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Prologo:

Jungkook es apuesto y fuerte pero su semblante siempre está triste. Ha crecido


maltratado por su "familia" y el único que le da fuerzas para no explotar es su
pequeño hermanito y el recuerdo de un niño que lo marcó para siempre.

10 años después nunca creyó tener la oportunidad de volver ver al pequeño


Príncipe Taehyung, pero el momento se ha dado. ¿Recordará el príncipe al ángel
que un día lo consoló?

Capítulo 1: un ángel y un príncipe

*****Flashback: 10 años antes*****

- Mocoso estúpido – dijo Mark, mirando con odio al indeseable hijo de su difunto
esposo. El niño de 8 años lo miraba con los ojos fríos y las manitos llenas de
arañones por la caída que acababa de tener. Realmente no había querido para
nada a ese hombre, pero sabía que la herencia era lo suficientemente cuantiosa
como para no tener que buscar otro marido en varios años, por lo que matarlo
había sido muy sencillo. – Si no caminas rápido no es mi problema – y dicho esto
tomó las manos de sus dos hijos, Yugyeom, de 12 años e hijo de su primer
matrimonio, y Jimin de 4 años e hijo con su difunto esposo, y caminó apresurando
el paso. El mocoso llorón no le iba impedir ver el desfile real con sus adorados
niños además si tenía suerte por ahí que se moría y no tendría que compartir la
herencia. Frunció el ceño al recordar el único motivo por el cual no arrojaba a ese
mocoso de su casa, en el testamento estaba estipulado que mientras Jungkook
siguiera viviendo en esa casa el dinero seguiría cayendo mensualmente, el día en
que él decidiera irse de ahí, siendo mayor de edad, podría tomar su herencia por
completo. Pero esto nadie lo sabría.

Jungkook se quedó en el suelo mirando sus rasguñadas manos y emprendió el


camino hacia el río para lavarse. No era la primera vez que su padrastro lo
abandonaba en medio de algún lugar y ya estaba bien grande como para saber el
camino de regreso a casa. Mentiría si dijera que no quería ver el desfile, había
escuchado a todos en el pueblo hablar de lo fabuloso que era, pero tal vez eso era
lo mejor, si hacía enfadar a Mark el castigo sería más fuerte que unos cuantos
latigazos.

No entendía porque el mayor lo odiaba tanto. Él no era un mal chico, hacía sus
deberes, limpiaba, la comida no le quedaba mal y nunca interrumpía
conversaciones de adultos, como lo hacía Yugyeom, pero jamás recibió una caricia
ni una palabra de cariño. Al principio, cuando Mark llegó a la casa, hacía 4 años,
con su hijo, dos años mayor que él, se emocionó. Nunca había conocido a su
madre, por eso el saber que iba a haber otra persona que lo cuidara y amara le
encantó. La idea de un hermanito lo cautivó y pasó soñando en juegos, aventuras
y muchas diversiones, pero nada fue como lo imaginó.

Mark quedó embarazado de Jimin y, sospechosamente, su padre enfermó de


gravedad muriendo a los pocos meses. Jungkook no lo entendía. Su padre
siempre había sido vigorosos y saludable, amable con todos y siempre fue muy
fuerte. De pequeño solía ayudarlo a cargar la leña y a ordeñar las vacas, era muy
divertido. Su madre había muerto cuando él nació, pero esto no impidió que su
padre lo amara con todo su corazón. En sus sueños, una mamá o un papá
completaban su familia feliz y todo era agradable, pero desde el día en que llegó
Mark su vida se arruinó.

Después de la muerte de su papá, Mark lo mandó al dormir al cuarto de servicio


sin importarle lo triste que se sentía y que no le habían dado nada con que
cubrirse. Felizmente la anciana cocinera se compadeció con él y se dedicó a
cuidarlo a escondidas, pero no vivió mucho tiempo. A los 7 años había días en los
cuales ni siquiera podía comer porque Mark se lo negaba, como castigo, por lo
cual el panadero y algunos señores del mercado le regalaban comida. La gente era
muy buena con él, pero nadie se atrevía a contradecir al señor Mark. El difunto
esposo había sido una persona muy influyente y nadie quería problemas. Lo único
que podían hacer era ayudar un poco al pequeño niño Jungkook.

Se le ordenaba servir la comida, pero nunca sentarse en la mesa principal.


Limpiaba los cuartos y las estancias, pero él no podía estar nunca en ellas si no
era llamado. Al principio lloraba y sufría mucho, pero luego de haber sido
descubierto comiendo las sobras de uno de los platos cuando estaba terminando
de retirarlos, la paliza fue tan dura que todo sentimiento en él murió. Se dio
cuenta, a tan corta edad, que no valía la pena nada de lo que hiciera, él nunca iba
a ser aceptado en esa casa, porque definitivamente ese no era su hogar.

Ahora, a los 10 años, era mucho más maduro que los demás niños y por eso
nunca jugaba con ellos. Para él todos los demás eran unos bebes, no eran como
él. Él tenía que levantarse muy temprano a ordeñar y a limpiar el granero, tenía
que servir los platos, lavarlos, limpiar la casa, la ropa de sus hermanos y de su
padrastro, cortar leña y coser lo que se rompiera. Sus dedos, que deberían ser
suaves a esa tierna edad, estaba ya con principios de cayos y rugosidades, y su
pielcita estaba tomando un color muy bronceado por pasar tantas horas,
expuesto al sol, en la parte de afuera haciendo los quehaceres.

Resignado, pero firme, caminó hacia al arroyo y comenzó a lavarse la suciedad de


las manos. No había sido su culpa que Yugyeom le haya puesto una zancadilla y
lo hiciera caer contra las piedras. AYSH! Odiaba a su hermanastro, era malcriado,
ególatra y un holgazán. Todo lo contrario, a su hermanito Jimin, quien era un niño
muy amable. Él nunca le ordenaba nada, incluso cuando entraba a su cuarto a
limpiar, él le regalaba juguetes, pero obviamente nunca los aceptaba, no vaya a
ser que Mark se enterara y decidiera darle una paliza a su angelito. Jimin era lo
único bueno en esa casa y la única razón por la cual no había escapado. Ese niño
era su hermanito menor y no se merecía sufrir como lo hicieron con él.

Sumido en sus pensamientos no se percató del pequeño niño que lloriqueaba al


otro lado del arroyo. Cuando se dio cuenta lo vio agachadito llorando asustado y
sin pensarlo se acercó a él. Tenía el cabello negrito, muy bonito, y los ojitos
azules. Su rostro estaba sonrojado y, calculando, no debía ser mayor que su
hermanito Jimin. Sus ropas eran muy finas por lo que le pareció raro ver a un niño
de esa clase social andando solo por ahí.

- Niño, ¿estás bien? – le preguntó despacito, mojándose el pantalón al cruzar el


suave arroyo.
- Me he perdido – le dijo entre hipidos. El niñito lo vio y se quedó asombrado al
ver el hermoso cabello rubio del otro niño, lleno de rulos hermoso y unos ojos
color miel que lo observaban con ternura. - ¿Eres un ángel? – le preguntó. Su papá
le solía contar que a los niños perdidos siempre los ayuda un ángel.
- No - se río. El niñito era muy lindo – pero te puedo ayudar a buscar a tus papás.
¿Vives muy lejos? – le dijo acariciando su cabecita para que dejara de llorar.
- No lo sé, nunca había salido de casa, y solo caminé y caminé y no sé dónde está
mi papá – lloró abrazándose al otro niño. Se sentía muy calientito y protegido,
como si algo le dijera que ese niño en verdad era su ángel guardián y que no tenía
de que preocuparse.
- Toma, para que no llores – y le regaló una de las figuritas de madera que él
tallaba para Jimin, si a su hermanito le alegraban seguro a ese niño también.
- Gracias, está muy bonito – dijo mirando la extraña forma de la figurita. No tenía
mucho sentido y no podía recordar nada parecido a eso – ¿Qué es?
- Bueno…no estoy seguro – le dijo riendo – solo lo tallo, pero no tiene una forma
exacta. Tú puedes imaginas que es.
- Está genial! Hmmmm…eres tú! – le dijo sonriendo - Siempre lo voy a tener
conmigo! – dijo emocionado.
- ¿Cómo te llamas pequeño? – le preguntó Jungkook limpiando sus lágrimas.
- Soy Taehyung – le dijo separándose un poco – ¿y tú?
- Pues yo soy…
- SUÉLTALO! – gritó una voz y sin saber que pasaba sintió como unos brazos
fuertes lo sujetaban y lo arrojaban al río. Cayó y se golpeó la cabeza, pero intentó
levantarse aún mareado. Vio unos hombres armados cargar a Taehyung y
llevárselo sin importarles el llanto del niño que lo miraba tratando de soltarse.
Otro hombre le dio una patada que lo lanzó de nuevo al agua.
- No te acerques asqueroso niño – le dijo. Y todos se fueron.

Jungkook trató se pararse, pero el golpe había sido tan fuerte que cuando logró
hacerlo ya no había nadie. Trató se buscar al pequeño Taehyung preguntando a la
gente cercana, pero nadie le daba razón. ¿Quién era ese niño? ¿y si había sido
secuestrado? ¿y si lo iban a matar? ¿y si el padre era rico y ahora pedían rescate?
Corrió y corrió como loco hasta que llegó a la plaza donde el desfile seguía
avanzando. Se metió entre la gente pensando que tal vez alguien por ahí hubiese
visto algo, pero nadie sabía nada. Se apoyó en la baranda del desfile, sujetándose
la cabeza que le dolía enormemente, pero todos empezaron a gritar con fuerza y
a aplastarlo contra el barandal. Al levantar la vista se quedó con la boca abierta al
ver, sorprendido, como en el carro real su pequeño amigo estaba siendo cargado
por nada más y nada menos que por el rey mismo. La gente emocionada empezó
a hablar del príncipe heredero y no necesitó nada más para saberlo. ¡El pequeño
Taehyung era el príncipe del reino!

Trató se gritar para que lo viera y saludarlo, decirle que estaba bien, pero había
demasiada gente en el lugar, así que fue imposible. Vio que el niño nunca dejó de
llorar abrazándose a su padre. El carrito siguió y se perdió a la distancia. La gente
se dispersó y, sin nada que hacer ahí, regresó a su casa. Felizmente no había
nadie aun así que se dispuso a limpiar la chimenea como siempre hacía los
sábados, pensando en el hermoso niño de ojos azules. ¡El príncipe Taehyung!
Pero ¿Acaso alguien tan poca cosa como él podría ser amigo del príncipe? Eso
jamás estaría permitido, y, además, el príncipe tendría tantos juguetes y amigos,
que el extraño que conoció en el río sería fácilmente olvidable. Además ¿qué
amistad podría ofrecerle? Pero había sido tan lindo y tierno con su carita
sonrojada por el llanto, con sus manitos sujetando la figurita que le regaló. Tan
bonito. Bueno, tal vez nunca lo volvería a ver en su vida, pero había tenido la
oportunidad de conocer a un príncipe. Ojalá que cuando fuera rey fuera el mejor.
Él lo apoyaría y si algún día se volviera a ver, él le serviría como fiel vasallo. Ese
lindo niño se lo merecía.

Sonriendo, imaginando escenarios dónde se volviera a encontrar con el príncipe,


no se percató que en la parte superior de la chimenea había mucha ceniza
acumulada, y por la emoción golpeó fuerte los ladrillos y toda la ceniza le cayó
encima. Su cabello y su piel ahora era gris y apenas se podían ver sus ojos.
Cuando creyó que nada peor podría suceder ese día, la puerta se abrió dejando
entrar a Mark con sus dos hijos. Todos lo miraron asquientos y con burla, a
excepción del pequeño Jimin que lo miraba preocupado.

- Mira el desastre que has hecho, mocoso inútil – le gritó el padrastro.


- Lo siento señor – le dijo servicialmente. Muchos golpes le habían enseñado
como debía tratar al señor de la casa.
- Pero mira qué asco! Jajajaja – gritaba Yugyeom con sus dientes chuecos.
Definitivamente lo que le sobraba a ese niño de vanidad le faltaba en belleza. Era
un niño feo y todos lo sabía, pero nadie decía nada. – Eres un asqueroso inútil! –
gritaba – ¿no es cierto Jimin? ES UN ASQUEROSO INÚTIL – repetía estúpidamente
las palabras de su padre.
- Ehh…pero… - intentó decir el pequeño, pero Jungkook le mandó una seña para
que callara. No vaya a ser que también regañara al menor.
- Fue mi culpa, soy un inútil, lo siento – dijo para poner la atención sobre él.
Como siempre Yugyeom era tan tonto que contestaba.
- ¡Sí, un inútil lleno de ceniza jajajaja eres un ceniciento! – le gritó alegre por su
“creativo” insulto - ¿verdad papá? ¡Desde ahora será ceniciento!
- Así es mi vida – le dijo dulcemente, luego enfrió el rostro y dijo – ahora limpia
todo, tienes 10 minutos que tenemos hambre y queremos cenar cordero – le dijo
retirándose.
- Ceniciento! ¡Ceniciento! – canturreaba Yugyeom corriendo a su habitación.
- Hermanito ¿estás bien? – le preguntó bajito Jimin, cuando todos se fueron.
- Si pequeño, estoy bien. Ahora ve con tu papá antes de que se enoje – le dijo.
- Papá es malo! – le dijo triste. A él no le gustaba como trataban a su hermanito
Jungkook, si era tan bueno y tan fuerte. Desde que nació siempre vio como
maltrataban a su hermano mayor y eso le dolía.
- No digas eso, es tu papá. Y él es bueno contigo. – le dijo acariciando su
cabecita, lo último que quería es que el pequeño creciera en un ambiente tan
difícil – ve a bañarte sino te regañarán.
- Está bien. Te quiero hermanito – le dijo antes de irse.

Suspiró y se dispuso a hacer todos los mandados. Se resignó a admitir que nunca
más volvería a ver a ese principito de hermosos ojos azules.

- Buenas noches mi príncipe – dijo al cielo antes de dormir.

^^^^^Mientras tanto en el Palacio^^^^^^

Un hermoso niño de ojos azules y cabello negrísimo le contaba a su papá todo lo


que había vivido en ese día.

- Y lo vi papá, cuando creí que estaba perdido, apareció un ángel – le dijo


emocionado. Su papá lo miró con cariño y lo arropó.
- Que bueno mi pequeño Príncipe Taehyung – le dijo riendo - no todos tienen la
oportunidad de ver un ángel – le dijo con amor. Que lindo era su hijito, era un
niño muy bendecido con una familia que lo amaba.
- Era tan lindo… - le dijo - ¿tú crees que lo vuelva a ver?
- Si lo deseas con todo tu corazón, claro que lo volverás a ver – le contestó por
cortesía. La imaginación de Taehyung siempre se disparaba.
- Y tú crees que cuando crezca…crees que... - miró nervioso a su papá - ¿Crees
que me casaré con ese ángel? – le dijo sonrojado. Se había sentido tan calientito y
tranquilo en esos brazos que rápidamente lo comparó con lo que le contaba su
papá sobre su padre, el Rey, que cuando lo abrazaba se sentía calientito y
protegido.
- Bueno, pues eso no lo sé mi pequeño Príncipe, pero no te preocupes por eso,
habrá muchos donceles y doncellas para que elijas - le respondió su padre
tratando de aguantar la risa. "Esto es nuevo" pensó.
- Pero yo no quiero otro...yo quiero al ángel! – le dijo haciendo un puchero. Ya lo
había decido, ¿por qué su papá no lo entendía?
- Ay, mi cielo, ¿no pienses en eso ahora ok? - lo trató de tranquilizar - Y que ni te
escuche tu padre sobre eso de estar pensando en casarte! Sólo tienes 5 años
cielito – dijo haciéndole cosquillas. Rieron juntos un rato y le dio un beso a su
pequeñito - Es hora de dormir mi vida.
- Buenas noches papá, dale mis buenas noches a mi papote – le dijo.
- Y que tampoco te escuche decirle papote jajaja – le dijo – sabes que no tiene
mucha paciencia.
- Pero nos quiere mucho – le dijo sonriendo abrazando la almohada.
- Claro que nos quiere. Buenas noches mi amor – y salió del cuarto.

Taehyung sacó la figurita que su ángel le había regalado y le dio un beso.

- Buenas noches mi ángel – y dicho esto se quedó dormido, soñando con el niño
de rizos rubios y ojos miel que sin imaginar jamás podría sacar de su mente.

****Fin del Flashback****

Capítulo 2: La situación
*****Actualidad*****

Jungkook terminó de cortar y cargó las pesadas leñas hacia el interior de la casa.
A su padrastro se le había ocurrido que la chimenea tenía que estar prendida
durante todo el día pese a que el invierno ya había terminado. ¿Es que acaso no
había lo dañino que era mantener el ambiente tan caliente en primavera? ¿Acaso
no le importaba su propia salud? ¿Acaso no sabía lo difícil que era cortar la leña y
estarla reemplazando cada 2 horas? Ceñudo lanzó un suspiro y sujetó mejor las
maderas. El joven ya había aprendido a no discutir ni preguntar las órdenes del
señor de la casa, y solo se remitía a hacer su trabajo, como un empleado más.

Con 20 años, Jungkook era todo un hombre, con un cuerpo perfecto y músculos
fortalecidos por las inagotables horas de trabajar los jardines, cargar los pesados
alimentos para los animales y correr hasta el pueblo todos los días. Mark le había
dicho que no debía gastar al caballo, así que ahora tenía que ir a pie los 10
kilómetros hasta las tiendas. Hacía varios años que mantenía su cabello rubio
bastante corto casi al ras para no sudar tanto en las largas caminatas, ocultando
los rulos de antaño, además, su más de 1.80 metros de altura no solo le daba
presencia en cualquier lugar, sino que le permitía ir más rápido, o por lo menos le
gustaba creer eso.

Él reparaba todo lo que se malograba en casa, incluido el techo y los sótanos, así
como también era el administrador los gastos diarios y las finanzas. De algo le
había servido llevar las clases con el bibliotecario y otros estudiosos. Mark no le
había permitido asistir a las clases que Yugyeom y Jimin tenían en casa con
profesores particulares, así que había tenido que ingeniárselas y al final el amable
bibliotecario había accedido a enseñarle de todo. Y por decir todo significaba
todo, artes, música, etiqueta social, ciencias, y muchas cosas que ni su padrastro
sabría, porque al ver que el bibliotecario se hacía un tiempo para enseñarle, los
otros estudiosos también se habían querido sumar a la misión y no habían
dudado en compartir con él todos sus conocimientos. Incluso todavía seguía
yendo a leer y a compartir con aquellos hombres tan sabios. Pero eso era un
secreto.

Físicamente era fuerte, bronceado y muy apuesto. No había joven, o jovencita, que
no volteara a verlo cuando iba por suministros al pueblo. Muchos fantaseaban con
él, pero Jungkook nunca miraba a nadie. Era educado, muy correcto, pero no
entablaba amistad con nadie. Era sabido que muchos se le habían declarado, pero
el muchacho de ojos miel, muy amablemente, los había rechazado, diciendo que
no estaba interesado.

Para Jungkook, que era consciente en todo lo que la gente hablaba de él, era muy
simple. Él no podía estar con nadie por más que quisiera. En primer lugar, era
pobre. Mark le había dejado muy en claro que su papá le había dado toda la
herencia a su esposo y él no era dueño de nada, si siquiera la gallina más enferma
era suya ¿Qué le podría ofrecer a su pareja? ¿Qué podría darle además que saber
cómo reparar establos o hacer buenas fogatas? Esos chicos que se enamoraban de
él ¿se conformaría con tan poco? Eso lo entristecía, pero sabía que su papá había
sido engañado, así que lo perdonaba ¿Cómo podía culpar a tan buen hombre, que
solo había pecado de amor?
Por otro lado, estaba Jimin. Él adolescente de 14 años era muy finito y algo torpe,
por lo que su padre lo había tratado mal desde que se dio cuenta que el carácter
dócil del menor no le iba a traer ganancias. Según Mark el niño era muy “bueno”.
Constantemente los otros jóvenes se burlaban de él por su aspecto delicado y sus
rasgos femeninos, incluso lo llamaban “la niña”. Jimin sufría mucho y su único
consuelo era su hermano mayor. Jungkook tenía que estar pendiente de su
hermanito, y tener pareja supondría tener que dejarlo algo de lado, lo cual no se
podía permitir, al menos hasta que su pequeño hermanito consiguiera pareja.
Frunció el ceño. Imaginar a alguien tocando a su inocente hermanito le hirvió la
sangre, mejor no pensar en eso.

Descargó las leñas y las colocó al lado de la chimenea. Estar en los salones de la
casa solía traerle recuerdos tristes, pero hacía mucho tiempo había aprendido a
cerrar su corazón a tales sentimientos de nostalgia. De nada valía sufrir y
lamentarse. Esa era la vida que le había tocado y debía aguantarla.

Aprovechó que Mark y su hijo mayor habían salido para dejar las leñas en las
habitaciones de estos. Todos los días esperaba a no tener que encontrárselos en
el camino y verlos lo menos posible. Eran tan desagradables. Mark, aunque sea,
pese a tratarlo peor que un trapo lo ignoraba la mayor parte del tiempo. El peor
era, sin embargo, Yugyeom, su hermanastro. Al chico, de 22 años, no le había
asentado bien la adolescencia y todavía llevaba el rostro con marcas del acné.
Todos sabían lo desagradable que era, pero había armado una mafia entre los
pandilleros del pueblo y nadie se atrevía a decirle nada. Lo que más le enfurecía
era que le pedía cosas estúpidas solo para molestarlo y si estaba de muy malas,
¡le pedía que le hiciera…aggghh! odiaba pensar en eso.

Tiró las leñas con fuerza y se disponía a salir cuando una sombra le tapó el
camino.

- Miren nada más, si es el ceniciento en persona – le dijo Yugyeom burlonamente


con una mueca que hacía que su rostro fuera más horrible.
- Con permiso – le dijo haciéndose a un lado, pero un brazo le cerró el paso.
- ¿Por qué tanto apuro hermanito? ¿Acaso me tienes miedo? – le dijo acercando su
rostro. Jungkook miró a otro lado evitándolo.
- Tengo mucho trabajo – le respondió tratando de soltarse. Podía muy fácil
vencerlo, pero si lo hacía sabía muy bien que las repercusiones irían a parar
donde Jimin.
- ¿Y? Acá hay otro trabajo para ti – le dijo señalando hacia abajo entre sus piernas
– arrodíllate ahora – le ordenó.
- No voy a hacerlo – no pudo evitar responderle. Le daba tanto asco.
- Bien, si no lo haces tú entonces Jimin lo podrá hacer – sonrió al ver la mueca en
el rostro de Jungkook. Sabía muy bien de donde cojeaba el rubio.
- No te atreverías… - le dijo entre dientes.
- Eso no lo sabes… ¿Quieres apostar? – le dijo con una sonrisa de superioridad.
- Te odio – le dijo arrodillándose.
- Hazlo bien Ceniciento, sino tendré que buscar a alguien más – le dijo,
quitándose los pantalones y dejando su miembro al aire. No había nada mejor que
tener al idiota de su hermanastro entre sus piernas. Le excitaba tanto tener
subyugado al apuesto muchacho que solo con pensarlo tenía erecciones. Por más
prostitutas y prostitutos que pasaban por su cama, nadie la chupaba mejor que el
rubito. – y apúrate que solo vine a recoger mi capa, mi padre me espera en el
teatro.

Jungkook no respondió. Observó el miembro frente a él y cerró los ojos pensando


en su hermanito. “Todo por protegerte Jimin” se dijo. Sabía que Yugyeom era muy
capaz de abusar de su propio hermano. Aun recordaba cuando tenía 13 años y el
mayor lo había golpeado hasta dejarlo casi inconsciente y, aprovechándose, lo
había obligado a masturbarlo. Casi había vomitado por el acto al sentir el chorro
caliente sobre su rostro, pero felizmente el chico se había corrió rápido y lo dejó
ir. Tenía miedo y no entendía por qué Yugyeom lo había obligado a hacer eso,
pero ¿a quién iría a quejarse? ¿A su padrastro? No, probablemente este felicitaría a
su hijo ¿A la policía? Sí, de hecho, le iban a creer, con las pintas que tenía parecía
un vagabundo. Estaba completamente solo.

La siguiente vez que lo trató de obligar a tocarlo Jungkook lo había amenazado,


pero entonces Yugyeom le había gritado que si no lo hacía él buscaría a Jimin. Tal
había sido su cara de susto que el mayor sonrió al tener el arma para amenazar
todo lo que quiera a Jungkook. Desde ese momento lo había obligado a tocarlo y
hacía un par de años lo obligaba a hacerle mamadas. Eso era lo más desagradable
para el rubio. Lo odiaba tanto.

Yugyeom golpeó su pene sobre su rostro y conteniendo las arcadas se lo metió a


la boca. No era un pene para nada bonito, era chueco y desagradablemente
venoso, de un color oscuro casi verdoso y pequeño. Incluso en su punto máximo
lo podía abarcar con facilidad. No era que hubiese visto muchos miembros,
aunque había tenido unas cuantas aventuras en el pueblo, pero no dudaba en que
ese era el pene más horrible de todo el mundo. Y que el dueño sea ese estúpido
de Yugyeom lo hacía más horrible.

Lo succionó con fuerza y lo lamió con ganas tratando de que terminara lo antes
posible. Tantos años le habían dado experiencia de saber dónde lamer y cuando
presionar. Felizmente al mayor no parecía tener mucha resistencia y así que
cuando menos se lo esperó se corrió en su boca expulsando un chorro de líquido
amargo y caliente. Tragó todo y se levantó para irse a lavar. Yugyeom no lo
detuvo. Se sentía tan sucio. Llegó al baño y vomitó todos los fluidos. Algún día, se
decía, algún día iba a pagarlo. Su padre le había dicho que todo mal se pagaba en
la tierra, por eso solo debía ser paciente, Yugyeom lo iba a pagar.

- ¿Hermanito? – se escuchó una dulce voz desde afuera. Se limpió con presteza.
- Ya salgo – le respondió mojando su rostro y secándoselo con una manta. Lo
último que quería era preocupar a su hermanito. Sabía que el menor sabía de los
problemas, pero era lo suficientemente prudente para no preguntar. Eso lo
agradecía con creces, Jimin era su único respiro dentro la tormenta.

Abrió la puerta y vio a su lindo hermanito. En verdad el pequeño era muy bonito
con sus ojitos verdes y su cabello igual de rubio que él. Eran muy parecidos ya
que los dos habían heredado rasgos de su padre, como el cabello rubio y lleno de
rulos y la forma de nariz respingona. La diferencia radicaba en la complexión,
pero nadie tenía dudas de su parentesco. Jimin apenas pasaba del 1.60 de
estatura y era muy esbelto, además el pelo lo llevaba más largo sin llegar a los
hombros y todo lleno de rulitos rubios.

El rubio menor lo miraba emocionado y con la ropa llena de polvo blanco. Sonrió
al ver que su naricita estaba sucia. Se dejó jalar por la manga hacia la cocina y una
vez ahí el menor le enseñó una bandeja con galletas recién horneadas.

- Mira lo que hice! – le dijo alegre, casi saltando – ya las probé y creo que esta vez
me salieron deliciosas.
- Eso espero, las de la semana pasada me hicieron muy mal – le dijo malicioso
tomando una galleta – no sé cómo no se me rompieron todos los dientes.
- ¡Que malo! – dijo haciendo un puchero – solo me equivoque en los ingredientes.
Pero esta vez seguí todos los pasos que me dejaste.
- Esperemos que no hayas usado sal en vez de azúcar – dijo mordiendo la galleta.
- ¡Eso solo pasó una vez! – le dijo riendo. Una vez vio a su hermano mayor
preparando dulces y no pudo evitar preguntarle cómo se hacían. Jungkook le
había dejado una receta simple de galletas, pero siempre que las hacía le salían
mal. Si no eran saladas, estaban duras. Y lo peor era que casi nunca podía
hacerlas porque si su padre lo atrapaba en la cocina le iba a pegar. Siempre lo
gritaba cuando hablaba con su hermano o cuando cometía alguna torpeza, pero
no era su culpa, todos ahí lo ponían nervioso. Incluso Yugyeom, que siempre lo
miraba raro, le ponía los pelos de punta y siempre trataba de estar lejos de ellos.
Solo con Jungkook se sentía cómodo, además había descubierto que le encantaba
preparar dulces. - ¿Y? ¿Quedaron bien?
Jungkook puso cara de asco produciendo que Jimin comenzara a lagrimear.

- Está…deliciosa! – soltó riendo y cogiendo otra galleta.


- Malo!! – le gritó dándole un golpe cariñoso en el musculoso hombro – me
asustaste!
- Sabes que es broma – le palmeó la cabeza – te han quedado geniales.
- Entonces… ¿tengo premio? – le preguntó con ojitos soñadores. Jungkook tragó
seco.
- Eh…pues…depende ¿qué quieres de premio? – le preguntó dudoso. Jimin
siempre le pedía cosas raras cómo flores, mariposas en jarras o luciérnagas.
Incluso una vez le pidió un conejito el cual tuvieron que criar en el establo para
que nadie se enterara. Si su papá lo atrapaba dándole esas cosas a su hijo los iban
a moler a golpes a los dos. Sabía que Jimin era así, un poco excéntrico, pero él no
podía negarle nada. Quería demasiado a su hermanito.
- Quiero ir al pueblo – le soltó. Jungkook lo miró levantando una ceja.
- Sabes que no puedes ir. Tu padre tiene prohibido que vayas – le dijo. Le parecía
una regla estúpida, pero sabía que algunos muchachitos molestaban al menor y lo
mejor era no alentar eso. Hubo un tiempo en que pensaba que dentro de todo su
padrastro y su hijo no eran tan malos, protegiendo siempre a Jimin impidiendo
que vaya a exponerse al pueblo, pero luego descubrió que era porque Mark no
quería que nadie supiese que el menor era su hijo para poder engatusar otro
marido, y lo miso Yugyeom, no quería que nadie supiese que tenía un hermano
débil y tan pequeño. – y si vas, alguien le puede ir con el chisme a tu papá o a
Yugyeom.
- Pero si voy con una capa o algo no pasará nada – le dijo – por favor, por favor,
me portaré bien.
- ¿Y por qué tienes tantas ganas de ir? – le preguntó sospechoso. No quería ni
imaginar que alguien estaría rondando al menor.
- Por los dulces – le dijo sonrojado – quiero ir a la panadería y luego comprar un
libro, tú solo te sabes dos recetas…yo quiero sabes más – le dijo avergonzado.
Jungkook sonrió y se mordió el labio. Suspiró y cogió una de sus capas.
- Está bien, aprovechemos que los dos se han ido al teatro – le dijo. Sintió como
su hermanito le daba un abrazo tipo oso y un beso en la mejilla.
- Juro que no nos demoraremos –le dijo – Graciaaaaasss – gritó emocionado.
Jungkook le colocó la capa a su hermanito y salieron al establo. Aprovechó que no
había nadie para ir en caballo hasta el pueblo y pasear un rato. Jimin estaba
demasiado entusiasmado, hacía demasiado tiempo que no iba y todo se veía
nuevo. Fueron a la panadería, compraron ricos dulces y luego a la librería. El
menor se separó de su hermano, que estaba en la sección de literatura, para ir a
los libros de cocina. Vio un enorme tomo, lleno de colores, en la parte superior
del estante, pero era demasiado alto como para tomarlo. Estaba tan concentrado
empinándose que no se dio cuenta que la capa se había ido hacia atrás cayéndose
y revelando sus lindos rulos rubios. De repente se asustó cuando una mano
envuelta en un guante de cuero negro tomó el libro y se lo dio. Levantó la mirada
y vio un apuesto caballero, armado y tal vez algunos años mayor que sus
hermanos Jungkook, mirándolo con una sonrisa hermosa.

- Eh…Gracias – le dijo sonrojándose y apretando el libro en su pecho.


- De nada – le dijo sonriendo al hermoso jovencito. Nunca antes había visto
alguien tan bello como ese niño – ¿y se puede saber tu nombre?
- Jimin – le respondió. Ese hombre lo ponía nervioso, pero no le asustaba. Era tan
extraño.
- Jimin – repitió – que hermoso nombre. Yo soy Yoongi – le dijo sonriendo. Bien,
era casi un niño, pero no le haría mal preguntar ¿no? – y estás solo Jimin. El niño
abrió la boca para responder, pero un atractivo chico, alto y muy parecido al chico
se acercó.
- No está solo, así que lárgate – le dijo seriamente jalando al que obviamente era
su hermano para ponerlo detrás de él.
- Solo preguntaba – le dijo manteniendo la distancia. El chico parecía ser muy
fuerte y, aunque él tenía su espada, no era buena idea enfrentarse con el hermano
del que había elegido como pareja. Oh sí, Yoongi ya había puesto sus ojos sobre
el niño y no pensaba darse por vencido. – es mi deber como General de la Guardia
Real mantener la seguridad en el pueblo tanto como en palacio.
- Pues anda a proteger a los demás que acá no tienes nada que hacer – le dijo.
Giró y tomó a su hermanito de la mano – Vámonos.
- Adiós – le dijo Yoongi al niño mientras este era arrastrado por sus hermanos. El
rubito menor giró y le dedicó una sonrisa. “Esta no va a ser la última vez que nos
veamos Jimin” se dijo “Ya te elegí.
Yoongi recorrió la librería buscando los libros que había sido mandando a
conseguir y regresó al palacio. Se dirigió a la salita dónde el Príncipe Taehyung lo
esperaba.

- ¿Y? Los conseguiste – le preguntó emocionado.


- Así es mi príncipe, libros sobre ángeles y figuras astrales – le dijo depositando
los libros en la mesita.
- Gracias Yoongi … ¿estás bien? Te ves raro – le dijo notando la mirada pícara de
su Guardia Real.
- No es nada mi señor, solo creo que yo también vi un ángel – le dijo sonriendo y
recordando a Jimin. Taehyung frunció el ceño.
- No te burles – le dijo molesto. Sabía que muchos se burlaban por su afición a
los ángeles, pero él estaba seguro que había visto a uno y nadie le iba a hacer
cambiar de idea.
- No me burlo príncipe, hablo en serio. Pero este era un joven que parecía un
ángel – le dijo con paciencia. El Príncipe Taehyung solía ponerse un poco
dramático cuando le sacaban el tema. El jovencito lo miró con suspicacia y luego
sonrió.
- Hmmm…está bien. Pero ten cuidado, ningún jovencito te hará caso si los
asustas con esa arma tuya – le dijo señalando la enorme espada que colgaba del
cinto del caballero.
- Bueno, preferiría que se asustaran con mi otra arma – le soltó divertido.
Taehyung se sonrojó y lo miró espantado.
- Yoongi! No digas esas cosas – le dijo. Yoongi siempre era así, hablando de
“esas” cosas con facilidad.
- Lo siento Taehyung, no lo pude evitar – desde los 15 años había cuidado con
toda su vida a ese pequeño así que era casi un hermano para él, por lo que tenían
mucha confianza.
- No te hagas el gracioso, sabes que me avergüenzas – le dijo comenzando a
ojear los libro.
- Jajaja está bien…Buaaaaa estoy agotado - le dijo dándole una caricia en la
cabeza y tirándose perezosamente en el sillón cercano. Comenzó a pensar en el
chico de ojos verdes ¿Cómo haría para encontrarlo?
- Espera nomás a que mi papá Seokjin te vea todo tirado ahí – le dijo riéndose al
ver a su Guardia Real todo desparramado.
- Naaa…tu papá nunca me dice nada – le dijo restándole importancia.
- Jin te consiente mucho Yoongi, pero yo no – le dijo el rey entrando con su
esposo en la estancia. Yoongi se cayó por la impresión, pero se levantó
rápidamente poniéndose en posición de formación.
- Señor! – gritó. Lo que le faltaba, el rey mismo. Todos sabían que tenía un
carácter fuerte, pero era muy amable. – Señor, ya me retiro, señor.
- Siéntate Yoongi, tú también debes escuchar esto – le dijo Seokjin sonriendo. El
esposo del rey era muy amable y muy lindo.

Yoongi recordó con nostalgia que él mismo lo había educado como un hijo
cuando sus padres, la cocinera y el mayordomo, murieron en un accidente y
siempre lo trató como su padrino. El Rey le permitió cuidar de ese niño, pero
siempre intentando tener el suyo propio. Todos pensaban que el rey no podía
tener descendencia y estaban muy tristes, pero cuando cumplió 15 años, Jin
quedó embarazado de Taehyung y se le encargó el cuidado total de ese bebe.

Él lo asumió como su vida y se dedicó a velar por la seguridad de ese niño, el que
consideraba un hermano. Su habilidad con la espada y la estrategia le valieron
para ser nombrado Guardia Real a los 20 años y desde ahí siempre había
cumplido con sus obligaciones. Solo que a veces holgazaneaba un poco, como
cualquier joven de 25 años. Bueno, no tan joven.

- ¿Qué pasa papá? – preguntó Taehyung mirando preocupado a sus progenitores.


- Taehyung, hijo, ya has cumplido 15 años. Sabes que, así como tu padre, tú
tienes el don de gestar – le dijo el Rey.
- Lo sé padre – le respondió. Eso era algo que ya habían discutido.
- Es tradición, así como lo fue con tu papá, que te cases con alguien que no solo
velará por ti sino por todo el reino – le dijo solemnemente.
- ¿Qué? ¡Pero me dijeron que yo podía elegir! – gritó pensando que le iban a
concertar un matrimonio con alguien que no conocía.
- Y podrás elegir mi príncipe. – le dijo su papá Seokjin tomando la mano de su
adorado esposo – Daremos un baile donde todos los jóvenes que deseen
conocerte podrán venir. No importa la clase social, lo importante es el corazón del
indicado. El rey lanzó un bufido haciendo que su esposo lo mirara mal – si yo no
creyera eso no me hubiera casado contigo – le soltó entrecerrando los ojos.
- Lo se amor – dijo sonrojándose. Solo Jin podía hacerlo sonrojar.
- Gracias papá! – le dijo Taehyung abrazando a su papá. Se separó y abrazó al rey
– Gracias padre.
- Solo te pido que no nos decepciones y elige bien hijo – le dijo el rey dándole un
beso en la cabeza. Luego giró para ver al Guardia Real. Dentro de todo, aunque a
veces fuera un cabezota, también quería a ese chico. – Yoongi, encárgate de dar
aviso al pueblo e invitar casa por casa a los jóvenes.
- Como ordene mi rey – le dijo dando una venia y saliendo de la estancia. ¡Bien! Si
tenía que ir casa por casa podría volver a ver a Jimin.
- Milagro no se ha quejado por tener que buscar casa por casa – dijo el rey – ese
chico es un holgazán! – sentenció malicioso.
- No lo trates mal – dijo riendo su esposo.
- ¡Está enamorado creo, bueno yo me voy! – gritó Taehyung.

Se separó de sus padres y despidiéndose salió corriendo a su habitación. Buscó


bajo su almohada y miró con ternura la figurita de madera que desde hacía 10
años guardaba con amor. Ya había alguien que se había robado su corazón, solo
le quedaba no perder la esperanza y tener la convicción que su ángel iba a ir a la
fiesta a buscarlo. “Por fin te volveré a ver mi ángel” se dijo feliz.

Capítulo 3: Todos invitados

Yoongi se bajó, agotado, de su caballo para ir a la siguiente y última casa. Cuando


había aceptado sin quejas ese trabajo nunca imaginó que iba a ser tan exhaustivo.
Hasta ahora había calculado más de 300 jóvenes dispuestos a ir a la fiesta a
conocer al príncipe, todos con sus voces chillonas gritando emocionados y
desesperándose por no tener ropa, pero no había encontrado al niño que conoció
en la librería.

Lo único que le reconfortaba era de la mirada agradecida de aquellos jóvenes de


familias muy pobres que de otra manera jamás podrían haber ido a un evento de
esa magnitud. A ellos no les interesaba conocer al príncipe, el evento en sí era lo
que les emocionaba y la manera de agradecerle le enternecía. Incluso le habían
invitado tantas galletas y postres que creía haber aumentado 5 kilos durante todo
el día.
Fijó la vista en la última casa que le tocaba visitar, elegante, pero nada
presuntuosa, ubicada en la cima de la colina saliendo del pueblo. Era una hermosa
casa que contaba con un granero y un establo. Parecía tener hasta un huerto. Dejó
el caballo amarrado en un poste cercano y se acercó a tocar la puerta. Esperó un
rato, pero nadie contestó. Golpeó nuevamente.

Unos pasos presurosos se escucharon y la puerta se abrió un poquito, dejando ver


unos bellos ojos verdes que lo miraban sorprendidos. Yoongi no necesitó más
para reconocer a Jimin.

- Hola – le dijo sonriente. El niño abrió un poco más la puerta, dejando ver su
delgado cuerpo, bajo una camisa que le quedaba algo grande, y su rostro
sonrojado, al parecer la carrera para abrir la puerta lo había agotado un poco.
- Hola – le dijo azorado. Jimin había reconocido a ese apuesto caballero que
conoció cuando compró el libro de cocina. No había dejado de pensar en él,
imaginándose escenarios increíbles para volver a verlo. Y ahora estaba ahí,
tocando a su puerta. No pudo evitar morderse el labio, gesto no pasó
desapercibido para el castaño.
- Me alegro de verte de nuevo – le dijo Yoongi apoyándose en el marco y
sonriendo al rubito.
- Jimin ¿Quién es? – se escuchó una voz antes de que el chico pudiese
responderle.
- Es el Guardia Real del palacio – respondió el menor sonrojado y un poco bajito
al darse cuenta que el mayor aún no se había presentado. Yoongi sonrió por
dentro. “Así que el pequeño no me ha olvidado” pensó alegre. Unos pasos más se
acercaron y se abrió la puerta completamente dejando ver a un muchacho
larguirucho y poco agraciado.
- ¿Un guardia del palacio? – preguntó al no escuchar la fresa completa del menor.
A Yugyeom no le interesaba tratar bien a un simple guardia - ¿Y tú porqué sigues
aquí? Largo – le dijo al menor, el cual se alejó rápidamente de ahí algo asustado.
El guardia frunció el ceño. No le había gustado para nada ese gesto tan arisco,
especialmente si iba dirigido al pequeño ángel. - ¿Qué quiere? – preguntó el chico
sin dejar la pretensión. Yoongi se mordió el labio para no pelearse con ese
muchacho que ya le había caído pésimo. Suspiró y pronunció la frase que había
repetido más de cien veces durante el día.
- Todos los jóvenes del reino están cordialmente invitados al baile real
organizado en nombre del príncipe. Toda invitación es personal e intransferible –
dijo formalmente leyendo el pergamino con su discurso. Vio al joven larguirucho
sonreír emocionado (si esa mueca horrible podría considerarse emoción) y
extender la mano.
- Está bien, dame la invitación – le exigió. Yoongi sacó un sobre lacrado y una
pluma
- ¿Cuál es su nombre? Por favor – le preguntó ya arto de ese muchacho, él quería
ver a Jimin.
- Yugyeom Idígoras – le respondió. El guardia escribió el nombre en el sobre y
puso su sello para luego extendérselo de mala gana. El joven ni le agradeció y se
dispuso a cerrar la puerta. El guardia puso el pie para impedirlo.
- Pero acá viven más jóvenes ¿no? – le dijo. ¿Acaso no iba a llamar a Jimin y a su
hermano? Yugyeom lo miró con mala cara.
- Un sobre más para mi hermano, Jeon Jimin– le dijo de malhumor. Yugyeom
extendió la mano para recibir el sobre, pero Yoongi no se lo dio – La entrega de la
invitación es personal - El chico lo miró con más odio, pero llamó su hermano –
Jimin, ven acá - El niño apareció rápidamente, Yoongi sonrió al suponer que el
ojiverde solo se había escondido, y se acercó la puerta. Miró al guardia sonrojado.
- Esta es tu invitación – le dijo amablemente entregándole el sobre sin evitar rozar
sus dedos con los del niño. Este sonrió azorado y apretó la carta en su pecho.
- Gracias – le dijo bajito. Yugyeom miró la escena sospechosa, pero no dijo nada.
- Ahora ya se puede ir – le dijo.
- Pero acá vive un joven más – le dijo. Esta vez el muchacho lo miró enfurecido.
- Acá no vive ningún otro joven – le respondió con la mandíbula apretada.
- La Guardia Real lo sabe todo – eso era mentira, pero no podía decirle que ya los
había conocido, al ver como trataba al menor lo mejor era evitarle problemas – y
sabemos que acá vive un muchacho más. Yugyeom se rehusaba a decir el nombre
del odioso ceniciento.
- No está en la casa – dijo Yugyeom enojado – así que no puede darle invitación.
- ¿Es eso verdad? – le preguntó el Guardia al niño. Este lo miró y luego miró a su
hermano que lo miraba como diciendo “si dices que sí está te mato”
- Así es, no está – dijo asustado. Yoongi se quedó callado.
- Ya lo ve, ahora se puede ir – dijo cerrando la puerta. Se escucharon pasos
alejándose y cuando Yoongi ya se iba a ir esta se abrió despacito.
- Espera – escuchó una vocecita y se giró apresurado - ¿Le…le podría dar yo…la…
la invitación a mi hermano? – le preguntó temeroso girando el rostro a cada rato.
Yoongi lo miró enternecido y le habló bajito.
- Claro, si tú me lo pides no te lo puedo negar – sonrió coqueto - confío en ti – le
dijo. Jimin se sonrojó y le regaló una hermosa sonrisa – ¿Cuán es su nombre?
- Jeon Jungkook– le dijo. Yoongi lo hizo todo rápidamente y le entregó el sobre,
pero cuando el niño estiró la mano él se la sujetó - ¿Qué…qué haces? –le
preguntó nervioso, posando sus ojitos verdes sobre el mayor.
- Nada – le dijo – solo quería decirte que eres lo más hermoso que he visto en mi
vida y esperaré ansioso verte en el baile – le soltó sin más. Así era Yoongi directo
y al grano. El menor se llenó de sentimientos y se mordió el labio.
- Gracias, yo también esperaré verte – pero cuando se dio cuenta de lo que dijo se
tapó la boca y lo miró con los ojos bien abiertos - Adiós – le dijo avergonzado y
cerrando la puerta. Se apoyó en ella y suspiró acariciando su mano.

Yoongi caminó despacio, sintiéndose sobre una nube, y subió a su caballo casi sin
darse cuenta. Se fue de esa casa cabalgando sonriente y soñador. Definitivamente
ese baile sería muy interesante.

Por otro lado, ya cuando se hizo de noche y mientras se llevaba a cabo la cena,
Yugyeom comentaba animado con su padre sobre el baile real.

- Y la invitación fue personal – le dijo el muchacho enseñándole su carta a su


padre – pero acá dice que los padres pueden acompañarnos. ¿Por qué crees que
hayan hecho un baile justo ahora?
- Esto es porque obviamente el príncipe ya está en edad casadera – le dijo Mark –
Es tu oportunidad hijo, debes conquistar al príncipe – ambos, padre e hijo, se
miraron cómplices - Ahora hay tantas cosas por hacer debemos buscarte el mejor
atuendo – le dijo pensando en cómo hacer que su hijo se viera espectacular.
- Pero el baile es mañana ¿crees que podamos ir al otro pueblo? – le preguntó.
- Obviamente mi tesoro, ya todos estarán buscando ropas en estas tiendas y no
podemos dejar que te vean igual que los demás – Mark miró al otro lado y vio a su
otro hijo comer en silencio – ¿y tú también estás invitado?
- Eh…sí…- le dijo sonrojándose al recordar a Yoongi, el apuesto Guardia Real.
- El guardia que vino le ha echado el ojo al enano este – le dijo Yugyeom a su
padre haciendo que Jimin se sonrojara comenzara a sudar frío - ¿eso podría ser
conveniente no? Aunque sea un guardia cualquiera nos podría ayudar a conocer
mejor el príncipe – le preguntó a su padre.
- Claro, tú siempre tan inteligente mi cielo – le dijo sonriéndole, luego miró con
expresión fría al menor – bueno, un guardia es lo mejor que podría aspirar – le
dijo. Este evitó decir que no era un guardia cualquiera sino EL Guardia Real, pero
era mejor quedarse callado – ya en el baile podrías seducirlo y pedirle que nos
acerque más al príncipe – prácticamente se lo ordenó.
- Se… ¿Seducirlo? – preguntó azorado. Él nunca había seducido a nadie, aunque
Yoongi era tan guapo. Se sonrojó al pensar esas cosas.
- Para algo debe servir esa cara de niña – le dijo Yugyeom malicioso. Jimin lo miró
dolido – además eres un debilucho, no sirves para otra cosa, por lo menos sácale
provecho. Tener favores de la guardia nos conviene. – al menor se le llenaron los
ojos con lágrimas ¿Así que solo servía para “eso”?
- Ya no tengo hambre – dijo y se levantó para irse a buscar a la única persona que
realmente lo quería.
- ¿Y al estúpido no lo han invitado no? – preguntó Mark sin siquiera mirar a su
hijo menor.
- No, le dije que no estaba y ni se molestó en insistir felizmente – le respondió
para seguir con su cena.

Jimin fue a la cocina y vio a su hermano apoyado en la pared estrujando un trapo


y con el rostro sombrío. A Jungkook nunca le había importado no ser invitado a
los eventos sociales ni nada por estilo, estaba tan acostumbrado que eso no le
afectaba al mínimo. Lo que le dolía tanto era haber escuchado toda la
conversación en el comedor y saber que la única oportunidad para poder volver a
ver al hermoso príncipe se había esfumado. Obviamente él no iba a ser invitado
porque no era nadie en esa casa, pero saber que el príncipe buscaría pareja en
ese baile y no podía ir le rompía el corazón. Tenía ganas de salir a romper cosas
al granero.

- Hermano ¿Estás bien? – le preguntó Jimin preocupado. Estaba seguro que había
visto lágrimas en los ojos de su adorado hermano.
- No es nada pequeño – le dijo el mayor dándole una sonrisa tranquila.
- Hermano, tengo algo para ti – le dijo sacando el sobre lacrado y entregándoselo.
Jungkook no podía creer lo que veía. ¡Era la invitación para el baile! ¡Incluso tenía
su nombre encima!
- Cómo… ¿Cómo conseguiste esto? – le preguntó mirándolo fijamente. Jimin se
sonrojó.
- Bueno…se lo pedí a el guardia…- dijo mirando al piso – la invitación era para
ser entregada personalmente, pero me la dio para ti.
- ¿El guardia que te echó el ojo? – le preguntó burlón hasta que una idea hizo
click en su cerebro. – espera… ¿acaso era el Guardia Real? ¿el de la librería? –
preguntó con el ceño fruncido.
- Eh…pues…sí, el mismo – él no le mentía nunca a su hermano. Jungkook recordó
molesto a ese hombre que se notaba a leguas que quería comerse a su hermanito.
Luego recordó que gracias a él tenía una invitación.
- Tendremos que agradecerle entonces – le dijo - ¿y te gusta?
- Ehh??…pues…no se – dijo sonrojado. Jungkook lo miró con la ceja alzada –
bueno, tal vez un poco… ¿No estás molesto? – le pregunto dudoso.
- Jimin – le dijo abrazándolo – es todo un honor que el Guardia Real se haya fijado
en mi hermanito y si te gusta no hay problema – le acarició la cabeza al menor -
ya tendré una charla con él…tú todavía estás muy niño.
- Jungkook! – gritó avergonzado, pero sabía que su hermano lo decía con cariño.
- Gracias Jungkook – le dijo abrazándolo – sabes, tú mereces más que nadie ir a
ese baile – le soltó - si el príncipe se fija en ti sería genial.
- Sabes…te voy a contar un secreto – le dijo. Jungkook necesitaba compartir el
secreto con alguien y nadie más que su hermanito podía ser de confianza. – Yo
conocí al príncipe…hace 10 años…pero solo fue por un momento, él se había
perdido y yo lo quise ayudar, pero los guardias se lo llevaron - Jimin lo miró
asombrado – es tonto ¿no crees? Que me gusté alguien que solo vi un ratito y
hace tanto tiempo.
- No es tonto! ¡Es…es increíble! ¿Crees que te reconozca? – le preguntó.
- No se…él era pequeño, no lo creo. – miró a su hermano y sonrió – pero gracias
a ti puedo ir a comprobarlo.
- Genial! ...creo que ya se fueron – dijo al escuchar el comedor en silencio –
Jungkook, cuando se vayan al otro pueblo… ¿podremos salir a pasear? – le pidió
con los ojitos brillantes.
- Jajaja…está bien, será tu premio, ahora anda a dormir – le dijo despidiéndose
del menor.

Jungkook dejó a Jimin y se fue a limpiar el comedor. No podía creerlo ¡Tenía una
invitación! Ahora podría conocer al príncipe, pero ¿lo podría reconocer? Sonrió
para sí mismo quitándose esa idea. Se habían visto por menor de 20 minutos y
hacía 10 años. Era imposible que el príncipe lo recordara, pero fácil podría
conquistarlo o por lo menos ser amigos. Había tantas posibilidades y tantos
escenarios que pensar en eso le hacía doler la cabeza. Lo mejor era tener
paciencia.

Ya en su habitación abrió la trampilla que daba a un cuartito en el techo y ahí


desempolvó un baúl. Con parsimonia lo abrió y sacó el contenido. Un hermoso
traje para bailes y eventos estaba ahí envuelto entre terciopelos. Su padre se lo
había dado antes de conocer a Mark para cuando fuera grande y quisiera algo
para usar en los eventos sociales. El baile en el palacio era la oportunidad perfecta
para estrenarlo, solo tendría que lavarlo y arreglar algunas cosas. Sacó el traje y lo
dejó sobre su escritorio, felizmente ni Yugyeom ni su padrastro entraban nunca a
su cuarto, así que no había problema en dejarlo ahí. Era un hermoso traje de color
verde suave, pero con arreglos en las muñecas. No era el último grito de la moda,
pero serviría para dar una buena impresión.

Al día siguiente todos se levantaron muy tempranito. Mark se llevó a sus dos hijos
al otro pueblo, obviamente con previo trabajo oral para Yugyeom por parte de
Jungkook, y por fin dejaron la casa en silencio. El rubio aprovechó para ir al
pueblo a que una costurera amiga suya le arreglara algunas cosas roídas del traje,
dejándolo como nuevo. Cuando llegaron él solo de dedicó a cocinar y ayudarlos
ya que Yugyeom se la pasaba gritando por todos lados que le faltaba algo y
demás.

Mark sin embargo había sido notificado que el rubio mayor había ido a arreglar un
traje al pueblo por lo que aprovechando el caos de la casa fue al cuarto del chico.
Y ahí estaba, el hermoso traje que su hijastro iba a usar. Mostrando una calma
que dama miedo se acercó a la cama y comenzó a cortar el traje con una tijera. Lo
dejó hecho trizas tanto así que quedó irreconocible. Satisfecho con su trabajo
salió y se cambió. El carruaje ya había llegado así que llamó a Jungkook. Este, que
había estado ayudando al menor a colocar su propio traje, se acercó receloso.

- Ya nos vamos, espero que cuides la casa – le dijo con una sonrisa maliciosa.
Esto hizo sospechar al rubio, pero no se inmutó.
- No hay problema – le respondió.
- Pobre Ceniciento – dijo Yugyeom, burlón, envuelto es el carísimo y bello traje
que su padre le había comprado. Todo en negros y rojos, pero de una tela suave.
Lástima que la cara no se la podían cambiar.
- Adió – se despidió el menor sin tristeza porque sabía que el plan del mayor era
cambiarse cuando todos se fueran y llegar al palacio a caballo. Jimin estaba en un
sencillísimo traje celeste sin arreglos ni nada. Su padre no lo quería ver resaltar en
esa fiesta.

Jungkook esperó a que el carruaje desapareciera en la lejanía para luego correr a


su habitación a arreglarse, pero lo que encontró lo hizo caer de rodillas. El
hermoso traje de su padre estaba hecho jirones sobre su cama, incluso la
invitación con su nombre había sido cortada en pedazos. Enojado con todos y
consigo mismo por ser tan confiado, salió corriendo del cuarto hacia el establo
para golpear las maderas. Tiró todo lo que encontró, gritando con fuerza y
haciendo asustar a los animales. Ya exhausto y triste cayó llorando al suelo.
Todas sus ilusiones se destruyeron, la única oportunidad para volver a ver al
príncipe había sido destruida. Dejó que las lágrimas cayesen y escondió el rostro
entre las rodillas

- Y como siempre estoy solo… ¿acaso nunca nadie me va a ayudar? – preguntó


enfurecido.
- Aww no llores pequeñín! Ya estoy aquí para ayudarte – escuchó una voz algo
chillona detrás de él. Asustado se levantó y vio a un hombre, de unos 30 años y
poco regordete, sentado en el aire y mirándolo con cariño. Llevaba una túnica lila
llena de corazones y flores. Jungkook casi se cae al ver que el hombre flotaba…
FLOTABA!
- Qué… ¿quién rayos eres tú? – le gritó buscando algo para defenderse. Cogió un
palo y lo colocó amenazadoramente frente a él. – ¡Aléjate ser infernal!
- Ay cielito bello, saca esa cosa fea de acá – dijo haciendo un puchero y con un
moviendo de la varita que llevaba el palo desapareció. Jungkook lanzó un chillido
asustado. – ok, ahora sí…mira, yo soy tu hado padrino! – le gritó con una gran
sonrisa y lanzando chispitas alrededor de él.

Jungkook lo miró alucinado. Había pedido ayuda, pero le habían mandado a la


reina de la primavera. Lanzó un suspiro… ¿Y ahora?

Capítulo 4: El encuentro

Jungkook miró otra vez al su “hado padrino” con el ceño fruncido y mirada
desconfiada.

- Entonces…solo para entender – dijo sentándose sobre la paja – me harás un


traje del aire o algo por el estilo y un carruaje de… ¿una calabaza?.
- Siiii! – respondió el hado dando vueltas en el aire y dejando salir chispitas de
colores – y esos ratoncitos bellos serán excelentes choferes – agregó señalando a
dos ratones que estaban bajo el marco de la puerta. El rubio resopló y decidió
que, aunque ya se había resignado a no asistir al baile, podría dejar al loco hacer
un poco de su magia.
- Está bien…si tú lo dices, no pierdo nada si te dejo intentarlo – dijo. El hado
lanzó un chillido emocionado y se acercó para jalarlo de la mano y levantarlo.
- Ok…a ver guapo quítate esto – dijo tratando de quitarle la camisa. Jungkook se
la quitó y lo observó mientras este lo rodeaba tomándole medidas con esa varita –
hmmmm sí que estás en buena forma… aysh si tan solo me dejaran tocar un
poquito – dijo pasando sus dedos por los abdominales. Jungkook alzó una ceja –
uy tú sí que estás bue…
- NO LO TOQUES! – se escuchó una voz estruendosa que sobresaltó a los dos
hombres – Limítate a hacer tu trabajo!!
- Ya ya…que aburrido – dijo el hado haciendo un puchero y volviendo a tomar
medidas.
- ¿Qué rayos fue eso? – casi grita Jungkook todavía asustado. Esa voz se había
oído horrible.
- Ah… ¿eso? ¡Mi jefecito…es un gruñón, pero no le hagas caso – dijo restándole
importancia – ya lo tengo! A ver… ¿cuáles eran las palabras mágicas? – se rascó la
cabeza con la varita. Jungkook lo miró enfurruñado – ah! Sí…jiji perdón…
¡bibidibabidibu! – gritó dando giros y logrando que Jungkook quede envuelto en
una luz fuerte, tanto que el muchacho tuvo que cerrar los ojos mientras sentía un
cosquilleo por todo el cuerpo. – awwwww! ¡Esta vez sí que me lucí…mírate! – dijo
apareciendo un espejo.

Jungkook abrió los ojos y se quedó sin palabras al verse. El traje que llevaba era
incomparable a cualquier cosa que él haya visto antes, sencillo, pero a la vez muy
hermoso. ¡La tela parecía haber sido hecha de estrellas, tan suave y brillante...y el
corte! Era perfecto para su cuerpo. Lo zapatos parecía de cristal (pero no lo eran)
sino de algo suave, pero sin ser transparente. Era todo tan irreal. El traje de su
padre no era feo, algo pasado de moda tal vez, pero no había punto de
comparación con el traje que el hado le había hecho. Incluso su piel parecía suave
y su cabello estaba brillante. Por un momento el rubio pensó que se iba a echar a
llorar de la emoción.

- Wow… - dijo dándose una vuelta y volviendo a mirarse en el espejo. ¡Tocó la


tela con precaución, él era algo tosco y no quería romper esa tela tan bonita – me
veo increíble! ¡Gracias! – soltó emocionado. Parecía incluso algún muchacho rico o
de buena familia. No quedaba nada del joven pobre que realmente era.
- Yo nunca me equivoco cielo! – le dijo apoyando el mentón sobre su hombro y
mirándolo con cariño – Te ves espectacular…nadie se te podrá resistir…y eso no
es todo! ¿Dónde está mi calabaza? – le dijo emocionado para luego salir disparado
del granero en busca de su calabaza.

El menor lo siguió y vio como lo que antes había sido una calabaza terminaba por
convertirse en un hermoso carruaje y los ratoncito se transformaban en dos
dulces y lindos caballeros.

- Ahora sí…estás listo para el baile – le dijo el hado indicándole a uno de los
choferes que abriera la puerta.
- Pero… - Jungkook se mordió el labio – todo es muy bonito y te lo agradezco,
pero…no tengo invitación y sin eso no podré entrar.
- Aysh! – dijo golpeándose la frente – no te preocupes! – y moviendo la varita hizo
aparecer una invitación con la firma y sello del Guardia Real – acá está. Jungkook
la tomó y al leer el nombre se sorprendió.
- Pero acá dice…” Un ángel”.
- Exacto, eso eres tú – dijo sonriéndole – solo hay algo que debo advertirte antes
de que vayas al baile cariño. – El hado suspiró, esa era la parte que odiaba a la
hora de realizar los deseos…las condiciones – este hechizo solo durará hasta la
medianoche, luego deberás irte de allí o sino morirás – Jungkook se sorprendió de
eso, pero lo aceptó…él solo quería la oportunidad de asistir - …y no le podrás
decir tu nombre a nadie por eso deberás usar esto – le dijo haciendo aparecer un
hermoso antifaz para luego colocárselo. Con eso era imposible reconocerlo. El
hado hizo un puchero. – lo siento, pero son las reglas precioso.
- No te preocupes – le sonrió – ya has hecho bastante con darme esta
oportunidad…yo…solo deseo verlo de nuevo, sé que no puedo aspirar a nada más
– agregó triste.
- Nadie merece esto más que tú precioso – le dijo sonriendo dulcemente – solo
tienes que confiar, ¡tu destino está ahí…y si no puedes divertirte con los choferes
– dijo con tono pervertido lo que hizo que Jungkook se sonrojara y comenzara a
reírse - …ahora vete! ¡No quiero que llegues tarde! – y a empujones lo hizo entrar
al carruaje.
- Gracias! – le gritó Jungkook y, pero luego bajó del carruaje – Espera! ¡Falta algo!
– y corrió hacia su habitación. El hado lo miró extrañado, pero como el joven llegó
tan rápido como se fue, no le preguntó nada. Simplemente lo volvió a meter en el
carruaje y dio la orden de partir. Jungkook estaba feliz, al fin vería a Taehyung.

Mientras tanto en el palacio, Taehyung se movía nervioso e inquieto tras la cortina


que los separaban del salón principal. Su padre Seokjin, a su lado, lo miraba
enternecido sabiendo que el muchacho estaba esperando a su persona especial, el
cual al parecer no se había presentado. Hasta ese momento más de 200
jovencitos habían llegado junto a sus padres. Felizmente el palacio era tan grande
que había espacio para todos. Se podía notar que todos ellos habían hecho su
mejor esfuerzo en arreglarse y tratar de sobresalir, y, sin embargo, su príncipe
estaba cabizbajo.

- Papá – le susurró su hijo - ¿Tú crees que venga? – preguntó mirando a todos los
jóvenes llegar a través de la cortina. Jin acarició la cabecita de su hijo y lo abrazó.
- Si sigue en el pueblo por supuesto que vendrá…pero prométeme que no te vas
a abstraer por pensar en esa persona hijo – le dijo preocupado – muchos chicos y
chicas han hecho su mayor esfuerzo para venir, lo mínimo que esperamos es que
les agradezcas con tu atención.
- Lo haré papá…pero si él aparece no te prometo nada – le sonrió. Su papá
suspiró resignado.
- Y ¿cómo sabrás que es él? No lo has visto en 10 años cielo.
- Lo sabré – respondió Taehyung totalmente seguro y sacando la figurita que
muchos años atrás le había regalado el niño misterioso. La miró con cariño y le
dio un beso antes de volverla a guardar. Había soñado con ese momento por 10
años y él sabía que iba a reconocer a su ángel en cuanto lo viera.

Yoongi se acercó a los dos pelinegros y les sonrió. Estaba radiante ya que había
visto a Jimin entrar al castillo. No necesitaba nada más para ser feliz.

- Ya han llegado todos – informó.


- ¿Todos? – gritó Taehyung – imposible, deben faltar.
- A lo mucho serán unos 10 o 20 jóvenes que no han llegado – dijo – pero casi
todos avisaron que no iban a asistir.
- No puede ser…él todavía no llega – dijo Taehyung tratando de sonar seguro. No
quería pensar que posiblemente su ángel se encontrara entre esas personas.
- Lo siento cielo, pero no podemos retrasar el baile solo por ellos – le dijo su
padre.
- Pero papá! – le dijo su hijo haciendo un puchero.
- Me lo prometiste hijo.
- Está bien… - dijo resignado. Nunca nadie le podía negar nada a Seokjin.

Se dejó llevar con padre y su puso su mejor sonrisa al entrar al iluminado salón.
Lo recibieron con aplausos y murmureos de apreciación. Tuvo que saludar a la
interminable lista de jóvenes…el conde tal, el lord tal, el hijo del carpintero…
todos estaban ahí, mirándolo como si fuese el último pedazo de pan sobre la
mesa.

Taehyung suspiró agotado tratando de acordarse de todos los nombres o por lo


menos las caras, pero ninguno le llamaba la atención. Sonrió falsamente a la voz
chillona de unas chicas, pero se congeló al ver al ser que estaba entrando en ese
momento por la puerta principal. Y no fue el único. Muchos muchachos y
muchachas voltearon al ver al hermoso joven con antifaz bajar por las graderías.
El traje era brillante y parecía adaptarse al perfecto cuerpo que escondía. El
antifaz le cubría casi todo el rostro, pero era imposible no darse cuenta de la
belleza que emanaba a cada paso. El baile se llenó de murmureos emocionados y
miradas de envidia y de deseo. Pero para Taehyung todos habían desaparecido. En
ese momento solo existían el hermoso rubio con antifaz y él. El chico rubio
caminó hacia una de las esquinas y se quedó quieto observando a todos y a la vez
a nadie. Cuando sus ojos se posaron en Taehyung este se sonrojó como nunca
antes lo había hecho.

Esa persona lo llamaba con su presencia y sin decir más avanzó de prisa entre los
muros, esquivando a todos los que querían hablar con él, para acercarse al joven
que en ese momento se llevaba una copa de vino a los labios. Habían pasado
demasiados años como para acordarse la apariencia física de su ángel, pero solo
había una forma de comprobarlo. No había forma de equivocarse con eso.

- ¿Y porque un antifaz? – le preguntó el menor a Jungkook, este casi se atraganta


con la bebida, pero se repuso rápidamente. Taehyung lo había sorprendido.
- Se me da mejor el misterio – le respondió sonriéndole y apreciando al menor.
Taehyung estaba bellísimo, definitivamente los años habían sido buenos con él. El
cabello negrísimo y lacio, y esos hermosos ojos azules que lo cautivaron aun
siendo niño. ¿Pero acaso lo reconocería o solo le había parecido curioso el
nombre? Taehyung estaba tan nervioso que se mordió un labio al sentir el
corazón latiendo rápido y el mayor casi se derrite.
- ¿Y se puede saber tu nombre? – le preguntó acercándose un poco más.
Felizmente que las gruesas columnas y estatuas lograban darles un poco de
privacidad.
- Es un secreto – le respondió. Taehyung se acercó más, pero hizo como si se
resbalara para caer entre los brazos de ese joven.
- Ups…lo siento – dijo abrazándose a ese cuerpo que lo rodeó con sus brazos
para atraerlo hacia él.
- ¿Estás bien? – preguntó Jungkook preocupado. En ese momento el corazón del
príncipe comenzó a latir desbocado por la cantidad de sensaciones que lo
llenaron. Protección, calidez, seguridad, todo lo que sintió cuando hacía 10 años
se había perdido y un ángel lo había cuidado. Se aventuró a coger la mano del
joven y llevarlo hacia el salón. Había esperado demasiado tiempo para tener a ese
ángel entre sus manos y no lo iba a dejar escapar. Ya no había duda que él era
ese ángel que había esperado con tanto anhelo.
- Sí, señor ángel, pero me deberá conceder este baile – dijo el menor. Jungkook lo
miró extrañado. ¿Señor ángel? pero sonrió y se dejó hacer. Posiblemente esa sería
la única oportunidad que tuviese con el príncipe así que haría todo lo que él le
pidiera.
- Jamás te lo negaría – le dijo. Vio que Taehyung saludaba a los músicos. ¿Algo
extraño no? Sin embargo, los planes del pelinegro eran otros.

Los músicos entendieron la seña del joven heredero y comenzaron una pieza muy
suave y romántica. Taehyung se les había advertido previamente que solo tocasen
esa pieza cuando él les avisara. Jungkook se sorprendió del cambio repentino en
la música, pero aprovechó para hacerse más a él y dejó que el menor le guiara.
Los reyes miraban curiosos la escena ya que su hijo les había dicho que aquel
único muchacho con el que bailaría la pieza central del baile, era el elegido.

- No soy el mejor bailarín – le dijo sonrojado. Felizmente el antifaz le cubría casi


todo el rostro. Maldita su familia que nunca lo llevo a un baile o le enseñó a
moverse en sociedad.
- No te preocupes – le dijo el menor infundiéndole seguridad – soy el mejor
profesor.

Y ante las miradas atónitas de todos los invitados ambos bailaron la pieza
mirándose a los ojos y dejando que el mundo girase sin percatarse de ellos. En
ese momento solo existían ellos dos. Ambos enamorados del otro, pero sin
saberse correspondidos. Era tan cálido el ambiente que muchos otros jóvenes se
animaron a bailar con aquellos que les gustaran y prontamente el salón se llenó
se alegres risas y murmureos.

Seokjin y su esposo, el Rey, miraban atentos a los dos jóvenes. El Rey apretaba la
mano de su marido, preocupado por su hijo y por su elección. Ese joven de
antifaz era un completo desconocido para todos y eso le traía mala espina. Jin
trató de tranquilizarlo. Él sabía que su pequeño solo estaba completamente
enamorado y se alegró de que el joven ese existiera y decidiera asistir al baile.
- Tiene un palacio muy hermoso, su alteza – comentó Jungkook. Casi se había
asustado al ver el imponente palacio y compararlo con su propia situación.
- Gracias – le dijo el menor sin dejar de mirarlo a los ojos. Esos hermosos ojos
verdes que lo cautivaban cada vez más - Lo más hermoso es nuestro jardín…
Además, es mi lugar favorito.
- Me imagino…si es tu favorito debe ser el lugar más bello – le dijo acariciando el
rostro del menor. Este se sonrojó y volvió a tomar su mano.
- Entonces déjame enseñártelo – y sin escuchar respuesta lo guio hacia los
jardines. La concurrencia los vio, pero nadie dijo nada. Era obvio que el príncipe
ya había hecho su elección ¿Pero ¿quién era ese joven?

Caminaron juntos sin soltarse de las manos, cada uno sumido en sus
pensamientos. Jungkook todavía sin creer estar al lado del hermoso príncipe y
Taehyung feliz de saber que su ángel realmente existía. Llegaron hasta una
pérgola llena de almohadones de colores y rodeada de altos arbustos y rosales
que impedían que alguien los viera. Era el lugar perfecto. El mayor se maravilló de
la hermosa vista de los jardines.

- Mi príncipe – le dijo Jungkook una vez que se sentaron en una de las bancas
acolchonadas – tengo algo para ti – y sin esperar respuesta metió la mano al
bolsillo y sacó una figurita de madera. Taehyung lo miró asombrado y no pudo
evitar abrazar al mayor y sollozar. El rubio se sorprendió – No quería hacerle llorar
su alteza.
- Llámame Taehyung – le pidió el pelinegro sin soltarlo. Jungkook lo apretó más
fuerte sobre su pecho. Taehyung suspiró al sentir de nuevo la calidez y la
sensación de protección que tanto había añorado – Así que realmente existías…
- ¿Cómo? – preguntó el rubio sin entender.

Taehyung no le respondió, solo atinó a alejarse un poco y sacar de uno de sus


bolsillos la figurita de madera que hacía 10 años el mayor le regaló. Jungkook no
lo podía creer.

- La guardaste…
- Todos estos años esperé para verte – le dijo Taehyung con una sonrisa triste -
aunque todos me decían que estaba loco y que en verdad no existías…yo sabía
que sí…que algún día volverías a aparecer... – se quedó callado y volvió a abrazar
a Jungkook -…que vendrías por mí…- agregó bajito.
- Taehyung …- y sin poderlo evitar levantó el rostro del menor y le depositó un
beso. El príncipe no dijo nada, pero lo miró sorprendido – siempre quise venir por
ti…pero no podía…
- Pero ya estás aquí…– y esta vez fue Taehyung quien inició el beso.

Jungkook dejó que el muchacho se trepara encima de él y se sentara a horcajadas


sobre sus piernas. Él lo sujeto e intensificó el beso. Era increíblemente adictivo.
Taehyung abrió la boca y dejó que el rubio metiera la lengua. Si así eran los besos
se sentía orgulloso de nunca haber dejado que nadie lo besara, para que su ángel
fuese el primero. El rubio nunca se había sentido tan caliente con solo besar a
alguien y que esa persona fuese Taehyung lo hacía mucho más excitante. Le lamió
los labios, la barbilla, el cuello y todo lo que tenía al alcance, mientras sus manos
bajaban y comenzaban a masajear esas redondas nalgas.

- Eres tan hermoso Taehyung – le dijo sin poder evitarlo – te deseo tanto – y
volvió a besarlo con ganas. Por un momento se asustó de ir muy rápido con el
chico, pero este correspondió a todos los roces.

El príncipe sintió la dureza del mayor encontrarse con la suya propia y no lo dudó
más. Comenzó a quitar el hermoso traje que cubría a su ángel. Jungkook se
sorprendió un poco, pero se dejó hacer.

- ¿Estás seguro? – le preguntó cuando Taehyung lo dejó sin nada en la parte


superior.
- Nunca había estado más seguro de algo – le respondió mordiéndose un labio
nervioso – yo también te deseo…te he estado esperando tanto…

Jungkook no necesitó nada más y cargó al príncipe hasta los almohadones para
luego depositarlo allí. Le quitó la ropa suavemente, acariciando y lamiendo toda la
piel que iba descubriendo. Taehyung gemía despacito y se arqueaba cada vez que
el rubio le lamía el ombligo o los muslos, pero nunca tocando el miembro
erguido.
El mayor lo dejó totalmente desnudo y se levantó para despojarse de su propia
ropa. Su miembro saltó a la vista, grande y grueso, al ver la hermosa vista de
tener al príncipe totalmente expuesto y con el pecho rojo de la excitación.
Taehyung, por otro lado, se relamió al verlo…era perfecto. Alto, fuerte, pero no
muy musculoso, bronceado…”si tan solo se quitara el antifaz” pensó. Se levantó
un poco para ponerse de rodillas frente a su ángel. Cogió tímidamente el enorme
miembro y pasó la lengüita despacito. Disfrutó sentir el temblor en el cuerpo del
mayor y el suave gemido que lanzó. Lamió de nuevo y se dejó embriagar por los
sonidos y las suaves embestidas que hacía el chico rubio. Era tan excitante sentir
la inexperiencia del príncipe tratar de darle qué placer que sintió que se iba a
correr con solo verlo, por eso lo detuvo suavemente y lo besó para recostarlo de
nuevo y abrirle las piernas. Lamentablemente era consciente que tenía muy poco
tiempo y debía de aprovecharlo.

- No me cansaré de decirte lo hermoso que eres – le dijo antes de descender y


comenzar a lamer con ganas el miembro del menor y luego introducírselo de una
en la boca. Taehyung lanzó un sonoro gemido y se arqueó al sentir esa lengua y
esos labios devorarlo. Las mamadas del rubio eran incomparables (años de
práctica) – pero no tenemos mucho tiempo mi amor…
- Ahhhhh…- gimió al sentir como esa lengua hacía maravillas. No entendió lo que
el mayor le dijo -… ¿poco tiempo?

Jungkook no le respondió y solo descendió más para separar las firmes nalgas
con sus manos e introducir la lengua con ganas. Al principio Taehyung se
sobresaltó al sentir esa intrusión, pero una vez que perdió los nervios su cuerpo
tembló. El príncipe estaba tan excitado que la zona ya estaba húmeda por lo que
solo tuvo que hacer una presión más para que la entrada comenzara a extenderse
y lograr introducir la lengua por completo. Taehyung se empujaba contra esa
deliciosa lengua sin contenerse. El rubio chupó y mordió un poco lo que causó
estremecimientos en el cuerpito del pelinegro. Con unos últimos lengüetazos dejó
el ano del menor lo suficientemente abierto para meter dos dedos y moverlos
como tijeras.

- Ahh…hmmmmm – gemía Taehyung - …me voy a venir…


- Y lo harás amor…- le dijo sacando los dedos y comenzando a introducirse en
ese hermoso cuerpo. Estaba tan estrecho que era obvio que ese niño le estaba
entregando su virginidad. Que hermoso era saber que él también lo había
extrañado y que doloroso no poderle decir quién era – pero lo harás conmigo
dentro.
- Ahhhhhhh – Jungkook le levanto aún más las piernas para hacerse espacio.

Taehyung gritó al sentirse lleno de ese miembro tan grande pero la preparación
anterior lo había dejado lo suficientemente listo para recibirlo sin dolor, solo con
una leve molestia. Jungkook comenzó a embestirlo con suaves estocadas y una
vez que lo sintió cómodo estas se convirtieron en rápidas arremetidas. Y es que el
menor le pedía más duro y más profundo.

- Te amo – le dijo el príncipe abrazándose a su cuello y besándolo con pasión. –


no me importa quien seas…te amo!
- Yo también mi amor…- estaba tan caliente, tan estrecho, tan húmedo – te amo
tanto..- Jungkook le hacía el amor entregando todo su ser en ello.

El sentirse lleno y la mano áspera sobre su miembro hicieron que el príncipe se


corriera primero dejando la mano del rubio manchada con su tibia esencia y este,
al sentirse apretado y tan cerca del clímax, se salió de ese cuerpo y se vino sobre
el vientre del menor (todos sabía que el príncipe era fértil y no era su intención
embarazarlo…por lo menos en ese momento). Ambos suspiraron y se abrazaron.
Jungkook se echó a su lado y dejó que el príncipe se abrazara a él. El momento
era tan perfecto, piel contra piel abrazos y besos, todo parecía irreal. Y en medio
de las caricias las campanadas comenzaron a hacerse escuchar con fuerza.
Jungkook se sobresaltó y empujó suavemente a Taehyung para comenzar a
cambiarse rápidamente.

- ¿Qué sucede amor? – le preguntó el príncipe confuso.


- Me tengo que ir – le dijo con dolor. Casi se le rompe el corazón al ver la carita
asustada y llena de dolor del pelinegro.
- No! ¡No te puedes ir! – le gritó Taehyung tratando de detenerlo, pero este se
vestía con presteza. No había olvidado las reglas del hado y si quería volver a ver
a su príncipe tenía que estar vivo primero.
- Lo siento mi amor, tengo que irme…- le dijo dándole un beso y comenzando a
irse, pero Taehyung se cubrió con uno de los telares y lo sujetó por la cintura.
- Por lo menor dime quién eres para buscarte – le pidió sin poder evitar que las
lágrimas rodasen por sus mejillas. ¡No era justo! Por fin lo había encontrado…
¿por qué tenía que irse? – por favor te lo ruego…aunque sea dime tu nombre…
algo…lo que sea!
- No puedo…no puedo decirte quien soy ahora- le dijo con todo el dolor de su
alma tratando de no girar hacia el menor que estaba destrozado. Lloró por la
impotencia de no poder decirle su nombre. No es que no lo intentara, pero
cuando quería decirlo su lengua se trababa y ningún sonido salía de su boca.
- Pero me dijiste que me amabas! – le gritó – no me puedes hacer esto! ¡No
puedes irte después de regresar a mí!
- Y te amo…pero tengo que irme…- le dijo soltándose - pero voy a regresar a ti.
– Comenzó a bajar las gradas de la pérgola, pero Taehyung no se detenía.
- No podrás! Nunca te dejarán acercarte al palacio…no podrás regresar, esta era
la única oportunidad – lloraba y trataba de sujetarlo, pero el mayor no lo dejaba –
Si te vas me obligarán a casarme con quien sea…por favor…. – lloraba Taehyung.
- Encontraré la forma de regresar…nos volveremos a ver - le gritó mientras se
alejaba. Las doce campanadas ya iban a terminar y tenía que correr sino quería
morir ahí mismo.
- No! – gritaba Taehyung – no me dejes! – trató de correr tras de él pero se
tropezó con la sábanas y cayó de rodillas llorando. Lloró largamente y cuando se
cansó y las lágrimas dejaron de caer se levantó con una convicción y fue a buscar
su ropa – No voy a esperar 10 años de nuevo mi ángel – comenzó a decir y tomó
las dos figuritas de madera para mirarlas con amor – Yo te daré la oportunidad de
regresar – y a paso lento regresó al palacio para irse directo a su habitación a
planear la estrategia para hacer que su rubio regresara.

Yoongi lo siguió y tocó la puerta de su habitación. Lamentablemente por estar


“ocupado” con cierto niño, había perdido de vista a su príncipe durante todo el
baile y ahora había escuchado a los demás guardias comentar que el muchacho
había entrado por una de las puertas traseras con la ropa desarreglada y directo a
su cuarto. El Guardia Real no esperó invitación e ingresó al lugar. Taehyung
estaba echado sobre sus sábanas viendo con cariño dos figuritas de madera.

- Mi príncipe – le dijo acercándose a la cama y arrodillándose ante ella – esto es lo


más extraño que me ha sucedido en mi vida – dijo en susurros.
- ¿Tiene que ver con cierto chico con antifaz? – le preguntó. Yoongi lo miró
asombrado.
- Así es Taehyung – y se acercó para enseñarle la invitación que llevaba en la
mano – mira lo que les dio a mis guardias…lee el nombre del joven – y le señalo
que decía “Un Ángel”. Taehyung lo miró asombrado, pero no dijo nada – te juro
que yo no firme esa invitación…y sin embargo el sello y mi firma son
infalsificables…no lo entiendo – le dijo consternado. Él estaba seguro que no
había firmado nunca esa carta. Ni siquiera había visto al joven, solamente fue
informado que un joven con antifaz se había presentado como “un ángel”.
- Es él…es mi ángel Yoongi! – dijo emocionado – Estuve con él…pero se fue.
- Tuvo el descaro de irse? – preguntó extrañado.
- Tuvo que irse…pero no te preocupes. Ya tengo todo listo para que regrese – y
sonrió con tranquilidad.
- Sólo ten cuidado príncipe, esto es muy raro.
- No es raro Yoongi, es perfecto…

Jungkook llegó a las justas a la carroza y casi llegando a la casa está de desarmó
volviendo a convertirse en una calabaza. El hermoso traje también desapareció y
fue reemplazado por sus viejas y remendadas vestiduras. El sueño se había
acabado por ahora.

***********

Por otro lado Yugyeom salía de entre los arbustos del palacio real con una sonrisa
maligna. Estaba horriblemente feliz de comprobar esa historia que un día
escucho, que el estúpido le contaba a su hermano menor en la cocina, sobre
cierto encuentro del joven con el príncipe hacía 10 años.

"Te odio tanto que podría reconocerte aun con ese antifaz" pensó "Y ni pienses
que te quedarás con el príncipe…ceniciento".
Capítulo 5: Sospechando

Jimin suspiró por cuarta vez esa mañana en su habitación, recordando todo lo
sucedido la noche anterior en el baile.

Había estado muy triste durante todo el recorrido hacia el palacio, acordándose
de su hermano y de cómo le habían arruinado la única oportunidad que tenía de
ver al príncipe. Felizmente ni su padre ni Yugyeom le hicieron caso y pudo
permanecer callado hasta llegar.

Pero todo pensamiento se le esfumó al ver que el Guardia Real era quien estaba
recibiendo a los invitados en la puerta. Sonrojado se acercó junto a su familia y no
pudo evitar estremecerse al ver la sonrisa que Yoongi le dedicaba. No le dijo nada
y entró al gran salón donde su padre se fue a hacer vida social y Yugyeom iba a
buscar al príncipe. Solo, y sin poder evitarlo, buscó con la mirada al castaño, pero
al no encontrarlo pensó que este estaría muy ocupado en la puerta recibiendo a
todos, así que se sentó en una de las mesas más alejadas y casi oculta.

No pasó mucho rato antes de que escuchara como una de las sillas a su lado era
retirada y el apuesto Guardia Real se sentaba a su lado. Jimin lo miró
sonrojándose. Yoongi se acercó y le dedicó una hermosa sonrisa.

- Esta noche estás demasiado hermoso Jimin – le dijo tomando su mano y


dándole un beso – espero que me dejes ser tu guardia personal – el menor casi se
atraganta con su propia saliva, pero se recompuso rápidamente.
- Yoongi … – le dijo bajito. Ambos se miraron y al rato Yoongi estiró su mano
para jugar con el corbatín del traje del rubio acercándose cada vez más.
- Sabes…no he dejado de pensar en ti desde la primera vez que te vi – le dijo
Yoongi. Él siempre había sido de los directos y sabía, por su trabajo, que nunca se
sabe cuando uno se va a morir, por eso prefería ir directo al grano – pero me
gustaría saber si tú…
- También he pensado en ti… – le respondió Jimin sonrojado y agachando su
rostro. Sintió como la mano del mayor tomaba su mentón para levantarle la cara y
obligarlo a que lo mirara. Sin mucha parsimonia se acercó a su rostro y depositó
un casto beso sobre sus labios. El rubio cerró los ojos y se dejó hacer, llenándose
de hermosos sentimientos.
- Me gustas mucho Jimin – le dijo Yoongi sobre sus labios.
- A mí también…me gustas – le dijo Jimin y esta vez fue él en comenzar el beso
que luego fue ganando intensidad al abrir los labios y dejar que el castaño
introduzca su lengua. No pudo evitar dar un respingo al sentir como la mano libre
de Yoongi se dirigía hacia su trasero – Espera… Yoongi …
- Shhhhh – le dijo callándolo con un beso en el que el menor, literalmente, se
derritió. Lo soltó para levantarse y terminar de cerrar la cortina que cubría esa
mesa – escogiste la mejor mesa amor, nadie quería sentarse aquí – le dijo
sentándose y haciendo que Jimin se sentara a horcajadas sobre él.
- Pero…mi familia… - dijo sin mucha convicción estremeciéndose al sentir el duro
miembro de Yoongi rozar bajo la ropa con el suyo.
- Ellos están muy lejos amor – le dijo volviendo a devorar esos labios que lo
estaban volviendo loco.

Jimin aprendía rápido, pese a que era su primer beso, y se dejó invadir por esa
lengua caliente. Una vez más, una mano se deslizó por su espalda y entró por sus
pantalones hacia su trasero. Dio un respingo cuando esa mano estrujó una de sus
nalgas.

- Yoongi …no…- le dijo al sentir un dedo rozar su estrada temblorosa.


- Tu primera vez será inolvidable amor, lo prometo, pero ahora solo quiero
probarte un poco – le dijo levantándole la camisa un poco y acariciando la piel
expuesta – eres más suave de lo que imaginé…eres tan hermoso Jimin – le dijo
besando su cuello. El rubio jadeaba ante cada movimiento del mayor. Bajó las
manos y le abrió un poco el pantalón, lo suficiente para acariciarle el miembro.
- Ahhh – Jimin casi gritó con eso. Felizmente la música ya había comenzado y
nadie lo escucharía – espera… Yoongi …

Yoongi lo acarició un poco más antes de levantarlo y dejarlo apoyado con el pecho
sobre la mesa. Le bajó los pantalones junto a la ropa interior y admiró las
hermosas y cremosas nalgas del menor. Al principio Jimin se asustó, temiéndose
lo peor, pero la hermosa sonrisa de Yoongi lo tranquilizó y se dejó hacer.
El castaño se mordió el labio al ver que una de las nalgas tenía la marca de sus
dedos por la estrujada anterior. Jimin lo miraba con el rostro girado y los ojos
brillantes. Se acercó a él y le acarició el casi erecto miembro hasta conseguir que
esté totalmente duro.

- Solo quiero probarte amor – le repitió agachándose y tomando las manos de


Jimin para que se abriera las nalguitas dejando su estrada expuesta, toda
rosadita. Tragó saliva al ver la imagen tan sensual.
- Yoongi …me da vergüenza – le dijo, pero haciendo lo que el mayor le pedía.
- Tranquilo…- le dijo comenzando a pasar su lengua sobre esa entrada.
- Ahhhhhhhh Yoongi …- gimió el menor temblando al sentir esa nueva sensación
en su cuerpo.

El Guardia Real no le dio tregua y se dedicó a degustar ese delicioso sabor,


chupando y lamiendo con ganas, estaba totalmente sumergido entre esas dos
redondeces, maravillándose por su estrechez. Con una mano lo sujetó, ya que el
menor había empezado a empujarse inconscientemente hacia su lengua, y con la
otra lo masturbó.

- Yoongi …ya no…es demasiado…ahhhh – le pedía el rubio.


- Un poco más…
- Ya… Yoongi …me vengo!!! – gritó. Yoongi sintió como esa entrada se contraía
en su lengua y su mano se llenaba de caliente y espeso líquido blanco. Se alejó un
poco, pero siguió lamiendo despacito, admirado en como el ano totalmente
sonrosado temblaba con cada lamida. Al levantarse vio a su amado Jimin
totalmente rojo y sudoroso desparramado sobre la mesa.

Con cuidado lo ayudó a levantarse y arreglarse y lo besó como si no hubiera


mañana. Jimin le rodeó el cuello con sus bracitos y continuó el beso.

- Me gustas tanto Jimin – le dijo Yoongi entre besos.


- Yoongi...- dijo acercándose su mano al miembro del mayor para acariciarlo.
Quería devolverle todas las sensaciones que le había hecho sentir.
- Así que aquí estabas – le dijo una voz burlona. Jimin se sobresaltó alejándose de
Yoongi, pero este lo sujetó con cariño mientras miraba con odio al que los había
interrumpido – Padre está en el carruaje, nos vamos – le dijo Yugyeom. Jimin lo
miró sin saber que hacer, no quería alejarse de Yoongi. Este último sabía que lo
mejor sería no enfadar a Yugyeom.
- Los acompaño – dijo tomando de la mano al rubio y dirigiéndose a los carruajes.
Yugyeom solo lo miró burlón viendo las manos entrelazadas, pero no dijo nada.
Al llegar, y antes de dejarlo subir al carruaje, Yoongi lo abrazó – No te preocupes
amor, mañana en la mañana iré a tu casa a hablar con tu familia.
- Yoongi …- Jimin lo miró asombrado.
- Ya estás en la edad para casarte no? Y yo no tengo dudas de que eres la persona
con la quiero pasar mi vida – le dijo dándole un casto beso. El rubio no lo podía
creer, era la noticia más fantástica que le habían dado.
- Pero padre no me dejará ir – le dijo el menor.
- Cielo…tu padre ya había dado el anuncio de que cualquier hombre de buena
posición podía tomar tu mano – le dijo con tristeza. Por eso había buscado como
loco a Jimin. Había muchos viejos ricos que ya le había echado el ojo al menor.
- ¿Ya me había ofrecido? – preguntó asombrado. Luego lo miró preocupado -
¿pero me dejarán estar contigo?
- Claro…nadie rechaza al Guardia Real del Palacio – le dijo engreído. Jimin sonrió
y se abrazó a él.
- Ya vámonos! – le gritó Yugyeom. Jimin, sin dejar de sonreír, se despidió de su
amado Yoongi y se fue con su familia.
- Así que el Guardia Real…el mocoso se lo tenía bien guardado no? – le preguntó
Yugyeom a su padre.
- ¿Está bien…nos conviene tener al Guardia Real de nuestro lado – respondió Mark
– y llegaste a ver al príncipe, mi cielo?
- Claro papá…tú no te preocupes – respondió malicioso.

Jimin no respondió ni dijo nada ante los molestos comentarios que le dirigieron
todo el camino. Y hasta hora, ya de mañana, seguía sonriendo como un tonto.
Cuando le dijeron que estaba en edad de casarse se asustó, pensando que su
padre lo comprometería con cualquier viejo rico, pero la suerte le había sonreído y
no podía dejar de estar feliz.

Aún emocionado se acordó de su hermano Jungkook y fue a buscarlo.

Mientras tanto, muy temprano en palacio, Yoongi miraba al Príncipe Taehyung con
duda, pero este le devolvía la mirada con orgullo.
- Acaso no es la mejor idea que he tenido? – le preguntó Taehyung a su guardia.
- Pues…- no supo que responderle.
- Es lo mejor! ¡Así no habrá dudas y él podrá venir! – le dijo el príncipe animado.
- No tomará mucho tiempo? – le preguntó el guardia dudando.
- Para nada, lanza la noticia hoy mismo y por la tarde pasa casa por casa.
- ¿Casa por casa de nuevo? – le preguntó molesto.
- Claro, pero ya no irás a la casa donde solo tengan hijas mujeres, sino donde
sean varones…tu ya lo sabes, la otra vez conociste a todos – le dijo.
- Ya…son la mitad de las casas, ¿¿pero…otra vez?? ¡¡¡¿¿¿Casa por casa???!!!
- ¿Ves? Te dije que era un vago – sentenció el rey a su marido mientras entraban a
la estancia. Jin le dio un golpecito en la cabeza – auch! Oye no te lo tomes a pecho
– le dijo enfurruñado.
- Nadie aquí es vago mi amor – Seokjin miró a su hijo preocupado - ¿Estás seguro
mi vida? – le preguntó una vez más.
- Que sí papá! ¡Ya está decidido! – le dijo acercándose y dejándose abrazar – será
la última vez, lo prometo – les dijo.
- La última vez Taehyung, no podemos estar usando los fondos para estos
caprichos – le dijo el Rey.
- No son caprichos padres! ¡Es el amor de mi vida! – le gritó.
- No le grites a tu padre Taehyung – le dijo Seojin – y tiene razón, los fondos son
para usarse en las causas comunes.
- Esto es una causa común!!
- ¿Y en qué forma? – preguntó Yoongi.
- Todos quieren verme feliz no? Eso es una causa común – dijo el muchacho. El
Rey bufó por lo bajo y se sentó en su trono.
- La última vez Taehyung – le dijo su padre – si esto no funciona, te casarás con
quien yo decida – le dijo.
- Trato hecho – le respondió su hijo totalmente seguro de su plan. – Vamos
Yoongi! Tienes mucho trabajo que hacer.
- Para variar…- dijo enfurruñado saliendo junto al príncipe.
- Ves que sí es un vago? – le preguntó a su esposo. Jin lo miró mal y le volvió a
dar un golpecito en la cabeza.

Ese mismo día un cartel enorme se dejó ver en el pueblo. “El Príncipe Taehyung ha
decido que se casará con el muchacho que le talle la figura de madera más
hermosa. Todos los estilos y técnicas son aceptados. Se recogerán casa por casa
en la tarde”.

Todos comenzaron a murmurar sobre que significaría eso. Muchos decían que era
porque los talladores de madera tenían “madera” para rey, otros decían que era
porque al príncipe le gustaban los carpinteros y las muchachas lloraban por no
poder ser elegidas. De igual manera todos quisieron participar e inmediatamente
prepararon todo para ser elegidos como esposo del príncipe. Aunque también se
había corrido el rumor del misterioso muchacho con quien el príncipe se había
desaparecido la mitad de la noche. Todos se rumoreaban que ese era a quien el
príncipe estaba buscando.

Yoongi estaba enojado por tener que perder tiempo en ese estúpido concurso y
no ir a la casa de su amado Jimin de inmediato. Solo había podido enviarle una
carta diciéndole que el príncipe estaba como loco y que lo había mandado a ir
casa por casa por una tontería, pero que por la tarde pasaría por su casa.
Felizmente varios otros guardias tuvieron que pasar la tortura de ir otra vez casa
por casa a visitar a los jóvenes. Yoongi creía que ya se los conocía a todos.

El castaño tuvo que aguantar ver cada figura hermosa o fea que le presentaran,
pero él tenía una de las figuritas que le había dado Taehyung para que comparara,
y hasta ahora nada se le había parecido. Incluso alguien le había hecho una figura
a escala del mismísimo príncipe Taehyung, lo cual le había asombrado. A decir,
muy en el fondo, disfrutó de ese día. En su pueblo había mucho talento para el
tallado.

Ya al terminar la tarde llego por fin a la casa de su pequeño, y tocó la puerta


entusiasmado. Pero toda ilusión se le fue al caño cuando fue Yugyeom quien le
abrió la puerta.

- Que agradable verlo Guardia Real…o deberé llamarlo ¿cuñado? – le pregunto


odiosamente. Yoongi apretó los dientes, pero no dijo nada - ¿Viene por Jimin?
- Así es…pero también vengo a preguntar si ustedes tienen alguna figura de
madera que desee presentar al concurso – dijo solo por cumplir.
- Claro! – esto sorprendió al guardia, definitivamente no esperó eso. Y se quedó
sin palabras cuando Yugyeom sacó de su bolsillo 4 figuritas de madera idénticas a
la que él tenía en su propio bolsillo. Yugyeom se dio cuenta de la cara de sorpresa
del Guardia Real y añadió – Yo se las tallo para mi hermano Jimin, ¿le gustan? –
esto también sacó de esquemas al castaño, porque Taehyung le había dado varias
pautas…y una de ellas era que el joven le tallaba las figuras a su hermano menor.
- Yo… ¿en verdad? – preguntó sin poder creérselo. ¿En verdad era Yugyeom el
famoso “ángel” su príncipe Taehyung? ¿Acaso el príncipe podía tener tan mal
gusto? ¿Eso significaba que Yugyeom se convertiría en Rey????? ¡¡¡¡No podía ser!!!!
¡Era increíblemente horrible!
- Claro, y tengo muchas más ¿desea verlas? – dijo abriendo la puerta para que el
guardia entrara. Yoongi lo miraba sorprendido y asintió. Tenía que ver las
pruebas.

Entraron a la casa y Yugyeom se acercó un pequeño arcón donde tenía diversas


figuritas y maderas, algunas a medio hacer. Yoongi no encontraba palabras para
describir lo que sentía. Odiaba no poder encontrar la mentira en Yugyeom, pero
odiaba más tener que entregárselo a su querido príncipe. ¿De verdad Taehyung se
había enamorado de Yugyeom?

- Y que me dice, ¿Gané el concurso? – preguntó con esa sonrisa odiosa. Yoongi se
mordió la lengua para no insultarlo y solo asintió - Estoy seguro que al Príncipe
Taehyung le traerán muchos recuerdos – agregó. Yoongi lo miró con más odio.
- Así es…- dijo con todo el dolor de su alma – Te llevaremos a palacio a ver al
príncipe – dijo con asco.
- Por supuesto. Justo tallé esta especialmente para él – dijo enseñándole una
figurilla que era la réplica exacta, y más bonita, que la que el príncipe tenía desde
hacía más de 10 años. Yoongi no pudo aguantar más y salió de allí indicando que
escoltaran a Yugyeom.
- ¿Dónde está Jimin? – preguntó.
- En la biblioteca, fue allí con su hermano – dijo alejándose junto a los demás
guardias que lo escoltaron hasta el palacio.

Yoongi los siguió hasta un punto y luego cabalgó unos minutos hasta la
biblioteca. Había muchos jóvenes, pero no encontró a su niño.
- Disculpe, señor, ha visto a un joven rubio de ojos verdes...le gustan los libros de
cocina – le preguntó al encargado.
- ¿A Jimin? – le preguntó este.
- Sí! Me dijeron que estaba aquí.
- Jimin no ha venido desde hace varios días, ni él ni su hermano – Yoongi se
asustó y salió corriendo hacia su caballo. Eso le olía muy mal. Preguntó a la demás
persona del pueblo, pero nadie había visto a los muchachos desde el día anterior
al baile. Yoongi se tensó… ¿Qué estaba sucediendo allí?

Capítulo 6: Atrapados

Yugyeom sonrió maliciosamente mientras veía como a cada galope se acercaba


más al palacio. Todo estaba saliendo como lo planearon su padre y él, más bien,
Mark ya debería estar con los de la alta sociedad vendiendo favores para cuando
se volviera rey. Todo era perfecto, pero no pudo evitar recordar todo lo que tuvo
que hacer para llegar a ese punto.

******Flash Back******

Yugyeom no podía dejar de sonreír cuando llegó a casa esa mañana. Había
pasado toda la noche deshaciéndose en planes para llegar hasta el príncipe con la
información que poseía, pero sin esperarlo, había sido el mismo príncipe quien le
había servido el camino en una bandeja de plata. Ese estúpido concurso era su
llave al éxito, pero tenía que evitar que el ceniciento y el inútil de su hermano
fueran al pueblo o se enterasen de la noticia.

- Conozco esa mirada, mi cielo, ¿qué están planeando? – le preguntó su padre


cuando lo vio llegar.

- Papá, tu confías en mí ¿verdad? – le preguntó.

- Por supuesto – le respondió mirándolo curioso.

- Si te digo que tengo la manera en convertirme en el próximo rey, ¿me creerías? –


le preguntó sonriendo.
- Tú siempre has sido muy inteligente Yugyeom, no jugarías con algo así…
¿necesitas ayuda?

- Necesito deshacerme del ceniciento y de Jimin – soltó mirando fijamente a su


padre.

- Sabes que el idiota no puede morir…no por ahora …- por más que confiara en
Yugyeom, era consciente que el testamento era claro al respecto. No era
conveniente deshacerse del ceniciento en esos momentos.

- Por lo menos necesito que no se inmiscuya en el asunto – le dijo Yugyeom - yo


me encargaré de Jimin …pero tú deshazte del ceniciento.

- ¿Tienes un plan? – le preguntó su padre.

- Siempre tengo un plan – le sonrió presuntuoso.

A Yugyeom no le fue difícil deshacerse de Jimin, que era tan ingenuo. El menor se
encontraba tan sumido en sus pensamientos que apenas fue consiente del golpe
que lo dejó inconsciente. Su última mirada fue ver a su hermano y su papá
mirándolo con asco antes de desmayarse. No supo cuando fue levantado y
encerrado en el granero. Yugyeom sonrió maliciosamente. Ya después se harían
cargo de él.

Deshacerse de Jungkook fue más difícil. Primero Yugyeom fue a la habitación de


Jungkook para subyugarlo un poco. Sabía que el rubio era bastante fuerte y no
podía simplemente golpearlo como con su hermano. Le hizo mamársela con
fuerza y mientras lo hacía recorrió la habitación con la mirada hasta posarla sobre
la mesita donde se notaba que el ojiverde había estado trabajando toda la noche
en varias figuritas de madera. Cuando se corrió, se subió los pantalones y miró
con asco al rubio.

- Sabes, comienzas a aburrirme ceniciento – le dijo con odio – creo que lo mejor
será pedírselo a Jimin – soltó.
- No te atreverías – siseó Jungkook con el ceño fruncido.

- ¿Y eso como lo sabes? ¿Quieres probarme? – preguntó.

- ¿O quizás debería probarlo yo? – preguntó Mark entrado a la habitación.


Jungkook lo miró asombrado ya que él nunca había insinuado algo así. El shock
fue tanto que se quedó sin palabras.

- O tal vez mis amigos deberían probarlo – dijo Yugyeom mientras 5 matones
entraban también.

Jungkook se vio acorralado y quiso luchar, pero, aunque al principio se supo


defender bien, eran demasiados y no tardaron en reducirlo y golpearlo hasta que
no se pudo levantar.

- Y vete despidiéndote de tu príncipe, ceniciento – dijo Yugyeom empujando con


su pie el rostro ensangrentado de Jungkook.

- No le hagas daño – pidió el rubio con mucho esfuerzo, temiendo por su amado
príncipe. No quería ni imaginar lo que Yugyeom sería capaz de hacerle.

- Muy tarde “hermanito” – dijo sonriendo con placer. Un golpe particularmente


fuerte hizo que la cabeza comenzara a sangrar, pero a nadie le importó, el dolor
lo hizo desmayarse y su último pensamiento fue dedicado a su pequeño de ojos
azules. “Taehyung …” pensó antes de perder la conciencia.

Mark lo miró con asco y ordenó que también lo llevaran al granero. Era imposible
abrir desde adentro si encadenaban las puertas, así que no habría ningún
problema. Ya luego enviaría a los sicarios a deshacerse de sus hermanos y
desaparecer los cuerpos. Todo había salido al pie de la letra.

Cuando Mark se fue a sus reuniones sociales, Yugyeom cogió las figuritas de
madera y se sentó a esperar a que fueran a buscarlo. Todo era perfecto y tan fácil
que parecía mentira.
**** Fin del Flashback******

Jimin abrió los ojos pese al fuerte dolor que sentía en la cabeza. Con mucho
cuidado fue enfocando la vista hasta ser consiente que se encontraba en el
granero, pero la figura inconsciente de su hermano fue lo que terminó de
despertarlo.

- Jungkook?! – gritó moviéndolo un poco, pero este no despertaba – hermano!


¡Despierta! Jungkook no me dejes! – gritaba desesperado – Noooo! – soltó al ver la
sangre seca en su cabello rubio. Jungkook respiraba muy despacio, pero no
parecía querer despertar.

El menor se levantó llorando y corrió hacia la puerta del granero. Necesitaba


buscar ayuda urgente pero la puerta no cedía. Comenzó a gritar con todas sus
fuerzas mientras golpeaba la madera, pero no había forma de abrirla. El granero
estaba hecho para que nadie entrara, pero también para que nadie saliera.
Desesperado regresó donde Jungkook y se echó a llorar a su lado. Estaba
perdiendo todas las esperanzas.

Yoongi llegó a la casa de su amado Jimin sin perder tiempo y apenas bajó del
caballo no dudó en forzar la puerta hasta lograr entrar. Golpeó con fuerza e
incluso utilizó su espada para romper la cerradura.

- Jimin! – gritó – Jimin! – pero nadie respondía.

Asustado recorrió cada habitación de la casa, pero todo estaba vacío. Volvió a
salir y pasó las manos por su rostro y cabello tratando de aguantar las lágrimas
por la angustia. Respiró y se pidió a sí mismo recuperar la calma. ¡Él era el
Guardia Real del castillo! ¡No podía perder los estribos! Necesitaba pensar y
rápido. Salió completamente de la casa y comenzó a dar vueltas alrededor de la
finca hasta que un grito ahogado lo hizo parar.

- Jimin!!! – gritó con todas sus fuerzas mientras corría hacia la suave voz. -
¿Dónde estás?!!!
El menor levantó el mostró y corrió al escuchar el llamado de su nombre. Se
escuchaba bajito por encontrarse en el hermético granero, pero allí estaba, la voz
que lo llamaba, y no cabía duda que era su amado Yoongi. Las esperanzas habían
regresado y no perdió tiempo en correr y seguir golpeando los portones.

- Yoongi!! ¡¡¡Aquí!!! – gritó mientras golpeaba el portón. Un golpe en respuesta lo


hizo sonreír por primera vez. – Yoongi!

- Amor! – gritó el soldado a través de la puerta – voy a romper la cerradura,


aléjate.

Y retrocediendo unos pasos escuchó el estruendoso ruido metálico de la espada


de Yoongi chocando contra el gran candado del granero. La puerta se abrió y
castaño entró como un torbellino a abrazar a Jimin quien no dejaba de llorar. Su
pequeño amor estaba muy golpeado y un hilillo de sangre seca corría por su
rostro. Las manos del menor estaban muy rasguñadas por el esfuerzo.

- Ayuda a Jungkook! – le pidió. El soldado le dio un beso y corrió a ayudar al rubio


mayor. El joven estaba tirado en el piso y se veía muy mal. Manteniendo la calma
lo cargó con suavidad y condujo a los hermanos hacia la casa.

- Dime quien fue Jimin, dímelo para matarlo – decía Yoongi con una voz llena de
odio. Depositó suavemente a Jungkook sobre el sofá y comenzó a revisar la
herida. Esta no era muy profunda pero igual no debían moverlo mucho. El
muchacho realmente se ve malherido.

- Mark y Yugyeom – dijo Jimin sin querer decir “mi papá y mi hermano”. A partir
de ese día nunca más los consideraría su familia. Miró con tristeza a su hermano y
con trapo húmero comenzó a limpiar la sangre.

- Los voy a matar – dijo Yoongi mirando como su pequeño ángel derramaba
lágrimas en silencio. Jimin no le respondió, pero lo miró con dolor y no pudo más
que sollozar sobre su fuerte pecho.
- Tengo tanto miedo… - dijo con la voz ahogada – no quiero que Jungkook se
muera...

- Tonto…- dijo una voz adormecida. Yoongi y Jimin se separaron y vieron como
Jungkook abría lentamente los ojos y le dedicaba una sonrisa cansada a su
hermano menor – se necesita más…para…matarme…auch! – soltó sujetándose la
cabeza.

- Jungkook! – gritó el pequeño abrazando a su hermano.

- Auch! No tan fuerte – dijo el rubio, pero se puso serio y miró a Yoongi –
Yugyeom va por Taehyung – soltó. Yoongi apretó la espada y se levantó. – llévame
con él. – El pelinegro lo miró con duda, pero Jungkook ya se estaba levantando
con dificultad.

- Hermano! Pero estás muy mal – le dijo el menor preocupado.

- Por favor…- le dijo Jungkook al Guardia Real -…por favor…

- No te preocupes! – Solo ver la angustia y el amor en los ojos de Jungkook lo


hizo decidirse. – Realmente lo amas? – le preguntó a Jungkook.

- Por más de 10 años – le respondió. Ya no había duda que todo ese tiempo su
querido príncipe siempre fue correspondido.

- Vamos! - Se agachó y le dio un beso a Jimin quien se sonrojó, pero le


correspondió – te amo – le dijo sin miedo. El pequeño se sonrojó y lo abrazó. Le
susurró un “yo también” al oído lo que hizo sonreír al mayor.

Ahora debían ir a proteger al príncipe.

Mientras tanto en el palacio, un enamorado Taehyung tiene todo listo para recibir
a su amado ángel, pero quien entra por la puerta de su habitación es Yugyeom.

- ¿Quién eres tú? – pregunta asustado. Ese hombre le pone los pelos de punta y el
corazón comienza a latirle por el miedo. Un muy mal presentimiento se apodera
de él.

- ¿Qué ya no me reconoces? – le responde arrojándole la figurita de madera a sus


pies – Soy tu ángel – le sonríe maliciosamente.

Taehyung está paralizado del miedo y cuando reacciona ya es tarde, ese hombre
lo aprieta y luego lo tira sobre la cama. Intenta gritar, pero una mano aprieta su
boca y llora cuando siente como sus pantalones son bajados. Solo llora rogando a
todos los dioses que alguien lo ayude.

Capítulo 7: El final

Los guardias del palacio real no se esperaron ver llegar a galope desesperado a su
superior y menos aún junto a un maltrecho pero hermoso joven a su espalda.
Yoongi sentía su corazón desbordando de la angustia, y por latidos que sentía
detrás de él, sabía que Jungkook debía estar en la misma o peor condición que él.
¿Porque diablos no confió en su instinto? Todo su ser le gritaba que ese hombre,
Yugyeom, jamás podría ser el amado de su pequeño príncipe. ¿Cómo pudo dejarlo
acercarse a él? Jungkook por el contrario era completamente distinto. Se veía la
fuerza de un hombre que había sufrido y que estaba dispuesto a todo por la
persona que ama. “Un futuro buen Rey” pensó. Sí, Taehyung había elegido bien.

Jungkook no había tenido tiempo de siquiera limpiarse la sangre del rostro. Hasta
el dolor de las costillas rotas se disipaba con el solo pensamiento de que su
amado Taehyung estuviera en peligro. La adrenalina le corría por las venas y no
tenía otro pensamiento de destruir a Yugyeom con sus propias manos.

Al llegar ambos al palacio fuera rápidamente recibidos por todos los guardias.

- ¿Dónde está el príncipe? - preguntó Yoongi desesperado.

- El joven Taehyung está en la sala de las rosas con su prometido. Había pedido
que apenas llegara nadie lo molestara - respondieron estos comenzando a
preocuparse.
- Ese desgraciado es un impostor! - gritó Jungkook sin contenerse. Todos los
miraron sorprendidos, pero con solo ver la furia en sus ojos verdes no dudaron en
salir corriendo hacia la sala donde el príncipe se encontraba con un criminal.

Mientras tanto en la sala de las rosas el príncipe Taehyung tenía su propia lucha.
Yugyeom lo tenía apresado de las manos y lo había amarrado al mullido sillón con
una correa. Había sido despojado de sus pantalones, pero trataba de mantener las
piernas cerradas con todas sus fuerzas.

- Eres muy bonito sabes. Definitivamente será todo un placer enterrarme en ese
cuerpito tuyo - le dijo Yugyeom logrando separar sus piernas.

- Nooooo! - logró gritar Taehyung - Suéltame! ¡No me toques! ¡Eres asqueroso! -


le comenzó a decir el niño.

- ¿Esa es manera de hablarle al futuro rey? ¡Ahora cállate y déjame poseerte!


Déjame…- pero no logró terminar la frase. Taehyung sintió como el peso del
hombre era retirado súbitamente y asustado vio como los demás guardias
comenzaban a entrar. A penas fue consciente cuando Yoongi lo cubrió con su
capa y comenzaba a quitarle las correas.

- Yoongi … ¿qué está pasando? - logró preguntar. Se sentía como en otra


dimensión, no sabía que era real y que no. Todo estaba sucediendo muy rápido.
Comenzaba a perderse en sus pensamiento cuando la voz de uno de los guardias
lo trajo de regreso.

- Lo va a matar! - dijo alguien.

- Creo que ya lo mató… ¿qué hacemos? - preguntó otro.

- ¿Cómo puede ser tan fuerte? - soltó otro.

Taehyung siguió con la mirada al lugar donde todos los demás miraban y se
sorprendió al ver a un maltrecho, pero no menos hermoso, muchacho rubio moler
a golpes a su agresor. El joven no parecía decaer mientras golpeaba con furia el
rostro del otro hombre. Sus manos ya se encontraban llenas de sangre, pero los
golpes seguían cayendo, rompiendo la nariz y dislocando la mandíbula del otro.

- Eres una escoria! ¡No volverás a abusar de nadie! - le gritaba entre golpe y
golpe. - Esto es por mí! - le dijo volviendo a golpear - esto es por Jimin! - le dijo
golpeándolo por el otro lado - y esto es por Taehyung …- dijo apretando el cuello
de Yugyeom con furia. Cuando Jungkook había visto lo que Yugyeom estaba a
punto de hacer con su príncipe había perdido toda humanidad, y ahora estaba
ahí, desfogando toda el enojo y la frustración de años y años de abuso. Ya no le
importaba nada.

Los guardias eran conscientes de lo que Jungkook iba a cometer, pero ninguno se
atrevía a acercase. La escena era demasiado irreal y algunos comenzaron a mirar a
Yoongi para decidir sobre qué acción tomar al respecto.

- Jungkook. Detente… - comenzó a decir Yoongi tratando de acercarse, pero fue


detenido por Taehyung, quien se sujetó mejor la capa y comenzó a acercarse el
enfurecido muchacho rubio. El príncipe miraba hipnotizado al joven y el corazón
le latía por motivos completamente distintos al miedo.

Mientras el rubio seguía apretando más el cuello de su agresor, Taehyung colocó


una mano sobre su hombro, lo que hizo que Jungkook se paralizara
completamente.

- No lo hagas - le pidió el príncipe apretado su agarre. Jungkook fue poco a poco


soltando el cuello del hombre herido. Yugyeom apenas respiraba, pero no estaba
muerto. La presencia de Taehyung lo calmaba, pero estaba demasiado
avergonzado como para levantar la mirada.

- Lo siento…- alcanzó a murmurar el rubio. Pronto las lágrimas lo invadieron y un


caudal de emociones lo empezaron a embargar - Lo siento tanto… - soltó
llorando. Se sentía tan pequeño, como cuando era niño y lloró sobre la tumba de
su padre.
- Mírame…- le exigió el pelinegro. Ya todos sus sentidos se lo decían, pero
necesitaba verlo a los ojos para realmente saberlo. - Mírame… Jungkook - le dijo
recordando el nombre por el cual su guardia real lo había llamado - por favor…

Escuchar su nombre hizo que Jungkook dejara de llorar y poco a poco levantó el
rostro hacia el menor. Tenía miedo de finalmente no ser correspondido por su
amado príncipe. ¿Qué era él más que el pobre empleado de una casa? No tenía
absolutamente nada que ofrecerle. ¿Lo seguiría amando cuando lo viese así, lleno
de sangre y a punto de matar a alguien?

Taehyung se inundó de esos ojos verdes y extendió la mano para ayudar a


Jungkook a ponerse de pie. Dejándose llevar levantó su mano derecha para
acariciar ese hermoso rostro. Y con solo tocarlo supo que su corazón no lo
engañaba. El amor, la protección y la calidez lo invadieron desde la mano hacia
todo el cuerpo. Todo malo que había pasado antes estaba desapareciendo para
dejarlos a los dos absortos uno del otro. Era como despertar en el paraíso
después de un mal sueño. Jungkook por su lado bebió la imagen del menor, cada
pedacito de su rostro…sus ojos, su pequeña nariz…todo era perfecto. Lo bebió
todo como un sediento que no sabe cuándo volverá a beber.

Ninguno notó que el cuerpo casi destruido de Yugyeom había sido retirado del
lugar y los habían dejado solos. Era tanta la adoración entre ellos dos que el
mismo Yoongi había dado la orden de darles más privacidad y solo dejó un
guardia junto a la puerta.

- Mi ángel…- le susurró el menor - ya no te puedes ir de mi lado.

- Taehyung …pero yo…- le dijo Jungkook avergonzado y volviendo a bajar la


mirada. Alzó una de sus manos y sujetó la pequeña mano del príncipe junto a su
rostro. Era tan suave. Nunca se había sentido tan pequeño como en ese momento
- no tengo nada para darte. Ni siquiera me llevaron a la escuela, ni a las clases de
modales que todos llevan. No hay nada en mí que pueda ser de utilidad…y no
quiero avergonzarte - termino diciendo. Tantos años de humillación continuar
habían calado hondo en el corazón de Jungkook. Pero Jimin estaba
completamente decidido.
- ¿Me amas Jungkook? ¿Me amas con la misma intensidad con la que yo te amo a
ti? - Jimin ya había caído presa de aquel muchacho. No solo era hermoso, era
fuerte y humilde. Y en sus manos podía sentir la dura vida que ese chico había
llevado hasta ahora. ¡Había luchado con fuerza aun encontrándose herido y joder!
lo había buscado después de 10 años! ¡Lo había recordado!

Nunca dejé de amarte…desde el primer momento en que vi hace 10 años - le


respondió Jungkook mirándolo a los ojos.

- Entonces no necesito nada más - le respondió el menor colgándose de su cuello


y acercándolo a su rostro - ahora…solo bésame…- le pidió. Jungkook no perdió
tiempo y aunque estaba algo adolorido no dudo en alzarlo y besarlo con ansias.
Lo disfrutó y saboreó como nunca antes lo había hecho. Ese momento, pese a ser
más inocente, era incluso más intenso de lo que vivieron durante el baile.

- Te amo... mi príncipe - le susurró el rubio sobre sus labios.

- Y yo a ti…mi futuro rey - le respondió.

***********************************************************************************

Jimin esperaba con emoción la llegada de algún guardia que lo llevaba a palacio.
Había juntado en una pequeña maleta las pocas pertenencias que su hermano y él
poseían. Mark jamás le había comprado muchas cosas, incluso todos los juguetes
con los que jugó alguna vez fueron los que hermano tallaba para él.

- Jimin? ¿Qué diablos haces tú aquí?! - gritó Mark al entrar a la casa. Vio a su
menor hijo con una pequeña maleta y supo que lo peor había sucedido. Se acercó
a cogerlo del brazo y comenzó a zarandearlo con fuerza. Solo le quedaba matarlo
para reclamar la herencia.

-Noo! ¡Suéltame! - le gritaba el menor. Teniendo el cuerpo tan delgado, Jimin no


podía competir con la fuerza de su padre.
- Cállate mocoso! ¡Solo tengo que deshacerme de ti y podré cobrar la herencia!
¿Sabes lo que tuve que esperar todos estos años? ¡Maldito testamento! No podía
ni deshacerme de tu hermano hasta que cumpliera los 20 años sino el dinero
dejaría de caer. ¿Puedes creer que tu inmundo padre le dejó toda la herencia
dividida entre tú y él? Pero todo se acabó…cuando me deshaga de ti cobraré la
mitad del dinero y me largaré de acá - le gritó.

- Sobre mi cadáver! - le dijo Yoongi tras de él. El guardia decidió ir el mismo por
su pequeño amor, pero cuando vio y escuchó todo lo que su padre decía no lo
pensó dos veces antes de colocar la espada en su cuello - haga un solo
movimiento y no dudaré en decapitarlo, y no me importa hacerlo en frente de tu
hijo.

- Él no es mi padre - susurró Jimin mientras se alejaba del hombre y se refugiaba


tras Yoongi. Las palabras estaban cargadas con tanto odio que el mismo Mark se
sorprendió de escucharlo.

Tres soldados más entraron por la puerta y capturaron al mayor.

- ¿Cómo está el príncipe? - preguntó Jimin mientras cabalgaban juntos hacia el


palacio. Se sentía seguro y confortado abrazando a Yoongi.

- Ellos ya están juntos, y tú y yo empezaremos nuestra propia historia - le dijo


sujetando las riendas con una mano y con la otra acariciando la pequeña mano
que le envolvía la cintura desde atrás.

- Con un final feliz? - preguntó Jimin divertido.

- Con el mejor de los finales.

***********************************************************************************

Yugyeom no murió, pero fue encerrado de por vida en las mazmorras donde los
propios prisioneros se encargaron de darle su merecido. Cuando un soldado bajó
para revisar las instalaciones ni siquiera pudo reconocer el cuerpo destrozado que
encontraron, simplemente lo tiraron al río como con todos los cuerpos
desconocidos. Mientras que su padre, Mark, fue vendido, junto a los prisioneros
que ni siquiera el reino quería albergar, a unos mercaderes donde fue denigrado a
esclavo en un reino lejano. Pasó el resto de su vida como un simple sirviente y
limpiando chimeneas. Irónicamente recibió el mismo apodo que alguna vez su
hijo le puso a su hijastro.

Yoongi no quiso esperar más y le pidió la mano de Jimin en matrimonio a


Jungkook mientras este seguía recuperándose de sus heridas. Jungkook lo acusó
de pederasta, pedófilo y pervertidor de menores y que no lo iba a dejar poner una
mano sobre su hermanito. Yoongi lo calló cuando le dijo que Jimin y Taehyung
tenían exactamente la misma edad.

Jimin, avergonzado, aceptó que Jungkook le entregará el 100% de la herencia de


su padre para colocar una bonita pastelería en el pueblo donde el pequeño siguió
mejorando con sus galletas y se hizo un buen renombre ahí. Pese a lo bonito que
era nadie se atrevió nunca a siquiera decirle un piropo por temor a que el recién
nombrado jefe de la Ejército Real lo atacara.

Taehyung no dejó que Jungkook se separa de él en ningún momento. Ni Seokjin


ni el mismo Rey pudieron quitarle el capricho de tener encerrado a su amado
ángel en su habitación para que se recuperara. Ambos reyes quedaron encantados
con el prometido de su hijo, especialmente el Rey quien al escuchar toda la
historia de la vida de Jungkook quedó conmovido ya que él mismo sufrió cosas
parecidas cuando aún era el hijo de un humilde herrero en el pueblo. Seokjin
descubrió que Jungkook no era un simple chico ignorante como él mismo se
consideraba, sino que las “clases” que había recibido en aquella biblioteca eran
muy valiosas. Jungkook había conocido, sin saberlo, a muchos pensadores,
filósofos y estrategas muy famosos, y ellos habían compartido con él
conocimientos de un valor que posiblemente ni el hijo de un adinerado podía
haber tenido con mayores recursos. Jungkook era bastante parecido a su propio
esposo, incluso en los pequeños detalles cómo meterse de vez en cuando con
Yoongi. Su hijo había hecho una muy buena elección.

Jungkook dejó que Taehyung cumpliera todos sus caprichos y poco a poco se fue
acostumbrando a la vida en el palacio, pero nunca dejó de seguir visitando el
pueblo y ayudar en todo lo que podía. Incluso le gustaba llevar al príncipe a pasar
y disfrutar lo que el hermoso reino tenía por ofrecerle. Cuando Taehyung quedó
embarazado a los 16 tuvo que aguantar todas las burlas de Yoongi por haber
“pervertido” al príncipe. Finalmente, la boda fue hermosa y humilde. Fue
verdaderamente el final feliz que todos se merecían.

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