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Exposición de Gálatas y Romanos

Karla Jamileth Ardón Lemus


0169242GTA

TLC
Presentado a Global university
En cumplimiento parcial para los requisitos de

THE 2013
Tarea de lectura colateral
Global University

Octubre 2023
TLC (Tarea de Lectura Colateral)

EL CREYENTE Y LA PERSONA Y OBRA DEL ESPÍRITU SANTO


Considere la lucha interior del creyente y el papel del Espíritu Santo.
Muchas personas llegan a conocer a Jesucristo por fe mucho antes de que puedan
explicar la teología de la regeneración y la conversión. Lentamente nos damos cuenta de
que confiar en Cristo, lo que parecía un “simple” acto, era de hecho una experiencia
compleja de actividad divina. El Espíritu Santo necesitaba estar secretamente activo, ya
que “nadie puede decir: ‘Jesús es el Señor’, excepto por el Espíritu Santo” (1 Co. 12:3).
Entretejida en esta obra de gracia está la inadvertida actividad del Espíritu, quien nos
persuade que las Escrituras, nuestra principal fuente para conocer a Cristo, son la
Palabra de Dios. Llegar a esta convicción parece simple y directa. Pero cuando se
examina de cerca revela la complejidad de la maravillosa actividad divina.
a) ¿Qué relación tiene el creyente con la Ley?
¿Si Jesús vino a cumplir la ley quiere decir que nosotros también debemos de cumplirla?
y ¿Podemos cumplir la ley?
La ley evidencia nuestro pecado. No porque la ley sea pecado, sino que como dice
Romanos 7, “el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda
codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero
venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. Y hallé que el mismo mandamiento
que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el pecado, tomando ocasión por
el mandamiento, me engañó, y por él me mató. De manera que la ley a la verdad es santa,
y el mandamiento santo, justo y bueno. ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para
mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la
muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase
a ser sobremanera pecaminoso”.
La ley es santa, espiritual, y buena, pero como nosotros somos por naturaleza
pecadores, carnales, y malos, lo bueno produjo la muerte en nosotros. Pero Cristo,
siendo sin pecado, vino a hacer lo que ninguno pudo: cumplir la ley.
“No piensen que he venido para poner fin a la ley o a los profetas; no he venido para
poner fin, sino para cumplir”. (Mateo 5:17)
Pero ¿qué significa que Jesús vino a cumplir la ley? En su Biblia de estudio, John
MacArthur dice lo siguiente:
“CRISTO ESTABA INDICANDO QUE ÉL ERA EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY EN TODOS
SUS ASPECTOS. ÉL CUMPLIÓ LA LEY MORAL AL MANTENERSE PERFECTO. ÉL
CUMPLIÓ LA LEY CEREMONIAL AL SER LA ENCARNACIÓN DE TODO LO QUE LOS
TIPOS Y SÍMBOLOS DE LA LEY PUNTUALIZARON. CUMPLIÓ TAMBIÉN LA LEY JUDICIAL
PERSONIFICANDO LA JUSTICIA PERFECTA DE DIOS”.
b) En cuanto a Romanos 7:15-25, compare lo que Trenchard propone con lo que
presenta su libro de texto de estudio independiente por W. F. Lasley.

El problema de Pablo no es falta de deseo, él quiere hacer lo que es correcto (pues no


hago lo que quiero). Su problema no es conocimiento, él sabe lo que es correcto. Su
problema es falta de poder: porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Le
falta poder porque la ley no da poder.
i. La ley dice: “Aquí están las reglas y es mejor que las guardes”. Pero no nos da
poder para guardar la ley.
b. Ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí: ¿Pablo está negando
su responsabilidad como pecador? No. Él reconoce que cuando él peca, él actúa en
contra de su naturaleza como una nueva criatura en Cristo Jesús. El cristiano debe
reconocer su pecado, pero darse cuenta que el impulso de pecar no viene de lo que
realmente somos en Cristo Jesús.
ii. “Para ser salvo del pecado, un hombre debe al mismo tiempo poseerlo y repudiarlo;
es esta paradoja práctica la que se refleja en este versículo. Un verdadero santo puede
decirlo en un momento de pasión, pero es mejor que un pecador no lo haga un Hallo esta
ley: que el mal está en mí: Cualquiera que haya intentado hacer el bien está consciente
de esta lucha. Nunca sabemos lo difícil que es dejar de pecar hasta que lo intentamos.
“Ningún hombre sabe lo malo que es hasta que ha tratado ser bueno”. (C.S. Lewis)

b. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios: Pablo sabe que su
verdadero hombre interior se deleita en la ley de Dios. Él entiende que el impulso del
pecado viene de otra ley en mis miembros. Pablo sabe que su “verdadero yo” es aquel
que se deleita en la ley de Dios.

iii. El viejo hombre no es el verdadero Pablo; el viejo hombre está muerto. La carne no es
el verdadero Pablo; la carne está destinada a morir y ser resucitada. El nuevo hombre es
el verdadero Pablo; ahora el reto de Pablo es vivir como Dios le a hecho.

iv. Existe un debate entre los cristianos sobre si Pablo era cristiano durante la
experiencia que él describe. Algunos miran su lucha contra el pecado y creen que debió
haber sido antes de que él naciera de nuevo. Otros creen que él es solo un cristiano
batallando con el pecado. En cierto sentido, esta es una pregunta irrelevante, pues es la
batalla que cualquiera enfrenta cuando intenta obedecer a Dios con sus propias fuerzas.
Esta experiencia de lucha y derrota es algo que a un cristiano le puede pasar, pero algo
que un no-cristiano solo puede experimentar principio”. (Wuest)

c) Bosqueje lo qué enseña Romanos 8 sobre la persona del Espíritu Santo


Romanos 8:1-17
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

• La simple declaración de ninguna condenación viene a aquellos que están en


Cristo Jesús. Ya que el Dios el Padre no condena a Jesús, tampoco Él condenará
a aquellos que están en Jesús. Ellos no están condenados, no serán condenados,
y no puedenser condenados.

i. El “ahora, pues” de Pablo es importante. Significa que lo que él dice viene de un


argumento lógico. Es como si Pablo comenzara, “Puedo probar lo que digo aquí”. Esto
es lo que él prueba: si somos uno con Jesús y Él es nuestra cabeza, no podemos ser
condenados. No puedes absolver a la cabeza y condenar la mano. No puedes ahogar al
pie mientras la cabeza esté fuera del agua. Unidos a Él, escuchamos el veredicto:
“ninguna condenación”.

ii. En Cristo: “Esta frase quiere decir que hay una unión mística y espiritual entre Cristo
y los creyentes. Esto a veces es expresado como Cristo estando en ellos… y aquí como
estar ellos en Cristo. Cristo está en los creyentes por Su Espíritu, y los creyentes están
en Cristo por la fe”. (Poole)

iii. El veredicto no es “menos condenación”. Ahí es donde muchos creen que están,
pensando que nuestra posición a mejorado en Jesús. No ha mejorado, ha sido
transformada completamente, cambiada a ninguna condenación.

iv. Quizás debiéramos considerar el otro lado de la moneda: Si no estás en Cristo Jesús,
hay condenación para ti. “No es una tarea placentera tener que hablar de este asunto;
pero ¿quiénes somos nosotros para pedir tareas placenteras? Lo que Dios ha
atestiguado en las Escrituras es la suma y sustancia de lo que los siervos del Señor
deben testificar a la gente. Si no estás en Cristo Jesús, y estás caminando en pos de la
carne, no has escapado de la condenación”. (Spurgeon)
Los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu: Estas palabras no se
encuentran en los manuscritos primitivos del Libro de los Romanos y no fluyen bien con
el contexto de Pablo aquí. Quizás fueron añadidas por un escribiente el cual lo colocó
por error o quizás pensó que él podría “ayudar” a Pablo al agregar estas palabras de
Romanos 8:4.

i. Si bien es cierto que aquellos que están en Cristo no deberían ni consistentemente


andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, pero esta no es una condición para
su estatus de ninguna condenación. Nuestra posición en Jesús es la razón de nuestra
posición de ninguna condenación.

ii. “Los hombres más eruditos nos aseguran que no es parte del texto original. No puedo
justo ahora entrar en las razones de esta conclusión, pero son razones muy buenas y
sólidas. Las copias más antiguas no la contienen, las versiones no la sostienen, y los
padres que citaron abundantemente la Escritura no citan esta oración”. (Spurgeon)
d. Ninguna condenación: Recibimos esta gloriosa declaración de la corte de Dios. La
recibimos, aunque merezcamos condenación. La recibimos porque Jesús llevó la
condenación que merecíamos y nuestra identidad ahora se encuentra en Él. Así como Él
ya no está condenado, tampoco nosotros.
4. (9-11) Los cristianos tienen autoridad para vivir en el Espíritu.
Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios
mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo
está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu
vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús
mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
a. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de
Dios mora en vosotros: Debido a que el Espíritu Santo es dado a cada creyente cuando
nace de nuevo, cada cristiano tiene dentro de sí un principio más alto y más poderoso
que el principio de la carne.
i. “Muchas personas sinceras todavía están espiritualmente bajo el ministerio de
arrepentimiento de Juan el Bautista. Su estado es prácticamente el de la lucha de
Romanos siete, donde no se menciona a Cristo ni al Espíritu Santo, sino solo un alma
estimulada, pero sin liberar en batalla bajo un sentido de ‘deber’, no un sentido de plena
aceptación en Cristo con el sello del Espíritu Santo”. (Newell)
b. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él: Esto significa que cada creyente
tiene el Espíritu Santo. Es equivocado dividir a los cristianos entre los “llenos del
Espíritu” y los “no llenos del Espíritu”. Si una persona no está llena del Espíritu Santo,
entonces no es cristiana.
i. Sin embargo, muchos se pierden de vivir la vida cristiana en plenitud constante del
Espíritu porque no son llenos del Espíritu, como lo ordenó Pablo en Efesios 5:18. No
tienen experiencia de lo que Jesús habló cuando describió los ríos de agua viva que
fluyen del creyente (Juan 7:37-39).
ii. ¿Cómo sé que tengo el Espíritu? Haz estas preguntas:
· ¿Te ha llevado el Espíritu a Jesús?

· ¿Ha puesto el Espíritu en ti el deseo de honrar a Jesús?

· ¿Te conduce el Espíritu a ser más como Jesús?


· ¿Está obrando el Espíritu en tú corazón?

Nuestra obligación: vivir en el Espíritu.


1. (12-13) Nuestra deuda es con el Espíritu, no con la carne.
Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la
carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir
las obras de la carne, viviréis.
a. Deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne: La carne (otra
vez, en el sentido estricto de la carne pecaminosa en rebelión contra Dios) no nos dio
nada bueno. Por lo tanto, no tenemos ninguna obligación de complacerle o consentirle.
Nuestra deuda es con el Señor, no con la carne.
b. Porque si vivís conforme a la carne, moriréis: Pablo nos recuerda constantemente que
el vivir conforme a la carne termina en muerte. Necesitamos ser recordados porque muy
seguido somos engañados al pensar que la carne nos ofrece vida.
c. Por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne: Cuando hacemos morir las obras de
la carne (forzando a la carne pecaminosa a someterse al Espíritu), debemos hacerlo por
el Espíritu. De otra manera seremos como los fariseos y espiritualmente orgullosos.
i. Pablo nos dice que no solo somos salvos por la obra del Espíritu, sino que también
debemos caminar por el Espíritu si queremos crecer e ir tras la santidad en el Señor. No
podemos ser como algunos de los gálatas que pensaron que podían comenzar en el
Espíritu y luego encontrar la perfección espiritual a través de la carne (Gálatas 3:3).
2. (14-15) Viviendo en el Espíritu significa viviendo como un hijo de Dios.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
a. Estos son hijos de Dios:Es adecuado que los hijos de Dios sean guiados por el Espíritu
de Dios. Sin embargo, no debemos pensar que ser guiados por el Espíritu es una
condición previa para ser un hijo de Dios. En lugar de eso, nos hacemos hijos primero y
luego el Espíritu de Dios nos guía.
i. Pablo no dijo: “Todos los que van a la iglesia, estos son hijos de Dios”. Él no dijo: “Todos
los que leen sus Biblias, estos son hijos de Dios”. Él no dijo: “Todos los que son patriotas
de su país, estos son hijos de Dios”. No dijo: “Todos los que participan en la comunión,
estos son hijos de Dios”. En este texto, la prueba para ver si somos hijos es si
somos guiados por el Espíritu de Dios.
ii. ¿Cómo nos guía el Espíritu Santo?
· Somos guiados con dirección.

· Somos guiados al acercarnos.

· Somos guiados por un gobierno de autoridad.


Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que
habéis recibido el espíritu de adopción: El vivir como un hijo de Dios significa una
relación íntima, de gozo, con Dios, no como la esclavitud y temor mostrados por la ley.
Un hijo de Dios puede tener una relación tan cercana con Dios que puede clamar: ¡Abba,
Padre! (¡Papi!).
c. Clamamos: ¡Abba, Padre! Es fácil para nosotros ver a Jesús relacionándose con el
Padre con esta confianza bienaventurada, pero podemos pensar que no somos dignos
de hacerlo nosotros. Sin embargo, recuerda que estamos en Cristo: tenemos el privilegio
de relacionarnos con el Padre de la misma manera que lo hace Cristo Jesús.
i. “En el mundo Romano del primer siglo D.C., un hijo adoptivo era un hijo elegido
deliberadamente por su padre adoptivo para perpetuar su nombre y heredar sus bienes;
no era inferior en estatus a un hijo nacido del curso ordinario de la naturaleza”. (Bruce)
ii. Bajo la adopción romana, la vida y la posición del hijo adoptado cambiaban
completamente. El hijo adoptivo perdía todos los derechos de su antigua familia y ganaba
todos los nuevos derechos de su nueva familia; La vieja vida del hijo adoptado era
completamente borrada, con todas las deudas canceladas, sin nada de su pasado
contado en su contra.

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