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ARÉVALO—OCTUBRE DE 2023
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En otros mundos
La tristeza se apoderó de mí y no
me ha soltado nunca. Me quedé en
casa, y comencé a conocer mi nuevo
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mundo, ¡¡¡Tan diferente del conoci-
do!!!, en el que la soledad entró suave-
mente, poco a poco como un anoche-
cer de verano. No me costó admitirla,
es una paradoja, pero la cruel soledad
me hacía compañía, me ayudaba e in-
citaba a refugiarme en mis recuerdos,
a sumergirme una y otra vez en las fo-
tografías de los otros mundos vividos,
me servía de refugio y defensa del ex-
terior. Poco a poco su presencia se hizo
indispensable. Entretanto, Cronos, se-
guía avanzando, el entorno, el paisaje
y el paisanaje también cambió.
Cuando salgo de mi fortaleza-pri-
sión para actividades cotidianas, com-
prar, asistir a misa y poco más, veo per-
Hace tiempo, mucho tiempo, in- divertido, el de las compañías con ami- sonas que no conozco, ni me conocen,
cluso parece que fue otra vida, o la de gos y vecinos. Tardes de paseo y con- casi nadie me saluda, los comercios
otra persona, viví en los otros mundos. versación, noches de baile en fiestas habituales han cerrado y los tenderos
Ahora no. En esta etapa de mi vida me señaladas, romerías a orillas del río, se fueron, los vecinos son extraños, los
encuentro en un mundo nuevo y extra- tardes de toros, invitaciones a bodas, a jóvenes cargados de ilusión y absortos
ño. las que yo acudía con las mejores galas en la tecnología, con los que me cruzo,
posibles hechas con retales baratos... no reparan en mi persona; soy invisi-
En aquel tiempo pasado se mezcla-
seguían bautizos, cumpleaños, comu- ble, a lo sumo, un elemento decorativo
ban muchos universos diferentes, el
niones y cualquier otra celebración más, de paso fugaz por la calle.
familiar, compuesto por un marido que
familiar; en todas ellas risas a rauda-
me adoraba y al que seguía ciegamente Vuelvo a refugiarme en mi mundo,
les y alegría por doquier... pequeños
por amor y confianza. Estaban pulu- a fundirme en un abrazo con mi dura
momentos que son la vida, la salsa, la
lando también en derredor mis hijos, a amiga y compañera fiel, la soledad,
perseguida felicidad.
los que teníamos que educar, enseñar,
que me abraza y me envuelve como el
vestir, alimentar, cuidar y llevarlos en Inesperadamente un día, un fatí-
viento. No te quise, no te deseé, me
el alma las veinticuatro horas del día. dico día, llegó el acompañamiento al
primer funeral de uno de aquellos ami- clausuraste en mi casa, pero no sé vivir
El mundo del trabajo formaba parte sin ti.
gos. Los días se sucedían monótonos y
del devenir cotidiano, necesario para
los protagonistas de aquellos bautizos No tengo con quien compartir
mantener a duras penas a la familia.
y comuniones crecieron y siguieron su nada, no tengo ningún sitio donde ir,
Mi labor era conservar la casa limpia,
senda vital, mis hijos no fueron excep- nada me interesa, sólo mi mundo, don-
ser contable, jefa y pinche de cocina,
ción y marcharon. El resto de compa- de me envuelvo en la neblina de los re-
personal de limpieza, ama de llaves y
ñeros de vida, fueron desapareciendo cuerdos de los otros mundos y contem-
criada, lavandera, planchadora y zur-
poco a poco, sin prisa, pero sin pausa, plo la vida desde mi pequeña ventana
cidora… para presumir de llevar a mi
hasta el día en que igualmente, mi con vistas a una carretera, paisaje que
marido e hijos impolutos y limpios
amor, mi esposo, mi razón de existir,
como la patena. ¡Añoro aquel trabajo!. comparto mirando el televisor.
también se fue, dejó esta vida y se lle-
En aquellos mundos, otro también vó la mía. Fernando Retamosa Marfil
la llanura número 173 - octubre de 2023 pág. 9
Nuestros poetas
El éxodo de la casa
Ya los muebles están solos,
envueltos en la neblina
de fresca luz vespertina
que se adueña de la casa
y, ceremoniosamente,
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber. los recuerdos van tejiendo
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. el velo de los ausentes
No dejes de creer que las palabras y las poesías en un continuo presente
sí pueden cambiar el mundo. que no siento como mío.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión. Sobre los viejos sillones
La vida es desierto y oasis. rumor de encaje y bolillos,
Nos derriba, nos lastima, de bordados en mantones
nos enseña, tras ventanas y visillos,
nos convierte en protagonistas de ajuares que fueron sueños
de nuestra propia historia. y este rayo impertinente
Aunque el viento sople en contra, que se cuela en el pasillo.
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa. Y la casa silenciosa,
No dejes nunca de soñar, sin luz, ni gente, ni queja.
porque en sueños es libre el hombre. El reloj quedó sin tiempo
No caigas en el peor de los errores: y el musgo de las pardas tejas,
el silencio. llora por sus goteras,
La mayoría vive en un silencio espantoso. la temida hora postrera
No te resignes. del éxodo de la casa.
Huye.
«Emito mis alaridos por los techos de este mundo», J. Pedro González G.
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros «poetas muertos»,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los «poetas vivos».
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas. Árbol seco