltimos tiempos se sentia acosada por recuercios incestuoses con su, padre, cada vex mis conscientes, algo que siempre habfa sabido pero que Jamis habia logiado affonttar. Esperaba lograrlo ahora en su tratamiento, ‘También manifesté el deseo de llegar a comer adecuadamente, interrum- pit los episodios de su adicci6n bulimia/vémito y mejorar su comunica~ cién con su marido, con quien levaba casada cuatro meses. Joan vivia con su tercer marido, Sam (todos los nombres son seudé~ nimos), con quien se habfa casado apenas cuatro meses antes de ingresar en el hospital. Habfan trabado amistad hacia tiempo, conviviendo durante dos afios antes de casarse. Actualmente también viven con ellos Amy, la hija de Joan, de veintiséis afios, y David, el hijo de Sam, de quince afios ~ de edad, La nindre de David habia muerto de diabetes cuando el nifio tenfa tres afios, David es una fuente de conflicto para la pareja, pues tiene problemas en la escuela y amenaza con abandonar el hogar. Joan trabaja a jornada completa como cajera y camarera en un super mercado local, donde desempefia tareas miltiples y tiene muchas tes- ponsabilidades. demas de su trabajo, ha organizado un grupo de boda como edolorosa y ofensivay. Amy tiene un historial de depresién crénica y se le ha diagnosticado etrastorno bipolar». Joan abandoné a su marido tras dos afios de convivencia. En su segundo matrimonio tuvo dos hijos més, un varén, Jack (actualmente de diecisiete afios), y una mujer, Lynn (de veintiund).Tanto Amy como Lynn sufrieton abusos sexuales de parte del segundo marido de Joan, por lo que ella se siente muy culpable, «Ojali hubiese podido proteger a mis hijas, pero senci- Mamente no me di cuentas, ‘Cuando estaba en el quinto mes del embarazo de Jack, Joan acogié a un nifio Iamado Johnnie, de dieciséis meses de edad, afectado de pari lisis cerebral. Finalmente lo adopt. Su segundo marido era infiel y abusador, y un buen dia abandond ala familia sin dar explicaciones. Como Joan entonces no trabajaba, y no estaba preparada para este cambio repentino, lo perdié todo a Ia vez: su hogar y todos sus hijos, excepto Lynn, Ambas vivieron en un refugio durante un afio. En esa época Joan consiguié trabajo como camarera, haciendo los preparativos para reagrupar a su familia. Cuando conocié a Sam, su actual marido, le resulté extremadamente “dificil confiar en él, pero las cosas finalmente evolucionaron bien. 270 an La psieologia analitica en la préctica Joan habia crecido cn el medio rural de Ackansas, Estados Unidos, en una casa de madera de cuatro habitaciones. Vivia con sus padtes y su Sinica hermana, once afios mayor. Su padre era un singeniero sanitarion, estricto y distante. La mayor parte del tiempo la comida era escasa y vivian sin comodidades. Joan recuerda a su padre absorto en la repara- cién de su coche cuando estaba en la casa, y comenta que apara él era més importante que nosotrasy. Su madre estaba wiempre deprimidan y exa muy obesa, pesaba mids de 135 kg. Joan recuerda sentirse avergon- vada de ella. Joan informs, haber suftido abuso sexual por parte de su padre desde muy temprana edad, Solfa dormir en la misma habitacién que sus padres, mientras st hermana mayor dormia en otro cuarto. Su padre acostuin- braba a juguetear con los genitales de la nifia antes de irse a trabajar por Ja mafiana, y cuando Joan se qusjaba a su madre ésta no hacia nada, Tam- bién tiene vagos recuerdos de ‘haber sido forzada a acaticiat los pechos de su madre durante el tiempo 8: gue Goaipattiah el mismo dormitorio. En general, describe su infancia éomé: sinseguia y-llena de temon. Jou BEEDE* El enfoque clisico Lo primero que me preguntarfa acerca del caso ‘de Joan es qué creo conocer sobte la paciente. Es decir, tengo que descubrir cudles son mig ropias fantasfas y expectativas més conscientes, para luego averiguat con profiindidad lo que ya puede haberse procesado inconscientemente en mia resultas de su presencia en mi panorama psicol6gico.Y puesto que he de funcionar como su psicoterapeuta, intentaré descubrir aque- los aspectos suyos con los que puedo relacionarme naturalmente, aquello en ella que permite orientarme desde mi propio centro. Comencemos por un interés en comin. Mientras lefa el historial no sentia nada en especial, més alla de una cierta monotonia, hasta que descubri que Joan trabajaba «a jornada completa como cajera y cama- reras, Por algiin motivo este detalle me atrapé. Desde hace mucho -" tiempo estoy interesado en las formas que adoptan en nuestra cultura das relaciones entre la comida y las distintas actividades, y especialmente el modo en que la comida puede servir de vehiculo para la comunica- cién interpersonal. Disfiuto conociendo personas que venden, prepa BeEaE/Nesty/CoRDon: Bl caso Joan ran y sirven comida.¥ me encanta comer, incluso seguir regimenes, Jo que me proporciona una nueva relacién con los placetes de la selec cién de los alimentos. En cl enfoque clisico el analista sigue al si-mismo; es decir, confia "en que su propia psique le proporcionaré la libido —energia— necesa~ ria para relacionarse con el paciente, dejando entre paréntesis conside- taciones sobre el snarcisismow 0 la «correccién» de permitir que las fantasias sobre el paciente sigan su curso libremente hasta establecer un esquema que pueda ser examinado. La tradicién junguiana clisica de andlisis de la transferencia consiste en permitir que la contratcansferen— cia del analista se manifieste, cosa que éste logta, bésicamente, atendiendo "} a sus reacciones espontineas hacia el paciente, para someterlas solo en segundo término a un autoanilisis evaluative. Este es el enfoque que sigo en este caso. El hecho de que Joan sufia un trastorno alimentario me estaba pro- duciendo desintesés, pero saber que su trabajo tiene que ver con Js comida despierta mi curiosidad: es posible que para ella los alimentos tengan un. valor positivo, o pueda al menos relacionasse positivamente con mi pros pio interés instintivo por la comida, ereando tal vez una base de conexi6: espontinea entre ambos, proporcionar una especie de aglutinante basadk en un misterio compartido, un placer secreto y una pasin comin, (En | una reflexién posterior concibo la posible conexidn positiva de Joan con| Ja comida como el aspecto potencialmente creativo de su neurosis: la | fuente de recursos que acompafia a su problema oral, el «propésitor en! » sentido junguiano que daria sen ‘También me atrae la afirmacién de Joan durante la entrevista de adm sion respecto wsu deseo de atrabajar con los sentinsientos que me he estado tragando». Me gusta el gito de su mente hacia esta metifora, aun- que reconozco que puede estar repitiendo la retérica de su propio grupo de autoayuda para personas con problemas alimentarios. Por otro lado, hal sido ella misma quien creara el grupo, y esto es otro indicio de sus recur: sos potenciales fiente a su sintomatologia eorals adversa y regresiva. ‘Creo que me gusta su energia; siento que es un buen auspicio para la terapia. En el enfoque clisico es importante que el analista pueda _ encontrar algo-que le guste del paciente, pues de otro modo no se puede || garantizar que se dé en el proceso analitico la energia que permite for- { talecer al si-mismo emergente del paciente, En tal caso al paciente le iria mejor —y estarfa mas a salvo— con otro analista. La psicologia analftica en ta prictice Beene/Neety/GorDon: El caso Joan En mi opinién,a medida que leo el caso, el hecho de que ella haya recuperada recientemente sus recuierdos incestuosos constituye tun punto especialmente favorable. Al analista clisico ele gustans los indicios de una actitud seria hacia el si-mismo personal.como algo a ser respetado y no violado, ya que este si-mismo «con minGsculas constituye el nicleo de hh integridad, base de trabajo analitico dirigido a construir un puente hacia el Si-mismo ms amplio para integrar Ia personalidad. (La psicolo- aia psicoanalitica del self, que tanto se parece al enfoque junguiano cls sico, a veces se refiere a este valioso nficleo personal como el «sf-mismo que sabe lo que le convienes), Bs como si la nocién que tiene Joan del valor de su sf-mismo hubiese aumentado precisamente ahora, y st ima~ ginacién esti activa, pronta a captar aquellas violacienes de la integeidad que han comprometido su fiancionamiento en el pasado. Tal ver esto sea parte del efecto sdluna de miel derivado de haberse casado con Sam. Imagino a Sam como una figura positiva para ella, i bien cuando manifiesta preguntarse cémo es posible siquiera que él se haya casado con ella creo que expresa su dificultad para aceptar que merece recibir la atencién y el euidado de otro, Para decirlo de una forma mis mente junguiana, Sam —con quien «las cosas han evolucionado bien+— representarfa, o estarfa evocando en Joan, la imagen del, énimus cuida- metre que se permita decir a ciertos pacientes lo que sentfa sobre dor, el «maridov interior de sus recursos vitales. El le abriria las puertas ellos, incluso durante una primera sesién. Le parecia muy importante a una conexién mis centrada consigo snisma, orientada a cuidar mejor 4," compartir sus reacciones espontineas, ya que consideraba que eran diti- aa persona que ella es, En este punto comenzaria a criticar la fantasfa que sencillamente. me he permitido, Me he formado para reflexionar sobre las presun- ciones que he estado haciendo: tal reflexio es el siguiente paso crucial en el manejo junguiano clisico de las fantasfas contratransferenciales cuando se procuran evitar las intervenciones inadecnadas (OC 8 pig. 117), Me doy cuenta de que Ia fantasfa que se ha desarrollado hasta. aqui imagina a Joan en una encrucijada positiva en su vida tras haberse | casado con Sam. Me lleva a confiar en que el tratamiento iniciado . ahora seri mis fructifero de lo que se podria predecir a partir de la p Jongada sucesién biogrifica disfuncional y repetidas frustraciones rel ‘ionales. Tengo que admitir que, al adoptar una visién positiva en términos de la teorfa de Jung; sobre tipos psicolégicos, he puesto de manifiesto mi propia actitud caracteristica frente a situaciones nuevas. Un analista junguiano elisico percibiria que he enfocado el caso de acuerdo con mi naturaleza intuitiva extravertida, es decir, captando la posibilidad a largo plazo a expensas de una mirada mis realista sobre Jas limitaciones de Ia paciente, que surgen claramente de los hechos _ presentados en el crudo historial. No obstante, conffo en mi intuicién © y me siento capaz de arriesgarme Yidpinar que, a pesar de las aparien- | siaesta es una terapis que:piede Rrngionan No obstante, Joan pronto seri una persona real hablando en la con- sulta, Me pregunto cudnto debo compartir con ella de mis propias expe riencias con Ia lectura del material. Por lo general, me gusta iniciar un © tratamiento diciéndole al paciente aquello que conozco de su historia, = ineluyendo las reacciones que dicha informacién me haya provocado. a __ Peto, zdebo contatle a Joan mi aficién por la comida, o hablarle de mi “tespeto por Jo que parece sano en su matrimonio con Sam? Jung dice =>. gidas por lo inconsciente. «Mi reaccién es Jo Gnico con lo que, como individuo, puedo enfrentar legitimamente al paciente» (OC 16, pig. 5). " Asi,sana alteenativa para consteuir la relacién transferencial con Joan serfa .revelat estas cuestiones sobre mi mismo al principio. Pero en cuanto mis * fantasias elaboran la forma de crear una relacién con esta nueva paciente, comienzo a percibir una cierta seduccién en Ia forma que he imagi~ nado, un ficil ensamblaje de nuestras naturalezas en torno al inequivoco _-y compartido deseo de que mejore, como.si no existiera problema alguno entre nosotros en la colaboracién psicoterapéutica, ‘Al analizar eriticamente mi fantasia inicial me doy cuenta de hasta qué punto mi conexién con ella —hasta aqui— tiene una base narci-~ sista, No tengo fantasfa alguna acerca de cémo es ella realmente, Ser ‘La reflexio es una introspeccién a partir de la cual, en ves de wn acto “que ya me estoy comportando como el padre inessbvos0, que debe instintivo, surge una sucesi6n de contenidos o estados derivados que pueden ser denominados reflexién deliberacién. De esta forms, alli donde poi darse un acto compulsive surge un cierto grado de Hbertad, yen vex de lo previsible, aparece una relativa imprevisibilidad respecto del efecto del impulso (OC 8, pg. 117), eS necesidades y preocupaciones? Recuerdo la referencia al tiempo que le levé a Joan poder confiar en Sam. Me doy cuenta de que ella no con 24 a75 : stelogta enatiice ex ln prition PEEUE/NecLY/GoRDow: El caso Joan i : faré en mi si me muevo en el sevtido de sfusionarme con» ell, aun __ Bs probable que no pidiera alivio para su depresign dentro del espa- i ewando —o de forma especial sj— ella inicialmente se muestre obe~ cio terapéutico de las sesiones, pero sefialarfa sui necesidad de un modo i diente, Posiblemente se defenderia de mi entusiasmo extravertido por. mis indirecto, tal vez cancelando sesiones o suftiendo enfermedades fisi- i medio de mensajes disuasorios cada vez mis frecuentes. Incluso si lograra | cas recurrentes. He observado una dificultad caractetistica para pedir : convertirme en un objeto bueno pata ella, es decir, alguien a quien per= 5 ayuda directamente, (no crey6 que sus hemorragias menstruales inten- t cibe como dispuesto idealmente a favorecer el surgimiento en ella de’ sas fuesen lo bastante setias como pata justificar una consulta médica) i un si-mismo potencialmente sano, no existen pruebas de que Joan no Puede que resulee muy dificil Negar a la-nifia abandonada en Joan. Ten~ sienta ambivalencia frente a una fusion con un objeto bueno semejante. dé que tener mucho cuidado en no aliarme tan ditectamente a la parte i A partir de la persistencia en su historia de elecéiones Que la han ile~ Jae, aparentemente adulta de Join, mientras su nifia interior sigue desnutrida i vado a fracasar, sospecho que puede suftir de aquello que.en ott6, yabandonada, Si yo ignorase a la nia ella se veria forzada a pedir ayuda a | tavés de sintomas, incluyendo tal vez una regresién a los comporta~ 'y veo que, para poder funcionar eficientemente como su objeto si- / mientos suicidas mencionados en el historial. mismo», tendré que dat espacio a su ambivalencia hacia las personas que "aq Para un terapeuta que trabaja en el matco de la tradicién junguiana ( puedan ayudarla a luchar (Beebe 1988, pags. 97-127). 8594). clisica, el habito de confiar en la psique para dar forma a Ja actitud hacia | | Interpolando datos del historial referidos tanto a la desatencién y- ae 4 -el paciente significa dejar que la misma fantasia clinica desarrolle su pro- | | abuso parental, como a su propio comportamiento autodestructivo pos"). L pia tensién entre opuestos. Si permitimos que emerja la natural ambi- a terior es posible que, en sus fantasia sobre Ia vida, tna parte della exté|| 4 valencia sobre como plantear el tratamiento se evita ol peligro de ain identificada con figuras parentales que no siempre prociaioii lo que" adoptar una actitud contratransferencial unilateral. En este punto mi le resultara mas favorable, y que por tanto le resulte dificil entregars¢ "4." identificaci6n inicial con el papel de padre bueno da ugar espontanea- totalmente a un programa orientado a su mejorfa. Es mis, aunque haya ' #4 mente a una ansiedad maternal. Bsta tensién entre opuestos es sefial de decidido que quiete ser ayudada, su cleccién no puede mis que estar | la autortegulaci6n del analista, en la que s€ pods confiar si cl analista se acompafiada de incertidumbre en relacién al potencial compromiso “=f. “ha analizado lo suficiente como para sentirse cmodo permitiendo que pleno de un determinado euidador con este objetivo. Ast pues, sé que {4 se despliegue la fancién compensadora de lo inconsciente, y si ha apren. seré puesto a prueba para ver si puedo ser un buen médico que no ante: | 48 dido a soportar los conflictos que surjan. De este modo, aunque s¢ ponga las propias necesidades a las suyas. HA comience, tal como yo hice, con tna actitud hacia Joan que procu ‘También percibo que si bien Joan tiene como meta convertirse en) jjja trascender su profundo problema con la madre para estimular la ehuida terapeuta, y en algunos momentos disfrutars observando como hago mi 7) 1%.” hacia la saludo, representada por una fusién con un padre-analista pro- trabajo, ella es mas que otro adulto en formacién que podria aprender j 9} gresista, si se permite que la reflexi6n clinica siga su curso, finalmente fusionandose conmigo a modo de aprendiz, En una situacién as{ yo aparecers en Ia fantasia del analista una ansiedad maternal hacia la nifia podria hablarle permanentemente, instruyendo al terapeuta que existe abandonada que existe en esta paciente. _ jen ella, tal como haria con un colega en supervisién. Creo que en el Considerando ahora el problema de Joan con la madre, comienzo a ( ) |caso de Joan este enfogue seria contraproducente. Existe en ella una'| concentrarme mas conscientemente en los indicios de/la nifia herida,, \~ | necesidad infinitamente mas fundamental a cuidar, por lo que se dese Inmediatamente percibo, segiin planteamientos junguianos clésicos, el | prende de su historial, telacionadg con el abandono materno. Yo 201) significado prospectivo —el valor— de la imagen infantil, ¢Seré tal vez podria siquicra adoptar la actutud Ge un buen padre sin evocar este aban- “cla nifia el camino a la madurez que vislumbro como posible para Joan? | dono materno: tras un probable periodo de obediencia a la conduccién |. Su deseo de tirarse a un fo, que constituye la imagen arquetipica més de sus esfucrzos conscientes hacia la meyoria, Joan posiblemente entra- 7/74): concreta que aparece en el material, podria entenderse como su deseo }ifa en depresion sever, : OH" de regresar al estado intrauterino para renacer en el flujo sanguineo de La psicologa analtica en la prbtca BEeBE/Nesty/GoRDon: El cso Joan Ja madre a través de lo que Jung denomina el eviaje nocturno por el mars, Tal vez pueda ayudatla a coneretar este deseo en la terapia mediante una inmersién en lo inconsciente, Esto implicaria atender a sus suedos y fantasias, pero no de modo excesivamente verbal, cosa que equivaldria a enftentarla otra vez prematuramente en el nivel del padre y del orden patriareal de las palabras, He securrido al método junguiano clisico de amplificacién para atender este deseo manifestado por Joan de ahogarse, entendiendo esta alarmante amenaza como un motivo arquetipico, analizindolo de un. modo menos literal y més simbélico, ya que para poder curatla es nece- sario contar con alg&in indicio sobre lo que su propia‘psique pueda pen- sar. Una vex mis se enffentan en mi el clinico y el arquetip6logo: me doy cuenta de que su inmersién en el rfo, aun cuando pueda indicar un bau- tizo hacia un nuevo modo de ser, tiene mis posibilidades de concretarse 1 si acepto un periodo de regresién durante el que una Joan menos orga nizada y quizd menos verbal sea la precursora de sti transformacién. Puede que deba contenerla durante un periodo del tratamiento en que "}) no sea capaz de hablar mucho. Se me ocurre que quizi quiera dibujar, o por lo menos saber dénde guardo las pinturas y el papel para que dis- ponga de un medio fluido de comunicacién miéntras permanece abajo. 7 el agua» en lo inconsciente. Ante todo, no puedo pretender que sea cons ciente de lo, que esté haciendo en terapia. Puede que durante bastante “* tiempo necesite simplemente sentirse segura en mi presencia acotada. ‘Una de las fuerzas inffavaloradas de la posicién junguiana clisica, ejem~ plificada por el propio Jung, quien conservé una sélida insercién en la psiquiatria junto con su interés en la curacién ereligiosa» por medio del simbolismo tradiciorial, es esta habilidad para estar a caballo entre actitu-, des clinicas y simbélicas al servicio de la recuperacién del paciente. ° 7 Sea cual sea el proceso que finalmente resulte més favorable para | ayudar a Joan, sé que tendré que respetar mi propia naturaleza al ponerlo i) en prictica: el sinflisis junguiano clisico se concibe como proceso dia- Téctico, encuentro de dos almas,y ambas deben ser respetadas para lograr un intercambio anténticamente terapéutico. Tal como dice Jung, el, anzlista est aen anliss tanto como el pactenter (OG 16, pig. 72). Un ana- lista extravertido como yo solo puede participar en un periodo de regre~ sién maternal de un paciente de forma interactiva: Segin él enfoque clisico, esto puede darse de forma verbal en un encuentro cara a cara, sencillamente atendiendo a los pormenores pricticos de la vida coti~ diana del paciente: sus esfiverzos por cubtit sus gastos, cumplir con las ., tareas domésticas, ocuparse de su familia. Es clasicamente junguiano aceptar a los pacientes alli donde se encuentren, Si como terapeuta me |) {2 someto a la realidad mundana de la situaci6n de Joan y respondo sin / Je! ofvecer interpretaciones que Ia fuercen a alcanzar una comprensién sim- [IS " bolica mis elevada a nivel psicolégico, tal vez logre meterme en el rio sanador con ella. Allf tendré que permanecer en su corriente afectiva, bisicamente sirviendo de espejo, pero casi nunca insistiendo en esclare- cerla, Tendré que ofrecerle respuestas muy simples tales como eeso es -especiatmente duro», o «aquello es solitario», o testo atemorizas, para { atfavesar el rfo que, en su fantasia suicida, ella imaginara como la forma {ode terininar con su disforia crénica, /)_)A medida que me atrapa esta segunda ola de fantasias sobre emo Setfa trabajar con Joan, me doy cuenta de que estoy intentando querer ;. transformarme en la madre compafiera que Joan nunca tuvo. Una vez |) mis, debo reflexionar sobre lo que he imaginado. Veo que, al ser por | principio cémplice del deseo que imagino en Joan de tener una madre asi, he caido en otra trampa, fracasando de modo atin més sutil que en el primer intento, al aceptar a Joan como mi paciente siendo ‘u padre medida como un cuidador maternal, que acompafié a su anterior espasa ® ‘con su diabetes, y ahora acompafia a Joan ¢n su ambivalencia sobre si merece 0 no Ja ayuda de él. © tal vez sea una proyeccién que hago en del. papel materno en que temo caer. En cualquier caso, es evidente que tendré que hacer algo mis difi- ? cil que ser la madre suficientemente buena de Joan. Se trata de ayudarla *-a vivir el duelo por no haber tenido este tipo de madre, y por el hecho '-definitivo de que nunca Ia tendr4, no al menos en la etapa evolutiva en que fie necesario este tipo de madre. Tengo que permitirle suftir la falta ide esa madre necesitada, as{ como sentir la rabia por la falta de un padre De repente veo cul es la manera (y ahora se presenta como la tnica 2, a manera) de trabajar en anilisis con esta mujer dafiada. Le proporcionaré “un espacio en el que pueda contarme, 0 no, qué es lo que ha sentido 278 279 La psicologia analtica en ta pritica incapaces de ocuparse de sus necesidades— y en el que pueda empezar a articular de qué forma se propone lograr ser su propio padre y sia pro- ia madre, ve Wiatonées me veo sdbitamente liberado de mis propias fantasfas y /) capaz de atender a la psique de Joan libre de prejuicios. El surgimiento de una actitud nueva derivada de Ja tensién entre soluciones opuestas parciales constituye lo que Jung denominé fancién transcendente (OC 8, pags. 67-91), y es lo que otorga confianza al analista sobre la posibi~ ” lidad de elaborar una aproximacién sélida al paciente. La emergencia de la fanci6n transcendente es anunciada por una liberacién de energia creativa para el propio trabajo terapéutico. Antes o después, Joan me contari un suciio. Lejos de la pretension de convertir dicho suefio en Ja soluciGn simbélica trascendente a todos sus problemas, 0 en.ocasién para promover una regresién a un estado menos consciente desde el que nutrir su regreso a un estado de mayor salud mental, tal vez sea capaz de atender al suefio como la expresion auténtica'de la postura psiquica de Joan hacia la persona que ha sido y la factibilidad de la persona qué puede atin Megara ser. Mi trabajo con- sistird en escuchar el suefio, aceplutlo. Setd la vision auténtica sobre quién ” ¢s realmente, mis allé de las fantasfas que'no puedo evitar aportar al vacio existente, que no es sifio'la comtapartida de los sucesivos aban- donos y restituciones parciales, y no todavia !a visién auténtica de Ia psi- ‘que, que solo puede ser proporcionada por la propia paciente, Para el que del paciente. Sera necesario adaptar cualquier planificacién real del | tratamiento de Joan en fincién de lo que-el propio suefio sugiera como | “posible, con la expectativa por mi parte de que el suiefio geneve para mi un papel inconsciente en su vida, con sv-efecto sumamente inductivo sobre mi actitud inconsciente hacia el tratamiento y, por tanto, un efecto ain mayor sobre la planificacién del mismo. Al no contar con tal suefio, de momento solo puedo proporcionar una idea totalmente aproximada sobre el posible curso del tratamiento de Joan, Me imagino que le propondria una psicoterapia de frecuencia sema- nal, explicando que éste es un espacio donde puede venir a decir lo que quiera acerca de su vida. Podria agregar que no sigo una metodologia de uabajo prefijada, pero que yo también iré diciendo lo que quiera a medida que avanzamos, y que estoy abierto a sus comentarios y pre- guntas sobre lo que estemos haciendo a medida que lo hagamos. Le per BEEBE/NEELY/GoRDON: Bl caso Joan mitisia sentarse tanto en una silla frente a mi o en el sofi-divin que | tengo colocado en éngulo recto. Supongo que ella permanecesfa sen i tada. Por el momento no le indicaria el cajén con papel y pinturas, ni sugeritfa que se acueste en cl divin, ya que, al reflexionar sobre ello, cteo que ambas cosas suponen promover una regresiGn que todavia no sé es realmente oportuna para ella. De Ja misma manera, tampoco insisti _ ta sobre el hecho de que atiendo tanto a los suefios y las fantasias como | al material ys asociaciones unis conscientes, ya que esto me compro~ | meteria a efectuar comentatios de un nivel interpretativo que prefiero evitar en esta primera ctapa, Fundamentalmente, intentaré dar lugar a— que esta mujer pueda decirme lo que quiera, para, a mi vez, poder res~ ponderle a partir de lo que también yo quiera realmente decir, ‘Me animo a suponer que Joan pasaria la mayor parte de nuestra prix mera sesién manifestando su vergtienza por tener que buscar tratamiento nuevamente, y que ella cree que se trata simplemente de un caso del estilo de ede tal madre tal hijav: no puede evitar ser gorda. Posiblemente -, yole diria que parece como si, junto con el odio que siente por ella _ |; misma, tuviera mucha energia invertida en tratar de hacer algo para |) resolver el probieina, ¢ incluso que parece que en este momento tam- {> biGn es tarea suya sesolver muchos de los problemas que st madre dejé | sin resolver por el camino. Intentaria transmititle que puedo aceptar su idea de haber heredado el problema de la gordura aunque no sea tan gorda como su madre. Si percibiera un cierto interés en m{ probable~ mente ditfa que sé lo que se siente al ser atraido por la comida, y que - hay cosas peores de las que ocuparse. Si me preguntata qué quiero decir con eso contestafa que la lucha con Ja comida puede ser creativa y no solo tn problema patolégico, De este modo confiarfa en proporcionar desde el principio una especie de contexto determinado para continuar discutiendo el tema, dando asi la pauta de que mi consulta puede ser un espacio para la ambivalencia creativa. Puedo imaginar que Joan se sentiria contenida por esta aproxima~ |. cién, comprometiéndose activamente con el trabajo analitico. Posible- _- mente cl tratamiento duraria varios afios. Puedo prever que al principio - ti capacidad para aceptar su ambivalencia hacia el tratamiento sevia » puesta a prueba repetidas veces, bisicamente a través de la cancelacién de sesiones a Gltima hora, sobre todo después de aquellas sesiones mis sintegradoras (siguiendo el modelo de los ataques de bulimia y purga). : Mi respuesta bisica consistizfa en seguir aestando allin, aceptando las enn La psicologta analttica en ta prictica celaciones con calma y sefialando en el encuentro siguiente que, en mi opini6n, con esos comportamientos continiia tratando de descubrir si en mi consulta existe algo que sea nutritivo, y si es capaz de aceptar los sentimientos asociaclos a la terapia como partes significativas de si misma. Gradualmente, a medida que comenzara a entender su ambivalen- cia, supongo que su asistencia a las sesiones se regularizaria. Tal vex entonces resultaria posible identificar mas especificamente las formas en que para ella yo pudiera representar una madre desatenta, o un padre: atemorizante, demasiado fntimo, demasiado bueno, Tal vez pudiera faci litar Ja percepcién de su necesidad de distanciarse de mf cuando yo. representara el papel de un padre excesivamente entusiasta, y a su vez cémo, cuando asumiera yo el papel de una madre ms distante, se hun= divia en Ia desesperacién del abandono vivido. Quiz pudiéramos de esta manera telaborar a lo largo de un prolongado periodo la transferencia de los objetos si-mismo mis tempranos. Pero también estarfa atento ala aparicién de otros momentos en que ‘yo pudiera resultarle interesante de una manera nueva, pues en aquellos momentos yo estaria encarnando a la persona que ella podria Negara ser, Intentarfa captar especialmente los momentos de «encuentro» rela jado entre nosotros, aquellos en que yo me sintiera naturalmente acep- tado como el terapenta que soy, observando tna parte de ella que atin no se ha desplegado demasiado en ningtin sitio. (En esos momentos ella podria parecer una «cara nuevas, y yo estarfa vivenciando el carécter | {inico de su dimensién personal). En ocasiones asi no me impottatia compartir su risa‘o responder con entusiasmo fiente a su creciente sen- tido de vida psicolégica, En este tratamiento yo pasaria mucho tiempo sin saber si de hecho| estaba atendiendo a las necesidades especulares de uti si-mismo suma-| mente joven, de uno 0 dés afios de edad, o bien proveyendo de una valoracién edipica (y por tanto erdtica) a un si-mismo de cinco afios de edad que puede también tener la tranguilizadora certeza de que no| intentaré apropiarme de su desarrollo sexual para gratificar mi propia necesidad de intimidad, En suma, no sé si en la transferencia habria que sorprenderfa acabar siendo no ya ni lo uno ni lo otro, sino més bien una especie de hermano transferencial, un compafiero de suftimiento dis- frutando de un respiro de los agobios de Ia adultez, y un modelo para el Animus, que se relacionarfa con algiin aspecto creativo de sti persona, 282, Beens/Nesty/GorDon: El caso Joan 204 *En-dichos momentos Joan-y yo'estarfamos vivenciando al Si-mismo en la fancién que Edward Edinger (1973, pig. 40) denomina «érgano de “aceptaciéno. Serfa en estos momentos cuando trascenderfamos la ambi~ “valencia hacia el Si-mismo en favor de la gratitud pura y simple por las posibilidades del ser humano. En mi opinién, estos momentos servirian como aglutinante para los muchos afios que tendriamos que trabajar juntos, que posiblemente incluyeran periodos suicidas, momentos en que la odiara por su torider.e inercia, y periodos en que ella senttia | desprecio por mis limitaciones para comprender 0 aceptar la inevitable lentitud de su camino de curacién. “,. Petmitir que la fantasia ayude 2 est al plan de tratamiento, © ta] como hace un analista junguiano cli fica inevitablemente " vivenciar el problema de los opuestos y, en términos pricticos, el rechazo de métodos artificialmente abreviados tales como psicoterapias breves de tiempo limitado, o del rigor metodolégico para asegurar la profen- © didad del trabajo a través, por ejemplo, de varias sesiones por semana © trabajando con divin. En el anilisis junguiano clisico, Ia frecuencia es [| mareada porla experiencia del analista en relacién al punto justo de ten- " sién. Posiblemente en el caso de Joan no aumentaria la frecuencia de las sesiones, ya que perturbatia el equilibrio entre lo prometido y lo real- mente brindado. Me veria en Ja obligacién de sostener Ia tensién para asegurar suficiente integridad en el trabajo; por tanto evitarfa forzar la profundizaci6n. Lo que si aumentarfa seria mi nivel de compromiso en el tratamiento y en mi disponibilidad para con Joan, involucrindome con su cualidad personal en cada encuentro, independientemente de su nivel de angustia. Jung dice (OC 16) que el médico stambién forma parte del proceso (|° psiquico ‘del tratamiento y, por tanto, esta igualmente expuesto a las influencias transformadoras». Creo que mi propia relacién con la comida * se hatia mis consciente a través del trabajo con Joan, Deberia investigar mi propia ambivalencia hacia la comida, tal vez. contactando con esa parte de mi desconfiada, controladora y devoradora respecto a la pro cedencia del alimento, Este autoandlisis iberarfa a Joan de la necesidad AAP. de cargar eso por mi en situacién de paciente eternizado. Espero que Joan concrete su objetivo de convertirse en consejera "para personas con problemas.alimentarios. Puedo imaginarla como pilar de su propia comunidad de autoayuda con los alimentos, tal vez incluso ‘montando una empresa como una tienda de productos naturales y die~ 283, La psicologia analitca en la prictca REFERENCIAS Beebe, John (1988) «Primary Ambivalence toward the Self: Its Natu and Treatment», en The Borderline Personality in Analysis, Nathan Sch! wartz-Salant y Murray Stein, (eds.), Chizon Publications, Wilmette, Mlinois, q Edinger, Edward (1973) Ego and Archetype, Penguin Books, Baltimore,” Jung, C.G. ((1916]1957) «La funcién transcendenter, OC 8,2. H — (1935) «Consideraciones de principio acerca de la psicoterapia prictica», OC 16, 1. 4 —; (1929) «Los problemas de la psicoterapia moderna», OC 16, 5. DauDoN Monsey El enfoque arquetipal Me han pedido que demuestre cémo dplico la orientacién arqueti~ 7 pal. Aun a riesgo ile simplificar excesivamente la cuestidn, considero que exits te atpecos dedntonés de dicha riences see ene ef mi trabajo clinico. En primer término quiero sefialar que concedo mAs importancia @ ld forma en que el paciente se relaciona con el mate- “| rial arquetipico seleccionado por la psique que a las cuestiones relativas 2 ka teansferencia, No ¢s,mai interés subestimar el valor esencial que posee Ja intimidad relacional ¢omo factéz transformador, sino sefialar que la relacién terapéutica es uno“entre ios.mnisrhos campos donde results posi“ G shumai / var.Yo apuesto por la va las fuentes arquetipicas del suftimiento permitan qu Bewbe/Neevy/Gorvon: El caso Joa §, ble enfrentarse con los arquetipos.Ya sea que el paciente ponga el énfa His en Jos sintomas, los conflictos, el aspecto relacional social, los sueiios, 7 ste, tiendo a concebir mi papel como el de explorador-acompaiiante ‘testigo, salvo gue exista una clara proyeccién sobre mi persona de algun: poderosa figura interna del paciente. En segundo lugar, el espectro de comportamiento que considero lo de ie patologico, es mas amplio que >n enfoguics no arquetipales cial consiste en investigar y ¥ sila patologia es obvia, mi intencién i (¢ siento desanimada fiente a la rapidez con que actualmente __8¢ prescriber firmacos, se deciden ingresos hospitalarios y se utilizan ;pautas directivas, y me agobia la presi6n generalizada que incluso yo misma llego a suftir en el sentido de orientar las intervenciones con el objetivo de arreglar lo que no funciona, prometer redenciones, resolver “vel conflicto, salir del impasse, retivar el sufkimiento, siempre por medio de alguna intrusién heroica en un proceso natural, como si en el i internos que se pueden estimular y acti~ psique, y confio en que la atencién ue lappsique se auto Procuro promover la biis~ queda de alma antes que la mejoria, En tercer lugar, la atencién a los temas arquetipicos abre el pro~ ‘0 analftico a una gama de posibilidades por la via de la imagina- desde los impulsos fisiolégicos mis densos hasta las experiencias psiquicas mis etéreas, al margen de todo orden preconcebido 0 expecta- tiva de etapas, a excepcisn de lo determinado por el flujo y la direccion proveniente de la propia psique del pacicite. Teéricamente madura— mos alo largo de niveles evolutivos pero, como terapeutas, en nues- tra aproximacién al mundo interno del paciente rara vez asistimos a una progresi6n lineal de crecimiento o integracién por etapas; inica- mente la mixada retrospectiva permite ver cémo se vinculan en un . Suadro més amplio todas las experiencias aparentemente diversas irrelevantes. Los arquetipos se manifiestan a través de la vida instin- ‘va del cuerpo, sus revulsiones, puntos muertos y atracciones, asi como por la via del contenido ideacional y las inclinaciones espirituales, Me cuido mucho de iniponer probabilidades y certezas a la psique del paciente. | | | La paicologia anaitca en ta prctica La psicologia arquetipal habla de epsique» o valmae respecto alo que Ja navuraleza humana tiene de misterioso y que jamais puede reducirse a determinantes simples. El alma implica un nivel de asociacién con la vida y la muerte que va mis alli de nuestras biografias personales y nos coneeta con la intensidad de lo transpersonal, no lo transpersonal remoto, sino lo siempre presente, Ia otra cara de todo lo que es comin y corriente. Imagino el viaje analitico en la compaiifa de Mercurio, a quien’ Jung (OC 13, § 284) designé como earquetipo de la individuaciéne; asi- mismo imagino la presencia de Hestia, diosa del hogar, como el princi- pio que centra y arraiga, que mantiene el foco del proceso equilibrando | Ja energia hermeética. Dejando a tin lado lo abstracto® me referiré a como se refleja la teo. xia en el caso del historial de Joan. En cierta medida, contar con dicho material me priva de la clase de impacto inicial que busco tener con un paciente nuevo. Por el bien de los terapeutas noveles que puedan leer este articulo, debo admitir que esta expectativa no es totalmente cémoda, ya que siempre experimento una cierta ansiedad antes de _ conocer a un paciente nuevo. Dicha ansiedad puede durar alguno: minutos 0 algunas semanas, hasta que algo en la relacién precipita y' partes no implican que la terapia sea imposible, personal profundo potencialmente en juego. ‘A pesar de Ia ansiedad, anticipo la primera sesién como un encuén tro excepcional. Las primeras impresiones, provenientes de un bisico. olfato animal, aportan una informacién esencial que es ripidamente | sepultada por palabras y propésitos conscientes. pués esta primera vision de Ja interaccién ara 6n de la din r de las proyecciones de mi sombra, es decir,]o que esta otra persona me permite ver sobre mis propios aspectos descartados. El hecho de contar con el historial de Joan también tiene ciertas ven- tajas, aun cuando disminuya cl fenémeno-totalidad-Joan inicial al colo- rear el encuentro con informacién previa. Solo cuando conozca a Joan ‘uniré estas impresiones, ya codificadas por otros, a su propia presencia fsio= némica, atendiendo a su voz, gestos, posturas, contacto visual, olores, ves" ‘Ademés del debate tedrico del capieulo 6, v. Hillman, 1975, pigs. 170-195. 286 Beese/NeeLy/GORDON: El caso Joan timenta y abalorios, ete, Solo cuando ella finalmente se revele comprobaré silos datos histdricos que hemos recibido son auténticos y relevantes. .* Existe una importante diferencia entre una primera entrevista rea~ lizada sin contar con informacién previa y una realizada en el contexto = de su historial, y es uno de los puntos que separan la experiencia entre {/ a consulta privada y la mayor parte del trabajo institucional, Personal~ |. {& mente prefiero trabajar con ambigiiedad y con la mayor espontancidad Bi posible, y no suelo recurrir a los historiales antes de las’primeras entre- “vistas con pacientes adultos. Por lo general permito que la historia se F despliegue lentamente, confiando en que los hechos poseen menos "{importancia que lo que con ellos haya hecho el narrador interno del 21P2" paciente. Los analistas suelen diferir en este aspecto, y cada cual debe J G[ "encontrar su punto de trabajo adecuado. ‘Otra cuestién relativa a la primera entrevista:la persona que deriva al paciente juega un papel emocional significativo, El paciente transfiere la pre- concepeién de ser acogido al primer contacto profesional; ea que imagine . ‘viente, el «encajeo entre Ja recepcién real y la imagen que tiene el paciente oGfig de la terapia ticne una enorme influencia en el trabajo inicial. Algunas veces ‘nal que le ha visto que el jar a esa persona debe ser atendida y claborada antes de que se ptieda avanzar con ninguna otra cosa. “Todo esto es importante en el caso de Joan. :Qué es lo que ha infe~ ido sobre la terapia el médico de cabecera que Ia deriva, y cual es la a relacién de Joan con este profesional? ;Qué imagen tiene ella dé la psi- ‘mientras esté ingzesada? :Podré continuar viéndola como paciente externo, o tendré que ser nuevamente derivada? Cuando Joan deje el ‘hospital —y el efecto de contencién int rina nente que éste ‘ofrece— es posible que se genere un periodo de duelo o ansiedad de ‘separacién, a la que agregar la experiencia de pérdida del primer tera #9" peuta. Lamentablemente, en algunos casos se da poca importancia al * recomendaria cuidado intensivo, incluyendo terapia prolongada, aunque cl tratamiento durante el ingreso haya sido exitoso. No obstante, antes de hacer sugerencias quiero sefialar mi reaccién cial al retrato verbal de Joan que hemos recibido. Mi primera impre- 287 .el paciente puede desarrollar una unién tan intensa con el primer profesio~ La psicologia analitia en fe prbctica sién es que Joan posee tal fortaleza de espiritu y esperanza encarnada que me siento apoyandola intensamente, desedndolé lo mejor. Tras mucho dolor y fiacaso reactualiza su esperanza con un nuevo intento de sanar, un nuevo matrimonio, una nueva profesién. iso conesidan ca Ee 308 se manifiesta en su i ie for un grupo de autoayuda para poder éuidar de otros, en su continuo espe~ rar que las cosas mejoren, aunque por momentos se sienta desesperada- mente suicida. Tengo la expectativa de conocer a una mujer fuerte, terrenal, plena de vitalidad, posiblemente sin que ella sea consciente de | este caracter vibrante, y tal vez con una percepeién de ella misma muy diferente. Si es capaz de elegir una terapia prolongada mi respuesta posi~ ” tiva facilitard el trabajo, Sin embargo, en tanto que actitud contratranste- rencial, este sentimiento positivo debe ser objetivado. No puedo permitir jue mii respeto y admiracién dominen mi comportainiento hasta brin= jarle un falio sentido de seguridad, o la impresién de actuar de modo. ndescendiente © manipulador; tampoco deseo crear en ella una depen- dencia innecesaria,.o esperar demasiado de ella al principio, ni prometer demasiado de mi parte, cegarme a sus aspectos oscuros. En relacién con lo’ oscuro, me pregunto cual sexi para ella el atrac- tivo que ‘oltece sare a un don, GSMs ces mente muy diferenté a; por éjemplo, estrangularse con una cuerda 0. estallar en pedazos, :Acaso se trata de quie es tan cilida y décil que nece- sita hundixse en el agua para eitriar } eiiduireééy, o tal vez anhela discl- verse en uha sustancia mayor qué fluye, ser absorbida y devuelta al medio amniético? Tal vez pueda sumengitme coi’ella mediante una.combina cién de curiosidad y compasién, pare conocer aus fantasias de transfor- macién y descubrir cuales son los componentes esenciales de Joan capaces de sobrevivir a la disolucién. La imagen de Joan como invoce- cién al ico de solutio merece una cuidadosa atencién. En términos del yo la fantasia de muerte a través del agua conlleva un deseo del s{-mismo orientado a la renovacién y al bautizd espiritual. Durante’! ~ cLanilisis podremos investigar este — en. prereasnt diet como, «nada més queo un impulso‘suicidad jPero atencién al peligro de un. acercamiento excesivo! Sianalizamos nuestras fintasias y mitos culturales honradamente, no pode- {= mos negar el placer sensual que se deriva del contacto con el cuerpo de los nifios;1o que protege a los adultos del abuso sexiual infantil no es la nega~ ién sino la capacidad de frenar y reorientar esos deseos. Qué fie lo que La psicoegla anattca en ta prbctca : xiada bajo Ja obesidad de la madre, y por qué su marido no lograba saciar’ esa ansiedad? Este hombre, al volcar toda sw atencién en su coche, evitaba durante el dia un contacto esericial con sus mujeres; una méquina es pre decible, no sangra, no engorda, no buye, ni insiste, ni rompe a lorar, sino aque acepta la manipulaci6n y el intento de dosninio, Esta pareja se n0s pre- senta aparentemente atrapada en la decepcién y resignacién mutua, con el cometido vital de abrir al mundo a dos nifias razonablemente esperanza- das. gPor qué motivo no eran capaces de dormir juntos y brindarse con- suelo el uno al otro, disfutando de su sexualidad, atendiéndose mutuamente? Tenfan miedo de tener mis hijos? :Se sentian de alguna manera frustrados por su desajuste sexual? ;Tal vez uno de ellos, o ambos, sintieran temot ante la intimidad de ser visto y conocido? {Erin demasiado amenazadoras Ja natural irritacién y rabia generadas por la convivencia coti- diana? ¢Se veian acaso impedidos por mitos familiares y fantasmas ances- trales presentes en autoimgenes mutiladas y limitaciones irracionales? Solo podemos especular acerca de lo que no funcioné en aquella pequeiia casa que podria haber resplandecido con el calor humano y la risa, pero que, contrariamente, gir6 hacia Ja escasez, el secretismo, la per versidad y el temor:' questa de Joan a la misma. Lo hago porque resulta interesante y siento curiosidad, pero también porque esa infotmaci6n seri titil cuando ella inevitablemente trate de recrear la atmésfera en el marco de nues~ ta relaci6n, tal como tna parte de ella parece intentarlo en su relacién con Sam. Mi sensacién de la ambivalencia reinante en ese hogar es muy triste y fifa, pero Ia confuasién existente en nuestro campo profesional cerca del incesto y los recuerdos encubridores sefialan lo importante ue resulta permitir que el paciente exponga sus interptetaciones acerca su vida temprana, evitando cuidadosamente la induccién de res- ‘Puestas al respecto con preguntas ¢ inferencias concretas. El hecho de vivir en un mundo tan circunscrito como el que com> partian esas cuatro personas debe haber influido poderosamente en la formacién de las imigenes y expectativas de Joan acerca de la vida, los hombres, la maternidad, Sin embargo, no determiné-aquello en Jo que habsia de convertirse, ya que su psique desplegé sus elecciones y expres6 sus inclinaciones, Ella fite capaz de obtener alguna forma de satisfacci6n esencial de dicho, mundo, emergiendo con un cuerpo cuyo deseo de intimidad y generaci6n la impulsaron fuera de esa casa hacia una vida 200 ae impidié a sus padres el control de su sensualidad? ¢Qué ansiedad yacia asfi- a & Beeoe/Nesiv/GoRDoN: El caso Joan |S plena de vivencias, estimulando {intereses instintivos tales como el disfrute de la emocién relacional él apateamiento sexual’ con un hombre, la concepeién de tn nifio, el dar a luz a un proyecto generativo, contribuyendo a una empresa comuni~ taria o estética; e i masculino vinculfindose al mundo, decidida a lograr que dichos intereses se articulen y actualicen mis allé del plano de Ja fantasia. A los dieciocho afios de edad Joan demostré tener suficiente impetu, proveniente de su principio mascu- lino, o énimus, para afirmar su independencia respecto a sus padres y buscar un compafiero que Ja ayudata a ampliar y diferenciar su image: de la masculinidad respecto del complejo paterit®. amentablemente, como suele suceder con mujeres privadas de la-expériencttrde'un padr integro que estimule en la hija el sentido. de la autoestima y Ia valora~ cién adecuada, la salida de Joan pas6 por no ser autosuficiente, sino por entrar en una situacién de-dependencia diferente, probablemente pro- yectando al padre bueno y poderoso en su joven marido. Las dos pri- meras elecciones de compaiiero de Joan reflejan falta de juicio y una atraccién inconsciente por el tipo de atmésfera peligrosa que habia abandonado. Solo ahora, en la mitad de su vida, parece haber adquirido —no por tener buenos modelos y una preparacién temprana, sino a tra vés de la experiencia, el ensayo y error y el suftimiento— una fuerza interna que yo concibo como masculina: es decir, la fuerza de reafirmar sus elecciones, de trazar planes realistas, de criticar y estar dispuesta a ale~ Jarse de juicios errados, de buscar y pensar a partir de experiencias posi- tivas en vez de dejarse ir siguiendo tinicamente los deseos de su corazén y sus elecciones intuitivas. Estas funciones comienzari a equilibrar su poderosa necesidad femenina de nutricién, apego ¢ intensidad emocio- nal. Tal vez sea ahora capaz de internalizar las tensiones existentes entre Jo que le resulta inicialmente atractivo en un hontbre y lo que la bene- ficia a Iargo plazo;y puede que le resulte més ficil resolver aquellas ten~ siones a nivel intrapsfquico en vez de actuarlas en relaciones con hombres reales. Debo agregar que no todos los psicélogos arquetipales _consideran que I diferenciacion de genero de la fanciones psieolégicas sea titi]. Algunos analistas junguiano’ de las diferentes escuelas conside~ ran que el concepto 4nima/animus resulta mis perturbador que heurfs~ tico, por razones cnyo esclarecimiento escapa al objeto de este articulo. Para mi, el concepto de principios femenino y masculino es valioso y me ayuda a organizar mi percepcién de In personalidad del paciente. 291 La psicolegia analitica ex la prdctica Es posible que a esta altura de su vida Joan haya adquirido algunas cualidades énimius saludables, pero como joven adulta su vida se vio mis influida por el complejo materno, en la medida en que su vida transcu- rria en medio de preocepuciones relativas a la dependencia, anulando la | posibilidad de discernir teristicas personales de sus maidos, 0 de encontrar su lugar en el mm desarrollar su mente y su potencia).Imaginemos a una mujer embara- zada de veintiocho aos de edad, con ottos dos hijos pequeiios y un marido problematico, que decide hiacércé cargo de un cuarto nitio dis- capacitado. Qué es lo que intentaba hacer? Solo puedo adivinar que se iba de una cuestién fisicamente relativa a pesar més de 135 kg, mani" festando algo afin con el ‘Rare de su madre. uaa nuticin descon- trolada Ilevada a un extremo inevitablemente colindante con el colapso, on lo cual surge el lado opuesto: lo pierde todo y se convierte en vic~ ima indefensa. Le retitan ja custodia de sus hijos y pasa t depender Uh ado para su propia subsistencia y la de uno de sus hijos. Unos instin- tos nutricios tan potentes reflejan una energia creativa que, al ser filtrada * por la reflexién, pueden servir y gratificar a Joan y a quienes la rodean. La historia de Joan evoca tantas imagenes de hambre voraz que me | pregunto cémo he de reaccionar a tales estimulos durante un determi jado periodo de contacto. Muy posiblemente, ademas de mi inicial dmiracién por su matiz heroico, surja una contratransferencia domi- nada por el pecho; sea por la necesidad de brindar cuidado, o por la.ten- lencia retentiva, es0 est por verse. Debo estar atenta a ambas reacciones sibles, asi como a Ja incitacién a ser arrastrada como su adversatia con- tra los malos tratos recibidos de parte de los hombres en su vida. Ahora que cuenta con la proteccién de un marido y una terapeuta puede |) empezar a sentitse lo suficientemente segura como para-exptesar sus necesidades juveniles, y es muy posible que se repita el deseo insatiste-. cho de contar con una madre que se alie con ella frente al principio abusador (ea en el padre o la madre, pero ciertamente ahora incorpo-. | rado a su ptopia estructura caracterial). Si bien ha sido Jo bastante fuerte como para salirse de dos matrimonios arduos, no parece haber enfren- tado la agresion de sus maridos con gran potencia propia. Ahora se enfients a Sam con smfs autodeverminacién, aun cuando parece que esto Ja smut: Quien paruinla sentra foerm do nt pecesided de comer” tir a la madre en sslvadora sin tener que actuatla, prolongando innece- lo. dei teabajo y la independencia, o de | ‘BEEBE/NEELY/CORDON: El caso Joa rogenitor ab rador y hambriento, mientras el espacio sagrado del marco terapéutico crea una oportunidad para que la madte plena y generosa florezca en Joan. Todas las imAgenes alimentarias evocan y demandan una cualidad | atemporal que permita que todas las necesarias fitnciones de introyec- cién y absorcién puedan madurar de acuerdo con sus propios ritmos. Lo ideal seria odes smbsint con Joann limits de tema, yo que mi experiencia cn casos con contradicciones vitales tan fundamentales somo él suyo deimuestra que, a pesar de una buena motivacién, el cam~ bio es muy lento y tenue. En el nivel del sistema digestivo nos encon- tramos con los monstruos primitives de las estructuras celulares bsicas y del eje cerebral, donde la introspecci6n es virtualmente inatil, por lo © que se hace necesario proteger repetidamente el territorio frente a esta monstruosa e insidiosa avaricia. Me refiero a que resulta necesario tra~ = tar Jos inismos vemas ¢ incidentes una y otra vez, manifestando ios mis- mo’ afectos, aclarando més de una vez los mismos malentendidos en la ~ relaci6n terapéutica. Desearia poder verla diatiamente como paciente { ingresada hasta que fuese posible contener y limitar la purga suicida, Posteriormente, y como paciente ambulatorio, sugeriria de una a tres J horas de trabajo semianal durante varios afios. Con uni esquema asf, siémpte que su fuerza y motivacién correspondieran a mis expectativas iniciales, el pronéstico es favorable. Es posible que en este momento no pueda afrontar el pago de los honorarios habituales. Esta es una cuestién que deberiamos discutir a fondo, ya que alcanzar un acuerdo monetario factible resulta esencial para al proceso terapéutico que establece entre adultos una relacin que debe poder ser también infantil y regresiva. En su caso, la cuestién monetaria puede convertirse en‘ una forma de caer en el complejo materno de des- tuna de las dos se sienta en desventaja. Quiero que Joan considexe nues~ ‘to trabajo como mutuamente valioso y pleno de sentido, que le exija un aporte de energia emocional y financiera, equiparado con la contrapar~ fida de mi fiabilidad y apoyo psicol6gico ¢, idealmente, con unos cono~ cimientos sobre la psique que puedan resultarle stiles. Si no somos capaces de establecer este tipo de mundo materno atemporal en el que ella pueda frecuentemente acceder confiada a un marco terapetitico seguro y permisivo, mi pronéstico en cuanto al posible cambio sustan- cial seria mas resctvado. En tal caso, le indicaxia que se rodeara de un La psieologia analitca en ta prdctica Beepe/Nee1y/GorDon: El caso Joan __ciente del yo conservan su conexién numinosa con el si-mismo, y esta 3 la xaz6n por la cual tienen tal poder sobre nosotios y no pueden sér ‘scontrolados» por la fuerza de voluntad del yo. Las terapias que se basan ‘en la fuerza del yo, como es el caso de todas las terapias cognitivas bre- autoayudla, al vez un programa educativo con acceso a consejeros y tuto~ tes, quizi un programa de doce pasos, o unas sesiones con un consejero familiar o de pareja, y un seguimiento periédico conmigo o con algun: otra persona, pero donde yo pudiera fomentar la continuidad de su irite~ rés.en averiguar el sentido de sus problemas. Estos encuentros periédi- cos podrfan continuar mientras furera necesario para ambas. ves, ignoran esta cuestiGn que constituye la base de toda la psicologia = profunda. Es posible que, en su deseo por sanar, los pacientes acepten las # sagerencias y las interpretaciones, pero que, finalmente, estas percep Supongamos, no obstante, que resulta posible un tratamiento pro- {af qi:ciones scan reabsorbidhs por los complejos dominantes, a menos que se Jongado, Creo que nada puede sustituir In clase de autorreflexi6n que), 4.) produzca una relacién dialéctica com el complejo que permita aceptarlo solo resulta posible gracias al apoyo estrecho que genera un contacté ae # mis 0 menos cémodamente dentro de la consciencia del yo. Las altera~ prolongado. Todo el que haya vivenciado esto terapéuticamente ha ¥, ciones alimentarias reflejan complejos que dominan al yo y que nor~ conocido aquellos indescriptibles momentos de tratisformacién. Estos jmalmente no pueden ser contenidos anicamente por Is faerza de acontecimientos (que yo solo puedo denominar momentos», aunque’ “yoluntad. Al descubrir la fuente arquetipica del-complejo esperamos un momento asi pueda englobar afios) implican unzintegracién que tal encontrar la clave para Ja transformacién. ver. sea mis ficilmente transinitida por imagenes: imagenes quimicas, Bn las terapias breves, la relaci6n entre paciente y terapeuta no dura ‘slo suficiente como para alcanzar Jas cuestiones de confianza que cons~ “tituyen el destino inevitable de cualquier relacién prolongada y que "reflejan e] poder que poseen los complejos auténomos para atacar nnes~ © tro amor y determinacién, La luna de miel de Ja confianza total tiene que dar lugar finalmente a la duda para que comiencen los procesos de trans formacién. Las relaciones romAnticas flaquean en este punto, cuando sur- _gen los aspectos verdaderos de Ja personalidad. De modo similar, ajo. mas di en el manejo de una maquinaria, o el torno de un ceramista; imagenes), mentales como la «captacién» del sentido que esconde una formula, 0 estilo sucede en la terapia cuando se alcanza un lugar de aptitud, pero esto no sucede de la noche a la mafiana, No es el deslumbramiento de uria visién de apertura, o una experiencia cumbre, sino algo tranquilo y. duradeto, Como terapeuta tengo mi.imagen personal para facilitar 2 : eto suceda, que comiste en seguir los aj, que refljan tn movilidad Supongamos que Joan ha elegido iniciar un tratamiento prolongado. ~ Adems de registear mis primeras impresiones, intentaré hacerme una FE idea de la forma en que ella pexcibe su situaci6n en ese momento, ¢Cui- = Jes son sus sentimientos mis conscientes? 2Qué es lo que atrapa sm aten~ , cién y su afecto? gEs mente? Lo primero requiere una capacidad intelectual para abstraer una esencia 0 cualidad universal de] hecho concreto, y es obvia~ mente un requisito minimo para la psicoterapia ptofunda. De hecho, se trata de una capacidad frecuentemente débil o ausente, que esperamos florezca en una psicoterapia exitosa. La psique no solo incluye'conteni- po de totaidad que corresponde a la circunferencia del ser, la. faente y el poder, y que se manifiesta como la vivencia de ser conte- nido, estar centrado o ser guiado. La adaptacién natural a la sociedad exije actitudes defensivas que no es posible vivenciar conscientemente, nj desmontar répidamente, actitudes que disminuyen la consciencia que ‘| pose el yo de su origen arquetipico y que nos fierzan i continuar bi cando la completud en el mundo de los acontecimientos conscientes. No obstante, os complejos que existen fuera del rea de influencia cons~ 294 295 La psicologia analitca en la préetca dos mentales ¢ imégenes visuales, sino contenidos y vivencias fisiologi= cas y trascendentales. Jung se refirié a los misinos como eventos psicoi~ | des, experiencias en el umbral de la consciencia en el nivel de la”, percepci6n instintiva y espiritual. La imaginacién no es solo visual, sino, también quinnestésica y auditiva a Los teéricos psicoanaliticos freudianos, no freudianos y neo=jun- guianos han concedido extrema atencién al desarrollo infastil, en un intento por comprender cémo la capacidad de gratificacién simbéli se convierte en parte de los recursos psicol6gicos del ser humano, ya | que toda Ja vida comunitaria depende de la habilidad que posean la mayor parte de los miembros de postergar la gratificacin fisiolégica mediante el simbolismo. EI nifio que logra negociar la sustitucion de Ja madre incompleta ¢ inconstante por un objeto tansicional adquiere una de las herramientas mégicas que hacen posible el viaje de la individua- ién. Sin embargo, los pacientes que buscan individuarse a menudo lle~ gan a Ja consulta-sin haber desarrollado jamés esta capacidad para simbolizar sentimientos, este instrumento o habilidad que les permitira relativizar y objetivar sus necesidades emocionales, En estos casos espe- ramos recrear’eii el espacio terapéutico el contexto arquetipico que permita el salto de confianza que da lugar a que una psique telativamente no diferenciada pueda anticipar y esperar la gratificacién con cierto grado de autorreflexién. Bste tema:aparece en innumerables cuentos de hadas, bajo la forma del viaje laberiatice’ del héroe o hercina en pos de la paciencia y la autocontencién k: Hegue el momento adecuado ¥ ptopicio para actuat. Puedo prever que Joan permaneceri bastante tiempo en el mundo no simbélico materno y que le resultarg, dificil wadueie sus sintomas a significados psicolégicos, pero que aportact'a su trabajo una energia vivi- ficante que se tornard gradualmente més simbélica y disponible para uti- lizar creativamente el material inconscienteySi recuerda suefios, aprende a —por medio de la imaginacién, el dibujo, | Ja danza, la escritura 0 su traduccién musical— estos conductos psiquic. p liz He uando éstas estin imbuidas de sentido, por la dimensién primaria de los hechos arquetfpicos, adquieren espiritu; ent vez de estan~ carse en bloqueos emocionales la vida se inunda de pasién y desapare= _ fandamentales de la nutricién refleja una profi Beeve/NEELY/GORDON: El caso Joan cen los motivds para escapar de la realidad con temores y deseos inhi- bidos, Estamos entonces abiertos a encuentros con mundos materiales espirituales para lo que puedan oftecer, para bien o para mal, hasta que la muerte nos separe. Es inevitable que se produzca un interjuego entre niveles de inte- gracién a'lo largo de Ja vida y durante la sesién analitica. Si el proceso fluye, tanto paciente como terapeuta se sumergen en estados tempranos de la infancia, nifiez y adolescencia,'Tumbién incluso aquellos pacientes con una integridad fragil pueden alcanzar estados altamente diferencia dos 0 licidos que pasarian desapercibidos si estuviéramos condiciona~ dos para esperar menos de esa persona, Por tanto es importante que el terapeuta se mantenga abierto para poder percibir y reconocer estos estados de iluminacién, Me temo que cuanto mis definamos o diag- nostiquemos mis cerrados estaremos para esta perception. Por eso con- sidero cada sesién como una aventura potencial y procuro no caer en expectativas y predicciones basadas en diagnésticos y pronésticos. A veces la aventura tiene mis que ver con arrastrar pesos enormes o estar rodeado de obsticulos..., casi fuera del alcance de Ja influencia del dios Mercurio, el patrén de los viajeros. A pesar de todo no deja de ser un viaje sujeto a cambios imprevistos tras cada curva del camino. En su familia de origen Joan aprendié una actitud de abuso-hacia sf misma, probablemente 1 tavés de una telacion despectivaentee los modelos de principio masculino y femenino de la familia y que se pone de manifiesto en sy actitud caballeresca frente a su hemorragia mens~ trual excesiva, asf como en el forzar su cuerpo a competir con sus pro= pios procesos digestivos. Este obstinado rechazo a aceptar los procesos faria hacia su cuerpo y sus necesidad: ciable, padre implacable, en, ‘Me niego a aceptar que exista una dinimica universal subyacente a to: los casos de bulimia (como la rabia hacia el padre).Este presupuesto es tan poco vilido como afirmar que un determinado simbolo onirico “tiene el mismo significado para todas las personas. Si bien al observador pudiera parecerle que existe un conflicto entre el hambre incontrolable y el repudio de dicho impulso devorador, no podemos presuponer en qué consiste el conflicto subyacente hasta que las imagenes del paciente no hablen de su relacién con el sintoma. La psicoleta analtica en ta prictica Beene/Nesty/GoRDON: El «aso Joan ROSEMARY GORDON El enfoque evohitivo ~ Actualmente se tiende a tratar los problemas alimentarios con anti- depresivos y ansiolfticos.Yo desconfio de la medicacién que pueda inter- ferir en el esclarecimiento de las imfgenes, nuestra clave del significado arquetipico que se ésconde en los sintomas, precisamente aquellos sig- niGicados capaces de ‘desbloquear su caricter compulsivo. Es necesario un cierto grado de ansiedad para que se despliegue la individuacién, y para el tipo de bisqueda y trabajo de ensayo y error que requicre el pasar el arado wna y otra vez por la misma parcela de alma hasta que se pulverice y sea posible volver a plantar algo nuevo, La repeticién es na moneda de dos caras, ,Cémo saber cundo estamos fiente a.un patron’ |! de compulsi6n ciclica estéril, y cudndo abriendo camino a Ia indivi- duacién? Aqui es donde la terapia promueve la autorreflexién que per mite que el paciente formule la pregunta adecuada, investigue el suefio, repare en la vivencia interna, o distinga la voz auténtica, lo cual indica que se esti ablandando el terreno, aunque sea lentamente. A. pesar del autodesprecio evidente en los sintomas de Joan, y de su rechazo frente a Jas demandas de su ctterpo, existe un contramovimiento orientado al cuidado de si misma que esti generando cambios constructivos en ell Cuando lei por primera vez el historial de Joan entregado por el Rentiew Center me impaété la desolaci6n que transmitfa su biografia apoyo, cuidado, sin que nadie Kubiese sido capaz de sostenerla, conte nerla, estimular su autoestima, el cuidado y la proteccién de si misma ‘Um historial de este tipo puede provocar desesperacign, pesimismo, pet 'y desmotivacién. = Pero en su historia también habia un par dé aspectos a modo de "puntos de luz titilando como pequefias estrellas ep un espacio muy ‘oscuro, Su mera presencia genera una pregunta: zhasta qué punto es real- ' mente Joan solo una victima del destino 0, por el contrario, ¢s 0 ha sido también la creadora de su destino? ‘Antes de tratar estas cuestiones quiero referirme brevemente a la teotia y prictica clinica que caracterizan a la escuela evolutiva. También intentaré describir mi forma de aplicarla, si bien limitndome a unos pocos aspectos de la misma. En su libro Jung y los posjunguianos Andrew Samuels (1985) describe la diferenciaci6n de los psicélogos analiticos segtin tres escuclas: «clésica»,, carquetipaly y cevolutivas, Hasta entonces sc solia pensar en Ia escucla de Londres en oposicién a la esctiela de Zitrich, lo que tenfa tn aire tribal, chauvinista, incluso agresivo, Samuels introdujo wna clasificaci6n més sig~ nificativa basada principalmente en el predominio o desinterés por uno 1u otto de los conceptos tedricos y pricticas clinicas de Jung, No tuve dificultad en reconocerme como perteneciente a la escuela evolutiva en Ja que él me habia incluido, aceptando esta atribucién. ‘Ahora que ya han pasado diez aiios, quiero reconsiderar si conti~ néio teorizando y trabajando como una analista junguiana eevolutivay, y si todavia valoro ‘este enfoqie. En otras palabras, comprobat si toda~ vvia creo que: 1) La evolucién es, 0 deberfa ser, un proceso que dura toda la vida, |. desde el nacimiento—o incluso antes— hasta el final mismo. de la-vida (cl trabajo esencial de Fordham y los hallazgos recien~ tes de Daniel Stern nos han llevado a reconocer que en reali~ dad [a individuacién comienza muy pronto); Para mi la terapia tiene éxito cuando termina por mutuo acuerdo entre paciente y terapeuta, en un determinado punto en que se logra una inte- gracién significativa del contenido de los complejos. Idealmente existe una’ claboracién del final, tal vez unos suefios que confirmen la decisién, y una oportunidad de volver sobre el proceso, en particular sobre Ja relacién que hha dejado su marca en ambos como una conexién de dos almas. REFERENCIAS Edinger, Edward (1985) Anatomy of the Psyche: Alchemical Symbolism in Psychotherapy, Open Court Publishing Company; La Salle, Ilinois. Hillman, James (1975) «Archetypal’ Theory, en Loose Ends: Primary“ Papers in Archetypal Psychology, Spring Publications, Dallas. Jang, C.G. (1967) Estudios sobre representaciones alquimicas, OC 13. 298 299

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