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DEPARTAMENTO DE RISARALDA

SECRETARÍA DE EDUCACIÓN
Dirección del Servicio Educativo

SENTENCIAS DE LA CORTE CONSTITUCIONAL


SOBRE EL MANUAL DE CONVIVENCIA

SU – 641 del 5 de noviembre de 1998

Un reglamento que consulte las nuevas realidades del educando no debe ser
simplemente un instrumento de autoritarismo irracional llamado a reprimir
expresiones de conducta que bien pueden ser opciones abiertas por la propia Carta
como formas alternativas de realizar la libertad de vivir –que no otra cosa es el
derecho al libre desarrollo de la personalidad, consagrado en el artículo 16 de la Carta
vigente-

El reglamento no podrá ignorar tampoco que la educación encarna la más evidente


posibilidad de que un ciudadano conozca a cabalidad todos los deberes que tiene para
con la comunidad, en particular, la práctica diaria del respeto a la dignidad humana, el
culto al trabajo como uno de sus más importantes medios de realización personal, la
convivencia pacífica y la solidaridad, entre otros. Por tanto, en la relación educativa
que se establece entre los diversos sujetos no podrá favorecerse la presencia de
prácticas discriminatorias, los tratos humillantes, las sanciones que no consulten un
propósito objetivamente educativo sino el mero capricho y la arbitrariedad.

Los reglamentos deben responder en el más alto grado al claro propósito de un


servicio público –como la educación- con clara función social que busca el acceso al
conocimiento, a la ciencia, a la técnica y a los demás bienes y valores de la cultura.

Por tanto, el contenido de los reglamentos de las instituciones educativas, su


interpretación y aplicación no pueden desconocer los valores, principios y normas de
la Constitución y, particularmente los derechos fundamentales de los estudiantes,
porque es precisamente en la escuela donde deben hacerse las prácticas más
permanentes, firmes, espontáneas y de pedagogía constitucional.
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Para hacer posible el engrandecimiento de la persona humana, el progreso cultural,


científico y tecnológico y la protección del ambiente, el colombiano debe ser formado
en el respeto a los derechos humanos, a la paz, a la democracia y en la práctica del
trabajo.

Nadie aprende a ser tolerante en instituciones que castigan disciplinariamente las


manifestaciones externas más inocuas, inofensivas de derechos ajenos, con las que las
personas que las conforman expresan sus diferentes personalidades.

El género al que se pertenece, la opción sexual de cada quién, el origen nacional,


étnico y familiar, así como las características físicas de las personas no pueden ser
causa de exclusión o sanción en el sistema educativo colombiano.

Las consideraciones de salubridad habilitan a los establecimientos educativos para


tener en cuenta el aseo, para inculcar en sus alumnos hábitos higiénicos, para
ofrecerles educación sexual, pero no para imponerles su particular criterio de
pulcritud. En cuanto hace al vestido, la regla general es la libertad y el respeto por las
distintas culturas, las condiciones climáticas, la capacidad económica y las
preferencias individuales, a la vez que la excepción se encuentra en el acuerdo con la
comunidad educativa para optar por un uniforme, sea por motivos económicos o
vinculados a una especialización de la oferta educativa.

Más allá de lo anotado, el largo del cabello y la forma del peinado, el maquillaje y el
adorno corporal, así como el uso de accesorios hacen parte del derecho a la propia
imagen, en cuyo ejercicio toda persona está facultada para decidir de manera
autónoma cómo desea presentarse ante los demás, si acepta que su figura sea captada
y difundida por los medios de comunicación cuando no se haya en un lugar público o
abierto al público, si usa barba o bigote, si disimula o resalta determinada
característica física, si usa o no las prendas de moda, etc.

En todos estos ejemplos se viola el derecho consagrado en el artículo 16 de la Carta


puesto que se llega hasta afectar la permanencia del alumno, a causa de algo que es
tan poco relevante en materia educativa, que no ha impedido al menor actor obtener
un buen resultado académico, integrarse de manera fructífera con el grupo de sus
compañeros y mantener una vida social disciplinariamente intachable, así el manual
de su colegio no comparta la comprensión y aceptación que el actor encuentra en su
familia por ser quien y como es.
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T – 880 del 8 de noviembre de 1999

Los manuales de convivencia o reglamentos internos de los establecimientos


educativos se encuentran sujetos a los derechos, principios y valores de carácter
constitucional. Estos manuales cimientan su legitimidad no sólo en el órgano que los
profiere, sino en que deben ser el reflejo de la voluntad general de los miembros de la
institución educativa a la cual se va a aplicar, teniendo como punto de referencia la
primacía de las normas constitucionales. Para su aplicación, los manuales de
convivencia deberán ser dados a conocer y aceptados de manera expresa y espontánea
por padres, profesores y alumnos vinculados a la institución educativa.

El derecho al debido proceso contenido en el artículo 29 de la Carta Política es


aplicable a las decisiones que se tomen en el medio educativo, razón por la cual es
válida la imposición de sanciones que se señalan en el manual de convivencia, previo
el agotamiento del procedimiento que para el efecto se encuentre establecido en el
mismo ordenamiento del plantel.

Síntesis de otras sentencias

No. Fecha SINTESIS


O35 06-02- La educación reviste el derecho-deber, debido a que educando no puede
95 sustraerse de un conjunto de obligaciones, las cuales buscan la realización del
derecho mismo. Es en el marco de estas obligaciones recíprocas y a la luz de
la función social de la educación, que deben interpretarse los reglamentos y
directrices de los establecimientos educativos.
037 06-02- La educación no consiste en el simple acto de enseñar o transmitir
95 conocimientos, sino que corresponde a un proceso que, para producir los
resultados en pos de los cuales se instituye y se protege, debe incidir de
manera eficiente en la formación de la personalidad y en los hábitos de
comportamiento de quienes la reciben. Es decir, la educación no se agota en
aspectos meramente instructivos sino que ante todo es formativa, tal y como
lo reconoce la Constitución al encomendarle al Estado su vigilancia e
inspección. Inherente al proceso educativo se encuentra la disciplina, por
cuanto en toda labor social aquella es necesaria para el logro de sus fines. De
otra parte, no existen derechos absolutos, ya que todos los derechos
encuentran límites y restricciones en el orden jurídico; los derechos de los
demás y la prevalencia del interés general.
75 24-02- Se viola el derecho al debido proceso si un alumno no es citado a rendir
95 descargos ante la autoridad correspondiente (Consejo Directivo) o si dicho
Consejo no tiene representantes del estudiantado como lo ordena la Ley, o si
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la conducta por la cual se sanciona no está consagrada como falta


disciplinaria.
114 16-03- El juez de tutela es competente para ordenar el reintegro de un estudiante a un
95 colegio cuando encuentre que las directivas del plantel le cancelaron la
matrícula aduciendo una falta disciplinaria, sin respetar las reglas propias del
debido proceso, consistente en:
a) Oír al estudiante antes de ser sancionado, con el fin de que ejerza su
derecho de defensa.
b) Recaudar un adecuado acervo (2) probatorio.
c) Sancionar a los alumnos sólo por actos que se encuentren expresamente
previstos como faltas disciplinarias en los reglamentos estudiantiles.
d) Ejercer el poder sancionatorio conforme al principio de la
proporcionalidad de la pena (3) con la falta cometida.
340 01-08- Cuando los particulares fundan establecimientos educativos deben cumplir las
95 condiciones que el Estado les imponga por medio de la Ley. Por consiguiente,
si la Ley prevé que la reprobación por primera vez de un determinado grado
por parte del alumno no es causal de exclusión del respectivo establecimiento,
cuando no esté asociada a otra causal expresamente contemplada en el
reglamento institucional, un colegio no puede alegar que ha sido costumbre
que en ciertos grados no se acepten alumnos repitentes, para excluir a uno de
ellos sin más razones, violando así el derecho fundamental a la educación, ya
que la costumbre sólo es fuente de derecho en Colombia a falta de norma legal
expresa sobre el asunto, y nunca puede aceptarse una costumbre contraria a la
Ley.
El Consejo Directivo de un establecimiento educativo no tiene competencia
para establecer como causal de exclusión de un estudiante el bajo rendimiento
académico. Si aplica dicha causal viola el derecho al debido proceso por falta
de competencia y por la ilegalidad de la causal aplicada.
377 24-08- 1. La educación, es un Estado Social de Derecho, debe propender porque
95 cada uno de los actores del proceso educativo, especialmente los alumnos,
se apropie e interiorice principios fundamentales para la convivencia
humana, tales como la tolerancia, el respeto a la diversidad y la igualdad
en la diferencia. No basta que el ente educador desarrolle un modelo
pedagógico restringido que simplemente pretenda homogenizar
comportamientos y actitudes ante la vida. Por lo tanto, se incurre en una
violación al derecho a la educación cuando una alumna que ha tenido un
alto rendimiento académico y un buen comportamiento disciplinario no es
admitida en el Colegio para cursar el grado siguiente por haber decidido
convivir con su novio y dejar la casa paterna. Una decisión de tal
naturaleza desborda los límites de la autonomía y la capacidad de
autorregulación que se reconoce a las instituciones educativas.
2. No es decisión discrecional de una Rectoría autorizar año a año la
continuación de los alumnos que vienen adelantando sus estudios en el
plantel, porque este derecho solamente está condicionado al cumplimiento
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de obligaciones académicas y disciplinarias.


3. Se desconoce el derecho a la dignidad de un alumno cuando no se le
permite continuar con su educación en el plantel estudiantil por el hecho
de haber decidido conformar una familia sin casarse, situación que según
las directivas del Colegio está en contra de su filosofía y es contraria a la
moral. Tal actitud desconoce que los educadores deben propender por la
aceptación de la pluralidad de credos e ideas; esta opción incumbe
exclusivamente a la persona del alumno y no puede ser presentada como
un hecho bochornoso.
427 27-09- Se viola el derecho al debido proceso cuando en un centro educativo se
95 impone a uno de los estudiantes una sanción disciplinaria sin permitirle
ejercer su derecho de defensa y sin la participación de la comunidad
educativa, tal y como lo ordena la Constitución.
024 25-01- La educación es un derecho fundamental que además de realizar el principio
96 de igualdad implica la doble condición de derecho-deber que involucra a
todos los que participan en ella y que en caso de incumplimiento da lugar a
sanciones, las cuales deben estar contenidas en los reglamentos internos de los
establecimientos educativos que las imponen, con respeto del debido proceso.
106 13-03- La Corte Constitucional, en ejercicio de su función de guardar la integridad y
96 supremacía de la Constitución, puede retirar disposiciones del conjunto
normativo o modificar sustancialmente su contenido material. Las sentencias
de constitucionalidad tienen carácter definitivo y erga omnes (de obligatorio
cumplimiento por todos los ciudadanos), de modo que a partir de su
notificación legal inciden directamente en la configuración del orden jurídico
que los administradores de justicia están obligados a conocer y a aplicar en la
definición del derecho.
143 11-04- No puede decirse que el derecho a la igualdad consagra una igualdad
96 mecánica. Lo que predica este derecho es que se debe otorgar a cada sujeto un
trato acorde con sus particulares condiciones, que lo coloque en un plano de
igualdad frente a los demás individuos.
145 12-04- 1. El proceso educativo busca el desarrollo autónomo y libre del individuo y
96 simultáneamente la interiorización de principios fundamentales que le
permitan convivir y armonizar sus actitudes con las asumidas por otros
integrantes de la comunidad en que se desenvuelve. La misión de los
centros educativos, entonces, no se limita a la tarea de instruir dentro de
un modelo pedagógico, sino que deben viabilizar el desarrollo del
individuo como un fin en sí mismo.
2. El derecho a la educación es un derecho-deber, por cuanto a las
prerrogativas que asisten al estudiante se agrega el necesario
cumplimiento, por el educando, de las labores y tareas propias del proceso
de aprendizaje y el acatamiento de las disposiciones reglamentarias. El
incumplimiento de estos deberes puede acarrear sanciones pero no la
pérdida total del derecho, pues éste es inherente a la persona. Así, si un
Colegio Religioso le niega la educación a una alumna porque está
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embarazada, a más de violar el derecho a la educación, vulnera la


intimidad, la igualdad y la autodeterminación individual, máxime si tal
determinación se adopta sin la aplicación de los procedimientos previstos
en el reglamento estudiantil, desconociendo el debido proceso.
157 18-04- 1. El derecho fundamental al debido proceso tiene por finalidad garantizar a
96 todas las personas que en los procesos que se adelanten ante las
autoridades judiciales y administrativas, se de cumplimiento a la
observancia de las formas propias de cada juicio. Así, si un proceso se
tramita desconociendo del derecho de defensa del inculpado, se configura
una manifiesta violación al debido proceso, lo cual habilita al procesado
para acudir a la acción de tutela como mecanismo de defensa judicial.
Tratándose de procesos disciplinarios contra estudiantes de
establecimientos educativos, cuando a juicio de las autoridades del plantel,
el alumno ha incurrido en alguna conducta contraria a los reglamentos, él
tiene el derecho a que se le permita ejercer cabalmente el derecho de
defensa y se observe el debido proceso, pues ninguna razón puede
invocarse para justificar la adopción de medidas sancionatorias fundadas
en el arbitrio de la autoridad.
2. Las autoridades educativas deben tener en cuenta para efectos de imponer
una sanción, la gravedad de la falta, con base en los criterios evaluativos
de la institución, pues algunas veces y por razón de la edad del educando,
la falta cometida no amerita privarlo del servicio, sino que reclama una
intervención formativa de los educadores, siempre que el comportamiento
no sea inmoral ni haga imposible la relación con sus compañeros y
superiores. Por esto, aunque el manual de convivencia de un colegio
permita al Rector imponer una sanción consistente en la suspensión de
clases a los alumnos que incumplan los deberes contenidos en el mismo
manual, teniendo en cuenta la gravedad de la falta, ello no lo releva de
citar al alumno para ser oído previamente a la imposición de la sanción.
3. La Constitución establece como derecho de la juventud la participación
activa en los organismos públicos y privados que tengan a cargo la
protección, educación y progreso de los jóvenes. Tal precepto fue
desarrollado por la Ley General de Educación que establece que el
Consejo Directivo de los establecimientos debe estar integrado, entre
otros, por un representante de los estudiantes con el fin de garantizar los
derechos de los alumnos inculpados de incurrir en conductas reprochables
merecedoras de sanciones. Su no intervención o el impedimento a la
misma, también desconoce el debido proceso.
206 09-05- Si bien el derecho a la educación le brinda al estudiante la posibilidad de
96 permanecer vinculado al plantel hasta la culminación de sus estudios, ello no
implica que el centro docente esté obligado a mantener indefinidamente entre
sus discípulos a quien de manera constante y reiterada desconoce las
directrices disciplinarias y quebranta el reglamento educativo, ya que estas
conductas, además de constituir un incumplimiento de los deberes,
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representan un abuso del derecho, en cuanto causan perjuicio a la comunidad


educativa e impiden al centro educativo alcanzar los fines que le son propios.
Por lo tanto, es posible proceder a la cancelación de la matrícula, sin que ello
conlleve violación a derecho fundamental alguno por parte del plantel
educativo, máxime si el personal docente y directivo del mismo procuran el
cabal cumplimiento de sus deberes, haciendo seguimiento y análisis
psicológicos a sus alumnos de manera oportuna y profesional, con el fin de
analizar sus comportamientos y presentar sugerencias a sus padres en aras de
procurar su buen desempeño.
348 08-08- 1. La educación es un proceso complejo en el que participan de manera
96 activa diferentes actores, el educando, el educador, la familia, la sociedad
y el Estado. Como proceso permite aspirar a la realización de un
determinado paradigma, según sea la filosofía e ideología de quienes
asumen la responsabilidad de impartirla y de quienes aceptan la
responsabilidad de recibirla. Los paradigmas, todos, aunque diversos
tienen cabida en el Estado, condicionados únicamente por el respeto y
acatamiento que deben a los preceptos constitucionales y a la Ley. La
variada oferta educativa permitirá la libre elección por parte del educando
o de sus padres si es menor de edad, del modelo educativo que más se
ajuste a sus necesidades y expectativas de vida.
2. Al elegir libremente el modelo de educación, el estudiante y sus padres o
representantes, aceptan expresamente las restricciones que el mismo les
impone, pues es claro que la relación que asumirá el alumno con
profesores y directivas del establecimiento, serán relaciones asimétricas en
las cuales los segundos tendrán la obligación de definir y aplicar, si es del
caso, correctivos con miras a la mejor formación del educando, e incluso
la potestad de imponer sanciones ante su incumplimiento.
3. Los establecimientos educativos son instituciones sociales cuyo objetivo
es la formación integral de los educandos, de acuerdo con los principios y
objetivos que singularizan el paradigma que cada colegio pretende realizar
y que se encuentran contenidos en los manuales de convivencia o
reglamentos internos. Así, el incumplimiento de los deberes que
correspondan al estudiante y que están contenidos en estos instrumentos,
permite la imposición de sanciones previamente establecidas, mediando el
debido proceso, las cuales pueden incluso llegar a la cancelación del cupo,
siempre que no impliquen la negación del núcleo esencial del derecho a la
educación, ni se constituyan en penas de carácter imprescriptible.
407 02-09- La relación del maestro con el alumno, o de éste con las directivas del
96 establecimiento educativo, debe basarse en la confianza recíproca y en la
certeza de la utilización de un lenguaje sincero que pretenda ante todo la
formación integral del educando y no su mera y mecánica instrucción. Ello
implica, una relación personalizada, de acercamiento, que posibilite la
identificación por parte del educador de los problemas, necesidades y
carencias específicas del alumno. Así, se viola el derecho a la educación,
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cuando las directivas y profesores de un establecimiento educativo, frente a


las dificultades que presenta un alumno por bajo rendimiento académico,
indisciplina y consumo de drogas dentro del plantel, le imponen un castigo,
como es el no ser admitido en el próximo año lectivo salvo que se someta a un
tratamiento de rehabilitación en un centro especializado y regrese recuperado
totalmente. Lo anterior, por cuanto el drogadicto como cualquier enfermo,
aunque tiene posibilidades de recuperación al someterse a los tratamientos que
la ciencia médica y otras alternativas le ofrecen, en ningún caso existe la
certeza de una recuperación total y absoluta; por eso, es inadmisible esta
exigencia en cualquier situación y mucho más como condición de reintegro a
una institución educativa, pues dicho establecimiento tiene la obligación de
colaborar y participar activamente en la recuperación de sus alumnos.

Sentencia T-944 del 24 de julio del 2000


Apartes:

Cualquier ejercicio arbitrario o abusivo de las prerrogativas individuales, debe ser


considerado ilegítimo a la hora de ejercer los derechos constitucionales. Ello se
desprende del artículo 95 de la Constitución Política, en el que se establece que el
ejercicio de los derechos y libertades previstas en la Carta conlleva responsabilidades.
En ese sentido, la persona debe "respetar los derechos ajenos y no abusar de los
propios" y en esa medida, nadie está legitimado para utilizar el ejercicio de sus
derechos como factor de vulneración de derechos a otros, o como criterio para
sustraerse de las responsabilidades que le impone la convivencia social. De allí que la
educación -para el caso de los estudiantes-, implica no solo la existencia de derechos a
favor de los menores, sino el cumplimiento de obligaciones por parte de ellos, que
generalmente se deben acatar como presupuesto de sus compromisos académicos y
disciplinarios. Por ello, el incumplimiento de los logros, la reiterada indisciplina, las
faltas graves, etc., son factores que legítimamente pueden generar la pérdida del cupo
en una institución educativa o la imposición de sanciones.

Internamente, las relaciones entre el establecimiento educativo, la familia y el propio
estudiante, pueden gobernarse por los Manuales de Convivencia, que son reglamentos
que establecen las obligaciones y derechos de los miembros de la comunidad
educativa (ley 115 de 1994). Esos manuales, como reglamentos que son, deben
establecer las condiciones de permanencia del alumno en el plantel y los
procedimientos a seguir, por ejemplo, en caso de exclusión. Muchas de las acciones
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de tutela que los estudiantes o sus representantes instauran tienen que ver con el
régimen disciplinario en los colegios, en cuanto que los manuales establecen reglas
que muchas veces afectan derechos fundamentales, especialmente el libre desarrollo
de la personalidad. Es el caso, por ejemplo, de manuales que permiten el retiro de las
alumnas embarazadas o la sanción a jóvenes que se ponen aretes. Es indudable, como
ya quedó incluso indicado, que la Constitución prevalece sobre un Manual de
Convivencia.
En efecto, es claro que la Ley General de la Educación asignó a los establecimientos
educativos, públicos y privados, un poder de reglamentación dentro del marco de su
actividad. Por ende, los reglamentos generales de convivencia, como es de la esencia
de los actos reglamentarios, obligan a la entidad que los ha expedido y a sus
destinatarios, esto es, a quienes se les aplican, porque su fuerza vinculante deviene en
forma inmediata de la propia ley y mediata de la Constitución Política. Sin embargo,
tales manuales tienen por límite necesario los derechos fundamentales de los
educandos y de la comunidad educativa en general. Así, "el texto del Manual de
Convivencia no puede establecer reglas ni compromisos contrarios a la Constitución
Política, ni imponer al alumno obligaciones desproporcionadas o contrarias a la razón,
ni a la dignidad esencial de la persona humana" En tal virtud, se reitera, dichos
reglamentos no pueden regular aspectos o conductas del estudiante ajenas al centro
educativo que puedan afectar su libertad, su autonomía o su intimidad o cualquier otro
derecho, salvo en el evento de que la conducta externa del estudiante tenga alguna
proyección o injerencia grave, que directa o indirectamente afecte la institución
educativa.

Debe enfatizarse que toda imposición de sanciones, inclusive en los centros docentes,
debe estar precedida de la realización de un procedimiento donde se permita al
implicado el ejercicio de los derechos de defensa y contradicción. Es un principio
universalmente reconocido que la garantía del debido proceso ha sido establecida a
favor de la persona, cuya dignidad exige que si se deducen en su contra consecuencias
negativas derivadas del ordenamiento jurídico, tiene derecho a que se le oiga y se
examinen y evalúen las pruebas que obran en su contra y también las que constan en
su favor. Es claro que no podría entenderse cómo esa garantía, reconocida al ser
humano frente a quien juzga o evalúa su conducta, pudiera ser exigible únicamente al
Estado; también los particulares, cuando se hallen en posibilidad de aplicar sanciones
o castigos, están obligados por la Constitución a observar las reglas del debido
proceso, y es un derecho fundamental de la persona procesada la de que, en su
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integridad, los fundamentos y postulados que a esa garantía corresponden le sean


aplicados.
Además, para que la protección a este derecho sea efectiva, es necesario que cada uno
de las etapas procesales estén previamente definidas, pues, de lo contrario, la
imposición de sanciones queda sujeta a la voluntad y arbitrio de quienes tienen la
función de solucionar los conflictos de los implicados. Esta previa definición de los
procedimientos que constituyen el debido proceso, se configura por lo tanto, en la
garantía de referencia con que cuentan las personas para determinar en qué momento
la conducta de quien ejerce la función de imponer sanciones se convierte en ilegítima,
por desconocerse lo dispuesto en las normas. Es claro, entonces, que, por ejemplo, en
el caso de los reglamentos internos de los establecimientos educativos, la norma debe
describir con precisión razonable los elementos generales de la falta, leve o grave, y
su consecuente sanción. Es indispensable que los entes de carácter privado fijen unas
formas o parámetros mínimos que delimiten el uso del poder disciplinario y que
permitan a la comunidad educativa conocer las condiciones en que puede o ha de
desarrollarse su relación con éstos. Es aquí donde encuentra justificación la existencia
y la exigencia que se hace de los llamados reglamentos, manuales de convivencia,
estatutos, etc., en los cuales se fijan esos mínimos que garantizan los derechos al
debido proceso y a la defensa de los individuos que hacen parte del ente
correspondiente. Se hace referencia a unas reglas mínimas que deben estar contenidas
en estos reglamentos, para denotar que existen una serie de materias o áreas, en las
que el debido proceso está constituido por un mayor número de formalidades y
procedimientos, que integran ese mínimo irreductible que debe ser observado, a fin de
proteger derechos igualmente fundamentales.

Profundizando en el aspecto de la proporcionalidad de la sanción, debe enfatizarse en
que si bien los colegios, con las garantías reglamentarias indispensables, pueden hacer
cumplir la disciplina interna, con procedimientos y sanciones, éstos deben guardar
una razonable proporción con la gravedad de las faltas cometidas. Como lo expresó
esta Corte en anterior oportunidad:
"las sanciones que se impongan al específico incumplimiento de aspectos como
el señalado, relativos a la apariencia física y al corte de pelo, no pueden
ocasionar la pérdida total del derecho al libre desarrollo o del derecho a la
educación en el evento en que se comprometa este último, porque como
dijimos, el límite al derecho y la validez de incorporarlo en el manual de
convivencia tiene como fundamento la necesidad de protección al menor y la
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garantía de su derecho a la educación integral y a la formación de su


personalidad. En ese orden de ideas, no existiría proporcionalidad en imponer
sanciones que dieran como resultado perder el cupo en el colegio por razones
de pelo largo o apariencia, o no poder acceder a clases dentro del plantel,
porque se desconocería con ello los fines generales de la educación y la
totalidad de razones expuestas con anterioridad que justificaron el límite,
desvirtuando la necesidad de formación integral del individuo y optando por el
método fácil de la desvinculación académica, que lesiona abiertamente uno de
los postulados educativos fundamentales consagrados en la Constitución, como
es el deber del Estado de garantizar "la permanencia" de los menores " en el
sistema educativo" (Artículo 67) y el cumplimiento de los fines mismos de la
educación." (T-124/98).

La consideración de que el manual de convivencia es obligatorio, porque los padres y
el menor indiscutiblemente se han comprometido a él y por la presunción legal de la
ley 115 de 1994, debe siempre someterse a los principios constitucionales. Eso nos
lleva necesariamente a hacer algunas reflexiones. Aunque es claro, entonces, que las
normas deben ser cumplidas cuando el estudiante y sus padres se ha comprometido a
hacerlo, también es claro que el sujeto del derecho a la educación, el menor, quien
supuestamente se obligó a cumplir unos determinados postulados, aún no ha
adquirido criterios suficientes que le permitan ser completamente capaz y entender
claramente los efectos de las obligaciones adquiridas. Por lo tanto, la obligatoriedad
de ciertas normas, puede con el tiempo ir perdiendo su legitimidad para el menor,
ante la creciente posibilidad de separar su identidad de la de sus padres y de disentir,
en la medida que se gesta su desarrollo, de las normas que aparentemente violan sus
expectativas o sus aspiraciones de vida.
En estas condiciones, si bien existe obligatoriedad frente a tales normas, sería
desproporcionado pensar que la posibilidad de autorregulación de las
instituciones no es susceptible de controversia alguna al interior del seno
educativo por parte de los estudiantes, por las razones arriba expuestas, desde
el momento mismo en que se produce la matrícula. Por el contrario. Los límites
de proporcionalidad, medio fin y fundamento en valores constitucionales antes
descritos, deben ser los ejes necesarios para garantizar en cada caso, la
viabilidad de la aplicación de ciertas pautas de comportamiento en el medio
educativo. En el caso que nos ocupa, es precisamente esa condición de
menores y la ausencia de capacidad para prever consecuencias hacia el futuro,
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la que hace necesaria, en aspectos como el cabello y la presentación personal,


que la obligatoriedad de las normas se asuma desde una óptica mas de
orientación, que de castigo o de expulsión del ambiente educativo. Por
consiguiente, aunque las normas obligan a los menores, es posible que dentro
de su propio crecimiento y en el ejercicio de consolidación de su personalidad,
incluso con el apoyo de sus padres o mayores, los intereses, aspiraciones,
sueños y expectativas que dieron origen al acogimiento definitivo de ciertas
consideraciones iniciales en el momento de la matrícula, se transformen
paulatinamente cuando el menor adquiere mayor independencia frente a sus
propias motivaciones y frente a la potestad de sus acudientes de tomar
decisiones por él. Esta situación que no es una excusa para fomentar el
incumplimiento de las normas señaladas por la institución, si debe ser un
factor tenido en cuenta, porque es allí donde el mismo proceso educativo debe
responder a las nuevas aptitudes y expresiones del individuo, garantizando una
manifestación concreta de su personalidad a través de canales que permitan
expresar su diferencia frente a los demás y frente a las normas adquiridas,
dentro de los límites del respeto a los demás y a la comunidad educativa. Ese
procedimiento de disentimiento y de ejercicio de participación ante la
comunidad educativa, en aras de expresar nuevas formas de ver el mundo e
incluso de pretender modificar postulados y por qué no, perfeccionar las
normas que rigen los destinos de los estudiantes, puede garantizar que ciertos
comportamientos, en lugar de ser reprimidos sean canalizados mediante
procedimientos institucionales, que permitan el debate dentro del seno del
mismo centro educativo y por ende enriquezcan la comunidad.
Entonces, si bien las normas son obligatorias en la medida en que los padres
se comprometen a cumplirlas y los menores también, no se puede por ese solo
hecho desconocer la relativa capacidad que tiene los menores frente a ellas,
más aún cuando están separando su personalidad de la de sus padres y
empieza a asumir su propia identidad. En este punto se pregunta la Corte,
como conciliar entonces los intereses de la comunidad educativa y los de los
padres y estudiantes frente a situaciones que no pueden limitarse a una
obligatoriedad irrestricta en razón a las características propias del menor?
El mecanismo que esta Corte prevé, como expresión de los derechos de los
adolescentes a participar en las decisiones que los afecten (artículo 2º de la
Constitución), teniendo en cuenta la potestad de participación activa en los
organismos que tienen a cargo su educación (artículo 45 de la Constitución), y
recordando que la autorregulación de los centros educativos no es absoluta
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sino que debe estar enmarcada en el respeto a los derechos y fines


constitucionales y legales, es entonces, el de establecer un procedimiento claro
y expreso en los manuales de convivencia, definido por los miembros mismos
de la comunidad educativa en ejercicio de su autonomía, más preciso que la
mera generalidad impuesta por la Ley 115 de 1994 y el Decreto 1860 de 1994,
que le permita a los jóvenes ejercer su derecho a disentir a través de los
mecanismos participativos e institucionales, e incluso lograr la modificación o
el perfeccionamiento de preceptos en el manual de convivencia que los rigen.
Este aspecto, garantiza no solo el respeto por las normas impartidas por la
comunidad y su necesario cumplimiento, sino también la posibilidad de
disentir, debatir y participar en el contexto educativo, tal y como la
Constitución Nacional lo autoriza y reclama. El decreto 1860 de 1994, que es
un ejercicio claro de la expresión de los postulados constitucionales que
buscan garantizar la participación, la tolerancia y el acceso de toda la
comunidad a la toma de decisiones en materias que los afectan, precisamente
manifiesta en su artículo17 numeral 5º que el manual de convivencia debe
incluir : " Procedimientos para resolver con oportunidad y justicia los
conflictos individuales o colectivos que se presenten entre miembros de la
comunidad. Deben incluir instancias de diálogo y conciliación."
En ejercicio de esa atribución legal y de conformidad con la Constitución
Nacional, los manuales de convivencia deben establecer procedimientos claros
que les permitan a los jóvenes manifestar institucionalmente su disenso ante
las normas educativas, expresar diferentes formas de pensar y lograr la
orientación inmediata de la comunidad en los conflictos y diferencias que los
afectan, a través de soluciones democráticas que fortalezcan el diálogo y la
diferencia en la comunidad educativa. En el caso que nos ocupa, y en otros
anteriores relativos al mismo centro educativo, se hizo evidente la falta de esta
instancia para el debate correspondiente, entre alumnos y autoridades
académicas.
Lo que se pretende es garantizar un acceso más real de los jóvenes, a los
contextos que definen las normas que los han de gobernar y garantizar así una
expresión clara de los sujetos con opiniones diferentes y con consideraciones o
ideas distintas, susceptibles de ser ponderadas y evaluadas por el resto de la
comunidad educativa, en un ejercicio real y no retórico de la tolerancia. El
hecho de contar con representantes de curso y con un personero estudiantil, es
un ejemplo valioso de lo que se pretende con participación educativa. Sin
embargo, se requiere la implementación de procedimientos más concretos que
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a través del gobierno estudiantil, permitan, la expresión de las ideas diferentes,


incentiven la tolerancia, garanticen que a través de procesos implementados en
el mismo manual se pronuncien todos, algunos o solo uno de sus miembros, se
disienta frente a la norma y se establezcan mecanismos internos que definan la
vigencia, modificación, complementación o permanencia de las normas, con
posterioridad a ese ejercicio de evaluación colectiva de los preceptos internos.
Lo anterior, le da garantía los postulados constitucionales que determinan
"que los adolescentes tienen derecho a la protección y a la formación integral
", "a participar en organismos públicos y privados que tengan que ver con su
educación" (Artículo 45 C. P.) y a participar en las decisiones que los afectan
(Artículo 2° C. P.). De esta forma se le permite al menor homogeneizar sus
aspiraciones, o por lo menos someterlas a discusión, con las consideraciones
de los demás y el ordenamiento jurídico en general, que regula a la
colectividad y a su comunidad educativa.
Y ese proceso debe darse dentro de la misma comunidad educativa, dentro del
clima de participación y ejercicio de la diferencia que se debe gestar dentro de
ella misma, como factor que consolide los derechos a la educación y al libre
desarrollo de la personalidad de conformidad con los fines de la constitución
nacional y de la Ley 115 de 1994."
15

Constitución Política.
Artículo 2. Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad
general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la
Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida
económica, política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional,
mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacifica y la vigencia de un orden justo.

Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en
Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el
cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares.

Artículo 16.- Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más
limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico.

Artículo 29.- El debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y


administrativas. Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le
imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas propias de
cada juicio.

En materia penal, la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se aplicará de preferencia a
la restrictiva o desfavorable.

Toda persona se presume inocente mientras no se la haya declarado judicialmente culpable. Quien
sea sindicado tiene derecho a la defensa y a la asistencia de un abogado escogido por él, o de oficio,
durante la investigación y el juzgamiento; a un debido proceso público sin dilaciones injustificadas;
a presentar pruebas y a controvertir las que se alleguen en su contra; a impugnar la sentencia
condenatoria, y a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho.

Es nula, de pleno derecho, la prueba obtenida con violación del debido proceso. (Ver los principios
del debido proceso, al final del documento)

Artículo 45. El adolescente tiene derecho a la protección y a la formación integral. El Estado y la


sociedad garantizan la participación activa de los jóvenes en los organismos públicos y privados que
tengan a cargo la protección, educación y progreso de la juventud.

Artículo 67. La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función
social: con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y
valores de la cultura.

La educación formara al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la


democracia; y en la practica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico,
tecnológico y para la protección del ambiente.
16

El Estado, la sociedad y la familia son responsables de la educación, que será obligatoria entre los
cinco y los quince años de edad y que comprenderá como mínimo, un año de preescolar y nueve de
educación básica.

La educación será gratuita en las instituciones del Estado, sin perjuicio del cobro de derechos
académicos a quienes puedan sufragarlos.

Corresponde al Estado regular y ejercer la suprema inspección y vigilancia de la educación con el


fin de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor formación moral,
intelectual y física de los educandos; garantizar el adecuado cubrimiento del servicio y asegurar a
los menores las condiciones necesarias para su acceso y permanencia en el sistema educativo.

La Nación y las entidades territoriales participarán en la dirección, financiación y administración de


los servicios educativos estatales, en los términos que señalen la Constitución y la ley.

Artículo 95. La calidad de colombiano enaltece a todos los miembros de la comunidad nacional.
Todos están en el deber de engrandecerla y dignificarla. El ejercicio de los derechos y libertades
reconocidos en esta Constitución implica responsabilidades.

Toda persona esta obligada a cumplir la Constitución y las leyes.

Son deberes de la persona y del ciudadano:

1. Respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios;

2. Obrar conforme al principio de solidaridad social, respondiendo con acciones humanitarias


ante situaciones que pongan en peligro la vida o la salud de las personas;

3. Respetar y apoyar a las autoridades democráticas legítimamente constituidas para mantener


la independencia y la integridad nacionales;

4. Defender y difundir los derechos humanos como fundamento de la convivencia pacífica;

5. Participar en la vida política, cívica y comunitaria del país;

6. Propender al logro y mantenimiento de la paz;

7. Colaborar para el buen funcionamiento de la administración de la justicia;

8. Proteger los recursos culturales y naturales del país y velar por la conservación de un
ambiente sano,

9. Contribuir al financiamiento de los gastos e inversiones del Estado dentro de conceptos de


justicia y equidad.
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Ley 115 del 8 de Febrero de 1994

Artículo 96.- Permanencia en el establecimiento educativo. El reglamento interno de la institución


educativa establecerá las condiciones de permanencia del alumno en el plantel y el procedimiento en
caso de exclusión.

La reprobación por primera vez de un determinado grado por parte del alumno, no será causal de
exclusión del respectivo establecimiento, cuando no esté asociada a otra causal expresamente
contemplada en el reglamento institucional o manual de convivencia.

Decreto 1860 del 3 de Agosto de 1994

Artículo 17.- Reglamento o manual de convivencia. De acuerdo con lo dispuesto en los artículos
73 y 87 de la Ley 115 de 1994, todos los establecimientos educativos deben tener como parte
integrante del Proyecto Educativo Institucional, un reglamento o manual de convivencia. El
reglamento o manual de convivencia debe contener una definición de los derechos y deberes de los
alumnos y de sus relaciones con los demás estamentos de la comunidad educativa.

En particular debe contemplar los siguientes aspectos:

1. Reglas de higiene personal y de salud pública que preserven el bienestar de la comunidad


educativa, la conservación individual de la salud y la prevención frente al consumo de
sustancias psicotrópicas.

2. Criterios de respeto, valoración y compromiso frente a la utilización y conservación de los


bienes personales y de uso colectivo, tales como equipos, instalaciones e implementos.

3. Pautas de comportamiento en relación con el cuidado del medio ambiente escolar.

4. Normas de conducta de alumnos y profesores que garanticen el mutuo respeto. Deben incluir la
definición de claros procedimientos para formular las quejas o reclamos al respecto.

5. Procedimientos para resolver con oportunidad y justicia los conflictos individuales o colectivos
que se presenten entre miembros de la comunidad. Deben incluir instancias de diálogo y de
conciliación.

6. Pautas de presentación personal que preserven a los alumnos de la discriminación por razones
de apariencia.

7. Definición de sanciones disciplinarias aplicables a los alumnos, incluyendo el derecho a la


defensa.
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8. Reglas para la elección de representantes al Consejo Directivo y para la escogencia de voceros


en los demás consejos previstos en el presente decreto. Deben incluir el proceso de elección del
personero de los estudiantes.

9. Calidades y condiciones de los servicios de alimentación, transporte, recreación dirigida y


demás conexos con el servicio de educación que ofrezca la institución a los alumnos.

10. Funcionamiento y operación de los medios de comunicación interna del establecimiento, tales
como periódicos, revistas o emisiones radiales que sirvan de instrumentos efectivos al libre
pensamiento y a la libre expresión.

11. Encargos hechos al establecimiento para aprovisionar a los alumnos de material didáctico de
uso general, libros, uniformes, seguros de vida y de salud.

12. Reglas para uso del bibliobanco y la biblioteca escolar.

Artículo 23.- Funciones del Consejo Directivo. Las funciones del Consejo Directivo de los
establecimientos educativos serán los siguientes:

a) …
b) Servir de instancia para resolver los conflictos que se presenten entre docentes y administrativos
con los alumnos del establecimiento educativo y después de haber agotado los procedimientos
previstos en el reglamento o manual de convivencia;
c) Adoptar el manual de convivencia y el reglamento de la institución;
d) …
e) …
f) …
g) …
h) …
i) Establecer estímulos y sanciones para el buen desempeño académico y social del alumno que han
de incorporarse al reglamento o manual de convivencia. En ningún caso pueden ser contrarios a la
dignidad del estudiante;
j) …
k) …
l) …
m) …
n) …
ñ) …
o) …
p) …

Artículo 28.- Personero de los estudiantes. En todos los establecimientos educativos el personero
de los estudiantes será un alumno que curse el último grado que ofrezca la institución encargado, de
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promover el ejercicio de los deberes y derechos de los estudiantes consagrados en la Constitución


Política, las leyes, los reglamentos y el manual de convivencia.

El personero tendrá las siguientes funciones:


a. Promover el cumplimiento de los derechos y deberes de los estudiantes, para lo cual podrá
utilizar los medios de comunicación interna del establecimiento, pedir colaboración del consejo
de estudiantes, organizar foros u otras formas de deliberación.
b. Recibir y evaluar las quejas y reclamos que presenten los educandos sobre lesiones a sus
derechos y las que formule cualquier persona de la comunidad sobre el incumplimiento de las
obligaciones de los alumnos.
c. Presentar ante el Rector o el Director Administrativo, según sus competencias, las solicitudes de
oficio o a petición de parte que considere necesarias para proteger los derechos de los
estudiantes y facilitar el cumplimiento de sus deberes, y
d. Cuando considere necesario, apelar ante el Consejo Directivo o el organismo que haga sus
veces, las decisiones del Rector respecto a las peticiones presentadas por su intermedio.

Decreto 1286 del 27 de abril de 2005: Por el cual se establecen normas sobre la participación de
los padres de familia en el mejoramiento de los procesos educativos de los establecimientos oficiales
y privados

Artículo 2º.- Derechos de los padres de familia. Los principales derechos de los
padres de familia en relación con la educación de sus hijos son los siguientes:

c. Conocer con anticipación o en el momento de la matrícula las características


del establecimiento educativo, los principios que orientan el proyecto educativo
institucional, el manual de convivencia, el plan de estudios, las estrategias
pedagógicas básicas, el sistema de evaluación escolar y el plan de
mejoramiento institucional.

Artículo 3.- Deberes de los padres de familia. Con el fin de asegurar el cumplimiento
de los compromisos adquiridos con la educación de sus hijos, corresponden a los
padres de familia los siguientes deberes:

c. Cumplir con las obligaciones contraídas en el acto de matrícula y en el manual


de convivencia, para facilitar el proceso de educativo.

Artículo 7º.- Funciones del consejo de padres de familia. Corresponde al consejo de


padres de familia:
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g. Presentar propuestas de mejoramiento del manual de convivencia en el marco


de la Constitución y la Ley.

Ley 1098 del 8 de Noviembre de 2006: Por la cual se expide el Código de la Infancia
y la Adolescencia
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Principios del debido proceso

La institución debe garantizar la permanencia del estudiante dentro del sistema y sólo podrá
excluirlo mediante la aplicación del debido proceso.

Las garantías del debido proceso están dadas por los siguientes principios:

Legalidad: El alumno sólo podrá ser investigado y sancionado por conductas previamente
establecidas como sancionables y sólo con las sanciones previstas, bajo los procedimientos definidos
y por las autoridades determinadas en el manual de convivencia.

Juez natural: En el manual de convivencia debe establecerse claramente quiénes son las personas
facultadas para adelantar procesos disciplinarios y quiénes aplican las sanciones en cada instancia,
según su competencia.

Presunción de inocencia: Todo proceso disciplinario debe basarse en pruebas de los hechos
objeto de análisis. Las pruebas allegadas al proceso deben demostrar con absoluta certeza la
responsabilidad del alumno en la comisión de la falta y la no concurrencia de causales de
justificación (las cuales deben estar taxativamente en el manual de convivencia).

En caso de duda deberá absolverse al inculpado. Para desvirtuarla es necesario demostrar la


responsabilidad del alumno con apoyo en pruebas fehacientes debidamente controvertidas dentro de
un esquema que asegure la imparcialidad del juzgador y la íntegra observancia de las reglas
predeterminadas en el manual de convivencia para la indagación y esclarecimiento de los hechos, la
práctica, discusión y valoración de las pruebas y la definición de responsabilidades y sanciones.

Favorabilidad: En el evento de que una conducta violatoria del manual de convivencia encuadre en
la posibilidad de sancionarse con base en dos normas, debe aplicarse la más favorable.

Derecho de defensa: Es el conjunto de acciones mediante las cuales el alumno inculpado conoce los
cargos y las pruebas allegadas al proceso y la garantía de: poder controvertirlas, solicitar las que a
bien tenga para desvirtuar los cargos, hacerse acompañar por apoderado (representante de los
estudiantes, personero estudiantil, personero municipal, padre de familia o acudiente o abogado),
conocer la decisión de sanción y poder apelarla.

No ser juzgado dos veces por el mismo hecho: A cada acción corresponde un solo proceso. Podrán
acumularse en un solo proceso disciplinario el análisis de varias conductas tipificadas en el manual.

Impugnación: El alumno tiene derecho a presentar los recursos (de reposición y/o apelación),
establecidos en el manual de convivencia, para que se revise la decisión adoptada en su contra, tanto
por la autoridad que profirió la decisión como por la instancia superior.

Acervo probatorio: Conjunto de pruebas que permita demostrar con certeza la comisión de la falta,
su(s) responsable(s) y la no existencia de causales de justificación.
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Principio de la proporcionalidad de la sanción: La misión de la institución educativa es la


formación integral del alumno. Luego, las faltas o infracciones de las normas deben ser objeto de
acciones pedagógicas de formación más que de castigo. La meta es mantener al alumno vinculado a
la institución y facilitarle su crecimiento acompañándolo con las acciones necesarias para que
alcance los logros académicos y de comportamiento social. La sanción debe tender a la reflexión, a
la búsqueda de alternativas, a la asunción de compromisos tripartitos (alumno-padres-institución) y
sobre todo, a garantizarles al alumno y a la comunidad educativa el respeto de los derechos de cada
uno, el bienestar, la primacía del interés general y la armonía necesaria para el desarrollo del
proceso educativo. En consecuencia, la sanción, como última alternativa, debe corresponder con la
gravedad de la falta y con la actitud del alumno y de los padres a implementar los correctivos
necesarios para superar las deficiencias. La sanción es la aceptación de la institución de sus
limitaciones para lograr en los alumnos la internalización de las bondades de la convivencia
armónica.

Reprobación por primera vez de un determinado grado por parte del alumno no es causal de
exclusión del respectivo establecimiento. (Ver artículo 96 de la Ley 115 de 1994.)

Tolerancia: Es la actitud de respeto por las personas en la coexistencia de diversos paradigmas


(filosóficos, políticos, religiosos, sociológicos, pedagógicos, etc.), que permite la convivencia
pacífica.

Respeto a la diversidad: Es el reconocimiento de lo pluriétnico y pluricultural, en la conformación


de la sociedad. Permitir a cada uno expresarse, comportarse, interactuar acorde con su cosmovisión,
con el único límite de los derechos fundamentales de los demás y la prevalencia del interés general.

Igualdad en la diferencia: El principio de igualdad se traduce en que no se puede instaurar


excepciones o privilegios que excluyan a unos individuos de lo que se concede a otros en similares o
idénticas circunstancias.

No toda diferencia en el trato comporta una violación al derecho de la igualdad, pues a situaciones
diferentes es posible anudar consecuencias diferentes, pero dicha diferenciación no se justifica
cuando se está en igual situación.

Carácter vinculante de los reglamentos estudiantiles o manuales de convivencia: Significa que


construidos éstos con base en la Constitución Política Nacional, las leyes y demás disposiciones
normativas vigentes (especialmente la Ley General de Educación, el Código del Menor y la
Jurisprudencia de la Corte Constitucional), lo establecido en ellos se constituye en norma de
obligatorio acatamiento por parte de todos los miembros de la comunidad educativa.

Compilación: Jaime Rojas Montoya y Orlando Múnera Patiño: Supervisores de Educación. Departamento de
Risaralda. Pereira, Noviembre de 2006.

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