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JOAQUIN EDWARDS BELLO * Hernan del Solar Es imposible encuadrar cabalmente a este esctitor en un ‘ripido comentario. Desborda, escapa, exige una extensin en {que cada intento de sintesis puede traicionaele. Por primera vex en nuestra literatura nos encontramos ante una fuerza de Ja naturaleza en accién, Su obra se parece a los mejores vientos de su Valparaiso natal —eiudad que hace poco le nombr6 hijo ilustre— levanta, arremete, destruye, atlla, canta, vuelve a embestr, y, de pronto, en cualquier rincén juega mansamente con una hoja 0 un remolino casi invisible de polvo. Para calificarle, lo primero que asoma es una cuadrilla de adjetivos. Tenemos que espantarios. Son muy. solicitos, es cierto, pero envejecen pronto, casi en seguida chochean, y lo que dicen carece de significado, Joaquin Edwards es un buen pintor —creemos que en ‘sus ratos de ocio, que no sabemos a qué horas brotan—; pero ‘su personalidad profunda, més auténtica, ensedada y perdhi- rable esti en cuanto escribe. El hombre y su obra son inseparables. Vida y literatura son en él un solo haz, apretado y crecido. Se le discute e interpreta con apasionamiento; se le admiri con adhesin muy fuerte. Todo puede pasarle, ‘menos el que se le desconozca, se le niegue, se le tenga por ‘uno mas. Esti ahi, y suena por todos lados con estrépito 0 temura, testigo insobornable de su tiempo. Nacié el 10 de mayo de 1887, en Valparaiso, hijo de Joaquin Edwards Gartiga y Ana Luisa Bello Rozas, Desciende, ‘pues, de don Andrés, antepasado cuya sombra respeta y hasta *Delaobea Ane ed y ano deo Promioe Nao de rata, de enn dal ole, Bip 1085 donde sus impetuosas irreverencias nunca aleanzan. Estudio en el Colegio MacKay y en el Liceo Eduardo de la Barra. De nif, Fand6 periédicos, empez6 a mostrar su vocacion con tal firmeza que alarm6, a veces, a los suyos, deseosos de que fuera un diplomético mesurado y siempre atentoa los buenos modales. Estos los ha tenido en todo tiempo, pero a su manera. ¥ ésta no es la habitual, porque dice cuanto piensa, ‘yen cada una de sus palabras va encerrado un gesto que suele Ser de burla o indignacion agresivas. Ha estado en Europa, ha andado por el mundo, ha sido Jo que ha querido ser: un hombre. Le desagradan la hipocre- sia, la estupidez, la imitacién, la falta de lealtad para consigo mismo. ¥ como esto anda por toda la tierra a tranco largo y bullcioso, el escritor se rebela y ataca. Dijeron que es un predicador, un apéstol del descontento; dirlamos que es un hombre que se asombra de que sea tan dificil seo, y pone petardos ante todas las ventanas para que acudan a escuchar testa novedac: ser hombre es una actividad destinada a matar al animal agazapado en el individuo humano que debe aprender a vivir con devencia. Bs demasiado, realmente. ‘Trabajador infatigable, después de una obra abundantisma se le otorg6 en'1943 el Premio Nacional de Literatura El jurado: Domingo Mel, Ricardo Montaner Bello, ‘Armando Donoso y Manuel Rojas: En 1954 se le llev6 a la ‘Academia Chilena de la Lengua. (Qué es eso, pregunt6 al saberlo,) Ea 1955: se le concedi6 el Premio Nacional de Periodismo, Su acento es siempre el mismo: claro, sincero, inimitablemente personal. Sus temas periodisticos: cualquier cosa es pretexto para lanzarse vida adentro, muy abiertos los ‘ojos y con aliento que no fala LA OBRA Hiablar de ésta es —como ya insinuamos— seguir refiriéndo- 6 ‘nos al hombre, al gran espectador de la vida. Su primer libro —Hl nil, 1910— es el primer escéndalo inaudlito que se le ‘viene encima. Veamos lo que nos dice su autor: “Explosién parecida ala de ese libro en Santiago no se ha conocido otra |No! No! Ustedes, los de hoy, se reirian de eso. Pregunten a los sesentonest El librito vale bien poco, sin duda, Pero en el momento de publicarlo habia ocurrido algo asombroso: yo habia partido. En ese momento yo habia creado un personaje fantisticoy de larga vida. Yo habia creado a Joaquin Edwards Bello”. Resultado: tuvo que irse con su creacién a otra parte; partis al Brasil, y ahi vio cosas el personaje que pinté ‘magnificamente en Tres meses en Rio de Janeiro (1911). Al aio siguiente eseribe: Centos de todos colores, La tragedia del Titanic, que en 1922 rehace con el titulo de Za muerte de Vanderbilt y EI monstruo, Omer Emeth reconoce 8 talento yadvierte que es un escritor que no admite vallas —estlisticas 0 de otra indole— y va rectamente al ataque’ de cuanto le dlisgusta en la gente, en la sociedad, en las cosas. En 1918 publica La cuna de Esmeralda, en 1920 El roto, novela violenta que le da un vuelco al barrio Estacion, de Santiago, y lo muestra en todos sus recovecos, poblado de figuras de toda indole, pintadas con crudeza, energia, un desorden natural y muy exacto. En 1924 aparece Cronicas, excelente libro que produce en el lector el deseo vivisimo de ‘que algtin dia —cuanto antes— se recojan las mejores que ha ‘escrito. En 1926 aparece en Madrid su ensayo EI naciona- lismo continental, que en 1935 se reedita en Santiago. ‘También en 1926 aparece una novela breve: Gap Polonto, Siguen dos novelas de importancia: EI cbileno en Madrid y Criolls en Paris, la primera aparecida en 1928 y la segunda en 1933. ‘Valparaiso le sirve de tema y escenario para tes novelas, que son, en el fondo, una sola, continuamente aumentada, bes6 con agradecimiento. a . 1 La Gloria, donde entré el randa, y la casa colindante, donde centr el loro, estaban en la calle Borja y pertenecian al Arzobispado’, Buena parte de la propiedad santiaguina ha pasado en forma de herencias a ese poderoso organismo politico. No es broma el miedo al infiemo. La calle Bora, stuada detrés de la estaciOn, es una calle tipica de los barrios bajos santidguinos, el reverso de esa decoracién flamante que\se llama Alameda. Pasa por ahi hedionda acequia sobre la cual volotean nubes de mosquitos; ppor fas noches corren en sus bordes esas ratas imponentes, quelllaman pericotes y que hacen frente a los gatos del barrio. Esté separada de la via férrea por una larga’y fea muralla desconchada, con rayas de carb6n 0 tiza que dejan los ‘chiquillos que pasan, cuando no escriben palabras obscenas. ‘La casa que comunicaba con el prostbulo era el hogar de Clorinda, la tocadora, madre del chiquillo que hizo de loro, mado Esmeraldo, y una chiquilla menor lamada Violeta. Los ppobrecitos nacieron amarrados desde la cuna a los tabiques de Za Gloria. Bs comin entre los pobres poner Esmeraldo a los ‘chiquillos que nacen el 21-de mayo, cuando las ciudades celebran con gallardetes y fuegos arificiales el herofsmo de la ‘nave Vieja que se hundi6 en rada enemiga, rota y sangrienta, con Ja bandera clavada, disparando el ditimo cafion a flor de agua. Erael caso del hijo de la tocadora. En los registros bautismales dela vieja San Borja aparecia inscrito: Lautaro, Jess, Fsmeraldo,, Lianahue. Porla parte del padre, como puede acivinarse por el apellido Uanahue, tenfa sangre india, de Arauco; la madre era | dd origen espafiol puro, con antepasados vasos y andaluces, ‘pero quién sabe por qué causa tenia, como los indigenas de 2 in 918 fi censurado por ater que el caso de La Gripen a HL novls lupe bastcos en hechos genres Pars cso ‘eco qe el ei stuado fete aa ale Bory que abr lc Euan ‘yi ve lor Pajaro pence acualmeate al Arbspado, Ah pode vere Teor doe pensioes con peas “pr sen las Nos 38 345. a Chile, los ojos melancsticos, el habla desmayada, el espns «toico ¢ impasible al dolor El oficio de tocadora es solcitado entre a gente pobre, de piano o vihuela. A Clorinda le daban diez pesos por dia Y¥ comida para ela yl familia; ademas aa cigarillos, lavaba y planchaba. Para un hogar plebeyo era la abundancia, por so el marido olvidaba poco a poco su oficio de albafill A Clorinda le gustaba verle activo, levantindose al alba parait alas faenas; ponfase de mal humor al encontrarle constante- mente en la casa 0 el patio de Za Gloria. Cuando lleg6 al mundo Esmeraldo esa inactvidad del hombre ocasionaba dlisputas. Pero fatalmente la mujer se amold6 a esa situacion {ue la relegaba al nivel de las nifias con acho’ Puede decirse que la tocadora vivia en ei prostibulo, pues no iba a su casa sino a dorm. Era una mujer robusta, entrada en cames, sin exagera- cién, con esa lozania lusrosa y morena de las hembras de Chile. Sus pestafias, recias y negrsimas como sts cabellos, parecian cerrar los prpados bajo su peso. El cuello, liso y bien tomeado, haca destacarse netamente el nacimiento de la cabellera, que arrancaba llena de vigor en remolinos de azabache. Cuando hacia calor despedia su came un vag0 olorcillo de salud y se advertia dentro de ella el flujo mpetuoso de la sangre generosa. Entre las mancebas de La Gloria tenia prestgio de lectora y pendolaria: les escribia carts, les leia las que recibian yen alta vor les enseftaba los pormenores de los crimenes sensacionales. También sabia desciffar los suetos iQue Ia Julia 3086 anoche con gato... —Clorinda Ponia ef grito én el cielo—: Ay, Dios mio. jUn gato! ifraicintl Cada una de estas sentencias desataba esas lenguas supersticiosas y espesas, llenas de sobresaltos primitivos. Como criaturas, se entretenian con cualquier bagatela, Su- "et, sts, italia, la vida les apareca como cosa pase fa llena de sobrenatral, pretada. de lmprevistos, una tcadenacon singular de Cotas fantasies, slzindos sem pe el manana como una interogicion cya respuesta seria Ui acontecinieno maraviloo. Del mundo postive, dela vida exterior, les legaba un eco vago. De {religion les Soducia lado sobrenatural el Hombre extaoetinario que puso por el mundo perdonando personas paecias a lls tates o ater. La Semana Sits guaran con mayor recogimiento que las beats: nadie se enregaban durante coos das Sempe tenn velas la Virgen del armen, cuando no alos sanfos, para pede ayudas en el desempeno de su mision que, en homenaje'a la verdad, cumplian sin aris, con el nim mas natural. En efecto, tanita de la vida en Chie es-un ciso spare. Aigunas tralaban sus nombres verdaderosyabian huido desea pra no manchara familia Soporaban sin emocin a aia omosoporaanen adlaiclo goes las nine, fon el alamo indigen, ho de la era apasionada de a conqui,laseiesclavd dels encomiendas os teemots, thunacones ysaquecs. En su rings Hevaban impress la Ht vokna de conquista ysumisin. ‘fel era de Quill, prottpo de la, mujermela pretenciost, enor de familia venidra menos agregindo Ec y des las palabras, Era grusa, con esa gorda color tmsila que da la almentacion oninatia als sees condens- dosal reposo tanopiaba copioumente yen veranodexpedia tn oor desageadabe, ur, cnel imo grado de lati, sabia que una abuela suya ef tea, con. chic en Yuna; recordaba. haber anda en tien hacia muchos af, pero 0 conocia 4505 paces igoraba su edad. Ext franea y apasionad, flaca Smo ona gals tenia los os agros, eos de expresin y fuego, Cuando se anmaba tna gresca en el prostbul, sin averiguar dun tena la razbny defend us amigas 4 iofetadas Py Brelvina era la ‘gruesa, se complacia en medirse las caderas con la huincha de un carpintero amigo y anunciaba 1a ciffa alarmante con orgullo, Sobona, pesada, contaba ‘cuentos a los'chicos de Clorinda y terminaba abriziindolos con furia besucona y bulliciosa. Julia, la boaita de la casa, desde las cuatro de la tarde empezaba a ocuparse sin des. canso. Vivia en el mismo cuarto de Etelvina, que manifestaba por ella una amistad violenta y extrafa, Cuando no habla paroquianos se acostaban juntas, diciéndose zalameras, las otras tres, Rosalinda, Catita y La Choca, eran seres nebulosos, sin personalidad; pendencieras, borrachas y la ddronas. Vivian en el mismo cuarto, hediondo como establo, armando grescas violentas. Pero Clorinda era la dulce excepeion. Tenfa cierta gracka ‘melancélica para cantar sus ojos limpidos y sus dientes albos, descubiertos por la risa aveniente, denotaban a la mujer décil y amante. Esto la hacia simpatica y apetecible aht donde llegaban los hombres ansiosos y violentos. Eraagradable verla sentada en la silla baja del piano, que destacaba las curvas de su cuerpo modelado en su blusa limpia de lavandera, cuando su voz, linguida como un lamado de los campos, se esparcia por el salén rojo con ‘emanaciones de obreros. Tent una expresién fiera cuando legaba el caso de demostrar que no era como las otras. Se entraba al prostibulo por una mampara iluminada en las noches con un pesado farol que recordaba la Colonia. Seguia un pasadizo y adentro estaba el patio, rodeado de piezas, coraz6n del lupanar. Adenuis de las nifia, vivian ahi Ja-criada y la patrona. En cada habitacion habia tres 0 cuatro lechos, separados unos de otros por cortinas corredizas colocadas sobre cordeles que cruzaban de una a otra pared; cen los layatorios —donde los habia—veianse flores de papel, alts redondas de polvos de Kananga; otras més pequerias de crema de almendras y algunos frasquitos con medicamen- tos de raro aspecto, recetados por las meicas del vecindario. las puertas en toda la casa no tenian chapas ni perillas y las % ventanes, excepto algunas dela calle, estaban desprovistas de ‘dros, sustituyendo a éstos pedazos de darios 0 cartclones con retratos de hombres piblicos. Un balde de lat6n, Colocado en un extremo del patio, a la intemperie y en sitio bastante visible, era el retete. Por las paredes advertiase un toletole caracteristico de fotograbados,imigenes, recortes de periddicos, anuncios en colores, viejos retratos destetidos, Abanicos sucios, con exuberantes escenas bucdlicas 0 mark nas. Al lado de cada lecho habia cajones pintados, sila, 0 fragiles mesitas de noche con sus respectivas palmatorias Tlenas de horquillas,alfileres o agujas, y sobre el cabito de vela, la pulga inevitable, o una chinche quemadla. En la caja, Imaletaordinariacval las que usan los emigrantes, guardaban Jos patos de-uso, pequefias servilletas blancas, cuadradas, ‘unas medias de color, usadas; unas botas alts, un peine brasiento y el Libro de fos suri. Bajo el catre, la escupidera, pomposamente tapada ‘como si enoerrase un manjat En los cajones de la comoda, bajo ellavatorio,ocolgando de alguna percha, guardaban los __vestidos hechos ahi mismo por alguna amiga de la patrona {que se los vendia a precios fabulosos, sistema magnifico para Explotarias, endeuckindolas en tal forma que insensiblemente Sse hacian siervas. Un vestido sencillo, de satin, y las botas de tacdn alto eran su lujo. Las prendas de vestr duraban poco fen esa agitcién, de tal manera que estaban siempre en- deudadas, pero norespetabanal dinero. Nole daban ninguna Jimporancia El sal6n era lo mas hermoso de la casa: ancho, grande, alfombrado de rojo y empapelado de verde, con gran espe, piano sills poltronas tapizadas del mismo color de la Slfombra, Enel testero principal, una oleografia lamativa de Ia familia real italiana, y en ls laterales,estampas en colores ¥ de grandes dimensiones representaban.escenas polares: {una caza de 050s blancos en el Mar del Nort, y un barco de pescadores surcando un mar plagado de témpanos, bajo los rayos rojizos del Sol de Medianoche. 26 La habitacin de la patrona era ua especie de bazar con colgaduras de colores y olor a rat6n. Constantemente entra- ‘ban nifas preguntando: “;Dénde estari el destapador?". En confusin estrafalaria se veian muebles dorados, un santo uitefio adomado como otra niia, un juego de ajedrez, una vaca de carton, un anteojo de teato, yun Balmaceda, de yeso, con la banda pintada en la barriga, Encima de la mesa un gato cempajado era el dios de esa pagoda. La habitacién tenia un vaho especial como las tiendas de fruta y chancaca. Ella se llamaba dofia Rosa, estaba afligida de una cojera fenomenal Y aseguraba, como todo chifeno; que pertenecfa a una gran familia, La vanidad suele tener caracteres de elefantiasis, Pero la mayor debilidad, que la ballena no confesaba, «era su camote. Se dejaba explotar por un chico de ojos garzos Y cabellos ensortijados, vicioso y pervertido, que tiraba su dinero en las carreras de caballos, en los prostibulos de lujo ¥ los garitos del barrio central. ‘Le amaba con locura senil. Para ella los cabellos rubios éranla marea de toda as distncones el chico lostena como ‘oro puro. Era un rapaz cinico y bonito, retofio postrero de tna familar de hacendados devotos empobrecos por el lero y la Bolsa. Sus manos finas y Blancas revelaban el ocio clegante de tres generaciones cuyo tronco remontaba a un silln de cacba y seda granate de una Real Audiencia. mm -Esmeraldo dio sus primeros pasos abi. Hasta los tres afios fue mimado por las nifias y se familiriag con sus costumbres. Lanvaba palabrots que ean ‘muy celebradas y su madre sonreia con benignidad, encan- tada de ese cachorro que prometia ser todo un hombrecito, Violeta fue a usurparle gran parte de los halagos y caricias pesadas de esas mujeres-besuconas, més cargosas cuando no 5 quedaban, En esos retofios plebeyos camosos tibios n entretenfan su secreto'y hondo instinto de madres truncas Violeta fue para ellas un regalo del cielo con su cari fina rodeada de bucles; en ella veian una futura mujer de a Vida, ‘una continuacion de ellas mismas; pero qué hermosa; c6mo cengafiara a los hombres con esos ojazos que ya despedian fulgores iY las manitas...Y los cabello.. Sin dda seria de las elegantes, jarrastraria coche y llevaria sombrero con plumasl... Adin no sabia decir mam la eriatura cuando ya le pponian polvos de arroz y la emperifollaban como si fuera otra igual Esmeraldo pasaba a segundo térinino. {Tan huaso! (Tan ppavol Si fuera lindo ya le estarian ensefiando para tocador! ‘Alos ocho aos reinaba en la calle; merodeaba por los terrenos baldios con pilluelos corridos, saltando por el Dasural arrastrando latas de conservas de un hilo, jugando a la guerrilla o la barra, Era un pillinapto para el desarrollo de Jos vicios cuyas semillas esparcian los cuatro vientos en esas barriadas. Tenia ese color aceitunoso y esa figura rotunda y agresiva de los efebos indigenas. No le habian enseflado a respetar, no sabia amar ni cuidar. Las malezas de_os instintos primitivos crecian en él sin freno. Si ante su vista pasaba un atitomévil, una bicileta o una persona elegantemeniteatavia- da, sentia que una fuerza misteriosa, invencible, le impelia a atacay su abrupta naturaleza de inadaptado vibraba rebelén- dose contra esasmanifestaciones dela vida inaccesible, risueta, ‘queeran como un reto aa inmundicia de su hogar, un desafio 4 su barrio pestilente. ‘Ya daba que hacer la madre y regresaba tarde, la ropa, cn jrones, cubierto de polvo, con las manos negras, astroso, lleno de mugre y fatiga. Tan pequefio era que la banda miserable le habia apodado EI Chincol sin embargo, ya se peleaba'a bofetadas, Bra arisco y salvaje, hablaba poco’ y Coma con atropello perruno; tenia la mirada vaga y melan- lic. ‘Violeta crecia entre los polvos de Kananga y el olor de lasfritura, rodando de falda en falda, con grttos entrecortados, 8 come pela repos sas a abs y asd mao malicoa se habla posado sobre ou cuerpcons palpando ls protsberancia femeninas que eo ss ate ios precocesyinflaban ls ropias, Ba noche, Coane ain no legaba ios pareguianon la leyaban al slo, a, én medio.de ls allombra, ia dejaban Sse racha cots tn énuablado juguetto automatic, provoctndola, dicencol niltonterias parasol su raion longctay cada setter Gia suya en dlio, un tansponte Ge alegray pasa de mano en inano, com una peotla de cane palate A ‘ees permanecis al lado dela tae, bajo panos se Pesab as falas dela aladoas para semis cheers Fees con us ptmnecas. Enpeaban com ells league melon azucarad, qe prod couples sicero. de alba! Encante Rew Precisura —trtdanle musts Rotorua! —repeta lla moneando,..¥ a palbra eformada se perdia en un eco de hilaridad. ° wetes, cn el mismo lecho-de una iia quedada, se ormiaduleemente ante as vsiones inefables dela inocenc entanoelvijo cate rjatimicamente cli amocalc, Tos convidaban con chica y cerera part ue ce eee Acostumbrando a dlio nacional Gloria saa asus jos no les perdi de vist, careia de educacin part Conpende que ese Vis feta nefasta pars ellos. La culpa ers de mando como en mld decasos por cuantolamujerchlenaalemds qucclhontee pero s© de gut por clog confome sl to seal Se Comparer ert una bola devo, pendence, capa Por est époclevab ala case aunamigo debllaparctes oc presen seapons. st amigos que habia tency a fnlucnca en La Clonia, mostaa aso y cet ctor, ae Usaba tminos extn que desporaban dessonines Para completa au plebeyo cxorsmeo'no se lambs Wade Dis, nt Manuel ens, Jose Jun, como los toe, sno ‘Fernando como los futres. ‘ »

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