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INTRODUCCIÓN

Dolor el de la serpiente que no posee párpados. “Los anillos de la gran serpiente de cascabel
¿Cómo no tener el veneno de saludo se apretaban convulsivamente sobre la víctima
ignorando la fácil solución de incluirnos en la sombra? en el momento en que yo levanté los ojos”
Roque Dalton, Revisión de causa Raymond Roussel

“Triste generación la que carece de maestros”, así empezaba Gilles Deleuze el homenaje que
realizaba a Sartre, reconociéndolo como su maestro. Y aludía con esa tristeza al sentimiento
generacional moderna por falta del elemento formador, del determinante de la Bildung, el maestro que
nos guía a la mayoría de edad. El maestro oficiaba de precursor oscuro, portador de un poder de
impresionar, de señalar la novedad en curso, catalizando el tiempo de una actualidad o modernidad
para una generación, al evidenciar las dificultades de las problemáticas que se le presentaban, el
desafío a superarlas como también los difusos entusiasmos de sus resoluciones parciales (Deleuze
2005). Sartre significo para una generación la exigencia de una oposición al orden de la
representación, una revuelta al conformismo burgués francés de postguerra que se atrincheraba en el
buen (pre)juicio de un orden moral idealmente instituido, la mala fe colonial servida en café tibio para
guerras frías, café pagado en las cómodas cuotas de conservación ideológica del Plan Marshall. Frente
a ello, oponía las potencias desnudas de lo “pre-judicativo”, ese magma irreflexivo de la existencia
que podía asumirse con la misión de transformarlo todo y de estar a la altura de una sociedad en
revolución permanente. El maestro aporta una voluntad y una exigencia, en un estilo nuevo para
pensar, nueva posición enunciativa del pensador privado que agitaba su soledad para vislumbrar una
reelaboración de la totalidad de la existencia humana acorde con las potencias colectivas y singulares
de la libertad comprometida. Exigencia de movimiento para incorporar la existencia y destituir las
falsas esencias, era la voluntad de construir una sociedad libre hecha junto y para el Otro, y realizado
en un estilo que se transmuto en novelas, periodismo, teatro, ensayos y obras filosóficas, en constante
carácter dialógico y polémico con su sociedad. Fue el intelectual critico siempre desvelado por
denunciar la explotación ydemoler su representación, siempre comprometido con la experiencia
existencial de un pensamiento y una libertad radical hacia el Otro.
Pero quizás existe otra tristeza, ya no por carencia sino por sobreabundancia de maestros, en
tiempos de formación permanente y evaluación continua, donde nunca se termina ninguna clase, pues
estamos en prórroga indefinida del aprendizaje por el endeudamiento crediticio a otra modalidad del
saber que a cambio nos promete invención, creatividad y maneras participativas en el juego de lo real.
Así hemos visto esa proliferación de maestros, en nuevas modalidades enunciativas de enseñanza
(como el coaching, o toda la oferta de clases vía youtube o streaming, la formación a distancia). El
archivo cultural se ha desbordado, volumen insondable de lo sublime digital que fulgura en saltos
hipertextuales inabarcables para nuestra experiencia y curricula, y que han transformado la manera de
tratar con las empiricidades cotidianas que adquieren ahora relieves de un detalle minorizado y
exhaustivo que complican nuestro “ser y estar” en el mundo, trastornado por incorporación
tecnológica el reparto cultural de lo sensible. Incluso aparecen nuevas disciplinas como las
“Humanidades digitales”, proponiendo arreglar e intermediar las apropiaciones culturales de las
tecnologías. La pandemia fue el acontecimiento culmine, movimiento forzado de desplazamiento de
las practicas sociales hacia sus modalidades virtuales, y en el campo académico volvió ineludible esta
cuestión. El espacio del aula, que era el molde privilegiado donde se desenvolvían las practicas del
conocimiento, donde se producían sociedades de discurso, ya tambaleante luego de las
transformaciones sociales del siglo XX, por contagio se disolvió y todo lo solido del aprender se
desvaneció en la pantalla de su archivo y su contraseña.
El desasosiego por estas alteraciones de la vida cotidiana, la inquietud por la inmersión en
nuevas modalidades tecnológicas, la preocupación por las tramas políticas que le subyacen en esa
reverberancia para transducir en nuevas dinámicas reticulares “demasiado sobre-humanas” las
relaciones de poder y sus jerarquías, la perplejidad frente a la decodificación técnica de la intimidad
humana y las nuevas subjetividades que emergen alteradas por ese shock tecnológico, ha provocado
ya cantidad de diagnósticos que rankean los playlists del pensamiento crítico que preferimos omitir
por su densidad y evidencian la positividad de un problema. El esfuerzo hacia la sabiduría decae en la
pendiente vertical del enunciado de explicitud al que la técnica nos execta, al límite “cerebral salvaje”
del uso de nuestras facultades y potencias. Esto es lo que quisiéramos plantear desde la situación
disparadora del “caso Google”, intentado sugerir un movimiento de salida de la misma.

Un nuevo régimen cultural, el saber en los tiempos de Google


Quizás cuando algo nuevo se presenta y rompe el espacio de lo cotidiano, surge una ansiedad
alarmista frente a la dislocación de los movimientos, que señala ese desfase de la acción que ya no se
corresponde al mundo, una desmarca que informa sobre la quiebra de los circuitos sensorio-motores
habituales. El movimiento y su imagen se quiebra, y surge un tiempo dislocado, la inquietud y la
ansiedad son sus primeros síntomas frente a esta nueva situación que implica un desacople entre las
estructuras reguladoras del sujeto y los medios de acción que lo actualizaban en el mundo. Es en la
pluma de Alessandro Baricco, donde se plasma esta situación pánica frente las nuevas modalidades
tecnológicas, percepción de una mutación que provoca un saqueo de las arcas de la experiencia
cultural por un nomadismo técnico. En su libro Los barbaros, escritos como crónicas periodísticas a
medida que se iban sucediendo alteraciones técnicas en la vida cotidiana, por el año 2006, intentaba
expresar lo que estábamos perdiendo culturalmente frente a esta transmutación de los valores. En un
gesto alegórico, cifraba como núcleo de esa mutación, la lógica subyacente al boom de Google, que
implica una nueva idea de experiencia, una nueva manera de localizar el sentido, una nueva forma de
percepción, atreviéndose a sugerir incluso “una nueva civilización” (Baricco, pg. 118). La dinámica
del motor de búsqueda, su manera de indexar y valorizar los resultados, sirve como revelación profana
de como las nuevas generaciones tienen otra modalidad para adquirir experiencias. Google pudo
reorganizar toda la información disponible en Internet, por un sistema de valoración de los links, esos
sistemas de paso de un sitio a otro, valorizando el contenido de un sitio no solo por el contenido del
mismo, sino por todos los otros links que en otras páginas webs le están referidos o asociados, y
haciendo con ella una tasación del valor informacional de ese sitio (el PageRank).
La transposición de la lógica de los links al orden del movimiento de adquisición de
experiencia en el mundo, revela un contraste fundamental. Adquirir experiencia en su sentido
moderno, no era un hecho automático ni predeterminado, sino un paso fuerte de salida de la vida
cotidiana, implicaba un trabajo de paciencia intimo entre el sujeto que se demoraba por apropiarse de
un fragmento de lo real, aislando los gestos para realizarlos con más atención y para obtener mejores
resultados en ese dominio (Baricco, pg. 113 y 117). Podríamos decir que adquirir experiencia era
entrar en una mayoría de edad, se adquiría un saber que habilitaba tanto una transformación profunda
en el sujeto como un dominio, preciso o serio, sobre el mundo. Esa lógica de la adquisión de la
experiencia, rasgo innato de una cultura y su proceso de transmisión intergeneracional, se desmorona
y se ve saqueada. Por sistemas como Google que ofrecen un movimiento de surfeo instantáneo sobre
el espacio informacional, de multitasking, que disuelven la capacidad de profundizar el sentido en
capacidad de saltos, en la facilidad para entrar y salir de ellos, suerte de plusvalía del ahorro de la
inteligencia o astucia de la omisión de la razón. El espíritu que se concentra ahora se dispersa, habita
una mayor extensión de contenido informacional, pero teniendo en todos los puntos el grado más bajo
de atención posible. Un gesto único y veloz de surf, se perpetua en el nomadismo que permite ejecutar
u operar el salto de un contenido a otro, armando un dibujo o una representación del mundo, una
simulación que lo mantiene en la superficie tensa de la información (Baricco pg. 114-115). Y este
movimiento se realiza forzosamente sobre el terreno de los gestos heredados de la vieja cultura,
saqueada por este movimiento de profanación por exposición técnica masiva e informativa que rompe
su aura, quizás el ocaso de la Bildung. Así se presenta esta mutación de la modalidad subjetiva, difusa,
superficial, fragmentada, y presenta el panorama de un quiebre de la modalidad comunicativa
intergeneracional en la transmisión de la cultura.
Lo que subyace en la crítica de Baricco, es algo muy kantiano, Google se trataría de un
dispositivo bárbaro de conservación neoténica, de sumisión deseante a una minoría de edad, que
preserva a los sujetos en la comodidad y pereza del surfeo informacional, andaderas tecnológicas
depositadas como branquias sobre los dedos que digitan. Implicando una lógica anímica del menor
esfuerzo, que atenta contra el ejercicio del juicio crítico autónomo, que busca su sentido por la
reflexión de la experiencia individual frente a un desafío de lo real y que solo se logra por el esfuerzo
consecuente de una razón individuante que logra extraer de si misma las vías de su resolución.
Entender y saber, aprender, ya no significan penetrar profundamente en lo que estudiamos, el surfeo y
la navegación son presentados como medios de delegar la tarea de pensar en otros, de postergar la
experiencia y quizás someterse, “endeudarse” frente al soberano bárbaro y digital. Con el lema
empresarial de Google: “hacer que la información del mundo sea universalmente accesible y util para
todos”, se asiste a un desfondamiento paródico del Sapere Aude y su coraje. Baricco acierta en las
descripciones de los usos más comunes y bajos de la tecnología, dando un cuadro difuso del nuevo
sujeto en curso de aprender, pero el afán de establecer su imagen, corre el riesgo de caer en un
determinismo tecnológico ingenuo. Si bien hay que considerar que escribe desde los limites propios
del género de escritura periodístico, sujeto a otros “juegos de verdad” que los trabajos argumentativos
académicos. Pero el tono apocalíptico, cercano a un alarmismo sensacionalista, pareciera quedarse en
la constatación radical de un crimen hecho contra las leyes del curso habitual de la cultura (como si la
cultura no hubiera sido una moneda siempre reacuñada por las barbaries para monumentalizar sus
dinastías de poder, y no tendría en sus postulados más nobles e ideales la sombra de una atrocidad que
se niega a ver). Me parece que el juego de oposiciones que realiza es sencillo, y el cuadro general de
esas mutaciones “originales y novedosas” debería leerse en el marco de una historia o arqueología de
los medios de más larga duración. Lectura que permitiría mostrar que ya la televisión y la radio, la
imprenta o la escritura misma, provocaron semejantes escándalos en las tradiciones que
monopolizaban el saber cultural, y reflexionar históricamente el tono apocalíptico.
Pero si resulta acertado, el señalamiento de Baricco del algoritmo de Google como
paradigmático, porque permite problematizar que existe una lógica, quizás una nueva modalidad de
reorganizar el espacio y configuración del saber, unos criterios nuevos de valoración de la información
que conviene pensar (Dussel 2011, pg.26-27). El análisis de Deleuze sobre el tránsito de una sociedad
disciplinaria hacia una sociedad de control resulta pertinente, para situar esta lógica sobre otros ejes de
análisis. Para realizar un “estudio socio-técnico”, categorial, capaz de describir la transformación del
régimen del saber y la modalidad del ser, que se anuncia en esa “crisis de las instituciones”, del nuevo
régimen de dominación que se instala proponiéndose como “reforma tecnológica” para lidiar con esa
crisis. Un análisis de este tipo permite afinar y afirmar otro tono, otra postura y propuesta enunciativa,
ni estancarse en el temor ni la esperanza frente a esas fuerzas nuevas que se están instalando, sino un
análisis estratégico que apunta a buscar nuevas armas. No es casual que, hacia el final del texto,
advierta la inadaptación del rol de los sindicatos, que habían sido la modalidad subjetiva activa de
resistencia contra las disciplinas y su encierro, frente las novedades que instala la sociedad de control.
Y plantea ese desafió a las exigencias de “motivación” y creatividad de las nuevas generaciones
escolares, que quisiéramos repetir. Desafío que consiste en pensar y descubrir su finalidad, para qué
servirán estas nuevas tecnologías y sus propuestas educativas permanentes, para esbozar quizás el
sitio donde una respuesta comunista de politizar el arte tecnológico pueda afirmarse frente a la
estetización técnica-ruidosa de la política de los reformistas. Pues ellos, “los antepasados” de esa
generación, los pedagogos del concepto, sus intelectuales específicos, habían realizado el
descubrimiento y el movimiento de salida de la finalidad de las disciplinas, nos toca a nosotros asumir
esta tarea de enfrentar a la sociedad de control y salir de la minoría de edad con la que nos “seducen
crediticiamente”. Y aquí Deleuze, con sus intercesores, nos sirve de maestro y guía para tal tarea, para
nuestra generación, para reasumir las exigencias Sartreanas en este nuevo entorno digital al que
parecemos sometidos. Agarrar a la medusa-serpiente del nihilismo y cortar su cabeza.
Seamos sintéticos quizás en extremo, para presentar ese análisis estratégico sobre los ejes del
plano de pensamiento en el que deberíamos localizar el caso Google. Esos ejes son las cuatro
categorías insoslayables de las síntesis objetivas de la Historia que relevan las facultades humanas del
Juicio de las Ideas Kantianas por las de la Existencia y sus Fuerzas, así tenemos la Vida (declinación
del Alma y la Cantidad), del Trabajo (persistencia del Mundo y su Cualidad), Lenguaje (insistencia
gramatical de Dios, o una Lógica, y la Relación), y la Modalidad del Sujeto que reagrupa y repite a
ambas. En estos ejes transita la agonística polémica de la situación, que no es una superación del
régimen antiguo sino una reorganización, de sus acentos y sus ritmos.
La sociedad de control, tiene su punto de consistencia, su rasgo predominante en nueva Lógica
relacional, un nuevo Lenguaje, Numérico o digital ya no Analógico. Que permite la transformación
de las masas lingüísticas humanas en banco de datos con la correspondiente instauración de Cifras que
capturan las consignas, o imperativos disciplinares de individualización, en contraseñas de acceso a su
consumo o participación. En este punto de análisis, el algoritmo de Google concretiza
tecnológicamente esta transformación del lenguaje y la seculariza profanamente para todos, una nueva
manera de relacionar el lenguaje consigo mismo, de acumularlo en sus fluctuaciones o muestras
diferenciales para archivarlo, como también de valorizarlo, codificarlo o cifrarlo, para su consumo.
Baricco acierta al decir alegóricamente que tras el relato de la invención de este algoritmo se
encuentra el centro del campamento de los nómadas, el corazón de la barbarie.
En la Historia, en el Mundo, esto sucede como mutación profunda del capitalismo, el tránsito
de una cualificación de la sociedad según la producción y el salto hacia la inmaterial superproducción,
el proceso de abstracción radical del capital, que desplaza hacia su periferia el encadenamiento
material de fabricación, dedicándose a controlar mercados al ensamblarlos comunicándolos de manera
inventiva. Se domina un mercado, cuando se crean o innovan productos que inducen un campo
masivo de consumo, pudiendo fijar los precios como acciones. Se paso así de un capitalismo de
concentración a uno de dispersión bursátil. Google mismo fue el boom, el caso modélico para este
tránsito, la creación de un servicio nuevo para participar del dispositivo tecnológico, se transformó en
una nueva red de poder por un producto intangible que atrapa y enreda nuestras historias,
transformando la cualidad misma del mundo. No podemos obviar que subyace toda una geografía en
esta trama, que permite relegar los trabajos mecánicos a las áreas más pobres del tercer mundo
reservando el privilegio de cuna y cuña del mercado para los países del primer mundo.
Y subyacente a esta mutación lo que se disparato fue la Vida, los moldes orgánicos del
individuo y la trama de los medios energéticos que orientaba una evolución selectiva de las
poblaciones en adaptación entrópica, cedieron su materialidad al “cuerpo dividual” y a la modulación
continua de un espacio comunicacional lanzado ilimitadamente hacia el afuera de sus fuerzas
cósmicas. La teodicea insoluble de la luz y el átomo, las pulsaciones de sus variaciones inseparables y
su geometría variable, ha trastornado la taxonomía vitalista fijada en lo ya individuado, para
detenernos en el momento previo, preindividual o metaestable, que ha permitido dar voz y vida a los
elementos más insignificantes. Hasta los metales y cristales pudieron cantar su sinfonía de vida, y la
arena del silicio es el emplazamiento, la multiplicidad minúscula para la comedia de este drama
posthumano. El alfabeto de la vida, cuyas letras serian genes, encuentra una nueva sintaxis para sus
transmutaciones, dibujando la epigénesis o el caligrama de mutaciones singulares que son potencias
por recombinación propagativa, la expresión de fuerzas monstruosas por efectos de conjuntos
diferenciantes por contagio. Ecce Meme Pandemia, la indiscernibilidad febril de la vida y la muerte, el
lapsus de un burn out capitalista, el efecto de un modo de habitar y desear el mundo se lamino en la
pantalla febril de su detención intermitente en un entorno digital, el oxímoron de un “encierro abierto”
del que las empresas supieron sacar un plusvalor constante y sonante de esta anómala situación.
Repitiendo en intensidad el tronar de estas Ideas, se replica un Sujeto, una nueva modalidad de
existencia que organiza y programa la convergencia de estas ideas en un nuevo plano de lo real. La
forma Empresa que fundamenta la época, que surge desde el fondo donde la forma Hombre más se
auto-reflexionaba, la institución escuela, desplazando el reagrupamiento del saber ya no sobre las
formas estatales sino de potenciales inventivos del mercado. La forma Hombre se fundamentaba en un
sistema político de enseñanza y de adecuación social al discurso estatal, que distribuía a los sujetos a
los poderes diferenciados de sociedades de discursos ya instituidos en su verdad productiva (las
disciplinas) y adecuaba los discursos a las categorías diferenciantes de sujetos legitimados, integrando
así su ley o doctrina social racional (Foucault, 2005, pg. 45-46). Esta dinámica de circulación
fundante del discurso es disputada, al poner en crisis sus instituciones emergiendo de las zonas grises
de las fronteras jurídicas, estableciendo otra circulación, distribuyendo los sujetos a las tecnologías
como adecuando los discursos al control de mercado. Puesta en crisis por aceleración técnica como
duplicación extra-juridica del arca del discurso en un nuevo entorno digital, la empresa ha encontrado
nuevas maneras de regularizar las prácticas cotidianas. Al hombre encerrado en la adaptación al curso
de la Historia, le ha dado medios para mantenerlo en órbita permanente sobre el haz continuo de
información, pero también así lo ha endeudado artificialmente desviándolo de la tarea de habitar un
mundo, al que solo puede acceder comprándolo, alucinarlo como consumo cuando el mismo sujeto se
confiesa como mercancía. Y bien vale recordar, esa indignación de Deleuze frente a esa elevación a
una nueva potencia de corrupción, que le daba un “alma” a la empresa, y hacía de los departamentos
de ventas o de marketing la dinastía de la nueva raza de nuestros dueños, “una de las noticias más
terribles del mundo”. Esa indignación, era la que Baricco reactualizaba con su crónica de Google.
Quizás lo que habría que agregar a esa descripción de la experiencia del usuario, es un análisis de esta
forma que contemple su dinámica interna, que se condesa en esta frase:
“La empresa, (...), instituye entre los individuos una rivalidad interminable a modo de sana
competición, como una motivación excelente que contrapone unos individuos a otros y atraviesa a
cada uno de ellos, dividiéndole interiormente. El principio modulador de que los salarios deben
corresponderse con los méritos tienta incluso a la enseñanza pública: de hecho, igual que la empresa
toma el relevo de la fábrica, la formación permanente tiende a sustituir al examen. Lo que es el medio
más seguro para poner la escuela en manos de la empresa.” (Deleuze 2006)
La institución de esa rivalidad, era a lo que se aludía con la semblanza de la barbarie, aunque
aquí también se expresa una dinámica social de disputa meritocrática, por ese principio modulador del
salario que propone premiar la creatividad, que orienta continuamente a los sujetos a rivalizar por la
invención de productos originales, que es algo soslayado en el relato de Baricco. Dividualización
bursatil de un sujeto competitivo. Además, sintetiza los relevos espaciales y sustituciones temporales,
la fábrica disciplinante desmontada como empresa dispersiva, el examen normalizador devenido
formación permanente, como incitación a la transgresión innovadora, que son los aspectos socio-
técnicos que permiten complementar en unos ejes históricos más consistentes el aguafuerte de
Baricco. Google simboliza perfectamente esta dinámica con un espacio laboral descentralizado, donde
se puede combinar tanto la concentración profesional como la relajación, que los mantiene motivados
con un sistema de premios y privilegios (chefs privados, espacios de lujo para el descanso,
modalidades horarias flexibles, son ejemplos). Pero también simboliza ese tiempo creativo que los
fundamenta, pues están destinados a extraer la productividad incluso allí donde no se la esperaba, y el
pensamiento inventivo puede transgredir el trabajo regulador acercándolo al juego y al goce, elección
continua por promover la advenida de lo nuevo. Quizás los distintos esbozos de inteligencia artificial,
el caso Alpha Go, una IA que venció a los campeones chinos del go, y de todas las utilizaciones
derivadas que se experimentaran de estos dispositivos, sea uno de sus rasgos más radicales.
Una vez realizada esta síntesis acelerada de la cuestión, de este cuadro o resumen que violenta
la linealidad de los textos para aproximar y diferenciar los enunciados, nos queda afrontar todavía el
riesgo que adjudicábamos a Baricco, el determinismo tecnológico fácil. Berardi Bifo observaba bien
este riesgo de establecer una relación directa entre un cambio tecno-comunicativo con un cambio de
tipo cultural, pues la relación entre técnica y cultura no es directa ni determinista (Bifo pg.17). De
hecho, hemos preferido hacer uso de los términos transformaciones y reorganizaciones más propios de
una topología arqueológica de las ideas, que la noción de cambio adherido a una dialéctica de la
contradicción y superación. A la estupefacción encandilada de la última novedad, de remixar la
monótona nota de la apodicticidad y la constatación de una mutación irreversible. Proponemos que
deberíamos realizar una reflexión histórica de esta cuestión tecnológica, para asumirla desde una
perspectiva realista, considerando la positividad las tecnologías en nuestras practicas regulares,
constatando sus figuras operativas para pensarlas desde el fondo cultural, problemático y político que
es donde adquieren su génesis y su valor.
Creemos que eso es lo que se juega en un estudio socio-técnico de las mismas. Porque el
problema no consiste en decir fácilmente usar la tecnología o negarse a ella según un canon moral
cultural, de adaptarse a sus usos o criticar sus desviaciones. Frente a esta situación parecieran
oponerse dos perspectivas y una ausencia: la práctica, atenta a los aspectos figurales concretos y
operativos de estas nuevas tecnologías (las TICs); la teórica, reflexiva de una sociología y cultura de
los medios que sin embargo permanece ineficaz para salir del juicio crítico conceptual y elaborar
procedimientos y prácticas de uso diferentes; la ausencia de una reflexión política y ética sobre estas
nuevas tecnologías (Dussel 2012, pg. 5). Quisiéramos plantear la necesidad de cruzar ambas
perspectivas, y de poner en primer plano esa reflexión que pareciera ausentarse, muchos trabajos ya
integran estas perspectivas. Bifo mismo ya participa íntimamente de esta cuestión, cuando proclama
que “hay que adecuar nuestros instrumentos analíticos a la realidad de la producción flexible”, más
que lamentarse por la inadaptación de nuestra antigua lógica dialéctica, pues “es necesario
comprender las nuevas formas y deconstruir cognoscitivamente su funcionamiento (…) encontrar su
punto de debilidad y actuar sobre él” (Bifo pg.10). Señalando un punto importante para el
medioactivismo contemporáneo, que se ve enfrentado al problema de la transmisión intergeneracional,
que consiste en activar autonomía dentro de un formato cognitivo transformado y no en trasmitir
bancariamente, mecánicamente nociones o memorias. Y advertía la dificultad, pues “(...) aún no
hemos elaborado las técnicas capaces de restituir autonomía a organismos conscientes y sensibles que
se han formado según modelos esencialmente an-afectivos.” (Bifo pg.17). Bifo encuentra el punto de
debilidad del sistema en una pregunta epicureista-spinoziana, hacia la sensibilidad de las nuevas
generaciones: ¿sos feliz o infeliz?, punto de acción donde un análisis de las patologías psíquicas
provocadas por la exposición al shock informacional puede iniciar su acción terapéutica y política. Así
podía delinear el campo de las cuestiones que nos desafían: “Crear las condiciones de posibilidad de
una felicidad del existir, de una felicidad de la relación con el otro, ésta es la vía de la organización
política en el tiempo que viene” (Bifo, pg.17-18).

Conclusión
“ (…) una sociedad sueña en sus pedagogías su edad de oro (piénsese en la de Platón y Rousseau, en la
institución republicana de Durkheim, en el naturalismo pedagógico de la República de Weimar),
comprendemos que las fijaciones o regresiones patológicas solo son posibles dentro de cierta cultura, que se
multiplican en la medida en que las formas sociales no permiten liquidar el pasado y asimilarlo al contenido
actual de la experiencia.” Michel Foucault, Enfermedad mental y psicología

“(...) podría deducirse que somos una colectividad en la que los principios de la civilización siguen siendo una
especie de bocado exquisito, reservado a quienes tienen la posibilidad de formarse en las instituciones
escolares, mientras que la barbarie es una especie de ideología por defecto, que se concede gratis a todo el
mundo y que es consumida de una forma masiva por quienes no tienen acceso a otras fuentes de formación (…)
una inmensa tarea histórica de una política cultural sería que quienes la idean se dieran cuenta de que no es la
astuta salvación del pasado, sino, en todo caso, la noble realización del presente lo que hay que hacer para
asegurar a las inteligencias una mínima protección ante el azar del mercado puro y simple.”
Alessandro Baricco, Los barbaros (pg. 187 y 190)

“Micky Mouse (Walter Benjamin)”

“A partir de cierta edad, nuestros recuerdos están tan entrecruzados unos con otros, que la cosa que pensemos,
el libro que leamos apenas tiene importancia. Hemos puesto algo de nosotros en todas partes, todo resulta
fecundo, todo es peligroso y se pueden hacer descubrimientos tan preciosos en los Pensamientos de Pascal
como en un anuncio de jabón”. Proust

“(...) el problema de la superficialidad o el empobrecimiento cognitivo, nuevamente, no está en el soporte ni


tampoco en las acciones aisladas (“cortar y pegar”), sino en la secuencia y el propósito en el que se incluyen.
Cortar y pegar pueden ser actividades muy elementales y automáticas, o pueden ser oportunidades para
desplegar formas de conocimiento complejas, con una conceptualización sofisticada sobre la producción
textual.” Ines Dussel, 2011, pg. 78

“ Google (…) en lugar de canalizar los ríos de sabiduría, dirige la corriente humana hacia los nichos de
mercancías, en lugar de esparcir las semillas de la cultura, esparce bombas de información incendiarias de
dispersión ciudadana, y que con la inteligencia artificial ha encontrado un nuevo medio para deshacerse del
aura de la inteligencia.” Matias Barrios, Transposición retorica de Benjamín, del Epilogo de la Obra de arte en
la reproductibilidad técnica
Para finalizar quisiéramos insistir, en el hecho de que las nuevas tecnologías han transformado
los modos en los que se produce y circula el Saber, y posiblemente sea en el espacio escolar donde se
puedan trazar nuevos modos de resistencia contra los abusos avasallantes de la tecnología. Cuestión
difícil, que no debe soslayarse ni pensarse solitariamente, sino que debería plantearse y pensarse
colectivamente, tarea de una ontología del nosotros mismos y de la lenta labor del pensamiento por
redimir la impaciencia de la libertad. Una política de la enseñanza institucional, se plantea estas
preguntas: “¿cómo ayudar a que muchos otros enseñen en grandes redes institucionales? (…) ¿Cómo
pensar la producción de recursos que a la par que promuevan un desarrollo profesional autónomo y
rico de cada docente, también se preocupe por el “para todos”, por el conjunto del cuerpo de
enseñantes, y no solo por los más experimentados?” (Dussel 2011, pg. 84). Asuntos que deberíamos
plantear con énfasis en la universidad, pues en ella se cifra la posibilidad de elaborar alternativas, de
realizar propuestas y brindar nuevas herramientas que permitan una codificación estratégica de las
resistencias al campo informacional. En todo caso, el punto débil de algoritmos como Google, radica
en el desfasaje entre la cantidad de información efectivamente significativa e interesante y la cantidad
de información técnicamente empleada, un mecanismo como el PageRank solo es un relevo, la estela
de estereotipias y automatismos complejos que no conforman el aura de ningún pensamiento. Quizás
su punto fuerte, radica en que ha concretizado el acceso de una red informacional que son
oportunidades interesantes para el conocimiento, han instaurado un archivo que conserva al detalle, y
he aquí la paradoja, tanto los más bellos enunciados y las más nobles verdades, como las más atroces
vulgaridades y las falsedades más infundadas, nueva biblioteca de Babel aplanada según la brújula del
mercado. Lo que se debería intentar experimentar son usos y medios más sinérgicos entre las
modalidades tecnológicas y las posibilidades de elección de los sujetos, orientado por una politización
de la tecnología, que apunte a otros simbolismos para filtrar el campo de las insignificancias,
criticarlas y experimentar modalidades compartidas de producción colectiva del sentido. Estas
modalidades sinérgicas resultan difíciles señalarlas en prácticas pedagógicas concretas a nivel
universitario, porque hasta ahora los intentos de realizarlas se han contentado con usos vulgares y
representativos de las tecnologías. Por ejemplo: sumar un PowerPoint en una clase, puede ser como
tan frecuentemente lo es, solo una manera de desplazar hacia un medio representativo grafico el
contenido de una exposición, a lo sumo ahorrarse el uso de la pizarra, darle un poder organizativo y
compensarlo con un plusvalor de imágenes. Y que muchas veces es un medio de camuflar la
redundancia estetizándola. Pero no es la única secuencia didáctica hoy en día experimentable, en el
arte dramático, como Brecht, hallariamos inspiraciones para este tipo de ejercicios. En todo caso es
una cuestión que bien valdría la pena investigar e imaginar políticamente, la positividad de un
problema esta constituida en una dificultad que nos interpela, la de una salida de la minoría de edad
informativa y mayoría de datos al que nos someten los actuales regímenes de poder empresarial.

Bibliografia
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Anagrama.
Bifo Berardi, Franco, 2007, Generación Post-Alfa : patologías e imaginarios en el semiocapitalismo.
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