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reflexién Celebracion litirgica y misterio de la Iglesia: sus implicaciones reciprocas a la luz de Sacrosanctum Concilium y de la recepcion posconciliar ‘Santiaco bet Cura ELENA Facultad de Teologia del Norte de Esparia (Burges) Universidad Pontificia de Salamanca Planteamiento Celebracién liturgica y misterio de la Iglesia, asi reza el tema que me corres- ponde abordar en estas Jornadas'. A primera vista, el planteamiento pareceria obvio; pero, al delimitar sus contornos, se imponen algunas precisiones. Seria ciertamente equivocado pensar que liturgia y eclesiologia constituyen dos realidades separadas y que la tarea del tedlogo consistiria en buscar los car nos para relacionarlas entre si. No estamos ante la suma aditiva de elementos heterogéneos, ni ante el establecimiento de un puente inexistente entre dos llas alejadas, sino ante una circularidad impiicativa. La celebraci6n litargica es celebracién de la Iglesia y el «misterio» de la Iglesia se hace manifiesto en la colebracién de los «misterios» litirgicos; lo uno es inherente a lo otro en una doble direccién de reciprocidad y de dinamismo circular. Esta implicacién no justifica hacer de la liturgia un espejo de determinadas pos- turas eclesiol6gicas, convirtiéndola asi en legitimacién de un determinado «mo- delo» eclesiol6gico, opcional entre otros muchos. En los diversos momentos de la historia de la Iglesia los «modelos» eclesiolégicos pueden ser distintos, baste recordar los cambios que van de unas épocas a otras. Y no puede ser de otro modo, dado el caracter encarnatorio del ser de la Iglesia en la historia y en el ‘Texto ampliado y reelaborado de la intarvencién oral del dia 24.X.2018. Quiero agradecer cor- sialmente alos orgarizadores de las Jomadas la invitacion recibida, mas aun teniendo en cuenta mi ccondicién no tanto de liturgsta cuanto de tedlogo sistematico. eS GB conane-oomenemw 365 mundo. Pero el sentido y la profundidad teoldgica de la celebracién litargica se hacen realidad en un contexto eclesial determinado, a la vez que desbordan su ubicacion en él; a la inversa, los niicleos eclesiolégicos mas decisivos del ser Iglesia no quedan diluidos en el devenir historico cambiante. Por otro lado, tampoco se puede reducir la Iglesia inicamente a su liturgia ni la eclesiologia a un simple comentario de practicas litirgicas. Pues, aunque toda la vida de la Iglesia encuentre en la celebracién litirgica, especialmente en la euca- ‘istia, su fuente y su culmen, no todos los aspectos de a vida eclesial ni todas las cuestiones eclesiolégicas quedan ya esclarecidas con su tratamiento desde el unto de vista ltrgico. La realidad de la Iglesia no se agota en la lturgia, aunque tenga con ella una relaci6n de inherencia fundante y muy estrecha. Tales implicaciones reciprocas entre liturgia y eclesiologia han sido objeto de tratamiento por parte de numerosos autores, desde una perspectiva o més es- trictamente litirgica o mas teol6gico-sistematica®. El mero intento de sintetizar los resultados de la reflexién llevada a cabo en dichos estudios excede sin duda las posibilidades de tratamiento previstas aqui. Por ello, remitiendo a estos y a otros trabajos pertinentes para una profundizacién ulterior’, mi exposiciOn estara marcada por las siguientes delimitaciones. ‘Tomaré como punto de partida lo dicho en diversos lugares de Sacrosanctum Concilium (SC), escogeré algunas de sus afirmaciones centrales sobre la rela- cién entre celebracién litargica y misterio de la Iglesia e intentaré penetrar en su significado, para comprobar, como dice Benedicto XVI, hasta qué punto en la forma conciliar de presentar dicha relacion pueda haber «atin riquezas no des- cubiertas del todo»*. Una tarea de (re)descubrimiento, por tanto, que se ha de ubicar en el proceso de la recepci6n de SC y de la reforma litrgica a lo largo de la época posconciliar. # Ct, entre otros: P. Feruunoez Roonicvez, «La Iglesia en la constitucién Sacrosanctum Conciiumm, Ciencia Tomista 94 (1967), pp. 269-304; W. W. Bauu, «La lturgia luogo teologico per Vecclesiologian, Ho Theologos 1 (1983), pp. 339-346; J.C. Femuvoez Mens, «iglesia y iturgia, ndcleos eclesiologicos de la consttucion Sacrosanctum Concifun, Studium Legionense 46 (2005), pp. 155-211; P. Dass: ‘no, I nucle ecctesiologie nea costtuzione liturgica del Vaticano Il, oma 2007: P. Préror, «Liturgle ‘ot ecciésiologie a une époque dindividualisation», MD 260 (2009), pp. 183-210; M, Fasciou, True Reform. Liturgy and Ecclesiology in ‘Sacrosanctum Conclium Collegeville 2012. °C, para una perspectiva mas ampli: H. Hopna-e, Jeac.e-enz (eds), Liturgische Theologie. ‘Autgaben systematischer Liturgiewissenschat, Paderbom 2004; A. Graxo, Introduzione alla teologia ‘turgica: approcio teorico alla iturgia @ ai sacramenticistian, Padua 2011: J, Rarawcen, Teologia de Ja flurgia. La tundamentacién sacramental de la existencia cristiana (Obras completas vol. 11), Ma ‘drid 2012: W. KasPen, Die Liturgie der Kirche (Gesammelte Schriften 10), Friburgo de Brisgovia 2010; G. Avousrn-K. Koc (eds.), La turgia como centro de fa vida cristiana, Santander 2013. * Beneoicro XVI, Sacramentum cartatis,n. 3. 4 @ iggy reflexién Jf* Asi, pues, dejando a un lado algunas cuestiones de indudable interés, pero que aqui no pueden ser abordadas®, mi exposicién se articulard en los siguientes pa- sos: I) la ubicaci6n del tema en un planteamiento retrospectivo y prospectivo de los cincuenta afios de SC, Il) la comprensi6n de la liturgia como manifestacién de Ja naturaleza genuina de la Iglesia, It!) la valoracién de la liturgia como fuente y culminacién de toda la vida eclesial, 1V) la participacién celebrativa como criterio eclesiolégico y meta ultima de la reforma litargica, 1. A los cincuenta afios: la herencia de SC en un contexto modificado Estas joradas se ubican en el quincuagésimo aniversario de la constitucién conciliar Sacrosanctum Coneilium (SC). Para un andlisis de los diversos pasos que han conducido al texto conciliar finalmente aprobado, asi como para un co- mentario mas amplio de la constitucién conciliar en su conjunto, baste reenviar a los trabajos existentes® y a los estudios aparecidos ya en gran parte con motivo del cuadragésimo aniversario’. El quincuagésimo aniversario est originando a ‘su vez numerosos estudios, que seguramente iran en aumento al hilo del trienio 2013-2015 de conmemoraciones previstas*. 5 Ast serla, por ejemplo, la referente a la relacién entre celebracién itirgicae Iglesia particular 0 ‘comunidad local celebrativa, para lo que aqui no hay espacio; lo mismo digase de la celebracién eucaristica como «sacramento de unidad», visto en perspectiva ecuménica. © “Ct. F. Gu Heuun, Concill Vatican I! Synopsis, Constitutio de Sacra Liturgia Sacrosanctum Gon- cum, Ciudad del Vaticano 2003; R. Kaczexsia, Theologischer Kommentar zur Konstitution tiber die heilige Liturgie, en P. HoNenwani-B. J. Hczenari (eds.), Herders Theologischer Kommentar zum Zwel- fen Vatikanischen Konzi, vol. 2, Friburgo 2004, pp. 1-228. 7” Ct.sentre otros, J. M. Canals Casas. TouAs Canovis (coords.), La Liturgia en los inicios del tercer ‘ilenio. A los XL arios de la Sacrosanctum Canciium , Baracaldo 2004; K. Ficier-T. STERNBERG {eds.), Liturgiereform — ene bieibende Aufgabe. 40 Jahre Konzlskonstitution Gber oe helige Liturgie, ‘Manster 2004; Coucaecazone ren 1. Curso Divno, Spiitus et Sponsa. Att della Giomata commemo- ‘ativa del XL della «Sacrosanctum Concliums, Ciudad del Vaticano 2004; el nimero de la revista La Maison-Diow 298 (2004): Constitution sur la Llu, 40 ans, pp. 9-86; H, Home, Die sichbarste Frucht des Konzlls, Angpruch und Wirklchkeit der emeuerten Liturgo, en G. Wassi.owsx (ed), Zwei {ae Vathanum -vergeseene Anstsso, gogenwéiige Fortshrebungen,Fiburgo de Briogova 2008. ‘Con posterioridad, cf. M. Sturtessen (ed), Sacrosanctum Concilum. Eine Relecture der Liturgiskons- ‘ution des I. Vatixanischen Konzis, Ratisbona 2011. © CLG. M, Lasrinoe-M, Sturtessen (eds.), Liturgioreformen in den Kirchen. 50 Jahre nach Sacro- ‘sanctum Conalium, Ratisbona 2013 (conjunto de trabajos en perspectiva ecuménica,relalivos a las reformas tturgicas en las distintas Iglesias cristianas). De ullidad son, por ejemplo, ios dversos, informes incluidos en «Neue Impulse fr die iturgische Bildunge, LJ 63 (2019), pp. 258-277, relatives. ‘a.congresos, jomadas, estudios y trabajos de investigacién en el émbito de habla alemana, asi como para el émbito de habla italiana, pp. 278-286. 9628) rs, gS OCTUBRE -DICIEMARE 2019 365, Que la reforma litirgica inspirada en SC se haya convertido durante la época posconciliar en uno de los principales puntos de debates relativos a la renova- cién eclesiolégica pretendida por el Vaticano II confirma de modo factico la circu- laridad entre liturgia e Iglesia antes mencionada: frente a la gran mayoria que ve en la reforma litdrgica la expresion de una nueva conciencia eclesial, una minoria critica hace de su rechazo el bastion de su negativa a la renovacién eclesiolégica impulsada por e! Concili Por ello, la inherencia reciproca entre celebracién litargica y misterio de la Iglesia ha de ubicarse en la recepcién intraeclesial de SC a lo largo de estos cincuenta afios, en los debates que han acompafiado la puesta en practica de la reforma litargica, en los cambios socioculturales con repercusiones de alcance para la fe de los creyentes y la vida de las comunidades cristianas, en los desarrollos ulte- riores de la reflexi6n teol6gica sobre la importancia de la liturgia y la centralidad de la eucaristia para la Iglesia en su conjunto. ‘Todavia cercana a nosotros esta la decisién de Benedicto XVI (2007) de admitir dos formas, ordinaria (Misal Romano de 1970 posterior al Vaticano II) y extraor- dinaria (Misal Romano de 1962 anterior al Vaticano II), del Rito Romano de la celebraci6n de la misa’. La decision ha intensificado los debates que venian ya de afios atras"°. Pero las diversas susiones relacionadas con el movimiento aglutinado en torno al arzobispo M. Lefebvre han puesto de manifiesto que el verdadero néicleo de a discusién no era tanto ni solo la nostalgia de la lturgia preconciliar cuanto el cuestionamiento de la ortodoxia y validez de la reforma litargica de! Vaticano II; 0 mejor dicho, la ortodoxia y validez del Concilio como tal y de algunas ensefianzas doctrinales en particular (colegialidad episcopal, liber- tad religiosa, ecumenismo, actitud ante otras religiones)", tal como confirman las dificultades para dar algin paso en el diélogo abierto muy generosamente por Parte de Benedicto XVI. * Ct. Bexenicto XVI, Literae Apostolicae «motu proprio» datae Summorum Pontificum, AAS 99 (2007), pp. 777-781. ‘© CILM. Auer, Un événementiturgique ou fe sens d'un motu proprio, Perpfién 2007: A. Genvanos (6d), Ein Ritus ~ zwei Formen. Die Richtinie Papst Benedikts XVI. Zur Liturgie,Frivurgo de Brisgovia 2008; W. Haunencaxo, «Ein Ritus in zwei Ausdrucksformen? Hintergrtndo und Perspektven zur Litur- Glefeier nach dem Motu proprio Summorum Pontiicums, LJ§8 (2008), pp. 179-203; M. Kuneten, Die Tidentnischo» Messe. Aufbruch oder Ruickschitt?, Paderbom 2008, "Gt. J. Lenssen, Der Traaltion und der Eneurung der Messfeier verpichtet, Wurzburgo 1988; B. ranean, «Die Theologie des Pascha-Mysteriums im Widerspruch, Bemerkungen zur tradiiona: listischen Kritk Katholischer Liturgietheologle», en P. Howeruaa (ed,), Exkommunikation oder Kont- ‘munikation? Der Weg der Kirche nach dem Il Vatikanum und dle Plus-Brider, Friburgo de Brisgovia 2009, pp. 128-151. 948 @ ag reflexion No hay duda de que el pensamiento teol6gico-liturgico de J. Ratzinger-Benedicto XVI"? ha sido y sigue siendo un punto de referencia fundamental en la reflexion teologica y en los balances de la recepoién posconeiliar de SC. Y a sunombre va. vinculada una formula reiterada desde hace afios como es la de una «reforma de la reforma». La expresion aparece a veces en intervenciones suyas", es usada por sus discipulos, algunos autores hacen de ella un verdadero programa" y ha llegado a convertirse en eslogan reiterativo dentro de determinados circulos. La formula necesita, de todas formas, ser bien explicada. Pues si se entendie- ra, lo cual no es en absoluto el caso de J. Ratzinger-Benedicto XVI, como una negacién frontal de la reforma littrgica alentada por el Vaticano II y como una vuelta sin mas al mundo litargico supuestamente sano y perfecto de la época preconeiliar, entonces estaria en contradiccién con lo decidido en el Concilio y seria ademas una postura ahistorica, ajena a los cambios que de hecho se han ido dando en los desarrollos histéricos de la liturgia. i, por el contrario, con la expresién se pretende indicar que la liturgia de la Igle- sia siempre es algo reformable, que es necesario superar determinadas caren- clas de la reforma litirgica puestas de manifiesto en sus realizaciones practicas, que conviene volver a leer con atencién SC para una evaluacion critica de su recepcion y para afrontar nuevos desafios que pueden ir apareciendo, que ni de SC ni del Misal Romano de Pablo V1 pueden hacerse realidades petrificadas para siempre, entonces no veo inconvenientes para estar de acuerdo con de- terminadas instancias de fondo incuidas en la formula «reforma de la reforma». CIN, Bux, La riforma dl Benedetto XVI. La fiturgia tra innovazione e tradizione, Casale Monte- ‘rato 2008; R. Vooennotzen (ed.), Der Logos-gemasse Gottesdienst. Theolagie der Liturgie bel Jo- sseph Ratzinger, Ratisbona 2009; J. Grisan, Pope Benodlct XVI and the Liturgy. Unterstanding recent liturgical developments, Herefordshire 2011; H. Hews, «Gottesdienst in lebendiger Tradition. Das liturgische Erbe Benedixts XVI», en J. H. Tock (ed), Der Theologenpepst. Eine krtsche Wiirdiguig Benedickts XVI Friburgo de Brisgovia 2013, pp. 416-490; A. Gennanos, Die Liturgle im Denken und Handein Papst Benedikts XVI, J. H. Tocx (ed), pp. 431-445. La idea de una «reforma de la reforma» se refiere especialmente al Misal de Pablo VI. La ex: prasién es usada por J. Raztinger, por ejemplo, en su respuesta a la recensin crtca de su obra EY ‘spirit de la lturgia hecha por P. M. Gy en L/52 (2002), pp. 59-65, respuesta publicada igualmente ‘en LJ52 (2002), pp. 111-115 («Ja, wir brauchen endich wieder Stabiltat in der Liturgie, aber auch ‘das Nachdenken dardber, wie man sichtbar gewordene Mangel der Reform Gberwinden kann. Warum solche Fragen nicht eventuell auch ‘Reform der Reform’ heissen darfe, habe ich bisher noch nicht verstanderi, p. 112). El uso de la expresién por parte de sus discipulos puede comprobarse, por ejemplo, en ia obra ed. por K. Koos, «La costituzione sulla sacra iturgiae a iforma iturgica posteon- clare. Innovazione e continuita ala luce dellermeneutica della riformar, en BeeDerr0 XVI- K. Koct, 11 Conciio Vaticano Il. L'ermeneutica deta riforma, Ciudad del Vaticano 2013, pp. 105-165. “CL: M. Gaauanoy, Liturgia fonte dl vita: prospettive teologiche, Verona 2009; C. Crescivanno, La ‘forma deta rrma tturgica: Ipotesi per un «nuovar rito della messa sulle trace del pensiero di J. Ratzinger, Verona 2008, 5697) $$ tr GB ccrne- cone me 565 Todo ello ha de ponerse ademés en estrecha relacién con los debates en torno a la hermenéutica conciliar de «la ruptura», de la «continuidad» o de la «refor- ‘ma»'*, especialmente intensos en los iiltimos afios. Sin olvidar tampoco que en el ambito litargico se invoca también el principio de una liturgia semper reforman- de'*, principio que no obstante algunos liturgistas no quisieran ver identificado con una reforma permanente y continua en la liturgia'”. Con otras palabras, se necesita una valoracion diferenciada de la recepcion posconciliar de SC, donde no todo sean solamente sombras o solamente luces. Por otro lado, ni la Iglesia ni la celebracién Iitargica son inmunes a los cambios sociales y a las modificaciones culturales, que nos ubican hoy en un momento distinto al de la promulgacién de SC: en amplias capas no solo de la poblacién en general, sino también de muchos cristianos occidentales, ha desapareci- do la obviedad de los presupuestos creyentes y de la iniciacién cristiana’*; el pluralismo religioso y cosmovisivo cuestiona la normatividad de una «cultura cristiana» (donde se daba una cierta simbiosis entre Iglesia y pueblo) como fenémeno perteneciente al pasado’*; la necesidad de una mistagogia adecuada en los misterios de la celebracién litirgica, en la experiencia creyente® y en los contenidos de la fe es cada vez mas urgente e indispensable; la exigencia de inculturar la liturgia no es solo reivindicacién de las Iglesias mas jovenes, donde se halla numéricamente la mayor parte de los cristianos actuales, sino también del mismo cristianismo occidental"; fenémenos insospechados hace cincuenta afios (retorno de lo religioso, crisis de la racionalidad moderna) permiten ha- blar hoy de una cultura a la vez posreligiosa y postsecular”, en la que pueden abrirse vias tal vez inexploradas para una valoracién nueva de los ritos y de las celebraciones littrgicas. Gt. Card. K. Koos, pp. 105-165; cf. también, J. BaLoown, Reforming the Liturgy. A Response to the Cries, Collegeville 2008; A. Geniusos, Emeuerung kirchlichen Lebens aus dem Gottesdionst. Beitrage zur Reform der Liturgie, Stuigart 2011 Cr. bajo este titulo el capitulo 8 dedicado a un balance de los cincuenta afios en la obra de M. ‘Sruncessen, Eucharistic, Litugische Foler und theologische Erschilessung, Ratisbona 2013, pp. 263- 301 "Cl. H, Hopma, Gottesdionst, p. 430; P. os Cuencx, «La lturgle at-elle besoin dune réforme per ‘manonte?», MD 260 (2008), pp. 211-226. "© OF.N. Srou,, Religiés ohne Gott. Warum wir heute anders glauben, Darmstadt 2011, "© Of. Soe. Cuna Een, Atiempo y a destiemo. Elogio del Dios (in)tempestivo, Burgos 2001. ® Ct. S. on. Cum Eiena, «Experiencia de Dios y misterio trintario: en el XV aniversario de la ‘muerte de K. Rahner (1804-1984)», Burgense 50 (2000), pp. 385-442. ® Por ejemplo, las discusiones en tomo a los principios sobre las traducciones establecidos en ‘Liturgiam authenticam (2001) 0 sobre la nueva versién del Misal Romano en lengua Inglesa (2011); cf. M, Stunessen, Ecuharistc, pp. 277-284, Gi. 06 Cuna E.ena, «Dios como “sujeto" de la teologla: su relevancia en una cultura poscris- tiana y postsecular», Burgense 49 (2008), pp. 455-499, 948 @ gay fexié No es cuestién de entrar aqui en el analisis detallado de estos elementos, a los que podrian afiadirse otros, que nos ofrecen un diagnéstico de la situacién actual. Baste ‘su mencién para comprender cémo la recepcién inacabada de SC se ha de ubicar en un contexto modificado respecto a su promulgacién entusiasta en el afio 1963". Pero no hay duda de que también en este contexto la relacién entre celebracion litargica y misterio de la Iglesia constituye una cuestion central, perteneciente no solo a los fundamentos teologicos de la liturgia, sino también al estilo de vida eclesial. Mas atin, dicha relacién, especialmente en lo relativo a la importancia de la eucaristfa para Ia iglesia y a la configuracién en ambito catolico de una cierta eclesiologia eucaristica, ha conocido desarrollos ulteriores a SC y al Vati- ‘cano II; asi lo corroboran tanto documentos magisteriales como propuestas de la reflexién mas estrictamente teol6gica y eclesiol6gica. Y a este respecto vale la pena recordar explicitamente lo que decia Juan Pablo I ‘con ocasién de los veinticinco afios de SC: La reforma de la liturgia, unida a la renovacién biblica, al movimiento ecu- ménico, al impulso misional, a la investigacién de la eclesiologia, debia contribuir a la renovacién total de la Iglesia. Esto lo he recordado en la carta Dominicae Cenae: «Existe, en efecto, un vinculo estrechisimo y orgénico entre la renovaci6n de la liturgia y la renovacién de toda la vida de la Igle- sia, La Iglesia no solo actda, sino que se expresa también en la liturgia y ssaca de la liturgia las tuerzas para la vida»*; o también: «El Concilio ha querido ver en la liturgia una epifanta de la Iglesia, pues la liturgia es la Igle~ sia en oraci6n. Celebrando el culo divino, la Iglesia expresa lo que es: una, santa, catélica y apostélica [...], de esta manera es como el misterio de la Iglesia es principalmente anunciado, gustado y vivido en la Liturgia»*, = CAA. Hiussuna, Christiche Identtt aus der Liturgie. Theologische und historsche Studien 2um Gottesdiens der Kirche, Manster 1987; M. Kiocxener-A. Unean (eds.), Litrgie in Wendezeiten, “Tier 2008; J. Banscx. a., Zwlschen Tradtion und Postmoderne. Die Liturgiewissenschatt vor neuen Heraustorderungen, Friburgo 2010; J. Pocx, «Pastorallturgische Emeuerungen des Konzis ~ und ive Impulse tor die Zukunft, en J. H. TOcx (ed), Erinnerung an die Zukunft. Das Zweite Vatkanische ‘Konzil Friburgo de Brisgovia 2013, pp. 147-162. Carta apostlica Vicesimus quintus annus, n. 4; ct. Carta Dominicae Cenae (24.11.1980), n. 13: ‘AAS72 (1980), p. 148, donde ademas afiade: «La Iglesia no solo acta, sino que se expresa también fn la Iturgia, vive de la fturgia y saca de la Iturgia las fuerzas para la vida. Y por ello, la renovacién ‘targica, realizada de modo lusio, conforme al espiritu del Vaticano Il, es, en cierto sentido, la medida yla.condicion para poner en préctica las ensefianzas del Conciio Vaticano ll, que queremos aceptar ‘on fe profunda, convencidos de que, mediante el mismo, el Espiritu Santo *ha dicho ala iglesia" las vverdades y ha dado las indicaciones que son necesarias para el cumplimiento de su misién respecto alos hombres de hoy y de mafianaw. ® Carla Dominicae Cenaze (24.1980), n. 9, De la lurgia como «epifania» de la Iglesia habla tam- bién el escrito apostéico de Juan Pablo ll Dies Dominisobre la santificaciGn del domingo (31.V. 1998), ‘34, Sobre el alcance de la expresién, cl. N. LOnecee, «Feiem nach Kirchenrecht. Kanonistische (629) 149 8 OCTUBRE - DICIEMBRE 2019 365, 2. Epifania: la liturgia como «manifestacién del misterio de Cristo» y «de la naturaleza genuina de la Iglesia» (SC, n. 2) Cuando el tedlogo intenta buscar el lugar por excelencia de la realizacion de la Iglesia en la historia se ve conducido a considerar la celebracion litirgica, espe- cialmente la eucaristia, como lugar ejemplar y normativo. Es ahi donde se halla «la principal manifestaci6n de la Iglesia», tal como dice SC, n. 41 Pero este texto no es el nico donde SC menciona la relacion entre liturgia © Iglesia. Los pasos son numerosos: SC, n. 2 (celebracién ltirgica y naturaleza de la Iglesia), SC, n. 5 (misterio pascual y sacramentalidad de la Iglesia), SC, n. 6 (eucarstia, iglesia y dimensién pneumatolégica), SC, n. 7 (diversas presencias de Cristo en las acciones itrgicas de la Iglesia y ejercicio ordenado de su sa- cerdocio), SC, n. 9 (liturgia terrena y liturgia celestial), SC, n. 10 (liturgia como fuente y culmen de la vida eclesial), SC, n. 11 (disposicion de los fieles a partici- par consciente, activa y fructuosamente), SC, nn. 12s (precedencia de la liturgia y ejercicios piadosos), SC, n. 14 (derecho y obligacién de todos los fieles a una Participacion plena y activa en la liturgia en raz6n del sacerdocio comin), SC, n. 26 (naturaleza eclesial de las acciones liturgicas), SC, nn. 28s (diversidad de ministerios en las celebraciones), SC, n. 33 (oraciones liturgicas del sacerdote en nombre de todo el pueblo), SC, n. 41 (vida litargica diocesana y manifestacion de la Iglesia), SC, n. 42 (vida litirgica parroquial en su relacion con el obispo), ‘SC, n. 47 (Iglesia y memorial del sacrificio eucaristico), SC, n. 48 (participacion consciente, piadosa y activa de todos los fieles), SC, nn. 83s (Cristo, Iglesia y t@20 del Oficio divino), SC, n. 85 (dimensién eclesial de su recitacion), SC, n. 90 {el Oficio como oracién patblica de la Iglesia). Entre estas referencias destaca ante todo lo que SC dice en el n. 2: como ejer- Cicio de la obra de nuestra salvacién, la liturgia expresa en la vida de los fieles y manifiesta a los demés tanto «el misterio de Cristo» (mysterium Christi) como « naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia» (genuinam verae Ecclesiae natu- ram), Junto a esta tesis central, se mencionan a continuacién algunos elemen- tos caracteristicos de lo que podria denominarse naturaleza «tedndrica» de la Iglesia (en la medida en que aparece vinculada al «misterio» de Cristo en la ver- dad de su condicién divina y humana): humana y divina, visible con elementos Invisibles, activa y contemplativa, presente en este mundo y peregrina del mundo Bemerkungen zum Verhaitnis von Liturgle und Ekklesiologie», Jahrbuch fir Biblische Theologie 18 (2003), pp. 395-458, «En efecto, la iturgia, por cuyo medio “se ejerce la obra de nuestra redencién’, sobre todo en <2 divino sactificio de ta eucaristia, contibuye en sumo grado a que los fieles expresen en su vida, Yy manifiesten a los demas, el misterio de Cristo y la naturaleza auléntica de la verdadera Iglesia», 80,n.2 9980 @ ggg) reflexion r futuro, con una dimensién hacia «dentro» (edificar en los cristianos el templo del Sefior hasta el logro de su plenitud) y con una perspectiva hacia «fuera» (signo en medio de las naciones hasta la congregacién de todos bajo un solo pastor). Los elementos integrantes de esta naturaleza genuina de la Iglesia” reaparecen en otros lugares de SC y adquiriran un tratamiento ms especifico en otros do- cumentos conciliares; no se olvide que SC es el primer documento aprobado en el Vaticano II, antes, entre otros, que la constitucion dogmatica sobre la Iglesia Lumen gentium (LG). A la hora, por tanto, de profundizar en algunos elementos del ser de la Iglesia que se ponen de manifiesto en la celebracién litirgica ser necesario tener en cuenta también los documentos del Concilio posteriores a la constitucién sobre la lturgia®. Sin olvidar aquellos otros que han ido apareciendo a lo largo de la recepcién posconciliar y que estan mas directamente relaciona- dos con los puntos que pasamos a comentar. 2.1. Liturgia e Iglesia bajo el primado cristolégico: la precedencia de Dios En el texto citado de SC, n. 2, al considerar la liturgia como ejercicio de la obra de nuestra redencién, se dice de ella que es a la vez expresi6n del «misterio de Cristo» y de la «naturaleza genuina de la Iglesia». Lo segundo es inseparable de lo primero, que constituye su presupuesto fundamental. Y este primado cris- tolégico es el primer elemento que tener en cuenta, por las consecuencias que conileva en la comprensién tanto de la liturgia como de la Iglesia. Jesucristo, verdadero sujeto de la celebracién litdrgica El protagonismo de Jesucristo en la celebracién litirgica, su condicién de sujeto primordial, quien hace que también lo sea la comunidad celebrante unida a él, re- aparece en distintos lugares de SC: al afirmar que la Iglesia nace del costado de Cristo en la cruz y que la liturgia no es sino la celebracién del «misterio pascual> de Jesucristo (SC, n. 5); al presentar el anuncio del Evangelio como encargo de Jesucristo y la celebracion de los sacramentos, en torno a los cuales gira toda la vida litargica, como una realizacion de su obra salvifica (SC, n. 6); al enumerar las distintas formas de la presencia de Cristo en su Iglesia, especialmente en las acciones litargicas, que no son sino el ejercicio del sacerdocio de Cristo, lo cual hace de toda celebracién litirgica la accién sagrada por excelencia en su calidad de obra de Cristo y de la Iglesia (SC, n. 7); al considerar la liturgia terrena como 7 Ct, al respecto, M, Pavone, «Christus Ecclesiam sibi semper consociat» (SC, n. 7). Liturgia epitania del misterio della Chiesa, ltinerarium 21 (2013), pp. 41-49. Sobre la condicién de SC como documento inspirador de LG 0 como documento completado y perfeccfonado en documentos posteriores, cf la veloracion de M. Fasciou, True Reform, pp. 1-18. (694) $$ ts GB ccnae-conerea 305 pregustaci6n anticipada de la celestial, en la cual se halla sentado Cristo a la de- recha del Padre, cuya manifestacién definitiva esperamos en su retorno glorioso (SC, n. 8); al hacer de la liturgia cumbre y fuente de toda vida eclesial, lugar de santificacién de los hombres en Cristo y de glorificacién de Dios (SC, n. 10); al considerar el rezo del Oficio divino como prolongacién de la funcién sacerdotal de Jesucristo, que une asi a la comunidad entera y, juntamente con la Iglesia, dirige al Padre la oracién (SC, nn. 83s). Si por medio de la liturgia «se ejerce la obra de nuestra redencién», es porque Jesucristo constituye su verdadero protagonista. La celebracion liturgica no es tanto una actividad meramente humana, mucho menos un entretenimiento de los hombres, cuanto la actualizacién de la obra salvifica de Jesucristo. El es el nico Mediador de la salvacién y la lturgia se vaciaria de contenido y significado si en algin momento llegara a caer en un olvido practico-teérico esta preceden- cia cristolégica, que hace de la liturgia ante todo la obra de Dios en nosotros™. Por ello, se ha de agradecer que tanto SC como otros documentos magisteriales posteriores hayan recordado reiteradamente este principio fundamental, Su relativo oscurecimiento en algunos desarrollos posconciliares, especialmente en algunas formas de celebraciones litirgicas, explica la insistencia desde diver- sas instancias™ en la necesidad de resaltar y de hacer valer el protagonismo de Jesucristo. El es el verdadero sujeto originario (Trager) de la celebraci6n litargica. Esta es ante todo y sobre todo, como ya se ha indicado, la celebracion del «mis- terio pascual» de Jesucristo®. Lo cual no significa olvidar ni mucho menos negar que también la Iglesia en su realidad integral (cabeza y miembros) y la comunidad ® _ Esta precedencia de la actuacién divina en ta lturgia es claramente recordada, por ejemplo, por fe alguien que se muestra mas bien critica con el programa de una «reforma de la reforma» Y que, inspirandose en la cistincién de J. L Marion entre «idolo» ¢ xiconom, atibuye tanto a tradcio- nalistas como a reformistas el riesgo de quedar apresados por la opacidad y no dejar espacio a la ‘ransparencia divina en la celebracionttirgica; en relacién con la precedencia de Dios, afrma: «Wit ‘mOssen uns immer daran erinner, dass dle erste und wichtigste Bedeutung der Leliourgia (sehr gut ‘it Gottesdienst Gbersetz!) Gottes Werk an uns ist und erst in weiter Linie unser menschliches Werk steht, als Antwort auf das Gescheck Gottes», J. F. Bx.oom, «ldols and Icons: Uberlegungen zum derzetigen Stand der Liturgiereforms, en L161 (2011), pp. 174-170 (160). ® ‘Aeste respecto, decia por elempio Juan Pablo I: «Puesto que la liturgia es el ejercicio del sa- cerdocio de Cristo, es necesario mantener constantemente viva la afrmacion del discipulo ante la presencia misteriosa de Cristo: “Es el Sefior’ (Jn 21, 7). Nada de lo que hacemos en la furgia puede ‘parecer como mas importante de lo que invisible, pero realmente, Cristo hace por obra de su Espii- |. La fe vivifeada por la caridad, a adoracién, la alabanza al Padre y el silencio de a contemplacién, seran siempre tos primeros objetives que alcanzar para una pastoral Itirgica y sacramental», cart apostdliea Vicasimus quintus annus, n. 10. * Ct, por ejemplo, as obras citadas supra n3. ‘ _Alrespecto, ct. la ponencia de 8. Datuau, «La tturgia, colebracién del misterio pascual», en las ‘Actas de estas mismas Jomadas. Sobre la taologia del «misterio pascual» ante la critica hecha a festa por el movimento lefebvrista, ct. el art. de B, Knaneuan, «Die Theologie...» 988 @ ars ~Teflexion J” celebrante conereta hayan de considerarse como sujeto de la celebracién ltargica; mas adelante volveremos sobre la cuestién. Pero siempre lo seran junto a Cristo, en referencia a él, manteniendo la precedencia y el protagonismo cristolégico. Lo ‘cual vale para la comprensién de la lturgia y para la valoracién de la Iglesia en su sacramentalidad salvitica, a la que me referiré més adelante. ‘Aunque pudiera parecer una obviedad, recordar el primado cristolégico en la celebracién titdrgica equivale a recordar la precedencia de Dios en su misterio trinitario®. Precedencia que impregna no solo la liturgia, sino todos los Ambitos del existir cristiano. Precedencia recordada ademas con raz6n ante algunas rea- lizaciones insatisfactorias de la reforma litirgica; pues, aunque las expresiones necesiten ser precisadas, puede hablarse en acasiones de una pérdida del sen- tido de «Dios» y del sentido del «misterio» que se celebra en la lturgia®. este respecto, no deja de ser significativo que, en la carta personal escrita por Benedicto XVI con motivo de las reacciones suscitadas en el seno de la Iglesia por el levantamiento de la excomunién a algunos seguidores de Lefebvre y por la ad- misi6n de dos formas en la celebracion de la misa (rio ordinario y extraordinario)®, asegure que su prioridad primordial es hacer presente a Dios en este mundo, al Dios de Jesucristo, cuyo difuminarse del horizonte actual conlleva pérdida de orientacion y de sentido para la humanidad™. Una prioridad mantenida de modo constante en numerosas intervenciones de su actuar pastoral y magisterial”. % _CI.A, Kaus, «Theologie als Doxolagie, Die Stellenwert der Liturge in der othodoxen Kirche und Theologien, en K. PicaTer (ed), Liturgie — ein vergessenes Thoma der Theologie?, Friburgo de Bris- ‘govia 1986, pp. 42-53; H. Horas, «Theozentk und Christozentrik der Liturgie», en G. AucusTorK. Knauer (eds), Gott denken und bezeugen, FS W. Kasper, Friburgo de Brisgovia 2008, pp. 437-458. % Me refiero aqui al «misterio de Dios» en su sentido propiamente teol6aico y en su comprensign cistiana, precedencia que no se garantiza volviendo a ullizar sin més el latin en la iturgia; alguna nostalgia de lo «sagrado», presente sabre todo en valoraciones prevalentemente culturales de los fits y del lenguae itigica, no se puede equiparar tal cual con la precedencia del «misterio» de Dios aqul mencionada. =" Ct. supramn. 9-11 % «Creo haber sefialado las priridades de mi pontficado en los discursos que pronuncié en sus. ccomianzos. Lo que die entonces sigue siendo de manera inalterable mi linea directva[.].En nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tiera la fe esté en poligro de apagarse como una llama que ro encuentra ya su alimento, la priordad que esta por encima do todas es hacer presente a Dios en teste mundo y abrir alos hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habié €en el Sinal; al Dios cuyo rosiro reconocemos en el amor levado hasta ol extrema (ct. Jn 13, 1), en ‘Jesueristo cructicado y resuctado, El auténtico problema en este momento actual dela historia es que Dios desaparece del horizonte de los hombres y, con el epagarse de la luz que proviene de Dios, la hhumanidad se ve afectada por la fata de orientacién, cuyos etectos destructivos se ponen cada vez ‘mas de manifesto. Conduci alos hombres hacia Dios, hacia el Dios que habla en la Biblia: esta es la prlridad suprema y tundamental de la Iglesia y del sucesor de Pedro en este tiempo» (marzo de 2009). Ct, mas referencias del magisterio de Benedicto XVI en S. ost Cura Evens, «Afirmacion radical dl hombre: Dios tintaio y atelsmo contemporaneo», Estudios Trnitarias 44 (2010), pp. 159-237. En el diélogo mas reciente mantenido con su ciclo de discpulos, Benedicto XVI dijo to siguiente: (633) 153, 8 OCTUBRE DICiEMBRE2019 365, Liturgia y primacia de Dios en el existir cristiano de hoy dia Dicha prioridad, perceptible en la liturgia en su calidad de actualizacién del acon- tecer salvifico, es la misma que otorga cardcter cristiano, por ejemplo, al queha- cer propio de la reflexién teolégica. Pues, para la teologia cristiana, la realidad de Dios como el primero en todo, aquel de quien parte toda iniciativa y todo don gratuito, se corresponde con la precedencia de la Palabra revelada respecto a toda palabra humana y con la respuesta de la fe como escucha y obediencia a la revelacion de Dios (ob-audire). No en vano revelacién y fe son presupuestos y elementos estructurantes de la teologia cristiana, cuyo proceder metodol6gico ha de reconocer a Dios su condicién de anterioridad y preeminencia. Es decir, su condicion de verdadero «sujeto» de la teologia, también en la situacién actual, Esta situacién, ademas de posreligiosa, es calificada hoy también como postse- cular. Y en este sentido puede compararse de algiin modo con la efervescencia religiosa y espiritual de ios primeros siglos. Ante ella, la fe cristiana se comporto de manera mas bien austera y rigurosa (cf. Col2, 16-17): solo Cristo, Verbo de Dios, merece fe y confianza, porque solo é! es el enviado del Padre. Austeridad que permitié a las comunidades cristianas alejarse de los suefios milenaristas, de las fébulas gnésticas y de las practicas esotéricas. Todo ello como conse- ‘cuencia de la sobriedad de la fe en Cristo: el Unico misterio de Dios Padre se ha manifestado en la vida de Jesiss y se ha revelado en el Espiritu. Que Dios en su Hijo se hiciera uno de nosotros fue la norma para discernir todo lo que la ima- ginaci6n religiosa proponia entonces. Y también el medio para evitar que Cristo fuera reinterpretado a partir de un camino distinto del que é! mismo habia trazado y que le habia conducido a la muerte en cruz. Tal principio de sobriedad sigue siendo hoy dia pertinente, pues en nuestra cultura nos encontramos con una religiosidad de deificacion de la vida misma como tal, del sentirse a gusto, de la autorrealizacién individual o elitista, que no responde a la primacia de Dios y resulta profundamente extrafia a una salvacion gratuita, cuyo reino se funda sobre la cruz de Cristo y sobre la victoria de la resurreccién. Dicha sobriedad no basta por si sola, ciertamente, como respuesta a las exigen- cias de algunos contemporéneos nuestros, en cuya religiosidad sera necesario buscar puntos de encuentro para hacer valer también en este caso la primacia ‘Credo che |...] noi possiamo essere grati per la riforma deliaIturgia anche se il suo corso @ stato talvolta catastrofico. Non ho mai detto, credo, che fosse una catastrofe ma che il suo percotso in qualche tratto @ stato catastrofico, questo lo si pud elo si debe daweero dire, Nel contempo, dobbia- ‘mo superare la mentalta del fare da sé e la mental del'adeguamento, quindi della perdta di Dio e spingerci verso aspetto nodale», en K. Koos, i Concilio, p. 186. Ct. $08 Cura Euan, «Dios como “sujeto">. 98 @ iggy reflexion r de Dios. Reconociendo, por un lado, que las actuales metamorfosis de lo reli- gioso desmienten que la cuestion de Dios haya de considerarse definitivamente liquidada por el peso de la critica atea 0 la difusién de la indiferencia religiosa. Y ejercitando, por otro lado, un discernimiento teolégico de estas metamortosis, para esclarecer si el retomo de lo religioso deja espacios para un Dios divino, transcendente y personal, o mas bien se diluye en una religiosidad inmanente, donde la preeminencia corresponde sin duda al yo subjetivo y a todo lo relacio- nado con un egocentrismo casi connatural al hombre contemporéneo. Por ello, hacer valer la primacia de Dios tiene incidencia también en los medios intracristianos y en el comportamiento de las Iglesias. Yo tengo la impresién de que en Ia praxis cristiana se olvida a veces dicha primacia o se funciona en- ‘vueltos en una cierta nebulosa. Y, dejando a un lado otros Ambitos®, me limito ‘una indicacién mas directamente relacionada con nuestro tema: en algunas celebraciones litargicas, bien por la superabundancia de palabras”, bien por las, diversas funcionalizaciones de la misma liturgia, bien por una especie de 6smo- ‘sis de nuestra cultura secularizada, no se sabe muy bien si en Ultimo término nos celebramos repetitivamente a nosotros mismos (nuestros sentimientos, nuestro protagonismo, nuestra cultura, nuestras necesidades, nuestras tradiciones) o si alli queda verdadero espacio para presentir y sobrecogerse ante el misterio de Dios que nos envuelve, nos desborda y nos transciende**. No hace mucho el liturgista W. Haunerland se preguntaba por las posibles «ins- ‘rumentalizaciones» de la liturgia después del Vaticano II. Y bien merece la pena tener en cuenta estos riesgos, que pueden provenir de ambitos ajenos a la celebracién litirgica o pueden presentarse del todo coherentes a primera vista con alguna de sus dimensiones, Haunerland lo ilustra con diversas referencias a los riesgos més propios de la vida intraeclesial: de tipo catequético (la meta ® Para referencias uiteriores, Ct. Soa. Cuma ELev, A tiempo y a destiompo. “© Aunque sea muy radical, conviene tener en cuenta la critica de A. Lorenzen, Das Konzil der Bu- ‘chhalter. Die Zerst6rung der Sinnichkeit. Eine Religionskritk, Franciort del Meno 1984. Al respecto, ct. A. OnenriAt, «’Haresie der Formlosigkelt” durch ein “Konzil der Buchhalter"? Oberlegungen zur ‘critic an der Liturgiereform nach 40 Jahren Sacrosanctum Conciium, LJ53 (2003), pp. 242-257. “Gf, D.N. Power, «La experiencia de Dios en laliturga cistiana», Conctium 289 (2001), p. 14 y también M. Roovey, «Gotteserfahrung und lturgisches Gebet», Gul. (2000), pp. 106-120. En relacién, ‘on el impacto del «giro antropol6gico» también en laiturgia, me parecen acertadas las palabras de ‘A. Ooexria, «'Hresie der Formiosigket’..», p. 256: «Meines Erachtens ist dar zur Zett Gebotene, ‘or allen Anderungen der textichen Gestal oder der Rubriken ein neues Bewusstsein far die Kraft ‘und Tiefe der Mysterien zu schafen und den dort bewahrten Reichtum in seiner Lebensrelevanz ‘autzuschliessen, Nicht dla Trennung von Lebenswelt und Ritual ist die Losung, sondern das Umge- kkehrte: die Lturge als Feler des Glaubens auf die menschiche Lebenswelt zu beziehen, um sie von ‘Glauben her deuten zu kénnen. Denn erst vor Gott kommt der Mensch zu sich selbst». “© Ci, W, Haseruto, «Instrumentialisierungen des Gottesdienstes? Zum Umgang mit der Lturgie nach dem 2. Vatikanum, MThZ 60 (2008), pp. 222-293, (695) 185 GB corere-ocieveneane 365 didéctico-doctrinal como hilo conductor no solo de la predicacién sino de toda la liturgia); de tipo pastoral (incremento enorme de objetivos o finalidades pas- torales vinculados a determinados domingos 0 solemnidades testivas); de tipo misionero (celebraciones en circunstancias especiales como oportunidad para llegar a quienes ordinariamente no llega la predicacién normal); de tipo espiritual (satistaccién de los gustos o necesidades personales, individuales y espirituales de los distintos sujetos). No es facil, ciertamente, proteger la celebracién litirgica frente a posibles instru- mentalizaciones, pues las instancias de fondo mencionadas no son ajenas a la liturgia, merecen ser apoyadas y atienden a las circunstancias concretas de las respectivas comunidades celebrativas. Pero por ello precisamente se exige de los responsables una mayor competencia y sensibilidad respecto a la naturaleza yal sentido de la liturgia. Esta no tiene como finalidad satisfacer necesidades o expectativas, sino que celebra misterios. Y, en esta perspectiva, cuando se trata de la liturgia estamos ante una celebracién libre de finalidades sobreafiadidas, que terminen convirtiéndola en un medio para conseguir objetivos distintos 0 incluso desfiguradotes de su verdadero significado. Podria incluso preguntarse, por ejemplo, si en las mismas discusiones posconci- liares a propésito de la celebracién eucaristica con la orientacién «hacia oriente» 0 ccon la orientacién «hacia el pueblo», no se ha oscurecido a veces el verdadero se tido del debate. A mi me parece plenamente justificada la reforma litirgica llevada ‘a cabo y estimo que la forma celebrativa derivada de ella ha traido grandes frutos para las comunidades cristianas. Pero la verdadera cuestion de fondo es el reco- ‘nocimiento del primado cristolégico en toda celebracién litirgica, la condicion de Jesucristo como sujeto originario de la liturgia en su calidad de actualizacién de su obra salvifica. Un primado cristolégico que es sencillamente un primado trinitario®. Superar las carencias pneumatolégicas Aeste respecto, resulta llamativo que, por ejemplo, en SC, n. 7, donde se descri- ben los elementos para una comprensién de la verdadera esencia de la lturgia, no se haga mencién alguna del Espiritu Santo (como tampoco se hace en los ar- ticulos que introducen el capitulo sobre la eucaristia, ni en los demés sacramen- tos, ni a propésito de los sacramentales, ni de ia Liturgia de las Horas). Quizés este déficit esté relacionado con el hecho de ser el primer documento aprobado or el Concilio, ya que otros documentos conciliares ofrecen una apertura clara, ‘aunque no suficiente, a la dimension pneumatolégica. © C.B. Groew-8. Kranewans (eds), Liturgio und Trina, Fiburgo de Brisgovia 2008, “C1. H, Scnorzecrat, «Die unbegrenzte Wirkkraft des Helligen Gelstes in der Sicht des Il Vatika- rischen Konziis», TTHZ 108 (1999), pp. 108-122, 986) @ ggg reflexi6n r En cualquier caso, el silencio pneumatolégico de SC, n. 7 se corresponde con una carencia general de toda la constitucion, ya que en los 130 numeros de SC solo se menciona al Espiritu Santo en cinco ocasiones: SC, n. 2 (donde citando Ef 4, 13 se dice que la liturgia edifica en «morada de Dios en el Espiritu» a los que estén dentro); SC, n. 5 (donde se refiere a Cristo, «ungido por el Espiritu Santo», al hilo de Is 61, 1 y Le 4, 18); SC, n. 6 (con dos referencias, una para afirmar que los apéstoles estaban «llenos del Espiritu Santo» y otra, la de mayor relevancia teol6gico-litirgica, al hablar de la celebracién del misterio pascual ‘como una presencializacion de la victoria de Cristo «por la fuerza del Espiritu Santo»*); SC, n. 43 (donde el celo por promover e instaurar la sagrada liturgia se valora como «paso del Espiritu Santo por su Iglesia»). Tres de estas menciones en el texto definitive se deben a intervenciones de Padres conciliares de las Iglesias orientales*, donde siempre se mantuvo mas despierta la conciencia pneumatolégica. No es que esta se halle ausente por completo de SC, ahi esté la importancia del final de SC, n. 6 (per virtutem Spi- ritus Sanct)"; incluso algunos autores ven en estas menciones un indicio débil de que los Padres conciliares intentaron expresar a su modo la importancia del Espiritu Santo en la liturgia‘*. Sin embargo, lo alcanzado resulta insatisfactorio®. Y, asi, no puede extrafiar que la carencia pneumatolégica de SC se lamente con frecuencia®, se la considere una deficiencia notable y se abogue por aunar todos La afiadidura final «per virtutem Spiritus Sancti» en SC, n. 6, importante como introduccién a todo e! n. siguiente SC, n, 7, se agregé a ditima hora y se sometié al voto de la Asamblea, pues no formaba parte del proyecto presentado al Concilio. Ct, al respecto, B. Fiscxen, «Die Grundaussagen der Liturgie-Konstitution und ihre Rezeption in fonfundzwanzig Jahren, en H. Becxer-B. J. HisenATi-U. Waters (eds.), Gottesdlanst — Kirche — Gesellschaft, St. Otlien 1991, pp. 420s. ©" Apropbsito de esta afiadidura, que se introduce solo a partir del Esquema Il habia pedido: «;etlus collocetur addito ‘per vitutem Spirtus Sanct’ ita ut claus appareat hanc ‘additionem referri non tantum ad id quod novissimo loco ponitur, sed ad omnia, praesertim ad ea quae in sacrs Lturgis peraguntur, et Sprtu Sancti operante vitute exercenture; alo que la Comision responde: «Hanc additionem ultimo loco ponendo, iam ostenditur eam non tantum ad propiora verba pertinere, sed ad totam sententiam. Et ea fuit mens Commissions ut metus asseralur vis Spiritus ‘Sancti in sacra Liturgia», cf, F. Ga. Hew, ConcillVaticani lI Synopsis, p. 29, n. 24. = Asi, F Exsaxaxce, Die Gegenwart Jesu Christ im Gottescienst, Maguncia 1982, p. 328. ‘Sobre e! desarrollo tirgico posconciiar de la mencién del Espiritu Santo en SC, n. 6, of. M. PProssr, «“All das aber geschicht in der Kraft des heligen Geistes" (SC, n. 6). Wie weit hat die na- cchkonatiare Liturgiereform diese Aussage eingeholt?», en G. AucusmivK. KrAwen (eds.), Gott denken und bezeugen, pp. 459-478. ® De «Verlegenheitslosung [...] die dem zentralen Stellenwert dieser Frage nicht entspricht», habla, P. Hamwowcourt, «Vom Baten im Heligen Geist», en J. G. Pioasr (ed.), Got flor, FS Th. Schitzer, Friburgo, Basilea, Viena 1980, p. 100; como «omisién grave» la valora B. Bonk, «Le Christ dans la ‘aprés Varticle 7 de la Constitution SC de Vatican Il», en QL 64 (1983), p. 207; como «grave la califica J. Casreuano Cervera, Liturgia y vida espitual, Madrid 1984, p. 28; | Onan, «Opus nostrae redemptionis, Liturgy Trinidad», en Canns-Touls Caxous (eds), La lugia, p. 74 ‘estima que la dimensién pneumatolégica de la iturgia «tiene poco relieve en la SC». (697) tr GF ccrae-nonsrem 3s los estuerzos necesarios para superaria y para poner de manifiesto el papel del Espiritu Santo en la liturgia® en su calidad de actualizacion de la presencia de Cristo. Estas raices del olvido occidental del Espiritu Santo en la liturgia y en los sacramentos se retrotraen hasta muy atrés®, lo que explica las dificultades tradicio- nales de superacién. Ademas van unidas inevitablemente al olvido de la dimension trinitaria en la teologia sacramental. 2.2. Sacramentalidad de la Iglesia y sacramentalidad de las acciones y titos litirgicos Si en SC, n. 2 se afirma que la celebracion Iitirgica pone de manifesto la na- turaleza genuina de la Iglesia en su condicién «teandrica», es decir, al mismo tiempo divina y humana, en SC, n. 5 se dice que de la cruz de Cristo nacié «el sacramento admirable de la Iglesia entera» (totius Ecclesiae mirabile sacramen- tum). A su vez, en SC, n. 26 se denomina a la Iglesia «sacramento de unidad» (unitatis sacramentum)* al presentar las acciones litérgicas no como asunto pri- vado, sino como celebraciones eclesiales®. Teniendo en cuenta que SC es el primer documento aprobado por el Concilio, podemos hablar del inicio, por parte de la Asamblea conciliar, de un lenguaje sobre la sacramentalidad de Ia Iglesia, que reaparecera después en diversos documentos del Vaticano II" y que sera de gran relevancia teolégica para comprender no solo la naturaleza de la Iglesia, sino también el alcance de la celebracién litargica. * En esta direccién se mueven, por ejemplo, los siguientes autores: 8. Mant, Mistero df Cristo @ Liturgia neti Spirto, Ciudad del Vaticano 1992, pp. 161-231; J. Consox, Liturgia fundamental, Madtid 2001, pp. 103-120; 7. Sruseraaucy, «Der Hellige Geist als Trager der Lturgia im CIC/I983», AKKR 171 (2002), pp. 38-71 (con mas ampltud en Stusenraucs, Wer ist Trager der Liturgie? Zur Rezeption des Il. Vatcanischen Konzis im CIC von 1983, Triet 2002); A. Garcia Macis, Christus ecclesiae ‘suae semper adest. La presencia de Cristo en las colebraciones itirgioas, en Cava.s-Towss CANOVAS. (eds.), La iturgia, pp. 136-140, 5 C.J. Fremc, Geist Vergessen - Geist Erinnem. Viadimir Losskys Pneumatologie als Heraustor- dderung westlcher Theologie, Wurzburgo 1995, pp. 256-260. ©” Ct.L. Les, «Trinitatsvergessenheit gogenwaitigen Sakramententheologie?», ZKTh 105 (1983), pp. 200-314, 415-431. "SC, nS hace suya aqui una expresién «totius Ecclesiae (tuae) mirabile sacramentums, que se ‘encuentra en el Sacramentarium Gelasianum Vetus, en el Sacramentarium Gregorianum Hadrianum, {en el Misal Romano de 1970, primera oracién después de la séptima lectura de la nache de pascua: ct. el comentario de SC, n. 5 en R. Kacznisn, Theologischer Kommentar. ® La denominacién se hace en referencia a S. Cirnuo, De cath. eccl. unitate, 7. «Las acciones titirgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es “sacramento de unidad’, es decir, pueblo santo congregado y ordenado bajo la direccién de los obispos», SC, n. 26 * CL:LG, nn. 1,9, 48, 88; GS, nn, 42, 45;AG,n.1, 5. ™ CES. Pe-Nnor, Eolesiologia. La sacramentalidad de la comunidad crstiana, Salamanca 2007, 988) © iggy reflexién_ El «sacramento admirable de la Iglesia enter» (SC, n. 5) La historia de los textos conciliares, sobre todo de LG, confirma que la consi- deracion de la Iglesia como «sacramento universal de salvacién» (LG, n. 1)° no era algo obvio o evidente desde los inicios del Concilio®, A su aceptacion se lleg6 tras un proceso de reflexién sobre la riqueza de la Tradici6n en su conjunto frente a los estrechamientos de la neoescoléstica y tras haber admitido que el concepto de sacramento en su aplicacién a la Iglesia encierra un significado no equiparable sin mas con la terminologia habitual de los siete sacramentos: por @s0 se dice que la Iglesia es en Cristo «como sacramento» (veluti sacramentum) de la unin intima con Dios** Este lenguaje conciliar no legitima en modo alguno hacer de la Iglesia una reali- dad auténoma en calidad de signo o instrumento de la salvacién, pues sus afir- maciones se enmarcan en un contexto estrictamente cristolégico: la verdadera «luz de las gentes» (lumen gentium) no es la Iglesia sino Cristo, la Iglesia es «en Cristo» como sacramento (LG, n. 1), Cristo es autor de la salvacion y principio de la unidad y de la paz® (LG, n. 9), Cristo constituyd por el Espiritu a la Iglesia ‘como sacramento universal de salvacién® (LG, n. 48). Es decir, Cristo es en realidad el nico «sacramento originario» (Ur-Sakrament) del designio salvifico de Dios“. Y mediante esta acentuacién de la precedencia cristolégica, ya recordada anteriormente, se pretende corregir una comprensién © OL. W. Kishen, «Die Kirche als universales Sakrament des Hells», en Kaseen, Theologie und ‘Kirche, Maguncia 1987, pp. 237-254, ‘© “Gt:P, Suoers, «La iglesia como sacremento de salvaciéne, en G. Baswuna (ed), La lfesia de! Vaticano 1, Barcelona 1986, pp. 377-400; O. Seuve.nor, «La iglesia como sacramento dela sa- vacién», en Mysterium Salus WN, Madiid 1969, pp. 321-370; L. Bor, Die Kirche als Sakramant im Horizont der Welterfahrung, 1972; Y. Congar, Un Peuple messianique. L'Egise, sacrement du salut, Paris 1975: J, Ronen, «Kirche ala Heisakraments, en J. Racxsnstoaren (ed), Zell des Golses, Viena 1977, pp. 59-70; W. Benenr, «Die Sakramentaltat der Kirche im theologischen Gesprich», en «Thedlogische Berchto» IX, Einsiedeln 1960, pp. 19-63 5 "Cum autem Ecclesia sitin Cito vel sacramentum sou signum et instrumentum intimae cum Deo unions tofusque generis humani uritatsy, LG, n. 1. Diferencia de maliz importante reepecto al proyecto presentado por les obispos alemanes: «Ecclesia Christ ab ipso convocaia et legitme conetitta est et sacramentum universal, visible et definiivum hulussaluierao unital exis, cf. G. Ausenco-F. Mater, Consituionis Lumen gentum Synopsis historic, Boloia 1875, p. 361. = «Deus congregationem eorum qui in lesum, saliisauctorem et unitais pacisque pincpium,cre- denies aspicut, convocavit et consttut Eclesiam, ut sit universis et singuls sacramentum visible hulussaltferae untats», LG, n, Se «Givistus[.] Sprtum suum viicantem in dscipulosimmist et per eum Corpus suum quod est Ecclesia ut unversae salus sacramentum consti, LG, n. 4b Aunque en un principio apicada a laIplesia(cf0. Seaersors, De Kiche als Ursakrament, Frénetort del Meno 1953), en rigor la expresién solamente puede aplicarse a Cristo; eh. J. Arano, Cristo sacramento de Dios Padre, La Iglesia, sacramento de Cristo gorifcadr, Grog 88 (1967), pp. 5:28. $889) + 0 GB ccune-coomre a 365 de la Iglesia como simple proseguimiento de la encarnacién, ya que la «no me- diocre analogia con el misterio de! Verbo encarnado»** implica simultaneamente ‘semejanza y desemejanza. El concepto de sacramento, por tanto, que el Concilio aplica a la Iglesia se retro- trae a la teologia patristica, va mas alla de su sentido estricto aplicado a los siete ‘sacramentos, no obscurece la condicién de Cristo como el Unico sacramento originario de la salvacién y permite entender la Iglesia como signo presenciali- zador de la salvacién que Dios es en Cristo para la humanidad entera y como mediacién sacramental para comunicar esta salvacién a todos los hombres. Conviene recordar este significado de la Iglesia en calidad de sacramento uni- versal de salvacién ante las reservas criticas por parte de algunos (seria un lenguaje tipico de la jerga teolégica o un autoensalzamiento ideolégico frente a la realidad eclesial concreta); pero especialmente ante las dificultades persisten- tes en perspectiva ecuménica. El lenguaje que habla de la Iglesia como «signo» forma parte de un uso lingUistico, que puede considerarse cominmente com- Partido**. No asi la consideraci6n de la Iglesia como «sacramento», expresién que no consigue superar las reservas de muchos en el ambito ecuménico™, La ‘cuestion de fondo no es sino la relacién entre la configuracién visible de la Iglesia y su esencia espiritual, solamente perceptible en la fe; 0, dicho de otro modo, en qué medida la realidad institucional y visible pertenece a la esencia de la Iglesia verdadera®®, SC, n. 2 hace al respecto afirmaciones muy explicitas: Es caracteristico de la Iglesia ser, a la vez, humana y divina, visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la accion y dada a la contem- lacién, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina; y todo esto de suerte que en ella lo humano esté ordenado y subordinado a lo divino, lo ‘© Al hablar de la Iglesia como una realidad compleja, puesto que esté constituida por elemento hhumano y divino, dice LG, n. 8*: «ldeo ob non mediocrem analogiam incamati Verbi mysterio ass milatur. Sicut enim natura assumpta Verbo divino ut vivum organum ut vivum organum salut, Ei indissolublter unitum, insert, non cissimil modo socialis compago Ecclesiae Spiitul Christ, eam vivilicant, ad augmentum corporis inser "Asi, por ejemplo, desde la Asambiea del CE! en Upsala (1968), donde se dice: «Die Kirche wagt es, von sich selbst als dem Zeichen (subrayado propio) der zukintigen Einhelt der Menschelt 2u ‘sprechen, N. Goookut (ed.), Bericht aus Uppsala 68, Ginebra 1968, p. 15. © Ct. E. Kasewann, «Zur ekklesiologischen Verwendung der Stchworte “Sakrament” und “Ze cchen’», en E. Kaseuwn, Kirchiiche Konfltte, |, Gotinga 1882, pp. 46-61; E, Jonas, «Die Kirche als ‘Sakrament?», ZTHK 80 (1989), pp. 432-457 (también en E. Jonce., Wertlose Wahrheit, Manich 1990, pp. 311-334), Que la comprensién de la «sacramentatidad» siga constituyendo una de las grandes dificuta- des en el disiogo catdlico-protestante, lo confirma la obra reciente de K. H. Mens, Sakramentalitl Wesen und Wunde des Katholzismus, Ratisbona 2013, 9160 @ tt} reflexion r Visible a lo invisible, la accién a la contemplacién y lo presente a la ciudad futura que buscamos. Por eso, al edificar dia a dia a los que estén dentro para ser templo santo en el Sefior y morada de Dios en el Espiritu, hasta llegar a la medida de la plenitud de la edad de Cristo, la liturgia robustece también admirablemente sus fuerzas para predicar a Cristo y presenta asi la Iglesia, a los que estén fuera, como signo levantado en medio de las naciones, para que, bajo de él, se congreguen en la unidad los hijos de Dios que estén dispersos, hasta que haya un solo rebafio y un solo pastor. La presencia integrante del doble elemento, divino y humano, invisible y visible, de accién y de contemplacién, es lo que llevara a que el Concilio hable mas adelante en LG, n. 8 de la Iglesia como una «realidad compleja». Complejidad reflejada, por ejemplo, en dos actitudes de hoy dia, en las que no se logra la inte- gracién adecuada de ambos elementos. Por un lado, la de quienes consideran la Iglesia como una institucién humana més entre muchas otras, una realidad his- torica vinculada ciertamente al hecho religioso, pero comprensible Gnicamente con categorias sociolégicas 0 comunitarias, dados sus componentes mundanos y humanos, a veces demasiado humanos. Por otro lado, la de quienes retienen que la verdadera Iglesia es Unicamente la Iglesia invisible, la que transciende sus concreciones institucionales y sus realizaciones historicas, todas ellas relativas y cuestionables, la Iglesia perceptible Gnicamente como acontecer continuo en los diversos momentos en que sus miembros se reGnen, pero transcendente a todos y cada uno de ellos. Es en este campo donde la propuesta conciliar demuestra su validez. La sacra- ‘mentalidad de la Iglesia significa que lo visible en ella constituye el signo eficaz y presencializador (simbolo real) de la salvacién de Dios en Cristo para el mundo entero, Y significa también que esta estructura sacramental de la Iglesia se des- pliega en los distintos sacramentos concretos, los cuales, en su conjunto y en sus relaciones respectivas, ponen de manifiesto la totalidad de la vida eclesial ‘como algo sacramentalmente determinado y estructurado. «Toda la vida littrgica gira en torno a los sacramentos» (SC, n. 6) La celebraci6n litdirgica constituye al respecto un momento privilegiado para la percepcién de la Iglesia como realidad «sacramental» y como realidad «comple- ja». Los elementos materiales, tangibles, visibles, en consonancia con la natu- raleza sensorial del ser humano, son evidentes para todos. Sin embargo, sera por medio de la fe como resulte posible transcender la materialidad tangible, o mejor, percibir en ella la realidad divina, propia de la actuacién salvifica de Dios. De ahi la importancia de que en las celebraciones litirgicas se pueda al menos presenti la presencia de esta realidad divina como un misterio de cercania, que £689) A$$ ti gs OCTUBRE -OICIEMBRE 2019 365, transciende la materialidad de lo visible y de lo tangible, pero que en esta mate- rialidad constituye una experiencia de fe. Se ha de reconocer, ciertamente, que esta posibilidad queda a veces dificultada por la preponderancia de demasiados elementos materiales, visibles, folkléricos © étnicos, o bien por una comprensién de las acciones sacramentales que las equipara a acontecimientos magicos, olvidando la importancia de la fe y la impii- cacién personal del sujeto libre que participa en la celebracion. Una vez mas es- tamos aqui ante la necesidad de una iniciacién mistag6gica en el verdadero sig- nificado de la celebracion litargica y en la integracién adecuada de los elementos humanos y divinos, dadas las dificultades constatables no solo entre quienes se hallan lejos del mundo de la fe, sino también entre bastantes cristianos. Para estos vale especialmente la afirmacion de SC, n. 6, segin la cual en torno alos sacramentos «gira toda la vida litargican®. A su vez, en SC, n. 7 se asegura que Cristo esta siempre presente a su Iglesia «sobre todo en las acciones litirgi- cas»; que los «signos sensibles» realizan la santificacion de los hombres y son @jercicio del «culto publica integro» por parte de la Iglesia; que «toda celebracién litargica» no es igualada en su eficacia por ninguna otra accién de la Iglesia™. Precisamente el n. 7 de SC fue uno de los articulos de la constitucion més de- batidos en el Aula conciliar a causa de la importancia y, a veces, novedad de algunas afirmaciones: la presencia real de Cristo en la eucaristia no lo es tanto Por exclusi6n cuanto por excelencia, pues se mencionan también otras presen- clas reales (en la persona del ministro”, en los sacramentos, en el ministerio de la Palabra’, en las oraciones y cénticos de la Iglesia); a su vez, los elementos recogides en SC, n. 7 constituyen una descripcion de la esencia de Ia liturgia en cuanto realizacién del munus sacerdotal de Jesucristo (actualizacion de su funcién mediadora de Dios hacia los hombres y de los hombres hacia Dios), actualizacion llevada a cabo en una estructura dialogal (de Dios a los hombres, de los hombres a Dios) que incluye a la vez la santificacion de los hombres (el ® _ SC, n. 6 habla en realidad de sacrifcium et sacramenta, distincién que parece daberse a la presién de un grupo numeroso insalisfecho con que a la eucaristia se la denominara sin mas «sa- ‘oramento» y no se mencionara explictamente su condicion de «sacrifcion, ct. el comentario de R. Kaczwsa, Theologischer Kommentar. "© «Toda celebracin ltirgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, ‘es accion sagrade por excelencia, cuya eficacia, con el mismo ttuo y en el mismo grado, no la iguala, singuna otra accién de la Iglesian, SC, n. 7. “Ct. S, oa. Cuma Eiens, «Presencia de Cristo en el ministro ordenado (SC, n. 7.1): desarrollos posconcilares e implicaciones litirgico-teol6gicas», Burgense 45 (2004), pp. 327-404, ” La afirmacién de una presencia de Cristo en el ministerio de la Palabra encierra una gran re- levancia ecuménica, cf. al respecto S. ve. Cuna Exe, «El ministerio de la Palabra: comprension catblica y dislogo teolégico en perspectiva ecuménican, en Teologla del Sacerdocio, vol. 27, Burgos 2012, pp. 174-260. 962 @ gay reflexi movimiento descendente de Dios) y la alabanza o adoracién (movimiento ascen- dente que caracteriza el culto de la Iglesia entera). Signos sensibles y aperturas nuevas hacia expresiones de ritualidad Lacelebracién litirgica se lleva a cabo por medio de «signos sensibles». No se agota en ellos, pero sin ellos resulta imposible. Estos signos sensibles son ne- cesarios por distintos motivos: de orden antropolégico, ya que el ser humano es una unidad de alma y cuerpo, de dimensiones espirituales y corporales; de orden cristolégico, no en vano Cristo es la Palabra de Dios hecha carne y el sacramen- to visible del Dios invisible; de orden eclesiolégico, dado que las celebraciones litargicas son celebraciones de la Iglesia, ella misma de naturaleza sacramental y de condicin humano-divina. Una liturgia sin «signos visibles», es decir, sin elementos materiales y corpéreos, que se pueden ver, oft, sentir, gustar, oler 0 tocar, no seria ni humana, ni cristiana, ni eclesial: «Han sido escogidos por Cristo y por la Iglesia para significar realidades divinas invisibles» (SC, n. 33). Aeste respecto conviene tomar nota de los cambios acaecidos a lo largo de los afios posconciliares. En un primer momento, los elementos més rituales y sacra- mentales de la celebracién litirgica fueron objeto de critica, a veces radical, 0 de abandono ideologizado; se imponfa dejar a un lado la «sacramentalizacin» en favor de la «evangelizacion», lo verdaderamente decisivo era la «Palabra» frente a cualquier forma de «tito». Lo cual condujo en gran medida a un predo- minio de los elementos instructivos, catequéticos 0 doctrinales de la liturgia, que ciertamente encierra’, pero que no son ni los dinicos ni los més determinantes. Bastantes debates de entonces sobre una dicotomia irreconciliable entre «culto» y «vida», entre «sacramentalizacién» y «evangelizacion», estaban frecuente- mente condicionados por el presupuesto de «una vida extrafia a toda ritualidad y de una ritualidad extrafia a toda salvacién», presupuesto ideolégico que nece- sita ser repensado criticamente”. Dicho presupuesto condujo a situaciones de «esquizofrenia» en muchos sacerdotes, obligados, por un lado, a atender las demandas litirgico-sacramentales de los fieles y rechazando, por otro, ser iden- tificados como los funcionarios del culto. La situacién puede considerarse hoy en trance de superacién, a la vista de las transformaciones sociales y eclesiales en 7 «Aunque la sagrada liturgia sea principalmente culto de la divina Majestad contiene también una {gran instruccién (magnam eruditionem) para el pueblo fel», SC, n. 33. 7% Of, P, Post, «Ritual Studies. Einfohrung und Ortsbestimmung im Hinbick auf die Liturgiewis- senschaft», Alw 45 (2003), pp. 21-45; A. Ovex, «Lebenswelt und Ritual. Uberlagungen zu einem rnotwendigen Spannungsverhéltnis menschlcer Erfahrung und lturgischen Feiems», LJ 54 (2004), pp. 85-103. {64a} 163 s OCTUBRE -ICIEMERE 2019 365, curso’. Lo cual permite una reevaluacién mas adecuada, serena y enriquecedo- ra de la celebracién litargica, de los signos sensibles y de los elementos rituales. Por lo que hace a este respecto, SC, n. 34 establece dos principios basicos: a) que los ritos «resplandezcan por su noble simplicidad», siendo breves, claros y no repetitivos, idea que resuena también en otros lugares como SC, n. 23 (al hablar de las leyes generales de la liturgia), SC, n. 37s (al abordar el tema de {a inculturaci6n de los ritos) 0 SC, n. 50 (al promover la reforma de! Ordinario de la misa); b) que se adapten a la capacidad de los creyentes y no necesiten demasiadas explicaciones, orientacién que se ha de controntar con la disolucion progresiva de una socializacién cristiana, las deficiencias de muchos en la expe- riencia del mundo de la fe y la necesidad de una cierta instruccién o formacion litargica, expresamente mencionada en SC, n. 1478. Los dos principios estén encaminados a una participacién plena, consciente y activa de todos los fieles. Y la necesidad de que los ritos resplandezcan por su noble simplicidad (la referencia es sobre todo al Rito Romano) se comprende mejor si se recuerda tanto su forma celebrativa anterior al Vaticano Il como las frecuentes explicaciones alegéricas de muchos elementos incomprensibles. Las instrucciones de 1964 y de 1967, asi como como unas palabras de Pablo VI en 1968, sirvieron para poner en marcha una reforma que no debia ejecutarse de manera caprichosa ni terminar disolviendo el caracter sagrado”. Los elementos litargicos reformados han sido ciertamente muchos. Pero las modificaciones por si solas no despejan la pregunta de silo hecho en nombre de SC, n. 34 ha sido suficiente para que las diversas celebraciones rituales resplandezcan en su no- ble sencillez, transparenten su verdadero significado y resulten mas facilmente comprensibles a los participantes. Las indicaciones hechas por SC, n. 34 coincidieron con momentos de grandes rupturas sociales, culturales y eclesiales, que condujeron a algunas realizacio- nes practicas cuestionables: limpieza no solo de sacristias, sino también de len- guajes religiosos y de tradiciones de siglos; en otros casos, descuido 0 desprecio de los ritos, ignorando los componentes antropolégico-religiosos que encierran y los conocimientos aportados por las investigaciones modernas acerca de las expresiones rituales; incluso una cierta manta en ponerlo todo patas arriba y una % Las expresiones entre comiltas proceden del art. de R. Scvotrus, «La présidence Iituygique, instance structurante du ministére presbytéral», MD 230 (2002), pp. 67-76 (aqul 68), aticulo breve pero con observaciones muy acertadas,referidas directamento al émbito francés y extrapolables de alguna manera también a otros ambit. SC, n, 14 habla de una seducacién adecuada» y considera «indispensable que se provea antes que nada ala educacién ittrgica del claro» 7” Gt, Ench Vat il pp. 164-173, 1170-1185. 164, @—— reflexién r prevalencia de simplificaciones racionalistas, con acento unilateral de elementos instructivos, cuando no ideolégicos. Nada de ello es consecuencia directa de SC, n. 34, sino de algunas realizaciones prdcticas de la reforma litargica. Lo que realmente importaba a los Padres conci- liares y a SC no era la simplificacién sin mas, sino la transparencia espiritual de la celebracién litirgica, mediante una congruencia entre contenido y forma ce- lebrativa, entre interioridad y exterioridad, entre dimensién estética y significado profundo, entre elementos verbales y no verbales. El «esplendor de la noble sencillez» requiere sensibilidad para las articulaciones sacramentales, diferenciacién en las diversas expresiones lingllsticas, puesta en escena consciente de gestos y actitudes, tratamiento de los elementos ma- teriales adecuado al significado sacramental de los dones de la creacién, confi- guracién estética de los lugares de culto, de los instrumentos y de las vestiduras litdrgicas, sin huir hacia atrés buscando refugio en un pasado supuestamente sano y sin caer en la disolucién chata del pragmatismo cotidiano. Quien sabe por la fe que en la celebracién littrgica se halla presente y actuante el Dios vivo y verdadero tenderé a expresar mediante su actitud interior y sus actuaciones exteriores ese profundo respeto que resplandece en la noble senci- llez. Por ello, en el horizonte de la situaci6n actual, sigue siendo apremiante una formacién litirgica adecuada en todos los niveles de la vida eclesial, que ayude a descubrir la riqueza espiritual y teol6gica de la liturgia y que contribuya a su celebraci6n cristianamente fructifera. 3. Fuente y culmen: centralidad de la liturgia, sobre todo euca- ristica, en la vida de la Iglesia Una vez comentadas la naturaleza genuina y la sacramentalidad de la Iglesia, manifiestas en la celebracién litergica, pasamos a la consideracién de la liturgia, especialmente de la eucaristia, como fuente y culmen de la vida eclesial. La afir- macién es de gran relevancia teolégico-liturgica”. Y no solo se halla en SC, sino que también otros documentos del Vaticano Il recurren a ella. Mas atin, textos posconciliares como la enciclica Ecclesia de eucharistia (2003) o la exhortacién ™ Cf, algunos estudios mas recientes: J. Gnecur, Culmen ot fons. Liturgie als actio der Kirche Jim Spannungsfeld von Symbol und Metapher, Manich 2005; B. Kraxewww, «"Tatige Teinahme” an der Liturgle als “Quelle und Hohepunit’ ~ Kembegrite der Liturgiekonstitution neu gelesen, en M. DaLeiD0-M, Sieverwicn (eds}), Die grossen Metaphem des Zweiten Vatikanischen Konzis, Friburgo de Brisgovia 2012, pp. 232-247; A. Gennanos, «Gipfelpunkt und Quelle, Intention und Rezeption der LUturgiekonstitution Sacrosanctum Concifum, en J. H. Tock (ed), Erinnerung, pp. 127-148; W. Hau- ‘eRLaNo, « Culmen of fons. Zur Rezeption einer liturgletheotog'schen Spitzenaussage», L/63 (2013), pp. 187-182. 964) ets 8 OCTUBRE -DICKMBRE 2019 365, apostélica postsinodal Sacramentum caritatis (2007) pueden considerarse en gran medida como desarrollos ulteriores de la afirmacién conciliar. Su aplicacion primordial a la eucaristia, sin embargo, no debe llevar al olvido de que no solo la celebracion eucaristica en particular, sino también la celebracién litirgica en ‘su conjunto es considerada como fuente y culmen. Y la integracién arménica de ambas dimensiones, asi como la superacién del desajuste siempre vigente entre la proclamacion oficial de la doctrina y la realidad concreta de muchas comuni- dades cristianas siguen siendo tareas pendientes del presente y del futuro de la recepcion de SC. 3.1. Culmen et fons Uso y significado de la expresin En el uso que SC, n. 10 hace de la expresion «culmen y fuente» (culmen et fons) se percibe no solo el cardcter programattco y solemne de la expresion, sino tam- bién la aplicacién de esta tanto a toda la liturgia en su conjunto como de un modo especial a la eucaristia. He aqui el texto de SC, n. 1 La liturgia es la cumbre (culmen) a la cual tiende la actividad de la Iglesia ¥ al mismo tiempo la fuente (fons) de donde mana toda su fuerza, Pues los trabajos apostélicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios or la fe y el bautismo, todos se retnan para alabar a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena del Sefior|...]. Por tanto, de Ia liturgia, sobre todo de la eucaristia, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente (fonte) y se obtiene con la maxima eficacia aquella santificacion de los hombres en Cristo y aquella glorificacién de Dios, ala cual las demés obras de la Iglesia tienden como a su fin. La expresi6n «fuente y culmen» hunde sus raices en la enciclica Mediator Dei (1947) de Pio XII, donde propiamente se habla del «culto de la eucaristia» como fuente y cabeza de la verdadera piedad cristiana, reservando el primer puesto al misterio eucaristico en su calidad de «cabeza y centro» de la religion cristiana y ‘como «fuente y centro» de toda su piedad’®, Respecto a Mediator Dei, SC, n. 10 representa un desarrollo ulterior, al poner el acento en el cardcter de sacrifcio y de comida del Sefior, lo cual es determinante ara comprender por qué en la eucaristia estamos ante la fuente de la vida cristia- nna, en la que al mismo tiempo se realiza la santificacion de los hombres y la glori- ficacion de Dios. Mas adelante, en SC, n. 14, reaparece de nuevo el concepto de ® Ct. Pio Xil, Mediator Dei, nn. § (fons et caput, 65 (caput et centrum, de sacrae Iturgiae re maxi- ‘ma), 199 (fons ac velut centrum). 168 (646) reflexién «fuente» (fons) primaria y necesaria del espiritu cristiano, pero aplicada en este caso a la participacién plena y activa de todo el pueblo de Dios en la liturgia. La acentuacién se retrotrae en este caso al motu proprio de Pio X Tra le sollecitudini (1903) y reapareceré después en el Decreto sobre la formacién litargica de los, aspirantes al ministerio sacerdotal (fons spiritus vere christiani, OT, n. 16). En otros documentos de! Vaticano Il predomina una aplicacién de la condicion fontal sobre todo a la celebracién eucaristica, no tanto a la liturgia en su con- junto. Asi sucede en LG, n. 11, donde el sacrificio eucaristico es considerado «fuente y culmen» (fons et culmen) de toda la vida cristiana, pero sin hacer referencia explicita a SC. Por su parte, en el Decreto sobre el deber pastoral de los obispos CD, n, 30 se recuerda como obligacién de los parrocos procurar que la celebracién del sacrificio eucaristico sea «centro y culminacién» (centrum et culmen) de toda la vida de la comunidad cristiana. A su vez, en el Decreto sobre el ministerio de los presbiteros PO, n. 5 se presenta la eucaristia como «fuente y culminacién» (fons ef culmen) de toda la predicacién evangélica, como «centro» (centrum) de la asamblea de fieles presidida por el presbitero, el cual prolonga en el rezo del Oficio divine la alabanza y accién de gracias eucaristica. También para la actividad misionera de la Iglesia, segiin AG, n. 9, constituye la eucaristia el «centro y culmen» (centrum et culmen) de la predicacion de la “alabra y de la celebracién de los sacramentos. Y en el Decreto sobre el ecumenismo UR, n. 15 se constata el amor de los cristianos orientales hacia la sagrada liturgia, especialmente hacia la celebracion eucaristica como fuente (fons) de la vida de la Iglesia y prenda de la futura gloria. ‘Si pasamos a los documentos posconciliares, puede hablarse de un recurso fre- cuente a la idea de fontalidad y culminacion. Citemos algunos ejemplos ilustra- tivos. En el CIC, c. 897 se afirma explicitamente que la eucaristia es culmen y fuente (culmen et fons) de todo el culto y de toda la vida cristiana; con lo primero se establece una cierta jerarquia en el conjunto de la liturgia, con lo segundo parece corroborarse una cierta relativizacién de otras celebraciones litirgicas distintas de la eucaristia, En esta misma direccién se ubica lo dicho por el CCE, n. 1324, al prolongar lo ya afirmado por LG, n. 11 sobre la eucaristia como fuente y culmen (fons et culmen) de toda la vida cristiana. La misma tendencia se observa en la ce- lebraci6n del Sinodo de los Obispos de 2005 bajo el lema de «La eucaristia como fuente y culmen de la vida y de la misién de la Iglesia»**, Todo lo cual corrobora el predominio de una tendencia restrictiva (aplicacion primordial a la eucaristia), que sin embargo no se halla en el escrito de Juan Pablo Il publicado con ocasi6n de los ‘© Sobre este motu proprio, ct. infra, parte IV. © Of. el escrito apostblco de Juan Pablo ll det 7.x.2004 Mane nobiscum Domine, nn. 4 y 6. [647] 167 8 OCTUBRE -DICIEMERE 2018 365 veinticinco afios de SC; aqui es la liturgia entera la que se presenta como fuente y culmen (fons et culmen)®. Finalmente, la exhortacion apostélica Sacramentum caritatis de Benedicto XV! esta dedicada a presentar la eucaristia como fuente y culmen de la vida de la Iglesia. Siendo, pues, de primera importancia para toda la vida de la Iglesia, la condicién de la liturgia, especialmente de la eucaristia, como fuente y culmen, alcanza igualmente una especial relevancia para la comprensién teolégico-eclesial y para la vivencia uniticada de las diversas funciones (munera) que elerce el sacerdote. Al respecto vale para su ministerio lo que SC, n. 10 dice sobre la liturgia como cumbre y fuente de toda la actividad de la Iglesia, Esta centralidad es recogida su vez por PO, n. 14, al hacer derivar del sacrificio eucaristico la caridad pasto- ral que unifica la vida y las actividades de los presbiteros*. Y es presentada con especiales acentos por Juan Pablo Il en su enciclica sobre la eucaristia, cuando ve en esta la fuente de la energia espiritual necesaria para unificar los diversos quehaceres pastorales*. Resumiendo, en la liturgia como culmen, al que se encamina toda la actividad de la Iglesia, y como fuente, de donde dimana toda su fuerza, se lleva a cabo la san- tificacion de los hombres y la glorificacion de Dios. Dicha condicién alcanza una densidad especial en la celebracién eucaristica, de modo que merecen atencién especial las relaciones existentes entre eucaristia e Iglesia, Iglesia y eucaristi Sobre ello volveremos mas adelante. Detengamonos ahora brevernente en algu- nas consecuencias inherentes a las ideas de fontalidad y culminacion. © Ct, Vigesimus gintus annus (4.XIL1988), n. 22. '® Asi aparece en el tuto mismo: Exhortacién apostéica postsinodal Sacramentum caritatis sobre la eucaristia tuente y culmen de la vida y de a mision de la Iglesia (22.11.2007). ‘ eLiturgia est culmen ad quod actio Ecclesiae tencit et simul fons unde omnis elus vitus emanat», SSC, n. 10; ct. J. Lovez Martin, «La eucaristia, centro de toda la vida cristiana», REDC 61 (2004), pp. 228-256. ‘© «Haee quidem pastoralis caritas maxime profit a Sacrificio Eucharistico, quod ideo centrum et radix totius vitae Presbyter exstat, ita ut quod in sacrificall ara agitur, sacerdotalis animus in se roferre studeat», PO, n. 14. ‘© «Si vitae Ecclesiae et media pars et summa est Eucharistia, aequabliter id valet de ministerio ssacerdotal, Qua de causa Nos, gratias lesu Christo Domino nostro agentes, id iterum inculcamus: Eucharist ‘ipsa videtict princeps summague ratio est cur omnino sit sacerdoti Sacramentum, quod ‘nempe ortum simul sit intituta Eucharistia unaque cum ea’ (cl carta apostélica Dominicae Canae, 1. 8, AAS 72, 1980, p. 115) [.... Hoc pacto potest sacardos omnem vincere dlepersivam anim con tentionem suos per dies, dum in eucharistico Sacrificio vero vero vitae suo centro suique minister, ecessarias delegit spirtales vires ut varils pastoralibus occurrat muneribus. ta dles Ipsius revera fiont eucharisticis, Ecclesia de eucharista, n.31 968 © ig) reflexién r Implicaciones teolégico-practicas ‘Como puede deducirse de los textos mencionados, se constatan dos direcci nes en el alcance significativo de la expresién «fuente y culmen». Por un lado, destaca su aplicacién preeminente, cuando no exclusiva, a la celebracién de la eucaristia; lo cual conlleva una cierta indeterminacion respecto al significado & importancia que habria de atribuirse en la vida de la Iglesia a otras celebraciones litirgicas. Por otro lado, se mantiene también su ampliacién a la liturgia en su conjunto, sin negar la preeminencia de la celebracién eucaristica, al considerar toda celebracién litirgica de la Iglesia como ejercicio de la participacién en el sacerdocio de Jesucristo y en su misterio pascual. La expresi6n «fuente y culmen» constituye una imagen no tanto discursiva cuan- to mas bien apelativa, necesitada por ello mismo de una profundizacién teolégica ulterior®”. De ahi que sea necesario ponerla en relacion con la consideracion de la liturgia simulténeamente como santificacién de los hombres y glorificacién de Dios; desde aqui puede entenderse la condicién de la liturgia como fuente y culmen de la existencia cristiana. Y desde aqui adquiere su sentido la participa- cién activa de los fieles en la celebracion litirgica: se trata de una dindmica de participaci6n que en tiltimo término procede de Dios (posibilitada por El) y que es también accién de la Iglesia®, pero juntamente con su Cabeza y Sefior, Cristo, como lugar de arraigo y punto de referencia, nunca como actuacién de una Igle- sia autonoma o autorreferencial. La expresién «culmen y fuente» seria mal entendida si sirviera para justificar una reduccién de las actuaciones de la Iglesia Gnicamente a las celebraciones litargicas; ya SC, n. 9 dice que «la sagrada liturgia no agota toda la actividad de la Iglesia, pues para que los homibres puedan llegar a la lturgia es necesario que antes sean llamados a la fe y a la conversion». Por otto lado, no puede ignorarse la centralidad que precisamente la eucaristia tiene en el conjunto de la liturgia, asi como su importancia constitutiva para la Iglesia: esta llega a ser ella misma en la celebracién eucaristica, la Iglesia vive de la eucaristia, su celebracién no puede ser en rigor sustitulda con ninguna otra celebracién. Pero, siendo tal su relevancia, no puede ignorarse un hecho de importancia pas- toral y teolégica: la distancia féctica entre las pretensiones de la formulacién ‘solemne y oficial que hace de la liturgia, sobre todo de la eucaristia, la fuente y culmen de la vida cristiana, por un lado, y la irrelevancia practica de dichas for- mulaciones en la vida de muchos cristianos y en el funcionamiento de algunas Es loque sostiene con raz6n J. Grecur, Culmen et fons, p. 25, al constatarsimulténeamente una tran aceptactén de la formula y una elaboracion teolégica mas bien reducida. © Of SC,n. 10;LG, n. 14;CD, n. 30; PO,n. 5. 994) SA A@@a$$J@$$ a 19 8 COcTURRE-OCIEMBRE 2019 365 comunidades eclesiales, por otro lado. Se da de hecho un desajuste, cuya supe- racién sigue siendo tarea pendiente en la recepcion de SC. Elideal de una «participacion plena, consciente y activa» se ve controntado cada vez mas con el descenso creciente de fieles cristianos en las celebraciones litir- gicas, también y sefialadamente en las eucaristias dominicales. Eucaristias que cada vez seran menos frecuentes si se mantiene la escasez acuciante de presbi- teros disponibles (al menos en distintas Iglesias del mundo occidental europeo), incapaces de garantizar dichas celebraciones cada domingo en cada parroquia © comunidad. Es cierto que la situacion obliga a buscar soluciones de recambio, entre ellas as celebraciones de la Palabra, a veces con comunién eucaristica, otras veces sin ella, Pero en estas y en otras reestructuraciones pastorales sera necesario pre- guntarse cémo puede seguir siendo la celebracién de la eucaristia el verdadero centro de la vida comunitaria, su fuente y culmen por encima de otras priorida- des, y cmo puede garantizarse que una celebracién de la Palabra esté orde- nada a la celebracién de la eucaristia y a una comunidad eucaristica concreta, Por otro lado, teniendo en cuenta la situacién y el contexto actual, seré cuestion de preguntarse qué formas de celebracién litirgica, con qué ocasiones y para qué tipos de personas y de comunidades, seran las mas adecuadas. En deter- minadas circunstancias es practicamente imposible percibir la celebracién de la eucaristia como fuente y culmen. Hay planteamientos que otorgan a la eucaristia una precedencia absoluta respecto a cualquier otra forma de celebracién y que, or principio, prefieren siempre celebrar la eucaristia. Puede dudarse de que esta opcién pastoral sea la més adecuada. No se olvide que también Ia liturgia en su conjunto, no solo la eucaristia dominical, constituye fuente y culmen de una comunidad cristiana (cf. CD, n. 30). Ademés, las situaciones espirituales, el estilo de vida y la vivencia litargica de bastantes miembros de Ia Iglesia obligan ‘a preguntarse si la celebracion de la eucaristia haya de preferirse en cualquier ocasién a otras formas de celebracién litargica. Un caso especial lo constituye, por ejemplo, el de aquellos que no son miembros activos de la Iglesia, que tampoco se han despedido de ella, que a veces pueden hallarse en situaciones irregulares y que, no obstante, siguen recurriendo a la ‘competencia ritual y espiritual de la Iglesia en determinados momentos claves de la existencia (nacimiento, casamiento, muerte). Por un lado, se ha de mantener ‘siempre una actitud de apertura y acogida para con todos aquellos que de distin- tas maneras buscan orientacién y sentido. Por otro lado, la celebraci6n litirgica no puede ser instrumentalizada al servicio de ninguna finalidad ajena a ella. 170 1850) reflexin r Sera cuestion de repensar estas situaciones, mas atin cuando conlleven ta pre- sencia litargica de personas no bautizadas. La expresién «fuente y culmen» no puede reducirse a una formula vacia, para épocas en las que se sobreestimaban las celebraciones litérgicas. Es la formulacién de una verdad teolégica, exis- tencial y espiritual, que en la liturgia alcanza su densidad maxima, pero que va mas alla de la celebracién litirgica, buscando en la cotidianeidad de la vida su traduccion concreta y mistérica, aunque fragmentaria. 3.2. La Iglesia que vive de la eucaristia Laenciclica de Juan Pablo Il Ecclesia de eucharistia (2003) empieza programéati- camente asi: «La Iglesia vive de la eucaristia. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en sintesis el nticleo del mis- terio de la Iglesia». Y mas adelante afirma lo siguiente: La Iolesia, a la vez que se refiere a Cristo en el misterio de su pasién, revela también su propio misterio: Ecclesia de eucharistia. Si con el don del Espiritu Santo en Pentecostés la lglesia nace y se encamina por las Vias de! mundo, un momento decisivo de su formacién es ciertamente la institucién de la eucaristia en el cendculo. Su fundamento y su hontanar es todo el Triduum paschale, pero este esta como incluido, anticipado, y «concentrado » para siempre en el don eucaristico. En este don, Jesu- cristo entregaba a la Iglesia la actualizaci6n perenne del misterio pascual. Con 61 instituyé una misteriosa «contemporaneidad » entre aquel Triduum yel transcurrir de todos los siglos (n. 8). En estas palabras de la enciclica se recogen los frutos de elementos inicialmente presentes en SC y en otros textos conciliares, que han ido desarrolléndose desde entonces hasta nuestros dias. Nos detenemos en tres de ellos: cémo se articula la relaci6n entre eucaristia ¢ Iglesia en algunos textos coneciliares, qué alcance dar al axioma segin el cual «la iglesia hace la eucaristia y la eucaristia hace la Iglesian, en qué medida hablar de una eclesiologia eucaristica también en perspectiva catdlica. Iglesia y eucaristia en algunos textos del Vaticano It ‘Aunque es cierto que el vinculo entre Iglesia y eucaristia apenas fue tematizado como tal por el Concilio, puede constatarse sin embargo una afirmacion progresi- va de este vinculo en el curso de los trabajos conciliares®. De los dieciséis docu- mentos promulgados por el Vaticano Il ninguno esta consagrado explicitamente = Para un andlisis mas detallado, cf. A. Tounxeux, «L’atfirmation progressive du lien entre Eglise ‘et ’Eucharistie a Vatican il», QL 69 (1988), pp. 1-23; A. Tounneux, «L'Evéque, "Eucharistic et 'Eglise locale dans Lumen Gentium», EphThLov 64 (1988), pp. 105-141 9959) $$$ ini 8 OCTUBRE -DICEMRE 210 365 a la eucaristia, solo el capitulo II de SC trata directamente del misterio eucaristi- co. Y, no obstante, las referencias al papel y al lugar de la eucaristia en la vida de la Iglesia son muy abundantes, de tal forma que solo en cuatro documentos hay una ausencia de cualquier referencia eucaristica®, sigue el orden cronolégico en la promulgacién de los documentos, puede decirse que los primeros indicios de la relacién eucaristia-Iglesia se encuentran recogides en SC: segin SC, n. 26, las acciones litirgicas no son acciones pri- vadas, sino celebraciones de la Iglesia, y esta es «sacramento de unidad», es decir, «pueblo santo congregado y ordenado bajo la direccién de los obispos»; a su vez, segin SC, n. 47, «nuestro Salvador, en la titima Cena, la noche que le traicionaban, instituyé el sacrificio eucaristico de su Cuerpo y Sangre, con lo cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y a confiar ‘a su esposa, la iglesia, el memorial de su muerte y resurreccion» En otros textos del Concilio se dan pasos ulteriores, sobre todo en la redaccién definitiva de LG: con referencias a 1Cor 10, 17 se dice en LG, n. 3 que «la uni- dad de los fieles, que constituyen un solo cuerpo en Cristo, estd representada y se realiza por el sacramento del pan eucaristico»; el mismo texto biblico da pie para afirmar en LG, n. 7 que «participando realmente del Cuerpo del Sefior en la fracci6n del pan eucaristico, somos elevados a una comunién con él y entre Nosotros»; segun LG, n. 11, todos los participantes en la acci6n litirgica «confor- tados con el Cuerpo de Cristo en la sagrada liturgia eucaristica, muestran de un modo concreto la unidad del pueblo de Dios, significada con propiedad y mara- villosamente realizada por este augustisimo sacramento, La afirmacion de mayor relevancia se halla, no obstante, en LG, n. 26, donde se expone la relacién del obispo, revestido de la plenitud del sacramento del orden, con la eucaristia («que de continuo hacer vivir y crecer a la Iglesia») y con las Iglesias locales («en las que [...] se celebra el misterio de la Cena del Sefior para del Cuerpo y de la Sangre del Sefior quede unida toda la fraterni- |; se manifiesta el simbolo de aquelia caridad y «unidad del Cuerpo mis- tico, sin la cual no puede haber salvacién; esta presente Cristo, por cuya virtud se congrega la Iglesia una, santa, catdlica y apostblica, pues «la participacion del Cuerpo y Sangre de Cristo hace que pasemos a ser aquello que recibimos»). Todo lo cual tiene repercusiones en otros documentos conciliares como UR, n. 2, donde se tematiza de nuevo la relacién entre Iglesia y eucaristia («... instituyé en su Iglesia el admirable sacramento de la eucaristia, por medio del cual se significa © _ Solrata IM, GE, NAy DH, Para as referencias eucaristicas precisas, ofA, Toumneux, Liffima- tion, p.4n.9 172 [652]

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