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Vocaciones Inciertas Mision y Misioneros
Vocaciones Inciertas Mision y Misioneros
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Vocaciones inciertas.
Misión y misioneros en la provincia jesuita
del Perú en los siglos XVI y XVII
SEVILLA, 2012
Reservados todos los derechos por la legislación en materia de
Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, in-
cluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse
o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico,
químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin
permiso previo por escrito de la editorial.
© CSIC
© Aliocha Maldavsky
ABREVIATURAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
AGRADECIMIENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
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ÍNDICE GENERAL
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ÍNDICE GENERAL
FUENTES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363
ANEXOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 389
MAPAS Y FIGURAS
Mapa 1: La provincia jesuita del Perú antes de la división . . . . 108
Mapa 2: Proyecto «Aquaviva» de fronteras provinciales (1603) 112
Mapa 3: División de la provincia jesuita peruana (1605-1607) . 114
Mapa 4: Misiones volantes de 1576 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
Mapa 5: Misiones volantes de 1583-1585 . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
Mapa 6: Misiones volantes de 1599 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
Mapa 7: Misiones volantes de 1606 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164
Mapa 8: Misiones volantes de 1609 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
Mapa 9: Misiones volantes de 1611 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186
Cuadro 1: Ministerios exteriores de los jesuitas de la provincia
peruana (1576-1637) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 212
Cuadro 2: Ministerios exteriores y categorías de fieles . . . . . . . 217
Cuadro 3: Los americanos en la provincia peruana y el aposto-
lado de los indios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
Cuadro 4: Regiones de nacimiento de los jesuitas americanos. . 233
Cuadro 5: Americanos y europeos en la Compañía de Jesús en
el Perú . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 234
Cuadro 6: Origen y lugar de ingreso de los jesuitas europeos
(1576-1637) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235
Cuadro 7: Sacerdocio, votos y lugar de ingreso de los europeos 238
Cuadro 8: Origen y lugar de ingreso de los «obreros de indios» 240
Cuadro 9: Lugar de origen de los «obreros de indios» . . . . . . . . 240
Cuadro 10: Grado y sacerdocio de los «obreros de indios» y de
todos los jesuitas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249
Cuadro 11: La formación de los jesuitas y de los «obreros de
indios» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 250
Cuadro 12: La edad de los jesuitas y de los «obreros de indios» 251
Cuadro 13: La especialización de los «obreros de indios» . . . . . 253
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Abreviaturas
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chael Miller, Maria Pinto, Ilaria Taddei y Nick Wilding. En Roma, Aline
Hervé, David Hollander, Anna Lombardi y Vanessa Roghi.
Desde que inicié este trabajo, hasta su conclusión y ahora su publica-
ción, he recibido el apoyo y el amor de Pierre-Antoine Dessaux. Su mirada
aguda hacia el mundo me recuerda permanentemente lo importante que es
dudar de las evidencias.
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Prólogo
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Introducción
1 El historiador Robert Ricard (1933) emplea los términos «evangelización primitiva» para
designar los primeros pasos de las órdenes mendicantes en Nueva España. Propone la llegada de los
jesuitas en 1570 como el momento de clausura de esta primera etapa.
2 Levillier, 1935; Merluzzi, 2003.
3 Estenssoro Fuchs, 2003.
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4 Mateos (1944). La tradición jesuita de edición de fuentes consta también en la inmensa colec-
ción de la Monumenta Historica Societatis Iesu, publicada por el Institutum Historicum Societatis Iesu
(en adelante IHSI), en Roma, a la cual pertenecen las ediciones de la Monumenta Peruana, Mexicana,
Brasiliana, Indica, etc.
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5 Laborie, 2003, 18. Sobre la historia de la Compañía de Jesús como objeto de creencia, véase
Fabre, Romano, 1999, 255.
6 Xavier Albó, Marie Helmer, Norman Meiklejohn, Henrique Urbano, Gabriela Ramos, son
algunos de los autores que se pueden citar al respecto.
7 Celestino, 1998.
8 Estenssoro Fuchs, 2003.
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Capítulo 1
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al mundo, definían tanto los lazos que unían a los miembros entre sí y a la
Iglesia como los objetivos de esta unión.2 Las dos Bulas, inspiradas en el
texto de la Summa, cuya estructura repiten conservando el orden de los pá-
rrafos, lo completan y modifican precisando los términos. La Bula de 1550
se aprobó cuando ya la reflexión sobre las Constituciones había empezado
y tomaba en cuenta diez años de un camino ya recorrido.
En estas tres expresiones sucesivas de la fundación de la Orden, cada
uno de los miembros de la comunidad, o Compañía (la palabra apareció
oficialmente en la Bula de 1540), está ligado al Cuerpo por un voto de obe-
diencia «en todas las cosas pertenecientes a la guarda de esta nuestra Regla,
obedecerán al Prepósito de la Compañía».3 Esta afirmación resultaba de un
debate relatado en La Manera cómo se instituyó la Compañía, que zanjaba
colectivamente a favor de la obediencia a uno sólo «para que podamos
realizar mejor y más exactamente nuestros primeros deseos de cumplir en
todo con la voluntad divina y además para que la Compañía se mantenga en
forma más segura y, por fin, para poder responder a los asuntos particulares
que se pueden presentar, tanto espirituales como temporales».4 La unidad
del Cuerpo que se constituía en estos textos se fundaba en este voto de
obediencia a uno solo, con el amparo de una regla común, que tomaba su
forma definitiva en las Constituciones, cuya redacción se acabó en 1558.5
Si se consideran los objetivos de la Compañía y la dispersión anunciada de
sus miembros, esta garantía de unidad era indispensable.
La Bula de 1550 definía el grupo como «Compañía, fundada prin-
cipalmente para emplearse en la defensa y propagación de la fe y en el
provecho de las almas en la vida cristiana, sobre todo por medio de las
públicas predicaciones, lecciones y cualquier otro ministerio de la palabra
de Dios, de los ejercicios espirituales, la doctrina cristiana de los niños y
gente ruda, y el consuelo espiritual de los fieles, oyendo sus confesiones y
administrándoles los otros sacramentos».6 La dimensión misional de la or-
2 Ver la introducción por Pierre-Antoine Fabre a estos textos en Loyola, 1991, 275-309.
3 Loyola, 1963, 437.
4 Loyola, 1967, 7
5 Los votos de castidad, pobreza y obediencia, tales cómo se pronuncian en las órdenes mo-
násticas, no se formulan así antes de la Bula de 1550, mientras figuraban en orden disperso en los dos
primeros textos. Según Pierre-Antoine Fabre, esta última formulación «oculta parcialmente la singula-
ridad del lazo de obediencia en la Compañía», Fabre, 1991, 273.
6 Loyola, 1963, 435-436.
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general de la Orden.11 Este texto, sin duda elaborado en Roma por Juan
Polanco, secretario de Ignacio de Loyola hasta su muerte, fue redactado
entre febrero y agosto de 1558, probablemente para preparar la primera
congregación general de la Orden, que tuvo lugar de mayo a julio del mis-
mo año. La introducción al texto anuncia tres partes. La primera trata de la
«conversión de los infieles y su conservación principalmente en la India»;
la segunda, de la «reducción de los cismáticos y de los heréticos en el seno
de la Iglesia y de sus conservación tanto en el Norte como en el Sur y en
las regiones de Etiopía»; y la tercera del «provecho espiritual con los cató-
licos, en los lugares donde la Compañía está establecida».12 El criterio de
estructuración del texto es la clasificación de los diferentes públicos de la
Compañía, definidos según su relación con el catolicismo romano, desde
la alteridad hasta la identidad. Esta distancia espiritual se sitúa claramente
en un espacio geográfico, pues el texto abarca toda la población del mundo
conocido y por conocer, teniendo como centro a Europa. No existe ningún
individuo al que la Compañía no desee dirigirse. Pero todos los lugares se
definen según la distancia que separa a sus pueblos del catolicismo romano
y según las actividades que esta distancia genera para la Compañía.
Sólo la primera parte del documento ha llegado hasta nosotros, razón
por la cual Pedro Leturia, su primer editor, indica que se trata de un docu-
mento sobre las misiones de infieles. Su primer párrafo propone la posibili-
dad de crear un consejo específicamente dedicado a las consultas sobre las
«cosas de Indias», solución alternativa al grupo de asistentes que rodeaba
al general. La idea no prosperó, sin duda porque podía diluir el poder de
decisión de éste, limitando tanto el carácter universal de su gobierno como
su papel de garante de la unidad de la Orden.13 Este consejo particular se
habría encargado de reflexionar sobre «lo que puede servir a aumentar
y a conservar a los nuevos cristianos y sobre lo que podría servir a traer
hacia la fe a los chinos, los brasileños y los otros».14 Más allá de la cues-
tión institucional que este párrafo plantea, la expresión «cosas de Indias»
funciona como un sinónimo de la conversión y de la conservación en la fe
de los convertidos. La mención de los chinos y los brasileños muestra la
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18 Prosperi, 1992.
19 Ricard, 1933, 80-102.
20 Armas Medina, 1953; Marzal, 1988.
21 Estenssoro Fuchs, 2003.
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40 Barnadas, 1973; López Beltrán, 1998. La propuesta de fundación hace hincapié en el gran
número de indios de la región que el provincial evalúa más de 200 000. Carta del padre Gerónimo
Ruiz del Portillo al general Francisco de Borja, Lima, 3 de septiembre de 1572, MPII, 487. En 1583, el
catálogo de la provincia reitera que La Paz «está en mui buena comarca para hazer fruto de los indios»,
MPIII, 220.
41 La Paz es el punto de partida de la conquista de los indios chunchos y del mítico reino de
Paititi. Historia general, II, 256.
42 Informe del visitador Juan de la Plaza, Lima, 25 de abril de 1579, MPII, 647.
43 Ver al respecto Cushner, 1980. El colegio de La Paz fue financiado por Juan de Ribas, un
encomendero de la ciudad, Vargas Ugarte, 1963-1965, I, 81-83; Maldavsky, 2011b.
44 Sobre la instalación de los jesuitas en el Cercado, Coello de la Rosa, 2002, 2004, 2006, Rodrí-
guez, 2005c.
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45 Pease, 1995, 173-174. El jesuita Alonso Barzana le administró los últimos sacramentos a Tu-
pac Amaru y a sus seguidores, antes de su ejecución. Carta del padre Luis López a Francisco de Borja,
Cuzco, 12 de octubre de 1572, MPI, 491.
46 Merluzzi, 2003, 271-273.
47 Mustapha, 1989, 406-411. Egaña, 1956.
48 Vargas Ugarte, 1963-1965, I, 129, 140.
49 Vargas Ugarte, 1963-1965, I, 139, 143. Armas Asín, 1999.
50 Archivo Histórico Nacional (en adelante AHN), Inquisición (en adelante Inq.). Libro 1027,
69, 118-126v, 172v-173v, 195v-197v. El texto del cuaderno del padre López se publicó en CDIHE, 94,
472-486. Vargas Ugarte, 1963-1965, I, 144-148. Mustapha, 1989, 412-413. Diplomado de Salamanca,
donde entró en la Compañía, el padre Luis López tenía la reputación de ser el jesuita mejor formado de
los ocho miembros de la primera expedición al Perú. Historia General, I, 1944, 11. Armas Asín, 1999.
51 Carta del padre Luis López a Francisco de Borja, Cuzco, 12 de octubre de 1572, MPI, 489-493.
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52 Medina, 1956, I, 181-182. Los detalles sobre estos hechos en Birckel, 1969, Armas Asín, 1999,
Hyland, 2003, 187-188, Coello de la Rosa, 2008a.
53 Hyland, 2003, 183-194; Bernand, 2006.
54 Numhauser, 2004, 109. Los documentos «Miccinelli», descubiertos en Nápoles, y presentados
por Laura Laurenchich-Minelli en 1999 en el Instituto Italo-Latino Americano de Roma afirman que
Blas Valera volvió más tarde al Perú, con la ayuda de otros jesuitas, y que fue el autor de la Nueva
Crónica y Buen Gobierno, en lugar de Guaman Poma de Ayala. Han suscitado una importante que-
rella entre historiadores acerca de su autenticidad y de la cuestión de la autoría de la Nueva Crónica.
Minelli, Miccinelli y Animato, 1995 [1996], Laurenchich-Minelli, 2001, 2007. Según los historiadores
Estenssoro Fuchs, 1996 y Albó, 1997, estos documentos serían una creación de los siglos XVII y XVIII, y
las opiniones de la Crónica acerca de la extirpación de idolatrías, sus críticas a los chachapoyanos (el
origen de Blas Valera) comprueban, según Adorno (2002) la autoría de Guaman Poma de Ayala.
55 Sobre la fundación de colegios para hijos de caciques, Alaperrine-Bouyer, 1999, 2007.
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56 Carta anua del 1.º de marzo de 1576, MPII, 4. Catálogo de la provincia peruana, 2 de enero
de 1583, MPIII, 241.
57 Dompnier, 1996, 156.
58 El trabajo de Alexandre Coello de la Rosa sobre el jesuita Diego Martínez persigue también
esta meta. Coello de la Rosa, 2010.
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59 Sobre la dimensión etnográfica de los textos jesuitas, ver Rubiés, 2007, y Castelnau-L’Estoile,
2011.
60 Prosperi, 1992, 209-211, 219. Tal evolución le debe sin duda mucho a la experiencia brasileña
de los jesuitas, Castelnau-L’Estoile, 2000. La idea de la conversión como un hecho total está muy bien
definida en los cuatro primeros capítulos del libro de Guillermo Wilde sobre las misiones de guaraníes
(Wilde, 2009).
61 Županov, 2005; Zubillaga, 1941.
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62 Instrucciones de Francisco de Borja a Gerónimo Ruiz del Portillo, marzo de 1567, MPI, 120-
124.
63 Zubillaga, 1943.
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llamados paganos, la mayoría de las veces fuera del área de control de las
autoridades españolas o al margen de ellas. Estas misiones combinaban el
movimiento con la estabilidad, pues en general empezaban explorando una
región poco o mal dominada por los españoles, donde luego se instalaban,
fundando residencias que podían ser efímeras por encontrarse en situacio-
nes de gran dependencia respecto de las poblaciones locales.
Tal variedad de lugares y de gentes a las que los jesuitas se dirigían
implicaban una extrema diversidad de actividades que, desde la óptica
europea, se podían llamar misioneras, sin que por ello fueran consideradas
de la misma manera por los miembros de la provincia ni llevaran en sí el
mismo espíritu itinerante.
Esta variedad explica que las palabras misionero y misión planteen
un problema de definición. Cuando un jesuita europeo se embarcaba hacia
América, ¿emprendía una misión o partía hacia una provincia de Ultramar?
Los candidatos al viaje no parecían tener muy claro este aspecto, pues su
representación de las provincias americanas o asiáticas era muchas veces el
fruto de un malentendido. Cuando Alonso de Barzana exponía a Francisco
de Borja en su carta indipeta redactada en 1566 las razones que le incitaban
a pedir ir a las Indias, explicaba el jesuita sus «deseos de combatir con las
Indias», aludiendo a «la empresa de la gentilidad». El tema central de la
carta es el de la conversión, que le parecía ser la mejor manera de emplear
su existencia por acercarse a los ideales de la Iglesia primitiva.65 Los temas
de la conversión de gentiles y del martirio son omnipresentes en las cartas
indipetae. Al darle la preferencia a las Indias orientales, y más particular-
mente a China y Japón, los jesuitas italianos redactores de cartas indipetae
manifestaban a la vez su preferencia por civilizaciones consideradas en ese
entonces como más desarrolladas, pero también como más reticentes a la
conversión y, por lo tanto, más peligrosas para los religiosos. La mayoría
de los jesuitas europeos que expresaban su deseo de partir habían integra-
do esta jerarquía de las misiones, en función de su grado de peligro. Así
lo expresaba por ejemplo Giuseppe Daddei en su carta indipeta del 12 de
febrero de 1603, considerándose «indigno de la misión de Oriente», por
«debilidad de espíritu», y prefiriendo el Perú, «donde se vive con mayor
seguridad del alma y se trabaja para el alma de los otros».66 Daddei alu-
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68 Maldavsky, 1999.
69 Sobre el impulso misionero hacia Chavín, ver García Cabrera, 1992. Sobre las misiones a
Mojos, ver Block, 1994 y Borja Medina, 2005.
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70 Pagden, 1982, 2.
71 Pagden, 1982, 5.
72 Acosta, 1591, 9r-11r. Las citas reproducen la edición de Fermín del Pino-Díaz: Acosta, 2008,
15-16.
73 Acosta [1577] 1984, 80-81.
74 Foucault, 1968, 57.
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75 Sobre la referencia a la literatura antigua, Bénat Tachot, 2001; Elliott, 1990; Gliozzi, 2000;
Grafton, 1992; Greenblatt, 1996.
76 Sb 13,2; Sb 14.
77 Las Casas, 1992, VII, 634; Bernand y Gruzinski, 1988, 44.
78 Duviols, 1971, 23.
79 Acosta, 1591, 197r; Acosta, 2008, 153.
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se les ha de permitir el libre uso de sus bienes y fortunas y de las leyes que
no son contrarias a la naturaleza y al Evangelio.84
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89 Según Fermín del Pino-Díaz, la insistencia de Acosta en la intervención del diablo en América,
que se limita a ciertos capítulos del libro V de la Historia natural y moral de las Indias, se debe al
esfuerzo del autor «para tranquilizar a la censura inquisitorial del rey (patrono celoso de la ortodoxia),
y de las órdenes rivales a la Compañía», en un contexto de censura de las obras sobre los pueblos
indígenas americanos. Del Pino-Díaz, 2002; Acosta, 2008, XXXIX.
90 Acosta, 1591, 196v; Acosta, 2008, 151-152.
91 Las analogías entre los ritos de los indios americanos y del cristianismo no es una invención
de José de Acosta. Se encuentra también en la literatura franciscana sobre los indios de Nueva España
que le sirve al jesuita de fuente principal.
92 Duviols, 1971, 99-107; Lopetegui, 1942, 83. Perdido hoy el original, el texto de Polo de Onde-
gardo fue parcialmente publicado en el Confesionario para curas de indios de 1584. Ondegardo, 1906.
93 Duviols, 1971, 43-50.
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contra natura y la tiranía de los incas eran los elementos que fundaban la
soberanía del rey de España en las Indias. Así, la historia de los incas fue
un instrumento que utilizó el virrey Toledo quien, «para mejor arruinar los
derechos de los descendientes de la dinastía inca, construyó una teoría re-
trospectiva de la tiranía de los soberanos del Perú, antes de la llegada de los
españoles».94 Esta empresa de revisión de la historia utilizaba textos como
la Historia de los Incas de Sarmiento de Gamboa de 1572 o el «Parecer
de Yucay», así como las encuestas pedidas por Francisco de Toledo en los
años 1570, contemporáneas a la instalación de los jesuitas en el Perú.95
El análisis de la idolatría por José de Acosta no se apartaba del pro-
ceso de legitimación del poder de la Corona en las Indias. Afirmaba el
carácter providencial de la tarea de España en la conversión, siendo la
conquista un mal necesario y la inferioridad de los americanos un hecho
consumado. Explicaba la abundancia de metales en las Indias Occidentales
por la voluntad de Dios de atraer a los hombres hacia «las tierras del mundo
más apartadas y habitadas de gente menos política». Y comparaba América
a una hija fea bien dotada por su padre para casarla mejor.96 A pesar de que
Acosta criticara con vigor la violencia y la injusticia de los españoles en
las Indias, y más particularmente en el Perú, no negaba la legitimidad de
su presencia. La necesidad de la conquista y de la coacción era inseparable
de la conversión y de la conservación en la fe de gentes que le parecían
difíciles de transformar en verdaderos cristianos. Acosta adhería a la idea
de una inferioridad irreductible de las poblaciones fuera de Europa.97 Sus
conclusiones tomaban en cuenta la conquista, la colonización y la necesi-
dad de organizar de forma coherente la evangelización de los indios y la
destrucción de sus antiguas creencias.98
Sin embargo, su juicio sobre la idolatría y su clasificación tenían
como fundamento el objeto de la adoración y no un análisis de una su-
puesta religión de un estado inca desaparecido. De la idolatría, en singular,
como criterio de una etnología, pasaba a las idolatrías, plural que designaba
prácticas y ritos, para los que Acosta empleaba más bien la palabra supers-
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99 Gruzinski, 1988. Esta dimensión más concreta que teórica de la idolatría en la concepción de
Acosta podría confirmar la tesis citada de Del Pino-Díaz acerca de las referencias demoníacas en su
obra.
100 Acosta, [1577] 1984, II, 363-373.
101 Acosta los compara a los irlandeses, [1577] 1984, I, 219-229, II, 295-299.
102 Urbano, 1993a, 8.
103 Duviols, 1971, 143; Acosta, [1577] 1984, II, 247-277.
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de los curas explicaba el éxito de los misioneros, sus consejos eran un ver-
dadero rompecabezas. Para evitar la animosidad de los curas, Acosta acon-
sejaba a los jesuitas que se condujeran con humildad y que evitaran que
los párrocos perdieran su autoridad con los indios. Los curas no debían de
pensar que los jesuitas actuaban por ambición.131 Acosta sabía que el tema
era delicado y que tocaba los fundamentos del sistema de las doctrinas de
los indios, instrumento de poder para la Corona, donde concurrían las Ór-
denes religiosas entre ellas y con el ordinario por el control económico de
los indios.132 Acosta aconsejaba también cierta tolerancia acerca de las cos-
tumbres de los curas e invitaba a persuadir en vez de actuar con severidad.
Los jesuitas no debían aparecer como censores, ni ostentar su propia moral
de vida.133 Sin embargo, la tolerancia tenía límites y Acosta enumeraba los
vicios de los curas de las doctrinas: concubinato; juego; usura; simonía;
provocación; ganancias vergonzosas; negligencia; e ignorancia de las len-
guas indígenas. El trabajo de los misioneros jesuitas era también el ende-
rezamiento de tales vicios, con el ejemplo y la persuasión. Esta insistencia
de Acosta en el método confirmaba nuevamente la superioridad declarada
del misionero frente al cura sedentario.134
La percepción de los jesuitas por Guaman Poma de Ayala confirma
esta idea. Según el autor de la Nueva Crónica y buen gobierno, los jesuitas
eran lo contrario de los curas de las doctrinas, quienes no buscaban más
que el lucro. «Y ancí en las ciudades y pueblos de los yndios, en uiendo a
estos santos padres de la Conpañía de Jesús, se huelga yndios como yndias,
muchachos, niños deste rreyno».135 En esta diferencia percibida en forma
positiva por Guaman Poma de Ayala se vislumbra el carácter intermitente
de la presencia de los jesuitas en los pueblos.
Para Acosta, la intervención del misionero jesuita se justificaba por-
que era complementario del cura de doctrina. Los defectos de la residencia
sedentaria se resolvían con el carácter itinerante de la misión, como un
juego de fuerzas que se mantienen en equilibrio. Así, el misionero era
eficaz porque era itinerante y era superior al cura porque era jesuita, con
su formación intelectual y el ejemplo teórico de su integridad moral. Así
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152 La misma distinción se puede establecer entre el altiplano central de Nueva España y las zonas
septentrionales hasta California, reino de más misiones periféricas a pueblos sin conquistar. En Brasil,
la comparación con las misiones europeas es mucho menos pertinente, porque los jesuitas eligen el
marco de las «aldeias» y la cura de almas como método de evangelización. Castelnau-L’Estoile, 2000.
153 Codignola y Pizzorusso, 1996, 497.
69
Capítulo 2
1 Mellafe, 1969, 11-42. Esta definición se inspira de Frederick Turner, teórico de la frontera del
oeste estadounidense, donde se experimenta la idea de un límite movedizo frente a territorios abiertos,
donde grupos de colonos ocupaban puestos de seguridad frente a los indios. Turner, 1991, 9-44.
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2 Calvo, 1998.
3 Vargas Ugarte, 1963-1965, I, 259, 282-285.
4 «Le territoire se définit par trois propriétés absentes de l’entité espace: alors que celle-ci est
encore un contenant indifférencié (parcouru, traversé, occupé par des flux, des réseaux, des configu-
rations quelconques, économiques ou sociales par exemple), le territoire est directement l’objet d’une
appropriation, de l’exercice d’un pouvoir sous quelque forme que ce soit (seigneurial, ecclésiastique,
et l’occurrence royal ou républicain); alors que l’espace est illimité —ou non encore délimité—, le
territoire est borné par des limites (visibles ou invisibles, matérielles ou symboliques, historiques ou
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
naturelles, acquises ou promises); alors qu’un espace n’est pas qualifié par un terme qui l’identifie
intégralement et exclusivement, un territoire est désigné par un seul nom». Nordmann, 1998, 516-517.
5 Saignes, 1985, 3. Sobre la historiografía de las regiones y sociedades del piedemonte andino-
amazónico y su estatuto periférico, Barclay, 2001.
6 Una presentación sintética de la historiografía sobre este tema en Pärssinen, 2003, 211-227.
7 Garavaglia, 1989, 65-97.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
indios que se estaba entonces fundando en los Andes centrales. Con las Or-
denanzas de descubrimiento, nueva población y pacificación de las Indias
del 13 de julio de 1573, Felipe II había puesto fin a una estricta política de
conquista, inaugurado una era en la que los misioneros asumían un papel
de primer plano en la integración de las periferias del imperio a través de la
evangelización.14 Por lo tanto, la ola de expansión misional de los jesuitas
fuera de los límites estrictamente andinos, que comenzó en la década de
1580, se dirigió hacia los espacios entonces considerados como fronterizos,
ya sea porque la guerra con etnias rebeldes estaba instaurando una frontera,
como en el caso de Chile o el norte de México,15 ya sea porque los españo-
les, al cruzar los Andes, se habían encontrado con una realidad fronteriza
en el piedemonte andino-amazónico que se transformó, con la conquista,
en una periferia.
En 1582, las actas de la tercera congregación provincial de los je-
suitas del Perú distinguían claramente entre las misiones volantes y estas
«missiones largas a partes remotas, principalmente a infieles, por ser este
el principal fin así de la Compañía como muy especialmente de la venida
de los Nuestros a Indias».16 Estas se agregaban a los cuatro medios para
«la salvación de los indios» que había aclarado la primera congregación
provincial en 1576 presidida por Acosta: algunas doctrinas de indios, las
misiones volantes, la fundación de colegios y residencias en los pueblos
de españoles y la creación de colegios para hijos de caciques. Tal sistema
era coherente con las instrucciones de Francisco de Borja, quien escribía
al provincial Gerónimo Ruiz del Portillo en 1567: «Donde quiera que los
Nuestros fueren, sea su primer cuidado de los ya hechos cristianos, usando
diligencia en conservarlos y ayudarlos en sus ánimas, y después atenderán
a la conversión de los demás que no son baptizados, procediento con pru-
dentia, y no abraçando más de lo que pueden apretar».17
En 1582 la provincia del Perú parecía poder emprender las misiones a
indios infieles al este de los Andes. Como se vio en el capítulo precedente,
su estrategia de implantación geográfica en el espacio peruano era cohe-
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rente con tal proyecto, y tanto la Corona como las autoridades romanas
de la Orden les invitaban. Ya en 1576, los jesuitas del Perú pedían que
Europa les enviara nuevos misioneros porque «de fuera del Reino piden
también de Chile y Tucumán, y de los indios infieles que están passados
los Andes».18 Roma envió refuerzos en 1578 para «hazer missiones al
Quito, al Chile, a Tuqumán, y a otras partes donde Dios Nuestros Señor
les abriere la puerta»19. El mismo Felipe II les pidió a los jesuitas en 1577
que enviaran misioneros a Chile, cuya financiación sería asumida por la
Corona en conformidad con el Real Patronato,20 como muestra una Real
Cédula de 1579, en la que «manda su Magestad que den viático y todo lo
necessario para las missiones de Chile, y Tucumán».21 En 1581, el nuevo
general, Claudio Aquaviva, informó a José de Acosta que le había pedido
al provincial Baltasar Piñas, que la provincia realizara por fin estas misio-
nes que la congregación provincial de 1582 juzgaba prioritarias: «Toda la
Congregación mostró mucho affecto y voluntad a que se hiziesen algunas
missiones largas a partes remotas, principalmente a infieles, por ser este el
principal fin así de la Compañía como muy especialmente de la venida de
los Nuestros a Indias».22
La carta anua de 1584, redactada el 14 de abril de 1585, dio cuenta de
varias misiones volantes desde diferentes colegios y residencias. Se citan
dos misiones desde Juli y el Cuzco para acercarse a los indios chunchos.23
Las fuentes jesuitas llamaban misiones a estas exploraciones, pues eran
itinerantes por definición y su relato permitía valorar el esfuerzo que esta-
ban entonces haciendo. La palabra chunchos era un término genérico para
designar a los grupos étnicos de las riberas de los ríos Madre de Dios, Beni
y Madera-Marmoré quienes, en ese entonces, no habían sido sometidos
por los españoles.24 Los jesuitas adoptaron en sus relatos el vocabulario
heredado de los incas, quienes consideraban a estos grupos como salva-
18 Carta de los padres Juan de la Plaza y Baltazar Piñas al general Everardo Mercurian, Cuzco,
12 de diciembre de 1576, MPII, 104.
19 Carta del general Everardo Mercurian al padre B. Álvarez, octubre de 1578, MPII, 418.
20 Carta de Felipe II del 5 de agosto de 1577. Biblioteca Nacional del Perú (en adelante BNP),
Ms. 36, f. 48. MPII, 528, n. 23.
21 Carta de Baltasar Piñas al general Everardo Mercurian, 19 de febrero de 1579, MPII, 594.
22 Carta de Claudio Aquaviva a José de Acosta, Roma, 1.º de agosto de 1581, MPIII, 30. Carta
de Claudio Aquaviva a Baltasar Piñas, Roma, 1.º de agosto de 1581, MPIII, 38. Actas de la tercera
congregación provincial del Perú, MPIII, 207.
23 Carta anua de 1585, MPIII, 615-622.
24 Saignes, 1985, 53-54, 61.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
25 Pärsinen y Siiriäinen, 2003, 72-73. Santos, 1985. Saignes, 1985, 5-31. Una presentación sin-
tética de la penetración inca en el Antisuyu, Pärssinen, 2003, 102-112.
26 Carta anua de 1585, MPIII, 621.
27 Fue en realidad el sucesor de Baltasar Piñas el que permitió a los misioneros emprender defini-
tivamente el viaje. Carta de Juan de Atienza a Claudio Aquaviva, 7 de agosto de 1585, MPIII, 678-680.
28 Carta del obispo fray Francisco de Vitoria a José de Anchieta, provincial del Brasil, Santiago
del Estero, 6 de marzo de 1585, MPIII, 558.
29 Morales, 2005, 39*-45*.
30 Astraín, IV, 1913, 518; Mateos, I, 1944, 26; Foerster, 1996, 33; Coello de la Rosa, 2010,
137-172.
31 Pastells, XIV.
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de iniciar este movimiento hacia las fronteras, sólo 35 de los 225 jesuitas
con que contaba la provincia residían en los puestos más alejados. La carta
anua enumera a catorce jesuitas en la «misión y residencia» de las provin-
cias de Tucumán y Paraguay, a doce en Santiago de Chile y nueve en Santa
Cruz de la Sierra.32 En 1593 se fundó un colegio en Santiago de Chile, de
donde los jesuitas emprendían misiones volantes como en el Perú, dirigidas
a los colonos y soldados españoles y a los indios en el valle central.33 La
Compañía de Jesús estaba presente en Santiago del Estero, en la goberna-
ción de Tucumán, y en Asunción, cabeza de las misiones que preparaban
la fundación de las célebres reducciones.34 Más al norte de Tucumán y al
este del altiplano andino, los jesuitas tenían una residencia en Santa Cruz
de la Sierra, una de las puertas de entrada al llano amazónico del Chaco.35
A pesar de estar lejos de Lima, estas fundaciones eran relativamente
estables; se encontraban en las fronteras del mundo conquistado por los es-
pañoles; y eran puntos de partida para contactos regulares a partir de Santa
Cruz de la Sierra, con indios más o menos hostiles, como los Chiriguano
en 1594 y los Mojos en 1595,36 o como los Araucanos de Chile, en 1595,37
o los Guaraní en las riberas del Paraná. El padre Samaniego participó en
la última expedición de Suárez de Figueroa en la región de los Mojos en
1595, entre los ríos Beni y Marmoré. Fue en parte su hostilidad hacia los
españoles la que explica que a estos indios se les llamase «infieles», pues
no se sometían a la autoridad de la Corona. Estos contactos se desarrollaban
en el marco de expediciones militares en las que los religiosos participaron
desde el inicio de la conquista y que fueron limitadas en 1573 por las ya
citadas Ordenanzas de descubrimiento, nueva población y pacificación de
las Indias de Felipe II. Los religiosos solían también emprender expedicio-
nes solos para evitar ser confundidos con los militares. Estaban conscientes
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
del papel que la Corona y los colonos fronterizos les atribuían en la gestión
de los conflictos con los indios hostiles a la presencia europea. Así, desde
Asunción, Alonso de Barzana escribía: «Estas [missiones] esperamos que
an de ser el medio para reduzir a paz tantos millones de gente de guerra
como ay en el Paraná».38 Aquí coinciden las nociones de frontera religiosa
y militar, dos caras de la construcción de una frontera política desde el
punto de vista de los españoles.39
Estas fundaciones sudamericanas fueron contemporáneas de la pene-
tración de los jesuitas en el norte novo-hispano, resultado del cambio polí-
tico por parte de las autoridades españolas que substituyeron la conquista
militar por una política de conciliación y evangelización para extender su
dominio sobre poblaciones no dominadas, luego de los fracasos de diversas
expediciones militares.40 En la década de 1590, los jesuitas fundaron sus
primeras misiones en Sinaloa y Sonora, al oeste de la Sierra Madre occi-
dental, y se instalaron también cerca de los temidos chichimecas, luego de
la fundación de San Luís de La Paz, en 1595.41 Más tarde, a partir de 1604,
entraban en el universo Tarahumara.
Sin embargo, durante varios años las cartas entre las autoridades
romanas de la Orden y Lima aludieron a esta misión al este de los Andes,
sin que la empresa se concretara, a pesar de la insistencia de los superiores
europeos de la Orden quienes, dos años después de la congregación pro-
vincial de 1582, pensaban que Baltasar Piñas no había puesto el empeño
suficiente para lograr tal fin. Entre 1582 y 1585 varias fueron las quejas en
el seno mismo de la provincia acerca de la política misionera del provin-
cial. José de Acosta, Juan de Atienza y los rectores de Arequipa, Cuzco,
79
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42 Carta de José de Acosta a Claudio Aquaviva, 12 de abril de 1584, MPIII, 400. Ver también la
carta de Juan de Atienza, rector del colegio de Lima, a Claudio Aquaviva, 22 de abril de 1584, MPIII,
405-408 y la respuesta al rector de Arequipa de abril de 1584, MPIII, 425-427.
43 El informe del visitador Juan de la Plaza, en enero de 1578, le sitúa en Juli (MPII, 335). Se
expresa sobre las doctrinas de indios en una carta a Juan de la Plaza, en Juli, 6 de agosto de 1578 (MPII,
372-383). Llega a Roma entre el 21 de noviembre de 1583 y el 15 de febrero de 1584 (MPIII, 372) y
la deja después 15 de junio de 1584 (MPIII, 470-471).
44 Carta de Claudio Aquaviva al provincial del Perú, Roma, 8 de abril de 1584, MPIII, 381-385.
La carta no tenía destinatario, porque sin duda aún no se había nombrado a Juan de Atienza que reem-
plazó al padre Piñas en los años siguientes.
45 Carta de Claudio Aquaviva a Juan de Atienza, Roma, 15 de junio de 1584, MPIII, 461-462.
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55 Antes de ir al Perú y a Nueva España, el padre Juan de la Plaza, hizo escala en Madrid donde
negoció con el Consejo de Indias. El informe de esta negociación se encuentra en su carta al Padre
Mercurian, MPI, 555-559.
56 Loyola, 1963, 590.
57 Loyola, 1963, 587-588.
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58 MPI, 122.
59 MPI, 123.
60 Vincent, 1999, 324-329.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
indios infieles en zonas fuera del imperio o en sus fronteras. Desde la fun-
dación de la provincia, las autoridades jesuitas en Roma tenían conciencia
de que la misión no era una sola y que podía tener formas extremadamente
diversas. Pero en 1567, el general insistía sobre todo en la seguridad de los
jesuitas mismos. Sin embargo, el debate se concentró rápidamente en el
problema de la guerra justa y en la presencia de soldados con los religiosos
cuando estos procedían a conversiones de indios no bautizados.
Algunos testimonios de jesuitas recién llegados al Perú le dieron al
general una imagen extremamente sombría de la situación. En 1569, Luís
López, quien sería arrestado diez años más tarde por haber cuestionado la
legitimidad de la conquista, describía a los españoles en la siguiente forma:
«Su fin principal es adquirir y enriquecer, y a este fin dirigen lo spiritual,
si alguno arrostra a ello; cosa de grandissima lástima. Cruelíssimos contra
los naturales, parésceles que no son hombres, sino bestias; porque así los
tractan por alcançar su fin, que es plata por tractos, o meditando altera-
ciones en la tierra, de manera que están con perpetuo deseo de alçarse, o
de buscar tierras nuevas, por solo dominar, y plata».61 En la carta anua
de 1571, Luis López aparecía como confesor de los soldados de Lima
y esa experiencia inspiró sin duda su opinión.62 En 1572, en una carta a
Juan de Ovando, presidente del Consejo de Indias, Bartolomé Hernández
describió a los españoles en forma extremadamente negativa. Según él,
«los seglares todos tienen atención a ser ricos y allegar muchos millares de
pesos o muchas barras o heredades o minas y todos procuran de servirse
o ayudarse de los pobres indios para este efecto», y los indios «tuvieron a
los principios, y aún tienen de presentes, grandes causas para pensar que
nuestra fe no era buena ni verdadera por los malos exemplos que han visto
en los christianos y por las tiranías y malos tratamientos que con ellos han
usado los españoles».63
Estas alarmas, de inspiración lascasiana según Monique Mustapha,
suscitaron la prudencia del general acerca de las entradas de religiosos en
compañía de soldados en los territorios no conquistados por los españoles.
Consciente de las decisiones del Concilio de Lima de 1567, que prohibía
a los religiosos participar en conquistas sin autorización especial, el gene-
61 MPI, 327.
62 MPI, 431. Mustapha, 1985, 267-281. Véase también Numhauser, 2004.
63 MPI, 463-464.
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Aunque en general estas entradas sean lícitas, especialmente con las ins-
tructiones que el Rey da tan justificadas, quando da licencia se hagan; pero,
porque ordinariamente los que las hazen van por respecto de intereses par-
ticulares, y las instructiones del Rey parece imposible moralmente que se
guarden, por tanto, no conviene que los Nuestros acompañen estas primeras
entradas, por hazerse comunmente con mucho escándalo de los indios, por
los agravios que hazen y malos exemplos que dan los españoles en estas en-
tradas; pero si, andando el tiempo, al parecer del Provincial y de los consul-
tores y personas graves y doctas de la Provincia, se quitasen bastantemente
estos inconvenientes, podrán los Nuestros ir a predicar el Evangelio en las
tales entradas.65
64 Instrucciones de Everardo Mercurian a Juan de la Plaza, Roma, junio de 1573, MPI, 536.
65 Carta al general, en Lima, 25 de abril de 1579, MPII, 656-657, 676-677.
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será servido con ellas; y el remedio que se dará a las ánimas de los gentiles,
tan desamparadas de ayuda spiritual, para la salud de sus ánimas; y en este
Reino se pueden hazer estas missiones començando por las tierras subiectas
confines a los gentiles, a donde ellos salen a contratar con los cristianos, y por
esta vía se puede entrar cómodamente a provincias más remotas; y para que
estas missiones se hagan con más edificación y fructo, converná pedir al Rey
provissión para que los indios que desta manera se convirtieren no se den de
merced a ningún encomendero, por veinte o treinta años, hasta que estando
bien fundados en la fe, entiendan la obligación que tienen y la necessidad que
ay de que den sustento a los ministros que les predican el Evangelio».66
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sencia había sido objeto de una petición. Dejando de lado los combates, se
concentró en la conversión de los indios que vivían más allá de la frontera,
tomando la precaución de agregar que eran pacíficos y voluntarios. Así, su
sueño de conversión se podía desplegar sin la dificultad de la tropa ni de la
conversión forzosa. Este encuentro fue un ejemplo de los enfrentamientos
entre colonos e indios del piedemonte y de los esfuerzos de los grupos Ma-
nari y Pilcozones por reestablecer relaciones con los habitantes de la sierra
y los valles de la zona, después de la conquista española y la derrota de los
incas.76 Los Pilcozones eran uno de los grupos fronterizos del piedemonte
de la selva central, instalados en las riberas del Mantaro, que habían par-
ticipado en la defensa del Neo-Imperio de Vilcabamba de Manco Capac.77
El relato de Andrés López concordaba totalmente con las propuestas
de los superiores. Más adelante en la carta anua, José de Acosta retomó
el tema de los indios infieles que pedían misioneros, lamentando que la
Compañía, por falta de gente, no pudiese en ese momento dedicarse a esa
tarea.78 Así, integrado a la carta anua, el relato del padre López obtiene
un estatuto de prueba legítima de que las propuestas de Acosta en su obra
teórica y las respuestas de los superiores se correspondían con la realidad
peruana. Los lamentos del provincial, insertos varias páginas después de la
carta del misionero, eran un alegato a favor del envío de misioneros desde
Europa.
En su obra, José de Acosta probó que, sin perjudicar moralmente a
la Compañía de Jesús, era posible emprender misiones lejanas mientras
estuviesen en una zona de contacto entre indios cristianos e indios no con-
vertidos.79 Por lo tanto, el jesuita no podía más que lamentar la lentitud de
su sucesor, Baltasar Piñas, quien como provincial utilizó su libertad de de-
cisión en la materia. Para el rector del colegio de Lima, Juan de Atienza, el
padre Piñas hacía un uso arbitrario de tal libertad; le acusaba explícitamen-
te de no estar en conformidad con las reglas de la Compañía y de actuar
de forma autoritaria, sin tomar el consejo de sus consultores y, entre ellos,
76 Renard-Casevitz, Saignes, Taylor, 1988, 140-141. Sobre el tema de las alianzas entre los
pueblos amazónicos con los misioneros desde un punto de vista indígena, Saignes, 1985, 66-68; San-
tamaría, 2006.
77 Renard-Casevitz, Saignes, Taylor, 1988, 133-137.
78 Carta anua, MPII, 251.
79 Sobre la política de instalación de las instituciones religiosas en las zonas fronterizas ver
García Recio, 1986, 5-24.
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80 Carta de Juan de Atienza a Claudio Aquaviva, Lima, 12 de febrero de 1583, MPIII, 253-254.
81 Carta de Juan de Atienza a Claudio Aquaviva, Lima, 9 de abril de 1585, MPIII, 585.
82 Carta de Diego de Torres Bollo a Juan de Aquaviva, Juli, 12 de febrero de 1584, MPIII, 362-
363. Sobre esta división interna, véase Piras, 2007.
83 De Certeau, 1974, 55.
84 Carta de Claudio Aquaviva a los provinciales de España y las Indias Occidentales, Roma, 15
de diciembre de 1583, MPIII, 316.
85 De Certeau, 1974, 63.
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86 Carta de Claudio Aquaviva a Baltasar Piñas, Roma, 15 de junio de 1584, MPIII, 449-450.
Guibert, 1941.
87 Carta de Claudio Aquaviva a Juan de Atienza, Roma, 15 de junio de 1584, MPIII, 451-452.
88 Castelnau-L’Estoile, 2000, 141-169.
89 Dompnier, 1996, 167.
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90 Sobre este jesuita, véanse los escritos de Giuseppe Piras (2005, 2007).
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
91 Carta de Juan Frías Herrán a Claudio Aquaviva, Lima, 21 de enero de 1601, MPVII, 213-219.
Este jesuita llegó a América en 1585, se encontraba en Quito en 1591 y 1595 y participó en la congre-
gación provincial de 1600 como consultor del colegio de dicha ciudad.
92 Carta de Rodrigo de Cabredo a Claudio Aquaviva, Lima, 26 de abril de 1601, MPVII, 329. En
caso de conflictos y de necesidad de secreto y discreción, los jesuitas solían utilizar cifras como éstas
en sus documentos internos, cotejables con sus catálogos del personal.
93 Carta de Nicolás Mastrilli Durán a Claudio Aquaviva, Juli, 15 de marzo de 1601, MPVII,
276-282.
94 Carta de Nicolás Mastrilli Durán a Claudio Aquaviva, Juli, 15 de marzo de 1601, MPVII, 281.
95 Carta de Diego Martínez a Claudio Aquaviva, La Plata, 28 de febrero de 1601, MPVII, 228-
232. Sobre Diego Martínez, ver la biografía de Alexandre Coello de la Rosa, 2010.
93
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rios de los indios y defendía tal actividad, criticando las decisiones de los
superiores porque no dedicaban a la misión a todos los jesuitas de Europa.
Aludiendo a los ministerios prefería que «sólo se atienda a los que Dios
nuestro Señor nos llamó en estas partes y el Rey nos enbió gastando tanta
suma de plata en avias a los Padres, que entiendo si a su Magestad dixera
el procurador venían Padres a este Reino para los españoles y otras ocupa-
ciones en que la mayor parte y más florida de la Compañía en estas partes
se exercitan, no diera licencia para ello, ni V.P. tanpoco los señalara».96 En
su alegato por la misión declaraba que «conviene mucho que los Superiores
honrren y estimen a los obreros de indios ut non vituperetur ministerium
nostrum, ni aya un lenguaje que, en siendo obreros, los traen apretados
y no se haze qüenta dellos, que en rigor son los más estimados por sello
delante de Dios y de Vuestra Paternidad, y para esto convendría a los que
tuvieren partes se les ponga en buenos puestos».97 Tal opinión era similar
a la de Nicolás Mastrilli Durán, quien opinaba que «el mayor daño que
tiene esta Provincia es la honrilla que buscan y pretenden algunos a ojos
vistas y alaban su mérito, que temen a officios baxos, y principalmente de
exercitarse con los indios».98
Así, las discrepancias no se podían reducir a un conflicto de genera-
ciones en la provincia, como parecía pretenderlo Rodrigo de Cabredo. Más
bien se trataba de un conflicto abierto acerca de la política misionera de la
Orden, como lo ha ya señalado Giuseppe Piras.99
Los «antiguos» a los que aludía Rodrigo de Cabredo y que se oponían
a Diego de Torres Bollo eran los Padres Juan Sebastián, Baltasar Piñas y
José Teruel. Torres y Sebastián habían llegado al Perú en la expedición
dirigida por Piñas en 1581.100 Este último había llegado al Perú en 1575,
después de ejercer las funciones de rector de Passer en Cerdeña y en Zara-
goza, Aragón.101 Secretario del visitador Juan de la Plaza en 1575, sucedió
a José de Acosta como provincial, desatando importantes críticas acerca de
96 Carta de Gregorio de Cisneros a Claudio Aquaviva, Cuzco, 18 de marzo de 1601, MPVII, 289.
97 Carta de Gregorio de Cisneros a Claudio Aquaviva, Cuzco, 18 de marzo de 1601, MPVII, 287.
98 Carta de Nicolás Mastrilli Durán a Claudio Aquaviva, Juli, 15 de marzo de 1601, MPVII, 281.
99 Según Piras (2007), Torres Bollo opinaba a favor de la creación de una Iglesia primitiva, resti-
tuyendo su libertad a los indios, idea que sería el origen de las reducciones de Paraguay. Este proyecto
tenía, según Laurenchich Minelli, conexiones directas con el de Blas Valera, que ella evidencia en los
manuscritos «Miniccelli», de creación de un «Reino cristiano de los incas». Laurenchich Minelli, 2007.
100 Galán García, 1995, 206-207.
101 Instrucción de Everardo Mercurian a Juan de la Plaza, Roma, junio de 1573, MPI, 534.
94
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
95
ALIOCHA MALDAVSKY
107 Carta de Valentín de Caravantes, Potosí, 1.º de abril de 1606, ARSI, FG720/II/5.
108 Catálogo del Perú de 1591, MPIV, 669, catálogo de Castilla, ARSI, Cast. 14, 7, 38, MPIV, 701,
MPV, 773, MPVI, 457-458, Catálogo del Perú, ARSI, Perú 4I, n.º 233.
96
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
altiplano para con los superiores de Lima. Por razones demográficas, pero
también de política misionera, los jesuitas de los colegios de La Paz, Potosí
y La Plata, tenían muchas más relaciones con los indios que los de Lima,
como lo veremos en el siguiente capítulo. En sus misiones en los centros
ganaderos del altiplano, así como en las minas, entraban en contacto con
los indios de comunidades, así como con los indios desarraigados por la
mita de Potosí. Como otros partidarios de Torres Bollo, Caravantes tenía
una visión de la realidad colonial basada en una experiencia de la sierra,
diferente de la que vivían los jesuitas de Lima.109
Estas diferencias de carrera y de experiencia concreta de la misión
es la principal explicación de la oposición entre los «obreros de indios»,
Diego de Torres Bollo y sus partidarios, y los hombres de gobierno y de
estudio, cuya carrera no se fundaba en la misión.110
Esta discrepancia se manifestó claramente en 1601, en el debate epis-
tolar acerca del aprendizaje de las lenguas indígenas mantenido por los
padres Nicolás Mastrilli Durán y Diego Álvarez de Paz, en que emergió la
cuestión de la utilidad de las misiones y que analizaremos en el capítulo 4.
Mientras el jesuita misionero se quejaba de que las lenguas indígenas no se
aprendían lo suficiente en la provincia, haciendo peligrar la evangelización
de los indios, Diego Álvarez de Paz opinaba en forma muy severa y dura
acerca de las misiones y los misioneros,111 y escribía textualmente que «por
acudir a los indios se priva la Provincia de sujetos que la podrían ayudar
en cosas de mayor importancia y los embían a missiones muy apartadas,
de cuyo fructo no puedo dar parecer por no aver estado en donde se hazen
y oír muy diversas opiniones entre los Nuestros: unos dizen son de mucho
fructo y otros que de muy poco, y así tenemos pocas ayudas».112
La opinión de Diego Álvarez de Paz se fundaba en el ejemplo de tres
misiones recientes que había ordenado el Padre Juan Sebastián en 1595.
La primera se dirigía a los indios Pilcozones, visitados por los Padres
Juan Font y Nicolás Mastrilli Durán en el piedemonte amazónico de Jauja,
en Angamarca, con los que ya el Padre Andrés López había entrado en
97
ALIOCHA MALDAVSKY
113 «Misión y entrada de los Andes de Xauxa», Lima, 3 de abril de 1596, MPVI, 52-61. Sobre esta
misión del padre Juan Font, Regalado de Hurtado, 1992, 160-164.
114 «Misión y entrada a los indios Chiriguanos de la Cordillera», Lima, 3 de abril de 1596, MPVI,
61-70. Saignes, 2006, 31; Renard-Casevitz, Saignes, Taylor, 1988, 167-179. Adoptamos el término
étnico «chiriguano», sin plural ni género, siguiendo los escritos de Thierry Saignes.
115 Renard-Casevitz, Saignes, Taylor, 1988, 171.
116 «Entrada y misión de los Chunchos», Lima, 3 de abril de 1596, MPVI, 70-80.
117 Saignes, 1985, 65-65.
118 Informe de Juan Font, Lima 10 de febrero de 1600, MPVII, 4-6. Informe de Nicolás Mastrilli
Durán, «Relación de los que siento acerca de los Pilcoçones», 25 de marzo de 1602, MPVII, 845-848.
1988, Renard-Casevitz, Saignes, Taylor, 1988, 144-145.
119 Santos, 1992, 127. Los esfuerzos del padre Font por seguir con estas misiones son resumidos
por Regalado de Hurtado, 1992, 164-203.
98
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
99
ALIOCHA MALDAVSKY
LA DIVISIÓN DE LA PROVINCIA:
ARGUMENTOS ADMINISTRATIVOS Y POLÍTICOS
123 Carta anua de 1609, redactada por Juan Sebastián, 31 de marzo de 1610, ARSI, FG 1488/II/9,
98-117.
100
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
124 Carta de Juan de la Plaza a Roma. Relación de su visita al Perú, Lima, 25 de abril de 1579.
MPII, 643-691.
125 MPII, 722.
126 Carta de Alonso Ruiz a Claudio Aquaviva, Cuzco, 26 de diciembre de 1585, MPIII, 725-726.
127 Actas de la cuarta congregación provincial, Lima, 26 de agosto de 1588, MPIV, 155.
128 Claudio Aquaviva a la provincia del Perú, Roma, abril de 1591, MPIV, 749.
129 García Rosell, 1978, 55-59; Marzal, 1984, 7-45; Ardito Vega, 1993; Negro, 1999, 269-299.
A pesar de que la ruta a la región de Maynas fuera adecuada desde las ciudades de Chachapoyas y
Moyobamba, estas misiones estuvieron bajo la jurisdicción de la Audiencia de Quito hasta principios
del siglo XIX, Reyes Flores, 1999, 130-142. Los jesuitas que emprendieron estas misiones también pro-
cedían de Quito y la provincia del Nuevo Reino de Granada, como Cristóbal de Acuña. Martín Rubio,
1991, LXX.-LXXIII.
130 Carta anua de 1592, Lima, 6 de abril de 1594, MPIV, 452-455.
131 Actas de la congregación provincial de 1594, Arequipa, 13 de septiembre de 1594, MPV, 607.
101
ALIOCHA MALDAVSKY
Quatro meses a que se avía de aver despachado esta annua, y por no aver re-
cogido las cartas con tiempo, por la grande distancia de los puestos, estando
como está por una parte el Paraguay setecientas leguas de aquí, y por otras
quinientas Panamá, de otra parte el Reino de Chile otras tantas, y a este modo
están otros puestos, y los mensajeros tan pocos, que se tiene por más fácil
el escrevir y responder a España que tener cartas de las partes donde anda
la Compañía, divididos unos de otros, que tan unidos están en el señor, más
de dos mill y dozientas leguas; y assí no se pudieron recoger las cartas con
tiempo, y aún al presente faltan muchas.133
102
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
Luego navegaron río arriba durante tres días, desembocaron en el río Ivai
y siguieron durante ocho días hasta llegar a Villarrica del Espíritu Santo,
después de dos meses de viaje. Salieron de Asunción el 3 de noviembre
de 1594 y declararon haber llegado a su destino el 6 de enero del año
siguiente, día de la Epifanía. El itinerario, alternando la vía fluvial con la
vía terrestre, permitía evitar los varios saltos del río Paraná.136 El relato de
este viaje se encuentra en la carta anua redactada en Lima el 24 de agosto
de 1597. Su redactor transcribió una carta del padre Lorenzana, hecha en
Asunción el 11 de noviembre de 1595 y redactada a su regreso de la mi-
sión cuyo recorrido de ida acabamos de detallar.137 Fueron necesarios casi
dos años de plazo para que Lima diera cuenta a Roma de las peripecias
de los jesuitas de Paraguay.
Las largas distancias que debían recorrer los hombres y las cartas de-
muestran la dispersión física en la que se encontraban los miembros de la
Compañía en América del Sur. La voluntad de coherencia administrativa y
geográfica no revelaba solamente la necesidad concreta de eficiencia. Era
también una condición para la cohesión espiritual de la Orden, garantía
principal de cualquier eficiencia.
En las ya citadas instrucciones de Francisco de Borja a Gerónimo
Ruiz del Portillo, primer provincial del Perú, el general insistía en la ne-
cesidad de que el provincial se encontrara en un lugar central para poder
visitar a toda su provincia. Se insistía en el papel del provincial, cabeza de
la unidad espiritual del cuerpo de la Orden, cuyos miembros estaban dis-
persos por definición. La prevención contra la dispersión que formulaban
estas instrucciones se explica por ser los primeros jesuitas del Perú sólo
ocho individuos. Pero tenía un alcance más amplio, pues se correspondía
también con una reflexión general sobre el ejercicio del poder en todas las
provincias de la Orden y sobre las condiciones mínimas para preservar la
espiritualidad de sus miembros. Tal reflexión no se limitaba entonces a
las provincias americanas o de Ultramar. El general en Roma velaba por
preservar las condiciones de una espiritualidad conforme al espíritu de Ig-
nacio, considerada como la base de la eficiencia del proyecto misionero de
136 El relato del viaje de Asunción a Villarrica del Espíritu Santo de los padres Saloni y Lorenzana
está en la «Carta anua de la Provincia del Pirú por el año de 1600», Lima 30 de abril de 1601, MPVII,
374-376. Garavaglia, 1989, 118-122.
137 «Carta anua de la Provincia del Pirú por el año de 1600», Lima 30 de abril de 1601, MPVII,
373.
103
ALIOCHA MALDAVSKY
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
141 Carta anua de 1578, redactada por José de Acosta, Lima, 1.º de abril de 1579, MPII, 604-637.
105
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
145 Carta de Claudio Aquaviva a Juan de Atienza, Roma, 12 de julio de 1588, MPIV, 333.
146 El proyecto es relatado por el provincial en una carta a Claudio Aquaviva del 1.º de marzo de
1602, MPVII, 786.
147 Solano, 1991, 187-215.
107
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Ma
Jurisdicción
gdalena
Panamá de Nueva España
Audiencia Océano Atlántico
Audiencia de Santa Fe
de Panamá
Santa Fe
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Santiago Buenos
Aires
Concepción
Audiencia de Chile
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
del siglo XVII, demuestran cuan mezclados estaban a la vez los argumentos
políticos y los argumentos misioneros, en un contexto de división de los
miembros de la provincia peruana acerca de su vocación misionera.
109
ALIOCHA MALDAVSKY
154 Carta de Rodrigo de Cabredo a Claudio Aquaviva, Lima, 26 de abril de 1601, MPVII, 316. El
Padre Bartolomé Pérez era el asistente de España en Roma.
155 Así, lo más probable es que el mapa no fue elaborado para la Historia de la provincia sino
para decidir sus límites. El archivo romano conserva otro mapa, de finales del siglo XVII, que también
fue hecho con este fin. ARSI Hist. Soc. 150, doc. 17-18.
156 Elliott, 1992.
157 Sobre el papel de las congregaciones provinciales, Demoustier, 1995.
110
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
158 Sobre este viaje y las actividades de Torres Bollo en Europa, Castelnau, Maldavsky, 2002,
Piras, 2004, 2007, Maldavsky, 2009.
159 Cartas de Claudio Aquaviva, Roma, 7 de abril de 1603, MPVIII, 153-154; Roma 28 de julio
de 1603, MPVIII, 384-387.
160 El colegio de Quito fue devuelto a la jurisdicción de Lima en 1609, para luego volver a la
del Nuevo Reino de Granada en 1617, cuando ésta se transforma en provincia independiente de Lima,
Jouanen, I, 1943, 95.
111
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Audiencia de Lima
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Audiencia de Chile
Límites del Virreinato del Perú
Límites aproximativos de las audiencias
Límites aproximativos de las provincias
y vice-provincias jesuitas
Capitales de audiencias
500 km
Sedes de los arzobispados
Sedes de los obispados
Altitud (en metros)
Colegio jesuita
3000 y más
Residencia jesuita
de 1000 a 3000
de 200 a 1000
Cartografía : A. Maldavsky, J. Robert,
menos de 200 Universidad Paris Ouest Nanterre La Défense, 2010.
Fuentes: ARSI, Atlas geográfico de Chile para la
educación, Santiago de Chile, Instituto Geográfico
Militar, 1994.
112
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
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Límites aproximativos de las audiencias
Límites aproximativos de las provincias
y vice-provincias jesuitas
Capitales de audiencias
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Sedes de los arzobispados
Sedes de los obispados
Altitud (en metros)
Colegio jesuita
3000 y más
Residencia jesuita
de 1000 a 3000
de 200 a 1000
menos de 200 Cartografía : A. Maldavsky, J. Robert,
Universidad Paris Ouest Nanterre La Défense, 2010.
Fuentes: ARSI, Atlas geográfico de Chile para la educación,
Santiago de Chile, Instituto Geográfico Militar, 1994. .
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
que leyéndolas no pude dejar de enternecerme, viendo por una parte un gran
número de almas que han recebido el sancto baptismo y por otra tan grande
falta de ministros del evangelio que las instruyan y conserven en el conoci-
miento y temor sancto de Dios.163
Según Giuseppe Piras, este cambio se debió a la influencia del P. Pe-
dro Maldonado de Saavedra, «consejero y confesor» del duque de Lerma,
sin duda convencido por Torres Bollo de la necesidad de tal creación.164
Así, la creación de una provincia autónoma con Tucumán y Paraguay apa-
recía para el general como una garantía de que las misiones de los jesuitas
en estas regiones seguirían vigentes, a pesar de que los religiosos fueran
todavía pocos (13 en Tucumán y 14 en Chile en 1601). Tenía también esta
decisión una importancia jurisdiccional, pues significaba que la nueva pro-
vincia podrá contar con todas las instancias de gobierno, a nivel provincial
e independiente de Lima (prepósito provincial, congregaciones provincia-
les, procurador de provincia a Roma), en una zona cercana a las misiones
más recientes de la Orden. Era ésta una garantía para la realización del
proyecto misional de Diego de Torres.
Sin embargo, esta independencia no tuvo gran éxito en Lima cuando
Torres Bollo trajo consigo la decisión, después de su viaje a Roma y a Es-
paña. Cuando el procurador volvió a Lima en 1605 con las dos versiones
de la división entre sus papeles se enfrentó con las dudas del provincial Es-
teban Páez, quien adoptó la primera versión sin tomar en cuenta la segunda
carta del general. Diego de Torres Bollo fue nombrado vice-provincial del
Nuevo Reino de Granada y se creó por un tiempo la vice-provincia de
Charcas, con Diego Álvarez de Paz como superior, bajo la tutela de Lima.
Esteban Páez rehusó la división, preservando de esta manera el poder de
Lima sobre todo el territorio. Aquaviva desaprobó esta decisión, pidiendo
el envío de Torres Bollo a fundar la provincia de Paraguay-Tucumán. En
los primeros meses de 1607, el provincial le llamó a Lima y Torres Bollo
llevó a cabo esta fundación, celebrándose la primera congregación de la
nueva provincia en Santiago de Chile, el 12 de marzo de 1608.165 Dos años
115
ALIOCHA MALDAVSKY
116
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
117
ALIOCHA MALDAVSKY
173 Ib.
174 La cabeza de la Audiencia de Charcas estaba en La Plata y su jurisdicción se extendía desde el
altiplano hasta el Río de la Plata. La Audiencia de Tucumán se creó en 1775, un año antes de la creación
del virreinato de Buenos Aires. Maurtúa, 1906, IV, 1-16.
175 Borges, 1992, II,142.
118
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
176 Las diócesis de Arequipa y de Trujillo fueron creadas en 1577, sin que ningún obispo entrara
en función antes de 1609. Los límites de la diócesis de Huamanga se establecieron en 1612 y los de la
diócesis de Trujillo en 1614, Borges, 1992, II, 482, Maurtúa, 1906, XI, 129-169.
177 Sus diócesis sufraganeas eran Asunción, Tucumán, Santa Cruz de la Sierra, La Paz y Buenos
Aires (1617), Borges, 1992, II, 140.
178 Proposición de división del licenciado Álvarez de Andrade, Valladolid, 26 de agosto de 1603,
Maurtúa, 1906, XI, 39-41.
179 Las primeras provincias dominicas fueron las de Santiago de México y de Santa Cruz en la
Española. La provincia de Guatemala y de Chiapas se fundó en 1550. Cuando los jesuitas dividieron
su provincia sudamericana, los padres predicadores habían ya fundado cuatro provincias en el mismo
perímetro: San Juan Bautista del Perú (1540), San Antonio de Florencia en el territorio de la Audiencia
de Nueva Granada (1570), Santa Catalina, en la Audiencia de Quito (1584), San Lorenzo Mártir de
Chile, con Tucumán y Paraguay (1588). El altiplano peruano estaba bajo la jurisdicción de la provincia
de San Juan Bautista hasta el siglo XIX. Álvarez, 1992, 11-52.
180 Los mercedarios crearon tres provincias en América del sur en 1563: Chile, Cuzco (el altiplano
separándose de Tucumán en 1593) y Lima, con jurisdicción en Quito, Popayán, Nuevo Reino de Gra-
nada y Panamá. Crean en 1616 la provincia de Quito y de Nueva Granada. Aparicio, 1992, 91-151.
181 Los franciscanos poseían la provincia de los Doce apóstoles de Lima, fundada en 1553 y que
cubría todo el territorio sudamericano.
119
ALIOCHA MALDAVSKY
120
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
indios trabajando en las minas,182 cuyas indicaciones sobre los Andes me-
ridionales son incompletas, pues su libro se limita a las fronteras del Perú
actual. Según Nicolás Sánchez-Albornoz, 91.579 indios estaban inscritos
en los registros de tributarios de la Audiencia de Charcas en 1573 y sólo
49.971 en 1684. Estos datos se limitaban «a diez provincias del centro
y sur des Alto Perú», faltando por ejemplo Oruro en el libro de tasas de
Francisco de Toledo, que brinda al historiador las cifras de la primera fecha
estudiada.183 La población total habría sido de 161.095 personas en 1573 y
de 93.331 en 1683, a partir de la compilación de datos del censo del duque
de la Palata, con variaciones muy diversas según las diferentes provincias
del altiplano.184
Por lo tanto, separar Lima del altiplano no sólo podía privar la ca-
pital del centro de la economía del virreinato, de una mies numerosa,185
sino también la dejaba sin perspectivas misioneras fronterizas como las
que podía prometer entonces Santa Cruz de la Sierra, mientras la vice-
provincia del Nuevo Reino de Granada mantenía una salida hacia la selva
desde Quito, con perspectivas misioneras que se desarrollaron luego en
Maynas, a partir de la década de 1630.186 Al mantener inicialmente a
Charcas como vice-provincia, Aquaviva había optado primero por una
solución de compromiso. Pero las divisiones internas acerca del porvenir
de las misiones de Paraguay, los debates sobre si se debían mantener bajo
jurisdicción limeña o brasileña, ponían en peligro las últimas y más lejanas
empresas misioneras de los jesuitas. No erigirlas en provincia autónoma
era reconocer que los jesuitas españoles renunciaban a mantenerse en las
fronteras del imperio que, a pesar de la unión de las dos Coronas, seguían
existiendo. Así, aunque la solución adoptada no se correspondía con las
jurisdicciones administrativas vigentes, permitía por una parte que Lima
mantuviera un horizonte misionero en la frontera oriental de Santa Cruz de
la Sierra, que los jesuitas, a pesar de los fracasos, seguían observando, y
respetar las fronteras imperiales, con las misiones de Paraguay. El carácter
secundario del respeto de las fronteras administrativas existentes, y en vía
121
ALIOCHA MALDAVSKY
187 Un proyecto de división de la provincia de México entre mediados y finales del siglo XVII
ilustra también los dos argumentos fundamentales que son la misión y el buen gobierno. Hernández
Palomo, 2005.
188 Mörner, 1953.
189 Sobre el lazo entre las haciendas y las misiones en Maynas, Codina, 2005, 243-261, en el
conjunto de artículos compilados por Manuel Marzal y Sandra Negro, donde se desarrollan también
otros ejemplos.
190 Maldavsky, 2007.
191 Antes del establecimiento de relaciones marítimas regulares entre Sevilla y Buenos Aires en
1618, las expediciones de jesuitas de Europa hacia la nueva provincia partieron en 1607 y 1616 desde
Lisboa, pasando por Brasil. Galán García, 1995, 224, 230.
122
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
123
ALIOCHA MALDAVSKY
194 Fue en ese momento cuando comenzaron las misiones de Maynas desde Quito y los jesuitas
de Lima volvieron a considerar las misiones a «infieles». Según Fernando Santos, se termina entonces
la etapa de la conquista militar de la selva, abriéndose la religiosa. Santos, 2004, 13. Aburto Cotrina,
2004, 130-131.
195 Piras, 2007 y Laurenchich, 2007.
196 Marzal, Negro, 1999, 9
124
Capítulo 3
1 La expresión «religión andina» es utilizada por Kenneth Mills, en su síntesis sobre el trienio
siguiente, 1997. Pierre Duviols utiliza el término «religiones autóctonas», 1971.
2 Duviols, 1971, 152-153; Vargas Ugarte, 1963-1965, I, 295-296; Ávila, 1966, 245-246.
3 Duviols, 1971, 154; Mills, 1997, 28-30.
125
ALIOCHA MALDAVSKY
126
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
9 Pierre Duviols pone de relieve los lazos entre la expulsión de los moriscos y las visitas de
extirpación de la idolatría en el Perú, sin ver necesariamente una relación de causalidad, pero sí una
misma voluntad de unificación religiosa, 1971, 176-181.
127
ALIOCHA MALDAVSKY
urbana de la Orden. La misión volante era uno de los mejores medios que
tenía la Orden para dirigirse al mayor número de indios y apropiarse del
espacio rural peruano.
Las visitas de extirpación de idolatrías en las que la Compañía de
Jesús participó en la diócesis de Lima en los años 1610 tenían muchos
parecidos con el ministerio de las misiones volantes, de tal manera que
en las cartas anuas, la principal fuente que da cuenta de ellas, tienden a
confundirse. En los capítulos precedentes hemos analizado las opciones
pastorales de la Compañía de Jesús en el contexto de su instalación en el
área andina y su valoración de la misión itinerante, así como su reticencia
a aceptar la cura de almas en las doctrinas de indios. El propósito de este
capítulo es entender cómo la participación de la Compañía de Jesús en la
visita de extirpación de idolatrías se articuló con el ministerio de las misio-
nes volantes, tal como los jesuitas lo practicaban desde la década de 1570.
La principal hipótesis es que no se trató de una casualidad que las
visitas de extirpación de idolatrías fueron particularmente promovidas
por ciertos miembros de la Orden inmediatamente después de la división
territorial de su provincia y el abandono de las misiones fronterizas de
Paraguay por los jesuitas de Lima. El ministerio de las misiones volantes
habría sido entonces un medio eficaz para definir nuevamente el espacio
misionero de la nueva provincia peruana, y de legitimar a los ojos de las
autoridades internas y externas su presencia en el Perú como Orden mi-
sionera. El contexto de la evangelización en el Perú, cuya historiografía
ha sido recientemente renovada, es también un elemento fundamental. Sin
embargo, desde el punto de vista de la definición de la provincia como
misionera, cuestiones como el lugar de la misión en el amplio abanico de
sus actividades o el mantenimiento de su ideal de acción itinerante, eran
importantes cuando la provincia cedió sus misiones fronterizas.
Estas dimensiones definitorias del apostolado de los jesuitas ya han
sido analizadas en páginas anteriores. Su articulación con la visita de ex-
tirpación de idolatrías no ha sido realmente estudiada por la historiografía
de la evangelización de los indios del Perú y de la extirpación, como lo
veremos en un primer apartado de este capítulo. Los relatos de misión que
revelan las cartas anuas desde los primeros años de la Compañía de Jesús
en el Perú dibujan una geografía y una cronología de las misiones volantes
desde la primera congregación provincial hasta los años 1610. Los relatos
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14 Duviols, 1971.
15 Sección «Idolatrías y Hechicerías» del Archivo Arzobispal de Lima (en adelante AAL). Gutié-
rrez Arbulú, 1992; Ávila, 1966; Duviols, 1967a, 1986, 2003; Taylor, 1987; Sánchez, 1991.
16 Ávila, 1966.
17 Duviols, 1967b, 1972, 1973, 1976, 1979.
18 C. Cock y Doyle, 1979; Huertas Vallejo, 1981; Rostworowski, 1983; Silverblatt, 1989.
19 Mills, 1994; Griffiths, 1996.
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20 Silverblatt, 1982; Acosta, 1987; Gareis, 1989; Sánchez, 1991; Duviols, 2003.
21 Bernand y Gruzinski, 1988; MacCormack, 1991; Gareis, 2004.
22 Urbano, 1993a, 12.
23 Acosta, 1984, 1987a.
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47 Carta anua de Baltasar Piñas a Claudio Aquaviva, Lima, 14 de abril de 1585, MPIII, 615: «Ex
missionibus multos uberrimosque fructus Nostri ad Dei gloriam collegerunt, excursionibus viginti qua-
tuor factis, postea quam ad te, R. P., ultimae litterae annuae huius Provinciae procuratori datae sunt».
48 Historia General I, 315-317. Misión del Padre Juan Gómez con un hermano.
49 Schjellerup, 2005, 25, 75-76, 116-125.
50 Ib., 139, 145-147.
51 Reyes Flores, 1999, 143. Con Loja, fue en esta región donde se desarrollaron, en siglo XVIII, el
comercio y exportación de la cascarilla, base para la fabricación de la quina, Petitjean, Saint-Geours,
1998; Jaramillo Baanate, 1998. También en el siglo XVIII, fueron estas regiones las que abastecieron las
minas de Hualgayoc de Cajamarca con hoja de coca. Sobre las minas de Hualgayoc, Fisher, 1977, 219.
52 Reyes Flores, 1999, 124-126; Schjellerup, 2005, 33-50.
53 Mogrovejo, 2006, 118.
54 Hyland, 27-28; Schjellerup, 2005, 95
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Límites aproximativos Audiencia Titicaca
de las audiencias de Lima
Capitales de audiencias
Audiencia
Sedes de los arzobispados Chule Juli de Charcas
La Paz
Sedes de los obispados Cochachamba
Colegio jesuita Arequipa
Santa Cruz
Misiones del colegio de Lima Lago de la Sierra
AL
Arica Poopo
Misiones del colegio del Cuzco La
TI
Potosí
AN
demuestran que hasta finales del siglo XVIII se trataba de regiones menos
pobladas que el sur andino.55 Fueron un importante punto de partida de las
migraciones hacia Lima y otras regiones.56
Los misioneros accedieron a esta periferia peruana pasando por el
célebre sitio histórico de Cajamarca, situado a 2750 metros de altura, en
el camino del Cuzco a Quito, y que vivió a finales del siglo XVI una esta-
bilidad demográfica indígena inhabitual si se la compara con el resto del
55 Reyes Flores, 1999, 124, 128; Schjellerup, 2005, 73; Cook, 1976, 33-50, 1981, 154, 190-198.
56 Sobre las migraciones en el Virreinato peruano: Mellafe, 1970; Cook, 1989, 1990, 2002.
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72 Armas Medina, 139-145. En 1595, controlarían dos doctrinas en la región de Huánuco y nueve
en la de Yungay. Medina, 1992, 235.
73 Armas Medina, 1953, 139-145; Medina, 1992, 235; Herás, 1992, 11.
74 Armas Medina, 1953, 145-153; Herás, 1992, 12.
75 Armas Medina, 1953, 145-453; Herás, 1992, 12.
76 Armas Medina, 1953, 153-159; Herás, 1992, 117-120.
77 Herás, 1992, 115-116, 121-122.
78 Armas Medina, 1953, 161-166; Schjellerup, 2005, 95-98.
79 Armas Medina, 1953, 161-166; Herás, 1992, 12.
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Límites aproximativos
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Capitales de audiencias
Sedes de los arzobispados Juli La Paz
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Sedes de los obispados Titicaca Cochachamba
Colegio jesuita Arequipa Santa Cruz
Residencia jesuita Lago de la Sierra
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Arica Poopo
Misiones del colegio : La
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87 Contreras, 1982, 19-21. Sobre las consecuencias de las emanaciones de mercurio en la salud
de los mineros de Huancavelica, Brown, 2001, Cook, 1981, 199-200.
88 Contreras, 1982, 42-43, 61-65. Las minas de plata de Castrovirreyna no fueron descubiertas
antes del decenio de 1590. Stern, 1986, 149.
89 Salas de Coloma, 1998, 363-385.
90 Stern, 1986, 93-132.
91 Armas Medina, 1953, 139-145; Medina, 1992, 235; Herás, 1992, 11.
92 Herás, 1992, 116-117, 125-126; Armas Medina, 1953, 156. En 1586, seis doctrinas estaban en
manos de los dominicos en el corregimiento de Yauyos. Ávila Brizeño, 1965, 158. En 1582, dominicos
y franciscanos compartían los tres repartimientos del corregimiento de Jauja. Los dominicos eran la
mayoría, con dos conventos y una docena de religiosos, y los franciscanos poseían un convento donde
vivían ocho religiosos. «La descripción que se hizo en la provincia de Xauxa por la instrucción de S.
M.», 1965, 172.
93 «Relación de la ciudad de Huamanga y sus términos, año de 1586», 1965, 199.
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94 «Relación de la ciudad de Huamanga y sus términos, año de 1586», 1965, 201-204; Carbajal,
1965, 204-219; «Relación de la tierra del repartimiento de Atunsora, encomendado en Hernando Palo-
mino, jurisdicción de la ciudad de Guamanga. Año de 1586», 1965, 220-225; «Descripción de la tierra
del repartimiento de San Francisco de Atunrucana y Laramati, encomendado en don Pedro de Córdova,
jurisdicción de Guamanga, año de 1586», 1965, 226-236. Ya en 1572 la Tasa de Toledo citaba «cuatro
clérigos y un religioso» en el repartimiento de Soras, «seis sacerdotes» en el repartimiento de atún
Lucana Laramati, Toledo, 1975, 260-262.
95 MPII, 268, 272-278.
96 MPII, 270-271.
97 MPII, 264-267, 278-286. El trayecto de vuelta duró de mediados de diciembre de 1576 hasta
el 5 de febrero de 1577.
98 Cook, 1981, 211-246.
99 Murra, 1972, 440. Sobre el «reino de los Lupaqa», Murra, 1975, 193-223.
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indios Chunchos, desde Juli en 1585: MPIII, 621. Sobre el fracaso de una expedición a los indios
Pilcozones, Historia General, 1944, II, 51. Carta de Juan de Atienza a Claudio Aquaviva, Lima, 8 de
abril de 1584, MPIII, 393. La última misión de ese tipo a la que alude la carta anua de 1585 es la de
los Padres Barzana y Angulo, que esperan en Potosí la autorización de proseguir hacia Tucumán y
Paraguay, Historia General, 1944, II, 51.
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120 Carta de Valentín de Caravantes, Potosí, 1.º de abril de 1606, ARSI, FG720/II/5.
121 Carta anua de 1571, MPI, 422, 424-425. Sobre el uso de los exempla en la literatura de pre-
dicación de Nueva España, ver Dehouve, 2004, 2011.
122 Ib., 425.
123 MPII, 211.
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cartas que transcribió el provincial para la carta anua, que daba a conocer
en Europa las actividades de la provincia. Esta correspondencia pone más
bien de relieve la capacidad de los indios para convertirse y frecuentar los
sacramentos.124
Si la idolatría aparece como un obstáculo, su mención, así como la de
los ídolos, sirve más bien para medir los progresos de la Iglesia Católica.
Se trata, en los relatos, de un enemigo ya o casi derribado, aludido en el
contexto de la conversión y como contrapunto retórico a la llegada del
Evangelio. Los «hechiceros y herbolarios» de la región de Chachapoyas
se citan por sus conocimientos acerca de las plantas, que utilizaban para
dar la muerte, según los misioneros. Esta evocación de la amenaza siempre
presente de la idolatría se enuncia como una generalidad, con el plural de
los hechiceros. Pero la frase siguiente se refugia en el registro particular
e individual bajo la forma de un exemplum relacionado con la penitencia:
Reprendiendo yo un día este peccado, con grandes amenazas de parte de
Dios, una india vieja vino a mí llorando, que ella hera culpada en un gran
peccado, el qual declaró, pidiendo qué remedio avría para que Dios la perdo-
nase; y acudió muchos días a la iglesia, con muchas lágrimas; y después de
bien instruída se confesó generalmente con el Padre Christóval Sánchez, el
qual quedó muy satisfecho de su penitencia y lágrimas; y lo mismo hizieron
otros muchos indios, haziendo confessiones generales de toda la vida.125
Este paso por el exemplum en la carta anua permite atenuar en el
relato el carácter generalizado de la idolatría, y el hecho de que se trate de
una anciana, implica el carácter residual del fenómeno, llamado a extin-
guirse con ella. Además, el redactor de la carta pasa por alto los detalles
del pecado, pues lo que cuenta es la eficacia de los sacramentos, resultado
de la enseñanza de la doctrina hecha por los misioneros. Poco importa si
el plural vuelve a surgir al final del exemplum, porque ya no se trata del
pecado, sino del sacramento de penitencia.
En Huanchor, un lugar cerca de Huarochirí, el corregidor y el cura
que acompañaron a los jesuitas les mostraron una montaña que veneraban
los indios:
Una cosa me contaron el corregidor y el cura, que se andavan conmigo de
pueblo en pueblo, que avía pasado pocos meses avía en un cerro que me mos-
124 Carta de Alonso de Barzana, citada por José de Acosta en la carta anua, MPII, 230-231.
125 MPII, 236.
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traron junto a Guanchor, digna de escrevirse: avían ido deste pueblo hasta
quarenta hombres y mugeres a aquel cerro a idolatrar a cierta guaca. Permitió
Dios hazer en ellos un castigo terrible, que estando en esto, vino un torvellino
de aire y agua tan rezio, que los arrebató a todos, haziéndolos pedaços; y allí
hallavan braços, acullá cabeças, sin escapar ninguno vivo, si no fué un indio
que con buena fe avía ido por allí a buscar a su muger, la qual hera de los
idólatras, a éste arrebató un torvellino y lo arrojó muy lejos, pero no le mató,
y éste dió noticia dello. Juicios son del cielo que muestran que no está Dios
olvidado desta gente.126
156
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
130 Según Juan Carlos Estenssoro Fuchs, la ruptura que introdujeron y desarrollaron los jesuitas
fue su insistencia en la dimensión individual y personal de la practica religiosa, a través de los sacra-
mentos y particularmente de la penitencia. Entenssoro Fuchs, 2003, 212-216.
131 MPII, 232-233.
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Mencionó los nombres, los itinerarios y las dificultades, con largas citas
que, al personalizarlo, situaban al relato en un tiempo y espacio precisos.
Tales procedimientos literarios garantizan la veracidad del relato, atraen
la atención del lector o del auditor (no olvidemos que las cartas anuas se
leían en los comedores de los colegios jesuitas europeos, según la tradición
medieval), y demuestran la voluntad de José de Acosta de mostrarle a sus
superiores en Roma que los jesuitas del Perú estaban realizando el ideal mi-
sionero de la Compañía de Jesús. Al contrario, la carta de Baltasar Piñas, en
latín, no da más que escuetos detalles geográficos y cita apenas seis nom-
bres de misioneros. El orden temático del relato le concede a las misiones
un único, aunque largo párrafo, pero las reduce a una actividad entre otras.
Piñas no citó ninguna carta personal y el párrafo se reduce a una enumera-
ción seca de las misiones realizadas. La idolatría de los indios no aparece
y sólo las alusiones a la administración de los sacramentos recuerdan el
optimismo de la carta de 1577. No obstante, las orientaciones de la tercera
congregación provincial acerca de las misiones a los indios «infieles» se
respetan, pues la carta cita varias expediciones de ese tipo, indicando sin
embargo que son difíciles de organizar y respondiendo a los jesuitas de la
provincia que se quejaban acerca del atraso al respecto.
Hasta la carta anua de 1592, las alusiones a la idolatría son muy
discretas en los documentos destinados a Roma. La traducción latina de la
carta de 1587, publicada dos años más tarde en Roma, cuenta brevemente
una misión al noroeste del Cuzco, en la «región de los Andes», sin mayor
precisión.137 Se describe cómo los indios se confesaban con la ayuda de
quipus y cómo los jesuitas celebraron matrimonios y fundaron cofradías.
Es sabido que los quipus se usaban en la confesión desde el inicio de los
años 1560, sin duda introducidos por los mercedarios, para «estimular y
ayudar a la memoria del pecado».138 El Tercer Concilio de Lima favoreció
un uso que los jesuitas no condenaron. Sólo en los siglos XVII y XVIII fue
considerado como una práctica idolatra, signo elocuente de que el análisis
de la recepción y de la adaptación por los indios de los gestos cristianos
varió para las autoridades religiosas.139 En esta carta publicada, los exem-
137 Carta anua redactada después del terremoto de Quito del 3 de septiembre de 1587 (MPIV,
249-257), publicada en Roma en latín en el colegio romano en 1589: Litterae Societatis Iesu duorum
annorum MDLXXXVI-MVLXXXVII, 489-528.
138 Entenssoro Fuchs, 2003, 219.
139 Entenssoro Fuchs, 2003, 223-228.
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140 «In hac [regione] deleta penitus quae non plane abolita erant, antiquae superstitionis vestigia»,
Litterae Societatis, 257.
141 «Unus idolum, quod absconditum adhuc coelbat, protulit, concione deterritus», Ib., 258.
142 Fue publicada en latín en el colegio en 1591, en Litterae Societatis Iesu duorum annorum
MDLXXXVI-MVLXXXIX, 365-445, MPIV, 547-608
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143 Carta de Diego Martínez a Juan de la Plaza, Juli, 1.º de agosto de 1578, MPII, 364.
144 Ib., 366. Para una aproximación reciente del contexto general de Juli y las dificultades de los
jesuitas, ver Coello de la Rosa, 2010, 99-136.
145 Carta de Diego Martínez a Juan de la Plaza, Juli, 1.º de agosto de 1578, MPII, 366.
146 Carta de José de Acosta a Everardo Mercurian, Lima, 11 de abril 1579, MPII, 621.
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Las cartas anuas de los años 1590 y 1600, completadas con los rela-
tos de misiones copiados en la Historia General, evidencian una verdadera
ruptura entre el colegio de Lima y los establecimientos instalados en la
sierra andina. Por una parte, se constata un declive neto de las misiones
emprendidas desde la capital del virreinato, lo que demuestra que los je-
suitas del colegio más grande de la provincia estaban ocupados en otras
actividades. Por otra parte, el tema de la lucha contra la idolatría irrumpe
claramente en los relatos de misiones efectuadas a partir de los colegios de
la sierra, como si los jesuitas hubiesen tomado conciencia de la importan-
cia de este aspecto de su apostolado, y lo hubiesen puesto por escrito más
fácilmente.
La extensión de las actividades de la Compañía de Jesús en el te-
rritorio del virreinato, con fundaciones de nuevos colegios y residencias,
acompañó un verdadero dinamismo demográfico de la Orden. Entre 1575
y 1601, pasaron de 73 a 279 individuos, multiplicándose por cuatro el nú-
mero de jesuitas en la provincia. El ritmo de crecimiento en Lima fue más
lento, pues pasaron de 57 a 133 los residentes jesuitas de la ciudad. Sin em-
bargo, a pesar de su importancia numérica, el colegio de Lima practicaba
cada vez menos misiones ya desde el final de la década de 1580, cuando
los otros colegios mantuvieron su actividad misionera itinerante sin ruptura
aparente. A partir de la década de 1590 se terminó la abundancia de misio-
nes y el equilibrio relativo entre los establecimientos (mapa 6). A pesar de
un aumento regular del número de miembros, esta tendencia se confirmó
hasta el principio de las visitas de extirpación de idolatrías.
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de Lima de Charcas
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Arequipa Cochachamba de la Sierra
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147 Carta anua redactada después del terremoto de Quito del 3 de septiembre de 1587 (MPIV,
249-257), publicada en Roma en latín en el colegio romano en 1589: Litterae Societatis Iesu duorum
annorum MDLXXXVI-MVLXXXVII, 489-528.
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de las audiencias
Capitales de audiencias Juli La Paz
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Sedes de los arzobispados Titicaca
Sedes de los obispados Santa Cruz
Arequipa Cochachamba de la Sierra
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Fuentes : ARSI.
Cartografía : A. Maldavsky, J. Robert, Universidad Paris Ouest Nanterre La Défense, 2010.
O
148 Se trataba de la visita pastoral que, según Rubén Vargas Ugarte, empezó en 1584 y se prosi-
guió en 1591 después de varias interrupciones y estadías en Lima. El arzobispo recorrió la costa norte
de Lima y el interior hasta Cajamarca y Chachapoyas. En 1588, estuvo en Cochamarca, al sur del
corregimiento de Cajatambo, cerca de Huarochirí. Vargas Ugarte, 1953-1962, 81-82. Mogrovejo, 2006.
149 Historia General, I, 350-353.
164
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
150 Carta anua redactada en 1592, copiada en Europa y publicada en el colegio romano en 1594,
in Litterae Societatis Iesu duorum annorum MDXC-MDXCI, 730-769, MPV, 202-233. Carta anua re-
dactada el 6 de abril de 1594 por José de Arriaga (Perú 12, ff. 48-70v) MPV, 338-486. Existe también
una carta redactada el 3 de abril de 1596 por Pablo José de Arriaga, dedicada a las misiones fronteri-
zas. Se trata sin duda de los últimos capítulos de la carta anua del mismo año, separados del resto del
documento. Real Academia de la Historia (en adelante RAH), Papeles de Jesuitas 81, ff. 71-85, MPVI,
12-81. Carta anua redactada por José de Arriaga, Lima, 24 de agosto de 1597, ARSI, Perú 12, ff. 128-
145v, MPVI, 280.
151 Misión de Juan Font y Nicolás Durán a los Pilcozones, sin éxito esta también. Historia Gene-
ral, 1944, I, 413-419.
165
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blo con muchas lágrimas y sentimiento, y conforme a este afecto con que
acuden es el provecho que en estas misiones se haze».152
La carta anua relativa a 1599, redactada en 1600 por el provincial
Rodrigo de Cabredo, alude a sólo dos misiones desde Lima. La primera
fue una misión de cuaresma a Ica y su valle, durante dos meses, que apa-
rece como una rutina anual. La segunda fue al puerto del Callao, donde
los jesuitas tenían una casa e iban todos los domingos y los días de fiesta a
predicar y enseñarles la doctrina a indios y españoles.153 En la carta anua
de 1600, también redactada por Rodrigo de Cabredo, los párrafos sobre
Lima relatan sobre todo los estudios y la vida espiritual de los miembros
de la Orden. La actividad misionera no ocupa más que unas pocas líneas:
«De este colegio se an hecho este año algunas missiones, que haze ordina-
rias, y todas con mucho fructo, confessando pueblos enteros de indios, que
aunque tenían sus curas, davan lugar que los de la Compañía acudiesen a
esto, por la satisfacción que tienen del fructo con que lo hazen».154 Estas
líneas indican que para los provinciales era importante señalar a Roma la
existencia de misiones volantes desde Lima, vista la importancia que tenían
para el general. El provincial las calificaba de «ordinarias», o sea de misio-
nes regulares, como las que los años precedentes se realizaron en Ica o en
el Callao. Esto no prueba que la actividad misionera de Lima fuera menos
dinámica que en el cuarto de siglo anterior. Pero la brevedad de los relatos
podría confirmar los temores de Nicolás Durán acerca del decaimiento del
interés que los superiores mismos le otorgaban a esta actividad.155 El futuro
extirpador de idolatrías en la diócesis de Lima, Pablo José de Arriaga, fue
también uno de los recopiladores de las cartas anuas de fines de la década
de 1590. Las misiones que más detalló fueron las del colegio del Cuzco,
hechas por los jesuitas en la sierra central del Perú, cuyos relatos ponían en
escena a indios idólatras.
Las dos misiones volantes realizadas desde el Cuzco ocupan gran par-
te del relato en la carta de 1599. Los jesuitas visitaron a los indios «Soras»,
en el corregimiento de Lucanas, al sur de Huamanga, y también a los indios
152 Carta anua redactada por Pablo José de Arriaga el 29 de abril de 1599, ARSI, FG 1488II,
5, MPVI, 672. La Historia General, quizás inspirada por la misma carta anua tampoco brinda más
detalles sobre la misma misión. Historia General, I, 427.
153 Carta anua de 1599, Lima, 20 de abril de 1600, MPVII, 47-48.
154 MPVII, 383.
155 Cf. capítulo 2.
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156 Carta anua de 1599, Lima, 20 de abril de 1660, MPVII, 60-69, 69-82. Son las regiones visi-
tadas por Cristóbal de Albornoz como visitador de la idolatría.
157 Carta anua de 1601, redactada por Rodrigo de Cabredo, Juli, 1.º de marzo de 1602, MPVII,
677-782. Carta anua de 1602, Lima, 28 de abril de 1603, MPVIII, 170-356. Carta anua de 1606
redactada por Esteban Páez, Lima, 1.º de mayo de 1607, ARSI Perú 13, ff. 2-29. Carta anua de 1607,
Lima, 27 de marzo de 1608. ARSI, Perú 13, ff. 32-58.
158 Carta anua de 1606 redactada por Esteban Páez, Lima, 1.º de mayo de 1607, ARSI Perú 13,
f. 12, 15. Carta anua de 1607, Lima, 27 de marzo de 1608. ARSI, Perú 13, f. 41v, 42v-43.
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ALIOCHA MALDAVSKY
159 Carta anua de 1606 redactada por Esteban Páez, Lima, 1.º de mayo de 1607, ARSI Perú 13,
f. 26r, 29r-v.
160 Cook, 1981, 59-74. Livi Bacci, 2006.
161 La población del Cuzco, por ejemplo, no sufrió de esas epidemias de finales del siglo XVI, lo
que agravó considerablemente la de 1606, pues la población no había sido inmunizada. Cook, 1981, 68.
168
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
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oficio religioso al que acudían habitantes del sector, como aparece en el estudio de Sandra Negro sobre
la arquitectura de la hacienda de Nasca, en la costa sur del Perú. Negro, 2005, 481-482.
168 Vargas Ugarte, I, 1963, 189-190.
169 Vargas Ugarte, 1963, I, 190. Egaña, 1966, 277-278. Sobre este conflicto, Rodríguez Valencia,
1957, II, 285-332 y Coello de la Rosa, 2004, 2006.
170 Carta de Toribio de Mogrovejo a Felipe II, Lima, 23 de marzo de 1591, MPIV, 685.
171 Carta de Toribio de Mogrovejo a Felipe II, Lima 15 de marzo de 1589, Levillier, 1919,
452-455. «Constituciones del Colegio de San Martín», copia dactilografiada del original en el AGI,
170
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
Colección Vargas Ugarte, Papeles manuscritos, t. 36, doc. n.º 7. «Noticia de lo q. Ai de hecho en el
colegio de S. Martín su fundaciõ dotaciõ de becas Rs. Estado y disminución dellas» (1701), documen-
to manuscrito conservado en la Colección Vargas Ugarte, Papeles Varios, Manuscritos, t. 14, doc. n.º
50. Según este último documento el colegio contaba con 148 alumnos en 1610 y 180 en 1612. Vargas
Ugarte, 1969, 12-17.
172 Maldavsky, 2002, 217. Véase la carta de Mogrovejo a Aquaviva, en abril de 1585, para agra-
decerle por la visita ad limina efectuada en su nombre por los jesuitas. Fue publicada por Rodríguez
Valencia, 1957, II, 209, y comentario en 279.
173 Carta copiada en la carta anua del 6 de abril de 1594, MPV, 358-359.
174 Informe ad limina de 1599, Archivio Segreto Vaticano (en adelante ASV), Congregatio Con-
cilii, Relationes 450 Limana, f. 338v. Informe ad limina redactado por Diego de Torres Bollo en 1603
en Roma, ASV, Congregatio Concilii, Relationes 450 Limana, f. 311v
171
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
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Cuzco de las décadas de 1590 y 1600 fueron cartas redactadas por Gregorio
de Cisneros, quien recorrió sin parar los Andes durante más de veinte años
en compañía de varios compañeros de misión. Sus cartas, dirigidas al rector
del Cuzco e incluso al general, fueron frecuentemente copiadas o resumi-
das en las cartas anuas; asimismo sirvieron para redactar la Historia ge-
neral. En estos relatos, como en las síntesis de otras misiones, la idolatría,
los indios idólatras, y sobre todo los hechiceros, jugaban un papel cada vez
más importante en las descripciones generales o los exempla, con detalles
antes ausentes. Esto no significa que la idolatría fuera más importante que
la misión o la figura del misionero. Por lo contrario, los relatos se vuelven
mucho más precisos cuando se refieren los métodos empleados durante las
misiones, donde se percibe el recurso a la fuerza y a la denuncia.
El relato de la «misión de Vilcas», que cuenta la carta anua redactada
en 1594, se sacó de una carta que Gregorio de Cisneros escribió el 9 de
septiembre de 1592 y que fue copiada en estilo directo en el documento
enviado a Roma. El misionero escribió ora en primera persona del singu-
lar ora en plural, cuando hablaba por sí mismo y los otros jesuitas que lo
acompañaban, cuyos nombres no se mencionan. Desde la primera frase la
eficacia de la misión es evidente para su autor y su resultado es resumido
en unas cuantas líneas: «Luego que entramos por esta provincia, poco
visitada de los Nuestros hasta aora, muchas almas se despertaron al dolor
y penitencia de sus peccados, siguiendonos ocho y nueve leguas muchos
indios, andando entre sí de porfia sobre quien nos havía de llevar a sus
pueblos. Hicieronse más de mil confessiones las mas de seiscientas gene-
rales de gente muy desamparada y engañada de algunos echizeros en mil
supersticiones y idolatrías».183
Varios exempla permiten dar cuenta de las creencias y prácticas ido-
látricas de los indios, y demostrar la eficacia de los misioneros a través de
la predicación y de la confesión. La carta anua relata luego una misión en
Huamanga y sus alrededores, que Cisneros cuenta en una carta del 2 de
mayo de 1593. La carta se termina con una descripción general desarrollo
de una misión:
Y porque Vuestra Reverencia me lo a mandado, diré brevemente el orden
que de ordinario se tiene en las missiones para que se hagan a mayor gloria
183 Carta anua redactada por Pablo José de Arriaga, 6 de abril de 1594, MPV, 353.
174
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
de Nuestro Señor y provecho de los próximos: desde que salimos del colegio
asta la provincia o ciudad do se va a la mission, se dice cada día la letanía y
se ofrecen muchas Missas por esta intención; llevanse dos o tres ciegos para
que ayuden a catechizar, y en llegando al primer pueblo, si está en él sacer-
dote, se procura lo primero ganarle la voluntad, aficionándole y atrayéndole
con palabras de amor, dándole a entender no venimos por falta que aya en su
pueblo de enseñanza, sino porque nuestro instituto es acudir a ser coadjutores
de los curas en el provecho de sus ovejas. Quando no se entra por esta puerta,
se hace poco o nada. Cada día por la mañana se toma disciplina y se tiene
después su ora de oracion, y acavada, vamos a la iglesia, pidiéndo el bene-
plácito del cura, para juntar a los indios y decir Missa; mientras se junta la
gente reçamos las oras menores, luego se les dice Missa y conseqüentemente
se les hace una plática brebe del modo que an de tener para confessarse. En
el segundo sermón, el día siguiente a la mesma ora, se les declara quien es
Dios y como no es más que uno, condemnando en este sermón sus ritos y
ceremonias antiguas. El tercero se les predica y da conocimiento de quien
es Jesuchristo y de su passion y muerte. En el quarto, se trata de qué cosa es
peccado y el castigo que merece por ser contra Dios. Los quatro sermones de
los quatro dias siguientes son de los quatro novíssimos.184
Los primeros días, después de los sermones, se les reparten rosarios, imá-
genes, cuentas benditas y disciplinas, que de todo esto vamos siempre bien
proveídos, y se les avisa que el miércoles y viernes acudan a disciplina; aca-
vado el sermón, se junta la gente a la puerta de la iglesia por sus ruedas, los
indios de por si y las indias también; se les enseña la doctrina y en el interim
se acude a las confessiones asta mediodia, y después de comer, se visitan los
enfermos y se buelbe a confessar asta puesta del sol, y a esta ora se hace una
processión, y viniendo a la iglesia, se les hace una brebe plática conforme a
la necesidad que entendemos que tienen. Los baptismos de los infieles que
se descubren se acen con la solemnidad posible, llevándolos a la pila en
procesión, vestidos de blanco con sus guirnaldas en la caveza. Acavado de
la manera sobredicha el día, en anocheciendo, se rezan maitines y luego un
rato de oración y lección spiritual. Desta suerte se experimenta que ganan
mucho así los que andan en missiones como aquellos por quien se toma este
travajo tan fructuoso.185
175
ALIOCHA MALDAVSKY
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
189 Carta de Gregorio de Cisneros a Claudio Aquaviva, Cuzco, 20 de enero de 1599, MPVI, 609-
643.
190 El uso de los exempla americanos en recopilaciones de historias edificantes dedicadas al
público europeo fue estudiado por Danèle Dehouve, quien analiza su contribución a la creación de un
«pecador universal». Dehouve, 2004, 2011.
177
ALIOCHA MALDAVSKY
Una india consultó a un echizero famoso, el qual dijo que venía de parte del
inga a librar a los indios de la muerte y pidiendole remedio para una enferme-
dad que tenia la hizo ir a una junta de dos ríos y haziendole ciertos lavatorios
le dijo que alli se le perdonavan sus peccados que eran los que le havían de
dar la muerte y la hizo ofrecer cerca de cinqüenta animalillos, a manera de
conejos, que llaman cuyes, y otros semejantes despues le hizo ofrecer y que-
mar en una grande oguera un animal grande que aca llaman carneros. aunque
son bien differentes y que vestida de su pellejo adorase un árbol para librarse
de la muerte. Y para que se vea los embustes y engaños de que usan estos
echizeros para engañar esta pobre gente, esta india, movida de un sermón
vino a buscar la vida verdadera que havía perdido.191
191 Carta anua redactada por Pablo José de Arriaga, 6 de abril de 1594, MPV, 353-354.
178
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
sen podido ser tan espectaculares ni tan rápidos y el misionero hubiese sido
responsable de una conversión imperfecta e inconclusa. La ignorancia, la
enfermedad, el miedo de perder un miembro de la familia, eran unas de
las tantas razones para idolatrar que se retomaban sistemáticamente en los
exempla, completados por el leitmotiv del engaño de los hechiceros.
Al tratarse de textos cuya función es contar una historia edificante,
los documentos de los jesuitas sobre la idolatría no pueden transcribir sola-
mente una sucesión de ritos y de creencias considerados como idolátricos,
siguiendo las descripciones de algunos textos de la época. Así, el texto de
Cristóbal de Albornoz, Instrucción para descubrir todas las guacas del
Piru y sus camayos y haziendas [1583-1584], se presenta como una lista
de lugares y objetos de adoración de los indios, ordenados según las pro-
vincias visitadas. El canónigo del Cuzco recorrió en los años 1560 como
visitador de la idolatría las mismas regiones que Gregorio de Cisneros y sus
compañeros de misión.192 También Guaman Poma de Ayala, quien acom-
pañó a Albornoz en sus visitas, estuvo en contacto con los indios «Soras,
Lucanas y Aimaraes», que visitaron los jesuitas del Cuzco en la década de
1590.193
La idea que los hechiceros eran los principales culpables de la ido-
latría no la inventaron los jesuitas. La culpabilidad de los hechiceros fue
la base de la legislación de la represión de la idolatría en el Perú desde el
Primer Concilio de Lima de 1551, que preveía la cárcel y el látigo para los
reincidentes y un proceso ante jueces eclesiásticos en caso de persistencia
en la idolatría. El Segundo Concilio preveía encerrar a los idólatras, pero
prohibía a los curas administrar castigos corporales, reservados a la justicia
civil. El virrey Francisco de Toledo confirmó esta voluntad de represión,
que prosiguió el Tercer Concilio limense.194
Los jesuitas eran poco locuaces sobre la aplicación de estas medidas.
En 1598, frente a la persistencia de la idolatría, según ellos fomentada por
los hechiceros, los jesuitas de Juli ya no se limitaron a sermones disuasivos,
sino que incitaron a los indios a la delación: «Sabiendo que avía destos
hijos del demonio no pocos, dio el Padre en muchos sermones continua-
dos en predicar contra estos y a declarar la obligación que los christianos
179
ALIOCHA MALDAVSKY
195 Carta anua redactada por Pablo José de Arriaga, 29 de abril de 1599, MPVI, 707.
196 Carta anua de Rodrigo de Cabredo, Lima, 20 de abril de 1600, MPVII, 104.
197 Sobre la utilización de la violencia en Juli por los jesuitas y su desconsuelo por la persistencia
de ritos y creencias indígenas, véase Coello de la Rosa, 2010, 114-115.
198 Carta de Diego de Torres Bollo, Juli, 20 de marzo de 1582, MPIII, 113-115.
199 Vargas Ugarte, I, 1951, 340.
200 MPV, 355; MPVI, 687; MPVI, 690-691.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
181
ALIOCHA MALDAVSKY
ron la ayuda del corregidor: «El corregidor de este partido con zelo chris-
tiano, conociendo el que la Compañía tenía y el fructo que se iva haziendo,
quiso ayudar su parte: fue en persona a la puna, que aca se llama la sierra, y
entre aquellos serros fue sacando viejos y viejas, los quales avían años no
se confesavan y como salvajes vivian en unas espesas tinieblas sin noticia
de su criador».205 Pero Cabredo, en la carta anua, no explicita los métodos
precisos del corregidor. Estos aparecen descritos con mayor claridad en la
Historia General: «El corregidor de este partido conociendo con zelo cris-
tiano el mucho fruto que en esta provincia se sacaba, quiso con sus caridad
ayudar de su parte, y así tomo travajo de ir a las punas, quebradas y despo-
blados, con deseo de que gozasen todos de este maná que Dios les enbiaba;
y aunque estaban los padres determinados de ayudarle en este camino, mas
después se vio que no convenía, porque les quemaba las casas, podían tomar
los yndios alguna aversión, y así lebantando el corregidor y sus ministros la
caça, entrando los Padres por sus medianeros y rogadores, se ganaba mucho
para el Señor. Enbió el corregidor de los despoblados y quebradas cantidad
de viejos y viejas, los quales avia años que no se confesaban».206
No es seguro que la carta anua se haya inspirado de la versión, más
completa, de la Historia general. Ninguno de los dos textos indica con
precisión quiénes fueron los protagonistas ni su fuente. Se sabe sin embar-
go por el autor de una historia del colegio del Cuzco, principal fuente de
la Historia general en lo que se refiere a ese colegio, que este relato fue
extraído de una carta particular de Gregorio de Cisneros.207 Lo seguro es
que el provincial prefirió no detallar los métodos brutales del corregidor
contra los indios ancianos, que luego los jesuitas instruían en la fe católica.
Los misioneros prefirieron no asistir al incendio de las casas que ordenó el
corregidor para no ser asociados con esta represión.
En conformidad con el Concilio de Lima de 1582-1583, el sínodo del
Cuzco de 1591, celebrado por el obispo dominico Gregorio de Montalvo,
criticaba la intromisión de los corregidores de indios:
182
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
208 Constituciones sinodales gregorianas, Cuzco, 29 de septiembre de 1591, BNP, A.569, f. 9-9v.
209 Este procedimiento textual, que elimina de los textos de gran difusión los detalles poco ame-
nos se confirma en las reducciones de Paraguay años más tarde, según Guillermo Wilde: «La alusiones
a la resistencia prácticamente desaparecen de las fuentes jesuíticas, imponiéndose una imagen de la
misión como régimen ordenado y racional», Wilde, 2009, 115.
183
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184
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Huarochiri
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Lima Huancavélica
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Cuzco
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Ica Audiencia
Límites aproximativos
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de Charcas
de las audiencias de Lima
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Capitales de audiencias Juli
Lago
Sedes de los arzobispados Titicaca
Sedes de los obispados Santa Cruz
Arequipa Cochachamba de la Sierra
Colegio jesuita Lago
AL
Fuentes : ARSI.
Cartografía : A. Maldavsky, J. Robert, Universidad Paris Ouest Nanterre La Défense, 2010.
O
210 Carta anua de 1609, 31 de marzo de 1610, firmada por Juan Sebastián, ARSI, FG 1488/II/9,
f. 96.
185
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Abançay Cuzco Audiencia
oré
Límites aproximativos Canas y
A u d i e n c i a Canches Lago
de las audiencias Titicaca de Charcas
Capitales de audiencias de Lima La Paz
Sedes de los arzobispados Juli
Sedes de los obispados
Colegio jesuita
Cochachamba Santa Cruz
Arequipa de la Sierra
Residencia jesuita Oruro
Lago
AL
Fuentes : ARSI.
Cartografía : A. Maldavsky, J. Robert, Universidad Paris Ouest Nanterre La Défense, 2010.
O
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
211 Carta anua de 1609, 31 de marzo de 1610, firmada por Juan Sebastián, ARSI, FG 1488/II/9,
f. 108, 110.
212 Ib., 100-102, 108-109v.
213 Ib., 102-106v.
214 Duviols, 1971, 152-153; Vargas Ugarte, 1953, t. 2, 306, 1963, t. I, 295-296; Ávila, 1966, 245-
246.
215 Anua de la Provincia del Perú de 1611. Lima 30 de abril de 1612, Juan Sebastián, ARSI Perú
13, f. 96-121.
187
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1610.216 La carta anua no omite tal colaboración, que llevó a los jesuitas
a visitar varios pueblos de la provincia de Huarochirí y de los Yauyos: a
Chorrillo,217 a cuatro leguas de Huarochirí, a Santiago y San Lorenzo de
Quinti,218 a Carampoma,219 a San Francisco de Chaclla, San Juan de Luz y
San Matheo. El relato de estas misiones termina con la copia de un párrafo
de una carta del arzobispo Bartolomé Lobo Guerrero elogiando el celo de
los misioneros.220
Tres misiones, por lo menos, partieron de Huamanga a las minas
de Huaylas por orden del obispo; al valle de Viñaca, durante dos meses;
y a los pueblos de los alrededores.221 Pero el relato no nombra a los mi-
sioneros. Desde el Cuzco, los Padres Diego Martínez y Pedro Ribalagua
salieron a Anta, Huarocondo y Zurite,222 y Diego Martínez pasó un mes
en la provincia de Andahuaylas (en Limatambo y Abancay) con Francisco
de Espinosa. Otra misión de dos meses partió en dirección al Collao al
encuentro de los indios Canas y Canchis, considerados como infieles.223
Dos misiones salieron también de Arequipa sin que se citen ni los lugares
de destino ni los misioneros. Se sabe solamente que se dedicaron tanto a
indios como a españoles, y que se hizo mención de la idolatría en el rela-
to.224 De Juli partieron cinco misiones dirigidas a los alrededores del lago
Titicaca (a Chucuito, Cora, Puna, Hichu, Yunguyo y Cepita), a la Puna, al
río Desaguadero y a Moquegua.225 Los jesuitas también hicieron durante
seis meses misiones alrededor de La Paz y en varias estancias agrícolas
y ganaderas de «las Punas».226 Otras dos misiones se enviaron a Oruro,
donde fueron, a pedido del corregidor, los Padres Gabriel Serrato y Sebas-
tián Juárez, y a Cochabamba, sin duda desde La Paz, donde el Padre Luis
216 Otro visitador, el Dr. Hernando de Avendaño es nombrado el 27 de abril de 1612, así como el
Dr. Diego Ramírez, Duviols, 1971, 154-156.
217 Hoy San José de Chorrillos.
218 A menos de diez kilómetros de Huarochirí, a 2730 m.s.n.m.
219 Al pie del cerro Quispi Urco.
220 Anua de la Provincia del Perú de 1611. Lima 30 de abril de 1612, Juan Sebastián, ARSI Perú
13, f. 105v.
221 Ib., f. 107.
222 Región estudiada por Luis Miguel Glave y María Isabel Remy, Glave y Remy, 1983.
223 Anua de la Provincia del Perú de 1611. Lima 30 de abril de 1612, Juan Sebastián, ARSI Perú
13, f. 108-108v.
224 Ib., ff. 111-112.
225 Ib., ff. 113-114v.
226 Ib., f. 116v.
188
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
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las misiones ordinarias de la Orden. Carta tras carta, los párrafos en que se
relata tal práctica se intitulan «Misión a los indios idolatras de la comarca
de Lima». Pero en los relatos, el carácter específico de estas misiones no se
debe al marco jurídico de su realización, sino al tipo de público que apun-
taban. Al evitar emplear la palabra visita para designar la institución de la
extirpación de idolatrías de la década de 1610, y al utilizar su propio vo-
cabulario, los jesuitas se apoderaron de la iniciativa frente al general y los
lectores europeos. Esto permite insertar a estas misiones en la continuidad
de la actividad misionera de la Compañía de Jesús, aunque su naturaleza
fuera totalmente diferente. Además, aunque Acosta o las primeras congre-
gaciones provinciales no las hayan previsto con ese nombre, estas misiones
podían considerarse de la misma manera que las misiones fronterizas de la
provincia de Paraguay o de la residencia de Santa Cruz de la Sierra. Toda
la ambigüedad de estas misiones se concentra en los títulos que las enca-
bezan en los relatos. ¿Se trataba de misiones específicas u ordinarias? Los
redactores de las cartas anuas nunca tomaron una posición clara.
Las visitas de extirpación ocuparon un lugar particular en las cartas
anuas, aun cuando los otros colegios prosiguieron con su esfuerzo misio-
nero. En la carta de 1610, redactada en 1611, el provincial introdujo el
párrafo sobre las misiones insistiendo en la novedad de la empresa y en su
destino futuro: «Ya escrivi a Vuestra Paternidad el año pasado, como en la
comarca de esta ciudad se avian descubierto grandes Idolatrias y echicerias
entre los indios; y que para su remedio tenia siempre occupados dos Padres
en los pueblos mas necessitados. Hase continuado ogaño esta mission (en
que abra muchos años que hacer) con mucho mayor fruto».231
Si el título de visitador que tiene ya en ese entonces Francisco de
Ávila aparece en la carta, ésta no hace más que aludir a este aspecto en
un párrafo que resume las dificultades de la visita, cuyo carácter oficial
no se pone realmente de relieve. No obstante, esta misión se llevó a cabo
después del nombramiento de Francisco de Ávila como «juez visitador
de las idolatrías» en enero de 1610.232 Pero el provincial no insiste en el
hecho de que estas misiones estaban bajo la autoridad del arzobispo. El re-
lato ya oficial del descubrimiento de la idolatría por Francisco de Ávila en
su doctrina de Huarochirí aparece en la carta del año siguiente, redactada
190
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
233 La carta anua de 1611 fue firmada por Juan Sebastián en Lima el 30 de abril de 1612, ARSI
Perú 13, f. 97. Se puede pensar que los jesuitas estaban al corriente del nombramiento de Hernando de
Avendaño el 27 de abril de 1612, AGI, Lima, 327. Duviols, 1971, 155-156.
234 Lima, 31 de marzo de 1611, ARSI, Perú 13, f. 78.
235 Lima, 30 de abril de 1612, ARSI Perú 13, f. 97.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
241 Archivo Segreto Vaticano (en adelante ASV): Congregatio Concilii, Relationes 450 Limana,
«externa facie christianos, interna vero Idolatras», «Deos, lares penates, gentilicios, patrios, terminales,
arvales, pecuarios», f. 354v.
242 Duviols, 1971, 156.
243 Claudio Aquaviva al virrey marqués de Montesclaros, príncipe de Esquilache, Roma, 26 de
febrero de 1613, ARSI, Perú 1, f. 331v.
193
ALIOCHA MALDAVSKY
Assi es como Vuestra Merced escrive en una de 13 de Abril del año passado,
que el Padre Provincial dessa Provincia, y el Padre Rector desse colegio de
Lima an escrito de las miserias de Idolatrias que se an ido descubriendo en
essos Indios; y por lo mucho que desseo su verdadera conversion y aprove-
chamiento en la virtud y piedad christiana, estimo que los dichos Padres ayan
acudido con algunos de los nuestros que ayuden en obra de tanto servicio
de nro Señor, la qual estando en su mano de Vuestra Merced. pues dice aver
sido señalado del Señor Arçobispo por visitador desse districto, espero que
ira muy bien, dando la mano que conviene, y entendiendose con los de la
Compañia que atienden a ello. La carta que venia para su Santidad se le dio,
y se hizo el buen officio en orden a que anime al Sr Arçobispo que prosiga
lo començado, si respondiere, ternemos cuidado que la carta se remita a VM
a quien el señor guarde muy en su gracia como puede.244
194
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
248 Los pasajes de las cartas anuas sobre las idolatrías han sido publicados por Mario Polia Meco-
ni.
249 ASV, Congregatio Concilii, Relationes 450 Limana, f. 325: «teste oculato».
250 ASV, Congregatio Concilii, Relationes 450 Limana, f. 325: «vernaculae linguae peritos»; f.
325: «ut scientia sua et vitae exemplis excaecatis hominum mentibus Christianae fidei lucem inveherent
errorem eliminarent».
251 Maldavsky, 2002.
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252 Carta de Claudia Aquaviva a de febrero de Juan Sebastián, Roma, 29 de enero 1613, ARSI,
Perú 1, f. 321v.
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raba esta dimensión, pues en una carta del 26 de febrero de 1613 le pidió
al rector de Lima, Diego Álvarez de Paz, que estuviera atento a las buenas
relaciones entre los jesuitas y los visitadores: «De lo que toca a la cosa que
haze esse Colegio con los que acuden a la mission dicha, emos escrito y
encargado al Padre provincial que mire en ello y lo remedie procurando
juntamente assentar que entre los nuestros y el clerigo que va por visitador,
aya toda buena intelligencia».253
El tono de la correspondencia se puede interpretar como una aproba-
ción a posteriori de la política de la provincia, debido quizás al tiempo de
transporte de la correspondencia. Las actas de la congregación provincial
de 1612 —la primera desde el inicio de las visitas de idolatrías— no aluden
en ningún punto al tema, como si los jesuitas del Perú no necesitaran el
visto bueno del general.254 Este hecho matiza enormemente la idea de un
control estrecho por parte del centro romano de la provincia americana y
confirma la existencia de procesos de decisión inmediatos e independien-
tes. Pero si la provincia peruana no necesitaba pedirle el permiso a Roma
en esta materia, cuando en otras ocasiones la congregación provincial le
preguntaba al general, por ejemplo, si los jesuitas podían tener un cofre con
llave en su celda, se debe sin duda al hecho de que la visita se consideraba
como una variante de las misiones volantes habituales.
Más allá de una aprobación a posteriori, Aquaviva adoptó un registro
acorde con su función, que era de orientar la política misionera de la Com-
pañía. El tono de su correspondencia demuestra que consideraba que la
participación de los jesuitas del Perú en la visita era una forma de realizar
su vocación misionera, en línea con la que él mismo trataba de promover
también en Europa desde finales del siglo XVI. Los ánimos que daba en
su carta invitaban a reemprender el ímpetu misionero abandonado en los
años anteriores, confirmando que Roma era consciente del decaimiento de
las misiones que hemos observado en nuestro análisis. Sin embargo, si la
congregación provincial de 1612 no mencionó las visitas, se debe sin duda
a que no se podía insistir en su carácter excepcional, pues era poner de
relieve la falta anterior de misiones.
El general en Roma estaba perfectamente al corriente del decaimiento
de la actividad misionera desde Lima. Con el anuncio de «misiones casi
253 Carta de Claudio Aquaviva a Diego Álvarez de Paz, Roma, 26 de febrero de 1613, ARSI, Perú
1, f. 331.
254 Actas de la congregación provincial de 1612. ARSI, Congr. 55, ff. 61-82.
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Con esta definición precisa del papel que cumplían en la visita, los
jesuitas asumían totalmente su participación en una empresa oficial que,
aunque llevara el mismo nombre en las cartas, no tenía mucho en común
con las misiones volantes previstas en las actas de la congregación provin-
cial de 1576.
En las cartas anuas de 1617 y 1618 desaparecieron las precauciones
que se habían tomado en los relatos precedentes, por ejemplo al señalar
que el visitador no coincidía con los misioneros. Visitadores y misioneros
actuaban en realidad juntos desde el principio de las visitas, pero las cartas
anuas no lo reconocieron antes de varios años de colaboración.
Al comparar las cartas de la década de 1610 con los relatos de misión
del Cuzco de las décadas anteriores, es de notar la importancia conferida
en el siglo XVII a los fracasos de los misioneros, sobre todo durante los pri-
meros años de la visita. La carta redactada en 1612 relata muy simplemente
cómo los indios rehusaron presentar sus ídolos y confesarse con sinceridad.
Los Padres Francisco de Contreras y Cristóbal de Olmedo fueron enviados
por al arzobispo a un pueblo donde, según un testimonio, existían más de
cincuenta hechiceros:
Es este pueblo de mill indios de confession y los de el estuuieron tan obstina-
dos en sus ydolatrias, que aunque estuuieron alli los Padres veinte dias y les
leyeron el edicto de paz del Señor Arçobispo, y les predicaron, y cathequi-
zaron, y hablaron muchas vezes en particular con muchas muestras de amor,
no les pidiendo vna sed de agua, sino antes dandoles de lo que llebauan, y
con ser los Padres ya tan experimentados en esta mission que ha vn año que
andan en ella, no vuo remedio de conuertirse.256
199
ALIOCHA MALDAVSKY
Estas dos causas se an de remediar con las missiones, que dixe arriba, en
forma de visita, come despues veremos, para que por lo que tienen de mis-
siones, de personas intelligentes y deseosas de aprovechar a los que tienen
tanta necessidad, sean enseñados muy de espacio, y confessados muy de
proposito, como la necessidad lo pide; Y por lo que tienen de visita se les
quiten las Huacas, y todas las demas cosas a ellas concernientes, por el modo
que se dira en la pratica y instrucion de la visita.257
200
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
dores, a los que no lo estan para sacalles las Huacas, no es bien que vayan
sin ellos».258
Así vemos que, para Arraiga, los visitadores eran necesarios a los
misioneros porque poseían la autoridad y estaban autorizados a ejercer la
violencia y los misioneros eran indispensables como intermediarios con
los indios. El sistema de la visita-misión que Arriaga defiende en su libro
combinaba la misión tradicional que describía el padre Cisneros en 1594
con la investigación del visitador, artífice de la destrucción de los ídolos,
del juicio y del castigo de los hechiceros. Lo que los jesuitas del Cuzco
no hacían sino cuando las circunstancias les eran favorables, como que-
mar ídolos en una hoguera, la visita lo permitía en forma sistemática. En
consecuencia, la obra de Arriaga es tanto el resultado de una experiencia
personal de las visitas en las que participó desde 1617 en adelante, como
de la sistematización de la experiencia colectiva de la Compañía en todo
el territorio peruano. Al crear los dos colegios para hijos de caciques en
Santiago del Cercado y en el Cuzco y la cárcel de hechiceros de Santa Cruz
en Santiago del Cercado, eco de la existente en Juli, los jesuitas volvieron a
los proyectos de José de Acosta, que Juan Sebastián citó en la introducción
a su carta anua de 1610. La pareja evangelización-represión, ya presente
en el pensamiento de Acosta, encontró su realización sistemática y sin
matices en el binomio que formaban la misión y la visita, el jesuita y el
visitador, el colegio y la prisión. La práctica de la misión itinerante de los
jesuitas encontró en la visita de extirpación una institucionalización y una
legitimación en el marco del sistema eclesiástico del virreinato. Esto le
permitió a la Compañía de Jesús en el Perú obtener varios beneficios, como
veremos a continuación.
En la década de 1600, se produjeron varios cambios en la cúpula ecle-
siástica y gubernativa peruana. El arzobispo Mogrovejo, que se lamentaba
del escaso ardor misionero de los jesuitas y de su falta de obediencia, fue
substituido por Bartolomé Lobo Guerrero, nombrado arzobispo en 1607 y
llegado a Lima en 1609 desde la Nueva Granada. Los sucesivos virreyes, el
marqués de Montesclaros (1607-1615) y el príncipe de Esquilache (1615-
1622), tenían relaciones privilegiadas con la Compañía de Jesús y apoya-
ron la experiencia de las visitas. La situación se tornó beneficiosa para los
jesuitas, que podían penetrar con mayor facilidad en las doctrinas de indios
201
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259 Catálogos de 1601 et 1613 y carta anua de 1618, firmada por Diego Álvarez de Paz, sin fecha.
Academia de la Historia, Jesuitas, CXXIX, n.º 24, ff. 383-408 (sin los novicios).
260 El colegio de Huamanga se fundó en 1605, Antonio Astraín, IV, 547. Oruro se fundó en 1613-
1614, como residencia, y aparece por primera vez en la carta anua redactada en abril de 1616, ARSI,
Perú 18a, ff. 232-246. La residencia de Oruro se transformó en colegio en 1618, Astraín, V, 1916,
414. El colegio del Callao se fundó en 1614, pero aparece por primera vez en la carta anua de 1619,
ARSI Perú 18a, ff. 262-281. La fundación de un colegio no suponía que los jesuitas se encargaran de
educar a los jóvenes de una ciudad, tal como lo hacían en Lima, Cuzco y La Plata, en establecimientos
específicamente dedicados a este fin. Servían para crear una comunidad de jesuitas (entre ocho y diez,
pero también hasta unos veinte individuos), condición importante para preservar la vida espiritual y
la conciencia de pertenecer a un mismo cuerpo. Actas de la primera congregación provincial del Perú,
Lima, del 16 al 27 de enero de 1576, MPII, 59-60, 65-66.
261 Carta de Everardo Mercurian a Juan de la Plaza, Roma, 28 de noviembre de 1576. MPII, 46.
262 La Compañía de Jesús no asumió inmediatamente la vocación escolar que se le conoce. El
primer colegio para la educación de los jóvenes laicos se abrió en Mesina en 1548, y constituye el
primer paso de la Orden en la enseñanza. Giard, 1995, XI-LXXXIX.
263 Cano Pérez, 1940, 534.
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264 Sobre la historia y el funcionamiento de los colegios para hijos de caciques del Perú, Alape-
rrine-Bouyer, 1999, 2007.
265 Actas de la congregación provincial, 11 de diciembre de 1576, MPII, 66-67.
266 Actas de la congregación provincial, 11 de diciembre de 1576, MPII, 66: «Nam prafectis caci-
quisve suis naturaliter omnes hae nationes indorum in utranque partem, et boni et mali, modis omnibus
deditae sunt, quorum pro arbitratu superstitio quaevis idolorum vel fugitur vel refigitur. Itaque, vel hi
soli, religioni christianae collocandae et augendae, si rem serio agant, sufficiunt».
267 Para una reflexión sobre el pensamiento político de la Compañía de Jesús y su relación con el
apostolado en América, Eisenberg, 2000.
268 Carta de Claudio Aquaviva, 1.º de febrero de 1615, ARSI, Perú 1, f. 362.
269 «Provisión que dió el Excmo. Señor Principe de Esquilache, Virrey del Perú, para la fundación
del Colegio de los hijos de caciques», INCA, vol. I, n.º 4, oct-dic. 1923, 780-792. Eguigurren, II, 565-
573. Los documentos originales en AGI. Lima 305.
203
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270 Lista de doce primeros alumnos del colegio y entradas durante los años siguientes: 1618-1802,
INCA, vol. I, n.º 4, oct-dic. 1923, 800-829; Alaperrine-Bouyer, 2007, 125.
271 Vargas Ugarte, 1963, I, 322-327; Villanueva Urteaga, 1989, 131-137.
272 El obispo del Cuzco, Lorenzo Pérez de Grado, le pidió al Rey que interviniera para que los
jesuitas no fundasen este colegio en una casa contigua de la catedral porque temía que fuera un factor
de molestia. Carta del 29 de agosto de 1621, AGI, Lima 305. El 29 de febrero de 1622 el capítulo
catedral se quejaba de las molestias que causaba la presencia de niños y estimaba que los colegios no
eran necesarios pues ya existían colegios en las doctrinas de indios: «Y que es notable indecencia que
este collegio/ este tan cerca desta Iglesia por que las voces que dan ju/gando todo el dia y pedradas que
tiran se oyen tan cla/ramente en el Altar que divierten al preste y nos/ haga VA merced de remediarlo
mandando se quite/ y si fuese de todo punto para que no huviese esta jun/ta de yndios en forma de
collegio sera un gran servicio/ de Dios pues para enseñarlos a leer y escrivir en/ todos los pueblos de
este obispado ay escuelas de/ yndios donde se enseñan con mucho cuydado y sino/dal de los obispos
en que lo ordenan assi a los/ curas y hacen cargo al que en esto descuida y/ penan en las vissitas», AGI,
Lima 305.
273 Sobre la cuestión de la enseñanza del latín en estos colegios, Alaperrine-Bouyer, 2007,
193-203.
274 Eguigurren, II, 1946-1951, 554.
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278 ARSI, Congr. 55, f. 90: «Respuestas al Memorial del P. Juan Vázquez Procurador de la/ Pro-
vincia del Piru para nuestro Padre General/ dadas en Roma 5 de febrero de 1616».
279 Carta de Esquilache a Felipe III, Lima, 14 de abril de 1618, AGI Lima 38, Lib. III, ff. 140-
142v. El resumen del asunto en 1619, AGI Lima 38, Lib. III, ff. 408-419. Astraín, V, 1916, 427. Egaña,
1966, 330.
280 Astraín, V, 1916, 414. La fundación del colegio de Trujillo aparece por primera vez en la carta
anua de 1626-1627, ARSI Perú 14, ff. 92-124v. Desde finales de los años 1600, varias misiones fueron
organizadas en la región: en 1609, carta anua de 1609, redactada el 31 de marzo de 1610, ARSI, FG
1488/II/9, ff. 100-102, en 1610, carta anua de 1610 redactada el 31 de marzo de 1611, ARSI, Perú 13,
ff. 75v-78. En 1618, el Rey autoriza la fundación del colegio de Pisco, que se lleva a cabo en los años
1620, con dudas sobre la fecha precisa (en 1626 según Astraín, V, 1916, 414 y en 1621 según Vargas
Ugarte, 1963, II, 4). Aparece por primera vez en la carta anua de 1630-1631, ARSI, Perú 15, ff. 1-19.
206
Capítulo 4
1 Castelnau-L’Estoile, 2000.
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2 Que resaltan los estudios de Antonella Romano (1999) y de Stéphane Van Damme (2005),
respectivamente sobre los expertos en matemáticas y los hombres de letras en Francia.
3 Los trabajos llevados a cabo por Charlotte de Castelnau-L’Estoile, 2000; Antonella Romano,
1999, y Stéphane Van Damme, 2005, con los catálogos del personal, así como el presente estudio,
se fundan principalmente en la metodología iniciada por Adrien Demoustier, 1973-1974, y Bernard
Dompnier, 1985, sobre los catálogos de la provincia de Lion.
4 Aparece en el caso peruano a partir del catálogo de 1601.
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5 El uso de estos catálogos a nivel central era principalmente administrativo o interno, y político
o externo. Servían para administrar las promociones o la movilidad de los miembros de una provincia
según la prescripción de la Constituciones de la Orden que invitaban a los superiores a conocer a cada
uno para emplearlo según sus inclinaciones y cualidades, con vista a mantener a todos los miembros
satisfechos con sus ocupaciones. Constituciones, Examen, cap.. 4, §4. A nivel externo ayudaban a co-
nocer mejor el capital humano de la institución y a difundir informaciones con la publicación regular
de catálogos resumidos. Lamalle, 1944.
6 Catálogo de 1576, ARSI, FG 1488/2/2 (31 ff), MPII, 112-185; Catálogo de 1583, MPIII, 217-
242; Catálogo de 1595, ARSI, Perú 4I, ff. 31-47, MPV, 752-788; Catálogo de 1601, ARSI, Perú 4I,
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ff. 55-91a, MPVII, 232-275; Catálogo de 1613, ARSI, Perú 4I, ff. 144-182a; Catálogo de 1637, ARSI,
Perú 4II, ff. 352-406.
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CUADRO 1
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CUADRO N.º 2
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Un intercambio de capacidades
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17 Županov, 2005.
18 Ignacio de Loyola a Francisco Javier, Roma, 11 de octubre de 1549, Documenta Indica, t. I, 513.
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19 Carta al Padre Nóbrega, Trento, 16 de diciembre de 1562, Lainii Monumenta, t. VI, 577-580.
20 Fabre, 1999a. Borja Medina, 1992.
21 Texto publicado en latín por Pedro Leturia, traducido al francés y comentado en un artículo
colectivo del Grupo de investigación sobre las misiones ibéricas en la época moderna (en adelante
Grupo), 343-344.
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podían ser útiles a la misión. Los «incolae» eran los europeos instalados
en las Indias orientales de la época y sus descendientes, o sea los colonos.
No se excluía su admisión en la Compañía porque sabían «la lengua ver-
nácula» y «para que la Compañía [pudiera] crecer y durar en esos lugares,
sin que [fuera] necesario enviar continuamente obreros desde [Europa]».
El texto, sin embargo, no contemplaba la posibilidad de mestizaje entre
«incolae» e «indigenis», lo que refuerza su carácter sumamente teórico.
Los «nuestros» eran los jesuitas miembros de la Orden que iban desde Eu-
ropa a los territorios de misión y que debían «aprender las lenguas de esas
naciones, con la ayuda de las gramáticas y de la práctica, si verdaderamente
se [juzgaba] que [tenían] disposiciones para ello». Las cualidades de estos
jesuitas europeos sólo se citaban explícitamente en las referencias relativas
a los estudiantes o los coadjutores temporales, a quienes se consideraba
que debían poseer «grandes virtudes morales», aunque tuvieran «un talen-
to menor en letras». En cambio, al referirse a los profesos de cuatro votos
Polanco no detallaba los talentos que debían poseer, sin duda porque siendo
profesos, su formación era perfecta en el sentido de acabada.22 Esta idea
de perfección formaba parte del proyecto de intercambio de capacidades
formulado en el texto de 1558.
La vocación de la Compañía de Jesús de permanecer en los territorios
de Ultramar de manera «perpetua» e indefinida aparece claramente en el
documento prospectivo de Juan Polanco del 1558. Así, el proyecto llevaba
en sí mismo la penuria estructural de misioneros, que debía ser resuelta con
la admisión de los descendientes de europeos. Sin embargo, el objetivo de
la admisión de gentes locales era sobre todo la de complementar talentos.
Los habitantes de las Indias debían «adquirir una aptitud para soportar las
reglas de la compañía»23, formándose en Europa o in situ. La perfección
y las virtudes morales de los europeos eran necesarias para que, con su
contacto, se llevara a cabo ese aprendizaje, ya que la formación masiva en
Europa de los reclutados localmente no era posible. A su vez, los talentos
específicos, sobre todo lingüísticos, de los jesuitas de origen local eran
útiles para los europeos, quienes se formaban frecuentándolos.
22 Una versión más desarrollada de este comentario del párrafo §3 del texto de 1558 en Aliocha
Maldavsky, «Une géographie des talents», Grupo, 310-313.
23 Grupo, 343.
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CUADRO 3
24 La carta anua de 1601 agrega dos jesuitas a la cifra del catálogo que citamos aquí.
25 Entre paréntesis las cifras para las cuales se dispone de la información. Un porcentaje mínimo
carece de ella.
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los eclesiásticos y religiosos, mucha aversión con ellos, porque son muy
conocidos en el color, y para sacerdotes conviene que sean muy raros los
que se reciban, para legos no tiene tanto inconveniente, con tanto que se
guarde en recibirlos el modo que está ordenado para recibir criollos».35 En
1582, la tercera congregación provincial les cerró definitivamente la puerta
a los mestizos, al mismo tiempo que bajó la edad mínima de admisión
de los criollos, distinguiendo definitivamente entre las dos categorías de
americanos. Según los padres reunidos en la congregación, «la experiencia
ha mostrado a la larga no probar bien este género de gente, y las demás
ordenes han abierto camino a la Compañía para esto con su ejemplo,
aviendo ordenado no se reciba ninguno deste género en sus Religiones, y
el Rey tiene mandado no sean admitidos a orden sacro».36 José de Acosta
era también de esta opinión en su libro De procuranda Indorum Salute al
exponer que no «es conveniente confiar tan gran empresa a hombres que
son expertos en el idioma, pero cuyas costumbres no son tan a propósito.
Porque de ordinario mantienen los resabios de la condición y costumbres
de los indios, con cuya leche y trato se han criado».37 Los dominicos y
los agustinos también se cerraron al ingreso de mestizos a finales del si-
glo XVI, cuando los franciscanos los aceptaron sólo de manera oficiosa y
luego oficial a partir de 1610.38 A ello se sumó que, a pesar de las Bulas
de Pío V en 1571 y de Gregorio XIII en 1576, concediendo a los obispos
americanos el poder de ordenar a los mestizos a pesar de ser ilegítimos, la
Corona ordenara lo contrario en 1577 a los obispos y arzobispos del Perú
y el virrey Francisco de Toledo tuviera una política restrictiva al respecto
en el ámbito de los caros civiles.39 Luego se revocó esta orden en 1588
siguiendo las recomendaciones del Tercer Concilio de Lima de 1582, en
el que los obispos reunidos autorizaron se ordenasen mestizos siempre y
cuando se dedicasen a las doctrinas de indios. Además la Corona prohibió,
en 1594, la ordenación de individuos de nacimiento ilegítimo, lo que los
contemporáneos consideraban como una restricción directa a la ordenación
de mestizos.40 El debate siguió vigente en las primeras décadas del siglo
XVII, hasta que el Consejo de Indias, influenciado por Juan de Solórzano
35 MPII, 183.
36 MPIII, 206.
37 José de Acosta, [1588], 1984, 69.
38 Hyland, 2003, 25. Olaechea, 1972.
39 Coello de la Rosa, 2008, 42-43.
40 Sobre el debate acerca de esta legislación ver Hyland, 1998.
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45 El catálogo de 1583 excluye cualquier referencia al origen mestizo de los miembros de la pro-
vincia, sin duda por haber sido descartada su admisión a partir de la congregación provincial de 1582.
46 Hyland, 2003, 183-194; Coello de la Rosa, 2008. No es aquí el caso de detallar las diversas
opiniones de los historiadores acerca del caso de Blas Valera, a raíz de los documentos descubiertos por
Laura Laurencich-Miccinelli (2001). Su figura cristaliza una crisis general que atraviesa la Compañía
de Jesús a finales del siglo XVI en sus relaciones con la monarquía. En el Perú su detención y destierro
por los mismos jesuitas fue el precio que pagaron para demostrar que no cuestionaban la legitimidad
de la conquista, después de la persecución de Luis López, como lo sugiere Coello de la Rosa, 2008,
49-51.
47 Claudio Aquaviva a Esteban Cavello, Roma, 1.º de Agosto de 1581, MPIII, 26.
48 MPIII, 333.
49 Las cifras del catálogo de 1601 se basan en los documentos manuscritos del archivo romano.
Bernard Lavallé da la cifra de 29 americanos en vez de 38. Lavallé, 1986. Esta discordancia se explica
porque la versión publicada del catálogo que consultó no contenía a los jesuitas de Quito, Tucumán y
Chile. Los editores de la Monumenta Peruana decidieron no incluir a estas regiones en la publicación
por salir más tarde estos territorios de la provincia peruana.
230
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52 Nos limitaremos con citar los trabajos de Solange Alberro (1992, 1999), Teodoro Hampe
Martínez (1998), Bernard Lavallé (1993) y José Antonio Mazzotti (2000). Véase también el aporte de
Coello de la Rosa, quien analiza la valoración de jesuitas criollos en términos de santidad, Coello de la
Rosa, 2008, 51-59.
53 Coello de la Rosa, 2008, 56.
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CUADRO 4
54 La audiencia de Chile tuvo primero su sede en Concepción, de 1565 a 1575, fecha en la que
se suprimió, para luego fundarse en 1605 una audiencia cuya sede fue Santiago.
233
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América y los que hicieron el viaje como jesuitas. Los catálogos silencian
tal aspecto, siendo necesario el recurso a otras fuentes para conseguir esta
información, entre las que se destaca la copia moderna de un fragmento
del libro del noviciado de Lima, que enumera los ingresos habidos entre
1568 y 1610, consignando nombre y apellido, lugar de nacimiento y esta-
tuto de los novicios,55 y los documentos relativos a los pasajeros a Indias
depositados en el Archivo General de Indias. A pesar de las insuficiencias
de los documentos, los cuadros n.º 5 y n.º 6 intentan resumir los resultados
disponibles.56
CUADRO 5
55 «Libro del noviciado de Lima», Colección Vargas Ugarte, Papeles Varios, Manuscritos, Libro
14, documento 48. Esta copia mecanografiada forma parte de los documentos reunidos por Rubén Var-
gas Ugarte, el historiador jesuita de la Orden en el Perú, conservados en la biblioteca de la Universidad
Antonio Ruiz de Montoya.
56 El cotejo de los documentos es completo para los catálogos de 1576 y 1583. Luego el margen
de incertidumbre crece. Por ejemplo en 1595, sólo tres europeos no figuran ni en el libro de noviciado
ni en las listas de pasajeros; en 1610 se elevan a diez. Después de esta fecha confiamos solamente en las
listas de pasajeros para identificar a los que viajan como jesuitas. Para los que no figuran en estas listas,
se tuvo que proceder por deducción. Así, los jesuitas nacidos en Europa incluidos en el catálogo de
1613 sin información disponible de su fecha de viaje e ingresados después de 1613 (última expedición
antes de la redacción del catálogo), fueron considerados como europeos de América. Sin embargo, en
esa fecha falta el dato para 36 individuos. En 1637, la incertidumbre es mayor, pues no disponemos de
información para 133 individuos.
57 Entre paréntesis, las cifras realmente disponibles.
234
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CUADRO 6
América
América
América
América
América
América
Europa
Europa
Europa
Europa
Europa
Europa
España
peninsular 27 29 43 55 77 91 71 125 58 165 35 106
Italia 1 2 4 2 10 4 11 6 9 6 13 4
Portugal 1 3 2 4 2 12 1 12 1 8 1 6
Francia 0 0 0 1 1 2 1 2 1 3 1 1
Irlanda 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0
Países
Germánicos 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0
Países Bajos 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1 3 0
Total 29 34 49 62 91 109 85 146 69 183 53 117
Datos
disponibles 63 111 200 231 252 170
235
ALIOCHA MALDAVSKY
236
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
237
ALIOCHA MALDAVSKY
CUADRO 7
Provincia
Provincia
Provincia
Provincia
Provincia
América
América
América
América
América
América
Europa
Europa
Europa
Europa
Europa
Europa
Padres 25 17 7 58 38 14 107 64 28 114 65 32 130 49 41 196 35 35
Hermanos 48 12 27 78 11 48 137 27 82 166 20 114 237 20 142 294 18 82
Total 73 29 34 136 49 62 244 91 110 280 85 146 367 69 183 490 53 117
Profesos
de 4 votos 7 7 0 12 12 0 36 32 3 42 33 5 58 29 13 128 32 24
Profesos
de 3 votos 12 9 2 9 6 2 4 2 2 7 5 2 5 2 2 4 1 2
Coadjutores
espirituales 1 1 0 1 1 0 9 2 6 21 4 15 10 2 7 20 2 9
Estudiantes 20 5 11 53 20 19 88 35 27 87 28 35 133 22 49 129 7 5
Coadjutores
temporales 23 7 14 47 10 33 80 19 53 104 15 77 126 14 88 177 10 63
Novicios 10 0 7 14 0 8 26 0 19 18 0 12 33 0 24 31 1 14
Datos
0 0 0 0 0 0 1 1 0 1 0 0 2 0 0 1 0 0
ausentes
Totales 73 29 34 136 49 62 244 91 110 280 85 146 367 69 183 490 53 117
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
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ALIOCHA MALDAVSKY
CUADRO 8
ORIGEN Y LUGAR DE INGRESO DE LOS «OBREROS DE INDIOS»
CUADRO 9
LUGAR DE ORIGEN DE LOS «OBREROS DE INDIOS»
67 Entre paréntesis el número de jesuitas cuyos datos se hallan realmente disponibles, en cuanto
al lugar de nacimiento e ingreso. Los porcentajes se calculan en función de esta cifra.
240
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
partir del siglo XVII. Sin embargo, la lentitud del crecimiento del número
de obreros de indios en el último tercio del siglo XVI confirma las observa-
ciones derivadas del examen de las cartas anuas y de la correspondencia
de algunos superiores en la década de 1580 acerca de la relativa debilidad
del ministerio de los indios en la provincia. El crecimiento del número de
misioneros entre 1601 y 1613 demuestra que la división administrativa de
la provincia y el abandono de las misiones fronterizas no tuvieron gran
impacto sobre el ministerio de los indios. Esto confirma la idea que los
jesuitas del Perú concebían las visitas de extirpación de idolatrías como
una alternativa a las misiones más lejanas. Hasta el catálogo de 1613 los
«obreros de indios» nacidos e ingresados en América no eran una mayoría
en comparación con los europeos. Si al principio los americanos tuvieron
un papel en la enseñanza de las lenguas aborígenes, éste se fue atenuando
con el cambio de siglo, sin duda porque las infraestructuras de aprendizaje
se fueron consolidando, como lo veremos más adelante. Pero si el papel
de los americanos se acrecentó en el momento de las visitas de extirpación
de idolatrías, no por ello fueron la reserva más importante de misioneros
extirpadores con la que contó la provincia. Durante todo el periodo, los
«obreros de indios» europeos procedentes de Europa fueron más numero-
sos que los misioneros europeos ingresados en América68 y en 1601 eran
más de la mitad del total de misioneros.
Por lo menos hasta 1613, las expediciones regulares desde Europa
renovaron con regularidad el personal misionero. El impulso misionero de
la provincia se debió principalmente a esta fuente europea, que en princi-
pio encaminaba hacia América a individuos cuya vocación principal era el
apostolado de los indios. En 1637 los «obreros de indios» americanos eran
una mayoría, a pesar de representar a penas un tercio de los miembros de
la provincia.69 En esta fecha existió un desequilibrio real entre los europeos
procedentes de Europa, los que ingresaron en Indias y los jesuitas ameri-
canos. Los primeros eran menos porque su reemplazo fue más irregular
y los americanos eran capaces de transmitir el «modo de proceder» de la
Compañía.
Las expediciones organizadas por los procuradores a la Corte y la
curia jesuita en Roma alimentaban con regularidad de nuevos religiosos a
68 En 1601 se desconoce el lugar de ingreso de un solo obrero de indios. En 1613 son cinco en
este caso y 21 en 1637.
69 Lo son incluso si se les agregan los 21 «obreros de indios» cuyo lugar de ingreso se desconoce.
241
ALIOCHA MALDAVSKY
las provincias de Indias. En 1601 los padres Diego de Torres Bollo y José
de Arriaga emprendieron un viaje de cuatro años a Europa para negociar
la división de la provincia y organizar una de las mayores expediciones de
misioneros al Perú, con el objetivo de poblar la nueva provincia de Tucu-
mán Paraguay y la vice-provincia del Nuevo Reino de Granada70.
La necesidad de proveerse de jesuitas europeos la había formulado en
1600 la sexta congregación provincial en un memorial dirigido al general
Aquaviva, en la que se podía leer textualmente: «Por la grande necesidad
que esta provincia tiene de sujetos en tanta muchedumbre de ministerios y
puestos tan remotos, toda la Congregación pide a Vuestra Paternidad soco-
rra a esta Provincia con el maior número de sujetos de Hespaña y de Italia
que pueda ser, y que sean hombres de señalada virtud, como estas partes
los an menester».71
Reclutada durante el viaje por España e Italia de los dos procuradores,
la expedición reunió a 45 jesuitas de los cuales 32 provenían de España pe-
ninsular. Todas las provincias jesuíticas participaron en el esfuerzo, siendo
Andalucía la que más contribuyó pues aportó 15 miembros.72 La situación
geográfica del puerto de partida y la presencia en la provincia bética del
procurador de las Indias, favorecieron quizás más las vocaciones que en
las otras provincias. Trece italianos participaron en este viaje; provenían
de las tres provincias italianas y su presencia se debió a un pedido especial
de parte de los jesuitas del Perú «porque pruevan acá muy bien y son fieles
hijos de su religion».73 El Padre Angelo Monitola, napolitano de origen
y misionero reconocido, explicó en 1602, aludiendo a los italianos, que
«todos a una mano se aplican a la ayuda de los indios, deprendiendo sus
lenguas con mucho cuidado».74
La organización de las expediciones a Indias dependía de varios pará-
metros que explican su dificultad. Los candidatos debían de ser voluntarios
y sus superiores aceptar su partida. Por eso, desde la década de 1580, el
242
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
243
ALIOCHA MALDAVSKY
80 Carta indipeta de Hernando Núñez, Sevilla, 14 de mayo de 1602, ARSI, Roma, FG 758/277r.
81 El catálogo de 1607 es el último antes de la división de la provincia peruana en el que apare-
cen los jesuitas de la vice-provincia del Nuevo Reino de Granada. Catálogo de la provincia peruana de
1607, ARSI, Roma, Perú 4I, ff. 92-134v. Storni, 1980.
82 En 1607, dos están en el colegio de Quito (que pertenece a la provincia de Lima), dos en la
residencia de Cartagena de Indias y los siete últimos en la de Santa Fe de Bogotá.
83 Uno de ellos fue expulsado y dos dimitieron, uno en 1608 y el otro en 1621, para convertirse
en franciscano. Storni, 1980, 8, 128.
244
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
84 Ludovico Bertonio, Juan Bautista Chiquetti, Nicolás Mastrilli Durán y Angelo Monitora.
85 Catálogo de 1607, ARSI, Roma, Perú 4I, f. 112v. Sobre los jesuitas italianos en el Perú, véase
Numhauser, 2007, quien analiza la expedición de 1617 y las dificultades que tuvieron los jesuitas en
Sevilla para embarcar jesuitas italianos. El cambio de nombres en las listas de embarque de los jesuitas
extranjeros que resalta ese estudio ya se había experimentado en 1604, con la expedición de Diego de
Torres Bollo. Al respecto, véase Maldavsky, 2007.
245
ALIOCHA MALDAVSKY
otros que faltan a la vocacion juntando dineros y que no parece sino que les
sirvio de pasaje para venir a esta tierra el ser de la Compañia».86
Francisco de Contreras tenía 65 años cuando escribió esta carta. Na-
cido en La Paz y miembro de la Orden desde 1595, en 1637 era profeso de
cuatro votos. Había sido «obrero de indios y españoles», y había ejercido
como profesor de filosofía y de teología.87 Según el catálogo de 1613, resi-
día en La Paz y hablaba quechua y aymará.88 Su origen criollo y su expe-
riencia misionera pesaban en la opinión que profesaba sobre los europeos.
Su aparente respeto a priori hacia los que venían de Europa ilustra el grado
de inferioridad que los criollos habían desarrollado en relación con el lugar
de nacimiento. Pero quizás se tratara más bien de ironía o un preámbulo
retórico con el fin de suavizar las fuertes críticas que luego dirigía hacia la
política de elección de los jesuitas enviados a América, que dependía del
mismo general de la Orden. Según sus propias palabras el comportamiento
interesado de los europeos no era compatible con el espíritu de la Com-
pañía y el general no podía jactarse de haber inspirado tales actitudes. La
ironía del párrafo radica en la afirmación y la negación inmediata de la po-
sibilidad misma de realizar un intercambio de capacidades entre europeos y
americanos, cuyo ideal seguía influenciando el razonamiento de Francisco
de Contreras. El examen de la composición de la expedición de 1605 de-
muestra que la crítica acerca de la tierna edad de los viajantes era bastante
acertada. La cuestión del interés económico en el pasaje a las Indias es más
difícil de demostrar en el caso de los jesuitas, visto que eran muy pocos en
trabajar como doctrineros con los indios, fuera de la mirada de sus supe-
riores.89 Esta opinión confirma el recelo expresado por otro jesuita del Perú
Alonso Messia Venegas en 1639, más precisamente hacia los italianos y los
jesuitas extranjeros, quienes en vez de ir a misiones, ocupaban cargos de
gobierno en la provincia.90
La crítica respecto a los jesuitas europeos que pasaban a las Indias for-
maba parte de las preocupaciones de los jesuitas del Perú, como lo muestra
86 Carta del Padre Francisco de Contreras al padre general, 1.º de junio de 1640, Roma, FG 1488/
IV, expediente n.º 24, ff. 1-2.
87 Catálogo de 1637, Roma, ARSI, Perú, Libro 4II, f. 352-406.
88 Catálogo de 1613, Roma, ARSI, Perú, Libro 4I, f. 144-182a.
89 Sin embargo, es sabido que los religiosos transportaban durante sus viajes trasatlánticos bienes
de particulares. Sobre este tema en el siglo XVIII, Moreno Cebrián, Sala i Vila, 2004.
90 Véase al respecto el análisis de Paulina Numhauser, 2007, quien explica este recelo hacia los
extranjeros por el papel de instrucción de la juventud que impartían los jesuitas en América.
246
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
91 Maldavsky, 2006b, 2010. Se cita el manuscrito (Pallas, 1620) que se puede consultar en Roma,
ARSI, Perú 22 y en http://www.archivodelafrontera.com/palas/Pallas_versiculado.htm. Una edición
reciente se publicó en 2006 y existe también una publicación en CD, por Laura Laurenchich Minelli y
Paulina Numhauser, 2007.
92 Pallas, 1620, ff. 283-292.
247
ALIOCHA MALDAVSKY
93 Al respecto, véase Acosta, 2007, quien, al leer las páginas de Pallas, se pregunta si tal ignoran-
cia era una excepción en la Compañía de Jesús. Esta ignorancia no sólo parece haber sido un hecho por
parte de los candidatos a la misión, sino también un elemento de la indiferencia que debía motivar estas
candidaturas, como lo hemos estudiado en otra oportunidad: Maldavsky, 2009, 2011a. Concordamos
en ese sentido con la opinión de Paulina Numhauser, 2007. Sin embargo el texto de Pallas, aprobado
por Francisco de Contreras, no es una defensa de los italianos en la provincia, sino una llamada a las
vocaciones misioneras europeas en general.
94 Catálogo de 1637, Roma, ARSI, Perú, Libro 4II, ff. 352-406.
95 Según la tipología de Demoustier, 1973-1974.
248
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
La edad y el saber son los principales criterios que resumen los cua-
dros n.º 10, n.º 11 y n.º 12, que detallan los votos, el sacerdocio, el nivel de
estudios del grupo de «obreros de indios».
CUADRO 10
Obreros de indios
Obreros de indios
Obreros de indios
Obreros de indios
Obreros de indios
Provincia
Provincia
Provincia
Provincia
Provincia
Provincia
Padres 25 12 58 12 107 33 114 47 130 67 196 128
Hermanos 48 11 78 2 137 5 166 2 237 3 294 24
Total 73 23 136 14 244 38 280 49 367 70 490 152
Profesos de 4 votos 7 2 12 0 36 10 42 16 58 28 128 86
Profesos de 3 votos 12 6 9 1 4 0 7 1 5 2 4 4
Coadjutores espirituales 1 1 1 0 9 4 21 10 10 7 20 14
Estudiantes 20 7 53 10 88 21 87 21 133 31 129 46
Padres 3 2 36 10 56 18 44 20 56 30 45 25
Hermanos 17 5 17 0 32 3 43 1 77 1 84 21
Coadjutores temporales 23 3 47 1 80 1 104 1 126 0 177 1
Novicios 10 4 14 1 26 1 18 0 33 2 31 0
Datos ausentes 0 0 0 0 1 1 1 0 2 0 1 1
Total 73 23 136 14 244 38 280 49 367 70 490 152
249
ALIOCHA MALDAVSKY
CUADRO 11
Obreros de indios
Obreros de indios
Obreros de indios
Obreros de indios
Obreros de indios
Obreros de indios
Provincia
Provincia
Provincia
Provincia
Provincia
Provincia
Sin estudios 28 5 60 2 109 2 126 1 142 0 198 2
% 38,3 21,7 44,1 14,2 44,7 5,3 45 2 38,7 0 40,4 1,3
Teología completa 6 3 30 2 81 26 91 36 100 48 208 130
% 8,2 13 22,1 14,2 33,1 68,4 32,5 73,5 27,2 68,6 42,4 85,5
Teología incompleta 13 5 13 4 15 1 17 1 21 2 20 6
% 18 21,9 9,5 28,5 6,1 2,6 6,1 2,1 5,7 2,9 4,1 4
Filosofía completa 1 0 2 0 7 1 4 0 23 1 15 0
% 1,3 0 1,5 0 2,9 2,6 1,4 0 6,3 1,4 3,1 0
Filosofía completa 5 2 9 1 6 2 12 0 23 0 5 0
% 7 8,7 6,6 7,1 2,5 5,3 4,3 0 6,3 0 1 0
Letras 15 5 10 1 0 0 2 0 25 2 22 0
% 20,5 21,7 7,4 7,1 0 0 0,7 0 6,8 2,9 4,5 0
Teología moral y
estudios superiores 0 0 3 1 6 2 3 1 11 5 8 4
% 0 0 2,2 7,1 2,5 5,3 1,1 2 3 7,1 1,6 2,6
Teología moral 4 2 9 3 18 3 22 10 21 12 8 7
% 5,4 8,7 6,6 21,4 7,4 7,9 7,9 20,4 5,7 17,1 1,6 4,6
Derecho 1 1 0 0 0 0 2 0 1 0 3 0
% 1,3 4,3 0 0 0 0 0,7 0 0,3 0 0,7 0
Datos ausentes 0 0 0 0 2 1 1 0 0 0 3 3
% 0 0 0 0 0,8 2,6 0,3 0 0 0 0,6 2
Total 73 23 136 14 244 38 280 49 367 70 490 152
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
CUADRO 12
Obreros de indios
Obreros de indios
Obreros de indios
Obreros de indios
Obreros de indios
Obreros de indios
Edades
Provincia
Provincia
Provincia
Provincia
Provincia
Provincia
10 a 20 ans 0 0 9 0 11 1 4 0 21 0 24 0
20 a 30 ans 25 7 39 4 71 7 66 4 104 6 94 7
30 a 40 ans 23 10 39 7 68 14 94 23 93 29 108 47
40 a 50 ans 18 4 28 1 48 11 50 12 66 16 119 55
50 a 60 ans 6 2 20 2 25 4 37 9 48 12 69 23
60 a 70 ans 1 0 1 0 15 1 18 1 18 4 49 12
70 a 80 ans 0 0 0 0 3 0 8 0 9 3 20 4
80 a 90 ans 0 0 0 0 0 0 1 0 3 0 3 1
90 a 100 ans 0 0 0 0 0 0 0 0 2 0 2 1
Total 73 23 136 14 241 38 278 49 364 70 488 150
Media 35,2 34 34,9 34,4 36,7 36,6 39,3 40,1 38,1 41,1 42 45,6
A medida que pasó el tiempo, los profesos de cuatro votos, o sea los
jesuitas que habían terminado su formación y alcanzado el nivel más alto
previsto por la institución, fueron cada vez más frecuentes en el grupo de
obreros de indios. Menos de un tercio entre 1576 y 1595, casi la mitad en
1613, llegaron a ser dos tercios en 1637. En general, los profesos de tres
votos eran menos, dedicándose muy frecuentemente al apostolado de los
indios. La mayoría de los estudiantes designados como obreros de indios
eran sacerdotes, salvo en 1637, fecha en que lo eran menos de la mitad.
Quizás la voluntad de designar sólo a los sacerdotes como obreros de in-
dios explique que fueran tan pocos en 1583. Podría tratarse entonces de una
política deliberada destinada a excluir de la misión a los estudiantes, para
que se dedicaran a sus estudios. En 1637 un mayor número de estudiantes
participaban en el apostolado de los indios, sin duda porque se generalizó
la práctica de la misión una vez terminados los estudios; por ejemplo, en
el momento de la tercera probación. Durante todo el periodo, la principal
251
ALIOCHA MALDAVSKY
96 Carta de Claudio Aquaviva a Juan de Atienza, Roma, 8 de abril de 1584, MPIII, 384.
97 Carta de Claudio Aquaviva a Esteban de Ávila, Roma, abril 1584, MPIII, 422-423.
252
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
CUADRO 13
LA ESPECIALIZACIÓN DE LOS «OBREROS DE INDIOS»
253
ALIOCHA MALDAVSKY
99 Ratio Studiorum.
254
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
255
ALIOCHA MALDAVSKY
256
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
257
Capítulo 5
1 MPI, 130. Podemos suponer que los jesuitas tenían en Sevilla el Arte de la lengua de Domingo
de Santo Tomás, publicado en Valladolid en 1560. Una versión resumida de este capítulo se publico en
Maldavsky, 2006.
2 Les ejemplos más conocidos son Luis de Valdivia, Diego González Holguín, Ludovico Berto-
nio, Diego de Torres Rubio y Antonio Ruiz de Montoya. Pero también podemos citar a Diego Martínez,
experto en varias lenguas (quechua, chané, gorgotoquí…) en Juli y Santa Cruz de la Sierra (Coello de
la Rosa, 2010).
259
ALIOCHA MALDAVSKY
260
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
3 Sobre la experiencia de Juli: Albó, 1966; Gutiérrez, 1986; Helmer, 1984; Meiklejohn, 1986,
1988; Urbano, 1987.
4 MPVII, 251; MPIII, 491; MPIII, 672.
5 Álvarez de Paz, 1612.
261
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6 Carta de Nicolás Durán a Claudio Aquaviva, Juli, 15 de marzo de 1601, MPVII, 276-282.
Carta de Diego Álvarez de Paz a Claudio Aquaviva, Cuzco, 12 de diciembre de 1601, MPVII, 602-622.
7 Cédula real del 2 de diciembre de 1578. Encinas, t. I, 98, 100, 206. Egaña, 1959. Cédula
publicada en Huamanga en 1581, «Gobierno colonial. Provisiones y ordenanzas», Revista del Archivo
nacional del Perú, t. V, entrega II, Lima, 1927, 219-223.
8 Informe de Juan de la Plaza, Lima 25 de abril de 1579, MPII, 655-656.
262
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
lo ha entendido de los que a su Paternidad han precedido, por ser esto tan
proprio de nuestra vocación y Instituto».9
263
ALIOCHA MALDAVSKY
14 Actas de la quinta congregación general de 1594, Padberg, O’Keefe, McCarthy, 1994, 211.
15 «Respuestas a la Congregación provincial del Perú de 1594», MPVI, 191.
16 Carta de Nicolás Mastrilli Durán a Claudio Aquaviva, Juli, 15 de marzo de 1601, MPVII, 278.
264
VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
sermón de mes a mes, que si quisieren, bien pudieran ayudar a los obreros
de indios, porque decir que la ocupación que tienen es bastante para un
Padre, es cosa de burla. La lengua es cosa muy fácil y que quienquiera que
aprenderla quisiere, podrás salir con ella, y muy razonable, para predicar
y confesar en 6 meses, y quando los Superiores y predicadores que no la
saben, dando de mano a todas cosas, las quisiesen aprender, hizieran gran
servicio a Nuestro Señor».17 Durán temía por el futuro de las lenguas indí-
genas y por el apostolado de los indios en la provincia.
Nueve meses después de esta carta el rector del Cuzco, Diego Álva-
rez de Paz, redactó su opinión contraria. Consideraba que un 70% de los
religiosos podían aprender las lenguas indígenas, pero quedaban excluidos,
por diversas razones, el 30% restante. Para remediar tal situación defendía
su especialización en función de sus gustos y talentos, tal como se practi-
caba en las provincias europeas. Apoyaba su opinión en las Constituciones
de la Compañía que sugerían claramente que los superiores seleccionasen a
los individuos en función de sus gustos y sus cualidades personales: «para
que se acierte en las tales misiones, en el imbiar a unos y no otros, a los
unos en un cargo y a los otros en diversos, no sólo importa mucho, mas su-
mamente, que el Superior tenga plena noticia de las inclinaciones y mocio-
nes, y aqué defectos o peccados han seído o son más movidos y inclinados
los que están a su cargo».18 En tal sentido, el rector del Cuzco no entendía
por qué debían ser diferentes las provincias de Ultramar y sugería que se
distinguiera claramente a los que se empleaban en la evangelización de los
indios de los que gobernaban o de los que tenían actividades estrictamente
espirituales. Sus argumentos se fundaban en una concepción jerárquica de
los «empleos» dentro de la Orden. Según él, «el ministerio de los indios a
menester muy poco tiempo de studios, pues no hay de decilles conceptos ni
predicalles escritura, sino aquel habla mejor y más a provecho que usa de
cosas más llanas y manuales que se pueden decir de repente, y el ministerio
de españoles no es así, sino que es necessario studiar para que el predicador
sea oído y para que el confessor no yerre».19
Según Diego Álvarez de Paz, la separación intelectual entre los misio-
neros y los otros se ahondaba cuando se le agregaba una distinción espiri-
17 Carta de Nicolás Mastrilli Durán a Claudio Aquaviva, Juli, 15 de marzo de 1601, MPVII,
278-279.
18 Constitutiones, Examen, ch. 4, §92, Loyola, 1963, 462.
19 MPVII, 616.
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tual y de disciplina: «de continuar mucho las misiones, cobran los Nuestros
un spíritu tan distraído, tam inquieto, tam enemigo de recogimiento y poco
aplicado a oración y a disciplina religiosa, que quando buelven no ay quien
los conozca ni quien los endereze».20 Pensaba el rector del Cuzco que «con
acudir a los indios se priva la Provincia de sujetos que la podrían ayudar
en cosas de mayor importancia y los embían a missiones muy apartadas,
de cuyo fructo no puedo dar parecer por no aver estado en donde se hazen
y oír muy diversas opiniones entre los Nuestros: unos dizen son de mucho
fructo y otros que de muy poco, y así tenemos pocas ayudas».21
La incertidumbre de ciertos jesuitas en cuanto al éxito de las misio-
nes lejanas de Tucumán y Paraguay fue una de las razones que motivó la
división de la provincia y la creación de una provincia misionera. En ese
contexto, Diego Álvarez de Paz expresaba una opinión negativa acerca de
las misiones volantes que los jesuitas hacían en los pueblos de indios cerca
de sus lugares de residencia, declarando que «para este ministerio no son
menester muchos sujetos, praecipue que el fructo que de él se coje no es
tan grande como por allá suena, y esto no es cosa que tiene duda y la poca
capacidad de esta gente lo da bien a entender».22 Por lo tanto, no le parecía
necesario que todos los religiosos aprendieran las lenguas indígenas y no
entendía por qué los padres que acudían a las misiones hacían tanto hinca-
pié en la aplicación de tal regla. Declaraba el rector del Cuzco que «están
tam engañados con esta ordenación y tan ciegos, que se persuaden que
no ay en qué entender ni cosa que agrade a Dios, sino confessar a quatro
indieçuelos».23 Opinaba que tal regla no había producido en la provincia
más que una división entre los misioneros y el resto de los miembros de la
Orden, los primeros considerando que «que ellos solos son los de la Com-
pañía y los demás no».24
Estos dos testimonios contradictorios demuestran que en 1601 la
política de aprendizaje de las lenguas de evangelización no contaba con
un sentir unánime en la provincia jesuita del Perú, prolongando la división
interna que hemos analizado en el capítulo 2. Para entender cómo se generó
tal discrepancia, es importante analizar cómo tales reglas se integraban en
20 Ib., 607.
21 Ib., 617.
22 Ib., 607.
23 Ib., 611.
24 Ib., 618.
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de Toledo en 1579, sin duda para darle un carácter a la vez oficial y erudito a
tal aprendizaje. Coincidió también, en el tiempo, con la voluntad de unifica-
ción de la doctrina cristiana enseñada a los indios en las lenguas indígenas, y
se relacionaba con los debates sobre la traducción de los términos católicos
que se desataron en ese momento.31 También se trataba de darles la posibi-
lidad a los candidatos de respetar la legislación que les obligaba a saber el
quechua para postular como curas de doctrinas. La Real Cédula del 19 de
septiembre 1580 ratificó la creación de una cátedra de la lengua general de
los indios: «La inteligencia de la lengua General de los Indios es el medio
mas necesario para la explicación y enseñanza de la Doctrina christiana, y
los Curas y Sacerdotes les administren los Santos Sacramentos».32
Desde el punto de vista pastoral, el conocimiento de la lengua era
necesario para predicar y administrar los sacramentos. Los Concilios de
Lima postulaban que los indios debían aprender las oraciones en su propio
idioma y que no debía exigírseles el conocimiento del latín o del castellano
en materia de doctrina cristiana. El Segundo Concilio de Lima declaraba
que «cada uno ha de ser de tal manera instruido que entienda la doctrina, el
Hespanol en romance, y el indio tambien en su lengua, pues de otra suerte,
por muy bien que recite las cosas de Dios, con todo eso se quedara sin fruto
su entendimiento como lo dice el mismo apóstol (I. Cor. 5, 14). Por tanto
ningun indio sea de oy mas compelido a aprender en latin las oraciones o
cartillas, pues les basta y aun les es muy mejor saberlo y decirlo en su lengua,
y si alguno de ellos quisieren podran tambien aprenderlo en romance, pues
muchos le entienden entre ellos, fuera de esto no hay para que pedirles otra
lengua ninguna a los yndios».33 En el Tercer Concilio de 1582-1583 los pre-
lados eran más prudentes al respecto declarado que «mas ymporta embyar
persona que viva bien, que no persona que hable bien, pues edifica mucho
mas el buen exemplo que las buenas palabras».34 Prudencia y recelo eran las
razones que les incitaron también a crear el puesto de examinador de la len-
gua, cuyo rol era controlar si los curas eran aptos al ministerio de los indios,
manejando correctamente el catecismo del Concilio y la lengua general.35 El
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
clero secular llevaba a esta evolución, pero no significaba que los curas
conocieran las lenguas locales, lo que no les liberaba del empleo de intér-
pretes.41 Según Fernando de Armas Medina, eran muchos los curas que no
conocían la lengua, porque no se respetaba la prohibición de ordenar y de
dar un beneficio a los que ignoraban el quechua.42
En el altiplano la lengua de evangelización era el aymará, aunque
la variedad de dialectos fuera una verdadera dificultad para el clero y los
misioneros. Como el nahuatl en Nueva España, o el tupi en Brasil, el que-
chua se transformó en una lengua «auxiliar» de evangelización, según los
términos de Robert Ricard.43 Sin embargo, si los españoles se dedicaron
sobre todo al aprendizaje de las dos principales lenguas del Perú colonial
que concentraron el mayor número de publicaciones en la época; las otras
lenguas también generaron herramientas de aprendizaje tales como gramá-
ticas, catecismos, manuales de confesión, que se fueron elaborando a lo
largo del siglo XVII.44
En la Compañía de Jesús el aprendizaje de los idiomas fue una
preocupación constante desde las peregrinaciones de Francisco Javier.
Los religiosos de las provincias de la India y de Brasil sabían lo que sig-
nificaba la barrera lingüística que les separaba de sus feligreses.45 El texto
de 1558 que hemos ya citado proponía una reflexión global sobre el tema
misionero. Un corto párrafo titulado Ut nostri lenguas addiscant propone
que «los nuestros enviados desde Europa aprendan las lenguas de aquellas
naciones, con la ayuda de gramáticas y la práctica, si se juzga que tienen
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disposiciones para ello».46 En 1558 este párrafo se refería sobre todo a las
provincias de la India y de Brasil, así como a las misiones de Japón y de la
China, pero se aplicaba también diez años más tarde a la provincia peruana,
sin contradecir la política de la Corona.
El objetivo práctico del aprendizaje de las lenguas aparecía claramen-
te en una carta del general Mercurian en 1577, quien la subordinaba a la
vocación de la Compañía que eran la enseñanza y la comunicación con los
otros, al escribir textualmente: «quien no sabe hablar no puede tampoco
enseñar, los que serán a esso deputados se esfuerzen de quanto más pudie-
ren de deprender las lenguas de las tierras, porque desta manera no sólo el
bien será más divino, en quanto fuere más común, antes se atajarán muchos
inconvenientes, los quales de otra manera se podrían seguir, atento la poca
seguridad y confianza y inafficacia que tienen los intérpretes, y la difficul-
tad y a vezes la imposibilidad de administrar por ellos los Sacramentos, y
entre éstos el de la Penitencia».47
La absoluta necesidad de conocer las lenguas de sus feligreses se
planteó a los jesuitas en términos de enseñanza y de administración de
los sacramentos, los dos pilares de su método de evangelización, desple-
gados a través de las misiones volantes. La unificación de la doctrina se
concretaba con el catecismo del Tercer Concilio de Lima, elaborado por el
jesuita José de Acosta junto a especialistas en quechua de la Compañía. La
precisión de su enseñanza, la verificación de su correcto aprendizaje y del
conocimiento de nociones como el pecado, en el contexto de la confesión
individual, no se podían llevar a cabo sin saber las lenguas. En consecuen-
cia, en la Compañía de Jesús la lengua se concebía sobre todo como una
herramienta necesaria para la actividad misionera en Ultramar. Pero la len-
gua fabricaba al misionero, no sólo desde un punto de vista práctico, sino
también desde una perspectiva espiritual.
A pesar de tener cierta familiaridad con la práctica de varias lenguas,48
el clero se enfrentaba en América directamente con la distancia cultural
que le separaba de sus feligreses. Más allá del don de los idiomas, no es de
46 «Ut nostri linguas addiscant: Nostros etiam ex Europa missos, linguas addiscere huiusmodi
nationum oporteret, et arte ac usu ad id iuvari, si quidem indole ad id praediti censerentur», Leturia,
117.
47 Carta del padre Everardo Mercurian a la provincia del Perú, Roma, 25 de junio de 1577,
MPII, 316.
48 Cosa común en la Compañía de Jesús pues las fuentes demuestran que además del latín el
dominio de varias lenguas vernáculas era la regla.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
49 Carta del padre Everardo Mercurian a la provincia del Perú, Roma, 25 de junio de 1577,
MPII, 317.
50 MPVII, 610.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
52 MPVII, 607.
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Juli, porque como son curas y goviernan casan, entierran, confiesan y visitan,
gastan algunas cosas para sus yglesias, castigan, y hazen otras mil cosas,
que se sufren en los curas, quando despues van a los colegios, quieren llevar
adelante aquel estilo de curas, que no conviene.53
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
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ALIOCHA MALDAVSKY
embargo, para Aquaviva eran estas provincias las que realizaban la identi-
dad espiritual de la Compañía.
Los debates sobre el principio mismo del aprendizaje de los idiomas
indígenas demuestran lo difícil que era para los jesuitas del Perú asumir
plenamente una identidad misionera exigida por las autoridades romanas
de la Orden, la Corona y muchos de sus propios miembros. Pero más allá
de poner en discusión las prescripciones de los poderes de tutela, esta di-
ficultad revela que el estatuto del misionero en la sociedad colonial no era
necesariamente percibido en forma positiva. Para entender mejor como se
desplegaba esta dimensión social de la misión es necesario explicar cómo y
cuándo los jesuitas aprendían las lenguas indígenas. Las discusiones acer-
ca de su lugar y estatuto en la formación de los jesuitas del Perú revelan
la opinión de los miembros de la sociedad colonial acerca de la actividad
pastoral con los indios, siendo la Compañía de Jesús en este caso un labo-
ratorio de observación de este fenómeno.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
aquello y con la lectión que se lee en casa cada tercero día, que entendemos
será presto una muy buena lengua».58
En 1575, la lección de quechua del colegio de Lima era ya una institu-
ción, según escribía Jerónimo Ruiz del Portillo en la carta anua de ese año:
«La lición de la lengua oyen los Padres y Hermanos de casa que pueden,
que serán diez o doze, y es mucha edificiación para los de fuera ver a los
Padres antiguos de casa, hasta el Padre Rector, bueltos niños, aprendiendo
lo necessario para hablar y doctrinar los indios de fuera. Ha mandado el
Señor Arçobispo vengan oír esta leción todos los clérigos, poniendo pena
al que faltare».59 En 1576, José de Acosta confirmaba la existencia de esta
cátedra de quechua en Lima.60 Se sabe que en 1582, Blas Valera daba clases
gratuitas de quechua en Lima, abiertas tanto al clero como a laicos.61 Pero
en 1588 la congregación provincial pidió al general en Roma si estaba de
acuerdo con las Constituciones de la Orden aceptar honorarios por la ense-
ñanza de las lenguas indígenas, que brindaban los jesuitas en Lima, como
también en Potosí, donde el Padre Barzana fue designado a tal fin por el
obispo de Charcas.62 Encontramos algunos detalles sobre estas cátedras en
las actas de la congregación provincial de los jesuitas de 1588, que citamos
textualmente a continuación:
58 Carta anua de 1569, escrita por Sebastián Amador, 1.º de enero de 1570, MPI doc. 69, 354.
59 Carta anua de 1574, escrita por Gerónimo Ruiz del Portillo, 9 de febrero de 1575, MPI, doc.
178, 703.
60 Carta de José de Acosta al general, 1.º de marzo de 1576, MPII, 6.
61 Hyland, 2003, 63-64.
62 Sobre el financiamiento de esta cátedra, ver la carta de Felipe II al presidente de la Audiencia
de Charcas, Juan de Cepeda y de un oidor, Francisco de Vera. MP, 551-555.
63 Actas de la cuarta congregación provincial del Perú, Lima, 26 de agosto de 1588, MPIV,
388-389: «In hac autem Provincia tam per secularia quam per ecclesiastica tribunalia solet Nostris
commendari ut indorum legendae lingua cathedrae curam suscipiant, certam simul aureorum quantita-
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tem ex regiis redditibus in suscepti labores, veluti stipendium, assignando, sicut factum est in collegio
nostro potosino, in quo indicae linguae cathedra a quodam Nostrorum est hucusque perlecta; et hoc solo
titulo collegium illud mille signatorum aureorum summam in redditus annuos suscepit […] De qua rem
actum est in Congregatione, et pluribus visum esse in Constitutionibus ac scrupulosum quod solo prae-
dicatrum lectionum titulo praedictam etiam pecuniae summam Nostris admittere liceat, cum praesertim
tantam in rebus quae ad paupertatem pertinent puritatem nostrae Constitutione stricte commendent».
64 Carta anua de 1593, escrita por José de Arriaga, Lima, 6 de abril de 1594, MPV, 371-372.
Carta de la provincia del Perú a Claudio a Aquaviva, Arequipa, 13 de septiembre de 1594, MPIV, 612-
613.
65 Decisión del virrey Luis de Velasco, junio de 1599. MPVI, 737-740.
66 Carta del 1.º de febrero de 1615, ARSI, Perú 1a, f. 54v:
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
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Estas dos lenguas generales de este reino tan extenso, el quechua y el ay-
mará, deben de ser aprendidas por los Nuestros con cuidado, ya que son
verdaderamente necesarias al provecho del Señor. Y así por lo menos los
rudimentos ya firmemente asentados por los Artes se aprenderán en los cole-
gios; pero luego, en las doctrinas de los indios mismos el talento perfecto de
las lenguas se deberá adquirir con su uso y ejercicio asiduo. En efecto, esto
se puede obtener con más facilidad y más cómodamente en las doctrinas de
indios; y no existe vía más corta para el ministerio de la predicación.70
70 Actas de la primera congregación del Cuzco, 11 de diciembre de 1576, MPII, 68: «Duas illas
in hoc latissimo Regno generales linguas, quichuam et aymaram, cum fructificaturo in Domino neces-
sariae omnino sint, Nostris studiose esse discendas. Quod sane fiet rudimenta quidem earum, et quae
artis praeceptionibus constant, in collegiis discendo: mox vero, perfectam earum facultatem in ipsis
indorum doctrinis, usu et exercitatione assidua, comparando. Id enim ex doctrinis indorum et facilius
et commodius hauriri posse; neque ad ministerium sermonis ullam aliam esse magis compendiariam et
aptiorem viam».
71 Castelnau-L’Estoile, 2000, 157-161.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
72 Actas de la primera congregación provincial de México, 5-15 de octubre de 1577, MMI, 306.
73 Carta del canónigo Marín al Consejo de Indias, 1581, MMII, 41.
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74 Carta de Diego Martínez a. Juan de la Plaza, Juli, 1.º de agosto de 1578, MPII, 359.
75 Carta de Claudio Aquaviva al rector de Lima, Roma, 6 de febrero de 1613, Biblioteca Nacional
de Madrid, Mss 18619/5, «Cartas del padre Aquaviva», f. 1: «Solo queda por remediar lo que gasta con
el seminario de lenguas que suele aver en el cercado, y desto se avisa al Padre provincial que trate alla
si sera bien assentarlo en el collegio de Guamanga o que o que acudan los colegios de la Provincia con
alguna contribucion para/ su sustento pues las lenguas se van haziendo para utilidad y provecho de los
Yndios de toda ella».
76 Carta de los padres José de Acosta y Juan de la Plaza a Claudio Aquaviva, Cuzco, 16 de octu-
bre de 1578, MPII, 500.
77 ARSI, Perú 1, Epp. Gen., 1584-1618, f. 361v.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
los colegios no se aprende aquella lengua que paresce necessaria para ayudar
algunas provincias, como es la lengua puquina, y la lengua de los llanos,
tubiera por provechoso tomar alguna dotrina, como puede ser se tome la
de Lambaieque, que esta en medio de muchas provincias que nunca las a
ayudado la Compañia, con tener estrema necessidad, por falta de casa y de
lengua.78
285
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82 Carta del general Everardo Mercurian a José de Acosta, Roma, 25 de septiembre de 1578,
MPII, 401.
83 Carta anua redactada por José de Acosta, Lima 11 de abril de 1579, MPII, 619.
84 Carta de Claudio Aquaviva al provincial, Roma, 8 de abril de 1584, MPIII, 384-385.
85 Carta de Claudio Aquaviva al provincial, 1.º de febrero de 1615, ARSI, Perú 1, Epp. Gen.,
1584-1618, f. 361v.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
86 Carta de Juan Sebastián a Claudio Aquaviva, Lima 12 de marzo de 1595, MPV, 709.
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ALIOCHA MALDAVSKY
ella, se dispensa que las puedan aprender durante el tal año, pero si fuese
impedimento, apréndalas antes o después del tercer año».87
El tercer año de probación se situaba entre el ciclo de los estudios y
la entrada definitiva en la Orden, cuando se conferían los votos solemnes
de profesión. Se llamaba tercer año porque se agregaba a los dos primeros
años de noviciado que los jesuitas cumplían antes de pronunciar votos
simples. Para los estudiantes, que se destinaban al sacerdocio como pro-
fesos de tres o cuatro votos, el tercer año era un año de noviciado después
de terminar el largo ciclo de estudios que comprendía las humanidades,
la filosofía y la teología (moral o escolástica). El tercer año de probación,
enunciado por Ignacio de Loyola y por las Constituciones de la Orden, no
se practicó en forma sistemática durante los generalatos de Francisco de
Borja y de Everardo Mercurian. Se codificó definitivamente en el periodo
de Claudio Aquaviva en 1583, 1595 y 1601, y se institucionalizó en el
marco de la «reforma del interior» llevada a cabo en esos años. Se trataba
de un periodo de prueba espiritual cuyo objetivo era aumentar el espíritu
religioso. El jesuita retomaba el curso de su noviciado y debía hacer ejer-
cicios de humildad, de caridad, de obediencia, y practicar los ministerios
de la Compañía. Concretamente podía tratarse de servir en las cocinas, en
los hospitales, practicar la peregrinación o también recogerse durante unos
días, hacer una confesión general y pedir limosna en las calles. Durante
este periodo estaba absolutamente prohibido estudiar filosofía o teología y
los únicos libros que se podían consultar para preparar sermones eran los
Evangelios y los de los Padres de la Iglesia. Las misiones se recomendaban
al sumar la peregrinación con los ministerios de la Orden.88
En este marco, aprender la lengua de los indios, ejercicio considerado
como difícil, estaba en perfecta adecuación con la empresa de meditación
y de prueba que representaba este año decisivo de la formación espiritual
de un jesuita. Se consideraba la lengua como una prueba que formaba parte
de la definición misma del religioso y de su vocación apostólica. Esta se
realizaba en la transformación del individuo que hablaba la lengua de sus
ovejas y lograba parecerse a ellas, según los términos ya citados de Eve-
rardo Mercurian. Este movimiento interior se concebía en el marco de la
itinerancia, tal como la definía Claudio Aquaviva en 1590 y que traduce el
87 Carta de Claude Aquaviva al provincial del Perú, Roma, 8 de abril de 1584, MPIII, 383-384.
88 Ruiz Jurado, 1991.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
historiador Bernard Dompnier como «un medio para alcanzar una doble as-
cesis, cuyos elementos están indisolublemente ligados: el ascesis personal
y la actividad apostólica».89
En 1595 el provincial Juan Sebastián expuso a Aquaviva las adap-
taciones que había ordenado en la práctica del tercer año de probación.
Por una parte explicaba que era difícil esperar que los jesuitas hubiesen
terminado su aprendizaje de las lenguas indígenas, porque los obispos eran
pocos y los intervalos entre dos prelaturas muchas veces largos. Por lo
tanto, el respeto de las ordenaciones dependía más de la presencia y dispo-
nibilidad de los obispos que del avance de los estudios lingüísticos de los
aspirantes al sacerdocio. Por otro lado, había ordenado también «que en el
tiempo de la tercera probación se emplee la hora de doctrina en deprender
la lengua, y porque este tiempo se ha experimentado ser poco, e añadido
que los dos meses de la tercera probación, todo el tiempo de exercicio
corporal de mañanas y tarde se emplee asimismo en el aprender la lengua,
acudiendo en lo demás los de tercera probación a todos los exercicios y
distribuciones de el tiempo del noviciado, y tanbién media hora del exerci-
cio corporal de la tarde destos dos meses en que acudirán tanbién a officios
humildes. Eme inclinado a ello por ser parte de humildad en esta tierra el
deprender la lengua y porque, si en este tiempo no la apprenden, se expe-
rimenta después de ello dificultad no poca. Mas porque esto es salir de el
orden que está dado en la tercera probación, doy aviso de ello a V.P., cuyo
será ver y determinar lo que conviniere, y este orden guardaré en solos los
que por no aver commodidad no huvieren aprendido la lengua antes de las
Ordenes».90
En su respuesta Aquaviva no se oponía a las variaciones en materia de
ordenación y aceptaba adaptaciones al contexto local. Sin embargo, insistía
en que «no exerciten los ministerios antes de aprender la lengua»,91 lo que
significaba que debían empezar a practicar los ministerios exclusivamente
con los indios. Esta tolerancia de la ordenación antes del aprendizaje de las
lenguas lo estorbaba más que lo favorecía, causando grandes dificultades
en el siglo XVII. En 1616, el procurador de la Orden en Roma, el padre
Vázquez, explicaba las razones:
89 Dompnier, 1996.
90 Carta de Juan Sebastián a Claudio Aquaviva, Lima, 12 de marzo de 1595, MPV, 715.
91 Respuestas de Claudio Aquaviva a Juan Sebastián, octubre de 1596, MPVI, 207.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
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98 Federico Tornabono, S.J., al hermano Domenico Rinaldi, Cuzco, 4 de marzo de 1623, ARSI,
FG 1488/IV/2. «Io questo anno ho fatto la terza probazione, et ho mediocremente impa/rato la lingua
di questo regno, ch’e totalmente differente dalle lingue d’Europa et per essere molto gutturale et si fa
molto difficile. piacia a Dio di far/mi degno operaio di questa sua vigna».
99 Bonaventura Beati à Marcantonio Beati, Chuquiabo, 1625, ARSI, FG, 1488/IV/3: «Gia ho
finito li studii, gia ho finito la terza probazione; gia ha un’anno che comminciai a imparar la lingua Ay-
mara, per aiuto di questa gentilità; sia lodato Iddio, ancorche non senza difficoltà per star nelli principii,
confesso e predico nella lingua degl’Indii; e con la gracia del señore, il travaglio in dies, sara minore.
e quando fosse maggiore; per tan buon Dio tutto si puo passare. Di sanità lodato Iddio mi trovo molto
bene; e meglio che in Italia. Piaccia a Iddio la sappi impiegare/ bene nel suo santo servicio. Fra pochi
giorni andró in missione, e sará la prima volta; Mi trovo hora nel Collegio di Chuquiabo; havendo stato
10 mesi nella Residenza de Giuli imparando la lingua, doppo havermi partito di Lima; dove tenni la
3a probacione finiti li studii. Plura vellem pero non posso ser piú longo perche le continue confessioni
non mi danno luogo».
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1629, seis años después de haber escrito la carta citada. Su itinerario co-
rresponde al de las reglas prescritas en la provincia, pues no fue admitido
a la probación antes de conocer una lengua indígena, cuyo aprendizaje
fue durante el tercer año de probación. Aprendió con toda probabilidad la
lengua quechua, visto que escribía desde Cuzco. El caso de Beati es más
interesante. Su aprendizaje del aymará fue posterior al tercer año de proba-
ción y después de diez meses de estancia en Juli se consideraba a sí mismo
todavía como un debutante. Los dos ilustran la dificultad que representaba
el aprendizaje de las lenguas y confirman lo que declaraba Diego Álvarez
de Paz a principios de siglo.
A la luz de estas cartas parece que el tercer año de probación se em-
pleó realmente en parte en aprender los idiomas indígenas como preludio
a una carrera de misionero. Lo más probable es que el aprendizaje de no-
ciones de quechua se desarrollara durante ese periodo, en el ámbito de las
cátedras de lengua de los colegios. La lengua ayamará se aprendía en Juli
durante varios meses. Aunque las cartas citadas emanen de italianos cuya
motivación por la misión era la principal reputación, parecen reflejar una
práctica común en la provincia. Sin embargo, no se puede afirmar que los
jesuitas del Perú fueron enviados a Juli en forma masiva, porque jamás
residieron en la doctrina del altiplano más de una decena de religiosos
entre 1576 y 1637. Y aun cuando la rotación hubiese sido importante, los
tiempos enunciados por Buenaventura Beati para predicar en el idioma
permiten concluir que era necesario por lo menos un año para formar un
obrero de indios en aymará. Al principio de la década de 1640 Nicolás
Durán escribió al virrey del Perú: «es cierto que a aquellas dotrinas se
han embiado los mayores sugetos de la Provincia haziendoles aprender la
lengua indica, para cuyo efecto se les ponen maestros, y se les dan libros,
como son Artes, Bocabularios, confesonarios, y sermonarios, que la Com-
pañía con gran costa imprimió en el mismo puesto, para este efecto».100
Lo que podemos concluir es que quizás sólo a los religiosos mejor
dotados se les mandaba a Juli a aprender aymará, mientras otros adquirían
nociones de la lengua general quechua en los colegios y en el contacto co-
tidiano con los indios en las ciudades y en la doctrina de Santiago del Cer-
cado. La insistencia de los jesuitas en la predicación implicaba un alto nivel
100 Carta de Nicolás Mastrilli Durán, «Papel que se presentó al Virrei, en orden al informe que su
excelencia a de hazer para que Juli sea Colegio», sin fecha, década de 1640 (1643?), FG1452I/7/ 7, f. 2v.
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VOCACIONES INCIERTAS. MISIÓN Y MISIONEROS EN LA PROVINCIA JESUITA DEL PERÚ …
Así, los europeos que pedían los superiores debían sobre todo sentir la
vocación por las Indias. Esta distinción entre las letras y las virtudes estaba
ya presente en el texto de Polanco de 1558 que estipulaba en su tercer pá-
rrafo que «entre los coadjutores en formación o los estudiantes, se elegirá a
los que tienen un talento menor en letras, pero dotados de grandes virtudes
morales. Allá esas virtudes pueden ser extremadamente útiles, siéndolo
aquí mediocremente».103
Afirmar que era mejor un misionero virtuoso que erudito equivalía a
establecer una distinción entre los misioneros y el resto de los jesuitas, no
sólo desde el punto de vista de las cualidades intelectuales, sino también en
lo que se refería a los estudios necesarios para el ministerio de los indios.
Las reformas de los estudios, efectuadas tanto en Brasil como en el Perú, con
el objetivo de promover el ministerio de los indios, transformaron esta dis-
tinción en una desigualdad concreta, que podía producir el efecto contrario.
Ya en 1568 la provincia brasileña pidió al general la autorización de
admitir la ordenación de quienes sabían la lengua tupi, a pesar de tener un
102 Actas de la 5a congregaciónn provincial del Perú, Arequipa, 13 de septiembre de 1594, MPV,
603: «Hos vero humilitati ac mortificationi deditos et huius missionis vocatione et Indiarum desiderio
flagrantes cupit potius Congregatio, quam litteris et docendi scientia et concionandi exercitatione
praestantes; experientia namque constat in hoc Orbe maiora proximis emolumenta praestari per viros
mediocri scientia et ingenio dotatos, si aliasa virtute polleant, quam per viros magna ingenii et littera-
rum suppelectile abundantes, si humilitate et mortificatione careant. Inter hos autem aliqui modo in hac
Provincia desiderantur qui Grammaticam docere et Superiorum munere fungi valeant».
103 Grupo, 341.
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120 Instrucciones de Claudio Aquaviva a Gonzalo de Ávila, abril de 1591, MPIV, 759.
121 Carta del 7 agosto de 1617, ARSI, Perú 1a, f. 114.
122 Catálogo de 1607, Perú 4I, f. 103V y 124. Catálogo de 1613, Perú 4I, ff. 144-182ª.
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123 Carta de Juan Ternino al general, Lima, 1.º de abril de 1637, ARSI, FG 1488/IV/4.
124 ARSI, Congr. 55, ff. 128-128v. Subrayado por el redactor del texto.
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125 Carta del P. Alonso Ruiz a Aquaviva, Cuzco, 26 de diciembre de 1585, MPIII, 723.
126 Châtellier, 1996, 143-154.
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contaba con trece congregaciones marianas fundadas por los jesuitas, cuyos
destinatarios sociales y étnicos eran precisos: los clérigos; los españoles
de linaje superior; los jóvenes mercaderes españoles; los estudiantes uni-
versitarios; los estudiantes de humanidades; los indios ladinos; los indios
peruanos; los indios chilenos; los negros criollos; los mulatos; los negros
bozales; los niños españoles; y los niños negros.127 Esta fragmentación de la
actividad religiosa en el marco confraternal, reflejaba las distinciones vigen-
tes en la sociedad civil y las categorías a las que se dirigían los ministerios,
con sus instrumentos específicos como los catecismos y manuales de confe-
sión en lenguas indígenas, al igual que existían en Europa en ese momento
instrumentos para la educación religiosa de los «rudos».
Según Alonso Ruiz, los criollos serían los principales protagonistas de
este rechazo al ministerio entre los indios. Veremos que este criterio no era
necesariamente el más pertinente. Sin embargo, las críticas que recibían los
«nacidos en la tierra» en el seno mismo de la Compañía y en la sociedad
colonial, acerca de la influencia de América en sus características, no dejan
de explicar tal actitud. Una de las diferencias culturales entre los criollos
y los jesuitas que llegaban al Perú desde Europa era la pericia lingüística
teórica de los primeros, por haberse criado cerca de nodrizas indígenas y
de «tener hecho el oído». A esta proximidad cotidiana con la población
indígena desde la infancia se sumaba la posible sospecha de tener orí-
genes mestizos, visto que la categoría jurídica de los españoles a la que
pertenecían los criollos no tenía una clara definición étnica, siendo más
bien una cuestión de reputación.128 Durante el siglo XVII la defensa de los
criollos se fundó en sus orígenes españoles, siendo la sangre el vector de
transmisión de la virtud. La idea principal era que la nobleza la transmitían
los españoles, preferentemente los conquistadores, a sus descendientes.
Así, la principal batalla de los criollos fue poner de relieve sus orígenes
españolas, siendo ellos quienes perpetuaban la hispanidad en América. Si
consideramos los esfuerzos que hacían los criollos americanos para que se
les distinguiera de la población indígena y sobre todo de las castas, como
lo demuestra Jean Paul Zuñiga,129 parece bastante lógico que los jesuitas
criollos fueran poco receptivos al discurso de los superiores romanos sobre
la virtud del misionero que se parecía a sus feligreses al aprender su idio-
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130 Instrucciones de Claudio Aquaviva al futuro visitador de la provincia del Perú: octubre de
1596, MPVI, 222.
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Capítulo 6
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Las cartas anuas citan con regularidad los nombres de los jesuitas que
participaban en las misiones volantes. Con estos datos se pueden establecer
listas y grupos de obreros de indios que trabajaron juntos en un mismo
momento. Estas informaciones, establecidas en base a la decisión de los
redactores de las cartas anuas de citar los nombres de los misioneros, se
combinan con los datos de los catálogos sobre los individuos. Se trata de
definir recorridos individuales y de entender cómo los superiores utiliza-
ban al personal en el marco de la misión volante. La cronología de éstas,
establecida en el capítulo 3, constituye la matriz de la primera parte de este
capítulo. Los individuos que aparecen citados aquí son por lo tanto los que
participaron en las misiones volantes de las décadas de 1570, 1580-1590
y 1610.
No es banal que los autores de las cartas anuas nombrasen a los
individuos que participaron en las misiones volantes. Cierto es que el
hecho que los omitiesen es un límite importante para nuestro estudio,
que no puede pretender ser exhaustivo. Las informaciones de las cartas
anuas sobre los individuos permiten identificar misioneros de experiencia,
aportando detalles que no aparecen en los catálogos; por ejemplo, sobre la
repartición de las tareas entre jesuitas en el momento de la misión, sobre el
conocimiento de una o de varias lenguas indígenas o la pericia particular
en materia de predicación.
La responsabilidad del provincial era total respecto del contenido de
la carta anua, pues la firmaba de su propia mano. Recordemos que estos
textos eran destinados a ser leídos en Roma por el general y sus secretarios,
pero también por un público europeo más amplio, pues se publicaban en
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de los primeros años del siglo XVII. Casi siempre son los únicos que apare-
cen explícitamente citados como misioneros. En 1602 fueron pocas las mi-
siones desde Lima y aparte de algunos difuntos y nuevos jesuitas, Rodrigo
de Cabredo citó a cuatro padres que escribían unos desde Cuzco, con una
carta sobre los ministerios dentro de la ciudad y otra desde misiones de la
región, y otros desde Juli.3 El último jesuita citado contaba la expedición
destinada a recoger los restos del padre Miguel de Urrea, muerto durante
una misión a los indios chunchos en 1597.4
En 1611, el relato sistemático de las misiones con Francisco de Ávila,
en el marco de la visita de extirpación de idolatrías, no omite los nombres
y apellidos de los misioneros. Sin embargo, en la misma carta anua se
alude a cinco otras misiones a localidades de españoles, calificadas de
ordinarias, sin que aparezca citado nombre alguno. Lo mismo vale para la
carta anua de 1617 que, aparte dos cartas desde la residencia de Santa Cruz
de la Sierra, se concentra en dos grupos de misioneros que acompañaron
a los visitadores de las idolatrías, mientras que la mención de las misiones
desde Cuzco y La Paz se reduce a unas cuantas generalidades. La aparición
de los nombres de Fabián de Ayala, Cristóbal de Olmedo en la carta de
1611, de Pablo José de Arriaga, Francisco Conde, Luis de Teruel, Miguel
de Salazar, Agustín de Vargas, Pedro López en la de 1617, era una manera
de construir el ideal de la Compañía como cuerpo, tal como lo deseaba
Aquaviva poco tiempo antes de su muerte en 1615: «Holgamos que se ayan
hecho missiones, y encargamos con veras que se atienda a esse ministerio
y al de los yndios, y q se honrren y estimen los que se emplean en ense-
ñarles y predicarles y no se espante Vuestra Reverencia que repitamos esto
tantas vezes porque desseamos grandemente que se atienda a ello con todo
cuydado, persuadiendose que nos daria mucha pena si se faltase en alguna
de las cosas dichas, o se dexase de adelantarlas y promoverlas como ellas
merecen».5 La presencia de los nombres de misioneros se debe entonces
también entender como una forma de estímulo hacia las vocaciones euro-
peas y en la propia provincia peruana.
3 Desde el Cuzco escribía el P. Juan de Güemez, del que Rodrigo de Cabredo contaba que «es
de los señalados obreros que tenemos en esta provincia», MPVIII, 213. La carta sobre las misiones
volantes emana de Gregorio de Cisneros, MPVIII, 222-224, y la de Juli del P. Pedro Vicente, de origen
italiano, MPVIII, 233-236.
4 P. Hernando de Salinas, MPVIII, 248-252.
5 Carta de Claudio Aquaviva al provincial, Roma, 1.º de febrero de 1615, ARSI, Perú 1a, ff. 57-
58.
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7 MPII, 242.
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8 Carta de Diego de Torres Bollo a Claudio Aquaviva, Juli, 20 de enero de 1585, MPIII, 517-519.
9 Catálogo de 1576, MPII, 126.
10 MPII, 233-236.
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11 Las referencias de los documentos están en la ficha biográfica de cada individuo incluida en el
anexo.
12 Los nombres de los dos padres aparecen en una carta de Juan de Atienza a Aquaviva, Lima,
8 de abril de 1584, MPIII393 y en la carta anua, MPIII, 618. El del coadjutor temporal aparece en el
relato de la misma misión, en la Historia general, II, 51
13 Carta anua redactada en Lima, 14 de abril de 1585, MPIII, 621
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Montoya tenía unos 60 años y era el único que parecía contar con una
experiencia misionera, pues se lo ve confesando a indios en el camino de
Lima al Cuzco en 1576, cuando acompañó a José de Acosta como consul-
tor.14 Su abnegación por los indios se consideraba como ejemplar, según el
relato de su vida que figura en el Menologio de 1630, que estudiaremos en
la segunda parte de este capítulo. Los dos otros jesuitas eran más jóvenes
y su recorrido fue diferente. Pedro de Cartagena, originario de Medina del
Campo y entonces de 35 años de edad, llegó al Perú en 1578.15 Parece
haber tenido problemas con la Inquisición por imprudencias con mujeres.
Su caso no se explica claramente en la correspondencia de los jesuitas y no
figura en las relaciones de causas de la década de 1580 de la Inquisición
peruana. Lo más probable es que su caso no fue instruido en el marco del
Santo Oficio y se zanjó dentro de la Orden. Claudio Aquaviva pidió su
vuelta a Europa y se embarcó con Miguel de Fuentes en 1585. Esta misión
tuvo sin duda lugar poco tiempo antes de su vuelta a España. De él contaba
el provincia Baltasar Piñas: «Este padre a sido muy moço y a tenido trato
muy necio con mugeres de su condición».16 El rector de Lima, Juan de
Atienza fue más medido. Pensaba que «será buen obrero y ayudará bien
por allá, porque él trabaja bien y con applicación en el ministerio de los
próximos, y, corregida alguna demasia de llaneza y poca adevertencia que
debe haver tenido, entiendo sería fructuoso operario».17 El coadjutor del
equipo, Pedro de la Madrid, fue recibido en la Compañía por José de Acos-
ta en 1578. Nacido en Madrid, tenía 35 años en 1584 y tuvo una longevidad
excepcional, pues lo encontramos todavía en el catálogo de 1637 en el Cuz-
co, donde hizo prácticamente toda su carrera de jesuita.18 Se sabe que era
sacristán en 1601 y que era capaz de asumir todos los empleos de coadjutor.
Al final de su vida, se le designó como arquitecto. Ni en los catálogos ni
en la correspondencia se mencionan eventuales cualidades como lingüista,
que podrían haber explicado su presencia en esta misión. Su capacidad de
asistir al sacerdote y su habilidad motivaron sin duda su elección.
Por lo tanto, tenemos a un viejo jesuita lleno de motivación, cuya
experiencia en la Orden es antigua y que pidió años antes ir a convertir «in-
14 MPII, 265.
15 MPII, 609, n. 2.
16 Carta de Baltasar Piñas a Claudio Aquaviva, abril de 1585, MPIII, 568.
17 Carta de Juan de Atienza a Claudio Aquaviva, 9 de abril de 1585, MPIII, 189-190.
18 Catálogo de 1637, ARSI, Perú 4II, n.º 344.
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principal tarea, citada en los otros catálogos, era el ministerio de los in-
dios. En 1601, aparece mencionado como un «obrero de indios escogido
y misiones» y en 1607, como «obrero de españoles e indios»; y sólo su
«larga experiencia» le distinguía, pues era «mediano» para todos los otros
talentos evaluados en el catálogo secreto. Por lo tanto, era sobre todo bueno
«para obrero de indios» y no parece haber tenido más cualidades. Desde
este punto de vista tenía un perfil comparable al de los misioneros de Brasil
estudiados por Charlotte de Castelnau-L’Estoile, considerados como inca-
paces para cualquier otra ocupación.21
Por sus actividades era el típico misionero temido por los superiores y
no sería extraño que cuando el rector del Cuzco, Diego Álvarez de Paz, se
quejaba en 1601 de la libertad de los misioneros, pensase precisamente en
él. Cisneros era en ese momento el especialista en misiones de su colegio
y además tenía a su cargo una cofradía de indios. Una carta de Gregorio de
Cisneros al general, contemporánea de la de Diego Álvarez de Paz, muestra
que no apreciaba demasiado pasar su tiempo en el colegio, ni pertenecer a
un colegio en particular. Escribía Cisneros lo siguiente:
Y ansi pido umilmente a Vuestra Paternidad Me conceda, que pueda andar
por este obispado, y como asta agora e andado cada año una vez, pueda salir
dos o tres vezes en misión, acudiendo de quatro en quatro meses al colligio
(sic) mas cercano a descansar y tener exercicios santos para después tornar
a la mision, de suerte que lo principal en que me exercite sea en ellas, pues
tan claro se ve se sirve Nuestro Señor dellas, y el bien que mi alma resci-
be y el de mis próximos y el buen nombre y estima de nuestra Compañía,
dando Vuestra Paternidad. Que el compañero sea a propósito el que pidiere.
Porque él que en esta ultima se me dio, no fue tal y en pocos días mostró no
llevava el fin que tal empresa pide, y ansí le hecharon de la Compañía. Fue
el Padre Juan Diaz, y aunque propuse, me dixeron no avía, y por esta causa
es nescesario Vuestra Paternidad Ordene que los que enbiaren a misión sean
los que nuestras Constituciones piden, a los quales se les den algunos días de
recoximiento antes que salgan.22
21 Castelnau-L’Estoile, 2000.
22 Carta de Gregorio de Cisneros a Claudio Aquaviva, Cuzco, 18 de marzo de 1601, MPVII, 287.
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23 Catálogo de 1595, n.º 178, Carta de Claudio Aquaviva a Juan Díaz de Abrego, Roma, 13 de
noviembre de 1600, MPVII, 159.
24 Carta de Gregorio de Cisneros a Claudio Aquaviva sobre Alonso de Barzana, Cuzco, 20 de
enero de 1599, MPVI, 629.
25 Catálogo de 1583, MPIII, 227.
26 Catálogo de 1595, MPV, n.º 173.
27 Storni, 1980, 122.
28 Historia General, II, 107.
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con pioneros, como el padre Alonso de Barzana, sino también con figuras
importantes del trabajo lingüístico de la Compañía, como Diego González
Holguín. En un segundo periodo de plena actividad y de autonomía, se le
vio dominar su trabajo y ejercer su autoridad sobre coadjutores temporales.
En ese periodo escribió las primeras cartas sobre los métodos de lucha con-
tra las idolatrías de los indios que hemos citado en capítulos anteriores. Por
fin, después de este momento de madurez, en el otoño de su vida, participó
en la formación práctica de los futuros misioneros.
Considerando la historia de la provincia jesuita y de la actividad mi-
sionera de sus miembros, Cisneros aparece como un enlace entre la gene-
ración de los fundadores y la de los criollos del siglo XVII, entre los tanteos
del inicio y el perfeccionamiento posterior de los métodos misionales.
Después de haber transmitido su experiencia, murió en el Cuzco en 1612
cuando acababan de empezar las visitas de extirpación de idolatrías. No es
de extrañar que el principal teórico de la extirpación, Pablo José de Arria-
ga, haya sido en las décadas de 1590 y 1600 el principal redactor de las
cartas anuas, donde aparecen las cartas de Gregorio de Cisneros sobre sus
propias misiones contra las idolatrías alrededor del Cuzco. Por lo tanto, su
experiencia fue un precedente del trabajo de Arriaga y de sus compañeros
en la diócesis de Lima.35
El estudio del perfil de los jesuitas que participaron en las visitas de
extirpación de idolatrías en la década de 1610 es revelador de la transmi-
sión de la experiencia cuyo ejemplo encontramos en la carrera de Gregorio
de Cisneros.
Hemos contado, a partir de las cartas anuas redactadas entre 1609 y
1618, veinticinco misiones de extirpación de idolatrías en las que participa-
ron explícitamente jesuitas. La mayoría se hicieron en la diócesis de Lima,
y una en la de Huamanga, donde la Compañía fundó un colegio en 1605.
Durante estas misiones se destacaron parejas, tríos y grupos de misioneros
que acompañaban, en general, a los visitadores del arzobispo. Con el estu-
dio de estas asociaciones de misioneros, se trata de establecer el perfil de
los jesuitas que participaron en estas campañas, de entender cómo y por
qué fueron asociados por los superiores y cuál pudo haber sido el uso que
35 El misionero Diego Martínez, estudiado por Alexandre Coello de la Rosa, no aparece en estas
listas por estar en ese periodo en Santa Cruz de la Sierra. Por lo tanto no participó en las misiones
volantes en las que se basa este estudio. Coello de la Rosa, 2010.
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los «obreros de indios» del catálogo de 1637, cuando los criollos eran la
mayoría de los misioneros, que al grupo del catálogo de 1613.
Al estudiar los grupos de misioneros que participaron en las visitas
vemos que todos comprendían por lo menos un sacerdote. Sin embargo,
constatamos que sólo a partir de 1613; o sea, del octavo grupo, se admitie-
ron estudiantes no sacerdotes e individuos cuya experiencia de la misión
era más reciente.
En 1609 y 1610, los tres primeros grupos de misioneros se componían
de seis sacerdotes cuyas edades oscilaban entre los 31 y los 50 años. Eran
exclusivamente españoles y los más ancianos Pedro del Castillo y Antonio
Pardo, con 34 y 25 años de antigüedad en la Orden en 1609, habían llegado
al Perú en 1578 y 1592. En cada uno de estos grupos encontramos por lo
menos un profeso con más de 25 años en la Compañía de Jesús.
Las cuatro parejas de misioneros de los años 1611 y 1612 se compo-
nían de cinco jesuitas de menos antigüedad en la Orden, entre 12 y 18 años,
pero ninguno era profeso. De edades comprendidas entre 26 y 41 años,
dos de ellos eran criollos y tres eran españoles, uno de ellos ingresado en
América. A todos se les designaba en 1613 como confesores, predicadores
u obreros de indios y españoles, y por lo menos un predicador participaba
en cada misión. El más antiguo en la Orden (con 18 años de Compañía),
Francisco de Contreras, era originario de La Paz. Había hecho su profesión
de cuatro votos en abril de 1613 y participó en dos de estas misiones como
confesor y predicador en dos lenguas, quechua y aymará. Era el único de
toda esta lista a quien se señaló por su pericia lingüística.
En 1613 y 1614, las cartas anuas mencionan siete misiones en las
que participaron nueve jesuitas diferentes: un trío, cinco parejas, y un mi-
sionero que trabajaba solo. Cuatro criollos y cinco españoles, dos de ellos
ingresados en América, componían estos equipos. Con edades entre 27 y
65 años, tenían entre uno y 45 años de antigüedad en la Orden. Seis eran sa-
cerdotes; de ellos un novicio, tres estudiantes y dos profesos de cuatro vo-
tos. Los otros eran hermanos estudiantes y un coadjutor temporal. Miguel
de Salazar y Benito de Arroyo, un criollo y un español recién llegado en
1604, habían ambos terminado sus estudios poco tiempo antes y parecían
empezar aquí su actividad de misioneros. Fueron los únicos que el catálogo
de 1613 no designó como confesores, predicadores u obreros de indios.
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parte, para estos jóvenes jesuitas, del tercer año de probación. Practicaban
la actividad misionera de forma itinerante y se entrenaban en hablar que-
chua, lo que estaba de acuerdo con los deseos de Claudio Aquaviva. Parece
entonces que estas visitas de extirpación de idolatrías, además de ser una
oportunidad para la Compañía de Jesús de acrecentar su influencia y su le-
gitimidad en el Virreinato, fueron también una escuela para futuros misio-
neros y una forma de integrar a los criollos en el apostolado de los indios.
No es exagerado pensar que se trató de un hito en el proceso de integración
de los americanos en la actividad misionera, cuyo resultado aparece clara-
mente en el catálogo de 1637, pues eran entonces mayoritarios.
Sin embargo, algunos jesuitas aparecen mencionados una sola vez
en estos relatos de misiones, mientras otros parecen participar en varias
oportunidades, hasta cuatro o cinco ocasiones y por periodos bastante
largos. Estos últimos tuvieron una mayor legitimidad dentro y fuera de la
Compañía. Hemos seleccionado los seis nombres que aparecen tres y más
veces en los relatos, como integrantes de misiones diferentes. Se trata de
los sacerdotes Pedro Ignacio López (n.º 6), citado tres veces en 1610, 1617
y 1618; Cristóbal de Olmedo (n.º 7), quien aparece cinco veces en 1611,
1612 y 1613; Fabián de Ayala (n.º 8), citado tres veces en 1611 y 1613; y
de Francisco Conde (n.º 11), presente cinco veces, en 1612, 1614, 1615 y
1617. Hay que agregar a dos hermanos estudiantes, Miguel de Salazar (n.º
12), citado cuatro veces, en 1613, 1617 y 1618; y Luís de Teruel (n.º 24),
presente tres veces en 1617 y 1618.
El análisis de su carrera posterior permite entender la importancia
que pudo tener en su destino de jesuitas y de misioneros esta participación
activa en las misiones de extirpación de idolatrías de la década de 1610.
Todos, salvo Cristóbal de Olmedo, cursaron el currículo completo de estu-
dios de la Compañía y eran destinados a pronunciar el cuarto voto. Desde
este punto de vista, sus perfiles son comparables. Dos se destacaban por su
edad: Pedro Ignacio López y Cristóbal de Olmedo ya habían hecho gran
parte de su carrera, pues tenían 39 y 42 años de edad, mientras los otros
tenían entre 23 y 30 años. Sin embargo, López, al igual que los otros, hizo
su cuarto voto después de las visitas de extirpación.38 El punto en común
38 Fabián de Ayala murió en 1617 antes de la profesión de cuatro votos. Los otros la hicieron
en 1619 (Francisco Conde), 1620 (Miguel de Salazar), 1622 (Pedro Ignacio López) y 1622 (Luís de
Teruel).
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41 Carta anua de 1655, firmada por Antonio Vázquez, Lima, 15 de julio de 1656, ARSI, Perú 16,
f. 18v.
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42 Carta anua de 1667-1674, 30 de enero de 1675, ARSI, Perú 16, ff. 243v-244.
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que, por otra, valoraba además ciertos aspectos de la vida de los misioneros
escogidos.
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voluntaria de santidad por parte de los jesuitas, que dieron lugar a varios
procesos de beatificación impulsados por la provincia peruana de la Com-
pañía de Jesús, cuando se estaba gestionando la beatificación de Rosa de
Santa María, promocionada por los dominicos.47 Si para los historiadores
han sido una fuente importante para reconstruir las biografías de jesuitas
famosos, en nuestro caso nos servirán como un instrumento para medir el
lugar que ocupaban los misioneros en la Orden y en la provincia, como
modelo digno de imitar a nivel local. Si era necesario proponer vidas
ejemplares como modelos, las características de estas vidas, que resaltan
las reseñas, tomaban en cuenta el contexto local y los defectos del grupo
preciso que se trataba de edificar.
Se conocen dos colecciones de vidas de jesuitas de la provincia perua-
na redactadas al inicio de la década de 1630. La primera fue publicada en
Sevilla en 1633, por Alonso Messía, procurador de la provincia a Europa
en 1630,48 está dedicada a Felipe IV, y recoge las vidas de veinticinco je-
suitas de la provincia peruana bajo el título siguiente: Catalogo de algunos
varones insignes en santidad de la provincia del Perú de la Compañía de
Jesús hecho por orden de la congregación provincial que se celebró en
el colegio de S. Pablo de Lima año de M.DC.XXX49. Existen dos copias
manuscritas de este libro en el archivo romano de los jesuitas, una de ellas
firmada del puño de Messía. Este libro se parece a los menologios por su
tema y también por su organización, pues las reseñas se ordenan según el
calendario y la fecha de cada personaje es la de su defunción.
No se puede afirmar con certidumbre que el autor de este libro fuera
el procurador de la provincia. En la misma época, Anello Oliva, había ter-
minado una historia de la provincia peruana y se la había confiado a Messía
para que pidiera en Roma la autorización de publicarla. El general no la
autorizó, pues no había visto la obra entera y se extrañó, en una carta al
provincial, de que ya se hubieran publicado dos páginas sin autorización,
«porque Vuestra Reverencia sabe bien que tal licencia yo no le e dado, ni
convenia hacerle, hasta que se reviese, y me enviasen las censuras; como
47 Para una aproximación general de las políticas de santidad en el Perú, véase Sánchez Concha,
2003 e Iwasaki Cauti, 1994. El caso del misionero Diego Martínez ha sido estudiado por Coello de la
Rosa, 2010.
48 Actas de la congregación provincial de 1630, ARSI, Congr. 63, f. 206v.
49 Publicado en Sevilla en 1633. El texto ha sido editado por Rafael Vargas Hidalgo en la Revista
Andina, 14-2, 1996, 385-412.
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50 Carta al provincial del Perú, Roma, 30 de noviembre de 1634, ARSI, Perú 2-II, ff. 383-383v.
51 Oliva, 1895.
52 Libro 1.º del MS Original del RP Anello Oliva S. J, Santiago de Chile, Archivo del Colegio de
S. Ignacio IV-25. Esta referencia se encuentra en un catálogo antiguo del ARSI, en Roma, al nombre
de Anello Oliva.
53 Historia del Perú, London, British Museum, Ms. Add 25, 327, 302 ff. in 4.º . ff. 2-21 [Prae-
liminaria, approbationes…], ff. 22-223: Libro Primero. Introduction a las vidas de los Varones Ilustres
de la Compañia de Jesus de la Provincia del Perú…, ff. 224-245: Elogios y Catalogo de alguns varones
insignes en santidad de la Prov. del Perú de la Coomp. de Jesus. Hecho por orden de la Congreg. pro-
vincial… Lima año de 1630, ff. 246 ss [Indices]. Gayangos, 469-470.
54 Biblioteca Casanatense, Roma, Mss. 1815. « Relacion de la entrada y fundacion dela Com-
pañia de Jesus En los Reynos del Perú en conformidad/ Por la horden que tiene dada su Magestad Del
Rey Nuestro Señor/ Por el Padre Anello Oliva de la mesma Compañia». El autor firmó personalmente
el último folio de la copia: «Concuerda este traslado con su original de verbo ad verbum, y por verdad
confirmo en Lima 16 de junio de 1639/ firmo ante mi el padre Anello Oliva», f. 167v.
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55 Llamamos misioneros a los jesuitas cuya actividad con los indios justifica explícitamente su
presencia en el libro, visto que la palabra no figura como tal.
56 «El catálogo», Revista Andina, 1996, 396.
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57 Ib., 397.
58 Ib., 397.
59 Ib., 406-407.
60 Son Alonso de Barzana, Andrés Ortiz, Diego Martínez, Pedro de Añasco, Angelo Monitora,
Juan de Montoya, Manuel de Ortega, Diego de Samaniego, Miguel de Urrea, Bernardo Reus.
61 Su caso fue estudiado por Alexandre Coello de la Rosa, 2010.
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Con sus oraciones y sacrificios alcanço cosas que no tenian remedio humano.
Tuvo don de consejo, ardiente zelo de la salvación sus (sic) proximos. Viejo
de 70 años aprendio dos lenguas de indios, pudrieronsele los pies, y llaga-
ronsele las piernas por andar mas de cien leguas a pie en las misiones de los
infieles, por riscos y montañas nunca vistas ni andadas, rios caudalosos, &cc.
Padeciendo sed, hambre, y cansancio por el bien de las almas. Sus empleos
eran con gente humilde. Dezia que los Indios eran sus señores de Titulo,
Condes, y Marqueses.66
66 Ib., 412.
67 «Catálogo de los destinados al Perú» [Roma, abril de 1584], MPIII, 431y 491, nota 7. Carta
del provincial Juan de Atienza a Claudio Aquaviva, 7 de agosto de 1585, MPIII, 673. Catálogo de 1591,
MPIV, 669. MPIV, 701. Catálogo de 1595, MPV, 773.
68 Carta anua redactada en 1596, MPVI, 76. Carta anua del 24 de agosto de 1597, MPVI, 438-
439.
69 Carta anua de 1602, redactada el 28 de abril de 1603, MPVIII, 236-256.
70 Ib., 237.
71 Catálogo de 1576, MPII, 117.
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havía años se havía dedicado de tal suerte al bien y provecho de los indios,
que sin querer confessar español ninguno, se estava perpetuamente confes-
sando indios, cuyas lenguas havía aprendido, y asi cathechizava y enseñava
las oraciones como si fuera novicio de un año. Perficionó Nuestro Señor sus
muchos travajos con una muy recia enfermedad en la qual nos dejó grande
exemplo de paciencia. Semejantes obreros imbía Nuestro Señor a esta viña,
que ni las canas ni las letras ni los cargos y enfermedades y los trabajos pa-
sados quieren que les escusen de travajar para que quando venga el celestial
reposo les alle velando y travajando.75
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CONCLUSIÓN
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cipios como misionera, la provincia jesuita del Perú conoció todas estas
contradicciones. El recorrido que hemos dibujado en los capítulos de este
trabajo desde la fundación de la provincia, en 1568, hasta el primer tercio
del siglo XVII, fue la primera etapa de la Antigua Compañía de Jesús en el
virreinato del Perú. La hemos estudiado desde el punto de vista de las defi-
niciones sucesivas de los territorios de la misión y de su realización por los
actores de la institución. Se imponen dos tipos de conclusiones. La primera
resume las principales ideas relacionadas con la exigencia de la misión
como vocación de la Compañía y de la provincia peruana de parte de las
autoridades romanas de la Orden y la segunda retoma el hilo cronológico.
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Institutum: 18
Congregationes Provinciales: 55, 56, 63, 64, 67, 68, 71.
Assistentia Hispanicæ (Hisp.): 70, 86, 71I-II, 88A.
Provincia Baetica (Baet.): 8
Provincia Castillana (Cast.): 15I
Provincia Toletana (Tolet.): 21II
Provincia Aragonica (Arag.): 10I.
Provincia Mexicana: 4, Catálogo de 1600, ff. 105-125 et f. 134.
Provincia Peruana (Perú): 01, 1, 1a, 2-I-II, 3, 4I-II, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 11a,
12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 18a, 18b, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26.
Assistentia Italiana (Italia): 173
Fondo Gesuitico (FG): 720, 758, 759, 1452, 1488.
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ANEXOS
Nueva
Años Perú Mundo1 Fuente Perú Fuente Nueva España
España
1556 1.500
1569 30 MPI, doc. 57 Carta anua
1570 44 MPI, doc. 69 Carta anua
1571 44 MPI, doc. 85 Carta anua
1572 45 MPI, doc. 108 Catálogo
1573 52 MPI, doc. 138 Catálogo
1576 73 MPII, doc. 20 Catálogo
1579 5.164
1580 101 Mex.4, ff. 8-10 Catálogo
1583 136 MPIII, doc. 48 Catálogo
1585 144 Mex.4, ff. 22-37 Catálogo
1591 224 MPIV, doc. 163 Catálogo
1592 216 Mex.4, ff. 43-58, Catálogo
1593 240 MPV, doc. 112 Carta anua
1595 242 282 MPV, doc. 187 Catálogo Mex.4, ff. 68-83, Catálogo
1600 284 314 8.519 MPVII, doc. 6 Carta anua Mex.4, ff. 105-125, Catálogo
1601 281 MPVII, doc. 50 Catálogo
1604 336 Mex.4, ff. 146-163, Catálogo
1607 376 265 Perú 4I, ff. 93-135 Catálogo Mex.4, ff. 168-182, Catálogo
1608 10.641
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Nueva
Años Perú Mundo1 Fuente Perú Fuente Nueva España
España
1611 337 Perú 13, f. 96 Carta anua
1613 367 Perú 4I, ff. 144-182a Catálogo
1614 326 Mex.4, ff. 187-205, Catálogo
1616 13.112
1617 416 Perú 14, f. 48 Carta anua
1619 427 Perú 14, f. 72 Carta anua
1620 348 Mex.4, ff. 236-257, Catálogo
1626 361 15.544 Mex.4, ff. 262-285, Catálogo
1632 375 Mex.4, ff. 293-312, Catálogo
1637 491 Perú 4II, ff. 352-406 Catálogo
1638 377 Mex.4, ff. 313-334, Catálogo
1642 463 Perú 4II, ff. 417-442 Catálogo
1648 401 Mex.4, ff. 373-397, Catálogo
1653 353 Mex.4, ff. 473-493, Catálogo
1654 445 Perú 4II, ff. 443-496 Catálogo
1659 337 Mex.5, ff. 1-20, Catálogo
1660 415 Perú 5, ff. 1-51c Catálogo
1662 318 Mex.5, ff. 45-62, Catálogo
1666 422 Perú 5, ff. 65-114b Catálogo
1669 333 Mex.5, ff. 147-167, Catálogo
1671 332 Mex.5, ff. 191-210, Catálogo
1672 429 Perú 5, ff. 124-146 Catálogo
1675 435 337 Perú 5, ff. 179-234 Catálogo Mex.5, ff. 233-252v Catálogo
1678 422 Perú 5, ff. 245-294 Catálogo
1679 17.655
1681 424 387 Peru5, ff. 304-356 Catálogo Mex.5, ff. 276-798 Catálogo
1684 421 Mex.5, ff. 345-342 Catálogo
1685 447 Perú 5, ff. 363-417 Catálogo
1687 453 412 Perú 6, f. 61v Catálogo Mex.5, ff. 374-393 Catálogo
1690 496 451 Perú 6, f. 99 Catálogo Mex.6, ff. 1-19v Catálogo
1693 494 Mex.6, ff. 46-60v Catálogo
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Nueva
Años Perú Mundo1 Fuente Perú Fuente Nueva España
España
1696 508 Mex.6, ff. 93-115 Catálogo
1700 499 Perú 6, f. 193 Catálogo
1703 482 Perú 6, f. 275 Catálogo
1708 509 Mex.6, ff. 161-183 Catálogo
1710 527 19.998 Perú 6, f. 381 Catálogo
1713 535 Perú 6, f. 448 Catálogo
1714 510 Mex.6, ff. 234-255 Catálogo
1716 536 Perú 6, f. 515 Catálogo
1719 19.679
1720 503 Mex.6, ff. 287-312 Catálogo
1723 508 Mex.6, ff. 341-362 Catálogo
1726 525 Mex.7, ff. 1-23v Catálogo
1728 533 Perú 9, ff. 5-59 Catálogo
1737 583 Mex.7, ff. 52-77v Catálogo
1741 590 Mex.7, ff. 131-158 Catálogo
1744 572 Mex.7, ff. 200-226 Catálogo
1748 579 Mex.7, ff. 272-298v Catálogo
1749 22.589
1751 624 Mex.8, ff. 1-29 Catálogo
1754 535
1758 684 Mex.8, ff. 104-135 Catálogo
1764 675 Mex.8, ff. 172-203 Catálogo
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III. FICHAS BIOGRÁFICAS DE LOS MISIONEROS DEL SIGLO XVI, CITADOS EN EL CAPÍTULO 6
2 Fuentes: para los misioneros del siglo XVI, Egaña, 1954-1986; para la década de 1610, los
Catálogos y las Cartas anuas; la fecha de muerte ha sido verificada en Fejér, 1982, 1985; Saldamando,
1882.
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1571: «Confiessa y tiene razonable 1576: «tiene buena salud, tiene buen
púlpito: tiene poquito vaso para ingenio y juizio, talento para pre-
tratar con gente de fuera y aún dicar y confessar y para doctrinar
poca discreción y prudencia: creo indios; hizo officio de rector me-
que vino tentado de España» (Ca- dianamente, predicador mediano.
tálogo de 1571, MPI, 444). Es humilde y obediente, tiene
oración ordinaria, es affecto al
1571: Predica en Lima (Carta anua
Instituto en lo general» (Catálogo
de 1571, MPI, 415).
de 1576, MPII, 117-118).
1572: Según el Padre Zuñiga, se
1576: predica a españoles en la mi-
puede confiar en él: «que es mira- sión a Chachapoyas (carta anua
bile la vuelta que ha dado después de 1576, Acosta, 15 de febrero de
que hizo profesión» (carta de Zu- 1577, MPII, 219; 232-239).
ñiga a Borja, Lima, 31 de diciem- 1585: «jamas se ha querido aplicar
bre de 1572, MPI, 507-508). a los indios» (carta de Diego de
1572: «Tiene talento para confessor Torres a Aquaviva, Juli, 20 de
y predica algunas vezes. No está enero de 1585, MPIII, 517-519).
asentado en el Instituto de la
Misiones en el Perú
Compañía» (Catálogo de 1572,
MPI, 510). 1576: Misión desde Lima a Chacha-
poyas, Bracamoros en 1576 con
1574: rector de Lima, le pide al
Cristóbal Sánchez y el hermano
Rey que autorize la Compañía de
coadjutor Bartolomé de Santiago
Jesús a conceder títulos universi-
(carta de Acosta a Mercurian, 1.º
tarios (grados) (carta de Plaza a de marzo de 1576, MPII, 19-20,
Mercurian, 15 de marzo de 1574, y carta anua de 1576, Acosta, 15
MPI, 620). de febrero de 1577, MPII, 219;
1575, 9 de febrero: (rector) aprende 232-239).
quechua en el colegio con diez o 1577: en Panamá en mayo de 1577
doce otros jesuitas (carta anua de (P. Plaza, MPII, 654, n. 53; y
1574, 9 de enero de 1575, MPI, Plaza, 25 de abril de 1579, MPII,
703). 696).
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1578: propuesto como consultor del 1583: «todos los oficios de superior
provincial en segundo lugar por hasta provincial»(Catálogo de
Mercurian (MPII, 417, 751). 1583, MPIII, 222).
1578, del 9 al 23 de septiembre: 1594, 6 de abril: «havía años se
Cuzco, asiste a la consulta con havía dedicado de tal suerte al
Plaza, Acosta, Barzana, Portillo y bien y provecho de los indios,
Luis López (MPII, 643-691). que sin querer confessar español
1582, 3 de diciembre: ausente de la ninguno, se estava perpetuamente
Congregación provincial de Lima confessando indios, cuyas len-
(MPIII, 199). guas havía aprendido, y asi cathe-
1583: Pertenece a la provincia (Ca- chizava y enseñava las oraciones
tálogo de 1583, MPIII, 222). como si fuera novicio de un año.
1591, 16 de marzo: La Paz, (Catálo- Perficionó Nuestro Señor sur mu-
go de 1591, MPIV, 667). chos travajos con una muy recia
enfermedad en la qual nos dejó
Talentos grande exemplo de paciencia. Se-
1576: «no tiene talento para predi- mejantes obreros imbía Nuestro
car», «tiene buena salud, buen Señor a esta viña, que ni las
ingenio y juizio, talento y apli- canas ni las letras ni los cargos y
cación a confessar indios. Tiene enfermedades y los trabajos pa-
humildad y obediencia, bien apli- sados quieren que les escusen de
cado al exercicio de la oración, es travajar para que quando venga el
bien affecto a nuestro Instituto» celestial reposo les alle velando y
(Catálogo de 1576, MPII, 117). travajando» (Arriaga a Aquaviva,
1576: confiesa a los indios en el carta anua de 1593-1594, MPV,
camino de Lima al Cuzco (MPII, 377).
265).
1577: Mercurian se queja a Acos- Misiones en el Perú
ta de que Montoya escribe mal: 1576: Acompaña Acosta, el Herma-
«que forme bien las letras para no Gonzalo y Martín de Contre-
que se puedan leer» (Carta a ras desde Lima al Cuzco en 1576
Acosta, Roma, 26 de junio de (MPII, 265).
1577, MPII, 313). 1584: Misión a los «Pilcozones»:
1578: Mercurian aprecia que Mon- Montoya, Pedro de Cartagena,
toya se dedique a la conversión Pedro de Madrid (H) (Carta de
de los indios (Carta a Acosta, Juan de Atienza a Aquaviva, 8 de
Roma, 25 de septiembre de 1578, abril de 1585, MPIII, 393; carta
MPII, 400) y carta a Montoya (15 anua, 14 de abril de 1585, MPIII,
de marzo de 1580, MPII, 822). 618).
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Post-mortem
Aparece en el «Catálogo de algunos
varones insignes en santidad»,
1633, (Vargas Hidalgo, 411).
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sus conçiencias para que las re- mente ynventando nuevas traças
mediasse. La 2a un singular don y modos para traer los coraçones
de castidad con la qual no solo a Dios nuestro Señor. Y meterlos
se conservo sin mancha tantos en fervor. La 4a era una grande
años in medio nationes graves et aplicacion a los negocios de estos
perversae, sino con su circuns- pobres yndios, y a componer sus
peccion y recato dava olor de edi- pleytos con q les ganaba tambien
ficacion en esta materia y peligros sus voluntades para atraherlos a
grandes que en tantas occasiones dios nuestro Señor. Nombrando-
no pudo prevenir su vigilancia: de les por sus nombres y pregun-
lo qual nos dexo exemplos bien tandoles por sus casas y familias
semejantes a los de los sanctos, y mostrando cuydado de ellos
por que avia mucho que dezir si como verdadero Padre de sus
la materia no pusiera silencio. almas.
Pues una vez salio a media noche
Estas partes le hizieron a aunque
huyendo de la cama por el peligro
al principio por muchos años no
que en ella se le venia y passo lo
supo la lengua de los yndios con
restante della en la yglesia parte
perfeccion, con todo eso siempre
en oracion, y parte en el duro
suelo. Y otra no teniendo como con grandes ventajas en confes-
escabullirse, le dio nuestro señor siones, y sermones, y todo lo
esfuerço para dar una recia dis- demas de su trato se traxesse tras
ciplina, y con ella echar de si, a si los yndios mas que otro por que
quien en tal riesgo ponia su alma. es cierto que a los yndios mas los
La 3a un zelo incansable de traer atrahe el amor, zelo, y affabilidad
almas a Dios, el qual le hazia no q la lengua».
solo tener un perpetuo teson en el Carta anua de 1611, Lima, 30 de
confessionario, y en los sermones abril de 1612, firmada por el
y en los demas ministerios de la Provincial Juan Sebastián, ARSI,
compañía sino andar perpetua- Perú 13, f. 109.
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Gaspar de Montalvo murió durante esta misión (Carta anua de 1611, Lima
30 de abril de 1612, firmada por el Provincial J. Sebastián, ARSI, Perú 13,
ff. 103).
2. 1609: misión a Huánuco, Chachapoyas, Saña y Trujillo donde Antonio
Pardo va con Felipe de Tapia (Carta anua de 1610, 31 de marzo de 1611,
firmada por el Provincial Juan Sebastián, ARSI, Perú 13, f. 75v).
3. 1610: Antonio Pardo con Pedro Ignacio pasan 7 meses en misión en Huá-
nuco, Chachapoyas, Saña y Trujillo (Carta anua de 1610, 31 de marzo de
1611, firmada por el Provincial Juan Sebastián, ARSI, Perú 13, f. 75v).
4. 1611: Misión de extirpación de idolatrías con Francisco de Ávila: Cristóbal
de Olmedo y Fabián de Ayala van al pueblo de Chorillo, a cuatro leguas de
Huarochirí (Carta anua de 1611, Lima, 30 de abril de 1612, firmada por el
Provincial J. Sebastián, ARSI, Perú 13, f. 103).
5. 1611: Misión de extirpación de idolatrías de Francisco de Contreras con
Juan de Córdova: pueblos de Santiago et San Lorenço de Quinti (Carta
anua de 1611, Lima 30 de abril de 1612, firmada por el Provincial J. Sebas-
tián, ARSI, Perú 13 f. 103).
6. 1611: Misión de Cristóbal de Olmedo con Francisco de Contreras a Ca-
rampoma y San Francisco de Chacllo (Carta anua de 1611, Lima 30 de abril
de 1612, firmada por el Provincial J. Sebastián, ARSI, Perú 13 f. 104v).
1611: Misión desde el Cuzco: Ribalagua con Diego Martínez, en Anta, Qua-
racondo, Corite (Carta anua de 1611, Lima 30 de abril de 1612, firmada por
el Provincial J. Sebastián, ARSI, Perú 13, f. 108).
1611: Misión desde el Cuzco: Espinosa con Diego Martínez en la Provin-
cia de Andaguaylas y los pueblos de Limatambo y Abancay. Un mes en la
provincia de Andaguaylas (Carta anua de 1611, Lima 30 de abril de 1612,
firmada por el Provincial J. Sebastián, ARSI, Perú 13 f. 108v).
7. 1612: Cristóbal de Olmedo y Francisco Conde vuelven a Chorillo (Carta
anua de la Provincia del Perú de 1611, Lima 30 avril 1612, firmada por el
Provincial J. Sebastián, ARSI, Perú 13, f. 105).
8. 1613: Misión de Lima en la provincia de Chinchacocha de Miguel de Sa-
lazar, los Padres Cristóbal de Olmedo y Benito de Arroyo. Este último
murió durante la misión (Carta anua de 1613, firmada por D. Samaniego, 11
de diciembre de 1613, ARSI, Perú 14, f. 12-14v).
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hasta ella assistio con gran fruto entender se callan, y dellas dice
y edificacion a/ la congregacion algunos une relacion/ impressa
de sacerdotes, oyendole en co- de su vida, que se remite». (Carta
pioso numero como a un san Juan anua de 1655, firmada por Anto-
cri/sostomo, que este nombre se
nio Vazquez, 15 de julio de 1656,
merecia predicando. A su zelo e
ARSI, Perú 16, f. 18v).
industria se deve / la fundacion
de monjas del Prado, recoleccion Otras informaciones
en esta ciudad observantissima.
Fuelo/ el Padre en todo, y un «Visitador contra la idolatria, ca-
cabalissimo y perfeto religioso, lificador de la Inquisicion y
de que podrian aglomerarse mu/ Examinador del Arzobispado»
chos exemplos, que por dexarse (Saldamando, 1882, 381-382).
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les asistio como cura en el pueblo Exemplos y por ellos merecio ser
y curato del cercado/ muchos tenido por primitivo/ jesuita. Sus
años cuidando de ellos y aman- ultimos años perdio la vista y este
dolos como a hijos y hasiendo/se golpe llevo / con gran ygualdad
con ellos rudo e ignorante quando de animo y sirbio de prepararse
en todas facultades y letras/f. 244 con mas veras para la muerte».
fue Docto y con sumado en las (Carta anua de 1667-1674, firmada
virtudes religiosas zelo de/ nues- el 30 de enero de 1675 por Her-
tro instituto y de la salbacion de nando Cavero, ARSI, Perú 16, ff.
las almas siempre dio singu/lares 243v-244).
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Estudios Talentos
1607: Estudiante de latín (Catálogo 1607: «Pocas fuerzas». «Buen in-
de 1607, ARSI, Perú 4I, ff. 102 y genio, no mucho juicio, mas que
122v, n.º 127). mediana prudencia, ninguna ex-
1613: 3A. Estudiante de filosofía periencia, buen aprovechamiento
(Catálogo de 1613, ARSI, Perú en letras, melancolico, talentos:
4I, ff. 149v y 169, n.º 61). para letras y pulpito» (Catálogo
1625: 3A 4T (Catálogo de 1625, de 1607, ARSI, Perú 4I, ff. 102 y
ARSI, Perú 4II, ff. 275v y 290v, 122v, n.º 127).
n.º 206). 1613: «Buenas fuerzas. Lector de
latin». «Bueno mucho ingenio,
En el Perú mediano juicio, alguna pruden-
1607: Casa de probación de Lima cia, casi ninguna experiencia,
(Catálogo de 1607, ARSI, Perú muy grande aprovechamiento en
4I, ff. 102 y 122v, n.º 127). letras, algo melancolico, talentos:
1613: Estudiante de filosofía en para todo en esperanza» (Catá-
Lima (Catálogo de 1613, ARSI, logo de 1613, ARSI, Perú 4I, ff.
Perú 4I, ff. 149v y 169, n.º 61). 149v y 169, n.º 61).
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1631: La Plata, rector del colegio de talentos: muy bueno para indios»
San Juan Bautista (Catálogo de (Catálogo de 1625, ARSI, Perú
1631, ARSI, Perú 4II, f. 344v). 4II, ff. 282 y 306v, n.º 332).
1637: Colegio de Potosí (Catálogo 1631: 40 años de edad. «Buenas
de 1637, ARSI, Perú 4II, ff. 377 fuerzas. Obrero de indios y es-
y 402, n.º 412). pañoles superior» (Catálogo de
1654: Colegio de Oruro (Catálogo 1631, ARSI, eru 4II, f. 344v).
de 1654, ARSI, Perú 4II, ff. 466v 1637: 46 años de edad. «Obrero de
y 491, n.º 347). indios y españoles, superior. Bue-
1660: Colegio del Cuzco (Catálogo nas fuerzas». «Mediano ingenio,
de 1660, ARSI, Perú 5, ff. 21 y buen juicio, mediana prudencia,
44v, n.º 278) mediana experiencia, buen apro-
1666: Colegio del Cuzco (Catálogo vechamiento en letras, colerico
de 1666, ARSI, Perú 5, ff. 80v y sanguino de complexion natural,
107v, n.º 297) talentos: para gobernar y minis-
Talentos terior de indios» (Catálogo de
1637, ARSI, Perú 4II, ff. 377 y
1613: «Buenas fuerzas». «Muy buen 402, n.º 412).
ingenio, muy buen juicio, mas
1654: 63 años de edad. «Buenas
que mediana prudencia, ninguna
experiencia, mas que mediano fuerzas. Obrero de indios y es-
aprovechamiento en letras, man- pañoles, rector». «Buen ingenio,
so, talentos: para confesar» (Ca- buen juicio, bueno prudencia,
tálogo de 1613, ARSI, Perú 4I, ff. mucha experiencia, mediano
150v y 170, n.º 82). aprovechamiento en letras, co-
1619: «Buenas fuerzas. Obrero de lerico sanguino de complexion
indios y esp. Votos de estudiante». natural, talentos: para gobierno y
«Buen ingenio, muy buen juicio, ministerios» (Catálogo de 1654,
mas que mediana prudencia, poca ARSI, Perú 4II, ff. 466v y 491,
experiencia, mediano aprovecha- n.º 347).
miento en letras, alegre, talentos: 1660: «Obrero de indios y españo-
para ministerios y gobierno» (Ca- les instructor y rector. medianas
tálogo de 1619, ARSI, Perú 4I, ff. fuerzas». «Buen ingenio, buen
196 y 218, n.º 46). juicio, bueno prudencia, mu-
1625: «Obrero de españoles e in- cha experiencia, mediano apro-
dios. Buenas fuerzas». «Mediano vechamiento en letras, colerico
ingenio, Mediano juicio, buena de complexion natural, talentos:
prudencia, alguna experiencia, para gobierno y ministerios» (Ca-
mediano aprovechamiento en le- tálogo de 1660, ARSI, Perú 5, ff.
tras, buena complexion natural, 21 y 44v, n.º 278).
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«Jhs
muy Reverendo Padre nuestro en Christo
Pax Christi etj
Por tener en otras escrito a Vuestra Paternidad largo de algunos particula/res
en esta no tratare mas de un punto que aunque es largo/ le querria tratar brebemente
y bien para que Vuestra Paternidad de una vez u con/ el haçierto que todo lo demas
determinase lo que se ha de ha/cer en cosa tan difficultosa como es el govierno de
la compañía en/ tierra tan estendida y para. que esto se comprehenda mejor/ digo
que las partes donde esta la compañía en esta tierra de/ los indios del piru son mu-
chas y muy distantes. porque/ hay desde cartagena a la ciudad de la asumption
del Para/guay ay distancia de mil y 400 lehuas (al costado: de cartagena a la
asumpsion/ del paraguay. 1400 leguas). Lo qual es im/posible oio que lo govierne
un provincial. y asi esto se podria/ dividir en una de 4 maneras./
La 1ª haciendo una provincia de Lima hasta Juli y dos vice/-provincias una
de los Charcas como esta agora y otra del Rei/no. la de los Charcas llega desde
Chiquiabo inclusive/ y sube a Potosi y a Chuquisaca y Tucuman y paraguai don/de
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si lo ha de visitar todo el vice provincial tiene que andar mas/ de mil leguas sin lo
que toca a la mision de Santa Cruz que/ cosa grandissima. La Vice Provincia del
reino toma a quito ya/ Santa Fe ya tarija y cartagena y Panamá y no parece que/
esta division esta buena porque en la subordinacion de los Vice/ Provinciales al
Provincial pareçe q se han experimentado algunos inconvenientes/ que se temieron
y agora se han visto./
El 2.º medio es hacer tres provincias lima, charcas, y nuebo Reino/ y esto
tiene muchos inconvenientes porque la Provincia de los charcas seria/ muy corta
en puestos aunque muy larga en tierra y no ay gente/ para tantas provincias vivirian
en estas provincias con deconsuelo./
El 3.º medio es hacer Provincia por si al nuebo Reino y que los charcas se/
queden vice provincia como esta agora y aunque lo i.º no tiene incon/f.º v.º ve-
niente como luego dire antes es forçoso pero ser Vice provincia los charcas/ tiene
muchos que se han experimentado y se experimentan como diran/ los Padres de
lima. que aunque con la venida del Padre Vice Provincial se ha illustrado/ y me-
jorado algo esto de por aca arriba tambien se puede hacer llevar/ adelante y aun
acrecentar como luego dire sin que esto se divida./
El 4.º y mejor modo de todos sin que lo contradiga nadie y apruebanlo/
todos. es que El nuebo Reino sea provincia distinta en todo y por/ todo. La de lima
llegue hasta tarija que es la raya del Piru./ y desde donde comiença la provincia de
tucuman. y que tucuman/ Paraguay y Chile sea una viçe provincia por agora y en
nada este/ sujeto el vice-provincial al de lima sino solamente en que la provea/ de
algunos sujetos mientras alli ay mas gente y podriase dar/ traça conque el Rei em-
biara por buenos ayres algun buen numero de su/jetos para aquellas 3 provincias y
Vuestra Paternidad podria tambien del brasil em/biar algunos castellanos que alli
estan y que por agora no se funda/sen mas de 3 collegios. uno en la asumption y
que del se acuda a/ la villa del spiritu santo y a Santa fe. y otro collegio en córdova
y del se acuda/ a buenos ayres. ya cuyo y mendoça que son pueblos de españoles
donde/ ay muchos indios. y el 3.º collegio en sanctiago del estero y que/ del se
acuda a otras 4 y 5 ciudades comarcanas. y en sanctiago/ de Chile esta ya fundado
collegio que podra acudir a las ciudades co/marcanas de aquel reino. y aqui se
podrian poner algunos es/tudios mayores. y en la asumption del Paraguai y esto
andando / el tiempo podria ser provincia de por si porque tiene muchoas ciudades
estas/ 3 provincias del Paraguay y de tucuman y reino de Chile y muchos indios./
y asentado esto. que se quede la provincia del Piru como se esta desde/ lima a
Potosi que son 300 leguas y que los Provinciales no es/ten tanto tiempo en lima
sino mucho por aca arriba. Pero con esta/ traça a es la que apeteçen los Padres
de lima y la que realmente conviene/ y agora se cae en la quenta de que importa
executalla, aunque/ habra mas de 6 años que yo la escrebi a Vuestra Paternidad y
en la congregacion/ del año 600 la pleitee harto y aunque entonces no parecio a/
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algunos mal agora pareçe todos bien y crea Vuestra Paternidad que la compañía/
enseñara que esta esto muy bien. Pero ha de ser esto con una condicion/ es que
en chuquisaca aya estudios de latinidad artes y theu/lugia y se podrian mudar con-
forme al Provincial pareciese andan/do el curso de artes por el collegio de Potosi
chuquiabo Cuzco/ y consequenter que se ponga por aca arriba otro noviciado para
lo/ qual ay muchas y efficaces raçones. la 1a el consuelo de estos/ collegios con
ser mayores! la 2a que ay aca mucha gente que/ recibir asi coadjutores como estu-
diantes y no quieren/ ir a una tierra enferma o calurosa como es lima, y/ si quieren
no tienen con que ir 300 leguas. la 3a que se/ ahorrara viaticos tan costosos que
cruesta (sic) traer un suje/to de lima hasta aqui 500 psos. la 4a que es bien que/
aya estudios y noviciado en tierra fria que en lima estan/ enfermos muchos buenos
sujetos studiantes y es for/coso tenellos alli; o mancallos la 5 que es bien/ que aya
por aca noviciado para meter alli un Padre o un / Hermano quando lo han menester
y por hallarse 300 leguas/ del noviciado no se usa este remedio que aliquando es/
necesario. La 6 que con esto creceria esta provincia y se/ illustraria. La 7a que por
no haverlo se despide/ mucha gente muy apta y se embian a otras religio/nes. La
8a que agora ay noviciado en chuqui/saca tambien acomodado en un año como lo
estubo/ en 10 después de començado en lima y con tan/to orden y concierto. y si
los Padres de lima repugnan/ a esto es porque tienen poca experiencia de lo de por/
aca arriba y para que les parezca bien esta traça sera bien/ que no se esten alli azi-
nados todos los Padres graves sino/ que suban de proposito a ser moradores destos
colle/gios et tunc intelligent quanto conviene esto. y crea/me Vuestra Paternidad
que esta es la mejor traça de todas. y de/ menos inconvenientes. spero en nuestro
Señor que Vuestra Paternidad/ sin aguardar muchos pareceres (a lo menos de los
Padres/ de lima porque se que an de ser contrarios en esto de estudios/ y noviciado
por aca arriba) mandara executar esta/ traça que es la que sin duda conviene y
deste parecer son/ todos los Padres graves que ay por aca arriba y el Padre Vice/
Provincial que lo ha visto mas de proposito. y como son estos/ collegios de poca
gente y sin estudios y noviciado vienen/ aca los provinciales como gatos sobre
ajenas parecien/doles todo asco y de poca consideracion sino lo de li/ma y por eso
en acabando de ser provinciales los haviâ/ de hacer Rectores o moradores destos
collegios que yo seguro/ que diran otro parecer Pero los que tienen larga experien-
cia de por/ aca arriba sienten lo que he dicho. Vuestra Paternidad vera lo que mas
convie/ne y asi no mas de que en los santos sacrifficios y oraciones de Vuestra
Paternidad / mucho me encomiendo de Potosi y abril 1.º , de 606
P. Valentin de Caravantes
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