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MYRIAM ÁVILA ROLDÁN

Magistrada Ponente

SP2510-2022
Radicación 58696
CUI: 2318231890012018-00001-01
Acta n° 160

Bogotá D.C., veintiuno (21) de julio de dos mil


veintidós (2022)

OBJETO DE LA DECISIÓN

La Corte dicta sentencia de casación, en respuesta a


la demanda formulada en nombre de GUILLERMA
CRISTINA MARTÍNEZ contra la sentencia del 26 de febrero
de 2020, proferida por la Sala Penal del Tribunal Superior
de Montería.
Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

I. HECHOS

1. De acuerdo con la sentencia de segunda instancia, el


28 de febrero de 2006, ante los juzgados promiscuos
municipales de Chinú (Córdoba), la abogada GUILLERMA
CRISTINA MARTÍNEZ, actuando en nombre propio, promovió
proceso ejecutivo singular contra Flor Alba Morón Tirado y
Alonso Blanquicet, para ese entonces cónyuge de ésta. En
sustento de su pretensión, la demandante presentó para cobro
una letra de cambio, suscrita por aquéllos, por valor de
$5’000.000.

2. El mencionado título valor habría sido adulterado con


adición de un cero en la cifra, pues, según la acusación, la
suma entregada en mutuo por la señora MARTÍNEZ fue de
$500.000. Sin embargo, con fundamento en el libelo, el mismo
día de su presentación, el Juzgado 2° Promiscuo Municipal de
ese municipio dictó auto de mandamiento de pago, con decreto
de medidas cautelares contra los demandados. Tramitado el
proceso, el juez dictó sentencia el 25 de marzo de 2008, en la
que desestimó las excepciones de mérito fundadas en
alteración del título e inexistencia de la obligación, ordenando
en consecuencia proseguir la ejecución. El trámite procesal se
suspendió el 14 de abril de 2010, con el decreto de la
prejudicialidad penal en lo civil.

II. ACTUACIÓN PROCESAL PERTINENTE

3. Por los mencionados hechos, ante la Fiscalía 28


Seccional de la Unidad de Delitos contra la Administración
Pública y la Recta y Eficaz Administración de Justicia de
Montería, se adelantó investigación contra GUILLERMA
CRISTINA MARTÍNEZ. Cerrada la instrucción, mediante

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

resolución del 11 de mayo de 2018 el fiscal calificó el mérito


del sumario con resolución de acusación contra aquélla, como
probable autora de fraude procesal1, determinación que cobró
ejecutoria el 10 de agosto de 2018.

4. La etapa de juicio le correspondió al Juzgado


Promiscuo del Circuito de Chinú, cuyo titular dictó sentencia
el 3 de diciembre de 2019. Tras declarar a la acusada autora
responsable de fraude procesal, la condenó a las penas de 4
años de prisión, 5 años de inhabilidad para el ejercicio de
derechos y funciones públicas y multa en cuantía de 200
s.m.l.m.

5. En respuesta a los recursos de apelación interpuestos


por el defensor y el fiscal, la Sala Penal del Tribunal Superior
de Montería, mediante la sentencia ya referida, modificó el
fallo de primer grado, a fin de aumentar la pena de prisión
impuesta a 72 meses, con concesión de la prisión domiciliaria.
En lo demás, lo confirmó.

6. Dentro del término legal, el defensor interpuso el


recurso extraordinario de casación y presentó oportunamente
la respectiva demanda. Corridos los traslados de rigor en el
tribunal, por medios virtuales, sin que los sujetos procesales
recurrentes se hubieran pronunciado, la actuación fue
remitida a la Corte, que admitió el libelo el 2 de mayo de
2022.

7. Contándose con concepto de la Procuradora 2ª


Delegada para la Casación Penal, la Sala procede a dictar
sentencia.
1
Pese a que a la sindicada también se le vinculó como posible autora de falsedad en
documento privado (art. 289 C.P.), mediante la resolución del 5 de julio de 2017 -por cuyo medio se
resolvió situación jurídica- se decretó la preclusión parcial de la actuación, por haber prescrito la
acción penal en relación con ese delito.

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Cas. N° 58.696
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III. SÍNTESIS DE LOS CARGOS

3.1. Principal: violación directa de la ley sustancial.

3.1.1. Falta de aplicación.

8. El censor formula un reproche principal por


aplicación indebida del art. 453 del C.P., derivada de falta de
aplicación de los arts. 623, 626 y 631 del Código de Comercio.

9. Estas últimas normas, destaca, conciernen a títulos


valores y regulan los efectos de la discordancia entre cifras
expresadas en números y en letras, eventualidad en la que la ley
mercantil permite la circulación de los instrumentos cambiarios
que contengan valores alterados. “La utilización de una letra de
cambio adulterada” en un proceso civil, sostiene, no realiza la
descripción típica del fraude procesal, pues mal podría conducir
al proferimiento de una decisión contraria a la ley.

10. A ese respecto, destaca, en los fallos de instancia se


declaró probado que, en el marco del proceso ejecutivo
promovido por la aquí acusada, el juez civil resolvió las
excepciones propuestas con fundamento en prueba pericial
indicativa de que a la letra de cambio se le agregó un número
cero, mutando la cantidad ejecutada de $500.000 a $5.000.000.
Así que, habiéndose demostrado la alteración de la suma, sin
modificación del texto en letras, debió haberse aplicado el efecto
previsto en el art. 623 del C.Co., esto es, preferir aquella
expresión sobre los números, de donde se sigue que la
cuestionada discordancia no ostentó trascendencia frente al
contenido de la determinación final allí emitida.

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Cas. N° 58.696
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11. En su criterio, los juzgadores limitaron su análisis a la


existencia de una alteración del título valor, a partir de la cual
afirmaron una inducción en error al juez civil, pasando por alto
que tal modificación carece de aptitud para que el funcionario
aplicara una consecuencia ilegal. Si la adulteración del título no
afecta su validez cambiaria, prosigue, la hipótesis delictiva no
encuentra subsunción en los ingredientes normativos previstos
en el art. 453 del C.P. y tampoco existe afectación del bien
jurídico, dada la incapacidad para inducir en error al juzgador
civil, quien esclareció las diferencias entre el valor numérico y el
restante texto del título, conforme a dictámenes en grafología
forense.

12. Si la normatividad comercial prevé la circulación


cambiaria de títulos valores “adulterados”, concluye, la conducta
atribuida a la acusada es atípica, debido a la “inidoneidad del
medio fraudulento”, por lo que la sentencia impugnada ha de
casarse para, en su lugar, absolverla.

3.1.2. Primer reproche subsidiario: violación directa


por aplicación indebida.

13. A la luz de la misma causal, el libelista denuncia la


aplicación indebida del art. 22 del C.P., en tanto presupuesto
de falta de aplicación de los arts. 9°, 10°, 32-10 y 453 ídem.
En suma, alega, pese a que en los fallos se descartó que la
acusada hubiera adulterado la letra de cambio, se le atribuyó
tal conducta pasando por alto que la señora MARTÍNEZ “ no
tenía consciencia de la ocurrencia del hecho”, por lo que su
actuar, en todo caso, está desprovisto de dolo. En ese entendido,
subraya, el comportamiento de aquélla es atípico desde el plano
subjetivo.

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
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14. Sobre ese particular, resalta, acorde con los medios de


conocimiento practicados, en las sentencias se estableció, por
una parte, que la procesada no fue la persona que adulteró el
título valor, pues sus trazos no corresponden a los de quien
agregó el cero al documento; por otra, que las firmas
consignadas sí pertenecen a los aceptantes.

15. Si la acusada no intervino en la elaboración del


documento cuya autenticidad se cuestiona, enfatiza, pues lo
recibió del esposo de la demandada en el proceso civil,
“debidamente diligenciado” y “así lo entregó a la apoderada para
el cobro” por vía judicial, debió haberse dado aplicación al art.
32-10 del C.P., dado que hizo uso de la letra de cambio sin
consciencia de su adulteración. Esto, en su criterio, conlleva
“ausencia de dolo por error de tipo y erige un elemento de
atipicidad subjetiva”, que igualmente habría de conducir a la
absolución.

3.3. Segundo cargo -subsidiario-: violación indirecta de


la ley sustancial.

16. De no prosperar los ataques fundados en errores de


aplicación normativa, continúa, el fallo impugnado ha de
casarse para absolver a la procesada, por cuanto, según su
juicio, los juzgadores incurrieron en errores de hecho,
consistentes en falso raciocinio y falsos juicios de existencia,
tanto por suposición como por omisión de pruebas.

3.3.1. Falso raciocinio.

17. Los yerros de valoración, expone, devienen del


desconocimiento de postulados lógicos producto de la incursión
en petición de principio y quebranto de la máxima de no
contradicción, al “haberse estructurado un indicio derivado

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únicamente de la presentación de la demanda civil por la


acusada, las conclusiones del informe pericial y la versión de la
aquí denunciante”. A partir del contenido de esas pruebas,
cuestiona, se infirió que sólo GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ
tenía la capacidad para adulterar la letra de cambio, dada la
tenencia de ésta y la afirmación del beneficio que ello le
entrañaba.

18. Empero, en su sentir, tales conclusiones son simples


sospechas, pues el razonar de los juzgadores de instancia pasa
por alto que la procesada recibió el título valor de Alonso
Blanquicet, exesposo de Flor Alba Morón (la denunciante), no de
ésta. De suerte que en la construcción de las inferencias
indiciarias se echa de menos el descarte de otras hipótesis
plausibles, igualmente explicativas del comportamiento, como: i)
las variaciones del dicho de la ejecutada sobre el monto real del
préstamo inicial y la cifra plasmada en el título valor, así como
ii) la existencia de otras negociaciones respaldadas con la misma
garantía cambiaria, realizadas entre el señor Blanquicet y la
procesada, lo que permitiría atribuir la modificación del monto a
aquél.

19. En ese sentido, resalta, ha de tenerse en cuenta que


Flor Alba Morón -aquí denunciante-, en el marco del proceso
ejecutivo indicó que la cifra diligenciada en la letra de cambio y
el valor del crédito por ella recibido de su ex cónyuge fue de
$200.000, no de $500.000. Ello le permite concluir que la letra
fue adulterada -probablemente por el señor Blanquicet en respaldo
de un préstamo por una suma superior, dado que negociaba con la
acusada- previo a su entrega a GUILLERMA MARTÍNEZ, pues el
título no podía haber sido suscrito concomitantemente por
$200.000 y $500.000, lo cual deja en evidencia el error cometido
en la estructuración del indicio.

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20. En consecuencia, si la acusada no era la única persona


con capacidad e interés en la adulteración del documento, el
razonamiento indiciario carece de solidez y se torna en una
simple suposición, carente de aptitud para afirmar la
responsabilidad penal, máxime que, en el marco del proceso
ejecutivo, la aquí denunciante presentó excepciones, alegando
haberse obligado al pago de $200.000, no de $500.000. Lo cierto
es que, resalta, la procesada no fue la única persona que tuvo
en su custodia el título valor, pues luego de que Flor Alba Morón
lo girara, quedó en manos de Alonso Blanquicet, quien lo
entregó a GUILLERMA MARTÍNEZ, persona que, según dictamen
pericial, no lo adulteró.

3.3.1. Falsos juicios de existencia.

21. El primer error de apreciación, añade, consiste en un


yerro por adición o suposición probatoria. Esto, debido a que la
afirmación indiciaria de la falsedad en documento privado se
soporta en información extraída del dictamen grafológico y las
declaraciones de la denunciante y su ex esposo. De estas
pruebas, subraya, los falladores infirieron que la procesada era
la única interesada en la obtención del espurio resultado final,
mas a la actuación no se incorporó ninguna prueba directa que
señale a GUILLERMA MARTÍNEZ como autora de la
adulteración. Ciertamente, no se probó que fue en poder de
aquélla que se produjo la alteración del título, en tanto acto
previo a la presentación de la demanda, por cuyo medio se le
atribuye la inducción en error al juez civil.

22. En verdad, concluye, lo probado es que la acusada no


fue quien alteró materialmente la letra de cambio y tampoco
existen pruebas indicativas de que ella determinó a otra persona
para hacerlo. Esto solo se supone por los juzgadores, sin el
debido soporte probatorio.

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23. Adicionalmente, agrega, los falladores incurrieron en


falsos juicios de existencia por omisión, pues dejaron de apreciar
varias pruebas documentales y testimoniales, trasladadas del
proceso ejecutivo N° 2006-00503, cuya valoración resta solidez a
la hipótesis delictiva, dado que acreditan una posibilidad
plausible de alteración del instrumento cambiario por Alonso
Blanquicet. Éste y GUILLERMA MARTÍNEZ, asevera, tenían
negocios en común, lo cual implica una duda razonable sobre la
responsabilidad de aquélla.

24. En esa dirección, subraya, pese a haberse practicado


legalmente, los juzgadores hicieron completa abstracción de: i) el
escrito de excepciones de mérito propuestas por los demandados
en el proceso ejecutivo; ii) las declaraciones juramentadas de
Flor Alba Morón, en calidad de demandada en dicho trámite
judicial y ante la Fiscalía, en condición de denunciante, así
como iii) las declaraciones rendidas por Alonso Blanquicet en
ambos trámites.

25. La valoración en conjunto de dichas pruebas, según su


juicio, habría variado el sentido de la decisión, pues se partió del
preconcepto según el cual la procesada debía conocer la
adulteración del instrumento ejecutivo, por ser su única
tenedora desde el momento de su suscripción hasta la
presentación de la demanda. Empero, de los inobservados
medios de conocimiento es dable sostener, generando al menos
una duda sobre la responsabilidad, que i) el título valor no fue
recibido por la procesada de manos de la giradora; ii) entre ellas
no medió vínculo negocial directo alguno, ya que el nexo
económico surgió con el ex esposo de aquélla, quien fue el inicial
tenedor del instrumento, y iii) la señora Morón Tirado (giradora)
recibió de $200.000 de quien era su cónyuge, motivo por el cual
libró la letra por ese mismo valor, siendo aquél quien,

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posteriormente, entregó el instrumento cambiario a la


procesada.

IV. CONCEPTO DEL MINISTERIO PÚBLICO

26. En criterio de la procuradora, la sentencia impugnada


ha de mantenerse incólume, por cuanto los reproches elevados
por el censor no acreditan la incursión en ninguno de los yerros
denunciados.

27. En cuanto al primer reclamo por violación directa,


destaca, la declaración de responsabilidad se basa en que la
procesada recibió de los giradores la letra de cambio por un
valor de $500.000 y, posteriormente, procedió a la instauración
de la demanda por un valor de capital de $5.000.000. De ahí
que, en su sentir, no tengan aplicabilidad los arts. 623, 626 y
631 del C.Co., pues si bien ellos establecen la posibilidad de
circulación de títulos valores “alterados ideológicamente en su
contenido”, en todo caso limitan la acción cambiaria a los
signatarios posteriores a la adulteración (art. 631 ídem).

28. Corolario de lo anterior, prosigue, el segundo reproche


por violación directa también es improcedente, como quiera que
parte de un postulado fáctico diverso a los hechos que se
declararon probados, a saber, que la letra de cambio fue
entregada a la procesada con un valor cartulario de $500.000,
siendo en su exclusivo poder y por razón de su única acción que
se produjo la transformación del instrumento a la suma de
$5.000.000. De ahí que, al alterarse tal premisa, queda en el
vacío la alegada falta de aplicación de las normas con
fundamento en las cuales se reclama un juicio negativo de
tipicidad subjetiva.

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29. Por último, sostiene que la denunciada violación


indirecta de la ley sustancial, por errores de hecho, es
igualmente infundada. Lo señalado probatoriamente en las
sentencias, resalta, es únicamente la correspondencia de la
firma de Alonso Blanquicet con las grafías visibles en la fuente
original, mas no su univocidad con los textos y números
finalmente insertos en el título valor. Así, enfatiza, lo precisó el
tribunal a partir de la aclaración del dictamen en grafología
forense.

30. Que la deudora Flor Alba Morón hubiera percibido del


señor Blanquicet tan sólo la suma de $200.000 y con ese ánimo
hubiera firmado la letra de cambio, subraya, no fue un asunto
desconocido en el proceso. Sin embargo, lo que se coligió es que
ello no resulta indicativo y menos aún demostrativo de la
eventual acción de aquél para la final adulteración del título.

31. En esa dirección, como lo reseña el concepto pericial, a


Alonso Blanquicet sólo resulta atribuible la estampación de su
firma en el instrumento en calidad de “codeudor” de la suma de
$500.000. Los números y “textos” ulteriormente insertos en el
documento conciernen a la adición de un número cero como
tercer dígito de la suma a pagar, para elevarla a los $5.000.000
reclamados judicialmente, “así como a la introducción de un texto
concordante con esa cifra”.

32. En tales condiciones, advierte, lo claro es que la


anotación inicial en el instrumento crediticio fue de $500.000,
cifra finalmente adulterada mediante la inserción de un
adicional dígito cero y “de un texto literal que refiere la suma de
cinco millones de pesos” ($5.000.000). Por ello, enfatiza, la
conclusión judicial no resulta absurda ni contraria a las
pruebas practicadas, sino que el censor “pretende hacer

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prevalecer su interpretación personal sobre las apreciaciones de


los juzgadores”.

33. Lo cierto, en su entender, es que el título valor fue


inicialmente emitido por $500.000 y luego alterado a
$5.000.000, mediante la inserción de un cero, “valor con el cual
fue complementado su texto literal”, lo que explica que la
adulteración se haya producido mediante la inserción de un
número cero y no con la afectación del inicial dígito cinco.

34. Tal realidad probatoriamente declarada en los fallos,


puntualiza, riñe con la versión de la procesada, para quien, al
momento de recibir la letra de cambio, estaba aceptada en
respaldo de un préstamo de $5.000.000, adeudados por el
señor Blanquicet y, por ese valor, fue que inició la ejecución.

35. Por otra parte, en lo que atañe a la tenencia de la


letra de cambio, advierte, es claro que el documento fue
recibido por la procesada en condiciones que denotan
correspondencia con la voluntad de sus giradores, por la
suma de $500.000 y adicionó el número cero con
posterioridad a dicha entrega. La cuestión adquiere mayor
relevancia procesal si se tiene en cuenta que, conforme al
dicho de la acusada, ésta habría prestado la suma de
$5.000.000 a Flora Alba Morón y Alonso Blanquicet. Sin
embargo, al proceso no se incorporaron pruebas “que
permitiera denotar dicha especie como una situación
precedente al momento de elaboración del título valor”, menos
si se descarta la intervención del señor Blanquicet en la
producción del instrumento, salvo en la imposición de su
firma.

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36. De esa manera, concluye, se descartan los


reclamados errores de hecho, pues lo irrefutablemente
acreditado es que el texto original del documento hacía
referencia únicamente a $500.000, no a $5.000.000, que fue
el objeto de la final ejecución por vía jurisdiccional. En esas
condiciones, los cargos tercero, cuarto y quinto, presentados
en condición de subsidiarios y que parten del mismo elemento
común, de desconocimiento por parte de la procesada de la
previa afectación del texto del instrumento, no están llamados
a prosperar.

37. Por consiguiente, sin que observe vulneración alguna


a garantías fundamentales, solicita a la Corte no casar la
sentencia impugnada.

V. CONSIDERACIONES

38. De la multiplicidad de reproches elevados por el censor,


la Corte extrae dos aspectos esenciales que orientarán el abordaje
metodológico del pronunciamiento de fondo. Por una parte, habrá
de determinarse si, conforme a los enunciados de hecho que se
declararon probados en la unidad decisoria conformada por los
fallos de instancia, se aplicó un erróneo juicio de adecuación típica
por fraude procesal, tanto en el plano objetivo, como en el ámbito
subjetivo.

39. En ese entendido, en un primer momento, se seguirá


una estructura de resolución propia de la violación directa de la
ley sustancial. Esto, debido a que la configuración de la hipótesis
genérica de ilegalidad a verificar (supuesta aplicación indebida del
art. 453 del C.P.), basada en una incorrecta adecuación de la
realidad fáctica en el tipo penal de fraude procesal, depende de
la comprensión de ingredientes normativos sobre los que recae la
conducta y del alcance de la conducta típica, así como en la

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subsunción del actuar del sujeto activo en los componentes del


dolo (art 22 ídem). Entonces, como punto de partida, se
reconstruirá la estructura fáctico-probatoria construida en las
instancias (cfr. num. 5.1.) -la cual, a fin de examinar los
denunciados yerros de aplicación normativa, ha de reputarse correcta
e inmodificable-. Luego, la Corte fijará en el plano general y
abstracto los criterios normativos (num. 5.2.) a la luz de los
cuales, enseguida, escrutará el juicio de subsunción aplicado en
el caso en concreto (num. 5.3.).

40. En un segundo momento -de descartarse las


eventualidades de violación directa de la ley sustancial -, la Sala
examinará si la sentencia impugnada incurrió en errores en la
conclusión del silogismo jurídico, a causa de infracciones en la
construcción de la premisa menor o fijación de los hechos (num.
5.4.). En esta fase, el análisis seguirá los derroteros de la
violación indirecta de la ley, con miras a establecer si hay lugar a
modificar los enunciados fácticos con referencia a los cuales se
aplicó el juicio de adecuación típica y, bajo esa óptica, si
subsiste o no el estándar de conocimiento necesario para
condenar (art. 232 inc. 2° C.P.P.).

5.1. Reconstrucción de la estructura fáctico-probatoria


edificada en las instancias.

41. De acuerdo con el fallo de primer grado, a GUILLERMA


MARTÍNEZ le asiste responsabilidad por fraude procesal debido
a que, “en su condición de abogada y acreedora del título valor
suscrito y aceptado por Alfonso Blanquicet y Flor Alba Morón”,
promovió y adelantó en contra de éstos un proceso ejecutivo en
el que presentó, como fundamento de su pretensión, una letra
de cambio por valor de $5´000.000, adulterada. Los deudores,
declaró probado el juez, no se obligaron a pagar esa suma, sino

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$500.000, a los que se le añadió un cero en el instrumento


cambiario. En detalle, el a quo expuso:

La acusada presentó demanda ejecutiva singular ante el


Juzgado 2° Promiscuo Municipal de Chinú. Como título
valor se presentó una letra de cambio que, no existe duda,
fue adulterada en su contenido original. Ello se demuestra
con los dictámenes practicados en el proceso ejecutivo, en
razón a las excepciones planteadas; en el del 30 de abril
de 2007 se concluyó que existió alteración por adición en el
tercer cero en el espacio donde inicialmente se encontraba
el punto que separa las unidades de mil de la cifra original,
que es de $500.000…Al solicitarse nuevo dictamen se
concluyó lo mismo, adicionándose que el lleno del título
por cinco millones de pesos no corresponde a los gestos
gráficos que registran GUILLERMA MARTÍNEZ ni Alonso
Blanquicet.

42. Ahora bien, el tribunal declaró probado, en


consonancia con los dictámenes periciales en grafología forense,
que GUILLERMA MARTÍNEZ no fue quien alteró la suma
numérica plasmada en la letra de cambio, con la adición de un
cero. Sin embargo, atendiendo a que, por una parte, la
procesada fue la única tenedora y beneficiaria del título, sin que
en la cadena cambiaria hubiera participado alguien más; por
otra, fue aquélla quien directamente instauró la demanda y
aportó la letra para iniciar la ejecución, infirió que sólo a
instancia suya pudo haberse alterado el título.

43. En ese sentido, para el ad quem, únicamente la


acusada estaba en posibilidad de provocar la adulteración de la
letra de cambio con que inició la acción ejecutiva. Al respecto,
señaló:

La procesada fue la demandante en el proceso civil y quien


entregó el título valor para su cobro. Igualmente, ella
afirmó en indagatoria que prestó a Flor Alba Morón y
Alonso Blanquicet cinco millones de pesos, suma que fue
respaldada en una letra de cambio que, precisamente,
según el dictamen pericial, fue adulterada en la cuantía.
Según la peritación, se le agregó un cero, es decir, que

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realmente había sido llenada por $500.000, no por $5


´000.000, como lo afirma la denunciante.

Si, en efecto, la letra de cambio había sido llenada por la


suma a la que se refiere la denunciante y no por la que
dice la procesada, no es de recibo lo afirmado por esta
última, al decir que no sabe por qué aquélla habla de
quinientos mil pesos. De ser ello cierto, ¿por qué se
adulteró la letra?...Está demostrado con suficiencia que la
afirmación de la denunciante, en cuanto a la suma de
quinientos mil pesos, es cierta, pues la letra fue
adulterada en su cantidad. De ello no hay la menor duda,
así se infiere del dictamen pericial. Pero, además, no es
lógico inferir que los deudores iban a alterar la letra de
cambio con una suma superior.

Siguiendo con este hilo conductor, se tiene que la letra la


presentó para su cobro la procesada, ello significa que
quien la tenía en su poder era ella, quien la custodiaba.

Además, es cierto que el título valor fue llenado por una


suma inicial de $500.000, al punto que precisamente fue
adulterado hacia la suma superior de $5´000.000, tal
como lo corroboró el dictamen pericial. Ello coincide con lo
afirmado por la denunciante y desmiente el dicho de la
procesada en cuanto a que la letra estaba por $5’000.000,
pues de ser cierto ello, no habría sido necesario acudir a la
adulteración del título valor. Y si a ello agregamos que la
firma que aparece es la del exesposo de la denunciante,
ciertamente todo conduce a afirmar que él obró de buena
fe al firmar el título y no fue quien lo adulteró; luego, es
difícil concluir que la denunciante y su exesposo hubiesen
adulterado un título valor para lograr en su contra una
suma superior. Carece de lógica que los mismos deudores
manipulen un título valor aumentando la suma adeudada.

Aunado a lo anterior, se tiene probado que el título valor


estaba en poder de la procesada, pues ella misma acepta
que lo entregó al abogado que presentó la demanda
ejecutiva singular. Luego, si era cierto que la suma
entregada a la denunciante y su exesposo era la de $5
´000.000, no había necesidad de demandar con una letra
de cambio adulterada y, sobre todo que, a sabiendas de
dicha adulteración, la procesada guardó silencio.

De conformidad con lo expuesto, es lógico concluir que


está demostrado con certeza que la única persona con
interés para adulterar el título valor era la procesada,
luego entonces no es difícil arribar a la conclusión de que
existe prueba necesaria para condenar.

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

44. A la hora de afirmar la responsabilidad, por otra parte,


los juzgadores descartaron probatoriamente la hipótesis
defensiva, basada en que Alonso Blanquicet pudo haber alterado
la letra de cambio, agregándole un cero. Sobre el particular, en
la sentencia de primera instancia se lee:

La signatura ilegible ubicada en la parte inferior derecha de


la letra de cambio, que se lee por cinco millones, coincide
plenamente con el gesto gráfico definido de Alonso
Blanquicet. Revisado el título en la parte descrita, se
encuentra la firma del señor Blanquicet, la cual
corresponde a su gesto gráfico.

[…]

Según la defensa y la misma procesada, ella no alteró el


título...Sin embargo, sobre ello también se refiere el
dictamen, a si la alteración fue realizada por Alonso
Blanquicet, concluyéndose que él tampoco interactuó en la
alteración del valor del título y lo único que en éste se
encuentra son sus gestos gráficos encontrados en la parte
inferior derecha de la letra de cambio (lo correspondiente a
la firma y solo la firma), tal como se puede establecer a
folio 33, inciso 3° del ítem descrito como “hallazgos y
resultados”. El perito Héctor Vargas aclara que sólo se
refiere a la firma, la cual, no hay lugar a dudas, es
auténtica y corresponde a la de Alfonso Blanquicet.

45. En la misma dirección, el tribunal destacó que, de


acuerdo con lo concluido por el perito en grafología forense, es
infundado sostener que el adulterador de la letra fue el señor
Blanquicet:

En el dictamen del 30 de octubre de 2007, en las


conclusiones se afirma que “las signaturas ubicadas en la
parte inferior derecha de la letra de cambio que se lee por
$5’000.000 coincide plenamente con el gesto gráfico
definido del señor Alfonso Blanquicet, exesposo de la
denunciante”.

Frente a lo expuesto por el defensor, con respecto al


contenido del dictamen pericial…en la aclaración del
dictamen, del 16 de julio de 2012, se dijo: “así mismo, se
aclara que no estoy conceptuando sobre los guarismos que
se leen 5’000.000, vistos en el título valor, por cuanto este

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

ítem solamente hace alusión a la firma que se encuentra en


la parte inferior derecha”.

Con la aclaración del dictamen se hace envidente que el


perito nunca dijo lo que el abogado defensor manifiesta, es
decir, que el excompañero de la denunciante fue quien
adulteró la letra en su cantidad o, mejor, cuantía
dineraria…nunca se ha colocado al excompañero de la
denunciante como quien adulteró la cantidad de cinco
millones de pesos que contiene el título valor cuestionado.
A lo que se refiere el dictamen es a que la firma sí
corresponde a la de aquél. Ello emana con toda claridad de
la referida aclaración.

46. Por otra parte, con miras a acreditar tanto el dolo como
el ingrediente subjetivo del tipo consistente en el propósito de
obtener decisión contraria a la ley, el a quo resaltó las
condiciones personales de la acusada, las cuales le impedían,
dada la alteración material de la letra de cambio, desconocer que
activaba la jurisdicción, en su condición de abogada, utilizando
un instrumento cambiario contentivo de una falsedad. Al
respecto, en la sentencia de primera instancia se fijaron las
siguientes premisas:

Ante este evento, no existe duda de que a GUILLERMA


MARTÍNEZ, abogada y tenedora legítima de la letra de
cambio…, como se pudo establecer con los testimonios
rendidos a lo largo de la investigación, le fue entregado
el título valor por los aceptantes.

GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ presentó demanda


ejecutiva singular ante los juzgados promiscuos
municipales de Chinú, para efectuar judicialmente el
cobro de una letra de cambio con el valor alterado, con
la intención de alcanzar una decisión favorable a
sus pretensiones.

Al inicio, la demandante GUILLERMA MARTÍNEZ,


tenedora del título valor alterado, dispuso para su
cobro presentar demanda ejecutiva por los cinco
millones de pesos, de la que ya ampliamente se demostró
su alteración en uno de los ceros. Sea hasta este punto
reseñar que, si bien el tipo penal no dispone calidades
especiales para el sujeto activo de la conducta, se hace
necesario hacer alusión a la calidad de abogada que

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

ostenta GUILLERMA MARTÍNEZ. Tal calidad, lo que


permite reforzar es el conocimiento pleno de su
actuar al presentar la demanda tomando como base
un título valor con añadidura de un cero, que
inicialmente no tenía al momento de la suscripción.

[…]

Las actuaciones desplegadas por la procesada ponen en


evidencia un comportamiento consciente y
voluntario, orientado a obtener un provecho ilícito
en la presentación de una demanda ejecutiva
basada en un título valor sobre el que, sin asomo de
dudas, debía conocer su alteración al ser su
tenedora legítima desde su suscripción hasta la
presentación de la demanda ejecutiva. Esto queda
plenamente acreditado al observarse el título valor en
conjunto con la demanda presentada ante el juzgado…
donde claramente se exige el cobro de $5’000.000, no de
los $500.000 que originalmente se consignaron en la
letra de cambio.

[…]

La enjuiciada tenía conocimiento de su actuar. Si bien


no adulteró el título, y ello quedó plenamente
demostrado, sí lo empleó para realizar un cobro por
encima de lo realmente adeudado. Hace alusión a otras
deudas que ya tenían los entonces demandados, mas ese
hecho no se encuentra demostrado ni exculpa la
intención de hacer incurrir en error a la administración
de justicia al presentar un título valor alterado.

En tales condiciones, en la existencia del dolo se


establece que las críticas formuladas por la defensa no
son acertadas, en cuanto se encuentra acreditado que
GUILLERMA MARTÍNEZ, con conocimiento del valor
excesivo del título, que no correspondía al inicialmente
suscrito, tuvo la intención de cobrarlo ejecutivamente,
para así obtener una sentencia o decisión favorable.

47. Finalmente, el juez concluyó que la actuación de la


acusada, a quien le es atribuible la alteración del título valor,
atentó efectivamente contra la recta y eficaz impartición de
justicia, dado que provocó la adopción de decisiones ilegales,
perjudiciales a los acusados, quienes fueron ejecutados por
una suma superior a la realmente adeudada:

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GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

El 27 de febrero de 2006 se presentó ante los juzgados


promiscuos municipales de Chinú (Córdoba) demanda
ejecutiva singular por cinco millones de pesos,
correspondientes a la acreencia establecida en el título
ejecutivo letra de cambio, la cual, como quedó
establecido, fue adulterada, presentada por GUILLERMA
CRISTINA MARTÍNEZ, en su calidad de acreedora,
abogada y tenedora del título valor.

Con base en el título valor alterado y aportado en la


demanda por la hoy procesada, se libró mandamiento
ejecutivo y se dio inicio al proceso ejecutivo, el cual fue
llevado hasta dictar sentencia de seguir adelante la
ejecución el 25 de marzo de 2008. En razón a la
denuncia y al proceso penal que hoy nos ocupa, el
proceso civil fue suspendido desde el 14 de abril de
2010, por operar el fenómeno jurídico de la
prejudicialidad, hasta tanto se dictara sentencia en el
proceso penal.

48. Así, pues, ante la ausencia de prueba sobre alguna


situación que haga decaer la culpabilidad, el a quo declaró,
con ratificación del tribunal, la responsabilidad penal de
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ como autora de fraude
procesal.

5.2. Fraude procesal: conducta típica, componentes


descriptivos, ingredientes normativos y objeto de tutela
jurídico-penal.

49. Según el art. 453 del C.P., incurre en fraude procesal


quien, por cualquier medio fraudulento, induzca en error a un
servidor público para obtener sentencia, resolución o acto
administrativo contrario a la ley.

50. En sentido amplio, el tipo penal protege el correcto


funcionamiento de la administración pública, concretado, stricto
sensu, en el servicio de administración de justicia, en términos
de eficacia y rectitud.

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CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

51. El bien jurídico correcto funcionamiento de la


administración pública tiene diversas facetas de protección
penal, según el concreto interés a preservar (art. 209 de la
Constitución). Por ello, es dable hablar de distintas modalidades
o direcciones de ataque al bien jurídico.

52. En Colombia, la jurisprudencia constitucional 2 ha


precisado, por una parte, que el interés general, la función
promocional, la actividad de los servidores públicos orientada
finalísticamente al servicio del Estado y de la comunidad, la
igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad, imparcialidad
y publicidad, son derroteros que guían el ejercicio de la función
pública en general; por otra, que en el listado de delitos contra
la administración pública existe una gama de intereses
protegidos por los diferentes tipos penales, entre ellos, el
ejercicio de la función pública propiamente dicha, el cual puede
verse afectado cuando el comportamiento de los servidores
públicos atenta contra la eficiencia o la legalidad.

53. De suerte que, al analizar cada conducta punible,


deberá especificarse en qué consiste el servicio prestado a los
ciudadanos y cómo se perturba en cada caso concreto el bien
jurídico general y común a todos los delitos, ya que “el correcto
funcionamiento de la administración puede perturbarse a través
de conductas diferentes que ponen en peligro distintas
perspectivas de dicho correcto funcionamiento”.3

54. En el caso del fraude procesal se atenta


preponderantemente contra el principio de legalidad, en tanto
2
C. Const., sent. C-128 y 037 de 2003.
3
OLAIZOLA NOGALES, Inés. El delito de cohecho. Valencia: Tirant lo Blanch, 1999,
pp. 88-89. De igual opinión es María José RODRÍGUEZ PUERTA, para quien lo esencial es
determinar cuál es el concreto sector de la función pública que con el delito o grupo de delitos
resulta afectado, y concretar las características esenciales para el correcto ejercicio de las
potestades a él vinculadas. El delito de cohecho: problemática jurídico-penal del soborno de
funcionarios. Madrid: Aranzadi, 1999, p. 30.

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GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

pilar del Estado de derecho y fuente de la cual no sólo emana


todo poder público, sino el deber de los particulares de
someterse a las determinaciones estatales. En últimas, la
legalidad ha de ser la fuente de toda producción de un efecto
jurídico particular y concreto, derivado de una decisión estatal,
bien sea judicial o administrativa. La emisión de una resolución,
sentencia o acto administrativo contrario a la ley -o la posibilidad
de que se profiera- implica una negación del Estado de derecho,
de la vigencia de la legalidad; he ahí el fundamento de la
punibilidad de dicha conducta.

55. En el delito en mención, de típica comisión dolosa, el


sujeto activo se propone obtener una sentencia o resolución
contraria a la ley. Esto quiere decir que el fundamento material
de punición estriba en la afectación del principio de legalidad, el
cual, en tanto pilar del Estado de derecho, es el referente
fundamental para determinar la compatibilidad de las relaciones
jurídicas, tanto de derecho público como de derecho privado,
con el ordenamiento jurídico.

56. El especial propósito perseguido por el sujeto activo de


la conducta -ingrediente subjetivo del tipo- consiste en cambiar,
alterar o variar la verdad ontológica, con el fin de acreditar en el
proceso que adelanta el servidor público una verdad distinta a la
real, que con la expedición de la sentencia, acto o resolución
adquirirá una verdad judicial o administrativa (CSJ SP 18 jun.
2008, rad. 28.562).

57. El fin último del fraude procesal es, entonces, el de


obtener una declaración (judicial o administrativa) ilícita. Para
ello, el sujeto activo, con cognición y voluntad, ha de desplegar
una conducta inductora en error, cifrada en valerse de un
instrumento fraudulento, apto o idóneo - en abstracto- para
provocar en el sujeto pasivo - servidor público con facultad

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

decisoria- una convicción errada que puede ser determinante


para que resuelva un asunto contrariando la ley, entendida,
desde luego, en sentido amplio.

58. El principio de legalidad exige que la actuación de los


órganos del Estado, máxime al decir el derecho, se lleve a cabo
con estricta sujeción al ordenamiento jurídico, como se extrae
de los art. 1º, 4º, 6º, 29, 121, 123, 209 y 230 de la
Constitución. De ahí que se criminalice el comportamiento de
quien, valiéndose del fraude, atenta contra las bases con que
todo servidor público ha de adoptar decisiones (con sujeción a la
Constitución y la ley), para implantarle una convicción errada
(error intelectivo) que puede conducir a una determinación ilegal.

59. En tanto ingrediente normativo del tipo, el medio


fraudulento ha de entenderse como un instrumento mendaz o
engañoso (cfr. CSJ SP7755-2014, rad. 39.090) , esto es, que
entrañe un contenido material falso, que se usa maliciosamente
para sacar provecho ilegal de alguna situación.

60. Además, el medio engañoso ha de entrañar aptitud


para desviar al funcionario decisor de resolver el asunto con
sujeción a la ley, por el influjo del medio fraudulento. Tal
idoneidad del medio, desde luego, debe valorarse en abstracto,
pues siendo un delito de mera conducta y de peligro, la
realización del fraude procesal no depende de la producción de
un resultado concreto, que sería la efectiva emisión de una
decisión ilegal, sino de la potencialidad del medio inductor
fraudulento para obtener una determinación contraria a la ley
(cfr., entre otras, CSJ SP 29 abr. 1998, rad. 13.426 y SP 17 ago.
2005, rad. 19.391).

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61. Sobre el nexo entre el medio engañoso y la posibilidad


de crear en el funcionario decisor un error intelectivo, la Sala ha
puntualizado (CSJ SP 16843-2014, rad. 41.630):

En este reato cobran nodal importancia los medios


engañosos -que deben ser idóneos (documentos,
testimonios, pericias, etc. que involucren un contenido
material falso o falaz, de características relevantes)-
empleados por el autor o partícipe para desfigurar o
alterar la verdad y conseguir, por consecuencia, que el
funcionario, convencido de la seriedad o autenticidad de
lo acreditado ante él por el sujeto interesado, incurra en
equívocos protuberantes que lo puedan conducir a emitir
una determinación conforme con esa falsa realidad, pero
contraria a la ley. […]

La inducción en error implica que el yerro de juicio del


funcionario debe tener su origen directo en la valoración
de los hechos o pruebas fraudulentas o espurias aportadas
por el sujeto activo del delito, instante del iter criminis en
que queda consumada la conducta punible -según la
descripción del tipo penal- y que de contera excluye la
necesidad de que se obtenga efectivamente el fin
perseguido, es decir, la sentencia, resolución o acto
administrativo contrarios a la ley, pues, se insiste, basta
con la incitación al error a través del ardid, trampa o
engaño para que se entienda consumado el
comportamiento delictivo.

62. Por tratarse de una actividad reglada, es claro que toda


decisión estatal que, a causa de los medios fraudulentos
utilizados por el sujeto activo de la conducta punible, contraríe
las disposiciones normativas o carezca de fundamento jurídico -
en los planos formal o material - deviene arbitraria y, por tanto, es
ilegítima.

63. Bajo estas premisas, el desconocimiento de la máxima


de legalidad afecta la función pública, tanto en la faceta de
administrar justicia como en el ámbito administrativo-
gubernativo en estricto sentido, bien sea poniendo en efectivo
peligro la concreción de la legalidad en las decisiones o
lesionándola con la producción de una determinación contraria

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a la ley, debido a la inducción en error de la que es objeto el


funcionario decisor.

64. Solamente cuando los servidores públicos actúan


respetando la legalidad, esto es, cumpliendo sus funciones
dentro del marco de los fines estatales señalados para el ejercicio
de la función pública, se entiende que sus acciones son valiosas
para la sociedad. Dichas funciones, que tienen como medida la
competencia para actuar que recae en cada servidor estatal,
derivan de la Constitución, la ley y el reglamento, normas en las
que se precisa lo que puede y debe realizar en cumplimiento de lo
dispuesto por el orden jurídico. De ahí que si el comportamiento
fraudulento del particular atenta contra el orden jurídico o lo
pone en peligro efectivamente a través de la inducción en error de
quien ha de decidir un asunto particular y concreto, ello merece
reproche jurídico penal.

5.3. Escrutinio del juicio de adecuación típica en el


ámbito de la violación directa de la ley sustancial.

5.3.1. Tipicidad objetiva.

65. Pues bien, como primera medida, el censor apunta al


decaimiento del juicio positivo de adecuación típica, en el plano
objetivo, con fundamento en la ausencia de subsunción de los
hechos fijados en las sentencias en el ingrediente normativo
contrariedad con la ley, que ha de predicarse de las decisiones a
producirse, en respuesta a la acción judicial promovida por la
acusada.

66. En síntesis, la censura descarta que la conducta


atribuida a GUILLERMA MARTÍNEZ constituya fraude procesal,
porque, a su modo de ver, carece de aptitud para provocar la
emisión de una decisión ilegal por el juez civil. Ello, bajo el

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Cas. N° 58.696
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GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

entendido que la ley comercial permite tanto la circulación


cambiaria como la exigibilidad, por vía judicial, de títulos valores
adulterados.

67. Sin embargo, salta a la vista que la premisa a partir de


la cual el demandante postula la atipicidad de la conducta es
errónea. Como pasa a exponerse, la legislación civil y comercial
en manera alguna prevé la posibilidad de que las acciones
cambiarias o el cobro judicial de un título valor se efectúen con
fundamento en actos fraudulentos, constitutivos de afectación a
la fe pública, por derivar de un hecho constitutivo de falsedad
material en documento privado.

68. Al margen de que la acción penal se haya ejercido


únicamente por el delito de fraude procesal - en el que la
existencia de un medio fraudulento es parte de los ingredientes
normativos del tipo- es inobjetable que, de acuerdo con las
premisas fácticas que se declararon probadas en las instancias,
la letra de cambio concernida (título valor que, además de ser un
instrumento cambiario, es un documento con aptitud probatoria) fue
objeto de falsificación, atribuible a la acusada.

69. Tal conducta, en términos generales y abstractos,


afecta el bien jurídico de la fe pública, como se extracta del art.
289 del C.P., que criminaliza la falsedad en documento privado.
El fundamento de la punición de este delito estriba, de un lado,
en el deber de veracidad que les asiste a los particulares, en
virtud de la capacidad probatoria de los documentos que
suscriban; de otro, en la posibilidad de afectación de derechos
de terceros, una vez los documentos espurios son incorporados
al tráfico jurídico, en el que ha de regir la confianza, tanto en la
genuinidad de los instrumentos como en la veracidad de su
contenido (cfr., entre otras, CSJ SP1677-2019, rad. 49.312 y
SP11876-20187, rad. 41.467).

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70. Una de las modalidades de falsedad es la de carácter


material, la cual tiene lugar cuando se crea totalmente el
documento apócrifo, se imita uno ya existente o se altera el
contenido de un escrito auténtico (cfr., entre otras CSJ SP6614-
2017, rad. 45147). Una alteración del contenido documental, a fin
de consignar en él prueba de un hecho contrario a la verdad,
puede darse mediante, adiciones, enmendaduras, supresiones o
cualquier forma de transformación de su contenido
representativo o declarativo.

71. En ese contexto, un documento adulterado constituye


el objeto material del delito de falsedad en documento privado,
ya que adulterar, entre otros significados, tiene el de falsear la
naturaleza de algo. De ahí que, al enunciado fáctico cifrado en
que la acusada presentó para cobro judicial una letra de cambio
alterada, mediante adición a instancia suya, para cobrar una
suma de dinero superior a la que en verdad le debían, le es
inherente que aquélla utilizó un título valor falsificado para
ejercer -en términos sustanciales- una acción cambiaria, mediante
un proceso ejecutivo ante la jurisdicción civil. El documento
privado letra de cambio, además de ser creador en sí mismo de
una relación jurídica sustancial que legitima el ejercicio del
derecho literal y autónomo que en él se incorpora (art. 619 C.Co.),
tiene capacidad probatoria, por lo que, al ser falseado
(adulterado) se afecta la licitud de la causa de la obligación
cambiaria, así como la genuinidad del título, en tanto
instrumento de prueba de la existencia de aquélla.

72. En ese entendido, es a todas luces contrario al


ordenamiento jurídico pregonar que la legislación civil y
comercial permiten el reclamo de prestaciones - en el ámbito
negocial- o pretensiones -si se trata de procesos judiciales- con
fundamento en actos ilícitos, tanto más cuanto se trata de una

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CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

ilicitud penal, cuya máxima gravedad y dañosidad,


precisamente, justifica la criminalización de la falsedad en
documento privado.

73. Ello es así, por cuanto, al tenor del art. 1524 inc. 1° del
C.C., no puede haber obligación sin una causa real y lícita. Por
causa, según el inc. 2° de la norma, se entiende el motivo que
induce el acto o contrato; y por causa ilícita la prohibida por la
ley. En esa dirección, si la fuente de la acción cambiaria ( de
orden sustancial) y del cobro judicial (de naturaleza procesal) es
una letra de cambio falsificada en su importe, base de la
prestación dineraria que se reclama al deudor mediante la
pretensión, es claro que la obligación que se ejecuta tiene causa
ilícita, pues su fuente de cobro es un título falso, producto de un
delito. Además, la ilicitud de la causa comporta la pérdida total
de eficacia del negocio, pues ella es causal de nulidad absoluta
(arts. 1741 inc. 1° C.C. y 899-2 C.Co.).

74. De entrada, el censor afirma en la sustentación del


cargo que el título es adulterado, de donde se sigue -destaca la
Corte- que es falso. Una cosa es alterar y otra adulterar, vocablo
último que tiene una connotación de ilicitud. De ahí que las
normas cuya falta de aplicación denuncia sean inaplicables al
asunto bajo examen. La razón es sencilla: la ley comercial no
regula los efectos cambiarios de títulos valores falsificados,
contentivos de obligaciones con causa ilícita, carentes de
cualquier eficacia jurídica, sino de hipótesis diferentes, para
nada subsumibles en los hechos que se fijaron como probados
en las instancias. Los instrumentos cambiarios, además de ser
documentos privados ad substantiam actus y con capacidad
probatoria (arts. 243 y 256 C.G.P.), al nacer a la vida jurídica
entrañan negocios jurídicos unilaterales, pues surgen de la

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CUI: 2318231890012018-00001-01
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declaración de voluntad manifestada por el deudor, que produce


un efecto jurídico originario de una prestación de dar4.

75. De ello hay muestra en la jurisprudencia de la Sala de


Casación Civil de esta Corte, conforme a la cual la adulteración
de un título valor, hecho constitutivo de falsedad en documento
privado, hace decaer su eficacia, así como la de los procesos
ejecutivos adelantados con fundamento en aquel instrumento
falsificado (cfr., entre otras, CSJ SR022-2007).

76. En verdad, las normas cuya aplicación echa de menos


el censor aluden a eventualidades distintas a la falsificación de
un título valor para exigir judicialmente el pago de una
obligación más cuantiosa a la verdaderamente aceptada por el
deudor. Mal podría la ley civil y comercial prever que son
absolutamente nulos los negocios jurídicos afectados de causa
ilícita y, al mismo tiempo, permitir la ejecución de títulos valores
que, por haber sido adulterados, entrañan el cobro de una
obligación afectada de ilicitud. A lo que realmente conciernen los
preceptos supuestamente inaplicados es i) las vicisitudes
propias del llenado de espacios en blanco de títulos valores; ii)
los eventos de discordancia entre las cifras numéricas y las
expresadas en letras en el importe del instrumento cambiario,
derivados de lapsus calami en la suscripción de éste, y iii) las
modificaciones o alteraciones del contenido del título, en el
curso de las fases de negociación y circulación.

77. En el primer evento, el art. 623 del C.Co. preceptúa: “si


el importe de un título valor aparece escrito a la vez en palabras y
en cifras, valdrá, en caso de diferencia, la suma escrita en
palabras. Si aparecen diversas cantidades en cifras y en
palabras, y la diferencia fuere relativa a la obligación de una
misma parte, valdrá la suma menor expresada en palabras”.

4
PEÑA NOSSA, Lisandro. Curso de Títulos Valores. Bogotá: Temis, 4ª ed. 1992, pp. 8-9.

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CUI: 2318231890012018-00001-01
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78. Bien se ve que la norma en comento fija lineamientos


interpretativos cuando, a la hora de mencionar la suma -en
números y letras- en el importe del título, su creador incurre en
discordancias que ponen en duda el monto de la obligación
cambiaria. La finalidad de la norma se explica en el marco del
principio de claridad, aplicable tanto a la mención del derecho
literal y autónomo que en el título se incorpora (arts. 619 y 621-1
C.Co.), como a la exigibilidad judicial de la obligación cambiaria
(art. 422 C.G.P.).

79. El legislador simplemente estableció reglas para


solucionar la problemática de no saber cuál de los dos montos
ha de preferirse cuando los términos del instrumento son
ambiguos, mas en manera alguna habilitó escenarios propicios
para la creación, mediante ilicitudes, de obligaciones
inexistentes, distintas a las contraídas por las personas. Una
cosa es que, por costumbre mercantil, suela plasmarse el valor
expresado tanto en una cifra como en palabras, situación en la
que, por error, pueden consignarse dos montos diferentes, sin
que ello sea motivo para dejar sin efecto el ejercicio del derecho
incorporado en el título, y otra muy distinta, a todas luces ajena
al texto de la norma y a la exigencia de licitud en la causa del
negocio jurídico unilateral que implica obligarse
cambiariamente, que se faculte al tenedor para utilizar la
discordancia como medio fraudulento para enriquecerse injusta
e ilícitamente.

80. Por supuesto, el art. 631 del C.Co. prevé la posibilidad


de que un título valor sea alterado y que el cobro de las
obligaciones de él derivadas subsista. Empero, esa eventualidad
no cobija la situación que se declaró probada en las sentencias
(adulteración), en la que el tenedor de un título con monto
específico, en el que los suscriptores quedaron obligados

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Cas. N° 58.696
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GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

conforme al tenor literal del mismo (art. 626 ídem) por $500.000,
fraudulentamente lo adiciona para exigir el pago de una cifra
distinta $5´000.000, jamás consentida por los aceptantes.

81. Según el referido artículo, en caso de alteración del


texto de un título-valor, los signatarios anteriores se obligan
según el texto original y los posteriores conforme al alterado. El
contexto de entendimiento de esta regla es el de la negociación
del instrumento, que conduce a su circulación. Un título es
negociado cuando se cede por una persona a otra,
constituyéndose el cesionario en tenedor de aquél.

82. Para el debido entendimiento teleológico del escenario


de circulación conviene, de la mano de la doctrina 5, diferenciarlo
de otras etapas de la relación cambiaria, antecedentes a aquélla:

La creación, emisión y circulación son fenómenos jurídicos


distintos. La primera es el acto cambiario por el cual se le
da vida jurídica al título valor, mediante una redacción
formal que recoja los elementos esenciales (generales y
particulares), según la clase de documento de que se trate.

La emisión es un negocio o acto cambiario por medio del


cual el creador del título valor hace su entrega al
beneficiario, legitimándolo para el ejercicio de los derechos
en él incorporados.

La circulación es también un acto cambiario que se


produce con la puesta en marcha del título valor hacia
tenedores distintos al beneficiario o tomador, de acuerdo
con la ley que le haya impuesto su creador.

Por eso, la emisión es un negocio posterior a la creación y


la circulación, posterior a la emisión: creación, emisión y
circulación se dan en ese orden.

83. Entendidas tales fases, en observancia del principio de


unidad del ordenamiento jurídico, a la luz del art. 631 del C.Co.,
en concordancia con los arts. 899-2 ídem, 1741 inc. 1° del C.C.
y 269 del C.P., ha de afirmarse que las alteraciones legalmente
5
TRUJILLO CALLE, Bernardo. De los Títulos Valores, Tomo I. Parte General. Bogotá:
Leyer, 13 Ed., 2003, pp. 63-64.

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

admisibles -que no le quitan eficacia al título valor por ilicitud - son


aquellas que, en el ámbito de la circulación, comportan una
modificación admitida o aceptada por nuevos tenedores,
diferentes al inicial beneficiario o tomador. Ese es el sentido
derivado de la distinción entre signatarios anteriores y
posteriores, prevista en el art. 631 del C.Co.

84. Tal interpretación, desde el plano sistemático, se ve


corroborada con lo previsto en el art. 784-5 ídem, norma omitida
por el censor en su análisis, conforme a la cual, contra la acción
cambiaria, entre otras, puede oponerse la excepción de
“alteración del texto del título, sin perjuicio de lo dispuesto
respecto de los signatarios posteriores a la alteración”.

85. Si la licitud de la causa condiciona la eficacia de la


obligación cambiaria, es claro que a la alteración a que se refiere
el ordenamiento comercial -que podría recaer no solo en la suma
pagadera, sino en la fecha, el tiempo o lugar del pago, el número de
las relaciones de las partes o la especie en que el pago debe hacerse, o
que agregue alguno de tales elementos cuando no se ha especificado -,
es a la consentida las partes obligadas, no a las fraudulentas.
Ese es el sentido de la distinción hecha en el art. 784-5 del
C.Co., en tanto concreción de los principios de autonomía de la
voluntad y licitud en la causa de las obligaciones, que rigen el
derecho privado.

86. Una obligación de naturaleza consensual, como el pago


de un título valor, que deriva de un negocio jurídico unilateral,
es inexistente si no hay consentimiento. Asimismo, si se exige el
pago de una obligación no contraída, sino fabricada mediante
un fraude, a través de la alteración - no consentida- de los
términos en que efectivamente se obligó el deudor, hace decaer
la eficacia de la acción cambiaria, pues en la exigibilidad de la
prestación hay causa ilícita.

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

87. Esa lógica no fue derogada ni modificada con la


expedición del Código de Comercio vigente (Decreto 410 de 1971),
por cuyo medio se expidió una nueva reglamentación de los
títulos valores. Esa misma ratio impregnaba el antiguo Régimen
sobre Instrumentos Negociables (Ley 46 de 1923), en cuyos arts.
57 y 126, a manera enunciativa se preveían posibilidades de
alteración fraudulenta, así como sus efectos:

Artículo 57°. El título de la persona que negocia un instrumento


está viciado, según esta Ley, cuando obtiene el instrumento o
alguna de las firmas, por fraude, fuerza o violencia o por otros
medios ilegales, o por una causa ilegal, o cuando lo negocia de
mala fe, o por cualesquiera circunstancias equivalentes al
fraude.

Artículo 126°. Cuando un instrumento negociable es alterado


materialmente sin el consentimiento de todas las partes
obligadas, carece de efecto, excepto contra la parte que ha
puesto, autorizado o consentido la alteración, y contra los
endosantes subsiguientes. Pero cuando un instrumento ha sido
materialmente alterado y está en manos de un tenedor en
debida forma que no ha tenido parte en la alteración, puede
éste exigir el pago de acuerdo con su tenor original.

88. El art. 631 del C.Co. en manera alguna implica una


comprensión diferente del fenómeno de alteración fraudulenta
del título ni es, como parece entenderlo el libelista, una patente
de corso para cobrar obligaciones no contraídas por las
personas, a través de la comisión de un delito (falsedad en
documento privado). El objeto de esa norma, se reitera, recae
sobre modificaciones hechas por los participantes de la
circulación del título, aceptadas por ellos, con su
consentimiento; ese es el sentido en que aplica la obligatoriedad
del tenor literal de un título valor (art. 626 C.Co.), que ha de ser
genuino, no espurio.

89. Tal razón es suficiente para evidenciar la incorrección


de los yerros de aplicación normativa denunciados por el censor.

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

En el plano general y abstracto, una cosa es la subsistencia de


efectos jurídicos de un título valor alterado o modificado, en
respaldo de negociaciones existentes, ciertas y posteriores a su
emisión, y otra pretender la validación de la falsedad material,
en tanto manifestación de afectación a la fe pública y a la recta y
eficaz impartición de justicia.

90. Comprendido lo anterior de cara al caso concreto, la


censura rompe la unidad lógica del reproche, desconociendo que
los hechos que se declararon probados en las sentencias de
instancia atañen a la falsificación de la letra de cambio tras su
creación, consignando una suma superior a la verdaderamente
adeudada, para efectuar un cobro judicial directo por su única
tenedora (GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ), sin que ésta lo
hubiera cedido a otra persona. Si -a tono con las premisas de hecho
fijadas en las instancias- no hubo negociación posterior del
instrumento cambiario, por sustracción de materia no existieron
signatarios posteriores, motivo que igualmente evidencia la
inaplicabilidad del art. 631 del C.Co.

91. Por esa misma razón, también se advierte del todo


desatinada la invocación que el demandante hace del art. 622
ídem y de la jurisprudencia de la Sala de Casación Civil a él
alusiva. De los enunciados fácticos que se declararon probados
en los fallos impugnados (cfr. num. 41-47 supra) se extrae que la
denunciante emitió juntamente con su exesposo un título valor
completo, de contenido cierto en su importe (por $500.000), a
favor de la acusada, quien lo cobró judicialmente con alteración
de esa suma y sin el consentimiento de aquéllos, afirmando que
el monto aceptado por los deudores fue de $5´000.000. Ello
quiere decir que la hipótesis fáctica que se declaró probada,
inalterable por la vía de examen de la violación directa de la ley,
jamás contempló la existencia de una letra de cambio con
espacios en blanco ni la circulación de la letra de cambio. La

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GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

declaratoria de responsabilidad se basa en una falsedad


material sobre una cifra ciertamente impuesta en el título valor
adulterado, no en una eventualidad de un título incompleto
llenado con inobservancia de las instrucciones de los
aceptantes.

92. En conclusión, en el marco de los hechos fijados en las


sentencias, ante la existencia de un medio fraudulento (título
valor falsificado, contentivo de una adulteración de la obligación
cambiaria), es inobjetable la verificación del ingrediente
normativo alusivo a una decisión contraria a la ley. En esas
condiciones, la letra de cambio entraña aptitud para producir
determinaciones ilegales, derivadas del cobro ejecutivo de una
prestación con causa ilícita, poniendo en efectivo riesgo la
eficacia y rectitud de la administración de justicia.

5.3.2. Tipicidad subjetiva.

93. En cuanto al primer cargo subsidiario por violación


directa es manifiesta su improsperidad, por cuanto el
planteamiento de atipicidad subjetiva se basa en una realidad
fáctica distinta a la que declararon probada los juzgadores. El
análisis sobre la subsunción del actuar de la procesada en la
categoría del dolo lo aplica el censor en premisas de hecho
ajenas a la unidad decisoria impugnada, quebrantando de esa
manera la unidad lógica del reproche.

94. Cierto es que los juzgadores, con base en los


dictámenes periciales, declararon probado que GUILLERMA
MARTÍNEZ no fue quien alteró materialmente la letra de cambio;
es decir, que ella no escribió en el título el cero adicional en el
importe, a fin de cobrar $5’000.000. Así se reconoce en los fallos
de instancia. Empero, allí también se declaró probado que la
falsificación se realizó a instancia de GUILLERMA CRISTINA

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CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

MARTÍNEZ. Ese hecho se infirió de que i) ella era la única


interesada en cobrar el dinero; ii) el ejercicio de la acción
cambiaria, por vía judicial, se realizó directamente, tras la
emisión de la letra, sin que ésta hubiera sido negociada ni
cedida por la acusada, quien iii) no sólo fungió como su única
tenedora y beneficiaria, sino que la aportó en una demanda que
aquélla presentó en causa propia, actuando como abogada.
Además, los juzgadores descartaron que los deudores hubieran
sido quienes alteraron la suma en el título.

95. De suerte que, si se concluyó que el título fue alterado


a instancia de la acusada, quien procedió a promover el proceso
ejecutivo en esas circunstancias, tales asertos implican que
aquélla sabía de la falsificación material -al margen de que no se
hubiera establecido quien adicionó el cero- del instrumento base de
la ejecución y, en tales condiciones, procedió a iniciar la acción
judicial. Esas proposiciones fácticas, sin dudarlo, se adecúan a
los elementos cognitivo y volitivo de la tipicidad dolosa. A su vez,
dejan en el vacío el alegado error de tipo, por cuanto, en criterio
de a quo y ad quem, cerrada la posibilidad de que los deudores
hubieran adulterado el título, sólo la abogada GUILLERMA
MARTÍNEZ pudo provocar la cuestionada falsificación, lo que, en
el razonar de los falladores, descarta cualquier creencia errónea
sobre la genuinidad del instrumento cambiario.

96. Al margen de que los pilares argumentativos que


soportan esas declaraciones de hechos sean correctos o
incorrectos (cuestión que se examinará al abordar los reproches
constitutivos del cargo por violación indirecta de la ley sustancial),
por examinarse en este acápite una hipótesis de violación
directa esas premisas fácticas son inamovibles,
incuestionables, inalterables e intangibles. Mas el censor,
expresamente, las desconoce, lo cual deja desprovisto de
prosperidad su reclamo.

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

97. El desconocimiento de las premisas de hecho con


base en las cuales se aplicó el juicio de tipicidad subjetiva
queda en evidencia al sostener el demandante, faltando a la
fidelidad en la reseña de los presupuestos fácticos que
integran la unidad decisoria impugnada, que: i) la procesada
“no tenía consciencia del hecho”; ii) “ignoraba la falsedad”
consignada en la letra; iii) el “pagaré fue adulterado en un
escenario previo a su circulación”; iv) la acusada “simplemente
presentó el título valor a su apoderada para su cobro judicial” y
v) “no se probó que aquélla hubiera determinado a alguien para
alterar la letra de cambio”.

98. La última apreciación, más allá de cuestionar la


estructura probatoria en que se asiente la declaratoria de
hechos, simplemente se opone contraevidentemente a los
hechos probados -que en el ámbito de la violación directa son
inalterables-, incluyendo escenarios ajenos a la hipótesis que
se validó en las instancias, como la posterior circulación del
título, o que el actuar de la acusada se limitó a “entregar la
letra a su abogada”, cuando lo probado fue que promovió la
acción ejecutiva por sí misma, en calidad de abogada.

99. De ahí que la alegación de “ausencia de dolo por


error de tipo”, como factor de “atipicidad subjetiva”, es del todo
infundada, sin que tampoco prospere el primer reproche
subsidiario por la vía de la violación directa.

5.3.3. Conclusión parcial.

100. Por consiguiente, la censura no acredita la violación


directa de la ley sustancial. Los hechos que se declararon
probados, efectivamente, encuentran subsunción completa en el
art. 453 del C.P., sin que se presenten supuestos configuradores

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Cas. N° 58.696
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GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

de error de tipo (art. 32-10 C.P.) que hagan decaer el juicio


positivo de tipicidad subjetiva.

5.4. Examen de los cargos por violación indirecta de la


ley sustancial.

101. La apreciación probatoria es el ejercicio de


observación, entendimiento o lectura del contenido objetivo de la
prueba. Si el juzgador aprehende ese contenido de una manera
diversa, existirá un yerro en la comprensión de lo que informa la
prueba misma. Por su parte, la valoración de las pruebas, en
estricto sentido, es un proceso distinto, posterior, consistente en
el razonamiento aplicable por el juez al analizar la información
extraída del medio de conocimiento. En la fase de apreciación, si
se quiere, se extrae información de la prueba, mientras que, en
la valoración el juzgador analiza, escruta o examina
cuidadosamente lo que ella le indica, para emitir juicios de valor,
conclusiones o inferencias, a partir de los cuales declarará
probados o no determinadas proposiciones fácticas.

102. Esa es la razón por la cual, en la teoría de la


casación, los errores de apreciación pueden derivar de fallas de
observación total o parcial, expresadas, respectivamente, en
falsos juicios de existencia o de identidad. A su turno, los yerros
de valoración sólo pueden ser cometidos en el ámbito del falso
raciocinio, modalidad de error que tiene ocurrencia cuando el
juzgador observa la prueba en su integridad, pero al valorarla
desconoce los postulados de la sana crítica, es decir, una concreta
ley científica, un principio lógico o una máxima de la experiencia.

5.4.1. Errores de apreciación probatoria.

5.4.1.1. Falso juicio de existencia por suposición.

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GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

103. Entendida la diferencia entre las fases de apreciación


y valoración probatoria, salta a la vista la carencia de
fundamento del reclamo elevado por “suposición de pruebas”. El
falso juicio de existencia dice relación a la entidad o el ser de los
medios de conocimiento, de donde se sigue que el error de
observación tendría lugar cuando el juez comprende que un
medio de conocimiento carece de existencia, pese a que ha sido
incorporado al torrente probatorio, o entiende que tiene ante sí
una prueba, pese a que ésta no existe en el proceso.

104. La primera de dichas hipótesis se presenta cuando el


fallador, al proferir la sentencia, desconoce por completo el
contenido material de una prueba debidamente practicada, es
decir, la omite. En el segundo evento, la inventa o supone, esto es,
afirma la existencia de una prueba que jamás fue practicada o
recaudada.

105. Bajo esa óptica, la censura no acredita que los


juzgadores supusieron alguna prueba. Ello implicaría poner de
manifiesto que, pese a no haber sido practicado, en la estructura
probatoria de la decisión está presente un medio de conocimiento
en concreto -inspección, peritación, documento, testimonio, confesión o
indicio (art. 233 inc. 1° C.P.P.)- que hubiera sido contemplado. Mas el
reclamo no identifica ningún contenido objetivo al que se le hubiera
asignado como fuente una prueba no incorporada a la actuación.

106. Lo que en verdad cuestiona el demandante es la


supuesta insuficiencia de las razones probatorias aducidas por los
juzgadores para afirmar la responsabilidad penal (art. 232 inc. 2°
ídem), esto es, que con las pruebas practicadas y la información
extraída de ellas no se alcanza el estándar de conocimiento
necesario para condenar. Empero, un reproche de tal naturaleza no
concierne a la apreciación sino al proceso de valoración, que recae
sobre la calidad y solidez de los razonamientos e inferencias

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

construidas a partir del contenido objetivo de las pruebas


previamente apreciadas.

107. El propio libelista deja en el vacío su reclamo por


“suposición probatoria”, pues además de no identificar cuál fue el
medio de conocimiento “inventado”, enseña que la afirmación de la
responsabilidad reposa en prueba indiciaria. Al margen de que
pueda cuestionarse la fuerza probatoria del indicio por yerros de
valoración (falso raciocinio) a la hora de fijar la regla de experiencia
antepuesta al hecho indicador, al momento de derivar las
inferencias o cuando éstas se escrutan en conjunto con las demás
pruebas, si el indicio es un medio de prueba (art. 233 inc. 1° C.P.P.) y
en él se soporta la decisión, mal podría afirmarse un falso juicio de
existencia por suposición.

108. Desde luego, el censor alude a la ausencia de prueba del


hecho indicador, pero tal aserto es infundado. Los
cuestionamientos se formulan bajo un entendimiento incorrecto del
principio de libertad probatoria, cifrado en que, para condenar, la
prueba pericial necesariamente debió haber corroborado que la
acusada fue quien alteró materialmente la letra de cambio. Al
insistir en esa valoración alternativa, ajena a la estructura
probatoria que el demandante está en el deber de refutar atinada y
suficientemente si pretende que se case la sentencia, pasa por alto
que la inferencia de responsabilidad está construida en premisas
distintas.

109. De las sentencias impugnadas se extracta que, con


fundamento en las pruebas testimoniales, documentales y
periciales, los juzgadores declararon probado como hechos
indicadores que i) Flor Alba Morón y Alfonso Blanquicet, por haber
recibido en préstamo de la acusada $500.000, giraron
conjuntamente la letra de cambio a favor de ésta; ii) la letra de
cambio fue adulterada para ser cobrada por $5’000.000; iii) la

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

única beneficiaria, tenedora y acreedora cambiaria fue GUILLERMA


CRISTINA MARTÍNEZ, quien iv) no cedió, negoció ni endosó el título
a nadie, sino que directamente, en condición de abogada y
actuando en causa propia, lo cobró judicialmente por la última
suma, y v) la adulteración material de la letra no le es atribuible a
la procesada, pero tampoco a la señora Morón ni al señor
Blanquicet.

110. De suerte que, para los juzgadores, si la experiencia


enseña que, por lo general, los deudores cambiarios no suelen
alterar los títulos en su propio perjuicio y ello está corroborado
pericialmente, al tiempo que nadie distinto a la abogada
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ fue tenedora de la letra de
cambio, cuya alteración material está comprobada, es razonable
inferir que solo a instancia de ella fue adulterada, máxime que la
presentó para cobro en su exclusivo beneficio.

111. Ahí, innegablemente, hay una estructura indiciaria


completa, cuyos hechos indicadores se soportan en la apreciación
de pruebas efectivamente incorporadas, son valorados con
referencia a las reglas de la sana crítica y, a partir de éstas, se
infieren hechos desconocidos que se declaran probados. Ello, al
margen de que, desde la perspectiva del falso raciocinio, pueda
cuestionarse en su corrección o en la “fuerza probatoria” asignada,
por falta de exploración de otras hipótesis igualmente plausibles,
deja en el vacío el reproche por falso juicio de existencia por
suposición, el cual tampoco prospera.

5.4.1.2. Falso juicio de existencia por omisión.

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

112. En contraposición, la Corte constata que los


juzgadores, como lo denuncia el libelista, ciertamente
incurrieron múltiples falsos juicios de existencia por omisión.
Contrastados los reclamos con la argumentación probatoria
edificada en las instancias, es evidente que se hizo completa
abstracción de los medios de conocimiento referidos por el
demandante. A continuación, la Sala apreciará las pruebas
omitidas, reseñando su contenido objetivo esencial.

113. Efectivamente, Flor Alba Morón Tirado presentó


excepciones de fondo en el proceso ejecutivo promovido por la
acusada. No sólo alegó la “alteración del texto del título valor”, a
través de la modificación de la suma adeudada, sino que sostuvo
la “ausencia de legitimidad por pasiva”, en tanto su acreedor no
era GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ, sino Alonso Blanquicet,
en ese entonces su cónyuge, quien le habría prestado $200.000,
cuyo pago respaldó en la letra de cambio concernida, “que por
ese valor diligenció”. Al respecto, en el memorial visible del fl. 7
al 12 del Cuaderno Anexos-Proceso Ejecutivo, el abogado
Ernesto José Ordosgoitia Vergara, apoderado de la demandada
Flor Alba Morón, expuso:

EXPLICACIÓN DE LOS HECHOS CONSTITUTIVOS DE LA


EXCEPCIÓN.

Señora juez, es fundamental para aclarar situaciones de


tiempo, modo y lugar dentro del presente proceso,
indicarle lo siguiente en nombre de mi poderdante, en
especial para que lo comentado expresamente sirva de
preámbulo ilustrativo fáctico y así comprender en mejor
forma las excepciones propuestas a su consideración:

Según la señora Flor Alba Morón, hace unos años ella


requirió de una suma de dinero, la cual ascendía a la
cantidad de $200.000, suma que fue facilitada por
Alonso Blanquicet Berdugo y, como garantía de ello,
la señora Morón suscribió, aceptando como deudora,
una letra de cambio a favor del señor Blanquicet
Berdugo, título valor del cual se llenaron solo el
espacio atinente al capital y las firmas de la deudora

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

ya mencionada y del acreedor o beneficiario, señor


Blanquicet.

Su señoría, es evidente…que el valor plasmado en el


cuerpo de dicho título valor por concepto de capital fue
alterado, situación que es respaldada por la demandada
Flor Alba Morón, quien me indica que, si bien la firma
estampada en el cuerpo de dicho título es la que ella
utiliza de forma normal en sus actividades personales y
comerciales, también es cierto, según mi mandante, que
en ningún momento ella le entregó dicho título a la
demandante GUILLERMA MARTÍNEZ. En ese orden de
ideas y, por sustracción de materia, mucho menos le
adeuda dinero alguno; por tanto, es contundente mi
mandante en afirmar: “no tengo ninguna obligación
pendiente con la señora GUILLERMA MARTÍNEZ”.

[…]

Ahora, su señoría, la presente demanda va dirigida contra


Flor Alba Morón y Alonso Blanquicet, pero conforme al
texto del mismo título valor que la demandante aporta
como prueba, se observa que el señor Blanquicet no
ostenta la calidad de deudor; por el contrario, éste
ostenta la calidad de acreedor o beneficiario de la
señora Morón. En ninguna parte del cuerpo de dicho
título valor aparece la firma de la señora GUILLERMA
MARTÍNEZ, en su supuesta condición de acreedora y sólo
se hace referencia de ella en el encabezamiento del
título valor, espacio que, como lo dije, según mi
mandante Flor Alba Morón, estaban en blanco…

114. De acuerdo con esa versión de los hechos, vertida por


Flor Alba Morón a través de su apoderado en el proceso civil,
aquélla creó y giró un título crediticio incompleto, parcialmente
en blanco, pues únicamente la habría firmado y diligenciado en
la suma adeudada al beneficiario (Alonso Blanquicet), a quien se
la entregó. El 23 de agosto de 2006, aquélla rindió interrogatorio
en el marco del proceso ejecutivo (fl. 24 ídem), oportunidad en la
que, tras reconocer que las firmas estampadas en la letra de
cambio son la suya y la del señor Blanquicet, sostuvo:

PREGUNTA: diga si es cierto o no que la firma que aparece


en el título, en la correspondiente casilla de aceptante y
obligado es suya. CONTESTÓ: sí, es mía. PREGUNTA: diga
si la firma que aparece del girador de la letra de cambio es

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

de su esposo Alonso Blanquicet, al igual que su número de


cédula. CONTESTÓ: sí. PREGUNTA: diga al despacho cuál
de ustedes llenó la letra de cambio. CONTESTÓ: yo no la
llené, tampoco Alonso, porque esa no es su letra…
PREGUNTA: diga si usted o el señor Blanquicet pusieron a
otra persona a llenar la letra de cambio. CONTESTÓ: yo
no tengo idea de quién la llenó, porque yo se la
entregué a él por los $200.000 que él me facilitó,
cuando yo se la entregué se la entregué llena por los
$200.000, nada más.

115. Ante la fiscal instructora, en interrogatorio llevado a


cabo el 19 de febrero de 2016, la señora Morón Tirado rindió
nueva declaración juramentada. Esta vez expuso (fl. 205 C.
Fiscalía 2): “yo nunca le he prestado dinero a la señora GUILLERMINA
(sic), fue mi exesposo quien le prestó el dinero y yo avalé la letra
con mi firma, por eso ella me demandó a mí…Ella me demandó por
una letra de $5’000.000, cuando en realidad mi exesposo le había
prestado eran $500.000. Ella alteró la letra, le agregó un cero más y
por eso parecía que fueran $5’000.000”.

116. Por su parte, Alonso Blanquicet rindió declaración


juramentada ante la Fiscalía el 19 de agosto de 2010 (fls. 23-24
C. Original Fiscalía 1), prueba de carácter testimonial que
también fue inobservada por los juzgadores, de la cual se extrae:

PREGUNTADO: ¿conoce a Flor Alba Morón Tirado y


GUILLERMA MARTÍNEZ? En caso cierto, ¿desde cuándo y
por qué? CONTESTÓ: sí las conozco. La primera fue mi
esposa y a GUILLERMA porque hacíamos negocios de
préstamo de dinero que ella nos hacía. PREGUNTADO:
¿sabe usted sobre el préstamo de un dinero o negociación
realizada entre la señora Flor Alba Morón y usted con la
señora GUILLERMA MARTÍNEZ, mediante una letra de
cambio por $5’000.000, firmada como aceptante por Flor
Alba Morón y su persona, de fecha 5 de enero de 2005? -al
declarante se le pone de presente dicho título valor-
CONTESTÓ: primero, que la letra fue llenada en su
totalidad por GUILLERMA MARTÍNEZ; segundo, que el
préstamo que nosotros realizamos con esa señora fue de
$500.000 y no de $5’000.000, como lo dice el título valor.
Eso es todo. PREGUNTADO: díganos si la cantidad por
$5’000.000 en números, por la cual fue llenada la letra de
cambio, observada en la parte superior derecha, fue

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

realizada por usted, al igual que las letras donde se lee


CINCO MILLONES DE PESOS. Contestó: la parte
numérica no fue realizada por mí, ya que siendo mi
persona la parte afectada, no tiene lógica haberla llenado
por esa cifra, a sabiendas de que la suma real es de
$500.000, como fue demostrado en el informe pericial de
grafología DNC-DOC-45-2007…Por todo lo anterior, quiero
manifestar que tampoco es lógico, siendo yo la parte
afectada, que haya llenado en letras ese título valor por
cinco millones de pesos, por lo tanto, no fue llenado por mí
ni en valor numérico ni en letras. PREGUNTADO: ¿la firma
que aparece al pie de la letra de cambio en su parte
inferior derecha es la que usted usa en todo acto público y
privado? CONTESTÓ: sí es la mía. Quiero agregar que la
precitada letra de cambio le fue entregada en blanco,
únicamente firmada por Flor Alba Morón y mi
persona, ya que GUILLERMA no acepta al prestar un
dinero que esta sea llenada sin valor alguno.

117. De igual manera, Alonso Blanquicet había absuelto


interrogatorio en el marco del proceso ejecutivo el 26 de
septiembre de 2006 (fls. 39-40 C. Anexos-Proceso Ejecutivo). En
esa ocasión, entre otras cosas, aseveró:

PREGUNTADO: sírvase decir qué conocimiento tiene usted


sobre una obligación que la doctora GUILLERMA
MARTÍNEZ cobra a la señora Flor Alba Morón por la suma
de $5’000.000. Sírvase hacernos un recuento de todo
cuanto usted sepa y le conste sobre ello. CONSTESTÓ: […]
Mirando el negocio y el contenido de la letra de cambio
recuerdo que a la señora GUILLERMA MARTÍNEZ se le dio
una letra por valor de $200.000, valor numérico, y que
la señora Flor Alba Morón firmó la letra, fue cuando yo fui
a la residencia de la señora GUILLERMA a negociarla y
me encuentro con la sorpresa de que la letra fue
adulterada, porque se ve claramente por un valor de
$5’000.000. También hago claridad de que el contenido de
la letra tampoco pertenece a mi puño y letra.
PREGUNTADO: en respuesta anterior usted refiere haberla
entregado a GUILLERMA MARTÍNEZ por valor de $200.000,
sírvase indicar si la letra que se le pone de presente es la
que usted hace referencia o si, por el contrario, corresponde
a otra obligación. Asimismo, sírvase indicar si la firma que
aparece en la casilla de suscriptor de la letra y si la firma es
la suya -la juez pone de presente al testigo la letra que sirve
de base en este proceso- CONTESTÓ: ese es el título al
que di respuesta (sic) anterior y la firma que tiene la
letra de cambio en la casilla de suscriptor sí es la mía.
PREGUNTADO: sírvase indicar si usted diligenció o llenó el

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GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

contenido de la letra. CONTESTÓ: no. La verdad es que esa


no es la letra de Flor Alba Morón ni tampoco es la mía,
estamos hablando del contenido de la letra de cambio en
diligenciamiento, no sé quién la llenó.

118. Adicionalmente, pese a no haber sido denunciado por


el libelista, en el examen de la fase de apreciación probatoria la
Sala detecta otro falso juicio de existencia por omisión. Salta a la
vista que no todas las declaraciones ofrecidas por GUILLERMA
CRISTINA MARTÍNEZ fueron apreciadas, pues los juzgadores se
limitaron a la indagatoria, pese a que aquélla también rindió
declaración, en calidad de demandante en el proceso ejecutivo.
La corrección de ese yerro supone que la Sala, enseguida,
proceda a apreciar esa prueba.

119. En el ámbito de la jurisdicción civil, en respuesta a


las excepciones de fondo planteadas por la demandada Flor Alba
Morón, aquí denunciante, ha de resaltarse que el juez promiscuo
dispuso la práctica de pruebas para determinar si el título había
sido alterado. En la sentencia del 25 de marzo de 2008 (fls. 66-72
C. Anexos-Proceso Ejecutivo), con fundamento en los dictámenes
periciales y los interrogatorios, concluyó que “hubo una
alteración del título, pero no atribuible a la demandante, pues en
su declaración ella manifestó haberlo recibido tal y como se
encuentra dentro de este proceso y los demandados no
desvirtuaron ese dicho”. Por ello, desestimó las excepciones y
dispuso seguir adelante con la ejecución. Entre otras cosas, en
el interrogatorio rendido por GUILLERMA MARTÍNEZ ante el
juez civil, el 23 de agosto de 2006 (fls. 25-26 ídem), aquélla
afirmó:

PREGUNTA: ¿cómo llegó a sus manos el título valor que


sirve como base dentro de la presente acción? CONTESTÓ:
por una deuda, como está estipulado en el título valor.
PREGUNTA: ¿qué persona o personas le hicieron entrega
de dicho título? CONTESTÓ: el señor Alonso Blanquicet y
la señora Flor Alba Morón. PREGUNTA: diga cuál fue el
monto del préstamo: CONTESTÓ: $5’000.000, como está

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estipulado en el título. PREGUNTA: diga si en el momento


en que se le hace entrega del título valor se encontraba
lleno o con espacios en blanco. CONTESTÓ: totalmente
lleno, pues de lo contrario debían darme instrucciones de
cómo se debía llenar, de conformidad con el art. 622 del
C.Co. PREGUNTA: ¿quién fue la persona que llenó los
espacios dentro del presente título valor? CONTESTÓ: no
sé, porque el título me lo entregaron tal como se
encuentra. PREGUNTA: ¿cómo explica usted que a folio 13
usted manifiesta en su escrito de contestación de
excepciones “como quiera que el señor Alonso Blanquicet
es el creador o girador de la letra de cambio y esposo de la
principal obligada, Flor Alba Morón Tirado, fue él quien
llenó los espacios de la letra de cambio y me la entregó
para que se la cobrara a su esposa, por lo que en ningún
momento la letra fue llenada por mí, ya que no se me
entregó en blanco”. CONTESTÓ: él, como creador de la
letra, presumiendo la buena fe, por eso afirmo que quien
llenó los espacios fue él.

5.4.1.3. Falso juicio de identidad.

120. Aunado a las detectadas falencias de apreciación, la


Corte encuentra otro yerro que ha de ser corregido. De la reseña
de la estructura probatoria construida en las instancias (cfr.
num. 42, 44 y 45 supra) se extrae que los falladores, al
aprehender el contenido de los dictámenes periciales en
grafología forense incorporados al proceso, declararon probado,
categóricamente, que la acusada y Alonso Blanquicet no
adulteraron la cifra plasmada en la letra de cambio. Empero,
este aserto comporta una tergiversación del concepto pericial,
pues el grafólogo que examinó la letra de cambio no sostuvo ello
en la aclaración del 30 de octubre de 2007 (fls. 61-64 C. Anexos-
Proceso Ejecutivo), sino una conclusión con un alcance diverso,
en punto del monto expresado en números (cifra), apta para
influir en la valoración de la prueba documental.

121. Ciertamente, el perito concluyó que los llenos gráficos


o caligráficos plasmados como texto en la letra de cambio6 no
6
El texto de la letra proforma es del siguiente tenor (siendo la parte subrayada lo diligenciado
a mano): “SEÑOR Flor Alva (sic) Morón Tirado. EL DÍA 5 enero (sic) DE 2006 SE SERVIRÁ
USTED PAGAR SOLIDARIAMENTE EN Chinu (sic) A LA ORDEN DE Guillerma Martínez

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pertenecen a los grafismos auténticos de GUILLERMA


MARTÍNEZ ni a los de Alonso Blanquicet. Empero, por una
observación incompleta, los juzgadores extendieron tal
conclusión a la cifra ($5’000.000), sobre la cual se emitió una
opinión diferente, a saber, que técnicamente no es posible
determinar la autoría de la modificación material mediante la
anteposición de un cero, dado que ello es producto de un dibujo,
no de un trazo manuscritural: “cuando se trata de retoques o
posibles adiciones, físicamente por medios grafológicos no es
posible establecer la autoría de éstos, por cuanto los retoques o
adiciones, más que una escritura, son dibujos que carecen de
espontaneidad” (fl. 62 C. Anexos-Proceso Ejecutivo).

122. En esa dirección, es correcto afirmar que Alonso


Blanquicet no diligenció la letra de cambio en su texto, como
tampoco lo hizo la acusada. Mas a ello ha de agregársele una
clarificación: en la parte correspondiente a la cifra -o valor
numérico- la prueba pericial es incapaz de atribuir la adición de
un cero (en números) a persona alguna.

123. Por ende, verificándose los antedichos errores de


apreciación, que implicaron la inobservancia de importante
contenido objetivo perteneciente a las referidas pruebas, la Corte
está obligada a reajustar la valoración aplicada en las
instancias, integrando nuevas premisas de hecho, que dejaron
de declararse probadas por los juzgadores y han de ser
sometidas a escrutinio en el marco del análisis del reproche por
falso raciocinio, integrante del cargo por violación indirecta de la
ley sustancial.

5.4.2. Reajuste de la valoración probatoria.

EXACTOS cinco millones de pesos MONEDA LEGAL MÁS INTERESES POR RETARDO A __%
MENSUAL. TODAS LAS PARTES DE ESTA LETRA QUEDAN OBLIGADAS
SOLIDARIAMENTE Y RENUNCIAN A LA PRESENTACIÓN PARA LA ACEPTACIÓN Y PAGO
A LOS AVISOS DE RECHAZO” (cfr. fl. 31 C. Original Fiscalía 1).

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124. Como primera medida, salta a la vista la


discordancia entre las versiones que, en el proceso civil y el
penal, dieron Flor Alba Morón y Alonso Blanquicet, a quienes
los juzgadores de instancia, no obstante, les confirieron plena
credibilidad, en cuanto a que lo realmente adeudado a la
procesada eran $500.000. Sin embargo, para la Corte, el crédito
probatorio de los prenombrados testigos es altamente
cuestionable, dado que no solo mintieron en el marco del
proceso ejecutivo, sino que el contraste de sus declaraciones
muestra incoherencias trascendentes que generan dudas sobre
la forma en que habrían ocurrido los hechos en que se basa la
hipótesis delictiva.

125. Acorde con las pericias grafológicas, la cifra


originalmente plasmada en el título valor fue de $500.000. Al
respecto, en el dictamen practicado en el proceso ejecutivo se
lee: “con respecto al número inicial que se plasmó en la letra de
cambio, se logra determinar que el primigenio u original es
$500.000 (quinientos mil pesos). Esta conclusión tiene como
fundamento el notable contraste cromático que presenta el
contorno de la cifra en duda, donde son evidentes las diferentes
tonalidades entre el trazado original respecto a los trazos
sobrepuestos”. Por consiguiente, para el grafólogo forense, hubo
“alteración de reescrito en la cifra de duda, en la parte
superior del número cinco y en los ceros de izquierda a derecha
(uno, dos, cuatro, cinco y seis), alteración por adición en el
tercer cero, en el espacio donde inicialmente se encontraba el
punto que separaba las unidades de mil de la cifra original, que
es de $500.000”.

126. Ello descarta que el título valor concernido hubiera


sido diligenciado por $200.000, como lo sostuvieron Flor Alba
Morón Tirado y Alonso Blanquicet en los interrogatorios
rendidos en el proceso ejecutivo. En la aclaración al dictamen, el

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perito señaló que “no hubo adición del número cinco”, motivo por
el cual, a la hora de decidir la tacha y excepciones propuestas
por la señora Morón Tirado -bajo ese mismo supuesto y
desconociendo, además, a GUILLERMA MARTÍNEZ como acreedora -,
el juez civil les negó prosperidad bajo el entendido que la suma
referida por aquéllos es, en todo caso, distinta a la plasmada
originalmente en la letra, según el dictamen pericial.

127. Tal aspecto no es minúsculo, como lo plantea la


procuradora delegada para la casación penal. De ninguna
manera. Si la esencia del debate probatorio en el presente caso
consiste en establecer si la acusada promovió una acción
judicial para cobrar una suma superior a la que realmente se le
adeudaba, a lo cual subyace una disputa de versiones entre
deudores y acreedor sobre el verdadero valor de la obligación
cambiaria, es trascendental la credibilidad que pueda dársele a
aquéllas. No es suficiente corroborar que en la letra de cambio
hubo una modificación en la suma, pues, como se clarificó en
precedencia (cfr. num. 80-89 supra), la alteración del texto de un
título valor, per se, no comporta ilicitud (art. 631 C.Co.), salvo
que con ella se incurra en una falsedad, esto es, que se
consigne información contraria a la verdad.

128. Desde esa perspectiva, el crédito probatorio de la


denunciante y del señor Blanquicet se ve disminuido, por
cuanto está probado que mienten ante las autoridades
judiciales. Las excepciones de alteración del título y ausencia de
legitimidad en la causa por pasiva no fue una simple estrategia
del apoderado de Flor Alba Morón para exonerarse del proceso
ejecutivo. No. Además de que el abogado hizo tal alegación
recalcando que esa fue la versión de los hechos que le dio su
mandante, tanto ésta como su entonces cónyuge Alonso
Blanquicet rindieron declaraciones ante el juez civil, a quien
bajo la gravedad del juramento expusieron, faltando a la

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GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

verdad, que la letra de cambio - reconocida en los interrogatorios


por ambos, tanto en su entidad como en sus firmas - se giró por
$200.000, suma que, dijeron, fue plasmada en el título valor
(cfr. num. 113, 114 y 117 supra)7. Mas tal hecho fue descartado
pericialmente, dado que la cifra originaria impuesta en la letra
de cambio fue de $500.000.

129. Pero hay más: una valoración a profundidad de esas


declaraciones, tanto internamente como contrastadas entre sí,
deja al descubierto cuestiones que hacen dudar de la forma en
que, según aquéllos, se emitió el título valor a GUILLERMA
MARTÍNEZ.

130. En primer lugar, la versión inicial de la señora


Morón, además de mentirosa en punto del llenado del
instrumento cambiario por $200.000, es contradictoria. De un
lado, sostuvo ante el fiscal que no llenó la letra de cambio -sin
que “tenga idea de quién la diligenció-; de otro, afirmó al juez civil
que ella se la entregó llena al señor Alonso Blanquicet,
supuestamente por dicha suma. De ahí que no sólo hay
falsedad en la aseveración del monto, sino una inconsistencia
tal que impide creer en su dicho y entender con claridad lo
sucedido, pues es incomprensible que, si no la diligenció, la
hubiera entregado “llena”.

131. Adicionalmente, cabe destacar que Alonso Blanquicet


también mintió en calidad de testigo en el proceso ejecutivo, no
sólo cuando, tratando de sintonizarse con la falaz versión
ofrecida por su expareja, en condición de demandada en el
proceso civil, sostuvo que a “GUILLERMA MARTÍNEZ se le dio
una letra por valor numérico de $200.000, que firmó Flor Alba
7
Al respecto, recuérdese, el abogado de Flor Alba Morón sostuvo que, según ésta, del título
valor “se llenaron solo los espacios atinentes al capital y las firmas de la deudora y del acreedor o
beneficiario, señor Blanquicet”. A su turno, la señora Morón Tirado aseveró que le entregó el título
valor a él (Alonso Blanquicet) “por los $200.000 que él me facilitó…se la entregué llena por los
$200.000, nada más”. En la misma dirección, el señor Blanquicet afirmó “recuerdo que a la señora
GUILLERMA MARTÍNEZ se le dio una letra por valor de $200.000, valor numérico”.

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Morón”, sino al aseverar que “la letra fue llenada en su


totalidad por GUILLERMA MARTÍNEZ” (cfr. num. 117 supra).
Este último aserto, además de haberse descartado con el
dictamen pericial, pues la señora MARTÍNEZ no la diligenció,
contradice lo expuesto por la denunciante, quien sostuvo que se
la dio llena a él por $200.000. De suerte que, si el monto fue
diligenciado, mal podría sostener que la acusada llenó la letra
de cambio en su totalidad.

132. Detectadas esas inconsistencias, en el proceso penal


el señor Blanquicet quiso ofrecer otra versión de los hechos.
Empero, también es carente de confiabilidad. En su última
declaración, aquél dijo que “la letra de cambio le fue entregada
[a la acusada] en blanco, únicamente firmada por Flor Alba Morón
y mi persona”. Esto, además de inconsistente con lo afirmado
por la señora Morón, quien sostuvo haber diligenciado el título
valor en la cifra de $200.000, es contradictorio internamente,
ya que, al finalizar el interrogatorio el señor Blanquicet
“clarificó” que “GUILLERMA no acepta, al prestar un dinero, que
sea llenada [la letra] sin valor alguno”.

133. A ese respecto, incluso, el declarante corrobora lo


dicho por la procesada, quien en el interrogatorio rendido ante
el juez civil (cfr. num. 119 supra), expuso que el título valor lo
recibió diligenciado por Flor Alba y Alonso, sin espacios en
blanco, pues ella como abogada sabe que habría tenido que
exigir carta de instrucciones.

134. Asimismo, la credibilidad de Alonso Blanquicet se ve


minada cuando, luego de conocerse los resultados del dictamen
pericial practicado en el proceso civil, ante la fiscal readecuó su
versión al unísono con Flor Alba Morón, para afirmar que el
préstamo adquirido de GUILLERMA MARTÍNEZ fue por

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$500.000, pese a que, con anterioridad, también sostuvo que la


deuda respaldada en la letra de cambio era de $200.000.

135. Pero yendo más allá de las contradicciones,


incoherencias, inconsistencias y mentiras detectadas en las
versiones de la denunciante y su exesposo, que aminoran su
crédito probatorio, la lectura articulada de aquéllas abre la
puerta a considerar una hipótesis fáctica distinta a la validada
por los juzgadores de instancia, del todo plausible y soportada
en los medios de prueba apreciados completamente. La
inobservancia de las declaraciones de Flor Alba Morón y Alonso
Blanquicet impidió a los falladores percatarse, por una parte,
de que la letra de cambio no fue creada conjuntamente por
aquéllos; por otra, que el cobro judicial efectuado por la
acusada no se realizó inmediatamente después de la emisión
del título valor, sino luego de una negociación que le antecedió.

136. En ese marco fáctico, existiendo razones para


desconfiar de lo expuesto por la denunciante y su exmarido, así
como valorando sus versiones en conjunto con las demás
pruebas, es fundado pensar que Flor Alba Morón no diligenció
la letra, sino que, simplemente, la firmó en blanco y se la
entregó a Alonso Blanquicet, primer tenedor y beneficiario que,
posteriormente, efectuó una negociación con GUILLERMA
MARTÍNEZ, por lo que le endosó la letra de cambio.

137. En punto de valoración, es dable rescatar aspectos


de lo expuesto por el señor Blanquicet, que ofrecen claridad
sobre la forma en que se habría creado y emitido la letra de
cambio, así como su posterior circulación, para dar lugar a la
final tenencia en cabeza de la acusada.

138. Alonso Blanquicet declaró que, luego de la firma de


la letra de cambio por la señora Morón y la entrega que ésta le

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hizo de ella, fue a la residencia de GUILLERMA MARTÍNEZ a


“negociarla”. Esto quiere decir que, efectivamente, aquél habría
participado en la relación cambiaria en dos condiciones: en un
primer momento, como inicial beneficiario-tenedor y,
posteriormente, como endosante. Ahora, pese a las variaciones
de la versión de los hechos expuesta por Flor Alba Morón, ésta
se mantuvo consistente en que entre ella y la procesada no
existió ningún contrato subyacente de mutuo mercantil. Ante la
fiscal (cfr. num. 115 supra), pese a abandonar su versión de
deber $200.000 y haber diligenciado esa cifra, para referirse a
una deuda por $500.000, insistió en que a quien GUILLERMA
le prestó dinero fue a Alonso, por lo que ella “avaló la deuda con
su firma”.

139. Si bien la condición de avalista no puede tenerse


como cierta, pues la firma de la señora Morón figura en el
aparte de ACEPTACIÓN, lo que la hace girada u obligada
cambiaria principal, no es menos cierto que, desde los albores
del proceso ejecutivo, la aquí denunciante hizo referencia a que
giró una letra a favor de Alonso Blanquicet, según ella, su
verdadero acreedor, porque éste le prestó dinero. De suerte que,
si el señor Blanquicet i) “negoció” el título valor con
GUILLERMA MARTÍNEZ, ii) firmó la letra -hecho probado
pericialmente y mediante reconocimiento de aquél en el
interrogatorio rendido en el marco del proceso ejecutivo - y iii) se la
entregó a aquélla, convirtiéndola en beneficiaria y legítima
tenedora, es dable concluir que le endosó el título valor.
Además, lo habría hecho a título oneroso, pues Alonso clarificó
ante la fiscal (cfr. num. 116 supra) que “hacía negocios de
préstamo de dinero” con GUILLERMA.

140. La exploración de las antedichas posibilidades


fácticas, en concordancia con la valoración aplicada a las
declaraciones de Alonso Blanquicet, en verdad, muestra como

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probable que el título pudo haberse emitido originariamente por


Flor Alba Morón, en blanco, a favor del señor Blanquicet, y éste
lo endosó a título oneroso a GUILLERMA MARTÍNEZ.

141. En ese momento, aquél también se habría


constituido en obligado cambiario. Y si el título valor se giró
inicialmente en blanco por Flor Alba Morón, estando descartado
que la acusada la hubiera recibido en esas condiciones, pues,
como lo dijo el señor Blanquicet, GUILLERMA no recibía letras
de cambio en blanco, ha de inferirse que alguien tuvo que
diligenciarla previamente, a ruego de Alonso Blanquicet, único
intermediario entre la giradora e inicial girada (Flor Alba Morón) y
la final tenedora y beneficiaria (GUILLERMA CRISTINA
MARTÍNEZ).

142. Es más: una razón que confluye a inferir que el


llenado antecedente al cobro pudo haberse hecho a instancia de
Alonso Blanquicet es que, si en verdad hubiera entregado la
letra en blanco a la acusada, ninguna necesidad tenía ésta de
alterarla mediante la adición de una suma no plasmada.
Simplemente, como tenedora legítima, habría procedido a llenar
los espacios conforme a lo pactado con aquél para proceder al
cobro. Y como más adelante se expondrá, no es descartable que
GUILLERMA MARTÍNEZ sí haya prestado la suma de
$5’000.000.

143. Lo cierto es que es imposible afirmar con certeza el


verdadero monto de la obligación u obligaciones subyacentes
durante la vida cambiaria del título valor. Esto deriva de la
articulación de la cadena de mentiras e inconsistencias
identificadas en las versiones de Flor Alba Morón y Alonso
Blanquicet: i) la falsedad en las declaraciones sobre el llenado
de la letra de cambio por $200.000, que resultó inexistente; ii)
las contradicciones de Flor Alba Morón en cuanto a que no

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diligenció la letra, pero la entregó “llena”; iii) la modificación de


la versión de ambos en el marco del proceso penal, para ajustar
su denuncia a las conclusiones del dictamen pericial obtenido
en el proceso ejecutivo, en el sentido que GUILLERMA les prestó
$500.000; iv) la atribución del llenado del título valor a la
acusada, pese a que pericialmente se determinó que ella no lo
hizo; v) la aseveración de Alonso Blanquicet en el sentido que
entregaron a GUILLERMA una letra firmada en blanco y vi) el
contraevidente intento de Flor Alba Morón de querer posar, en
sus declaraciones en el proceso penal, como avalista en un
título valor girado por Alonso Blanquicet, pese a que la
literalidad la muestra como giradora (creadora) y girada (inicial
obligada cambiaria).

144. Ahora bien, desligando la actuación de Flor Alba


Morón del comportamiento de Alonso Blanquicet, en
consonancia con la observación del contenido literal del título
valor, en el que solo la firma de ella figura en la parte de
ACEPTANTE, es igualmente plausible y soportado entender,
pese a las inconsistencias en sus versiones, que aquélla pudo
haber girado -de buena fe- el título valor en blanco, a favor de su
cónyuge en ese momento, porque éste le prestó dinero - sin que
pueda saberse con exactitud cuánto ($200.000 o $500.000)- , y que
el señor Blanquicet, con posterioridad, se obligó
cambiariamente con la prestamista GUILLERMA MARTÍNEZ.

145. En esa hipótesis, admitido que la letra de cambio no


fue entregada en blanco a la acusada (beneficiaria y tenedora
final), sino diligenciada, así como que el texto de llenado no es
de autoría de Alonso Blanquicet ( penúltimo tenedor) podría
entenderse con plausibilidad que otra persona, previo a la
entrega a la acreedora, la diligenció por encargo de aquél por la
suma de cinco millones de pesos, plasmada en palabras con
claridad y sin ninguna alteración en el título valor.

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146. Una observación detallada del título valor muestra


compatibilidad con que pudo respaldar una obligación por $5
´000.000, lo cual permite comprender los hechos investigados
en el marco de hipótesis diversas a la delictiva, también
razonables y soportadas probatoriamente.

147. En efecto, si el préstamo hubiera sido de $500.000,


no hay explicación para errar en el diligenciamiento escribiendo
el monto en letras (preponderante para el cobro según la ley
comercial y, más preciso para la fijación del monto adeudado, según
la experiencia), con la palabra “cinco”. Si inicialmente se plasmó
la cifra $500.000, el consonante llenado del espacio en palabras
obligaba a escribir las letras q-u-i-n-i-e-n-t-o-s, no “cinco”. Al
contrario, si primero se hubiera escrito “quinientos mil”, decaía
toda posibilidad de alterar el valor vinculante (en palabras)
mediante simples adiciones, pues agregar ceros en los
caracteres numéricos, al tenor del art. 623 del C.Co., no
permitiría preferir la cifra -numérica- para el cobro.

148. Mas si el llenado se inició con las palabras “cinco


millones”, es del todo compatible que, por error, luego
enmendado con la adición, se hubiera plasmado la cifra
$500.000, dado que ambos montos inician con un “5”, seguido
de varios “0”. Esa combinación de textos es la más plausible,
pues si bien ambas cifras inician con “5”, no sucede lo mismo
con el número expresado en palabras (cinco), ya que no hay
similitud de grafías entre cinco y quinientos. Ello es concordante
con la pericia grafológica, como quiera que la “cifra original” fue
de $500.000, suma que, de haber sido el monto de la
obligación, necesariamente habría tenido que consignarse en
“quinientos mil pesos”, enunciado prácticamente inconfundible
con “cinco millones”.

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5.4.2.1. Del falso raciocinio.

149. Hasta este punto, se han extraído nuevas


conclusiones probatorias de la valoración conjunta tanto de las
pruebas inobservadas y apreciadas parcialmente por los
falladores, como de las valoradas en las instancias. Ese reajuste
del escrutinio probatorio, como pasa a exponerse, altera la
estructura argumentativa en que se edificó la declaratoria de
responsabilidad penal. Las premisas de hecho a declarar
probadas son distintas a las fijadas en la unidad decisoria
impugnada.

150. En primer lugar, GUILLERMA MARTÍNEZ no recibió


la letra de cambio de Flor Alba Morón. Además de que ésta no
entregó a aquélla el título valor, con la intención de hacerlo
negociable conforme a su ley de circulación (art. 625 C.Co.), entre
ellas no existió un negocio jurídico (mutuo o préstamo de dinero)
subyacente. El origen del título valor, acorde con lo expuesto por
Flor Alba Morón en el proceso ejecutivo, fue un contrato de
mutuo mercantil (art. 1163 ídem) en el que la mutuaria (quien
recibió el préstamo) fue aquélla y el mutuante (quien lo otorgó),
Alonso Blanquicet. Por eso, la señora Morón reconoció como
acreedor a éste y respaldó su obligación crediticia mediante la
emisión de la letra de cambio, en calidad de girada u obligada
cambiaria. Esa versión fue ratificada por la denunciante en el
marco de la investigación penal, cuando aseveró que “nunca ha
prestado” (por el contexto ha de entenderse, pedir en mutuo) dinero a
GUILLERMA MARTÍNEZ.

151. Tal realidad fáctica es diversa a la concebida por los


juzgadores, pues no es cierto que a GUILLERMA MARTÍNEZ le
hubiera sido “entregado el título valor por los aceptantes”. De
ello se deriva, en segundo término, otra consecuencia
modificadora de las premisas de hecho, a saber, que no puede

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GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

declararse probado con certeza que la emisión de la letra de


cambio fue conjunta, como se entendió erróneamente en las
instancias. Hay otros escenarios posibles -inadvertidos por los
falladores- sobre la emisión y posterior circulación de la letra de
cambio. Pero de ellos, el más concordante con la valoración en
conjunto aquí aplicada es el que pasa a exponerse.

152. Es dudoso que GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ


haya sido la única beneficiaria y tenedora de un título valor
girado conjuntamente por Flor Alba Morón y Alonso Blanquicet,
como ligeramente se consignó en los fallos impugnados. Lo
expuesto por la señora Morón, tanto en el proceso civil como en
el penal, abre la puerta a otra posibilidad de negociación, en la
que sí hubo circulación cambiaria, anterior a la cesión del título a
favor de la acusada.

153. En efecto, si Flor Alba Morón -como lo sostuvo- nunca


pidió dinero prestado a la acusada, sino a Alonso Blanquicet, su
expareja, única persona a favor de quien se obligó
cambiariamente al girar la letra de cambio, ello implica que
hubo un inicial tenedor y beneficiario, distinto a GUILLERMA
CRISTINA MARTÍNEZ, a quien la giradora (e inicial girada) no
entregó título valor alguno. Entonces, para que la procesada
pudiera haberse constituido como legítima tenedora - algo que no
se cuestiona- y final beneficiaria, el título debió circular, es decir,
haberse cedido o endosado.

154. Del art. 651 del C.Co. se extraen los elementos


esenciales del endoso, a saber, firma y entrega, de las cuales
deriva su función de legitimar, garantizar y transferir la acción
cambiaria8. Recuérdese que la circulación es un acto cambiario
que se produce con la puesta en marcha del título valor hacia
tenedores distintos al beneficiario o tomador. A su turno, el
8
BECERRA LEÓN, Henry Alberto. Derecho Comercial de los Títulos Valores. Bogotá:
Doctrina y Ley, 6ª ed., 2013, p. 235.

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GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

endoso “es un negocio jurídico, consensual, de forma específica y


formación unilateral, que puede ser oneroso o gratuito, típico y
exclusivo de los títulos valores, mediante el cual una parte
denominada endosante, que está legitimada en una relación
cambiaria, legitima a otra, denominada endosataria,
transfiriéndole el dominio del título valor, obligándose en la
relación cambiaria, siempre que se acompañe de la entrega física
o material del documento sobre el cual se realiza el endoso”9.

155. Clarificado lo anterior, es dable entender, acorde con


las versiones -inobservadas- de Flor Alba Morón y Alonso
Blanquicet, que éste, en condición de inicial beneficiario y
tenedor, endosó la letra de cambio aceptada por Flor Alba Morón
a la acusada, pues, según el señor Blanquicet, GUILLERMA
MARTÍNEZ les prestaba dinero y fue a la casa de ésta a
“negociar la letra”, firmada antecedentemente por Flor Alba
Morón.

156. No de otra manera se explica la firma del señor


Blanquicet en el título valor, pues i) Flor Alba Morón descartó
que hubiera girado conjuntamente a favor de la acusada; ii)
en el espacio con el rótulo de “ACEPTADA” sólo está impresa
la rúbrica de la señora Morón Tirado - por ella reconocida (fl. 24
Cuaderno Anexos Proceso Ejecutivo)- y iii) apreciada la letra de
cambio en sí (fl. 31 Cuaderno Original Fiscalía) , la firma visible en
la parte inferior derecha, perteneciente a Alonso Blanquicet -
por él también reconocida (num. 116-117 supra), con corroboración
del dictamen pericial en grafología forense (fl. 33 ídem)- carece de la
expresión de la fórmula “por aval” u otra equivalente.

157. Sobre este último particular, ha de precisarse que


si bien el art. 624 inc. 2° del C.Co. señala que la sola firma

9
TRUJILLO CALLE, Bernardo. De los Títulos Valores, Tomo I. Parte General. Bogotá:
Leyer, 13 Ed., 2003, p. 99.

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GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

puesta en el título, cuando no se le pueda atribuir otra


significación se tendrá como firma de avalista, también es
verdad que es la propia denunciante quien, según sus
declaraciones vertidas en los procesos civil y penal, dejadas de
apreciar por los juzgadores, descarta que Alonso Blanquicet
haya sido su avalista en una supuesta obligación adquirida
conjuntamente a favor de GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ.
Tanto así que, al excepcionar por ausencia de legitimación por
pasiva, desconoció a la acusada como su acreedora, porque
quien le prestó el dinero fue el señor Blanquicet.

158. Ese probable curso de la circulación cambiaria de


la letra de cambio, como se verá, deja en el vacío la
construcción indiciaria con fundamento en la cual se infirió
que la adulteración del título le es atribuible a GUILLERMA
CRISTINA MARTÍNEZ.

5.4.2.1.1. Decaimiento de la prueba indiciaria.

159. De acuerdo con la jurisprudencia (CSJ SP1569-2018,


rad. 45.889), a la hora de construir un indicio, lo primero es
contar con un hecho indicador debidamente probado, siendo
necesario señalar cuáles son las pruebas de este y qué valor se
les confiere. Ello, por cuanto si no se cuenta con pruebas del
hecho indicador, o existiendo no se les da credibilidad,
obviamente no puede declararse probado y, por ende, tampoco
puede intentarse la construcción de ningún indicio.

160. Probado el hecho indicador, el segundo paso es


explicitar la regla de la experiencia, de la que va a depender, en
buena medida, el carácter o fuerza probatoria del indicio.
Además, por cuanto la regla de la experiencia eventualmente
usada puede ser falsa o tomada con un alcance diferente al que
realmente tiene, es indispensable expresarla como presupuesto

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CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

de su contradicción y, de esa forma, garantizar adecuadamente


el derecho de defensa.

161. Fijada la regla de la experiencia, el tercer paso será


enunciar el hecho indicado, cuyo grado de asentimiento
dependerá, se insiste, del alcance de la regla de la experiencia.

162. En ese marco metodológico, es inobjetable el


decaimiento de los hechos indicadores fijados por los
juzgadores de instancia (num. 109 supra).

163. Como primera medida, no puede darse por probado


con certeza que Flor Alba Morón y Alonso Blanquicet recibieron
$500.000 prestados de la acusada y que, en respaldo de ese
mutuo, giraron conjuntamente a favor de aquélla la cuestionada
letra de cambio. Entre las señoras Morón y MARTÍNEZ no hubo
ningún negocio jurídico subyacente, sino un nexo cambiario,
derivado de la circulación del título valor. El señor Blanquicet
habría prestado a su expareja un dinero, por lo que ésta le giró
una letra de cambio, al parecer en blanco y, con posterioridad,
aquél celebró un mutuo con la acusada, a quien le endosó la
letra, diligenciada por alguien distinto a ellos dos.

164. De ahí puede darse por probado que la única


tenedora y beneficiaria de la obligación cambiaria no fue
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ, como erróneamente lo
aseveraron los juzgadores. En verdad, hubo circulación del
título valor mediante un endoso, lo que implica que hubo un
beneficiario y tenedor anterior, llamado Alonso Blanquicet.

165. En segundo término, no hay seguridad de que la


letra de cambio haya sido, en estricto sentido, adulterada, es
decir, que contenga una falsedad en la cifra. En el marco de la
circulación cambiaria, ante la existencia de signatarios

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CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

anteriores y posteriores, la ley comercial (art. 631 C.Co.) no quita


eficacia a los títulos valores alterados o modificados. Y lo hasta
aquí develado muestra como probable que la cuestionada
adición del cero en la cifra se explique en esa eventualidad,
legamente prevista.

166. Tal posibilidad surge debido a que, por una parte,


luego de la emisión de la letra de cambio (de Flor Alba Morón a
Alonso Blanquicet) hubo una negociación -posterior- del
instrumento cambiario, de la cual deriva una explicación
plausible sobre la posible adición lícita de la cifra; por otra,
detectada la mendacidad de los denunciantes en punto de las
obligaciones subyacentes, así como la extraña forma en que se
diligenció el título, por interpuestas personas, no puede creerse
plenamente la versión de aquéllos sobre el monto realmente
adeudado a la procesada.

167. En tercer lugar, tampoco puede afirmarse con certeza


que la deuda cambiaria fue de $500.000. Ciertamente, el
dictamen pericial concluyó que esa fue la cifra inicial puesta en
el documento. Empero, de ello no se sigue, indefectiblemente,
que la obligación caratular también lo haya sido. Antes bien, las
combinaciones posibles en el llenado de los espacios, según lo
expuesto en precedencia (cfr. num. 146-148 supra) permite
pensar con solidez que pudo existir una deuda por cinco
millones y que el llenado de la cifra por $500.000, luego
adicionada con un cero en el punto, pudo obedecer a un error
enmendado de esa manera.

168. Entonces, si i) hay dudas sobre la adulteración de la


letra de cambio porque pudo tratarse de una adición permitida
por la ley comercial (art. 631 C.Co.); ii) existieron varios
tenedores y beneficiarios de la letra de cambio y iii) es dudoso el
monto de la obligación cambiaria reclamada judicialmente por

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CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

la acusada, las inferencias incriminatorias pierden por completo


su fuerza, pues además de carecer de univocidad, subsisten
explicaciones razonables sobre la modificación de la suma,
alternativas a la adulteración atribuida a la acusada (final
tenedora y beneficiaria).

169. Está probado que GUILLERMA MARTÍNEZ no


diligenció la letra de cambio y que no es posible atribuir autoría
de la adición del cero a alguien en concreto - por cuanto, según el
dictamen pericial, se trata de un dibujo, que es un trazo no
espontáneo-. No obstante, los falladores infirieron que aquélla
encomendó a otra persona la alteración, bajo el entendido que
“siendo ella su única tenedora, nadie más pudo modificarlo”.

170. Mas si queda en evidencia que i) hubo otro tenedor de


la letra de cambio, ii) al parecer firmada en blanco por su
giradora inicial (Flor Alba Morón); iii) que el primer beneficiario
fue Alonso Blanquicet, iv) quien endosó la letra de cambio a la
procesada y v) mintió en el proceso ejecutivo a fin de verse
exonerado del pago de la obligación, es del todo razonable y
fundado pensar que él pudo haber determinado la alteración.

170. Así, pues, el decaimiento de los hechos indicadores


derrumba en su base la estructura indiciaria con fundamento
en la cual se declaró probado que GUILLERMA MARTÍNEZ
indujo en error al juez civil mediante un medio fraudulento
para obtener una resolución contraria a la ley.

171. Que la procesada hubiera presentado “la letra de


cambio, para cobro en su exclusivo beneficio, siendo evidente la
alteración en la cifra”, es insuficiente para pregonar con certeza su
responsabilidad penal, como lo exige el art. 232 inc. 2° del C.P.P.
Según se explicó, i) está probada la modificación de la suma, mas
no su adulteración stricto sensu, ii) se determinó que la acusada

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Cas. N° 58.696
CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

no diligenció la letra de cambio, iii) es posible que la alteración


hubiera sido determinada por un anterior tenedor del título valor y
iv) el cobro ejecutivo en su exclusivo beneficio no comporta
irregularidad alguna, pues efectivamente actuó como legítima
tenedora, algo que jamás cuestionó. Incluso, no puede descartarse
que, en efecto, hubiera prestado los $5’000.000 que, si bien los
denunciantes afirman no deber, hay fuertes razones para dudar de
la veracidad de sus declaraciones.

172. En definitiva, además de los yerros de apreciación en


que incurrieron los juzgadores (falsos juicios de existencia y de
identidad), la fase de valoración probatoria también está afectada
de errores de hecho por falso raciocinio. La conjunción de tales
falencias, así como su gravedad, son del todo trascendentes, pues
deja en el vacío la prueba indiciaria que soporta la declaratoria de
responsabilidad penal.

5.4.3. Conclusión.

173. El resultado de la valoración probatoria muestra que la


hipótesis delictiva es apenas una lectura sobre la probable
responsabilidad de GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ, mas tal
estándar de conocimiento es insuficiente para condenar. La
acreditación de explicaciones alternativas sobre los hechos materia
de investigación, igualmente probables e inadvertidas por los
juzgadores, así como no descartables con la actividad probatoria
desplegada en las instancias, hace emerger dudas que impiden
obtener certeza sobre la conducta punible y la responsabilidad de
la acusada, no quedando alternativa distinta a absolverla,
acatando lo previsto en los arts. 232 inc. 2° y 7° inc. 2° del C.P.P.

174. Por consiguiente, está demostrada la violación indirecta


de la ley sustancial, cifrada en la aplicación indebida de los arts. 9°
inc. 1° y 453 del C.P., producto de errores de hecho consistentes

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CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

en falsos juicios de existencia e identidad y falso raciocinio, por lo


que la sentencia impugnada será casada.

En mérito de lo expuesto, la Sala de Casación Penal de la


Corte Suprema de Justicia, administrando justicia en nombre de
la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE

Primero: CASAR la sentencia impugnada. En su lugar,


ABSOLVER a GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ, por el delito
de fraude procesal.

Segundo: disponer que el juez de primera instancia


cancele los registros y anotaciones que se hayan originado en
contra de la acusada debido a este proceso.

Tercero: advertir que contra esta decisión no proceden


recursos.

Notifíquese y devuélvase al tribunal de origen.

Cúmplase.

FABIO OSPITIA GARZÓN

JOSÉ FRANCISCO ACUÑA VIZCAYA

MYRIAM ÁVILA ROLDÁN

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CUI: 2318231890012018-00001-01
GUILLERMA CRISTINA MARTÍNEZ

FERNANDO LEÓN BOLAÑOS PALACIOS

GERSON CHAVERRA CASTRO

DIEGO EUGENIO CORREDOR BELTRÁN

LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA

HUGO QUINTERO BERNATE

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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