You are on page 1of 1

LOS SUI JURIS

•En Derecho Romano, se denominó sui iuris a aquel que no se encuentra sometido al
mando de otros (autónomo) de cualquier potestad familiar, el ciudadano que no tuviese
ascendientes legítimos masculinos vivos o que hubiera sido liberado de la patria
potestad mediante un acto jurídico llamado emancipación (emancipatio). Las sui iuris
tenían poder de decisión sobre sus actos, a diferencia de los y las alieni iuris que eran
personas sometidas al mandato de otras.
•El hombre Sui Iuris era denominado paterfamilias, independientemente de que tuviera o
no hijos, o que fuera o no mayor de edad. La mujer podía ser sui iuris en el caso de no
estar sujeta a autoridad alguna, pero no puede ejercer la jefatura familiar, es decir no
puede ser paterfamilias. El hombre libre, ciudadano y Sui Iuris, era la persona optimo
iure: tenía el goce completo de todos los derechos públicos y privados. Podía ser titular
de las cuatro potestades clásicas que se le conoció a la legislación romana:
•La Patria potestas: era el poder del paterfamilias sobre sus hijos y sobre todas las
personas agregadas al grupo familiar por adopción o adrogación;
•La Dominica potestas: poder o dominio sobre los esclavos;
•La Manus maritalis: potestad sobre la esposa;
•Y el Mancipium: que era la potestad que se ejercía sobre un hombre libre entregado
en noxa, ya por los delitos que hubiera cometido, ya para garantizar el pago de las
obligaciones del paterfamilias bajo cuya potestad se hallaba.

EL MATRIMONIO
•Con el Derecho Romano el matrimonio empieza a perfilarse hacia su actual estructura.
Durante la etapa del Derecho Romano Arcaico, se conserva el matrimonio de hecho,
pero el extraordinario criterio jurídico de este pueblo, confiere a esta unión una
significación especial, desde el punto de vista espiritual. Es así que si bien se tiene en
cuenta el elemento material configurado por la deductio de la esposa in dominis mariti, o
sea, el traslado de la esposa a la casa del marido para iniciar la cohabitación, se le da
mayor relevancia al aspecto espiritual, a la intención de quererse y permanecer unidos
para toda la vida, denominada afectio maritales, cuya importancia es tal que su extinción
provocaba la disolución del vínculo matrimonial. Así pues, el consentimiento matrimonial
romano debía renovarse día a día. En consecuencia, aunque no indisoluble y es en este
sentido como debe entenderse la definición de Modestito, que en el Digesto, señaló que
el matrimonio es “unión del hombre y la mujer; consorcio para toda la vida; comunidad
de derechos divinos y humanos”.

You might also like