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¿Qué digo después de decir Soy terapeuta floral?

En las líneas que siguen pretendo dar respuesta a una pregunta que me hacen habitualmente en los cursos: “Después de decir que soy
Terapeuta Floral ¿qué digo?”

Lo que el alumno está preguntándome es: ¿Cómo explico brevemente lo que es la terapia floral? Le sugiero que primero responda qué
son las esencias florales; y luego, quién es un terapeuta floral.

Veamos un texto que ofrezco a los terapeutas florales como guía de presentación de la terapia floral

Guía para la presentación de las esencias florales y el Terapeuta floral

Las 38 esencias del Dr. Bach son preparados bebibles de plantas silvestres elaborados a partir de flores en su punto óptimo de floración
que se sumergen en agua y se exponen al sol, o a la ebullición. Este proceso finaliza en una dilución bebible que se comercializa en
pequeños frascos de 10 o 20 ml en farmacias y tiendas especializadas.

Las esencias florales actúan en todos los seres vivos: humanos, animales y plantas. Son compatibles con los tratamientos alternativos y
alopáticos a los que no substituye. Se benefician de ellos adultos, mujeres embarazadas, recién nacidos y niños porque no poseen
contraindicaciones, no hay riesgo de sobredosis, no inducen trastornos secundarios y no conllevan adicción.

Su toma determina, merced al desarrollo de la virtud opuesta, la disminución de la intensidad y frecuencia de alteraciones emocionales
tales como: odio, miedo, inseguridad, depresión, ansiedad, angustia...

Sus propiedades terapéuticas de los desequilibrios del ánimo, origen de muchos padecimientos mentales y orgánicos, fueron
descubiertas por Edward Bach, médico bacteriólogo, cirujano y homeópata inglés, entre los años 1928 y 1936. Su particular sistema de
elaboración permite que se fijen a una alcoholatura los principios energéticos de la flor capaces de propiciar una reorientación de los
afectos en el ser humano.

Las propiedades de los 38 remedios de Bach son descritos, y resaltados sus beneficios, por la Organización Mundial de la Salud en 1983
(Medicine Traditionelle et Couverture des Soins de Santé”, OMS, Geneve, 1983, pag. 165). A partir de 1980 se incorporan nuevos
sistemas florales al panorama terapéutico floral.

Ahora bien, estos remedios de emociones y sentimientos perturbados da lugar a dos figuras, la del Práctico en Flores de Bach y el TFI;
ellos son quienes formulan luego de escuchar a su cliente y después de una correcta formación profesional y personal.

Fundamentación del apartado anterior

En estas 20 líneas estamos diciendo varias cosas: damos una idea inicial importante y esta es que no se trata de arreglos florales u
aromaterapia sino de preparaciones bebibles que se comercializan en farmacias y tiendas especializadas. Permite que quien lo escuche
rápidamente despeje las fantasías a las que predisponen las palabras “esencias florales”. Estamos diciendo que no se miran, ni se
tocan, ni se huelen, sino que se beben y que además su consumo está tan extendido que se consiguen en la farmacia de su barrio.

Inmediatamente después aclaramos qué actúan en todos los seres vivos, vale decir, informamos sobre la extensión de su acción
sanadora, desde el ser humano a plantas y animales que nada saben del efecto placebo. A esta altura está claro que nuestro imaginario
interlocutor se estará preguntando sobre compatibilidades y efectos negativos, así es que para que no crezca la duda, introducimos la
referencia cierta a su compatibilidad con otros métodos de tratamiento y su ausencia de efectos adversos para la salud emocional y
física incluso de niños recién nacidos. Nada más inocuo entonces.

En este momento habremos de afinar qué es lo que tratan, pudiendo decir algo general, como lo dicho más arriba; o particularizando
con el ejemplo de lo que sucede a nuestro amable oyente, si es que nos ha dicho algo sobre su malestar. Personalmente me interesa
mencionar que su toma desarrolla la virtud opuesta al odio, al miedo, etcétera. Un modo de decir que son pacificadores naturales de las
pasiones.
En este punto, quien nos escucha estará preguntándose de dónde ha salido esto y cómo es que se produce tal reorientación del ánimo.
Es un buen momento para subrayar que un doctor en medicina ha sido responsable de este descubrimiento, un señor con una
trayectoria profesional de envergadura en la medicina alopática y homeopática, me refiero al Dr. Edward Bach; así como aludimos a la
cuestión energética que cada elixir porta en su composición.

La referencia a la OMS es importante porque ha dado gran impulso que dicha organización incluyera, en su informe sobre medicinas
tradicionales, tan buenas palabras para la terapia floral. Como el citado texto habla de tres sistemas florales (Bach, Vitaflorum y
Exaltation of Flowers) a continuación informarmos que el descubrimiento y elaboración de nuevos remedios florales ha continuado su
expansión por el mundo.

Una vez que hemos explicado lo que damos habrá que aclarar quién lo da; y como el título de este escrito es Qué digo después de decir
“Soy terapeuta floral” me ciño a la figura del terapeuta floral (entendiendo que en la Terapia Floral existen otras formas de tomar
esencias florales: la autoobservación, el modo “como coadyuvante de otras técnicas terapéuticas” y el doméstico)

En este último punto volvemos a centrar a nuestro oyente, retomamos que se trata de remedios de emociones y sentimientos
perturbados, y que quien los formula es un Práctico en Flores de Bach o un Terapeuta Floral Integrativo luego de escuchar a su paciente.
Quizá podríamos agregar que como resultado del acompañamiento floral se evita el agravamiento de variedad de padecimientos
emocionales y sentimientales; mejoran el ánimo, las fuerzas y la empatía; y promueven, en conjunto, el advenimiento de un sí mismo
capaz de acometer nuevas transformaciones que traerán mayor bienestar a sí y a quienes lo rodean.

Nuestro interlocutor seguramente se preguntará qué clase de formación tiene quien desarrolla tan delicada tarea, así es que
aclararemos que se trata de una correcta formación profesional y personal a la que es deseable que cada terapeuta floral aspire.

Gracias por tu amable atención.

Escrito 2:

¿QUÉ SUCEDE EN UNA TERAPIA FLORAL?

“La terapia floral me cambió la vida”. Este comentario que bien podría ser algo dicho por alguien apasionado (o exagerado) en un
momento de alta emocionalidad es, no obstante, una declaración común a todas las personas que han bebido esencias florales por un
tiempo suficiente.

Pero ¿qué cosas pasan en una terapia floral?. Veamos algunas.

o Es habitual que nuestros allegados perciban nuestros cambios antes que nosotros mismos “Tienes mejor cara”, “Estas más tranquilo”,
“No contestas de tan mala manera”, “Me siento mejor hablando contigo”.
o Aumenta la capacidad de escuchar y la empatía.
o Se produce un incremento de la habilidad de poner en palabras lo que se siente y se piensa. Esto es fundamental a la hora de saber
qué nos está sucediendo, qué necesitamos y cómo expresarlo.
o Se desarrolla la sensibilidad hacia la naturaleza y el arte, junto con el desenvolvimiento de la aspiración espiritual y nobles ideales.
o Disminuyen la ansiedad y la angustia y eso permite al sujeto retomar sus quehaceres cotidianos con una sensación de mayor
autonomía; y decidir adentrarse en la comprensión de lo que está teniendo lugar. Si bien es cierto que algunos se retiran del
tratamiento una vez conseguido lo primero, otros continúan explorando en profundidad. Evidentemente quien prosigue más allá de la
mejora sintomática es el que se beneficia de lleno con esta singular forma bebible de tratamiento de la psique.
o La terapia floral actúa tanto sobre los síntomas psíquicos: miedo, ira, celos, incertidumbre, dolor por muerte o separaciones,
trastornos de la sexualidad, estrés, agotamiento, etc.; como en los síntomas físicos: dolores musculares, espasmos, jaquecas. Tratando
las emociones tratamos los dolores físicos.
o Se regularizan las funciones fisiológicas. Quien bebe terapia floral se enferma menos.
o La terapia floral procura alivio psíquico en caso de enfermedades graves facilitando en el paciente el proceso de aceptación de su
destino, despedidas, actualizaciones, disminución del miedo a la muerte.
o Aumenta la capacidad de recordar la historia personal y los sueños; la sexualidad se expresa con mayor riqueza y pierden fuerza los
mecanismos de conversión psicosomática.
Escrito 3º:

EL SISTEMA DE CALIFORNIA: Esencias relacionadas con la expresión sexual.

A partir de la muerte del Dr. Bach (Flores de Bach) en 1936, hasta finales de la década de los setenta se produjo un gran silencio floral
en materia de elaboración de nuevas esencias florales. Todo parecía indicar que las únicas flores que poseían poderes curativos eran las
38 seleccionadas por el médico inglés y específicamente las crecidas en la zona de Gales. Pero aparecieron los elaboradores de
California y conformaron un sistema confiable, cada esencia, antes de salir al mercado, es investigada por un plazo nunca menor a un
lustro y que generalmente se extiende a 10 años.

Bach organizó a sus esencias en 7 grupos emocionales: remedios para los que sienten temor, sufren de incertidumbre, falta de interés
por el presente, soledad; hipersensibilidad a influencias y opiniones; abatimiento o la desesperación; y preocupación excesivamente por
el bienestar de los demás. Los elaboradores de California las ordenan por orden alfabético, pero, a efectos exclusivamente didácticos se
pueden estudiar divididas en 7 grupos teniendo en cuenta los planos o dimensiones de la existencia a las que cada esencia dirige –
fundamentalmente- su acción. Esta nueva taxonomía de las Flores de California ha sido sugerida por Grecco y Espeche, resultando en:
Flores para la vida afectiva; la vida sexual; la vida energética; la vida espiritual; la vida creativa y aprendizaje; la de interacción social; y la
Autorealización.

Puede interesarnos en esta oportunidad detallar algunas esencias del 2º grupo: “La Vida Sexual”. La selección es personal, resultando
subjetiva y cuestión de preferencias.

¿Qué es la sexualidad?

Antes de introducirnos en la materia floral, sirvan algunas puntualizaciones:

La sexualidad no es una “vida” aparte de la vida, sino el lugar donde también se expresa eso que somos cuando no estamos en un
momento especialmente sexualizado, así es que cualquier esencia que tomemos también modifica nuestra expresión sexual. No
obstante, hay algunas esencias que llevan nuestra atención hacia ese lugar reservado e íntimo y hacia dónde dirijimos la atención, es
decir, nuestra conciencia, hay posibilidad de cambio.

La sexualidad engloba un conjunto de factores psíquicos, afectivos, incluso intelectuales y sociales que sobrepasan el terreno biológico.
Se teje con los hilos de la historia familiar y personal y con los del discurso sociocultural dominante en cada época. En éste último
sentido hoy se cuestionan ciertas improntas del modelo de relación patriarcal –en el que nos hemos socializado y que es modelo de
comunicación y vínculo amoroso- que ha determinado una sexualidad de “posturas dominantes; tiempos cortos; focalización del
contacto en los genitales; compulsividad cuando no violencia; déficit sensual y tierno; visión escindida de la mujer: “puta” o señora, con
la que se tiene hijos (madre) o con la que se goza (amante), buena o seductora (mentirosa); igual división sufre el hombre: macho o
“mariposa”, la sensibilidad y ternura es vista como una debilidad en el hombre; así como “poco femenina” o “de cuidado” será
considerada la mujer que se hace cargo de su deseo sexual u otro y deviene sujeto activo propulsor de cualquier propuesta.

Este estrangulamiento de lo femenino favorecido por el discurso patriarcal -al que debemos, en su expresión más sana, poder compartir
sobre sexualidad, ir hacia quien nos interesa con mayor libertad, mostrar nuestras apetencias y gustos-, digo, este deterioro del
patriarcado es responsable, en parte, de importantes disfunciones afectivosexuales: desensibilización, miedo a la intimidad, relaciones
destructivas y sexualmente agresivas, anestesiamiento, conflictos entre “recato y promiscuidad”, sexo sin calidez, abusos sexuales.

De la forma en que este discurso cultural se entrelaza con la historia personal, acentuando uno u otro déficit, no es tema que podamos
tratar aquí porque en cada uno asume distintas formas. Pero sí podemos decir que la terapia floral “escucha” esta crisis y ofrece una
serie de esencias que sirven, no para mágicamente transformar una actitud fría y distante en amor (nunca he visto tal cosa con ninguna
esencia y los elaboradores, investigadores y escritores de terapia floral deberían ser más explícitos al respecto), sino que le serán de
utilidad al paciente para decidirse a abordar el tema con la profundidad que se merece, para hacer historia, desarticular prejuicios,
cuestionar lo aprendido, preguntarse por lo que realmente desea, explorar otros recursos, inventar otras posibilidades, perder miedos,
ir hacia lo que quiere. Y sin duda que esta es una posición más creativa que la de permanecer en la inconsciencia.

Descripción de las esencias

Las esencias que pertenecen a este grupo, de las cuales veremos algunas pocas, trabajan aportando seguridad en el contacto íntimo,
despertando a la sensualidad, alejando temor, vergüenza y prejuicios, sanando un pasado de abusos y violencia sexual.

Sticky Monkey Flower o Mímulo viscoso -Mimulus Aurantiacus (amarilla)-


Se beneficia de esta esencia quien se pregunta por su miedo a incluir sentimientos cálidos y vinculantes en la relación sexual. Sexo sí,
afecto no. Esta retracción puede llevar a la represión de la sexualidad compartida -en el sentido de una duradera retirada del
acercamiento íntimo- o por el contrario, y a modo de formación reactiva, a una vida sexual concurrida y variada. He visto ambas
expresiones de este tipo de miedo a la cálida intimidad en varones homosexuales, hombres maduros y solteros y en personas que se
han separado ya hace años y dicen no desear volver a intentarlo (en general declaran que han sido abandonadas por sus parejas).

Easter Lily o Lirio del Este -Lilium Longiflorum (blanca)-

Es una de las esencias que más he utilizado en España en mujeres mayores de 55/60 años. Necesita de esta esencia quien, para referirse
al sexo, lo hace en términos de “guarrería” o “inmundicia”, siendo el disfrute del cuerpo propio y del otro, cuestión intratable opuesta a
lo que una buena mujer debe hacer. Estamos hablando de actitudes que comportan censura, moralismo, crítica, represión y una general
repulsa hacia hacer el amor y los genitales.

Hibiscus o Hibisco –Hibiscus Rosa-

A diferencia de la anterior, la persona que precisa de esta esencia, no suele denigrar la sexualidad con la palabra, sino que no
experimenta sensualidad. Se trata de un cuerpo que no goza, ni se estremece, sino más bien que se inquieta. El sexo no motiva, es una
obligación que hay que tramitar rápidamente. Esto puede culminar en apatía sexual.

Abuso sexual

La lista de esencias apropiadas para hombres y mujeres que han sufrido abuso sexual de pequeños o en la adolescencia, es
verdaderamente extensa, mencionaré solo dos: Black Cohosh o Serpentaria -Cimifuga Racemosa (blanca)- y Evening Primrose o Flor de
la oración- Onenothera Hookeri (amarilla). La primera es para cuando ese maltrato se expresa en el presente mediante la formación de
relaciones destructivas o sexualmente agresivas. La segunda es para la distancia emocional y represión de la sexualidad a causa de
abusos en la temprana infancia.

Como siempre al terminar un artículo, invito a los profesionales de la medicina y la psicología a incorporar a su práctica el uso de las
esencias florales.

Escrito 4º:

Reportaje al Dr. Eduardo Grecco: “Cinco maneras de sabotear el placer sexual”

El Dr.Grecco, es psicoanalista, Dr. en psicología, psicoterapeuta, docente y terapeuta floral, presidente de la Asociación Latinoamericana
Floral y probablemente el autor de habla hispana más prolífico en materia floral. En los dos números anteriores hemos venido
hablando de este sistema floral que es, después del sistema de Bach (las 38 “Flores de Bach”), el que más tiempo lleva implantado en el
mercado terapéutico. Esto implica obviamente una importante ventaja a la hora de elegir alternativas complementarias al sistema
inglés: evidencias clínicas contundentes demostradas una y otra vez a lo largo de más de 25 años. Cuestión que en nada desmerece a
otros sistemas florales que se destacan por otras particularidades, y que ya tendremos tiempo de tratar.

A propósito de la experiencia clínica con el sistema de California, quiero introducir un reportaje -hecho especialmente para los lectores
de Espacio Humano- al Dr. Eduardo Grecco. Nos visitará en Madrid el próximo marzo invitado por SEFLOR (Sociedad Española para la
Investigación, promoción y uso terapéutico de las esencias florales, asociación sin fines de lucro).

Lo que leeréis seguidamente es una continuación del tema que abordáramos el pasado mes en esta misma sección: LA PREGUNTA POR
LA PROPIA SEXUALIDAD, cuestión que el Dr. Grecco enriquece con su decir explícito y directo.

La sexualidad como maestra

S. Veilati: ¿Hay una definición para la sexualidad?

Dr. Eduardo Grecco: La sexualidad es una experiencia que acontece tanto en el cuerpo como en el alma y que funciona como maestra
en nuestro proceso de evolución hacia la realización personal. Al concebir al sexo como una búsqueda, la conciencia admite su
naturaleza incompleta, falta que el amor intenta cubrir a cada paso de la vida.

Sin embargo, este descubrimiento puede ser vivido con angustia y miedo. La persona siente, entonces, que en el centro de su ser se
desata un torbellino al cual no puede enfrentarse, semejante al dolor que produce el corazón partido y desgarrado por una pérdida.
Estas situaciones, marcan al psiquismo a fuego y pueden llevar a la persona a evitar el contacto sexual.

Me refiero específicamente a lo que bien podríamos llamar “los cinco mecanismos para encubrir, de diferentes modos, la incapacidad
para la entrega al goce sexual compartido.

Sanar la sexualidad con esencias florales: La Anorexia sexual

S. Veilati: ¿Cuáles son esos mecanismos y en cuáles esencias florales podemos pensar para su sanación ?

Dr. Eduardo Grecco: Me gustaría referirme en principio a “la anorexia sexual” que es un intento inconsciente, de la persona, para hacer
de cuenta que no necesita nada. La mejor manera que encuentra, para lograr este objetivo, es creer que ya tuvo todo el sexo que le
hacía falta.

El origen de este padecer hay que buscarlo en una fuerte sensación de amor y placer erótico insatisfecho vividos como un profundo
vacío interior. Así, como la lujuria representa una manera de cubrir este vacío por medio de una constante actividad sexual que, sin
embargo, “no alimenta” y no calma el deseo, la anorexia sexual es privar a este agujero afectivo de la nutrición erótica con la esperanza
de que de esta manera deje de existir.

En algunas oportunidades la anorexia sexual se encubre bajo la forma de una espiritualidad ascética, un apego neurótico a “disciplinas”
o una renuncia a la vida sexual con la justificación de perseguir fines trascendentes.

Este síntoma suele estar acompañado de resistencia al crecimiento y la madurez sexual, convirtiendo el propio cuerpo en el de un púber
o borrando sus formas. Nace de una experiencia infantil traumática, de inseguridad emocional o de temor a enfrentar las tareas del
vivir.

Algunas esencias para sanar este tema son la Mariposa Lily (para sanar la relación con la madre arquetípica y la carencia afectiva),
Lady’s Mantle (para sanar la relación con la madre terrena y el vacío interior) y Fairy Lantern (para sanar el síndrome de Peter Pan y
aceptar el madurar).

Anestesia sensual

S.Veilati: Has dicho que podemos reflexionar sobre cinco mecanismos de sabotaje sexual, ¿Cuál sería el segundo?

Dr. Eduardo Grecco: Estar anestesiado sexualmente. Esto significa que los sentidos están dormidos y las sensaciones inhibidas para todo
lo que tenga que ver con lo sexual. Pero esto que ocurre en el cuerpo, sucede en el alma. La anestesia exterior es consecuencia de un
dinamismo interior que, independientemente de las causas concretas que lo forman, expresa temor, indefensión y desamparo. En
ocasiones, este padecer, también, es producto de un proceso melancólico o depresivo. En ese caso hay que incluir entre los motivos
emocionales a considerar las “penas de amor”.

La anestesia sexual conlleva muchos problemas en las relaciones afectivas ya que o bien no puede encubrirse o se promueve una
conducta de fingimiento que lleva al desajuste, el malestar y la tensión en las parejas.

Y algunas esencias florales que colaboran a su tratamiento son Hibiscus (para despertar el deseo y las sensaciones corporales),
Manzanita (para reconocer la presencia del cuerpo) y Self-Heal (que es un magnifico despertador del médico interior pero, también, de
las sensaciones dormidas).

Inapetencia sexual o el “mal de los casados”

Susana Veilati: En uno de tus cursos hiciste referencia a la inapetencia y la alexitimia sexual como otros modos de obstrucción al devenir
erótico…

Dr. Eduardo Grecco: Sí, es cierto, y podemos decir que la inapetencia es el tercer mecanismo de sabotaje sexual. Se puede observar que
hay hombres y mujeres que no presentan ninguno de los síntomas sexuales que usualmente traban las relaciones. Si manifiestan, en
cambio, una marcada tendencia hacia una bajísima frecuencia en la actividad sexual. Esta escasez es evidente para uno o para ambos
participantes de la pareja aunque la viven de un modo distinto. En el caso de que sea un hombre quien padece de inapetencia sexual,
esta situación le trae pesadumbre y culpa ante la pobreza de sus desempeños y, por su parte, la mujer se siente víctima de una
privación o de una conducta mezquina por parte del varón. En el caso inverso, el hombre se siente no deseado y dejado de lado y la
mujer se vive prisionera de una doble sensación: por una parte no quiere hacer el amor sin ganas y por otra, no quiere herir a quien
ama.

Este síntoma puede ser manifestación de abulia depresiva o temor claustrofóbico ante la relación y el compromiso. Se puede sanar con:
Hibiscus (para despertar el deseo sexual), Poisson Oak (para el miedo a la intimidad en la mujer), Sticky Monkey Flower (para el miedo a
la intimidad en el varón).

La alexitimia sexual

S.V.: ¿Cómo defines la alexitimia sexual y que esencias recomiendas para éste doloroso estado del ser?

Dr. Eduardo Grecco: En principio, podemos definirla como la incapacidad de reconocer lo que se siente y vive en una relación sexual.
Una mujer, por ejemplo, no sabe si tiene o no tiene un orgasmo, si le gusta o no le gusta que le acaricien los pechos, si la penetraron o
no la penetraron.

Este padecer es bastante típico de las personalidades histéricas. Sus historias, que resultan, por momentos, asombrosas, no hacen otra
cosa que dramatizar la imposibilidad para lograr relaciones profundas y comprometidas. Así, como no saben dar cuenta de sus
sensaciones físicas, tampoco tienen claridad emocional sobre sus afectos.

No hay que pensar mucho para darse cuenta de las complicaciones sexuales a que obliga este síntoma. Quien lo padece se ve a merced
de las mareas emocionales y sensoriales de los otros y no alcanza muchas veces los niveles básicos de placer.

Se puede sanar con las esencias de la Yerba Santa (para sanar la incapacidad de reconocer lo que auténticamente se siente) y Angélica
(para acrecentar la capacidad del alma en sentir el cuerpo).

La tensión muscular como inhibitoria sexual

S. Veilati: ¿Y el quinto mecanismo?

Dr. Eduardo Grecco: Se trata de la tensión muscular crónica, y puede convertirse en una limitación importante en la expresión sexual, ya
que, restringe la capacidad de experimentar placer. Cuando este síntoma aparece la motilidad natural y espontánea del cuerpo se
encuentra afectada, el sistema involuntario de acción se ha rigidizado, los automatismos comienzan a fracasar, las corazas corporales
ahogan la respiración y los ritmos y pulsaciones del organismo ya no vibran adecuadamente. Correlativamente, el “niño interior” esta
bloqueado e impedido de manifestarse con libertad.

Los músculos tensos se convierten en afectos inhibidos y los afectos inhibidos implican la disminución o pérdida de la sensibilidad. De
esta manera los tres pilares de la experiencia de placer (respiración, movimiento y sensibilidad) están, en este proceso, obstruidos y el
goce tachado.

Susana Veilati: ¿Qué consecuencias trae todo este circuito de falta de relajación a la sexualidad?

Dr. Eduardo Grecco: Una de ellas es la ausencia de la entrega personal. El cuerpo que no se relaja, es un cuerpo que no vibra, y el
cuerpo que no vibra hace inviable el orgasmo o por lo menos resiente su capacidad de manifestación. La llave de todo este dinamismo
reside en un alma que se ha puesto rejas.

En la sexualidad de los tiempos modernos, el estrés, la competencia, la aceleración, los imperios de actividad laboral y otros factores
hacen que la tensión muscular sea un ingrediente que obstaculiza la fluidez de los vínculos eróticos. Cuando la persona esta tensa,
cuando no alcanza el suficiente nivel de una buena relajación, la experiencia sexual no adquiere los matices suficientes para permitir
llegar a convertirse en un encuentro creador de felicidad. Por el contrario produce insatisfacción, malestar, angustia y puede ser la
causa de problemas psicosomáticos.

En muchas personas el circuito funciona al revés: la sexualidad es el motivo de la tensión muscular que impide el acercamiento erótico.
A veces, esto esta provocado por temor, otras por agresión, o por diversas motivaciones inclusive, morales. Sea cual fuere el origen, la
sexualidad es vivida como una actividad problemática, conflictiva y displacentera.

Susana Veilati: ¿qué fuerzas pueden estar operando dentro de una persona tan capaces de llevar algo placentero al extremo de lo no
placenter

Dr. Eduardo Grecco: Bueno…aunque parezca asombroso hay en cada uno de nosotros un circuito de condena y de castigo, que en estos
casos se actualiza y que hace que la culpa, el miedo o el odio se vuelvan músculo contraído y tenso.

No hay que olvidar que la apariencia del cuerpo es reflejo del perfil de la personalidad y que la contractura física no es otra cosa que la
escenificación del endurecimiento del alma. Cuando a una persona tensa muscularmente le damos la consigna de suspirar los músculos
se elongan. Esto ocurre porque los suspiros son elongaciones del alma y un alma elongada crea un cuerpo relajado.
Algunas posibilidades florales son Dandelion (para obtener relajación muscular), Zinnia (para lograr espontaneidad), Yerba Santa (para
lograr una respiración profunda y armónica) y Pink Yarrow y Purple Monkeyflower (ambas para aumentar la sensibilidad).

Susana Veilati: ¿Cómo definirías entonces la acción de las esencias florales a nivel de nuestra

Dr. Eduardo Grecco: “El poeta Nemer Barud dice “Me di cuenta que te amaba cuando indague tu ausencia”. Del mismo modo, la
sexualidad impedida de fluir libremente por algunos de estos padeceres es una sexualidad ausente que genera en la persona la
nostalgia por recuperar el placer perdido, allí las esencias florales son una respuesta adecuada porque restituyen la capacidad de
expresión de las emociones y disfrute del cuerpo en la sexualidad y el amor.”

Escrito 5º:

(Modificado en agosto/2006)

ESENCIAS FLORALES PARA LAS PENAS DE AMOR


Del amor

En “El banquete, o del amor” de los Diálogos de Platón, la primera reflexión escrita en occidente sobre el sentimiento amoroso,
Sócrates confiesa a sus discípulos que todo lo que aprendió sobre el amor se lo debe a una mujer, la sapientísima Diotima. A una mujer
Sócrates cede la palabra para continuar más allá de lo dicho sobre el amor: tema de hombres en El Banquete.

La lectura de Platón puede servirnos para pensar nuestras relaciones amorosas y la permanencia en la agonía del desamor como una
trama tejida por nuestra historia personal, pero también a consecuencia de un enlentecimiento de la reflexión y la inteligencia. En otros
términos, el estiramiento en el tiempo de la pena de amor- la obsesión amorosa, la tragedia del abandono, el no poder vivir sin él o ella,
el sufrimiento…- tiene su combustible en la acidia del pensar que el sufrimiento imprime en la mente que no hace del darse cuenta un
ejercicio cotidiano. La angustia deteriora la inteligencia y avanza con los años si no se trata.

Veamos qué podemos pensar alrededor de la pena amorosa y su tratamiento en Terapia Floral Integrativa. Entre paréntesis consigno
algunas esencias florales importantes para el tratamiento del dolor del desamor, casi todas son del sistema de Bach, excepto las que
tienen un asterisco que son del sistema de California.

Penar por amar

La pena de amor duele... mucho. Es opacidad donde antes había brillo (Gentian), un durar más que un vivir (Wild Rose), una pertinaz
opresión en el corazón (Corazoncillo*) que pugna por saltar de amor pero que se ve impelido a un estreñimiento obligado ante la
ausencia del ser amado. Se echa tanto de menos el baño de gracia de la correspondencia mutua...

El dolor del desamor es causa de obsesionada tortura mental: la mente se va como guiada por algo que no es uno hacia el otro que no
está (White chestnut), los recuerdos se mezclan con los anhelos (Honeysuckle) y los deseos con la certeza de su insatisfacción
(Corazoncillo*). Campean a su aire, desbocados, el malhumor y la irritabilidad (Impatiens), los celos (Holly), la impaciencia (Impatiens),
la falta de apetito (Wild Rose), el poco deseo de llevar a cabo lo que antes se emprendía con total naturalidad (Gentian o Wild rose)… y
ese persistente dolor abdominal (Agrimony). ¡Ay! ¿Cabe alguna duda de que es uno de los peores estados de la mente y el corazón?

Las penas de amor tienen, por otra parte, la capacidad de condicionar aversivamente las futuras expresiones de amor. Nadie quiere
volver a ser objeto de igual padecimiento. El que ha penado parece no esperar otra cosa que más de lo mismo (Gentian). Es como una
enfermedad para la que no existe vacuna que inmunice. Se puede rehacer la vida amorosa, estar vinculado con alguien de forma
satisfactoria... pero la pena de amor parece estar al acecho. "Prométeme que nunca más volveré a estar soltera”, rogaba Meg Ryan a su
“marido” en una conocida película.

No se de alguien que no haya padecido de mal de amores, es una queja universal que por algún motivo, o varios, resulta difícil que
ascienda al deseable status de problema. La queja es centrífuga y circular, responsabiliza al otro y comienza y termina en sí misma, nada
puede hacerse sino repetirla; los problemas son preguntas, aperturas, cuestiones que pueden conversarse y formularse de otra manera
y obligan al sujeto a pensar en sí mismo. Mejor que una queja es un problema.

Remedios para el mal de amor

Sé de tres remedios atenuantes de las penas de amor (es probable que haya más): el Prozac, las esencias florales, y el buen pensar y la
escucha. El primero es recomendable cuando la afectación del deseo es tan profunda que vivir no parece suficiente motivo para estar
vivo. De las segundas estamos hablando; y valga para el tercero una acotación: cuando digo “buen pensar” hago referencia al cultivo de
una consciencia que combina la experiencia de la realidad, con las formas de nuestra sensibilidad y las categorías de nuestro
entendimiento. Kant. Quienes entienden el pensar como una abrumadora dispersión de anécdotas y lo escinden del sentir, olvidan que
desde Aristóteles el pensar incluye el contacto con la experiencia.

Pero, detengámonos en esto de pensar y escuchar, y cuestionemos algunas afirmaciones que alimentan la pena de amor (para más
tarde detenernos en lo que no escucha el enamorado):

“El encuentro amoroso debe comenzar y crecer”

Desde este punto de vista todo lo que no prospera es un fracaso. El vislumbre de la naturaleza cambiante de cosas, circunstancias y
personas, es pervertida y transformada en fracaso (Gentian) o peor aún, en sentimiento de abandono (Chicory).

Sorprende, debido a lo poco tenido en cuenta, que lo primero que se ha dicho en occidente sobre el amor sea acerca de su naturaleza
inconstante, errátil, vagabunda: el amor, entre los seres humanos, hoy está y mañana no está. Los griegos se hacen eco de esta
inconstancia. Los padres de Amor fueron Poros (“Abundancia”) y Penía (“Pobreza”), así es que Diotima le dice a Sócrates que Amor, por
la misma naturaleza de sus padres, en un mismo día está floreciente y lleno de vida para luego extinguirse. Todo lo que adquiere se le
escapa sin cesar, nunca es rico ni pobre, y al mismo tiempo se encuentra entre la sabiduría y la ignorancia.

Pero el amor es una paradoja: sabemos que el amor comienza... y termina, aunque esto atente contra el centro mismo de la ilusión de
“felicidad para siempre” con alguien a nuestro lado; sabemos también que hay amores que son para siempre, aunque pocos sigan esa
permanente trayectoria ascendente e incombustible. Ya breve, ya extenso, no son muchos los que pueden abrirse a la experiencia
amorosa sabiendo que la impermanencia y la incertidumbre son parte del equipaje. Y no obstante, es ese carácter de incierto, de riesgo,
de misterio, de distancia, lo que alimenta el amor en cualquiera de sus estadios. Al respecto, Sócrates dice a Agatón “En primer lugar, el
Amor es amor de alguna cosa, y en segundo lugar, de una cosa que falta”. Al deseo lo sostiene la ausencia; no hay mejor ejemplo de ello
que el amor a Dios: Ninguno más Amado e Invisible…

Así es que teniendo en cuenta tanta movilidad y poca certeza, no es de extrañar la gran variedad de reacciones a la volubilidad del
amor. Algunos los transforman en lo más parecido a lo mortecino: la relación deviene tediosa, monótona, una calima veraniega que
invita a escaquearse de cualquier acción costosa… olvidan que la relación siempre es laboriosa (Wild rose); otros mudan de objeto
amoroso como de camisa, pasan de un cuerpo a otro con gran soltura y superficialidad (Wild Oat y Cerato); hay quien se mete en la
nevera poco a poco, una tibieza en la relación que acaba en indiferencia, en olvido y a menudo en desprecio (Water Violet y Beech );
otros, eligen la agonía en una peligrosa apuesta por la intensidad, se sumergen en el sufrimiento en aras de un especial tipo de
satisfacción muy erótica (Chicory, Verbena, Corazoncillo*).

“Fue un amor a primera vista”

¿Cuántas penas de amor comienzan con esta afirmación del rapto mutuo de las miradas? El flechazo es una hipnosis, lo dijeron Freud y
Barthes; soy fascinado por una imagen: primero sacudido, electrizado, mudado, trastornado, “torpedeado” como lo estaba Menón por
Sócrates. Para los griegos el amor entraba por la vista.

Relaciones instantáneas, arrebatadas, apasionadas, incontinentes, desbocadas y urgidas, que parecen inscribirse en la tríada Clematis,
Verbena, Impatiens. Sin olvidarnos de Scleranthus: “Voy del cielo a los infiernos”, el sube y baja amoroso. Pero el buen amante se da un
tiempo para saber con quién está (Impatiens); sabe de la templanza que pide la gestión del espacio entre el acercamiento (Water Violet)
y la retirada (Heather) de este modo, tal vez, haga un lugar a la ternura, que parece cuestión de tiempo, y se coloque a cierta distancia
de esa enardecida invención unipersonal motivada por la propia necesidad de amar aquello que se cree bello y se clava con una flecha
en el amante.

“El amor y el sexo van unidos”

A veces.

Sino veamos lo que dice en “Las edades de Lulú” el amante a la protagonista: “No te olvides que amor y sexo pueden no ir juntos”.

Amor y sexo no necesariamente van de la mano (sin duda esta falta de simultaneidad preocupa mucho a la terapia floral que para casos
donde la falta de coincidencia es disociación y degradación, ha elaborado la esencia de la Albahaca, Basil* en inglés, que, afirman sus
elaboradores, integra sexualidad y espiritualidad [un modo infinitamente sutil de extensión del amor]).
Pero en muchas circunstancias, esta falta de concurrencia no es mala, ni perversa, ni es un pecado, ni ausencia de respeto por uno
mismo y por el otro. Amor y deseo sexual rara vez se acompañan, ello sucede de modo extraordinario en la vida y a no ser que hayamos
sido tocados por el dedo de Dios, es algo que se conquista con la madurez. Justamente por ello es insensato esperar que esta
asombrosa conjunción tenga lugar siempre, con todos, o de modo inmediato en la vida.

El problema estriba en que la insistencia en esta aspiración tan promovida por religiones, cultos y nueva era, atenta contra otros modos
menos ambiciosos de encuentro entre dos seres humanos, por ejemplo: los exclusivamente eróticos, sensuales, juguetones, casuales,
que sin ser excepcionales pueden ser sencillamente bonitos, divertidos, cálidos, leves, tiernos o intrascendentes… y que, en muchos
casos, se inscriben más del lado del “sexo” que del “amor”.

“Solo me quería para eso”

Observemos que no hay expresión educada que designe el acto de hacer el amor sin amor, sólo por ese placer que se expande por el
cuerpo, solo por el compromiso con ese momento de coincidencia que no es azar ni milagro sino rendición al instante y al amante
(Cherry Plum y Rock Water).

“Solo quiero besarte y pasármelo bien”, canta Andrés Calamaro. Nada más, solo eso. Es un hombre el que lo dice. ¿Podría ser también
un deseo salido del corazón de una mujer? Esto es más difícil, aunque se escucha cada vez más. Las mujeres lamentan que los hombres
tiendan a separarse de sus sentimientos (de lo tierno) apuntando hacia el disfrute sexual. Un comentario, que no olvidemos, es una
generalización. Pero no parece tener nada de reprochable sentir nada más que “ganas de pasármelo bien”, deseo de “solo eso”. “Solo
me quería para eso, no hubo amor” decía hace poco la protagonista de una novela sudamericana. Sobra decir que “eso” es la
satisfacción del deseo sexual. Claro que uno puede preferir que "eso" venga de la mano de "lo Otro", del amor, la ternura, el respeto, la
familiaridad del roce (Albahaca, Basil en inglés), en definitiva: de una ética sexual.

Tal vez, podríamos poner otras palabras que rellenen lo que tan rápidamente llamamos “amor”: ternura, respeto, consideración,
curiosidad, admiración, fascinación, excitación… Hay quien confunde “eso” (calentura, arrebatamiento, pasión, fogosidad, erotismo,
sensualidad, morbosidad) con…amor; dicen que es algo que sucede más a menudo a las mujeres que también se lían interpretando
como amor lo que es agradecimiento por un bonito encuentro intelectual, sexual, o tierno. Justamente porque no hay una sola
definición del amor es que admite tantas y tanta confusión es posible.

Cuando se habla de amor sin preguntarse si eso es amor ocurre que la imaginación coge un vuelo extraordinario, la esperanza crece en
paralelo al entusiasmo (Verbena, Clemátide), las preguntas inevitables aparecen: ¿Será éste el hombre o la mujer de mi vida? ¿Seré yo
el hombre o la mujer de su vida? Hay algo que parece dejarnos esperando un “Sí”, como respuesta: “Dime que sí, dime que yo soy esa
que tu elegirás para quedarte”. En estas condiciones tan ansiosas, un “no” es una patada directa a la corona presta a ser colocada sobre
la mismísima cabeza del que compartirá ¡al fin! el peso de nuestro reino, el abatimiento, la desesperación, la desilusión suelen ser la
consecuencia (Gentian, Sweet Chestnut, Corazoncillo*).

Ser mujer, o ser hombre, es también gozar del momento sin esperar devenir en ídolo del altar privado del amante, o en centro
alrededor del cual gire la atención de ese hombre o esa mujer deseada.“Te persuadiré que yo soy esa mujer que tu necesitas” decía la
mala de la novela al guapo protagonista. ¿Por qué tanto esfuerzo? ¿Para qué competir con el amante por su amor? Es agotador e insano
cuando se convierte en obseción.

“Me abandonó, lo/a perdí”

En estos casos la separación lleva a la depresión (Genciana/Gorse/Sweet Chestnut y Corazoncillo*) y no a la posibilidad de una nueva
relación. La nostalgia por lo hermoso que se ha vivido es nostalgia por él o ella, pero también por algo perdido hace mucho tiempo: las
primeras pérdidas. Se mezcla lo actual con lo pasado y el dolor se vuelve insoportable.

No obstante, lo bueno de la nostalgia por un amor es que se puede salir con ganas de vivir uno nuevo. Abrochar el sentido de la
capacidad de disfrutar, y amar, a una sola persona es reducir la variedad a uno. La capacidad de gozar poco tiene que ver con un otro
con nombre y apellido. Lo bueno de haber disfrutado y amado a alguien es que es posible volver a amar a alguien más... que no es
cualquiera, claro.

¡Me engañó!

Parece ser que la índole, a veces fatal, de ese estado de maravillosa exaltación y vivencia de completud que es el enamoramiento, viene
dado porque en el lugar del otro no está “él” o “ella” –el real-, sino una encantadora e inevitable proyección: “Ella es lo mejor de mi
mismo” hace decir Woody Allen a uno de sus personajes mientras se perfuma frente a un espejo.

Hasta aquí es lo normal, pero ocurre que desde este cinematográfico lugar, el enamorado elige las palabras y las imágenes que quiere
atesorar y acaba montando una nueva película del otro en vez de observar y escuchar el montaje de origen (todas cuestiones
inherentes al ensoñamiento Clemátide y al fogoso arrebato Vervain). Si fuera posible escuchar la versión original del otro: ¿Qué dice?
¿Qué quiere? ¿Quién es? ¿Qué piensa?. Cuesta, pero se consigue.

El relato de pacientes sumidos en “depresión por amor”, suele incluir testimonios de esta ceguera y sordera inicial motivada por la
ilusión de que con ellos será diferente: “Si, es verdad, ella me dijo que no quería compromiso. Que nunca iba a dejar a su actual pareja”;
o bien, “Me aclaró que era inestable, cambiante, que salía disparado ni bien veía algún peligro, que siempre dejaba a una mujer por
otra…” o “Desde un comienzo me dijo que no quería formar pareja”.

Escuchar estas y otras frases que el otro real dice en los primeros encuentros, hace la diferencia entre el ensueño proyectivo y la
posibilidad de atender al otro real que se va diciendo a sí mismo. Cuando uno se percata de lo que oyó pero no atendió, puede
reconstruir la crónica de lo sucedido y apartarse del resentimiento (Willow) que siempre atribuye al otro la responsabilidad por el
propio engaño, como los Pimpinela: “Me engañaste, me mentiste…Me engañaste, y seguí...”. Y así, ¡Dios lo quiera! sentir
agradecimiento por los bellos momentos compartidos.

Soñar es parte de la bella naturaleza del enamoramiento; pensar, escuchar y tomar esencias florales son actividades que bien pueden
acompañarlo… o, como decía Ortega, nos arriesgaremos a enfermar de permanente “imbecilidad transitoria”; algo excedido el hombre,
pero no demasiado.

Escrito 6º:

ESENCIAS PARA IMPULSARNOS A LA MATERIALIZACIÓN DE NUESTRAS IDEAS Y PROYECTOS


Ser menos de lo que uno es capaz de ser es garantía de infelicidad. La realización de nuestras capacidades y talentos nos expone a la
conmovedora sensación de ser, así es que su privación es una tragedia que enferma de falta de verdad y belleza en la propia vida.

¿Qué es lo que hace que una persona elija enfermar de inautenticidad?.

No se puede generalizar, cada historia se escribe de distinta manera. Hay artistas talentosos que provienen tanto de las filas de la
miseria, del desamor y la violencia, como de la riqueza y la abundancia afectiva; de un entorno social y cultural paupérrimo como de
uno desbordante de posibilidades. Mientras intento dar una imposible respuesta a esta pregunta desfilan por mi recuerdo tantos
pacientes, conocidos, amigos… Algunos plenamente en contacto con su fecundidad; otros aun aguardan ese bus que no ven pero que
siempre esperan; tienen en común el anhelo de trabajar en lo que les gusta, o realizar actividades creativas fuera del horario laboral, o
bien retomar o comenzar aquella vocación silenciada. La vida sin esa experiencia –afirman- no es vida, es un transcurrir, que a efectos
de no evocar demasiada angustia se disfraza con algun síntoma psíquico o físico, meros objetos sustitutorios de la auténtica vocación de
ser.

¿Cual es tu vocación?. La esencia de la Avena Silvestre.

El Dr. Edward Bach, creador en 1928 de la terapia floral, adivinó el padecimiento del que ambiciona ser algo importante en la vida pero
que no puede determinar a qué ocupación -de entre todas las que aprecia- se va a dedicar, así es que sufre demoras e insatisfacciones.
En consecuencia elaboró la esencia de la Avena Silvestre –Wild oat-, para que de la desorientación emerja una dirección que clarifique
al sujeto y hacia allí dirija sus esfuerzos creadores. Se trata de una esencia compleja, no conozco a dos personas que hayan reaccionado
a su ingesta de modo similar. Algunos “besan el Cristo” a los pocos días de estar tomándola, y en el término de cinco o seis semanas ven
dónde concentrar sus fuerzas. Otros, los más, demoran uno o dos años –llegué a considerarla como una de las esencias de Bach de
efecto a largo plazo.

Pero la esencia anterior es efectiva si tu dilema es el de ser una persona multitalentosa, con intereses diversificados y frustrada por no
realizar ninguno "a conciencia".

Pero aquí no se acaban los obstáculos a la expresión realizadora, veamos qué más tienen para ofrecernos las esencias de 2ª generación:

Improductividad: Esencia de la ZARZAMORA


“Parece ser que lo que a mí me gusta construir son castillos en el aire”, me comentaba un paciente hace algunos años. José Miguél tenía
muy buenas ideas, se trataba de una persona creativa pero no parecía reunir la capacidad de organizar tales ideas estableciendo
prioridades y buscando los recursos necesarios para materializarlas. Pasar del pensamiento a la acción, llevar las ideas a la práctica, o lo
que es lo mismo, construir mientras pensamos, es una de las más interesantes habilidades que colabora a desenvolver esta esencia.

Posponer y estancamiento: Tancy y Cayenne

El que difiere la acción sabe lo que tiene que hacer, pero no lo hace, pospone. En algun momento aprendió a defenderse de la presión y
tensión ambiental retirándose y suprimiendo la respuesta natural ante situaciones que exigían algun tipo de acción. Mientras Tancy
promueve la acción decidida y deliberada orientada a unas metas concretas, Cayenne provee un brinco a quien no quiere plantearse
ningun reto, ninguna nueva experiencia que pueda dar lugar a un ciclo de crecimiento.

Luchar por lo que uno quiere

No debiéramos dejar de tener en cuenta a Penstemon cuando deseamos apuntalar nuestra capacidad de resistencia ante los desafíos
intensos que a veces se presentan en la lucha por nuestros proyectos. Es puntual para el desarrollo de la capacidad de perseverar y
resistir en situaciones difíciles, críticas (es pariente de Genciana del sistema Bach que es, para el “fácil desaliento”, según el Dr. Bach.).
Pensemos en quien sufre un revés económico importante, una derrota deportiva, una situación inesperada y de gran exigencia… y
necesita de toda la perseverancia para seguir adelante sin desfallecer.

Gracias por tu amable atención. Susana Veilati

Escrito 7º:

Modificado en febrero 2007

ESENCIAS PARA PENSAR, APRENDER, ORGANIZAR INFORMACIÓN Y DIALOGAR.

Pensar es importante porque produce importantes consecuencias. Muchas personas menoscaban la función del pensamiento: “No
pienses tanto”, dicen, o “Pensar demasiado no es bueno”. Confunden pensar con preocupación y obsesión. La preocupación produce
intranquilidad, temor, angustia o inquietud. La obsesión es la repetición de una única idea y conduce, como poco, al dolor de cabeza, y
además, allí no hay nada de nuevo. Pensar, en cambio, es recomenzar sin regresar nunca exactamente al mismo punto de partida. Esto
da lugar a que lo que se examina adquiera matices inesperados, a ver una idéntica cuestión desde ángulos distintos, a formular
diferentes argumentos, a dialogar. La obsesión hace corto el viaje, el pensamiento lo alarga, ensancha, eleva y ennoblece. Los grandes
maestros han sido grandes pensadores: Lao Tze, Aristóteles, Rumi, Nisargadatta. ¡Qué síntesis, sutileza y belleza!

Pensar es algo que se aprende. Primero ponemos en palabras nuestras necesidades biológicas y de afecto; después, gracias a la
alfabetización y la socialización, pensamos los pensamientos de otros (padres, instituciones, propaganda, moda) y más tarde, si el sujeto
sigue con su desarrollo, construye un pensar personal que incluye y trasciende lo adquirido.

Hay quienes no piensan, así es que no acceden a la razón. Reciben el nombre de locos. Están del otro lado, encerrados o pacificados
farmacológicamente. Hay quien solo piensa lo que piensan los miembros de su familia, su “tribu”, su secta, clan o comunidad, su forma
de pensar tiene un nombre: pensamiento convencional. Más allá están los que piensan por cuenta propia, accedieronal pensamiento
lógico, filosófico, reflexivo.

Más allá del pensamiento

Hay quienes saben, porque han pensado, que relajando el deseo y la intención, acceden a una más compleja forma de pensamiento,
una mejor aptitud para sintetizar, instaurar conexiones, relacionar e integrar ideas, conceptos y verdades. Recibe el nombre de visión
integral u holística. Más allá de esta visión integral, que es el cenit del pensamiento formal, comienzan los dominios contemplativos,
transpersonales y trascendentes. En ellos, tal como dice Aurobindo, “la capacidad de percepción de la visión interna es mucho mayor y
más directa que la capacidad de percepción del pensamiento.” El ojo del alma supera, porque incluye, al ojo de la mente.

Tales son las conclusiones de la psicología evolutiva transpersonal –reunidas por Ken Wilber-, la rama del saber que estudia las
posibilidades de desarrollo del ser humano, desde que nace hasta que muere, en un viaje que va desde la materia a la mente y desde
ésta al espíritu. Y dicen, con toda razón, que no podremos saltarnos ninguna etapa: para pensar por nuestra cuenta debimos
necesariamente pasar por pensar como nuestro grupo de pertenencia. De esta manera nos hacemos respetuosos de ciertas normas
respetables y podemos vivir en sociedad mientras desarrollamos la capacidad de pensar por cuenta propia abandonando estereotipos,
etiquetas y roles.

Esencias florales para la reflexión

A continuación expongo una selección de pocas esencias que os pueden ayudar a bien pensar por cuenta propia, a organizar, a decir
(uno “dice” cuando lo que habla está cargado de sí). Comenzaremos –sin que ello sea necesariamente el principio- por el tratamiento de
las dificultades para acceder a un criterio diferenciado: La individuación del pensamiento

Goldenrod, Solidago californica, Vara de Oro: Es una esencia para trascender el pensamiento convencional, aquel del grupo de
pertenencia familiar, social, religioso o laboral. Ir más allá de los tópicos es difícil, los primeros intentos aparecen en la adolescencia y
suelen tomar la forma de rebeldía y cuestionamiento permanente. No obstante, hay quien insiste en hacer, decir, vestirse, o peor aun:
pensar, como el limitado círculo por el que se siente acogido. Observemos a los ejecutivos de multinacionales, a los miembros de
algunas ordenes religiosas, a los de mente prejuiciosa, a los integrantes de una pandilla, organizaciones tipo mafiosas, o grupos
armados. Hablamos de mimetismo, fácil sugestión, falta de individualidad, ansia de seguridad, miedo a ser distinto. Miedo a la libertad,
diría Fromm.

La capacidad de análisis, síntesis y asociación

Shasta Daisy, Chrysanthemum Max., Margarita o Belis, en español. La capacidad de analizar, es decir, descomponer una totalidad en
partes; y la de síntesis, reunir datos dispersos en un conjunto orgánico, son funciones complementarias que permiten dar un sentido a
lo que leemos, escuchamos, pensamos o trasmitimos. Quienes necesitan esta esencia pueden tener talento para acumular información,
e incluso para reproducirla, pero fallan a la hora de organizarla. Les es fácil perderse en una maraña de datos, o bien extraviar el hilo
conductor que los llevaba de una idea menos relevante a otra culminante. Descomponer el todo en partes es importante, siempre y
cuando acompañe el talento de re-unirlo en una dimensión inclusiva de la anterior. Resulta de utilidad a los estudiantes, investigadores,
profesores, escritores, en la planificación y organización de una actividad y en el desarrollo apropiado del pensamiento abstracto.

Para el desarrollo de una visión en perspectiva

Sage, Salvia officinalis. Para valorar un curso de acción son necesarias por lo menos dos cosas: (1) Perspectiva que permita distanciarse
de lo sucedido; y (2) detenerse para pensar antes de comenzar a actuar. En resumen, comprensión tanto del sentido de lo acaecido
hasta el momento como de la intención en un futuro. Este es el efecto terapéutico de la salvia, una importante esencia para desarrollar
eso que normalmente llamamos “sentido filosófico de la existencia”: la actitud de quien no se altera excesivamente por una
contrariedad o contratiempo porque puede explicarse la naturaleza, relaciones, causas y finalidad de lo acontecido y darle un nuevo
sentido.

Traducir en palabras la vivencia interior

Cosmos, Cosmos bipinnatus. A partir de los dos años, aproximadamente, comienza el intento de poner en palabras el contenido de la
experiencia interna. Esto le permitirá al pequeño: pedir lo que necesita en vez de chillar, aprender a postergar (con la palabra aparece la
noción de tiempo), y otras importantes ventajas que en el devenir facilitaran su inserción en la sociedad. No poder organizar y formular
con claridad lo que se siente, necesita o piensa es, como poco, inquietante. Los pensamientos se hacen visibles gracias al lenguaje.
Aprender a ordenarlos y expresarlos es enterarnos de lo que pensamos. Cosmos facilita la expresión verbal de los pensamientos porque
vincula las ideas con la formación de las palabras que las expresan resultando de utilidad para los trastornos del habla. Pensemos en
personas que se sienten abrumadas por muchas ideas a un mismo tiempo, en aquellos que hablan de forma excitada, torpe,
tartamudean y terminan introvertiéndose; en individuos tímidos o indecisos. Es importante su toma prolongada, y combinada con
esencias que apuntan a restaurar las heridas históricas del sujeto. Sin embargo, resulta inmediata su acción en personas a las que su
trabajo expone a un contacto con el público: actores, oradores, políticos, es decir, ante dificultades puntuales, situacionales, o como
preventivo de tales desafíos.

Caléndula, Caléndula officinalis. ¿De qué sirve saber lo que se quiere comunicar si el modo de decirlo es brusco, o peor aun, cortante, a
veces en nombre de una supuesta sinceridad y autenticidad emocional?. “Hay quien lastima con sus palabras tanto o más que otro con
sus manos”, escuche hace poco tiempo. La Caléndula es para este tipo de obstáculo en el diálogo y la escucha: mordacidad,
desconsideración, falta de receptividad (lo que el otro dice no nos modifica). Ha dado excelentes resultados en disfasias y cuadros de
afasia, también en pacientes orgánicos (y ancianos) con dificultades en la capacidad para comprender lo escuchado. Tal es el registro
clínico aportado por los Drs. Espeche y Grecco. Pensemos en los profesionales que trabajan con su palabra: psicólogos, médicos,
abogados, maestros, en cuan importante resulta cargarla de un valor curativo. El valor reparador de la palabra pasa por sentarse a
escuchar, dejarse modificar por lo que se escucha y pensar antes de hablar, pensar en el otro,…claro está.

Gracias por tu atención.


Escrito 8 º:

ESENCIAS PARA EL DESARROLLO DE LA CREATIVIDAD

No hay una sola esencia floral que deje de apuntar al desarrollo de la creatividad. Entendemos que vivir es ya un acto creativo y todas
las esencias promueven al desarrollo de todo un repertorio de cualidades fundamentales para vivir. No obstante, ceñiremos esta
exposición a descubrir los remedios para el malestar de artistas, talentosos, creativos o simplemente aficionados a la improvisación.

La entrada en el estado creativo implica un movimiento interior que podríamos definir como un “rompimiento”. “No me rompo”, me
decía hace poco un compañero en una sesión de improvisación musical. No romper es un “no desconectar”, un exceso de concentración
en lo formal y convencional que asume varias formas y que conlleva distintos grados de desaliento o desesperación: inhibición,
autosujeción, atención puesta fuera de uno mismo en espera de la aprobación exterior, preocupación por el rendimiento,
convencimiento de “ser un negado para…”. La conciencia de “no romper”, de no entregarse “a lo que sea que quiera venir” llega a
adquirir matices casi insoportables: uno sabe que del otro lado espera una aventura prometedoramente expresiva pero…demasiado
incierta, así que no “se deja”, no rompe. La creatividad es cuestión de coraje.

La actitud creativa no es muy distinta al estado meditativo, ni al insight o comprensión profundamente esclarecedora, es siempre un
deseable extravío del exceso de atención puesta en el propio ombligo. La creatividad exige una entrega al unico movimiento posible, el
auténtico. A estas alturas resultará obvio que estamos hablando de que la creatividad tiene que ver con la disminución de los niveles de
represión que restan espacio a la espontáneidad, es decir: la posibilidad de movilizarse sin saber hacia dónde.

Exploremos las esencias que movilizan tanto entumecimiento. Las tres primeras son del sistema de Bach, las restantes del grupo de
esencias de California

CERASÍFERA. Para el miedo a dejarse llevar por lo que uno siente

La primera condición para la creatividad es extraviarse y perder la compostura. Para crear es necesario disminuir los rígidos controles
del ego a favor del dejarse atravesar por las emociones y sentimientos que surjan -sean los que fueren- para que su experimentación
conduzca al acto creativo, mientras abandonamos el miedo a que ello se vea, se note.

GENCIANA. Para la identificación con el fracaso

El fracaso no existe. Fracaso es una palabra inventada por el capricho de que las cosas sean como yo quiero que sean. No imagino que el
río llame fracaso a la roca que se interpone en su curso natural, ni éxito a su ausencia. El miedo al fracaso es una exigencia de éxito que
bloquea la espontaneidad: “Si no me sale bien no lo intento”. Se trata de la resonancia de una voz interior que evoca el repertorio de
antiguos intentos fallidos: “Alguna vez no supe, así que ahora no sabré.” U otras variantes que cuestionan el mismo lugar de la
idoneidad: “Yo no sirvo para esto” “Estas cosas no son para mí”.

¿Qué modifica esta esencia? La genciana permite transformar la “idea de fracaso” en “experiencia”. Estamos diciendo que se produce
un cambio de sentido: el “fracaso” se transforma así en un nuevo sentido, el de “vivencia que me ha permitido nuevas percataciones”
que ha facilitado un aprendizaje nuevo. De esta manera quien bebe genciana reconstituye su capacidad de estima.

WILD OAT:¿A qué me dedico?

No obstante, hay personas poseedoras de grandes fuerzas creativas. Su problema no reside tanto en la debilidad creadora sino más
bien en una abundancia cuyo exceso dispersa en múltiples actividades. Estas personas se preguntan ¿al servicio de cual causa vehiculizo
toda esta creatividad interna? Esta curiosa esencia -que recomiendo se beba sistemáticamente hasta que opere el seguro resultado que
en algunos casos suele demorarse- define el campo y suele actuar haciendo que el individuo se percate de que en cualquier lugar puede
colocar todo lo que hace, siempre y cuando profundice en una dirección lo suficientemente bien, tal que una sirva de amalgama al resto
(por ejemplo, una persona que le gusta la psicoterapia, matemática y el canto así es que inventa un recurso novedosísimo de
crecimiento personal combinando sus talentos). Resuelve magnificamente esa insatisfacción del ser multitalentoso que no encuentra un
asentamiento, aportando la tranquilidad de una definición y la profundización en un campo. Es para echar raices en un sitio y permitir
una cosecha interesante.

BLAKBERRY. Para la materialización

Necesita esta esencia quien sabe que tiene una buena idea pero ¿Cómo la saco adelante?. “Sé que esto es una buena idea pero NO
termino de reunirme con los materiales para su puesta en acto”. Se es creativo en el campo de las ideas pero no en su materialización.
Hay esencias a cerca de las cuales uno tiene ciertas dudas con respecto a que sean para lo que dicen ser, como si faltara a su definición
mayor precisión, como si el verdadero matiz de lo que reparan se escapara entre los dedos, no es el caso de este elixir que cumple con
creces aquello que promete. Esencia de concretización.

IRIS. El desierto creativo

Agotamiento creativo, falta de inspiración. No se trata de la represión más o menos consciente del movimiento auténtico sino de una
apatía y embotamiento formidables. En estos momentos se está seco, árido, nada surge a lo que dar una forma aunque se tenga la
experiencia de la creatividad fluyendo sin trabas junto a los recursos para plasmarla. Es el mal del artista consagrado que de pronto ve
que no dispone de lo que tan naturalmente disponía.

Por supuesto que el entendido en esencias florales echará de menos la inclusión de otras tantas esencias en este breve repertorio, a
esto diremos que la creatividad es infinita pero no así este espacio literario.

Gracias por tu amable atención. Susana Veilati

Escrito 9 º:

“Treat the person, the cause, not the effect, not the disease”. Dr. Bach. Tratemos a la persona, a la causa; no el efecto ni la enfermedad.

Por Susana Veilati.

Escrito el 20 de octubre del 2002 y modificado en diciembre de 2005.

He decidido dejar de hacer lo que el Dr. Bach dijo y pasar a hacer lo que el Dr. Bach hizo. He tomado esta importante decisión después
de darme cuenta de que el Dr. Bach dijo que observemos la causa de la enfermedad (la mente) no a la enfermedad (el cuerpo y sus
síntomas)… y eso hizo, pero también exactamente lo contrario.

La vieja escisión cuerpo-mente determinó una práctica clínica que excluye de su escucha, y por lo tanto de su terapéutica, a uno u otro
registro: la medicina se hizo cargo del cuerpo y la psicología de la mente. Así es que nos queda preguntarnos si hay alguna práctica que
atienda a ambos, con igual profundidad, atención, dedicación, esmero, empeño y resolución.

La terapia floral es una firme candidata. Pero es una pena que el Dr. Bach introdujera en su teoría la misma división: "Tratemos las
causas (mente), y no los efectos (cuerpo). Afortunadamente su práctica desdice tal afirmación. Sino veamos el siguiente caso “Sexo
masculino, 21 años”, publicado en “Bach por Bach. Escritos florales. Ed. Continente” (Pág. 108).

Es un paciente que se dedica a la instalación de cables eléctricos y cae de un poste de diez metros de altura cuando un mal contacto
hace circular 700 volts por su cuerpo. Reproduciré algunas frases del texto que demuestran que al Dr. Bach le interesaba tener en
cuenta lo que tenía lugar en el cuerpo a la hora de formular un tratamiento para asistir a sus pacientes:

“… la mano carecía de toda sensación, y en cierta forma estaba prácticamente “muerta”, con una total ausencia de dolor.
Inmediatamente se le administró Clemátis en forma interna, para devolver la vida a la mano, agregando Impatiens en forma de loción,
para actuar como bálsamo sobre las heridas”

“Dos de los dedos temblaban y se estremecían espasmódicamente. Se le administró… Scleranthus para la inestabilidad de los dedos…”

“El paciente evoluciona bien, excepto cierta rigidez en los dedos, especialmente el pulgar, que parece bastante bloqueado… Se le
proporcionó Vervain internamente, agregándola también a la loción, a fin de combatir la rigidez”

Estas esencias no contemplaban el estado mental del desdichado electricista; para ello Bach sugirió entre otras: Agrimonia (excitación),
Mímulus (suavizar el sistema nervioso) y Gentian (aliviar una ligera depresión). No tuvo en cuenta si este joven era de uno u otro estado
tipológico floral, le prescribió unas esencias para el estado anímico y otras esencias para lo que tenía lugar en su mano. Contemplaba lo
que sucedía tanto en la mente como en el cuerpo.

Después de releer este caso hace algunos años me sentí mejor conmigo misma: no era la única que decía una cosa y hacía otra.
Afortunadamente Ricardo Orozco lo leyó más detenidamente que yo y pensó en los Patrones Transpersonales.
Reflexionar a cerca de la importancia que reviste, para la salud emocional del paciente, un abordaje floral que reúna la escucha
emocional así como también la escucha y el tratamiento del síntoma físico abre importantes líneas de pensamiento y terapéutica floral.
¿Qué es un síntoma físico? Y si el síntoma físico es un afecto hecho nudo en el cuerpo ¿qué va a suponer desanudarlo floralmente para
el psiquismo del sujeto? ¿Cuáles son las diferencias observables a lo largo de una terapia floral cuando tal indicación es tenida en
cuenta? ¿Qué información necesitamos reunir para realizar tal integración? ¿Cómo efectuar una traducción del lenguaje del síntoma
físico al repertorio floral?

Llevo dos años atendiendo tanto el estado emocional como el síntoma físico en pacientes con diagnósticos complejos: psiconeurosis
borderlines , fobias muy bien constituidas y otros pacientes con síntomas de conversión y afecciones psicosomáticas. En la práctica
totalidad de los casos el empuje notable se produjo a partir de dedicar buena parte de la prescripción floral al tratamiento del los
síntomas orgánicos.

Procuremos entonces que nuestros pacientes se vayan de la consulta con alguna crema, colirio, loción, aceite de masaje, etc., que
atienda también a la presentación de sus síntomas físicos.

Gracias por tu amable atención.

Encuadre de la consulta floral integrativa: Espacio, tiempo y honorarios en el ejercicio terapéutico floral privado. Por Susana Veilati, TFI.
Encuadrar es colocar una cosa o acción en un marco; algo pasa a tener un límite. En la consulta privada, la acción terapéutica floral se da en
un marco que tiene un espacio, un tiempo, un costo y una ética. En fin, límites. Los límites son condición para que una transformación
pueda tener lugar. “Sin límites en el ordenamiento de las relaciones la vida no haría más que diluirse en lo ilimitado” (Wilhelm, 1985). En la
consulta floral privada se establecen límites para que se produzca el cambio terapéutico: el giro del paciente hacia la libertad de elegir y
hacerse responsable de sí mismo. Este nuevo impulso en dirección a la autonomía es debido a lo que paciente y terapeuta floral conversan
terapéuticamente -en un espacio y un tiempo-, y de lo que resulta de ello: nuevas percataciones y una fórmula de esencias florales para
beber. Por esto el paciente paga unos honorarios determinados de común acuerdo. Paga un servicio que le damos; espera un
comportamiento terapéutico ético. Veamos pues la colocación de los límites en nuestra consulta privada y hagamos algunas
puntualizaciones acerca de la ética de un Terapeuta floral Integrativo, entendiendo por ética no un código de normas, sino más bien una
perspectiva para la reflexión práctica de nuestras acciones (Savater, 1998).

El tiempo: frecuencia y duración

El acto terapéutico en la Terapia Floral Integrativa (TFI), tiene lugar en el marco de una conversación de aproximadamente 50 minutos, con
una frecuencia semanal o quincenal, en días y horas determinados con regularidad (p.ej. martes quincenal a las 12:30 horas, o jueves
semanal a las 18 hs). Dos o cuatro encuentros terapéuticos cada mes. Hay excepciones, siempre las hay, la rigidez es desaconsejable; por
ejemplo, personas que desean tratarse pero que debido a sus actividades no es posible establecer una regularidad (viajantes, artistas,
trabajadores a turnos alternos) en esos casos se determinan las visitas cada mes de acuerdo al plan de actividades del paciente, y eso se
considera un encuadre.

La frecuencia semanal o quincenal, u otra, se establece en función de la necesidad del paciente que será evaluada por el terapeuta. Esta
necesidad a veces nocoincide con lo que el paciente pensaba para sí “Yo quería venir una vez al mes”, pero el terapeuta, después de
escuchar las dificultades del paciente, opina que esa frecuencia es insuficiente y que puede hacerse cargo de su tratamiento si los
encuentros son como mínimo quincenales. Cuando ello tiene lugar habremos de fundamentarnuestras razones que siempre estarán en
función de la magnitud de lo que el paciente necesita tratar y así se lo haremos saber. El paciente puede tomarse un tiempo para pensarlo,
no tiene porqué decidirlo en ese momento.

Hay personas que necesitan más de una visita semanal, las historias clínicas de Bach lo muestran prescribiendo cada 48 horas, y
semanalmente una vez recuperado cierto bienestar (Bach, 1993, pag. 108), se trata de casos con gran sufrimiento físico, personas en estado
crítico. Pero en la consulta privada de terapia floral las urgencias no son la norma; hoy en día hay otros recursos para solventarlas que no
estaban a disposición de la población cuando Bach pasaba consulta a principios del siglo XX. Queda pendiente para otro escrito una
referencia al encuadre de las visitas a domicilio; respecto al tratamiento de los casos críticos podéis leer “El acompañamiento floral de la
agonía. Procedimiento sugerido para el trato con el enfermo terminal ingresado, la familia, otros asistentes y los médicos” (Veilati, 2005) y
“Para una idea de procedimiento de terapia floral con pacientes psicóticos” (Veilati, 2005).

De lo expuesto surge que es cierto que podemos establecer un tiempo de encuentro y una frecuencia, pero no la duración total del
tratamiento que dependerá de la andadura del paciente y de la destreza terapéutica del TFI. Si un paciente nos pregunta por la duración de
un tratamiento, por el total de encuentros terapéuticos que demandará, es correcto responder que no lo sabemos pero que él siempre
podrá elegir si continuar o interrumpir, en cualquier momento. El encuadre terapéutico es ambiguo: un compromiso preferentemente
ineludible pero que siempre puede interrumpirse. Es adecuado también proponerle un tiempo de observación, digamos tres meses, para
que note si va encontrándose mejor que como vino; aunque esto puede prestarse a alguna confusión si no se revisan y evidencian las
grandes expectativas de bienestar inmediato que tienen algunos pacientes. La reducción, por parte del TFI, de las esperanzas de curación
mágica coloca al tratamiento en una situación favorable: permite al paciente advertir los pequeños cambios, las sutiles y positivas
modificaciones en su modo de vincularse, en sus expectativas y aspiraciones, que la terapia floral integrativa opera desde los primeros
encuentros.

Las ausencias y retrasos

Veremos más abajo con un ejemplo, cómo el encuadre, el establecimiento de límites claros al encuentro floral, pone a prueba la aptitud del
paciente y del terapeuta para llegar a acuerdos y compromisos, y la necesidad de sostener un espacio con características relativamente
constantes que se hacen más evidentes cuando se rompen: no asiste y no avisa, avisa minutos antes que no asistirá, llega tarde, no paga, se
equivoca de hora, de día… Justo por que algo es estable es que puede ser conversado con el paciente cuando lo altera. La modificación de
una constante acordada dice algo de él, y como tal, será incluida en la reflexión de sí mismo que se produzca en la consulta terapéutica
floral; no es de extrañar que una apropiada consideración sobre lo que implica esa ausencia, demora o equívoco, abra el campo a una
nueva esencia floral de carácter fundamental. Las esencias florales apropiadas destacan en las acciones.

Los ausencias y retrasos(no estamos hablando de una cancelación debido a un fallecimiento u otros motivos que es importante contemplar
como fortuitos) deben ser considerados por el terapeuta como llamadas de atención, en el sentido de que se está ante una acción concreta
de ruptura de un acuerdo por parte del paciente; pero no tiene porqué serle presentado de esta forma; no se trata de decir “Has roto un
compromiso”. No. Sino más bien de ver qué es lo que el paciente no puede decir sino haciendo peligrar un espacio importante para sí, o
poniendo a prueba o infringiendo contrariedad al terapeuta (que permanece esperando sin poder utilizar esa hora para comer, por
ejemplo, y se queda pensando en su paciente más de lo habitual). La cuestión es si en la próxima entrevista podremos ayudarlo a que esa
acción pueda ser puesta en palabras que expresen sentimientos e ideas, es decir, modos de vinculación. Veámoslo con un ejemplo.

Un caso clínico

Viene a mi memoria una joven de veinticinco años. Sus padres murieron al finalizar su adolescencia, es tutora de su hermano de quince
años que presenta dificultades en los estudios; esto la agobia, no sabe cómo acompañarlo, se siente sola e inexperta. Por otra parte, su tía
está enferma y se hace cargo de visitarla diariamente. Es maestra y trabaja en un horario no demasiado exigente. Luego de la segunda
entrevista convenimos en una modalidad quincenal; a partir de ese momento no asistió a los dos encuentrosprogramados. En uno se
despistó por razones familiares, así es que llama para disculparse; quedamos en otro. Al siguiente llama unos minutos antes para decir que
ha acompañado a urgencias a su tía. La cito para otro encuentro al que asiste puntualmente; sin embargo no concurre al siguiente. Llama a
los 10 días diciendo que quiere una nueva hora, no había podido venir a consulta porque su hermano llegaba esa misma tarde de un
campamento organizado por la escuela. Era evidente una ambivalencia(Scleranthus) entre su interés en hacer terapia floral (pide cita, llama
para disculparse,insiste en su petición de horario) y sus ausencias siempre justificadas por “tener que asistir a otros” (Pino, Centaury) ,
asistencia que la dejaba resentida con su familia porque no reconocían su buena voluntadni la hacían objeto de similar preocupación “Me
dejan sola con lo de mi hermano” (Chicory), y fastidiada consigo por no poder “asistirse” a si misma, descuidando el espacio que ella había
abierto para sía efectos de tratar los temas que tanto la afectaban y le producían angustia.

Si yo continuaba aliándome con esta contradicción que ella representaba en su relación terapéutica conmigo -el paciente floral repite
dentro lo que realiza por fuera de la consulta-, no le hacía ningún favor ni, mucho menos, estaba pudiendo gestionar mi lugar como su
terapeuta, un lugar que se gana (lo que se gana es la confianza del paciente en el terapeuta) sosteniendo en casi la totalidad de los casos un
pulso terapéutico con el probable futuro paciente. La siguiente entrevista puse en evidencia este conjunto de acciones y reencuadré
nuestros encuentros. Llevé su atención hacia su forma de perturbar su decisión de tratarse, señalándole el olvido de sí a favor de un modo
“como-sí sacrificado” de atención a su familia (Chicory/Centaury) con el que alimenta su resentimiento (Willow) hacia la misma, y aclaré
que a partir de ahora pagaría los encuentros a los que no asistiera porque tal compromiso es coherente con su intención de estar mejor y
con la mía de tratarla. El dinero así, me refiero a mis honorarios, deja de ser algo que yo quiero para mí, o que solicito como forma de
compensar una contrariedad, para ser lo que es: un bien que ella entrega a cambio de un proceso de compromiso personal en la asistencia
de sí misma y que yo recibo, entre otras cosas, porque ella me ha elegido como su terapeuta floral. Hasta el momento no ha incurrido en
nuevas ausencias.

El dinero

Decía más arriba que en la duración del tratamiento interviene la mayor o menor aptitud del paciente para ser paciente, me refiero a su
plasticidad psíquica, la aptitud para ser su propio objeto de interés y saber, su deseo de sentirse cada vez mejor. Pero no deseo extenderme
por ahora en una consideración del ser-paciente, algo de lo que me ocuparé en otra comunicación, porque este escrito es una mirada
puesta en el ser-terapeuta floral integrativo, concretamente, en el acto terapéutico que se produce en un marco: la consulta terapéutica
floral, que se extiende en un tiempo y tiene lugar en un espacio; y por ello el TFI cobra unos honorarios.
Cobramos por nuestro trabajo porque nos interesa ganar dinero con lo que nos gusta. Hay quien gana dinero pintando o cantando; en
nuestro caso el arte que nos anima es el de Quirón, el que aun enfermo cura. Decimos un dinero: 25 euros los que se inician, 50, 60 o más,
los aventajados, por poner algún número. Pero no es posible asignarle un valor numérico a la acción terapéutica que permite una
transformación deseada por el paciente. ¿Cuánto cuesta reencausar la existencia hacia una vocación querida?¿Qué precio tiene recuperar
el diálogo y el cariño con un hijo? ¿Qué valor podemos adjudicarle a no continuar repitiendo la misma insensatez? Hay cosas que no tienen
precio, el acto terapéutico es una.

El terapeuta cobra por escuchar, interesarse, por favorecer la construcción de una realidad más satisfactoria para el paciente. El paciente
paga para que le digan eso que puede escuchar porque paga. Pagar a un terapeuta por su paciencia, interés, acción terapéutica y
profesionalidad, es una posibilidad que el paciente abre en su vida para poder sentir, pensar, conmoverse, reírse de sí y descubrir nuevos
modos de existir y narrarse, en un espacio y tiempo significativos y pautados, por los que entrega un precio simbólico que le permite decir
aquello que solo al terapeuta dice (“No hablo de esto con nadie”). Afortunadamente existen los terapeutas: hay fantasías, odios, deseos,
historias, ideas, pensamientos y desesperaciones, de las que es mejor cuidar a los que amamos y las conversemos y tratemos con el
profesional en el que depositamos, poco a poco, la confianza de estar más a gusto; hay cierta caca que mejor arrojarla al tacho de la basura
de un terapeuta, decía, palabras más o menos, el gestáltico Fritz Perls.

Es claro que vengo haciendo referencia a la consulta privada. Cuando se trata de una labor de asistencia voluntaria, como la que se
desarrolla en Seflor o Sedibac, el encuadre es otro y por lo tanto espacio, tiempo y dinero se consideran de distinta forma. No se cobran
honorarios. El tiempo, dependiendo qué circunstancias, puede ser otro. Si hay una gran población de personas a las que tratar, pocos
terapeutas florales y tiempo limitado, los encuentros terapéuticos se reducen a minutos.

Cobrar porque se sabe: de técnica y de sí mismo.

En la relación terapéutica se asume que una de las partes es un paciente, alguien confiado en el buen hacer de otro que sabe lo que hace
(Manrique, 1994). El terapeuta puede cobrar porque ha desarrollado unahabilidad terapéutica en la que ha invertido tiempo, esfuerzo y
dinero. En el caso del Terapeuta Floral Integrativo, puesto que hablamos sobre una consulta de TFI, está dada por un conjunto de aptitudes
siempre en desarrollo, imprescindibles para la construcción del rol de terapeuta y necesarios para responder a la cuestión de la ética
profesional en las profesiones de ayuda; estas son:

 Su formación en Materia Floral: El sistema de Bach, y la familiarización con otro sistema floral, u otras esencias de distintos
sistemas, es lo más recomendable. Hay quienes optan por extenderse y profundizar exclusivamente en Bach.
 La experiencia de escuchar y ser escuchado en un grupo formativo de recursos para la práctica terapéutica floral. El desarrollo de
la aptitud para escuchar lo trivial y lo esencial, lo extenso y lo profundo se desarrolla escuchando -y dejándose escuchar- en un
grupo de formación que incluya la dinámica terapéutica grupal. El buen hacer en Terapia Floral Integrativa se transmite y aprende
en un grupo. La conversación terapéutica floral integrativa se aprende.
 Eldesarrollo de su mente a través del estudio de pensadores orientales y occidentales del desarrollo de la conciencia y otras
materias. en materias tales como Filosofía convencional y perenne, desarrollos de la Psicología, Antropología, y otras ciencias.
Basta con tomar nota de laformación humanista del Dr. Bach, para tomar en cuenta este punto que resultará fundamental a la
hora de tratar con el paciente, en la conversación y floralmente, la filosofía real (de vida) que subyace a las situaciones concretas
que plantea (Cavallé, 2004).
 Su experiencia como paciente de terapia floral individual. ¿Cómo sentarse a escuchar y a pensar en un paciente y en
sutratamiento floral asertivo si no se ha pasado por la experiencia de ser escuchado y pensado por un TFI con experiencia? ¿Cómo
acompañar a un paciente por el sufrimiento de la ignorancia de sí mismo, si no se ha emprendido viaje similar acompañado? …es
impensable, y además, un desatino ético.
Es en este punto -y en el próximo- en el que se observa si el aspirante a TFI cuenta con la virtud terapéutica por excelencia: la
necesaria humildad (afán de reducción egocéntrica [Verbena]) que le advierta de los riesgos del “ego terapéutico”: grandiosidad;
seducción sexual del paciente; intolerancia, impaciencia, aburrimiento, falta de curiosidad por su historia, u otras formas de huída
que el terapeuta instrumenta ante la frustración, el dolor, el miedo o la sexualidad de su paciente. El terapeuta no podrá producir
una conversación terapéuticacon su paciente por sus abismos, si no ha conversado terapéuticamente de similar manera sobre los
propios. Y este último punto, el del aspirante que atraviesa personalmente la experiencia terapéutica que desea aplicar, ya está lo
suficientemente demostrado por otras ramas de la Clínica de los afectos: PNL, Gestalt, Psicoanálisis, Eriksoniana, Pathwork; remito
a esas fuentes. La Terapia Floral Integrativa no es una excepción al “conócete a ti mismo” griego, ni de aquello que dice “comienza
por Freud para llegar a Buda” (Wilber, 1996). En definitiva: comienza por saber de ti para saber del otro que no es tu.

 La apropiada supervisión de su tarea. Es complejo sentarse frente a un paciente, me refiero a la atención a las múltiples
variaciones de contenido, forma y fondo de sus narraciones de sí. Escuchar tan extensamente implica que el TFI se permita ser
perturbado por diversidad de historias, sucesos dramáticos o ligeros, enfermedades, separaciones, intereses, valores y proyectos -
siempre distintos y particulares-, sexualidad, infidelidad, muerte... En la exposición, por parte del paciente, de estos y otros temas
tan habituales como intrincados, es frecuente la interrupción de la escucha y conversación terapéutica floral por parte del
terapeuta. Generalmente se debe a desconcierto, a no saber cómo continuar, qué decir o preguntar, a la aparición de prejuicios
(ideas, propaganda,mandatos de su linaje familiar, de laestructura social occidental y el odo capitalista [4º nivel de Wilber, 1996,
1997]), falta de curiosidad, de empatía que es compasión, o la confluencia excesiva con el paciente en temas que el terapeuta
tampoco ha pensado acerca de sí.
La supervisión de la propia tarea terapéutica floral permite evidenciar y reorientar esas interrupciones facilitando ideas y esencias
florales adecuadas a la dificultad de paciente y terapeuta floral. Supervisar capacita al terapeuta floral a tomarse a sí mismo como
objeto de su observación y reflexión continuas mientras promueve el desarrollo de nuevas posibilidades y recursos terapéuticos
que surgen solo si se supervisa. En definitiva, se aprende a salir creativamente de los despistes mientras se está un espacio de
actualización permanente e intercambio con otros colegas.

El espacio

Para muchos terapeutas florales el espacio de atención a un paciente es una camilla o un par de sillas con un escritorio de por medio. En
estos casos suele ser que la terapia floral sea usada como complemento -o practicada desde el encuadre técnico- de otros enfoques:
manuales, naturistas, kinesiológicos, medicina china… Para el TFI el cara a cara es el encuadre elegido. El modo de establecer contacto con
el paciente es el de un yo y un tú en una conversación terapéutica que favorece una mayor aproximación, un activo intercambio visual y un
espacio que resuena permitiendo la intimidad, que es respetuoso de los silencios, que invita a la curiosidad, y donde es posible la
contención del paciente.

Personalmente conservo la costumbre de la tradición floral: una vela encendida, una tercera presencia. El fuego distingue el espacio
terapéutico floral de otros encuadres del espacio utilizado por otras terapias; suelo mirar la llama de vez en cuando para retomar la
atención en mi centro de gravedad y la armonía necesarios en este trabajo vocacional de escuchar palabras y esencias florales.

Gracias por tu atención.

Bach, E. Bach por Bach. Ediciones Continente, Buenos Aires 1993.

Código Deontológico del Práctico en Terapia Floral. Madrid, 2005

Cavallé Cruz, M. La filosofía, maestra de vida. Santillana Ediciones, Madrid, 2004

Manrique, R. La psicoterapia como conversación crítica. Libertarias/Prodhufi, Madrid 1994.

Savater, F. “Etica de la alegría”, en Despierta y lee. Alfaguara, Buenos Aires, 1998.

Veilati, S. Tratado completo de terapia floral. Edaf. Madrid, 1999.

Veilati, S. El acompañamiento floral de la agonía. Procedimiento sugerido para el trato con el enfermo terminal ingresado, la familia, otros
asistentes, y los médicos. Boletín 13, Seflor, Madrid 2005.

Veilati, S. Para una idea de procedimiento de terapia floral con pacientes psicóticos. Boletín 14, Seflor, Madrid, 2005.

Wilber, K. El proyecto Atman. Kairós. Barcelona, 1996.

Wilber, K. Breve historia de todas las cosas. Kairós. Barcelona, 1997.

Wilhelm, R. El libro de las mutaciones. Editorial Sudamericana, Buenos Aires 1985

Madrid, 6 de noviembre de 2005

TERAPIA FLORAL INTEGRATIVA. Respecto a un caso de reflujo gástrico propuesto en el foro de Seflor “Florinautas”
Deseo compartir con vosotros la forma en que pienso floralmente las dolencias orgánicas de un paciente y responder a:

1. Cómo llevar a cabo una prescripción floral que recoja el sufrimiento físico
2. Cómo conducir la atención terapéutica hacia las áreas afectivas involucradas en dichos síntomas.

Esto cumple con los siguientes objetivos:

*Dinamizar la conversación terapéutica floral

*Permitir la creación del vínculo terapéutico necesario para la cura


*Facilitar una clara orientación para nuestras intervenciones terapéuticas al determinar áreas sensibles y susceptibles de tratamiento con
flores y palabras.

Parto de una asociación de los síntomas físicos con esencias florales basándome en el trabajo de Ricardo Orozco , más abajo expongo, paso
a paso, cómo llevarlo a cabo. Termino relacionando los afectos, que resultan de esta traducción floral, con lo que el paciente dice… o no
dice de sí.

Presentación de un caso

Ariel, miembro del foro de Seflor “Florinautas”, envía el día 18/10/2005 el siguiente correo, cito:

“Saben, estoy un poco complicado, una persona me pidió ayuda, ya que sufre de reflujo. No se que flor de Bach pueda servir para esto.
Según lo que determiné ella esta en el grupo de excesiva preocupación por los demás Chicory y Vine principalmente. ¿El reflujo se puede
haber producido por lo anterior?”

Se trata de una mujer, padece reflujo, suponemos que es gástrico; Ariel la encuadra en el grupo floral de Chicory y Vine: “Sobreprotección o
excesiva preocupación por el bienestar ajeno”. Se pregunta si habrá alguna relación entre su carácter y su padecimiento.
Sabemos poco, es una presentación brevísima (aunque con pacientes terminales en coma probablemente sabríamos menos aun… no dicen
nada). Aprovechemos esta exigua información para avanzar algo más. A veces, lo que parece poco resulta suficiente para comenzar,
veamos si es posible en este caso.

Descripción del reflujo gástrico

Comienzo preguntando al foro qué es un reflujo. Assumpta de Barcelona, es enfermera, y la médico Diana Ravazzoli de Argentina, lanzan
una primera descripción del reflujo gástrico. También existe un reflujo renal, tal como apuntan Carmen López, terapeuta floral integrativa,
de Madrid y más tarde Diana y Mario Aranovich, terapeuta floral y naturópata de Argentina. Suponemos que este caso trata de uno
gástrico.
La descripción del reflujo que envía Mario Aranovich, con ilustración agregada, es para leer con detenimiento
http://www.tuotromedico.com/temas/reflujo.htm. Aranovich también advierte que es importante que el paciente consulte a su médico y
que el terapeuta floral esté correctamente formado y sepa que está realizando una intervención floral que tiene, digo yo, diferente objetivo
que la del médico: recoger floralmente -por la vía de la traducción del síntoma orgánico a esencias florales- los afectos que escapan de la
conciencia de sí del paciente para terminar entre sus carnes. Si como resultado de esta intervención hay una mejora de la perturbación
física, bienvenido sea.
Diana Ravazzoli y Assumpta describen el reflujo de modo sencillo.

Cito a Diana:

1/10/2005 por la noche:

“El reflujo es el paso del jugo gástrico hacia arriba ,o sea hacia el esófago, lo que ocasiona al paciente la sensación que vulgarmente se llama
"acidez "o "ardor estomacal el reflujo es el paso del jugo gástrico hacia arriba, o sea hacia el esófago ,lo que ocasiona al paciente la
sensación que vulgarmente se llama "acidez "o "ardor estomacal "es un a sensación como de quemazón ,porque precisamente lo que pasa
es que el jugo gástrico pasa a un lugar que no es el suyo y produce esa sensación sumamente molesta porque la mucosa del esófago no lo
resiste. Muchas veces es por problemas netamente emocionales que esto sucede "algo que no nos cayo bien "o algo "que nos quema por
dentro y no se puede constatar por ningún método de estudio (radiografías, endoscopias, etc.) otras veces hay una alteración física que lo
provoca. Es muy frecuente en algunos bebes, y se manifiesta porque vomitan la leche y no aumentan de peso.” (las negritas son mías y nos
serán de utilidad más adelante)

Cito a Assumpta:

1/10/2005 por la tarde

“…el reflujo es una deficiencia en el cardias, la válvula de entrada al estómago no cierra bien, y eso provoca que los ácidos del estómago
puedan subir hacia el esófago, incluso también se ven bronquitis importantes porque también puede llegar un poco a bronquios en
pequeñas cantidades. (También soy enfermera y ahora justo trabajo en la especialidad de pulmón).” (las negritas son mías)

1/10/2005 por la noche

“Hola! lo del cardias es que no cierra bien , provocando que suba contenido del estómago, se alivia mucho durmiendo un poco
incorporados. “(las negritas son mías)
Y Mela, terapeuta floral de Madrid, agrega:

1/10/2005 por la tarde

“… se trata de una molestia provocada por la salida hacia el esófago de los jugos gástricos del estómago. Digestiones pesadas con gran
producción de jugos generan la llamada hernia de hiato (dilatación del hiato) que es el esfínter que une el esófago con el estómago. Los
ácidos gástricos "queman" las paredes del estómago suben por el esófago alcanzando hasta la garganta provocando inclusive afonías graves
por quemaduras en las cuerdas bucales. El reflujo se combate con acelerantes digestivos, relajantes musculares, protectores estomacales y
dieta suave que no provoque la producción abundante de jugos.”

Análisis del reflujo gástrico y determinación de las esencias asociadas

En relación a esto aparece una primera sugerencia floral al foro, viene de la mano de Miguel Angel Barquin, cito:

“Si atendemos al lenguaje transpersonal de las flores, habría que pensar en Chestnut bud (Repetición/No asimilación), Vervain
(Sobreexpresión/Exageración), White Chestnut (Repetición), y tal vez Honeysuckle (Regresión). No olvides incluir Chamomile (Flor de
California)

Voy a detenerme en comentar esta aportación y a partir de aquí abriré a otras posibilidades florales. Me basaré, como Barquin, en el
desarrollo de los patrones transpersonales (están entre comillas a lo largo del texto). Miguel sugiere:

Chestnut bud: Trata la “repetición” y “no-asimilación” de cualquier contenido: psíquico u orgánico, lecciones de matemáticas o alimentos.

White Chestnut: También trata la repetición, pero una “repetición acelerada”, constante, rítmica e incesante como los pensamientos
obsesivos, el tic nervioso y el hipo.

Tal vez podamos pensar que para recoger floralmente la “repetición” y “no-asimilación” que se da en el reflujo gástrico, Chestnut bud sea
conveniente.

Vervain: Trata de una “sobreexpresión” e “irradiación” mental u orgánica. Efectivamente, en el reflujo hay una difusión de los estragos del
síntoma hasta lugares alejados del límite entre el estómago y el esófago donde se produce. Llega a la faringe “…incluso a los bronquios”
dice Assumpta; Mela agrega “Los ácidos gástricos "queman" las paredes del estómago suben por el esófago alcanzando hasta la garganta
provocando inclusive afonías graves por quemaduras en las cuerdas bucales”. Se observa además el exceso de salivación como mecanismo
de defensa orgánico. Aquí voy a sugerir dos esencias más:

Holly: Una “erupción” de ácidos que recuerda a los estallidos de cólera tan erosivos para las relaciones humanas como el ácido para las
mucosas. Trata de “una manifestación en caliente, urgente, expansiva, centrífuga, aguda…” (Orozco, 2003). En este punto Verbena y Holly
se rozan; sin embargo, la quemazón, la acidez, lo agudo y urgente del reflujo, atañen a Holly.

Elm: El “desbordamiento” de la mente, pero también de los contenidos de un órgano hacia otro como sucede con el reflujo, una suerte de
trasvase.

Parece que el reflujo es una interesante expresión de síntomas afectivos Holly (erupciona, quema y arde), Elm (desbordamiento) y Verbena
(expansión del síntoma hasta áreas alejadas de la fuente). Nos detendremos en una reflexión sobre estos afectos más adelante. Pero
continuemos pensando en otras esencias posibles para el reflujo:

Hornbeam: El esfínter gastroesofágico, la válvula de entrada al estómago “…no cierra bien, provocando que suba contenido del estómago”
escribe Assumpta. Estamos hablando entonces de “laxitud”, un “debilitamiento puntual” de la motilidad del esfínter. Aportará además la
energía necesaria a las diferentes zonas para acometer el proceso de cicatrización de las lesiones debidas a la intensa acidez; con la
colaboración, claro está, de Star of Bethlehem.

Star of Bethlehem: El patrón isomórfico es “trauma”. En este caso está indicada para los microtraumas continuos debido al reflujo ácido
con sangrado de la mucosa esofágica.

Observen que con estas esencias recogemos lo que dice Mela más arriba respecto al tratamiento alopático adecuado del reflujo, cito
textualmente:

“El reflujo se combate con acelerantes digestivos (Hornbeam, hay lentitud digestiva), relajantes musculares (Vervain), protectores
estomacales (Star of Beth, Holly y Hornbeam) y dieta suave que no provoque la producción abundante de jugos” (Vervain y Holly) (las
negritas son mías)
Resta preguntarle a Miguel porqué introduce Honeysuckle. Su patrón transpersonal, que aun está en estudio, es “regresión”. Algo
involuciona, por ejemplo: el deterioro del conjunto de las operaciones intelectuales (atención, memoria, pensamiento categorial,
conceptual…) propio de las demencias o el Alzheimer (Orozco, 2003) que dan una apariencia “como sí” de regresión hacia estadios de
evolución muy tempranas en la existencia “Mi madre está como una niña de tres años”, decía una alumna respecto al estado de su madre
con Alzheimer a la que cuida diariamente. Pero ¿dónde está la “regresión” en el reflujo? A no ser que Miguel vea en el reflujo gástrico algún
gesto de “regresión”, somático o funcional, de modo que pueda justificar su introducción en esta fórmula. (Quizá confunda este
movimiento con el sube y baja propio de Scleranthus que veremos más abajo).
Unos días más tarde Miguel responde justificando de este modo la inclusión de Honeysuckle:

“Los alimentos siguen naturalmente un recorrido (de la boca al estómago, continuando hacia el duodeno, intestinos, etc.), cuando este
proceso se interrumpe y los alimentos suben por donde bajaron minutos u horas antes, creo que estamos ante una regresión en el sentido
estricto del término.
2) Los recién nacidos tienen regurgitaciones frecuentes (esto no es ningún trastorno, sino algo natural), mismas que van desapareciendo
conforme el niño crece. Este síntoma en un adulto (o niño de una cierta edad) además de como trastorno, creo que puede ser visto también
como un síntoma fuera de tiempo: regresión.
El punto es que esta flor aún no está del todo identificada en cuanto a su trabajo transpersonal, y creo que el caso de reflujo nos ofrece una
interesante oportunidad para probarla.”

Personalmente no la incluiría en una primera fórmula; si bien la consideraría como formando parte de estas esencias que son posibles para
un futuro o que estaría muy atenta de escuchar en el relato de sí de la paciente.

Consulta telefónica a R. Orozco

He consultado con Ricardo esta idea del tratamiento del reflujo. Ha estado de acuerdo y matizado dos cosas:Este preparado tiene que ser
una crema que se aplique sobre el plexo solar… interesante. Él agregaría Scleranthus. Insistió en este punto.

Analicemos esto para ver si llegamos a alguna conclusión. Los patrones transpersonales de Scleranthus son los síntomas que se expresan
con la forma de la “inestabilidad”, “alternancia”, “ciclicidad”, “descoordinación”, “desfase” y “asimetría”. Cinco por el momento. Podemos
pensar que el reflujo se refleja en tres de ellos: descoordinación, desfase y alternancia.

1. Descoordinación: La coordinación natural entre esófago y estómago está interrumpida; esto conduce a un desfase.

2. Desfase: Aquello que no sucede en su momento correspondiente; donde tiene que haber una digestión hay otra cosa, en este caso una
regurgitación. Hay una mecánica que no funciona coordinadamente.

3. Alternancia: Es verdad que Scleranthus recogerá este movimiento de vaivén propio del reflujo, de un sitio a otro, del estómago al esófago
y vuelta hacia el estómago. El ida y vuelta obsesivo típico de Scleranthus: ahora aquí, ahora allí, ahora nuevamente aquí…

Tenemos entonces una fórmula en crema con 7 esencias: Chestnut bud, Holly, Elm, Vervain, Hornbeam, Star of Bethlehem y Scleranthus.
Dos veces al día como mínimo; sin embargo lo aplicaría cuatro o seis, o más… dependiendo de la frecuencia del reflujo y el grado de las
lesiones.

Lo anterior es lo que pensaría todo terapeuta floral formado en el trabajo de Orozco. Veamos si podemos continuar el viaje y a partir de
pensar en la enfermedad comenzar a colorear algo que podríamos llamar la afectividad del individuo que desarrolló este padecimiento. En
este punto integro el trabajo de Ricardo Orozco a la labor terapéutica floral integrativa que pretende, por la vía de las esencias florales y la
conversación terapéutica, la producción de una reflexión de la mente sobre sí y la creación de significados y prácticas distintas, renovadoras
de la vida del paciente. Me explico: el cuerpo habla a través del síntoma (mareo) que puede ser interpretado en términos de un patrón
transpersonal (inestabilidad), éste remite a una esencia (Scleranthus) y ésta a su vez señala un estado mental, emocional y conductual
presente en la vida del paciente aunque a modo de exceso orgánico, en principio… pero ¿cómo lo articula en su existencia, en todo lo que
no es su cuerpo? ¿Cómo lo expresa o lo inhibe además de imprimirlo en su anatomía? ¿Cómo producir una reflexión de sí con el paciente a
partir de un Patrón Transpersonal de modo que lo que está en el cuerpo como síntoma pueda pasar a la conciencia y desencadenar nuevas
acciones, sentimientos, ideas y pensamientos? Veámoslo.

Relación entre sus síntomas y lo que dice y no dice

En este caso que presenta Ariel poca relación podemos establecer entre los síntomas y lo que dice el paciente. No hay información. Pero, al
igual que hicimos al principio, intentemos ver qué podemos pensar a partir de lo que hay, después de todo este es nuestro trabajo.
Aquí uno no puede sino preguntarse ¿en cuáles espacios -sueños, vínculos, aspiraciones, realizaciones- esta persona expresa o ahoga lo
mejor y lo peor, las virtudes y las pasiones de Chestnut bud, Holly, Elm, Vervain, Hornbeam, Star of Bethlehem y Scleranthus? Lo que no se
expande conscientemente se contrae a modo de síntoma afectivo u orgánico.

Los estados emocionales y mentales que surgen de la asociación de síntomas orgánicos con esencias florales son importantes indicadores
de lo que el paciente precisa llevar a la conciencia de sí. Informan al terapeuta floral de aquello que el paciente silencia, desplaza, revierte
en sí, proyecta (en su cuerpo), niega, o transforma en lo contrario… en definitiva, de lo que no se apropia, o mejor dicho, de lo que
incorpora a su existencia por una única vía, la del sufrimiento físico.

El síntoma físico advierte al terapeuta floral de que allí hay una historia incompleta, un despliegue vital y vivencial insuficiente que en el
caso de este paciente con reflujo puede estar girando, no exclusivamente, alrededor de Chestnut bud, Holly, Elm, Vervain, Hornbeam, Star
of Bethlehem y Scleranthus. Volveremos a esto más abajo.

El próximo paso será estar atentos a escuchar estas esencias en la narración de sí del paciente, no digo a buscar estas esencias florales sino
a toparnos con ellas. El terapeuta floral no busca esencias, las encuentra.

Esto facilitará una serie de señalizaciones terapéuticas, de cuestiones a pensar con el paciente, muy interesantes todas. Por ejemplo, si esta
persona fuese mi paciente pensaría en las “cualidades” (Bach, [1932] 1993) que deriva hacia su cuerpo transformándolas en algo que solo
vive como síntoma, a saber: la capacidad de aprender de sus errores (Chestnut bud); el talento para seleccionar lo nutritivo de la existencia
y comprender que lo bueno y lo malo mantienen una tensión inevitable (Holly); el entusiasmo por vivir, pensar, decir y realizar propios de
los estados positivos de Vervain, Elm, Hornbeam y Scleranthus; y me detendría en aquellas experiencias que ella considere traumáticas,
difíciles de digerir -como sugiere Diana- para adentrarme en lo que pide Star of Bethlehem: la atención y la reflexión con el paciente sobre
cómo incorpora a su vida lo súbito, la muerte, la fatalidad, el azar desgraciado… todo un tema.

Cierto es que el sentido inverso es también importante, aquel que atiende lo que Bach llamaba “obstáculos e impedimentos” (Bach, [1932]
1993), el exceso de un afecto que por resultar abundante se vacía en el cuerpo. Estoy haciendo referencia, en este caso de reflujo, a la
demasía de afectos Chestnut bud, Holly, Elm, Vervain, Hornbeam, Star of Bethlehem y Scleranthus. Comprendámoslo mejor.

Pensemos en el Chestnut bud de esta mujer. Podemos preguntarnos: ¿Cuál será, digamos, el foco productor de este exceso de Chestnut
bud? ¿De qué rueda de repetición se sentirá presa esta mujer, qué cree repetir? ¿Una limitación intelectual concreta; o un sentido limitado
de su intelectualidad, una falta de confianza en sus aptitudes, por decirlo así? ¿Una repetición localizada en un tipo de elección de relación?
por ejemplo: “Siempre elijo el mismo tipo de amigos”. De allí en adelante revisaría junto a ella este sentido de “siempre lo mismo, todo
igual, nada distinto” propios del estado Chestnut bud, que padece, como sabemos, de falta de creatividad ante algunos estímulos que le
ofrece su existencia conformando un circuito estímulo/respuesta/estímulo/misma respuesta… similar al de aquellos perritos del reflejo
condicionado de Pavlov. No hay elección posible, solo hábitos; no hay un sujeto responsable de una acción, solo repetición “por defecto”
como dice Bill Gates.

O bien, si hablamos de Holly ¿cuál será la trama de su envidia, celos, suspicacia y desconfianza? ¿Qué envidia: la belleza, la riqueza, el
poder, el talento, el saber y la inteligencia, la juventud, la buena suerte, la salud? ¿Con quién sostuvo y sostiene vínculos Holly? ¿Dónde
está, parafraseando a Epstein, su malevolencia silenciosa, la hostilidad fría y secreta, el deseo impotente, el rencor oculto y mortificante?
¿Se percata de su frente hostil o lo rechaza y lo actúa?

Es tentador pensar algo alrededor de Scleranthus. Firmeza como virtud e indecisión como defecto, son las “características” que Bach señala
para esta esencia (Bach, [1932] 1993). La indecisión es el pecado del cobarde pero también el tropiezo del codicioso; recordemos que Ariel
nos dice que esta mujer tiene características Vine, que es la avidez. Decidir es optar y elegir es perder algo… la codicia quiere todo para sí.
Una pregunta posible sería ¿qué teme perder esta mujer si elige? Y también ¿Qué decisiones, por ella tomadas, no reconoce como suyas? Y
si la firmeza, según Bach, es el atributo que desarrolla Scleranthus, que padece de la blandura del dubitativo, ¿cuáles acciones prorroga esta
buena mujer, en qué se siente inconsistente? Duda es dilación, un aplazamiento temeroso de la acción, un suspenso del alma con miedo a
toparse con la incompletud… ¿sabrá esta mujer que más allá de la incertidumbre hay más incertidumbre aun? A pesar de ello es posible
elegir.

Scleranthus lleva mal la cuestión de las preferencias. Se queda por demasiado tiempo en la tensión de la duda. Tiene varios objetivos al
mismo tiempo y eso crea dos disposiciones emocionales simultáneas y opuestas. La cuestión de la decisión es una de las cosas más
interesantes de trabajar en un proceso terapéutico floral… o cualquier otro. Rara vez se resuelve por la vía de la decisión “Me quedo con
esto”, sino más bien con un cambio de significado, un salto de la mente hacia algo que no había considerado (los típicos impulsos de
apertura de la conciencia que facilita Scleranthus). Un interesante ejemplo de esto es el divorcio. Una mujer dice “Quiero divorciarme pero
si me divorcio destrozo mi familia”. Un conflicto Scleranthus, el sujeto se siente atrapado: no resiste más en esa relación y quiere salvar a su
familia. Dos disposiciones emocionales opuestas. Imposible decidir… pero posible de resignificar. Familia no es pareja; la pareja es la que se
divorcia, la familia puede continuar. Se trata de salvar las funciones: padre, madre e hijos; no la relación entre esta mujer y ese hombre que
ha perdido sentido para ambos. Esto es una resignificación, la reorientación de un conflicto por la vía de un cambio de significado.
Scleranthus rara vez ayuda a decidir, más bien disminuye la angustia ante lo incierto, esto permite pensar mejor. Donde hay inquietud no
hay conciencia.
Veamos algo sobre Vervain. Entusiasmo exagerado y tolerancia son las cualidades que Bach imprime para esta esencia (Bach, 1993). La
primera es el obstáculo a superar, la segunda la virtud que desarrolla. Hay personas con síntomas orgánicos Vervain que muestran escaso
entusiasmo por pocas cosas. Llevan el arrebato expansivo al cuerpo, lo guardan entre sus pliegues, lo transforman en síntoma y no en un
conjunto de acciones satisfactorias para sí. Son los Vervain extinguidos. Otras parecen muy moderadas, y lo son, pero han tenido un padre o
una madre Vervain. Los archivan en su cuerpo a modo de patrón centrífugo, expansivo, irradiante, caliente. Es una forma de amor, de llevar
a alguien con uno… aunque mate. Otros, así lo afirman por Castilla “se pasan cuatro pueblos”. Se exceden en su desmesura y desploman; y
aun así continúan megaentusiasmados, el cuerpo no acompaña tanta explosión narcisista y hace un síntoma expansivo e irradiante:
tortícolis, otitis, urticaria, fístula... Si hay suerte aprenderá que debe disminuir la intensidad para no darse de narices con el límite que
imponen su cuerpo y el prójimo y hará un lugar a la tolerancia que es respeto por la diferencia. Pero ¿qué sucede en el caso de esta mujer
con reflujo a cerca de la cual tanto ignoramos? ¿Qué cosas la entusiasman? ¿Cuáles son sus excesos? ¿En qué áreas de su existencia está
actuando este patrón desmesurado por presencia o por ausencia? ¿Y su humana y natural radiante capacidad de afirmación de sí misma…
qué hay de ella? ¿Qué expansiones no han tenido lugar? ¿Cómo se apasiona y enamora? ¿Cómo expone sus ideas, pensamientos y
creencias?

Detengo aquí estas ideas porque creo haber mostrado, y para muestra basta un botón, la importancia de pensar desde un mínimo: el
síntoma físico. Por otra parte para extendernos más necesitamos a alguien que no está: el paciente floral. El es el único que podrá continuar
deshilando el ovillo y dándole algún sentido cierto a esto que planteamos como hipótesis de trabajo, posibles líneas de indagación floral;
interrogaciones, en definitiva, que pretenden concienciar al paciente a partir de lo que en principio era un patrón transpersonal.

Pero antes de concluir, dos indicaciones. La primera, estas preguntas no las formulo al paciente; al menos no de esta manera, me las hago a
mi misma, así cultivo la curiosidad que pondrá en marcha ese bucle creador de vinculación y realidad que es la conversación terapéutica
floral. Es cierto que las preguntas pueden formularse en todo momento pero eso no quiere decir que cualquier momento sea siempre
favorable. La pregunta, la palabra que revela u organiza, la esencia necesaria, siempre es la que está más cerca de la comprensión del
paciente (Veilati, 1999). Tal vez la metáfora de la curación floral “como si peláramos una cebolla” tenga, a pesar de las reminiscencias
hortícolas, algún parecido a la realidad de la mente humana y su tratamiento. Lo que está más cerca es lo que está pegado a lo próximo.

La segunda indicación atañe al cuidado de los síntomas del paciente. Me explico, si el paciente envía al cuerpo lo que envía, es porque no lo
tolera en su mente. El dolor, el miedo, la ira, la duda, la falta de realización… son más fáciles de llevar si están escondidos entre la piel y el
esqueleto. Respetar esta ignorancia de sí es una actitud empática por parte del terapeuta floral. Pero respeto no es ausencia de
cuestionamiento ni de matices provocadores, sino un cuidado del tempo del alma del paciente, un aprovechamiento del instante en el que
el paciente quiere escuchar, y un descarte decidido de la inquieta necesidad de informarle lo que creemos saber. No sabemos de él, no más
que él mismo, por eso nos preguntamos y el PT, es decir, su síntoma, es un excelente punto de partida.

Observen entonces cómo lo que comenzó siendo “el reflujo” una falta de tono del esfínter esofágico, ha pasado a ser algo capaz de rellenar
una historia, un signo que señala hacia determinadas direcciones susceptibles de orientar intervenciones terapéuticas y abrirnos a nuevas
esencias florales y, ciertamente, un despertador de la ineludible curiosidad del terapeuta floral por su paciente.

Mi gratitud a Ricardo Orozco y a los miembros de Florinautas.

Susana Veilati

Bibliografía:

 Orozco, R. Flores de Bach. Manual de aplicaciones locales. Indigo, Barcelona, 2003


 Orozco, R. Seminario “Patrones Transpersonales”. Congreso Nacional de T.F, Málaga, 2001.
 Bach, E. Los remedios florales. Escritos y conferencias. Edaf, Madrid, 1993
 Veilati, S. Tratado completo de terapia floral. Edaf, Madrid, 1999
 Epstein, J. Envidia. Paidos, Madrid, 2004

Madrid, febrero de 2009

Similitudes y diferencias entre Elm y Rock Water. Por Susana Veilati, Terapeuta Floral Integrativo.

A propósito de una pregunta lanzada en el foro Florinautas, deseo improvisar sobre las similitudes y diferencias de los estados afectivos que
tratan Elm y Rock Water. No me interesa tanto ser exhaustiva (no tengo la intención de caer en el abatimiento abrumado Elm, ni en el
perfeccionismo Rock Water), sino comentar un modo de pensar lo igual y lo distinto entre una y otra esencia. A ver si puedo decir algo
diferente.

¿A cuál de los 3 grupos pertenece?

Creo que un posible punto de partida, es tener en cuenta cuándo Bach elaboró las esencias que deseemos analizar, en cuál de los tres
primeros grupos está incluida:

1. ¿En los 12 curadores o 12 remedios tipo?, que Bach piensa a continuación de sus años dedicados a la homeopatía e influido por la
concepción de los “Tipos de personalidad”.

2. ¿En los 7 ayudantes, las flores de la cronicidad? Sabemos de Bach, por su trabajo en la bacteriología y la homeopatía, que fue un
médico comprometido con la investigación de lo crónico. Con posterioridad a los 12 remedios tipos, elabora estos 7, con la intención de
tratar lo que ha echado raíz en el cuerpo y la mente.

3. ¿En el de los últimos 19?, que, generalizando, lo podemos ver como una agrupación de remedios para estados críticos, aquellos que
abocan a la desesperación. Recordemos que Bach descubre estas esencias en sus últimos seis meses de vida, en los que padeció estados
emocionales de gran abatimiento e impotencia. Consideremos que a este conjunto pertenecen Sweet Chestnut, Cherry Plum, Star of
Bethlehem, Larch, Crab Apple, Pine, Wild Rose, Mustard y otras tan dramáticas como estas. Inspira compasión lo que pasó este hombre
antes de morir, ¿no es así?

Esto ya nos da una primera información diferencial valiosa: Rock Water es el 6º remedio del grupo de los 7 ayudantes. Bach considera que
las esencias de este pequeño grupo de 7, son para las personas que se han acostumbrado (y resignado) a su enfermedad, de tal modo que
ésta se extiende en el tiempo, se hace crónica; molesta, pero el sujeto la siente como parte de sí, deja de percibir que él no es su
enfermedad, y el mal se cristaliza. Rock Water, por estar en este grupo, nos habla de una permanencia en lo mismo, de algo que no cambia
con el tiempo sino que se mantiene igual a lo largo del calendario, constituyéndose, en el caso particular de Rock Water, en un modo rígido
de ser y estar en el mundo, falto de flexibilidad (física, emocional y mental).

Ahora bien, Elm está en el grupo de las últimas 19 esencias, por lo tanto, la podemos pensar como un estado afectivo crítico y penosamente
abatido que se expresa, en su punto álgido de deterioro, como algo que tumba o detiene al sujeto porque sobrepasa el límite de lo que le es
posible resistir o acometer; se trata de una persona apremiada. La metáfora de la olla a presión siempre me ha parecido un buen ejemplo
del estado Elm. Aunque más útil para la clínica es lo que dice Judy Howard al pensar en un niño que “Habiendo alcanzado notas altas en un
nivel, y ascendido así a una clase superior, queda indeciso por sentirse incapaz de habérselas con un material de estudio más complicado,
así como con el trabajo que se espera de él”. En fin, no puede con mayor presión y contenidos; de continuar así acaba en depresión y en
sentimientos de impotencia ante lo que quiere realizar. Imagino al Dr. Bach padeciendo este estado.

¿A cuál de los 7 grupos pertenece?

Un segundo movimiento para la distinción es contestar a la pregunta del subtítulo: ¿A cuál de los 7 grupos florales pertenece?

Sabemos que en 1936, en “Los doce curadores y otros remedios”, Bach renueva la presentación de su trabajo: divide las 38 esencias en
siete grupos: 1º miedo, 2º incertidumbre, 3º falta de atención, 4º soledad, 5º influenciabilidad, 6º desesperación, y 7º los demasiado
concernidos por el bienestar de los demás. Ubiquémoslas: Elm pertenece al 6º grupo, el de la desesperación; y Rock Water al 7º, aquel de la
ocupación en cambiar el mundo para mayor bienestar de sus habitantes, algo que, como bien sabemos, harán con o sin el consentimiento
de los mismos.

¿Qué diferencias plantea la pertenencia de una esencia a uno u otro de los 7 grupos? De entrada pienso que Elm habla de algo que se hace
el sujeto a sí: se desespera por sobreesfuerzo y cae abatido porque se siente inadecuado. Mientras que Rock Water, de algo que
necesariamente impactará de lleno en el prójimo, de quien espera que siga sus ideas ejemplares, por ello Bach afirma:

“(…) esperan ser ejemplos que atraigan a otros a seguir sus ideas y a lograr mejores resultados”.

En esta última línea aparece la inmodestia Rock Water que parece decir “Sé como Yo, es lo mejor que puedes hacer por ti mismo” Cuando
caemos en este estado trasmisor de modelos únicos de conducta, además de resultar difícilmente tratables, devenimos impenetrables para
otras concepciones de ser y estar en el mundo y podemos hacer daño, a nuestros hijos sin ir más lejos, algo que a Bach le preocupaba
especialmente.

Tenerse a sí mismo como elevada referencia, como modelo de lo mejor, lo más correcto, es una característica que distingue a Rock Water
de Elm -más preocupado en la acción, que en servir como ejemplo-. Notad la preocupación por las formas de la primera, y por el hacer de la
segunda.
Supuesto es que producirá efectos en sí mismo (excesiva austeridad y autoexigencia ejemplificadora, distinta a la autoexigencia
responsable, propia de los indicadores Elm) sino leed lo que dice Bach en la descripción de Rock Water:

“…se niegan a sí mismos muchas de las alegrías y placeres de la vida (…) son maestros severos de sí mismos.

A partir de este comentario de Bach podríamos pensar que Elm también se niega muchas de las alegrías y placeres de la vida, y es cierto,
parcialmente, se circunscriben a los momentos en que está en sus característicos picos de esfuerzo hacia el logro de metas, o en los de
incertidumbre y tristeza por caer abatido bajo el peso y el volumen de lo que se ha propuesto. El rostro circunspecto y serio, propio de la
severidad como rasgo más de fondo que de forma, es característica diferencial de Rock Water. Mirad la pintura American Gothic, de Grant
Wood, que ilustra muy bien lo que quiero decir:

¿En qué se parecen? El empeño y la autoexigencia.

Otra pregunta necesaria para comprender las diferencias entre dos esencias es: ¿en qué se parecen que se confunden?

Volvamos a la descripción que Bach hace de ambas y veamos similitudes, cito a Bach que sobre Elm dice:

“(…) esperan hacer algo importante, y con frecuencia en bien de la humanidad”;

Y acerca de Rock Water escribe:

“Esperan ser ejemplos para atraer a otros que, siguiendo sus ideas, resultarán mejores”.

Tanto Elm como Rock Water hablan de estados de empeño, de tesón en el logro y exigencia de sí; Elm lo extrema hasta desbordarse a sí
mismo, tanto, dice Bach, que “sobrepasa el poder de un ser humano”. Por su parte, Rock Water, llega, como sabemos, a la severidad más
restrictiva de sí y del otro. En fin, los dos pecan de autoexigencia y presión, aunque con consecuencias diferentes: el derrumbe y la
depresión por sentimientos de falta de capacidad, el primero; y la tensa rigidez física y mental, el segundo.

Entonces, se confunden porque ambos estados afectivos pertenecen al clan[2] sentimental del empeño. Tanto uno como el otro se afanan y
se exigen, desean conseguir algo con el esfuerzo y el trabajo, confían en el poder de la voluntad, se esfuerzan en llevar a cabo lo que
comienzan.

Claro que el ahínco Elm afecta, fundamentalmente, a uno mismo; no así la obstinación Rock Water que impacta de lleno en el prójimo.
Desarrollemos esta afirmación en los próximos subtítulos.

Más diferencias. Rock Water: El pundonor. La negación de la ira.

A la motivación afectiva Rock Water, la podemos incluir en el clan del pundonor, cito a Marina definiendo este término:

“La conciencia de la propia dignidad provoca un sentimiento positivo de satisfacción y el deseo de comportarse de la forma adecuada para
merecer la admiración de sus conciudadanos (honra, gloria, que no fama) o un premio material o espiritual (honor)”.
El pundonor está emparentado con los sentimientos de deber, honor, vergüenza positiva y dignidad. A propósito de esta última palabra: es
desde los sentimientos de su antónimo, la indignidad, que el ánimo Rock Water puede derivar hacia los sentimientos de culpa, propios de
Pine. Quien aspira a lo perfecto, un imposible, a menudo se topa con la imperfección, así es que necesitará un culpable: él mismo en este
caso.

Los sentimientos de honor, de hacer lo que se debe en busca de mérito, dignidad, solemnidad y, agreguémoslo: altiva soberbia, son rasgos
diferenciales de Rock Water, siempre predispuesto a tenerse en tan alta estima. Esto le conlleva grandes dificultades consigo mismo y con
el otro, pero quiero citar una, quizá la más difícil: la negación de la ira.

Efectivamente, para el perfeccionista virtuoso la agresividad no es digna. Para el preocupado por lo correcto, la ira y sus derivados no son
emociones o sentimientos adecuados. Más la ira puede negarse pero no por ello desaparecer, y esto nos lleva a una pregunta ¿Cómo
expresa Rock Water su enfado… o molestia, como suelen llamarlo en un intento de colocarse por fuera de esos furibundos “sentimientos
negativos”?

Uno de sus modos de negación de la experiencia emocional de la ira, es transformándola en exigencia de perfección, en razonable
indignación y crítica constructiva. Se trata de un estilo condenatorio, autocrático, y asertivamente vengativo porque agrede apelando a
normas, decálogos, regulaciones, o poniéndose como ejemplo “Yo nunca hubiera hecho algo así” (recordemos que estamos ante un ser
humano que piensa de sí mismo que es supercorrecto, justo, cabal, cumplidor, esforzadamente sincero, amigable, humanitario, objetivo,
autocontrolado, intachable). Decíamos que esto es difícil para sí mismo porque se somete a una intransigente vigilancia que le resta
ductilidad, flexibilidad, placer, espontaneidad, y le suma estrechamiento de la conciencia de sí, constricción intelectual, convencionalidad y
sentimientos de soledad. Se queda con la razón, pero sin el otro, que se aparta con sentimientos de culpa, zozobra, y agresividad.
Agresividad que es de por sí difícil de gestionar asertivamente y mucho más cuando es una que viene disfrazada de autoridad moral o
intelectual.

Recuerdo a una persona que sentía por su madre una buena dosis de odio y culpa que nunca había podido expresarle de algún modo,
preguntado el por qué de su silencio, dijo: “Cuando hablaba Doña Perfecta, hacía callar hasta al cura. A su lado todos nos sentíamos malos,
imprudentes, deshonestos o culpables” Así es, para el estado Rock Water en deterioro, la forma adecuada de comportarse es el
perfeccionismo virtuoso, ilustre fachada que despista al otro y bloquea el reconocimiento de los propios sentimientos de ira descalificadora
y dominación fundamentalista, recordemos que está en el 7º grupo, no perdamos esto de vista. Bach parece confirmar esta afirmación
cuando dice:

“Quieren conformar el mundo a su imagen y semejanza (…) por medio de severos métodos de inquisición (…)” Y Bach termina refiriéndose
a sus propiedades terapéuticas: “Rock Water elimina las descalificaciones…”[3].

Sí, al otro lado de la pasión está la virtud: notemos la honestidad de Rock Water que se toma al pie de la letra lo que dice el refrán: predicar
con el ejemplo es el mejor argumento, lo que nos informa de un gran potencial para la coherencia. Esto es para apreciar y destacar, siempre
y cuando no se convierta en exigencia de coherencia, a sí mismo y al otro, porque, ya lo hemos visto, la exigencia no es una virtud, sino una
manera de enmascarar la ira. El que no pide, exige.

Siguen las diferencias. Elm: la solidaridad.

Pasemos al estado afectivo Elm, citemos a Bach:

“Para los que están haciendo un buen trabajo, siguiendo la vocación de su vida y esperan hacer algo importante, con frecuencia en bien de
la humanidad”

¿De qué hablamos si pensamos en acciones importantes en bien de la humanidad sino de la solidaridad, la filantropía y la caridad? El
mismo Dr. Bach parece ser un buen ejemplo de esta esencia: un hacedor del bien para beneficio del prójimo en detrimento de sí. No deseo
caer en la idealización del atosigado y ansioso estado Elm, que sufre, entre otras, de la pasión por el éxito, la eficiencia y los resultados; pero
sí quería recuperar para la reflexión ese apunte de Bach respecto a su solidaria motivación para la acción porque la literatura floral no se ha
hecho suficiente eco del mismo.

Entonces, tanto Elm como Rock Water tienen buenas intenciones, pero Elm, según Bach, prefiere la ejecución de lo que sea bueno para un
mayor número de personas; mientras que en la motivación Rock Water se desliza el riesgo de considerar como bueno lo bueno para sí,
encalla en el dogmatismo, que es un buen mecanismo de defensa contra cualquier otra evidencia que la propia. Notemos, dicho sea de
paso, que el estado Rock Water en deterioro está muy vinculado al pensar (lo llamamos testarudez), y el Elm negativo, al hacer.

Y una diferencia más: la tristeza.

Continuemos leyendo la definición bachiana del cuadro afectivo Elm:


“A veces suelen tener períodos de depresión, cuando sienten que la tarea emprendida es demasiado difícil y sobrepasa el poder de un ser
humano”.

Este punto de la depresión, creo yo, es otra clave para diferenciar Elm de Rock Water, veamos qué palabras podemos usar para definirla,
vayamos al diccionario, cito a Marina:

“Cuando el abatimiento es profundo, y va acompañado de falta de ánimo, pesimismo, sentimiento de impotencia y falta de estímulos, se
denomina depresión”

Varios terapeutas florales, entre los que me incluyo, utilizamos la palabra tristeza para hablar de depresión. Así es que probaré definir
tristeza como una gran tribu sentimental que cuenta una historia:

“Una pérdida (de otro, o de mi mismo, como en la melancolía), una desgracia, una contrariedad, que hacen imposible la realización de mis
deseos o proyectos provocan un sentimiento negativo, acompañado de deseo de alejarse, de aislamiento y pasividad”. (lo que está entre
paréntesis es mío)

Hay más palabras que aparecen en el menú de la tristeza: aflicción, congoja, desdicha, dolor, infelicidad, pesadumbre, tribulación y pesar.
Son otros estados afectivos, pero todos pertenecen al conjunto más amplio -es decir al género- de la tristeza.

Y más, recordemos que Elm está en el grupo de las últimas 19 esencias, junto a la tristísima y ausente Mustard, y en el 6º grupo, el de los
muy tristes y abatidos (al lado de Sweet Chestnut, Larch, Pine, Star of Bethlehem, a cual más partido por la infelicidad). Ni la desesperación
ni la tristeza que abate, forman parte de la definición del estilo de estar en el mundo del circunspecto, contenido y rígido Rock Water, que
evita a la tristeza tanto como a la ira, pero con otra excusa: “la tristeza es debilidad”

Claro que ambas esencias bien pueden ser necesarias para un mismo sujeto, por ejemplo, un caráter Rock Water que pasa por momentos
de stress Elm, vale decir, cuando se siente desbordado por un buen número de demandas del ambiente o de él mismo, que exceden sus
recursos personales, así es que su capacidad de acción se desorganiza o bloquea y su físico y ánimo caen abatido por la sobrecarga. Elm, no
solo es para un estilo de actuar más o menos invariable (en el que la excitación supera de continuo su umbral de resistencia a la activación),
es también para cuando esto sucede puntualmente, de vez en cuando; entonces decimos que hay indicadores, núcleos, nodos, que se
activan oportunamente, más que un tipo de carácter que, siempre motivado, cae de continuo en la aceptación de retos sin darse tregua a sí
mismo. Toda una paradoja el estado Elm, porque el ser humano desea superarse a sí mismo y esto siempre es con un gran esfuerzo. Lo que
me recuerda a Nietzsche, que escribió: “Y este secreto me confió la Vida misma: He aquí, dijo, yo soy aquello que debe siempre
sobrepasarse a sí mismo”.

Y ahora, coloquemos la mirada en el cuerpo: ¿habéis notado que ambos complejos afectivos andan a sus anchas por el cuerpo físico?:
dolores que desbordan, o que aumentan al menor movimiento; o bien, zonas que se quedan duras como cualquier formación rocosa. Yo
diría que en el ranking gana Rock Water, o están empatados, pero no me toméis al pie de la letra.

La cuestión de la signatura

Otra posibilidad de continuar construyendo contrastes es la signatura: Elm es un árbol, Rock Water es agua. Se me ocurre que a la acción le
viene bien aquietarse como un árbol; mientras que nada mejor que fluir y deslizarse para el que hace justamente lo contrario.

Gracias por tu amable atención, y a efectos de que esto pueda ser realmente interactivo, puedes escribirme con tu opinión e ideas sobre lo
que acabas de leer: entra en www.susanaveilati.com y pulsa en la pestaña de la izquierda “Publicaciones de S.Veilati” allí verás este escrito
con un sector dedicado a “tus comentarios”. Tus criterios y experiencias son importantes para continuar construyendo el saber floral.

Bibliografía

Todas las citas de Bach son de las “Obras completas del doctor Edward Bach”, Presentadas por Julian Barnard. Editorial Océano, 2004.

Los diccionarios utilizados fueron el “Diccionario de la Real Academia Española” http://www.rae.es/rae.html y el “Diccionario de los
sentimientos”, José Antonio Marina, Anagrama.
Corregido y mejorado para su publicación en la revista de Sedibac, en febrero 2009

Diccionario de los sentimientos, José Antonio Marina y María López Penas, Anagrama, 1999. Llevo algunos años estudiando la obra
completa de José Antonio Marina. Hacía tiempo que quería escribir un avance de la importancia que tiene este filósofo español para la
comprensión y diferenciación de emociones, sentimientos, creencias e ideas, cuestiones que nos ocupan –y confunden- a los terapeutas
florales. A propósito del uso del diccionario, es bueno que los terapeutas florales construyamos nuestra particular lingüística sentimental
por fuera de la nosología médica, psiquiátrica y psicológica, para no ser intrusos de otros lenguajes pudiendo elaborar el propio -lo que es
todo un desafío- simplemente redescubriendo los estupendos repertorios de la lengua española: Panléxico, Autoridades, Real Academia
Española, María Moliner, y otros. Os sugiero que leáis el libro, porque no es este el espacio para dar cuenta de conceptos fundamentales
que citaré a continuación, por ejemplo, cuando hablo de clan sentimental o motivacional, o familias de sentimientos.

Obras completas del Dr. Edward Bach. Ed Océano. Pág. 97.

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