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PRESENTAC ION

NOMBRES:
Anyeli Peralta Peña 2-19-
4740
Jenny Idalia de Jesús J. 2-19-
4037
Marlenis M. Polanco B. 2-19-4528
Lesli N. Aquino S. 2-19-4312
MATERIA:
Derecho Civil VIII
TEMA:
Teoría De La Apariencia
MAESTRO:
Pedro Ortiz

INDICE
Introducción ------------------------------------------------------------------3
La Teoría de la Apariencia -------------------------------------------------4
La Palabra Apariencia -------------------------------------------------------6
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Antecedente de la Apariencia Jurídica --------------------------------7
Doctrina de la Apariencia Jurídica---------------------------------------8
Protección de la Apariencia en el Derecho Romano ---------------9
Protección de la Apariencia en el derecho germánico------------10
La Apariencia en el Ámbito Doctrinario-------------------------------11
La Apariencia en el Derecho Positivo Argentino Actual --------12
Conclusión ----------------------------------------------------------------13

Introducción

Referente a Nuestro tema, la teoría de la apariencia vamos a ver si la


apariencia jurídica o apariencia de derecho, es la manera como los
miembros de una colectividad o una persona determinada, perciben a otro
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miembro de la misma, o bien a una cosa específica, atribuyéndole a una u a
otra cualidades o calidades jurídicas que puede o no tener en realidad,
basada en el error común e invencible tiene acogida en nuestra legislación
en casos de excepción y no fuera de tales supuestos, La regla consiste en
amparar por equidad al aparente titular del derecho.

Teoría de la apariencia

La otra situación que parece estar clara a la luz de las decisiones


jurisprudenciales es que si la victima sabía o debía saber que el prepose

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actuaba fuera de sus funciones y sin la autorización del comitente, este no
es responsable. Esta solución encuentra su fundamento en la Teoría de la
Apariencia.

La teoría de la apariencia ha sido objeto de comentarios por el presidente


de la suprema corte de justicia, Lic. Hipólito Herrera Billini, quien con
motivo del día del poder judicial pronuncio el 9 de enero de 1954 el
discurso de orden al reanudarse las labores judiciales, al decir:

En virtud de las disposiciones del artículo 1384 del código civil


dominicano ´´ No solamente es uno responsable del daño que causa un
hecho suyo, sino también del que se causa por hechos de las personas de
quienes se debe responder, o de las cosas que están bajo su cuidado.

El padre, y la madre después de la muerte del esposo, son responsables de


los daños causados por sus hijos menores, que vivan con ellos. Los amos y
comitentes, lo son del daño causado por sus criados y apoderados en las
funciones en que estén empleados.Los maestros y artesanos lo son, del
causado por sus discípulos y aprendices, durante el tiempo que están bajo
su vigilancia. La responsabilidad antedicha tiene lugar, a menos que el
padre, la madre, los maestros y artesanos, prueben que les ha sido
imposible evitar el hecho que da lugar a la responsabilidad´´.

El comitente es responsable del daño causado por su empleado aunque este


haya abusado de sus funciones.

Pero esta presunción se aplica solamente si la victima ha considerado que


el empleado actuaba, bajo la dependencia del comitente y no por su propia
cuenta.

En tal virtud, la suprema corte ha decidido que el comitente queda liberado


cuando por las circunstancias aparentes del caso la victima sabía o debía
saber que el empleado actuaba por cuenta suya, pero no cuando el

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comitente de una manera expresa o tácita, haya dado su consentimiento a
la operación concertada entre el tercero y su empleado.

En este caso se ha aplicado nuevamente, de acuerdo con nuestra


jurisprudencia, la teoría de la apariencia en el dominio de la
responsabilidad civil.

A nuestro modo de ver la teoría de la apariencia puede manifestarse para el


comitente unas veces de manera positiva y otras veces de manera negativa.

Ella se manifiesta de manera positiva para el comitente, y desde luego de


manera negativa para la víctima, cuando esta sabia o debía saber por las
circunstancias exteriores que el prepose actuaba por su propia cuenta.

Cuando la víctima sabía que el empleado actuaba fuera del ejercicio de sus
funciones y por su cuenta personal, la responsabilidad civil del comitente
no se encuentra comprometida.

Por aplicación del art 1384, párrafo tercero del código civil, el comitente es
responsable del daño causado por su empleado, aun cuando este haya
abusado de sus funciones, salvo si la victima sabia o debía saber que el
empleado actuaba por su propia cuenta.

La palabra Apariencia

La palabra apariencia, de acuerdo con el diccionario de la academia


Española, tiene, entre otros significados, el de aspecto o parecer exterior de
alguien o de algo.

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Y con la anterior definición gramatical de la palabra, se ha considerado de
manera equivocada que la apariencia es una característica intrínseca de las
personas y de las cosas, como vendría a ser en su caso la consumibilidad de
las cosas, las cuales, por su propia naturaleza, son consumibles,
gradualmente consumible o no consumibles, cuando en realidad, la
apariencia no es connatural a las personas o las cosas.

Antecedentes De La Apariencia Jurídica

Al fenómeno de la apariencia, desde los orígenes del derecho romano, se le


ha confundido con diversas figuras jurídicas con las que se entrelaza, se
mimetiza y en la mayoría de las veces se le confunde, como en el caso de la
posesión de derecho tangible e intangible, la representación, la disposición
de bienes con motivo de sucesión por causa de muerte, los actos en fraude
de acreedores, esto es al poseedor, al heredero, al representante, el acreedor
aparente entre otros muchos puestos más.

La doctrina de la apariencia jurídica

La doctrina de la apariencia jurídica es entre nosotros una figura borrosa,


una construcción de aspecto sombrío, vista como entre brumas por los
autores, maltratada por muchos jueces e ignorada por otros.

Se la considera una elaboración excesivamente compleja y que no es de


indispensable uso, por lo que suele desdeñársela, para ocupar en fruslerías
el tiempo que llevaría entenderla correctamente.

Cuando uno se adentra en su estudio descubre que la institución tiene


valores que no se aprecian a primera vista. Es más, en muchos repasos
doctrinales y aplicaciones jurisprudenciales que se ha hecho de ella campea
la superficialidad.

Protección de la apariencia en el derecho romano

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A pesar del desconocimiento de la Figuera de la apariencia en el ámbito
jurídico, esta ha influido en todos los campos del derecho civil, en menor o
mayor grado, y sus antecedentes se remontan al derecho romano, en el que
también se le desconoció por los legisladores de la época, pero sentó su
importancia principalmente a través de la posesión y de la usucapión como
forma de adquirir, con el paso del tiempo y cumpliendo ciertos requisitos,
la propiedad legitima del bien mueble o inmueble que se viene poseyendo,
figuras con las que en forma desafortunada se le ha confundido.

Protección de la apariencia en el derecho germánico

También la protección a la apariencia se encontró protegida en el derecho


germánico a través de la Figuera de la gewere, la cual era similar a la
posesión romana, pero mucho más amplia y flexible. Si bien, el paso del
tiempo y en la época de la recepción del derecho romano pos occidente, se
dio la conexión entre estas dos figuras jurídicas, mezclándose y haciéndose
una sola con el nombre de posesión, como se le regula hoy en día en el
código civil alemán.

La apariencia en el ámbito doctrinario

En Europa, fueron los doctrinarios italianos quienes, en los años 30,


comenzaron el estudio de situaciones aparentes que eran protegidas por el
legislador de su época. En España, una de las primeras referencias a la
apariencia fue en el año 1948, en la ciudad de Bérgamo,

En México, el fenómeno de la apariencia fue preocupación de un ilustre


jurista, maestro de la escuela nacional de la jurisprudencia, quien fuera
presidente de la suprema corte de justicia de la nación, y que, en 1936, en
un informe de actividades que rindió, como presidente de la tercera sala en
materia civil, de ese máximo órgano de justicia federal, manifestó la

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necesidad de que el derecho se ocupara de figuras como la del heredero
aparente.

En los años 1960, hubo estudiosos que se interesaron en el fenómeno de la


apariencia, como José Luis carral y de teresa, y en el año de 1982, toco
brevemente el maestro y doctor Ernesto Gutiérrez y González en un
artículo llamado ´´ el principio de la buena fe en derecho civil´´.

La protección de la confianza suscitada y la seguridad de los negocios


exigen que quien contribuye con su actuación u omisiones a crear una
determinada situación de hecho cuya apariencia resulte verosímil, debe
cargar con las consecuencias dañosas causadas a terceros. El principio de
que quien permite que otro cree culposa o dolosamente una apariencia debe
someterse a las consecuencias de ella frente a terceros, fundamenta varios
dispositivos legales, especialmente en orden al ejercicio del mandato. Por
ello, si se evidencia un sedimento culposo en el actuar del representado,
que no ha controlado debidamente al presunto representante, se justifica el
sacrificio de su derecho en el altar de la apariencia.

Cuando por culpa del mandante se ha creado una apariencia de mandato,


como ocurre cuando el mandato se ha redactado en términos ambiguos o
equívocos que han podido inducir en error al tercero, cuando ha permitido
que el mandatario se extralimite reiteradamente en sus poderes, creando la
impresión que son más extensos de lo que en verdad son, cuando le ha
permitido actuar de tal manera que induce razonablemente a pensar que lo
hace en su representación, resulta aplicable la teoría de la apariencia.

Pero, cuidado, la doctrina de la apariencia no es la goma de borrar a la que


puede acudirse para enmendar errores evidentes de juicio, negligencias
imperdonables o malos negocios.

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Ella no elimina ni suprime los malos negocios del mundo de los contratos,
ni permite a los vagos, a los gandules, a los torpes o a los negligentes,
invocarla para zafar de las ataduras a las que su propia incuria los ha
ligado.

La doctrina de la apariencia no es tampoco un cómodo expediente para


hacer a un lado el principio rector de que nadie puede alegar su propia
torpeza, ni su propio dolo o sacar ventaja de un fraude del que ha sido parte
Por ende, la doctrina de la apariencia exige siempre para ser aplicada la
existencia de una creencia legítima en quien la esgrime sobre los poderes y
facultades de aquél con quien se interactúa, lo que involucra implícitamente
la necesidad de buena fe del tercero que actúa en base a ella e invocándola .

Esta doctrina ha sido agudamente conceptualizada en estos términos por el


maestro Larroumet: “La teoría de la apariencia, según la cual sobre el
fundamento de una creencia errónea, un tercero ha cumplido un acto con
una persona que no tenía el derecho o el poder de cumplirlo, es tenida en
consideración, en ciertas situaciones, para admitir la validez o la
oponibilidad del acto así cumplido, mientras que según el derecho estricto
este acto sería nulo o inoponible.

Bien que no consagrada de una manera general por el Código Civil, la


jurisprudencia se ha fundado sobre esta teoría para resolver, en favor de un
tercero de buena fe, el conflicto de intereses que opone a aquél con la
persona que dispondría normalmente del derecho de invocar la nulidad o la
inoponibilidad del acto.

Para proteger los intereses de un tercero, víctima de un error común e


invencible, es decir, de un error que un hombre normalmente razonable no
habría podido remontar, teniendo en cuenta las verificaciones y las
investigaciones normales que acostumbran tomarse, se ha decidido que el
acto cumplido por el propietario aparente ha sido válidamente celebrado.
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De acuerdo con las directivas del mandato aparente, queda comprometida
la responsabilidad del otorgante si el tercero, actuando con diligencia, ha
podido confiar en la existencia de poderes.

Con frecuencia una persona obra en nombre de otra sin poderes suficientes
y, sin embargo, las circunstancias que rodean su gestión hace razonable
suponer que obra en ejercicio de un mandato.

En el conflicto entre el interés de quien no dio poderes suficientes y el


tercero de buena fe que creyó por razones serias que había mandato, la ley
se inclina frecuentemente por éste, protegiendo de este modo la seguridad
jurídica.

Otro territorio de la doctrina de la apariencia es el del pago al acreedor


aparente. Bien se ha dicho que “el pago es válido cuando ha sido hecho no
al verdadero acreedor, sino a quien se encontraba en posesión del crédito.
Debemos entender por tal, no al detentador del título escrito que documenta
la deuda, sino a aquel que pasa a los ojos del público como el acreedor: el
acreedor aparente.

Tal es el caso, particularmente, del heredero aparente, del acreedor original.


La validez del pago está siempre subordinada a la buena fe del pagador.

En esta temática ha escrito un autor francés que “cuando las condiciones de


la teoría de la apariencia están reunidas, el solvens, cuando el pago ha sido
reputado válido y liberatorio, no podrá ser inquirido por el verdadero
acreedor.

En revancha, aquél podrá volver contra el accipiens para obtener la


restitución de su acreencia. Este recurso no puede fundarse sobre la
repetición del pago indebido.

La apariencia en el derecho positivo argentino actual

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Debe distinguirse nítidamente la doctrina de la apariencia, de cuño
jurisprudencial y doctrinal, con las normas que el ordenamiento jurídico
argentino contiene, para encauzar diversas situaciones en que ciertas
apariencias merecen ser tuteladas, lo que podría denominarse gráficamente
como “la apariencia secundum legem”. Analizaremos seguidamente la
distinción.

Las normas que el ordenamiento jurídico ha dispuesto para tutelar diversas


situaciones de hecho aparentes, son diversas y varían según el
ordenamiento del país que se analice.

Respecto de ellas ha dicho el prof. Suescún Melo que “es innegable que de
vieja data el derecho ha tenido en cuenta diversas situaciones de hecho
aparentes para darles un determinado tratamiento.

En este supuesto lo que importa es el carácter evidente, ostensible,


manifiesto y visible de una situación de hecho. Se trata de tomar en
consideración la apariencia en su sentido material.

En esta hipótesis la situación de hecho aparente puede producir


consecuencias jurídicas por sí misma, o en virtud de ciertos signos o
comportamientos exteriores que ponen de manifiesto la existencia de un
derecho.

Los autores suelen dar como ejemplos de situaciones de hecho aparentes,


que producen efectos jurídicos por sí mismas diversas normas que le hacen
producir consecuencias jurídicas directas e inmediatas a lo que se ve, a lo
que es perceptible, precisamente por tratarse de hechos aparentes u
ostensibles.

1) Las normas sobre herencia aparente


2) El régimen del pago al acreedor aparente

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3) El respeto de los derechos adquiridos por terceros de buena fe a
título oneroso respecto de inmuebles o muebles registrables
4) Régimen de la representación aparente
5) Régimen de protección del consumidor

Conclusión
La teoría de la apariencia ha sido objeto de comentarios por el
presidente de la suprema corte de justicia, Lic. Hipólito Herrera
Billini, quien con motivo del día del poder judicial pronuncio el 9 de
enero de 1954 el discurso de orden al reanudarse las labores
12
judiciales Esta solución encuentra su fundamento en la Teoría de la
Apariencia. El comitente es responsable del daño causado por su
empleado aunque este haya abusado de sus funciones.
Pero esta presunción se aplica solamente si la victima ha considerado
que el empleado actuaba, bajo la dependencia del comitente y no por
su propia cuenta.
En tal virtud, la suprema corte ha decidido que el comitente queda
liberado cuando por las circunstancias aparentes del caso la victima
sabía o debía saber que el empleado actuaba por cuenta suya, pero no
cuando el comitente de una manera expresa o tácita, haya dado su
consentimiento a la operación concertada entre el tercero y su
empleado.
En este caso se ha aplicado nuevamente, de acuerdo con nuestra
jurisprudencia, la teoría de la apariencia en el dominio de la
responsabilidad civil.
A nuestro modo de ver la teoría de la apariencia puede manifestarse
para el comitente unas veces de manera positiva y otras veces de
manera negativa.

Bibliografía

Tratado Practico de responsabilidad civil dominicana, Dr. Jorge A.


Subero Isa.

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