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GIORGIO PAPASOGLI f: GATADINA DE SIENA Reforradora de Ia Iglesia BAC popular La doctrina del Cuerpo mistico se concluye con un can- to suplicante a la misericordia. En é1 Catalina resume los temas de las peticiones precedentes, y los vuelve a pre- sentar de modo que més que repeticién aparecen como una quinta peticién. E] Padre eterno responde a la afligidisima stiplica con una ensefianza sobre la divina Providencia; y, aun explicando en general la solicita accién de Dios, ex- pone también con precisién una respuesta “a un caso ocurrido”. Este rasgo nos devuelve al principio del Did- Togo, @ Ja cuarta peticién inicial: “Por qué Ia divina Pro- videncia provee en comin a todos y en particular por un caso ocurrido? » {Cudl, pues, es este “caso ocurrido”? Las palabras del Sefior harfan pensar en Nicolis de Toldo: “Permiti este hecho, para que con la sangre consiguiera Ia vida median- te la sangre de mi Verdad, mi Hijo unigénito” *. El drama del ajusticiado de Perusa corresponderfa a tales referen- cias, mas la realidad del “caso ocurrido” queda envuelta en el misterio, al menos por ahora. De todos modos, con la referencia que hemos citado se completan las respuestas del Sefior a las peticiones presentadas por Catalina desde el principio del Diélogo y que, como hemos dicho ya, constituyen la articulacién del Diélogo mismo. Doctrina de Ia providencia Mas 1a respuesta del Sefior se extiende divinamente so- bre el tema que trata. Presenta la providencia en sw ilimi tada riqueza: la providencia general obra en los sacra- mentos que concede a los hombres, en la esperanza que sostiene en ellos, en la ley que impone. La providencia particular interviene en las vicisitudes de la vida; frente a la incomprensin de los mundanos; y, como hemos visto, en un caso ocurrido, La providencia se extiende a todos los vivientes, al alma y al cuerpo, a los perfectos, a los im- perfectos, a los pecadores; apoya a aquellos que se dan Bi 158 324 al apostolado”, sostiene a los pobres ¢ igualmente a los pobres voluntarios “: a aquellos que han renunciado a la riqueza y a los goces del mundo para abrazar la pobreza. Sobre tal pobreza voluntaria vista en su valor intrinseco de abandono espiritual y material a la Providencia de Dios, Catalina escribe paginas esencialmente bellas. El amor a la pobreza aparece como deseo de asemejarse a Cristo crucificado, modelo y término supremo de todo despojo: Si le quieres ver, humillado yen gran pobreza, mira cémo Diol se hace hombre visléndose de 1a ruindad de hestra humanidad ‘Yes al dulce y Amoroso Verbo nicer en un establo, e+ tando Maria de” viaje, para manifexares. a vosotres cami funtes duc debeis vencerslempre en el eaablo del con Mio We yorotton mimes, Al rg_cneontrards ack or traci denyo de vuesra alma. Sendo fuego car Tau, Geico suf ol tov en st buranidad.. ids, Wesnudo ¥ flagetado"a Ta columna, sedieno, seen Mesiravon et inadero de in cron em pobresa tly ge te faltan et suelo y's materoy no tenkendo donde retina Ia Cahers. Como ebrio de amor, tenlendo este Cordero abiero Stcuctpo, os prepara bao con sangre que viele por todas pares p stand Bl on ta miserin, os da a gran rguezs; hllén- dove on el esteeho mmdero de Iaveruz extend st) magna i fads Tos hombres probando fa amargura de la tos da une perfecsina truss tientras halla en ‘tesa, on dal consueioy traspasadsy'lavado en la ex tr despoja del boro del Pecado mortal; converido en sie fo, 6) ha hecho bres "os ha arncado de Ta eslavitud {ei demonior slendo vendido, os hn dado 1a vida. Os nn presentndo, Por tanto, una buena Tesla de amor, maniestandooslo mayor 2 vorotrs que to" ave pudieras Feet con vosotrs:mismos, al dar Ta vida por vosotos, Ge tndatals errant, hechos enemigos de Mi, simo'y eter fo Padre” El cfntico de la Providencia, pues, contiene en si el elogio de la pobreza, “dulce reina”, la cual “abunda en justicia, porque todo 21 que comete injusticia ces separado de ella, Su ciudad tiene fuertes murallas, por- ‘que Jos cimientos no se hallan colocados sobre tierra 0 » C146. ™ C349, = Gas. BIBLIOTECA praivearrn eTn DOMINGO arena, en cuyo caso cualquier viento los derribaria, sino sobre roca viva, que es el dulce Cristo Jesds, mi Hijo unk génito. Dentro hay luz y no oscuridad; tenéls thego y'-n0 fro, porque Ia madre de esta reina es el abismo de la cari. ad’ diving”. Con el despojo material, humano, hace juego la rique- za de la gracia, el bien sobrenatural sacado directamente de la Cruz, en la cual Cristo, despojado hasta el ‘imite ex- tremo, se ha hecho para los hombres dispensado: de toda verdadera abundancia. Doctrina de Ia obediencia Mas cual sera la respuesta humana a la teraura glo- riosa de Dios, que da vida a la accién de la Providencia? Seré tal que comprenda todas las otras respuestas par- ticulares que el hombre esté obligado a dar: la obediencia, Con la doctrina de la obediencia se cierra el Diilogo en- tre Dios y el alma. Si me preguntas dénde encuentras la obediensia, la ra- z6n de perderla y la sefial de si la guardas © 10,” to res- pondo que Ja encuentras perfecta en el dulce y amoroso ‘Verbo, mi Hijo unigénito, Fue tan pronta en El esta virtud que por cumplirla corri6 ‘a Ia afrentosa muerte de Cruz” ™, Como ha sucedido en otras doctrinas expuestas aqui, el “Didlogo” arranca desde las verdades més altas inmer- sas en Dios. También aqui es puesta inmediatamente a la luz de la realizacién maxima de obediencia que nos es dado contemplar y que consiste en el sacrificio del Hijo. En efecto, los batientes del cielo, que habfan estado cerra- dos a causa de la desobediencia de Adin, los ha abierto Cristo, usando la Ilave de la obediencia, y, cuando retor- n6 al Padre, “cuando triunfante subi6 al cielo, el2vindose del trato de los hombres por la Ascensién”, dejé esa lave a su Vicario Cristo en la tierra, al cual “estén obligados a obedecer hasta la muerte. Quien esté fuera de la obedien- cia se halla en estado de condenacién”. ™ C.154, también para los siguientes. 326 Mas “(zde dénde viene que el Verbo fuera tan obedien- te? Del amor que tuvo a mi honor y a vuestra salvacién”. Mas gde dénde procede el amor? De Ia visién clara de la esencia divina. Por eso el principio lo encontramos en lo alto del cielo, en el misterio mismo de las relacio- nes entre el Padre y el Hijo y el Espiritu de amor. “Después de haberte manifestado —dice el Setior al al- ma donde puedes encontrar Ia obediencia, de d6nde pro- ude, quien es su compafera y por quien es slimentada, fablir? shots de jos obedientes y de los desobedientes a ta'ver,y de la obediencin en general y en particular, 0 88, de lo que se refiere a los mandamientos y consejos” ”. Obediencia, pues, de obligacién y obediencia de gene- rosidad, mas una y otra siempre libres y voluntarias; so- bre este diptico esencialmente unitario se mueve 1a doc- trina de la obediencia en su desarrollo. La obediencia de obligacién o general es la Ilave del cielo. “oh cudn dufee y gloriota es esta virtud en Ia que se cencugntran todas. las demés, porgue es concebida.y" dada Sin ‘luz por fa catidad! Bn ella est fundada la roca de a Zantsima’fe. El que esté desposado con esta reina no siente Sieate. paz y quietud... [Oh obediencia, que trabajo, ¥ sia peligro aicanzas ef puerto de la salvaci6nt... Ti te hailas ungida con Ia verdadera humildad y por eso no apeteces las cosas de tu projimo que no estén conformes fon mi voluntad. Eres recta, sin recoveco alguno, poraue haces el corazén recto y no fingido, amando a mi creatura con naturalidad y sin simulacién & Eres una aurora que Ileva consigo Ja gracia divina; un sol que calienta porque no te encuentras privada del calor ide Ia caridad. Haces que Ia tierra fructifique, esto es, que {os instrumentos del alma y del cuerpo produzcan un fruto aie tene vida en sf yen el prdjimo, it ‘Estés completamente alegre, porque tu rostro no se ha turbado por la impaciencia: estis serena y con fortaleza. res grande en la prolongada perseverancia, tan grande que participas del ciclo y de la tierra, porque con ella se quita €l cerrojo del cielo, Eres una margarita escondida y desco- hnocida, pisotenda por el mundo, pues te presentas como vil sometiéndote a las criaturas. 5 "Tan extensos son tus dominios, que nadie puede ser tu a Cas 327 seffor, porque te has librado de In mortal servidambre de los, propios sentidos que te privaban de tu dignidad” “... Tomad, pues, tomad la Tlave de la obediencia acom- pafiéndola de In inz de la fe. No andéis més con tanta ceguera y frialdad, sino mantened con el fuego del amor esta obediencia a fin de que, junto con Ia observancia de In ley, gustéis de Ia vida eterna”. Y ain més perfecta es la obediencia particular, que se afiade a Ia general y mas bien procede de ella, y no puede separdrsele, porque la misma luz de la fe, que con- duce a la primera, nos invita a la segunda, y nos muestra el lugar de la obediencia perfecta en la vida religiosa, que es obta del Espiritu Santo. Se llega a ella con diversos grados de perfeccién ¢ im- Pulsados por motivos diversos, y es preciso para tal fin ejercitarse con perseverancia en Ja virtud. En la vida re- ligiosa encontramos la gran riqueza, esto es, los regla- mentos dispuestos por sus fundadores, por un Benito, por un Francisco, por un Domingo ®. Mas también aqui estén los observantes y los inobservantes, Ia vida del obediente ¥ la del desobediente: el primero tiene paz y goz0, el se~ gundo espinas y punzadas de inquictud; y estd, asimismo, el tibio* en la obediencia, relegado en Ta cércel de una erpetua insatisfaccién de si mismo. Hay, pues, en la obediencia particular la misma ley que en la obediencia general y hasta més vigilante y sutil, Porque la obediencia es més perfecta en el estado reli gioso*. Cuanto al mérito, éste es proporcional no al tra- bajo, sino al amor; y tanto més grata es a Dios la obe- dieneia cuanto més motivada esté por el amor. ;¥Y qué fuerza tiene en si esta reina humilde vestida de ropas mi- serables! Al obediente todo le obedece ”: “Durante toda su vida clama por Ja paz, y en la muerte recibe Io que le fue prometido por el prelado en su profe- * G15, » C156, 2 C158 a CIRE, = C164, = Gh Cie. oe arrears a a a ee a a ee ee ee ce eee ea a a ire EI “Libro” se cierra con una breve recapitulacién de todos los temas tratados y con el més bello de los himnos caterinianos, el cual celebra a la Santisima Trinidad *: “(Oh Trinidad eterna; oh Deidad! Esta, la naturaleza di- ving, do valor’ la sane de tu Hilo, TG, Trinidad etna, {res‘un mar protindo, donde cuanto més'mesumerjo ms stsietra,y foanio ins cnceiro mis te bse. Bes Siclble, pues saclindose el aimaen tu, ablomo, no se sala Seles ody sn ao, Sedndote ver con Luz, en tu Luz. Como el ciervo desea Tas Jeeta 2 Sgn que earn earl shades aaah cares dsl cuerpo tenebroso verte en realidad, TOR! {Cun S epiaiet acai & co cee aie oa Oh Trinidad eterna, fuego y abismo de caridad! Disipa pars tkanore Ie bbe Se eal corpo, El conoctoenia. qe To has dado do tu nosed ive colin a coeer aoe povets de ta graci demi everpo dar fn vida, por in gloria ¥ Sabtola'te in nombre: Pointer expethbestado"y Wit Gentle hz del enopatcteno a fee de Oe cbinne Y la bliza de'la criatura, Trinidad eterna, por eso, mirandome en Ti, he visto que cra imagen tuya, participe de tu poder, Padre ftermo, ye tu sabiduria en el enendimiento, Esta sebiduria se atribuye a tu Hijo unigénito. El Espiritu Santo, que pro- fede de Ti y de tu Hijo, me ha dado a voluntad, pues Soy capar teacher "Ti, Trinidad eterna, eres el que obra (el Hacedor) ¥ yo tu erlfura, He conoctio que eile eaaporado de la belcen de fu obra‘en a nueva erencign aoe hichte de mi oc medio ds ia sangre de to Bo : SS Oe ea on Mar pomaaa st mfg potas Uaeine que darts a Ti misma? Eres fuego que siempre arde y no se consume; Ti, el fuego, const en tu Calor todo'el amor propio el aims tres ci fuego que quits ef tog TW imines y con {Me tos has dato e'conooet in verdad: eres luz sobre tode lz que da luz sobrenatural a los ojos del entendimiento con 329 330 tal abundancia y perfeccién que clarificas la luz de ta fe. En esa fe veo gue mi alma ex vida y con esta Iz reibe Por ta luz de la fe fue adguirida ta sabiduria del Ver tu Bait ons us de ufo aby tues, constant peace Tante; por ella espero y ella no me’permile equivocar el camino. Esa Itz me lo ensefia'y sin ella andaré a oscuras; or es0 dije: Padre eterno, que me ilumine Ta luz de Ia ae WVerdaderamente esta fe es un mar porque alimenta el alma en Ti, Mar de paz, Trinidad eterna. El agua no esta turbia y por ello no temé, pues conoce la verdad. Esta des- titada, tan clara_que. manifiesta las cosas oculas. Por 10 fue abunda a refulgente luz de la fe, casi hace comprender l'alma lo que cree. Es un espejo por medio del cual TG, ‘Trinidad eterna, me haces entender. Para mirarme en él 10 iengo con la mano del amor. Me veo en Ti, pues soy ctia tura tuya ya Ti te veo en mi por 1a unién que hiciste de Ta divinidad con nuestra humanidad. Bien, més excelso que cualquier otro, bien feli sible, inestimable. Eres belleza sobre toda belleza, sabiduria sobre toda sabidurfa; es més, eres la sabiduria en si misma. Eres aliento de los Angeles; te has dado a los hombres con ardiente fuego de amor. Eres vestido que cubre toda desnu- ddez; alimentas a los que tienen hambre con dulzura, Eres dulce sin amargura alguna, iad eternal En la luz que me diste, recibida santisima fe, he conocido por muchas y admi- rables explicaciones, allanando esa luz el camino de la per- feccidn, a fin de que con ella y no en tinieblas te sirva, sea espejo de buena y santa vida, pues siempre, por mi culpa, te he servido en tinieblas. No he conocido tu verdad y por ello no la he amado.

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