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URBANISMO

CIUDAD, URBANISMO Y URBANIZACIÓN.

SOBRE LOS ORIGENES DE LA URBANIZACIÓN Y DEFINICIÓN


DE CIUDAD.

Durante la mayor parte de su historia el hombre fue nómada, puesto que


para subsistir tenía que buscar los alimentos, y donde los hallaba, como
desconocía las técnicas de almacenamiento, prontamente los agotaba,
viéndose obligado a reemprender sus desplazamientos. También los cambios
estacionales eran de gran influencia en ese constante movimiento migracional.

Las manifestaciones iniciales del sedentarismo sólo fueron posibles a


partir de la práctica agrícola, quizá al descubrir que las semillas dejadas en el
suelo en algún viaje anterior se habían reproducido en frutos iguales a los
consumidos.. Entonces se construyeron viviendas más permanentes, y las
tendencias gregarias dieron lugar a las primeras villas agrícolas.

Pero las villas agrícolas resultaban incapaces de albergar a demasiadas


personas, porque las tecnologías productivas eran sumamente extensivas. Por
ejemplo, la del paleolítico apenas permitía densidades entre 0,20-0,40
habitantes por kilómetro cuadrado. De acuerdo con otras referencias, las
sociedades cazadoras y recolectoras necesitaban 2,6 kilómetros cuadrados
para mantener un máximo de diez personas, mientras que en las villas
agrícolas, esa misma superficie todavía no bastaba para más de 25 personas. Y
además de tener que ser bastante pequeñas, tales villas tenían una permanencia
precaria, ya que rápidamente acababan con la riqueza del suelo que las
circundaba, debiendo sus habitantes mudarse a un nuevo lugar, deficiencia que
se superó cuando se aprendió la fertilización con desechos humanos y
animales.
Posteriormente innovaciones en el control del medio natural,
particularmente en las tecnologías agrícolas, dieron a las pequeñas aldeas la
capacidad de cultivar con creciente eficiencia, pudiendo obtener una
producción más que suficiente para la satisfacción de las necesidades de sus
integrantes. El excedente de producción agrícola hizo innecesario que la
totalidad de la mano de obra estuviese consagrada al cultivo, y alguna
proporción de ella pasó a la producción de otros bienes (artesanales) y
servicios (políticos, religiosos, militares y curativos). Es decir, apareció la
división del trabajo, y con ella, la especialización de funciones y la
interdependencia social. Esta interdependencia social implica, a su vez, la
menesterosidad individual, la cual ha sido vista como una primerísima
condición antropológica y ontológica que está a la base del fenómeno ciudad.

Lógicamente que la imposibilidad de autosuficiencia individual y su


consiguiente tendencia a habitar en cercanía de otros, a aglomerarse, se
tradujo en la concentración de los más dependientes, los dedicados a las
actividades no agrícolas, lo que constituye, precisamente, el elemento
distintivo más característico, la esencia, de cualquier ciudad. Así, como
definición válida para las de nuestros antepasados y las de la actualidad, “Una
ciudad es una agrupación humana cuyos habitantes no pueden producir, dentro
de sus límites, todo el alimento que necesitan para subsistir. Este rasgo es
común a las ciudades de todas clases”. Según otra definición que también
insiste en su carácter no agrícola, la ciudad es una “concentración de mucha
población con fines residenciales y productivos. Dado el número y
aglomeración de los habitantes, es evidente que no podrían subsistir de sus
propios cultivos, sino que, al contrario, dependen del intercambio de
productos y servicios”.

Por supuesto que hubo ciudades amuralladas con espacios internos


destinados a la agricultura y la ganadería, a fin de que sus ciudadanos pudieran
soportar un largo asedio. Pro estas ciudades semi-auto-abastecidas han sido la
excepción y sólo sobrevivieron por cortos períodos. En primer lugar, laa
construcción de grandes murallas siempre resultó muy costosa y difícil. En
segundo lugar, por simples razones militares, mientras más extensas fueran las
murallas, la defensa de la ciudad se hacía más trabajosa; y si se traían los
hombres necesarios para su protección, entonces había un mayor número de
bocas que alimentar, que terminaban consumiendo el exceso de producción
permitido por las grandes murallas.

En todo caso, las concentraciones urbanas no hubieran sido posibles si,


paralelamente a su adiestramiento en el control del ambiente, el hombre no
adquiría un mayor dominio sobre la vertiente colectiva de su comportamiento,
indispensable para la convivencia a mayores niveles de densidad y en
relaciones mucho más intrincadas que las predominantes en un núcleo
familiar, villa agrícola o grupo tribal. Ello trajo como consecuencia la evidente
necesidad de establecer una organización social que impusiera el orden urbano
y su control sobre el entorno rural, a los fines de asegurar la producción y
distribución de los excedentes agrícolas.

También hay que destacar el papel decisivo que los factores naturales
jugaron en la aparición de las primeras ciudades. En efecto, las referidas
innovaciones agrícolas tuvieron que ocurrir en un ambiente favorable, en
términos de suelos fértiles, suministro estable de agua y buenas condiciones
climáticas. También jugó un papel determinante la relativa accesibilidad de
los asentamientos, a los fines de permitir el transporte de los alimentos,
maderas, piedras y demás materias primas requeridas para el sustento de sus
habitantes, la construcción de edificaciones y la realización de actividades
artesanales. Esas facilidades de transporte eran igualmente necesarias para la
exportación de los bienes producidos en la ciudad y para mantener su ya
referido control sobre el medio rural.

Estas circunstancias y condiciones confluyeron hace unos 6.000 años,


en los Valles del Nilo,el Tigris y el Eufrates, y fue entonces y allí cuando la
humanidad presenció el nacimiento de las primeras ciudades.

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