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TEMA 4

LA PROPIEDAD

- Evolución del derecho de propiedad.


- Concepto de propiedad.
- Caracteres del derecho de propiedad.
- Función económico social del derecho de propiedad.
- Evolución constitucional del derecho de propiedad.

LA PROPIEDAD

EVOLUCION DEL DERECHO DE PROPIEDAD

Dentro de los derechos subjetivos, nuestra legislación positiva reconoce uno


fundamental: el derecho de propiedad. Tal su importancia que el codificador
prefiere titular el Libro Segundo: "De los bienes, de la propiedad y de los derechos
reales sobre cosa ajena” (arts. 74 al 290). Su importancia va más allá del campo
estrictamente jurídico para repercutir intensamente en los ámbitos históricos,
filosóficos, económicos, políticos y aún religiosos.

Es preciso realizar una breve referencia a los precedentes históricos y a las


diversas concepciones teóricas que ocasionan controversia política en esta
materia, cuya polémica es el concepto y extensión del derecho de propiedad
individual frente al de la propiedad colectiva; para el cristianismo, la economía se
halla al servicio de la persona, la economía es un medio al servicio del individuo;
para el socialismo marxista, la persona se halla al servicio de la economía, ésta es
un fin. La evolución de la idea de propiedad a través de la historia contemporánea
tiene como caracteres fundamentales los siguientes:

El cristianismo, en sus primeros tiempos, propugna un régimen de comunidad


de bienes por considerarlo el ideal para lograr la paz social; pero, sin embargo,
reconoce la propiedad privada ya que la experiencia prueba que ella es necesaria.
Es de importancia aclarar que el colectivismo que practicaron los primeros
cristianos no fue comunismo (tal como lo entiende la doctrina marxista), ya que
constituía una forma de comunidad no obligatoria, localista y transitoria.

Admitida la propiedad privada, como la más conforme con la naturaleza del


hombre, LEON XIII en su Encíclica RERUM NOVARUM de 15 de mayo de 1891,
reconoce con amplitud su función social al señalar que el derecho de poseer
bienes en privado no ha sido dado por la ley, sino por la naturaleza, y, por tanto, la
autoridad pública no puede abolirlo, sino tan sólo moderar su uso y compaginarlo
con el bien común y como la propiedad privada lleva naturalmente intrínseca una
función social, quién disfruta del derecho de propiedad debe ejercitarlo para
beneficio propio y utilidad de los demás. Entre todos los bienes que pueden ser
objeto de propiedad privada, y con los que se obtendría una más equitativa
distribución de las riquezas está el suelo, es decir, la tierra cultivada, esto es el
fundo que habita con su familia y cultiva con sus propias manos, por lo que los
hombres sentirán apego a la tierra en que han nacido y no cambiarán fácilmente
su patria por una tierra extraña.

Cuarenta años después, el 15 de mayo de 1931, PIO XI da a conocer su


Encíclica QUADRAGESIMO ANNO en el Patio de San Dámaso, que fue publicada
el día 23. No se observa una variación sustancial en la línea de su predecesor
reiterando el origen natural del derecho de propiedad privada, analizando y
aclarando, además el fundamento de su función social, esto es,' que el derecho de
propiedad se distingue de su ejercicio.

A setenta años de la RERUM NOVARUM, un papa de origen campesino,


ANGELO RONCALLI, data el 15 de mayo de 1961 la MATÉR ET MAGISTRA.
Algunas ideas ya desarrolladas por anteriores papas las vigoriza y define: el
hombre, y no el estado, es el centro y fin de la vida social, reafirma la propiedad
privada como derecho individual subordinado al bien común. JUAN XXIII resalta la
separación entre la función que corresponde a los propietarios de los bienes de
producción y la responsabilidad que incumbe a los directores de los grandes
organismos económicos. Anteriormente, la confianza en el futuro se basaba en la
propiedad de un patrimonio, aunque fuera modesto, actualmente la persona apoya
la garantía de su porvenir en los modernos seguros sociales y en los múltiples
sistemas de la seguridad social. Reafirma el carácter natural del derecho de
propiedad privada, aún en lo relativo a los bienes de producción, porque tiene un
valor permanente al ser un derecho contenido en la misma naturaleza, la cual nos
enseña la prioridad de la persona sobre la sociedad civil y la subordinación teoló-
gica de ésta al hombre. Además, la historia y la experiencia demuestran que los
regímenes políticos que niegan a los particulares el derecho de propiedad, incluido
el de los bienes de producción, violan en su totalidad el ejercicio de los derechos
humanos en las cosas más fundamentales, por lo que el ejercicio de la libertad
tiene su garantía y su estímulo en el derecho de propiedad; por ello la difusión de
la propiedad privada es necesaria entre todas las clases sociales, realizando una
política económico-social que amplíe el acceso a la propiedad privada de los
bienes de consumo duradero, vivienda, pequeña propiedad agraria, enseres pro-
pios de la industria artesanal y agrícola familiar y acciones de las grandes y
medianas sociedades. El estado puede poseer legítimamente bienes de
producción, de modo especial cuando éstos llevan consigo un poder económico
que, si se deja esos bienes en manos de personas privadas, peligra el bien
común, y el estado no debe buscar la supresión total de la propiedad privada
observando íntegramente el principio ele la función subsidiaria. Afirma que la
función social de la propiedad no ha desaparecido, ya que esta función toma su
fuerza del propio derecho de propiedad.

El 11 de abril de 1963 aparece, también de JUAN XXIII, la Encíclica PACEN


IN TERRIS donde se mantiene el derecho de la propiedad privada de los bienes
incluidos los de producción, como conformes a la naturaleza humana, remarcando
que entraña una función social.

En septiembre de 1964 PABLO VI empieza la redacción de la POPULORUM


PROGRESSO y sólo la séptima redacción merecerá su aprobación final el 20 de
febrero de 1967, siendo fechado el documento el 26 de marzo. Manifiesta que la
tierra es para el hombre, quién tiene derecho a encontrar todo cuanto requiere
para su subsistencia y progreso. Todos los demás derechos, sean de la categoría
que sean, comprendidos los de propiedad y libre comercio están subordinados a
éste. La propiedad privada no es un derecho absoluto, debe respetar la utilidad
común de los bienes. La expropiación se impone cuando la propiedad privada es
un obstáculo para la prosperidad colectiva.
La Constitución Pastoral GAUDIUM ET SPES del Concilio Vaticano II
promulgada el 7 de diciembre de 1965 por PABLO VI afirma que la propiedad
privada contribuye al desarrollo de la persona, por lo que, hay que favorecer el
acceso de todos a la propiedad privada, la cual debe cumplir su función social,
único medio de evitar la codicia y la avaricia, y declara la compatibilidad entre la
propiedad privada y la propiedad pública.
JUAN PABLO II en la Carta Encíclica LABOREM EXERCENS que se preparó para
su publicación el 15 de mayo de 1981 con ocasión del 90 aniversario de la
RERUM NOVARUM fue recién dada en Castel Gandolfo el 14 de septiembre de
ese año, recoge magistralmente los rasgos actuales de propiedad y las diversas
tendencias que tratan de desfigurarla. Diferencia al colectivismo marxista del
capitalismo liberal en la forma que entienden, el derecho de propiedad. Son dos
formas opuestas que tienen una misma raíz, son lo que puede llamarse injusticia
institucionalizada. Recuerda y confirma la doctrina de la iglesia sobre la propiedad,
sobre el derecho de propiedad privada (incluso cuando se trata de los medios de
producción) que lo entiende como no absoluto ni intocable, sino el derecho a la
propiedad privada como subordinado al uso común, al destino universal de los
bienes. Lo anteriormente expuesto, como puntos de evolución de la propiedad
privada, es la base de la doctrina social de la iglesia que surge como reacción
contra el marxismo y su forma de concebir los derechos de la personalidad y la
propiedad sobre los bienes materiales.

El socialismo marxista se contrapone a la propiedad individualista regulada


por el Código civil francés. Disponer de las cosas de “la manera más absoluta”
significa desde el punto de vista político social el triunfo del liberalismo que ha
considerado dicho artículo como una de las columnas básicas del orden social, en
tanto que los socialistas ven en él, la supervivencia de una representación
irracional de la propiedad, ya que el absoluto no hace más que prolongar los
tabúes de que debió derivar el dominium ex iure. quiritrium en la Roma antigua.

A la concepción liberal de la propiedad se opone terminantemente el criterio


mantenido actualmente en los países del Este de Europa, dominados por el
socialismo marxista. “Señala el profesor RENE DEKKERS” como primer rasgo de
esta regulación que el derecho de propiedad es primeramente tratado en las
Constituciones Políticas y sólo después pasa a los Códigos Civiles. Así se
interpretan las palabras de LENIN en sentido de que todo el derecho soviético es
Derecho público, y que la colectividad debe ser la que, representada por el Estado
se asegure, ante todo, la disposición sobre los medios de producción. Sin
embargo, quedan fuera de la colectividad los bienes de consumo que puede tener
en propiedad el particular. La diferencia entre bienes de producción y bienes de
consumo está en que aquellos son bienes peligrosos desde el punto de vista
social y éstos no lo son, en tanto que los primeros dan el poder a quien los
detenta, ya que puede llegar hasta explotar con ellos el trabajo ajeno y hacerse
cargo de sus beneficios, y siendo propiedad del estado se evita la explotación del
hombre por el hombre, lo cual no es posible tratándose de bienes de consumo”
(SANTOS BRIZ Jaime, "Derecho civil”, II, Edit. Revista de Derecho Privado, 1973,
pág. 96).

En cuanto a los bienes de consumo, se dice que pueden ser objeto de


propiedad "personal” (prefieren eludir el término “individual” por considerarla
terminología burguesa) y los adaptan a su finalidad (uso personal, comodidad
personal, conveniencia personal). Estos bienes de propiedad “personal” no
pueden ser utilizados para obtener ingresos no provenientes del trabajo.

Referente a los bienes de producción (como la tierra y la gran industria)


existen diferencias notables entre unos y otros estados socialistas, por lo que en lo
que concierne a su régimen no se pueden formular reglas generales. Por ejemplo,
en Polonia el ochenta por ciento de la tierra está en manos de particulares; en la
Unión Soviética la tierra pertenece al Estado, es la propiedad socialista (que
comprende la propiedad estatal, la propiedad de los koljoses y de otras
organizaciones cooperativas y de sus asociaciones, y la propiedad de las
entidades sociales). Más sobre el Derecho socialista puede verse en DOCTRINAS
GENERALES, págs. 80 a 87 y 88 a 89).
De lo expuesto anteriormente, vemos que existen dos líneas ideológicas de
configuración y definición del derecho de propiedad. Según la primera, la
propiedad es un derecho de carácter natural de contenido casi absoluto. Tiene, en
todo caso, un contenido inderogable, cuya violación constituye siempre
expropiación, que ha de realizarse sólo en forma excepcional, por causa de
necesidad pública y previa indemnización, observando el Estado íntegramente el
principio de la función subsidiaria de la propiedad. Para la segunda línea la
propiedad es, en cambio, una situación de asignación de los bienes económicos a
la persona.

Para nosotros, el entendimiento del concepto y del fundamento del derecho de


propiedad debe partir de las siguientes premisas:

1.- La propiedad, al igual que los derechos de la personalidad, es innata a la


persona, y lo único que queda determinar es hasta qué punto la propiedad
individual ha de ser restringida en beneficio de la comunidad.

2.- En todo momento la propiedad está subordinada al bien común y al interés


social. La propiedad debe cumplir una función social, el quebrantamiento de esta
función social, supone la expropiación, que ha de ser calificada conforme a ley y
previa y justa indemnización.

En consecuencia, la propiedad es un poder de derecho que se otorga al


propietario, para que éste realice mediante este poder jurídico sus propios
intereses, pero de una manera compatible con los intereses generales.
II. CONCEPTO DE LA PROPIEDAD
La definición tradicional del derecho de propiedad se basa en una
enumeración de las principales facultades que integran su contenido al decir que
dominium est ius utendi ct abutendi, quatenus iuris ratio patitur. Es preciso hacer
notar que abuti no significa abusar, sino consumir en contraposición al usar o
gozar. Para indicar la amplitud de las facultades concedidas al propietario, se
conceptúa a la propiedad como unius plenum in re corporal, y se insiste en su
reivindicación erga omnes.

En el transcurso de su desenvolvimiento, encontramos frecuentes referencias


al poder de disposición; pero junto a esa misma amplitud se alude siempre a los
límites de los que ya se hablaba en las fuentes romanas (quatenus iuris ratio
patitur, nisi lex prohibeatur). Esta manera tradicional de definir la propiedad pasó al
Código civil francés, y de éste, al Código civil boliviano abrogado, como veremos
luego.

El Código civil alemán prescinde en su definición de las facultades contenidas en


la propiedad al ver en ésta un derecho general sobre la cosa al indicar que “el
propietario de una cosa, en tanto que la ley o los derechos de terceros no se
opongan, puede proceder con la cosa según su voluntad y excluir a otros de toda
intromisión" (parágrafo 903). “El Código civil suizo en su artículo 641 acoge la
siguiente fórmula: El propietario de una cosa tiene el derecho de disponer
libremente de la misma, dentro de los límites que la ley señala, pudiendo
reivindicarla contra cualquier detentador desprovisto de derecho, así como
rechazar toda usurpación”. Fórmula, por supuesto más precaria, que la del artículo
832 del Código civil italiano que adolece de exceso de energía: "El propietario
tiene el derecho de gozar y disponer de las cosas de manera plena y exclusiva,
dentro de los límites y con sujeción a las obligaciones impuestas por el
ordenamiento jurídico". Esta última parte es doctrinalmente significativa, ya que no
hace referencia tan sólo a los límites legales, sino que alude a la observancia de
las obligaciones conexas con la propiedad lo que apareja sanciones en casos de
inobservancia, por ejemplo, una posible expropiación de los bienes que interesan
a la producción, cuando la inactividad del propietario perjudique, gravemente las
exigencias de la producción misma (art. 42 de la Constitución y 833 del C.c.)
MESSINEO hace la siguiente crítica: "el nuevo Código (art. 832) define, no la
propiedad, sino la posición del propietario; y para ser rigurosamente. precisos, no
da siquiera una “definición”, sino una enumeración del "contenido” del derecho del
propietario” (II, pág. 251). El sistema español en su artículo 348 ofrece la siguiente
conceptualización de propiedad al decir que “es el derecho de gozar y disponer de
una cosa, sin más limitaciones que las establecidas en las leyes. El propietario
tiene acción contra el tenedor y el poseedor de una cosa para reivindicarla”. Al
igual que su modelo el Código civil francés, el Código civil español hace una
descripción de las facultades que tiene el propietario suprimiendo la frase de la
manera más absoluta. “El concepto dado viene a ser como una norma en blanco
ya que es adaptable a las limitaciones que las leyes establezcan, lo que le da una
gran flexibilidad y permite supervivencia aún con muy relevantes transformaciones
en el modo de ser y objetivos de la propiedad” (SANTOS BRIZ, II, pág. 92).
La afirmación máxima del derecho de propiedad se encuentra sin que a nadie
extrañe, en el Código civil francés, en su artículo 544. La fórmula legal se
compone de dos partes: la misma noción del derecho de propiedad y las
restricciones impuestas al mismo (la línea divisoria viene marcada por la locución
‘‘…con tal que…”): “La propiedad es el derecho de gozar y disponer de las cosas
de la manera más absoluta con tal que no se haga de él un uso prohibido por las
leyes o reglamentos”. De este texto surge el concepto romano de la propiedad en
forma tan evidente que toma la misma terminología del derecho romano: las
prerrogativas acordadas al propietario son él usus (o derecho de servirse de la
cosa), el fructus (o derecho de percibir sus frutos) y el abusus (o derecho de
disponer de la cosa). Esta definición se la suele censurar como incompleta a
causa de que no hace mención de la exclusividad, como carácter esencial de la
propiedad, junto al absolutismo de la misma. Sólo aclara el principio de la
ilimitación de los derechos del propietario, es decir, que éste puede ejercer los
más amplios poderes sobre la cosa que es objeto de su derecho, puede extraer
toda la utilidad económica que contiene.
Esta tendencia tradicional del Código civil francés de 1804 de definir el
derecho de propiedad por una enumeración más o menos amplia de sus
facultades pasó a la codificación civil boliviana de 1831, según la cual “la
propiedad es el derecho de gozar y disponer de las cosas del modo más absoluto,
con tal que no se haga un uso prohibitivo por las leyes o reglamentos” (art. 289), a
este artículo del Código civil anterior se le pueden aplicar las mismas críticas que
se han hecho a su modelo.
El artículo 105 del Código civil vigente se sujeta en su lineamiento general al
ordenamiento normativo constitucional y a los principios allí postulados y
recogidos en las “Bases y Plan General” para la redacción del proyecto de Código
civil boliviano (Imprenta Rocabado, Cochabamba, 1973) cuando se afirma que "la
propiedad privada está garantizada por el ordenamiento jurídico, del cual recibe
protección y amparo pero no de manera incondicional, sino siempre que su
ejercicio se armonice y condiga con el interés colectivo. En ese sentido la
propiedad deja de ser absoluta, cual era, por lo menos enunciativamente, en el
Código civil de 1831, y debe satisfacer no sólo el interés particular del propietario,
sino también el de la colectividad”. Son fuentes del artículo 105 los artículos 832 y
948 del Codice civile de 1942 que se refieren a la definición de la propiedad y a la
acción de reivindicación respectivamente. El tantas veces mencionado artículo 105
dice: ‘‘Concepto y alcance general. — I. La propiedad es un poder jurídico que
permite usar, gozar y disponer de una cosa y debe ejercerse en forma compatible
con el interés colectivo, dentro de los límites y con las obligaciones que establece
el ordenamiento jurídico. II. El propiciatorio puede reivindicar la cosa de manos de
un tercero y ejercer otras acciones en defensa de su propiedad con arreglo, a lo
dispuesto, en el Libro V del Código presente”. Consideramos, que la redacción del
artículo es una acertada definición normativa de la propiedad que se ajusta,
principalmente, a los requerimientos valorativos de los artículos 7 inciso i) y 22 de
la Constitución. Es, pues, patente la vinculación jurídico-constitucional de esta
parte del Derecho civil, basada en el reconocimiento de la propiedad privada,
compatible con el bien común, y, por tanto, con las consiguientes limitaciones.
Doctrinalmente, se ha dejado a un lado la individualista e inadecuada definición
del artículo 289 del Código anterior. El parágrafo II del artículo consagra el
principio de la reivindicabilidad de las cosas y del ejercicio por el propietario de
otras acciones en defensa de su propiedad, tales, por ejemplo, como la acción
negatoria.

III. CARACTERES DEL DERECHO DE PROPIEDAD

Entre los derechos reales, la propiedad es el más completo: el propietario


puede hacerlo todo con la salvedad de aquello que le está prohibido, en tanto que
el titular de cualquier otro derecho real sólo puede llevar a efecto lo que le haya
sido concretamente permitido, por ejemplo, el usufructo (véase artículo 221).
Puede extraer de la cosa que es objeto de su derecho toda la utilidad económica
que contiene puede, en fin, realizar actos materiales de disfrute y consumo, actos
jurídicos negociales, actos de disposición y actos de administración; todo esto
imprime en el derecho de propiedad un carácter de absolutismo. Actos de disfrute
y consumo, por ejemplo, tratándose de un inmueble puede no sólo percibir los
frutos, sino también hacer ejecutar la instalación de un moderno sistema de
calefacción; actos jurídicos negociales, transmitir la totalidad de su derecho
enajenando la cosa por un acto traslativo de propiedad; actos de disposición,
gravando la cosa objeto de propiedad con un derecho real de realización de valor
(hipoteca de un automóvil) y actos de administración, el cobro de sumas de dinero
por concepto de un contrato de arrendamiento y su posterior inversión en acciones
de la Bolsa de Valores.

La exclusividad del derecho de propiedad se manifiesta en el entendido de


que sólo el propietario se beneficia con la totalidad de las prerrogativas inherentes
a aquél. Sería ilógico pensar que un derecho de propiedad pertenezca en su
totalidad a dos titulares. Suele ocurrir que dos o varias personas tengan sobre la
cosa derechos diferentes. Así sucede cuando la cosa está sometida a un derecho
real de usufructo, pero esa situación implica un desmembramiento de la
propiedad. Suele ocurrir también que dos o varias personas tengan sobre la cosa
derechos de la misma naturaleza, pero concurrentes.

Así sucede bajo el régimen de la copropiedad. Pero debe tomarse en cuenta,


que esa concurrencia; de derechos conlleva la limitación recíproca de los mismos,
no teniendo cada propietario más que una cuota parte indivisa de la propiedad.

La perpetuidad del derecho de propiedad debe entenderse en sentido jurídico


ya que significa la tendencia que el derecho muestra a perdurar en tanto subsista
su objeto. Por lo menos, así ocurre en la inmensa mayoría de los casos, sin
embargo, se produce una excepción: el derecho temporal de superficie (art. 204).
Tampoco cabe extinción de la propiedad en virtud del no uso a diferencia de lo
que sucede con los derechos reales desmembrados de la propiedad (usufructo,
servidumbre), sin que ello quiera decir que el propietario que no haya ejercitado su
derecho durante diez años esté siempre en condiciones de reivindicar la cosa,
pues, en dicho intervalo, puede un tercero haber entrado en posesión del bien,
convirtiéndose en propietario por la dinámica de la usucapión. Contrariamente, si
durante ese lapso nadie ha podido poseer la cosa y usucapirla, 1a acción,
reivindicatoria sigue en vigor, sin que la afecte el mecanismo de la usucapión.
Como sé verá más adelante, el Código en su artículo 1454 se pronuncia por la
imprescriptibilidad del derecho de propiedad inmobiliario. En cambio, el propietario
de un mueble corpóreo no puede ejercer su derecho más que dentro dé un plazo
determinado: diez años, sí el poseedor es de mala fe (art. 149), y desde el
momento de su posesión si es de buena fe (arts. 152 y 101).

En toda circunstancia la propiedad está subordinada al bien común y al


interés social, he ahí su funcionalidad, o como dicen los MAZEAUD, “Si el derecho
de propiedad debe ser individual, su ejercicio debe ser social” (Vol. IV, Parte II,
pág. 18).

IV. FUNCION ECONOMICO SOCIAL DEL DERECHO DE PROPIEDAD

Para MESSINEO desde el punto de vista económico social la propiedad es la


estabilización o consolidación de la posesión exclusiva de los bienes, es el poder
de hecho transformado en poder de derecho; es lo que, considerando con relación
al fenómeno de la producción de la riqueza, los economistas denominan capital,
en contraposición al trabajo; la propiedad es el equivalente jurídico del concepto
económico del capital. La justificación económica y jurídica de la propiedad (o sea
el capital) la encuentra en el ahorro hecho sobre el fruto del trabajo y sobre la
renta del capital, acumulados con anterioridad por el procedimiento del ahorro, y
añade, que contra esta justificación económica y jurídica de la propiedad se
estrellan ciertas ideologías políticas, según las cuales "la propieté c’est le vol” (F.
J. PROUDHON, "Pemier memoire sur la propieté”, 1840) , Pero, hace notar que la
expresión va dirigida evidentemente, contra la gran propiedad (Vol. III, págs. 247 y
248). Por su parte, BARASSI es de la opinión que “En cierto sentido la propiedad
es una proyección del individuo, pero —cualquiera que sea el régimen, político—
tiene también una función social; por ello el individuo debe hoy, día conciliar la
realización de sus fines propios con los fines de la economía nacional, y ésta debe
estar a su vez al servicio dé la política para alcanzar él supremo interés de la
colectividad (Vol. II, pág. 12).

La función social, de la propiedad, reconocida en el sistema jurídico español,


es actualmente la nota que comporta limitaciones a la propiedad por los
particulares, bajo la forma de obligaciones a observar en casos concretos, por
ejemplo, al añadir como justificación de la expropiación a la utilidad pública el
interés social ha superado el individualismo de la época liberal para ponerse de
parte de la función social de la propiedad.

En Francia el ministro D- H. TEINTGEN ha podido presentar el esquema de la


propiedad función social para que pueda recurrirse a ella cuando, por ejemplo, al
invocar la jurisprudencia sobre el abuso del derecho, debe recordarse que “el
propietario tiene el deber, y la correlativa facultad, de emplear la cosa en la
satisfacción de las necesidades individuales o colectivas, y ante todo de las suyas
propias; consiguientemente, si el propietario lleva a efecto, sobre la cosa, un acto
que para él carece de provecho, nos encontramos con que ha desbordado los
límites de su función y se halla privado de tutela jurídica” (CARBONNIER, T. II,
Vol. I, pág. 154).
Él artículo 14-2º de la Constitución de Alemania Federal o “BONNER
GRUNDDESETZ” preceptúa que "e ingemtum verpelichtef”, es decir la propiedad
obliga. No debe causar sorpresa esta situación, porque “es un hecho histórico
evidente que el sentido jurídico alemán tuyo desde los primeros tiempos un tono
social muy marcado. En algunas épocas, singularmente en el siglo XIX, el
Derecho romano ha oscurecido esta cualidad, pero nunca la ha borrado del todo.
Sólo en el mundo de los conceptos se ha impuesto el derecho dominical absoluto,
matemáticamente puro, del propietario. En la vida práctica nunca ha dejado de latir
un sentido social (HEDEMANN, Vol. II, pág. 24).

En los trabajos preparatorios del Código civil italiano de 1942 fue propuesta la
inclusión de la función social de la propiedad en el artículo 832. Sin embargo, la
referencia a esta función ha sido suprimida del texto del citado artículo,
seguramente porque ya la Constitución alude a ella cuando dice que el
ordenamiento jurídico tiene el cometido de asegurar la función social de la
propiedad. La Constitución italiana, con el criterio seguido por la mayoría, de las
constituciones modernas, no se limita a hacer afirmaciones abstractas acerca de
las garantías de los derechos, sino que procura ofrecer más concretamente la
posibilidad de la obtención de estas. A tal fin, junto a la finalidad de asegurar la
función social, en el mismo capítulo, se añade otra meta del ordenamiento jurídico:
hacer accesible a todos la adquisición de la propiedad” (TRABUCCHI, Vol. I, pág.
422).
El artículo 1279 del Código civil boliviano da una de las reglas generales de mayor
importancia en nuestro Derecho positivo al dar a conocer que "Los derechos se
ejercen y los derechos se cumplen conforme a su naturaleza y contenido
específico, que se deducen de las disposiciones del ordenamiento jurídico, las
deglas de la buena fe y el destino económico-social de esos derechos y deberes".
Encontramos nosotros que fuera de estos principios generales aplicables a todas
las partes del derecho contenidos en el artículo 1279, hay ciertos stándares que
gobiernan cada uno de los Libros del Código. Por ejemplo, el Libro Segundo
referente a la propiedad y a los derechos reales sobre cosa ajena se rige por los
principios de la función social de la propiedad y del abuso del derecho. Un análisis
del artículo 1279 nos sugiere lo siguiente: los derechos a que se refiere el artículo
están tomados en sentido subjetivo y no en el objetivo; la palabra deberes está
tomada en el sentido amplio de obligación; lo primero que tiene que verse es la
naturaleza del derecho que se invoca, un ejemplo nos servirá de aclaración: si se
trata de situaciones jurídico-reales hay que ver la naturaleza del derecho real que,
por supuesto, es distinta a la del derecho personal; el contenido específico de
cada norma jurídica forzosamente debe tomarse en cuenta, por ejemplo, en la
propiedad ¿cuál es el contenido del derecho de propiedad? Lo dice el Código al
definir la propiedad en el artículo 105 que dice que “la propiedad es un poder
jurídico que permite, usar, gozar y disponer de una cosa...” He ahí su contenido:
usar, gozar y disponer de una cosa. Pero, luego añade: “dentro de los límites y
con las obligaciones que establece el ordenamiento jurídico”. Cuando se habla de
ordenamiento jurídico en el Código se refiere a la totalidad de normas que en un
determinado momento rigen en nuestro país. Muchas de las normas desarrolladas
en el Código no son sino reglas ya establecidas en la Constitución. La buena fe se
presenta, por ejemplo, en la posesión de los bienes para usucapir o para hacer
suyos los frutos por el poseedor de buena fe. Una aplicación del destino
económico-social de esos derechos y deberes tenemos en el artículo 106 que es
la misma regla que se ha tomado de la Constitución “la propiedad debe cumplir
una función social”. Ahora bien, en la Constitución encontramos los siguientes
preceptos: referentes a la función social de la propiedad: el artículo 7 inciso i)
dispone que “toda persona tiene los siguientes derechos fundamentales; conforme
a las leyes que reglamentan su ejercicio: i) a la propiedad privada, individual
o colectivamente, siempre que cumpla tena función social. El art. 22 “garantiza la
propiedad privada siempre que el uso que se haga de ella no sea perjudicial al
interés colectivo”, y que “la expropiación se impone por causa de utilidad pública o
cuando la propiedad no cumple una función social'’. El Estado protege la mediana
propiedad y la empresa agropecuaria “en tanto cumpla una función económico
social, de acuerdo a los planes de desarrollo” (art. 169, segundo párrafo): el
artículo 132 dispone que "la organización económica debe responder
esencialmente a principios de justicia social que tiendan a asegurar para todos los
habitantes una existencia digna del ser humano”. Por su parte el régimen
económico propenderá al desarrollo del país procurando el bienestar del pueblo
boliviano (art. 133); y, como una aplicación de la función social de la propiedad el
artículo 166 consagra la regla de que “el trabajo es la fuente fundamental para la
adquisición y conservación de la propiedad agraria” y establece “el derecho del
campesino a la dotación de tierras”, garantizando la existencia de las propiedades
comunarias, cooperativas y privadas (art. 167) planificando y fomentando su
desarrollo económico-social (art. 168).

V. EVOLUCION CONSTITUCIONAL DEL DERECHO DE PROPIEDAD

Los antecedentes patrios más remotos acerca de la inclusión de una norma


referente al derecho de propiedad se encuentran en el Acta de Id Independencia
de 6 de agosto de 1825 que manifiesta que los departamentos del Alto Perú deben
ser "regidos por la constitución, leyes y autoridades que ellos propios se diesen, y
creyesen más conducentes a su futura felicidad en clase de nación, y el sostén
inalterable de la santa religión católica, y de los sacrosantos derechos de honor,
vida, libertad, igualdad, propiedad y seguridad” (BETTY JORDAN DE
ALBARRACIN, “Documentos para una historia del Derecho Constitucional
Boliviano”, La Paz, Tall. Graf. S. Antonio, 1978, pág. 24). Luego, el 25 de mayo de
1826 el Libertador Simón Bolívar en su Mensaje al Congreso Constituyente de
Bolivia con motivo de la presentación de su proyecto de Constitución boliviana
decía: “En cuanto a la propiedad, ella depende del Código civil que vuestra
sabiduría debiera componer luego, para la dicha de vuestros conocimientos”,
(VICENTE LECUNA "Documentos referentes a la creación de Bolivia”, Caracas,
1975, pág. 319). El Decreto Reglamentario de las atribuciones del Poder Ejecutivo
de 19 de julio de 1826 en su artículo 19 dice que el presidente de la República “no
podrá tomar la propiedad de ningún individuo, ni turbarle en la posesión y uso de
ella: más si fuere necesario para un objeto de conocida ventaja común podrá
hacerlo indemnizando su valor a justa tasación" (LECUNA, "Documentos… pág.
192). El proyecto de Constitución del Libertador dice en su artículo 144 lo
siguiente; "La libertad civil, la seguridad individual, la propiedad, y la igualdad ante
la ley, se garantizan a los ciudadanos por la Constitución (LECUNA,
“Documentos...”, pág. 345). Las modificaciones introducidas por los constituyentes
bolivianos en el Proyecto de Constitución boliviana dieron el siguiente artículo:
“Artículo 149. — La Constitución garantiza a iodos los bolivianos su libertad civil,
su seguridad individual, la propiedad, y su igualdad ante la ley, ya premié ya
castigué”, ("Colección Oficial de Leyes, Decretos, etc. de la República de Bolivia”,
La Paz, 1834, T I, Vol. 1, años 1825 y 1826, pág. 331)'. Es fácil advertir que, existe
entre la Constitución promulgada por el Mariscal Antonio José de Sucre el 19 de
noviembre de 1826 y el Proyecto del Libertador una corriente igualitaria al
garantizar la propiedad no sólo a los ciudadanos, sino a todos los bolivianos.

Las tres siguientes Constituciones dé 1831, 1834 y 1839 siguen garantizando a


todos los bolivianos la propiedad. La quinta, del año 1843, consagra la
inviolabilidad de la propiedad y dispone que sólo por causa de interés público se
puede obligar a su enajenación. Este principio de inviolabilidad y de expropiación
por causa de interés público se conserva en las Constituciones de 1851, 1868,
1878 y I8S0. La séptima Constitución (1861) y la novena (1871) dicen tan sólo que
los bolivianos tienen “el derecho de usar y disponer de sus bienes", es decir, dan
una incompleta definición del derecho de propiedad. El año 1938 se promulga la
Constitución que consagra las ideas de justicia social que anhelan los bolivianos
de posguerra al decir en su artículo 17 que “la propiedad es inviolable siempre que
cumpla una función social” pero mantiene la expropiación por causa de utilidad
pública. La de 1945, retorna a los principios de la de 1826 y declara la
inviolabilidad de la propiedad privada, y la garantiza, pero "siempre que el uso que
se haga de ella no sea perjudicial al interés colectivo”, regulando la procedencia
de la expropiación por causa de utilidad pública y por no llenar una función social,
y cuya calificación se hace conforme a la ley y previa indemnización justa (véase
Constitución Política del Estado, 1967, artículo 22).

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