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Cátedra: Epistemología.

Equipo de Cátedra:
- Angelina Uzín Olleros. - Jorge Ermácora. - Lucía Fernández.
- Daniel Blanco. - Esteban Castaño. - Marcela Mangeón.
- Fernando Canale. - Sofía Sosa. - Julián Gómez.
-Florencia Rothar. - Sebastián Rigotti. - Franco Vago.
- Norberto Velázquez.

Año Lectivo:
2022
EPISTEMOLOGÍA 2022

Fundamentación:

A mediados del Siglo XIX las Ciencias Humanas y las Ciencias Sociales cobraron
autonomía con relación a la Filosofía y las Ciencias Naturales; definieron un objeto de
estudio, seleccionando un método científico para el estudio sistemático de las
cuestiones relativas al ser humano, su comportamiento en la sociedad y sus
características culturales. Sin embargo, esos nuevos espacios disciplinares crecieron al
amparo de la Física y sus resultados, el mecanicismo y el evolucionismo crearon un
imaginario que se desprende de la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas con la
promesa del progreso social.

También debemos considerar que a comienzos del Siglo XX la tecnología y los medios
masivos de comunicación provocaron cambios profundos, y a veces dramáticos, en el
medio social que “removieron” la teorización sistemática de los problemas humanos.
La “aldea global” creció en velocidad y eficacia. Por otra parte, la ruptura
epistemológica que generaron el Psicoanálisis y el Materialismo Histórico abrió un
debate entre funcionalistas y estructuralistas que aún perdura en las concepciones
acerca de la organización social y las manifestaciones transculturales.

El problema del hombre, patrimonio exclusivo durante muchos siglos de la


Antropología Filosófica, hoy es abordado no sólo por las Ciencias Humanas sino por
nuevos espacios disciplinares como la Bioética y la Biopolítica que completan el análisis
de las producciones culturales con la reflexión moral y legal de las problemáticas de fin
de siglo.

A comienzos de los años 70 Jean Ladrière afirmaba: “Aunque el concepto de ciencia


sea antiguo, la penetración de la ciencia en la práctica gubernamental y social es
reciente. La mentalidad y el comportamiento científicos han invadido
progresivamente, en el transcurso de este siglo, zonas cada vez más centrales de la
actividad social”1 En la cercanía de la década mencionada es cuando se asume de
manera generalizada que la educación, la ciencia y las innovaciones tecnológicas

1
Informe de UNESCO, “El desarrollo por la ciencia”. Paris. 1970.
influyen de manera decisiva en el desarrollo de las naciones. Actualmente se habla de
“la sociedad del conocimiento” o de la “sociedad de la información” para designar la
culminación de este proceso.

Observando la disparidad de los resultados obtenidos por los distintos países en el


aprovechamiento de los conocimientos científicos y tecnológicos cabe preguntarse por
las condiciones de éxito en este proceso. Dos espacios en debate se abren paso cada
vez con más ímpetu: la salud mental y la salud ambiental de los seres humanos en el
Siglo XXI y las problemáticas de género. Desde las ciencias en general, la cuestión de
las subjetividades hoy, no debe limitarse a la comparación étnica o cultural de los
sujetos, tampoco pueden quedar expresadas en la ideología de la falta de certezas de
la Postciencia, sino que promueven la apertura de un panorama de discusión ética y
epistemológica que resulta urgente reflexionar.

Objetivos:

 Caracterizar a la ciencia en sus fases teórica y aplicada.

 Comprender las características generales del conocimiento científico.

 Diferenciar los diversos campos del conocimiento científico y sus metodologías.

 Distinguir entre explicación, comprensión e interpretación.

 Relacionar ciencia, investigación y divulgación.

 Identificar los supuestos epistemológicos y científicos en los debates actuales.

 Situar la propuesta de este plan de cátedra en la especificidad de la carrera.

 Reflexionar acerca de la ciencia actual como una práctica social y cultural.


Contenidos y Bibliografía Epistemología:

Unidad 1. Filosofía y ciencia: caracterización y diferenciación en el transcurso histórico.


Comienzos del pensamiento científico. Formación del lenguaje geométrico. Lenguaje y
persuasión. La tentación metafísica. La Física: de la cosmogonía a la cosmología. Las
nociones de tiempo y espacio: el predominio de la física newtoniana. Contexto de
descubrimiento en ciencia: ¿hipótesis o conjeturas? El problema de la observación.

Bibliografía:
Balandier, Georges (1997) El desorden. La teoría del caos y las ciencias sociales. Gedisa:
Barcelona, pp. 17-39.
Prigogine, Ilya (1998) “¿El fin de la ciencia?”, en Dora Fried Schnitman (comp.) Nuevos
paradigmas, cultura y subjetividad. Paidós: Barcelona, pp. 37-60.
Uzin Olleros, Angelina (2008) “Ciencia neutra versus ciencia crítica. La tensión entre la
producción y la acreditación en nuestro campo profesional”, Imago Mundi, pp. 1-8.

Unidad 2. Base empírica y zona teórica de la ciencia. Los enunciados científicos. Estructura
y justificación de las teorías científicas. El debate acerca del método científico. Contexto
de justificación. Los programas de investigación, un intento de síntesis. La lógica de las
ciencias sociales. Ciencia y ciudadanía, las políticas del cuerpo, consumo y diversidad
cultural. El problema de la neutralidad valorativa.

Bibliografía:
Ginzburg, Carlo (1989) “Morelli, Freud y Sherlock Holmes: indicios y método científico”, en
Humberto Eco y Thomas Sebeock (eds.) El signo de los tres: Dupin, Holmes, Peirce.
Lumen: Madrid, pp. 116-162.
Kuhn, Thomas (1991) La estructura de las revoluciones científicas. México: Fondo de
Cultura Económica, pp. 33-50 (capítulo 2: “El camino hacia la ciencia normal”).
Lakatos, Imre (1998) La metodología de la investigación científica. Alianza. Madrid:
Alianza, pp. 9-16 (fragmento de la introducción); 119-123 (fragmento: “Los
programas de investigación: Popper versus Kuhn).
Morin, Edgar (2007) ¿Hacia el abismo? Globalización en el siglo XXI. Madrid: Paidós
(fragmento).
Popper, Karl (1994) Conjeturas y Refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico.
Barcelona: Paidós, pp. 57-93 (fragmento: “La ciencia: conjeturas y refutaciones”).
Unidad 3. Los usos de la ciencia. Tecnociencia y transformaciones sociales. Ciencia
aplicada y mundo cultural. Producción y contexto de aplicación de la investigación
científica. Utopías y revoluciones. El progreso científico: ocultamiento o ideología.
Imaginario, mercado e inversión en la producción de conocimiento. El problema de la
eticidad.

Bibliografía.
Baudrillard, Jean (2002) La ilusión vital. Madrid: Siglo XXI, pp. 3-25 (capítulo 1: “La solución
final: la clonación más allá de lo humano y lo inhumano”).
Bourdieu, Pierre (2000) Los usos sociales de la ciencia. Buenos Aires: Nueva Visión, pp. 43-
57 (fragmento: “La ciencia y los doxófobos”).
Feyerabend. Paul (1982) La ciencia en una sociedad libre. Madrid: Siglo XXI, pp. 111-113
(fragmento: “El hombre de la calle puede y debe supervisar la ciencia”).
Foucault, Michel (1996) La vida de los hombres infames. Buenos Aires: Altamira, pp. 21-35.

Unidad 4. La “Galaxia Gutenberg”: difusión de las ideas científicas en los medios de


comunicación y redes sociales. Un estudio de mercado acerca de los consumidores de
divulgación científica. Los destinatarios de la información científica. Opinión y periodismo
científico. Base científica de los problemas sociales, ambientales y culturales de nuestro
tiempo. Ciencia y asesores de imagen. Los obstáculos epistemológicos para comprender la
divulgación científica. Los destinatarios de programas especializados, nuevos usos públicos
de la razón.
Bibliografía:
Bachelard, Gastón (1993) La formación del espíritu científico. Contribución a un
psicoanálisis del conocimiento objetivo. Buenos Aires: Siglo XXI, 87-175.
Bourdieu, Pierre (1999) Intelectuales, política y poder. Buenos Aires: EUDEBA, 159-170
(apartado: “Las condiciones sociales de la circulación de las ideas”).
De Sousa Santos, Boaventura (2020) La cruel pedagogía del virus (2020). CABA: Clacso, pp.
17-27 (apartado: “El virus: todo lo que es sólido se desvanece en el aire”).
Virilio, Paul (2003) El arte del motor. Aceleración y realidad virtual. Buenos Aires:
Manantial, pp. 143-168.
UNIDAD 1

Filosofía y ciencia: caracterización y diferenciación en el transcurso histórico.


Comienzos del pensamiento científico. Formación del lenguaje geométrico.
Lenguaje y persuasión. La tentación metafísica. La Física: de la cosmogonía a la
cosmología. Las nociones de tiempo y espacio: el predominio de la física
newtoniana. Contexto de descubrimiento en ciencia: ¿hipótesis o conjeturas? El
problema de la observación.

Bibliografía:

 Balandier, Georges (1997) El desorden. La teoría del caos y las ciencias


sociales. Gedisa: Barcelona, pp. 17-39.

 Prigogine, Ilya (1998) “¿El fin de la ciencia?”, en Dora Fried Schnitman


(comp.) Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Paidós: Barcelona, pp.
37-60.

 Uzin Olleros, Angelina (2008) “Ciencia neutra versus ciencia crítica. La


tensión entre la producción y la acreditación en nuestro campo profesional”,
Imago Mundi, pp. 1-8.
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Ciencia neutra versus ciencia crítica
La tensión entre la producción y la acreditación en nuestro
campo profesional

Angelina Uzín Olleros


Profesora de Filosofía
angelinauzin@gmail.com

Resumen
En su versión oficial, la ciencia moderna se promueve a sí misma como la actividad
y el producto de una comunidad científica abocada a la búsqueda de un saber
desinteresado, éticamente neutral. Desde luego, «desinterés» y «neutralidad» no
deben confundirse aquí con indiferencia ya que toda la actividad científica está
guiada por un tono confiado y optimista con resonancias confusas de progreso y
bienestar. Sin embargo, tras preguntarnos cómo se compatibiliza un saber puro,
inmaculado y blanco con la oscuridad implícita en esta neutralidad ética, ya no
sabemos muy bien en qué escenario posible ubicar el confiado optimismo científico.

El saber puro, propio de la ciencia pura plan- do se refiere a fenómenos naturales o anticipación
tea un verdadero problema metodológico: la ciencia cuando se refiere a comportamientos sociales.
pura para ser tal no puede ser otra cosa que un con- Por otra parte, el conjunto de los enunciados
junto de términos lógicamente encadenados, ya que constitutivos de una ciencia se organiza en un cuerpo
cualquier praxis la transformaría automáticamente sistemático, jerarquizado verticalmente y vinculado
en ciencia aplicada. Más aún, si tomamos de Bo- por relaciones de consistencia y deductibilidad.
chenski la distinción entre sentido eidético y sentido Esta neutralidad querría verse a sí misma co-
operacional de un signo, la ciencia pura sólo debiera mo la figura alegórica de la Justicia, a saber, ciega
interesarse por el segundo sentido ya que en él están para garantizar su imparcialidad esencial. Pero la
las condiciones necesarias y suficientes para deter- ceguera moral de la ciencia es aquí otra cosa: una
minar la coherencia del sistema científico de que se pantalla discursiva que le permite abrirse a ámbitos
trate. Cualquier interpretación transforma el senti- de aplicación dominados por intereses cuyo fin es la
do operacional en eidético, es decir, descriptivo de conservación e incremento de poder que existen y se
un estado de cosas, que inevitablemente abre la vía desarrollan al margen de cualquier otra considera-
de la ciencia aplicada. En síntesis, sólo los sistemas ción.
formales pueden ser denominados ciencia pura. El propósito explícito planteado por la historia
Los defensores incondicionales de la ciencia mo- oficial de la ciencia sólo se traduce en la búsque-
derna la caracterizan como un saber desinteresado, da de un saber desinteresado lo cual parece entrar
cuyo único propósito es la búsqueda del saber por en contradicción con la actividad científico – tecno-
el saber mismo. Éticamente neutral, la ciencia mo- lógica que, desde una perspectiva social, apunta a
derna lee con infinita paciencia el libro de la natu- resolver problemas concretos. En primera instancia,
raleza para encontrar en él la verdad, es decir, las el objetivo de la ciencia así entendido, no se formu-
regularidades que se expresarán mediante leyes. En la en términos de utilidad y eficacia, este aspecto
principio, las leyes científicas tienen alcance univer- constituye un capítulo que la «ciencia pura» quiere
sal. Cualquier hecho o fenómeno se explica científi- expulsar forzadamente de sí; esto es contradictorio
camente al quedar subsumido bajo alguna ley, esto ya que concebir una ciencia sin aplicación alguna es
significa que el hecho debe ser deducido de ésta. Pe- tan paradójico como acuñar una moneda a la que le
ro dado que la ley científica tiene alcance universal, falte alguna de sus caras. En este caso, si pretendié-
debe tener la capacidad de explicar todos los hechos ramos un conocimiento científico que por abstrac-
a que refiere sin limitaciones de tiempo o lugar. Esta ción pueda separarse de un contexto de aplicación,
capacidad de la ley de poder explicar deductivamen- no estaríamos en el ámbito histórico de la ciencia
te también hechos futuros se llama predicción cuan- moderna sino en la episteme platónica según la cual

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Angelina Uzín Olleros

a la realidad de las ideas sólo se accede por refle- fueron realizadas por funcionarios ingleses que con-
xión. La utilidad y eficacia de la ciencia aparecen taban con el apoyo de la administración colonial pa-
como una derivación secundaria de su actividad. ra mejor conocimiento de los habitantes nativos; lo
Carl Sagan caracteriza la ciencia como «una in- mismo ocurrió en Estados Unidos donde los estudios
vención completamente humana, (. . . ) (que) no es de antropología han estado ligados a la política de
perfecta, (. . . ) solo una herramienta (. . . ) que se los gobiernos en la medida en que describen proble-
autocorrige, que sigue funcionando, que se aplica a mas administrativos o asuntos de Estado:
todo». Tal como la caracteriza el autor, la autoco- «Como ocurre con otras ciencias contemporá-
rrección de la ciencia es un rasgo esencial ya que su neas, sus progresos se realizan a la sombra de intere-
primera regla es que «no hay verdades sagradas», ses cuya naturaleza no coincide siempre con el obje-
es decir inamovibles, absolutas, fijadas de una vez tivo cultural de la disciplina» (Evans – Pritchard, E.
y para siempre. La posibilidad de autocorrección es Antropología social. Prefacio a la edición castellana).
función de la actitud crítica que no acepta ningún Al realizar su «descargo», Evans – Pritchard rea-
supuesto ni se somete a argumentos de autoridad. liza una verdadera inversión del desarrollo históri-
Sagan critica la actual cultura global precisamente co de la antropología cuyo origen está en los infor-
por creerse en posesión de «verdades eternas» y por mes que agentes coloniales, misioneros, explorado-
lo tanto no estar dispuesta a la rectificación de sus res, aventureros, que llevaban a su regreso a la me-
supuestos. «Pero en un mundo que está cambiando trópolis. Es decir que si el antropólogo «no dicta las
tan deprisa como el nuestro, esto constituye una re- políticas a seguir» es por que éstas, en lugar de ser
ceta para el desastre. No es imaginable que ninguna la aplicación de una investigación desinteresada, ya
nación, ninguna religión, ningún sistema de cono- han sido dictadas de antemano y son la condición de
cimientos tenga todas las respuestas para nuestra posibilidad del desarrollo de esta disciplina.
supervivencia» (Sagan, Carl. Cosmos. Página 332). El ejemplo expuesto es susceptible de generali-
Cabe la inquietud, entonces, si la próxima revo- zación: probablemente no hay ciencia en el sentido
lución científica que conduzca a un nuevo paradig- moderno que en sus comienzos no haya sido un con-
ma no debiera ser una revolución ética. Kuhn nos junto de prácticas o aplicaciones destinadas a obte-
acostumbró a la idea de que las revoluciones cien- ner algún beneficio. Solo a posteriori los científicos
tíficas se producen como consecuencia de una crisis pueden dejar caer en el olvido el origen de la ciencia
del saber que ya no es capaz de resolver problemas y del mismo modo que las familias ilustres que pre-
que, en consecuencia, se vuelven anomalías. Circuns- fieren ocultar el origen de sus fortunas, construirse
criptas al ámbito del conocimiento, las anomalías no discursivamente un desinterés y una nobleza de pro-
podrían superar un esquema típico ilustrado por el pósitos que en sus orígenes están muy lejos de tener.
pasaje del modelo ptolemaico al copernicano. Pero Otro ejemplo pero, en este caso, para mostrar
lo que aquí se cuestiona es si la ciencia no debe re- los efectos prácticos del discurso sobre la neutrali-
visar supuestos de otro orden que están en la base dad del saber por el saber: si tomamos por válida
de sus prácticas: su modo de apropiación del saber, la separación conceptual entre ciencia pura y ciencia
su modo de cortarlo y aislarlo de la comunidad de la aplicada, las ciencias económicas deben encuadrarse
cual lo extrae para encerrarlo asépticamente en un estrictamente dentro de las disciplinas tecnológicas;
laboratorio. sin embargo, alrededor de la década del 70 se produ-
Así, la neutralidad planteada como virtud por ce entre los economistas un movimiento de apropia-
la ciencia clásica deviene intencionalmente falaz ya ción de la imagen de neutralidad científica que toma
que desde esta posición puede realizarse cualquier cuerpo en la figura del tecnócrata. Este fenómeno
tipo de aplicación – desde bombas guiadas por lá- ocurre con la irrupción de la escuela de Chicago en
ser o armas bacteriológicas hasta satélites de comu- el ámbito económico internacional, con el laureado
nicación – sin el riesgo de ser estigmatizado por la Milton Friedman a la cabeza y Martínez de Hoz a
sospecha de alianza con el poder. De este modo, la cola de los Chicago’s Boys. La nueva tecnocracia
Klimovsky puede hablar cómodamente de ‘ciencia identifica la economía con el monetarismo: el econo-
martillo’: una serie de dispositivos conceptuales que mista se limita ahora a tomar medidas económicas
el científico produce por puro amor al saber y cuyo con explícita independencia de cualquier orientación
empleo escapa al campo de sus decisiones. ideológica o política; el desinterés y la neutralidad
Que la ciencia pura se trata de una construc- ética, en consecuencia, dejan de ser patrimonios ex-
ción mediática se puede ilustrar con un ejemplo que clusivos de la ciencia pura.
nos muestre el momento de su aparición: las prime- La figura del economista devenido tecnócrata
ras investigaciones en antropología social moderna monetarista se inscribe en el horizonte más vasto de

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Ciencia neutra versus ciencia crítica

la globalización y el neoconservadurismo. Pero, al turas del conocimiento científico. Una introducción


menos en parte, estos cambios de tan largo alcance a la epistemología. Página 171).
no se hubieran podido realizar sin el ejercicio de sis- Tanto inductivismo como refutacionismo coin-
temáticas campañas de prensa promoviendo al yup- ciden en que las consecuencias observacionales se de-
pie como modelo de éxito a corto plazo y al tatcher – ducen lógicamente de enunciados universales (hipó-
reaganismo como benefactor universal, liderando la tesis, leyes y teorías). Las consecuencias observacio-
transferencia a grandes oligopolios del patrimonio de nales son enunciados singulares que refieren, por lo
los Estados nacionales. Se puede ver entonces que tanto, a hechos particulares espacio – temporalmen-
este modelo económico no es una actividad neutral, te situados. Estos enunciados observacionales son in-
por más que sean los así llamados expertos y espe- terpretados de modo distinto por el inductivismo y
cialistas quienes la realicen y la lleven a cabo. el refutacionismo popperiano. Según el primero, es
La economía monetarista, justificada por la más- posible probar la verdad de un enunciado universal
cara tecnocrática y la retórica del bien común, ade- (realizar su verificación) a partir de la observación
más de legitimar ciertas políticas y desacreditar otras, de un número suficientemente grande de hechos a
pudo llegar a convertirse en uno de los más pode- los cuales refieren esos enunciados. Para el refuta-
rosos mecanismos de control de recursos económi- cionismo, en cambio, no es posible verificar enun-
cos imponiendo preferencias e intereses particulares ciados generales a partir de la observación; lo único
a toda la sociedad con el costo añadido de reducir que puede hacerse con éstos es intentar refutarlos o
hasta su desaparición las propuestas políticas más falsarlos.
creativas e innovadoras. Para Popper no es posible verificar ningún enun-
La tecnocracia que ha operado en el campo de ciado universal pero sí refutarlo o falsarlo para lo
la economía puede definirse en general como «(. . . ) cual se necesita sólo de un contraejemplo. Verifi-
aquella manera de regir la vida política en donde cación y refutación son asimétricas: un enunciado
los argumentos no se justifican en su valor ideo- universal puede resultar analíticamente falso a par-
lógico (. . . ) sino en su procedencia del mundo de tir de su contrastación con los hechos pero nunca – a
los especialistas. De este modo, al presentarse co- partir de éstos – resultar formalmente verdadero. Las
mo argumentos técnicos, parecen estar desprovistos expresiones lógicas de la verificación y la refutación
de intereses y preferencias, para ser ‘necesarios’ y son:
neutrales» (Angulo, F. J.; Contreras, J.; Santos, M. Sí (P), entonces (Q)
A. Evaluación educativa y participación democráti- y (Q)
ca. Página 344). luego (P)
Ladrière señala que la frontera entre ciencia y Pero esta forma lógica, conocida como falacia
tecnología se debilita. Tanto una como la otra rea- de afirmación del consecuente, es incorrecta ya que
lizan investigaciones organizadas y sistemáticas. La de la verdad del consecuente no se puede inferir la
estructura interna del proceso científico tiende a con- verdad del antecedente.
fundirse cada vez más con el proceso tecnológico; no Sí (P), entonces (Q)
es posible progreso alguno, al menos en las ciencias y (no Q)
no formales, sin la experimentación, o la observa- luego (no P)
ción. Ciencia y tecnología constituyen una actividad Esta forma conocida con el nombre de Modus
socialmente organizada, planificada que persigue ob- Tollens es correcta ya que de la falsedad del con-
jetivos elegidos concientemente y de características secuente (o más correctamente, la verdad de la ne-
esencialmente prácticas. gación del consecuente) se infiere necesariamente la
«Si nos atrevemos a utilizar la muy discutida falsedad (la vedad de la negación) del antecedente.
nomenclatura de ‘ciencia pura’ para aquella que se Una teoría puede ser provisionalmente acepta-
propone producir y poner a prueba teorías cientí- da si ha pasado con éxito la contrastación empírica,
ficas y construir nuestro conocimiento del mundo, es decir, los intentos de refutarla; en tal caso, la teo-
podemos afirmar ahora que la ciencia pura tiene, ría queda «corroborada» – término usado por Pop-
como utilidad manifiesta, el poder aplicarse al es- per para diferenciarse del confirmacionismo inducti-
tudio de problemas prácticos o concretos, actividad vista – y puede ser aceptada provisoriamente «el mé-
a la que hemos llamado ciencia aplicada. La cien- todo del ensayo y el error es un método para eliminar
cia aplicada es la que permite producir aparatos o teorías falsas mediante enunciados observacionales y
mercancías y en general, construir toda la metodo- su justificación es la relación puramente lógica de de-
logía de las acciones humanas que conocemos con el ductibilidad, la cual nos permite afirmar la falsedad
nombre de tecnología» (Klimovsky, G. Las desven-

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Angelina Uzín Olleros

de enunciados universales si aceptamos la verdad de 2. Además, la proclamada neutralidad científica


ciertos enunciados singulares». no se limita sólo al ámbito de la ciencia pu-
Según la concepción clásica de la ciencia el sa- ra sino que «avanza» sobre áreas de aplicación
ber que ésta produce es objetivo, es decir, indepen- tecnológica configurando el orden tecnocrático
diente de las apreciaciones y opiniones subjetivas. de los especialistas; de este modo, la neutrali-
Pero no son pocos los autores que consideran que dad que en sus orígenes, en el siglo XIX, sirvió
la aceptación de algunos enunciados de la ciencia no como línea demarcatoria entre una ciencia su-
tiene necesariamente que coincidir con alguna repre- perior – pura – y otra inferior – aplicada – se re-
sentación objetiva de la realidad: estos enunciados significa hoy distribuyendo otros conjuntos: el
se asumen como tales por consenso o acuerdo (in- de la tecnocracia de los especialistas y el de las
tersubjetividad). políticas de aplicación (Hobsbaum, E. Las re-
El consensualismo es la corriente que considera voluciones burguesas. Página 40).
que la aceptación o rechazo de hipótesis y teorías 3. Por último, la neutralidad opera en dos direc-
científicas depende del acuerdo o consenso que se ciones: por un lado, hacia el pasado, encubrien-
lleva a cabo dentro de la comunidad científica. do los orígenes de las ciencias que no fueron en
Para Kuhn el desarrollo científico sigue una lí- sus comienzos más que prácticas destinadas a
nea continua de progreso en los periodos de «desa- resolver los problemas concretos de los intereses
rrollo científico normal» regidos por un paradigma. de grupos de dominación; por otro, en la actua-
Este se puede caracterizar como los supuestos que lidad, como recurso de legitimación de políticas
organizan los hechos, los fenómenos y que inclu- del poder al diluir en una cadena interminable
ye tanto concepciones acerca del mundo como valo- de pequeñas decisiones neutras y burocráticas
raciones, criterios metodológicos, etc. El desarrollo las responsabilidades en la toma de decisiones
científico normal es acumulativo, se amplían los co- que nos afectan a todos.
nocimientos de hechos considerados relevantes por
el paradigma vigente, se realizan predicciones y se 1. La producción y acreditación en la
articula cada vez mejor el propio paradigma. En la profesión docente universitaria
realización de todo esto, surgen problemas de todo Quiero diferenciar tres hitos en lo concerniente
tipo (conceptuales, instrumentales, etc.) que la co- a la acreditación y producción científica en el campo
munidad científica debe resolver. Pero es el propio profesional docente de las universidades argentinas:
paradigma quien determina cuáles son estos proble- 1. Las crisis políticas, los golpes de estado suce-
mas garantizando, a su vez, que tienen solución. En sivos desde la década del 30 y en particular la
el período de ciencia normal, tenemos entonces acu- denominada «noche de los bastones largos» del
mulación de problemas y soluciones. Golpe del 66 y el «Proceso de reorganización
Por razones que a mi criterio no es fácil deter- nacional» del Golpe del 76.
minar, dentro de la comunidad científica comienzan 2. Ambos sucesos marcaron una impronta de fuer-
a esbozarse interrogantes que no encuentran solu- te persecución ideológica, «fuga de cerebros»,
ción dentro del paradigma vigente. Ese cierto modo vaciamiento de organismos de investigación, has-
de ver la naturaleza de las cosas (que el paradigma ta la desaparición forzada de investigadores y
determina) ya no resulta adecuado para resolver los docentes universitarios.
nuevos problemas planteados. Estos problemas no 3. Retorno de la democracia en el 83 con la consa-
previstos tornan inestable el paradigma vigente ha- bida reflexión acerca de la situación del campo
ciendo entrar en crisis la «ciencia normal». De esta científico, revisión histórica de las condiciones
crisis se sale cuando se instala un nuevo paradigma de posibilidad de la actividad científica, forma-
«que pone en juego descubrimientos que no pueden ción profesional de docentes universitarios y se-
acomodarse dentro de los conceptos que eran habi- ñalamiento de los funcionarios y cómplices de
tuales (. . . )» y que es adoptado por la comunidad la dictadura militar desde el 76 al 83.
científica. A este período de pasaje de un paradigma 4. La década de 1990 con la sanción de las leyes
a otro, Kuhn lo llama «Revolución científica». Federal de Educación y de Educación Superior,
Lo que hasta aquí se expuso puede sintetizarse que resultaron ser una bisagra, sobretodo la se-
de este modo: gunda de ellas, en las exigencias dirigidas al do-
1. En primer lugar, la neutralidad ética de la cien- cente universitario. La proliferación de los post-
cia pertenece al orden del discurso y no así a sus grados, maestrías y doctorados, con titulaciones
prácticas que aparecen siempre vinculadas a in- intermedias entre la formación de grado y la de
tereses de grupos de poder. cuarto nivel (especializaciones y diplomaturas).

4 Imago Mundi, (14 de junio de 2008 12:46) — www.serviciosesenciales.com.ar


Ciencia neutra versus ciencia crítica

Fuertes debates a lo largo de las últimas déca- trapartida crítica del discurso postmoderno, las uto-
das del siglo XX estuvieron acompañadas de análi- pías quedaron en la letra y en el recuerdo de viejas
sis epistemológicos (disputa entre Circulo de Viena militancias; como hojas amarillentas de libros del
y Escuela de Frankfurt); indagaciones acerca de las siglo XIX quedaron los papers e incluso los textos
luchas políticas al interior de las universidades, si- como el que presentamos más arriba. Sólo se lee la
tuación de desigualdad entre los profesionales para inmediatez del presente, o como señala Jürgen Ha-
acceder a la posibilidad de doctorarse en universida- bermas, nos movemos en un puro presentismo, pre-
des de reconocido prestigio nacional e internacional, sente sin memoria, presente sin sentido en tanto que
posibilidades reales de participación en Congresos y corremos detrás de un diploma que nos asegure la
de publicación de artículos con referato en revistas permanencia en el sistema si es que logramos pasar
también reconocidas en el circuito académico. por el primer paso de acceso.
Podemos señalar dos análisis al respecto, uno Otro aporte que quiero agregar a lo expuesto es
de Oscar Varsavsky a finales de los 60, refiriéndose el de Ricardo Forster, el autor hace referencia a la
a la reunión de presidentes americanos en enero del pobreza conceptual que se fomenta desde la masiva
67 en Punta del Este para estimular el desarrollo de producción de papers y abstracts que proliferan en
nuestra ciencia en las actividades del Consejo Inter- las universidades y encuentros académicos.
americano Cultural que organiza Centros de Exce- Como sostiene Forster: «El habla va quedando
lencia para «. . . educar de manera homogénea a los colonizada por una lógica que la vuelve un instru-
investigadores y profesores latinoamericanos según mento servil de culturas organizadas alrededor de
las indiscutidas normas de la ciencia universal. . . ». lo massmediático y los dispositivos tecnológicos, del
Varsavsky analiza esta pretensión de universali- dominio de una imagen que no guarda la posibilidad
dad científica desde la impronta heredada de la revo- de reflexionar. . . Cuando una persona no encuentra
lución industrial, ciencia lógicamente fundamentada adentro suyo palabras para decir lo que le sucede,
en la que su objetividad está escindida del científico para describir un paisaje o formular una opinión,
que la produce; y por otra parte la impronta marxis- esa persona es cada vez más un objeto de domina-
ta que pretende otro tipo de universalidad: la igual- ción, pierde su capacidad subjetiva de construir me-
dad de condiciones sociales de producción científico canismos autónomos. . . Si apenas decimos algo ya no
tecnológica en vistas de un cambio social radical. sabemos qué agregar, ya no hay experiencia. ¿Cómo
En su libro Ciencia, política y cientificismo afir- describir la experiencia propia si se la expropia a
ma: «La ciencia actual, en resumen, está adapta- través de, por ejemplo, ciertos mundos televisivos?
da a las necesidades de un sistema social cuyo fac- Y aun si hubiera esa experiencia, no se encuentran
tor dinámico es la producción industrial masificada, palabras para describirla». (La muerte de la palabra
diversificada, de rápida obsolescencia; cuyo princi- en el mundo universitario. Página 12. Entrevista a
pal problema es vender -crear consumidores, ampliar R. Forster de J. Lorca. 8/2/2005).
mercados, crear nuevas necesidades o como quiera Nueva forma de enajenación de una cultura que
decirse- y cuya institución típica es el gran consor- ya no responde a las descripciones de la modernidad,
cio, modelo de organización y filosofía para las fuer- ni de la era industrial, ni de la sociedad de entre-
zas armadas, el gobierno, las universidades» (Pág. guerras; una cultura y una sociedad que se debate
42). egocéntricamente en el intento por pensar una época
«Esto se refleja, hemos visto, en la ciencia ac- y un estado del arte -sin palabras-; o, como contra-
tual de todo el mundo: en los países desarrollados partida, con un universo discursivo que ya no sabe
por adaptación, y en los demás por seguidismo, por a qué sujeto se refiere, ni quien es su destinatario.
colonialismo científico» (. . . ) «Lo que dijo Marx ha- Probablemente el destinatario del discurso uni-
ce más de cien años y para otro continente no fue versitario ya no es el destino de la universidad, desde
desarrollado ni adaptado a nuestras necesidades - el momento que el destino se ha convertido en llegar
ni corregido- de manera convincente, y hoy veinte a la meta: una meta a la que el profesional llega so-
grupos pueden decirse marxistas y sostener produc- lo para recibir su diploma, sin una comunidad que
ciones tácticas y estratégicas totalmente contradic- le de sentido a su esfuerzo, sin una colectividad que
torias». (Págs. 42-43). le imponga un desafío, sin interlocutores para gene-
Mucho de lo que afirma este autor puede en- rar nuevos debates en esta academia sumergida en
contrar asidero en la actualidad, otro tanto queda el conformismo y cierta resignación.
como dato histórico de la situación de la formación Tal vez éste es un momento de transición en el
científico-profesional de comienzos de los 70 en Ar- que debamos y podamos recuperar el debate, el sen-
gentina. Nos invadieron análisis a favor o en la con- tido, la capacidad de resistir y de creer que la teoría

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Angelina Uzín Olleros

es necesaria para la praxis transformadora, que las 15. Forster, R. La muerte de la palabra en el mundo
generaciones que vienen esperan algo de nosotros, al- universitario. Página 12. Entrevista de J. Lorca.
go más que el título de magíster o de doctor cuando 8/2/2005
concursamos una cátedra o damos una conferencia 16. Foucault, M.: Los Anormales. Fondo de Cultura
o publicamos un libro. Económica. México. 2000.
Sin ese destinatario como destino de nuestra
17. Foucault, M.: El nacimiento de la clínica. Una
práctica profesional, el sentido se ha perdido, por-
arqueología de la mirada médica. Editorial Siglo
que no hay sentido si no existe un otro que reciba
XXI. México. 1991.
aquello que estamos dispuestos a ofrecer, a ofrendar.
18. Foucault, M.: Saber y Verdad. Editorial La Pi-
2. Bibliografía queta. Madrid. 1991.
1. Angulo, F. J.; Contreras, J.; Santos, M. A.: Eva- 19. Foucault, M.: Historia de locura en la época
luación educativa y participación democrática. clásica. Fondo de Cultura Económica. México
En «teoría y desarrollo del currículo» Aljibe 1998.
Editorial. 1990. 20. Foucault, M.: Las redes del poder. Editorial Al-
2. Bachelard, G.: La formación del espíritu cien- magesto. Colección Mínima. Buenos Aires. 1991.
tífico. Contribución a un psicoanálisis del cono- 21. Foucault, M.: Un diálogo sobre el poder y otras
cimiento objetivo. Siglo XXI Editores. México. conversaciones. Editorial Altaya. Barcelona. 1998.
1978. 22. Frazer, J.: La rama dorada. Magia y religión.
3. Bataille, G.: La noción de gasto. En «Obras Es- Fondo de Cultura Económica. México. 1980.
cogidas». Ediciones Barral. Barcelona. 1975. 23. Guber, R.: La etnografía. Método, campo y re-
4. Bourdieu, P.: Cosas Dichas. Editorial Gedisa. flexividad. Enciclopedia Latinoamericana de So-
Buenos Aires. 1988. ciocultura y Comunicación. Grupo Editorial Nor-
5. Bourdieu, P.: Los usos sociales de la ciencia. ma. Buenos Aires. 2001.
Editorial Nueva Visión. Buenos Aires. 2000. 24. Heler, M: Ciencia incierta. La producción so-
6. Bourdieu, P.: ¿Qué significa hablar? Economía cial del conocimiento. Editorial Biblos. Buenos
de los intercambios lingüísticos. Akal Ediciones. Aires. 2000.
Madrid. 1999. 25. Heler, M: Ética y ciencia: la responsabilidad del
7. Bourdieu, P.: «Campo intelectual y proyecto martillo. Editorial Biblos. Buenos Aires. 2000.
creador» en Pouillon, J. y otros: Problemas de 26. Hempel, C. G.: Filosofía de la Ciencia Natural.
estructuralismo. Editorial Siglo XXI. México. Alianza Editorial. Madrid. 1987.
1967. 27. Hobsbawm, E.: Historia del siglo XX. Fondo de
8. Bourdieu, P.: Sociología y cultura. Editorial Gri- Cultura Económica. México. 1964.
jalbo. México. 1990. 28. Hobsbawm, E.: Las revoluciones burguesas. Fon-
9. Bourdieu, P.; Chamboredon, J. C.; Passeron, J. do de Cultura Económica. México. 1964.
C.: El oficio de sociólogo. Siglo XXI Editores. 29. Klimovsky, G.: Las desventuras del conocimien-
México. to científico. Una introducción la epistemología.
10. Cibotti, R. y Sierra, E.: El sector público en la A-Z Editora. Buenos Aires. 1997.
planificación del desarrollo. Siglo XXI Editores. 30. Kuhn, T. S.: La estructura de las revoluciones
México. científicas. Fondo de Cultura Económica. Mé-
11. Crombie, A. C.: Historia de la ciencia: De San xico.
Agustín a Galileo. Volumen II: La ciencia en la 31. Lévi-Strauss, C.: Antropología estructural. Edi-
Baja Edad media y comienzos de la Edad Mo- ciones Altaya. Barcelona. 1997.
derna: Siglos XIII a XVII. Alianza Editorial. 32. Lévi-Strauss, C.: Cómo se llega a ser etnógrafo.
Madrid. 1974. En «Tristes trópicos». Editorial Paidós. Buenos
12. De Saussure, F.: Curso de lingüística general. Aires. 1984.
Editorial Losada. Buenos Aires. 1969. 33. Lévi-Strauss; C.: Mitológicas. Editorial Fondo
13. Evans-Pritchard, E. E.: Antropología social. Edi- de Cultura Económica. México. 1972.
ciones Nueva Visión. Buenos Aires. 1984. 34. Malinowski, B.: Los argonautas del pacífico Oc-
14. Ferrucci, R.: Instrumental para el estudio de la cidental. Editorial Planeta – Agostini. Barcelo-
economía argentina. EUDEBA. Buenos Aires. na.

6 Imago Mundi, (14 de junio de 2008 12:46) — www.serviciosesenciales.com.ar


Ciencia neutra versus ciencia crítica

35. Novedades Económicas Revista del IEERAL (Ins-


tituto de Estudios Económicos sobre la Reali-
dad Argentina y Latinoamericana) de Funda-
ción Mediterránea Años 1999 a 2001
36. Palazuelos, Alburquerque, Luengo y Talavera:
Las economías capitalistas durante el período de
expansión (1945 – 1970). Editorial Akal. Ma-
drid. 1988.
37. Popper, K. R.: La lógica de la investigación cien-
tífica. Editorial Tecnos. Madrid. 1973.
38. Toulmin, S.: La comprensión humana. Alianza
Editorial. Madrid.
39. Sagan, K.: Cosmos Barcelona. Planeta. 1982.
Pág. 332.
40. Varsavsky, O. Ciencia, política y cientificismo.
Centro Editor de América Latina. Buenos Ai-
res. 1969.

Imago Mundi, (14 de junio de 2008 12:46) — www.serviciosesenciales.com.ar 7


UNIDAD 2

Base empírica y zona teórica de la ciencia. Los enunciados científicos. Estructura y


justificación de las teorías científicas. El debate acerca del método científico.
Contexto de justificación. Los programas de investigación, un intento de síntesis. La
lógica de las ciencias sociales. Ciencia y ciudadanía, las políticas del cuerpo,
consumo y diversidad cultural. El problema de la neutralidad valorativa

Bibliografía:

 Ginzburg, Carlo (1989) “Morelli, Freud y Sherlock Holmes: indicios y método


científico”, en Humberto Eco y Thomas Sebeock (eds.) El signo de los tres:
Dupin, Holmes, Peirce. Lumen: Madrid, pp. 116-162.

 Kuhn, Thomas (1991) La estructura de las revoluciones científicas. México:


Fondo de Cultura Económica, pp. 33-50 (capítulo 2: “El camino hacia la
ciencia normal”).

 Lakatos, Imre (1998) La metodología de la investigación científica. Alianza.


Madrid: Alianza, pp. 9-16 (fragmento de la introducción); 119-123
(fragmento: “Los programas de investigación: Popper versus Kuhn).

 Morin, Edgar (2007) ¿Hacia el abismo? Globalización en el siglo XXI. Madrid:


Paidós (fragmento).

 Popper, Karl (1994) Conjeturas y Refutaciones. El desarrollo del conocimiento


científico. Barcelona: Paidós, pp. 57-93 (fragmento: “La ciencia: conjeturas y
refutaciones”).
II. EL CAMINO HACIA LA CIENCIA NORMAL

EN ESTE ensayo, 'ciencia normal' significa inves-


tigación basada firmemente en una o más reali-
zaciones científicas pasadas, realizaciones que al-
guna comunidad científica particular reconoce,
durante cierto tiempo, como fundamento para
su práctica posterior. En la actualidad, esas rea-
lizaciones son relatadas, aunque raramente en su
forma original, por los libros de texto científicos,
tanto elementales como avanzados. Esos libros
de texto exponen el cuerpo de la teoría aceptada,
ilustran muchas o todas sus aplicaciones apropia-
das y comparan éstas con experimentos y obser-
vaciones de condición ejemplar. Antes de que esos
libros se popularizaran, a comienzos del siglo XIX
(e incluso en tiempos más recientes, en las cien-
cias que han madurado últimamente), muchos
de los libros clásicos famosos de ciencia desem-
peñaban una función similar. La Física de Aristó-
teles, el Almagesto de Tolomeo, los Principios y
la óptica de Newton, la Electricidad de Franklin,
la Química de Lavoisier y la Geología de Lyell
—estas y muchas otras obras sirvieron implíci-
tamente, durante cierto tiempo, para definir los
problemas y métodos legítimos de un campo de la
investigación para generaciones sucesivas de cien-
tíficos. Estaban en condiciones de hacerlo así,
debido a que compartían dos características esen-
ciales. Su logro carecía suficientemente de pre-
cedentes como para haber podido atraer a un
grupo duradero de partidarios, alejándolos de los
aspectos de competencia de la actividad científica.
Simultáneamente, eran lo bastante incompletas
para dejar muchos problemas para ser resueltos
por el redelimitado grupo de científicos.
33
34 HACIA LA CIENCIA NORMAL

Voy a llamar, de ahora en adelante, a las reali-


zaciones que comparten esas dos características,
'paradigmas', término que se relaciona estrecha-
mente con 'ciencia normal'. Al elegirlo, deseo su-
gerir que algunos ejemplos aceptados de la prác-
tica científica real —ejemplos que incluyen, al
mismo tiempo, ley, teoría, aplicación e instru-
mentación— proporcionan modelos de los que
surgen tradiciones particularmente coherentes de
investigación científica. Ésas son las tradiciones
que describen los historiadores bajo rubros tales
como: 'astronomía tolemaica' (o 'de Copérnico'),
'dinámica aristotélica' (o 'newtoniana'), 'óptica
corpuscular' (u 'óptica de las ondas'), etc. El es-
tudio de los paradigmas, incluyendo muchos de
los enumerados antes como ilustración, es lo que
prepara principalmente al estudiante para entrar
a formar parte como miembro de la comunidad
científica particular con la que trabajará más
tarde. Debido a que se reúne con hombres que
aprenden las bases de su campo científico a par-
tir de los mismos modelos concretos, su práctica
subsiguiente raramente despertará desacuerdos
sobre los fundamentos claramente expresados.
Los hombres cuya investigación se basa en para-
digmas compartidos están sujetos a las mismas
reglas y normas para la práctica científica. Este
compromiso y el consentimiento aparente que
provoca son requisitos previos para la ciencia
normal, es decir, para la génesis y la continua-
ción de una tradición particular de la investigación
científica.
Debido a que en este ensayo el concepto de
paradigma reemplazará frecuentemente a diversas
nociones familiares, será preciso añadir algo más
respecto a su introducción. ¿Por qué la realiza-
ción científica concreta, como foco de entrega pro-
fesional, es anterior a los diversos conceptos, le-
HACIA LA CIENCIA NORMAL 35

yes, teorías y puntos de vista que pueden abs-


traerse de ella? ¿En qué sentido es el paradigma
compartido una unidad fundamental para el es-
tudiante del desarrollo científico, una unidad que
no puede reducirse plenamente a componentes
atómicos lógicos que pudieran aplicarse en su
ayuda? Cuando las encontremos en la Sección V,
las respuestas a esas preguntas y a otras simila-
res resultarán básicas para la comprensión tanto
de la ciencia normal como del concepto aso-
ciado de los paradigmas. Sin embargo, esa discu-
sión más abstracta dependerá de una exposición
previa de ejemplos de la ciencia normal o de los
paradigmas en acción. En particular, aclarare-
mos esos dos conceptos relacionados, haciendo
notar que puede haber cierto tipo de investiga-
ción científica sin paradigmas o, al menos, sin
los del tipo tan inequívoco y estrecho como los
citados con anterioridad. La adquisición de un
paradigma y del tipo más esotérico de investiga-
ción que dicho paradigma permite es un signo de
madurez en el desarrollo de cualquier campo cien-
tífico dado.
Si el historiador sigue la pista en el tiempo
al conocimiento científico de cualquier grupo se-
leccionado de fenómenos relacionados, tendrá
probabilidades de encontrarse con alguna varian-
te menor de un patrón que ilustramos aquí a
partir de la historia de la óptica física. Los libros
de texto de física, en la actualidad, indican al
estudiante que la luz es fotones, es decir, entida-
des mecánico-cuánticas que muestran ciertas ca-
racterísticas de ondas y otras de partículas. La
investigación se lleva a cabo de acuerdo con ello
o, más bien, según la caracterización más elabo-
rada y matemática de la que se deriva esa verba-
lización usual. Sin embargo, esta caracterización
de la luz tiene, apenas, medio siglo de antigüedad.
36 HACIA LA CIENCIA NORMAL

Antes de que fuera desarrollada por Planck, Eins-


tein y otros, a comienzos de este siglo, los textos
de física indicaban que la luz era un movimiento
ondulante transversal, concepción fundada en un
paradigma, derivado, en última instancia, de los
escritos sobre óptica de Young y Fresnel, a co-
mienzos del siglo XIX. Tampoco fue la teoría de
las ondas la primera adoptada por casi todos los
profesionales de la ciencia óptica. Durante el
siglo XVIII, el paradigma para ese campo fue pro-
porcionado por la Óptica de Newton, que ense-
ñaba que la luz era corpúsculos de materia. En
aquella época, los físicos buscaron pruebas, lo
cual no hicieron los primeros partidarios de la teo-
ría de las ondas, de la presión ejercida por las
partículas lumínicas al chocar con cuerpos só-
lidos.1
Estas transformaciones de los paradigmas de la
óptica física son revoluciones científicas y la tran-
sición sucesiva de un paradigma a otro por me-
dio de una revolución es el patrón usual de desa-
rrollo de una ciencia madura. Sin embargo, no
es el patrón característico del periodo anterior
a la obra de Newton, y tal es el contraste, que
nos interesa en este caso. No hubo ningún pe-
riodo, desde la antigüedad más remota hasta
fines del siglo XVII, en que existiera una opi-
nión única generalmente aceptada sobre la na-
turaleza de la luz. En lugar de ello, había nu-
merosas escuelas y subescuelas competidoras, la
mayoría de las cuales aceptaban una u otra va-
riante de la teoría epicúrea, aristotélica o plató-
nica. Uno de los grupos consideraba que la luz
estaba compuesta de partículas que emanan de
cuerpos materiales; para otro, era una modifi-
1 The History and Present State of Discoveries Relating
to Vision, Light, and Cotours (Londres, 1772), pp. 385-90,
de Joseph Priestley.
HACIA LA CIENCIA NORMAL 37

cación del medio existente entre el objeto y el


ojo; todavía otro explicaba la luz en términos
de una interacción entre el medio y una emana-
ción del ojo; además, había otras combinaciones
y modificaciones. Cada una de las escuelas corres-
pondientes tomaba fuerza de su relación con
alguna metafísica particular y todas realzaban,
como observaciones paradigmáticas, el conjunto
particular de fenómenos ópticos que mejor podía
explicar su propia teoría. Otras observaciones
eran resueltas por medio de elaboraciones ad hoc
o permanecían como problemas al margen para
una investigación posterior.2
En varias épocas, todas esas escuelas llevaron
a cabo contribuciones importantes al cuerpo de
conceptos, fenómenos y técnicas del que sacó
Newton el primer paradigma casi uniformemente
aceptado para la óptica física. Cualquier defini-
ción del científico que excluya al menos a los
miembros más creadores de esas diversas escue-
las, excluirá asimismo a sus sucesores modernos.
Esos hombres eran científicos. Sin embargo, cual-
quiera que examine una investigación de la óptica
física anterior a Newton, puede llegar fácilmen-
te a la conclusión de que, aunque los profesio-
nales de ese campo eran científicos, el resultado
neto de su actividad era algo que no llegaba a
ser ciencia. Al tener la posibilidad de no dar
por sentado ningún caudal común de creencias,
cada escritor de óptica física se sentía obligado
a construir su propio campo completamente, des-
de los cimientos. Al hacerlo así, su elección de
observaciones y de experimentos que lo sostu-
vieran era relativamente libre, debido a que no
existía ningún conjunto ordinario de métodos o
fenómenos que cada escritor sobre la óptica se
2
Histoire de la lumière, de Vasco Ronchi, traducción
de Jean Taton (París, 1956), capítulos i-iv.
38 HACI A LA CIENCI A NORMAL

sintiera obligado a emplear y explicar. En esas


circunstancias, el diálogo de los libros resultantes
frecuentemente iba dirigido tanto a los miem-
bros de otras escuelas como a la naturaleza. Este
patrón no es desconocido, en la actualidad, en
numerosos campos creadores, ni es incompatible
con descubrimientos e inventos importantes. Sin
embargo, no es el patrón de desarrollo que ad-
quirió la óptica física después de Newton y que,
hoy en día, reconocen otras ciencias naturales.
La historia de la investigación eléctrica durante
la primera mitad del siglo XVIII proporciona
un ejemplo más concreto y mejor conocido
del modo como se desarrolla una ciencia, antes
de que cuente con su primer paradigma
universalmente aceptado. Durante ese periodo ha-
bía casi tantas opiniones sobre la naturaleza de
la electricidad como experimentadores importan-
tes, hombres como Hauksbee, Gray, Desaguliers,
Du Fay, Nollett, Watson, Franklin y otros. Todos
sus numerosos conceptos sobre la electricidad
tenían algo en común: se derivaban, parcialmen-
te, de una u otra versión de la filosofía mecánico-
corpuscular que guiaba todas las investigaciones
científicas de aquellos tiempos. Además, todos
eran componentes de teorías científicas reales,
que en parte habían sido obtenidas, por medio
de experimentos y observaciones, y que determi-
naron parcialmente la elección y la interpretación
de problemas adicionales a los que se enfrenta-
ban las investigaciones. No obstante, aunque to-
dos los experimentos eran eléctricos y la mayoría
de los experimentadores leían las obras de los
demás, sus teorías no tenían sino un mero aire
de familia.3
3 The Development of the Concept of Electric Charge:
Electricity from the Greeks to Coulomb, de Duane Roller
y Duane H. D. Roller ("Harvard Case Histories in Expe-
HACIA LA CIENCIA NORMAL 39

Un grupo temprano de teorías, seguidoras de la


práctica del siglo XVII, consideraban la
atracción y la generación friccional como el
fenómeno eléctrico fundamental. Este grupo tenía
tendencia a considerar la repulsión como un
efecto secundario debido a alguna clase de rebote
mecánico y, asimismo, a aplazar cuanto fuera
posible tanto la discusión como la investigación
sistemática del recién descubierto efecto de Gray,
la conducción eléctrica. Otros "electricistas" (el
término es de ellos mismos) consideraron la
atracción y la repulsión como manifestaciones
igualmente elementales de la electricidad y
modificaron en consecuencia sus teorías e
investigaciones. (En realidad, este grupo es
notablemente pequeño: ni siquiera la teoría de
Franklin justificó nunca completamente la
repulsión mutua de dos cuerpos cargados
negativamente). Pero tuvieron tanta dificultad
como el primer grupo para explicar
simultáneamente cualesquiera efectos que no fue-
ran los más simples de la conducción. Sin em-
bargo, esos efectos proporcionaron el punto de
partida para un tercer grupo, que tenía tendencia
a considerar a la electricidad como un "fluido"
que podía circular a través de conductores, en
rimental Science", Caso 8; Cambridge, Mass., 1954); y
Franklin and Newton: An Inquiry into Speculative New-
tonian Experimental Science and Franklin's Work in Elec-
tricity as an Example Thereof (Filadelfia, 1956), de I. B.
Cohén, capítulos VII-XII. Algunos de los detalles analíti-
cos del párrafo que sigue en el texto debo agradecérselos
a mi alumno John L. Heilbron, puesto que los tomé de un
trabajo suyo, todavía no publicado. Pendiente de publica-
ción, un informe en cierto modo más extenso y preciso
del surgimiento del paradigma de Franklin va incluido
en la obra de T. S. Kuhn, "The Function of Dogma in
Scientific Research', en A.C. Crombie (red.), "Symposium
on the History of Science, University of Oxford, July 9-15,
1961", que será publicada por Heinemann Educational
Books, Ltd.
40 HACIA LA CIENCIA NORMAL

lugar de un "efluvio" que emanaba de los no


conductores. Este grupo, a su vez, tenía dificul-
tades para reconciliar su teoría con numerosos
efectos de atracción y repulsión. Sólo por medio
de los trabajos de Franklin y de sus seguidores
inmediatos surgió una teoría que podía explicar,
casi con la misma facilidad, casi todos esos efec-
tos y que, por consiguiente, podía proporcionar
y proporcionó a una generación subsiguiente de
"electricistas" un paradigma común para sus in-
vestigaciones.
Excluyendo los campos, tales como las mate-
máticas y la astronomía, en los que los primeros
paradigmas firmes datan de la prehistoria, y tam-
bién los que, como la bioquímica, surgieron por
la división o la combinación de especialidades ya
maduras, las situaciones mencionadas antes son
típicas desde el punto de vista histórico. Aun-
que ello significa que debo continuar empleando
la simplificación desafortunada que marca un
episodio histórico amplio con un nombre único
y en cierto modo escogido arbitrariamente (v.gr.,
Newton o Franklin), sugiero que desacuerdos
fundamentales similares caracterizaron, por ejem-
plo, al estudio del movimiento antes de Aristóte-
les, de la estática antes de Arquímedes, del calor
antes de Black, de la química antes de Boyle y
Boerhaave y de la geología histórica antes de
Hutton. En ciertas partes de la biología —por
ejemplo, el estudio de la herencia— los primeros
paradigmas umversalmente aceptados son toda-
vía más recientes; y queda todavía en pie la
pregunta de qué partes de las ciencias sociales
han adquirido ya tales paradigmas. La historia
muestra que el camino hacia un consenso firme
de investigación es muy arduo.
Sin embargo, la historia sugiere también cier-
tas razones que explican el porqué de las dificul-
HACIA LA CIENCIA NORMAL 41

tades encontradas. A falta de un paradigma o de


algún candidato a paradigma, todos los hechos
que pudieran ser pertinentes para el desarrollo
de una ciencia dada tienen probabilidades de pa-
recer igualmenfe importantes. Como resultado de
ello, la primera reunión de hechos es una activi-
dad mucho más fortuita que la que resulta fami-
liar, después del desarrollo científico subsiguiente.
Además, a falta de una razón para buscar algu-
na forma particular de información más recón-
dita, la primera reunión de hechos y datos queda
limitada habitualmente al caudal de datos de que
se dispone. El instrumental resultante de hechos
contiene los accesibles a la observación y la
experimentación casual, junto con algunos de los
datos más esotéricos procedentes de artesanías
establecidas, tales como la medicina, la confección
de calendarios y la metalurgia. Debido a que las
artesanías son una fuente accesible de hechos
que fortuitamente no podrían descubrirse, la tec-
nología ha desempeñado frecuentemente un papel
vital en el surgimiento de nuevas ciencias.
Pero, aunque este tipo de reunión de datos ha
sido esencial para el origen de muchas ciencias
importantes, cualquiera que examine, por ejem-
plo, los escritos enciclopédicos de Plinio o las
historias naturales baconianas del siglo XVII, des-
cubrirá que el producto es un marasmo. En
cierto modo, uno duda en llamar científica a la
literatura resultante. Las "historias" baconianas
sobre el calor, el color, el viento, la minería, etc.,
están llenas de informes, algunos de ellos recón-
ditos. Pero yuxtaponen hechos que más tarde
resultarán reveladores (por ejemplo, el calenta-
miento por mezcla), junto con otros (v.gr., el ca-
lor de los montones de estiércol) que durante
cierto tiempo continuarán siendo demasiado com-
plejos como para poder integrarlos en una teoría
42 HACI A LA CIENCI A NORMAL

bien definida.4 Además, puesto que cualquier des-


cripción debe ser parcial, la historia natural típica
con frecuencia omite, de sus informes sumamente
circunstanciados, precisamente aquellos detalles
que científicos posteriores considerarán como
fuentes importantes de informes esclarecedores.
Por ejemplo, casi ninguna de las primeras "histo-
rias" de la electricidad, menciona que las gran-
zas, atraídas a una varilla de vidrio frotada, son
despedidas nuevamente. Ese efecto parecía me-
cánico, no eléctrico.5 Además, puesto que quien
reúne datos casuales raramente posee el tiempo
o la preparación para ser crítico, las historias
naturales yuxtaponen, a menudo, descripciones
como las anteriores con otras como, por ejemplo,
el calentamiento por antiperistasis (o por enfria-
miento), que en la actualidad nos sentimos abso-
lutamente incapaces de confirmar.6 Sólo de vez
en cuando, como en los casos de la estática, la
dinámica y la óptica geométrica antiguas, los
hechos reunidos con tan poca guía de una teo-
ría preestablecida hablan con suficiente claridad
como para permitir el surgimiento de un primer
paradigma.
Ésta es la situación que crea las escuelas ca-
racterísticas de las primeras etapas del desarrollo
4 Compárese el bosquejo de una historia natural del
calor en Novum Orgarutm, de Bacon, vol. VIII de The
Works of Francis Bacon, ed. J. Spedding. R. L. Ellis y
D. D. Heath (Nueva York, 1869), pp. 179-203.
5 Roller y Roller, op. cit., pp. 14, 22, 28, 43. Sólo des-
pués del trabajo registrado en la última de esas citas
obtuvieron los efectos repulsivos el reconocimiento gene-
ral como inequívocamente eléctricos.
6 Bacon, op. cit., pp. 235, 337, dice: "El agua ligera-
mente tibia es más fácil de congelar que la que se en-
cuentra completamente fría." Para un informe parcial
de la primera historia de esta extraña observación, véase
Marshall Clagett, Giovanni Marliani and Late Medieval
Physics (Nueva York, 1941), capítulo iv.
HACIA LA CIENCIA NORMAL 43

de una ciencia. No puede interpretarse ninguna


historia natural sin, al menos, cierto caudal im-
plícito de creencias metodológicas y teóricas en-
trelazadas, que permite la selección, la evaluación
y la crítica. Si este caudal de creencias no se en-
cuentra ya implícito en la colección de hechos
—en cuyo caso tendremos a mano algo más que
"hechos simples"— deberá ser proporcionado del
exterior, quizá por una metafísica corriente, por
otra ciencia o por incidentes personales o histó-
ricos. Por consiguiente, no es extraño que, en las
primeras etapas del desarrollo de cualquier cien-
cia, diferentes hombres, ante la misma gama de
fenómenos —pero, habitualmente, no los mismos
fenómenos particulares— los describan y lo in-
terpreten de modos diferentes. Lo que es sor-
prendente, y quizá también único en este grado
en los campos que llamamos ciencia, es que esas
divergencias iniciales puedan llegar a desaparecer
en gran parte alguna vez.
Pero desaparecen hasta un punto muy consi-
derable y, aparentemente, de una vez por todas.
Además, su desaparición es causada, habitual-
mente, por el triunfo de una de las escuelas ante-
riores al paradigma, que a causa de sus propias
creencias y preconcepciones características, hace
hincapié sólo en alguna parte especial del con-
junto demasiado grande e incoado de informes.
Los electricistas que creyeron que la electricidad
era un fluido y que, por consiguiente, concedie-
ron una importancia especial a la conducción,
proporcionan un ejemplo excelente. Conducidos
por esa creencia, que apenas podía explicar la
conocida multiplicidad de los efectos de atrac-
ción y repulsión, varios de ellos tuvieron la idea
de embotellar el fluido eléctrico. El fruto inme-
diato de sus esfuerzos fue la botella de Leyden,
un artefacto que nunca hubiera podido ser descu-
44 HACIA LA CIENCIA NORMAL

bierto por un hombre que explorara la naturaleza


fortuitamente o al azar, pero que, en efecto, fue
descubierto independientemente al menos por dos
investigadores, en los primeros años de la dé-
cada de 1740.7 Casi desde el comienzo de sus
investigaciones sobre la electricidad, Franklin se
interesó particularmente en explicar el extraño
y, en aquellos tiempos, muy revelador aparato
especial. El éxito que tuvo al hacerlo proporcionó
el más efectivo de los argumentos para convertir
su teoría en un paradigma, aunque éste todavía
no podía explicar todos los casos conocidos de
repulsión eléctrica.8 Para ser aceptada como
paradigma, una teoría debe parecer mejor que
sus competidoras; pero no necesita explicar y,
en efecto, nunca lo hace, todos los hechos que se
puedan confrontar con ella.
Lo que hizo la teoría del fluido eléctrico por
el subgrupo que la sostenía, lo hizo después el
paradigma de Franklin por todo el grupo de los
electricistas. Sugirió qué experimentos valía la
pena llevar a cabo y cuáles no, porque iban en-
caminados hacia manifestaciones secundarias o
demasiado complejas de la electricidad. Sólo que
el paradigma hizo su trabajo de manera mucho
más eficaz, en parte debido a que la conclusión
del debate interescolar puso punto final a la reite-
ración constante de fundamentos y, en parte, de-
bido a que la confianza de que se encontraban
en el buen camino animó a los científicos a em-
prender trabajos más precisos, esotéricos y con-
suntivos.9 Libre de la preocupación por cualquier
7 Roller y Roller, op. cit., pp. 51-54.
8 El caso más molesto era el de la repulsión mutua
de cuerpos cargados negativamente. Véase Cohen, op. cit.,
pp. 491-94, 53-43.
9 Debe hacerse notar que la aceptación de la teoría de
Franklin no concluye totalmente el debate. En 1759, Ro-
bert Symmer propuso una versión de dos fluidos de la
HACIA LA CIENCIA NORMAL 45

fenómeno eléctrico y por todos a la vez, el grupo


unido de electricistas podía ocuparse de fenóme-
nos seleccionados de una manera mucho más de-
tallada, diseñando mucho equipo especial para la
tarea y empleándolo de manera más tenaz y sis-
temática de lo que lo habían hecho hasta enton-
ces los electricistas. Tanto la reunión de datos
y hechos como la formulación de teorías se con-
virtieron en actividades dirigidas. La efectividad
y la eficiencia de la investigación eléctrica au-
mentaron consecuentemente, proporcionando evi-
dencia al apoyo de una versión societaria del
agudo aforismo metodológico de Francis Bacon:
"La verdad surge más fácilmente del error que
de la confusión".10
Examinaremos la naturaleza de esta investiga-
ción dirigida o basada en paradigmas en la sec-
ción siguiente; pero antes, debemos hacer notar
brevemente cómo el surgimiento de un paradigma
afecta a la estructura del grupo que practica en
ese campo. En el desarrollo de una ciencia na-
tural, cuando un individuo o grupo produce, por
primera vez, una síntesis capaz de atraer a la
mayoría de los profesionales de la generación
siguiente, las escuelas más antiguas desaparecen
gradualmente. Su desaparición se debe, en parte,
teoría y, durante muchos años, a continuación, los elec-
tricistas estuvieron divididos en sus opiniones sobre si la
electricidad era un fluido simple o doble. Pero los deba-
tes sobre ese tema confirman sólo lo que se ha dicho an-
tes sobre la manera en que una realización umversal-
mente reconocida sirve para unificar a la profesión. Los
electricistas, aun cuando a ese respecto continuaron divi-
didos, llegaron rápidamente a la conclusión de que nin-
guna prueba experimental podría distinguir las dos versio-
nes de la teoría y que por consiguiente eran equivalentes.
Después de eso, ambas escuelas podían explotar y explo-
taron todos los beneficios proporcionados por la teoría
de Franklin (ibid., pp. 543-46, 548-54). 10 Bacon, op. cit.,
p. 210.
46 HACI A LA CIENCI A NORMAL

a la conversión de sus miembros al nuevo para-


digma. Pero hay siempre hombres que se aferran
a alguna de las viejas opiniones y, simplemente,
se les excluye de la profesión que, a partir de
entonces, pasa por alto sus trabajos. El nuevo
paradigma implica una definición nueva y más
rígida del campo. Quienes no deseen o no sean
capaces de ajustar su trabajo a ella deberán conti-
nuar en aislamiento o unirse a algún otro grupo.11
Históricamente, a menudo se han limitado a per-
manecer en los departamentos de la filosofía de
los que han surgido tantas ciencias especiales.
Como sugieren esas indicaciones, es a veces sólo
la recepción de un paradigma la que transforma
a un grupo interesado previamente en el estudio
de la naturaleza en una profesión o, al menos,
en una disciplina. En las ciencias (aunque no en
campos tales como la medicina, la tecnología y
el derecho, cuya principal razón de ser es una ne-
cesidad social externa), la formación de periódi-
11
La historia de la electricidad proporciona un ejemplo
excelente, que podría duplicarse a partir de las carreras de
Priestley, Kelvin y otros. Franklin señala que Nollet,
quien, a mitades del siglo, era el más influyente de los
electricistas continentales, "vivió lo bástante como para
verse como el último miembro de su secta, con
excepción del Señor B.— su alumno y discípulo inmediato"
(Max Farrand [ed.], Benjamin Franklin's Memoirs
[Berkeley, Calif., 1949], pp. 384-86). Sin embargo, es más
interesante la resistencia de escuelas enteras, cada vez
más aisladas de la ciencia profesional. Tómese en consi-
deración, por ejemplo, el caso de la astrología, que anti-
guamente era parte integrante de la astronomía. O pién-
sese en la continuación, a fines del siglo XVIII y princi-
pios del XIX, de una tradición previamente respetada de
química "romántica". Ésta es la tradición discutida por
Charles C. Gillispie en "The Encyclopèdie and the Jacobin
Philosophy of Science: A Study in Ideas and Consequen-
ces", Critical Problems in the History of Science, ed.
Marshall Clagett (Madison, Wis., 1959), pp. 255-89; y "The
Formation of Lamarck's Evolutionary Theory", Archives
internationales d'histoire des sciences, XXXVII (1956), 323-
38.
HACIA LA CIENCIA NORMAL 47

cos especializados, la fundación de sociedades de


especialistas y la exigencia de un lugar especial
en el conjunto, se han asociado, habitualmente,
con la primera aceptación por un grupo de un
paradigma simple. Al menos, ése era el caso entre
el momento, hace siglo y medio, en que se desa-
rrolló por primera vez el patrón institucional de
la especialización científica y la época muy re-
ciente en que la especialización adquirió un pres-
tigio propio.
La definición más rígida del grupo científico
tiene otras consecuencias. Cuando un científi-
co individual puede dar por sentado un paradig-
ma, no necesita ya, en sus trabajos principales, tra-
tar de reconstruir completamente su campo, desde
sus principios, y justificar el uso de cada con-
cepto presentado. Esto puede quedar a cargo del
escritor de libros de texto. Sin embargo, con
un libro de texto, el investigador creador puede
iniciar su investigación donde la abandona el libro
y así concentrarse exclusivamente en los aspec-
tos más sutiles y esotéricos de los fenómenos na-
turales que interesan a su grupo. Y al hacerlo
así, sus comunicados de investigación comenza-
rán a cambiar en formas cuya evolución ha sido
muy poco estudiada, pero cuyos productos finales
modernos son evidentes para todos y abrumado-
res para muchos. Sus investigaciones no tendrán
que ser ya incluidas habitualmente en un libro
dirigido, como Experimentos... sobre electrici-
dad, de Franklin, o el Origen de las especies, de
Darwin, a cualquiera que pudiera interesarse por
el tema principal del campo. En lugar de ello
se presentarán normalmente como artículos bre-
ves dirigidos sólo a los colegas profesionales, a
los hombres cuyo conocimiento del paradigma
compartido puede presumirse y que son los únicos
capaces de leer los escritos a ellos dirigidos.
48 HACIA LA CIENCIA NORMAL

En la actualidad, en las ciencias, los libros son


habitualmente textos o reflexiones retrospectivas
sobre algún aspecto de la vida científica. El cien-
tífico que escribe uno de esos libros tiene ma-
yores probabilidades de que su reputación pro-
fesional sea dañada que realzada. Sólo en las
primeras etapas del desarrollo de las diversas
ciencias, anteriores al paradigma, posee el libro
ordinariamente la misma relación con la realiza-
ción profesional que conserva todavía en otros
campos creativos. Y sólo en los campos que to-
davía conservan el libro, con o sin el artículo,
como vehículo para la comunicación de las in-
vestigaciones, se encuentran tan ligeramente tra-
zadas las líneas de la profesionalización que pue-
de esperar un profano seguir el progreso, leyendo
los informes originales de los profesionales. Tanto
en la matemática como en la astronomía, ya
desde la Antigüedad los informes de investiga-
ciones habían dejado de ser inteligibles para un
auditorio de cultura general. En la dinámica, la
investigación se hizo similarmente esotérica a
fines de la Edad Media y volvió a recuperar su
inteligibilidad, de manera breve, a comienzos del
siglo XVII, cuando un nuevo paradigma
reemplazó al que había guiado las
investigaciones medievales. Las investigaciones
eléctricas comenzaron a requerir ser traducidas
para los legos en la materia a fines del siglo
XVIII y la mayoría de los campos restantes de
las ciencias físicas dejaron de ser generalmente
accesibles durante el siglo XIX. Durante esos
mismos dos siglos, pueden señalarse transiciones
similares en las diversas partes de las ciencias
biológicas; en ciertas partes de las ciencias
sociales pueden estarse registrando en la
actualidad. Aunque se ha hecho habitual y es
seguramente apropiado deplorar el abismo cada
vez mayor que separa al científico
HACIA LA CIENCIA NORMAL 49

profesional de sus colegas en otros campos, se


dedica demasiado poca atención a la relación
esencial entre ese abismo y los mecanismos in-
trínsecos del progreso científico.
Desde la Antigüedad prehistórica, un campo de
estudio tras otro han ido cruzando la línea divi-
soria entre lo que un historiador podría llamar
su prehistoria como ciencia y su historia propia-
mente dicha. Esas transiciones a la madurez ra-
ramente han sido tan repentinas e inequívocas
como mi exposición, necesariamente esquemática,
pudiera implicar. Pero tampoco han sido histó-
ricamente graduales, o sea, coextensivas con el
desarrollo total de los campos en cuyo interior
tuvieron lugar. Los escritores sobre la electrici-
dad, durante las cuatro primeras décadas del
siglo XVIII, poseían muchos más informes sobre
los fenómenos eléctricos que sus predecesores
del siglo XVI. Durante el medio siglo posterior a
1740, se añadieron a sus listas muy pocos tipos
nuevos de fenómenos eléctricos. Sin embargo,
en ciertos aspectos importantes, los escritos de
Cavendish, Coulomb y Volta sobre la electrici-
dad, en el último tercio del siglo XVIII parecen
más separados de los de Gray, Du Fay e, incluso,
Franklin, que los escritos de los primeros descu-
bridores eléctricos del siglo XVIII de aquellos del
siglo XVI.12 En algún momento, entre 1740 y 1780,
12
Los desarrollos posteriores a Franklin incluyen un
aumento inmenso de la sensibilidad de los detectores de
cargas, las primeras técnicas dignas de confianza y difun-
didas generalmente para medir la carga, la evolución del
concepto de capacidad y su relación con una noción nue-
vamente refinada de la tensión eléctrica, y la cuantifica-
ción de la fuerza electrostática. Con respecto a todos
esos puntos, véase Roller y Roller, op. cit., pp. 66-81; W.
C. Walker, "The Detection and Estimation of Electric
Charges in the Eighteenth Contury", Annals of Science,
I (1936), 66-100; y Edmund Hoppe, Geschichte der Elek-
trizität (Leipzig, 1884), Primera Parte, capítulos III-IV.
50 HACIA LA CIENCIA NORMAL

pudieron los electricistas, por primera vez, dar


por sentadas las bases de su campo. A partir de
ese punto, continuaron hacia problemas más con-
cretos y recónditos e informaron cada vez más
de los resultados obtenidos en sus investigacio-
nes en artículos dirigidos a otros electricistas,
más que en libros dirigidos al mundo instruido
en general. Como grupo, alcanzaron lo que ha-
bían logrado los astrónomos en la Antigüedad y
los estudiosos del movimiento en la Edad Me-
dia, los de la óptica física a fines del siglo
XVII y los de la geología histórica a principios
del siglo XIX. O sea, habían obtenido un
paradigma capaz de guiar las investigaciones de
todo el grupo. Excepto con la ventaja de la visión
retrospectiva, es difícil encontrar otro criterio
que proclame con tanta claridad a un campo dado
como ciencia,
INTRODUCCIÓN:
CIENCIA Y PSEUDOCIENCIA *

El respeto que siente el hombre por el conocimiento es una de


sus características más peculiares. En latín conocimiento se dice
scientia y ciencia llegó a ser el nombre de la clase de conocimiento
más respetable. ¿Qué distingue al conocimiento de la superstición,
la ideología o la pseudo-ciencia? La Iglesia Católica excomulgó a los
copemicanos, el Partido Comunista persiguió a los mendelianos por
entender que sus doctrinas eran pseudocientíficas. La demarcación
entre ciencia y pseudociencia no es un mero problema de filosofía
de salón; tiene una importancia social y política vital.
Muchos filósofos han intentado solucionar el problema de la de-
marcación en los términos siguientes: un enunciado constituye cono-
cimiento si cree en él, con suficiente convicción, un número suficien-
temente elevado de personas. Pero la historia del pensamiento muestra
que muchas personas han sido convencidos creyentes de nociones
absurdas. Si el vigor de la creencia fuera un distintivo del conoci-
miento tendríamos que considerar como parte de ese conocimiento
a muchas historias sobre demonios, ángeles, diablos, cielos e infier-
nos. Por otra parte, los científicos son muy escépticos incluso con
respecto a sus mejores teorías. La de Newton es la teoría más po-
derosa que la ciencia ha producido nunca, pero el mismo Newton

* Este artículo se escribió a principios de 1973 y originalmente fue dado


a conocer como una conferencia por la radio. Fue emitido por la Open Uni-
versity el 30 de junio de 1973 (Eds.).
10 Imte Lakatos La metodología de los programas de investigación dentífíca 11
nunca creyó que los cuerpos se atrajeran entre sí a distancia. Por
tanto, ningún grado de convencimiento con relación a ciertas creen- los planetas se moverían en elipses sólo si los planetas no se influ-
cias las convierte en conocimiento. Realmente lo que caracteriza a la yeran entre sí en sus movimientos. Pero eso es lo que sucede. Por
conducta científica es un cierto escepticismo incluso con relación a ello Newton tuvo que crear una teoría de las perturbaciones, de la
nuestras teorías más estimadas. La profesión de fe ciega en una teo- que se sigue que ningún planeta se mueve en una elipse.
ría no es una virtud intelectual sino un crimen intelectual. Hoy es posible demostrar con facilidad que no se puede derivar
De este modo un enunciado puede ser pseudocientífico aunque válidamente una ley de la naturaleza a partir de un número finito
sea eminentemente plausible y aunque todo el mundo lo crea, y pue- de hechos, pero la realidad es que aún podemos leer afirmaciones
de ser científicamente valioso aunque sea increíble y nadie crea en en el sentido de que las teorías científicas son probadas por los he-
él. Una teoría puede tener un valor científico incluso eminente, aun- chos. ¿A qué se debe esa obstinada oposición a la lógica elemental?
que nadie la comprenda y, aún menos, crea en ella. Hay una explicación muy plausible. Los científicos desean que
sus teorías sean respetables y merecedoras del título «ciencia», esto
El valor cognoscitivo de una teoría nada tiene que ver con su
es, conocimiento genuino. Ahora bien, el conocimiento más relevante
influencia psicológica sobre las mentes humanas. Creencias, convic-
en el siglo xvii, cuando nació la ciencia, incumbía a Dios, al Diablo,
ciones, comprensiones... son estados de la mente humana. Pero el
al Cielo y al Infierno. Si las conjeturas de ima persona eran erróneas
valor científico y objetivo de una teoría es independiente de la mente
en temas relativos a la divinidad, la consecuencia del error era la
humana que la crea o la comprende. Su valor científico depende so-
condenación eterna. El conocimiento teológico no puede ser falible
lamente del apoyo objetivo que prestan los hechos a esa conjetura.
sino indudable. Ahora bien, la Ilustración entendió que éramos fa-
Como dijo Hume:
libles e ignorantes en materias teológicas. No existe una teología cien-
tífica y por ello no existe un conocimiento teológico. El conocimiento
Si tomamos en nuestras manos cualquier volumen de teología o de metafí- sólo puede versar sobre la Naturaleza, pero esta nueva clase de co-
sica escolástica, por ejemplo, podemos preguntarnos: ¿contiene algiín razona-
miento experimental sobre temas fácticos y ejdstenciales? No. Arrojémoslo en-
nocimiento había de ser juzgada mediante los criterios que, sin re-
tonces al fuego porque nada contendrá que no sean sofismas e ilusiones. forma, tomaron de la teología; tenía que ser probada hasta más allá
de cualquier duda. La ciencia tenía que conseguir aquella certeza que
no había conseguido la teología. A un científico digno de ese nombre
Pero ¿qué es el razonamiento «experimental»? Si repasamos la no se le podían permitir las conjeturas; tenía que probar con los
enorme literatura del siglo xvii sobre brujería descubriremos que hechos cada frase que pronunciara. Tal era el criterio de la hones-
está repleta de informes referentes a observaciones cuidadosas, y tidad científica. Las teorías no probadas por los hechos eran consi-
que abundan los testimotúos bajo juramento, incluso experimentos. deradas como pseudociencia pecaminosa; una herejía en el seno de
Glanvill, el filósofo favorito de la primera Royal Society, consideraba la comunidad científica.
la brujería como el paradigma del razonamiento experimental. Ten-
dríamos que definir el razonamiento experimental antes de comenzar El hundimiento de la teoría newtoniana en este siglo hizo que
la quema de libros humeana. los científicos comprendieran que sus criterios de honestidad habían
sido utópicos. Antes de Einstein la mayoría de los científicos pen-
En el razonamiento científico las teorías son confrontadas por
saban que Newton había descifrado las leyes últimas de Dios pro-
los hechos y una de las condiciones básicas del razonamiento cien-
bándolas a partir de los hechos. Ampere, a principios del siglo xix,
tífico es que las teorías deben ser apoyadas por los hechos. Ahora
entendió que debía titular su libro relativo a sus especulaciones sobre
bien, ¿de qué forma precisa pueden los hechos apoyar a una teoría?
electromagnetismo: Teoría Matemática de los Fenómenos Electrodi-
Varias respuestas diferentes han sido propuestas. El mismo New- námicos inequívocamente deducida de los experimentos. Pero al final
ton pensaba que él probaba sus leyes mediante los hechos. Estaba del volumen confiesa de pasada que algunos de los experimentos nun-
orgulloso de no proponer meras hipótesis; él sólo publicaba teorías ca llegaron a realizarse y que ni siquiera se habían construido los ins-
probadas por los hechos. En particular pretendió que había deducido trumentos necesarios.
sus leyes a partir de los fenómenos suministrados por Kepler. Pero
su desplante carecía de sentido puesto que, según Kepler, los plane- Si todas las teorías científicas son igualmente incapaces de ser
tas se mueven en elipses, mientras que, según la teoría de Newton, probadas ¿qué distingue al conocimiento científico de la ignorancia
y a la ciencia de la pseudociencia?
12 Imre Lakatos La metodología de los ptogramas de investigación científica 13
Los «lógicos inductivos» suministraron en el siglo xx una res- inventan alguna hipótesis de rescate para explicar lo que ellos llaman
puesta a esta pregunta. La lógica inductiva trató de definir las pro- después una simple anomalía o, si no pueden explicar la anomalía,
babilidades de diferentes teorías según la evidencia total disponible. la ignoran y centran su atención en otros problemas. Obsérvese que
Si la probabilidad matemática de una teoría es elevada ello la cualifica los científicos hablan de anomalías, ejemplos recalcitrantes, pero no
como científica; si es baja o incluso es cero, la teoría es no científica. de refutaciones. La historia de la ciencia está, por supuesto, repleta
Por tanto, el distintivo de la honestidad intelectual sería no afirmar de exposiciones sobre cómo los experimentos cruciales supuestamente
nunca nada que no sea, por lo menos, muy probable. El probabilismo destruyen a las teorías. Pero tales exposiciones suelen estar elabora-
tiene un rasgo atractivo; en lugar de suministrar simplemente una das mucho después de que la teoría haya sido abandonada. Si Popper
distinción en términos de blanco y negro entre la ciencia y la pseudo- hubiera preguntado a un científico newtoniano en qué condiciones
ciencia, suministra una escala continua desde las teorías débiles de experimentales abandonaría la teoría de Newton, algunos científicos
probabilidad baja, hasta las teorías poderosas de probabilidad eleva- newtonianos hubieran recibido la misma calificación que algunos mar-
da. Pero en 1934 Karl Popper, uno de los filósofos más influyentes xistas.
de nuestro tiempo, defendió que la probabilidad matemática de todas ¿Qué es entonces lo que distingue a la ciencia? ¿Tenemos que
las teorías científicas o pseudocientíficas, para cualquier magnitud capitular y convenir que una revolución científica sólo es un cambio
de evidencia, es cero. Si Popper tiene razón las teorías científicas no irracional de convicciones, una conversión religiosa? Tom Kuhn, un
sólo son igualmente incapaces de ser probadas, sino que son también prestigioso filósofo de la ciencia americano, Uegó a esta conclusión
igualmente improbables. Se requería un nuevo criterio de demarca- tras descubrir la ingenuidad del falsacionismo de Popper. Pero si
ción y Popper propuso uno magnífico. Una teoría puede ser científica Kuhn tiene razón, entonces no existe demarcación explícita entre
incluso si no cuenta ni con la sombra de una evidencia favorable, y ciencia y pseudociencia ni distinción entre progreso científico y de-
puede ser pseudocientífica aunque toda la evidencia disponible le cadencia intelectual: no existe un criterio objetivo de honestidad.
sea favorable. Esto es, el carácter científico o no científico de una Pero ¿qué criterios se pueden ofrecer entonces para distinguir entre
teoría puede ser determinado con independencia de los hechos. Una el progreso científico y la degeneración intelectual?
teoría es «científica» si podemos especificar por adelantado un expe- En los últimos años he defendido la metodología de los progra-
rimento crucial (o una observación) que pueda falsaria, y es pseudo- mas de investigación científica que soluciona algunos de los pro-
científica si nos negamos a especificar tal «falsador potencial». Pero blemas que ni Popper ni Kuhn consiguieron solucionar.
en tal caso no estamos distinguiendo entre teorías científicas y pseu- En primer lugar defiendo que la unidad descriptiva típica de los
docientíficas sino más bien entre método científico y método no cien- grandes logros científicos no es una hipótesis aislada sino más bien
tífico. Para un popperiano el marxismo es científico si los marxistas un programa de investigación. La ciencia no es sólo ensayos y erro-
están dispuestos a especificar los hechos que, de ser observados, les res, una serie de conjeturas y refutaciones. «Todos los cisnes son
inducirían a abandonar el marxismo. Si se niegan a hacerlo el mar- blancos» puede ser falsada por el descubrimiento de un cisne negro.
xismo se convierte en una pseudociencia. Siempre resulta interesante Pero tales casos triviales de ensayo y error no se catalogan como cien-
preguntar a un marxista qué acontecimiento concebible le impulsaría cia. La ciencia newtoniana, por ejemplo, no es sólo un conjunto de
a abandonar su marxismo. Si está vinculado al marxismo, encontrará cuatro conjeturas (las tres leyes de la mecánica y la ley de gravitación).
inmoral la especificación de un estado de cosas que pueda refutarlo. Esas cuatro leyes sólo constituyen el «núcleo firme» del programa
Por tanto, una proposición puede fosilizarse hasta convertirse en un newtoniano. Pero este núcleo firme está tenazmente protegido contra
dogma pseudocientífico, o llegar a ser conocimiento genuino depen- las refutaciones mediante un gran «cinturónj>rotec^r» de hipótesis
diendo de que estemos dispuestos a especificar las condiciones obser- auxiliares. Y, lo que es más importante, eTprograma He investigación
vables que la refutarían. tiene también una Jheurística, esto es, una poderosa maquinaria para
Entonces ¿es el criterio de falsabilidad de Popper la solución del la solución de problemas que, con la ayuda de técnicas matemáticas
problema de la demarcación entre la ciencia y la pseudociencia? No. sofisticadas, asimila las anomalías e incluso las convierte en evidencia
El criterio de Popper ignora la notable tenacidad de las teorías cien- positiva. Por ejemplo, si un planeta no se mueve exactamente como
tíficas. Los científicos tienen la piel gruesa. No abandonan una teoría debiera, el científico newtoniano repasa sus conjeturas relativas a la
simplemente porque los hechos la contradigan. Normalmente o bien refracción atmosférica, a la propagación de la luz a través de tormén-
14 Imre Lakatos La metodología de los programas de investígaciÓQ denttfica 15

tas magnéticas y cientos de otras conjeturas, todas las cuales forman ma hizo la magnífica predicción de que si se mide la distancia entre
parte del programa. Incluso puede inventar un planeta hasta entonces dos estrellas por la noche y si se mide la misma distancia de día
desconocido y calcular su posición, masa y velocidad para explicar (cuando son visibles durante un eclipse del sol) las dos mediciones
la anomalía. serán distintas. Nadie había pensado en hacer tal observación antes
" • Ahora bien, la teoría de la gravitación de Newton, la teoría de del programa de Einstein. De este modo, en un programa de inves-
la relatividad de Einstein, la mecánica cuántica, el marxismo, el freu- tigación progresivo, la teoría conduce a descubrir hechos nuevos
dianismo son todos programas de investigación dotados cada uno de hasta entonces desconocidos. Sin embargo, en los programas regresi-
ellos de un cinturón protector flexible, de un núcleo firme caracte- vos las teorías son fabricadas sólo para acomodar los hechos ya co-
rístico pertinazmente defendido, y de una elaborada maquinaria para nocidos. Por ejemplo, ¿alguna vez ha predicho el marxismo con éxito
la solución de problemas. Todos ellos, en cualquier etapa de su des- algún hecho nuevo? Nunca. Tiene algunas famosas predicciones que
arrollo, tienen problemas no solucionados y anomalías no asimiladas. no se cumplieron. Predijo el empobrecimiento absoluto de la dase
En este sentido todas las teorías nacen refutadas y mueren refutadas. trabajadora. Predijo que la primera revolución socialista sucedería
Pero ¿son igualmente buenas? Hasta ahora he descrito cómo son los en la sociedad industrial más desatollada. Predijo que las sociedades
¡programas de investigación. Pero ¿cómo podemos distinguir un pro- socialistas estarían libres de revoluciones. Predijo que no existirían
Igrama científico o progresivo de otro pseudocientífico o regresivo? conflictos de intereses entre países socialistas. Por tanto, las prime-
En contra de Popper, la diferencia no puede radicar en que algu- ras predicciones del marxismo eran audaces y sorprendentes, pero
nos aún no han sido refutados, mientras que otros ya están refutados. fracasaron. Los marxistas explicaron todos los fracasos: explicaron
Cuando Newton publicó sus Principia se sabía perfectamente que ni la elevación de niveles de vida de la clase trabajadora creando una
siquiera podía explicar adecuadamente el movimiento de la luna; de teoría del imperialismo; incluso explicaron las razones por las que
hecho, el movimiento de la luna refutaba a Newton. Kaufmann, un la primera revolución socialista se había producido en un país indus-
físico notable, refutó la teoría de la relatividad de Einstein en el trialmente atrasado como Rusia. «Explicaron» los acontecimientos de
mismo año en que fue publicada. Pero todos los programas de inves- Berlín en 1953, Budapest en 1956 y Praga en 1968. «Explicaron»
tigación que admiro tienen una característica común. Todos ellos el conflicto ruso-chino. Pero todas sus hipótesis auxiliares fueron
predicen hechos nuevos, hechos que previamente ni siquiera habían manufacturadas tras los acontecimientos para proteger a la teoría de
sido soñados o que incluso habían sido contradichos por programas >los hechos. El programa newtoniano originó hechos nuevos; el pro-
previos o rivales. En 1686, cuando Newton publicó su teoría de la gra- I grama marxista se retrasó con relación a los hechos y desde entonces
vitación, había, por ejemplo, dos teorías en circulación relativas a los i ha estado corriendo para alcanzarlos.
cometas. La más popular consideraba a los cometas como señal de Para resumir: el distintivo del progreso empírico no son las ve-
un Dios irritado que advertía que iba a golpear y a ocasionar un rificaciones triviales: Popper tiene razón cuándo afirma que hay mi-
desastre. Una teoría poco conocida de Kepler defendía que los come- llones de ellas. No es un éxito para la teoría newtoniana el que al
tas eran cuerpos celestiales que se movían en líneas rectas. Ahora soltar una piedra ésta caiga hacia la tierra, sin que importe el número
bien, según la teoría de Newton, algunos de ellos se movían en hi- de veces que se repite el experimento. Pero las llamadas «refutacio-
pérbolas o parábolas y nunca regresaban; otros se movían en elipses nes» no indican un fracaso empírico como Popper ha enseñado, por-
ordinarias. Halley, que trabajaba en el programa de Newton, calculó, que todos los programas crecen en un océano permanente de anoma-
a base de observar un tramo reducido de la trayectoria de un cometa, lías. Lo que realmente importa son las predicciones dramáticas, ines-
que regresaría setenta y dos años después; calculó con una precisión peradas, grandiosas; unas pocas de éstas son suficientes para decidir
de minutos cuándo se le volvería a ver en un punto definido del el desenlace; si la teoría se retrasa con relación a los hechos, ello sig-
cielo. Esto era increíble. Pero setenta y dos años más tarde, cuando nifica que estamos en presencia de programas de investigación pobres
ya Newton y Halley habían muerto tiempo atrás, el cometa HaUey y regresivos.
volvió exactamente como Halley había predicho. De modo análogo ¿Cómo suceden las revoluciones científicas? Si tenemos dos pro-
los científicos newtoníanos predijeron la existencia y movimiento ;ramas de investigación rivales y uno de ellos propresa, mientras que
exacto de pequeños planetas que nunca habían sido observados con 1 otro degenera, los científicos tienden a alinearse con el programa
anterioridad. O bien, tomemos el programa de Einstein. Este progra- rogresivo. Tal es la explicación de las revoluciones científicas. Pero
16 Imre Lakatos La metodología de los programas de investigación científica 119
aunque preservar la publicidad del caso sea una cuestión de hones-
así puede que no estén «adoptando la actitud contraria de aquella
tidad intelectual, no es deshonesto aferrarse a un programa en regre-
actitud crítica que... es la adecuada para un científico»™. Realmen-
sión e intentar convertirlo en progresivo.
te Popper tiene razón al insistir en que «la actitud dogmática de
En contra de Popper, la metodología de los programas de inves- aferrarse a una teoría durante tanto tiempo como sea posible tiene
tigación científica no ofrece una racionalidad instantánea. Hay que una importancia considerable. Sin ella nunca podríamos descubrir
tratar con benevolencia a los programas en desarrollo; pueden trans- qué hay en una teoría; abandonaríamos la teoría antes de haber te-
currir décadas antes de que los programas despeguen del suelo y se nido una oportunidad real de descubrir su poder y consiguientemente
hagan empíricamente progresivos. La crítica no es un arma popperiana ninguna teoría sería nunca capaz de desempeñar su función de poner
que mate con rapidez mediante la refutación. Las críticas importantes orden en el mundo, de prepararnos para acontecimientos futuros,
son siempre constructivas; no hay refutaciones sin una teoría mejor. de llamar nuestra atención hacia acontecimientos que de otro modo
Kuhn se equivoca al pensar que las revoluciones científicas son un nunca observaríamos» ^. De este modo el dogmatismo de la «cien-
cambio repentino e irracional de punto de vista. La historia de la cia normal» no impide el crecimiento mientras lo combinemos con
ciencia refuta tanto a Popper como a Kuhn; cuando son examinados el reconocimiento popperiano de que existe una ciencia normal buena
de cerca, resulta que tanto los experimentos cruciales popperianos y progresiva y otra que es mala y regresiva, y mientras mantegamos
como las revoluciones de Kuhn son mitos; lo que sucede normalmen- nuestra decisión de eliminar, en ciertas condiciones objetivamente
te es que los programas de investigación progresivos sustituyen a los definidas, algunos programas de investigación.
regresivos.
La actitud dogmática en la ciencia (que explicaría sus períodos
El problema de la demarcación entre ciencia y pseudociencia tam- de estabilidad) fue descrita por Kuhn como un rasgo fundamental
bién tiene serias implicaciones para la institucionalización de la críti- de la «ciencia normal» ^ . Pero el marco conceptual en el que Kuhn
ca. La teoría de Copérnico fue condenada por la Iglesia Católica trata de la continuidad de la ciencia es socio-psicológico, mientras
en 1616 porque supuestamente era pseudocientífica. Fue retirada del que el mío es normativo. Yo miro la continuidad de la ciencia a
índice en 1820 porque para entonces la Iglesia entendió que los través de unas gafas poperianas. Donde Kuhn ve «paradigmas» yo
hechos la habían probado y por ello se había convertido en científi- veo también «programas de investigación» racionales.
ca. El Comité Central del Partido Comunista Soviético en 1949 de-
claró pseudocientífica a la genética mendeliana e hizo que sus defen-
sores, como el académico Vavilov, murieran en campos de concentra-
4. Los programas de investigación: Popper versus Kuhn
ción; tras la muerte de Vavilov la genética mendeliana fue rehabilita-
da; pero persistió el derecho del Partido a decidir lo que es científico
y publicable y lo que es pseudocientífico y castigable. Las institucio- Resumamos a continuación la controversia entre Kuhn y Popper.
nes liberales de Occidente también ejercitan el derecho a negar la Hemos visto que Kuhn tiene razón al objetar al falsacionismo \
libertad de expresión cuando algo es considerado pseudocientífico, ingenuo y también al insistir en la continuidad del crecimiento cien- i
como se ha visto en el debate relativo a la raza y la inteligencia. 326 Ibid.
Todos estos juicios inevitablemente se fundamentan en algún criterio 327 Popper (1940), nota primera. Encontramos una observación similar en su
de demarcación. Por ello el problema de la demarcación entre ciencia (1963a), p. 49. Pero estas observaciones son, prima facie, contradictorias con al-
y pseudociencia no es un pseudoproblema para filósofos de salón, gunos de sus comentarios de (1934) (citados arriba, p. 40) y por ello sólo pueden
sino que tiene serias implicaciones éticas y políticas. ser interpretados como síntomas de una creciente conciencia por parte de Popper
de que hay una anomalía no digerida en su propio programa de investigación.
^ En realidad mi criterio de demarcación entre ciencia madura e inmadura
puede interpretarse como una absorción popperiana de la idea de Kuhn de la
«normalidad» como distintivo de la ciencia (madura); y también refuerza mis
argumentos anteriores en contra de que se consideren eminentemente científicos
los enunciados muy falsables (cf. arriba, p. 30).
Indicaré de pasada que esta demarcación entre ciencia madura e inmadura
ya aparece en mi (1963-4), donde llamé a la primera «conjeturas deductivas»
y a la última «ensayos y errores ingenuos». (Vid e.g. 1963-4, sección 7c: «Osnje-
turas deductivas y conjeturas ingenuas.»)
120 Imre Lakatos La metodología de los programas de investigación científica 121

tífico, en la tenacidad de algunas teorías científicas. Pero Kuhn se los científicos famosos. Tras el hundimiento de la física newtoniana
equivoca al pensar que rechazando el falsacionismo ingenuo se recha- Popper elaboró unas reglas críticas nuevas y no justificacionistas
zan también todas las variedades del falsacionismo. Kuhn objeta a Ahora bien, algunos de quienes conocían el hundimiento de la racio-
todo el programa de investigación popperiano y excluye cualquier nalidad justificacionista conocieron ahora (fundamentalmente de oídas)
posibilidad de reconstruir racionalmente el crecimiento de la ciencia. las coloristas consignas de Popper que sugerían el falsacionismo
En una sucinta comparación de Hume, Carnap y Popper, Watkins ingenuo. Como las encontraron inaceptables, identificaron la destruc-
señala que el crecimiento de la ciencia es inductivo e irracional según ción del falsacionismo ingenuo con el fin de la racionalidad misma.
Hume, inductivo y racional según Carnap y no inductivo y racional De nuevo la elaboración de criterios racionales fue considerada como
según Popper ^ . Pero la comparación de Watkins puede extenderse una empresa sin esperanzas; de nuevo pensaron que lo mejor que se
añadiendo que ese crecimiento es no-inductivo e irracional según puede hacer es estudiar la Mente Científica ^^'. La filosofía crítica
Kuhn. Desde el punto de vista de Kuhn no puede haber una lógica tenía que ser sustituida por lo que Polanyi llamó una filosofía «post-
sino sólo una psicología del descubrimiento '^. Por ejemplo, según crítica». Pero el programa de investigación kuhniano contiene un
la concepción de Kuhn las anomalías y las inconsistencias siempre rasgo nuevo; lo que debemos estudiar no es la mente del científico
abundan en la ciencia, pero en los períodos «normales» el paradigma individual sino la mente de la Comunidad Científica. Ahora se sus-
dominante asegura una pauta de crecimiento que acaba por ser tituye la psicología individual por la psicología social: la imitación
destruida por una «crisis». No existe una causa racional particular de los grandes científicos por la sumisión a la sabiduría colectiva de
para la aparición de una «crisis» kuhniana. «Crisis» es un concepto la comunidad.
psicológico; se trata de un pánico contagioso. Después aparece un Pero Kuhn pasó por alto el falsacionismo sofisticado de Popper
nuevo paradigma que es inconmesurable con relación a su predece- y el programa de investigación que inició. Popper sustituyó el pro-
sor. No existen criterios racionales para compararlos. Cada paradig- blema central de la racionalidad clásica, el antiguo problema de los
ma contiene sus propios criterios. La crisis arrastra tras de sí no sólo fundamentos, por el problema nuevo del crecimiento crítico y falible,
las viejas teorías sino también los criterios que hacían que las res- y comenzó a elaborar criterios objetivos de este crecimiento. En este
petáramos. El nuevo paradigma trae consigo una racionalidad com- artículo yo he tratado de desarrollar una etapa adicional de este pro-
pletamente nueva. No hay criterios superparadigmáticos. El cambio grama. Creo que este pequeño desarrollo es suficiente como para es-
tiene efectos acumulativos. Por tanto, y según Kuhn, las revolucio- capar a las críticas de Kuhn ^^.
nes científicas son irracionales, objeto de estudio de la psicología de La reconstrucción del progreso científico como una proliferación
masas. de programas de investigación rivales, y de cambios progresivos y
La reducción de la filosofía de la ciencia a la psicología de la
ciencia no comenzó con Kuhn. Hubo una ola previa de psicologismo ^1 Por cierto, del mismo modo que algunos ex-justificacionistas dirigieron
tras la derrota del justificacionismo. Para muchos el justificacionismo más tarde la marea del irracionalismo escéptico, ahora algunos ex-falsacionistas
representaba la única forma posible de racionalidad: el fin del jus- dirigen la nueva corriente del irracionalismo escéptico y del anarquismo. En
tificacionismo significaba el fin de la racionalidad. La destrucción Feyerabend (1970b) se encontrará el mejor ejeffljplo de lo que afirmo.
^ Realmente y como ya había mencionado, mi concepto de «programa
de la tesis según la cual las teorías científicas pueden ser probadas, de investigación» puede concebirse como una reconstrucción objetiva, pertene-
y el progreso de la ciencia es acumulativo, aterrorizó a los justifica- ciente al tercer mundo, del concepto socio-psicológico de «paradigma» de Kuhn:
cionistas. Si «descubrir es probar», pero nada puede ser probado, no así, este cambio de «Gestalt» kuhniano puede realizarse sin necesidad de pres-
puede haber descubrimientos genuinos sino sólo pretensiones en este cindir de las gafas popperianas. (No me he ocupado de la afirmación de Kuhn
sentido. Por tanto, los frustrados justificacionistas (ex-justificacionis- y de Feyerabend según la cual las teorías no pueden ser eliminadas por ninguna
razón objetiva debido a la inconmensurabilidad de teorías rivales. Las teorías
tas) entendieron que el intento de elaborar criterios racionales era inconmensurables ni son inconsistentes entre sí ni tienen contenidos comparables.
una empresa sin esperanza y que todo lo que se puede hacer es estu- Pero con la ayuda de un diccionario podemos hacerlas inconsistentes y de con-
diar (e imitar) la Mente Científica tal como ha sido ejemplificada por tenido comparable. Si queremos eliminar un programa necesitamos alguna de-
cisión metodológica. Tal decisión es el corazón del falsacionismo metodológico;
por ejemplo, nunca los resultados de una muestra estadística son inconsistentes
^ Watkins (1968), p.281. con una teoría estadística, a menos que los hagamos inconsistentes con ayuda
'^ Kuhn (1970). Pero esta posición ya está implícita en su (1962). de las reglas popperianas de rechazo. Cf. arriba, p. 38.
122 Imre Lakatos
La metodología de los programas de investigación científica 123
regresivos de problemática, suministrará una descripción de la em-
presa científica que en muchos sentidos es diferente de la suminis- ma de investigación de Kuhn parece buscar una descripción del
trada por la reconstrucción consistente en una sucesión de teorías cambio en la mente científica «normal» (sea individual o comunita-
audaces y fracasos dramáticos. Sus aspectos principales fueron des- ria) ^^ J^ero el reflejo del tercer mundo en la mente del científico in-
arrollados a partir de las ideas de Popper y en particular a partir de dividual (incluso si éste es «normal») habitualmente es una caricatu-
su condena de las estratagemas «convencionalistas», esto es, reduc- ra del original: y describir esta caricatura sin relacionarla con el ori-
toras de contenido. La principal diferencia con respecto a la versión ginal del tercer mundo bien puede conducir a una caricatura de la
original de Popper creo que es que, según mi punto de vista, la caricatura. No es posible comprender la historia de la ciencia sin
crítica no destruye (ni debe destruir) con la rapidez que imaginaba tener en cuenta la interacción de los tres mundos.
Popper. La crítica destructiva, puramente negativa, como la «refu-
tación» o la demostración de una inconsistencia no elimina un pro-
grama de investigación. La crítica de un programa es un proceso largo APÉNDICE: Popper, el falsacionismo y la «Tesis Duhem-Quine»
y a menudo frustrante; hay que tratar a los programas en crecimiento
sin severidad ^^. Por supuesto, se puede mostrar la degeneración de Popper empezó siendo un falsacionista dogmático en la década
un programa de investigación, pero sólo la crítica constructiva, con la de 1920, pero pronto comprendió que esta posición era indefendible
ayuda de programas de investigación rivales, puede conseguir un éxito y no publicó nada hasta que inventó el falsacionismo metodológico.
real, y los resultados dramáticamente espectaculares se hacen visibles Esta era una idea completamente nueva en la filosofía de la ciencia
sólo retrospectivamente y mediante la reconstrucción racional. que óaiamente tiene su origen en Popper, quien la propuso como
una solución para las dificultades del falsacionismo dogmático. En
Kuhn ciertamente probó que la psicología de la ciencia puede realidad el conflicto entre la tesis de que la ciencia es crítica y la de
revelar verdades importantes y, en realidad, tristes. Pero la psicolo- que es falible, constituye uno de los problemas básicos de la filosofía
gía de la ciencia no es autónoma; el crecimiento (reconstruido racio- popperiana. Mientras que Popper ofreció una formulación coherente
nalmente) de la ciencia esencialmente tiene lugar en el mundo de las y una crítica del falsacionismo dogmático, nunca trazó una distinción
ideas, en el «.tercer mundo» de Platón y de Popper, en el mundo del nítida entre el falsacionismo ingenuo y el sofisticado. En un artículo
conocimiento articulado que es independiente de los sujetos que co- previo'^' yo distinguí entre tres Poppers: Poppero, Popperi y Pop-
nocen '**. El programa de investigación de Popper trata de conseguir per2. Poppero es el falsacionista dogmático que nunca publicó una
una descripción de este crecimiento científico objetivo^''. El progra- sola palabra; fue inventado (y criticado) primero por Ayer y después
por muchos otros ^^*. Confío en que este artículo terminará finalmen-
333 La resistencia de los economistas y de otros científicos sociales a aceptar
la metodología de Popper parcialmente puede haberse debido al efecto destruc-
tivo del falsacionismo ingenuo sobre los programas de investigación en des- 53* Los estados mentales, las creencias reales pertenecen al segundo mundo;
arrollo. los estados de la mente normal corresponden a un limbo situado entre el segun-
^^ El primer mundo es el mundo de la materia, el segundo es el mundo do y el tercer mundo. El estudio de las mentes científicas reales corresponde
de la conciencia y el tercero, el mundo de las proposiciones, de la verdad y de a la psicología; el estudio de la mente «normal» (o «sana», etc.) corresponde a
los criterios: el mundo del conocimiento objetivo. Los loci classici modernos una filosofía de la ciencia psicologista. Hay dos clases de filosofías de la ciencia
sobre este tema son Popper {1968a) y Popper (1968b); también cf el impresio- psicologistas. Según la primera, no puede existir una filosofía de la ciencia, sino
nante programa de Toulmin establecido en su (1967). Se debe mencionar aquí sólo una piscología acerca de los científicos individuales. Según la otra, existe
que muchos textos de Popper (1934) e incluso de (1963a) suenan como descrip- una psicología de la mente «científica», «ideal» o «normal»; eUo convierte a la
ciones de un contraste psicológico entre la Mente Crítica y la Mente Inductiva. filosofía de la ciencia en una psicología referente a esta mente ideal y, además,
Pero en gran medida los términos psicologistas de Popper pueden ser reinter- ofrece una psicoterapia para transformar la mente de cada uno en la mente
pretados en términos del tercer mundo: consúltese Musgrave (1974). ideal. En otro lugar analizo con detalle esta segunda clase de psicologismo. Kuhn
^^ De hecho el programa de Popper se extiende más allá de la ciencia. El no parece haber advertido esta distinción.
concepto de «cambios de problemática» progresivos y regresivos, y la idea de 337 Cf. mi (1968c).
la proliferación de teorías pueden ser generalizados a cualquier clase de discu- 33* Ayer parece haber sido el primero en atribuir a Popper el falsacionismo
sión racional sirviendo así como instrumentos de una teoría general de la crí- dogmático [Ayer también inventó el mito de que, según Popper, «la refutabili-
tica; cf. abajo, capítulos 2 y 3. (Mi 1963-64 puede considerarse como la historia dad definitiva» era el criterio no sólo del carácter empírico de una proposición,
de un programa de investigación no empírico progresivo; el cap. 8 de MCE sino también de su carácter significativo: cf. su (1936), cap. 1, p. 38 de la se-
contiene la historia del programa regresivo no empírico de la lógica inductiva.) gundo edición]. Incluso actualmente muchos filósofos [cf. Juhos (1966) o Nagel
(1967)] critican al hombre de paja llamado Poppero. Medawar en su (1967) dijo
LA CIENCIA: CONJETURAS Y
REFUTACIONES
El señor Turnbull había predicho malas consecuen-
cias... y luego hacia todo lo que podia para pro-
vocar el cumplimiento de sus propias profecías.
ANTHONY TROLLOPE

CUANDO RECIBÍ la lísta de participantes de este curso y me di cuen-


ta de que se me había pedido que hablara para colegas filósofos, pensé,
después de algunas vacilaciones y consultas, que ustedes probablemente
preferirían que yo me refiriese a aquellos problemas que más me inte-
resan y de cuyo desarrollo me encuentro más intimamente familiari-
zado. Por ello, decidí hacer lo que nunca había hecho antes: ofrecer a
ustedes un informe acerca de mi propia labor en la filosofía de la
ciencia a partir del otoño de 1919, época en que empecé a abordar el
problema siguiente "¿Cuándo debe ser considerada científica una teo-
ría?" o "¿Hay un criterio para determinar el carácter o status cientifi-
(O de una teoría?"
El problema que me preocupaba por entonces no era "¿Cuándo es ver-
dadera una teoría?" ni "¿Cuándo es aceptable una teoría?" Mi problema
era diferente. Yo quería distinguir entre la ciencia y la pseudo-ciencia,
sabiendo muy bien que la ciencia a menudo se equivoca y que la pseudo-
ciencia a veces da con la verdad.
Conocía, por supuesto, la respuesta comúnmente aceptada para mi
problema: que la ciencia se distingue de la pseudo-ciencia —o de la
"metafísica"— por su método empírico, que es esencialmente inductivo,
o sea que parte de la observación o de la experimentación. Pero esa
respuesta no me satisfacía. Por el contrario, a menudo formulé mi pro-

Conferencia pronunciada en Peterhouse, Cambridge, en el verano de 1953, como


parte de un curso sobre el desarrollo y las tendencias de la filosofía británica con-
temporánea organizado por el British Council. Fue publicada originalmente con el
titulo: "Philosophy of Science: a Personal Report", en British Philosophy in Mid-
Century, ed. C. A. Mace, 1957.

57
blema como el de distinguir entre un método genuinamente empírico ma de la exactitud o mensurabilidad. Era más bien el hecho de que
y un método no empírico o hasta seudo empírico, vale decir, un método vo sentía que esas tres teorías, aunque se presentaban como ciencias,
(jiie, si bien apela a la observación y a la experimentación, con todo, de hecho tenían más elementos en común con los mitos primitivos
no logra adecuarse a las normas científicas. Este último método puede que con la ciencia; que se asemejaban a la astiología más que a la
>er ejemplificado por la astrología, con su enorme masa de datos em- astronomía.
píricos basatlos en la observación, en horóscopos y en biografías. Hallé que aquellos de mis amigos que eran admiradores de Marx.
Pero, dado que no fue el ejemplo de la astrología el que me condujo Freud y Adler estaban impresionados por una serie de puntos comuncN
.1 plantearme ese problema, quizás sea conveniente que describa la at- a las tres teorías, en especial su aparente poder explicativo. Estas teo-
mósfera en la que surgió mi ¡problema y los ejemplos por los cuales rías parecían poder explicar prácticamente todo lo que siuedía dentro
lile estimulado. ele los campos a los que se referían. El estudio de cualquiera de ellas
Después del derrumbe del Imperio Austríaco se había producido parecía tener el efecto de una conversión o revelación intelectuales,
una revolución en Austria: el aire estaba cargado de lemas e ideas que abría los ojos a una nueva verdad oculta para los no iniciados.
revolucionarias, y de nuevas y a menudo audaces teorías. Entre las teo- Una vez abiertos los ojos de este modo, se veían ejemplos confirmato-
rías que me interesaban, la teoría de la relatividad de Einstein era. rios en todas partes: el mundo estaba lleno de verificacioyies de la teo-
^in duda, la más importante. Otras tres eran la teoría de la historia ría. Todo lo que ocurría la confirmaba. Así, su verdad parecía mani-
de Marx, el psicoanálisis de Freud y la llamada "psicología del indi^i- fiesta y los incrédulos eran, sin duda, personas que no querían ver la
duo" de Alfred Adier. \erdad manifiesta, que se negaban a verla, ya porque estaba contra
La gente decía muchas insensateces acerca de esas teorías, especial- sus intereses de clase, ya a causa de sus represiones aún "no analizadas"
mente acerca de l.t relatividad (como ocurre todavía hoy), pero tuve- y que exigían a gritos un tratamiento.
la fortuna de hallar jx;rsonas capaces que me introdujeron al estudio Me pareció que el elemento más característico de esa situación era
tie ésta. Todos nosotros —el pequeño círculo de estudiantes al que yo la incesante corriente de confirmaciones y observaciones que "verifica-
pertenecía —estábamos conmovidos por el resultado de las observacio- ban" las teorías en cuestión; y este aspecto era constantemente desta-
nes efectuadas por Eddington del eclipse de 1919, que aportaron la cado por sus adhcrentes. Un marxista no podía abrir un periódico sin
primera confirmación importante de la teoría de la gravitación dt hallar en cada página pruebas confirmatorias de su interpretación de
Einstein. Fue para nosotros una gran experiencia, que tuvo una perdu- la historia; no solamente en las noticias, sino también en su presenta-
lable influencia sobre mi desarrollo intelectual. ción —que revelaba el sesgo clasista del periódico— y, especialmente,
Las otras tres teorías que he mencionado eran también muy discuti- jjor supuesto, en lo que el periódico no decía. Los analistas freudianos
das entre los estudiantes, por aquel entonces. Yo mismo entré en con- ')ubrayaban que sus teorías eran constantemente verificadas por sus
tacto personal con Alfred Adler y hasta cooperé con él en su laljor "observaciones clínicas". En lo que respecta a Adler, quedé muy im-
social entre los niños y jóvenes de los distritos obreros de Viena, donde presionado por una experiencia personal. Una vez, en 1919, le informé
había creado clínicas de guía social. acerca de un caso que no me parecía particularmente adleriano, pero
Durante el verano de 1919 comencé a sentirme cada vez más insa- él no halló dificultad alguna en analizarlo en términos de su teoría
(isfccho con esas tres teorías, la teoría marxista de la historia, el psico- de los sentimientos de inferioridad, aunque ni siquiera había visto al
análisis y la psicología del individuo; comencé a sentir dudas acerca niño. Experimenté una sensación un poco chocante y le pregunté
de su pretendido carácter científico. Mis dudas tomaron al principio cómo podía estar tan seguro. "Por mi experiencia de mil casos", res-
la siguiente forma simple: "¿Qué es lo que no anda en el marxismo, pondió; a lo que no pude evitar de contestarle: "Y con este nuevo
el psicoanálisis y la psicología del individuo? ¿Por qué son tan diferen- caso, supongo, su experiencia se basa en mil y un casos".
tes de las teorías físicas, de la teoría de Newton y especialmente de l.o que yo pensaba era que sus anteriores observaciones podían no
la teoría de la relatividad?" haber sido mucho mejores que esta nueva; que cada una de ellas, a su
Para aclarar este contraste debo explicar que pocos de nosotros, por vez. había sido interpretada a la luz de "experiencias previas" y, al
ontoaces, habríamos dicho que creíamos en la verdad de la teoría mismo tiempo, considerada como una confirmación adicional. "¿Qué es
einsteiniana de la gravitación. Esto muestra que no eran mis dudas lo que confirman?", me pregunté a mí mismo. Solamente que un caso
.iterca de la verdad de esas otras tres teorías lo que me preocupaba, puede ser interpretado a la luz de una teoría. Pero esto significa muy
>>ino alguna otra cosa. Tampoco consistía en que yo simplemente tu- j)oco, reflexioné, pues todo caso concebible puede ser interpretado
\iera la .sensación de que la física matemática era más exacta que las tanto a la luz de la teoría de Adler como de la de Freud. Puedo ilus-
teorías de tipo sociol(%ico o psicológico. Asi, lo que me preocupaba trar esto con dos ejemplos diferentes de conductas humanas: la de un
no era el problema de la verdad, en esta etapa al menos, ni él proble- hombre que empuja a un niño al agua con la intención de ahogarlo y

58 59
la de un hombre que sacrifica su vida en un intento de salvar al niño. Las anteriores consideraciones me llevaron, durante el invierno de
Cada uno de los dos casos puede ser explicado con igual facilidad por 1919-20, a conclusiones que reformularé de la siguiente manera:
la teoría de Freud y por la de Adler. De acuerdo con Freud, el primer (1) Es fácil obtener confirmaciones o verificaciones para casi cual-
hombre sufría una represión (por ejemplo, de algún comjjonenie d t quier teoría, si son confirmaciones lo que buscamos.
su complejo de Edipo), mientras que el segundo había hecho una su- (2) Las confirmaciones sólo cuentan si son el resultado de prcdic-
blimación. De acuerdo con Adler, el primer hombre sufría sentimien- (iones riesgosas, es decir, si, de no basarnos en la teoría en cuestión,
tos de inferioridad (que le provocaban, quizás, la necesidad de pro- habríamos esperado que se produjera un suceso que es incompatible
barse a sí mismo que era capaz de cometer un crimen), y lo mismo e! con la teoría, un suceso que refutara la teoría.
segundo hombre (cuya necesidad era demostrarse a sí mismo que er;i (3) Toda "buena" teoría científica implica una prohibición: prohi-
capaz de rescatar al niño). No puedo imaginar ninguna conducta hu- be que sucedan ciertas cosas. Cuanto más prohibe una teoría, tanto
mana que no pueda ser interpretada en términos de cualquiera de lav mejor es.
dos teorías. Era precisamente este hecho —que siempre se adecuaban (4) Una teoría que no es refutable por ningún suceso concebible
a los hechos, que siempre eran confirmadas— el que a los ojos de sus no es científica. La irrefutabilidad no es una virtud de una teoría
admiradores constituía el argumento más fuerte en favor de esas teo- (como se cree a menudo), sino un vicio.
rías. Comencé a sospechar que esta fuerza aparente era, en realidad, su (5) Todo genuino test de una teoría es un intento por desmentirla,
debilidad. por refutarla. La testabilidad equivale a la refutabilidad. Pero hay
Con la teoría de Einstein la situación era notablemente diferente. grados de testabilidad: algunas teorías son más testables, están más
Tomemos un ejemplo típico: la predicción de Einstein justamente con- expuestas a la refutación que otras. Corren más riesgos, por decir así.
firmada por entonces por los resultados de la expedición de Eddington. (6) Los elementos de juicio confirmatorios no deben ser tomados
La teoría gravitacional de Einstein conducía a la conclusión de que en cuenta, excepto cuando son el resultado de un genuino test de la
la luz debía sufrir la atracción de los cuerpos de gran masa (como eí teoría; es decir, cuando puede ofrecerse un intento serio, pero infructuo-
Sol), precisamente de la misma manera en que son atraídos los cuer- so, de refutar la teoría. (En tales casos, hablo de "elementos de juicio
pos materiales. Como consecuencia de esto, podía calcularse que la luz corroboradores").
de una estrella fija distante cuya posición aparente es cercana al So! (7) Algunas teorías genuinamente testables, después de hallarse que
llegaría a la Tierra desde una dirección tal que la estrella parecería son falsas, siguen contando con el sostén de sus admiradores, por
haberse desplazado un poco con respecto al Sol; en otras palabras, pa- ejemplo, introduciendo algún supuesto auxiliar ad hoc, o reinterpre-
recería como si las estrellas cercanas al Sol se alejaran un poco de éste tando ad hoc la teoría de manera que escape a la refutación. Siempre
y una de otra. Se trata de algo que normalmente no puede observarse, es posible seguir tal procedimiento, pero éste rescata la teoría de la
pues durante el día el abrumador brillo del Sol hace invisibles a tales refutación sólo al precio de destruir o, al menos, rebajar su status
estrellas; en cambio, durante un eclipse es posible fotografiar dicho científico. (Posteriormente, llamé a tal operación de rescate un "sesgo
fenómeno. Si se fotografía la misma constelación de noche, pueden convencionalista" o una "estratagema convencionalista".)
medirse las distancias sobre las dos fotografías y comprobar si se pro- Es posible resumir todo lo anterior diciendo que el criterio para es-
duce el efecto predicho. tablecer el status científico de una teoría es su refutabilidad o su
testabilidad.
Ahora bien, lo impresionante en el caso mencionado es el riesgo
implicado en una predicción de ese tipo. Si la observación muestra II
que el efecto predicho está claramente ausente, entonces la teoría sim-
Quizás pueda ejemplificar lo anterior con ayuda de las diversas teo-
plemente queda refutada. La teoría es incompatible con ciertos resul-
rías mencionadas hasta ahora. La teoría de la gravitación de Einstein
tados posibles de la observación, en nuestro caso con resultados que
obviamente satisface el criterio de la refutabilidad. Aunque los instru-
todos habrían esperado antes de Einstein. ^ Esta situación es muy dife-
mentos de medición de aquel entonces no nos permitían pronunciar-
rente de la descripta antes, cuando resultaba que las teorías en cues-
nos sobre los resultados de los tests con completa seguridad, había
tión eran compatibles con las más divergentes conductas humanas, de
—indudablemente— una posibilidad de refutar la teoría.
modo que era prácticamente imposible describir conducta alguna de
la que no pudiera alegarse que es una verificación de esas teorías. La astrología no pasa la prueba. Impresionó y engañó mucho a los
astrólogos lo que ellos consideraban elementos de juicio confirmato-
rios, hasta el punto de que pasaron totalmente por alto toda prueba
1 Se trata tie una simplificación, pues aproximadamente la mitad del efecto de en contra. Además, al dar a sus interpretaciones y profecías un tono
Einstein podía ser deducido de la tcoria clásica si se adopta una teoría corpuscular de
la luz. suficientemente vago, lograron disipar todo lo que habría sido, una re-

60 61
filiación de la teoría, si ésta y las profecías hubieran sido más precisas. su derecho a pretender un status científico no es substancialmente ma-
Para escapar a la refutación, destruyeron la testabilidad de su teoría. vor que el de la colección de historias homéricas del Olimpo. Estas
Es una típica treta de adivino predecir cosas de manera tan vaga que teorías describen algunos hechos, pero a la manera de mitos. Contie-
tlifícilmente fracasen las predicciones: se hacen irrefutables. nen sugerencias psicológicas sumamente interesantes, pero no en una
La teoría marxista de la historia, a pesar de los serios esfuerzos do forma testable.
algunos de sus fundadores y adherentes, adoptó finalmente esta prácti- Al mismo tiempo, comprendí que tales mitos son susceptibles de
ca de adivinos. En algunas de sus primeras formulaciones (por ejem- desarrollo y pueden llegar a ser testables; que, en un sentido histórico,
|>lo, en el análisis que hace Marx del carácter de la "futura revolución todas —o casi todas— las teorías científicas se originan en mitos; y que
social"), sus predicciones eran testables, y de hecho fueron refutadas.- un mito puede contener importantes anticipaciones de teorías cientí-
Pero en lugar de aceptar las refutaciones, los adeptos de Marx reinter- ficas. Ejemplos de esto son la teoría de la evolución por ensayo y error,
pretaron la teoría y los elementos de juicio con el propósito de hacerlos de Empédocles, o el mito de Parménides del universo compacto e
compatibles. De este modo, salvaron la teoría de la refutación; pero inmutable, en el que nada sucede nunca y que, si le agregamos otra
lo hicieron al precio de adoptar un recurso que la hace irrefutable. dimensión, se convierte en el compacto universo de Einstein (en el
Asi, dieron un "sesgo convencionalista" a la teoría y, con esta estra- cual tampoco sucede nada, jamás, puesto que, desde un punto de vista
tagema, destruyeron su pretensión, a la que se ha hecho mucha propa- letradimensional, todo está determinado y establecido desde un co-
ganda, de tener un status científico. mienzo) . Creo, pues, que si una teoría no es científica, si es "meta-
Las dos teorías psicoanalíticas mencionadas se encontraban en una física" (como podríamos afirmar), esto no quiere decir, en modo algu-
categoría diferente. Simplemente, no eran testables, eran irrefutables. no que carezca de importancia, de valor, de "significado" o que "ca-
Xo había conducta humana concebible que pudiera refutarlas. Esto rezca de sentido".'' Pero a lo que no puede aspirar es a estar respaldada
no significa que Freud y Adler no hayan visto correctamente ciertos por elementos de juicio empíricos, en el sentido científico, si bien, en
hechos. Personalmente, no dudo de que mucho de lo que aíirmaron un sentido genético, bien puede ser el "resultado de la observación".
tiene considerable importancia, y que bien puede formar parte algún (Ha habido muchas otras teorías de este carácter precientífico o
día de una ciencia psicológica testable. Pero significa que esas "obser- pseudo-científico, algunas de ellas, desgraciadamente, tan difundidas co-
vaciones clínicas" que los analistas toman, ingenuamente, como con- mo la interpretación marxista de la historia; por ejemplo, la interpre-
firmaciones de su teoría no tienen tal carácter en mayor medida que tación racista de la historia, otra de esas imponentes teorías que todo
las confirmaciones diarias que los astrólogos creen encontrar en su ex- io explican y que ejercen el efecto de revelaciones sobre las mentes
periencia. ^ En cuanto a la épica freudiana del yo, el superyó y el ello. débiles.)
Por consiguiente, el problema que traté de resolver al proponer el
2 Véase, por ejemplo, mi libro Open Society and its Enemies, cap. 15, sección III, criterio de refutabilidad no fue un problema de sentido o de signifi-
y notas 13-14. cación, ni un problema de verdad o aceptabilidad, sino el de trazar
3 Las "observacionesi clínicas", como todas las observaciones, son interpretaciones ima línea divisoria (en la medida en que esto puede hacerse) entre
a la luí de teorías (ver más adelante, sección IV y sigs.) ; y sólo por esta razón parecen
dar apoyo a las teorías a cuya luz se las interpreta. Pero el verdadero apoyo sólo
los enunciados, o sistemas de enunciados, de las ciencias empíricas y
puede obtenerse de observaciones emprendidas como tests ("intentos de refutación") ;
y para este propósito es menester establecer de antemano criterios de refutación: blema de los sueños confirmatorios sugeridos por el analista es discutido por Freud,
debe acordarse cuáles son las situaciones observables tales que, si se las observa real- por ejemplo, en Gesammettc Schriften, III, 1925, donde dice en la pág. 314: "Si
mente, indican que la teoría está refutada. Pero ¿qué tipo de respuestas clínicas re- alguien afirma que la mayoría de los sueños utilizables en un análisis... deben su
futarían para el analista, no solamente u n diagnóstico analítico particular, sino el origen a la sugestión [del analista], no puede hacerse ninguna objeción desde el
psicoanálisis mismo? ¿Y alguna vez han discutido o acordado tales criterios los punto de vista de la teoría analítica." Pero agrega, sorprendentemente: "Pero en
analistas? ¿Acaso no hay, por el contrario, toda una familia de conceptos analíticos, este hecho no hay nada que disminuya la confiabilidad de nuestros resultados.")
como el de "ambivalencia" (no quiero sugerir con esto que no haya ambivalencia) . 1 El caso de la astrología, que es actualmente una típica pseudo-ciencia, puede
que hacen difícil, si no imposible, llegar a un acuerdo acerca de tales criterios? Ade- ayudar a ilustrar este punto. Hasta la época de Newton fue atacada por los aristotéli-
más, ¿cuánto se ha avanzado en el examen de la cuestión relativa a la medida en la -os y otros racionalistas por una razón equivocada: por su afirmación, ahora aceptada,
cual las expectativas (conscientes o inconscientes) y las teorías definidas por el i\c que los planetas ejercen una "influencia" sobre los sucesos terrestres ("subluna-
analista influyen en las "respuestas clínicas" del paciente (para no hablar ya de ios res") . Ue hctho. la teoría gravitacional de Newton,; especialmente la teoría limar
intentos conscientes por influir en el paciente proponiéndole interpretaciones, ele) ? 'le las marcas, fue —hablando en términos históricos— un resultado del saber as-
Hace años introduje el término "efecto edipico" para describir la influencia de una ¡rológico. Newton, al parecer, se resistía a adoptar una teoría que provenía del
teoría, expectativa o predicción sobre el suceso que predice o describe: se recordani mismo establo, por ejemplo, que la teoría scgiin la cual'^las epidemias de "influen-
que la cadena causal conducente al parricidio de Edipo comenzó con la predicción de za" se delíen a "infhíencia" astral. Y Galileo, sin duda por la misma razón, rechazó
este suceso por el oráculo. Es un tema característico y recurrente de tales mitos, pero .a teoría lunar de las mareas. También sus recelos hacia Kepler pueden explicarse
nti ha logp-ado atraer el interés de los analistas, lo cual quizás no sea casual. (El pro- f.líilmente por sus recelos hacia la astrología.

62 63
todos los otros enunciados, sean de carácter religioso o metafísico, o dos observacionales verdaderos; son aquellas proposiciones que pueden
simplemente pseudo-científico. Años más tarde, probablemente en 1928 ser verificadas mediante enunciados verdaderos. Si conociéramos todos
o 1929, llamé a este primer problema el "problema de la demarca- los enunciados observacionales verdaderos, también sabríamos todo lo
ción". El criterio de refutabilidad es una solución de este problema que la ciencia natural puede afirmar. Esto equivale a un tosco criterio
lie la demarcación, pues sostiene que, para ser colocados en el rango lie demarcación basado en la verificabilidad. Para hacerlo un poco
lie científicos, los enunciados o sistemas de enunciados deben ser sus- menos tosco, se lo moílifita de esta manera: "Los enunciados que, po-
ceptibles de entrar en conflicto con observaciones posibles o concebibles. siblemente, puedan entrar en el ámbito de la ciencia son aquellos que,
quizás, puedan ser verificados por enunciados observacionales; y estos
III enunciados, a su ve/, coinciden con la clase de todos los enunciados
genuinos o con significado". De acuerdo con este enfoque, pues, In
En la actualidad, yo sé, naturalmente, que este criterio de demarcación verificabilidad, la significatividad y el carácter científico coinciden.
—el criterio de testabilidad, o de refutabilidad— está lejos de ser obvio. Personalmente, nunca estuve interesado en el llamado problema del
Por aquel entonces, en 1920, me parecía casi trivial, aunque resolvía significado; por el contrario, siempre me pareció un problema verbal,
—para mí— un problema intelectual que me había preocupado pro- un típico pseudo-problema. Sólo estaba interesado en el problema de la
fundamente y que tenía, también, obvias consecuencias prácticas (po- demarcación, es decir, el de hallar un criterio para establecer el carác-
líticas, por ejemplo). Pero no capté sus implicaciones ni su significación ter científico de las teorías. Fue este interés el que me permitió ver
filosófica. Cuando se lo expliqué a un condiscípulo del Departamento inmediatamente que el criterio del significado basado en la verificabi-
de Matemáticas (que es ahora un distinguido matemático, residente en lidad, de Wittgenstein, pretendía desempeñar también el papel de un
Gran Bretaña), me sugirió que lo publicara. En esa época pensé que criterio de demarcación; y el que me permitió comprender, asimismo,
era absurdo, pues estaba convencido de que mi problema, puesto que que, en tal carácter, es totalmente inadecuado, aun en el caso de que
era tan importante para mí, debía de haber conmovido a muchos cien- se disiparan todas las incertidumbres acerca del dudoso concepto de
tíficos y filósofos, quienes seguramente ya habrían llegado a mi obvia significado. Pues el criterio de demarcación de Wittgenstein —para
solución. Me enteré de que esto no era así a través de la obra de usar mi propia terminología en este contexto— equivale a la verificabi-
Wittgenstein y de la acogida que se le dio; por ende, publiqué mis lidad, o a la deducibilidad de enunciados observacionales. Pero este
resultados trece años más tarde en la forma de una crítica al criterio criterio es demasiado estrecho (y demasiado amplio): excluye de la
de significación de Wittgenstein. ciencia prácticamente todo lo que es, de hecho, característico de ella
Como todos ustedes saben, Wittgenstein trató de demostrar en el (mientras que no logra excluir a la astrología). Ninguna teoría cien-
Tractatus (ver, por ejemplo, sus proposiciones 6.53, 6.54 y 5) que todas tífica puede ser deducida de enunciados observacionales ni ser descrip-
las llamadas proposiciones filosóficas o metafísicas, en realidad no son ta como función de verdad de enunciados observacionales.
proposiciones o son pseudo-proposiciones: carecen de sentido o signifi- Todo lo anterior lo señalé, en diversas ocasiones, a los wittgenstei-
cado. Todas las proposiciones genuinas (o significativas) son funcio- nianos y a miembros del Círculo de Viena. En 1931-2 resumí mis ideas
nes de verdad de las proposiciones elementales, o atómicas, que descri- en un extenso libro, leído por varios miembros del Círculo, pero que
ben "hechos atómicos", es decir, hechos que, en principio, es posible nunca se publicó, aunque incorporé parte del mismo a mi Lógica de
discernir por la observación.' Si llamamos "enunciado observacional la investigación científica; en 1933 publiqué una carta al director de
no solamente al enunciado que expresa una observación real sino tam- Erkenntnis en la que traté de resumir en dos páginas mis ideas sobre
bién a aquel que expresa algo que se podría observar, debemos afirmar el problema de la demarcación y el de la inducción. ^ En esta carta y
(de acuerdo con el Tractatus, 5 y 4.52) que toda proposición genuina
es una función de verdad de enunciados observacionales y, por lo tan- 5 Mi Logic of Scientific Discovery (1959, 1960, 1961) [Ed. española: La lógica
to, deducible de éstos. Toda otra aparente proposición será una seudo de la investigación científica, Madrid, Tecnos, 1962], a la que aquí llamaremos
proposición carente de .significado; en verdad, no será más que una L. Se. D., es la iraducción de Logik der Forchung (1934) , con una serie de notas
jerigonza sin sentido. adicionales y de apéndices, que incluyen (en las págs. 312-14) la carta al director
de Erkenntnis raencionada en el texto y que fue publicada por primera vez en
Wittgenstein usó la idea mencionada para caracterizar la ciencia en Erkenntnis, 3. 1933. págs. 426 y sigs.
oposición a la filosofía. Así leemos (en 4.11, por ejemplo, donde se En lo que respecta a mi libro mencionado en el texto y nunca publicado, \casc
presenta a la ciencia natural como opuesta a la filosofía) : "La totali- L-l artículo d¿ R. Carnap "Veber Protokollátze" (Sobre las oraciones protocolares),
dad de las proposiciones verdaderas es la ciencia natural total (o la Erkenntnis, 3, 1932, págs. 215-28, donde hace un esbozo de mí teoría en las págs.
223-8 y la acepta. Llama a mi teoría "procedimiento B " y dice (pág. 224, arriba) :
totalidad de las ciencias naturales)". Esto significa que las proposicio- "Partiendo de un punto de vista diferente del de Neurat [quien desarrolla lo que
nes que pertenecen a la ciencia son las deducibles a partir de enuncia- Carnap llama en la pág. 223 "procedimiento A"], Popper desarrolló el procedí-

64 65
en otras partes califiqué el problema del significado como un pseudo- IV
problema, en contraste con el problema de la demarcación. Pero mi
aporte fue clasificado por miembros del Círculo como una propuesta He examinado el problema de la demarcación con algún detalle porque
para reemplazar el criterio verificacionista del significado por un cri- creo que su solución es la clave de la mayoría de los problemas funda-
terio refutacionista del significado, lo cual, efectivamente, quitaba mentales de la filosofía de la ciencia. Daré luego una lista de algunos
sentido a mis concepciones.* Mis protestas de que yo estaba tratando de estos problemas, pero sólo trataré con alguna extensión uno de ellos:
de resolver, no su seudo problema del significado, sino el problema de el problema de la inducción.
la demarcación, fueron inútiles. Com.encé a interesarme por el problema de la inducción en 1923,
Mis ataques a la teoría de la verificación surtieron cierto efecto, sin Aunque este problema se halla estrechamente relacionado con el de
embargo. Pronto llevaron una completa confusión al campo de los filt')- la demarcación, durante cinco años no comprendí en toda su plenitud
sofos verificacionistas del sentido y de la falta de sentido. La tesis ori- esta conexión.
ginal de la verificabilidad como criterio del significado era, al menos, Abordé el problema de la inducción a través de Hume. Pensé que éste
clara, simple y enérgica. Las modificaciones y cambios que se introduje- tenía perfecta razón al señalar que no es posible justificar lógicamente
ron luego fueron todo lo opuesto.'' Debo decir que, ahora, esto lo ven la inducción. Hume sostenía que no puede haber ningún argumento
hasta sus proponentes. Pero dado que habitualmente se me cita como lógico válido' que nos permita establecer "que los casos de los cuales
uno de ellos, deseo repetir aquí que, si bien yo creé esta confusión, no hemos tenido ninguna experiencia se asemejan a aquellos de los que
nunca participé de ella. Yo no propuse la refutabilidad ni la testabili- hemos tenido experiencia". Por consiguiente, "aun después de observar
dad como criterios del significado; y aunque yo pueda confesarme cul- la conjunción frecuente o constante de objetos, no tenemos ninguna ra-
pable de haber introducido ambos términos en la discusión, no fui yo zón para extraer ninguna inferencia concerniente a algún otro objeto
quien los introdujo en la teoría del significado. aparte de aquellos de los que hemos tenido experiencia".
La crítica de mis presuntas concepciones se difundió mucho y tuvo Pues "si se dijera que tenemos experiencia de esto"^" —es decir, si
gran éxito. Pero no era una crítica de mis concepciones. * Mientras tan- se afirmara que la experiencia nos enseña que los objetos constante-
to, la testabilidad ha sido ampliamente aceptada como criterio de de- mente unidos a otros mantienen tal conjunción—, entonces, dice Hume,
marcación. "formularía nuevamente mi pregunta: ¿por qué, a partir de esta ex-

miento E como parte de su sistema." Y después (le describir en detalle mi teoría tan imposible como su verificación. La respuesta es que esta objeción mezcla dos
<le los tests, Camap resume sus ideas de la siguiente manera (pág. 228): "Después niveles de análisis totalmente diferentes (como la objeción de que las demostracio-
ele evaluar los diversos argumentos examinados, me parece que la segunda forma nes matemáticas son imposibles porque el control, por mucho que se lo repita,
<le lenguaje con el procedimiento B —que es la forma aqui descripta— es la más nunca puede asegurar que no hayamos pasado por alto un error) . En el primer nivel,
adecuada de las formas de lenguaje científico propuestas hasta el presente. . . en hay una asimetria lógica: un enunciado singular —por ejemplo, acerca del perihelio
3 a . . . teoría del conocimiento." Este artículo de Camap contenía el primer infor- de Mercurio— puede refutar formalmente las leyes de Kepler; pero no es posible
me publicado de mi teoría de los tests críticos, ^véase también mis observaciones verificar formalmente éstas con ningún número de enunciados singulares. El inten-
críticas en L. Se. D., nota I de la sección 29, pág. 104, donde en lugar de la fcch;< to de reducir la importancia de esta asimetría sólo puede llevar a confusión. En otro
•"1933" debe figurar "1932"; y el cap. 11, más adelante, el texto a la nota 39.) nivel, podemos vacilar en aceptar cualquier enunciado, aun el más simple enun-
•> El ejemplo que da Wittgenstein de una pseudo-proposición sin sentido es: ciado observacional; y podemos señalar que todo enunciado supone una interpreta-
"Sócrates es idéntico". Obviamente, "Sócrates no es idéntico" tampoco tiene senti- ción a la luz de teorías, por lo cual es incierto. Esto no afecta a la asimetría fun-
do. Así, la negación de una oración sin sentido tampoco tendrá sentido, mientras <lamental, pero es importante: la mayoría de los que hicieron la disección del co-
q u e la de un enunciado significativo también será significativa. Pero la negación razón antes de Harvey observaron mal; observaron lo que esperaban ver. No puede
de un enunciado testable (o refutable) no tiene por qué ser testable, como señalé haber nunca una obser\'ación totalmente segura, libre de los peligros de las malas
en mi L. Se. D. (p. ej., págs. 38 y sigs.) y como seftalaron luegp mis críticos. Puede interpretaciones. (Esta es una de las razones por las cuales la teoría de la inducción
imaginarse fácilmente la confusión que provocó el hecho de tomar la testabilidad no es satisfactoria.) 1.a "base empírica" consiste principalmente en una mezcla de
como criterio de significado y no de demarcación. teorías de u n grado inferior de universalidad (de ."efectos neproducibles"). Pero
7 El ejemplo más reciente de comprensión equivocada de la historia de este subsiste el hecho de que, con respecto a cualquier base que el investigador pueda
problema es A. R. White, "Note on Meaning and Verification", Mind, 63, 1954, jceptar (a su riesgo), sólo puede testar su teoría tratando de refutarla.
págs. 66 y sigs. El artículo de J. L. Evans publicado en Mind, 62, 1953, págs. 1 y sigs., 9 Hume no dice "lógico", sino "demostrativo", terminología que —según creo—
y que White critica en mi opinión es excelente y de una rara penetración. Como es es un poco engañosa. Las dos citas siguientes son del Tratado de la naturaleza hu-
fácil imaginarse, ninguno de los autores puede rc;constaniir totalmente la historia. mana, libro I, parte III, secciones VI y XII (las bastardillas son de Hume) .
(Se encontrarán algunas sugerencias en mi Open Society, notas 46, 51, y 52 del 10 Esta cita y la siguiente son de loe. cit., sección VI. Véase también la obra
cap. 11; y un análisis más detallado en el cap. 11 de este volumen.) de Hume Investigación sobre el entendimiento humano, sección IV, parte II, y su
8 En i . Se. D. hice el análisis de algunas objeciones semejantes y les di respues- Abstract, editado en 1938 por J. M. Keynes y P. Sraffa, pág. 15, y citado en L. Se. D.,
ta; sin embargo, luego se plantearon objeciones análogas sin referencias a mis res- nuevo apéndice * VII, texto correspondiente a la nota VI.
puestas; Una de ellas es la afirmación de que la refutación de una ley natural es

66 67
periencia, extraemos una conclusión que va más allá de los ejemplos (a) EI resultado típico de la repetición —por ejemplo, de repetir un
pasados, de los cuales hemos tenido experiencia?". En otras palabras, ]jasaje difícil en el piano— es que los movimientos que al principio re-
el intento por justificar la práctica de la inducción mediante una apela- quieren atención luego pueden ser ejecutados sin atención. Podríamos
ción a la experiencia conduce a un regreso infinito. Como resultado de decir que el proceso se abrevia radicalmente y cesa de ser consciente: se
esto, podemos decir que las teorías nunca pueden ser inferidas de enun- convierte en "fisiológico". Tal proceso, lejos de crear una expectativa
ciados obser\acionales, ni pueden ser justificadas racionalmente por consciente de sucesiones sujetas a leyes o de creencia en una ley, puede,
estos. por el contrario, comenzar con una creencia consciente y luego destruir-
Hallé que la refutación de la inferencia inductiva hecha por Hume la al hacerla superflua. Al aprender a andar en bicicleta, podemos co-
era clara y concluyente. Pero me sentí totalmente insatisfecho por su menzar con la creencia de que evitaremos la caída si tomamos la direc-
explicación psicológica de la inducción en función de la costumbre o ción en la que corremos el riesgo de caer, y esta creencia puede ser útil
el hábito. para guiar nuestros movimientos. Después de la práctica necesaria, po-
demos olvidar la regla; en todo caso, ya no la necesitamos. Por otro lado,
Se ha observado a menudo que esta explicación de Hume no es, filo- aun si es verdad que la repetición puede crear expectativas inconscientes,
sóficamente, muy satisfactoria. Sin embargo, fue propuesta como una éstas sólo se hacen conscientes si algo va mal (podemos no haber oído
teoría psicológica, no filosófica; pues trata de dar una explicación causal el tictac del reloj, pero podemos oír que se ha parado).
de un hecho psicológico —el hecho de que creemos en leyes, es decir, en
enunciados que afirman regularidades o que vinculan constantemente (b) Los hábitos o las costumbres, por lo general, no se originan en la
tliversos tipos de sucesos— al afirmar que este hecho se debe a (o sea. repetición. Aun los hábitos de caminar, hablar o alimentarse a <1< u i-
está constantemente unido a) la costumbre o al hábito. Pero esta refor- minadas horas comienzan antes de que la repetición pueda desempeñar
mulación de la teoría de Hume es aún insatisfactoria, pues lo que acabo algún papel. Podemos decir, si nos gusta, que sólo merecen ser llamados
de llamar un "hecho psicológico" puede ser considerado, a su vez, como "hábitos" o "costumbres" después que la repetición ha desempeñado su
una costumbre o un hábito, la costumbre o el hábito de creer en leyes jjapel típico, pero no debemos afirmar que las prácticas en cuestión
o regularidades; y no es muy sorprendente ni muy aclarador que se nos se originan como resultado de muchas repeticiones.
diga que tal costumbre, o hábito, debe ser explicada como debida o (c) La creencia en una ley no es exactamente igual a la conducta que
unida a una costumbre o un hábito (aunque sea de un tipo diferente). manifiesta la expectativa de una sucesión de acontecimientos sujeta
Sólo podemos reformular la teoría psicológica de Hume de una manera a leyes, pero la conexión entre ambas es suficientemente estrecha como
más satisfactoria si recordamos que éste usa las palabras "costumbre" y l^ara que se las pueda tratar conjuntamente. Pueden resultar, quizás,
"hábito" como en el lenguaje ordinario, o sea, no simplemente para í;n casos excepcionales, de una mera repetición de impresiones senso-
describir una conducta regular, sino más bien para teorizar acerca de riales (como en el caso del reloj que se detiene). Yo estaba dispuesto a
su origen (que atribuye a la repetición frecuente). Podemos decir en- admitir esto, pero sostenía que normalmente, y en la mayoría de los casos
tonces que, al igual que otros hábitos, nuestro hábito de creer en leyes <le algún interés, no se las puede explicar de esa manera. Como admite
es el producto de la repetición frecuente, de la repetida observación de Hume, una sola observación sorprendente puede bastar para crear
que las cosas de un cierto tipo están constantemente unidas a cosas de una creencia o una expectativa, hecho que trata de explicar atribuyén-
otro tipo. dolo a un hábito inductivo formado como producto de un gran núme-
Esta teoría genético-psicológica, como hemos observado, está implícita ro de largas secuencias repetitivas experimentadas en un período an-
en el lenguaje común y, por lo tanto, no es tan revolucionaria como pen- terior de la vida. ^ Pero yo sostenía que esto era simplemente un in-
saba Hume. Es, sin duda, una teoría psicológica sumamente popular: tento por eliminar hechos desfavorables que amenazaban su teoría;
podríamos decir que forma parte del "sentido común". Pero a pesar de intento infructuoso, ya que esos hechos desfavorables pueden ser obser-
mi fervor por el sentido común y por Hume, yo estaba convencido de \ados en animales muy jóvenes y en los bebés, en realidad, a una edad
que esta teoría psicológica estaba equivocada y que, en verdad, era refu- tan temprana como nos plazca. F. Bage informa lo siguiente: "Se puso
table sobre bases puramente lógicas. un cigarrillo encendido cerca de las narices de los perritos cachorros.
Yo pensaba que la psicología de Hume, que es la psicología popular, Éstos lo olfatearon una vez, se volvieron y no hubo nada que los in-
estaba equivocada al menos en tres puntos diferentes: (a) el resultado dujera a retornar a la fuente del olor y olfatear nuevamente. Pocos días
típico de la repetición; (b) la génesis de los hábitos; y, en especial, después, reaccionaron ante la mera vista de un cigarrillo y hasta de un
(c) el carácter de esas experiencias o modos de conducta que pueden ser pedazo de papel blanco arrollado saltando hacia atrás y estornudan-
llamados "creer en una ley" o "esperar una sucesión, sujeta a leyes, de
sucesos". n Tratado, sección XIII, sección XV, regla 4.

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d o " . " Si tratamos de explicar casos como éste postulando un gran nú- regreso infinito que descubrió el mismo Hume y fue usado por él para
mero de largas secuencias repetitivas a una edad aún anterior no sólo refutar la teoría lógica de la inducción. Pues, ¿qué es lo que deseamos
estamos fantaseando, sino también olvidando que en las cortas vidas explicar? En el caso de los cachorros, deseamos explicar una conduc-
de los astutos cachorros no sólo debe haber lugar para la repetición, ta que puede ser descripta como la de reconocer o interpretar una
sino también para muchas novedades y, por consiguiente, para lo que situación como repetición de otra. Indudablemente, no podemos ex-
no es repetición. plicar esta repetición apelando a repeticiones anteriores, una vez que
Pero no sólo hay ciertos hechos empíricos en contra de la teoría psico- comprendemos que las repeticiones anteriores también deben haber
lógica de Hume; hay también argumentos decisivos de naturaleza pu- sido repeticiones-para-ellos, de modo que surge nuevamente el mismo
ramente lógica. problema: el de reconocer o interpretar una situación como repetición
La idea central de la teoría de Hume es la de repetición, basada en hi de otra.
similitud (o la "semejanza"). Usa esta idea de manera muy poco Para decirlo más concisamente, la similitud-para-nosotros es el pro-
crítica. Se nos induce a pensar en la gota de agua que horada la pie- ducto de una respuesta que supone interpretaciones (que pueden ser
dra: secuencias de sucesos indiscutiblemente iguales que se nos van im- inadecuadas) y anticipaciones o expectativas (que pueden no realizarse
poniendo lentamente, como el lic-iac del reloj. Pero debemos com- nunca). Por lo tanto, es imposible explicar anticipaciones o expectati-
prender que, en una teoría psicológiía tomo la de Hume, sólo de la vas como si resultaran de muchas repeticiones, según sugería Hume.
repctición-para-nosoiros. basada en la similitud-para-nosoiros, cabe Pues aun la primera repetición-para-nosotros debe basarse en una
admitir que tenga algúit efecto sobre nosotros. Debemos responder similitud-para-nosotros y, por ende, en expectativas, que es precisa-
a las situaciones como si tucran equivalentes; tomarlas como similares: mente lo que queríamos explicar. Esto muestra que en la teoría psi-
inlerprcíarjíjs coma j cpciiu'oncs, I,os astutos cachorros, podemos supo- cológica de Hume hay un regreso infinito.
ner, mostraban con su respuesta, su manera de actuar o de reaccionar, Hume, creía yo, nunca había aceptado todas las implicaciones de su
que reconocían o interpretaban la segunda situación como una repeti- propio análisis lógico. Después de refutar la doctrina lógica de la in-
ción de la primera, que esperaban que estuviera presente su elemento ducción, se enfrentó con el siguiente problema: ¿cómo obtenemos real-
principal, el olor desagradable. La situación era una repetición-para- mente nuestro conocimiento, como hecho psicológico, si la inducción
dlos porque respondían a ella anticipando su similitud con la situa- es un procedimiento que carece de validez lógica y es racionalmente
ción anterior. injustificable? Hay dos respuestas posibles: (1) obtenemos nuestro cono-
Esta crítica aparentemente psicológica tiene una base puramente cimiento por un procedimiento no inductivo. Esta respuesta habría
Uigica que puede rcsumitse en el siguiente argumento simple (que es. permitido a Hume adoptar un cierto tipo de racionalismo. (2) Obte-
luscamente, el argumento del cual partí originalmente para efectuar nemos nuestro conocimiento por repetición e inducción y, por lo tanto,
ia crítica). El tipo de repetición considerado por Hume nunca puede por un procedimiento que carece de validez lógica y es racionalmente
ser perfecto; los casos que tiene presente no pueden ser casos de perfec- injustificable, de modo que todo aparente conocimiento no es más que
ta igualdad; sólo pueden ser casos de similitud. Así, sólo son repeti- un tipo de creencia: creencia basada en el hábito. Esta respuesta im-
ciones desde un cierto punto de vista. (Lo que tiene sobre mí el efecto plicaría que hasta el conocimiento científico es irracional, de modo que
(le una repetición puede no tener este efecto sobre una araña.) Pero el racionalismo sería absurdo y debería ser abandonado. (No discutiré
esto significa que. por razones lógicas, debe haber siempre un punto aquí los viejos intentos, que ahora están nuevamente de moda, por elu-
de vista —tal como un sistema de expectativas, anticipaciones, suposi- dir la dificultad afirmando que la inducción, por supuesto, carece de
ciones o intereses'- antes de que pueda haber repetición alguna; punto validez lógica si entendemos por "lógica" lo mismo que "lógica deducti-
de vista que, por consiguiente, no puede ser simplemente el resultado va", pero no es irracional de acuerdo con sus propios patrones, como
de la repetición. (\'er también el apéndice *X, (1), de mi L. I. C.) jjuede verse por el hecho de que toda persona razonable la aplica de
Para los propósitos de una teoría psicológica del origen de nuestras hecho: la gran realización de Hume fue destruir esta identificación acrí-
creencias, debemos reemplazar entonces la idea ingenua de sucesos que tica de las cuestiones de hecho ^¿quid facti?— y las cuestiones de jus-
son similares por la idea de sucesos ante los que reaccionamos into- tificación o validez —quid jurist—. Ver más adelante, el punto (13) del
pretándolos como similares. Pero si esto es así (y no veo manera de es- .ipéndice a este capítulo.)
capar de esa conclusión), entonces la teoría psicológica de la inducaón Al parecer, Hume nunca consideró seriamente la primera alternativa.
de Hume conduce a un regreso infinito, análogo precisamente a ese otro Después de abandonar la teoría lógica de la inducción por repetición,
cerró un trato con el sentido común y volvió a admitir humildemente
12 F. Báge, "Zur EnUvicklung, etc", Zeitschrift /. Hundeforschung, 1933, tf. ia inducción por repetición bajo el disfraz de una teoría psicológica.
D. Katz, Animals and Men, cap. VI, nota al pie. Yo propongo invertir la teoría de Hume. En lugar de explicar nues-

70 71
tra propensión a esperar regularidades como resultado de la repetición, un punto de vista o un problema. Y su descripción presupone un len-
propongo explicar la repetición para nosotros como el resultado de :guaje descriptivo, con palabras apropiadas; presupone una semejanza
nuestra propensión a esperar regularidades y buscarlas. y una clasificación, las que a su vez presuponen intereses, puntos de
Así, fui conducido por consideraciones puramente lógicas a reempla- vista y problemas. "Un animal hambriento —escribe Katz—" divide el
zar la teoría psicológica de la inducción por la concepción siguiente. Sin medio ambiente en cosas comestibles y no comestibles. Un animal en
esperar pasivamente que las repeticiones impriman o impongan regula- fuga ve caminos para escapar y lugares para ocultarse... En general,
ridades sobre nosotros, debemos tratar activamente de imponer regula- el objeto cambia... según las necesidades del animal." Podemos agregar
ridades al mundo. Debemos tratar de descubrir similaridades en él que los objetos pueden ser clasificados y pueden convertirse en seme-
e interpretarlas en función de las leyes inventadas por nosotros. Sin jantes o disímiles solamente de esta manera, relacionándolos con nece-
esperar el descubrimiento de premisas, debemos saltar a conclusiones. sidades e intereses. Esta regla no sólo se aplica a los animales, sino
Éstas quizás tengan que ser descartadas luego, si la observación muestra también a los científicos. Al animal, el punto de vista se lo suministran
que son erradas. sus necesidades, su tarea del momento y sus expectativas; al científico,
Se trataba de una teoría del ensayo y el error, de conjeturas y refuta- sus intereses teóricos, el problema especial que tiene en investigación,
ciones. Hacía posible comprender por qué nuestros intentos por im- sus conjeturas y anticipaciones, y las teorías que acepta como una
poner interpretaciones al mundo son lógicamente anteriores' a la ob- especie de trasfondo: su marco de referencia, su "horizonte de expec-
servación de similitudes. Puesto que este procedimiento estaba res- tativas".
paldado por razones lógicas, pensé que sería también aplicable al cam-
po de la ciencia, que las teorías científicas' no son una recopilación de El problema: "¿Qué es lo primero, la hipótesis (H) o la observación
observaciones, sino que son invenciones, conjeturas audazmente formu- (O)}", es soluble; como lo es el problema: "¿Qué es lo primero, la ga-
ladas para su ensayo y que deben ser eliminadas si entran en conflicto llina (G) o el huevo (H) ?". La respuesta al último interrogante es:
con observaciones; observaciones, además, que raramente sean acciden- "Un tipo más primitivo de huevo", y la respuesta al primero es: "Un
tales, sino que se las emprenda, como norma, con la definida intención tipo más primitivo de hipótesis". Es muy cierto que cualquier hipóte-
tie someter a prueba una teoría para obtener, si es posible, una refutación sis particular que elijamos habrá sido precedida por observaciones; por
decisiva. ejemplo, las observaciones que trata de explicar. Pero estas observacio-
nes, a su vez, presuponen la adopción de un marco de referencia, un
marco de expectativas, un marco de teoría. Si las observaciones eran
significativas, si creaban la necesidad de una explicación y, así, dieron
La creencia de que la ciencia procede de la <)I)servación a la teoría está origen a la invención de una hipótesis, era porque no se las podía
tan difundida y es tan fuerte que mi negación de ella a menudo choca explicar dentro del viejo armazón teórico, del viejo horizonte de expec-
con la incredulidad. Hasta se ha sospechado de que soy insincero, de tativas. Aquí no hay ningún peligro de regreso infinito. Si nos re-
que niego lo que nadie, en su sano juicio, puede dudar. montamos a teorías y mitos cada vez más primitivos hallaremos, al
En realidad, la creencia de que podemos comenzar con observaciones final, expectativas inconscientes, innatas.
puras, sin nada que se parezca a una teoría, es absurda. Este absurdo Las teorías de las ideas innatas es absurda, creo; pero todo organis-
queda bien ilustrado por la historia del hombre que dedicó su vida a mo tiene reacciones o respuestas innatas, y, entre éstas, respuestas adap-
la ciencia natural, anotó todo lo que podía observar y transmitió su in- tadas a sucesos inminentes. Podemos llamar a estas respuestas "expec-
apreciable colección de observaciones a la Royal Society para que se la tativas", sin que esto implique que tales "expectativas" sean conscientes.
usara como material inductivo. Esta historia nos muestra que, si bien El niño recién nacido "espera", en este sentido, ser alimentado (y, hasta
la recolección de escarabajos puede ser útil, la de observaciones no lo es. podría decirse, ser protegido y amado). Dada la estrecha relación entre
Hace veinticinco años traté de explicar esto a un grupo de estudian- expectación y conocimiento, hasta podemos hablar, en un sentido total-
tes de física de Viena comenzando una clase con las siguientes instruc- mente razonable, de "conocimiento innato". Este "conocimiento" no
ciones: "tomen papel y lápiz, observen cuidadosamente y escriban lo que es, sin embargo, válido a priori; una expectativa innata, por fuerte y es-
han observado." Me preguntaron, por supuesto, qué es lo que yo que- pecífica que sea, puede ser equivocada. (El niño recién nacido puede ser
ría que observaran. Evidentemente, la indicación "¡observen!" es ab- abandonado y morir de hambre.)
surda. " (Ni siquiera cumple con las reglas del idioma, a menos que se Así, nacemos con expectativas, con un "conocimiento" que, aunque
sobreentienda el objeto del verbo transitivo.) La observación siempre no es válido a priori, es psicológica o genéticamente a priori, es decir,
es selectiva. Necesita un objeto elegido, una tarea definida, un interés, anterior a toda experiencia observacional. Una de las más importantes
13 Véase sección 30 de L. Se. D. " Üatz, loe. cit.
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de estas expectativas es la de hallar una regularidad. Está vinculada * ciones. Colocada en un "mundo" simplificado (por ejemplo, un mun-
una propensión innata a buscar regularidades o a una necesidad de ha- do de series de fichas coloreadas), esta máquina, mediante la repetición,
llar regularidades, como podemos verlo en el placer del niño que satis- puede "aprender" y hasta "formular" leyes de sucesión que sean válidas
face esta necesidad. en su "mundo". Si pudiera construirse tal máquina (y no tengo nin-
Esta expectativa "instintiva" de hallar regularidades, que es psicoló- guna duda de que esto es posible), entonces, puede argüirse, mi teoría
gicamente a priori, corresponde muy de cerca a la "ley de causalidad" debe ser equivocada; pues si una máquina es capaz de realizar induccio-
que Kant consideraba como parte de nuestro equipo mental y como nes sobre la base de la repetición, no puede haber ninguna razón ló-
válida a priori. De este modo, podríamos sentirnos inclinados a afirmar gica que nos impida hacer lo mismo.
que Kant no logró distinguir entre maneras de pensar psicológicamente El anterior argumento parece convincente, pero es equivocado. Al
a priori y creencias válidas a priori. Pero yo no creo que haya cometido construir una máquina de inducción, nosotros, los arquitectos de la
un error tan grueso como éste. Pues la esperanza de hallar regularida- máquina, debemos decidir a priori lo que constituye su "mundo"; qué
des no sólo es psicológicamente a priori, sino también lógicamente a cosas se tomarán como similares o iguales; y qué tipo de "leyes" quere-
priori: es lógicamente anterior a toda experiencia observacional, pues, mos que la máquina sea capaz de "descubrir" en su "mundo". En otras
es anterior a todo reconocimiento de semejanzas, como hemos visto; palabras, debemos insertar en la máquina un esquema que determine
y toda observación implica el reconocimiento de semejanzas (o dese- lo que va a ser importante o interesante en su mundo: la máquina ten-
mejanzas) . Pero a pesar de ser lógicamente a priori en este sentido, la drá principios "innatos" de selección. Los constructores habrán resuelto
expectativa no es válida a priori. Pues puede fracasar: podemos conce- para ella los problemas de semejanza, con lo cual habrán interpretado
bir fácilmente un medio ambiente (que sería letal) que, comparado con el "mundo" para la máquina.
nuestro medio ambiente ordinario, sea tan caótico que no podamos en
modo alguno hallar regularidades. (Todas las leyes naturales podrían VI
seguir siendo válidas: los medios ambientes de este tipo han sido usa-
dos en los experimentos con animales mencionados en la sección si- Nuestra propensión a buscar regularidades e imponer leyes a la natu-
guiente.) raleza da origen al fenómeno psicológico del pensamiento dogmático o,
Asi, la respuesta de Kant a Hume estuvo a punto de ser correcta,, con mayor generalidad, de la conducta dogmática: esperamos regulari-
pues la distinción entre esperanza válida a priori y esperanza que es dades en todas partes y tratamos de encontrarlas aun allí donde no hay
genética y lógicamente anterior a la observación, pero no válida a prio- ninguna. Nos inclinamos a tratar como a una especie de "ruido de fon-
ri, es realmente algo sutil. Pero Kant demostró demasiado. Al tratar do" los sucesos que no ceden a estos intentos, y nos aferramos a nuestras
de mostrar cómo es posible el conocimiento, propuso una teoría cuya expectativas hasta cuando son inadecuadas y deberíamos aceptar la de-
inevitable consecuencia era que nuestra búsqueda de conocimiento debe rrota. Este dogmatismo es, en cierta medida, necesario. Lo exige una
tener éxito necesariamente, lo cual, como es obvio, es errado. Cuando situación que sólo puede ser manejada imponiendo nuestras conjeturas
Kant afirmaba: "Nuestro intelecto no extrae sus leyes de la naturaleza, al mundo. Además, este dogmatismo nos permite llegar a una buena
sino que impone sus leyes a la naturaleza", tenía razón. Pero al pen- teoría por etapas, mediante aproximaciones: si aceptamos la derrota
sar que estas leyes son necesariamente verdaderas, o que necesariamente con demasiada facilidad, corremos el riesgo de perder lo que estamos
tenemos éxito al imponerlas a la naturaleza, estaba equivocado^. La casi a punto de lograr.
naturaleza, muy a menudo, se resiste exitosamente y nos obliga a con- Es indudable que esta actitud dogmática que nos hace aferramos a
siderar refutadas nuestras leyes; pero si seguimos viviendo, podemos nuestras primeras impresiones indica una creencia vigorosa; mientras
intentar nuevamente. que una actitud crítica, dispuesta a modificar sus afirmaciones, que
Para resumir esta crítica lógica de la psicología de la inducción de admite dudas y exige tests, indica una creencia débil. Ahora bien, de
H u m e , p o d e m o s consideran la idea de construir u n a m á q u i n a de i n d u c - acuerdo con la teoría de Hume y con la teoría popular, la fuerza de una
ís Kant creía que la dinámica de Newton era válida a priori. (Véase sus Fun- creencia sería producto de la repetición; asi, tendría que crecer siempre
damentos metafísicas de la ciencia natural, publicado entre la primera edición y con la experiencia y ser siempre mayor en las personas menos primiti-
la segunda de la Critica de la Rqzón Pura.) Pero si podemos explicar, como él vas. Pero el pensamiento dogmático, el deseo incontrolado de imponer
pensaba, la validez de la teoría de Newton por el hecho de que nuestro intelecto regularidades y el manifiesto placer por los ritos y la repetición como
impone sus leyes a la naturaleza, de ello se desprende —creo yo— que nuestra tales son característicos de los primitivos y los niños; y la experiencia
intelecto debe tener éxito en esto; lo cual hace difícil de comprender por qué y madurez crecientes a veces crean una actitud de cautela y de crítica,
u n conocimiento a priori como el de Newton es tan difícil de alcanzar. Se encon-
trará una formulación más detallada de esta crítica en el cap. 2, especialmente
en lugar del dogmatismo.
en la sección X, y en los caps. 7 y 8 de este volumen. Quizás pueda mencionar aquí un punto de acuerdo con el psicoaná-

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lisis. Los psicoanalistas afirman que los neuróticos y otras personas tando de aplicarlos y confirmarlos, hasta el punto de pasar por alto las
interpretan el mundo de acuerdo con un esquema personal fijo que no refutaciones; mientras que la actitud critica es una disposición a cam-
abandonan fácilmente y que, a menudo, se remonta a la primera infan- biarlos, a someterlos a prueba, a refutarlos, si es posible. Esto sugiere
cia. Un patrón o esquema que se ha adoptado a una edad muy tem- que podemos identificar la actitud crítica con la actitud científica, y la
prana de la vida se mantiene luego a todo lo largo de ésta, y toda nueva actitud dogmática con la que hemos llamado seudo científica. Sugiere,
experiencia es interpretada en términos de él, verificándolo, por decir además, que, en un plano genético, la actitud seudo científica es más
así, y contribuyendo a aumentar su rigidez. Esta es una descripción de primitiva que la científica y anterior a ésta: es una actitud precientífica.
lo que he llamado la actitud dogmática, a diferencia de la actitud crí- Este primitivismo o esta anterioridad tiene también su aspecto lógico.
tica, la cual comparte con la primera la rápida adopción de un esquema Pues la actitud crítica no se opone a la actitud dogmática tanto como
de expectativas —un mito, quizás, o una conjetura, o una hipótesis- se sobreimpone a ella: la crítica debe ser dirigida contra creencias exis-
pero que está dispuesta a modificarla, a corregirla y hasta a abando- tentes y difundidas que necesitan una revisión crítica; en otras pala-
narla. Me inclino a sugerir que la mayoría de las neurosis pueden de- bras, contra creencias dogmáticas. Una actitud crítica necesita como
berse a un desarrollo parcialmente detenido de la actitud crítica; a un materia prima, por decir así, teorías o creencias defendidas más o me-
dogmatismo estereotipado, más que natural; a una resistencia frente nos dogmáticamente.
a las demandas de modificación y ajuste de ciertas interpretaciones y
respuestas esquemáticas. Esta resistencia, a su vez, quizás pueda expli- La ciencia, pues, debe comenzar con mitos y con la crítica de mitos;
carse en algunos casos como proveniente de una lesión o un shock, que no con la recolección de observaciones ni con la invención de experi-
den origen al temor y a una necesidad creciente de seguridad o certidum- mentos, sino con la discusión crítica de mitos y de técnicas y prácticas
bre, análogamente a la manera como una lesión en un miembro nos mágicas. La tradición científica se distingue de la precientífica porque
hace temer moverlo, con lo cual adquiere rigidez. (Hasta podría ar- tiene dos capas. Como la última, lega sus teorías; pero también lega una
güirse que el caso del miembro dañado no es simplemente análogo a actitud crítica hacia ellas. Las teorías no se trasmiten como dogmas, sino
la respuesta dogmática, sino un ejemplo de ella.) La explicación de más bien con el estímulo a discutirlas y mejorarlas. Esta tradición es
cualquier caso concreto tendrá que tomar en consideración el peso de lielénica: se la puede hacer remontar a Tales, fundador de la primera
las dificultades que supone hacer los ajustes necesarios, dificultades que escuela (no quiero significar "la primera escuela filosófica", sino sim-
pueden ser considerables, especialmente en un mundo complejo y plemente "la primera escuela") que no se preocupó fundamentalmente
cambiante: sabemos, por experimentos con animales, que es posible pro- por la conservación de un dogma."
ducir a voluntad diversos grados de conducta neurótica, haciendo va- La actitud crítica, la tradición de la libre discusión de las teorías
riar las dificultades de manera adecuada. con el propósito de descubrir sus puntos débiles para poder mejorar-
las, es la actitud razonable, racional. Hace un uso intenso tanto de la
Encontré muchos otros vínculos entre la psicología del conocimiento argumentación verbal como de la observación, pero de la observación
y otros campos psicológicos considerados a menudo alejados de ella, por en interés de la argumentación. El descubrimiento griego del método
ejemplo la psicología del arte y la música; en realidad, mis ideas acerca crítico dio origen, al principio, a la equivocada esperanza de que con-
de la inducción se originaron en una conjetura acerca de la evolución duciría a la solución de todos los grandes y viejos problemas; de que
de la polifonía occidental. Pero esta historia os la ahorraré. establecería la certidumbre; de que ayudaría a demostrar nuestras teo-
rías, a justificarlas. Pero tal esperanza era un residuo de la manera dog-
mática de pensamiento; de hecho, no se puede justificar ni probar nada
vil (fuera de la matemática y la lógica). La exigencia de pruebas racio-
Mi crítica lógica de la teoría psicológica de Hume y las considera- nales en la ciencia indica que no se comprende la diferencia entre el
ciones vinculadas con ella (la mayoría de las cuales las elaboré en 1926-7 vasto ámbito de la racionalidad y el estrecho ámbito de la certeza ra-
en una tesis titulada "Sobre el hábito y la creencia en leyes" ^) puede cional: es una exigencia insostenible y no razonable.
parecer un poco alejada del campo de la filosofía de la ciencia. Pero Sin embargo, el papel de la argumentación lógica, del razonamiento
la distinción entre pensamiento dogmático y pensamiento crítico, o entre lógico deductivo, sigue teniendo una importancia fundamental para el
actitud dogmática y actitud crítica, nos vuelve a llevar derechamente a enfoque crítico; no porque nos permita demostrar nuestras teorías o
nuestro problema central.' Pues la actitud dogmática se halla claramen- inferirlas de enunciados de observación sino porque sólo el razona-
te relacionada con la tendencia a verificar nuestras leyes y esquemas tra- miento puramente deductivo nos permite descubrir las implicaciones
de nuestras teorías y, de este modo, criticarlas de manera efectiva. La
1* Tesis presentada al Instituto de Educación de la Ciudad de Viena en 1927,
con el título "Gewohnheit und Gesetzerlebnis" (no publicada). " Se hallarán más comentarios sobre estos desarrollos en los caps. 4 y 5.

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crítica, como dije, es un intento por hallar los puntos débiles de una (onstructiva hacia los errores; errores que el científico trata, consciente
teoría, y éstos, por lo general, sólo pueden ser hallados en las más re- y cautelosamente, de descubrir para refutar sus teorías con argumentos
motas consecuencias lógicas derivables de la teoría. Es en esto en lo minuciosos, basados en los más severos tests experimentales que sus
que el razonamiento puramente lógico desempeña un papel importan- teorías y su ingenio le permitan planear.
te en la ciencia. Puede describirse la actitud crítica como el intento consciente por
Hume tenía razón al destacar que nuestras teorías no pueden ser'in- hacer que nuestras teorías, nuestras conjeturas, se sometan en lugar
feridas válidamente a partir de lo que podemos saber que es verdade- nuestro a la lucha por la supervivencia del más apto. Nos da la posi-
ro: ni de observaciones ni de ninguna otra cosa. Llegaba, así, a la bilidad de sobrevivir a la eliminación ele una hipótesis inadecuada en
conclusión de que nuestra creencia en ellas es irracional. Si "creencia" circunstancias en las que una actitud dogmática eliminaría la hipótesis
significa aquí nuestra incapacidad para dudar de nuestras leyes natu- mediante nuestra propia eliminación (hay una conmovedora historia
rales y de la constancia de las regularidades naturales, entonces Hume de una comunidad de la India que desapareció a causa de su creencia
tiene razón nuevamente: podría decirse que este tipo de creencia dog- en el carácter sagrado de la vida, inclusive la de los tigres). Así, obte-
mática tiene una base fisiológica, y no racional. Sin embargo, si se usa nemos la teoría más apta que está a nuestro alcance mediante la eli-
el término "creencia" para indicar nuestra aceptación crítica de las minación de las que son menos, aptas. (Por "aptitud" no sólo entiendo
teorías científicas —una aceptación tentativa combinada con un deseo "utilidad", sino verdad también; ver los capítulos 3 y 10, más adelan-
por revisar la teoría, si logramos un test que ésta no pueda satisfacer—, te.) Yo no creo que este procedimiento sea irracional ni que necesite
entonces Hume estaba equivocado. En esta aceptación de teorías no ulterior justificación racional.
hay nada irracional. Ni siquiera hay nada irracional en basarnos, pa-
ra los propósitos practicados, en teorías bien testadas, pues no se nos
ofrece ningún otro curso de acción más racional. VlII
Supongamos que nos hemos propuesto deliberadamente vivir en este
desconocido mundo nuestro, adaptarnos a él todo lo que podamos, Volvamos ahora de nuestra crítica lógica de la psicología de la ex-
aprovechar las oportunidades que podamos encontrar en él y explicarlo, periencia a nuestro problema central, el de la lógica de la ciencia. Aun-
si es posible (no necesitamos suponer que lo es) y hasta donde sea que algunas de las cosas que he dicho hasta ahora pueden sernos úti-
posible, con ayuda de leyes y teorías explicativas. Si nos hemos pro- les, en la medida en que puedan haber eliminado ciertos prejuicios
puesto esto, entonces no hay procedimiento más racional que el método psicológicos en favor de la inducción, mi enfoque del problema lógico
del ensayo y del error, de la conjetura y la refutación: de proponer de la inducción es completamente independiente de esta crítica y de
teorías intrépidamente; de hacer todo lo posible por probar que son toda consideración psicológica. Siempre que no creáis dogmáticamente
erróneas; y de aceptarlas tentativamente, si nuestros esfuerzos críticos en el presunto hecho psicológico de que hacemos inducciones, podéis
fracasan. olvidar ahora todo lo anterior, con excepción de dos puntos de natu-
Desde el punto de vista que aquí exponemos, todas las leyes y todas raleza lógica: mis observaciones sobre la testabilidad o la refutabilidad
las teorías son esencialmente tentativas, conjeturales o hipotéticas, aun como criterio de demarcación, y la crítica lógica de la inducción hecha
cuando tengamos la sensación de que no podemos seguir dudando d< por Hume.
ellas. Antes de ser refutada una teoría, nunca podemos saber en qué Por todo lo que ya he dicho, es obvio que había un nexo estrecho
aspecto puede ser necesario modificarla. Todavía se usa como ejemplo entre los dos problemas que me interesaban por aquel entonces: la
típico de ley "establecida por la inducción, más allá de toda duda ra- demarcación y la inducción o método científico. Era fácil ver que el
zonable" la de que el sol siempre surgirá y se pondrá dentro de las método de la ciencia es crítico, o sea, trata de efectuar refutaciones. Sin
veinticuatro horas. Es extraño que aún se recurra a este ejemplo, aun- embargo, me llevó algunos años comprender que los dos problemas
que pueda haber sido útil en los días de Aristóteles y Piteas de Massi- —el de la demarcación y el de la inducción— eran uno solo, en cierto
lia, el gran viajero que durante siglos fue llamado mentiroso por sus sentido.
relatos acerca de Tule, la tierra del mar congelado y el sol de media- ¿Por qué, me pregunté, tantos científicos creen en la inducción?
noche. Hallé que esto se debe a su creencia de que la ciencia natural se carac-
El método del ensayo y el error, por supuesto, no es simplemente teriza por el método inductivo, es decir, por su método que parte de
idéntico al enfoque científico o crítico, al método de la conjetura y largas series de observaciones y experimentos y se basa en ellos. Creen
la refutación. Ll método del ensayo y del error no sólo es aplicado por que la diferencia entre ciencia genuina y especulación metafísica o sen-
Einstein, sino también, de manera más dogmática, por la ameba. La do científica depende exclusivamente de que se emplee o no el método
diferencia reside, no tanto en los ensayos como en la actitud crítica y inductivo. Creen (para expresarlo con mi propia terminología) que
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sólo el método inductivo puede suministrar un criterio de demarcación (5) La concepción de este método inductivo, como el criterio de
satisfactorio. verificabilidad, supone una demarcación defectuosa.
Recientemente di con una interesante formulación de esta creencia (6) Nada de lo anterior cambia lo más mínimo con afirmar que la
en un notable libro filosófico escrito por un gran físico. Natural Phi- inducción no hace seguras a las teorías, sino sólo probables. (Ver es-
losophy of Cause and Chance de Max Born. '* Éste escribe: "La induc- pecialmente el capítulo 10, más adelante.)
ción nos permite generalizar una serie de observaciones para obtener
una regla general: que la noche sigue al día y el día sigue a la noche... IX
Pero mientras que en la vida cotidiana no hay ningún criterio definido
para determinar la validez de una inducción... la ciencia ha elabora- Si el problema de la inducción, como he sugerido, es sólo un caso
do un código, o una regla práctica, para su aplicación." En ninguna o una faceta del problema de la demarcación, entonces la solución de
parte revela Born el contenido de este código inductivo (el cual, se- éste debe suministrarnos también una solución del primero. Tal es el
gún sus propias palabras, contiene un "criterio definido para determi- caso, según creo, si bien esto quizás no se vea inmediatamente.
nar la validez de una inducción"); pero destaca que "no hay ningún Para hallar una formulación breve del problema de la inducción,
argumento lógico" que justifique su aceptación: "es una cuestión de podemos volver nuevamente a Born, quien escribe " . . .ninguna obser-
fe", por lo cual se siente "tentado a llamar a la inducción un vación o experimento, por más que se los extienda, puede dar más
principio metafísico". ¿Pero por qué cree él que debe existir tal código que un número finito de repeticiones"; por lo tanto, "el enunciado
de reglas inductivas válidas? Esto se aclara cuando él habla de las "gran- de una ley —B depende de A— siempre trasciende la experiencia. Sin
des comunidades de gente ignorante de las reglas de la ciencia o que embargo, se formula este tipo de enunciado en todas partes y en todo
las rechaza, entre ellos los miembros de las sociedades contra la vacu- momento, y a veces a partir de materiales muy escasos." ^
nación y los creyentes en la. astrología. Es inútil discutir con ellos: yo En otras palabras, el problema lógico de la inducción surge: (a) del
no puedo obligarlos a aceptar los mismos criterios de inducción válida descubrimiento de Hume (tan bien expresado por Born) de que es
en los que yo creo: el código de reglas científicas". Esto aclara comple- imposible justificar-una ley por la observación o el experimento, ya
tamente que "inducción válida" es entendida aquí como criterio de que "trasciende la experiencia"; (b) del hecho de que la ciencia jjro-
demarcación entre ciencia y seudo ciencia. pone y usa leyes "en todas partes y en todo momento". (Al igual que
Pero es obvio que esta regla práctica para la "inducción válida" ni Hume, también Born se asombra por los "escasos materiales", es decir,
siquiera es metafísica: simplemente no existe. Ninguna regla puede los pocos casos observados, sobre los que puede basarse la ley.) A esto
garantir la verdad de una generalización inferida a partir de observa- tenemos que agregar (c) el principio del empirismo, según el cual en
ciones verdaderas, por repetidas que éstas sean. (El mismo Born no la ciencia sólo la observación y el experimento pueden determinar la
cree en la verdad de la física newtoniana, a pesar de su éxito, aunque aceptación o el rechazo de enunciados científicos, inclusive leyes y
cree que se basa en la inducción.) El éxito de la ciencia no se basa en teorías.
reglas de inducción, sino que depende de la suerte, el ingenio y las Estos tres principios mencionados, (a), (d) y (c), a primera visca
reglas puramente deductivas de argumentación crítica. parecen incompatibles; y esta aparente incompatibilidail 'nstituye el
Puedo resumir algunas de mis conclusiones de la manera siguiente: problema lógico de la inducción.
(1) La inducción, es decir, la inferencia basada en muchas' obser- Enfrentado con esta incompatibilidad, Bom abandona (c), el prin-
vaciones, es un mito. No es un hecho psicológico, ni un hecho de la cipio del empirismo (como lo hicieron antes que él Kant y muchos
vida cotidiana, ni un procedimiento científico. otros, inclusive Bertrand Russell), en favor de lo que llama un "prin-
(2) El procedimiento real de la ciencia consiste en trabajar con cipio metafísico", principio que ni siquiera intenta formular, que des-
conjeturas: en saltar a conclusiones, a menudo después de una sola . cribe vagamente como un "código o regla práctica" y del cual nunca
observación (como lo destacan, por ejemplo. Hume y Born). he visto ninguna formulación que parezca aunque sólo sea promisoria
(3) Las observaciones y los experimentos repetidos funcionan en y no claramente insostenible.
la ciencia como test de nuestras conjeturas o hipótesis, es decir, co- Pero, en verdad, los principios (a) a (c) no son incompatibles. Po-
mo intentos de refutación. demos comprender esto desde el momento en que comprendemos que
(4) La errónea creencia en la inducción se fortifica por la necesi- la aceptación por la ciencia de una ley o de una teoría es sólo tentativa:
dad de un criterio de demarcación que, según se cree tradicional pero lo cual equivale a afirmar que todas las leyes y teorías son conjeturas,
erróneamente, sólo lo puede suministrar el método inductivo. o hipótesis de ensayo (posición que a veces he llamado "hipoteticis-
18 Max Born, Natural Philosophy of Cause and Chance, Oxford, 1949, pág. 7. is Natural Philosophy of Cause and Chance, pág. 6.

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mo"); y que podemos rechazar una lev o una teoría sobre la base de Una cuestión que puede plantearse es la siguiente: ¿Cómo saltamos,
nuevos datos, sin descartar neccsariamcnir' los viejos datos que nos realmente, de un enunciado observacional a una teoría? Aunque esta
condujeron en un principio a aceptarla. -" cuestión parece ser psicológica más que filosófica, podemos decir algo
El principio del empirismo, (c), puede ser conservado totalmente, categórico acerca de ella sin invocar a la psicología. Podemos decir,
ya que el destino de una teoría, su aceptación o su rechazo, se decide primero, que el salto no se produce a partir de un enunciado obser-
por la observación y el experimento, j)or el resultado de tests. En tanto vacional, sino a partir de una situación-problema, y que la teoría de-
una teoría resista los más severos tests que [xxlamos planear, se la be permitirnos explicar las observaciones que originaron el problema
acepta; si no los resiste, se la rechaza. Pero nunca se la infiere, en nin- (esto es, deducirlas de la teoría, reforzada por otras teorías aceptadas
gún sentido, de los datos empíricos. No hay una inducción psicológi- y por otros enunciados observacionales, que constituyen las llamadas
ca ni una inducción lógica. Sólo la refutación de una teoría puede ser condiciones iniciales). Esto, naturalmente, admite un número enorme
inferida de datos empíricos y esta inferencia es puramente deductiva. de teorías posibles, buenas y malas; por consiguiente, parece que nues-
Hume mostró que no es posible inferir una teoría a partir de enun- tra cuestión no ha hallado respuesta.
ciados observacionales, pero esto no aíecta a la posibilidad de refutar Lo anterior pone claramente de manifiesto que, cuando formulá-
una teoría por enunciados observacionales. La plena comprensión de bamos nuestra pregunta, teníamos in mente algo más que el interro-
esta posibilidad aclara perfectamente la relación entre teorías y ob- gante: "¿Cómo saltamos de un enunciado observacional a una teoría?"
servaciones. La cuestión que teníamos in mente, según se revela ahora, era: "¿Cómo
Esto resuelve el problema de la presunta incompatibilidad entre los saltamos de un enunciado observacional a una teoría buena?" Pero la
principios (a), (b) y (c), y, por consiguiente, el problema de la in- respuesta a esta pregunta es: saltando primero a cualquier teoría y
ducción planteado por Hume. luego testándola, para ver si es o no buena; es decir, aplicando repe-
tidamente el método crítico, eliminando muchas malas teorías e inven-
tando muchas nuevas. No todo el mundo puede hacer esto, pero no
hay otro camino.
Así queda resuelto el problema de la inducción. Pero nada parece A veces se han planteado otras cuestiones. El problema original de
menos deseado que una solución simple de un viejo problema filosó- la inducción, se ha dicho, es el problema de justificar la inducción, es
fico. Wittgenstein y su escuela sostienen que los problemas genuina- decir, de justificar la inferencia inductiva. Si se responde a este pro-
mente filosóficos no existen; ^^ de donde se desprende, claro está, blema afirmando que lo que se llama una "inferencia inductiva" no
que no se los puede resolver. Otros de mis contemporáneos creen que es nunca válida y, por lo tanto, obviamente, no es justificable, surge
hay problemas filosóficos, y los respetan; pero parecen respetarlos de- el siguiente problema nuevo: ¿cómo se justifica el método del ensayo
masiado, parecen creer que son insolubles, si no tabúes, y se conmue- y el error? Respuesta: El método del ensayo y el error es un método
ven y se horrorizan ante la afirmación de que haya una solución para eliminar teorías falsas mediante enunciados observacionales, y su
simple, nítida y lúcida a cualquiera de ellos. Si hay una solución, creen, justificación es la relación puramente lógica de deducibilidad, la cual
debe ser profunda o, al menos, complicada. nos permite afirmar la falsedad de enunciados universales si aceptamos
Sea como fuere, aún estoy esperando una crítica simple, nítida y la verdad de ciertos enunciados singulares.
lúcida de la solución que publiqué por primera vez en 1933, en mi Otra cuestión que se ha planteado a veces es la siguiente: ¿por qué
carta al director de Erkenntnis^ y luego en La lógica de la investiga- es razonable preferir enunciados no refutados a otros refutados? Se
ción científica. ha dado a esta cuestión algunas respuestas complicadas, por ejemplo,
Naturalmente, se pueden inventar nuevos problemas de la inducción, de carácter pragmático. Pero, desde un punto de vista pragmático, tal
diferentes de los que yo he formulado y resuelto. (Su formulación fue problema no se presenta, ya que a menudo las teorías falsas son muy
ya la mitad de su solución.) Pero aún no he visto ninguna reformu- útiles: se sabe que la mayoría de las fórmulas usadas en ingeniería o
lación del problema cuya solución no pueda obtenerse fácilmente con en la navegación son falsas, aunque sean excelentes aproximaciones y
mi vieja solución. Pasaré ahora a discutir algunas de estas reíormu- fáciles de manipular; y las usan con confianza personas que saben que
Jaciones. son falsas. La única respuesta correcta es la siguiente, que es simple
20 No dudo de que Born y muchos otros estarían de acuerdo en que sólo se y directa: porque buscamos la verdad (aun cuando nunca podamos
aceptan Jas teorías tentativamente. Pero la difundida creencia en la inducción estar seguros de que la hemos hallado) y porque sabemos, o creemos,
muestra que raramente se comprenden las implicaciones de largo alcance que que las teorías refutadas son falsas, mientras que las no refutadas
tiene esta idea.
pueden ser verdaderas. Además, no preferimos cualquier teoría no re-
21 Wittgenstein aún sostenía esta creencia en 1946; ver nota 8 del cap. 2.
22 Véase la nota 5. futada, sino solamente aquella que, a la luz de la crítica, parece ser

82 83
mejor que sus rivales, o aquella que resuelve nuestros problemas, que lo razonable del procedimiento científico y la aceptación (tentativa)
se halla bien testada y de la cual creemos o, más bien, conjeturamos de los resultados de estu procedimiento —es decir, la teoría científica—
o esperamos (considerando otras teorías aceptadas provisionalmente) con el problema de la racionalidad de la creencia en que este proce-
que resistirá los tests ulteriores. dimiento tendrá éxito. En la práctica, en la investigación científica
También se ha dicho que el problema de la inducción es: "¿por qué práctica, esta creencia es, sin duda, inevitable y razonable, no habiendo
es razonable creer que el futuro será igual al pasado?", y que una res- ninguna alternativa mejor. Pero la creencia es, ciertamente, injustifi-
puesta satisfactoria a este interrogante debe poner de manifiesto que cable en un sentido teórico, como ya he mostrado (en la sección V).
tal creencia es, en verdad, razonable. Mi respuesta es que lo razonable Además, si se pudiera demostrar, sobre fimdamentos lógicos generales,
sería creer que el futuro será muy diferente del pasado en muchos que es probable que la búsqueda científica tenga éxito, no podríamos
aspectos vitalmente importantes. Admito que es perfectamente razo- comprender por qué el éxito ha sido tan raro en la larga historia de
nable actuar bajo la suposición de que, en muchos aspectos, será igual los esfuerzos humanos por saber más acerca de nuestro mundo.
al pasado, y que las leyes bien testadas seguirán siendo válidas (dado Otra manera de plantear el problema de la inducción consiste en
que no podemos tener un supuesto mejor sobre cuya base actuar): pe- apelar a conceptos probabilísticos. Sea t la teoría y e los elementos de
ro también es razonable creer que tal curso de acción nos ocasionará juicio: podemos tratar de conocer P (t, e), es decir, la probabilidad
a veces graves inconvenientes, ya que algunas de las leyes en las cuales de t dado e. Se cree a menudo que el problema de la inducción puede
más confiamos pueden fácilmente resultar incorrectas (¡recordad el ser planteado así: construir un cálculo de probabilidades que nos per-
sol de medianoche!). Hasta se podría decir, a juzgar por la experien- mita, para cualquier teoría, calcular su probabilidad í con respecto a
cia pasada y por nuestro conocimiento científico general, que el futu- cualquier elemento de juicio empírico e; y mostrar que P (t, e) aumen-
ro no será como el pasado en la mayoría de los aspectos, quizás, que ta con la acumulación de datos en apoyo de í y puede llegar a altos
tienen in mente aquellos que afirman que lo será. El agua a veces no valores, por lo menos a valores superiores a / j .
apaga la sed y el aire sofoca a quienes lo respiran. Una solución apa- En La lógica de la investigación científica expliqué por qué creo
rente para este problema es decir que el futuro será como el pasado que este enfoque del problema es fundamentalmente equivocado. ^ Para
en el sentido de que las leyes de la naturaleza no cambiarán, pero esto aclararlo, introduje allí la distinción entre probabilidad y grado de
es una petición de principios. Hablamos de una "ley de la naturaleza" corroboración o confirmación. (Se ha usado y abusado tanto, última-
sólo cuando creemos tener ante nosotros una regularidad que no cam- mente, del término "confirmación" que de decidido abandonarlo a los
biará; y si hallamos que cambia, entonces no la seguiremos llamando verificacionistas y usar solamente, para mis propósitos, "corroboración".
una "ley de la naturaleza". Nuestra búsqueda de leyes naturales, por Es mejor usar el término "probabilidad" en algunos de los muchos
supuesto, indica que esperamos hallarla y que creemos que hay leyes sentidos que satisfacen al conocido cálculo de probabilidades, axio-
naturales; pero nuestra creencia en una ley natural particular no pue- matizado, por ejemplo, por Keynes, Jeffreys y por mí mismo; pero,
de tener una base más segura que nuestros intentos críticos fracasados claro está, aquí no hay nada que dependa de la elección de las pala-
por refutarla. bras en tanto no supongamos de manera acrítica qUe el grado de
Creo que quienes plantean el problema de la inducción en términos corroboración debe ser también una probabilidad, es decir, que debe
de lo razonable de nuestras creencias tienen perfecta razón si se sienten satisfacer al cálculo de probabilidades.)
insatisfechos por_un humeano o poshumeano desengaño escéptico Expliqué en mi libro por qué estamos interesados en teorías con un
de la razón. Debemos rechazar la idea de que la creencia en la ciencia alto grado de corroboración; y expliqué por qué es un error concluir
es tan irracional como la creencia en las prácticas mágicas primitivas, de esto que estamos interesados en teorías altamente probables. Señalé
de que ambas dependen de la aceptación de una "ideología total", una que la probabilidad de un enunciado (o de un conjunto de enuncia-
convención o una tradición basada en la fe. Pero debemos ser caute- dos) es siempre mayor cuanto menos es lo que afirma el enunciado:
losos si formulamos nuestro problema, siguiendo a Hume, como si se es inversamente proporcional al contenido o al poder deductivo del
tratara de lo razonable de nuestras creencias. Debemos dividir este pro- enunciado y, por ende, a su poder explicativo. De acuerdo con esto,
blema en tres partes: nuestro viejo problema de la demarcación, o de todo enunciado interesante y vigoroso debe tener una probabilidad
cómo distinguir entre ciencia y magia primitiva; el problema de la baja; y viceversa: un enunciado con una probabilidad alta carecerá
racionalidad del procedimiento científico o crítico, así como el del
papel de la observación dentro de éste; y, finalmente, el problema de 23 L. Se. D. (véase nota 5, antes), cap. X, especialmente las secciones 80 a 83
la racionalidad de nuestra aceptación de teorías con propósitos cientí- y también la sección 34 y sigs. Ver asimismo mi nota "A Set of Independent Axioms
ficos y prácticos. Hemos ofrecido soluciones para los tres problemas. for Probability", Mind, N. S. 47, 1938, pág. 273. (Esta nota se ha vuelto a pu-
blicar, con correcciones, en el nuevo apéndice • II de L. Se. D. Véase también
También debemos tener cuidado de no confundir el problema de la nota 23 de este capitulo.)

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científicamente de interés porque es poco lo que afirma y no tiene nin- cación, una justificación de mi escaso deseo de romper con la vieja
gún poder explicativo. Aunque busquemos teorías con un alto grado de tradición de tratar de resolver estos problemas con ayuda de una ar-
corroboración, como científicos no buscamos teorías altamente probables, gumentación racional y, por consiguiente, de mi escaso deseo de parti-
sino explicaciones; es decir, teorías poderosas e improbables."^ La con- cipar de corazón en el desarrollo, las tendencias y los impulsos de la
cepción opuesta, la de que la ciencia tiende a la- alta probabilidad, es filosofía contemporánea.
un producto característico del verificacionismo: al hallar que no se
puede verificar una teoría, o darle certeza, mediante la inducción, se
recurre a la probabilidad como a una especie de "Ersatz" de la certeza, APÉNDICE: ALGUNOS PROBLEMAS DE LA
con la esperanza de que la inducción permita, al menos, acercarse a FILOSOFÍA DE LA CIENCIA
ésta.
He discutido con cierta extensión los dos problemas de la demarca- Los primeros tres puntos de esta lista de problemas adicionales se
ción y la inducción. Pero, como me propuse ofrecer en esta conferencia vinculan con el cálculo de probabilidades.
una especie de informe sobre la labor que he realizado en este campo, (1) La teoría frecuencial de la probabilidad. En La lógica de la
agregaré, bajo la forma de un Apéndice, unas pocas palabras sobre investigación científica me interesaba desarrollar una teoría coherente
otros problemas en los que trabajé entre 1934 y 1953. Llegué a la de la probabilidad, tal como se la usa en la ciencia; es decir, una teoría
mayoría de esos problemas al tratar de elaborar las consecuencias de estadística o frecuencial de la probabilidad. Pero introduje también,
las soluciones a los problemas de la demarcación y la inducción. Pero en dicha obra, otro concepto, al que llamé "probabilidad lógica". Ex-
el tiempo no me permite continuar mi relato y explicaros de qué ma- perimenté, por tanto, la necesidad de una generalización, de una teoría
nera mis nuevos problemas surgieron de los viejos. Puesto que ni si- formal de la probabilidad que permitiera diferentes interpretaciones:
quiera puedo iniciar una discusión de estos otros problemas, me limita- (fl) como teoría de la probabilidad lógica de un enunciado con res-
ré a ofrecer una mera lista de ellos, con unas pocas palabras explicativas pecto a cualquier elemento de juicio dado, incluyendo una teoría de
diseminadas. Creo que aun una simple lista puede ser útil, pues puede la probabilidad lógica absoluta, es decir, de la medida de la probabi-
dar una idea de la fecundidad del enfoque. Puede ayudar a ilustrar lidad de un enunciado '^on respecto a un conjunto nulo de elementos
qué asjsecto presentan nuestros problemas y puede mostrar cuántos de juicio; (b) como teoría de la probabilidad de un suceso con res-
hay, y convenceros de este modo de que no hay necesidad alguna de pecto a cualquier conjunto (o "colectivo") dado de sucesos. Al. resol-
preocuparse por la cuestión de si existen problemas filosóficos o acerca ver este problema, obtuve una teoría simple que permite una serie de
de qué trata realmente la filosofía. Así, esta lista contiene, por impli- otras interpretaciones: puede ser interpretada como un cálculo de con-
tenidos, o de sistemas deductivos, como un cálculo de clases (álgebra
2* Una definición en términos de probabilidades de C(t, e) (ver la nota si- de Boole) o como un cálculo proposicional; y también como un cálculo
guiente), es decir, del grado de corroboración (de una teoría t lelativa a los de tendencias. ^
elementos de juicio e) que satisfaga los requisitos indicados en mi L. Se. D., seccio-
nes 82 y 83, es la siguiente: 25 Ver mi nota en Mind, loe cil. El sistema de axiomas dado aquí para la
probabilidad elemental (es decir, no continua) puede ser simplificado de la si-
C(<, e) = E(t, e) [1 -t- P(t)P(t, e)]
guiente manera (".?" denota el complemento de x; "xy" la intersección o con-
donde £ ( í , e) = [P (e, t) _ P ( e ) ] / [P(e, t) + f (e)] junción de X e v) :
es una medida (no aditiva) del poder explicativo de í con respecto a e. Obsérvese (Al) P (xy) ^ P (yx) (Conmutación)
que C (t, e) no es una probabilidad: puede tener valores entre — 1 (refutación de (A2) P (X (yzj) ^ P ((xy) z) (Asociación)
t por e) y C (t, í) . - ^ 4 - 1 . Los enunciados t que tienen el carácter de leyes y, por (A3) P (XX) ^ P (x) (Tautología)
ende, no son verificables no pueden llegar siquiera a C (í, e) = C (f, í) sobre la (Bl) P(x)^P(xy) (Monotonía)
evidencia empírica e. C (t, t) es el grado de corroborabilidad de í, y es igual al (B2) P (xy) 4- P (xy) = P (x) (Adición)
grado de testabilidad de t, o al contenido de t. Debido a los requisitos implicados (B8) (x) (Ey) (P(y) =j= O y P (xy) =r P (x) P (y) ) (Multiplicación)
en el punto (6) del final de la sección 1 anterior, no creo, sin embargo, que seí (Cl) Si P (y) =1= O, entonces P (x. y) = P (i^y) / P (y) (Definición de
posible dar una formalización completa a la idea de corroboración (o, como solía (C2) Si P (v) = (I, entonces P (x, y) = P (x, x) = P (y, y) probabilidad
decir yo antes, de confirmación). relativa)
(Agregado de 1955 a las primeras pruebas de este artículo:) El axioma (C2), en esta forma, sólo es válido para la teoría finitista; se
Véase también mi nota "Degree of Confirmation", British Journal for the Phi- puede omitir si estamos dispuestos a aceptar una condición tal como P (y) ^ O
losophy of Science, 5, 1954, págs. 143 y sigs. (Ver también 5, pág. 334.) Desde entonces en la mayoría d? los teoremas sobre probabilidad relativa. Para la probabilidad
he simplificado esta definición del siguiente modo (B.J.P.S., 1955, pág. 35P): •relativa, basta (Al) — (B2) y (Cl) — (C2) ; (B3) no se necesita. Para la proba-
C (t, e) = [P(e. t) - P(e)]/[P(e, t) - P(e, t) -f- P(e)] bilidad absoluta, (Al) — (B3) es necesario y suficiente: sin (B3) no podemos, por
ejemplo, dar la definición de la probabilidad absoluta en términos de la proba-
Véase im perfeccionamiento ulteiior en B.J.PJS., 6, 1955, pág. 56. bilidad relativa,

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(2) Este problema de una interpretación tcndencial de la probabi- investigación científica. Más tarde hallé, sin embargo, que en este libro
lidad surgió de mi interés por la teoría cuántica. Se cree comúnmente se encontraban todos los elementos para elaborar una solución satis-
que la teoría cuántica debe ser interpretada estadísticamente. Sin duda, factoria; algunos ejemplos que había dado permiten una caracteriza-
la estadística es esencial para sus tests empíricos; pero hay un punto ción matemática como clase de sucesiones infinitas de tipo aleatorio,
en el cual, creo, se hacen claros los peligros^de la teoría testacionista que son, en cierto sentido, las sucesiones más corlas de su tipo. ^ Puede
del significado. Aunque los tests de la teoría son estadísticos y aunque decirse entonces que un enunciado estadístico es testable por compara-
la teoría (por ejemplo, la ecuación de Schrodinger) puede implicar ción con estas "sucesiones más cortas"; queda refutado si las propie-
consecuencias estadísticas, no necesariamente debe ella misma tener un dades estadísticas de los conjuntos testados difieren de las propiedades
significado estadístico; se pueden dar ejemplos de tendencias objetivas estadísticas de las secciones iniciales de estas "sucesiones más cortas".
(que son algo así como fuerzas generalizadas) y de campos de tenden- (4) Hay otros problemas relacionados con la interpretación del for-
cias que pueden medirse mediante métodos estadísticos sin ser aquéllos malismo de una teoría cuántica. En un capítulo de La lógica de la
mismos estadísticos. (Ver también el último párrafo del capítulo 3, investigación científica critiqué la interpretación "oficial" y aún creo
más adelante, y la nota 35.) que mi crítica es válida en todos los puntos excepto en uno: un ejemplo
(3) En tales casos, el uso de la estadística tiene como propósito fun- de los que use (eri la sección 77) es equivocado. Pero desde que escribí
damental proporcionar tests empíricos para teorías que no necesaria- esa sección, Einstein, Podolski y Rosen han publicado un experimento
mente son puramente estadísticas; y esto plantea la cuestión de la imaginario que puede reemplazar a mi ejemplo, aunque la tendencia
rejutabilidad de los enunciados estadísticos, problema tratado, aunque de ellos (que es determinista) es muy diferente de la mía. La creencia
no a mi plena satisfacción, en la edición de 1934 de mi Lógica de la de Einstein en el determinismo (que tuve ocasión de discutir con él)
es infundada, según creo, y también infortunada: quita a su crítica
P (x) =: P (x, XX)
ni su corolario debilitado
mucho de su fuerza, y es menester destacar que buena parte de esa
(X) (Ey) [P(y) =)=0y P(x) = P (x, y) ]
crítica es completamente independiente de su determinismo.
del cual resulta inmediatamente (B3) (sustituyendo " P (x, y) " por su definiens) . (5) En cuanto al problema en sí del determinismo, he tratado de
Así (B3), como todos los otros axiomas con la posible excepción de (C2), ex- demostrar que aun la física clásica, que es determinista en un cierto
presa parte del significado requerido de los conceptos que intervienen, y no debe- sentido, prima facie, es interpretada erróneamente si se la usa para
mos considerar 1 ^ P (x) ó 1 ^ P (x, y), que son derivables de (Bl), con (B3) defender una concepción determinista del mundo físico, en el sentido
O con (Cl) y (C2), como "convenciones no esenciales" (como han sugerido Car-
nap y otros).
de Laplace.
Agregado de 1955 a las primeras pruebas de este artículo (ver también la nota (6) A este respecto, puedo mencionar también el problema de la
31, más adelante) : simplicidad —de la simplicidad de una teoría—, que he logrado conec-
Desde entonces he elaborado un sistema de axiomas para la probabilidad rela- tar con el contenido de una teoría. Puede mostrarse que lo que se lla-
tiva que es válido para sistemas finitos e infinitos (y en el cual la probabilidad ma habitualmente la simplicidad de una teoría está asociado con su
absoluta puede ser definida como en la peniiltima fórmula anterior). Sus axio-
mas son: improbabilidad lógica, y no con su probabilidad, como se ha supuesto
(Bl) P (x, z) ^ P (XV, z)
a menudo. Esto, en verdad, nos permite deducir, a partir de la teoría
(B2) Si P (y, y) =j= P (u, y), entonces P (x. y) + P (x, y) = P (y. y) de la ciencia esbozada antes, por qué es siempre ventajoso ensayar pri-
(B3) P (xy, z) = P (x, yz) P (y, z) mero las teorías más simples. Son las que nos ofrecen la mayor opor-
(Cl) P (X, X) = P (y, y) tunidad de someterlas a tests severos: la teoría más simple tiene siempre
(DI) Si [(u) P (x, u) = P (y, u)], entonces P (w, x) = P (w, y) un grado superior de testabilidad que la más complicada. ^ (Sin em-
(El) (Ex) (Ey) (Eu) (Ew) P (x, y) =)= P (u, w ) .
bargo, yo no creo que esto resuelva todos los problemas relacionados
Hay una ligera mejora en un sistema que publiqué en BJ.PS., 6. 1965, págs. 56 y con la simplicidad. Ver también el capítulo 10, sección XVIII, más
sigs; el "Postulado 3 " es aquí " D I " . (Véase también vol. cit., en la parte inferior
de la pág. 176. Además, en la línea 3 del último párrafo de la pág. 57, es me-
adelante.)
nester insertar las palabras "y que exista el límite" entre corchetes y antes de (7) Estrechamente vinculado con el problema anterior está el pro-
la palabra "todos".) blema del carácter ad hoc de una hipótesis y el de los grados de este
Agregado de 1961 a las pruebas de este volumen: carácter (de la "ad hocidad", si puedo llamarlo así). Se puede mostrar
Se encontrará un tratamiento bastante completo de todas estas cuestiones en
los nuevos apéndices de L.ScD. que la metodología de la ciencia (y también la historia de la ciencia)
He dejado esta nota como en la primera edición porque me referí a ella en se hace comprensible en sus detalles si suponemos que el objetivo de
varios lugares. Los problemas tratados en esta nota y en la precedente han reci-
bido un desarrollo más completo en los nuevos apéndices de L.Sc.D. (He agregado » Véase L.ScJ)., pág. 163 (sección 55); véase especialmente el nuevo apéndi-
a la edición americana de 1961 un sistema de sólo 3 axiomas; ver también la sec- ce • XVI.
ción 2 de los Apéndices de este volumen.) " ídem, secciones 41 a 46. Pero véase también el cap. 10, sección XVIII.

89
la ciencia es obtener teorías explicativas que sean lo menos ad hoc po- El análisis del operacíonalísmo revela la necesidad de una teoría
sible: una "buena" teoría no es ad hoc, mientras que una "mala" teoría general de la medición, una teoría que no tome, ingenuamente, la prác-
lo es. Por otra parte, se puede demostrar que las teorías probabilísticas tica de medir como "dada", sino que la explique analizando su fun-
de la inducción implican, inadvertida pero necesariamente, la inacep- ción en la testación de hipótesis científicas. Puede hacerse esto con
table regla siguiente: usar siempre la teoría más ad hoc, es decir, la ayuda de la doctrina de los grados de testabilidad.
que trasciende lo menos posible los elementos de juicio disponibles. Relacionada con el operacíonalísmo y muy semejante a éste está la
(Ver también mi artículo "The Aim of Science", mencionado en la doctrina del conductismo, es decir, la doctrina de que, puesto que todos
nota 28, más adelante.) los enunciados testacionales (test-statements) describen conductas, tam-
(8) Otro problema importante es el de las capas de hipótesis ex- bién nuestras teorías deben ser formuladas en términos de conductas
plicativas que encontramos en las ciencias teóricas más desarrolladas, posibles. Pero esta inferencia tiene tan poca validez como la doctrina
así como el de las relaciones entre estas capas. Se afirma a menudo que fenomenalista según la cual, puesto que todos los enunciados testacio-
la teoría de Newton puede ser inducida y hasta deducida de las leyes nales son observacionales, también las teorías deben ser formuladas en
de Kepler y de Galileo. Pero puede probarse que la teoría de Newton términos de observaciones posibles. Todas estas doctrinas son variantes
(inclusive su teoría del espacio absoluto), en términos estrictos, con- de la teoría verificacionista del significado, esto es, del inductivismo.
tradice la de Kepler (aun si nos limitamos al problema de los dos Estrechamente vinculado con el operacionalismo se halla el instru-
cuerpos^ y despreciamos la atracción mutua entre los planetas) y tam- mentalismo, es decir, la interpretación de las teorías científicas como
bién la de Galilea; aunque de la teoría de Newton pueden deducirse, instrumentos o herramientas prácticas para propósitos como la predic-
por supuesto, aproximaciones a las otras dos teorías. Pero es evidente ción de sucesos futuros. Es indudable que las teorías pueden ser usadas
que ni una inferencia deductiva ni una inferencia inductiva pueden de esta manera; pero el instrumentalismo afirma que también pueden
conducir, a partir de premisas consistentes, a una conclusión que las ser mejor comprendidas si se las considera como instrumentos. He
contradiga. Estas consideraciones nos permiten analizar las relaciones tratado de mostrar que esta afirmación es equivocada mediante una
lógicas entre "capas" de teorías, y también la idea de una aproxima- comparación de las diferentes funciones de las fórmulas de la ciencia
ción, en los dos sentidos siguientes: (a) la teoría x es una aproxima- aplicada y la ciencia pura. En este contexto, también puede resolverse
ción a la teoría; y (b) la teoría x es "una buena aproximación a los el problema de la función teórica (es decir, no práctica) de las pre-
hechos". (Véase también capítulo 10, más adelante.) dicciones. (Ver capítulo 3, sección 5.)
(9) El operacionalismo, la doctrina de que los conceptos teóricos
deben ser clefinidos en términos de operaciones de medición, plantea Es interesante analizar desde el mismo punto de vista la función del
una multitud de problemas interesantes. En contra de esta concepción, lenguaje como instrumento. Una conclusión inmediata de este análisis
puede mostrarse que las mediciones presuponen teorías. No hay medi- es que usamos el lenguaje descriptivo para hablar acerca del mundo.
ción sin teoría y ninguna operación puede ser descripta satisfactoria- Esto suministra nuevos argumentos en favor del realismo.
mente en términos no teóricos. Los intentos de hacerlo contienen —1 operacionalismo y el instrumentalismo deben ser reemplazados,
siempre un círculo vicioso; por ejemplo, la descripción de las medicio- según creo, p)or el "teoricismo", si es que puedo llamarlo así; vale decir,
nes de longitud requiere una teoría (rudimentaria) de las mediciones por e] reconocimiento del hecho de que siempre operamos dentro de
del calor y la temperatura; pero éstas implican, a su vez, mediciones una completa estructura de teorías, y que no aspiramos simplemente
de longitud. a obtener correlaciones, sino también explicaciones.
2* Las contradicciones mencionadas en esta parte del texto fueron señaladas, (10) El problema mismo de la explicación. A menudo se ha dicho
para el caso del problema de varios cuerpos por P. Duhem, The Aim and Structure que la explicación científica es una reducción de lo desconocido a lo
of Physical Theory (1905; la traducción inglesa es de 1954 y se debe a P. P. Wiener)
En el caso del problema de los dos cuerpos, las contradicciones surgen en reía conocido. Si esto se refiere a la ciencia pura, nada puede haber más
ción con la tercera ley de Kepler, que puede ser reforraulada para el problema alejado de la verdad. Puede decirse sin paradoja que la explicación es,
de los dos cuerpos del siguiente mo<lo: "Sea S cualquier conjunto de pares de por el contrario, la reducción de lo conocido, a lo desconocido. En la
cuerpos tales que IÍIÍ cuerpo de cada par tenga la masa del Sol; entonces, a3/T2 - ciencia pura, en oposición a la ciencia aplicada —que toma a-la ciencia
constante, para cualquier conjunto S." Evidentemente, esta lev contradice la teoría
de Newton, que, para unidades adecuadamente elegidas, da: a3/T2 = m „ - f - m , (don
pura como "dada" o "conocida"—, la explicación es siempre la reduc-
de mo = masa del sol =; constante, y in, = masa del segundo cuerpo, que varía ción lógica de hipótesis a otras hipótesis que se encuentran en un nivel
según el cuerpo). Pero "aS/'l^ -- cnnalunte" es, por supuesto, una excelente apro superior d€ universalidad; de hechos y teorías "conocidos" a suposiciones
ximación, siempre que las masas variables de los segundos cuerpos sean todas des de las que sabemos muy poco todavía y que aún deben ser testadas.
preciables comparatlas con la del Sol. (Véase también mi artículo " T h e Aim oi El análisis de los grados de poder explicativo y de la relación entre
Science", Ratio, 1, 1957, págs. 24 y sigs. y sección 15 del Postscript de mi Logic
of Scientific Discovery.) explicaciones genuinas y explicaciones falsas, así como entre explicación

90 91
y predicción, son ejemplos de problemas que presentan un gran interé' fionalidad, con el resultado de que el m i t o se ccmvierte en patrón de
ei) este contexto. la racion.'lidad, sino que también difunde, de esta manera, u n princi-
(11) Esto me lleva al problema de la relación entre explicación en pio q u e puede ser usado p a r a deícnder cualquier dogma contra cual-
las ciencias naturales y explicación histórica (el cual, cosa extraña, ló- ifiiicr critica. Además, se equivoca con respecto al carácter de la lógica
gicamente se asemeja un poco al jjroblema de la explicación en las lormal o "deductiva". (Se equivoca tanto como los que la consideran
¿ iencias puras y en las aplicadas), y al vasto campo de problemas de una sistematización de nuestras "leyes del pensamiento" fácticas, esto
la metodología de las ciencias sociales, especialmente los problemas de es, psicológicas.) Pues yo sostengo q u e la deducción n o es válida p o r q u e
Ja predicción histórica, el historicistno, el dclfírniinismo histórico y el decidamos o elijamos adopta r sus reglas como patrón, o p o r q u e decre-
relativismo histórico. Estos problemas están vinculados, a su vez, con los temos q u e deben ser aceptadas, sino p o r q u e adopta e incorpora las
problemas más generales tíel deteiminismo y el relativismo, inclusive reglas por las cuales la verdad se trasmite de premisas (lógicamente
los problemas del relativismo lingüístico. ^ más fuertes) a conclusiones (lógicamente más débiles) y por las cuales
(12) Otro problema interesante es el análisis de lo que he llamado la falsedad se retransmite de las conclusiones a las premisas. (Esta
"objetividad científica". He tratado este problema en varios lugares, re-transmisión d e la falsedad hace de la lógica formal el Organon de la
especialmente en conexión con una crítica de la llamada "sociología del critica racional, vale decir, d e la refutación.)
conocimiento". 3" U n a concesión que puede hacerse a los q u e sostienen la concepción
(13) Debo mencionar aquí nuevamente (ver sección IV , más arri- que estoy criticando es la siguiente. Al a r g u m e n t a r de las premisas a
ba) , con el fin de prevenir contra ella, otro tipo de solución del pro- la conclusión (o en la que podría llamarse la "dirección d e d u c t i v a " ) ,
blema de la inducción. (Las soluciones de este tipo, por lo general, argumentamos de la verdad, la certeza o la probabilidad de las premi-
no presentan una formulación clara del problema que pretenden re- sas a la propiedad correspondiente de la conclusión; mientras q u e si
solver.) La concepción a la que aludo puede ser descriptaj de la si- argumentamos de la conclusión a las premisas (es decir, en la q u e he-
guiente manera. Primero, se da por supuesto que nadie duda seriamente mos llamado la "dirección inductiva") argumentamos de la falsedad,
(jue, de hecho, hacemos inducciones, e inducciones exitosas. (Mi su- la incerteza, la imposibilidad o la i m p r o b a b i l i d a d de la conclusión a
gestión de que esto es un mito y de que los casos aparentes de induc- la propiedad correspondiente de las premisas. P o r consiguiente, debe-
ción, si se los analiza más cuidadosamente, resultan ser casos del método mos admiti r q u e patrones como la certeza, en especial, q u e se aplican
del ensayo y el error, es tratada con el desprecio que merece una suges- a los argumentos q u e siguen la dirección deductiva, n o se aplican a
tión tan poco razonable.) Se dice, entonces, que la tarea de una teoría los argumentos q u e siguen la dirección inductiva. Sin embargo, a u n
de la inducción es describir y clasificar nuestros cursos de acción o esta concesión mía se vuelve, en ú l t i m a instancia, contra los q u e sos-
])roced¡mientos inductivos, y señalar —quizás— cuáles de ellos son más tienen la concepción q u e estoy criticando; pues ellos suponen, errónea-
exitosos y confiables y cuáles son menos exitosos o confiables; y que mente, q u e podemos a r g u m e n t a r en la dirección inductiva, n o hacia la
toda ulterior cuestión de justificación está fuera de lugar. Así, la con- certeza, sino a la probabilidad de nuestras "generalizaciones". Pero es-
cepción que tengo in mente se caracteriza por sostener que la distinción ta suposición es equivocada, p a r a todas las ¡deas intuitivas de la proba-
entre el problema fáctico de descubrir cómo argüimos inductivamente bilidad q u e se h a n sugerido.
(quid jactif) y el problema de la justificación de nuestros argumentos La anterior es u n a lista de sólo unos pcKos d e los problemas de filo-
inductivos {quid juri^) es una distinción fuera de lugar. Se dice tam- sofía de la ciencia a los q u e fui conducido en mi investigación de los
bién que la justificación exigida no es razonable, puesto que no cabe dos fecundos y fundamentales problemas cuya historia h e tratad o d e
esperar que los argumentos inductivos sean "válidos" en el mismo sen- narrar. '^
tido en el que pueden ser "válidos" los deductivos: simplemente, la
inducción no es deducción, y no es razonable exigirle que se adapte a
los patrones de la validez lógica, esto es, deductiva. Por lo tanto, de-
bemos juzgarla por sus propios patrones —patrones inductivos— de lo
razonable. 31- (13) fue agregado en 1961. Desde 1953, fecha en que di esta conferencia,
y 1955, fecha en la. que leí las pruebas, la lista dada en este apéndice ha crecido
Pienso que esta defensa de la inducción es equivocada. No sólo toma considerablemente; en este volumen (véase especialmente el cap. 10, más adelante)
un mito por un hecho y este presunto hecho por un patrón de la ra- y en mis otros libros (véase especialmente los nuevos apéndices de mi LScJ). y el
nuevo Addendum al vol. II de mi Open Society que he agregado a la Cuarta
2» Véase mi Poverty of Historicism, 1957, sección 28 y notas 30 a 32; véas« Edición, 1962), se encontrarán algunas contribuciones más recientes que tratan
también el Addendum al vol. II de mi Open Society, agregado a la 4* cdidón, 1962. de problemas no registrados aquí. Véase también, especialmente, mi artículo
30 Poverty of Historicism, sección 32; L.Sc.D., sección 8; Open Society, cap. 23 "ProbabiUty Magic, or Knowledge out of Ignorance", Dialéctica, 11, 1957, pá-
y Addendum al vol. II (cuarta edición) . Los pasajes son complementarios, gina» 354-374.

92 93
EL ORIGEN ESTÁ DELANTE DE NOSOTROS........147
Biblioteca Edgar Morin

¿HACIA EL ABISMO?
Globalización en el siglo XXI

¿HACIA EL ABISMO?...........................................157
¿HACIA EL ABISMO?

Hoy, el progreso científico ha permitido la


producción y la proliferación de armas nucleares y
de otras armas de destrucción masiva, químicas o
biológicas. El progreso técnico e industrial ha
provocado un proceso de degradación de la
biosfera. La globalización del mercado económico,
sin regulación externa ni verdadera
autorregulación, ha creado nuevos islotes de
riqueza, pero también zonas crecientes de
pobreza, como en América Latina y en China, ha
suscitado y suscitará un rosario de crisis, y su ex-
pansión continúa bajo la amenaza del caos. Los las zonas suburbanas. La criminalidad mafiosa se
avances de la ciencia, la técnica, la industria y la ha vuelto planetaria. La ley de la venganza
economía, que a partir de ahora propulsan la nave reemplaza a la ley de la justicia pretendiendo ser
espacial Tierra, no están regulados por la política, la justicia verdadera. Las concepciones ma-
la ética ni el pensamiento. niqueas se apoderan de las mentes presentándose
como racionalidad. Este crecimiento de los
La amplificación y la aceleración de estos procesos regresivos puede ser considerado un
procesos sin control pueden ser consideradas feedback positivo del cua- drimotor ciencia-
feedbacks (retroacciones) positivos que técnica-industria-economía. La barbarie de odio,
constituyen una ruptura de las regulaciones que emerge de las profundidades de otras épocas
mediante la amplificación y la aceleración de los históricas, se combina con la barbarie anónima y
propios avances desenfrenados. Así, lo que parecía
fría de la técnica propia de nuestra civilización. Su
asegurar el progreso humano aporta algunos
alianza amenaza el planeta.
progresos puntuales y posibilidades de progreso
Desde hace tiempo vengo insistiendo en que
futuro, pero también contribuye a la creación y al
Oriente Medio se encuentra en el corazón de una
incremento de peligros fatales para la humanidad.
zona sísmica planetaria en la que se enfrentan las
Paradójicamente, estos avances están
religiones entre sí, las religiones y la laicidad,
acompañados de múltiples regresiones que
Oriente y Occidente, el Norte y el Sur, países
pueden adoptar la fisonomía de una gran
jóvenes y pobres, países ricos y viejos. El conflicto
regresión hacia la barbarie.
palestino-israelí, que se halla en el corazón de esta
Las guerras se multiplican sobre el planeta y se
zona sísmica, constituía ya antes un cáncer cuyas
caracterizan cada vez más por sus componentes
metástasis corrían peligro de expandirse por el
étnico-re- ligiosos. Por todas partes, el orden cívico
globo. Esta expansión comenzó, precisamente, a
experimenta una regresión y la violencia gangrena
partir de la visita de Sharon a la explanada de las
Mezquitas, y los sucesos que ésta provocó: la
«segunda Intifada», la ruptura de las ne-
gociaciones de Camp David, las intervenciones
masivas de Tsahal en los territorios palestinos, los
atentados ka- mikazes, etc., formando todo ello un beurs3 y las justificaciones de la represión israelí
círculo vicioso infernal que, a partir de ahora, ya realizadas por los representantes de la
no se encuentra localizado en una zona concreta. denominada «comunidad judía» degeneren. Pero
En efecto, la represión asesina de Israel ha el empeoramiento del conflicto palestino-israelí
desencadenado una llama de antijudaísmo inédito conducirá a un enfrentamiento de odio y violencia,
en el mundo musulmán, que ha retomado los te- y la Francia laica se convertirá en el escenario de
mas del antijudaísmo cristiano (como el mito del una guerra étnico-religiosa protagonizada por dos
sacrificio de niños goys en la Pascua judía) y del grupos de su población. Además, aunque la
antijudaísmo nacionalista occidental (como la idea creación de Al Qaeda no estuviese ligada al
de que existe un complot judío mundial para conflicto palestino-israelí, tras los atentados de
dominar el mundo), y donde el odio a Israel se ha Kenya se ha amparado en la justa causa palestina
convertido en odio hacia el judío. La violencia para su injusta contienda terrorista. La ceguera del
ciega de los kamikazes ha desencadenado una mayor responsable de la mayor potencia oc-
llama de antiislamismo no sólo en Israel sino cidental le conduce, como si fuera un aprendiz de
también en Occidente, y no sólo entre los judíos brujo, a continuar favoreciendo todos los
de la diáspora, sino, más ampliamente, en medios disturbios incontrolados, desde los que amenazan
diversos, como demuestra el libro de Oriana la biosfera hasta los que favorecen las causas del
Fallad2 contra el Islam, en el que identifica esta terrorismo, en la lucha ciega contra sus efectos. Si
religión con su rama más fanática y regresiva. A todo esto continúa, las olas de antijudaísmo y
medida que la situación sea más grave, antiislamismo van a reforzarse, y el mani- queísmo
aparecerán nuevos focos de conflicto en el interior se instalará en un choque de atrocidades deno-
de las naciones. Francia, con su numerosa minado «choque de civilizaciones».
población de origen islámico y su importante Las fuerzas de resistencia son débiles. Europa es
población judía, ha podido evitar hasta el incapaz de afirmarse políticamente, incapaz de
momento que la violencia marginal de los jóvenes crecer reorganizándose, incapaz de recordar que

3 Palabra del argot francés no peyorativa obtenida a


2Oriana Fallad, La Rage et l’orgueil, París, Plon, 2002 partir de la inversión del orden de sílabas de la palabra
(trad. cast.: La rabia y el orgullo, Madrid, La Esfera, 2002). «árabe» (N. del t.).
Turquía ha sido una gran potencia europea desde exactitud, y propone paradójicamente que
el siglo XVI y que el Imperio otomano ha contribuido reconozcamos la inevitabilidad de la catástrofe
a su civilización. Olvida que fue el cristianismo el para intentar evitarla. Pero además de señalar el
que, en el pasado, se mostró intolerante ante toda hecho de que el propio sentimiento de inevitabili-
religión diferente, y que el Islam andaluz y el dad puede conducir a la pasividad, Dupuy
otomano toleró el cristianismo y el judaismo. Las identifica incorrectamente lo probable dentro de lo
naciones sólo pueden resistir un crecimiento inevitable. Lo probable es aquello que a un
planetario volviéndose a cerrar de forma regresiva observador, en un tiempo y un lugar
en torno a su religión y su nacionalismo. La determinados, disponiendo de las informaciones
incipiente internacionalidad de la ciudadanía es más fiables, se le aparece como el proceso futuro.
todavía demasiado débil. No ha emergido aún una Y efectivamente todos los procesos actuales
sociedad civil planetaria. La conciencia de una conducen a la catástrofe. Pero lo improbable
comunidad con objetivos a escala terrestre es permanece como posible, y la historia nos ha
todavía demasiado dispersa. demostrado que lo improbable podía reemplazar a
La idea de un desarrollo «sostenible» toma lo probable, como ocurrió entre finales de 1941 y
como modelo el de una civilización en crisis, la principios de 1942, cuando lo que era probable en
misma que habría que reformar. Esta idea impide 1940-1941 —la dominación del imperio hitleriano
al mundo encontrar formas de evolución que no sobre Europa durante un largo periodo de tiempo
sean calcadas de la occidental. Acrecienta todos — dio paso a un nuevo probable que lo volvió
los feedbacks positivos que hemos citado más improbable —la victoria aliada sobre la Alemania
arriba. Conduce a las sociedades al camino de la nazi—. De hecho, todas las grandes innovaciones
catástrofe, cuando sería necesario cambiar de vía de la historia Kan sido marginales y han quebrado
y empezar de nuevo. las probabilidades que existían antes de su
Nos dirigimos hacia la catástrofe. J.-P. Dupuy, desarrollo: así ocurrió con el mensaje de Jesús y
en su libro Pour un catastrophisme éclairé4 [Para de Pablo, con el de Mahoma, con el desarrollo del
un catastrofismo ilustrado] nos lo explica con capitalismo y, después, del socialismo.
La puerta está, por tanto, abierta a lo
4Jean-Pierre Dupuy, Pour un catastrophisme éclairé, improbable, incluso aunque el crecimiento del caos
París, Seuil, 2002.
mundial vuelva eso actualmente inconcebible. una sociedad-mundo es aleatoria, incierta, y
depende de los peligros de un caos que, sin
Ahora bien, este caos en el que la humanidad embargo, le resulta necesario.
corre el riesgo de hundirse trae consigo una última Si es verdad que, al igual que nuestro
oportunidad. ¿Por qué? Porque debemos saber que organismo contiene en su interior células madre
cuando un sistema es incapaz de tratar sus indiferenciadas capaces de crear todos los
problemas vitales, o bien se desintegra, o bien es diversos órganos de nuestro ser, como las células
capaz en su desintegración de metamorfosearse embrionarias; si es cierto que la humanidad posee
en un metasistema más rico, capaz de resolver sus las virtudes genéricas que permiten creacio- -nes
problemas. Y aquí nos resulta útil la idea de nuevas, y si es igualmente cierto que estas
feedback positivo. En el mundo físico, un feedback virtudes están dormidas, inhibidas bajo la
positivo conduce infaliblemente a la desintegración especialización y la rigidez de nuestras
o a la destrucción. Pero en el mundo humano, sociedades, entonces las crisis generalizadas que
como ha señalado Magoroh Maruyama,5 el las sacuden y que agitan nuestro planeta podrían
feedback positivo, al desintegrar antiguas permitir esta metamorfosis, que se ha convertido
estructuras esclerotizadas, puede provocar la en algo vital. Por este motivo no debemos
aparición de fuerzas de transformación y de continuar avanzando por el camino del
regeneración. La metamorfosis de la oruga en «desarrollo». Tenemos que cambiar de vía,
mariposa nos ofrece una metáfora interesante: necesitamos un nuevo comienzo. La frase de
cuando la oruga se envuelve en el capullo, Heidegger debe resonar como un reclamo: «El ori-
comienza un proceso de auto- destrucción de su gen no está detrás de nosotros, sino delante».
organismo de oruga, y este proceso es, al mismo
tiempo, el de la formación del organismo de «Vers 1’abime?», Le Monde, 1 de enero de 2003
mariposa, el cual es, a la vez, igual y distinto del
de la oruga. Esto esla metamorfosis. La
metamorfosis de la mariposa está preorganizada.
La metamorfosis de las sociedades humanas en
5mutual causal processes», en American Scientist, n° 51.
EL SIGNO DE LOS TRES
Dupin, Holmes, Peirce
mberto Eco y Tilomas A. Sebeok (Eds.) CAPITULO IV

Cario Ginzburg

MORELLI, FREUD Y SHERLOCK HOLMES:


INDICIOS Y METODO CIENTIFICO1

Dios se oculta en los detalles.


G. F l a u b e r t y A. W a r b u r g

En las siguientes páginas trataré de exponer cómo, a fi­


nales del siglo diecinueve, surgió silenciosamente, en el ámbi­
to de las ciencias sociales, un modelo epistemológico (o, si
se prefiere, un paradigma2). El examen de este paradigma,
que todavía no ha recibido la atención que merece y que ha
venido utilizándose sin que ni siquiera se haya formulado su
teoría de manera explícita, puede quizás ayudarnos a supe­
rar la estéril oposición entre «racionalismo» e «irracionalis-
mo».

1. Entre 1874 y 1876, aparecieron una serie de artículos


sobre pintura italiana en la revista alemana de historia del arte
Zeitschrift fü r bildende Kunst. Iban firmados por un erudito
ruso desconocido, Ivan Lermolieff, y habían sido traducidos
al alemán por otro desconocido, un tal Johannes Schwarze.
En estos artículos se proponía un nuevo método para la atri­
bución correcta de las pinturas de los viejos maestros, méto­
do que suscitó mucha discusión y controversia entre los his­
toriadores del arte. Unos años después, el autor se reveló como
Giovanni Morelli, italiano (ambos seudónimos eran adapta­
ciones de su nombre: Schwarze es el calco y Lermolieff el ana­
116
Editorial Lumen
grama). Todavía hoy, los historiadores del arte aluden al «mé­ de las críticas que se le hicieron), sino a un nivel más básico,
todo Morelli».3 más cercano a la filología.6 Las implicaciones de su método
Véamos brevemente en qué consiste este método. Los mu­ eran diferentes, mucho más ricas, y Wind, como veremos, es­
seos, decía Morelli, están llenos de pinturas atribuidas de ma­
tuvo a un paso de advertirlas.
nera errónea. En realidad, atribuirlas correctamente es a me­
nudo muy difícil, porque con frecuencia son pinturas sin fir­ 2. Los libros de Morelli tienen un aspecto diferente de los de cual­
ma, o han sido repintadas o restauradas de manera deficiente. quier otro historiador del arte. Están llenos de ilustraciones de dedos
Por consiguiente, distinguir una copia de un original (cosa y de orejas, de meticulosas descripciones de las características trivia­
esencial) es muy difícil. Para conseguirlo, decía Morelli, hay les que descubren a un artista, del mismo modo que las huellas digi­
que abandonar el método habitual de concentrarse en las ca­ tales descubren a un delincuente ... cualquier galería de arte estudia­
racterísticas más obvias de las pinturas, ya que éstas son las da por Morelli acaba pareciendo una galería de bribones. ... (Wind
más fáciles de imitar: por ejemplo, las figuras centrales de un 1964: 40-41).
Perugino, con los ojos característicamente alzados al cielo,
o la sonrisa de las mujeres de Leonardo. Hay que concentrarse,
en cambio, en los detálles menores, especialmente en los me­
nos significativos del estilo típico de la escuela del pintor: los
lóbulos de las orejas, las uñas, la forma de los dedos de las
manos y de los pies. Así, Morelli identificó la oreja (o lo que
fuera) peculiar de maestros como Botticelli y Cosme Tura,
tal como aparecen en las pinturas originales pero no en las
copias. Con este método, realizó docenas de atribuciones nue­
vas en los museos más importantes de Europa. Algunas cau­
saron sensación: la galería de Dresde albergaba la pintura de
una Venus reclinada que se creía era una copia de Sassofe-
rrato de una obra perdida de Tiziano, pero Morelli la identi­
ficó como una de las pocas atribuibles de manera indudable
a Giorgione.
A pesar de esas proezas —y tal vez a causa del aplomo
Casi arrogante con que Morelli las presentaba—, su método
fue muy criticado. Se tachó de mecánico, o de crudamente
positivista, y cayó en desgracia.4 (Aunque es probable que
muchos de los que hablaron mal de él siguieran usándolo ca­
lladamente en sus propias atribuciones.) El renovado interés
por su obra lo debemos al historiador del arte Edgar Wind,
quien la propone como ejemplo de una aproximación más
moderna a las obras de arte, que tiende a una apreciación de
detalle más que de conjunto. Wind (1964:42-44) relaciona esa
actitud con el culto a la espontaneidad del genio, tan en boga
en los círculos románticos.5 Lo cual no es convincente. Mo­
relli no abordaba los problemas a nivel estético (ésta fue una
Orejas características de Italian Painters.
117
118
Esta comparación fue desarrollada de manera brillante por misma circunvolución del cartílago interno. Era la misma oreja en
otro historiador del arte, el italiano Enrico Castelnuovo (1968: todos los detalles esenciales.
782), que trazó un paralelo entre los métodos de clasificación Como es natural, en seguida me di cuenta de la importancia enor­
de Morelli y los atribuidos, pocos años más tarde, por Sir Ar- me de aquella observación. Era evidente que la víctima era un pa­
thur Conan Doyle a su personaje de ficción, Sherlock Hol­ riente consanguíneo, y seguramente uno muy próximo. ... ( c a r d )8
mes.7 La comparación entre el especialista en arte y el detec­
tive no es ociosa, en cuanto que ambos se dedican a descu­ 3. En breve veremos las implicaciones de ese paralelo.9
brir, a partir de indicios no observados por nadie más, el autor Entretanto podemos beneficiarnos de otra útil observación
de un delito, en un caso, y de una pintura, en el otro. Son de Wind.
innumerables y bien conocidos los ejemplos de la habilidad Algunos de los críticos de Morelli han encontrado raro «que la per­
de Sherlock Holmes para interpretar unas pisadas, la ceniza sonalidad tuviera que descubrirse donde el esfuerzo personal era más
de un cigarrillo, y cosas parecidas. Pero veamos «La caja de débil». Pero sobre este punto la psicología moderna no dudaría en
cartón» (1892) para ilustrar la opinión de Castelnuovo: en esta salir en defensa de Morelli: nuestros pequeños gestos inadvertidos re­
historia, vemos a Holmes literalmente «morellizado». El caso velan nuestro carácter de una manera mucho más auténtica que cual­
se inicia con la llegada de dos orejas cortadas, en un paquete quier postura formal que podemos preparar cuidadosamente. (1964:40)
enviado a una inocente solterona. Veamos al experto en ac­
ción: «Nuestros pequeños gestos inadvertidos»: podemos sus­
tituir aquí sin dudarlo la>expresión «psicología moderna» por
[Holmes] contemplaba con singular atención el perfil de la señora.
el nombre de Sigmund Freud. Los comentarios de Wind so­
Por un instante, fue posible leer en su rostro ávido sorpresa y satis­ bre Morelli han hecho que algunos eruditos (Hauser 1958;
facción, aunque, cuando ella se volvió para averiguar la causa de su véase también Spector 1969, Damisch 1970 y 1977, y Woll-
silencio, ya había recuperado su habitual expresión de reserva. Yo [Wat- heim 1973) fijasen su atención en un pasaje olvidado del fa­
son], por mi parte, me quedé mirando fijamente su cabello alisado moso ensayo de Freud «El Moisés de Miguel Angel» (1914).
y canoso, su cofia cuidada, sus pequeños pendientes de oro, sus fac­ En el comienzo del segundo párrafo, Freud dice:
ciones plácidas, sin observar nada que justificara la evidente excita­
ción de mi amigo (card ). Mucho antes de toda actividad psicoanalítica supe que un crítico de
arte ruso, Ivan Lermolieff, cuyos primeros trabajos publicados en ale­
mán datan de los años de 1874 a 1876, había provocado una revolu­
Más tarde, Holmes explica a Watson (y al lector) el ful­ ción en las galerías de pintura de Europa, revisando la atribución de
minante curso de su pensamiento: muchos cuadros a diversos pintores, enseñando a distinguir con se­
guridad las copias de los originales, y estableciendo, con las obras
Usted, Watson, como médico, sabe que no hay parte del cuerpo hu­ así liberadas de su anterior clasificación, nuevas individualidades ar­
mano que varíe tanto como la oreja. Por regla general, cada oreja tísticas. A estos resultados llegó prescindiendo de la impresión de con­
es completamente distinta, y difiere de todas las demás. En el An- junto y acentuando la importancia característica de los detalles se­
thropological Journal del año pasado encontrará dos breves mono­ cundarios, de minucias tales como la estructura de las uñas de los
grafías mías sobre el tema. Por consiguiente, había examinado las ore­ dedos, el pabellón de la oreja, el nimbo de las figuras de santos y
jas de la caja con ojos de experto, y me había fijado cuidadosamente otros elementos que el copista descuida imitar y que todo artista eje­
en sus particularidades anatómicas. Imagínese, pues, mi sorpresa cuan­ cuta en una forma que le es característica. Me interesó luego mucho
do al mirar a la señorita Cushing me di cuenta de que su oreja se averiguar que detrás del seudónimo ruso se había ocultado un médi­
correspondía exactamente con la oreja femenina que acababa de ins­ co italiano, llamado Morelli, muerto en 1891 cuando ocupaba un pues­
peccionar. No había coincidencia posible. Presentaba el mismo acor­ to en el Senado de su patria. A mi juicio, su procedimiento muestra
tamiento del pabellón, la misma ancha curva del lóbulo superior, la grandes afinidades con el psicoanálisis. También el psicoanálisis acos­

119
tu m b ra a d e d u c ir de ra sg o s p o c o s e stim a d o s o in o b se rv a d o s , del re­ molieff ...»; «Me interesó luego mucho averiguar que detrás
sid u o — el «refuse»— de la o b se rv a c ió n , c o sa s secretas o e n c u b ie rta s del seudónimo ruso se había ocultado un médico italiano, lla­
(«auch diese ist gewóhnt, aus gering geschátzten oder nichi beachte- mado Morelli ...»
ten Zügen, aus dem Abhubdem ‘refuse’ —der Beobachtung, Gehei- El primero sólo puede fecharse de manera muy aproxi­
mes und Verborgenes zu erraten») (1940-1948, vol. X:185. T rad. esp.:
mada. Debió de ocurrir antes de 1895 (cuando Freud y Breuer
vol. II 982-983).
publicaron sus Estudios sobre la histeria)', o de 1896 (cuando
«El Moisés de Miguel Angel» apareció por primera vez Freud usó por primera vez el término psicoanálisis; véase Ro-
de manera anónima: Freud sólo reconoció ser su autor cuan­ bert 1966); y después de 1883, cuando Freud, en diciembre,
do lo incluyó en sus obras completas. Se ha supuesto que la escribió a su prometida una larga carta sobre su «descubri­
tendencia de Morelli a ocultar su nombre bajo un seudóni­ miento del arte» durante una visita a la galería de Dresde. An­
mo influyó en Freud; y se han realizado intentos más o me­ tes de eso no había mostrado interés alguno por la pintura;
nos plausibles de explicar la coincidencia (véase Kofman 1975: ahora, en cambio, escribió, «me he librado de mi filisteísmo y
19, 27; Damisch 1917:70ss.; Wollheim 1973:210). En todo caso, he comenzado a admirarla».12 Resulta difícil de imaginar
no cabe duda de que bajo el manto del anonimato Freud de­ que antes de esa fecha Freud se sintiera atraído por los escri­
claró, en una forma a la vez explícita y reticente, la considera­ tos de un desconocido historiador del arte; mientras que es
ble influencia que Morelli ejerció sobre él mucho antes de que perfectamente plausible que comenzara a leerlos después de
descubriera el psicoanálisis («lange bevor ich etwas von der esa carta, sobre todo teniendo en cuenta que la primera reco­
Psychoanalyse hóren konnte...»). Limitar esta influencia al pilación de los artículos de Morelli (Lermolieff 1880) conte­
«Moisés», como hacen algunos, o incluso a los ensayos rela­ nía los que trataban de los maestros italianos de los museos
cionados con la historia del arte,10 reduce de modo injusto de Munich, Dresde y Berlín.
la importancia del comentario del propio Freud: «A mi jui­ El segundo encuentro de Freud con los escritos de More­
cio, su procedimiento muestra grandes afinidades con el psi­ lli puede fecharse con mayor seguridad, aunque también pre­
coanálisis.» De hecho, el fragmento citado antes sitúa a Mo­ suntivamente. El nombre auténtico de Ivan Lermolieff fue
relli en un lugar especial en la historia del psicoanálisis. Se dado a conocer públicamente por primera vez en la portada
trata de una vinculación documentada, no de una mera con­ de la traducción inglesa de la recopilación, que apareció en
jetura como en el caso de muchas de las alegaciones de «an­ 1883; las ediciones y traducciones posteriores, desde 1891,
tecedentes» o «precursores» de Freud; además, como ya he­ cuando murió Morelli, llevaban tanto el nombre como el seu­
mos dicho, Freud conoció los escritos de Morelli en fase «prea- dónimo (Morelli 1883). Es posible que Freud viera algún ejem­
nalítica». Nos encontramos aquí ante un elemento que plar tarde o temprano, aunque es más probable que diera con
contribuyó a la cristalización del psicoanálisis de forma di­ la verdadera identidad de Lermolieff en septiembre de 1898,
recta, y no ante una coincidencia observada más tarde (como curioseando en una librería de Milán. En la biblioteca de
en el pasaje del sueño de J. Popper «Lynkeus», que se agregó Freud, que se conserva en Londres, hay un ejemplar del libro
en las ediciones posteriores de La interpretación de los sue­ de Giovanni Morelli (Ivan Lermolieff), Della pittura italia­
ños)" después de sus descubrimientos. na. Studii storico critici. Le gallerie Borghese e Doria Pamphi-
li in Roma, publicado en Milán, en 1897. Una nota en la por­
4. Antes de tratar de comprender lo que Freud sacó de tada registra la fecha de su compra: Milán 14 de septiembre
sus lecturas de Morelli, es preciso aclarar la cronología exac­ (Trosman y Simmons 1973). La única visita de Freud a Milán
ta del encuentro, o mejor dicho, de la descripción que Freud fue en el otoño de 1898 (Jones 1953). Además, en aquella épo­
nos hace de los dos encuentros: «Mucho antes de toda acli ca, el libro de Morelli tendría un interés especial para Freud.
vidad psicoanalítica supe que un crítico de arte ruso, Ivan I jci Hacía unos meses que Freud trabajaba sobre los lapsus de
122
/
memoria; hacía poco, en Dalmacia había tenido la experien­ 5. Hemos esbozado una analogía entre los métodos de
cia (analizada después en La psicopatología de la vida coti­ Morelli, de Holmes y de Freud. Hemos hablado de las cone­
diana) de ser incapaz de recordar el nombre del pintor de los xiones entre Morelli y Holmes, y entre Morelli y Freud. Las
frescos de Orvieto. Ahora bien, tanto el autor verdadero (Sig- peculiares similitudes entre Holmes y Freud han sido estu­
norelli), como los autores ficticios que rondaban por la me­ diadas por Steven Marcus (1976:x-xi).15 El propio Freud, di­
moria de Freud (Botticelli, Boltraffio) aparecían menciona­ cho sea de paso, manifestó a un paciente (al «Hombre de los
dos en el libro de Morelli (Robert 1966; Morelli 1897:88-89, Lobos») cuán interesado estaba en las historias de Sherlock
159). Holmes. Sin embargo, cuando, en la primavera de 1913, un
¿Qué significaron, sin embargo, los ensayos de Morelli para colega suyo (T. Reik) sugirió un paralelismo entre el método
un Freud todavía joven, todavía alejado del psicoanálisis? El psicoanalítico y el método de Holmes, Freud replicó expre­
propio Freud nos lo dice: la propuesta de un método inter­ sando su admiración por la técnica de Morelli.
pretativo que se basaba en considerar los detalles marginales En los tres casos, unos detalles minúsculos proporcionan
e irrelevantes como indicios reveladores. Un método donde la clave para acceder a una realidad más profunda, inaccesi­
detalles hasta entonces considerados por todo el mundo como ble por otros métodos. Para Freud, estos detalles son sínto­
triviales y carentes de importancia, «indignos de ser adverti­ mas, para Holmes, pistas, indicios, y para Morelli, rasgos pic­
dos», proporcionaban la clave para acceder a los productos tóricos (Gardiner 1971:146; Reik 1949:24).16
más elevados del espíritu humano. La ironía del siguiente pa­ ¿Cómo explicar esta triple analogía? Hay una respuesta
saje de Morelli debió hacer las delicias de Freud: obvia: Freud era médico; Morelli era licenciado en medicina;
Conan Doyle había sido médico antes de dedicarse a escri­
Mis adversarios se alegran de poder calificarme como a uno que es bir. En los tres casos podemos invocar el modelo de la semió­
incapaz de apreciar el sentido espiritual de una obra de arte, y que tica médica, o sintomatología, la disciplina que permite esta­
por ello da mayor importancia a detalles externos, como la forma blecer un diagnóstico, aunque la enfermedad no sea obser­
de las manos, de la oreja, e incluso, horribile dictu, a un objeto tan
vable directamente, sobre la base de unos síntomas superfi­
antipático como las uñas. (Morelli 1897:4)
ciales, o signos, a menudo sin ninguna relevancia para el ojo
Morelli hubiera podido hacer buen uso de la frase de Vir- del lego, ni para el propio doctor Watson. (Por cierto, la pa­
gilio tan cara a Freud y que éste eligió como epígrafe de La reja Holmes-Watson, el detective de ojos de lince y el mé­
interpretación de los sueños: «Flectere si nequeo Superos, dico obtuso, representa el desdoblamiento de un solo perso­
Acheronta movebo» (Si a los Cielos no consigo doblegar, mo­ naje: uno de los profesores del joven Conan Doyle, famoso
veré los Infiernos).11 Es más, según Morelli, esos detalles por su talento en diagnosticar).17 Pero no se trata sólo de
marginales resultaban reveladores porque en ellos la subordi­ coincidencias biográficas. Hacia fiñales del siglo diecinueve
nación del artista a las tradiciones culturales desaparecía y (más concretamente, en la década 1870-1880), ese enfoque se-
daba paso a una manifestación puramente individual, por lo miótico, un paradigma o modelo basado en la interpretación
que los detalles se repetían de modo «casi inconsciente, por de unos indicios, había llegado a tener gran influencia en el
la fuerza de la costumbre» (Morelli 1897:71). Más que la men­ campo de las ciencias humanas. Sus raíces, sin embargo, eran
ción del inconsciente —no excepcional en aquella época—14 mucho más antiguas.
lo que sorprende es la manera en que se vincula el núcleo más
íntimo de la individualidad del artista con elementos sustraí­ II
dos al control de la conciencia.
1. Durante miles de años la humanidad vivió de la caza.
En el curso de sus interminables persecuciones, los cazado-
123 124
res aprendieron a reconstruir el aspecto y los movimientos de
una presa invisible a través de sus rastros: huellas en terreno entonces? No, no lo han visto. Son acusados de hurto y lle­
blando, ramitas rotas, excrementos, pelos o plumas arranca­ vados ante el juez. Los hermanos salen triunfantes: demues­
dos, olores, charcos enturbiados, hilos de saliva. Aprendie­ tran cómo a partir de unos rastros mínimos han podido re­
ron a husmear, a observar, a dar significado y contexto a la construir el aspecto de un animal al que jamás habían pues­
más mínima huella. Aprendieron a hacer complejos cálculos to la vista encima.
en un instante, en bosques umbríos o claros traicioneros. Los tres hermanos, aunque en el cuento no sean descritos
Sucesivas generaciones de cazadores enriquecieron y trans­ como cazadores, son depositarios de un saber de tipo vena­
mitieron este patrimonio de saber. No tenemos pruebas ver­ torio, cuyo rasgo característico era la capacidad de pasar de
bales para juntar a sus pinturas rupestres y a sus utensilios, hechos aparentemente insignificantes, que podían observar­
pero quizá podemos recurrir a los cuentos populares, que a se, a una realidad compleja no observable, por lo menos di­
veces transportan un eco —débil y distorsionado— de lo que rectamente. Y estos hechos eran ordenados por el observa­
sabían estos cazadores remotos. Tres hermanos (nos cuenta dor en una secuencia narrativa, cuya forma más simple po­
dría ser: «alguien ha pasado por aquí». Tal vez la noción
una historia del Oriente Medio transmitida entre los kirguiz,
misma de narración opuesta al conjuro, al exorcismo o a la
tártaros» judíos, turcos, etc.; Vesselofsky 1886:308-309) se en­
invocación (Seppilli 1962), se originó en realidad en una so­
cuentran con un hombre que ha perdido un camello (o, a ve­
ciedad de cazadores, a partir de la experiencia de la interpre­
ces, es un caballo). En el acto, se lo describen al hombre: es
tación de huellas. Obviamente esto es una especulación, pero
blanco, y ciego de un ojo; lleva dos odres debajo de la silla,
se ve reforzada por la manera con que incluso hoy el lengua­
uno lleno de aceite, el otro lleno de vino. ¿Lo habéis visto,
je de desciframiento de huellas se basa en figuras retóricas
—la parte por el todo, el efecto por la causa— que lo vincu­
lan al polo narrativo de la metonimia (como lo definió en un
conocido ensayo Jakobson, en Jakobson y Halle 1956:55-87),
excluyendo rigurosamente la metáfora. Es posible que el ca­
zador haya sido el primero en narrar una historia, porque sólo
los cazadores sabían leer una secuencia coherente de aconte­
cimientos en los silenciosos signos (a veces imperceptibles) de­
jados por su presa.
«Descifrar», «leer» las huellas de animales son metáfo­
ras. Pero vale la pena tratar de entenderlo literalmente, como
la condensación verbal de un proceso histórico que lleva, a
través de un espacio de tiempo muy largo, a la invención de
la escritura. La misma conexión es sugerida en una tradición
china que explica los orígenes de la escritura, y según la cual
ésta fue inventada por un alto funcionario que había obser­
vado las huellas de un ave en la orilla arenosa de un río (Ca-
zade y Thomas 1977).18 Por otra parte, si abandonamos el
reino de los mitos y las hipótesis por el de la historia docu­
mentada, existen analogías indudables y sorprendentes entre
el modelo de cazador que hemos venido desarrollando y el
Manos características de Italian Painters. modelo implícito en los textos adivinatorios de Mesopotamia,
125 126
que datan como mínimo del III milenio a. C. (Bottéro 1974). micos la gradual intensificación de la tendencia a generalizar
Ambos modelos requieren un examen minucioso de lo real, a partir de los hechos básicos no eliminó la tendencia a infe­
aunque trivial, para descubrir huellas de acontecimientos que rir causas de efectos.20 Lo cual explica también por qué el
el observador no puede experimentar directamente. Excremen­ lenguaje de la adivinación mesopotámica fue contaminado
tos, pisadas, pelos, plumas, en un caso; visceras de animales, por términos técnicos de los códigos legales, así como la pre­
gotas de aceite en el agua, astros, gestos involuntarios, en el sencia en los tratados de fragmentos de fisiognómica y de se­
otro. Es cierto que el segundo grupo, a diferencia del prime­ miótica médica (Bottéro 1974:191-192).
ro, puede extenderse indefinidamente, dado que los adivinos Así, al cabo de un largo rodeo, regresamos a la semiótica
mesopotámicos veían signos del futuro en todo, o casi todo. médica. La encontramos en toda una constelación de disci­
Pero desde nuestro punto de vista existe otra diferencia más plinas (y términos anacrónicos, por supuesto) con un carác­
importante: el hecho de que la adivinación apuntaba hacia ter común. Podría ser tentador distinguir entre «pseudocien-
el futuro, mientras que el desciframiento de los cazadores cias», como la adivinación y la fisiognómica, y «ciencias»,
apuntaba al pasado real, aunque fuera el de unos instantes como el derecho y la medicina, y explicar su extravagante con­
antes. Sin embargo, en términos de comprensión, el enfoque tigüidad por la gran distancia en espacio y tiempo que nos
era en ambos casos similar; las etapas intelectuales —análisis, separa de la sociedad estudiada. Pero sería una explicación
comparación, clasificación— idénticas, por lo menos en teo­ superficial. En estas formas de conocimiento mesopotámico
ría. Pero, por supuesto, sólo en teoría: los contextos sociales existía un auténtico terreno en común (si omitimos la adivi­
eran muy diferentes. En particular, se ha señalado que la in­ nación a través de la inspiración, que se basaba en la pose­
vención de la escritura debió tener un gran efecto en el arte sión extática) (Bottéro 1974:89): un enfoque que implicaba
adivinatorio mesopotámico (Bottéro 1974:154ss.). Los dioses el análisis de casos particulares, que podían reconstruirse sólo
mesopotámicos tenían, además de otras prerrogativas regias, a través de huellas, síntomas, indicios. De modo similar, los
el poder de comunicación con sus súbditos a través de men­ textos legales de Mesopotamia no consistían en enumerar le­
sajes escritos —en las estrellas, en los cuerpos humanos, en yes y ordenanzas, sino que debaten un cuerpo de casos reales
todas partes—, que los adivinos tenían la misión de descifrar. (Bottéro 1974:172). En suma, es legítimo hablar de un para­
(Idea que con el correr de los tiempos desembocó en la ima­ digma indiciario o adivinatorio orientable hacia el pasado,
gen del «libro de la naturaleza».) Y la identificación y adivi­ o el presente, o el futuro, según el tipo de conocimiento invo­
nación mediante el desciframiento de los caracteres inscritos cado. Hacia el futuro, que era la adivinación propiamente di­
por los dioses se vio reforzada, en la vida real, por la natura­ cha; hacia el pasado, el presente y el futuro, que.era la cien­
leza pictográfica de esa escritura primitiva, «cuneiforme», que, cia médica de los síntomas, con su doble carácter de diag­
como la adivinación, designaba una cosa a través de otra (Bot­ nóstico, que explicaba el pasado y el presente, y de prognóstico,
téro 1974:157).19 que apuntaba a un probable futuro; y hacia el pasado, que
Asimismo, una pisada representa un animal real que ha era la jurisprudencia, o conocimiento legal. Pero detrás de
pasado. En comparación con la naturaleza concreta de una ese paradigma indiciario o adivinatorio, se vislumbra el ges­
pisada, el pictograma es un avance enorme hacia la abstrac­ to quizá más antiguo de la historia intelectual humana: el del
ción intelectual. Sin embargo, la capacidad de abstracción im­ cazador agazapado en el barro, examinando las huellas de una
plicada en la introducción del pictograma es realmente pe­ presa.
queña comparada con la requerida por la transición a una
escritura fonética. De hecho, los elementos pictográficos y fo­ 2. Lo dicho hasta ahora explicaría por qué un texto adi­
néticos sobrevivieron simultáneamente en la escritura cunei­ vinatorio de Mesopotamia puede incluir la manera de diag­
forme, al igual que en la literatura de los adivinos mesopotá- nosticar una antigua herida craneal a partir de un estrabis­
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mo bilateral (Bottéro 1974:192); generalizando más, explica 3. Algunos de los escritos hipocráticos tienen, en conjunto,
la manera en que surgió históricamente allí un grupo de dis­ un tono defensivo que sugiere que ya en el siglo V a. C. los
ciplinas que dependían todas del desciframiento de diversas médicos eran atacados por su falibilidad (Vegetti 1965:143-
clases de signos, desde los síntomas hasta la escritura. Al pa­ 144). El hecho de que esta batalla no haya terminado se debe
sar a Grecia, descubrimos que este grupo de disciplinas cam­ presumiblemente a que las relaciones entre médico y pacien­
bia considerablemente, gracias al desarrollo de nuevas líneas te, caracterizadas por la incapacidad de éste para comprobar
de estudio, como historia y filología, y adquiere una nueva o controlar el saber y el poder del primero, no han cambia­
autonomía social y epistemológica frente a disciplinas más do, en algunos aspectos, desde los tiempos de Hipócrates. Lo
antiguas, como la medicina. El cuerpo, el lenguaje y la histo­ que sí ha cambiado en esos dos mil quinientos años es la for­
ria de los hombres se someten por primera vez a investigacio­ ma de conducir el debate, junto con conceptos como «rigor»
nes libres de prejuicios, que excluían por principio la posibi­ y «ciencia». Aquí, por supuesto, la cesura decisiva es la apa­
lidad de la intervención divina. De este cambio decisivo que rición de un nuevo paradigma científico, basado en la física
caracterizó la cultura de la polis, nosotros obviamente somos de Galileo, que, sin embargo, se ha manifestado más durade­
aún herederos. Es menos obvio el hecho de que en ese cam­ ro que ésta. Aunque la física moderna encuentre difícil defi­
bio desempeñara un papel importante un paradigma que pue­ nirse a sí misma como galileana (lo cual no significa que haya
de considerarse basado en síntomas o indicios.21 Esto es muy renegado de Galileo), la importancia de éste para la ciencia
evidente en la medicina hipocrática, que clarificó sus méto­ en general, tanto desde una perspectiva epistemológica como
dos mediante el análisis del concepto central de síntoma (se- desde una perspectiva simbólica, permanece inalterada (Fe­
meion). Los hipocráticos señalaron que sólo mediante la atenta yerabend 1971:105ss., y 1975; Rossi 1977:149-150).
observación y anotación de todos los síntomas era posible es­ Ahora bien, es evidente que ninguna de las disciplinas —ni
tablecer «historiales» precisos de cada enfermedad: la enfer­ siquiera la medicina— que hemos llamado indiciarías cum­
medad, en sí, es inasequible. Esa insistencia en la índole in­ pliría los requisitos exigidos por los criterios de la inferencia
diciaría de la medicina surgió, casi con certeza, de la contra­ científica esenciales en el paradigma de Galileo. Son discipli­
posición (expuesta por el médico pitagórico Alcmeón) entre nas que tenían por objeto, ante todo, lo cualitativo, el caso
la inmediatez y certidumbre del conocimiento divino y la na­ o situación o documento individuales en cuanto individua­
turaleza provisional, conjetural del saber humano. Si la rea­ les, lo que significaba que en sus resultados había siempre un
lidad no era cognoscible directamente, entonces, por impli­ elemento de azar: basta con recordar la importancia de la con­
cación, era legítimo el paradigma indiciario que hemos des­ jetura (un vocablo cuyo origen latino radica en la adivina­
crito. De hecho, según los griegos, muchas actividades ción)24 en la medicina o en la filología, y ya no digamos en
operaban según este principio. Médicos, historiadores, polí­ la adivinación. La ciencia de Galileo era otra cosa, que po­
ticos, ceramistas, carpinteros, marineros, cazadores, pescadores día haber hecho suyo el proverbio escolástico «individuum
y las mujeres en general, entre otros, operaban en el vasto te­ est ineffabile» (sobre el individuo no se puede decir nada).
rritorio del saber conjetural.22 Este territorio (significativa­ El uso de las matemáticas y del método experimental impli­
mente el dominio de la diosa Metis, primera esposa de Zeus, caba la necesidad de hacer mediciones y de repetir fenóme­
que personificaba la adivinación mediante el agua) estaba de­ nos, mientras que un enfoque individualizante hacía imposi­
limitado por términos como «conjetura», «juzgar por signos» ble esto último y permitía lo primero sólo en parte. Lo cual
(tekmor, tekmairesthai). Pero ese paradigma semiótico siguió explica por qué los historiadores no han logrado elaborar nun­
meramente implícito y quedó eclipsado por completo por la ca un método galileano. Por el contrario, en el siglo diecisie­
teoría platónica del conocimiento, que dominaba en círculos de te, la difusión de los métodos de los anticuarios entre los his­
mayor influencia y tenía más prestigio.23 toriadores señaló de manera indirecta los remotos, y largo
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tiempo ocultos, orígenes indiciarlos de la historia. Este dato ción de texto es el resultado de una opción cultural de signi­
sobre sus orígenes no puede ocultarse a pesar del vínculo cada ficado incalculable. Y el ejemplo de China nos demuestra que
día más estrecho entre la historia y las ciencias sociales. La la opción no fue una consecuencia inevitable de la imprenta
historia sigue siendo una ciencia de una clase muy particu­ al sustituir ésta la escritura manual, puesto que en China la
lar, basada irremediablemente en lo concreto. Los historia­ invención de la imprenta no cortó los vínculos entre el texto
dores no pueden abstenerse de aludir (de modo explícito o literario y la caligrafía. (Veremos en breve que el examen his­
implícito) a una serie comparable de fenómenos; pero su es­ tórico de los «textos» pictóricos suscita problemas muy dife­
trategia para averiguar las cosas, así como los códigos expre­ rentes.)
sivos, son esencialmente individualizantes, ya conciernan a Esta noción completamente abstracta de texto explica por
individuos, a grupos sociales, o a sociedades enteras. En este qué la crítica textual, a pesar de su carácter todavía muy adi­
sentido la historia es como la medicina, que utiliza clasifica­ vinatorio, pudo convertirse (durante el siglo diecinueve) en
ciones de enfermedades para analizar la enfermedad especí­ una disciplina rigurosamente científica.28 La radical decisión
fica de un paciente en particular. Y el saber del historiador, de descartar todo lo que no fuera reproducible (por escrito
como el del médico, es indirecto, basado en signos y vestigios o, después de Gutenberg, por la imprenta) del texto hizo po­
de indicios, conjetural.25. sible evitar lo cualitativo, principal escollo de las ciencias hu­
De todos modos, el contraste que acabo de plantear es una manísticas, a pesar de que continuaba manejando casos in­
simplificación exagerada. Entre las disciplinas «conjeturales» dividuales.29 No deja de ser significativo que Galileo, cuan­
hay una, la filología y, en especial, la crítica textual, que se do establecía las bases de la ciencia natural moderna mediante
ha convertido en atípica, por lo menos en varios aspectos. Su una reducción conceptual igualmente drástica, recurriera a
objeto fue definiéndose mediante una drástica selección de la filología. La tradicional comparación medieval entre mundo
rasgos pertinentes. Este cambio en el seno de la disciplina fue y libro asumía que ambos estaban abiertos, listos para ser leí­
resultado de dos cesuras decisivas: la de la invención de la dos. Sin embargo, Galileo insistió en que «la filosofía ... es­
escritura, en primer lugar, y la de la invención de la impren­ crita en este grandísimo libro que está continuamente abier­
ta, después. Sabemos que la crítica textual surgió después de to ante nuestros ojos (digo el universo)... no se puede enten­
la primera, con la transcripción de los poemas homéricos, y der si antes no se aprende a entender la lengua y a conocer
se desarrolló posteriormente a partir de la aparición de la im­ los caracteres en los que está escrito», es decir, «triángulos,
prenta, cuando los eruditos humanistas perfeccionaron las pri­ círculos y otras figuras geométricas» (Galilei 1965:38).30 Para
meras y precipitadas ediciones de los textos clásicos.26 En el filósofo de la naturaleza, como para el filólogo, el texto
primer lugar, se descartaron como no pertinentes al texto los es una entidad, profunda e invisible, que hay que reconstruir
elementos relacionados con la voz y el gesto; después, se de­ a través y más allá de los datos sensoriales a nuestro alcance:
jaron de lado de manera parecida las características de la es­ «las figuras, los números y los movimientos, pero no los olo­
critura a mano. El resultado fue una desmaterialización pro­ res, ni los sabores ni los sonidos, los cuales, fuera del animal
gresiva, o refinación, de los textos, un proceso en el que se vivo, no creo que sean sino meros nombres» (Galilei 1965:
eliminó el encanto que el original tenía para nuestros senti­ 264; véase también Martínez 1974:160-169, cursivas mías).
dos. Un texto, para sobrevivir, necesita existir de forma físi­ Con esta afirmación, Galileo encaminó las ciencias natu­
ca; pero su identidad no está ligada sólo a esa forma física, rales por una vía que jamás han abandonado, que tendía a
ni a un solo ejemplar.27 Todo esto parece obvio hoy, pero no alejarlas del antropocentrismo y del antropomorfismo. En el
lo es en absoluto. Consideremos, por ejemplo, el papel deci­ mapa del saber, se abrió una brecha que no ha dejado de
sivo que desempeñó la entonación en la literatura oral, o la agrandarse más y más. Sin duda, no podía haber mayor con­
caligrafía en la poesía china, y se hace evidente que esa no- traste que entre el físico galileano, profesionalmente sordo a
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1692, 11:80-81).34 Cabe ver algo más que una simple coinci­
sonidos e insensible a sabores y olores, y el médico de la mis­ dencia en esta doble habilidad de médico y de entendido.
ma época, que aventuraba su diagnóstico después de prestar Pero antes de adentrarnos en un examen detallado de los
oído a los ruidos de un pecho, o de oler unas heces, o de pro­ métodos de Mancini, reflexionemos sobre una suposición com­
bar el sabor de una orina. partida por él, por los señores a quienes dedicó el libro, y por
nosotros. Es algo que damos por sentado implícitamente, que
4. Uno de tales médicos fue Giulio Mancini, de Siena, mé­ tomamos (erróneamente) por obvio: que entre una tela de Ra­
dico principal del papa Urbano VIII. No está documentado fael y una copia de ella (pintada, grabada u, hoy, fotografia­
que conociera personalmente a Galileo, pero es muy proba­ da) hay una diferencia imborrable. Las implicaciones de esto
ble que ambos se hubieran encontrado, dado que se movían para el mercado —el hecho de que una pintura sea, por defi­
en los mismos círculos romanos, de la corte papal a la Acca- nición, única, irrepetible35— son terminantes y están ligadas
demia dei Lincei, y tenían amigos en común, como Federico a la aparición del entendido. Sin embargo, esta suposición sur­
Cesi, Giovanni Ciampoli, Giovanni Faber.31 El vivido retra­ ge de una opción cultural que no fue inevitable, sobre todo
to que de él hizo Nicio Eritreo, alias Gian Vittorio Rossi, nos teniendo en cuenta que en el caso de los textos escritos se optó
presenta su ateísmo, su extraordinario talento para el diag­ por un camino diferente. Las características pretendidamen­
nóstico (expresado en palabras sacadas directamente de tex­ te intrínsecas y eternas de la pintura y de la escritura no son
tos adivinatorios) y sus muy pocos escrúpulos para conseguir
pertinentes en este contexto. Ya hemos visto cómo la evolu­
pinturas (en las que su competencia era notoria) de sus clien­ ción histórica despojó gradualmente al texto escrito de las ca­
tes (Eritreo 1692, 11:79-82).32 Mancini escribió un libro titu­
racterísticas no consideradas pertinentes. En el caso de la pin­
lado Alcune considerazioni appartenenti alia pittura come di
tura, ese despojamiento no ha tenido lugar (por lo menos hasta
diletto di un gentilhuomo nobile e come introduttione a quello
ahora). Por ello creemos que mientras un manuscrito o ejem­
si deve dire (Algunas consideraciones concernientes a la pin­
tura como entretenimiento de un gentilhombre noble y como
plar impreso del Orlando furioso puede reproducir exacta­
introducción a lo que debe decirse), que circuló ampliamente mente el texto que se propuso Ariosto, una copia de un retra­
en forma manuscrita (la primera edición completa del texto to de Rafael no puede hacerlo jamás.36
se imprimió por primera vez hace unos veinticinco años).33 El rango distinto de que gozan las copias en pintura y en
Como indica el título, no iba dirigido a los pintores sino a literatura explica por qué Mancini no pudo utilizar las técni­
los diletantes de la clase noble, virtuosos que en número cas de la crítica textual cuando desarrolló los métodos de la
creciente acudían al Panteón, donde todos los años se ce­ connoisseurship a pesar de que, básicamente, establecía una
lebraba una exposición de pinturas antiguas y modernas, analogía entre el acto de pintar y el de escribir (véase un co­
el 19 de marzo (Haskell 1971:126 y 94ss.). Sin duda, de no mentario de Salerno en Mancini 1956-1957, II:xxiv, n. 55).
existir ese mercado de arte, la parte seguramente más origi­ Pero, como empezó con esta analogía, tuvo que recurrir a otras
nal de la obra de Mancini, dedicada al «reconocimiento de disciplinas que todavía no estaban desarrolladas del todo.
pinturas» —en la que establece un método para identificar El primer problema de Mancini fue la datación de las pin­
las falsificaciones, para distinguir las copias de los origina­ turas. Para hacerlo, dice, hay que adquirir «cierta experien­
les, etc.— no hubiera sido escrita (Mancini 1956-57,1:133ss.). cia en reconocer las variedades de la pintura según su época,
Así, el primer intento de establecer la categoría de entendi­ como la que tienen estos anticuarios y bibliotecarios en reco­
dos (connoisseurship), como se la llamaría un siglo más tar­ nocer los caracteres, por los que fijan la época de la escritu­
de, lo realizó un médico famoso por sus brillantes diagnósti­ ra» (Mancini 1956-1957, 1:134).37 Esta alusión al arte de re­
cos, quien al visitar un paciente «podía adivinar» (divinabat) conocer manuscritos se refiere, casi con certeza, a los méto­
de una rápida ojeada el resultado de la enfermedad (Eritreo dos desarrollados en aquellos años por Leone Allacci,
133 134
bibliotecario de la Biblioteca Vaticana, para fechar manus­
critos griegos y latinos, métodos que fueron revisados y am­ la identificación de los elementos que también en pintura eran
pliados, medio siglo más tarde, por Mabillon, el fundador de imposibles de imitar, sería posible lograr su propósito de dis­
la paleografía.38 Pero, «al margen de la propiedad común de tinguir los originales de las falsificaciones, la mano del maestro
una época», sigue diciendo Mancini, «existe la propiedad pe­ de la del copista o del discípulo. Todo ello explica la exhorta­
culiar del individuo», igual que «observamos que en los es­ ción a controlar si en las pinturas:
critores se reconoce esta propiedad distinta». Vemos, pues,
que la analogía entre la escritura y la pintura se establecía, se ve esa franqueza del maestro y, en particular, en aquellas partes
en primer lugar, a un nivel macroscópico (la época, el siglo), que, por necesidad, se hacen con resolución, y no se pueden llevar
bien a cabo con la imitación, como son, en particular, los cabellos,
y después se proponía a un nivel microscópico (el individuo).
la barba, los ojos. Puesto que el ensortijarse de los cabellos, cuando
En ese ámbito, los métodos protopaleográficos de un Allacci se han de imitar, se consigue con mucha dificultad, que después se
no eran utilizables. Hubo, sin embargo, por los mismos años nota en la copia y, si quien copia no los quiere imitar, entonces no
un intento aislado de analizar, desde un punto de vista nue­ tienen la perfección de maestro. Y estas partes en la pintura son como
vo, la caligrafía individual. Mancini, como médico, citaba a el trazo y los enlaces en la escritura, que requieren esa franqueza y
Hipócrates y decía que era posible remontarse de las «accio­ resolución de maestro. Lo mismo se ha de observar en algunas aureolas
nes» a las «impresiones» del alma, que radican en las «pro­ y golpes de luz que atraviesan el cuadro, que el maestro hace con un
piedades» de los cuerpos individuales: «por lo cual y con la trazo y con una resolución en la pincelada inimitable; así en los plie­
cual suposición, como yo creo, algunos nobles ingenios de gues de los paños y su luz, que penden más de la fantasía y resolu­
ción del maestro que de la verdad de la cosa real. (Mancini 1956-
nuestro siglo han escrito y querido dar la regla de reconocer 1957:134)
el intelecto y el ingenio de los demás según la manera de es­
cribir y la escritura de este o aquel hombre». Uno de estos
Así, al paralelo entre pintura y escritura, que Mancini ha
«nobles ingenios» fue, con toda probabilidad, Camillo Bal-
establecido ya en diferentes contextos, se le da aquí un nuevo
di, médico de Bolonia, quien en su Trattato come da una let-
giro, que anteriormente sólo había sido sugerido, en una obra
tera missiva si conoscano la natura e qualitá dello scrittore (Tra­
del arquitecto Filarete (véase la parte 6, más abajo), y que es
tado de cómo conocer por una carta la naturaleza y calidad
posible que Mancini no conociera (Averlino 1972, 1:28).40 La
de quien la escribe) incluyó un capítulo que seguramente es
analogía es reforzada por el uso de términos técnicos de uso
el primer texto europeo sobre grafología. El capítulo se titula
corriente en los tratados contemporáneos sobre la escritura,
«Qué significados pueden leerse en la forma de las letras» (ne- como «resolución», «trazos», «enlaces».41 Incluso la insis­
lia figura del carattere). Aquí usa la palabra «carácter» por tencia sobre la velocidad tiene el mismo origen: con el desa­
letra, refiriéndose a la forma de la letra tal como es dibujada rrollo de la burocracia, la cursiva de los documentos legales
con la pluma en el papel {ibid.: 107; Baldi 1622:17, 18ss.).39 requería no sólo ser elegante, sino rápida, para competir en
A pesar de sus alabanzas, Mancini no estaba interesado el mercado de los copistas.42 En general, la importancia que
en las pretensiones de la naciente grafología que podía recons­ Mancini da a los rasgos decorativos es prueba de la atención
truir la personalidad de los escritores estableciendo a partir prestada a las características de los modelos de caligrafía do­
de su «carácter» escrito (la forma de sus letras) su «carácter» minantes en Italia a finales del siglo dieciséis y principios del
psicológico. (Esta sinonimia, una vez más, nos remite a una diecisiete. (Casamassima 1966:75-76.) El estudio de cómo se
originaria matriz común a ambas disciplinas.) Le impresio­ configuraba una letra, le llevó a la conclusión de que era po­
nó, no obstante, el supuesto preliminar en que se basaba la sible identificar el toque de la mano del maestro con mayor
nueva disciplina, es decir, la variedad de caligrafías diferen­ certeza en las partes del cuadro que (1) se hubieran ejecutado
tes y la imposibilidad, por lo tanto, de imitarlas. Mediante con rapidez, y (2) tendieran a no ser representaciones exactas
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de la realidad (detalles del pelo, telas cuyos pliegues «penden taba por definir) de lo individual. El primer enfoque sería el
más de la fantasía y resolución del maestro que de la verdad de las ciencias naturales, y sólo más tarde el de las llamadas
de la cosa real»). Volveremos a las valiosas implicaciones de ciencias humanas o sociales. La razón es obvia. La probabili­
estos dos puntos, que Mancini y sus contemporáneos no es­ dad de descartar las características individuales es directamente
taban aún en situación de desarrollar. proporcional a la distancia emocional del observador. Fila-
rete, en una página de su Trattato di architettura (siglo quin­
5. «Caracteres» (caratteri). Hacia 1620, la misma palabra ce), después de razonar que es imposible construir dos edifi­
aparece, en sentido literal o analógico, en los escritos del fun­ cios idénticos, puesto que, a pesar de la primera impresión,
dador de la física moderna, por un lado, y, por otro, en los siempre habrían diferencias de detalle (del mismo modo que
de los respectivos iniciadores de la paleografía, de la grafolo- «las jetas de los tártaros que tienen todos el rostro de una
gía y de la connoisseurship. Por supuesto, la relación entre manera, o bien las de Etiopía que son todas negras, pues, si
los «caracteres» insustanciales que Galileo leía con los ojos las miras bien, encontrarás que hay diferencia en la semejan­
del intelecto43 en el libro de la naturaleza, y los que Allacci, za»), Admite, sin embargo, que existen «muchos animales que
Baldi o Mancini descifraban sobre el papel, pergamino o tela, son parecidos el uno al otro, como las moscas, hormigas, gu­
es sólo metafórica. Pero el uso de términos idénticos pone sanos y ranas y muchos peces, que de esa especie, no se dis­
de relieve aún más la heterogeneidad de las disciplinas. Su valor tingue al uno del otro» (Averlino 1972:26-27). Para un arqui­
científico (en el sentido galileano) también varía, y decrece tecto europeo, las ligeras diferencias entre dos edificios (euro­
bruscamente desde las «propiedades» universales de la geo­ peos) eran importantes, las diferencias entre los rostros tártaros
metría, pasando por las «propiedades comunes de una épo­ o etíopes no lo eran, y las diferencias entre dos hormigas o
ca» identificadas en un manuscrito, hasta las «propiedades dos gusanos no existían. Un arquitecto tártaro, un etíope no
específicamente individuales» de un estilo pictórico, o inclu­ versado en arquitectura o una hormiga clasificarían las co­
so de una caligrafía. sas de manera diferente. El conocimiento basado en distin­
Este descenso de nivel en el contenido científico refuerza ciones individualizadoras es siempre antropocéntrico, etno-
el argumento de que la verdadera dificultad en la aplicación céntrico y expuesto a otros prejuicios específicos. Lo cual no
del modelo galileano residía en la centralidad que una disci­ impide que incluso los animales, las plantas o los minerales
plina otorgaba a lo individual. Cuanto más pertinentes resul­ puedan examinarse según sus características individuales, por
taran las características en lo individual, más difícil era ela­ ejemplo en el contexto de la adivinación;44 sobre todo en los
borar un corpus de conocimiento rigurosamente científico. casos que presentan anormalidades. (Como se sabe, la tera­
Por supuesto, la decisión indispensable para adoptar el mo­ tología era una parte importante de la adivinación.) Pero du­
delo galileano de descartar las características individuales no rante las primeras décadas del siglo diecisiete, la influencia
era en sí una garantía de que los métodos de las matemáticas del paradigma galileano (aunque no siempre directa) llevaría
y de la física fueran a apocarse, pero, al menos, no excluía hacia el estudio de lo típico más que de lo excepcional, hacia
por completo esta aplicación. una comprensión general de las obras de la naturaleza antes
que a la adivinación. En abril de 1625, nació un becerro con
6. Llegados a este punto, había dos enfoques posibles: sa­ dos cabezas cerca de Roma. Los naturalistas de la Accade-
crificar la comprensión del elemento individual para alcan­ mia dei Lincei se interesaron por él. Fue tema de discusión
zar un nivel más o menos riguroso, más o menos matemáti­ en los jardines vaticanos del Belvedere entre un grupo for­
co, de generalización; o bien tratar de desarrollar, aunque sólo mado por Giovanni Faber, secretario de la Accademia, Gio­
fuera de una manera tentativa, un paradigma alternativo ba­ vanni Ciampoli (ambos amigos de Galileo, como ya hemos
sado en la comprensión científica (en un sentido que aún es­ visto), Mancini, el cardenal Agostino Vegio y el papa Urba­
137 138
1964). No es sorprendente que el primero y más afortunado
no VIII. La primera cuestión fue si el becerro de dos cabezas de estos intentos, la aritmética política, tuviera como objeto
debía considerarse como un animal o como dos. Para los mé­ las actividades humanas más predeterminadas, biológicamente
dicos, lo que distinguía al individuo era el cerebro; para los hablando: nacimiento, procreación y muerte. Este enfoque tan
seguidores de Aristóteles, el corazón (Lynceo 1651:599ss.).45 drástico y exclusivo permitía una investigación rigurosa; y al
Dado que Mancini era el único médico del grupo, podemos mismo tiempo satisfacía los propósitos militares o fiscales de
suponer que la noticia que nos da Faber del punto de vista los estados absolutos, cuyo interés, dados los límites de sus
médico corresponde al suyo. A pesar de que Mancini se inte­ operaciones, era exclusivamente cuantitativo. Sin embargo,
resaba en la astrología,46 consideró el carácter específico del aunque los patrocinadores de esta nueva ciencia, la estadísti­
nacimiento del monstruo no como revelador del futuro, sino ca, no se interesaran por los factores cualitativos, opuestos
como el modo de llegar a una definición más precisa de un a los cuantitativos, esto no significó que quedara totalmente
individuo normal, que, en cuanto miembro de una especie, desgajada del mundo de lo que hemos llamado las discipli­
podía considerarse con toda razón repetible. Mancini debió nas indiciarías. Los cálculos concernientes a la probabilidad
examinar la anatomía del becerro de dos cabezas con la mis­ (como en el clásico de Bernoulli Ars Conjectandi, 1713, pos­
ma atención rigurosa que solía dedicar al examen de las pin­ tumo) trataban de dar una formulación matemática rigurosa
turas. Pero aquí terminaba la analogía con su actividad de a los mismos problemas que la adivinación había abordado
entendido. En cierta manera un personaje como Mancini re­ de una manera totalmente diferente.49
presenta el punto de contacto entre el paradigma adivinato­ Sin embargo, el grupo de las ciencias humanas permane­
rio (en sus actividades de diagnosticador y entendido) y el cía firmemente anclado en lo cualitativo, aunque con cierta
paradigma generalizador (como anatomista y naturalista). El incomodidad, especialmente en el caso de la medicina. Aun­
punto de contacto pero también la diferencia. Al contrario que se había logrado algún progreso, sus métodos todavía pa­
de lo que pudiera parecer, la meticulosa descripción de la di­ recían inciertos, sus resultados no predecibles. Un texto como
sección del becerro, redactada por Faber, y la precisión de los
Du Degré de Certitude en Médicine del ideólogo francés Ca-
grabados que reproducían las visceras del animal (Lynceo banis, aparecido a finales del siglo dieciocho (Cabanis 1823),
1651:600-627),47 se proponían establecer, no las «propiedades
admitía esa falta de rigor, a la vez que insistía en que la me­
propias individuales» de ese animal, sino las «propiedades dicina, a pesar de todo, era científica a su manera. Al pare­
comunes» (naturales, no históricas) de la especie en conjun­
cer existían dos razones fundamentales que explicaban la falta
to; lo que significaba la continuación y el refinamiento de la
de certidumbre de la medicina. En primer lugar, las descrip­
tradición naturalista fundada por Aristóteles. La vista, sim­
bolizada por el agudo ojo del lince que decoraba el escudo ciones de enfermedades concretas, que eran idóneas para su
clasificación teórica, no resultaban necesariamente adecua­
de la Accademia dei Lincei, realizado por Federico Cesi, era
das en la práctica, puesto que una enfermedad podía presen­
el órgano capital de esas disciplinas, a las que no se les per­
mitía el ojo extransensorial de las matemáticas.48 tarse de formas diferentes en cada paciente. En segundo lu­
gar, el conocimiento de una enfermedad seguía siendo indi­
7. Entre tales disciplinas se contaban, por lo visto, las cien­ recto e indiciario: los secretos del cuerpo vivo permanecían
cias humanas y sociales (como las definiríamos hoy). Lo que siempre, por definición, inalcanzables. Una vez muerto po­
tal vez era de esperar, aunque sólo fuese por su obstinado an- día hacerse, por supuesto, su disección, ¿pero cómo remon­
tropocentrismo, del que ya hemos dado una pintoresca ilus­ tarse desde el cadáver, transformado irreversiblemente por la
tración con la cándida cita de Filarete. De todos modos, hubo muerte, hasta las características del individuo vivo? (Foucault
algún intento de aplicar el método matemático también al es­ 1963 y 1977:192-193). El reconocimiento de esta doble difi­
tudio de los fenómenos humanos (véase, por ejemplo, Craig cultad significaba de manera inevitable admitir que la efica­

139 140
cia de los procedimientos médicos no podía ser demostrada.
De vez en cuando se intentaba poner por escrito ese cor-
En conclusión, la medicina no podría alcanzar nunca el ri­
pus de saber popular, arraigado localmente pero sin origen
gor propio de las ciencias naturales a causa de su incapaci­
ni memoria ni historia conocidos,50 para encajarlo en la ca­
dad para cuantificar (salvo en aspectos puramente auxiliares); misa de fuerza de la precisión terminológica. Por regla gene­
la incapacidad para cuantificar provenía de la imposibilidad
ral, el resultado era pobre y limitado. Basta pensar en el abis­
de eliminar lo cualitativo, lo individual; y la imposibilidad
mo que separa los rígidos y esquemáticos tratados de fisiog-
de eliminar lo individual era consecuencia del hecho de que
nómica de su práctica perspicaz y flexible por parte de un
el ojo humano es más sensible a las pequeñas diferencias (aun enamorado, un tratante de caballos o un jugador de cartas.
marginales) entre seres humanos que a las diferencias entre Quizá fue sólo en medicina donde la codificación y la anota­
piedras u hojas. En las discusiones sobre la «incertidumbre» ción del saber indiciario produjo un enriquecimiento real (aun­
de la medicina estaban contenidas ya las primeras formula­ que la historia de las relaciones entre la medicina oficial y
ciones de los futuros problemas epistemológicos centrales de la medicina popular está todavía por escribir). En el trans­
las ciencias humanas. curso del siglo dieciocho, la situación cambió. En una autén­
tica ofensiva cultural, la burguesía se fue apropiando del sa­
8. En el libro de Cabanis, se vislumbra entre líneas una ber popular tradicional de artesanos y campesinos, saber a
impaciencia fácil de comprender. A pesar de las objeciones, veces conjetural y otras veces no; lo organizaron y lo anota­
más o menos justificadas, que podían hacerse a sus métodos, ron, a la vez que intensificaron el masivo proceso de instruc­
la medicina era una ciencia plenamente reconocida por la so­ ción que ya había comenzado, aunque tomando formas dife­
ciedad. Pero no todas las disciplinas indiciarias gozaron de rentes y con un contenido distinto, durante la Contrarrefor­
un prestigio similar en esa época. Algunas, como la del con- ma. El símbolo y el instrumento crucial de esta ofensiva fue,
noisseurship de un origen relativamente reciente, se mantu­ claro está, la Encyclopédie. Aunque habría que analizar tam­
vieron en una posición ambigua, en los límites de las disci­ bién incidentes pequeños pero reveladores, como el del asom­
plinas reconocidas. Otras, más incrustadas en la práctica co­ brado Winckelmann cuando un anónimo albañil romano le
tidiana, nunca fueron reconocidas. La capacidad de reconocer dijo que la misteriosa piedrecita no identificada escondida en
un caballo enfermo por el estado de sus cascos, la aproxima­ la mano de una estatua, encontrada en Porto d Anzio, era «el
ción de una tormenta por el cambio del viento, o las inten­ tapón o el corcho de una botellita».
ciones hostiles en un rostro que se ensombrece no se podía La recopilación sistemática de esos «pequeños discerni­
aprender, por supuesto, en ningún tratado sobre el cuidado mientos» como los llamó Winckelmann,51 fue la base de las
de caballos, o sobre meteorología, o sobre psicología. En todo nuevas formulaciones de antiguos saberes realizadas durante
caso, estos tipos de saber eran más ricos que lo escrito por los siglos dieciocho y diecinueve, desde el arte culinario, has­
cualquier autoridad sobre el tema; no se aprendían en libros, ta la veterinaria, pasando por la hidrología. Para un número
sino de oídas, en la práctica, observando; apenas si podía darse creciente de lectores, el acceso a la experiencia específica tuvo
una expresión formal a sus sutilezas, y no podían reducirse lugar cada vez más a través de las páginas de los libros. In­
a palabras; eran el legado —en parte común, en parte diver­ cluso la novela proporcionó a la burguesía un sustituto, aun­
sificado— de hombres y mujeres de toda clase. Estaban en­ que a un nivel diferente, de los ritos de iniciación, es decir,
hebrados en un hilo común: todos nacían de la experiencia, del acceso a la experiencia real en conjunto.52 Y, en realidad,
de lo concreto e individual. Y esa cualidad de concreto era fue gracias a las obras de ficción que el paradigma indiciario
a la vez la fuerza de esa clase de conocimiento y su limita­ logró en esa época un éxito nuevo e inesperado.
ción; no le permitía hacer uso del poderoso y terrible ins­
trumento de la abstracción (véase también Ginzburg 1976). 9. En relación con el hipotético origen del paradigma in-
141
diciario entre los cazadores de épocas remotas, hemos relata­
do ya la historia de los tres hermanos que reconstruyeron el nes. Por el momento vale la pena señalar que se basa en un
aspecto físico de un animal que no habían visto nunca a par­ modelo cognoscitivo muy antiguo y muy moderno al mismo
tir de la interpretación de una serie de huellas. Esta historia tiempo. Ya hemos hablado de sus raíces antiguas. En cuanto
tuvo su debut europeo en una colección de Sercambi (Cerulli a sus elementos modernos, bastará citar las palabras de Cu-
1975).53 Reapareció después como inicio de una colección vier, en 1834, elogiando los métodos y los éxitos de la nueva
mucho más extensa de narraciones, presentadas como traduc­ ciencia de la paleontología:
ciones al italiano del persa por un armenio llamado Cristó-
Hoy, alguien que vea la huella de una pata hendida puede llegar a
foro, y publicada en Venecia a mediados del siglo dieciséis la conclusión de que el animal que ha dejado esa huella es un ru­
bajo el título de Peregrinaggio di tre giovani figliuoli del re miante, y esta conclusión es tan cierta como cualquier otra en física
di Serendippo (Peregrinación de tres jóvenes hijos del rey de o en filosofía moral. Esta sola huella revela, por lo tanto, al observa­
Serendippo). El libro fue editado varias veces, además de tra­ dor la forma de la dentadura, la forma de la mandíbula, la forma
ducido, primero al alemán, y después, durante el auge que de las vértebras, y la forma de todos los huesos de las patas, de an­
en el siglo dieciocho tuvo todo lo oriental, a casi todas las cas, de espaldas y de pelvis que tiene el animal que acaba de pasar;
lenguas europeas.54 El éxito de la historia de los tres hijos del es un indicio más seguro que todos los de Zadig. (Messac 1929: 34-35)
rey de Serendippo hizo que Horace Walpole, en 1754, acuña­
ra el neologismo serendipity para designar «los descubrimien­ Más seguro quizá sí, pero de una clase muy parecida. El
tos afortunados y sorprendentes realizados gracias al azar y nombre de Zadig llegó a significar tantas cosas que, en 1880,
a la sagacidad» (Hecksher 1974:130-131).55 Unos años antes, Thomas Huxley, durante una serie de conferencias destina­
das a difundir los descubrimientos de Darwin, denominó «mé­
Voltaire, en el tercer capítulo de Zadig, reelaboró el primer
todo de Zadig» el procedimiento común a la historia, la ar­
volumen del Peregrinaggio, que había leído en la traducción
queología, la geología, la astronomía física y la paleontolo­
francesa. En su versión, el camello del original se convierte
gía: es decir, la capacidad de realizar predicciones retrospec­
en una perra y un caballo, que Zadig describe con todo deta­
tivas. Estas disciplinas, al estar profundamente relacionadas
lle a partir de sus huellas. Acusado de robo y conducido ante con el desarrollo histórico, difícilmente podían dejar de re­
el juez, Zadig demuestra su inocencia al exponer el proceso currir al paradigma indiciario o adivinatorio (Huxley se refe­
mental que le había permitido describir los animales que ja­ ría explícitamente a la adivinación hacia el pasado)57 apar­
más había visto: tándose del paradigma galileano. Cuando las causas no son
reproducibles, no cabe más alternativa que inferirlas de sus
Vi en la arena las huellas de un animal, y fácilmente deduje que eran
efectos.
las de un perrito. Surcos ligeros y largos, impresos en las pequeñas
eminencias de arena entre las huellas de las patas me han dado a en­
tender que era una perra cuyas ubres colgaban y que por lo tanto ha­
III
bía tenido cachorros hacía pocos días. (Voltaire 1985:208)
1. Podríamos comparar las líneas de esta investigación con
En estas líneas, y en las qiie siguen, se encuentra el em­ los hilos de un tejido. Hemos llegado ahora al punto donde
brión de la novela policíaca. En ellas se inspiraron directa­ puede verse que estos hilos forman un todo compuesto, una
mente Poe y Gaboriau, y quizás indirectamente Conan Doy- tela homogénea y apretadamente tejida. Para verificar la co­
le.56 herencia de su trama, la examinamos a lo largo de distintas
El éxito extraordinario de la novela policíaca es de sobras direcciones. Verticalmente, lo que nos proporciona la secuencia
conocido; más adelante hablaremos de algunas de sus razo- Serendippo-Zadig-Poe-Gaboriau-Conan Doyle. Horizontal-
143 144
2. Para el significado de «paradigma» véase Kuhn 1962. No forman parte de junio 1893), y es de suponer que ambos artículos eran del mismo autor. Sin embar­
mi argumentación las especificaciones y distinciones sugeridas con posterioridad go, las ilustraciones de las posibles formas de orejas recuerdan irresistiblemente las
por el mismo autor ( PostScript 1969 en Kuhn 1974:174ss.). ilustraciones de la obra de Morelli, lo que por lo menos confirma que la idea era
del dominio cultural común en aquellos años.
3. Sobre Morelli, véase ante todo Wind 1964:32-51, y las fuentes que él cita. So­
bre la vida de Morelli, véase además Ginoulhiac 1940; para un nuevo examen de 9. Es posible que el paralelo sea más que una coincidencia. Un tío de Conan
su método, Wollheim 1973; Zerner 1978; Previtali 1978. Por desgracia no existe un Doyle, Henry Doyle, pintor y crítico de arte, fue nombrado director de la Dublin
estudio general sobre Morelli. Sería útil analizar, además de sus escritos sobre histo­ Art Gallery en 1869 (véase Nordon 1964). En 1887, Morelli conoció a Henry Doyle,
ria del arte, su formación científica juvenil, sus relaciones con el mundo intelectual del que escribió, en una carta dirigida a Sir Henry Layard: «Lo que me dice sobre
alemán, su amistad con el gran crítico literario italiano Francesco De Sanctis, y su la Dublin Art Gallery me interesa mucho, sobre todo después de haber conocido
participación en la vida política. Morelli propuso a De Sanctis para la cátedra de en Londres al magnífico Henry Doyle, que me ha causado la mejor impresión. ...
literatura italiana de Zurich (véase De Sanctis 1938). Sobre la implicación política Por desgracia, en vez de gente como Doyle, ¿con qué personas solemos encontrar­
de Morelli, véanse unas someras referencias en Spini 1956. Y acerca de la resonan­ nos al frente de los museos europeos?» (British Museum, Add. Ms. 38965, Layard
cia que su trabajo tuvo en Europa, véase su carta a Marco Minghetti desde Basilea, Papers. vol. XXXV c. 120v). Está demostrado el conocimiento del método de Mo­
del 22 de junio de 1882: «El viejo Jacob Burckhardt, a quien visité anoche, me aco­ relli por parte de Doyle (aunque podía suponerse en un historiador del arte) con
gió con toda su amabilidad y se empeñó en pasar toda la velada conmigo. Es un el Catalogue o f the Works o f A rt in the National Gallery o f Ireland de 1890, redac­
hombre muy original, tanto en su comportamiento como en sus ideas, y también tado por él y que utiliza el manual de Kugler, revisado detalladamente por Layard
a ti te gustaría, pero congeniaría especialmente con nuestra Donna Laura. Me ha­ en 1887 bajo la supervisión de Morelli. La primera traducción inglesa de Morelli
bló del libro de Lermolieff, como si lo supiera de memoria, y se sirvió de él para apareció en 1883 (véase la bibliografía, Richter 1960). La primera historia de Hol­
hacerme muchas preguntas, lo que me halagó sobremanera. Esta mañana nos vol­ mes ( s t u d ) se publicó en 1887. Esto hace posible que Conan Doyle conociera el mé­
veremos a ver... » (Biblioteca Comunale di Bologna, Archiginnasio, Carteggio Min­ todo de Morelli a través de su tío. De todos modos, esta suposición no es esencial,
ghetti, XXIII, 54). dado que es obvio que la obra de Morelli no era el único vehículo de esas ideas.

4. Según Longhi 1967:234, Morelli fue «menos grande» que Cavalcaselle, «pero * 10. La única excepción es la del ensayo de Spector, que excluye, sin embargo,
aun así notable», y sugiere que sus «indicaciones materialistas» convertían «su pre­ la existencia de cualquier relación entre el método de Morelli y el de Freud (1969:82-83).
suntuoso método en superficial e inútil desde un punto de vista estético». (Sobre
las implicaciones de críticas como ésta, véase Contini 1972:117.) La desfavorable com­ 11. En La interpretación de los sueños se mencionan dos ensayos de Freud so­
paración con Cavalcaselle fue retomada, por ejemplo, por M. Fagiolo en Argan y bre su relación con «Lynkeus».
Fagiolo 1974:97, 101.
12. Véase Gombrich 1966. Es curioso que Gombrich no mencione aquí el pasa­
5. Croce (1946:15) criticó de Morelli su «sensualismo de los detalles inmediatos je de Freud sobre Morelli.
y dispersos».
13. La elección por Freud de este verso de Virgilio como lema ha sido interpre­
6. Véase Longhi 1967:321: «El sentido de la calidad, en Morelli, en el fondo, tada de diversas maneras: véase Schoenau 1968:61-73. La interpretación más con­
tan poco desarrollado o tan a menudo pervertido por la prepotencia de los simples vincente es la que ofrece E. Simón: el significado del lema es que la parte oculta,
actos del connoisseur...»; poco después define a Morelli incluso como «mediocre invisible, de la realidad no es menos significativa que la visible. Sobre las posibles
y funesto crítico de Gorlaw» (Gorlaw es la transcripción al ruso de Gorle, localidad implicaciones políticas del verso de Virgilio, usado ya por Lassalle, véase el magní­
cercana a Bérgamo donde vivía Morelli-Lermolieff). fico ensayo de Schorske (1980:181-207, especialmente 200-203).

7. Arnold Hauser (1959) hace una comparación más general entre los métodos 14. Véase la nota necrológica de Richter sobre Morelli (Morelli 1897:xviii): «esas
«detectivescos» de Freud y los de Morelli. pistas específicas [descubiertas por Morelli]... que un maestro deja por hábito y casi
inconscientemente...».
8. c a r d apareció por primera vez en The Strand Magazine V (enero-junio 1893).
Por Baring-Gould 1967:208, nos enteramos que The Strand publicó unos meses des­ 15. Véase también el apéndice bibliográfico a N. Meyer, The Seven Percent So-
pués un artículo anónimo sobre las diferentes variedades en la oreja humana («Ears: lution, una novela de éxito inmerecido en la que aparecen juntos Holmes y Freud
a chapter on», Strand Magazine VI, julio-dicbre. 1893). Baring-Gould considera que como personajes.
su autor podría haber sido Conan Doyle, que publicaba el tratado antropológico
de Holmes sobre las orejas. Pero este artículo sobre «Orejas» estuvo precedido por 16. Para una distinción entre síntomas y signos o indicios, véase Segre 1975:33;
otro sobre «Manos» firmado por Beckles Wilson (The Strand Magazine V, enero- Sebeok 1976.

155 156
24. El coniectorera un sacerdote adivino. Aquí y en otras ocasiones mis fuentes
son Timpanaro 1976, aunque le doy la vuelta, por así decirlo. En resumen, Timpa­
17. Véase Baring-Gould 1967:7ss. («Two doctors and a detective: Sir Arthur Co­ naro piensa que el psicoánalisis es demasiado parecido a la magia para ser acepta­
nan Doyle, John A. Watson MD, and Mr. Sherlock Holmes of Baker Street») sobre ble; mientras que yo sugiero que no sólo el psicoánalisis, sino la mayoría de las de­
John Bell, el médico que inspiró el personaje de Holmes. Véase también Doyle 1924:25- nominadas ciencias humanas o sociales tienen sus raíces en una epistemología adi­
26, 74-75. vinatoria de la construcción del saber (véase la última sección del presente artículo).
f
La tendencia individualizadora como la magia, y el carácter individualizador de las
18. Véase también Etiemble (1973), donde arguye, de manera convincente aun­ dos ciencias de la medicina y la filología fueron ya señalados por Timpanaro 1974:
que paradójica, que los hombres aprendieron primero a leer y después a escribir.
71-73.
Sobre el tema de manera más general, véase Benjamín 1955, en especial el capítulo
sobre las facultades miméticas.
25. En Bloch 1945 hay un pasaje memorable sobre el carácter «probable» (es
19. Sobre los vínculos entre escritura y adivinación en China, véase Grenet 1963, decir, no seguro) del saber histórico. Su naturaleza indirecta, dependiente de huellas
especialmente 33-38. o indicios, es subrayada por Pomian (1975:935-952), quien evoca implícitamente las
consideraciones de Bloch sobre la importancia del método crítico elaborado por la
20. La referencia es al tipo de inferencia que Peirce definió como «presuntiva» congregación benedictina de san Mauro. El ensayo de Pomian, muy rico en obser­
o «abductiva», distinguiéndola de la inducción simple. Por otra parte, Bottéro vaciones agudas, termina con una breve reflexión sobre las diferencias entre «histo­
(1974:89) subraya los elementos «deductivos» de las artes adivinatorias mesopotá- ria» y «ciencia»: no se menciona el enfoque más o menos individualizante de los
micas. Esta definición simplifica excesivamente (hasta el punto de deformarla) la varios tipos de saber (1975:951-952). Sobre los nexos entre la medicina y el saber
complicada trayectoria que el propio Bottéro reconstruye tan bien. La simplifica­ histórico véase Foucault 1977:45; pero para otro punto de vista véase Granger
ción parece ser consecuencia de una definición demasiado restringida y parcial de 1960:206ss. La insistencia sobre el carácter individualizador del conocimiento histó­
«ciencia», desmentida, sin embargo, por la significativa analogía entre adivinación rico suena sospechosa, porque con excesiva frecuencia ha estado asociado al inten­
y medicina, una disciplina que casi carece de carácter deductivo. El paralelo pro­ to de basar el conocimiento histórico en la empatia, o de identificar la historia con
puesto aquí entre las dos tendencias de la adivinación mesopotámica y el carácter el arte, y cosas así. Por supuesto, estas páginas están escritas con una intención com­
mixto de la escritura cuneiforme surge de algunas de las observaciones de Bottéro. pletamente diferente.

21. Véase Diller 1932:14-42, especialmente 20ss. Su contraposición entre enfo­ 26. Sobre las repercusiones de la invención de la escritura, véase Goody y Watt
que analógico y semiótico precisa de una corrección, interpretando este último como 1962-63, y 1977. Véase también Havelock 1973. Para la historia de la crítica textual
un «uso empírico» de la analogía: véase Melandri 1968:25ss. Según Vernant 1974:19, después de la invención de la imprenta, véase Kenney 1974.
«el progreso político, histórico, médico, filosófico y científico implica una ruptura
con una mentalidad basada en la adivinación». En este pasaje, da la impresión de 27. La distinción propuesta por Croce entre espressione y estrinsecazione artísti­
que Vernant identifica adivinación con la adivinación inspirada: véase no obstante ca capta, aunque sea en términos mistificados, el proceso histórico de desmateriali­
p. 11, sobre la dificultad de explicar la coexistencia, incluso en Grecia, de la adivina­ zación del concepto de texto que he tratado de delinear aquí. La extensión de esta
ción inspirada y la analítica. En la p. 24 se sugiere una desvalorización implícita distinción del Arte, con mayúscula, obvia desde el punto de vista de Croce, me pa­
de la sintomatología hipocrática (véase, sin embargo, Melandri 1968:251, y sobre rece insostenible.
todo Vernant y Détienne 1978).
28. Véase Timpanaro (1963:1), quien señala que una disciplina que antes del si­
22. Véase Vegetti 1965:22-23. El fragmento de Alcmeón se encuentra en Timpa-
glo diecinueve era más un «arte» que una «ciencia», en tanto que se basaba en con­
naro Cardini 1958, I:146ss.
jeturas (emendatio), se volvió más científica a través del desarrollo de la recensio.
23. Acerca de todo esto véase el completo estudio de Détienne y Vernant (1978).
Se hace alusión a las características adivinatorias de Metis (pp. 104ss.), pero véase 29. Véase el aforismo de Bidez citado en Timpanaro 1976.
también, para las conexiones entre los diversos tipos de saber detallados aquí y la
adivinación, pp. 145-149 (a propósito de los marineros) y pp. 270ss.; sobre la medi­ 30. Véase Garin 1961: 451-464, donde discute la interpretación, propuesta por
cina, véase a partir de p. 297; sobre las relaciones entre los seguidores de Hipócrates Curtius, de éste y otros pasajes de Galileo desde un punto de vista similar al mío.
y Tucídides, véase Vegetti 1965:59 y Diller 1932:22-23. Los vínculos entre medicina
e historiografía pueden indagarse en sentido inverso; véanse los estudios sobre la 31. Sobre Cesi y Ciampoli, véase más abajo; sobre Faber, véase Galilei 1935, XIII:
«autopsia» citados por Momigliano 1975:45. La presencia de mujeres en el domi­ 207.
nio de Metis es estudiada en Détienne y Vernant 1974:20 y 267, y será abordada
en la ^versión definitiva de este trabajo. 32. Como Rossi, Naude también tildó a Mancini de ateo cabal («grand et par-
fait Athée») (Pintard 1943, 1:261-262).

157 158
33. Mancini 1956-1957. Mahon subraya (1947:279ss.) la importancia de Manci-
ni como entendido de arte. Hess 1968 está lleno de buenas referencias, pero sus con­ écrit sur de sujets de néant». En su Discorso sulla pittura, escrito antes del 13 de
clusiones son demasiado esquemáticas. noviembre de 1619 (véase nota 38), Mancini decía: «La propiedad individual de la
escritura ha sido tratada ya por aquel noble espíritu que pasa por las manos de mu­
34. En la p. 82 cuenta como un diagnóstico correcto de Mancini (el enfermo chos hombres, ha intentado demostrar y decir las causas de esta propiedad, y ade­
era el papa Urbano VIII) fue definido como clarividencia o profecía (seu vaticina- más, por la manera de escribir, ha intentado dar preceptos sobre el temple y las cos­
tío, seu praedictio). tumbres de quien escribe, cosa curiosa y bella, pero un poco restringida.» 1956-57:306-
307. (He sustituido «astratta» (abstracto) por «astretta» (restringida) en base al ms.
35. El grabado plantea problemas diferentes de los de la pintura. Actualmente, 1698 (60) de la Biblioteca Universitaria de Bolonia, c. 34 r.) La identificación con
en general, existe una tendencia a alejarse de la obra de arte única (los «múltiples» Baldi sugerida arriba se enfrenta con dos dificultades: (1) la primera edición impre­
son un obvio ejemplo de ello); pero hay también otras tendencias que confirman sa del Trattato de Baldi apareció en Carpi en 1622 (de modo que, en 1619, no podía
la importancia de la irrepetibilidad (de actuaciones y happenings, no de obras, como haber pasado «por las manos de muchos hombres»); (2) en su Discorso, Mancini
con el «body art» y el «land art»). habla de un «noble espíritu», en sus Considerazioni de «nobles ingenios». Ambas
dificultades desaparecen, no obstante, al leer la advertencia del impresor en la pri­
36. Todo esto se basa, por supuesto, en Benjamin (1955), quien, no obstante, mera edición del Trattato de Baldi: «El autor de este pequeño tratado, cuando lo
sólo habla de obras de arte figurativo. Gilson 1958:93 y especialmente 95-96 contra­ hizo, no tuvo nunca la intención de que se viera en público: pero ya que determina­
pone su carácter único —con una especial insistencia en la pintura— a la reproduc- da persona, que hacía de Secretario, con muchos escritos, cartas, y composiciones
tibilidad de los textos literarios. (Debo esta referencia a Renato Turci.) Aunque Gil- de otros, lo había hecho publicar bajo su nombre, he creído ser hombre de bien ha­
son la trata como una diferencia intrínseca, no histórica, como intento mostrar aquí. ciendo que la verdad aparezca y se dé lo suyo a quien se debe.» Mancini por lo tan­
Un caso como el del pintor De Chirico que «falsifica» sus propias obras, demuestra to vio en primer lugar el «librito» impreso por el «Secretario» (no he podido iden­
que la fe de hoy en el carácter absolutamente único de una obra de arte dada tiende tificarlo) y después el Trattato de Baldi, que de todos modos circulaba en una ver­
a desplazar la idea de la propia individualidad biológica del artista. sión manuscrita, ligeramente diferente de la impresa (véase Biblioteca Classense
Ravena, ms. 142, que incluye también otros escritos de Baldi).
37. Al final de la cita he sustituido «pittura», (pintura), por «scrittura» (escri­
tura), según requiere el contexto. 40. Véase pp. 25-28. El pasaje aparece señalado por Schlosser 1924, como pre­
sagio del método de Morelli.
38. Estas son mis razones para mencionar a Allacci. En otro pasaje, parecido
al citado aquí, Mancini habla de «los bibliotecarios, en particular los de la Vatica­ 41. Véase, por ejemplo, Scalzini (1585:20): «quien se acostumbra a escribir así,
en poquísimo tiempo pierde la rapidez y franqueza natural de la mano ...»; Cresci
na», capaces de fechar manuscritos antiguos, tanto griegos como latinos (1956-57,
(1622:84): «... no hay que creer que estos trazos, que en sus obras presumen de ha­
1:106). Ninguno de estos dos pasajes figura en la versión abreviada, conocida por
ber hecho de un solo movimiento de la mano con muchas fiorituras ...», etc.
el Discorso sulla pittura, que Mancini terminó antes del 13 de noviembre de 1619 {ibid.:
xxx; el texto del Discorso, 291ss.; la parte sobre «reconocimiento» de las pinturas
42. Cf. Scalzini (1585:77-78): «Pero digan por favor esos tales, que con regla y
327-330). Allacci fue nombrado «scriptor» en la Vaticana a mediados de 1619 (Odier
tinta reposadamente escriben, si estuvieran al servicio de algún Príncipe o Señor,
1973:129; recientes estudios sobre Allacci se indican en 128-131). En la Roma de aquella
al cual hiciera falta, como ordinariamente suele ocurrir, escribir en cuatro y cinco
época, sólo Allacci tenía el conocimiento paleográfico de los manuscritos latinos horas 40 y 50 largas cartas, y que fueren llamados a escribir en la estancia, ¿en cuánto
y griegos que Mancini describe. Acerca de la importancia de las ideas de Allacci tiempo cumplirían tal servicio?» (La polémica tiene como blanco innominados «maes­
sobre paleografía véase Casamassima 1964:532, quien también menciona el nexo tros vanagloriosos», acusados de difundir un tipo de escritura oficial lento y fatigoso.)
Allacci-Mabillon, aunque nos promete referencias más amplias en una continua­
ción que, desgraciadamente, no llegó a aparecer. En el epistolario de Allacci, conser­ 43. «... este libro, que la Naturaleza mantiene abierto ante todo aquel que tenga
vado en la Biblioteca Vallicelliana de Roma, no hay rastro de relaciones con Manci­ ojos en la cara y en el cerebro» (citado y comentado en Raimondi 1974:23-24).
ni, aunque es indudable que ambos formaban parte del mismo círculo intelectual,
como demuestra su respectiva amistad con G.V. Rossi (véase Pintard 1943). Para la 44. Véase Bottéro 1974:101, aunque él atribuye la menor frecuencia del uso en
amistad entre Allacci y Maffeo Barberini antes de que éste fuera elegido papa (Ur­ adivinación de minerales o vegetales, o incluso, hasta cierto punto, de animales, a
bano VIII, del que Allacci se convirtió en bibliotecario), véase Mercati 1952:26, n. su presunta «pauvreté formelle», antes que, más simplemente, a una actitud antro-
I. Mancini, como ya he dicho, fue el médico de Urbano VIII. pocéntrica.

39. Sobre Baldi, quien escribió también unos tratados sobre fisiognómica y adi­ 45. Estas páginas forman parte de una sección redactada por Giovanni Faber,
vinación, véase Tronti 1963, el cual termina por citar con aprobación la desdeñosa lo que no queda claro en la portada. Existe un excelente comentario sobre este volu­
observación de Moréri: «on peut bien le mettre dans le catalogue de ceux qui ont men, que subraya su importancia, en Raimondi (1974:25ss.).

159 160
46. Mancini (1956-1957, 1:107) remite a un texto de Francesco Giuntino sobre cia de la operación profética no se encuentra en su relación hacia el pasado o hacia
el horóscopo de Durero. (El editor de Considerazioni 11:60, n. 483, no identifica el futuro con el transcurso del tiempo, sino en el hecho de percibir lo que está al
d texto; pero véase Giuntino 1573: 269 v.) margen de la esfera del conocimiento inmediato; la visión de lo que es invisible para
el sentido natural del vidente». Y véase Gombrich 1969:35ss.
47. Fue el propio papa Urbano quien insistió en que la descripción ilustrada
fuera publicada, Lynceo 1651:599. Sobre el interés de ese grupo por la pintura de 58. En la p. 25 la «joven teoría» del joven Lecoq se contrasta con la «vieja prác­
paisajes, vease Ottani Cavina 1976:139-144. tica» del viejo detective Gévrol, «campeón de la policía positivista» (p. 20) que se
detiene en las apariencias y que, por lo tanto, no consigue ver nada.
48. Véase el interesante ensayo de Raimondi (1974), que, aun siguiendo a White-
head, tiende a quitar importancia a la oposición entre los dos paradigmas, el abstracto- 59. Sobre el prolongado éxito popular de la frenología en Inglaterra (cuando
matemático y el concreto-descriptivo. Sobre el contraste entre la ciencia de Bacon la ciencia oficial la desdeñaba) véase Giustino 1975.
y la ciencia clásica, véase Kuhn 1975.
60. «Mis investigaciones me llevaron a la conclusión ... que la anatomía de la
49. Sobre este tema, que aquí apenas se trata, véase el interesante libro de Hac- sociedad civil hay que buscarla en la economía política» (Marx, Prefacio 1859 a
king (1975). También es muy útil Ferriani (1978). Contribución a la crítica de la economía política).

50. Abordo aquí, aunque con un sentido algo diferente, algunas consideracio­ 61. Zerner (1978) sostiene, según este pasaje, que Morelli distinguía tres niveles:
nes de Foucault (1977b:167-169). (a) el de las características generales de la escuela pictórica, (b) el de los detalles
característicos del pintor, revelados en manos, orejas, etc., y (c) el de los manieris­
51. Véase Winckelmann 1954, 11:316 (carta del 30 de abril de 1763 a G.L. Bian- mos introducidos no intencionadamente. De hecho, (b) y (c) podrían combinarse, como
coni en Roma) y nota sobre 498. La alusión a los «pequeños discernimientos» en sugiere el propio Morelli al hablar del «exagerado pulgar de la mano de los hom­
Winckelmann 1952, 1:341. bres» que se repite en las pinturas de Tiziano, «error» que un copista hubiera evita­
do (1897:174).
52. Esto es cierto no sólo en el caso de novelas sobre la vida primitiva y su desa­
rrollo (Bildungsromanen). Desde esta perspectiva, la novela es la sucesora de la fá­ 62. Algún eco de las páginas de Mancini comentadas aquí pudo haber llegado
bula. Véase Propp 1946. a Morelli a través de Baldinucci (1681:7-8) y de la. historia del arte italiano de Lanzi
(Lanzi 1968). Hasta donde sé, Morelli no menciona nunca las Considerazioni de
53. Sobre Sercambi véase pp 347ss. El artículo de Cerulli sobre los orígenes y Mancini.
la difusión del Peregrinaggio debe de integrarse en lo que se sabe acerca de los orí­
genes orientales del relato, y su posterior consecuencia indirecta (a través de Zadig) 63. En 1885, la ley Waldeck-Rousseau decretó prisión para delincuentes de lar­
en la novela policíaca. go historial, y la expulsión para aquellos que se consideraban incorregibles. Véase
Perrot 1975:68.
54. Cerulli menciona traducciones al alemán, francés, inglés (del francés), da­
nés (del alemán). Esta relación puede que esté revisada y tal vez ampliada, en un 64. La estigmatización fue abolida en Francia en el año 1832. El conde de Mon-
libro que no he podido ver (Remer 1965) en cuyas pp. 184-190 da una lista de edicio­ tecristo es del año 1844, como Los tres mosqueteros (ambos de Alejandro Dumas);
nes y traducciones. (Véase Heckscher 1974:131, n.46). Los miserables, de Víctor Hugo, es de 1869. La lista de ex-presidiarios en la literatu­
ra de esa época podría ampliarse, tanto en lo que respecta a Francia (Vautrin, etc.),
55. Esto desarrolla una alusión contenida en Heckscher 1967:245, n. 11. Ambos como a Gran Bretaña, especialmente con Dickens.
artículos de Heckscher son extremadamente ricos en ideas y referencias; examinan
los orígenes del método de Aby Warburg desde un punto de vista muy similar al 65. Bertillon 1893b: xlviii: «Pero donde los méritos de la oreja para la identifi­
mío en el presente artículo. En una versión posterior tengo el propósito de seguir cación aparecen más claramente es en los casos en que el tribunal requiere una se­
el rastro de Leibniz sugerido por Heckscher. guridad de que una vieja fotografía determinada ‘representa sin lugar a dudas la
persona aquí presente’ ... no existen dos orejas idénticas y ... si la oreja se corres­
56. Véase en general Messac 1929 (excelente, aunque hoy algo pasado de moda). ponde, es prueba necesaria y suficiente de que la identidad también se corresponde,
Sobre el nexo entre el Peregrinaggio y Zadig véase pp. 17ss.; también pp. 211-212. ‘excepto en el caso de mellizos’.» Y véase también Bertillon 1893a (que acompaña
la obra precedente), lámina 60b. Sobre la admiración de Bertillon por Sherlock Hol­
57. Véase Huxley 1881:128-148. (Se trata de una conferencia pronunciada el año mes, véase Lacassin 1974, 1:93 (que, en la nota 8, también cita el pasaje sobre las
anterior. Llegué a él por una referencia en Messac 1929.) En la p. 132, Huxley expli­ orejas citado antes).
ca que «incluso en el sentido más restringido de ‘adivinación’ es obvio que la esen­

161 162
UNIDAD 3

Los usos de la ciencia. Tecnociencia y transformaciones sociales. Ciencia aplicada y


mundo cultural. Producción y contexto de aplicación de la investigación científica.
Utopías y revoluciones. El progreso científico: ocultamiento o ideología. Imaginario,
mercado e inversión en la producción de conocimiento. El problema de la eticidad.

Bibliografía:

 Baudrillard, Jean (2002) La ilusión vital. Madrid: Siglo XXI, pp. 3-25 (capítulo
1: “La solución final: la clonación más allá de lo humano y lo inhumano”).

 Bourdieu, Pierre (2000) Los usos sociales de la ciencia. Buenos Aires: Nueva
Visión, pp. 43-57 (fragmento: “La ciencia y los doxófobos”).

 Feyerabend. Paul (1982) La ciencia en una sociedad libre. Madrid: Siglo XXI,
pp. 111-113 (fragmento: “El hombre de la calle puede y debe supervisar la
ciencia”).

 Foucault, Michel (1996) La vida de los hombres infames. Buenos Aires:


Altamira, pp. 21-35.
LA VIDA DE LOS
HOMBRES
INFAMES

1
© Editorial Altamira Calle 49 N° 540 La Plata, Argentina & (54-21) 21 85 00
Edición y traducción:
Julia Varela y Fernando Alvarez-Uría
Prólogo y bibliografía: Christian Ferrer
Diseño de tapa: Virginia Membrini
Diagramación: Cutral
ISBN: 987-9017-03-X
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
Impreso en Argentina

2
2. Médicos, jueces y brujos en el siglo XVII

Los etnólogos saben perfectamente que la medicina puede ser analizada desde el punto
de vista de su funcionamiento social, y dicho análisis no concierne exclusivamente a la
persona del médico -con su poder, sus secretos, sus amenazas, sus prescripciones y toda la
fuerza inquietante que posee- sino también a las formas que adopta su práctica y a los
objetos que pueden ser medicalizados. Cada cultura define de una forma propia y particular
el ámbito de los sufrimientos, de las anomalías, de las desviaciones, de las perturbaciones
funcionales, de los trastornos de conducta que corresponden a la medicina, suscitan su
intervención y le exigen una práctica específicamente adaptada. En último término no
existe un ámbito que pertenezca de pleno derecho y de modo universal a la medicina.
La medicina del siglo XIX creyó que establecía lo que se podría denominar las normas de
lo patológico, creyó conocer lo que en todos los lugares y en todos los tiempos debería ser
considerado como enfermedad, creyó poder diagnosticar retrospectivamente todo aquello
que debería haber sido discernido como patológico pese a que se le confirió, por ignorancia,
un estatuto distinto. La medicina de hoy ha llegado a ser consciente de la relatividad de lo
normal y de las considerables variaciones a las que se ve sometido el umbral de lo
patológico: variaciones que radican en el propio saber médico, en sus técnicas de
investigación y de intervención, en el grado de medicalización alcanzado por un país, pero
también en las normas de vida de la población, en su sistema de valores y en sus grados de
sensibilidad, en su relación con la muerte, con las formas de trabajo impuestas, en fin, con
la organización económica y social. En último término la enfermedad es, en una época
determinada y en una sociedad concreta, aquello que se encuentra práctica o teóricamente
medicalizado.
Ya es hora de que esta nueva conciencia de la medicina pase a ser objeto de análisis
histórico. Durante demasiado tiempo la historia de la medicina ha sido una cronología de
los descubrimientos: se contaba cómo la razón o la observación habían triunfado sobre los
prejuicios, sorteando los obstáculos e iluminando las verdades ocultas. En realidad, si de
verdad se quiere que la historia de las ciencias o de las ideas adquiera un mayor rigor y
pueda articularse con otras disciplinas tales como la sociología o la historia económica, es
preciso sin duda alguna desplazar su territorio tradicional y sus métodos. Hay que intentar -
sin que se pueda evidentemente lograrlo por completo- etnologizar la mirada que nosotros
dirigimos sobre nuestros propios conocimientos: captar no sólo la forma mediante la cual se
utiliza el saber científico, sino también el modo en el que son delimitados los ámbitos que
este saber científico domina, así como el proceso de formación de sus objetos de
conocimiento y el ritmo de creación de sus conceptos. Hay que restituir, en el interior de
una formación social, el proceso mediante el cual se constituye un "saber", entendiendo
éste como el espacio de las cosas a conocer, la suma de los conocimientos efectivos, los
instrumentos materiales o teóricos que lo perpetúan. De este modo la historia de una ciencia
ya no será la simple memoria de sus errores pasados, o de sus medias verdades, sino que
será el análisis de sus condiciones de existencia, de sus leyes de funcionamiento y de sus
reglas de transformación.

13
Veamos un ejemplo de lo aquí descrito. En otro lugar tuve la ocasión de estudiar cómo la
sociedad europea, desde el siglo XVI al XIX, había redefinido los límites de la locura: todo
un territorio de la "sinrazón" (que había dado origen a nuevas divisiones sociales, éticas y
religiosas) se vio entonces medicalizado. Quisiera centrarme ahora en el caso específico de
la brujería y de la posesión. Clásicamente se admite que ambas son casos patológicos que
no fueron reconocidos como tales en su momento, de donde se derivan dos tipos de
cuestiones: ¿cuáles eran entonces esas enfermedades -paranoia, psicosis alucinatoria,
histeria, neurosis obsesiva-... que podían presentar semejantes rasgos? ¿Cómo pudieron los
médicos descubrir la verdad y arrebatar a esos enfermos de la ignorancia de sus
perseguidores? El problema que yo planteo es más bien cómo los personajes de brujos o
poseídos que estaban perfectamente integrados, incluso en esos rituales que los excluían y
los condenaban, pudieron convertirse en objetos de una práctica médica que les confería un
estatuto muy diferente y los excluyó insertándolos en otro mundo. La base de esta
transformación no hay que buscarla en un progreso de la ilustración, sino en el juego de los
procesos propios de una sociedad.
La comedia cuenta con seis personajes: el juez, el cura, el fraile, el obispo, el rey, el
médico, a quienes hay que añadir una X extraída del coro de la ciudad, figura anónima y sin
rostro a quien cada episodio proporcionará rasgos, caracteres y nombres diferentes. Al final
de la obra -tras haber sido víctima o agente de Satanás, espíritu perverso y lúbrico, herético
obstinado, carácter débil y crédulo, tras haber sido encarcelado, torturado, quemado,
arrojado con los mendigos y los disolutos en las casas de reclusión-, se perderá en el siglo
XVIII-como si fuese un personaje de Aristófanes- en la nebulosa de los "humores". El siglo
XIX le conferirá de nuevo un cuerpo anatómicamente consistente en el que se trazarán los
rasgos de los caminos imaginarios y las figuras simbólicas de la histeria. Pero ésta es otra
historia.
Cuando el telón se levanta a finales del siglo XVI mostrando al poseído y al brujo, el
médico formaba ya parte del elenco de los personajes principales, y se había opuesto
claramente a la tradición religiosa (recuérdese la larga polémica establecida entre
inquisidores, por ejemplo, los autores del Malleus maleficarum, y médicos tales como Jean
Weyer). Conviene sin embargo no precipitarse: el médico de entonces no demostraba que el
diablo era simplemente una alucinación, sino que quería probar que su modo de acción no
consistía en aparecer realmente adoptando la figura de un macho cabrío o transportando
realmente las brujas al sabbat, sino actuando sobre los cuerpos, los humores y las mentes
de los sujetos más frágiles (los ignorantes, las doncellas, las viejas cascarrabias) para
obnubilarlos y hacerles creer que asistían a la misa blasfematoria en donde adoraban a la
Bestia inmunda. Para Jean Weyer la acción del diablo existía, se desarrollaba en la
intimidad del cuerpo y no sobre el teatro del mundo; el instrumento de esta acción era la
enfermedad, enfermedad provocada por los poderes diabólicos. Contra esta tesis
reaccionaron coaligados los hombres de la Iglesia, seguidos con mucha reticencia y no
pocas discusiones por los jueces. Es entonces cuando se produce un cambio de escena. 1
Es un error considerar los asuntos de brujería del siglo XVII, a partir de los procesos de la
Inquisición, como el signo de que se había producido un retorno al viejo terror religioso y
que la justicia de los Parlamentos se vio de nuevo sometida a las exigencias de la Iglesia.
Tampoco sería exacto ver en el recrudecimiento de estos procesos un efecto directo de la
Contrarreforma, o la exasperación de una conciencia religiosa triunfante de nuevo tras sus
luchas contra el protestantismo. El examen de los hechos revela, más bien por el contrario,

14
que los grandes procesos de brujería y de posesión demoníaca que tuvieron lugar a finales
del siglo XVI y comienzos del XVII han puesto siempre de relieve una situación de conflicto
entre Iglesia y Parlamento 2. He aquí dos muestras que ilustran bastante bien las reticencias
de los Parlamentos, justo inmediatamente después de las guerras de religión, para mantener
fielmente la severidad que la Iglesia exigía desde los comienzos de la Inquisición.
En 1598 el Tribunal de Angers a petición del fiscal había condenado a muerte al joven
Roulet, acusado de haberse transformado en lobo y de haberse comido a un niño:
"interrogado acerca de cuántos niños había devorado, respondió que varios y que el primero
que mató fue en la aldea de Fregne, próxima a Bournanlt; preguntado si reconocería al
niño, dijo que sí y que lo había comido por todo el cuerpo, y más arriba, incluso en la
cabeza... y confesó que ésta fue la causa de que muriese así, devorado, y señaló con el dedo
y ante la vista del Sr. Juez por donde lo había cogido, por el vientre y los muslos" 3. El
Tribunal de París intervino por vía de apelación y consideró que había en todo esto "más de
locura en ese pobre miserable idiota que de malicia y sortilegio"; dicho Tribunal ordenó
que fuese conducido a Saint Germain-des- Prés "para que fuese instruido y enderezado su
espíritu y guiado hacia el conocimiento de Dios que la extrema pobreza le había hecho
desconocer"4. Algunos años más tarde el Tribunal de Burdeos juzgó esta vez otro caso
análogo; una vez más los hechos quedaron probados siguiendo el procedimiento habitual; el
acusado había confesado; se trataba de un joven pastor que proporcionó precisiones
suplementarias acerca de su propio crimen: "se jactaba de que había sido él quien se había
abalanzado sobre la dicha Margarita, transformado en lobo y que la hubiese comido si ella
no se hubiese defendido con un palo, del mismo modo que había comido, según decía, a
dos o tres niños o niñas". La propia confesión no fue considerada prueba suficiente; tuvo
lugar un careo con su víctima: "se reconocieron inmediatamente y él la identificó de entre
cuatro o cinco chicas y mostró sus heridas en presencia de los funcionarios de justicia ya
que no estaba completamente restablecida de una herida en la boca y otra en la parte
izquierda del mentón". A pesar de tantas precisiones y sin poder poner en duda por otra
parte la exactitud de lo ocurrido ni tampoco la culpabilidad del joven, el Tribunal de
Burdeos no lo condenó a muerte alegando que era "tan estúpido e idiota que los niños de
siete y ocho años manifiestan ordinariamente por lo general más juicio que él" y añadía que
estaba tan "mal nutrido en todos los sentidos, y tan bajo de estatura, que si no fuese por su
edad se creería que tenía diez años". El Tribunal, no deseando en absoluto "desesperar de
su salvación, ordena que sea encerrado en un convento durante toda su vida" 5.
Todos estos dictámenes se oponen a una amplia jurisprudencia civil y religiosa y
contradicen las célebres conclusiones de Bodino 6, directamente relacionadas con las
protestas formuladas por Jean Weyer: "Si en algún momento uno se encuentra con lobos
peligrosos... hay que pensar que son verdaderos lobos, atormentados y movidos por los
diablos para desencadenar este tipo de tragedias, ya que los diablos se sirven de sus
diversas incursiones y vagabundeos para intervenir en los órganos de la fantasía de los
locos licántropos, de los lobos monstruosos, por mucho que ellos piensen y confiesen ser
los autores de esas correrías y acciones desordenadas, pues hasta tal punto está corrompida
su imaginación"7. Si en sus sentencias los Tribunales de justicia utilizan conceptos
médicos, no es tanto para cuestionar la realidad de los hechos y la intervención demoníaca
cuanto para mostrar que dicha intervención únicamente ha podido producirse a partir de un
estado de irresponsabilidad -demencia o imbecilidad- y que están obligados por tanto, en
función de toda la jurisprudencia criminal, a tratar a los acusados como inocentes. El

15
ámbito que corresponde al demonio es exactamente la parte de la ilusión, de la debilidad y
de la imbecilidad, es decir el ámbito que, desde el derecho romano, es inaccesible a la pena.
Esta situación sin embargo se invirtió rápidamente y por completo. Desde hacía ya
varios años la Iglesia mostraba señales de poseer una conciencia crítica en relación con los
fenómenos de la brujería. El Sínodo de Reims de 1583 había indicado con gran precisión
las precauciones que era preciso adoptar antes de exorcizar a personas sospechosas de estar
embrujadas8. Los Parlamentos, por el contrario, retomaban la tradición de la severidad. A
finales del siglo XVI, cuando Marta Brossier era conducida de ciudad en ciudad y expuesta
como poseída, fueron las autoridades eclesiásticas quienes intervinieron y las actas
capitulares de los cabildos de Orleans y Cléry prohibieron "a todos los sacerdotes de esta
diócesis exorcizar a la dicha Marta Brossier bajo pena de suspensión a divinis"9. El obispo
de Angers, Charles Mirón, denunció la superchería y fue preciso, en fin, que el arzobispo
de París, tras haber ordenado que se realizase un examen médico 10, forzase la mano de los
Tribunales de París, que por su cuenta habían pedido un contraexamen pericial 11, para que
consiguiese un decreto por el que se reenviaba a Marta Brossier a su ciudad natal de
Romorantin12.
Estos primeros signos de una oposición, en función de la cual el renacido celo de los
tribunales se obstina contra el nuevo escepticismo de las autoridades de la Iglesia, anuncian
sin embargo, para los años venideros, un conflicto aún mucho más grave. ¿No resulta
sorprendente que la mayoría de los grandes procesos de brujería del siglo XVII hayan tenido
como víctimas principales a sacerdotes? ¿No es significativo que los curas se convirtiesen
cada vez con mayor frecuencia en la causa primera, y casi siempre en la única, de los
sortilegios? Tal fue el caso de todos los largos procesos que tuvieron lugar en el país del
Labour, mientras que en la época del Renacimiento casos semejantes resultaban bastante
excepcionales13. Lo mismo ocurre en Aix con Gaufridi y en Loudun con Grandier; los
sacerdotes se encuentran gravemente comprometidos en Louviers, Nancy, Ruan, signo sin
duda de que a finales del Renacimiento el sacerdote ha adquirido en la conciencia popular
poderes extraordinariamente ambiguos o que quizá no soporta ya esta ambigüedad por lo
que se practica, bajo una forma a veces violenta, la catarsis. Hay que reconocer también que
los tribunales se preocupaban sin embargo siempre de individualizar lo más posible la
responsabilidad del cura para proporcionarle un mayor protagonismo. De Lancre, que
pertenecía al Tribunal de Burdeos, en donde algunos años antes se había manifestado una
gran indulgencia para con un pastor, arremete sobre todo contra sacerdotes durante la gran
epidemia de 1610. Su conciencia del hecho es tan fuerte que incluso trata de buscar una
justificación. Recuerda a ese doctor de Poitiers condenado por haber rendido culto al
diablo: "los más doctos son las más peligrosos" 14. Argumenta incluso que la ley humana se
basta a sí misma allí donde la ley divina no ha sido suficientemente formulada ni resulta
suficientemente contundente; y es justamente la ley de los hombres la que exige que el
sacerdote, en razón del carácter sagrado de la persona, esté más purificado que ningún otro
de cualquier tipo de contaminación con la brujería. Es posible incluso que la Iglesia haya
aceptado con bastante facilidad la ambivalencia sagrada del sacerdote y que haya tolerado
en él silenciosamente un poder que participaba a la vez de lo divino y de lo demoníaco. La
conciencia civil de la burguesía administrativa sacrificó con gusto el equívoco esencial de
esos poderes en nombre de la razón de Estado: el poder del sacerdote debía de quedar
privado de sus peligrosas armas; era preciso que se redujese, se simplificase y entrase en
armonía con el bien de la sociedad: "es enormemente peligroso perdonar a un sacerdote de

16
los crímenes de brujería, magia y otros semejantes, y también a quien cuida de las almas
pues se trata de una clemencia mal entendida y enormemente peligrosa para la República"
15
. Toda una filosofía política sobre el papel del sacerdote se encuentra impresa en los
textos de De Lancre. A través de tantos procesos podemos percibir la dificultad con la que
el sacerdote (a quien la Edad Media y sobre todo el Renacimiento habían proporcionado un
sordo poder mágico, sobre todo en las provincias y en el campo, sirviéndose de todo un
conjunto de incertidumbres dogmáticas) se integra ahora en la sociedad que está en vías de
constituirse en el siglo XVII. Los tribunales, en nombre del mayor bien de la República,
emprenden un vasto trabajo de depuración y, retomando los temas de la Inquisición,
denuncian gustosos los poderes demoníacos de los brujos al enfrentarse a la influencia
oculta, un poco misteriosa y nunca del todo controlada que el sacerdote ejerce sobre su
grey.
Se comprende que, frente a esta ofensiva, la actitud de la Iglesia haya sido bastante
inestable. Parece que por lo general las órdenes religiosas jugaron gustosamente el papel de
acusadores bien por el deseo, en su actividad misionera, de denunciar escándalos y de
suscitar milagros, bien por hostilidad contra el clero secular y como modo de limitar su
influencia. Fueron las capuchinos en realidad quienes organizaron las "giras" de Marta
Brossier, y los jesuitas quienes se esforzaron en convencer al cura Grandier de brujería y de
pacto satánico. La Iglesia secular, menos celosa en la lucha por la Contrarreforma, aunque
hay que tener en cuenta las circunstancias locales que podían hacer cambiar su actitud,
presenta, por el contrario, un escepticismo bastante metódico frente a todas las creencias en
las posesiones demoníacas. Hemos señalado la actitud del obispo de Angers y del arzobispo
de París respecto de Marta Brossiers, y son muy conocidas, y con frecuencia extrapoladas
al siglo XVI, las palabras del cardenal de Ossat quien afirmaba que "los efectos de la
melancolía y los de la posesión no son siempre fáciles de deslindar" 16. Zacchias pensaba
que muchos aparentemente poseídos no son en realidad más que melancólicos; pero de
todos modos resulta indudable que para él no existían verdaderos poseídos sin una
predisposición que les venía de un humor atribuido a la bilis negra; y la confirmación de
ello es que muchos médicos, como Del Río, han podido comprobar que incluso tras los
exorcismos eran necesarios, para curar a los poseídos, los remedios de la medicina 17. En
fin, fueron las autoridades eclesiásticas quienes pidieron a las Facultades de Medicina
consultas e informes periciales: sirva de ejemplo el informe que en 1670 se solicitó a los
médicos de Montpellier, a quienes la Iglesia preguntaba si era preciso admitir como "signos
ciertos de posesión" esos fenómenos que parecen superar las leyes de la naturaleza y que
tan frecuentemente se producen entre los poseídos del demonio18. Está claro que las
autoridades seculares de la Iglesia manifestaban una gran desconfianza respecto del celo
mostrado por el clero regular y que, en numerosas circunstancias, los obispos apelaron a los
médicos para evitar la injerencia conjunta de los tribunales y de las órdenes religiosas19
Parece claro que de este sordo conflicto salió triunfante a fin de cuentas la Iglesia secular
que derrotó a los tribunales y a los regulares gracias a la intervención del poder real. En
numerosas ocasiones a comienzos del siglo XII el poder, bien por razones de política
general20, bien por razones de oportunidad 21, había optado por mantener los procesos de
brujería. No le complacía mucho, y ello por las mismas razones que explicaba De Lancre,
que los sacerdotes se sintiesen inmunes y que escapasen siempre del ámbito de las
jurisdicciones civiles; el control de los tribunales, el celo desplegado por los regulares,
contribuía sin duda a su tarea de reorganización civil de la vida religiosa; sin embargo, tras

17
los grandes conflictos que tuvieron lugar a mediados de siglo con los Tribunales y en su
esfuerzo por constituir una Iglesia galicana el poder cambió de actitud: intentó más bien
defender en la medida de lo posible los procesos incoados por brujería. La mayor parte de
los Tribunales cedieron a las presiones y en primer lugar el de París 22; los casos por
sortilegios se hicieron así cada vez más raros. Algunos Tribunales sin embargo se
obstinaron en su actitud: en 1670 el de Ruan, uno de los Tribunales más independientes
durante el siglo XVII, condenó a la hoguera a numerosos brujos, y a prisión a un buen
número de cómplices y sospechosos. En esta ocasión el rey intervino y lo hizo
directamente: ordenó al fiscal general sobreseer las ejecuciones, detener los procesos en
curso y conmutar las penas de muerte dictadas por el destierro a perpetuidad; ordenó
también al primer presidente del Tribunal "examinar la materia referente a los sortilegios
para dictaminar si la jurisdicción de ese Tribunal debe prevalecer sobre la que rige en el
Tribunal de París y en otros del Reino que dictaminan de un modo diferente" 23.
Los jueces de Ruan, sintiéndose atacados respondieron, a pesar de que la Iglesia
guardaba silencio, como si estos procesos de brujería no fuesen también asunto suyo o
mejor, como si tuviese interés en acabar con ellos. En su réplica el Tribunal de Ruan no
habla ya de religión, salvo a título de precaución y de advertencia irónica ("la piedad de Su
Majestad no tolerará sin duda que se introduzca durante su reinado una nueva opinión
contraria a los principios de la religión, en cuyo favor Su Majestad en todo momento ha
empleado gloriosamente sus mayores cuidados y sus armas"); los argumentos son de
carácter civil y se refieren a la estabilidad del Estado: no hay ninguna prueba de la
intervención demoníaca y pocas referencias acerca de los signos sensibles del
hechizamiento: pero en contrapartida se hace una doble y solemne advertencia: en todos los
tiempos la jurisprudencia muestra el cuidado que han prestado los Estados bien organizados
a castigar a los brujos; todavía hoy el pueblo se ve sometido por estos sujetos a un estado
de temor e inquietud: "las poblaciones gimen bajo el temor de las amenazas provocadas por
ese tipo de personas de quienes se derivan cotidianamente los peores efectos tales como
enfermedades mentales extraordinarias y sorprendentes pérdidas de los propios bienes" 24.
Por esta misma época Selden escribía en Inglaterra: "la ley contra las brujas no prueba
que éstas existan; sin embargo dicha ley castiga la malevolencia de esas gentes que se
sirven de semejantes métodos para quitar la vida a los hombres. Si alguien declarase que
haciendo girar tres veces su sombrero gritando Bzzz puede quitar la vida a una persona,
aunque no pudiese hacerlo, no dejaría por eso de ser justa la ley del Estado que condenase a
muerte a quien hiciese girar tres veces su sombrero y gritase Bzzz con la intención de privar
a alguien de su vida"25. El rey sin embargo estaba demasiado empeñado entonces en la
fidelidad de su Iglesia galicana como para escuchar estos argumentos; el 26 de abril de
1672 una orden del Consejo de Estado dispone que en toda la provincia de Normandía se
abran las puertas de la prisión para las personas que permaneciesen en ella por crímenes de
brujería. En esta misma orden se promete enviar una declaración "a todas la jurisdicciones
de Francia para regular los trámites que deben ser seguidos por los jueces en la instrucción
de los procesos por magia y sortilegio" 26. En realidad esos argumentos eran muy bien
entendidos por el rey pese a que el poder real no parece tenerlos en cuenta cuando son
formulados por los Tribunales; los entiende demasiado bien como para dejar en manos de
las jurisdicciones ordinarias la tarea de esta represión: el famosos caso de Poisons, muy
ligado a la brujería, lo confía a la Cámara del Arsenal; la represión cotidiana la reserva para
los oficiales de policía: supuestos poseídos, pretendidos brujos y magos se agruparon en el

18
Hospital General y en las casas de corrección. El problema de delimitar sus
responsabilidades ya no se plantea: herejía y buena fe, enfermedad, voluntad sinuosa,
ilusiones sugeridas hábilmente o recibidas ingenuamente, todo esto se confunde, al margen
de las decisiones jurídicas, en el interior del confuso mundo del internamiento. Sobre un tal
Luis Guillou, internado en Bicétre en 1704, los registros, haciendo gala de un
extraordinario breviario de contradicciones, dicen lo siguiente: "es uno de esos falsos brujos
cuya impiedad sacrílega es tan real como son sus secretos impertinentes y ridículos" 27.
La brujería es ya únicamente considerada en relación con el orden del Estado moderno:
la eficacia de la operación es negada, pero no la intención que implica, ni tampoco el
desorden que suscita. El ámbito de su realidad se ha transferido a un mundo moral y social.
La última fase de esta evolución es más simple. La época de finales del siglo XVII se
caracteriza en Francia por la represión de las minorías religiosas. Jansenistas y protestantes
respondieron a esas persecuciones mediante un movimiento de exaltación que desplegó un
intenso fervor religioso proclive al profetismo, a la organización de milagros, al éxtasis y a
los estados de trance. Se trata de un fenómeno tradicional característico de la mayoría de las
religiones oprimidas. Por diversas razones el poder real y la Iglesia se pusieron de acuerdo
para enfrentarse a los Tribunales que consideraban poco severos con los protestantes y
sospechosos de actuar en connivencia con los jansenistas. Las autoridades religiosas y
civiles apelaron entonces al testimonio de calidad de la medicina, por razones muy precisas.
Por una parte se trataba de negar a los ojos de las gentes el carácter sobrenatural de los
fenómenos y de convencerlas, en razón del equívoco que reinaba entre locura y simulación,
entre enfermedad y superchería, que se trataba de hechos que entraban todos en el ámbito
de posibilidades de la naturaleza. Lo que se pretendía era mostrar que ninguna fe religiosa
podía apoyarse en hechos semejantes. Pero por otra parte se trataba de evitar la posible
intervención, y más que probable indulgencia, de los Tribunales: la acusación de locura
permitía encerrar sin juicio a los culpables en casas de internamiento. Entre fanatismo y
locura se estableció así una equivalencia práctica de la que nos ofrecen pruebas con
frecuencia los archivos de las casas de corrección. En los historiales de Saint-Lazare se
habla de un hombre que fue encerrado por haber declarado, "empleando un tono profético,
que la misa no es un sacrificio, sino un sacramento". ¿Qué se puede decir de este hombre si
no es que "se trata de un insensato o de un fanático y que, por cualquiera de ambos títulos,
tendrá que permanecer largo tiempo en el lugar donde está"? 28.
La Iglesia sin embargo no podía contentarse con esos calificativos de "fanático" o
"insensato". Tenía que demostrar que el fanático era en realidad un insensato y que todos
los milagros, todos los fenómenos extraordinarios de los que se rodeaba, podían explicarse
apelando a los mecanismos mejor fundados de la naturaleza. En esta ocasión fue la propia
Iglesia quien se convirtió en la instancia más encarnizada de apelación al testimonio de los
médicos contra los fenómenos de éxtasis. En esta ocasión la Iglesia, que tan fácilmente
podía invocar la influencia demoníaca para explicar la herejía, desconfía de dicha
influencia y únicamente le concede un valor bastante reducido. Durante la guerra de los
"Camisards", Fléchier se dio cuenta de ello, de tal modo que sólo recurre a la explicación
satánica cuando se dirige a los sacerdotes de su diócesis29, pero cuando habla a los fieles lo
que invoca en realidad es el delirio y la locura: "secta plagada de ilusiones y engaños... que
pone en la mente y en la boca de los niños sus sueños y sus visiones y confunde sus
agitaciones y sus fantasías con las inspiraciones del Espíritu Santo" 30. Fléchier llega incluso
a proponer una explicación natural de los fenómenos de profetismo, mitad sociológica y

19
mitad fisiológica: "esas pobres gentes sólo oían hablar de este tipo de devociones; su
imaginación estaba inundada por ellas; en las asambleas llegaban a ver esas
representaciones en las que ellos mismos se deleitaban sin cesar. Se les ordenaba ayunar
durante varios días, lo que debilitaba su cerebro y los hacía más susceptibles de padecer
esas visiones hueras y esas vanas creencias. Las peregrinaciones que hacían de parroquia en
parroquia, de montaña en montaña, en donde pasaban los días y las noches alimentándose
con algunas manzanas o nueces, los espectáculos y las exhortaciones continuas para que lo
abandonasen todo a fin de pertenecer a la asamblea de los elegidos y de los fieles para
conseguir formular predicciones imaginarias, así como la pequeña gloria de verse situados
en una tarima, de ser escuchados como un oráculo, de hacer caer a más de mil personas por
tierra con sólo pronunciar una palabra, de consagrar, por así decirlo, sus extravagancias y
de confundir su general locura con una mezcla de algunos textos de la escritura mal
entendidos, en fin, todas estas cosas eran la causa de esa corrupción casi general" 31. Brueys
lo formulará con toda nitidez algún tiempo después: únicamente si no se conoce "la
máquina del cuerpo humano" se pueden confundir los fenómenos de fanatismo con "las
cosas sobrenaturales"... "bien es verdad que estos fenómenos son por lo general
simplemente una verdadera enfermedad" 32 .
Enfermedad en el sentido en el que es preciso entender este término en la época del
internamiento, es decir, un mundo atravesado completamente por maldad, mentira,
iniciación esotérica y superchería. El hecho de que los profetas de Vivarais o los que se
retorcían en convulsiones en Saint Médard fuesen enfermos no excluía, sino todo lo
contrario, la simulación. Su enfermedad se desplegaba siguiendo toda una jerarquía de
ilusiones, desde las que arraigan en las cabezas más fuertes hasta las que recibe
asiduamente el cerebro más débil y se imprimen físicamente en el interior de su desorden.
Muchas veces se acusó a Guillermo de Seve de haberse hecho regalar "un rebaño de
jóvenes de uno y otro sexo"... "a fuerza de obligarlos a ayunar tres o cuatro días a la semana
durante un mes secó su cerebelo, perturbó sus almas, y las llenó ampliamente de quimeras.
Y para que embaucasen mejor al pueblo moldeó sus cuerpos y les enseñó a adoptar
posturas que despertasen la admiración" 33. Estos análisis, inspirados en su totalidad por la
polémica católica, marcan ya el tono de los textos médicos que tratarán, algunos años más
tarde, los mismos problemas. Existe una línea continua que va desde la crítica religiosa a la
reducción patológica. Sirva de ilustración un texto de la Gazette d'Epidaure que parece ser,
para los que sufren convulsiones, la exacta continuación de lo que Louvreleuil escribía a
propósito de los fanáticos: "una joven, consumida por los vapores, fue misteriosamente
introducida en un amplio círculo en el que las cabezas más sobresalientes no estaban menos
recalentadas que la suya. En él se lamentaban de las desgracias de la Iglesia, de la verdad
empañada y se pedía el cumplimiento de las promesas del Todopoderoso... Nuestras
ofuscadas suspiran, gimen, una entra en trance, otra comienza a convulsionarse, una ríe,
otra llora, otra reza; se las golpea, se las sacude, se las presiona, se las atraviesa, se las
destroza, se las asa, y todo ello de forma que no se mata ni se daña a nadie" 34. Fue la propia
Iglesia quien exigió al pensamiento médico este positivismo crítico que un día iba a intentar
reducir toda la experiencia religiosa a la inmanencia psicológica. En cierto modo Fléchier
es responsable del artículo Fanatisme de la Enciclopedia que es enormemente equivoco.
Fanatismo "es el efecto de una falsa conciencia que abusa de las cosas sagradas y somete la
religión a los caprichos de la imaginación y al desarreglo de las pasiones... Se dice que un

20
jefe de policía, con el fin de acabar con el prestigio del fanatismo, resolvió, de común
acuerdo con el renombrado químico, parodiarlo sirviéndose de charlatanes de feria" 35.
El nacimiento del positivismo médico, los valores escépticos con los que se pertrechó,
cobran sentido en el interior de todo este conjunto de conflictos políticos y religiosos. El
positivismo no se desarrolló por su propia cuenta en simple oposición a "las
supersticiones". Desde sus orígenes se vio integrado en una trama compleja: los análisis
médicos se decantaban indiferentemente en una dirección o en otra. Fue preciso que se
produjese una polémica de más de un siglo, el peso de toda la autoridad magisterial de la
Iglesia 36 y la intervención del poder real para que la locura se convirtiese en heredera, en el
ámbito de la naturaleza, de todo un mundo de trascendencias que envolvieron en otro
tiempo la experiencia religiosa.
1
Los ejemplos han sido tomados exclusivamente del ámbito francés.
2
Brueys: Histoire du fanatisme de notre temps, 1737, ps. 6 y 7.
3
De Lancre: L'incrédulité el mécréance du sorülégepleinanent convaincue, 1622, p. 785 y
ss.
4
Ejemplo que muestra bien cómo en esta época estaba ya a punto de constituirse una
equivalencia recíproca entre la impiedad, la locura y la pobreza. La creación del Hospital
general conferirá una forma institucional a esta interdependencia.
5
De Lancre: De l'inconstance des mauvais auges, p. 305.
6
Bodino: De la démonomanie des sorciers; suivi de la Réfutation des opinions de Jean
Wier.
7
Jean Weyer, p. 25.
8
"Antequam ad exorcismum sacerdos se accingat, de obsessi hominis vita, conditione,
rama valetudine atque alus circunstantiis, diligenter inquiritur et cum prudentibus quibus
dam communicat. Falluntur enim aliquamdo nimium creduli et fallunt exorcistam non raro
melancholici, lunatici et magicis artibus impedid, cum dicunt se a doemone possideri atque
torqueri, qui tamen medicorum remedio potius quam exorcis, tamen ministerio indigent",
citado por Marescot, Discours veritable sur lefait de Marthe Brossier, p. 48.
9
Están fechadas el 17, 18 y 19 de septiembre de 1598
10
Intervinieron como expertos Marescot, Ellain, Hautin, Riolan y Durel.
11
Informe del 3 de abril de 1599, que concluye así: "Nos hemos visto obligados a llegar tan
lejos movidos por las leyes del discurso y de la ciencia, y nos hemos visto casi forzados a
creer a esta joven demoníaca, y al diablo que habita en ella, autor de todos estos efectos".
12
La propia Iglesia no se ponía de acuerdo en el caso de Marthe Brossier, y el abad de San
Martin, hermano del obispo de Clermont, viajó a Roma para abogar en favor de la posesión.
Lo hizo en vano, pues el cardenal de Offat no lo recibió.
13
Se cita como un hecho excepcional el caso de Guillaume de Lure, sacerdote y predicador,
condenado a muerte en Poitiers el 12 de diciembre de 1453 porque se había comprobado
que tenía un pacto con el diablo (citado por De Lancre, De l'inconstance, op. c, ps. 493-
494).
14
De Lancre: De l'inconstance, op. c., p. 493.
15
De Lancre. De l'ínconstance, op. c, ps. 523-524.
16
Citado en Apologie pour M. Duncan, p. 28.
17
Q. Médico-légales, L. II, Tit. I, q. 18, p. 46

21
18
Este cuestionario se refiere a: "el pliegue, encorvamiento y agitación del cuerpo, la
cabeza que toca en ocasiones la planta de los pies, la velocidad de los movimientos de la
cabeza hacia adelante y hacia atrás, la hinchazón súbita de la lengua y de la garganta, la
inmovilidad de todo el cuerpo, los chillidos o ladridos semejantes a los de un perro, el
hecho de responder en francés a preguntas hechas en latín, pinchazos de agujas realizados
sobre diversas partes del cuerpo sin que salga sangre".
19
Por ejemplo en el caso de Toulouse, que tuvo lugar en 1681-1682; cuatro jovencitas
presentaban "movimientos convulsivos, rigideces, hipo y vómitos, en cuyo interior se
encontraban agujas retorcidas". El Vicario general de Toulouse utilizó exorcismos fingidos
y acudió a los médicos. Los Tribunales se vieron obligados a intervenir.
20
Como sucedió en los procesos del país de Labour.
21
Tal fue probablemente lo que ocurrió en el asunto de Loudun.
22
Las últimas condenas importantes por brujería se remontan a la época de Enrique IV y a
la regencia de María de Mediéis: condena de Rousseau y de Pelu, en 1630; ejecución de
Leclerc, en 1615; condena de Leger, en 1616. Cf. La Menardaye: Examen et discussion
critique de l'histoire des diables de Loudun, p. 408
23
La Menardaye: op. c, p. 405
24
La Menardaye, op. c, ps. 405-406.
25
Citado por Huxley: Les diables de Loudun, p. 161.
26
Citado por Bayle: Dictionnaire, artículo "Grandier", T. II, p. 591.
27
B. N. de París. Fondos Clairambault, 985, p. 56. Para otros casos, cf. Arsenal, Archives
Bastille N™- 10.441, 10.545, 10.557, 10.590, 10.607, etcétera.
28
Clairambault, 986, ps. 21-22
29
Fléchier, carta del 3 de septiembre de 1703 a los sacerdotes de su diócesis: "Escucharon
la voz engañosa de los seductores. El aliento del demonio les pareció una inspiración del
Espíritu Santo. Enseñaron a sus hijos el arte de temblar y de predecir cosas vanas. En sus
asambleas se realizaron conspiraciones", Oeuvres postumes, 1712, T. I, p. 35
30
Fléchier, op. c, ps. 15-16.
31
Fléchier, "Fidele récit de ce qui s'est passé dans les assemblees des Fanatiques du
Vivarais", en Lettres choisies, 1735, T. I., ps. 370-371.
32
Brueys: Histoire dufanatisme de notre temps, prefacio, p. 20
33
Louvreleuil: Le Fanatisme renouvelé, ed. 1868, ps. 10-11.
34
Carta al autor de la Gazette d'Epidaure, firmado Prudhomme, n° XV T. I, 4 de mayo de
1761, ps. 115-116
35
Enciclopedia, art. "Fanalisme", firmado Deleyre
36
Fenómenos semejantes tuvieron lugar en los países protestantes. Véase la forma en que
han sido tratados los cuáqueros en Inglaterra y en los Países Bajos en la segunda mitad del
siglo XVII

22
I
LA SOLUCIÓN FINAL:

La ilusión vital
LA CLONACIÓN MÁS ALLÁ DE LO HUMANO
E INHUMANO

La cuestión concerniente a la clonación es la cuestión


Jean Baudrillard de la inmortalidad. Todos anhelamos la inmortali-
dad. Es nuestra fundamental fantasía, una fantasía
activa también en nuestras modernas ciencias y tec-
nologías: activa, por ejemplo, en la congelación de
Traducido por Alberto Jiménez Rioja la suspensión criogénica y en la clonación en todas
Siglo XXI, Buenos Aires, 2002 sus manifestaciones.
El ejemplo más conocido de suspensión criogé-
nica es, por supuesto, Walt Disney, pero al estar
Titulo original: destinado a la resurrección, se dice que ha sido con-
The Vital Illusion
gelado entero, en su “integridad”. Hay más situa-
Columbia University Press, 2000
ciones anómalas. En nuestros días, en Phoenix, Ari-
zona (el lugar predestinado para la Resurrección),
sólo se congelan las cabezas, porque a partir de las
células del cerebro —consideradas como el núcleo
del ser individual— los investigadores esperan re-
constituir a los difuntos en su integridad corporal.
La paginación se corresponde
con la edición impresa. Se han (No puede sino sorprender por qué, en este caso,
eliminado las páginas en blanco. no conservan simplemente una sola célula o una
molécula de ADN.)
Para complementar estas cabezas sin cuerpos, en
el otro lado del océano Atlántico, ranas y ratones
descabezados están siendo clonados en laboratorios
privados, como preparación para la clonación de
cuerpos humanos sin cabeza que servirán como re-

3
servorios para la donación de órganos. ¿Por qué cuerpo fueron cultivadas en un laboratorio y conti-
cuerpos sin cabeza? Como la cabeza se considera el nuaron proliferando incesantemente. Constituyen
lugar de la conciencia, se piensa que los cuerpos con un espécimen tan sorprendente y virulento que han
cabeza podrían plantear problemas éticos y psicoló- sido puestas en circulación por todo el mundo e in-
gicos. Mejor fabricar simplemente criaturas acéfalas cluso enviadas al espacio, a bordo del satélite nor-
cuyos órganos puedan recolectarse libremente, por- teamericano Discoverer 17. Así, el cuerpo diseminado
que tales criaturas no competirían con los seres hu- de Henrietta Lacks, clonado a nivel molecular, está
manos originales, ni recordarían demasiado a ellos. realizando sus periplos de inmortalidad.
Éstas, por tanto, son las formas experimentales
y artificiales de clonación; sin incluir a Dolly, por su- * * *
puesto, ni al resto de su clase. Pero la clonación es-
pontánea, y de hecho la inmortalidad espontánea, Hay algo escondido dentro de nosotros: nuestra pro-
también se puede encontrar en la naturaleza, en el pia muerte. Pero algo más está oculto, al acecho, den-
corazón de nuestras células. tro de cada una de nuestras células: el olvido de la
muerte. En las células acecha nuestra inmortalidad.
Por lo general, una célula está destinada a divi-
dirse un cierto número de veces para luego morir. Es habitual hablar de la lucha de la vida contra la
Si, en el curso de esta división, algo perturba este muerte, pero hay un peligro inverso. Y tenemos que
proceso —por ejemplo, una alteración en el gen que luchar contra la posibilidad de que no muramos.
previene los tumores o en los mecanismos que go- Ante la más ligera vacilación en la lucha por la muer-
biernan la apoptosis* celular—, la célula se convierte te —una lucha por la división, por el sexo, por la al-
en una célula cancerosa. Olvida morir.; olvida cómo teridad y, por tanto, por la muerte— los seres vivos
morir. Continúa clonándose a sí misma una y otra se vuelven de nuevo indivisibles, idénticos entre sí
vez, creando miles de copias idénticas de sí misma, e inmortales.
y forma por tanto un tumor. Lo habitual es que el
Al contrario de lo que pudiera parecer obvio y
sujeto muera como resultado de ello y que las células
“natural”, las primeras criaturas de la naturaleza
cancerosas mueran con él. Pero en el caso de Hen-
eran inmortales. Sólo por lograr la capacidad de mo-
rietta Lacks, las células tumorales tomadas de su
rir, a fuerza de una lucha constante, nos hemos con-
vertido en los seres vivos que somos hoy. Ciega-
* [N. del T.] La apoptosis o “muerte celular programada”
mente soñamos en vencer la muerte a través de la
es una forma de suicidio celular genéticamente definida, que
ocurre de manera fisiológica durante la morfogénesis, la reno- inmortalidad, cuando la inmortalidad es siempre el
vación tisular y en la regulación del sistema inmunitario. más terrible de los posibles destinos. Codificado en

4 5
la temprana vida de nuestras células, este destino lutivos, la victoria es para los seres mortales y dis-
está ahora reapareciendo en nuestros horizontes, tintos unos de otros: la victoria es para nosotros.
por así decirlo, con la llegada de la clonación. (La
Pero el juego todavía no ha acabado y la reversión
pulsión de muerte, según Freud, es precisamente la siempre es posible. Se puede encontrar no sólo en
nostalgia de un estado anterior a la aparición de la la revuelta vírica de nuestras células sino también
individualidad y de la diferenciación sexual, un es- en la enorme tarea que nosotros, seres vivos, em-
tado en el que vivíamos antes de convertirnos en prendemos: un proyecto para reconstruir un univer-
mortales y de distinguirnos unos de otros. La muer- so homogéneo y uniformemente coherente —un con-
te absoluta no es el fin del ser humano individual; tinuum artificial esta vez— que se despliega dentro
más bien, es una regresión hacia un estado de di- de un medio tecnológico y mecánico, extendiéndose
ferenciación mínima entre los seres vivos, de una sobre nuestra vasta red de información, donde nos
pura repetición de seres idénticos.) encontramos en proceso de construir un clon perfec-
to, una copia idéntica de nuestro mundo, un artefacto
La evolución de la biosfera es lo que conduce a
virtual que abre las perspectivas de una reproduc-
los seres inmortales a convertirse en mortales. Se
ción incesante.
mueven, poco a poco, desde la absoluta continuidad
encontrada en la subdivisión de lo mismo —en las Nos encontramos en el proceso de reactivar esta
bacterias— hasta la posibilidad del nacimiento y de inmortalidad patológica, la inmortalidad de la célula
la muerte. A continuación, el óvulo es fertilizado por cancerígena, tanto a nivel individual como al nivel
un espermatozoide y las células sexuales especiali- de las especies como un todo. Es la venganza contra
zadas hacen su aparición. La entidad resultante ya los seres mortales y sexuales de las formas de vida
no es una copia de cada célula del par que lo ha en- inmortales e indiferenciadas. Es lo que podríamos
gendrado; más bien es una combinación nueva, sin- llamar la solución final.
gular. Hay un cambio desde la pura y simple repro- Después de la gran revolución en el proceso evo-
ducción a la procreación: las dos primeras morirán lutivo (la llegada del sexo y de la muerte) aparece
por primera vez y la tercera nacerá por primera vez. la gran involución: su objetivo es, a través de la clo-
Alcanzamos la etapa de seres sexuados, diferencia- nación y de muchas otras técnicas, liberarnos del
dos y mortales. El orden arcaico de los virus —de los sexo y de la muerte. Donde una vez las criaturas vi-
seres inmortales— se perpetúa, pero en lo sucesivo vas se esforzaban, a lo largo de millones de años, por
este mundo de cosas inmortales queda contenido liberarse de esta clase de incesto y de entropía pri-
dentro del mundo de los mortales. En términos evo- mitiva, ahora nosotros nos encontramos, a través de
los avances científicos mismos, en el proceso de re-

6 7
crear precisamente esas condiciones. Estamos traba- Desde este punto de vista, la “liberación sexual”
jando activamente en la “des–información” de nues- es absolutamente ambivalente. Aunque la liberación
tra especie a través de la anulación de las diferencias. sexual parece en principio estar en armonía con la
Aquí debemos plantear la cuestión del destino del revolución sexual de la cual es el momento final, po-
proyecto científico. Hemos de considerar la posibi- sitivo y definitivo parece, después de un análisis ul-
lidad de que el verdadero “progreso” de la ciencia terior, tener repercusiones ambiguas. Al final, estas
no sigue en realidad una línea recta, sino una curva: repercusiones pueden ser del todo opuestas a los ob-
una curva sinuosa o muy cerrada que se dirige hacia jetivos de la revolución sexual misma.
una total involución. Y debemos preguntarnos si esta
solución final hacia la que trabajamos inconsciente- La primera fase de liberación sexual implica la di-
mente no es el destino secreto de la naturaleza, así sociación de la actividad sexual de la procreación a
como el de todos nuestros esfuerzos. Esto arroja una través de la píldora y otros dispositivos anticoncep-
luz muy clarificadora sobre lo que todavía hoy con- tivos: una transformación con enormes consecuen-
tinuamos considerando una evolución positiva, un cias. La segunda fase, en la que empezamos a entrar
paso adelante. ahora, es la disociación de la reproducción con re-
lación al sexo. En primer lugar, el sexo fue liberado
* * * de la reproducción; hoy es la reproducción la que está
liberada del sexo, a través de modos de reproducción
La revolución sexual (la real, la única) es el adve- asexuales y tecnológicos como la inseminación arti-
nimiento de la sexualidad en la evolución de las co- ficial o la clonación de todo el cuerpo. Es también
sas vivas, de una dualidad que pone fin a la indi- una liberación, aunque antitética de la primera. He-
visión perpetua y a las sucesivas iteraciones de lo mos sido sexualmente liberados, y ahora nos encon-
mismo. En esto la revolución sexual es también la traremos liberados del sexo; es decir, virtualmente
revolución de la muerte. Es la revolución de la muer- liberados de la función sexual. Entre los clones (y
te, en tanto que opuesto a la infinita supervivencia muy pronto entre los seres humanos) el sexo, como
de lo mismo. El movimiento inverso que estamos resultado de este medio automático de reproducción,
describiendo aquí es un movimiento involutivo de se convierte en una función superflua, inútil. Por
las especies, un retroceso de la revolución del sexo consiguiente, la liberación sexual, el así llamado lo-
y de la muerte, un masivo movimiento revisionista gro supremo de la evolución de las formas de vida
de la evolución de las cosas vivas. sexuadas marca, en sus consecuencias finales, el fin
de la revolución sexual. Es la misma ambigüedad la
que preocupa a la ciencia. Los beneficios calculados

8 9
tanto de la revolución sexual como de la revolución bien por el lujo de morir y de convertirse en mortales
científica están inextricablemente ligados a sus con- de nuevo de forma simulada: la cibermuerte.
traefectos negativos. Una suerte de anticipación de la clonación se pue-
¿Y la muerte? Entrelazada como está con el sexo, de encontrar en la misma naturaleza, en el fenómeno
debe sufrir finalmente el mismo destino. En efecto, de los gemelos y de la gemelaridad (gemellité.). Po-
hay una liberación de la muerte que es paralela a demos percibir una especie de clonación en la du-
la liberación de sexo. Como ya hemos disociado la plicación alucinatoria de lo mismo, en la primitiva
reproducción del sexo, intentamos disociar la vida simetría que hace que los dos gemelos sean como
de la muerte. Para proteger y fomentar la vida, y sólo las dos mitades de una única concha, de la misma
la vida, y para dar a la muerte una función obsoleta persona, y escapamos del fantasma sólo en forma de
de la que se puede prescindir, como en el caso de ruptura, de ruptura de la simetría. Pero quizá nunca
la reproducción artificial, podemos prescindir del hemos escapado a nuestro doble; y la clonación, por
sexo. tanto, puede estar reviviendo esta alucinación de lo
Por tanto, la muerte, como evento fatal o simbó- mismo, del gemelo del cual nunca hemos estado se-
lico, debe ser borrada. La muerte debe ser incluida parados, Al mismo tiempo, vemos en la clonación el
sólo como realidad virtual, como una opción o con- resurgimiento de nuestra fascinación por una forma
figuración cambiable en el sistema operativo del ser arcaica de incesto con el gemelo original y las graves
vivo. Es una reprogramación que avanza por las lí- consecuencias psicóticas de esta fantasía primitiva
neas de la virtualización del sexo, el “cibersexo” que (la película de David Cronenberg Inseparables es una
nos espera en el futuro, como una suerte de “atrac- dramática ilustración de ello).
ción” ontológica. Todas estas funciones inútiles —el La mayor parte del tiempo esta gemelaridad per-
sexo, el pensamiento, la muerte— serán rediseñadas, manece oscura y simbólica, pero cuando se materia-
rediseñadas como actividades recreativas. Y los seres liza, ilumina el misterio de la separación simbólica,
humanos, en adelante inútiles, podrán ser preserva- de la división invisible que se encuentra en el co-
dos como una especie de “atracción” ontológica. Esto razón de cada uno de nosotros. (Es más, hay algunos
podría ser otro aspecto de lo que Hegel ha llamado que sostienen haber descubierto su rastro biológico.)
“la vida en movimiento de lo que está muerto”. La De esta división interna, seguramente, viene lo sa-
muerte, que una vez fue una función vital, se podría grado, o más bien el carácter maldito de la gemela-
convertir en un lujo, una diversión. En los modos fu- ridad en todas las culturas. En la nuestra, sin em-
turos de la civilización, donde la muerte habrá sido bargo, también vemos la otra cara de ese lado mal-
eliminada, los clones del futuro podrán pagar muy dito: el resentimiento interminable y el remordi-

10 11
miento asociado con la individuación. En efecto, es la venganza de las formas inmortales de vida que
sólo a través de esta separación original, esta división creíamos haber vencido.
“ontológica” del gemelo, que el ser individual apa-
En la clonación (esta fantasía colectiva de un re-
rece primero y, con él, la posibilidad de alteridad y
greso a una existencia no individualizada y un
de una relación dual. Y por tanto estamos individua-
destino de vida no diferenciada, esta tentación de re-
dos, y nos sentimos orgullosos de ello; pero en algún
gresar a una inmortalidad indiferente) vemos la ver-
lugar dentro de nosotros, en un inconsciente todavía
dadera forma de arrepentimiento de lo vivo hacia lo
más profundo que el inconsciente psicológico, nunca no vivo. Este arrepentimiento surge de las profun-
venceremos, nunca aceptaremos completamente didades del pasado; suspiramos por un estado que
esta separación y esta individuación. ya se ha ido pero que será posible de nuevo por virtud
¿No hay un terror y una nostalgia por este doble de nuestras tecnologías, convirtiéndose finalmente
y, para ir un poco más lejos, por toda la multiplicidad en un objeto de nuestra fascinación, nuestra nostal-
de semblables desde los cuales nos hemos dividido gia y nuestro deseo.
en el curso de la evolución? Después de todo ¿no la- Esto puede ser también la historia de un proyecto
mentamos profundamente nuestra individuación? deliberado para poner fin al juego genético de la di-
En efecto, tenemos aquí un doble arrepentimien- ferencia, para detener las divagaciones de los seres
to. No sólo nos arrepentimos de la emancipación del vivos, ¿No estamos en realidad enfermos de sexo, de
individuo de la especie sino, más profundamente to- diferencia, de emancipación, de cultura? El mundo
davía, nos arrepentimos de habernos convertido en de los individuos y de las relaciones sociales mismas
ofrece sorprendentes ejemplos de este agotamiento
formas de vida sexuadas, de nuestra evolución del
—o resistencia— o vinculación nostálgica a un estado
mundo inorgánico al vivo. Así es como es. Cualquier
anterior del ser. En cualquier caso, estamos tratando,
liberación, emancipación o individuación dada tam-
con una especie de revisionismo, una revisión crucial
bién se experimenta como anomia y como traición,
de todo el proceso de evolución y especialmente del
de hecho como fuente de una neurosis interminable,
de la raza humana: una especie incapaz de hacer
una neurosis que se hace cada vez más grave a me-
frente a su propia diversidad, su propia complejidad,
dida que nos desplazamos más lejos del nostálgico
su propia diferencia radical, su propia alteridad.
punto de origen. La libertad es difícil de asumir. La
vida misma, finalmente, puede ser difícil de asumir, Pero quizá podamos ver esto como una especie
como una ruptura de la cadena inorgánica de ma- de aventura, una prueba heroica: llevar la artificia-
lización de los seres vivos lo más lejos posible para
teria. En cierta forma es la venganza de las especies,
ver, finalmente, qué parte de la naturaleza humana

12 13
sobrevive a la gran y terrible experiencia. Si descu- destrucción de todo lo demás. La humanidad se sa-
brimos que no todo puede ser clonado, simulado, pro- crifica como especie a un destino experimental des-
gramado, gestionado genética y neurológicamente, conocido: desconocido antes de esto, en cualquier
entonces sea lo que sea lo que sobreviva podría de caso, para otras especies, que nunca han conocido
verdad llamarse “humano”: se podría identificar por ningún destino salvo el natural. Y, mientras este des-
fin alguna cualidad humana inalienable e indestruc- tino natural podría parecer relacionado con algo como
tible. Por supuesto, esta aventura siempre conllevará el instinto de autoconservación, el nuevo destino ex-
el riesgo de que nada pase la prueba y que lo humano perimental, al cual la raza humana se dedica, arrasa
será permanentemente erradicado. con todo instinto de autoconservación. La desapari-
Tal era la lección de Biosfera 2, la síntesis artificial ción de este concepto de los campos de investigación
de todos los sistemas planetarios, la copia ideal de indica que, detrás de la obsesión ecológica por la pro-
la raza humana y de su entorno. Biosfera 2 revela tección y conservación (que tiene mucho más que ver
a pequeña escala el hecho, de que la raza humana con la nostalgia y el remordimiento), una inclinación
y todo el planeta se están convirtiendo ya en su pro- totalmente diferente ha asumido el control: la pro-
pia realidad virtual, que bajo su vasta bóveda geo- pensión a sacrificar todas las especies a una expe-
désica de información, el planeta ya se ha embarcado rimentación sin límites.
en una vía experimental sin retorno. Desde este mo- Y de ahí un doble y contradictorio movimiento:
mento es posible preguntarse si todavía estamos tra- sólo la humanidad, entre todos los seres vivos, in-
tando con seres humanos. ¿Es todavía esta especie tenta construirse un alter ego inmortal y al mismo
que logra sintetizar su propia inmortalidad, y que tiempo una perfecta selección natural a través de la
busca transformarse en pura información, una espe- selección artificial, un acto que confiere al ser hu-
cie humana? mano un absoluto privilegio. Incluso al mismo tiem-
La humanidad no discrimina; de buen grado se po y precisamente por esta acción, la humanidad
convierte en su propio conejillo de indias bajo los mis- pone fin a la selección natural, un proceso que im-
mos términos que el resto del mundo, animado e ina- plica, según las leyes de la evolución, la muerte de
nimado. La humanidad se juega alegremente su pro- cualquier especie, incluyendo la propia. Al poner fin
pio futuro como especie de la misma forma que se a la selección natural, la humanidad contraviene la
juega el futuro de todas las demás criaturas. En su ley simbólica, y al hacerlo se arriesga efectivamente
búsqueda ciega para alcanzar un mayor conocimien- a su propia desaparición. Esta vez, no por la ley na-
to, la humanidad programa su propia destrucción con tural sino por su desvío. En su plan arrogante de lle-
la misma ferocidad casual con la que se aplica en la var la evolución a su final, los seres humanos ponen

14 15
en movimiento la involución de su propia especie, el análisis de Canetti, las apuestas ya no son sólo que
que está en proceso de perder su especificidad, su la “historia” se está deslizando en lo “poshistórico”,
verdadera inmunidad. Porque la tasa de mortalidad sino que la raza humana se está deslizando al vacío.
de las especies artificiales es más rápida incluso que ¿Hemos llegado, mediante un desvío inesperado,
la de las especies naturales. Al tomar este curso ar- al mismo punto en el que las especies animales,
tificial, nuestra especie puede encaminarse más rá- cuando alcanzan un punto crítico de saturación, aco-
pidamente hacia su propia decadencia. meten automáticamente una especie de suicidio co-
Todo esto procede de un hecho extraño: en apa- lectivo?
riencia, la raza humana no se soporta, no puede so- La inhumanidad de esta tarea es legible en la abo-
portar reconciliarse consigo misma. Paralelamente a lición de todo lo que es “humano, demasiado huma-
la violencia que descarga sobre otros seres vivos, hay no” en nosotros: nuestros deseos, nuestros defectos,
una violencia peculiar a la humanidad, descargada nuestras neurosis, nuestros sueños, nuestras des-
por ella misma sobre sí misma. Es como si, a través ventajas, nuestros virus, nuestras locuras, nuestro
de esta violencia autoinfligida, la humanidad qui- inconsciente e incluso nuestra sexualidad. Se están
siera estar preparada desde ahora en adelante para preparando recetas para todas las cualidades espe-
ser la superviviente de alguna gran catástrofe inmi- cíficas que nos hacen ser seres vivos únicos. El es-
nente. Como si, al tiempo que orgullosa y convencida pectro que ronda a la manipulación genética es el
de su superioridad, la humanidad no admitiese sin ideal genético, un modelo perfecto obtenido por la
embargo el proceso evolutivo que la ha elevado a su eliminación de todos los rasgos negativos. En el pro-
privilegiada posición y la ha empujado, de alguna totipo experimental Biosfera 2, por ejemplo, no
forma, más allá de sus límites naturales como es- encontramos virus, ni gérmenes, ni escorpiones... ni
pecie. reproducción sexual. Todo en Biosfera 2 ha sido pu-
La misma configuración aparece en la descripción rificado, inmunizado —inmortalizado— mediante la
de Canetti de nuestra salida de la historia. En la ex- transparencia, la desencarnación y la desinfección
perimentación encontramos un movimiento similar, profiláctica.
pero esta vez es un viaje fuera de lo humano per se, La vida se convierte en pura supervivencia cuan-
un viaje más fatal aún, un movimiento hacia un pun- do se reduce al mínimo común denominador, al ge-
to más allá del cual no podemos reconocer nada hu- noma, a la herencia genética, donde se encuentra el
mano ni inhumano. Similar al punto, en Canetti, más movimiento perpetuo de los códigos del ADN que con-
allá del cual las palabras “verdad” y “mentira” dejan ducen a la vida, y donde las marcas distintivas del
de tener significado. Es más, para llevar más lejos ser humano desaparecen ante la eternidad metoní-

16 17
mica de las células. Lo peor de todo esto es que, sin trario las prerrogativas de una especie amenazada.
duda alguna, los seres vivos engendrados por sus Entonces estos derechos se tornan problemáticos,
propias fórmulas genéticas no sobrevivirán a este porque plantean la cuestión de los derechos de otras
proceso de reducción. Lo que vive y sobrevive por especies, de los niños, de la naturaleza misma... en
los códigos morirá por ellos. contraste con los que la naturaleza humana tiene que
Los límites de lo humano y de lo inhumano están definirse a sí misma.
en proceso de ser erosionados, pero lo humano no Pero ¿hay todavía una definición genética de lo
va a dar paso a lo sobrehumano, como Nietzsche ha- humano? Y si existe, ¿tiene derecho la especie a su
bía soñado, con su transvaloración de los valores. Por propio genoma y a su propia eventual transforma-
el contrario, da paso a lo subhumano, a algo que no ción genética? Compartimos el 98% de nuestros ge-
supera a lo humano, sino que está por debajo de lo nes con los monos y el 90% con los ratones. Basán-
humano, a una tachadura de esas marcas simbólicas dose en esta herencia común, ¿qué derechos podrán
que conforman las especies. Un hecho que demues- revertir a los monos y a los ratones? Es más, parece
tra que Nietzsche estaba en lo cierto después de todo que un 90% de los genes que conforman nuestro ge-
cuando dijo que la raza humana, abandonada a sus noma no tienen ninguna función. ¿Qué derecho tie-
propios constructos, es capaz sólo de redoblar sus es- nen esos genes a existir? Ésta es una cuestión crítica:
fuerzos, de re–doblarse a sí misma... o de destruirse si los describimos como inútiles, nos arrogamos el
a sí misma. derecho para destruirlos.
Lo mismo se aplica a cualquier aspecto de la pro-
pia humanidad: una vez que el ser humano ya no
se define en términos de trascendencia y libertad,
El humanismo tradicional, es decir, el de la Ilustra- sino en términos de funciones y de equilibrio bio-
ción, estaba basado en las cualidades del hombre, en lógico, la definición del propio ser humano comienza
sus dones y virtudes naturales: en su esencia, que a desaparecer, junto con la del humanismo. El hu-
iba a la par con su derecho de libertad y con el ejer- manismo occidental ya fue desafiado por la irrupción
cicio de esa libertad. El humanismo contemporáneo, de otras culturas en el siglo XVI. Ahora no sólo es con-
en su versión ampliada, está afiliado cada vez más tra una cultura particular sino contra todas las es-
a la conservación del individuo y de la humanidad pecies: la desregulación antropológica, junto con la
como una entidad genéticamente definida. Cuando desregulación de todos los códigos morales, jurídicos
se consideran los Derechos del Hombre, ya no en- y simbólicos que configuraron el humanismo. ¿Se
contramos un ser moral o soberano, sino por el con- puede hablar de alma, de conciencia, o incluso de

18 19
forma inconsciente desde el punto de vista de los au- rechos humanos como el recrudecimiento de su vio-
tómatas, las quimeras y los clones que reemplazarán lación.
a la raza humana? El capital de las especies y de los
Las culturas no occidentales no discriminan entre
individuos peligra por la erosión de los límites del
lo humano y lo inhumano. Nosotros hemos inventado
ser humano, por el deslizamiento no sólo en lo in- la distinción y nosotros estamos en proceso de eli-
humano sino en algo que no es ni humano ni inhu- minarla. No cruzando la línea y reconciliando a am-
mano: concretamente la simulación genética de la bos; por el contrario, la eliminación opera en ausen-
vida. cia, a través de la indiferenciación tecnológica.
La interacción entre lo humano y lo inhumano (y De nuevo, la solución final, el vértigo de una so-
su equilibrio) ha sido trastocada. Ciertamente la lución final.
eventual desaparición del ser humano es muy grave,
Se podría argumentar que sea cual sea el destino
pero la pérdida de lo inhumano no es menos grave.
genético del clon, nunca será exactamente el mismo
La especificidad de lo inhumano (y de lo que hay den-
que el del original. (Claro, por supuesto que no, ya
tro del ser humano, es decir, de lo inhumano) está
que el clon habrá tenido un original, lo que no se
siendo amenazada por la hegemonía de lo humano,
puede decir del mismo original.) Pero el principal ar-
según su definición, de carácter completamente mo-
gumento es que no hay nada que temer de la clo-
derno, completamente racional y completamente oc- nación biogenéticamente fraguada, porque suceda lo
cidental. El impulso de anexar naturaleza, animales que suceda la cultura continuará diferenciándonos.
y otras razas y culturas (para ponerlos a todos ellos La salvación radica en nuestros logros: sólo la cultura
bajo su jurisdicción) se encuentra en efecto en todas nos preservará del infierno de lo Mismo.
partes. Todo está asignado a un lugar dentro de una
En realidad, también lo contrario es cierto. Es la
antropología evolucionista y hegemónica, un verda-
cultura la que nos clona y la clonación mental an-
dero triunfo de pensamiento uniforme, del pensa-
ticipa cualquier clonación biológica. Es la matriz de
miento único (une pensée unique) del ser humano
los rasgos adquiridos que, en nuestros días, nos clona
tal como se define en Occidente, bajo el signo de lo
bajo el signo del pensamiento único (y son todas es-
universal y de la democracia. Los Derechos del Hom-
tas diferencias innatas las que están anuladas, ine-
bre son hoy un vector de este pensamiento antrópico xorablemente, por las ideas, por formas de vida, por
y antropocrático, detrás del cual proliferan lo huma- el contexto cultural). A través de los sistemas edu-
no y lo inhumano (en contradicción aparente pero cativos, los medios de comunicación, la cultura y la
en verdadera complicidad entre ellos). Y así, ahora información de masas, los seres singulares pasan a
estamos experimentando tanto la “mejora” de los de- ser copias idénticas de los otros. Es esta clase de clo-

20 21
nación (clonación social, la reproducción, industrial no tiene nada salvo una matriz de células y, además,
de cosas y personas) lo que hace posible la concep- el “padre” podría muy bien ser una mujer) sino para
ción biológica del genoma y de la clonación genética, asegurar su estatus como el Original. O imagínese,
que sólo sanciona la clonación de la conducta huma- por ejemplo, a este original privado de sus derechos
na y de la cognición humana. actuando en venganza de su clon... toda suerte de
Todo esto modifica radicalmente las cuestiones conflictos que nunca más se centrarán en el niño y
éticas que rodean los límites preceptivos sobre la clo- en sus padres, sino en el original y su doble. Es po-
nación y los derechos de las personas al enfrentarse sible imaginar funciones totalmente nuevas para los
a la experimentación científica y tecnológica; en po- clones, de forma bastante diferente a las asignadas
cas palabras, todo lo que en la actualidad se discute en la actualidad, que giran todas en torno a la per-
en los consejos de ética y en los comités de pensa- petuación de la vida. Por ejemplo, podrían funcionar
como instrumentos para la satisfacción del instinto
miento colectivo moral. No obstante, más allá de sus
de muerte (como receptores de un deseo de muerte).
propósitos políticos, ideológicos y comerciales, las es-
Mate a su clon, destrúyase sin el riesgo de morir real-
peculaciones de los comités son inútiles, ya que es
mente: el suicidio vicario.
la propia cultura de la diferencia, nuestro propio
ethos humanista, la que opera más eficazmente hacia Pero nuestros moralistas y biólogos todavía no lle-
la indiferenciación, la fotocopia humana y el pensa- gan a este punto; todavía no han descubierto el fun-
miento único. Sin embargo, este nuevo régimen al cionamiento de la pulsión de muerte como la parte
menos tiene un aspecto positivo en la medida en que fundamental del individuo y de la raza humana. Por-
nos ofrece la oportunidad de cuestionarnos los ele- que así como hay una pulsión de inmortalidad, para
mentos básicos de la moralidad milenaria. la cual tienen respuestas técnicas como la clonación,
también hay una pulsión de muerte. Como hemos
Este tema de los clones, en realidad, puede cues-
visto, estas pulsiones entran en juego simultánea-
tionar muchas cosas y ahí radica la ironía de la si-
mente y es posible que una no sea nada más que una
tuación. El clon, después de todo, también podría
variante de la otra, nada más que su rodeo.
aparecer como una parodia grotesca del original. No
es difícil imaginar toda la gama de problemas poten- Lo positivo de esta empresa fatal es que nos revela
ciales y de nuevos conflictos que surgen de la clo- algo que ya conocen las filosofías radicales: no hay
nación que podrían trastocar nuestra psicología edí- moralidad que oponer a este deseo inmoral, a este
pica. Considérese, por ejemplo, un clon del futuro deseo tecnológico de inmortalidad. No hay ninguna
derrocando a su padre, no para acostarse con su ma- ley de la naturaleza ni ninguna ley moral que pudiera
dre (lo que sería imposible, por otra parte, ya que ser su manifestación. La noción de una ley así surge

22 23
de una visión idealizada del mundo, visión que la sentido oponerse a la inmortalidad de lo Mismo, o
misma ciencia, podría añadir, perpetúa. No hay de- repetición, del clon, del virus, con una moralidad de
rechos humanos del individuo, o de las especies, des- valores y diferencias; es necesario oponer la inmor-
de el punto de vista de una definición ideal. Por tanto talidad con la inmoralidad superior de las formas.
no hay inhabilitación que pudiera basarse en una di- Y de pensamiento, por supuesto, porque el pensa-
visión entre el bien y el mal. miento es otra cosa que no se puede intercambiar,
Sin embargo, hay una división diferente. Las po- ya sea por una verdad objetiva (como en la ciencia)
siciones no son morales sino simbólicas. Hay reglas o por un doble artificial, como la inteligencia arti-
en el juego de vivir, cuyas formas son secretas, cuya ficial. El pensamiento es singular y en su singulari-
finalidad es inescrutable. La vida “no significa” dad el pensamiento puede ser capaz de protegernos.
nada, ni siquiera la vida humana; si es preciosa, no Por consiguiente, hay un doble movimiento: en
es un valor sino una forma, una forma que excede primer lugar el reino de los inmortales, luego los se-
todo valor individual y colectivo. Hoy, la vida se con- res mortales y sexuados que superan a los inmorta-
serva en la medida que tiene valor, es decir, en la les. Sin embargo, en la actualidad, los inmortales se
medida que comparte valor. Pero si la vida es pre- están vengando silenciosamente a través de los pro-
ciosa, lo es porque no tiene valor de intercambio, por- cesos de clonación, a través de la duplicación inter-
que intercambiarla por algún valor definitivo es minable, a través de la destrucción del sexo y de la
imposible. El mundo no puede comerciarse como si muerte.
fuera moneda por otro mundo, sobre todo por un
Pero el juego todavía no ha terminado. Podemos
mundo virtual. El ser humano no puede intercam-
esperar una implacable resistencia de las criaturas
biarse como si fuera moneda por ninguna especie ar-
mortales que somos, una resistencia que surge de las
tificial determinada, como clones, ni siquiera si los
profundidades de la especie, de su exigencia vital,
clones lo hicieran mejor, si fueran un “valor mejor”.
de su rechazo a cualquier solución final. Este rechazo
Una forma (y la vida es una forma) sólo se puede in-
no es un asunto de derechos humanos: es un asunto
tercambiar por otra forma, nunca por un equivalente.
de vida o muerte.
Hay un cambio de una forma a otra, pero no hay ma-
nera de intercambiar una forma por un equivalente
general.
A este respecto, las formas (las especies, o la vida
misma) no obedecen a ninguna ley moral sino que
son vectores de una ilusión vital. Por tanto no tiene

24 25
UNIDAD 4

La “Galaxia Gutenberg”: difusión de las ideas científicas en los medios de


comunicación y redes sociales. Un estudio de mercado acerca de los consumidores
de divulgación científica. Los destinatarios de la información científica. Opinión y
periodismo científico. Base científica de los problemas sociales, ambientales y
culturales de nuestro tiempo. Ciencia y asesores de imagen. Los obstáculos
epistemológicos para comprender la divulgación científica. Los destinatarios de
programas especializados, nuevos usos públicos de la razón.

Bibliografía:

 Bachelard, Gastón (1993) La formación del espíritu científico. Contribución a


un psicoanálisis del conocimiento objetivo. Buenos Aires: Siglo XXI, 87-175.

 Bourdieu, Pierre (1999) Intelectuales, política y poder. Buenos Aires:


EUDEBA, 159-170 (apartado: “Las condiciones sociales de la circulación de
las ideas”).

 De Sousa Santos, Boaventura (2020) La cruel pedagogía del virus (2020).


CABA: Clacso, pp. 17-27 (apartado: “El virus: todo lo que es sólido se
desvanece en el aire”).

 Virilio, Paul (2003) El arte del motor. Aceleración y realidad virtual. Buenos
Aires: Manantial, pp. 143-168.
LA F ORMACIÓN
DEL ESPÍRITU CIENTÍFICO LA FORMACION
C O N T RIB U CIÓ N A UN PSIC O ANÁLISIS DEL
DEL C O N O C IMI E N T O O BJE TIV O ESPIRITU
CIENTIFICO
gastón bachelard
23a. edición

por

GASTON BACHELARD

veintiuno
editores
talmente experimental. Corresponde pues a la esponja un
"denkmittel" del empirismo ingenuo,

II

Dirijámonos ante todo a un autor importante, refirién-


donos a un artículo de Réaumur aparecido en las Mémories
CAPITULO IV de l'Académie des Sciences en 1731 (p. 281) : "Una idea
bastante vulgar es la de considerar el aire como algodón,
U N EJEMPLO D E O B S T A C U L O V E R B A L : LA E S P O N J A como lana, como esponja, y mucho más esponjosa que
E X T E N S I Ó N A B U S I V A D E LAS IMAGENES FAMILIARES todos los demás cuerpos o reunión de cuerpos con los que
se pueda comparar. Esta idea es muy apropiada para ex-
I plicar por qué el aire se deja comprimir notablemente me-
díante pesos, por qué puede ser también enrarecido consi-
Acabamos de estudiar, a manera de ejemplos, dos temas derablemente, y aparecer bajo un volumen que sobrepasa en
generales del conocimiento precientífico para mostrar con mucho aquél en el cual lo habíamos visto anteriormente".
qué facilidad el espíritu precientífico se deja llevar hacia ge- Provisto con esta batería metafórica, Réaumur replicará a
neralizaciones indefinidas. En este breve capítulo queremos Mariotte que, con todo, había aportado alguna luz al asi-
ser aún más precisos y considerar un caso en el que una sola milar el fenómeno de la disolución del aire en el agua, a la
imagen, hasta una sola palabra, constituye toda la explica- disolución de una sal. "Yo pienso —dice Réaumur (pá-
ción. Pretendemos caracterizar de esta manera, como obs- gina 3 8 2 ) — que Mariotte ha llevado su suposición más
táculos del pensamiento científico, hábitos puramente ver- lejos de lo necesario; me parece que en lugar de suponer
bales. Por lo demás tendremos ocasión de desarrollar las que el agua puede disolver el aire, disolución por lo demás
mismas ideas de resultas de nuestro capítulo sobre el obs- bastante difícil de concebir, con limitarse a suponer que ella
táculo sustancíalísta. Entonces se tratará de una explicación lo penetra, lo moja, se tiene todo lo que hace falta para
verbal por referencia a un sustantivo cargado de epítetos, dar cuenta de los fenómenos que aquí deben explicarse".
sustituto de una sustancia rica en poderes. Aquí, tomaremos Siguiendo en todos sus detalles la explicación de Rjéaumur,
la pobre palabra esponja y veremos que permite expresar captaremos muy bien qué es una imagen generalizada, ex-
los fenómenos más variados. Esos fenómenos se expresan: presada con una sola palabra, leit-motiv de una intuición
se cree entonces explicarlos. Se Ies reconoce: se cree entonces sin valor. "Continuemos considerando el aire como seme-
conocerlos. Sin embargo en los fenómenos designados por jante por su estructura a los cuerpos esponjosos, y que sea
la palabra esponja, el espíritu no es la víctima de una po- de aquellos que el agua puede penetrar, que pueden embe-
tencia sustancial. La funcióá de la esponja es de una evi- berse de agua, y ya dejará de sorprendernos que el aire,
dencia tan clara y distinta que ni se siente la necesidad de que está contenido en el agua, no es más compresible, y
explicarla. Al explicar los fenómenos mediante la palabia que ocupe tan poco lugar en ella. Si envuelvo una esponja
esponja, no se tendrá pues la impresión de caer en un sus- en una membrana a través de la cual el agua no pueda pe-
tancialismo oscuro; tampoco se tendrá la impresión de que netrar, y mantengo suspendida esta esponja en el agua,
se está haciendo teorías puesto que aquella función es to- mediante un hilo fijado en el fondo del vaso, entonces la

V 88
esponja seguirá siendo tan compresible como lo era en de la forma "de los granos del aire". Para su explicación,
medio del aire. Si con un pistón, o de otra manera, com- no reclama sino una cosa (p, 286) "y es que el agua pueda
primo el agua, esta descenderá, la esponja se verá obligada penetrar los granos del aire". Dicho de otra manera, quiere,
a ocupar un volumen mucho menor, sus partes se verán en definitiva, sacrificar la esponja, pero quiere conservar la
forzadas a alojarse en los vacíos que tienden a conservarse, esponjosidad. H¡e aquí la prueba de un movimiento pura y
y el agua ocupará el lugar que las partes de la esponja ha- simplemente lingüístico que, al asociar a una palabra con-
brán abandonado. Cesemos de comprimir el agua, y la es- creta una palabra abstracta, cree haber hecho avanzar al
ponja restablecerá su estado p r i m i t i v o . . . Si luego quita- pensamiento. Una doctrina de la abstracción coherente ne-
mos a nuestra esponja la envoltura con la que la habíamos cesita un desprendimiento mucho mayor de las imágenes
cubierto, será posible al agua insinuarse en su interior; dé- primitivas.
mosle el tiempo necesario para que llene todos los vacíos
Pero quizá veamos mejor el carácter metafórico deficiente
existentes entre las membranas esponjosas, después de lo
de la explicación mediante la esponja, si nos dirigimos a
cual si acudimos nuevamente al pistón para comprimir el
casos en los que esta explicación se propone para fenóme-
agua, veremos que la esponja ya no cede, como lo hizo la
nos menos inmediatos. Así escribe Franklin (*) : "La ma-
primera vez, o que cederá muy poco. La esponja se ha
teria común es una especie de esponja para el flúido eléc-
vuelto entonces incompresible, o casi incompresible; sus
trico; una esponja no admitiría agua, si las partes de agua
partes comprimidas ya no encuentran lugares vacíos donde
no fueran más pequeñas que los poros de la esponja; no
alojarse, el agua los ha llenado; la parte alojada detiene el
las admitiría sino muy lentamente si no hubiera una atrac-
esfuerzo de la parte que tiende a expulsarla. Sí el aire, como
ción mutua entre sus partes, y las partes de la esponja;
la esponja, puede pues ser penetrada por el agua, si puede
ésta se embebería más rápidamente si la atracción recíproca
llenar los vacíos que están entre sus partes, he ahí que deja
entre las partes del agua no lo obstaculizara, por lo que
de ser compresible".
ha de haber alguna fuerza empleada para separarlas; final-
Nos sentimos obligados de disculparnos frente al lector mente la imbibición sería muy rápida si en lugar de atrac-
por haber citado esta página interminable, esta página tan ción, hubiera entre las partes del agua una repulsión mutua
mal escrita, de un autor célebre. P<ero le hemos ahorrado que coadyuvara con la atracción de la esponja. Tal es pre-
muchas otras, del mismo estilo, donde Réaumur explica in- cisamente el caso en el que se encuentran la materia eléctrica
terminablemente los fenómenos mediante el carácter espon- y la materia común". Todos estos detalles, todas estas su-
joso. Nos hacía falta sin embargo aportar un ejemplo algo posiciones, todos estos rodeos, nos muestran bastante cla-
largo donde la acumulación de las imágenes violentara evi- ramente que Franklin trata de aplicar las experiencias eléc-
dentemente a la razón, y en el que lo concreto acumulado tricas sobre la experiencia básica de la esponja, Pero Fran-
sin prudencia obstaculiza a la visión abstracta y clara de klin no piensa sino en el plano de la esponja. La esponja
los problemas reales. es para él una verdadera categoría empírica. Es posible que
Más adelante, Réaumur insiste en que el esquema pro- en su adolescencia, ese simple objeto lo maravillara. Es muy
puesto no es sino un esbozo, y que naturalmente puede frecuente. Muchas veces he sorprendido a niños muy inte-
darse a las "esponjas del aire" formas muy diferentes de la resados frente a un secante que "bebe" una mancha.
esponja ordinaria. Mas todo su pensamiento está instruido
sobre esta imagen y no puede desasirse de su intuición bá-
C 1 ) BENJAMIN FRANKLIN: Expériences et observations sur Vélectri-
sica. Cuando él quiere borrar la imagen, subsiste la función cité, communiquées dans plusieurs Lettres á P. Collinson de la Soc. Roy.
de la imagen. De ahí que Réaumur se resista a decidir acerca de Londres. Trad., París, 1 7 5 2 , p. 135

89 90
Naturalmente, si nos dirigimos a autores subalternos, la David C1) juzga útil esta imagen "la sangre es una especie
aplicación será más rápida, más directa, si es posible, menos de esponja impregnada de fuego".
vigilada. La imagen explicará entonces automáticamente. En
una disertación de P. Béraut, se encuentra condensada esta
doble explicación: Los vidrios y las materias vítrífícables III
son "esponjas de luz, porque (están) todos penetrados de
la materia que hace la luz; por la misma razón puede de- Se apreciará quizá mejor el carácter de obstáculo episte-
cirse que son todos esponjas de materia eléctrica". Lémery mológico presentado por la imagen de la esponja, si se con-
llamaba a la piedra de Bologna una "esponja de luz" con sideran las dificultades que un experimentador paciente e
un poco más de precisión, pues esta piedra fosforescente ingenioso ha tenido que vencer para desembarazarse de ella.
conserva, después de su exposición al sol, una cierta canti- El Recueií de Mémoires publicado bajo el título de Ana-
dad de "materia luminosa" que luego deja escapar. De esta íogie de l'éléctricité et du magnétisme en 1785 por J. H.
manera rápida, en tres renglones, Marat explica el enfria- van Swinden, es una larga serie de objeciones en contra de
miento de un cuerpo caliente sumergido en el aire o en el las múltiples analogías con las que se pretendía reunir en
agua ( J ) : "Aquí el aire y el agua actúan como esponjas, una misma teoría, la electricidad y el magnetismo. Van
pues un cuerpo no enfría a otro que toca, sino absorbiendo Swinden da reiteradamente la preferencia a una experiencia
el flúido ígneo que escapa de él". ya tocada por la luz matemática. Mas antes de ser un cons-
tructor del pensamiento matemático hay que ser iconoclasta.
La imagen tan clara puede ser, en las aplicaciones, más He aquí entonces el programa de Van Swinden ( 2 ) : "Exa-
confusa y complicada. Así el abate de Mangin dice breve- minaré en segundo lugar las experiencias según las cuales
mente ( 2 ) : "El hielo, por ser una esponja de agua espe- Cigna ha creído demostrar que el hierro es un conductor
sada y helada debido al retiro del fuego, posee una aptitud del flúido magnético, o que es su esponja como piensa
a recibir fácilmente todo lo que se le presente". Parece que, Brugmans". La intuición de Brugmans está reproducida en
en este último caso, se asiste a la interiorización del carácter) todo su candor (p. 8 7 ) . "Así como una esponja transporta
esponjoso. Aquí este carácter es una aptitud a recibir, a agua con toda su masa y en cantidad tanto más considerable
absorber. Se encontrarán fácilmente ejemplos en los que se cuanto mayor es su volumen, lo mismo el hierro, cuando
agregarán insensiblemente intuiciones sustancíalistas. La es- tiene mayor masa o volumen, parece atraer o sonsacar (ab-
ponja tiene entonces un poder secreto, un poder primordial. ducere) una mayor cantidad de Flúido que el Hierro de
Para el Cosmopolita ( 3 ) : "La Tierra es una esponja y el menor volumen". La función del hierro que se acaba de
receptáculo de los demás Elementos". Un partero llamado imana»-, es la de "transportar ese Flúido en un lugar donde

( ! ) MARAT, Docteur en Médecine et Médecin des Gardes du Corps ( ! ) JEAN-PlERRE DAVID, Docteur et Médecin. Maitre és-Arts et en
de Monseigneur le Comte d'Artois: Découvectes sur le Fea, l'Electricité et Chirurgíe de París, Professeur Roya! de Chirurgie et d'Anatomie á
la Lumiére, constatées par une suite d'expériencies nouvelles. París, 1 7 7 9 , Rouen. Lithotomiste-Pensionnaire, Chirurgien en Chef de l'Hótel Dieu,
p. 3 1 . et mémbre de l'Académie des Sciences, Belles-Lettres et Arts de la méme
( 2 ) ABBÉ DE MANGIN: Question nouvelle et intéressante sur l'élec- ville. Traite de la nutrition et de l'accroissement, précédé d'une disserta-
tricité. París, 1 7 4 9 , p. 3 8 . tion sur l'usage des eaux de l'Amníos. París, 1 7 7 ] , p. 3 0 4 .
( 3 ) Cosmopolite ou nouvelle lumiére chymique. Pour servir d'eclair- ( 2 ) J . H . VAN SWINDEN: Analogie de l'éléctricité et du magnétisme.
cissement aux 3 Principes de la Nature. París, 1 7 2 3 , p. 1 4 2 . 3 vol.. La Haye, 1 7 8 5 , t. I, p. 7 4 .

91 92
no había, como una esponja sumergida en el agua la ab- decir que es debido al aumento de su cantidad en lugar de
sorbe y la transporta". utilizar el ejemplo de esta esponja". Dicho de otro modo,
N o es sino después de muy numerosas y variadas expe- la imagen de la esponja es suficiente en una explicación
riencias que Van Swinden se cree con derecho a rechazar particular, luego puede utilizársela para organizar experien-
semejante intuición. Entonces escribe (I, p. 1 2 0 ) : "Esta cias diversas. ¿Por qué ir a buscar más lejos? ¿Por qué no
expresión: el hierro es una esponja de Fluido magnético es pensar siguiendo ese tema general? ¿Por qué no generalizar
pues una metáfora que se aparta de la verdad: sin embargo lo que es claro y simple? Expliquemos pues los fenómenos
todas las explicaciones están fundadas sobre esta expresión complicados con un material de fenómenos simples, como
empleada en su cabal sentido. Pero, en lo que a mí respecta, se aclara una idea compleja descomponiéndola en ideas
pienso que no es exacto decir que todos los Fenómenos se simples.
reducen a esto, que el Hierro es una esponja de flúido mag- Que los detalle.* de la imagen lleguen a velarse, eso no
nético, y establecer no obstante que hay ahí una apariencia nos ha de llevar a abandonar la imagen. La retenemos por
engañosa: o pensar que la razón señala que esas expre- un aspecto, eso basta. La confianza de Descartes en la cla-
siones son erróneas y sin embargo aplicarlas para la expli- ridad de la imagen de la esponja es muy sintomática de
cación de las Experiencias". Bajo una forma algo embara- esa impotencia en instalar la duda a la altura de los deta-
zosa, el pensamiento de Van Swinden es muy claro: No lles del conocimiento objetivo, en desarrollar una duda
es tan fácil, como se pretende, desterrar a las metáforas en discursiva que desarticularía todos los vínculos de lo real,
el exclusivo reino de las expresiones. Quiérase o no, las todos los ángulos de las imágenes. La duda general es más
metáforas seducen a la razón. Son imágenes particulares y fácil que la duda particular. "Y no debemos poner difi-
lejanas que insensiblemente se convierten en esquemas gene- cultades en creer que el enrarecimiento no se haga como yo
rales. U n psicoanálisis del conocimiento objetivo debe pues diga, aunque no percibamos por ninguno de nuestros sen-
aplicarse a decolorar, si no a borrar, estas imágenes inge- tidos el cuerpo que llena (los poros de un cuerpo enrareci-
nuas. Cuando la abstracción haya pasado por ahí, ya habrá do) , puesto que no hay razón alguna que nos obligue a
creer que nuestros sentidos deben percibir todos los cuer-
tiempo para ilustrar los esquemas racionales. En resumen,
pos que nos rodean, mientras vemos que es fácil explicarlo
la intuición básica es un obstáculo para el pensamiento cien-
de esta manera, y que es imposible concebirlo de otra."
tífico; sólo una ilustración que trabaje más allá del con-
En otras palabras: una esponja nos muestra la esponjosi-
cepto, añadiendo un poco de color sobre los rasgos esen-
dad. Nos muestra cómo una materia particular "se llena"
ciales, puede ayudar al pensamiento científico. de otra materia. Esta lección de la plenitud heterogénea
es suficiente para explicarlo todo. La metafísica del es-
pacio en Descartes es la metafísica de la esponja.
IV

Por lo demás pueden encontrarse ejemplos en los que


espíritus muy grandes se han visto, digámoslo así, bloquea- V
dos por la imaginería básica. Poner en duda la claridad y
la distinción de la imagen que nos ofrece la esponja, es, Correlativamente a la intuición de esponja, podría es-
para Descartes, sutilizar las explicaciones sin razón (Prin- tudiarse la noción de poro que es, para la explicación pre-
cipes, II, § 7 ) . "No sé por qué, cuando se ha querido ex- cienlífica, un leít-motiv tan persistente que sería necesario
plicar cómo un cuerpo se ha enrarecido, se ha preferido todo un libro para seguir todas sus ramificaciones. Me-
94
94
diante esta noción, particularmente especiosa, se llega sin igual modo un cuerpo mocho que se presente no podría
dificultad a conciliar los contrarios. U n a puerta debe estar atraer muchas partes de una sola vez, pero un cuerpo en pun-
abierta o cerrada. Pero un poro está abierto para unos y ta, sin una fuerza mayor, las atrae fácilmente parte por
al mismo tiempo está cerrado para otros. Hay poros espe- parte".
cíficos para materias específicas. La imagen está lista para
En 1782, Marat explica la máquina eléctrica comparán-
funcionar en ambos sentidos, como la imagen de la esponja,
dola a una bomba ( * ) : "Se la compara con razón a una
para absorber o para filtrar. No es de asombrarse que se
bomba: la rueda representa el pistón, los cepillos son la
haya podido poner esta imagen entre las propiedades fun-
fuente inmediata de donde la rueda extrae el flúido, y el
damentales de la materia. "Todos los cuerpos de la natura-
conductor aislado forma el recipiente donde lo deposita".
leza, dice el conde de La Cépede en 1782, están llenos de
De esta manera no hay misterio, no hay problema. U n o
poros: la porosidad es, pues, una propiedad general de los
se pregunta cómo la extensión de una imagen semejante
cuerpos." ( x )
podría servir para mejorar la técnica, para pensar la expe-
riencia. ¿Habrá que poner cepillos más grandes si se quie-
VI re disponer de una fuente más abundante? ¿Habrá que
dar a la rueda un movimiento de vaivén para imitar al pis-
N o sería difícil multiplicar los estudios semejantes al que tón? Precisamente, la ciencia moderna utiliza la analogía
acabamos de esbozar en este capítulo. Se advertiría bastante de la bomba para ilustrar algunos caracteres de los gene-
rápidamente que los conocimientos objetivos se concentran radores eléctricos; pero es para tratar de aclarar las ideas
frecuentemente alrededor de objetos privilegiados, alrede- abstractas de diferencia de potencial, de intensidad de co-
dor de instrumentos simples que llevan el signo del homo rriente. Se ve aquí un contraste neto de dos mentalidades:
faber. En este orden de ideas podría estudiarse la palanca, el en la mentalidad científica la analogía hidráulica desem-
espejo, el tamiz, la b o m b a . . . Se comprobaría la existencia peña su papel después de la teoría. En la mentalidad pre-
de físicas particulares generalizadas muy rápidamente. Siem- científica lo hace antes. Si se nos objetara nuevamente que
pre con el mismo espíritu podrían también estudiarse fenó- Marat es un autor científico de segundo orden, contesta-
menos particulares como el choque, tan poco importante en ríamos que sus obras fueron abundantemente citadas a
la fenomenología natural, y que sin embargo desempeña fines del siglo X V I I I y devolveríamos la objeción repitien-
un papel tan grande en la explicación intuitiva, en ciertas do que precisamente lo que caracteriza al período precien-
culturas filosóficas. Se podrían acumular sin fin imágenes tífico es que los autores de segundo orden han tenido en él
simplistas que se atreven a proponerse como explicativas. una gran influencia. Son los obreros activos de la fábrica
Veamos algunos ejemplos. Franklín registra, en electrici- científica. Ya no ocurre eso. El número de experiencias
dad, el poder de las puntas encubriéndola en esta rápida ima- realizado por Marat es prodigioso, él dioe que ha hecho
gen ( 2 ) "como al arrancar las crines de la cola de un ca- como cinco mil experiencias sobre la luz. Entre esas cinco
ballo, una fuerza, insuficiente para arrancar un puñado de mil experiencias, la Física no ha conservado ni una. En
una sola vez, sería suficiente para quitarle crin por crin, de cambio un estudiante contemporáneo que hace su tesis en
un laboratorio de investigaciones bajo la dirección de un
( ! ) COMTE DE L A CÉPÉDE, des Acad. et Soc. Roy . de D i j o n , T o u - maestro, puede esperar hacer obra útil.
louse, Rome, Stockholm, Hesse-Hambourg, Munich, Physique genérale
et particutiére. 2 vols., París, 1 7 8 2 , t. I, p . 1 9 1 .
( x ) MARAT: Recherches physiques sur l'éléctricité. París, 1782,
(2) F R A N K L Í N l o e . cit„ p. 18.
p. 1 1 2 .

95 96
El peligro de las metáforas inmediatas en la formación corresponden a las intuiciones de la filosofía realista. Esos
del espíritu científico, es que ellas no son nunca imágenes obstáculos fuertemente materializados ponen en juego, no
pasajeras; ellas se dirigen a un pensamiento autónomo; propiedades generales, sino cualidades sustanciales. Es en
tienden a completarse, a terminar en el reino de la imar ellos, en una experiencia más sorda, más subjetiva, más ín-
gen. Veamos un ejemplo de esta terminación. Para ex- tima, donde reside la verdadera inercia espiritual. Es en
plicar el trueno, el P. de Lozeran de Fesc asimila su mate- ellos donde encontraremos las verdaderas palabras obstácu-
ria a pólvora de cañón. Químicamente, pretende encontrar los. Dejaremos, pues, para fines del capítulo sobre el obs-
en las exhalaciones sensibles en tiempo de tormenta el equi- táculo sustancialista, el estudio de algunas sustancias abusi-
valente del salitre, del carbón y del azufre cuya mezcla, como vamente privilegiadas que nos permitirán captar mejor la
se sabe, constituye la pólvora. Históricamente, tal afirma- idea de privilegio epistemológico, la idea de valorización epis-
ción puede encontrarse muy plausible sobre todo si se con- temológica. Será también al final de ese capítulo donde da-
sideran las ideas fuertemente valorizadas que se tenían, desde remos su total desarrollo al psicoanálisis del conocimiento
hacía siglos, respecto de las exhalaciones. N o había ahí, en objetivo.
definitiva, más que una simple idea falsa, entre tantas otras,
sobre la naturaleza química del rayo. Pero veamos cómo ter-
mina esta imagen ingenua de la explosión del trueno. Para
explicar la inflamación de la pólvora del trueno, el autor
utiliza una teoría de los torbellinos, infiel por otra parte
a la teoría cartesiana, y concluye : "Como no existe
aire a lo largo del eje de esos tornados (los torbellinos) y
como sus paredes resisten enormemente, cosa que se prueba ya
porque sostienen todo el peso de la atmósfera ya por 13 fuer-
za sorprendente de las columnas de nubes que arrancan los
árboles más corpulentos y derrumban las casas, ellos forman
como un largo Cañón. Cuando la materia del Trueno está
por explotar, en su mayor parte debe bajar a lo largo de
este Cañón con una extrema r a p i d e z . . . " Como la pólvo-
ra de cañón no era suficiente, hizo falta el Cañón para que
la teoría fuera completa. La disertación del P. de Lozeran
du Fesc ha sido premiada por la Academia en 1726: la Aca-
demia que no había podido discernir el premio el año an-
terior se felicita de haber logrado una memoria tan hermosa.
Mas todas estas imágenes pueriles, captadas en cierto mo-
do en sus rasgos exteriores, están lejos de ser las más acti-
vas. En este orden de ideas, los obstáculos más poderosos

C 1 ) R. P. DE LOZERAN DU FESC, de la Compagilie de Jésus. Prof.


Roy. de Math. á l'Universíté de Perpígnan. Díssectatton sur la cause et ¿a
nature du tonnerre et des éclaics, París, 1 7 2 7 , p. 3 4 .

98
97
allá del pensamiento científico, tienen poca influencia sobre
la evolución del conocimiento objetivo.
El aspecto literario es sin embargo un signo importante,
generalmente un mal signo, de los libros precientíficos. A
una armonía a grandes rasgos se asocia una grandilocuen-
cia que debemos caracterizar y que ha de atraer la atención
del psicoanalista. Es en efecto la señal innegable de una va-
lorización abusiva. Con todo no daremos sino algunos
CAPÍTULO V ejemplos, pues las páginas a que alude se encuentran entre
las más aburridas y las más inútiles que hayan escrito los
EL CONOCIMIENTO UNITARIO Y PRAGMATICO COMO "Físicos".
O B S T A C U L O P A R A EL C O N O C I M I E N T O CIENTIFICO En un libro escrito bajo forma de cartas familiares, un
autor desconocido comienza con estas palabras su Planétaire
I ou abregé de l'histoire du Ciel: "¿Es lanzarse a un vuelo de-
masiado audaz pretender elevarse hasta el techo celeste? ¿Se
Hemos estudiado la función generalizante y sus peligros me acusará de temeridad por querer emprender el examen de
a través de experiencias e intuiciones bien determinadas, esas antorchas que parecen sujetas a la bóveda del firma-
como la coagulación, la fermentación, la función mera- mento?" El .mismo autor, en su carta 29-, aborda así el
mente mecánica de la esponja. Pero puede captarse la seduc- estudio de la Luz. "Cuánta sublimidad en las palabras que
ción de generalidades aún más vastas. Ahora, ya no se trata utilizó Moisés para trasmitirnos la voluntad de Dios; Fiat
de pensamiento empírico, sino verdaderamente de pensa- lux, et facta est, ningún intervalo entre el pensamiento y la
miento filosófico. Un dulce letargo inmoviliza ahora a la acción. . . Esa Expresión es tan maravillosa, y tan divina,
experiencia; todas las cuestiones se sosiegan en una vasta que eleva el alma tanto como la embarga de respeto y de
Weltanschauung; todas las dificultades se resuelven ante una admiración... Es de este flúido tan precioso, de este Astro
visión general del mundo, mediante una simple referencia a luminoso, de este elemento que ilumina al universo, es de
un principio general de la Naturaleza. Es así como en el si- la luz, en fin, que hay que tratar, buscar las causas, y de-
glo XVIII la idea de una Naturaleza homogénea, armónica, mostrar sus efectos,"
tutelar anula todas las singularidades, todas las contradiccio-
Igual admiración religiosa en el Discurso de 105 páginas
nes, todas las hostilidades a la experiencia. Mostraremos có-
que sirve de introducción a la Physique genérale et particu-
mo una generalidad semejante — y generalidades conexas—
Uére del conde de La Cépede ( x ) . "Hemos considerado la
son de hecho obstáculos para el pensamiento científico. No
luz, ese ser que cada día hace renacer el universo ante nues-
le dedicaremos sino unas páginas, pues la prueba es fácil. Y,
tros ojos, y nos devuelve la imagen de la creación." Por otra
en particular, para no alargar excesivamente a nuestro libro,
renunciaremos a citar a los escritores y a los filósofos. Por parte se puede captar lo que hay de poco objetivo en esta ad-
ejemplo, un' estudio algo detallado podría poner de manifies- miración. En efecto, si se dejaran de lado los valores incons-
to que la obra de B,ernardin de Saint-Pierre es una larga cientes que cada mañana vienen a reconfortar al corazón del
parodia del pensamiento científico. También habría mucho hombre sumido en la noche, se encontraría muy pobre, muy
que corregir a una física como aquella sobre la cual se apoya poco sugestiva, esta "imagen de la creación" que ofrece una
la filosofía de Schelling. Pero estos autores, más acá o más
(i) D e l a c é p é d e : loe. citt, p . 12.

99 100
radiante aurora. Después de un esfuerzo de análisis, el conde ideal de perfección asignado a los fenómenos. Nuestras ob-
de La Cépede nos promete una síntesis conmovedora (pá- servaciones son, pues, menos superficiales de lo que ellas apa-
gina 17) : "Hemos examinado suficientemente por separado rentan, pues la perfección servirá de índice y de prueba para
las distintas partes que componen el esqueleto de la Natu- el estudio de los fenómenos físicos. Por ejemplo, para ha-
raleza; reunamos esas partes, revistámoslas con su brillante llar la esencia de la luz, C. de la Chambre plantea la cues-
atavío, y compongamos con ellas ese cuerpo inmenso, ani- tión siguiente (p. 99) : "Veamos, pues, si podemos descubrir
mado, perfecto, que constituye en verdad esta Naturaleza algo que deslumbre al espíritu tanto como a los ojos". Se
poderosa. ¡Qué espectáculo magnífico se abre ante nuestros trata, así, de colocar a la luz en una escala de perfección que
ojos! Vemos el universo desplegarse y extenderse; una can- va de la materia a Dios, de la obra al obrero. A veces, es de
tidad innumerable de globos luminosos por sí mismos bri- lamentar que el valor perturbe a la tabla de presencia: así
llan en él con esplendor . . . " Cuando semejante admira- nuestro autor se niega a establecer una relación cualquiera
ción anima a una pluma verdaderamente literaria, se recibe entre las maderas podridas que brillan (por fosforescencia)
con todo una confidencia a la vez más intima y más discreta. y las "sustancias tan puras y nobles como son las Estrellas".
Es entonces menos el espectáculo admirable que el hombre En cambio, C. de la Chambre habla "de los ángeles. . . cuya
que admira lo que gusta y se admira. En el umbral de un extensión tiene tanta relación con la de la luz" (p. 3 0 1 ) .
estudio psicológico, antes de nacer el romance, anterior a las La idea de perfección a veces será tan poderosa como para con-
confidencias del corazón, es posible que un paisaje prepare tradecir a intuiciones familiares y constituir obstáculos para
un estado de ánimo, y sirva a establecer un vínculo simbó- investigaciones útiles (p. 2 3 0 ) . "Si seguimos las opiniones
lico entre el libro y el lector. En el umbral de una Física, comunes, habría que agregar ahora que la Luz se debilita
semejantes arranques de admiración, de ser eficaces, no ha- por sí misma al alejarse del cuerpo luminoso; que al igual que
rían sino preparar valorizaciones nocivas. T o d o este alar- todas las otras cualidades ella pierde poco a poco su fuerza
deo literario no puede conducir sino a desilusiones. mientras progresa; y que en eso reside la verdadera razón
por la cual se debilita tanto que al final se torna insensible.
Sin duda, todo autor está animado por el deseo de valo- Pero, aunque esto se verifique para las otras cualidades, re-
rizar el tema que ha elegido. Quiere mostrar, desde su pre- putamos como cierto que la Luz es de una naturaleza y de
facio, que tiene un tema. Pero los actuales procedimientos de un orden tan superior a las de aquéllas, que no está sujeta
valorización, por reprensibles que sean, son más discretos; a ninguno de sus defectos. . . (su) debilitamiento no es sino
están íntimamente vinculados con el contenido de la obra. exterior y no atañe a la esencia y a la fuerza interior de la
Nadie se atreverá a decir, como C. de la Chambre, que el Luz". Se ve aquí bien claramente la influencia esterilizadora
tema tratado La Luz encontrará su aplicación en la luz del de una valorización irregular. U n hecho físico tan claro
espíritu, en la del honor, del mérito, de la virtud. Se aparta- como es el decrecimiento de la iluminación en razón inversa
rán argumentos como éste (*) (Prefacio, III) : "La luz ani- al cuadrado de la distancia al foco luminoso, está oscurecido
ma y alegra a toda la Naturaleza; donde no está no hay ni por razones que nada tienen que ver con el pensamiento ob-
alegría, ni fuerza, ni vida, no hay sino horror, debilidad, la jetivo. Se ve también que la perfección de los fenómenos
nada. Entre todas las criaturas sensibles la luz es, pues, la físicos es, para el espíritu precientífico, un principio funda-
única que es más semejante y más conforme a la Divinidad." mental de explicación. Claro es, frecuentemente se vincula e.
Esta necesidad de elevar a los temas está en relación con un principio de esta perfección con el acto creador (p. 105) :
"Podemos concluir que esta primera y todopoderosa Palabrj
Í 1 ) DE LA CHAMBRE, Conseiller du Roi en ses conseils et son 1er. que creó (la Luz) en el nacimiento del mundo, produce to-
médecin ordinaire: La lumiére. París, 1 8 6 2 .

101 102
davía en todo momento el mismo efecto, y extrae de la nada' que se tendría una ¿reación en dos tiempos: primero las co-
esta Forma admirable para introducirla en los cuerpos que sas, el movimiento después, dualidad que, sin duda, para
están dispuestos a recibirla". ellos es una enormidad. Se toman entonces el trabajo de
Ciertas doctrinas son íntegramente solidarias con un ca- contestar "que ellos no han supuesto que este Obrero se
mino de perfección. Así Mme Héléne Metzger ha puesto de hubiera visto obligado a golpear física y mecánicamente
manifiesto de una manera luminosa que la Alquimia no es ese resorte, es decir el Sol, mediante un choque impreso, ya
concebible sino con el hecho de que la evolución de las sus- en el centro de la masa, ya en otro punto de esta masa, ya
tancias tenga lugar en un solo sentido, en el sentido de una en el centro y en otro punto al mismo tiempo. Ellos han
conclusión, de una purificación, de la conquista de un va- escrito, Dios dijo a esos cuerpos de girar alrededor de sus
lor C1). centros. Ahora bien, en esto no hay nada de inconcebible.
En todas sus obras, la idea de perfección no es, pues, un Ellos deducen de ese orden, cuyo cumplimiento se convierte
valor que se agrega, a destiempo, como una consideración en ley única de la Naturaleza, todos los fenómenos de los
filosófica superior, a conclusiones extraídas de la experiencia, movimientos celestes". ¡La unidad ha sido realizada bas-
ella sirve de fundamento al pensamiento empírico, lo dirige tante rápidamente, la dualidad ha sido sutilizada bien pron-
y lo resume. to! Aquello que era inconcebible mecánicamente mediante
una acción física, se torna concebible cuando se lo vincula
con una acción divina. ¿Quién no ve que lo concebible ha
II cambiado de dominio? Un espíritu moderno ha roto con
este mito de la unidad de lo concebible. En particular,
piensa el problema teológico en un plano diferente al del
Para el espíritu precientífico la unidad es un principio
problema cosmológico.
siempre deseado, siempre realizado con poco esfuerzo. N o
hace falta más que una mayúscula. Las distintas activi- Podría por lo demás escribirse todo un libro estudiando
dades naturales se convierten así en manifestaciones varia- las obras, todavía numerosas en el siglo XVIII, en las que la
das de una única y misma Naturaleza. N o se puede concebir Física está asociada a una Teología, en las que el Génesis
que la experiencia se contradiga y tampoco que se separe en es considerado como una Cosmogonía científica, en las que
compartimientos. Lo que es verdad para lo grande debe la Historia del Cielo es considerada "según las ideas de los
ser verdadero para lo pequeño e inversamente. Frente a la Poetas, de los Filósofos y de Moisés". Libros como el del
menor dualidad se sospecha un error. Esta exigencia de abate Pluche, elaborado bajo esta inspiración, están durante
unidad plantea ana cantidad de falsos problemas. Por el siglo XVIII en todas las manos, y conocen reediciones
ejemplo, de Marivetz y Goussier se muestran inquietos fren- hasta fines de siglo.
te a una dualidad completamente mecánica que podría sos- Sin extendernos sobre la imprudencia de semejantes pen-
pecharse en los fundamentos de su cosmogonía. Como ellos samientos, tratemos brevemente de caracterizar el estado de
realizan en Dios el primer movimiento del Universo, se pre- ánimo de sus autores. En cuanto éstos han adelantado una
senta una objeción a sus mentes: N o podría ocurrir que la de esas hipótesis de unificación grandiosas, de inmediato ha-
impulsión básica se agregara, como una especie de creación cen acto de humildad intelectual, recordando que los designios
dinámica, por encima de la creación material, de manera de Dios son ocultos. Pero esta humildad, que se manifiesta
de manera tan diserta y tan tardía, oculta mal una inmo-
(!) MME HÉLÉNE METZGER: Les Concepts identifiques, ps. 97- destia primitiva. Siempre se encuentra un orgullo en la base
118. de un saber que se afirma general y más allá de la experien-

103 104
cia, de un saber que escapa del dominio de la experiencia Céleste: "Sin derogar a la Santa Providencia, se dice que
donde podría sufrir contradicción. los cambios de los reinos y de las religiones no provienen
sino del cambio de los planetas de un lugar a otro, y que
su excentricidad es la rueda de la fortuna que establece,
III aumenta o disminuye a los Estados según el lugar del mun-
do donde ella comienza o t e r m i n a . . . De manera que me-
Mas volvamos a los principios de armonía, en aparien- diante un cálculo del movimiento del pequeño círculo que
cia más próximos al mundo objetivo. Los historiadores transporta el centro de la excéntrica alrededor de la circun-
de la Química han estudiado ampliamente las teorías que, ferencia, se podría conocer la época precisa de la ruina de
durante la Edad Media y el Renacimiento, se fundaron sobre las monarquías presentes". La supradeterminación de la
vastas analogías. En particular Mme Metzger ha reunido en astrología es tal que ciertos autores llegan hasta a utilizar
libros bien documentados todo lo referente a las analogías un verdadero recíproco para inferir, partiendo de datos hu-
paracélsicas. Ha mostrado cómo se planteaba una analogía manos, informaciones relativas a los cuerpos celestes. No
entre los astros y los metales, entre los metales y las partes se trata entonces de signos, como se cree con demasiada
del cuerpo. De ahí una especie de triángulo universal que frecuencia cuando se habla ahora de astrología; se trata de
une el Cielo, la Tierra y el Hombre. Sobre ese triángulo acción real, de acción material. Claude Comiers ( x ) re-
juegan "correspondencias" ultrabaudelerianas donde las fan- cuerda que Bodin, en el segundo libro de su Théátre de la
tasías precientíficas se transponen sin fin. Esta trilogía es Natare pretende que "los Cometas son las almas de los Gran-
tan convincente que se llega hasta confiar en ellas para el des y Santos Personajes que abandonan la tierra subiendo
tratamiento de las enfermedades ( x ) . "Para cada enfermedad en triunfo en el firmamento; de donde resulta que los
del hombre, cada desarmonía accidental de un órgano, el pueblos abandonados por esas hermosas almas, que aplacan
remedio apropiado resulta ser el metal que está en relación la cólera de Dios, sufren el hambre, son atacados por enfer-
con el planeta análogo al órgano enfermo". ¿Es necesario medades contagiosas, y sufren las desgracias de las guerras
agregar que tales analogías no favorecen ninguna investiga- civiles".
ción? Al contrario, ellas conducen a fugas del pensamiento;
impiden aquella curiosidad homogénea que proporciona la Podrían darse millares de ejemplos en los que interviene,
paciencia para seguir un orden de hechos bien definido. En como pensamiento director, una increíble supradetermina-
todo momento las pruebas están transpuestas. Se cree hacer ción. Esta tendencia es tan nítida que podría decirse: todo
Química en el fondo de un frasco: es el hígado quien con- pensamiento no-científico es un pensamiento supradeter-
testa. Se cree auscultar un enfermo: es la conjunción de un minado. Veamos un solo ejemplo ( 2 ) . "El gato se aviene
astro quien influye sobre el diagnóstico. con Saturno y la Luna, y le gusta tanto la hierba valeriana
que cuando ésta se recoge bajo la conjunción de aquellos
Es fácil encontrar ejemplos en los que la creencia en esta dos astros, se reúnen todos los gatos en el lugar donde ella
unidad armónica del mundo conduce a plantear una supra- se encuentra. Hay quienes sostienen que este animal es vene-
determinación muy característica de la mentalidad precien- noso, y que su veneno está en el pelo y en la cabeza: pero
tífica. La astrología es un caso particular de esta supra- yo creo que está sólo en la cabeza, puesto que estos espí-
determinación. Fayol escribe en 1672 ( 2 ) en la Harmonie ritus animales que crecen en plenilunio, y disminuyen en
( ! ) MME METZGER: Les Doctrines chimiques. . loe. cit., p. 1 0 4 .
(2) JEAN-BAPTISTE FAYOL, Prieur commandataire de Notre-Dame (1) COMIERS: loe. cit., p . 3 1 .
de Donges, L'harmonie céteste. París, 1 6 7 2 , ps. 81, 8 2 . (2) FAYOL: loe. cit., p. 2 9 2 .

105 106
novilunio, atacan únicamente en plenilunio, saliendo de cualitativa de la cual acabamos de ver las vagas articula-
sus ojos para comunicar su veneno. Tres gotas de sangre ciones? Se nos repite que levantando un dedo modificamos
de un gato macho, extraída de una pequeña vena situada el centro de gravedad de la Tierra y que esta débil acción
debajo de la cola son buenas en contra del mal caduco, su determina una reacción en las antípodas. ¡Como si el centro
carne abre las hemorroides y purga la sangre melancólica, de la gravedad de la tierra, cuando se le considera precisa-
su hígado cocido y bebido en el vino antes del acceso, es mente como el conjunto de los átomos en continua vibra-
útil para la fiebre cuartana, y para la gota, la grasa de un ción que lo constituyen, no fuera otra cosa que un punto
gato castrado ablanda, calienta y disipa los humores de la estadístico! El espíritu filosófico es así el juguete «del abso-
gota, su piel es muy buena sobre el estómago, sobre las luto de la cantidad, como el espíritu precientífico es el ju-
articulaciones, y sobre las junturas, calienta las partes debi- guete del absoluto de la cualidad. De hecho la ciencia con-
litadas por los humores fríos, su excremento hace crecer el temporánea se instruye sobre sistemas aislados, sobre uni-
pelo. Quien lleve encima hierba valeriana puede llevarse el dades parcelarias. Ella sabe mantener sistemas aislados, Y
gato que quiera sin aprensión. Este animal se cura los ojos en lo que se refiere a los principios epistemológicos, la cien-
por el uso de la valeriana." Hemos transcripto esta larga y cia contemporánea afirma que las cantidades a despreciarse
ridicula página con el único objeto de mostrar con qué dis- deben ser despreciadas. Ya no es suficiente decir que pueden
plicencia se yuxtaponen las propiedades más heteróclitas, ser despreciadas. Se corta pues de raíz respecto de determi-
una determinando la otra. Entonces todo es causa de todo. naciones puramente plausibles, jamás probadas. Finalmente
Se nos acusará sin duda de triunfar muy fácilmente al des- la ciencia cuántica nos familiariza con la noción de umbral
plegar una locura semejante. De hecho, cada vez que hemos cuantitativo. Hay energías insuficientes para traspasar ese
citado páginas como ésta a médicos, a historiadores de la umbral. Esas energías no pueden perturbar fenómenos bien
medicina, se nos ha contestado, con cierto malhumor, que definidos, bien aislados. Se ve pues que la doctrina de la
páginas semejantes no afectan de manera alguna a las doc- determinación debe ser revisada y que la solidaridad cuan-
trinas puramente clínicas y que tal o cual gran médico de titativa del Universo no es un carácter con el cual se f. ida
los siglos pasados estaba evidentemente libre de prejuicio^ argüir sin precaución.
semejantes. Pero la medicina, respondemos nosotros, ¿es
practicada por los "grandes médicos"? Y si se quiere juzgar
acerca de las dificultades de la formación del espíritu cien- IV
tífico ¿no ha de escrutarse ante todo a los espíritus confu-
sos, tratando de trazar los limitas entre el error y la verdad ? U n o de los obstáculos epistemológicos relacionados con
Ahora bien, nos paiece muy característico que en la época la unidad y poder de la naturaleza, es el coeficiente de rea-
precientífica la supradeterrnínación llegue a enmascarar a lidad que el espíritu precientífico atribuye a todo lo que
la determinación. Entonces io vago se impone a lo pre- es natural. Hay en esto una valorización indiscutida, in-
ciso. vocada sin cesar en la vida diaria y que, en definitiva, es
Por lo demás nosotros vamos más lejos y creemos que una causa de confusión para la experiencia y el pensamiento
es la supradeterminación la que ha enseñado una determi- científico.
nación pura y simplemente afirmada, sin haberse referido Así Réaumur atribuye a los líquidos naturales una apti-
a experiencias. Así, la determinación cuantitativa, tan im- tud especial para resistir al frío (*). "Nosotros no nos
portante en ciertas filosofías, como por ejemplo en la filo-
sofía leibniziana ¿está mejor fundada que la determinación (!) Mémoires de l'Académie des Sciences, 1 7 3 4 , p. 186.

107 108
sorprendemos que líquidos inflamables, como el espíritu de tarde o se detenga. Ahora bien, piensa Réaumur con una
vino, y quizá tengamos que sorprendernos aun más, que atrevida inducción, los huevos son "especies de crisálidas".
los poderosos espíritus ácidos y que las aguas mismas muy Propone pues proteger con sebo o con barniz a los huevos
cargadas de sales conserven su licuabilidad en contra de los que deban conservarse. Todas las amas de casa emplean hoy
fríos excesivos. Pero la naturaleza sabe componer líquidos un buen procedimiento basado sobre una generalización
que de ningún modo son inflamables, que no tienen acidez dudosa. Mas la inducción utilitaria ¿se detendrá ahí? ¿se
sensible para nosotros, y que sin embargo están en condi- limitará a este primer éxito? El historiador de la Academia
ciones de resistir a muy grandes fríos. Me refiero a esa se atreve a ir más lejos. Quizá se tenga el derecho de con-
especie de sangre que circula en los insectos de tantas espe- cluir ( x ) "que los hombres podrían también conservarse
cies; por su color, por su gusto, nuestros sentidos groseros más tiempo aplicándose alguna especie de barniz adecuado,
jurarían que es agua, o por lo menos un líquido extrema- como hacían antes los Atletas, como hacen hoy los salva-
damente acuoso." Como ciertas orugas han resistido a los jes, aunque quizá con otras intenciones". No es ésta una
mayores fríos, y a menos 17 grados Réaumur ellas se man- idea aislada. Ya Bacon consideraba la disminución de la
tenían flexibles, "La sangre y los principales líquidos que traspiración como un medio para prolongar la vida. En
se encuentran en el cuerpo de estos insectos, por acuosos 1776, Berthollet (Obsewations sur l'aic, p. 31) no titu-
que parezcan, son pues de una naturaleza tal que resisten un bea en escribir: "Creo que si se suprimiera la traspiración
frío excesivo sin congelarse." Se siente bastante claramente durante los primeros años de la vida (en los niños peque-
que Réaumur prejuzga sobre la experiencia y que su intui- ños) los conductos de la orina se agrandarían, y los hu-
ción animista no lo predispone a estudiar in vitro, como mores establecerían para siempre un curso más abundante".
es el caso de hacer, los fenómenos de la congelación de las En todos los fenómenos se busca la utilidad humana,
soluciones salinas. no sólo por la ventaja positiva que puede procurar, sino
como principio de explicación. Encontrar una utilidad, es
encontrar una razón. Para convencer de la acción curativa
V del imán, van Swinden, no obstante su prudente apego a
la experiencia, escribe ( 2 ) : " Y pregunto todavía a todo
También la utilidad ofrece una especie de inducción muy físico sincero, si está interiormente convencido que esta
particular que podría llamarse inducción utilitaria. Ella con- fuerza magnética, tan universal, tan variada, tan asombro-
duce a generalizaciones exageradas. Se puede partir entonces sa, tan admirable, ha sido producida por el Creador única-
de un hecho comprobado, hasta se puede llegar a una ex- mente para dirigir a las Agujas imanadas, que no obstante
tensión feliz. Pero el empuje utilitario conducirá casi infa- han permanecido tanto tiempo desconocidas al género hu-
liblemente demasiado lejos. Todo pragmatismo, por el mero mano . . .
hecho de ser un pensamiento mutilado, lleva fatalmente a Los fenómenos más hostiles al hombre son frecuente-
la exageración. El hombre no sabe limitar lo útil. Lo útil mente objeto de una valorización cuvo carácter antitético
por su valorización se capitaliza sin cesar. He aquí un ejem- debería llamar la atención del psicoanalista. Así, para el
plo en el que la inducción utilitaria no es nada feliz. abate Bertholon ( 3 ) , ü trueno lleva "al mismo tiempo el
Para Réaumur las crisálidas de oruga "traspiran". Es
(!) Mémoires de l'Académie des Sciences, 173 6, p. 19.
esta comunicación con el exterior que mantiene la vida
(2) VAN SWINDEN: loe. cit., II, p. 194.
sorda de la crisálida y le permite evolucionar. Basta recu- (3) ABBÉ BERTHOLON: De l'électricüé des üégétaux. París, 1783,
brir una crisálida con barniz para que el desarrollo se re- ps. 27, 46, 61.

109 110
espanto en el alma de los más intrépidos, y la fertilidad ridad que tienen con nosotros; y su razón importante es que
en las tierras más ingratas." Es el trueno también quien nos es más fácil, más agradable y más útil considerar las
expande "ese fuego productor que con razón se considera cosas con relación a nosotros mismos que bajo cualquier
como un quinto elemento". "Lo mismo ocurre con el gra- otro punto de vista". Se ve por lo demás que el examen
nizo que torna también las tierras muy fértiles; se ha ob- empírico practicado de acuerdo a los consejos de Buffon,
servado generalmente que después de su caída todo rever- partiendo del punto de vista familiar y utilitario, corre el
dece, y que sobre todo el trigo, sembrado después del gra- riesgo de ser ofuscado por un interés que no es específica-
nizo, produce una cosecha infinitamente más abundante que mente intelectual. Un psicoanálisis del conocimiento obje-
en los años durante los cuales él no ha caído." Hasta los tivo debe romper con las consideraciones pragmáticas.
terremotos actúan favorablemente sobre la cosecha. Sistemas íntegros están fundados sobre consideraciones
Es a todos los detalles de un fenómeno que se trata de utilitarias. Sólo la utilidad explica. A este respecto son muy
atribuir una utilidad característica. Si una utilidad no ca- características las obras de Robinet ( 1 ) . "No temo adelantar
racteriza un rasgo particular, parece que ese carácter no esta aquí que sí en la naturaleza existiera una sola inutilidad real,
explicado. Para el racionalismo pragmático una nota sin es más probable que el azar hubiera presidido a su forma-
utilidad es un irracional. Así Voltaire ve muy claramente ción, en lugar de haber sido creada por una inteligencia,
la utilidad del movimiento anual de la tierra y de su mo- pues es más extraño que una inteligencia infinita actúe sin
vimiento diurno. N o queda sino el período "de 25.920 plan, que ver con asombro que un principio ciego se con-
años" correspondiente al fenómeno de la precesión de los forma al orden por puro accidente." De ahí que lo verdadero
equinoccios en el cual no "descubre ningún uso sensible". deba doblarse con lo útil. Lo verdadero sin función es un
Y se afana en hacer admitir esta inutilidad, buena verdadero mutilado. Y cuando se ha discernido la utilidad,
prueba de que, para el espíritu de su siglo, la justificación entonces se ha encontrado la función real de lo verdadero.
más natural era la justificación mediante lo útil. No obs- Sin embargo estas razones utilitarias son aberraciones. Se
tante un sutil escepticismo, se siente que para Voltaire el han puesto de relieve con tanta frecuencia los peligros de las
cielo es útil a la tierra (*). "Lejos de ser los cometas peli- explicaciones finalistas que no tenemos por qué insistir ma-
grosos . . . son, según (Newton) nuevos beneficios del Crea- yormente sobre la importancia de este obstáculo para una
dor. . . (Newton) sospecha que los vapores que emanan de cultura verdaderamente objetiva. Hemos creído simplemente
ellos son atraídos hacia las órbitas de los planetas, y sirven necesario hacer notar que este obstáculo, en el siglo XVIII,
para renovar la humedad de esos globos terrestres en cons- era especialmente peligroso pues la explotación literaria y fi-
tante disminución. Cree también que la parte más elástica y losófica de la ciencia era muy fácil en aquella época y los
más sutil del aire que respiramos nos llega de los cometas . . . excesos de Bernardin de Saínt-Pierre no hacen sino exagerar
Me parece que son aciertos de sabio y que si se engaña, son una tendencia cuya fuerza hemos visto en los escritores cien-
errores de gran hombre." tíficos secundarios.
Flourens ha denunciado en Buffon esta tendencia siste-
mática hacia la utilidad ( 2 ) (Buffon) "no quiere juzgar los
objetos sino bajo los aspectos de la utilidad o de la familia-

( ! ) VOLTAIRE: Physique, OeuOres completes. Ed. 1828, t. XLI,


p. 381. (1) J. B. ROBINET: De ta nature, 3* ed., I V vol., Amsterdam,
(2) FLOURENS: Histoire des travaax et des idees de Buffon, p. 15. 1 7 6 6 , t. I, p. 18.

111 112
604 páginas con igual síntesis acogedora (*) (Prefacio,
-X) : "El imperio de la electricidad es tan extenso que sus
VI
límites y extremos son los del mismo Universo que abarca;
la suspensión y el movimiento de los planetas, las erup-
La necesidad de generalizar hasta el extremo, a veces me- ciones de las tormentas celestes, terrestres y militares; los
diante un solo concepto, arrastra a ciertas ideas sintéticas que meteoros, los fósforos naturales y artificiales; las sensacio-
están lejos de perder su poder de seducción. Con todo, en nes corporales; la ascensión de los líquidos a través de los
nuestra época, cierta prudencia retiene al espíritu científico. tubos capilares; las refracciones, las antipatías, simpatías,
Ya no quedan sino filósofos que buscan, sí no la piedra gustos y repugnancias naturales; la curación musical de la
filosofal, por lo menos la idea filosófica que ha de explicar picadura de la tarántula, y de las enfermedades melancólicas,
al mundo. Para el espíritu precientífico, la seducción de la el vampirismo, o succión que ejercen recíprocamente entre
unidad de explicación mediante un solo carácter es todopo- sí las personas que se acuestan juntas, son de su incum-
derosa. Veamos ejemplos. En 1786 aparece el libro del bencia y de su dependencia, como lo justifican los mecanis-
Conde de Tressan, libro en verdad escrito en 1747. Este mos eléctricos que daremos".
libro pretende explicar todos los fenómenos del Universo ¿Hace falta agregar que el libro del caballero de la Pe-
medíante la acción del flúido eléctrico. En particular, para rriére y el del Conde de Tressan no cumplen sus promesas?
de Tressan, la ley de la gravitación es una ley de equilibrio En el siglo XVIII, se encontrarían innumerables ejemplos
eléctrico. Más, todo equilibrio es por esencia eléctrico. La de libros como éstos, que prometen un sistema y que sólo
propiedad esencial del flúido eléctrico, a la que se refieren ofrecen un montón de hechos mal ligados, y por tanto mal
constantemente los dos gruesos tomos "es tender siempre vistos. Tales obras son tan inútiles desde el punto de vista
a equilibrarse consigo mismo". Por lo demás, donde hay filosófico, como desde el punto de vista científico. N o fin-
equilibrio, hay presencia eléctrica. T a l es el único teorema can en una gran intuición metafísica como las obras de
de una inanidad desconcertante, y del cual se extraerán las Schelling o de Schopenhauer. No acumulan documentos em-
conclusiones más inverosímiles. Puesto que la tierra gira píricos como lo hacen las obras de los químicos y de los
alrededor del sol sin acercarse jamás a él, existe equilibrio botánicos de la época. En fin, ellas estorban a la cultura
entre la electricidad de los dos astros. De una manera más científica. En cambio, el siglo XIX ha visto desaparecer casi
precisa, los vegetales señalarán el equilibrio de la electricidad completamente esas cartas familiares y pretenciosas de maes-
que irradia del suelo y de la electricidad de los rayos sola- tros improvisados. Con eso el plan de la cultura científica
res (*). "Todos los cuerpos posibles que tocan a la tierra, se ha aclarado notablemente. Los libros elementales ya no
así como los que están implantados en ella, son otros tantos son libros falsos. Pero este ordenamiento no nos debe hacer
conductores que reciben y trasmiten la electricidad terrestre olvidar la confusión que reinaba durante la era precientí-
en relación con la fuerza naciente que puede entonces tener, fica. Sólo adquiriendo la conciencia de esta revolución en
según la oblicuidad o verticalidad de los rayos solares." la ciencia, puede en verdad comprenderse el poder de for-
mación psicológica del pensamiento científico y apreciarse
Otro autor, el caballero de la Perriére, ocupa un libro de la distancia que media entre el empirismo pasivo y regis-
trador y el empirismo activo y pensado.
( ! ) COMTE DE TRESSAN, un des quarante de l'Ac. fr., membre des
Ac. royales des Sciences de París, Londres, Edimbourg, Berlín, Nancy,
Rouen, Caen, Montpeilier, etc. Essai sur le fluide électrique consideré ( ! ) J.-C.-F. DE LA PERRIÉRE, Chevalier, Seigneur de Roiffé: Mé-
comme agent universal, 2 vols., París, 1 7 8 6 , p. 131. canismes de l'électticité et de l'Umvers. París, 1 7 6 5 , 2 vols.

11) 114
labra griega para que la virtud dormitiva del opio que hace
dormir deje de ser un pleonasmo. El acercamiento de dos
etimologías de genios diferentes produce un movimiento
psíquico que pasa por ser la adquisición de un conocimiento.
Toda designación de un fenómeno conocido a través de un
nombre científico aporta una satisfacción a un pensamiento
perezoso. Ciertos diagnósticos médicos, ciertas sutilezas psi-
cológicas que juegan con sinónimos proporcionarían fácil-
CAPITULO VI mente ejemplos de estas satisfacciones verbales. Sutilezas no
coordenadas o simplemente solidarias con matices de len-
EL O B S T A C U L O SUSTANCIALISTA guaje, no pueden pretender determinar una estructura psi-
cológica. A fortiori, cuando esas sutilezas apuntan a la ex-
I periencia, cuando ellas rozan detalles empíricos, su vincu-
lación con una sustancia, o con un sustantivo, no puede
El obstáculo sustancialista, como todos los obstáculos determinar un pensamiento científico.
epistemológicos, es polimorfo. Se compone de la reunión de
las intuiciones más alejadas y hasta las más opuestas. Por
una tendencia casi natural, el espíritu precientífico centra II
sobre un objeto todos los conocimientos en los que ese
objeto desempeñe un papel, sin preocuparse por las jerar- L o que está oculto está encerrado. Analizando la refe-
quías de los papeles empíricos. Une directamente a la sus- rencia a lo oculto, es posible caracterizar lo que llamaremos
tancia las distintas cualidades, ya sea una cualidad profun- el mito de lo interior y luego el mito más profundo de lo
da como una cualidad superficial, ya sea una cualidad ma- íntimo.
nifiesta como una cualidad oculta. Podría sin embargo dis-
Sería naturalmente fácil mostrar que la psicología lite-
tinguirse un sustancíalismo de lo oculto, un sustancialismo
raria descansa sobre esos mitos: basta hablar con gravedad
de lo íntimo, un sustancialismo de la cualidad evidente.
y lentamente de un sentimiento profundo para pasar por
Pero, una vez más, tales distinciones conducirían a olvidar
un profundo psicólogo de la vida íntima. Puede pregun-
el carácter vago e infinitamente tolerante de la sustanciali-
tarse si la tradicional psicología de los sentimientos sería
zación; conducirían a descuidar ese movimiento epistemo-
posible si sólo se le prohibiera el uso de la palabra profun-
lógico que va alternativamente del interior al exterior de
do que ella aplica en todas partes y que no corresponde,
las sustancias, prevaliéndose de la experiencia exterior evi-
en resumidas cuentas, más que a una pobre imagen. De
dente, pero alojando la crítica en las profundidades de la
hecho, la impresión de profundidad no es sino una impre-
intimidad.
sión superficial: y esto es tan cierto que ella adhiere sobre
En lo que respecta a la explicación medíante las cuali- todo a sentimientos ingenuos, mal trabajados, librados a
dades ocultas se repite, desde Moliere, que se conocía su los monótonos impulsos de la naturaleza.
carácter a la vez pedante y engañoso. Sin embargo, de una Pero nosotros, cuya tarea no es en este momento la de
manera más o menos disimulada bajo los artificios del len- estudiar la psicología del yo, sino la de seguir la marcha
guaje, yace ahí un tipo de explicación que amenaza cons- del pensamiento que busca a su objeto, debemos captar la
tantemente a la cultura. Pareciera que es suficiente una pa- fantasía en la pendiente de la intimidad atribuida a los

115 116
objetos. El fin es diferente, pero los procesos son homólo- Le Pelletier ( x ) dice que los mercurios de los metales están
gos: el psicólogo de la intimidad y el realista ingenuo obe- demasiado bien cerrados, que los azufres "están cerrados
decen a una misma seducción. La homología es tan clara demasiado estrechamente para ser abiertos y desarrollados
que podrían cruzarse los caracteres: el realismo es esencial- por la arcada de nuestro estómago". Se está siempre a la
mente una referencia a una intimidad y la psicología de la búsqueda de una "clave" para abrir las sustancias. Un lec-
intimidad una referencia a una realidad. tor moderno se deja llevar demasiado por la tendencia a
Para fundar esta afirmación no necesitamos sino recor- tomar la palabra clave en el sentido figurado, como el mero
dar algunas intuiciones valorizadas: toda envoltura parece medio para comprender un libro secreto. De hecho, en mu-
menos preciosa, menos sustancial que la materia que en- chos autores la clave es una materia que abre una sustan-
vuelve — la corteza, tan indispensable funcionalmente, se to- cia. Recién hay que llegar a la significación psicoanalítica
ma como una simple protección de la madera. Estas envol- de la clave para que ésta aparezca entonces actuando intui-
turas se reputan necesarias, hasta en la naturaleza inanima- tivamente. Asi, para abrir una sustancia un autor propone
da. Paracelso decía que en todas las cosas la pepita no podía golpearla con una verga de fuego.
estar sin carozo, y el carozo sin corteza. La idea sustan- La idea de volver del revés las sustancias es también sin-
cíalista es ilustrada frecuentemente mediante una simple tomática. Joachim Poleman ( 2 ) se pregunta por qué sólo
presentación. Es necesario que algo encierre, que la cualidad el aceite "tiene el poder de disolver dulce y naturalmente al
profunda sea encerrada. Así Nicolás de Locques, "médico azufre y de trocar su interior en exterior. . .". Poleman
espargírico de Su Majestad" afirma, en 1665 ( J ) , la nece- afirma además (p. 62) que "el doble corrosivo ha vuelto
sidad de una frialdad para combatir la violencia del calor totalmente del revés al cobre, convirtiendo lo interior en
"esta Frialdad volátil se lanza sobre la superficie para im- exterior, y lo tornó adecuado, no sólo para dejar escapar
pedir la disipación del calor y servirle de vaso". De este su alma, sino también. . . por la virtud de este corrosivo
modo la cualidad calor está bien custodiada en el seno de el alma dulce del cobre se ha vuelto brillante como a través
la sustancia por una envoltura de frío, bien custodiada por de un medio vivificante y resucitador". ¡Cómo decir mejor
su contraria. Esta valorización intuitiva de le interior con- que el alma del cobre, que la sustancia preciosa del cobre
duce a curiosas afirmaciones. Para Zimmermann (Ency- está en su interior! Hay que encontrar pues el medio "de
clopédie. Art. Caillou) "los guijarros son siempre más du- eliminar poco a poco y como insensiblemente ese corrosivo
ros y más trasparentes hacia el medio o centro", hacia lo del cobre, a fin de que (el cobre) pueda demorar en su
que él llama el grano interior, lo que tiene envoltura. Me-, inversión y en su dulzura, como en su propiedad luminosa
diante el análisis de estas intuiciones se advierte de inme- y brillante". Así la notación psicológica: se le vuelve como
diato que, para el espíritu precientífico, la sustancia tiene a un guante está fuertemente anclada en el inconsciente. Se
un interior, o mejor aún, la sustancia es un interior. ve que ella ha dado lugar a una falsa concepción de la
sustancia. Sin duda que no ha sido el guante quien dió la
Así, la mentalidad alquimista ha sido frecuentemente
lección inicial. La claridad consciente de la imagen oculta,
dominada por la tarea de abrir las sustancias, bajo una for-
ma mucho menos metafórica que aquella del psicólogo, este
alquimista moderno, que pretende abrirnos su corazón. Jean ( ' ) JEAN LE PELLETIER: L'Alkaest ou le dissolvant universal de
Van Helmont. Revelé dans plusieurs traites qui en découvrent le secret.
( ! ) NICOLAS DE LOCQUES, Médccin spargyrique de Sa Majesté: Les 2 vols., Rouen, 1 704, II, p. 8 9 .
Rudiments de la philosopkie naturelle touchant ¡e systeme du corps mixte. (2) JOACHIM POLEMAN: Nouvelle lumiére de Médecine du mistere
Curso teórico, tomo I; Curso práctico, tomo II. París, 1 6 6 5 , t. II, p. 19. du souffre des philosophes. Trad. del latín, Rouen, 1 7 2 1 , p. 5.

117 118
como ocurre con frecuencia, al principio de la convicción no corresponde de ninguna manera al pensamiento soñador
inconsciente. del Alquimista que pretendía ver la materia desde un punto
Espíritus más próximos al pensamiento científico acep- de vista íntimo.
tan esta extraña imagen de la vuelta del revés de la sustan- Si la sustancia tiene un interior, se ha de tratar de exca-
cia y hasta hacen de ella un tema director. Boerhaave reb- varla. Esta operación se denomina "la extracción o la ex-
lando, es cierto, el pensamiento de los alquimistas (*), me - centricidad del alma". El Cosmopolita (p. 109) durante
dita sobre los símbolos del oro (un círculo) y de la plat,i mucho tiempo designa al mercurio "flagelado y excavado":
(una media luna formada por dos arcos de círculo, uno "Dime quien está en tu centro y no te atormentaré más".
cóncavo y el otro convexo). Dice que la media luna indica En ese interior "en el centro de los menores átomos de los
"aquello que es un medio-oro, que se tornará oro perfecto metales se encuentran las virtudes ocultas, su color, su tinte".
sin mezcla alguna con materia heterogénea o corrosiva, si Se ve bastante claramente que las cualidades sustanciales se
se le puede volver poniendo lo de dentro, fuera". Se ve, piensan como cualidades íntimas. El alquimista, en la ex-
por otra parte, en este ejemplo, que el pensamiento pre- periencia, más que informaciones, recibe confidencias.
científico está fuertemente vinculado con el pensamiento En efecto, de ese centro no puede tenerse ninguna clase
simbólico. Para él el símbolo es una síntesis activa del pen- de experiencia directa y un espíritu positivo se da cuenta de
samiento y de la experiencia. En una carta filosófica muy inmediato que todas las propiedades activas necesariamen-
célebre impresa a continuación del Cosmopolita en 1723 te se "superficializan". Pero el mito de lo interior, es uno
se lee ( 2 ) : "Aquel que sabe reducir las virtudes centrales del de los procesos fundamentales del pensamiento inconsciente
oro a su circunferencia, adquiere las virtudes de todo el más difíciles de exorcizar. Según nuestra opinión, la interio-
Universo en una sola Medicina". ¿Cómo decir mejor que rización pertenece al reino del ensueño. Se la encuentra
una virtud material es homologa de una potencia psicoló- particularmente activa en los cuentos fabulosos. Entonces
gica íntima? el espíritu se permite los mayores excesos con la geometría.
Puede naturalmente existir contradicción entre "el exte- Lo grande entra en lo pequeño. Así, en un cuento de No-
rior y el interior" de una sustancia (p. 5 3 ) . "El oro aparece dier, Tesoro de habas, cargando tres litros de judías sobre
y es exteriormente fijo, pero interiormente es volátil." Ex- sus espaldas, entra en un solo garbanzo. Claro que este gar-
presión muy curiosa, sobrecargada sin duda por una fantasía banzo es la carroza de la pequeña hada Flor de arvejas. Lo
personal, pues no se ve claro a qué cualidad corresponde esta mismo, en otro cuento, cuando Miguel el Carpintero debe
volatilidad intima. Ese mismo año, 1722, Crosset de la entrar en la casa del Hada de las Migajas, exclama: "¡Dios
Heaumerie escribe ( 3 ) : "El mercurio, aunque blanco por mío! Hada de las Migajas. . . ¿se ha imaginado usted que
f u e r a . . . es rojo por d e n t r o . . . El tinte rojo. . . aparece podremos entrar ahí dentro?" En efecto esa casa se describe
cuando se le precipita y se le calcina al fuego". En esto un como un hermoso juguete de cartón barnizado. Pero, ba-
químico reconocerá la oxidación del mercurio y aprove- jándose un poco, gentilmente empujado por la mano del
chará para indicar una racionalización del pensamiento al- hada, el grueso Miguel termina por instalarse en la pequeña
quimista. Pero n o deja de ser cierto que esta racionalización residencia. Y de pronto se encuentra en ella muy cómodo,
muy abrigado. . . No de otra manera sueña el Alquimista
(1) BOERHAAVE, toe. cit., t. I. p. 3 7 .
en el poder de su oro disuelto en el mercurio. El niño que
( 2 ) Lettre philosophiqac. Tres estimées de ceux qui se plaisent aux juega con su pequeña casa de cartón barnizado la habita
Vérités hermétiques. Trad. del alemán al francés, por Antoine Duval, sintiendo los sólidos placeres de propietario. Fabulistas, ni-
París, 1 7 2 3 , p. 5 3 . ños, alquimistas van al centro de las cosas; toman posesión
(3) CROSSET DE LA HEAUMERIE: loe. cit., ps. 82, 1 0 6 .

119 120
de las cosas, creen en las luces de la intuición que nos ins- bien su lugar, el espíritu precientífico hará un medio abso-
tala en el corazón de lo real. Eliminando lo que tiene esta luto de explicación, y por tanto, inmediato. Dicho de otro
Einfühlung de pueril y de preciso a la vez, olvidando la modo, el fenómeno inmediato será tomado como el signo
falta geométrica original de lo grande contenido en lo pe- de una propiedad sustancial: en seguida toda investigación
queño, el filósofo realista cree que puede seguir el mismo científica será detenida; la respuesta sustancialista sofoca a
camino y realizar las mismas conquistas. El realista acu- todas las preguntas. Es así que se atribuye al flúido eléc-
mula entonces en la sustancia, como un hombre previsor en trico la cualidad "glutinosa, untuosa, tenaz". "La teoría
su granero, los poderes, las virtudes, las fuerzas, sin adver- del señor Boyle sobre la atracción eléctrica —dice Pries-
tir que toda fuerza es una relación. Al poblar de esa ma- tley ( J ) — , es que el cuerpo Eléctrico lanza una emanación
nera a la sustancia, entra él también en el palacio de las glutinosa, que atraparía pequeños cuerpos en su camino y
hadas. los conduciría con ella de regreso al cuerpo de donde había
partido". Como esos brazos que van a la busca de los ob-
jetos, estos radios que se recorren de ida y vuelta, son evi-
III dentemente agregados parásitos, se ve que la imagen inicial
se reduce a considerar la barra de ámbar electrizada como
La sustancialización de una cualidad inmediata, captada un dedo barnizado con cola.
en una intuición directa, no traba menos al progreso ulte-
Sí no se interiorizara esta metáfora, la cosa estaría mal
rior del pensamiento científico que la afirmación de una
a medías; podría siempre zafarse diciendo que no se trata
cualidad oculta o íntima, pues tal sustancialización da lugar
sino de un recurso para traducir, para expresar los fenóme-
a una explicación tan breve como perentoria. Carece del
nos. Pero, de hecho, no se limita a describir mediante una
rodeo teórico que obliga al espíritu científico a criticar a la
palabra, explica mediante un pensamiento. Se piensa como
sensación. En efecto, para el espíritu científico, todo fenó-
se ve, se piensa aquello que se ve: Un polvillo se pega a la
meno es un momento del pensamiento teórico, un estadio
pared electrizada, luego la electricidad es una cola, un en-
en el pensamiento discursivo, un resultado preparado. Es
grudo. Se ha emprendido entonces un mal camino donde
más producido que inducido. El espíritu científico no puede
los falsos problemas suscitarán experiencias sin valor, cuyo
satisfacerse ligando pura y simplemente los elementos des-
resultado negativo carecerá hasta de papel advertidor, tan
criptivos de un fenómeno con una sustancia sin esfuerzo
enceguecedora es la imagen básica, la imagen ingenua,
alguno de jerarquía, sin determinación precisa y detallada
tan decisiva es su atribución a una sustancia. Frente
de las relaciones con los demás objetos.
a un fracaso de la verificación, se tendrá siempre el arriére
Para mostrar claramente el carácter completamente insu- pensée que una cualidad sustancial que ha dejado de apare-
ficiente de la atribución directa siguiendo el método inme- cer está disfrazada, está oculta. La mente, continuándola a
diato, daremos varios ejemplos. Así mostraremos también pensar como tal, se tornará poco a poco impermeable a los
cómo se constituyen las falsas explicaciones sustancialistas. desmentidos de la experiencia. La manera como se expresa
Priestley muestra bastante claramente que no pone jamás
Que los cuerpos livianos adhieren a un cuerpo electriza- en duda la cualidad glutinosa del flúido eléctrico: "Jacques
do, he ahí una imagen inmediata — p o r otra parte muy in- Hartmann ha pretendido probar mediante la experiencia
completa— de ciertas atracciones. De esta imagen aislada, que la atracción eléctrica se produce efectivamente por la
que no representa sino un momento del fenómeno total y
que no debiera ubicarse en una descripción correcta sin fijar (1) PRIESTLEY: loe. cit., t. I, p. 13.

121 122
emisión de partículas glutinosas. T o m ó dos sustancias eléc- atraviesa. De una manera más precisa, Aldini continúa (pá-
tricas: dos trozos de colofonia, de los cuales, por destilación, gina 210) : "he obtenido los resultados siguientes, mediante
redujo uno de ellos a la consistencia de un ungüento negro descargas sucesivas de la misma pila-, a través de la orina,
privándolo de esa manera de su poder atractivo. Dice que el 5 de fuerza, gusto muy acre, chispa blanca; a través de la
trozo que no fué destilado mantuvo su sustancia untuosa, leche, 4 de fuerza, gusto dulce, acidulado, chispa roja; a
mientras que el otro se redujo, por destilación, a un verdade- través del vino, Yi de fuerza, gusto acidulado; a través
ro Caput Mortuum, y ya no retuvo la menor partícula de del vinagre, 2 de fuerza, gusto picante, chispa roja; a tra-
sustancia bituminosa. Como consecuencia de esta hipótesis vés de la cerveza, Yi de fuerza, gusto picante, chispa blan-
piensa que el ámbar atrae los cuerpos más poderosamente que cuzca . . .; a través de la solución de muriato de soda, 10
las demás sustancias, en virtud de ofrecer emanaciones un- de fuerza; en esta experiencia y en las siguientes no se podía
tuosas y tenaces en mayor proporción que ellas". De hecho, soportar la sensación en la l e n g u a . . . " Es de creerle pues
una experimentación semejante está mutilada; le falta preci- el "muriato de soda", buen conductor, debía dar una co-
samente la parte positiva. Hubiera sido necesario examinar el rriente de una intensidad mucho mayor que los líquidos
producto resultante de la refrigeración de las partes empi- precedentes, no tan buenos conductores de la electricidad.
reumáticas de la colofonia y comprobar que la sustancia Mas, dejando de lado esta última observación exacta, trate-
eléctrica glutinosa, untuosa y tenaz estaba concentrada en mos de penetrar mediante qué proceso la corriente eléctrica
ella. Es lo que no se hizo ¡et pour cause! Se ha destruido puede dejar un gusto. Tal cosa no puede ocurrir sino a tra-
una cualidad para comprobar su existencia por mera apli- vés de las sugestiones sustancialístas. El flúido eléctrico es
cación de una tabla de ausencia. Es que la convicción sus- considerado como un verdadero espíritu material, una ema-
tancialista es tan poderosa que se satisface a bajo precio. nación, un gas. Si esta materia sutil atraviesa un tubo que
Esto pone de manifiesto también claramente que la convic- contiene orina, o leche, o vinagre, debe impregnarse direc-
ción suítancialista torna inadecuada la variación de la expe- tamente del sabor de esas sustancias; acercando los dos elec-
riencia. Si encuentra diferencias en las manifestaciones de trodos a la punta de la lengua se gustará esa corriente eléc-
la cualidad íntima, las explica de inmediato por una inten- trica material modificada por su pasaje a través de las dis-
sidad variable; el ámbar es más eléctrico que las otras sus- tintas materias: será pues acre como la orina, o dulce como
tancias porque es más rica en materia glutinosa y porque su la leche, o picante como el vinagre.
cola es más concentrada. Si se dirige en cambio al tacto, en las mismas condiciones
He aquí un segundo ejemplo particularmente claro y en experimentales, no se será tan afirmativo, pues el tacto es
el que se captarán bien los estragos de la atribución directa más romo que el gusto. Como el mono de la fábula, no se
a la sustancia, de los datos inmediatos de la experiencia sabe por qué y no se distingue bien, pero con todo se dis-
sensible. En un libro relativamente reciente (Floréal, año tingue (p. 2 1 1 ) : "En todas estas experiencias se tenía una
X I ) Aldíní, sobrino de Galvani, transcribe una carta de sensación muy distinta en los d e d o s . . . la sensación que
Vassalli i 1 ) : "Rossi me ha asegurado que el fluido galvá- presentó el flúido al pasar por el ácido sulfúrico era aguda,
nico adquiere propiedades diferentes según los animales vi- aquella que dió al pasar por el muriato de amoníaco. . .
vos y los cadáveres que atraviesa". Con otras palabras, la era la de un cuerpo graso; a través de la leche parecía ad-
sustancia de la electricidad se impregna de las sustancias que quirir cierta dulzura". Es claro, como la leche es dulce al
gusto y untuosa al tacto, transmite esta dulzura y esta un-
tuosidad hasta a los fenómenos de las corrientes eléctricas
( ! ) ALDINI: Essai historique et experimental sur le galvanisme, 1
que la atraviesan. Tales falsas cualidades atribuidas por una
vols., 1 8 0 4 , t. II, p. 2 0 6 .

123 124
intuición ingenua a la corriente eléctrica nos parece que ilus- pero quizá más instructivo por su brevedad en muchos
tran completamente la influencia del obstáculo sustan- textos. Por ejemplo, el fuego eléctrico es un fuego sustan-
cialista. cial, Mas lo que debe destacarse, es que se cree naturalmente
Para apreciar mejor el defecto de esta orientación sen- que ese fuego participa de la sustancia de donde se ha ex-
sualista en la ciencia, será suficiente ponerla en relación, traído. El origen sustancialista es siempre muy difícil de
precisamente en este problema, con la orientación abstracta exorcizar. Le Monnier escribe en la Encyclopédie (Art.: Feu
y matemática que consideramos decisiva y justa. El concep- électrique) : La luz que brota de los cuerpos frotados "es
to abstracto que Ohm introdujo algunos años más tarde más o menos viva según la naturaleza de esos cuerpos; la
para designar los diferentes conductores es el concepto de del diamante, de las piedras preciosas, del vidrio, etc., es más
resistencia. Este concepto desembaraza a la ciencia de toda blanca, más viva, tiene mucho más brillo que aquella que
referencia a cualidades sensibles directas. ¿Podría quizá ob- brota del ámbar, del azufre, del lacre, de las materias resi-
jetarse que hay todavía un exceso de imagen en el concepto nosas, o de la seda". Hemos subrayado nosotros la par-
de resistencia? Pero, vinculado con los conceptos de inten- tícula, etc., porque esa sola partícula merecería un largo co-
sidad y de fuerza electromotriz, el concepto de resistencia mentario. Por sí sola es el signo de todo un tipo de pen-
pierde poco a poco su valor etimológico para convertirse en samiento. Si estuviéramos frente a un empirismo correcto,
metáfora. Este concepto es en lo sucesivo el elemento de acumulativo y que registrara fielmente las experiencias ver-
una ley compleja, ley en definitiva muy abstracta, ley úni- daderamente realizadas, la enumeración debería tener un fin.
camente matemática, que constituye una especie de nudo de Pero el autor está iluminado por una evidencia básicas: esos
conceptos. Se concibe entonces que la orina, el vinagre, la cuerpos brillantes y blancos en su aspecto inmediato, en su
leche puedan tener efectos específicos pero estos efectos sólo brillo natural ¿no proyectan acaso, cuando se les electriza,
se registran mediante una noción verdaderamente abstracta, un fuego eléctrico más brillante y más blanco que aquel
es decir, sin significado inmediato en el conocimiento con- producido por los cuerpos opacos y mate? En consecuencia
creto, sin referencia directa a la sensación básica. La resis- ¡inútil proseguir la experiencia! ¡Inútil hasta observar bien
tencia eléctrica es una resistencia depurada mediante una de- la experiencia y censar todas las variables de la experiencia!
finición precisa; ella está incorporada a una teoría matemá- Inútil terminar la enumeración; el lector por su cuenta
tica que limita toda extensión abusiva. En cierto modo el suplirá al etc. En efecto, se cree poseer la raíz sustancial del
empirismo está entonces descargado; ya no hay que dar fenómeno observado y, por tanto, no se siente la necesidad
cuenta simultáneamente de todos los caracteres sensibles de de hacer variar las circunstancias que se estiman más o me-
las sustancias que intervienen en la experiencia. nos accidentales, más o menos superficiales. Repitámoslo:
la respuesta sustancialista agosta a las preguntas científicas.
Nos parece que acabamos de esbozar, en medía página,
una oposición bastante neta entre el espíritu precientífico El origen sustancial decide sobre todo, en especial si está
representado por Aldíni y el espíritu científico representado enriquecido con una potencia vital. En una carta a Zanotti,
por Ohm a pocos años de distancia. Con un ejemplo pre- Pivatti (*) pretende que las chispas que brotan de las plan-
ciso, acabamos así de desarrollar una de las tesis principales tas electrizadas "se colorean diversamente según la natura-
de nuestro libro que es la supremacía del conocimiento abs- leza de la planta y que casi siempre toman el color de la
tracto y científico sobre el conocimiento básico e intuitivo.
Sin nombre de autor, Recueil sur l'éléctricité médicale, dans
La intuición sustancialista de Aldini respecto del fluido lequel on a rassemblé les principales piéces publiées par dívers savants
galvánico no constituye una excepción. Es el pensamiento sur les moyens de guérir en électrisant'les malades. 2 vols., París, 2 ' ed.,
normal del siglo XVIII. Se encuentra menos desarrollado, 1761, t. I, p. 14.

12-j 126
flor que ésta produce". Un mismo principio de coloración una medicación "completamente suave" ( T ). "¿No sería en
está inscrito, pues, en la marcha vegetal de cada planta. Así efect-o una gran comodidad, dejar la repugnancia y el amar-
como la flor es una salpicadura del impulso vital, la chispita gor en el cilindro, y asegurarse la aplicación de toda la
de fuego que se extrae del vegetal, como flor eléctrica, di- virtud sin más que tocar con la punta del dedo?" Este
buja ante nuestra vista las tensiones íntimas del ser que deseo revela bastante claramente el deseo de valorizar. Claro
expresa. que esta medicación tan suave no se limita a los purgantes.
La fantasía científica la amplía a todas las enfermedades y
Pivatti dispone de un surtido completo de "cilindros diu-
IV réticos, histéricos, antiapopléticos, sudoríficos, cordiales, bal-
sámicos" ( 2 ) (t. I, p. 2 8 ) . Para ver semejantes maravillas
Siguiendo nuestro método constante, examinemos ahora el abate Nollet hizo un viaje a Italia. Desgraciadamente,
un caso en el que el obstáculo sustancialista es superado, frente al Físico francés, ninguna de esas purgas "por parti-
en el que, por tanto, el pensamiento se corrige y veamos cipación" tuvo éxito.
el carácter insuficiente de esta primera corrección.
Pero ¡que no se cante triunfo demasiado pronto por esta
En el siglo XVIII, se creyó observar "que barnizando reducción del error! Aún después de la crítica del abate
la superficie interior de los vasos destinados a las experien- Nollet, la teoría de Pivatti encontró adeptos. La seducción
cias de la electricidad con sustancias dotadas de cualidades sustancialista no puede ser detenida tan fácilmente. El
curativas, las partes más sutiles de estas sustancias atravie- abate Mangin hasta alarga la lista de los remedios que
san el vidrio con la materia de la electricidad, y ambas se pueden emplearse en los cilindros eléctricos. Recomendará
insinúan en el cuerpo para producir los efectos más salu- "esta técnica" para el espíritu volátil de las víboras contra
dables". Joseph Veratti, que transcribe las teorías de Pi- las mordeduras de las bestias venenosas, para el espíritu de
vatti y de Zanotti, emprendió a este respecto (*) experien- cuerno de ciervo contra las convulsiones, para el agua de
cias precisas. Purgó a su criado poniéndole escamonea en flor de naranjo contra las enfermedades de los nervios,
el hueco de la mano mientras lo electrizaba. Una segunda etc.. . . Las objeciones que se plantea el abate de Mangin
experiencia realizada sobre una dama dió un resultado me- se refieren a la prohibición de medicamentos, al número de
nos rápido y menos concluyente, se pregunta entonces si la máquinas eléctricas "puesto que cada droga exigiría su ci-
virtud de la escamonea no habrá disminuido debido a la lindro especial". Por lo demás sugiere otra técnica: embeber
primera electrización. Recomienda pues que se reemplacen un lienzo con el medicamento, aplicar ese lienzo en la parte
cada vez los trozos de escamonea aventados por la electri- enferma, y "comunicarle la virtud eléctrica de manera que
zación. Al decir de Veratti, purgas indirectas semejantes se esta virtud, no penetrando en el cuerpo sino a través del
logran también con el aloe, con la goma guta. Veratti ve lienzo, necesariamente arrastrará con ella lo más fino y lo
en estas experiencias la confirmación de una opinión de más espirituoso del remedio". Subrayamos la palabra nece-
Hoffmann, quien atribuye el efecto de los purgantes "a sariamente que designa una valorización independiente de la
las partículas más sutiles y más volátiles". La sutilidad es experiencia efectiva. Pero ¿por qué no tomar simplemente
casi siempre para el espíritu precientífico un signo de poder. el remedio? Es que en el estómago cambia de naturaleza,
Pivatti preconiza las experiencias, de las que es autor, como
í 1 ) Sin nombre de autor, Recueil sur l'éléctricité médicale, loe. cit.
( ! ) JOSEPH VERATTI, Professeur public de l'Université, et de l'Aca- t. I. p. 21.
démie de l'Institut de Bologne: Obseroations physico médicales sur l'élec- ( 2 ) Sin nombre de autor, Histoire genérale et particuliére de l'éléctri-
tricité. La Haya, 1 7 5 0 , p. XII. cité, loe. cit., 3* parte, p. 2 0 5 .

127 128
"mientras que su introducción en el cuerpo medíante la por las leyes de la naturaleza, todo principio activo tiende
electricidad, es una manera totalmente suave y cómoda de a crear sustancias semejantes: es así que el fuego crea el
administrarlo con su actividad plena y de un modo, por así fuego, y que un líquido corrompido por una depravación
decirlo, insensible" (p. 2 2 1 ) . ¿Es posible que sustancias maligna lleva la infección al resto de los fluidos". Este
que se imaginan tan espiritualizadas, tan insinuantes, tan curioso pensamiento que exige que todo principio activo
valorizadas por la fuerza eléctrica, no tengan la gracia in- cree una sustancia es muy sintomático. Nos parece que di-
fusa? Es inútil desmentir su acción efectiva. Esa acción buja claramente la tendencia a la realización directa, ten-
efectiva permanece. La imaginación trabaja a pesar de las dencia que pretendemos caracterizar como una desviación
oposiciones de la experiencia. No es fácil desprenderse de lo del espíritu científico. Quizá se nos observe que semejante
maravilloso una vez que éste ha otorgado su confianza, y teoría de la malignidad específica de las fiebres preludia los
durante mucho tiempo, obstinadamente, se trata de racio- descubrimientos de la microbiología. Pero con esta "racio-
nalizar la maravilla, en lugar de reducirla. nalización" de la historia científica se desconoce la diferen-
cia fundamental entre ambas mentalidades. Para el espíritu
precientífico, la malignidad es sustantificada directamente,
V con todos sus caracteres fenomenológicos; hay un corto
circuito entre la sustancia y sus modos y la sustantificación
Toda cualidad alude a una sustancia. A fines del siglo obtura las investigaciones. En cambio, la microbiología se
XVIII, Carra ( x ) busca todavía una sustancia que dé cuen- desarrolla por diferenciación, aislando en cierto sentido los
ta directamente de la sequedad del aire. Opone a los va- modos del principio oculto. Es a través de una laboriosa
pores acuosos que tornan húmedo el aire, los vapores sul- técnica que la microbiología encuentra el microbio específico
furosos que tornan el aire seco. Como se ve, en la Física de que permite perfeccionar el diagnóstico específico. En la
microbiología moderna existe una precisión discursiva, una
la era precientífica, no se manejan fácilmente las cantidades
precisión correlativa de los síntomas y de las causas, que
negativas. El signo menos parece más ficticio que el signo
se opone en absoluto al sustancialismo intuitivo que trata-
más.
mos de caracterizar.
Propiedades manifiestamente indirectas para un espíritu
científico son inmediatamente sustantificadas por la menta- La necesidad de sustantificar las cualidades es tan grande
lidad precientífica. Sydenham que debe dar cuenta de la que cualidades puramente metafóricas pueden llegar a ser
malignidad de ciertas fiebres "las hace consistir en el des- planteadas como esenciales. Es así que Boerhaave no titubea
arrollo de partículas muy cálidas y muy espirituosas", refi- en atribuir al agua, como cualidad primaria, la suavi-
riéndose en definitiva a una especie de átomo de fiebre dad (*) : "el agua es tan suave. . . que aplicada sobre las
cargado de fuego. Y Chambón de Montaux cita a Syden- partes del cuerpo donde la sensibilidad es más delicada. . .
ham ( 2 ) : "Estimo que esas partículas cálidas y espirituo- no excita ningún dolor. . . Si se aplica un poco de Agua
sas adquieren una gran actividad medíante su reunión; pues sobre la córnea del ojo, que es la parte de nuestro cuerpo
más adecuada para distinguir toda acritud por la sensación
í 1 ) CARRA, de la Bibliothéque du R o í : Dissertation élémentaire sur dolorosa o incómoda que ella p r o v o c a . . . no se siente sin
la nature de la lamiere, du feu et de l'électricité. Londres, 1 7 8 7 , p. 2 3 . embargo ninguna incomodidad. El Agua no produce sen-
( 2 ) CHAMBON DE MONTAUX, de la Fac. de Méd. de París, de la Soc. sación desagradable alguna, ni provoca ningún nuevo olor
R o y . de Méd., Méd. de l'Hópital de la Salpétriére; Traite de la fievre
maligne simple et des fieores compliquées de malignité. 4 vols., París,
1 7 8 7 , I, p. 6 8 . (!) BOERHAAVE: loe. cit., I. II, p. 5 8 6 .

129 130
en la membrana nasal, que es un tejido de nervios casi al
descubierto" (p. 5 8 7 ) . "Se tiene finalmente una prueba de VI
su gran suavidad, en el hecho de que toda clase de cuerpos
ásperos, diluidos en una suficiente cantidad de líquido En cuanto el espíritu acepta el carácter sustancial de un
pierden esa acritud natural que los torna tan nocivos al fenómeno particular, ya no tiene escrúpulo alguno en de-
cuerpo humano". Como consecuencia de esta propiedad fenderse de las metáforas. Sobrecarga la experiencia parti-
esencial "se cataloga el Agua caliente entre los principales cular, a veces precisa, con una cantidad de imágenes tomadas
remedios anodinos y paregóricos". Se ve por otra parte que de los fenómenos más diversos. Carra ( 1 ) explica de este
la cualidad de suavidad ha deslizado de metáfora en metá- modo al magnetismo: "la flegma que rezume del imán es
fora, pero que no por ello deja de significar, para Boer- un efecto de la presión o gravitación continuada que ese mi-
haave, una cualidad profundamente sustantificada. Es por neral ejerce sobre sí mismo; es una especie de mercurio que,
lo demás inútil señalar la inanidad bien evidente de seme- al obstruir las superficies del hierro tornándolo impermea-
jante pensamiento. ble al aire ambiente, deja al fluido elemental solamente la
Claro es, que este juego de sustantificaciones directas facultad de golpearlo en (una) dirección (privilegiada) . . .
puede conducir a atribuciones que, de un autor a otro, se la flegma lechosa que sale del hierro batido después de la
contradigan. Para Pott, no es la suavidad, sino la dureza, fusión, es ciertamente una prueba de que aquella que re-
la cualidad esencial del agua. La prueba, por otra parte, es zume del imán no es una quimera". De este modo todas
inmediata ( x ) . "Es necesario que las partículas del agua las imágenét sustancialistas simbolizan entre sí. La incan-
sean muy duras, puesto que ella horada las piedras y las descencia del hierro trabajado por el herrero se sustantifica
rocas expuestas a su acción continuada. Se sabe también en una flegma lechosa que expulsa un martillo diligente.
que se experimenta un dolor cuando se golpea fuertemente Esta flegma lechosa sugiere una flegma magnética invisible.
la superficie del agua con la palma de la mano". Podrían Estas flegmas, una para la incandescencia y la otra para el
multiplicarse sin dificultad los ejemplos con atribuciones magnetismo, han permitido trascender la contradicción en-
tan ridiculas. Cualidades tan exteriores como la sonoridad tre lo visible y lo invisible. La sustancialización atenúa
pueden incluirse en la intimidad de la sustancia. Para F. esta contradicción fenomenológica. En este caso, como en
Meyer ( 2 ) la prueba de que el aire fijo es un elemento in- muchos otros, la sustancia es imaginada para realizar con-
tegrante de la cal es que, fundida con azufre y enfriada, tradicciones.
suena; el actdum pingue es la causa del sonido; "también ¿Es necesario agregar una vez más que el autor que cita-
todo lo que proviene del fuego como cuerpo sólido, suena. mos se cita muy frecuentemente a fines del siglo XVIII?
La cal, los carbones de madera fresca o de huesos, algunas Es, por otra parte, atacado vivamente por Lalande. Basta
sales fundidas, metales, vidrio común y metálico, porcelana, leer un aviso al lector, publicado al final del tomo IV, para
vasijas de vidrio, tejas, y piedra pómez, suenan". cerciorarse que Carra sabe manejar la pluma de polemista.
En sus relaciones con Lalande se muestra fino psicólogo,
( ! ) j u l e s - h e n r i P o t t : Des élements, ou Essai sur la nature, les hecho que comprueba que la madurez científica no va a la
propriétés, les effets et les utilités de l'air, du feu «t de la terre. 2 vols., par de la madurez psicológica.
Lausanne, 1 7 8 2 , t. II, p. 1 1 .
(2) FREDERICH MEYER, Apothicaite a Osnabrück: Essais de Chymie
sur la chaux vive, la matiére élastique et électrique, le feu et ¡'acide uni-
versel primitif, avec un Supplément sur les Élements. Trad., 2 vols.,
París, 1 7 6 6 , p. 1 9 9 . f1) CARRA: Nouveaux principes de Physique loe. cit., t. II, p. 3 8 .

131 132
Si los atributos más diversos se encuentran así adheridos
VII a la misma sustancia no ha de asombrar, viceversa, ver a
múltiples sustancias cooperar para dar lugar a un remedio
U n o de los síntomas más claros de la seducción sustan- particular. Los boticarios del siglo X V I I I utilizan las más
cialista, es la acumulación de adjetivos para un mismo sus- complicadas mezclas. El emplasto diabotanum reúne una
tantivo: las cualidades se ligan a la sustancia tan directa- gran cantidad de plantas. Si se recuerda que a su vez, cada
mente que pueden yuxtaponerse sin mayor preocupación una de esas plantas posee una gran riqueza de caracteres,
por sus relaciones mutuas. Hay en esto un tranquilo empi- puede apreciarse qué suma sustancial realiza el diabotanum.
rismo muy lejos de suscitar experiencias. Cree que realiza El ungüento de los apóstoles se compone naturalmente de
esfuerzos multiplicando los sinónimos. Ya vimos un ejem- 12 drogas. El electuario anti-escorbútico de Malouin con-
plo con el carácter glutinoso, untuoso y tenaz del fluido tiene 22 simples. El bálsamo tranquilo del abate Rous-
eléctrico. Es una tendencia general, de la cual por otra parte seau contiene 19. La famosa policresta que los hermanos
se encontrarían rastros en sectores no muy alejados del pen- Seignette dan como un compuesto de tres sales parece de-
samiento científico, como la psicología y la literatura: cuan- masiado sencilla a los "polifármacos doctrinarios". Las te-
to menos precisa es una idea tanto más se encuentran pala- riacas obedecen también a un sustancialismo ecléctico que
bras para expresarla. En definitiva, el progreso del pensa- podría servir para simbolizar una mentalidad bien deter-
miento consiste en disminuir el número de adjetivos que minada. En una teriaca que reúne 150 sustancias, ya no
convienen a un sustantivo y no en aumentarlo. Se piensa preocupan las proporciones; se confía en la eficacia por la
científicamente en los atributos jerarquizándolos, mas no mera presencia de los ingredientes. La teriaca es una suma
yuxtaponiéndolos. de sustancias jamás bastante receptiva (*). "Según los es-
Naturalmente, es en las ciencias atrasadas, como la me- tatutos de La Rochelle la fabricación de la teriaca, así como
dicina, donde este empirismo detallado es más aparente. En aquella de las grandes confecciones en la que se combinaban
el siglo XVIII, un medicamento se cubre literalmente de una infinidad de drogas, debía ser hecha por todos los maes-
adjetivos. He aquí algunos ejemplos entre mil: "El azufre tros repartiéndose el producto obtenido entre ellos." La
dorado es pues emenagogo, hepático, mesentérico, béquico, constitución de esta suma de sumas sustanciales nos parece
febrífugo, cefálico, diaforético y alexifármaco". (Encyclopé- muy curiosa. Revela claramente el ideal del teriaquista, que
die, Art. Antimoine). El aguardiente de ginebra es "sudorí- podría ponerse en conexión con el complejo del pequeño be-
fico, cordial, histérico, estomáquico, carminativo, aperitivo, neficio que estudia el Psicoanálisis. Este ideal es más per-
béquico" ( ! ) . Los "simples" son particularmente complejos. sistente de lo que se cree. Todavía en 1843 ( 2 ) escribe
Según la Encyclopédie sólo la raíz del cardo santo es vomi- Raspail: "¡Cuántos animales enfermos, cuando se les priva
tiva, purgativa, diurética, sudorífica, expectorante, emena- del heno, esta teriaca compuesta por mil bálsamos de espe-
goga, alexitera, cordial, estomáquica, hepática, antiapoplé- cies diferentes !"
tica, antiepiléptica, antipleurítica, febrífuga, vermífuga, vul- Para el inconsciente, las mezclas más compuestas estin
neraria y afrodisíaca, vale decir 17 propiedades farmacéu- siempre valorizadas. La locución "todo se mezcla en el *s-
ticas. La fumaria tiene 7, el aceite de almendras dulces tiene tómago", no es sino una traducción, en el lenguaje aliiren-
9, el limón 8, la betónica 7, el alcanfor 8, etc.
( ! ) m a u r i c e s o e n e n : La Pharmacie á La Rochelh avant 18'/3.
( ! ) Sin nombre de autor, Chimie da Coút et de l'Odorat ou Principes La Rochelle, 1 9 1 0 , p. 6 7 .
pour composer facilement et á peu de frais les liqueurs á boire et les ( 2 ) RASPAIL: Histoice natuceüe de la Santé et de la Mxladie, 2 v o l t ,
eaux de senteurs. París, 1 7 5 5 , p. 115. París, 1 8 4 3 , t. I, p. 2 4 0 .

133 134
ticio, del apego a las sumas polifármacas para la preserva- mente fijados. Es entonces cuando se comprende que el pro-
ción de las enfermedades. ducto científico es un momento particular bien definido de
Pero para caracterizar mejor este mito de la sustancia una técnica objetiva. Para determinarlo, ya no se confía
médica sobrecargada de atributos por el espíritu precientí- en una actividad sustancial más o menos sorda, más o me-
fico —sea que esta acumulación se presente naturalmente nos madura. Se busca un instante de la evolución, bien
como en los simples o artificialmente como en las teriacas— elegido, y ese instante es el que se fija e inmoviliza en la
veamos, por contraste, cómo se presenta un medicamento sustancia. Vista desde esta perspectiva de realización, pue-
moderno, fabricado por la industria como un objeto en de entonces decirse que la sustancia no es sino la concretiza-
serie, en pos de un ideal de unidad y de precisión. Com- ción de ideas teóricas abstractas. Sin tales ideas teóricas, no
paremos, por ejemplo, la antipirina con un sedante antiguo. podría crearse la sustancia, pues establecer de una manera
Para desarrollar adecuadamente este paralelo, debemos permanente una propiedad en un estado bien definido, es
hacer abstracción de los prospectos de reclame comercial. verdaderamente crear una sustancia. Ya volveremos sobre
Precisamente, estos prospectos se apoyan, desgraciadamente, este aspecto de la realización científica moderna, pero nos
sobre la certeza de encontrar en el público una adhesión de ha parecido que al comparar aquí, en un tema bien preciso,
carácter precientífico. El comercio no vacila en extender el las doctrinas científicas y precientíficas, haríamos sentir
empleo de los comprimidos para los malestares más varia- mejor el estado de confusión del sustancialismo precientífico
dos. Por lo demás, demasiado lo acompaña el público. Y y la índole de la revolución del pensamiento que ha de ope-
no sería poco el asombro si se conocieran los usos indivi- rarse para superar el obstáculo realista.
duales —singularmente variados— de un medicamento mo- Esta cuestión filosófica es mucho más actual de lo que
derno, químicamente bien definido. Si se hace, pues, abs- pueda parecer a primera vista, pues, en todo espíritu culti-
tracción, como debe hacerse, de este uso anticientífico de vado, quedan numerosos rastros de sustancialismo que debe
un producto científico, si nos referimos a su uso legítimo y psicoanalizarse. He aquí una línea de un tratado de Química
honrado, entonces comprenderemos que existe un intento de contemporáneo que he utilizado como texto para reconocer
correspondencia precisa entre la entidad nosológica que debe en los alumnos la dificultad en abandonar la etimología, en
aliviarse y la entidad química del remedio. La ciencia far- librarse de la influencia de la palabra raíz que parece siempre
macéutica moderna ve, en la sustancia, una cualidad y una representar, en una familia de palabras, una realidad privile-
sola: El ideal es et remedio monofuncionat, et sustantivo giada. El autor del libro, Martinet, dice simplemente: "El
provisto de un solo adjetivo. Vale decir que, mediante la mentol, la mentona y el acetato de mentilo huelen a menta".
sustancia, se tiende a realizar un atributo bien definido. La Al leer esta frase no es raro oír a un lector culto contestar:
ciencia farmacéutica moderna fabrica más una cualidad que "Claro", pues ve en esta triple afirmación un triple pleo-
una sustancia, un adjetivo más que un sustantivo. Es nasmo. Se le ocurre que esas terminaciones —ol, ona, ilo—
realista de una manera discursiva, puesto que realiza en no hacen sino declinar ciertas funciones suplementarias que
un sentido estrictamente inverso al del realismo clásico en naturalmente dejan subsistente la cualidad esencial expresada
el que se ha creído poder caracterizar filosóficamente la cien- por la raíz de ia palabra. El lector que ignora la química or-
cia moderna. gánica no se da cuenta que los derivados de un mismo cuerpo
químico pueden tener propiedades muy distintas y que exis-
Esta precisión cualitativa, este estado de absoluta distin-
ten funciones que, injertadas en el mismo núcleo, no com-
ción de la cualidad, aparecerán muy claramente cuando se
portan las propiedades organolépticas, como el olor. Con
consideren ciertas vacunas o sueros precisos, cuidadosamente
respecto a este ejemplo, hagamos notar de paso que un espí-
numerados, designados mediante un juego de letras exacta-

135 136
ritu no científico es claro que nunca se coloca, como debe Mantener el olor es conservar la fuerza. Se ve con qué sim-
hacerse frecuentemente, en el punto de vista de la naturaleza plicidad se desenvuelve el sustancialismo de los olores.
ficticia. Desde el punto de vista de la Química ficticia, es de- El olor es por tanto una cualidad valorizada. El hecho
cir desde el punto de vista de la Química científica, habría de que una sustancia es denunciada, en cierta manera, por
que decir que la menta huele a mentol y no a la inversa que un olor específico contribuirá a afirmar la creencia en la efi-
el mentol huele a menta. Habría que decir también, poniendo cacia de esa sustancia. Así Charas se opone (*) a aquellos
nuestra tesis de la supremacía de lo abstracto en una forma que quieren eliminar el olor desagradable de la sal de ví-
visible que lo "concreto huele a lo abstracto". En efecto, es bora. Esos delicados no comprenden "que ese olor no se
estudiando el mentol cómo se podrá desprender el grupo os- podría separar de esa sal, sin hacerle perder su fuerza". Fijar
móforo que es el responsable del olor; es estudiando la es- la sal volátil medíante la cal, es también hacerle perder su
tructura molecular de ese grupo cómo se podrá comprender poder, su "esencia espiritual" puesto que la cal lo "petri-
la construcción geométrica de una propiedad sensible par- fica". Claro que Charas no aporta ninguna prueba de estas
tiendo de un esquema abstracto o, mejor aún, la realiza- afirmaciones, negligencia lógica que es siempre el signo de
ción material de un olor matemáticamente definido. una valorización a priori, Pura y simplemente ha sustan-
cializado el olor y, por tanto, para él la sensación básica no
debe, en ningún momento, ser separada de la sustancia de la
VIII cual ella es el signo.
El poder insinuante de los olores, el hecho que ellos se
En contradicción con este realismo al revés que es el realis- imponen, quiérase o no, los señalan como realidades activas.
mo instruido, podemos subrayar el papel privilegiado que En efecto los olores han sido frecuentemente ofrecidos como
desempeñan ciertas sensaciones groseras en la convicción sus- pruebas de realidades individualizadas. Boerhaave no ha
tancialista. En particular, el sabor y el olor, por su aspecto podido jamás desprenderse totalmente de esta idea de que
directo e íntimo, nos parece que traen un seguro mensaje cada ser tiene un principio individualizador, principio con-
de una realidad material. El realismo del olfato es mucho creto que una química sutil tiene la esperanza de aislar ( 2 ) .
más fuerte que el realismo de la vista. Para la vista, ¡sue- "Finalmente la Química es la única que nos enseña que en
ños y humos! Para la nariz y para la boca, ¡las aromas cada animal, que en cada planta, hay una especie de vapor
y las carnes! U n vínculo estrecho liga el olor con la idea que pertenece únicamente a ese Cuerpo, y que es tan sutil
de una virtud sustancial. Macquer lo afirma sin discu- que sólo se manifiesta por su olor, o por su sabor, o por
sión ( 1 ) . " U n a gran parte de la fuerza de las plantas re- algunos efectos que le son peculiares. Este vapor está im-
side en este principio de su olor, y a él se deben los efectos pregnado de aquello que constituye la naturaleza propia del
más singulares y más maravillosos que vemos producir dia- Cuerpo en el que reside, y que lo distingue exactamente de
riamente." Es indudable que hay que cuidar que los pro- cualquier otro. Su prodigiosa sutilidad hace que escape a
ductos farmacéuticos no oreen. De esta precaución, que la vista, aun ayudada por los mejores microscopios, y su
debiera ser particular y relativa a ciertos productos volátiles, gran volatilidad impide que sea sensible al tacto; en cuanto
se hace un principio fundamental. Se cree que el poder de la es puro y libre de todo contacto, es demasiado móvil para
materia, como el poder de la flor, se pierde y se dispersa.
( ! ) c h a r a s : Nouvelles expériences sur [a vipére. París, 1669,
MACQUER, de l'Acad. Roy. de Se.: Étéments de Chymie pra- p. 168.
tique, 3 vols., París, 1 7 5 1 , t. II, p. 5 4 . ( 2 ) B o e r h a a v e : loe. cit., t. I, p. 8 7 .

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quedarse tranquilo, escapa, se mezcla con el aire e ingresa en cíprocamente, se comprende que se repute el aceite privado
el caos común de todos los cuerpos volátiles. No obstante de su espíritu rector como una materia oreada, sin fuerza, en
en ese caos conserva su naturaleza peculiar y en él revolo- una palabra, como una materia desvalorizada.
tea hasta que vuelve a caer con la nieve, el granizo, la llu- Si se medita sobre esta materia con coeficiente que es un
via, o el rocío; regresa entonces al seno de la Tierra, la fe- Espíritu Rector, no ha de asombrar ya la importancia que el
cunda con su simiente prolífica, se mezcla con sus fluidos, espíritu precientífico atribuyó a la destilación. Esta opera-
para devenir Jugo de algún Animal o de alguna Planta..." ción, durante siglos, ha proporcionado al inconsciente de
Este texto nos muestra muy claramente el fuerte realismo los investigadores una imagen verdaderamente técnica de sus
del olor. El olor es para Boerhaave la realidad más inde- sueños de transmigración. Se ha creído, durante mucho
pendiente que existe frente a todas nuestras manipulaciones. tiempo, que la destilación conservaba las cualidades especí-
Exhalado por las rosas en una tarde de primavera, el olor ficas, las cualidades esenciales de las materias. El realismo
vuelve al rosal con el rocío de la mañana. Es una realidad de la quintaesencia no era objeto naturalmente de la menor
que transmigra pero que jamás se destruye o se transfigura. duda. El alambique, cuyo mecanismo nos parece claramente
Va de suyo que nosotros no podemos crearlo (*). "Nada artificial, era bastante frecuentemente considerado como un
conocemos en el Arte que pueda imitar menos que estos Es- aparato en cierto modo natural. A mediados del siglo XVIII,
píritus olorosos, peculiares para cada planta, y a los que un autor todavía puede escribir (*): "El cerebro contenido
hemos dado el nombre de Espíritus Rectores; si ellos se hacen en nuestra cabeza, colocado sobre el tronco de nuestro cuer-
notar en todas partes, es porque se dispersan por sí mismos p o más o menos como el capitel de un alambique sobre su
en la atmósfera. . . ¡ Qué de efectos sorprendentes han de cucurbita, no recibirá igualmente esos espíritus bajo la for-
surgir de eso! ¡Qué cosas asombrosas no operará esta maravi- ma de destilados, y entonces los nervios adaptados al cere-
llosa Metempsicosis universal!" ¿Es necesario observar, de bro no desempeñarán a este respecto la función del pico del
paso, que la técnica moderna, sobre bases abstractas, ha mul- capitel que se vierte en esos recipientes". Otros autores, a
tiplicado de tal modo los olores que el laboratorio es más fines del siglo, forman cosmogonías sobre el plano de la
rico que el jardín ? Pero lo esencial para nuestro objeto es destilación explicando el universo como un gran alambique.
señalar la intensa valorización de una sensación particular, Por lo demás es conocido el papel importante que desempeñó
valorización que ya es sensible en el tono entusiasta de Boer- el alambique en las experiencias de la Academia, que destiló
haave. canastas de sapos, carne de elefante, y las materias más di-
La idea de una pequeña materia que dirige a una grande versas. No insistiremos sobre este punto, pues hace tiempo
es también muy notable y reveia una valorización fácil. El que se ha denunciado el carácter ilusorio de las destilaciones
espíritu rector de un aceite os "ágil". "Es hijo del fuego. precientíficas. Habría sin embargo que hacer un largo es-
Innato, retenido y como ligado en los aceites, les comunica tudio sobre el alambique. Es asombrosa la cantidad de fan-
una virtud singular y bastante eficaz, que no se encuentra tasías que acompañan al uso de ese aparato. Se compren-
en ninguna otra parte; pero en cuanto ha sido expulsado, los dería entonces la poderosa valorización de los productos
deja como sin fuerzas, y tales que apenas pueden distinguir- lentamente destilados. A este respecto no sería difícil oponer
se entre sí" ( 2 ) . Esto prueba bien el poder individualizante a las antiguas prácticas de los destiladores, la técnica de las
y por tanto fuertemente real de los espíritus materiales. Re-
( ! ) Sin nombre de autor, Nouoeau Traite de Physique sur toute la
nature ou méditations et songes sur tous les corps dont la médecine tire*
(!) BOERHAAVE: loe. cit., t. I, p. 4 9 4 .
les plus grands avantages pour guérir le corps humain, 2 vol., París,
(2) BOERHAAVE: loe. cit., t. II, p. 7 6 7 . 1 7 4 2 , t. II, p. 152.

139 140
destilaciones fraccionadas. Y se vería que hay más ruptura deseoso de trabajar sobre una realidad, la prueba funda-
que continuidad, entre el uso vulgar y el uso científico del mental de la presencia de una sustancia. Una sustancia tiene
alambique. algún valor. Es un bien. Es un poder que puede, que debe
mostrar su arbitrio. Frente a eso nada vale la contradicción.
Para la sal de Boyle, ni falta el valor histórico, como lo
IX entrevé el autor al referirse a la Biblia: "Este enigma del
señor Boyle tiene alguna relación con el que Sansón pro-
El sabor, como el olor, puede aportar al sustancíalísmo puso a los Filisteos, de forti egressa est dulcedo". T a l acu-
seguridades básicas que en lo sucesivo se revelan como ver- mulación de pensamientos valorizantes, que sólo señalamos
daderos obstáculos para la experiencia química. Por ejem- al pasar para evitar repeticiones, nos autorizarán, sin duda,
plo, si las funciones ácidas y básicas se han revelado, en la a hablar en el capítulo siguiente de un necesario psicoaná-
evolución final de la Química, como principios de coheren- lisis del sustancialismo.
cia muy útiles para una clasificación general, no hay que Por ahora, anotemos simplemente que una reunión de
olvidar que las propiedades químicas ácidas y básicas han contradicciones sensibles frecuentemente desempeña la fun-
sido al principio tomadas como atributos en relación di- ción de realidad. Sobre un ejemplo como éste, lo más
recta con las sensaciones del gusto. De manera que cuando simple posible, lo más material deseable, quizá se pueda
esos atributos inherentes, que el espíritu precientífico ligaba comprender y juzgar las tesis filosóficas que quieren que
a lo más profundo de la sustancia —como la dulzura o la realidad sea esencialmente irracional. Podrían hasta cap-
la acidez— llegaban a faltar, sobrevenía un asombro, como tarse esas filosofías en un recíproco: que es suficiente acu-
frente a una transubstanciación. Numerosos falsos proble- mular lo irracional para dar la ilusión de la realidad. ¿No
mas han surgido de una impresión gustativa misteriosa. es asi cómo procede el novelista moderno que pasa por
Transcribimos el resumen de la Expérience d'un sel doux creador desde el momento en que realiza el ilogismo, la
tiré de matiéres fort acres que aparece con fecha 1667 en la inconsecuencia, la mezcla de las conductas, desde el instante
Ristoire de l'Académie Royale des Sciences (p. 23) : "El en que mezcla el detalle y la ley, el suceso y el proyecto, la
ilustre Boyle, en su libro De formarum origine había pro- originalidad y el carácter, lo suave y lo áspero? Mas no
puesto a todos los químicos una especie de enigma: buscar cabe aquí el proceso a esta objetividad psicológica ilusoria.
una sal que llama anómala y que, por su naturaleza irre- Sólo lo evocamos para hacer sentir que el novelista moder-
gular, merece cabalmente ese nombre. El sabor es dulce no no es frecuentemente sino un mal químico y que la psico-
aunque esté compuesta de ingredientes, o más salados o logía literaria está en el estadio de la química precientí-
más acres que la salmuera, o más agrios que el más fuerte fica.
vinagre." Du Clos trabaja para resolver el enigma de Boy-
le: "Conjetura que esa sal tan bizarra es aquella de la cual X
habla Schroeder, es decir una sal compuesta de cristales dul-
ces de sal común, preparada con vinagre de miel". No hay Una sustancia preciosa debe ser buscada, por así decirlo,
pues que asombrarse, que después de este milagro de con- en profundidad. Está oculta debajo de envolturas. Está
ciliación de propiedades sensibles contrarias, esta sal Anó- hundida en la materia basta y en las gangas. Se obtiene
mala cure varias enfermedades y disuelva radicalmente al mediante destilaciones repetidas, maceraciones prolongadas,
oro: doble señal de un valor sustancial que aporta frecuen- en largas "digestiones". Así extraída, reducida y depurada,
temente a un alma ávida de bien, a un espíritu siempre es una quintaesencia; es un jugo. Tener en un pequeño

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volumen los principios de la alimentación o de la curación, la vida del microcosmos". Esta sustancia virginal oculta en
tal es el ideal usual que seduce sin esfuerzo al pensamiento el centro de todas las cosas nos da un ejemplo claro de una
sustancialísta. Este mito de la concentración sustancial es materia privilegiada a priori que obstaculiza a un pensa-
aceptado sin discusión. Mme L. Randoin y H. Simonnet miento empírico consecuente.
lo han subrayado en su libro sobre las vitaminas (p. 7) Una de las razones que hace de la sal una sustancia pri-
como una "tendencia del espíritu humano desde los comien- vilegiada es, sin duda, que se emplea una pequeña cantidad
zos de la civilización: llegar a concentrar los principios de ella para determinar grandes efectos. . . El homo faber
llamados nutritivos, librarlos de lo que no parece útil y que, es a veces choricero. T o m a sus intuiciones de su salero.
hasta perturba, como se imagina, los actos digestivos". Ten- Piensa como sala. U n autor algo antiguo, Blaise Vigenére,
dremos más adelante ocasión de psicoanalizar esta vo- escribiendo en 1622 se expresa así (*) (p. 2 5 ) : "Todos
luntad del poder digestivo. Quizá sea interesante recordar los humores del cuerpo animal, sangre, flema, orina y el
simplemente aquí que se ha podido proponer como ideal resto son salados; si no fuera así se corromperían de un
humano la alimentación por comprimidos. Esto muestra momento para otro". Bernard Palissy hace la misma obser-
claramente la valorización del comprimido. vación bajo una forma mucho más general pero, claro es,
Desde este punto de vista, la sal está ligada a una con- siempre sin prueba .(Sobre distintas sales, p. 203) : "Si se ex-
centración que sirve de tipo. Por evaporación de lo super- trajera la sal de las vigas, de los tirantes y de las cabriadas,
fluo aparece en seguida, en una solución de sal, la materia todo caería en pedazos. Lo mismo digo del hierro, del acero,
esencial y preciosa. El mito se lleva naturalmente a su lí- del oro y de la plata, y de todos los metales". En cuanto
mite mediante la intuición de la interiorización. Como dice se ha atribuido un poder secreto a una sustancia, puede ase-
Nicolás de Locques ( 1 ) "la sal es siempre lo íntimo de lo gurarse que la inducción valorizante ya no se detiene más.
íntimo". Dicho de otro modo, la sal es la esencia de la Reuniendo todos estos ejemplos en su filiación inconsciente,
esencia, la sustancia de la sustancia. De ahí una razón sus- puede verse cómo de la conservación del tocino en sal se
tancial indiscutida. Frecuentemente, privarse de sal es pri- infiere la conservación del oro por un producto adecuado
varse de alimento. "La superstición de la abstinencia de sal, semejante.
cualquiera pueda ser el motivo originario, se encuentra un Aquello que conserva puede producir. Para Vigenére (p.
poco por todas partes", según Oldenberg ( 2 ) , quien cita 2 6 5 ) , la sal no es "infértíl", al contrario, provoca la ferti-
algunos casos de ayuno de sal en la antigüedad védica. lidad. He aquí "pruebas": La sal provoca el apetito vené-
El suprapoder de la sal es tan grande que se pone en el reo", pues Venus habría sido engendrada del mar", así se
origen de la vida. En otro opúsculo Nicolás de Locques no da "sal a los animales para excitarlos más. . . Se ve tam-
titubea en escribir ( 3 ) : "Así como en el mundo grande la bién por experiencia que en los barcos cargados con sal se
tierra es el imán, la atracción de todas las influencias ce- engendran más ratas y ratones que en los v otros". La sal
lestes. . . así la sal que es esta tierra virginal, en el centro- impide también a la tierra congelarse y obstruirse, "y esa
de todas las cosas, es el imán de todo lo que puede conservar obstrucción impediría a las hierbas prender" (p. 2 6 6 ) . Y
finalmente, después de esta acumulación de opiniones tan
( ! ) NICOLÁS DE LOCQUES: loe. cit., p. 1 5 6 .
(2) H . OLDENBERG: La Religión du Veda. Trad., París, 1 9 0 3 ,
absurdas, Vigenére como supremo -consejo se atreve a de-
p. 3 5 2 . ducir: "cosa que tendría que desacreditar tanto más la sal
( 3 ) NICOLAS DE LOCQUES: Les Vertus magnétiques du sang. De son
usage interne et externe pour la guérison des maladies. París, 1 6 6 4 , (1) BLAISE VIGENÉRE: Traicté du feu et du sel. París, 1622,
p. 20. p. 25.

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frente a las cosas santas, en las que toda lubricidad debe una suave brisa excitan y elevan por los aires". La visión
prohibirse". No hemos vacilado en transcribir un texto del Aiglon sobre el campo de batalla de Austerlitz ha sido
tan sobrecargado de disparates, precisamente porque mues- pues fácilmente racionalizada por la intuición sustancialista
tra el deslizamiento hacia los valores más heteróditos, y del abate de Vallemont.
la necesidad de acceder a valores dominantes que sin em- Y finalmente, como uno de los rasgos fundamentales de
bargo nada tienen que ver con los valores empíricos. todo pensamiento valorizante es que todo valor puede ser
Claro es que la sal marina no es sino un aspecto de la negado, podrían encontrarse textos en los que las propie-
sal fundamental que se encuentra en la base de todas las dades de la sal y de las cenizas se juzgan de una manera
sustancias. Sí quisiera estudiarse la convicción que dan estas peyorativa. Por ejemplo, para Pierre Fabre ( 2 ) el único
valorizaciones esenciales, bastaría tomar los textos alqui- nombre que merece la sal es el "de grasa del mundo y grosor
mistas. La máxima: Cum sale et solé amnia aparece en la de los elementos". Es un excremento. La sal es, por así
mayoría de las obras. Nicolás de Locques escribe todavía decirlo, la realización de la impureza.
en 1665: "Quien trabaja sin sal es como aquel que quiere
tirar al arco sin cuerda o sin flecha".
La sal interviene también como sustancia particularmente XI
activa en las teorías de la palingénesis que tanto y tan cu-
rioso éxito tuvieron en el siglo XVIIÍ. Se cree que las ceni- T o d o trabajo paciente y rítmico, que exige una larga
zas de los vegetales y de los animales pueden reproducir los serie de operaciones monótonas, arrastra al homo faber al
seres de los cuales ellas son los restos. Por ejemplo el abate ensueño. Entcnces incorpora sus sueños y sus cantos a la
de Vallemont llena páginas y páginas para probar la acción materia elaborada; asigna un coeficiente a la sustancia lar-
de esas sales esenciales (*): "Las sales contienen las ideas, gamente trabajada. El esfuerzo parcial, el gesto elemental,
la figura y el fantasma de las plantas de las que han sido ya no dibujar los límites geométricos del objeto; es el
extraídas." Luego (p. 284) "la fuerza seminal de cada conjunto de gestos en el tiempo, es la cadencia, el cono-
mixto está concentrada en sus sales". cimiento claro y alegre. La alacridad de un potard que gira
el pilón en su mortero ya nos habla del precio que, sincera-
"Ese secreto nos enseña que aunque el cuerpo muera, mente, él adscribe a sus pildoras. Toda esta enorme sobre-
carga de fantasía, toda esta valorización de las sustancias
sus formas residen sin embargo en las cenizas."
debido al tiempo empleado para prepararlas, deberán ser
eliminadas del pensamiento científico. Habrá que desva-
De ahí esta consecuencia (p. 294) : "Las sombras de los
lorizar el producto de un trabajo paciente si se quiere psi-
muertos que se ven aparecer frecuentemente en los cemen-
coanalizar el conocimiento objetivo. Respecto de este tema
terios son naturales, pues son las formas de los cuerpos se puede señalar muy claramente, con un ejemplo sencillo,
enterrados en esos sitios o su figura exterior, no el alma. . . la diferencia entre el espíritu precientífico y el espíritu cien-
Es verdad que tales apariciones pueden ser frecuentes en los tífico.
sitios donde se ha librado una batalla. Y esas sombras no
son sino las figuras de los cuerpos muertos, que el calor, o Para nosotros, la trituración es un recurso mecánico del

( ! ) ABBÉ DE VALLEMONT, Curiositez de la Nature et de i'Art sur ( 2 ) PlERRE-JEAN FABRE, Docteur en la Faculté de Médecine d(
ta végétation, ou VAgciculture et le Jardinage dans leur perfection. París,
l'Université de Montpellier: L'Abcégé des secrets chymiques. París,
1636, p. 83.
1 7 0 9 , p. 2 7 9 .

145 146
cual comprendemos de inmediato el carácter. No ocurría lo una tradición aporta a una experiencia sustancial un valor
mismo en el siglo XVIII y a fortiori durante los siglos suplementario que no tiene cabida en la formación de un
anteriores. Entonces era una operación verdaderamente po- espíritu verdaderamente científico.
limorfa, emparentada con las operaciones químicas profun- Una operación como la trituración, que no exige más que
das. La Encyclopédie recuerda que para Boerhaave, "la paciencia, puede compararse con las operaciones que no exi-
trituración tiene una fuerza maravillosa para disolver cier- gen más que tiempo, como las lentas y suaves cocciones.
tos cuerpos tornándolos tan fluidos como si hubieran sido Los caldos, tan variados, tan especíales, cuyo uso era tan
fundidos por el fuego". El doctor Langelotte puede de igual frecuente en la dietética del siglo XVIII, debían sin duda
manera, por la trituración, convertir el oro "tan flúido en parte el favor de que gozaban, a esta idea que el tiempo
como por medio del fuego y hacer un oro potable mediante prolongado de una cocción es una condición indispensable
el único movimiento de un molino". Importa poco, como para las concentraciones sustanciales.
lo hace observar finamente Brunschvicg, que Langelotte Mas, donde el tiempo adquiere todo su poder valorizante
haya descubierto así el oro coloidal. Lo ha descubierto para es en las experiencias estructuradas en cierto modo tempo-
nosotros, no para él y Brunschvicg se prohibe, como lo ralmente. De ahí el valor de los productos obtenidos en las
hacemos nosotros sistemáticamente, ese optimismo recurren- operaciones repetidas siete veces, que prueba además el ca-
te de los historiadores de las ciencias que frecuentemente rácter místico de esta valorización sustancial. Boerhaave
quieren aplicar a los descubrimientos antiguos los valores dice todavía ( x ) : "Hay que fundir el cobre fósil una do-
actuales (*). " N o se puede decir que se sabe una cosa, aun cena de veces, para tornarlo bien dúctil bajo el martillo".
cuando se la esté haciendo, mientras no se sepa que se la Esta observación exacta no comporta sin embargo la des-
hace". Aquí el sistema de valorización es diferente al de nues-
cripción de un afinamiento progresivo. En la química mo-
tro plan judicativo. Depende de una mística de la molienda.
derna, cuando las operaciones son largas y numerosas, se
Mientras, para nosotros, la molienda no es sino una prepa-
da de las mismas una razón detallada. Se sigue una meta-
ración accesoria a operaciones más esenciales, durante el si-
lurgia como se sigue un raciocinio. La metalurgia contem-
glo XVIII se la toma como una operación que ofrece, en
los dominios más variados, un motivo de explicación sufi- poránea es un raciocinio: el tema abstracto explica las ma-
ciente. Nos podremos dar cuenta siguiendo la polémica so- nipulaciones industriales. Una operación como la destila-
bre la digestión estomacal. Una larga lucha divide a los ción fraccionada, que es más monótona, está totalmente
partidarios de la fermentación y los de la trituración. La aritmetizada: 'casi procede como una progresión geométrica.
teoría de la trituración, propuesta por el doctor Pitcairn, La mística de la repetición no se introduce pues en un éspí-
hizo una larga carrera. Un médico tan renombrado como ritu científico moderno.
Boerhaave no titubea en escribir ( 2 ) : "En el cuerpo de A este respecto una operación como la cohobación debe
los corredores... los pescados y la carne f r e s c a . . . se pu- parecer en la actualidad completamente incomprensible. Es
dren fácilmente debido al gran frotamiento que ellos ex- sabido en qué consiste: cuajado se ha tomado el trabajo de
perimentan". El autor del artículo de la Encyclopédie re- sep?rar, mediante una destilación, la materia volátil de la
cuerda la trituración entre los Hebreos y da un versículo de materia fija, se reconstituye la mezcla para recomenzar la
la Biblia. San Pablo hizo de ella una parábola. El peso de destilación, o, como se dice en un lenguaje ya claramente
valorizante, "se vuelve a poner el espíritu sobre sus heces".
La paciencia y la valentía de las repeticiones reiteradas son
(3) LÉON BRUNSCHVICG: La Connaissance de soi. París, p. 6 8 .
(2) BOERHAAVE: loe. cit., t. I, p. 101. (!) B o e r h a a v e : loe. cit., t. I, p. 10.

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una prenda de valor para el producto final. Macquer pone Se apreciará quizá mejor esta falsa asignación del lugar en
la cohobación entre las "operaciones que los antiguos quí- los fenómenos, acudiendo a experiencias que pertenecen a
micos practicaban con mucha paciencia y celo y que actual- la física. A fines del siglo XVIII, se discutió largamente
mente están demasiado descuidadas". De manera que el para saber si las ranas de Piamonte eran más o menos ap-
hecho de haber caído en desuso no es suficiente, a los ojos tas que las de Provence para poner de manifiesto la electri-
de Macquer, para quitar su valor a la cohobación. cidad. ¡Divertida objetividad, limitada por una montaña!
De un lado de los Alpes, electricidad; del otro, neutralidad.

XII
XIII
La sustancia recibe fácilmente un poder absorbente tan
De una manera general todo valor sustancial es interio-
intenso, cuando se la considera sin resistirse en contra de
rizado por la vida, en especial por la vida animal. La vida
las fantasías inconscientes, que se termina por admitir que
asimila profundamente a las cualidades; las vincula fuerte-
ella retiene las propiedades del lugar donde ha residido. La
mente con la sustancia. La conexión entre la naturaleza de
medicina del siglo X V I I I no titubea en fundar sus resulta-
un animal y la cualidad natural es tan directa, que se pue-
dos sobre un principio como éste, afirmado tan oscura- den, bajo el pretexto de una idiosincrasia, comprobar las
mente. Respecto de los caldos, se puede leer en la Encyclo- afirmaciones más ridiculas. En 1772 Dubois, en su Tableau
pédie que un estómago debilitado por una larga enferme- annuel de la Physique, cuenta sus observaciones sobre Mig-
dad "es frecuentemente poco adecuado a digerir el jugo de non, el papagayo de Mme de X, diligente electrizadora
animales y se presta mejor a los de carpa, de tenca, de rana, (p. 157). "Todos los animales han recibido una porción
etc.. . ., que por otra parte llevan en la sangre una fres- más o menos grande de esta fuerza de atracción, y si ella
cura que no debe esperarse en aquella de los animales te- es más sensible en las plumas del papagayo, se debe a que
rrestres o volátiles". Esta enumeración, seguida de inme- éste es de una constitución más seca y más conveniente que la
diato por el etc., muestra, como ya lo hemos observado, de los otros pájaros. Una prueba muy clara de esta pro-
que la inducción sustancialista ha precedido, y no seguido, posición, es su aversión natural hacia la bebida. A . veces
a las experiencias particulares. Esta inducción se basa en la es tan fuerte que bastan unas pocas gotas de agua para ha-
explicación totalmente sustancial que los jugos pueden "lle- cerlos morir. El señor Hartmann explica este fenómeno de
var su frescura a la sangre", frescor evidente cuando se pien- una manera muy ingeniosa. El papagayo, dice, que con-
sa en la prolongada vida de los peces y de los batracios en serva siempre la cantidad de electricidad que le es propia,
el agua fría. no puede dejar de sentirse mal cuando bebe agua, debido a
En 1669, la Academia disecó una civeta para comparar- que entonces, por la combinación de estas dos cosas, expe-
la con un castor estudiado precedentemente. He aquí las rimenta una conmoción cjue tiene mucho de la experiencia
conclusiones: "El Castoreum es de un olor fuerte y poco de Leiden." No se crea que es éste un disparate aislado. En
agradable, mientras que el del líquido que proviene de la un enorme libro sobre la Varita Adivinadora, un autor anó-
civeta es completamente suave, y se juzga que esta dife- nimo, que sin duda es Thouvenel, repite en 1781 lo mis-
rencia puede provenir de la humedad fría del castor que mo y deduce sus consecuencias (*) : "Se conocen pájaros,
es un semipez, mientras que la civeta es de un temperamento
caliente y seco, bebe poco, y habita ordinariamente en las ( ! ) T*** D. ML M.: Mémoire physique et médical, montrant des
arenas de África". rapports évidents entre les phénomenes de la Bagaette divinatoire, du

149 150
de la clase de los papagayos, por ejemplo, que son emi- un vago sentimiento, tiene conciencia de ser una sustancia.
nentemente eléctricos y que tienen una aversión natural ha- Veamos con qué grado de intimidad sustancial el abate
cia el agua, sobre todo para b e b e r í a . . . Es de presumir que Bertholon, del cual ya señalamos su celebridad, explica la
hay muchos animales que buscan o que huyen el agua y acción de la electricidad sobre el cuerpo humano en 1786
sus emanaciones, según su exquisito sentido frente al fluid .1 ( x ) : "No hay verdad más firmemente establecida que la
eléctrico. Quizá los hidrófobos no son tales, sino porqu? influencia de las pasiones sobre la salud; el desorden que
están en verdad en el estado de electricidad animal espon- ellas aportan en la economía animal es tan conocido a tra-
tánea más viva, hecho que puede reconocerse por distintos vés de tantos ejemplos, que nadie puede abrigar la menor
síntomas". Y el autor ve en esto también una explicación duda al respecto. N o está pues fuera de lo razonable reco-
de los fenómenos presentados por el célebre brujo Bleton. mendar, para disminuir la efervescencia de la sangre y el
Las falsas ciencias se reúnen espontáneamente. Bleton, dó- tono de los recursos de toda la máquina, el uso de la elec-
cil a la física de la época, ya no reaccionaba frente a las tricidad negativa a todos aquellos que son víctimas de las
fuentes ocultas en cuanto se le ponía aisladores de vidrio pasiones violentas, que agitan y destrozan el corazón de la
bajo los píes. mayor parte de los hombres, por lo menos de aquellos
que componen algunas clases brillantes de la sociedad. Este
Tales pamplinas no podrían evidentemente introducirse
medio, que se opone directamente al efecto pernicioso de
en un libro científico contemporáneo, aún siendo de una
las pasiones, es muy adecuado para procurar la calma y la
vulgarización de muy mal gusto. Pero en el siglo XVIII
tranquilidad, disminuyendo esa nociva tensión que dema-
estorbaban y trababan a la cultura. No hay ninguna jerar-
siado frecuentemente ocasiona las agitaciones del alma; y
quía entre los científicos. Todos los observadores se decla-
que, teniendo en cuenta la dependencia recíproca que existe
ran iguales frente a la experiencia. Todos los hechos pueden
entre el cuerpo y el alma, debilitarían el aspecto moral, al
citarse como otras tantas "anécdotas de la naturaleza". Este
atacar al aspecto físico. Todos estos medios para conservar
empirismo pulverizado, esta experiencia concreta sin esfuer-
la salud son consecuencias necesarias de los principios más
zo de abstracción acoge todas las fantasías individuales.
seguros, y no se les puede negar eficacia, sin caer en la in-
Basta encontrar una naturaleza particular, una actividad
consecuencia más evidente". Una página semejante nos pa-
sustancial, para explicar todas las particularidades de la ex-
rece muy característica de esa detención del pensamiento
periencia, y luego, paso a paso, todos los prejuicios, todos
precientífico, que se engancha en convergencias verbales, re-
los se dice, todas las locuras de la Sabiduría de las na-
forzadas con impresiones subjetivas. Si no se hubiera em-
ciones.
pleado la palabra agitación para describir los efectos de la
pasión, no se hubiera propuesto calmarlas mediante la elec-
XIV tricidad. Sí no se hubiera empleado la palabra negativo
para designar un aspecto de los fenómenos eléctricos, no se
El ser humano es naturalmente un factor privilegiado de hubiera propuesto la electricidad negativa para disminuir
interiorización. Pareciera que el hombre pudiera sentir y la tensión demasiado grande del alma. Evidentemente, en
conocer directamente las propiedades intimas de su ser fí- esta página el pensamiento del abate Bertholon se mueve
sico. La oscuridad del yo siento priva sobre la claridad del sobre un plano lingüístico. Los nombres dados a fenóme-
yo veo. El hombre, a través de su cuerpo sobrecogido por

Magnétisme et de l'éléctricité. Londres, t. I, 1 7 8 1 ; t. II, 1784, t. I, í1) B e r t h o l o n : De l'ékctñáté du corps humain.. íoc. cit., t.
p. 94. I, p. 2 0 5 .

151 152
nos parciales, a aspectos completamente particulares de la
experiencia, por convención o por metáfora, se convierten
en sustantivos plenos, en sustantivos cargados de sustancia.
El abate Bertholon no vacila en designar eléctricamente
a los individuos, y dar así a la marca eléctrica un carácter
profundo, verdaderamente sustancial (p. 206) ; "Cuando
se han de formar esos vínculos naturales, sin los cuales la
sociedad no podría perpetuarse, debe ponerse una atención
especial sobre las cualidades eléctricas de los temperamentos. CAPÍTULO VII
Dos individuos, en quienes el flúido eléctrico abunda, go-
zarán de una salud menos perfecta que si la constitución de PSICOANALISIS DEL REALISTA
uno de los dos es débil. Ocurre lo mismo con dos tempera-
mentos muy poco eléctricos, comparado con otros dos que I
tienen una fuerza eléctrica desigual; porque es necesario que
el defecto de uno sea destruido por el exceso del otro: la Si pretendemos caracterizar bien la seducción de la idea
justa compensación que se produce en este último caso aún de sustancia, no debemos tener el temor de ir a buscar el
mediante la mera cohabitación, combate incesantemente al principio hasta en el inconsciente donde se forman las pre-
vicio dominante del temperamento. Independientemente de ferencias indestructibles. La idea de sustancia es una idea
la salud que los individuos adquieren recíprocamente me- tan clara, tan simple, tan poco discutida, que ella ha de
diante este cruzamiento eléctrico de las razas, el Estado fundarse sobre una experiencia mucho más íntima que cual-
gana una población más numerosa y más vigorosa, como quier otra.
la observación lo confirma diariamente ante los ojos del Partiremos pues de algunas observaciones que al principio
filósofo que espía la naturaleza, siempre admirable, hasta en parecerán exageradas. En el comienzo de nuestras reflexio-
sus obras más comunes". La idea de riqueza eléctrica es pues nes, nos chocaron a nosotros mismos. Más tarde, las inter-
adoptada aquí como una idea clara en sí, y como de un minables lecturas que hicimos de libros de alquimia, las
valor explicativo suficiente en los dominios más variados. encuestas psicológicas que pudimos realizar a lo largo de
Se encuentran casi palabra por palabra, bajo la pluma de una docencia ya larga y diversificada, nos pusieron en pre-
este electricista, las banalidades psicológicas aún en boga sencia de convicciones sustancialistas tan ingenuas que ya
acerca de la utilidad de un contraste de caracteres entre los no titubeamos en hacer del realismo un instinto y en pro-
esposos. ¿Hay que concluir una vez más que la psicología poner para él un psicoanálisis especial. En efecto, no sólo
literaria de nuestra época está exactamente en el estadio de la convicción básica del realismo no es discutida, sino que
la "ciencia" eléctrica del siglo XVIII? También ella se ocu- ni es enseñada. De manera que con toda justicia, justicia
pa con agrado de las pasiones "de aquellos que componen que no creemos que le favorezca, el realismo puede ser con-
algunas clases brillantes de la sociedad". Sin duda la inti- siderado la única filosofía innata. Para un juicio exacto,
midad es entonces más profunda. La personalidad rica reci- hay que ir más allá del plano intelectual y comprender que
be caracteres más diversos. Por lo demás vemos cómo intui- la sustancia de un objeto se recibe como un bien personal.
ciones sustancialistas tan fáciles no resuelven sino falsos Se toma posesión espiritualmente de ella, como se toma po-
problemas, tanto en el dominio científico como en el do- sesión de una ventaja evidente. Oid cómo argumenta un
minio de la psicología literaria. realista: de inmediato lleva ventaja sobre su adversario,
155
153
puesto que cree tener lo real con él, porque posee la riqueza brevemente esta mutación inicial de valores para preparar
de lo real, mientras su adversario, hijo pródigo del espíritu, el examen de valorizaciones más claramente subjetivas y de-
corre tras vanos ensueños. En su forma ingenua, en su for- jaremos para algunas páginas más adelante el aporte de
ma afectiva, la certeza del realista procede de un placer de textos mucho menos señalados, pero en los que transpa-
avaro. Para precisar claramente nuestra tesis, digamos pues renta la afectividad pesada y oscura de los autores. Por lo
en tono polémico: Desde el punto de vista psicoanalítico demás, en nuestras demostraciones no podemos ser comple-
y en los excesos de la ingenuidad, todos los realistas son tos pues, dada la índole de nuestro libro, no podemos hacer
avaros. Recíprocamente, y ahora sin reservas, todos los ava- psicología directa, sólo tenemos derecho a una psicología
ros son realistas. por reflejo, tal cual resulta de las reflexiones sobre la teoría
El psicoanálisis que habría que instituir para curar al sus- del conocimiento. Es pues en el acto mismo del conocer
tancialismo es el psicoanálisis del sentimiento del poseer. El donde debemos discernir la perturbación provocada por el
complejo que habría que disolver es el complejo del prove- sentimiento prevalente del poseer. Es sólo ahí — y no en la
cho reducido que podría llamarse, para abreviar, el complejo vida diaria ¡que nos aportaría sin embargo tantas pruebas!
de Harpagon. Es ese complejo del provecho pequeño que — donde debemos mostrar esa avaricia directa e inconscien-
atrae la atención sobre las pequeñas cosas que no han de te, esa avaricia que, sin saber contar, confunde a todos los
perderse, pues de perderse ya no se vuelven a hallar. Por cálculos. Por lo ,demás la volveremos a encontrar en una
eso un pequeño objeto se conserva con un gran cuidado. El forma quizá más primitiva aún en el mito de la digestión,
vaso frágil es aquél que dura más. De ahí que no perder cuando estudiaremos el obstáculo animista. Para un examen
nada es ante todo una prescripción normativa. De inme- más completo del problema, el lector puede dirigirse, por
diato esta prescripción se torna una descripción, pasa de lo ejemplo, al curioso libro de R. e Y. Allendy: Capitalisme
normativo a lo positivo. Finalmente, el axioma fundamen- et Sexualité.
tal del realismo no probado: Nada se pierde, nada se crea,
es un dicho de avaro.
El complejo del provecho pequeño ya ha sido objeto de II
numerosos estudios en el Psicoanálisis clásico. Lo abordare-
mos sólo en la medida en que constituya un obstáculo a la Ante todo es significativo que "las materias preciosas"
cultura científica, en la medida en que sobreestime un tipo conservan durante mucho tiempo un lugar privilegiado en
particular de conocimiento, en que valorice las materias y las investigaciones precientíficas. Aún cuando asoma el es-
las cualidades. Por otra pacte nos vemos obligados a iniciar píritu crítico, éste respeta el valor que ataca. Basta recorrer
el debate muy oblicuamente, insistiendo de inmediato sobre las numerosas páginas consagradas a las piedras preciosas
valorizaciones que en apariencia son objetivas. Así, es in- en los tratados de Materia médica del siglo XVIII, para
dudable que las piedras preciosas son, en nuestras sociedades, convencerse de este endurecimiento de las antiguas creen-
valores materiales indiscutibles. Pero aceptando como fun- cias. Nuestras demostraciones serían más fáciles, pero ten-
dada esta valorización social, ya es interesante, nos parece, drían menos sentido, si nos remontáramos a épocas más
ver cómo se desliza en dominios ajenos a su valorización antiguas. Veamos pues la inquietud del espírítu precientí-
inicial, por ejemplo en la farmacia. Este deslizamiento ha fico frente a prejuicios groseros. Aun cuando las creencias se
sido señalado con frecuencia, pero quizá no se han mostra- tachen de supersticiones, hay que mirar con sumo cuidado
do los matices afectivos de esta valorización secundaria. para asegurarnos de que el autor se ha librado de ellas. Por
Trataremos pues, en un primer parágrafo, de caracterizar lo pronto el autor experimenta la necesidad de señalarlas;

m 156
silenciarlas sería sin duda decepcionar al público, ser desleal (de esmeralda) son tan duros que frecuentemente resisten
a la continuidad de la cultura. Pero en seguida, lo que es al agua fuerte y que, por tanto, la levadura del estómago
más grave, el autor se propone muy frecuentemente rectifi- no puede disolverlos, y que se devuelven tal como se los
carlas parcialmente, realizando así la racionalización sobre ha tomado. Mas esta objeción no tiene ningún valor. Pues
una base absurda, como ya lo señalamos al inspirarnos en la esmeralda colocada sobre las brasas ardientes se enciende
el psicoanalista Jones. Esta racionalización parcial es al co- como el azufre; y al exhalar su color verde con la llama,
nocimiento empírico lo que la sublimación de los instintos la piedra queda diáfana y sin color como el cristal. Segu-
es a la producción estética. Pero, en este caso, la racionali- ramente, aquello que se logra por medio del fuego. . .
zación perjudica a la investigación puramente racional. En puede lograrse medíante el calor natural de la linfa esto-
efecto, la mezcla de pensamiento erudito y pensamiento ex- macal. Y aunque la sustancia cristalina de estas piedras no
perimental es uno de los mayores obstáculos para el espí- se disuelve, sin embargo su porción sulfurosa y metálica
ritu científico. N o se puede completar una experiencia que puede separarse de la porción cristalina y así desprendida,
no se ha recomenzado por sí mismo en toda su integridad. puede ejercer su acción sobre los líquidos del cuerpo huma-
No se posee un bien espiritual que no se ha adquirido total- no". De este modo la acción médica considerada se ejerce
mente mediante un esfuerzo personal. El primer síntoma de a través de una quintaesencia, de una tintura que en cierto
la certeza científica, es que puede ser revivida tanto en su modo sustantifica la porción más preciosa de la piedra pre-
análisis como en su síntesis. ciosa. Esta virtud, presentada como se ve bajo el aspecto
de una simple posibilidad, puesto que no se ha podido com-
Pero veamos algunos ejemplos en los que, no obstante
probar la "decoloración" de las esmeraldas mediante la ac-
las críticas muy vivas, la experiencia más o menos exacta se
ción estomacal, no es, a nuestro modo de ver, sino el sus-
adjunta a la tradición totalmente errónea. En el tratado de tituto del valor inmediato, el sustituto del placer que se
Materia Médica de Geoffroy, tratado que representa una experimenta al contemplar el brillo suave y verde de la es-
enorme cultura y que se difundió extraordinariamente du- meralda. Ésta es valorizada tanto por la ciencia farmacéu-
rante el siglo XVIII, se puede leer 0 ) : "Fuera de las vir- tica como por la poesía. Las metáforas del boticario no tie-
tudes supersticiosas que se atribuyen (a la esmeralda) y que nen mayor realidad que las metáforas de Remy Belleau
silenciamos, se cree comúnmente que detiene las hemorra- cuando canta el color y la virtud de la esmeralda.
gias, las disenterías, el flujo hemorroidal. Se emplea con
otros fragmentos de piedras preciosas en el Electuario que
se hace, y en la Confección del Jacinto, con el jacinto y los Couleur qui rassemble et raí lie
zafiros". N o puede expresarse mejor que la superstición es La forcé des yeux affaiblie
una antigua sabiduría que basta modernizar y descascarar Par trop longs et soudains regarás,
para destacar su verdadero valor. Et qui repait de flammes douces
Les rayons marnes, las ou mousses
Puesto que en definitiva hay algo de cierto en esa tra- De nctre oeil, quand ils sont épars.
dición, se harán objeciones y se responderá a ellas, sin pre-
ocuparse más por las experiencias positivas. "Puede obje-
De esta manera las posibilidades y los sueños que traba-
tarse —dice Geoffroy (p. 1 5 8 ) — , que esos fragmentos
jan al inconsciente, son suficientes para que Geoffroy exija
respeto por la antigua sabiduría (p. 159) : "No hay pues
( ! ) GEOFFROY: Traite de la Matiére Medícale ou de l'histoire des que proscribir sin causa las piedras preciosas de las compo-
vcrtus, du choix et de l'usage des remedes simples. París, 1743 , t. I,
p. 157.
siciones de la Farmacia, admitidas hace tanto tiempo y

157 158
aprobadas por una larga y feliz paciencia". ¡Respetar una naba alegre al espíritu, disipaba los temores, infundía co-
ciencia que no se comprende! Eso es, precisamente, sustituir raje, impedía los encantamientos, y preservaba al cuerpo
por valores subjetivos los valores objetivos del conocimien- de toda clase de venenos. La Cornalina pulverizada se
to experimental. Es jugar sobre dos estimativas diferentes. toma interiormente para detener toda clase de flujos san-
El médico que impone al enfermo una preparación de es- guíneos: pero en la actualidad se hace escaso uso de ella,
meralda ya tiene la garantía de saber que el enfermo conoce pues hay otros remedios mucho más excelentes." Se ad-
un valor: el valor comercial del producto. Su autoridad mé- vierte que la restricción no es total. Se conviene un com-
dica no tiene sino que reforzar un valor existente. N o se
promiso que mide la resistencia hacia los sanos métodos
exagerará nunca suficientemente la importancia psicológica
científicos.
de la concordancia entre la mentalidad del enfermo y la
A veces la acción de la materia preciosa es totalmente
del médico, concordancia fácil en la era precientífica. Esta
concordancia acuerda una evidencia especial, y por tanto psicológica. El caballero Digby dice simplemente, como
acrece el valor de ciertas prácticas médicas. algo evidente (*): "El diamante, el granate, la esmeralda...
provocan la alegría del corazón". Se percibe bastante cla-
Es también muy interesante estudiar el aparejo doctrinal
ramente cuál es la alegría que se ha sustantifícado. Nicolás
de los pues y los es por que mediante los cuales las perso-
Papin, probablemente el padre de Denis Papin, agrega, lo
nas de autoridad vinculan los prejuicios antiguos con las
que es menos claro, "el zafiro, la esmeralda, las perlas y
costumbres ordinarias. Por ejemplo, respecto del topacio
otros conducen a la castidad". Una vez más el médico se
escribe Geoffroy (p. 160) : "Los Antiguos le han atribuido
encuentra con los cantos del poeta: también Retny Belleau
la naturaleza del Sol; es porque se cree que disminuye los
temores nocturnos y la melancolía, que fortifica el corazón elogiaba la castidad de la esmeralda.
y el ánimo, que es contrario a los sueños molestos y detiene
Bref, elle est si chaste et si sainte
las hemorragias. Se emplea en la confección del jacinto".
No se ha estudiado suficientemente esta bivalencia psicoló- Que si tót qa'elle sent l'atteinte
gica y física. Conocemos medicamentos que mediante su ac- De quelque amouteuse actton,
ción somática aplacan ciertas melancolías. Conocemos tam- Elle se froisse, elle se brise
bién una medicina psicológica. P¿ro por lo menos ya no Vergongneuse de se voir prise
damos crédito a remedios bivalentes. Esta ambivalencia es
siempre el signo de una valorización impura. De quelque sale affection.
En efecto, hay que subrayar que para la mayoría de las
Claro es que la ciencia de los árabes merece el mismo
piedras preciosas, el espíritu precientífico admite una ac-
respeto que la ciencia de los antiguos. Sin embargo, es bas-
ción conjunta sobre el corazón y sobre el espíritu. Es un
tante curioso que, hasta en la actualidad, la ciencia árabe
índice de la convergencia de los bienes de la riqueza y de
que nos trae la meditación del desierto goza siempre de un
los bienes de la salud. En cuanto un medicamento' tiene la
reputación de detener una hemorragia, es decir cuando se prejuicio favorable. Respecto del oro, Geoffroy escribe ( 2 ) :
cree que contribuye a impedir la pérdida del más precioso
( ! ) c h e v a l i e r DlGBY: Discours fait en une celebre assemblé tou-
de los bienes: la sangre, se convierte en un cordial en toda chant la guérison des plaies par la poudre de sympathie. Comme suíte,
la extensión del vocablo. Geoffroy recuerda (p. 153) las il y a une Dissertation touchant la poudre de sympathie. Trad. du
virtudes de la Cornalina que es, como dice Belleau, de en- latín du sieur Papin, Dr. en. Méd. de la vílle de Bloís, par Rault, París,
carnado color. "Los Antiguos creían que la Cornalina tor- 1 6 8 3 , p. 1 6 9 .
( 2 ) GEOFFROY: loe. cit., t. I, p. 5 4 .

159 160
"Antiguamente los griegos no conocían el uso del oro en la Podríamos fácilmente multiplicar los ejemplos de estas
medicina. Los árabes son los primeros que han recomen- medicaciones preciosas, tales como la Confección Real de
dado su poder, y lo han mezclado en sus composiciones re- Alkermés de Charas, el polvo Panónieo de Charas, la Con-
ducido a hojuelas. Creen que el oro fortifica al corazón, fección de Jacinto, el Polvo de la Alegría, el Polvo de Per-
reanima al espíritu y alegra el alma, por eso aseguran que las refrescantes. Veríamos que hay una materia médica de
es útil para la melancolía, las palpitaciones y los temblores la riqueza en oposición a la materia médica de los simples.
del corazón". En siglos más materialistas tal creencia ne- Comprenderíamos la cabal importancia del consejo consi-
cesita estar sostenida por argumentos más materiales. Así derado como fundamental por ciertos boticarios de conservar
"los químicos agregan además que el oro contiene un azufre los remedios preciosos en cajas de oro o de plata, de marfil
fijo muy poderoso; el cual siendo incorruptible, si se le o de alabastro, o el consejo modesto de hacer pintar y dorar
toma interiormente y se mezcla con la sangre, la preserva de las cajas (*). No es tanto para conservarlas sino para ex-
toda corrupción y restablece y reanima la naturaleza hu- ponerlas adecuadamente, para que todo el mundo, comer-
mana de la misma manera que el sol, fuente inagotable de ciantes y clientes, sepa a qué atenerse sobre el precioso valor
ese azufre, hace revivir toda la Naturaleza." ¿Puede darse del remedio.
un. ejemplo más hermoso de un raciocinio por participación N o sería por lo demás difícil mostrar que el polvo de
que fusiona en un mismo valor el oro, el sol y la sangre? perlas refrescante tiene una mayor actividad inconsciente por-
Geoffroy sin duda titubea en aceptar semejantes convergen- que representa un sacrificio más consciente. Su valorización
cias, pero este titubeo es precisamente característico del es- se hace ambigua y desempeña su papel en el límite entre lo
píritu precientífico. Es este titubeo el que nos hace decla- inconsciente y lo consciente. El polvo de piedras es más
rar que el pensamiento precientífico se encuentra frente a eficaz sobre el avaro burgués que sobre el pródigo príncipe.
un obstáculo aún no superado, aunque en trance de serlo. Se es tan apegado a las perlas y a las piedras preciosas que
Es este titubeo el que necesita un psicoanálisis. En los si- comporta algún mérito molerlas en un mortero de oro y
glos anteriores se aprueba a pie juntillas. En los siglos que disolverlas en una poción. Sólo se hace un sacrificio de
seguirán ya no se leerán más semejantes lucubraciones. Pero semejante bien objetivo si se espera firmemente un bien
he ahí los hechos: Geoffroy, escribiendo en pleno si- subjetivo. El valor de la piedra preciosa para el incons-
glo XVIII, afirma su respeto hacia la Escuela Arabe; y ciente se transmuta en un valor científico en la valuación
no se decide, como él dice, "a desterrar el oro de todas las de la conciencia instruida. Esta confusión es aún bastante
preparaciones cordiales". frecuente. Aún se estima poco a un remedio barato. Pero el
¡E>esterrar el oro! ¡Decir tranquilamente que el oro no inconsciente que sabe contar, que sabe trocar, no es ya el
devuelve la salud, que el oro no infunde coraje, que el inconsciente primitivo. El hombre inconsciente que sueña,
oro no detiene la sangre que fluye, que el oro no disipa un diamante en el dedo, una perla en la mano, es un alma
los fantasmas nocturnos, los pesados recuerdos que vienen cargada más pesadamente. Al sacrificar su joya, ofrece en
del pasado y del pecado, que el oro no es la riqueza am- holocausto una parte de su sustancia, una parte de sus sue-
bivalente que preserva al corazón y al ánimo! Eso exige ños más queridos.
un verdadero heroísmo intelectual, eso exige un incons-
ciente psicoanalízado, vale decir una cultura científica bien
aislada de toda valorización inconsciente. El espíritu pre-
científico del siglo X V I I I no ha realizado esa libertad de
apreciación. (i) SOENEN: loe. cit., p. 79.

161 162
condensación de bienes. Este mito anima a sucesivas gene-
III raciones. El padre de Villiers de l'Isle-Adam ha buscado
durante toda su vida el tesoro enterrado por sus antepasados.
Pero ya es tiempo de señalar más nítidamente, más di- Villiers de l'Isle-Adam ha realizado el deseo de su padre es-
rectamente, los placeres de la posesión y las seguridades ob- cribiendo Axel. Toda rareza se localiza en un escondrijo.
jetivas que comporta el manipuleo de ciertas sustancias. La El oro se oculta tanto como se oculta al oro. Lo mejor es
piedra preciosa es pequeña y es de gran precio. Concentra lo más oculto. De ahí que ciertos alquimistas atribuyan a
la riqueza. Es, pues, adecuada para concentrar la dulce me- la Naturaleza un comportamiento de avaro. Thomas Son-
ditación del propietario. Otorga la claridad de la evidencia net dice, sin prueba (*): "Para engendrar el oro la Natura-
al complejo del pequeño provecho. En general, el complejo leza elige y selecciona una mína y cantera particularmente
del pequeño provecho se desarrolla a partir de objetos insig- cerrada y oculta en el seno de la tierra".
nificantes: es el complejo de Laffitte recogiendo un alfiler.
De ahí que el oro atraiga y deslumbre. ¿Pero este des-
Mas esta desviación no debe engañarnos respecto del prin-
lumbramiento y esta atracción son metáforas? Se lea en la
cipio del avarismo inteligente: Poseer mucho en un pequeño
Chimie medicinóle de Malouín, impresa en 1755 (t. II,
volumen. Volvemos a encontrar la necesidad de la concen-
tración de los bienes. Malouin da como "una de las grandes p. 5 ) : "He notado en el Jardín Royal cierta alegría en el
ventajas de la Química,, la de reducir a veces los medicamen- rostro de los oyentes, a la vista del oro que se ponía ante
tos a un volumen menor, sin debilitar su poder". Aun hoy, sus ojos, antes de hacer la disolución". Y o mismo he hecho
de cada dos radiólogos, uno no puede dejar de decir a su frecuentemente la misma observación: cuando llegaba la
cliente que un pequeño tubo de radium contiene cien mil fran- época escolar de disolver la hojuela de oro en agua de cloro,
cos. Antes los Alquimistas conservaban su polvo de pro- surgían las preguntas y los escrúpulos: ¿se perderá la hoja
yección en un pequeño estuche. Imaginaban el oro como de oro? Esta muerte de una riqueza perfecta, de una ri-
una concentración de poderes (*). "El oro. . . posee los queza índiscutida daba a la clase un instante dramático. An-
extremos poderes del sol encerrados en su cuerpo." De Loc- te este apasionado interés, se explica ahora fácilmente que
ques dice también: en el oro, la Naturaleza "ha acumulado Malouin continúe afirmando tranquilamente que (p. 6) :
sus poderes como «al infinito»" ( 2 ) . A través de esta última "El oro (dice Mattioli sobre Dioscorides) tiene una cierta
expresión se percibe bien que es el inconsciente quien en- virtud atractiva, mediante la cual aligera el corazón de aque-
cuentra en el oro la causa ocasional de todos sus sueños. llos que lo miran" No es éste un mero recurso de erudición,
pues Malouín continúa por su cuenta: "El oro fortifica
La íntima contradicción del pequeño volumen con el gran maravillosamente al corazón". De esta manera el buen quí-
precio se dobla con otra: la piedra preciosa brilla y se oculta. mico del siglo X V I I I pasa insensiblemente de la alegría re-
Es al mismo tiempo la fortuna ostensible y la fortuna di- flejada en el rostro, signo de un consuelo ambiguo, a una
simulada, tanto es la fortuna del pródigo como la fortuna acción tónica positiva sobre la más noble de las visceras. Un
del avaro. El mito del tesoro oculto no es posible sin esta paso más y, estamos tentados a decir, digerirá su alegría
para recordarnos que la digestión es el signo de la posesión
I 1 ) Lettces philosophiques. Tres estimée de ceux qui se plaisent aux
Vérités hermétiques, trad. del alemán por Antoine Duval, París, 1 7 2 3 ,
más suave y más segura. Malouin escribe en efecto: el oro es
p. 4 7 . "un buen remedio para la disentería".
( 2 ) NICOLAS DE LOCQUES: Elements philosophiques des arcanes et
du dissolvant génécal, de leur oertus, pcoptiétés et effets, París, 1 6 6 8 , ( ! ) THOMAS SONNET: Satyre contce les chaclatans et pseudo m¿de-
p. 4 9 .
cins emperiques, París, 1 6 1 0 , p. 1 9 4 .

163 164
El canciller Bacon, que no desdeña las riquezas, observa y del cual hemos estudiado la obra en un artículo reciente,
en su Sylva Sylvarum "lo que hay de cierto, es que las pie- se expresa así (*) : "La luna llena envía sobre el mar cierta
dras preciosas contienen espíritus sutiles, como lo muestra su sustancia, que le sirve de levadura para fermentarlo como
brillo, espíritus que por vía simpática, actúan sobre el hom- si fuera una masa y provocar mediante su elevación los flu-
bre de una manera vivificante y deleitosa. Las que mejor jos y reflujos". Es en este espíritu que se materializa la co-
se prestan a producir esos efectos son el diamante, la esme- rrespondencia entre el sol y el oro. Basilio Valentín (trad.
ralda, el rubí y el topacio". Para comprender adecuada- Israel, París, 1648, p. 51) acumula de esta manera las
mente todo el sentido de estas afirmaciones, hay que reunir "pruebas" de esta interacción física: "El sol y el oro tienen
todas las razones de convicción. El placer de poseer se sus- también una correspondencia especial y cierta fuerza de atrac-
tantiva. Da lugar a una experiencia íntima, a un consuelo ción mutua, porque el sol ha trabajado en el oro como po-
que torna inútil una verificación objetiva. El orden de efi- deroso mediador para unir y ligar indisolublemente esos tres
cacia es pura y simplemente un orden de preferencia perso- principios que tienen su Imán en derredor de ese sol superior,
nal. En estas opiniones se asiste a la reunión de una expe- y ese Metal ha obtenido un grado tal de perfección que
riencia psicológica y de una leyenda médica, en otros tér- en él los tres principios se encuentran con una gran fuerza
minos, a la fusión de una pasión verdadera con una idea de donde resulta la forma corporal del Oro, porque ella ha
falsa. Y es entonces cuando la pasión verdadera se convierte sido compuesta dentro de la perfecta unión de esos tres prin-
en un obstáculo para la rectificación de la idea falsa. Si para cipios ; de ahí que el Oro tiene su origen en el Imán dorado y
legitimar tales uniones impuras, se invocan las lecturas y las celeste". Si hemos transcrito este trozo tan informe, es por-
lecciones que dejan pasar a través de las generaciones estos que en él se acumulan precisamente las impresiones más va-
prejuicios tan increíbles, queda por dar cuenta de su trasmi- gas y más oscuras. El autor, en lugar de racionalizar y cla-
sión tan fácil y constante. De hecho, estos prejuicios son sificar las pruebas, totaliza los valores.
confirmados por la adhesión inmediata del inconsciente. Otro autor, aparentemente más claro, muestra también,
En ciertos autores, la atracción que el oro ejerce se con- con la misma mezcla de argumentos, la endósmosis de los
vierte naturalmente en una atracción material. U n autor valores. Para Nicolás de Locques ( 2 ) el oro es "como un
anónimo que escribe en 1640 se expresa así ( x ) : "El oro Globo lleno con todas las virtudes celestes, que influye so-
tiene por sí mismo una fuerza*de imán que atrae los cora- bre todos los metales como el corazón da vida a todas las
zones por el lustre brillante de su resplandeciente y puro partes del cuerpo. Es estimado por la Medicina Universal
tinte, en el cual la Naturaleza ha instalado todo lo que te- por la simpatía que guarda con el hombre y con el sol, y
nía de mejor". por el afecto mutuo y la fuerza de atracción que existe en-
Como es sabido, las influencias astrales son para el astró- tre ellos, tanto que el Oro es un poderoso mediador para
logo y para el alquimista, cuyas mentalidades hay que reunir ligar la virtud del Sol al h o m b r e . . . El oro cura las enfer-
para apreciar bien la psicología del espíritu precientífico, medades venéreas, la lepra, fortifica al Corazón, al Cerebro,
influencias verdaderamente materiales, atracciones de ma- a la Memoria y excita a la generación". La acción sobre el
teria. En especial se cometería un profundo error si se pen- corazón, el cerebro y la memoria expresan bastante clara-
sara que esas influencias no son sino signos, símbolos. Así, mente el carácter psicológico de la curación mediante el oro.
para dar un solo ejemplo, un autor de nombre R. Decartes
(*) R. DECARTES: Les véritables connaissances des influences cé
(!) Oeuvte de la Physique contenant les tcois principes de philo- lestes et sublunaires, París, 1 6 6 7 , p. 4 3 0 .
sophie, La Haye, 1 6 4 0 , p. 90. (2) DE LOCQUES: Rudiments de la phil. nat., loe. cit., T. II, p. 127.

165 166
Finalmente, la acción sobre la generación, que aparece en tad de ser luminoso) supone "una mayor pureza en la sus-
innumerables textos, es bastante sintomática de la audacia tancia, una mayor homogeneidad en sus partes, una mayor
del personaje con las faltriqueras llenas de oro. delicadeza en su estructura. Se ha designado al alma como
Otro autor encuentra evidente esta comparación (*) : "Así una luz invisible, se ha designado a la luz un alma visible";
como el alma mantiene caliente al animal, mientras ella está se ve, pues, que los valores del objeto y del sujeto pueden
en el cuerpo; así el oro expulsa el frío del mercurio y lo invertirse. Y he aquí de nuevo la misma conclusión (esas
atempera, mientras esté verdaderamente unido a él". ¿Quién piedras que despiden l u z ) " ¿no gozan a su manera por el
no ha sido consolado mediante un puñado de oro como por ejercicio de esta propiedad? ¿No tienen ellas conciencia de
un trago de alcohol? ¿Hay que recordar al pére Grandet? ninguna especie? ¿Ejercen esa propiedad sin ningún senti-
En su Argent Zola, dice Sombart ( 2 ) , nos muestra con bas- miento de satisfacción?" Invertid estas imágenes para tra-
ducirlas del modo optimista al modo pesimista y tendréis,
tante agudeza. "Saccard volviendo incesantemente al lugar
con la intuición de Schopenhauer, una metafísica que no será
donde se realiza el sellado del oto y donde varios millones
calificada de estúpida como lo es este optimismo invasor de
de piezas de oro se transforman diariamente en oro en
Robinet. En lugar de un realismo del placer de dar, ten-
barras, y escuchando con deleite el misterioso tintineo que
dréis un realismo de la voluntad de conservar, un querer-
reconforta su alma de gran especulador: es la música del vivir y un querer-poseer inscritos como un poder absorben-
oro que planea sobre todos los negocios como la voz de las te en el fondo mismo de la materia. Es ese sentimiento ás-
hadas en los cuentos". Según nuestra opinión, este regreso pero que se toma por profundo, pues es el sentimiento que
a la riqueza concreta, mucho más dulce para el inconsciente maneja el inconsciente. Sed tristes y seréis filósofos. En
que las abstracciones de la letra de cambio, señala profun- cambio, las obras de Robinet desafían hoy la lectura del
damente un alma. Este regreso es una regresión. epistemólogo más intrépido. Pero el juicio que hoy «cae
No hay simpatía sin reciprocidad. J. B. Robínet llega a sobre obras tan ridiculas desconoce su importancia real y
escribir ( 3 ) : "¿Se me acusará de un exceso de refinamiento, efectiva. Citamos Robinet de acuerdo a su tercera edición.
si conjeturo que el oro, la plata y . . . las piedras preciosas . . . Fué un autor muy célebre y muy difundido en el si-
pueden gozar, en una cierta medida, por la consideración glo X V I I I .
que le acordamos?" Y además (p. 1 9 5 ) : "¿El oro ignora
totalmente los honores de que goza?" Robinet compara
también (t. IV, p. 190, 191) el rubí luminoso y el ojo
que ve la luz y concluye: "La facultad de ser luminoso es
IV
seguramente algo más perfecto que la de ver la luz". En
Con el oro es fácil captar el mito de la intimidad sus-
efecto dar es más difícil que recibir, por tanto, la acción del
tancial que es un mito dominante de la filosofía sustancia-
rubí es de mayor valor que la recepción del ojo. Aquí se
lista. El Cosmopolita escribe (*) : "Mediante la exacta ana-
muestra también el principio fundamental del sustancialismo, tomía de los metales se ve que en su interior participan del
que es al mismo tiempo un axioma de la avaricia "nullum oro, mientras que su exterior está rodeado de muerte y de
potest daré quod non habet". Robinet continúa: (la facul- maldición. Pues en esos metales se observa ante todo, que
contienen una materia corruptible, dura y grosera, de una
(1) GASTON LE DOUX, dit de Claves: Traite philosophiqae de ta tierra maldita; es decir, una sustancia grasa, pétrea, impu-
triple préparation de l'Or et de VArgent, París, 1 6 9 5 , p. 8 1 .
(2) WERNER SOMBART: Le Bourgeois, trad., París, 1 9 2 6 , p. 3 7 8 .
( 3 ) ROBINET: loe. cit., t. IV, p. 1 9 2 . (!) COSMOPOLirE: loe. cit., p. 278.

167 168
ra y terrestre, que traen desde la mina. En segundo lugar, chispas representan, en miniatura, los rayos y el relámpago".
un agua maloliente y capaz de provocar la muerte. En ter- Es de presumir que si no se atribuyera tan elevado precio a
cer lugar, una tierra bochornosa que se encuentra en esa los diamantes, no se les adscribiría imágenes tan exageradas.
agua maloliente; y finalmente una cualidad venenosa, mor- Para Bonnet, la pureza va a la par del valor sustancial ( 1 ) .
tal y furibunda. Mas cuando los metales se libran de to- "La Tierra que constituye la base del Cristal de roca, y
das esas malditas impurezas, y de su heterogeneidad, en- sobre todo aquella del Diamante, se considera como una de
tonces se encuentra en ellos la noble esencia del Oro". Como las más puras y de las más próximas a la Tierra primitiva".
se advierte, se trata de una especie de valorización en nú- Es claro que esta afirmación de pureza no se apoya sobre nin-
cleo, que debe atravesar capas y capas de impurezas y de gún análisis objetivo; más bien ha nacido en un análisis psi-
venenos, pagar su tributo en penas y en temores para encon- cológico en el que ha impresionado fuertemente la ingenui-
trar el supremo valor. Así medita el inconsciente, obligado dad del placer de contemplar. He ahí lo que lleva a decir
por la posesión íntima. que la tierra primitiva es sin duda un cristal puro, un bri-
llante diamante.
Una valorización tan profunda, lograda tras peligros tan
grandes es fácilmente ditírámbica. De Locques se expresa
así (*): "Por ser el oro el más puro, el más espiritual, el
más incorruptible, y el más atemperado de todos los seres; y V
en vista de que la Naturaleza lo ha enriquecido con los dones
del Cielo, y de la Tierra, y que los Elementos reposan en el Las materias preciosas se emparentan fácilmente. Dan lu-
oro como en el centro de su perfección; y en fin por ser el gar a transmutaciones de valores más que a transmutaciones
oro la soberanía del alma general que encierra las propieda- de sustancias, hecho que en definitiva prueba la valorización
des, las virtudes, y las facultades de todas las cosas, es con de las sustancias por la mentalidad precientífica.
razón estimado un remedio universal que contiene los po- Para explicar el misterio de las lámparas sepulcrales per-
deres de todos los Elixires, y maravillosas quintaesencias". petuas, lámparas que queman sin gasto y que se encuentran,
Como ninguno de estos poderes está probado, ha de con- se dice, en ciertas tumbas, particularmente en la de Tullia,
cluirse evidentemente que tales poderes no son sino mani- hija de Cicerón, Gosset hace esta "anticipación" ( 2 ) . "Aun-
festaciones de un valor inconsciente. Si mediante un psico- que considere las piedras preciosas como materias posibles de
análisis adecuado este valor se desvalorizara, todo un cúmulo ser elaboradas para extraer de ellas una sustancia luminosa
de falsos problemas planteados al conocimiento objetivo se perpetua; considerando sin embargo que ellas toman su
disiparía. fuego y su brillo del tinte de los metales, no dudo en abso-
A veces se ve muy bien el motivo valorizado, partiendo luto que puedan extraerse igualmente de esos mismos meta-
de la experiencia. Esto ocurre con el diamante. Su brillo y les espíritus luminosos, principalmente de aquellos que lla-
su "pureza" completamente fenomenológicos son de inme- mamos perfectos, como el oro y la plata". Como el oro es
diato magnificados. Pívatti nos dice ( 2 ) que el diamante incombustible y sin embargo capaz de ignición, ¿por qué
electrizado "lanza un brillo que deslumhra, y (que) sus
( * ) CH. BONNET: Contemplation de la natuce, t. V I I de las Oeuwe s
( ! ) D E LOCQUES: Éléments philosophiques des arcanes. . toe. cit. completes, Neuchátel, 1 7 8 1 , p. 65.
p. 4 8 . ( ? ) Docteur GOSSET: Réüélat'iom cabalistiques d'une médecine ani-
( 2 ) Sin nombre de autor: Recueil sur l'électrícité médicalt. . ., loe. vetselle tirée du vin avec une maniere d'extraire le sel de rosee et une
cit. p. 17. dissertation sur les lampes sépulcrales, Amiens, 1 7 3 5 , p. 1 0 6 .

169 170
no podría extraerse de él un líquido que no se consumiera oscila sin cesar. El pastor Oscar Pfíster ha observado muy
al proporcionar luz y calor? Este "aceite de oro" que no ha bien la cohabitación de las dos tendencias contrarias en
de demorarse en aislar, piensa Gosset, nos proporcionará la un solo y mismo inconsciente ( x ) . " T o d o hombre tiene
lámpara eterna. Convergen aquí las sustancializaciones más una tendencia que lo empuja a adueñarse del mundo exte-
heterogéneas: la luz perpetua de las piedras preciosas se aso- rior, de atraerlo a sí de alguna manera y de someterlo a sus
cía a la inalterabilidad del oro. Nada puede detener al rea- fines y una tendencia opuesta que querría que él se entregara
lista que acumula perfecciones sobre una realidad. El valor al mundo circundante."
es la cualidad oculta más insidiosa. Es la cualidad última en Hay un tema sobre el que vuelven innumerables alqui-
exorcizar, pues a ella adhiere el inconsciente más tiempo, más mistas que nos puede poner de manifiesto la superposi-
enérgicamente. ción de las dos tendencias opuestas: es la afirmación que
el oro que se busca no es el oro ordinario. Por ejemplo
Nicolás de Locques se expresa así ( 2 ) : "Veis bien que no
VI me refiero aquí al Oro común sino al oro preparado en una
sal límpida, en un alma gloriosa, y en un espíritu celeste
Se ha observado con frecuencia que el alquimista era sos-
bajo forma de un líquido potable". La sublimación que
tenido en su paciente trabajo por ambiciones de riqueza.
Desarrollamos en un capítulo anterior otra interpretad 5n en aquí se dibuja permite todas las contradicciones, juega al
la que la actitud formal, educativa, moral es presentada mismo tiempo con el tema de la apariencia y de la realidad:
como un motivo de explicación psicológica. En verdad, las tengo el aspecto de desear la fortuna, de ser un hombre ávido
mentalidades primitivas son ambivalentes y, para no omitir de oro; desengañaos, busco otro oro, un oro idealizado. En
nada, habría que poder reunir las tesis contradictorias. En cierto modo, la sublimación se desenvuelve aquí en el mismo
otros términos, la permanencia de la experiencia alquimista plano que el objeto. Es el objeto quien le proporciona los
puede ser encarada tanto como una lucha contra las pa- pretextos. De igual manera toda avaricia se disculpa como
siones como una lucha a favor de las pasiones. Mme Metz- una prodigalidad a largo plazo. De creer al avaro, su amor
ger dice muy exactamente ( 1 ) : "Las pasiones no actuarían por el oro es sobre todo el odio al derroche, la necesidad de
tanto tiempo en el mismo sentido si no encontraran algún orden. A través de mil rasgos se puede captar así la ambi-
cómplice en el espíritu de aquellos que se dejan seducir por valencia del sentimiento del poseer.
ellas". En otros casos, se puede invertir exactamente la re-
lación y decir: "el pensamiento no actuaría tanto tiempo en
el mismo sentido si no encontrara algún cómplice en las VII
pasiones de aquellos que se dejan guiar por las luces del
pensamiento". Si se defiende exclusivamente una u otra de Se nos ocurre que también el raciocinio por participación
las dos tesis, se pierde la posibilidad de captar el pensa- proviene igualmente de un psicoanálisis del sentimiento del
miento en su cabal dinámica, quiero decir en su discordia
poseer. En efecto, la participación permite acumular sobre
esencial. En efecto, la dialéctica del amor por la realidad
y del conocimiento de la realidad, que son casi contrarios, un objeto particular los poderes más variados. El mero

( 2 ) OSCAR PFISTER: La Psychoanalyse au service des éducateurs,


( ! ) MME METZGER: Les doctrines chimiques en Franee. . ., loe. trad., Berne, 1 9 2 1 , p. 1 0 9 .
cit. p. 1 0 2 . ( 2 ) D E LOCQUES: Les Rudiments. . ., toe. cit., t. II, p . 1 2 7 .

171 172
signo está entonces provisto de numerosos valores sustan- tanto en uno como en otro caso, se sobrecarga la sustancia
cíales. objetiva de cualidades que no le pertenecen. En especial,
No habría naturalmente ningún interés en señalar la in- el bien y el mal son acogidos muy fácilmente por las sus-
fluencia del raciocinio por participación si no pudiéramos tancias. Bacon aconseja llevar, en épocas de epidemia de
hacer comprobar que ese raciocinio se muestra en espíritus peste, un saquito lleno de mercurio o de tabletas de arsé-
que ligeramente se clasifican como espíritus científicos. Re- nico "no porque estas sustancias tengan la propiedad de
feriremos algunos ejemplos tomados de los libros de Bacon fortificar los espíritus, sino porque siendo ellas mismas ve-
en los que abundan literalmente. nenos, atraen el de la peste, que está mezclado con aque-
llos espíritus y lo purifican mediante este recurso".
Van Swinden ( J ) en 1785 se cree todavía en la obliga-
ción de oponerse al hecho siguiente registrado por Bacon, cir- La primacía de las cualidades en la explicación directa
cunstancia que prueba el papel de obstáculo que desempeñan conduce a una realización excesiva de la potencia cualita-
los prejuicios conservados bajo el manto de un gran nombre. tiva. Se lee en Sylva Sylvarum, § 704: "Si de repente se
Después de afirmar que es muy conocido que las verrugas se pudiera suprimir (la) acción de la gravedad, se vería el plo-
curan, sí se dejan podrir las materias con las que se las ha mo atraído por el plomo; el oro por el oro; el hierro por
frotado, Bacon no teme salir personalmente garante del he- el hierro, sin el auxilio del imán. Pero ese mismo movi-
cho. Agrega "que realizó la experiencia sobre sí mismo: miento del peso y de la gravedad, que es inherente y común
que desde su infancia tenía una verruga en un dedo y que a la materia en general, mata, por decirlo así, al otro, ex-
estando en París le aparecieron muchas más; que la esposa cepto cuando el mismo es destruido por algún movimiento
del embajador de Inglaterra emprendió su curación frotán- violento". Además es ventajoso utilizar flechas de madera
dolas con grasa de tocino: exponiendo de inmediato ese to- para horadar madera. Para hacer sudar una persona en la
cino al sol colgándolo de sus ventanas a fin de dejarlo po- cama se usarán "botellas llenas con agua caliente", lo que es
drir y que el éfcito de la operación fué tal, que a los siete bastante claramente explicable; pero no lo es en cambio lo
meses todas las verrugas habían desaparecido". ¡Cómo no que agrega Bacon: el resultado será mejor si se pone en la
habéis de curar si es la esposa del embajador de Inglaterra botella "una cocción de hierbas sudoríficas".
la que os cuida con tanta solicitud! Bastará poner en co- Se ve por lo demás que esta exageración de la potencia
nexión este "raciocinio" con algunos "pensamientos" de la sustancial es casi irreducible mediante la experiencia. U n
mentalidad primitiva para hacer el diagnóstico del "creador espíritu que supervaloriza el conocimiento directo de la
del empirismo moderno". He aquí por ejemplo una cos- influencia de una cualidad encuentra siempre en los mati-
tumbre citada por Lévy Bruhl ( 2 ) . Para combatir el efecto ces de la cualidad la manera de librarse de la verificación.
de una flecha envenenada, la mentalidad primitiva trata la El espíritu de fineza no está entonces lejos del espíritu de
flecha y no la herida, así como Bacon trata el tocino y no trapacería.
la verruga, Si la punta de la flecha ha quedado en la herida, Si, como creemos, el Psicoanálisis generalizado llega a
se retira y se coloca en un lugar húmedo donde se la en-
establecer una prevalencia de la demostración objetiva so-
vuelve con hojas frescas. Entonces se puede esperar que la
bre las convicciones puramente individuales, ha de conside-
inflamación sea pequeña y termine pronto. Como se ve,
rar con sumo cuidado a las mentalidades que plantean prue-
bas que escapan al control y a la discusión. Ahora bien,
(1) VAN SWINDEN: loe. cit., t. II, p. 369-370.
la mejor manera de librarse de las discusiones objetivas, es
( 2 ) LÉVY BRUHL: La mentalité pnmitive, 9 a ed., París, 1922.
p. 3 8 5 .
la de atrincherarse detrás de las sustancias, es la de sobre-

173 174
cargar las sustancias con los matices más diversos, es la de
convertirlas en espejos de nuestras impresiones subjetivas.
Las imágenes virtuales que el realista forma de esta manera
admirando los mil matices de sus impresiones personales,
son las más difíciles de dispersar.

175
la cruel pedagogía del virus

Boaventura de Sousa Santos

traducción de paula vasile


Consejo Latinoamericano
de Ciencias Sociales
Conselho Latino-americano
de Ciências Sociais

CLACSO Secretaría Ejecutiva


Karina Batthyány - Secretaria Ejecutiva
Nicolás Arata - Director de Formación y Producción Editorial

Equipo Editorial
María Fernanda Pampín - Directora Adjunta de Publicaciones
Lucas Sablich - Coordinador Editorial
María Leguizamón - Gestión Editorial
Nicolás Sticotti - Fondo Editorial

Paula Vasile - Traducción


Pablo Amadeo - Dirección de arte y diseño editorial

De Sousa Santos, Boaventura


La cruel pedagogía del virus / Boaventura De Sousa Santos ;
prólogo de Maria Paula Meneses.
- 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : CLACSO, 2020.
Libro digital, PDF - (Masa Crítica / Batthyany, Karina)

Archivo Digital: descarga


Traducción de: Paula Vasile.
ISBN 978-987-722-599-0

1. Ensayo Sociológico. 2. Análisis Sociológico. I. Meneses, Maria Paula,


prolog. II. Vasile, Paula, trad. III. Título.
CDD 301
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Queda hecho el depósito que establece la Ley 11723.

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Este libro se realizó con el apoyo de Transnational Institute
El virus:
todo lo que es sólido
se desvanece en
el aire
Existe un debate en las ciencias sociales so-
bre si la verdad y la calidad de las institucio-
nes de una sociedad determinada se conocen
mejor en situaciones normales, de normal
funcionamiento, o en situaciones excepcio-
nales, de crisis. Tal vez ambos tipos de situa-
ciones sean inductores de conocimiento, pero
sin duda nos permiten conocer o revelan co-
sas diferentes. ¿Qué conocimiento potencial
proviene de la pandemia de coronavirus?

La normalidad de la excepción
La pandemia actual no es una situación de
crisis claramente opuesta a una situación
normal. Desde la década de los ochenta, a
medida que el neoliberalismo se impuso
como la versión dominante del capitalismo y
este se sometió cada vez más a la lógica del
sector financiero, el mundo ha vivido en un
estado de crisis permanente. Una situación
doblemente anormal. Por un lado, la idea

19 | EL VIRUS: TODO LO SÓLIDO SE DESVANECE EN EL AIRE


de una crisis permanente es un oxímoron,
ya que, en el sentido etimológico, la crisis
es, por naturaleza, excepcional y temporal,
y constituye una oportunidad de superación
para originar un mejor estado de cosas. Por
otro lado, cuando la crisis es pasajera, debe
explicarse por los factores que la provocan.
Sin embargo, cuando se vuelve permanente,
la crisis se convierte en la causa que explica
todo lo demás. Por ejemplo, la crisis finan-
ciera permanente se utiliza para explicar los
recortes en las políticas sociales (salud, edu-
cación, seguridad social) o la degradación sa-
larial. Así, impide preguntar sobre las causas
reales de la crisis. El objetivo de la crisis per-
manente no se debe resolver. Pero, ¿cuál es
el propósito de este objetivo? Básicamente,
hay dos: legitimar la escandalosa concentra-
ción de riqueza y boicotear medidas efectivas
para prevenir una inminente catástrofe eco-
lógica. Así hemos vivido durante los últimos
cuarenta años. Por esta razón, la pandemia
solo agrava una situación de crisis a la que
ha sido sometida la población mundial. Es
por ello que implica un peligro específico. En
muchos países, los servicios de salud pública

BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS | 20


estaban mejor preparados para enfrentar la
pandemia hace diez o veinte años de lo que
lo están hoy.

La elasticidad de lo social
En cada época histórica, las formas de vida
dominantes (trabajo, consumo, ocio, convi-
vencia) y las maneras de anticipar o pos-
poner la muerte son relativamente rígidas
y parecen derivar de reglas escritas en el
corazón de la naturaleza humana. Es cier-
to que se modifican de forma paulatina,
pero los cambios casi siempre pasan des-
apercibidos. El brote de una pandemia no
se corresponde con este retraso. Requiere
cambios drásticos. Y de repente, se vuelven
posibles como si siempre lo hubiesen sido.
Es posible quedarse en casa y tener tiempo
para leer un libro y pasar más tiempo con
los niños, consumir menos, prescindir del
vicio de pasar tiempo en los centros comer-
ciales, mirar lo que está a la venta y olvidar
todo lo que uno quiere, pero solo puede ob-
tener por medios distintos a la compra. Se
desmorona la idea conservadora de que no
hay alternativa a la forma de vida impuesta

21 | EL VIRUS: TODO LO SÓLIDO SE DESVANECE EN EL AIRE


por el hipercapitalismo en el que vivimos.
Queda en evidencia que no hay alternativas
porque el sistema político democrático ha
sido forzado a dejar de discutir alternati-
vas. Al haber sido expulsadas ​​del sistema
político, las alternativas entrarán cada vez
más con mayor frecuencia en la vida de
los ciudadanos y lo harán por la puerta de
atrás de las crisis pandémicas, los desas-
tres ambientales y los colapsos financieros.
Es decir, las alternativas volverán de la peor
manera posible.

La fragilidad de lo humano
La aparente rigidez de las soluciones socia-
les crea en las clases que las aprovechan
al máximo una extraña sensación de segu-
ridad. Es cierto que siempre existe cierta
inseguridad, pero se cuenta con medios y
recursos para minimizarla, ya sea atención
médica, pólizas de seguro, servicios de com-
pañías de seguridad, terapia psicológica,
gimnasios. Esta sensación de seguridad se
combina con el sentimiento de arrogancia
e incluso de condena de quienes se sienten
víctimas de las mismas soluciones socia-

BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS | 22


les. El brote viral pulveriza el sentido co-
mún y evapora la seguridad de un día para
el otro. Sabemos que la pandemia no es
ciega y tiene objetivos privilegiados, pero
aun así crea una conciencia de comunión
planetaria, de alguna manera democrática.

La etimología del término pan-


demia dice exactamente eso:
reunión del pueblo. La tragedia
es que, en este caso, para demos-
trar solidaridad lo mejor es aislar-
nos y evitar tocar a otras perso-
nas. Es una extraña comunión de
destinos. ¿Serán posibles otras?
Los fines no justifican los medios
La desaceleración de la actividad económica,
especialmente en el país más grande y di-
námico del mundo, tiene consecuencias ne-
gativas obvias. Pero también posee algunas
positivas. Por ejemplo, la disminución de la
contaminación atmosférica. Un especialista

23 | EL VIRUS: TODO LO SÓLIDO SE DESVANECE EN EL AIRE


en calidad del aire de la agencia espacial es-
tadounidense (NASA) dijo que nunca se había
visto una caída tan dramática en la contami-
nación de un área tan vasta. ¿Acaso quiere
decir que a comienzos del siglo XXI la única
forma de evitar la inminente catástrofe eco-
lógica es a través de la destrucción masiva
de la vida humana? ¿Hemos perdido la imagi-
nación preventiva y la capacidad política para
ponerla en práctica?
También se sabe que, para controlar
efectivamente la pandemia, China ha im-
plementado métodos de represión y vigi-
lancia particularmente estrictos. Cada vez
es más evidente que las medidas han sido
efectivas. Pero China, a pesar de todos sus
méritos, no es un país democrático. Es muy
cuestionable que dichas medidas puedan
implementarse o tengan la misma efectivi-
dad en un país democrático. ¿Significa que
la democracia carece de la capacidad polí-
tica para responder a emergencias? Por el
contrario, The Economist mostró a principios
de este año que las epidemias tienden a ser
menos letales en los países democráticos
debido a la libre divulgación de información.

BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS | 24


Pero como las democracias son
cada vez más vulnerables a las
fake news, tendremos que ima-
ginar soluciones democráticas
basadas en la democracia par-
ticipativa a nivel de los vecinda-
rios y las comunidades, y en la
educación cívica orientada a la
solidaridad y cooperación, y no
hacia el emprendedurismo y la
competitividad a toda costa.

La guerra de la que se hace la paz


La forma en que se construyó inicialmente la
narrativa sobre la pandemia en los medios de
comunicación occidentales evidenció el afán
de demonizar a China. Las malas condiciones
higiénicas en los mercados chinos y los extra-
ños hábitos alimentarios de los chinos (primi-
tivismo insinuado) eran el origen del mal. Su-
bliminalmente, el público mundial fue alerta-

25 | EL VIRUS: TODO LO SÓLIDO SE DESVANECE EN EL AIRE


do sobre el peligro de que China, que hoy es la
segunda economía mundial, domine al mun-
do. Si China era incapaz de prevenir semejan-
te daño a la salud mundial y, además, de su-
perarlo de manera efectiva, ¿cómo podríamos
confiar en la tecnología del futuro propuesta
por China? ¿Pero el virus se originó en China?
La verdad es que, según la Organización Mun-
dial de la Salud, el origen del virus aún no se
ha determinado. Por lo tanto, es irresponsable
que los medios oficiales en los Estados Uni-
dos hablen del “virus extranjero” o incluso del
“coronavirus chino”, especialmente porque
solo en países con buenos sistemas de salud
pública (Estados Unidos no es uno de ellos) es
posible hacer pruebas gratuitas y determinar
con precisión los tipos de influenza que se die-
ron en los últimos meses. Lo que sabemos con
certeza es que, mucho más allá del coronavi-
rus, existe una guerra comercial entre China
y Estados Unidos, una guerra sin cuartel que,
como todo parece indicar, acabará con un ven-
cedor y un vencido. Desde el punto de vista de
los Estados Unidos, existe una necesidad ur-
gente de neutralizar el liderazgo de China en
cuatro áreas: la fabricación de teléfonos mó-

BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS | 26


viles, las telecomunicaciones de quinta gene-
ración (inteligencia artificial), los automóviles
eléctricos y las energías renovables.

La sociología de las ausencias


Una pandemia de esta dimensión causa con-
moción en todo el mundo. Aunque la drama-
tización está justificada, es bueno tener en
cuenta las sombras que crea la visibilidad.
Por ejemplo, Médicos sin Fronteras advierte
la extrema vulnerabilidad al virus de los mi-
les de refugiados e inmigrantes detenidos en
centros de internamiento en Grecia. En uno de
ellos (campo de Moria), hay un grifo de agua
para 1300 personas y no hay jabón. Los re-
fugiados viven hacinados. Familias de cinco
o seis personas duermen en un espacio de
menos de tres metros cuadrados. Esto tam-
bién es parte de Europa, es la Europa invisible.
Como estas condiciones también prevalecen
en la frontera sur de los Estados Unidos, hay
también allí una América invisible. Y las zonas
de invisibilidad podrán multiplicarse en mu-
chas otras regiones del mundo, y tal vez inclu-
so aquí, muy cerca de cada uno de nosotros.
Quizá baste abrir la ventana.

27 | EL VIRUS: TODO LO SÓLIDO SE DESVANECE EN EL AIRE

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