Ética Empresarial

Liderazgo, Ética y Responsabilidad

Social de las Empresas
CONTENIDO
1. Introducción al concepto de ética

2. Ética y moral

3. Ética empresarial

4. Liderazgo y ética en las empresas

5. La importancia de la ética en la tecnología

6. Resumen

7. Bibliografía

Introducción
El concepto de ética no es único ni es estático, ha ido
evolucionando con el tiempo. Así, a lo largo de la historia,
los individuos como parte de las sociedades, han ido
modulando su percepción del término y su forma de
entender el concepto de la ética.
Se suele vincular el concepto de la ética a las obligaciones
y/o responsabilidades que tienen las personas hacia
los semejantes, así como a las normas que rigen la
vida de las personas que se consideran “decentes”, en
relación con los valores sociales y que son apreciados y
respetados en la sociedad.
Otra referencia al concepto de ética es aquella que se
asimila a mandamientos, principios o directrices de una
religión, pautas de conducta practicadas en una época y
comunidad determinada.
A lo largo del presente tema se abordarán los siguientes
objetivos:
• Estudiar y analizar el concepto de la ética y la moral.
• Analizar los elementos que conforman la ética
empresarial.
• Identificar la importancia del liderazgo y de la
cultura ética en las empresas.
• Reflexionar en torno a la importancia de la ética en
el uso de la tecnología por parte de las empresa.
Ética y moral
Desde un punto de vista general, sencillamente se
habla del concepto de ética para expresar el conjunto
de razones que se argumentan para justificar todos
los actos. Se puede entender, en definitiva, que hay
muchas formas de entender la ética y que todas son
válidas desde el momento en que todas configuran una
percepción individual honesta y sincera sobre el “buen
comportamiento humano”.
Sin embargo, la cuestión se complica cuando hay
cuestionamientos, si todas esas concepciones
individuales de la ética son válidas, cuestionamientos
que pueden llevar al individuo a una situación denominada
“relativismo moral”.
Así, y a modo de ejemplo, se podría plantear el siguiente
dilema a cualquier individuo;
¿Prevalecen siempre los intereses comunes y el
cumplimiento de las obligaciones profesionales frente al
interés personal?
1
Fernández Aguado, J. (2009): “Ética a Nicomaco.” Editorial LID
2
Savater, F. (2009) “Ética para Amador.” Ed. Ariel.
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Así, por ejemplo, si se entiende que hay una percepción
de la ética como correcta y referente moral de cada
individuo, se puede plantear en ese caso quién establece
los principios morales considerados como comunes,
o incluso por qué unos principios morales pueden ser
considerados como superiores a otros y quién puede
tener una mayor autoridad moral para establecer dicha
diferenciación.
De igual forma, en otro contexto, se puede preguntar lo
siguiente; tras considerar las normas comunes a todos
como válidas para cualquier individuo, si en el caso de
que un individuo no se ajustara a esas normas comunes
por una cuestión de conciencia (objeción) individual,
debe tener el individuo derecho a infringir una norma
porque esta infringe sus principios morales individuales.
Lo cierto es que con el comportamiento de cualquier
individuo es posible identificar unos principios de ética
personal que explican y motivan ese comportamiento,
un comportamiento humano que además incide
continuamente sobre la realidad que le circunscribe.
Este tipo de situaciones plantean así dilemas morales
que han sido estudiados a lo largo de la historia. Si se
acude a la historia de la filosofía, se pueden encontrar
numerosas clasificaciones o categorizaciones de la
ética o la moral.
Como ejemplos del cuestionamiento de los dilemas
planteados, cabe destacar las reflexiones de Aristóteles
en torno a la ética, fundamentalmente a través de su
obra “Ética a Nicómaco”1, o la teoría de los sentimientos
morales de Adam Smith, que trató la ética de los
negocios y la falta de esta entre los hombres de
negocios de aquella época.
Otros autores, como David Hume, John Stuart Mill, Karl
Marx y muchos otros trataron y analizaron la moralidad
y la ética en los sistemas económicos que analizaron,
aportando sus teorías a la historia de la ética de las
empresas y sus pensamientos se han filtrado de distinta
forma a lo largo de la historia.
Por su parte, siguiendo el planteamiento del filósofo y
profesor Fernando Fernández-Savater Martín2, se puede
clasificar la ética en las siguientes categorías:
• Ética o moral: Entendida como la administración
que cada individuo hace de “su propio bien”, la
conciencia moral de cada individuo. De acuerdo
con esta conceptualización, la ética o moral en el
sentido individual es la capacidad y uso que cada
cual hace de sus creencias sobre lo que es moral.

• Ética como deontología: Se trata del conjunto
de pautas que se establecen dentro de una
determinada comunidad de individuos, para resolver
los conflictos de intereses entre sus miembros o
resolver los conflictos entre los intereses de los
individuos y los intereses colectivos.
• Ética en lo político: Entendida en este caso como
un conjunto de valores y actividades encaminadas
a gobernar la vida común de una sociedad.
No obstante, es necesario tener presente una
diferenciación conceptual que existe entre la ética y la
moral, pues son en esencia términos que en el lenguaje
común se pueden encontrar utilizados indistintamente.
De acuerdo con el destacado jurista y filósofo del derecho
español Antonio Enrique Pérez Luño, el concepto de
moral comprende el sistema normativo regulador de
la conducta humana individual o social en aras a su
perfección, mientras que la ética es el objetivo moral,
es decir, la teoría que pretende justificar determinadas
concepciones morales.
La ética, por lo tanto, se ocupa de los actos humanos,
pero sólo en la medida en que son actos que el hombre
ejecuta con libertad y de forma deliberada.
La moral, por su parte, se relaciona con las reglas o
normas por las que se rige el comportamiento o la
conducta de un ser humano, en relación con el conjunto
de la sociedad.
Ética empresarial
En el contexto actual, los grupos de interés demandan
a las empresas un comportamiento ético e información,
transparencia y rendición de cuentas, para saber qué
pueden esperar de ellas y hasta qué punto las empresas
transmiten valores confiables.
La primera obligación de cualquier empresa es, por lo
tanto, difundir su misión, su visión y sus principios y
valores, tanto a nivel interno entre sus trabajadores, como
a nivel externo (proveedores, clientes, organismos), con
el resto de los grupos de interés.
Como parte de esta difusión, por supuesto la empresa
debe difundir su marco de ética y de conducta, tanto
a nivel interno como a nivel externo, a través de los
canales con los que la empresa cuenta para llevar a cabo
su comunicación corporativa a nivel interno.
El incremento de la sensibilidad social hacia la ética en
los negocios y en las empresas ha supuesto un cambio
interno en todas las organizaciones. Se trata de una
transformación iniciada en los máximos responsables
de las empresas, que se ha ido extendiendo a todos los
equipos y en todos los trabajadores de las empresas.
También, a nivel externo, a los grupos de interés de las
empresas.
Ética Empresarial | 4
Se puede argumentar así, que la ética empresarial es el
resultado de las acciones que impulsan inicialmente los
máximos responsables de una organización, siguiendo
las directrices de sus máximos órganos de gobierno,
con la intención de promover que sus empleados y
colaboradores actúen conforme a unos principios éticos,
principios previamente aprobados al más alto nivel
corporativo y que a través de ellos, la empresa responde
adecuadamente a las expectativas de sus grupos de
interés.
En un entorno cambiante, en el que la cultura y el
transcurso del tiempo son factores críticos para las
empresas, se trata, en definitiva, de una forma de actuar
que debe permitir a cualquier empresa garantizar que
cada vez que un miembro de esta actúe en nombre de
la organización, prevalezcan los intereses comunes
sobre los suyos propios. “La ética empresarial no es un
concepto estático, cambia según las culturas y el pasar
del tiempo”.
Existen diferentes definiciones sobre la ética empresarial,
pero en la mayoría de los casos es posible identificar
las siguientes características comunes a todas las
definiciones:
• El comportamiento ético de los máximos
responsables de la empresa (los órganos de
gobierno y administración de la empresa, así como
sus directivos ejecutivos) es ejemplarizante.
• La ética de una empresa se sustenta en los valores
corporativos y se fundamenta en la cultura de la
organización, plasmándose en consecuencia sobre
normas y códigos de ética y de conducta, que
sirven como guía de buenas prácticas para que
los responsables de la empresa puedan tomar las
decisiones adecuadas.
• La suma de valores compartidos, puestos en
práctica, conforman el comportamiento colectivo
de la empresa. En ese contexto, la ética de la
empresa y el cumplimiento de las obligaciones
corporativas se anteponen frente a los intereses
individuales o personales.
• Cuando la cultura ética forma parte de los valores
impulsados desde la cúpula de la organización, no
se suelen poner impedimentos a que una auditoría
interna pueda auditar el nivel ético de la misma.
• Los individuos que forman parte de la empresa
interiorizan la estrategia corporativa y los objetivos
de la empresa, están totalmente alineados con la
cultura empresarial y, por lo tanto, son coherentes y
consecuentes con el código de ética y de conducta
con el que cuenta la empresa.
• Dentro de la empresa siempre se tiene en cuenta
cómo aplicar la ética y los valores corporativos
para lograr los objetivos de negocio. En adición a
lo anterior, se mide y monitoriza el cumplimiento
y la aplicación de dichos objetivos, así como del
código de ética y de conducta con el que cuenta la
empresa.

Principios y Valores Corporativos
Integridad
Confianza y Credibilidad
Responsabilidad
Una empresa de referencia, eficiente y transparente, que a través del rigor y de la calidad de su actividad, orientada a
la sociedad, contribuya a mejorar su misión y comparta su misión y comparta su visión estratégica con sus grupos
Ejes Estratégicos
Figura 1.
De nada sirve que una empresa cuente con un código
de ética y de conducta muy estricto, si en cambio sus
trabajadores infringen las normas, no están alineados
con los principios y valores de la empresa o su
comportamiento no es íntegro ni ético. (Figura 1)
Por lo tanto, la cultura ética en una empresa debe
desarrollarse y estar alineada en coherencia con sus
valores corporativos y sus objetivos. De esta forma, es
factible posteriormente comprobar hasta qué punto
la organización actúa de manera ética e íntegra en
coherencia con su cultura corporativa.
Los valores de las empresas deben estar claramente
definidos y difundidos, por lo que cualquier empresa
debe tener siempre en cuenta:
El cumplimiento de las normas, leyes y regulaciones que
se le aplican.
• La necesidad de interrelacionarse adecuadamente
con sus grupos de interés.
• La veracidad, la integridad y la exactitud de la
información que se comunica.
• En su caso, la necesaria respuesta ante eventuales
situaciones, tales como posibles conflictos de
interés o indicios de irregularidades.
• La atención sobre cualquier impacto derivado de
sus actividades y/o de sus operaciones, en especial
si pueden causar impactos en el desarrollo de su
responsabilidad social corporativa y, en definitiva,
en la sostenibilidad de su entorno.
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Imparcialidad
Ética
Transparencia
Visión Independencia
de interés.
Para poder fomentar en la empresa una cultura
corporativa ética, se necesita diseñar un programa de
ética que tenga en cuenta el entorno de la empresa e
incluya, al menos, los siguientes elementos:
• Misión y visión de la empresa.
• Principios, valores y estrategia corporativa.
• Marco normativo.
• Estructura organizativa y marco de
responsabilidades corporativas.
• Mecanismos de comunicación, supervisión y
prevención.
La definición de la misión, visión y valores de cualquier
empresa deben abarcar todos los comportamientos de
la organización y en lo que respecta a su cultura ética,
constituye una herramienta clave para promover la
misma en las relaciones de la empresa, tanto a nivel
interno como a nivel externo.
La misión de cualquier empresa define su actividad
ante el mercado, ante su entorno y ante los agentes a
los que se dirige, así como ante la organización interna
de la propia empresa. Define su actividad, en definitiva,
ante sus distritos grupos de interés. Por su parte, la
visión de la empresa define su estrategia corporativa a
medio y largo plazo y establece los objetivos y las metas
que se pretenden conseguir en el futuro. Por último,
los valores de una empresa son aquellos principios
que se autoimpone una organización, y en especial los
principios éticos que rigen toda su actividad.

En cualquier organización, la declaración explícita de su
misión, visión y valores debe ser inicialmente aprobada
por los máximos responsables. Posteriormente, debe
comunicarse a nivel interno de manera que queden
claros los comportamientos esperados de todos y cada
uno de los empleados. Por todo lo anterior, los máximos
responsables de la empresa deben aprobar dicha
declaración, liderarla, respetarla y promoverla.
La estrategia corporativa de cualquier empresa
debe estar alineada con sus valores, priorizando dos
cuestiones fundamentales:
• La consecución de sus objetivos corporativos. Para
ello, se esencial evitar presiones o factores (tanto
internos como externos) que no se consideren
éticos y no estén alineados con los principios y
valores de la organización.
• Las interrelaciones con los grupos de interés. Es
esencial que la empresa mantenga unas buenas
relaciones con las personas que trabajan en la
organización y con aquellas que forman parte de
cualquier grupo de interés externo a la organización,
manteniendo siempre en dichas relaciones la
coherencia con los principios y valores éticos de la
organización. (Figura 2)
Objetivos
Interrelaciones
Figura 2.
En adición a lo anterior, es esencial que las empresas
puedan desplegar a nivel interno un marco normativo
adecuado y estructurado, como instrumento a partir
del cual se pueda articular y comunicar la ética de la
organización.
En ese contexto, las empresas deben desarrollar
su código de conducta o código ético, así como
políticas corporativas, directrices y protocolos de
actuación, manuales de procedimientos, así como
guías de actuación a seguir, como pautas con las que
las empresas determinan cómo deben aplicarse los
valores corporativos. Para ello, las empresas se pueden
ayudar de patrones de comportamientos y de normas
generalmente aceptadas, guías e instrumentos que les
permiten implementar y desarrollar sus principios y
valores éticos. (Figura 3)
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Códigos de ética y
de conducta
Figura 3.
Los códigos de ética o de conducta de las empresas
tienen un papel esencial en la cultura ética de cualquier
organización. Constituyen documentos formales que
recogen expresamente los principios y valores que las
empresas establecen para guiar los comportamientos
y las conductas éticas, tanto de sus responsables y
directivos, como de sus empleados.
Los códigos de ética o de conducta de las empresas
son así documentos esenciales para cualquier empresa.
Deben ser conocidos y comprendidos por todas las
personas que forman parte de las organizaciones y
deben ser comunicados adecuadamente.
Los objetivos de un código de ética o de conducta, son
los siguientes:
• Desde el punto de vista interno: Concreta y formaliza
los valores y criterios de decisión que aprueban los
máximos responsables de la empresa. Asimismo,
definen la cultura organizativa, así como la
conducta que se espera de sus responsables y de
sus empleados.
• Desde el punto de vista externo: Informan y
comunican a los terceros los principios y valores
corporativos de la empresa, por lo que permiten
mejorar la imagen reputacional de la empresa en su
relación con los grupos de interés externos.
Un código de ética o de conducta será eficaz siempre y
cuando integre los siguientes elementos:
• Debe ser coherente y consistente con los principios
y valores corporativos y con la cultura ética de la
empresa, que debe ser real.
• Debe ser concreto y preciso, de manera que se
eviten dilemas o posibles interpretaciones que
puedan llevar a errores o irregularidades.
• Debe ser aceptado por todos los que forman parte
de la organización y su aceptación debe llevar
aparejado el compromiso de todos. Este elemento
se consigue siempre y cuando en la elaboración
y redacción del código haya existido una amplia
participación de los distintos grupos de interés, de
manera que se consiga un consenso y, sobre todo,
un compromiso que permita posteriormente exigir
un comportamiento ético a todas las personas que
forman parte de la empresa.

Un código de ética o de conducta se considerará válido
y suficientemente consistente siempre y cuando, una
vez aprobado y comunicado, se considere creíble,
genere confianza entre los distintos grupos de interés,
y asimismo sea capaz de reunir el compromiso de
todos. Para ello, además, posteriormente será precisa
una actualización periódica, a través de un enfoque de
mejora continua, así como una adecuada supervisión,
como mecanismo para controlar su adecuada ejecución
y prevenir posibles conductas inapropiadas o no éticas.
Una vez las empresas han desplegado a nivel interno
un marco normativo adecuado y estructurado, como
instrumento a partir del cual se pueda articular y
comunicar la ética de la organización, las empresas
deben configurar un marco organizativo que al menos
integre una serie de elementos, a saber:
• Un sistema adecuado de identificación y en su caso
de delegación, de responsabilidades en torno a la
ética y a la conducta esperada en la empresa, que
identifique de forma clara el proceso de toma de
decisiones en la organización. Para ello, la empresa
puede y debe establecer mecanismos que permitan
supervisar y evaluar el desempeño ético y, en su
caso, las sanciones en caso de comportamientos
irregulares y/o no éticos.
• Un responsable del cumplimiento de la ética y la
buena conducta en la organización. Los máximos
responsables de la empresa son asimismo los
responsables últimos del cumplimiento por todos
de la ética en la organización. Sin embargo, a
nivel operativo es recomendable un sistema de
delegaciones y que dicha responsabilidad se asigne
a un órgano o a una unidad o servicio interno que se
lleve a cabo, al menos, las siguientes funciones:
-- Asesorar en la interpretación y aplicación del
código ético y de conducta.
-- Recibir y gestionar a nivel interno las notificaciones
de sugerencias, alertas y/o denuncias realizadas
a través de la denominada línea ética.
-- Promover la información y formación de los
empleados y directivos de la empresa como
parte del programa de formación de ética y
cumplimiento.
-- Realizar el seguimiento y control del programa
de ética y cumplimiento con el que cuente la
empresa.
-- Impulsar la ética y la responsabilidad corporativa
en la organización, así como comunicar la política
interna corporativa relacionada con la cultura
ética de la empresa.
La comunicación corporativa es un elemento clave
en cualquier organización. Puede llevarse a cabo a
través de diferentes formatos y canales, pueden ser
digitales, analógicos o tradicionales, así como formales
o informales, internos o externos. En cualquiera de
los casos, la comunicación corporativa, tanto interna
como externa, se considera clave para poder gestionar
adecuadamente la cultura ética de una empresa.
Ética Empresarial | 7
A nivel interno, las empresas deben contar con
mecanismos que permitan la difusión, formación y
feedback de su cultura ética. No sólo es importante
comunicar los valores éticos, sino que se debe informar
todo lo relacionado con las directrices, normas,
procedimientos, etc.
Es necesaria, asimismo, una formación mínima
específica y continua sobre los principios y valores éticos
que la empresa ha aprobado, así como las sanciones
que llevaría aparejado, en su caso, un comportamiento
no adecuado.
A nivel externo, las organizaciones deben contar con
instrumentos para transmitir y comunicar sus principios
y valores éticos, así como sus acciones a sus grupos de
interés y en definitiva a la sociedad.
En este sentido, los documentos e informes que forman
parte del sistema de reporting de las empresas se
consideran documentos muy importantes a través de los
cuales las empresas pueden comunicar y poner en valor
sus principios y valores éticos, que se sientan a gusto de
informar también a sus grupos de interés los impactos
positivos que generan a través de su actividad.
Algunas empresas están implementando en la actualidad
herramientas que les permiten conectar constantemente
con sus grupos de interés, tanto a nivel interno como a
nivel externo, tales como:
• Una línea ética, como canal de información y
comunicación de sugerencias y de áreas de mejora.
• Un canal interno específico de alertas y denuncias
(whistleblowing), que incluye tanto posibles
incumplimientos como denuncias, si bien en este
caso es importante que las empresas incorporen
a este tipo de canales políticas explícitas de no
represalias al denunciante que actúe de buena fe.
Por último, y como complemento a todo lo anterior,
las empresas “éticas” deben contar asimismo en sus
estructuras organizativas, con mecanismos adecuados
de gestión de riesgos, control y de supervisión de sus
códigos de ética y de conducta, con el objetivo de
garantizar la trazabilidad y los registros de la información
clave, y salvaguardar su cultura ética, acorde con sus
principios y valores corporativos.
Liderazgo y ética en las
empresas
En el contexto económico actual, cada vez más global,
a las empresas ya no se las valora únicamente por sus
resultados económico-financieros. Otros factores son
cada vez más tenidos en cuenta por los distintos grupos
de interés de cualquier empresa, para darle su confianza,
tales como;

• El respeto y el cumplimiento de la legalidad de
la normativa vigente de aplicación, y con ello la
prevención de irregularidades, de fraude y de
corrupción.
• La sostenibilidad (no sólo medioambiental, también
social, laboral, etc.)
• La existencia de una cultura ética e íntegra, alineada
con los principios y los valores corporativos a los
que se compromete la empresa.
• La transparencia y la rendición de cuentas.
• Una comunicación proactiva y permanente con sus
grupos de interés.
En este contexto global, sólo es posible implementar una
cultura ética en las empresas a través de la conducta
ejemplarizante de sus máximos responsables.
Cualquier empresa ética requiere de la existencia previa de
un liderazgo ético, que en primera instancia corresponde
a los órganos de gobierno y de administración de las
empresas, así como a sus altos directivos.
Como en otros ámbitos empresariales, una cultura ética
empresarial debe transmitirse desde arriba hacia abajo,
a través de la estructura corporativa (enfoque Tone at the
top). Para ello, la cultura ética empresarial debe ser capaz
de desarrollarse a través de los objetivos empresariales,
concretándose por medio de las siguientes acciones:
• Establecer formalmente como ámbito estratégico,
y desde el liderazgo corporativo, la promoción de la
cultura ética.
• Establecer un sistema de control interno que
garantice el cumplimiento del código de ética,
que cuente con una difusión eficaz y en el que las
acciones formativas sean una parte relevante.
• Favorecer la transparencia respecto a los valores y
actividad de la organización.
• Establecer un sistema de compensación
alineado con el rendimiento, pero también con
el cumplimiento de los valores corporativos
(incluyendo medidas sancionadoras para los casos
de incumplimiento).
• Realizar un seguimiento del desempeño ético con
un sistema efectivo para medir los avances del
proceso.
La forma más habitual de comenzar a implantar el
liderazgo ético en una empresa es comenzar por la
inclusión de la ética y la integridad en la agenda de los
máximos responsables de la empresa, para impregnar
así la cultura ética en la organización a través de la
conducta ejemplarizante de sus máximos responsables.
Se pasa así, del liderazgo empresarial por objetivos a un
liderazgo empresarial basado en principios y en valores
éticos e íntegros.
Ética Empresarial | 8
La importancia de la ética en
la tecnología
Se vive en un contexto cambiante, cada vez más global y
tecnológico, en el que las empresas deben hacer frente
necesariamente a una transformación digital continua.
Los desarrollos tecnológicos avanzan rápidamente y
en no pocas ocasiones se sitúan por delante de los
desarrollos normativos y del entorno jurídico que debe
dar cobertura a los avances tecnológicos que deben
incorporar las empresas como parte de sus estrategias
corporativas.
La sociedad debe adaptarse igualmente a este contexto
cambiante y de incertidumbre, exigiendo el necesario
equilibrio que debe existir entre ética y tecnología.
Inteligencia artificial, automatización y robótica, big
data, blockchain, ciberdelincuencia, internet de las
cosas, Smart cities, reconocimiento facial, etc., son
términos que demuestran cómo la velocidad a la que la
tecnología se está implementando en la vida de las
personas, en la vida de las empresas y, en definitiva, en
la vida de las sociedades, y por ello se hace necesario
ese equilibrio en el que la ética debe jugar un papel
trascendental.
Las empresas deben ser conscientes de la importancia
que tiene y tendrá la ética en el desarrollo de soluciones
tecnológicas que incorporen a sus procesos de
producción, de distribución y de servicios. Vehículos
autónomos, máquinas con inteligencia artificial,
sistemas inteligentes que aprenden de las personas,
máquinas que superan con creces la capacidad actual
de almacenamiento de la información y del análisis de
los datos, etc., son sólo algunos ejemplos de lo anterior.
Cada vez más, las personas ignoran los datos que en
muchas ocasiones se recopilan sobre cada individuo y
no se es consciente del potencial uso que puede hacerse
de los mismos por parte de muchas organizaciones.
La unión de las máquinas y de los algoritmos, de la
tecnología y de ese conjunto de reglas que, aplicadas
sistemáticamente a unos datos de entrada apropiados,
resuelven un problema en un numero finito de pasos
elementales, está cambiando el mundo a una velocidad
nunca vista y, por supuesto, está cambiando la realidad
de las empresas.
Los algoritmos constituyen la base de la programación
(inteligencia artificial, big data, automatización, etc.) y
por lo tanto se deben medir y regular las consecuencias
derivadas del diseño y de la utilización de estos.

En otras palabras, se necesita una “ética”, unas normas
que obliguen a los máximos responsables de las
empresas, a los directivos, a los responsables de diseñar
los procesos, a los responsables de construir y programar
los algoritmos, así como a los responsables de su
desarrollo, de respetar los principios éticos establecidos
al diseñar las aplicaciones y los sistemas que soportan
la gestión de las empresas.
Por lo tanto, todas las empresas necesitarán definir
previamente un marco ético de referencia y plantearse
una serie de cuestiones hasta ahora no planteadas,
antes de decidir qué uso van a hacer de la tecnología y
de los algoritmos.
Como ejemplo de lo anterior, y en el ámbito de la Unión
Europea, la Comisión Europea creó en 2018 un grupo de
expertos independientes de alto nivel como parte de su
estrategia de inteligencia artificial. El grupo de expertos
preparó unas Directrices de ética para la inteligencia
artificial confiable (AI)3.Las directrices enumeran siete
requisitos clave que los sistemas de AI deben cumplir
para que sean confiables, sobre la base de los derechos
fundamentales y los principios éticos:
• Agencia humana y supervisión.
• Robustez técnica y seguridad.
• Privacidad y gobierno de datos.
• Transparencia.
• Diversidad, no discriminación y equidad.
• Bienestar social y ambiental.
• Responsabilidad.
Con el objetivo de ayudar a cualquier organización a
poner en práctica estos requisitos, las directrices de
ética para la inteligencia artificial confiable ofrecen una
lista de evaluación, que orienta a cualquier organización
sobre la implementación práctica de cada requisito.
En 2020, esta lista de evaluación se está sometiendo a
un proceso piloto en el que todas las partes interesadas
pueden participar, con el fin de recopilar comentarios
para su mejora. Como complemento al proyecto, la
Comisión Europea ha creado un foro de discusión con
la finalidad de intercambiar las mejores prácticas en
torno a la implementación de una inteligencia artificial
ética y confiable. Centrada en el ser humano, la Comisión
Europea pretende así establecer un consenso
internacional sobre las directrices de ética de
inteligencia artificial.
3
La información sobre Directrices de ética para la inteligencia artificial confiable (AI) es accesible a través de la siguien-
te url: https://ec.europa.eu/futurium/en/ai-alliance-consultation/guidelines#Top
Ética Empresarial | 9
Resumen
Desde un punto de vista general, sencillamente se habla
del concepto de ética para expresar el conjunto de
razones que se argumentan para justificar los actos.
En el ámbito de las empresas, se puede argumentar que
la ética es el resultado de las acciones que impulsan
inicialmente los máximos responsables de una
organización, siguiendo las directrices de sus máximos
órganos de gobierno, con la intención de promover que
sus empleados y colaboradores actúen conforme a unos
principios éticos, principios previamente aprobados
al más alto nivel corporativo y que a través de ellos la
empresa responde adecuadamente a las expectativas
de sus grupos de interés.
En un entorno cambiante, en el que la cultura y el
transcurso del tiempo son factores críticos para las
empresas, se trata, en definitiva, de una forma de actuar
que debe permitir a cualquier empresa garantizar que
cada vez que un miembro de esta actúe en nombre de la
organización, prevalezcan los intereses comunes sobre
los suyos propios.
La cultura ética en una empresa debe desarrollarse y estar
alineada en coherencia con sus valores corporativos y
sus objetivos. De esta forma, es factible posteriormente
comprobar hasta qué punto la organización actúa de
manea ética e íntegra en coherencia con su cultura
corporativa.
Cualquier empresa ética requiere de la existencia previa de
un liderazgo ético, que en primera instancia corresponde
a los órganos de gobierno y de administración de las
empresas, así como a sus altos directivos.
La estrategia corporativa de cualquier empresa
debe estar alineada con sus valores, priorizando dos
cuestiones fundamentales:
• La consecución de sus objetivos corporativos.
• Las interrelaciones con los grupos de interés.
Los códigos de ética o de conducta de las empresas
tienen un papel esencial en la cultura ética de cualquier
organización. Constituyen documentos formales que
recogen expresamente los principios y valores que las
empresas establecen para guiar los comportamientos
y las conductas éticas, tanto de sus responsables y
directivos, como de sus empleados.
 Ética Empresarial | 10

Una vez las empresas han desplegado a nivel interno

un marco normativo adecuado y estructurado, como
instrumento a partir del cual se pueda articular y
comunicar la ética de la organización, las empresas
deben configurar un marco organizativo que integre una
serie de elementos.

Los desarrollos tecnológicos avanzan rápidamente y

en no pocas ocasiones se sitúan por delante de los
desarrollos normativos y del entorno jurídico que debe
dar cobertura a los avances tecnológicos que deben
incorporar las empresas como parte de sus estrategias
corporativas.

Por lo tanto, todas las empresas necesitarán definir

previamente un marco ético de referencia y plantearse
una serie de cuestiones hasta ahora no planteadas,
antes de decidir qué uso van a hacer de la tecnología y
de los algoritmos.

Bibliografía
1. Ethics centre. “The. What is Ethics? The Ethics
Centre”. Disponible en: http://www.ethics.org.au/
about/what-is-ethics
2. Instituto de Auditores Internos de España (2019).
“Supervisión de la ética empresarial. 5 preguntas
que un consejero debe plantear.” Disponible en:
https://auditoresinternos.es/uploads/media_
items/lfab-etica-consejeros-web-062019.original.
pdf
3. Comisión Europea: Directrices de ética para la
inteligencia artificial confiable (AI). Página web:
https://ec.europa.eu/futurium/en/ai-alliance-
consultation/guidelines#Top
4. Fernández, J.L. (2018) “Empresa y gestión
sostenible: Hacia una ética del management
(colección argumentos para el s. XXI)”. Ed. Digital
Reasons.
5. Fernández Aguado, J. (2009): “Ética a Nicomaco.”
Editorial LID
6. Savater, F. (2009) “Ética para Amador.” Ed. Ariel.
7. Pérez Luño, A. E. (1991): “Derechos humanos,
Estado de Derecho y Constitución.· Ed. Tecnos.