Este ensayo argumenta que las adversidades de la vida nos enseñan a valorar los buenos tiempos y fortalecen nuestro carácter. Aunque es difícil verlo así cuando sufrimos, los problemas nos capacitan para tener más coraje y confiar en que Dios tiene un plan a pesar de los obstáculos. El verdadero coraje no es evitar el fracaso, sino enfrentar nuestros miedos y arriesgarnos a pesar de la incertidumbre, porque eso nos hará personas más fuertes.
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Este ensayo argumenta que las adversidades de la vida nos enseñan a valorar los buenos tiempos y fortalecen nuestro carácter. Aunque es difícil verlo así cuando sufrimos, los problemas nos capacitan para tener más coraje y confiar en que Dios tiene un plan a pesar de los obstáculos. El verdadero coraje no es evitar el fracaso, sino enfrentar nuestros miedos y arriesgarnos a pesar de la incertidumbre, porque eso nos hará personas más fuertes.
Este ensayo argumenta que las adversidades de la vida nos enseñan a valorar los buenos tiempos y fortalecen nuestro carácter. Aunque es difícil verlo así cuando sufrimos, los problemas nos capacitan para tener más coraje y confiar en que Dios tiene un plan a pesar de los obstáculos. El verdadero coraje no es evitar el fracaso, sino enfrentar nuestros miedos y arriesgarnos a pesar de la incertidumbre, porque eso nos hará personas más fuertes.
Este ensayo argumenta que las adversidades de la vida nos enseñan a valorar los buenos tiempos y fortalecen nuestro carácter. Aunque es difícil verlo así cuando sufrimos, los problemas nos capacitan para tener más coraje y confiar en que Dios tiene un plan a pesar de los obstáculos. El verdadero coraje no es evitar el fracaso, sino enfrentar nuestros miedos y arriesgarnos a pesar de la incertidumbre, porque eso nos hará personas más fuertes.
A lo largo de la vida nos enfrentamos a diferentes adversidades, enfermedades,
fracasos, soledad que muy seguramente nos golpean muy fuerte y es normal preguntarnos por qué nos pasa todo eso. En esos momentos de crisis tendemos a cegarnos por el dolor que nos causan dichas situaciones y no nos damos cuenta que en realidad eso nos está enseñando a valorar, valorar los días buenos, valorar la salud, el éxito, la compañía. Los problemas nos preparan para el futuro, debemos ser agradecidos por las cosas buenas que Dios y la vida nos obsequia, así mismo con las cosas negativas que nos pasan porque de alguna manera eso también nos ayuda, no es nada fácil ver esto de esa manera ya que nadie desea sufrir pero estos eventos nos capacitan para tener agallas más grandes, nos enseñan a que no solo dejemos de hacer cosas malas sino que también hagamos cosas buenas porque esa es la filosofía de un buen cristiano. Muchas veces pensamos que debemos y podemos tener el control de todo lo que pasa en nuestras vidas, pero no es así, hay que entregarle el control a Dios para que obre de acuerdo a su voluntad, nos asusta un poco pero pensemos que sin agallas no hay gloria. La cura para el temor al fracaso no es el éxito, es una dosis pequeña de fracaso, se tiene que estar en contacto con aquello a lo que le tememos para crear inmunidad, debemos tener la valentía de dar gracias a Dios por las oportunidades que llegan disfrazadas de crisis. Dios no quiere nada malo para nuestras vidas a pesar de que nos ponga obstáculos en el camino, él tiene un plan para todos los que confían y creen en su bondad, pero nosotros a veces tenemos que desafiar las circunstancias, arriesgarnos, no quedarnos con la incertidumbre de lo que pudo haber sido, pensar en qué es lo peor que puede pasar, quedarnos con la duda de si funcionará y lamentarnos por no haberlo intentado o tener la satisfacción de haberlo hecho aún si el resultado no haya sido el que tú esperabas, de eso se trata, porque al final te enseñará a ser más fuerte y resistente ante cualquier adversidad en la vida.
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