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Apocalipsis Eduardo Arens Kucherlkorn, Manuel Diaz Mateos y Tomas Kraft Mencionar el Apocalipsis (Ap) es desenca- denar las mas variadas reacciones, general- mente de miedo, desconcierto 0 incertidum bre. Esto se debe fundamentalmente al preju cio que se ha creado acerca de este libro, aso- ciado al fin del mundo. Por eso se suele rehuir su lectura. Quienes han ofdo o lefdo alguna parte del Ap suelen reaccionar diciendo «no lo entiendo», «me confunde», «me da miedo». Sin embargo, es una obra mucho més simple de lo que la mayorfa piensa o supone. Decir «Apocalipsis» es para muchas perso- nas sinénimo de calamidades y fin del mundo. Muchos circulos fundamentalistas se abocan a poner en evidencia cémo el Ap supuestamente revela que ese fin est proximo: «los signos predichos en el Ap se estan cumpliendo», nos dicen. Lo cierto es que el Ap es una obra cuyo mensaje, mas alla del tiempo transcurrido y de su enigmatica apariencia esotérica, conserva fresca su actualidad. De hecho, para muchas agrupaciones religiosas, el Ap es la obra fun- Mar Nero Pees ‘Sordes = Fladetfia + Esmina sBtes0 sLeodices Mar Mediterraneo ASIA MENOR 20am APOCALIPSIS: LAS IGLESIAS DE.ASIA MENOR COMENTARIOS: NUEVO TESTAMENTO damental, Pero, ccudl es realmente el tema y el mensaje del Ap? Para poder responder acerta- damente es indispensable tener el minimo de informacién, que se encontraré a continua- cidn. PRIMERA LECTURA Para comprender correctamente el Ap hay que considerar dos dimensiones importantes: Una dimensién concierne a la forma litera- ria, que incluye la cuestin del género y del lenguaje empleado: ges el Ap profecia?, por qué empleé Juan tantas imagenes, simbolos, metaforas, mitos ¢ himnos?, gcémo esta es- tructurado el Ap? La otra dimension viene de su contenido, Es la historica: ¢qué ocasions la escritura del Ap?, gen qué situacién se encontraban Juan y su comunidad?, gpor qué motivo y con qué propésito escribié esta obra? I. Cardcter general del libro Genero literario Una de las puertas principales para la com- prensién del Ap es el reconocimiento de su gé- nero literario: su estructura, estilo y conteni- dos distintivos. Decir género es decir propési- to. El nticleo de rasgos que el Ap comparte con otras obras de su mismo género y que, por tan- to, las caracteriza (y distingue de otras), es el siguiente: * Es una obra eminentemente literaria, escrita, Un mensajero le ordena al visionario (que no es otro que el autor) escribir lo que ve (13.10.19; 2,12; 10,4; etc.) +” El mensaje se presenta en forma de visio- nes (revelaciones) que desvelan secretos para los escogidos, En ellas intervienen seres de otro mundo, Destaca la presencia de un angel que sirve de guia y de intérprete. Cielos y tie- rra, este mundo y el otro, se entretejen. * El lenguaje’ es predominantemente figu- rado, lleno de metéforas, simbolos © image- nes, tomadas en su mayorfa de la naturaleza, la numerologia, la astrologia y de la Biblia misma. Los apocalipsis, ademas, entretejen mitos. * Se encuadra en una visién dualista y negativa del mundo y de la historia: s6lo exis- ten el bien y el mal, sin términos medios. El mundo y sus instituciones son corruptas y adversas a Dios, por eso es hostil a sus segui- dores, De ahi el clima de violencia, que luz «un mundo nuevo» * Se concibe la historia como predetermi- nada por Dios. Por eso es dividida en periodos. Todo corre irremediablemente hacia su fin. 1680 * La historia se interpreta a la luz de una determinada concepcién del mundo sobrena- tural cara al futuro (escatologfa). Esto desem- boca en una exigencia ética * Se espera con ansiedad que el final de la historia ocurra pronto, para que se inicie el reinado definitivo de Di con su victoria sobre las fuerzas del mal y el paso a un mundo. nuevo, radicalmente diferente del anterior, Ese final ser precedido por catastrofes, ca: g0s de Dios, y seguido de un juicio universal, En esa etapa final intervendré un mediador mesianico. Las obras que tienen basicamente este con- junto de caracteristicas pertenecen a un géne- ro literario que se conoce como «apocalipti- co». Ademés del Ap, pertenecen a este mismo, género literario Dn 7-12, y algunos capftulos le Isafas, Ezequiel, Zacarias y Joel, entre otros. A éstos se suman una serie de apécrifos judios: los mas notables son los de Henoc, de Esdras y de Baruc, y ahora aquellos encontra- dos en Qumran. Otros apocalipsis cristianos populares (apécrifos) son los de Pedro y de To- mas, y el Pastor de Hermas. En el NT, corre: ponden a este género particularmente Mc 13 y 2Tes 2. cApocalipsis 0 profecta? Es costumbre en muchos circulos referirse al Ap como profecfa, y esto se presta a confu- sion. Cierto, Juan calificé su obra como «pro- fecfa» (1,3; 22,7.10.18s). Pero en su tiempo no habia una nocién precisa de los «géneros lite- varios». ‘Tradicionalmente, profecfa era la comunic: ci6n de un mensaje de parte de Dios, acerca del presente y del futuro, sin reducirse al uno 0 al otro. Se dirige a los israelitas que le han dado la espalda a Dios; su propésito fundamental es Mamar a la conversi6n, interpretando la volun- tad de Dios para el tiempo presente. A diferencia de las obras proféticas, que se caracterizan por ser una serie de ordculos, co- municados principalmente de forma oral, el Ap esta conformado por una serie de cuadros (visiones), por tanto comunicados «visual- mente». En lugar de intercalar la expresién ca- racteristica de la profecta, «oréculo/palabra de Dios», Juan intercala «y vi», «me mostrd». La inspiracion no es verbal, sino visual. Algunas profecfas también se presentaban ocasionalmente en forma de «cuadros», como producto de visiones (cf. Amés). Pero, a dife- rencia de los apocalipsis, lo hacian ‘usando imagenes comunes de la vida, describian per- sonajes propios de nuestro mundo, y cum- plian la funcién de lamar a la conversion. No asi en los apocalipsis, que ademas proyecta ban la mirada al fin del mundo y de la histori que no era tema de los profetas-. La preocu- 1681 pacién de los escritos apocalipticos no era tan- to la historia como la escatologia; su llamada no era a la conversidn sino a la perseverancia en la fe hasta el final. En sintesis, el Ap tiene forma apocaliptica -de la cual se ha alimentado profusamente- pero su funcion y mensaje son sustancialmen- te proféticos: se comunica en nombre de Dios pensando fundamentalmente en los cristianos de ese entonces, exhortindolos a mantenerse firmes en su fe. La concentraci6n no esta en el final, sino en el presente: bienaventurado quien se mantenga firme hasta el final (13,10; 14,12; 16,15; etc.). Se trata de seguir al Corde- ro dondequiera que vaya, a cualquier precio. El lenguaje Una de las dificultades para la comprension del Ap es el lenguaje con el que fue escrito. Es un lenguaje que abunda en imagenes y simbo- los y que describe seres y acontecimientos que no son propios de nuesiro mundo. Se trata de un lenguaje parecido al de los mitos -el Ap es un mito «al revés»: no describe los comienzos del mundo sino su fin-. Proliferan las descrip- ciones y los movimientos en el mundo de lo irreal (monstruos, fenémenos anormales), ademas de elementos obviamente figurados, como ciertas cifras y colores, que lo asemejan al lenguaje poético. Es un lenguaje evocativo y afectivo, no abstracto, que apela a las emocis- nes del receptor (produce una reaccién) y no sélo le informa. El lenguaje empleado ya des- cubre por si el propésito del Ap. ‘A quien desconoce el lenguaje usado en el Ap se le plantea la pregunta: ccémo se debe entender, literal o figuradamente? ¢En el pri- mero e inmediato sentido de las palabras, o en. sentido metaférico? Si se descubriese «el eni, ma del lenguaje», piensan muchos, entonces serfa comprensible. De aqui que no falten quienes se concentren en «decodificar» los simbolos del Ap -pero lo hacen generalmente con relacion al mundo de hoy-, Cuatro indica- ciones son necesarias al respecto. Primero, imagenes, metaiforas y simbolos corresponden todos al lenguaje no-literal. Que se trata de este tipo de lenguaje es evidente cuando se observa que los niimeros, colores y muchos detalles son evidentemente simbsli- cos (ver el recuadro adjunto). Por lo tanto, sal- vo donde es obvio (cuando el autor se dirige al lector), todo el lenguaje del Ap es metaférico, es decir, no-literal. Segundo, el Ap no es una obra escrita en clave secreta. Las imagenes y simbolos usados eran conocidos por sus lectores en ese tiempo; pertenecian a su mundo. Si el Ap pretendia ser la desvelacién de algo misterioso, es impensa- ble que se escribiera en un lenguaje enigmati- co. Nuestra incomprensién de su lenguaje es APOCALIPSIS Simbolos frecuentes en el Apocalipsis Colores Arco iis = gloria celestial (Dios mismo; su mo- rada) Blanco = dignidad («cabellos blancos»), vietoria (avestidos blancos») Negro = desgracia, fatalidad, muerte Morado/Escarlata = pompa (rango imperial), lu- jo y lujuria Rojo = violencia, sangre, guerra Niimeros 3 = totalidad, Dios (tres veces santo), 0 una pa- rodia de él («trinidad falsa) 4 = universalidad [normalmente relacionado con el mundo natural] 7 =totalidad, plenitud [el ntimero mas fre- cuente en el libro: 54 veces total] 12 = perfeccién [generaimente usado como sim- bolo de (las tribus de) Israel; en algunos contextos, se refiere a la Iglesia (12 apésto- Tes; ef. 21,12ss)] 10y sus miiltiplos [miles, miriadas] = muchos, una multitud, mimero grande de algo Otros alas = movilidad, capacidad de estar en todas artes corona = reino, soberania, victoria cuemnos = poder [como fuerza o como institu cién, rey] anciano(s) = sabio [como grupo, forman el con- sejo supremo] mujer = una citidad 0 un pueblo virgen = fiel y dedicado a alguien, contrario a la rostituta Angel = mensajero o representante (de Dios) monstruos = seres grotescos, hibridos represen- tan el mal como algo feo, repugnante, anor- mal y que no es parte de la creacién de Dios estrellas = seres nobles, excelsos (por ejemplo, angeles, espiritus) nombre = [en idiomas semiticos] equivale a la persona ojos = visién, conocimiento [elleno de ojos/ «siete ojos»'= todo lo ve, sabe] vestidos = representa la cualidad, dignidad o ‘comportamiento de la persona [«lavar sus ves- tidos en la sangre del Cordero» = asumir la misma actitud de Cristo, de dar su vida] selladoisellos = ser propiedad de alguien (como los esclavos); o bien significa la confidenciali- dad/el secreto de un documento, mensaje libro(s) = el sentido de la historia, del plan de el mensaje de Dios alfa y omega = principio y fin eterno cordero degollado pero de pie = Jesits martir (ejecutado) pero vivo Ja prueba mas clara de que no fue escrito pen- sando en nosotros. Indudablemente, la fami- liaridad con los simbolos mas recurrentes fa- cilita su comprensién. Tercero, el autor empleé el lenguaje de ima- genes por ser el mas apto para desvelar el sen- COMENTARIOS: NUEVO TESTAMENTO tido profundo de realidades vividas por él y sus hermanos. Juan us6 imagenes, que evocan un mundo de connotaciones, para apelar a la imaginacién, que a su vez mueve las emocio- nes y compromete. El lenguaje del Ap se ase- meja al de la poesia. Cuarto, hay que tener presente que el men- saje se presenta por medio de la toralidad del cuadro pintado por el autor, no por sus partes aisladas. Por lo tanto, cada pericopa debe ser vista como una unidad. Y cada pericopa debe ser entendida como parte de la obra total. El sentido y el mensaje fundamental se obtienen de la consideracién de la obra como totalidad. No en vano en Ap 1,3 se declara bendito a to- do aquel que observe «lo escrito» en esa «pro- fecia» (el Apocalipsis como obra completa); y al final se advierte que nada debe aiadirse 0 quitarse a ese «libro» (22,18s). Estructura general del Apocalipsis A fin de ayudar a comprender y situar el contenido del Ap, la exposicién de su estructu- ra ofrece una vision de conjunto. Por cierto, el autor no hizo un disefio arquitecténico de la manera en que iba a estructurar su obra; él simplemente escribié. La estructura funda- mental del Ap que damos aqui esta dada por sus contenidos teméaticos, no por artificios li- terarios, Presentaciones (cap. 1) Observaciones criticas a la Iglesia: siete car- tas (cap. 2-3) 1. ciclo: siete sellos (caps. 4-7): seis sellos se abren (cap. 6), imterludio triunfal (cap. 7). 2° ciclo: séptimo sello (8,1-11,19) = siete trompetas: seis trompetas se tocan (8,7-9,21) interludio anticipatorio del tercer clo (10,1-11,14) séptima trompeta 19). 3." ciclo: Gran confrontacién definitoria (cap. 12 a fin): — Presentaciones: mito de los origenes (cap. 12), los malos (cap. 13), Jos buenos (14,1-5). ~ advertencias (14,6-15,4). = cqué sucede? siete copas de ira (15,5-18,24), anticipaciones de gloria (19,1-10), fin de la bestia y del dragon (19,11- 20,15). =grandioso final: la nueva Jerusalén (21,1-22,5). Epilogo: Advertencias finales (22,6-21). gran triunfo (11,15- 1682 Recomendaciones para una primera lectura EI Ap debe leerse en bloque, por unidades completas, no aislando partes, y menos esco- giendo textos. Una primera lectura debe ser sencilla, sin tratar de descifrar o adivinar a qué se referfan las imagenes y simbolos. Hay que asumir la actitud de quien visita un museo de arte: simplemente observa, y se deja impresio- nar por los diversos cuadros. Después de todo, lo que tenemos en el Ap es una serie de cuadros («visiones»). Surgirén ciertas preguntas: zqué pretende comunicar o decir?, gqué situacién llev6 a presentar el cuadro que acabo de obser- var (leer)?, ¢qué sentimientos 0 emociones de- sencadena?, gencajo en ese cuadro?, ghay algu- na semejanza con el mundo donde vivo? El ideal es leer la obra completa, al hilo, tal como fue escrita y se lefa al inicio, en voz alta Pero una primera apreciacién del Ap se puede obtener leyendo los siguientes capitulos: 1: presentaciones y primera vision: gquién es el Seftor? 4-5: los verdaderos soberanos y sefiores de la historia y del mundo: Dios y su cordero 6-7: primera visién del desarrollo de la his- toria final: calamidades (sombras) € himnos (luces) 12-13: los actores principales 18-19: desenlace 21: jliberados al fin! El mundo nuevo Autor y destinatarios del Apocalipsis El Ap fue escrito por Juan». Pero no sabe- mos quign era él exactamente. Mediante detalla- dos estudios literarios y teolégicos, ademas de comparativos con los otros escritos joanicos, se ha concluido que el autor del Ap no era el mis- mo que el del cuarto evangelio y de las cartas jodnicas. El autor, que se califica como profeta, no apéstol (22,7.9.10.18s), indudablemente era una persona muy influyente e importante en la Iglesia, con autoridad; por eso escribié esta obra. Juan escribi6 para los cristianos de «las siete iglesias de Asia» (1,4.11), de quienes era . 1691 La victoria Cristo, testigo fiel y vencedor, invita a la Iglesia a vencer. Lo pide alguien que fue dego- lado por su fidelidad, pero vencio y esta sen- tado en el trono de Dios (3,21). La ‘hora de la prueba va a empezar. Los premios reservados «al que salga vencedor» anticipan el final del libro con el paraiso recuperado y la vida de la nueva Jerusalén. 3. Segunda parte: «lo que va a suceder después» (4,1-22,5) La visién continiia y con el cap. 4 comienza la segunda gran parte de este libro sobre «las cosas que han de suceder después» (4,1 y 1,19) y que iran desplegandose en series septenarias (sicte sellos, sicte rompetas, siete copas). Pe- To es comienzo sin ruptura porque los septe- narios siguientes empalman con las siete car- tas. La misma voz de la vision inaugural es la que le habla de nuevo (1,10 y 4,1) y le arreba- ta el mismo Espfritu (4,2 y 1,10) para poder ver: Pero sobre todo, el premio ofrecido al ven- cedor en la carta a Laodicea nos introduce di- rectamente en el tema hasta tal punto que los caps. 4 y 5 serfan una ampliacion de 3,21: «al vencedor haré que se siente conmigo en el tro- no como yo también venci y me senté con mi Padre en Su trono». El trono es el simbolo de la victoria y de la soberania definitivamente asegurada, Desde ese trono se va a mirar y juz: gar la historia. Vision inaugural (caps. 4 y 5) La «puerta abierta en el cielo» que ve Juan es un rayo de luz que ilumina la atormentada historia de los hombres, Invitado por la voz. a subir para mirar, descubre que el que tenia la Iglesia en su mano tiene también ahora en su mano la historia de los hombres. Todo lo que suceda, segiin este libro, sera también «revela- cién de Jesucristo». «Sube aca y te mostraré...» pero no sube pa- raver el cielo sino para ver desde cl cielo la tie- tra, Es mas, toda la visién no es sino la res- puesta a un clamor que sube de la tierra y con el que Juan se siente solidario. Los ancianos y los vivientes «tienen en sus manos copas de oro Hlenas de perfumes que son las oraciones de los santos» (5,8) y muy cerca del altar «las vidas de los degollados por causa de la palabra y del testimonio que mantenfan» (6,9) repre- Sentan el grito de la sangre que pide justicia (6,10). La visién es mas de una corte que de un templo y tiene como trasfondo la corte y el culto al emperador, sefior de la tierra y de la historia. Esta informaci6n es importante para situar la clave «litirgica» de nuestro autor. APOCALIPSIS La vision de estos capftulos es un verdade- ro mosaico de temas y de simbolos no siempre faciles de explicar. Pero de ellos emergen con fuerza cuatro elementos: El trono y el que esta sentado sobre el tro- no (4,1-11). El libro sellado con siete sellos (5,1-4) El Cordero (5,5-7) La aclamacién universal (5,8-14) «Un trono en el cielo y sobre el trono uno sentado» (4,1-11) Mas importante que la persona, el trono es el rasgo més impresionante de la vision y un tema fundamental en el libro. Este trono des- tacaré frente a otros tronos. Al que esta senta- do se le reconoce como «Sefior, Dios nuestro» y se le aclama como «el que era, es y ha de ve- hir» (4,8), Esta sentado en el reno como Se- nor de la Vida y de la historia y juez de las na- ciones. Los otros elementos de la visién son decorativos para resaltar la majestad del que esta sentado en el trono. Combinando magistralmente elementos to- mados de Is 6,18; Ez 1,26s; Dn 7,9, etc. el au- tor nos presenta una imagen en la que el con- junto es mas importante que la identificacin de los detalles. Por ejemplo, en los 24 ancianos se da, tal vez, una superposicién de simbolos que ha originado las explicaciones mas varia- das. En el Ap, sin embargo, el niimero doce y sus miltiplos tienen que ver con pueblo elegi- do y los 24 ancianos podrian ser un prototipo de ia Iglesia, comunidad de vencedores (tienen vestido blanco, corona, trono) yen solidaridad con la Iglesia militante, pues estos ancianos tienen las oraciones de los santos en sus ma- nos (5,8). Pero mas importante que la identificacién de todos estos personajes es Ia funcién que cumplen: «arrojan sus coronas delante del tro- no» (4,10), reconociends al inico digno de re- cibir «gloria y honor». Afirmacién polémica y politica | pordue automaticamente despoja de dignidad a todo trono sobre la tierra. «Un libro sellado con siete sellos» (5,1-4) El autor no hace ningun esfuerzo por visua- lizar el rostro del que ese sienta sobre el tro- no». El tinico rasgo antropomérfico sobre el que centra su mirada es una mano y un libro: «sobre Ia mano derecha del que esi sentado en el trono, un libro escrito por dentro y por el reverso y sellado con siete sellos» (5,1). «Abrir los sellos» y «leer el libro» significa tener acce- so al misterio de la historia. Todo esta escrito en ese libro con validez absoluta e inmutable determinacién sin que se pueda quitar o afiadir COMENTARIOS: NUEVO TESTAMENTO nada (22,18-19). Paraddjicamente el Ianto del vidente expresa la situacion de la humanidad incapaz de descifrar su propia historia y an- gustiada ante un horizonte cerrado y sin espe- ranza. El destino de la historia esté en manos de Dios y la clave de lectura es el Cordero. «Un Cordero de pie, como degollado» (5,5-7) «Ha vencido el Leén de Juda, la Raiz de Da- vid... un Cordero.» Con la superposicién de tulos tomados de Gn 49,9 e Is 11,10, el autor identifica a Cristo con ¢l Rey Mesias que ha venido y cha vencido». Paradojicamente el Leon es el Cordero que esta de pie, signo de victoria, pero ha sido degollado. La Pascua es realmente el momento en que Dios ha actua- do. Las cicatrices refuerzan su victoria y nos hablan del camino para llegar a ella. La pala- bra traducida por sc une en cl canto nuevo de {a libe- racin que canta la actuacin del Cordero en Ia historia. Los que cantan han sido hechos «reyes y sacerdotes» (5,10) pero no es lo sacerdotal lo que el autor destaca sino lo real, es decir, el triunfo, porque «reinaran sobre la ticrray. La originalidad de nuestro autor consiste en as ciar sacerdocio y realeza, es decir, culto ¢ his- toria, El autor no piensa'en recintos sagrados con ceremonias especiales sino en Ia historia donde los salvados extienden la victoria del Cordero. El servicio a los hombres haciendo triunfar la vida y el reino de Cristo, ése es su servicio sacerdotal. Al final, sin templo y sin sacerdocio, «rcinaran por los siglos» (22,5). 1692 Los siete sellos (6,1-8,1) El Cordero es el punto de enlace entre lo que precede y la apertura de los siete sellos que sigue. Los cuatro jinetes (cuatro primer sellos) son los que han pasado ala historia, pe- ro los siete forman una unidad y el centro no esta en los cuatro primeros sellos sino en los wes tltimos. Incluso dirfamos que el quinto sello es la clave de la escena y de todo el libro pues en ella se lanza un poderoso clamor por la justicia que Dios escucha. La actuacién de Dios es la respuesta a ese clamor. Los primeros cuatro sellos (6, 1-8) El quinto sello (6,9-11), elemento clave en elibro, y el sexto selio (612.17) El interludio dramatico (7,1-17) Los primeros cuatro sellos (6,1-8) La escena de los cuatro caballos, construida habil y libremente por el autor sobre el trasfon- do de textos de Ezequiel (5,12; 14,21), de Zaca- rias (1,8-10 y 6,1-8) y de referencias a la histo- tia de Su tiempo esta lena de enigmas, no faci- les de resolver. Es mejor no perderse en detalles y captar el conjunto grandioso de la vision. Los cuatro primeros sellos forman una unidad y los Cuatro jinetes son convocados por los cuatro vi- vientes que rodean el trono de Dios. Detras de cada uno de ellos se pueden descubrir referen- cias histéricas que el autor universaliza. El pri- mer jinete, con su caracter de vencedor podria aludir a un poder invasor que amenaza la segu- tidad del Imperio, por ejemplo, los partos (9,13); el segundo reflejaria los tiempos violen- tos de las guerras civiles; el tercero representa el hambre, o mas exactamente el control de ali- menios poniendo precios altos a productos de primera’ necesidad; el cuarto representa, las consecuencias de los anteriores, No parece con- veniente identificar a Cristo con el primer jine- te pues El es quien abre los sellos. De todos mo- dos es digno de notarse el contraste entre el pri- mer jinete «nacido para vencer» (6,2) y el cuar~ to con el nombre emblematico de «Muerte» (6,8). Se trata, por tanto, de una visién proféti- ca del fin, del juicio de Dios sobre la tierra, en respuesta al clamor que brota de las victimas del quinto sello: «Hasta cuando, Senor... no haces justicia?» (6,10). Y la respuesta podria ser una escenificacion de la frase en Ezequiel: «Aqui estoy contra ti para hacer justicia en ti» (Ez5,8). Mas alld de la aparente paz del Impe- rio garantizada para todos los ciudadanos, tn otras fucrzas que Dios mancja y desestabi lizan el Imperio juzgandolo. Las plagas envia- das a la tierra, no siempre faciles de interpreta son vistas por el autor y por la tradicién apoca- liptica como sefiales precursoras del fin y del juicio de Dios. El libro sera una clarificacién progresiva de este juicio. 1693, El quinto sello, elemento clave del libro, y el sexto sello (6,9-11.12-17) Una de las sefiales mas claras del fin es la persecucién y los sufrimientos de los elegidos. De esto nos habla el quinto sello: el clamor de las victimas. También ellas, como el Cordero, han sido degolladas. Estan en lugar privilegia- do, cerca de Dios, «al pie del altar» (6,9), y lan- zan un desaffo «a grandes voces»: «hasta cuando, Sefor... haces justicia y vengas nues- tra sangre de los habitantes de la tierra?» (6,10). El desarrollo del libro demostrara que Dios no es sordo a ese clamor y pondré de ma- nifiesto, frente al poder de sembrar muerte del Imperio, el poder de escuchar el clamor y dar vida que tiene el Cordero. Se les entrega un vestido blanco y ésta es la primera respuesta divina a sus oraciones (como garantia de la victoria) y se les invita a esperar confiados (6,11). El autor invita a sus oyentes a una éti- ca de la confianza y de la resistencia. En el Documenio de Puebla (Tercera Con- ferencia General del Episcopado Latinoame! cano, 1979) encontramos los siguientes parra- fos que parecen el eco del grito de las victimas en el quinto sello: Desde el seno de los diversos paises del conti: nente esta subiendo hasta el ciclo un clamor ca- da vez mas tumultuoso e impresionante. Es el grito de un pueblo que sufre y que demanda jus- ticia, libertad, respeto a los derechos fundamen- tales del hombre y de los pueblos. La Conferencia de Medellin apuntaba ya, ha ce poco mas de diez anos, la comprobacion de es- te hecho: «Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una liberacion ¢ no les llega de ninguna parte» (Med. Pobre- dela Tel. 2) El clamor pudo haber parccido sordo en ese entonces. Ahora es claro, creciente, impetuoso y, en ocasiones, amenazante (Documenio de Puebla 87-89) El sexto sello explicita la ira del Cordero ante el desaffo lanzado por las victimas. La descripcién, impresionante y sobrecogedora, representa la reaccién del universo ante el gran dfa de la célera del Cordero (6,17). So- bre todo se tambalea la seguridad de los po- derosos, los responsables de las victimas, an- te la indignacién de Cristo. El Cordero, ani mal pacifico, aparece con una célera irresisti- ble, porque cuando la injusticia se hace tolerable, la indignacion es un imperative (8,5; 11,18; 14,10; 16,19, y 19,15). De este mo- do el sexto sello es el inicio de la respuesta de Dios al grito del quinto sello, ante tanta vida frustrada y tanta sangre derramada en la his- toria (11,18; 16,5-6; 18,24; 20,4-6). La cdlera expresa la indignacion de Dios ante el mal y su voluntad de intervenir para librar la vida de los suyos, como intervino para librar la vi da del Cordero. APOCALIPSIS, El interludio dramatic (7,1-17) Entre el sexto sello y la apertura del sépti- mo se intercala un compas de espera como respuesta a la pregunta de la humanidad «gquién podra resistir el dia de la cdlera?» (6,17). Se da el mimero de los elegidos, los que pueden resistir seguros, marcados con el sello del Dios vivo. El sello de Dios parece una referencia a Ez 9,4 0 al paso de Dios en Egip- to respetando las puertas selladas con la san- gre del Cordero (Ex 12,13). Los marcados son propiedad de Dios y mis adelante se nos dira que la marca es el mismo nombre del Corde- ro y de Dios (14,1). El nomero 144.000, resul- tado de multiplicar 12 x 12 x 1.000, es name- ro simbélico, expresiOn de la tolalidad y de la universalidad de la salvacion. Expresa la ple- nitud del nuevo Israel, pero abierto a las na- ciones. Para confirmar esta universalidad de los elegidos, Juan ve ahora «una gran muche- dumbre que nadie podia contar> (7,9) y que proclama con voz poderosa la salvacién (7,10 y 12,10). Una verdadera comunidad sin fron- ieras de «los que vienen de la gran tribula- cin» (7,14) que el vidente experimenta en car- ne propia. Entre la tribulacién y la persecu- cidn se va tejiendo el vestido de la novia (19,7). «Han blanqueado sus vestiduras en sangre» y llevan evestiduras blancas y palmas en las ma- nos» y estén «de pie delante del trono». Es de- cir, todos son vencedores y su victoria es la participacién en la victoria del Cordero al que dan culto. Este culto es eterno pues transcurre en la presencia de Dios que ha puesto su tien- da entre los suyos. De esta forma Juan an pa la vision de la nueva Jerusalén, con la tini- ca diferencia de que en ella ya no habra tem- plo. El pueblo de Dios esta en marcha y es guiado y pastoreado por el Cordero (Is 49,10 y Sal 23). El Sefior camina delante de su Iglesia guidndola a la fuente de la vida que esta junto a Dios y al Cordero. Los siete sellos: Las siete trompetas (8,1-11,19) El séptimo sello se abre a un nuevo septe- nario, las siete trompetas, a las que precede tina escena de transicién que es clave para la comprensién de lo que sigue (8,3-5). El con- traste es manifiesto entre el gesto litirgico de ofrecer incienso presentando las oraciones a Dios en medio de un silencio impresionante y amenazador, y el gesto poco litirgico del angel arrojando sobre la tierra el incensario y el fue- go del altar y reforzado por los truenos y el te- rremoto. La imagen empalma con la de 6,10- 1] pero expresa con mas fuerza la indignacion divina por lo que pasa en la tierra. Las trom- petas son la respuesta a las oraciones de los santos y expresion de la cdlera divina. COMENTARIOS: NUEVO TESTAMENTO Las siete trompetas forman una unidad y todas ellas apuntan a la séptima, cuando se acaba el plazo y se consuma el designio de Dios (10,7). Un designio de salvacién, en que el Mesias asume el poder y empieza a reinar sobre el mundo (11,15-17), y de juicio «para destruir a los que destruyen la tierra» (11,18). El juicio a Babilonia es la mejor expresién de esto (18,24). El resto del libro describe este tinico acontecimiento a pesar de la multitud de escenas que el autor nos va a presentar. La secci6n se puede dividir de esta forma: Las cuatro primeras trompetas (8,7-12) Quinta trompeta y primer «ay» (8,13-9,12) Sexta trompeta y segundo «ay» (9,13-21) Compas de espera: vocacién profética (10,1-11,14) Séptima trompeta, tercer «ay» (11,15-19) Las cuatro primeras trompetas (8,7-12) Un Angel, tocando la trompeta, sefiala el co- mienzo del juicio de Dios, todavia premonito- rio, no decisive, como dando tiempo a la con- version (9,20). Las plagas de las cuatro prime- ras trompetas, como los cuatro primeros sellos, afectan al ambiente en que vive el hombre (la tierra, el mar, los rios, los astrus) y tienen como trasfondo las plagas de Egipto, expresion de la justicia de Dios contra el imperio opresor, el de Egipto o el de turno (Ex 9,24; 10,21). Aunque la proporcién ha aumentado con respecto a 6,8 (un cuarto), en estas plagas se salva mas de lo que se pierde (un tercio), Los hombres no son tocados; es advertencia que invita a la conver- sién (9,20), aunque, como en Egipto, el coraz6n de los hombres se endurece y no se convierte. Por eso las cuatro trompetas desembocan en la vision anticipatoria de los tres «ayes» (8,13). Quinta trompeta y primer «ay» (8,13-9, 12) La quinta trompeta, que coincide con el pri- mer «ay», se inspira en Jt 1-2 y en Jr 51,27, Se Tienen corona de oro y rostro humano (9,7) y estén aparejadas para la guerra, con coraza de hierro sobre el pecho (9.9) y sin compasién al- guna ante la violencia. Su rey tine un nombre que lo dice todo: Exterminador (9,11). Pero es- tan los protegidos por la marca de Dios, a los que se les atormenta pero no se los mata (9,5). Sexta trompeta y segundo «ay» (9, 13-21) En contraste con 7,1-3, en que se retenfa a los angeles para no dafiar la tierra ni los elegi- dos, se da ahora la orden de soltarlos «para ma- tar. ala tercera parte de la humanidad» (9,15). 1694 La orden procede del altar (8,3) resaltando de este modo que es la respuesta de Dios a las ora- ciones de los santos. El Eufrates no sdlo es nombre geografico de un rio, es sobre todo in- dicacién de una frontera (Is 8,7) y de una ame- naza de invasién. El Imperio mira con horror al oriente, mas alla del Eufrates, donde estan los amenazadores partos que causaron mas de un problema a Roma. Nuestro autor los trasciende y los ve como signos del fin; subraya el peligro y la amenaza diciéndonos el niimero de los netes: (11,19; 12,1.3). La continuidad con Jo anterior es manifiesta. Los caps. 11-12 se refieren al mismo tiempo («mil doscientos sesenta dias 11,3 y 12,6 6 13,5). Lo que han vivido los dos testigos les toca ahora vivir a toda la comuni- dad mesidnica. Se trata del tiempo pascual, tiempo de proiecta, tiempo del testimonio, tiempo de la prueba, pero en el cap. 12 se dara ra76n de la hostilidad contra la mujer y su des cendencia. El autor nos presenta en este cap. 3 momentos de una misma visién: la mujer y el dragon (1-6), la batalla en el cielo (7-12) y, de nuevo, la mujer y el dragon (13-17). La clave esté en Ja escena central en el cielo: en el desa- fio implicito en el nombre de Miguel (= ¢quién como Dios?), en Ja proclamacién «ha sonado la hora de Ia victoria de nuestro Dios y de la po- testad de su Cristo» (12,10) y en la cuadruple afirmacién sobre el dragén «ha sido precipita- do». La seccion se podria Hamar «el dragén vencido». La Iglesia se enfrenta a un enemigo

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