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RICOEUR, Sí mismo como otro, prólogo, pág. XVI
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DESCARTES, Meditaciones metafísicas, Buenos Aires, Aguilar, 2010, pág. 270
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paréntesis. Pero ello le impide enlace alguno entre la duda y su contenido como realidad
externa del intelecto. Así el sujeto pierde toda posibilidad de determinarse por el alcance
de su propia acción reflexiva, ya que el cogito nunca abandona su status de ejercicio
mental y se mantiene indeterminado. De este modo, la primera certeza cartesiana no
revela la existencia de un Yo particular sino la de un entendimiento3.
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verdad”7. Así como el cogito cae ante esta estrategia, también lo hace la propia filosofía
que lo pone en jaque. La cuestión entonces es cómo escapar al engaño. Ricoeur aprueba
la falta de objetividad del mundo exterior. Sin embargo, en cuanto al carácter
fenoménico del mundo interior, se alinea un “arreglo”, “esquematización” o
“interpretación” con respecto al mundo exterior8. La crítica hacia Nietzsche se basa en
que extiende su duda sobre las afirmaciones del mundo a la “experiencia interna”. El
autor alemán coloca al Yo como autor de la ilusión cuando éste es “el efecto de su
propio efecto”9. El Yo resulta de la gramática del mundo, no es la causa de su discurso,
con lo cual Nietzsche tampoco acierta a dar con el vórtice fundante de la
autopercepción, pues para Nietzsche el Yo es un autoengaño no asumido, pero evita el
proceso narrativo por el cual se eleva dicha interpretación. De este modo Descartes y
Nietzsche funcionan como contracara de una misma moneda. El primero pone una
substancia bajo el Cogito, mientras que el segundo coloca una causa detrás.
La atestación
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grado epistémico que la sospecha, pues para ésta toda afirmación es indecidible en el
aspecto veritativo y queda reducida al rango de doxa. En cambio, la atestación
hermenéutica que ofrece Ricoeur posibilita una fiabilidad (en virtud de la dialéctica de
la reflexión y del análisis, de la ipseidad y mismidad, del sí y del otro) lo que atestigua
una gramática de creencia similar al testimonio. Ricoeur distingue el “creer que” de la
aserción dóxica del “creer en” (en un testigo) de la atestación.11
Este nivel de confianza que no alcanza el grado de certeza absoluta, se eleva por
encima de la sospecha al sostener que el objetivo ontológico del ser, si bien se encuentra
aplazado en el lenguaje12, no por ello carece de valor concreto. Ricoeur recupera la
noción de acontecimiento y la vincula con un hacer efectivo del lenguaje, a fin de que la
atestación funcione como una atestación de sí, donde aquel que actúa se reconoce como
personaje narrativo.
En lo que respecta a la Filosofía del Sujeto, Ricoeur sostiene que tanto Descartes
como Nietzsche dirigen su investigación sobre la subjetividad desde la pregunta por el
“qué” de ese sujeto pero se olvidan del “quién” en cuanto a la persona concreta y
particular que conduce la acción. Descartes eleva la comprensión de sí a fundamento del
conocimiento, mientras que para Nietzsche el individuo esconde las cosas para luego
simular que las descubre, por lo cual la categoría de autoconciencia resultaría más un
teatro creado que una comprensión de sí.
11
Ibíd., pág. XXXV
12
Ibíd., pág. 333
13
FOCUAULT, Marx, Nietzsche y Freud, pág. 38
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recluida en un ámbito disciplinario sino que tenga como fin la comprensión14. Esta
postura no solo apunta a una búsqueda de sentido, sino que además pretende entablar la
conexión entre sujeto y objeto a través de la temporalidad.
Bibliografía
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FOUCAULT, Marx, Nietzsche y Freud, trad. original Carlos Rincón, San Pablo,
Principio Editora, 1997
RICOEUR, Sí mismo como otro, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2006