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Resumen de Filosofia
Resumen de Filosofia
buena vida, no tal y como podría entenderse hoy desde una dimensión individualista.
y de la polis, cuidar tanto la buena organización del alma como de la ciudad. En esta
éticas.
La época clásica:
la ciudad de Atenas. Esta época cristaliza estructuras político-democráticas (Pericles), aunque con
tensiones que hacen a Platón, entre otros, iniciar su periplo filosófico. Como el mismo Platón
reconoce en su
Carta VII: “Al ver esto, y al ver los hombres que llevaban la política, cuanto más consideraba yo las
leyes y las
costumbres y más iba avanzando en edad, tanto más difícil me fue pareciendo administrar bien los
asuntos
que solo con su luz se puede reconocer dónde está la justicia en la vida pública y en la vida
privada. Así, pues, no acabarán los males para los hombres hasta que llegue la raza de los
puros y auténticos filósofos al poder o hasta que los jefes de las ciudades, por una
1571).
La condena a muerte de Sócrates (399 a. C.), su maestro amado, hizo a Platón desarrollar una
visión
pesimista de la democracia, que se traduce en la figura del filósofo que ajustician en el mito de la
caverna.
Además, la llegada al poder de algunos de sus parientes aristocráticos en la tiranía de los treinta
(404 a. C.)
LECCIÓN 1 de 4
La época clásica
con la pretensión de desarrollar un programa educativo integral, del que pudieran salir los futuros
formación, albergó a numerosos discípulos, entre ellos, el que habría de convertirse en uno de los
más grandes pensadores de la historia de la filosofía: Aristóteles.
La decadencia de la polis marca la reflexión filosófica de Platón. En su obra Las leyes muestra su
escepticismo sobre las reformas políticas, optando por combinar modificaciones legislativas con
programas
Pero la época clásica ateniense también fue de máximo esplendor en el plano cultural: las artes
(arquitectura, escultura y teatro), las ciencias y, por supuesto, la filosofía, atraviesan un periodo de
gran esplendor sin precedentes hasta entonces.
Así como los presocráticos se ocuparon de la naturaleza y los sofistas con Sócrates realizaron un
giro
y el de Aristóteles. Entre ambos, pese a sus afinidades, emergen también diferencias que van a
signar el
mientras para Platón la realidad son las ideas trascendentes, para Aristóteles la realidad es la
sustancia de
A diferencia de Sócrates, Platón compartió sus reflexiones por escrito. En sus obras hay toda una
propuesta
de juego: como piezas teatrales, los personajes se entrelazan en diálogos en los que Sócrates se
presenta
como el principal referente de sabiduría. Será la intervención de la pregunta socrática la encargada
de arrojar
luz a los interlocutores en los diálogos platónicos para que éstos puedan arribar a reflexiones
argumentadas.
Las obras de Platón suelen agruparse en cuatro grandes períodos, cuya ordenación más tradicional
es la
siguiente:
Período socrático:
Aquí se observa claramente la influencia en los escritos de Platón de su maestro, y, por tanto, de la
mayéutica y la ironía socrática. Los escritos de esta etapa se conocen bajo el nombre de “diálogos
socráticos” o “diálogos menores”. Las obras más destacables son las siguientes:
Apología de Sócrates,
Protágoras, y
La República
Período de transición: –
Las obras que se agrupan aquí tienen lugar durante y después del primer viaje de Platón a Sicilia y
su
encuentro con el pitagorismo itálico. Comienzan aquí a delinearse los temas centrales de sus obras
de
madurez (como la teoría de las ideas y la de la inmortalidad del alma). Se destacan las siguientes:
Gorgias, y
Menón
Diálogos de madurez: – Se agrupan aquí cuatro diálogos que se convierten en la puerta grande del
pensamiento platónico. En estas obras, aparecen reunidas sus más célebres alegorías y mitos:
Banquete Fedón Libros II-X de La República, y Fedro
Obras de vejez –
En esta producción sobresale un Platón atento a la revisión y a la autocrítica con respecto a sus
propias
ideas. Emergen así algunas dudas con relación a la teoría de las ideas y quizá, en virtud de esto, su
Teeteto
Parménides, y
Platón dejó muchas citas célebres que nos sirven para ejercitar el pensamiento. Si hiciéramos una
búsqueda ahora por internet sobre frases de este filósofo aparecerían algunas como las siguientes:
El Timeo
“Ya hemos dicho que el legislador, cuando trate de promulgar sus leyes, debe proponerse tres
objetivos: que el Estado que ha de aplicarlas debe ser libre; que sus ciudadanos han de estar
“La mayor declaración de amor es la que no se hace. El hombre que siente mucho, habla poco”
“El que aprende y aprende y no practica lo que sabe es como el que ara y ara y no siembra”
“El hombre sabio querrá estar siempre con quien sea mejor que él”
“El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las
Si observamos con atención, no encontraremos en ellas un tema específico; parecen más bien
abarcar un
gran número de cuestiones, y lo que sabemos respecto de ellas es que configuran amplias
concepciones
Comenzaremos aquí por referirnos a las dos primeras: las ontológicas (relativas al estudio del
“ser”) y las
epistemológicas (relativas al estudio de lo que nos es dado conocer). Ambas están estrechamente
Recuperemos, previamente, las posiciones de Heráclito y Parménides. Vimos que entre estos
filósofos se
instala el debate acerca de lo uno y lo múltiple: la realidad es examinada, por un lado, desde la
idea de un ser
eterno e inmutable (el monismo de Parménides), y por otro, desde la idea de una multiplicidad de
Un elemento fundamental de la filosofía platónica será su intento por reunir ambas visiones
cruzando estas
miradas, es decir, considerando tanto la inmutabilidad que impone la razón parmenidea junto con
su
desconfianza de los sentidos como la existencia de una multiplicidad de fenómenos que se nos
dan en la
experiencia.
De modo que Platón intenta armonizar la visión de Heráclito con la de Parménides estableciendo
un
dualismo entre un mundo sensible, sometido al cambio constante, y un mundo inteligible, eterno
y perfecto.
Los objetos que componen ese mundo sensible son, para Platón, copias imperfectas de las Ideas
que
Observemos atentamente la figura 2 e intentemos descifrar cuál puede ser la relación con esta
pregunta que
Ideas.
En el Libro VII de La República (Platón, 1997) aparece el mito de la caverna, que es, sin duda, una
de las más
Estas preguntas son claves para iniciar nuestra exploración sobre lo que Platón nos trasmite con
este mito.
Platón comienza describiendo esta situación ficticia diciendo que en el interior de una caverna hay
unos
hombres que permanecen encadenados desde su nacimiento y que no han podido salir de ella
nunca. Así,
quietos como están, solo pueden mirar hacia adelante porque las cadenas les impiden levantarse y
girar la
vista. Lo único que pueden hacer es observar esa pared. Sin embargo, detrás de ellos, a una cierta
distancia,
hay una hoguera cuya luz refulge alta, y entre ella y los prisioneros hay un muro. A lo largo de ese
muro
¿Qué ven los hombres que están sentados contra el muro, objetos reales o solo sombras?
¿Qué podrían creer esos hombres con respecto a lo que ven en la pared de la caverna si
caminan unos hombres que transportan objetos de todo tipo, que sobresalen por encima de la
pared del
muro. La sombra de estos objetos se proyecta en la pared que está frente a los encadenados.
Sin posibilidades de moverse, estos prisioneros toman por reales los objetos que observan cuando
no son
otra cosa que sombras proyectadas desde el interior de la caverna. De modo que lo que ven son
“copias
imperfectas” de las cosas, aunque para ellos, lejos de ser una realidad engañosa, lo que observan
son entes
realmente existentes.
Platón nos dice que, si uno de los hombres lograra deshacerse de las cadenas y pudiese mirar
hacia atrás,
el resplandor lo confundiría y la luz del fuego lo obligaría a apartar la mirada. Del mismo modo, si
caminara
por esa subida escarpada para salir de la caverna, la luz del sol lo enceguecería aún más, y
necesitaría
acostumbrarse lentamente para poder percibir lo que lo rodea. De algún modo, luego de un
tiempo, este
Igual que los ojos del cuerpo captan las formas de los objetos, los ojos del alma (el proceso
intelectivo)
captan para Platón las formas inteligibles, más depuradas, abstractas y desligadas de la realidad
sensible
de los sentidos. Cuando el alma se dirige a lo sensible (las sombras proyectadas en la pared de la
caverna),
se mueve en el terreno de la opinión (doxa); cuando, en cambio, se dirige hacia un mundo que
solo se capta
por la inteligencia (el mundo inteligible, los entes reales), accede a la verdad, porque este mundo
es el de las
entidades perfectas e incorruptibles, que son las ideas (episteme). Por otra parte, por encima de la
diversidad de formas individuales hay una única Forma que es la más suprema y perfecta de todas
que es la
Nuestros sentidos entonces nos imponen la existencia de un mundo material que simula lo real. En
ese
mundo, los objetos de nuestra experiencia sensible son copias imperfectas de las Ideas, arquetipos
inmutables y únicos.
a un alma eterna y perfecta) y, por supuesto, en su teoría del conocimiento, tal como vimos: al
mundo
sensible se lo conoce mediante la opinión (doxa), mientras que al inteligible se lo conoce mediante
el
conocimiento (episteme).
El mundo de las ideas contiene los arquetipos de las cosas visibles. Al tenor de estos
arquetipos surgieron, como copias, las cosas de este nuestro mundo, y como tales tienen
esencial de todas las cosas y significa una causalidad más fuerte que cualquier presión o
impulso dinámico, puesto que este se refiere sólo al movimiento y cambio espacial y
temporal, mientras que aquella participación funda en el arquetipo la esencialidad del ser
¿De qué forma nos resuena la filosofía platónica en nuestros días? La doctrina de las ideas ilumina
muchos
de manera independiente a las particulares opiniones de los sujetos, adquiere una gran
importancia y
sentido.
Pensemos, por ejemplo, en los medios de comunicación. Leamos atentamente el recuadro que
está a
continuación en el que se destaca el título de una noticia publicada en el diario El País, en 2017.
Es una realidad, cada vez más manifiesta, que los medios de comunicación pueden hacernos vivir,
como los
mantiene lejos de la verdad. Los hechos pueden disfrazarse de cientos de maneras a través de
tecnologías
y redes que enmascaran el mundo de la experiencia sensible, haciéndonos creer que están
alumbrando los
girar la cabeza, observaríamos los verdaderos artilugios, vanidades y peligros que superan la pared
del muro.
una liga mundial, también en la vieja Europa y España; en los congresos de los partidos
políticos, en los testimonios de los dirigentes ante los parlamentos o ante los jueces; se
miente a los ciudadanos, a los accionistas de las empresas que quiebran y a los
moderna, verdadera...), debiera ser un feliz maridaje entre justicia y libertad, entre
decentes, con dirigentes (políticos, institucionales o empresariales, tanto monta) que sean
transparentes en su actuar y acepten rendir cuentas como una obligación y no como señal
defensa y el cuidado de las cosas que son de todos, aunque estén en nuestras manos.
De muchas maneras, el mito de la caverna de Platón parece corresponderse con nuestras vidas
actuales. Y
las últimas fases del mito también. Hay muchos que, como en el mito, intentan emprender su
salida de la
caverna y denunciar que lo que estamos tomando por real no es más que una gigante sombra
(pensemos,
por ejemplo, en someter a este análisis los casos de filtración informática que consiguen revelar
extradiciones, exilios y una búsqueda incesante de refugio. La visión que consiguen tener de la
realidad se
convierte, en muchos casos, en un serio problema para muchos gobiernos, empresas y personas
que ven
amenazada la posibilidad de sostener la manipulación que precisan para alcanzar sus objetivos.
YOUTUBE
que ganó fama mundial por haber expuesto a la luz pública cientos de mi...
VER EN YOUTUBE
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¿Qué más nos cuenta el mito en un plano más ético-político? Como vimos, el personaje que se
libera no se
pensar en dos grandes razones para esta vuelta. La primera, porque para producir el conocimiento
no basta
con acceder a las Ideas ni mucho menos entenderlas; a las Ideas las contempla la parte más
sublime del
alma. La segunda es de tipo ético: la verdad no es solo para uno, hay que compartirla. Aquí entra
en escena
Para comprender cómo el alma puede, por su propia naturaleza, acceder al mundo de las Ideas,
Platón
considera en diversas obras que el alma es inmortal y, por lo mismo, antes de caer encerrada en el
cuerpo,
ha estado en contacto con el mundo de las Ideas. Por eso, cuando, a propósito del mundo
sensible, se
disparan estos grados de conocimiento, el alma va recordando las Ideas que había contemplado
antes de
caer encerrada en el cuerpo. De tal modo: aprender es recordar. Esta concepción, conocida como
“teoría de
El alma pues, siendo inmortal y habiendo nacido muchas veces, y visto efectivamente
todas las cosas, tanto lo de aquí como las del Hades, no hay nada que no haya aprendido;
de modo que no hay de qué asombrarse si es posible que recuerde no sólo la virtud, sino el
resto de las cosas que por cierto antes también conocía. Estando pues, la naturaleza toda
emparentada consigo misma y habiendo el alma aprendido todo, nada impide que quien
recuerde una sola cosa -eso que los hombres llaman aprender- o encuentre él mismo
el aprender no son otra cosa, en suma, que una reminiscencia. (Platón, trad. en 1987, p.
302).
discípulo de Platón, con quien se formó en la Academia. Con el tiempo formará su propia escuela,
denominada “Liceo” (335 a. C.), en honor a Apolo Licio. Se sabe que impartía sus lecciones
paseando
del saber científico de su época (Reale, 1985). No en vano, cuando se recupera su legado, tras los
primeros
años de oscuridad cultural en occidente, será conocido como “El filósofo” por los tratadistas
medievales,
Aristóteles se mantiene muy crítico con respecto a la teoría de las ideas platónicas. No asume la
necesidad
de formas separadas (Ideas) para explicar el proceso de conocimiento y tampoco considera que tal
mundo
separado pueda tener subsistencia al margen de la materia sensible que lo soporta. Por esto, su
ontología
(teoría de la realidad) gira en torno a la teoría del hilemorfismo. Todo lo existente está compuesto
de una
Para Aristóteles el ser se dice de los entes de múltiples modos (Aubenque, 1974), pudiéndose dar
así una
visión de la realidad relativa a la sustancia (realidad absolutamente singular que tiene subsistencia
pese a
los cambios) y otra relativa a las formas (sustancia segunda y accidentes) que esta sustancia va
adquiriendo:
El alma es más bien una tabla rasa en la que no hay nada escrito. Mediante los sentidos se
le imprimen imágenes de fuera. Aristóteles se muestra más positivo que Platón acerca del
conocimiento sensible. Los sentidos tienen la función de transmitirnos las formas de los
seres que laten en los objetos individuales concretos constituyendo sus formas
pero de ellas se puede extraer una imagen universal, si se dejan de lado las diferencias
individuales secundarias, algo así como la forma de un sello es siempre la misma, si bien,
por razón de la materia en que se imprime el sello, la impresión es distinta cada vez. Esta
2012: 84).
Se conoce así mediante un proceso de abstracción por el que se categoriza en especies y géneros
los
Todos los seres, incluido el ser humano, son compuestos de materia y forma. La forma establece
elementos
universalizables de los seres, pues el conocimiento necesario de las ciencias ha de buscar las
formas. Pero
la materia es el principio que individualiza la sustancia, de modo que no hay posibilidad de una
realidad en la
singular, operando mediante procesos de abstracción parejos a las definiciones, usando todo un
entramado
conceptual de categorías, que van obteniendo los elementos de necesidad en la identificación del
objeto
Recopiló constituciones y analizó formas políticas tras recopilarlas (Política). Tuvo su propia obra
ética, que
humanas (Ética a Nicómaco, Ética a Eudemo). Recopiló diversas formas de argumentar sofísticas
(Tratados
Segundos analíticos).
En Aristóteles hay una fuerte apuesta por el estudio de los fenómenos sociales en su materialidad
y
concreción. El dualismo antropológico de Platón (la oposición cuerpo y alma, siendo el cuerpo una
cárcel
para el alma) se traduce en una ética menos proclive al valor de lo sensible; en cambio, el
hilemorfismo
En lo político, la perspectiva de ambos autores se traduce en diferentes conceptos del orden justo:
ambos
son críticos con la democracia, bien porque tiende a degradarse en tiranía, al desordenarse los
deseos
república (Aristóteles). Sin embargo, mientras Platón busca un orden ideal que pueda implantarse
en las
diferentes realidades, Aristóteles no duda en considerar que cada tipo de sociedad tendrá formas
de
Aun contando con estas diferencias, es importante conocer que en Platón la construcción política
está
íntimamente conectada con su teoría del alma. El alma se compone, en Platón, de tres
dimensiones (tres
tipos de alma): el alma apetitiva, el alma volitiva, y el alma racional. Todos los seres humanos
tienen estos
tipos de alma, pero en algunos predomina más uno que otro. Por esto, Platón recomienda
observar a los
niños desde pequeños e ir orientándolos en las virtudes relativas a ellas. La virtud de la justicia
emerge
cuando en una sociedad se ha fomentado para cada grupo de personas, definido en función del
predominio
de uno de estos tres tipos de alma, la virtud (excelencia de la acción) que les es propia. En el
modelo social
propuesto por Platón, “los niños y niñas” (en esto Platón fue muy avanzado) han de ser orientados
en
función del tipo de alma que en ellos predomina, de tal modo que:
Aquellos en los que predomine la parte apetitiva del alma se han de orientar hacia el grupo de
los productores, pues la pasión por la posesión es fuente de riqueza. Pero esta pasión, si se
contra el orden social mismo. Cuando en una sociedad predominan los productores, puede
haber todo tipo de conflictos que pueden derivar en oligarquías de poder, guerras civiles,
etcétera. Por esto, Platón considera que hay que educar a los productores en la virtud de la
Los que tengan una mayor propensión hacia el alma volitiva, por su arrojo, podrán ser buenos
guardianes. Sin embargo, también ha de considerarse que la tendencia irascible (si bien noble,
porque testimonia el afán por la justicia) termina por generar la desmesura en la solución de
los problemas, como sucede, nos dice Platón, cuando los militares ocupan el poder. Por esto
¿Cómo puede el alma ordenarse bien? Platón considera en esta dirección una alegoría. Se trata de
la alegoría
del carro alado. Compara las tres partes del alma con los diversos componentes de un carro
mitológico: el
auriga, un corcel blanco y otro negro. El auriga representa la razón, el corcel negro, el alma
apetitiva o
concupiscible, y el blanco, el alma volitiva o irascible. El arte de conducir bien el carro exige que el
auriga
sepa conducir ambos corceles, es decir, supone que la razón sepa orientar a las restantes almas
(concupiscible e irascible).
Cómo es el alma, requeriría toda una larga y divina explicación; pero decir a qué se parece,
es ya asunto humano y, por supuesto, más breve. Podríamos entonces decir que se parece
a una fuerza que como si hubieran nacido juntos, lleva a una yunta alada y a su auriga.
Pues bien, los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos, y buena su
casta, la de los otros es mezclada. Por lo que a nosotros se refiere, hay, en primer lugar, un
conductor que guía un tronco de caballos y, después, estos caballos de los cuales uno es
bueno y hermoso y está hecho de esos mismos elementos y el otro de todo lo contrario
como también su origen. Necesariamente, pues, nos resultará difícil y duro su manejo.
En Aristóteles el alma opera en conjunción al cuerpo; asimismo, existen tres tipos de alma: la
vegetativa
(plantas), la sensitiva (animales) y la racional (ser humano), de tal modo que la diferencia
específica del ser
humano es la racional. Por este motivo, el ejercicio de la razón será su excelencia, su virtud más
propia, y no
tanto el ejercicio de las funciones sensitivas o vegetativas; sin prejuicio de lo cual para Aristóteles
todas
Cuando se observe que los niños tienen mayor propensión hacia el alma racional, habrá que
potenciarles la pasión por el conocer y llevarlos a indagar en las últimas verdades. Y, para que
no se sientan tentados a ocuparse solo del saber por el saber mismo, sino que, pese a que no
les reporte bien alguno, quieran ocuparse en la política (arte de construir polis, ciudad), ha de
estas almas están presentes, de modo que poder construir o edificar un carácter (ethos, en
griego), de lo
útil), el contemplativo (cuyo bien es el conocimiento teorético) y el práctico, cuyo bien es la buena
disposición del carácter (ética) o de la polis (política). A diferencia de las posiciones más
intelectualistas,
Aristóteles señala que las virtudes propias de conocimiento no son las mismas que las de la ética.
Mientras
las primeras son la excelencia en el ejercicio de la razón teórica (virtudes dianoéticas), las virtudes
éticas lo
serán del ejercicio de la razón práctica. Esta razón es la prudencia, una suerte de arte de calcular el
término
medio entre dos extremos. Este término medio, relativo a cada persona y situación, es la virtud.
Ahora bien, la
virtud no puede ser ocasional, sino que tiene que ser ejercitada e incrustarse en los hábitos de las
personas.
Por eso, la ética ha de contar con las pasiones humanas, pues la buena organización del carácter,
la
Estoy hablando de la virtud ética, pues ésta se refiere a las pasiones y acciones, y en ellas
hay exceso, defecto y término medio. Por ejemplo, cuando tenemos las pasiones de temor,
osadía, apetencia, ira, compasión, y placer y dolor en general, caben el más y el menos, y
ninguno de los dos está bien; pero si tenemos estas pasiones cuando es debido, y por
aquellas cosas y hacia aquellas personas debidas, y por el motivo y de la manera que se
debe, entonces hay un término medio y excelente; y en ello radica, precisamente, la virtud.
En las acciones hay también exceso y defecto y término medio. Ahora, la virtud tiene que
ver con pasiones y acciones, en las cuales el exceso y el defecto yerran y son censurados,
mientras que el término medio es elogiado y acierta; y ambas cosas son propias de la
La prudencia es la madre de las virtudes, y ejercitarla es en sí una virtud. Del ejercicio prudencial
mediante el
cálculo del término medio oportuno según la situación, persona, lugar, etcétera, nace la acción
virtuosa. El
bien humano, al que todos apetecemos, se obtiene mediante el ejercicio de la vida virtuosa. Este
bien es la
felicidad: eudaimonía (buen destino (tino), en griego). La felicidad se persigue por sí misma, no es
un bien
para otro bien posterior, como sucede con las riquezas, por ejemplo; pero, a su vez, no es
tampoco la
satisfacción a una virtud puntual: es el ejercicio de la razón humana en sus dimensiones, entre
ellas, la
dimensión ética.
Como se mencionó, la virtud es un término medio entre dos extremos, y aun las pasiones en sí
tienen su
buscamos bienes comunes, señala Aristóteles. El ser humano es un ser social por naturaleza,
precisa de la
comunidad y obtiene en ella goce y bienestar. Por esto apuesta por el bien común, administrado
por buenas
leyes.
Un bien es común no por ser más grande o de mayor dimensión, ni es un bien en sí, sino que se
encuentra en
otros bienes cuando estos son dispuestos conforme al bien de la sociedad, a la eutaxia: equilibrio
entre los
diversos intereses y bienes particulares. Para el caso del honor, por ejemplo:
Así parece que ocurre también en las ciudades. No se honra, en efecto, al que no
proporciona ningún bien a la comunidad, pues el bien común se otorga al que favorece a la
diferencia del platónico (más atento a los rasgos psicológicos y éticos), Aristóteles presta atención
a la
dimensión funcional. El bien común está relacionado con el predominio de un buen ordenamiento
social
(eutaxia), en la medida en que predomina el interés de la clase media (entre los muy ricos y los
muy pobres).
que atiende al interés del monarca, la oligarquía al interés de los ricos y la democracia al
Cada forma de gobierno, en tanto atiende al bien común (el bien que reside en aquellos bienes
que
benefician a toda la comunidad, lo que supone no escorarse ni hacia los ricos ni hacia los pobres),
es
legítima: así sucede con la monarquía (gobierno de uno solo), la aristocracia (gobierno de unos
pocos, los