Professional Documents
Culture Documents
UNIDAD 2 Transferencia
UNIDAD 2 Transferencia
aporta el psicoanálisis para poder pensar el vínculo particular que se establece entre el
antes de poder pensar en cualquier actividad, en cualquier objetivo, en cualquier lineamiento que
vínculo.
Cuando hablamos del establecimiento del vínculo nos referimos al hecho de que, para que
un paciente pueda confiar en los profesionales, para que pueda hablar de aquello que lo angustia,
debe haberse establecido una cierta confianza con el acompañante terapéutico. Decimos que el
paciente debe haber podido ubicar a su acompañante terapéutico en un lugar muy particular, en un
lugar en el cual no sólo deposita su máxima confianza sino en un lugar referencial para con el cual
actuará sus máximas inhibiciones, exhibirá sus síntomas y manifestará sus angustias.
transferencia.
A continuación, realizaremos un recorrido por el concepto de transferencia tomando como
acompañamiento terapéutico.
ubicar un recorrido que hace Freud siempre que se encuentra con un síntoma neurótico en la
clínica psicoanalítica que es el siguiente: Freud va del síntoma a una fantasía que ese síntoma
encubre. Y de esa fantasía hacia una exigencia pulsional que se satisface en el síntoma.
Es decir que lo que orienta la clínica freudiana es la exigencia pulsional que se satisface en el
síntoma en la neurosis.
Ahora bien, tendríamos que poder ubicar de qué modo se articula esa orientación con la
transferencia.
A continuación, haremos un breve recorrido por dos historiales freudianos para poder
pensar la construcción freudiana del concepto de transferencia: el caso que Freud ha dado en
Tenemos por un lado a la Joven Homosexual. La joven homosexual llega a análisis empujada
por el padre, quien dice a Freud: “vuelva a mi hija a la normalidad”. Pedido ante el cual Freud ubica:
“Evité por completo pintarles a los padres la perspectiva de que su deseo se cumpliera”. Este es un
primer punto de iniciación del tratamiento, hay un evitamiento activo de enunciar una promesa de
curación.
Esta primera intervención freudiana que es el silencio ante el pedido del padre de su
paciente es ya una aproximación inicial al momento del inicio del tratamiento y al establecimiento
del vínculo. Como acompañantes terapéuticos, no enunciamos promesas puesto que, en principio,
nada sabemos de lo que somos capaces de realizar con un paciente, así como tampoco sabemos si
esa promesa que enunciamos se articula o no a un deseo del paciente. Supongamos que la joven
homosexual no quisiera “volverse a la normalidad”, para decirlo de alguna manera. ¿Sería posible
para nosotros cambiar su orientación sexual? Partimos con seguridad de la negativa frente a esta
pregunta. Es por eso que, una primera condición para el establecimiento del vínculo es que no
Por otra parte, Freud ubica perfectamente que no había un conflicto para esta paciente. Él
sabe muy bien que un punto clave para la iniciación de un tratamiento tiene que ver con que se
ubique un punto de conflicto y sabe perfectamente que no hay un punto de conflicto en la joven
Lo que Freud detecta en el caso de la joven homosexual es que no hay un conflicto que
podemos basar nuestra tarea. Es interesante la palabra que utiliza Freud en este punto, es decir,
que para que se produzca la entrada en un análisis o la iniciación de un tratamiento Freud ubica
que un sujeto tiene que estar desorientado, es necesario que haya un conflicto que produzca la
Sin embargo, Freud nos da algunas coordenadas del caso que hubiesen podido orientar el
paciente. El conflicto es de los padres o más precisamente del padre, que pide a Freud que vuelva a
su hija a la normalidad. Uno podría decir, entonces, que es el padre quien debería analizarse y no su
hija. Sin embargo, esta es la particularidad con la que muchos tratamientos de niños, adolescentes
y adultos comienzan: son llevados a tratamiento por otros o incitados a comenzar un tratamiento
por la esposa, el esposo, la madre, el padre. Partimos de la premisa de que, si no hay un conflicto,
no hay un síntoma con el cual trabajar. Y para que comience un acompañamiento terapéutico y se
establezca la transferencia entre el paciente y el AT es fundamental partir de que haya algo que al
decir. Pero, aunque no fuera un síntoma hecho y derecho basta con que el sujeto se manifieste
molesto frente a algo que le pasa, que eso le resulte conflictivo o problemático y que además le
suponga al profesional (en este caso al acompañante terapéutico) un saber en relación a eso que le
resolver ese conflicto. Esa suposición de saber inicial de cada tratamiento es la que da inicio a la
transferencia.
En ningún momento del historial de la joven homosexual Freud habla de síntoma. De hecho,
Sin embargo, sí empieza ubicando dos aspectos de su conducta que habían desencadenado
la ira en el padre, dice Freud. Por un lado, que no tuviese ningún pudor en exhibirse con la dama de
su elección amorosa por las calles públicamente pero aún más, que no utiliza ningún medio de
engaño o mentira para encubrir sus encuentros con la dama. Es interesante que el padre le pida a
Freud que vuelva a su hija a la normalidad, pero lo que efectivamente lo enoja es que esta joven no
Es importante esto porque hace a una distinción entre el motivo de consulta y el punto de
conflicto: el motivo de consulta es el que enuncia este hombre cuando dice a Freud: “Por favor,
vuelva a mi hija a la normalidad”. Pero, ¿qué es lo que efectivamente enoja tanto a este hombre?
¿Cuál es la situación coyuntural que hace que el padre empuje a la joven a su análisis con
Freud? Un día cualquiera a la joven se le ocurre salir a pasear con la dama en un horario, dice
Efectivamente, ese encuentro se produce de lo que resulta que el padre lanza a ambas una
mirada colérica, furiosa, enfurecida, tras la cual, dice Freud, la joven se precipita a las vías del tren.
la mirada colérica del padre pese a lo cual Freud ubica que a esto le cabe el papel principal en el
análisis.
Pues bien, Freud interrumpe el tratamiento con la joven homosexual porque considera en
principio que ella lo había desautorizado como lo hacía con todos los varones y le aconseja la
Pasemos ahora al historial clínico de Dora. Con Dora la cuestión es diferente porque Dora
tiene un síntoma histérico con todas sus particularidades que es el síntoma de la tos y que además
Pero yendo un poquito más hacia atrás o hacia el principio, tenemos lo siguiente: por un
lado, Dora no pide analizarse con Freud, no es Dora quien decide empezar a analizarse o pedir
ayuda porque considera que no puede resolver el conflicto a solas, sino que es nuevamente el
padre quien la lleva a Freud y dice: “procure ponerla usted en buen camino”.
Sucede que, aparentemente, Dora se había puesto un poco molesta en cuanto a la relación
del padre con la Sra. K, una vieja amiga de la familia y pedía al padre que rompa relación con la
familia K. Ponerla en buen camino hubiese supuesto para el padre de Dora que la niña,
padecimiento en Dora sobre el cual va a girar la cuestión: haber sido entregada como objeto de
Hay toda una primera operación que supone ubicar un pasaje de la queja o del
padecimiento a la demanda de análisis o que supone poder ubicar un motivo de consulta bien
ubica en la queja de Dora que todo reproche esconde un auto reproche. Dice Freud que toda vez
que en el tratamiento psicoanalítico emerge un reproche hacia un tercero, se trata de redirigir ese
reproche a la persona que lo profirió. Por un lado, le da a Dora la razón: dice que efectivamente ella
había sido entregada como objeto de intercambio al Sr. K., pero ubica que ella misma se había
vuelto cómplice de toda esta situación. En este punto se produce un quiebre en la relación de Dora
El punto de introducción del inconsciente tiene su importancia no sólo por el hecho de que
pone al sujeto en relación con su decir, tan fundamental para el inicio de un tratamiento de base
psicoanalítica, sino también porque inaugura el establecimiento del vínculo en tanto y en cuanto el
Lo interesante de esta intervención, más allá de que introduce el inconsciente, radica en que
introduce a Dora en el tratamiento y sin caer en el facilismo de que “la implica en aquello de lo cual
se queja” es que Freud introduce la división subjetiva: Freud no dice a Dora que ella es totalmente
cómplice de lo que hace o que es una pobre víctima y que él está ahí para salvarla. Freud le dice a
Dora que ella es tan víctima como cómplice. No es más víctima que cómplice ni a la inversa.
se constituye en efecto por un discurso donde la presencia del analista aporta la dimensión del
diálogo. Es una experiencia del sujeto (de deseo) al sujeto (supuesto saber). El psicoanálisis es una
experiencia dialéctica y esta noción tiene que prevalecer cuando se plantea la cuestión de la
naturaleza de la transferencia. La dialéctica es platónica: cuando a Sócrates le suponían el saber, él
no respondía con un contra-saber sino que le devolvía el saber a los comensales. En el análisis
cuando el sujeto supone el saber al analista, el analista supone el saber al inconciente, lo devuelve
al sujeto.
expuesto bajo la forma de una serie de inversiones dialécticas. En ellas la posición del sujeto se
de las cosas, sino su posición misma en cuanto al sujeto del que los “objetos” son función. A nivel
Primer desarrollo de verdad: Después de una puesta a prueba de Dora hacia Freud, ¿irá Freud a
mostrarse tan hipócrita como su padre? Freud se diferencia respecto del padre y le da un estatuto
participación, qué implicación subjetiva tiene ella en esto de lo que se queja. Es decir, Freud
se diferencia del padre en tanto y en cuanto le da importancia a lo que Dora le cuenta. Freud
ese lugar y se diferencia partiendo de la base de que no toma a la ligera lo que a Dora le
Segundo desarrollo de verdad: No es sólo por el silencio, sino también por la complicidad de Dora
como pudo durar la relación del padre y la Sra. K. A su vez, Dora estaba implicada en la sutil
circulación de regalos que partían del padre a la Sra. K. y retornaban a la paciente por el Sr. K. Al
mismo tiempo, la relación edípica revela estar constituida en Dora por una identificación con el
padre que la impotencia sexual de éste ha favorecido. El síntoma conversivo de Dora (su tos) refleja
identificación trae como efecto el levantamiento del síntoma de la tos. El análisis entonces vira
hacia la siguiente pregunta: ¿qué significan los celos de Dora ante la relación amorosa de su padre?
Dado que el análisis revela que no es por amor hacia su madre que Dora cela a su padre en ese
Segunda inversión dialéctica = Los celos de Dora enmarcan un interés hacia la Sra. K. Ella no
manifiesta odio hacia la Sra. K. sino más bien una atracción fascinada que Freud ubica como
Tercer desarrollo de verdad: La atracción fascinada de Dora hacia la Sra. K. (su cuerpo blanquísimo),
las confidencias que recibe de la relación con su marido, el hecho de que ambas eran embajadoras
de sus deseos respecto del padre. La pregunta de Freud es ¿cómo no le tiene rencor a la Sra. K. por
Tercera inversión dialéctica = Nos da el valor real del objeto que es la Sra. K. para Dora. No
femenino, de decir qué es ser una mujer. Como respuesta Dora ubica a la Sra. K. Si Freud
hubiere sostenido el deseo de Dora como deseo de Otra cosa y no del Sr. K. probablemente
el pulgar y tironeaba la oreja del hermano funciona como matriz imaginaria, como respuesta a qué
es ser un hombre y qué es ser una mujer. La mujer es el objeto imposible de desprender de un
primitivo deseo oral y en el que, sin embargo, es preciso reconocer su propia naturaleza genital. La
afonía durante las ausencias del Sr. K. expresaba el violento llamado de la pulsión erótica oral en el
encuentro a solas con la Sra. K. El hombre es para Dora un objeto de identificación. Todas sus
relaciones con los hombres manifiestan esa agresividad en la que vemos la dimensión propia de la
alienación narcisista.
De la última inversión dialéctica se desprende ese recorrido del análisis que planteábamos al
inicio: Freud va del síntoma (en Dora, la tos) a la fantasía (ese recuerdo infantil de Dora con su
terapéutico.
respecto de lo que al sujeto le pasa, sino que posee las herramientas para oír, en el discurso del
sujeto, dónde están las causas de su padecimiento y orientar al sujeto, a través de la palabra, hacia
esté en relación a algún punto de conflicto o algún motivo de padecimiento dado que ese es el
punto de partida para el establecimiento del vínculo: tener un motivo de angustia y suponerle al AT
Por último, las intervenciones del acompañante terapéutico se ordenan en dos lineamientos
fundamentales: el primero, es poder señalar en el discurso del sujeto dónde está la intención en
aquello que dice. Cuando un sujeto habla, se pone en relación a lo que dice con una intención
determinada. Es decir, hablamos con un fin determinado. En este sentido, el primer lineamiento
fuerte es poder ubicar dónde está la enunciación del sujeto en el enunciado que produce.
enunciado que se dice bajo las palabras “tú lo has dicho”. Se trata de poder ubicar que, aquello que
el AT dice es lo que rescata del discurso del paciente y de lo único que se trata es de devolverle al
sujeto su propio saber a través de la formulación “tú lo has dicho, yo sólo cumplo en hacerte oír tus
propias palabras”. Es en este sentido que lo que el sujeto dice es oído con atención flotante.