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Escápate Conmigo│ᵏᵒᵒᵏᵗᵃᵉ/

ⁿᵃᵐᵗᵃᵉ

Gguk seven

1
[00]

Taehyung lleva una vida tranquila a lado de su


esposo Namjoon, el jefe de policías de OakTown.
Parece que son el matrimonio perfecto hasta que
aparece un nuevo narcotraficante en la zona, que no
solo amenaza con afectar su pueblo, sino también
meterse en su matrimonio.
Jungkook llegará para dar un vuelco a la vida de
Taehyung haciendo cuestionarle qué es lo correcto y
si vale la pena escaparse su realidad.
— Jungkook… esto no está bien
— Escápate conmigo…

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[01]

Entre la oscuridad, dulces gemidos podían


apreciarse, dos cuerpos chocaban creando sonidos
obscenos, un acto de amor que mantenía a la pareja
de casados sumidos en su mundo, el mayor de
ambos sostenía con delicadeza los muslos del
menor, movía su cadera contra el contrario, sus
manos subiendo y bajando por la suave piel morena,
sus labios dejando de lado los gemidos para fundirse
en un beso lleno de dulzura.
— ¡Dios! Te amo tanto Tae — gemía el mayor,
sus mechones grises se pegaban a su frente sudada,
su cuerpo desnudo casi temblando por la repentina
presencia de su orgasmo, un chillido agudo y el
mayor cayó sobre el cuerpo de su esposo, su pecho
subiendo y bajando.
El menor, quedó con las piernas abiertas
esperando que su marido esta vez cumpliera su
promesa y no se detuviera hasta que él también
llegará a su preciado orgasmo. Bufó molesto cuando
el peli gris comenzó a roncar sobre su cuerpo, no era
raro que al final solo uno de los dos disfrutara.

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— Nam — llamó firme — ¿podrías acomodarte?
por favor, eres pesado. — con sus dedos intentó
mover el duro cuerpo de su esposo sin éxito.
Namjoon se quitó de encima de Taehyung con
una sonrisa en su rostro, omito el rostro molesto de
su pareja para dejar un beso en los labios hinchados,
acarició los mechones rubios y los acomodo tras las
orejas del moreno menor.
— Estuvo rico ¿cierto, bebé? —preguntó
mientras daba caricias al rostro del hombre que tanto
amaba.
Namjoon era ajeno a que su amado Taehyung
estaba cansado de fingir orgasmo, de sonreír cada
que terminaban de hacer el amor. El hombre mayor
estaba demasiado ocupado preocupándose solo por
su trabajo, ser el jefe de policías era un trabajo duro,
más en OakTown. Tenía que cuidar su reputación,
seguir siendo ese hombre admirado, a sus 32 años,
mantenía el orden del pueblo, un lugar no muy
grande pero con peligros acechando. Desde que su
mandato había iniciado, todo se mantenía en orden,
la gente del lugar lo amaba, era un hombre ejemplar,
y que mejor que tener a su lado a su dulce esposo, su
Taehyung, un precioso rubio de ojos color miel al
igual que su suave piel, ese tierno joven de 25 años

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que había aceptado casarse con él, ahora dos años
después de unirse en sagrada unión, seguían tan
enamorados como la primera vez. O eso pensaba…
— Si, estuvo bien — el rubio logró sentarse en la
cama, estiro su mano hasta tomar la camisa sobre el
buro de noche y lo colocó en su cuerpo sudado,
soltaba el aire molesto, no podía creer que Namjoon
otra vez le dejará sin complacer. Sintió los fuertes
brazos cruzarse por su cintura.
— ¿Qué pasa, cielo? — recargó su cabeza sobre
el hombro huesudo de su esposo, beso el cuello
color canela e inhalo el aroma que flotaba por la piel
del menor, una fusión de su usual fragancia de
lavanda, mezclada ahora con su colonia de vetiver y
el sudor de sus cuerpos.
— Nada, solo quede exhausto — elevo las cejas,
logró zafarse de los brazos de mayor para colocarse
de lado sobre la cama.
Taehyung esperaba que Namjoon notara que no
estaba conforme, que ya no solo era el sexo, que
llevaban meses sin hablar, que su matrimonio pasaba
por un momento critico y les urgía poner las cartas
sobre la mesa. Quería decirle que estaba harto de
vivir encerrado en esa preciosa casa que cada día le
faltaba más, que deseaba iniciar una familia a su

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lado, que no quería un auto nuevo, quería a su
esposo a su lado, ser conquistado una vez más. Pero
eso no pasaba, en su lugar escuchó como el peli gris
se giró para recostarse a su lado de la cama, dándole
la espalda, incapaz de ver como él lloraba en
silencio.
Otra noche donde Taehyung dormía hasta que sus
lágrimas se secaran, sin sentir los brazos de su
esposo, sin besos de buenas noches. Soñó con que
unas manos fuertes y venosas tomaban sus muslos,
que unos dedos curiosos le hacían llegar a su dulce
culminación, una boca hambrienta chupando su piel,
su cuerpo siendo arremetido con fuerza, sintió un
cosquilleo acumularse en su pelvis, listo para liberar
chorros de espeso semen, estaba tan cerca, un sonido
chirriante le hizo abrir los ojos de golpe al mismo
tiempo que manchaba la fina camisa de su propia
viscosidad.
— ¡Demonios! — se levantó de la cama de un
saltó, sintió el líquido escurrir por sus piernas, corrió
al baño y retiró su única prenda.
El rubio dejó que el chorro de agua tibia relajara
su cuerpo, cuando se sintió listo par enfrentar su
realidad, se cambió de manera rápida, antes de salir
de la habitación se detuvo frente al espejo, analizó

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su atuendo, los shorts cortos de franela, la sencilla
playera sin estampados color violeta ¿acaso era por
su apariencia que su matrimonio está acabando?
Regreso sus pasos al closet europeo y cambio las
sencillas prendas por un elegante pantalón ajustado
de color vino, una camisa con escote en V color
beige y mocasines negros, maquillo sus ojos con una
sombra del mismo color que su camisa y sus labios
del tono de su pantalón, roció su perfume de lavanda
por su piel esperando eso bastara para acaparar la
atención de su esposo.
Bajó las escaleras emocionado por impactar a
Namjoon, sintiendo de manera adelantada los brazos
elevar y fundirse en un beso lleno de amor y pasión,
corrió a la cocina, donde suponía estaba el alto peli
gris, era la hora en que tomaban el desayuno juntos
antes de que el mayor se retirara a cumplir con sus
horas laborales y el a sus mañanas de bingo con
NaeYon y MinWoo.
— ¿Nam? — preguntó buscando con la mirada al
susodicho — ¿Amor? — escucho los sonidos de la
televisión en la cocina, caminó hasta llegar y toparse
con una cocina reluciente.
— El señor, se fue hace un buen rato —
respondió la señora que le ayudaba en la limpieza

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del hogar. Una mujer de baja estatura, cercana a los
50 años y demasiado curiosa para el gusto del rubio.
— ¡¿Que?! Pero si no se despidió ¿por que no me
levanto? — preguntó molesto, sin creer que
Namjoon se haya ido tan temprano, sin siquiera
decirle un simple adiós.
— Dijo que lo dejara descansar, que él le
mandaría un mensaje —la mujer limpiaba el mesón
de granito claro. — ¿Quiere que le sirva el
desayuno?
— No gracias, SunHee, se me fue el apetito. —
apretó sus puños, furioso, decepcionado, cansado,
pensó en subir corriendo a cambiarse pero la escena
frente al televisor le hizo detener sus pasos.
“… Se reportan 5 muertos, el tiroteo fue brutal.
Al menos hay 39 heridos hasta el momento…”
— ¡Dios mío! —dijo SunHee subiendo el
volumen al televisor.
“Se sospecha es otro acto causa del narcotráfico,
las narcomantas son evidencia de que el cartel de
los Jeon ha llegado al tranquilo pueblo de
OakTown”

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— Pero qué atrocidad, esos vándalos son los que
el señor Nam debe capturar, espero pronto estén tras
las rejas. — la mujer negaba con la cabeza mientras
una mano no paraba de restregar la superficie
brillosa del mesón — Mi abuelo siempre dijo que
esos Jeon traen la maldad en la sangre.
— ¿Los Jeon? — el rubio preguntó a la señora
sin entender quienes eran y porque se expresaba así
de ellos.
— ¡Oh si! Son unos maleantes, provienen de la
capital, hace muchos años fueron muy conocidos, no
había alguien en toda Corea que no supiera de ellos,
se dedican al cultivo, venta y distribución de drogas,
inicio con Jeon DongYul, luego dejo su legado a
Jeon Minki, su hijo, pero el idiota no supo manejar
el gran negocio, ahí fue cuando los Jeon perdieron
mucho, se supo que salieron a mitad de una balacera
huyendo de la capital, muchos decían que se
instalaron en un pueblo cercano a la costa, pero hace
poco — giró su cabeza a todos lados, como si
tuviera miedo de lo que iba a decir fuera a ser
escuchado por oídos curiosos. — ,llegaron rumores
de que el hijo de Minki estaba en Japón, que ahí se
hizo de un gran legado y que pensaba volver a su
lugar de origen a volver a dominar las calles. —

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terminó asintiendo —Así que no dudo que ese hijo
de puta sea quien hizo esa barbaridad.
Taehyung relamió sus labios sin saber que decir,
no recordaba haber escuchado de los Jeon, cogió una
taza de te mientras su mente intentaba registrar algo
de esos nombres, tuvo un horrible presentimiento, si
su esposo quedaba a cargo de ese narcotraficante,
significaba que estaría en peligro, conoce a la
perfección al peli gris, sabía que no descansaría
hasta tener a OakTown en calma, no importaba los
riesgos. Apretó la taza entre sus manos nervioso, el
sonido de su celular y la voz de SunHee le hizo
parpadear varias veces.
— Señor, su celular — acercó el artefacto al
rubio — Es su esposo, coja la llamada.
El menor cogió el celular rápidamente, cogió la
llamada y salió de la cocina sin ganas de que lo que
hablara con su esposo fuera escuchado por la señora
SunHee.
— ¿Amor? ¿estas ahí? —pregunto Namjoon a
través de la línea.
— Si, dime ¿Qué pasa? — contestó el rubio
pegando su cuerpo a la puerta de cristal que
conectaba al jardín.

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— Tae, cielo, necesito que me hagas un favor y
traigas unos documentos que deje en el closet, están
en el cajón de mis perfumes ¿podrías? enserio es
urgente. — habló rápidamente el mayor.
— De acuerdo.
— Gracias amor, te debo una enorme. — estaba
por colgar pero la voz de Taehyung se adelantó.
— Namjoon ¿no tienes algo que decirme? —
esperaba que al menos se disculpara por irse sin
decir adiós.
— No amor, solo ven rápido, necesito esos
papeles con urgencia. Te amo, te dejo me necesitan.
— colgó la llamada sin esperar respuesta por su
esposo, causando que el rubio se enfadara más.
Taehyung bufó molesto, se dejó caer al amplio
sillón y ahogó un grito, estaba cansado de esa
maldita relación que se había creado. Furioso subió
a buscar los papeles que su esposo quería, cogió las
llaves de su mini cooper y salió de su no feliz hogar.
Conducía por las calles del pueblo, un enorme
silencio esa mañana, el rubio veía las preciosas casas
modernas, en los últimos tres años mucha gente de
dinero se había mudado a OakTown por su
seguridad y tranquilidad. Se preguntó si por el

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atentado en aquel bar, las cosas cambiarían, no
quería dejar ese bello lugar, estaba acostumbrado a
la tranquilidad del lugar, las mañanas en el
supermercado, las tardes de pilates, citas al spa,
desayunos con las esposas y esposos de los
compañeros de su esposo, ver a los pequeños salir de
la escuela y desear algún día estar como los padres
emocionados esperando por el regreso de los
infantes.
Vislumbró el gran edificio donde trabajaba
Namjoon, se estaciono con prisa, envió un mensaje
al mayor avisando que estaba por entrar, acomodo su
ropa antes de ingresar, se animó diciendo que tal vez
el mayor notaria lo bien que se arregló y tal vez
tendrían algo de sexo casual en la oficina, seria
maravilloso, renovar la pasión en su relación, algo
de emoción y porque no terminar con dulces
caricias. Entró decidido a olvidar lo pasado la noche
anterior, caminó saludando a la recepcionista,
algunos conocidos y colegas de su esposo de manera
atenta y cordial, detuvo sus pasos frente al elevador
sintiendo una mirada en su espalda, se giró
intentando localizar de dónde venía esa sensación.
— Debo estar alucinando — dijo y entró al
reducido espacio que le llevaría con Namjoon. Tragó
duro sin saber porque se estaba poniendo nervioso,

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cerró sus ojos esperando las puertas del elevador se
cerraran, contando mentalmente, hasta que un rico
aroma a colonia cara inundó sus fosas nasales, una
fusión de cítricos con menta, sonrió
inconscientemente y abrió sus ojos de golpe no
esperando toparse con un hombre a centímetros
suyos mientras las puertas se cerraban.
— ¿A qué piso vas? — preguntó el hombre frente
a Taehyung, su altura hacía que el rubio tuviera que
elevar su mirada.
Taehyung sintió sus piernas temblar, el hombre
era grande, vestía un elegante traje oscuro, con una
gabardina del mismo tono sobre sus hombros,
cabello oscuro y ondulado, piel blanca, un aroma
exquisito, los ojos tan oscuros, los labios delgados,
cuerpo bien dotado, se notaba que pasaba un buen
tiempo en el gimnasio, era alguien maduro, no para
decir que estaba en los 40 años, pero sin duda debía
estar entre los 30 años. Los ojos del rubio no podían
dejar de escanear, apretó los papeles contra su pecho
y volvió a cerrar sus ojos al sentir al contrario
pegarse más a él.
— ¿Eres mudo o algo por el estilo, dulzura? —
insistió el pelinegro, miró al rubio de pies a cabeza,
el escote en V dejaba ver las preciosas clavículas, la

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piel se notaba suave, los pantalones a la cintura, tan
pequeña y delicada, contrastando con las anchas
caderas y unas largas piernas bien torneadas, subió
hasta el cuello delgado, un delicado collar con un
dije de un ave, más arriba unos labios carnosos y
maquillados del mismo tono que la tela del pantalón,
la nariz recta, pequeña y justo en la punta un lindo
lunar, los ojos de un color de miel, las cejas
pobladas y el cabello tan rubio y sedosa, era sin
duda todo un pecado para un hombre que amaba
pecar, sonrió dejando ver su dentadura al ver como
el rubio elevaba sus labios como un pez boqueando.
— ¿Esa será tu respuesta, pececito?
El sonido del elevador llegando a un piso hizo
que Taehyung abriera sus ojos de golpe, pudo
escucharla ronca voz hablarle, pero no pudo
responder, se odio por quedar seguro como un
idiota, fue inevitable no impactarse ante la presencia
varonil de ese hombre.
— P-piso 10 — pudo articular las palabras
tartamudeando. El hombre peli negro le acaricio la
barbilla.
— Seguro, dulzura. Aunque podríamos presionar
ese botoncito —señaló el botón de STOP en color

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rojo —, y quedarnos un buen rato aquí ¿Qué dices,
pececito?
Taehyung volvió a boquear, impresionado por las
palabras del hombre, más cuando él mismo tomó
una de sus manos y la llevó a los labios delgados
dejando un beso sobre su dorso. Sintió un cosquilleo
subir por toda su piel, tragó duro y antes de hablar
las puertas del elevador se abrieron dejando ver a un
Namjoon enfadado.
— Taehyung ¿por qué demoraste tanto? — miró
al rubio y luego al gran hombre que sujetaba la
mano de su esposo — Y tu ¿Qué mierda haces acá?
¿Acaso vienes a entregarte? Eres un desvergonzado,
Jeon Jungkook, no creas que no te tengo en la mira.
Jungkook sonrió y negó, soltó la mano de
Taehyung y se acercó a decir en voz lo suficiente
audible para los dos esposos.
— Un placer conocerte, pececito. Espero nos
veamos muy pronto.— salió del elevador golpeando
el hombro de Namjoon con el suyo.
Namjoon jalo de la mano a Taehyung para
sacarlo del elevador, el rubio no terminaba de
reaccionar, en su cabeza solo podía pensar en que
estuvo a nada de caer en las redes de un

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desconocido, que considero la opción de presionar
ese botón y dejarse hacer, aun sabiendo que estaba
en el edificio donde su esposo trabajaba. Ahora una
nueva pregunta atacaba su cabeza ¿Quién era Jeon
Jungkook?.

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[02]

Escuchaba la voz de Namjoon como si estuviera


a metros de distancia y no frente a el dando vueltas
por la oficina. Sus dedos no dejaban de tocar sus
labios, su mente viajando al momento en que ese
hombre se acerco tanto a el que pudo sentir la rica
fragancia inundarle, cegando sus sentidos ¿hace
cuanto que no le miraban con deseo? ¿hace cuanto
tiempo que Namjoon no le hacia el amor de manera
pasional? ¿hace cuanto no disfrutaba tanto con tan
poco? Cerró sus ojos y fue delineando con sus
yemas el contorno de su boca, bajando lentamente a
su cuello, inhaló profundo capturando restos de la
fragancia cara, no quería olvidar lo delicioso que ese
hombre olía, la rudeza con la que se acercó, como lo
abordo, sintió su pene despertar entre su pantalón,
apretó sus pies dentro de los finos zapatos, sus
pezones se endurecieron y abrió su boca, un gemido
muy bajo le hizo abrir sus ojos de golpe al recordar
donde estaba. Sacudió su cabeza intentando capturar
las palabras que el peli gris decía.
— ¿Decías? — preguntó cruzando sus piernas
delgadas, aplastando la erección que despertó, la
humedad de la punta de su glande traspasando hacia

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la tela de encaje de su braga, todo movimiento que
daba le estimulaba, lo que paso en el elevador fue un
detonante a sus inmensas ganas de placer.
— ¿Qué demonios te pasa? ¡Dios! Tae, no sabes
lo molesto que estoy ¿Qué pensabas al estar tan
cerca de ese delincuente? — recriminó a su esposo
tomando lugar en su silla especial, tela oscura y
respaldo de madera.
Taehyung quiso omitir la voz molesta de su
esposo, lo intentó, por eso se levantó del cómodo
sillón de cuero para caminar hacia el peli gris para
tomar lugar en el regazo, sus manos paseándose por
el pecho amplio del policía, los dedos largos
haciendo un camino imaginario sobre la tela blanca,
gimió mientras iniciaba un movimiento con las
caderas, sintió las manos del hombre que amaba
capturar su cintura, sonrió pero todo rastro de alegría
se esfumo cuando Namjoon volvió a hablar.
— Ya lo hicimos anoche, aparte estamos
hablando y en la oficina, detente — sostuvo con
fuerza moderada las caderas de su lindo esposo, con
delicadeza lo levanto de su regazo para colocarlo
sobre el escritorio — Tae, no se que te esta pasando
últimamente, pero estas actuando extraño, cielo.

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El rubio soltó el aire molesto, no podía creer que
una vez más sus deseos fueran desplazados, cerro
sus ojos cuando sintió las lagrimas juntarse, no
quería llorar, pero empezaba a detestar la situación
que pasaba con Namjoon.
— No me pasa nada — logró decir, sus hombros
subían y bajaban cada que respiraba — Solo quería
pasar un buen rato con mi esposo, el que se fue esta
mañana sin decirme adiós, el mismo que ni siquiera
noto lo mucho que m esmere para verme
espectacular — las lágrimas comenzaban a brotar
sin control, se levanto del escritorio y caminó hacía
los ventanales, viéndolas pequeñas construcciones
asomarse — Yo soy quien no entiende que te pasa a
ti, ¿Qué nos pasa? ¿Desde cuando nos volvimos
esto? — se giró para ver al mayor aun recargado en
la cómoda silla.
— Amor, no entiendo ¿Cuál es el problema? —
se levantó de su asiento para caminar hacía el rubio
y tomar las delgadas manos — Admito que han sido
días tensos, pero todo es porque deseo darte algo
mejor — sonrió de manera cálida — Yo soy un
idiota, pero te amo. — acorto los centímetros que le
distanciaban para capturar la fina cintura y dejar
caricias — Claro que noté lo hermoso que te ves hoy
— susurró sobre los labios del menor — Estas

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exquisito, mi cielo. Por lo mismo no me gusto ver a
ese rufián tan pegado a ti, eres mío.
El lívido del rubio volvió a subir al escuchar la
posesión con la que su esposo lo tomaba, le
encantaba, era lo que deseaba, ver ese salvajismo,
ser tomado con rudeza; sintió el cálido aliento del
mayor antes de ser besado, los labios de Namjoon se
movían con rapidez, las manos contrarias viajaron
de su cintura a sus nalgas, dio un pequeño brinco en
su lugar al sentir los dedos colarse entre el pantalón
color vino, las cálidas palmas postrándose sobre su
dermis sensible, chupo la lengua del mayor, y pego
su pecho al contrario, sus pezones duros impactando
con el otro cuerpo, su pene levantándose y rozando
con el de su esposo, su estrecha entrada pidiendo ser
hurgada.
— Nam, amor, te necesito… — gimió sobre la
boca del policía — Hazme el amor, házmelo aquí —
se restregó sobre el eje del peli gris — tómame,
amor, házmelo rudo…
— ¡Shh! Cielo, debemos detenernos, no puedo…
Otra vez Namjoon abrió la boca para apagar su
deseo incontrolable, puso sus ojos en blanco y negó
con la cabeza, se separó de golpe, su cuerpo
delatando las ganas que tenía de ser tomado, bufó

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molesto y llevó una mano a su cabeza dando leves
masajes.
— Taehyung, sabes que no puedo faltarle el
respeto a mi área de trabajo — volvió a posicionarse
tras el menor, sus manos buscando tocar al rubio,
pero este alejándose — No seas así cielo — suspiró
sin entender que había hecho mal ahora. — Si
quieres hacer el amor, te prometo que hoy en la
noche lo repetimos, es más puedo darte masajito ¿no
deseas eso?
¿Masajito? Taehyung soltó una risa falsa, no
quería las manos llenas de aceite apretando sus
muslos, quería las malditas manos sujetándole con
rudeza mientras el policía le embestía con rudeza,
que su piel se volviera el lienzo donde el mayor
pintaría sus caricias y besos llenos de pasión. Pero
era obvio que eso no iba a pasar. Vencido se giró al
mayor.
— Si, ya entendí. Tienes cosas que hacer, siempre
es igual Namjoon, me empiezo a cansar de que me
desplaces, de que tu maldito trabajo sea como tu
marido — alzó la voz sin importar que las paredes se
volvieran delicado papel y afuera los demás
pudieran escuchar sus problemas maritales. — Estoy
cansado ¿sabes? Siempre hay algo antes que yo —la

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furia fluía por su ser — Y enserio no te entiendo,
maldita sea, ni siquiera puedes cogerme hasta
saciarme, no puedes ser un maldito hombre,
llevamos dos años de casados y en ese tiempo has
cambiado, no te reconozco…
— Yo no te reconozco — elevó también la voz,
cansado de las quejas del menor — ¡Rayos! No se
cual es el maldito problema, intento darte todo, me
desvivo aquí para darte un buen hogar, buena ropa,
buen estatus, que tus padres no te fastidien más, que
puedas acudir al club con tus amigos mimados y
sobre todo me esfuerzo por tener todo listo para
formar una familia contigo.
— ¿Y como vamos a formar una familia si ni
siquiera me coges con ganas? — su boca tembló de
molestia, soltando las palabras que llevaba tiempo
reteniendo, escurriendo por sus labios.
— ¡Con un demonio! No te reconozco, debes de
dejar de escuchar las fantasías de NaeYon o
MinWoo, el matrimonio real no son esas
barbaridades que te cuentan esos promiscuos —
movió sus manos molesto de la actitud infantil de su
esposo. El daba todo por mantener a flote su relación
¿por qué el menor no lo veía?— Ahora si no tienes
algo más que decir, agradecería que te retirarás,

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necesito llenar muchos informes, y por si fuera poco
el imbécil ese con el que por cierto estabas muy a
gusto en elevador, hizo un caos. — regresó a su
escritorio y tomó la carpeta que Taehyung le había
llevado.
El menor asintió con su cabeza, las lágrimas
saliendo de sus orbes, su boca temblando por la furia
y los sollozos contenidos, negó con la cabeza y salió
de la oficina del mayor azotando la puerta de
madera, logrando que los cristales vibraran.
Taehyung estaba tan molesto que no prestaba
atención a lo que pasaba a su alrededor, las miradas
curiosas y los murmullos de las secretarias, enfadado
de que el elevador estuviera ocupado, soltó un gritito
y caminó rápido a las escaleras, las bajaba mientras
maldecía, llegó con rapidez a su auto, ya lejos de lo
que le atosigaba se soltó a llorar en el
estacionamiento, no podía creer que su dulce
matrimonio de cuento de hadas se estuviera
acabando, recordaba las palabras de su madre días
antes de su boda, diciéndole que su matrimonio
estaba destinado al fracaso, a su padre ebrio
gritándole que era una puta barata que abandonaba
su familia por un don nadie.
Admitía que se había casado por el impulso de
salir por fin de su hogar, ese lugar donde tenia que

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soportar a su madre y sus comentarios hirientes,
escuchar todos los días que era una basura, que solo
serviría para ser una cara bonita, que su belleza era
lo único bueno en el; también estaba las sucias
manos de su padre, tocándole cada que el alcohol le
dominaba, teniendo que callarse. No fue un cobarde
por irse, solo deseaba tener felicidad, felicidad que
creyó que tendría con Namjoon, el juraba amarle, lo
demostraba, se había enfrentado a su familia, pero
ahora parecía que sus prioridades cambiaban y lo
desplazaban. Odiaba sentirse así de débil,
desamparado, no quería volver a ser el chico
pueblerino que se escondía en los baños para llorar.
Ese Taehyung había muerto cuando se volvió el
esposo del jefe de policías.
Apretó sus puños sin importar que sus uñas algo
largas se enterraran en sus palmas, intentó hacer un
conteo mental buscando relajarse, inhalaba y
exhalaba repetidas veces, cerró sus ojos y entonces
un suave viento soplo logrando que sentiera una vez
más ese rico aroma a cítricos y menta, abrió sus ojos
de golpe, aunque no quiso lucir desesperado, giró su
cabeza buscando el origen de la fragancia, sin éxito,
movió su cabeza vencido.
— Relájate Taehyung, ese hombre es un extraño,
tienes muchos problemas como para fantasear con

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desconocidos — se animó a si mismo para luego
subir a su auto y perderse entre las calles de
OakTown.
En el estacionamiento a una distancia prudente
un hombre miraba como el mini cooper salía de su
campo de visión, sonrió al recordar la pequeña
figura entre sus brazos, como el lindo rubio se pegó
a su piel de manera excitante y en cierto modo
inocente, maldecía al peli gris por irrumpir su
momento. No llevaba ni un mes en OakTown y ya
sabía que ese oficial sería un grano en el culo. No
pensaba tomarle mucha importancia, todos tenían un
precio y el averiguaría cual era el de Namjoon. No
había algo que no pudiera tener o comparar, era
obvio que volvería por lo que era suyo, ese maldito
pueblo -como el decía— era suyo en su totalidad.
Jungkook había viajado desde Japón al viejo
OakTown con un solo propósito, recuperar su
patrimonio, su legado familiar, todos los nexos,
volver a dominar toda Corea, que todos recordaran
el apellido Jeon, iba a empezar por ese pueblo de
aspecto olvidado que les rechazó años atrás, el caos
con el que viajaba comenzaría a inundar las calles
del tranquilo lugar. Espero tantos años a tener lo
necesario y ahora que estaba cerca, no dejaría que
nada ni nadie se interpusiera en sus planes, ni

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siquiera el bonito rubio de ojos color miel que había
alborotado su entrepierna como nadie antes lo había
logrado ni en sus mejores años de secundaria. Su
mirada se quedó fija en donde minutos atrás el rubio
se fue.
— Nos volveremos a ver pececito — dijo
mientras jugaba con los anillos de sus manos
tatuadas — Lo que deseo lo tengo y tu sin dudas
estarás sobre mi cama.
— ¿Quien? — cuestionó un castaño de baja
estatura y tatuajes por su piel, la playera sin mangas
dejaba ver la larga marca de tinta oscura en sus
brazos.
— No seas un metiche Jimin — se volteó al
castaño, desde su altura lo miraba de pies a cabeza
con el ceño fruncido — Me debes una idiota — soltó
un golpe sobre la nuca contraria.
— ¡¿Qué demonios?! Que me hayan agarrado es
tu culpa — se quejo Jimin sobando su nuca.
— Te pedí que hicieras una sola cosa —empezó a
caminar a un auto oscuro y lujoso, afuera de este le
esperaban grandes hombres vestidos de negro, otros
sobre camionetas vigilando el radio donde Jungkook
transitaba — Ataca y escapa, fallaste.

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— Jungkook, no, espera. No fallé, dejé el
mensaje claro, tú regreso — corrió tras el peli negro
— Pero los idiotas que pediste me acompañaran, me
abandonaron cuando la policía llego, así que fue tu
culpa por enviarme con ineptos.
— Si, y por tu culpa ahora estoy aquí en la
comisaria sacando tu culo de las rejas — se giró al
castaño — No estas listo Jimin, lo mejor será que
regreses a Japón, tal vez SeokJin aun te acepte en su
zona, pero aquí no me sirves para nada, un día aquí
y ya me hiciste gastar mi dinero para librarte.
— No lo hagas por favor, tómalo como un favor
personal a mi persona — suplicó al gran hombre —
Venga hermano, que me conoces de años, sabes que
paso un mal momento, pero soy eficiente, puedo
hacer lo que sea, uso cualquier arma, solo dame una
oportunidad…
— Ya te la di y la arruinaste…
— Otra oportunidad, no te fallaré, lo juro, haré lo
que sea, puedo secuestrar a algún rico, vaciar
información de bancos y gobiernos, amenazar al
idiota del jefe de policías, lo que sea.
Jungkook detuvo sus pasos meditando las
palabras del castaño, tal vez si necesitaba a Jimin

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para algo, sonrió y caminó hasta donde estaba el más
bajo.
— ¿Lo que sea? —inquirió levantando una ceja.
— Lo que sea — afirmó Jimin.
— De acuerdo, necesito que investigues a
alguien.
— Claro que sí, lo haré sin duda, solo dime
quien.
— Necesito toda la información del esposo del
jefe de policías, quiero todo, saber que come,
cuando va al baño, si alguien respira cerca de él, con
quien se junta, todo.
Jimin asintió de manera frenética, no pensaba
fallar en algo tan sencillo como eso, tendría la
información y volvería ganarse la confianza de
Jungkook, no podía volver a Japón, estaba dispuesto
a todo por quedarse ahí.
Sin decir más, Jungkook subió a su auto, miraba
por la ventana el paisaje, las calles casi vacías, los
arboles frondoso y algunas personas con su ropa
elegante caminando, aunque su vista estaba
enfocada a lo que había al otro lado del cristal, por
su cabeza solo merodeaba unos ojos de miel, piel

33
morena, hebras rubias y el diminuto cuerpo caliente
junto al suyo. El peli negro tenia sus metas claras,
pero ¿Qué de malo tenia desviarse un poco para
probar? Al final solo seria un tiempo en OakTown
para después volver a su comodidad, también
disfrutaría de lo que surgiera en su camino, si eso
incluía al esposo del jefe de policías, el no seria
quien para negarse.

34
[03]

Para Jimin la vida solo se podía dividir en dos


partes, el lado bueno, donde se encontraban las
personas bendecidas, aquellas que tenían todo, los
matices claros, variedades sin parar, felicidad. Era
donde todos deseaban quedar, se imaginaba que la
realidad de ese lugar era dividida por una enorme
barda que no dejaba pasar el otro lado de la verdad;
el lado malo, ese pozo oscuro donde solo habitaban
las desgracias, el gris y negro era lo único que podía
hallarse en ese lugar, nadie buscaba quedar ahí, el
tampoco lo quería.
A los 10 años, Jimin seguía creyendo que vivía
en el lado bueno, que los problemas, golpes e
insultos de sus padres eran parte de la felicidad, eso
hasta que un disparo acabo con su mundo de colores,
quedo solo, su falsa vida de colores se torno en una
oscura soledad; las calles se volvieron su refugio y
los Min sus dueños; tuvo que seguir sus pasos hasta
Japón, dejar su vida de color atrás y comenzar a
brillar a su manera entre la oscuridad. No era fácil
vivir bajo sus órdenes, pero cuando su estómago
rugía, olvidaba su edad, y lo que debía hacer para
poder comer. Cuando cumplió los 15 años, ya ni

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siquiera recordaba que significaba familia, en sus
manos el color rojo predominaba, era una leyenda
por los barrios, comenzó a ser puesto en la mira, no
pasó mucho para que los Jeon decidieran tirar una
buena oferta acompañada de ráfaga de balas,
explosivos y una ola de descontrol por la ciudad.
Los Jeon manejaban con recelo las calles de todo
Japón, la cautela no estaba en su vocabulario, por
eso cuando escucharan de un crío que mataba sin
pensar, de un perro fiel que obedecía sin rechistar,
decidieron dar una fiesta de explosivos para hurtar
aquella joya que estaban dispuestos a lustrar. Por
años la paz no reinó en aquel lugar, cuando la noche
caía, los habitantes sabían que la seguridad solo
estaba dentro de sus camas, las calles se tintaban de
rojo, una guerra entre mafias desataba al diablo
antes de medianoche. Los Jeon no entendían que de
importancia tenía haber hurtado aquel perro
sanguinario, no lo sabían hasta que el pequeño
secreto de los Min les exploto en su cara, Jungkook
y su padre se sintieron estafados al notar como el
chico rudo que ahora seguía sus órdenes se
desangraba en su cama, el veredicto del médico fue
claro: “un doncel abortando”. Jimin no solo era un
sicario de los Min, al parecer era la pareja de uno de
ellos.

36
Después de eso todo cambio, Jungkook supo que
tenerlo sería un premio que no podría dejar escapar,
el pequeño castaño se volvió la unión para que los
Jeon pudieran dominar por encima de los Min; Jimin
optó por quedarse del lado donde estaba el poder,
con años de la mano de los Jeon, su vida cambió, no
era gris ni rosa, era un punto medio, no se quejaba
pero anhelaba más, un tipo de placer que no se
encontraba entre balas, algo prohibido, por eso
mismo buscó maneras de encontrar su libertad de
ambos bandos. Ni uno cedió, al contrario, por cada
falla los castigos aumentaban, causando que el terror
creciera en él, Jimin quería tener su vida, su familia,
no deseaba seguir con Jungkook, pero tampoco
quería volver a donde perdió su virginidad, entró a
un limbo donde por escasos segundos veía la
libertad de mano de las peticiones del menor de los
Jeon.
Por eso ahora cumplía con la que él confiaba
sería la última petición de los Jeon, alterar las calles
de OakTown y seguir de cerca a un lindo rubio de
piernas largas. Llevaba días siguiendo al que ahora
sabía era el esposo del jefe de policías, no había
paso que el moreno diera sin que sus ojos lo
captarán, debía acercarse, tenía que terminar su
trabajo.

37
Se acercó a donde Taehyung se encontraba con
sus amigos, a la corta distancia que se encontraba
podía incluso sentir el aroma del perfume caro, la
tela fina resaltaba sobre las curvas, se preguntó ¿Qué
se sentiría tener esa vida rosa? Vestir como un
doncel elegante, caminar con la cabeza en alto, con
las manos cubiertas de diamantes y no de gotas de
sangre, cerró sus ojos y negó rápido, él no
necesitaba esas cosas idiotas, se recrimino y avanzó
para ocultarse tras los falsos arbustos que se
encontraban en aquel centro comercial, el sonido de
su celular le hizo saltar en su lugar, vio el nombre de
“su amo” y cogió sin dudar.
— Si vas a seguir preguntando por el chico, estoy
justo enfrente de él — dijo sin esperar a que la otra
persona contestara.
— Por eso es que tus planes no han salido bien,
no escuchas antes de hablar — regaño Jungkook —
Como sea, no te hablo por eso, necesito que esta
noche cuides mi espalda, los Lee llegarán al club
para hablar de negocios y te necesito a mi lado en el
club Stray ¿está claro?
— ¿Lee? Joder Jungkook, te estas metiendo en la
boca del lobo, dijiste que solo vendrías por lo que es

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tuyo y nos iríamos, no que pensabas iniciar una
maldita guerra…
— Te pago para que sigas mis ordenes, cosa que
últimamente no has hecho bien, así que mantente a
raya Jimin o te juro que te envió con Yoongi — la
simple mención del mafioso hizo que el castaño
tragara duro — Ahora haz lo que te digo y cállate,
también espero que hagas algo pronto para que tenga
a Taehyung como lo hablamos — no espero a la
respuesta de Jimin para colgar, así era Jungkook,
jamás esperaba respuestas o explicaciones, solo
actuaba.
Jimin maldijo bajo, suspiro antes de pensar cómo
llevar a Taehyung a la trampa de Jungkook, relamió
sus labios y agitó sus cabellos siendo recibidor de
varias miradas, sabía que era alguien atractivo, podía
usar eso para su favor, fijó su mirada en la chica
junto al rubio, ella sería su entrada al chico, sonrió
de lado y camino seguro hacia ellos; su libertad se
sentía tan cerca.
[●●●]
Soltó un largo suspiro y se aventó al sillón para
ver lo precioso que había quedado su decoración, la
mesa con velas rojas y blancas, el mantel nuevo, la
vajilla fina y el rico aroma proveniente de la cocina

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anunciando que la cena estaba lista para devorar.
Taehyung sonrió en grande, todo estaba en orden, su
esposo llegaría en unas horas para juntos celebrar un
mes más de matrimonio, verifico su reloj
comprobando que tenía tiempo para depilarse, tomar
un baño de espuma, incluso estimularse y cambiarse.
Últimamente su matrimonio se mantenía en un
constante balancín, discusiones que, si tenía suerte
terminaban con Namjoon encima suyo, arremetiendo
con fuerza moderada mientras chillaba al soltar su
orgasmo a menos de 10 minutos. No importaba,
confiaba que en cualquier momento la situación
mejoraría y su cuerpo sería estimulado de forma
correcta, el le enseñara a su esposo esa noche cada
parte de su cuerpo y cómo tocarlo, como llevarlo al
éxtasis que tanto anhelaba.
Con emoción se dedicó a prepararse, dejo su piel
tan suave que sus manos resbalaban por la dermis de
canela mientras colocaba aquella loción en crema
que sabía su esposo amaba, seco su cabello y creó
unas lindas ondas que caían por su frente, una nueva
lencería de encaje cubría sus partes nobles,
imaginaba que pronto la tela roja que separaba sus
glúteos sería suplantada por la entrepierna despierta
de Namjoon, mordió su labios al imaginar la noche
de pasión que les esperaba, cubrió su fino cuerpo

40
con unos pantalones verdes entallados, la camisa
blanca en corte “V” ancho dejando expuestas parte
de sus clavículas, roció perfume sobre sus muñecas
y cuello esperando la boca ansiosa del mayor se
pegara ahí.
Una vez listo, se dispuso a bajar, apagar las luces
y encender las velas, se sentó en la silla que daba
frente a la puerta, esperó 30 minutos, una hora, un
poco más antes de que sus lágrimas escurrieran por
sus mejillas rosadas borrando el rubor que había
colocado, apretó el celular entre sus largos dedos
para insistir una vez más.
— ¿Dónde mierda estás? Llevo casi dos horas
esperando por ti ¿acaso olvidaste que dio es hoy? No
te atrevas a llegar, no quiero verte. — aventó el
celular a un extremo de la mesa y llevó sus manos a
su cara, las palmas sobre sus ojos buscando que las
lágrimas pararan.
Taehyung se mantuvo llorando sin control por
minutos, levantó su mirada para ver como su
preciado Lomo a la naranja se enfriaba junto a las
papas doradas, la botella de vino tinto sin tocar, el
rico pastel de chocolate no sería probado y claro que
su cálido cuerpo tampoco sería adorado, se levanto
dispuesto a tirar todo a la basura, cogió la charola de

41
plata con el Lomo, camino hacia la cocina y abrió el
bote de basura dejando que la carne cocida resbalara
hasta llegar a la bolsa oscura, regreso sus pasos a la
mesa, antes de coger el pastel su celular vibro y una
pizca de esperanza se instaló, corrió para tomar el
aparato y verificar una vez más que a Namjoon no le
importaba.
El rubio soltó un quejido al ver que se trataba de
una nota de voz de NaeYon, sin muchos animas lo
reprodujo mientras se servía una copa de vino.
“Tae, cielo ¿Cómo va todo con Nam? Seguro ya
debes estar encima de él” La música alta hacia que
la voz de su amiga se transformara en gritos por
buscar ser escuchada “Bueno, yo estoy con un chico
muy guapo en el club y creo esta noche si valdrá la
depilada, aun así sería bueno que estuvieras aquí,
enserio hay hombres que hacen mis nalgas se
abran” la voz de NaeYon sonaba rara, Taehyung
intuyó que debía estar ebria, verifico la hora, ya eran
las 10 de la noche, hora perfecta para que la chica
comenzará a degustar ricas margaritas.
Negó con su cabeza y respondió con un Emoji de
una cara triste, no tardó mucho para que su celular
fuera atacado por llamadas de su amiga, no espero a
contestar, necesitaba despejarse.

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— Cielo, no me digas que el idiota de Namjoon
te planto —dijo la mujer apenas el rubio cogió la
llamada, el ruido de la música del club sonaba
lejano, seguro NaeYon había salido para llamar.
— Pues sí lo hizo — bufó contra el celular —
Sabes, ni siquiera se ha dignado a llamarme o enviar
un mensaje —su voz se quebró al final —Lo odio,
enserio lo detesto, se supone que ambos queríamos
esto, el me prometió hacerme feliz y últimamente
solo me decepciona más, igual que mis padres —
finalizó llorando, no pudiendo ocultar el amargo
momento que atravesaba.
— Cariño, odio verte llorar, enserio me gustaría
estar contigo ¿quieres que vaya? Puedo comprar una
botella de vodka o tequila, haremos margaritas y
comeré tu rico Lomo, mientras insulto a tu esposo
— el rubio soltó una risa por lo dicho —Es enserio,
dime ¿quieres que vaya?
— No, tú estás pasándola bien, deberías quedarte
ahí, aparte dices que estás con alguien…
— Nada es más importante que estar para mi
mejor amigo, aparte este guapo ya cayó en mis
redes, que te lo digo yo, Jimin no saldrá de mis
redes.

43
— ¿Jimin? — cuestiono Taehyung.
— Ajam, mi hombre, así se llama, te juro Tae, es
guapísimo, tiene unos labios de infarto —mordió sus
labios —Pero no me cambies el tema Kim
Taehyung, tu me necesitas, y yo estoy para ti ¿Por
qué no vienes al club? — el rubio no respondió —
Anda, ven, aparte seguro te arreglaste tan bonito, tu
belleza debe ser admirado por alguien más que el
imbécil de Namjoon.
— No lo sé Nae — miró hacia la puerta rogando
que su esposo entrara por ella, eso era lo único que
le detenida de salir a disfrutar, pero no pasó, la
puerta siguió cerrada, suelto el aire y apretó el
celular — De acuerdo — NaeYon soltó un grito que
hizo al rubio separarse del aparato — ¿En qué club
estás?
— El Club nuevo, Stray, ven rápido cielo, te
espero, te prometo que hoy te vas a divertir.
Y así sería, se repitió Taehyung, cogió su bolso y
llaves para salir de su hogar dejando la mesa semi
arreglada, secaba sus lágrimas con las mangas de su
camisa mientras conducía, sentía un amargo
sentimiento mientras se aproximaba al club, las
luces nocturnas de aquel tranquilo lugar le incitaban
a destrozar todo a su paso, pisó el acelerador

44
sintiendo que debía llegar con rapidez para olvidar,
una margarita para no llamar a Namjoon, un bloddy
mary para no llorar más, un mojito para disfrutar;
freno en seco cuando las luces neón le anunciaron
que estaba en donde pensaba dejar sus penas atrás.
El rubio tragó duro antes de salir de su Mini Cooper,
arreglo su pantalón verde y verifico que aun su
maquillaje se viera decente, paso las yemas de sus
largos dedos bajo sus ojos recogiendo los restos de
rímel seco, mordió sus labios buscando darles algo
de color y camino con la frente en alto, pasando a un
lado de la larga fila, seguro de que esa noche nada
sería obstáculo para entrar a bailar.
Unos gritos de queja fueron lo que hicieron que
Taehyung sonriera, apenas puso un pie frente al
guardia, la cinta aterciopelada fue levantada para
dejarlo pasar, la música alta se podía escuchar
conforme avanzaba, un pasillo angosto con luces
neón rojas iluminaban sus pasos, se sintió mareado
cuando la música alta retumbó en su sien, el aroma a
tabaco llegó a sus fosas nasales acompañado de las
luces parpadeando, una multitud considerable se
movía en una pista larga, tembló ligeramente al
sentirse perdido en ese mar de gente. Cogió su
celular marcando sin parar el número de NaeYon sin
obtener respuesta.

45
— ¡Mierda! — se quejo al no obtener respuesta,
ocultó su celular y caminó hacia la barra, necesitaba
un trago, algo más fuerte que el dulce vino, con sus
codos se hacía paso entre la multitud para llegar a su
destino.
La música alta le incito a detener sus pasos a
mitad de la pista, era como un mareo que le
provocaba mover sus caderas, las luces bajas no
dejaban ver con facilidad pero aun así sentía una
mirada en su espalda, nervioso y deseoso, echó su
cabeza atrás, había llegado para olvidar se recordó,
levantó sus manos hacia su cabeza alborotando sus
rulos rubios, cerró sus ojos dejándose llevar, sus pies
tomaban vida propia para seguir el ritmo de la
canción, cuerpos sudorosos se pegaban a sus lados y
aun así se negó a abrir los ojos, no quería la realidad,
quería la fantasía que le provocaba bailar.
En poco tiempo su cuerpo comenzó a liberarse,
sus hombros tensos bajaron, sus labios secos se
abrieron deseosos de saliva que intercambiar, la tela
de encaje entre sus nalgas era un estimulante que le
incitaba a mover sus manos delicadas por su pecho,
deseoso de ser observado, inhalo profundo, amando
el olor a cigarrillos, alcohol y sudor, bailaba sin
importar algo más, bailó hasta que sintió unas duras
manos cerrarse en su cintura acompañado de ese

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delicioso aroma a cítricos con menta, abrió sus ojos
de golpe y se giró para ver al mismo hombre del
elevador; sin poder evitarlo boqueo y parpadeo.
— Es muy tarde para que los pececitos estén
fuera del agua.
Esa voz hizo que Taehyung sintiera como sus sus
pies se despegaron de la pista, agradeció tener las
duras manos sosteniéndolo, estaba tan sensible, tan
necesitado que no pensó en las consecuencias de
pegar su rostro al contrario esperando que sus labios
fueran tomados.

47
[04]

Jungkook no era un buen hombre, lo sabía, podía


culpar a su familia por arrástralo a ese estilo de vida
cubierto de sangre, pero lo cierto es que disfrutaba lo
que hacía. No se arrepentía de ser quien era, al
contrario, le llenaba de orgullo saber que con solo
sus manos arrancó tantas vidas, podía cerrar los ojos
y ver la sangre escurrir entre sus dedos, era su mayor
recordatorio de que no merecía más que una vida
entre balas. Su nombre sería recordado entre olas de
humo y disparos al aire, así se imaginaba que su fin,
no esperaba nada de la vida porque él era capaz de
crear cualquier escenario, estaba preparado para
cualquier situación, se decía que nunca le tomarían
por sorpresa, el seria la sorpresa de cualquiera que
intentará derribarle.
Por eso cuando vio a su nuevo objeto de deseo
entrar a sus terrenos, no dudo en levantarse de su
cómodo lugar para caminar entre la gente extasiada,
dejar que sus piernas siguieran aquel cuerpo
delgado, frenó en seco cuando vio como el rubio
comenzaba a bailar a mitad de la pista, su corazón se
aceleró de tal manera que el calor le sofocó, trago
duro, ignorando como múltiples vibraciones

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recorrían sus venas, desplazando las miradas
curiosas que se avecinaba a él, caminó con la misma
seguridad que mostraba antes de atacar; a escasos
centímetros presenció un atisbo de nerviosismo. No
dejó que su rostro y cuerpo lo delataran. El era Jeon
Jungkook, un chiquillo bailando como el mismo
diablo no iba a derrumbarle.
Sus manos picaban por tocar la piel expuesta,
elevó su mirada lanzando una advertencia a todos
los que amenazaban con llegar al rubio, sonrió de
lado al ver como sus fieles perros se inclinaban ante
su presencia. Soltó el aire y sin esperar a que sus
sentimientos le delataran, cerró sus manos sobre la
cintura pequeña, por la cercanía pudo ver como la
piel del moreno se erizaba antes de que se girara.
Y aunque siempre creyó estar preparado para
todo, no esperaba que Taehyung se lanzará a él
como si no fuera el mafioso del que todos hablaban,
la desgracia de OakTown. Su boca se seco al ver los
labios rosados tan cerca de los suyos. Se maldijo al
notar que su cuerpo no reaccionaba como él
deseaba, no entendía, él debía jalar la nuca contraria
y morder esos belfos hinchados, pero en su lugar
solo pudo subir sus pulgares a las mejillas y susurrar
sobre la boca del rubio.

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— Los pececitos no deberían acercarse de esa
forma a los tiburones — logró que su voz saliera sin
titubeos, pensó en apretar sus ojos por lo idiota que
se sentía. Pero nadie debía ver la duda en su mirada
y postura. Sonrió, enviando miles de órdenes a su
cabeza de que debía mostrarse imponente, era como
él mismo decía, un tiburón frente a un débil
pececito.
Taehyung boqueo confundido de qué demonios
hacía. Sabía que había sido un maldito arranque
juntarse a ese rufián, pero su cuerpo sensible exigía
tanto algo de tacto que no pensó en las
consecuencias. Namjoon le había dicho la clase de
hombre que era ese sujeto, los hombres como
Jungkook solo podía significar problemas y sangre,
debía mantenerse a distancia. Con sus mejillas
ardiendo por la vergüenza, dio dos pasos atrás,
boqueando y parpadeando. Vio las manos del
hombre fornido acercarse a él, con rapidez dio un
manotazo sin terminar de entender que le molestaba
más de todo lo que le había pasado esa noche, el ser
plantado por su esposo, el ser rechazado por ese
mafioso o el que su corazón estaba roto.
— No se atreva a tocarme — dijo, seguro de que
lucía imponente, pero incapaz de descifrar la sonrisa
burlona que el pelinegro le mostraba acompañada de

50
esa mirada penetrante que hacía sintiera sus rodillas
flaquear, se imaginaba que le causaba gracia, pedirle
que se alejara cuando minutos atrás le mismo estuvo
dispuesto a besarle, quiso darse un golpe por ser tan
impulsivo.
— Venga, pececito, que no querías eso hace un
rato — presumió, pudo ver lo avergonzado que
Taehyung estaba, le encantaba.
— Eres un idiota, yo jamás pondría mis labios en
un rufiana como tú — gritaba para que su voz
predominara por encima de la música alta. Entonces
decidió que le molestaba más el hecho de ser
rechazado por ese hombre, ponerse a su merced en
un acto tan infantil como un beso para ser
desplazado.
Las palabras de Taehyung no podían dañarle,
soltó una risa nasal, conteniendo las ganas de
soltarse a carcajadas. El rubio era tan transparente,
se notaba la molestia de que por primera vez el
actuara como un ser decente al rechazarlo de
meterse en la boca del lobo, negó con su cabeza,
cerró la distancia, tomando la cintura del moreno,
quien a diferencia d e la primera vez comenzó a
removerse como si su tacto le quemara, logro

51
mantenerlo quieto, después de todo la diferencia
entre sus cuerpo le dejaban una gran ventaja.
— Pues te recuerdo que estabas muy ansioso por
besar a este idiota — sujetaba la mandíbula del
rubio, su pecho subiendo y bajando, chocando con la
del contrario, las manos delgadas se posaron sobre
sus hombros buscando equilibrio, quemando sus
sentidos, estaba dispuesto a tomarlo, a probarlo. —
¿Por qué no terminamos lo que iniciaste, pececito?
— sentía el cálido aliento del rubio impactar contra
él, aumentando sus deseos de tomarlo.
— ¡Jamás! —se apresuró a decir, aunque su
cuerpo se pegaba cada vez más por voluntad propia.
— Los tipos como tú me dan asco, yo no te besaría
nunca.
— No digas nunca, pececito — susurro muy
cerca de la boca ajena — Mejor escápate conmigo…
La música desapareció para ambos, podían sentir
sus pechos colisionar en una lucha de latidos,
ansiosos por ver al contrario doblegarse y dar el
paso que ambos ansiaban, Taehyung quiso cerrar sus
ojos y dejarse llevar, olvidar todo y caer en las redes
de ese cazador, ser el pececito inofensivo que
Jungkook decía era. Por otro lado, Jungkook moría
por ver la necesidad de Taehyung arrasarle a sus

52
labios, quería sentirlo rogar por él, por una vez en su
vida quería que otro llevará el control.
— ¡¡Taehyung!! — gritó una mujer tras la pareja
logrando que ambos se separaran con rapidez.
Jungkook cerró los ojos frustrado de que su
posible intercambio de salivas se viera irrumpido.
Miro a la mujer alta y delgada llegar de mano de
Jimin, fingiendo no conocerlo, volvió su vista a
Taehyung y la mujer de cabello rosado.
— Nene ¿Dónde estabas metido? — NaeYon
ignoró a los dos hombres para enfocarse en su mejor
amigo, tomando sus hombros, buscando con su
mirada algún rastro de herida. — Apenas vi tus
mensajes me puse como loca a buscarte.
Taehyung quiso creerle, pero los labios
hinchados, cabello revuelto y vestido mal colocado
de su amiga, solo le confirmaron que el sobraba en
ese lugar.
— Lo siento, Nae. Me distraje — dijo mientras
subía su mirada al pelinegro. Un hombre castaño se
colocó tras su amiga, él debía ser el afortunado que
debió llevarla al baño más cercano, quiso sonreír,
pero una tristeza le inundó al darse cuenta que esa
debía ser su noche para ser tomado, que, en vez de

53
estar en ese club rodeado de extraño drogados, él
debería estar en su amplia cama haciendo el amor
con su esposo, celebrando su aniversario. — Ya no
importa — dijo más para el que para su amiga —
Creo que debería volver a casa, este no es lugar para
mí —soltó las últimas palabras mirando al
pelinegro.
NaeYon giró su cabeza hacia atrás, viendo lo que
su amigo tanto observaba, vaya que no lo culpaba,
sonrió coqueta al ver al gran hombre, era todo un
dios griego, buena altura, musculatura y esas manos,
no se opondría a que tomara su cuello con ellas, se
soplo al rostro al notar que estaba siendo descarada,
miro a Taehyung y lo jalo del brazo.
— Claro que no te irás a casa, no quiero que estés
ahí recordando que tu esposo imbécil te dejo
plantado mejor quédate, anda, vamos a bailar y
pasarla bien —sonrió buscando animar al rubio.
Jungkook no pudo evitar escuchar con claridad lo
que la pelirrosa decía, así que su pececito había sido
plantado por el idiota jefe de policías. Sin importar
los presentes, camino a Taehyung, cogió la mano
delgada y beso los nudillos aun cuando el moreno se
removía.

54
— Fue un placer verte una vez más pececito —
se volteo a la chica y le movió la cabeza a manera de
saludo.
— Choi NaeYon —dijo, y extendió su mano para
que Jungkook la besara como al rubio, pero el
pelinegro solo la tomo para agitarla en un saludo.
— Jeon Jungkook — su mirada seguía en
Taehyung, omitió el chillido que soltó la pelirrosa y
se giró para volver sus pasos a su lugar cómodo,
sentía varias miradas a su espalda, pero la única que
le importaba en ese momento era la de cierto rubio.
Jungkook caminaba recordándose quien era,
intentando desplazar el rico aroma del rubio y
enfocar sus fosas nasales a la mezcla de sudor, humo
y sexo flotar en el aire, ese era su ambiente, ese era
Jeon Jungkook, no un amante del rico aroma a
lavanda.
El rubio vio la gran espalda desaparecer entre la
gente, sintiendo aún sobre su mano la boca caliente.
Relamió sus labios, intentó beber una margarita con
su amiga, quiso enserio concentrarse en la plática, en
la voz de Jimin, el chico que sostenía la mano de
NaeYon, pero su cabeza estaba hecha un lio.
Después de media hora se levantó despidiéndose con

55
un beso en la mejilla de su amiga y un apretón de
manos con el chico, camino a su auto.
Pegó su cuerpo a la puerta de su auto, sus manos
sobre el cristal, ahora que la música no le aturdía,
podía pensar con claridad, estuvo a punto de besar a
un extraño, el mismo que su esposo le había
advertido debía mantenerse alejado, lo había
deseado porque el amor de su vida le había plantado.
No iba a llorar, no pensaba volverse en alguien
como su madre.
Condujo por las oscuras calles de OakTown,
ignorando las constantes llamadas que entraban,
seguro de que debía ser Nae, incluso Namjoon. No
quería volver a su casa, enfrentar la realidad, las
promesas de su esposo se esfumaban, su bonito
matrimonio era una farsa, lo sabía con claridad, lo
que más le dolía no era el olvido de su marido, era el
hecho de que sus padres tendrían la razón, su vida
sería un total fraude. Cuando se dio cuenta que no
podía seguir huyendo de su realidad, volvió a su
hogar, las luces apagadas le hicieron sentir como un
golpe en el abdomen. Su esposo ni siquiera se
preocupaba por su ausencia.
Abrió la puerta de su casa, listo para ignorar a
Namjoon, necesitaba descansar, olvidar todo,

56
sumergirse en la bañera, dejar que el agua limpiara
sus tristezas. Se esperaba ver al mayor sentado en su
fino sillón, con el ceño fruncido, en ese pijama
espantoso que su suegra le había obsequiado,
seguramente con una copa de coñac en su mano,
moviendo su pie sobre las baldosas. Soltó una risa
nasal, decepcionado de imaginar que Namjoon ni
siquiera había salido a buscarle, era el jefe de
policía, no esperaba ver las patrullas rondar por su
colonia, pero tan siquiera una pizca de
preocupación.
Pero Taehyung no estaba listo para toparse con
Namjoon a mitad de su sala, las velas iluminando de
manera tenue el espacio, su boca tembló al ver el
pecho expuesto de su esposo, una rosa roja sobre su
mano.
— No digas nada, por favor — pidió el mayor,
caminando hasta el rubio. — Sé que la he cagado
incontables veces, pero no quería que nuestro
aniversario fuera así de desastroso.
Taehyung abrió la boca sin decir ni una sola
palabra, sus ojos miraban todo con asombro,
Namjoon sí recordó su aniversario, una sonrisa
tembló en su rostro, desplazando una parte de su
tristeza a otro lugar. Aun así, no quería omitir el

57
hecho que le había dejado plantado, tal vez eso solo
era un truco para que él le perdonará.
— ¿Qué significa todo esto? — quiso sonar
molesto.
— Feliz aniversario — jalo a su esposo por la
cintura, entregándole la rosa con cariño, beso la
frente y luego bajó para dejar un sutil beso en los
labios, pudo sentir el leve sabor del alcohol, pero lo
omitió.
Namjoon había tenido un día difícil, desde que
Jeon volvió a OakTown, todo era un caos sin
importar la hora, el crimen andaba suelto y ese era
su momento perfecto para demostrar que él era el
mejor jefe de policías, vigilaba la ciudad con esmero
y dedicación, sacrificando parte de su tiempo para
así mantener una paz. Fue así como después de tener
una junta exhaustiva salió directo a su hogar, la
batería de su celular quedó totalmente muerta por las
constantes llamadas. Sentía que olvidaba algo, pero
cada que intentaba sentarse para recordar, un sinfín
de deberes se asomaba.
Después de poner un pie en su casa fue como
recordó su aniversario, se sintió la peor persona del
mundo al ver la mesa decorada con las velas, cerró
sus ojos y corrió por la ciudad, aún podía conseguir

58
algo para su esposo. No paraba de lanzar
maldiciones a Jungkook, él era el causante hasta de
que olvidara esa fecha tan especial. Volvió a su casa,
conectó su celular y llamó a Taehyung, deseando
que no fuera muy tarde para celebrar, espero
pacientemente hasta que su rubio hermoso regreso a
sus brazos, lo amaba tanto, no podía imaginarse una
vida sin él, aunque el rubio solía decirle que lo había
rescato, el sentía que era al revés, Taehyung le salvó
con su preciosa sonrisa cuadrada, le hizo ver el
mundo de otra manera. Haría todo por siempre
tenerlo a su lado, por demostrarle su amor, por verlo
tan feliz como esa primera vez.
— Sé que esto no es lo mejor — comenzó a
hablar al ver que Taehyung no respondía — Pero
enserio te amo, Tae. — acomodo un mechón rubio
tras la oreja — Eres lo mejor que tengo, lo único que
no quiero perder.
El menor quería responder que lo amaba
demasiado, que también deseaba nunca perderle, que
deseaba tanto que su matrimonio fuera la promesa
que se hicieron frente al altar, pero en ese momento
se sentía tan culpable como para decirlo, se dejó
abrazar por el mayor, quería olvidar todo lo sucedido
ese día, quedarse con la rosa entre sus manos y los
besos que Namjoon le daba.

59
— Te amo — dijo mientras Namjoon le levantaba
en brazos, besando su cuello delgado.
La pareja se desvistió entre besos y palabras
cariñosas que solo el mayor soltaba, Taehyung dejó
que su cuerpo fuera tomado por la boca ansiosa de
su esposo, abrió sus largas piernas mientras
Namjoon besaba la punta de su miembro despierto,
cerró sus ojos pensando lo ridículo que era sentirse
culpable en la mente pero que su cuerpo ardiera en
llamas por el tacto contrario, movía sus caderas
contra la cara del hombre que tanta alegría le daba,
cerro sus ojos y puños asustado de tener
pensamientos de un ajeno, de ver esa maldita sonrisa
burlona.
“Pececito”
Abrió sus ojos de golpe, asustado de que
Jungkook pudiera estar ahí, su pecho se aceleró,
enfocó su vista en el mayor.
— ¿Pasa algo, cielo? — cuestiono cuando vio a
Taehyung dar un brinco en la cama, limpio su boca
con su antemano aun con restos de presemen del
miembro de su esposo.
Toco el colchón, las sábanas, incluso la cabeza de
su esposo, estaban solos, respiro lento, debía ser una

60
mala jugada de su cabeza, era la culpa acechándolo.
— No pasa nada, amor —mintió — Hazme el
amor — el contrario sonrió y escaló el cuerpo del
moreno — Pero… — los ojos de su ansioso esposo
le miraba confuso ante la duda — Se salvaje, hazme
olvidar todo.
Su súplica llena de pasión hizo que Namjoon
arremetiera contra su entrada apretada, gimió y
gritó, incapaz de olvidar esa maldita sonrisa, movía
su cuerpo deseando más, jalo los cabellos de su
esposo, mordido su hombro recibiendo quejas y al
final cuando se sintió ser llenado de la esencia de su
marido, sintió el duro peso queriendo recostarse
sobre él, pero esa noche no pensaba dormir sin su
maldito orgasmo, giro colocándose sobre Namjoon,
colocando sus manos sobre los pechos de su esposo,
moviéndose rápido, cerrando los ojos, imaginando
esa maldita mirada, esas manos tatuadas, esa sonrisa,
se corrió salpicando el pecho contrario, cansado por
las múltiples sensaciones se dejó vencer.
Esa noche Taehyung fue acurrucado por los
brazos de su esposo, sintió los besos suaves en su
espalda, tuvo que fingir dormirse primero para no
dejar escapar la culpa que crecía en su pecho, se
sintió tan miserable de haber dudado de Namjoon,

61
de estar a nada de besarse con otro hombre, de tener
un orgasmo pensando en Jungkook.

62
[05]

Su cabeza era un mar de pensamientos diversos;


su matrimonio era la causa principal de que se
mantuviera encerrado en ese estado confuso,
Taehyung no quería quejarse como siempre, no
quería admitir que, aunque llevaba noches haciendo
el amor con su esposo, la chispa que antes le
impulsaba a enrollarse en sus brazos y susurrar miles
de te amo, se había apagado o estaba en esa pequeña
brecha donde un simple suspiro podía terminar por
apagarlo. El rubio intentó que el silencio que
acompañaba su mañana fuera suficiente para hacerle
borrar un recuerdo que le azotaba con fuerza, tragó
duro y apretó sus ojos, negando sutilmente, unos
brazos sobre su cintura le hicieron incomodarse,
suspiro y con sutileza escapó del agarre de
Namjoon, caminó hacia la amplia ventana, dejando
que los tenues rayos de sol le calentaran la piel fría,
relamió sus labios al ver las calles vacías, apenas
podía percibir a algunos vecinos seguir con su rutina
de ejercicios mañaneros, entendía que la gente había
cambiado en poco tiempo, con la llegada de “ese”
criminal, ya nadie se sentía seguro.

63
Taehyung pegó sus manos al cristal empañado, su
pecho subiendo y bajando, su piel fría comenzando a
calentarse ante el deseo de que su ventana estallar y
unas manos furiosas lo tomaran, sabía que estaba
mal imaginar que su vida perfecta era profanada a
voluntad de un hombre que solo se dedicaba al caos,
pero le gustaba mentirse, decir que solo era un
fetiche, un deseo sexual, algo como lo que los
jóvenes de secundaria imaginaban al querer tener
algo con sus profesores, la idea de corromperse le
excitaban. Giró su cabeza hacia el peli gris que yacía
dormido en su amplia cama, la pregunta que le
atosigaba volviendo con fuerza: ¿Cuándo nos
volvimos esto?
Como venía haciendo desde su aniversario,
desplazo todo recuerdo apenas Namjoon despertaba,
sonreía de lado para impactar sus labios a los
contrarios, jurando que ese amor seguía de pie.
Desayunaban como la perfecta pareja que fueron,
reían, aunque en el interior del rubio esas risas se
rompían, se decían varias veces te amo, aunque
Taehyung dudara. Después de continuar con “la
farsa”, la enorme casa volvía a dejar al menor
encerrado entre dudas, recuerdos y nuevos deseos.
El rubio tomaba su tercera taza de té, tratando de
ignorar los mensajes y llamadas de todo aquello que

64
le sacara de su falsa realidad.
— ¡Dios! Por favor, deja de insistir Nae — pidió
mientras su celular volvía a vibrar sobre la mesa.
No tenía ánimos de hablar con la chica, contarle
como sus planes se iban al mismo caño y peor aún
dar explicaciones de su huida aquella noche en ese
club. Sabía que hablarlo en alto, expresarlo fuera de
su mente, sería el inicio de un problema, así que
prefería reprimir toda duda en su interior, donde no
podía hacer más que transitar hasta hartarlo. Molesto
de no poder fingir más, cogió su bolso y las llaves
de su auto, tal vez algo de aire fresco le sentaría bien
para aclarar todas esas dudas, para dejar de tomarle
importancia a algo tan sencillo como un simple
toque.
Manejaba por la ciudad, el silencio seguía
prevaleciendo en OakTown, no había noche que no
se escuchara de un nuevo caos atacando el tranquilo
lugar. Ese era otro motivo de duda en su cabeza,
sabía quién era el culpable, no necesita pruebas,
bastaba con las cosas que su esposo le contaba, era
un mal hombre, Jungkook no merecía ninguna de las
dudas que causaba en su vida; apretó el volante,
comenzando a sentirse furioso por todo. Aparco con
velocidad en una tienda de abarrotes, curioso de

65
comprobar si las compras de alimento le podrían
relajar, demasiado ocupado como para ignorar un
coche oscuro que le seguía con cercanía apenas salía
de su hogar.
Se desplazaba por los amplios pasillos,
empujando un anaranjado carrito de compras,
tratando de hacer una lista mental de qué demonios
faltaba en su hogar, comenzando a irritarse por el
sonido de la campana cada que un nuevo cliente
entraba, su olfato percibiendo aquella combinación
de detergentes y carnes frescas. Soltó el aire cuando
su celular irrumpió aquel conteo de lo que
necesitaba. No podía evitar a sus amigos, su verdad
por mucho tiempo, vencido se animó a contestarle a
la insistente mujer sin prestar atención a lo que
prestaba la pantalla, solo quería confesarse y poner
fin a aquello que le atormentaba.
— Eres una pesada — se apresuró a decir apenas
descolgó la llamada — ¿Cuál es la insistencia?
— Tal vez el saber cómo está mi hijo — la voz
chillante de aquella mujer hizo que Taehyung
entendiera que sus problemas solo podían aumentar,
pues que su madre llamara solo significaba malas
noticias.

66
— Mamá, es un verdadero milagro escucharte —
apretó sus manos sobre el agarradero del carrito —
¿A que debo el honor? — intentaba moderar su voz,
buscando con la mirada algo en los estantes que le
hicieran cortar esa llamada.
Taehyung no se consideraba alguien que haya
crecido bajo el seno de una buena familia, su madre
siempre se encargó de humillarle, de hacerle creer
que no merecía a nadie, que su belleza solo era una
prueba de que estaba destinado a ser usado por los
hombres, cuando Namjoon llegó a su puerta
pidiendo su mano, la mujer que le dio la vida se rió
tan alto que estuvo seguro sus vecino escucharon
aquellas carcajadas, Kim HeeSok termino con el
abdomen adolorido por la cantidad de veces que se
burló esa noche, cuestionando a la pareja de
enamorados, mientras un ebrio Minho, se encargaba
de insultar al menor con palabras sutiles para los
oídos del peli gris pero rudas para el menor. Al final
los padres del rubio accedieron a dar la mano de su
único hijo con la promesa de que el apuesto
Namjoon cediera una cantidad justa por ser los
creadores del hombre que amaba; recordaba ese día
con vergüenza, la manera en que sus propios padres
lo avergonzaron haciéndolo quedar como un simple
objeto que vender.

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Estaba seguro que no podía odiarlos, pero sin
duda a base de años sentía que se acercaba, tiempo
donde solo era buscado cuando el techo se
descomponía y necesitaban apoyo, o para exigir un
cero más al cheque que Namjoon les daba, incluso
para cuestionar cuando por fin tendrían un bebé o si
acaso su relación ya se estaba acabando.
— En realidad, quería saber si tu y tu amable
esposo estaban bien, sabes he visto en los periódicos
que ha habido disturbios por toda la ciudad — su
voz ronca era un recuerdo claro de las veces que la
mujer le gritaba con ese tono lo asqueroso que sería
su final. Taehyung mordió su labio con fuerza,
probando el sabor de su sangre, tratando de contener
la rabia que escalaba por su garganta, queriendo
gritarle que en años jamás se preocupó por su
seguridad o la de su esposo, pero calló — Supongo
que ahora Namjoon debe tener más trabajo y como
he de imaginar eso significara un buen bono
navideño, deberías ser más considerado con el y
apurarte a darle un hijo.
Ahí estaba el motivo pensó Taehyung, su boca
tembló mientras liberaba su labio herido, un golpe
de lágrimas juntándose ante la impotencia de
responderle a aquella mujer como debía. Sabía que a
su madre no le preocupaba que Namjoon tuviera una

68
carga de trabajo, que expusiera su vida y seguridad,
menos que enserio deseara ser una abuela, solo
buscaba la manera en doblegarlo para que ese
diciembre su mesa se llenará de finos bocados y
costosos regalos envueltos en ese papel que solo
encontraba en Sears. Soltó el carrito naranja y se
sostuvo del borde de los estantes, fingiendo que
buscaba una lata de lo que fuera, haciendo ruido con
sus manos para que la mujer colgara, rogando al
cielo que algo pasara que evitará se quebrara en
aquel pasillo de embutidos.
Su delgado cárdigan se sentía demasiado grueso
sobre su cuerpo, comenzando a sudar frío, sus
piernas descubiertas por el short suelto sintieron el
frío de los congeladores llegar hasta sus rodillas,
causando que se doblara, escuchó la campanilla
sonar tan fuerte que juraba estaba solo a centímetros
de sus oídos, su pulso disparándose le hizo sentirse
mareado, soltaba el aire contra el celular, omitiendo
las palabras de su madre, hundió su cara sobre las
latas, oliendo ese aroma a jabón seco que en pocos
segundos se volvió una suave menta fresca, su
cerebro revolucionándose en segundos, captando ese
aroma como el causante de sus daños maritales. Lo
siguiente que Taehyung sintió fue como unas manos
arrancaban el celular de su oído, los gritos de su

69
madre pidiendo su atención fueron desplazados, un
rostro que aprecia con insistencia en sus sueños
estaba a centímetros suyos.
— Pececito ¿Por qué tan nervioso? — burlo,
sonriendo de lado, dejando que sus mechones
delanteros cayeran con gracia por su frente, escaneo
con rapidez el cuerpo tembloroso frente a él; los
cabellos rubios alborotados, los labios lastimados,
no pudo evitar pasar su pulgar por esa pequeña
herida, recoger la gotita de sangre y llevarla a su
lengua ansiosa — Mmmm, sabes a pecado, pececito
— dijo lo suficientemente bajo para que solo
Taehyung escuchara.
Taehyung no sentía a , ni siquiera porque su
molesta llamada fue cortada, en ese instante deseaba
volver al celular y escapara del hombre que le
atormentaba, aquel que causaba sus deseos
profundos se colaran cada madrugada, llevando sus
manos a su zona cálida esperando porque ese mismo
sueño se cumpliera.
Quiso hablar, defenderse de los estragos que
Jungkook le causaba, pero su cuerpo se volvía un
instrumento fácil de manejar cuando ese aroma a
menta fresca le pegaba. Relamió sus labios cuando
su cintura fue apretada, su pecho rozando con el

70
contrario y su cabeza echándose atrás para evitar el
toque anhelado. Parpadeo buscando alejar sus
pensamientos sucios y sacando a flote lo que de
verdad debía sentir, furia a ese hombre. Dio un
manotazo sobre los brazos fornidos, sus palmas
rozando aquella tela oscura acolchada.
— Aléjate de mí, delincuente — no quería gritar,
pero no podía controlar su voz, causando que
algunas miradas indeseadas cayeran sobre ellos.
Jungkook rio al ver como Taehyung tropezaba
con sus mismas piernas, sosteniéndose apenas con el
carrito de compras, negó con su cabeza y se juntó de
nuevo, le encantaba ver como la piel morena se
erizaba apenas ponía sus palmas sobre ella.
— ¿Delincuente? Pececito me haces sentir mal
— fingió sentirse ofendido, llevando su mano a su
pecho amplio.
— Es lo que eres, un delincuente que está
causando estragos, debería darte vergüenza
aparecerte aquí después de todo lo que haces, las
personas como tu deben estar tras las rejas — dijo
tan rápido que finalizó cogiendo aire.
A lo largo de los años Jungkook había perdido la
sensibilidad por las palabras que otros decían hacia

71
él con el afán de lastimarlo, pero eso no evitó que
algo en su interior se llenará de furia antes las
palabras del rubio. Por ese motivo cogió con fuerza
el antebrazo del menor y le pegó más a él, sus fosas
nasales ampliándose cada vez que inhalaba, su
mandíbula apretada mientras su lengua buscaba
liberarse golpeando con su mejilla interna.
— Supongo que esperas que alguien como tu
esposo sea quien me encierre ¿cierto, pececito?
El impacto del rico aroma le hacía tergiversar sus
ideas iniciales donde el levantaba su mano para
impactarla sobre la mejilla blanca, buscando poner
fin a esa cercanía, pero la menta colándose y
posándose sobre su piel le hizo colocarse de
puntitas, rozando su pecho con el contrario, creando
un roce que le envió miles de sensaciones excitantes
por su dermis de miel, a casi nada de gemir sin
importar el lugar donde estaba.
— De hecho, si, mi esposo pronto te pondrá tras
las rejas, que es donde ben estar los hombres como
tú, criminales. — dijo la última palabra casi
escurriendo por su boca, sintiéndose poderoso ante
sus acusaciones, pero perdiendo una vez más la
batalla cuando el mayor sonrió de esa forma que le
hacía temblar.

72
— Mientes — susurro sobre los labios contrarios,
sujetando la cintura del rubio, buscando darles
apoyo a sus pies sobre sus puntas — Los hombres
como yo debemos estar encima de los chicos como
tú, pececito. — terminó sus palabras pegando la
humedad de sus belfos sobre la comisura de la boca
del moreno.
Ese simple acto hizo que sus rodillas se doblaran,
estaba seguro que si Jungkook no estuviera
sosteniéndolo, hubiera caído irremediablemente al
frío suelo, raspando sus rodillas, lastimando su ego.
Ocultar su sonrojo era imposible, las palabras del
criminal, como él decía, causaron un eco por todo su
ser, dejando que un calor conocido se agrupará en
sus bragas, sintió la punta de su pene humedecer la
tela que lo cubría, se separó seguro de no querer
perder el control. Lanzó una mirada al hombre
apuesto y fornido, llevó su palma a la zona donde la
saliva contraria había sido dejada, para restregar,
buscando que con eso no solo se limpiara la
humedad, sino también su deseo.
— No quiero volver a toparme contigo,
delincuente — gruño, tomó su carrito de compras y
salió con velocidad de aquel pasillo dejando a un
sonriente Jungkook.

73
— No puedes escapar de mi pececito — grito —
Acéptalo, un día escaparas por mí, no de mí. —vio
como el rubio elevaba su dedo medio antes de
doblar la esquina y salir de su campo de visión.
Jungkook suspiró complacido por ese encuentro
no tan casual, pues gracias a Jimin mantenía
cercanía con el lindo pececito. Tomó un vino de uno
de los estantes y pagó para volver a su auto, su
chofer esperando para sus indicaciones, listo para
volver a donde su cabeza realmente debía estar,
recuperar su mandato. Esos últimos días había
estado atacando, buscando volver a tener el poder en
ciertas pandillas que sabía le servirían, hasta el
momento todos se doblegaban ante él, todos sabían
de los rumores que le acompañaban. El era un
hombre sanguinario, feroz, indestructible, solía
escuchar ser llamado “la bestia”, carecía de
sentimientos, de debilidades, era como un animal
salvaje sin miedo a atacar, alguien que mataba por
placer.
Si tan solo supieran, que la gran mayoría de esas
historias urbanas eran una fina capa cubierta de
mentiras, si se confesaba como un hombre incapaz
de sentir pena o compasión, pero no era un asesino
bestial, no a menos que enserio lo ameritara. Claro
que había dado fin a muchas vidas, pero en la

74
actualidad era el que orquestaba cada paso, sin dejar
que una gota de sangre le impactara, sabía jugar sus
cartas con inteligencia, por eso era difícil atraparlo,
no había huella que lo culpara.
El pelinegro vislumbro la entrada de su alejada
casa, a diferencia de muchos tenía una construcción
moderada lejos de la multitud, sin extravagantes
lujos, solo lo necesario, siempre había sido así, pues
sabía que no era un hombre que pertenecería a un
solo lugar. Nada lo retenía lo suficiente como para
pensar en amueblar, solía decirse cada que su Jimin
se quejaba de su fría vivienda. Bajo del lujoso Roll
Royce negro, caminando sobre el suelo de gravilla
fina, rodeando la casa estilo francés para llegar a la
cómoda terraza, vio a ese dolor en el culo, Jimin
sentado con mucha comodidad en sus finas sillas de
herrería.
— Eres peor que una garrapata, Jimin ¿Qué
mierda haces en mi casa? — cuestiono sentándose
frente al chico, poniendo atención al delicioso
manjar que el joven doncel consumía.
El mencionado metió un gran trozo de huevos
revueltos antes de hablar — Que mal jefe eres,
después de mantenerme como sombra de tu nuevo

75
juguete, no seas cruel Jungkook, no he comido bien
últimamente.
—Si se nota —burló, prestando atención al
chupetón sobre el blanquecino cuello del menor —
Parece que más que comer, has sido comido —
reclinó su cuerpo sobre la mesa que le separaba del
castaño — ¿Qué dirá Min cuando se entere de tus
nuevos gustos? —se separó tomando un pedazo de
pan para meterlo a su boca.
El rostro sonriente de Jimin se volvió una mueca
confusa entre el miedo y asombro. Sabía que
Jungkook no lo entregaría, no con facilidad.
— Diría que estás cuidando mal de mí, mira que
casi obligarme a cogerme a la mejor amiga de ese
chico solo por tus gustos — atacó seguro de que
ganaría esa pelea de poder.
Jungkook casi escupe el pan al escuchar a Jimin
hablar, le molestaba que quisiera pasar por encima
de él, nadie lo hacía, con furia se levantó tirando la
mesa y sujetando el cuello del chico blanco.
— Eres mi perro Jimin, si te pido cogerte a medio
pueblo por mis beneficios lo harás sin dudar, no
quieras aprovecharte de mi bondad hacia ti, porque
créeme es limitada y cada día se agota. — soltó al

76
menor causando una tos escandalosa ante el corto
lapso sin aire.
Jimin se arrodillo en el suelo, buscando recuperar
el aliento. Elevó sus ojos llorosos a su jefe en turno,
sintiéndose asqueado por sus palabras, recordando
que tenía razón, solo era un trozo de carne que
cambiaba de dueño cada que ellos querían. Se
levantó, aun con su cuerpo agitado, miró con furia al
pelinegro antes de hablar.
— Estás perdiendo la cabeza por algo sin sentido,
no te olvides a que volvimos. No vine aquí para
jugar a la casita y puedas cogerte a alguien, sabes
que eso no es el motivo principal, así que deja de
actuar como un idiota. Si tanto quieres cogertelo
hazlo sin rodeos — tomó la servilleta del suelo para
limpiar sus manos sucias por el impacto — Quiero
recordarte que los hombres como tú no deben perder
el norte, o ¿acaso quiere que se repita lo de hace
cinco años?
Salió de la vista del mayor, dejándole con la furia
retenida en sus puños. Jungkook respiraba agitado,
quitó con rapidez el saco oscuro de su cuerpo,
paseaba sus manos con insistencia por sus mechones
largos, pateando todo a su paso, abrió su camisa
blanca sacando esa cadena donde un anillo de oro

77
colgaba, lo sostuvo entre sus dedos y con temblor lo
llevó a su boca.
— Nunca volverá a pasar lo mismo…
Sus ojos rojos por las lágrimas contenidas y rabia
picaban, su espalda se sentía tensa ante los recuerdos
que le golpeaban. Jungkook se lo había jurado hace
cinco años, no volvería a perder el norte, por nada ni
por nadie.

78
[06]

El agua fresca funcionaba para apaciguar el fuego


en su piel, su cabeza reproduciendo escenas jamás
pasadas, sus manos largas se paseaban por su pecho,
sus largos dedos escalaron la piel morena de arriba
abajo hasta perderse en su pelvis, deteniendo sus
movimientos, abriendo su boca cuando su placer se
concentró en la punta de su miembro y vientre, echó
su cabeza atrás cuando su pulgar se posó sobre la
apertura de su virilidad, su mano libre no tardó en
apretar un pezón erecto, su cuello recibía las gotas
de agua, escurriendo por su dermis ardiente, apretó
los glúteos cuando un punzón de excitación recorrió
su cuerpo entero. Su boca abierta mientras sus dedos
se desviaban a su entrada, en su imaginación no era
él quien se complacía.
— ¡Dios! Si… así — echó su trasero hacia atrás,
dejando que su dedo se hundiera con facilidad en su
ajustada entrada. Pegó su cara a los azulejos
húmedos, gemía sin poder controlarse, sabía que
estaba solo, podía gritar sin pena; con la punta de su
dedo logro tocar su punto, un rostro apareció en su
cabeza, unas manos apretando su cintura, el maldito
aroma embriagante apareció, quiso gemir alto el

79
nombre que juraba odiaba, pero se contuvo, sellando
sus labios y dejando que su semen salpicara contra
la pared.
Taehyung termino de bañarse después de volver a
masturbarse pensando en “ese hombre” comenzaba a
hacerse costumbre aprovechar su soledad para
satisfacerse, sabia que estaba mal añorar a otro
hombre, debía disfrutar las noches en que Namjoon
le hacia el amor, pero Jungkook se coloca cada
cerraba sus ojos, no entendía porque no podía
simplemente sacarlo, aunque el sexo con su marido
mejoraba, jamás terminaba. Le fastidiaba lo que su
cabeza anhelaba. Le aterraba exteriorizar esos
demonios que guardaba, confesarlos sería admitir
que todo estaba mal, no quería eso.
Con varios días negándose a salir de su casa, esa
mañana se había decidido a hablar lo que le pasaba,
necesitaba ayuda para poder entenderse, no quería
seguir pensando en un hombre que no le importaba,
una mala persona que estaba llevando su amado
pueblo a la ruina, el mismo que jugaba con sus
pensamientos, quería sacar a Jungkook de su vida,
desde que ese mafioso había llegado todo se
complicó para él.

80
El rubio caminaba en círculos por su sala,
esperando con ansias la llegada de su mejor amiga,
la única persona en quien podía confiar lo que
pasaba en su vida, tal vez la mujer podría ayudarle a
sacar de su cabeza al idiota narcotraficante. Salto en
su lugar cuando su puerta fue tocada, casi tropieza
con la mesita de centro al querer llegar corriendo
para recibir a NaeYon.
La ahora chica de cabello púrpura sonrió en
grande al ver al rubio, elevó la gran botella de vino y
la bolsa de frituras que llevaba. El paquete
necesario, según ella, para platicar las penas. No
había nada que una copa de vino tinto y papas
saladas no calmara cualquier mal, las penas son
mejor con alcohol, eso y su buen oído para escuchar.
— Cuéntamelo todo, nene. No pienso moverme
de aquí sin saber que ha hecho que no quieras ni
verme por días, ni siquiera el pesado de MinWoo me
hace esperar tanto como tú — la delgada chica entró
sin permiso, entregando la botella de cristal para
poder aventarse con confianza al cómodo sillón. —
¡Ven acá, precioso! — palmeo el lugar a su lado.
El moreno no sabía cómo confesarse sin quedar
como un mal esposo, recordaba las veces que en ese
mismo sillón se sentó para hablar mal de las mujeres

81
y mpreg que salían a hurtadillas de sus lujosas casas
para irse a moteles baratos y poder pecar. Ahora
sentía que sus propias palabras de disgusto se
acoplaban a lo que por su cabeza pasaba. Negó con
su cabeza creyendo por primera vez que sus padres
tenían toda la razón en referirse a él como una puta.
Jugó con sus manos sintiendo las lágrimas
agruparse en sus ojos, la culpa aumentó al recordar
que esa misma mañana su esposo le besó con tanto
amor, diciéndole lo mucho que lo amaba para que
minutos después él se encerrará al baño a
masturbarse mientras pensaba en otro hombre que
nada tenía que ver con su amor.
— ¿Qué está mal, nene? — cuestionó la peli
purpura al ver al rubio sollozar bajito — ¿Paso algo
con Nam?
La mención de su esposo le hizo soltarse en
llanto como una fuente sin control, entonces
Taehyung respiró hondo antes de comenzar a hablar,
expresar fuera de su cabeza todo lo que pasaba,
desde los problemas maritales hasta ese hombre que
no quería alejarse ni de sus pensamientos, lo sucio
que se sentía por tener que colarlo a su vida sexual,
habló sin miedo, pues sabía que su mejor amiga
jamás lo juzgaría. Pasó un buen rato llorando

82
recostado sobre el regazo de la mujer, dejando que la
chica acariciará su cabello rubio mientras él se
confesaba pecador. No esperaba palabras de
consuelo, solo poder quitarse el peso de sus propios
actos y pensamientos. Sorbió por la nariz antes de
hablar.
— Estoy mal, lo sé, rogué tanto porque las cosas
con Nam mejoraran, y ahora que él está poniendo de
su parte, yo me comporto así — suspiró hondo —
Me siento tan confundido, solo quiero salir
corriendo y dejar todo esto atrás, pero luego pienso
en mi esposo, ese buen hombre, en las palabras de
mis padres — sollozo — Soy la peor persona…
— ¡Basta, nene! — irrumpió la chica — No lo
eres, eres un ser humano con deseos, como todos, no
somos perfectos, fallamos y esta bien.
— Pero esta mal desear algo que no está bien —
levantó su cabeza del regazo de la chica — ¿Qué no
entiendes que me tocó pensando en un hombre que
no es mi esposo? Soy como esas perras de las que
nos burlábamos. No quiero ir a coger a moteles
baratos, tampoco quiero ser juzgado, ni que mi
matrimonio se arruine…
— Cariño, cálmate. Tu no eres como esas perras,
tampoco vas a coger en moteles baratos — pasó sus

83
manos por las mejillas del rubio — Tu vales mucho
como para acabar en esos lugares de mala muerte, si
al caso cogerás en un hotel cinco estrellas, con
champagne fina, lencería costosa y un pene que lo
valga, de esos que hacen que quedes hasta con los
ojos en blancos — bromeo, causando la risa en el
moreno.
— Tonta, no voy a coger con alguien que no sea
Namjoon. No seré de esos infieles, esto tiene
solución, es solo una etapa, mi matrimonio estaba
sensible y ese maleante solo se aprovecho de ello
para meterse a mi cabeza.
La chica ladeo su cabeza, quería decirle que
Jungkook no era el culpable de nada, solo una
consecuencia.
— Nene, eres mi mejor, lo sabes. Te apoyo en
todo, incluso me follaria a Jungkook solo para que te
deje en paz — sonrió con gracia — Pero debo
decirte algo que enserio me come por dentro.
— Pues dilo.
— Tae, tu matrimonio es algo… — pensó que
palabras usar para no hacer sentir mal al rubio —
¿Escuálido? ¡Ash! No se que palabras sutiles usar,
pero tu y Namjoon parecen unos ancianos, cogen

84
con horario, seguro solo hacen el misionero, apuesto
que tú marido ni siquiera se depila las bolas, menos
que te haga un buen oral y no está mal — se
apresuró a decir — Pero, una pizca de descontrol no
está mal de vez en cuando…
— Entonces ¿insinúas que debo ponerme de a
perrito para que mis problemas acaben? — preguntó
molesto.
— ¡Noo! Bueno eso sería genial, tienes un trasero
que cualquier hombre desearía tener en esa posición,
pero no es mi punto. A lo que quiero llegar es que…
Te casaste muy joven con Namjoon, y por lo mismo
tuviste poco tiempo para experimentar, te
confirmaste con lo que el te enseño y no te
permitiste probar, no se si me estoy dando a
entender.
— La verdad es que no, no me arrepiento de
haberme casado con Namjoon, tampoco creo ser un
conformista, es el hombre que amo, todo un
caballero, llego cuando más lo necesitaba.
— Lo sé, nene, te entregaste a él como si fuera tu
todo, tu salvavidas, no soy quién para juzgar. Pero
no te diste el tiempo de ver más, solo te aferraste a
él, a su sueño de sacarte de tu casa y créeme que le
agradezco eso, es solo que… — tomó las manos del

85
rubio — ¿Estás seguro que le amas o solo le estas
muy agradecido?
— Claro que lo amo — se apresuró a decir,
exaltado por la pregunta, levantándose de golpe —
Es mi esposo, el hombre con el que decidí pasar mis
días, me hace feliz y si todo sale bien, pronto
podremos formar esa familia que deseamos, seremos
mejores que mis padres.
NaeYon suspiró, convencida que su amigo estaba
demasiado cegado por su pasado como para admitir
que sus problemas maritales no yacían en el sexy
mafioso, aun así, se levantó para abrazar a
Taehyung, si el rubio se negaba a admitirlo, solo le
queda estar a su lado para cuando todo explotará.
— De acuerdo, entonces forma una familia con
Namjoon, pero por favor si vas a hacer las cosas,
hazlas porque lo deseas de verdad y no por tus
padres, ni siquiera por tu esposo. No te voy a decir
que vayas y te folles a Jungkook hasta que pierdas la
sensibilidad en el ano — sonrió con maldad — Pero
si te voy aconsejar que dejes de intentar complacer a
todos, de escuchar a tus padres, y que te dejes llevar
un poco. Todos necesitamos emoción en nuestros
días, la monotonía aburre. — tomó su bolso del
sillón y lo colocó en su hombro — Ahora me voy,

86
tengo una cita con Jimin y debo comenzar a
estimularme, ese chico es una bestia.
Taehyung sonrió mientras negaba con la cabeza,
para su mejor amiga no había algo que el sexo no
solucionara, su vida era libre de prejuicios, la
admiraba, mentiría al decir que en ocasiones no se
imaginaba siguiendo sus pasos, tal vez después de
todo necesitaba un respiro de esa vida llena de
perfección, tal vez podía complacerse solo un poco.
Suspiro mientras caminaba tras la chica hacia la
puerta.
— Diviértete con ese Jimin — recordaba al
chico, apretó sus labios ante el pensamiento que le
llegó, mirando a su amiga sin poder decirle lo que
tenía en mente.
— Dilo o vas a explotar, te conozco.
— Nae ¿estás segura que Jimin no es mpreg?
Digo, mi radar preg se activa cuando lo veo.
— Tonterías, ese hombre me hace el amor como
un loco, según se los mpreg tienen miembros del
tamaño de un maní y Jimin me complace, te lo juro,
casi me ahogo con su pene en mi boca. — un golpe
en su brazo no tardo en llegar por parte del rubio,
ambos rieron — Como sea, piensa en lo que te dije,

87
sal un poco a divertirte, no todo debe acabar en sexo,
pero no te cierres a conocer personas, eres joven y
hermoso.
La mujer se fue dejando a Taehyung con ideas
nuevas en su cabeza. Pasó la tarde sobre su amplia
cama, rechazó la idea de seguir tocándose con la
imagen de un hombre que no fuera Namjoon, así que
cuando dieron las cinco de la tarde y el calor en su
cuerpo volvió, intentó masturbarse con mientras
pensaba en su esposo, en cómo se posicionaba sobre
él, sus manos grandes abriendo sus piernas, sus
talones pegando contra la espalda ancha, besos de
lengua, palabras de amor; no funcionó, sus dedos se
cansaban dentro de él, cambió la imagen por
Namjoon tomándolo por el culo, incapaz de ver su
rostro, tratándolo con salvajismo, nalgueándole,
lamiendo su espalda y diciéndole: pececito… se
corrió sobre las sábanas limpias, con su cara
enterrada en una almohada. Giro para mirar el techo,
su pecho subiendo y bajando, seguro de que pronto
todo pasaría, lloro cuando se dio cuenta que incluso
mientras pensaba en Namjoon, ese hombre se colaba
con sus sucias palabras, tenía que ponerle fin a todo,
tal vez verlo una vez más ayudaría a acabar con esos
deseos.

88
Revisaba los archivos sobre su escritorio, su
cuello dolía y su espalda tensa le hacía bufar. Desde
que Jeon había vuelto a OakTown, todo estaba fuera
de control, no había día que no tuviera que correr
tras un nuevo caos. No tenía la necesidad de
investigar quién era el culpable, pues Jungkook
dejaba claro que él era el dueño del desorden en su
ciudad. Lo detestaba, por su culpa no podía llegar
temprano a casa, besar a su esposo, hacerle el
amor…
Namjoon dejó los papeles sobre el escritorio para
caminar a la ventana, el cielo oscuro y estrellado se
mantenía en calma, llevó sus manos a los cristales,
pego su frente y dejó escapar un suspiro. Pensó en
su matrimonio, en Taehyung, en cómo le estaba
haciendo daño por su cobardía. Era el único culpable
de que su relación decayera, si hubiera sido honesto
desde hace seis meses, tal vez las cosas serían
diferentes, pero tuvo miedo, aún lo tenía. Saber que
él era quien estaba fallando como hombre al no
poder darle un hijo a su esposo le dolía.
Desde que se casó con Taehyung, le había jurado
al rubio que le daría la familia más hermosa, que
sustituiría esos recuerdos horrorosos por nuevos y
perfectos, la palabra familia y hogar serian
reinventados por algo lleno de amor. Ese fue su plan

89
hasta que después de varios intentos, decidió acudir
al médico para solo enterarse que era un hombre
estéril. Quiso decirle a su bello esposo que su
promesa no podría ser llevada, pero en cuanto veía
la sonrisa rectangular, los preciosos ojos brillantes,
no podía romper esa ilusión, haría todo por cumplir
su palabra.
Por eso tuvo que inventarse horas extras y
comenzar un tratamiento, al principio todo parecía
funcionar, solo tenía que ser constante por doce
meses, soportar el dolor de que sus testículos fueran
inyectados, llegaba a su hogar para ser recibido por
besos y caricias de Taehyung, valía la pena, hasta
que el menor se subía sobre él, ansioso de pronto ser
llenado por su esencia débil, lo hacía, sucumbía ante
los deseos de su esposo, hacerle el amor aunque sus
testículos dolieran, no importaba, pronto todo
valdría. Una lastima que un mafioso del pasado
había regresado para en verdad ponerle horas extras,
para sobre estresarle, causando que su mente
divagara, estaba exhausto.
— Pero vales todo mi amor — dijo el peli gris
mientras pasaba un dedo por encima de su alianza de
matrimonio. — Te prometo que te voy a dar la
familia que tanto deseas, mi amor.

90
Tomó su maletín, rogando porque por una noche
Jungkook no arruinara sus noches, condujo con
música alegre de fondo, viendo las calles en silencio,
en paz, paso a la farmacia más cercana para comprar
una nueva caja de pastillas que le hacían olvidar el
dolor en sus bolas. Esa noche estaba dispuesto a
hacer a su esposo suspirar, aunque aun sabía que su
semen carecía de lo necesario para llenar el vientre
de Taehyung, el seguiría intentándolo. No
descansaría hasta ver completamente feliz a su
esposo, era la persona que más amaba, su motivo
para ser un hombre decente.
El gran comandante Kim Namjoon se levantaba
cada día con una sola misión en su cabeza, hacer
todo para nunca más ver a Taehyung triste, la
primera imagen del rubio le hacía constantemente
eco en sus recuerdos, un chico roto, lagrimas
gruesas, labios rojos y un cuerpo exageradamente
delgado, tirado en un parque, golpes en el precioso
rostro, causados por sus propios padres, sin saber el
significado de amor. Desde ese momento se propuso
ser su héroe. Lo estaba haciendo bien, pero de unas
semanas atrás, las cosas se estaban complicando,
había algo que su esposo le ocultaba, podía sentirlo,
algo que se había vuelto como un pequeño muro que
amenazaba con elevarse y separarlo de él, no lo

91
permitiría, derribaría cada muro para hacerle ver a
Taehyung que seguía siendo su salvador.
Una lástima que Taehyung ya no anhelaba un
salvador, sino un hombre que le hiciera conocer el
verdadero significado de placer. Algo que por sus
esfuerzos de familia, el no podía ver.

92
[07]

La música alta lograba colarse en la oficina


alejada de la gente eufórica que bailaba bajo los
efectos de los narcóticos y las luces neón, el aroma a
tabaco y alcohol flotaba por toda la habitación,
disparos al aire mientras otros disfrutaban inhalando
cocaína recién traída desde Colombia sobre los
pechos enormes de prostitutas, jeringas repletas de
heroína listas para ser clavadas en las venas de los
hombres que no temían asesinar con sus propias
manos. No podía culparlos por querer disfrutar uno
de sus éxitos más grandes, acabar con los Chong,
doblegarlos hasta confesar, ceder todo lo que tenían
mientras sus armas soltaban ráfagas de balas. El
apellido Jeon comenzaba a tomar cada día más peso
en aquella ciudad, donde parecía que la policía se la
vivía dormida.
Todos perdidos en aquel descontrol, alcohol caro
era derramado, el aroma a sexo flotaba, no
importaba ser vistos, al contrario, aumentaba el
éxtasis del momento, el sequito de Jeon gozaba sin
parar, una lastima que el hombre que los lideraba se
mantenía callado, su mirada perdida en algún punto
de la habitación, su boca liberando con gracia el

93
humo del cigarrillo entre sus manos, sus pies sobre
el escritorio de madera, sus pensamientos lejos del
lugar, centrados en recuerdos del pasado.
Si Jungkook volviera el tiempo atrás, estaba
seguro que quitaría ese momento de debilidad en el
que creyó que “esa debilidad” podía mantenerse en
su vida, aprendió de mala forma, que para los
hombres como él, aquello muchos conocían como
amor no podía estar en su día a día. No fue cruel, fue
real, un recordatorio de golpe, una nueva
oportunidad para aprender que no debía confiar en
nada que no fuera él. Ahora lo tenía claro, no había
algo más importante para el que poder tener todo el
poder, controlar cada rincón de OakTown, recordarle
a cada persona que él era el dueño, no desistirá hasta
conseguirlo, esta vez sin distracciones, sin creencias
tontas, solo sería él y su amado legado.
— Jefe, Lee lo espera. — dijo uno de los guardias
de Jungkook interrumpiendo sus pensamientos. El
peli negro no dijo nada, seguía perdido en sus
recuerdos. —, señor — insistió, logrando captar la
mirada oscura de Jungkook — El señor Lee lo
espera — dijo con palabras torpes, con miedo de
molestar al dueño de todo lo que se topaba con su
mirada.

94
El peli negro se levanto de la silla, ignorando con
totalidad a su guardia, caminando entre al sobredosis
de éxtasis que pasaba a su alrededor, sus hombres
borrachos y drogados, mujeres con las tetas repletas
se saliva distinta y polvos mágicos, chicos menores
abriéndose de piernas ante el deseo de sentir algo
diferente en su interior, gente aun manchada de
sangre de sus enemigos cogiendo en las esquinas
como si horas atrás no hubieran usado las mismas
manos para matar, todo ahí era un descontrol.
Entonces Jungkook se dijo que si el infierno era el
lugar donde nace el pecado, sin duda él era el mismo
diablo que miraba a sus hijos pecar sin control. Salió
de la oficina con las pupilas dilatadas, un sudor
constante cubría su piel blanca, su ritmo cardíaco
llevaba días acelerados, aunque sus negocios
marchaban con éxito no podía evitar sentir esa
corazonada de que algo malo estaba por llegar.
Ingresó a la oficina libre de humo, drogas,
alcohol, putas y hombres descontrolados, vio a su
posible futuro socio, si todo marchaba como lo tenía
planeado; sonrió en grande antes de hablar.
— Lee, nos volvemos a ver. — caminó hacía el
mencionado — Tenía mucho que no sabía de ti, para
ser exactos desde que te volteaste en contra de mi

95
abuelo y mi padre. — dijo mientras metía sus manos
empuñadas en las bolsas de su pantalón.
Lee Yiwon no deseaba estar frente al último
heredero de los Jeon, pero sabia que no tenia opción,
menos si deseaba mantener su negocio a flote, hubo
un tiempo en el que dominaba las calles de la
ciudad, siendo el puntero cuando de mafias se
hablaba, creando acuerdos con los gobiernos, el
mantenía el caos lejos del pueblo y a cambio lo
dejaban transitar con libertad, vendiendo y
cultivando sin la policía a sus espaldas, funcionaba a
la perfección, hasta que Jungkook regreso. Al inicio
no tuvo problemas con tener un nuevo capo entre
sus calles, al contrario, le facilitaba el trabajo de
eliminar a sus oponentes, dejándole el camino libre,
todo hasta que se dio cuenta del hombre con el que
se comenzaba a enfrentar de manera inevitable.
Era cuestión de tiempo para que Jungkook lo
alcanzara, para que comenzara a cazarlo como a los
demás, y aunque nunca le gustó la idea de compartir,
entendía que era momento de ofrecer un pacto.
Yiwon era un hombre que llevaba muchos años en el
negocio a diferencia del menor de los Jeon, estaba
convencido de que Jungkook cedería a su trato, tal
vez ni siquiera recordaba cómo fue parte de aquel
plan para sacarlo del mismo lugar donde regresaba.

96
Así que se puso su mejor traje, la loción más cara,
salió en su Roll Royce escoltado por más de 6
guardias, dispuesto a negociar con el hombre que
estaba poniendo de cabeza OakTown.
— No recuerdo que las cosas fueran así, Jeon. —
dijo Lee, manteniendo una falsa sonrisa, ocultando
las ganas que tenia de golpear al joven peli negro. —
Tu padre se buscó más enemigos de los que podía
controlar.
La mención de su padre le hizo enfurecer más,
pero no estaba dispuesto a mostrar alguna emoción
frente a Lee. En su lugar, tomó asiento frente al
hombre canoso, no pasando por alto el esmero que
puso en verse formal para su reunión, mientras el
mantenía el aroma de la muerte en su ropa.
Jungkook no era un tonto, sabia perfectamente lo
que los hombres como Yiwon buscaban con él, al ser
el hombre más respetado dentro del narcotráfico, era
normal buscar protección bajo sus brazos, llegar
dispuesto a adularlo hasta que sus oídos endulzados
le hicieran compadecerse, tal vez años atrás hubiera
cedido a una unión, pero ahora no, no pensaba
compartir nunca más.
— Puede ser, pero eso no quita que te tenga
contemplado como un traidor, y yo odio a los

97
traidores — dijo con furia, cogiendo un nuevo
cigarrillo de su saco. — ¿Qué quieres conmigo, Lee?
No estás aquí para ver lo guapo que me puse ¿o sí?
— pregunto con burla mientras encendía el cigarro
entre sus manos.
— La verdad es que me da gusto verte,
Jungkook, has crecido mucho, pero no te equivocas,
mi visita es meramente profesional… — la risa del
menor irrumpió al mayor.
— ¿Qué mierda, Lee? ¿profesionales? Tu y yo
somos todo menos profesionales, lo sabes. — dijo
Jungkook, liberando el humo de sus labios sin
importar que este impactara directo contra el rostro
del mayor. — Ve al puto grano.
El mayor intentó reír, pero no lo logró, en su
lugar se pegó al respaldo de la silla, furioso de
soportar la peste del tabaco. Tragó duro antes de
hablar.
— La verdad es que solo vengo a proponerte un
trato, a que unamos nuestros mandatos, juntos
podríamos dominar no solo OakTown, sino el país
entero. Lo sabes, soy un veterano en este negocio, de
los pocos que han durado y es gracias a mi astucia, a
mi experiencia en esto…

98
— Bla, bla, bla — irrumpió el peli negro — Pura
mierda, Lee. Sigues en el negocio porque te
encargaste de comprar al idiota perfecto para que la
policía se mantenga alejada. — ladeo su mano para
dejar caer la colilla del cigarro — Tus tratos no son
de mi interés.
— Puede ser, pero si me tienes de tu lado, será
más fácil llegar a tus intereses, dime que es,
¿dinero? Puedo duplicar tus ganancias, ¿abarcar más
terreno? Puedo contactarte con los mejores socios,
créeme, te conviene que nos asociemos. — concluyo
convencido de sus palabras.
Jungkook guardó silencio, conteniendo las ganas
de tomar su beretta escondida dentro de su saco y
volarle los sesos a ese traidor. En su lugar se levantó
y se colocó tras el hombre canoso, dejando sus
manos tatuadas sobre los hombros anchos.
— No me interesa, todo lo que ofreces puedo
lograrlo yo solo, no necesito de nadie, menos de un
traidor como tú, así que porque no levantas tu sucio
culo de mi fino mueble y te vas a la mierda.
— Te estás equivocando Jeon, no quieres tenerme
como enemigo, menos iniciar una guerra conmigo.
— dijo lleno de furia, maldiciéndose por perder su

99
tiempo con el imbécil de Jungkook. — Puedes
pensarlo.
— No tengo nada que pensar. — se inclinó hasta
dejar su boca cerca del oídio contrario — Que
comience la guerra, Lee.
Yiwon se levantó furioso de la silla, empujando a
Jungkook, si el chico quería una guerra por dominar,
él le enseñaría que tenía la victoria asegurada, haría
que se arrepintiera de su rechazo, ahora lo tenía
claro, era hora de atacar sin piedad, quemar las
calles de OakTown, hacerles ver a todos que los Lee
mandaban.
La mezcla de aromas le hizo marearse apenas
puso un pie en aquella discoteca, apretó sus ojos
nervioso de estar en ese lugar, respiraba agitado, ni
él mismo entendía cómo había terminado en ese sitio
cuando solo había salido a caminar para despejarse,
frustrado de tener su mente llena de ideas
inadecuadas, abrió sus ojos recorriendo el local con
velocidad, notando a las personas bailar sin pena,
algunos incluso con movimientos que debían llevar
una advertencia de contenido explicito, inhalo
profundo, casi temblando comenzó a caminar entre
la gente, notando las miradas raras, como si no
perteneciera a aquel sitio, seguro no era normal ver a

100
alguien en pantalones de dormir color azul pastel
con una playera de “Hello Kitty”, encima un
cardigán color crema y sandalias acolchadas.
Mordió sus labios y sacudió su cabello rubio,
tratando de ignorar los ojos curiosos, llegó hasta la
barra dispuesto a beber algo fuerte que le hiciera
llegar a su hogar listo para dormir, borrar los
pensamientos e ignorar los ronquidos de su marido.
No quería afrontar la realidad que cada día se
asomaba con más fuerza, su matrimonio se estaba
rompiendo.
— ¿Podrías servirme un peach mojito? Por favor
— pidió educadamente, apretó su cartera bajo su
axila al sentir a las personas pegarse a él. La
discoteca estaba tan llena que comenzaba a sentirse
acalorado, aun así, no pensaba irse sin algo que
quemara su garganta e ideas, o tal vez era muy necio
para aceptar que entre la multitud anhelaba ver una
mirada oscura sobre él.
Taehyung retiró su cardigán cuando sintió gotas
de sudor formarse sobre su piel, se pegó a la barra,
dispuesto a insistir por esa bebida que le borrara las
emociones y dudas. Alzó su mano, habló con fuerza,
pero al parecer el bar tender solo se encargaba de
llenar los vasos de chicas con pechos enormes o de
hombres con trajes elegantes, bufó molesto por no

101
obtener lo que deseaba, miró una vez a su alrededor
y soltó un largo suspiro cuando aceptó que su visita
a aquel lugar no terminaría como lo había pensado.
— Esto es ridículo, no sé qué hago aquí, debería
estar en mi casa. — dijo el rubio para sí mismo,
consciente de que nadie le prestaba la atención
suficiente como para escucharlo. Se bajó del alto
banco, listo para irse. — Olvídalo, me voy. — dijo
como si el bar tender le hubiera escuchado, como si
el hombre de cabello gris no estuviera sumido casi
dentro del escote de una chica.
El rubio puchereo antes de tomar su cardigán de
la barra, acomodo su cartera bajo su brazo y meneó
su cabeza, sin prestar atención al momento exacto en
que el bar tender tragó duro al sentir la mirada del
jefe de aquel lugar.
— Te pidió un whiskey en las rocas — dijo una
voz que hizo a Taehyung quedarse quieto, sintiendo
un cuerpo duro colocarse tras él, la respiración de
ese hombre sobre la nuca del rubio — ¿Te vas tan
pronto, pececito? ¿Por qué? Creí que ambos
moríamos por vernos una vez más.
Taehyung quiso responder, negarse a sus
palabras, exigirle a ese maleante que se alejara de él,
pero las palabras se atoraron al sentir las manos

102
extenderse hasta colocarse sobre la barra, pegando el
pecho contra su espalda. No pudo evitar cerrar los
ojos, inhalar de aquella fragancia exquisita,
comenzar a imaginar que esa boca majadera se
posaba sobre su cuello delgado, repartiendo besos
húmedos; un cosquilleo conocido despertó sobre su
pelvis, relamió sus labios con deseo, como era
costumbre boqueo al sentir el cálido aliento de
Jungkook aproximarse a su nuca.
— Aquí tiene su whiskey en las rocas, señor
Jeon. — interrumpió el bar tender, dejando un vaso
de cristal con un líquido amarillento en su interior, el
peli gris se disculpó varias veces antes de alejarse de
la barra.
Su pecho acelerado subía y bajaba, el cuerpo de
Jungkook, duro y caliente se pegaba más y más a su
espalda, y aunque sabía que estaba mal, no pudo
evitar pegar su trasero, recostar su cabello rubio
sobre el pecho, sintió los dedos del mayor separarse
de la barra para colocarse sobre su abdomen,
colándose bajo la tela de algodón, corrompiendo la
tierna imagen del gatito estampado en su playera,
trazando círculos imaginarios sobre su piel morena,
boqueo sin importar la imagen que estaba dando, ese
simple toque le hacía elevarse a un estado de placer
que tanto había estado buscando.

103
— Pececito, eres tan suave — susurro Jungkook
sobre el oído del menor, dejando que su mano
descendiera, listo para colar sus dedos a la ropa
interior del rubio, hasta que Taehyung abrió sus ojos
de golpe y se separó, justo cuando él jugaba con el
elástico de la tanga.
— Esto no fue lo que pedí — logró decir el rubio,
mientras se separaba de golpe, pegándose a la barra,
bajando su playera para cubrir su abdomen, trago
duro al sentir la humedad en el interior de su tanga,
su pene despierto lubricando. Tenía que escapar de
ese lugar y ese hombre antes de que se arrepintiera.
— Me voy. — dispuesto a salir de la tentación, se
giró, listo para huir, topándose con el rostro de
Jungkook a solo centímetros, viendo la mandíbula
varonil y marcada, el hombre de cuerpo musculoso
portaba de manera sensual esa camisa blanca, las
mangas arremangadas, dejando a la vista los tatuajes
y un lujoso reloj de oro. No pudo evitar abrir la boca
al ver como los botones superiores se abrina dejando
ver más tinta oscura, los mechones negros caían con
gracia sobre el rostro perfecto.
— Pues lo necesitas, pececito — respondió,
pegándose al rubio — Mira que con esas prendas tan
sensuales que cargas… — dijo mientras pasaba su
dedo por las caderas del menor — necesitas algo de

104
valor liquido — termino mordiendo sus labios con
burla.
Los dedos de Jungkook no solo jugaban con su
piel, también con su cordura, su boca tembló antes
de armarse de valor y escapar.
— ¡Idiota! — empujo con sus palmas el pecho
duro, dejando que su cartera cayera al suelo,
cogiéndola con rapidez para pegarle con ella al
contrario al ver que le irrumpía el paso — ¡Aléjate
de mí! Bruto, tonto — el ruido del cuero de su
cartera contra la piel blanquecina de Jungkook
creaba un sonido bajo y aunque deseaba poner fin a
aquel encuentro, fue la risa del maleante lo que le
hizo detener sus golpes.
— ¡Oh si! Me encanta que me pegues. — burlo
Jungkook, con un ágil movimiento sujeto la cintura
del menor, pegando pecho contra pecho, feliz de
sentir la calidez del rubio entre sus brazos. —
Pececito, se nota que me extrañaste tanto, yo no
logré sacarte de mi cabeza. — susurro contra los
labios ajenos. — ¿Me extrañaste?
La boca del mayor rozaba con la suya, las manos
otra vez estaban sobre su piel desnuda, sus pezones
traspasaban la tela blanca, perforando los lindos
ojitos de “Hello Kitty”, dentro de su pijama crecía su

105
erección, su tanga húmeda en la parte delantera, su
culo apretado rogando porque esa dureza que
impactaba contra su abdomen se clavara en él.
Estaba mal, Taehyung lo sabía, no debería estar en
esa discoteca que conocía era de Jungkook, tampoco
debería estar pasando sus manos por el pecho del
mayor, ni abriendo su boca esperando ser besado,
pero no podía detenerse, tal vez debía dejarse llevar,
saciar el deseo de probar lo prohibido, pensó que tal
vez su mejor amiga tenía razón, podía hacerlo y
luego volver a su hogar, listo para dejar el pecado
atrás y formar su familia a lado del hombre que
amaba.
— Salgamos de aquí, pececito — paso su lengua
por la barbilla del menor, sus manos bajaron hasta
colarse a los dos globos firmes, la piel ardiente de
Taehyung contra sus palmas, jugaba con el hilo de la
tanga, deseoso de dejar ir un dígito a esa cavidad
apretada que se escondía. Jungkook sintió su pene
hincharse, sus testículos apretados en sus bóxer
rogaban por ser tomados por las manos delgadas que
se paseaban por su pecho, la perfecta imagen del
rubio abriendo la boca como un pececito, esperando
por ser besado mientras su culo estaba siendo
profanando, lo deseaba, quería follarlo de mil
maneras, saciarse de el, sacarlo de su cabeza y poner

106
fin a todo lo que le impedía centrarse en su negocio.
— Escapa conmigo, pececito…
Taehyung abrió los ojos, sintiendo las manos del
peli negro sobre su culo, apretando y tentándolo,
jalando el hilo de su tanga para tentar su entrada, no
podía más, estaba seguro que terminaría corriéndose
a mitad de aquel lugar. Quería escapar con él, quería
ser follado por Jungkook. Ambos sumidos en ese
juego de seducción, incapaces de notar la mirada
curiosa a distancia, anotando a detalle como el
hombre de sangre fría se descuidaba para solo
concentrarse en el rubio esposo del jefe de policías.

107
[08]

Lo siguiente que Taehyung supo fue que


caminaba de la mano de un mafioso, que los dedos
anchos encajaban entre sus falanges delgados, sus
piernas delgadas se movían con vida propia, se
dejaba guiar por el hombre alto, el cuerpo ancho se
abría paso entre la pista, sus fosas nasales no
percibían algo más que no fuera la colonia de
Jungkook, por su menta solo pasaba la idea de que
seria follado, duro, lascivo, sin pausas, posiblemente
en un baño mal oliente, o en la parte trasera de un
auto, si el peli negro era el dueño de aquel lugar, tal
vez lo haría en alguna oficina, y aunque mil veces se
negó a volverse una de esas putas baratas de las que
se burlaba, en ese momento poco le importaba coger
en un lugar no adecuado.
El rubio sintió su mano ser apretada, sacándolo
de sus pensamientos, recibiendo el viento fresco
contra su rostro, ya no estaba en medio de gente
sudada y extasiada, ahora se encontraba a las afueras
de ese club, la noche estrellada saludándolo, inhalo
profundo, captando algo más que el perfume del
mayor, relamió sus labios y fijó su mirada en su
mano siendo tomada por Jungkook, la manera en

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que ese hombre rudo acariciaba con parsimonia su
palma, suspiro pesado comenzando a dudar de lo
que iba a pasar.
— ¿Nerviosos, pececito? — preguntó el peli
negro, sonriendo al notar ese rubor en las mejillas
del rubio, como si minutos atrás no hubiera estado a
nada de introducir sus dedos en el culo apretado. Se
giró para cerrar una vez más la distancia, cogiendo
la cintura delgada entre sus manos. — Tranquilo, lo
que te voy a hacer te va a encantar. — susurró sobre
los labios contrarios, subiendo una mano por el torso
delgado, deteniendo sus dedos sobre los pezones
parados. — Te voy a chupar enterito…
Taehyung soltó el aire como si le hubieran
pegado justo sobre el abdomen, los dedos curiosos
de Jungkook sobre su pecho, su ropa interior era un
desastre, la parte delantera húmeda a más no poder,
estaba seguro que una gran mancha blanca decoraba
su fina tanga, un jalón por parte del mafioso le hizo
pegarse más, sentir su virilidad rozar contra la
dureza contraria, abrió su boca y soltó un gemido
audible para los oídos del mayor, cerró sus ojos,
dejando que Jungkook repartiera besos por lo largo
de su cuello hasta llegar a su mandíbula, dejando
mordiscos sutiles, apretando su cintura con esas
manos varoniles, incitándolo a gemir más alto, a

109
mandar a la misma mierda está a mitad de la calle,
en ese callejón entre botes de basura y un Roll
Royce estacionado.
— Sabes tan delicioso, pececito, te voy a
comer… te va a encantar — dijo el mayor, bajando
sus manos a las nalgas, tocando toda la piel que
podía.
Jungkook tomó por el culo al menor para
levantarlo, liberando un gritito de la boca rosada,
con facilidad se giró para caminar hasta dejar a
Taehyung sobre el cofre de su auto, no perdió
tiempo en despegar su boca del cuello delgado, con
rapidez abrió las piernas para adentrarse,
restregando su pene hinchado contra la pelvis, no
estaba seguro de poder aguantar hasta llevar al rubio
a su departamento, quería follarlo, saciarse del
moreno, sacarlo de su sistema, necesita escuchar los
gemidos contra su oído, sentir la estrechez apretar su
virilidad ancha, dejar que esa cavidad lo exprimiera,
imaginarlo le hizo sentir la punta de su miembro
humedecerse, sus manos se encargaron de separar
los glúteos, con el dedo índice colándose bajo la
tanga, llegando a ese orificio cálido, tentando por
encima de la zona arrugada, jugando con la cordura
del menor.

110
Gemidos resonaban por el callejón, el esposo del
jefe de policías abierto de piernas, recargado contra
un auto que siempre estaba cerca de los problemas,
el encargado de poner a OakTown de cabeza se
encargaba de levantar la camisa de estampado
infantil para pasar su lengua por los pezones de
color canela, lamiendo desde el ombligo hasta las
areolas oscuras. Ambos sumidos en el placer de por
fin probarse, los dos con ganas de aplacar el deseo
que sentían, por el contrario, dispuestos a dejar todo
de lado para por fin follarse, incapaces de notar ese
flash que capturaba la escena explícita afuera del
bar.
El dedo de Jungkook jugaba con su entrada,
tentando por encima, obligándolo a pegarse más
contra el tacto ajeno, Taehyung abrió sus ojos para
ver las estrellas, sus manos jalaban los mechones
oscuros, el maleante que su esposo luchaba por
capturar le chupaba las tetas, mientras el pene duro
del contraria se restregaba contra él, se obligó a
notar que estaba sobre un auto, su culo rechinando
contra el cofre oscuro, sus ojos se llenaron de
lágrimas ante el placer y la culpa de saber lo que
podía pasar. Sintió un ligero mordisco sobre su
pezón derecho mientras su pene soltaba líquido
seminal, el dedo del peli negro se deslizo por su

111
cavidad haciéndole gritar, entonces el golpe de
realidad le impacto.
Estaba engañando a un buen hombre tal y como
se había burlado tiempo atrás, como una perra en
celo, dejándose tocar en una calle apestosa, las
lágrimas contenidas se liberaron mientras el falange
contrario se adentraba, ardiendo en su interior,
sollozo por la mezcla de placer y culpa, llevó sus
palmas contra los hombros del mayor, buscando
separarle.
— No, no, por favor detente… — pidió con la
voz ahogada, recibiendo en su lugar una lengua
bajando hasta su pelvis, lamiendo su bulto. —
¡Jungkook, No! — gritó al sentir al hombre lamer la
tela húmeda.
El mayor se separó al escuchar el grito del rubio,
sacó su dedo del interior del menor, dando dos pasos
atrás para ver a Taehyung sollozar, sin entender que
de malo había pasado, lamió su falange para sentir el
sabor de la estrechez del contrario. Esperó a que el
menor se tranquilizara y le dijera que pasaba, pero
por el gran llanto ahogado suponía que sus planes de
coger habían terminado.
Lloraba sin control, era un infiel, uno de los
peores, Taehyung pensaba en Namjoon, en que su

112
esposo se daría cuenta que otro hombre le había
tocado, no solo eso, un maleante le había penetrado
con sus dedos y él lo había disfrutado, con las
piernas temblorosas se bajo del cofre del auto,
acomodo su playera de “Hello Kitty”, sorbió su nariz
y busco por el suelo su cartera para tomarla,
acomodo sus pantalones, limpio sus lágrimas,
intentó pasar de largo a un lado de Jungkook ignorar
lo que había pasado, pero la mano caliente
cerrándose sobre su muñeca le impidió lograrlo.
— ¿Te vas tan pronto, pececito? — subió su
mano hasta el antebrazo, jalando al rubio hasta su
pecho. — Creí que escaparíamos — dijo cerca del
oído contrario —…Pensé que dejarías que te
follara… Necesitas saber cómo es un verdadero
hombre en la cama…
Como pudo se separó para levantar su mano hasta
la mejilla del pelinegro, creando un sonido seco
cuando su palma impactó contra el rostro del mayor.
Que Jungkook hiciera referencia a que su esposo no
era bueno en la cama le hizo enfadar, logró
molestarlo porque no era igual que él se quejara de
las carencias de Namjoon a que un maleante hablara
de él. Se llenó de rabia, lo peor que no toda iba
dirigida al mayor, sino a él mismo por permitirle

113
tocar su cuerpo, por hacerle faltar a su esposo, por
desear a otro.
— No quiero tener nada contigo, eres un sucio
maleante — dijo Taehyung, sus ojos llenos de
lagrimas y su boca emanando rabia transformada en
palabras — Tu no eres un hombre verdadero, solo
un idiota con ganas de remojar su maldito pene
pequeño. — la risa de Jungkook le interrumpió,
haciéndole ofenderse más, furioso porque el mafioso
sonriera como si él no le hubiera pegado, como si
sus palabras fueran un chiste para él. — Deja de
reírte imbécil — se quejo para pegar con su cartear
contra el cuerpo musculoso — Eres un idiota, un
pene chico, un violador…
— ¡Hey, hey! — irrumpió Jungkook, sosteniendo
las muñecas del rubio. —Mira que te paso lo de
imbécil e idiota, incluso puedo tomar violador ya
que metí mi dedo en ti sin permiso, pero pene chico,
eso si que no.
Las mejillas de Taehyung ardieron en un carmesí
intenso ante la mención de la intromisión de los
dedos ajenos en su culo, quiso soltarse del contrario
pero la diferencia de fuerza solo le hizo
zangolotearse como un animal rabioso, dejándolo
solo con la opción de bramar.

114
— Pues lo eres, tu pene no tiene nada especial, y
solo lo palpe por encima de la tela. No tienes nada
impresionante, no sé qué hago aquí contigo cuando
debería estar con mi esposo haciendo el amor —
recalco las palabras haciendo el amor, notando que
lo que fuera que anhelaba en Jungkook era solo
deseo, el amor lo tenia a lado de su cama.
Taehyung se separó de Jungkook, llevando una
mano a su frente, siendo consciente de sus propias
palabras, apretó sus ojos, había engañado a
Namjoon, el hombre que le daba todo, que le ama
por encima de todo, con el que deseaba una familia,
lo estaba arruinando, todo por su maldito deseo de
ser follado con ganas. Soltó el aire frustrado, con
ganas de llorar por lo que había hecho, comenzando
a desesperarse al darse cuenta que salió tomado de la
mano con ese imbécil maleante del bar, pensando
que seguramente para esos momentos todas las
chismosas del pueblo ya sabían hasta que Jungkook
le había metido mano en el mismo ano, se imaginaba
que su foto se encontraba en páginas de redes
sociales, las mismas que las esposas usaban para
acusar a las amantes de sus esposos, ahora seguro
estaba él con un enorme texto donde se le describía
como la peor puta, un mpreg que engañaba a su

115
buen esposo en callejones meados. Sin poder
evitarlo comenzó a llorar.
— ¿Qué demonios te pasa ahora, pececito? —
preguntó Jungkook, acercándose al menor, pero
siendo rechazo.
— No te acerques, tu hijo de Judas — advirtió
Taehyung, dejándose caer al suelo, colocándose en
cuclillas y cubriendo sus ojos con las palmas de sus
manos, llorando sin control.
Jungkook no sabía qué hacer ante la escena, no
acostumbraba a quedarse a ver llorar a otros, pero se
sentía culpable, pensando que tal vez Taehyung
estaba lastimado o incómodo, admitía que estuvo
mal dejarse ganar por la excitación y dejar ir su dedo
en la entrada, pero en su defensa el rubio no había
dado queja al instante, incitándolo a continuar. Pasó
su mano por su cara frustrado al ver que el llanto del
menor no paraba, costaba admitir que, aunque fuera
muy cliché, no entendía el sentimiento que
Taehyung le causaba en el pecho al verlo cubierto en
lágrimas. Ignoro la alarma en su cabeza, la misma
que tiempo atrás omitió y le hizo casi perder la vida,
para caminar hasta el rubio, acuclillándose frente al
menor sollozante.

116
— ¿Por qué lloras? — intento coger el rostro,
pero el rubio se alejó.
— Eres un maldito, por tu culpa todos deben
estar hablando de mi en las redes, seguro ya hasta
crearon un hashtag que dice algo como Taehyung
culo sociable o puta de pueblo. — decía de manera
rápida el rubio, las lágrimas escurriendo por sus
mejillas. — Todos deben saber que metiste tu dedo
en mi…
El pelinegro no pudo evitar soltarse a reír al
escuchar lo que aquejaba al menor, sostuvo su
estómago con fuerza después de las grandes
carcajadas. No podía creer que el llanto de Taehyung
fuera exclusivo a estar en chismes de pueblo, negaba
con su cabeza, dejando que su risa resonara por
aquel callejón oscuro, haciendo que el rubio se
levantara de su lugar para comenzar a pegarle con
esa cartera una vez más.
— ¿Qué te parece tan gracioso? — dijo Taehyung
mientras le pegaba al mayor. — Deja de burlarte de
mí. — pidió con los ojos brillantes por lágrimas —
Me has arruinado y solo te burlas. — una vez más
comenzó a sollozar, sin poder sacar de su cabeza que
medio pueblo sabia lo que había pasado.

117
— ¡Dios! — se quejó el mayor, aprovechando
que Taehyung lloraba para pegarlo a su pecho,
dejando caricias sobre el cabello rubio, ignorando
una vez más esa alarma en su cabeza que le pedía
alejarse. — Taehyung, nadie va a saber lo que pasó,
cálmate, por favor. — los mechones rubios
descansaban sobre su pecho y aunque debería
incomodarle que su camisa fuera usada como
pañuelo para mocos, se descubrió a sí mismo
apretando más al menor contra él, intentando
animarle. — Te prometo que nadie se va a enterar,
pececito.
— No te creo, eres un maleante, seguro mañana
todos los periódicos sabrán que engañe a mi esposo
¡Jesús el huerto! Soy la puta de un naco mafioso. —
decía contra el pecho del mayor, usando la tela para
limpiar su nariz y ojos.
El mayor suspiro profundo, se separó del menor
para tomar el rostro entre sus manos, sintiendo ese
punzón en el pecho que le incitaba a volver a
tomarlo entre sus brazos para consolarlo, negó con
la cabeza y tomó la mano de Taehyung con fuerza
moderada.
— ¡Maldita sea! — dijo al ver el puchero del
menor, deseando pegar su boca a los labios

118
abultados. Echó la cabeza atrás antes de hablar. —
Te doy mi palabra de que nadie se enterara, lo que
hicimos solo quedará entre tu y yo, si alguien se
atreve a insinuar algo, te juro que lo voy a matar con
mis propias manos ¿estamos, pececito?
Taehyung asintió como un niño asustado,
sorbiendo por la nariz antes de hablar. — De
acuerdo — soltó el aire un poco más relajado, pero
tensándose al caer en cuenta que debía volver a su
hogar, a lado de ese buen hombre, puchereo dejando
escapar lágrimas — Jungkook ¿y si Nam quiere
hacerme el amor y se da cuenta que me metiste un
dedo?
Una fuerte carcajada atacó al mayor, haciendo
cambiar los pucheros por un gesto molesto.
— Demonios, pececito tienes mucha imaginación
o el pene de tu esposo es del grueso de un espárrago.
— se calló al ver la cara del rubio, poniendo los ojos
en blanco — Créeme él no notara nada, a menos que
terminemos lo que ambos queremos…
Antes de que terminara de llegar al cuerpo de
Taehyung, este se escapó, poniendo una larga
distancia. El rubio no pensaba volver a caer ante
Jungkook, por ahora. Arregló su cabello y limpio su
rostro afectado, contó los segundos antes de

119
comenzar a caminar lejos del callejón, no quería
voltear atrás, pues, aunque era cierto que no quería
ser juzgado, una parte suya aun suplicaba por
terminar con aquello que esa noche había iniciado.
— ¡¡Pronto terminaremos esto, pececito!! —
gritó Jungkook al ver a Taehyung salir del callejón.
Suspiro y llevó su mano a su pene decepcionado —
Será en otra ocasión amigo, será en otra ocasión.
Jungkook se mantuvo fumando en el callejo por
un largo rato, reviviendo esas emociones que juró
enterrar años atrás, jugando con ese anillo dorado
que siempre cargaba cerca de su pecho, intentando
recordarse a sí mismo que los sentimientos no
estaban permitidos en su vida, que aquella chispa
que sintió al estar con Taehyung debía ser eliminada,
quiso convencerse que solo necesitaba follarlo, que
apenas se enterrara en el esposo del jefe de policías
todo quedaría olvidado, por eso sabía que no podía
parar hasta tenerlo en su cama, acabaría con
cualquier distracción que le impidiera terminar con
su misión.

120
[09]

Los guardias se mantenían a espaldas del gran


hombre de espalda ancha y mechones negros, el
edificio donde estaban se mantenía cerrado, a un
radio considerable los autos ni personas pasaban,
intentaban ser rápidos y que la policía no llegara. No
necesitaban a la ley metiendo las narices en sus
asuntos. El jefe de todos en ese lugar, soltó el aire,
liberando una nube de humo, aroma a tabaco,
aunque apenas fueran las 10 de la mañana. Jungkook
caminó por encima del cuerpo destazado en la bolsa
negra, como si fuera un simple saco de basura,
incluso no se limitó a patear con la punta de sus
botas negras lo que parecía la parte de un brazo en
pedazos. Ladeo su cabeza e inhaló más del cigarro,
los hombres a su alrededor abriendo paso para que el
mafioso pasara.
― Quiero que limpien esta mierda.― ordenó el
pelinegro para luego detener sus pasos y esperar a
que Jimin se colocara a su lado. Necesitaba dar una
orden especial, era hora de usar al chico a su favor,
pero Jimin tenía otros planes.

121
― ¡Joder! Esto sin duda es una amenaza de Lee,
quiere doblegarnos con sus intentos sucios, debemos
tener más cuidado. ― habló el castaño ganándose
una mirada burlona del más alto.
Jungkook calaba su cigarro, su vista al chico de
labios abultados, analizándolo como si quisiera con
su simple mirada atravesar la piel y leer algo más
que para el mafioso no cuadraba, sonrío de lado
causando que Jimin detuviera sus pasos.
― ¿Qué es tan gracioso? Jungkook estamos
siendo amenazados, debemos atacar, yo puedo
hacerles una visita a sus instalaciones, poner bombas
y cuando menos se lo esperen ¡booom! Asado de
perros ― decía con emoción Jimin, haciendo con
sus manos la mímica de una bomba explotando.
― No seas un idiota Jimin, no vas a poner
explosivos. ― aventó la colilla del cigarro al suelo.
― Lee solo está jugando como un chiquillo
asustado, esto es la prueba… ―señaló con su cabeza
a la persona muerta ― Pero se le olvida que a
diferencia de él, yo no tengo nada con lo que pueda
amenazarme. Un cuerpo de un idiota que me servía,
no es nada para mi.
Jimin suspiro pesado, tal vez Jungkook tenía
razón, no había nada que temer, Lee no tenía nada

122
con que doblegar a su jefe, pero en su defensa, él
había estado a mitad de diversas guerras, si algo
había aprendido a base de años, era que todos los
hombres poseen algo que les debilita, la diferencia
era que algunos eran más notorios, un hombre de la
mafia con familia, poseía el punto débil en su esposa
e hijos, mientras que uno solo, podía poseerla en los
bienes, nadie se escapaba, todos caían por algo o
alguien. Por eso no podía evitar pensar que hasta
Jungkook debía tener algo que lograra quebrarlo.
― Aun así, creo que no deberíamos bajar la
guardia. Si Lee pudo meter a sus hombres al edificio
con tanta facilidad, es porque nuestra seguridad está
temblando. ― dijo Jimin, incapaz de dejar el tema
de lado. Estaba preocupado. ― Aparte ¿Cómo
demonios sabían que estarías aquí? Se supone pocos
conocen de esta ubicación. ― negó con la cabeza.
― Creí que solo lo usabas para coger ¿te cogiste a
alguien mientras tiraban un cuerpo frente a tus
narices?
El pelinegro bufo ante la insistencia de Jimin,
queriendo omitir lo correcto en sus palabras, no
había manera que Lee supiera que él poseía ese
edificio, peor aún, el castaño no mentía, era su
refugio para coger y embriagarse, algo que solo sus
allegados sabían, gente que para él era de confianza,

123
no había manera que lograra infiltrarse, pero
entonces solo le quedaba la opción de que estuvo
siendo vigilaba, y eso le molestaba más, era un
hombre que siempre estaba alerta, a menos que ese
piel morena apareciera, solo en sus encuentros había
bajado la guardia. Se maldijo internamente, dejando
de lado la idea de que Lee lo estaba cazando para
mantener en su mente el hecho que, de estar en lo
correcto, ahora sus enemigos podrían tener en la
mira a Taehyung.
Quiso no creerlo, era más fácil así, aparte se
animó diciendo que el rubio era esposo del jefe de
policías, ya tenía alguien que cuidara su espalda, no
necesitaba angustiarse. Se recrimino una vez más,
diciéndose que ni siquiera se lo estaba cogiendo, no
era su asunto.
― Jungkook, vuelvo a insistir, tenemos que hacer
algo o esos perros pronto estarán encima de
nosotros. ― se quejo el menor ― Te dije que no era
buena idea ponerte de enemigo a Lee.
El mayor negó con la cabeza, saliendo de su
trance para centrarse en el castaño, comprendía que
ser un preg lo hacía demasiado sentimental, por eso
muchas veces había dudado en mantenerlo a su lado,
necesitaba gente visceral, frío, que no se preocupara

124
tanto, que en su lugar actuará. El mundo donde
habitaban no permitía debilidades, lo sabía muy
bien, la muestra clara de que confiarse salía caro lo
llevaba colgado en su pecho, ese anillo de oro le
recordaba que no había espacio para
sentimentalismos. Cogió aire, notando que, si iba a
mantener a Jimin, debía forjarlo, negarle que su
naturaleza débil emergiera y en su lugar
corromperlo, solo hacia lograría mantenerle con
vida.
― Deja de decir idioteces, mejor date prisa.
Necesito que hagas una tarea muy importante. ―
sonrío con malicia de solo pensar en lo que le
esperaba a Lee por querer amenazarlo. Así era la
vida para la gente como él, ojo por ojo y diente por
diente. ― Quiero que te infiltres en una casa
familiar de Lee, vas a tomar a su hermosa princesa y
le dejarás el mismo recado que él nos dejó.
Jimin detuvo sus pasos, conocía bien a Lee,
Jungkook le había obligado a conocer a sus rivales,
por eso sabia que seguir esa orden era algo bajo
incluso para alguien como ellos, no era tomar uno de
los maleantes que servían a la mafia, era atentar con
la vida de una niña de 12 años. Claro que ya había
matado a personas antes, pero una infanta era algo
que no quería probar. Se negó repetidas veces,

125
prefería volver a manos de Min a cargar con sangre
inocente en sus manos.
― No puedes estar hablando enserio, Jungkook.
No soy un asesino de niños. ― decía mientras
caminaba tras el pelinegro, intentando disuadirlo de
sus órdenes. ― Puedo hacer cualquier cosa, pero eso
es bajo, lo sabes.
Jungkook ignoró las palabras del chico, no quería
pensar en si era bajo, no tenía tiempo, no pensaba
claro, no cuando por su cabeza retumbaba la idea de
Taehyung siendo acechado. Dejó a Jimin con las
palabras para sacar de su auto al chofer con furia,
tenía que comprobar que el esposo del jefe de
policías estuviera a salvo, que nadie supiera que
ellos realmente se estaban volviendo cercanos.
No podía evitar sentir una mirada clavada en su
espalda, constantemente se giraba para comprobar
que estaba solo en la cancha, sus manos delgadas
apretando la raqueta con fuerza, su pecho subiendo y
bajando por los nervios acumulados y esa sensación
extraña. Taehyung soltó el aire que contenía, trago
duro y negó con su cabeza, rehusándose a alterarse
por cosas sin sentido.
Desde que huyó de ese callejón a mitad de la
noche, su cabeza se mantenía confusa, alterado y

126
nervioso, la culpa de sus actos le estaban jugando de
mala manera, el rubio sentía que en cualquier
momento perdería los estribos, que acabaría
contándole a Namjoon que era un infiel, que no
merecía el buen trato que se le daba, que sus padres
no mentían, era una puta desesperada. Con esas
palabras se arrodilló, soltando la raqueta para usar
sus palmas y colocarlas sobre sus ojos húmedos,
sollozando sin importarle nada, demasiado absorto
en liberarse de lo que le aquejaba, incapaz de notar
el sonido y la luz del flash apuntándole.
Taehyung se mantuvo acurrucado en el suelo por
varios minutos, a mitad de la cancha en aquel fino
club donde las entradas eran limitadas, alguien le
observaba, ojos feroces sobre la espalda delgada.
Cuando su llanto paró, el rubio se levantó,
limpiando sus ojos hinchados, verificando una vez
más, como venía haciéndolo últimamente, que nadie
le mirara. Sacudió su cabeza y comenzó a caminar
lejos del lugar, sin poder evitar escuchar pasos
detrás, apretó su caminata, sin importar que sus
tennis rechinaran, a pesar del clima fresco, comenzó
a sudar sin parar, los shorts blancos se pegaban a sus
piernas moldeadas, su torso fino era cubierta por la
camisa azul de algodón.

127
― Tranquilo Taehyung ― se decía a sí mismo,
vislumbrando los vestidores, casi aliviado de
refugiarse en un lugar atestado de deportistas
sudorosos.
El rubio pudo escuchar el sonido de un flash, no
pudo evitar correr, aventando incluso la raqueta de
sus manos, apurándose a adentrarse al vestidor
enorme, cerrando con fuerza tras su espalda, su
cuerpo temblando, su pecho subiendo y bajando, su
vista sobre la puerta de madera, aquel lugar que
imaginaba estaba lleno se encontraba sin nadie
deambulando, el sonido de una regadera le hizo
brincar en su lugar, lagrimeo y vio la madera
tambalearse, alguien intentaba entrar, cubrió su boca
con sus manos y dio dos paso hacia atrás,
arrepintiéndose al instante cuando chocó con un
cuerpo duro, mismo que llevó la mano a su cara.
Pataleo sin pensarlo, zangoloteando su cuerpo
para liberarse, pero recibiendo una risa conocida que
le hizo calmarse.
― Demonios Tae, si que pegas duro nene. ― se
quejó NaeYon, liberando el cuerpo delgado y
tembloroso de su amigo.
El color que su rostro había perdido volvió
apenas vio que se trataba de NaeYon, llevó su mano

128
a su pecho, queriendo comprobar los fuertes latidos
de su corazón. Taehyung se sentía sobrepasado,
entre la culpa y el sentirse acechado lo estaban
dominando, no espero más para abalanzarse sobre la
peli morada y sollozar, apretando el cuerpo
contrario, recibiendo rápidamente las manos
cariñosas en su espalda, dando palmaditas para que
su hipido se calmara.
― Tranquilo nene, estoy aquí, no me iré. ―
intuyó que algo grave debía pasarle al rubio para
verlo totalmente desconsolado.
NaeYon espero pacientemente a que Taehyung se
recuperara, cuando fue así, le obligó a tomar lugar
en las bancas de madera, acarició los mechones
rubios, animando a su amigo a confesar que le
aquejaba. Días sin saber nada del menor le pusieron
en alerta, intentó comunicarse con él, pero el moreno
siempre se excusaba, por eso cuando le vio en el
club no dudó en afrontarlo, necesitaba ayudar a su
mejor amigo.
― Bueno Kim Taehyung, tienes mucho qué
decirme, mira que es la segunda vez que te
desapareces. ― puchereo, fingiendo molestia
mientras cruzaba sus brazos por encima de su pecho
apresado en un top deportivo, la gorra negra sobre su

129
cabeza hacía que su mirada se oscureciera y aportara
más realismo a su actuación.
Taehyung soltó el aire, pasó su mano por los
mechones rubios sudados, sintió la humedad en su
bandana, seguro que llevaba más de dos horas
practicando en el club, necesitado de liberar todos
esos sentimientos de alguna manera que no fuera
hablarlo, pero ahora que tenía a NaeYon, sentía que
no podía más.
― Nae, hice algo malo… ― dijo y al instante su
voz se quebró. Llevó sus manos a su cara,
cubriéndose como si así lo que dijera no fuera a
avergonzarle. ― Le fui infiel a Namjoon. ― logró
confesar por fin.
Los hombros de Taehyung se sintieron liberados,
mientras la chica frente a él abría la boca y ojos de
una manera casi anormal.
― Perrucho ¿Cuándo pensabas contármelo?
¡Dios santo! Cuéntamelo, cuéntamelo. ― exigió con
emoción la chica. NaeYon no mentiría ni fingiría, le
alegraba que Taehyung comenzará a experimentar, si
en su matrimonio no encontraba felicidad era tiempo
de buscar por otros lados.

130
Ambos amigos se mantuvieron charlando,
Taehyung confesando todo, desilusionando a
NaeYon cuando confesó que solo un beso
apasionado y un dedo ingreso en su interior, la chica
no pudo evitar reír alto, escuchó la historia de inicio
a fin sin quejarse, soltando grititos como loca
cuando algo caliente el rubio narraba, después se
puso seria cuando el moreno confesó sentirse
vigilado, acechado.
― Tae, nene, entiendo, pero ¿estás seguro que no
son solo tus nervios? Digo tal vez tu conciencia te
hace ver y sentir cosas que no están. ― apretó las
manos delgadas de su amigo, buscando darle
ánimos. ― Sabes, me paso algo similar, la primera
vez que fui infiel, te juro que yo sentía que el idiota
de mi ex podía oler mi infidelidad cada que me hacia
un oral…
― Entonces ¿crees que Nam pueda oler lo infiel
que fui? ― irrumpió Taehyung asustado causando
las risas altas de la contaría.
― ¡Tonto! Claro que no, aparte dudo mucho que
tu esposo sea muy atento como para notar que un
dedo ajeno al suyo estuvo en ti ― burló, recibiendo
un golpe por parte del moreno. ― ¡Ya, ya, nene! Me
disculpo, a lo que voy es que dejes de martirizarte…

131
― ¿Cómo puedes decir eso? Yo estuve a nada de
acostarme con Jungkook. ― volvió a interrumpir. ―
¡Dios! Es que yo actuaba como una perra en celo,
ese hombre sacó en mi un lado que desconocía…―
sollozo al recordarlo. ― Lo peor es que no puedo
sacarlo de mi mente, Nae, yo sueño que me folla,
duro, incluso juro que siento sus testículos rebotar
contra mis nalgas ― contaba, usando sus manos
para expresarse. ― Y debería despertarme asustado,
asqueado, pero no, mi cuerpo lo desea, es como si
fuera un jodido virus y ese maleante tuviera la cura
para ello.
― Nene, entiendo. Tu necesitas que el pene
sanador de Jungkook se clave en ti. ― intentaba ser
seria, pero la situación de su amigo le divertía. Era
tan obvio que Taehyung lo deseaba. ― ¡Ya, ya!
Mala broma. Pero enserio nene, ¿Por qué no lo
intentas? ¿Por qué no terminas aquello que no te
deja en paz? Ya diste un paso.
El rubio resopló, sin poder creer que enserio
estuviera considerando los consejos de NaeYon, no
quería ser un maldito infiel, quería que las cosas
volvieran a la normalidad, a cuando Namjoon le
hacía el amor como un loco, a los besos llenos de
cariño y a ese matrimonio sólido que un día tuvo.
Dejó que las lágrimas fluyeran una vez más.

132
― No es fácil, yo amo a Nam, él es tan bueno, ha
hecho todo por mí, él me miró cuando yo no era
nada, le debo todo y le estoy pagando de la peor
manera. ― moqueo. ― Dime ¿Qué clase de persona
soy si engaño al único hombre que me ha amado de
verdad?
La peli morada se acercó al moreno, para limpiar
las lágrimas, sonrió de lado, y acarició los mechones
dorados antes de hablar.
― Alguien normal. Tae, nene, todos buscamos
algo que nos mueva, en algunos es el dinero, otros el
sexo y muchos el amor. Lamento ser quien te diga,
pero tu matrimonio dejó de ser lo que te mueve, los
problemas que nunca aclararon Nam y tú, crearon
una grieta que se volvió un hoyo profundo, el cual
ambos intentan ignorar, pero cada vez se vuelve más
y más hondo, los dos están tan concentrados en sus
mundos que no notan que ese amor que sentían está
siendo devorado por el mismo hoyo que ustedes
crearon.
― Lo amo… ― lo dijo para intentar convencer a
la chica, pero en el fondo las palabras iban dirigidas
para el mismo, creyendo que podían volver a ser
reales.

133
― Tal vez, pero ya no lo amas como el hombre
con el que deseas pasar todas las noches, la prueba
está en que deseas otro cuerpo, otros besos. ―
suspiro al ver nuevas lágrimas en Taehyung resbalar.
― Nene, se que no sonara como el consejo que
esperas, pero haz lo que te haga feliz a ti y la mierda
lo demás.
Taehyung se mantuvo callado, pensando en las
palabras de su amiga ¿ser feliz? Por años creyó que
lo era a lado de Namjoon, lo fue, estaba seguro, pero
últimamente todo se sentía tan monótona, tan
desgastante, hacer el amor con su esposo ya no se
sentía correcto, mágico, le dolía aceptar que sintió
más besando a un extraño que a su propio marido.
Namjoon no merecía lo que iba a hacer, pero
tampoco quería contenerse más, estaba seguro que
iba a ser follado por Jungkook, lo deseaba y lo
aceptaba.

134
[10]

Globos de color dorado rodaban por la amplia


sala y al centro dos de helio resaltaban con el
numero “2” y “6”, flores por cada rincón de su
hogar, un enorme pastel sobre la mesa, música baja,
copas vacías de vino y un exquisito aroma a su
estafado favorito, todo estaba absolutamente
perfecto para iniciar la celebración de su
cumpleaños, todo a excepción de que su esposo no
estaba como lo había prometido. Taehyung
caminaba en círculos, dejando que sus zapatos con
un ligero tacón cuadrado hicieran un sonido
escandaloso sobre las duelas de madera, su pulgar
izquierdo se mantenía apresado entre sus labios, su
mirada intercalando entre el reloj de pared y su
alianza de bodas.
El rubio liberó un largo suspiro, rechazando una
vez más las llamadas de su mejor amiga, no tenía
ánimos para relatar que su amado Namjoon lo estaba
dejando votado. Mordía con fuerza su dedo, tanto
que una ligera gota de sangre se coló al interior de
su boca, palpando su sabor, omitiéndolo para
respirar agitado, viendo como las manecillas del
reloj avanzaban, faltando dos horas para las doce en

135
punto, tragó el nudo de emociones en su garganta, su
mente confusa ante lo que deseaba hacer.
— Por favor, ven, ven pronto…— suplicó hacía
la nada, inseguro de que en verdad deseara que
Namjoon llegará.
Taehyung podía asegurar que no estaba molesto
porque su esposo faltara en la celebración que
pensaba para solo ellos dos, un año atrás no dudaría
en soltarse a llorar hasta que sus ojos se hincharan,
su pecho dolería por la ausencia del peli gris, pero
ahora solo se sentía decepcionado del hombre que
juraba amaba, era como si dejara de esperar algo
bueno de él, y una parte suya rogaba porque enserio
Namjoon no llegara, que lo dejara solo para así
poder escapar a la nueva realidad que anhelaba, ir a
brazos de Jungkook, fingiendo necesitar consuelo
por el abandono.
Pasó sus manos delgadas por los pantalones
entallados color verde, su cintura apresada por el
cinturón delgado y una camisa de seda color crema
en corte “V” dejando expuestas sus clavículas,
mismas en las que caía un precioso collar con una
perla, subió sus manos calientes hasta su pecho,
palpando sus pezones duros, cerró sus ojos y gimió
al imaginar una vez más el duro cuerpo

136
restregándose contra él. Aunque habían pasado
varias semanas, Taehyung no podía sacar de su
cabeza la manera en que se liberó con Jungkook, los
besos por su cuerpo, las manos apretando sus nalgas
y luego la intromisión. Abrió sus ojos de golpe,
seguro de que su pene estaba a nada de delatarle,
cogió su celular con miedo, deseando que no hubiera
un mensaje que le detuviera a hacer lo pensado.
— Por favor, no vengas. — pidió antes de
desbloquear el celular, viendo que en efecto no había
ni rastros de Namjoon.
Eso fue el impulso que necesito para escapar,
entre rabia y decepción corrió por las escaleras,
hasta llegar a su habitación, temblando de nervios y
algo de enojo, con rapidez revoloteo por los cajones
de su ropa interior, cogiendo esas fina tanga de
encaje negra, aquella diminuta prenda que usaba rara
vez, considerada tan incitante y prohibida, ahora no
importaba pues no eran los ojos calmados de su
esposo quienes lo verían, rápidamente se desvistió,
reemplazando las bragas blancas por la tanga,
dejando que el hilo fino separara sus nalgas,
causándole una excitación enorme al imaginar la
boca sucia de Jungkook alabarle cuando lo viera.
Desordeno su peinado hacia atrás, dejando
mechones rubios caer sobre su frente, apretó sus

137
mejillas que al instante adquirieron un tono rojizo
natural, sus ojos brillantes analizaban su reflejo en el
amplio espejo, captando su atención ese anillo
dorado sobre su dedo anular izquierdo. Bajó la
cabeza y negó, sintiendo un arrepentimiento, pero
borrándolo al instante, no se echaría para atrás.
— Tu no vas conmigo — dijo Taehyung,
quitándose su alianza de matrimonio, dejándola
sobre el tocador amplio, ignorando el punzón en su
pecho para rociarse perfume caro, creyendo que algo
de Chanel exterminará las dudas que flotaban.
Apagó las luces de su hogar, tomó la botella de
vino y cogió las llaves de su Mini Cooper para salir
a la nueva aventura, todo el camino nervioso,
acelerando más de lo normal, necesitando más valor
líquido, se detuvo en una licorería a comprar vodka
barato, bebiéndolo de golpe con una sola mano
mientras la otra apretaba el volante de cuero, la voz
de Ariana Grande diciéndole que no frenará, que
llegara rápido al club donde un 34+35 como su
canción decía, él probaría.
Las luces del local brillaron, causando estragos
en su ropa interior, un punzón en la punta de su
pene, su mente crispando, sin culpa debido al
alcohol en sus venas, listo para ser follado con

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ganas, gritar la noche entera, esperando que cuando
la media noche llegara, su regalo de cumpleaños
fuera ser empotrado de manera salvaje por el
mafioso que su esposo vigilaba. Se estacionó de
mala forma sin importarle, sus piernas largas se
movían con velocidad, se adentro al lugar donde
cientas de personas bailaban de manera
descontrolada, entre cuerpos sudorosos caminó hasta
llegar a la barra.
Esa noche no quería ser un santurrón de piñas
coladas, iba a disfrutar como los grandes, era su
maldito cumpleaños, quería gozarlo. Mandó a la
mierda las llamadas hasta de su madre, puso en
modo avión el móvil y con voz clara pidió la bebida
más cara. Esta vez el barman no le ignoró, en
segundos su tragó en sus manos cargaba, bebiendo
todo el líquido fuerte de un trago, soltando un
suspiro antes de colarse al centro de baile, moviendo
las caderas, llevando sus manos a su pecho, su
cabeza girando, desordenando sus mechones
dorados, una fila de hombres a sus espaldas,
anhelando tocarlo, ya no le importaba, su cuerpo
gritaba sí y su mente confusa divagaba con solo la
idea de que todo parara.
Pasaban los minutos y el rubio no daba con el
objeto de sus deseos, furioso de que las cosas no

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fueran como planeaba, caminó por otra ronda de
bebidas cegantes de culpas, con el quinto vaso el
piso se movía de manera graciosa, su sonrisa se
curvaba sin esfuerzo y cuando creyó que debía
marcharse, lo vio. Bajando las escaleras que
llevaban a la zona privada, con el cabello largo
amarrado en un medio chongo, los músculos
trabajados parecían explotar en la camisa negra, las
mangas arremangadas hasta los antebrazos dejando
expuestos tatuajes que él quería chupar, las piernas
fibrosas capturadas en un pantalón sastre color gris y
en una mano el saco a la par. El cuerpo de Taehyung
reaccionó al deseo, sonriendo mientras tropezaba,
sin pensar en lo que iba a causar, solo necesitando
los besos de Jungkook para calmar la confusión.
Sintió la mirada del mafioso cuando frente a el se
postró, los guardias a sus lados colocándose de
manera protectora y antes que el pelinegro hablara,
lo jaló por el cuello para estampara sus labios,
recibiendo lo que esperaba, la boca hambrienta
moviéndose a la par, la lengua de Jungkook se
colaba a su cavidad bucal, las manos grandes
apretando su cintura delicada, levantándolo del suelo
mientras él se apretaba, restregándose como un
animal necesitado, separándose cuando el aire le
faltaba.

140
— Es mi maldito cumpleaños y quiero que me
folles. — dijo Taehyung una vez más antes que
Jungkook hablara.
Jungkook sonrió de lado, soltando una risa nasal,
escaneo de manera rápida a Taehyung, no pasando
por alto las pupilas dilatadas, tampoco los pezones
saludando a través de la tela ni el pene abultado que
apuntaba hacía él. Con confianza jaló al menor a su
pecho.
— Entonces salgamos a que te de tu regalote,
pececito. — respondió el pelinegro, acariciando las
mejillas del rubio. Hizo una seña a sus guardias para
que lo dejaran. Taehyung no era un peligro para él,
no de la manera que pensaba.
El menor tomó la mano de Jungkook, guiándolo a
la salida, haciéndose paso entre la gente,
deteniéndose en el exterior del local, sin saber a
donde debía continuar. El cuerpo duro y caliente del
mayor se pegó a su espalda, la boca ansiosa del
pelinegro se pegó a su cuello, chupando su piel
sudada hasta llegar a su lóbulo, adentrado la lengua
en su oído, causándole que liberara gemidos
mientras las manos contrarias subían hasta acariciar
la punta de sus pezones.

141
— Vamos en mi auto, pececito. — susurro, en el
oído contrario, tomando la delantera, ahora él
caminando hacia un callejón donde su auto esperaba,
guardias saludándolo con respeto para luego
retirarse.
Como pocas veces, Jungkook se comportó como
un caballero, abriendo la puerta para que el rubio se
adentrará, una vez Taehyung reposaba sobre el
asiento de cuero, se inclinó para besarle, sujetando
las mejillas, chupando los labios y lengua para
separarse con un sonido de chasquido, dejando que
su miembro despertara con fuerza, apretando entre
sus pantalones, necesitado de llegar con urgencia a
su nuevo departamento para follarse al rubio que le
impedía concentrarse.
— ¡Santa mierda! Pececito, esta noche me voy a
clavar tan dentro de ti que no podrás olvidarme
jamás.
Con esa promesa, Jungkook se dispuso a
conducir por OakTown, una mano sobre el volante y
la otra sujetando la delicada mano delgada de
Taehyung, intercalando con dulces besos sobre el
dorso contrario, chupando los dedos para ser
glorificado con los sonidos ahogados de los gemidos
que en el rubio causaba.

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Sin saber bien de dónde salía tanto valor,
Taehyung se giro en el asiento, llevando una mano
sobre el pene ya erecto del contrario, pasando las
yemas de sus dedos por el glande hinchado,
abriendo sus ojos en grande al sentir la virilidad
caliente crecer en su mano, tragó duro, seguro de
que incluso una larga vena palpaba por encima de la
tela, subió su mirada hacía el mayor, viendo como el
mafioso echaba la cabeza atrás, abriendo los ojos,
disfrutando su tacto, reaccionando como el
imaginaba. Eso le impulsó a mover su palma por el
pene grande, bajando el zipper, adentrado su tacto
caliente hasta el bóxer que se humedecía en la punta.
El rubio sonrió de lado, seguro de lo que haría, bajo
su cabeza, escuchando con claridad el gemido alto
del mayor, sobre la tela negra, chupaba, sintiendo la
salinidad por encima de la prenda, pasando su
lengua por la punta necesitada para luego separarse
de golpe, dando golpecitos sobre el miembro
despierto del pelinegro.
Jungkook bufó cuando los labios calientes
dejaron de besar a su pene, se giró para ver a
Taehyung burlarse, sin importar nada, jaló al menor
para ayudarlo a subirse sobre él, besándolo, una
mano guiando el auto y otra apretando el culo del
moreno. Las caderas de Taehyung se movían con

143
velocidad sobre su eje, estaba seguro que de seguir
así, actuaría como un , corriéndose sin siquiera
penetrarlo.
— Si sigues así, chocaremos pececito — gimió al
sentir los labios delicados del menor sobre su cuello,
el cuerpo caliente de Taehyung se restregaba sin
parar, su mano libre viajando hasta la tanga, tocando
la piel desnuda de las nalgas, bajando hasta llegar al
hilo delicado, jalando sutilmente, causando solo que
el rubio apretara sus muslos sobre él.
— Deja de hablar y date prisa. — exigió
Taehyung, no quería hablar, no necesitaba nada más
que ser follado.
El pelinegro agradeció a los cielos porque su
deportivo avanzara con velocidad, en minutos que
fueron eternos, vislumbró su nuevo departamento
para follar, ansioso de que fuera el esposo de
Namjoon el primero en inaugurar su colchón recién
llegado. Con velocidad bajo a Taehyung aún sobre
su regazo, las piernas largas enredadas en su cadera,
sus labios como dos rompecabezas que encajaban,
con fuerza moderada estampo el cuerpo delgado en
la pared del elevador, sus manos tocando lo más que
podía del menor, su mente alejando cualquier idea o

144
pesar que no fuera concentrarse en llenar de placer a
su pececito.
Con el sonido del elevador anunciando que
habían llegado, usó un brazo para sujetar el cuerpo
caliente, saliendo del reducido lugar, por fin
entrando a la amplia habitación, subiendo las
escaleras con el menor en brazos, ambos
restregándose, no pudiendo aguantar la ola de
excitación tuvo que detenerse a mitad, recostando a
Taehyung sobre los peraltes de mármol, su cuerpo
grande encima del rubio, su camisa negra siendo
abierta con fuerza por las manos delicadas.
— Quítalo todo, pececito — habló Jungkook al
sentir las palmas del menor en su torso expuesto,
con un movimiento ayudó a Taehyung a retirar su
camisa, tirándola por las escaleras.
Jungkook tomo una de las piernas de Taehyung,
elevándola quitando el botín negro, aventándolo sin
preocuparse, tomando el pie para llevar los dedos a
su boca, chupando la piel morena, pasando su lengua
curiosa por la planta del pie. Los gemidos
placenteros del rubio le impulsaron a abrir las
piernas y clavarse, restregando su erección dura y
necesitada sobre la pelvis, llevo ambas manos a las
nalgas, metiéndose por debajo de la tela, con su boca

145
chupando los pezones por encima de la camisa de
seda, dando ligeros mordiscos, sintiendo las manos
del moreno jalando su cabello negro ahora
desordenado, la liga que capturaba sus mechones
desapareció, dejando que su largo cabello cubriera
parte de su frente, subió su mirada para conectar con
el menor, orgulloso de ver lo que causaba en el rubio
con solo su tacto.
— Deja de jugar y follame ¡maldita sea! — gruñó
Taehyung, inundado de excitación, necesitando
sentir la virilidad de Jungkook en su interior, quería
que las llamas en su interior fueran apaciguadas con
el semen espeso del mafioso, anhelaba probar el
sabor del hombre grande, sentir las gotas calientes
sobre su cuerpo necesitado.
Taehyung sintió una vez más su cuerpo ser
elevado, sus piernas reconociendo las caderas donde
se enredaban, ni siquiera notó cuando Jungkook
rompió su camisa y la dejó tirada sobre los peraltes,
ahora su pecho moreno era besado por los labios
ajenos, su mente divagaba sin control, sintió un
rebote en su cuerpo al ser aventado al colchón, no
quiso analizar la preciosa habitación, pero los
nervios comenzaron a traicionarlo, iba a follar con
otro hombre, fijó su mirada en las lámparas
colgantes, dejando que la lengua del mayor bajara

146
por su abdomen, borrando rápidamente todo para
soltar gemidos al sentir los besos sobre su área
sensible.
El mayor tomó si tiempo, buscando que
Taehyung perdiera el control, quitando el cinturón y
el botín restando con calma, besando el pie de la
misma forma que había hecho en las escaleras,
abriendo el pantalón para sacarlo con un tirón,
apunto de soltar un gemido al ver el precioso cuerpo
semi desnudo del menor, el encaje cubriendo la piel
tersa de esa zona que anhelaba chupar, sonrió de
lado, su erección apuntando con fuerza al rubio, se
agachó para con su boca comenzar a bajar la tanga,
sus dientes rozando la dermis sensible, sintió el
aroma a sexo pegar en sus fosas nasales, detuvo sus
actos, dejando la prenda a mitad de la pelvis,
apresando el pene despierto del contrario,
concentrándose en lamer parte recién depilada,
carente de vellos.
— Eres un pececito muy travieso. — dijo
mientras su lengua bajaba hasta el inicio del pene
contrario, lamiendo, recibiendo gemidos bendecidos.
Necesitando analizar el cuerpo entero, giro a
Taehyung, dejándolo con el culo al aire, con un
descontrol que casi nunca experimentaba se dedicó a

147
hundir su cara entre las nalgas doradas, chupando la
piel, jalando el hilo, separando los glúteos con sus
manos mientras el lamia la entrada donde pensaba
clavarse, el sabor del rubio le hizo deleitarse,
escuchaba los gemidos del contrario, impulsándolo a
continuar, eso hasta que los placenteros sonidos
fueron cambiados por un leve llanto.
El placer era tanto que se había corrido sin
siquiera ser penetrado, su cúspide llegando cuando
las manos del maleante le tocaron, su miembro
apresado contra el colchón mientras la boca de
Jungkook le deleitaba, era mejor que en su
imaginación, era casi perfecto, pero cuando fijó sus
ojos en el reloj sobre la mesa de noche, sintió una
vez más ese punzón, eran las doce en punto,
oficialmente tenía 26 años, años pasados, Namjoon
y el celebraban solo los dos, copas de champagne,
juntos esperando la medianoche llegará para después
fundirse en un beso, ser los primeros en felicitarse
era una tradición que habían creado. El recuerdo le
golpeó tan fuerte que lágrimas se juntaron, lo sabía,
lo entendía, no había más pretextos, su matrimonio
estaba acabado, comenzó a cuestionarse si existía
algo para volver el tiempo atrás, para hacer que su
relación con su esposo nunca cambiara.

148
El rubio se soltó a llorar, ignorando la lengua
dentro de su culo, solo con el corazón herido,
incapaz de decidir si continuar o escapar, ya no lo
tenía claro, quedarse a follar con Jungkook y olvidar
o ir a su casa a esperar que Namjoon regresará para
fingir que todo seguía normal.

149
[11]

Su vista se mantenía fija en la carretera mientras


sus pensamientos volaban a esas palabras que
terminaron por romper sus sueños e ilusiones, apretó
el volante con rabia mezclada con una profunda
tristeza, no podía decidir por cual de los dos
sentimientos se dejaría dominar. Suspiró pesado
antes de frenar en seco, sin poder contenerlo salió
del auto a mitad de carretera, la noche cubriendo
todo a su paso, liberando su garganta ante un grito
alto, desgarrador, dejando que las emociones
fluyeran sin control, estaba acabado.
Namjoon no era un hombre que se derribara con
facilidad, lo tenía claro, pero después de su ultima
cita con el médico, su voz temblaba, su pecho se
desgonzaba y sus ánimos se derribaban ¿Cómo le
diría a Taehyung que era estéril? ¿Cómo le
explicaría que las noches de retrasos y excusas no
habían valido la pena? ¿De qué forma le diría que
jamás podría darla la familia que soñaban? Para el
jefe de policías no había palabras que pudieran
cubrir el dolor de lo que pasaba.

150
El peli gris se mantuvo recargado contra el cofre
de su auto, cogiendo aire fresco, dejando que el
viento invernal ondeara su cabello, intentando callar
las malas palabras, apretando sus puños, sus ojos
brillosos por lagrimas miraban de manera fija la luna
enorme, sintiendo un punzón en el pecho, algo que
llevaba rato rondando por su cuerpo y no se
aclaraba, sabía que estaba pasando por alto algo,
pero desde que su medicó le dio su veredicto final,
su mente se había desconectado de la realidad.
― ¡Mierda! ― gruñó Namjoon, echo su cabeza
atrás y soltó un grito alto, dejó que su garganta se
liberara, que su corazón se destrozara. Furioso y
decepcionado de si mismo se giró a su lujoso BMW,
pateando las llantas, como si el caucho negro fuera
el culpable de sus desgracias. ― ¡Te odio, te odio, te
odio! ― decía para sí mismo.
No podía evitar recordar todos los sueños y
promesas que había hecho para Taehyung, su ángel,
su luz, el amor de su vida, la única persona por la
que lo intentaba. Ahora todo cambiaba, en vez de
decirle a su esposo que por fin podrían formar una
familia, le tenía que decir que era un hombre sin la
virtud de procrear. Nublado de malos sentimientos,
el jefe de policías entro a su auto, manejando con
velocidad, cambiando el rumbo a su hogar para

151
hundirse entre esa vieja carretera, necesito de ver a
esa única persona que podía entenderle, apoyarle,
darle ánimos y ayudarle a olvidar.
Condujo por lo que se sintieron escasos
segundos, pero fueron largos minutos, dejando que
las manecillas del reloj avanzaran sin ser consciente
de lo que omitía por sus desgracias. Namjoon
vislumbro a lo lejos las luces cálidas de esa
construcción donde se escondía su “salvación”. Piso
el acelerador, rebotando por el camino de piedra,
frenando de golpe cuando llegó y bajando con prisa
para llegar a la puerta desgastada de madera,
pegando puñetazos desesperados contra el material
duro, sollozando sin poder evitarlo.
― ¡Te necesito, por favor! ― suplicó desde el
exterior, deseando que la persona en el interior
respondiera. Pasos lentos fueron captados por sus
oídos.
A penas la madera crujió para anunciar que la
puerta era abierta, Namjoon se lanzo a los brazos del
hombre contrario, hundiendo su cara en el pecho,
olvidando el pasado doloroso a su lado para
centrarse en ser consolado, lloró con fuerzas,
apretando la cintura contraria, dejando que el

152
contrario le dirigiera a la sala que pocas veces
visitaba.
― ¡Lo arruine! ― decía entre lagrimas el jefe de
policía ―He fallado, el me dejara cuando se entere.
― Namjoon elevó su rostro hacía el contrario,
ignorando las ojeras del hombre, el cabello grisáceo
en exceso y lo notablemente delgado que se
encontraba a comparación de la ultima vez.
El contrario suspiro pesado, pasando sus manos
por la espalda ancha, intentando desplazar su dolor
para centrarse en Namjoon. Sabía el miedo que el
peli gris debía estar sintiendo, tiempo atrás lo había
experimentado.
― Calma ―dijo con voz ronca. ―Intenta
calmarte y explícame que esta pasando ¿estamos?
―pidió con tranquilidad, sonriendo de lado,
tomando el rostro del contrario entre sus manos.
―¡Venga, hijo! Te escuchare.
Namjoon asintió, limpió sus lagrimas sin sentir
pena, seguro de que su padre no le juzgaría. No era
casual que el visitara a su progenitor, menos después
de la manera hostil en que dejó a su madre, pero
estaba seguro que ese pasado ahora no importaba
tanto como el hecho que ese mismo hombre cruel
era el único que sabia de sus problemas, el único

153
consuelo que pudo obtener, un hombro en el que
pudo llorar sin ser juzgado, Kim DongYul se volvió
su refugio, en silencio y escondidas visitaba al
mayor, seguro de que si su madre e incluso esposo
sabia que visitaba al “enemigo” estos le
reprenderían. Estaba mal mentir para visitar a su
padre, pero no necesitaba dar explicaciones, no
ahora cuando su mundo se derribaba.
Con rapidez, Namjoon contó todo a su padre,
desde las pruebas fallidas, hasta el veredicto final,
las palabras resonando sin control: “Lo siento
mucho señor Kim, no se muestra algún cambio
después del tratamiento… pero la adopción siempre
es…” Negó, incapaz de repetir esas palabras, no
quería eso, deseaba con todo su corazón tener hijos
propios, ser un buen padre, mejor que el de
Taehyung y que el suyo.
― ¿Cómo le diré a Taehyung? El me dejara… ―
sollozó, llevando sus palmas a sus ojos hinchados
por el llanto. ―Yo lo amo tanto, no quiero perderlo,
pero ahora solo soy un hombre inservi…
―¡Basta! ― interrumpió el mayor, negándose a
escuchar lo que su hijo pensaba decir. ―Hijo, se que
esto es doloroso, ansiabas tanto una familia con Tae,
pero no es el fin del mundo, si ustedes dos se aman,

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encontraran una forma de lograr sus sueños, aparte
ser estéril no te hace un inservible.
El peli gris moqueo, puchereo como un infante
antes de suspirar profundo, pegando su espalda al
respaldo del sillón acolchado, reprimió el llanto,
comenzando a notar que no podía volver a su casa
hinchado. Se mantuvo en silencio, solo viendo el
techo, meditando las palabras de animo de su padre,
amaba a Taehyung, lo hacía con fuerza y locura,
haría lo que fuera por verlo sonreír siempre, por
tenerlo a su lado. Quiso llenarse ánimos, creer que
su esposo aceptaría la situación, que llegaría el rubio
lo abrazaría y le diría que no importaba, que estarían
juntos por siempre a pesar de las adversidades.
― Debería irme ― anunció Namjoon, se levantó
de su asiento, viendo a su padre con pausa, notando
su estado de salud, soltó el aire, sintiendo tristeza
por el hombre, pensando que, si su progenitor no
hubiera dejado a su madre, ahora el tendría alguien
que sostuviera su mano, que lo apoyara en su
enfermedad, pero no, el hombre simplemente había
tomado su maleta para no mirar atrás, dejando a una
mujer rota y aun hijo desconsolado, parecía que la
vida le estaba cobrando todo el daño. Mordió sus
labios, no queriendo pensar más en el pasado.

155
―Gracias por escucharme papá. ― llevó una mano
al brazo del contrario, sonriendo de lado.
― No tienes que agradecer nada, hijo. ―
respondió con velocidad el contrario. ― Es lo
mínimo que puedo hacer… ― medito antes de soltar
las palabras que por su cabeza rondaban. ― Tal vez,
más adelante, podríamos salir a comer, tu y Tae, es
más si gustas, estoy libre mañana, puedo llevarlos a
un restaurante de barbacoa y celebramos de manera
atrasada el cumpleaños de tu esposo…
¡Eso era! Namjoon apretó sus ojos cuando por fin
descubrió lo que estaba olvidando, el cumpleaños de
su esposo.
― ¡Mierda! ―dijo alto, llevando sus manos a su
cara, llorando otra vez sin poder evitarlo. ―No lo
merezco, soy patético ¡Dios! Me va a dejar, Tae me
va a dejar.
DongYul suspiró antes de volver a coger a su hijo
en un cálido abrazo, seria una larga noche donde
debía ayudar a su hijo a regresar a su hogar con un
regalo en manos y una buena excusa de porque se
presentaba a altas horas de la noche, el mayor
desplazo el dolor en su abdomen y las nauseas para
guiar a su menor hasta su habitación, ambos

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buscando esa joya antigua que tal vez podría servir
para mitigar el enojo en Taehyung.
Mantenía su cabeza entre sus piernas desnudas,
gruesas lagrimas caían al colchón blando, sus
hombros se movían por los espasmos que su llanto
causaba, sentía la mirada fría de Jungkook sobre su
espalda, pero no se animaba a enfrentarlo. En su
lugar, se abrazó con fuerza a si mismo, dejo que una
de sus manos alcanzara la sabana para cubrir su
desnudez, estaba expuesto en todos los sentidos ante
un mafioso que solo buscaba follarlo.
Taehyung lloró por un largo rato, mismo en que
Jungkook se limitó a mirarlo sin saber que hacer, el
era un hombre despiadado, mataba a sangre fría, las
mismas manos que en ese instante picaban para
tomar al rubio en brazos y calmar su llanto, eran las
mismas que quitaban la vida a extraños. Tragó duro,
extendiendo y encogiendo su mano, nervioso,
aunque pareciera difícil, sacudió su cabello, relamió
sus labios, intento moderar su corazón agitado,
diciéndose a sí mismo que todo se debía a lo
excitado que aún estaba. Se acercó al cuerpo
sollozante, toco la piel de la espalda, sintiendo ese
maldito choque eléctrico que le hizo casi saltar en la
cama, apretó sus puños antes de hablar, cubriendo

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sus emociones con esa actitud arrogante que le
caracterizaba.
― ¿Ahora porque mierda lloras, pececito? ―
preguntó, intentando fingir burla para callar la
preocupación. ―¿No te gusto mi lengua? ― quiso
bromear, pero se calló al ver los ojos hinchados del
menor.
Entonces Jungkook no pudo más, jaló a
Taehyung por el brazo y lo pegó a su pecho, dejando
que el rubio llorara con fuerza, mojando su piel
caliente con lagrimas saladas, dejando que los
brazos delgados se cerraran en su espalda y que las
piernas morenas se enredaran en su cadera. Se
mantuvieron en esa posición por largos minutos,
abrazados con confianza, como si uno no fuera el
jefe de un cartel de narcotráfico y el otro el esposo
del jefe de policías.
Dejó de llorar sin notarlo, su boca estaba
entreabierta sobre el pecho desnudo del hombre que
había metido no solo sus dedos en su culo, también
su lengua, tragó duro, se separó con lentitud,
notando las manos de Jungkook sobre sus caderas,
los tatuajes resaltando en la piel blanca y luego
mezclándose con su dermis amielada, debía sentir
vergüenza por estar en el regazo de un extraño

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completamente desnudo, su virilidad dormida
rozando con el abdomen duro del pelinegro. Con
miedo elevó su mirada, al contrario, topándose con
una expresión que Taehyung creyó era solo lastima
por parte del mayor, quiso separarse con totalidad
del mafioso, pero este le apretó.
― ¡Lo siento! ― se disculpó el rubio, puso sus
manos sobre el pecho del mayor, conectando
miradas con esos ojos oscuros.
Jungkook sabía que el menor debía estarse
disculpando por dejarlo una vez más con los
testículos a reventar, si fuera otro, estaba seguro que
lo tomaría por el cuello para guiarlo a su pene
hinchado, obligándolo a mamársela hasta que su
semen espero le ahogara, pero no, era Taehyung, ese
rubio que provocaba emociones que había jurado
nunca más sentir. Suspiró y dejándose llevar por
esos ojos de cachorro regañado, acaricio las mejillas
morenas.
― Un día de estos harás que mi pene estalle,
pececito. Se supone que el malo aquí soy yo, y
parece que te gusta verme sufrir. ― dijo el
pelinegro, complacido cuando escucho una risita por
parte del menor.

159
― Bueno, alguien debe hacerte pagar. ―
respondió Taehyung, se mantuvo en silencio, sin
saber porque sentimiento inclinarse, pegando su
frente al hombro del mayor cuando el recuerdo de
Namjoon llegó, volvió a derramar lágrimas, esta vez
de manera silenciosa, sin emitir palabras o
movimientos.
― Te llevare a casa. ― indicó Jungkook, seguro
de que era lo mejor, ansioso porque ese Taehyung
que parecía necesitaba aferrarse a el se esfumara, no
necesitaba más complicaciones, solo había llegado a
OakTown para tomar lo que era suyo y luego
marcharse, no podía desviarse de su propio plan.
Sería más fácil alejar a Taehyung, pero el rubio
no pensaba igual, antes de que Jungkook pudiera
levantarse, se apretó al cuerpo, dejándolo inmóvil.
― Por favor no, no me lleves. No puedo verlo,
no después de esto. ― dijo con la voz rota. ― Lo he
arruinado, mi matrimonio esta acabado… ―
necesitaba liberarlo, sabía que podía hablar ante
Jungkook, creyendo que al mafioso realmente no le
importaba. ―Lo intente, quise formar una familia
con él, me aferre con fuerzas a su amor, pero ya no
puedo, todo lo que soñamos y prometimos se
esfumo como si nada.

160
El rubio habló sin parar, diciendo todo lo que le
pesaba, llorando entre lapsos, ignorando los dedos
de Jungkook recogiendo su salinidad, sin notar
cuando su espalda se pegó a la cama, su cuerpo
enredado con el del mayor, su dermis siendo
acariciada con cada palabra, dejando que la noche
los cubriera, encerrándose en una burbuja que le
hizo sentirse a salvo, desviándose del tema principal
después de un rato, riendo cada que el pelinegro
decía una estupidez para que ya no llorara.
― ¿Si te das cuenta que soy un asesino, no un
psicólogo? ― dijo Jungkook con burla, delineando
con un dedo la curva que se formaba en la cintura y
cadera del rubio, Taehyung estaba acostado de lado
frente a él, desnudo, con los ojos tan hinchados que
juraba en la mañana no podría abrirlos, la nariz roja,
incluso bromeaba diciendo que su cara estaba llena
de mocos, y aun así, creía que era la mejor maldita
escena.
Taehyung puso los ojos en blanco ante el
comentario de Jungkook, soltó un golpe con su
palma ante el brazo musculoso del mayor antes de
hablar. ― Ya lo sé, pero enserio necesitaba
desahogarme, aparte me lo debes, metiste tu dedo y
lengua en mi trasero sin mi permiso.

161
― Creí que tu restregando contra mi verga era
suficiente permiso, pececito. ― replicó Jungkook,
ganándose otra oleada de palmazos en su brazo. ―
De acuerdo, de acuerdo. ― sostuvo las manos del
menor, bajándolas con cuidado a los costados. ―
Taehyung… debes irte a casa. ― antes que el rubio
se quejara continúo hablando. ― No soy esa clase
de hombre que te va a escuchar todas las noches, ni
te abrazara cuando estés mal. ― a pesar de lo que
decía, parecía que sus manos no entendían, pues
acariciaban las mejillas con calma. ― A mi solo me
gusta follar, duro, salvaje, si no estás aquí para eso,
es mejor que vuelvas con tu esposo.
No pudo evitar sentir sus ojos llenarse de agua,
no quería volver a su hogar de sueños rotos, estaba
asustado de enfrentarse a la inminente realidad,
asintió lentamente, dejando que las lagrimas
brotaran, fingiendo que su llanto no tenia que ver en
parte por las palabras del mayor. Se sentó en el
colchón, dándole la espalda a Jungkook, jugando
con sus manos, pretendiendo que buscaba sus
prendas regadas.
― Yo se que solo me quieres para follar. ― dijo
con la voz temblorosa. ― No esperó que seas un
caballero cuando es obvio que eres un maleante
más… ― se interrumpió por el nudo de emociones

162
en su garganta. ― Es solo que mi matrimonio se fue
a la mierda el maldito día de mi cumpleaños, yo…
yo no se que hacer, no quiero volver a casa y ver a
Namjoon, no quiero escucharlo, tampoco quiero
excusas… solo me gustaría que todo fuera una
pesadilla, que me despertara y todo fuera como el
me lo prometió, rosas rojas rodeándome al
amanecer, todo el cuarto repleto de ellas, besos
dulces y caricias justo después de hacerme el amor.
― moqueo. ― Se que son idioteces clichés, pero
enserio necesito eso, no quiero esto, la lejanía, los
besos fríos y las manos sin tacto… ― cubrió su
rostro para llorar a gusto.
Bufó, Taehyung no podía dominarlo de esa
forma, no con palabras de sueños románticos
sacados de películas mediocres, pero al final lo hizo.
Se levantó de la cama, necesitando poner distancia
entre el y el rubio, seguro de que si seguía ante tanta
cercanía terminaría por volver a un pasado que ya no
necesitaba. Caminó hasta la puerta y se detuvo,
apretando la perilla de metal entre sus manos.
― Puedes quedarte aquí esta noche, pececito. ―
dijo Jungkook, esperando por las palabras del
menor.

163
― ¡Gracias! ― se giró solo para ver a Jungkook
listo para irse. ― ¡Espera! ¿No te quedaras
conmigo? ― se arrepintió de soltar esa pregunta al
instante, más por la connotación necesitada que lo
había acompañado.
Sonrió de lado, deseando quedarse a lado del
rubio, pero sabía que no podía arriesgarse a
mostrarse vulnerable. ― No duermo acompañado,
menos si no es para follar. ― abrió la puerta con
rapidez, deteniendo sus actos ante la necesidad de
verificar que el rubio estuviera bien, pero
negándose. ― Descansa. ―dijo y cerró la puerta,
huyendo de su peligro.
Esa noche Taehyung durmió en otra cama,
abrazándose a si mismo, sollozo hasta que no pudo
más y se despertó con los ánimos bajos, todo hasta
que pudo percibir el fresco aroma de sus flores
favoritas, un ramo de rosas rojas yacía a un lado de
la mesa de noche con una nota que le aceleró el
corazón.
“No es toda la habitación llena de rosas, pero
confórmate con esto… ¡Feliz cumpleaños, pececito”

164
[12]

Podía ver la espalda dorada contraerse con cada


salto, las nalgas rebotando contra su pelvis mientras
su pene era presado por las paredes anales, las
palmas calientes sobre sus rodillas, buscando
soporte por el brusco movimiento. Tuvo que echar la
cabeza atrás cuando el rubio comenzó a hacer
movimientos circulares, su pene sobre estimulado a
nada de vaciarse, omitiendo el maldito condón,
porque por nada del mundo se privaría de sentir la
calidez que le rodeaba. Soltó un gemido alto, con
fuerza sostuvo los glúteos, usando sus pulgares para
separar más la tersa piel, no pudo resistirse a pegar
sus labios al cuello delgado, chupando y mordiendo,
sin importarle las marcas que podían quedar,
necesitaba probar todo de Taehyung.
Cruzó una mano por la cintura, colocando su
palma sobre el abdomen plano, su lengua
recorriendo los hombros mientras meneaba sus
caderas hacía arriba, buscando profundizar más,
sintió la mano del rubio colocarse sobre la suya, y
aunque era un suave tacto, no pudo evitar que un
cosquilleo viajara por su piel, desplazando su verga
a nada de estallar para enfocarse en el revoltijo de

165
sensaciones que en su pecho se juntó. Negó
rápidamente cuando los deseos del menor llegaron a
su cabeza, flores y palabras dulces mientras le
hacían amor.
Jungkook sabía que nunca podría darle eso a
Taehyung, un romance de película clásica y el cliché
de dejar todo atrás por el amor. El pelinegro se
repetía que solo pensaba en aquello porque el
follarse al rubio le hacía perder sus razones. Aun así,
no pudo concentrarse más, elevó su mano hasta el
rostro moreno, ladeando la cara para que los labios
rosados impactaran contra los suyos, no quería un
beso sucio, quería probar el sabor del menor con
delicadeza, con pausa, sin prisas y sin miedo.
Tomando el control volteo por completo al
menor, sentando a Taehyung sobre su regazo, viendo
con excitación como el rubio tomaba su pene
cubierto de la esencia natural de ambos para así
introducirse con lentitud y luego salirse, causando
que liberara gemidos suplicantes por más. El menor
usaba la punta de su verga para jugar por el borde de
su entrada, tentándolo para llevarlo al descontrol, sin
poder aguantar más, tomó por la cintura al rubio,
obligándolo a bajar de lleno, sintiendo la piel de las
nalgas morenas quemar sobre su pelvis, su vello
púbico recibiendo los fluidos del contrario. Mando

166
al diablo sus propias reglas para abrazar a Taehyung,
escondiendo su cara entre el hombro y cuello,
inhalando el aroma natural del moreno, moviendo
lentamente sus caderas para luego deleitarse una vez
más y besar la boca rosa.
Chasquidos y susurros sin sentido, los gemidos
de Taehyung fundiendo sus sentidos, tuvo que cerrar
los ojos, apretar con vigor mientras su pene liberaba
su esencia con fuerza, salpicando la entrada sin
control, pego sus palmas a la espalada, bajando con
lentitud a las nalgas, disfrutando de la explosión de
sensaciones cada que sus dermis chocaban, sonrió
inconscientemente, cogió aire y abrió sus ojos de
golpe solo para que su vista enfocara su peor
pesadilla.
―No, por favor. ―dijo el pelinegro, viendo el
cuerpo de Taehyung cubierto de sangre, el pecho
con un orificio donde el liquido rojizo emanaba. Lo
sostuvo y lo pegó a su pecho, pasando sus manos
por el rostro manchado. ―Por favor, despierta,
pececito, por favor ¡Taehyung! ―gritó con fuerza al
ver que el rubio no reaccionaba, su pecho acelerado,
llevo sus manos cubiertas de sangre del menor hasta
sus ojos, tapando su mirada. ―¡No, no, no otra vez!
―decía repetidas veces.

167
Tenía miedo, no podía ocultarlo, de nuevo no
sabía como actuar. Su padre y abuelo se lo dijeron
incontables veces, en el mundo donde vivían, el
amor solo era una debilidad, un arma filosa que
atacaba y mataba desde adentro. No quiso creerlo, y
tiempo después tuvo que aceptar que sus mayores no
se equivocaban. El amor lo había matado en vida, lo
había debilitado a tal grado que no supo cuando el
ataque llego, cuando todo acabó.
Tembloroso volvió a abrir los ojos, solo para
toparse con “ella”, tirada sobre el colchón, dos balas
en el cuerpo que idolatro, uno justo sobre el pecho
donde tantas noches se quedo escuchando el palpitar
del corazón y otra bala entre los ojos, justo en entre
esa mirada felina que le hizo rendirse al amor.
―JiEun, por favor, no más, lo siento… ―dijo
hacía el cuerpo de la mujer que tanto amo, la
persona por la cual retó al mismo Dios, entrando a
sus templos para casarse con la pelinegra de cabello
abundante, arrodillado ante una cruz para espetar
con esperanza un “para siempre”. Lastimosamente
los días rosados de Jungkook se esfumaron con
velocidad, a menos de un año, la mafia le había
recordado que no era un buen lugar para amar,
destruyendo su vida con dos impactos sobre su
esposa.

168
La señora de Jeon, la dulce JiEun terminó tirada
en una amplia pista de aterrizaje, lugar donde
Jungkook fue interceptado, traicionado por mafias y
sometido al dolor más grande, perder a su gran
amor. Vio cuando su chica rogó y lloró, también
presencio como el pulso de la pelinegra paro. Todo
cambio después de esa tarde. Un anillo de oro
colgado en una cadena sobre su pecho era el
recordatorio de que el amor no podía ser para él, no
quería volver a debilitarse, a quedar muerto en vida.
Y estaba funcionando, hasta que Taehyung
apareció, con esa sonrisa cuadrada que le hizo sentir
con claridad cuando su corazón volvió a palpitar.
―¿Taehyung? ―preguntó cuando ninguno de los
dos cuerpos estaban en la cama, sin importar su
desnudez corrió, siguiendo la voz suave que le
guiaba, era la del rubio, podría reconocerlo a la
distancia. ―¡Taehyung! ¿Dónde estás?
“Aquí” dijo un Taehyung cubierto en sangre,
sostenido por JiEun, ambos en el suelo muriendo por
su culpa. No pudo más.
Brincó en su lugar, abriendo sus ojos de golpe
con su mano sobre su pecho agitado, solo para
comprobar que estaba en el interior de su auto, con
Jimin conduciendo a gran velocidad. Todo había

169
sido una pesadilla, Taehyung seguía a salvo mientras
JiEun se encontraba enterrada lejos de OakTown.
―¿Sueños húmedos? ―preguntó Jimin
sonriente, viendo por el retrovisor a su mayor. ―No
quiero ser chismoso, pero Taehyung debe dar
mamadas de maravilla como para gimas como perra
en celo.
Jimin no obtuvo la respuesta que deseaba, pero
no era alguien que se diera por vencido con
facilidad, aceleró por la avenida principal, pitando a
cada auto que buscara arrebazarle, mirando por el
retrovisor, buscando algo con que atacar a Jungkook.
―Entonces ¿ya te acostaste con el esposo del jefe
de policías?
El mayor le ignoró, acomodándose en su lugar,
notando que su pantalón estaba humedecido por su
propia esencia, se cubrió con la palma de su mano
antes de que Jimin siguiera sacando un tema de
platica que no quería tocar. Se mantuvo en silencio
todo el viaje, viendo por la ventanilla del auto la
ciudad que le había dado la espalda, ignorando el
sentimiento vacío en su pecho y la necesidad de
buscar a Taehyung, preguntar si le había gustado su
regalo, si estaba bien. Se recrimino internamente, no

170
podía volver a repetir la historia, no podía volver a
tener sentimientos.
Suspiró profundo antes de bajar de su auto, miró
las rosas, pensando en si debía dejarlas ahí o
simplemente bajarlas. Apretó sus labios y cogió el
precioso ramo, ya tenía su decisión, no podía seguir
de esa forma, tenía que ponerle fin a su matrimonio
antes de que fuera muy tarde. Relamió sus labios al
ver el coche de Namjoon estacionado, era el
momento perfecto para acabar con todo.
Taehyung inhaló profundo antes de abrir la puerta
de su casa, se giró para cerrar, temeroso y nervioso
por lo que venía, seguro de que en segundos su
esposo estaría tras él, con excusas baratas y
recordándole que era su trabajo lo más importante,
dejándolo de lado mientras el aun conservaba el
aroma de las sabanas de la cama de Jungkook.
―Estas aquí. ―dijo Namjoon a espaldas del
rubio. El peli gris mantenía unas ojeras
pronunciadas, el cabello revuelto y aun con el
uniforme de la noche pasada. ―Amor, sé que estas
molesto, ni siquiera voy a justificarme de mis
errores, pero por favor hablemos, déjame contarte lo
que esta pasando… ―se interrumpió a si mismo al
ver que el rubio no se volteaba, bajo su mirada hasta

171
topar a la esas rosas que sobresalían del cuerpo de su
esposo, una tristeza le inundo al pensar que su
amado estaba ya con alguien más. ―Te amo…
Soltó una risa nasal al escuchar el “te amo” de
Namjoon. Estaba seguro que tiempo atrás, hubiera
cedido ante esa palabra, no pediría explicación
alguna, pues solo le bastaba con sentirse amado,
saber que su esposo estaba para él, pero ahora las
cosas habían cambiado, estaba harto de excusas, de
que ambos ocultarán cosas para fingir que su
matrimonio seguía funcionando.
El rubio se giró para encarar al mayor, tragando
duro al sentir la mirada de su esposo sobre sus rosas,
vislumbro los globos aun decorando su hogar, un
punzón impactó en su pecho, bajo su cabeza y
caminó lento hasta llegar a la sala, pasando de largo
al peli gris, ignorándole hasta dejar su arreglo en un
jarrón con agua. Como si Namjoon no estuviera a
escasos metros de él, se preparó un café, seguro de
que necesitaría mantenerse despierto para lo que
venía.
―Odias el café ―dijo el mayor al ver a su
esposo vaciar el liquido oscuro en una taza de
cerámica. ―Déjalo amor, te hare un té. ―intentó
coger la taza, pero las manos de Taehyung fueron

172
más rápidas. Bufó cuando el menor bebió de golpe
el café, con miedo se sentó frente al rubio. ―Por
favor Tae, hablemos.
Asintió, inseguro de poder hablar con claridad,
un sentimiento similar a la nostalgia le impactó de
lleno. No pudo contener las lagrimas escapar,
suspiro y alzó su mano para advertirle a Namjoon
que no se acercara. No quería motivos para dejar su
decisión atrás. Se tranquilizó después de unos
minutos, moqueando con su vista en la taza entre sus
manos, sentado en ese comedor donde tanto tiempo
atrás tuvo las mejores cenas a lado del hombre que
creyó amaría de por vida, era inevitable que
recuerdos llegaran, haciéndole difícil continuar.
―Namjoon, nuestro matrimonio no esta bien…
―dijo el rubio, sollozando bajito, alzando la cabeza
para dejar ver sus ojos hinchados, su nariz
tintándose de un rojo que aparecía cada que lloraba.
―¿Qué nos pasó?
El jefe de policías supo que era el momento de
confesar, sintió un nudo en su garganta, sonrió de
manera tensa, negándose a llorar, tragó duro y soltó
el aire, sus manos en los bolsillos de sus pantalones,
la caja de terciopelo entre ellos, escondiendo la joya

173
con la que pensaba proponer un nuevo inicio libre de
mentiras.
―Amor, no se como empezar, esto es difícil para
mí. ―habló el mayor con nervios. ―Tengo mucho
por decirte, pero debo iniciar disculpándome contigo
por dejarte en tu cumpleaños, se que no tengo
justificación, pero por favor déjame contarte todo.
―suplicó al ver como los ojos de Taehyung se
llenaban de agua una vez más, no quería lastimarlo.
El menor limpió sus lagrimas con el dorso de su
mano. Taehyung se mantuvo en silencio, escuchando
todo lo que su esposo decía, desde la sobre carga de
trabajo hasta como estaba frecuentando a su padre
una vez más, las emociones que sentía y el estrés por
todo. Quiso decirle que saberlo solo le hacía
enojarse más, saber que no tenía la confianza de
contarle lo que le aquejaba. Pero se calló, asintiendo
de vez en cuando.
―Tae… yo se que todo lo que he dicho no es
justificación, pero lo que sigue es muy doloroso para
mí. ―sin poder evitarlo su voz se quebró, frente a el
tenía al hombre que amaba, el mismo que le lleno de
amor y felicidad, con el que planeo una vida entera,
mismo a quien no podría darle la familia que ambos
había soñado. Se quebró sin poder evitarlo, llevando

174
a su paso a Taehyung, quien no tardo en soltarse a
llorar.
Ambos lloraban a mitad del comedor, sentados
frente a frente como tanto tiempo atrás, a diferencia
que ahora no era para saludarse con amor, era un
final de una linda etapa, y aunque no lo supieran, lo
que les unía se había terminado. Taehyung se limpio
el rostro con fuerza moderada, miró a Namjoon con
los ojos cristalizados, no podía más, estaba asustado,
le aterraba continuar con su matrimonio, pero
también le aterraba volver a los maltratos, a ser
señalado, a nunca ser amado como soñaba.
―Por favor, no sigas. ―pidió el rubio,
levantándose de su lugar, caminando a lo largo de la
mesa, cubriendo sus ojos con una mano. ―Ya te
dejé hablar, y ahora es mi momento ¡Chsst! ―calló
al mayor antes de que continuara. ―Al inicio estaba
furioso porque me dejaste plantado el día de mi
cumpleaños, luego solo me sentí decepcionado y al
final simplemente deseé con fuerza que no llegaras.
―sintió la mirada dolida del mayor, pero la ignoro,
no iba a dar marcha atrás. ―Lleva ignorando esto
por días, incluso meses, pero ayer fue inevitable no
notar que nuestro matrimonio esta acabado.
Namjoon no podemos seguir juntos, solo nos
estamos haciendo daño. Yo te hago daño.

175
Se levantó de su lugar con los sentimientos a flor
de piel, negándose a lo que Taehyung decía, era
cierto que las cosas estaban mal, pero para el era
exagerado lo que el rubio decía. Su matrimonio no
estaba acabado, aun podían salvarlo, solo debían
aclarar aquello que los había separado. Así que
dispuesto a no aceptar lo que su esposo decía,
camino hasta arrodillarse frente al menor,
abrazándolo por la cintura, pegando su cara al
abdomen plano, omitiendo ese aroma que sabía no
era de él, no iba a dejar ir a Taehyung, lo amaba.
―Por favor no me dejes Taehyung, yo te amo, te
amo tanto, te prometo que todo va a mejorar, solo
déjame contarte algo más y podrás entender…
―¡No quiero escuchar nada más! ―dijo el rubio
alzando la voz, vio al mayor abrazarse a sus piernas
y abdomen. ―Por favor Namjoon, divorciémonos.
No, esa era su respuesta inmediata, no quería
perder al amor de su vida, no por errores que podían
enmendarse. Se levanto de golpe, sosteniendo el
rostro de Taehyung, no esperando a que siguiera
hablando para besarlo, esperando porque el menor
cediera, estaba seguro que aun se amaba, que aun
tenían solución. No obtuvo respuesta como deseaba,
así que intentó una vez más, obteniendo lo mismo.

176
―Por favor amor, no me pidas eso, no quiero
perderte. ―suplicaba el mayor, llorando con su
rostro pegado, al contrario. ―Te amo Taehyung, no
me dejes, no lo hagas amor. ―aprovecho que el
rubio sollozaba y se quebraba frente a el para
agacharse un poco y coger a su esposo y elevarlo al
estilo princesa entre sus brazos. ―Hagamos el amor,
formemos nuestra familia.
Subió las escaleras con Taehyung llorando en sus
brazos, rogando porque al final su esposo cediera,
sonriendo con lágrimas cuando el rubio le beso.
Ambos se desvistieron con velocidad, sollozando
con fuerza, intercambiando el dolor que les
aquejaba, restregándose y pensando que eso podía
ayudar. No funciono para el rubio, pues en su mente
la confusión se formaba, incapaz de continuar, se
separó, alejando con sus manos el cuerpo fornido de
Namjoon, respirando agitado.
―Esto no esta bien Nam, no podemos pretender
que acostándonos todo se va arreglar. ―dijo
Taehyung, jalando su camisa para cubrir su pelvis
desnuda, miró a Namjoon asentir cabizbajo. Estaba
por continuar cuando el timbre de la casa sonó. Era
su oportunidad para poner distancia, se levantó de la
cama para vestirse rápidamente. ―Iré a ver quien es.

177
― caminó hasta la puerta y se detuvo antes de salir.
―Aun hay que hablar del divorcio.
No podía comprender porque Taehyung pensaba
que el divorcio era lo mejor para ellos, no quería
aceptarlo. Una rabia le cegó al creer que esas rosas,
el aroma y la actitud de su esposo se debían a
alguien más. Antes que el rubio saliera, lo tomó por
el antebrazo con fuerza, sin pensarlo.
―¿Hay alguien más? ―gritó, causando que el
menor temblara en su lugar. ―¡Maldita sea! ¿Hay
alguien más? ¿Todo esto es por otro hombre?
¡Habla, joder! ―su quijada temblaba por la rabia, su
pecho subiendo y bajando.
Tragó duro, logró zafarse del duro agarre, desvió
su mirada a su piel afectada, dio dos pasos atrás, sus
ojos cubriéndose de lagrimas al escuchar a
Namjoon. Las palabras de sus padres resonando por
su cabeza:
“Eres una sucia puta…” “Las putas no merecen
nada…” “Las putas como tú siempre sufren…”
No pudo seguir viendo a su esposo, creyendo que
esas mismas palabras saldrían de el en cualquier
momento, corrió lejos de Namjoon, llorando por las
escaleras, pegando su frente a la puerta principal,

178
controlándose antes de abrir, limpió sus lágrimas y
suspiró hondo. Taehyung sacó su cabeza, notando
que no había nadie, buscó con la mirada, pero no se
topo con alguien, estaba por cerrar cuando vio un
sobre amarillo, su curiosidad y ganas de dilatar para
no regresar a la habitación, le hicieron cogerlo y
abrirlo ahí mismo, llevándose una sorpresa que le
hizo tropezar, sin poder evitarlo tiró el contenido,
fotos regadas en el suelo, fotos donde se veía con
claridad a él con Jungkook besándose y
restregándose en el callejón atrás del club Stray.
Alguien los había visto. Taehyung levantó las
fotos con rapidez, las rompió y metió al sobre seguro
de que si Namjoon o alguien más las veía estaba
acabado, tenía que decirle a Jungkook, el debía
protegerlo, el debía ocultar todo aquello que lo
señalara como la puta que no deseaba ser.

179
[13]

Dejó que su cuerpo de deslizará hasta quedar en


el suelo, recargó su espalda sudada a la puerta de
madera, sollozando, temblando, apretaba el sobre
entre sus manos, demasiado nervioso. Taehyung no
podía creer que enserio alguien sabía de lo suyo con
Jungkook, pensaba en que diría Namjoon, en la
suerte que tuvo al huir de su discusión para abrir la
puerta, de lo contrario, ahora su esposo, porque aun
lo era, estaría comprobando que sus padres no
mentían, el no valía la pena, siempre sería ese chico
pueblerino que solo servía para ser una buena puta.
Agachó su cabeza, saltando en su lugar cuando el
timbre volvió a sonar, su pecho acelerado le hizo
pararse de un brincó, limpió sus mejillas cubiertas
de lágrimas, abriendo la puerta con miedo, gimiendo
cuando de un solo movimiento pudo ver una vez
más, un sobre amarillo a sus pies, lloró fuerte, tomó
el sobre y se adentró a su hogar, sacando lo que ya
sabía había dentro, las mismas fotos que delataban
su infidelidad, no pudo romperlas, sus dedos
fallaron, más cuando vio la nota:

180
“Por más que rompas las evidencias… sigues
siendo una puta…”
Cerró la puerta de golpe, pegando su frente a la
madera, llorando demasiado asustado, más cuando
pudo escuchar con claridad la voz de Namjoon
mientras bajaba las escaleras, estaba atrapado, sería
juzgado, cuando todos en la ciudad se enterarán de
su falla, lo señalarían, sería el quien se llevará la
culpa, a quien le cerrarían las puertas en la cara, de
quien seguro harían memes, y todo por Jeon
Jungkook, ese hombre que ni siquiera le había
follado, pero el mismo que le hizo creer que entre
brazos ajenos todo podía estar bien, ahogó el llanto
en su garganta, sintiendo el ardor en la zona,
ignorando la voz de su esposo.
—¿Quién era? ¡Taehyung! —dijo Namjoon,
sujetando el brazo de su esposo con fuerza,
obligándolo a enfrentarlo, se topó con dos orbes
asustados, cubiertos de lagrimas y tristeza. El peli
gris desplazó el enojo que sentía para intentar
abrazar al rubio, pero este le alejo, usando las manos
para poner distancia —. Amor, se que me porté
como un idiota, pero podemos solucionar las cosas,
yo enserio ansió que todo sea como antes, podemos
superar cualquier cosa…

181
Las palabras de Namjoon se vieron irrumpidas
por el sonido insistente del timbre. Una vez más,
Taehyung palideció, seguro de que una vez más era
un sobre con las fotos comprometedoras, asustado y
nervioso le impidió el paso al mayor, llorando,
gritando que se alejara, era cierto que buscaba poner
fin a su matrimonio, pero eso no impedía que
deseara conservar su imagen, no quería decepcionar
a su esposo.
—Nam, por favor, no abras —suplicaba con la
voz gangosa por el llanto, jalaba con fuerza el
antebrazo del mayor —, por favor, vamos arriba a
seguir hablando, por favor…
—¿Por qué no quieres que abra? Es tu amante
¿verdad? —gritó el mayor, perdiendo los estribos
una vez más, seguro de que su esposo escondía algo,
ignorando los sobres amarillos, pues en ese
momento solo podía fijar su mirada a los ojos
asustados del menor —. ¡Dímelo! ¿Quién esta allá
afuera?
No podía responder, solo temblar, no quería que
las cosas fueran así. Taehyung se sentía acabado,
humillado antes de tiempo, su esposo, el hombre que
juró amarle y cuidarle, le miraba con rabia, no
necesitaba decirle insultos o malas palabras, pues

182
esa mirada bastaba para que el rubio comprendiera,
que, por primera vez, Namjoon enserio creía que era
una puta. Pesé a que esperaba las cosas solo
empeoraran, el menor balbuceo, apretando el
antebrazo del mayor, recibiendo al instante una
bofetada que le hizo girar el rostro.
—Última oportunidad, Taehyung —gritó, sin
importar que su mano ardiera por el impacto, no
podía ver a su esposo a los ojos, pues este mantenía
la cabeza gacha, cansado soltó el aire, no pensaba
esperar más —. Tus padres no mentían.
Con un empujón, logró quitarse a Taehyung,
aventándolo al suelo, no midió la fuerza, no le
importó ver como el cuerpo delgado hacía un sonido
seco contra el piso fino, su rabia le cegaba. Namjoon
sentía las pulsaciones de su corazón por toda su piel,
recordando las advertencias de los padres de su
esposo, la forma hostil en que el señor Kim se
refería su hijo como la zorra de mejor culo, la
manera en que la madre del menor, le hablaba
constantemente a escondidas para pedirle dinero,
repitiéndole que ellos eran quienes merecían un
pago por otorgarle el mejor cuerpo para follar.
Mucho tiempo se sintió asqueado de la familia de
Taehyung, todo hasta es momento donde su enojo le
hacía tomar las palabras y guardarlas en su cabeza.

183
Abrió la puerta con las manos temblorosas,
dispuesto a toparse con el que seguro le metía ideas
erróneas a su esposo, el motivo por lo cual el rubio
quería poner fin a su matrimonio, el causante de que
su marido se volviera lo que le advirtieron. Soltó el
aire al abrir la madera, topándose con la señora
SunHee, la señora mayor con los ojos abiertos y la
boca cerrada en una fina línea, seguro porque había
escuchado el pleito. El peli gris sintió su cuerpo
relajarse, no lo estaban engañando.
Namjoon giró su cabeza para ver al moreno
gatear por el suelo, entonces por fin pudo ver el
labio de Taehyung sangrando, la mirada asustada y
las mejillas que tantas veces beso cubiertas de
lágrimas que él había causado.
—Amor… yo lo siento, no quería… —
balbuceaba, acercándose al rubio aun en el suelo.
—¡No me toques! —gritó de forma dolida,
porque, aunque la bofetada fue ruda, Taehyung
enserio creía que la merecía, pero eso no evitaba que
doliera.
El rubio se levantó del suelo, cogió los sobres
amarillos donde estaba su perdición, limpió con su
dorso su nariz goteante, sus lágrimas, y con la
mirada cansada miró a su esposo, preguntándose en

184
que momento el infierno los había alcanzado, ¿eso
también era culpa de Jungkook? No quiso pensarlo
más, solo necesitaba tener algo de paz, una que ya
no encontraba en ningún lado, una que a veces solo
sentía cuando ese mafioso le miraba, puede que los
ojos oscuros de ese maleante estuvieran cargados de
malicia, pero eso no importaba, no cuando con un
pestañeo lograba hacerle olvidar, y olvidar era lo que
Taehyung deseaba.
—¿Esta bien, señor Tae? —cuestionó la mujer
recién llegada, mirando horrorizada como la pareja
para que la llevaba años trabajando, se miraba con
odio, con tristeza. Tragó duro y se encaminó al
menor, buscando estabilizarlo, negando hacía el peli
gris, como si con eso pudiera reprender a Namjoon
—. Ven muchacho, necesitas un té…
Se liberó de las manos amables de SunHee,
Taehyung no quería un té, quería alguien que le
consolara, unos brazos fuertes que no le miraran de
esa forma que le asustaba. No le importó seguir
descalzo, corrió fuera de su casa, apenas logrando
tomar las llaves de su auto y su celular, escuchando
detrás suyo los gritos de Namjoon suplicándole
detenerse, se adentró a su coche, bloqueando las
puertas y aventando los sobres, llorando cuando el

185
peli gris comenzó a pegarle con las palmas abiertas a
la ventanilla.
—Por favor, Tae, perdóname, no quería hacerlo,
te lo juro, no te vayas —dijo lo último con un
sollozo.
Pero las palabras de Namjoon no funcionaron
para Taehyung. No cuando el rubio estaba decidido
a dejar todo atrás. Arrancó, importándole poco la
mirada asustada del mayor cuando se escapó. Esta
vez no había una invitación de por medio, pero el
moreno por primera vez si quería escapar con
Jungkook.
Conducía mientras lloraba, sus pies desnudos
pisaban con fuerza el acelerador, sus manos
delgadas apretaban el volante de cuero, su boca
palpando el sabor de su sangre, entre lapsos
desviaba la mirada a los sobres, incitándolo a
brincarse todos los semáforos, pues debía llegar al
club Stray, necesitaba que Jungkook el jurará que
todo iba a terminar.
Apenas Taehyung vislumbro el local visiblemente
cerrado, frenó de golpe, ignorando los pitidos de los
conductores furiosos por su mala forma de conducir.
Tomó los sobres y salió del auto, ignorando el
pavimiento caliente bajo sus pies para correr a la

186
entrada, quiso saltarse a los dos guardias, pero estos
le frenaron, sujetándolos de forma dura por los
hombros.
—¡Jungkook! —gritó de tal forma que su
garganta ardió, pataleo cuando los dos salvajes le
elevaron del suelo —. Por favor, necesito ver a su
jefe, tiene que ayudarme, por favor… ¡Jungkook!
Sus gritos fueron en balde, los dos guardias no
estaban dispuesto a dejar entrar a un extraño al local,
menos en horas que este no funcionaba. Taehyung
vencido se sentó en la banqueta, llorando, jaló sus
mechones rubios, frustrado por todo, escuchaba el
sonido de su celular en la bolsa de su pantalón,
cansado lo sacó para aventarlo a la calle, no quería
más quejas, más problemas, el calor del medio día le
pegaba en la espalda, estaba sudando, hundió su cara
entre sus piernas, descansando por un segundo de
todo, temblando, rogando porque Jungkook llegará,
lo necesitaba.
—Ven, por favor, ven —decía el rubio hacía la
nada, suplicando por Jungkook.
Apretó sus piernas con sus brazos, llorando en la
incomodidad en la que estaba, silenciando su
cabeza, sus pensamientos, solo repitiéndose a si
mismo que todo iba a estar bien, deseaba creerlo,

187
necesitaba aferrarse a que todo estaría mejor. Tan
sumido en ese efímero momento de calma que se
autocreo que no notó los duros pasos que se
aproximaban a él, y aunque pudiera percibirlos,
estaba tan cansado de luchar, que, si era Namjoon u
otro extraño, poco le importaba.
—¿Pececito?
Esa voz, eso era lo que necesitaba, con rapidez,
Taehyung sacó su cara de entre sus piernas, viendo a
Jungkook mirarle con confusión, mismo sentimiento
que se modificó al instante que el pelinegro pudo
observar el labio lastimado.
No hubo palabras, Jungkook se agachó para
coger al menor, y Taehyung no se opuso, se dejo
tomar en brazos, pegó su cara al cuello del contrario,
inhalando el perfume fino, sollozando cuando las
manos del mayor le apretaron, dejando caricias en su
espalda. Ambos ignoraban las miradas confusas,
guardias mirando la escena sin saber porque su jefe
sostenía a ese chico con tanta calma. Jimin que
estaba cerca del lugar, decidió poner orden,
mandando a todos a trabajar, escondiéndose para
mantener su perfil lejos de la mirada del moreno.
Jungkook subió con Taehyung hasta su oficina,
aquel lugar privado que solo pocos de sus guardias

188
conocían, no le importaba nada en ese momento más
que averiguar porque el rubio tenía el labio partido
mientras lloraba. Con una parsimonia que incluso le
hizo sorprenderse de si mismo, colocó al menor en
el amplio diván de cuero rojo, colocándose de
cuclillas a un lado del sofá, acariciando las mejillas
empapadas, olvidándose de la promesa que cargaba,
ignorando su mente enviándole alertas, sus ojos
traicionándolo pues el brillo que liberaban era tan
similar a uno que solo le había dedicado a la que fue
la mujer de su vida.
—¿Me dirás que te paso, pececito? —inquirió de
forma tranquila, sus dedos paseándose por el rostro
contrario, ignorando el sobre que Taehyung apretaba
con fuerzas.
Se levantó, caminando hasta un pequeño baño,
para así coger algo de agua y algodón, necesitaba
limpiar el labio de Taehyung, regreso a su oficina
solo para detenerse y sonreír sin poder evitarlo al ver
con claridad los pies sucios del menor, negó con la
cabeza, regresando sus pasos para coger la toalla. El
rubio estaba hecho un desastre, uno que quería
cuidar.
No dijo nada, Jungkook limpiaba los pies del
menor, escuchando los sollozos que Taehyung

189
intentaba mitigar, soltando el aire cuando no pudo
más, jaló el cuerpo del menor, estrechándolo al suyo,
apretando al rubio en un abrazo que le hizo cerrar
los ojos, no era alguien que regalara caricias ni
mimos, pero algo en su interior le impulso a olvidar
aquel detalle para acariciar la piel fina.
—¿Qué pasa, cielo? ¿Quién te lastimo? —
susurraba cerca del oído del contrario, pese a que el
cuerpo de Taehyung estaba sudoroso y sucio, poco
le importaba, el aroma que emanaba le envolvió de
tal forma que tuvo que hundir su nariz en el cuello
acanelado para obtener más —. ¿Qué haces aquí,
pececito? —intentó una vez más.
Taehyung abrió su boca al sentir las manos duras
avanzar por su espalda baja, abrió sus piernas,
dejando que Jungkook se acomodará entre ellas,
separó su rostro y olvido el sobre entre sus manos,
para llevara sus dedos al rostro del mayor, vio esos
ojos oscuros, seguro de que todo era culpa de esa
mirada cautivadora, su matrimonio en llamas, su
reputación lista para ser quebrada y pese a todo eso,
el solo pudo atinar a pegar sus labios a los del
contrario, gimiendo bajito cuando sintió el ardor en
su herida, seguida de la rudeza del pelinegro para
lograr recostarlo.

190
Era como si Jungkook fuera ese sedante que le
quitaba el dolor, como si fuera la perfecta
distracción que lo envolvía en un mundo diferente,
no pensó más, jaló los mechones negros, abrió la
boca cuando sintió las manos del mayor sujetar sus
nalgas, la carencia de topa interior hizo del toque
algo más sensual, el cuerpo duro del pelinegro
restregándose, sus caderas meneándose en busca de
sentir un poco más, el pecado que lo había puesto en
esa situación, fluyendo una vez más. Estiró el cuello
cuando los labios de Jungkook buscaron hacer un
camino de besos, sus pezones se endurecieron, su
dermis caliente por el llanto previo y el calor que
surgía desde su entrepierna y entrada.
—Dime que esta mal, pececito, dímelo, por
favor… bebé —pidió Jungkook, seguro de que su
autocontrol era dominado por las caderas anchas que
se meneaban contra su verga hinchada, su pene y
testículos tensos, su trozo de carne necesitado
palpando entre su ropa interior, gimió alto cuando
los dedos delgados de Taehyung apretaron su
cuerpo, haciendo que el roce de sus miembros fuera
glorioso.
El rubio no frenó sus movimientos de caderas,
aumento el ritmo, enrollo sus pies, sus talones
pegando con la espalda dura, el pecho de Jungkook

191
cerca del suyo, rozando con sus pezones duros y
necesitados de la saliva del contrario. Tenía claro
que iba por ayuda, pero en ese momento, parecía
buena idea ser follado para que así todo quedara
olvidado. Con un sobre esfuerzo humano, pudo
hablar.
—E… Ellos lo saben, alguien lo sabe —pudo
articular las palabras, gimiendo alto cuando la punta
dura de Jungkook se restregó por sus nalgas, su culo
palpitando por ser profanado, extendió su cuello, su
vena palpitando con fuerza, la tela de su pantalón
comenzando a mancharse por sus fluidos corporales.
Respiró agitado, sus pupilas dilatadas, su labio
hinchado y el recuerdo del motivo de su visita,
drenando su calor —. Jungkook… para, por favor…
—pidió, aunque sus caderas seguían el movimiento
fuerte.
El mencionado pegó su frente a la del menor, su
pecho subiendo y bajando, la cadena de oro que
mantenía pegada a su torso, escapando por la prenda
con los botones descubiertos, ambos exponiéndose
sin notarlo. Acarició las mejillas una vez más,
pasando su pulgar con sumo cuidado por el belfo
lastimado, una ola de rabia se instaló en su cuerpo,
sed de matar al hijo de puta que se había atrevido a
lastimar a su pececito, tragó duro al darse cuenta de

192
la palabra “mi” en su oración. Estaba jodido. Lo
peor, según Jungkook, estaba cayendo por alguien
que ni siquiera le pertenecía, que no había probado.
Relamió sus labios, frenándose de seguir besando
a Taehyung, se acomodó en el diván, subiendo al
rubio a su regazo, no pensaba soltarlo, con calma,
acomodó los mechones rubios detrás de la oreja,
sonriendo cuando pudo ver al fin los ojitos
contrarios sin señal de lágrimas, los parpados
hinchados, la punta de la nariz rojiza y los labios
algo dañados, perfección.
—Entonces —suspiró hondo. Jungkook sabía que
debía preocuparle, pues, aunque tenía el culo gordo
del menor sobre su pene, su “amigo” se mantenía
decente, más cautivado por la mirada brillante que
por penetrarlo —. Dime que está mal, pececito.
Giró su cuerpo para poder tomar el sobre amarillo
que ahora estaba en el espacio vacío del sillón. Las
manos de Taehyung temblaron una vez más sin
poder evitarlo, soltó el aire y apretó los ojos antes de
extender el sobre al mayor.
—Alguien lo sabe —decía aun con los ojos
cerrados, apenándose porque Jungkook viera las
fotos en el interior del sobre, algo que parecía
ilógico cuando segundos atrás se había restregado

193
sin pudor contra el pene gordo del mayor —. Me
llegaron dos sobres esta mañana, ambos con lo
mismo.
Taehyung abrió los ojos con miedo, viendo a
Jungkook sacar las fotos en buen estado, analizando
el papel fotográfico, percibiendo como el semblante
tranquilo del pelinegro se tornaba en uno inquieto,
furioso. El rubio quiso bajar del regazo, pero una de
las manos del mayor le impidió moverse, tuvo que
respirar agitado, sintiendo unas nauseas horribles
cuando el mafioso comenzó a leer las notas en voz
alta. Lo siguiente que el moreno sintió, fue al
contrario colocarlo en el espacio vació del sillón,
mientras este se levantaba furioso, azotando las
evidencias sobre el escritorio.
Su lengua impactaba contra su mejilla derecha,
una costumbre que solo practicaba cuando el enojo
le rebasaba, porque Jungkook estaba demasiado
furioso. Si bien las fotos le preocupaban, era
consciente que era cuestión de días para tener al
culpable bajo suyo, con sus hombres listos para
soltar cientas de balas en ese hijo de perra que
hostigaba a Taehyung, podía controlarlo, pero ver
esas palabras sucias refiriéndose al menor, era lo que
habían elevado su furia. Puta, esa maldita palabra
que para nada asociaba con el precioso chico de

194
ojitos grandes que yacía sentado en su diván.
Regresó sus pasos al rubio, apretando sus puños con
fiereza.
—¿Viste quien dejo esto? —preguntó el mayor,
recibiendo una negación por parte del menor.
—No, solo dejaron las fotos, antes de que pudiera
reaccionar, ya estaban otras… fue muy rápido —dijo
cabizbajo, apenado porque pensaba que Jungkook
comenzaría a creer las palabras escritas, el lo hacía,
se sentía como esa sucia persona que sus padres
decían era —. Por favor, haz que pare —suplicó,
bajando del diván, dispuesto a hacer todo para que
su nombre fuera limpiado —. Hare lo que me pidas,
pero haz que pare, que pare… por favor…
Jungkook se agachó, no queriendo ver a
Taehyung a sus pies, el chico rubio altanero y
presumido que provocaba sensaciones
indescriptibles, era ahora uno asustados, con la
mirada llena de miedo, dando un golpe silencioso a
su corazón. No le gustaba.
—¡Shh! Yo voy arreglar esto ¿sí? No llores más,
por favor, pececito —dijo Jungkook, pasando sus
dedos largos y tatuados por la dermis amielada en la
cara contraria —. ¿Esa persona fue la que te hizo
esto? —preguntó, refiriéndose al labio partido.

195
El recuerdo de la palma caliente de Namjoon en
su mejilla, le hizo avergonzarse, aun sentía que
merecía ese golpe, pero decirlo en voz alta le hacía
apenarse más. Taehyung negó cuando sus ojos se
conectaron con los de Jungkook, no pudiendo mentir
acerca de lo que paso, era como si sus labios le
traicionaran y liberaran todo su dolor.
—Mi, mi esposo… Nam… el me golpeó —dijo
con la voz quebrándose al final ¿su esposo? Se
sentía extraño, lo era, Namjoon seguía siendo el
hombre que le había desposado, el que juró frente a
un altar amarle y respetarle.
Ahora Taehyung sabía con claridad, que las
promesas se rompían con facilidad, Namjoon no le
respetaba, el… ya no le amaba.
La furia se elevó por su cuerpo entero, el jefe de
policías siendo el culpable, el único al que deseaba
matar con sus propias manos. Jungkook tenía claro
que no era un buen hombre, un héroe, pero en ese
instante era capaz de quemar la ciudad entera, todo
por ver a Taehyung en paz, sin ese golpe en sus
delicados labios, sin lágrimas.
—Lo voy a hacer pagar, pececito —prometió, y
Jungkook siempre cumplía sus promesas —. Nadie,

196
nunca, volverá a ponerte una mano encima,
¿entiendes?
Asintió, pues no pudo decir más, no cuando
Jungkook lo levantó del suelo, pegando su boca a la
suya. Taehyung cruzó sus brazos por el cuello del
mayor, cerró los ojos, dejándose llevara, creyendo
en las palabras del pelinegro, sin notar como ambos
salían de aquel lugar, sin percibir cuando entrarán a
un auto. Menos el movimiento de la carrocería a
velocidad que se alejaba del bar. Solo era Taehyung
entregándose a la paz que un besó le daba.
—¿A dónde vamos? —preguntó Taehyung
cuando abrió los ojos, su boca hinchada, su pecho
acelerado, estaba sentando en el regazó del mayor,
su pantalón empapado por su esencia, sus testículos
depilados cubiertos por su propio semen, ni siquiera
fue penetrado y su orgasmo había llegado de mano
del beso más apasionado.
—Vamos a escapar…
—¿Me vas a cuidar?
La respuesta fue el gruñido sensual de Jungkook
liberando su semen a chorros que eran contenidos
por la tela. Fue cuando Taehyung vio hacía abajo,
notando sus caderas meneándose. Ya nada le

197
importaba, solo podía rogar por llegar a lugar donde
el mayor le llevara, quitarse sus prendas manchadas
y dejarse follar, sexo rudo o calmado, tomaría lo que
fuera que siguiera haciéndole olvidar.
—Hazme tuyo, prometo que esta vez no voy a
oponerme, te deseo, te necesito dentro de mí,
llévame, tómame…
El roll Royce negro avanzaba por las calles de la
ciudad, los cristales blindados impedían que al
exterior el auto de Namjoon viera a su aun esposo
montando la polla de su peor enemigo. Mientras
Taehyung se deshacía de su ropa en el reducido
espacio, dejando que Jungkook chupara sus pezones
parados; el jefe de policía, recorría OakTown de
arriba abajo, buscando disculparse, negándose a
aceptar la realidad, su matrimonio estaba acabado.

198
[14]

No recordaba el momento exacto en que sus


prendas desaparecieron, no tenía nada claro, solo
que estaba encima de Jungkook, su cuerpo
entregándose, su mente divagando, la posición en la
que estaba mantenía sus pantorrillas y pies
apresados bajo sus muslos, restregándose con fuerza,
su piel ardiente y sudada siendo adorada por las
manos del mismo hombre que ponía las calles de
OakTown en caos. Debería estar asustado, incluso
asqueado, los dedos de un asesino eran los que
separaban sus nalgas, palpando su entrada que
rogaba por ser dilatada. Taehyung echó la cabeza
atrás, cuando los labios del mayor se pegaron a uno
de sus pezones, sentía los dientes filosos jalar con
sutileza la punta, con ayuda de sus pies se elevó un
poco, necesitando sentir más, su pene erecto rozando
con la fina camisa del pelinegro.
Era una euforia que no podía ni quería controlar,
lo necesitaba, lo deseaba. Taehyung sujetó el rostro
de Jungkook con sus manos, los ojos brillosos, las
pupilas dilatas y la mirada hambrienta, fueron lo que
le impulsó a dar ese beso francés, su lengua jugando
con la cordura del mafioso, palpando la saliva ajena,

199
deleitándose con el sabor de lo prohibido, su piel
desnuda delirando por más. El meneo de sus caderas
le hizo segregar pre semen, manchando la tela
oscura del traje del mayor, en ese momento era tanto
lo que el rubio experimentaba que poco le importaba
que el auto se moviera con velocidad, nada era
mejor que sentir la dura verga intentar traspasar el
pantalón de tela gabardina para así adentrarse a su
entrada.
—Pececito… —gimió Jungkook al sentir como el
menor besaba su cuello, las manos delgadas jalaban
sus mechones oscuros, y aunque era un aficionado
de siempre tener el control, dejó que las caderas de
Taehyung lo domaran, su pene hinchado rogando
para ser liberado—. ¡Mierda! Bebé… —cerró los
ojos cuando los dientes del menor rasparon su piel.
Jungkook necesitaba comprobar que no era un
sueño, más, abrió los ojos de golpe, deleitándose con
la maldita escena erótica, Taehyung montaba su
verga por encima de su pantalón, la boquita aun
lastimada metía los dedos tatuados, chupando su piel
salada, los pezones oscuros eran como dos chispas
de chocolate, unas que deseaba mordisquear, con la
mano libre de los belfos hambrientos del rubio, el
mayor apretó la cadera, bajando la mirada a la
pelvis, la dermis en esa zona perfectamente suave,

200
una tentación para su lengua, deseaba lamer hasta
probar el tronco de carne, la punta rosada y brillante
del miembro del contrario, le llamaba. Con un ágil
movimiento, el pelinegro se las ingenio para dejar al
rubio recostado en los asientos de cuero, sujetó la
pantorrilla y la colocó en su hombro, sintiendo un
punzón en su virilidad al ver la perfecta entrada, los
pliegues rugosos, el color perfecto, tan cerrada, tan
delicada que el mafioso solo quería profanarla.
El mayor agradecía que los cristales estuvieran
polarizados, que una división existiera entre la
cabina de pasajeros y el conductor, dándole la
libertad de gozar con la totalidad del cuerpo perfecto
del moreno.
Las manos de Taehyung se apretaban a los bíceps
del mayor, los músculos tensos, fijó su mirada con la
del pelinegro, no pudo evitar ver la mandíbula
marcada, el cabello oscuro y algo largo cayendo con
gracia por la frente sudada, los tatuajes subiendo del
pecho al cuello, los labios delgados de Jungkook
incitándolo a fundirse en un beso nuevo, la erección
parecía no soportar la tela que le apresaba. Tragó
duro cuando vio al contrario acomodarse entre sus
piernas, la cara del mafioso tan cerca de su entrada,
su pene rozando con la nariz ajena, sus testículos

201
recibiendo la lengua experta del hombre que lo
estaba llevando al descontrol.
—¡Ah! —soltó un gemido al sentir la lengua de
Jungkook avanzar hasta su pene, lamiendo la piel
caliente. Tuvo que cerrar los ojos con fuerza, pues
las sensaciones lo dejaron en blanco, las lamidas se
detuvieron y aunque no le gustaba rogar, Taehyung
estaba dispuesto a hacer lo que fuera por recibir más
—. Por favor, no pares…
—No lo haré, cielo —respondió Jungkook,
atrapando con sus dientes el prepucio, sintiendo el
sabor del menor, palpando con su boca el glande
necesitado, gotitas aperladas siendo liberadas en su
garganta. Se separó una vez más cuando sus oídos
captaron la señal de que por fin había llegado. El
mayor suspiró hondo, seguro de que le haría el
amor… detuvo sus pensamientos al reconocer esa
palabra, la desplazó con fuerza, tragando duro al ver
el momento exacto en que Taehyung abría sus ojitos,
las pestañas espesas dando paso a la mirada
brillante, las pupilas dilatadas, hambrientas,
suplicantes, bajó su mirada, viendo la piel morena
cubierta por una capa de sudor, el pecho plano
donde relucían dos pezoncitos, el ombligo llamativo,
el cabello rubio hecho un desastre, la boca hinchada
por el golpe y sus labios.

202
Con un aire protector que enserio Jungkook
quería ignorar, se quitó el saco, su mirada aun sobre
el menor, no pensaba perderlo de vista… nunca más.
Lo levantó con tanto cuidado, como si fuera una
pieza de cristal que podía arruinarse con un mal
movimiento. Un confuso Taehyung no se opuso a
ser cubierto por la prenda, pero cientas de dudas
llegaron a su cabeza, ¿acaso el pelinegro no iba a
hacerle el amor? Pensó que tal vez era una venganza
por parte del mayor, por las incontables veces que le
dejo con una enorme erección. Creyó que lo
merecía, pero eso no evitaba que su reciente enojo se
mitigará. Tan sumido en el sentimiento estaba, que
no notaba como el auto estaba detenido, a la espera
porque ellos bajaran.
—¿Por qué paras? —quiso sonar tranquilo, pero
el tono brusco hizo que el mayor sonriera de lado,
delatándose como un necesitado de más de lo que
Jungkook le daba—. Me refiero ¿no vas a… —
meditó sus palabras, el recuerdo de lo dicho por el
mafioso, “él no hacía el amor” —, no vas a
follarme? —dijo en cambio, inconscientemente
liberando ese puchero donde su labio inferior se
abultaba.
Sonrió victorioso de ver la súplica en la mirada y
acto de Taehyung. Claro que lo follaría, no podía

203
negarle nada a esos enormes ojos y labios abultados,
en ese momento, incluso Jungkook, olvidaría sus
palabras para darle su deseo al menor, hacerle el
amor.
—¿Ansioso, pececito? —cuestiono con algo de
burla, ganándose un bufido por parte del menor. Con
la misma delicadeza que Taehyung se merecía, lo
pegó a su cuerpo, colocándolo en su regazo, para
luego dar una leve palmada al cristal, abriéndose la
puerta al instante—. ¡Vamos, cielo! Te voy a hacer
mío.
Dicho eso, Jungkook bajó del auto con Taehyung
en sus brazos, el rubio pegado a su cuerpo como un
koala, escondiendo su rostro en el cuello del mayor,
no queriendo ser notado. El pelinegro no dijo nada,
caminaba por el camino de gravilla, el sonido del
agua en la fuente quedando en segundo plano, solo
podía centrarse en escuchar la respiración del menor.
Las puertas de madera fueron abiertas, en la gran
mansión que conservaba a las afueras de la ciudad,
esa donde ninguna de sus parejas tenía derecho a
pisar, el mafioso se adentraba, rompiendo sus
propias reglas, recibiendo miradas sorpresivas de sus
empleados, pero mandándolas al mismo diablo. Con
pasos ágiles subió las escaleras de mármol, sus finos
zapatos italianos rechinando por el piso recién

204
pulido, el ritmo cardíaco del pelinegro desatado, sus
manos apretando el tibio cuerpo, no queriendo
soltarlo.
El rubio se animó a sacar su cara del escondite
donde la guardaba, abriendo sus ojos en grande al
ver el enorme pasillo por donde avanzaba, muros
altos, piezas de arte, candelabros tan finos y
elegantes, cuadros, fotografías, parecía el lugar
intimó del mafioso, estaba seguro que no era el
mismo lugar donde Jungkook lo había llevado la
última vez, y aunque su cabeza no procesaba todo de
forma adecuada, un sentimiento ajeno a lo que antes
sintió, se instaló, estaba en el hogar del mayor.
Taehyung apretó su cuerpo, inhalando la fragancia
del pelinegro, viendo como el lugar por donde
transitaba se volvía lejano, entrando a una habitación
en donde hasta los tapetes parecían caros.
La vista de Taehyung cambio, de muros cálidos al
techo alto. Las lámparas apagadas saludándole, soltó
el aire, extendiendo sus manos al sentir las sábanas
finas bajo él, estaba en un colchón, uno que
guardaba el aroma del mayor, enrolló los pies, su
dedo pulgar enterrándose en la cama. Miró a
Jungkook, deleitándose cuando lo vio abriendo los
botones de la camisa oscura, con una calma que soló
provocó se arqueara en la superficie blanda, no pudo

205
evitar bajar sus propias manos por su pecho, rozando
sus pezones parados, bajando por sus costillas
marcadas hasta quedar en abdomen bajo, su pene
erguido a nada de ser tocado por sus dedos delgados.
Jungkook sentía que perdía el aire, mientras él se
desnudaba, Taehyung se masturbaba, las piernas
abiertas, las plantas de los pies bien fijadas a su
cama, las rodillas separadas, el culo meneándose de
arriba abajo, separándose de las sábanas, la mirada
del rubio conectaba con la suya, la boquita rosada
abierta para liberar altos gemidos, y aunque estaba
en su lugar seguro, el mafioso quiso matar a todos
los que en la planta baja, seguro se deleitaban con
los sonidos perfectos que el menor daba.
—Me vas a matar, pececito —dijo el mayor
mientras se acercaba a la cama, completamente
desnudo, su cuerpo bien trabajado estaba expuesto,
los tatuajes relucientes por el torso, solo la cadena de
oro con aquel anillo sobre la piel blanca.
Jungkook siempre se prometió llevar en sus
recuerdos a su difunta esposa JiEun, usarla como esa
advertencia de que, en su mundo, el amor no estaba
permitido, el anillo de oro justo sobre su pecho, le
hacía no olvidarlo, pero en ese momento, ni el frío
material le hizo desplazar el cálido sentimiento que

206
surgía en su interior, lo que Taehyung le provocaba
era tan intenso, que el mafioso se olvidaba de todo.
Entonces el mayor comenzó a preguntarse ¿Quién
era realmente de los dos el que tenía el don de hacer
olvidar? Si bien, el rubio suplicó al pelinegro por
borrarle el dolor, era el mafioso el que se perdía en
un par de caderas, manos largas, labios exquisitos y
esos ojos hipnotizantes. Lo tenía.
No hubo más palabras, no cuando ambas bocas
estaban entregadas en el intercambio de salivas, el
cuerpo de Taehyung bajo el de Jungkook, los dos
apretándose, abrazándose, olvidando todo, incluso
que el cariño no debía mezclarse en su acto sexual.
Pero, eso no impidió que el mayor pasará sus manos
con parsimonia por los muslos delgados, que besará
con calma cada parte de la piel morena.
Taehyung sintió su cuerpo ser girado, no se
opuso, se estaba comportando como nunca creyó, él
mismo elevó su culo, dejando que Jungkook
enterrará su cara entre sus nalgas, no dijo nada
cuando el mayor introdujo la lengua a su cavidad, al
contrario, meneó sus caderas, buscando más,
apretaba las sabanas entre sus manos, su boca no
podía ser silenciada. Las manos del mayor separaban
los glúteos, adentrándose más, sus pulgares
paseándose por la dermis suave, su saliva

207
mezclándose con los fluidos corporales del menor,
llevó una mano a la espalda contraria, su extremidad
tatuada contrastando con la dermis de miel. El
pelinegro tuvo que detenerse al ver al rubio
retorcerse bajo su tacto, extasiado, se recargo contra
el cuerpo delgado, llevando ambas manos al
abdomen, inhalando el aroma del cuello fino,
besando la piel que se erizaba, susurrando palabras
que no controlaba.
—Eres mío, bebé… —gemía el mayor,
restregando su verga húmeda entre las nalgas
morenas—. Te voy a hacer olvidar todo… ¡Dios! —
Jungkook no podía creer que con solo eso estaba por
correrse, sentía el cuerpo contrario pegarse más—.
Este es el momento perfecto para que me digas que
pare, cielo… porque una vez que te penetre, no te
voy a soltar —no hubo respuesta a sus palabras, con
sutileza jaló un puñado de mechones rubios,
orillando a Taehyung a mirarle de lado, la boca
hinchada se abrió para soltar un gemido que erizó la
dermis blanca—. Dímelo, amor, dime que me deseas
¡Joder, pececito! Si me lo pides, soy capaz de
hacerte el amor…
Las palabras de Jungkook le excitaron de
sobremanera, Taehyung pudo sentir ese cosquilleo
por su piel entera, sus manos delgadas lograron tocar

208
las caderas del mayor, puso los ojos en blanco y se
pegó tanto que podía sentir el pecho acelerado del
pelinegro latir contra su espalda sudada. Como pudo
ladeo su rostro, atrapando la boca ajena, besando al
hombre que deseaba, se las ingenio para llevar las
manos del mafioso hasta su pene, moviéndolas,
obligando a Jungkook a mastúrbalo, como si él fuera
el que dominara, dejó sus dedos largos sobre la
mano tatuada, gimiendo en la boca contraria.
—No me sueltes, por favor —rogó el rubio,
lamiendo la quijada del mayor—. Quiero ser tuyo,
solo tuyo… ¡Ah! —soltó un gritito al sentir una
suave mordida en su hombro, flexionó una pierna,
meneando el culo hacia atrás, aunque estaba de
espaldas juraba que sentía la mirada del mayor, lo
deseaba, lo necesitaba, lo quería—. Hazme tuyo,
Jungkook, hazme el amor… por favor.
El ruego de Taehyung no necesitaba ser extenso,
Jungkook cedía a lo que el rubio necesitara, con las
palabras dichas, el mayor abrió la boca en grande,
apretó las nalgas, controlando su corrida. En ese
momento nada más importaba. El pelinegro giró al
menor, lo extendió en el colchón, y aunque su plan
era subir las piernas a sus hombros, las manos del
moreno en su pecho, lo frenaron, miró confuso al
rubio, rogando porque este no se hubiera retractado,

209
pues ahora si sus testículos explotarían. Elevó una
ceja, esperando por la respuesta que podría matarlo
o dejarlo continuar.
—Quiero mamártela —soltó como si nada
Taehyung, viendo con lujuria el trozo de carne, la
vena que atravesaba el falo largo, los testículos
hinchados, ansiaba pasar su lengua por la piel
blanda, tomar la cabeza rosada entre sus labios, dejar
que la verga lo ahogara, que el semen espeso bajara
por su garganta para deshacerse en su estómago,
quería exprimir cada gota de semen que Jungkook
guardaba.
Era atrevido, lo sabía, claro que antes había
mamado un falo, ¿era un experto? Tal vez no, pero
enseria deseaba aprender con ese pene entre sus
manos y la punta en sus labios. Taehyung se
arrodilló, con una sonrisa y sus delgados dedos dio
un empujoncito al mayor, pegándole al respaldo de
la acolchada cama, separó las piernas velludas de
Jungkook y relamió sus labios. Se quedó quieto
viendo el pene, el brillo del pre semen haciendo
presencia, su pecho subía y bajaba de forma
acelerada.
—¡Puta madre, cielo! —bramó Jungkook,
suplicante, excitado, desesperado—. Por favor, bebé,

210
solo chúpala, quiero tener tu suave boquita alrededor
de mi verga, por favor, amor… ¡Ah! —gimió al
sentir los labios de Taehyung, dejando un beso sobre
la punta de su pene.
Pasó la lengua por lo largo, palpando la mezcla
salada de la piel y sudor, inhaló el aroma de la verga
de Jungkook, con sus deditos acarició los vellos
púbicos, bajó su lengua hasta los testículos,
chupándolos, dejando besitos suavecitos, luego
subió una vez más, fijando sus ojos con los de
Jungkook, sintiendo su rubio cabello ser sujetado
por las manos tatuadas, sonrió antes de meter el falo
a su boca, ahuecando las mejillas para obtener más,
sus ojos se abrieron y el reflejo vomitivo se activó al
sentir la punta grande llegar a su garganta, lo
contuvo, no parpadeó, ni lloró, quería más.
Taehyung usó su boca para darle placer al maleante
del que tanto escapó, del mismo al que se negó y
ahora le penetraba la cavidad bucal.
Gemía como un adolescente, sabía que estaba
actuando de forma descontrolada, pero los labios de
Taehyung le hacían perder el control, sus manos
sujetaban los mechones rubios, su boca temblaba,
elevó las caderas, necesitando más. Vio los ojitos del
menor, esa dulce inocencia brotando de forma
inadecuada, no pudo más. Se corrió de forma

211
violenta, enormes cantidades de su esperma llenando
la garganta del rubio, echó la cabeza atrás, su cuerpo
se desgonzó y aunque se liberó, su pene no se
deshincho. Respiraba cansado, estaba sudado, sus
ojos una vez más en el menor, este se limpiaba los
restos de semen de sus labios, lo sujetó por el cuello,
probando su propia esencia en el acto, importándole
poco.
El beso se rompió cuando ambos necesitaron
respirar, Taehyung liberó un gritito al sentir como
Jungkook lo elevaba con facilidad, para sentarlo
justo en su cara, sus mejillas se tiñeron de un rosa
intenso, una ola de vergüenza, como si minutos atrás
no hubiera tragado el esperma del sujeto. No tuvo
tiempo de preguntar que seguía, pues la lengua del
mayor volvía a su entrada, con mucha timidez, el
rubio meneó sus caderas, apresando la cabeza del
pelinegro con sus muslos, sus manos cayeron en el
cabezal de la cama, su pene perdiéndose en los
mechones oscuros del contrario. Con un brinco que
le sorprendió, con una felicidad se liberó, por fin,
después de tanto tiempo tenía un orgasmo, uno real,
uno que le erizo la piel, uno que le hizo poner los
ojos en blanco, abrir la boca y soltar un hilo de baba
mientras su virilidad expulsaba esperma en los
cabellos negros.

212
—¡Si, si, si! —seguía meciendo sus caderas, sus
deditos de los pies enrollados, mientras su orgasmo
continuaba, fue largo, liberador, perfecto, tuvo que
apoyarse en el cabeza, el sudor escurriendo por su
abdomen.
Taehyung estaba acostumbrado a solo tener un
orgasmo, si al caso, así que cuando creyó que todo
había acabado, se sorprendió, pues en segundos
Jungkook lo recostó, abriéndole las piernas en
grande, tanto que sentía los ligamentos de sus
muslos estaban por separarse, no importaba, arqueo
la espalda, esperando por la verga hinchada.
—Hazlo —dijo Taehyung, pasando sus manos
por los brazos del mayor—. Hazme tuyo, por favor,
no te detengas, no ahora, te deseo tanto Jungkook,
eres lo que necesito… —un beso le calló.
Quería hacerlo, penetrarlo, hacerlo rudo y suave,
mientras besaba la boca de Taehyung abrió el culo
moreno, jugando con la cordura del menor, usando
la punta de su verga para delinear la entrada,
sonriendo cuando vio como el moreno ponía los ojos
en blanco, las tetillas paradas por la reacción del
cuerpo necesitado. Se detuvo al ver como Taehyung
intentaba auto-penetrarse.

213
—¡Shh! Mi cielo, no se si mi lengua sea
suficiente para dilatarte, déjame hacerlo bien —
pidió Jungkook con calma.
—No, por favor, métela, métela —suplicó
Taehyung—. Quiero sentirte dentro de mí.
Jungkook sujetó su gorda virilidad,
masturbándose, cediendo a las peticiones de
Taehyung. No lo notó, no vislumbró como el rubio
llevaba sus manos a su pecho, jugando con el anillo
de promesa, de recuerdo, pues en ese instante, el
mafioso solo podía centrarse en cumplir cada deseo
de su rubio, su pececito.
Acarició el rostro del menor, ambos mirándose
fijamente, Jungkook adentro la punta de su verga
con cuidado, sintiendo una presión en su segunda
cabeza, gimió alto, escuchando los quejidos
placenteros de Taehyung, sintió el cuerpo tenso bajo
él, y aunque su placer siempre fue primero, se
limitó.
—Tranquilo, mi cielo, seré lento ¿sí? —el rubio
asintió, sus ojitos llenándose de lágrimas de placer y
dolor. Jungkook se adentró un poco más, abrazando
la cintura, desplazándose con una calma que incluso
a el le sorprendía. Quería que Taehyung no sufriera,
él solo quería cuidarlo.

214
Tardó un poco en adaptarse a la intromisión,
cuando el ardor fue desplazándose por la pasión,
Taehyung movió sus caderas, indicándole a
Jungkook que podía continuar. Embestidas suaves
pero perfectas, unas que lograban llegar a su punto
dulce, el mafioso que ponía en llamas OakTown era
quien lo mimaba mientras lo penetraba, se besaban,
se abrazaban, intercambiaban en silencio nuevos
sentimientos, sus ojos siempre con los del otro.
Segundos que se volvían eternos, promesas
silenciosas surgían y otras se rompían.
Jungkook no podía más, el calor en el interior de
Taehyung, era algo que nunca antes experimento,
tuvo sexo muchas veces atrás, con personas que
deseo, otras que amo, y, aun así, hacerle el amor al
rubio superó todas las veces pasadas. Se deleito con
cada gemido, guardó en su memoria el rostro
contraído, la forma sensual en que su compañero de
cama lo besaba con pasión, como los dedos largos y
delgados se apretaban a su espalda, el cuello
extendido, dejándolo a su merced. El mafioso usó
sus manos, las mismas con las que acabó con miles
de vida, para dejar caricias en las mejillas infladas
del moreno, pegó su frente y besó los labios
adictivos.

215
Las sensaciones los llevaron a culminar,
Taehyung tenía las piernas envueltas alrededor de la
cadera del mayor, su boca en uno de los tantos besos
que le llevaban al pecado y paraíso. Jungkook no
soportaba más, apuntando en el punto dulce del
menor, logró sacarle un orgasmo más, causando que
el culo se apretara en su verga hinchada,
exprimiendo su miembro, su esperma regándose en
las paredes anales. El mayor entonces sintió su
cuerpo relajarse, con confianza se recostó sobre el
menor, dejando que las manos del rubio le
acariciaran los cabellos y espalda mientras él besaba
el pecho. Los dos sumidos en ese estado después de
la euforia, cansados, alegres, sensibles, besándose
cada que sus labios se encontraban. Ninguno de los
dos era lo suficiente conscientes como para notar
que habían olvidado un importante detalle.
Descansaron cuando sus cuerpos cansados no
pudieron más, hicieron el amor en todas las
posiciones que imaginaron, en los muebles de la
habitación, incluso en el suelo alfombrado.
Jungkook guardo cada gemido del menor en su
memoria y corazón, mientras Taehyung se deleito
con lo que el mayor le daba. El mafioso no durmió,
pasó la noche en vela, cuidando la respiración del
rubio, sonriendo cuando veía los pucheros que el

216
moreno hacía mientras dormía, sus manos no podían
ser controladas, dejó caricias por toda la piel, besó el
rostro hasta reconocer cada parte de la dermis sin
abrir los ojos. Cuando los rayos del sol amenazaban
con colarse por las ventanas, el mayor se levantó de
la cama, recordando los deseos del moreno, dejó un
último beso en los cabellos dorados y bajo a cumplir
la fantasía.
—Me tienes a tus pies, pececito…
Taehyung era un monstruo abrazador, al sentir la
carencia del cuerpo duro que le sostenía, se levantó,
parpadeando, pasó una mano por su melena
despeinada, con movimientos lentos, salió de la
cama, ignorando el dolor y ardor en su entrada, sus
muslos aún tenían restos de semen seco. Bajó la
mirada, sin vergüenza, notando el trozo de papel
donde Jungkook había dejado un recado.
“Baja a desayunar, pececito. En el baño deje una
bata y lo necesario por si gustas asearte”
Sonrió, caminando lento hasta el baño, se miró en
el amplio espejo, notando los chupetones en su
cuerpo, las manos de Jungkook marcadas en sus
caderas, cerró los ojos, pasando sus dedos por su
cuerpo caliente, recordando todo lo que el mafioso
le había hecho, soltó un gemido al capturar su pezón

217
parado, relamió sus labios y se puso la bata, soltó el
aire, para salir de la habitación, asomó la cabeza,
verificando que estaba solo, una ola de decepción se
agrupó en su pecho, creyendo que había sido follado
y botado, se controló, no iba a llorar. Limpió su
rostro y salió, notando al instante algo que le aceleró
el corazón.
Un camino de pétalos de rosas rojas le guiaba,
aunque su culo dolía, apretó el paso, sus pies
descalzos guiándolo hasta la planta baja, donde pudo
ver cada rincón de la enorme mansión con rosas
rojas, llevó sus manos a su boca, ahogando el grito
emocionado, como un niño, saltó, se acercó para
olfatear las flores frescas, quiso contar las rosas,
pero eran demasiadas, soltó una risa nerviosa y se
giró con velocidad al escuchar esa voz.
—La casa repleta de rosas rojas en nuestra
primera noche juntos —dijo Jungkook, caminó hasta
el menor, sujetando la cintura con confianza,
pasando su pulgar por los labios, teniendo cuidado
por la zona herida, su corazón latiendo de forma
descontrolada, ansioso por saber si Taehyung había
sido complacido—. De hoy en adelante, voy a
cumplir todos tus sueños, eres mío…

218
—Lo soy —se apresuró a decir, mandando al
diablo todo, colocándose de puntitas para besar al
hombre que estaba logrando acelerar su corazón de
la forma adecuada.
Con un ágil movimiento, Jungkook tomó en
brazos a Taehyung, dispuesto a hacerle el amor hasta
saciarse, a escuchar cada petición del rubio,
ignorando las constantes llamadas de Jimin, las
súplicas de sus guardias, solo centrado en besar la
piel de miel, esa que, para el mafioso, ya le
pertenecía. Ahora no solo debía acabar con sus
enemigos, demostrar que los Jeon habían regresado,
buscar a quien acosaba al rubio, también debía
añadir proteger a su chico con su vida, dejando de
lado la promesa que hizo sobre la tumba de su
difunta esposa, el pelinegro estaba abriendo su
corazón, dejando que el aún esposo del jefe de
policía, se colara.

219
[15]

No sabía con exactitud cuántos días llevaba en


esa casa, ni siquiera podía deducir la hora exacta, si
era de día o de noche, solo sentía su cuerpo
adolorido y a la vez deseoso de más, sin importarle
nada, así como tampoco adivinaba cómo había
llegado a ese amplio baño, no miró los muebles
lujosos, ni el piso de mármol blanco, ni siquiera la
sauna a unos metros de distancia, Taehyung solo
podía atinar a seguir moviendo sus labios contra los
de Jungkook, su cabeza sobre la del hombre tatuado,
sus nalgas rojizas por coger en el suelo minutos
previos, se mantenían sobre el regazo del mayor,
dentro de una gran tina blanca de cerámica, la
espuma con aroma a lavanda cubriendo parte de su
desnudez, mientras que el pelinegro lo abrazaba con
fuerza, era como si no quisiera soltarlo, y eso le
encantaba, estaba teniendo la paz y afecto que tanto
había soñado de mano de un mafioso que atentaba
contra la ciudad de OakTown.
Taehyung abrió los ojos de forma lenta,
parpadeando al ver como Jungkook sonreía de lado,
el cabello negro estaba mojado, los tatuajes brillando
a la par de la dermis clara, a causa de los aceites en

220
el agua, con un suspiro, llevo sus manos delgadas al
pecho amplio, dibujando formas imaginarias sobre
la área, paseando uno de sus dedos por esa cadena
que el mafioso nunca se quitaba, de forma
juguetona, metió la punta de su dedo índice en aquel
aro que le recordaba tanto a su alianza de
matrimonio. El simple recuerdo de que aun era un
hombre casado, le hizo separarse, llegando en
segundo al otro extremo de la tina, soltando el aire y
pasando una mano por su cara.
—¿Qué mierda pasa, pececito? —preguntó
Jungkook al ver como el menor salía de su regazo,
no le gustaba no sentir el cálido cuerpo de Taehyung
sobre el suyo, así que, con prisa, tomó al rubio, para
regresarlo y acomodarlo en sus piernas, abrazándolo
con fuerza moderada para no lastimarlo, logrando
que el moreno pegará su cabeza a su pecho, besó los
hombros huesudos, subiendo hasta el cuello, esa
zona delgada y larga que le enloquecía. Jungkook
nunca había sido un hombre que gustará de llenar de
joyería a sus parejas, le parecía algo absurdo y
presumido, pero ahora, solo podía soñar con buscar
las perlas y diamantes más preciosos y caros, para
así decorar el cuello del contrario—. Estas exquisito,
cariño —susurró, cerca del oído del rubio,
controlando su sed de seguir adorando el cuerpo del

221
menor, al ver que este no reaccionaba, con cuidado
tomó la quijada de Taehyung, ladeando la cara
sutilmente—. Dime que te pasa ¿te arrepientes?
¿Lo hacía? Esa era la pregunta que merodeaba
por la cabeza de Taehyung, y su respuesta salía de
forma automática, no, no se arrepentía de haberse
acostado con Jungkook, menos de seguir con él. No
tenía ningún remordimiento, y eso le asustaba, pues
le hacía pensar que enserio era esa zorra que tanto se
había negado a aceptar, la puta que se dejaba tocar
por su padre ebrio, a cambio de no ser despojado de
su hogar, el mismo chico que tuvo que aceptar las
palabras venenosas de su madre para sobrevivir. Sin
poder evitarlo, el rubio cerró los ojos, no pudiendo
soportar la mirada ansiosa del mayor, le avergonzaba
exponerse de esa forma.
Jungkook frunció el ceño al ver como la preciosa
cara de Taehyung se descomponía en un gesto que
indicaba estaba por llorar, sin importarle que el agua
se regara por los bordes, acomodó al menor en su
regazo hasta tenerlo frente a él, los muslos rellenitos
del moreno cerrándose en su cadera, las manos
delicadas fueron tomadas para así llevarlas a sus
labios, besó ambos dorsos de forma repetida, hasta
que logró ver un atisbo de una sonrisa, esas que solo
el rubio podía dar.

222
—¿Qué esta mal, cariño? —insistió, abrazando la
cintura del menor, repartiendo besos por las mejillas
—. Anda, dime, te dije que de ahora en adelante voy
a cumplir todo lo que desees, solo dilo y lo hare
realidad.
El rubio soltó el aire, pegando su frente a la del
mayor, sintiendo como sus respiraciones se
acoplaban, por instantes se sintió tan seguro entre
los brazos de ese hombre que solo era sinónimo de
caos. Con un movimiento lento, se acercó a besar los
labios, no queriendo pensar más, quería disfrutar el
momento, ya tendría tiempo para regresar a las
consecuencias de sus actos, a aceptar las palabras de
su padre y recibir la furia de Namjoon.
Sin dejar que el tiempo avanzará, Taehyung
comenzó a mover sus caderas, sintiendo en segundos
como la verga de Jungkook despertaba, sonrió a
mitad del beso, porque aunque era el mayor el
mafioso que dominaba las calles, era el quien
doblegaba al hombre apenas lo montaba, la mano
tatuada del pelinegro sujetó su nuca, obligándolo a
no separase, su culo dilatado por las repetidas veces
de sexo que estaba teniendo, cedió ante la
intromisión del falo, tuvo que despegarse de los
belfos ajenos para liberar un gemido alto, echó la
cabeza atrás, mirando el candelabro de cristal fino

223
que colgaba del techo, los espejos que decoraban
aquel plafón caro, pudiendo ver su reflejo, domaba
las embestidas del mayor, con solo impulsarse hacía
adelante y atrás, lograba que el hombre contrario
gruñera.
Sentía el rebote de las nalgas del menor sobre su
regazo, el agua salpicando por el piso, la espuma
dejando la bañera para darle paso a ver esos pezones
marrones, sin perder la oportunidad, Jungkook pegó
su boca a las areolas, chupando la puntita de carne,
pasando el filo de sus dientes de forma sutil, elevó
su mirada, solo para deleitarse al ver a Taehyung
disfrutando, brincaba sobre su verga, buscando
llegar a su culminación, adorándose ante el reflejo
del techo con espejos, sonrió complacido,
aumentando las embestidas, apretando el pezón al
sentir como la cavidad anal apretaba su falo ante la
llegada del orgasmo, provocando por consiguiente
que su glande explotara dentro del reducido espacio,
salpicando con su esperma cálida y viscosa, amaba
llevar al rubio con su semen, ver como escurría por
las piernas canelas.
—Eres insaciable, pececito. A este paso vas a
romperme la verga en solo una semana —dijo de
forma burlona el mayor, ganándose un golpe en el
brazo por parte del rubio.

224
—No te veo quejándote por eso —respondió
medio ofendido.
—No era una queja, cariño —se apresuró a decir,
besando los labios de Taehyung, el sabor de la saliva
del contrario, era una droga a la que el mafioso no
podía desistir.
Ambos se mantuvieron en aquel beso largo,
dejando que nuevos sentimientos se formaran,
ignorando todo para fundirse una vez más, era
verdad que no podían dejar de entregarse, era como
si en su interior un fuego creciera, y solo el tacto del
contrario, pudiera poner fin a ese ardor. Taehyung se
separó, buscando que su culo tuviera algo de
descanso, mordió sus labios y miró una vez más esa
cadena, una pizca de curiosidad le impulsó jugar con
la pieza de oro, queriendo respuestas a sus dudas se
dispuso a indagar.
—¿Por qué nunca te quitas esto? ¿Es alguna
reliquia familiar? —preguntó, jugando con el anillo,
queriendo ponérselo para ver si entraba en sus
dedos, pero no lográndolo cuando la mano de
Jungkook le impidió el paso.
Nunca le había gustado que tocaran aquel anillo,
era algo sagrado para él, lo único que le quedaba de
JiEun. Si alguien más hubiera sido quien tocará esa

225
pieza de oro, no hubiera dudo en hasta cortar la
mano que se atrevía a tocar el recuerdo de su esposa,
pero era Taehyung, así que, con calma, buscó
distraer las manos, bajándolas hasta dejarlas sobre su
regazo. No quería hablar de ella, aunque el fuera un
hombre que mataba y amenazaba, si algo le aterraba,
era exponerse ante el menor, volver a tener
sentimientos, ser lastimado una vez más.
—No seas chismoso, pececito —dijo con calma,
acariciando los mofletes del rubio.
—No soy chismoso, solo quiero entablar una
conversación aquí, conocernos más allá del sexo —
respondió molesto, abultando los labios sin poder
evitarlo. Tenía claro que Jungkook solo quería
follarlo, pero entre ratos, podía creer que el mafioso
ansiaba más que solo hacerlo delirar por orgasmos.
El también quería saber más del mayor, conocer otra
parte, y que el pelinegro se interesará, que lo cuidará
en todos los aspectos. Molesto por no recibir las
respuestas que buscaba, hizo el amagó de levantarse,
pero una vez más, las manos del mayor, le
impidieron lograr su propósito.
—¡Hey! No te enojes, pececito, anda, dame un
beso y quita ese puchero o mi verga te lo va a
borrar… —se calló al sentir los golpes del menor en

226
su pecho, causándole risas altas, usó sus manos y
cuerpo más grande para colocar al rubio bajó el, el
cuerpo delgado hundido en la tina amplia, las
piernas de Taehyung estaban abiertas, dándole paso
para lograr acomodarse entre ellas—. Es una
bromita, cariño.
Decir que estaba furioso, dejaba de ser cierto en
el momento que la boca de Jungkook lo alcanzaba,
pero le gustaba ver al mayor rogar por su atención,
así que giró su cara antes de que el pelinegro pudiera
besarlo, uso sus manos para poner distancia,
logrando acomodarse en la tina, encogió sus piernas
hasta que sus rodillas pegaron con su pecho, solo así
pudo abrazarse a si mismo.
—Yo se que solo soy un culo más con el que
buscas desfogarte, pero enserio quiero conocerte, no
soy como tus demás putas —la mención de la
palabra, le quemó por dentro, porque, aunque se
negaba a regresar a ese pasado, el mismo se
arrastraba. Cerró los ojos, molesto consigo mismo,
relamió sus labios, apenándose por lo ridículo que
estaba actuando, un par de rosas, mimos y palabras
cariñosas no eran amor, se paró, sin ser detenido,
dispuesto a volver a su realidad, Jungkook solo
podía ofrecerle el buen sexo que no tenía en casa.
Aun tenía problemas que resolver y lo mejor, era

227
dejar de jugar para acomodar su vida—. Quiero ir a
casa.
Dicho eso, se encaminó a la puerta, conteniendo
lagrimas que ni siquiera entendía porque luchaban
por salir, estaba siendo ridículo, no quería llorar
porque un mafioso no le dejaba entrar a su vida.
—No te vayas, amor —pidió con tanta suplica,
que logró detener los pasos del rubio. No quería
sonar desesperado, incluso sabía que lo mejor, si era
que Taehyung se fuera, que dejara de indagar en su
vida, pero la idea de perderlo, le hizo detenerlo, salió
con prisa de la bañera, su verga aun hinchada
curvándose hacía su abdomen marcado. Como si
fuera un niño desesperado, apretó por la cintura al
menor, hundiendo su cara entre el cuello y hombro,
abrazándolo con fuerza—. Perdóname ¿sí? —con un
ágil movimiento, giró al rubio, sintiendo su pecho
explotar al ver los ojitos húmedos, con ternura
limpió las mejillas—. Soy un idiota, eso es obvio,
pero para nada eres una puta, amor te lo juro, eres
más que solo un culo —hablaba con una calma que
hace años no tenía, en ese momento estaba dispuesto
hasta arrodillarse para ver a Taehyung en calma—,
si quiero conocerte, pero debes entender que saber
cosas de mí, se vuelve peligroso para ti, y no quiero
que te pase algo malo.

228
Sentía los dedos de Jungkook limpiar sus
mejillas, parado de puntitas buscaba llegar a la boca
del mayor, cruzó sus brazos por detrás de la nuca,
tragó duro, sintiendo un cosquilleo ante las palabras
calmadas que el mayor le daba, hizo una sonrisa de
lado antes de hablar.
—Esta bien, te perdono —vio como el mayor
sonrió, antes de que Jungkook pegará sus labios a
los suyos se apresuro a poner distancia—. Pero a la
próxima, no te será tan fácil mi perdón. Taehyung
mentía, caía inevitablemente por Jungkook, por eso
soltó un gritito cuando el pelinegro lo elevó en el
aire, para cargarlo al estilo princesa—. ¡Dios,
Jungkook! Enserio necesito que mi culo descanse…
—¿Quién dijo que vamos a coger? ¿Ves? Eres tu
quien siempre me incita a hacerte el amor —
interrumpió el mayor, saliendo del amplio baño para
adentrarse a la habitación, con delicadeza recostó a
Taehyung en la cama, quedándose a los pies del
colchón, admirando la belleza del rubio, el cuerpo
moreno expuesto sin nada que le impidiera verlo, la
dermis canela brillando como si fuera un tesoro, lo
era, la cintura estrecha y caderas anchas, los labios
rojizos e hinchados por los múltiples besos dados, en
la zona de los pechos, yacían los chupetones que
había causado, de igual forma que en los muslos

229
internos. Simplemente ver al rubio desnudo, debía
ser considerado como arte—. Estas exquisito, amor
—se inclinó para besar justo por encima del
miembro del contrario, subiendo sus besos hasta
llegar a ese abdomen bonito.
El mayor, pensaba continuar adorando la piel
canela, eso hasta que el rugir del estomago del
menor le hizo detenerse. Con una sonrisa se alejó
para ver la cara apenada del rubio, dejó un beso más
antes de hablar.
—¡Venga! Vamos a comer algo, cariño —indicó,
moviéndose hasta el closet vestidor, cogiendo un
bóxer y una camisa amplia para el menor.
Aunque Taehyung quiso oponerse, Jungkook se
encargó de secarlo y cambiarlo, lo trataba como si se
tratara de una pieza de cristal, incluso el mayor
alegó que no lo dejaría caminar, llevándolo en
brazos hasta la cocina, donde otra realidad les pegó,
habían estado tan encerrados en su mundo, que en
un momento de éxtasis, el mafioso había corrido a
toda su gente, solo dejando a los guardias que
custodiaban la entrada, pues el mayor, se negaba a
que escucharan los dulces gemidos que el rubio solo
le regalaba a él.

230
Antes de que Jungkook dijera algo, Taehyung
bajó de los brazos, encantado con la enorme cocina,
tomando la confianza como para revisar el gran
refrigerador, cogiendo lo necesario para saciar su
hambre, obligó al mayor a quedarse quieto en el alto
banco, alegando por lo alto que era el mejor
cocinero, mientras el prepara un salmón con finas
hierbas, en solo una prenda de lino blanco que
cubría parte de sus muslos, daba vueltas, encantado
sazonaba el pescado, riendo cada que el mayor decía
alguna idiotez o le lanzaba un piropo escandaloso,
sin notarlo, ambos comenzaron una charla, en menos
de quince minutos, el rubio ya había contado a
detalle su discusión con Namjoon.
Jungkook apretaba los puños sobre el mesón,
demasiado furioso por saber con exactitud hasta
como el rostro de Taehyung había sido maltratado, si
antes no tenía en mente manchar a Namjoon en su
venganza, ahora cambiaba, le haría pagar con sangre
el haber lastimado a su chico. Lo tenía claro, en su
mente ya se maquilaban cientas de ideas de tortura,
buscar algo oscuro para arruinar su reputación,
cualquier cosa que le hiciera saber, era un error
meterse con las personas que el cuidaba.
—Le pedí el divorcio a Namjoon, yo… yo ya no
lo amo —soltó casi en un susurro, dándole la

231
espalda al mayor, sabía que a Jungkook eso no le
importaba, pero se sentía seguro para poder hablar
de aquello que aún le atormentaba—. Por eso el
estaba furioso, el creía… bueno, el no se equivocaba
al pensar lo peor de mi…
—¡No! —interrumpió, dando un golpe en el
mesón, se levantó con velocidad para caminar hasta
donde Taehyung estaba parado, tomándolo por la
cintura, llevando una mano al rostro perfecto, dando
caricias que contrastaban con la furia que guardaba
—. Lo que te hizo ese imbécil no tiene justificación,
no importa lo que hayas hecho, el no tenía porque
golpearte —la sola mención le hizo sentir que su
sangre hervía en rabia—. ¡Le voy quemar las putas
manos por golpear a un rey como tú!
El rubio se quedó callado, sin saber que
responder, sentía la protección de Jungkook, y eso le
encantaba, sabía que estaba mal crearse ilusiones
que fueran más allá de solo sexo, pero enserio,
parecía que el mayor se esforzaba por ganarse su
corazón, bajó la cabeza, sin poder resistir a la mirada
profunda del pelinegro, tragó duro mientras sus
mejillas se ruborizaban, relamió sus labios y antes
de poder seguir con su idea de esconderse, las manos
del contrario le obligaron a mirarle una vez más.

232
—No miento cuando digo que nada va a
lastimarte, pececito. Voy a cumplir mi palabra,
encontrare a la persona que te esta hostigando, hare
pagar a Namjoon, todo aquel maldito que siquiera
considere hacerte daño, ya está muerto, es cuestión
de tiempo pata que lo alcance.
No pudo decir algo, en su lugar, Taehyung jaló
por el cuello al mayor, fundiéndose en un nuevo
besó, enrollando las piernas en la cadera del
contrario, dejando que su culo desnudo fuera
sujetado por las manos tatuadas, el hambre pasó a
segundo plano, solo necesitaba ser besado y adorado
por Jungkook para que todo se le olvidara, jalaba los
mechones oscuros entre sus manos, sin saber a
donde se dirigía, solo palpando el frío mármol bajo
sus nalgas, el pene del más grande restregándose con
fuerza contra su pelvis, esa euforia que ambos
mantenían, se desataba. Ambos disfrutaban, se
entregaban sin pena, como si fueran dos piezas
creadas a la par, encajaban con tanta perfección que
a uno de ellos asustaba, era maravilloso ver la forma
en que se acoplaban, en como un simple beso les
hacía estallar.
Un aroma a quemado se intensificó, logrando que
el rubio lo reconociera como su comida en llamas,
de un salto, logro separarse de Jungkook,

233
maldiciendo bajo cuando vio el salmón que debía ser
de un tono rosado, totalmente quemado, la piel
tostada y negra, solo pudo alejar el sartén del fuego
y apagar la mecha alta, llevando una de sus manos a
su cabello enredado.
—¡Mierda! —Taehyung no era un presumido,
pero sabía a la perfección que era un experto en la
cocina, por eso le molestaba saber que había
quemado un perfecto salmón. Culpaba con totalidad
a Jungkook, pues si no estuviera distrayéndolo con
sus besos, nunca hubiera pasado esa desgracia, las
risas del mayor hicieron al menor girarse—. ¿Qué es
gracioso? —preguntó, sus manos sobre sus caderas,
esperando por la respuesta del contrario.
Le importaba una mierda que su cocina casi fuera
quemada, su sonrisa se ampliaba al ver a Taehyung
caminar por la habitación, era perfecto imaginar al
rubio transitar día a día por aquel lugar, y aunque el
mismo se estaba fallando al desear más que solo
sexo y besos, anheló tener por siempre al menor, así,
de esa forma tan hogareña, tan cálida que le hacía
olvidar todo lo malo que el amor le había dejado.
—Tú lo eres, amor —dijo Jungkook, sintiendo
que su sonrisa se ampliaba, aunque él se negará—.
Casi quemas mi cocina por un simple pescado

234
¿seguro que el verdadero motivo del divorcio no es
este? Mi pececito me engaño, no es un buen
cocinero —burló, caminó hasta el menor, sujetando
el cuerpo mientras se pegaba más y más.
—Cállate, tonto. Soy bueno en la cocina, esto es
tu culpa —respondió, puchereando de esa forma que
a Jungkook ya le fascinaba—. Esto es tu culpa,
haces que mi mente se confunda.
—¿Sí? Entonces no importa, quema la mansión
entera si solo así estoy en tu mente. —soltó el aire,
seguía escuchando el rugir de la panza del menor, y
su instinto protector le obligaba a no dejar a su chico
de esa forma—. Decide ¿Pizza o cereal con leche?
Estaba dispuesto a volver a cocinar, pero
Jungkook insistió en que era suficiente de accidentes
por un día. Ambos esperaron a que la pizza llegara,
comiendo sin separarse, el mayor de piernas abiertas
sobre un sillón europeo, mientras Taehyung se hacía
espacio entre los muslos grandes, sujetando el
triángulo de queso y pepperoni entres sus manos,
sintiendo una tranquilidad que le hizo tener la
confianza de querer exponer todos sus miedos a ese
hombre que le regalaba orgasmos. Sin notarlo, los
dos se entregaban, puede que ambos tuvieran ideas
distintas para lo que les deparaba, pero sus

235
sentimientos se volvían los mismos, latiendo ante la
incesante idea de estar juntos, sin importar las
consecuencias.
El sonido constante de la puerta principal siendo
tocada, hizo a Jungkook molestarse, con cuidado,
acomodo a un dormido Taehyung sobre el sillón,
acariciando los labios y dejando un beso muy
cariñoso antes de cambiar su semblante a uno
enojado, abriendo la puerta de su casa para toparse
con un agitado Jimin, sin querer alterar el sueño del
rubio, salía de su propia mansión para hablar con el
recién llegado.
—¿Qué mierda quieres? Deje en claro que no
quería que nadie me interrumpiera —bramó molesto
el mayor.
—Créeme que me quedo claro, después de que
nos corriste como perros, pero no vendría si no fuera
importante. Tenemos muchos problemas, el primero,
Lee quemó una de nuestras bodegas, no hay bajas,
pero si mercancía descompuesta —decía de forma
rápida el más bajo—. Segundo, encontré a un
presunto sospechoso de ser quien acosa a Taehyung
—eso captó con totalidad la atención del mafioso,
incluso más que saber sus bodegas estaban siendo
destrozadas. Jimin no quiso decir nada de eso, por

236
eso continuó: — Y, por último, el jefe de policías
consiguió un orden para catear tu casa, ellos vienen
acá, y créeme, dudo mucho que Namjoon quiera ver
a su esposo que lleva una semana desaparecido aquí,
contigo.
Jungkook apretó los puños con furia, su lengua
haciendo ese movimiento que solo delataba la rabia
destellando de su ser, de todos sus problemas, solo le
importo mantener a su chico lejos del idiota de
Namjoon. No pensaba dejar que se lo llevaran de sus
brazos.

237
[16]

Tenía que ser rápido, lo sabía, no debía perder el


tiempo, lo entendía, pero ver a Taehyung descansado
plácidamente, le hizo frenar sus prisas, Jungkook se
mantenía agachado a un lado del sillón donde el
rubio dormía, pasó sus nudillos tatuados por la
mejilla morena, sonrió al ver como el menor formó
un puchero involuntario, con lentitud, se acercó a los
labios inflados, dejó un sutil beso, nada comparado a
la forma intensa en que le había hecho el amor horas
atrás.
Jungkook se separó, sintió un revoltijo de
emociones al ver el momento exacto en que
Taehyung parpadeó, abrió sus ojos con sutileza, una
muy propia del menor, los labios recién besados, se
curvaron en una sonrisa que logró acelerar el
corazón del mayor.
No era correcto, entendía que no podía permitirse
sentir algo más que deseo carnal por Taehyung, pero
¿Cómo decirle a su corazón traicionero que se
calmará? Jungkook se dejó llevar, uniendo sus labios
una vez más en un beso, demasiado extasiado, las
manos del rubio apretando su espalda, en segundos,

238
ya estaba sobre el moreno, sosteniendo su peso con
sus rodillas y brazos, aunque su pene estaba duro
como piedra, y su piel reaccionaba a las caricias del
contrario, el mafioso no deseaba penetrarlo, quería
sentir a su pececito de mil formas, y en esa ocasión
solo deseaba perderse en los belfos expertos en
borrarle las ideas.
Ambos se separaron, soltaron un gemido
placentero, Taehyung deseaba ser tomado una vez
más, era como si su cuerpo omitiera el dolor y
cansancio, necesitaba tener muy dentro suyo a
Jungkook, apretar la virilidad del ajeno con sus
músculos anales, morder la piel de los hombros
tatuados, rasgar la espalda con sus uñas largas, las
manos del pelinegro estrujando sus nalgas,
separando para adentrarse más, los dientes del
mafioso sobre sus pezones, elevándolo a un éxtasis
nunca experimentado, su lengua y la del otro,
jugando hasta enredarse, la saliva siendo una misma,
curvar su espalda al sentir el chorro caliente de
semen en su culo ajustado; sus mejillas se tiñeron de
rojo al pensar en aquello que deseaba, acarició la
nuca del mayor, disipando todo malestar.
—¡Hola! —soltó casi en un susurro, sus piernas
enredadas en la cadera ancha, su mirada fija sobre la
mandíbula marcada, un deseo de chupar la piel

239
blanquecina, dejar su marca, fundirse ante el tacto
del mayor. Taehyung mordió sus labios, elevó su
pecho con una respiración, y aunque la tela le
impedía sentir el torso desnudo de Jungkook, pudo
sentir el calor del ajeno.
Jungkook contuvo el aliento, los dedos del menor
no solo jugaban con su nuca, también con su
cordura, cerró los ojos, dejando que Taehyung
pegará sus rostros, su nariz ancha rosaba con la
contraria, inhaló ese aroma excitante que solo el
rubio poseía, se sintió enloquecido, pues juraba
estaba a nada de comprar Gucci entero y obligarles a
crear una fragancia que capturará todo del menor,
desesperado, paso su barbilla rasposa por el día sin
rasurarse, sobre los mofletes lisos.
—Pececito, no juegues con mi cordura —dijo con
una calma que buscaba esconder la suplica en sus
palabras, tan sedado ante Taehyung, tan asustado del
descontrol, tan idiotizado como para soltarlo. Besó
una vez más los labios, fijo sus orbes oscuros en los
contrarios, y aunque deseaba quedarse así por
siempre, tuvo que separarse, soltar al rubio—. ¡Uff!
—soltó el aire, se levantó del sillón y se sentó,
levantó los pies del menor y los puso en su regazo.

240
Taehyung no quería tener lejos a Jungkook, por
eso, fue veloz, se subió con agilidad al regazo del
mayor, su culo enrojecido sobre los muslos duros, el
pene erecto tentando su entrada libre de prendas, sin
ropa interior que fuera obstáculos para una
intromisión, pegó su frente con la del pelinegro, listo
para suplicar sin palabras, lo mucho que necesitaba
ser tomado, movió sus caderas hacía adelante, sonrió
al sentir las manos del mafioso apretar su cintura.
—A-amor —no quería sonar tan domado, pero
fue imposible para Jungkook—. Por favor, cielo,
para —pidió con un hilo de voz, traicionando sus
órdenes al abrazar más al menor—. Tengo, tengo
que…
—Tienes que hacerme el amor —interrumpió el
rubio, metiendo una mano dentro del bóxer del
mayor, tomando la verga caliente, venosa y dura
entre sus dedos, jugando con el pelinegro, apretó con
delicadeza los testículos, subió su palma hasta el
tronco de carne, con el dedo índice, jugaba por el
orificio del pene, el pre-semen mojando su
extremidad.
Su autocontrol se iba a la mierda, las gloriosas
manos de Taehyung eran un pecado que lo
arrastraban hasta el descontrol, soltó un gemido.

241
Jungkook siempre presumía de ser un hombre letal
en la cama, de las múltiples parejas de sexo que
había tenido, todas resultaban agotadas mucho antes
que él, podía ser pretensioso pero el mafioso
mantenía la verga bien parada por un largo rato, eso
hasta que el rubio apretó esos botones que nunca
nadie había tocado, en menos de dos minutos, su
glande se liberó, largas tiras de espeso y viscoso
esperma bañando la fina mano del menor.
—¡Puta madre! —dijo agitado, su pecho
subiendo y bajando, sus pupilas dilatadas, Jungkook
tenía hasta los ojos llorosos, tragó duro, se enderezó
en su lugar, su cuerpo aun tembloroso por su
inesperado orgasmo, dolía admitir que le
avergonzaba actuar como un puberto hormonal,
quiso omitirlo, centrándose en lo esencial, sacar a
Taehyung de su casa antes que la policía llegara, ese
pensamiento basto para poner sus engranes a
trabajar—. ¡Mierda! Pececito —guardó su verga aun
goteante entre su ropa interior, retiró al menor de su
regazó—. Se que voy a sonar como un cabrón, pero
necesito sacarte de la mansión.
El gesto alegre y satisfecho de Taehyung, se
transformó en una mueca ofendida. Muchas veces el
rubio se había sentido usado, cuando sus amigos de
la escuela le hablaban a cambio de hacerle las tareas,

242
las veces que su padre ebrio le tapaba la boca con
fuerza para tocarlo, su madre solo buscándolo para
sacarle dinero, tantas ocasiones que podía enumerar,
pero de todas ellas, la que más le estaba doliendo era
pensar que Jungkook en efecto le estaba usando para
saciar su calentura.
Soltó el aire, debía tener las cosas claras, se sintió
estúpido incluso por decir “hacer el amor” cuando
era obvio que solo había sido follado. Taehyung no
boqueo, en su lugar, asintió, queriendo ocultar su
malestar, apretó sus puños y contuvo el llanto.
—Claro, entiendo —habló con falsa calma, como
si la vista de Jungkook le intimidará, bajó la mirada
—. Yo igual ya tenía que irme, tengo mucho que
hacer —balbuceo, dando pasos hacia atrás, se giró,
buscando la puerta, omitiendo su casi desnudez y
que ni siquiera sabía como volver a su casa—. Fue
bueno vernos señor Jeon, ¡hasta… nunca!
—¡Taehyung! —llamó el mayor, al notar la prisa
del menor, caminó hasta la enorme puerta, incapaz
de correrlo como el rubio pensaba, lo tomó por la
cintura, obligándolo a girarse, bufó al ver las
lágrimas en el precioso rostro—. Amor, no te estoy
corriendo, te lo juro —limpió con sus pulgares las
gotas saladas—, pero, tengo un problemita que

243
atender, gente peligrosa viene para acá —nunca le
gustaba hablar de su trabajo con sus parejas
sexuales, pero era el rubio, el precioso chico de
mejillas infladas y sonrisa cuadrada, mismo que
gemía su nombre hasta poner los ojos en blanco—.
¿Entiendes? —asintió el menor, aun actuando como
un infante regañado—. ¡Venga, cielo! Dame un
beso, luego vamos a ir arriba a que te pongas algo
que te cubra, ¿o acaso pensabas salir mostrando este
culazo? —apretó una de las nalgas del moreno,
sacando una risa.
—¡Idiota!
—Lo soy, no hay dudas, pero soy un idiota por ti
—besó a Taehyung, tomándolo por los muslos para
cumplir con su palabra de vestirlo.
Jungkook le dio una de sus mejores camisas al
menor, encantado al ver como el cuerpo delgado
bailaba entre la prenda, unos pants anchos y
ajustados con un cinturón, tuvieron que ser
suficientes. Aunque su personal se formaba en la
entrada de su casa, el mafioso mantenía la calma,
tomado de la mano del esposo de quien corría para
enfrentarlo.
—Te llamaré —dijo Jungkook, la puerta del Roll
Royce negro estaba abierta en los asientos traseros,

244
adentro Taehyung, siendo recibidor de mimos por
parte suya—. Mándame un mensaje cuando estés
sano y salvo en casa.
—No tengo un móvil, lo siento —se disculpó
Taehyung, sin saber donde había quedado el suyo—.
Tal vez yo vaya al bar, o…
—Te hare llegar a tu casa lo que necesites —
rebuscó entre su saco azul marino, ya estaba
cambiado, listo para lo que le esperaba—. Toma,
amor, es mi celular personal, no tengo más que dos
contactos, pero les notificare del cambio de usuario,
úsalo por mientras, no quiero que estés saliendo de
noche, las cosas se van a poner feas —acarició los
labios con calma—. Mándame un mensaje cuando
estés en casa, soy el segundo contacto.
No solo iba ganando mandato en OakTown,
también enemigos, Jungkook no deseaba exponer a
Taehyung, las calles de la ciudad se volverían un
peligro constante.
Los dos se despidieron con un largo beso, una
acción que dejo a más de un guardia curioso de
mirar más, Jungkook cerró la puerta del auto, esperó
a que la lujosa carrocería arrancará, quedándose
parado cerca de la fuente, sus zapatos italianos
pulcros, como si días atrás no fueran los mismos que

245
salpico de sangre de sus enemigos, el mafioso metió
sus manos a los bolsillos de su pantalón, notando
como Jimin salía de su escondite para colocarse a su
lado.
—Namjoon ya viene, no dudo que se cruce en el
camino con Taehyung —indicó el más bajo,
suspirando, sin saber si decir lo que pensaba de los
tratos que su jefe estaba dando al rubio—. Tal vez lo
mejor sea que te alejes de el por un…
—No pedí tu opinión, Jimin —interrumpió el
mayor, aun viendo el camino por donde su mejor
auto blindado llevaba a Taehyung a su hogar, lejos
del peligro, soltó el aire, percibiendo a lo lejos el
sonido de las sirenas—. Mande a Taehyung por otra
ruta, Namjoon ni siquiera notará que su esposo
estuvo aquí.
Era cierto, no había algo que delatará a
Taehyung, siete días encerrados en una mansión
donde solo flotaba el aroma a sexo, nuevos sueños y
sentimientos que debía ser eliminados.
El pelinegro caminó de vuelta al interior de su
mansión, sacó un cigarro, caló hondo, dejando que
el tabaco funcionara como la perfecta distracción de
sus malos pensamientos, era por eso que odia incluir
a personas en su vida, su mente estaba dividida en

246
saber que Taehyung había llegado a salvo, y
mantenerse lucido para la llegada de Namjoon, tenía
que seguir cuerdo para hacerle pagar.
Esperó impaciente, sentado en su cómodo sillón,
no el mismo donde recostó a Taehyung, pues no
quería que nadie más profanara la esencia divina que
el menor había dejado. Cruzó una pierna por encima
de la otra, escuchó las sirenas más cerca, tanto hasta
que ellas frenaron su escándalo, estaban en su casa.
Los guardias al exterior tenían la orden clara de no
oponerse a la autoridad.
—¡¡Jeon Jungkook!! —gritó Namjoon al exterior,
tocando con brusquedad la gran puerta de madera—.
Abra la puerta, tengo una orden de cateo, no se
oponga.
Hizo una seña al sirviente que se asomó, el sería
quien recibiría a ese hijo de las mil putas que dañó a
Taehyung. Jungkook caminó, su pecho acelerado,
sus pulsaciones resonando por su piel, con los dedos
cosquilleantes abrió, viendo de primer instante al
peli gris, sonrió de lado, su plan comenzaba.
—¡Bienvenidos! Espero que disfruten la estadía
en mi casa —dijo con sorna, causando que el jefe de
policías bufará molesto.

247
Namjoon no estaba de ánimos para las jugarretas
del mafioso, estaba pasando por el peor momento de
su vida, su adorado esposo llevaba una semana
desaparecido, por más que lo buscaba, no daba con
él, había intentado llamarle, recibiendo la nada,
incluso fue tras los padres del chico, solo para
recibir consejos despectivos hacía la persona de
Taehyung, estaba arrepentido por sus acciones
crueles hacía su pareja, admití que se había cegado
por el dolor de su terrible condición y los celos,
ahora solo quería que el rubio volviera, abrazarlo,
besarlo, hacerle el amor como al menor le gustaba,
contarle lo que le aquejaba y poner, por fin, a
Taehyung como su prioridad.
—¡Déjate de juegos! —dijo de mala gana
Namjoon, se adentró con confianza al lugar,
indicando a sus hombres que revisarán cada rincón
del lugar, se giró para ver a Jungkook, molestó de
ver al contrario tan tranquilo, tan sonriente y con la
mirada oscura sobre el—. ¿Qué mierda me ves,
Jeon?
El jefe de policías caminó hasta quedar cercano a
Jungkook, no entendía porque, pero sentía una
inmensa rabia, unas enormes ganas de borrarle la
sonrisa burlona al pelinegro, relamió sus labios,
intentando calmarse, estaba sobre exagerando, todo

248
era por el estrés de su hogar, mantener en el trabajo
su perfil de esposo ejemplar, le estaba saliendo caro,
no se atrevía a pedir ayuda a sus colegas para dar
con el paradero de Taehyung, le aterraba que cuando
todos supieran de sus pleitos, el fuera señalado como
el marido inservible y estéril.
Jungkook sabía porque el contrario estaba tan de
mal humor, lo disfrutaba, ladeo su cabeza,
mostrando el chupetón que Taehyung le había
dejado, tan orgulloso de ello, demasiado necesitado
de gritar que esa casa que registraban, había sido
testigos de los gemidos más placenteros, que por
siete días hizo el amor como un loco con su esposo,
que el logró que el rubio olvidará hasta comer.
—Nada, no le veo nada, jefe —habló con burla,
soltó una risa nasal, caló de su cigarrillo y liberó una
nube de humo sobre la cara de opuesto—. ¿Por qué
esta tan tenso? Tiene una cara de que no ha follado
en días —arrugó la nariz, caminando alrededor del
peli gris—. ¿Es eso? ¿Su precioso esposo lo tiene en
abstinencia? —sabía que sus palabras apretaban
justo donde quería, Namjoon se estaba enojando—.
Que mal, sabe, yo estuve cogiendo por siete días, los
mejores de mi puta vida, mi verga esta tan adolorida
—dijo con vulgaridad, recalcando la mención de los
días—. El era maravilloso, el mejor culo que he

249
visto, tan redondo, tan perfecto, unas piernas largas
y doradas, su boca rosada gemía mi nombre con
exquisitez, tenía unos pezones de infarto, color
caramelo…
—No me interesa tu vida sexual, Jeon —
interrumpió, molesto, mordió sus mejillas internas,
odiando como Jungkook parecía saber donde
golpearle—. Ni a ti la mía, no voy a hablarte de mi
esposo, yo si tengo decencia.
Rió alto, no necesitaba que Namjoon le dijera
como era Taehyung en la cama, el ya lo había
probado, de tantas formas que no olvidaba, en la
mente de Jungkook, el esposo del peli gris ya era
suyo.
—¿Decencia? ¿Desde cuando es malo hablar de
sexo? Que cerrado de mente es, tal vez por eso
Taehyung lo tiene en abstinencia —apretó de más el
cigarrillo al decir aquello, solo pensar en su chico
con el jefe de policías, le molesto, pero debía
continuar, hacer que Namjoon perdiera los estribos.
—No me interesa, no aceptaré consejos de un
imbécil como tú, para tratar a mi esposo —
respondió a la defensiva, su ojo derecho palpando
por la furia contenida.

250
—¡Uh! Toque un punto sensible. Así que tiene
problemas en el paraíso ¿Por qué? ¿No lo trata bien?
¿No le hace el amor como el pide? ¿lo maltrata? —
merodeaba al peli gris, hablando con rabia,
escupiendo la última pregunta, pues sabía la
respuesta—. Tal vez, si me lo pide de buena forma,
le enseñe a como tratar a alguien como su esposo, un
chico así merece ser tratado como un rey… ¡Dios!
Lo que le haría en la cama…
Sus palabras se vieron interrumpidas por un
puñetazo en su mejilla izquierda, Jungkook lo
esperaba, dramáticamente se tiró al suelo, riendo
cuando Namjoon le grito.
—¡Cállate! No eres quien para enseñarme a como
tratar a mi esposo —liberó con rabia, su cuerpo
temblaba de tal forma que sentía ya no podía seguir
en pie. Las miradas no tardaron en caer sobre los dos
hombres discutiendo, apenado, furioso y ansioso, el
peli gris volvió a hablar: —¡Sigan con su puto
trabajo!
Relamió la sangre de su labio afectado, soltó una
risa nasal, y se levantó, no iba a parar, no ahora que
tenía a Namjoon donde quería, con una señal, indicó
a Jimin continuar con lo planeado, pobre Namjoon,
creyendo que iba a encontrar algo en la mansión

251
alejada, un lugar donde la señal estaba siendo
bloqueada, quedando encerrados en la jaula que
Jungkook había creado.
—De acuerdo, calma —pidió con una sonrisa,
Jungkook sacudió su traje azul—. No tenía que ser
tan rudo, si trata de esa forma a todos, tal vez su
esposo no este a salvo a su lado, los golpes no son la
solución —elevó su mirada, chocando con los ojos
confusos y confusos del peli gris— ¿También el
pobre Taehyung es víctima de su poco control?
El peli gris no pudo soportar más las palabras de
Jungkook, salió de la mansión, escondiéndose en su
auto, respiraba agitado, una gruesa capa de sudor le
cubría, su ritmo cardiaco muy acelerado, echó la
cabeza atrás, su cuerpo reaccionando de formas que
no controlaba, imágenes vividas se postraban en su
cabeza, no era hombre descontrolado, se decía a si
mismo, mientras revivía la escena donde golpeo a su
esposo.
—Fue sin querer —dijo a si mismo, solo en la
patrulla, demasiado cegado como para notar que
algo iba mal—. Yo lo amo, Taehyung es mi vida…
—lo había sido, tal vez aun lo era, pero la falta de
comunicación en ambos, había creado una grieta
irreparable—. Volverá, haremos el amor, le

252
demostraré que soy un buen hombre, soy un buen
hombre…
Agitado y confuso, llevó su mano a su pene duro,
sin saber porque justo en ese momento se paraba,
cerró los ojos, Namjoon rememoro el cuerpo
desnudo de Taehyung, la cintura estrecha, las
piernas largas y bronceadas, la pelvis depilada, la
dermis en esa zona, tan suave, los pezones de un
tono caramelo, el culo apretado, movió su mano por
su erección, masturbándose sin poder evitarlo,
gimiendo el nombre de su esposo, liberándose con
una imagen que le hizo sentirse cálido, el rubio
rebotando en su verga inservible, liberando chorros
de semen que no podía preñar.
—¡Mierda, mierda! —soltó cansado y sudado, su
frente cubierta por sus mechones grises, su camisa
blanca completamente mojada por su sudor, sus
manos temblorosas aun sobre su pene, las venas
marcadas, los dedos manchados—. Esto no esta bien
—había vuelto a perder el control, esta vez de una
forma que no esperaba, se recompuso, limpió su
esperma con un papel, acomodó su pene, su
uniforme y regresó a la mansión, seguro de que no
iba a volver a caer en los juegos del mafioso.

253
—¿Regreso tan pronto? —cuestionó Jungkook,
recostado en un sillón, exhalando el humo de otro
cigarro—. ¿Estuvo buena la masturbada?
Ignoró lo dicho por Jungkook, caminó hasta el
pelinegro, tomándolo por el cuello del saco,
obligándolo a tirar el cigarro al suelo.
—¡Escúchame, imbécil! Te voy a borrar esa puta
sonrisa, voy a registrar hasta debajo de tus
almohadas, y créeme no me iré sin algo, me importa
una mierda el tiempo que me lleve, te voy a hundir,
Jungkook.
Iluso Namjoon, mientras les ordenaba a sus
hombres doblar el cateo por la gran mansión,
Jungkook cerraba su plan, creando un caos en una
ciudad que estaba carente de la justicia, plantando lo
necesario para sacar al jefe de policías de la jugada,
todo a la par en que Taehyung tecleaba un “estoy en
casa, amor” al mafioso, adentrándose al hogar
donde pronto no iba a estar más.

254
[17]

Echó la cabeza hacía atrás, sintió el agua cálida


recorrer desde su pecho sensible por ser la zona
donde recibió constantes mordisqueos, hasta
perderse en su pelvis, bajó su mano por su abdomen
plano, quiso rememorar el tacto de unas duras
manos, sintió el cosquilleo por su dermis canela,
apretó los glúteos y mordió sus labios, ante el frenesí
de sensaciones, abrió la boca y gimió alto, sus pies
se enroscaron, mientras sus dedos jugaban con sus
pezones, movió sus caderas hacía adelante y abrió
los ojos de golpe al sentir la ausencia del mafioso
que adoraba.
—¡Jungkook!… te necesito…—susurró, deseoso
de que el pelinegro estuviera detrás suyo, queriendo
que los fuertes brazos lo tomarán para llevarlo a la
cama y hacerle el amor una vez más.
Taehyung negó, sus mejillas ardiendo en un tono
carmesí, sus labios aun hinchados por la cantidad
exagerada de besos que recibió, soltó el aire antes de
coger una cantidad exagerada de champú, con una
esponja suave masajeaba por encima de sus muslos
regordetes, viendo como la espuma resbalaba por

255
sus piernas suaves, sus dedos largos limpiaron la
ajustada zona irritada donde el miembro viril de
Jungkook lo hizo delirar. Fresco y limpió, el rubio
salió del baño envuelto en una toalla grande, sin
cuestionarse porque su esposo no estaba en casa, no
le preocupaba, solo tenía mente para repetir en su
cabeza la forma exquisita en que le hicieron el amor.
Demasiado ansioso por saber más del mayor,
Taehyung se sentó en la cama, tomó el móvil,
abriendo una vez más la ventana donde estaba el
chat con Jungkook, molesto, gruñó, al no tener la
respuesta que deseaba, puchereó, fastidiado por
tomarle tanta importancia a la ausencia de los
mensajes de Jungkook, había pasado dos horas
desde que había llegado a su casa, siendo recibido
por la soledad y una chismosa SunHee que le siguió
hasta su habitación, buscando explicaciones que
definitivamente no quería dar. Esperó encerrado a
que la mujer se fuera, no tenía ganas de nada más
que de regresar a los brazos del mafioso.
—¡Tonto! ¿Por qué no me respondes? —se quejó
hacía la nada, Taehyung se levantó de la cama, dejó
el celular sobre el colchón después de enviar un
mensaje a NaeYon, necesitaba contarle a alguien de
confianza acerca de los días mágicos que tuvo; quiso
distraer su mirada en el amplio closet, pero sus

256
nervios no le ayudaban, jamás se había sentido tan
necesitado de la atención de un hombre. Con las
manos temblorosas, buscaba algo que ponerse,
desviando sus ojos de vez en cuando en el móvil a
unos metros—. ¡Cálmate, Tae! No necesitas estar al
pendiente de ese hombre, no eres su novio, ni nada,
solo cogiste, ¿sí? —intentaba convencerse a sí
mismo, se cambió con impaciencia, tomando la
primera braga, renegando y balbuceando insultos
mientras abotonaba su camisa y pantalón corto—…
Estúpido Jeon Jungkook, promesas piteras, viy i
cimplir tidis tis siiñis —se agachó para acomodar
sus sandalias—, mentiroso, desgraciado, no es más
que un mentiroso… —antes de continuar con sus
quejas, el sonido del móvil le hizo brincar en su
lugar, tirando todo a su paso para aventarse a la
cama y tomar el celular.
El rubio sintió el momento exacto en que perdía
el aire para recuperarlo al instante, el rebote contra
la cama le hizo parpadear, apretó el celular entre sus
dedos, giró en el colchón, con la vista en el techo, su
pecho subía y bajaba, mordió sus labios y
desbloqueo el iPhone, solo para bufar y continuar
maldiciendo al comprobar que era un mensaje de su
mejor amiga, en otro momento claro que hubiera
amado tener la respuesta rápida de la chica, pero

257
ahora, solo quería tener noticias de Jungkook,
necesitaba confirmar que no había sido un desfogue
más para el mafioso, Taehyung ansiaba sentirse
apreciado por un hombre que pocas veces confesaba
sus sentimientos.
Cabizbajo, el rubio continuó con sus actividades,
respondió a su mejor amiga, de vuelta a la realidad
donde tenía preocupaciones más severas que tener el
corazón ansioso, no podía olvidar el incidente de las
fotos, aunque Jungkook le juró solucionar todo,
ahora podía pensar con claridad, ya no era inocente,
había hecho algo espantoso, traicionó a Namjoon, y
aunque debía sentirse mal, lo cierto era que una
parte suya, no lo hacía; con prisa, sacaba lo más que
podía de sus prendas, arreglaba todo en dos maletas,
listo para salir de ese hogar, era cierto que tenía que
un proceso de divorcio que iniciar, hablar con el peli
gris sin golpes ni gritos, pero no pensaba seguir
ultrajando la casa donde tuvo un gran amor.
Taehyung cerró las maletas, suspiró, por fin
sintiendo el cansancio de siete días de sexo
descontrolado y el peso de sus pensamientos, tenía
el estomago vacío, tan necesitado de ser alimentado
con besos del hombre ausente, relamió sus labios, y
aunque se dijo que no iba a ser de esas personas
insistentes después del sexo, no pudo controlar sus

258
dedos que tecleaban con velocidad un mensaje más
para Jungkook, la furia y la tristeza de ser usado
“otra vez” le hicieron poner cosas que no sentía.
“Supongo que ya tienes lo que querías ¿cierto?
Soy un idiota pro creer en ti. No te preocupes, te
devolveré tus cosas, apenas pueda iré al club. No
quiero que te acerques más a mí, Jungkook, no estoy
dispuesto a que vuelvan a jugar conmigo, ya tuve
demasiado. ¡Gracias!”
Frustrado, contuvo el grito, con poca paciencia,
intentaba bajar las maletas pesadas por las escaleras,
gruñendo y pujando por la fuerza, aventando en los
últimos escalones la pesada carga. Su frente sudada,
la camisa de manta pegada a su espalda húmeda, sus
shorts arrugados y sus sandalias sucias por las veces
que las llantas de las vasijas le cayeron en los pies.
No le estaban saliendo las cosas bien, Taehyung
estaba molesto en exceso, incluso un poco más,
porque a pesar de su mensaje nuevo, no obtuvo la
queja del mayor, nada, el silencio que Jungkook le
había dado, continuaba, el rubio ignoró las
advertencias del mafioso acerca de no salir, no le
importaba, se iría con NaeYon, buscando un poco de
apoyo y oídos que no le juzgaran por lo que
necesitaba contar.

259
Impaciente, esperó por uno hora, luego dos, tres,
llamó a la chica, sin obtener respuesta, extrañado,
reinició el celular, con la esperanza de que el
servicio estuviera malo y por eso no tenía señales de
las dos personas que esperaba, pero no importó
cuantas veces encendió y apago el móvil, el aparató
no sonó. La noche estaba entrando, desesperado,
caminaba por su amplia sala, maldiciéndose por no
saber donde estaba su auto, se imaginaba que debía
seguir a las afueras del club de Jungkook, pero no
pensaba cruzar media ciudad con maletas en mano
para llegar a su coche.
—¡Mierda! —gruñó cuando las luces de su casa
se apagaron de la nada, por su cabeza no pasaba
nada más que ir a la cocina por velas y mantener la
sala iluminada, llamar un taxi y pasar la noche en un
hotel de buen precio, quiso hacerlo, pero el miedo
inundo su cuerpo cuando el ruido de una de las
ventanas que daba a la calle, estalló, los cristales
cayendo de forma escandalosa en el piso,
provocando que saltará en su lugar, el chirrido de un
auto derrapando en el exterior, hizo que Taehyung
sintiera como si su corazón se saliera— ¡¿Qué
demonios?!
Con cuidado, por la ausencia de luz, se acercó a
la ventana rota, viendo como todas las casa afuera

260
permanecían con perfecta iluminación, solo su hogar
estaba a ciegas, el miedo creció, bajó su cabeza,
notando lo que había roto los cristales, un ladrillo, se
agachó con temor, con una mano tapo su boca,
conteniendo el grito de pavor, sus dedos temblorosos
no tardaron en tomar el objeto, soltándolo apenas
pudo vislumbrar como la luz parpadeaba y todo
volvía a la normalidad, dejando ante su vista más
fotos suyas con el mafioso y un texto en rojo con la
misma leyenda de antes:
“Las putas no merecen tener paz, se lo que
hiciste, ahora ya no solo le abres las piernas a tu
padre ebrio, también lo haces con hombres
malos…”
Soltó un grito bajo, arrancó la nota junto a las
fotos para hacerlas pedazos, Taehyung se dejó caer
de pompas, arrastrándose hasta llegar a la pared más
cercana, sollozando alto, pegó sus rodillas a su
pecho, estaba muy asustado, demasiado asombrado
de que alguien más supiera su secreto, no solo era
acerca de que se acostó con Jungkook, ahora, esa
persona también sabía del tormento que vivió en
casa de sus padres. El rubio lloró mientras las luces
parpadeaban, el fresco viento entraba por la ventana
rota, y el pobre moreno no pudo percibir las luces
altas de una camioneta negra estacionándose frente a

261
su casa, no hasta que el timbre le hizo saltar de su
lugar.
Un golpe sobre la puerta, dos… tres, la perilla se
movió de forma brusca, iban a entrar.
Por inercia, Taehyung se levantó, vio las cortinas
moverse, pensó el porque “esa persona” no entraba
por el notorio hueco en su ventana, lo que le hizo
pensar que se trataba de alguien grande, alguien que
iba a lastimarle; su pecho acelerado, su cuerpo
tembloroso cedió al terror, se quedó pasmado frente
a la puerta, seguro de que iba a morir, en sus
pensamientos soló podía rogar porque Jungkook lo
salvará, ni siquiera pensó en que su esposo era el
jefe de policías. El rubio contuvo el aliento, agudizo
su oído y lo escucho.
—¡Taehyung! Nene, soy yo ¿esta todo bien?
Era NaeYon, como si un peso fuera levantado de
sus hombros, el rubio salió de su estado de trance
para correr y abrir, brincando encima de la ahora
pelirroja, abrazándola con fuerzas, sollozando en el
hombro huesudo de la mujer. La contraria, no dudo
en analizar a su mejor amigo al instante, notando al
fin la ventana rota, y aunque debía sacar al menor de
ahí, hizo algo más idiota como confiar que
encerrarse en casa y llamar a la policía iba a estar

262
bien, pero lo que no sabía, es que, por los actos de
Jungkook, toda Oaktown estaba incomunicada, la
trampa que el mafioso pensó para Namjoon,
comenzaba a darle la espalda, dejando a su pececito
expuesto.
—Es extraño, no hay señal desde la tarde, quise
llamar a la policía, pero no puedo —comentó la
pelirroja, extendiéndole una taza de té al menor,
NaeYon miró a su mejor amigo, aun temblando, se
sentó sobre la mesa de café, tocó la pierna delgada
del rubio, buscando darle calma, aun no sabía con
exactitud que había pasado, el porque Taehyung
estaba tan alterado, solo recibió balbuceos y llanto
que no logró comprender—. Nene ¿quieres decirme
que paso?
Quería, necesitaba contarle a alguien todo lo que
le estaba pasando, eso y confesar sus siete días de
liberación. Taehyung soltó el aire, moqueo y tomó
un sorbo del té antes comenzar a hablar, sin filtros se
encargó de decir todo, desde la las fotos en su
puerta, la pelea con Namjoon, la bofetada, las duras
palabras, el darse cuenta que su matrimonio ya no
servía, no amaba a su esposo, no más, no con la
leyenda “para siempre”; hasta relatar con lágrimas
en los ojos, como huyó de su propia casa,
desesperado por correr a brazos de Jungkook le

263
dieran paz y tranquilidad , no omitió nada, ni
siquiera la forma en que el mafioso le hizo olvidar
todo, menos calló lo sensual y deseado que se sintió,
lo mucho que amo el como ese maleante le hizo el
amor de una forma sucia y pasional que aun le hacía
temblar de solo recordar.
—Se que está mal decirlo, estoy seguro que ahora
si soy esa puta que tanto temía, pero Nae, Jungkook
me hizo sentir de una forma que nunca antes
imagine, la manera en que me tomaba, la
sensualidad mezclada con el cariño en cada una de
sus palabras, pude estar en paz por todos estos días
—contaba el rubio, más tranquilo, menos asustado
—, te juro que me hizo olvidar todo, hace tanto
tiempo que no me sentía así de bien… —suspiró,
bajó su mirada a sus manos, jugando con sus dedos,
omitiendo el sentimiento de nostalgia que le daba el
saber que posiblemente el pelinegro no pensaba de
en él d esa forma adictiva que él lo estaba haciendo
—…, yo la pase tan bien con Jungkook, creo que lo
extraño —dijo muy bajo.
Tenía demasiadas respuesta y hoyos incompletos
de la historia, aunque Taehyung había sido más
explicito de lo normal a la hora de contar sus
detalles sexuales, NaeYon pudo notar como su mejor
amigo le ocultaba algo, la pelirroja solo pudo desear

264
porque el rubio tomará las cosas como lo que fue,
sexo, le asustaba que el menor dejará todo con la
idea de que Jungkook era su príncipe ideal, otro
salvador que supliría el lugar que Namjoon,
claramente, se había encargado de dejar libre. La
mujer asintió, acercó sus manos a las del contrario,
sonrió, buscando dar calma al corazón agitado de su
amigo.
—¡Ay, nene! Vayamos por partes —indicó,
ordenado en su cabeza los temas por tocar—. Te seré
muy honesta, ya sabes que no tengo ningún maldito
pelo ni en culo, menos en la lengua —dijo la mayor,
causando una sonrisa en el moreno—. Estoy feliz de
saber que por fin te diste cuenta que tu matrimonio
era algo monótono, pura costumbre, ahora más que
nunca, debes ponerle fin, no puedes perdonar que
ese idiota presumido jefeucho de policías te levanto
una mano —vio como el menor hizo el amagó de
objetar en nombre del mencionado, pero lo silencio
—. ¡Shhh! No te atrevas a decir una idiotez como
que merecías ese golpe, porque te juro que te
duermo a base de cachetadas, Kim Taehyung.
—De acuerdo —sonrió, sin poder evitar sentir un
peso menos sobre sus hombros—. Pero, de cierto
modo, creo que hice algo peor, Nae, me acosté con
Jungkook, no una vez, fueron tantas, que mi culo

265
esta irritado —la mujer soltó una carcajada—
¡Tonta! Es enserio, tuve que usar una crema para
rozaduras de bebé, como sea. Soy un infiel, aun
estoy casado con Nam, le debía respeto, pero yo…
yo simplemente no pude resistirme a ese hombre,
deberías haber visto como me tomaba, las cosas
sucias que hice por él, me comporté peor que una
gata en celo —admitió con las mejillas sonrojadas.
—¿Y? ¿Cuál es el problema? Namjoon igual te
faltó al respeto, que mira tu labio, eso fue hace siete
días y a un veo morado en esa zona —indicó la
mujer, se enderezó en su lugar antes de continuar—,
nene, yo se que tienes una moral muy diferente a la
mía, acostarte con otro hombre que no es Namjoon
es como un puto pecado imperdonable para ti, de
acuerdo, puedo decirte que estuvo mal si eso
quieres, pero tu y yo sabemos que lo disfrutaste,
entonces no esperes que me sienta mal por el idiota
de tu marido —negó con la cabeza—. Tu
necesitabas esto, ser libre, dejarte de esa faceta de
esposo perfecto, del bonito doncel con la casa
grande y todos los rincones bien acomodados,
mereces ser feliz, y si esto te hizo bien, entonces
ahora solo haz las cosas bien, divórciate de Nam
como ya lo tienes planeado y sigue follando con ese
papucho de verga indomable —exageró, mordiendo

266
sus labios al final— ¡Dios! ¿Cuánto le mide? Que
mira que, ya analizándote bien, hasta caminas
chuequito.
Sonrió por lo dicho por su mejor amiga, le
alegraba en exceso no estar siendo juzgado por
NaeYon, pero eso no evitaba que se sintiera
incomodo con la mención de que sus siete días de
hacer el amor no eran algo más que sexo banal, algo
tan simple como follar. Taehyung no quería aceptar
eso, no, el quería creer en que Jungkook cumplió
con su palabra, que la manera en que lo embistió
duro mientras le susurraba palabras de cariño, no era
algo que hacía de forma habitual con alguien más.
Frustrado se levantó del sillón, tomó su celular,
verificando que aun no tenía noticias del mayor, sus
ojos se llenaron de lágrimas, se sintió tonto por
querer llorar por la ausencia del mafioso y no por la
visible amenaza que estaba recibiendo.
Taehyung dio vueltas por la sala, el nudo de
emociones sobre su abdomen, obligándolo a sentir
unas terribles nauseas, lagrimeo porque no pudo
evitarlo, si bien estaba decidido a poner fin a su
matrimonio, tenía muchos problemas que le
atosigaban en exceso, aquella persona que le estaba
molestando, sabía mucho más de lo que debería, le
aterraba que su pasado fuera expuesto, que de ser el

267
esposo del jefe de policías fuera reducido al infiel
que se dejaba violar por su propio padre, aquel chico
que gritaba en el sótano, esperando por una ayuda
que nunca llego, no hasta que Namjoon se fijó en él,
dolía, su corazón estaba confuso en fragmentos,
donde se sentía pésimo por fallarle a quien le salvo
de su infierno.
—¿Qué pasa, nene? ¿Dije algo malo? —se
levantó de su lugar, caminando hasta el menor en
cuanto lo vio llorar, le abrazó por la espalda,
sintiendo los espasmos por el llanto en aumento—.
¿Qué está mal, nene?
No podía decirle a su mejor amiga eso, podía
exponerse como la puta infiel, pero no como el chico
abusado, Taehyung se avergonzaba de ello, le
apenaba tanto el gritar en voz alta lo que vivió. Así
que se tragó esas palabras, las guardo para si mismo,
limpió sus lágrimas y dijo parte de la verdad.
—Nada, es solo que Jungkook no me ha llamado
—no era una mentira después de todo, Taehyung
enserio ansiaba la respuesta del mafioso.
Entonces, NaeYon suspiró, segura de que era su
deber, decirle a Taehyung como funcionaban las
cosas, se sentía una experta en esos temas, después

268
de todo, ella tenía experiencia en relaciones de puro
sexo.
—Nene, mira —acarició las mejillas húmedas del
menor, subió sus palmas hasta los mechones rubios
—. Ya dije que amo el que hayas dado paso a tu
liberación, y me agrada, muchísimo, Jungkook es el
tipo perfecto para llevarte a la cama, para hacerte
olvidar y ahogarte con una mamada, pero no es el
tipo de hombre que tu crees, nene. Ese maleante
tiene una verga rica, puedo apostarlo, pero no un
corazón noble, el tiene grabado en la frente “sin
compromisos, ni sentimientos”, y comienzo a creer
que tu quieres más el compromiso y amor a dejarte
amarrar en su cama, así que, por favor, prométeme
que solo será el tipo con el que follas —continuaba
acariciando los cabellos del contrario—, no te
enganches, solo disfruta el momento, déjate llevar y
por favor usa condón, no queremos una bendición de
un mafioso en tu vientre.
La pelirroja rió alto, mientras Taehyung quiso
seguirle la corriente, comenzando a notar todo lo
malo en haberse dejado llevar, apretó los puños,
regañándose a si mismo por no estarse cuidando,
pero una parte suya le hacía engañarse, llevaba años
acostándose con Namjoon y en ninguna ocasión
resulto embarazado, estaba a salvo. El rubio tensó

269
los labios, desvió su mirada hasta la ventana rota,
volviendo a sus otros problemas, no estaba a salvo
en su hogar.
—¡Demonios! Componer esa ventana será
costoso, los marcos eran de madera fina —puchereó,
caminó hasta donde aún permanecían los cristales
rotos, el ladrillo sin nota y los pedazos de evidencias
hechos pedazos.
—Tranquilo, nene, conozco a alguien que puede
arreglarlo —animó la mayor—. Ahora, lo mejor será
que vayamos a mi casa, ya tengo todo listo para que
estés cómodo, y tal vez por allá la señal sea mejor.
Antes de que el caos llegará a su hogar, Taehyung
había acordado con su mejor amiga, pasar unos días
con ella, todo mientras arreglaba su divorcio con
Namjoon, le apenaba tener que dejar su casa en ese
estado, pero no pensaba quedarse más tiempo
esperando a su esposo, menos cuando alguien le
acechaba, con prisa, escribió una nota y la pegó en el
refrigerador, no queriendo darle su nuevo número al
jefe de policías.
El rubio dejó su casa atrás, suspiró con pena
mientras se alejaba en la camioneta de NaeYon,
cerró los ojos, durmiéndose todo el tramo, incapaz
de escuchar como su celular sonaba con insistencia,

270
demasiado cansado como para negarse a un
momento de descanso, tampoco leyó los mensajes
desesperados de Jungkook, donde este le pedía no
dejar su casa, no salir, no después de que el mafioso
había recibido unas fotos donde veía claramente el
momento exacto en que el rubio se adentraba a su
casa, una foto más donde se duchaba, otra del
mismo moreno caminando por la sala y la última de
un muy asustado Taehyung gritando cuando un
ladrillo rompió su ventana.
“Pececito, no salgas de tu hogar, pase lo que
pase, no salgas, voy para allá, amor, por favor,
espérame…”

271
[18]

Se levantó de golpe, saltando en su lugar, con el


pecho agitado, abrió la boca con la fuerte de
necesidad de inhalar aire fresco, era como si se
estuviera ahogando, una ligera capa de sudor
mantenía su camisa pegada a su espalda, sus ojos
irritados por la repentina luz brillante dentro de la
camioneta, se tranquilizó al ver a NaeYon muy cerca
suyo, su mirada viajo hasta las manos de la chica,
mismas que sostenían con fuerza su celular, la
confusión se instaló en su rostro, como un
desesperado miró todo a su paso, intentando
identificar donde estaba, no era la casa de su mejor
amiga, no la que recordaba, no estaba en una colonia
cercada dentro de la ciudad, ni con una andador de
palmeras altas con luces blancas, su corazón
comenzó a palpitar de forma acelerada, sus labios se
secaron, necesitando con urgencia un vaso de agua y
la saliva de quien añoraba.
Taehyung se enderezó en el asiento de cuero de la
camioneta, causando un sonido chillante ante sus
pompas restregándose con el material fino, empuño
sus manos, su mirada aun sobre la mujer, un punzón

272
extraño recorriendo sus sienes, el estómago revuelto
y unas incontrolables ganas de llorar.
—¿Dónde estamos, Nae? —preguntó con la voz
temblorosa, el rubio sintió la acumulación de
lágrimas en sus orbes, relamió sus labios, dispuesto
a insistir un poco más—. ¿Qué hacemos aqui? ¿Por
qué tienes mi celular?
La tensión aumento, Taehyung sintió como su
respiración se atascaba en sus pulmones, le costaba
mantenerse cuerdo, miles de ideas malas llegaron a
su cabeza, perdió el color en su cuerpo entero ante
los segundos de silencio, cerró los ojos con miedo,
sin poder evitar sentir un mal augurio. Tenía claro
que había desarrollado esa ansiedad después de los
interminables años que paso en casa de sus padres,
siempre a la espera de lo peor, con la mirada atenta
por si su ebrio padre de se acercaba a su cuarto; el
pecho destrozándose y la impotencia de quedarse
pasmado ante la lluvia de pensamientos del que
podría pasar. La espera interminable para luego ser
tomado. Fue un mecanismo de defensa, siempre
estar atento, no bajaba la guardia, pero desde que se
casó con Namjoon, había encontrado una calma, una
que desde que Jungkook llegó, se volcó, sacando
esas emociones traicioneras a la luz, una vez más.

273
El rubio comenzó a sollozar sin control,
espasmos fuertes liberaba su cuerpo delgado, el
sudor mezclándose con sus lágrimas, la ansiedad
haciendo que le costará trabajo respirar, mantenía
los ojos cerrados, las manos empuñadas, sin
importarle clavar las uñas largas en sus palmas, muy
aterrado de estar en problemas, de que le hicieran
algo malo, su boca inquieta con la única intención de
llamar a Jungkook.
—Nene, ¡Cálmate! —pidió la mujer, perpleja
ante la escena que su mejor amigo estaba dando,
quiso acercarse al rubio, pero fue separada por unos
duros manotazos, se armó de fuerza para apretar el
cuerpo contra el asiento—. ¡Taehyung, calma!
¡Dios! Que soy yo, tu mejor amiga…
—¡¿Dónde estamos?! —gritó, sintiendo su
garganta rasgarse por el fuerte acto, no desistía,
incluso usando sus piernas para poner distancia
contra la mujer—. ¡¡Jungkook!! —chilló con fuerza,
creyendo que el hombre podría escucharlo y salvarlo
de lo que fuera—. ¡Por favor! Quiero ir a casa,
llévame a casa… ¡¡Jungkook!!
NaeYon se separó ante el brusco manotazo que
recibió, era una mujer delgada y de estatura
pequeña, las duras manos de Taehyung sobre su

274
rostro, causaban sonidos secos, se cubrió la mejilla
con la mirada asombrada, tragó duro sin entender
que demonios le pasaba al menor, indignada por
recibir el mal trato, volvió a su lugar, con los
sentimientos heridos.
—Tae, nene, no te haré daño —dijo la pelirroja,
alzando sus manos en señal de que no pensaba
lastimar al opuesto—. Solo quería despertarte,
anunciarte que habíamos llegado a mi casa…
—¡Aquí no vives! —respondió exaltado.
Taehyung recordaba la casa de su mejor amiga, nada
tenía que ver con esa gran construcción estilo
hacienda alejada de la ciudad, con una escases de
luces que le impedía analizar a profundidad,
demasiado asustado, limpió su nariz antes de
continuar—. ¿Qué está pasando?
La pelirroja soltó el aire, la marca de la palma de
Taehyung en su mejilla comenzaba a tornarse roja,
tragó duro, recriminándose de forma interna por
olvidar aquel detalle, aunque quiso culpar en parte al
rubio, por desaparecerse una semana entera. NaeYon
no había podido contarle a su mejor amigo, que su
ex esposo le había hecho una oferta tentadora, donde
le entregaba la casa antigua que le había dejado el
divorcio, a cambio de esa casa ostentosa casi a las

275
afueras de OakTown, la pequeña mujer, no dudo en
aceptar al instante, nunca se negaba a lo que
consideraba buenas ofertas, menos cuando incluía
una construcción que ella no debía pagar.
—¡Cálmate! Por fis, nene. Te voy a explicar —
pidió con paciencia, conteniendo las ganas de llorar
porque su bella cara había sido golpeada—. No te
pude contar, pero Yiwon me ofreció cambiarme mi
casa por esta preciosidad, me alegó que mantenía
objetos preciados en mi antiguo hogar, y sabes que
soy débil ante estas cosas, acepte, me estoy
mudando aún, pero el idiota viejo ese, me exigió
vaciar mi antigua casa antes de que se arrepintiera, y
yo enserio quiero esta haciendita —contó, viendo
como el pecho de Taehyung comenzó a bajar y subir
con calma—. Siento no haberte contado, pensaba
explicarlo, pero te dormiste todo el camino, te veías
tan cansado que no quise despertarte.
El miedo no escapaba de su cuerpo, mantenía sus
piernas pegadas a su pecho, en una incomoda
posición donde se hacía pequeño en el asiento, su
espalda chocando con la puerta de la camioneta,
procesando las palabras de NaeYon, giró con terror
hacía la casa, recordando que el ex esposo de la
pelirroja era un hombre muy adinerado, nunca se
cuestionó como Yiwon podía tener tantas

276
propiedades, nunca le dio confianza, pero Namjoon
le había dicho que el historial del hombre estaba
limpió, debía confiar, pero aquella espinita de la
duda, siempre se mantuvo.
Taehyung regresó la vista a la mujer, aun con
dudas, quería alcanzar su celular, pero estaba
demasiado entumecido por la tensión como para
poder moverse, incluso le costaba articular las
palabras, carraspeo, necesitando aclarar su garganta,
moqueo e hipo antes de enderezarse en el asiento.
—¿Por qué tenias mi celular? —las dudas aun
continuaban en su cabeza, estaba demasiado
aterrado, su vista ansiosa ante cualquier movimiento,
se sentía como una presa a la espera de su atacante.
—Alguien estaba llamando con insistencia, solo
quería ayudar —habló con pena, algo ofendida de
que Taehyung desconfiará de ella.
Pero, en defensa del rubio, no podía sentirse a
salvo, no después de una juventud llena de
maltratos, con alguien hostigándole acerca de
revelar su pasado. Taehyung soltó el aire, asintió y
se quebró una vez más en llanto, necesitaba sentirse
a salvo una vez más, con el cuerpo tembloroso se
acercó a la mujer.

277
—Perdón, Nae, no se que me pasa —dijo entre
hipidos—, es solo que con todo esto que me esta
pasando, no se donde tengo la cabeza, estoy
asustado, solo quiero que todo pare, por favor,
perdóname.
—¡Ya! No llores más nene, ha este paso te me
vas a hacer pasita —respondió con calma, apretando
el cuerpo del menor contra el suyo—. ¿Qué te pasa,
nene? Andamos muy sensibles ¡eh! Ni yo llore de
esa forma cuando Yiwon se negó la primera vez a
darme el divorcio, mira que aguantar a ese viejo pito
aguado, si fue algo horrible. Afortunadamente Jimin
ahora me da unas buenas cogidas —dijo sin pudor
—, a veces me pide que le meta el dedo en el culo,
pero lo soporto —confesaba con gracia, esperando
que su mejor amigo quitará esa cara asustada—,
incluso soporto que la tenga algo chiquita, pero su
salchicha coctelera me da más placer que el pene
flácido de Yiwon.
—Eres una tonta —dijo entre moqueos.
Los dos rieron, Taehyung se apegó más a su
mejor amiga, sintiéndose torpe por desconfiar de
ella, estaba a salvo, no tenía nada de que temer.
Después de unos minutos, ambos salieron de la
camioneta, Taehyung cogió su celular, dejando que

278
la pelirroja arrastrará su maleta a la casa, demasiado
cansado como para notar que el volumen del móvil
había sido bajado, no sentía, ni escuchaba las
llamadas insistentes de Jungkook. Se dejó guiar por
NaeYon por los pasillos, con el cuerpo adolorido por
la tensión como para notar esas cámaras de
vigilancia que apuntaban a él, detuvo su andar
cuando la mujer le abrió la puerta de la habitación
donde pasaría los próximos días, se disculpó con
pena al ver como la mejilla rojiza de su mejor amiga
se tornaba rojiza, sin ánimos de más, tiró las maletas
en una esquina del amplio cuarto, no cerró las
cortinas, ni presto atención a poner seguro a la
puerta corrediza que daba al balcón, se hundió en la
cama, aun sin quitarse los zapatos o la ropa, sin
sentir, ni escuchar a la persona que escalaba por la
herrería de la balconada para adentrarse en completa
oscuridad, con intenciones que por supuesto, el
rubio no conocía.
Apretaba con una mano el volante, demasiado
tenso, exaltado, desesperado. Las cosas no habían
salido como lo planeo. A Jungkook pocas veces se le
escapaban pequeños detalles, no se consideraba un
maniático del control, pero en su negocio solo había
una opción: “Nunca fallar”. Lo tenía claro, no se
admitían errores, o podía salir muy caro. Cuando

279
pensó en mantener OakTown incomunicada, sin
justicia, ni vigilantes leales, el mafioso no fue
inteligente, actuó por impulso, cegado por la
necesidad de vengar a su chico, de hacerle pagar al
jefe de policías por siquiera pensar en volver a
ponerle una mano encima a Taehyung, todo parecía
salir de acuerdo a lo planeado, excepto que mientras
el plantaba evidencia para dejar a Namjoon fuera de
la policía, sus enemigos aprovechaban la libertad en
las calles para salir en confianza, la trampa que
había pensado para alguien más, fue la misma que
termino atrapándolo.
Cuando Jungkook creyó que había ganado, al ver
a Namjoon ser reprendido por un superior que el se
había encargado de sobornar, sonrió, victorioso por
los gritos que mantuvieron al jefe de policías como
un perro regañado, se despidió con la mano derecha,
como un pequeño infante mientras las patrullas
salían de su mansión, gritando un “Vuelva pronto,
jefe Kim”, tan sonriente pero tan ajeno a que la
desgracia le alcanzaba. En menos de dos minutos
que regresó a su hogar, su celular vibró solo para
dejar en evidencia que Taehyung ya no estaba a
salvo.
Como un loco, dejó todo atrás, intento
comunicarse con el rubio, fallando, su propia trampa

280
golpeándole en la cara, desplegó a su gente por todo
OakTown, dejando los puestos de vigilancia para
encaminarse a la casa del rubio, Kim Namjoon se
podía ir a la misma mierda, no le importaba nada
más que mantener a Taehyung alejado de la maldad.
El mafioso perdió el aliento al ver que el hogar de
Taehyung se encontraba en completa oscuridad, sin
rastros de el rubio o inclusive el jefe de policías,
pero si una escena que le congeló el aliento, la
ventana rota, los cristales regados, un visible ataqué
que solo le hizo perder la tranquilidad, demasiado
asustado, cosa que no pasaba hace años.
—¡Puta madre! ¡contesta, cielo! —suplicó a la
nada, usando su mano libre para volver a marcar,
recibiendo una vez más la nada. Aventó el móvil al
asiento contrario, furioso, soltó un gritó frustrado, su
corazón desbocado, su mente nublada ante el
recuerdo de perder a las personas que amaba—. Tu
no, por favor, no el… —rogó, con el pecho
acelerado.
Jungkook no era un hombre que se entregará a
religiones o se aferrará a falsos dioses, pero en ese
momento, era capaz de besar los pies de un salvador
omnipresente, todo para mantener a Taehyung a
salvó, que no tuviera el mismo final que su esposa

281
JiEun. Con los nervios de punta, golpeó sobre el
volante al no dar con el paradero exacto del rubio, la
noche le había alcanzado, OakTown se mantenía en
llamas en algunas partes, policía merodeando por la
ciudad que el mismo había puesto en descontrol, sus
enemigos habían tomado ventaja, sus dudas de quien
era el responsable se disipaban, no tenía ni un
maldito señuelo de sobre quien debía descargar su
furia.
El sonido de su celular, le hizo frenar de golpe,
agachándose para recoger el móvil que dejó tirado
sobre el piso del auto, con prisa cogió el aparato,
bufando al ver que no se trataba de quien esperaba,
maldijo y regresó a su lugar, echó la cabeza atrás,
paso una mano por su rostro, restregando con fuerza,
ignoró el sonido de los autos detrás suyo, tenía
ganas de llorar, una gran impotencia le dominaba, se
imaginaba escenarios espantosos donde ese hijo de
perra que tenía a Taehyung, le estaba haciendo daño,
la rabia subió por su abdomen hasta quedarse en su
pecho, el ritmo acelerado se transformó en pura
necesidad de matar, salió del auto, azotó la puerta,
caminó hasta donde su gente se formaba, esperando
por sus órdenes.
Con un ágil movimiento, sacó su pistola de entre
el cinturón en su cadera, apuntó a un pobre diablo

282
que, para su desgracia, había fallado en su misión
hace unos días atrás, Jungkook no dudó en llenar de
balazos al tipo, tomando por sorpresa a todos,
algunos, acostumbrados a los arranques del mafioso,
otros expectantes ante esa faceta del jefe.
—¡Son unos pendejos! ¡No pueden hacer nada
bien! —gritó con furia, su rostro rojo por la rabia,
sus ojos con una oscuridad que a muchos
aterrorizaba, le dio la espalda a su gente, pateando y
blasfemando, en medio de la noche, con la carretera
obstruida por sus guardias, olvidando que en
OakTown se desataba un infierno más grande, uno
que minimizaba para poner en prioridad localizar a
su chico.
Jimin que había intentado no meterse en el
camino de un Jungkook furioso y ansioso, soltó el
aire, seguro que las cosas iban a empeorar si no
daban con Taehyung. Se tragó el miedo que le
provocaba ver a su jefe sin control, suprimió los
recuerdos turbios de su pasado, y queriendo calmar
la situación, se acercó como un animal sigiloso hasta
el mayor, al ser la mano derecha se tomó la libertad
de dar una orden.
—¡Rápido! Levanten a ese imbécil —indicó
Jimin, señaló al cuerpo sin vida, movilizó a la gente,

283
seguro de que Jungkook no mantenía la mente fresca
para saber como actuar. Después de ver como las
camionetas y autos se alejaban, habló para el
pelinegro—. Estas perdiendo el control, te dije que
esto pasaría —recriminó, muy arriesgado, pero
confiando en que el mafioso no le soltaría un
plomazo entre las piernas.
La mirada que Jungkook le devolvió a Jimin,
provocó en el más pequeño, un ligero cosquilleo por
la dermis blanquecina, el castaño se mantuvo en su
lugar, poniendo una significativa distancia por si
debía correr.
—Te dije que era mala idea —insistió el castaño,
como si quisiera tentar a su suerte, saltando cuando
una bala rozó entre sus pies, sin gritar, apenas
esquivando el segundo disparo—. ¡Basta! ¿Qué
mierda? Pareces un perro rabioso —se quejó, puso
su mano sobre su pecho, sudando más en esos
segundos que el tramo buscando al esposo de
Namjoon.
Admitía que Jimin tenía la razón, el plan había
sido demasiado impulsivo, ahora lo entendía, pero
ya era muy tarde para quejarse por ello, su mente
solo tenía espacio para pensar en donde estaba
Taehyung, lo más importante con quien, soltó un

284
puñetazo contra el cofre de su preciado Bugatti;
Jungkook se recargó contra la puerta del piloto, sin
poder procesar que todo se había ido a la mierda,
comenzando a cuestionarse si su chico hubiera
estado más a salvo en manos de Namjoon. Apestaba,
odiaba creer que no podía tener a quien quería, que
la vida del rubio sería un constante infierno si lo
arrastraba a su mundo.
La voz del castaño comenzó a irritarle, no estaba
de humor para reproches, le fastidiaba la confianza
que Jimin empezaba a tener, debía admitir que era
alguien leal, pero eso no le daba el derecho a
sentirse algo más que un simple empleado. El no
tenía amigos, el no tenía amor. Frustrado de
escuchar la platica del menor a lo lejos, le
interrumpió con un grito.
—¡Cállate! ¡Maldita sea! ¡Hablas hasta por los
putos codos! —soltó el aire, como si ese grito le
hubiera drenado toda la energía, una sed excesiva le
atacó, sudaba demasiado, su cabello largo y suelto se
pegaba a su frente, masajeó su cabeza, buscando no
seguir por ese camino a perder el control total—.
Solo cállate un maldito segundo, Jimin. No quiero
matarte enserio, así que si no tienes nada bueno que
aportar mantén la boca cerrada o te la voy a cerrar
de un balazo.

285
Acató la orden, molesto por ser tratado de esa
forma, negándose a ser el típico doncel sentimental,
se paró firme, negaba con la cabeza, su mirada sobre
Jungkook, mordiendo sus labios para no decir algo
más, pero tan imposible de domar que no pudo
callarse por un gran lapso.
—Yo solo quiero ayudar, no deberías tratarme
así, después de todo es tu culpa —dijo con la vista
baja, como un niño regañado—. ¿Qué no pusiste
algún GPS en el celular que le diste? —lo cierto era
que Jungkook le había dado el celular que usaba
para mantenerse fuera de la vista, claro que no puso
un localizador, cuando lo último que pensaba era
que alguien supiera su paradero. Jimin soltó el aire
ante la ausencia de una respuesta, estaba cansado, y
extrañamente caliente, tanto que estaba dispuesto a
tomar la oferta de NaeYon e ir a follar a la nueva
casa de la mujer—. Sabes, yo podría estar cogiendo
—soltó, sin medir sus palabras—, si sigues
tratándome mal, me iré, estoy seguro que NaeYon
me aceptará en su casa, después de todo viví ahí por
todos estos días que me corriste, malagradecido,
tuve que coger sobre el suelo, esa mujer es
demasiado lenta para amueblar, espero que ahora ya
haya puesto los muebles, te juro que de lo contrario
no volveré a follarla…

286
Su cabeza proceso de forma lenta lo dicho por
Jimin, como si un maldito rayo de luz le pegará,
brincó en su lugar, sujetando al castaño por el cuello
de la playera, asustándole al instante.
—¡Eso es! ¿Cómo mierda no lo pensé antes? —
preguntó el mayor, sin esperar que Jimin respondiera
—. ¿Dónde mierda vive NaeYon? Puede que este
con ella, ¿ella no te comento algo? ¿No te dijo si
vería a Tae? —cuestionó con velocidad.
—¡Joder! Puede ser —afirmó Jimin, le dio un
manotazo al mayor para que lo liberará, necesitado
de hacerle moverse con velocidad—. De hecho, su
nueva casa queda cerca de la carretera —indicó,
olvidando sus propias quejas para centrarse en lo
importante.
Aquello llamó en exceso la atención de
Jungkook, nadie quería vivir tan alejado de la
comodidad de la ciudad, menos una mujer soltera de
menos de treinta años, pero no dijo nada. Se subió a
su auto, siguió las indicaciones de Jimin, un mal
pensamiento martilleando por su cabeza, y una duda
que casi al llegar a la enorme construcción, no dudo
en liberar.
—¿En que dijiste que trabaja, NaeYon? —
preguntó Jungkook, sintiéndose idiota por no

287
tomarse el tiempo de investigar a la única persona
que mantenía demasiado contacto con Taehyung.
—No trabaja, vive de lo que su ex esposo le da
—respondió sin saber cual era la respuesta que
Jungkook buscaba—. Al parecer el viejo es dueño
de muchos negocios en OakTown, seguro debe ser
de esos riquillos que nos dan cuota mensual —dijo
con tranquilidad, recibiendo un movimiento de
cabeza afirmativo por parte del mafioso.
Jimin sabía poco de lo que era la vida pasada de
NaeYon, no era como si necesitara saber mucho de
la mujer, admitía que había empezado a coger con la
pelirroja para mantener las ordenes de Jungkook,
pero a la fecha, comenzaba a disfrutar sentirse
apreciado por alguien, tanto que en vez de que el
sacará información a la chica, ella terminaba
cuestionando y recibiendo respuestas sin quejas. Tan
iluso el doncel cuando estaba en brazos de quien le
juraba un amor que hace años añoraba.
—¿Cuál es su nombre completo? Si te soy
honesto, jamás le había prestado demasiada atención
—quiso ocultar su miedo en aquella pregunta, apretó
el volante con las dos manos y dejó que la gota de
sudor escurriera de su frente hasta su cuello.
—Lee NaeYon

288
Eso fue suficiente para que Jungkook pisará el
acelerador, el miedo que quiso desplazar, se
expandió por su cuerpo entero, seguro de que, si
Taehyung estaba en casa de aquella mujer, no estaba
a salvo.

289
[19]

No estaba dormido, o no lo suficiente como para


comenzar a soñar, le dolía la cadera en exceso, y
aunque tenía el estomago vació, tenia unas
incontrolables ganas de levantarse a vomitar, pero el
cansancio le impedía abrir los ojos de lleno,
confiaba en que podía controlar aquel malestar, tenía
frío a pesar de que su cuerpo estaba cubierto de
sudor, temblaba, encogió las piernas hasta pegarlas a
su pecho, soltó un quejido, apretó los labios para
mitigar las náuseas que le causo el mínimo
movimiento, soltó el aire de forma lenta, el sonido
del viento chocando contra las puertas de cristal, le
fastidiaba, seguido de la forma en que las cortinas se
ondeaban, rozando con la pared y creando más
ruidos chocantes.
Taehyung sabía que lo mejor era levantarse y
cerrar las puertas del balcón, era lo ideal, pero estaba
demasiado cansado como para hacerlo, aparte,
confiaba en que estaba a salvo. Por eso, hundió su
cara en la almohada, inhalando el aroma a
suavizante de telas, enrolló la punta de los pies aun
cubiertos con las sandalias, los tirantes le apretaban
sobre el empeine, apretó los ojos con fuerza al sentir

290
algo ardiente avanzar desde su estomago hasta su
garganta, contuvo el aliento y cerró de forma
vigorosa la boca, quiso sentarse en el colchón, pero
un ruido escandaloso le hizo detenerse.
El silencio de la noche, le permitió al rubio
escuchar con claridad como si algo de vidrio se
rompiera en mil pedazos al chocar con el piso firme.
Taehyung sintió miedo y nervios al pensar en
alguien malo entrando a la casa, con pesar abrió los
ojos, seguro de que seguido de aquel impacto, oyó
pasos por el pasillo fuera de su habitación, tragó
duro, agudizó los oídos, se sentó con pesar sobre la
cama, se recriminó al intentar recordar con claridad
todo lo que Namjoon le había enseñado para hacer
en casos como esos, no recordaba nada, solo sentía
como la bilis escalaba por su garganta mientras su
cuerpo temblaba, con las rodillas débiles, se levantó,
tambaleándose por la carencia de luz clara y fuerza,
inhaló profundo, demasiado centrando en pegarse a
la puerta que le daba al corredor que no notaba como
un hombre intentaba llegar al balcón de su recamará.
Llegó hasta la puerta, pegó el odio contra la
madera, cubrió su boca con sus manos al escuchar
los pasos, era demasiado notorio el como un par de
botas resonaban contra el piso pulido al exterior,
lágrimas se juntaron en sus orbes, seguro de que

291
iban por él, la persona que se encargaba de dejarle
notas asquerosas, iba a hacerle daño, lo tenía claro,
su ritmo cardiaco se disparó, el frío en su piel fue
suplantando por un calor que le incomodó, se giró
con velocidad, sin ver como la cortina cubría el paso
de un hombre que estaba llegando al balcón, corrió a
la mesa de noche donde tenía su celular. No se fijó
en las llamadas perdidas, solo se centró en recordar
con claridad el número personal de su esposo,
necesitaba a la policía, ser salvado.
—Por favor, por favor —dijo para sí mismo,
intentando que los números llegaran a su mente,
falló— ¡Mierda! —se frustró, tan torpe como para
encender las luces, tan iluso como para ver al
hombre llegar al balcón.
Un sonido seco seguido de la lámpara cercana al
balcón cayendo y rompiéndose en pedazos, hizo que
Taehyung se pasmará en su lugar. Era inevitable
reaccionar, a base de años, el rubio había aprendido
a quedarse inmóvil ante actos donde su vida
peligraba, era un reflejo que había creado desde que
su padre comenzó a tocarlo, era preferible quedarse
quieto y dejar que su progenitor acabará, a poner
resistencia y terminar muerto por los golpes del
mayor junto a su madre.

292
Taehyung cerró los ojos, temblando y llorando,
las nauseas se habían eliminado para dejar su
garganta cerrada, dolorosa y necesitaba de liberar un
grito de auxilio, espasmos seguidos del llanto, le
hacían hipar, soltó el celular de sus manos, sin
importarle como la pantalla rebotaba contra el suelo,
enrolló los pies y solo se quedo quieto, escuchando
los pasos acercarse por detrás de su espalda, iba a
morir, lo sabía. Su mente quiso quedarse en un buen
momento, si le iban a matar, esperaba irse con el
recuerdo de los besos y palabras dulces que
Jungkook le dio, eso fue lo que tomó.
El rubio apretó con fuerza los puños al sentir la
respiración en su nuca, no iba a hacer nada, estaba
seguro que en segundos su cuerpo se desgonzaría
como esas veces en las que se desmayaba mientras
su padre lo abusaba, para despertar cuando todo
había terminado, solo que esa ocasión no abriría los
ojos para ver el techo mohoso de su casa, no, nunca
más vería nada. El miedo a morir le hizo pensar en
voz alta.
—Jungkook, por favor sálvame —alcanzó a decir
antes de que el hombre tomará su cintura con fuerza,
cubriendo su boca para impedirle seguir hablando,
su grito murió en la mano del opuesto, sus lágrimas
bajaron de forma escandalosa hasta llenar los dedos

293
del contrario, tuvo miedo, todos sus sentidos
centrados en sobrevivir, todo demasiado confuso
hasta que sintió aquella fragancia seguida de la voz
que le hechizaba.
—Soy yo, calma, mi amor, soy yo —pidió al ver
como el cuerpecillo temblaba entre sus brazos—.
Estoy aquí, pececito.
Relajó el cuerpo de tal forma que lloró con más
ganas, gritó aun con la mano de Jungkook contra sus
labios, se desgonzó, cansado, tensó, angustiado y
asustado, dejó que el mayor le tomará en brazos para
elevarlo del suelo, su cuerpo fue girado para por fin
ver al hombre que necesitaba, pegó su cara al pecho
fornido, llorando sin control, abrazando con fuerza
al pelinegro, recibiendo caricias en su espalda
mientras la voz armoniosa le consolaba.
—Estas a salvo, cariño, no voy a dejar que nada
malo te pase.
Aunque tenía a Taehyung entre sus brazos,
Jungkook no pudo mantenerse tranquilo, su
respiración seguía acelerada, su cuerpo tenso, tan
duro que sentía el cuello le dolía cada que lo movía,
se tragó su incomodidad para verificar que el menor
estuviera en buen estado, no quería despegarse de él,

294
menos ahora que tenía claro quien había estado
hostigando al rubio.
Sabía que su regreso a OakTown le dejaría
enemigos, al inicio no le importaba, aun, una
mínima fracción suya, era renuente a detenerse por
simples ataques, pero ahora, la mayor parte de su
racionalidad, estaba centrada en mantener a
Taehyung lejos del peligro, tenerlo a salvo, no
pensaba perder al rubio de la misma forma que su ex
esposa, iba a cuidarlo aunque eso significara desistir
en parte de su venganza, ni siquiera el podía creer
que estaba considerando aquello, pero en aquellos
minutos tormentosos donde tuvo que escalar el
balcón para comprobar que el rubio seguía con vida,
decidió que el esposo de Namjoon se había vuelto
parte vital de su vida, tal vez no solo era alguien
para follar, quizás entre aquel acto pasional y
encuentros casuales, el mafioso había dejado que el
moreno de sonrisa cuadrada alcanzará a su corazón
cerrado.
Jungkook se separó del abrazo, pasando sus
pulgares por las mejillas húmedas del rubio, pegó su
frente con la del menor, inhaló la fragancia natural
del moreno, no quería cerrar los ojos, le aterraba que
al abrirlos, Taehyung no estuviera más, paso saliva,
buscando deshacer el nudo en su garganta, soltó el

295
aire de forma armoniosa al sentir las manos de su
chico pasearse por sus brazos hinchados, seguía
sudado, su ropa estaba sucia, su cabello hecho un
desastre, incluso podía jurar que el ajetreo de toda la
tarde le había dejado un mal aroma, pero eso no
parecía importarle al menor, quien solo buscaba más
contacto.
—Te necesitaba, te llame… —ahora que se sentía
a salvo, no estaba dispuesto a dejar pasar por alto,
que el mafioso le había ignorado. Aunque planeaba
molestarse, Taehyung no estaba listo para separarse
del mayor, puchereo, poniendo esos ojitos que había
descubierto en los últimos días, Jungkook adoraba
—. Me ignoraste —puso una mínima distancia—.
¡Dios! Incluso te hice cientos de llamadas, debió ser
muy divertido ver como enloquecía ¿cierto?
No lo había sido, fue un infierno, más cuando
descubrió como las cosas habían salido mal para él.
No fue divertido buscar por toda OakTown al rubio,
había perdido la cabeza, había explotado, se había
evidenciado, incluso se volvió por efímeros
momentos un punto débil, listo para ser atacado. De
todo eso, lo que más le preocupaba, no era fracasar
en su negocio, no, era que la persona detrás de
aquello era Lee Yiwon, el mismo hombre que antes
de él, dominaba las calles de la ciudad, si bien no era

296
un mafioso de renombre, era alguien demasiado
astuto, mostrando ante el pueblo su faceta de
ciudadano ejemplar, pero detrás de ello, cuando la
noche dominaba, un depredador a la espera,
inteligente y observador, como una bestia de la
sabana. Un hijo de perra que tuvo la astucia o suerte
de ver la forma en que cedía ante el esposo del jefe
de policías, fue ingenioso, comenzó su ataque por
medio de Taehyung, avanzando de poco a poco para
ver su reacción, recibiendo lo que necesitaba.
Jungkook se reprendía mentalmente por no haber
notado las cosas, por no haber investigado a fondo al
circulo que rodeaba a Taehyung, fue estúpido
quedarse con la información que Jimin le daba
acerca de NaeYon, la chica era más astuta que su
perro fiel. Ahora le preocupaba confirmar que la ex
mujer de Yiwon estuviera implicada en los actos que
perturbaban a su chico.
Por eso mismo, mientras el estaba con el menor,
Jimin se encargaba se dormir a NaeYon, amárrala y
no precisamente contra un colchón, sacarla de la
casa para llevarla escondida y desmayada en la
cajuela del auto que esperaba por él, debía ser
silencioso, fueron las órdenes de Jungkook, pero
para el castaño fue más complicado mantener lo
ordenado, tropezando al instante, rompiendo más de

297
un artefacto del hogar, y usando toda su fuerza
necesaria para no pegarse a los pechos desnudos de
la mujer cuando esta intento llevarle a la cama.
—Lo siento, pececito —habló el pelinegro,
intentando que su voz cubriera el sonido al exterior
—. ¿Me perdonas? —no era un hombre que se
disculpará con frecuencia, pero Taehyung lo hacía
incluso arrodillarse—. Mis planes no salieron como
esperaba, por eso no pude comunicarme contigo —
tomó las mejillas infladas del menor, su pecho cálido
ante la imagen del rubio puchereando. Estaba
jodido, podía confirmarlo, no quería ponerle nombre
a lo que sentía, pero estaba cayendo sin remedio por
el de sonrisa cuadrada. Suspiró, pegó su frente con
el opuesto—. Te busqué, fui a tu casa, vi los cristales
rotos, me alarmé, llevó buscándote por horas, eres
un pececito que nada rápido ¡eh! —bromeo,
sujetando esa cintura estrecha que adoraba.
Era lo que necesitaba, mando al diablo todo para
pegar sus labios a los del mayor, Taehyung subió sus
pies encima de los zapatos italianos del mafioso, sin
importarle que su sandalias mancharan la piel fina
de la prenda, cruzó sus brazos por el cuello tenso,
pegó su pecho al contrario, gimió contra la boca de
Jungkook al sentir como este le apretaba las nalgas,
las manos duras haciéndose espacio por debajo de su

298
short, se impulsó para saltar y enredar sus piernas en
la cadera, se restregó de forma necesitada, quería
hacer el amor.
Caminó por la habitación hasta dejar a Taehyung
sobre la cama, ansiaba volver a probar la piel canela
del menor, pero no podía seguir en la casa de Lee,
menos cuando no podía asegurar que NaeYon no
estaba implicada. Jungkook suspiró pesado, su pene
no estaba para nada de acuerdo en no hundirse de
lleno en la entrada anal del rubio, mordió sus labios,
echó la cabeza atrás, intentando ordenarle a su
cuerpo no reaccionar, necesitaba sacar al moreno de
ese lugar, era su prioridad, pero ver como el menor
retiraba su camisa botón por botón, le hizo perder el
control.
Con una agilidad que había adquirido los últimos
días, abrió el zipper de su pantalón, sacando su
verga totalmente hinchada, la punta brillosa y rosada
lista para clavarse, se subió a la cama, chupó los
pezones canela del menor, sus dientes delatándose
con el sabor de la piel sudada y un poco de loción
corporal, su lengua palpó todo con perfección, sus
manos bajarán con velocidad el short, bajó sus besos
ardientes por el pecho plano hasta llegar al
abdomen, el aroma al sexo de Taehyung le
encantaba, el pene despierto apresado en unas bragas

299
de tela semi transparente, la parte de la punta
húmeda al igual que de donde el lubricante natural
del moreno emanaba, se separó, solo para colocar las
piernas torneadas sobre sus hombros, besando los
muslos internos, escuchando a lo lejos el rugir del
motor del auto que había destinado para recoger a
Jimin y NaeYon.
—¡Joder, pececito! Eres tan adictivo, no puedo
dejar de hacerte el amor —su voz ronca deleitando
los oídos del menor, lamió por encima de la braga,
chupando y succionando el pene del rubio, sonrió de
lado al ver como Taehyung reaccionaba, moviendo
las caderas con velocidad, buscando más, era tan
susceptible a su tacto, le encantaba—. Si, mi amor,
muévete así.
Taehyung abrió más las piernas, su braga estaba
siendo humedecida por la saliva de Jungkook y sus
propios fluidos corporales, no había nada en su
mente, ni peligro, ni recuerdos dolorosos, menos la
idea de un divorcio, solo tenía espacio para seguir
coordinando sus movimientos, abrió la boca en
grande al sentir como el mayor usaba sus dientes
para mover su prenda intima, dejando su entrada a la
vista de los ojos oscuros, su culo se contrajo al
imaginar la dura verga ensanchándolo, lo necesitaba,
quería sentir el pene grueso penetrarle, palpar ese

300
ardor que se transformaba en placer para hacerle
explotar, sentir el semen caliente del mafioso
llenarle, dejar su trasero pegajoso por la esencia
salpicada, probar el sabor de la dulce esencia que su
hombre le regalaba.
—Hazme el amor, clávate en mi —pidió con
suplica, sus pupilas dilatadas, los labios hinchados y
rojizos, sus manos apretaban sus pezoncitos parados,
sus caderas se movían en busca de más, puso los
ojos en blanco al sentir como Jungkook tentaba su
entrada con la punta mojada de la verga hinchada—.
Por favor, amor…
Ser llamado de esa forma por Taehyung, fue el
impulso necesario, se clavó de lleno, usando fuerza
para no soltar su orgasmo causado por solo una
palabra, Jungkook se movió de forma descontrolada,
no estaba siendo el mafioso que follaba de forma
salvaje, actuaba como un puberto enamorado que se
abrazaba al cuerpo delgado, a nada de sollozar por
las sensaciones excitantes que le llenaban, sus
testículos rugosos rebotando contra las nalgas
grandes, ocupando su boca para no decir palabras
que comenzaban a quemarle en el pecho, todo el
cumuló de aquello, hizo que en menos de cinco
minutos se dejá ir con vigor al palpar como el
orificio de su chico le apretaba en exceso ante la

301
aparición temprana del clímax contrario, llevándolo
a su cúspide, abundante semen blanco llenando la
entrada, escurriendo hasta manchar las sábanas.
Nunca había tenido un orgasmo tan violento y
necesitado, el pelinegro juraba que su verga actuaba
como una manguera que era abierta para soltar
chorros potentes de su esencia, incluso su cabeza
dolió por la energía con la que se liberó.
—¡Puta madre, amor! —salió del interior del
menor, su verga cansada, su cuerpo muy sudado,
gotas enormes se derramaban por su cara, se dejó
caer a un lado de la cama, abrazando el cuerpo
cálido de Taehyung, besó la nuca húmeda antes de
hablar—. Me vas a deslechar, creo que agotaste todo
el semen en mi cuerpo, no sabía que se te diera la
ninfomanía, mi pececito.
Taehyung quiso responder con gracia a las
palabras de Jungkook, pero una arcada le hizo saltar
de la cama, sin importarle como el semen escurría
desde su culo hasta sus muslos, su braga llena de su
propia esencia y la del opuesto, le incomodaban,
pero prefería eso a vomitarse, llegó al baño de la
habitación, sin alcanzar arrodillarse hasta el váter,
devolviendo un líquido asqueroso en el lavabo, la
bonita pieza de cerámica era salpicada hasta quedar
manchada, tosió fuerte al sentir pequeñas palmadas

302
en su espalda, su cabello era sujetado por las manos
tatuadas, su cuerpo volvió a sentirse débil, una fiebre
extraña le afecto.
—¡Vete! No me veas —se quejó, demasiado
vanidoso como para que el hombre que le gustaba le
viera en ese estado—. Por favor, amor.
Lo siguiente que Taehyung supo, fue que
Jungkook le ayudaba a mantenerse en pie, enjuagó
su boca, lavó sus dientes y sin poner oposiciones,
dejó que el mayor le tomará, con unas leves
indicaciones, señaló su maleta, para que el mafioso
volviera sus pasos y le cambiaría de prendas después
de limpiarlo, sonrió al sentir como el pelinegro
colocaba unas calcetas en sus pies después de
besarle hasta los tobillos, se sentía bien ser cuidado,
se sentía estupendo imaginar que Jungkook le
amaba.
—¿A dónde me llevas? —preguntó al sentir
como el mayor le cargaba para bajar las escaleras,
mantenía su cabeza pegada al pecho, sin poder
evitarlo, su vista estaba en aquel anillo de oro, sus
dedos curiosos picaban por colarse con la joya.
Necesitaba sacar a Taehyung de esa casa, ya
había perdido mucho tiempo, no quería darle más
motivos a Lee para tenerlo en sus manos, necesitaba

303
seguir el plan que había ideado con Jimin, dejar al
rubio en casa con su aun esposo, era preferible
mantener al menor cerca de alguien intocable en la
ciudad, y que pudiera cuidarle en su ausencia,
aunque eso le pesará.
La sola idea de imaginar a su chico regresando a
hacer el amor con Namjoon, le irritaba de una forma
letal, pero tenía que hacerlo, todo era por tener al
moreno a salvo. Se odió por ello, de saber que era la
última noche con Taehyung, quiso volver los
minutos atrás y prolongar aquel acto pasional donde
más de una vez tuvo que contener su lengua
traicionera para decir palabras que había jurado no
volver a tener.
—Te llevaré a un lugar seguro, pececito —indicó,
nervioso al ver como los deditos de Taehyung
intentaban adentrarse a su anillo de bodas. No pudo
alejar la mano, menos cuando el menor logró meter
el dedo anular en la joya dorada.
Su pensamiento había sido acertado, le quedaba,
como un tonto soñador, Taehyung se sintió como
alguna clase de cenicienta que por fin encajaba,
sonrió, adormecido, creyendo que era una buena
señal que el anillo que Jungkook siempre cargaba, le
quedará, quiso culpar a lo mal que se sentía para

304
justificar lo mucho que imaginaba que un día el
mafioso le amará y en su mano yaciera una pieza
similar, pero creada para unirle con amor al mayor.
El camino fue silencioso, Taehyung apenas y se
movía de su lugar, Jungkook conducía atento a como
la noche seguía dominando, sus ojos intentaban
prestar total atención a la carretera, pero se le
dificultaba dejar de mirar como el menor se aferraba
a una de sus manos. Tragó duro al tener el recuerdo
lucido de lo que aquellos actos conllevaban, le dolió
el solo pensar que el amor no podía tocar, no era
sabio enamorarse, no cuando se suponía solo había
regresado a OakTown por su venganza, soltó el aire
y dio un ligero golpe con su palma al volante, su
cabeza frustrada, con ideas dispersas, una lucha por
mandar todo al diablo, robarse al moreno y escapar,
otra parte dispuesta a seguir el plan, cumplir su
promesa para su apellido Jeon, cumplir con el
legado y dejar al menor en libertad después de
encargarse de mantener a Lee en su lugar.
No podía evitarlo, su mirada estaba en el mayor,
aunque estaba cansado, se rehusaba a dormir, no si
aun podía seguir mirando a Jungkook, detalló la
forma varonil en que el pelinegro apretaba el volante
con una mano, sonrió al ver como sus dedos estaban
entrelazados con los del contrario, se sentía

305
magnifico el estar dentro de aquel deportivo tomado
de la mano con el mafioso, ambos sumergidos en la
noche, sin palabras, no eran necesarias, el rubio
mordió sus labios, demasiado emocionado y
embelesado, dispuesto a exponer aquellos
sentimientos que luchaban por ser liberados, tal vez
era muy pronto para decirlo, pero se sentía como un
loco enamorado.
Taehyung se pegó un poco más al asiento del
mayor, listo para decir lo que pensaba de ellos, eso
hasta que sus ojos pudieron reconocer hacía donde
marchaban. Se alejó con velocidad, como si la
cercanía con el mafioso quemará, su mirada barrió
con las casas similares hasta poder ubicar aquella
construcción que solía llamar hogar. No lo entendía
¿Por qué Jungkook le llevaba con Namjoon?
—¿Qué se supone que haces? —un miedo se
instaló en su pecho ante la idea del abandono por
parte del mayor, su mirada impaciente estaba a nada
de lagrimear—. ¿Por qué?
Soltó el aire de forma pesada, detuvo el auto
frente a la casa de Taehyung con Namjoon, las luces
estaban apagadas, era lógico, el reloj marcaba
pasado de las tres de la madrugada. Jungkook no
tenía las palabras correctas para explicarle a su

306
chico, que debía dejarlo con el jefe de policías, que
la situación estaba tensa, y que no podía exponerlo y
arriesgarlo, mantenerlo cerca suyo, era peligroso.
—Te dejo en un lugar seguro, eso hago —
respondió firme, sin querer mirar al rubio, pues sabía
que, al ver aquellos ojitos brillantes, no podría
alejarse—. Es sencillo, no creo que deba explicarte
lo obvio, debes volver a lado de tu esposo —escupió
las últimas palabras con una rabia que no pudo
ocultar, apretó el volante con fuerza, paso saliva, aun
con el sabor de la boca del menor en su paladar—.
Taehyung ve a tu casa, por favor.
No movió ningún musculo de su cuerpo, no
podía, era esa maldita reacción ante el miedo.
Taehyung soltó las lágrimas, le dolía, lastimaba que
el hombre que estaba ganando todo de él, le arrojara
al lugar de donde ansiaba escapar. Pudo seguir
inmóvil, pero el sonido del seguro de las puertas
siendo retirado, le hizo salir del trance, sentirse fatal
al tomar aquello como una prueba de que Jungkook
enserio lo quería fuera de su auto, de su vida.
Limpió la humedad en sus mejillas, en los
últimos años, había aprendido a ser alguien
orgulloso cuando la situación lo ameritaba, en ese
instante, estaba avergonzado hasta la raíz,

307
comprendiendo las palabras de su mejor amiga, no
debía esperar nada de alguien que siempre había
dejado clara sus intenciones, solo había sido alguien
más que el mafioso folló. Giró su cuerpo hacía la
puerta, listo para retirarse con lo poco de dignidad
que le quedaba, pero esa idiota necesidad de ver a
Jungkook le hizo regresar.
—¡Eres un hijo de puta! —no pudo moderar su
voz, así como tampoco controlar la forma veloz en
que su mano impactó de lleno con el rostro del
contrario, su boca tembló de pura rabia y decepción.
No le dolió el golpe en su mejilla, le dolió tener
que ver los ojitos llorosos de Taehyung, pero todo
era por su bienestar, así que Jungkook apretó la
mandíbula, paso su lengua por su mejilla interna y
soltó una risa nasal antes de hablar.
—Lo soy, ahora ¿te ayudo con tu maleta o puedas
sacarla tu solo, Taehyung? —lanzó la pregunta sin
mostrar alguna minúscula pista de sus emociones
reales, apretó sus puños para mantener sus dedos
ocupados, de lo contrario tomaría por el cuello al
menor para besarlo.
Asintió, no dijo nada, salió del auto, furioso,
azotó la puerta al escuchar como Jungkook quitaba
el seguro de la cajuela, el cofre se abrió, negándose a

308
seguirse humillando, Taehyung caminó para con
esfuerzo sacar su maleta, se dio prisa para poder
regresar sus pasos, abrir la puerta del convertible y
dejarla así, creyendo que esa pequeña rabieta
ayudaría a mitigar su rabia.
—Puedes irte a la mierda, Nae y Nam tenían
razón, no vales la pena, solo sirves para coger —
limpió su mejilla, sin poder creer que tan
rápidamente las cosas hubieran cambiado—. ¡Si!
Porque yo te cogí, así lo quise, yo te usé —decía
entre lágrimas—, solo quería saber que se sentía
estar en otra cama, y sabes, no eres especial, solo un
pene más, no eres más que un cochino maleante,
nada como mi esposo, el si es un hombre, alguien
que vale la pena en todos los aspectos. —se
interrumpió a si mismo al sentirse una vez más
mareado, relamió sus labios y apretó las manos antes
de continuar—. Me arrepiento tanto de haber estado
contigo, te odio por hacerme esa puta que papá dice
que soy…
Se giró, caminó con prisa hasta entrar a “su
casa”, oyó el sonido del motor del auto al arrancar, y
decir que no le hirió, era una mentira, dejó su maleta
atrás, al igual que al hombre que movió su mundo
entero, sollozó alto, sin importarle nada, cubrió sus
manos y corrió con velocidad al baño de la planta

309
baja, vomitando apenas entró, llorando como un
infante, le dolía el abdomen, la garanta, el orgullo y
el corazón. Escuchó pasos acercarse a la habitación,
moqueo, no volteó su mirada, sabía quién era, y
aunque no fuera lo correcto, lo necesitaba, quería ser
consolado por ser tan idiota, por volver a ser aquel
joven iluso que creía que creía todo cambiaría algún
día, pero no, seguía siendo usado, continuaba siendo
lo que sus padres juraron.
—¿Taehyung?
—Nam… Namjoon, ayúdame…

310
[20]

Descontrol, eso era lo que sentía Jungkook


emanaba de cada poro de su piel, sus venas no
recorrían sangre, en su lugar miedos se juntaban,
siendo bombeados desde su corazón, atosigante
sentimiento que escalaba por su garganta para ser
liberado en dos palabras: Te amo. Transformó el
sentimiento en rabia, porque era mejor estar enojado
a enamorado. Su cabello sudado se pegó a su frente,
inhaló el aroma a humedad, relamió sus labios
ansiosos de insultar, golpeó con fuerza la lámpara
colgante para que la luz girará y así ver a su presa,
tan debilitada, colgada con cadenas desde el techo, a
pesar de la oscuridad podía observar las muñecas de
la mujer enrojecidas por los días que llevaba en esa
incomoda posición, no le importaba que la dama
llorará de forma escandalosa, ni que incluso la
pelirroja hubiera suplicado, pues al recordar la carita
asustada de Taehyung, sabía que mataría y quemaría
la ciudad entera con tal de ver al rubio en calma.
Jungkook arremangó su camisa, el sudor hacía
que la tela gris se pegará a su espalda ancha, los
tatuajes relucían por encima de su piel blanca, tiró al
suelo percudido el cigarrillo que tenía entre sus

311
manos duras, exhaló el humo, creando una nube que
solo logró asustar un poco más a la mujer en el
cuarto, se acercó a la mesa donde tenía la palanca
que apretaba las cadenas que mantenían inmóvil a
NaeYon, jaló solo para que el cuerpo débil y
cansado de la mujer se enderezará, vio la cara sucia
por el rímel escurrido, resultante de anchas lágrimas,
no sintió pena, al contrario, estaba listo para vaciar
su furia en ella, acortó la distancia entre la pelirroja,
le tomó con vigor por el rostro, escuchó el quejido,
los ojos opuestos estaban a nada de cerrarse, sangre
escurría por la comisura de los labios y nariz, la
mejor amiga de Taehyung estaba hecha un asco.
—Entonces, preciosa ¿me dirás lo que sabes o
prefieres que te saque la información de otra forma?
—culminó con esa sonrisa, que días atrás, la
pelirroja hubiera admirado y causado humedad en
sus bragas, pero ahora solo le causaba miedo.
Eran días interminables para la pelirroja, desde
que Jimin la sacó cargando de su propia casa, hasta
ese punto donde no sentía la punta de sus pies, no
entendía nada, solo podía llorar, no comprendía el
porque Jungkook le pegaba, ni porque su chico no
hacía nada más que mirarle con pena, le dolía la
quijada, estaba tan cansada y adolorida, se había
orinado en sus finas bragas, no se había bañado,

312
apestaba, lo sabía, lo peor de todo era imaginar su
hermosa cara cubierta de suciedad, lloró con fuerza,
pues de todos las posibles explicaciones que
imaginó, ninguna se acomodaba a entender el
porque el hombre de Taehyung le estaba maltratando
en ese horrendo lugar.
—No… no se de que habla… —pudo articular, le
pesaba mantener la cabeza firme, sus tripas sonaban,
no bastaba con el pan duro y el vaso de agua que
Jimin le daba a diario, sus labios estaban resecos y
su boca tenía un pésimo aliento y sabor, sollozó alto
al sentir las cadenas apretar en donde muchas veces
uso finas pulseras de oro. No era justo.
El mayor soltó una risa nasal, levantó por los
mechones rojizos la cabeza de la menor, le obligó a
verle, sus mirada oscura, nada que ver con la dulzura
con la que trataba al rubio, impactó su lengua contra
su mejilla interna, molesto por llevar casi una
semana en aquel lugar sin obtener lo que necesitaba,
sin rastros de Lee, nada le estaba saliendo de la
forma que había pensado, por si fuera poco, tenía a
la policía más cerca de lo que le gustaba, maldijo
por lo bajo antes de apretar con sus yemas el rostro
delicado de la mujer. Estaba cansado de los juegos,
aprovechó que había ocupado a Jimin, tener al
castaño cerca suyo, solo entorpecía sus actos, pues el

313
doncel no dejaba de oponerse a que siguiera
dañando a NaeYon, al parecer el chico si se había
enamorado de la contraria.
Comprobó que el amor saca lo peor de cada
humano, pues se suponía que Jimin debía estar
cumpliendo sus órdenes, no escapándose para
verificar que el no dañara a NaeYon. Jungkook tronó
los dedos, dando la orden a sus guardias para que
sacarán al castaño de su escondite, escuchó las
quejas del menor, no le importó, el silencio no tardó
en dejarle presenciar el llanto desesperado de la
mujer, estaba harto, empezaba a creer que enserio
todo era una maldita trampa de Lee, que Yiwon
había planeado mantenerlo ocupado con solo una
torpe dama mientras el dominaba en las calles.
Soltó el aire, tenía que eliminar las dudas, saber
que NaeYon era inocente, o de lo contrario, matarla
con sus propias manos.
—Veamos, preciosa, me dices que no sabes de
que hablo, pero no puedo creerte, menos cuando
llevas el apellido Lee, ¿o me dirás que miento?
La pelirroja tragó duro, seguía sin entender que
demonios tenía que ver su ex esposo en aquello, si
era cierto que a veces usaba el apellido Lee, pero
simplemente lo tomaba por los múltiples beneficios

314
que ello le daba. No era idiota, había notado el
respeto que se le daba cuando todos sabían que era
la ex pareja de Yiwon, nunca le tomó más
importancia de la necesaria, si bien escuchaba
rumores todo el tiempo, no creía que fueran ciertos,
su marido no podía ser un mal hombre.
—Si, pero es porque el es mi ex esposo —
admitió con la boca temblorosa—. No lo entiendo
¿Qué de malo hay en eso? ¿Por qué estoy aquí? No
he hecho nada malo más que haberme casado con
ese idiota ¿por el estoy aquí? Por favor, señor Jeon
déjeme ir, quiero a Jimin. —rompió en llanto, una
vez más.
Detestaba ver a las personas llorar, le irritaba en
exceso, Jungkook volvió sus pasos a la mesa con la
palanca, soltó por segundo las cadenas para que la
pelirroja cayera al suelo puerco, jaló una silla de
metal y se sentó frente a ella para continuar.
Había intentando con todo, miedo, dolor y aun así
NaeYon no confesaba lo que deseaba, parecía que la
mujer en realidad solo era otra víctima de Lee.
—¿No sabes cual es el principal negocio de tu ex
esposo? —cuestionó mientras encendía otro
cigarrillo—. Me parece ilógico, estuviste casada con
el ¿Qué será, dos, tres años? ¿Y me dirás que nunca

315
supiste la verdad? —los ojos llorosos y confusos de
la mujer soltaron un no, era obvio que la pelirroja no
sabía más que lo necesario, se había casado con Lee
por el dinero que este le daba, no por amor o para
saber algo más—. ¿Nunca te preguntase como le
hacía para poder pagarte tus gastos, esa enorme casa
dónde estabas?
Lo cierto, era que no. A NaeYon solo le
interesaba mantener su closet lleno, vestidos
extravagantes, perfumes exquisitos y zapatos
Louboutin, no quería saber algo más que sus parejas
le mimaran de regalos caros, eso hasta Jimin, por
quien acepto la nada, el sexo valía más que cualquier
regalo de marca. Negó, aun si saber el rumbo de las
palabras del pelinegro.
—Yiwon nunca me contaba de sus negocios, yo
solo era su esposa —dijo con pesar—, por favor, si
no me cree, verifíquelo con Tae, el sabe todo de
mí…
—Es curioso, porque justo por Tae estas aquí —
extendió su mano hasta jalar a la pelirrojo y
colocarla entre sus piernas abiertas, apretando la
quijada de la mujer, pegó el rostro al suyo, con la
rabia emanando sin control.

316
—¿Qué tiene que ver Tae con esto? ¿El esta bien?
¿Esta aquí? —preguntó alterada—, por favor, no le
haga daño, él es muy nervioso, le asustan estos
lugares, mi mejor amigo no soporta este tipo de
cosas, yo soy fuerte, pero él no…
La risa de Jungkook interrumpió a la mujer, el
hombre pelinegro echó la cabeza atrás, sin poder
descifrar si la pelirroja solo actuaba o decía la
verdad.
—Dices que es tu amigo, pero ¿acaso sabías que
lo han estado hostigando? Si tan buena amiga eres
¿Por qué lo llevaste a la casa de Lee? No me tragó
tus palabrerías, tu jodido ex esposo ha estado
implicado en todo lo que afecta a Taehyung, y tu
malditamente me dices que no tenías ni la mínima
idea, que te preocupas por él ¿Por qué te creería?
NaeYon abrió los ojos en sorpresa, comenzando a
unir todos los puntos sueltos, recordó la insistencia
de Lee por moverse de casa, las amenazas a su
mejor amigo ¿Cómo podía adivinar que su ex esposo
estaba detrás de ello? Pero más importante ¿Por
qué?
—Juro que no lo sabía, Tae me dijo algo de que
lo molestaban, pero no sabía que Yiwon estaba

317
detrás de esto ¿Cuál sería su propósito? No tiene
sentido…
—¡Lo tiene! —gritó, empujó a la mujer, se
levantó de la silla—. Tiene todo el puto sentido,
porque tu maldito perro ex esposo quiere darme
justo donde me duele, por no unirme a sus tratos,
por eso esta atacando a la única persona que sabe me
importa, quiere doblegarme, quiere hundirme y está
usando a Tae, lo hace ¡Porque lo amo! ¡Amo a
Taehyung! ¡Maldita sea! —su pecho subía y bajaba,
su boca tembló, su lengua entumecida, sus oídos
ensordecidos, solo repitiendo sus propias palabras,
lo había dicho, amaba al rubio, era inevitable
negarlo. Llevó una mano a su cara, restregó con
fuerza, pateó la silla con fuerza, volcándola al
instante, se giró a la pelirroja, soltó el aire y dio una
orden al guardia para que se acercará—. Yiwon no
es el inocente hombre que crees, es quien dominaba
el trato de drogas en OakTown, tu ex esposo es
quien hostiga a Taehyung con notas despiadadas, el
sabe lo necesario para dictarme la guerra.
Recordó lo que Taehyung le contó, aquellas notas
que dejaban angustiado al rubio, no sabían que era lo
que Yiwon sabía de su mejor amigo para alterarlo,
pero comprendía que el menor estaba en peligro, era
donde Lee tenía la mira, pues si Jungkook no

318
mentía, su ex esposo tomaría ventaja de Jeon con
Tae en sus manos, el mafioso estaba enamorado.
Tener a NaeYon fue en vano, la mujer no sabía
nada, Jungkook la dejaría escapar, le pidió a sus
guardias desencadenarla, darle un maldito baño y
botarla en la casa alejada, no tenía más tiempo que
perder, menos ahora que sabía Lee actuaba solo,
estaba seguro que Yiwon sabía que el tomaría a la
pelirroja, casi podía asegurar que mientras el jugaba
al interrogatorio, allá afuera, en la ciudad, el cazaba
al rubio, solo esperaba que Namjoon mantuviera a
Taehyung a salvo, quería aferrarse a esa idea, tenía
que hacerlo mientras el comenzaba la guerra contra
su peor enemigo.
Ya solo quedaba una duda, era cierto que Lee
tenía fotos de Taehyung con él, pudo verlas, pero
¿Qué contenían los demás mensajes para alterar al
rubio? ¿Qué sabía Lee que el desconocía? Tenía que
investigar lo que su pececito no le había contado.
Se encogió sobre la cama, apretó su cuerpo,
abrazándose a si mismo, le dolía la cabeza, la cadera
y más importante, el corazón. Taehyung moqueo
ante la ola de nuevas lágrimas, llevaba más de cuatro
días encerrado en la habitación de huéspedes de su
casa, ya no se sentía correcto llamar a ese lugar

319
como suyo. El rubio se hizo más pequeño en su
lugar, temblaba por el frío que le causaba la fiebre
repentina, sus prendas estaban sudadas, le apenaba
admitir que, en todo ese tiempo, ni siquiera se había
duchado, solo cambiaba su ropa interior para seguir
sollozando. No tenía ganas de nada.
Taehyung escuchó el ruido de dos golpeteos en la
puerta, no respondió, sabía que era Namjoon, el peli
gris era la única persona que había visto en días, lo
cual solo le hacía sentirse peor, al ver que su aun
esposo era quien le cuidaba mientras el lloraba por
otro hombre, tragó duro, soltó el aire de forma
pesada, no pudo callar el alto sollozo, alarmando al
mayor en el exterior de la habitación.
—Tae ¿todo esta bien? ¿puedo pasar? —preguntó
Namjoon de forma desesperada, mantenía en sus
manos una bandeja con un caldo de pollo y verduras,
Taehyung llevaba días con un malestar estomacal
que no le dejaba ni respirar, no era raro ver al menor
vomitar con constancia, le preocupaba, pero hablar
con su esposo era difícil, más ahora que su tiempo
estaba más limitado, su trabajo había aumentado, la
ciudad era todo un caos, tiroteos a plena luz de la
mañana, muertes y amenazas, sabía, juraba que todo
era culpa de Jeon. Negó, no era momento, tenía que
centrarse en el bienestar del moreno—. Por favor,

320
déjame entrar, bebé. Traigo sopa y si comes todo, te
daré de tus panecillos favoritos —tenía la esperanza
de que la comida caliente asentara la panza del
menor y pudiera palpar aquellos panes rellenos de
queso y azúcar.
No hubo respuesta más que el llanto de
Taehyung, el menor se había envuelto en una gruesa
sábana, con una camisa tan amplia, que su
visiblemente cuerpo más delgado, bailaba en la
prenda, sin pantalones, solo unas bragas azules y
calcetas altas de color crema, no estaba de animo
para outfits elaborados, menos cuando sentía el
corazón roto, y es que, aunque la advertencia de su
mejor amiga había sido no enamorarse, el rubio no
podía negar, que estaba hasta totalmente entregado a
Jungkook.
El simple recuerdo del mayor, hizo que el pecho
de Taehyung se apretará, sintió un malestar en todo
el cuerpo, las ganas de llorar aumentaron, nada le
consolaba, solo ansiaba volver a estar en brazos del
pelinegro, sentir los dulces besos del mafioso sobre
su nuca, las caricias suaves en su espalda, hasta
añoraba ese tonto apodo, quería volver a ser el
pececito ansioso de Jungkook.

321
—Por favor, Tae —pidió Namjoon, sin esperar
respuesta, sostuvo la bandeja con una mano, para así
poder entrar a la habitación. Necesitaba ver a su
esposo, entender lo que pasaba, hablar antes de que
fuera muy tarde.
Apenas entró, vio un bulto sobre la cama, soltó el
aire, caminó hasta dejar el alimento sobre la mesita
de noche, con confianza, seguro de que aun era el
hombre de su esposo, se sentó en el colchón, intentó
deshacer el nido de sábanas donde Taehyung se
enredaba, recibiendo solo el sonido de un llanto, le
partió hasta el alma, tenía años que no veía a su
marido en ese estado, no desde que lo sacó de casa
de sus padres. Namjoon siempre creyó que después
de ese pasado, nada volvería a hacer llorar al rubio,
se equivocó, lo notó, puso su mano sobre la cadera
del menor, acarició por encima de la tela gruesa
antes de hablar.
—Bebé, no se que te pasa, pero por favor,
háblame. —suplicó, con la voz baja—. No soporto
tu ausencia, Tae, te amo y verte así me mata, por
favor, dime que está mal.
Escuchar a Namjoon decir que le amaba, fue un
golpe duro, más porque Taehyung ya no tenía dudas,
no amaba al peli gris, no más. Entender que, al

322
confesar su verdad, lastimaría al mayor, le hizo
sentirse peor, el había fallado, era él quien se había
enamorado de otro hombre aun estando casado,
apretó sus manos sobre su pecho, creyendo que, de
esa forma, las lágrimas se frenarían, no paso. No
podía más. Salió de su escondite, solo para ver el
rostro preocupado de su esposo, y aunque debía
sentir algo, su mente solo rogó porque fuera
Jungkook quien estuviera en su lugar.
—Perdóname, Nam —pidió con la voz cortada,
se abalanzó al peli gris, hundió su cara sobre el
pecho del mayor, sollozó con dolor al sentir las
manos de su esposo apretarle.
Ambos se mantuvieron en aquel abrazo donde no
fueron necesarias las palabras, los dos sabían que no
era solo un consuelo, era un adiós silencioso. Años
de matrimonio se hacían solo polvo sin poder
frenarlo, recuerdos flotando en la habitación,
lágrimas no pudieron ser evitadas, menos cuando
Namjoon se rompió al entender que Taehyung ya no
le miraba ni tocaba con amor, era el final de un amor
que murió, no por traición o desinterés, sino por la
ausencia de una comunicación que pusiera sobre la
mesa lo que cada uno pensaba y necesitaba.

323
El rubio fue el primero en separarse de aquel
tacto, dejó sus mejillas húmedas para centrarse en
limpiar las lágrimas de Namjoon, con sus pulgares
recogía la salinidad, suspiró, desplazó su dolor para
intentar consolar al peli gris, se sentía culpable en
exceso, temeroso, asqueado, no solo por las
insistentes nauseas, sino también por saber que sus
padres no se equivocaba, era una zorra, el joven que
habían criado a base de golpes, insultos y abusos,
seguía latente, había cambiado el amor de un buen
hombre, para darle todo a un mafioso que no
merecía nada de él.
—Siento mucho todo esto, se que debes estar
molesto, y lo entiendo —comenzó a hablar el rubio
—, merezco tu odio, Nam, te he fallado de una
forma repugnante —se sentía sucio y confuso,
molesto de a pesar de todo, seguir queriendo que las
manos de Jungkook le tocarán, era como si el
mafioso se hubiera tatuado en su pecho, como si ese
tacto que le dio, no pudiera borrarse con nada, ni
siquiera con la pena.
Contó todo, no pudo callarlo, no podía mentirle a
Namjoon, no después de todo lo que el mayor hizo
por él, dijo su verdad, aun cuando vio las lágrimas
de dolor del peli gris, no se frenó, no pensaba
guardar recuerdos venenosos, menos que el jefe de

324
policías supiera por alguien más la realidad. No puso
el nombre de Jungkook en la charla, menos entro en
detalles, solo hizo saber que un hombre había
aparecido en su camino para todo terminar de
romper.
—¿Te acostaste con él? —preguntó con miedo,
rabia, tristeza, pero sin poder frenar la necesidad de
saber toda la verdad.
Negó con velocidad, lo hizo porque le aterraba
gritar que su cuerpo tenía marcas de amor, que hizo
el amor con pasión y locura, se entregó sin control,
no pensó en consecuencia alguna mientras Jungkook
le tomó. Taehyung se encargó de omitir esa verdad,
repitió más de diez veces que todo había sido un
frenesí de sentimientos, que no paso más allá de
encuentros, pero que siempre quiso más. Era
preferible dejar la verdad a medias a contar toda la
verdad.
—…No pienso justificarme, lo que hice fue
atroz, no te merecías mi traición, solo… —soltó el
aire—, me sentía tan cansado de nuestro
matrimonio, no me mal entiendas, te ame —quiso
dejar en claro—, pero eso no basto, estaba solo,
puede que estuvieras en casa, y aun así estabas
ausente, tu mente estaba en otro lado, no me dejabas

325
entrar por más que intentaba, me aferré a la idea de
que si formamos una familia, tal vez tu volverías a
mí, no funciono —suspiró pesado—, y eso me
mataba, sentía que de poco a poco todo se hacía
añicos y no podía hacer nada para frenarlo, así que
cuando sentí que podía aferrarme a algo, a alguien,
lo tome, lo tome con fuerzas…
Estaba dolido, molesto, y en parte, Namjoon lo
entendía, podía sentir el dolor y verdad en las
palabras del menor, era cierto, se alejó, lo hizo por
temor a decir su verdad, puso una distancia abismal
en su matrimonio, porque pensó que de esa forma
podía frenar la realidad, nunca podría darle una
familia a Taehyung. Ahora se sentía tonto de saber
que sus esfuerzos no dieron resultados en ningún
aspecto, seguía padeciendo aquello que le impedía
ser padre, pero en el proceso, también dejó de ser
esposo, descuido su relación por la necesidad de
reafirmarse como un varón en todo sentido.
Entendió que ya era tarde para salvar lo que tuvo
con el rubio, lo mejor era ser honesto, quitar el dolor
atravesado y soltar, aunque eso le rompiera en mil
pedazos.
No era un masoquista, aunque pareciera,
Namjoon abrazó a Taehyung con fuerzas,

326
necesitando el suave toque del menor para armarse
de valor.
—Entiendo, se que te fallé como esposo, bebé —
dijo ese mote cariñoso que uso cientas de veces para
hacerle el amor al menor, ahora sin aquel sentido
romántico, sino cargado de dolor—. Me duele tanto
saber que te aparte de mí, hice tantas cosas cegado
por la necesidad, que no noté el daño que te hacía —
sorbió por la nariz, limpió sus lágrimas y se
acomodó en su lugar—. No he sido he honesto del
todo —era el momento de la verdad, su ritmo
cardiaco se acelero ante la ansiedad de la reacción
del menor, comprendió que decir aquello no
cambiaba nada, pero mantenerlo en su pecho, solo le
hacía daño. Inhaló profundo, sería la primera vez
que le decía a su esposo lo que le aquejaba, su
realidad—. Tae, soy estéril…
De todas las cosas que Taehyung pensó, nunca
imaginó que aquello que su esposo dijo, fuera a ser
la razón por la que ahora charlaban para decir adiós.
Fueron pleitos interminables, gritos y llanto, donde
todo se resumía a formar una familia, una que nunca
iba a darse, el pecho del rubio se sintió duro, paso
saliva con fuerza, buscó con la mirada la afirmación
de las palabras, las topo con una lágrima resbalando
de la mejilla del mayor. No estaba enojado, no tenía

327
porque, solo estaba sorprendido, limpió la humedad
de la cara del peli gris, sonrió, si hubiera sabido
antes, tal vez las cosas serían distintas, pero ahora,
no había nada que cambiara su decisión.
—Eres un hombre maravilloso, no creas que esto
te hace menos, porque no lo hace, sigues siendo
igual de valioso, ahora más —apretó las manos del
mayor, necesitado de hacerle saber que le apoyaba,
tal vez ya no le veía con esos ojos de amor, pero
siempre lo llevaría en su corazón como el hombre
que le salvó, estaba eternamente agradecido con el
peli gris, por eso tenía que dejarlo ir, no merecía
continuar a su lado, menos cuando todo en su piel
gritaba por alguien más—. Debo agradecerte por
todo, fui feliz a tu lado, lo juro, siempre serás mi
salvador, pero ahora nuestros caminos no pueden
seguir de la mano, te quiero Nam, siempre lo haré,
pero no tiene sentido continuar, ya no es sano para
los dos, así que, por favor, divorciémonos.
Namjoon escuchó la petición del menor, con
inmenso dolor en su corazón, aceptó que el divorció
era lo mejor, prefería mantener una mínima parte de
Taehyung a perderlo con totalidad, lo amaba con
intensidad, tanto que considera que tal vez, esa
persona que había logrado poner fin a su relación,
solo sería un desliz de su esposo, podía esperar a que

328
el rubio se diera cuenta que el le adoraba, que
perdonaba la infidelidad, sería paciente, firmaría los
papeles y mientras el menor buscaba un lugar para
asentarse, el se encargaría de conquistarlo, de
llevarlo de vuelta al romance.
—Ahora, mejor come —se levantó para coger la
bandeja, acercó el plato hondo al menor —. Te
compre caldo de pollo, he visto que estas enfermo
del estómago, tal vez esto te haga sentir mejor,
también deje un poco de té en la mesita.
—Se ve bueno —mintió, el simple aroma le hizo
querer vomitar, pero no podía ser grosero. Entonces
percibió en segundo plano aquel aroma a té de
menta, tiempo atrás no se hubiera negado a beberlo
de golpe, pero ahora, la simple fragancia hizo que su
mundo diera vueltas.
—Se lo mucho que amas el té de menta, así que
conseguí un poco para ti…
No pudo terminar su oración, pues antes de
levantarse para ir por la taza, el menor se levantó de
un salto de la cama, vio al rubio correr de prisa hasta
el baño, escuchó la fuerte arcada, entonces lo supo,
su mente hiló las ideas a mil por hora mientras
empuñó las manos, no era idiota, no por nada era el
jefe de policías, lo sabía.

329
Taehyung le mentía. No fueron solo besos y
encuentros, pues tenía la certeza de que el rubio
estaba en cinta, y por supuesto, que no era suyo.

330
[21]

Los días transcurrían de forma abrumante, la


pequeña ciudad de OakTown, el lugar perfecto para
anidar, se había vuelto el infierno horripilante de
donde más de uno quería escapar; la guerra entre dos
hombres poderosos se había soltado, un baño de
sangre decoraba las calles, el sonido de los
cañonazos era lo que ambientaba las mañanas y
noches, veinticuatro horas de batallas, donde la
muerte era la invitada especial, cientos de hombres
fallecían conforme las manecillas del reloj
avanzaban, heridos sin parar, era un caos, más si se
le sumaban los dos corazones rotos que no se podían
olvidar.
—¡¡No quiero pretextos!! —gritó el pelinegro, su
cabello largo se mantenía sujetó por una coleta mal
peinada, la piel cubierta de sudor y algunos restos de
sangre, la camisa blanca empapada, el rostro
contraído en furia y miedo, porque sí, Jungkook
temía por algo, mejor dicho, por alguien—. Te pedí
que le mantuvieras vigilado ¡¿eres un idiota o qué?!
¡¿Acaso quieres que te trate como lo hizo Min?! —
no medía sus palabras, menos cuando Jimin le decía
que había retirado al guardia de Taehyung para

331
desplazarlo a una zona de embarque. El mafioso
cortó la distancia entre el castaño, lo tomó por el
cuello de la camisa, su frente remarcaba la vena que
parecía iba a explotar, sus manos luchaban por
cerrarse en sobre la piel blanquecina del menor, su
pecho subía y bajaba, el anillo dorado ya no causaba
nada, ni frenos, ni sentimientos—. ¡Eres un maldito
imbécil!, cagala una vez más y yo mismo te mato,
Jimin.
No lo era, Jimin no era un idiota o imbécil, de
hecho, para ser un doncel, era más fuerte de lo que
se les estimaba por su género, la naturaleza lo
mostraba como el eslabón más débil, aunque lo
cierto, era que el castaño era superior hasta al mismo
Jungkook, era ágil, inteligente, ingenioso, quiza era
muy torpe y enamoradizo, pero seguía siendo el
mejor en lo que hacía, por eso apretó sus puños a los
costados al escuchar como su “amigo” le gritaba. No
comprendía, el mismo mafioso le había pedido
mantener la embarcación a salvo, era el mayor quien
puso las reglas, sin romances, nada era más
importante que tomar el lugar que les correspondía
en OakTown, y ahora hacía un escandalo porque
quitó al hombre que vigilaba a Taehyung, el rubio
que ni siquiera salía de su hogar con el jefe de
policías.

332
Jungkook no era capaz de matar a Jimin, o eso
pensó por los años que lo mantuvo como su mano
derecha, pero ahora, era capaz de olvidar todo si el
bienestar de Taehyung estaba en riesgo. No, ya no le
negaba, amaba al esposo de Namjoon, a tal grado
que olvidaba hasta su propia promesa. Le aturdía en
exceso dividir sus prioridades en dos, derrocar a
Lee, y mantener al rubio a salvo. Era cansado,
exhaustivo mantenerse lejano, olvidar el toque del
menor, la forma en que la piel morena se contraía
contra su tacto, lo mágico que se había vuelto hacer
el amor con su chico para después arrullarlo contra
su pecho, sentir la respiración calmada y desvelarse
contando los lunares de la preciosa cara. Nunca se
había sentido así, ni siquiera con JiEun, la mujer que
por años amo.
El pelinegro se alejó de Jimin, tomó lugar sobre
el amplio sillón, su cuerpo estaba cansado, pero no
podía permitirse la libertad de descansar, casi una
semana sin dormir, tenía los nervios de punta, su
aliento era cien por ciento a tabaco y alcohol, los
necesitaba para mantenerse en pie, no importaba que
todos los días se cambiara de traje, siempre
terminaba sucio, cubierto de sangre ajena, en su
cadera se adhería el arma, esa que incluso metía a la
bañera, no podía permitirse el estar en paz.

333
Jungkook encendió un cigarrillo más, inhaló con
fuerza y exhaló una nube de humo que intentó
disipar sus pensamientos negativos, paso saliva,
relamió sus labios, palpo su propio sabor antes de
mirar fijo hacía donde el castaño seguía parado, lo
admitía, él no tenía la culpa de sus arranques.
—¡Quita esa puta cara de perro regañado! —no
gritó, su voz era ronca por el exceso de tabaco, su
camisa estaba abierta de los botones inferiores, justo
donde el pecho se exponía, parte de la tinta negra,
los pectorales se pegaban a la tela por el sudor, y
donde reposaba la alianza dorada, ya no se sentía
nada. —Necesito que entiendas que no puedes dejar
a Taehyung expuesto, Lee lo tiene en la mira, no
importa que lo haya alejado, su vida corre peligro, él
es…—importante para mí, dijo en su mente.
—Tú lo dijiste al llegar —habló el castaño—.
Los planes eran claros, tomar el control de
OakTown, hacerle saber a todos que los Jeon
dominaban, pero fuiste tu mismo quien cambio las
reglas —recriminó, aun postrado en su lugar—.
Dime ¿sería igual si Taehyung no estuviera en tu
camino? —no espero por una respuesta, pues no
necesitaba escucharla, la sabía— ¡No! Todo sería
más fácil, ese chico solo te hizo perder la cabeza,
por más que te lo pedí e intente recordarte lo que

334
pasa si amas en este negocio, seguiste tras el esposo
del jefe de policías —podía decir que le aterraba
hasta los cojones la dura mirada que Jungkook le
daba, sumándole la enorme capa de humo que hacía
de la escena algo escalofriante, pero no iba a callarse
—. Si algo le paso a ese chico, es solo tu culpa, yo
no puedo ponerlo por encima del negocio, no
cuando me hiciste pactar mis prioridades…
—¡Cállate, Jimin! No me hagas dañarte —siseó,
apretó con fuerza los dientes, le molestaba en exceso
que el castaño llevará la razón en sus palabras.
—No, no me callo —caminó hasta el sillón
donde el mayor reposaba, ocultó la forma en que sus
rodillas temblaron ante el corpulento cuerpo, los
brazos de Jungkook se mantenían hinchados por la
fuerza que ejercía, sabía que un golpe del pelinegro
bastaba para silenciarlo, pero no le importaba—. No
puedes culparme por poner como prioridad la
embarcación cuando tu juegas a escaparte por las
noches a vigilar al chico, no estas haciendo tu
trabajo, estamos en guerra, necesitamos
mantenernos a pesar de los ataques de Lee, alguien
debe ver por este negocio, y no veo que tú lo hagas.
Aventó el cigarrillo al suelo, para levantarse con
una velocidad que hizo a Jimin dar dos pasos hacía

335
atrás. Le molestaba que el castaño tuviera razón. Era
cierto, en vez de coordinar ataques y embarcaciones,
huía justo en la madrugada, cuando sus hombres
disparaban, para así estacionarse frente a la casa de
Namjoon, usando de toda su fuerza de voluntad para
no adentrarse al hogar, mandar todo al diablo y
tomar a Taehyung en sus brazos, culminar lo
inevitable, gritar lo que sentía y robarse al chico para
escapar lejos de la ciudad, olvidar sus promesas y
crear un mundo donde pudiera amar con libertad.
—¡No seas un puto hipócrita! No cuando también
la cagaste —era hostil echarle en cara los errores,
pero en ese punto, lo que buscaba era desplazar la
realidad—. ¿Debo recordarte a Min? O sabes, quiza
deba empezar con la perra de NaeYon, fuiste un
idiota que paso por alto la cercanía que tenía con
nuestro ¡puto enemigo! —finalizo gritando sobre la
cara del menor.
—Por lo menos yo no lo niego, sí, la quiero y
adivina que, aun así, deje que la trataras con la punta
del pie en cuanto desconfiaste de ella —gritó de
vuelta, con el dedo índice, dio un empujón sobre el
pecho del opuesto— Yo no olvide cual era nuestra
prioridad, pero veo que tu sí. El que Taehyung este
en la mira de Lee solo es tu culpa, por follarte al
chico sin control, fuiste descuidado, eso no es mi

336
problema, si el chico acaba muerto como JiEun es
toda tu ¡Puta culpa!
La tensión aumento en aquella habitación,
Jungkook iba a matar a Jimin, la sola mención de lo
que podía pasarle a Taehyung, le cegó los sentidos,
apretó el mango de su arma, listo para elevarla y
apuntar contra el menor, iba a hacerlo, enserio,
aunque solo rozará por una zona que dejará vivo al
castaño, pero necesitaba silenciarlo. No, no quería
admitir que fue descuidado, no quería gritar que su
principal objetivo se derrumbaba frente a él, la
fortaleza de hierro que construyó alrededor de su
corazón, se volvió simple papel que se desmoronaba
ante el tacto del rubio, todo lo cambio, lo enamoró
hasta el grado de ya no importarle perder su propio
apellido Jeon.
No pudo atacar, no cuando su oficina fue
irrumpida por un cañonazo que le hizo volar al otro
extremo de la habitación, pedazos de concreto
salieron disparados con fuerza, un sonido seco que
le aturdió los sentidos, sintió el cuerpo de Jimin
impactar sobre su pecho antes de caer contra el
suelo, perdió el aire por segundos, no escuchó nada
más que un pitido insoportable, le dolió la cabeza,
tosió, su visión estaba confusa por el humo de polvo
y la forma en que el duro golpe contra el piso le hizo

337
ver doble, giró para librarse del peso del castaño, le
costaba respirar, su mente apenas procesando lo que
pasaba, no podía pensar claro, pues a pesar de estar
siendo atacado en su propio Club a las doce de la
tarde, solo podía pensar en Taehyung, en la sonrisa
cuadrada y la forma escandalosa que sonaba la risa
del doncel que amaba.
—Te amo… Taehyung… —fue lo último que
dijo antes de que todo quedara en completa
oscuridad.
Sabía que había algo mal en él, no era normal
seguir enfermo del estómago, menos cuando casi no
comía nada. Taehyung se mantenía sentado sobre el
retrete, con las piernas cruzadas, sus manos sobre su
abdomen plano, engulló la punta de sus pies
cubiertos por esas calcetas altas, su mirada estaba en
sus bragas en los tobillos, pero su mente seguía
haciendo un conteo mental que le asustaba.
Los donceles como él, presentaban un ciclo de
calor, que eran días donde la persona en cuestión
necesitaba ser “mimado” en exceso, en palabras no
tan refinadas, ser follado hasta dejar de reaccionar al
tacto. Eso no era malo, lo desagradable era, que, al
tener un útero como las damas, después de ese ciclo,
llegaba el desprendimiento del recubrimiento, no era

338
en cantidades excesivas, para los hombres donceles,
eran cantidades pequeñas, a veces solo un ligero
sangrado color rosáceo que se hacía presente para
confirmar que todo estaba en orden.
Pero para el rubio, aquel recordatorio, no se había
hecho presente en el tiempo que llevaba en su casa,
si sus conteos no fallaban, tenía un retraso, uno que
le aterraba, pues era un doncel bastante regular.
Tragó el nudo cargado de terror en su garganta,
contuvo el aire, y llevó su cara hasta sus palmas, sus
codos sobre sus muslos canela, su pecho acelerado
le hizo comenzar a sollozar, una vez más. No lo
entendía, o quiza no era que no supiera lo que le
pasaba, más bien le asustaba entender con claridad
que había una posibilidad alta de estar esperando un
bebé, uno que por supuesto no era de Namjoon.
—¡Mierda, mierda! —se jaló los mechones
rubios, moqueo y se levantó del retrete, subió su
prenda intima, bajó la camisa amplia que solo usaba.
Llevaba días necesitando sentir libertad en su
cuerpo, la tela ajustada le rozaba en exceso causando
malestar, sus pechos estaban muy sensibles, a tal
grado que aún con esa camiseta grande de Namjoon,
seguía sintiendo sus pezones rozar de forma extraña.

339
Se recargó contra el cristal de la regadera, soltó el
aire, tenía las manos jugando con la tela de la camisa
justo por encima de su vientre, al darse cuenta, las
quito como si aquello quemará. Taehyung se
mantuvo de pie, temblando de forma sutil, pensando
en todas las posibilidades, llenándose de ansiedad al
pensar en que dirían sus padres, la forma en que
seguro todos le señalarían, la mirada decepcionada
de Namjoon, el rechazo de Jungkook, quedaría solo,
sin nadie a su lado. Lloró, aunque quiso no hacerlo,
termino acurrucado en el suelo conteniendo el
sollozo contra su antebrazo.
—¿Tae? —la voz de Namjoon sonó detrás de la
puerta del baño— ¿Sigues ahí? ¿Todo esta en orden?
No, nada estaba en orden, pensó el menor.
Taehyung mordió su labio con fuerza, apretó su
cuerpo contra sí mismo, inhaló profundo, necesitaba
sonar normal y no como que llevaba más de media
hora llorando en el baño por miedo a estar
embarazado.
—S-sí, todo está bien Nam —respondió, miró
con receló la puerta, nervioso porque el mayor
quisiera entrar y averiguar la verdad. Ahora más que
nunca, Taehyung reafirmaba que no podía seguir en
la casa del peli gris, legalmente seguían unidos por

340
la ley, románticamente, ya no había nada. El mayor
le sugirió quedarse bajo el mismo techo, por lo
menos hasta que el juez emitía el divorcio.
Escuchó como el mayor intentó abrir la puerta
sellada, Taehyung negó, no quería ver a Namjoon,
no quería enfrentarlo y confesar que había mentido.
—¿Seguro? Puedo quedarme a cuidarte, si así lo
deseas —lo cierto era que desde que tuvieron esa
charla, el jefe de policías intentaba por todos los
medios y a su manera hacerle saber al menor que el
seguía amándole, todo lo que el rubio deseo antes,
ahora el peli gris se lo daba, el hombre solo quería
hacerle notar que su relación tenía remedio, pero
Taehyung no pensaba igual. El moreno respondió
con un simple “No” —. De acuerdo, me iré a la
oficina, al parecer hubo un ataque en un club y
necesitan mi presencia…
No escuchó, Taehyung no tenía ni la más mínima
idea de que la ciudad estaba hecha un caos, ni
siquiera prestaba demasiada atención a que su mejor
amiga apenas le respondía las llamadas, estaba
demasiado distraído en sus problemas como para
notar que un hombre siempre le vigilaba, muy
ocupado llorando por las noches como para escuchar
el sonido del motor del convertible de Jungkook

341
pararse frente a su casa. El rubio omitía tanto por
encerrarse en su dolor, ahora con una nueva duda en
su cabeza, las cosas empeoraban.
Taehyung esperó hasta que Namjoon salió de la
casa, para con velocidad darse un baño rápido, se
cambio a toda prisa, no eligió prendas que
combinaran, tomó los jeans, esos que ahora sentía le
apretaban de forma exagerada, se puso la camisa
suelta, cogió los lentes de sol, ignoró el sonido del
teléfono, estaba seguro que debían ser sus padres, a
esas alturas estaba seguro que ellos se habían
enterado de los días que estuvo fuera de casa, los
conocía, solo querían recordarle lo que para ellos
era.
—No ahora, por favor —pidió al teléfono, como
si de esa forma el aparato dejará de sonar, se quedó
viendo fijamente hasta que el ruido paró. En sus días
de encierro, se deshizo de todo lo que le recordará a
Jungkook, incluido el celular que este le dio, de
cierta forma estaba incomunicado, era mejor para él,
sentía que de esa forma no caería en tentaciones y
comenzaría a buscar al maleante. No iba a seguir
perdiendo su poca dignidad.
El rubio salió de su hogar, pidió un taxi y con
mucha pena pidió ser llevado a la clínica privada

342
donde siempre asistía para sus chequeos. Tiempo
atrás, Taehyung y Namjoon acudían a ese lugar con
ilusiones de comprobar si por fin estaban esperando
un hijo, nunca paso. Ahora, después de un largo
periodo, el rubio egresaba, sin su esposo, quiza con
una respuesta afirmativa, que honestamente, le
confundía, pues había una parte suya que se
mantenía alegre ante el pensamiento de un bebé,
mientras la otra, la que más le pesaba, solo le
aterraba ante la idea de la forma hostil en que sería
señalado y tratado. Se imaginaba las fotos de su
rostro en todas las redes sociales, con una
descripción corta pero hiriente: “La puta infiel que
engañó al jefe de policías para revolcarse con un
mafioso… sus padres no mentían.”
Negó cuando la ansiedad le hizo hiperventilar,
miró por la ventanilla del auto, notando el silencio
abrumante, las sirenas de las patrullas era el único
ruido audible, las calles desérticas, incluso había
negocios cerrados, mientras otros yacían quemados,
derrumbados hasta los cimientos ¿Qué había
pasado?
—…Esta de la chingada, joven —habló el chofer,
por fin pudo escucharlo el rubio—. Esos maleantes
ya tomaron las calles, justo hace unas horas, hubo
una explosión en un bar, de esos finolis donde van

343
las mujeres y donceles a bailar —comentó con
desagrado que no paso desapercibido por Taehyung,
sin ánimos de alentar al señor mayor ac continuar, le
ignoró, un mal presentimiento se posó en su pecho,
su corazón latió con fuerza, aunque llevaba días
queriendo borra la imagen de Jungkook, no pudo
evitar pensar en él, desear que estuviera bien.
El rubio llegó a su destino más nervioso que al
inicio del corto viaje, leyó las letras de la clínica,
paso saliva con fuerza, colocó sus lentes de sol,
peino su cabello, creyendo que quiza así, nadie le
reconocería. Entró al lugar privado, agradeció lo
silencioso que estaba, el ambiente se sentía tenso, y
aunque no entendía el porqué, apretó el paso hasta
llegar al área de “Obstetricia y Ginecología”, al estar
vacío, paso casi al instante, fue recibido por el
médico usual, Song JoongKi.
—Bien ¿Qué le trae aquí, señor Kim? —preguntó
el mayor, conocia al rubio, por meses atrás, no había
semana en que el joven no llegará con la ilusión de
una respuesta afirmativa a sus esperanzas. Se temía
que fuera una desilusión más para Taehyung.
—Yo… —le costaba creer que estaba una vez
más en ese consultorio, ahora con una certeza de que
todo era real—, yo me he sentido mal, me duele un

344
poco la pelvis, tengo muchos mareos, mi pecho esta
sensible y… —sus mejillas estaban rojizas por la
pena que le daba el solo creer que el médico sabía
que había sido infiel, que ese posible bebé no era del
hombre que pensaban—, no he tenido mi sangrado
—culminó en voz muy bajita, apenas audible para el
contrario.
Era un profesional, JoongKi, se apresuró a
pedirle a Taehyung quitar sus prendas y colocarse la
bata médica, le ayudo a subir a la camilla, colocó los
pies del menor sobre el soporte, y separó las piernas
para comenzar a revisar. Tomó su tiempo, hizo las
pruebas necesarias para confirmar las sospechas del
rubio, y cuando se levantó para poner gel sobre el
abdomen del contrario, supo que, por primera vez, la
pareja estaba en lo cierto.
—Veamos —movió el transductor por el vientre
del rubio, con una sonrisa picará, pues casi estaba
seguro del resultado después de las primeras
pruebas. Mantuvo la vista fija en la pantalla, hasta
que lo vio. —¡Vaya!
—¿Pasa algo malo? —no se atrevía a ver la
pantalla, apretaba la sabana bajó el, sus puños a los
costados.

345
—Para nada, señor Kim, es más ¡Felicidades!
Usted esta en cinta —sonrió hacía el rubio.
Las palabras del doctor JoongKi fueron las que
esperó por años, sin poder contenerlo, giró la cabeza
hacía el monitor, sus ojos acuosos, sentimientos
diversos enlazándose al momento, su labio inferior
tembló, estaba esperando un hijo, uno de Jungkook.
Lloró, felicidad, miedo, angustia, amor, todas esas
emociones le atacaban.
—¿Cuánto…? ¿Cuánto tiempo? —pudo
preguntar, agradeció que el doctor fuera profesional
y no le indagará de más, le paso un trozo de papel
para limpiar sus mejillas.
—Cuatro semanas —respondió el mayor con
rapidez, aun mantenía la sonrisa, le alegraba que por
fin los Kim formaran su familia, después de varios
intentos, ahora estaban esperando un hijo, bueno no
solo uno. —¿Quiere escuchar sus corazoncitos?
“Sus”, aquellas tres letras le hicieron girar la
cabeza con rapidez hacía el médico, no necesito
cuestionar, pues el hombre entendió.
—Si, son gemelos, señor Kim —no esperó la
confirmación, subió el volumen del monitor.

346
“Tuc tuc tuc tuc” Sus oídos de llenaron de ese
ruido, Taehyung lloró sin siquiera notar como sus
lágrimas escurrían por sus mejillas, disipó lo malo,
se quedó con la alegría, la emoción que recorrió sus
venas, tenía dos bebés en su interior, entonces, se
sintió fuerte, por primera vez no le importó los
rumores o posibles cosas que le dirían, no pensó en
sus padres o alguien más, solo estaba feliz, alegre de
saber que sería padre, tendría una pequeña familia,
no necesitaba más, ni Namjoon, ni padres groseros,
solo él y sus pequeños… quiza Jungkook, pero solo
pensarlo le hizo sollozar más.
El tiempo se detuvo para Taehyung, pidió más de
una vez al doctor Song que subiera un poco más el
volumen, enrolló la punta de sus pies al escuchar
con claridad aquel sonido tan perfecto, había vida en
su interior, amor. Se sintió fuerte y poderoso, nada le
iba a quitar la felicidad, haría todo por mantener a
sus gemelos a salvo. Con emoción se cambió, su
rostro estaba rojizo por el llanto, una vez listo, salió
del baño para volver al consultorio, no presto
atención al ruido al exterior, solo besó el papel
donde yacían dos puntitos, sus bebés.
—Bueno, señor Kim, le daré unas indicaciones
—extendió una receta, el papel de color beige con
letras cursivas apenas entendibles—. Le voy a

347
recetar unas vitaminas, acido fólico y unas
recomendaciones de comestibles.
Prestó atención a todo, se despidió del médico,
por fin captando el ruido al exterior, se escuchaban
las quejas de unas enfermeras, a lo poco que
percibió un paciente intentaba escapar, negó con la
cabeza, no tenía mente para preocuparse por algo
más que no fueran sus “Tuc tuc”, así llamó a sus
bebés por el sonido de los corazoncitos. Con la
sonrisa amplia, salió del consultorio acompañado del
mayor, se quedaron en el pasillo intentando descifrar
la receta, puso los ojos en blanco al percibir mucho
ruido, elevó su mirada solo para perder el aliento al
instante. El hombre por el que estaba en ese lugar,
yacía parado a metros de él.
—¡Señor Jeon! Vuelva a su habitación —llamó
una enfermera.
Taehyung y Jungkook cruzaron miradas, ambos
con el deseo de cerrar la distancia, el pelinegro
ignoró el dolor en su cuerpo, dio un paso hacía el
rubio, no podía evitar ignorar la forma en que su
corazón rogaba por tomar al menor entre sus brazos,
a pesar de los metros que le separaban, el mafioso
sintió el aroma del moreno, lo palpó con exquisitez

348
por sus fosas nasales. Nada existía para los
enamorados más que la presencia del contrario.
Jungkook ignoró todo lo que le rodeaba, sus ojos
solo captaban ese cuerpo que era capaz de
dominarlo, su chico frente a él, luciendo tan
hermoso hasta con lo más mínimo, con una sonrisa
que nunca antes había admirado, emanando una
felicidad que le hizo olvidar todo, hasta el hecho de
que estaba internado, con heridas que dolían hasta
para respirar, y no pasando por alto, la forma
obscena en que su culo estaba expuesto a las
miradas, la bata azul de tallaje menor al suyo,
dejando a la vista parte de su espalda firme y sus
nalgas de tamaño regular. Su verga se contrajo de
solo ver al moreno, su corazón latió con fuerza, se le
olvido lo que era hablar, quería decir mil cosas que
al final morían en sus labios, esbozó una sonrisa, sus
belfos se curvaron, dio un paso más, sentía que
flotaba, lo que necesitaba, lo único que deseaba
estaba a nada de su tacto, eso hasta que esa repulsiva
voz le hizo frenar sus actos.
—¿Tae? —Namjoon se encaminó hasta el rubio,
apenas viendo a Jeon a corta distancia —¿Qué haces
aquí? ¿Te sigues sintiendo mal?

349
Y aunque Jungkook era ajeno a la escena, se
quedó, porque pensar que su chico estaba enfermo,
le hizo postrarse al suelo, apretó los puños con
fuerza, sintió las manos de la enfermera sobre su
antebrazo, no se movió, en su cabeza insultando a
Namjoon, por ser el hijo de perra que tenía la dicha
de poder tocar al menor con tanta confianza, quiso
arrebatar a Taehyung, gritarles a todos en ese lugar,
que el rubio era suyo, solo suyo.
No hubo respuesta de parte de Taehyung, el rubio
seguía mirando hacía Jungkook, confuso entre correr
al pelinegro, gritarle que lo amaba, que lo
necesitaba, que serían padres, o quedarse pasmado
en su lugar. Optó por la segunda opción, más que
por querer, porque no pudo moverse, se sentía ajeno
a lo que en su entorno pasaba, sus ojos fijos en los
del maleante, apretó entre sus manos la foto de su
ecografía, la evidencia de sus “Tuc tuc”, sintió ganas
de llorar, quería volver a ser el pececito del hombre
que realmente amaba.
Todo parecía tenso fuera de los dos enamorados,
todo hasta que el doctor Song habló sin saber lo que
sus palabras iban a causar.
—Señor Kim —se dirigió hacía el peli gris —
¡Muchas felicidades! Después de todo, al fin serán

350
padres, y vaya que premio doble.
Aquello provocó sentimientos diferentes entre los
presentes.
Jungkook sintió que el suelo que le sostenía se
derrumbaba y dejaba de ser estable, le dolió el
pecho, no por las heridas previas, sino por
imaginarse a Taehyung entregarse a Namjoon, tener
lo que él nunca podría darle, estabilidad, una
familia, amor. Tomó una larga bocanada de aire y
dio más de dos pasos atrás, no tenía nada que hacer
ahí, el chico que amaba, no le pertenecía. Aunque
ordenó a su cuerpo, moverse, no pudo, tampoco
pudo evitar fijar su mirada sobre el menor, gritando
atraves de la nada lo mucho que lo amaba.
Taehyung quiso desmayarse, las mentiras y su
mundo se desmoronaban, entre el hombre que
amaba y la persona que sabía había lastimado. Lo
peor de todo, fue que a pesar de saber el daño, solo
pudo pensar en correr tras Jungkook, decirle que
eran suyos, eran sus hijos, le pertenecía en totalidad,
no le importaba nada si a cambio el volvía a tomarlo
en brazos, estaba dispuesto a olvidar lo pasado para
besarlo una vez más, si el costo de su amor era ser
señalado, lo aceptaba, solo por él. Pero no pudo

351
decir nada, solo dejar que sus lágrimas cayeran sin
control, sin ruido.
Para Namjoon, todo fue diferente. Él solo había
ido a la clínica al ser ordenado por sus superiores
para custodiar y obtener la declaración de Jungkook
acerca del atentado, no esperaba toparse con su
esposo en aquel lugar, menos ser —le causó un
malestar, sintió ganas de vomitar, más al comenzar a
atar todas las pistas que flotaban en el aire. Era él, el
maldito hijo de puta por el que Taehyung le había
pedido el divorcio, el desgraciado que lo tomó, no
era otro más que el mismo Jeon Jungkook, pudo
adivinarlo, más al ver como su esposo y el mafioso
intercambiaban miradas, ambos con algo que no
podían ocultar, amor. Lo tuvo claro, porque el rubio
miraba al pelinegro de esa forma brillante con la que
nunca le vio a él. Sintió rabia, odio, y aunque lo más
sensato era marcharse con la frente en alto, no lo
hizo.
Hizo algo peor.
—¡Gracias! Doctor Song —cerró la distancia
entre él y Taehyung, estrechó su mano con la del
médico, mientras con la otra jaló por la cintura al
menor, rompiendo el contacto visual que tenía con
Jungkook, sabía lo que hacía, con sus ojos sobre los

352
de Jeon, besó la mejilla del rubio antes de hablar: —.
Mi esposo y yo estamos felices de saber que
seremos padres, no sabe como estuvimos esperando
por este momento.
No iba a llorar, no iba a llorar, se repitió
Jungkook, pero falló, sus ojos rojizos destellaron
furia, tristeza, contuvo el llanto lo más que pudo, se
tragó el nudo de emociones, y con altanería, volvió
sus pasos hasta la pareja de futuros padres.
—¡Felicidades jefe Kim! —extendió su mano,
sintiendo el fuerte agarre de Namjoon, se liberó,
ignoró las quejas de la enfermera y se postró firme
ante el rubio, tomó la mano, sintió ese cosquilleo
apenas la dermis morena chocó con su palma, se
contuvo, el no era suyo—. Mis mejores deseos para
ustedes —besó el dorso con lentitud, palpó el sabor
de la piel del menor, saboreó el deseo de algo más,
recordó como esas manos se apretaron a su espalda
por varios días, y rememoro la forma en que la
boquita que ahora se mantenía sellada, fue la misma
que le deleitó con varios gritos de placer—.
Pececito, espero que seas muy feliz.
Se fue, Jungkook se encaminó a su habitación por
voluntad, no giró la cabeza, no deseaba ver la escena
que imaginaba, había perdido a Taehyung, o quiza

353
nunca lo tuvo, miles de pensamientos le atacaron, se
cegó a la realidad y posibilidades, no notando la
forma en que el rubio se desmoronaba a mitad del
pasillo, apenas siendo sujetado por Namjoon. Todo
había acabado.

354
[22]

Sentía la punta de sus pies deslizarse de forma


rápida y brusca por el suelo, no podía moderar la
velocidad con la que avanzaba, no cuando su cuerpo
era arrastrado sin calma, el agarre en su brazo
derecho ardía, los dedos opuestos se cerraron de
forma dura, estaba seguro de que dejaría marcas, no
le importaba, no tanto como el hecho de que se
alejaba de donde quería estar, giró la cabeza, barrió
con la mirada el pasillo amplio, sus ojos húmedos
buscando la presencia de aquel pelinegro que le
aceleró el alma, abrió la boca sin poder evitarlo, “él”
no estaba ahí, quiso gritar, quería que todo se
frenará, pero no podía articular las palabras de forma
adecuada, se sentía demasiado abrumado como para
poder ordenar una frase, como para admitir que todo
se había acabado.
No escuchó nada, no cuando sus oídos estaban
inundados de la mezcla de los miles de te amo que
imaginó de Jungkook, aquel apodo absurdo que
odió, ahora le quemaba, lo ansiaba; llevó su mano
sobre donde Namjoon ejercía fuerza en su brazo
izquierdo, quiso zafarse, pero le fue imposible, miró
a todos lados, enfermeras y médicos transitando sin

355
poder ayudarle, tenía la boca seca por la ausencia de
palabras, el estómago revuelto y una necesidad de
soltarse a llorar, su cabeza repitiendo lo último dicho
por el pelinegro: Se feliz.
No quería ser feliz sin él.
Taehyung moqueó e hipo antes de por fin
escuchar la voz molesta de Namjoon, parpadeó
confuso al momento de notar que ya no estaba al
interior del hospital, más bien siendo arrastrado por
el estacionamiento, con su brazo adolorido y el
corazón partido.
—… ¡No te entiendo! —dijo en voz alta, sin
llegar a ser un grito, pero si de forma muy exaltada.
El peli gris ejerció más presión sobre el delgado
brazo, para poder girar el cuerpo ajeno y pegarlo
contra un auto, colocó ambas manos a los lados de la
cabeza del rubio. Estaba furioso, decepcionado y
lastimado, Namjoon miró a Taehyung contraer su
rostro ante un nuevo sollozo, soltó el aire, sin poder
contener las palabras que le quemaban al interior,
quería la verdad— ¡¿Te dejaste coger por ese
idiota?! ¡¿Él es el hombre por el que tiraste nuestro
matrimonio?!
Sí, quiso responder el menor. Taehyung movió
los labios sin poder decir nada, llevó su mano libre

356
hasta su vientre cuando las náuseas aumentaron,
preocupado por sus bebés, sus “tuc tuc”. Apretó los
ojos, el sudor escurrió por los costados de su cara,
abrió la vista para toparse con la mirada furiosa del
hombre que amó. Ahora se sentía tan raro el pensar
que un día quiso formar la familia ideal con
Namjoon, de aquel sueño ya no quedaba nada; pasó
saliva, soltó el aire, sin poder prolongar lo
inevitable, bajó la cabeza, miró sus pies, y asintió en
forma de respuesta.
Eso bastó para que Namjoon perdiera el control,
estrelló su palma abierta contra la puerta del auto
donde Taehyung estaba recargado, su mano caliente
a escasos centímetros de la cara del menor, se separó
solo un poco del cuerpo delgado, para así soltar un
grito frustrado, jaló sus mechones grises, pateó la
llanta del coche sin control, sin importarle que ese
no fuera su propio vehículo, solo quería liberar la
rabia que tenía.
—¡Ah! —gritó con fuerza, su rostro enrojecido,
una vena remarcada sobre su frente, su cuello tenso
y ancho, parecía que iba a explotar, soltó el aire por
la nariz, mordió sus labios y tomó una vez más aquel
brazo demasiado afectado— ¿Cómo pudiste ser tan
idiota, Taehyung? —sus dedos se cerraron de forma
violenta sobre la piel morena— ¡¿No lo ves?! Ese

357
imbécil seguro lo planeó todo —escupió, la saliva
escapó de su boca, un hilo de baba escurrió por la
comisura de sus labios—. El quería cagarse en mi
cara, hacerme ver como la burla y lo hizo ¡¡Gracias
a que mi esposo es una maldita puta que no sabe
cerrar las piernas!! —finalizó totalmente exaltado,
su cuerpo ancho tembló por la furia, golpeó
repetidas veces sobre el auto, sus palmas muy cerca
del rostro asustado—. ¿Es suyo? No respondas, es
obvio que sí ¡Jodida mierda! —llevó una mano a su
cara para restregar con fuerza, miró a su esposo,
porque aún lo era— No puedes tenerlos, debes
abortar…
Namjoon no pudo terminar de hablar cuando
sintió la palma caliente de Taehyung sobre su mejilla
izquierda.
—¡No te atrevas a siquiera terminar esta maldita
frase! —gritó de vuelta el rubio. La simple mención
de aquella atrocidad, hizo que el menor se
recompusiera, no iba a abortar a sus hijos, no lo
haría, jamás. Usó sus manos y la rabia del momento
para dar empujes sobre el pecho del opuesto—.
¿Cómo te atreves? ¡Ellos son míos! No vas a opinar
sobre mis hijos —su labio tembló con fuerza ante
sus propias palabras, moqueó, liberó lágrimas de
molestia, limpió su mejilla con velocidad—. Sí, fui

358
un idiota por abrirme de piernas a Jungkook, pero
adivina que ¡No me arrepiento! —inhaló profundo,
necesitó de aire para poder continuar—. Lo amo, así
que si, soy un estúpido, el imbécil más grande,
porque a pesar de todo, él me hizo amarlo, llevó sus
besos tatuados en mi piel, sueño con sus toques,
anhelo su cercanía —se acercó al peli gris, sin poder
callarse— Deseo que toda esta mierda se acabe, para
ir a buscarlo, para estar a su lado ¡Lo amo, lo amo,
lo amo! —gritó con las manos hechas puños.
Todo lo que Taehyung dijo era la verdad, lo que
ansiaba. Quizás fue por el impulsó del momento,
que confesó aquello sin filtros, sin pensar en
Namjoon, pero estaba tan harto de no poder tomar el
control de su vida, quería hacer lo que deseaba con
el hombre que amaba.
El jefe de policías se quedó inmóvil, se tragó la
rabia, los sentimientos, se mantuvo en silencio, vio
la forma en que Taehyung respiró agitado, detalló la
mirada brillante, bajó su visión hasta ese abdomen
plano donde crecían los hijos de la mafia, un peligro
para el rubio, porque Jungkook solo podría ofrecerle
eso al moreno que aún amaba. Se giró, masajeó su
cabeza, soltó el aire de forma larga, procesando todo
lo escuchado. Namjoon entendía que debía soltar a
su esposo, amaba a otro hombre que no era él, pero

359
ese tipo, quien enredó los sentimientos del menor,
no era alguien en quien pudiera confiar para
entregarle a su pareja.
Namjoon lo decidió en solo diez segundos, no iba
a dejar que Taehyung se hundiera en la mierda de
Jungkook, el tipo solo podía significar caos, y si
dejaba ir al rubio detrás del mafioso, solo lo estaría
impulsando a una muerte inevitable, algo que él no
deseaba. Así que iba a sacrificarse, a hacerle ver al
menor que su decisión era una locura, un acto
suicida. Tomó el aire y volvió sus pasos hasta el
contrario, más calmado.
—Tae —habló con un tono más bajo que antes—
Estas hablando sin pensar —quiso convencer al
menor—. Mira, se que perdí el control, pero debes
entender que no puedes confiar en Jungkook, cariño
—usó un mote cariñoso, casi rogando porque
causará el mismo efecto de antes, domar al rubio—,
él es peligroso, más en estos momentos. No te había
dicho nada, porque no tenías porque saberlo, pero él
esta hundido en una gran mierda, ha desatado una
guerra, las calles están tintadas de sangre por su
culpa, el no es el hombre que pueda darte la familia
que tu quieres, porque para él solo existe esa sed de
venganza, es por lo que volvió —aseguró, lo creía
así—. Los hombres como Jungkook no aman a

360
chicos como tú, ellos no forman familias bonitas, ni
se casan para vivir un romance ¿Acaso crees que el
va a brincar de alegría cuando le digas que estas en
cinta? No lo hará, te va a rechazar, porque él no te
ama, el sólo ama su maldito negocio turbio.
El rubio no se movió ni un poco ante las palabras
del mayor. ¿Podía ser verdad? Se preguntó de forma
interna, bajó la mirada hasta sus manos empuñadas,
mordió su labio inferior ante el pensamiento que le
inundó: Jungkook jamás le dio indicios de amarlo,
constantemente le repetía que solo era sexo, un
hombre que gustaba de follar. Tenía razón, Namjoon
decía la verdad. El hombre que amaba no podía
darle lo que el soñaba. Sollozó bajito, sin querer
levantar la mirada, asustado y angustiado. Levantó
la mirada con pena hacía el mayor, su boca tembló,
aunque no dijo nada, le dio la razón con solo ese
llanto.
—No quiero abortar —dijo, apretó su vientre con
ambas manos en un instinto de protección—. Quiero
tener a mis hijos, Nam —admitió— Se que estoy
mal, pero…—sollozó, sintiendo la culpa de golpe, el
rubio sintió sus rodillas temblar, temeroso por volver
a ser ese joven que solo quería huir de casa. Todo
estaba mal, lo que sus padres le dijeron por años, al
final había sido verdad, era un idiota que solo servía

361
para ser follado, se había enamorado del hombre
equivocado.
Taehyung sintió como Namjoon lo tomó en
brazos para darle un fuerte abrazó, no se separó, no
cuando enserio necesitaba ese tacto cariñoso, quería
ser amado, que alguien le cuidará, que le dijeran que
era valioso, que no era solo un cuerpo usado. Se
quebró en llanto, pegó su cara al pecho del mayor,
no se opuso a las manos grandes del peli gris
masajeando su espalda. Estaba siendo domado sin
notarlo.
—¡Shhh! Yo te voy a cuidar, Tae —comentó el
jefe de policías—. Ya lo he hecho antes, porque yo
si te amo —aseguró, muy firme—. Fui yo quien te
sacó del infierno de tus padres, quien te dio una
casa, lujos y comodidades, pero sobre todo, te di mi
amor —tomó el rostro del menor, limpió con sus
pulgares la salinidad sobre las mejillas ajenas—.
Ahora, seré yo quien vuelva a cuidar de ti —sabía
que decir, aunque Namjoon nunca quiso usar el
pasado de su esposo para retenerle, en ese instante
estaba actuando de esa forma desagradable, dándole
las palabras que sabía el menor no rechazaría—. Yo
me haré cargo de tu embarazo, de tus hijos —llevó
una mano hasta el vientre del opuesto, solo para
recibir el fuerte llanto del más bajo—, no vamos a

362
divorciarnos, seremos una familia, nos iremos de
este lugar, iniciaremos de cero, lejos de todo lo que
nos hizo daño.
La promesa de Namjoon, fue para Taehyung casi
un milagro, asintió de forma veloz, asustado,
afectado, con la mente confusa, se sentía asqueado
de si mismo, decepcionado, y aunque sabía que ya
no amaba al mayor, se obligó a creer que estaba a
salvo con el único que le aceptaba a pesar de su
pasado. Sin oponerse, dejó que el jefe de policías le
guiará hasta el auto, ambos se detuvieron antes de
entrar.
El peli gris sostenía con una mano la puerta del
coche, miró el rostro rojizo de Taehyung, los ojos
hinchados y la nariz irritada por el previo llanto, aún
así, seguía viéndole como lo más perfecto. Era suyo,
el se lo había ganado; confiado se acercó al rubio,
acarició las mejillas suaves, sonrió al ver como el
menor no le alejó, y con el pecho acelerado, acercó
sus labios a los contrarios. Dio un beso con un sabor
amargo, pues en esa ocasión, no obtuvo la pasión y
necesidad que el más bajito siempre le daba, solo
obtuvo unos belfos resecos que apenas y se
movieron. Se tragó la incomodidad, se negó a
aceptar la verdad.

363
—Te amo, Tae. Voy a cuidarte como nadie nunca
lo hará, verás que seremos la familia que siempre
soñamos —tomó las manos del menor y las llevó
hasta sus labios para dejar un beso rápido—. Esto
solo será un bache más en nuestro matrimonio. Yo te
perdono por lo que has hecho, seremos felices.
Le creyó, Taehyung asintió, subió al auto, sin
poder articular palabras, con el corazón destrozado,
y aunque sintió las manos cariñosas de Namjoon
sobre sus muslos durante todo el viaje de regreso a
casa, no pudo eliminar esa sensación que le incitaba
a querer saltar del tacto del mayor. No, simplemente
no podía borrar a Jungkook de sus recuerdos, lo
amaba y aunque aceptaba lo que el jefe de policías le
daba, eso no evitaba que su amor por el mafioso
continuará.
Soltó el aire de forma pesada, su frente estaba
cubierta por una capa de sudor, al igual que su
espalda y parte de su abdomen, dejó la caja sobre el
suelo y se levantó de forma torpe, estaba cansado de
dedicarse a empacar todo. Habían pasado casi tres
semanas desde que Taehyung aceptó los planes de
Namjoon. Ahora el rubio se dedicaba a resguardar
todo lo necesario para iniciar de cero, lejos de
OakTown, lejos de sus padres y lejos del padre de
sus hijos, el hombre que amaba. Apretó los labios y

364
caminó hasta donde su celular no paraba de sonar,
no le era raro creer que solo se trataba del peli gris, o
quizás esos números equivocados que le llamaban,
no tenía contacto con nadie, pues a la fecha apenas y
recibía mensajes de NaeYon, la mujer seguía sin
darle más que excusas para no verse.
Taehyung tomó su nuevo celular solo para ver un
número desconocido marcarle, dejó que la llamada
se perdiera y volvió sus pies descalzos hasta las
cajas regadas alrededor de la sala. El rubio quería
terminar de vaciar la casa con rapidez, pero con las
constantes náuseas y síntomas del embarazo, se le
hacía pesado hasta el simple hecho de envolver sus
floreros de cristal en papel estraza.
—¿De donde salen tantas cosas? —se quejó al
ver la habitación llena de objetos regados y cajas
selladas, suspiró e hizo el amago de sentarse, pero el
sonido del timbre, le hizo solo poner los ojos en
blanco y caminar hasta la puerta principal— ¡Ya
voy! —gritó cuando la persona al exterior picoteó
con insistencia contra el timbre de la casa. Apenas
abrió la puerta, Taehyung fue casi derribado por el
cuerpo de una mujer esbelta, el rubio soltó un grito,
pero al reconocer a quien le abrazaba con fuerza,
destensó su cuerpo— ¡NaeYon! Tonta, me asustaste.

365
Por fin podía ver a Taehyung, NaeYon tuvo que
esperar más de dos semanas para comunicarse con el
menor, y más de un mes para poder aparecer en la
casa del rubio sin golpes evidentes. Aún le asustaba
en exceso salir a las calles, pero después de que
Jimin le asegurará que nadie volvería a lastimarla,
confió. Podía tener pesadillas con Jungkook, el
hombre le aterraba, ya no sentía sus bragas
humedecer cada que veía al mafioso aparecer, pues
ahora su mente seguía atorada en aquellas palabras
que el mayor gritó cuando ambos estuvieron
encerrados.
—¡Nene! Perdón, ¿te lastimé? —preguntó
mientras se separaba del rubio, puso sus manos
sobre los hombros del contrario, sonrió, pero su
sonrisa se borró al ver las cajas amontonadas, soltó a
Taehyung y caminó hasta la sala— ¿Ya estas
acomodando tus cosas para mudarte lejos de
Namjoon? —era donde se había quedado, el
divorcio de su mejor amigo. Era cierto que había
estado ausente, y las charlas por celular eran muy
cortas para los detalles. NaeYon se giró hacía el
rubio, esperando por una respuesta.
No había dicho nada de su mudanza, ni siquiera
su mejor amiga sabía los detalles de cómo las cosas
habían cambiado en solo tres semanas. Taehyung

366
rascó su nuca, sin saber por dónde empezar, soltó el
aire de forma pesada y caminó hasta la contraria, la
obligó a tomar lugar en el sillón casi lleno de cosas
regadas.
—Nae, las cosas han cambiado —dijo mientras
movía su cabeza de atrás hacía delante.
—¿Qué tanto, Kim Taehyung? —cuestionó,
levantó una ceja, apretó los labios, y contuvo el aire.
—Mucho —soltó con nervios, pasó saliva y abrió
los ojos con miedo a la reacción de su mejor amiga
—. Si me voy a mudar de esta casa, pero… con
Namjoon —dijo lo último en voz muy baja pero
audible para la opuesta.
La mujer no dudo en saltar de su lugar, aunque
aún le dolían las piernas y partes del cuerpo, lo pasó
a segundo plano, para mostrar su confusión ante las
palabras del menor.
—¿Disculpa? ¿De que me perdí? —habló
exaltada— Hace poco estabas decidido a dejar toda
la farsa de matrimonio, y ahora ¿otra vez estas con
él? Nene ¡Focus! No puedes volver a lo que dejas,
no olvides el dicho, chancla que tiras no levantas
¡Aishh! Sabía que no debía desaparecer —caminó

367
en círculos en el corto espacio que tenía para
moverse.
Entonces Taehyung tuvo que convencer a
NaeYon de hundirse en la cocina, donde el espacio
aún estaba libre de cajas, preparar limonada y luego
sentarse sobre los taburetes para contar a detalle
todo lo que había pasado en aunque tiempo que los
dos fueron ausentes, desde que estaba
completamente enamorado de Jungkook, hasta el
hecho de que estaba esperando no uno, sini dos hijos
del mafioso.
—… Tengo siete semanas de embarazo…
—¡No te pases! —interrumpió la mujer, quitó sus
manos de su boca para soltar un chillido—. ¡Dios,
nene! ¿Y como te sientes? ¿Se te antoja algo? Puedo
hacerte manguito picado — se interrumpió a sí
misma para lagrimear— ¡Voy a ser tía! —puchereó
al final, conmovida pero consternada, abrazó por los
hombros al rubio y le besó las mejillas—. Tae, con
mayor razón debes seguir con el divorcio ¿Nam lo
sabe?
Una vez más, Taehyung soltó el aire antes de
contar como Namjoon se enteró de la situación, de la
manera en que los dos hombres le dejaron a la mitad
de un dilema, también contó lo dicho por su esposo,

368
como el lo creía sin dudar, Jungkook nunca le dio
ilusiones para formar algo formal, todo fue con una
índole sexual, sin sentimientos, el mafioso lo dejó
claro, fue él quien había tomado todo mal. El rubio
contuvo las lágrimas, con el embarazo cada emoción
se sentía a flor de piel, pero estaba cansado de solo
llorar y no avanzar.
—… Irme de OakTown es lo mejor, Nae —habló
con la voz cortada—, yo no creo poder olvidar a
Jungkook si lo tengo aquí tan cerca. Estas semanas
han sido las peores, no sabes las ganas que me dan
de salir y correr tras él —confesó sin pena—. A
veces siento que debería hacerlo, ir a confortarlo
hasta el club y que me diga de una vez por todas que
solo fui un juego más para él, quizás de esa forma
mi idiota corazón deje de gritar por su amor.
La pelirroja sintió una incomodidad al saber que
el hombre que Taehyung amaba, no era tan ajeno a
lo que el menor pensaba, bajó la mirada hasta sus
manos sobre el vaso de limonada, contuvo el aliento,
como si de esa forma pudiera silenciar esa voz
interna que le pedía hablar. El silencio se prolongó,
quería confesar la verdad, pero, por una parte, el
temor a hacer algo por lo que Jungkook podía
atacarle, le hizo callar y cambiar sus palabras.

369
—No puedes irte —soltó y luego apretó los ojos
—. Digo, me refiero a que… ¿Estas seguro que él no
siente nada por ti? Es decir, el hombre hizo cosas
por ti, tal vez si deberías ir a verle al club y
confesarle que estas esperando a sus hijos —animó,
sin querer verse muy insistente.
—No tiene caso, no creo que las cosas sean así
—respondió el menor desanimado—. Aparte, lo
cierto es que si quiero irme de aquí —miró a su
mejor amiga, con el corazón expuesto, listo para
contar esa parte de su vida que le hacía querer huir
de la ciudad que Jungkook estaba masacrando—,
Nae, hay cosas que no sabes de mí, cosas que solo a
Nam le he confesado, y ahora que voy a ser papá,
siento la necesidad de soltarlo una vez más —sus
ojos se llenaron de lágrimas, su boca tembló y no
pudo contener la salinidad que escurrió por sus
cachetes ahuecados—. Yo no soy el doncel puro y
virginal que todos creen, cuando me case ni siquiera
era algo virgen —bajó la cabeza con vergüenza y
dolor—, mi padre, mis propios padres… ellos…
Lo siguiente que NaeYon escuchó, le dejó un
dolor profundo en el corazón, escuchar las
atrocidades que los padres de Taehyung le hicieron
al mismo, era espantoso, años de tortura y de ser
tratado como un simple objeto que debía satisfacer

370
sus necesidades, era asqueroso, inhumano. La
pelirroja entendió un poco del porque su mejor
amigo se aferró con fuerzas a Namjoon, el jefe de
policías fue su salvador, pero ahora, ella podía notar
que el mayor estaba tomando las mimas actitudes
posesivas y manipuladoras que los señores Kim,
para así retener al menor.
Taehyung solo quería ser amado, cuidado.
Añoraba una familia feliz, porque nunca la tuvo.
NaeYon dejó la casa de Taehyung después de
largas horas, con una sola idea en su cabeza,
contarle a Jimin todo lo que estaba pasando, si era
verdad que Jungkook amaba a su mejor amigo, ella
estaba dispuesta a intervenir para que ambos
pudieran estar juntos, tal como deseaban, pero la
guerra que el mafioso había iniciado, ya tenía en la
mira su siguiente jugada.
—La mujer ha dejado la casa ¿quiere que entre,
jefe?

371
[23]

—No, solo mantente cerca.


Colgó, no esperó respuesta alguna, pues no era un
hombre que le interesará más de lo necesario, cruzó
las piernas antes de dejar el celular sobre la pequeña
mesa de cristal, tomó el vaso de whiskey, removió la
bebida que causó un sonido leve ante los hielos
chocando entre sí, sonrió de lado al ver a su invitado
comenzar a sudar, sabía que el hombre era un adicto,
un alcohólico sin remedio que vendería sus escasas
propiedades a cambio de un trago.
—Siento mucho la interrupción, señor Kim —
habló mientras meneó el vaso, el líquido amarillento
siendo el punto fijo que el mencionado miró sin
parpadear— ¿Le apetece una copa? Se ve
sediento… —acercó un vaso con whiskey hasta la
mitad, apenas y pudo quitar sus dedos cuando el
opuesto casi arranca la bebida de sus manos. Sonrió,
lo hizo porque lo tenía donde quería.
Lee Yiwon no era el ciudadano estrella que todos
en OakTown pensaban, no era un hombre que había
hecho su dinero con el ganado y los locales
comerciales de forma honesta, detrás del amplio

372
campo donde resguardaba a sus animales, escondía
bodegas repletas de su verdadero motivo de fortuna,
mantenía el perfil bajo, saludando y saliendo a
hablar de los problemas de la ciudad, mientras con
su celular orquestaba operaciones para poder
distribuir sus productos reales, ante las miradas, era
el gran señor que impulsaba programas para
mantener a los jóvenes estudiando, para apenas
todos se retiraran, tomar a los mismos indefensos
para inducirlos a aquello que le llenaba las manos de
tanto dinero, que no podía ni contarlo.
Era fácil, siempre se lo dijo, OakTown no era una
ciudad escandalosa, la policía era torpe y despistada,
y aunque el jefe de policías, Kim Namjoon no lo
sabía, gracias a él, Yiwon siempre pudo ir un paso
adelante, no tenía ningún problema, su negocio
crecía, hasta que los Jeon regresaron,
específicamente el último de ellos. Fue por
Jungkook que vio como sus potenciales clientes se
rehusaban a seguir cerrando tratos, tuvo que cambiar
rutas de entrega, perdió personal vital y vio sus
bodegas arder en llamas ante los atentados. Quiso
aliarse, hacer de todo para no perder el control total,
pero el pelinegro se rehusó, dejándole solo con una
opción: Atacar hasta ganar.

373
Sabía que Jungkook era duro de atrapar o asustar,
el hombre era similar a un perro rabioso sin control,
atacando todo a su paso, por más que planeó e ideó
estrategias para ganar, el menor ganó, parecía que no
había algo que afectará a Jeon. Yiwon odió pensar
que había perdido su legado, quiso dar marcha atrás
cuando en medio de su guerra, tuvo más perdidas
que ganancias, iba a hacerlo, pero la suerte le sonrió
una vez más cuando pudo localizar el punto débil de
Jeon, un chico rubio, uno que el conocía a la
perfección, el mejor amigo de su ex esposa, el hijo
de una pareja de alcohólicos e interesados, el tonto
doncel fácil de dominar, el marido del jefe de
policías.
Entonces lo supo, su objetivo no era ir detrás de
mercancías o plazas, no, dónde debía atacar era
sobre un bonito doncel, que para su fortuna podía
tener con facilidad.
Por eso, llamó al padre de Taehyung, porque
sabía que ir detrás de Namjoon era exponer
demasiado su fachada, pero intercambiar palabras
con el alcohólico señor Kim, era demasiado sencillo.
Podía tener al joven rubio sin siquiera esforzarse.
—¿Ansioso? —burló al ver como el padre del
rubio lamía el interior del vaso, buscando pequeñas

374
gotas de licor que habían quedado. Yiwon soltó una
risa nasal, antes de pedirle a uno de sus guardias
quitarle el vaso vació al mayor.
—¡No! Esperen —pidió el mayor, desesperado
por lamer las gotas que le habían faltado, estiró las
manos sin éxito, pues los guardias le hicieron tomar
lugar de forma correcta, bufó, fastidiado por no
obtener lo que deseaba, irritado y molesto, miró al
hombre frente a él, sin entender ahora que quería
Yiwon— ¿Para que me llamó?
No era la primera vez que estaba en las oficinas
principales de Lee, el señor Kim solía ser solicitado
con frecuencia desde hace unos meses atrás, quizás
si no hubiera estado demasiado centrado en vaciar
las botellas de licor de Yiwon, habría notado que
todo comenzó poco después de la llegada de Jeon,
pero al hombre mayor no le importaba aquello, él
solo llegaba con la finalidad de embriagarse hasta
quedar inconsciente, eso era lo vital, disfrutar sin
darse cuenta de que en su estado de embriaguez, el
opuesto aprovechaba para obtener información que
le hacía atentar contra Taehyung.
—Te daré más, pero primero hablemos un poco
—indicó Yiwon, hizo una seña con su diestra, para
que uno de sus guardias acercará una botella de ron

375
—Sabes, hace un tiempo que no me pláticas acerca
de tu familia ¿Cómo esta Taehyung? —preguntó
mientras vertía un poco del líquido sobre un nuevo
vaso de cristal.
La pregunta no significó nada para el mayor, no
cuando sus pupilas se dilataron de tal forma ante el
líquido dorado que se vació sobre la cristalería fina,
inhaló profundo, muy seguro de que el aroma
exquisito llegó hasta sus fosas nasales, relamió sus
labios de forma constante, sus manos temblaron sin
control, una gota de sudor descendió de su frente
para caer sobre su pantalón sucio, tragó duro y miró
al menor, apenas reaccionando a la cuestión.
—Bien, él esta bien, no hemos hablado mucho —
sacó la lengua para chupar sus labios resecos. Lo
cierto era que, sabía solo lo necesario de Taehyung,
lo esencial para él. Que era, los depósitos de
Namjoon sin falta, sabía que la pareja seguía estable
y saludables, eso debía cubrir con sus supuestos
intereses como padre; escuchó ciertos rumores en el
bar donde solía emborracharse, pero no podía
confirmar que fueran verdad, aún así se arriesgó a
decirlo, pues le urgía sentir el ron bajar por su
garganta—. En el bar de Chun dicen que Namjoon y
él van a mudarse, no lo sé, su madre es la que le
llama, a mi no me interesa su vida, ese chico solo

376
fue una desgracia para mi —así lo creía, incluso
cuando lo tomó hace años para hacerlo “un doncelito
hecho y derecho” siguió repitiendo que solo era una
desgracia, la peor y más grande.
El señor Kim siempre repitió a Taehyung —
incluso cuando lo tomaba para abusarlo— que era
el motivo por el cual su vida era un caos, mientras lo
desnudaba le insistía en que ese acto violento era lo
mínimo que podía darle por haber cagado sus
planes.
Yiwon bufó, también había escuchado los
rumores, pero necesitaba estar seguro para poder
actuar, no podía dejar que Taehyung dejará
OakTown, no sin antes usarlo para su beneficio, para
derrocar a Jeon.
—Parece que eso no me basta —tomó el vaso de
ron y lo bebió de golpe, viendo la mirada perdida del
mayor, soltó un sonido con la boca al dejar el vaso
vació sobre la misa de cristal— ¡Venga! Piensa Kim
¿Por qué tu hijo y su esposo se van de la ciudad y tú
no sabes nada?
Apretó los puños al sentir el sudor recorrer su
espalda, su corazón palpitaba de forma desenfrenada
ante el deseo de solo probar una gota del ron. Hizo
memoria, sabía que su esposa había hablado con el

377
rubio, tenía la certeza, ya que había un depósito
nuevo, intentó recordar lo que le había dicho, el
porque la mujer gritó por el celular que Taehyung
era una puta inservible, se estreso, pues las palabras
no llegaron, hasta que ocho letras resonaron por su
cabeza.
—¡Embarazo! Taehyung esta esperando un hijo
—soltó, sin saber bien la verdad—, supongo que se
van por eso, la ciudad esta siendo peligrosa y creo a
Namjoon le ofrecieron un mejor sueldo en Raccoon.
—finalizó, ansioso por tener su recompensa.
El menor le extendió la botella entera al señor
Kim, esa información era mejor de lo que esperó,
sonrió y se levantó del sillón de cuero negro, caminó
hasta el mayor, vio como en solo minutos el hombre
opuesto acabó con el ron, negó con asco y pena,
tomó una botella más y esta vez la tiró sobre el
suelo, solo para que en segundo el contrario se tirará
al suelo a lamer el líquido amarillento sin pudor.
—Asegúrense de sacarlo después de que pierda la
noción, si dice algo más, me informan —indicó
antes de salir del lugar.
Lee ya tenía en la mira su siguiente movida, y es
que lo mejor de ser un hombre audaz, era que sabía
más de lo que debía, por eso tenía la certeza de que

378
ese embarazo no era más que el resultado de las
noches que Taehyung pasó con Jungkook, pues tenía
claro que el oficial Namjoon no era capaz de dar
hijos como todos en la ciudad pensaban.
Sudor frío cubría su cuerpo entero, escupió un
poco más sobre el váter, frunció la nariz al sentir el
potente aroma de su vómito, soltó un gemido
lastimero al sentir la garganta arder, no era la
primera vez que se despertaba con ese malestar,
Jungkook se puso en pie, aún con las piernas
temblorosas, bajó la palanca y limpió su boca con su
dorso, caminó de forma lenta hasta el lavabo, dobló
su cuerpo, hundió la cara para sentir el agua de la
llave caer y limpiarle, no tenía fuerzas, pero debía
continuar.
Jungkook quiso quedarse bajo el chorro de agua,
pero los constantes toqueteos en la puerta del baño,
le hicieron lavar sus dientes con prisa, cerrar la llave
y salir completamente enojado, solo para ver a Jimin
esperando por él.
—¿Qué mierda quieres? ¿No tienes una puta casa
o algo a donde ir? ¡Joder! Qué me estoy
arrepintiendo de salvar tu trasero. —pasó a un lado
del más bajo, caminó hasta llegar a su cama, se

379
aventó y cubrió su cuerpo con la sábana, sin ganas
de escuchar la voz del castaño.
Pero Jimin no era un tonto, y pudo notar lo
extraño que Jungkook llevaba actuando desde hace
unos días, se quedó parado a mitad de la amplia
habitación, para después caminar hasta la cama y
quitar la gruesa sábana de un jalón, dejando
expuesto el cuerpo sudoroso del mayor, frunció el
ceño, sin saber que hacer, pero un instinto le hizo
poner su mano sobre la frente cálida.
—¡Mierda! Estás enfermo —lo dijo en un tono de
sorpresa y burla, ya que era raro ver a Jungkook en
ese estado—. Desde que regresaste del hospital estas
peor, no se supone que debían curarte o algo así, y
en cambio regresaste como señorita preñada,
vomitando cada amanecer. Ni siquiera comiste tu
platillo favorito ¿Estas a dieta? ¡Hey, responde! —
soltó una risa nasal antes de tomar lugar a un lado
del pelinegro.
No tenía ánimos para pelear con Jimin, lo cierto
es que el castaño decía la verdad, después de salir
del hospital, comenzó a sentirse extraño, tenía
espasmos sobre el abdomen, náuseas a todas horas,
le dolía la cabeza y no soportaba ciertos aromas y
alimentos, quiso atribuir aquello al golpe que recibió

380
por la explosión. Jungkook apretó la mirada, sin
querer ponerle atención a su malestar, pues mientras
su cuerpo ardía en fiebre, su corazón se rompía en
pedazos, y era demasiado orgulloso, prepotente y
presumido como para admitir que le dolía saber que
Taehyung no estaría nunca más con él.
—Solo vete, quiero dormir —pidió antes de jalar
la sábana y cubrirse hasta la cabeza, enrolló sus
piernas hasta su pecho, como si en esa posición
pudiera sentirse mejor.
El castaño se levantó de la cama solo para volver
a jalar las sábanas del cuerpo de Jungkook, vio a su
jefe de una forma que no imaginó, enrollado como
un pequeño lastimado, con la cara hundida entre las
almohadas, mientras el ancho cuerpo temblaba por
el frío que le provocaba la fiebre alta. Soltó el aire, y
negó con la cabeza, antes de volver a su lugar a un
lado del pelinegro.
—Búscalo, es obvio que estas así por el, solo dile
que lo amas, quizás si lo haces puedan encontrar una
forma de estar jun…
—Esta esperando un hijo de ese imbécil, su
marido —escupió con rencor, apretó las sábanas
bajo sus manos, soltó el aire, sentía su cuerpo híper
sensible por la fiebre, sus mechones húmedos yacían

381
pegados a su frente sudada, relamió sus labios antes
de continuar—. Taehyung es feliz con ese pendejo, y
mientras este alegre y a salvo, me basta con eso, soy
ajeno a él, después de todo, no es como si lo amará
en verdad —quiso engañarse a sí mismo.
Lo cierto era que Jungkook ya era más que
consciente del amor que sentía por Taehyung, a tal
grado que ni siquiera había vuelto a pensar o soñar
con JiEun, el anillo de oro que cargo junto a su
pecho, ahora ya no estaba, la pieza de oro fue
guardada en el lugar donde siempre debió estar,
junto a los viejos recuerdos.
—¡Oh! Eso si es algo… feo —dijo, sin saber que
decir, puso su mano sobre el hombro del mayor,
omitió el asco que le dio tener su palma llena de
sudor ajeno, pues aunque Jungkook lo viera como
un perro más, él le estimaba, le agradecía por
haberlo salvado— Sabes, no conocí a tu esposa, ni
siquiera he visto fotos de ella, muchos aquí dicen
que era muy hermosa, que siempre estabas alegre
cuando ella estaba a tú lado, nunca pude imaginarte
así, a decir verdad, apenas y voy perdiendo el puto
miedo que me das —sonrió, sin obtener reacción
alguna del opuesto, continuó—, pero cuando
Taehyung apareció, pude ver un brillo diferente en
ti, cuando comenzaron a salir, ese brillo aumentó,

382
hasta que pude dejar de imaginar como era verte
feliz, porque logre verlo. No necesitas mentirme, no
a mí, puede que sea un tonto para algunas misiones,
pero no soy un bocón en quien no puedas confiar, es
obvio que lo amas, y puedo apostar mi salario a que
él siente algo por ti, de lo contrario no hubiera
escapado contigo hace unas semanas.
Jungkook quiso creer en lo que Jimin dijo, pero
los hechos eran más fuertes que simples palabras.
Soltó un resoplido, apretó la almohada más
cercana, sin atreverse a ver al castaño, cerró los ojos,
solo para imaginar que quien estaba entre sus brazos
no era un simple saco relleno plumas, en su lugar un
precioso rubio moreno, quien le enseño a hacer el
amor lento, por quien pudo volver a disfrutar de solo
un beso, esa persona por la cual el tiempo se volvo
solo un número más, Taehyung, fue por él que quiso
gritar miles de te amo, quien le dio en corto tiempo
lo que nadie pudo en años, por el chico de sonrisa
cuadrada cambió las reglas de su propio juego, por
un par de ojitos brillante perdió el control, soltó y
liberó su pasado para así tener el amor más bonito de
mano del esposo de Namjoon.
—Lo amo —confesó con los ojos cerrados—,
pero eso ya no importa, le dije cosas que no sentía

383
para mantenerlo a salvo, y ahora el tendrá lo que
siempre quiso a lado de su esposo, así que supongo
que no hay nada que hacer, Jimin. Soy un hombre
lleno de defectos, no lo merezco, su lugar es a lado
de alguien que lo tenga a salvo, el amor no es para
todos, no es para mi. —soltó con seguridad de que
hacía lo correcto, aunque nunca le tomó importancia
a ser alguien recto y que fuera tras el bienestar de los
demás, esa ocasión quiso solo pensar en lo que
mantuviera a Taehyung alegre y en paz. Por eso
seguía en guerra con Lee, dispuesto a hacer lo que
fuera para que su enemigo estuviera alejado de su
chico— Tal vez así deban ser las cosas, mi
pececito… nunca fue mío.
—Pero ¿Qué dices? ¿Te vas a quedar aquí? ¿No
lucharás por él? Dices que lo amas, pero te resignas
¿Qué idiotez es esa? —regañó el castaño, seguro de
que Jungkook no podía lastimarle, no en ese estado
—. Tú eres Jeon Jungkook, no te quedas cruzados de
brazos esperando que las cosas pasen, tú haces que
las cosas pasen ¡Anda! —removió el cuerpo caliente
sin obtener lo que buscaba.
—¡Basta, Jimin! —pidió con voz tranquila y
baja, tembló ante una nueva oleada de frío en su
piel, quizás era la fiebre o la ausencia de quien
amaba, pero Jungkook solo rogó por estar entre los

384
brazos de alguien que ya no estaba—. Solo, deja el
tema, no me siento bien —admitió—. Estoy
enfermo, y en vez de decir incoherencias, necesito
que vigiles que Taehyung siga a salvo, encargarte de
mantener a sus guardias cercanos, coordina el
siguiente ataque y déjame descansar.
—¿Eso es lo quieres? —insistió el castaño, sin
obtener respuesta alguna más que el pelinegro
abrazándose a sí mismo, se levantó de la cama,
caminó hasta la puerta y se detuvo antes de salir—.
Puede que no sepa mucho del amor, nunca lo tuve,
he sido tratado como un objeto por lo que llevo de
vida, nunca nadie me ha tratado como una persona,
y no me ha importado, pero cuando conocí a
NaYeon, eso cambio, no me da miedo decir que la
amo, no me apena confesar que me vuelvo un idiota
romántico cuando ella me abraza, y que soy capaz
de enfrentar hasta el mismo Min Yoongi con tal de
estar a su lado, se que solo soy un doncel y que no
puedo darle la familia, ni riquezas que ella merece,
dejarla en libertad sería lo ideal, pero no lo haré,
porque a veces amar conlleva ser egoístas y luchar
—dijo, giró sobre sus talones para continuar— Ella
me ama y me acepta tal cual, así que yo lucho por
quedarme a su lado, rompo los mismos estigmas que
me he autocreado con tal de seguir viendo como su

385
sonrisa ilumina mi mirada. Ojalá tú pudieras dejar
todos esos cuentos que te has inventado, no eres un
puto príncipe de Disney, ni el hombre más leal o
guapo, pero amas a Taehyung, y eso debería ser
motivo suficiente para que te levantes y luches por
estar a su lado.
Aunque Jungkook quiso decir algo, no pudo, en
su lugar se quedó tirado en la cama, sudando en
exceso, con el cuerpo débil y las palabras de amor
regadas sin control, sin orden, sin poder ser
procesadas. Escuchó a Jimin salir de la habitación y
agradeció en silencio que, por una vez en su vida, el
castaño no siguiera parlando, intentó mantenerse
recostado, pero al sentir una nueva arcada, apenas
pudo ponerse en pie y correr hasta el baño, vomitó
sobre el lavabo, sin poder inclinarse, temeroso de no
poder levantarse, se quedó un largo devolviendo el
poco alimento que ingirió con anterioridad.
El pelinegro se desvistió con cuidado,
tambaleante atinó a hundirse en la tina, solo para
comenzar a llorar como nunca antes al recordar las
veces que Taehyung y él compartieron ese espacio,
llevó sus palmas abiertas a sus ojos goteantes,
intentó disuadir los recuerdos preciosos, y aunque el
agua caliente comenzó a relajar su cuerpo ardiente,
su corazón seguía lastimado y necesitado de algo

386
que ningún medicamento o remedio podía darle: el
amor del rubio.
—Te amo, te amo, pececito…

387
[24]

El comedor se inundó de un aroma confuso, entre


la pasta algo quemada de los bordes y la rica
fragancia de los ejotes sazonados con mantequilla y
sal, el espacio se mantenía repleto de cajas regadas
por doquier, la mesa al centro no tenía la lujosa
decoración de antes, ahora tenía objetos de otros
espacios sobre el mantel que no combinaba con los
tapetes pequeños, la cristalería usual para cenar, no
era la que se mostraba, en su lugar los cubiertos,
vasos y platos eran de simple plástico, con
estampados infantiles, mismos que dejaban mucho a
desear por parte de uno de los dos habitantes de
aquella casa que parecía un caos.
Taehyung arrastró los pies hasta el comedor, sus
calcetas sucias recogiendo un poco del agua que
derramó en su primer viaje para tener la mesa con la
comida recién hecha. Estaba cansado, exhausto,
irritado y cada día más confuso. Aunque había
llenado caja tras caja con la ilusión de iniciar de
cero, había algo que le impedía funcionar de forma
ideal. El recuerdo de Jungkook, tocar su vientre y
aceptar que estaba esperando a sus pequeños “Tuc
tuc”, solo le hacían un eco constante que le impedía

388
cumplir su promesa con Namjoon. A esas alturas,
mantener su cabeza libre del mafioso le jugaban en
su contra, no podía concentrarse, no quería dejarle
escapar, no estaba listo para volver a intentar amar a
quien le ayudaba.
El rubio pasó saliva y soltó el aire, no era justo
que estuviera pensando otra vez en Jungkook, no
cuando Namjoon estaba en casa. Llegó hasta donde
Namjoon aguardaba, dejó uno de los platos justo
enfrente del mayor, no quiso mirar hacía el peli gris,
podía adivinar la cara de desaprobación al ver lo que
había preparado, en su defensa, quería decir que no
tenía ganas de pasar horas en la cocina haciendo una
cena que a esas alturas de sus días, no le llenaba y
no le importaba, no cuando eran besos y caricias de
alguien más lo que podían parar con esa hambre.
―Toma ―dijo el menor, escuchó el sonido del
plástico contra el cristal de la mesa, quiso alejarse
con velocidad, pero la mano de Namjoon le impidió
moverse― ¿Pasa algo? ¿Quieres más salsa?
―preguntó con la mirada gacha, sin obtener
respuestas al instante, así que continuó―. Quizás
pueda cambiarte la pasta ―hizo el amago de
liberarse del agarre del mayor, pero el contrario
ejerció más fuerza―, creo que deje un trozo menos
quemado en el sartén, solo debo ir…

389
Un impacto duro de una palma abierta contra la
mesa, hizo que Taehyung brincará en su lugar.
―¡Quédate aquí! ―exigió Namjoon, molestó de
la actitud del menor, no de la comida, que
visiblemente era incomible, sino por estar siendo
castigado con la ausencia de las promesas de su
esposo, no veía el intento de Taehyung por mejorar
su relación. Para el mayor, su marido todo el tiempo
estaba por las nubes, incapaz de prestarle atención,
cuando no estaba empacando, lo hallaba recostado
masajeándose el vientre, hablando hacía la nada, o
peor aún, recordando a Jungkook. Lo sabía, podía
adivinarlo sin fallas. Estaba harto― Dijimos que lo
intentaríamos ―recriminó, una mano ardiendo sobre
la mesa y la otra cerrada en la muñeca del más
joven―, pero no veo que pongas de tú parte, todo el
maldito tiempo estas igual, estas ido, ni siquiera te
arreglas, no me hablas, no me miras, siento como si
viviera con un jodido maniquí que solo esta ahí sin
decir nada.
El menor se quedó quieto, sin saber que decir, ni
como defenderse, porque en el fondo sabía que
Namjoon no mentía. Se miró, sin pasar por alto que
solo usaba un suéter gigante y unos shorts pijama,
no se había duchado, apenas y se peinó, eran cerca
de las siete u quizás ocho de la noche y él seguía tal

390
como despertó, sin ánimos. Taehyung llevó una de
sus manos ―por puro instinto― sobre su abdomen,
se zangoloteó un poco para poder liberarse del duro
agarre, sobó su muñeca rojiza, la marca de los dedos
de su esposo quemando sobre su dermis. Si bien él
no estaba siendo ese marido ansioso y amoroso, le
quedó claro que el peli gris tampoco estaba actuando
como el jefe de policías que juró cuidarle.
―Lo siento ―se disculpó, porque sabía que era
mejor mantenerse al margen, dio un paso hacía atrás,
recordando que Namjoon ya le había puesto una
mano encima, ahora no podía permitir un golpe más,
no cuando “sus bebés” yacían en su interior.
Relamió sus labios y se pegó hasta la silla libre―.
He estado muy ocupado con la mudanza, hay
muchas cosas en esta casa ―en parte era cierto, pero
lo que el mayor realmente captó, fue que Taehyung
ya no se refería a aquel como su hogar―, y bueno,
el embarazo me hace ser más lento de lo normal
―soltó el aire, con las palabras que pensaba
retenidas en la punta de su lengua, sin poder
soltarlas― Yo de verdad siento mucho que la cena
este así, puedo hacerte algo más.
―Déjalo ―soltó con molestia, se levantó de su
lugar, creando un sonido chillante de la madera de la
silla contra el piso semi limpio, caminó hasta llegar

391
a donde su esposo se mantenía cabizbajo, colocó dos
dedos debajo de la quijada, para así levantar la cara
del más bajo― Amor, Tae, siento mucho explotar de
esa manera, es solo que ver que hago todo por
nosotros y que tú no haces nada, enserio me pone de
malas ―se excusó, seguro de que él era quien daba
más―, entiendo que sigas confuso por todo, pero
tenemos que poner de nuestra parte, los dos
―recalcó la última palabra―. Seremos una familia,
la que siempre soñamos, tendremos a… ―no podía
decir que esos bebés eran suyos, una parte suya
realmente desechaba la idea de poner su apellido en
lo que veía como unos pequeños bastardos, pero se
trago lo que en verdad pensó―, los gemelos y tú
volverás a amarme.
Aquellas palabras dichas por Namjoon, se
sintieron tan irreales para Taehyung, comenzando
por el hecho de que veía lejano el poder volver a
amar al mayor.
―Nam, yo… ―puso distancia, entendía que
amar una vez más a Namjoon se veía muy lejano, tal
vez lo mejor era ser claros y poner la verdad sobre la
mesa. Su relación nunca sería igual―. Nam, yo no
creo que las cosas sean tan fáciles, lo he pensado y
en verdad que intente no pensar en él, pero llevó a
sus hijos en mi vientre, y desde que hable con Nae,

392
siento que estamos haciendo todo mal ―dijo sin
pausas―, quizás si debamos seguir con el divorcio,
no se si nosotros podamos volver a ser los de antes,
no creo poder ser ese Taehyung, ahora mi cabeza
esta confusa, pero estoy seguro de que no nos
merecemos nada de esto, tú no puedes pretender
estar bien a mi lado, y lo entiendo, créeme, tú te
mereces a alguien más, alguien en libertad en todos
los aspectos…
―¡No! ―gritó para callar al menor, llevó un
mano sobre la cintura del más joven y lo pegó a su
cuerpo, se rehusó a tomar las palabras del rubio, no
quería a alguien que no fuera él―. Yo te amo a ti, y
acepte todo, tus errores, tu pasado, tu traición,
incluso a esos bebés, te quiero a mi lado, Tae
―inhaló profundo antes de pegar su rostro al del
rubio―. No vamos a divorciarnos, amor, tú me vas
amar otra vez ―aseguró, lo hizo más para él mismo
que para el contrario― Yo, haré que me ames
―besó la comisura de la boca ajena, mientras sus
manos viajaron hasta la retaguardia del menor que se
retorcía en su lugar―. Hagamos el amor, verás que
esta vez te haré sentir mejor, eso necesitamos, estar
juntos para que me sientas, para que sientas lo que
es amor de verdad, un hombre que si te ama tal cual.

393
Namjoon quiso creer en sus propias palabras, que
todo se iba a solucionar con hacer el amor, que tener
a Taehyung bajo suyo, haría que por arte de magia
su relación mejorara. Enserio que el jefe de policías
deseaba aquello, demostrarle al menor que solo él
podía darle lo que necesitaba en todas las formas,
afirmarse que el rubio solo era suyo.
El mayor tomó por los muslos a Taehyung,
mientras su boca ansiosa insistió en buscar respuesta
del menor, pero no paso.
―¡Para! ―gritó Taehyung, se separó con fuerza
del mayor, limpió su boca, como si la saliva de
Namjoon fuera un veneno sobre su piel. Pero el
mayor no prestó atención, necesitaba reafirmarse
como el único dueño del rubio, por eso le besó a la
fuerza, apretó las nalgas, y lo recostó sobre la mesa,
mientras qué el más joven pataleó para separarse,
usó sus manos para poner distancia, llevó sus pies
cubiertos por las sucias calcetas hasta el pecho, para
con una patada alejarse― ¡Te dije que no! ―gritó
una vez más, se sentó asustado sobre la mesa, sus
ojos abiertos sin poder creer lo que había pasado―.
No quiero acostarme contigo…
―¡Eres mi esposo! ―dijo devuelta el mayor, con
la voz exaltada, paso una mano con su cabello

394
repetidas veces antes de hablar― Creo que es lo
mínimo que merezco después de todo. ¡Te he dado
todo, Taehyung, todo de mí! ―gritó con fuerza, su
cuello resaltando las venas, señaló al menor antes de
continuar― Te saqué de esa maldita casa, te di un
hogar, te di mi amor, te di mi dinero, y a tus padres,
les pagó una cantidad mensual para que tengas paz
mental ¿y tu que haces? ¡Eh! ―tomó el tobillo del
rubio y lo jaló hacía él, sostuvo el rostro con vigor,
apretó las preciosas mejillas de forma que la boca
del más joven quedó parada― ¡No haces nada por
mí! Me escupes en la cara, te pasas mi amor por el
maldito arco del triunfo, me ilusionas y luego me
avientas como un saco inservible. ¡No lo merezco!
¡Merezco que me des todo de ti, me lo debes!
Taehyung tembló en su lugar, consciente de las
palabras del mayor, cerró los ojos, incapaz de ver la
furia en la mirada del peli gris, apretó los puños,
asustado y apenado, cerró las piernas, no quería
“follar”.
―Nam, por favor, no ―pidió al sentir las manos
del mayor deslizarse por sus muslos hasta llegar a su
short corto, bajando la prenda para dejarle en ropa
interior― Entiende, no quiero esto, se que he hecho
las cosas mal, pero no actúes de esa forma, lo siento
¿sí? Nunca debía aceptar tu oferta ―habló mientras

395
el contrario intentó bajar su braga, llevó su mano
para colocarla sobre la opuesta, negándose a ser
desnudado sobre el comedor― ¡No, Nam! Tú no
eres así.
―¿Y como soy? ―se quejó, dio un jalón sobre el
suéter ancho, intentó retirarlo, pero no pudo, por eso
se desvió hasta las piernas delgadas, las abrió para
así sacar con facilidad el short y la braga― Prefieres
que sea el idiota al que le ves la cara ¿Eh?
―preguntó mientras llevó su boca a la piel morena
para dejar sucios besos. Estaba incontrolable,
necesitado de marcar como suyo al menor― Pero
eso se acabó, no voy a ser tu idiota, voy a tomar lo
que es mío ―habló mientras besaba la dermis, su
boca tan cerca del sexo, uno que tiempo atrás rogó
por él, y ahora se mantenía en calma, palpó con sus
dedos entre las nalgas del más bajo, recibiendo
gritos desesperados, pero su mente le cegó de
cualquier sentido, solo estaba encerrado en la idea
de ser el gran hombre.
El rubio se tensó al sentir los dedos de Namjoon
sobre su entrada, no quería ser tomado, no así, no
con él. Lloró y pataleó antes de sentir como un
digito se ingresó a su interior, el ardor le hizo gemir
alto, enrolló los pies y su mente le hizo viajar a años
atrás, a noches espantosas donde su padre le tomó

396
sobre un colchón viejo con el aliento a alcohol.
Taehyung cerró los ojos, sin poder reaccionar, sintió
la boca sucia del mayor bajar por su piel, se sentía
sucio, usado, sollozo sin control, quieto, porque las
palabras de su progenitor le hicieron actuar a como
le enseño, no abrió la vista, asustado de ver el
mismo rostro que le daño ahora reflejado en quien
creyó le había salvado.
―No, no, no ―pudo decir mientras se retorcía en
su lugar. De todas las veces que Taehyung soñó con
tener a Namjoon deleitándole con su lengua, nunca
imaginó que justa de esa forma iba a pasar, sentía la
punta humedad del mayor rozar por su sexo, lloró
porque la forma ruda en que las manos del peli gris
apretaron su cuerpo, nada tenían que ver con amor,
su cuerpo fue liberado de toda tela, desnudo sobre
una mesa, con solo los pies cubiertos por las calcetas
sucias, empuño las manos al sentir como el falo de
su mayor se alineó a su entrada, entonces rogó una
vez más―. Por favor, Namjoon, no me hagas daño,
por favor, no quiero ―cerró sus muslos, pero las
rudas manos del más grande le impidieron
lograrlo― No, no, no ―su llanto aumento al sentir
la palma amplia sobre su vientre apenas hinchando.
Ese fue el impulso necesario para que Taehyung
pudiera abrir la mirada, vio el techo, las lámparas

397
lujosas y luego una mata de cabello grisáceo, sintió
de poco a poco como el pene de Namjoon se metía
en su cavidad anal, y aunque le dolía la forma brusca
en que estaba siendo tomado, el pensar en sus
pequeñitos, sus bebés, sus “tuc tuc” siendo heridos,
fue el más desgarrador sentimiento, por eso, sin
saber de donde salió esa fuerza, pateó directo al
rostro del mayor, logró que el cuerpo de su esposo
cayera al suelo, se paró con velocidad y corrió con
rumbo a las escaleras, a nada de subir, pero
tropezando sobre las escalinatas al sentir unas manos
sobre sus tobillos.
―No, no ¡suéltame! ―gritó, desnudo contra las
escaleras, con el torso sudado de Namjoon contra su
espalda, las manos del hombre que un día vio como
su salvador sobre sus glúteos, separando las nalgas
de forma obscena para adentrarse.
―¡Solo cállate, Taehyung! ―gritó de vuelta el
mayor― Esto es lo que necesitamos, ser una pareja
una vez más… ¡Ah! ―gimió al sentir su falo ser
abrazado por el calor de la entrada, puso los ojos en
blanco al recibir el cuerpo tenso. Su mente estaba
confusa, no sabía porque lo hacía, solo era
consciente de ese sentimiento sucio que le hacía
querer adueñarse de todo del menor, mancharlo con
su esencia y rogar porque con su sudor se

398
exterminará el aroma de otro hombre sobre la piel
del rubio, puso su palma sobre la cabeza del más
bajo, empujó una vez, dos, tres, creo un ritmo
rápido― ¡Shhh! Amor, pronto seremos los de antes,
lo prometo bebé.
Entre el dolor y embestidas, Taehyung pudo
apoyarse sobre sus puños, su rostro cubierto de
sudor y lágrimas, sus labios rotos por la forma en
que mordió con fuerza, soltó el aire acompañado de
un grito alto, seguro de que el hombre que estaba
tomándolo de esa forma, ya no era Namjoon. Intentó
separarse, pataleó, omitió el ardor en su culo, pues
tenía que ponerse a salvo.
―¡Me lastimas! ―su garganta ardió ante las
palabras― ¡Suéltame! Namjoon, vas a lastimar a
mis bebés, por favor, tú no eres como él, me
prometiste jamás tratarme como papá lo hizo…
Y con esas palabras, algo hizo clic en la cabeza
de Namjoon, como si un balde de agua helada
cayera sobre su cuerpo ardiente, el mayor se separó
del pequeño cuerpo adolorido. Miro como Taehyung
se acurrucó en los escalones apenas sacó su falo de
entre las nalgas, vio la preciosa piel suave y morena
del menor brillar por sudor y las marcas de sus
actos. Se sintió asqueroso, repulsivo, su estómago se

399
contrajo ante la realidad, quería vomitar, se pegó a la
pared, sin saber en que momento se había bajado los
pantalones, mantenía su camisa a cuadros rojos, su
pene hinchado manchado de la punta por lo que
debía ser su semen y la sangre del rubio. No pudo
contenerlo, vomitó, lo hizo porque se sintió
asqueado del hombre en el que se transformó.
Limpió su boca, miró a Taehyung sollozar contra
la pared, con el cuerpo desnudo, solo los pies
cubiertos por esas calcetas sucias, tan frágil, tan
herido como cuando lo sacó de casa de sus padres.
Intentó acercarse, pero el menor se alejó con
velocidad, lo entendía.
―Tae, yo… ―no había palabras para
disculparse―. No se que me paso, perdí la cabeza
―sintió un nudo sobre su garganta― ¿Estas bien?
―preguntó antes de limpiar con sus manos su
propio falo manchado.
―¡No te me acerques! ―pidió al ver las
intenciones del mayor, subió un escalón más, le
dolía el cuerpo por el esfuerzo, las nalgas por la
rudeza con las que fueron tratadas, su entrada y peor
aún, su dignidad. Llevó su mano hasta donde sentía
un malestar, topándose con una ligera cantidad de
sangre, su temor se expandió por su ser entero―

400
¡No, no! ―sus pequeños, aquel pensamiento le hizo
levantarse para desplazar cualquier dolor y así correr
hasta la habitación, tomó lo primero que sacó de los
pocos cajones con ropa, cojeó por el dolor pulsante
en su interior, ignoró la voz del peli gris, pues su
cabeza solo estaba enfocada en algo: Saber si sus
bebés seguían a salvo.
Caminó detrás de Taehyung, sin recibir respuesta
a sus preguntas, vio al menor ponerse una simple
camisa ancha, con los pants deportivos, le siguió
cuando este volvió sus pasos hasta la planta baja,
entendió al instante las intenciones del más bajo.
―Por favor, déjame llevarte al hospital, déjame
ayudarte. ―pidió, para quedar postrado a mitad de
la sala en el momento en que Taehyung se giró para
enfrentarle.
―¡No! ―soltó con firmeza― No quiero tu
ayuda, ni nada de ti, Kim Namjoon ―alzó la voz―
Te pedí que pararas, te suplique porque me soltaras y
no lo hiciste. Te cegaste de una idiota idea en la que
yo tengo que amarte y hacer lo que tú quieras solo
porque me salvaste una vez ―se acercó solo un
poco al mayor― ¡No te debo nada! ―gritó― ¡No te
amo! No te quiero en mi puta vida, no me importa
quedar en la calle, prefiero eso a pasar un segundo

401
más a tú lado. ¡Sí! Me equivoqué, hice las cosas
mal, pero eso no te da derecho a tratarme así ¡Sí! Es
verdad que has hecho mucho por mí, pero no te
equivoques, eso no me obliga a sentir algo por ti
―limpió con su dorso su mejilla empapada― Me
salvaste de mi infierno, pero te volviste mi nuevo
verdugo, al final eres como papá, creen que mi lugar
es para servirles, tú y él piensan que les debo algo
por las cosas que me dan, y créeme te agradezco por
todo, pero no puedo más ―moqueó―. Pude
aguantar más, engañarme y creer que seriamos los
de antes ―soltó una risa nasal―, pero eso no va a
pasar, porque hoy no solo me hiciste daño a mí,
también a mis hijos, y eso nunca te lo voy a
perdonar, no seré un padre de mierda.
Dicho eso, Taehyung abrió la puerta principal y
salió, sin ser seguido por Namjoon, porque, aunque
el policía quiso ir detrás del menor, un dardo sobre
su cuello le hizo adormecerse al instante y caer de
lleno al suelo, sin poder hacer nada cuando el rubio
fue jalado por alguien para ser subido al momento a
una furgoneta blanca, misma que avanzó con prisa
por las calles desoladas de OakTown sin control, con
un destino muy marcado, dejar una advertencia a
Jungkook: “El juego ha terminado, Jeon”.

402
[25]

Gimió alto antes de dar la última embestida,


tensó la punta de sus pies, mismas con las que
sostenía su propio peso, abrió la boca en grande y
puso los ojos en blanco a la par que su pene duro se
vació dentro del cálido interior de la mujer, se dejó
caer al sentir como las paredes vaginales de la
pelirroja escurrieron su miembro viril, se desplomó,
su cara entre los pechos abultados, estaba cansado,
pero eso no evitó que Jimin lamiera con lujuria uno
de los pezones rosados de NaYeon. Ambos se
quedaron tumbados, la fémina con las piernas
abiertas, los muslos cansados y su busto siendo
atacado por un insaciable doncel.
La habitación solo estaba llena de los sonidos de
la boca del castaño succionando, no había nada
malo, excepto por la chica que buscaba hilar las
palabras correctas para confesar los secretos que
surgieron de la charla con Taehyung. NaYeon no
podía decir que no era una mujer de fiar, lo era,
aunque adoraba los chismes, verse inmersa en todo
lo que pasaba en la ciudad, había ocasiones que tenía
claro donde soltar la lengua y en cuales callar. Aún
no estaba segura de que decirle a Jimin lo que el

403
rubio dijo fuera lo mejor, pero eso no impidió que
las palabras escaparan de su boca sin control.
—Tae quiere irse de OakTown
Jimin sacó el pezón húmedo de su boca, elevó su
mirada sobre la pelirroja, demasiado cerca del busto,
dejando ante los ojos de la opuesta una escena que le
hacía quedar como un gatito curioso, relamió sus
labios, soltó el aire y se acomodó para quedar de
lado sobre la cama, su pene semi duro perdió la
excitación, seguro de que, si su chica le estaba
contando aquello, era porque había algo más. Él
debía indagar. Llevó sus manos hasta la cintura
desnuda, dejó un beso sobre los labios hinchados de
NaYeon antes de responder.
—¿Sí? ¿Es por Jungkook o por su embarazo? —
soltó casi con molestia. A Jimin no le disgutasba
Taehyung, lo cierto es que nunca había
intercambiado más de dos palabras con el menor, no
podía juzgarle, pero el mafioso era su único amigo,
quien le salvo, así que su lealtad estaba con el
mayor, por eso su tono de voz fue pesado, al creer
que el rubio hacía todo eso con el afán de molestar a
Jeon—. Ya se canso de jugar al esposo infiel y va a
escapar para hacer su cochina familia con este
pendejo ¡Ashh! —se quejó como un infante, sin

404
percibir la forma en que incluso su semblante paso
de molesto a tierno.
La mujer viró los ojos antes de acomodarse en el
colchón, jaló la sábana para cubrir su regazo, no le
incomodaba estar desnuda, menos con un hombre
que le había delineado la vagina con la lengua
repetidas veces, pero sentía que esa actitud a la
defensiva de Jimin, solo podía significar que iban a
pelear una vez más. Se había vuelto habitual, pues
mientras ella alegaba por su mejor amigo, el castaño
siempre sacaba a flote que Jungkook era una victima
de las indecisiones del menor.
—Ya te dije que las cosas no fueron así, Tae no
jugó con Jungkook —defendió—, aparte, tú
amiguito ese fue quien puso las pautas “Solo quiero
follar, duro y salvaje ¡Hunga, hunga!” —quiso
imitar la voz de un hombre mientras dijo aquellas
palabras que una vez el rubio le contó—. Mi mejor
amigo solo se acopló a lo que ese baboso le dijo,
aparte no me cambies el tema —se pegó un poco
más al castaño, segura de que con sus caricias podía
doblegar al mayor, con su dedo índice dejó una
caricia sobre el pezón del más grande, tenía claro
que a Jimin le fascinaba que jugaran con sus pechos,
más cuando uno de sus dedos se desviaba hasta el
culo del contrario. No lo hizo, porque tenía que

405
hablar y no acabar follando—. Amor, bebito, Mimi
—pestañeó hasta tener la atención del contrario—,
sé que prometimos ser ajenos al tema, y enserio que
no quise decir nada, créeme, Jeon me da un miedo,
que he llegado a dejar de hacer popo por las noches,
todo por miedo a que el salga de la oscuridad,
pero…
Meditó una vez más si era lo correcto contar todo
lo que Taehyung le confesó, se sentía incorrecto
decir los más dolorosos secretos del menor, incluso
era impropio que ella fuera quien anunciara que el
mafioso era el padre de los pequeños bebés que
crecían en el interior del rubio. Apretó los ojos, sin
ver como Jimin se acercó a su rostro para tomar sus
mejillas con amor.
—¿Qué pasa? ¿Te preocupa algo? Si es por Jeon,
no temas, te prometo que él no volverá a ponerte una
mano encima, no pretendo justificar sus actos, solo
estaba descontrolado por no dar con Taehyung,
parece que él enserio esta muy clavado, nunca lo vi
así, incluso muchos dicen que siquiera cunado su
esposa murió actuó de esa forma —soltó sin notarlo
—, Jungkook de verdad ama a Tae, tanto que lleva
días actuando extraño, hasta se enfermó, ha estado
vomitando y quejándose, que no soy chismoso, mi
amor, pero lo encontré llorando ¡A él! ¿Puedes

406
creerlo? —negó con la cabeza, como si estuviera
muy sorprendido de sus palabras y hechos vistos.
Lo dicho por Jimin bastó para que NaYeon
confirmará que iba a hacer lo correcto. No le
agradaba Jungkook, era cierto, pero creía que en
verdad el mafioso se había enamorado de su mejor
amigo, y para ella, ya era momento de que Taehyung
en verdad tuviera amor, por él, por los bebés. Lo
merecía.
—Lo creo, él amor cambia a las personas —
sonrió, dócil ante el tacto del castaño—. Pero deja
de interrumpirme, quiero decirte algo muy
importante, algo que puede cambiar todo, ¡préstame
atención! —reprendió cuando Jimin comenzó a
posar sus manos sobre su muslo—. Taehyung esta
esperando gemelos —el opuesto puso los ojos en
blanco— ¡Espera! Déjame terminar —pidió al ver
las intenciones del contrario por irrumpir—. Sabes,
Tae y Nam intentaron tener hijos por un buen
tiempo, nunca pudieron —eso llamó la atención del
castaño.
—¡Ja! ¿Me estas diciendo que al jefe de policías
no le funciona la pistola? —preguntó con burla y
curiosidad, pasó por alto lo en verdad importante de
lo que NaYeon decía.

407
—No me compete decirte eso, pero ¿No se te
hace raro que por años Tae nunca quedo embarazado
y ahora que paso días encerrado con Jungkook
resulto con dos gemelos en su interior? —levantó la
ceja, sin querer poner todas las palabras en su boca.
Pensó, como un tonto sin poder hilar lo que su
chica decía, eso hasta que todo fue claro, Jimin abrió
los ojos de una forma casi espeluznante, tragó saliva
con fuerza y boqueó, sin poder decir lo que pensaba.
—¡¿Me estas diciendo que esos bebés son de
Jungkook?! —gritó exaltado, sin percatarse de como
su celular comenzó a vibrar sobre la pequeña mesa
de noche— ¡La puta madre que los parió!
¡¡Jungkook va a ser papá!! —la pelirroja asintió, con
una sonrisa en sus labios, aliviada de decir lo
necesario para cambiar todo. Jimin se levantó de la
cama, eufórico, caminó en círculos por la habitación,
balbuceando cosas sin sentido, detuvo su andar para
ver a su mujer— ¿No es una broma? —la opuesta
negó— Tengo que decirle a Jungkook, él debe saber
que Taehyung le quiere quitar la custodia de sus
hijos no nacidos ¡Joder! —apretó el puño antes de
por fin escuchar el sonido del celular—. ¡Mierda!
Casi lo olvido.

408
Jimin corrió hasta su celular, dispuesto a ignorar
todo para llamar a Jungkook, muy seguro de que los
guardias que dejó vigilando a Taehyung solo querían
reportarse antes del cambio, pero, aunque el castaño
dejó todo planeado para que el rubio se mantuviera a
salvo, al desbloquear su móvil, solo pudo comprobar
que las cosas estaban terriblemente mal, y que él
estaba en grandes problemas.
Él semblante de Jimin cambió antes de elevar su
mirada a NaYeon, bufó y maldijo en voz alta, antes
de comenzar a vestirse con velocidad. No quiso
decir mucho a la pelirroja, seguro de que era mejor
mantener a su novia lejos del caos, le besó con
rapidez y salió del departamento nuevo donde la
mujer se quedaba, se puso las botas a mitad de las
escaleras, llegó al auto y entonces pudo marcar al
guardia en turno.
—¿Qué mierda paso? Dime que Taehyung sigue
a salvo…
—Jimin…, se lo han llevado, nos atacaron y no
pudimos hacer nada… No hemos hablado con el
jefe…
—No lo hagas, yo le dire.

409
—Enserio, ellos venían armados hasta los codos,
fue imposible hacer algo…
Eso basto para que Jimin condujera a alta
velocidad hasta el club Stray, muy convencido de
que las malas noticias debía decirlas de frente, o de
lo contrario, Jungkook iba a matarle cuando lo
encontrará. Se vació el perfume, necesitado de
borrar su aroma a sexo, pues por bajar la guardia
para irse con NaYeon, el amor del mafioso estaba en
manos del enemigo, no tenía dudas, así como
tampoco dudaba en que el mayor iba a enloquecer
cuando le contará toda la verdad. Sería una noche
larga y llena de sangre.
Intentó prestar atención a la contadora de billetes,
pero su mente estaba en otro lado, caminó hasta
donde mantenía sus mejores licores, no quería
alcohol en su sangre y sentidos, pero a esas alturas,
era preferible mantenerse sedado de la realidad a
seguir pensando en un doncel que no le
correspondía. Jungkook vertió el líquido dorado
sobre una copa de cristal, el aroma fuerte hizo que
sintiera náuseas al instante, pero prefirió ignorar,
llenó hasta la mitad, y bebió de golpe, apretó los
ojos y labios con fuerza, para mantener la bebida en
su interior, tragó con pesar y soltó el aire cuando
estuvo seguro de no vomitar.

410
—Esto es una mierda —se quejó hacía la nada,
negó y dejó la copa para aventarse al sillón más
cercano, le dolía la cabeza, el abdomen, el cuerpo
entero y más importante, él corazón—. Espero sea
un puto infarto, no me vendría mal estar muerto por
un rato —soltó el aire, cerró los ojos, solo para
torturarse con la imagen de Taehyung.
A esas alturas, era imposible para Jungkook
poder quitar de su memoria al menor, lo amaba, no
había día, hora o segundo que Taehyung no se colará
en cada uno de sus actos. Lo quería a su lado,
aunque fuera egoísta, deseaba estar con el rubio,
fingir que todo seguía como en aquellos días que
estuvieron juntos en su casa, olvidar que estaba en
OakTown para recuperar su legado, no recordar que
el amor lastimaba, dejar de lado el pasado con JiEun
y aventarse una más hacía una relación.
Jungkook jugueteó con el anillo sobre su pecho,
se sentía tan incomodó, ahora era como si ya no le
perteneciera, y aunque sabía que era irrealista, pensó
en Taehyung siendo quien portará una alianza
dorada, ellos dos unidos por una promesa de amor,
por un matrimonio. Se quejó y se levantó de golpe,
muy seguro de que no tenía cabeza para llenarse de
sueños románticos, quiso servirse una copa más y
adormecer todo en su interior, pero la intromisión

411
repentina de Jimin, hizo que solo pudiera atinar a
blasfemar. No tenía paz.
—¡¡Jungkook!! ¡¡Jungkook!! —gritó de esa
forma escandalosa que a veces—siempre— irritaba
al mayor—. Tenemos muy grabes problemas —se
quedó parado, con miedo de comenzar.
—No me importa, Jimin. Si no son noticias de
Lee o de los guardias de Taehyung, no me interesa
—dictó con firmeza, aún de espaldas al castaño
nervioso.
¿Iba a morir? Seguramente, era una posibilidad
alta, más cuando sabía que la noticia trataba de las
dos únicas razones que hacían a Jungkook perder la
cabeza. Jimin inhaló profundo, sin saber cómo
empezar. Aprovechó que no tenía la mirada del
mayor sobre él para así poder decir todo sin sentir
que un par de ojos iban a matarle.
—Lee atacó una vez más —era cierto, pero no
era toda la verdad, no tenía dudas que había sido
Yiwon quien estaba detrás de la captura del doncel.
Vio la espalda de Jungkook contraerse, la camisa
negra parecía más ajustada de lo normal, el menor
podía delinear cada musculo del más grande, eso le
asustó, pero continuó, dando pasos lentos y cortos
hacía el pelinegro—, hay heridos…

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—¿Muertos? —cuestionó mientras servía una
copa más. Saber si tenía personal muerto era algo
que, si le interesaba, en la guerra por el poder, era
mejor siempre estar con guardias listos para batallar.
—No, pero han tomado… algunas cosas, han
tomado… —a tu amor, pensó Jimin, sin poder decir
eso.
—¿Qué tomaron? ¿Drogas? ¿Armas? Dudo que
haya sido dinero, sabes que lo mantenemos bien
resguardado, si fueron drogas no me importa,
siempre podemos producir más, pero si son armas,
me preocupa un poco, no podemos darnos el lujo de
dar algo que necesitamos —respondió, aún muy
concentrado en decidir si mezclar el whiskey con
soda o dejarlo simple. Jimin no respondió—
¿Entonces?
Tenía que decir todo, entre más tiempo pasará,
más peligro corría Taehyung. Jimin se alejó un poco
del más alto, se posicionó cerca de la puerta por si
tenía que escapar y esquivar balas, vislumbró la
cadera del mayor, solo para ver que Jungkook no
mantenía su arma alejada, empuñó sus manos y soltó
el aire.
—No, nada de eso, más bien tomaron a alguien…
—dijo con voz bajita, el miedo por todo su ser.

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—¿Sí? ¿A quién?
No fue necesario que Jimin hablará, no cuando al
instante la habitación se llenó del escandaloso ruido
del celular del mayor. Jungkook prestó atención al
móvil, lo saco del bolsillo de su pantalón de vestir
color gris y desbloqueó al instante, sin entender
quien demonios había encontrado su número
privado, pero todo eso paso a segundo plano cuando
abrió el mensaje y puso play justo por encima del
archivo adjunto, un video, uno de menos de treinta
segundos, uno donde al se pudo apreciar con
claridad el rostro de alguien que el pelinegro amaba.
“Tengo algo que te perteneces, y tú tiene algo que
yo quiero, Jeon —se escuchó la voz de Lee Yiwon.
Los gritos ahogados de Taehyung por un trapo entre
sus labios, bien pegado con cinta, hizo que el rubio
solo balbuceará, el menor estaba atado a una silla de
metal, con los brazos detrás de la espalda, los ojos
rojizos por el llanto, el abdomen sujetó con cuerdas
ajustadas y los tobillos inmóviles con más sogas.
Una escena que atacaba en los puntos correctos para
Jungkook. Lee caminó hasta el rubio, solo para
acariciar la mejilla cubierta en lágrimas y luego
hablar—. Tienes doce horas para encontrarme y
darme lo que quiero, de lo contrario tú bonito…
¿Cómo es que le dices? ¡Ah, claro! Pececito, sí, tú

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pececito y tus mini pecesitos van a terminar igual
que tú esposa”
Él video se detuvo, Jungkook no pudo definir si
fue porque había llegado a su fin o por la fuerza
inmensa con la que apretó el celular entre sus
manos, sus yemas casi blancas por el vigor con el
que sujetó el aparato, su respiración agitada, entre
cortada, su cuerpo entero tenso, los músculos tan
duros que sentía podían quebrarse ante el simple
movimiento lento. No lo supo, lo siguiente que el
mafioso entendió, es que iba a matar a alguien. La
rabia le cegó, no fue el alcohol, por eso se giró, sus
ojos oscuros, las pupilas dilatadas y venas rojizas
por la zona esclerótica, su cuello parecía estar a nada
de reventar, gruesas venas resaltaban por encima de
la dermis blanca y llena de tatuajes, incluso los
muslos parecían no soportar la tela que le apresaba.
Miró a Jimin antes de aventar el celular a los pies
del mencionado, cortó la distancia y lo tomó por el
cuello para sin piedad azotarlo contra el escritorio,
escuchó como el cuerpo del menor sonó en exceso,
no paro.
—¡¿Dónde están los guardias de Taehyung?! —
gritó, y aun con el leve sonido de la música alta en la
parte del club, la voz de Jungkook fue más letal, más
imponente— ¿Eso venías a decir? ¿Qué no haces

415
bien tú trabajo? ¡¡Tienen a mi chico!! —su cuello
parecía explotar, una vena atravesó la frente del más
alto, mismo que ejerció más presión sobre el menor,
tanto, que en segundos el color de Jimin paso de
blanco a rojizo— ¡¡Dime!! ¡¡Eres un maldito
imbécil!! —le soltó al sentir las manos pequeñas del
castaño pedir por algo de paz.
Liberó a Jimin, caminó solo un paco, pateó todo a
su paso, aventó la máquina donde contaba el dinero,
no le importó los billetes flotando por la habitación,
arrojó las botellas de licor, jaló sus mechones con
impotencia, gritó y pateó el celular repetidas veces,
hasta verlo desecho bajo sus pies.
El castaño tosió con fuerza, inhaló, necesitado de
sentir todo el aire posible, se tocó el cuello, estaba
asustado, nervioso, y temeroso de ir hacía donde
Jungkook se descontrolaba. Sabía que iba a pasar,
pero más importante, tenía que confirmar que Lee
no mentía, que enserio estaban en problemas.
—Son tuyos —pudo decir con la voz lastimada
—, los bebés de Taehyung son tuyos —eso hizo que
Jungkook dejará lo que hacía para ver hacía el
castaño—. Por eso se quería ir, estaba asustado, te
ama, Taehyung te ama…

416
No escuchó más, tomó su arma y salió de su
oficina, desesperado, su mente maquilando a mil por
hora todo lo que Jimin le dijo, lo que Lee le mostró.
La noticia del embarazo de Taehyung, soló aumento
un eco en su interior, la palabra “tuyos” se repitió de
forma constante. Jungkook ubicó su auto, se subió
sin esperar por el castaño que le seguía de cerca, dos
automóviles más se movieron detrás del mafioso,
antes de que el menor pudiera seguirles el paso.
Sabía a donde iba, Jimin adivinó que Jungkook se
dirigía rumbo a la casa de Kim Namjoon, vislumbró
las luces de la casa que vigiló por semanas enteras.
El castaño bajó del auto casi sin poder frenar, lo hizo
porque los disparos cercanos le hicieron saber que el
mafioso estaba realmente enojado.
—¡Mierda! —se quejó Jimin al ver a los guardias
que debían mantener a Taehyung, tirados sobre la
acera, con un balazo justo entre sus ojos, enormes
charcos de sangre bajo los cadáveres, seguro de
algo, eso no era algo de Lee, la muerte de los
hombres fue la forma en que Jungkook castigó por
no mantener al rubio a salvo. Dejó su análisis para
seguir los pasos del mayor, se adentró hacía la casa
de Kim, para frenar sus pasos al ver al mafioso
encima del jefe de policías.

417
No pensaba, no lo hacía. Por eso, Jungkook tomó
por el cuello a Namjoon, demasiado furioso, capaz
de seguir matando, como si de esa forma pudiera
tener a Taehyung más rápido. El policía apenas y
parecía recuperar la noción, agitó por la parte
superior de la camisa al peli gris antes de gritar.
—¡¿Pensabas mentir?! —preguntó, se refería al
embarazo de Taehyung— ¡Ese día en el hospital
mentiste para alejarme, lo sabías! ¿Ellos son míos?
—tuvo que cuestionar, como si necesitara confirmar
que lo que sabía era la verdad.
Pero Namjoon no estaba dispuesto a ceder. El
jefe de policías apenas y podía mover su cuerpo,
minutos antes de que Jungkook y sus hombres
llegaron, pudo despertar, quitar el dardo de su cuello
y comprender que algo malo había pasado, gritó el
nombre de Taehyung, sin obtener la respuesta
deseada, todo estaba mal. Miró al contrario, seguro
de que su felicidad, su matrimonio, su familia estaba
desvaneciéndose por culpa del pelinegro. Así que,
aunque sabía que Jeon no era u hombre con el que
debiera jugar, lo hizo. Porque sus ganas de mantener
sus mentiras eran más fuertes que cualquier cosa.
Incluso, que el bienestar del mismo rubio.

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—Nunca te lo diría —escupió con odio, para
sentir las manos callosas del mafioso cerrarse un
poco más en su garganta, limitando el aire, y aun así,
siguió—. Sigue siendo mi esposo, lleva mi apellido,
así como esos bebés lo harán, no me importa nada,
Taehyung se quedará a mi lado ¡Yo lo merezco más
que tú! ¡El debería amarme a mí! ¡Yo sí lo amo! —
pudo gritar, pues el agarre del opuesto menguó.
Tomó lo dicho por Namjoon como la afirmativa
que necesitaba.
—¡¡Yo amo a Taehyung!! Me hice a un lado para
protegerlo, para que tuviera lo que siempre quiso, y
aún así permitiste que se lo llevaran ¡El esta en
riesgo por tu maldita culpa¡ ¡Por ser un mediocre en
todo lo que haces! —la vena en su cuello se exaltó
más, el enojo aumento al solo pensar en su chico con
sus bebés, en como nunca debió confiar en
Namjoon, ni despegarse del menor, tuvo que ser
mejor, más hábil, menos cobarde al amor— ¡¡Son
mis hijos!! —estrelló la cabeza del peli gris contra el
suelo— ¡¿Pensabas tomar lo que es mío?! ¡¡No te lo
permitiré!! —afirmó, porque así sería— Taehyung
me ama a mí, y yo lo amo a él —habló con
seguridad—. Y si tengo que matarte para que lo
dejes en paz, lo haré, haré todo porque mi Tae este a

419
salvo —finalizó dando un azote más a la cabeza del
mayor contra el sedimento.
Se levantó para tomar su arma, listo para apuntar
directo a la frente del jefe de policías, sus hombres,
incluido Jimin, a sus espaldas, sin oponerse a la
bestia en la que Jungkook se había transformado. El
mafioso colocó su dedo sobre el gatillo, sin nada que
le impidiera comenzar a despejar el camino para ir
tras Taehyung.
—Si me matas no darás con él —pudo decir
Namjoon, le dolía en exceso la cabeza, sentía que
sangre emanaba entre sus cabellos, pero aún así
estaba dispuesto a hablar, hizo el amagó de girar
para poder sentarse—, no olvides que soy el jefe de
policías —se sostuvo con los codos sobre el piso, su
vista borrosa hacía el mafioso—. Jamás le haría
daño a Tae… —se arrepintió al instante, pues ya lo
había hecho, bajó la mirada por un segundo, su ojo
derecho, donde Jungkook le golpeó, comenzó a
cerrarse, fluido rojizo brotó de su nariz y labio,
incluso de su mejilla—, yo también quiero que Tae
sea feliz —eso era verdad, aunque aún no aceptaba
que no fuera a su lado.
Quitó el dedo del gatillo, lo hizo porque en ese
momento las palabras de Namjoon sonaban como lo

420
más viable. Después de todo, Taehyung era el
esposo del jefe de policías, y eso podía ayudarle a
dar con el paradero de Lee más rápido. Jungkook
caminó hasta el peli gris, lo tomó por el cabello y
jaló lo suficiente para levantar al opuesto y ponerlo
cara a cara.
—Te dejaré vivir hasta que encontremos a
Taehyung, pero después de eso, eres hombre muerto.
Dos hombres unidos por la necesidad de ir tras la
persona que aman… ¿Un problema o una ventaja?

421
[26]

Intentó moderar su respiración, parpadeó


repetidas veces, la habitación donde estaba era
demasiado oscuro, solo una luz amarilla yacía sobre
sí, le molestó en exceso la vista, aún así, buscó
reconocer el lugar sin éxito, sabía que en situaciones
así debía mantenerse en calma, era lo que Namjoon
le enseñó. Con el simple recuerdo del hombre
mayor, su desesperó aumento, se zangoloteó
sutilmente sobre la silla de metal, solo logró que sus
muñecas se sintieran más apresadas y que su
abdomen se tensará, un miedo llenó su cuerpo
entero, todo empeoró al sentir un fuerte punzón justo
desde su cavidad anal y que subió hasta su pelvis,
dolió en exceso, de no mantener su boca sellada
pudo gritar, lagrimeó, se desesperó, tenía más de un
motivo para hacerlo, comenzó por darse cuenta que
estaba en una situación extraña, no entendía porque
estaba amarrado en lo que parecía una bodega vieja,
nada parecía tener sentido, terminó por recordar que
sus pequeños “tuc tuc” corrían peligro. Taehyung
lloró.
El rubio pudo aumentar su sollozo a pesar de
tener los labios sellados, no le importó el casi ahogó

422
que le provocó la falta de aire, solo quería salir de
ese lugar e ir al hospital, verificar que sus bebés
estaban a salvo, ya nada le importaba más que eso.
Rogó en silencio, intentó moverse una y otra vez,
hasta que sus muñecas se irritaron por la fricción, no
paró, no quería hacerlo, pues su mente solo resonó
con la idea de que lo único bueno y real en su vida
corría riesgo. Era su impulso, lo que le quedaba
después de perder hasta la confianza en sí mismo.
Taehyung pudo seguir intentando escapar sin éxito,
pero la puerta de metal pesado abriéndose con el
sonido chillante que le acompañaba, hizo al menor
parar, más al ver un rostro que nunca imaginó
tuviera que ver en la situación en la que estaba.
Su cabeza se llenó de dudas al instante en que vio
entrar en esa oscura habitación a Lee Yiwon.
Taehyung lo conocía, fue el esposo de su mejor
amiga por cortos años, sin duda un gran hombre,
OakTown entero halagaba al mayor, un ciudadano
que hizo mucho por la ciudad, carismático y siempre
sonriente, tan buena persona, por eso el rubio no
entendía qué demonios pasaba. El llanto del menor
frenó, aunque el miedo prevaleció.
El hombre mayor jaló una silla que se mantuvo
invisible, inmersa en la oscuridad, eso hasta que la
arrastró para posicionarla frente al rubio sudado y

423
con el rostro empapado. Yiwon sonrió antes de
sentarse, cruzó las piernas, sin decir nada, detalló en
exceso el rostro del moreno, sin dudar que Jungkook
iría tras de él. Por fin lo tenía donde quería. No era
un tonto o ciego, reconocía que Taehyung era un
doncel precioso, casi irreal para estar en esa ciudad
que se caía a pedazos sin que nadie lo notará, era un
deleité visual, pero por lo mucho que ya sabía
gracias al padre del mismo, chismes e incluso sus
investigadores, el rubio no era alguien que quería a
su lado. Demasiado manejable, fácil de romper,
sensible, creyente de la justicia y soñador de
romances. No era su tipo ideal, prefería a mujeres o
donceles que pudieran entender que, en la vida, a
veces ser el malo tiene más ventajas que ser un
idiota esperando por equidad. Él había creado sus
reglas para siempre ganar sin importar nada. Con ese
pensamiento, se inclinó un poco hacía el opuesto.
—Taehyung, ¿sabes porque estas aquí? —
preguntó, casi deseoso de escuchar lo que deseaba.
El menor no dijo nada, no porque no quisiese, se
debía a su boca sellada, así lo quería Lee—. ¡Ay,
Tae! —se reclinó contra la silla, soltó el aire—,
sabes, tienes una pésima suerte con los hombres.
Era verdad, Taehyung creía en lo que Lee decía,
pero eso pasó a segundo plano, porque seguía sin

424
entender lo que pasaba. El rubio sintió sus ojos
volver a llenarse de agua al sentir la incertidumbre
flotando en el aire.
—¿No lo entiendes? —cuestionó con burla,
liberó una risa nasal para continuar, pero antes sacó
un puro del saco color marrón, tan elegante, tan fácil
de convencer que era un rico ciudadano más, inhaló
del tabaco y soltó una nube de humo contra la cara
del más bajo—. Déjame explicarte —inhaló un poco
más y habló—, primero tú padre, un maldito adicto
que abusó de ti por años, culpó al alcohol, pero la
verdad es que siempre lo deseó, los hombres así no
tienen excusas para sus actos. Al final te ha vendido
por simples botellas, triste —alejó un poco el puro
para seguir—, te hizo vivir un infierno ¿y que
hiciste? ¡Exacto! Soportar, te quedaste ahí,
calentando su cama y recibiendo toda la mierda que
te dio —sonrió de lado, como si aquello fuera un
chiste—, elegiste mal. Luego, Namjoon, creíste en
que era tú salvador ¡que iluso! —volvió a reclinar su
cuerpo hacía el contrario—, el jefe de policías no es
lo que tú o la ciudad cree, es solo un hombre
asustado, que se rehúsa a la realidad, nunca te amo,
puedes estar seguro, por eso soborna a tus padres
con cheques mensuales, no acepta tu pasado y
prefiere pagar para callarlo, cada que te ve debe

425
sentir algo similar a la frustración, tener lo que
quieres pero no de la forma en que pensaste —así se
imaginó que pensaba el peli gris, quizás era de esa
forma.
Taehyung sintió las primeras lágrimas descender,
no pudo frenarlas, las palabras de Yiwon eran como
fuego que quemó sobre su piel y recuerdos, sobre su
falsa realidad. Tenía razón, se repitió el menor,
seguro de que lo que sufrió fue su culpa. Ese era su
problema, Lee no se equivocó, el rubio era
demasiado manejable, tan fácil de hacerle creer que
sus desgracias fueron por voluntad, que pudo hacer
algo, tan ciego que no entendía que solo era un
jovencito cuando su padre comenzó a abusarlo, no
había razones para merecer lo que sufrió, así como
tampoco había motivos para que su esposo, el
hombre que le ayudó, ahora lo tratará de forma
hostil, porque Namjoon se enamoró de una visión
del moreno, nunca aceptó que su dulce esposo fue
un doncel abusado, prefirió crear otra realidad,
misma que con la llegada de Jungkook cayó en
pedazos. Ahora, el peli gris hacía sentir al doncel,
que también era su culpa que su visión se haya
borrado para dejar lo que nunca aceptó.
Yiwon vio al opuesto llorar, pero aún así tenía
más por decir.

426
—Mal, mal, tu vida esta llena de hombres que te
usan para luego botarte, has elegido tan mal
Taehyung, pero tú peor elección fue Jungkook —
caló del puro y expulsó el humo justo sobre la cara
del rubio. Vio la forma en que el moreno abrió los
ojos en exceso ante su confesión—. Sí, lo sé, te
metiste con el peor hombre de todos —negó con la
cabeza—, Jeon Jungkook, un hombre que solo te ha
estado follando para saciar su necesidad, te
entregaste a él sin importar nada, sin saber que él
solo esta aquí para hacer arder la ciudad, incluido tú,
solo te ha usado para tener un cuerpo cálido en su
cama, lo peor de todo, es que lo sabías, pero aun así
elegiste, ¿Ahora que tienes? Un embarazo de alguien
que no es tu esposo —el rostro de Taehyung pudo
contraerse a pesar de estar apresado por la cinta—
¡Oh, sí! Yo lo se todo, Tae, por eso te puedo asegurar
que tus elecciones son las peores, porque gracias a
que elegiste a Jeon, estas aquí.
Todo tenía que ver con Jungkook, lo tuvo claro,
pero la duda seguía latente ¿Qué había hecho
Jungkook a Yiwon para que este le tuviera apresado?
Pensó Taehyung, y como si el opuesto leyera su
mente, siguió hablando.
—Tu amado Jeon se metió en mis negocios, ha
destruido todo lo que construí en años, mi legado

427
pende de un hilo ¡¡porque ese hijo de puta ha estado
quemando todo hasta los cimientos!! —gritó al final,
muy exaltado, tiró el puro a un lado y se levantó
para llegar hasta el rubio, puso su mano sobre el
rostro del menor, recibiendo la lejanía, misma que
omitió para volver a intentarlo, tomó con una mano
la quijada del rubio y apretó con fuerza—. Por eso le
quité su juguete ¡Tú! Y ahora que llevas a sus hijos,
debes elegir bien, vas a servirme, lo harás porque de
lo contrario te voy a matar a ti y a esos bebés —bajó
la cinta, ansioso de escuchar la afirmativa por parte
del rubio, pero este solo tosió por la necesidad de
aire.
Si algo tenía claro Taehyung, es que
definitivamente nadie en OakTown era lo que
parecía, pues la fachada de hombre ideal de Yiwon
se cayó frente a sus narices para dejar expuesto al
verdadero, un sujeto dispuesto a matar para seguir
dominando la ciudad, alguien que debía ser peor que
el mismo Jungkook, quien estaba detrás de todo el
hostigamiento que sufrió, el acoso, las fotos, las
palabras. Con eso mente, el rubio sabía que parte de
lo que el mayor decía era real, no podía elegir mal,
menos cuando la vida de sus hijos peligraba, ese
instinto paterno fue el que le impulsó a hablar.

428
—No… no tiene sentido —pudo decir con la voz
rasposa—, si lo que dices es verdad, soy solo un
juguete para Jeon ¿Por qué vendría a salvarme? —
respiró agitado, nervioso, sentía que su corazón iba a
saltar por sus labios, quería vomitar y luego
desmayarse, pero no podía ser débil, tenía que
soportar.
—Aparte de usable, idiota —renegó el mayor,
ejerció mayor fuerza sobre las mejillas ahuecadas
del rubio, las yemas de sus dedos se hundieron en la
piel suave—, no vendrá por ti, vendrá por sus hijos.
Todos en este negocio necesitamos un sucesor, y tú
le vas a dar dos a Jeon. Ahí esta el motivo, ahora
bonito —cambió su tono de voz, como si minutos
atrás no hubiera despotricado contra el opuesto, le
soltó y habló—, vas a cooperar conmigo —subió
una vez más la cinta—, vamos a hacer un bonito
video para darle la noticia al futuro papi, quiero que
me des información necesaria para que venga
corriendo, y si sale bien, tienes mi palabra de que
vivirás, guardaré tu secreto para que vuelvas a casa
con tú otra mala elección de hombre, el jefe de
policías.
Entonces Taehyung quiso ser valiente por una vez
en su vida, dejar de ser tratado como el juguete que
todos los hombres en los que confiaba tomaban y

429
luego botaban. Lloró, lo hizo porque dolía ver todo
lo que soportó, desde su padre hasta conformarse
con un amor que nunca le hizo vibrar, y culminar
con un mafioso que soló le metió en más problemas
de los que deseaba. No más, no iba a ser ese doncel
que rompían sin parar. Así que cooperó con Yiwon,
dijo desde el apodo que Jungkook usó en él, hasta
confirmar que esos bebés eran del mismo, actuó
como si de verdad estuviera cediendo, aunque por
dentro solo estaba memorizando la habitación,
usando sus palabras para mantener a Lee ocupado.
Iba a salvarse a sí mismo, a sus hijos.
Había cientos de expedientes regados por la
mesa, le dolía la cabeza en exceso, no era un hombre
que acostumbrará a mostrar sus emociones, pero en
ese instante quería llorar, le dolía el alma, creía que
era incapaz de soportar un segundo más sin saber el
paradero de Taehyung. Jungkook tenía más de una
hora trazando rutas que se disolvían al darse cuenta
que no tenían ninguna pista para dar con el rubio, la
información que Namjoon daba era valiosa y a la
vez inútil, de nada les servía tener todo el historial
de Yiwon, si no sabían por donde buscar.
Jungkook se alejó del comedor, miró de reojo a
Namjoon, un moretón sobre el ojo derecho hacía que
los párpados de este se cerraran, la parte de ese lado

430
hinchado, el peli gris caminaba por la habitación
sacando más papeles, sin poder creer que enserio
Lee estuviera metido en la mafia.
—…En el 2010 reportó la adquisición de un
rancho a las afueras —habló el peli gris hacía Jimin,
quien tenía un mapa de OakTown abierto sobre la
mesa, ponía tachuelas sobre las zonas que el mayor
dictó como propiedad de Lee—, pero parece que se
deshizo de ella al año siguiente —detuvo su
actividad para notar lo raro que fue pasar por alto
todo eso—, ahora que lo pienso, esto debió dar
señales de alerta, pero supongo que parte de la
policía estaba corrompida.
El mafioso soltó el aire, negó con la cabeza, no
tenían nada útil, aquello le enfureció, por eso caminó
de vuelta hasta la mesa, solo para dejar caer su
palma abierta sobre la madera, haciendo un sonido
seco que provocó Jimin brincará en su lugar y
Namjoon tirará los papeles de sus manos.
—¡¡No hay nada!! Tu información es basura,
debería matarte —amenazó, miró con odio hacía el
peli gris, no dudo en caminar hasta tomar por el
cuello al contrario, tan necesitado de exterminar algo
— Toda esta mierda pude tenerla sin tu ayuda ¿Qué
no se supone eres quien mantiene este puto pueblo

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vigilado? ¿Dónde esta tu poder jefe? —burló, cada
vez cerrando más su mano sobre el opuesto— No
eres nada, solo un idiota que no pudo mantener a mi
chico a salvo —soltó al mayor, le empujó, quería
golpearlo, acabarlo. Sacó su arma de la zona de la
cadera donde se mantenía, apuntó justo entre los
ojos del jefe de policías—. Dame un jodido motivo
para no volarte la cabeza en pedazos ¡Anda, hijo de
puta! ¡Di algo o te mato!
Namjoon tembló contra la pared, no quería morir,
no podía hacerlo sin antes dar con Taehyung. Pasó
saliva, sus ojos fijos sobre la mirada furiosa del
pelinegro, era cierto, no tenía mucha información,
pero en su defensa, apenas hace poco se había
enterado que Lee Yiwon no era el comerciante que
todos en OakTown pensaban, más bien que surtía de
drogas y negocios turbios la ciudad. Ahora veía
claro que las influencias del mayor habían logrado
borrar puntos vitales. Suspiró lento, levantó las
manos, su cabeza trabajando a mil por hora,
queriendo tener algo que sirviera. Entonces recordó
ese rumor que surgió hace tres años, aquel donde se
especuló que Lee había estado involucrado.
—…Casino Royal —soltó casi en un susurro,
pero audible para el opuesto— ¡Casino Royal! —
repitió, ahora más alto.

432
—¿De que mierda hablas, idiota? —preguntó
Jungkook sin bajar el arma.
—Hace un tiempo hubo un gran incendio a las
afueras de OakTown, en el casino Royal, era un
lugar casi en los límites de la ciudad —comenzó a
recordar todo, había visto el historial y cerrado el
caso, fue un ciego—, oficialmente se tomó como
una falla eléctrica en las cabinas subterráneas, se
perdió una parte y lo demás fue clausurado por
seguridad, pero se rumoreó que no fue un simple
accidente, sino más bien una lucha de poder, incluso
que se quemó para esconder algo…
—¡¿Y eso que tiene que ver con Tae?! ¡Maldita
sea! —interrumpió, demasiado frustrado, las horas
avanzaban y no tenían nada viable.
—Déjame terminar —pidió, su labio tembló más
de lo que deseó—. Cada nueva mafia que intenta
entrar aquí, no dura, idiotamente hemos creído que
es gracias a la policía, pero Lee ha estado aquí desde
antes que nosotros, es obvio que maneja todo y él
decide que aliados quiere y cuáles no —hizo una
pausa, no estaba seguro de que lo pensó fuera real,
pero ahora sonaba lógico—. En ese casino solo
llegaban personas con dinero, quienes podían hacer
grandes apuestas, y sabemos que OakTown no es

433
una ciudad con gran economía, la mayor parte de la
gente con dinero son ganaderos que deciden irse
hasta la capital, aparte que muchos le rehuían porque
se sabía que en Royal se mantenía un control de
cada persona que entraba, la gente entraba más que
por vicio para cerrar negocios del tipo al que tú te
dedicas…
—¡¡Ve al puto grano, me estas estresando!! —
explotó, apretó sus dedos sobre el arma, no quería
cuentos viejos, solo ansiaba saber donde estaba
Taehyung con sus hijos.
Sus hijos, se repitió Jungkook de manera mental,
aún sin poder creer que sería padre, si bien nunca se
negó a la paternidad, después de la muerte de su ex
esposa, nunca creyó en poder formar una familia. El
mafioso alguna vez soñó con dejar su legado, con
ver el apellido Jeon expandirse por todos lados,
quería que su nombre viviría a través de los años,
dejar retoños que siguieran sus pasos. Pero ahora,
ese sueño no se veía claro, pues pese a que juraba
cientas de veces al día amar su negocio, se topó con
una necesidad de mantener a Taehyung, su pececito
y sus pececitos, lejos de todo lo malo, incluso de su
propia herencia en la mafia. Ya no quería lo mismo,
pues solo ansiaba tener a su chico y a sus hijos a
salvo.

434
Namjoon inhaló profundo, podía mentir y decirse
a sí mismo que el temblor en su cuerpo era por el
estrés de que las cosas no fueran bien, pero la
realidad, ver a Jungkook en ese estado, solo le hizo
temer por su vida, y aunque no lo diría en voz alta,
tuvo que aceptar a sus adentros, que el pelinegro
actuaba como un auténtico hombre enamorado,
dispuesto a matar y quemar OakTown entero con tal
de tenerlo a salvo.
“¿Qué he hecho yo?” se preguntó Namjoon, para
quedarse sin respuesta, si bien sabía que sacó a
Taehyung del primer infierno, ahora notó que había
creado un nuevo averno para el menor, y que sus
actos no eran los de un hombre que ama. “¿Amo a
Taehyung?” ¡Sí! Pero… “fue ese pero el que le hizo
entender que había perdido a su esposo. No tenía
más opciones, los dados fueron tirados y esta vez su
suerte no era quedarse a lado del rubio menor. Por
eso, haría lo correcto, aunque fuera una vez, la
última antes de dejar a su marido en libertad.
—¡A Lee se le vio con frecuencia en el casino
Royal, el debió incendiar ese lugar, porque su
información estaba ahí! —devolvió en un grito la
información— La bóveda que se quemó era donde
estaba todos los datos, el dueño del casino
desapareció, nunca pudimos dar con él, así que el

435
lugar se subastó, lo ganó alguien de forma anónima,
poco después Yiwon dijo que adquirió el lugar con
el ganador, pero nunca se pudo confirmar que alguna
vez hubo un comprador más que él…
—¡Mierda! —soltó el pelinegro, soltó el arma,
paso una mano por su cabello sudado, algunos
mechones oscuros cayeron sobre su cara— ¿Crees
que ahí tenga a Taehyung? —inquirió hacía el
opuesto.
—Es una posibilidad, Royal esta abandonado,
lejos de la ciudad y sin vigilancia.
Jungkook lanzó una mirada a Jimin, quien supo
al instante lo que el mafioso necesitaba, el castaño
salió de la casa para reunir a su gente, debían ir hasta
lo que quedaba de aquel viejo casino. Por fin parecía
que tenían una pista certera, tres camionetas llenas
de hombres cargados de armas hasta el cuello
salieron con rumbo a las afueras de OakTown, Jimin
lideró una de los autos, mientras que en un
convertible viajaban el pelinegro y Namjoon.
Prefería tener al peli gris cerca, vigilarlo.
Jungkook aceleró, una mano sobre el volante y la
otra sobre el arma en su regazo, su mente intentaba
procesar todo, había algo que no cuadraba, así lo
sentía, tenía que idear un plan B y si era posible

436
hasta la Z, no podía tener ninguna falla, no cuando
se trataba de proteger a quienes amaba.
—¿Quiénes más sabían del embarazo de Tae? —
preguntó Jungkook, rompió el silencio tenso dentro
del convertible.
Aquella pregunta le tomó por sorpresa, le ardió
como si fuego deambulará por sus venas. Namjoon
bajó la mirada hacía sus manos, antes de soltar una
risa nasal.
—¿Quieres saber cuántas personas sabían del
embarazo de Tae o cuantas sabían que tú eres el
padre? —cuestionó con rabia, sabía que ponerse al
tú por tú con el mafioso era riesgoso, pero en ese
instante era un impulso lo que le hizo actuar.
—Ambas.
Lo pensó, como si en verdad Namjoon tuviera
que recordar, hizo un conteo mental y respondió: —
Soló Nae sabe la verdad, el médico cree que son
míos, al igual que sus padres…
Y eso fue lo que causó una incomodidad más
profunda en la cabeza de Jungkook, algo que le
provocó un mal sabor de boca, pero aún así se
guardó lo que pensó, pues no tenía tiempo para
pensar en algo más que fuera ir a rescatar a

437
Taehyung. El mafioso avanzó sobre la carretera, con
la luna a sus espaldas y un caos formándose, sin
saber que de poco a poco todo comenzaba a
aclararse, solo debía detenerse para ver con claridad
que iban al lugar equivocado, una trampa.

438
[27]

Sentía que su cuerpo no le pertenecía, era como si


cada músculo y fibra suya fueran controladas por
una emoción que no le agradaba, apretó el volante
más de lo normal, a tal grado que sus nudillos se
blanquearon, su vista estaba en un nivel agudo
donde pudo vislumbrar cada punto brillante a miles
de kilómetros de distancia, su dermis caliente se
cubrió de una capa gruesa de sudor, para esas
alturas, el mafioso estaba casi seguro que su aroma
no era el más agradable, una mezcla de terror y rabia
dominando cada poro, su boca se palpaba seca y
pastosa, carecía de la saliva necesaria para expresar
en gritos o palabras lo mucho que experimentaba a
la vez. En pocas palabras, estaba siendo esclavo del
miedo, y aunque eso debería ser suficiente como
para activar todas sus alarmas, dar vuelta atrás y
marcharse, no lo hizo. No lo hizo porque tenía un
pequeño porcentaje de esperanza en que iba tras
Taehyung y que sus pececitos estarían a salvo.
Jungkook rara vez desconfiaba de ese sentido
donde el miedo le gritaba marcharse. Con el paso de
los años aprendió que era mejor confiar en ese
instinto a perder una batalla. Pero eso no evitó que el

439
pelinegro cambiará la velocidad del convertible y
que los kilómetros se volvieran centímetros ante la
rapidez con la que se dirigía al casino Royal. El
pecho del mafioso palpitaba con una fuerza casi tan
similar a una locomotora en marcha; no prestó
atención a nada más que a la idea de ir tras su amor,
no miró a Namjoon, menos se preocupó por la forma
tosca en que frenó al ver el viejo letrero del antiguo
lugar de apuestas, su cabeza se balanceó hacía
delante por la acción, mientras que el jefe de policías
se golpeó contra el tablero del auto.
No le importo, no era Namjoon a quien amaba.
Jungkook salió del auto con prisa, apenas y retirando
las llaves del auto, corrió, sus piernas eran como dos
piezas con vida propia que le impulsaron a mandar a
la misma mierda el hecho de que sus guardias
apenas estaban acomodándose, era riesgoso, pero al
mafioso poco le preocupaba. ¿Qué más daba si el
casino era zona de riesgo? ¿Qué importaba el
silencio abismal que delataba algo iba mal? Sintió el
aire fresco de la noche impactar contra su piel
ardiente, ni siquiera de esa forma pudo refrescar el
calor, contuvo el aliento al notar que todo estaba en
una calma extrañamente preocupante, detuvo su
andar al quedar frente al enorme acceso del lugar, un

440
enorme arco de concreto y ornamentos dorados le
dieron la bienvenida a su nuevo infierno.
Jimin se bajó del auto, correteando hasta quedar
detrás de Jungkook y a un lado del jefe de policías
que ahora mantenía una nueva herida en la frente. El
castaño ordenó a los guardias, seguro de que su jefe
no tenía cabeza para alinear al personal. Inhaló
profundamente y se acercó al mayor.
—Quizás lo mejor sea que nos mantengamos
cerca, el lugar es grande, deberías ir detrás de
nosotros…
—No voy a quedarme atrás mientras mi chico
esta ahí dentro —respondió con firmeza, la voz
ronca por la carencia de saliva y la fiereza. Jungkook
pasó saliva de forma violenta, elevó su arma a la
para que avanzó, desplazó los planes de Jimin, pues
su corazón le exigió ponerse en marcha, subió las
escalinatas de mármol beige, sus finos zapatos
italianos rechinando contra la superficie plana.
Nadie paso por alto que aquel lugar estaba en un
estado negligente, con la pintura que un día fue de
tonos crema, ahora descascarándose en pedazos
enormes por todos lados, las paredes mohosas y
cubiertas en parte por hierba alta, lámparas rotas y
parpadeantes, los marcos de los ventanales estaban

441
en un estado desfavorable, algunas criaturas
nocturnas deambulaban con calma, una terrible peste
a orines de animales y humanos inundó las fosas
nasales, maleza cubría parte de lo que un día fue el
más bello lugar de apuestas en OakTown.
Peligro, cada muro de aquel espacio gritaba
“peligro”, y aun con el grito constante de su
subconsciente, Jungkook no desistió.
“Prefiero morir intentando a vivir sin hacer
nada” Era lo que regía a Jungkook. Iba a luchar
hasta el final, quemaría cada rincón de OakTown de
ser necesario, mataría y llenaría sus manos de sangre
de ser necesario para recuperar a Taehyung. No era
un buen hombre, lo tenía claro, pero era un hombre
enamorado, y eso todo lo cambiaba.
Cerró los ojos, aunque sabía que la situación era
extremadamente riesgosa, lo paso por alto, para
sumergirse en un recuerdo que por años lo marcó
como doloroso, una advertencia de que en su vida el
amor no tenía espacio. Jungkook llevó sus dedos
hasta aquella cadena donde yacía colgado el anillo
de matrimonio, el último recuerdo de JiEun, lo que
le ataba al pasado. No más. Ya no podía negarse a
los sentimientos, fingir que la mujer que amó seguía
rondando por su ser, el puesto había quedado vació

442
tiempo atrás y ahora un rubio elegante dominaba
todo a su paso. Con eso en mente, estaba listo para
poner punto final a los recuerdos y darse la
oportunidad de avanzar. Abrió la vista y con rapidez
arrancó la joya de su cuello, no más miedo al amor,
se iba a entregar por completo a Taehyung, aventó la
alianza dorada lejos de su mirada, con el fuego del
sentimiento impulsando su andar.
Jungkook abrió las puertas viejas y desgastadas
del casino de una patada, su melena oscura y sudada
se movió por el ajetreo, una gota de sudor descendió
por su rostro, el arma hacía el frente, la mirada
oscura intentando visualizar más allá de la nube de
polvo que emergió, su cuerpo ancho tenso por la
ausencia de la presencia de quien adoraba, hizo un
gesto con la lengua contra su mejilla interna.
Avanzó, sin miedo, con amor, sin calma, con
desesperación. Detrás del mafioso enamorado, todos
se dispersaban, Jimin movió a los guardias para
dividirlos en tres grupos, mantuvo a Namjoon cerca
del pelinegro, pues sabía era mejor mantener cerca
al otro “enemigo”.
Pasarón minutos que para Jungkook y Namjoon
fueron horas enteras donde rebuscaron por cada
rincón del amplio lugar sin obtener siquiera una
pista de que Taehyung hubiera estado ahí. Eso

443
enfureció al mafioso, quien para ese punto sentía su
sangre hervía en rabia, era como un animal
descontrolado, su cuerpo liberando ligeros
temblores, mientras sus pupilas dilatadas se fijaban
en quien quería matar: Kim hijo de puta Namjoon.
Ambos se mantenían en la parte subterránea del
casino, Namjoon seguro de que dentro de esas
bóvedas resguardadas podría haber algo, tan inmerso
en encontrar algo de su esposo que no notó como
Jungkook comenzó a mirarlo como un cazador a su
presa. El peli gris soltó el aire al no poder abrir la
puerta de metal que le faltaba por revisar, intentó
una vez más, pero parecía que aquella estaba
bloqueada, ya fuera por la carencia de
mantenimiento o porque así había sido dejada, quiso
jalar una vez más pero el sonido de balas rebotando
contra la superficie metálica le hizo saltar en su
lugar, se tiró al suelo al momento en que los gritos
del mafioso inundaron sus oídos sordos.
—¡¡Aquí no hay nada, maldito imbécil!! —
caminó hacía el peli gris tirado, mientras disparaba
entre los huecos que formaban las extremidades del
contrario— ¡Te voy a matar! Hijo de puta, solo me
hiciste perder el tiempo, Tae no está aquí. —no era
una amenaza, era una realidad, apuntó directo a la

444
frente del mayor, sin dudas de jalar el gatillo y
terminar con la vida del aun esposo de su chico.
Todo había sido una pérdida de tiempo, de eso
estaba seguro Jungkook. No tenían pistas certeras,
estaban en blanco, con las manecillas del reloj
jugando a favor de Lee Yiwon.
En esos momentos a Namjoon le apenaba admitir
que Jungkook le aterraba, quiso ponerse en pie, huir,
pero el peso del mafioso le hizo claudicar, el opuesto
se abalanzó sobre él, golpeando sus costillas —ya
bastante magulladas—, soltó un gemido lastimero,
repitiendo en su cabeza, que quizás lo merecía por
hacerle daño a su esposo, apretó los ojos, recordando
la forma hostil en que tomó a Taehyung, las súplicas
del menor rogando porque parará, y el lleno de rabia
por más, por marcar al rubio como suyo. Ese
pensamiento enmarañó todo, sintió el momento
exacto en que el miedo fue suplantado por rencor. Él
solo había actuado de esa forma porque su marido lo
engañó, no merecía nada de eso, ni el mal trato ni
ser tratado como basura cuando todos los problemas
eran culpa del mismo hombre que le golpeaba. Pudo
actuar de acuerdo a sus emociones, pero la presencia
de Jimin lo frenó.

445
—¡Jungkook! —gritó Jimin, quien bajó los
escalones con prisa al ver como su jefe dejaba ir
golpes fuertes contra el cuerpo de lo que creía era
alguien de ayuda— ¡Suéltalo! —intentó contener el
cuerpo ancho, lo último que necesitaban era más
drama— Debes calmarte, no es el momento…
Con ayuda de los guardias, pudieron separar a
Jungkook de Namjoon, como si se tratase de una
pelea en el ring, cada uno de los hombres miraba al
otro de forma retadora, el pelinegro rabioso por
soltarse y matar al moreno, mientras que el peli gris
formulando las palabras exactas para voltear los
papeles.
—Déjame matar a ese hijo de perra —pidió el
mafioso, su cuerpo retenido por dos guardias de
cuerpo robusto y gran altura—. ¡¡Es tu culpa!!
Debías cuidarlo, mantenerlo a salvo, se supone que
eres la ley en este maldito pueblo…
Las palabras de Jungkook solo fueron como
dinamita para Namjoon, explotó, la vena que
atravesaba su frente se amplió, parecía reventar a la
par que sus cuerdas vocales liberaron un grito lleno
de oído y veneno transformado en una oración —
que para él— dictaba la verdad.

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—¡¡No es mi culpa!! Taehyung estaría a salvo en
casa, si te hubieras mantenido lejos de él —escupió,
su mirada se tornó rojiza, no solo por los golpes,
sino por la molestia, continuó—. Todo estaba en paz
hasta que tú llegaste, eres tú quien lo expuso al
peligro, quien lo sedujo hasta llevarlo a la cama, te
cogiste a mi esposo solo para usarlo, por tu maldita
culpa Yiwoon lo tomó —habló sin control, saliva
resbaló de la comisura de sus labios, demasiado
exaltado—. Juras que te importa, pero no es verdad,
no lo conoces siquiera, no sabes nada de él, yo sí, yo
si lo amo, yo si doy todo por él ¿Qué has hecho por
Tae? ¡Nada! Solo ponerle guardias idiotas que
dejaron Lee se lo llevará ¡¿Ves?! ¡¡Eres él único
culpable!!
Aquello fue como veneno puro, uno que
contaminó el corazón y razón de Jungkook. Lo
primero que sintió, fue que Namjoon tenía razón, si
era su culpa, pero mentía, amaba a Taehyung, quería
conocerlo más, cumplir cada sueño y berrinche del
rubio, demostrarle que era el hombre indicado, que
podía ser un hijo de puta que mataba a quien fuera le
hiciera daño, pero también un romántico que llenaría
la mansión de flores de miles de colores solo para
ver esa sonrisa cuadrada a cada instante. Por eso, se

447
liberó de los guardias, dispuesto a callar las falacias
del jefe de policías.
El mafioso se abalanzó sobre el peli gris,
Jungkook golpeó directo a las mejillas del opuesto,
mientras que Namjoon le golpeó sobre la entrepierna
con la rodilla, dándole chance de patear el cuerpo
más ancho, no tardó mucho para que el pelinegro
tomará por el tobillo al mayor y lo hiciera impactar
de boca contra el suelo de mármol, sangre y sudor
flotaba por el lugar, la justicia y la mafia rodando
por el suelo del sótano del casino Royal, el amor y la
obsesión batallando sin parar. Jimin les pidió a los
guardias que no se metieran, quizás ellos dos
necesitaban sacar esa rabia, ser viscerales por un
instante para después fingir que nada había pasado y
centrarse en lo esencial. Todos estaban demasiado
centrados en ver a dos caballeros rodar por el piso,
sin notar que uno de los guardias se alejaba de poco
a poco hasta subir las escalinatas. Nadie lo notó.
—¡¡Te voy a arrancar la lengua con mis propias
manos!! A ver si así dejas de decir estupideces —
blasfemó el pelinegro, con su rodilla sobre la nuca
del mayor, su mano apretando la cabeza de
Namjoon, tan salvaje, la camisa que se había
colocado esa mañana, ya estaba rota, de tal forma
que se podía ver desde su pecho tatuado hasta su

448
abdomen bien trabajado y sudado, mantenía sangre
en la cara, algunas gotas suyas y la gran parte del
opuesto, las manos rojizas por los golpes, la melena
oscura revuelta, ondas caían por su frente que
parecía iba a reventar—. ¡Repite que es mi culpa,
hijo de perra, Repítelo!
Le costaba respirar por la forma en que su cara
estaba contra el suelo, sentía un sabor metálico y a
polvo en la boca, había tragado parte de la suciedad
y sangre que le salpicó, su camisa había
desaparecido por algún lado, reducida a solo retazos,
tenía sangre en las uñas, seguro por el gran rasguño
que dio sobre la mejilla izquierda del opuesto, inhaló
con pesar, Jeon era más pesado que él, su peso hacía
que su cuerpo se sintiera cansado, aun así, mantenía
esa rabia que le impulsó a responder una vez más.
—Aunque me cortes la lengua, sabes que no
miento —aseguró, sin importarle como su pecho
parecía fundirse al piso—. ¿Dónde estabas cuando
se lo llevaron? ¿Quién lo vigilaba tan bien?
Antes de que continuaran, Jimin optó por poner
fin a la discusión, las palabras de Namjoon eran
vitales, y aquello que dijo solo lo dejaba en
evidencia, fue el quien no prestó atención ¿Era

449
culpable? Se cuestionó antes de cambiar su
semblante a uno neutro.
—¡Ya basta! —se interpuso, a mitad de los dos
mayores, una vez que los guardias les separaron—
No podemos perder más el tiempo, Taehyung
necesita que vayamos por el cuanto antes. Estas
peleas solo nos hacen perder el tiempo ¿no lo ven?
Quizás es lo que Lee busca, tenemos que centrarnos,
iniciar de cero y pensar con claridad.
Jungkook no estaba en calma, le ardía la cara,
justo donde una herida abierta recibía de lleno su
sudor, aun así, se contuvo, empuñó las manos,
movió los hombros para liberarse de los guardias,
dispuesto a poner en marcha un nuevo plan, era vital
utilizar todo para dar con Taehyung, Jimin tenía
razón, no podían perder más tiempo. Caminó,
dispuesto a darle una advertencia más a Namjoon,
pero un aroma extraño le hizo frenar, miró por toda
la habitación sin entender de donde provenía ese
olor a gasolina, topó mirada con el jefe de policías al
instante en que los dos lo comprendieron, habían
caído en una trampa. Fueron tan torpes e impulsivos
que no vieron las señales, el lugar vacío y alejado,
tan fácil de llegar, sin vigilancia, sin hombres de
Yiwon.

450
—¡Puta madre! —alcanzó a decir Jungkook antes
de que una explosión sonará, pedazos de concreto
volaron, al momento que las llamas inundaron el
sótano, todos comenzaron a dispersarse.
Pudieron salir antes que una segunda explosión
hiciera al cielo nocturno teñirse de tonos
anaranjados, altas llamaradas abrazaron los árboles
cercanos. Jungkook miró a su gente, sin entender en
que puto momento había pasado aquello. Algo iba
mal, Yiwon les llevaba demasiada ventaja, era como
si supiera de antemano cada paso que tenía
planeado, y aunque no le gustaba lo que pensó, era
evidente que había un soplón entre ellos, no había
forma de que se hubieran llevado a Tae con tanta
facilidad, ni de que supieran que estaban inmersos
en lo más profundo del casino, alguien debía estar
informando lo que pasaba. Se acercó a Jimin, era la
única persona en quien confiaba.
—Tenemos un traicionero entre nosotros —al
decir eso, Jimin abrió los ojos de esa forma que más
intimidante, resultaba extraño. Le pidió con la
mirada disimular, con una simple mirada el opuesto
cuestionó si estaba seguro—. No tengo dudas. Tae
tenía los mejores guardias y aún así lo tomaron,
nadie más que los que estamos aquí sabíamos de
venir al Royal, aparte, aunque ese imbécil no me

451
agrade —señaló a un cansado y jadeante Namjoon
—, era casi imposible entrar a su casa, es el puto jefe
de policías. La persona que nos traicionó sabe más
de lo que creemos, sabía los movimientos de ambos
y peor aún, estoy casi seguro que es alguien cercano.
Tragó saliva, Jimin odiaba pensar una vez más en
buscar sospechosos, pues sabía de lleno que su
chica, sería de las primeras en ser cuestionada.
Namjoon se acercó a los dos hombres, seguros de
que habían notado algo, y en esos momentos todo
era vital para continuar.
—¿Qué ha pasado? —preguntó, el torso desnudo
lleno de sudor por el tiempo que se expuso al fuego,
algunas partes de la dermis se mantenían rojizas,
pero poco le importó a Namjoon, solo quería que
toda esa pesadilla terminará, incluida la parte donde
Taehyung ya no le amaba.
—Nos tendieron una trampa ¿no lo ves, idiota?
—respondió Jimin, seguro de que podía intimidar al
jefe de policías tal como Jungkook lo hacía, pero el
peli gris le miró de forma intimidante, logrando que
se sintiera intimidado y se escondiera detrás del
mafioso.
—¿Eso es verdad? ¿Si es así que haremos? —
cuestionó una vez más Namjoon.

452
Inhaló profundo, miró por encima del hombro a
sus guardias, sin poder adivinar quien de ellos era el
traicionero. Negó y respondió: —Separarnos, si el
traicionero sigue aquí, de esa forma podemos
despistarlo, no sabrá con exactitud a donde vamos.
Jungkook ordenó a Jimin mantener a los guardias
nuevos en un solo grupo, iban a buscar en cada
propiedad de Lee, tenían permitido quemar, robar y
matar a cualquiera que se opusiera en su propósito.
Una vez dadas las indicaciones, Namjoon y el
mafioso se quedaron postrados a las afueras del
casino, viendo como los autos se movilizaban, sus
esperanzas y el tiempo avanzando con velocidad. El
pelinegro esperó a que su gente saliera de su campo
de visión para tomar por el cuello al opuesto y
estrellarlo contra el cofre del convertible.
—Hay algo que no me estás diciendo —soltó, no
era una pregunta, era una afirmación—. Taehyung
llegó a mi hace un tiempo, cuando comenzaron a
hostigarlo con notas, en su momento acepté no hacer
más preguntas a Tae, preferí no inmiscuir en lo que
estas decían —recordaba como las notas pasaron de
insultos a meter un tema que le hizo eco en la
cabeza, en especial aquella última donde se
declaraba explícitamente un acto lleno de un abuso
espantoso, pero no se atrevió a cuestionar, era

453
demasiado personal, así que desvió la atención—,
porque era más notorio que la amenaza era por estar
a mi lado —apretó un poco más, lo suficiente para
que el mayor pensará muy bien en no mentirle—.
Estuve de acuerdo en que Lee era el autor del acoso,
pero hay algo que no me cuadra, ¿Lo que decían las
notas eran verdad? ¿Y de ser así de donde sacó esa
información tan personal de Tae? ¿No estarás
mintiéndome, ¿verdad?
Lo cierto era que Namjoon no tenía claro eso de
las notas, nunca lo supo, pues Taehyung se encargó
de ocultarlo. Por eso frunció el ceño, sin saber de
que hablaba Jungkook, llevó una de sus manos sobre
la del menor, buscando reducir el agarre.
—No se dé que hablas ¿Qué notas? ¿Qué decían?
Apretó una vez más, pues no iba a dejar a la
mentira escapar de la boca de Namjoon. Miró
fijamente al opuesto y habló: — ¿No lo sabes? —el
mayor negó— Taehyung estuvo recibiendo notas,
primero solo se encargaban de hacer notar que
sabían estaba conmigo, pero las últimas —hizo una
pausa, como meditando si lo dicho sería correcto—,
decían algo que inmiscuye a su padre —soltó casi de
forma amarga— ¿Qué le hizo ese hombre a Tae? ¿Y

454
si le hizo algo porque sigue en la vida de Tae? ¿Por
qué sus padres saben todo de Tae?
No era idiota, supo al instante de que hablaba
Jungkook, apretó los ojos, sin poder creer que
alguna vez Taehyung fue hostigado con notas que
relataban el abuso por parte de sus padres. Era un
asco, pues recordar aquello le incomodaba, amaba a
Tae, era su esposo, le salvó de aquel infierno, pero
por una extraña razón nunca pensó en poner
distancia con los autores del daño principal al rubio,
jamás optó por usar su poder para alejar a los Kim,
en su lugar, prefirió callar la verdad, dar cantidades
de dinero que mantendrían a los señores Kim
callados, sin soltar esa verdad que delataba a su
marido como algo que a él no le gustaba.
—Mira Jeon —empezó con un tono que buscaba
aminorar la verdad—, los Kim están al margen, solo
debes saber eso. Yo me encargue de mantenerlos
lejos de Tae…
—¡¡¿Ósea que es verdad?!! —gritó, sin poder
moderar la fuerza en su mano—. ¡¡Responde!!
No podía hacerlo, pues, aunque quería su habla se
vio entorpecido por la forma en que Jungkook le
ahogaba, dio palmadas sobre el dorso del menor,
tosió cuando el agarre disminuyo un poco, y aunque

455
nunca quiso admitir la verdad, sentir la dura mirada
de un hombre que mataba sin pensar, le hizo asentir.
Confesó que el padre de Taehyung, de su esposo, era
quien abusó del rubio por más de cinco años, aceptó
que su solución fue callar la realidad con billetes
grandes, y cuando creyó que dijo todo, se encontró a
sí mismo revelando que no fue la mejor opción.
—¡¡Los mantuviste cerca de Taehyung!!
¡¡Debiste matarlos!!—las venas del cuello parecían
querer reventar por la forma en que grito— Te
importó una mierda el dolor de mi chico y preferiste
fingir que nada paso, para así mantener una imagen
ideal ¡¡Eres un hijo de puta!! —soltó a Namjoon a la
par que este se cayó de espaldas al suelo— Le
hiciste daño a la única persona que amo, y ahora yo
te haré daño, pero antes —se agachó para tomar una
vez más por el cuello al opuesto y lo elevó del suelo
al mismo tiempo que se erguía—, me vas a llevar
con los Kim, los voy a matar.
Jungkook subió al convertible con el
presentimiento que su visita a los Kim resultaría
mejor de lo que pensaba, condujo lleno de rabia,
golpeó el volante cada que recordaba el hecho de
que Namjoon, el admirable jefe de policías, cubrió el
dolor de Taehyung para mostrarse como una pareja
de enamorados. No lo amaba, estaba seguro de que

456
el peli gris no amaba a su chico, pero él, estaba
condenadamente hechizado hasta la raíz, haciendo
una lista mental de cada una de las personas que
debía hacer pagar por provocar lágrimas y
sufrimiento en su pececito, los iba a exterminar uno
por uno.

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[28]

Inhaló profundo, desplazó las incontrolables


náuseas, empuñó las manos solo para sentir como el
sudor en sus palmas hacía de sus dedos algo torpe
para intentar llegar al nudo en sus muñecas, paso
saliva de forma violenta, seca, su garganta exigía por
agua, pero el único líquido que había palpado era el
de su propio sudar escurrir por su cara, tenía los
labios deshidratados, le dolía el cuerpo y aún tenía
su zona íntima irritada por la dura fricción antes de
ser secuestrado, Taehyung boqueó desesperado, con
la excepción de que ahora no estaba el hombre que
tomaba aquello como objeto para llamarle:
“pececito.” Se obligó a no llorar, no podía perder el
control, pero el cúmulo de emociones le golpeó de
tal forma que ni siquiera pudo moderar los espasmos
por el llanto.
—Por favor, por favor, ven por mí… —pidió con
desesperación, olvidando su promesa de salvarse a sí
mismo. Solo quería descansar sobre el pecho de su
hombre, tener a Jungkook rodeándolo con esos
brazos grandes y tatuados, sentir el calor del cuerpo
ajeno y las manos duras sobre su vientre hinchado.
Aquel pensamiento le hizo activar sus alarmas hacía

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el punto indicado, sus tuc tuc, ¿Seguían dentro
suyo? —. Por favor, necesito atención médica,
Yiwon, por favor —suplicó, apretó la vista, una
mezcla de miedo y rabia, mucha. Gritó de tal forma
que su garganta resaltó aquellas venas, se removió
en su lugar, sin importarle caer de la silla, solo
quería librarse de todo—. ¡Sáquenme de aquí!
¡Jungkook nunca vendrá por mí! —y aunque dijo lo
último para intentar convencer a quien fuera que le
escuchará, le dolió. Lo hizo porque deseaba que
enserio Jeon fuera tras él, creer en esa historia de
amor que parecía el inventó—, no me ama…
Taehyung desistió a su lucha por liberarse, lloró
con la cabeza gacha, los ojos goteando contra el
suelo, mientras sus muñecas ardían por la previa
actividad, sentía cólicos, y eso solo aumento el
llanto, estaba decepcionado de los hombres, de su
situación, de él mismo. Sus intenciones de liberarse
se esfumaron, estaba cansado, le dolía todo, desde el
cuerpo masacrado hasta el alma destrozada. Estaba
tan solo, tan abandonado, y como si las cosas
pudieran ser peor, pudo vislumbrar en su campo de
visión un par de zapatos que supo al instante de
quien se trataba. El rubio subió la mirada solo para
dejar que una lágrima más descendiera de forma
paulatina por su mejilla.

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—¡¿Papá?!
La sorpresa cruzó por el rostro de Taehyung, fue
como si las lágrimas se secarán al instante en que
vio al hombre que le dio la vida, quien abusó de él.
Había una infinidad de cosas a las que el rubio le
temía, para Namjoon era cómico ver al menor
brincar con el simple ruido causado por una ventana
o puerta cerrándose, el peli gris le llamó exagerado,
Tae prefirió decir que solo era un instinto adquirido
por su pasado. El doncel tenía una lista interminable
de situaciones, cosas que le paralizaban de terror,
pero la que encabeza, sin duda alguna, era su propio
padre en ese estado alcoholizado.
El recién llegado se postró firme ante el menor,
había estado minutos atrás paralizado en el umbral
de la puerta, decidiendo si entrar o escapar, pero el
llanto de Taehyung siempre funcionaba como un
estimulante que le incitaba a acercarse, a lastimarlo.
Kim DongSeok nunca fue un buen hombre, no le
importaba, jamás deseó serlo. A los veinte años ya
había estado más veces en prisión que en su propia
casa, a pesar de ello, se repetía que no era un
criminal, un monstruo, solo era un superviviente del
caos llamado vida, todo lo que hacía era con la
finalidad de mantenerse a salvo, con vida, y para eso

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entonces, su prioridad ya era el alcohol. Por eso
aceptó cada trabajo, sin importar que fuese legal o
no, si la paga era buena, el aceptaba, así fue como
conoció a su esposa JiYo, una mujer despreciable —
dicha en palabras de los demás—, una dama
demasiada ambiciosa, capaz de vender a su propio
padre para poder salir de su cochina casa. Ambos
estaban jodidos, y al parecer al mundo le encantaba
juntar a dos personas similares, destinados a destruir
todo a su paso, mientras sus deseos fueran intactos.
Para el mayor, siempre fue el alcohol, aquella
forma de escape, entre whiskey, vodka o tequila todo
se difuminaba, dejaba de ser el Kim despreciado,
para ser un hombre agradable, ya no era el idiota que
se conformó con la hija fea de los Park, para así ser
un apuesto y alto moreno que tomaba sonrisas de
dama como invitaciones a tocarlas. Y aunque eso
siempre le dio problemas, se liberaba de toda culpa
diciendo: “Se lo buscaron, yo no hice nada…”
—Tú no eres mi hijo —respondió el mayor, el
sudor de su cara escurrió sin control, era parte del
efecto secundario de las horas sin alcohol, eso y el
ligero temblor en sus manos. Apestaba, lo sabía, aún
mantenía las prendas de hace dos días, o eso era lo
que recordaba, había perdido la noción del tiempo,
cuando Lee le llamaba, se preparaba, pues entendía

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que su premio le haría perderse sin hora o fechas.
Así que no tenía claro cuantos días el rubio frente a
él había estado atado a esa silla metálica— Me das
asco —era lo que su boca dijo, pero su cuerpo no
entendió, su mente fragmentada y dañada por el
exceso de años embriagado, le llevó a una noche
donde el menor rasguñó su cara como una forma de
decirle que no. Se enojó— Mira lo bajo que has
caído, de saber que acabarías siendo una puta, mejor
te hubiera vendido a un menor precio, Namjoon
pago mucho por alguien que no vale nada.
Las palabras de DongSeok eran como dagas
sobre Taehyung, en ese momento todo parecía
afectarle más, incluso aquellas mentiras hicieron que
el rubio temblará en su lugar, avergonzado, y
tomando cada letra como una verdad. Negó con su
cabeza, una parte suya rehusandose a lo dicho por su
padre.
—No, no, no es cierto —se defendió, lleno de
terror, con la mirada cristalizada, pegó su espalda al
respaldo de la silla, sintió una ráfaga débil del aire
que empujó las aspas viejas del ventilador del techo,
el sonido chirriante al fin fue percibido, y la camisa
del rubio se movió por el acto, dejando en evidencia
el vientre abultado, la herencia de Jeon creciendo en
el interior.

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La imagen solo hizo que el mayor se enfadará.
Un odio creció en sus entrañas. Se pegó al cuerpo
del menor, cada una de sus manos a los lados del
rubio, su aliento podrido de alcohol y falta de
higiene pegaron de lleno al rostro delicado,
zangoloteo la silla, y tembló antes de hablar.
—Si, si es cierto. Eres un sucio desperfecto, el
maldito culpable de todo lo malo, mira lo que has
hecho —escupió, sus manos temblando más de lo
normal al estar tan cerca de quien le arruinó—.
Siempre ha sido tú culpa, tú me hiciste esto, nunca
debiste nacer, pero esa mujer lo impidió —gritó al
final, dejó un golpe con el puño cerrado sobre él
posa manos del asiento, tomó el rostro del menor y
lo pegó al suyo— ¿Lo ves? Arruinas a todos, lo
hiciste conmigo, luego con Namjoon, y ahora, van a
matar a Jeon por tu culpa —negó con la cabeza—,
eres un monstruo Taehyung, siempre has hecho que
los hombres que te rodean hagan cosas
despreciables…
“Es su culpa. Es su culpa. Él se lo busco. Él es el
culpable. Él me incitó. Él me hizo un monstruo”
Eso era lo que siempre decía DongSeok cuando
recordaba lo que le hacía a Taehyung, lo que en ese
momento deseó. Pero se alejó, paseó una de sus

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manos por su cara, restregó con fuerza y gritó: —
¡¡Siempre es tú culpa!! ¡¡Tú nos obligas a hacerlo!!
¡¡¿Por qué te gusta arruinarnos?!!
Taehyung sollozó con fuerza, negó, rehusandose
a aceptar las palabras de su padre, no, no era su
culpa, él no hizo nada.
—¡¡No!! —gritó, su cuerpo liberando espasmos
por el exceso de emociones fuertes— ¡¡Tú abusaste
de mi porque eres un monstruo!! ¡¡Tú eres el
monstruo!! —lloró, aceptando por primera vez en
años que aquello por lo que paso nunca fue su culpa,
era difícil regresar a esos momentos, pero en ese
instante todo era claro. Él solo era un joven que
dormía en la diminuta habitación, con un pijama
viejo que le apretaba, con una sábana de tela rala,
unos parches de otra prenda cubrían los espacios
rotos, solo era una criatura dormitando hasta que la
madera crujió y DongSeok entró tambaleándose,
con una botella en mano y una sonrisa que le heló la
sangre, lo siguiente que paso fue que su padre, él
hombre que le dio la vida y debía cuidarle, le
desnudo para gritarle en la cara que iba a tomar lo
que le pertenecía. Ahora entendía que él nunca hizo
nada más que estar en el lugar equivocado, con el
padre erróneo— ¡¡Tu eres mi padre y aun así me
lastimaste!! Debías cuidarme, no abusar de mi…

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“Es su culpa. Es su culpa. Él se lo busco. Él es el
culpable. Él me incitó. Él me hizo un monstruo”
Se repitió eso, era lo que DongSeok hacía cuando
su mente dejaba el estado idiotizado para mostrarle
fragmentos de la verdad. Negó, se alejó del rubio
para inhalar con fuerza, el sonido del ventilador hizo
que su cuerpo temblara, una capa de sudor le inundó
en segundos, debía sentirse mal, pero decidió decir
que todo era culpa de Taehyung. Nunca había tenido
ese instinto paternal del que muchos hablaban,
nunca quiso ser padre, cuando JiYo le confesó estar
embarazada, recuerda haber roto los cristales de la
ventana, haber pateado la mesa de café y gritarle a la
dama acabar con ese malestar. A pesar de sus
intentos, su esposo prosiguió con el embarazo,
porque —en palabras del mayor—, era una perra
ambiciosa que solo quería joderlo. Se quedó a lado
de ellos a cambio del dinero que la familia de su
mujer les daba para pañales y leche para él bebé.
Toda la libertad que DongSeok soñó se acabó con
Taehyung, por eso lo odió, por eso lo miró con asco
por muchos años, eso hasta que el doncel se presentó
como un deleite visual, a los quince años con una
cintura estrecha, unas piernas largas y torneadas, el
rostro con rasgos aniñados pero los labios de una
persona que podría darle placer. Lo tomó, lo hizo,

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porque él estaba seguro que eso era un pago por todo
el tiempo que él sacrificó. Lo repitió porque el chico
le incitó, lo hizo una vez y otra más, porque el rubio
al llorar le exigía desnudarlo.
—¡¡Mientes!! —devolvió el grito, caminó de
vuelta hasta el menor— Eres una puta mentirosa, tú
me hiciste hacerlo, seguro así fue con Jeon, con
Namjoon, eres un asqueroso ser, ojalá que Lee te
mate a ti y a esos bastardos —elevó su diestra, listo
para dejar caer su palma sobre aquella mejilla
húmeda del contrario, pero una mano sobre su
muñeca le impidió lograr lo pensado.
Los dos Kim habían estado tan inmersos en
aquella discusión, que ni siquiera notaron cuando
Lee Yiwon entró a la percudida habitación.
—Te sugiero que no te atrevas a tocar a mi
invitado —dijo Yiwon, liberó la mano sucia del
hombre mayor, le miró con algo peor que asco,
lástima, porque DongSeok ya no tenía salvación,
estaba destinado a terminar muerto, solo era cuestión
de tiempo, dejarlo al alcohol, o a alguien más—. No
creo que en serio quieras que le haga daño a tú hijo
—recalcó la última palabra y agregó una más letal
—, menos a tus nietos. No, no, aquí tratamos bien a

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nuestros huéspedes, y Tae es uno, ¿o acaso ya
olvidaste lo bien que te he tratado a ti?
Entonces Taehyung quedó en blanco al por fin
comprender que su padre no estaba ahí por
casualidad, él estaba inmerso en todo eso.
—Lo siento —balbuceó el mayor de los Kim.
—Eso pensé, ahora vete a tú casa. Faltan unas
horas para que Jeon venga, si es que da con nosotros
—burló—, y creo que será mejor que no se entere
que tu vendiste a su pececito, o seguro te mata. No
sería una buena manera para empezar con tú nuevo
yerno —culminó con una sonrisa burlesca, tan
seguro de que el despreciable ebrio frente a él iba a
terminar muerto y él ni siquiera iba a mancharse las
manos.
DongSeok se marchó, lanzó una mirada a
Taehyung, sin saber que sería la última vez que lo
vería.
Vislumbró aquella casa vieja y desfavorable, el
tejado tenía musgo en algunas partes, las paredes
mantenían partes pintadas de color salmón, mientras
que en otras solo relucía la forma en que se
descascaraba la pintura por la humedad, algunos
cristales estaban rotos y cubiertos con lonas viejas,

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un buzón en forma de casa apenas y se mantenía del
soporte doblado, unas escalinatas daban paso a la
entrada, entre ellas nacía un zacate alto, dando en
evidencia que no había un cuidado. Le costó trabajo
imaginar a Taehyung viviendo en ese lugar, pero al
cerrar los ojos le vio, lo imaginó como un
delgaducho chico de sonrisa cuadrada, con la melena
suave, ropa de segunda mano y tenis con huecos
sobre las suelas, pudo imaginarlo jugando sobre la
banqueta, en ese espacio donde arbustos delimitaban
el terreno angosto de los Kim. Y aunque quiso
seguir con la dulce imagen, una ola oscura le
recordó que no estaba ahí para pensar en lo que fue,
sino para actuar.
Jungkook inhaló profundo, palpó a un lado sobre
su cadera el arma lista para lo necesario. Se movió
con el corazón alterado, el cabello ya no mantenía ni
una gota de gel, ondas se curvaban por su rostro
tenso. Quiso avanzar más, pero la voz irritante le
hizo frenar.
—Jeon, no puedes hacerles daño, esto no es
correcto…
—¿Y qué sabes tú de correcto? —se giró para
enfrentar al peli gris, quien se mantenía una
escalinata por debajo de él, dejando una diferencia

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de alturas considerable—. ¿Qué es lo ideal? ¡Eh!
¿Dejar que esos hijos de putas sigan lastimando a
Tae? ¿O quizás darles dinero para que no hablen?
¡¿Eso es lo correcto, jefe?! —elevó la voz, la calle
estaba desolada, apenas con una lámpara
parpadeante que dejaba a la vista a los dos hombres
a nada de irrumpir la casa.
Dio un paso atrás, demasiado seguro de que ya no
podía tentar su suerte. Namjoon no quería sonar
como defensor de los Kim, solo quería hacer su
trabajo como quien ponía el orden en OakTown.
Soltó el aire, confuso de sí mismo, de que era lo
correcto, se hizo pequeño en su lugar, estaba
decepcionado, molesto y asustado por Taehyung.
—No, no quise decir eso, solo creo que… —
cerró los ojos, como si lo que pensaba decir fuera
malo, tal vez lo era y lo sabía—, ¿Estas seguro que a
Taehyung le gustará saber que mataste a sus padres?
El pelinegro sacó el arma de su cadera para
apuntar contra Namjoon, cerró la distancia de tal
forma que la punta de la pistola impactaba justo
sobre el pecho del mayor, sonrió al ver como el
opuesto tembló apenas visible para su mirada, y lo
supo, Taehyung no podía seguir siendo cuidado por
su esposo.

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—Estoy seguro de matar a quien sea necesario
para que mi chico este en paz, solo eso me importa
—quito el seguro del arma y se separó de golpe para
de una patada abrir la vieja puerta de la casa de los
Kim.
En minutos la humilde casa de los Kim se vio
irrumpida por la sed de justicia de un hombre que
destruía todo a su paso.
El mafioso cambio las reglas de su juego, dejar
de ser el villano, para por un corto tiempo ser el
héroe que Taehyung merecía, sabía que no era un
hombre que mereciera el título, pero por el doncel
que amaba estaba dispuesto a todo. Por eso a mitad
de la polvosa sala mantenía a la madre del rubio,
atada de manos y piernas a una silla de madera, con
visibles lágrimas gruesas descendiendo por aquel
rostro avejentado, la melena revuelta —del mismo
tono que el cabello de su pececito—, la boca
intentando liberar gritos, pero el trozo de tela entre
los labios lo impedía, detrás de la mujer estaba
Namjoon, intentando mantenerse al margen de lo
que Jeon hacía.
Jungkook se inclinó contra la mujer, recibiendo al
instante gritos ahogados de terror. Eso era lo que
quería, que ella tuviera miedo.

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—Mamá ¿Por qué ya puedo decirte así? ¿Verdad?
—preguntó muy divertido por la situación. Jaló una
de las pocas sillas disponibles y se sentó frente a la
mujer, arremangó su camisa hasta los codos, dejó
ver sus tatuajes, soltó el aire y se resbaló un poco
por el asiento, dejó su arma sobre su regazo, quitó el
seguro y apuntó a la rubia—. Como te decía,
mamita, ¿Dónde está papá? En serio me gustaría
tener una plática con él.
JiYo gritó contra la mordaza improvisada, se
removió contra el asiento, desesperada, asustada, sin
entender porque Kim Namjoon permitía que ese
hombre, el mismísimo Jeon Jungkook, heredero de
la mafia, y causante del caos en OakTown se
refiriera a Taehyung como suyo.
Con una orden silenciosa, un simple movimiento
de cabeza, Jungkook ordenó a Namjoon bajar la
mordaza para que JiYo hablara, pero esta optó por
primero gritar, cosa que irritó al mafioso, quien se
levantó y tomó la quijada de la mujer, pegó su rostro
al suyo y le miró de una forma que la opuesta sintió
iba a mearse en los pantalones.
—Lo voy a preguntar una vez más, mamá
¿Dónde esta papá DongSeok? ¿No soy claro o eres
muy idiota? —le liberó para recibir sollozos que

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intentaban ser silenciosos—. Habla, madre, no tengo
mucho tiempo, ya te lo dije, mi chico espera por mí,
y si no hablas, me haces perder, y a mi no me gusta
perder, menos cuando Tae esta involucrado, así que
diré una vez más…
—¡No se! Lo juro —pudo decir, moqueó con
fuerza, parte de sus fluidos mezclados goteando
desde su nariz, se veía mal, pero en ese momento
poco le importaba. Llevaba lo que para ella eran
horas siendo atada e interrogada por Jeon. Este le
había dicho que Yiwon tenía al menor, confesó que
los bebés de su hijo eran suyos, que le urgía dar con
DongSeok y otras cosas que no pudo recordar por el
miedo, solo se quedo con lo vital—. Se lo juro señor
Jeon, no sé dónde está mi esposo, el a veces se va a
beber y no vuelve en días —eso era cierto.
—Bien —asintió con la cabeza, se inclinó una
vez más sobre la mayor, llevó una mano sobre el
cuello delgado de la mujer, listo para no parar hasta
obtener lo que necesitaba—. Madre, lo estas
haciendo bien, eras una buena mujer, creo que
confió en ti ¿Puedo poner a Taehyung y mis hijos en
tus manos?
Asintió, JiYo lo hizo sin pensar, no tenía tiempo
para rezongar, en esos momentos se volvería la

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mejor madre solo para seguir con vida.
—Lo haré, cuidaré de mi hijo y mis nietos, señor
Jeon, puede confiar en mí, siempre he visto por…
Una bofetada dura impidió que JiYo terminará,
seguido del grito de Jeon.
—¡¡Mientes!! ¿Cómo puedo confiar en ti cuando
permitiste que DongSeok le hiciera daño?
Y ahí estaba aquello, pensó la rubia, el motivo
por el que enserio temía. Cuando su esposo tomaba,
le aterraba, pero se aferraba a que ella era a quien el
hombre amaba, a que un día el ebrio dejaría todo
para notar los sacrificios que dio, como salió de su
cómodo hogar para estar con él, le dio un hijo,
mismo que más tarde descubrió era su peor error. No
le funcionó como creyó, cuando sintió que Kim
estaba por dejarla, se embarazó, una noche de
alcohol y de sexo sin protección, le dieron lo que
buscó, por un tiempo parecía llevarlo bien, pero
cuando Taehyung creció, cuando su cuerpo dejo de
ser flaco y escuálido para transformarse en un
doncel hermoso, supo que parió su maldición. Lo
recordaba, la primera noche que su esposo prefirió ir
a probar la carne fresca de su “niño” antes que el
suyo. Lo odio, no hizo nada porque los celos y rabia
le hicieron perder su parte maternal para dejar a la

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mujer necesitada. Soporto años tras años escuchar
los gritos y gemidos del menor resonar mientras ella
contaba los pocos wones que tenía, bajó la mirada y
después de que el mayor salía de la habitación, ella
entraba para gritarle al rubio, para recriminarle por
todo lo malo que pasaba.
“Es tú culpa, eres una sucia puta que sedujo a mi
esposo, él era mío…”
—Yo… yo —intentó negar.
—Yo lo se todo, madre. Y así como hiciste a mi
chico sufrir, ahora yo te haré el doble —bajó el arma
hacía la pierna de la mujer, disparó, el grito de JiYo
resonó por la habitación, no le importó, subió la
mordaza, sin prestar atención a como Namjoon se
mantenía inerte en una esquina, con la cabeza contra
la pared, sin querer ser parte de aquello—. Cada
lágrima que Tae derramó, haré que tú lo hagas más,
por cada grito de auxilio que mi chico dio, haré que
tú supliques más. Así que lo mejor que puedes hacer
es decirme donde esta ese hijo de perra, y quizás
tenga piedad y te mate sin tanto dolor, pero de lo
contrario, te voy a rebanar pedazo por pedazo hasta
que no quede nada de la mierda que eres ¿Estamos,
madre? —bajó una vez más la mordaza para que la
opuesta hablara.

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Asintió, sin poder hablar por el dolor, su muslo
izquierdo estaba cubierto de su propia sangre, sentía
que la bala se adentraba a su carne, quemando todo a
su paso.
—Te diré todo, por favor, no me mate. Yo me
disculpare con Taehyung, seré mejor, lo prometo…
—¡Ay, mamá! —dijo con una voz llena de falsa
amabilidad— Me conmueves, pero resulta que no te
quiero cerca de mi familia.
JiYo habló, dijo lo que sabía, porque de cierto
modo era verdad que desconocía el paradero de
DongSeok, confesó que a veces un auto lujoso venía
por él, que sabía que Yiwon le había buscado casi
después de que Jeon llegó a la ciudad, incluso
admitió que a veces espiaba a su esposo, y gracias a
ello sabía que Lee le pagaba con alcohol y pocos
billetes, de esa forma se mantenían con vida.
Jungkook sonrió cuando obtuvo lo que
necesitaba, pero aún le faltaba DongSeok. Quedó
comprobado que la suerte estaba de su lado, cuando
antes de dar un disparo más sobre el brazo de la
mujer, la puerta sonó, todo quedo en silencio y la
silueta de quien esperaba entró.

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—Bienvenido a casa, papá. Estaba muy ansioso
por conocer a mis suegros.
Dicho eso, el señor Kim intentó escapar, pero
Jungkook le disparó sobre las pantorrillas antes de
que pudiera moverse, sin ayuda de Namjoon —pues
este seguía ajeno a lo que pasaba, rezando en mil
idiomas contra la pared, jalando sus mechones por
impotencia—, ató a DongSeok a un lado de la dama,
no fue sutil con el hombre, la rabia le hizo golpearlo
repetidas veces, tanto que la silla de madera se
rompió en un instante en que el mayor cayó al suelo.
—¡¡Habla hijo de puta!! ¡¡¿Dónde está la guarida
de Lee?!! —puso su fino zapato italiano sobre el
cuello del contrario, cortándole la respiración, y
como si fuera peor, le disparó sobre la misma pierna
que ya le había lastimado. Se inclinó para jalar el
cabello seboso y sudado—. Lo preguntaré una vez
más ¿Dónde tienen a Taehyung?
—¡El rancho a las afueras, cerca del condado
Reggin! —gritó apenas el zapato liberó su garganta,
tosió con sangre, lloró, sabía que todo se había ido a
la misma mierda.
Namjoon se acercó cuando su ex suegro habló.
No podía soportar más.

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—Jeon ya tenemos lo que necesitamos, déjalos ir,
ellos…
El mafioso pateó al peli gris para alejarlo, no
necesitaba que nadie le dijera que hacer, aún no
había comenzado.
—Mamá, papá es un placer al fin conocerlos, no
saben lo mucho que quería una reunión familiar así.
Es hora de irme, debo ir por mi chico —anunció,
haciendo creer a sus rehenes que todo había acabado
—. Pero antes, papá ¿Por qué abusaste de
Taehyung?
Lloró, porque por años DongSeok quiso fingir
que eso no era real, que no era su culpa. Pero ahora,
con Jungkook apuntándole, supo que todo había
acabado, era culpable. Se orinó antes de recibir un
impacto de bala contra su entrepierna, no pudo gritar
porque se desmayó, no pudo presenciar como Jeon
dio el tiro de gracia a JiYo, justo entre los ojos,
matándola al instante, mientras él aún respiraba.
—Te puedes quedar a hacer algo bueno por una
vez en tu vida —habló para Namjoon—, quema esta
maldita casa, deja que el fuego arda sobre ese perro
idiota, no lo mates antes, deja que arda en llamas,
que sienta como el humo lo ahoga y el infierno lo
alcanza, finge que el fuego consumió a los Kim y

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sigue con tú maldito teatro de hombre de justicia —
dijo y limpió su arma antes de guardarla—, pero yo,
yo voy a ir por el chico que amo, y no quiero verte
cerca, porque si lo haces voy a tomarlo como una
invitación para matarte. Te dejaré aquí solo con la
condición que hagas lo que dije, de lo contrario te
voy a cazar hasta hacerte lo mismo que a ellos.
El jefe de policías no se movió cuando Jungkook
salió, no se opuso a lo dicho, porque dentro suyo
sabía que era una oportunidad que no podía
desperdiciar, porque Jeon aún no sabía que era igual
que DongSeok y que lastimó a Taehyung. Por eso
apenas el sonido del motor sonó, corrió para tomar
el teléfono de la casa y llamar a su salvación. No iba
a dejarse matar.
—Kim al habla, hay un incendio en la calle
315… Y también necesito refuerzos, creo que
tenemos a Jeon.

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[29]

Después de que Jungkook perdió a JiEun en un


ataque contra la mafia china, se juró que jamás
volvería amar, ella había sido la mujer con la que
creyó pasaría el resto de sus días, y aunque la amo
con locura, nunca consideró dejar su mundo atrás
por ella, ni por nadie. Era preferible dejar atrás los
sentimientos que solo servían como punto débil ante
el peligro dentro de sus enemigos. Pasó años
escapando de cualquier atisbo burbujeante de una
emoción que le calentara el corazón, le había
funcionado, sólo tomaba lo necesario de los
contrarios, alguien que pusiera calor en su cama y se
mantuviera alejado de su mente, de la palabra de
cuatro letras que le aterrorizaba. Pudo seguir así por
mucho tiempo más, cumplir con su promesa de
conquistar OakTown y proclamarse como el dueño
de la ciudad, pero años manteniendo sus barreras y
alertas activadas se deshicieron cuando vio a
Taehyung postrado al interior de ese elevador en la
estación de policías, con el lindo pantalón color vino
entallado las curvas suaves y ese aroma a lavanda
que le hizo perder el aire antes de acercarse.

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Jungkook no lo supo al instante, pero con el
simple pestañear de Taehyung, su escape terminó,
fue atrapado, y por más que se quiso engañarse,
hacerse creer que solo era el deseo abrumante por
contornear con su lengua cada tramo de la piel
amielada, no pudo seguir manteniendo la mentira,
menos cuando después de follar, se descubrió preso
de aquello que juró jamás volver a palpar: Amor.
Las cuatro letras que le asfixiaron tiempo atrás,
ahora eran las que le impulsaban.
Lo amaba, Jeon Jungkook amaba a Kim
Taehyung con la intensidad de todos los mares
revoloteando en su interior, por el rubio era capaz de
quemar cada rincón de la Tierra, sería un asesino o
un hombre educado dependiendo de lo que el menor
necesitará. Nada era imposible, ni siquiera dejar su
legado atrás, todo era posible a cambio de mantener
a su pececito, a salvo. Lo haría.
—Solo espera un poco más, amor… —pidió
Jungkook hacía la nada, hacía el cielo que se cubría
de matices grises ante la espera de la cercana puesta
de sol. Habían pasado nueve horas desde que recibió
el video donde se mostraba a Taehyung en manos de
Lee.

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El mafioso apretó el volante con una mano,
mientras con la otra aprovechó para descolgar el
celular que había estado reposando sobre su regazo.
Esta vez no iba a perder a quien amaba. Iba a
mantener a Taehyung y sus hijos a salvo. Era su más
firme promesa, todo lo pasado podía irse al mismo
caño. Esta vez daría hasta su vida por no perder a su
familia.
—¿Tienes todo listo? —preguntó apenas tomó la
llamada. No tenía tiempo para algo más que saber si
sus planes estaban en marcha. El sonido de las aspas
moviéndose con velocidad le dio un recordatorio de
que no podía fallar.
—Si, tengo todo en orden, hablé con Yugyeom, la
pista de aterrizaje estará despejada por dos horas,
tienes hasta entonces, así que debes ser rápido —
dijo Jimin casi entre gritos, pues el ruido de los
helicópteros le impedía reconocer el volumen de su
propia voz. El castaño miró a su alrededor, resopló a
través de la línea, inseguro de lo que Jungkook
estaba tramando— ¿Estás seguro de esto? Tal vez
podríamos…
—¡No! —sentenció sin titubeos. Era todo o nada
—. Él plan sigue tal como te dije, estoy muy seguro
de ello Jimin —no había duda en su voz, su promesa

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estaba puesta en marcha, inhaló y liberó la tensión
sobre el volante de cuero, el sudor escurriendo por
su nuca a pesar de mantener el aire acondicionado,
su sangre hervía de rabia y ansiedad—. Necesito que
te asegures de que todo esté listo, no puede haber
fallas, el viaje debe ser seguro, quiero que su llegada
sea amena, nadie puede saber su paradero, así que
coordina con JoongKi ¿Estamos? —el opuesto, se
limitó a dar una afirmativa, luego hubo un silencio
incómodo, pero Jungkook se encargó de eliminarlo
con una petición más—. Jimin, en este momento no
confió en nadie más que en ti, así que voy a pedirte
una última cosa.
—Lo que sea —se apresuró a decir Jimin. Si bien
hubo momentos difíciles, el castaño no podía olvidar
que fue Jungkook quien le liberó de Min, le debía su
vida de cierto modo, si no fuera por él, quizás no
seguiría con vida. Así que haría cualquier cosa por el
mafioso.
—Prométeme que vas a cuidar a Taehyung —
escuchó la posible queja del opuesto, pero lo
silenció para continuar—. Escúchame Jimin, lo amo,
no me importa morir por él, pero si me importa
saber que va a estar a salvo, que podrá tener una
vida digna, sin preocupaciones, ni riesgos, solo a ti
puedo confiar la seguridad de Tae, así que hazme esa

482
maldita promesa o te juro que voy a enloquecer, y si
muero hoy me encargaré de hacer un trato con el
diablo para regresar y atormentarte.
Jimin bufó a través de la línea, tenía fe en el plan
de Jungkook, pero, aun así, era consciente de que en
la mafia pocas veces las cosas salen de acuerdo a lo
planeado. Era su momento de devolverle el favor al
Jeon que le salvó.
—Lo prometo, protegeré a Taehyung hasta de su
sombra de ser necesario, pero venga, no digas eso,
todo saldrá bien, no morirás —dijo en forma de
orden, queriendo creer que así sería.
Jungkook asintió como si Jimin pudiera verle, no
dijo nada más y colgó, lo hizo al instante en que por
fin pudo ver el rancho que DongSeok mencionó,
enormes abedules hacían frente al amplio lugar, una
barda de ladrillo rojo con herrería entre unos arcos
inversos, parecía un sitio normal, un simple terreno
donde nadie esperaría comenzaría el caos. El
mafioso sabía que Lee lo esperaba, lo comprobó
cuando pudo entrar al camino de gravilla sin ningún
problema, no había guardias por ningún lado, pero al
llegar hasta a construcción estilo campestre, pudo
ver las largas hileras de hombres armados, soltó una
risa nasal, todo iba a de acuerdo al plan.

483
El pelinegro detuvo el convertible, contuvo el
aliento, y solo dentro de esa seguridad mínima, pudo
mostrar el terror que le inundaba, el miedo a perder
a quien amaba, ya no le importaba salir de ese lugar
sin su legado, solo podía rogar porque Taehyung
llegará a salvo hasta la pista de aterrizaje. Se
encargó de cambiar el semblante de su rostro, ocultó
el miedo y reemplazo con furia, acomodó el
micrófono que le mantendría en contacto con Jimin
y salió del auto, armado como era de esperarse, un
cincho con fundas para dos armas reposaba por su
pecho sudado, en una mano mantenía un revolver —
ese que se mantenía como herencia de los Jeon,
cubierto de platino y con las iniciales del apellido
temido—, en la diestra una metralleta uzi, su cabello
semilargo se ondeó con el viento y su mirada feroz
fue el arma que impactó contra quienes le miraban.
Caminó erguido hasta postrarse frente a la hilera de
sus oponentes y dio un disparó al aire como un
anunció de que al fin había llegado.
No tardó mucho para que los guardias apuntaran
sus armas contra Jungkook,
—¡¡Lee!! ¡¡Sal de tú maldito escondite hijo de
puta!! —gritó para después dar un disparo más hacia
al cielo.

484
La sangre de Jungkook hervía en nervios y rabia,
su semblante no delataba el miedo y ansiedad que le
provocaba no ver a Taehyung, sus palmas cerradas
sobre las armas sudaban, por su nuca se deslizaban
gotas de terror transformadas en sudor, tenía la boca
seca y sentía como si un nudo inmenso se formará
sobre su garganta, sabía que si seguía de esa forma
sería inevitable mantener su voz estable, pero se
esforzó para que solo el supiera la verdad en sus
emociones.
—¡¡Maldito cobarde!! ¡¿Así es como me
recibes?! Un montón de perros rodeándome porque
eres un marica temeroso —su labio inferior tembló
al finalizar, nunca se había sentido a nada de
desplomarse, en ninguna batalla anterior le había
pasado, y quizás era de esa forma porque antes no le
importaba.
Antes de dar un disparo más, Jungkook vio cómo
los guardias se hacían a un lado y la enorme puerta
de madera de la casa enorme se abrió, su pulso se
disparó de tal forma que su rostro se calentó
mientras que la punta de los dedos de sus pies se
enfrió, abrió la boca, pero las palabras se borraron al
instante en que vio a Taehyung salir con Lee detrás
suyo ¡Ahí estaba el amor de su vida! Se veía tan
diminuto contra el pecho del mayor, con el rostro

485
contraído entre confusión y algo más que no pudo
descifrar, los ojos hinchados, la boquita rosita estaba
pálida y su hermoso cuello delgado, ese que besó sin
control, ahora mantenía una cuchilla que hacía
presión, hundiendo la punta filosa en la dermis
canela. Tragó duro. El mafioso estaba asustado.
Taehyung boqueó al momento en que vio a
Jungkook frente a él a unos metros de distancia. Le
dolía el cuerpo, caminar era casi un milagro, su piel
ardía en fiebre, y aunque Yiwon dejó que uno de los
médicos del mayor le revisará y asegurará que sus
gemelos estaban a salvo, parecía que toda la tensión
acumulada por fin causaba estragos, las
extremidades se sentían pesadas, le ardían los ojos
por el llanto, no podía ni siquiera articular palabras,
pero aun con todo eso, al ver los ojos del hombre
que amaba, solo quiso eliminar todo y correr hacia
él.
Cuando Yiwon le dijo a Taehyung de su plan, una
parte suya deseó que en verdad Jungkook fuera tras
él, pero conforme el tiempo avanzó, se convenció de
que el mafioso no le quería de esa forma como para
dejar de lado el verdadero motivo por el que había
llegado a OakTown, recuperar su legado. Así que al
ver a Jungkook pasar saliva de forma pesada apenas
vislumbró el cuchillo en su cuello, ese que le

486
incomoda, sintió que tal vez él también podía sentir
lo mismo, un poco de amor.
—¡Bajen sus armas! —pidió Yiwon a sus
guardias, mientras bajaba por las escalinatas y así
llegar hasta el camino de gravilla, cuatro hombres
dejaron su lugar para seguir sus pasos, mantenía una
mano sobre el abdomen de Taehyung y la otra contra
el mango del cuchillo que hacía presión en la
yugular del menor, sonrió porque Jeon era
demasiado obvio, el gran heredero tenía un punto
débil que en la mafia no se perdonaba, estaba
enamorado del esposo de Namjoon. Lo tenía en sus
manos— ¿Qué son estas maneras de llegar a mi
casa? —cuestionó con burla, aumentó el agarré
sobre el menor al avanzar hacia al opuesto— ¿Así es
como me agradeces por esta reunión tan bella? —
Jungkook no podía hablar, no cuando el cuello de su
chico peligraba— ¿Cómo es que le dices? ¡Ah
cierto! Tú pececito —rio con sarcasmo, mostró una
sonrisa escalofriante al estar a solo unos pasos del
contrario.
—Déjalo ir, Lee —pidió, ocultó la súplica con
una máscara de rabia. Tenía miedo, Jungkook estaba
aterrado de perder a la única persona que amaba—.
Resolvamos esto como hombres.

487
Jungkook sabía que sus miedos no debían
traspasar su piel, pues en la mafia los enemigos en
ocasiones tenían radares que lograban atrapar el
temor de los contrarios para así derribarlos. De todos
sus años, incluso con su ex esposa, pudo mantener la
compostura, pero en esa ocasión, su mirada lo delató
con totalidad, él no lloraba, pero sus ojos rojizos
fueron las ventanas del terror oculto buscando
liberarse, y eso Yiwon lo percibió.
—¿Acaso no te gusta la reunión que planee con
tu pececito? —siguió provocando y burlando. Sacó
su mano del abdomen de Taehyung para jalar la
cabellera rubia y exponer el cuello del menor,
liberando así un grito de este mismo, apretando
sobre los botones correctos en Jungkook.
Dio un paso contra Lee, necesitado de tomar a
Taehyung, de arrancar las sucias manos de Lee sobre
su chico, iba a rogar, todo se podía ir a la mierda, se
pondría de rodillas ante Yiwon, haría lo que fuera
por sacar a su amor del agarre del mayor.
—¡Suéltalo! —exigió con suplicación— El no
tiene nada que ver en esto, Lee.
—Tiene todo que ver —contraatacó—. De no ser
por él jamás habrías venido a mí —agudizó el agarre
del cuchillo, hundió la punta sobre el cuello

488
delicado, pequeñas gotas de sangre se formaron bajo
la cuchilla y gotearon por la dermis morena. Tenía a
Jungkook en sus manos—. Te pedí asociarnos,
pudimos hacer de OakTown nuestro lugar,
expandirnos por todo el país, ser los reyes, movernos
con calma, pero no quisiste compartir, estabas
decidido a hacer las cosas solas —recriminó, hundió
más el filo, haciendo que Taehyung sollocé, vio la
ansiedad del pelinegro— ¡Da un paso más y le
rebanó el cuello!
Jungkook dio un paso hacia atrás, haría lo que
fuera.
—Por favor, solo déjalo ir, te daré lo que quieres,
solo déjalo…
Y con esa súplica por parte de Jungkook, Lee
supo que había ganado. Se rió.
—El gran Jeon Jungkook suplicando por el
esposo del jefe Kim ¿Quién diría? —negó con la
cabeza e hizo sonidos con la boca— ¿Tan bien
coge? Quizás deba probarlo antes —la simple
sugerencia hizo que Jungkook empuñará las manos
hacía su arma.
—¡¡Ponle un puto dedo encima y te mato!!

489
Taehyung tembló ante la sugerencia de Lee, abrió
los ojos como platos, más al ver a los guardias del
mayor tomar a Jungkook para arrodillarlo frente a
ellos, la punta de las armas sobre la cabeza y espalda
del hombre que amaba, entonces su garganta pudo
liberar su voz para así gritar: —¡Por favor! No le
hagas daño, por favor…
Yiwon se rió más alto al ver la escena, Jungkook
suplicando por Taehyung, y este por el mafioso.
—Tan romántico ¡Dios! —habló con burla, con
un movimiento de cabeza ordenó despojar de sus
armas a Jeon— Pudimos ser los mejores socios, pero
ahora solo serás un cadáver más —el rubio entre sus
brazos se removió, inconforme con lo que decía—
Me quitaste mi legado, quemaste todas mis cargas y
¿creíste que me iba a quedar de brazos cruzados? No
Jeon, no te debo ningún puto favor, voy a matar a tú
puta justo enfrente tuya, haré que veas como se
desangra, como las tres vidas se van para que te
hundas en su sangre y después te voy a rebanar
pedazo por pedazo para alimentar a mis perros, me
voy a quedar con todo lo que construiste —sentenció
con rabia— Es hora de regresar a tu pececito y a ti al
mar.

490
Era el final, pensó Jungkook, aunque había
orquestado un plan casi perfecto, de nada serviría si
Lee mataba a Taehyung justo en ese momento. Hizo
el amago de moverse, pero fue golpeado, cayó con
las manos sobre las gravillas, elevó la mirada solo
para ver a su pececito revolotearse entre los brazos
de su mayor enemigo.
—¡Suéltame! —se removió con fuerza, ni
siquiera el mismo Taehyung sabía de dónde le salía
aquel vigor, vislumbró la forma en que comenzaban
a golpear a Jungkook, gritó, una desesperación le
inundó, y entonces no pensó más, tenía el brazo de
Lee rodeando sus hombros, arrastrándolo hacia
atrás. Así que, sin dudarlo, inclinó su cabeza para
clavar sus dientes en la piel del mayor, mordió con
tanta fuerza que probó el sabor de la sangre del otro
mafioso.
Se liberó, Taehyung se despegó unos pasos de
Lee, con la intención de ir detrás de Jungkook, pero
la voz de este le hizo frenarse en su lugar.
—¡¡Corre!! ¡¡Corre, mi amor!!
La mirada de Jungkook era exigente, Taehyung
sabía que no podría escapar, menos con tantos
guardias, pero confiaba en el mafioso, así que se
echó a correr a un sentido lejano, seguro de que los

491
guardias no tardarían en atraparlo, eran demasiados,
iba a morir, lo aseguraba, hasta que sonidos de
disparos le obligaron a girar la cabeza, solo para ver
la forma abrupta en que el portón de herrería y parte
de la barda de ladrillos era derribado por
camionetas, su cabello se movió como si un viento
fuerte hubiera soplado, un sonido fuerte inundó
todo, dos helicópteros volaban por encima de ellos,
el césped comenzó a recibir balazos y la guerra
comenzó.
Jimin entró rompiendo la barda, seguido de más
camionetas repletas de los hombres de Jungkook, el
castaño supo que cuando el mafioso gritó la palabra
clave, era el momento de entrar. En segundos una
nube de polvo se levantó a causa del aleteó de los
helicópteros y los impactos de balas, los sonidos de
batalla hicieron que no se escuchará nada más que el
ruido de cuerpos siendo perforados por balas, el
patio delantero de Lee se llenó de sangre y cuerpos
tirados. A lo lejos, pudo ver al rubio mantenerse
ajeno al ataque, Jungkook disparaba hacia dos
hombres que le impedían llegar a Taehyung, y
Yiwon se arrastraba por el suelo, con dos guardias
cubriendo su espalda en dirección hacia la casa.
—¡¡Taehyung!! —gritó Jungkook al ver al rubio
cercano— ¡¡No te muevas de ahí, amor!! ¡¡Voy por

492
ti, cielo!!
Así hizo, disparó a un hombre justo sobre el
pecho, la sangre le alcanzó a salpicar contra su cara,
pero poco le importó. Jungkook fijó su mirada sobre
quien amaba, saltó por encima del cuerpo sin vida de
un guardia, y con un brinco alto llegó hasta
Taehyung.
—Estoy aquí, amor, estoy aquí, pececito, te tengo
—dijo al instante en que lo abrazaba, Jungkook
tomó el rostro del menor entre sus manos, no era el
momento para descuidarse, pero con un demonio,
necesitaba besarlo.
—¿Estás aquí? ¿De verdad estás aquí? —
preguntó Taehyung con la voz rasposa por el previo
llanto, el rubio se pegó más al cuerpo duro,
importándole poco el caos que le rodeaba, se hizo
oídos sordos para solo escuchar a quien amaba.
Todo se esfumó para Jungkook, entre disparos,
sangre y muerte, sólo pudo centrarse en la dulce
mirada de Taehyung, pegó su frente a la del más
bajo, sin querer alejarse nunca más.
—¿Dónde más estaría si no es a tú lado? —subió
sus dedos hacia la melena rubia, la sedosidad que
tanto había anhelado estaba entre sus manos, quería

493
decir las palabras que llevaban rato retumbando en
su pecho, liberarlas.
—¿Por qué estás aquí? Creí que… —se retractó
de su pensar, quería aferrarse a que tal vez Jungkook
sentía algo por él—. Tú…
—Te amo Taehyung —confesó sin miedo,
logrando que al instante dos lágrimas bajaran por las
mejillas del menor, se pegó más—. Te amo, te amo,
estoy donde mi corazón me pide, a tú lado, mi amor,
solo contigo, mi pececito, mío. —acercó sus labios a
los del más bajo, sus belfos rozaron los opuestos, y
como si fueran dos piezas de imanes, se adhirieron,
piel con piel, amor con amor.
Entre la nube espesa de polvo, a mitad de
disparos que causaban malestar a los oídos, cerca de
cuerpos sin vida, estaba Jungkook y Taehyung
besándose sin importarles nada, confesando su amor,
ese que surgió sin pensarlo, aquel que se marcó
como tinta en la piel y corazones de cada uno de
ellos. Se amaban, se pertenecían y querían estar
unidos.
Taehyung se paró de puntitas, el brazo de
Jungkook rodeando su cintura y la otra mano sobre
su cara, presionando más el beso, abrió más su boca
para sentir la lengua experta del mayor recorrer su

494
cavidad, cruzó ambos brazos por la nuca del más
alto, sus pies se despegaron del suelo al instante en
que el mafioso le elevó, su pecho latiendo sin
control contra el del opuesto. Lo amaba, Jungkook le
amaba a él.
—También te amo —dijo Taehyung apenas se
despegó del mayor, aún seguía siendo cargado por el
más alto, unos centímetros más arriba de la estatura
de Jungkook, con sus manos sobre el pecho firme,
cerca de las fundas de las armas, sus nalgas
sostenidas por el mafioso para así mantenerle firme.
Vio el momento en que los ojos de Jungkook
brillaron ante su confesión de amor, le gusto tanto
ver esa sonrisa real en la cara del contrario, que lo
repitió— Te amo Jungkook.
Antes de que Jungkook volviera a decir las
palabras de amor, el sonido ensordecedor de las
sirenas le hizo tensarse. Entonces bajó a Taehyung,
lo pegó a su pecho, seguro de que ese si era un
maldito problema en sus planes. La policía estaba
entrando en el lugar.
—¡¡Jungkook!! ¡¡La policía está aquí!! —gritó
Jimin, quien se mantenía cercano a la entrada—
¡¡Debes sacar a Tae de aquí antes que sea muy
tarde!!

495
Era cierto, el helicóptero esperaba por ellos para
llevarlos hasta la pista de aterrizaje y escaparse, pero
había un detalle que le impedía irse, Lee Yiwon
seguía con vida.
Los primeros rayos del sol comenzaron a
acentuarse en el cielo, sin la oscuridad ya no podrían
esconderse. Los helicópteros y rostros eran visibles,
esconderse ya no se veía tan fácil. Jungkook se giró
hacía Taehyung, sin querer dejarlo, pero asustado de
ir detrás de Lee con él a su lado, no quería
arriesgarlo, no podía dejarlo en manos de Jimin,
quien estaba disparando contra sus enemigos. Se
sentía atrapado, más al ver al maldito Kim Namjoon
bajar de un auto de policías.

496
[30]

Taehyung había vivido con miedo la mayor parte


de su vida. Desde pequeño fue un asustadizo de
primera, dando brincos al escuchar ruidos extraños y
peor, al ver a sus padres gritarse a mitad de la sala.
A los cinco años aprendió que cuando su papá
llegaba ebrio, lo mejor era ocultarse dentro de la
alacena y esperar al llanto de su mamá para así salir
y recibir la dura mirada de la mujer. Era mejor a los
golpes del mayor. A los diez su propia progenitora le
aconsejó que lo ideal para no tener una vida
complicada era no oponerse a nada, recibir el castigo
y aceptar. Lo hizo. Cuando DongSeok le giraba la
cara de una bofetada, solo bajaba la cabeza sin decir
nada. Lo aceptaba. Con el tiempo, eso se volvió una
reacción instantánea para sobrellevar el terror. Así
que, a los quince años, cuando aún era lo
suficientemente joven para entender los toques de su
padre, optó por paralizarse, aceptar y dejar que el
miedo le hiciera encogerse cuando todo acabará.
Vivió con ello, incluso cuando se casó con
Namjoon, se encontró a sí mismo paralizándose
cuando el peli gris le reprendía al hacer algo mal. Lo
aceptó sin dudar porque las palabras de su esposo

497
eran mejor a los tratos de su padre. Quiso ver al
policía como su héroe, desplazó los defectos y
aquellas alertas que le indicaban debía escaparse.
Tomó lo que el mayor le dio sin rezongar, creyó que
estaba siendo liberado, pero sin notarlo el mismo se
apresó a un nuevo castigo. Se dejó llevar por el
miedo como siempre y como nunca se aferró a la
mínima pizca de salvación, paralizado y doblegado
hasta ese momento en que entre la nube de polvo,
disparos y sangre se dio cuenta que quería tener su
libertad a lado del hombre que amaba.
—¡¡Bajen las armas!! ¡¡Es la policía de
OakTown, los tenemos rodeados!!
El rubio apretó su agarré sobre la mano de
Jungkook, negándose a separarse una vez más del
pelinegro, sintió la mirada de su esposo a metros de
distancia, y aunque el miedo comenzó a vibrar por
su cuerpo entero, esta vez no iba a paralizarse.
La policía comenzó a adentrarse al terreno de
Lee, más disparos no tardaron en aparecer, el
precioso césped japonés pasó del verde al rojo en
cuestión de segundos. Hombres de justicia luchando
contra los hombres que sembraban el mal en la
ciudad. A pesar de que era lo correcto. Taehyung no

498
quería que el jefe de policías, su esposo se acercará
hasta donde estaba.
—¡¡Jimin!! —gritó Jungkook, sacando del trance
al menor, Taehyung desvió su mirada hacia su mano
entrelazada con la del mayor, esa calidez alentándole
a no caer en el terror— ¡¡Deja tú posición y lleva a
Tae al punto de encuentro!! —exigió hacía el
castaño, quien dio un disparó hacia uno de los autos
de policía para luego asentir y encaminarse con
velocidad hasta quedar detrás de una pared con los
dos enamorados.
—¡Mierda! Son demasiados, ahora con la policía
nos superan en número —el ruido ensordecedor de
las aspas de dos helicópteros rondando la zona hizo
a Jimin hablar con fuerza— Tenemos que irnos…
Jungkook sabía que lo que Jimin decía era
verdad, pero la rabia de ver a Namjoon y tener a Lee
merodeando aún por la zona, le impedía querer
escapar. No podía dejar ningún cabo suelto que
pudiera llegar a lastimar a Taehyung. Asintió de
acuerdo con el castaño, se giró hacía el rubio, seguro
de que tenía que ponerlo a salvo sin importar nada.
Debían seguir el plan, aun cuando eso significa
quizás no volver a ver al chico que amaba.

499
—Pececito —dijo y posó sus manos sobre las
mejillas del moreno, sonrió porque el simple roce de
la piel de quien amaba funcionó como un
estimulante para continuar—. Escúchame bien, amor
—pidió—, necesito que sigas a Jimin, que no te
despegues de él, hay un helicóptero a unos metros de
aquí, te iras…
—¡¡No!! —negó con rapidez, una desesperación
creció en su interior. El miedo aún rondando como
de costumbre por su piel entera, la costumbre de
aceptar sin renegar haciendo acto de aparición, pero
luchando por desplazarlas. No se iba a ir sin
Jungkook—. No, por favor, no me dejes —bajó una
mano hasta su vientre, su labio temblando, sería la
primera vez que le dijera de forma directa al mafioso
que sus pequeños “tuc tuc” eran suyos—, no puedes
dejarnos —sentenció, y se pegó al mayor—. Te amo,
te necesitamos a nuestro lado, yo… —su lengua se
enredó de forma torpe, el terror rondando hasta su
garganta y formando un nudo que le impedía hablar
de forma clara. Luchó contra ello, sería valiente.
Tomó la diestra del pelinegro y la guio hacía su
abdomen, justo donde una pequeña protuberancia se
hacía presente—. Son tuyos, vamos a ser padres,
juntos y te necesito conmigo, por favor…

500
La boca hambrienta de Jungkook silenció a
Taehyung, una mano sobre la nuca del rubio y la
otra firme sobre donde yacían sus hijos. Jimin sonrió
al ver la escena, como si no estuviera en una puta
guerra, como si no hubiera disparos y gritos
rodeándolos, con emoción apuntó hacia un hombre
que se acercaba, y aun así, los enamorados no se
separaron hasta que el pelinegro se inclinó para
besar por encima de la tela el abdomen del más bajo.
—¡Dios, pececito! ¡Te amo, te amo! —repitió,
intercalando besos con la confesión de amor. Lo
sabía, sería padre—. Joder, mi cielo, me haces tan
jodidamente feliz —sostuvo con delicadeza las
caderas de Taehyung, su mirada brillante totalmente
sobre el rubio—. Haré cualquier cosa para
mantenerlos a salvo, puedes estar seguro que me
volveré un hijo de puta con quien siquiera intente
dañarlos —un nudo se formó en su garganta a la par
que sentía sus ojos humedecerse ante lo dicho por
Taehyung— Haré lo que sea por ti y nuestros hijos,
mi pececito, mis pececitos —sonrió como nunca al
ver al menor sollozar de felicidad—. Por eso debes
ir con Jimin, mi cielo, te prometo que te voy a
alcanzar.
Negó, rehusandose a aceptar.

501
—No, Jungkook, no me iré de tu lado, me voy a
quedar contigo. Te amo —desesperado tomó el
rostro del más alto, sus dedos delgados rozando con
la piel con un rastro de barba creciente, el toque le
hizo deslizar su palma por las mejillas—. No quiero
perderte, no quiero ser cobarde, él está aquí por mi
—dijo refiriéndose a Namjoon, quien se acercaba
cada vez más—. Es momento de que yo también los
proteja, puedo intentar hablar con él, quiero hacer
algo por ti.
No lo permitiría, Jungkook no dejaría que
Namjoon pusiera sus manos en Taehyung. Porque
para el mafioso lo mejor que el rubio podía hacer
por él, era subir a ese helicóptero y mantenerse a
salvo junto con sus hijos, mientras él eliminaba a las
últimas dos personas que significaban un peligro
para su familia.
Tal como le dijo al peli gris, Jungkook tomaría
aquella intromisión en sus planes como la invitación
a matarle, y claro que lo haría, pero no con el rubio
merodeando y exponiéndose. Debía sacarlo de una u
otra manera. Así que, asintió hacía el menor, sin
ganas de discutir con él, le lanzó una mirada a Jimin,
misma que el castaño conocía, era una orden
silenciosa para sacar a Tae de aquel lugar.

502
Jungkook abrazó a Taehyung, lo besó con
necesidad, su lengua marcando la cavidad bucal, su
saliva mezclándose con la del menor, se separó
cuando vislumbró a Jimin detrás del rubio, dio un
paso atrás para que el castaño lo tomará y lo cargará,
era lo mejor.
—¡¡Llévatelo!! —pidió a la par que los gritos de
negación de Taehyung se hacían presentes. El rubio
luchó, pero el agarré de Jimin era firme— Si no
llegó en treinta minutos al lugar, sigue el plan que
acordamos.
Taehyung se removió en el agarre de Jimin,
rasguño los brazos del castaño, por primera vez
luchó para no aceptar lo que le ordenaban.
A pesar del esfuerzo inminente de Taehyung, la
fuerza y técnicas de Jimin ganaron. El rubio fue
dirigido hacia donde estaría a salvo, lejos del
bullicio, de las balas atravesando la carne, de la
sangre derramándose sobre el césped, venganza y
planes que seguían en marcha, a nada de detonarse a
la par de bombas con conteo rápido. Mientras que
Jungkook no se movió de su lugar, sus manos
apretadas contra su arma y la vista en el chico que
amaba siendo arrastrado del caos.

503
Lo perdió de vista a tiempo. Jungkook se
escabulló a la par que la policía se acercaba a él, vio
al peli gris dirigir a su gente detrás suyo, escuchó
con claridad las detonaciones de fuego contra
hombres que le sirvieron, la rabia que mantenía para
Namjoon tuvo que ser desplazada, lo dejaría para el
final. El mafioso se adentró a la casa, seguro de que
Lee había seguido esos pasos. Elevó el arma apenas
la puerta de madera azotó, en el piso había tres
guardias sobre lo que debía ser su propia sangre, sus
zapatos se sentían resbaladizos bajo el líquido rojizo
mientras avanzaba, su pecho latía de forma
descontrolada, no podía asegurar lo que iba a pasar,
pero tenía la certeza de que ese día felizmente
moriría por Taehyung y sus hijos.
El pelinegro avanzó por un pasillo donde unas
huellas de sangre le guiaron, se detuvo justo a una
puerta que se encontraba semi abierta, la movió con
la punta del arma, para ser recibido por un silencio
abrumante, más cuando al exterior los disparos
ambientaban todo a su paso, soltó el aire de forma
paulatina, una gota de sudor bajó por su frente,
relamió sus labios y avanzó hacia unas escaleras que
lo llevaron a un estilo de sótano, entonces reconoció
el lugar. Era donde Lee grabó a Taehyung. La ira le
inundó, pateó esa misma silla donde su pececito fue

504
sometido, el metal del asiento hizo un sonido seco
que lleno de ecos la habitación vacía.
—¡¿Dónde estás hijo de puta?! —gritó, sin
recibir respuesta más que el sonido de una
compuerta azotando por las suaves ráfagas de
viento.
Jungkook siguió el sonido para así toparse con lo
que parecía unas escaleras cortas que dirigían a unas
puertas que daban al exterior, las subió con
velocidad, disparó cuando a lo lejos vio a Lee y uno
de sus hombres escoltándolo lejos de la propiedad.
No iba a dejarlo escapar. Como si su cuerpo no
hubiera estado sometido a estrés y cansancio, se
apresuró a correr, inhaló y contuvo el aire mientras
sus largas piernas acortaban la distancia que les
separaba, atinó hacia el hombre a la derecha de
Yiwon, derribándolo cuando la bala perforó
exactamente por uno de sus pulmones, el mayor se
giró, sus miradas se encontraron, y el mafioso
disfrutó de ver el miedo en los iris de quien había
intentado acabarlo.
A Jungkook le tomó dos minutos con veinticuatro
segundos para alcanzar a Lee, le disparó sobre la
pantorrilla derecha, vio el cuerpo de su enemigo caer
contra el pasto alto antes de soltar un grito de dolor.

505
Se impulsó un poco más, su cabello pegado a su
frente sudada y sus muslos duros por el reciente
ejercicio. Cuando llegó a Yiwon se abalanzó sobre
él, sus manos, las mismas que habían dejado caricias
sobre donde Taehyung mantenía a sus hijos a salvo,
eran las que se cerraron en el cuello del mayor.
Lo iba a matar con sus propias manos.
La visión de Jungkook fue cegada por la rabia,
imágenes vividas de su chico siendo tomado por
Lee, el acoso y la forma en que le hostigó, el
recuerdo de Yiwon insinuando tomar a Taehyung.
Eso bastó para que sus pulgares ejercieran gran
presión sobre la zona de la laringe, hizo presión con
fuerza, sintió las manos del opuesto rasgar contra
sus antebrazos, las uñas de su enemigo rasgando su
dermis blanca, ardía, pero eso solo le impulsó a
tomar con su diestra un puñado de cabello del
contrario y así mantener completo control del mayor.
Entre su ahogó, Lee intentó hablar, sus ojos rojos
por la falta de aire y el miedo de que sea su final le
hicieron decir lo que no quería.
—Po… podemos ser… —los dedos de Jungkook
sobre su cuello, le hicieron desesperarse más—,
dominar… Oak… OakTown. Socios…—pudo decir
al fin, ganándose la mirada oscura del menor. Pero

506
estaba desesperado por vivir, así que insistió, aun
cuando el aire se escapaba de sus pulmones y su
visión se tornaba borrosa—. Namjoon… puedo
matarlo, Taehyung será… solo tuyo… socio…
Las palabras de Yiwon no surtieron el efecto que
quería, pues Jungkook solo se enfureció más. Tomó
la cabeza del mayor y la azotó con fuerza contra el
suelo, un sonido fuerte, como si el cráneo se
estuviera quebrando, hizo que el pelinegro no
pudiera frenarse. Enojado, asustado y decidido a
terminar con esa amenaza.
—¡¡Muerte hijo de perra!! —dijo mientras
azotaba con fuerza la cabeza de Yiwon contra el
suelo de tierra, algunas piedras cercanas se
incrustaron en la parte posterior de Lee, pequeñas
gotas de sangre se volvieron ríos que humedecieron
las manos de Jungkook— ¡¡No vuelvas a poner el
nombre de mi chico en tu sucia boca!! —la rabia no
le hizo notar el momento exacto en que pasos
lejanos se hicieron cercanos— ¡¡No volverás a
mencionar a Taehyung nunca más!!
Se acabó, Lee Yiwon quedó con los ojos abiertos,
con la vista hacia el cielo despejado, los rayos del
sol impactaron de lleno a los dos hombres, uno yacía
muerto con un charco de sangre bajo su propia

507
cabeza, mientras que el otro respiraba agitado, su
pecho subiendo y bajando, las manos cubiertas de
los fluidos del contrario.
Jungkook se levantó del suelo, sintiendo un ligero
temblor en sus piernas, sus antebrazos mantenían el
rastro de la lucha de Yiwon, pasó una mano por su
cabello sudado sin importarle mantener la sangre de
su enemigo en ellas, soltó el aire, y tragó duro,
seguro de que no sería la primera vez que mataría
con sus propias manos si de Taehyung se trataba.
Comenzó a soltar una risa que con los segundos se
intensificó, sus hombros se destensaron un poco al
comprobar que Lee estaba muerto, pero sin querer
arriesgarse, tomó su arma y disparó contra el pecho
del mayor hasta que no quedaron más municiones.
El mafioso aventó el arma contra el cuerpo sin
vida, y aun así sentía una nueva ola de rabia
burbujear bajo su piel. Necesitado de saciar esa sed
de acabar con todo a su paso. Agradeció que Jimin
se haya llevado a Taehyung, pues esa era una faceta
que el rubio nunca debía ver en él, si, sería un
asesino brutal, pero con su familia se volvería el
hombre más dulce y cariñoso, se prometió a sí
mismo que sus hijos jamás entrarían en su mundo,
que él sería él último Jeon metido en la mafia.

508
Y quizás sus palabras iban a ser más realistas de
lo que pensaba.
—¡Estás atrapado, Jeon! Te tengo.
El sonido del seguro desbloqueando un arma le
hizo saber a Jungkook que no debía girarse para
saber que quien le apuntaba era Kim Namjoon.
Intentó una vez más deshacerse del agarre de
Jimin, pero este era más fuerte que él, su cuerpo
debilitado no cooperaba en sus propios planes de ir
detrás de quien amaba; dejó de luchar cuando sus
pies dejaron de tocar el suelo, cansado cerró los ojos
por un segundo, para después sostenerse con fuerza
a los hombros del mayor, quien le sostenía en sus
brazos. Taehyung no pudo notar como y cuando dejó
de patalear para ahora yacer sobre los asientos de
cuero al interior del helicóptero, con sus manos
temblorosas, el rostro con huellas de lágrimas que se
habían secado con el viento y el sabor de los besos
de Jungkook aun en su paladar.
Inhaló profundo, el rubio paseó su palma sobre su
vientre, su mirada totalmente hacia el frente donde
se podía ver a lo lejos la propiedad de Lee. Estaban
escondidos a unos metros de distancia, hundidos
entre los altos árboles, con el soplar de las aspas
cesando al irse apagando, el ruido lejano de los

509
disparos cobrando vigor. El sonido que le recordaba
al moreno su hombre estaba lejos suyo en completo
peligro.
Taehyung moqueó antes de ver como Jimin le
extendía una botella de agua, negó, no estaba
sediento, a menos que fuera de tener su boca
moviéndose contra la de Jungkook, probar una vez
más la saliva. Hizo el amago de bajarse, pero el
brazo del castaño le impidió lograrlo. Bufó, apretó
los labios antes de desquitar su molestia con el
opuesto. Soltó el aire de forma pesada, mantenía sus
piernas fuera del helicóptero, colgando mientras sus
brazos se sujetaban de la apertura. Su corazón con la
necesidad incesante de ir detrás del hombre que
adoraba.
—Él volverá —habló Jimin, irrumpiendo el
pensamiento del menor—, pero es mejor si estás a
salvo —intentó una vez más extender la botella, esta
vez el rubio la tomó—. Jungkook regresará antes de
que puedas notarlo.
El propio Jimin quiso creer sus palabras, desvió
la mirada de Taehyung para rebuscar en su bolsillo y
tomar el móvil, comprobando que Jungkook llevaba
casi la mitad del tiempo que pido. Paso saliva de
forma dura, su nuez de adán se movió ante el

510
pensamiento del mafioso fallando al plan, de ser así
tendría que contener al rubio, viajar con él hasta la
pista de aterrizaje y embarcarlo para sacarlo del país
a un destino que solo él, el piloto y Jeon conocían.
No le agradaba la idea. Pero a esas alturas,
comenzaba a considerar dar la orden y escapar.
Jimin se giró para toparse con la mirada perdida
de Taehyung hacia la casa de Lee. Aunque era un
doncel y la gente suponía que debía tener la
delicadeza y gracia para consolar, lo cierto es que
nunca en su vida había dado consuelo, ni siquiera a
sí mismo. Lo intentó con NaYeon, pero la mujer le
espetó con firmeza que no requería de consuelos a
menos que eso conllevara sexo alocado. Así que
cuando vio al menor sollozar, no supo que hacer,
extendió su mano con la intención de dar un mimo
sobre el hombro del contrario y de esa forma
expresarle su comprensión, pero terminó con una
terrible posición donde parecía iba a atacar al rubio.
Se enderezó.
—Jungkook es duro de matar —se arrepintió al
momento en que los hombros de Taehyung se
movieron con fuerza ante una nueva ola de
espasmos y llanto— Maldición —gruñó bajito—
¡Dios! No sé cómo hacer esto, dime que puedo hacer
para que dejes de llorar.

511
Taehyung descubrió su rostro, miró a Jimin y
aunque sabía que era riesgoso lo que iba a hacer,
continuó, llevó una de sus manos a su boca, y fingió
una arcada.
—Quiero vomitar —volvió a fingir. Jimin no
perdió el tiempo para cogerlo por la cintura y bajarlo
con velocidad.
A penas Taehyung tocó el piso, corrió entre los
árboles con el pretexto de vaciar su estómago, se
obligó a escupir saliva, ya que sentía la mirada de
Jimin a sus espaldas, mantenía sus palmas abiertas
sobre sus rodillas con el cuerpo semi encorvado,
ocultó de lo que en verdad hacía. El castaño solo
vería a un doncel embarazado con las típicas
nauseas, no al rubio recordando las tácticas que
Namjoon le enseñó tiempo atrás.
—¿Te sientes mejor? Deberíamos volver… —
antes de que Jimin pudiera continuar, Taehyung se le
lanzó encima con fuerza, derribándolo al instante,
intentó tomar el pie del menor, pero cuando se giró,
el rubio ya corría con rumbo a la propiedad de Lee
— ¡¡Detenlo!! —gritó hacía el piloto del
helicóptero, asustándose cuando el hombre apuntó a
la espalda del moreno— ¡¡Sin disparos!!

512
Taehyung sentía el viento fresco contra su cara
mientras corría con velocidad, saltó un pedazo de
valla rota, se impulsó con las palmas para repetir la
acción con otro tramo, su pecho palpitando con
fuerza ante la idea de llegar a Jungkook. Quizás no
era el momento, pero por primera vez en su vida, el
rubio sintió que al fin estaba tomando el control, no
tenía miedo, no sentía que iba a paralizarse y aceptar
lo que llegará.
Pronto Taehyung escuchó con cercanía los
disparos, se adentró al lugar en silencio, detuvo su
andar solo cuando pudo reconocer a uno de los
policías que servía a Namjoon derribado sobre el
césped con la cabeza perforada por un balazo, se
cubrió la nariz y boca para no inhalar el aroma
potente a sangre y no gritar, se inclinó y tomó el
arma cubierta de la viscosidad, se obligó a no
desmayarse. Tenía que ser valiente por Jungkook,
por sus bebés.
No sabía exactamente a dónde dirigirse, el lugar
era amplio, sin contar el interior de la casa,
Taehyung maldijo de forma interna, pues nunca
consideró el hecho de que sería dificultoso dar con
Jungkook, el ruido de los disparos, las sirenas y
gritos comenzaron a marearle. Se recargó contra una
de las paredes exteriores, se dobló por si vomitaba,

513
un sudor frío recorrió su espalda hasta que su piel
entera se erizo, hizo un conteo mental y se ergio
cuando escuchó que alguien se acercaba.
Entonces Taehyung esperó a que los dos guardias
y cuatro policías pasaran de largo, para así correr
hacia otro extremo de la propiedad, sin saber el
rumbo exacto, pero con el presentimiento exacto.
Taehyung sintió los estragos del embarazo
mezclado con el cansancio de días y semanas sin
paz. Se frenó para encorvar su cuerpo y respirar
lento, a nada de derrumbarse sobre el césped, hasta
que lo escuchó.
—Debí matarte antes, hijo de perra —gruñó
Jungkook, el arma de Namjoon apuntando justo
sobre su frente, sin notar como un rubio conocido se
acercaba.
—Debiste hacerlo, pero ya es tarde, Jeon —
respondió el peli gris, su agarre firme sobre el arma,
decidido a todo—. Es hora de que la justicia se haga,
voy a matarte, porque los sujetos como tú no dejan
de ser un peligro ni siquiera tras las rejas.
Jungkook soltó una risa nasal. No le importaba
morir, no mientras seguía creyendo que Taehyung ya
debía estar a salvo, volando con destino a la pista de

514
aterrizaje y luego ser desplazado hasta una de sus
propiedades aseguradas en Europa. Tenía todo listo
para que su chico y sus hijos tuvieran una vida sin
preocupaciones, llenos de comodidades y lejos de
OakTown.
El mafioso dio un paso hacia el mayor, aunque
este le advirtió, no le importó.
—Anda, dispara. Acaba con esto de una jodida
vez —retó al policía.
Namjoon no dudó en pegar la punta del arma
sobre la frente de Jeon, anhelaba tanto el soltar el
gatillo y acabar con sus problemas, pero una parte
suya, le hacía prolongar el acto, necesitado de antes
saber el paradero de su esposo e intentar arreglar las
cosas para él.
—¿Dónde está Taehyung? ¡Dime o te vuelo en
pedazos!
El pelinegro rió alto esta vez, la punta del arma
vibrando por los movimientos causados.
—Eres más idiota de lo que pensé, si enserio
crees que alguna vez te entregaría a Taehyung —
pese a que segundos previos se había reído, ya no
había gota alguna de relajación o alegría en sus
palabras, en su voz. La mirada paso de brillante a

515
oscura en solo un parpadear. Cuando se trataba del
bienestar de quienes amaba, el mafioso no dudaba
en volverse una bestia lista para el ataque— Mátame
si eso quieres, porque hagas lo que hagas nunca
sabrás donde está mi chico y mis hijos —recalcó las
últimas palabras, necesitado de que el opuesto lo
entendiera—. No soy un maldito cobarde como tú,
yo si soy un hombre en quien Tae puede confiar.
Nunca más vas a volver a ponerle una puta mano
encima, así esté muerto el siempre estará
protegido…
El peli gris se llenó de rabia, empujo por el pecho
al contrario, con el deseo de usar sus puños antes de
matar a Jeon.
Como solo podía ser costumbre en ellos,
Jungkook y Namjoon comenzaron a pelearse, la ley
de OakTown contra la mafia en ella, el bien y el mal
rodando por el césped como dos adolescentes
descontrolados, una batalla llena de testosterona,
donde cada uno de los hombres luchaba por
dominar, puñetazos, maldiciones y palabras que los
oídos de Taehyung sin duda no deseaba poner en su
boca. El cuerpo del peli gris permaneció en el suelo,
las manos del pelinegro, esas con las que mató a
Lee, reposaban en el cuello del mayor, apretando lo
necesario hasta que un impacto firme sobre su zona

516
genital le hizo caer a un lado. La pistola yacía a una
corta distancia, siendo alcanzada por la mano del
jefe de policías.
Apuntó. Y cuando Namjoon pensó en disparar al
mafioso de espaldas, un grito le detuvo.
—¡¡No!! —Taehyung se abalanzó con todo sobre
Namjoon, luchando con el cuerpo alto y rígido para
alejar el disparo del hombre que amaba.
Ambos hombres fueron atraídos por la voz de la
persona por quien peleaban.
—Taehyung, cálmate ¿Qué no ves que él es el
enemigo? —dijo Namjoon, intentando quitarse a Tae
de su espalda, no quería ser brusco por el estado del
más bajo, pero el rubio comenzó a golpearle,
orillándolo a bajarle sin cuidado de su cuerpo, el
arma en sus manos rozando con el abdomen del
menor, y aun así la rabia no escapaba. Su esposo
debería estar de su lado.
—¡¡Lo amo!! No quiero que le hagas daño, amo a
Jungkook.
Jungkook sintió su mundo detenerse, Taehyung
luchaba por arrebatarle el arma a Namjoon, y
aunque quiso ser veloz, desplazar el dolor en sus
partes sensibles, el sonido de un disparo terminó por

517
romper la falsa paz que se había creado. Fue como si
todos los sonidos del mundo se hubieran extinto
para solo mantener aquel gritito ahogado del rubio
mientras se resbalaba en los brazos del más alto.
Todo se quedó en calma, incluso los disparos
lejanos parecieron alejarse, dos personas viendo
fijamente hacia donde la bala había viajado. Uno
lleno de culpa por no haber podido controlar el
arma, y el otro asustado de no saber con exactitud lo
que pasaba, mientras que la persona herida apenas
notaba como su prenda se llenaba de sangre.
No sintió dolor, no cuando la persona que amaba
estaba tan cercana.
—¡¡Jungkook!! —gritó Taehyung cuando al fin
pudo reaccionar, la camisa del mayor se empapaba
de sangre justo por la zona del hombro, corrió, dejó
su batalla con Namjoon y se apresuró a intentar
contener el cuerpo del más alto— No, no, no, por
favor, mi amor, dime que estás bien.
¿Lo estaba? Jungkook no podía definir si era
correcto, le ardía el hombro de una forma incomoda,
pero no lo suficiente como para derribarlo, se dejó
caer por pura necesidad de tener un puto descanso
del impacto de la bala. ¿Todo estaba bien? Quizás sí,
pues al ver el rostro de Taehyung tan cercano al

518
suyo, supo que no le importaba recibir mil balas, si a
cambio era recompensado con esos ojitos mirándole.
Todo regresó de golpe, la pausa en la que se
mantuvo fue exterminada, Jungkook asintió, sin
poder desenredar su lengua, maldita sea, estaba
demasiado embelesado en tener a quien amaba a su
lado. Así que desplazó el dolor en su hombro, para
sujetar con su mano libre la nuca del menor y
pegarlo a sus labios, un beso debía transmitirle a
Taehyung que estaba bien. Que lo amaba.
Namjoon dio un paso atrás, el arma se deslizó de
su mano al momento en que vio a Taehyung, su
esposo, besándose con Jungkook, el hombre que
debía encerrar. Se había acabado. Ya no había nada
que rescatar de su matrimonio, pues el rubio había
elegido no amarle más. Aunque el no fue quien
recibió un disparo, sentía un dolor sobre el pecho
que se extendía hasta sus extremidades. Asintió y
llevó la misma mano que soltó el gatillo para
disparar al mafioso hasta su corazón.
—Estoy bien, cielo. Solo rozó mi hombro —dijo
Jungkook al separarse de Taehyung, acarició la
mejilla del menor con cariño—. Mírame, estoy
bien…

519
—Hay mucha sangre, no estás bien —yacía
arrodillado a un lado del mayor, su labio inferior
temblando por la desesperación, todo el cansancio
que sintió se esfumó al momento en que vio a
Jungkook caer después del disparo de Nam—.
Jungkook esto no está bien…
—¡Shh! Mi cielo, te prometo que lo estoy —se
acercó una vez más a Taehyung, ignorando la
presencia de Namjoon, no era importante para él—.
Mejor ayúdame a levantarme, tenemos que irnos,
pececito.
Lo hizo, Taehyung ayudó a Jungkook a
levantarse, sin despegar su mirada del mafioso,
cruzó un brazo por detrás de la cintura del mayor,
decidido a encaminarle de regresó hasta el
helicóptero, caminó un poco, ignorando por decisión
a Namjoon, no quería tener que ver con él, no
después de que intentó dañarle, a él, a sus hijos y
ahora a quien amaba.
Vio pasar a Taehyung y Jungkook a su lado,
aunque quiso tomar el brazo del menor, no podía ni
moverse de su lugar.
—¡Taehyung! —llamó, con un tono de voz
totalmente roto, su rostro apretando las lágrimas,
una máscara de firmeza que estaba a nada de

520
quebrarse. El rubio no se giró para verle— ¿Esto es
lo que quieres?
—Sí, Namjoon. Esto es lo que quiero, amo a
Jungkook y quiero estar a su lado.
Escuchar aquello solo hizo que el dolor en el
hombro de Jungkook se esfumará, estaba tan
embelesado viendo al rubio confesar su amor hacia
él. Pero Namjoon tenía que arruinarlo con su voz.
—Aun te amo —dijo Namjoon, dio un paso hacía
la pareja—. Quizás lo haga por siempre, sé que eso
no cambiará tu decisión, no espero que lo haga. Pero
necesito que sepas que todo esto no es por ti, jamás
quise dañarte —recordó con dolor la última forma
en que lastimó al menor, se arrepentía—, me
preocupó por ti, solo quiero que estes bien. Por
favor, mírame y dime que en verdad esto es lo que
quieres, necesito verte seguro, y te prometo que te
dejaré en libertad.
Jungkook se tensó, pero su cuerpo se relajó,
cuando Taehyung giró con velocidad, dispuesto a
enfrentar a Namjoon, entonces no lo detuvo, porque
supo que su chico debía cerrar ese ciclo con el
contrario.

521
—Namjoon —miró al hombre que fue su esposo
por un tiempo, quien creyó amar con decisión, y
ahora solo podía sentir un revoltijo de sentimientos
confusos entre rabia y pena, pero no amor—. Ambos
nos hicimos cosas malas, no pretendo culparte de
todo. Solo creo que es momento de dejar que
nuestros caminos se separen, quise hacerlo de buena
forma antes, pero te negaste. Ahora, te pido por
favor que me dejes en libertad, firma el divorcio y
déjame ser feliz con Jungkook, quiero estar a su
lado, sin importar nada —alzó su mano para
silenciar al peli gris, justo cuando supuso que este
quiso decir algo a su favor—. Se lo que Jungkook
es, y aun así deseo permanecer con él, si mi nueva
vida se trata de escapar de OakTown, lo haré,
seguiré al padre de mis hijos a cualquier lado que
vaya, porque él es mi hogar de ahora en adelante.
Eso debió bastar para Namjoon. El peli gris
asintió, limpió con sus dedos las lágrimas. Aceptar
que había perdido a Taehyung dolía como el
infierno. Pero era momento de dejarlo en libertad, de
hacer las cosas bien, aunque eso significará romper
sus propias reglas. Había considerado que algo así
podía pasar, por eso él mismo creó su plan. Uno que
ahora lo convertiría en un hombre viudo ante la
mirada de todo OakTown.

522
—De acuerdo. Eres libre Taehyung, espero que
ese imbécil te de la felicidad que yo no pude —
Jungkook no perdió tiempo en mostrarle el dedo
medio. Namjoon negó antes de continuar—. Tendrás
la vida que quieres, Tae —los sonidos de más
sirenas se hicieron presentes, los refuerzos policiales
estaban llegando—. Pero no puedo quedar como un
jefe idiota, nadie nunca sabrá que huiste con este
imbécil, así que quizás Jeon quiera contarte como
perdiste la vida en la casa de tus padres…
—¿De qué hablas?
El semblante de Taehyung se volvió confuso, sin
entender lo que Namjoon quiso decir, mientras que
Jungkook gruñó bajo, sin querer ser él quien le
confesará a su chico que había matado a sus padres.
Lo haría, pero no en ese instante.
—Que Jeon te explique luego. Ahora váyanse
antes de que los refuerzos los encuentren —caminó
hasta Jungkook, el hombre que cambió todo en su
vida—. Te doy media hora para que salgas de aquí,
después de eso te voy a comenzar a buscar por todo
OakTown con una orden de arresto por el incendio
en casa de los Kim, por el asesinato de Lee y por el
tráfico de drogas y armas —el opuesto no dijo nada,
en su lugar enredó su mano con la de Taehyung,

523
listo para escapar, pero Kim no había terminado—.
Jeon —llamó firme—. Cuídalo, a él y a los bebés,
hazlo jodidamente feliz o te buscaré por todo el
mundo para encerrarte.
Jungkook sonrió, burlón y adolorido. Debía
reconocer que por fin Namjoon le estaba
acomodando las cosas a su favor. Por eso se acercó a
él, le extendió la mano para que el opuesto la
apretará.
—No necesito que me digas cómo cuidar a mi
chico —respondió altanero—, pero gracias por esto.
Si no fueras un pendejo que esta con la policía,
intentar separarme de Taehyung y peor, hacerle
daño, quizás habríamos sido buenos socios.
—Dudo que yo quisiera ser socio de alguien
como tú, Jeon. Mi deber es mantener a OakTown
alejado de tipos como tú. Ahora vete o cambiare de
opinión.
No hubo más palabras por parte de los tres.
Jungkook y Taehyung corrieron lejos de Namjoon,
dejando solo el caos a sus espaldas justo cuando los
refuerzos irrumpieron la propiedad de Lee, y tal
como el peli gris prometió, a los treinta minutos
desplazo sus unidades detrás del prófugo de
OakTown, Jeon Jungkook, acusado del asesinato de

524
Lee Yiwon, disturbios en la ciudad, posesión y
tráfico de armas con drogas, del incendio de los
señores Kim, donde él había reportado tres muertos,
Kim DongSeok, Kim JiYo y Kim Taehyung.
Nadie sabría nunca que el jefe Kim mintió para
que así su ex esposo huyera con el mafioso de la
ciudad.
A lo lejos, Jimin, Taehyung y Jungkook volaban
por encima de OakTown con un destino aguardando
por su escape. El mafioso mantenía su brazo no
herido rodeando la cintura del menor, ambos
mirándose como dos jodidos enamorados que no
estaban huyendo de la justicia. El rubio sonrió,
viéndose y sintiéndose más feliz que en todos sus
años.
—Taehyung, te amo.
—Yo te amo más —respondió con esa sonrisa
cuadrada que fue el final para el mafioso.
Lo tenía claro, Jungkook tomaría ese escape para
dejar su pasado enterrado, comenzaría totalmente de
cero con Taehyung a su lado, si bien sabía que no
era un hombre ejemplar que no merecía el amor por
el mundo en el que se había forjado, ahora estaba
dispuesto a volverse un romántico que solo iba a ser

525
salvaje cuando alguien intentará meterse con su
familia.
—Tengo que pedirte algo antes de que
aterricemos —pidió el mayor.
—¿Qué?
—Escápate conmigo…
—Siempre, mi amor.

526
[31]

Dos meses después.


Soltó el aire y se reclinó contra el respaldo del
asiento, el cuero rechinó contra su espalda sudada, el
calor de verano en OakTown solía ser insoportable,
eso y que el viejo ventilador de techo se había
descompuesto justo hace una semana. Namjoon
cerró los ojos por un instante, mientras tronó su
cuello y desvió su vista totalmente a las aspas sobre
el plafón, el ruido lento y el pobre viento golpeando
su cara enrojecida, pasó saliva sin poder evitar llevar
sus pensamientos hacia ese día.
Para el jefe de policías parecía que fue solo ayer
cuando Taehyung escapó con Jeon.
Imágenes vividas de su ex esposo corriendo con
prisa de mano del mafioso ahora más buscado,
regresaban a su cabeza como dagas que le
atormentaban, pero revivir la sonrisa amplia de
Taehyung bastaba para frenar cualquier mal plan.
Había aceptado dejarlo en libertad, hizo una
promesa a sí mismo para salvaguardar el futuro del
menor. Era lo justo después del daño que había
creado.

527
Aunque eso no evitó que hubiera malos días en
los que deseaba gritar que los reportes hechos del
ataque contra la propiedad de Lee y el incendió en
casa de los Kim eran falsos. Solo él sabía la verdad
de lo que había pasado, para el ojo público la muerte
de sus suegros incluido su esposo había sido un
trágico atentado para frenar su labor de servir a la
justicia del pueblo, y no la venganza de Jeon por los
años de dolor que le dieron a su propio hijo.
Mientras que las muertes de más de veinte personas,
incluidas Yiwon, fueron mostradas como el intento
de hurto por parte de Jungkook hacia las
propiedades del ciudadano estrella de OakTown, y
no como el rescate de Taehyung.
Namjoon prefirió aceptar aquellas mentiras para
mantener la paz en la ciudad, sabía que en algún
momento la verdad saldría a la luz, especialmente
cuando la agencia central de inteligencia había
enviado a dos detectives a su zona.
Un golpe sobre la puerta hizo que Namjoon se
enderezará en su lugar justo a tiempo para ver a uno
de sus superiores adentrarse a su oficina. Eran casi
las cuatro de la tarde, y la mayoría de los
trabajadores, incluido su jefe, deberían estar en su
hora de comida, menos él, que prefería mantenerse

528
en aquellas cuatro paredes a volver a la casa vacía
que le esperaba.
—¿Tienes un momento, Nam? —preguntó el
superior del peli gris, esté asintió, señalando el
asiento vació frente al escritorio donde estaba.
Hubo un silencio incómodo. El peli gris vio cómo
el hombre de casi sesenta años mantenía la vista
sobre algo en su escritorio, siguió los ojos del mayor
para toparse con una foto suya y de Taehyung, era
del día de su boda. Aunque Namjoon ya tenía dos
meses recibiendo palabras de consuelo por la
supuesta muerte de su esposo, no lograba
acostumbrarse a ello. Por eso aclaró su garganta, sin
ganas de obtener más de ellas, tomó la foto y la
colocó boca abajo antes de hablar.
—¿Quería decirme algo, jefe Hong?
El hombre opuesto asintió, se reclinó contra el
menor. Hong DuShik tenía cierto apreció por el jefe
Kim, no algo para decir que lo veía como un hijo,
pero podía ver reflejado en el peli gris un hombre
que mantendría OakTown resguardada del mal, lo
había demostrado con su última misión, y que a
pesar de haber perdido a su joven esposo seguía
firme trabajando para dar con el paradero de Jeon.

529
Lo que le parecía injusto, hasta el jefe de policías
merecía tener un descanso del orden y el caos.
—Lo cierto es que sí, Nam —llevaba días
intentando tener esa charla con Namjoon, pero este
siempre lograba escaparse—. Quiero que te tomes
unos días…
—¿Por qué? ¿Hice algo malo, jefe Hong? —
interrumpió el peli gris, negándose a aceptar tener
días libres para dejar su mente volar y desencadenar
la realidad de los hechos, no quería estar encerrado
en una casa que le recordaba todo lo que había
pasado.
—No muchacho, tranquilo —dijo el mayor—.
Pero Namjoon, no has parado de trabajar desde el
incidente —levantó una ceja—. Necesitas un
descanso, llevar tú luto lejos de todo esto. No quiero
ni imaginarme lo difícil que ha sido para ti estar aquí
las veinticuatro horas releyendo informes de lo que
pasó, ayudando a los detectives a dar con Jeon. Por
favor, quiero que te tomes unas semanas para
despejarte de esto…
¿Despejarse? Justamente para eso le servía el
trabajo, aparte que mantenerse cerca de los
detectives le ayudaba a mover las pistas a su favor y

530
mantener a Taehyung y a Jungkook lejos del ojo de
la justicia.
—No aceptaré un no —insistió Hong.
—Pero ¿Quién ayudará a los detectives? Soy
quien mejor conoce el caso…
—Tengo todo bajo control, personalmente estaré
verificando todo, aparte traerán a un detective nuevo
desde Seúl, al parecer es el mejor en su campo y nos
ayudará a trazar mejor nuestra siguiente movida.
—Es mi deber preocuparme, es mejor si sigo
aquí, aparte puedo ser de ayuda para el nuevo
detective…
—Kim SeokJin prefiere trabajar solo —irrumpió
el mayor, soltó el aire y alcanzó la foto que el menor
dejó contra el escritorio—. Todos merecemos un
descanso, incluso el héroe de la ciudad, por favor,
sal, despeja tú mente de todo esto. Tengo una villa
en Busan, quizás quieras ir a pasar el rato allá. Tú no
te preocupes.
Lo hacía. A Namjoon le preocupaba dejar su
trabajo y que descubrieran sus mentiras. Con lo
mucho que se decía de SeokJin, sabía que era vital
su presencia en las oficinas. No debía arriesgarse.
Pero no podía oponerse a su superior. Así que ya

531
buscaría la manera de mantenerse cerca del caso
Jeon, cumpliría su palabra de dejar a Taehyung vivir
en libertad y felicidad, sin importar que tuviera que
fallar a su juramento para el pueblo: Servir a la
sociedad, emplear el orden, proteger vidas y
defender al inocente del engaño.
Después de la corta charla, Namjoon y el mayor
salieron de la oficina, el jefe Hong había insistido en
que el peli gris debía tomar sus días de descanso
desde ya. Ambos se sumergieron en el elevador, sin
decir palabra alguna.
—Se que ya lo he dicho antes —rompió el
silencio Hong—, pero de verdad lamento tú perdida.
Quizás mis palabras no te den consuelo, pero estoy
seguro que Taehyung está en un lugar mejor…
—Lo está.
Región de Abruzzo, Italia
Unas terribles ganas de orinar le despertaron,
pestañeó lentamente antes de abrir su mirada y
adaptarse a los rayos dorados del sol mañanero,
bostezó bajito, e intentó sentarse para moverse hacia
el baño, solo que unos fuertes brazos le apresaban,
sonrió al notar las palmas calientes del pelinegro
sobre su vientre abultado. Ya era evidente que

532
mantenía a dos pequeños o pequeñas en su interior.
Taehyung se movió despacito para así salir del
agarre de Jungkook, salió del colchón sosteniendo su
pancita para así encaminarse a su destino, enserio
quería vaciar su vejiga, pero la imagen de su hombre
desnudo enredado entre sábanas blancas, le hizo
frenarse. Se quedó sentado a un lado del cuerpo
fornido.
Taehyung mordió sus labios al ver a Jungkook
girar en la cama y quedar boca abajo, dejándole una
perfecta visión de la espalda ancha y esos glúteos
firmes. El cabello del mayor había crecido un poco,
le encantaba, más cuando el mafioso le hacía el
amor y él podía tomar un puñado de cabello entre
sus manos para obligar a su hombre a mirarle. Sintió
un calorcito descender hasta su pelvis, y aunque su
vientre le impedía ver sus pies, estuvo seguro que
estos se encogieron ante la idea de volver a ser
adorado en cuerpo y alma.
Un punzón le anuncio al rubio que debía ser
veloz antes de orinarse en la cama. Arrastró los pies
descalzos por el piso de madera, se cubrió apenas
con la bata de seda e hizo sus necesidades.
La mañana era silenciosa, quizás influía en
exceso que su hogar estaba lejano de ojos curiosos y

533
de vecinos escandalosos. Taehyung salió del baño,
necesitado de ver la preciosa imagen de donde
estaba. Salió al balcón de la habitación, los rayos
dorados golpeando contra su piel cálida, su cabello
estaba desacomodado, pero poco le importaba, curvó
sus labios en una sonrisa al ver los viñedos
expandirse hasta donde sus ojos ya no podían
distinguir. Era el lugar perfecto para pasar el resto de
sus días a lado del hombre que amaba y sus hijos.
Aunque al inicio le costó adaptarse al amplio
lugar, con el paso de los días se encontró a sí mismo
disfrutando de cada rincón de su casa. Adoraba
despertarse y sentir la calma, salir a la terraza y
beber té con una vista mágica, pasar la tarde entre
los cultivos de uva, y ver a Jungkook cabalgar a su
lado mientras le susurraba halagos en perfecto
italiano: Ti amo, voglio fare sempre l’amore con te,
pesciolino mio. Taehyung nunca creyó ver esa faceta
del mayor, menos esperaba que este mantuviera más
negocios fuera de la mafia. Grande fue su sorpresa al
bajar del jet privado y dirigirse hacia la costa
italiana, entre casas enormes de piedra caliza y
árboles frondosos.
Poco a poco Taehyung iba deshilando cada
secreto de Jungkook, ya sabía el pasado del mayor,
conocía la historia de la ex esposa, al igual que la

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ubicación exacta de cada refugio por si la justicia de
OakTown los alcanzaba. No le gustaba pensar en
ello, pero Jeon fue exigente en que el rubio estuviera
siempre preparado.
—¿Por qué mi pececito no está entre mis brazos?
—habló Jungkook detrás del rubio, su voz ronca por
apenas haberse despertado. Sin pena alguna, el
pelinegro caminó desnudo hasta el menor, su cuerpo
fornido y tatuado reluciendo bajo el sol italiano, un
ligero rastro de barba creciendo sobre la barbilla y el
pene erecto a pesar de ser solo las ocho de la
mañana. Llegó hasta su chico para abrazarlo por la
espalda, dejó un beso en el hombro y luego subió al
cuello—. Te amo, mi cielo. Volvamos adentro —
llevó ambas palmas abiertas sobre el bulto
prominente del moreno.
Jungkook adoraba sentir el vientre de Taehyung,
había crecido tanto en solo dos meses, aunque el
médico dijo que todo estaba en orden, no dejaba de
sorprenderle lo rápido que todo avanzaba. A veces
solo quería detener el tiempo y quedarse encerrado
en esa etapa con su chico.
—Tenía ganas de ir al baño, y salí a tomar un
poco de aire fresco —habló el rubio, colocó sus
manos sobre las del mayor, su anillo brillante en el

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dedo anular. Esa promesa de entregarse en cuerpo y
alma, ser más que solo dos enamorados. Taehyung
no había esperado que Jungkook fuera un hombre
sumamente romántico, pues su propuesta de
matrimonio había sido simplemente perfecta, rosas y
velas bajo la luz de la luna llena, música solo para
ellos, una cena exquisita y fuegos artificiales
después de que dio el Sí acepto. Inclinó su cabeza
hacia atrás, sobre el pecho del opuesto—. Me
encanta este lugar, nuestros tuc tuc crecerán aquí sin
duda…
El mafioso soltó una risita antes de ladear el
rostro de Taehyung y besarle, para después hablar. Si
bien habían hablado de muchas cosas, y Jungkook se
había sincerado en todos los aspectos, el rubio iba a
un paso más lento. No quería presionarlo, por eso
esperaba a que su prometido fuera sacando de a
poco todo lo que necesitaba contarle.
—¿Tuc tuc? —preguntó con gracia el mayor.
—Sí, tuc tuc, nuestros hijos —dijo el rubio con
una sonrisa, notó la duda en la mirada de Jungkook
y prosiguió—. Cuando escuche sus corazoncitos la
primera vez, sonaba así, tuc tuc, tuc tuc —imitó el
sonido, parando los labios mientras sus ojos

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brillaban en auténtica paz y felicidad, cosa que el
opuesto adoró.
—¡Dios, mi cielo! Te amo tanto —tomó el rostro
de Taehyung en una mano y le besó una vez más,
nunca teniendo suficiente del menor—. Pero no creo
que tuc tuc sea su nombre ideal, tú eres un pececito,
así que ellos deben serlo igual, por lo que creo que
glup glup sería más acorde a su naturaleza.
A pesar de los comentarios chistosos de
Jungkook, Taehyung estaba vez si se sintió
conforme con lo dicho, amaba ser el pececito del
mafioso, amaba tener a sus pececitos dentro.
—Glup glup. Me gusta —admitió, parándose de
puntitas para besar la punta de la nariz ajena—.
Somos tus pececitos.
Jungkook se inclinó lo suficiente para pasar un
brazo detrás de las rodillas de Taehyung y el otro
sobre su espalda, lo elevó y lo pegó a su pecho
desnudo antes de besarle, nunca tenía suficiente de
él. Caminó dentro de la habitación, para colocarlo
con cuidado sobre la cama, sus labios nunca se
separaron de los del rubio, sus manos abrieron la
bata para sentir que abría un gran regalo, palpó con
su palma el ombligo que parecía iba a reventar. Se

537
mantenía sobre el menor con sus codos y rodillas
soportando su propio peso.
—Quiero hacerte el amor, pececito —gimió, para
sentir como Taehyung abría sus piernas, dándole la
respuesta que le autorizaba, pero Jungkook quería
palabras, no iba a ser como los hombres en el pasado
de su chico—. Dímelo, dime que quieres esto,
pececito.
El rubio arqueó la espalda, al sentir la punta del
pene erecto de Jungkook contra su muslo desnudo,
su piel extra sensible, sus pezones reaccionando a
aquel roce, endureciéndose al instante, su propio
miembro dio una sacudida ante el deseo de tener el
falo de su hombre estirando sus paredes anales.
Gimió, abrió la boquita, a la par de comenzar a
mover sus caderas en un suave ritmo hacia adelante
y atrás, obteniendo más del calor de la carne dura de
su amor.
—Hazme el amor, Jungkook.
Dicho eso, el mafioso se separó para arrodillarse
ante su todo. Admiró con amor la escena ante él, el
cuerpo de Taehyung transformado en lo necesario
para pronto dar vida nueva, el rostro aún
adormilado, los ojitos hinchados, la boquita de un
tono rosita natural, y esas mejillas abultadas con un

538
sonrojo causa del calor en Italia y por sus cuerpos
que parecían imanes sin poder separarse. La panza
abultada era como sí el rubio hubiera escondido una
sandía en su interior, bajó la vista hacia esas caderas
anchas, la piel sobre ellas comenzaba a estirarse
dejando señas que él adoraba lamer hasta sentir que
la dermis de miel dejaba su sabor en su paladar, los
pies yacían hinchados, según el médico eso era lo
normal en donceles embarazados. Adoraba tomarlos
y dejar besos que subían hasta las pantorrillas. Pero
lo que más le encantaba era ver esas creaciones
divinas, el pecho del menor.
El embarazo no solo era el abdomen más ancho,
constantes ganas de orinar, náuseas y antojos a mitad
de la madrugada. No. Tenía sus ventajas, como solía
opinar Jungkook, y esas eran que Taehyung tenía un
insaciable apetito sexual, en esos dos meses habían
hecho el amor incluso en las caballerizas y la terraza
frontal. Motivo por el que Jimin prefirió mudarse a
la capital del país, con la excusa de esperar a
NaYeon —quien después de un mes supo el
paradero de su mejor amigo y novio—, y para
manejar mejor el inicio del nuevo negocio Jeon, los
vinos. Pero, aunque el sexo era lo mejor, lo que lo
hacía inolvidable eran lo senos hinchados que el
rubio había ganado. Dos tetas abultadas repletas de

539
leche que en unos meses sus pececitos iban a tomar,
una que ahora él disfrutaba sacar.
Jungkook se inclinó para tomar uno de los
pezones entre sus dedos, apretó sutilmente y se
separó para ver cómo la dermis se erizaba ante su
toque, la punta endureció, las areolas oscuras
abarcando más espacio de lo habitual. Sonrió y
metió el pezón a su boca, probando el cálido sabor
del menor, escuchó un bendito gemido que solo le
impulsó a mamar más rápido, mientras su diestra se
paseaba por las caderas jugando con la cordura del
más bajo, adentrándose a la cara interna de los
muslos, rozando con su dorso el miembro despierto
y goteante de Taehyung. Soltó el seno del rubio y
bajó dejando un camino de besos, hasta que su cara
quedó en medio de las piernas del más bajo.
—Amor… —gimió el rubio al sentir la cara de
Jungkook cerca de su falo, la dermis rasposa del
opuesto por la aparición temprana de una barba.
Enrolló los pies al sentir como su hombre elevó sus
piernas para colocarlas sobre los hombros anchos, su
culo apretado palpitó con deseo de ser atacado—.
Por favor, tómame…
—¡Shhh! Quiero prepararte, cielo —y para
Jungkook preparar a Taehyung incluía probar cada

540
parte del menor. Abrió la boca y metió el miembro
del rubio, probando el sabor salado de la piel
caliente y sudada, llevó una mano a las nalgas y las
estrujo, separando los dos globos redondos, sus
pulgares coordinando los movimientos rápidos de
sus labios, uno de sus dedos tentando la hendidura,
palpando el fuego del deseo que suplicaba por ser
liberado, hundió el falange sintiendo como los
músculos se apretaban al instante.
El cuerpo de Taehyung se contrajo ante las
múltiples sensaciones, Jungkook atacaba su culo,
metiendo y sacando el dedo de su cavidad anal,
mientras la boca le succionaba el glande, comenzó a
mover las caderas con fuerza, su cuerpo tensándose
ante la necesidad de liberar su orgasmo. Con el
mafioso nunca se durmió insatisfecho, el hombre
sabía que puntos tocar para hacerlo explotar, apenas
la noche anterior había montado la cara del
pelinegro hasta vaciarse. Ahora sus tetas rebotaban
mientras él buscaba más, su hendidura apretando
con fuerza la piel del mayor. Sintió como sus piernas
fueron más abiertas y su baile rítmico frenó pues la
lengua experta del opuesto lamió desde su pelvis
hasta la punta de su falo. Gritó de puro placer, para
recuperarse y seguir con el contorneo salvaje.

541
Amaba darle placer a Taehyung, pero le
preocupaba la forma en que el menor se movía con
rudeza, la panza hinchada casi aplastada por la
manera en que el rubio arañaba su espalda para
pegar su cara más a él.
—Pececito, tranquilo, mi cielo —pidió, relamió
sus labios palpando el sabor del menor, puso una
mano sobre el abdomen del contrario—. Mi amor,
no quiero que seamos bruscos, podemos lastimar a
los pececitos…
—Pero quiero venirme, por favor, amor.
No podía negarse ante Taehyung, pero el
bienestar de sus hijos no estaba en discusión, se
acomodó en el colchón, de modo que su espalda se
pegó al respaldo de la cama, palmeó sus muslos
antes de hablar.
—Ven acá, mi cielo. Móntame.
Y eso era algo que a Taehyung le encantaba,
montar la verga dura de su hombre. No dudo en
llegar y acomodarse sobre el regazo, el pene de
Jungkook duro rompiendo la paz en su entrada, el
glande hinchado abriendo su espacio mientras que el
se sostenía de los hombros, con la boca abierta a la
vez que el ardor y dolor jugaban con su placer. Puso

542
los ojos en blanco cuando al fin tuvo todo el trozo de
carne en su interior.
—Mierda —gimió el mafioso cuando su verga
fue abrazada por los músculos internos tensos y
cálidos, su mirada sobre el rostro de Taehyung y
como este se deleitaba— Vas a ser la puta perdición
para mí, pececito.
—Que así sea…
Todo se desplazó, las palabras, el silencio se llenó
de gemidos y el sonido de las pieles sudadas
chocando, el culo de Taehyung rebotando contra los
muslos de Jungkook. La boca del mafioso
succionando las tetas, a la par que el rubio arañaba
la espalda de más grande, la cama chillando por los
movimientos y el orgasmo del menor explotando al
sentir la verga del mayor tocar su punto culminante.
Jeon Taehyung, como era conocido en la región
italiana, era el prometido del dueño de los viñedos y
fábrica de vino: “Vattene con me”, o como ellos se
decían con constancia “Escápate Conmigo”. Alguien
que levantaba suspiros entre los lugareños, siempre
con la pregunta del porqué era tan sonriente, sin
saber que su pasado oscuro le había hecho alguien
que nada se parecía al rubio elegante que se paseaba
por las calles con su sonrisa cuadrada y el hombre

543
grande cuidando su espalda. Nunca podrían saber
que él había sido el ex esposo de un jefe de policías
en una ciudad coreana, ni que había sido dado por
muerto para así escapar del lugar, tampoco que su
actitud segura y mirada retadora, una vez fue una
llena de temor y sumisión que sus propios padres le
inculcaron. Pero ahora, rebotando contra el cuerpo
duro del mafioso, ya no quedaba nada de aquel
joven asustado.
—Te amo, te amo —gruñó Jungkook al sentir
como sus testículos rebotaban contra las nalgas de su
chico, apretó con fuerza moderada la cintura a la vez
que el rubio le jalaba del cabello para mirarlo.
Porque si un día Taehyung se apenó por el sexo y
por ser observado, ahora no podía liberarse sin sentir
la mirada del pelinegro sobre él.
El rubio gritó alto antes de explotar en placer, su
cuerpo temblando al momento que chorreaba contra
el perfecto abdomen de Jungkook, se dejó ir con
libertad, seguro de que su hombre le cuidaba, pegó
la frente sudada sobre el hombro del contrario,
inhalo el aroma natural de quien amaba y sonrió
para luego besar la piel.
Ambos se quedaron abrazados por un largo rato,
Taehyung aun con la verga dura de Jungkook en su

544
interior.
—Soy el peor, ni siquiera has terminado —se
quejó el rubio, aun debilitado por el orgasmo—
¿Quieres que cambiemos de posición? La espalda
me está matando.
—No es necesario, mi cielo —amaba tener su
verga dentro de Taehyung, pero prefería que su
chico estuviera tranquilo y no sobre esforzándose
para que el alcanzara su orgasmo. Acarició la
espalda del menor, seguro de que podía vivir esa
vida sin quejas, a la mierda el sexo cuando a cambio
tenía a su chico adormecido entre sus brazos, pegó
su nariz a los mechones dorados, inhaló la fragancia
y sonrió. Era feliz—. Prefiero que descanses, no
olvides que hoy llega Jimin y tú amiga, quiero que
pases tiempo de calidad con ella —sabía que era
mejor no estar cerca de NaYeon, menos cuando aún
le temía. Se mantendría vigilando a su familia desde
un lugar cercano.
Taehyung elevó su labio inferior, estaba
emocionado por ver a NaYeon después de un
tiempo, apenas habían hablado hace dos semanas,
contándose solo lo necesario, como que ella y Jimin
pensaban hacer lo suyo formal, e incluso
consideraban que uno de los dos llevara un

545
embarazo. Para el rubio era imposible ver a su amiga
cargando un vientre, pero el amor hacía a las
personas cambiar de opinión. Como él, quien ahora
solo quería hacer de todo para que su futuro esposo
terminara igual de satisfecho que él.
—Pero quiero que te corras —puchereó contra el
cuello del más grande, se despegó lo suficiente para
alzar la mirada y toparse con la de Jungkook—. No
quiero que te quedes con las ganas. Dime que debo
hacer.
Había muchas cosas que Taehyung podía hacer.
Pensó Jungkook, pero todas implicaban llevar al
rubio al límite, y definitivamente se rehusaba a
agotar de esa forma a su todo. Por eso, con cuidado
sostuvo por las nalgas al menor, para así girar y
acomodarlo sobre el colchón, acomodó sus piernas a
cada lado del cuerpo del moreno, su verga colgando
cerca de los labios del más bajo. Antes de poder
decir algo, las delicadas manos del doncel acunaron
sus testículos hinchados, gimió por el tacto, su pene
se sacudió, su trozo de carne se hinchó y lleno de
calor, palpitante por obtener lo que había pensado,
pero que en esa ocasión no eran los labios rosados
de Tae.

546
—¿Quieres que te la chupe? —preguntó con
inocencia el rubio, mismo que solo aumentó el calor
en el mayor.
Aunque la propuesta era buena, no era eso lo que
necesitaba.
—No, quiero poner mi verga entre tus tetas,
sacúdeme con ellas —su voz ronca por la excitación,
la punta rosada de su verga goteando ante la simple
idea.
El rubio tomó acción en la petición de Jungkook,
pegó sus senos con la verga erecta del mayor entre
ellas, y comenzó a sacudir, sus manos elevando la
velocidad, batiendo el miembro grande, los gemidos
del mayor le impulsaron a continuar, su propia
excitación regresando con fuerza, sus pezones
endurecieron, y en un punto de quiebre, palpó la
forma en que el cuerpo del pelinegro se tensó antes
de liberarse, el semen cálido y espeso brincó a su
cuello.
Los dos terminaron jadeantes y sudados.
Jungkook regresó a acomodarse en la cama, pegando
a Taehyung a su pecho, ambos cubiertos de sus
esencias, sin inmutarse, besándose con pasión. Era
lo habitual en ellos, adorarse sin frenarse. Se
mantuvieron un largo rato en esa posición, el

547
mafioso dejando caricias sobre la espalda contraria,
y el rubio dibujando círculos sobre el torso marcado.
Hasta que la última barrera de Taehyung se
derrumbó para decir lo que había callado por años.
—Ellos abusaban de mí —soltó de la nada,
enterró su cara en el pecho del mayor—. Papá
comenzó a hacerlo desde que tenía catorce años o
quizás quince, la verdad a veces me cuesta querer
recordar todo. Mamá lo sabía, pero nunca hizo nada
—sintió el nudo en su garganta—. Por eso cuando
me confesaste que los habías matado no pude
sentirme fatal. Ese día lloré porque al fin todo había
terminado, no porque estuviera triste —elevó su
mirada brillante por lágrimas hacia Jungkook,
sintiendo el suave tacto de la mano firme en su cara,
limpiando su —. Y se que eso me deja como un
pésimo hijo, pero soy feliz de que ya no estén en mi
vida, tal vez vaya al infierno por decirlo, pero
gracias por quitarlos… —su labio tembló ante la
llegada de nuevos sollozos, mismos que fueron
contenidos por la boca hambrienta de Jeon.
—Haría todo por ti y nuestros hijos, pececito —
afirmó Jungkook—. Ellos merecían una peor
muerte, pero lo único que me da paz es saber que
nunca más podrán alcanzarte —se inclinó para dejar

548
un beso más, simplemente no podía alejarse—. No
soy un buen hombre y nunca quise serlo, pero, joder,
por ti quiero estoy dejando toda esta mierda atrás —
lo hacía, sus negocias aun estaban infectados con un
alto porcentaje de la mafia, pero trabajaba en ello—.
Te prometo que haré todo por siempre verte feliz, te
voy a dar la vida que solo un rey como tú mereces,
seré el mejor padre y esposo, nunca te faltará nada.
Te amo.
—Ya me haces feliz, solo quiero estar a tú lado,
Jungkook. Te amo. Quédate conmigo siempre.
—Siempre, mi pececito.
●Fin

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[Epílogo]

Siete años después


El aroma a masa crocante con manzanas hizo que
su nariz se arrugará de felicidad, cerró los ojos y se
paró de puntitas, aunque por la acción la tela de su
pantalón corto se alzó revelando parte de sus
glúteos. Era culpa del diminuto pijama, pero no
importaba, no ahora. Miró el reloj sobre la pared,
faltaban unos quince minutos para que sus pequeñas
diablillas saltarán de la cama llenando cada rincón
de la enorme casa con sus gritos. Las amaba, pero a
veces Eunji y Eunyeong más que dos hermosas
niñas parecían unas cotorras que le drenaban de toda
paz. Sonrió de solo pensar en sus pececitas merodear
a su alrededor, con esas mejillas regordetas ya que
papá Gguk no podía decirles nunca que no, aunque
fuera a postres después de la hora adecuada.
Taehyung escuchó el sonido del horno
anunciando que su pay ya estaba listo, en saltitos
llegó, se colocó el guante y abrió para sentir de lleno
el exquisito aroma, con mucho cuidado posó su
postre sobre el mesón, viendo como la mermelada
de manzanas aún burbujeaba por el calor y la masa

550
crocante emanaba vapor. Levantó la harina y regreso
la fruta sobrante al cesto, acomodó unas botellas de
su vino Vattene con me, el cual era un éxito no solo
en la costa italiana, sino también en varias partes de
Europa, lavó los trastes sucios justo a tiempo cuando
pasos veloces se hicieron sonar por las escaleras,
seguida de esa voz que aún le erizaba la piel.
—¡Niñas! No corran en las escaleras.
El rubio acomodó sus prendas, se sacudió los
restos de harina sobre su pijama, se agachó y
extendió sus brazos para en segundos tener a dos
niñas pelinegras pegadas a su pecho, abrazándolo
con fuerza, llenándole de besitos y gritando, como
siempre.
—¡Papito! ¿Dónde estabas? —preguntó Eunji, la
mayor de ambas por solo diez minutos, una perfecta
niña de tez morena con enormes ojos, cabello espeso
y negro, una sonrisa tan idéntica a la del hombre que
un día fue el causante del caos en OakTown, tenía
los dientes delanteros visiblemente más grandes, lo
que le hacía ver como una conejita, era más alta que
su gemela por solo un centímetro, cosa que ella
presumía.
—¡Sí! Queríamos que tú nos levantarás, papá
Gguk no nos da besitos tan bonitos como tú —

551
puchereo Eunyeong, la otra gemela, o como
Jungkook decía la pececita trastornada. Tan similar a
la mayor, pero con el doble de energía y travesuras
en su cuerpecito delicado, al igual que Eunji,
mantenía la tez de su padre doncel, mientras que los
ojos, sonrisa y cabello del mayor.
—Perdonen, mis bebitas. Tenía que hacer algo
importante —levantó una ceja, queriendo que sus
pequeñas recordarán aquello que les repitió toda la
semana, pero evidentemente ellas habían olvidado.
El rubio sonrió y negó con la cabeza cuando
ninguna de las dos niñas recordó. Se levantó, para al
fin notar al hombre en el umbral de la cocina, con
los brazos cruzados sobre su pecho desnudo firme,
reluciente de tatuajes, un pantalón de chándal
mantenía las piernas gruesas cubiertas, el cabello
amarrado con un medio chongo alto, mechones
rebeldes se escapaban y caían por la frente, esa que
mantenía la mirada brillante enmarcada entre hebras
negras, paso saliva pues a pesar de los años, Jeon
Jungkook seguía viéndose espectacular, como la
primera vez, imponente, varonil y sensual.
Jungkook sonrió cuando vislumbró el rubor que
causó en su esposo, amaba con todo su ser ver que
seguía haciendo a las rodillas de Taehyung temblar

552
tal y como cuando se conocieron. El ahora hombre
casi libre de la mafia escudriñó la imagen ante él, la
perfección, su familia a mitad de la cocina, el amor
de su vida en ese pijama que él mismo retiró en la
madrugada y que al parecer el rubio volvió a
colocar, con esa sonrisa cuadrada que le hacía sentir
su abdomen burbujear por sentimientos que nunca
paraban, luego sus hermosas princesas despeinadas
abrazando a su pececito. Sin duda el mejor regalo de
cumpleaños.
Como si todo el mundo se hubiera silenciado,
Jungkook y Taehyung mantenían sus miradas en el
otro, sus corazones palpitando al mismo ritmo
coordinado que gritaba un dulce te amo. Inmersos en
adorarse sin tocarse, la felicidad emanando de cada
poro sin frenar. Solo eran ellos dos cuando sus ojos
se encontraban.
—¡¡Papás!! —gritaron las niñas al sentirse
ignoradas—. Ellos lo están haciendo otra vez,
mirarse así —se quejó la menor, para después dejar
su lugar y brincar a su padre, escalando el cuerpo
duro de Jungkook.
El pelinegro acomodó el cuerpo de su hija antes
de caminar hacia su esposo y su otra niña, se agachó
para coger a Eunji, ambas gemelas enganchadas a

553
cada lado de su cadera, su pecho libre para que
Taehyung colocará su dulce tacto sobre donde su
corazón se alocaba.
—Aquí huele exquisito —soltó Jungkook hacia el
rubio, sin referirse al pay en el mesón, más bien a
ese rico aroma natural de su Taehyung.
Sonrió y llevó su mano derecha sobre el pecho de
su esposo, justo donde estaba grabada lo que
muchos creían era solo el nombre de su vino, pero
en realidad era el secreto de su historia de amor:
Escápate Conmigo.
—Sí, pues espero que sepa mejor de lo que huele
—respondió Taehyung, para ponerse de puntitas y
depositar un beso en los labios de Jungkook, un
choque eléctrico deambuló por su cuerpo entero ante
el simple roce, jamás se cansaría de ello. Se separó
solo porque sus hijas hacían sonidos de asco por su
acto de amor—. Pececitas groseras —se quejó,
acordándose el porqué se había despertado tan
temprano—. Niñas ¿no están olvidando que día es
hoy?
Las dos negaron, pero Eunji se aventuró a
intentar adivinar.
—¿Viene el tío Jimin y la tía NaYeon?

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Eran un caso perdido, pensó Taehyung, antes de
tomar a la menor de sus hijas para aligerar el peso en
Jungkook, besó la cabecita y miró a su esposo.
—¡Feliz cumpleaños, amor!
Las gemelas entonces recordaron que era el
cumpleaños de su padre. Como las alocadas que
eran se bajaron del respectivo padre que las sostenía
para bailar alrededor de su papá Gguk, cantándole
feliz cumpleaños.
Era perfecto, era ideal, mejor de lo que alguna
vez pensó o consideró Jungkook, pues en su pasado
jamás se imaginó a mitad de una cocina, con sus
hijas cantándole de forma exagerada y un esposo
hermoso aplaudiendo y alentando a las pececitas a
continuar. Sin duda sus oídos iban a sufrir más tarde,
pero no le importó porque todo se sintió correcto.
Estaba en su hogar.
Luego de que las gemelas pusieron velitas en el
pay que su papito Tae había hecho, y que obtuvieron
una rebanada generosa para desayunar, las dos
corrieron a la terraza para disfrutar de la hermosa
vista a los viñedos, hombro con hombro, Eunyeong
recargada contra Eunji, y a la distancia Taehyung y
Jungkook observándolas.

555
—¿Te imaginabas que así sería tu vida? —
preguntó el rubio, tenía la cabeza recargada contra el
pecho de su esposo, las manos de Jungkook sobre su
abdomen plano.
Nunca, pues creyó que para su edad estaría
dominando Corea del Sur en su totalidad, siendo el
mafioso más famoso y más poderoso. En su lugar,
era el dueño de viñedos y de una fábrica de vinos.
Sin la fama ni la mafia.
—No, pero obtuve una vida mejor —respondió
sin dudas en sus palabras, pegó su rostro contra el
cuello del rubio para dejar un suave beso.
—Ah ¿sí? ¿Qué tanto? ¿Esto es mejor que ser el
mafioso temido y respetado? ¿Si te das cuenta que
las niñas te dicen conejo musculoso frente a tus
socios?
En ocasiones a Taehyung le costaba trabajo creer
que Jungkook enserio estaba conforme con esa vida
simple.
—Yo amo a esas niñas, aunque me traten como
su esclavo, aunque después de todo creo que lo soy,
son mis princesas y haría todo por verlas felices y
saludables. Esta vida es mejor que ser un mafioso.

556
—¿Enserio? —insistió el rubio, girando su rostro
para ver al mayor.
—Sí. Jeon Taehyung, mi vida es mejor de lo que
alguna vez pensé porque tú estás en ella.
Esa era la absoluta verdad para Jungkook. No
había más. Solo su felicidad a lado de las personas
que amaba, su familia, su hogar.

557

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