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acercando posiciones para ponerse de acuerdo, Un acuer=! do que vosotros habéis roto en seguida. ¢Por qué? Por- que vosotros, ¢no queréis entenderlo atin?, vosotros de repente, es decir, al llegar vuestro nuevo amigo, habéis descubierto que erais dos, uno tan distinto al otro, que por fuerza en un determinado momento, no pudiendo soportarlo ya, habéis tenido que echar a uno de los dos. Y no a vuestro viejo amigo, no; os habéis echado a vos-: otros mismos, habéis echado a ese uno que sois para vuestro viejo amigo, porque habéis sentido que era com: pletamente distinto al que sois, 0 queréis ser, para el nuevo. Esos dos no eran incompatibles entre si, no eran ex) trafos el uno para el otro, sino ambos de lo més corteses _ y acaso estaban hechos para entenderse de maravilla; pe- ro silo eran los dos vosotres que habéis descubierto de repente en vosotros mismos. No habéis podido soportar’ que las cosas de uno se mezclaran con las del otro, ya que! | no tenian realmente nada en comtn entre si. Nada, nada, ya que vosotros para vuestro viejo amigo tenéis una rea- lidad y otra para el nuevo, tan distintas que vosotros mis- mos os habéis dado cuenta de que, al dirigiros a uno, el” otro se habria quedado mirandoos estupefacto; no os hu- biera ya reconocido, Habria exclamado para sus aden- tros: «Pero, gcémo? ¢Es éste?, ges asi?» ¥ ante el insostenible embarazo, siendo dos al mismo tiempo, habéis buscado un pretexto poco convincente’ para libraros, no de uno de ellos, sino de uno de los dos que esos dos os obligaban a ser al mismo tiempo. Vamos, vamos, volved a leer este librito mio, sin son- refros ya de nuevo como lo habéis hecho hasta ahora. Y creed también que, si la experiencia por la que aca- 1 96 biis de pasar ha podido resultaros ingrata, esto no es na- da, porque no sélo sois dos, sino quién sabe cudntos, sin saberlo, creyéndoos siempre uno. Prosigamos. 97 LIBRO CUARTO I DE COMO ERAN PARA Mi MARCO DI DIO Y SU MUJER DIAMANTE Digo «eran»; pero quiza viven todavia.

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