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Bloque 9 Historia
Bloque 9 Historia
● La dictadura del general Primo de Rivera, que puso fin al sistema parlamentario y
acabó arrastrando en su fracaso, en 1931, tanto al rey como a la propia Monarquía.
En 1902, Alfonso XIII asumió la corona con tan sólo 16 años de edad. Durante
su reinado y hasta el golpe de estado del general Primo de Rivera en 1923, se mantuvo
con escasas modificaciones el sistema canovista, el turno de partidos y la Constitución
de 1876. Sin embargo, desde principios del siglo XX el sistema dio muestras crecientes
de fragilidad y su deterioro se aceleró con el paso de los años. Las principales pruebas
de que el régimen parlamentario liberal construido por Cánovas había entrado en crisis
fueron:
2. Del mismo modo, se aceleró el proceso de fragmentación de los dos partidos del
turno que se vieron afectados por permanentes luchas intestinas y enfrentamientos
personales tras el asesinato de Cánovas en 1897 y la muerte de Sagasta en 1903. Los
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dirigentes que se disputaron el liderazgo en las filas conservadoras fueron Silvela,
Romero Robledo, Maura, Dato y Raimundo Fernández Villaverde.
Dentro del Partido Liberal fueron Segismundo Moret, Eugenio Montero Ríos,
José Canalejas, el conde de Romanones, Manuel García Prieto y Santiago Alba quienes
lucharon por hacerse con la dirección.
3. Por su parte, la gestión de Alfonso XIII como jefe del Estado no fue muy afortunada.
Cometió frecuentes errores, actuó en ocasiones de manera irresponsable, se extralimitó
en sus funciones e interfirió en los asuntos reservados hasta entonces a otras
instituciones como el Consejo de Ministros o las Cortes.
Ante los rumores de sublevación militar, el gobierno terminó por ceder y aprobó
la Ley de Jurisdicciones (1906): los delitos contra la patria y el Ejército pasaron a ser
competencia judicial de los tribunales militares.
11. Las derrotas del Ejército español en el intento de expansión colonial en Marruecos.
Entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX se desarrolló
una corriente ideológica de protesta contra el régimen de la Restauración que recibió el
nombre de regeneracionismo.
Tras el desastre del 98, la mayoría de los líderes de los partidos turnistas eran
conscientes de la necesidad introducir cambios en el sistema político para adaptarlo a
las nuevas circunstancias. Los dirigentes conservadores y liberales coincidían en que
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esta reforma política debía llevarse a cabo desde el gobierno y de manera controlada,
gradual y paulatina. Los tres objetivos comunes a todos los proyectos revisionistas
durante las dos primeras décadas del siglo XX son:
Los primeros en adoptar estos puntos de vista fueron los políticos conservadores,
liderados por Francisco Silvela, quien ya había expresado la necesidad de cambiar el
rumbo del país en un célebre artículo periodístico titulado Sin pulso (1898).
Posteriormente, cuando presidió el Gobierno (1899-1900), anunció su propósito de
emprender «reformas radicales» y una «verdadera revolución desde arriba». Para ello
creó dos nuevos ministerios que encarnaban las reivindicaciones del regeneracionismo:
el de Instrucción Pública (equivalente al de Educación) y el de Agricultura.
4-En el terreno político, Maura apostaba por una reforma que atrajera a la “masa neutra”
del país hacia la política, rompiendo la indiferencia que denunciaron los
regeneracionistas y acabando con el caciquismo. Modificó la ley electoral para
establecer el voto obligatorio.
Tras el asesinato de Canalejas en 1912 los dos partidos oficiales estaban en crisis
por la falta de liderazgo y la relación entre ellos había pasado de la confianza al
enfrentamiento. Al mismo tiempo crecía la oposición de los partidos republicanos -entre
ellos el PSOE- y de los nacionalistas.
Los socialistas entre los partidos partidarios de la República, pero con una
marcada identidad propia, seguía creciendo el Partido Socialista Obrero Español, cada
vez más dispuesto a participar en el juego político parlamentario, sin renunciar por ello
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a la revolución social. En las elecciones de 1910 se presenta dentro de la Conjunción
Republicano-Socialista que les permitió por primera vez el acceso a las Cortes de un
socialista: su fundador Pablo Iglesias.
El ala izquierdista catalana tardó más tiempo en crearse. Habrá que esperar hasta
1922 a que Francesc Maciá funde Estat Català para que podamos hablar de un
catalanismo radical no conservador.
Los avances del Ejército español continuaron con lentitud entre 1912 y 1921.
Las tropas fueron incapaces de dominar por completo el territorio. Uno de los
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principales problemas consistía en que los tres enclaves que poseía España (Melilla,
Ceuta y Larache) estaban aislados entre sí y era necesario conectarlos.
1. El malestar militar.
Los oficiales del Ejército se mostraban cada vez más descontentos por el atraso
técnico, la falta de medios y los bajos salarios. El malestar se acrecentó por la decisión
2. La protesta política.
En realidad, entre 1918 y 1923 se sucedieron once gobiernos cada vez más
débiles. Mientras, la situación económica y social se fue agravando. El fin de la guerra
europea trajo consigo la contracción de pedidos, el cierre de fábricas y los despidos. En
consecuencia, aumentó la conflictividad social y se multiplicó el número de huelgas.
Otro factor que contribuyó a crispar la situación fue la gran repercusión de la gripe de
1918, que produjo una gran mortandad un enorme impacto psicológico y una gran
indignación popular.
Las causas que lo explican son muy diversas. En primer lugar, estaban las
consecuencias del desastre de Annual. El Ejército pedía más medios para vengar la
humillación sufrida, y varios jefes militares se sumaron al golpe por la negativa del
Gobierno de aumentar los presupuestos de guerra. Tampoco les agradó la disolución de
las Juntas, decretada en 1922. Además, el expediente Picasso provocó el rechazo del
estamento militar y los grupos más derechistas de las Cortes. Había indicios de
responsabilidad del general Berenguer, y la izquierda acusaba al propio rey por instigar
imprudentemente al general Silvestre. Por si fuera poco, buena parte de la opinión
pública pedía el fin de la guerra.
Alfonso XIII conocía los preparativos del golpe, deseaba un gobierno autoritario
y se identificaba con los mandos militares. Por ello, el rey aceptó con satisfacción los
hechos y optó por entregar el poder al general rebelde.
El Directorio militar era una solución de carácter temporal. Como presidente del
Directorio Primo de Rivera concentró en sus manos todos los poderes: ejerció las
funciones legislativas, con potestad para dictar normas y decretos con fuerza de ley;
tomó también atribuciones judiciales, ya que tenía capacidad para suspender las
sentencias de los tribunales si lo estimaba conveniente. El resto de los generales del
Directorio sólo realizaban tareas de asesoramiento.
El dictador acabó con los partidos y el Parlamento, pero no tocó la base real del
sistema: la oligarquía de terratenientes e industriales, que siguió dominado la vida
económica y social.
Con el fin de crear un cauce para quienes querían apoyarle, decidió en abril de
1924 unificar los grupos de apoyo que habían surgido después del golpe en los círculos
católicos y conservadores. Surgió así un partido único a semejanza del modelo italiano,
la Unión Patriótica, bajo la dirección de un militar.
El orden público fue otra de las cuestiones centrales para Primo de Rivera. Él
identificaba el movimiento obrero y la delincuencia eran una misma cosa. Se dictaron
instrucciones a los gobiernos civiles para reprimir cualquier tipo de manifestación o
protesta.
Pero, sin duda, el gran éxito del Directorio Militar fue poner fin a la guerra de
Marruecos. En 1924, tras dictar una amnistía que acababa con el problema de las
responsabilidades, redujo los efectivos en Marruecos y ordenó una retirada parcial. Su
El gobierno estaba compuesto por una mayoría de civiles, como José Calvo
Sotelo, ministro de Hacienda o Eduardo Aunós, de Trabajo. Entre ellos destacaba, no
obstante, un militar Severiano Martínez Anido, vicepresidente y ministro de
Gobernación. Para afianzar su Gobierno, Primo decidió convocar un Asamblea
Nacional Consultiva (1927), formada por representantes de la Administración (Estado,
provincias y ayuntamientos), de las actividades profesionales y las clases sociales y
representantes de la Unión Patriótica, elegidos mediante sufragio restringido. Era una
copia del Gran Consejo Fascista italiano. La Asamblea debería aprobar una especie de
constitución, aunque el texto que se presentó finalmente no satisfizo a nadie, por lo que
no llegó a entrar en vigor. Organizaba un Estado sin soberanía nacional ni división de
poderes y muy autoritario.
1-El creciente distanciamiento entre el Rey y Primo de Rivera, cuyas relaciones fueron
tensándose paulatinamente.
2-La pérdida del apoyo de una parte de los mandos del Ejército, algunos llegaron a
conspirar contra el dictador.
A lo largo del 1930 la oposición al rey fue creciendo, incluso entre los propios
monárquicos. Pero fueron los republicanos los que conocieron un impulso espectacular.
A la derecha republicana se incorporaron políticos procedentes del turno como Alcalá
Zamora. La izquierda liberal republicana se agrupó también, con Manuel Azaña como
principal líder. También se sumaron los nacionalistas, que veían en la República la
posibilidad de conseguir estatutos de autonomía. Lo mismo hizo el movimiento obrero:
tanto los socialistas como los anarquistas más moderados manifestaron su apoyo al
cambio de régimen. Intelectuales y estudiantes se alinearon también contra la
Monarquía, y mantuvieron huelgas y manifestaciones contra el gobierno Berenguer. Por
Los dirigentes marcados con un asterisco formaron el Comité Revolucionario salido del
Pacto de San Sebastián. Y que preparó el advenimiento de la II República.
Todos los líderes que aparecen, salvo Julián Besteiro y Francesc Maciá constituirán en abril
de 1931 el Gobierno provisional de la II República.
La CNT apoyó el movimiento republicano, pero no participó en el Pacto de San Sebastián ni
en el Comité Revolucionario