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COLECCION «PSICOLOGIA» Director: Francisco J. Labrador CCatedriico de Modificacién de Conducta de la Universidad Complutense de Madrid Disefio de cubierta: C. Carabina Realizacién de cubierta: Anaf Miguel Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra esté protegido por la Ley, que establece penas de prisién y/o multas, ademés de las cores- ondientes indemnizaciones por dafios y perjui- ios, para quienes reprodujeren, plagiaren, disti- buyeren o comunicaren pablicamente, en todo 0 en parte, una obra literaria, atistica 0 cientifica, 0 su transformaci6n, interpretacién o ejecucién ca fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier otro medio, sin la preceptiva autorizacién, Pedro J. Mesa Gil Juan F. Rodriguez Testal © Ediciones Pirdmide (Grupo Anaya, S. A), 2007 Juan Ignacio Luca de Tena, 15, 28027 Madrid Teléfono: 91 393 89 89 wwwedicionespiramide.es Depésito legal: M. 19.216-2007 ISBN: 978-84-368-2119-2 Printed in Spain Impreso en Lavel, S. A. Poligono Industral Los Llanos. Gran Canaria, 12 Humanes de Madrid (Madrid) © iciones Pirmide Indice Prefacio 1B Introduceién. se 1 Reflexiones en tomo a la psicopatologfa: desde la metafisica hasta el método experimental... 3 El problema de la metéfora musical east El interés por la psicopatologia o el problema de comprender lo incomprensible.. 14 {Qué clase de enfermedad es Ia «enfermedad mental»?.... » 16 La necesidad de modelos explicativos integradores en psicopatologia. a El problema epistemol6gico de la psicopatologta: un dbjto de estudio tridimen- sional.. : 23 Presente y futuro de a psicopatologfa como ciencia. 6 1, Conceptualizacién de la psicopatologia como ciencia basica.......... 31 1.1, Definicién, objeto y metas de estudio 31 1.2. Criterios de andlisis de la psicopatologia.... 2 1.3. Paradigmas en psicopatologia.... . 39 1.4. Ciencia bésica versus ciencia aplicada nu. 50 1.5. Clasificaciones diagndstica, diagndstico clinico y psicopatologa 55 1.6. Historia breve y crisis prolongada de la psicopatologfa.. 58 1.7. Psicopatologfa general y semiologia a sense oT 1.8. Criteros para la definicién de trastormo mental y/o del comportamiento 6 1.9. Conceptos bésicos de Ia psicopatologia general. nD 1.10, La exploracién psicopatolégica . 81 2. Psicopatologia de la consciencia.... 87 2.1. La consciencia como arousal, conocimiento, atencién y orientaci6n..ruun 87 2.2. Trastoros del nivel de alerta (arousal) y de la claridad de la consciencia... 93 2.3. Trastornos de la consciencia de sf mismo: psicopatologia del yo... 101 8 / inaice 4. 5. 2.4. Trastornos de la atencién. sms eecncmennenrisi - 106 2.5. Trastornos de la orientacién en el \po y en el espacio......... 108 Psicopatologia de la percepcién y la imaginacién iG) 3.1, Percepcién e imaginacién como procesos cognitivos funcionales y sus con- dicionantes .... 3 3.2. Las pseudopercepciones: ilusiones y alucinaciones. 116 3.3. Hip6tesis explicativas de los fenémenos alucinatorios 139 3.4, Anomalias de la percepeién. 132 Psicopatologia del pensamiento y del lenguaje. 137 4.1. Pensamiento, inteligencia y lenguaje... 137 4,2. Trastornos de la egoimplicacién y del control del pensuniento.. 141 4.3. Trastornos formales del pensamiento y sus correlatos en el lenguaje....u 157 4.4, Trastornos del ritmo y del significado del lenguaje 166 Psicopatologia de la memoria m 5.1. El proceso de la memoria: entre el recuerdo y el olvido, m 5.2, Las amnesias.... 172 5.3, Las hipermnesias 177 54, Las paramnesias 180 Psicopatologia de la inteligencia y del juicio. 183, 6.1. Concepto de inteligencia 183 6.2. Los déficit intelectuales.... 184 6.3. Los deterioros intelectuales vs 187 6.4. Las inhibiciones intelectuales........... 189 Psicopatologia de la afectividad.. 193 7.1. La naturaleza de los afectos y de las emociones. 193 7.2. La ansiedad patolégica 199, 7.3. La tristeza patolégica... 202 7.4, La euforia patolégica... 205 75. El enfado patol6gico y la disfo 207 7.6. La timidet..m 208 7.7. Lahipocondria 2 7.8, La somatizacién. 213 7.9, Otros trastornos de la afectividad. . 214 (© Eiiiones Pirémide (© Bicones Prkmide 8. Psicopatologia de la conducta motora.... 9% 10. 81. 8.2, 83, indice | 9 La mimica y la mot6rica como signos de la comunicacién no verbal ‘Trastornos de la mimica.... oe ‘Trastornos de la mot6rica teen Psicopatologia de las motivaciones primarias y de la voluntad...... 94 9.2. 93. 9A. 95. 96. 97. 98. Bases cerebrales de la psicopatologia.... 10.1. 10.2. 103. 10.4. Impulsos, motivaciones y voluntad. Trastomos del suefo... ‘Trastomos de la eXCIECIEM neon “Trastoros de la condueta alimentaria ‘Trastomnos de la conducta sexual Trastomnos de la conducta agresiva... Otros actos impulsivos incontrolables Trastomos de la voluntad... Nearopsiclog:nvels Mogens yorazci6n funciona! del e- TODO eseeesee Organicidad cerebral y psicopatologta Neuroguimica y psicopatologfa. Psiconeuroendocrinologia y psicopatologta «eu... 217 217 218 219 29 229 230 239 240 242 246 250 252 255 255 267 23 218 IRENE D MAIN ASAE Prefacio Hemos elaborado este manual con el propé- sito de iniciar en la psicopatologia no s6lo a los alumnos que cursan esta materia en las facul- tades de psicologfa, sino también a los estudian- tes de medicina en sus programas de psiquiatria y de psicologta médica (0 medicina psicosocial, ‘como ahora se llama en algunos planes de es- tudio) como parte esencial de su formacién. En estricta justicia, debemos reconocer que se tra- ta del resultado de muchos afios de trabajo con estudiantes y licenciados a través de la docencia y del diglogo (jaunque no siempre ni estricta- mente de didlogo cientifico!), pero también de muchos afios de trabajo con los pacientes. Nuestra pretensién es que este manual de psicopatologia general sirva como introduccién un segundo volumen de fundamentos de psi- copatologfa clinica, pues para conocer los sin- dromes y los trastornos hay que conocer pre- viamente las manifestaciones particulares de los modos de padecer en el plano psicoldgico, es decir, los signos y los sintomas, las vivencias anormales y patolégicas que los pacientes re- fieren en Ia clinica. Se entenderé mejor este planteamiento si apelamos al ejemplo de la tradicién docente en medicina, por ser un campo afin. La patologia general siempre ha constituido el estudio de los elementos comunes a todas las enfermeda- © Eliciones Pesmide des y a los diferentes érganos, mientras que la patologta clinica ha significado la aplicacién de aquellos conocimientos generales y comunes, a la solucién de los problemas clinicos parti- culares de cada enfermo. Por tanto, al igual que los estudiantes de medicina no pueden entender sindromes como el tifus exantemitico 0 la leucoeritroblastosis sin saber antes, respectivamente, qué es la fie- bre tifoidea o la mieloptisis, los estudiantes de psicologfa no pueden entender sindromes y trastornos como el delirium, la esquizofrenia 0 el sindrome de Korsakov sin que sepan mane- jar previamente los conceptos de onirismo, eco del pensamiento o amnesia anterdgrada, res- pectivamente. De aqui la necesidad de conso- lidar el estudio de la psicopatologia general, pues, conociéndola, seré més factible identifi- car en los pacientes sus vivencias alteradas, ya que el clinico, al no contar con ellas, no sabré revelarlas en la exploraci6n. Este enfoque obedece, precisamente, a que uno de los criterios actuales de la investigacién en este campo es el de regirse por los sintomas clave de las distintas formas de conducta anor- mal y que son ampliamente compartidos por la comunidad cientffica —como son los concep- tos de idea delirante, disociacién o ansiedad—, Jo cual permite otorgar a la psicopatologia un 12 / Pretacio rol unificador, asf como una mayor clarificacién en el andlisis de los grandes sindromes 0 cua- dros clinicos. Este primer volumen sobre fundamentos de psicopatologia general se compone de una introduccién sobre reflexiones en torno al de- sarrollo de la psicopatologia como ciencia y diez capitulos generales. Nueve de ellos se de- dican al estudio de los conceptos basicos de a Psicopatologia general y a la descripcién y explicacién de las alteraciones de los procesos psicolégicos y de la conducta, y el décimo tra- ta sobre las bases cerebrales de 1a actividad mental y sus patologias mds representativas. Se trata de una exposicidn de los temas que todo alumno que deba superar la materia esta obligado a conocer, con descripciones concep- tuales actualmente admisibles en el campo de Ja psicopatologfa y, particularmente, con todo aquello que de la psicopatologfa general re- sulta itil para nuestro Ambito de trabajo. Con respecto a la bibliograffa, hemos tra- tado de no hacer de Ia lectura una sucesién agotadora de citas —dada la proliferacién de referencias de todo tipo, mal habitual en nues- tra disciplina, que no s6lo hacen dificil la asi- milaci6n de un texto sino que se convierten en un verdadero ejercicio de paciencia— y, en su lugar, hemos incluido notas aclaratorias a pie de pagina siempre que nos ha parecido nece- sario para una mejor comprensién del texto. Al final de cada capitulo, hemos seleccionado una serie de lecturas recomendadas, aquellas que nos han parecido mas interesantes y actuales y que pueden servir de complemento a sus res- pectivos contenidos. Finalmente, cabe decir, como autocritica, que quizd hemos procedido en algunas cues- tiones de manera simplificadora. Pero el lector debe comprender que describir y analizar el marco de la psicopatologfa general en un texto de fundamentos de la materia es como dibujar ‘un mapa en una hoja de papel. Porque conden- sar tan vasta informacién en unas paginas cau- sa el mismo efecto que el ejemplo del mapa: éste, al fin y al cabo, no es mas que un esbozo, un bosquejo en el que posteriores descubrimien- tos pueden irse situando. Por tanto, si el con- torno parece a veces confuso e indistinto, como habré sucedido aqui en ocasiones, tal vez una visi6n posterior y ampliada de él lo haga més claro. ‘Los AUTORES © Ediciones Picimide Introduccion REFLEXIONES EN TORNO ALA PSICOPATOLOGIA: DESDE LA METAFISICA HASTA EL METODO EXPERIMENTAL «Qué es un psicopatélogo? Yo creo que es una persona sorprendentemente rara, incluso dentro del grupo en el cual se ha preparado du- rante su licenciatura y sus précticas en un hos- pital, que consume su tiempo estudiando las Jeyes que explican los trastornos mentales y tra- tando a los llamados enfermos psfquicos. Esta rareza refleja una situacién muy diferente a la que observamos, por ejemplo, en los estudiosos del violin, entre los cuales se podrfa decir que son muy extrafios los que se parecen en virtuo- sismo a Jehudi Menuhin, pero, eso si, todos to- can el mismo instrumento que el genial Menu- hin, aunque no lo hagan tan bien como él, Sin embargo, me parece que los psicopatélogos no sdlo no tocan todos el mismo instrumento, sino que junos tocan instrumentos que otros des- aprueban y desacreditan! o, incluso, jinstrumen- tos cuya existencia es desconocida para los res- tantes miembros del grupo! Asf que ,cémo explicar seriamente semejante paradoja» F, Worden: Questions about man’s attempt to understand himself. (© Bicones Prtmide «Durante los dos o tres tiltimos decenios se ha producido una expansién considerable de las investigaciones cientificas en psicopatolo- gia, Este desarrollo se ha debido, principalmen- te, a la aplicacién seria de los principios de la psicologia experimental a los problemas de la conducta anormal, asf como a las innovaciones de la psicobiologia.» B.A. Maher: Principios de psicopatologia. EL PROBLEMA DE LA METAFORA MUSICAL Estas dos citas describen el estado de la psi- copatologia: un pasado que todavia es, en mu- chos aspectos, presente y un presente con de- cidida vocacién de futuro. Un estado que no difiere mucho —como era de esperar— del de sus ciencias aplicadas, la psicologia clinica y la psiquiatrfa: los misicos no tocan el mismo instrumento y parece dificil que lleguen a for- mar una orquesta bien acoplada, porque ,quién estarfa dispuesto a ser su director? La confusi6n de lenguas, de ideas y de teo- rfas es, atin hoy y en determinados ambientes, un hecho innegable: profesionales que trabajan 14 1 Introduccion en el mismo campo pero que utilizan métodos y herramientas distintas y que hablan diferen- tes lenguajes. Naturalmente, no todo es cacofonfa en este confuso panorama dela metéfora musical, pues en esta Babel contempordnea destacan algunos temas sobre los cuales empieza a percibirse, como refleja la segunda cita, una cierta armo- nia, una nueva y més ttil perspectiva, Pero re- sulta cuando menos asombroso que, atin hoy, haya resistencias en determinados Ambitos res- pecto a cul es su objeto de estudio: ges la en- fermedad mental o la conducta anormal? Y, ya sea que aceptemos uno u otro, ,c6mo distinguir Ja anormalidad de la normalidad? En cualquier caso, estas cuestiones son préc- ticamente las mismas que han estado vigentes desde la més remota antigtiedad, porque el in- terés por la psicopatologia es un acontecimien- to de naturaleza universal ¢ intemporal. Es de- cir, ha interesado desde siempre a todas las culturas conocidas, raz6n por la cual todas po- seen y han posefdo un término, al menos, para designar e identificar lo que hoy llamamos en- fermedad mental 0 conducta anormal. Otra cosa es el asunto de la explicacién de sus causas 0, mis bien, de las explicaciones, porque han sido muy diferentes segtin el zeitgeist 0 tiempo his- t6rico particular en que fueron concebidas, ya que de cultura a cultura y de época en época ha ido cambiando la respuesta a Ia pregunta: {por qué algunas personas manifiestan actos, ideas y sentimientos francamente irracionales, contrarios a la realidad compartida y que pro- vocan suftimiento tanto a ellos como a los que los rodean?!. ' Para un estudio detallado acerca del desarrollo ist6rico de la psicopatologia, puede resultar muy tl la lectura del libro de Rosen, G. (1974). Locura y sociedad. Sociologia histérica de la enfermedad mental. Madrid: EL INTERES POR LA PSICOPATOLOGIA O EL PROBLEMA DE COMPRENDER LO INCOMPRENSIBLE Sila filosofia tiene su origen, segin Platén, en el asombro (pathés) ante el hecho que in- duce a filosofar, no es menos cierto que los hechos psicopatoldgicos producen idéntico 0 mayor asombro a quienes los observan, ya que la primera caracteristica que los define es su rareza. Es més, el asombro se ve muchas veces superado para transformarse en fascinacién, una fascinacin no exenta de cierto temor e, inclu- so, por desgracia, de cierto morbo. Parece razonable que dichos sentimientos estén justificados, ya que los psicopat6logos estudian cosas fuera de lo comtin, como pen- samientos ildgicos y conductas extrafias que producen sentimientos de malestar tanto a los propios interesados como a los que los rodean. Pero, y esto es también lo paraddjico, pensa- mientos y conductas que se consideran clini- camente anémalos se insertan en la cotidianei- dad, de manera que muchas veces Ia linea divisoria entre lo que la gente llama cordura y locura, normalidad y anormalidad, es tan fina, tan tenue, que resulta casi imposible de distin- guir. Existen personas que prefieren subir diez pisos de escalera antes de soportar la experien- cia de un viaje de veinte segundos en un ascen- sor. A otras les resulta imposible pasear a solas por la calle, ir a comprar a grandes almacenes o asistir a eventos en que se aglomeran grandes cantidades de personas. Los hay que desarrollan tilceras de estémago o problemas del tracto in- Alianza Editorial; el de Porter, R. (1989). Historia social de la locura, Barcelona: Critica; oel de Hare, E. H. (2002). El origen de las enfermedades mentales. Madrid: Tria- castela (original en inglés, 1998). ; © Bicones Pcie ed — niet testinal sin que los médicos descubran causas fisicas asus dolencias. Y, por fin, algunos tienen que comprobar una y otra vez si han cerrado la lave del gas antes de salir de su casa 0 lavarse las manos tantas veces al dfa y con tanta inten- sidad que acaban por acudir al dermatélogo con heridas sangrantes, ‘Asf que en todos estos casos, cuando nos preguntan por qué, solemos responder: se trata de problemas psicol6gicos, ya saben, la ansie- dad, el estrés, el modo en que les criaron los padres, temores irracionales, personalidades inseguras, inmaduras, desequilibradas.... Pero si convenimos en aceptar el enfoque na- tural de los trastornos mentales, ;debemos en- tender que cualquier «problema» 0 «desorden» mental es, en realidad, una enfermedad al igual que cualquier otra enfermedad del cuerpo? ,Aca- 0 no confundimos, con més frecuencia de lo que seria deseable, elevados motivos humanos basa- dos en principios 0 modelos de vida o bien los hechos que configuran la «psicopatologia de la vida cotidiana» con las formas més graves de psicopatologfa? {Es siempre adecuado el término «enfermedad» para referirlo a muchas de las con- ductas humanas que intentamos comprendet? Para ilustrar estas dudas acerca de motiva- ciones, irracionalidad e intentos de comprender Jo aparentemente incomprensible, recurramos al retrato que Platén hace de Sécrates (Fedén, 97-98 a. C.), al cual presenta discutiendo en la carcel mientras espera su ejecucién tras haber preferido la muerte al exilio. Sus enemigos se preguntaban si estaba loco; sus amigos estaban perplejos y confundidos. Ni unos ni otros en- tend{an la situacién, es decir, aquella decision «drracional» a todas luces. {.Cémo podemos explicar que Sécrates dia- logase con calma mientras esperaba la cicuta? Entonces, record6 a sus amigos el primer en- cuentro que tuvo con Anaxagoras. El esperaba que, tal como el gran maestro prometid, empe- © Ediciones Pirémide Introduccin | 15 zaria sin dilaci6n a estudiar la «mente», la «psi- que», pero se desilusioné al ofr al viejo filésofo renegar de la «mariposa etérea» para reivindi- car, en cambio, el aire, el agua, el fuego y otras «excentricidades». Un pensador de este tipo, de acuerdo con la caricatura de Sécrates acerca de Anaxagoras, intentarfa explicar la conducta en términos de biologia del cerebro y fisica de los mtisculos y Jos huesos que permiten a un hombre estar sen- tado tranquilamente mientras espera al verdugo. Pero esta clase de explicacidn es, seguramente, la tipica confusién de condiciones y causas. Sécrates permanecfa en prisién porque él «eli- gid», en un acto de voluntad personal, guardar obediencia a las leyes de Atenas antes que aten- der a su supervivencia personal. Ademiés, decidié que huir seria traicionar la misi6n filoséfica a la que habia consagrado su larga y fecunda vida: hacer que los hombres to- men sus decisiones guiados por principios éticos. He aquf cémo, para Sécrates, el intento de com- prender la conducta humana fue primero y sobre todo una indagacién de los motivos que la gen- te tiene para comportarse como lo hace. Asf que habia sido la «filosoffa», casi en- carnada en el mismo Sécrates, la causante de aquel callején sin salida. gEs una locura morir para dar testimonio de un estilo de vida, de la vida interrogadora? Quiz4, responde Platén, pero él enjuicia esta eleccién como un acto de testarudez, por supuesto no exenta de ironia y de refinada perversidad hacia la estulticia de sus contempordneos, més que como una expre- sién de locura, Puede que esta y otras cuestiones similares s6lo planteen un problema a los filésofos, que, segiin creencia muy extendida, «desconocen» los duros datos de la realidad. Sin embargo, también interesan a las personas practicas, a ese tipo de personas que tratan de ayudar a los pacientes psiquicos, a los perturbados, a los 16 / introduccién que cometen actos asombrosamente parecidos en su «irracionalidad» al de Sécrates. Este intencionado ejemplo puede servir para mostrar no s6lo la complejidad y la sutileza de Jos motivos que subyacen en muchas de nues- tras conductas y los errores que facilmente pue- den cometerse si se enfoca cualquier problema humano unilateralmente, porque lo més proba- ble es que se obtenga, como dicen los estadis- ticos, un sesgo en los resultados, sino también la disparidad de explicaciones que pueden ofre- cerse segiin el punto de vista del observador del fenémeno. 2 QUE CLASE DE ENFERMEDAD ES LA «ENFERMEDAD MENTAL»? ‘A propésito de las «preferencias» de Sécra- tes, si se defiende el concepto de enfermedad como objeto de estudio cientifico de Ia psico- patologfa, entonces {qué clase de enfermedad es la enfermedad mental? Porque algunos han Iegado a sugerir, en concreto <1 mismo Freud, que una persona histérica «prefiere» (jtam- bién!) sufrir un dolor antes que afrontar las desilusiones de la vida diaria, al igual que otros psicoanalistas han legado a afirmar que muchos esquizofrénicos, en cierto sentido, «prefieren» (una vez més) la alienacién a las posibles con- secuencias de sus sentimientos: conducta sui- cida, homicida o cualquier otro tipo de desin- tegracién de la personalidad. Pero un psicopatélogo que postulase la idea de que los trastornos mentales estén causados por algiin tipo de desorden quimico del cerebro —teoria que gana puntos en la actualidad a pa- ? En conereto, ls especialistas en estudios transhis- (Gricos y transculturales, que se dedican a realizar inves- tigaciones comparadas entre diferentes épocas hist6ricas (por ejemplo, la sociedad del siglo x1x con la actual) y entre grupos humanos de diferentes culturas e incluso de sos agigantados, al menos para ciertos tipos de psicopatologfa— podria argumentar que resulta cruel y anticientifico decir que estos pacientes se «ven obligados a volverse enfermos menta- les», ya que serfa como decir que un minusva- lido tiene que «elegir» una distrofia muscular antes que aceptar ciertas consecuencias des- agradables de su vida. Este tiltimo argumento deriva del hecho de que el concepto de «enfermedad mental» es una consecuencia de la aplicacién del modelo médico para explicar y tratar las patologias mentales. Por tanto, tiene su légica que si el modelo médico elabora el concepto de enfer- medad como objeto de estudio para designar cualquier patologia corporal, al asumir las pa- tologias psiquicas como parte de su cuerpo de conocimientos y en cuanto exclusiva respon- sabilidad de sus tratamientos, ha de ampliar el concepto al de enfermedad mental. Ademis, este planteamiento, que cobra ma- yor fuerza sobre todo desde el siglo xvii, cum- plié una importante misién histérica: sustituir a los enfoques basados en criterios morales 0 sobrenaturales para explicar la psicopatologia humana por otros ms cercanos a postulados cientificos y humanitarios, con lo que se logré, ante todo, dignificar la figura de los Hamados locos 0 lunaticos y, posteriormente, sobre todo con los avances de la psicofarmacologia y de la psicoterapia en los tiltimos treinta afios, con- tribuir por vez primera en la historia a paliar con més efectividad el sufrimiento de muchos pacientes. Pero tambign es cierto que en estos «tiltimos treinta afios» los estudiosos de la psicopatolo- fa? han podido constatar ciertas observaciones diferentes niveles sociales dentro de dichas culturas. El primer tipo de estudio adopta un punto de vista diacrs- nico o longitudinal (ayer y hoy), y el segundo, sincréni- co o transversal (hoy), aunque es muy frecuente asociar ambos enfoques desde una perspectiva més global. © Ediciones Pirmide més bien inquietantes que les han obligado a plantearse serias dudas acerca del sagrado con- cepto de «enfermedad mental», en especial es- tas dos: 1, Las formas patolégicas de conducta han ido cambiando de expresién y de fre- cuencia a lo largo de la historia. 2. LaexpresiGn elfnica de muchas de estas formas patol6gicas de conducta es cua- litativamente distinta de unos grupos humanos a otros, tanto en su sintoma- tologia como en su evolucién. O sea, que: 1. Hoyse observan algunas «enfermedades mentales» que antes no se observaban. 2. Hoy se observan algunas «enfermeda- des mentales» que, en ciertos aspectos, Introduccion | 17 Que el fenémeno conocido como «en- fermedad» no es un acontecimiento intemporal, sino histérico, es decir, que se trata de un proceso dindmico con- sustancialmente unido a la naturaleza de la especie, caracterizindose dicha naturaleza, entre otras dimensiones, por a plasticidad 0 capacidad para intentar adaptarse a los cambios. Que no existe una sola enfermedad que sea linicamente un acontecimiento bio- légico, sino que todas son, en parte, hechos socioculturales’. Que cuanto mayor es la influencia cau- sal de los factores biol6gicos, mayor estabilidad histérica tienen las enfer- medades, y menor estabilidad histérica cuanto mayor es la influencia causal de los factores psicosociales. menos, tres conclusiones: parecen ser idénticas a las que se ob- Eneste sentido, cada vez resulta més inde- servaban antes pero que también pre- fendible la idea acerca de que las enfermedades, sentan ciertos aspectos (sintomas) dife- tal como hoy las conocemos, han acompaiiado rentes. al hombre desde sus orfgenes y seguirdn ha- 3. Hoyse observan algunas «enfermedades _ciéndolo, incluso para la viruela, una enferme- mentales» en su distribucién en la po- dad felizmente erradicada (quizé la tinica), pero blacién general mds que antes, y otras, que tampoco parece haber estado presente des- por el contrario, menos que antes. de el inicio de la especie humana. 4. Hoy sabemos que muchas formas de Las enfermedacles infecciosas aparecen siem- «enfermedad mental» también cambian pre que se altera el equilibrio ecobiolégico al en su aspecto (s{ntomas) yen su modo que habia logrado adaptarse un determinado de evolucionar en el tiempo segiin se _germen, y todas las grandes enfermedades epi- presenten en individuos que vivan en —_démicas han seguido esta constante, desde la Espafia o en Jap6n, en Noruega o en _/ peste bubsnica, que se transmitié de las mar- Zaire. motas de los desiertos del Asia Central al hom- bre cuando empezé a comerciar con sus pieles, hasta el sida, cuyo contagio se inicia por el consumo humano de came de ciertas especies Dichas observaciones permiten extraer, al * Para ampliar datos sobre este interesante asunto, de psiquiatria, Madrid: McGraw-Hill. Véase también el puede consultarse a Gracia, D. y Lézaro, J.(1992).Histo- _planteamiento de Guimén, J. (2002). Clinica psiquidtrica tia de la Psiquiatrfa, En Ayuso,J,L.y Salvador, L. Manual relacional. Madrid: Core Academic. © Bicones Pirkmide 18 / introduccién de simios que portan el virus pero que no sufren la enfermedad en virtud de otra mutacién que les protege. Las autopistas para la propagacién de las grandes enfermedades epidémicas han sido las rutas comerciales y militares, tanto para la virue- la como para la sifilis, asf que la humanidad, més o menos conscientemente, ha jugado desde siem- pre el peligroso juego del contagio mutuo. La tercera conclusién que sefialaba el dife- rente peso de los factores biol6gicos y psicoso- ciales en el desarrollo de las enfermedades y su mayor 0 menor estabilidad en 21 tiempo puede explicar, por ejemplo, que ciertos procesos, como la epilepsia o la depresién endégena (melanco- Ifa), la primera determinada por una disfuncién cerebral y la segunda por una presumible trans- misi6n hereditaria, estén descritos en textos muy antiguos de diversas civilizaciones, como la egip- cia, la asiria, la griega o la india. Sin embargo, los trastornos que actualmente se conocen como neurosis, cuyo nticleo es la ansiedad y en las que tienen un mayor peso causal los factores psico- sociales, raramente se encuentran descritos en esos mismos textos, salvo la histeria, sobre todo en su forma clasica de crisis psicomotora y que hoy apenas se ve. Incluso la idea de que la esquizofrenia es una enfermedad mental que siempre habria existido se ha empezado a criticar recientemen- te, entre otras cosas porque resulta sorprenden- te su ausencia de los textos anteriores al siglo XIX, Hegdndose a plantear la hipdtesis de que su aparicién es muy reciente y que su causa puede ser un virus de accidn lenta. En cualquier caso, lo que sf parece indiscutible es la accién mas 0 menos directa del funcionamiento alte- “ El argumento de la etiologfa fisiol6gica de la esqui- zofrenia también se ha fundamentado precisamente en el hecho de que aparece en todas las culturas (jaunque no se cortoboré con una muestra de 3.000 melanesios!) y con rado de ciertos neurotransmisores cerebrales y de la migracién neuronal en su origen. Pero mAs alla de la discusién sobre sus cau- sas, ni siquiera la esquizofrenia ha permaneci- do inmutable a lo largo de la historia en su expresividad clinica. As‘, mientras que a prin- cipios del siglo xx la forma més frecuente era la cataténica, hoy es una rareza. Pero hace un momento decfamos que cada vez resulta més indefendible la idea acerca de que las enfermedades han acompaiiado al hom- bre desde sus orfgenes, o por lo menos tal como hoy las conocemos. Con respecto a la esquiz0- frenia, cabria preguntarse: ghabré mutado la esquizofrenia, tal como hoy la conocemos, a partir de otros procesos patoldgicos ya existen- tes y con distinta expresividad clinica? ‘Veamos, en primer lugar, algunos datos apor- tados por las investigaciones transhist6ricas y transculturales sobre la esquizofrenia. En contra de la errénea creencia mantenida entre las déca- das de 1930 y 1950 acerca de que la esquizofre- nia era una enfermedad mental propia del mundo occidental y extremadamente rara en culturas que no hubiesen tenido contacto con occidentales, hoy existe la certeza de que no se halla ausente en ninguna cultura, ni siquiera en las que no estén expuestas a los procesos de aculturacién‘. Ahora bien, los resultados de la mayor par- te de las investigaciones comparadas acerca de Ia sintomatologia esquizofrénica entre grupos culturales diferentes permiten afirmar: 1 Que la estructura fundamental de la es- quizofrenia es siempre la misma, el dé- ficit de la actividad o det control del yo, que consiste en la percepcidn de fend- una incidencia constante que se estima en el 1 por 100, Ambas afirmaciones pueden cuestionarse; véase: Read, I, Mosher, L. R. y Bentall, R. P. (2006). Modelos de lo- ‘cura, Barcelona: Herder (original en inglés, 2004). © Balcones Prémide sis a menos psicolégicos extrafios y nuevos para el paciente, como el control, el eco el robo del propio pensamiento, que se experimentan como impuestos desde fuera por medio de algtin poder magico 0 tecnolégico en el contexto de un de- lirio, observandose en esquizofrénicos de todas las culturas. 2. Que los cambios afectan a la expresion de las formas elinicas y a ciertos rasgos especificos de cada una de ellas. Por ejemplo, el tipo de esquizofrenia clé- sicamente conocido como hebefrenia (hoy esquizofrenia desorganizada), que consiste en una alteracién basica de la afectividad, es mucho més frecuente en- tre asifticos y africanos, asf como en general en todas las culturas poco evo- lucionadas. En cambio, entre nosotros predomina el tipo paranoide, cuyo rasgo distintivo es un delirio de persecucién. Otras diferencias interculturales en la es- quizofrenia son las siguientes: 1. En los paises asiéticos o africanos, y en general en las culturas menos evolucio- nadas, abundan las esquizofrenias de comienzo agudo, con sintomas de confu- sin o perplejidad y apariencia histeroi- de o histérica, las alucinaciones visuales y tdctiles y los delirios de tematica ma- gica o religiosa. 2. Entre los occidentales abundan las formas de comienzo lento con sintomas poco Ila- mativos, los delirios muy elaborados so- bre temdticas tecnolégicas, hipocondria- 5 Alonso-Ferndndez, F. (1978). Formas actuales de neurosis, Madrid: Paz Montalvo, ® Se trata de la clésica distincién jaspersiana entre Jorma y contenido: mientras que la forma (el proceso esquizofrénico) es comin, la temética delirante viene © Eaiciones Pstmide Introduccién | 19 cas 0, como ya.dijimos, persecutorias, asi como las alucinaciones auditivas, presu- miblemente porque el pensamiento abs- tracto se encuentra aqui mucho mds ex- tendido y dichos fenémenos requieren su actividad. Como acertadamente seiialé Alonso-Fer- néndez’, parece como si la magia del mundo esquizofrénico afroasidtico tomase entre noso- tros la forma racional de la técnica y la hipo- condrfa. Pero he aqui otro dato curioso: en Ghana (Africa) los indfgenas que padecen es- quizofrenia suelen manifestar delirios sobre vivencias de influencias externas que quieren controlar su mente y su cuerpo, pero mientras que en Ghana del norte abundan los temas de- lirantes relativos a demonios y otros seres ma- léficos, en el sur del pafs, un territorio mas occi- dentalizado por el proceso colonial, Jos delirios de los indfgenas esquizofrénicos suelen refe- tirse a medios tecnolégicos, como la radio, la televisi6n o la misma electricidad, es decir, los delirios del «hombre blanco», En cuanto a la histeria, en su forma clasica de crisis con pseudoconvulsiones (0 pseudocri- sis) remedando a la epilepsia, 0 en sus formas parciales con sintomas de ceguera o de paréli- sis funcionales, siempre ha sido més frecuente en mujeres y, por regla general, en personali- dades inmaduras 0 primitivas y muy sugestio- nables, en culturas poco evolucionadas y, entre nosotros, en poblaciones més rurales que indus- triales y mas en el sur que en el norte. También se observé mucho més en la Primera Guerra Mundial (primera causa de baja en combate después de las heridas) que en la Segunda (du- moldeada socioculturalmente, Puede profundizarse en: Rossi Monti, M. y Stanghellini, G. (1993). Influencing and being Influenced: The Other Side of Bizarre Delu- sions». Psychopathology, 26, 159-164. 20 / introduccién rante la cual la primera causa de baja psicolé- gica fue la depresién). Pero esta extrafia forma de patologia mental, centro de interés de todos ios grandes autores antes y después de Freud, hoy es muy poco fre- cuente en su forma més completa (la categoria diagnéstica actual es el trastorno de somatiza- cién). De hecho, cabe decir que la histeria no es que haya desaparecido, sino que se ha desdra- ‘matizado, que ha perdido su carécter histriénico, teatral, y se ha metamorfoseado en un amplio conjunto de sintomas vagos y poco espectacu- lares. Pero, atin asi, se mantiene su distribucién epidemiol6gica tanto en lo geogrifico como en las diferencias de género y de personalidad. No cabe duda de que la histeria es una de as formas més primitivas de comunicacién de conflictos o de circunstancias que no son acep- tables para el individuo. Y puede que, por esta misma raz6n, sea una especie de comunicacién «mégica» de cardcter no verbal, Pero para ello se necesita disponer de un sistema de creencias congruente con el pensamiento mégico y una capacidad de comunicacién no verbal muy de- sarrollada, algo que nuestra actual sociedad occidental, con sus pardmetros tecnoldgicos y su feroz individualismo, ha perdido al deterio- rarse notablemente el habito de la comunicacién interpersonal, sea por la palabra o por el gesto. Este puede ser el principal motivo’ por el que los sintomas histéricos cldsicos se ven enmasca- rados por sintomas predominantemente viscera- les y psicosométicos, sintomas que afectan a los ‘6rganos internos y que se expresan como soma- tizaciones de los conflictos personales que nece- sitan una «solucién de compromiso»: ser expre~ 7 Pero no el inico motivo. Parece que el conoci to de la poblacién general acerca de la naturaleza de este fendmeno a través de los medios de informacién y la negativa percepei6n social del términochistéricola», como insulto, son también factores importantes a tener en cuenta para Ia explicacién de esta patomorfosis. En este sados para que los demas tomen consciencia de ello y, al mismo tiempo, para aliviar la ansiedad y el malestar general que provocan al paciente. Después de lo dicho, ,queé clase de enferme- dad es la «enfermedad mental»? {Cémo es po- sible aprehender su naturaleza sin estar minima- mente seguros de sus causas? ;Cémo se pueden definir sus limites si la influencia de los factores socioculturales va cambiando su apariencia con enorme rapidez en cortos perfodos de tiempo? En realidad, el concepto de «enfermedad» no es més que un constructo tedrico, es decir, una abstraccién. Pero la realidad clinica no pre- senta abstracciones, sino «enfermos», y lo que esté comprometido en cada enfermo es su pro- pio ser (esencia, naturaleza, modo de existir de cada uno). Por eso, al cambiar el hombre o el ser del hombre, sus expectativas, sus ideologias, sus horizontes, sus intereses, también cambian las enfermedades, Por eso, también, su aparente solidez como concepto «mesidnico» y su contribucién al desa- rrollo de la psicopatologia no han podido resistir el peso de algunas criticas, como la que sefiala que su uso y su abuso in extenso promocionan una actitud pesimista con respecto a los tratamien- tos de los pacientes y al pronéstico o la que hace referencia al impacto negativo que tiene sobre la autopercepcién del paciente, la imagen proyec- tada como tal y sus probables consecuencias so- ciales. Pero quizé la mds importante se haya cen- trado en la llamada esterilidad de la pauta pa- tol6gica, esto es, en Ia incapacidad de medio siglo de intensa investigacién para sustanciar la presunci6n de que todos los des6rdenes men- mismo sentido resulta intrigante, remonténdonos a fina- les del siglo xtx y principios del siglo xx, que las mani- festaciones pseudoneurol6gicas de la histeria que hoy se aprecian raramente se dieran en la época de mayor de- sarrolio y esplendor de la neurologéa © Bicones Pcimide \ tales se originan siempre por accién directa de algtin agente patégeno neuroquimico 0 neuro- fisiol6gico. Pero esto no tiene mucha impor- tancia, dicen algunos, porque la confirmacién de dicha hipétesis es slo una cuestién de tiem- po y de trabajo de laboratorio. De hecho, este enfoque de la psicopatologia sdlo ha triunfado, como cabria esperar, en cier- tos desérdenes caracterizados por groseros de- fectos neurolégicos 0 por alteraciones bioqui- micas del cerebro, que anteriormente eran mal diagnosticados como trastornos meramente psi- coldgicos y atribuidos a causas ambientales y/o intrapsiquicas, dependiendo, una vez més, del enfoque doctrinal de turno. Pero el modelo médico es menos efectivo en su capacidad explicativa totalizadora frente al resto de la psicopatologia mayor 0 menor, que, por otra parte, es la inmensa mayoria epi- demiolégicamente hablando, con independen- cia de su forma de presentacién y causas. Asi pues, hoy resulta indefendible su aplica- cién general a todas las formas de psicopatolo- gia, pues slo puede explicar con pleno rigor los desdrdenes mentales con causa corporal 0 cere- bral conocida, como ciertos procesos t6xicos 0 infecciosos que afectan al sistema nervioso cen- tral, 0 los deterioros cerebrales que conocemos como demencias, asf como aquellos en los que existe una clara influencia genética; y también puede explicar, aunque parcialmente, algunos tipos de psicosis, un campo més complejo en el que la interaccién de factores somiticos y psi- quicos es evidente, aunque con distinto peso segiin las formas clinicas que se aborden. Eneeste sentido, cabe recordar que un modelo te6rico, cualquiera que sea, siempre supone una mera aproximacién a la realidad, no la explicacién de la realidad, por lo que puede coexistir con otros modelos diferentes que intenten aprehender el mis- ‘mo fenémeno. Parece que la postura més razona- ble en la actualidad, desde un enfoque epistemo- (© Bicones Pinkie Introduccién | 21 légico, es la que plantea que el modelo médico aplicado a la psicopatologia y su concepto central, Ia enfermedad, es definitivo en algunos casos, in- eficaz en otros y, en fin, complementario con otros modelos explicativos segiin las necesidades en cuanto a la generalidad de los casos. A la postre ésta viene a ser la actitud més sensata y producti- va, dado que hoy se reconoce que las causas de la mayoria de los trastomnos severos y moderados de laconducta son multiples y variadas, debiendo ser contempladas desde un enfoque multifactorial. Por todo ello, uno de los planteamientos més novedosos de la psicopatologfa ha consis- tido en rechazar el concepto de «enfermedad mental» como término genérico para designar cualquier tipo de alteracién psicolégica, De hecho, las reciente ediciones del Manual diag- néstico y estadistico de los trastornos mentales o DSM (auspiciado por la Asociacién America- na de Psiquiatria), y de su equivalente europeo, aprobado por la Organizacién Mundial de la Salud (CIE 10, capitulo F-V, trastornos men- tales y del comportamiento), han optado por sustituirlo por el mas aséptico de «trastorno». ‘Aun aceptando que no es un término preciso, si puede usarse més genéricamente que aquél para sefialar la presencia de un comportamiento © de un grupo de sfntomas identificables en Ia préctica clinica, que en la mayorfa de los casos se acompajian de malestar o interfieren en la ac- tividad de un individuo, Ademés, tiene la venta- ja de estar desprovisto de implicaciones te6ricas de manera que no pueda identificarsele con nin- guna escuela 0 modelo explicativo concretos. LA NECESIDAD DE MODELOS EXPLICATIVOS INTEGRADORES EN PSICOPATOLOGIA Son muchos los que opinan que, para ex- plicar los fenémenos psicopatolégicos y sus N° REGISTRO UAARQL ¥ 22 | introduccién causas, existe una inflacién de modelos teéri- cos, que ademés adolecen, por lo general, de una inquietante falta de comunicacién. Este es el motivo por el que una de las tareas més im- portantes en el campo de la psicopatologfa con- siste en buscar una convergencia integradora. Pero atin llevard tiempo conseguirla, sobre todo por ciertas resistencias basadas en posturas dog- miticas. El estado actual del conflicto representa, como han sefialado Price® o el mismo Kuhn’, una etapa bien definida en el desarrollo de cual- quier ciencia; dicha etapa de diversidad anta- gOnica de criterios caracteriza el primer estadio de una disciplina que aspira a convertirse en ciencia de hecho. Segiin este planteamiento, la ciencia no es una mera acumulacién de hechos © de experiencias, sino que su historia consta de perfodos de «ciencia normal», en los cuales predominan y rigen nuestra forma de ver el mundo una o dos concepciones a lo sumo: asf, las teorfas geocéntrica y heliocéntrica de Pto- lomeo y Copérnico, respectivamente, en astro- nomia. Toda mera observaci6n que puede subvertir el orden conceptual establecido es, habitual- mente, rechazada, a veces de forma violenta. Entonces, el paradigma predominante es rfgido y, como tal, productivo para sf mismo. Pero sus bases conceptuales se revelan a la larga como arbitrarias, y ademés resulta imposible ignorar indefinidamente las nuevas ideas. Estas se van imponiendo, a veces lentamente, con mayor rapidez otras, cuando surge, por ejemplo, un descubrimiento extraordinario. El nuevo para- digma aporta nuevos conceptos, nuevos enfo- ques, nuevos métodos, que acaban por «chocar» ® Price, R. H. (1981). Perspectivas sobre la conduc- a anormal. México: Interamericana. ° Kuhn, 7. (1981). La estructura de las revoluciones cientificas. Madrid: RC.E. con el paradigma «oficial». Estos perfodos dan lugar a épocas de enfrentamientos y polémicas que pueden llegar a versar sobre cuestiones me- tafisicas, es decir, sobre la esencia de los para- digmas en cuestién, de manera que ninguno de Jos «bandos» acepta los postulados que el con- trario necesita para aprobar su opinién. ‘A pesar de que no se hagan explicitos sino cuando los cientfficos se orientan directamen- te hacia la filosoffa, los paradigmas son parte integrante de la ciencia y desempeftan una fun- cién vital en cuanto a indicar cémo se debe «jugar el juego». En términos de percepcién, un paradigma puede compararse a un conjunto general, es decir, a una predisposici6n para ver ciertos factores e ignorar otros. En la psicologia y la psicopatologia con- temporéneas, el psicoanilisis y el conductismo pueden considerarse como paradigmas. Pero a medida que se estudian en detalle, se ve lo di- ficil que es para sus respectivos seguidores re~ lacionarse entre s{ en el plano cientifico (la relativa cacofonfa orquestal del principio) dado que el conflicto entre dichos paradigmas pre- senta las siguientes dimensiones bésicas: 1) a sus respectivos partidarios les resulta dificil comunicarse entre sf, porque 2) todos operan con distintos niveles de andlisis y, ademds, 3) son de indole preteorica. Un ejemplo bien ilustrativo de la incomuni- cacién que suften los partidarios de diferentes paradigmas consiste en comparar los adjetivos con los que califican, mutuamente, sus respec- tivas teorfas y métodos de investigacién, como ya seftal6 uno de nosotros en otto lugar'®. La psicopatologfa atin vive, en cierta medi- da, este tipo de conflicto, porque atin existen "© Mesa, PJ. (1986). E! marco te6rico de la psico- patologia. Sevilla: Publicaciones de la Universidad His- palense. (© Eiiciones Pirsmide en el campo enfrentamientos de paradigmas. Pero la pugna se ha suavizado notablemente respecto a épocas pasadas (si bien no muy le- janas en el tiempo). Por una parte, porque el psicoandlisis ha perdido notablemente terreno en los tiltimos veinte afios debido a la imposi- bilidad no s6lo de demostrar sus postulados, sino también de falsarlos, y a que hace mucho més tiempo que dejé de hacer aportaciones al conocimiento de los trastornos mentales, siendo ya una tarea intitil saber si el paradigma psicoa- nalitico, aparte de legado cultural y testimonio de su creador, es una doctrina antropolégica, una teorfa sobre la sociedad y sus orfgenes, una filosofia de la cultura, un método exploratorio y terapéutico jo todo esto'a la vez!"! Por otra, porque en estas dos tiltimas déca- das existe un decidido deseo de reconducir el problema de los modelos explicativos hacia la convergencia ¢ integracién. Para lograr la pretensin de una psicopato- logfa unitaria, que no unificada, se ha impues- to la necesidad de investigar con tres postulados epistemolégicos basicos: 1, Estudiar la conducta anormal con cua- tro niveles de anilisis: el clinico, el neu- rofisiolégico, el bioquimico y el com- portamental. 2. Aplicar la metodologfa experimental siempre que sea posible y necesario (andlisis observacional, precision en la delimitacién de hechos a observar y control de la situaci6n y de las variables intervinientes), 3. Trabajar con hipétesis sencillas, pues, mientras més particulares y concretas, "" Més recientemente, asistimos a un esfuerzo por Parte de los tedricos y clinicos del psicoandlisis por in corporar precisiones en sus presupuestos. En este senti do, véase: Tizén, J. L. (2006). Psicopatologta Psicoana- © Eticions Pirémide Introduccién | 23 ms fécilmente pueden validarse 0 re- futarse parcial o totalmente. ‘SGlo el trenzado de estos niveles se ofrece como la tinica vfa eficaz para la construccién, hoy por hoy, de una psicopatologfa seria y ri- gurosa como ciencia. Los investigadores en este campo deben abandonar la clasica obcecacin por demostrar la validez absoluta de una teorfa determinada, pues todas ellas serdn, antes 0 después, perecederas. Pueden resultar validas o titiles durante un tiempo, pero acaban por ser reemplazadas parcial 0 totalmente por otras que se muestran més vilidas y utiles de acuerdo con los avances del conocimiento humano. EL PROBLEMA EPISTEMOLOGICO DE LA PSICOPATOLOGIA: UN OBJETO DE ESTUDIO TRIDIMENSIONAL Hace ya treinta afios que Sandler, un nota- ble especialista en Ja materia, se preguntaba qué puede hacer la ciencia para mejorar los enfoques convencionales que se habjan venido aplicando al estudio de la conducta anormal. «Después de todo —sefialaba— es larga la his- toria de los intentos hechos por la humanidad para enfrentarse a este problema, pero en nin- giin campo ha habido mayor resistencia al and- lisis cientifico que en el estudio dela psicopa- tologia, aunque, paradéjicamente, no ha sido una posicién antideterminista la que ha poten- ciado dicha resistencia, sino un tipo equivoca- do de determinismo. La historia abunda en nociones que plantean relaciones significativas litica Especial de las Psicosis. En Diez Patricio, A. y Luque Luque, R. (Eds.), Psicopatologia de los sintomas sicéticos (pp. 137-178). Madrid: Asociacién Espatiola de Neuropsiquiatria, 24 | Introduccién entre ciertos eventos, por una parte, y la des- viacién por otra. Se pueden diferenciar esas nociones llamandolas sabidurfa popular, pseu- dociencia o supersticién. La bibliografia po- pular est repleta de generalizaciones defec- tuosas sobre las condiciones psicopatolégicas y, por desgracia, muchas veces se aceptan esas generalizaciones sin valorarlas criticamente, al tiempo que suelen dictar el modo en que la sociedad trata de controlar las desviaciones de Ta conducta.»'* En la década de los ochenta, Polaino-Lo- rente se expresaba en patecidos términos: «La psicopatologia, como ciencia, esté en cierto modo atin por hacer. Y ello en raz6n del esta- do en que se encuentra: un estado todavia pre- critico en muchos de los problemas que trata de resolver y, por consiguiente, precientifico. La llamada crisis de la psicopatologfa reside en estar parcialmente varada, todavia hoy, en un estadio falto de objetividad. Parodiando a Ortega, diré que lo que nos pasa a los psico- patélogos es que no sabemos lo que le pasa a la psicopatologfa. Tal vez el dia que lo sepa- mos podamos modificar realmente lo que en la conducta de cada uno sucede psicopatolé- gicamente»,"? Gran parte del problema, en su origen, pa- rece residir en la necesidad te un cuerpo doc- trinal que integre los conocimientos proceden- tes de la relacién dialéctica sujeto-objeto: personalidad, conducta y mundo sociocultural. Porque la psicopatologia se ocupa de un obje- to de estudio que se presenta bajo tres dimen- siones fundamentales: la bioldgica, la psicolé- gica y la social, y su objetivo consiste en extraer ® Sandler, J. y Davidson, R. S. (1977). Piicopato logéa. México: Trillas. Polaino-Lorente, A. (1983). PresentaciGn ala edici6n espaiiola de: J. D. Maser y M. E. P. Seligman, Modelos experimentales en psicopatologfa. Madrid: Alhambra, conclusiones vilidas del ser biopsicosocial para poder estructurarse, a su vez, como ciencia. Pero es ciertamente dificil sintetizar cono- cimientos y elaborar teorfas vélidas sobre un objeto tan proteico, complejo y voluble como el que nos ocupa. Y no se entienda esto como la manida disculpa del cientffico que esconde su ignorancia con nubes de humo y divinas pa- Jabras ante la ignorancia de los profanos. Sim- plemente es una realidad incuestionable que debe aceptarse, sin dejar de trabajar para me- jorarla. Los problemas en torno a la definicién del concepto de anormalidad, a la validez de los modelos explicativos y su perversa unilatera- s lidad, a la validez y utilidad de los sistemas de clasificacién diagnéstica, a las concordancias y controversias entre la investigacién basica y aplicada, entre otros, han entorpecido el desa- rrollo de la psicopatologia. Pero, segtin Berrios", un autor nada procli- ve a especulaciones gratuitas, las principales dificultades con las que tropieza la psicopato- logfa para elaborar principios y teorfas v4lidas sobre su objeto de estudio son las siguientes: 1. Laaprehensién del objeto, esto es, todo fenémeno psicopatol6gico en sf mismo, porque la introspeccién y la observacién, que aiin son las vias regias para la cap- tacién de fendmenos psiquicos, estén sujetas a miltiples condicionantes por su cardeter subjetivo y porque en el mis- mo fenémeno psicopatolégico coexis- ten, como yd se dijo, un factor biolégi- co, que da estabilidad y constancia al Berrios, G. (1988). Historical background to ab- normal psychology. En E, Miller y P. Cooper (Dits.), Adult Abnormal Psychology. Edimburgo: Churchill vingstone. © Bicones Pcimide

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