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¿Qué es Pecado?

Autor: Dennis E. Priebe

El punto central, me parece a mi, que determina ambas direcciones de creencias - el fundamento y
la premisa de toda la controversia - es la interrogante: ¿Qué es el pecado? Después de todo, todo el
evangelio se centra en cómo somos salvados del pecado. Es el pecado lo que nos ha causado estar
perdidos, y el evangelio son las buenas dádivas de cómo somos redimidos del pecado. Ahora la
mayoría de nosotros parecería que hemos asumido, tal vez durante toda nuestra vida, que sabemos
lo que es pecado, pero como es típicamente cierto de la mayoría de las cosas que nosotros hemos
aceptado sin examinar cuidadosamente, nuestras aseveraciones pueden ser simples suposiciones no
probadas que necesitan de un cuidadoso replanteamiento. Es justamente en este punto que el
adventismo ha sido retado como poseedor de una definición no precisa y errónea del pecado, la cual
ha conllevado a posiciones erróneas respecto a la justificación por la fe.
La pregunta crucial es ¿Cuál es la naturaleza del pecado por el cual el hombre es considerado
culpable, tan culpable que él debe morir en el fuego infernal a menos que sea rescatado por la
gracia de Dios? Debemos ser precisos al definir la naturaleza del pecado, de manera que podamos
saber exactamente de qué es que el Evangelio nos rescata. ¿De qué debemos ser perdonados? ¿Qué
debe ser sanado para que escapemos de la muerte eterna?
Cuando visitamos a un médico, él primero debe determinar con precisión (esperamos), la
naturaleza del problema que nos aflige antes que él pueda recetar una terapia o medicina que nos
pueda sanar. Justamente ocurre lo mismo con el pecado. Debemos saber donde reside nuestra
culpa, de manera que podamos aplicar el evangelio para corregir la enfermedad.

1.- ¿Qué es Pecado?

La justificación por la fe es probablemente el tema más importante de todos los temas


bíblicos y se encuentra en la base de cualquier discusión de como los hombres y las mujeres son
salvos. Pero, ¿Qué es justificación por la fe y cómo se relaciona con el evangelio? Hemos tenido
mucha controversia dentro de la iglesia Adventista sobre este tema. Es muy significativo que en el
debate serio de este asunto siempre somos dirigidos hacia un tema que está en la base de todos los
otros temas:
¿Qué es pecado? ¿Por qué estamos tan preocupados por un tema que parece tan
negativo? Simplemente porque las conclusiones que uno tenga de lo que es la justificación por la fe
dependen de la definición que uno le de al pecado. ¿Por qué es el hombre culpable? ¿Por qué razón
condena Dios al hombre? ¿Por qué dice Dios que el hombre debe morir en el fuego del infierno? Lo
que decimos de lo que es pecado afecta cualquier otra decisión que tomemos sobre la naturaleza de
la justificación por la fe.
Quizás pensamos que sabemos qué es el pecado. Sería de gran ayuda reexaminar nuestras
suposiciones y decidir por nosotros mismos qué queremos decir cuando usamos la palabra pecado.
Todos sabemos que hemos pecado, pero ¿cómo? Cuando vamos al médico, él debe descubrir qué es
lo que está mal antes de dar la prescripción correcta. Así pues, saber qué anda mal en nuestras vidas
antes que Jesucristo nos pueda salvar de nuestro problema, nuestro pecado. Debemos conocer la
naturaleza de la enfermedad a la cual el remedio sería aplicado.
Demos una mirada hacia atrás y veamos el pecado con el cual comenzó todo el problema
que tenemos en este mundo. Conocemos que Adán escogió pecar voluntariamente. Sabemos que él
se volvió culpable por su decisión. Pero, ¿qué de nosotros? ¿Somos culpables por el pecado de Adán,
porque nacimos como descendientes de Adán? ¿Somos culpables porque heredamos la naturaleza
caída de él? ¿O somos culpables porque decidimos repetir el pecado de Adán?
Así que, volvamos otra vez a la pregunta sobre la naturaleza del pecado. ¿Qué debe
perdonar y sanar el Evangelio? La pregunta básica que debe ser contestada es esta: ¿Cuál es la
naturaleza del pecado por el cual una persona se considera culpable, tan culpable que moriría en las
llamas del infierno a menos que Dios la perdone? ¿Cuál es la naturaleza de ese pecado?

2.- El Pecado Como Naturaleza.

Ahora nosotros debemos comenzar con definiciones precisas. Muchas definiciones se han
formulado a través de los siglos. Un grupo dice que nuestra culpabilidad es el resultado inevitable de
algo llamado pecado original. De acuerdo a esta forma de pensar el pecado original no es la
elección de Adán de pecar. Lo que quiere decir es el estado o condición en la cual nacemos como
resultado o por el pecado de Adán, nacemos pecadores. Aunque el término pecado original ha sido
usado por muchos teólogos, quizás necesitamos apartarnos del término como tal y hablar del
asunto que está detrás del término. Algunas veces los términos teológicos tienden a oscurecer en
vez de clarificar. ¿Qué significa realmente el término?
El pecado original puede ser definido de varias maneras. Algunos dicen que somos
culpables porque heredamos el pecado de Adán. Algunos dicen que somos culpables no porque
heredamos la culpabilidad, pero, a causa de que nacimos como hijos e hijas de Adán, y se nos
imputa la culpa por haber nacido en una raza caída. Así la culpabilidad de Adán se nos imputa a
nosotros.
Otra variación dice que no somos culpables porque se nos imputó como culpables o porque
heredamos el pecado, sino porque nacimos en una condición separada. Nacemos separados de Dios
y esa es nuestra culpabilidad. Y es por esta separación que somos culpables. Algunos hasta han
llegado a decir que no somos culpables personalmente, sino que nacemos condenados como parte
de la raza caída.
Pero el común denominador en todas estas apreciaciones es que somos culpables o
condenados porque nacimos en la familia humana. Así que de cualquier manera en que se expliquen
estos varios puntos de vista, lo que se está diciendo es que la culpabilidad o condenación se heredan
por naturaleza. Nuestra naturaleza caída es nuestra culpabilidad.
Pero aún se dice más y esto es, que tenemos dos clases de pecado en nuestras vidas: 1)
Que somos culpables por nuestro nacimiento como parte de la raza, y 2) Que somos culpables a
causa de nuestros propios pecados, nuestras propias decisiones y nuestros actos de rebelión. Ambos
aspectos son pecado. Así aunque hay dos aspectos del pecado, es decir, nuestro nacimiento en la
raza caída y nuestras decisiones rebeldes, ya estamos condenados a causa de nuestro nacimiento,
antes de nuestras decisiones. Esta es la base del término pecado original. Somos culpables o
condenados en el momento en que nacemos, por el pecado de Adán.
Las implicaciones de esta creencia se expresan en las siguientes declaraciones. “El pecado
existe en el ser antes que seamos conscientes de él”. “Hay culpa en los deseos malos aún cuando son
resistidos por la voluntad”. “El pecado es nuestra naturaleza depravada y todos sus frutos”. Así
usted ve que de acuerdo con esta definición, el pecado existe antes de la elección y aún antes del
conocimiento. El pecado existe en nosotros antes que podamos comprender y hacer decisiones
referentes al bien y al mal. El pecado mora en nosotros a causa de nuestro nacimiento en la raza
caída.
Juan Calvino, uno de los más grandes teólogos sistemáticos, dijo esto acerca del pecado y
la culpa. “Todos nosotros entramos a este mundo con el contagio del pecado ... Estamos a la vista
de Dios contaminados y corrompidos. La impureza de los padres se transmite a sus hijos ... Todos
son originalmente depravados ... La culpa viene por naturaleza”. Calvino dice que la corrupción
hereditaria y la depravación de nuestra naturaleza es designada como pecado por Pablo. “Aún los
infantes traen su condenación con ellos del vientre de sus madres y sufren ... por sus propios
defectos”. Y claro esto es pecaminoso a la vista de Dios, porque Dios no condena sin culpa. “El
hombre en su totalidad ... está lleno ... que no hay una parte que permanezca ajena al pecado, y así,
todo lo que sale de él se le imputa como pecado ... los hombres nacen viciosos ... todos somos
pecadores por naturaleza”. Juan Calvino, Instituciones de la Religión Cristiana, Libro II, capítulo 1 Nº
5,6,7,8,9,10,27.
Usted ve que este entendimiento de pecado hace claro por qué la Iglesia católica, Martín
Lutero y Juan Calvino vieron la necesidad de bautizar a los niños pequeños. Si de hecho uno es
culpable por naturaleza, es imprescindible que uno sea bautizado inmediatamente cuando nace
para ser libre de este pecado, y ser limpio de la culpabilidad de nacer. El bautismo de los niños es
extremadamente importante para quienes tienen el problema del pecado original. Así Martín Lutero
y Juan Calvino argumentaron enfáticamente esta necesidad. Tan pronto nacen, los niños deben ser
bautizados y hechos limpios del pecado inherente en ellos. Lutero y Calvino estuvieron ambos de
acuerdo y recibieron su entendimiento del pecado original de San Agustín.
Lutero y Calvino también sostuvieron la doctrina de la predestinación, que también
recibieron de San Agustín. San Agustín creyó que Dios había predestinado a todos los hombres para
ser salvados o condenados. Martín Lutero y Juan Calvino siguieron sus pisadas y construyeron la
doctrina de la justificación por la fe sobre la presuposición de la predestinación. El pecado original
cuadra muy lógicamente con la doctrina de la predestinación.
Hay aún otra dimensión en la creencia de que el pecado es inherente (heredado) en la
naturaleza. Cuando Adán pecó, perdió la habilidad para no pecar, así que todo lo que le quedó fue la
habilidad para pecar.
Cualquiera que fueran las decisiones que Adán tomara, serían decisiones pecaminosas.
Adán después de su pecado, fue únicamente capaz de pecar, y nosotros como miembros de la raza
humana pecadora, lo único que estamos en capacidad de hacer es pecar, y lo único que Dios puede
hacer es perdonar nuestro pecado.
Lo que estoy diciendo es que esta doctrina tiene muchas maneras de ser expresada. Pero el
concepto básico de todas estas definiciones, es que nosotros nacemos siendo pecadores. Nosotros
nacemos culpables y condenados. Nosotros somos culpables o condenados por ser parte de la
familia de Adán.
Sería bueno notar rápidamente la apreciación de Emil Brunner sobre esta doctrina. “De
este modo la doctrina eclesiástica, que está basada enteramente sobre la idea de la caída de Adán y
la transferencia de su pecado a las generaciones sucesivas, sigue un método que en ningún sentido
es bíblico.
Aún el pasaje de Rom. 5:12, que parece ser una excepción, y que ha sido considerado como
el locus classicus (que ocupa un lugar clásico) de la teología cristiana desde el tiempo de San
Agustín, no puede ser considerado como el sustentador de la doctrina Agustiniana, que fue seguida
por las generaciones siguientes. Aquí, Pablo no intenta explicar qué es el pecado; de hecho, no hay
nada que indique que Rom. 5 describe la naturaleza del pecado”. “La teoría del pecado original que
vino a ser la norma para la doctrina cristiana sobre el hombre, desde el tiempo de San Agustín, es
completamente extraña al pensamiento bíblico”. “El pecado, primero que todo, debe ser entendido
como un acto, particularmente como una caída, como un activo rompimiento con el Divino
comienzo, como una activa desviación del orden Divino ... El pecado es un acto. Esta es la primera
cosa que podemos decir que es pecado. Únicamente como un segundo punto podemos decir: Este
acto es siempre, y al mismo tiempo una condición, una existencia en acción, una condición en que
no se puede hacer otra cosa, una condición de esclavitud” Emil Brunner. La Doctrina Cristiana de la
Creación y la Redención, página 98-99, 103, 109.
Me gustaría sugerir que la evidencia que sostiene la doctrina del pecado original, en
cualquier forma como se explique, por inherencia, ya sea por imputación o por separación, no es
una enseñanza claramente bíblica como algunos han pensado que es. Hay por lo menos otra
manera de entender los textos que son usados para fundamentar esta doctrina del pecado original.

3.- El Pecado como Elección.

Enfoquemos la segunda definición de pecado, es decir, como elección. En esta definición


estamos diciendo muchas de las mismas cosas que han sido declaradas en las definiciones
anteriores del pecado original.
Nosotros creemos que en la naturaleza original de Adán nada hubo que estuviera en
rebelión contra Dios. Ningún deseo lo impulsó a estar fuera de la voluntad de Dios. Para Adán era
natural hacer todo recto; para Adán era extraño hacer el mal. Pero con la caída, algunas cosas
cambiaron en la naturaleza de Adán, en la parte más profunda de su ser. La caída trajo para Adán
una tendencia al mal. Su naturaleza estaba ahora distorsionada y torcida; ahora Adán quería hacer
lo que antes odiaba, rebelarse contra Dios. Ahora para Adán era natural pecar. Ahora era extraño
hacer lo recto.
Así que cuando nosotros decimos que heredamos una naturaleza caída de Adán, nosotros
debemos entender a cabalidad lo que esto significa. Nosotros sí heredamos la maldad, la debilidad y
la corrupción de Adán. Nosotros tenemos deseos iguales a los que tuvo Adán en su estado
pecaminoso. Nosotros deseamos hacer el mal. Nosotros deseamos rebelarnos contra Dios. Es difícil
para nosotros hacer el bien. Es más natural para nosotros hacer el mal. Pienso que si somos
honestos con nosotros mismos, admitiremos que somos nuestros propios tentadores muy a menudo.
Realmente no necesitamos que Satanás nos rodee y nos tiente con todo tipo de ideas, porque
nosotros somos muy capaces de tentarnos a nosotros mismos. Nuestra naturaleza nos descarría. El
egoísmo parece estar en la raíz de nuestras vidas, proponiéndonos cosas que sabemos que no
debemos hacer. Así que, sí heredamos tendencias negativas de Adán, que nos llevan a hacer el mal.
La diferencia entre esta definición y la definición anterior del pecado, es que nosotros no
heredamos culpa o condenación. Nosotros sí heredamos cada cosa que Adán pudo habernos legado.
Heredamos todas las propensiones, todas las tendencias, todos los deseos, y nacemos en una
manera que realmente Dios no escogió para que el hombre naciera. Pero esta definición dice que el
pecado personal viene cuando decimos: El pecado, en sí mismo no es heredado. La culpa no es por
naturaleza; pero cuando nosotros decidimos rebelarnos contra la luz y el conocimiento del deber,
entonces nosotros venimos a ser culpables. Nosotros decidimos hacer la decisión de Adán, la
decisión de rebelarnos contra Dios, y entonces somos culpables.
Debemos admitir que la naturaleza depravada hace fácil el pecar, tomar decisiones
pecaminosas. Pero el punto que yo quiero enfatizar, es que nosotros somos culpables cuando
tomamos estas decisiones, y no antes. Por lo tanto, creo que nosotros debemos distinguir
cuidadosamente entre el concepto del mal y de culpa. Hemos hecho un bosquejo de las dos
definiciones básicas de pecado. Dependiendo de la definición que decimos creer, la justificación por
la fe estará iluminada de una forma diferente. Las decisiones que tomemos sobre la justificación y
santificación serán diferentes dependiendo de la decisión que hagamos sobre la naturaleza del
pecado.

4.- Mal y Culpa.

Si queremos definir el pecado como decisión, debemos hacer una diferencia entre el mal y
la culpa. Hay mucho mal en el mundo de hoy, aún en el reino animal. Pero no le imputamos culpa a
todo el mal que hay en nuestro mundo hoy.
Una de mis ilustraciones favoritas es la del gato. Nos gozamos con los gatos que se
recuestan en nuestros pies, que les gusta que los toquen y vienen a buscar su plato de leche tibia.
Pero a veces nos olvidamos que hay otro aspecto en nuestras mascotas caseras. ¿Se han dado
cuenta de que los gatos no son misericordiosos con los ratones que agarran para su próxima
comida? Cuando son capaces de agarrar un ratón, no lo sacan rápidamente de su miseria, sino que
juegan con él. De hecho torturan al ratón, hasta que el ratón encuentra que físicamente le es
imposible escaparse y finalmente se rinde.
¿Qué le haríamos a un ser humano que torture a un animal o a un ser humano en esa
forma? Lo consideramos culpable del más terrible de todos los crímenes y probablemente lo
encerraríamos por el resto de su vida. ¿Pero qué hacemos con el animal que ha hecho eso, nuestro
gato? Decimos que eso es parte de la vida. No es bueno que el ratón sufra, pero el gato tampoco es
culpable. Así pues, vemos que hay algunos actos que son vistos como malos, pero que son parte
natural de los resultados del pecado, y hay otros actos tan malos por los cuales una persona puede
ser considerada culpable.
Ahora llevemos esto a un nivel humano. Si estamos clavando un poste y le pedimos a un
amigo que nos sostenga el poste para que podamos enterrarlo más fácil, es posible que por error le
demos en su dedo en vez de darle al poste. El dedo le va a doler, se le pondrá morado y tomará
algún tiempo para sanar, pero nuestro amigo probablemente no nos acusará de culpa personal.
Considerará que todo fue un desafortunado accidente.
Adelantémonos un paso más para aclarar el punto. Si un niño pequeño juega con una
pistola y le dispara a su hermano o hermana mayor, le quitaríamos la pistola al niño y la
guardaríamos mejor desde ese momento. No condenaríamos ni juzgaríamos al niño como culpable.
Pero si un muchacho de 20 años toma la misma arma y le dispara a alguien, inmediatamente nos
preguntamos ¿por que? Nos gustaría saber primero todo, si lo hizo con malicia.
Así que, hay una diferencia entre los conceptos de mal y de culpa. La palabra mal
sencillamente quiere decir algo incorrecto, malo o negativo, los resultados del pecado en un mundo
maldito. La culpa se aplica a la responsabilidad moral por los pensamientos o hechos malos.
Lo que estoy diciendo, es que los árboles y animales están llenos de pecado y mal, pero no
son condenados ni redimidos por Dios, pues no tienen conocimiento de valores morales. Sólo el
hombre tiene conocimiento de valores morales, y por este conocimiento se le condena como
culpable por cualquier acto malo. Si vamos a creer que el pecado es por decisión, debemos hacer
una diferencia crucial entre mal y culpa. La culpa necesita conocimiento previo y rebelión voluntaria.
Estoy sugiriendo que la condenación de Dios siempre está basada en el conocimiento previo que el
hombre tenga. Santiago lo dice claramente, “y al que sepa hacer lo bueno y no lo hace, le es
pecado” Santiago 4:14.

5.- Resultado y Penalidad.

Ahora debemos verificar la hipótesis de que hay una diferencia entre los conceptos de mal
y de culpa. En Génesis 2:17 una pena clara y precisa se da por la rebelión contra Dios. Dios le habló a
Adán: “Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día en que de él
comieres, ciertamente morirás”. Nosotros hemos estado confundidos con este versículo, porque es
claro que cuando Adán comió del fruto que le dio Eva, él no murió ese día.
Hemos dicho algunas veces, bueno, él comenzó a morir. Pero el hebreo simplemente dice,
“en el día que comiereis morirás” y es una buena traducción. ¿Por qué Adán no murió ese día? ¿Por
qué la pena de muerte no fue impuesta enseguida en su caso? Porque el rescate fue hallado. “El Hijo
unigénito de Dios se ofreció a tomar el pecado del hombre sobre él mismo y hacer expiación por la
raza caída”. EGW, 1 SDABC: 1082.
En el instante cuando el hombre aceptó la tentación de Satanás, e hizo cada cosa que Dios
le dijo que no hiciera, Cristo, el Hijo de Dios, se puso entre la vida y la muerte diciendo: “El castigo
caiga sobre Mi; me colocaré en lugar del hombre. Él tendrá otra oportunidad” Idem:1085. “Así tan
pronto como vino el pecado, así vino un Salvador ... Tan pronto como Adán pecó, el Hijo de Dios se
presentó como el Fiador para la raza humana, con todo el poder para quitar la pena de muerte
anunciada, como cuando él murió en la cruz del Calvario” Idem:1084.
¿Por qué no murió Adán ese día? Porque el substituto se colocó entre la pena de muerte y
Adán ese día. Jesús tomó el lugar de Adán ese día. Esto nos puede ayudar a entender Apocalipsis.
13:8 cuando dice que el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. Como Fiador del
hombre, Jesús en efecto pagó la culpa aquel día, colocándose entre Adán y la pena de muerte.
Muy pronto Adán ofreció su primer sacrificio animal con el significado para él, que el Hijo
de Dios morirá en su lugar. La culpa por el pecado de Adán fue pagada inmediatamente por Jesús.
Jesucristo tomó el lugar de Adán inmediatamente.
¿Pero pagará Adán la pena algún día? ¿Morirá Adán para pagar su pecado? ¿Por qué
Adán murió 930 años más tarde? ¿Pagó alguna vez la pena? ¿O sencillamente murió como
resultado de las consecuencias naturales del pecado?
De hecho, se nos dice que su muerte fue una bendición, porque él sufrió mucha agonía
sabiendo que su pecado había causado todo el pecado, el dolor y el sufrimiento del cual él mismo
había sido testigo por 900 años. Su muerte fue un alivio.
La muerte natural de Adán fue el resultado de su pecado, más bien que su pago o muerte
por pecado. La pena había sido pagada por Jesucristo. Adán había ofrecido el cordero mostrando
que él había entendido que la pena de muerte había sido pagada. Pero la maldición, las
consecuencias propias del pecado permanecieron.

PECADO

MAL CULPA

MUERTE INFIERNO

(Resultado) (Pago del Pecado)

Esto quiere decir que debemos dividir la idea básica en columnas separadas. La columna
del lado izquierdo se denomina el mal e incluye todas las cosas que resultan inherentes del pecado.
Todo este mal lleva a la muerte, el sufrimiento, y todos los acontecimientos negativos que vemos
alrededor nuestro.
La columna de la derecha se denomina culpa. Y esta columna nos lleva a la segunda
muerte o al infierno, que es el castigo por el pecado. Así tenemos realmente dos consecuencias del
pecado, que los seres humanos, los animales y la naturaleza en general experimenta y que llevan a
la primera muerte. En el otro lado tenemos la culpa, que nos lleva a la pena por el pecado, que es la
segunda muerte, la cual ha sido pagada por Jesús. Si nosotros decidimos aceptar a Jesús como
nuestra salvación, nunca moriremos la segunda muerte.
Ahora, es verdad que la expiación cubre todas las consecuencias del pecado. Yo sugeriría
que la expiación tiene que ver con la parte de la culpa, perdonando y con los resultados del mal,
recreando y restaurando aquello que la maldición del pecado ha hecho. El trabajo de la expiación se
dirigirá así, a la restauración de todas las cosas al plan original de Dios, pero no perdona aquellas
cosas que están en la columna de la izquierda. Solamente perdona aquellas áreas en el lado de la
culpa. Perdona únicamente la pena por el pecado.
Así los términos justificación, perdón, salvación, el evangelio, justicia y santificación, se
aplican a la columna de la derecha. Estos términos tienen que ver con la culpa, la pena y el infierno.
Yo estoy estableciendo una diferencia básica entre los resultados del pecado y la pena por el
pecado.
Hay una diferencia fundamental entre la primera muerte. La condenación y la salvación
conciernen particularmente con la culpa y la pena. En esta área es que debemos enfocarnos cuando
hablamos de justificación por la fe.
Miremos algunos textos del Nuevo Testamento a ver si tenemos una evidencia amplia de
esta distinción. En Lucas 13:1-5 Jesús narra una historia dirigida a dar una lección. Lucas dice que
“en este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre
Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. En otras palabras, ellos habían sido muertos. Jesús
les respondió: ¿Pensáis que estos galileos porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que
todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”.
Aquí vemos que la muerte de estos galileos no fue el resultado directo de sus pecados.
Jesús dijo que estos galileos sobre quienes cayó la torre, no eran más culpables que otros por haber
sufrido tal muerte. Aquí esto es claro. La primera muerte que ellos experimentaron no estaba
directamente unida a su culpa.
En Juan 9:1-3 dice, “Al pasar Jesús, vio a un ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus
discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió
Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino que para que las obras de Dios se manifiesten en él”.
Otra vez Jesús estaba diciendo que su ceguera, la maldición con la cual él había sido afligido, no era
el resultado de un pecado personal, pero sí causado por una debilidad heredada. Jesús hace una
diferencia entre la culpa personal y los efectos inherentes o resultados del pecado. Otro texto
importante está en Juan 5:24-25. A menos que hagamos una distinción en este capítulo, tendremos
a Jesús contradiciéndose a Sí mismo en estos pasajes: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi
palabra, y cree en el que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasado de
muerte a vida”.
Jesús está diciendo que ahora, hoy, si creemos, tendremos vida eterna. Ahora mismo
estamos pasando de muerte a vida. Él continua diciendo: “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora,
y ahora es cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán”. En el
versículo nosotros estamos libres de la muerte y tenemos vida eterna ahora. En el versículo 25
quienes mueran oirán la voz del Hijo de Dios en la resurrección que viene. A menos que hagamos
una distinción entre la primera muerte y la segunda muerte, nos encontraremos en una
contradicción desesperada.
Jesús está diciendo que hoy mismo tenemos vida eterna en Él. Somos liberados de la pena
de la culpa. Hemos sido liberados y nunca moriremos la segunda muerte, que es la paga por el
pecado. Con excepción de los que serán trasladados, moriremos la primera muerte llamada un
sueño (tal es el caso de Lázaro). Más tarde oiremos la voz del Hijo de Dios y nos levantaremos del
sueño de la primera muerte. Así que aún los que son perdonados y se les ha dado la vida eterna
morirán como resultado de la maldición del pecado de Adán. Moriremos porque estamos en un
mundo que está muriendo. La primera muerte no puede ser la paga por el pecado, porque quienes
posean la vida eterna también morirán en la primera muerte. Sencillamente, la vida eterna significa
que no hay segunda muerte, que es la paga por el pecado. Otro texto donde se expresa claramente
este pensamiento es el de Juan 5:11-13, donde se nos dice que tenemos vida en Cristo hoy, ahora, y
sin embargo sabemos que moriremos.
Pienso que tenemos buenas evidencias en la Escritura que hay dos consecuencias
diferentes del pecado. Primero, la maldición del pecado que es la primera muerte. Segundo, la paga
por el pecado que es la segunda muerte.

6.- Luz y Elección.

¿Es realmente verdad que la culpa es el resultado de una decisión personal y no el


resultado de nuestro nacimiento como hijos de Adán? ¿Podemos nosotros sostener con la Biblia que
el pecado y la culpa vienen de una elección y no porque nosotros nacimos en la familia humana
perseguidos por los resultados inherentes del pecado? Miremos la evidencia bíblica.
En Rom. 7:7-9, Pablo habla acerca de la ley y nuestra relación con ella. Pablo dice: “Qué
diremos pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley;
porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: no codiciarás. Mas el pecado tomando
ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y
yo sin la ley vivía en un tiempo, pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí”. Aquí
Pablo dice que conocimos el pecado porque la ley nos lo señala, y si no conocemos la ley, realmente
no tendremos ningún conocimiento o entendimiento del pecado. Pablo llega a decir que sin la ley, el
pecado está muerto. Nosotros pecamos cuando entendemos y elegimos estar en contra de Dios.
En Juan 15:22-24, Jesús le dijo a sus discípulos, justo antes de su muerte: “Si yo no hubiera
venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado”. “Si
yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora
han visto y han aborrecido a Mí y a mi Padre”. A causa de que la gente conoció a Jesús y lo que Él
había hecho, ellos fueron responsables por la manera como recibieron a Jesús. Por su venida y el
conocimiento que tenían de Él, si lo rechazaron, fueron culpables.
En Juan 9:41, Jesús responde algunas críticas de los fariseos. Él dice: “Si fuerais ciegos, no
tendrías pecado; mas ahora porque decís vemos, vuestro pecado permanece”. Esto es si usted
verdaderamente fuera ciego, si usted realmente no le hubiera conocido, entonces no sería culpable
de pecado. Pero usted dice, vemos; entonces usted es culpable de pecado.
No parece claro aquí que el pecado y la culpa están unidos estrechamente al conocimiento,
entendimiento y la luz. Quizás el factor que hace la distinción entre las dos columnas que usamos
primeramente (que nos ayudó a diferenciar el mal de la culpa) es el término bíblico luz. Porque lo
que cambia el mal en culpa es la luz o el conocimiento, o el entendimiento, y las decisiones hechas
en base a la nueva luz, o entendimiento.
El libro de Santiago nos da alguna luz sobre este problema. Santiago dice: “El pecado está
en aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace”. Quien conoce lo que es bueno y falla en hacerlo,
para esa persona eso es pecado. Otra vez el conocimiento y la culpa están estrechamente unidos.
Santiago 1:15 dice: “Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el
pecado siendo consumado da a luz la muerte”. Aquí vemos un desarrollo de la concupiscencia
(deseo) hasta llegar al pecado. El pecado no está necesariamente en el deseo en sí mismo. El pecado
es lo que éste deseo produce. El pecado es la complacencia de ese deseo.
En el Antiguo Testamento, Ezequiel 18:2-4 se refiere a un proverbio usado por los hijos de
Israel: “Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres
comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera? Vivo yo, dice Jehová el Señor,
que nunca más tendréis por que usar este refrán en Israel.
He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía;
el alma que pecare esa morirá. En el versículo 20 Ezequiel enfatiza el principio bíblico: “El alma que
pecare esa morirá. El hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo”.
Responsabilidad individual para decisiones individuales. La libertad individual de elección.
Ahora, ¿Qué hace Dios con aquellos que ignorantemente están practicando la maldad y
están en desarmonía con la voluntad de Dios? ¿Cómo maneja Él esta situación? Pablo dice en
Hechos 17:30: “Pero Dios habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a
todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”. En tiempos de ignorancia los hombres están
haciendo maldad. Ellos están haciendo lo que no está en armonía con la voluntad de Dios. ¿Cómo
maneja Dios este problema? De acuerdo con este versículo, Él pasa por alto el tiempo de la
ignorancia. Él no perdona pero sí pasa por alto. Pero cuando la luz y el conocimiento llegan,
entonces el mal se convierte en culpa. Por ese pecado hecho, a pesar del conocimiento, el pecador
debe arrepentirse y buscar perdón.
La declaración del Señor en Mateo 11:21-24 se hace un poco más clara con este
entendimiento: “¡Ay de ti Corazín! ¡Ay de ti Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho
los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en
ceniza. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de
Sodoma, que para tí”.
En términos de cantidad de obras malas, yo estoy seguro que Sodoma aventajó a
Capernaum. Pero la condenación fue mayor para Capernaum. ¿Por qué? Capernaum tuvo más luz.
Ellos tuvieron el privilegio de aceptar a Jesús mismo. Claro está que Sodoma había hecho cosas
malas, pero muchas de esas cosas malas las había hecho con poca luz. Ellos no entendieron el
camino de Dios para ellos. A causa de su ignorancia no fueron tan culpables como fue la gente de
Capernaum, que habían rechazado mayor luz. Así Capernaum fue más culpable que Sodoma, porque
ellos tenían más luz. Su decisión fue basada sobre un conocimiento más completo. Salmo 87:4-6
sugiere que el Señor toma nota donde nace un hombre. Él hará juicio sobre la base de donde un
hombre está, que pasado ha tenido, y cuanto entendimiento ha tenido de la voluntad de Dios.
Elena de White hace algunas declaraciones importantes sobre el pecado y la culpa: “Es
inevitable que los hijos sufran las consecuencias de la maldad de sus padres, pero no son castigados
por la culpa de sus padres, a no ser que participen de sus pecados ... Por herencia y por ejemplo, los
hijos llegan a ser partícipes de los pecados de sus progenitores. Las malas tendencias, los apetitos
pervertidos, la moralidad depravada, además de las enfermedades y la degeneración física, se
transmiten como un legado de padres a hijos hasta la tercera y cuarta generación” Patriarcas y
Profetas: 313-314.
Note lo que se transmite como resultado del pecado de Adán. Malas tendencias, apetitos
pervertidos, depravación moral, como también las enfermedades y la degeneración física. Todo esto
lo hemos recibido de parte de nuestros padres y progenitores. Pero también debemos fijarnos en la
muy importante declaración que dice: “Los hijos no son castigados por la culpa de sus padres, a no
ser que participen en los mismos pecados”. Esta es una evidencia bastante concluyente sobre la
doctrina de que el pecado y la culpa vienen por elección a la luz de un conocimiento completo del
bien y del mal.
“No seremos tenidos por responsables por la luz que no alcanzó nuestra percepción, pero sí
por aquella que hemos rechazado y resistido”. “Un hombre no puede aprender una luz que nunca se
le presentó, por esta razón no puede ser condenado por la luz que nunca tuvo” 5SDABC: 1145. La
culpa personal se demanda solamente sobre la base de la luz y el conocimiento. No somos
condenados por las cosas buenas o malas que hagamos hasta que lleguemos a entender, en algún
grado de conocimiento, que tales cosas son incorrectas. “Nadie será condenado por no seguir la luz
y el conocimiento que nunca tuvo” Idem: 1145. Parece claro que ella fundamenta la condenación
sobre el entendimiento, sobre decisiones voluntarias. “La luz pone de manifiesto y corrige los errores
escondidos en las tinieblas; y al aparecer ella, la vida y el carácter de los hombres debe cambiar de
una manera correspondiente, para estar en armonía con ellas. Los pecados que eran una vez
pecados de ignorancia, debido a la ceguera de la mente, no pueden ser ya practicados sin culpa”
Obreros Evangélicos:170. Una vez que conocemos que nuestros actos son malos, venimos a ser
culpables si nos complacemos en estos pecados. Antes que conociéramos no éramos culpables;
después que conocemos, somos culpables. La culpa se une así al conocimiento y a las decisiones que
hagamos.
“Había todavía muchos entre los judíos que ignoraban lo que había sido la obra y el
carácter de Cristo. Y los hijos no habían tenido las oportunidades ni visto la luz que sus padres
habían rechazado ... Los hijos no fueron condenados por los pecados de sus padres; pero cuando,
conociendo plenamente la luz que fuera dada a sus padres, rechazaron la luz adicional que a ellos
mismos les fuera concedida, entonces se hicieron cómplices de las culpas de los padres y colmaron la
medida de su iniquidad” CS:31. A causa de su participación personal, la culpa les fue imputada.
“El pecado de hablar iniquidad comienza con acariciar malos pensamientos ... Un
pensamiento impuro tolerado y un deseo no santificado acariciado, y el alma es contaminada, su
integridad comprometida” 5T:177. Por favor, note la diferencia. Es la tolerancia del pensamiento
impuro, el acariciar el deseo lo que constituye la contaminación y el pecado. No es el deseo ni el
pensamiento en sí mismo. No está bien decir que hay pecado en el deseo de pecar, si ese deseo es
rechazado inmediatamente. “Todo pensamiento impuro debe ser rechazado inmediatamente”.
“Ningún hombre puede ser forzado a transgredir. Su consentimiento debe ser ganado primero. El
alma debe proponerse el acto de pecado antes que la pasión domine sobre la razón o la iniquidad
triunfe sobre la conciencia. La tentación, no importa cuan fuerte sea, nunca es una excusa para
pecar” Idem:177. Las inclinaciones del corazón natural no son en sí mismas pecado, hasta que no se
acarician, hasta no ser deseadas. Al consentir a los malos pensamientos cruzamos la frontera entre
el mal y la culpa. La inclinación es mal, pero no somos culpables por la inclinación hasta que
escojamos actuar de acuerdo a ella.
Si la luz viene, y ésta luz es puesta a un lado o rechazada, entonces viene la condenación y
la desaprobación de Dios. Pero antes que la luz llegue no hay pecado, porque no hay luz para que
ellos la rechacen” 1T:116. Parece bastante claro que el pecado está ligado muy de cerca con el
conocimiento y el entendimiento.
“Hay pensamientos y sentimientos sugeridos y despertados por Satanás, que molestan aún
a los mejores hombres. Si ellos no son acariciados y son rechazados como odiosos, el alma no se
contaminará con la culpa y ningún otro es contaminado por su influencia” RH: 27 de Marzo de 1898.
Esos pensamientos y sentimientos, si no son acariciados no contaminarán con la culpa. Los
pensamientos y sentimientos están mal. Pero están ahí a causa del mal que hay en este mundo a
causa de la naturaleza caída que tenemos. Pero no nos contaminan a menos que escojamos
acariciarlos o realizarlos.
En Consejos sobre la Salud, en la página 81, Elena de White muestra que usar el tabaco
daña el cuerpo, pero Dios es misericordioso con aquellos que usan el tabaco en ignorancia.
Únicamente después que llega la luz son considerados culpables por el uso del tabaco. Ahora el
tabaco tendrá sus efectos negativos. Quizás se desarrolle un cáncer, pero hasta que la luz venga no
se imputará culpa. Contraer cáncer no significa que una persona es culpable y que ha pecado contra
la luz de la verdad.
En conclusión, yo creo que la culpa reside únicamente en las facultades superiores que son
responsables de la elección del mal, y no en las facultades inferiores que sufren los efectos de la ley
natural, y que son parte del ciclo del pecado en esta tierra. La culpa no puede residir en un mundo
sin moral, sino solamente en el hombre que es responsable por las perversiones de la ley moral. La
culpa no se aferra a las facultades animales del hombre, sino a aquellas facultades morales que
tienen que ver con el ejercicio del poder de la elección.
El pecado en sus raíces, es amor propio. Así el pecado es determinado más por motivos que
por actos. Es la elección de colocar primero el “yo”, cualquiera que sea la forma que tome. El pecado
es la decisión de separarse de Dios, por colocar el “yo” primero. Es la elección de acariciar el mal. Es
la elección de permanecer ignorante de la voluntad de Dios. Es la elección de ser descuidados con las
habilidades y responsabilidades que se nos han dado.
En el fundamento de las divisiones teológicas sobre la justificación por la fe, entre los
Adventistas, se encuentran diferentes creencias sobre la naturaleza del pecado y la culpa. El real
debate es sobre la naturaleza del pecado. Este interrogante debe ser claramente respondido: ¿Por
qué somos culpables y por qué debemos ser perdonados?
La respuesta que le demos a esta pregunta afecta directamente nuestra percepción de la
forma como Cristo vino a este mundo. ¿Qué naturaleza tomó Cristo? ¿Qué poderes usó? ¿Cómo
venció el pecado? Estas preguntas recibirán respuestas diferentes dependiendo de las conclusiones
que tengamos sobre la naturaleza del pecado.

Autor: Dennis E. Priebe


Modificado por última vez en Martes, 29 Julio 2008 11:16

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