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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VNEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION SUPERIOR


MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA RELACIONES DE INTERIOR,
JUSTICIA Y PAZ UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA SEGURIDAD
CORO ESTADO FALCON

POLÍTICAS PÚBLICAS

II UNIDAD

ANALISIS SOBRE PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y CONTRALORÍA


SOCIAL EN LAS POLITCAS PÚBLICAS

PROFESOR:

ABG. MANUEL URBINA PARTICIPANTES CPCORO:

LICDA. DANNY SANCHEZ


ABG. EDWARD IGARIO
ABG.YOHANNYS GONZALEZ
LICDA. YOSEMI SIRIT

SANTA ANA DE CORO; 26 DE NOVIEMBRE DE 2022


La seguridad ciudadana es un bien público que el Estado debe proveer para
prevenir y controlar delitos y violencias, asegurar el cumplimiento de normas de
convivencia y el funcionamiento de los sistemas de justicia y penitenciario. La
evidencia nos demuestra que sin seguridad no hay democracia, crecimiento, ni
desarrollo. La delincuencia genera un alto costo económico y social por pérdidas en
capital humano, afectaciones al bienestar y seguridad ciudadana, y obstáculos al
desarrollo económico.

Para afrontar este desafiante panorama, es imprescindible contar con instituciones de


seguridad y justicia fortalecidas, que gocen de legitimidad y confianza ciudadana;
consolidar el Estado de Derecho, y reducir la vulnerabilidad de poblaciones en riesgo.

Con la Constitución de 1999 (Venezuela, 1999) se introdujo bajo un nuevo Título,


denominado “De la Seguridad de la Nación”, un concepto cuyo fundamento radicaría
en el desarrollo integral y cuya defensa sería responsabilidad de las personas naturales
y jurídicas establecidas dentro del espacio geográfico (art. 322). El artículo 326 de la
Constitución desarrolla la seguridad como una corresponsabilidad entre Estado y
sociedad civil para cumplir con los principios de independencia, democracia, igualdad,
paz, libertad, justicia, solidaridad, promoción y conservación ambiental y defensa de
los derechos humanos, así como para lograr la satisfacción progresiva de las
necesidades de la población. Esta corresponsabilidad abarca los ámbitos económico,
social, político, cultural, geográfico, ambiental y militar.

Dentro de estos amplios enunciados se concibe la seguridad en una doble faz de


protección de principios y derechos y de cobertura de necesidades indefinidas,
aunque, cuando se indican las instancias garantes y los responsables operativos, el
concepto se restringe notablemente.

En el ámbito interno, que se denomina seguridad ciudadana, se refiere al


mantenimiento y restablecimiento del orden público, el apoyo de la autoridad, la
protección de personas, hogares y familias, y al aseguramiento y disfrute de garantías y
derechos constitucionales, cuya responsabilidad corresponde a los cuerpos de policía,
bomberos y defensa civil (art. 332). No obstante, la Guardia Nacional (que desde 1950
forma parte de la Fuerza Armada Nacional) tiene como responsabilidad básica, según
el art. 329, la conducción de operaciones para el mantenimiento del orden interno del
país.

El art. 332 indica que los órganos de seguridad ciudadana (una de cuyas funciones es
mantener y restablecer dicho orden interno) son de carácter civil, y que dicha función
es competencia concurrente entre el gobierno central y los gobiernos estadales y
municipales. Sin embargo, el énfasis en el orden público como responsabilidad militar
ha creado una tensión de rango constitucional, que anteriormente no existía, entre
cuerpos militares y civiles y entre cuerpos centralizados y descentralizados de policía.
Es por ello en el año 2001, dentro del marco de una ley habilitante de la Asamblea
Nacional, fue dictado el Decreto Presidencial con Fuerza de Ley de Coordinación de
Seguridad Ciudadana, cuyo propósito fundamental fue el de establecer mecanismos
de enlace y coordinación entre diversos cuerpos policiales; por algunos casos
emblemáticos ocurridos años atrás, en materia de captura de rehenes, donde habían
concluido con muertes de civiles y funcionarios debido a la competitividad y rivalidad,
en el sitio del suceso, de diversos cuerpos policiales y de igual manera ante los
desastres naturales para garantizar el derecho a la protección de las personas frente a
cualquier situación de amenaza, vulnerabilidad o riesgo sea la fuente de la misma
natural o antrópica.. De este modo, los arts. 8 y 9 del decreto establecieron los
principios de la prevalencia de intervención para el cuerpo policial que tuviere mayor
capacidad de respuesta y recursos para enfrentar las diferentes situaciones.

Este decreto también estableció un Consejo de Seguridad Ciudadana de carácter


nacional, integrado por representantes del Ministerio del Interior y Justicia y de las
gobernaciones y alcaldías, cuya función sería el estudio, formulación y evaluación de
políticas en esta materia a nivel nacional, así como una Coordinación Nacional y
Coordinaciones Regionales, a nivel de los Estados, para el seguimiento y evaluación de
los planes que estableciere el Consejo de Seguridad Ciudadana. Según este modelo, en
lugar de absorberse todas las policías en un solo cuerpo nacional, idea que ya había
sido materializada en un proyecto de Ley Orgánica de Policía, de 1991, y en otro sobre
Policía Federal, de 1993, se optaba por un esquema de formulación de políticas y
seguimiento de planes de acción, centrado en la Coordinación Nacional de Policía,
dependencia administrativa adscrita al Ministerio del Interior que ha funcionado,
preferentemente, bajo la dirección de oficiales de la Guardia Nacional desde 1969.

De igual manera el Estado Venezolano viene impulsando la transformación de la


República Bolivariana de Venezuela en atención al crecimiento y fortalecimiento de sus
intereses, que en ocasiones se ven comprometidos ante los desastres naturales de
origen meteorológico producidos por el cambio climático, que viene produciendo un
aumento de la fuerza y poder destructivo generando serias afectaciones sobre el
ambiente, ello hace necesaria la intervención del Estado mediante el Sistema de
Seguridad de la Nación integrado por los Órganos de Seguridad Ciudadana (OSC), la
Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) aunada la consolidación del Sistema
Nacional de Gestión de Riesgos junto a otros sistemas y entes que coadyuven para
brindar una respuesta durante los estados de alarma o emergencias.

Esto, encuentra su raíz en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela


(CRBV, 1999) cuyo artículo 3 establece que el Estado, “tiene como fines esenciales la
defensa y el desarrollo de la persona”, de allí, que en los Órganos de Seguridad
Ciudadana(OSC) sea necesario distinguir la naturaleza de la misión primaria que
cumplen los cuerpos de policía en sus ámbitos político territoriales nacional, estadal y
municipal, aunados los respectivos cuerpos de bomberos de los ámbitos estadal o
municipal, quienes se constituyen en los primeros órganos que acuden al área donde
está en pleno desarrollo el desastre natural, especialmente de origen meteorológico,
que lleva a reflexionar la coordinación orientada a la unificación de esfuerzos para
salvar vidas.

Si bien es cierto, la CRBV (ob. cit.) en su artículo 332 establece como funciones
comunes para los OSC, “mantener y restablecer el orden público, proteger a los
ciudadanos y ciudadanas, hogares y familias, apoyar las decisiones de las autoridades
competentes y asegurar el pacífico disfrute de las garantías y derechos
constitucionales” constituyendo de especial interés la actuación frente a eventos
adversos de origen natural donde priva el desarrollo de acciones de búsqueda y
salvamento, por sobre la aplicación del uso progresivo y diferenciado de la fuerza para
restablecer el orden público, salvaguardar la vida y proveer los suficientes elementos
de juicio que faciliten a la autoridad la toma de decisiones orientadas mediante la
coordinación, que no solo prevé a los OSC por sí mismos, sino, a las autoridades
competentes y demás entes que coadyuven a la generación de esfuerzos.

Toda vez, que el Decreto con Fuerza de Ley de Coordinación de Seguridad Ciudadana
(2001) observa la categoría coordinación desde un enfoque que prioriza a la
delincuencia organizada prevista como una amenaza antrópica, cuyos actos han
generado todo un entramado que pone en vilo la vida de las personas e integridad de
sus bienes, lo cual, constituye un contrapeso que ejerce prioridad a esta amenaza
antrópica desde su prevención y el estudio de los factores que envuelve cada especie
de delito.

De esta manera se comprende, que el instrumento legal referido no solo constituye


una herramienta legal orientada a coordinar la política anti delictiva en el país
orientada a disminuir la inseguridad existente en el país y claramente aludida en la
exposición de motivos de dicho instrumento, sino, que además orienta las políticas de
protección ante situaciones delictivas sino también de desastres en el territorio
nacional, que llevan a revisar la concepción de la Seguridad Ciudadana definida en el
artículo 1 como, “el estado de sosiego, certidumbre y confianza que debe
proporcionarse a la población residente o de tránsito, mediante acciones dirigidas a
proteger su integridad física y propiedades”.

Por cuanto las normas que establece el decreto ley se orientan para la satisfacción de
la necesidad de coordinación a través de la asunción de reglas de actuación por parte
de cada integrante de los OSC según su naturaleza y la convergencia de funciones en
aras de la cooperación recíproca, que no encuentra una metodología precisa para su
aplicación.

En virtud de la primacía de la vida como derecho fundamental, por lo tanto, constituye


un bien inapreciado e intangible inherente a cada persona, por cuanto la CRBV (ob.
cit.) en el artículo 43 establece que: El derecho a la vida es inviolable. Ninguna ley
podrá establecer la pena de muerte, ni autoridad alguna aplicarla. El Estado protegerá
la vida de las personas que se encuentren privadas de su libertad, prestando el servicio
militar o civil, o sometidas a su autoridad en cualquier otra forma. Visto conforme a la
Carta Magna, la prioridad de la vida constituye un mandato de fiel cumplimiento para
quienes integran los OSC y la FANB ante circunstancias enmarcadas en los desastres
naturales, en este sentido, la CRBV (ob. cit.) establece en el artículo 337 la figura
jurídica denominada Estado de Excepción concerniente a: Las circunstancias de orden
social, económico, político, natural o ecológico, que afecten gravemente la seguridad
de la Nación, de las instituciones y de los ciudadanos y ciudadanas, a cuyo respecto
resultan insuficientes las facultades de las cuales se disponen para hacer frente a tales
hechos.

De allí, la reflexión sobre la categoría coordinación como elemento integrador de


esfuerzos mancomunados en aras de la preservación de la vida, alentando así la
búsqueda de respuestas dentro de todo un entramado de eventos y vivencias
individuales, profesionales y colectivas que impulsan el encuentro de soluciones que
permitan la consolidación de la República Bolivariana de Venezuela como un Estado
social de derecho y de justicia, donde se garantice el derecho a la protección de las
personas frente a cualquier situación de amenaza, vulnerabilidad o riesgo sea la fuente
de la misma natural o antrópica.

La Coordinación de la Seguridad Ciudadana ante desastres naturales de origen


meteorológico constituye un tema complejo que arroja un sin número de
interrogantes, ideas y pensamientos que apuntan hacia la búsqueda de una respuesta
concertada entre los actores sociales involucrados ante la dispersión de esfuerzos y el
protagonismo institucional que busca ocupar la atención e individualidad, más que el
resguardo de la vida de las personas.

Esta situación encuentra respuesta en el desconocimiento y cumplimiento de los


contenidos del Decreto con Fuerza de Ley de Coordinación de Seguridad Ciudadana
(2001), más sin embargo resulta sugerente la instauración de Círculos de Lectura
integrados por miembros de los Órganos de Seguridad Ciudadana y la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana, esto, con el claro objeto de allanar los contenidos de los
siguientes instrumentos jurídicos.

Para que los ciudadanos puedan participar ampliamente en la vida social y política de
un país, es fundamental tener un sistema político democrático. Dahl (1971) plantea
que la democracia es aquel sistema político que es caracterizado primordialmente por
su incesante aptitud de satisfacer las preferencias de sus ciudadanos, sin distinciones
políticas. Para que esto ocurra es necesario que los ciudadanos tengan igualdad de
oportunidades para: 1) formular sus preferencias, 2) manifestar públicamente esas
preferencias ante el gobierno o los ciudadanos, 3) recibir igualdad de trato por parte
del gobierno, sin discriminación por sus preferencias. La participación es la toma de
decisiones que durante la formulación, ejecución y evaluación de la política pública
realizan los ciudadanos sobre los ámbitos de lo público, privado y socio-comunitario, el
involucramiento de los sujetos clave tienen el propósito de vigilar y darle seguimiento
a las decisiones consideradas en las agendas o en el sistema de planificación, en este
sentido la necesidad de crear impacto sobre los resultados.

Según Cunill (1991: 23, la participación, ha sido definida como “…la intervención de la
sociedad civil en la esfera de lo público”. En donde la participación y especialmente la
ciudadanía son sujetos clave y grupos sociales en las diferentes etapas en las que se
resuelven asuntos de interés público y políticas públicas, es decir, en la consulta,
discusiones, evaluaciones, propuestas, y en todo tipo de actividades en las cuales
interrelaciona el Estado y los ciudadanos para el progreso de la comunidad.

García (2007), afirma que hablar de la participación, es referir cuando las personas: a)
asisten a reuniones en su comunidad; b) manifestaciones en la calle; c) cuando de
manera pacífica se niega pública y notoriamente a comprar, hacer o decir algo que la
mayoría considera correcto; d) votaciones en proceso electoral; e) ejecución de
determinadas tareas; y f) liderazgo en reuniones, la participación bajo está
conceptualización toma un carácter general y puede ser ejecutada en la propia gestión
realizada por las comunidades organizadas, esto posibilita la creación de nuevos
espacios de relación de los ciudadanos, gobiernos, y sus propias gestiones lo cual
facilitará procesos de rendición de cuenta, evaluaciones, transparencia y contraloría
social en la gestión pública, privada y social comunitaria.

En esta construcción teórica, la participación ciudadana establece condiciones para el


ejercicio de la contraloría social, las cuales tienen como finalidad controlar los
proyectos y los mismos sean desarrollados con resultados efectivos, tiempo adecuado
y costos acordados.

En nuestro Pais, el marco legal del proceso de una democracia representativa a una
participativa se posibilitó a través de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela de 1999. El hecho esencial lo constituyó la adopción del paradigma
participativo como elemento integrador en la formulación, ejecución y control de las
políticas públicas. Transformando en este proceso la relación entre Estado y sociedad
(República Bolivariana de Venezuela, artículos 2, 3, 4 y 5, 1999). Esta constitución va a
definir al gobierno como democrático, participativo y responsable (República
Bolivariana de Venezuela, artículo 6, 1999), que es de los principios sustentadores de
la Administración Pública, la participación y la responsabilidad (artículo 141, 1999),
también da importancia al ciudadano (artículo 39, 1999), lo que conduce a ciertos
derechos, por su conexión con la contraloría social, de los cuales se pueden mencionar:
el derecho de petición (artículo 51, 1999), el derecho de asociación (artículo 52, 1999),
el derecho-deber de participar solidariamente en la vida política, civil y comunitaria del
país (artículo 141, 1999), el derecho a la información oportuna y veraz y al acceso a
archivos y registros (artículo 143, 1999), la participación de los ciudadanos y
comunidades en el control de obras, programas sociales y servicios (artículo 6,
numerales 2 y 6, 1999).

La contraloría social, bajo una perspectiva explicativa, se convierte en una necesidad


en Venezuela, las argumentaciones teóricas generadas son escasas y se soportan en
modelos ideales surgidos fuera de la realidad venezolana. Estos problemas de tipo
epistemológicos dan cuenta que la producción de conocimiento sobre la contraloría
social es escasa. La administración que ejecutan las organizaciones sociales en
Venezuela, se ha caracterizado por una acentuada ineficiencia para justificar acciones y
decisiones, de esta manera proponer lineamientos que solventen el déficit creciente
de legitimación en la gestión de las políticas comunales que atienden a interés
particulares y políticos. En tal razón, la administración recibe constantes exigencias
para colocar a la luz pública la información producida de su gestión e incorporar a los
ciudadanos en la formulación, seguimiento y evaluación de sus acciones.

Como proceso que ejercen los ciudadanos sobre el Estado, son las dinámicas sociales
promovidas que se han profundizado procesos necesarios para la democracia como lo
son la responsabilidad, rendición de cuentas, transparencia, gobierno electrónico,
participación ciudadana y como parte de ésta la contraloría social.

A finales de la década pasada mediante la promulgación de Ley Orgánica de los


Consejos Comunales en Venezuela se incorpora el uso del término de contraloría social
a las intervenciones propias realizadas por los ciudadanos sobre su propia gestión
comunitaria.

Fijando posición sobre el uso de los términos participación y contraloría social, es


preciso dar respuestas sobre las posibilidades planteadas por las intervenciones que
realizan los ciudadanos y las comunidades organizadas sobre su propia gestión
“Contraloría Social”, en consecuencia contribuirá a una mayor justificación de las
acciones y decisiones por parte de los ciudadanos de la gestión y la participación,
orientada el involucramiento de los ciudadanos sobre los criterios de la eficacia,
eficiencia y efectividad de la gestión comunal.

Se identifican los lineamientos formales de la participación ciudadana y la contraloría


social a partir de la constitución y leyes vinculadas con el objeto de estudio. Con la
aprobación en el año 2009 de la Ley Orgánica de los Consejos comunales se aprueban
una serie de leyes que le dan viabilidad administrativa y políticas a los consejos
comunales como un tipo de organizaciones socio comunitaria, entre las que se
encuentran: Ley Orgánica de los Consejos Comunales (2009), Ley Orgánica de
Contraloría Social (2010), Ley Orgánica de las Comunas (2010), Ley Orgánica del Poder
Popular (2010), Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal (2010), Ley orgánica de
Planificación Pública y Popular (2010) y Ley Orgánica para la Gestión Comunitaria de
Competencias, servicios y otras atribuciones (2012).
En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999: 2), se evidencian
contenidos específicos que orientan a la participación, se ubican nueve (9) artículos
vinculados con la participación comunitaria, (4, 5, 6 y 51 y 52, 62, 70, 84 y 132). En
sentido general, el artículo 4, de la CRBV (1999), señala que “la República Bolivariana
de Venezuela es un Estado federal descentralizado en los términos consagrados en
esta Constitución, y se rige por los principios de integridad territorial, cooperación,
solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad” (Asamblea Nacional, 1999), mientras
que en el artículo 5, se hace mención a que la soberanía reside intransferiblemente en
el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en
la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder
Público” (Asamblea Nacional, 1999). Con estos preceptos constitucionales se deja de
manera explícita el poder de los ciudadanos de su soberanía

En el artículo 6, se establece que el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela


y de las entidades políticas que la componen, se establecen características relevantes
que lo destacan como: “democrático, participativo, electivo, descentralizado,
alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables” (Asamblea Nacional,
1999:6). En lo que respecta a los artículos 51 y 52, ambos hacen referencia a la
necesidad y “derechos que tiene toda persona de representar o dirigir peticiones ante
cualquier autoridad, funcionario público o funcionaria pública” (Asamblea Nacional,
1999: 16), es decir tiene derechos para acceder a la información y de asociarse con
fines lícitos.

Así mismo en el artículo 62 queda establecido como todos los “ciudadanos y


ciudadanas tienen el derecho de participar libremente en los asuntos públicos,
directamente o por medio de sus representantes elegidos o elegidas” (Asamblea
Nacional, 1999: 18), varios artículos se detienen en un tipo de participación: el control
por los ciudadanos, particularmente en el derecho que tienen los ciudadanos a ejercer
control social en salud (artículo 84) y en la obligación que tienen los Estados y
Municipios de promover el control.

En el artículo 70, se expresan los medios de participación y protagonismo del pueblo


en ejercicio de su soberanía, en lo político: la elección de cargos públicos, el referendo,
la consulta popular, la revocación del mandato, las iniciativas legislativa, constitucional
y constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas
decisiones serán de carácter vinculante, entre otros; y en lo social y económico: las
instancias de atención ciudadana, la autogestión, la cogestión, las cooperativas en
todas sus formas incluyendo las de carácter financiero, las cajas de ahorro, la empresa
comunitaria y demás formas asociativas guiadas por los valores de la mutua
cooperación y la solidaridad.
En el artículo 132, manifiesta que “toda persona tiene el deber de cumplir sus
responsabilidades sociales y participar solidariamente en la vida política, civil y
comunitaria del país, promoviendo y defendiendo los derechos humanos como
fundamento de la convivencia democrática y de la paz social”. La Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, incluye elementos que dan cuenta sobre la
participación que deben realizar las comunidades organizadas, teniendo deberes y
derechos, instancias y espacios participativos en los cuales se convierten en sujetos
responsables de involucrarse en la gestión pública, privada y socio-comunitaria.

Y a su vez la Ley Orgánica de los Consejos Comunales (LOCC), que asienta el derecho
ciudadano a controlar y fiscalizar, no sólo la ejecución de obras por parte de los
diferentes ámbitos de gobierno, sino a ejercerla de igual manera en la ejecución de
obras u acciones por parte del propio consejo comunal, es decir, el derecho como
ciudadanos de controlarse así mismo, lo que de hecho amplia la noción de contraloría
social, al definirla entonces como la potestad que tiene el ciudadano de intervenir en la
gestión pública, social y la privada, mediante los mecanismos que crea necesarios, a
esto se llamará Contraloría Social. De acuerdo con el artículo 19, de la LOCC, son cinco
instancias administrativas que definen la organización y estructura de los consejos
comunales, a saber: a) asamblea de ciudadanos y ciudadanas, b) colectivo de
coordinación comunitaria, d) unidad ejecutiva, e) unidad administrativa y financiera
comunitaria, y f) unidad de contraloría social (Asamblea Nacional:1999). El órgano de
toma de decisiones es la asamblea de ciudadanos. Su órgano ejecutivo está integrado
por un vocero o una vocera de cada comité de trabajo de la comunidad, cinco
miembros de la unidad administrativa y financiera y cinco de la unidad de contraloría
social.

La asamblea de ciudadanos y ciudadanas, es el órgano de decisión y aprobación de


proyectos, y es la que decide sobre la conformación de los comités de trabajo, los
cuales varían de acuerdo con las necesidades de las comunidades, tales como: comité
de salud (que apoya a los médicos de la Misión Barrio Adentro en el trabajo de
prevención), mesas técnicas de agua (MTA, que elaboran junto a las entidades de
suministro de agua los planes para sus zonas), comités de tierra urbana (CTU), comités
de ambiente, cultura, deportes, jóvenes, abuelos, economía popular, educación,
desarrollo social y alimentación, vivienda, infraestructura y hábitat, justicia de paz,
seguridad y defensa, radio comunitaria entre otras.

Los voceros y las voceras forman el órgano ejecutivo que se encarga de la planificación
y articulación de la participación organizada de la comunidad. La unidad financiera es
el administrador y ejecutor de los recursos del Banco Comunal, y es el medio a través
de la cual la comunidad puede otorgar créditos en condiciones favorables a la misma
comunidad, según las prioridades decididas por los mismos, siendo la contraloría social
la encargada de revisar y fiscalizar el manejo de los ingresos, detectar desviaciones y
sugerir y sistematizar correcciones.
CONCLUSIONES

A pesar de que se han creado condiciones jurídicas y políticas para avanzar en la


contraloría social a la gestiones socio comunitarias, entre ellas la creación de una
unidad administrativa en el consejo comunal sobre contraloría social y el derecho a la
información y a la participación en la formulación de las políticas públicas, lejos se está
de poder activar la contraloría social como método de vigilancia que establezca
sanciones y frene los actos de corrupción, esto se demuestra en los resultados
encontrados en los consejos comunales que destacan formas imprevistas de
legitimación y la conformación de grupos que atienden sus propios intereses y n o los
colectivos.

Los consejos comunales son instancias comunitarias que manejan recursos financieros
por los proyectos comunitarios aprobados y sus miembros tienen responsabilidades
penales y administrativas a raíz de la construcción del poder ciudadano y tienen su
unidad de contraloría social conformados y realizan sus actividades de vigilancia y
control, sin embargo la información que obtienen siempre es manejada según el
criterio político del momento, y no tiene potencial para contribuir al proceso de
profundización democrática y la legitimación como comunidades organizadas para
llevar a causar impactos con los resultados obtenidos.

También Uno de los problemas que afrontan las instituciones encargadas de proveer
servicios de seguridad y justicia es la baja confianza ciudadana y el deterioro de su
legitimidad. Actualmente, la confianza ciudadana es baja porque las instituciones no
son percibidas como fuente de servicios efectivos a la ciudadanía.

Para lograr una reducción en los niveles de inseguridad y la consolidación del Estado
de Derecho, se deben mejorar los niveles de legitimidad y confianza de las
instituciones de seguridad y justicia mediante el fortalecimiento de sus procesos,
recursos humanos y capacidad de atención ciudadana. El objetivo final es construir
instituciones efectivas y eficientes, que provean servicios adecuados de seguridad y
justicia (prevención, control, investigación, judicialización, condena y rehabilitación).
Para ello es necesario, entre otras opciones:

 Mejorar la justicia procedimental, para generar círculos virtuosos de


legitimidad, confianza y efectividad, mediante procesos justos y respetuosos.
Más que el resultado, los ciudadanos valoran que las acciones y el trato
recibido sean justos. Esta percepción de justicia se relaciona con mayor
confianza en las instituciones y en sus decisiones. Las víctimas pueden ser las
principales evaluadoras del sistema de seguridad y justicia. Si perciben que la
denuncia es un mecanismo efectivo para judicializar los delitos y que conduce
a penas proporcionales, tendrán confianza en el sistema, aumentarán las
demandas y por ende la efectividad del sistema.
 Fortalecer espacios de coordinación entre autoridades locales y nacionales,
para contar con una eficiente gestión de seguridad a nivel local. Para ello, se
deben establecer esquemas de coordinación entre los diferentes niveles de
gobierno, intercambiando información confiable desde un sistema moderno
que genere insumos para la toma cualificada de decisiones de política pública.
Asimismo, se deben fortalecer a los gobiernos locales y promover acuerdos de
trabajo conjunto entre las distintas instancias del sistema de seguridad y
justicia, con el objetivo de prevenir y reducir violencias y delitos.

 Poner al ciudadano en el centro. Si las instituciones cumplen las misiones para


las que fueron creadas, centrando su razón de ser en el servicio de calidad a la
ciudadanía, crece la confianza. Si se mantienen altos niveles de confianza, se
fortalece la legitimidad institucional, necesaria para que la ciudadanía sienta
las instituciones como propias y por tanto colabore con ellas.

Porque Venezuela se constituye en un Estado democrático y de social de Derecho y


Justicia, con fines esenciales de defensa, desarrollo de las personas y respeto a su
dignidad, protección a la sociedad, entre otros, por ser un Estado Federal
descentralizado rigen los principios de integridad territorial; todo esto significando
derechos y garantías y seguridad ciudadana.

REFERENCIAS

 Constitución (1999). Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venez uela,


36.860, Diciembre 30, 1999.
 Ley de Coordinación de Seguridad Ciudadana (2001). Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela, 37.318, Noviembre 6, 2001.
 Ley del Plan de la Patria. Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y
Social de la Nación 2013 - 2019. Gaceta Oficial de la República Bolivariana de
Venezuela, 6.118, Diciembre 4, 2013.
 Ley del Plan de la Patria. 2019-2025. Gaceta Oficial de la República Bolivariana
de Venezuela.
 Ley Orgánica del Servicio de Policía y del Cuerpo de Policía Nacional (2009).
Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, 5.940, Diciembre 7,
2009.
 Ley junta comunales

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