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UNSTA - Facultad de Ciencias de la salud

Licenciatura en Psicología
PSICOPATOLOGÍA INFANTO-JUVENIL

TRASTORNOS DE ALIMENTACIÓN EN LA INFANCIA


Definir los trastornos de alimentación en la infancia como patologías establecidas es
muy complejo ya que la característica esencial de la infancia es su constante cambio.
El periodo de la infancia constituye un proceso de cambio y maduración de aspectos
no solo biológicos sino psíquicos donde la nutrición cumple un papel muy importante
en el crecimiento, la salud y el desarrollo. De allí, es más correcto hablar de problemas
de alimentación en la infancia por los cambios propios de esta etapa evolutiva.
En la conformación y estructuración de los problemas de alimentación en la infancia
intervienen tanto factores biológicos, psicológicos como sociales. Vamos a considerar
estos aspectos:
1. Las presiones socio-culturales referidas a tener una buena imagen corporal, ser
atractivos físicamente afecta no solo a población adulta y joven. Diversas
investigaciones comprobaron que los niños se ubican como objeto de estas
exigencias y desarrollan alteraciones en su desarrollo.
2. El ámbito familiar puede presentar ciertas características que promuevan
exigencias o “abandono” en el niño ligados a sentimientos confusos y
contradictorios.
3. El grupo de pares actúa tanto como el grupo familiar y puede ser excluyente por
sus códigos y normas.
4. La población afectada son los niños por lo que se debe tener en cuenta el cambio
constante ya mencionado y conocer los aspectos evolutivos propios de esta etapa.
En el niño es importante reconocer:
• Insatisfacción corporal: sentimientos de disconformidad con determinadas
partes de su propio cuerpo, presencia de una perturbación en la imagen
corporal.
• Deseos de adelgazar: por la necesidad del niño de estar mucho más
delgado o su temor a “ser gordo”.
• Inseguridad: vinculado a baja autoestima, un autoconcepto pobre,
incluyendo sentimientos de vacío y soledad.
• Perfeccionismo: presencia de pensamientos o creencias acerca de que los
demás esperan de él solamente conductas exitosas.
• Dificultades en expresar los afectos.

IMAGEN Y ESQUEMA CORPORAL


La imagen que tenemos de nuestro cuerpo constituye un aspecto importante en la
definición de los problemas de alimentación. El cuerpo nos conecta y a su vez nos
informa de los otros, por lo que da cuenta de un lenguaje particualr. El cuerpo expresa,
en ocasiones, más que las propias palabras, en otros casos nos delata y en las más
patológicas manifiesta lo que no se puede decir con palabras.
Todo ser humano tiene un registro de su cuerpo. Este registro engloba dos conceptos
elementales:
→ Esquema corporal
→ Imagen corporal.
La Psiquiatría y la Neurología usaron el concepto de esquema corporal para designar
"un complejo neuropsicológico que implica aspectos perceptivos, cognitivos y afectivos
relativos al cuerpo".
En la percepción consciente del propio cuerpo tiene importancia las vías
propioceptivas, laberínticas, táctiles, visuales y la percepción dolorosa. Todas ellas
aportan a la integración neurofisiológica de la percepción del cuerpo.
Dentro del campo de la Psicología, Shilder introdujo la expresión "imagen del cuerpo"
en 1935 a partir de un estudio de los dibujos.

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Shilder definió a la "imagen del cuerpo" como la figura de nuestro cuerpo que nos
formamos en nuestra mente, considerándola como un concepto dinámico, en virtud de
que el sujeto percibe su imagen corporal como una gestalt, la que se halla en un
proceso de permanente transformación y reorganización en relación con su medio
ambiente.
Para Shilder esquema e imagen del cuerpo aparecen casi como sinónimos.
El esquema corporal, según este autor, es la representación o imagen tridimensional
que todos tenemos de nosotros mismos.
La imagen corporal es la apariencia propia del cuerpo que incluye experiencias
pasadas que quedan fuera de la conciencia y forman modelos organizados de
nosotros mismos, gracias a los cuales se reconocen posturas, partes corporales y sus
movimientos.
La representación que nos hacemos de nuestro propio cuerpo, no tiene una
correspondencia exacta con la descripción que de él nos da la anatomía. En gran
medida, nuestra imagen del cuerpo es el resultado de la experiencia vivida a través de
las vicisitudes de la comunicación con nuestro entorno.
Podemos decir entonces que las características de la imagen corporal son:
→ Es una inscripción progresiva
→ Es dinámica
→ Incluye aspectos inconscientes
→ Cambia a lo largo de la vida en función de las relaciones con el medio físico
y social.
Según Rubén Zukerfeld (1992), la imagen corporal es una estructura psíquica que
incluye la representación consciente e inconsciente del cuerpo en tres registros
distintos:
→ Forma: comprende la noción tradicional de esquema corporal y comprende
todas las percepciones concientes de las dimensiones, posturas,
movimientos y superficie corporal, asequibles a los órganos de los sentidos.
→ Contenido: incluye la percepción de las sensaciones propiceptivas,
cenestésicas habitualmente preconscientes e incluyen las series hambre-
saciedad, tensión-distensión y dolor- no dolor.
→ Significado: es el conjunto de representaciones inconscientes que
constituyen la singularidad del deseo, expresión simbólica y son parte de
vínculos intersubjetivos.

¿Cómo se desarrolla la imagen corporal?


Unas de las primeras manifestaciones de desarrollo mental normal, según Gessell,
son las manifestaciones motrices. De allí, que es importante considerar la relación
pensamiento- movimiento.
Piaget puntualiza que la primera etapa del desarrollo de la inteligencia es la "sensorio
motriz", ya que el niño en su primer mes de vida realiza movimientos indiscriminados
que responden a reflejos absolutos y van a hacia formas más coordinadas de
movimientos, de manera que la vía motriz permite hacer los primeros aprendizajes.
Así el movimiento posibilita el desarrollo de las capacidades psíquicas. La aprehensión
de los estímulos visuales del espacio circundante constituye la base de los
aprendizajes posteriores. Por otro lado, las habilidades motoras hacen posible la
comunicación corporal con la madre facilitando la relación vincular, y posteriormente
con el medio ambiente.
El movimiento genera el aprendizaje del propio cuerpo, permite la percepción de sí
mismo y de los objetos que posibilita el desarrollo de las habilidades cognitivas. Así lo
largo de su historia, el niño va construyendo su imagen corporal. En su evolución
podemos distinguir:
De o a 6 meses. Diferenciación entre el mundo interno (yo) y el mundo externo (no
yo).

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De 6 a 12 meses. Primer esbozo del esquema corporal. Se reconoce en el espejo.
Acá interviene el papel de la mirada y el "espejo". A partir del sentimiento corporal se
crea una imagen pero en ese acto de creación individual interviene la mirada que
busca primero la forma del semejante. La fase del espejo constituirá la matriz y el
esbozo de lo que será el yo. El lactante basándose en una identificación primaria
comienza por ser el rostro del otro, la madre. Ubicamos en esta etapa el origen de la
construcción de la "estructura imaginaria" del cuerpo.
De 1 a 3 años. Identificación con el yo corporal (interiorización del propio sexo, uso del
pronombre personal en 1ª persona del singular).
De 3 a 6 años. Termina de elaborar el esquema personal (nociones de lateralidad,
situar unos elementos respecto de otros, conocer límites, etc.).

¿Cómo podemos ver su registro?


En los dibujos, según algunos postulados teóricos, el sujeto proyecta su propia
imagen. Se plantea la tendencia del hombre a ver el mundo a través de su propia
imagen.
El niño desarrolla a través del dibujo una vía de comunicación al ser la expresión más
espontánea y natural del sujeto. Los niños a partir de sus primeros garabatos
"descubren" formas y comienzan a otorgar sentido a estas. De esta forma, los dibujos
están sobredeterminados por factores psicodinámicos, para lo que es básico el
concepto de imagen corporal. La imagen corporal es tan importante que forma parte
de nuestra identidad.

PROBLEMAS DE ALIMENTACIÓN EN LOS NIÑOS


Un criterio para el diagnóstico de los problemas de alimentación en la infancia muy
utilizado en el campo de la Psiquiatría y la Psicología es el propuesto por el DSM-IV
(Manual de Clasificación de Trastornos Mentales), que considera que los trastornos de
la ingestión y de la conducta alimentaria de la infancia se caracterizan por alteraciones
persistentes de la alimentación y la ingestión alimentaria propiamente dichas. Los
trastornos específicos incluidos son:
→ Pica
→ Trastornos de rumiación
→ Problemas relacionados a la desnutrición (retardo de crecimiento vinculados
a deprivaciones emocionales)
→ Bulimia
→ Anorexia
En Argentina, la información sobre el estado nutricional de los niños es escasa y
parcializada, ya sea por la falta de difusión de datos obtenidos, registro parcial de la
información, utilización de criterios diferentes en puntos de corte o medidas
antropométricas que a su vez no permite la comparación entre distintas regiones.
Alejandro O’ Donnell consideró (Centro de Estudios sobre Nutrición infantil, 1998) que
los problemas más relevantes de la niñez argentina son:
→ La desnutrición aguda, considerada como deficiencia de peso para la talla o
la edad
→ La desnutrición crónica, expresada a partir de la deficiencia de talla para la
edad
→ Sobrepeso y obesidad, exceso de peso para la talla,
→ Carencia de micronutrientes, llamada "Desnutrición oculta".

DESNUTRICIÓN
La forma más prevalente de desnutrición, es la forma crónica manifestada por estatura
baja para la edad del niño, llamado "acortamiento". Es un proceso crónico que puede
iniciarse en la vida intrauterina o en los primeros meses de vida, continuando en los
dos o tres años siguientes, que son los de mayor crecimiento. Las carencias

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nutricionales, procesos infecciosos y privaciones de todo tipo que el niño pueda sufrir
en estos años tempranos de vida se manifestarán con retrasos en diferentes áreas.
La desnutrición puede causar apatía y un desarrollo motor deficitario, lo que a su vez
limita al niño en la exploración del medio ambiente y en la relación con los otros
significativos de su entorno.
Produce una detención en el crecimiento y desarrollo. Los niños desnutridos son más
vulnerables a enfermar y a morir, teniendo menor capacidad de aprendizaje y
rendimiento escolar, lo que se traduce en menores posibilidades de inclusión social.
Según Sattler (1988) la desnutrición puede originar algunas dificultades en el
aprendizaje al:
1. Afectar al sistema nervioso central, impidiendo la plena expresión del potencial
genético para el desarrollo mental,
2. Crear perturbaciones en las experiencias sociales, al alterar el tiempo de
aprendizaje, concentración, motivación e interacción social.
Cabe mencionar que madres marginalmente desnutridas pueden dar a luz a niños con
bajo peso e iniciar, si las condiciones así lo determinan, un círculo de desnutrición y
retraso en el desarrollo.
La disponibilidad familiar de alimentos, relacionada con la pobreza extrema es una
causa de desnutrición pero no la única. La desnutrición infantil no es solo un problema
de distribución de alimentos sino que resulta de una interacción compleja de múltiples
factores entre las cuales la pobreza es un factor que no debe ignorarse.
El hecho de que deficiencias nutricionales se produzcan en niños provenientes de
ambientes y marginación y pobreza no significa que todos los niños de sectores
menos favorecidos sean desnutridos, sino cómo explicaríamos desde la observación
clínica que los padres de un niño desnutrido sean obesos o que los restantes
hermanos están bien nutridos. Por lo que en esta problemática actual se juegan otros
factores como situaciones de crisis familiar, conflictos en el vínculo madre hijo, entre
otros.
Desde una perspectiva social se define a la desnutrición como un proceso biológico
diferenciable, caracterizado en la mayoría de los casos por una ingesta deficiente,
pero que a su vez, es resultado del entrecruzamiento de diversos procesos de
exclusión definidos y reproducidos en la particularidad de las relaciones sociales
(Alderete y otros, 1998). No presenta una etiología heredada y reconoce como
factores intervinientes: aspectos nutricionales, psicoafectivos, socioeconómicos,
socioculturales y geográficos.
El análisis de los mismos nos permitirá comprender la aparición o mantenimiento de la
patología:
Nutricionales: La desnutrición materna previa y durante la gestación tiene
consecuencias graves en el niño: bajo peso al nacer, inmadurez, deficiencia del
rendimiento psicomotor. La importancia del peso al nacer es fundamental para la
supervivencia y calidad de vida del niño.
La alimentación monótona puede agravar la deficiencia o da lugar a otras formas de
malnutrición como la obesidad y sobrepeso.
Psicoafectivos: algunos autores afirman que dificultades en la relación madre - hijo
es un condicionante de la desnutrición. Una parte de la nutrición es cubierta por la
comida pero hay algo que excede y que también nutre. Eso forma parte de la función
materna.
Los cuidados de un niño implican responder a sus necesidades básicas de
alimentación y salud y deben incluir afecto, interacción, estímulo, seguridad,
coherencia que le ofrece su madre o cuidadores y la posibilidad de explorar y
descubrir el mundo que lo rodea. La familia, principal agente de cuidado y
socialización, funciona conforme sus propias pautas de crianza.
Socioeconómicos: la economía del país llevó a altas tasas de desocupación y
subocupación cuyas consecuencias crueles inciden en el bienestar de los niños.Esto

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se traduce, en el ámbito familiar, en profundos cambios de roles familiares, ingresos
insuficientes, desesperanza y pérdida de la autoestima.
El aumento del porcentaje de hogares con necesidades básicas insatisfechas es un
indicador de la situación actual, en las que las provincias del noroeste muestran las
cifras más altas(INDEC, 1991).
Socioculturales: íntimamente relacionados con los aspectos socioeconómicos, por lo
que es difícil una separación entre ambos.
En todo estudio del ser humano, no debe dejarse de lado, el contexto cultural en el
que ocurre el comportamiento. Dicho comportamiento es producto del aprendizaje
social y resultado final de la experiencia en una cultura particular. Qué se aprende y
cómo están influenciados por factores culturales y sociales, articulados con los
biológicos, con los que actúan entramados (Contini, 1999).
Las pautas de crianza, dependen de la cultura en la que nacen y se practican, son
cultura dependientes, e influyen en el desarrollo del niño (Lejarraga, H. Y Passcucci,
C.,1999). Por lo que limitados estímulos medioambientales, como ocurre en grupos
sociales desfavorecidos, van a estar asociados a un mantenimiento de la desnutrición
y la aparición de otros trastornos del desarrollo.
Geográficos: los contextos ecológicos difirien en sus características según factores
demográficos, ambientales. Estos contextos son influidos por la estructura
socioeconómica local y en gran parte responsable del perfil de enfermedad que
presenta la población local.

Consecuencias de la desnutrición
Mencionaremos las más significativas:
Talla baja en comparación a niños de su edad
Peso disminuido con relación a niños de su edad
Intolerancia alimentaria
La inmunidad, o sea las defensas disminuidas, que condicionan infecciones
recidivantes y prolongadas: diarreas, hidrolabilidad, infecciones respiratorias, etc.
Incapacidad de formar estructuras orgánicas estables
Edad madurativa por debajo de su edad cronológica.
Alteraciones en el desarrollo cognitivo
Dificultades en la adquisición del lenguaje, hábitos sociales y en muchos casos
locomoción tardía.
Dificultades en el aprendizaje escolar
Trastornos conductuales

SOBREPESO Y OBESIDAD
La Asamblea Mundial de la Salud (OMS, 1998) declaró a la obesidad como una
pandemia mundial al considerarla un problema sanitario de magnitud.
Un estudio realizado por el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil en Tierra del
Fuego mostró que la prevalencia de sobrepeso y obesidad aumenta con la edad de los
niños: 6 a 8% en niños pequeños (varones y mujeres) a 27 y 22% en adolescentes,
respectivamente (CESNI, 1995). El riesgo de padecer obesidad y sobrepeso es mayor
en niños con retraso de crecimiento que en niños de talla normal.
En nuestro país, según dichos estudios, los grupos más afectados constituyen los de
menores ingresos, asociados a estilos de vida propios de la pobreza. Las causas,
desde lo descriptivo, son variadas. La comidas más baratas son las de mayor
densidad energética y alto contenido graso sumado a alimentos fuera de horas. Otro
factor son las menores posibilidades para la práctica de actividades deportivas en
ambientes signados de violencia y malas compañías. Los niños desarrollan escasa
habilidad de movimientos, disminuyendo su aptitud física, que difícilmente se adquiere
a edades más tardías. Este estilo de vida da lugar al sedentarismo.
Podemos plantear características propias de la obesidad en niños:

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1. El exceso de comida compensa la falta de otras satisfacciones: el niño ante
necesidades insatisfechas reacciona con una demanda alimenticia creciente y un
deseo de satisfacción inmediato, el alimento equivalente del amor, tiene un valor
de compensación y de alivio, así se convierte en un sujeto que no soporta el
rechazo,
2. Constituye un medio para lograr la aprobación de los padres: se relaciona con lo
mencionado de que el niño debe, para ser aceptado por sus padres, someterse a
los deseos de estos; esta sumisión a su vez, conduce a una prolongada
dependencia y a la falta de maduración.
3. En general, las madres de estos niños presentan una actitud centrada en cambiar
aspectos del niño, de hacerlo a su medida y deseo, que se expresa por su modo
de ocuparse de sus necesidades.
4. En la familia puede observarse unos grados importantes de inactividad,
especialmente si están asociados a un aislamiento o retraimiento social,
dificultades en las relaciones vinculares de sus miembros y una incapacidad de
uno de los padres para permitir un desarrollo mas libre del niño hacia la
independencia.
La prevención de esta problemática debe iniciarse en la niñez temprana, ya que su
continuidad se asocia con la obesidad en edad adulta, factor que contribuye
negativamente en enfermedades degenerativas del adulto. En el ámbito familiar, la
prevención debe centrarse en educación de las madres sobre alimentación y estilos de
alimentación en los niños.

Pica
Es la ingestión persistente de sustancias no nutritivas por un periodo de por lo menos
1 mes. La sustancia típica que se ingiere depende de la edad.
Los niños pequeños suelen comer pintura, yeso, cabellos, cuerdas o ropas. Los niños
de mayor edad pueden comer excrementos de animales, arena, insectos, hojas. No se
observa aversión hacia los alimentos.

Trastorno de rumiación
Consiste en la masticación constante y repetida del alimento que lleva a cabo el niño
tras un periodo de funcionamiento normal y que dura por lo menos un mes. Aparecen
en la boca alimentos parcialmente digeridos sin que ello se asocie a nauseas, arcadas
o alguna enfermedad gastrointestinal. Entonces el alimento se arroja de la boca o
como ocurre mas frecuentemente, se mastica y vuelve a digerir. El trastorno se asocia
con mayor frecuencia a niños pequeños pero puede observarse en niños de mayor
edad, particularmente con retraso mental.

OBESIDAD, BULIMIA Y ANOREXIA NERVIOSA


El periodo de la adolescencia, constituye un proceso de cambio y maduración de
varios aspectos donde la nutrición cumple un papel muy importante en el crecimiento,
la salud y el desarrollo.
La adolescencia es un periodo de transición, un puente entre la última fase de la niñez
y la juventud. Su característica principal es el cambio, el cambio de aspectos físicos,
cognitivos y sociales. Todos estos elementos, hacen de la adolescencia un periodo de
estrés, no tan distinto a cualquier otro periodo de la vida, que para algunos
adolescentes estos aspectos parecen cambiar o “desestabilizarse”, lo que hace que
esta etapa sea sumamente vulnerable a los factores ambientales, ya que en este
grupo de jóvenes podemos identificar ciertos factores de riesgo, como una gran
sensibilidad a la opinión de los demás, una cierta inseguridad respecto a lo que les
gusta y lo que quieren, los cambios físicos muchas veces los hacen dudar de su
aspecto, el tiempo libre les permite ver mucha televisión y ser un blanco fácil de la
publicidad.

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El comportamiento alimentario depende fundamentalmente de las normas culturales
del grupo en donde el adolescente está inserto; este comportamiento está influenciado
por un lado, por los hábitos familiares, el incremento de su vinculación social, la
creciente preocupación de la imagen corporal y, por otro lado, por las necesidades de
mayor ingesta de alimentos. Este comportamiento se caracteriza por:
1. omisión de las comidas (especialmente el desayuno)
2. consumo de productos de pastelería y alimentos dulces
3. ingesta de alimentos de preparación rápida
4. consumo de alimentos no convencionales
5. inicio en el hábito del consumo de bebidas alcohólicas
6. consumo excesivo de bebidas gaseosas
7. preferencia o aversión por determinados alimentos
8. consumo de altas cantidades de calorías
9. consumo inadecuado de algunos nutrientes
10. práctica de “dietas” para reducir el peso.
Estas prácticas son permitidas en nuestra cultura que, sumadas a otros
condicionamientos individuales, familiares y sociales, pueden acarrear una serie de
comportamientos que podrían presentarse como problemas en la conducta
alimentaria.
Los principales desórdenes en la alimentación son la obesidad, la bulimia y la
anorexia nerviosa. De los tres, la obesidad es el más fácil de diferenciar, y está
determinada por múltiples factores. La bulimia es un trastorno en la alimentación que
puede coexistir ya sea con la obesidad o la anorexia nerviosa, en la que aparecen
típicas prácticas de restricciones alimentarias.

OBESIDAD
La obesidad se convirtió en los últimos tiempos en un tema importante de salud. La
proporción de niños y adolescentes obesos aumentó más del doble en los últimos 10
años, y parece ir en aumento. Si la obesidad continúa creciendo, se considera que el
18% de los hombres y el 24% de las mujeres de todo el mundo serán obesos en el
año 2005.
La OMS la ha catalogado como "la epidemia del siglo XXI". Ante tal panorama, es
primordial señalar la importancia de la prevención desde la infancia y la necesidad de
imponer el criterio médico por encima de los criterios que dicta la estética, ya que,
afortunadamente, sabemos que el peso sano no tiene porqué coincidir con el peso
estético.
No existe una definición satisfactoria para la obesidad, sin embargo por unanimidad,
en la comunidad científica, se la define como una enfermedad crónica que
técnicamente se caracteriza por la acumulación excesiva de grasa en el cuerpo, lo que
conlleva a un aumento del peso corporal (sobrepeso).
Con la obesidad nuestra salud está en juego. Al margen de criterios estéticos, son
muchas las enfermedades clínicas asociadas a la obesidad, como son la diabetes, la
hipertensión, trastornos cardiovasculares, dificultades en las articulaciones, riesgos a
desarrollar cáncer, dificultades en el sueño, entre otras. No se trata solamente de una
enfermedad con consecuencias físicas, sino también con importantes consecuencias,
sociales, económicas y psicológicas.
Diversos son los factores que se relacionan con las causas de la obesidad, de los que
no se pueden sacar conclusiones sobre causa y efecto. Sin embargo, existe una fuerte
evidencia de que el sobrepeso suele ser el resultado de una tendencia heredada,
agravada por la falta de actividad física y demasiado consumo de alimentos.
Los factores genéticos y hormonales tienen un papel importante en el desarrollo de la
obesidad, además los cambios corporales que acontecen en el adolescente a causa
de la actividad hormonal, puede ser un desencadenante en el aumento crítico del
peso.

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Si bien en algunos existen tendencias metabólicas que ayudan a la acumulación de
grasa, esta se debe más a los hábitos culturales alimenticios y sedentarios; estas
tendencias pueden ser controladas mediante un correcto diagnóstico y tratamiento
especializado.
Los factores ambientales intervienen fuertemente en esta enfermedad, dado que los
niños y adolescentes tienden a consumir las mismas clases de alimentos que la gente
que los rodea y desarrolla los mismos hábitos. Asimismo el televisor encendido actúa
sobre el incremento del peso a través de varios mecanismos:
• Implica una reducción de la actividad física, lo que lleva a producir índices de
metabolismos bajos.
• La publicidad de alimentos ricos en azúcares y grasas (postres, galletitas,
chocolates) tienen un fuerte impacto
• Cuando las comidas se realizan mientras se mira algún programa, se pierde
la noción de la calidad y la cantidad de los alimentos ingeridos, generando la
tendencia al “picoteo”.
• El permanecer durante horas frente al televisor puede generar, en algunas
personas, una sensación de vacío emocional que es calmado mediante el
"picoteo" ("necesito algo dulce").
Los trastornos emocionales que, dentro de los factores psicológicos, fueron
considerados como una importante causa de la obesidad, actualmente se consideran
como una reacción a los fuertes prejuicios y discriminación contra las personas
obesas. Al analizar los problemas psicológicos derivados de la enfermedad podemos
destacar:
• miedo e inseguridad personal,
• tendencia al aislamiento,
• baja o pérdida de la autoestima,
• desorden de conductas alimentarias,
• perturbación emocional por hábitos de ingesta erróneos
• distorsión de la imagen corporal
• tristeza e infelicidad
• ansiedad
• depresión
• inhibición
• sentimientos de inferioridad
• angustia por presión social frente a su obesidad
• angustia por presión social frente a su adelgazamiento
• aislamiento social
Como se dijo anteriormente, la obesidad no implica solamente un mayor riesgo de
contraer o empeorar otras enfermedades, ni tampoco un problema exclusivamente
físico. La OMS define a la discapacidad como “cualquier restricción o carencia de la
capacidad de realizar una actividad en la misma forma o grado que la que se
considera normal para un ser humano”, es decir no poder hacer lo que hacen la
mayoría de las personas de la misma edad, sexo y condición social.
Si nos atenemos a esta definición, debemos considerar a la obesidad como una forma
peculiar de discapacidad, ya que no sólo constituye un serio problema de salud a
mediano y largo plazo, sino que la posibilidad de desarrollar determinado tipo de
actividades está disminuida en las personas obesas; que obviamente depende del
grado de sobrepeso y de la capacidad de recuperación que tenga la persona.
Como ocurre con otras enfermedades crónicas, como la diabetes y la hipertensión, la
obesidad no se cura, la obesidad se trata; este tratamiento debe ser personalizado
encaminado fundamentalmente a modificar el estilo de vida del sujeto, con un
programa de alimentación acorde a su edad, sexo y condición económica, con la
incorporación progresiva del movimiento (actividad física) y con un tratamiento médico
necesario según la patología específica que presentase.

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ANOREXIA Y BULIMIA NERVIOSA
Existe una nueva epidemia que está amenazando la salud e, incluso, la vida de los
adolescentes: la anorexia y la bulimia.
Antes de hablar de los síntomas de estos trastornos, me gustaría que reflexionemos
acerca de nuestra cultura y de una etapa de la vida en donde el adolescente se
enfrenta a situaciones de estrés que lo pueden tornar más vulnerable.
La importancia que se le concede al aspecto físico en la cultura occidental influye a
muchas personas que se sienten descontentas con su imagen.
Los medios de comunicación tienen mucho que ver con todo esto: constantemente nos
abundan de mensajes acerca de lo que constituye ser una persona atractiva y de
éxito. La belleza física, la delgadez, aparece siempre asociada al éxito social y
profesional. Los programas de televisión, la publicidad, nos ofrecen modelos del
cuerpo ideal que no son de ningún modo ideales: primero porque muchas veces los
modelos son montajes de varias fotos retocadas; y segundo, porque es subestimar a
las personas el condenarlas al éxito o al fracaso por uno solo de sus múltiples
atributos, el aspecto, que además es una de las características más determinadas
genéticamente y por lo tanto menos controlable (talla y peso). De la misma forma que
se nos recuerda cómo debemos ser (altos, delgados, estilizados, vestidos a la última
moda) se nos sugiere cómo podemos conseguirlo: dietas milagrosas, operaciones de
cirugía estética, productos de belleza y ropa que llevan las enflaquecidas modelos.
Todas las propuestas aparecen en las personas como “inalcanzables”, como muy
difíciles de conseguir; y no se ofrecen alternativas más saludables como hacer
ejercicio, comer de forma equilibrada o simplemente dejar de preocuparnos tanto por
nuestro aspecto y dedicarnos a cosas más interesantes para resultar más atractivos.
El hablar de anorexia y bulimia es cuestionar también nuestra cultura. Necesitamos
una renovación de nuestros valores y de nuestras conductas. Necesitamos, sobre
todo, definir lo atractivo con parámetros más amplios, para que la mayoría de las
personas, y no sólo una pequeñísima parte, pueda sentirse bien con su apariencia
personal. Necesitamos poner énfasis en otras características (creatividad, talento,
inteligencia, ingenio, sentido del humor) a la hora de evaluar la calificación de las
personas.
La anorexia nerviosa es un desorden alimenticio y psicológico a la vez. Esta condición
va más allá del control del peso: el paciente inicia un régimen alimenticio para perder
peso hasta que esto se convierte en un símbolo de poder y control. De esta forma, el
individuo llega al borde de la inanición con el objetivo de sentir dominio sobre su propio
cuerpo.
La anorexia nerviosa suele ser insidiosa en su aparición; los pacientes se proponen
comenzar un programa de adelgazamiento con dietas acompañadas por un aumento
de la actividad física. En general, esto genera bienestar en el paciente y en su familia
pasa inadvertido, como señal de que algo grave ha comenzado. Al principio es sólo
muy poca la diferencia del anoréxico de los demás: ante un fracaso o siguiendo el
consejo de una amiga surge el deseo de perder peso. Se ponen a dieta y se
convierten en grandes expertas en el mundo de la dietética, siguiendo unas consignas
mucho más duras y rígidas que las de sus amigas. Cuando las demás han dejado de
hacer dieta, la persona con anorexia continúa. La gente le dice que está muy flaca y a
ella le encanta oírlo. Le gusta animarse a seguir perdiendo más peso aún. Comienza a
desarrollar hábitos alimentarios particulares y rígidos: sólo come determinados
alimentos en determinadas cantidades, parte la comida en pequeños trozos y la
separa. Aunque tenga hambre es tal el miedo a dejarse llevar que siente la necesidad
de mitigar sus efectos y evitar el aumento de peso bebiendo mucho agua, utilizando
laxantes o vómitos o realizando una actividad física exagerada.
Todas estas conductas anómalas se acentúan a medida que progresa la enfermedad,
al igual que las complicaciones físicas: la inanición vuelve al organismo mucho más

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vulnerable a infecciones, problemas gastrointestinales o hipotermia. Se pierde la
menstruación, el pelo se cae, la piel se seca y pierde color.
A nivel psicológico aparecen síntomas de depresión, cambios de carácter y distorsión
en la imagen corporal que suele ir acompañada de una negación del problema. Siguen
viéndose gordas a pesar de estar muy delgadas o siguen expresando una gran
insatisfacción con su cuerpo y su imagen. Su cuerpo se ha convertido en la definición
de su valor como personas y a pesar del estricto control que ejercen sobre él, siguen
sin gustarse.
Actualmente no existe una causa única para la anorexia nerviosa, aunque las
investigaciones han arrojado ciertas pistas en el campo médico y psicológico. Al igual
que en la bulimia, las causas de la anorexia son múltiples y difíciles de valorar. Todas
ellas, tantos las individuales como las familiares, sociales y culturales, deben tenerse
en cuenta.
Algunos expertos creen que esta enfermedad se origina en las altas demandas de la
familia y la sociedad: el ciclo destructivo comienza con la presión que el individuo
siente por ser delgado y atractivo, así el problema se centra, entonces, en una baja
autoestima.
Para otros investigadores, este tipo de desorden podría desarrollarse en cierto tipo de
familias disfuncionales; en ellas, los miembros se vuelven tan interdependientes que
no pueden alcanzar su identidad como seres individuales. Parte de esta disfunción se
traduce en un miedo a crecer por parte de los niños de la familia. Entonces,
especialmente las niñas, comienzan una dieta para evitar que sus cuerpos se
desarrollen.
A pesar de que las causas orgánicas aún no están identificadas, hay cierta evidencia
de que parte de la disfunción se origina en el hipotálamo, una parte del cerebro que
regula los procesos metabólicos.
La anorexia nerviosa es un desorden difícil de diagnosticar debido a que el paciente
esconde y niega su condición de enfermo. Rara vez el individuo anoréxico buscará
ayuda pues la pérdida de peso en sí no es vista como un problema. El diagnóstico
actual se realiza solamente cuando aparecen otras complicaciones médicas como la
amenorrea o problemas gástricos y se basa en cuatro criterios básicos:
• La negación del individuo a mantener el peso del cuerpo cercano a su ideal,
según su estatura y edad.
• Un miedo intenso a engordar, aunque el peso sea inferior a lo normal.
• Existe una gran distorsión en la percepción del peso y del cuerpo
• Y en mujeres se presenta amenorrea (suspensión de la menstruación) y en
varones una falta de interés sexual y de su potencia sexual.

¿Cómo reconocer sus síntomas?


CONDUCTAS
• Baja ingesta de comida o dietas muy restringidas.
• Rituales con los alimentos, desarrollo de conductas obsesivo-compulsivas
(contar las calorías, desmenuzar la comida).
• Intenso temor a engordar.
• Estrictas reglas de alimentación, por ejemplo no tomar líquidos o no comer sin
haber hecho actividad física antes
• Distorsión en la imagen corporal: se sienten gordas y se ven gordas frente al
espejo
• Su autoestima pasa por la balanza
• Temor a comer en restaurantes o reuniones sociales.
• Hiperactividad, gimnasia y deportes en exceso.
• Ropa muy holgada para esconder el cuerpo.
SIGNOS FISIOLOGICOS
• Perdida de peso (a menudo en un periodo breve).

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•Falta de menstruación (amenorrea).
•Palidez y excesiva sensibilidad al frío.
•Piel seca con vello en brazos, cara y espalda
•Debilidad y mareos.
CAMBIO DE ACTITUDES
• Cambio de carácter: irritabilidad, ira.
• Depresión, retraimiento. Su máxima preocupación gira alrededor de la comida
• Aislamiento social
• Inseguridad acerca de las propias capacidades.

BULIMIA NERVIOSA
Es un desorden alimenticio que se caracteriza por alternar periodos de restricción
alimentaria, con episodios de excesiva ingesta de alimentos (atracón), seguidos por
métodos inapropiados para controlar el peso como el vómito autoinducido, el abuso de
laxantes y/o diuréticos y la realización de ejercicios demasiado exigentes para el
cuerpo.
Al atracón se lo define como el consumo, en un breve periodo de tiempo, de una
cantidad de comida muy superior a la que la mayoría de los individuos comerían.
El acceso de bulimia o atracón se inicia con una sensación de hambre voraz e
incontenible, con preferencia por los dulces y otros alimentos de alto valor calórico. La
frecuencia de los atracones es muy variada y los enfermos pueden darse varios en el
mismo día durante varios días seguidos. Con los atracones suelen sobrepasar las
5.000 calorías diarias. Hay bulímicos que han llegado a superar en un día las 25.000 y
alguno ha muerto por dilatación aguda de estómago. La bulimia está considerada
como una enfermedad invisible porque puede pasar mucho tiempo sin que el entorno
del enfermo la perciba.
Este trastorno se caracteriza por la sensación de pérdida de control sobre la cantidad
de alimento que uno toma. Algunos de sus síntomas son los atracones frecuentes con
sentimientos de tristeza y culpa, vómitos posteriores a un atracón, esconder alimentos
y comer a escondidas, historia de dietas y oscilaciones importantes en el peso, y
preocupación extrema por la figura y el peso. Hay personas que no se ajustan a todos
estos criterios pero pueden tener pautas alimentarias bulímicas.
Al igual que la anorexia, su proceso comienza cuando existe algún grado de
insatisfacción con la apariencia del cuerpo. En este caso, el individuo siempre se
considerará con exceso de peso, aunque la realidad sea otra. Así, comenzará a hacer
dieta y, viendo que la imagen en el espejo no cambia, la dieta se intensificará hasta
llegar a las prácticas bulímicas.
Entre las causas de este problema se encuentran las experiencias de rechazo social o
de fracaso que se atribuyen al peso y los consejos de las amigas. La constatación de
que en nuestra cultura la delgadez se considera un requisito para el éxito lleva a
querer perder peso y empezar dietas estrictas que no pueden seguirse y nos hacen
sentir no sólo fracasados, sino también hambrientos. Las dietas se rompen con
atracones y la culpabilidad por las calorías consumidas y la posibilidad de engordar
llevan al vómito.
Existen criterios básicos para identificar esta enfermedad:
• Frecuentes episodios de ingesta abusiva de alimentos (atracones).
• Un sentimiento de falta de control durante este episodio o, en su defecto,
la sensación de que no puede evitar la necesidad de comer.
• Además de la comida desmesurada, existe un comportamiento
compensatorio inapropiado para evitar el aumento de peso. Esta conducta
se traduce en el vómito autoinducido, en el uso excesivo de laxantes,
diuréticos y enemas o en el exceso de ejercicios físicos.
• Tanto el exceso de comida como las conductas compensatorias deben
ocurrir al menos dos veces por semana durante tres meses.
• El comportamiento es influenciado por la imagen corporal

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¿Cómo reconocer sus síntomas?
CONDUCTAS
• Preocupación constante acerca de la comida.
• Atracones, alimentación a escondidas.
• Miedo a engordar
• Distorsión en la imagen corporal: se sienten gordas y se ven gordas frente al
espejo
• Rechazo de invitaciones a restaurantes y reuniones sociales para no comer en
público.
• Visitas al baño después de comer.
• Vómitos autoprovocados, abuso de laxantes, diuréticos y edulcorantes.
• Uso de medicamentos adelgazantes.
• Regímenes rigurosos.
SIGNOS FISIOLOGICOS
• Engrosamiento de las glándulas del cuello.
• Pequeñas roturas vasculares en las mejillas y bajo los ojos.
• Garganta irritada.
• Fatiga y dolores musculares.
• Sudoración fría debido al rápido cambio del nivel de azúcar en la sangre
• Perdida o deterioro de piezas dentarias.
• Piel seca y pelo quebradizo
• Oscilaciones de peso (de 5 a 10 Kg.).
CAMBIO DE ACTITUDES
• Cambio de carácter: depresión, sentimientos de culpa y odio a si mismo,
tristeza.
• Severa autocrítica.
• Necesidad de recibir aprobación de los demás respecto de su persona.
• Cambio en la autoestima.

El tratamiento para estas patologías va mucho más allá de la recuperación del peso
perdido. Paralelamente a una alimentación nutritiva, el individuo deberá someterse a
una terapia psicológica. Es necesario un diagnóstico del estado físico y mental de la
persona, y según el resultado se aconsejará un tratamiento ambulatorio o su ingreso
en un hospital o clínica. El tratamiento consiste en corregir las anomalías metabólicas
y normalizar la alimentación, junto con un tratamiento psicoterapéutico. La familia y
personas íntimas del paciente también deben recibir orientación y ayuda.
La coordinación de distintas áreas es la opción más adecuada, ya que la complejidad
de estas enfermedades hace indispensable un enfoque interdisciplinario compuesto
por:
• Médico
• Nutricionista
• Psicólogo
• Grupo
• Terapia corporal
• Medicación
• Internación o tratamiento ambulatorio

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