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Historia del español: Morfología y Sintaxis

3º Grado en Estudios Hispánicos

Facultad de Filosofía y Letras


Universidad de Alcalá

Reservados todos los derechos.


No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
1. EL CAMBIO GRAMATICAL
REFLEXIONES SOBRE EL CAMBIO LINGÜÍSTICO
Según J. Bergua, “El mundo del espíritu sigue invariablemente a través de los tiempos,
la ley del tiempo”. La ley del péndulo nos permite saber que hay periodos en los que las
lenguas recuperan y otros en los que pierden pues no son estáticas, ellas siempre están
en permanente movimiento o modificación.

De la lingüística historicista del s.XIX al concepto de “funcionamiento sincrónico de la


lengua del s.XX”. à La lengua, en este movimiento pendular, ha pasado de la
lingüística historicista del s. XIX al funcionamiento sincrónico del s. XX. El
historicismo nace en el siglo XIX en Alemania y trata de entender que la lengua es un
producto de evolución histórica, es decir, de los cambios que va sufriendo, por lo tanto,
para conocer la lengua hay que conocer su historia. Así los historicistas crean el método
comparativo y son llamados comparativistas. Así, había un interés fundamental por
encontrar cual era la lengua original que después ha ido derivando. Así se comienzan
hacer estudios y se van comparando unas lenguas con otras para saber como de distintas
o diferentes son unas con otras. Así se establecen filiaciones entre lenguas.
Intentos de armonización sincronía/diacronía à Todo lo anterior se contrasta con la
llegada de Coseriu. La sincronía es el estudio de la lengua en un momento concreto,
pues sólo fijándonos en un momento concreto se pueden ver las cualidades funcionales
de la lengua. A comienzos del siglo XX también se da otra relación ya que los
historicistas usan como fuente de conocimiento la lengua escrita, así surgen los
neogramáticos que plantean que realmente si queremos conocer los dialectos y
variedades tenemos que ir a la lengua hablada. Es un cambio en la mentalidad muy
importante. En definitiva, dicen que las leyes fonéticas no tienen un conocimiento
exacto. Los neogramáticos decían que los cambios eran producidos por dos causas: las
leyes fonéticas y el principio de la analogía. Esta analogía explica los cambios que no
pueden explicar las leyes fónicas. Aunque a veces los cambios se explican por otras
muchas cosas. Varios autores intentaron encontrar un equilibrio entre la sincronía y la
diacronía. Los estudios diacrónicos tratan de estudiar la evolución de la lengua y los
estudios sincrónicos tratan de estudiar el estado de una lengua en un momento concreto.
Conexión entre lengua y sociedad à Labov demostró que es ineludible conocer la
sociedad para entender la lengua, ya que no podemos conocer la lengua sin la sociedad,
pues muchos de los cambios o fenómenos que ocurren en la lengua son consecuencia de
cómo la usa la sociedad. Así el foco se pone en la sociedad.
Sintaxis generativa y “perspectiva inmanentista” à El inmanentismo de la lengua
quería decir que había que estudiarla según sus propios criterios, es decir, no había que
acudir a la filosofía, ni porqué el hablante tiene una pronunciación distinta, etc. Saussure
reconoce que la lengua forma parte de la simbiótica y está como un elemento del que se
sirve la sociedad. Se trata de descubrir cual es el funcionamiento interno de la lengua, y
esto supone un avance.

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La difícil conexión entre los llamados factores internos y externos de la lengua à
Normalmente se habla de lingüística interna y lingüística externa ya que
tradicionalmente se han distinguidos entre estos dos factores. Los factores internos son
aquellos que explican las causas internas de cambio de una lengua y los factores
externos son todos los avatares históricos que han dado lugar a que una lengua se forme
como ha acabado formándose. Pero ¿cómo conectamos unos factores y otros?, o ¿a que

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se deben los cambios? ¿a los dos factores o a uno solo? Esto son las cuestiones más
comunes.
La propuesta de Javier Elvira dice que si en realidad debemos renunciar a entender el
cambio lingüístico dentro de la historia general. Esto no puede ser pues para saber el
porqué de un cambio hay que conocer la historia. Para entender los cambios lingüísticos
hay que saber en qué momento histórico ha tenido lugar y qué ha pasado antes.
Carácter axiomático del cambio lingüístico à El cambio lingüístico tiene un grave
problema ya que no se puede observar, por lo que es “innafferrabile”. Podemos llegar a
ver el resultado, pero el cambio en sí escapa a la observación. El cambio lingüístico es
un epifenómeno de la lengua pues es algo que solo podemos ver cuando observamos
qué ha sucedido en este.
Lo que sí es observable es la variación. Una palabra puede variar hasta que se convierte
en otra (socru > suegro), pero Paredes y Sánchez – Prieto nos dicen que A no pasa a B
directamente, y B no pasa a C directamente, sino que en algún momento hay
alternancias. También estas alternancias no son equivalentes y tienen distintas
frecuencias.
Críticas al concepto de “causa” del cambio lingüístico à Las causas del cambio
lingüístico pueden ser los factores del cambio directamente, es decir, qué elementos
hacen que existan correlaciones para el cambio. De alguna manera, las causas del
cambio tienen algo que ver con las correlaciones, pero no siempre tienen porqué ser las
causas del propio cambio.
Las condiciones internas iniciales de un proceso de innovación no prejuzgan los
resultados ulteriores, es decir, el origen de los cambios y sus resultados.
Pero el cambio lingüístico, ¿es monocausal o multicausal? La respuesta tradicional, por
lo menos en el ámbito de la fonética, es que es monocausal y son las leyes fonéticas que
se cumplen. Los estudios de dialectología ya plantearon que en muchas ocasiones
existen cambios que no se pueden explicar con una sola causa ya que a veces, en un
cambio, intervienen muchos factores diversos. Hoy en día, casi todos los cambios tienen
una explicación en la que intervienen varios factores o causas por lo que los cambios
son multicausales. Esto complica mucho la investigación.
CONSIDERACIONES SOCIOHISTÓRICAS
Hay una singularidad areal del dominio hispánico en el contexto románico. Esto explica
que en la cornisa de la frontera norte haya una superposición de dialectos ya que
encontramos áreas diferenciadas y áreas comunes.

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Historia del español: Morfol...
Banco de apuntes de la
Desconocimiento de la estratificación sociocultural y sociolingüística de las sociedades
del pasado. No sabemos cómo estaban organizadas las sociedades del pasado ni las
relaciones que había entre los individuos, nos faltan datos, por lo que es muy difícil
saber las causas de los cambios del pasado.
En algunos autores hay una conciencia de esa diferencia geográfica, de registro y de

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nivel sociocultural.

La lengua, ¿ha sido siempre un marcador social? Es decir, ¿ha sido considerada de la
misma manera por la comunidad? Antiguamente, la lengua no tenía el carácter de
marcador social tan marcado, pero cuando van llegando más personas a Madrid, es
decir, gallegos, andaluces… En ese momento de contacto entre dialectos es cuando la
lengua formaliza su carácter de marcador social pues oyéndole hablar, sabemos si la
persona es de Madrid o de fuera.
En algunos escritos se muestra, también, que la consideración social del escribano era
muy distinta en la península con América. Hay un contraste muy alto.
Como conclusión observamos que el contexto social es adecuado para la difusión de
innovaciones como el superlativo en -is(s)imo.
DIRECCIÓN ASCENDENTE O DESCENDENTE DE LAS INNOVACIONES
LINGÜÍSTICAS EN LA ESCALA SOCIAL.
Menéndez Pidal comprueba que, si el campo de transmisión es extenso y de gran
densidad, los cambios individuales, que existen siempre, encuentran una resistencia
mayor y la aceptación y generalización de las variantes es más lenta. Pero si el campo es
menos denso y menos extenso, las innovaciones lingüísticas son más fácil que se
produzcan. Es decir, la propagación de un cambio social se desarrolla con velocidad
inversamente proporcional a la densidad y extensión del grupo en que se propaga.
Pero, ¿dónde surgen los cambios? ¿arriba o debajo de la escala social? La
sociolingüística ha demostrado que existen cambios de los dos tipos, por lo que hay
cambios ascendentes y descendente. Por ejemplo, -issimo es un cambio consciente con
una intención pragmática.
También hay que tener en cuenta la interacción entre registro y nivel sociolingüístico.
Hay una escala de registro para fuentes documentales según su ámbito de emisión
clasificándolas de más formal a menos formal: cancilleresco / judicial / municipal /
eclesiástico / privado, siendo así el cancilleresco el más formal y el privado, es decir,
las cartas sueltas, el menos formal. Así se establecen los usos más formales de la lengua
y los menos formales. Esto nos da una aproximación. Esto, a su vez, supone un caso
importantísimo de las fuentes del conocimiento de la lengua antigua ya que hace poco
las únicas fuentes eran los documentos literarios.
En la literatura también podemos apreciar otros cambios, como los sainetes de Arniche,
que pretendía reproducir de forma exagerada y graciosa el habla de Madrid. Esto

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provoca una paradoja porque los madrileños realmente no hablan así, pero empezaron a
imitar a estos personajes graciosos.

También debemos tener en cuenta que no es lo mismo la lengua hablada que la lengua
escrita. En obras como “la gitanilla”, no sabemos si Cervantes exageraba la lengua. Las
fuentes escritas que más rasgos nos revelan de la lengua hablada son las de índole

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privada de los nuevos ricos, ya que escribían como hablaban, no habían recibido una
esmerada educación.
Hay diferentes aspectos que nos interesan en los cambios gramaticales:

- La focalización de los datos en documentos del ámbito cancilleresco o particular


(interpretación sociolingüística).
- Propuesta provisional: los factores de variación se pueden poner en relación
entre Sí. Una hipótesis para la conexión se podría formular de manera sencilla de
la siguiente forma: Los procesos difundidos de abajo a arriba en la escala
social son sensibles al factor diatópico (muestra variación geográfica de las
invariantes o foco geográfico desde el que se difundieron). En cambio, los
procesos de arriba abajo en la escala social no son sensibles al factor
diatópico.
Si esta hipótesis es cierta, es muy importante localizar el foco, es decir, desde dónde
surge el cambio, sobre todo desde abajo a arriba. Hay que encontrar en qué punto surge
esta innovación y ver cómo esta innovación se va difundiendo. Encontramos una
dificultad pues hay textos sin data diatópica o en los que la geografía no es relevante,
como los cancillerescos. Existe la posibilidad de excluir en las búsquedas de CODEA.
Cambios como “tendrá-terná-tenrá” surgen desde abajo. Los sabemos porque se
encuentran en actas y declaraciones. Al ser un movimiento desde abajo tiene un foco
localizado, como sugiere Sánchez-Prieto. En cambio, en el caso del superlativo “-ísimo”
no tiene un foco claro ya que se extiende por toda la península. El cambio se produjo
sobre todo en Madrid, en cartas privadas e informes, actas y peticiones, ya que surge
para hacer la pelota, para mostrar un mayore respeto hacia una persona (excelentísimo,
ilustrísimo…).
Pues (que) hoy en día está muy difundido como una especie de muletilla. No indica
nada, sólo es una señal de que el locutor va a comenzar a hablar (“pues que soy la más
guapa”, “pues no”…). CODEA permite ver cuál de las dos variantes es más antigua, y
se observa que en un documento de 1223 aparece “pues que”. En este documento tiene
valor causal, pues indica la causa. En latín, pues viene de “post” y solía tener valor
locativo, para saber que una cosa va delante de la otra. Del valor locativo, pasa a valor
temporal, para saber cuando va a pasar algo. En 1203 encontramos otro documento en el
que aparece “pues que” con valor temporal. El valor locativo que en su momento tuvo
en latín, no pasó al castellano, pues en castellano nunca ha significado espacio, sino ha
tenido siempre un valor temporal, pues tiene significado de tiempo. Después del valor
temporal, ya toma el valor causal que tiene hoy en día. También hay veces que sigue

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teniendo valor temporal. Del valor causal, pasó a no tener valor que es como se suele
usar hoy en día por los jóvenes.
La rentabilidad pragmática son los cambios que se llevan acabo porque son más
beneficiosos por el propio hablante.
CAMBIO MORFOSINTÁCTICO: CONCEPTOS BÁSICOS

El cambio gramatical es la reordenación de las estructuras de una lengua, como, por


ejemplo, la desaparición del neutro latino, ya que las lenguas romances carecen de las
marcas de neutro o la desaparición de la declinación latina, pues los sustantivos
romances tienen una sola forma para todas las funciones sintácticas.
La gramaticalización se da cuando un elemento léxico o una combinación sintáctica
pasa a ser elemento del sistema gramatical. Es un proceso de debilitamiento semántico.
“Pues” sería un caso de gramaticalización.
La desgramaticalización se da cuando un elemento del sistema gramatical pasa a
integrarse como morfema o fonema. La unidad que se integra adquiere un valor léxico.

La analogía es la tendencia armonizadora de un paradigma gramatical. Los efectos de la


analogía no suelen ser uniformes.
La homonimia es la coincidencia de dos palabras en su forma. Homofonía es la
coincidencia fonética, como echo y hecho, y la homografía es la coincidencia gráfica,
como oso (animal) y oso (verbo osar).
En gramática también se habla de homomorfia o sincretismo como la coincidencia en
su evolución de dos formas gramaticales distintas, como, por ejemplo, cantamus /
cantavimus > cantamos.

La neutralización es el empleo indiferente de dos formas en el mismo contexto, como,


por ejemplo, la caída de las hojas / de la hoja.
EL MÉTODO DE LA MORFOSINTÁXIS HISTÓRICA

Primeramente, el método tiene que plantearse desde una perspectiva histórica pues se
debe tomar la lengua moderna como un punto de partida y de llegada. Hay
determinados rasgos gramaticales que son específicos del castellano antiguo y esto, a
veces, nos puede dificultar el proceso, pero otras veces, nos lo facilita.

En los estudios morfosintácticos también hay que tener en cuenta la tipología


lingüística junto con la pragmática y la gramática.
Es muy importante, por su parte, la descripción y explicación de los procesos
gramaticales, es decir, cómo se produce el cambio del sistema latino a otros sistemas
que se dan en castellano.

Lapesa (1968) explicó que algunos cambios gramaticales en español se deben a la


“forma interior del lenguaje”. Se entiende por forma interior algunas constantes que
en determinadas lenguas parece que actúan diacrónicamente a lo largo del tiempo y se

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repiten. Lapesa dice que en el español hay una tendencia general a distinguir lo humano
de lo no humano, y esto explicaría algunos de los fenómenos gramaticales, como, por
ejemplo, el objeto directo.

En cambio, Martinet (1988) nos expone “la expresión libre de las relaciones
sintácticas” en donde distingue las relaciones de expresión obligatoria y relaciones de

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expresión libre y relaciona estas relaciones con la estructura social de la comunidad
lingüística.
El método en definitiva da prioridad a la descripción de los procesos en el tiempo y el
espacio, con fundamento empírico (los textos) y tiene en cuenta las tradiciones
discursivas.
Hoy es prácticamente imprescindible atender a la cuantificación para poder dar datos lo
más cercanos a la realidad posibles como la frecuencia absoluta, relativa, por mil
palabras/letras…
Por último, se tiene en cuenta el uso de diferentes corpus.
2.LA DECLINACIÓN LATINA
1.LA FLEXIÓN NOMINAL. SU DESAPARICIÓN.
El latín es una lengua flexiva del tronco indoeuropeo. Esta lengua tenía un sistema de
casos en el nombre: Nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo y ablativo. Pero
este sistema de casos se perdió en el paso del latín clásico a las lenguas romances. Los
neogramáticos pensaron siempre que los cambios se debían a causas fonéticas, pero hay
cambios que no pueden explicarse meramente mediante razones fónicas, hay que buscar
otro tipo de causas. Así, se han buscado las razones en la estructura gramatical.
1.1.EL SINCRETISMO EN LA DECLINACIÓN. SINCRETISMO POR EVOLUCIÓN
FONÉTICA.
Hay que destacar, que, aunque se habla de seis casos, en realidad, ninguna declinación
tenía seis formas diferentes pues había casos de sincretismo. Por ejemplo, en la primera
declinación, la forma rosae era tanto genitivo y dativo singular como nominativo y
vocativo plural. Cabe destacar, que, en plural, ninguna declinación distinguía entre
dativo y ablativo y, a su vez, ningún neutro distinguía entre nominativo, vocativo y
acusativo. En la tercera, cuarto y quinta declinación, tampoco había distinción entre
nominativo, vocativo y acusativo plural.
Este sincretismo de los casos se vio incrementado en latín vulgar por la evolución del
consonantismo final ya que se perdía la -m y -s finales, por la desaparición de la
cantidad vocálica y por las confusiones de timbre. En los plurales, el sincretismo se dio
sobre todo en la Romania Oriental por la pérdida de la -S.
1.2.LA SUERTE DE LOS TIPOS FLEXIONALES (CONFUSIÓN DE LAS
DECLINACIONES).

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En latín vulgar se dio también el fenómeno de confusión de declinaciones, aunque no
obligatoriamente. Así, las palabras que se declinaban por la primera declinación
permanecieron prácticamente iguales, es decir, no sufrieron casi variación. En la
segunda declinación pasa igual. Pero en la tercera, cuarta y quinta declinación, hubo
muchísimos casos de palabras que pasaron a declinarse como si fuera palabras de otra
declinación. Por ejemplo, palabras de la quinta declinación pasaron a declinarse como

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las palabras de la tercera o de la primera. Así, empiezan a desaparecer algunas
declinaciones.
Los sustantivos de la quinta pasan a declinarse por la tercera siguiendo el modelo de los
imparisílabos. Algunos de la quinta, también pasan a la primera, que fue un cambio muy
frecuente y antiguo. Algunos sustantivos de la tercera declinación pasan a la primera o a
la segunda, pero este caso fue debido a razones de género, es decir, los masculinos a la
segunda y los femeninos a la primera. La cuarta declinación, en cambio, desaparece.
1.3. CONDICIONAMIENTOS MORFOSINTÁCTICOS PARA LA DESAPARICIÓN
DE LOS CASOS.
Las lenguas indoeuropeas tienen un sistema reducido de casos. Las lenguas caucásicas
pueden llegar a tener cuarenta casos.
Para el latín, se piensa que el sistema de los seis casos corresponde a seis valores
sintácticos esenciales, pero otros piensan que en realidad no podemos hablar de seis
casos por el sincretismo. En latín, se piensa que una secuencia como amor patris puede
interpretarse de dos maneras: patris puede ser el sujeto o el objeto.
Las relaciones sintácticas podían expresarse mediante el caso o bien mediante la
preposición ya que las preposiciones podían usarse con más de un caso, aunque algunas
solo se utilizaban con uno. Así surge el valor de los preverbios. Por último, encontramos
un gran valor sintáctico dependiendo del orden de las palabras pues el valor de los casos
en variación con el valor de las palabras puede causar muchos efectos. El latín es una
lengua de orden libre de elementos.
1.4.OTRAS MOTIVACIONES.
Se ha señalado el dialectalismo, es decir, variedades en grupos como, por ejemplo,
osco-umbro. Estas variedades se caracterizan por las terminaciones -os, -as para el
nominativo plural. También se ha pensado en el influjo del celta. Todo esto tendrá que
ver con la formación del plural.
2.PROCEDENCIA DE LOS SUSTANTIVOS ESPAÑOLES.
Esto es un asunto que se discutió bastante, especialmente hasta el siglo XVI,
especialmente en la gramática histórica. La creencia generalizada era que los sustantivos
españoles procedían del ablativo por causas de similitud formal, pero un neogramático
llamado Diez demostró que los sustantivos españoles, en realidad, proceden del
acusativo.

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En francés y provenzal antiguo se conserva una declinación bicasual (sobre la
posibilidad de una declinación bicasual en el romance hispánico primitivo). La
excepción es el italiano, que forma el plural a partir del nominativo. Así, hoy en día, se
acepta que todas las formas de singular provienen del acusativo menos el plural del
italiano.

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2.1.¿PROCEDENCIA DEL ACUSATIVO?

La procedencia formal puede dirimirse con claridad cuando hay diferencia en la


consonante final o en el acento entre nominativo y acusativo. Pero en otros casos,
parece posible pensar en una confluencia de casos distintos del genitivo.
2.2.TESIS MORFOLÓGICA (CON ESPECIAL REFERENCIA A LA FORMACIÓN
DE LOS PLURALES).
Gazdaru, en Los prejuicios de la morfosintaxis romana, señala que los plurales
españoles no proceden del acusativo plural, sino del singular al que se le añade el
morfema de plural.
3.RESTOS SINTÁCTICOS
Según Lapesa (2000), los restos sintácticos consiste en la ausencia de preposición o en
un empleo especial de la misma, por ejemplo, “quince de octubre” podemos
acompañarlo de la preposición “a” o “en”, pero no es necesario.
3.1.EL LLAMADO “SUJETO CON PREPOSICIÓN”
Se trata de una herencia del nominativo latino, muy difícil de explicar para los
lingüistas. Actualmente lo encontramos con preposiciones como “hasta”, “según” o
“entre”. Esta última, también se encuentra en textos antiguos.
3.2.RESTOS DEL ACUSATIVO.
Se trata de forma más concreta en el tema dos.
3.3.RESTOS DEL GENITIVO. CONSTRUCCIONES PARTITIVAS.
En latín se daba la alternancia entre el genitivo sin más y el ablativo

En el español medieval se sustituye el genitivo por la preposición “de” más el ablativo.


Sin embargo, el francés sí conserva restos de este genitivo sin preposición.
En español, en algún caso, hubo y hay dudas ante el uso de la preposición río (de)
Duero. Por otro lado, son complicadas las formas partitivas como bebió mucho de vino
que encontramos en el español medieval y, actualmente, fosilizados en expresiones
como un poco de agua. Sin embargo, no hay casi restos del genitivo. A pesar de que el
genitivo, tanto en singular como en plural tenía una forma definida, no ha dejado hoy en
día ningún rastro significativo.
3.4.RESTOS DEL DATIVO.

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Los restos de dativo los encontramos en el pronombre illi/illis > le/les. En la Edad
Media también se daba la forma li/lis. Además, este cambio atrajo formas similares en
la Ri
3.5. ABLATIVO SIN PREPOSICIÓN.
Encontramos este ejemplo en casos de sustantivos comunes con adverbios, como, río
arriba. También vemos este caso en los complementos circunstanciales y con la
preposición de como en “orillas del mar”.
4. RESTOS FONÉTICOS DE LOS CASOS PERDIDOS
4.1. DEL NOMINATIVO
El nominativo se ha perdido en casos como Deus>Dios, que es así en singular pese a
que se esperaría que fuera “Dio”. Encontramos también el resto de la -s del latín en
“Carlos” o “Marcos”, y por analogía en el nombre de “Pablos” antes.

En los galicismos también se notan, que son provenientes de Francia, como “fraile”.
Destaca la conservación en los nominativos en “a” como pava>pavo,
curculio>gorgojo, pese a que García de Diego defendía que estas formas provienen de
“pavón” y “gorgojón”.
Además, hay conservación de ello en algunos sustantivos plurales como “pechos”, en
los nominativos fosilizados o en los cultismos.
4.2. DEL VOCATIVO
Realmente, esta forma coincide siempre con el nominativo, salvo en el masculino de la
segunda declinación, de la que se conservaron formas en la Edad Media, como muestra
el texto de Berceo.
4.3. DEL GENITIVO
Encontramos los restos en casos muy concretos como los días de la semana, que sería
dies martis> martes.
Se ha considerado también que viene del genitivo algunas otras unidades como, por
ejemplo, pezuña, que vendría de pedis ungula o Fuero Juzgo que vendría de Forum
Iudicum.

Respecto a los apellidos terminas en -ez y en -iz, hay diversas opiniones ya que no hay
unanimidad en el origen. Menéndez Pidal, considera que estas unidades proceden del
vasco, sin embargo, existen otros autores, como, por ejemplo, Baist, que lo hacen
derivar directamente del genitivo que se desarrolla sobre todo en la época de los
visigodos. Así aparecen formas como Roderici que sería Rodríguez. Una posible
solución es que confluyeran los dos factores señalados.

Donde es innegable la pervivencia del genitivo es en los topónimos como Castrojeriz,


que provendría de Castrum Sigerici. Otro caso muy común es Villalán, que para Lapesa
procede de Villa Egilani, pero Menéndez Pidal dice que viene de Villa Alani.

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Los derivados de Illorum, que se mantienen en otras lenguas como francés, italiano….
Pero en castellano medieval aparecen en la forma lur(es).

4.4. DEL DATIVO


El dativo fue muy pronto sustituido por “a” seguido del acusativo. Sólo en rumano
parece que se han mantenido algún rasgo más, pero en el caso del español sólo se

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conserva en las formas pronominales le/les, que en la época medieval podrían tener las
formas también de li/lis.
4.5. DEL ABLATIVO
Directamente, el ablativo ha dejado algunos adverbios como, por ejemplo, hogaño, que
procede del ablativo hoc anno, o todavía, que en la época medieval, a veces lo
encontramos con un valor temporal en vez de locativo, ya cambiando a cómo se ve hoy,
que proviene de tota via.
Para Menéndez Pidal, palabras como “legumbre, mimbre, nombre, lumbre”, es decir,
sustantivos acabas en -bre, podrían proceder del ablativo también. En latín, las palabras
de las que proceden estas formas eran neutros, y al ser neutros, la forma coincidía con el
nominativo y ablativo, por eso mismo, podrían proceder del ablativo según propone
Pidal. No obstante, tampoco descarta que hubieran formado un acusativo analógico
como Leguminem que es una forma reconstruida que es lo que finalmente hubiera dado
“legumbre”.
Donde sí hay coincidencia es en los adverbios acabados en -mente, ya que son restos
sintácticos del ablativo. Para crear esto, primero sólo se aplica a adjetivos que generan
intencionalidad, después pasa a adjetivos que indican un proceso o estado mental.
Luego, estos adverbios sólo aparecen con adjetivos que indican estado físico y ya,
finalmente, se extienden al resto. Es un proceso, por tanto, de gramaticalización.
La forma -mente, cuando ya se convierte en sufijo en español, alterna con -miente-
mientre-mientres…
3. LAS FORMAS NOMINALES: SUSTANTIVO, ADJETIVO, PRONOMBRES.
EL GÉNERO Y EL NÚMERO DE LOS SUSTANTIVOS
1. CUESTIONES GENERALES.
En los estudios lingüistas encontramos dos posturas: una nos dice que el género es un
morfema, pero otra, nos dice que el género es intrínseco de las palabras.
Carratalá define a los sustantivos con una fórmula: (A)umento (L)exema (A)umento
(F)ormantes= ALAF. Esta definición se refiere a los componentes y la estructura. En
esta definición, el género y el número se incluiría dentro del grupo de los formantes, y
así, define el género como una variación morfológica de primer grado. En esta
definición, género y número, se incluyen dentro de los formantes y esto parece dar la
idea que son formantes del mismo nivel. Muchos lingüistas, en cambio, dicen que no
son del mismo tipo ya que el género es un elemento más nuclear, constitutivo

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intrínsecamente que el número, que es periférico. De hecho, en la propia estructura de
los sustantivos, cuando podemos diferenciar género de número, primero va el género y
después el número, y siempre va así. Tanto para el estructuralismo como para el
generativismo, el género es un elemento inherente, ya que se tiene dentro del sistema
lingüístico, mientras que el número sólo se adquiere en el discurso.

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Esto tiene bastante que ver con la relación del género con la realidad extralingüística.
Hasta ese punto se ha hablado de esta relación, que algunas gramáticas, sobre todo
clásicas, hablaban de género “viril” y género “mujeril”. Hoy en día, esta relación entre
género y sexo se considera científica, es decir, que no puede mantenerse, pero no
podemos olvidar que la lengua no es lo que dicen los gramáticos sino lo que
cognitivamente los hablantes tenemos. En la mente de los hablantes parece que se
concibe el mundo como dos realidades: varones y mujeres, y eso se traslada de alguna
manera al lenguaje. De hecho, todavía en los sistemas de enseñanza, esta concepción es
la que sigue vigente y el valor semántico de indicar sexo es el que más claramente se
identifica. Esto hace que una secuencia como “la alondra canta” se considere
masculina.
Frente a esta visión cognitiva, desde hace tiempo, la gramática ha tratado de separar la
realidad extralingüística de los principios lingüísticos. Por ejemplo, Andrés Bello define
el género como “la clase a la que pertenece un sustantivo según la terminación del
adjetivo con el que se construye”. Es decir, que el género no está directamente
conectado con la realidad extralingüística.
Algunas de las posturas más recientes de los gramáticos señalan que el género,
fundamentalmente, es un rasgo etimológico que heredamos de las lenguas precedentes,
y al ser un rasgo etimológico, se relaciona con la flexión de la palabra.
En cuanto al valor sintáctico del género, los gramáticos dicen que los adjetivos no
tienen género en sí, sino que el género es propio de los sustantivos y puede ser la marca
con la que se combinan los sustantivos con los adjetivos.
Para otros autores, el género no sería una marca morfológica porque lo importante de él
no es su carácter morfológico de estructura, sino que sería una marca sintáctica, pues el
género sirve para indicar qué palabra va con otra, es decir, marcar una relación. Cuando
estudiamos la lengua del pasado hay que tener en cuenta que determinadas formas o
sustantivos pueden tener un género diferente del que se conserva ahora.
Si comparamos “perro/perra”, por ejemplo, podemos hacer una clasificación en estos
dos tipos y vemos que hay variación morfológica. Pero, en cambio, en el sustantivo
“mesa”, no existe su masculino, es decir “meso”. Hay un rasgo intrínseco lingüístico
que afecta a todos los sustantivos que es saber su género y ver con qué adjetivos o
determinantes se combinan. Lo que diferencia a los dos grupos anteriores es que el
grupo “perro/perra” sólo tienen género, pero los sustantivos como “mesa”. tienen
moción de género que es la posibilidad de algunos sustantivos de modificar su formar o
mediante otros procedimientos señalar el género en el que se incluyen.

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2. EL GÉNERO EN LATÍN
2.1. EL LATÍN TENÍA EN EL GÉNERO UNA DOBLE OPOSICIÓN.
Antiguamente, en latín, las palabras podían tener dos géneros, masculinos y femeninos,
pero otros podían gozar de un no género, es decir, eran neutros. Lo que en realidad
diferenciaba estos conceptos era la capacidad de ser animados o inanimados, pues los

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neutros eran para los conceptos inanimados y se consideraba no género, pero en realidad
había tres géneros.
2.2. CASOS ESPECIALES EN LATÍN
Esa correspondencia de realidad lingüística (seres animados e inanimados) y el género
se empieza a perder desde épocas tempranas en latín ya que se empieza a atribuir género
a seres inanimados, como por ejemplo genus que es linaje. También podían darse
palabras neutras para palabras de ambos sexos o animadas.
Otros casos especiales eran aquellos en los que la diferencia de género se daba por la
distinción léxica, como pater/mater.
Por último, había una creación analógica de femeninos como de servus à serva o
porcus à porca.
3. FORMACIÓN DEL GÉNERO EN ROMANCE. TIPOS ESPECIALES.
3.1. FORMACIÓN DEL GÉNERO.
En las lenguas romances desaparece el género neutro y en algunos tipos especiales de
sustantivos parece que se conserva, de hecho, hay un fenómeno dentro del español que
inicialmente se consideraba exclusivo de la zona cántabra, es el denominado neutro de
materia que se daba cuando determinados nombres, como “cebolla” se podían encontrar
con adjetivos tanto masculinos como femeninos (cebolla seca/cebolla seco). La segunda
construcción es posible debido a un fenómeno asturiano que es el neutro de materia
según el cual los nombres que indican materia se combinan con adjetivos que
aparentemente tienen formación con masculino. Así en lenguas romances el neutro
desaparece salvo en estos casos, por lo tanto, ¿qué sucede con los neutros latinos? Estos
tienen que pasar a femenino o masculino, y esto explica la variación de género para una
misma palabra en distintas lenguas.
En la formación del género, las lenguas romances heredan las lenguas latinas por lo que
tenemos, por un lado, una formación que se hereda morfológica y, por otro lado, se
hereda algunas formas derivadas que existían ya en latín.

Dentro de esta evolución que es puramente formal, es muy importante la herencia de los
valores del género, como el masculino con valor inclusivo. Es decir, halando de la
distinción entre término marcado y no marcado, en las lenguas romances, el masculino
es el valor no marcado y el femenino es el valor marcado. Así, el masculino tiene valor
inclusivo y el femenino exclusivo.

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También el masculino se puede considerar un término no marcado de las oposiciones
como, por ejemplo, “los niños” que se puede referir solo a niños o tanto a niños como
niñas, es decir, el conjunto.
3.2.TIPOS ESPECIALES DE GÉNERO.
Sustantivos epicenos: Era una distinción de la gramática tradicional. En este grupo,
uno de los aspectos donde más claramente se confundía la realidad extralingüística con
la lingüística. Se denominaban sustantivos epicenos a aquellos sustantivos cuya
distinción sexual se hacía mediante formas como macho/hembra, es decir, eran
sustantivos masculinos o femeninos en los que cuando se podía aludir a la diferencia
sexual se acudía a especificaciones del tipo macho/hembra. Se referían sobre todo a
seres inhumanos como perdiz, gacela, delfín… No forma parte de la realidad lingüística,
sino de la extralingüística.
Heteronimia: Se trata de la formación del género con distintos lexemas, es decir, con
palabras diferentes, como caballo/yegua o mujer/hombre. Pero esto, ¿son formas del
género propiamente dicho? La gramática tradicional, en estos casos, hablaba de que
eran sustantivos que tenían moción de género y esta moción se conseguía mediante la
heteronimia. Hoy tiende a considerarse como formas léxicas distintas pues caballo no
tiene moción de género, pues la moción de género indica otra cosa, que sería caballa.
Así que cuando hablamos de género hablamos de una categoría gramatical y no de una
categoría léxico-semántica.
Género común: Es el de sustantivos que refiriéndose a persona no muestra variación de
significante, pero sí de significado, como, por ejemplo, el médico y la médico, el juez y
la juez. En estos casos, la moción de género la expresan mediante el cambio de artículo
y el grupo suele ser de sustantivos que se refieren a personas. Hay una tendencia a
hipercaracterizar, es decir, eliminar cualquier tipo de ambigüedad en estos sustantivos y
así se puede emplear la jueza, dónde tenemos ya dos marcas de femenino, tanto el
artículo como el sufijo.
Género ambiguo: Son sustantivos que para designar la misma realidad pueden
combinarse con un masculino o femenino. Suelen ser inanimados, es decir, que se
refieren a entidades inanimadas, como, por ejemplo, el calor o la calor, el valle o la
valle… Todas estas combinaciones han tendido a formalizarse y lo normativo suele ser
el masculino. Estos cambios anteriores no tienen ningún tipo de distinción semántica,
pero en los ejemplos el olivo-la oliva o la orden-el orden ya hay un cambio de
significado por lo que se llegan a considerar de otro tipo de género y no ambiguo. Estos
tienen valor diferenciador semánticamente.
Género dimensional: Es una noción tradicional por la que se atribuye al género
diferencias semánticas distintas a las referidas al sexo, es decir, a masculino o femenino.
Esto se ha señalado desde hace tiempo en como el género también marca diferencias en
cuanto al tamaño o la dimensión. Por ejemplo, charco-charca, barco-barca, farol-farola.

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Heteróclitos: La variación formal “de género” implica diferencia referencial. Son
aquellos sustantivos en los que la variación formal, es decir, la presencia o ausencia de
un aparente morfema, implica diferencias desde el punto de vista del referente de la
realidad, y no tiene nada que ver ni con el sexo ni con la dimensión. Por ejemplo, el
físico-la física (la persona que estudia la disciplina) o los tipos el madero-la madera,
leño-leña… El masculino suele indicar individualidad y el femenino suele referirse al

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colectivo, pero no en todos los casos. En el caso de contrato-contrata, el cambio lo que
hace es producir un cambio semántico. El contrato es un documento, y la contrata sería
una acción.

La oposición de género como se ve tiene muchas variantes y muchos matices.


4.MORFOFONOLOGÍA HISTÓRICA DEL GÉNERO.
4.1.SUSTANTIVOS Y ADJETIVOS TERMINADOS EN -OR.
Desde el punto de vista histórico, cabe destacar los sustantivos acabados en -or, que
podía combinarse tanto con masculino como con femenino. Dentro de estos sustantivos
hay un tipo especial que se refieren en personas como señor, soror, que designan
personas femeninas. Esto se solía observar en la poesía trovadoresca, pues el amado se
refería a la amada como señor, con valor femenino.
En cuanto a los adjetivos en -or, se ve que el adjetivo indica que el sustantivo era
masculino mediante la concordancia en ejemplos como bestias bramadores o alondra
cantador. Esto indica que tanto alondra como bestia se relaciona con un género
masculino. Hay que tener en cuenta la terminación de estas palabras.

También es de interés que, durante la Edad Media, el sufijo -dor servía para masculino,
pero el femenino se hacía en -dera. Era la oposición, como cantador-cantadera que
luego se regulariza en cantador-cantadora.
4.2.SUSTANTIVOS EN -E.

En cuanto al género de los sustantivos acabados en -e, encontramos algunos grupos


diferenciados como los que acaban en -ante que desde muy pronto tienden a
hipercaracterizarse con el género mediante la desinencia ya que se refieren a personas,
como, por ejemplo, el infante/la infante – el infante/la infanta. Esta distinción, en el
siglo XIII más o menos ya podía estar vigente.
Otros tipos de sustantivos, como “tigre” que era un sustantivo que aludía tanto
masculino como femenino y sólo se cambiaba el artículo.
Algunos neologismos que entran en el siglo XVIII – XIX ya entran con la forma
desdoblada como dependiente-dependienta pero no todos han triunfado.

4.3.EL TIPO EL JUEZ/LA JUEZA, EL PORTAVOZ/LA PORTAVOZA.


Grupo de palabras que designan profesiones normalmente ocupadas por hombre pero
que hoy en día están en proceso de cambia como consecuencia de la realidad lingüística.
Por un lado, si se trata de femenino podemos tratarlo únicamente con el artículo, pero

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existe una tendencia de marcar también el sustantivo con el femenino
hipercaracterizándolo. Son formas que están dentro de una dinámica de transformación
de la lengua que trata de reflejar más claramente la presencia involuntaria de los
géneros.
4.4.MASCULINOS EN -A.

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Cabe señalar que los sustantivos, por regla general, suelen tener la -a final para denotar
femenino, pero existen unas cuantas palabras en español que acabando en -a son de
género masculino, como, por ejemplo, poeta, patriarca, profeta, taxista, poliglota, mapa,
planeta, anagrama… Esto se explica pues son todos cultismos.
4.5.EL ARTÍCULO ANTE FEMENINOS CON VOCAL INICIAL.

Son nombres femeninos que se combinan con artículos con apariencia masculina. La
Nueva Gramática de la Lengua Española señala que el artículo no es una forma
masculina si no una variante formal del artículo femenino. Esta posibilidad que hoy solo
ha quedado restringida a sustantivos puede ser una prueba evidente de su un elemento se
ha sustantivado, como, por ejemplo, el alta-la alta. Destacan el águila, el espada. La
forma “el”, en la Edad Media era posible la presencia de este articulo cuando la palabra
empezaba por cualquier vocal por lo que podría aparecer el iglesia, el arena… se da,
sobre todo, cuando las palabras terminan en -a.
4.6.”RICOS OMNES E RICAS FEMBRAS”
Hay una tendencia en la actualidad a la duplicación de género, es decir, a repetir el
género para aludir todo el conjunto. Esto no es exclusivo de ahora pues en documentos
medievales también encontramos este fenómeno. Destacan, por ejemplo, ciudadanos y
ciudadanas.
Cuando se necesita por razones pragmáticas el cambio en la situación discursiva se da
cuando el hablante quiere que nadie se sienta excluido por utilizar alguno de los dos
géneros solo. Hoy se recomienda no utilizar un lenguaje sexista.
5.EL NEUTRO
5.1.EL NEUTRO EN LATÍN. RESTOS ROMÁNTICOS.
El neutro en latín acaba desapareciendo con el paso de las lenguas románicas de manera
que, por lo general, los neutros se convierten en masculinos. El neutro en latín se refería
a realidades inanimadas, y estos se convierten en masculinos.
Aún quedan algunos restos del neutro latino, como, por ejemplo, en italiano, con le
mura, le dita… La fruta o “la caída de la hoja” son restos de neutro latino por que
abarcan el conjunto.
Se ha señalado también como herencia del neutro latino una tendencia de las lenguas
romances a crear sustantivos postverbales terminados en -a, como el neutro plural, así se
ve la toma, la venta, la compra, la limpia… Todo esto tiene un significado colectivo,
pero, sin duda, donde más claramente se manifiesta esta herencia latina es en el neutro

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de materia cuya manifestación está en los sustantivos. Aquí el neutro no desaparece
completamente, pero se ha fundido con la terminación del masculino -o que engloba a
los dos géneros y hay algunas variedades donde todavía la fonética nos indica que el
neutro evolucionó de una manera y el masculino de otra. Esto se comprueba muy bien
en las hablas asturianas en las que la -o final tiende a realizarse como una -u, de manera
que ferrum>ferro y el ferrum se refiere a un hierro individual, y ferro es el colectivo.

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Distingue el contable del no contable.
Esto demuestra que lo que se creyó de que el neutro se fusionó con el masculino es
mentira, pues, en realidad, cada género tomó un camino diferente. Este fenómeno que
sigue teniendo una extensión geográfica bastante grande también afecta a los
pronombres átonos, por lo que, si hay que referirse a ferru tendrá el artículo lu, en
cambio, ferro llevará el artículo lo.
El neutro de materia se manifiesta en sustantivos masculinos donde la terminación es
posible, y, también, donde no es posible.
5.2.LA EXPRESIÓN DEL CONCEPTO DE “NEUTRO” EN ESPAÑOL.
El conjunto “cebolla seco” es un neutro de materia, pero el conjunto “cebolla seca” es
femenino y contable.
Esto tiene bastante también a los pronombres referenciales y tiene bastante importancia
desde el punto de vista evolutivo ya que es una prueba de que se rompe el sistema
etimológico de las formas pronominales. Es en este momento cuando se empieza a
asociar el uso de un artículo o de otro, según su género y no por su concordancia de
caso.
Hoy en día se ha considerado que los adjetivos en español tienen tres terminaciones: la
bueno, el bueno, lo bueno.
EL NÚMERO

Tradicionalmente, se ha ligado el número a la realidad extralingüística. Nebrija, en la


primera Gramática Castellana del castellano dice “Número en el nombre es aquello por
que se distingue uno de muchos. El número que significa uno llámase singular, como el
ombre, la muger. El número que significa muchos llámase plural, como los ombres, las
mujeres”. Esta interpretación se ha prestado a interpretaciones erróneas porque
confunde número como categoría gramatical frente a una posición lingüística de uno
frente a muchos. De hecho, hasta 1961, la última Gramática de la Real Academia
oficial, señala como plural “la mujer hacendosa trabaja todo el día”. Esto lo señala
como plural pues se refiere al conjunto de mujeres pues se confunde el número
gramatical con el significado aportado por la forma lingüística. Por tanto, hay que
distinguir claramente el número gramatical, que es aquel que se expresa
morfológicamente, y valor del número que es el valor de los sustantivos. Además, la
definición de Nebrija no es válida para todos los nombres, como, por ejemplo, con los
nombres de materia como ejército/ejércitos. Los nombres que se refieren a entidades no

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contables, los sustantivos de materia, no podría tener plural porque no se distingue uno
de muchos como arena, agua, madera…
Por otra parte, si entendemos el número de uno frente a lo que distingue estaríamos
valorando la posibilidad de una definición válida universal porque el concepto de
número aritmético es un concepto cultura y no lingüístico, de hecho, la facultad de
contar, no es común a todas las lenguas ni a todas las culturas pues no todas las lenguas
cuentan. En algunas lenguas no hay números naturales, pero sí gramaticales. Lo que sí
parece que existe es universalmente es la oposición de unidad frente a más de uno, pero,
¿cómo se expresa esto en las lenguas donde no hay números naturales? Por ejemplo, en
tailandés se utiliza buku para singular frente a buku buku para plural. Por otro lado, en
muchas lenguas la oposición no es singular-plural si no que hay muchas posibilidades
como el -singular-dual-plural.
Para obviar la correspondencia entre número gramatical y la realidad se ha aludido al
concepto de número real frente a número arbitrario. El número real es el que se
asigna a los objetos contables y el numero arbitrario sería el que se otorga o da de
manera analógica a otros sustantivos en los que esa distinción no se da, es decir, no es
uno frente a más de uno. Esta distinción da preminencia a la organización de la realidad
pues llamamos numero a los que en la realidad tiene unas características determinadas.
Por último, se ha señalado que el sistema de marcas de número del español es bastante
sencillo frente a la de género.
2.MOROFOFONOLOGÍA HISTÓRICA DEL NÚMERO
2.1.SUSTANTIVOS EN Í.
Para la norma académica, estos sustantivos deben ajustarse a la norma de que deben
añadir -es, como jabalí/jabalíes, esquí/esquíes. Pero la realidad es que en la lengua
hablada triunfan las terminaciones en -s como rubí/rubís o maniquí/maniquís. Estas
formas están justificadas pues Nebrija o Cobreja ya hablaban utilizando estas formas
como maravedís en vez de maravedíes.
2.2.EL TIPO BUEY.
Otro tipo de sustantivos son los que acaban en -ey como buey, rey… Históricamente
también han tenido alternancia en la formación del número pues podía ser los buey. Lo
correcto es que el plural acabe en -es. Los sustantivos en -é, a menudo, tienden a
hipercaracterizar morfológicamente el plural, de manera que café se podría decir cafeses
duplicando el plural. Lo mismo pasa cuando los sustitvos acaban en -s como rodapiés-
rodapieses.
2.3.SUSTANTIVOS EN -Á.

Hay una alternancia entre añadir -s o -es como con sofá.


2.4.SUSTANTIVOS EN -U, -Ú.

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En cuanto a estos sustantivos, en general tienden a añadir solo -s, como tribu/tribus o
tabú/tabús.

2.5.SINGULAREA EN -S.
Los sustantivos que acaban en -s suelen acabar así y se expresa el número mediante el
artículo como crisis, lunes, atlas… En todo caso, se ajustan a la normal de añadir -es.

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2.6.EXTRANJERISMOS.
En la actualidad presentan algún problema mayor pues tienen algunos conflictos respeto
a cómo formar el plural, como, por ejemplo, el plural de chalet que se dice chalets,
chaletes o carnet con carnets o carnetes.

El caso de club es bastante interesante pues demuestra las posibilidades de adaptación


que tenemos en español. Se puede decir clubs o clubes. Serían adaptaciones fonéticas
pero esta forma en algunas zonas del español ha entrado como “clup” por lo que ahora
sería clues.
2.7.COMPUESTOS.
Estas formas de plural no tienen una normal absolutamente fija, como, por ejemplo,
hidalgo, que procede de fijo d´algo. Los elementos compuestos, por tendencia, si son
sustantivo con sustantivo, sólo tienen el plural en el primer elemento como peces
espada, pero si son compuestos de sustantivos y adjetivo llevan la marca en los dos
como guardias civiles. Hay algunas excepciones como hora extra que al ser una
sustantivo y adjetivo deberían llevan los dos elementos la marca, pero no, sólo la lleva
el primero aunque la RAE admite las dos formas y sugiere que la marca aparezca en los
dos elementos.
3.VALORES DEL NÚMERO
3.1.LA OPOSICIÓN SINGULAR-PLURAL.
En los sustantivos contables, se marca la oposición entre uno y más de uno, pero, esto
no es exactamente así ya que cuando hay ausencia podemos usar tanto el singular como
el plural, como, por ejemplo, no hay ningún libro vs. No hay libros. Otra excepción a
esta idea son las prendas de vestir, ya que desarrollan el plural distributivo como, por
ejemplo, Los niños tenían el abrigo puesto ya que cada uno de ellos tiene un abrigo, no
es un abrigo común.
En los nombres de materia, el plural lleva aparejado un cambio de subcategoría, es
decir, el singular marca los nombres incontables como vino, mientras que el plural
transforma estos nombres en sustantivos contables, vinos à Los distintos tipos de
vinos. Esto solo sucede en el singular genérico. La lengua antigua empleaba más que la
moderna el plural de los nombres de materia sin implicar cambio de subcategoría.
3.2.SINGULAR GENÉRICO Y SINGULAR REPRESENTATIVO.

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El singular genérico es aquel que se refiere al género o la especie, como, por ejemplo, el
hombre es animal racional. Mientras, el singular representativo es el caso de contables
que funcionan casi como nombres de materia como, por ejemplo, en esta comarca hay
mucha perdiz. Esto se remonta en tiempos del Cid
3.3.SINGULAR Y PLURAL EN LOS NOMBRES DE MATERIA

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Aparte de los valores generales, cabe destacar la mayor frecuencia del plural de los
nombres de materia en los textos antiguos. Este plural era corriente con valor intensivo
como, por ejemplo, sacóme de muchas aguas.
El uso del plural era frecuente también en el sintagma con la preposición de como, por
ejemplo, queso de cabras, manteca de vacas.

3.4.USO DEL SINGULAR Y DEL PLURAL CON VALOR DISTRIBUTIVO


El singular distributivo es aquel que comprenden los sustantivos que están en singular
pero se refieren a un número plural, es decir, tienen significado de pluralidad. Por
ejemplo, en la frase ”¿Habéis traído la camiseta, niños?”, la camiseta es un sustantivo
singular que tiene valor distributivo, pero se refiere a más de una camiseta pues cada
una pertenece a un niño.
En las partes del cuerpo, el singular es hoy general como, por ejemplo, “los alumnos
levantaron la mano”. Frente a este valor distributivo, en la lengua antigua se refiere al
plural como, por ejemplo, “tantos buenos caballos sin sus dueños andar”.

3.5.CONCORDANCIA GRAMATICCAL EN LOS NOMBRES COLECTIVOS


Los nombres colectivos solían llevar el verbo en plural (el concejo los embiáredes a mí,
tu familia no te olvidan). Por otro lado, encontramos los plurales a tantum que son
herencia de voces latinas como, por ejemplo, “víveres” o “fauces”. Hay algunos
hablantes que sí realizan el singular de estas formas como tijera, gafa, alicate….
NOMBRES PROPIOS Y APELATIVOS

1.NOMBRE PROPIO FRENTE A NOMBRE COMÚN.


Donato distinguió ya en el siglo IV d.C el nombre propio del nombre común diciendo
que el nombre propio es el que conviene a un solo objeto y el nombre común o
apelativo se refiere a varios objetos.
En la Edad Media se considera que el lenguaje es reflejo de la realidad, y que la relación
entre el nombre y la realidad designada no es arbitraria sino motivada y así los
naturalistas dominan sobre los convencionalistas.
1.1.LA ETIMOLOGÍA DEL NOMBRE PROPIO EN LA EDAD MEDIA.

En las glosas de muchos autores latinos medievales, el nombre de un objeto o entidad se


explica por sus cualidades esenciales como, por ejemplo, lobo quiere decir tanto como
ladrón. La etimología o verdadero origen de la palabra se configura como una forma de
conocimiento para la mentalidad antigua. Es decir, para esta mentalidad, la etimología u

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origen de la palabra se configura como una forma de conocimiento. Así se explican
tanto los nombres comunes como los propios.

1.2.POSTURA TRADICIONAL SOBRE EL NOMBRE PROPIO.


En la gramática tradicional se ha separado con claridad entre nombre propio y común y
la distinción es básicamente semántica.

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1.3.PUNTO DE VISTA ESTRUCTURALISTA.
La llega del estructuralismo supuso una revisión de este planteamiento y así la
diferencia es que el nombre común nos dice qué es un objeto mientras que un nombre
propio nos dice cómo se llama ese objeto. Otros estructuralistas basan la oposición en
las connotaciones. Finalmente, los estructuralistas han negado la separación ya que
dicen que un nombre propio (Antonio) se refiere a un objeto determinado y único solo
en el discurso, pero el mismo nombre puede predicarse de varias personas. Esto lo dice
Bally.
La crítica a esta postura consiste en oponer que las entidades con un mismo nombre no
constituyen una clase.
1.4.PUNTO DE VISTA DE COSERIU.
Coseriu distingue entre univocidad (abarca a aquellos nombres que solo se atribuyen a
un ente), multivocidad (abarca a aquellos nombres que sirven para varios entes),
monovalencia (son aquellos que se predican de la misma manera de un ente, es decir,
asignan características idénticas a un ente) y plurivalencia (los nombres se predican de
la misma manera a varios entes).
Los nombres propios son unívocos o multívocos, pero siempre son monovalentes. En
cambio, los nombres comunes son polivalentes, y generalmente multívocos, aunque
agua y aceite son unívocos.
El nombre propio no tiene significado, solo referencia. Así, el nombre propio es
denominador y le común es clasificador.
1.5.AMBIGÜEDAD REFERENCIAL DE LOS NOMBRES PROPIOS.
Fernández Leborans plantea, en 1999, la ambigüedad referencial en los nombres
propios. Se discuten los ámbitos anteriores mencionados y este autor se pregunta si los
nombres propios son multireferenciales o si se trata de casos de homonimia. En
cualquier caso, esa ambigüedad referencial queda desambiguada en el nivel discursivo,
pues al estar en el discurso el nombre se refiere a un único elemento. En este trabajo
también entra la cuestión que dice si el nombre propio tiene un verdadero significado, y
la respuesta es NO.
2.ORTOGRAFÍA.
2.1.EL EMPLEO DE LAS MAYÚSCULAS.

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En la actualidad, el nombre propio se marca con mayúscula, pero esto plantea algunos
problemas particulares, como, por ejemplo, la fijación por antonomasia (Renacimiento,
Guerra Civil…), nombre de instituciones (ayuntamiento, ministerio. El rey…),
sintagmas y anexiones (paseo del Prado, estrecho de Gibraltar…). Esto también sucede
con el artículo pues a veces forma parte del nombre propio como, por ejemplo, El
Escorial, San Millán de La Cogolla… Esto plantea un problema pues no se sabe cuando
el artículo forma parte del nombre o no. En cualquier caso, existe una norma, aunque a
veces resulte difícil seguirla. Esta normal está marcada por las instituciones o la Lengua
Española, aunque en la Época Medieval o siglo XVI, XVII esto no existía. Incluso con
la llegada de la Academia se siguen sin resolver estos problemas pues las normas tardan
en difundirse.

En la letra manuscrita, más que distinguir entre mayúsculas y minúsculas, se debe


distinguir entre letras capitales, mayúsculas y minúsculas. Las letras capitales, que
tienen una forma definida que es distinta a las demás, son aquellas que dan comineo a
un encabeza, título, apartado… En cambio, en algunas tradiciones de escritura, más
propiamente que de letras mayúsculas, hay que hablar de letras altas frente a sus formas
bajas. Las bajas se corresponden con aquellas que se pueden escribir dentro del renglón
o sobresalen por abajo. Estas son todas minúsculas. En la gótica libraria, alguna letra se
diferencia por su forma y no por su tamaño, por ejemplo, la r siempre se escribe R, en
forma mayúscula. Otras veces resulta difícil distinguir entre un trazo doble de algunas
letras (ss,ff) y mayúscula. Los manuscritos, por ejemplo, hacen un uso irregular de las
mayúsculas y las minúsculas.
Esta dificultad de distinción entre mayúsculas y minúsculas la resuelve en gran parte,
pero no del todo, con la llegada de la imprenta, pues se ve más claramente marcado.
Hay problemas de edición en los textos antiguos.
2.2.FORMA GRÁFICA DEL NOMBRE PROPIO.
Hay una creencia generalizada que dice que los nombres propios no tienen ortografía, es
decir, que da igual cómo se escribe y por eso suele haber más de una variante, como,
por ejemplo, Elena y Helena.
En los nombres propios son frecuentes también la pervivencia de formas ortográficas
antiguas como México en lugar de Méjico, o Qatar en lugar de Katar. La H intercalada
también se suele ver en los nombres propios como Luchas, en lugar de Lucas o Phelipe
en lugar de Felipe.
Por otro lado, hay muchos problemas de interpretación de las abreviaturas pues, con
mucha frecuencia, en los documentos se encuentra el nombre propio con abreviaturas.
Interpretar abreviaturas es difícil pues, por ejemplo, Jn podría ser Jhoan, Joan o incluso
Juan.
Otro de los problemas que nos encontramos tienen que ver con las adaptaciones
fonéticas y gráficas con los nombres que no son frecuentes en el español. Por ejemplo,
Débora(h), o adaptaciones históricas, es decir, que varían su forma con el tiempo

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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
habiendo dos nombres, uno tradicional y otro actual como Moscovia, que hoy en día es
Moscú. Estas cuestiones son sobre todo gráficas pero que después también influyen
otras variantes. También, con la coexistencia de lenguas oficiales, pueden aparecer dos
topónimos para un mismo lugar, como, por ejemplo, Biscaia o Vizcaya. Esto se da
sobre todo en las zonas bilingües.

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
3.FONÉTICA

Las desviaciones con respecto a la fonética tradicional del español se dan sobre todo en
estos nombres propios como Thomas o Jónathan. Es decir, frente a los nombres
comunes extranjeros que suelen tener un proceso rápido de adaptación, están los
nombres propios que son más resistentes y a veces surgen en esa incorporación formas
que no respetan las normas de pronunciación española. Así las letras acaban teniendo un
valor fónico diferente al español. Los nombres comerciales como Bershka o Pinky
también se conservan.
La lengua histórica se caracteriza por la variación en la forma y la fonética. Por
ejemplo, el nombre de Fernando, a lo largo de la historia, ha tenido distintas variaciones
como Ferrando, Fernán, Ferránt, Hernando, Herrán…
4.MORFOSINTAXIS
Con respecto a lo morfosintaxis del nombre propio, cabe destacar que el nombre propio
se caracteriza porque se presenta y se actualiza sin artículo, sin determinante ni
actualizadores. En castellano no aparecen los artículos con el nombre propio. Otra
característica es que rechaza los complementos especificativos o restrictivos.
Únicamente admite estos dos tipos de elementos cuando ambos están combinados
como, por ejemplo, “El Andrés que conocimos vive en Madrid”. Aquí se hace referencia
a un Andrés específico por lo que es obligatoria la combinación de los dos.
4.1.GÉNERO Y NÚMERO.

En cuanto al género y el número, los nombres propios se caracterizan por tener flexión
fija. Algunos son invariables, pero otros tienen también esa variación formal, algo que
es muy parecido al morfema de género en los sustantivos comunes como Fernando-
Fernanda, Antonio-Antonia. Algunos nombres propios sirven tanto para hombre como
para mujer como Trinidad o Cruz, que en América es para hombre, pero en España se
suele utilizar para mujer. En esa relación que existe entre nombre común y propio cabe
destacar que la frontera no está absolutamente clara, especialmente en los topónimos.
Ese problema de la separación entre nombre común y propio se ve también en los
nombres propios que derivan de los nombres comunes como Amparo, Consuelo,
Soledad…
La identificación aquí es más clara pues unos remiten a la designación de una persona y
otros no.
En la actualidad, los patronímicos especialmente, tienen una fijación formal de manera
que, por ejemplo, el patronímico Muños ya no admite variación. Esto no sucedía en la

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lengua antigua ya que antes no era Juan y Juana Muñoz, sino que era Juan Muñoz y
Juana Muñoza. Esto dura al menos hasta el siglo XVII. Los estratos bajos de la sociedad
tendían a marcar el género.

Otro asunto de interés tiene que ver con el plural. En este plural también hay diversidad,
aunque siguen una regla: los nombres propios pueden admitir un plural (Antonios,

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Anas, Juanes…), pero los apellidos no lo admiten (los Díaz, los Hernández…).

4.2.ACTUALIZACIÓN DEL NOMBRE PROPIO.


En el castellano, los nombres propios son reacios a la actualización mediante el artículo,
pero, en la lengua románica si que pueden aparecer actualizados con el pronombre “el”.
En cambio, hoy en día, en los usos vulgares si que suele aparecer este artículo. A veces
también se utiliza con valor expresivo, con un matiz despectivo.
Respecto al uso de “un”, los nombres propios pueden aparecer con “un” con valor
indefinido mediante un uso histórico. Históricamente, “un” tenía valor de presentador
indefinido indeterminado y aparece con mucha frecuencia en los textos. Así se ven
cosas como “llegó un tal Juan Gómez”.
También aparece “un” con formas lexicalizadas cuando el nombre propio deja de ser
esto para adquirir valor de nombre común. Así se ve, por ejemplo “ser un judas, venir
hecho un cristo”.
5.ONOMÁSTICA. TOPONIMIA Y ANTROPONIMIA.

5.1.TOPÓNIMOS
Otro conjunto de nombres que presentan dificultades específicas son los topónimos, es
decir, los nombres de lugares. La realidad física empieza a relacionarse con los nombres
propios. Los topónimos están basados en la realidad, los nombres de lugares están muy
bien puestos ya que designan aquello a lo que quieren referirse. También pueden
encontrarse paradojas como “Santos de la Humosa”. Pero, ¿cómo se da este proceso de
fijación referencial? Se puede dar mediante el amojonamiento de los términos, es decir,
estableciendo concretamente los límites de los términos. Por otra parte, se debe observar
si lleva artículo o no.
Dentro de los topónimos, también hay nombres propios de persona y nombres de
ciudades. Los problemas que planten son menores que la toponimia anterior pues lo
interesante es observar cuando se empezaron a considerar topónimos estas referencias.
Más difícil sería encontrar el origen de los sintagmas como La fuente del Manzano.
Los nombres propios son mucho más susceptibles de recibir la influencia de las
etimologías populares pues hay más tendencia de preguntarse su procedencia como
Cuernavaca, Cuesta de las Perdices, Camino de la Viuda… Otras veces pueden ser
nombres duplicados. Hay una tendencia de tratar de encontrar ese vínculo entre el
nombre de las cosas con la realidad mencionada. Por ejemplo, Santillana no viene de
“santa” y “llana”, sino de “sant” e “illana” que sería Santa Juliana.

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5.2.ANTROPÓNIMOS (ESPECIALMENTE PATRONÍMICOS).
Los antropónimos son un claro reflejo de los estratos de la población de un territorio.
Los cambios de nombre pueden indicar el cambio de sociedades que se asientan en un
determinado territorio.
Los patronímicos pueden proceder directamente del nombre del padre o puede estar

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derivado de él, puede indicar el lugar de procedencia, el oficio, un apodo…

La transmisión del apellido, tal y como ocurre hoy en día, se empieza a documentar en
el siglo XIX.
EL ADJETIVO

El sintagma preposicional se utilizaba cuando todavía no existía el adjetivo


correspondiente como, por ejemplo, mesa de madera ya que no existe mesa maderil.

Otras veces, también se afirma, que cuando existe de hierro no significa lo mismo que
lo anterior, es decir, el sintagma preposicional de hierro que el sintagma adjetivo ferreo.
De hecho, decimos que una ventana es de hierro, pero no que una ventana es férrea. En
algunos casos podría ser sustituible, pero en otros muchos casos no. Por ejemplo, cocina
madrileña, puede ser propia de ese lugar, pero puede darse en cualquier lugar. En
cambio, cocina de Madrid, se refiere a todos los tipos de cocina que se dan en la ciudad
no tienen porqué ser siempre estructuras alternativas, pueden querer decir cosas
distintas.

En la lengua medieval encontramos, a veces, ejemplos de esta alternancia: sacrificio de


vanidad frente a sacrificios vanos. En este caso, la alternancia sí que tiene un
significado básicamente igual, sin embargo, obedece a dos influencias distintas.
Sacrificios vanos deriva directamente de la tradición latina, mientras que los sacrificios
de vanidad derivan de las tradiciones semíticas.
Debemos añadir que, en ocasiones, los adjetivos tienen formas similares, pero no tienen
el mismo significado. Metálico básicamente equivale a metal, pero acuático no es lo
que está hecho de agua sino lo que se puede relacionar con ella. En otros casos, hay
adjetivos que faltan como de madera que no se corresponde con maderil porque este
último no existe, o, a veces, aparece en otra época como de fuego – ígneo, o de plomo –
plúmbeo.
La aposición surge como consecuencia de la pérdida de la preposición correspondiente
como Río Duero.
Existen tres modos para determinar el adjetivo:
El adjetivo presenta una coincidencia bastante constante, un paralelismo formal con el
sustantivo, y eso ha hecho que, históricamente, se incluyan dentro del mismo grupo. Por
este paralelismo formal, sin embargo, presenta rasgos morfológicos específicos.
Algunos de estos rasgos señalables son, por ejemplo, que los adjetivos tienden a ser
unidades lingüísticas de más de una sílaba ya que no hay monosilábicos. Otro rasgo

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morfológico que caracteriza a los adjetivos es la fijación a partir del participio verbal
con las terminaciones -ado, -udo e -ido. Históricamente, desde un punto de vista
sintáctico, el adjetivo es el elemento no nuclear del sintagma nominal que sí tiene
significado léxico, que tiene morfemas de género y número, pero no directamente, sino
que esos morfemas les vienen del sustantivo con el que se combinan. El adjetivo no
tiene género ni número en sí, sino que lo recibe del sustantivo al que complementa o
completa, del que son adyacentes. Esto hace que haya un número alto de adjetivos que
son invariables en género, en algunos casos por consecuencia directa del latín, y en
otros a pesar de poseer género en latín, hoy en día son invariables.

En cuanto a las variaciones formales del adjetivo, debemos mencionar una que afecta al
acento señalado por Mairiel. Este señala en caso de los adjetivos terminados en -io
como sucio, turbio, medio… Aquí parece que se ha dado lugar un desplazamiento
acentual pues en castellano medieval el acento era -ío. Este traslado acentual también lo
encontramos en sandio, originalmente sandío. En otros casos, es el verbo el que influye
al adjetivo de esta manera como amplío > amplio. En definitiva, se acaba generando un
paradigma, aunque casa caso puede tener su explicación individual.

ADAPTACIONES ROMÁNICAS DE LOS ADJETIVOS.


Existen adjetivos de tres terminaciones (-um, -a, -us) y de dos terminaciones. En el paso
al romance, hay una reducción de las terminaciones. Una duda que se plantea es si los
adjetivos de tres terminaciones (-um, -a, -us), es decir, en latín los adjetivos de la
primera y segunda declinación, pasan a tener solo dos géneros o existe una coincidencia
formal.
Los adjetivos de la tercera, aunque había algunos de tres terminaciones también, tienden
a confluir con los adjetivos de la primera y la segunda declinación. En el caso de otros
adjetivos de la tercera, en español pueden mantener la terminación mientras que, por
ejemplo, en italiano se desarrollan mediante la noción de género.
Los adjetivos terminados en -e son invariables. De gris, antes existía la variante grisa,
de pobre, existía pobre hombre y pobra mujer. Los adjetivos en -or, en la actualidad,
presentan la variación de género, pero en la época medieval aparecen en muchas
ocasiones de forma invariable. Por otro lado, este tipo de adjetivos en -or, presentan la
fusión entre -dor que era invariable y -dero que era variable. Así se podía encontrar
servideros y servideras.
Históricamente, podemos hablar de las alternaciones entre -dor y -dera aunque esta
forma no es constante pues también encontramos -dero y -dera.

También existen adjetivos terminados en -n. Antes podían aparecer de forma invariable,
pero hoy en día sí tienen noción de género.
El último tipo son los adjetivos terminados en -es. Estos mantienen hasta hoy en día la
alternación entre variedad formal e invariabilidad como, por ejemplo, cabra montesa
pues en este caso no podría ser “cabra montés” mientras que burgués sí que admite
burguesa. Cortés es otro ejemplo de adjetivo invariable.

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Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Un aspecto diferenciador de los adjetivos es que estos presentan y permiten la gradación
y, en cambio, los sustantivos no. Esto es debido a la herencia latina ya que los adjetivos
latinos admiten los grados positivo, comparativo y superlativo. Esta situación latina se
hereda en las lenguas romances. La gradación no siempre se hace a partir de morfemas,
sino mediante otras unidades léxicas.

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Mediante el comparativo se confrontan dos términos entre sí pero el superlativo latino
funcionaba de una manera diferente ya que se utilizaba cuando la comparación era entre
tres o más términos, o en los casos en los que se calificaba de forma extrema. En teoría,
por lo menos en latín clásico para la formación del adjetivo podía hacerse mediante el
adverbio malis y, más adelante, plus: con malis tendremos el adjetivo en grado positivo.
Desde muy pronto aparecen estructuras como “avidior quam prudentior” que venía de
prudens.
Por otro lado, dentro del comparativo, a veces se utilizaba la forma del comparativo sin
valor de comparación como “senectus est natura loquacior” que significaba “hablador
no más hablador” pero se refería a “persona mayor”. Hoy en día también hay un uno
similar, como por ejemplo en la oración mi padre está muy mayor.
Por último, a veces se producen interferencias entre los dos grados ya que a veces se
emplea el comparativo con valor de superlativo u otras veces se combinan ambos.
En romance, se crean y se distinguen tres tipos de estructuras de comparativo:

• De superioridad: más que.


• Igualdad: igual que.
• Inferioridad: menos que.
El castellano ha heredado una serie de comparativos sintéticos directamente del latín
como mejor, peor, mayor, menor, inferior, superior… Estos adjetivos sintéticos se
pueden sustituir por su forma analítica como más bueno, más malo… A parte de estos,
el castellano tiene más adjetivos heredados como anterior o posterior pero estas formas
ya no son formas del comparativo en romance. Otras formas como interior, exterior,
ulterior… que eran formas del comparativo, hoy en día tampoco tienen nada que ver
con su pasado
Respecto al superlativo, se pueden distinguir dentro de este grupo, el superlativo
analítico y sintético, que son las dos maneras de formar este superlativo. Las lenguas
romances han optado en general, a lo largo de la historia, por unas formas y por otras,
pero finalmente ha predominado el analítico. También cabe destacar la distinción entre
el superlativo absoluto y el superlativo relativo. El absoluto se presenta la cualidad sin
establecer comparaciones, simplemente se indica el grado máximo presentado con la
forma muy o -ísimo, en cambio, el analítico se forma mediante estructuras como el más.
Los procedimientos analíticos tienen una mayor presencia en las lenguas romances
donde parece que se da una tendencia mayor a la perífrasis y las formas perifrásticas
más que las sintéticas. En español, esto se forma mediante un adverbio cuantificador

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como muy pero en la Edad Media podía aparecer también mucho. También en el
español se pueden encontrar otros adverbios como bien (bien rico, bien guapo) o
extremadamente, increíblemente… Estos adverbios indican calidad en grado máximo.
También pueden aparecer locuciones cuantificadores como es un huevo de guapo o es
la hostia de listo. Incluso el superlativo puede formarse mediante marcas fónicas como,
por ejemplo, el adverbio tan resaltado de forma fónica (“está taaaan rico”).

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El superlativo analítico también se encuentra mediante la reiteración como, por ejemplo,
esto está rico rico, pero rico rico. El segundo nombre de la repetición suele funcionar
como un adjetivo.
En cuanto a las formas sintéticas para los superlativos destaca la terminación -
íssimo pero algunos adjetivos heredan del latín los sufijos como -érrimo. Este último es
un grupo muy reducido pero que se mantiene. Otros superlativos son irregulares como
óptimo, pésimo, máximo, mínimo, supremo e ínfimo. Estos superlativos son heredados
directamente del latín.
El estudio de los superlativos entronca con unos casos particulares de formación de
adjetivos llamados elativos que son los recursos lingüísticos que tiene la lengua para
expresar cualidad en el grado más alto. En estos casos, el propio adjetivo indica ya
cualidad en el grado más alto como, por ejemplo, fundamental, es decir, que está en el
grado máximo de los fundamentos o esencial, excelente… Estos adjetivos elativos
puesto que expresan la cualidad en su grado máximo no se combinan con
cuantificadores de tipo de muy o mucho. En la actualidad hay una tendencia a crear
nuevas estructuras sintéticas mediante la prefijación como, por ejemplo, super, mega,
hiper, ultra…
5.SINTAXIS DEL ADJETIVO CALIFICATIVO.
5.1.ADJETIVO CALIFICATIVO ATRIBUTIVO.
Tradicionalmente se han diferenciado dos tipos de adjetivos: los adjetivos calificativos
frente a los adjetivos determinativos. Hoy en día, los adjetivos determinativos se
considera otra clase de palabras que son los determinantes, por lo que hoy en día los
adjetivos son los calificativos únicamente. La diferencia sintáctica entre estos es que los
adjetivos calificativos pueden aparecer tanto delante como detrás del nombre, pero los
determinativos solo pueden aparecer delante del nombre, en una única posición.
En el latín clásico, el orden que se daba con mucha frecuencia a los adjetivos era la
anteposición, es decir, anterior al nombre, pero en latín vulgar lo que se suele encontrar
en la posposición, es decir, detrás del nombre. Esto nos lleva a una diferencia en la
posición del adjetivo dependiendo si la lengua es hablada o escrita.
La regla general en latín vulgar y las lenguas romances es mantener la posposición que
es el valor no marcado del adjetivo, mientras que, si se antepone, adquiere valores
marcados. Esto hace que en español esa posición pueda tener diferencias semánticas
pues no es lo mismo una creencia verdadera que una verdadera creencia

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En cuanto a la clasificación del adjetivo, según Lapesa se diferencian entre los
calificativos: adjetivos valorativos, que son los propiamente calificativos e indican
cualidad subjetivas, adjetivos descriptivos que son aquellos que indican una cualidad
objetiva, adjetivos relacionales que marcan la relación entre el sustantivo con otra
entidad como, por ejemplo, los adjetivos que marcan naturalidades y los adjetivos cuasi-
determinativos que son un conjunto de adjetivos que están semánticamente muy

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próximos al valor determinativo pero no se incluyen con los determinantes como
escaso, numeroso, último, mero…Esta clasificación se ha utilizado también para
analizar cual es las posibilidades de colocación sintáctica de manera que los valorativos
admiten tanto la anteposición como la posposición. Los descriptivos, por lo general,
prefieren la posposición, los relacionales solo admiten la posposición como norma y los
cuasi-determinativos, como se comportan como los determinativos, tienden a colocarse
también delante del sustantivo.
Esta clasificación es válida para lengua actual pero la validez general de esto depende
en gran medida de la época de la que estemos hablando, especialmente de la época
literaria, pues, por ejemplo, en el siglo XV se adoptan las formas latinas de orden
clásico en las que predominaban la anteposición por lo que en la literatura se haya una
posición prenominal del adjetivo mientras que en el siglo XVIII, a parte de que la
adjetivación es mucho menor, los adjetivos se hayan pospuestos al nombre.
Podemos encontrar un problema cuando el sustantivo está complementado con dos
adjetivos que pueden ir los dos delante, los dos detrás o uno delante y el otro detrás. Si
hay más de dos adjetivos, por lo general tienden a repartirse en el contexto de manera
que quedan unos delante y otros detrás.
Hay una regla general que dice que las lenguas romances tienden en colocar el adjetivo
en posición posterior al nombre, y en esta posición, el adjetivo adquiere valores
generalmente determinativos o especificativos, pero cuando en las lenguas romances el
adjetivo está antepuesto al nombre, este adquiere valores más subjetivos. Por otro lado,
también se puede dar un cambio de significado por la posición.

Así, se ve que el orden lineal del adjetivo le da un valor restrictivo. En este orden lineal
se ven los adjetivos descriptivos también. Pero cuando no siguen este orden lineal, sino
un sentido envolvente, es decir, han modificado su posición no marcada, por lo general
adquieren un valor explicativo. Así se ve el orden lineal con valor restrictivo frente el
orden envolvente con valor explicativo. Por último, existen otros adjetivos que tienen
una posición fija, como, por ejemplo, las palabras compuestas que comprenden un
adjetivo. Esto se da a veces por las características del propio adjetivo, como mero,
adjetivo que solo admite la anteposición. Hierbabuena es un ejemplo de palabra
compuesta, y el adjetivo buena siempre debe ir detrás. Otras veces esta posición fija
crea fórmulas fijas como libre albedrío pues no se puede decir “albedrío libre”. Así,
todos los conjuntos formados, consiguen llegar a tener un sentido arbitrario.
Retomando el cambio de significado por la posición, se debe destacar que es un uso
muy usual en el español. Por ejemplo, pobre hombre frente a hombre pobre.

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Cuando se habla de los adjetivos, también se deben ver las influencias de los factores
estilísticos. A veces, la colocación anterior o posterior tienen efectos estilísticos. Se
destaca especialmente el empleo del epíteto, que es caracterizado porque el adjetivo
solamente incrementa o redunda en el significado que ya aporta el sustantivo al que
acompaña. Por lo general, el epíteto se suele ver antepuesto. Dentro de la historia de la
lengua, el epíteto se ha relacionado con determinados momentos de la lengua escrita
más que de la lengua hablada. En la lengua literaria, en la época renacentista
especialmente, se desarrollan mucho estos adjetivos. Pero, ¿qué sucede cuando hay
varios adjetivos? Varios adjetivos complementando un sustantivo, pueden ocupar las
tres posiciones. En la lengua antigua era muy habitual el orden quiástico que trataba de
colocar los adjetivos de forma equilibrada y así no hubiera ningún desplazamiento ni a
la derecha ni a la izquierda en el sintagma. Hoy en día, esta tendencia ha desaparecido
pues parece que se lleva más poner los adjetivos antepuestos, calco del inglés, pues en
inglés la posición marcada es la anterior. Por último, también hay casos de concordancia
del adjetivo en una forma aparentemente masculina con sustantivos femeninos como es
el caso del neutro de materia hablado de él varias veces anteriormente. En este caso
habría que delimitar estas anomalías. Así hay ejemplos como manteca fresco.

5.2.ADJETIVO CALIFICATIVO NO ATRIBUTIVO


Los adjetivos, aunque acompañen al nombre, a veces no tienen usos atributivos.
Aquí, los usos más importantes es que cuando el adjetivo se emplea en el predicado
verbal. Así se ha estudiado sobre todo los adjetivos con los verbos SER y ESTAR. Este
es uno de los asuntos más complejos que tiene la gramática del español. Básicamente
hay que saber qué adjetivos se pueden combinar con estos verbos. La distribución de los
usos de ser y estar a veces tienen tantas excepciones que no se mantienen. Por ejemplo,
estar dormido no se considera una posición permanente, pero no se puede decir
dormido estar.
El adjetivo también puede aparecer con verbos copulativos, y en estos casos hablamos
del adjetivo como complemento predicativo. Dentro de estos, se distinguen predicativos
referidos al sujeto, como Los atletas llegaron cansados. Este adjetivo predicativo del
sujeto, ya se presenta en la Glosa Emilianense. También hay adjetivos predicativos de
objeto directo, por ejemplo, Me gustan las patatas fritas se puede ver de dos modos:
Patatas fritas se puede ver como sujeto si queremos referirnos a que nos gusta algo,
pero si queremos decir que las patatas que nos gustan son de un modo específico, ese
fritas sería el adjetivo predicativo de objeto directo. En el Libro del buen Amor ya
aparecen estas estructuras. Otro de los casos son adjetivos predicativos con valores
adverbiales. Este es un adjetivo predicativo que se caracteriza por tener marcas flexivas
de género y de número, por lo tanto, no están fijados. Frente a estos adjetivos, destacan
los adjetivos adverbiales que sí son fijos. Este uso sí está fijado, usualmente en
masculino y singular. Aquí el adjetivo funciona como un adverbio. Tradicionalmente,
este uso, se ha dicho que distinguía a América de España pues América tiende más a
usar este tipo de adjetivos. Este uso también lo encontramos desde los orígenes como en
El cantar del Mío Cid.

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El adjetivo de este tipo también se puede encontrar en construcciones absolutas, que se
encuentran desde los principios. Estos adjetivos constituyen cláusulas reducidas.

El último tipo de adjetivo es el adjetivo incidental, es un adjetivo explicativo que está


comprendido dentro de las oraciones de predicado. En este caso, el inciso lo forma solo
el adjetivo, no como en las construcciones absolutas anteriores, que el inciso lo forma

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todo el conjunto con su significado. Lo que le caracteriza es que solamente tiene el
adjetivo, o como máximo, el adjetivo con los cuantificadores correspondientes.
LA APOSICIÓN.
1.CONCEPTO DE APOSICIÓN.
Es un grupo nominal que complementa a otro. Este concepto se ha usado siempre.
2.TIPOS DE APOSICIÓN

Los dos tipos que se diferencian tienen que ver con las variaciones fónicas. La
aposición unimembre, que es enunciada sin pausa en un tonema mientras que la
aposición bimembre es aquella que hay dos fonemas separados por pausas. EN los
usos actuales se puede separar por una coma también.
LOS PRONOMBRES
0.CUESTIONES PREVIAS
Los pronombres tienen carácter apelativo. No siempre sirven para sustituir al nombre,
ya que, de hecho, a veces sustituimos los pronombres por nombres. Esta idea la plantea
Barrenechea y dice que más que un sustituto, son elementos anafóricos que se refieren a
algo ya anteriormente dicho, pero no son sustitutivos. Además, hay casos en los que
encontramos ambos elementos, el pronombre y el nombre: “Yo, Claudio”. Algunos han
dicho que la definición tradicional solo tiene valor sintáctico oracional, pero esto no se
cumple con los relativos ya que ningún relativo tiene el valor de un sustantivo.
Por lo tanto, hay varios tipos de significados, en ellos se ajustan las palabras:

Significado ocasional Significado fijo


Significado descriptivo Numerales, ordinales Sustantivo, adjetivo
calificativo, cardinales
Significado no Pronombres Nombres propios
descriptivo

Todo esto es según la teoría de Barrenechea y aquí no se respeta la distinción entre


significación y designación.
La deixis es una categoría semántica, es una manera de exponer un determinado
significado y puede, en ese significado, puede hacerse por medios gramaticales o
léxicos. Los pronombres gramaticalmente expresan deixis, pero también léxicamente,
los adverbios expresan deixis. Por ello, quizá no haya que incluir dentro de la misma

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categoría pronombres y adverbios, aunque es verdad que algunos adverbios, como aquí,
proceden de alguna forma pronominal lo que indica la importancia de ver el origen
semántico.

Pero, ¿qué palabras son pronombres? Hay algunos elementos que siempre son
reconocidos como pronombres, como los pronombres personales, y también, los

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determinantes que no acompañan al nombre. El grupo de los numerales, en cambio, es
un grupo problemático pues estos, junto con los indefinidos, podrían considerarse
dentro del grupo de los cuantificadores. Algunos autores señalan que los ordinales
nunca son ni determinantes ni pronombres, sino que son adjetivos pues nunca sustituyen
al nombre.
Así se puede hacer una clasificación diferenciando entre las unidades que siempre son
pronombres y palabras que son pronombres intrínsecos como los pronombres
personales, interrogativos y los indefinidos. Los extrínsecos son pronombres que
pueden funcionar como pronombres en el discurso o como determinantes entre los que
están los numerales cardinales, el resto de los indefinidos, interrogativo y exclamativo
que…
1.LOS PRONOMBRES PERSONALES EN LATÍN CLÁSICO Y VULGAR
Existen diferencias entre los pronombres personales. Tradicionalmente, se llaman así
porque aluden a las personas que intervienen en el diálogo, pero estas personas solo son
la primera y la segunda, las demás no aluden a personas que intervienen en el diálogo.
Los pronombres de primera y segunda persona no sustituyen al nombre, por eso, Lázaro
Carreter los llama nombres personales y no pronombres personales. La segunda
persona, en varias lenguas, tiene dos formas que son el tú/usted.
La evolución de los pronombres personales está condicionada por el acento. En
realidad, no se puede saber con seguridad como se pronunciaban los pronombres en
latín. Lausber, supone que la acentuación venía dada por la posición que se daba en la
frase de manera que si era posición preverbal sería átono, pero si era posverbal sería
tónico. Esto, si era así en latín, las lenguas romances no han heredado esas
características. Incluso en la evolución románica sucede que las palabras y pronombres
de sujeto presentan diferencias, pues en español yo y tú es tónico mientras que en
francés estos pronombres son átonos. Todo esto nos plantea problemas de cómo debía
ser la prosodia en castellano antiguo.
El sistema de casos era el siguiente:

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Los pronombres personales es el único conjunto de palabras donde se ha mantenido el
sistema de casos.

En cuanto al sistema latino vulgar, ya se ha dicho que tiene un doble paradigma: tónico
en el sujeto y tónico como término de preposición y átono con los pronombres que
funcionan como objeto. En el francés es diferente. Pero con el pronombre de tercera

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
persona, se debe de indicar que en latín no existía pues solo había primera y segunda
persona. Para la tercera persona se utilizaban los demostrativos IS-EA-ID, ISTE, HIC,
ILLE. Por lo tanto, esto supone muchas implicaciones teóricas. Por esto, la tercera
persona no es considerada como una tercera persona en el discurso. IS tiene valor
anafórico o catafórico y, progresivamente, desde el latín vulgar, empezó a habilitarse
como pronombre para la tercera persona también ILLE-ILLA-ILLUD. Todo esto tendrá
muchas importancias porque darán como herederos los pronombres y los artículos.
2.PRONOMBRES PERSONALES EN CASTELLANO
En cuanto al género, cabe decir que es una oposición que no se expresa entre los
pronombres de primera persona pues en singular no tienen marca de género, quizá
porque predomine el caso deíctico. En tercera persona sí que hay marca de género y,
además, se conserva el género neutro.
En cuanto al número, también hay diferencias entre las tres personas. Existe heteronimia
para aludir al número plural, pero yo y tú no tienen plural. Por otro lado. también se ha
señalado la asimetría entre el plural de la tercera persona (ellos= él + él + él) y el de la
primera (nosotros, que no es yo + yo, sino yo + algunos).
Existen pronombres reflexivos como el me, te, se, los… Todos los demás son no
reflexivos.
Por otro lado, desde el punto de vista sintáctico, una de las características del español es
que admite la presencia o la ausencia del pronombre personal sujeto (que sería el sujeto
omitido). El español frente a otras lenguas admite esa posibilidad pues en otras lenguas
es imprescindible como, por ejemplo, en inglés o el francés que es obligatorio la
presencia del sujeto. La razón que se da para esta diferencia tiene que ver, sobre todo,
con el acento y las características fónicas de las lenguas y la morfología ya que las
lenguas románticas se caracterizan por tener una morfología verbal muy rica de manera
que ya aparece de manera clara el sujeto en la forma verbal correspondiente. En cambio,
en las lenguas que no lo admiten como el inglés, como es muy pobre necesita la ayuda
de la presencia del sujeto. Esta es la explicación tradicional que se da, pero en otras
circunstancias no se da, como en la concordancia ya que en las lenguas romances es un
rasgo redundante (Las casas altas). Hay otras veces en las que las oraciones obligan la
aparición del sujeto como, por ejemplo, si se pregunta: ¿Quién lo ha hecho? Es
necesario responder: YO lo he hecho.
2.1.FORMAS TÓNICAS.
La forma EGO, en español da YO, pero en las formas leoneses da you. En textos latinos
vulgares y en textos romances de primeras épocas, ya aparece la forma eo. A partir de

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esta forma se pueden explicar las formas que aparecen en distintos romances y en
castellano. En esa forma la E breve diptonga y así se forma ieo. Después, esto para a yeu
en el asturiano hasta dar you.
La evolución fonética que se ha propuesto para esta forma sería la siguiente:
EGO > EO > YEO > YO
Esto presenta una dificultad fonética que tiene que ver con el desplazamiento acentual,
es decir, en qué momento desaparece la E si era la vocal tónica. Una posibilidad es que
yeo en algún momento se convierte en un diptongo que permitiría la reducción, y otra
posibilidad que es más común, es que hay otros documentos que aparece la forma io en
vez de la forma eo.
En el caso del pronombre personal TÚ no hay ninguna dificultad ya que ha
evolucionado igual.
La evolución de ILLE sí que presenta algún problema mayor. En los textos del siglo
XIII en Codea, está atestiguada la forma escrita ÉLL y en algunos textos se presenta
alternando con el ÉL. Aunque no esta estudiada, parece que hay una cierta distribución
en la que si la palabra que sigue empieza por una consonante se utiliza ÉL, pero si sigue
una vocal se utiliza ÉLL. La dificultad se encuentra en la pronunciación. En aragonés
aparece la forma EILL y en este caso, es seguro que esta forma corresponde al fonema
palatal. Otra posibilidad es que se pudiera pronunciar como una geminada.
En cuanto al paradigma de los pronombres personales de sujeto, en latín solamente
había dos pronombres personales: EGO y TÚ, de manera que la adscripción de la forma
ÉL al paradigma es bastante tardía y la consideración de ÉL como pronombre personal
también es reconocida por los gramáticos bastante tarde. Correas, en 1975 sigue
señalando que los pronombres personales son yo, tú y aquel y esto se puede constatar en
los textos como en el Fuero de Alcalá en el que aparece: “que aquel querelloso faga
testigos de omne de orden”. También destacan las formas MIHI, que en la época
medieval da la forma michi (pronunciada miki) y después da la forma tiquismiquis. Esta
forma da MÍ. La forma TIBI, que también aparece en los textos como tibe o tibi
generando las formas que aparecen en las jarchas como mibe y mib, hoy en día da TI.
Respecto a las formas especiales de ablativo, en latín no solo había preposiciones sino
también posposiciones. Así destacaban las formas MECUM y TECUM. En castellano
estas formas no se han desarrollado como mego, tego sino que se crea CONMIGO,
CONTIGO. Para formar esto, en las lenguas romances, ya se da la preposición
antepuesta a la palabra y cum mecum acaba viendo como una única unidad
convirtiéndose en CONMIGO. En el momento en el que se crea CONMIGO, se crea
por la pérdida de la conciencia anterior y esta forma nos indica que en algún momento
la preposición con su término pierde el sentido de dos palabras y se conciben como una.
Estas formas a su vez desarrollaron las variantes medievales con connusco y convusco
procedentes de CUM NOSCUM y CUM VOSCUM. Por tanto, lo que interesa es la
pérdida de conciencia de este elemento compositivo que no es infrecuente en español ni
en otras lenguas como, por ejemplo, el rumano.

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Las formas NOS y VOS eran formas de sujeto, que se piensa que eran tónicas, y son las
formas que se mantienen durante toda la época medieval, aunque luego empiezan a
alterar con otras formas. Como se mantienen como formas tónicas, en las cartas, de
diferencia el vos sujeto del objeto marcándolo con una tilde. Dentro de estas formas
tónicas, es importante el nacimiento de las formas compuestas NOSOTROS y
VOSOTROS. Esto plantea una serie de cuestiones de interés que tienen que ver en

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primer lugar con el silabeo, es decir, como se silabean estas formas. Si fuera tónico, el
silabeo sería nós.ó.tros. Pero si son átonas, la silabación se hace por fonética sintáctica
de la siguiente manera: nó.só.tros. La última silabación es la correcta y por esto tenemos
la creación del nacimiento de NOSOTROS con la pérdida de uno de los acentos, que es
el primero. Esta perdida podría explicarse por el uso sintáctico.
Los textos manuscritos hasta el siglo XV presentan la forma nos otros, es decir, la
forma en dos tramos. Si esto pasa, lo más probable es que el escribano tuviera
conciencia de la formación y pronunciación con dos acentos.

Otra de las cuestiones importantes en estas formas es como se adquiere el significado de


nosotros. La explicación del desarrollo del significado se ha dicho que era para indicar
que el locutor estaba excluido de lo que se refería y servía para distinguir el conjunto
“yo + él” frente a cualquier conjunto en el que estuviera excluido el “tú”. Pero si se
examinan los textos, apare constantemente repetido la forma nos N+N. Esto es lo que va
a dar origen a NOSOTROS.
En el siglo XV es cuando se produce la gramaticalización de NOSOTROS y
VOSOTROS y sustituye a las formas anteriormente mencionadas, no obstante, las
formas NOS y VOS se mantuvieron en los textos escritos hasta más tarde pues, por
ejemplo, Nebrija utiliza siempre nos y vos, no las formas compuestas.
2.2.FORMAS ÁTONAS.
Cuando se analiza la evolución de las formas atonas, hay que tener en cuenta
especialmente el fenómeno de la enclisis, que es la colocación del pronombre que puede
ser proclisis o, directamente, enclisis. Esto tiene que ver con la tonicidad o la atonicidad.
Cuando van antepuestos al verbo, son átonos. Teóricamente también lo son cuando van
pospuestos. Me lo dejas – Déjamelo. Esencialmente es importante este fenómeno
porque a lo largo de toda la Edad Media, en su lugar, vamos a encontrar casos de
apócope como, por ejemplo, dexam o dixot por díjote. Normalmente, esta apócope no
dura más del siglo XIII, sin embargo, para la tercera persona, aparecen bastante más
tardías como fizol. Esto plantea un problema añadido cuando se quiere estudiar la
evolución de determinados fenómenos como el caso de la evolución de las formas lo, la,
le. Si en ese caso tenemos una forma apocopada, realmente, ¿a qué equivale esa forma
apocopada? Así se estudia también el caso de leísmo, laísmo o loísmo.
Otro fenómeno destacable es la fusión que se da entre el pronombre átono y la forma
verbal correspondiente, especialmente en los verbos auxiliares, como, por ejemplo, la
forma del futuro tornar tás. Aquí, la escritura reproduce lo que la lengua oral realiza,
que es la eliminación de una de las vocales. Así, es característico de todo el periodo

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medieval el hecho de que todas las formas átonas podían situarse en el verbo entre la
forma principal y el auxiliar como fazer lo as. Esto plantea una cuestión interesante
desde el punto de vista de la edición de textos.

Respecto a la colocación de los clíticos, se ha señalado que la anteposición o la


posposición destaca el carácter subordinado de la frase, de manera que en las oraciones

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subordinadas el pronombre precede al verbo como, por ejemplo, “e si nol pudieren aver
que peche C maravedís en coto”. La forma enclítica la encontramos pegada a la
negación. Mientras que, si no son subordinadas, tiene a estar en posición postverbal. No
está comprobado que sea una ley que se cumpla, pero se da en la mayoría de los casos.
El asunto que más interesa es el leísmo, laísmo y loísmo. Sobre este asunto es sobre el
que más se ha escrito en relación con los pronombres y la sintaxis. Al estudiar la
evolución de estas desviaciones, nos encontramos con muchas dificultades. Es un caso
muy curioso desde el punto de vista de la evolución de la lengua porque supone sustituir
el sistema de casos tradicional por un sistema diferente, y esto solo se da en los
pronombres personales de tercera persona, en los demás no. Las dificultades que ofrece
el estudio diacrónico de esto tienen que ver con que, primeramente, en muchas
ocasiones no podemos saber cual es la solución que se daba en la lengua hablada pues la
lengua escrita presenta la apocope de la vocal final, de manera que dependiendo de lo
que en la vocal apareciese, pueden ser o casos de leísmos o conservaciones. Esto es muy
frecuente en la Edad Media. Cuando se estudia esto, son casos que hay que descartar.
Un segundo problema que plantean los clíticos, es que se dan, sobre todo, en los textos
que han tenido algún tipo de transmisión o traducción y han sido copiados de otros,
pues no se sabe muy bien si las faltas de ortografía son del autor, de los copistas, ni las
posibles modificaciones ni el sistema a seguir de unos a otros. En el caso de los
pronombres átonos, estas dificultades son muy evidentes. Lo más probable es que esta
variación a veces se haga de manera consciente, otras inconscientemente, otras veces se
puede hacer y otras no por lo que estudiarlo de textos que han tenido un proceso de
copia complejo, como las obras literarias, resulta bastante difícil. Un tercer problema
añadido, tiene que ver con la propia grafía pues hay en algunas letras en las que la vocal
e y la vocal o son tan similares que se pueden confundir la una con la otra. En ese
sentido, emplear los documentos notariales que aparecen en CODEA, por lo menos,
elimina alguno de los problemas.
Rafael Lapesa dice que las principales razones de esto es que algunos verbos latinos que
se construían con acusativo y ablativo, cambiaron su régimen y pasaron a ser a lo
contrario, es decir, si era acusativo, pasó a ablativo o viceversa. Lapesa explica también
dentro de su teoría de “la forma interior del lenguaje” que hay tendencias que
caracterizan cada lengua que se manifiestan a través de hechos gramaticales por lo que
según Lapesa, el español tiene entre sus características una tendencia a distinguir entre
lo que es humano de lo que no lo es y de esa manera, en la oposición entre le-lo, el
primero sirve para referentes humanos mientras que el lo se emplea para referentes no
humanos o neutros. Le se especializa en referentes humanos porque en los verbos con
dos actantes, el tradicional complemento indirecto, era sustituido por le porque se

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consideraba personal, mientras que lo era para objetos. Esta hipótesis a la tendencia de
la distinción puede tener una base gramatical independientemente de que toda lengua
tenga esta tendencia. Lo que hay que aclarar, este no fue el inicio de la distinción pues
estas distinciones comienzan con los nombres contables de los no contables, que supone
la primera alteración del sistema pronominal.

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Respecto a la forma vos, está también sin aclarar cómo se ha dado el cambio hasta os, es
decir, cómo se ha perdido la consonante inicial.
La partícula sos también se dio en muchos casos y hoy en día sigue teniendo
pervivencia en zonas americanas.
IILI/ILLU va a dar en acusativo gelo que, a su vez, va a traer la forma del acusativo se.
De manera que, en la Edad Media, las formas gelo fiço y se lo fiço van a significar cosas
diferentes pues la primera significa “lo hizo para él” y la segunda “lo hizo para sí”. Esto
produce una confluencia, una variación entre el pronombre le con la forma ge y, luego,
con el pronombre se. Durante la época medieval, esta variación tiene razones fonéticas,
razones morfológicas cuando la forma ge queda aislada del resto del sistema pronominal
porque no hay otras formas en el resto de personas y se identifica con la forma del
reflexivo se, y, por último, razones sintácticas pues se, en su uso reflexivo, servía para
identificar al destinatario igual que ge. Antes de la confusión con se en singular, se
había producido la confusión en plural de manera que, ILLIS ILLUD evoluciona a
(e)lle(s), lo y esto pasa a gelo.
Si se observa la cronología, Frago lo encuentra en documentos desde mediados del siglo
XV. La forma gelo se documenta en CODEA hasta mediados del siglo XVI, la última
en un documento de Madrid del 1563, por lo que se deduce que es una evolución
bastante tardía que se mantiene pues traspasa el ámbito del periodo medieval.
Conviene destacar otro uso que se da desde épocas también bastante antiguas en
español, y es el empleo de LE sustituyendo a LES. (LE por LES). Son usos que llegan
hasta nuestros días pues son empleos muy frecuentes. Los primeros casos parecen tener
una motivación fonética pues aparece LE cuando la siguiente palabra empieza por S y
por fonética sintáctica se utiliza así, pero no todos los casos que se encuentran obedecen
a esta explicación. Algunos autores hablan en estos casos de que en español se produce
una fosilización de la forma LE, da igual el singular o el plural, basta con que indique
dativo, y algunos lo vinculan con la tendencia del español a la conjugación verbal
objetiva que es en la que se marca sobre todo la función del objeto, como, por ejemplo,
también los casos del laísmo, leísmo…
3.LOS PRONOMBRES PERSONALES. PERSONAS GRAMATICALES Y
TRATAMIENTOS EN ESPAÑOL.
Cuando estas palabras se emplean dentro del discurso, entre la primera y la segunda
persona surgen varias variaciones. Respecto al yo, tradicionalmente en los textos
argumentativos, y los que se vinculan con los registros mas formales, hay una tendencia
a desplazar el foco de la primera persona hacia la tercera persona, es decir desplazar el

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foco de la subjetividad a la objetividad, y así encontramos “este servidor” para referirse
al “yo”. En los textos legales es muy frecuente “el abajo firmante”, “el que escribe”, es
decir, formas de tercera persona que sustituyen al “yo”. Esto trata de no poner el foco en
los aspectos subjetivos que transmite la primera persona.
El estudio de la sustitución entre “nos” y “yo” tiene que ver con recursos retóricos. Se
elude el “yo” subjetivo por el “nos”, una forma más objetiva y esto provoca
confrontaciones entre el singular y el plural, por eso surge la forma “nosotros” para
diferenciar el valor ambiguo de singular frente al plural La forma NOS cada vez se
utiliza menos pero todavía podemos encontrar en discursos muy formales esta forma.
También se debe poner en relación el “yo” dentro del discurso con el estudio académico
para también neutralizar el grado máximo de objetivación y así se pone un plural en
tercera persona. En general, el estilo académico, es aconsejable y prefiere utilizar
formas donde el “yo” no destaque. También esto depende de las tradiciones de los
distintos países. En general, la explicación que se da de esto es que en realidad cuando
alguien hace algo, el trabajo ha sido trabajo también de otros que le precedieron y las
enseñanzas que le han influido por lo que se suele utilizar el “nosotros” en vez de el
“yo”.

-LA CONTIENDA TÚ/VOS


Pero lo que más llama la atención y surgen más problemas es en la segunda persona
pues es lo que va a dar origen al fenómeno del voseo. En la forma de la primera persona
AMATIS que por sonorización de la oclusiva se convierte en AMADES
(TIMETIS>temedes, PARTITIS>partides) esto se mantiene en toda la Edad Media.
Pero en el siglo XV surgen las alteraciones pues la D intervocálica va a desaparecer
dando así AMAES, una nueva forma que en zonas americanas empezará a pronunciarse
como un hiato. Pero muy pronto, esta forma pasaría a AMÁIS, es decir, con la forma
grafica de diptongo decreciente. Este cambio se documenta en torno a 1415. Hay que
tener en cuenta que en español se da fundamentalmente los diptongos crecientes de
manera que el decreciente, aunque no es una anomalía, es mucho menos frecuente y es
más inestable y así muy pronto se cambiara la forma a AMÁS, es decir, una forma con
reducción vocálica. En la segunda conjugación es donde se dan especialmente las
reducciones vocálicas como por ejemplo en TEMETIS que pasa a TEMEDES, después
a TEMÉS con una E larga y esto acaba siento TEMEES ya que en la época medieval es
posible que tuviera valor cronológico y pronunciación, pero seguramente que en la
grafía apareciera casi siempre como “temés”. Por último, en la tercera conjugación
también se da la reducción en del siglo XV que confluye y prácticamente casi nunca se
encuentra la forma PARTIDES ya que directamente se presenta la reducción de esta
PARTÍS. Así, desde el siglo XV en adelante encontramos la contienda entre las formas
AMÁIS frente a AMÁS y TEMÉIS frente a TEMES que se produce en la época en la
que es español se orienta hacia América. En América, donde la presión normativa es
mucho menor, acaba triunfando una forma que es más acorde con la fonología del
español que es AMÁS o TEMÉS.

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En paralelo a este cambio de las formas se da lo que socialmente está sucediendo con
los pronombres TÚ/ VOS. El VOS va adquiriendo valores del TÚ y va utilizándose
como forma sustituta de este y así se va extendiendo pues anteriormente solo se
utilizaba en ámbitos más formales, pero progresivamente va empleándose en todas las
capas sociales y pasa a ser el pronombre de la confianza también.

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Estos dos fenómenos es lo que explica la situación actual y la generalización de las
formas del VOS en América frente a las formas de TÚ. Por otro lado, en cuanto al
tratamiento, lo que llega a América es el VOS con forma de confianza. El VOSEO, por
tanto, hay que entender estas dos dimensiones, la evolutiva fonológica y la
sociolingüística. Así surge la tercera cuestión americana en el verbo, que es la
desaparición del “vosotros”. Tiene que ver con la confusión que se produce en la forma
vos entre el singular y el plural pues vos puede ser ambos números. Para evitar esto, en
parte de España se opta por una solución, que es distinguir entre el singular y el plural
(tú/vosotros), pero en América se opta por otra solución, utilizar el vos, por lo que el
contacto hace una igualación de usos. Así se tiende a igualar en la forma más simple.
Cuando se quiere marcar la distinción entre el singular y el plural, las formas ya
reducidas tienen que recurrir a usted/ustedes. En esta contienda, por lo tanto, entran los
sustitutos de la segunda persona. Cuando el tú y el vos contienden y el vos se generaliza
en el ámbito de la confianza, se plantea que se incorporen nuevas formas de tratamiento
y señales la distancia, especialmente en una etapa social que empiecen a desarrollarse
las instancias de poder. Así surge el empleo de formas de aludir al TÚ de la segunda
persona empleando formas de tratamiento léxicas como vuestra señoría, vuestra
merced, vuestra excelencia… El empleo de estas formas es el que explica básicamente
la evolución al “usted”, que, aunque no es una evolución fácil de describir, se propone
una teoría, que podría ser:
Vuestra merced > vuesarced > vuesasted > usted
Durante el siglo XVI y XVII se dan especialmente estas formas de tratamiento que
aparecen con muchísimas variantes graficas en los textos, especialmente en el teatro. La
primera documentación de usted es de 1620, es decir, muy tardía lo que supone que ha
debido tener una reducción fónica importante. Cabe señalar, que todavía hoy, la forma
su merced se sigue empleando en América, sobre todo en Colombia (como la Cami). En
el libro de Historia de la Lengua de Cano, se señala que en las obras de teatro aparecen
estos tratamientos para indicar una gradación, es decir, para grandes personalidades y
para demostrar respeto, y el tú se emplea cuando hay confianza o el que tiene poder
sobre el que no lo tiene. Él y ella también se utiliza para aludir a segundas personas
presentes que no intervenían en el discurso.

Vuestra señoría es lo que da, hasta el siglo XIX usía que era una forma de tratamiento
de gran respeto y esto muestra la relación entre le lengua hablada y escrita. Es un
proceso de reducción fonética por apócope, pero hay otra explicación mediante las
grafías, pues antes las formas de tratamiento se abreviaban (V.M) pero esto plantea un
problema pues como no se desarrollan prácticamente nunca del todo, no sabemos la
pronunciación que se planteaba. Así a veces, no sabemos si esto es Vuestra Merced,

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Vuestra Majestad… Solo dependiendo del destinatario podemos averiguarlo. En este
ámbito, encontramos abreviada la forma V. Sía por lo que así se da la forma usía.

LOS PRONOMBRES DEMOSTRATIVOS.


Los problemas que suelen presentar los demostrativos tienen que ver con el valor
deíctico que tienen, si es deíctico o anafórico, y por otro lado, los demostrativos son

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elementos que aparecen en el discurso y que sirven para marcar y establecer la frontera
entre el yo (hablante) y el tú (oyente). Esta frontera suele ser imprecisa por lo que en las
lenguas románicas, cada una ha resuelto de manera diferente los grados que tiene y
emplea la lengua para marcar estos demostrativos. Es decir, si se está aludiendo a un
bolso, puede ser este bolso o ese bolso.
En latín existen tres grados deícticos que son señaladores:

- HIC – IS (para la esfera del hablante). IS era un elemento anafórico que señalaba
un elemento que había aparecido previamente en el discurso.
- ISTE (para la esfera del oyente).
- ILLE (se refiere a personas de fuera de discurso).
- Además, había dos pronombres de identidad: IDEM e IPSE.
La evolución de todo esto ha producido un reajuste que ninguna lengua ha conservado
como tal ya que las evoluciones fueron diferentes.
Las explicaciones de los cambios se orientan en dos direcciones: por un lado, las
explicaciones fonéticas, es decir, que algunas formas tenían poco contorno fónico por
que eran formas muy breves y había que sustituirlas por formas mas perceptibles, y por
otro lado la influencia de factores gramaticales como los valores que van adquiriendo
entre el deíctico y el anafórico.
Lo que sucede en los casos de HIC – IS sucede lo siguiente: Esto prácticamente no ha
dejado herederos en las lenguas romanas. La explicación se debe a razones fonéticas
pues solo tiene un elemento vocálico por lo que acústicamente es muy débil y se
sustituye. Esto hace que si desaparece hic haya que reajustar, de manera que el segundo
elemento ISTE es el que pasa a ser primer representante de la deixis. En este reajuste de
la deixis, esta desaparición de hic, reajusta todo el sistema, así que ISTE pasa al primera
grado deíctico y para el segundo grado se utiliza un demostrativo de identidad: IPSE (él
mismo). Este era un pronombre enfático, pero pierde estos valores y pasa a ser el
marcador del segundo grado de deixis. Ese sistema de dos grados es el que se mantiene
en casi todas las lenguas romances que solo tienen dos grados en los demostrativos.
Hispania, por estar en las zonas marginales del imperio, es una zona mas conservadora y
en el caso de los demostrativos mantiene los tres grados de los demostrativos por lo que
en español existe este, ese y aquel. Esto supone que IPSE tiene que habilitarse como un
pronombre demostrativo y tiene que modificar su valor e identidad. Este paso no debió
de ser inmediato pues IPSE es la forma que va a dar lugar en algunas variedades de latín
a las formas de dativo y no de demostrativo como, por ejemplo, en balear, la forma del
artículo es sa y solo se puede explicar desde la forma IPSE.

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-LA EVOLUCIÓN DE IILE.
Esta forma era polivalente pues tenia distintos valores: era demostrativo pues aludía a la
persona no presente en el acto comunicativo, pero también era un pronombre personal
con valor anafórico. Además, la forma ILLE incrementó su valor como presentador del
sustantivo y su evolución es que va a pasar, por un lado, va a seguir conservando el

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valor deíctico, pero también va a ir adquiriendo valor anafórico. En el valor anafórico va
a dar lugar al artículo, pero en el de valor deíctico va a ser un demostrativo. En el uso
del demostrativo, para diferenciarse del valor anafórico, se va a utilizar con un refuerzo
“accu”. Y este accu es la partícula que va a dar AQUEL.
Se discute, a su vez, si las formas proceden del nominativo, sobre todo la e final de
ESTE. Menéndez Pidal defiende esta teoría, pero hay otros autores como Manuel Alvar,
que defienden que procede del acusativo: ISTUM, IPSUM, ILLUM que dan “esto,
eso…”. Para pasar de ESTO a ESTE sería mediante la apócope de la O final a E.
Por otro lado, la presencia en el paradigma de AQUEL hace que aparezcan formas que
reproducen el mismo esquema anterior con otros deícticos que producen formas como
AQUESTE y AQUESE. La historia de estas dos formas también es de interés. Gómez
Casañ considera que estas formas surgen en catalán y aragonés y desde ahí se extienden
a España, por lo que serían orientalismo, es decir, catalanismos y aragonismos. Los
trabajos de Enrique Areas y los datos del CODEA dicen que son formas que están
plenamente extendidas por todas las áreas de Castilla, no mayoritariamente en Aragón,
es decir, que no hay distinción geográfica. Por otro lado, ¿por qué existen estas formas?
Gómez Casañ dice que tienen distintivo valor pues unas tienen valor enfático y otras no.
Su mayor uso se da en el siglo XIII en castellano y en la lengua escrita se mantiene
hasta el siglo XVI. Sin embargo, a partir de finales del XVII desaparece completamente
de la lengua escrita por lo que es probable que de la lengua hablada haya desaparecido
antes.
En cuanto a las formas compuestas, SE IPSUM da lugar en español de los comienzos a
formas como sese, sise que en el siglo XIII dejan de aparecer y en el siglo XIV hay
alguna forma esporádica. Todavía antes ya se había eliminado del castellano formas
reforzadas del pronombre demostrativo como METIPSE o ENESSE.
En cuanto a las variantes formales destacan las variantes con la apócope final y las
confluencias con la homonimia. Otra variante formal es la que se encuentra en bastantes
textos con el cierre de la vocal final, es decir, la E cerrada en I. Este cierre se encuentra
especialmente en la Rioja y en Aragón, y sobre todo en la documentación leonesa. Hay
algún ejemplo en Castilla, pero muy pocos.
Otro caso de reforzamiento es con los compuestos con OTRO. Aquí de nuevo hay que
ver el paralelismo que ocurre con los pronombres personales, y así surgen formas como
ESTOTRO, ESOTRO o QUILLOTRO. Evidentemente estas formas son contracciones.
-SINTAXIS DEL DEMOSTRATIVO

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En cuanto a la sintaxis, el sistema románico en su evolución desde el latín, aunque la
mayor parte de las lenguas se establecen de dos grados, el español tiene un sistema de
tres grados. Las variedades del español, como el americano, tienden a mostrar también
dos grados en paralelo a los adverbios. Ese sistema de dos grados vendría derivado de la
participación en el discurso del hablante y del oyente. Por otro lado, la distinción entre
los grados tiene que ver entre la lejanía y cercanía tanto locativa como formal.
LOS PRONOMBRES POSESIVOS

Los posesivos también presentan algunos aspectos de interés, especialmente los que
tiene que ver con la diferencia entre un poseedor o varios y aspectos de la acentuación.
La situación en latín era de un solo poseedor que en singular significaba que poseía un
solo objeto y en plural varios objetos.
MEUS – MEA – MEUM
TUUS – TUA – TUUM
SUUS – SUA – SUUM

Había otro sistema de varios poseedores con:


NOSTER – NOSTRA – NOSTRUM

VESTER – VESTRA – VESTRUM


SUUS – SUA – SUUM

La tercera persona se caracteriza porque coinciden las formas para un poseedor como
para varios. Esta ambigüedad la heredan las lenguas romances y quizá por esto muchas
lenguas romances tienen una forma en genitivo que el ILLORUM para indicar que son
varios poseedores.
El genitivo de los pronombres personales a veces también se utiliza de posesivo y esto
va a dejar los herederos en las lenguas romances.
Cabe destacar que, en latín, el posesivo SUUS solo se refería al sujeto mientras que las
demás formas se referían tanto al sujeto como al objeto.

CONSTITUCIÓN DEL PARADIGMA EN CASTELLANO


Durante la Edad Media se alternaban las formas mío, con hiato y la forma mio y, por
tanto, se tiene tanto la forma diptongada como la de hiato. La explicación mas frecuente
es que tenia que ver con la función que tenia esa forma y así la forma diptongada se
utilizaba como determinante o función adjetiva, es decir, en posición prenominal por su
carácter átono mientras que la forma tónica se utilizaba en posición postnominal.
En la evolución, por tanto, tenemos la alternancia mio y mío, pero hubo también la
variante diptongada mieo.

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En cuanto a las formas de segunda y tercera persona, destaca la forma TUU, que debería
haber dado en español TO o TUO, pero finalmente dio TUYO. Lo mismo ocurre con
SUU, que da SUYO. Así, de la forma TÚO todavía hay ejemplos en el siglo XIII.

En esta evolución del castellano, tenemos en cuanto al género, primero que se mantiene
la oposición entre el masculino y el femenino por lo que MEUS da mio y MEA da MIA

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y también la forma mie. Para la segunda persona, en el siglo XIII tenemos la oposición
TO para el masculino y TU para el femenino y se mantiene la distinción de género. La
forma TU es una apócope de TÚA. En el ultimo tercio del siglo XIII ya va a triunfar la
forma TU para los dos géneros. Las formas de tercera persona tienen formas paralelas y
corren la misma suerte que la segunda persona (SO/SUA - E). Hacia finales del siglo
XII, la forma predominante es SUA casi en exclusiva, aunque aparece alternando con la
forma SUE y, seguramente por causas prosódicas al final acaba triunfando la forma SU
desde mediados del siglo XIII.
Una cuestión que afecta especialmente al paradigma es el caso de la tercera persona
pues tiene las mismas formas tanto para un poseedor como para varios y esa
ambigüedad se hereda y se mantiene hoy, y por eso, quizá, se desarrolla otra manera de
expresar la posesión que es el sintagma de: Articulo+nom+de+nom/pronombre como La
casa de él. El articulo ante el posesivo, se ha señalado tradicionalmente como una de los
rasgos que caracteriza la sintaxis medieval. Este empleo lo encontramos durante toda la
Edad Media y es rasgo caracteristico de la lengua medieval, aunque todavía hoy
pervive, especialmente en el área leonesa.
LOS PRONOMBRES RELATIVOS E INTERROGATIVOS.
En latín teníamos dos formas: QUI (relativo)y QUIS (interrogativo). Por otro lado,
también hay que tener en cuenta que se daba la oposición entre el relativo QUI y la
conjunción QUE de manera que muy pronto, ambas formas acaban confluyendo por lo
que se pierde la oposición y las formas del femenino. Probablemente, la evolución de
QUI, evoluciona a QUE, que coincide con el nominativo femenino y así, surge la
congruencia formal entre el femenino y el masculino. De esa evolución propiamente ya
en español, hay que anotar en primer lugar la variación QUI y QUIEN. Esto aparece a lo
largo de la edad media y mediante formas como el qui en alternancia con el el que, pero
se mantiene durante bastante tiempo la forma con el QUI. Esa forma QUIEN, procede
del acusativo del singular QUEM, y desde el punto de vista gramatical es una forma que
no puede tener plural, sin embargo, analógicamente va a desarrollar la forma plural
QUIENES como un desarrollo posterior.
CUYO tiene ese valor relativo, pero es una forma que ha tenido una evolución especial
ya que ha sido un término bastante marcado, pues CUYO tiende a ocultarse tras otras
formas como “el que su”. Esta forma esta poco integrada en el sistema de la lengua
hablada. Respecto a CUYO hay que indicar que por lo menos hasta el siglo XVII
permanece con valor interrogativo y aparece con una palabra con la que puede forma un
sintagma: “cuyo aquellos” o “el cuyo”.
LOS PRONOMBRES INDEFINIDOS

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Los pronombres indefinidos, como sabemos, se integran en la categoría de pronombres
de manera que algunas formas que se incluyen son solo pronombres, pero otras pueden
ser pronombres o determinantes.

En cuanto a las formas gramaticales, destacan:

• ALIUD: que en castellano da ál pero tiene una variante en aragonés que es ali.

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• ALIQUEM: que en castellano da alguien y en algunos tiempos se ha podido
encontrar de forma tónica como alguien.
• ALIQUIS + UNUS: Que en español resulta alguno.
Al hablar de los indefinidos, cabe destacar que en latín existía una oposición que se
manifestaba en los siguientes géneros: OMNIS/TOTUS, QUIDAM/CERTUS,
ALIUS/ALTER. Esta oposición latina, por lo general, se resuelve con una
simplificación en la que se quedan solo uno de los dos términos en castellano: TODO,
CIERTO y OTRO. En este sentido, la oposición que se da durante la Edad Media entre
las formas OTRO y ÁL se diferenciaba entre pronombres de persona (otri, otre, otrie) y
pronombres de no persona (ál). Resulta también una forma, que no aparece
documentada y de la que solo hay referencias vagas en algunos trabajos como los de
Lapesa o Menéndez Pidal que es OTRIÉN. ÁL se refería a objetos, cosas inanimadas.
OTRO podía significar diferentes cosas como el otro entre dos, cualquiera, persona
autorizada o sustituto. En cambio, la pérdida de ál se debe a que se restringe esta forma
y por la homonimia que se produce con el artículo.
Además, de las formas gramaticales de los pronombres tenemos formas léxicas que se
han gramaticalizado, como, por ejemplo, HOMINE, que evoluciona a hombre. Esto dio
durante toda la Edad Media de manera documentada la forma omne que con mucha
frecuencia tenia ese valor indefinido. Esto significaba alguien o, si estaba en forma
negativa, nadie. Quizá por ese valor indefinido tenemos esta evolución que contrasta
con otras como NOMINE>nombre. La evolución de omne también puede venir o puede
estar influenciada por la existencia de la forma latina OMNIS. En cualquier caso, la
forma omne todavía se conserva en francés como on, en catalán como om, etc, que son
los derivados de este étimo latino. Respecto a estas formas léxicas también hay que
recordar el caso de NADA, que viene de (RES)NATA que significa “cosa nacida”.
Esto se utiliza en construcciones negativas habitualmente y significa “nada”, y lo mismo
ocurre con “nadie”, que procede de NATUS. Las formas originales de “nadie” primero
fueron nado, nadi, pero posteriormente, ya en el siglo XV, se desarrolla nadie que es la
forma que acaba triunfando. Estos procesos de gramaticalizaciones se han explicado por
influencia del hebreo, con palabras como Adam que significa en hebreo “cualquiera,
cualquier persona”. Por último, la forma UNUS era una forma con valor numeral pero
muy pronto adquiere un doble valor, el de actualizador del sustantivo, y también el
valor de indefinido. El uso de un como indefinido se da con bastante frecuencia y hasta
el siglo XVII se conserva en textos escritos. Incluso hoy todavía lo podemos encontrar
con nombres propios como “un Andrés”, o “un tal Antonio”.

LOS PRONOMBRES DISTRIBUTIVOS


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CADA: Es una forma tónica que viene del hebreo cata, sin embargo, cuando se
combina con “uno”, hay razones para suponer que era átono en vez de tónico. Estas
razones son la existencia de hoy en día de esto (ca-uno), y esto plantea una cuestión
relativa a cómo debemos presentar la forma cuando la vemos escrita en los textos, es
decir, en la presentación crítica como se debe representar.

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SENDOS: Es un pronombre que prácticamente solo aparece en textos legales, es decir,
en textos de compra-venta. El étimo que se propone es singulos y es una forma que no
parece oral, sino más bien de la lengua escrita. Hoy en día se utiliza con un significado
que no tiene nada que ver con el distributivo, pues sendos significado uno cada uno, no
ambos ni dos. En América se utiliza con el significado de fuertes, grandes, pero esto no
es así. En cualquier caso, sendos es una palabra poco frecuente.
También destaca una repetición distributiva de algunos numerales. Tradicionalmente se
consideraban erratas o descuidos del escritor, pero se ha observado que era una
estructura presente. Se trata de un arabismo sintáctico y la repetición numera significa
“dos cada uno” cuando se marca la distribución repitiendo el numeral.
De los numerales latinos, solo se conservaron los cinco primeros. A partir del seis, por
lo general, se lexicalizaron, por ejemplo, SEXTA> siesta, OCTAVU> OCHAVO,
DECIMU> diezmo. Los numerales se caracterizan por la ausencia de la flexión, es
decir, de género y de número, excepto el uno y sus derivados Todos los demás tiene
forma fija, pero en la Edad Media existieron las formas dúos/dúes-dúas para el
femenino y el masculino.
En cuanto a la actualización del sustantivo, destacan distintos procedimientos:

• El artículo determinativo frente al indeterminativo. Aquí se ha discutido si “una”


puede tener valor indefinido aparte de numeral, o como actualizador. Esta
cuestión está superada y hoy en día se acepta “un, una” como artículo en sentido
de actualizador. Esto se ve claramente en el discurso, de hecho, cuando en el
discurso la primera vez que aparece un sustantivo, sea persona o cosa, hay que
presentarlo con el artículo “un”.
• Otros actualizadores son los numerales ordinales, los demostrativos, los
posesivos, el conjunto de artículo + posesivo, demostrativo + posesivo y el
pronombre indefinido.
En español, los sustantivos pueden aparecer con actualizador o sin él. Existe un trabajo
de Rafael Lapesa donde trata precisamente los condicionamientos que existen para que
pueda aparecer el actualizador o no y estos criterios dependen de la naturaleza
semántica del nombre, es decir, los nombres de materia pueden aparecer sin
actualizador mientras que los contables necesitan su presencia. Tiene que ver también
con que el sustantivo se presente con complementos u otros elementos, y también
depende de la función sintáctica del sustantivo. Se podría señalar también la presencia
del plural pues el numero puede posibilitar que el nombre aparezca sin actualizador,
como, por ejemplo, “tiene pisos”, pero si es singular no se puede decir “tiene piso”, hay
que decir “tiene un piso”.
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El infinitivo también tiene que ver con la actualización del sustantivo pues es el nombre
del verbo y en muchas ocasiones puede funcionar como un verdadero nombre e incluso
admite los morfemas de numero característicos de los sustantivos. Esto aparece ya en el
siglo XIII. La sustantivación del infinitivo es frecuente en todas las épocas, incluida la
actual pues es un uso habitual como “el entrar, el salir”. Por lo tanto, lo podemos
encontrar de manera constante y solo en algunos casos la sustantivación se ha hecho fija
o permanente, y en relación con el infinitivo no solo puede estar actualizado con el
artículo, sino también con demostrativos, posesivos… Otras veces se puede encontrar
complementado con la preposición de.

EL SISTEMA VERBAL
Este tema consta de una gran amplitud y existe una delimitación de los objetivos: por un
lado, se encuentra la morfología, que trata la constitución formal de los paradigmas y la
sintaxis por el otro lado que trata el uso de los tiempos, modos, voces y aspectos.
A diferencia del sistema nominal, el paradigma verbal se mantiene en todas las lenguas
con una fuerza notable. Se mantienen los tiempos, los modos, las voces… solo
desaparece la voz media. Los verbos llamados semideponentes se han llegado a
desarrollar más que en latín y se han creado dos tiempos nuevos: el futuro y el
subjuntivo.
En latín había cuatro conjugaciones: la primera (-are), la segunda (-ere), la tercera (-ere)
y la cuarta (-ire). La primera conjugación se mantiene de la misma manera, con verbos
acabados en -ar, pero la segunda y la tercera conjugación se unifican y confluyen. Esto
nos da una idea de la importancia del acento en las lenguas romances y así se produce
un proceso de analogía en serie, de manera que todos los verbos que eran de la tercera
trasladaron el acento a la desinencia -e. También hay un cambio acentual en el infinitivo
de la tercera y se nota una pervivencia parcial de la tercera conjugación latina,
especialmente en Aragón.
En algunos casos, se producen cambios desde la segunda o la tercera conjugación a la
cuarta conjugación, es decir, de la segunda y tercera latinas, a la tercera castellana. Otro
rasgo es la coexistencia en algunos verbos, dentro de esta alternancia de formas, entre -
ir y -ecer durante la Edad Media del tipo: florir-florecer, guarir-guarecer. Por último,
destaca una continuidad de la cuarta conjugación latina que sería la tercera castellana
con los verbos acabados en -ir.
CONFIGURACIÓN FORMAL DE LOS TIEMPOS VERBALES.
Normalmente, cuando se estudia el verbo, se suele presentar el verbo estudiado por los
diferentes tiempos y en este caso, también se va a seguir este método, aunque a veces
también es importante tener en cuenta las marcas morfológicas de persona y número
pues si no se perdería la visión de algunos fenómenos que tiene que ver con la
morfología verbal como, por ejemplo, la evolución de VOS en los distintos tiempos
verbales. Por otro lado, también se debe abordar desde una perspectiva general y no
únicamente al tiempo, otros aspectos como los cambios en el acento que se producen

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entre el latín y las lenguas romances. Ya se han visto algunos cambios acentuales que
ocurren en el infinitivo verbal, pero también son muy importantes los cambios que se
producen en los perfectos fuertes y los perfectos débiles. Los perfectos fuertes son
aquellos en los que el acento va colocado en la raíz verbal y los perfectos débiles son
aquellos que el acento va en la desinencia. En la época Medieval, hubo un tiempo en el
que se alternaban los dos tipos de perfectos. Por último, hay que destacar los

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desplazamientos de acentos en los verbos compuestos. En cuanto a los términos
generales, tenemos que diferenciar los tiempos que son continuaciones latinas como el
presente del subjuntivo, etc, frente a los q son de creación romance como el futuro y el
condicional.

Cuestiones particulares de los tiempos:


Presente de indicativo: Este tiempo tiene aspectos especialmente de interés como la
influencia que ejerce la yod, al menos en la pronunciación de algunos verbos que son de
uso prácticamente alto como DEBEO> debo, pero en los verbos de la cuarta
conjugación latina, por lo general, la yod se conserva, aunque haya producido algún tipo
de modificación fónica como es, por ejemplo, AUDIO> oyo. La explicación que se ha
dado a esta desaparición de la yod se debe a atracción de paradigma ya que la mayoría
de los verbos no tenían yod por lo que se elimina en aquellos que sí la tenían. Lo raro es
porqué en algunos casos sí se conserva esa yod. Además, se da el caso de que algunos
verbos que no tenían yod, desarrollan una solución en la que aparece una yod como, por
ejemplo, CADO>cayo. Este conjunto de hechos se resiste a una explicación que de
cuenta que es lo que sucede en todos los casos. Eugenio Bustos Gibert considera que
más que la analogía, la razón de la pérdida de la yod es la palatalización que
encontramos en diversos casos, es decir, que se debe a cuestiones fonéticas. Los verbos
que pueden absorber la yod, no palatalizarían, mientras que los otros sí.
En lo que se refiere a -y en formas como hay, se ha dicho que era para no confundirlo
con el adverbio ahí. Sin embargo, hay casos como soy que no tienen este problema. Se
cree que estos son porque la forma soy suele ir seguida de vocal. Además, al ser un
monosílabo, cuanto mayor sea su cuerpo fónico, más perdurará la forma, aunque esto no
está demostrado. En lo que se refiere a los casos con cua (como adecua, puntúa) no está
claro si tienen que formar un hiato o diptongo, aunque lo normativo es un diptongo.
Imperfecto del indicativo: Es importante decir que existen dos posibilidades: amaba o
tenía. La forma amaba tendría que haberse reducido a “ama”, pero es difícil distinguirlo
del presente. Además, antes se daba la pronunciación llana en “amavámos”, pero ahora
es esdrújula, aunque es complicado decir por qué. Pero en cuanto a la forma tenía, a
finales de la Edad Media se encuentra “teníe” y “tenié”. La diferencia acentual es
importante ya que la forma en “ie” habría dado el pretérito perfecto. Esta forma es
consecuencia de la variación arbitraria entre perfecto e imperfecto. Además, hay casos
de conservación hiática entre Toledo y Ciudad Real en la actualidad.
Imperativo: Existen muchas formas con o sin apócope. También es importante el
reajuste de la consonante final muchas veces por ensordecimiento como en beb-bef.

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Perfecto: En este caso también hay formas fuertes y débiles. Además, destacan los
perfecto en -sco (nasco, visco), ya que pueden ser restos del provincial o formas para
evitar el sincretismo entre el perfecto y el presente. También en relación con esta forma
se da la analogía, como anduvo-andó. Esta tendencia a la regularización es actual.
Subjuntivo: Es interesante la adaptación de la conjugación latina a la castellana: en el

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caso del imperfecto de subjuntivos con -ra, en latín era el pluscuamperfecto, pero
adquirió un valor de acción hipotética. Esto se debe a la confluencia con la forma en -s
de subjuntivo, que, al confluir, el imperfecto de subjuntivo está formado por ambas
(pudiera/pudiese). Sin embargo, hay formas en -ra que aún conservan valor de
pluscuamperfecto, como “el que fuera juzgado”, que es un arcaísmo. En lo que se
refiere al futuro de subjuntivo romance, durante la Edad Media y hasta el siglo XVII se
forma con -ere (fuere, videre). Se cree que esta forma mostraba una proyección de
futuro, fue sustituida por -ere o -era.
Participio: También tiene formas fuertes o débiles (imprimido, impreso) aunque,
normalmente, una de las formas adquirió valor de participio y otra de adjetivo.
El futuro románico fue estudiado en 1985 por Company y Bogard aunque ya se había
visto la variación entre las formas abiertas y trabadas. La solución ha sido tratada de
formas distintas trabadas: tener á, tenerá, tenrá, terná, tendrá (la forma epéntica que
triunfa que desarrolla -d- para facilitar la pronunciación) o terrá (fortalece la r por la
pérdida).

- TENRÁ: Las formas con sincopa de la vocal temática se da desde el XIII al XV.
- TERNÁ: La metátesis se da desde el XIII al XVI.
- TERRÁ: El fortalecimiento de la vibrante se da desde el XIII al XV, aunque es
poco numerosa.
- TENDRÁ: La epéntesis se desarrolla desde el XIII, ahora es mayoritaria y única.
SINTAXIS DE LOS TIEMPOS, MODOS, ASPECTOS Y VOCES DEL VERBO
Según Andrés Suárez, hasta el XVII se produce una confusión entre el pretérito perfecto
y las formas compuestas que se gramaticalizan en torno al XVI.
Los tiempos compuestos se forman a partir de “ser” o “haber” por medio del proceso de
desematización según Florencio del Barrio. De este modo, “haber” pierde el significado
y adquiere un valor de auxiliar, y “tener” es el que adquiere el significado de posesión.
Este reajuste se mantiene hasta la actualidad.
También es importante entender el orden del auxiliar y el participio en los compuestos
ya que se han encontrado varios procesos relacionados entre sí: la generalización
semántica de haber+participio, la anteposición del participio que afecta a la forma del
tiempo compuesto, durante un tiempo se dio la interpolación como “he esto dicho” y,
por último, la influencia sobre el participio de las erosiones fonéticas como en “he dicho
estas cosas”.

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Además, en la sintaxis de los verbos, es importante tener en cuenta las neutralizaciones,
sobre todo en el caso del presente, ya que este invade otros tiempos verbales, como el
pasado (tiempos de acción) y el copresente (tiempos de narración).

Por último, es importante decir que el desarrollo de las formas compuestas (analíticas)
se debe a la evolución del sintetismo en latín, ya que se sustituyen las formas

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morfológicas por las sintácticas. Aunque hay casos como el futuro en el que la forma
analítica pasa a la sintética y esta de nuevo a la analítica. Este cambio, según un autor,
se ha producido por un paso de la función sintáctica a la semántica por una necesidad
comunicativa mayor. En el caso del futuro, se da un proceso de gramaticalización por
una gran cantidad de elementos léxicos que, finalmente, pierden su significado.
En cuanto al aspecto verbal, las formas verbales perfectivas se caracterizan por ser
formas verbales en las que se conoce el principio y el fin, como “cantar”. Las
imperfectivas no están limitadas por tales nociones como “amar”. Además, en el pasado
algunas formas perfectivas podían marcar reiteración, como “disparó”. Aunque en la
actualidad la categoría aspectual ha perdido importancia, en el latín era tan importante
como la temporal. Esta oposición solo se conserva plenamente en los tiempos de
pasado.
Respecto a la voz pasiva, el de empleo era muy frecuente en los textos castellanos
antiguos, aunque esto podría ser por una tendencia románica o por ser característico de
un género. En los textos traducidos del latín, especialmente los romanceamientos
bíblicos del XIII, la pasiva alcanza un porcentaje alto: 50% pasiva, 30% activa, 20%
formas pronominales creadas con “se”. Además, en la lengua medieval se puede
encontrar la pasiva con “se” y el complemento agente, como en el caso de succensi sunt
ab eo carbones, que se traduce como “e encendiérense d´el los carbones”.
Vera Luján distingue tres formas diferentes en 1992 con “se”:

- Reflexivas: Juan se lava.


- Pasivas reflejas: El libro se rompió por él.
- Medias: (Herencia del latín). Juan se cayó. Las introdujo Monge en 1995 y se
supone que la acción le sucede a uno mismo, aunque Juan no se cae a sí mismo.
Las construcciones con valor pasivo reflejo provienen de las construcciones reflexivas
que tiene un sujeto cuyo valor se mantiene con el “se” y en el complemento agente.
También las pasivas reflejas heredan el carácter intransitivo de las medias. Por lo tanto,
el proceso de desarrollo debió ser: reflexivas > medias > pasivas, pero Luján no está de
acuerdo con que se pueda dar este proceso, ya que el “se” de las pasivas y medias es
invariable, mientras que en las reflexivas es variable. Luján propone, por tanto, un
análisis diferente para el “se” reflexivo, pasivo y medio, pese a que formalmente sean
iguales. Así surge la teoría de prototipos: todas las formas tienen un mismo origen, pero
algunas representan mejor el valor intransitivo del “se”.
En cuanto a las perífrasis verbales, cabe destacar que el castellano es la lengua
románica que más ha desarrollado perífrasis verbales. Estas pueden expresar valores

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modales, temporales, aspectuales e intensivos. En el XIII se consolidan las perífrasis ir,
estar, andar + gerundio, y surgen venir y seguir + gerundio. También tener y estar + (a -
de) + infinitivo – participio, aunque hasta el XIV no se consolidaron. Ya en el siglo XV
se admiten todas las perífrasis que tenemos en la actualidad. Yllera trata de analizar el
grado de gramaticalización de las perífrasis en la actualidad.
Las perífrasis de participio expresan el resultado de un proceso. Normalmente se emplea
el verbo “ser” (es fecho), aunque también el andar (anduvo ferido). Además, la
perífrasis estar + gerundio se generaliza en el XIV, pero se sabe que hasta La Celestina
no se emplean las formas compuestas del tipo “había estado rogando”.

En lo que se refiere a la estructura, también hay perífrasis absolutas integradas en uns


estructura mayor.

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