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Universidad tecnológica de los andes

Tema: facultad de información y petición de gracia

■ Curso: derecho administrativo

■ Docente: Evangelina lía Ccarhuarupay Béjar

■ Integrantes:

CUSCO-2021
Índice
1. facultad de solicitar información………………………………… 5

1.1. finalidad del acceso a la información………………………….. 6


1.2. limitaciones……………………………………………………… 7

2. facultad de formular consultas…………………………………... 8

2.1. los pronunciamientos vinculantes……………………………… 9

3. peticiones de gracia……………………………………………….. 10

3.1 concepto del derecho de petición……………………………….. 11

3.2 regulación de la petición graciable……………………………... 11

3.3 la ip como una petición de gracia………………………………. 15

3.4 marco jurídico…………………………………………………… 19

derecho de petición administrativa………………………………… 19

facultad de formular peticiones de gracia…………………………. 19

requisitos de los escritos……………………………………………. 20


bibliografía………………………………………………………….. 22

linkografía…………………………………………………………... 22
1. FACULTAD DE SOLICITAR INFORMACIÓN

La Ley del Procedimiento Administrativo General señala que el derecho de


petición administrativa incluye también la facultad de solicitar la información
que obra en poder de las entidades, siguiendo el régimen previsto en la
Constitución y la Ley. De hecho, el Tribunal denomina a ello petición
informativa, señalando que se encuentra referida a la obtención de
documentación oficial contenida en los bancos informativos o registros
manuales de la institución requerida.

Sin embargo, aquí nos encontramos en realidad ante un derecho constitucional


distinto, que es el derecho de acceso a la información pública, cuyo ámbito
también es diferente. En tal sentido, el inciso 5) del artículo 2º de la
Constitución señala que toda persona puede solicitar sin expresión de causa la
información que requiera y recibirla de cualquier entidad pública, en el plazo
legal. La importancia de este derecho fundamental excede el ámbito
administrativo, en tanto existe un proceso constitucional, denominado hábeas
data, el mismo que se encuentra destinado a proteger dicho derecho a través
del uso de los órganos jurisdiccionales, e inclusive, del Tribunal Constitucional.

A fin de cumplir con dicho derecho de acceso a la información, las entidades


deben, en primer término, establecer mecanismos de atención a los pedidos
sobre información específica. Ello se hace efectivo a través de la asignación de
dicha competencia a un órgano o funcionario específico, elección que en
general recae en la llamada Secretaría General, como órgano de apoyo
encargado de la asesoría y asistencia a la Alta Dirección de la entidad.
Asimismo, las entidades deben prever el suministro de oficio a los interesados,
incluso vía telefónica, de la información general sobre los temas de interés
recurrente para la ciudadanía. Esto último resulta ser una novedad en el
ordenamiento jurídico peruano, y se hace efectivo a través incluso de
mecanismos informáticos, como el correo electrónico o el uso de la página web
institucional, mediante el empleo del llamado portal de transparencia.

1.1. Finalidad del acceso a la información

En términos de participación ciudadana, la facultad de obtener información


respecto del Estado se configura como un mecanismo de control y fiscalización
de los particulares respecto del Estado y la Administración Pública en particular
a fin de verificar el respeto de los valores constitucionales referidos a los
derechos fundamentales y el principio de legalidad. La obligación de otorgar la
información pertinente por parte del Estado obliga a este a ser eficiente en su
manejo de los servicios y bienes a su cargo.

En primer término, la existencia de información adecuada a la cual puede


acceder el particular reduce los costos en que el mismo debe incurrir para
realizar los diversos procedimientos administrativos existentes. El acceso a la
información forma parte del cúmulo de formalidades costosas que se imputan
al administrado y que buscan ser eliminadas mediante los procesos de
simplificación y racionalización administrativas a los cuales hemos aludido de
manera reiterada en trabajos anteriores.
En segundo lugar, y en el ámbito subjetivo del derecho fundamental en
cuestión, es preciso indicar que la falta de acceso adecuado a la información
genérica de la entidad puede colocar al administrado en abierta indefensión
respecto a la administración, dado que este no podría conocer el
funcionamiento de la entidad de manera directa. Como si ello fuera poco, dicha
indefensión podría generarse también respecto de otros administrados, en
particular en el contexto de procedimientos trilaterales o ante denuncias de
parte. A ello debemos agregar el hecho de que el derecho de acceso a la
información pública es también un derecho relacional, puesto que permite el
ejercicio de otros derechos fundamentales, como las libertades informativas, o
como ya se ha dicho, el debido proceso.

Ahora bien, estas normas tienen por finalidad asegurar la transparencia del
funcionamiento de la Administración Pública, de lo que ha dado a llamar
derecho a la transparencia en otras latitudes. Y es que detrás de la concepción
de transparencia existen preocupaciones diversas, como una mejor garantía de
las libertades públicas, en especial las relativas a la defensa del particular; la
mejora de las relaciones entre administración y administrados; el refuerzo del
control de la administración por parte de los particulares y el Poder Judicial,
entre otras.

Conforme a las normas de control, la transparencia implica que es el deber de


los funcionarios y servidores públicos permitir que sus actos de gestión puedan
ser informados y evidenciados con claridad a las autoridades de gobierno y a la
ciudadanía en general, a fin de que estos puedan conocer y evaluar cómo se
desarrolla la gestión con relación a los objetivos y metas institucionales y cómo
se invierten los recursos públicos.

Finalmente, hoy en día, y la luz de la doctrina administrativa moderna, el


concepto de secreto administrativo está más bien siendo severamente
discutido, cuando no concebido como un impedimento para el ejercicio de
determinados derechos fundamentales de los administrados. Ello implica,
además, que no exista entidad alguna que pueda eximirse de la obligación
antes indicada.
1.2. Limitaciones

Están exceptuadas del precepto constitucional que venimos refiriendo las


informaciones que afecten la intimidad personal —que configura también un
derecho constitucional— y las que se excluyan por ley o por razones de
seguridad nacional. De hecho, la Ley de Transparencia y Acceso a la
Información establece claramente la existencia de tres supuestos que limitan el
derecho al acceso a la información: la información secreta, la información
confidencial y la información reservada. La información secreta es aquella
que se sustenta en razones de seguridad nacional, que además tenga como
base fundamental garantizar la seguridad de las personas y cuya revelación
originaría riesgo para la integridad territorial y/o subsistencia del sistema
democrático; así como respecto a las actividades de inteligencia y
contrainteligencia, en función de las situaciones expresamente contempladas
en la Ley.

Por otro lado, la información considerada como reservada se dirige a razones


de seguridad nacional en el ámbito del orden interno cuya revelación originaría
un riesgo a la integridad territorial y/o la subsistencia del sistema democrático;
o toda aquella cuya revelación originaría un riesgo a la seguridad e integridad
territorial del Estado y la defensa nacional en el ámbito externo, al curso de las
negociaciones internacionales y/o la subsistencia del sistema democrático en el
ámbito de las relaciones internacionales del Estado.

Finalmente, la información considerada como confidencial incluye un conjunto


de limitaciones más o menos heterogéneas, que se refieren a la toma de
decisión del Estado, o en particular, de la Administración Pública; la intimidad
personal o familiar, que incluye la referencia a la salud personal; así como el
secreto bancario, tributario, comercial, industrial, tecnológico y bursátil.

Es evidente que el listado de los supuestos que conforman la citada


información es taxativo y debe ser interpretado restrictivamente. Se presume
entonces que la información que no está incluida en ninguno de dichos listados
es información pública y el administrado posee irrestricto derecho de acceso a
la misma. Como resultado, la negativa injustificada del funcionario público a
cumplir con la obligación de proporcionar dicha información genera las
responsabilidades establecidas por la Ley.

2. FACULTAD DE FORMULAR CONSULTAS

De acuerdo con la norma materia de comentario, el derecho de petición


incluye también la facultad de formular consultas por escrito a las autoridades
administrativas, sobre las materias a su cargo y el sentido de la normativa
vigente que comprende su accionar, particularmente aquella que es emitida por
la propia entidad. El Tribunal Constitucional ha señalado que la petición
consultiva es aquella que se encuentra referida a la obtención de un
asesoramiento oficial en relación con una materia administrativa concreta,
puntual y específica.

Es necesario precisar que cada entidad deberá atribuir a una o más de sus
unidades la competencia para absolver las consultas sobre la base de los
precedentes de interpretación seguidos en ella, situación en la cual la consulta
es resuelta por un órgano de apoyo. Ello afecta a los órganos de dirección
cuando la entidad posee atribuciones consultivas y las citadas consultas
constituyen fuente de derecho, con lo cual la consulta es absuelta por órganos
de línea

La Ley de Procedimiento Administrativo General diferencia claramente esta


facultad de la prerrogativa de solicitar información a las entidades, dado que la
naturaleza de ambas es por completo distinta. La solicitud de información
implica consideraciones fácticas y puede considerarse incluso un mecanismo
de control de la Administración por parte del administrado, a lo que debe
agregarse su naturaleza de derecho fundamental. En cambio, la consulta
permite al administrado conocer el funcionamiento de la entidad y la
interpretación de la normatividad aplicable. La consulta es entonces un
mecanismo didáctico, más que un mecanismo de control.

2.1. LOS PRONUNCIAMIENTOS VINCULANTES


Los pronunciamientos vinculantes de aquellas entidades facultadas
expresamente para absolver consultas sobre la interpretación de normas
administrativas que apliquen en su labor, debidamente difundidas constituyen
fux|xente de derecho, absolución que no implica un juzgamiento en un caso
concreto. En estos casos dichas absoluciones generan efectos jurídicos,
puesto que deben aplicarse indubitablemente en la interpretación que realice la
entidad a la cual se absuelve la consulta, en especial al resolver los
procedimientos administrativos que le competen.

Estos pronunciamientos vinculantes son especialmente comunes en el


derecho comparado, donde se hace evidente la existencia de la denominada
administración consultiva. En el caso español es de especial importancia el
Consejo de Estado, configurado como el más importante órgano consultivo del
gobierno, sin perjuicio de la existencia de consejos sectoriales. En el Perú
dicha competencia consultiva es desempeñada por diversos organismos
técnicos, como el Organismo Supervisor de las Contrataciones del Estado, la
Superintendencia de Bienes Nacionales, la Contraloría General de la República
o la Dirección de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Justicia

3.1 CONCEPTO DEL DERECHO DE PETICIÓN. -

Breve Referencia Histórica. El Derecho de Petición tiene su origen remoto en


la posibilidad que tenían los súbditos de pedir gracias al monarca; bajo el
entendido que, siendo el Rey la instancia suprema de decisión, podía
considerar la petición formulada, aunque sin estar, en principio, obligado a
hacerlo ni a dar respuesta. Se partía del criterio de que, en principio, el súbdito
no tenía derecho subjetivo alguno ni interés legítimo en el cual sustentar su
petición; siendo ésta únicamente equiparable a la súplica con la finalidad de
obtener una gracia del monarca. Sin embargo, ante la exigencia moral de que
todo monarca sea virtuoso, el trato condescendiente, piadoso y misericordioso
con sus súbditos hizo que la atención de las peticiones constituyera una
práctica de la realeza que distinguía la calidad de la relación del monarca con
los súbditos; pero no era discutible su potestad suprema de atender o no la
petición.
3. PETICIONES DE GRACIA

Las peticiones de gracia no se apoyan en otro título que el nudo derecho de


petición, por lo cual no resulta exigible el pronunciamiento expreso de la
autoridad administrativa. En consecuencia, por la facultad de formular
peticiones de gracia, el administrado puede solicitar al titular de la entidad
competente la emisión de un acto sujeto a su discrecionalidad o a su libre
apreciación, o la prestación de un servicio cuando no cuenta con otro título
legal específico que permita exigirlo como una petición en interés particular

El Tribunal Constitucional ha señalado que la llamada petición gracia se


encuentra referida a la obtención de una decisión administrativa a
consecuencia de la discrecionalidad y libre apreciación de un ente
administrativo. Dicho ente señala que esta modalidad de ejercicio del derecho
de petición es stricto sensu la que originó el establecimiento del mismo, dado
que la petición no se sustenta en ningún título jurídico específico, sino que se
atiene a la esperanza o expectativa de alcanzar una gracia administrativa.

Las peticiones graciables se enfocan entonces en solicitudes respecto de las


cuales la Administración no está obligada a pronunciarse positivamente aun
cuando el administrado cumpla con determinados requerimientos, puesto que
se encuentran sujeta a la discrecionalidad de la misma. Ejemplos de ello son
los pedidos de pensiones de gracia, de formulación de políticas, de emisión de
determinados instrumentos legales de naturaleza normativa o de realización de
determinadas acciones por parte de la Administración respecto de prestaciones
a favor del administrado

3.1. Regulación de la petición graciable

Frente a esta petición, la autoridad comunica al administrado la calidad


graciable de lo solicitado y es atendido directamente mediante la prestación
efectiva de lo pedido, salvo disposición expresa de la ley que prevea una
decisión formal para su aceptación. En principio, la petición graciable no
requiere la emisión de acto administrativo expreso, encontrándonos ante un
supuesto de acto administrativo tácito —acto administrativo que se da por
emitido aun cuando no lo haya sido de manera expresa—, puesto que el
procedimiento concluye con la prestación efectiva de lo solicitado.

Se señala asimismo que no procede establecer cobros por derecho de


tramitación para procedimientos en los que se ejerce el derecho de petición
graciable dada la particular naturaleza de dichos procedimientos. En
consecuencia, establecida la naturaleza graciable de lo solicitado, la autoridad
administrativa no puede establecer tasa alguna.

La Ley señala además que se encuentran sometidos a silencio administrativo


positivo todos los otros procedimientos a instancia de parte no sujetos al
silencio negativo taxativo contemplado en la Ley, salvo los procedimientos de
petición graciable y de consulta que se rigen por su regulación específica. Los
procedimientos de petición graciable, en consecuencia, se encuentran
sometidos a silencio administrativo negativo.

Finalmente, se señala que este derecho se agota con su ejercicio en la vía


administrativa, lo cual implicaría la imposibilidad de impugnar la resolución
emitida por la Administración vía el proceso contencioso administrativo. Ello
opera sin perjuicio del ejercicio de otros derechos reconocidos por la
Constitución, si es que el administrado considera vulnerado su derecho.

Petición de gracia: Un inversionista desea ejecutar un proyecto de


estacionamiento vehicular, para lo cual es necesario constituir un derecho de
superficie para la construcción en el subsuelo de un parque distrital. No
obstante, no hay condición suficiente prestablecida legalmente para la
aprobación del proyecto. Como se puede apreciar, salvo la petición de gracia,
todas las modalidades de ejercicio de derecho de petición implican el
reconocimiento de un derecho del administrado a exigir que su pretensión sea
no sólo atendida sino además aceptada, en caso cuente con un derecho
específico para tal efecto, sea este de reconocimiento constitucional, legal o
infra legal. En dichos supuestos, la Administración, además de respetar la
vigencia del derecho de petición mediante la tramitación y evaluación de la
solicitud, está obligada a proveer favorablemente al solicitante, si su pedido se
ajusta a ley. Sin embargo, en el caso de la petición de gracia, la Administración
no tiene ese tipo de obligaciones. Al respecto, el Tribunal Constitucional ha
explicado que la petición de gracia “no se sustenta en ningún título jurídico
específico, sino que se atiene a la esperanza o expectativa de alcanzar una
gracia administrativa. A lo sumo, expone como fundamento para la obtención
de un beneficio, tratamiento favorable o liberación de un perjuicio no
contemplado jurídicamente, la aplicación de la regla de merecimiento”

En ese sentido, respecto de las peticiones de gracia, el derecho de petición no


es un vehículo para el goce de otro derecho subjetivo sino únicamente para la
eventual atención de una expectativa jurídicamente no exigible. Por tal razón,
ante esta clase de peticiones, la actividad de la Administración se agota con el
acuse de recibo de la solicitud, su tramitación, evaluación material y emisión de
respuesta, sea esta favorable o no. 2.2 Consecuencias de la calificación de una
solicitud como petición de gracia Ha quedado claro que una petición de gracia
es una suerte de pedido desnudo, que no se guarece en el ropaje de otro
derecho subjetivo. Es por ello que, ante una solicitud de gracia, la
Administración no se encuentra obligada a dar una respuesta favorable al
peticionante. Sin embargo, ¿a qué sí se encuentra obligada? En primer lugar,
no hay duda de que la Administración no puede vulnerar el contenido esencial
del derecho de petición mismo. En ese sentido, las peticiones de gracia deben
ser: a) Recibidas, b) Admitidas, c) Tramitadas por el órgano competente, d)
Evaluadas en el plazo legal y e) Resueltas por escrito, con la debida
motivación. Asimismo, debemos tomar en cuenta que la naturaleza de petición
de gracia en nada varía el hecho de que, a través de su ingreso y recepción por
parte de la Administración, inicia un procedimiento administrativo, que se
extiende durante la tramitación y evaluación de la petición de gracia y finaliza
con la emisión y notificación del acto administrativo que acepta o rechaza la
solicitud. Por consiguiente, los principios y las reglas generales aplicables a los
procedimientos administrativos son de observancia obligatoria, por parte de los
sujetos del procedimiento. Uno de esos principios es el debido procedimiento,
en virtud del cual “los administrados gozan de los derechos y garantías
implícitos al debido procedimiento administrativo. Tales derechos y garantías
comprenden, de modo enunciativo mas no limitativo, los derechos a ser
notificados; a acceder al expediente; a refutar los cargos imputados; a exponer
argumentos y a presentar alegatos complementarios; a ofrecer y a producir
pruebas; a solicitar el uso de la palabra, cuando corresponda; a obtener una
decisión motivada, fundada en derecho, emitida por autoridad competente, y en
un plazo razonable; y, a impugnar las decisiones que los afecten”. En el caso
de las peticiones graciables, como en cualquier modalidad del ejercicio de
derecho de petición, los administrados cuentan con todas las garantías antes
enumeradas, salvo aquellas que, en sentido estricto, sean incompatibles con la
naturaleza de la solicitud, como la referida a obtener una decisión “fundada en
derecho”, pues resulta evidente que el administrado no tiene ninguna base
legal para exigir que su pretensión sea aceptada, ni la Administración está
obligada a refugiarse en algún marco legal para rechazarla.

Sin embargo, respecto de las demás garantías, no habría justificación alguna


para que sean interpretadas restrictivamente. Es por ello que estimamos que
es perfectamente posible que los solicitantes de una petición graciable accedan
al expediente, ofrezcan pruebas de su supuesto merecimiento, e incluso exijan
que la decisión que se les comunique se encuentre motivada y, de ser el caso,
ejercer su derecho de contradicción. La naturaleza de petición de gracia no
libera a la Administración de su obligación de motivar su decisión, mandato
indispensable para la satisfacción del derecho de petición, independientemente
de la modalidad en la que es ejercido. Ahora bien, el derecho a la motivación
no se constituye en una habilitación para que los solicitantes exijan que la
justificación de una decisión administrativa sea concordante con su posición
personal o que la explicación no sea susceptible de ser derrumbada. Se está
frente a una decisión motivada cuando -en términos del Tribunal Constitucional-
se expone “en forma sucinta –pero suficiente– las razones de hecho y el
sustento jurídico que justifican la decisión tomada”

En lo que se refiere específicamente a la impugnación administrativa de las


decisiones que rechazan las peticiones de gracia, por contravención de las
disposiciones y garantías procedimentales, carecería de lógica reconocer al
solicitante el derecho a recibir una respuesta motivada y, al mismo tiempo,
prohibirle impugnar una decisión inmotivada. Igualmente, si aceptamos que el
solicitante tiene derecho a que su petición siga el procedimiento regular, no
cabe duda de que podría impugnar una decisión emanada de un procedimiento
transgresor del debido procedimiento. Tampoco hay mayor dificultad al
reconocer que lo que no es posible contradecir es únicamente el sentido del
pronunciamiento, pues la solicitud no está orientada a satisfacer ningún
derecho sino únicamente una expectativa lícita pero jurídicamente inexigible.
Sin embargo, se podría admitir la posibilidad de impugnación en caso la
decisión de rechazo sea incongruente con la motivación, en cuyo caso la
Administración no quedaría automáticamente obligada a aceptar la petición de
gracia, pero sí a fundamentar nuevamente las razones de un eventual segundo
rechazo. Con relación a la posibilidad de impugnar judicialmente las decisiones
que resuelven peticiones de gracia, aparentemente sería una opción velada por
la legislación. Al respecto, el artículo 121.3 del TUO de la Ley del
Procedimiento Administrativo General establece que “este derecho [de petición
de gracia] se agota con su ejercicio en la vía administrativa, sin perjuicio del
ejercicio de otros derechos reconocidos por la Constitución” (Subrayado y
agregado nuestro). En nuestra opinión, aun cuando reconocemos que este
tema es, por lo menos, polémico, sostenemos que ningún acto de la
administración, incluso en el aparente ejercicio de su facultad discrecional,
puede ser una expresión de la arbitrariedad

Por tal razón, estimamos que una interpretación aislada y literal de la primera
parte de la disposición antes citada podría ser constitucionalmente
cuestionable, si se prohibiera recurrir al peticionante a los órganos
jurisdiccionales a someter a control constitucional actos arbitrarios expedidos
en el marco del abuso de las potestades discrecionales de la Administración.
Sobre el particular, el Tribunal Constitucional ha reconocido la posibilidad de
someter al control judicial las decisiones discrecionales de la Administración:
“De similar opinión es Juan Carlos Cassagne [‘La revisión de la
discrecionalidad administrativa por el Poder Judicial’, Revista española de
Derecho Administrativo, disco compacto, Madrid, Civitas Ediciones, Revista N.º
067, julio-setiembre 1990], quien precisa que ‘(...) la posibilidad de controlar la
discrecionalidad ha sido expresamente admitida por la Corte cuando media
arbitrariedad al señalar que «la circunstancia de que la Administración obrase
en ejercicio de facultades discrecionales en manera alguna puede constituir un
justificativo de su conducta arbitraria, puesto que es precisamente la
razonabilidad con que se ejercen tales facultades el principio que otorga validez
a los actos de los órganos del Estado y que permite a los jueces, ante planteos
concretos de parte interesada, verificar el cumplimiento de dicha exigencia»
(Conf. C.S 13-V-1986 «in re» D’argenio, Inés, D. c/Tribunal de Cuentas de la
Nación», revista «La Ley», t. 1986-D, pág. 770)’ ”

Por lo antes expuesto, dado que la naturaleza de petición de gracia no se


constituye en una habilitación para que la Administración transgreda el
contenido esencial del derecho de petición o actúe arbitrariamente, debería ser
posible impugnar incluso en la vía judicial las decisiones que rechazan
peticiones de gracia, siempre que la causa que motiva el recurso sea la
transgresión del contenido esencial del derecho de petición o del debido
procedimiento administrativo. Por el contrario, si la decisión que rechaza una
petición

3.3 LA IP COMO UNA PETICIÓN DE GRACIA

la IP no es sólo el mecanismo de promoción de la inversión privada, la tratativa


negocial previa a la decisión de suscribir un contrato administrativo o el
procedimiento administrativo que se instrumentaliza para la evaluación del
contenido del proyecto. La IP es también la petición misma que da origen al
procedimiento. Y como ya hemos señalado, la modalidad en la que se ejerce el
derecho constitucional de petición al presentar una IP es la solicitud con
carácter de gracia. Efectuando un breve recuento histórico del reconocimiento
de la IP como petición de gracia, debemos recordar que la primera redacción
del artículo 11 del Decreto Legislativo N° 758 establecía, con una visión
bastante avanzada y proactiva, que las “personas jurídicas podrán presentar
iniciativas que identifiquen el proyecto a contratar”. Posteriormente, la
modificación efectuada mediante el Decreto Legislativo N° 839, que finalmente
fue incorporada en el artículo 40 del ahora vetusto T.U.O. de las Normas con
rango de Ley que Regulan la Entrega en Concesión al Sector Privado de las
Obras Públicas de Infraestructura y de Servicios Públicos39 morigeró su
redacción, disponiendo que “las personas jurídicas, nacionales o extranjeras,
podrán presentar únicamente ante la PROMCEPRI, a manera de sugerencias,
lineamientos generales de proyectos integrales que permitan a esa Comisión
informarse sobre posibles obras públicas de infraestructura o de servicios
públicos susceptibles de entregarse en concesión al sector privado, según lo
dispuesto en el presente Texto Único Ordenado”. Con el transcurso de los
años, en el 2004, se promulgó la Ley Marco de Promoción de la Inversión
Descentralizada y su Reglamento, aprobado por Decreto Supremo N° 015-
2004-PCM, en cuyo artículo 14.1 se reconoció la posibilidad de “las personas
jurídicas nacionales o extranjeras” presenten “ante los Organismos Promotores
de la Inversión Privada del Gobierno Nacional, Regional o Local, iniciativas de
proyectos de inversión sobre activos, empresas, proyectos, servicios, obras
públicas de infraestructura y de servicios públicos que puedan ser ejecutados
con la participación del sector privado a través de las modalidades de
participación de la inversión privada (…)”. En el artículo 15.1 del mismo
dispositivo legal se estableció con claridad que “las iniciativas privadas de
proyectos de inversión que sean presentadas por particulares, tienen el
carácter de peticiones de gracia”. Esta primera calificación de las IP como
peticiones de gracia fue ratificada en el primer cuerpo normativo que reguló
expresamente la institución de las APP, el Decreto Legislativo N° 1012, en cuyo
artículo 14.4 se señalaba que “Las iniciativas privadas tienen el carácter de
peticiones de gracia a que se refiere el artículo 112 de la Ley 27444, Ley del
Procedimiento Administrativo General, en lo que sea pertinente”, agregando
que “el derecho del proponente se agota con la presentación de la iniciativa
privada ante el Organismo Promotor de la Inversión Privada, sin posibilidad de
impugnación del pronunciamiento en sede administrativa o judicial. Las
iniciativas privadas mantendrán su carácter de petición de gracia hasta que se
convoque el proceso de selección que corresponda, en cuyo caso será de
aplicación lo dispuesto en las respectivas bases y/o en la legislación aplicable;
o hasta que se suscriba el contrato correspondiente en caso se adjudique
directamente por no haber terceros interesados”. Una redacción casi idéntica
ha sido plasmada en el artículo 33.4 del vigente Decreto Legislativo N° 1224,
como se puede apreciar a continuación: “33.4 Las iniciativas privadas tienen el
carácter de peticiones de gracia a que se refiere el artículo 112 de la Ley N°
27444, Ley del Procedimiento Administrativo General, en lo que sea pertinente.
En consecuencia, el derecho del proponente se agota con la presentación de la
iniciativa privada ante el Organismo Promotor de la Inversión Privada, sin
posibilidad de cuestionamiento o impugnación del pronunciamiento en sede
administrativa o judicial.

Las iniciativas privadas mantienen su carácter de petición de gracia hasta que


se convoque el proceso de selección que corresponda, en cuyo caso es de
aplicación lo dispuesto en las respectivas bases y/o en la legislación aplicable
en lo que sea pertinente; o hasta la suscripción del contrato correspondiente en
caso se adjudique directamente por no haber terceros interesados”. La
disposición antes citada establece una regla de arduo acorazamiento a favor de
la Administración, pues además de la calificación de petición de gracia de la IP
-que per se ya supone privar al proponente de oponerse al sentido de la
decisión, siempre que la Administración haya respetado el debido
procedimiento y el deber de motivación, que forma parte del núcleo duro del
derecho constitucional de petición-, establece otras reglas que refuerzan la
posición privilegiada de la Administración durante la evaluación de la IP: (i) El
agotamiento del derecho de proponente con la mera presentación de la IP. (ii)
La imposibilidad de cuestionamiento o impugnación del pronunciamiento en
sede judicial o administrativa. (iii) El doble estándar de la declaratoria de
interés: Si aparecen terceros durante la etapa de apertura al mercado, la IP
deja de ser petición de gracia; pero si el proponente es el único interesado, la
IP mantiene su naturaleza graciable hasta la suscripción del contrato. A estas
reglas, que son una suerte de reforzamiento estructural del blindaje legal de la
administración pública, habría que agregar una adicional no prevista
expresamente en la disposición antes citada: (iv) La pérdida de reembolso de
gastos del proponente en caso resulte ser adjudicatario y la Administración se
niegue a la suscripción del Contrato. 3.2 Los efectos de la calificación de las IP
como peticiones de gracia y las disposiciones de reforzamiento de la posición
privilegiada de la Administración De acuerdo con lo que hemos desarrollado en
la sección 2, debemos recordar que la naturaleza de las peticiones de gracia no
habilita al Estado a actuar en contra del principio de interdicción de la
arbitrariedad. Por el contrario, la Administración debe respetar el derecho
constitucional al derecho de petición, lo que supone tramitar la solicitud
graciable en un procedimiento regular y emitir una respuesta por escrito,
comunicando el sentido de la decisión con una motivación sucinta pero
suficiente. Asimismo, dado que las peticiones de gracia activan el inicio de un
procedimiento administrativo, los sujetos procedimentales, entre ellos el
Estado, deben guiar sus actuaciones al amparo del principio del debido
procedimiento administrativo, lo que supone respetar todas las garantías que
son inherentes a los administrados. La mera calificación de una IP como
petición de gracia no establece ninguna posición de desventaja adicional, salvo
el inexistente derecho a obtener una decisión fundada en derecho, pues por la
misma naturaleza de petición graciable, el Estado no cuenta con ninguna
norma que lo obligue a adoptar una decisión en un sentido u otro. De esto
último se deriva la razonable restricción a impugnar las decisiones, siempre
que estas hayan sido adoptadas respetando el debido procedimiento y el
derecho de petición. Siendo las IP un supuesto de peticiones graciables, no
habría razón para asumir que la legislación vigente está orientada a
menoscabar la posición de los proponentes, frente a todos los demás
administrados que ejercen su derecho de petición mediante la modalidad de
petición graciable. En todo caso, la ley no debería conculcar el contenido
esencial del derecho de petición ni contravenir el principio del debido
procedimiento, pues de lo contrario incurriría en una transgresión
constitucional. Peter Haberle enseña que los derechos fundamentales “viven
justamente gracias a su reivindicación y su ejercicio, que lo hacen efectivo y lo
actualizan. Los derechos fundamentales necesitan de esa constante
actualización. Vienen esencialmente puestos ‘en ejercicio’, ya que los
individuos están efectivamente en grado de ejercitarlos”

Tomando en consideración justamente que el Estado tiene el mandato de


optimizar el cumplimiento de los derechos fundamentales, no resultan
admisibles las posiciones que, si bien pueden resultar apegadas a la legalidad,
resultan ser contrarias a los principios y derechos constitucionales. Teniendo
en mente ello, analizaremos las reglas previstas en el Decreto Legislativo N°
1224, las cuales, de forma complementaria a la calificación de la IP como
petición de gracia, refuerzan una posición de desventaja para el proponente
frente a la Administración.

3.4 MARCO JURIDICO. -


Artículo 117.- Derecho de petición administrativa

117.1 Cualquier administrado, individual o colectivamente, puede promover por


escrito el inicio de un procedimiento administrativo ante todas y cualesquiera de
las entidades, ejerciendo el derecho de petición reconocido en el artículo 2 inciso
20) de la Constitución Política del Estado.

117.2 El derecho de petición administrativa comprende las facultades de


presentar solicitudes en interés particular del administrado, de realizar solicitudes
en interés general de la colectividad, de contradecir actos administrativos, las
facultades de pedir informaciones, de formular consultas y de presentar
solicitudes de gracia.

117.3 Este derecho implica la obligación de dar al interesado una respuesta por
escrito dentro del plazo legal.

Artículo 123.- Facultad de formular peticiones de gracia

123.1 Por la facultad de formular peticiones de gracia, el administrado puede


solicitar al titular de la entidad competente la emisión de un acto sujeto a su
discrecionalidad o a su libre apreciación, o prestación de un servicio cuando no
cuenta con otro título legal específico que permita exigirlo como una petición en
interés particular.

123.2 Frente a esta petición, la autoridad comunica al administrado la calidad


graciable de lo solicitado y es atendido directamente mediante la prestación
efectiva de lo pedido, salvo disposición expresa de la ley que prevea una decisión
formal para su aceptación.

123.3 Este derecho se agota con su ejercicio en la vía administrativa, sin


perjuicio del ejercicio de otros derechos reconocidos por la Constitución.

Artículo 124.- Requisitos de los escritos

Todo escrito que se presente ante cualquier entidad debe contener lo siguiente:
1. Nombres y apellidos completos, domicilio y número de Documento Nacional
de Identidad o carné de extranjería del administrado, y en su caso, la calidad de
representante y de la persona a quien represente.

2. La expresión concreta de lo pedido, los fundamentos de hecho que lo apoye y,


cuando le sea posible, los de derecho.

3. Lugar, fecha, firma o huella digital, en caso de no saber firmar o estar


impedido.

4. La indicación del órgano, la entidad o la autoridad a la cual es dirigida,


entendiéndose por tal, en lo posible, a la autoridad de grado más cercano al
usuario, según la jerarquía, con competencia para conocerlo y resolverlo.

5. La dirección del lugar donde se desea recibir las notificaciones del


procedimiento, cuando sea diferente al domicilio real expuesto en virtud del
numeral 1. Este señalamiento de domicilio surte sus efectos desde su indicación y
es presumido subsistente, mientras no sea comunicado expresamente su cambio.

6. La relación de los documentos y anexos que acompaña, indicados en el TUPA.

7. La identificación del expediente de la materia, tratándose de procedimientos ya


iniciados.
BIBLIOGRAFÍA

» (Conf. C.S 13-V-1986 «in re» D’argenio, Inés, D. c/Tribunal de Cuentas de la


Nación», revista «La Ley», t. 1986-D, pág. 770)’ ”.

LINKOGRAFÍA

Derecho de Petición Administrativa | Perú | Enciclopedia Jurídica Online (leyderecho.org)

TUO de la Ley 27444 (Ley del Procedimiento Administrativo General) [actualizado 2022] | LP
(lpderecho.pe)

El Carácter de Petición de Gracia de las Iniciativas Privadas - Núm. 50, Enero 2018 - Revista
Derecho & Sociedad - Libros y Revistas - VLEX 770767517

Derecho de Petición Administrativa | Perú | Enciclopedia Jurídica Online (leyderecho.org)

20375-Texto del artículo-81158-1-10-20181106 (2).pdf

CONSTITUCION POLÍTICA DEL PERÚ (peru.gob.pe)

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