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Herramientas para Educar en Las Virtudes
Herramientas para Educar en Las Virtudes
Los hombres de Roca se mantienen firmes en medio de las dificultades, son fieles a sus
principios y objetivos en los ambientes más adversos, no pierden su identidad al
enfrentarse a las mareas contrarias de la opinión pública. Las turbulencias de la vida
no lo derrumban, sino que resaltan aún más su fortaleza.
Con razón el evangelio compara la vida de los hombres débiles y de los fuertes con
aquellos que edifican su casa sobre arena blanda e inconsistentes o sobre la roca, la
sólida y segura (Cfr. Mt 7, 23-27). ¿A qué clase de hombres perteneces? ¿Qué tipo de
hombres y de mujeres estás formando en tus hijos y alumnos: inconsistentes como el
barro o sólidos como la roca?
Contempla el ejemplo del recordado Juan Pablo II, que a lo largo de sus años de
pontificado demostró ser un líder y guía infatigable. Cuando se le vio o escuchó,
incluso después de su muerte, es recordado como un verdadero guía y amigo.
Se puede agregar otros nombres a nuestra lista de ejemplos: Madre Teresa de Calcuta,
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el rey Balduino, Tomás Moro…y ojalá en algunos años veamos escrito el nombre de tu
hijo o de tus alumnos.
¿Sueñas que tus hijos y que tus alumnos poseen una gran responsabilidad? ¿Que son
hombres y mujeres de una pieza, auténticos, maduros, coherentes con lo que creen y
con lo que obran? ¿Qué son hombres realizados y felices? Seguramente tu respuesta
es Sí, porque de lo contrario no estarías iniciando este curso…
José Luis Martín Descalzo, en uno de sus famosos libros escribe: “…No es cierto, como
muchos piensan, que la dicha puede encontrarse como se encuentra por la calle una
moneda o que pueda tocar como una lotería, sino que es algo que se construye,
ladrillo a ladrillo, como una casa”.
Muchas veces los padres de familia y profesores pensamos que el amor a los hijos o a
los alumnos se demuestra dando todo lo que ellos quieren y hasta más e incluso, se
trata de evitar todo sufrimiento “para que sean felices”; pero con esto creamos
hombres sin estructura, sin voluntad, sin capacidad de sacrificio. El verdadero amor a
los hijos no es ése. El verdadero amor a ellos está en dejarles lo más grande que
poseemos, es darles las herramientas apropiadas para que puedan caminar triunfantes
por la vida.
Miguel Ángel Cornejo que un joven pidió a su padre que lo llevara a conocer la cima de
una alta montaña. El padre pensó en los grandes riesgos que esto implicaba y el
esfuerzo que costaba, por lo que rentó un helicóptero para llevar a su hijo al volcán. El
joven vio todo el paisaje, pero con poco asombro. Para apreciar mejor la experiencia,
debería haber escalado la montaña desde la madrugada, para que, al medio día,
después de haber alcanzado la cima sudoroso y agotado, hubiera disfrutado el gozo de
alcanzar la cumbre de la montaña con su propio esfuerzo. ¿No nos pasa eso también a
nosotros como padres de familia y como formadores? Por ello, en este sencillo curso
“Herramientas para educar en las virtudes”, te presentamos algunas de las virtudes
más importantes que servirán en la educación de tus hijos y de tus alumnos para
prepararlos ante la vida.
Quizá tú, como nosotros, has asistido a conferencias sobre estos temas o leído libros
de formación y te habrás preguntado qué más puedo hacer. Aquí no queremos dar
más teoría sino ayudarte a poner en práctica algunas formas concretas para la
formación de las virtudes y valores en tus hijos y alumnos. Recuerda que lo más
importante no es tanto el contenido intelectual que encuentres en este curso,
aunque te daremos suficientes documentos para ampliar el tema, ése no es el fin de
nuestro curso.
Lo más importante es hacer algo concreto para que tus hijos y alumnos sean
hombres y mujeres que sepan estar a la altura de los retos que la vida les
presente.
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Por último te recordamos dos puntos que siempre debemos tener presentes
1. Los hijos y/o tus alumnos son un tesoro que Dios te ha concedido y del que deberás
rendirle cuantas. Él es quién, a través de sus inspiraciones, va formando en cada uno
ese hombre que siempre ha soñado, de aquí la importancia de formar en ellos una
conciencia recta capaz de escuchar la voz de Dios y una voluntad sólida para siempre
responder Sí al plan divino.
2. La receta exitosa no existe, pero juntos podremos luchar por este mismo ideal,
mismo objetivo y misma meta.
En la vida diaria, cuanto más sofisticado es un utensilio, más complejo es su uso. Uno
no sabe por dónde comenzar a usarlo. El siguiente curso no causará estos quebraderos
de cabeza. No pretendemos que sólo obtengas un diploma, que es importante; la
mención honorífica la obtendrás viendo a tus hijos y alumnos formarse como esos
gigantes de los que ya hemos hablado.
1. Las sesiones están divididas en siete envíos. Cada una describe la formación de un
aspecto de la persona, así como la virtud que la acompaña. Cada tema equivale a un
mes deformación (esto es para el momento de aplicar los consejos formativos con los
hijos o alumnos)
3. Señales de peligro. Una vez que hayas contestado las preguntas del autoanálisis,
encontrarás una breve explicación del área de formación y la virtud correspondiente.
Verás también “señales de peligro”, es decir enemigos o dificultades que los niños y
jóvenes podría encontrar en su existencia. Después te ofrecemos pautas muy prácticas
para lograr la formación de dicha área y virtud.
4. Propósito. Incluimos una serie de propósitos para que tus hijos y/o alumnos los
lleven a cabo, uno por semana, y así trabajen en esa virtud. Es conveniente que al
final de la semana hables con ellos para ver cómo han cumplido su propósito, qué
dificultades encontraron y determinar con ellos el siguiente propósito de la semana.
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Buen inicio de curso!!!
Ejercicio y tarea para esta sesión (las respuestas NO se publican en el foro es para
reflexión personal)
1. Para calentar motores iniciemos con una revisión personal ya que “nadie da aquello
que no tiene” y como nuestro objetivo es Formar a “hombres roca” ,es decir, la
búsqueda de un crecimiento integral de la persona según la concepción cristiana del
hombre (espiritual, humana, intelectual y apostólica social); se propone el siguiente
cuestionario
1. ¿Me conozco a mí mismo (a)? ¿Me acepto como soy? ¿Trabajo con firmeza en
superar mis defectos? ¿Conozco mis cualidades?
2. ¿Conozco las exigencias de mi estado de vida: como hijo (a), esposo(a), padre
(madre), en mi trabajo profesional? ¿Las cumplo con agrado, dedicación, alegría y
sentido sobrenatural?
3. ¿Tomo en cuenta las necesidades y derechos de los demás? ¿suelo oponerme a las
iniciativas y entorpezco la labor del grupo?
6. ¿Me dejo llevar por las costumbres de mi ambiente social o profesional o vivo de fe
y principios?
Madurez Intelectual
2. ¿Soy capaz de analizar las situaciones, los problemas? ¿Doy pronta solución?
¿Acepto las consecuencias de mis decisiones?
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3. ¿Soy capaz de pedir consejo? ¿O creo que tengo todas las respuestas? ¿Recurro a
personas que realmente pueden orientarme cuando lo necesito?
4. ¿Resisto los embates del medio ambiente, manteniéndome firme en mis principios?
¿Defiendo la institución del matrimonio, la familia, el derecho a la vida, los derechos
humanos?
6. ¿Me preocupo y pongo los medios necesarios para adquirir una formación intelectual
adecuada a las necesidades de mi estado de vida?
Madurez Moral
2. ¿Me preocupo por formar mi conciencia? ¿Conozco los principios morales cristianos?
¿Consulto cuando tengo duda?
3. ¿Permito que el medio ambiente o lo que está de moda influya en mis criterios?
¿Claudico por comodidad, conveniencia, respeto humano?
5. ¿Hay contradicción en mi vida entre lo que soy, lo que debo ser y lo que quisiera
ser? ¿Por qué?
Madurez Religiosa
1. ¿Son mis criterios los de Jesucristo? ¿Es la norma de mi vida cumplir su voluntad?
¿es él el sentido de mi vida?
3. ¿Vivo la realidad de ser parte del cuerpo místico de Cristo con responsabilidad,
entrega y generosidad?
4. ¿Conozco la doctrina social de la Iglesia? ¿La aplico a los diferentes campos en que
me desenvuelvo? ¿Procuro difundirla?
2. Comparte tus conclusiones de esta sesión en los foros del curso (SI se
publica en los foros)
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Preguntas que pueden ayudarte a formular tus conclusiones
Autoanálisis
2. Mis hijos y/o alumnos se dejan influir fácilmente por los demás, aún en situaciones
en las que no están bien?
4. ¿Se guardar los secretos y confidencias de mis hijos o alumnos, rápidamente los
difundo?
5. Cuándo mis hijos y/o alumnos emiten un juicio, ¿de qué manera lo hacen: como
chisme o con objetividad y respeto?
1. La inteligencia
Analizar: descomponer con acierto un todo en sus partes. Analiza bien quien reconoce
el lugar al que pertenece una parte del todo. Por ejemplo al ver una película, se pone
atención a los personajes, las acciones, los diálogos…por separado para llegar después
a la conclusión.
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Sintetizar: Recomponer lo analizado; decir con exactitud y concisión una idea que se
encuentra expresada en muchas páginas. Sintetiza bien quien sabe formar un conjunto
a partir de elementos hallados en distintas fuentes y quien con agilidad sabe distinguir
lo esencial de lo accidental y periférico.
Relacionar: Comparar, distinguir y unir los diversos aspectos de una realidad hasta
formar en su mente un todo unitario.
2. Cualidades de la inteligencia
Es importante formar en los alumnos las cualidades que mejor definen una inteligencia
rica y potente como son:
No podemos pretender que todas las personas tengan parecida capacidad intelectual,
hay diversos grados y distintas características. Lo interesante es que cada quien
alcance el máximo desarrollo de sus propias cualidades intelectuales y que la
inteligencia se encause a la búsqueda de la verdad. Para ello debemos procurar una
preparación sólida, profunda y selecta, que nos permita conocer adecuadamente las
verdades de la fe y de la moral cristiana, los problemas del mundo y las corrientes
culturales de la época. A demás es necesario combatir la pereza y la mediocridad
intelectual, que restan eficacia a nuestro trabajo y formación.
La inteligencia se mide por la consistencia de las ideas. Bajo este parámetro podemos
comparar al hombre con el barro y la roca.
• Los hombres los débiles, no tienen una estructura mental propia. Como el barro,
adquieren una forma esculpida por un agente exterior, se moldean bajo cualquier
forma, quedan marcados por cualquier huella; se asemejan al recipiente donde lo
depositan, sufren el desgaste de cualquier viento de la opinión, las circunstancias
(tiempo, lugar, ambiente) pesan más que ellos mismos y se resignan a no tener voz, a
ser apenas un eco. Los hombres de barro no deciden, son manipulados, son borregos.
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• Los hombres fuertes son siempre iguales, son siempre ellos idénticos consigo
mismos; no se dejan manipular. Ellos son los protagonistas de su propia biografía.
3. Formación de la inteligencia
• Presentar a los alumnos criterios claros que iluminen su mente. Darle siempre
razones, es decir, explicarles el porqué de las decisiones que como adultos tomamos,
de tal manera que ellos las comprendan y las asimilen.
• Enseñarles a buscar la verdad, que ellos sepan dar razones de sus actos y encontrar
la verdad.
4. Señales de Peligro
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más con los libros que con sus semejantes. Hay que encausar ese sano deseo de
adquirir conocimiento para que no caigan en el peligro de aislarse del mundo que les
rodea, en una forma de asilamiento personal.
5. La Virtud de la Prudencia
Los grandes filósofos la llegaron a llamar ciencia y sabiduría, alma y mente del mundo.
El discernimiento entre el bien y el mal es propio de los hombres maduros y
experimentados.
Juicio, mediante este distinguimos las cosas lícitas de las ilícitas, segregando lo bueno
de lo malo.
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Dispensación, distinguimos lo oportuno de lo inoportuno, considerando las
debilidades humanas.
Reflexiona: Esfuérzate por pensar bien sobre lo que vas a hacer. Analiza las
consecuencias, responsabilízate de ellas, valora diferentes opciones. No decidas lo
primero que se te viene a la cabeza.
Posee valores: Para ser verdaderamente prudente, tenemos que tener nuestros
valores muy bien establecidos. Si para mí no es un valor decir la verdad, ¿cómo seré
prudente cuando me vea tentado a mentir?
Acrecienta tu fuerza de voluntad: Sucederá que conoces qué valores son los que te
acercan a Dios, los criterios que el mismo Dios te da, pero, ¿cómo decidir conforme a
ellos si tienes una voluntad débil que se deja vencer por las tentaciones? ¿Cómo vas a
decidir luchar en contra del pecado si tu voluntad es de papel? Y cuando las pasiones
te ataquen, ¿cómo guardarás la serenidad para reflexionar si tu voluntad es débil?
Algunos consejos prácticos que pueden ayudar a formar esta virtud. De esta manera
podemos ayudar a nuestros alumnos a dar paso a realizaciones efectivas, al amor
sincero, al servicio abnegado, siguiendo siempre la consigna de “decir poco y hacer
mucho”.
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• Crear en torno a ellos un clima de confianza y apertura para que no sientan temor de
plantear sus ideas o manifestar sus inquietudes.
7. Propósito
Te presentamos una serie de propósitos para proponer a los alumnos para que los
dispongan como pequeñas metas o retos a conquistar cada semana.
1. Como ejercicio personal en cada elección de estos días aplica los siguientes
pasos: (No se publica en los foros)
b. Emite un juicio: cuando tengas bajo tu vista todas las opciones, determina cuál es la
mejor. Al hacerlo, no pienses sólo en lo que más te agrada, sino en lo que más te
ayuda a realizarte integralmente.
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Lección 3. Formación de la Conciencia y la virtud de la
Sinceridad.
Sesión N ° 3
Autoanálisis:
2. ¿Con frecuencia se dejan llevar por sus gustos y caprichos o son fieles a la
conciencia?
3. ¿Suelo consentir los caprichos y acepto que hagan lo que quieran con tal de no
discutir?
4. ¿Hablan siempre con la verdad o mienten con facilidad por quedar bien con los
demás, para evitar un castigo o por conseguir el permiso que quieren?
5. Cuando los hijos o alumnos dudan de cómo deben actuar, ¿puedo estar tranquilo
porque sé que le preguntarán a quién pueda orientarlos, o temo que actúen sin
consultar y después lleguen a arrepentirse por las consecuencias?
Tema: La conciencia
Para introducirnos en esta materia, primero debemos explicar cuáles son los niveles de
conciencia:
Conciencia psicológica. A través de ésta la persona percibe su propio yo. Ya sea como
un objeto actual de su conocimiento o como sujeto de toda acción que realiza en el
mundo. Es la percepción del actuar propio: soy consciente de que estoy haciendo eso
(autoconciencia).
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La conciencia es la voz interior que nos dice cuando una acción es buena o mala; es el
centro de la persona y el guía de su obrar natural. La conciencia es el núcleo más
secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo
más íntimo de ella” (CIC # 177).
Así como por nuestra inteligencia somos capaces de juzgar las cosas- declaramos por
ejemplo, que esta pared es blanca o negra-, con nuestra conciencia juzgamos que una
acción es buena o mala: es buena si está conforme a la voluntad de Dios o con su ley
divina, y es mala si so está conforme a su voluntad o a sus mandatos. La conciencia
moral se expresa a través de juicio que nos indica “hay que hacer el bien y evitar el
mal”. A este juicio solemos llamar o Voz de la conciencia. Es aparentemente simple,
pero esto tiene una importancia trascendente, pues de este juicio depende la
moralidad de nuestros actos y nuestro valor como personas humanas.
La conciencia tiene una función parecida a una brújula para navegantes: indica dónde
te encuentras y hacia dónde hay que seguir. La brújula marca hacia el Norte; la
conciencia señala hacia el bien. Sin embrago, la brújula se puede alterar ante la
presencia de una gran cantidad de hierro; la conciencia también se puede modificar
debido al ambiente, por la propia comodidad o por dejarnos llevar por los gustos. De
ahí la importancia de encausarla constantemente.
Funciones de la conciencia
Percibir el bien y el mal como algo que puede hacerse o evitarse. Por ejemplo: un
joven es invitado a ver una película pornográfica, si tiene una conciencia encauzada al
bien, se dará cuenta de que es un mal verla, pero si no, justificará diciéndose “el sexo
es humano y todo el mundo lo ve”.
Impelar a hacer el bien y evitar el mal. Por ejemplo, en el primer escenario sentirá la
fuerza para elegir “no voy a ver la película” mientras que en el segundo dirá “voy”.
Emitir juicios sobre la bondad o maldad del hecho. Ante un acto bueno habrá
aprobación y paz; en un acto malo habrá remordimiento y desaprobación.
• El fin no justifica los medios: no está permitido hacer el mal para obtener un bien.
• Regla de oro: “no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti”.
• La caridad debe actuar siempre con respeto hacia el prójimo y hacia su conciencia.
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Normas básicas del comportamiento de la conciencia
• Es necesario actuar siempre con conciencia recta; se debe poner todos los medios
para salir de la duda o del error.
Tipos de conciencia
• Escrupulosa. Ve pecado en casi todo lo que hace; desconfía del perdón de los
pecados en el sacramento de la penitencia.
• Laxa. Niega o aminora el pecado donde lo hay, ante las faltas sabe encontrar
justificaciones, recorta la conciencia a una medida cómoda.
• Dudosa. Vacila sobre la bondad o maldad de una acción, juzga con temor a
equivocarse o no se atreve a juzgar.
• Falsa o errónea. Cuando la conciencia emite un juicio que no concuerda con la norma
objetiva. La conciencia puede estar afectada por ignorancia y puede formar juicios
erróneos sobre sus actos, se equivoca. Esta ignorancia puede ser:
- Venciblemente errónea. Si hay posibilidad moral para salir del error, en cuyo caso la
persona se hace responsable de la acción por no poner los medios para superar el
error.
- Invenciblemente errónea. Cuando no hay posibilidad moral para salir del error. Si,
por el contrario, la ignorancia es invencible, el mal cometido por la persona puede
serle imputado. Pero no deja de ser un mal. Por lo tanto, es preciso trabajar por
corregir la conciencia moral de sus errores (CIC # 1793)
Formación de la Conciencia
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árbitros tienen que formarse. Una decisión equivocada puede traer fatales
consecuencias en algún jugador o en todo un equipo.
Por ejemplo. En un juicio hay un testigo que ha viso la acción que se juzga, hay un
juez que emite una sentencia y hay una ley respecto a la cual se juzgan los hechos.
Todos estos elementos están en la conciencia. Hay una ley dada por Dios, el testigo y
juez es la misma conciencia, sólo que este juez antes de que obremos, nos ofrece unos
medios para que no nos equivoquemos de camino. La conciencia no sólo juzga las
acciones malas, también las buenas y no juzga las ajenas, sino las propias.
Como formadores, debemos buscar los medios necesarios para lograr una conciencia
equilibrada y sana en nuestros alumnos e hijos, que les haga capaces de guiarse por la
recta razón y no por los caprichos personales, que les haga hombre y mujeres rectos,
nobles, honestos y coherentes con sus propios principios. Una conciencia rectamente
formada garantiza la realización personal.
Señales de Peligro
• Mentir. Decir algo contrario a la verdad con intención de engañar. Es la ofensa más
directa contra la verdad. Hablar u obrar contra la verdad para inducir al error a quien
tiene derecho de conocerla.
• Maledicencia. Hablar mal de una persona. Manifestar sin razón objetivamente válida,
los defectos y las faltas de otras personas.
• Hipocresía. Ser doble; decir por un lado una cosa y por detrás otra. Es asesina de
toda verdad y rectitud de vida.
Virtud de la Sinceridad
La sinceridad es decir y actuar siempre con la verdad. Decir las cosas como son, sin
inventar, agrandar o quitar. La sinceridad siempre trae paz y libertad.
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Es fundamental comprender el valor de la integridad, es decir, de la transparencia y de
la sinceridad; comprender lo triste que es vivir con máscaras, con divisiones, con
dobleces o hipocresías.
• Procurar una identidad congruente cada vez mejor entre tu fe y tus obras. Si hay
unión entre lo que piensas y lo que crees, entre lo que dices y lo que haces, estás
siendo una persona auténtica.
El que por hábito falta a la sinceridad, acaba por engañarse a sí mismo. La sinceridad
empieza en la mente, piensas el qué decir, a quién decirlo, etc. Esto se va convirtiendo
en un mal hábito, de modo que tu mismo empiezas a creer en tus propias mentiras. Es
como una bola de nieve que cada vez se hace más grande. Estas manifestaciones de
insinceridad hacen al hombre odioso ante Dios, causa repugnancia a los hombres y
produce insatisfacción personal.
Si notas que siempre hay congruencia entre lo que tu hijo o tu alumno piensa y lo que
cree, lo que dice y lo que hace, puedes estar seguro que va adquiriendo esta virtud.
No hay mejor tesoro que puedas dejar a tus hijos ni mejor herencia, que una
conciencia rectamente formada y una sinceridad inquebrantable. Con estas dos armas,
puedes estar seguro que llegarán a su meta, a cumplir su ideal y a realizarse
plenamente como personas.
Para ayudarte en esta ardua labor, te presentamos algunos consejos para formar en la
virtud de la sinceridad. Como dijimos en la introducción, nadie da lo que no tiene, y si
queremos construir esta virtud, primero ellos deben ver en nosotros un sincero deseo
y un esfuerzo real de trabajo por su conquista.
• Estudiar el catecismo
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• Reflexionar antes de actuar
• Enseñar a asumir las consecuencias de sus actos. Todo acto bueno conlleva una
consecuencia positiva, todo acto malo un resultado negativo.
• ¡Mucho cuidado con las mentiras! Motivar a que siempre digan la verdad, aunque ello
les cueste trabajo. Date tiempo para preguntar y saber escuchar, así irás afinando su
conciencia.
• Recuerda que eres formador de tus hijos y de tus alumnos, no te conviertas en su
“cómplice” al concederles o conseguirles permisos que ya le habían sido negados.
• Confía mucho en ellos, pero sé también su “ángel de la guarda”: vigila sus reuniones,
amistades, salidas, los programas que ven, pero sin que se sientan “perseguíos”.
¡Vigila siempre!
• Muéstrate dispuesto al diálogo para que no teman decirte las cosas, muéstrate
comprensivo y bondadoso pero sin dejar de exigir. Sé suave en la forma, pero firme en
el fondo.
• Cuida las películas que ven y los libros que leen. Busca todo aquello que tenga
valores y muestre con claridad el bien. Si dudas de la doctrina o ideología de un libro
pregunta a quien puede orientarte.
Propósitos
Te presentamos algunos propósitos para vivir este mes.
Primera semana: Diré la verdad en todo a mis papás, maestros y amigos, aunque esto
me cueste, no cambiaré ni aumentaré nada a la versión original.
Segunda semana: Prepararé una buena confesión para poner mi vida delante de Jesús
con toda sinceridad.
Tercera semana: antes de dormir haré un examen de conciencia para reconocer las
obras buenas que hice hoy y las negativas.
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Cuarta semana: estaré atento para sólo mirar, leer y escuchar lo que me hace bien y
que van de acuerdo a mis principios y valores.
Es necesario cultivar una sinceridad a toda prueba en nuestras relaciones con Dios y
con los hombres, manteniendo la fidelidad a la palabra dada, evitando ambivalencias y
divisiones interiores de cualquier género y procediendo con una conciencia rectamente
formada en los principios cristianos del evangelio.
2. ¿Se tambalean mis convicciones ante las dificultades, las tentaciones, las
oportunidades y las fluctuaciones de mis sentimientos?
4. ¿Quiero mejorar sin poner los medios y sin estar dispuesto (a) a pasar por la prueba
de la fidelidad diaria?
6. ¿Suelo ser superficial en los momentos en que debo tomar decisiones importantes?
¿Soy fiel a la palabra dada?
7. ¿Busco aparecer ante los demás de modo distinto a como soy realmente?
9. ¿Busco la verdad cuando defiendo una opinión? ¿sé reconocer mis errores?
10. ¿Vivo mis deberes de estado y hago apostolado con deseo sincero de ayudar a los
demás?
12. ¿Reconozco las cualidades de los demás y su competencia en los diversos campos?
13. ¿Inculco a mis alumnos esta virtud? ¿soy consciente de que la insinceridad se
puede convertir en un vicio que deforma la conciencia del bien y del mal?
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Lección 4. Formación de la Voluntad y la Fortaleza. Curso
“No es más fuerte el que nunca cae, sino el que siempre se levanta.”
Autoanálisis:
¿Hago las cosas con mayor exigencia sólo cuando me ven? ¿Actuó por plena
convicción, porque es una meta que quiero lograr?
¿Necesito con mucha frecuencia una palabra de ánimo para seguir adelante? ¿O me
basta la conciencia y la voluntad?
Cuando fracaso o me va mal en algo ¿el mundo se me cae encima? ¿Busco hacer
nuevo esfuerzo de superación y no me dejo llevar por el sentimiento de derrota?
¿Cualquier actitud de los demás que no concuerda con lo que me agrada, ¿me
desconcierta y enfada? ¿resto importancia a estas pequeñas contrariedades?
¿Domino mi temperamento cuando practico algún deporte o juego? ¿Sé ganar con
equilibrio? ¿Sé perder con nobleza? ¿Tengo dominio en mis palabras? ¿y cuando
compiten mis hijos y/o alumnos?
La Voluntad
Wilma Rudolph, una joven norteamericana con apenas 20 años, participó en la carrera
de los 100 metros en las Olimpiadas de Roma en 1960 y rompió el récord mundial
femenino con un tiempo de 11 segundos. Pero lo más sorprendente es que Wilma
padeció escarlatina y neumonía doble, y quedó paralítica. Durante dos años uso silla
de ruedas y durante cinco muletas. Aquella niña sólo pensaba y quería una cosa: ser
como las otras niñas. Se esforzó tanto, en durísimas sesiones de recuperación, que
consiguió no sólo correr como las otras, sino convertirse en la quinta mujer, que en la
historia de los juegos Olímpicos, llegaba a ganar los 100 y 200 metros en las mismas
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Olimpiadas.
Una vez Santo Tomas de Aquino fue abordado por una de sus hermanas, que le
preguntó qué era necesario hacer para ser santa. Santo Tomás le respondió sólo una
palabra: “querer”. No añadió más. Sabía lo que decía. Sabía que Dios desea que todos
seamos santos y , por tanto concede las gracias necesarias en cada momento. Pero es
preciso corresponder. Y la correspondencia a la gracia comienza con un querer. No un
querer cualquiera, sino por un querer firme de la voluntad.
En la vida diaria nos suceden muchas cosas entre las cuales debemos elegir y actuar. A
veces nos quedamos a medias. ¿ Dónde está el secreto para tener buenas decisiones,
para mantenernos y terminar nuestras obras? En la Voluntad, ella es el centro de la
personalidad.
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Pasos que sigue la voluntad
Actúo: ejecución
Formación de la voluntad
¿Cómo formar la voluntad? Pues mira, mi mamá tenía una frase mágica, que era:
“Véncete hijita; domínate, no te dejes llevar”. Inclusive cuando veía a los nietos
siempre repetía “Hija, enseña a tus hijos a que se venzan”.
Formar la voluntad significa, ejercitarla en querer el bien, en quererlo con presteza y
eficacia, con constancia, y esto sólo se logra polarizándola por el amor a un ideal, al
buscar con convicción la coherencia de vida entre lo que uno es y lo que se piensa; el
buscar con esmero tomar decisiones prudentes y opciones definitivas e irrevocables
ante todo lo que se debe hacer en la vida, al buscar el trabajo eficaz y ordenado.
Debemos formar una voluntad fuerte para que pueda gobernar sobre las demás
facultades, y sobre todo hacerla dócil para obedecer a Dios.
Es importante que los alumnos comprendan que no se es más libre cuando se hace lo
que dicta el capricho, sino cuando se tiene la capacidad de elegir aquello que nos hace
mejor persona, cuando se aspira a los ideales altos. No será fácil hacérselos
comprender, ya que nuestra cultura y ambiente nos enseñan precisamente lo
contrario. Los jóvenes creen ser más libres cuando más permisos obtienen o cuando
hacen lo que quieren un mayor número de veces. Sin embargo la vida misma nos va
enseñando que quien tiene voluntad es más libre y puede llevar su vida donde quiera,
no hacia donde el ambiente les obligue a ir.
1. Polarizar la voluntad por el amor: querer libremente. Tener muy claro a donde se
quiere llegar.
. Buscar un acto de renuncia (comida, en el trato con los demás, en las cosas que
deseo en ese momento) cada día.
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5. Querer con efectividad: hacerlo que he pensado.
7. Combatir el respeto humano (el “qué dirán los demás si yo...”), porque nos conduce
a ser esclavos de lo que piensan los demás y a vivir buscando sólo caer bien a los
otros.
8. Obrar con decisión, sin dejar para mañana lo que se pueda hacer hoy.
La voluntad necesita educarse a sí misma con ejercicios diarios que le den fuerza y le
ayuden a formar hábitos para obrar bien. Necesita vencer uno a uno a sus muchos
enemigos: pereza, lujuria, ignorancia...
. Elegir lo que no sea tan cómodo (un sillón, un lugar, una postura...)
. Obedecer de inmediato
Señales de peligro
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3. Huir de lo que nos cuesta
6. Cobardía
7. Indiferencia
La voluntad debe ser formada desde la niñez. De lo contrario, se deja crecer a una
persona caprichosa, blanda inconstante, que se mueve según el viento que pasa
encima de ella, incapaz de fijarse metas y objetivos claros, ni concretos.
Virtud de la Fortaleza
La Fortaleza es una virtud moral que da fuerza al alma para correr tras el bien
difícil, sin detenerse ante el miedo ni el temor a la muerte.
Cualquier hombre de bien puede tener esta virtud, pero en el caso del cristiano esta
virtud tiene que estar cimentada en el amor a Dios. Es una virtud que requiere de
una gran dosis de generosidad.
1. Vivir la virtud de la fortaleza significa ser transparente, sin miedo a decir las cosas
como son, aunque cueste sangre.
2. Vivir la virtud de la fortaleza significa tener muchas pequeñas victorias que venzan
la flojera y la comodidad, muchas fidelidades diarias, millares de diminutos sacrificios.
1. Educar a buscar siempre el "bien difícil", entre dos cosas buenas elegir aquella que
diga más amor (generalmente resulta ser la más difícil).
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3. Llenar el corazón de ideales altos y nobles. Ayuda mucho leer historias de
testimonios de vida que han vivido la virtud de la fortaleza y lo han aplicado para
defender algún ideal noble o la amistad con Cristo.
4. hacer pequeños actos de generosidad que hagan el corazón grande para idear
nobles y ambiciosos proyectos en orden a realizar el bien.
5. Los momentos de dolor son ocasiones maravillosas para crecer en esta virtud ("Es
claro que el cristiano no sufre por sufrir, el cristiano no acepta el sufrimiento por el
sufrimiento, sino que se encuentra con él y, cuando se le presenta, debe empeñarse a
fondo para vencerlo - si es posible-, y, en el caso de que no sea superable, debe
acogerlo y sobreponerse a él con fuerza y vigor siguiendo el ejemplo de Cristo").
6. Cuando se realiza un acto bueno buscar que el siguiente sea más grande, llegue a
más personas...
1. Reúnete con tus alumnos/ hijos. Piensa con ellos un ideal que desean alcanzar
juntos: (En esta familia o en este salón de clases buscamos que cada uno sea el mejor
especialmente en la cualidad que le caracteriza: deportista, intelectual, humana,
social, etc.…)
2. ¿Cuáles “señales de peligro” mencionadas en este tema pueden ser obstáculos para
alcanzar el ideal que han elegido? Explica por qué…
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5. Formación Espiritual y Virtud de la Piedad. Curso
Herramientas para educar
Autor: Pilar Varela, Mayra Novelo | Fuente: Pilar Varela, Mayra Novelo
Autoanálisis
1. ¿Procuro rezar con mis hijos/ alumnos en algún momento del día?
2. ¿Cuál es mi actitud antes de ir a misa cada domingo? ¿Voy sólo para llevar a mis hijos /
para decirle a mis alumnos que fui, o por amor y gratitud a Dios?
3. ¿Qué lugar ocupa Dios en la jerarquía de valores de mi vida? ¿Hay sectores de mi vida en
los cuales prácticamente Dios no entra: profesión, diversiones, aficiones, disponibilidad de
tiempo?
4. ¿Vivo a veces como si Dios no existiera o nada tuviera que ver yo con Él?
5. ¿He experimentado algunas crisis de fe no superadas? ¿Por qué no las he superado? ¿Por
soberbia o intelectualismo?¿Por llevar una vida desordenada? ¿Por falta de formación
religiosa?¿por no seleccionar bien mis lecturas?¿Me ha faltado oración?¿me fío solamente de
mis pensamientos y criterios o me confío en Dios?
6. ¿Cómo es mi trato con Dios en la vida diaria? ¿Sé acudir a Él en mis alegrías, mis tristezas,
mis proyectos, mis luchas, mis esfuerzos, mis logros? ¿Me acuerdo de Él sólo cuando se
presentan los problemas? ¿Cuándo me sobra el tiempo?
7. ¿Busco con convicción los motivos que tengo para estar agradecida (o) con Dios?
8. ¿Creo verdaderamente que tengo una madre en el cielo: La Virgen María? ¿Acudo a ella?
9. ¿Trato de ver a Cristo detrás de cada persona: mis hijos, esposo, alumnos, compañeros
de trabajo?
El Espíritu
Formación Espiritual
26
Cuentan que un joven ateo entró un día a una iglesia católica para ver qué es lo que hacían
ahí. En ese momento celebraban la Santa Misa y el joven se preguntaba qué pasaba. Una
persona la empezó a explicar el sentido de cada parte de la misa y al momento de llegar a
la comunión le dijo que esas personas se acercaban para recibir a Dios en el sacramento de
la comunión. El joven se quedó pensativo, después preguntó: Si los católicos realmente
creen que en esa hostia está su Salvador, ¿cómo es posible que tantos se quedan sentados
sin recibirla?
Éste es un gran peligro que tenemos los católicos, podemos quedarnos con una fe pequeña,
de tradición y no una fe viva y operante que nos lleve a conocer cada vez más a Cristo, a
amarle más y a imitarle en cada momento. No hay mejor señal de que nuestra vida
espiritual va por buen camino que la transformación de nuestra persona para parecernos un
poco más a Cristo.
Señales de Peligro
Dureza de Corazón: Nos importan sólo nuestros propios intereses. Únicamente hay lugar
para lo que nos conviene a nosotros; no queremos incomodarnos en nada para ayudar a los
otros; no nos duele lastimar a Dios.
Dejarnos llevar por los sentimientos: El verdadero amor se demuestra con las obras y no
tanto con las buenas intenciones y sentimientos.
Soberbia y orgullo: Es una actitud de ponerse por encima de Dios y de los demás. Nos lleva
a vivir los propios caprichos y no queremos que nada ni nadie nos estorbe.
Pereza: No permite que haya constancia en nuestro compromiso con Cristo. Nos dejamos
llevar por lo más fácil y cómodo.
Virtud de la Piedad
La piedad es una virtud que nos hace sentir profundamente hijos de Dios. Nos presenta a
Dios como Padre bueno y amoroso, y no sólo como soberano y dueño. Hace que el corazón
se dilate de amor y de confianza en Él.
También nos hace tener una tierna devoción a las personas y a las cosas de Dios.
• A la Santísima Virgen modelo más acabado de la nueva creatura surgida del poder
redentor de Cristo.
• A los ángeles y a los santos.
• A la sagrada Escritura.
• A la Iglesia
Y nos hace tener un sentimiento de fraternidad universal hacia todos los hombres en
27
cuantos hermanos e hijos del mismo Dios Padre que está en los cielos.
Para que la piedad sea sólida, no debe fundarse en vanos formulismos ni en estados
emocionales, sino en una fe honda y robusta y en una actitud de filial amor, confianza y
adoración a Dios.
Esta vivencia tiene su centro vital en Cristo y su fuente principal en el Evangelio. Pero esta
vida espiritual tiene un proceso dinámico: va del conocimiento al amor y del amor a la
imitación; quien ha conocido y ama a Cristo, experimenta el deseo ardiente de comunicarlo
a los demás, y su mejor medio de comunicación es el propio testimonio.
• Conocer a Cristo: hay que ayudar a los chicos a encontrarse con Cristo, con el Cristo vivo y
real que se acerca a nosotros a través del Evangelio, que se hace presente en la Eucaristía y
que se comunica con mostros en la oración. Enseñarles a conocer sus criterios, su manera
de pensar, de sentir, de querer. Para esto es preciso que se presente un Cristo atrayente, el
auténtico Cristo que es capaz de conquistar a cualquier persona.
• Amar a Cristo: el conocimiento personal es la puerta del amor. Hay que enseñar a tus
hijos a vivir su vida diaria en un clima de amistad íntima y profunda con Jesucristo.
• Imitar a Cristo: quien ama piensa en el amado, busca estar con él. Enseñarles a mirar
siempre a Cristo como modelo; basta hacer referencia a él cuando queremos ilustrarles una
virtud, cuando les corregimos y les aconsejamos que él sea siempre su meta, su modelo de
vida.
Existen algunos medios en los que se apoya todo proceso de formación espiritual. Son
medios que van modelando nuestra personalidad, nos acercan a Dios, modelan nuestro
corazón de apóstoles, nos abren a los valores del espíritu y nos sostienen en nuestro amino
de santificación. Lejos de ser una añadidura que “roba tiempo”, las siguientes son
necesidades profundas y exigencias normales de una auténtica vida Cristiana.
• La oración
Es fuente de luz, ella robustece la fe. La oración es generadora de amor, en ella la voluntad
se identifica con el querer de Dios. La oración es vigorosa promotora de acción, en ella Dios
nos llena de celo en su servicio y en la entrega a los demás.
¿Cuáles son los momentos que tenemos para la oración? Definitivamente, no existe tiempo o
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un lugar exclusivo para orar, puede hacerse siempre que se desee; sin embargo, es
conveniente tener algunos momentos determinados que ayudan a formar el hábito:
• Dar gracias a Dios por la noche, por el don de la vida, de la fe, de la perseverancia y pedir
perdón por las faltas que haya ofendido su corazón.
En un salón de clases se pueden encontrar también estos pequeños sagrados momentos.
Se trata de ayudar a los alumnos a comprender los sagrados ritos y a participar en ellos con
toda el alma (misa, periodos litúrgicos importantes Adviento, Navidad, Cuaresma, semana
Santa, Pascua…; los sacramentos principalmente la Eucaristía y la Confesión). Esto se vuelve
cada vez más importante en la edad adolescente y en la juventud. Es normal que en su
proceso de maduración pidan explicaciones acerca de todo y que surjan inquietudes
espirituales. No hay que tener miedo a enseñar la fe como es, es el momento ideal para
ayudarles a comprender la importancia y la vivencia de estos actos para que los vayan
aceptando e interiorizando con mayor firmeza, y estos resortes espirituales saltarán cuando
ellos más lo necesiten.
Sacramento de la confesión
El amor a la Eucaristía es la manifestación de nuestro aprecio por el don que Cristo nos hace
de sí mismo. Cristo desde el sagrario, forma el carácter y las virtudes, consuela a los
afligidos, fortalece a los débiles… Cristo está ahí, esperándonos siempre que vayamos a
visitarlo.
Examen de conciencia
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Virtudes teologales
La fe ha de dar sentido a nuestra vida, debe iluminar nuestro camino hacia el destino
eterno; sólo ella nos brindará la fuerza necesaria para superar los obstáculos y las
dificultades. La fe no es un mero sentimiento de la presencia de Dios; la fe es mucho más:
“…es caminar, sufrir, luchar, caer y levantarse, tratando de ser fiel a un Dios que me llama
y a quien no veo…Para mí creer es sobre llevar con alegría las confusiones, las sorpresas, las
fatigas y los sobresaltos de mi fidelidad. Para mí creer es fiarme de Dios y confiar en él”. La
esperanza nos da la seguridad que sólo puede dar la palabra de Dios y la certeza del triunfo.
Es confiar plenamente en la omnipotencia de Dios. La caridad nos lleva a responder al amor
de Dios. Es el primero y más grande de los mandamientos: “Amarás al Señor con todo tu
corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas, y a prójimo como a ti mismo”.
Cultivar hacia ella una tierna devoción. Que no pase un día que tengamos un rato de
conversación y trato íntimo y filial con ella nuestra madre del cielo.
Aunque todos estos son medios importantes en nuestra vida espiritual, no podemos olvidar
que lo fundamental es el cultivo de la vida de gracia, es decir la amistad con Dios que se
pierde ante la presencia del pecado mortal en el alma. Sobre ella, el padre Marcial Maciel,
fundador de la congregación de los Legionarios de Cristo, dice: “La vida de Gracia es el
medio por el que el cristiano se une a Cristo como el saneamiento a la vid y por el que la
vida de Cristo se manifiesta en nuestro cuerpo mortal. Cultívenla con cuidado y vívanla
como una especial relación de amistad con Jesucristo. Procuren apreciarla, valorarla y
agradecerla sinceramente. Esfuércense por desarrollarla para que dé frutos de vida
cristiana y de buena sobras.”
Cuando los hijos son pequeños, se les deba hablar de Dios, pero a medida que crecen se les
debe hablar más de Dios y hablarle a Dios de nuestros de ellos.
• Antes que nada el testimonio. Enséñale con tu testimonio a darle el primer lugar a Dios:
misa, confesión frecuente, rezar con fervor…
• Participar en algún retiro donde se hable de Dios y de la necesidad que tienen los hombres
de este amor.
• Hablar con aquel a quien creemos y que sabemos que nos ama.
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todo lo posible por no traicionar esta amistad. Ellos comprenden perfectamente esto. Para
ello deben hacer la experiencia del amor de Cristo.
Algunos propósitos
Te presentamos algunos propósitos que puedes trabajar con los alumnos estas semanas
Primera semana: Buscar un momento donde le ayudes a prepara una buena y sincera
confesión, ayúdate de una guía y buscando sobre todo que sea un encuentro con el amigo.
Segunda semana: leer un pasaje del evangelio para conocer cómo era Jesús, cómo hablaba,
como trataba a los demás… Comentarlo con ellos
Tercera semana: hacer una semana de oración y pequeños sacrificios por la Iglesia, por el
Papa, por las personas que más lo necesitan.
Como una manera de iniciar tu labor de formación de la virtud de la piedad, lee con tus
alumnos el relato que te presentamos, coméntalo tratando de que sean ellos mismos los
que saquen las conclusiones sobre la importancia de esta virtud. De esta manera también
abres una puerta para hablar de cómo es Dios y escuchar lo que ellos piensan y sienten con
este tema.
“Mi padre, al rezar, se arrodillaba en el piso; apoyaba sus codos en una silla y se cubría el
rostro con las manos. No se movía, no se miraba ni se impacientaba.
Yo pensaba: debe ser grande Dios, si mi padre cuando le habla, se pone de rodillas. Dios
debe ser también muy bueno, si mi padre le habla sin quitarse su saco y su corbata.
Mi madre rezaba todas las mañanas las oraciones sin perderse una sílaba, pero siempre en
voz muy baja. Nos miraba pero no nos decía nada, ni siquiera cuando los más pequeños la
molestaban o cuando había tormenta o cuando el gato se cometía alguna travesura.
Yo pensaba: Dios debe ser muy sencillo si mi madre puede hablar con ese delantal encima y
teniendo un niño en brazos. Y también pensaba: Dios debe ser un personaje muy
importante, si mi madre cuando le habla, ya no le hace caso ni al gato ni a la tormenta.
Las manos de mi padre y los labios de mi madre me enseñaron mucho más que el mejor
libro de catecismo.
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6. La Formación del Corazón y la Virtud de la Caridad. Curso
Herramientas para educar en las virtudes
Sesión 6
Autoanálisis
a) Egoísta
b) Susceptible
c) Magnánimo
d) Rencoroso
e) Caritativo
f) Misericordioso
2. ¿Su caridad es universal (abarca a todas las personas) o por lo general, establecen
diferencias entre las personas?
3. Marca con una x las características con las cuales crees se identifican más tus hijos
y tus alumnos:
- Un corazón puro
- Un corazón sincero
- Un corazón generoso
- Un corazón fiel
- Un corazón celoso
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- Un corazón inseguro
- Un corazón amargado
- Un corazón egoísta
5. ¿Tratan a los demás como les gustaría que los trataran a ellos?
El Corazón
Veamos el corazón de Cristo para descubrir qué hay en él, qué no hay en el nuestro y
en el de los alumnos e hijos, y así buscar conquistarlo.
-Un corazón puro. Cristo en Belén nos enseña la pureza, nos dice que sólo los ojos
limpios pueden ver a Dios.
- Un corazón manso y humilde: Jesucristo mismo nos lo dijo: “Aprended de mí que soy
manso y humilde de corazón”
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- Un corazón sincero: Cristo ama desinteresadamente.
- Un corazón apostólico: el amor de Cristo sale a buscar a los hombres porque quiere
salvarlos a todos.
- Un corazón profundo.
- Un corazón fiel.
Formar el corazón significa, por lo tanto, hacerlo grande. Entonces, ¿cómo formar el
corazón de mis alumnos e hijos para que sea como el de Cristo?
• Formar su voluntad
• Ayudarles a optar por el bien mejor: para ello deben ejercitarse en la renuncia
personal, que es magnífica para forjar y ensanchar el corazón.
• Rezar con ellos a Dios por todas las personas, pero especialmente por aquellas con
quienes tienen alguna dificultad.
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• Afecta considerablemente la capacidad de atención y dedicación al trabajo, a los
deberes diarios.
Y, ¿cómo es un corazón que sabe amar? Puro en sus intenciones, busca darse más que
recibir, con un amor generoso, no posesivo como lo hace el egoísmo. ¡Cuántos
modelos tenemos de esos gigantes en el amor, de esos corazones grandes que nos
conquistan con su bondad, su caridad, su alegría, su entrega!
Muchas veces creemos que amar significa luchar para que la persona amada piense,
haga y diga lo que nosotros estimamos conveniente. Esto es contrario al verdadero
amor que busca siempre el bien para los demás. Del corazón brotan las buenas y
malas acciones. Todos debemos esforzarnos por fomentar en nuestra vida la bondad
de corazón que nos lleve a pensar y hablar siempre bien de los demás y sobre todo un
corazón que regale constantemente el don del perdón.
Señales de Peligro
• Hacer y consentir distinciones con las personas (ésta sí, ésta no).
• Favoritismos o preferencias
• Envidias y celos
• Cuando el trato con los demás esta gobernado por lo que siento en el momento
(sentimentalismo) o lo que me imagino que es esa persona (complico interiormente las
acciones, palabras o gestos del otro, sin conocer realmente como es)
• Cuando me siento con mucha facilidad, ofendido o herido sin motivo fuertes y veo a
esa persona que me ofendió con desprecio, con recelo, con resentimiento.
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• Cuando me siento herido ante un comentario crítico, una llamada de atención, una
mirada de indiferencia o de desprecio, un determinado tono de voz, una ironía.
• Cuando suelo decir “perdono pero no olvido” y me condeno a vivir con el veneno del
rencor y del odio dentro.
Formar el corazón significa desarrollar el don más grande que Dios nuestro Señor ha
querido compartir con nosotros, el don del amor. Un corazón bien formado llega a la
santidad fin de toda vida cristiana.
Virtud de la Caridad
Caridad es la virtud teologal que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas y amar
a los demás como a nosotros mismos. Sus características principales son el perdón, la
delicadeza y la universalidad (porque trata bien a todos).
Hay muchos aspectos implicados en un corazón caritativo. San Pablo nos recuerda
algunos: “La caridad es paciente, es servicial, no es envidiosa, no es jactanciosa, no se
engríe; es decorosa, no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se
alegra de las injusticias; se alegra con la verdad”. I Col 13, 4-6
A los hombres se les mide por el corazón, por el amor; por eso la grandeza de un
hombre se observa en la manera de tratar al prójimo.
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La vivencia de la caridad ha de tener su primera expresión en el hogar, por ser en él
donde la convivencia serena y armónica puede encontrase más amenazada, dada la
cercanía y la frecuencia de las relaciones interpersonales.
• Tratar de solucionar los problemas y diferencias por medio del diálogo constructivo,
en el que todos estén abiertos a los puntos de vista de los demás, considerándolos
desapasionadamente y haciendo el esfuerzo de armonizar los intereses personales con
los de la familia, sabiendo renunciar generosamente a sí mismos en el bien de los
demás.
Alguna vez habrás escuchado la frase “El arte de amar”; veamos cuales son los
elementos distintivos de este arte:
2. Amar a todos
3. Amar al enemigo
5. Amar sirviendo
Hace falta un gran corazón para vivir la caridad madura, en paz y armonía. Implica
salir de uno mismo, romper las propias barreras, pensar en los demás antes que en
uno mismo.
Caridad interna
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• Pensar bien de los demás: contrarrestar la tendencia natural del dicho popular
“piensa mal y acertarás” con una actitud cristiana, es decir, “cree todo el bien que se
oye, no creer sino el mal que se ve y aun ese mal, saber disculparlo”.
Caridad externa
• Servir desinteresadamente
• Colaborar generosamente
Todo esto se logra cuando el corazón vive el don del perdón. Y ¿cómo se vive este
don?
Dios respeta nuestra libertad. Condiciona intervenir para darnos este don a nuestra
libre apertura para recibir su ayuda. Y la llave que abre el corazón para que el perdón
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divino pueda entrar, es el arte de perdonar libremente a quien nos ha ofendido, no
sólo alguna vez, sino incluso de manera reiterativa.
• Agradecer siempre y hacer que agradezcan siempre, hasta los mínimos detalles, que
los demás hacen por ti y por ellos.
• Fomentar la actitud de servicio, siempre ayudar en lo que sea posible sin esperar
nada a cambio
• Fortalecer el carácter, haciendo retos que exijan vencimiento personal (ver formación
de la voluntad)
• Vivir para los demás con objetivos claros de servicio y de este modo conseguir el
olvido propio, el no pensar demasiado en uno mismo.
• Cuando una ofensa supere la capacidad humana del perdón, con la ayuda de Dios, se
puede llegar a perdonar hasta lo humanamente imposible…
1. Te presentamos una serie de propósitos para trabajar con tus hijos y alumnos.
Primera semana: Haré todos los días un acto de servicio sin buscar que me lo
agradezcan y especialmente a las personas que no me son muy simpáticas.
Tercera semana: Todos los días pensaré en una cualidad de la persona con la que me
encuentre y en especial a aquella a la cual me sorprenda criticándola.
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Revisar interiormente si hay alguna persona a la cual, no he perdonado y cancelar la
deuda con una decisión de perdón sincero.
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7. Formación de los Sentimientos y la Virtud de la Ecuanimidad
Sesión N° 7
Autoanálisis
La afectividad
Lejos de ser apática emocionalmente, la persona madura posee una vida afectiva de
gran vitalidad: un corazón grande. Sus sentimientos modelados -nobles- facilitan su
querer, lo reafirman y lo acompañan: no sólo quiere el bien, sino que lo quiere "con
todo el corazón". Es capaz de gozar, de sufrir, de superar los altibajos, de distinguir un
estado de ánimo de una decisión voluntaria, de odiar el mal y de enfadarse cuando hay
motivo. En definitiva, es dueña de sus sentimientos.
Formación de la afectividad
1. ¿Me conozco ya lo suficiente para que mi trabajo espiritual y humano tenga una
línea constante y ascendente?
2. ¿Si hay algo en mi temperamento algún aspecto francamente malo, intento quitarlo
en un momento? ¿ o lo voy trabajando perseverante y tenazmente?
4. ¿Vivo en constante vigilancia para que mi vida delante de Dios y de los demás sea
pura y limpia? ¿Agradezco a Dios por la afectividad recibida por ello deseo orientarla y
trabajarla para que me ayude en el camino a la madurez?¿Me irrito contra mi manera
de sentir?
5. ¿Se aprovechar mi sensibilidad para ser más delicado (a) con Dios y con las
necesidades de los demás?
6. ¿Cuál es mi actitud más frecuente ante los fracasos: echarlo todo a rodar?
¿Desesperar de todo y de todos? ¿Enojarme conmigo mismo (a)? ¿Comprender a los
demás y ver objetivamente las circunstancias?
8. ¿Actúo por principios? ¿Por ello procuro tenerlos claros y concretos? ¿Soy cobarde?
¿Dejado (a)?¿Vanidoso (a)?
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Los sentimientos
Con esta simple descripción ya estamos hablando de la influencia que los estados de
ánimo y los sentimientos ejercen en nuestro comportamiento. No es malo sentirlos,
sino permitir que nuestra conducta se deje llevar por ellos. Y si esto nos sucede a
nosotros, personas adultas y maduras, imagina lo que pasa por la cabeza y el corazón
de tus alumnos y de tus hijos. Por eso nos conviene conocerlos muy bien, para poder
educarlos mejor.
En primer lugar, vamos a ver la diferencia que existe entre estado de ánimo y
sentimiento:
• Sentimientos: impresione que nos influyen positiva o negativamente (un regaño nos
hace sentirnos tristes; en cambio, ganar un concurso provoca sentimientos de alegría).
Se considera un fenómeno psíquico de carácter subjetivo producido por diversas
causas: estados de anímicos pasajeros, estado físico, etc., que nos impresionan
favorable o desfavorablemente.
• De orden físico: algo tan simple como un día nublado o un día radiante, un amala
digestión, una noche de insomnio, fatiga general o una alteración hormonal.
Los sentimientos son reacciones personales puramente subjetivas. Puesto que e trata
de reacciones, son ciegos, pasivos, irracionales, no siempre corresponden a nuestro
verdadero bien. Es por ello que a veces será necesario encauzarlos, aunque ello
signifique ir contra ellos.
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Clasificación de los sentimientos
Grupo 1
Grupo 2
Grupo 3
Para formar los sentimientos contamos con dos armas fundamentales: la inteligencia y
la voluntad, de las cuales ya hemos hablado. La inteligencia ilumina el camino de los
sentimientos, mientras que la voluntad los dispone hacia el mayor bien a conseguir.
Apoyar la formación de una persona sobre “lo que siento”, es exponerse a fracasar, a
repetir la insensatez de aquel señor que edificó su casa sobre arena, y cuando llegaron
el viento y la lluvia, se perdió todo.
¿Has visto alguna vez las veletas sobre la torre de las iglesias? Giran según la dirección
del viento. Si nuestro comportamiento sigue el ritmo de nuestros sentimientos,
podemos deducir fácilmente la incongruencia y volubilidad, la superficialidad y veleidad
de nuestra vida. Cuando la veleta gira según la dirección del viento, la torre en que se
apoya permanece estable y bien afianzada en tierra. Así debe ser nuestro
comportamiento frente a la oscilación de los sentimientos.
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• Orientarlos habitualmente hacia nuestro ideal, hacia nuestra meta; éste es el mejor
medio para la formación de los sentimientos: poner cause a un torrente caudaloso para
que produzca energía.
Como hemos dicho los sentimientos son un don de Dios, hay que cultivarlos, educarlos
e integrarlos en la personalidad. Pero si son negativos, esto no debe apartarnos de
nuestro camino y de nuestros principios. Cuando nos ayuden y vayan en la misma
dirección bienvenidos sean; cuando no, hay que seguir caminando sin ellos, por la
senda de la fe y la razón. Tras las nubes sigue fijo y brillante el sol.
Señales de peligro
• La vida agitada de hoy, la preocupación por el dinero, por la propia imagen, llevan a
la acumulación de tensión que se refleja en el exterior.
• El aburrimiento y la tristeza que llegan cuando tenemos que hacer las cosas sin
meter el corazón y una razón de peso.
• Egoísmo que nos coloca siempre en primer lugar, nos hace tercos y a veces
agresivos con los demás.
• Inmadurez: llorar y enojarnos por todo, sentirnos ofendidos por todo y por todos.
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• Falta de ideales de vida: no tener un ideal, una meta, un objetivo de vida.
Aunque este curso trata de cómo educar a tus alumnos e hijos, a lo largo de las
sesiones te habrás dado cuenta de que primero debes formarte a ti mismo, quizá este
sea uno de los campos en los que más tendrás que trabajar. Por ello esta parte va
dedicada a ti. Después podrás aplicarla más fácilmente a tus alumnos.
Virtud de la Ecuanimidad
Cuando dejamos a los hijos y a los alumnos reaccionar dando rienda suelta a los
sentimientos, propiciamos que su vida se haga caprichosa. Es necesario formarlos
adecuadamente, llevándolos a buscar el bien y el servicio a los demás. Te preguntarás
¿qué puedo hacer?, ¿cómo comportarme frente a mis estados de ánimo? ¿Cómo
controlo los estados de ánimo y sentimientos de mis alumnos e hijos si soy yo la
primera persona que me dejo llevar por ellos?
• Aceptarme: a mí mismo tal como soy, con mi carácter, con mi situación familiar y
personal. Aceptar mis límites y mis equivocaciones con humildad, mis dones,
cualidades y virtudes con sencillez, sabiendo que son un don de Dios, que Él sabe
cómo soy y así me ama, buscando siempre que sea mejor cada día.
La ecuanimidad nos ayuda a superar los sofismas de creer que todo va bien cuando
“nos sentimos bien” y que todo va de cabeza cuando “no sentimos nada”, cumplimos
los deberes cuando el sentimiento positivos nos acompaña y lo abandonamos cuando
nos invaden los sentimientos negativos.
• Hacer nuestras labores con responsabilidad cuando hay que hacerlas sin
preguntarnos si tenemos ganas o no, si nos gustan o no.
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• Dialogar y opinar nuestro punto de vista con serenidad, sobre todo cuando algo nos
disgusta.
• Sonreír siempre
• Dedicar tiempo a explicar que cosa son los sentimientos y enseñarle a ponerle
nombre a lo que sienten: estoy nervioso, me siento ansioso, rebelde; estoy alegre,
optimista; siento compasión o cobardía…
• Aprovechar los sentimientos positivos: siente compasión por una persona que
encuentra en la calle, hacer que exprese el sentimiento con una acción de bien por esa
persona o por otra que se encuentre en la misma situación.
• Encauzar los sentimientos negativos: siente despreció, recordarle que existen cosas
que merecen el desprecio en nuestra vida como el pecado, el mal, la injusticia, la
mentira…Es decir subir al ideal.
• Enseñarles a ceder ante los demás y a trabajar en equipo, aceptando los puntos de
vista de los otros
• Que actúen por el ideal que se han propuesto, no por lo que sienten en ese momento
• Ante un sentimiento negativo que pongan por delante los principios y motivaciones
que dan sentido a la vida.
Lectura
Lee con tus alumnos el siguiente cuento. Coméntalo tratando de que sean ellos
mismos quienes saquen las conclusiones, que comenten los sentimientos de una
persona que no está contenta consigo misma ni con las circunstancias de la vida y los
sentimientos de una persona que se siente feliz…
Nota: puedes buscar otra lectura más adaptada a la edad del alumno.
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Había un hombre rico, pero egoísta. Un día fue a ver a un viejo amigo y le preguntó
cómo podía aliviarse de la tristeza y de las preocupaciones.
El amigo lo escuchó, luego lo llevó frente a un espejo, y le preguntó:
El amigo concluyó:
Propósitos
Primera semana: Seré positivo en todos mis pensamientos y actitudes, sin quejarme
de nada.
Segunda semana: cuando sienta antipatía por algún compañero, lo trataré con más
caridad, venciendo mis sentimientos negativos y dando pie a los positivos.
Tercera semana: mantendré una sonrisa a pesar de cómo me pueda sentir física o
emocionalmente en ese momento.
Cuarta semana: daré a Dios el primer lugar en mi vida, siendo fiel a lo que él me vaya
pidiendo, sin que me importe lo que yo quiera o sienta.
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N° 8 La Formación del Carácter y el Dominio Personal. Curso
Herramientas para formar en las virtudes
Sesión N° 8
“Vencerte es conquistarte”
Autoanálisis
¿Qué significa formarse? Significa adquirir una forma. ¿Cuál es nuestra forma? Nuestra
forma es el ideal humano y cristiano, el humanismo cristiano. Esa forma la tenemos
que estar día a día, adquiriendo y perfeccionando. Y eso exige abnegarnos.
Cuestionario
3. ¿Soy autosuficiente? ¿Creo que soy el único(a) que puede hacer bien las cosas? ¿Me
considero mejor que los demás en el cumplimiento de mis deberes, en mis
capacidades intelectuales, en mis cualidades artísticas y físicas?
6. Cuándo fracaso o me va mal en algo ¿el mundo se me cae encima? ¿Busco entonces
hacer un nuevo esfuerzo de superación y no dejarme llevar por mis sentimientos?
7. ¿Cuento mis penas y sufrimientos a todo mundo o sólo aquellos a quienes debo
contárselos?
8. ¿Se prescindir de mí mismo (a) cuando hay cosas que me gustan pero disgustan a
los demás?
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9. ¿Vivo atento(a) a hacer felices a cuantos me rodean? ¿Aún cuando tenga que hacer
un sacrificio?
10. Cualquier actitud de los demás que no concuerda con lo que me agrada, ¿Me
desconcierta y enfada? ¿Me irrita durante muchos días y guardo rencor?
12. ¿Sé ganar y perder con nobleza? ¿Tengo dominio en mis palabras?
El Carácter
El ser humano es esencialmente un ser social. Sus acciones son espejo del alma.
¡Cuántas veces una palabra amable o un gesto educado pueden abrir las puertas del
corazón de una persona! ¡Cuántas, en cambio, se cierran por culpa de un trato brusco
o poco agradable!
Temperamento: es el conjunto de características con las que una persona nace. Las
situaciones y su creatividad forman su personalidad.
Carácter: Son las características de una persona que determinan una forma propia de
comportamiento. No se nace con carácter, sino que éste se forma.
Nos permitimos clasificar a las personas en dos grupos, que para nada agotan
la gama y riqueza de los temperamentos, pero ayudan a ubicar de manera
sencilla algunos rasgos característicos y visibles
Extrovertidos:
• Sociables y cordiales.
• Prefieren trabajar en equipo.
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Introvertidos:
• Poco comunicativos.
• El tipo de diversiones que les gustan son interiores (lectura, juegos mentales,
etcétera)
• Poco sociables.
Características de la personalidad
Las personas tenemos un sinnúmero de características propias que nos van definiendo.
Para mencionar alguna usaremos tres conceptos que René Le Senne propone como
base del comportamiento y de los cuales se deduce las siguientes combinaciones de
carácter.
- Emotividad (E):
- Actividad (A):
Instinto que nos empuja o obrar y a crear nuevas oportunidades para actuar. Sus
ideas e imágenes se convierten espontáneamente en actos, no se desaniman ni se
desesperan ante los obstáculos; tienen espíritu e lucha e inspiran valor ante las
dificultades, contagian optimismo.
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- Prontitud para reaccionar (P o S):
Clasificación de caracteres
No hay caracteres buenos ni malos; todos son buenos porque Dios los hizo. Además
todos tenemos un poco de todos. Lo importante es conocer el propio para poder
formarlo.
51
Formación del carácter
El carácter es el molde, la fisonomía del hombre. El carácter es por decirlo así, nuestra
obra. Un joven con carácter, es aquel que tiene principios nobles y que permanece
firme en ellos, aun cuando esta perseverancia y firmeza le exijan sacrificio.
La formación del carácter no se determina sino a partir del momento en que la persona
haya contraído el hábito de vencerse a sí misma minuto a minuto. Entonces podemos
decir que hemos formado un hombre o una mujer de carácter.
• Firme en la ejecución.
• Seguro(a) de sí mismo(a)
• Valiente.
• Dueño(a) de sí mismo(a)
• Estable emocionalmente.
• Tenaz.
Señales de peligro
• Falta de voluntad.
• Conformismo: no querer cambiar, justificarse con “así soy y que me quieran como
soy”.
52
• Falta de ideales: no hay ideal ni meta.
• Inconstancia.
El dominio personal consiste en saber ser dueño de uno mismo, haciendo siempre lo
que debe hacerse.
• Evitar la queja.
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• Marcar metas y hacerle ver los esfuerzos que se necesitan para alcanzarlas y la
importancia del dominio personal para no dejarse vencer por la fatiga.
• Enseñarles a terminar lo que empiezan, para que no se dejen llevar por los gustos
momentáneos.
• Recuerda que hay que ser muy pacientes con los alumnos e hijos, a veces tendrás
explosiones de carácter; evita corregir en ese momento, espera, pero No dejes de
formar siempre.
Propósitos
Te presentamos algunos propósitos para trabajar con tus alumnos e hijos como
pequeñas metas a conquistar cada semana.
Primera semana: haré todas mis tareas y trabajos completos y con perfección.
Segunda semana: Estaré bien sentado durante la clase (al comer, viendo la televisión,
etc.)
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A. Carácter Inquieto (Emotivo-noActivo-Primario)
Una persona con carácter Inquieto es idealista y muy sensible, siente la necesidad de
tener emociones y de vivir intensamente
Una persona con carácter Inquieto es idealista y muy sensible, siente la necesidad de
tener emociones y de vivir intensamente. Por su emotividad, su reacción a las
impresiones es inmediata e impulsiva, cambia de humor según la emoción del
momento, pasa del entusiasmo al desaliento, de la alegría a la tristeza y del amor al
odio.
Busca resultados inmediatos y que no impliquen mucho esfuerzo, le resulta muy difícil
centrarse en el trabajo. Es perezoso, distraído, inconstante e irreflexivo. Tiene pocos
intereses intelectuales. Está mal dotado para la comprensión, la memorización, la
abstracción y el razonamiento lógico.
Su inteligencia es más intuitiva que lógica. Tiene una gran predisposición para la
literatura, poesía y las bellas artes. Destaca por su imaginación viva y la expresión
espontánea.
2. Comportamiento religioso.
El inquieto experimenta el contacto con Dios de una manera rápida, muchas veces con
mucha fantasía. Este tipo de carácter se siente atraído hacia el ideal religioso.
Experimenta una potente necesidad de amar y de imitar a alguien, sin embargo, por
ser no activo, no está predispuesto al esfuerzo que supone el servicio de Dios o del
prójimo.
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No puede estar tranquilo. Sometido a la inspiración del momento, se distrae o se
aburre. Le cuesta la vida espiritual y el apostolado organizado. Si se afirma que la
santidad consiste en la constancia de hacer la voluntad de Dios, la santidad del
nervioso consistirá en la constancia de levantarse de sus inconstancias en el
cumplimiento de la voluntad de Dios.
3. Pedagogía pastoral.
La iglesia cuenta con grandes santos con este carácter, por ejemplo san Francisco de
Asís que, con el amor personal a Jesucristo, encontró un fundamental apoyo para su
santificación personal y para influir en la vida de la Iglesia.
a. Flexibilidad y constancia.
El formador puede tener mucha influencia en su vida, ya que este tipo de carácter
siente fácilmente la influencia positiva de las personas, a las que intenta luego imitar.
Experimenta la necesidad de la dirección espiritual y quiere colaborar, porque es
generoso, además le gustan las conversaciones espirituales.
Hay que darle metas escalonadas. Eso ayuda mucho. A un inquieto se le deben
proponer programas mensuales o semestrales; incluso, ponerle medios dinámicos para
lograrlas, no medios fríos. No se puede abusar de su esfuerzo porque, al contar con
bases poco profundas, se puede desmoronar fácilmente. Un esfuerzo por metas y
medios ágiles es la clave para su perseverancia y superación.
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c. Dominio interior.
Hay que orientar al inquieto sobre el verdadero sentido del pecado, esto es, que vea su
pecado en relación con Dios y no en relación consigo mismo. Luego hay que dirigirle
para que reflexione en sus actitudes, porque muchas veces el nervioso analiza sólo lo
que ha hecho y no por qué lo ha hecho.
e. El apostolado.
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Por ser emotivo, los reproches le duelen hondamente, estos le pueden causar un
complejo o una represión obsesiva o una sensación de fracaso. Percibe profundamente
cualquier impresión, tanto si es buena como si es mala, alegre o triste. La medita
lentamente y la revive una y otra vez.
Es vulnerable, tímido, pesimista, indeciso, con poco sentido práctico. Es una persona
que desconfía de sí mismo. Tiende a la inactividad, al aislamiento, al aburrimiento.
Está lleno de costumbres y manías.
El reflexivo tiene escasa aptitud para emprender, para la organización lógica y para la
abstracción. Trabaja con interés, orden y método y le gusta hacer las cosas bien; sin
embargo se desalienta pronto ante las dificultades, desconfía de sus posibilidades y es
lento, tanto en la concepción como en la realización de las tareas. Tiene problemas
para adaptarse a nuevas actividades y para el esfuerzo prolongado.
Vive muy apegado al pasado, en el cual se refugia muchas veces, mientras que por
otra parte se preocupa de organizar "con la imaginación" su porvenir. Sus proyectos e
iniciativas se quedan siempre en el estado de aspiración y de sueño.
2. Comportamiento religioso.
Por ser emotivo, es sensible al amor de Dios, y por ser secundario se inclina a la vida
interior y a la constancia. Sin embargo, apoya su vida espiritual en el sentimiento y no
en elementos estables; así se deja llevar fácilmente por estados de ánimo de tristeza,
alegría, desaliento y escrúpulos. Como es muy escrupuloso y tiene muchos recuerdos
del pasado, manifiesta sentimiento de culpabilidad por lo que hay que hacerle ver que
también existe la misericordia.
3. Pedagogía pastoral.
El santo Cura de Ars es ejemplo de este carácter. El reflexivo, por medio de una
acertada dirección espiritual, puede llegar a ser un gran santo, sobre todo porque uno
de sus rasgos más característicos es su profunda vida interior.
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a. Actitud del formador.
Tiene una gran capacidad de amar y de ser amado por lo que hay que saber explotar
esta fuerza. Que salga del propio yo y se proyecte hacia los demás porque el amor, por
definición, es donación permanente. Descubrirle la alegría y satisfacción de la entrega,
que se sienta feliz de darse, porque tiene capacidad de amar intensamente. Educarle a
amar bien; no a amar para ser amado, con interés egoísta.
c. Su vida espiritual.
No se le debe orientar en una ascética negativa que lo deprimiría. Que sea consciente
de sus posibilidades, las valore y las aplique en su vida espiritual. Conviene formarle
en la abnegación de sí mismo: mortificar la imaginación, luchar contra la tristeza y el
análisis desmedido de las propias faltas. Hay que convencerle de que su carácter es el
mejor dispuesto para el verdadero espíritu sobrenatural. Alertarlo para que no sea
víctima de los escrúpulos.
d. El apostolado.
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El reflexivo goza de magníficas cualidades para el apostolado individual, como son la
comprensión y la delicadeza con las almas. Por esto hay que suscitar el gusto y el valor
por el apostolado. Goza de una emotividad intensa que, encauzada hacia los demás, se
puede convertir en un gran celo apostólico.
Se sensibiliza muy fácilmente con las miserias humanas. Por consiguiente, lleva el
apostolado en el propio temperamento. Pero a la vez le faltan cualidades propias de un
apóstol: dinamismo, liderazgo, coraje. Por esto habrá que formarle en el sentido de
responsabilidad y de iniciativa (sobre todo, esta última le es necesaria), para que
llegue a poseer una "personalidad" recia y desarrolle su capacidad de liderazgo.
Eleva a verdadera caridad fraterna su innata inclinación a amar. Es muy caritativo con
los enfermos. Sin embargo, por su vigor exuberante, peligra en su vida sexual, sobre
todo en su afectividad, donde puede conquistar amores poco duraderos o tener caídas
graves.
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2. Comportamiento religioso.
3. Pedagogía pastoral
San Pedro Apóstol y san Ignacio de Loyola son dos grandes santos que tenían este
carácter.
Se debe usar con él un lenguaje directo, pero no hiriente. No chocar con él por el afán
de dominarle, sino moldearle con motivos. Si se le trata de imponer algo, fácilmente se
puede poner de malhumor. No tiene conciencia de sus limitaciones y hay que dárselas
a conocer, pero con mucho cuidado, pues si se le contradice directamente nunca
volverá a la dirección espiritual, o por lo menos quedará inhibido y molesto.
Hay que saber potenciar y proyectar a este temperamento. La labor de Cristo con san
Pedro es un gran ejemplo; cómo le fue llevando a ser su vicario en la tierra.
b. Su vida espiritual.
Hay que presentarle la vida espiritual para que se convenza de ella y la asimile como
santificación personal con miras a su apostolado. Acostumbrarle al gimnasio de la
meditación, ayudándole en su lucha contra las distracciones. Enseñarle el diálogo con
Cristo, que hable con El de su actividad, de sus preocupaciones, así su oración será
personal y su voluntad se irá conformando con la de Dios.
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Puesto que es generoso, hay que presentarle la mortificación interior como purificación
requerida por el amor de Dios y necesaria para la eficacia apostólica. Acostumbrarle,
sobretodo, al silencio y al recogimiento interior.
c. Apostolado.
El apostolado puede ser su vida, éste le reporta las mayores satisfacciones, pero
también es su caballo de Troya, porque puede caer en la herejía de la acción: hacer
por hacer. Su acción carece de raíces profundas, porque es irreflexivo y ama poco la
oración y la abnegación interior.
Se le debe hacer reflexionar sobre los motivos, el valor y el fin de cada acción que va a
realizar, tanto de cara a su santidad como de cara a su vida apostólica. Así frenará la
tendencia a actuar por actuar. La actividad es un arma de defensa y de ataque en el
Dinámico. En su actividad pone todo su corazón. Por amor se convierte en un gran
apóstol, todo lo que le conmueve, lo apoya; además es muy hábil en arrastrar a los
demás a la esfera de su actividad y alegría.
Hay que vigilarle de cerca, pero sin ahogar su entusiasmo generoso; es necesario
encontrarle objetivos a corto plazo, pues si no dejará todo a medio camino. Hay que
acostumbrarle a la reflexión sobre la obra que va a realizar, sobre los fracasos y sobre
el porqué de los éxitos logrados. Que realice ejercicios de constancia y que recapacite
en el porqué de la interrupción de su trabajo en una obra importante.
Uno de los caracteres más ricos. La vida del apasionado está hecha fundamentalmente
de sacrificio, toma muy en serio cosas tan vitales como la familia, la patria, la religión
Uno de los caracteres más ricos. La vida del apasionado está hecha fundamentalmente
de sacrificio, toma muy en serio cosas tan vitales como la familia, la patria, la religión.
La persona de este carácter es servicial, honorable, amante de la sociedad. Está
dotado de una comprensión inteligente para cualquier tipo de problemas y es
compasivo con la debilidad, pena o aflicción ajena.
Es, así mismo, dominador, ambicioso, apto para mandar. A veces fanático e
impaciente, hasta agresivo. Peca de temeridad arrastrando a los demás consigo. Se
deja guiar por la regla y por la razón, que considera como normas supremas de su
obrar. De aquí que observe el orden de una manera meticulosa. Puede convertirse en
un hombre o mujer severa, dura, obstinada, de las que atosigan con el ejercicio de su
autoridad.
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acción que desea resulte lo más perfecta posible y, generalmente, consigue llevarla a
feliz término. Es además puntual y de conducta honorable.
El exceso de orden, indiferencia por los deportes, poca resistencia física, desinterés por
las artes son otros rasgos de este carácter. La inteligencia del apasionado es muy apta
para la abstracción y el razonamiento lógico. Sus intereses intelectuales son de
carácter social, metafísico y religioso. Posee capacidad inventiva, gran memoria, buena
atención, imaginación y comprensión. Prefiere trabajar solo.
La misma seriedad en lo que emprende ya constituye por sí misma una valiosa ayuda
tanto para su castidad personal como en el trato con el otro sexo. Sin embargo, por su
orgullo mantiene una excesiva seguridad en sí mismo que le puede hacer caer en la
sensualidad y en fallas graves en el campo de la sexualidad.
2. Comportamiento religioso.
El carácter apasionado tiene un profundo espíritu religioso; anhela vivir con sinceridad
y coherencia su propia fe. Comprende y siente la necesidad del ideal religioso. Se
apasiona por los problemas espirituales. Posee una verdadera piedad y caridad
cristianas.
Sus aptitudes le permiten aceptar un ideal elevado y sobrenatural y ser fiel al mismo,
aun a costa de un esfuerzo duro y continuo. No se deja dominar por los placeres de los
sentidos. Caracteriológicamente hablando, es el que está mejor dispuesto para aceptar
y ser consecuente con los principios que impone la religión, especialmente en la vida
práctica; no una religión vaga, meramente teórica basada en el sentimiento, sino en
acciones nobles y en el esfuerzo continuo. Pero, por ser orgulloso, no acepta el servicio
humilde, "yo he nacido sólo para cosas grandes"´ suele pensar.
Además del innato sentimiento religioso, posee una clara disposición a orientar sus
acciones y su misma vida al servicio de Dios; es muy generoso y la sobriedad en los
placeres de los sentidos le facilita el progreso espiritual. Su orgullo es, sin embargo, su
gran defecto, que se manifiesta en la falta de docilidad, en la excesiva confianza en sí
mismo, en la independencia de Dios y de los directores en el apostolado.
3. Pedagogía pastoral.
Este es el carácter que más santos ha dado a la Iglesia, como un san Agustín, que de
una juventud pecaminosa pasó a una vida llena de amor purismo a Dios. San
Bernardo, santa Teresa de Ávila, san Francisco Javier, san Juan Bosco, santo Tomás de
Aquino, por mencionar algunos.
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Necesita una dirección sólida. El apasionado experimenta la necesidad de tener un guía
de su alma y confía mucho en él. Quiere una dirección seria, elevada, sobrenatural. El
formador no debe desvirtuar la dirección espiritual convirtiéndola en una mera
conversación para pasar el rato amigablemente, debe valorizar al máximo el sentido
religioso que el apasionado lleva innato.
Por ser tan emotivo, posee una marcada sensibilidad y profundo espíritu observador.
Siente la necesidad de un guía que lo oriente con firmeza, pero a la vez, con suavidad.
Por eso e1 formador deberá mostrársele comprensivo e inspirarle confianza y simpatía.
Conocerle lo más exactamente posible para aprovechar su riqueza caracteriológica. Al
tratarle, no usar ironías ni palabras ásperas o humillantes que lo desalentarían.
b. Su vida espiritual.
El formador debe hacerle ver la superioridad del ideal cristiano. Se le debe presentar lo
sobrenatural bajo el signo de la caridad, como don de sí mismo a Dios y a los
hombres; y hacerle ver la grandiosidad del ideal cristiano en medio del mundo actual.
Hay que lanzarlo a la conquista de las altas cimas de la contemplación, como vida para
su acción apostólica.
d. Apostolado.
Este carácter posee extraordinarias cualidades para cualquier tipo de apostolado, sólo
que le falta a veces concretar la oportunidad e importancia del apostolado. Por lo tanto
hay que ayudarle a la reflexión como principio de acción; no es conveniente que tome
apostolados individuales por su cuenta. Debe acostumbrarse, sobretodo, a recurrir
filialmente a Dios y abrazarse a Cristo en un sentido de abandono total para poder
vencer la tendencia al despotismo y a la incomprensión por las debilidades y
deficiencias de los demás.
Por tanto, primero hay que ayudarle a desarrollar la propia emotividad dirigiéndola
hacia un ideal superior. Segundo, fundamentar su emotividad y actividad en su
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capacidad organizadora. Tercero, acostumbrarle a actuar según los dictámenes de la
razón y no de los sentimientos. Cuarto, prevenirle sobre la posibilidad de derrotas
penosas.
Con un gran sentido analítico, buen sentido práctico, una gran inventiva y gran
destreza manual, muy independiente en sus juicios y críticas. Destaca por sus dotes
2. Comportamiento religioso.
Tiene una cierta curiosidad intelectual por la vida sobrenatural; curiosidad que busca
explicaciones. Pero en realidad está poco dispuesto para la vida espiritual, mantiene
una actitud crítica, sobre todo contra los caracteres emotivos en el campo religioso,
pues él es frío y calculador, en función de sus gustos e inclinaciones.
Reza, pero sólo por el éxito de sus obras. Al carecer de emotividad, se complace poco
en la oración; no la cree necesaria y por eso la abandona sin mayores problemas. Se
inclina al sacrificio siempre que vea un resultado inmediato. No es humilde ni sensible
a la voz del sufrimiento, de la miseria o de la debilidad ajena.
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3. Pedagogía pastoral.
Este carácter también ha dado grandes santos a la Iglesia. Ejemplos: santo Tomás
Moro, san Bernardino de Sena y san Juan Capistrano
a. Actitud de formador.
El dirigido con carácter realista considera que la dirección espiritual es una pérdida de
tiempo, que no sirve más que para complicar la vida, especialmente cuando las
conversaciones se hacen frecuentes y largas. En general, quiere resolver por su cuenta
los problemas; así se cree más independiente, ya que tiene una gran confianza en sí
mismo. Por eso, el formador, además de buscar la forma adecuada de relacionarse con
él, porque es difícil de trato, debe cimentar su labor sobre razones y no sobre
sentimientos.
Hay que suscitar el desarrollo de la emotividad. Crear un ambiente afectivo, para que a
través de la acción de los demás, constate la existencia de valores elevados en el
mundo, que llenan el alma. Formarle con razonamientos convincentes y no con
reproches, buscando siempre el lado bueno.
Para desarrollar sus cualidades positivas hay que influirle a través de su inteligencia.
Habituarle a organizar y dirigir bien su actividad a través de un trabajo metódico y
continuo para robustecer su voluntad. En cuanto a la castidad, hay que prestarle
mucha atención porque es muy dado a la sensualidad.
b. Vida espiritual.
Aunque el carácter realista se inclina, por una parte, a reducir al mínimo sus deberes
religiosos y carece, por lo general, de vida interior; por otra, hay que decir que posee
una inteligencia que le ayuda eficazmente a ir conociéndose a sí mismo. Hay que
formarle, por tanto, con ideas claras, con energía y a la vez con corazón paternal, de
tal manera que vea, comprenda y ame las virtudes que le son necesarias.
No hay que dejar que reduzca a la mínima expresión los medios de perseverancia.
Hacerle comprender que la vida espiritual no es resultado de unos sentimientos, sino la
adaptación personal a todo lo que Dios comunica; por eso, presentársela como la
entrega de sí mismo a Dios y a los demás, a imitación de Cristo. Como desea conocer
cosas nuevas, aprovechar su inteligencia para que experimente personalmente lo
maravilloso que puede ser la vida espiritual.
c. El apostolado.
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Es un buen organizador: tiene sentido de lo práctico, demuestra calma ante las
dificultades, sabe esperar y, sobre todo, es objetivo, claro y rico en iniciativas. Pero no
considera que es un simple instrumento en las manos de Dios y que ha de crear una
disposición interior que no impida la acción de Jesús en la santificación de las almas.
Debe persuadirse de que el verdadero sentido de la actividad apostólica nace de
Jesucristo y es para la extensión de su Reino.
3) Hay que espiritualizar su bondad natural con la verdadera caridad: hay que educarle
antes que nada en miras a la simpatía y al amor. Animar su sentido comunitario.
Acostumbrarle, poco a poco, a la delicadeza, a la lealtad, a combatir con valor y
constancia su egocentrismo.
Tenemos que partir del hecho de que este carácter, junto con el conservador, es el
más pobre de todos porque le faltan los tres elementos positivos: no tiene la riqueza
interior de la emotividad; no tiene el poder y la fuerza de la actividad y no tiene el
equilibrio y la discreción de la secundariedad.
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Carece de miras elevadas, se contenta con poco, se consuela enseguida ante las
contrariedades, no tiene grandes aspiraciones, le basta con vivir al nivel ordinario. No
tiene temor ante los peligros y las desgracias, por lo tanto es valiente al máximo. No
es aprensivo, ni pesimista, está protegido contra las enfermedades nerviosas y
mentales que en el mundo actual es una gran ventaja, es sociable en grado sumo. Es
dócil y nada polémico, no resiste a la autoridad, es conciso y exacto, objetivo y
observador. Este es su secreto de éxito en el trabajo y en la sociedad. Le gustan los
deportes.
Se deja llevar por los deseos del cuerpo, es comelón, dormilón y fácilmente se deja
llevar por sus bajos instintos; está sometido a las excitaciones del instante. Es
indiferente a todo, aunque es inteligente no sobresale, a causa de su inercia y baja
curiosidad. Razona con mucha lentitud y de forma superficial. Está incapacitado para el
pensamiento abstracto. Se muestra indeciso, torpe, desordenado, abúlico e
inadaptado.
No vibra por ningún ideal, ni se esfuerza ante una acción noble, no experimenta
ningún sentimiento porque tiene un vacío interior, al no poseer nada de afectividad se
deja llevar por el egoísmo. Vive en y del momento presente; es superficial, se deja
llevar por el medio ambiente.
2. Comportamiento religioso.
No siente deseo de perfeccionarse. No se preocupa del más allá. Está situado en las
cosas de este mundo. El misterio y el sentido sobrenatural no encuadran en su
psicología. Carece de vitalidad personal para comenzar por propia iniciativa un trabajo
espiritual.
3. Pedagogía pastoral.
El carácter Férreo no siente necesidad de la dirección espiritual, hay más pasividad que
docilidad cuando acude a ella. Escucha y acepta los consejos que se le dan, no pone
resistencia alguna ni manifiesta ninguna reacción. Por eso hay que exponerle un ideal
de vida sobrenatural de acuerdo a sus capacidades.
La bondad y confianza, por una parte, y darle ánimos, por otra, con consejos
oportunos impartidos con firme pero paternal insistencia, pueden dar efectos
sorprendentes en el alma de un amorfo. Ante un formador fuerte y cariñoso cede y se
deja formar Dado que el amorfo es insensible y flojo, el formador debe poseer mucha
fuerza de carácter y virtud para avivar su corazón en una actividad continua. No se
68
deben esperar milagros, ni que se vaya a entusiasmar con ideales demasiado
elevados, pero sí debe lograr un esfuerzo consciente y ordenado, a través de metas
sucesivas y fáciles de alcanzar.
Por tanto, primero hay que hacerle ver su carácter, su manera de ser, con los
defectos, peligros, tentaciones y también sus cualidades con las que podrá alcanzar el
éxito. Segundo, que experimente el gusto interior que proporciona toda actividad bien
llevada.
En la dirección espiritual hay que recordarle que el mundo sensible es caduco, efímero
y no puede llenar las ansías del corazón. Hay que insistir mucho en la parte activa de
la vida espiritual; en la entrega a Dios y a las cosas de Dios, motivarlo a romper la
rutina diaria egoísta. Alentarlo y hacerle ver el fruto de la dirección espiritual para
despertar en él la emotividad.
b. Vida espiritual.
Al ser esclavo de su propio cuerpo, hay que empezar su trabajo espiritual por el
dominio de sus sentidos interiores y exteriores; que se ejercite en los pequeños
sacrificios corporales para robustecer la voluntad.
c. Apostolado.
Como no le atrae el apostolado por su pereza y egoísmo, hay que insistir en dos
aspectos: la motivación del sentido del deber y la necesidad y nobleza del trabajo por
el prójimo. Motivarlo continuamente y ayudarle a organizarse, porque de lo contrario
no hará nada. Se puede conseguir de él un esfuerzo consciente y ordenando, cuando
se le propone algo atrayente y fácil de lograr.
Finalmente conviene anotar que este carácter no es para grandes empresas, porque le
faltan elementos fundamentales positivos, pero no es un enfermo incurable. Debe ser
valorado por el formador. La experiencia enseña como han existido ejemplos de
carácter amorfo, de radical conversión psicológica, lo que demuestra que una
naturaleza humana, por muy pobre que sea, cuando es dócil a la gracia divina, puede
llegar a la santidad.
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F. Carácter Férreo (noEmotivo-noActivo-Primario)
Tenemos que partir del hecho de que este carácter, junto con el conservador, es el
más pobre de todos porque le faltan los tres elementos positivos: no tiene la riqueza
interior de la emotividad; no tiene el poder y la fuerza de la actividad y no tiene el
equilibrio y la discreción de la secundariedad.
Carece de miras elevadas, se contenta con poco, se consuela enseguida ante las
contrariedades, no tiene grandes aspiraciones, le basta con vivir al nivel ordinario. No
tiene temor ante los peligros y las desgracias, por lo tanto es valiente al máximo. No
es aprensivo, ni pesimista, está protegido contra las enfermedades nerviosas y
mentales que en el mundo actual es una gran ventaja, es sociable en grado sumo. Es
dócil y nada polémico, no resiste a la autoridad, es conciso y exacto, objetivo y
observador. Este es su secreto de éxito en el trabajo y en la sociedad. Le gustan los
deportes.
Se deja llevar por los deseos del cuerpo, es comelón, dormilón y fácilmente se deja
llevar por sus bajos instintos; está sometido a las excitaciones del instante. Es
indiferente a todo, aunque es inteligente no sobresale, a causa de su inercia y baja
curiosidad. Razona con mucha lentitud y de forma superficial. Está incapacitado para el
pensamiento abstracto. Se muestra indeciso, torpe, desordenado, abúlico e
inadaptado.
No vibra por ningún ideal, ni se esfuerza ante una acción noble, no experimenta
ningún sentimiento porque tiene un vacío interior, al no poseer nada de afectividad se
deja llevar por el egoísmo. Vive en y del momento presente; es superficial, se deja
llevar por el medio ambiente.
2. Comportamiento religioso.
No siente deseo de perfeccionarse. No se preocupa del más allá. Está situado en las
cosas de este mundo. El misterio y el sentido sobrenatural no encuadran en su
psicología. Carece de vitalidad personal para comenzar por propia iniciativa un trabajo
espiritual.
El carácter Férreo no siente necesidad de la dirección espiritual, hay más pasividad que
docilidad cuando acude a ella. Escucha y acepta los consejos que se le dan, no pone
resistencia alguna ni manifiesta ninguna reacción. Por eso hay que exponerle un ideal
de vida sobrenatural de acuerdo a sus capacidades.
La bondad y confianza, por una parte, y darle ánimos, por otra, con consejos
oportunos impartidos con firme pero paternal insistencia, pueden dar efectos
sorprendentes en el alma de un amorfo. Ante un formador fuerte y cariñoso cede y se
deja formar Dado que el amorfo es insensible y flojo, el formador debe poseer mucha
fuerza de carácter y virtud para avivar su corazón en una actividad continua. No se
deben esperar milagros, ni que se vaya a entusiasmar con ideales demasiado
elevados, pero sí debe lograr un esfuerzo consciente y ordenado, a través de metas
sucesivas y fáciles de alcanzar.
Por tanto, primero hay que hacerle ver su carácter, su manera de ser, con los
defectos, peligros, tentaciones y también sus cualidades con las que podrá alcanzar el
éxito. Segundo, que experimente el gusto interior que proporciona toda actividad bien
llevada.
En la dirección espiritual hay que recordarle que el mundo sensible es caduco, efímero
y no puede llenar las ansías del corazón. Hay que insistir mucho en la parte activa de
la vida espiritual; en la entrega a Dios y a las cosas de Dios, motivarlo a romper la
rutina diaria egoísta. Alentarlo y hacerle ver el fruto de la dirección espiritual para
despertar en él la emotividad.
b. Vida espiritual.
Al ser esclavo de su propio cuerpo, hay que empezar su trabajo espiritual por el
dominio de sus sentidos interiores y exteriores; que se ejercite en los pequeños
sacrificios corporales para robustecer la voluntad.
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c. Apostolado.
Como no le atrae el apostolado por su pereza y egoísmo, hay que insistir en dos
aspectos: la motivación del sentido del deber y la necesidad y nobleza del trabajo por
el prójimo. Motivarlo continuamente y ayudarle a organizarse, porque de lo contrario
no hará nada. Se puede conseguir de él un esfuerzo consciente y ordenando, cuando
se le propone algo atrayente y fácil de lograr.
Finalmente conviene anotar que este carácter no es para grandes empresas, porque le
faltan elementos fundamentales positivos, pero no es un enfermo incurable. Debe ser
valorado por el formador. La experiencia enseña como han existido ejemplos de
carácter amorfo, de radical conversión psicológica, lo que demuestra que una
naturaleza humana, por muy pobre que sea, cuando es dócil a la gracia divina, puede
llegar a la santidad.
En cuanto a la vida social tienen pocas cualidades, pues siente un atractivo especial
por la soledad y el aislamiento. Le gusta la tranquilidad, la vida monótona. Es cerrado,
independiente, insensible y egoísta. Su lema es: "Pensar en sí mismo y quejarse".
2. Comportamiento religioso.
Tiene muy poca vivencia espiritual. Es indiferente en cuanto a religión. Tiene poco
gusto por las prácticas de piedad. El apático sigue fácilmente a los demás en la oración
y también es capaz de seguir con fidelidad un método de oración. Pero no tiene fervor
interior, ni iniciativas, sobre todo para rezar personalmente.
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Carece de energía espiritual por indolencia. Su inactividad y la no emotividad lo
debilitan para alcanzar ideales de orden superior. Lleva por dentro un gran vacío
interior.
Comprende que la dirección espiritual es muy útil para conocerse y ser mejor, pero no
ve su conveniencia ni concibe su necesidad, por estar aferrado a sus ideas. Esto es una
dificultad para cambiar su manera habitual de vivir.
3. Pedagogía pastoral.
También este carácter ha dado santos a la Iglesia, como san José de Cupertino.
b. La vida espiritual.
Por tanto, conviene que realice frecuentes actos de virtud: buscar la manera de
transformar su instintiva inhibición en actos de voluntad. Que adquiera hábitos buenos
en los distintos campos de las virtudes; que se acostumbre a vivirlas profundamente y
no sólo a ejercitarlas rutinariamente.
Hay que proponerle la vida espiritual como un llamado amoroso de Dios a participar en
la vida divina que es misericordia y amor. Hacerle comprender que la esencia de la
religión se resume en el amor a Dios y al prójimo. Tampoco exponerle grandes metas
o elevados ideales a alcanzar, sino irlo llevando poco a poco.
73
refugio de los miserables y de los pecadores; a Jesucristo como Mediador, Salvador de
los pecadores y consolador de los afligidos y de los necesitados.
Hay que ejercitarle en obras que desarrollen el sentido de la obediencia por amor, y la
aceptación de una responsabilidad que le comprometa sobrenaturalmente. Animarle
mucho con el fin de demostrarle que también él, no obstante su gran debilidad, puede
conseguir santificarse; que debe tener mucha confianza en la bondad y misericordia de
Cristo.
c. El apostolado.
Hay que motivarle con el fin de suscitar un principio de inquietud por hacer algo. Así
irá disminuyendo en él la dureza innata y la manera mecánica de comportarse.
Conviene animarlo mucho y darle muestras de confianza, así irá saliendo de su
inactividad y de su no-emotividad. Hacerle experimentar la satisfacción del esfuerzo y
del éxito logrado para motivar el apostolado realizado por iniciativa personal, no por
automatismo o por hábito, sino como fruto de su deliberación.
Hacerle trabajar en equipo con otro de carácter equilibrado, que llegue a ser como el
"Ángel de la Guarda", para que se le abran la mente y el corazón a la emotividad y al
trabajo. Sacar provecho de su inclinación a hacer las cosas por costumbre y de su
tendencia a la terquedad, encauzándolas en una actividad fundada en el sentimiento y
en la dócil colaboración.
74
DINAMICA
Cada pareja llenará en forma individual el cuestionario para el Estudio del Carácter con
el fin de determinar qué tipo de carácter tiene cada uno. Así mismo lo aplicarán a cada
uno de sus hijos lo que les dará una visión más clara de la composición familiar con
relación al carácter.
Cada número encierra tres preguntas que expresan modos diferentes de actuar.
Si no puede decidirse por una de las preguntas, escoja la que más le pueda describir.
Pero no deje espacios en blanco.
Un carácter será emotivo si tiene una puntuación de cinco o más de cinco. Si es más
de ocho se considera muy emotivo.
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