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PARTE PRIMERA

SOCIEDADES COMERCIALES EN GENERAL

Capítulo I

Preliminar
La introducción al estudio de la Sociedad Anónima y genéricamente de las sociedades por
acciones, requiere ineludiblemente una información previa sobre los Principios Generales y
Normas comunes a todas las Sociedades Comerciales, o bien a todas las Sociedades que
cabe denominar “De Capital”.

Tal es la metodología de nuestra Ley de Sociedades Comerciales, por otra parte la única
aplicable a la Materia tratada y a ese criterio nos ceñimos en buena medida, si bien
encaramos ciertas figuras Jurídicas, por ejemplo, La Disolución, Liquidación y
Reestructuración Societaria, con referencia a las Sociedades por acciones, aunque los
principios y conclusiones valgan para los restantes tipos societarios, con las variantes
Lógicas resultantes de las diferencias estructuras.

1. Concepto Y Naturaleza Jurídica.

El art.1 de la Ley N°19.550 define “Habrá sociedad cuando dos o más personas en forma
organizada, conforme a uno de los tipos previstos de esta Ley, se obliguen a realizar
aportes para aplicarlos a la producción o intercambio de bienes o servicios, participando
de los beneficios y soportando las perdidas”.

Todos los elementos definitorios de la Sociedad Comercial se encuentran en el enunciado


legal. Ellos son:

I.- La Naturaleza del Acto Jurídico que da origen a la sociedad;

II.- La Estructura Orgánica del Ente Instituido por este contrato;

III.- El principio de tipicidad adoptado por nuestra Ley Societaria;

IV.- El objeto genérico de la sociedad mercantil y a la vez el contenido de


esa forma estructural, que es la actividad empresarial.

V.- La necesidad de la existencia de aportes patrimoniales como


instrumentos para el fin perseguido;

VI.- La participación en las utilidades y en las pérdidas de la empresa.

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Dadas las condiciones requeridas esto es, reunidos los elementos precedentes, la Ley
reconoce a la Sociedad el carácter de sujeto de Derecho “art.2, Ley N°19.550”. Tal sujeto
no existe antes del acuerdo de voluntades, circunstancia que rectifica la validez de la
doctrina contractualita, desechando la aplicación de la teoría de la institución, expuesta
por Hauriou y Renard en el derecho comparado y por autores como Spota, entre nosotros,
según la cual las sociedades serian instituciones o grupos sociales intermedios entre el
individuo y el Estado, con realidad histórica y existencia independiente de las personas
físicas que la componen.

La referencia a la teoría de la institución como explicación de la naturaleza jurídica de la


sociedad nos trae a colación las dificultades con que ha tropezado en doctrina la
concepción de la sociedad como contrato.

Ello debióse, sin duda, al arraigo de la noción de contrato como acto jurídico bilateral,
conmutativo, enraizada en el Código Napoleón y en la profusa legislación que siguió sus
huellas a lo largo del siglo XIX.

Evidentemente, el fenómeno societario no encaja en ese concepto de contrato


sinalagmático, de ese contrato de cambio de característizado por la reciprocidad y
correlatividad de las prestaciones (Do Ut Des).

Toda doctrina que reduce la concepción contractual a la puramente conmutativa fue


elaborada a partir del art.1101 del CC. Francés de 1984, adhiriendo a una imagen
vinculada pura y simplemente con los contratos bilaterales sinalagmáticos y su paradigma,
el de compraventa.

De ahí las teorías que buscaron otro fundamento jurídico para el fenómeno societario,
como las de Von Gierke, Kuntze (Actos colectivo), Donati y Messineo (Acto complejo), a las
cuales cabe agregar la ya citada de la institución (Hauriou y Renard). Todas ellas
reconocen por común denominador la aparente imposibilidad de conciliar esa concepción
romanista tradicional del contrato con el hecho societario, que presenta características no
susceptibles de encuadrar en la figura del acuerdo o convenio conmutativo.

Esta parcialización del enfoque nace de una visión también fragmentaria. La reciprocidad
de las presentaciones no es de la naturaleza del contrato y muchos menos de su esencia.
El elemento sustancial e irreductible del acto jurídico contractual es el acuerdo de
voluntades de los contrayentes, vale decir, la convención.

Pero es necesario que esa convención regule prestaciones reciprocas (Contratos


conmutativos, en la cual el contrayentes se hallan en la situación de contrapartes). El
acuerdo puede versar sobre prestaciones convergentes y coadyuvantes a un mismo fin

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(Contrato asociativo, en el cual los contrayentes reconocen individualidad pero no
antagonismo de intereses).

En los PRIMEROS existe contraposición de intereses y diversidad de fines entre los


contratantes. En los SEGUNDOS hay convergencia de intereses y unidad de fines,
materializada en el objeto social, para cuyo logro suman sus prestaciones (Aportes)
constituyendo el patrimonio del nuevo ente nacido del acuerdo de voluntades.

Nuestro derecho positivo no solo admite sino que alienta la conclusión precedente,
habiendo sido una vez más el genio jurídico de Vélez Sarsfield quien, anticipándose a su
época, se aparto de la unanimidad reinante en su torno y consagro la buena doctrina en el
art.1137 del CC, estableciendo que hay contrato “Cuando varias personas se ponen de
acuerdo sobre una declaración de voluntad común, destinada a reglar sus derechos”.

Adviértase que hace mas de cien años Vélez Sarsfield ya no hablaba de dos sino de varios
contrayentes, con la cual abría paso a la idea del contrato plurilateral y delimitaba como
elemento esencial del mismo la declaración de voluntad común, vale decir, la convención
de la cual devienen los derechos y obligaciones de las partes contratantes. En ninguna
parte se hace referencia a la reciprocidad de las prestaciones ni a la contraposición de
intereses como elementos de la figura descripta.

Por consiguiente, en nuestro derecho positivo no tiene sentido discutir sobre la naturaleza
contractual de la sociedad en general y de la mercantil en la especie. Nada se opone, por
lo mismo, a la adopción de la tesis de Ascarelli sobre el contrato plurilateral de
organización (art.1420 del CC. Italiano de 1942), retomada por nuestro Legislador de 1972
al pronunciarse sobre la naturaleza jurídica de la sociedad en el art.1 de la Ley N°19.550.

2. Organización.

Al citar la doctrina de Ascarelli que informa la concepción de nuestra Ley de Sociedades,


dijimos “Contrato plurilateral de organización”.

Y es así. El acuerdo de voluntades que da vida a la sociedad instituye una estructura


organizada en la cual cada órgano cumple una función y para cada función a desempeñar
por esa persona jurídica así instituida se ha previsto un órgano.

El contrato constitutivo de la sociedad de vida en el mundo del derecho, se entiende a un


organismo completo y coherente, características que la sociedad constituida debe reunir
necesariamente para lograr su reconocimiento registral (arts.5 y 7 Ley N°19.550).

Esta estructura orgánica ha sido reglamentada por la Ley en su art.11, al detallar el


contenido del instrumento constitutivo, específicamente en sus incisos 6° al 9°.

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Digamos que este requisito de organicidad resultante del art.1 de la Ley Societaria y
explicitado en el precitado art.11, encuentra aplicación al reglarse los diversos tipos de
societarios y especialmente aquel que por su complejidad y completividad ha escogido el
legislador como Paradigma: La Sociedad Anónima.

Consecuencia de ello es la adopción de la teoría del órgano legal para dar fundamento a
las funciones de los administradores y fiscalizadores internos de las sociedades, con el
correlativo y consiguiente abandono de la teoría del mandatario, sobre la cual se
implementaban las soluciones de la normativa derogada del Código de Comercio.

De tal manera, las facultades y obligaciones del directorio de una sociedad anónima, o del
gerente de una sociedad de responsabilidad limitada, derivan de su condición de órganos
legales de las respectivas sociedades y no de la existencia de mandato alguno, expreso o
tácito.

Es por aplicación de este principio que la Ley estructura en forma autónoma la


representación social, como una función diferenciada de la administración propiamente
dicha, hasta el punto de asignarla en la sociedad anónima específicamente al presidente
del directorio (art.268, Ley N°19.550) y no al cuerpo administrador genéricamente.

La representación de la sociedad compete al órgano administrador precisamente por ser


uno de los órganos implementados por la Ley, y en este caso, el encargado de asumir la
proyección externa de aquella, esto es, su conexión y relación con terceros.

Hasta tal extremo se desecha como fundamento jurídica el mandato; que ningún poder
general podrá otorgar facultades cuya extensión y amplitud impliquen de hecho la
delegación masiva de las funciones del órgano administrador, ello en virtud del art.266
L.S., (El cargo de director es personal e indelegable), uno de los corolarios de la teoría
orgánica.

3. Tipicidad.

Puede leerse en la Exposición de Motivos de la Ley de Sociedades Comerciales: “El art.1


insiste en el principio de la tipicidad, aceptado por los proyectos anteriores, apoyado por
la doctrina y receptado por la legislación comparada. La adopción de tipos
legislativamente establecidos Ad Solemnitatem y la sanción de nulidad para las
sociedades formadas en apartamiento a ellos (art.17), responden al convencimiento de
serios trastornos sufriría la seguridad jurídica en caso de admitirse un sistema opuesto. No
podrá argumentarse que la solución aceptada comporta un estancamiento para la
concreción de nuevos tipos societarios, porque ello quedara siempre dentro de la

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competencia del legislador, como la experiencia nacional lo demostró con las Leyes Nrs.
11.388, 11.645, 17.318 y con el Decreto – Ley N°15.349/46”.

Se han transcripto al párrafo precedente por ilustrar acabadamente sobre las


motivaciones del legislador societario con respecto a la tipicidad como principio
observatorio en nuestro derecho positivo.

Sin perjuicio de ello, debe admitirse que es la única solución viable para nuestra
idiosincrasia. La constitución de sociedades no encuadradas en tipos legales estructurados
ocasionaría en nuestro medio tal cumulo de dificultades que cabe racionalmente
descartar la hipótesis, no obstante alguna opinión adversa en la doctrina nacional, como la
expresada por Le Pera.

Se dijo que el principio de tipicidad esta enunciado en el art.1 de la Ley N°19.550


(“Conforme a uno de los tipos previstos en esta Ley”.). Como consecuencia de ello, el
art.17 del mismo cuerpo normativo sanciona de nulidad “La Constitución de una sociedad
de los tipos no autorizados por la Ley”, agregando a titulo aclaratorio que “La omisión de
cualquier requisito esencial no tipificante hace anulable el contrato, pero podrá
subsanarse hasta su impugnación judicial”.

Por tanto, la omisión de cualquier elemento tipificante (Por ejemplo, la representación del
capital social en acciones si se trata de una sociedad anónima) produce la nulidad absoluta
del acto constitutivo. En cambio, si el requisito esencial no es tipificante (Vg., El domicilio
social), su omisión solo hace anulable el acto, y por ende susceptible de ser subsanado por
acto complementario, siempre y cuando la subsanación se formalice antes de la
impugnación judicial.

Esta distinción del art.17 L.S., sobre los efectos de la omisión en uno y otro supuesto
demuestra claramente la rigidez con que se ha adoptado el principio de tipicidad, que se
aplica en otras normas de la Ley N°19.550, como los arts.21, 74, 101, 119, 125, 134, 141,
146, 163, 308 y 315, entre otros.

4. Empresa Y Sociedad.

Antes de continuar con el estudio de la estructura y funcionamiento societario, es


importante detenerse en un tema de suyo polémico y de gran actualidad, cual es el
expresado en el subtitulo.

Tomamos partido en la referida polémica, admitiendo y sosteniendo la diferencia entre los


conceptos de empresa y sociedad, frecuentemente confundidos y usados sin
discriminación.

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La empresa es un complejo de producción o intercambio de bienes y servicios, dinamizado
por el factor humano afectado a esa actividad específica en el ámbito económico.

Surge del esbozo conceptual precedente que es conjunto de personas y bienes de capital
reunidos en la empresa responden empresa es el objeto inanimado en tanto no le infunda
su vida propia el sujeto, o sea el empresario.

A su vez, el empresario puede ser una persona física, (Empresa individual), o de existencia
ideal (Persona jurídica). El segundo supuesto se da habitualmente bajo la forma societaria.

Como se advierte, es posible la identificación parcialmente, desde luego, entre empresario


y sociedad, pero no entre empresa inspirado en autores italianos como Mossa y
Dalmartello.

La relación conceptual entre empresa y sociedad es la existencia entre objeto y sujeto,


entre contenido y contiene, entre sustancia y forma, para apelar a diversas categorías
lógicas.

La sociedad es una de las formas jurídicas que pueden dar continente a esa sustancia o
contenido dinámico que es la empresa. Lo es cuando el empresario ha adoptado la
estructura societaria, pero no cuando explota su empresa a título individual, hipótesis
frecuente aun en nuestro medio.

Resulta de todo ello que puede haber empresa sin correlativa sociedad, pero no puede
haber empresa sin correlativa sociedad, pero no puede haber sociedad comercial sin una
empresa que le proporcione contenido y razón de ser.

La alteridad entre ambos entes se pone de manifiesto cuando, por ejemplo, la explotación
empresarial marcha satisfactoriamente, en tanto que la sociedad sujeto de esa
explotación padece de serios conflictos internos por desinteligencias entre socios, para
citar el supuesto habitual.

Desde luego que la persistencia de los conflictos en el seno de la sociedad terminara por
afectar a la empresa en su funcionamiento, circunstancia demostrativa de la intima
relación entre una y otra, reconocida en la Exposición de Motivos de la Ley N°19.550.

Los destinos de empresa y sociedad son, de tal modo, paralelos y en algunos aspectos,
comunes. Ta sucede cuando la Ley Societaria hace suyo el principio de conservación de la
empresa, bien jurídicamente protegido por cuanto esta significa una fuente de
producción, riqueza y trabajo y en virtud de esa adhesión favorece la preservación y
continuidad de la sociedad que le da continente (arts.94, Incs.6° y 8°, 96 y
específicamente el art.100 de la Ley N°19.550).

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Capítulo II

Instrumento E Inscripción Del Contrato Social


1. Instrumentación.

En nuestro derecho positivo, el contrato constitutivo de las sociedades debe


instrumentarse por escrito (art.4, Ley N°19.550).

La forma adoptada por el Legislador de 1972 es la absolutamente predominante en el


Derecho Comparado y la tradicional en el nuestro. En cambio, las diversas legislaciones
determinan distintas consecuencias para la omisión de la forma escrita, que van desde
una mera cuestión probatoria hasta la inexistencia del acto, pasando por la irregularidad
del mismo.

Establece el art.4 L.S.: “El contrato por el cual se constituya o modifique una sociedad se
otorgara por instrumento público o privado”.

De la definición legal de contrato en general (art.1137 del C.C.), no resulta como necesaria
para su existencia la forma escrita. El contrato puede existir y por consiguiente adquirir
virtualidad jurídica, sin que para ello sea menester su formulación escrita. Lo que
vulgarmente se llama “Contrato” es nada más que el instrumento escrito de un contrato,
instrumento que genera efecto legales, ya fueren estos constitutivos, regularizantes o
meramente probatorios.

Así por ejemplo, el art.1183 del C.C., dispone que “Cuando la forma instrumental fuere
exclusivamente decretada en una determinada especie de instrumento, el contrato no
valdrá si se hiciese en otra forma”. En este caso la forma es constitutiva, establecida Ad
Solemnitatem. En caso contrario, el instrumento vale Ad Probationem, pero su
inexistencia no invalida jurídicamente al contrato, que podrá demostrarse por otros
medios de prueba, (art.1190, C.C.).

Ahora bien, cuando la Ley discrimina entre Instrumento Público o Privado, el art.4 L.S.,
admite genéricamente ambas formas presupone la forma escrita, tal como surge del
derecho común, (art.978, C.C.).

De ahí nuestra afirmación inicial en este capítulo, aun cuando el art.4 L.S., no alude
expresamente a la forma escrita. A mayor abundamiento, la Exposición de Motivos de la
Ley disipa toda duda sobre la intención del Legislador al respecto.

En principio, entonces, el contrato que da origen a una sociedad comercial debe constar
en un instrumento escrito público o privado, a elección de los constituyentes.

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Sin embargo, esta regla genérica del art.4 encuentra una decisiva excepción en el art.165
de la misma Ley N°19.550, que impone el recaudo del instrumento público para el acto
constitutivo de las Sociedades Anomias, formalidad extensiva a las sociedades en
comandita por acciones en merito de la norma integrativa del art.316 L.S.

El requisito del instrumento público para la constitución de sociedades por acciones ha


dado y da lugar a diversos problemas interpretativos.

El primero de ellos consiste en determinar si por “Instrumentos Públicos” debe


entenderse “Escrituras Pública”.

El PRIMERO es Genérico (art.979 C.C.) y la SEGUNDA una de las Especies (Inc.1° del
precitado articulo).

Un criterio indicativo de apreciación resulta de la Exposición de Motivos de la Ley, si bien


es menester señalar que dichos textos solo acusan un valor histórico, toda vez que,
evidentemente, son anteriores a la redacción definitiva del art.165 L.S., cuya solución
difiere de las motivaciones expresadas y más aun, han quedado desactualizadas con la
sanción de la Ley N°22.315 en Jurisdicción Nacional y N°9118 en la Provincia de Buenos
Aires.

Afirma el legislador “Que los trámites administrativos y judiciales, de necesario


cumplimiento para que la sociedad quede legítimamente constituida, encuadran en la
categoría de Instrumentos Públicos (art.979 C.C.). se estimo jurídica y prácticamente
superfluo exigir la elevación a escritura pública de instrumento que ya revestían esa
categoría”.

No obstante lo transcripto presentemente, la tenencia predominante sobre todo en la


capital federal, se pronuncio por la existencia de la escritura pública para instrumentar el
acto constitutivo. Así lo entendieron la entonces Inspección General de Personas Jurídicas
(Resolución I.G.P.J. N°32/73), el Juzgado en lo Comercial de Registro y la Cámara Nacional
de Apelaciones en lo Comercial.

Posteriormente, la interpretación fue más flexible. Al criterio preexistente en algunas


provincias en el sentido de no requerir la escritura, interpretando como Ende Ríos, que las
actuaciones administrativas y judiciales constituyen instrumento público, se sumo la
autoridad de control capitalina admitiendo escrituraria de los actos constitutivos y
modificatorios de las sociedades por acciones.

En consecuencia, actualmente puede considerarse predominante la siguiente


interpretación: El acto constitutivo de las sociedades por acciones debe ser otorgado por
instrumento público, aunque no necesariamente por escritura pública.
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Sin embargo, debe tenerse presente que la elevación del acto constitutivo a escritura
pública es a todas luces aconsejable, además de conferir a aquel mayor certeza,
solemnidad y seguridad, allana los problemas tributarios que afectan al acto mismo y le
otorga a este unidad material y formal.

En lo que atañe a los actos modificatorios, dos son las personas o puntos de vistas en
materia de instrumentación.

a) La que se apoya en el art.1184, Inc.10° del C.C., partiendo la premisa de la


escrituración del acto constitutivo y por aplicación de aquella norma concluye en que los
actos modificatorios del contrato social deben ser elevados a escrituras pública;

b) La que no identifica instrumento público con escritura pública y por ende no


considera aplicable el art.1184, Inc.10 del C.C., referente a todo acto accesorio de un
contrato que debe otorgarse por escritura pública;

Esta segunda tesis se impone si consideramos que la formalidad de la escritura pública no


es necesaria en el acto constitutivo.

Tratándose de sociedades por acciones y en jurisdicción nacional, la autoridad


administrativa de control requerido desde 1975 que los actos modificatorios fueran
presentados a dicho organismo ya elevados a escritura pública (Resolución I.G.P.J. 1/75).

Actualmente, las normas de la Inspección General de Justicia (Resolución 6/80)


contemplan en su art.31 las “Reformas no instrumentadas por escrituras pública” y en su
art.32 las “Reformas instrumentadas por escritura pública”. En discriminación exime de
todo comentario sobre el criterio de la I.G.J., en orden a la instrumentación de los actos
modificatorios de contrato social, demostrando que está prevista la posibilidad de no
elevarlos a escritura pública, por lo menos antes de la conformidad administrativa.

2. Inscripción.

El acto constitutivo, otorgado por escrito, fuere mediante instrumento público o privado,
(arts.4 y 165 L.S.), debe ser inscripto en el registro público mercantil de la jurisdicción del
domicilio social para su regularización (art.5, Ley N°19.550).

El precitado art.5 remite a los arts.36 y 39 del C. Com. El primero de ellos trata de la
competencia del Registro Público de Comercio (Documentación que debe inscribirse en el)
y ha sufrido diversas modificaciones (Ley N°11.357, sobre Derechos Civiles de la Mujer;
Ley N°22.315, Orgánica de la Inspección General de Justicia, etc.).

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El art.39 del C. Com., manda presentar en el Registro todo instrumento que deba
inscribirse, dentro de los 15 días de la fecha de su otorgamiento. Al respecto debe
destacarse que esta norma de índole procesal ha caído en desuso, no observándose en la
práctica el reducido plazo legal.

De igual modo, cabe interpretar que si se trata de sociedades por acciones dicho plazo
rige teóricamente para la presentación del instrumento ante la autoridad de control para
su conformidad previa.

La formalidad de la inscripción se hace extensiva a los actos modificatorios del contrato


social, (art.5 L.S.), produciéndose en caso de omisión de este requisito, los efectos
contemplados por el art.12 de la Ley: “Las modificaciones no inscriptas regularmente
obligan a los socios otorgantes. Son inoponibles a los terceros: No obstantes, estos
pueden alegar contra la sociedad y los socios salvo en las sociedades de Responsabilidad
Limitada”.

Ninguna norma como la precedentemente transcripta ilustra tan significativamente sobre


las consecuencias de la falta de inscripción de los actos societarios. De su texto surge si
estos, han sido instrumentados en la forma dispuesta por el art.4 L.S., se reputan validos y
surten plenos efectos entre los socios, no siendo oponibles a terceros, en cambio, hasta
tanto fueren inscriptos.

Al agregar que los terceros pueden alegarles “Contra la sociedad y los socios”, la Ley es
coherente consigo misma, ratificando el principio del art.2; la sociedad es un sujeto de
derecho desde su constitución, no prescindencia de su inscripción registral.

Luego, en nuestro derecho la inscripción registral no es constitutiva, sino regularizantes.


De ahí las categorías que examinaremos más adelante, con respecto a la extensión de los
efectos de los actos societarios (arts.21 y Sgs. L.S.).

El Registro Público de Comercio es el órgano estatal que tiene por función, entre otras, las
inscripciones de los actos constitutivos, modificatorios y extintivos de las sociedades
comerciales.

Dado nuestro sistema federal, en cada jurisdicción local el Registro Mercantil está
organizado según diversas pautas institucionales. En algunos casos como organismos
administrativos (Capital Federal); en otros se lo ha desglosado, siendo administrativo para
actos los societarios y judicial para la registración de actos mercantiles (Provincia de
Buenos Aires); en otros, por fin, esta exclusivamente a cargo del Poder Judicial (La mayoría
de las provincias).

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En la capital Federal, por Ley N°22.315 quedo el Registro Público de Comercio a cargo de
la Inspección General de Justicia, lo cual significa que en Jurisdicción Nacional esta
repartición del Poder Ejecutivo tiene a su cargo la doble función del control de legalidad
(Conformidad Administrativa) y la posterior inscripción, o sea, la dos etapas contempladas
por el art.167 de la Ley N°19.550.

Lo mismo sucede en la Provincia de Buenos Aires, en virtud de la Ley Provincial N°9118.

3. Publicidad.

En los casos de sociedades por acciones y de responsabilidad limitada, la Ley N°19.550


añade otro recaudo previo a la inscripción: La publicidad de los actos constitutivos y
modificatorios (art.10).

En su versión original, esta norma establecía la publicidad textual del acto constitutivo o
modificatorio, por un día, en el diario de publicaciones legales del lugar del domicilio
social.

Con la reforma introducida en el art.10 por la Ley N°21.357, la publicación solo debe
contener un resumen o extracto del contenido del acto, según las especificaciones
formuladas por el referido artículo en su versión actual.

En la Capital Federal, durante el periodo en que el Registro Público de Comercio estuvo a


cargo del Poder Judicial, el Juez de Registro ordenaba la publicación del edicto respectivo
Actualmente, la sociedad puede publicarlo como aviso, vale decir, sin previa orden o
autorización de la Inspección General de Justicia, acompañado el respectivo ejemplar al
solicitar la inscripción del instrumento.

4. Sociedad De Hecho, Irregular, Regular Y Nula.

De todo lo expuesto sobre instrumentación e inscripción del contrato de sociedad y


aplicando al propio tiempo el principio de tipicidad, surge una clara diferenciación formal,
en base a las etapas cumplidas por cada entidad en el curso del proceso que culmina con
la inscripción registral.

Así, cabe distinguir entre:

a) Sociedad De Hecho: Es aquella constituida


consensualmente entre los socios, pero no ha llegado a ser instrumentada por escrito;
vale decir, cuando no se ha cumplido el art.4 de la Ley N°19.550;

b) Sociedad Irregular: Es la que ha sido instrumentada


conforme al art.4 y corresponde a uno de los tipos instituidos por la Ley de Sociedades,

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pero no ha sido inscripta en el Registro Público de Comercio. En síntesis, cuando se ha
dado cumplimiento al art.4 pero no al art.5 L.S;

c) Sociedad Regular: Adquiere esta calidad que la hace


oponible Erga Omnes, confiriéndole plenitud a su personalidad jurídica, la sociedad
debidamente instrumentada, perteneciente a uno de los tipos admitidos por la Ley e
inscripta en el Registro Público de Comercio;

d) Sociedad Nula: Es aquella que, aun debidamente, no se


encuadra en alguno de los tipos autorizados por Ley (art.17 L.S.); o bien la sociedad con
objeto ilícito (art.18 L.S.).

Situación Jurídica De Los Socios.

Las precedentes distinciones en la calificación legal de las sociedades tienen relevancia en


lo concerniente a la situación jurídica de sus socios componentes, sobre todo en cuanto a
las relaciones de la sociedad con terceros y a la responsabilidad de los socios frente a
dichos terceros.

El art.21 de la Ley N°19.550 comienza equiparando a las sociedades de hecho con las
irregularidades a esos fines, aunque la norma del art.25 atañe solamente a las primeras
(“Las existencia de la sociedad puede acreditarse por cualquier medio de prueba”).

La responsabilidad de los socios, sea cual fuere el tipo adoptado en el supuesto de las
sociedades irregularidades, es ilimitada y solidaria (art.23), no siendo aplicables los
beneficios de excusión ni de división, así como tampoco el principio de subsidiariedad que
rige en las sociedades regulares de tipos personales (Colectiva, comandita simple), según
resulta del art.56 L.S., excluido en este caso por imperio del precitado art.23.

De manera tal que en las sociedades irregulares como en las sociedades irregularidades
como en las sociedad puede elegir entre ejecutar a la sociedad a los socios
indistintamente y entre ellos a cualquiera en primer término, en virtud de la solidaridad
existente, sin que el ejecutado puede excepcionarse por excusión o división.

Todo ello, sin perjuicio del derecho de repetir lo pagado contra la sociedad y/o los
consocios.

La Ley no reconoce el principio de competencia orgánica en estas sociedades y es así


como, en beneficio de los terceros, establece que en la relaciones con estos “Cualquiera
de los socios representa a la sociedad” (art.24).

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Ha sido profunda y decisiva la reforma societaria, nos referimos a la Ley N°22.903, en lo
atinente a las sociedades irregulares, específicamente en el art.22 L.S., que en su
redacción anterior establecía como única salida viable para dichas sociedades la
disolución.

El nuevo texto propicia, en cambio, las regularizaciones de las mismas, por la adopción de
uno de los tipos legales.

Cualquiera de los socios podrá requerir la regularización comunicando a los restantes en


forma fehaciente. La decisión deberá adoptarse por mayoría de socios, otorgándose el
pertinente instrumento, en el cual se cubrirán las formalidades del tipo societario elegido.

Cumplidas esas etapas, se solicitara la inscripción registral dentro de los sesenta días de
recibida la última comunicación (Entendemos que se refiere a las comunicaciones
cursadas por el socio que requirió la regularización).

Prevé el art.22 que, de no lograrse la mayoría necesaria para la regularización o bien no


solicitada en términos la inscripción, cualquier socio puede provocar la disolución desde la
fecha de la resolución denegatoria o del vencimiento del plazo para pedir la inscripción,
sin que los demás consocios puedan insistir en la regularización.

En cuanto a los efectos de esta, dispone el mismo artículo que la sociedad irregular o de
hecho no se disuelve, continuando la sociedad regularizada en sus derechos y
obligaciones, sin modificarse la responsabilidad anterior de los socios.

El Tercer Párrafo del art.22 contempla otra variante: La disolución. Esta puede ser exigida
también por cualquiera de los socios, como en el texto anterior a la reforma. Pero a
diferencia del mismo, la disolución no se produce si la mayoría de los socios resuelve
regularizar la sociedad dentro de los diez días y cumpliendo las formalidades del tipo
soliciten su inscripción dentro de los sesenta días, computándose ambos plazos desde la
última notificación.

Por último, el art.22 legisla sobre el retiro de los socios que votaran contra la
regularización, el que puede hacerse efectivo con derecho a una suma de dinero
equivalente a su parte a la fecha del acuerdo social que dispone dicha regularización.

Establece que se aplicara en tal caso el art.92, salvo su inciso 4°, a menos que opten por
continuar en la sociedad regularizada.

A su vez, el art.25 L.S., permite acreditar la existencia de las sociedades irregulares y de


hecho por cualquier medio de prueba, lo cual no es sino una aplicación particular del
principio general que en materia de contratos enuncia el art.1190 del C.C.

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Cabe una especificación al respecto: Si se trata de una sociedad irregular, la prueba
resultara del instrumento mismo, dependiendo en todo caso del reconocimiento de sus
firmas por los otorgantes. Si es una sociedad de hecho, la falta de instrumento escrito será
cubierta por cualquier otro medio probatorio, (Testigos, papelería del negocio, publicidad
efectuada, facturación, etc.).

La situación jurídica de los socios en las sociedades nulas o anulables puede considerarse
regulada en el art.18 de la Ley Societaria, aunque la norma trae específicamente de las
sociedades de objeto ilícito “Nula de Nulidad Absoluta”.

La Ley Legitima a los terceros de buena fe para alegar contra los socios la existencia de la
sociedad, sin que estos puedan oponer la nulidad.

Por el contrario, los socios no pueden alegar la existencia de la sociedad en su favor, ya


fuere para accionar contra terceros o bien para reclamar la restitución de los aportes
efectuados, la división de ganancia o la contribución a las perdidas.

Más aun: En su segunda parte, el art.18 L.S., establece que “Declarada la nulidad, se
procederá a la liquidación por quien designe el juez”, y agrega otra disposición
demostrativa del tratamiento desfavorable otorgado por el legislador a estas sociedades:
“Realizado el activo y cancelado el pasivo social y los perjuicios causados, el remante
ingresara al patrimonio estatal para el fomento de la educación común de la jurisdicción
respectiva”.

Por último, el art.18 se refiere a la responsabilidad de los administradores y de los mismos


socios, que hace extensiva a quienes actúen como administradores en la gestión social.
Tanto unos como otros responderán ilimitada y solidariamente por los perjuicios
causados.

En el supuesto de las sociedades de objeto licito que realizaren actividades ilícitas (art.19,
L.S.), procede su aplicación las soluciones del art.18, con una importante excepción: “Los
socios que acrediten su buena fe quedaran excluidos de los dispuesto en los Párrafos 3° y
4°, del artículo anterior”. La remisión es el art.18 L.S., vale decir, la consecuencia que
acarrea la nulidad de la sociedad para los socios.

Sociedades Anó nimas Pá gina 14


Capítulo III

Contenido Del Contrato Social


Se ocupa de este tema fundamental el art.11 de la Ley N° de Sociedades, referente al
instrumento constitutivo.

1. Datos Personales De Los Constituyentes.

El Inc.1° del precitado art.11 enuncia los datos requeridos, que son:

a) Nombres y Apellidos completos de los socios constituyentes, su


representantes legales (Administradores de sociedades, padres, tutores, curadores, etc.),
o apoderados con poder especial, (art.1881, Inc.13, del C.C.);

b) Edad de los mismos, o en su defecto fecha de nacimiento;

c) Estado Civil. En el caso de las personas casadas debe agregarse el nombre


del cónyuge;

d) Nacionalidad, Requisito de discutible inclusión, atento la garantía


constitucional de libre ejercicio del comercio para “Todos los habitantes de la Nación”,
vale decir, sin distinciones entre argentinos y extranjeros;

e) La profesión u ocupación de los otorgantes, dato que reviste importancia


en razón de las inhabilidades relativas que afectan a corredores, martillero, funcionarios
públicos, magistrados, etc.

f) El domicilio real de cada uno de los constituyentes, si son personas físicas


o el domicilio físicas, o el domicilio legal, si se trata de personas de existencia ideal;

g) El número y la clase de documentos de identidad de los socios.

2. Denominación.

Es e atributo identificatorio por excelencia de la sociedad y como tal interesa no solo a esta
y a los socios, sino al orden jurídico en general.

Por ello no es posible considerar el nombre comercial pura y exclusivamente como un


derecho subjetivo de las personas jurídicas, sino también como un instituto de policía civil,
regulado en función de los intereses jurídicamente protegidos, cuales son la seguridad y
estabilidad en las relaciones contractuales.

Sociedades Anó nimas Pá gina 15


La protección de dichos intereses requiere ineludiblemente la inmutabilidad y la
inconfundibilidad del nombre societario.

a) El Nombre Es Inmutable:

El derecho positivo y la jurisprudencia miran con


disfavor, toda posibilidad de cambio en la denominación de las sociedades. En
consecuencia, toda matación es juzgada con criterio restrictivo, debiendo ser fundada en
circunstancias excepcionales en la vida de la sociedad o en supuestos en los cuales la
modificación del nombre responda a una sustancial modificación correlativa de los
restantes elementos de la personalidad jurídica, (Resolución I.G.P.J. 1328/72).

Tales elementos pueden ser, por ejemplo, el objeto social y la composición o titularidad
de capital. En el PRIMER CASO, cuando se resuelve un cambio fundamental del objeto
(arg., del art.244, 4° Párrafo, Ley N°19.550). En el SEGUNDO, cuando el o los accionistas
cuyos nombres ha adoptado la sociedad (art.164 L.S.), se desvinculan de la misma y
acreditan su interés legitimo en privar a aquella del uso de sus nombres.

Salvo en tal hipótesis u otras similares, cuya trascendencia será apreciada por la autoridad
administrativa y/o registral, en su caso, no procede el cambio de denominación social.

b) El Nombre Debe Ser Inconfundible:

la posibilidad de confusión entre los


nombres de dos o más sociedades trae aparejada toda suerte de conflictos potenciales o
actuales, no solo entre los derechos subjetivos de aquellas en evidente colisión, sino
frente al derecho de los terceros contratantes con dichas sociedades y del público en
general, cuya buena fe debe ser protegida de toda confusión o incertidumbre.

En el orden nacional (Capital Federal y Territorios Nacionales) la autoridad de control,


reglamento orgánicamente este requisito a través de la resolución I.G.J., fechada el
10/7/1964, cuya finalidad consistió en evitar que las sociedades anónimas, aun no regia la
Ley N°19.550, que asimilo a las comanditas por acciones, adoptaran denominaciones
coincidentes, similares o análogas con la de otras sociedades ya registradas en los ficheros
del organismo.

En su art.2, la citada resolución establece que los funcionarios de la Inspección General de


Justicia “Observaran toda propuestas de denominación que no guardare categoría y nítida
inconfundibilidad respecto de la indicada en el informe elevado por Mesa de Entrada o de
toda otra que, según conocimiento del agente, perteneciere a una sociedad
preconstituida.

Sociedades Anó nimas Pá gina 16


De modo tal, entonces que entre dos o más sociedades con denominación idéntica o
similar, prima el derecho de aquella más antigua o inscripta con prioridad en el tiempo.

El principio de inconfundibilidad fue mantenido y ratificado por otros actos


administrativos, como por ejemplo la resolución I.G.P.J., 3617/72, en cuyo considerandos
puede leerse: “Que la denominación de una sociedad no debe ser susceptible de
confundirse con la de otra, principio este que trasciende el intereses privado, por lo que
carece de importancia el consentimiento prestado”, (Se refiere a la conformidad de la
sociedad con nombre similar).

En los mismos considerandos se citan como elementos diferenciadores el significado de la


palabra componentes de una y otra denominación, su sonoridad, grafía y fonética, que
deben ser distintos para ser inconfundibles.

En el ámbito judicial debe aludirse al fallo dictado por la Cámara Comercio de la Capital en
autos caratulados “I.G.P.J, c/Nuevo Banco Italiano” (Sala A, 14/2/74), en cuyo
considerandos se expresa, entre otras cosas, que “En la apreciación de la confundibilidad
de los nombres deben tenerse en cuenta sus vocablos dominante, que son los que, en la
práctica, el público en general tiene en cuenta”.

c) Uso De La Palabra “Argentina”:

con el objeto de de impedir el uso de las


palabras “Argentina”, “De Argentina” o “De la Argentina”, en forma abusiva o deshonesta,
esto es tendiente a inducir a error al público sobre una supuesta vinculación entre una
sociedad local y una domiciliada en el extranjero, se dicto la resolución 528/63, del
Ministerio de Justicia de la Nación.

La doctrina y soluciones de dicha resolución han sido recogidas por las “Normas de la
Inspección General de Justicia” (T.O., por resolución 6/80); cuyo art.10 dice: “Cuando la
denominación incluya las expresiones “De Argentina”, “Argentina” u otras que puedan
expresar o sugerir su dependencia económica o jurídica respecto de entidades
constituidas en el extranjero, se requiriera: a) La acreditación de la efectiva existencia de
la empresa extranjera; b) La conformidad prestada por esta para el uso de la
denominación por la sociedad”.

d) Uso De Las Palabras “Nacional” Y “Oficial”:

El tema fue considerado en el


orden nacional por decretos del Poder Ejecutivo que datan aproximadamente de 1930 y
en los cuales se prohíbe la utilización de las palabras “Nacionales” y “Oficial” en la
denominación de las sociedades y asociaciones privadas.
Sociedades Anó nimas Pá gina 17
En jurisdicción de la Capital Federal y Territorios Nacionales rigen al respecto las
disposiciones de los arts.11 y 12 de las “Normas de la I.G.J.” (T.O., por resoluciones 6/80),
que prohíben el uso de esos vocablos en el nombre o denominación social y en los
documentos de la sociedad. En el caso de la palabra “Oficial”, la prohibición comprende su
utilización en castellano o su traducción a cualquier idioma y abarca no solo la
denominación sino también el objeto o fines de la sociedad.

e) Conjuntos Económicos:

El principio de inconfundibilidad cede ante


determinados supuestos, por ejemplo el de aquellas sociedades integrantes de grupos o
conjuntos económicos.

Las “Normas de la Inspección General de Justicia”, con antecedente en la resolución


I.G.P.J. 7/77, contemplan el caso en su art.9, que establece: “Se admite la adopción de
denominación que respetando el principio de la inconfundibilidad de la Persona Jurídica,
contenga elementos comunes con otras ya registradas, mediando conformidad de estas
últimas para la utilización de tales elementos, la que se acreditara fehacientemente previo
a la conformidad”.

f) Registros Preventivos De Nombre:

La gran cantidad de sociedades por acciones


registradas en jurisdicción nacional, sumada a la preservación del principio de
inconfundibilidad, llevaron a la necesidad de reglamentar y asegurar la prioridad en el uso
de los nombres sociales, arbitrando un procedimiento para reservar preventivamente
determinadas denominaciones antes de la iniciación del trámite constitutivo.

Dicho objetivo se concreto mediante la resolución I.G.P.J. 10/77, que instituyo el registro
preventivo de denominación social, norma adoptada por el texto ordenado de la
reglamentación administrativa (Resolución 6/80), cuyo art.14 faculta a los profesionales
que intervinieren en la constitución de sociedades por acciones para registrar
preventivamente en la Inspección General de Justicia la denominación elegida para la
misma.

Ese registro tiene por efecto reservar el nombre anotado a favor de los constituyentes de
dicha sociedad por un plazo improrrogable de 30 días corridos, computables desde la
fecha de entrega de formulario conformado por la Oficina de Mesa de Entrada de dicho
organismo. El plazo de reserva de nombre vence automáticamente una vez transcurrido
los treinta días precitados, de manera tal que si al trigésimo primer día se presenta otra

Sociedades Anó nimas Pá gina 18


sociedad proponiendo igual denominación, tendrá derecho a usarla por haber caducado la
reserva.

3. Domicilio.

Es otro de los elementos esenciales del contrato de sociedad (art.11, Inc.2°, Ley N°19.550).

En nuestro derecho positivo, el domicilio social es atributivo de jurisdicción, como surge


de los arts.100 y 102, entre otros del C.C.

De ahí que en diversos textos legales y reglamentarios se utilice la palabra “Domicilio” con
distintos alcances; en unos casos aludiendo a la jurisdicción territorial en forma genérica y
en otros, al lugar especifico de asiento de la dirección o administración, esto es, la sede
social de la entidad.

Esta diferenciación es asumida de alguna manera por el art.90 del C.C., conforme al cual el
domicilio legal de las sociedades es “El lugar donde está situada su dirección o
administración, si bien sus estatutos, no tuviesen un domicilio señalado”.

Si bien en los contratos sociales o estatutos puede establecerse el domicilio en un sentido


amplio o jurisdiccional, por ejemplo fijándolo “En la ciudad de Buenos Aires”, las
sociedades deberán comunicar a las autoridades administrativas o registrales ubicación de
la sede de sus oficinas o de su administración, la cual surtirá una vez registrada los efectos
del domicilio legal (art.90 C.C.).

La jurisprudencia ha distinguido entre ambos conceptos. La Cámara Nacional de


Apelaciones en lo Comercial de la Capital (Sala A) declaro que el domicilio social aludido
por el art.11 L.S. “No es el que corresponde a la sede, local o escritorio donde habrá de
funcionar la administración y dirección de la sociedad, sino aquel que al constituir su
“Asiento Legal”, determina la jurisdicción a la cual deberá quedar sometida con arreglo a
los dispuesto por los arts.90, 91 y 100 del C.C., (Autos “Manzur S.C.”, 10/4/74).

El mismo Tribunal, en Fallo Plenario del 31/3/77 (As. “Quilpe S.A., c/I.G.P.J”), se expidió
específicamente que “El contrato social o estatuto puede limitarse a expresar la ciudad o
población en que la sociedad tiene su domicilio, si los socios no quieren que la dirección
constituya una clausula contractual. Pero el Juez solo ordenara la Inscripción en el Registro
si la dirección precisa (Calle y Numero) del domicilio social figura en el contrato o estatuto,
o instrumento separado que se presente al tiempo de inscribir la sociedad”.

Esta Jurisprudencia consolidada inspiro la Resolución I.G.P.J. 8/77, que reglamento el


procedimiento para fijar la sede social y comunicarla a la autoridad de control.

Sociedades Anó nimas Pá gina 19


La Ley N°22.903 ha incorporado dicha Jurisprudencia al texto del art.11 L.S.

En el Inc.2°, después de enunciar a la denominación social y al domicilio como elementos


esenciales del acto constitutivo societario, especifica que si en el contrato constare
solamente el domicilio (Aquí se refiere al Domicilio Jurisdiccional, Vg., Capital Federal,
Córdoba, Mendoza), la dirección de su sede (Domicilio en sentido restringido), deberá
inscribirse mediante petición por separado suscripta por el órgano de administración.

Agrega seguidamente una disposición de orden procesal que aclara dudas en lo atinente a
los efectos de la inscripción del domicilio. Establece al respecto que se tendrán por validas
y vinculantes para la sociedad todas las notificaciones practicadas en la sede inscripta.

Es importante señalar que si la sede social (Calle, Número, Piso, Oficina, etc.), figura en el
contrato social, todo cambio (Mudanza) de la misma supone inevitablemente una reforma
del artículo pertinente del estatuto.

De lo contrario, esto es si figura solamente el domicilio en sentido amplio o jurisdiccional,


la mudanza de la sede obligara al órgano administrador a comunicarlo a la autoridad de
control, si se tratare de una sociedad por acciones y a inscribirlo en todos los casos,
cualquiera fuere el tipo societario.

Cambio De Domicilio Y De Jurisdicción.

Cuando una sociedad traslada sus oficinas de la capital federal a una provincia, o viceversa
se da el supuesto de cambio de domicilio en ambos sentidos, vale decir Sentido Amplio
(Domicilio Jurisdiccional) y en Sentido Restringido (Sede Social).

En estos supuestos, el cambio de domicilio supone necesariamente una modificación del


estatuto o contrato social, dado que en los textos estatutarios debe figurar, como mínimo
la jurisdicción territorial donde tiene asiento la sociedad. Por consiguiente, el traslado a
otra jurisdicción estadual obliga a reformar el texto respectivo para ajustarlo a la nueva
realidad geográfica.

Pero, además el traslado desvincula a la sociedad de la dependencia a la jurisdicción


administrativa y judicial de origen para sujetarla a la correspondiente al nuevo domicilio,
todo lo cual impone la nueva radicación de los antecedentes y por tanto su remisión de la
primera a la segunda.

Según la recomendación aprobada sobre el particular en la Segunda Reunión Nacional de


Autoridades de Control (Rosario, 1973), el procedimiento para obtener la conformidad
administrativa de la reforma estatutaria debe promoverse ante la autoridad competente

Sociedades Anó nimas Pá gina 20


del nuevo domicilio, la que recabaras la remisión del expediente tramitado ante la
jurisdicción de origen para acumularlo a las actuaciones sobre reforma estatutaria.

Además se ha unificado criterio en el sentido de que solamente después de inscripta la


sociedad en la nueva jurisdicción se cancelara la inscripción anterior.

En la Capital Federal y territorios nacionales rigen al respecto los arts.36 y 37 de las


Normas de la Inspección General de Justicia, que resuelven los problemas administrativos
del cambio de jurisdicción en el sentido indicado presentemente.

4. Objeto Social.

La capacidad de las personas jurídicas esta circunscripta al (Y por el) cumplimiento de su


objeto. Por ello el contenido del mismo no es indiferente para la Ley de Sociedades, que
requiere en el art.11, Inc.3°, un objeto preciso y determinado.

La determinación de las actividades comprendidas en el objeto social y la precisión


consiguiente en sus enunciados son condiciones necesarias en nuestro sistema legal. La
norma del art.11, Inc.3°, se relaciona con otros preceptos, a cuya luz cobra sentido.

Tales son, por ejemplo, el art.18 LS., sobre nulidad de las sociedades de objeto ilícito, o el
art.20, que califica igualmente a las sociedades de objeto prohibido en razón del tipo.

Se advierte con mayor elocuencia en el art.58, regulador del alcance de la representación


legal, cuando establece que el representante obliga a la sociedad “Por todos los actos que
no sean notoriamente extraños al objeto social”.

Del mismo modo ocurre con el art.94 de la Ley, referente a las causales de disolución de
la sociedad, que incluye entre estas “Las consecución del objeto para el causal se formo o,
la imposibilidad sobreviniente de lograrlo”.

Sin perjuicio de su precisión y determinación, el objeto debe ser licito (art.18, ya citado) y
posible, tanto de hecho como de derecho. Posible de hecho, las actividades a realizar
deben ser fácticamente ejecutables y de derecho, se descarta el objeto prohibido en razón
del tipo (art.20 L.S.), de monopolios oficiales en ciertas actividades, etc.

La unidad del objeto social no es incompatible con la pluralidad de actividades


comprendidas en el mismo, salvo en los casos de actividades determinadas por la ley
como excluyentes, según se verá.

El criterio de la autoridad administrativa de control ha sido variable en esta materia, que


ofrece un ancho campo a la interpretación. Así, por ejemplo, la resolución I.G.P.J. 65/72,
entendía que el objeto era preciso y determinado si las actividades en las comprendidas

Sociedades Anó nimas Pá gina 21


eran conexas y complementarias entre sí. Este requerimiento fue abandonado por
resolución I.G.P.J. 34/73, la cual es específica que el objeto social puede incluir actividades
de diversa índole, claramente determinadas todas ellas.

Actualmente, la precisión y determinación del objeto están reguladas, en Jurisdicción


Nacional de las Inspección General de Justicia, (T.O., por resolución 6/80), cuyo art.18
requiere “La descripción concreta y especifica de las actividades que la sociedad se
propone realizar y especifica de las actividades que la sociedad se propone realizar,
evitándose innecesarias o superfluas enumeraciones de hechos, actos o medios dirigidos a
su consecución”.

Seguidamente aclara que no es necesaria la conexidad o complementación de las


actividades comprendidas en el objeto, circunscribiéndose a las que la sociedad se
propone realizar. Agrega luego otro requisito: “Y guarden razonable relación con el capital
social”.

Con referencia a la relación entre capital y objeto parece oportuno aclarar que no se
conceptúa suficiente la norma sobre capital mínimo para las sociedades anónimas,
introducida en el art.286 L.S., por la Ley N°22.182. Por tanto, la autoridad administrativa y
registral observara aquellos estatutos en los cuales el capital sea juzgado insuficiente para
el incumplimiento para el cumplimiento del objeto.

Actividad Excluyente.

En muchas ocasiones se habla impropiamente de “Objeto Único”, refiriéndose a aquellas


sociedades que en virtud de leyes o reglamentaciones especiales, solo pueden incluir su
objeto social ciertas actividades de distinta índole comprendidas en el mismo. Pero
existen actividades que por su naturaleza (O por disposición de norma específica) excluyen
a las restantes del contenido del objeto.

Uno de los ejemplos clásicos es el de las entidades financieras, incluyendo los bancos,
autorizadas por el Banco Central de la República Argentina, según el régimen de la Ley
N°21.526.

Otros son las compañías de seguros, las sociedades de capitalización y ahorro para fines
determinados (Decreto 14.277/43 y Modificatorios), las empresas de transporte público
de pasajeros; las casas de cambio, que solo pueden adicionar a dicha actividad la de
turismo (Decreto 62/71), etc.

5. Capital Social. Generalidad.

Sociedades Anó nimas Pá gina 22


El Inciso 4° del art.11 L.S., incluye en el contenido del instrumento constitutivo “El capital
social, que deberá ser expresado en moneda argentina, y la mención del aporte de cada
socio”.

En el acto constitutivo de la sociedad, el capital queda integrado con la suma de los


aportes de los socios. En ese momento, por consiguiente, capital y patrimonio son valores
equivalentes, circunstancia que, como se verá, no se mantiene luego durante la existencia
de la sociedad dado que el capital pasa a ser una expresión nominal, un rubro mas del
balance y una mención en el contrato o estatuto social, con cifras que dejan de ser
representativas de haber patrimonial de la entidad.

Transcurridos los primeros ejercicios económicos, el patrimonio social está constituido por
el capital más las distintas cuentas capitalizadas (Reservas libres, saldos de revalúos
contables o técnicos, etc.).

Por eso en las sociedades donde rige la limitación de la responsabilidad de los socios,
dicha responsabilidad se limita a los respectivos aportes al tiempo de la constitución, pero
más adelante será patrimonio social la prenda común de los acreedores y la medida
conjunta de la responsabilidad de la sociedad.

Según los diversos tipos societario, el capital se expresa unitariamente (Sociedades de tipo
personal), por cuotas (S.R.L.) o por acciones (Sociedades Anónimas o en camandita por
acciones).

Tanto las cuotas como las acciones son fracciones ideales en que se divide el capital y cuya
titularidad o tenencia corresponde a los socios. Pero se diferencian básicamente por
cuanto las cuotas sociales carecen de autonomía y circulación fuera del contrato social, a
tal punto que su transmisión implica la consiguiente modificación del contrato social. Por
el contrario, las acciones son, a la vez que partes alícuotas del capital, títulos circulatorios
autónomos, cuya transmisión no incide en el estatuto de la sociedad emisora.

Las cuotas sociales, por las características señaladas, son siempre nominativas, hallándose
instrumentos en el contrato de la S.R.L., a la cual acceden. Las acciones se instrumentan
en títulos independientes del contrato social, los cuales pueden ser nominativos o al
portador. Esta última es la forma absolutamente predominante en las sociedades de
capital, toda vez que la libre circulación de los títulos accionarios es la razón de ser de
estos tipos societarios, así como el instrumento apto para canalizar la inversión privada
hacia el mercado de capitales.

En el Capítulo IV, de esta de la obra volveremos más extensamente sobre el tema del
capital social.

Sociedades Anó nimas Pá gina 23


6. Plazo De Duración.

Continuamos con el estudio de aquellos elementos o requisitos el instrumento


constitutivo que resultan del art.11 de la Ley N°19.550, por ser comunes a todo tipo de
sociedad mercantil.

Entre ellos, el Inc.5°, se ocupa del “Plazo de duración, que debe ser determinado.”

Las disposiciones antedicha importa una modificación parcial con respecto al régimen del
Código Comercial, que imponía la determinación del plazo de duración del contrato social
en el caso de las Sociedades Anónimas (art.318, Inc.4°), pero previa la indeterminación del
mismo para otros tipos societarios, (art.291, Inc.6°).

Los textos legales no fijan topes máximos o mínimos de duración, exigiendo solamente
que exista un plazo, vale decir, un periodo determinado para la vida de la sociedad
anónima, sin que ello implique negar la posibilidad de prorrogarlo, en el tiempo y
condiciones fijados por el art.95 de la Ley N°19.550, es decir, antes del vencimiento del
plazo.

De la misma manera que los socios pueden resolver la prórroga del plazo de duración de
la sociedad, gozan de la facultad de reducirlo, disponiendo la disolución anticipada del
ente que han constituido, en ejercicio del derecho básico emanado del art.1197 del C.C.

El art.94 de la Ley de Sociedades contemplan esta causal de disolución, la voluntad de los


socios, en el Inc.1°. En lo que atañe a la sociedad anónima, es la asamblea extraordinaria,
según el criterio de clasificación adoptado en la materia y que más adelante se analizaran,
el órgano competente para resolver la disolución anticipada, como uno de los “Supuestos
especiales” a que alude el art.244, Cuatro Párrafo, de la Ley.

Por supuesto, tanto la prorroga como la disolución anticipada surten efecto frente a
terceros hasta el momento de su Inscripción en el Registro Público de Comercio (arts.95 y
98 de la Ley N°19.550).

7. Reconducción O Reactivación.

Esta figura jurídica, que dio lugar a encendidas polémicas en nuestra doctrina y que fue
sucesivamente acogida o desechada por la autoridad de control en jurisdicción nacional,
ha sido definitivamente receptada en la Ley de Societarios a través de la reforma (Ley
N°22.903).

Sociedades Anó nimas Pá gina 24


Se ha agregado un nuevo Párrafo al art.95, regulando la reactivación bajo el nombre de
reconducción. Se cree, por nuestra parte, que lo mas atinado es hablar de reactivación de
la sociedad por vía de la reconducción del contrato social.

Establece ahora el art.95, que los socios, con los mínimos requisitos aplicables a la
resolución sobre prorroga (Primer Párrafo del artículo), pueden decidir la reconducción
del contrato “Mientras no se haya inscripto el nombramiento de liquidador”.

Se mantiene, en tal supuesto, las responsabilidades previstas por el art.99 de la Ley para
los administradores de las sociedades cuyo plazo de duración ha vencido.

Termina estableciendo el art.95, en su texto Modificado por la Ley N°22.903, que todo
acuerdo de reconducción requiere la unanimidad de voluntades de los socios, sin
distinción de tipos.

Por consiguiente, aun tratándose de sociedades por acciones o de responsabilidad


limitada, la resolución, si es adoptada luego de haber sido inscripta a designación del
liquidador, necesita para su validez la unanimidad de voluntades de los socios, sin
distinción de tipos.

Por consiguiente, aun tratándose de sociedades por acciones o de responsabilidades


limitadas, la resolución de reconducción, si es adoptada luego de haber sido inscripta la
designación, no bastando las mayorías de los arts.160, 243 y 244.

8. Organización Interna.

En el Inc.6° del art.11 L.S, impone la inclusión en el instrumento constitutivo, de “La


organización de la administración de su fiscalización y de las reuniones de socios”.

Con ello atiende a la naturaleza jurídica de la sociedad, como contrato plurilateral de


organización (art.1 L.S., y doctrina comentada).

En sucesivos capítulos nos ocuparemos de los órganos administrador, fiscalizador y


deliberativo de la sociedad.

9. Funcionamiento, Disolución Y Liquidación.

Por último, el Inc.9° del art.11 impone la inclusión, en el contenido del instrumento
constitutivo de las “Clausulas atinentes al funcionamiento, disolución y liquidación de la
sociedad”:

a) Lo atinente al funcionamiento resulta del examen que se efectuara sobre


los órganos sociales;

Sociedades Anó nimas Pá gina 25


b) Al reglamentar la disolución y liquidación en el estatuto, lo cual deberá
hacerse en función de lo prescripto por la Ley N°19.550 en sus arts.98 a 112 incluye, sin
perjuicio de las modalidades especificas del tipo societario, se reglamentan
implícitamente los derechos y obligaciones de socios frente a la conclusión del contrato
social que los ligaba (Obligaciones frente a terceros por las deudas sociales, limitada de
conformidad al régimen de la sociedad anónima, art.163 de la Ley; derecho a la
recuperación del patrimonio invertido, una vez cancelado el pasivo y los privilegios
resultantes del mismo estatuto; derecho a la recuperación del patrimonio invertido, una
vez cancelado el pasivo y los privilegios resultantes del mismo estatuto; derecho a vigilar
la liquidación por intermedio del órgano fiscalizador y a aprobador o rechazar la gestión
del liquidador o liquidadores a través de la asamblea.).

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