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Bajos de Haina, altos niveles

de contaminación en el aire,
suelo y especialmente el
agua

noviembre 2018
En el año 2007, un estudio del Instituto Blacksmith coloca el municipio
de Haina, provincia San Cristóbal, en el puesto número tres entre las diez
ciudades más peligrosas del mundo, por los altos niveles de contaminación en
el aire, suelo y especialmente el agua por la polución industrial.

En el proyecto creado hace 24 años por ex el presidente Joaquín Balaguer,


Río Haina es el punto de partida del Cinturón Verde de la Ciudad de Santo
Domingo.

Este afluente nace en la loma El Zumbador, en la Cordillera Central, al


noroeste de Villa Altagracia y desemboca en el mar Caribe, en un trayecto de
más de 86 kilómetros.

Aunque sus aguas con una superficie de 563 kilómetros cuadrados aparentan
cristalinas están contaminadas casi desde sus inicios, ya que su cuenca de
captación está conformada por siete ríos y ocho arroyos. Entre sus ríos se
encuentran:

Isa, Mana, Joa, Maiboa, Duey, Guananito, del Puerto y Básima, suministrando
el 25% del agua del acueducto de Santo Domingo.

Navegar por estas aguas amarillentas y oscuras donde flotan desde plásticos,
residuos sólidos hasta animales muertos es sentir la sensación de un vertedero
a cielo abierto por los altos niveles de contaminación provocados por productos
químicos, plagas, despido de desechos tóxicos y emisión de gas por las zonas
francas, a lo que se suma la gran cantidad de residuos cloacales.

Otra de las principales cargas de contaminación de esta cuenca proviene de la


cañada de Guajimia.

La otra cara de la moneda la representan las más de 50 empresas e industrias


de manufacturas, productos químicos y farmacéuticos, metalurgia, generadoras
de electricidad y la refinería, que emiten al aire anualmente 9,8 toneladas de
formaldehído, 1,2 toneladas de plomo, 416 toneladas de amonio y 18,5
toneladas de ácido sulfúrico.

Empresarios están preocupados por las condiciones del afluente, que es


invadido por plásticos y montones de basura que se acumulan en el litoral, sin
ningún control medioambiental.

Como si fuera poco, entidades comunitarias presentaron un estudio que revela


la existencia de graves niveles de contaminación por la presencia de plomo en
la zona.

Desde asma, bronquitis, gripe e infecciones diarreicas agudas padecen


munícipes de los Bajos de Haina, La Pared, Quita Sueño, Los Mameyes y El
Cajuilito.

Situación que obligó al Consejo Dominicano de Pesca y Acuicultura


(Codopesca), prohibir la pesca en las aguas y todo el perímetro.

Río Haina también cuenta con un puerto que maneja el 60% del comercio
marítimo del país, que para 2017 recibió 1,648 buques, importando materia
prima para los sectores zona franca, industrial y agrícola; así como alimentos y
productos de consumo masivo para supermercados y tiendas por
departamentos.

Río Haina arrastra desechos en parte del agua que se consume en el


GSD

Haina, un municipio
dominicano hastiado de la
contaminación
• Diciembre 14, 2015
Vista de la playa de Gringo y al fondo la ciudad de Bajos de Haina, el principal centro industrial
y portuario de República Dominicana y también la tercera ciudad más contaminada del
mundo. Crédito: Dionny Matos/IPS

La basura inunda las playas y los ríos, el vertedero a cielo abierto carece de

manejo y más de 100 fábricas emiten sustancias nocivas en el municipio de

Bajos de Haina, el principal centro industrial y portuario de República

Dominicana.

“Solo estamos en las noticias por ser uno los lugares más contaminados del

mundo”, lamentó la maestra Adriana Vallejo, que conversó con IPS en el Centro

Educativo Manuel Felix Peña, dedicado a la enseñanza artística en esta

localidad, a 80 kilómetros al sur de Santo Domingo.

Vallejo se refiere a la lista de las 35 ciudades del planeta con más contaminación,

que elabora periódicamente el Instituto Blacksmith, con sede en New York.

El último informe de esta institución, de 2013, colocó a Bajos de Haina en el

tercer puesto, detrás de la ciudad de Dzerzhinsk, en Rusia, y Chernóbil, la urbe


casi fantasma de Ucrania que sufrió en 1986 uno de los desastres ambientales

más graves de la historia, por un accidente en la entonces central termonuclear.

“No se le está dando (al problema ambiental) un seguimiento a nivel jerárquico,

allá arriba”, señaló Vallejo, en referencia a las clases poderosas y las autoridades.

“Nosotros, desde aquí abajo, prácticamente no podemos hacer nada”, expresó.

El acelerado deterioro ecológico parece dejar maniatada a la población de

159.000 habitantes, donde 33 por ciento de los hogares son pobres, de acuerdo

con “El Mapa de la Pobreza en la República Dominicana 2014”.

Las empresas privadas “hacen algunas aportaciones pero son mínimas, como

un local de la escuela acondicionado por la refinería de petróleo (la única de esta

nación insular caribeña). No se ve el deseo real de que Haina cambie”, valoró la

docente, que vive en esta ciudad desde hace 25 años.

“Cuando la situación se nos sale de las manos hacemos marchas. El pueblo ha

tenido que tirarse a las calles para frenar problemas muy graves, como las

quemas del vertedero, que envolvían a Haina en un mar de humo”, explicó.

El total de industrias de manufacturas, productos químicos y farrmacéuticos,

metalurgia, generadoras de electricidad y la refinería, emite al aire anualmente

9,8 toneladas de formaldehído, 1,2 toneladas de plomo, 416 toneladas de amonio


y 18,5 toneladas de ácido sulfúrico.
Desembocadura del Ñagá, un río de aguas oscuras y cauce estrecho por los vertidos

industriales y la pérdida de sus manglares, en la costera ciudad de Bajos de Haina, en

República Dominicana. Crédito: Dionny Matos/IPS

Solo el Complejo Termoeléctrico aquí produce más de 50 por ciento de la

electricidad disponible para la economía y los 9,3 millones de habitantes de

República Dominicana.

Se registran además en el ambiente 65 sustancias muy tóxicas en importantes

concentraciones, junto a otras 19 calificadas de peligrosas. Al tiempo que las

fábricas vierten sus desechos a los ríos y el mar, y el ruido afecta la salud

humana.

Estudios científicos alertan que la mayoría de los habitantes padecen de asma,

bronquitis, gripe e infecciones diarreicas agudas.

En el municipio de 49,9 kilómetros cuadrados, el primer problema ambiental

radica en la contaminación del aire, las aguas y por ruidos. Le siguen las
afectaciones del vertedero y, por último, los residuos sólidos domésticos por

doquier.

Sobre el descampado cubierto toneladas de basura, hace 30 años hubo un

bosque, “que desandaba de niño”, recordó el profesor de matemáticas Juan

Ventura, quien acompañó a IPS hasta el lugar. “Las personas de esa época hoy

tenemos nostalgia y tristeza por ese ambiente natural, que se llamaba El

Naranjal”, confesó.

“Aquí se trae la basura del municipio, sin ningún tipo de política de sanidad.

Durante décadas hasta se lanzó parte de la de Santo Domingo. Lo único que

hacían era prenderle fuego, que arrojaba a toda la población un humo

nauseabundo”, explicó.

“Es penoso que no haya una política seria de las autoridades locales para reciclar

y algunos moradores aglutinen materiales por su cuenta y sin medios de

protección”, dijo señalando a la decena de hombres y mujeres que rasgaban las

bolsas en busca de tela, plástico y metales, para luego clasificarlos y venderlos

a empresas de reciclaje.[related_articles]

Una de las mujeres, con las manos sucias por la faena, contó a IPS que hace ese

trabajo informal porque le da “ganancias”.

Por la recolección exclusiva de plásticos, está recicladora de origen haitiano y

afrodescendiente aseguró que percibe entre el equivalente a 22 y 44 dólares

respectivamente, una cifra a considerar en este país con un salario mínimo de

231 dólares mensuales.

Las autoridades sostienen que Haina sufre en gran medida las consecuencias

del pasado, cuando apenas existían leyes ambientales en el país.


El barrio Paraíso de Dios se convirtió en un infierno durante los 20 años de

operaciones sin controles ambientales de la planta de reciclaje de baterías para

automotores Metaloxa. Gran parte de las partículas de plomo despedidas por las

calderas, iban a parar a la sangre de las personas.

La comunidad batalló durante una década hasta que Metaloxa tuvo que

trasladarse en 1999 por la intervención del Ministerio de Salud Pública. Pero

quedaron secuelas imborrables en la población.

Por su parte, vecinos del municipio califican de débil la aplicación actual de la

Ley General sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, vigente desde 2000.

“No hay respeto ambiental. Las industrias de aquí no tienen control, vierten sus

tóxicos por las chimeneas y en las aguas. La situación de Haina ha empeorado

en los últimos tiempos”, estimó Mackenzie Andújar, un plomero de 41 años, que

habita en la playa Gringo.

Los vertimientos y la desforestación volvieron sucio y estrecho el cauce del río

Ñagá, que desemboca en la playa de Gringo. Botellas de plástico, cartones, ropas

viejas y otros desechos cubren las dunas, mientras niñas y niños se bañan en el

litoral, desde donde se divisan las calderas y torres de las fábricas del centro

económico.

“Tampoco los vecinos tienen ningún tipo de cultura porque se muere un perro u

otro animal y tiran el cadáver al río o la playa, en vez de enterrarlo”, comentó

Andújar.

La crisis ambiental, alta densidad poblacional, bajo nivel de vida de los

moradores y falta de infraestructura de servicios convierten a esta localidad en

una zona de conflictos, según la investigación, de 2011, “Diagnóstico


socioeconómico y ambiental del manejo de residuos sólidos domésticos en el

municipio de Haina”.

“Los problemas ambientales de nuestra comunidad son bien difíciles pero

tenemos otra contaminación social causada por la delincuencia y el desinterés

de los jóvenes por el estudio”, analizó el alumno de música Juan Elías Andújar.

“A nosotros nos hablan en la escuela sobre el tema ecológico. Tenemos un grupo

llamado Guardianes de la naturaleza, para incentivar la conciencia social y

realizar acciones como limpiezas en las playas”, detalló. A su juicio, “Haina puede

cambiar con la disposición de cada persona”.

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