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Tamayo Gavilán.

Encarceló a varios dirigentes políticos ―entre ellos al expresidente Hipólito


Yrigoyen―, impuso censura a los diarios, intervino las universidades anulando el régimen de
autonomía y cogobierno establecidos desde la Reforma Universitaria de 1918. Una vez producido el
golpe, la flamante Confederación General del Trabajo adoptó actitudes de complacencia frente al
régimen militar.24
En el plano económico, la depresión mundial incidió en el país y ocasionó una gran disminución de
los ingresos, la caída del consumo y el crecimiento de la desocupación. En cuanto al plano político,
Uriburu intentó un modelo altamente represivo, con ley marcial y tribunales militares para juzgar a
civiles que se opusieran al gobierno de facto. Su idea era instalar un régimen corporativo al estilo
del fascista italiano Benito Mussolini25, pero el resultado de las elecciones demostró que no tenía
apoyo y debió desistir del proyecto.
A principios de 1931, llamó a elecciones en la provincia de Buenos Aires, pero luego las anuló
debido a que había ganado la Unión Cívica Radical. En noviembre de ese año, convocó
nuevamente a elecciones luego de prohibir las candidaturas del radicalismo y organizar un sistema
que se reconocía públicamente como fraudulento,26 dando comienzo a la que se denominó Década
Infame. En esas condiciones, resultó «elegido» presidente el general Agustín P. Justo, quien
representaba el conservadurismo liberal que había sido aniquilado con la sanción de la Ley Sáenz
Peña.
En marzo de 1931, Uriburu recibió a Eduardo de Windsor, príncipe de Gales y heredero al trono
británico, con quien visitó Campo de Mayo, el Hipódromo Nacional, y el balneario de Mar del Plata,
para inaugurar la Exposición Británica de Artes e Industrias en el predio de La Rural.

Félix Uriburu emite su voto en las elecciones del 8 de noviembre de


1931.

Ensayo corporativo[editar]
Uriburu juró respetar la Constitución Nacional y la Ley Sáenz Peña, y en su discurso invitó a la
población a corregir los "abusos" del yrigoyenismo a través de las urnas. Pero ese discurso se debía
al apoyo que había necesitado del sector "liberal" dirigido por Justo y Sarobe. Con el paso de los
días, volvió a sus ideales corporativistas en sus discursos y en el nombramiento de autoridades.
Aspiraba a reemplazar la Constitución y el sistema democrático por otro, completamente distinto, en
que no fuera el voto individual el que decidiera el rumbo político, sino la opinión de corporaciones,

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