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Estimadxs Estudiantes:

Hoy comenzaremos a desarrollar la obra de Mary Richmond (1861 – 1928). Nosotrxs


creemos que debemos analizar su obra por dos motivos. Primero, porque es un/a
clásico/a y su importancia como clásico/a es fundamental en Trabajo Social y por ende
en las ciencias sociales. Segundo, porque es quien sistematiza la intervención individual
familiar en la que se centra esta asignatura.

Jeffrey Alexander en su artículo “La Centralidad de los Clásicos” (incluido en La Teoría


Social Hoy (1990) Ed. Alianza Universidad, Madrid) nos dice: “Los clásicos son
productos de la investigación a los que se les concede un rango privilegiado frente a las
investigaciones contemporáneas del mismo campo. El concepto de rango privilegiado
significa que los científicos contemporáneos dedicados a esa disciplina creen que
entendiendo dichas obras anteriores pueden aprender de su campo de investigación
tanto como puedan aprender de la obra de sus propios contemporáneos. La atribución
de semejante rango privilegiado implica, además, que en el trabajo cotidiano del
científico media esta distinción se concede sin demostración previa; se da por supuesto
que, en calidad de clásica, tal obra establece criterios fundamentales en ese campo
particular. Es por razón de esta posición privilegiada por lo que la exégesis y
reinterpretación de los clásicos –dentro o fuera de un contexto histórico- llega a
constituir corrientes destacadas en varias disciplinas, pues lo que se considera el
“verdadero significado” de una obra clásica tiene una amplia influencia”.

De la lectura de esta conceptualización de Alexander podemos decir que Mary


Richmond es la primera que realiza un proceso de investigación distinto dentro de
las Ciencias Sociales de su época. Centralizado en los procesos de atención y ayuda a
las poblaciones más desfavorecidas. Las ciencias sociales “observaron cómo esta
nueva disciplina intervenía la realidad a través de su práctica, producía efectos
sobre la cotidianeidad de los grupos sociales, y modificaba las relaciones sociales
en particular” (leer “El discurso sobre el poder en la intervención profesional: otro caso
de la colonización del trabajo social por el régimen de verdad de las ciencias sociales”.
Artículo en www.diporets.org), por ello la de Mary Richmond es una obra clásica. Pero
también como dice Alexander, los investigadores actuales, deben leerla porque en su
obra encuentran elementos que pueden aprender para sus investigaciones actuales,
sea para refutarlas o sea para ampliarlas. Y por último, su obra, establece criterios
fundamentales en el campo del Trabajo Social. Por todo esto (otras cuestiones las
podrán encontrar en el artículo de Alexander), Mary Richmond es un clásico/a. Más aún,
sea desde la óptica del grupo de autores/as y docentes eclesiales brasileros, o de la
perspectiva del grupo de marxistas académicos/as, la referencia por parte de ellos de
Mary Richmond es ineludible.

En resumen, la praxis interpretativa de textos anteriores encierra intereses teóricos de


quien las desarrolla, sean estos conscientes o no. La elección de algunos autores/as
como “los clásicos/as” por sobre otros/as a quienes se deja en el olvido, es parte del
ejercicio de creación de nuevos discursos que en muchos casos creen hacer su
aparición como resultante de la objetividad histórica, y en realidad son estrategias
ideológicas para obtener capital científico. El debate con un clásico en Trabajo social
forma parte de la actividad teórica sistemática y de las acciones empíricas de la
disciplina, pero debemos tener especial cuidado en no soslayar la magnitud de la
discusión histórica sobre el significado de las obras clásicas.

Aclarada esta cuestión del rango de autora clásica, nos referiremos a lo que constituirá
el Trabajo Social como disciplina, la intervención individual familiar (debemos aclarar
que en Europa también se desarrolla la disciplina, pero desde una perspectiva de los
Servicios Sociales).

No vamos a profundizar en las características biográficas o del contexto intelectual en


el que se desenvuelve Mary Richmond, porque ustedes ya han trabajado en primer año
o en otros años, suficiente material al respecto. Pero sí, me voy a detener en algunos
detalles que varias mentes perezosas (algunos de ellos/as autores/as y docentes),
parecen no comprender.

Mary Richmond no era adepta al funcionalismo, y su obra tampoco es posible encasillar


en dicha escuela. Como dice Miguel Miranda Aranda, no se encuentran rastros de
alguna influencia del funcionalismo en su pensamiento. Tampoco se la puede encajar
en el darwinismo social. Mary Richmond cita a Kropotkin (crítico del darwinismo social)
por haberlo leído y reconoce su influencia. Pero además, Kropotkin era un reconocido
pensador Anarquista y Mary Richmond lo cita, en un momento donde las luchas obreras
(organizadas por los anarquistas) y toda propaganda intelectual de ese movimiento,
eran duramente reprimidas por el Estado Norteamericano. Mary Richmond tampoco
tenía una impronta liberal en sus planteos políticos. Al revés, expresaba claramente
ideas socialistas de igualdad, libertad y fraternidad. Era partidaria del movimiento
feminista y sufragista (luchaban para que las mujeres pudieron votar en las elecciones)
en un momento donde se encarcelaba a las miembros de este movimiento.
Como dice Miranda Aranda tanto en Jane Addams como en Mary Richmond, las
premisas eran “conocer para actuar”, “investigar para intervenir”. Dejando de lado
las posiciones academicistas (que todavía hoy persisten) de la Sociología y en nuestra
profesión.

Aclarada esta cuestión, abordaremos la trayectoria institucional de Mary Richmond.

En 1869 (siglo XIX) se crea la Charity Organization Society (la COS, para nosotros
Sociedad de Organización Caritativa o de la Caridad) en Londres, Inglaterra. El objeto
de la fundación de la COS era la de centralizar y hacer más eficiente el trabajo de
innumerables instituciones de filantropía y ayuda ya existentes (pertenecientes a
distintos cultos o religiones, como así también a grupos laicos). Este modelo se exporta
a Estados Unidos y en 1877 se funda la primera filial de la COS en Búfalo, Nueva York
extendiéndose rápidamente por todo el país del norte y Canadá. Mary Richmond ingresa
como tesorera en la COS de Baltimore (1889) y empieza a realizar tareas también de
atención directa y voluntaria en la institución. En 1900 es nombrada secretaria general
de la COS en Filadelfia y en 1909 se traslada a Nueva York donde dirige la dirección
de la Charity Organization Department de la Rusell Sage Foundation, donde realiza la
mayoría de sus publicaciones, que fueron: Social diagnosis (Diagnóstico Social), What
is social casework? (¿Qué es el Trabajo Social?) y The Good Neighbor in the Modern
City (El buen vecino en la ciudad moderna). En todo este período Mary Richmond
comienza a interpretar, comprender y modificar las prácticas que se realizaban al interior
de la COS, para el tratamiento de la ayuda a las personas y sectores más
desfavorecidos (pobres, inmigrantes, trabajadores). Fue incluyendo métodos y formas
de intervención (la intervención se realizaba a través de mujeres que se denominaban
Visitadoras Amigables), de carácter científico utilizando conceptos de la sociología (aún
en formación), derecho, medicina, psicología y otras disciplinas. De esta manera fue
desalojando de la práctica de las Visitadoras Amigables premisas que provenían de la
atención religiosa o filantrópica, cambiándolas por premisas determinadas a través de
un método científico. Así, las intervenciones realizadas podían ser evaluadas y no eran
una práctica empirista de ensayo y error.

Abogaba también por la profesionalización (que tengan un salario) de las mujeres que
formaban el cuerpo de las visitadoras amigables y que en su mayoría eran voluntarias.
Estableció relaciones con otras organizaciones académicas, sociales o que realizaban
política social; como la Universidad de Chicago, Nueva York y los Settlement Houses
donde trabajaba Jane Adams. Este esfuerzo de trabajo en red se verá recompensado
cuando en 1918 la Escuela de Filantropía, de la cual ella era docente, se va a incorporar
a la Universidad de Nueva York bajo el nombre de Escuela de Trabajo Social, y Mary
Richmond va a ocupar la primera cátedra universitaria de Trabajo Social de la historia.

Mary Richmond realizó toda esta tarea a partir de la lectura y el análisis pormenorizado
de los legajos que sus compañeras confeccionaban sobre las formas de asistencia
instrumentadas, para los distintos casos que se presentaban. O sea que la autora realizó
toda una tarea de sistematización de la práctica social, para darle un contenido
científico. Es decir, sus obras y la creación de un método de trabajo social responden
a una práctica. No es que un día decidió crear una profesión desde un lugar
contemplativo. Por eso el Trabajo Social responde en forma concreta a la resolución
de los problemas de las personas, o por lo menos lo intenta.

Vamos a comenzar con Social Diagnosis (Diagnóstico Social 1917). El prólogo de la


obra es bastante suculento. Primero nos informa que le llevó un trabajo de quince
años…sí…quince años recopilar información y pensar esa obra, ya que
debió sistematizar información de varias instituciones, varias colegas, en distintos
estados (provincias o municipios) para lograr la obra. “No se trataba de examinar el
tipo de trabajo social de casos más común en estas ciudades, sino de descubrir
las mejores prácticas de trabajo social que pudiésemos hallar, a condiciones de
que su uso fuera real y frecuente”.

En ese prólogo además figura la pregunta que dio lugar a la creación de toda su obra y
por ello de la disciplina. Mary Richmond se pregunta ¿como hacer para extraer
elementos comunes en la práctica profesional, si las situaciones humanas y los
problemas humanos se presentaban diversos y en distintas formas? Da el ejemplo de
médicos y abogados, entre otras profesiones, que pueden discutir los casos porque hay
un acervo de conocimientos comunes de la disciplina para hacerlo, aunque los casos
fueran distintos. Dice: “Pero, ¿qué conocimiento común podrían asumir los
trabajadores sociales en un caso similar? Ésta fue la pregunta que me plantee
hace quince años. Entonces creía –y aún lo sigo creyendo- que los elementos que
componen el diagnostico social, una vez formulados, podrían constituir una parte
del saber común de todos los trabajadores sociales, y que, con el tiempo, debería
ser posible inferir, en cualquier trabajador social, un conocimiento y dominio de
dichos elementos y de las modificaciones aportadas por cada década de
desempeño de la profesión”. La construcción de un cuerpo común de conocimientos,
una lógica común para iniciar y realizar un proceso, y la puesta también en común de
ciertas premisas, son lo que la autora hizo, y de esta manera terminó elaborando la
profesión.
Richmond se pregunta “Cuando un ser humano, independientemente de su estatus
económico, desarrolla una forma visible de dificultad y de necesidad social, ¿qué
debemos saber sobre él y sobre su dificultad (o, más a menudo, dificultades) para
que podamos hallar un modo de satisfacer sus necesidades?” dando así inicio a la
intervención por medio de una investigación del caso (aclaremos que el caso es la
persona con su dificultad). Es sobre esta cuestión de la investigación donde Mary
Richmond expone un cambio importante para la que sería nuestra disciplina, frente al
esquema positivista imperante. Escribe la autora: “La tarea de búsqueda de los
hechos esenciales subyacentes a las dificultades sociales de un individuo es lo
que comúnmente se denomina “una investigación”, pero el término adoptado en
estas páginas como sustituto –diagnóstico social- presenta la ventaja de que,
desde el primer momento, fija la atención del trabajador social en el fin que se
persigue”. Se tuvo que esperar 50 años para que un grupo de “iluminados” citando a
Marx empezara a repetir como letanía (todavía hoy), que se trata de transformar el
mundo y no de contemplarlo. Tal vez si hubieran leído a Richmond, podrían haberlo
entendido antes.

Es decir, es el fin de la intervención, creado y producido por los integrantes de la relación


profesional, el que conduce todos los procesos que se realizaran en el método (en ese
momento se hablaba de evidencia social, diagnóstico social y tratamiento social). No se
va a investigar desde un lugar neutral, acrítico o sin involucrarse con la situación. Al
contrario, la investigación responde al fin propuesto con anterioridad en la intervención.

Sobre la evidencia social en la obra se nos dice que ese momento se puede dividir en
a) la recopilación de la evidencia y b) las inferencias que se realicen a partir de esas
evidencias. Aclara que la recopilación de evidencia se realiza con la persona (a la que
llama cliente y que en una cita clarifica porque lo denomina cliente y el nivel de
democratización que esa palabra significa), con los familiares de la persona, con
cualquier otra fuente ajena al grupo familiar y con cualquier documento relacionado con
su problema. Toda esta información de distintas fuentes será la que se comparará y a
partir de ello se establecerán inferencias. La posterior interpretación del significado de
todas ellas, es el diagnóstico.

Dirá Mary Richmond: “En resumen, la evidencia social puede definirse como todos
y cada uno de los hechos, tanto personales como familiares, que, en conjunto,
permiten identificar la naturaleza de las dificultades sociales que atraviesa un
cliente dado y los medios para su solución”.
La autora defiende a cada momento la importancia de la evidencia social (realizada por
un trabajador social) para el tratamiento de los problemas sociales, y muestra como esta
evidencia social va modificando y cambiando la atención de la medicina, la psiquiatría y
el derecho (los tribunales) en particular, dando muchos ejemplos en la obra. O sea, es
la tarea del trabajo social como profesión el que modifica la forma de intervención de
esas otras disciplinas.

Posteriormente la evidencia social se la incluye como elemento de la investigación en el


proceso de trabajo social, e incluso comienza a hablar de investigación social. Haciendo
hincapié que siempre la investigación social de un caso (recordemos que caso es la
situación en general), es subordinada al diagnóstico social.

Define a la evidencia como el hecho o los hechos (los pensamientos y suceso también
son hechos) en los que luego se basa la inferencia. Entendiendo que la inferencia es
el proceso de razonamiento que nos lleva, desde esos hechos conocidos a algo nuevo
o desconocido. Un nuevo pensamiento o interpretación de esos hechos. Tenemos
hechos percibidos por nuestros sentidos (los que usualmente recopilamos con la
observación) y hechos que resultan de las afirmaciones de las personas.

Hay cuatro procesos que permiten establecer un diagnóstico social 1) la primera


entrevista con la persona 2) los primeros contactos con su familia más cercana 3) la
búsqueda de nuevas fuentes de información y la cooperación con otras fuentes y 4) una
cuidadosa valoración de la relación existente entre cada elemento de la evidencia
obtenida con el resto, y su interpretación.

Va a poner especial énfasis en la primera entrevista y todos los elementos de la misma.


Nos dice: “La primera entrevista debe a) proporcionar, al cliente, una escucha
atenta y paciente; b) establecer un buen entendimiento mutuo; c) obtener indicios
que lleven a nuevas fuentes de información y cooperación; d) desarrollar, en el
cliente, la capacidad de autoayuda y autoestima necesarias.”

Más adelante habla de las fuentes externas en general, la naturaleza de las fuentes, los
parientes como fuentes, las fuentes médicas, la escuela como fuente, los empleadores
u otras fuentes laborales, las fuentes documentales, el vecindario como fuente, las
entidades sociales como fuentes, cartas, llamadas, etc. Luego se detiene en clarificar el
tema de la comparación de las fuentes y la interpretación de las mismas.

Y aquí llegamos a la parte más fundante del texto. El diagnóstico social.


Expresa que hasta esa fecha (1917) ha existido poca relación entre el material
recopilado (las fuentes, la información) y su interpretación. “El diagnóstico social
puede describirse como la tentativa de realización de una definición lo más exacta
posible de la situación y personalidad de un ser humano que presenta una
necesidad social –de su situación y personalidad en relación con otros seres
humanos de los que, de algún modo, depende o que dependen de él, y en relación
también con las instituciones sociales de su comunidad.” Esta es la definición de
diagnóstico social.

Adelanta el tema de la imaginación en la construcción del diagnóstico al expresar: “las


herramientas de diagnóstico no garantizan la obtención de resultados cunado se
carece de una visión imaginativa”.

Refuerza el tema de que todo diagnóstico es para lograr un fin “Un buen diagnóstico
social es, al mismo tiempo, completo y claro, y hace hincapié en los aspectos que
señalan el tratamiento social que ha de seguirse.”

“El diagnóstico social no sólo ha de definir claramente la dificultad o dificultades


del cliente, sino que también ha de reunir todos aquellos elementos que pueden
obstaculizar o favorecer el tratamiento.”

Por último en el capítulo sobre los Presupuestos Filosóficos nos dice: “Si queremos
que los resultados de nuestra labor sean satisfactorios, tendremos que hacer
cosas diferentes con y para personas diferentes, y estudiar sus diferencias.
Habrán de estudiarse las relaciones sociales de los individuos, no sólo para
entender sus diferencias sino para hallar una solución para las desgracias que
seguirán sufriendo” ... para agregar más adelante. ...”Los métodos y procesos
expuestos en estas páginas se someterán a un todo más amplio. A partir del
estudio de ese todo –y no insistiendo únicamente en la técnica-, podremos
adquirir el conocimiento necesario para analizar correctamente las situaciones
individuales.”

Mary Richmond sabía que sus métodos y procesos debían modificarse, como se va
modificando la sociedad y los problemas humanos. Sabía que la profesión debía seguir
“estudiando” las situaciones humanas y de esa manera, seguiría creciendo.
Diagnóstico Social es la presentación de la disciplina dentro de las ciencias sociales,
¿What is the Social CaseWork? o Caso Social Individual, será el aporte final y
trascendental a la misma. Pero eso lo veremos en la próxima clase.

Un fraternal abrazo a todxs.

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