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en España
Los primeros pasos de la industria eléctrica española tuvieron lugar en Barcelona
en el año 1875, con la construcción de la primera central eléctrica. Su producción
eléctrica se destinó a la iluminación de algunos establecimientos y talleres, donde
destaca la Maquinista Terrestre y Marítima (se considera como el primer
consumidor en España que firmó un contrato de suministro de energía eléctrica).
En el año 1901 en España existían 861 centrales con una potencia total de
127.940HP (caballos de vapor). De la cifra total de centrales, 648 dedicaban su
producción al servicio público y 213 a usos particulares.
Desde principios del siglo XX y hasta principios de la década de los años 30, la
demanda española fue creciendo, pero no tanto como los países europeos más
desarrollados. La mayor parte de la demanda estaba en Cataluña, País Vasco y
Valencia.
Este crecimiento se interrumpió por la Guerra Civil, en el año 1936. Entre 1935 y
1937 el consumo eléctrico se redujo un 25%, y en 1939 el consumo era inferior aún
que el del año anterior al inicio de la guerra.
Durante los años siguientes, la demanda de electricidad volvió a vivir una etapa de
gran expansión. Sin embargo, había problemas para incrementar el parque de
instalaciones de generación por el bloqueo internacional, la debilidad de la
economía española y por la inexistencia de una red general peninsular totalmente
interconectada. Estos hechos provocaron diferentes restricciones eléctricas,
que más adelante desaparecieron.
El reto para las empresas eléctricas es facilitar este progreso social y económico de
modo compatible con la preservación del medioambiente y la utilización
eficiente de la electricidad.