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tura campesina con impacto incluso en gentes poco ilus­ abrupto de María Borrico); itinerario cantaor éste que

éste que sue­


SEGUIDILLA COMPUESTA tradas; es esa cultura patrimonial, la que después lleva al le repetirse uniformemente, y que parece fue puesto en bo­
anónimo cantaor del pueblo andaluz a hacer del campo ga por la gran calidad interpretativa de Silverio Franco-
En las sierras de Soria 7-a
el motivo central de sus letras; un cante que es para el in­ netti, que dominaba los cantes y las escalas a su gusto.
azul y nieve, 5-b
térprete compañero de fatigas, ámbito nutricio y, moti­
leñador es mi amante 7-c Antonio Mairena y Ricardo Molina, en su insustituible
vo, en suma, de su afán vital. De ahí la belleza casi mági­
de pinos verdes. 5-b libro Mundo y formas del Cante flamenco, defienden que
ca de las letras campesinas, del saber añejo en ellas ence­
¡Quién fuera el águila 5-d la Serrana, por su carácter sincrético y dulzón, grandilo­
rrado; el solitario y anónimo cantaor hace de los motivos
para ver a mi dueño 7-e cuente y poético, de gran longitud, es un cante creado ex­
campesinos un lugar común, un punto de referencia con
cortando ramos! 5-d profeso para el tablado del Café Cantante. Nosotros, sin
el que comparar sus penas y alegrías, sus vivencias más
negar la, por otro lado, constatable evidencia de ese aser­
profundas; véase en esta flamenquísima Serrana cómo los
to, diremos que la misma soledad campesina sería el pri­
SERRANA FLAMENCA elementos naturales prestan base al modesto desarrollo ar-
mer ámbito donde la copla sonaría para acompañar las
gumental:
pesadas labores de su intérprete; no en vano la monoto­
Nadie ponga su viña 7-a
Tu genio impertinente nía, casi salmodiana en ocasiones, de la Serrana, pensa­
junto a un camino 5-b
se me resiste; mos que tiene mucho que ver con los cantes campesinos
porque todo el que pasa 7-c
yo no sé quién aguante no flamencos al principio, pero aflamencados en un se­
corta un racimo. 5-b
siempre a una chinche. gundo estado de su evolución como la Trillera, Tempore­
Y de ese modo 5-d
Porque mi genio ra o la Gañana, de idéntico modo de decir a palo seco,
se la van vendimiando 7-e
prefiere a lluvias mansas encadenados sin cambio ni contrastes y sin más auditorio
sin saber cómo 5-d
un aguacero. que la identificación del cantaor con el hueco terrible del
abandono y el silencio.
Como excepción debemos señalar que, a veces, y tan Muchas picadas de chinches y nutridos chaparrones tu­
sólo por necesidades expresivas o sonoras, la estrofa de vo que haber experimentado ese anónimo cantaor hasta
la Serrana queda reducida a una composición de cuatro llegar a tan sugerentes imágenes populares. Es la antigua ESTUDIO TEMATICO DE LAS LETRAS
versos heptasílabos y pentasílabos, si bien en la interpre­ sabiduría del pueblo andaluz, trabajador y sufrido que, POR SERRANAS
tación se repiten algunos de ellos para lograr el necesario Dibujo de Alfonsetti.
al contacto con la naturaleza se estremece, se deja llevar
ajuste musical; pongamos un ejemplo: por ella, y cuando mezcla sus sentimientos con los elemen­ Sin que naturalmente intentemos hacer un recuento ex­
narios valores sonoros y melódicos, la dulzura y melan­ tos naturales a su alcance, cuando la propia experiencia haustivo de los cientos de letras, interpretadas en este es­
La nieve por tu cara colía de sus bucólicas letras, su poder plástico y descripti­ conecta con lo más granado de sus instituciones, echa a tilo, que en nuestro archivo tenemos fichadas, sí nos atre­
pasa diciendo vo, amén de, como más tarde veremos, constituir una cró­ volar su fantasía, creando rasgos líricos de evidente ori- vemos a proponer, a manera de modesto plan de trabajo,
donde yo no hago falta nica excepcional de la Andalucía campesina. Coincidien­ gialidad y justísima expresión. una división en cuatro grupos de algunas de las letras de
no me entretengo. do con una gran parte de la poesía andaluza popular (Leo
Spitzer lo señaló a propósito de las Jarchas mozárabes) Se ha marchitado el árbol
Finalmente indicaremos que, a veces, los cuatro versos de mi esperanza;
presentan un fuerte carácter rural y extraurbano, que per­
iniciales se completan no con el trístico que habitualmen­ un traidor le ha cortado
mitió a Manfredi Cano describirlas como : «Cañas eman­
te le siguen, sino que, a modo de remate, se le añade una sus verdes ramas.
cipadas de la vida ciudadana», cantes, en suma, dilata­
siguiriya corrida o de tipo clásico. Pero él no advierte
dos como un bello retazo de actividad campesina:
Lo que nos parece necesario subrayar es la falta de vi­ que mudando terreno
bración de este cante, al que falta casi siempre rajo jondo Con mirar aquel sauce mejor florece
y emoción, presentando cierto aire de salmodia popular; que está en el río,
comprenderás la pena letra en la que se unen el dolor del que pierde la confianza
claro está que esto dependerá en grado sumo del personal
del pecho mío. en otra persona con la observación campesina, fruto de
desgarro que sepa imprimirle su intérprete. Nos inclina­
Pues aquel sauce la práctica diaria de que un árbol florece mejor mudán­
mos rotundamente por su origen payo, no gitano, por lo
está cerca y no goza dole el terreno.
que creemos justificado a veces ese cierto aire monótono
y campesino, sin que por ello compartamos la decidida de sus cristales. Digamos para finalizar esta parte de nuestro estudio que
antipatía del mencionado Ricardo Molina, que llega a afir­ Siempre a propósito de este último aspecto menciona­ la Serrana es un cante de difícil ejecución. Está dentro del
mar de la Serrana: «Su andadura recuerda más que al brus­ do, señalar la gran extensión y variedad del cancionero compás y de ritmo más pausado; su exposición precisa de
co arranque del toro bravo de la siguiriya al lento paso campesino en toda España, pero sobre todo en Andalu­ buenas facultades melódicas para el exacto alargamiento
del buey tardo que exhala resignación y mansedumbre». cía (a los interesados en el tema les recomendaría la en­ y temple de los tercios, es solemne, de palabra clara y bien
Todo ello nos parece exagerado y fuera de lugar, así co­ trañable obrita de Bonifacio Gil). El campo, como de­ pronunciada (a diferencia del «gargoteo» ininteligible de
mo la broma con la que el citado poeta remataba un ar­ muestran las Serranas, es un motivo de continua inspira­ muchos otros palos flamencos, sobre todo en los que son
tículo sobre la Serrana, en julio de 1960, en el cual, ha­ ción andaluza, no olvidemos que una región como la nues­ interpretados por gitanos); cante en el que prolifera la frase
ciendo chanza de la letra atribuida al señor Silverio, que tra, agrícola y ganadera por excelencia, no podía proce­ larga y pausada, los períodos barrocamente orquestados
repite varias veces en su introducción: «Una cordera...», der de otro modo; hasta ella ha llegado, desde tiempos en cuanto a fiorituras y apoyos melódicos. De ahí que mu­
concluye en plan de guasa: «Hecho final recuento resul­ inmemoriales, una literatura atípica, formada por refra­ chos intérpretes acostumbren a templarse primero con la
tan corderas para dar un banquete a un regimiento». No nes, libretos, folletos de todo tipo, publicaciones en pren­ interpretación de la liviana, continuando por la Serrana,
debemos de olvidar al hablar de la Serrana sus extraordi- sa o almanaques, etc., que han formado una peculiar cul­ para rematar con la siguiriya (normalmente el cambio

to * CANDIL CANDIL 11

Instituto de Estudios Giennenses. Candil : boletín de la Peña Flamenca de Jaén. N.º 35, 9/1984. Página 6

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