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SAM Y LAS SEMILLAS DE GIRASOL

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Sam ama visitar a su abuelo en el campo.

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Juntos cavan lechos para las verduras, alimentan a los pollos y riegan las flores.

Y cuando a Sam le da hambre él toma un durazno desde su árbol favorito de


duraznos y se lo come.

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Pero lo que más ama Sam son los girasoles de su abuelo. A él le encanta pararse
a su lado y mirarlos como bailan en el viento.

El abuelo siempre escoge un girasol y se esconde detrás para hacerlo reír.

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Un día Sam visito la granja de su abuelo y los girasoles no estaban.

El campo lucia vacío y triste.

Sam esta triste, también.

“¿Dónde están los girasoles, abuelo?, dijo Sam.

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El abuelo de Sam lo tomo de la mano y caminaron hacia la parte trasera del granero.

“Mira, Sam,” dijo el abuelo. Él le dio a Sam un girasol. Este esta café y seco.

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“Los girasoles son hermosos cuando están creciendo”, dijo el abuelo. “Y son muy
útiles. Nosotros obtenemos aceite de esas pequeñas semillas y también a los
pájaros les encanta comerlas.”
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Entonces el abuelo agito el girasol y le dio algunas semillas a Sam.

“Toma Sam estas semillas y cultiva girasoles en la ciudad.”

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Conozco un lugar seguro.

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Tan pronto como Sam llego a casa, el busco un macetero y planto sus semillas de
girasol.

El busco una regadera y las roció con agua. Luego pensó en un lugar seguro para
guardar sus semillas.

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Sam revisa sus semillas cada mañana, tarde y noche.

Las riega con mucho cuidado.

Pero sus semillas no crecen. Sam esta triste.

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Sam regresa a la granja de su abuelo. Su abuelo le pregunta por las semillas.

“Las semillas no están creciendo abuelo,” dijo Sam.

El abuelo de Sam le pregunta gentilmente: “¿Dónde están tus semillas Sam?

Sam le dice. El abuelo sonríe y le dice:

“¡Tonto Sam! Los girasoles necesitan sol”.

Y rieron juntos.
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Sam puso sus girasoles al sol.

Y ellos crecieron y crecieron y crecieron.

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