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Materiales:
- Un recipiente grande.
- Unas 2 a 3 bolitas de naftalina.
- Bicarbonato de sodio.
- Vinagre.
1. Observación:
Los niños sentirán al tacto como son las bolitas de naftalina y que
sienten al tocarlas, o sentir el olor que emanan.
4. Experimentación:
Cogemos el recipiente y lo rellenamos con un poco de agua y
las bolitass de naftalina.
Después, añadimos dos o tres cucharadas de bicarbonato y
continuamos echando agua hasta llenar las tres cuartas partes del
recipiente.
Por último, comenzamos a
agregar vinagre muy lentamente hasta que, poco a poco, las bolitas
comiencen a ascender y descender... ¡como por arte de magia!
5. Análisis:
Se confirma la 1ra hipótesis, pues mediante la experimentación
nos dimos cuenta que ocurrió el fenómeno científico que se
había pronosticado anteriormente.
6. Conclusión:
Al mezclar bicarbonato con vinagre, se da lugar a
una reacción que produce dióxido de carbono. Al estar en
agua, este gas forma burbujas que, en este caso, se adhieren a
las bolas de naftalina y las ayudan a flotar. Es por esto que
parece que las bolas suben y bajan "mágicamente".
También:
El dióxido de carbono es absorbido momentáneamente
por las bolitas de naftalina y dado que el dióxido de
carbono es muchísimo más ligero que las bolitas de
naftalina, estas pueden flotar por unos segundos