You are on page 1of 383

DIAGRAMADO POR CARONIN84

Índice
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Epílogo
Próximamente:
Hard Beat
Sinopsis
Hawkin Play, el chico malo estrella de rock con corazón de buen tipo, ha
vivido una vida de limpieza después de los errores de su hermano gemelo. Pero
la reciente metedura de pata de Hunter podría aterrizar con Hawke en la cárcel y
arriesgar el futuro de la banda. Hawke se compromete a dar una conferencia de
invitado en una universidad local, para mantenerse en buena gracia con el juez, y
una pequeña apuesta con su compañero de banda, de seducir a su sexy ayudante,
es la guinda del pastel.
Es más difícil acostarse con Quinlan Westin de lo que Hawke imaginó. Ella
conoce a los de su tipo y está decidida a evitar al roquero a toda costa, incluso si
su atracción es más profunda que la simple lujuria.
Justo cuando Hawke finalmente podría estar conquistando a la chica, su
hermano tiene otros planes. Cuando Hunter se da cuenta que su gemelo por fin
tiene una debilidad, no se detendrá ante nada para tomar ventaja…
Prólogo
Hawkin
―Si realmente quieres que alguien maltrate tu culo, estoy seguro que podría
conseguir que esto ocurra discretamente para ti.
Sacudo mi cabeza hacia arriba y me ahogo con los M & M que acabo de
tragar. ¿De verdad dijo eso? Me encuentro con los ojos desaprobatorios de Ben,
mirando desde detrás de sus lentes y levanta sus cejas. Su comentario nada típico
me hace balbucear, mientras Vince se ríe ante la indirecta de mi amigo.
―Eres mi abogado, sácame de esto. ―Sacudo mi cabeza e igualo la mirada
penetrante con mirada penetrante―. Gánate el dineral que me cobras… Ahora,
¿no se supone que hagas algo?
Sé que estoy siendo un imbécil, pero estoy harto de todo ahora mismo. Las
letras que no llegan para completar el álbum, Ben sentado frente a mí
atreviéndose a decirme la verdad, por lo que me regaña como el niño que era
cuando nos conocimos por primera vez hace años, y el maldito Hunter y su
mierda que me tienen en esta situación.
De nuevo. Pero esta vez con muchísimo más en juego.
―¿Quieres ser un imbécil, Hawkin? Puedo tocar esa parte muy bien
también, en caso de que lo hayas olvidado. ¿Qué tal si confiesas? ¿Qué tal si
haces que Hunter pague por sus propios errores y dejas de arriesgar todo por lo
que has trabajado tan duro? ―Se inclina hacia adelante, apoyando los codos
sobre el enorme escritorio, y sigue con nuestro duelo de miradas sobre sus
manos cruzadas. La verdad en sus palabras, cuelga pesada en el aire entre
nosotros.
―Te lo dije, la chaqueta era mía. ―Aprieto los dientes con la mentira―.
No sé cómo la bolsa se metió en el bolsillo… Mierda, estaba borracho hasta el
culo. La dejé abajo durante unos minutos, algunas groupies probablemente
metieron la bolsa de mierda ahí o algo así. No lo recuerdo. La fiesta se salió de
control, los policías llegaron, nos registraron, y estaba justo ahí en mi bolsillo
―¿Quieres decir que estaba en el bolsillo de Hunter?
Esta conversación debía haber terminado como hace diez minutos. O mejor
aún, nunca haber sucedido.
―Nah. Era yo. La gente nos estuvo confundiendo toda la noche, ya que
ambos teníamos jeans y camisetas oscuras. Mi chaqueta, mi bolsillo, mi culpa.
―Fin de la historia, Ben. Déjalo.
Mi mente regresa a la mirada que Hunter me dio y la desesperación en su
voz mientras me arrojaba su chaqueta cuando los policías llegaron irrumpiendo.
“Por favor, Hawke. No es mío. Lo juro. No puedo ir a la cárcel por este estúpido
error. Esto va a matar a mamá”.
―Que conveniente teoría. ―Interrumpe mis pensamientos y me lleva de
vuelta al aquí y ahora―. Pero estás olvidando el simple hecho de que hay fotos
de la fiesta y ni una vez estabas usando esa chaqueta… pero Hunter seguro que
lo estaba. Tu martirio es admirable, pero aún lo llamo basura ―dice, echándose
hacia atrás, con desprecio en sus ojos.
Y odio ponerlo allí, odio ver la evidente decepción y saber que estoy
defraudándolo, pero no puedo hacer lo que está pidiendo. No puedo arriesgarme
a Hunter siendo encerrado por un largo tiempo bajo las leyes de tres faltas de
California por alguna estúpida coca. La salud de mamá es lo suficientemente
mala, perder a su bebé sólo podría empujarla sobre el borde. Podría ser la gota
que colme el vaso.
Y además, no me retracto de mis promesas.
Vince ríe de nuevo y los ojos de Ben cambian hacia él para mirarlo.
―¿Crees que esto es una maldita broma, Vinny? ―dice Ben, recordando a
Vince el punky gánster que una vez fue y el apodo del que se había distanciado,
tanto como le fue posible.
La risa se detiene inmediatamente, la tensión aumentando a otro nivel, y su
aversión inherente del uno hacia el otro asoma su fea cabeza.
―¿Quieres a tu chico aquí encerrado? ¿Tu nuevo álbum y la gira yéndose a
la mierda, porque él está consiguiendo un poco de amor en el pabellón G? No
puedes cantar para los fans ahora, ¿no es así?
Vince se sienta en la silla y simplemente niega. Puedo ver su ira vibrando
bajo la superficie, pero jodidas gracias que él se contiene, porque desde luego no
necesito más mierda con la que tratar.
―Sé lo que está en juego, Benji. Nadie tiene que precisarlo por mí.
―Levanta sus cejas, la burla de ven a mí escrita en todo su rostro.
―Era mía ―reitero para romper el control de nuestra historia compartida y
traer su atención de nuevo a la mierda que necesito zanjar.
―Aún no lo compro. ¿Estás listo para perjudicarte y tanto tú como Hunter
tengan que terminar en la cárcel? Proteger a tu hermano es una cosa, diablos,
Hawke, tú… ―dice tosiendo, y estoy muy seguro que sé que quiere decir
Hunter―, llevabas suficientes gramos para ser acusado de intentar vender.
Estamos hablando de un mal rato aquí, si te condenan.
―No voy a ser condenado. ―Hago la declaración con convicción, aunque
internamente la duda se desliza entre las grietas de mi resolución.
―Dijiste que nunca tendrías otro single número uno en el Billboard
―replica, con las cejas levantadas―, y creo que estas sentado en cuatro de ellos
en los últimos dos años… Nunca digas nunca, Hawke.
―Has hecho tu maldito punto, Ben. Ahora abandona mi caso y deja de
emitir juicios sobre mí. Yo…
―Me encantaría dejar tu caso. De hecho, ni siquiera debería ser un maldito
caso porque el que debería estar aquí sentado es Hunter y no tú. ―El silencio
casi me ahoga mientras sus ojos me retan a corregirlo. A confesar que estoy
aceptando la culpa por mi hermano.
Quiero decir ¡al carajo con esta mierda!, salir corriendo, y golpear la mierda
de batería de Gizmo hasta que mis brazos estén adoloridos y mis oídos zumben,
pero eso no va a arreglar una maldita cosa. En cambio, me recuesto en la silla y
apoyo mi cabeza, los ojos al techo y los dedos pellizcando el puente de mi nariz.
Apostaría mi culo a que un juez no va a ir por mí. No hay forma.
―Y antes de que te sientes ahí y empieces a pensar que un juez no te daría
un momento difícil por tu primer delito, piensa otra vez.
¿Cómo demonios sabía Ben lo que estaba pensando?
―Al diablo. Estoy tan limpio como ellos, además de la mierda que todos
hicimos cuando éramos niños
―Quieres decir tan limpio como son los roqueros, ¿verdad? Porque seamos
sinceros, Abercrombie & Fitch parece trabajar a tu favor, pero todavía tienes un
historial documentado en prensa de ser un rebelde impulsivo: Peleas en clubs,
altercados con paparazis, una afición por los autos rápidos…
―¿Y cuál es tu punto? Ser impulsivo y ser un maldito traficante de drogas
son dos cosas diferentes, ¿no? ―habla Vince y se desplaza hacia adelante para
que sus codos descansen sobre sus rodillas. El tipo me ayudaría en un maldito
partido de fútbol si se lo pidiera.
Pero, por supuesto, también lo haría Ben. Por lo menos mi espalda está
cubierta desde todos los ángulos.
Entonces su comentario sobre la prisión me golpea de nuevo y me
estremezco al pensar en quién más cubriría mi espalda si fuera condenado.
Maldita sea.
Deje escapar un suspiro de frustración y cierro los ojos, sabiendo que voy a
enojar a alguien, independientemente de la decisión que tome. Apesta cuando el
hacer lo correcto y lo que se requiere de ti, son dos cosas completamente
diferentes.
Así que vamos a añadir unas cuantas personas más que decepcionar a mi
lista. Salvar a Hunter y entonces, posiblemente, a mi mamá y cumplir mi
promesa, o dejarlo hundirse, perder mi integridad, ¿pero hacer felices a los
demás?
¿Pero que me hace feliz? Ninguna maldita cosa.
―Es cierto, pero a un juez le encantaría dar un ejemplo con esa cara bonita
y tu condición pública. Las mujeres gritando que quieren tener tus bebés pueden
aumentar tu ego, pero no van a hacer una pizca de buena influencia en un juez,
sobre la duración de tu sentencia.
Vince resopla a mi lado.
―No me extrañaría que sus fanáticas… estoy seguro que algunas ofrecerían
sus servicios de mamadas al juez con el fin de salvar a este imbécil. Le da un
nuevo significado a la frase: “Nos vemos en mi despacho”, ¿verdad?
Pongo mi cabeza contra el respaldo de la silla para mirarlo, pero me ignora.
Y sé que está molesto, sé que está harto de que la mierda de Hunter me afecte y a
su vez a la banda.
Así que vuelvo a mirar hacia el techo, la cabeza y el corazón en conflicto,
pero sólo porque sé que esto está mal, que soy tan culpable por permitírselo a
Hunter. Sepan que cuando me digo a mí mismo: “Esta es la última vez que voy a
salvar su culo a expensas del mío”, debo realmente llevarlo a cabo.
La sangre es más espesa que el agua, pero todavía puedes ahogarte en ella
de todos modos.
Levanto la cabeza y veo a Ben otra vez.
―¿Cuáles son mis opciones? ―Me niego a hablar acerca de si era
realmente mía o no de nuevo por enésima vez. Tema acabado.
Ben tuerce los labios mientras me mira con incredulidad, confundido sobre
por qué estoy manteniendo mi postura, pero no debería estarlo, él conoce mi
historia.
―Hombre… ―Suspira con resignación―. Me gustaría que lo
reconsideraras, pero sabía que no lo ibas a hacer, así que hablé con algunos
compañeros míos que conocen el juez que lleva tu caso y bueno… hay una
posibilidad…
―¿Una posibilidad? Amigo, necesito algo concreto aquí ―le digo, mirando
por encima de Vince, que está mirando a Ben a la espera de cómo arreglará lo
imposible.
1
―Bueno, el juez es un alumno de la USC y le gusta dar a conocer su
prestigio y éxito para devolvérselo a la escuela de una forma única.
Él malditamente me perdió aquí. ¿Qué tiene esto que ver conmigo?
―¿Y…?
―Bueno, mis colaboradores sugirieron que tal vez si te comprometes a
hacer una conferencia sobre los medios públicos de comunicación y las
presiones sobre personalidades públicas de hoy en…
―¿Una conferencia? ―Juro por Dios que Ben ha perdido la razón. ¿No
recuerda que la escuela no era mi fuerte? Mierda, estaba tan ocupado soñando
con letras de canciones y escapar en sus notas, que nunca presté atención.
Bueno, a menos que tuviera una falda corta, un top ajustado, y un interés por el
asiento trasero de mi auto. Entonces seguro como la mierda que prestaba
atención―. ¿Cómo enseñar, lecciones, lo que sea una clase?
―Más como doce clases ―dice inexpresivo y empuja el tarro de chocolate
sobre el escritorio, usando mi notoria pasión por lo dulce, para tratar de suavizar
el golpe.
―¡Diablos no! ―le digo al mismo tiempo que Vince se echa a reír
histéricamente como una maldita hiena. ¿Tomó Ben la bolsa de las evidencias y
se drogó? Porque maldita sea si no suena así con esa sugerencia. La escuela era
una nota amarga sonando en una guitarra desafinada para mí, ¿y ahora quiere
que enseñe?
Es evidente que Ben no piensa que nuestra risa es muy divertida, porque
sólo se sienta y me mira fijamente hasta que nuestra risa se apaga. Está a punto
de hablar cuando el intercomunicador en el escritorio emite un pitido.
―¿Sí, Jennifer?
―El Sr. Levine está aquí para entregar personalmente los contratos y quiere
una charla con usted si es posible.
―Dile que estaré ahí pero sólo tengo un minuto porque estoy con un cliente
―dice Ben mientras se levanta de su silla, sosteniendo una mano en alto hacia
mí―. Vuelvo enseguida. Te dará tiempo para pensar sobre esto… y necesitas
hacerlo, Hawke. Estás metido en alguna mierda seria aquí. Doce conferencias y
estás en buena armonía con el juez, lo que significa la posibilidad de una
sentencia más leve o ninguna en absoluto. ―Abotona su chaqueta mientras se
mueve detrás del escritorio hacia la puerta de su oficina―. Tus opciones son
limitadas: Ninguna banda y tiempo en la cárcel o dar la conferencia y terminar el
álbum.
Pone su mano en la puerta y se vuelve para mirarme a los ojos de nuevo.
―No tires la idea. Necesitas esto, Hawke. Si estás protegiendo a Hunter
para ayudar a tu madre, ¿qué es lo que realmente crees que pasará con ella si te
has ido? ¿La única persona que realmente está mirando por ella? ―Y con eso
abre la puerta y sale de la habitación mientras muerdo los improperios que
quiero lanzarle.
―¡Maldito hombre! ―expulso las palabras una vez que la puerta está
cerrada, pongo mis manos detrás de mi cabeza, y se quedan de nuevo atrás en la
silla, su golpe bajo dando en el blanco correcto.
―Amigo… ¿tú enseñando? Eso es muy gracioso ―dice Vince, sus palabras
intercaladas con la risa―. El profesor Play. Suena como un mal nombre artístico
para una porno.
―Cállate, Vince.―Incluso si tuviera la intención de decir que sí, ¿de qué
coño iba a hablar? Quiero decir que estoy seguro que el juez no está buscando a
alguien para dar una clase sobre las mujeres que me piden que firme sus tetas o
que me entregan sus bragas como una proposición. Me levanto de la silla,
necesitando moverme, para meditar sobre todo esto.
―Bueno, si no estás seguro de qué hacer, hombre, yo diría que sólo debes
decir la verdad y dejar de limpiar la mierda de Hunter.
―¡Estoy diciendo la verdad! ―Cubro las palabras con mi mandíbula
apretada, manos en puños momentáneamente, mientras controlo mis ganas de
perforar la pared junto a mí. Tienen que dejar de hacer que me repita.
―Sí. Uh-huh.
―Vince. ―Es la única advertencia que le puedo dar porque él tiene razón,
y no tengo nada más para convencerlo de lo contrario. Él es mi mejor amigo por
el amor de Cristo, me conoce mejor de lo que yo me conozco, y sin embargo,
aquí estoy, tejiendo una red de mentiras, esperando que no pueda ver a través de
ellas.
―Mira, haz lo que tengas que hacer, hombre. Voy a estar detrás de ti con lo
que decidas y por las razones que sean, pero… ―Su voz se apaga mientras mis
hombros se inclinan bajo el peso de la culpa que llevo conmigo como una
segunda piel.
―¿Pero qué?―le pregunto a pesar de que ya sé la respuesta―. ¿Estás del
lado de Ben en esto? ―Mierda, si ese es el caso, sé que es grave.
―No, hombre, solo del lado de la lógica sencillamente. Todos hemos
trabajado tan condenadamente duro para esto… Es todo lo que hemos comido,
dormido, o bebido durante los últimos diez años. Para tener a Hunter
complicando esto para nosotros una vez y ahora posiblemente, ¿arruinarlo
cuando finalmente estamos dándonos a conocer? ―Su voz se quiebra por un
momento y sé que hay más por venir, sé que tiene algo más que quiere decir y en
la forma típica de Vince está tomando su tiempo para llegar a ello―. Entiendo y
no entiendo, todo al mismo tiempo, tu lealtad hacia tu hermano, pero mierda,
hombre, ¿qué pasa con tu lealtad hacia nosotros?¿Todo lo que tenemos depende
de ti? ¿Qué hay con defraudarnos a nosotros?
Y, por supuesto, fue a matar con esa línea.
―Ya, sin presión ni nada. Gracias ―digo en voz baja, sin tener a nadie a
quien culpar, sino a mí mismo por el drama arremolinándose a mi alrededor.
Echo un vistazo a mi reflejo en la ventana y odio la persona que veo una vez
más, Hunter está consiguiendo exactamente lo que quiere a mi costa: Hermano
mayor protegiendo a su hermanito a toda costa.
Simplemente pienso que este costo podría romper el banco en todos los
sentidos de la palabra.
Los dos estamos callados mientras trato de averiguar mi próximo paso, mi
siguiente acorde, la siguiente letra en la canción de mi vida.
―Bueno, el lado positivo es que estarás en un campus universitario, lo que
significa toneladas de alumnas universitarias para ti, entre las que puedes
escoger, atrayéndolas con tu sonrisa de niño bonito, y luego corromperlas con tu
retorcida manera. ―Se vuelve para mirarme por primera vez y veo la súplica en
sus ojos para que haga esto, para que aproveche la oferta de dar las conferencias.
Tirar a la banda un maldito hueso cuando han puesto su dinero en mí, mientras
estoy ocupado tratando de usar el mío para salvar a mi hermano―. Nos
perdimos este rito de iniciación al estar tanto tiempo de gira, deberías
aprovecharlo mientras puedas, ¿no?
Cuando deslizo una mano por mi cabello, hecho un vistazo al tatuaje en el
2
interior de mi muñeca. Una clave de sol y un okodee . Mi siempre persistente
recuerdo de dónde vengo y lo que tengo que hacer para llegar a donde quiero ir.
Si soy honesto conmigo mismo, ya sé lo que voy a hacer a pesar de la
reticencia y mi irritación por incluso tener que tomar una decisión.
Si creyera que lo engañaría, habría puesto mi cara de actuación para
convencerlo de mi absoluta certeza acerca de ir adelante con esto, pero hemos
sido amigos durante demasiado tiempo y hemos pasado por demasiada mierda
juntos por mí para engañarlo. Infundo entusiasmo en mi voz de todos modos.
Fingir hasta que lo creas. Parece jodidamente normal para mí.
―Me encantan del tipo inteligente y con clase ―murmuro.
―¿A quién coño tratas de engañar? ―dice Vince, con alivio en su voz ya
que sabe que mi comentario es mi manera de decirle que voy a hacerlo.
Venderme para salvar a todos los demás―. Si tienen una vagina, son tu tipo.
No puedo luchar contra la sonrisa en mi cara.
―Es cierto, pero hombre, dame algo de crédito aquí. Me haces sonar como
que voy a jugar con cualquier gatito que quiera ser acariciado.
Él levanta una ceja, con una sonrisa de diversión en sus labios.
―Esto dicho por el director de su propio Circo du Vaginas.
―Estás tan mal. ―Me río de nuestra vieja broma sobre los solistas y su
inherente atracción por las fans. Y malditas gracias, estoy en el final feliz de ese
acuerdo. Mejor soy feliz, porque hacer esta conferencia me mantendrá en el otro
extremo del micrófono, en lugar del lado equivocado de una celda en la cárcel.
Ruedo mis hombros y siento el peso de la decisión que he tomado comenzar a
disminuir algo, mientras la idea se asienta. Sacudiendo la cabeza, camino de
vuelta a la silla a su lado y me quedo ahí mientras me encuentro con sus ojos.
Nunca dudo de mis decisiones, así que no estoy muy seguro de porqué lo estoy
haciendo ahora.
―Esto es lo que hay que hacer, ¿verdad? ―Y no estoy seguro de si estoy
hablando de cubrir a Hunter o aceptar hacer la conferencia cuando lanzo la
pregunta, pero él no pregunta. Sólo asiente con apoyo inquebrantable cuando lee
la turbulencia en mis ojos.
―¿La prisión o vaginas? Suena como una decisión fácil si me lo preguntas.
Capítulo 1
Quinlan
―Aquel que pensó en poner una competición de carreras en el país del
vino, seguro que sabía lo que estaba haciendo. ―Tomo un sorbo de vino y miro
por encima para encontrar la mirada divertida de mi cuñada Rylee.
―En efecto ―está de acuerdo, la risa que sale de sus labios suena un poco
en el lado risueño, me hace creer que está en el camino directo a achispada a mi
lado.
Inclino mi cabeza hacia atrás para apreciar la brisa fresca sin precedentes en
el valle de Sonoma, mezclado con el calor del sol en mi cara. Es una sensación
de bienvenida, en comparación con las interminables horas en el salón de clases
que me aguardan, en las próximas semanas. Las luces fluorescentes, las horas
tediosas de investigación para mi tesis, y las siempre drenantes sesiones donde
cumplo mis deberes docentes de asistente en mi calendario mental.
Así que me gusta esto, aprecio el tiempo de inactividad para estar con mi
familia, aquí en la carrera de Colton, antes de que vuelva al horario loco de mis
estudios de postgrado. Un motor zumba en la distancia, la reverberación
vibrando en mi pecho y el vino en mi vaso, cuando se acerca a nuestra
ubicación.
Levanto la cabeza hacia atrás justo a tiempo para ver la cabeza de Rylee
moverse a la izquierda cuando el coche de mi hermano pasa por el pit, con una
relajada y hábil sutileza por todo el curso del camino en el que estamos
actualmente sentadas en el estadio. Sus facciones relajadas van inmediatamente
a apretadas mientras observa el coche de carreras de Colton dar las vueltas del
curso, hasta que se va fuera de la vista de nuevo.
―¿Aún te preocupa? ―le pregunto, aunque sé la respuesta, ya que la vista
de él en el coche hace que mi corazón lata con ansiedad a pesar de la cantidad de
veces que me he sentado y lo he observado. Porque independientemente del
número de veces que ha cruzado la línea de meta sano y salvo, es la única vez
que no lo hizo, la que aún tiene mi corazón como rehén. El accidente cuando
casi lo perdimos.
―Sí y no―dice, con una sonrisa suave extendiéndose en sus labios, el amor
por mi hermano dolor-en-el-culo, es evidente allí―. Sí, debido a la naturaleza de
lo que hace. La velocidad a la que va. No, porque le encanta. No le puedo decir
que no haga lo que tanto le apasiona.
Y es tan simple como eso. Increíble que haya encontrado a alguien que
pueda manejar sus defectos y suavizar todos sus bordes duros.
Algún día. En un futuro lejano voy a encontrar una persona así… pero el
romance no está en mi horizonte actual.
―Te mereces una medalla por aguantar su mierda ―bromeo, nuestra broma
de larga duración, la hizo reír de nuevo.
―Él tiene sus méritos ―se burla a cambio, sus palabras refuerzan la sonrisa
cariñosa en sus labios y el amor escrito en su cara―. ¿Y qué me dices de ti?
¿Cómo van las cosas en el departamento de hombres?
Ruedo los ojos con un suspiro.
―He acabado con los hombres por un tiempo.
Ella resopla una carcajada.
―Uh-Huh. ―Mira sobre su copa de vino, las cejas arqueadas, los ojos
diciéndome que hable.
―Soy lo más alejado de un felpudo…
―¡Puedes decirlo de nuevo! ―Se ríe.
Solo niego, preguntándome, si la causa de esta reacción que recibo de ella
es, porque cada hombre que elijo me trata como tal.
―Es demasiado trabajo, con honestidad. Me conoces, quiero un poco de
diversión. Quiero un poco de buen sexo. Simplemente no creo que el cliché
“felices para siempre” sea para mí.
―Bueno, a veces, justo en el medio de la vida cotidiana, el amor te da un
cuento de hadas, cuando menos te lo esperas.―Por supuesto que ella piensa de
esa manera después de la forma en que su noviazgo con mi hermano ha
resultado.
Pero ella no es yo.
―Lo dudo en mi caso ―le digo―, pero he estado besando a una gran
cantidad de ranas cojonudas, si de eso se trata. ―Mi mente retrocede a mis
últimos novios y cómo he estado completamente cegada por la mierda que me
han tirado. Es casi como si cuanto más fácil se pone encontrar sexo, más difícil
se pone encontrar el amor para mí.
―Bueno, supongo que no soy nadie para dar consejos desde que me dijeron
que tuviese algo de sexo salvaje, imprudente con un chico y mira dónde aterrice.
―Sonríe mientras sostiene su mano y menea su dedo anular, el diamante
reflejando el sol y enviando prismas ondulando a nuestro alrededor.
Nuestra risa es ahogada mientras Colton serpentea de vuelta alrededor de la
pista. El ruido del motor se desvanece, y estoy a punto de hablar cuando oigo a
alguien llamar a la puerta de nuestro puesto de observación.
―Bueno, si no es Quinlan Westin. ―La voz envía una ligera emoción
mezclada con irritación a través de mí.
Me encuentro con los ojos de Ry brevemente, y sus labios luchan por
contener la sonrisa cómplice mientras se pone de pie. Ha escuchado algunas de
las acaloradas discusiones entre Colton y yo sobre Luke y su determinación para
salir conmigo. Incluso intervino varias veces para explicar que el hecho de que
compitieron por la misma chica tiempo atrás, no hace de él un tipo malo. Sus
comentarios cayeron en oídos sordos, llenos de testosterona.
―Oye, Luke ―dice, tono nulo de cualquier tipo de hospitalidad―. Justo
estaba yendo a encontrar mi zapatilla de cristal. Discúlpenme. ―La expresión en
su mirada me dice que está escapando de salvarse del drama que se producirá
cuando Colton se entere de que él nos buscó.
Dama inteligente.
Yo, por otra parte, no podría importarme menos lo que piense Colton de
Lucas Mason porque tengo mis propias opiniones. Estoy todavía tratando de
averiguar cuáles son, pero, diablos, si su persistencia no es admirable en intentar
conseguir una cita con la hermana pequeña de su archienemigo.
Él debe tener las bolas del tamaño de melones al caminar aquí y
deliberadamente empujar el oso durmiente. Tengo que darle un poco de crédito,
sin embargo, él nunca deja de encontrarme en la pista, y nunca se olvida de
preguntarme una vez más, a pesar de que sabe que la respuesta va a ser un
rotundo no.
Mientras me volvía hacia él, no puedo evitar contener la respiración, al
verle apoyado en la jamba de la puerta, traje ignifugo negro y plata
desabrochado y mangas atadas alrededor de su cintura. La camiseta blanca lisa
que lleva, es la perfecta combinación de no demasiado apretada y no demasiado
floja para dar el justo toque, a sus duros músculos de debajo. No se puede decir
que el hombre no use bien la ropa.
Y estoy segura que cuando está fuera de ella, lo que usa debajo es aún
mejor. Lástima que no lo voy a descubrir.
―Bueno, si no es Lucas Mason ―lo imito. Una sonrisa torcida lenta se
propaga a través de su rostro, y como todo americano, chico de al lado apuesto
como él es, nada se mueve dentro de mí. Infierno sí, es muy guapo, sin embargo
necesita bastante de un poco de borde áspero para atraerme, y todo lo que veo y
oigo de él son líneas suaves.
Da un paso en la habitación y nuestros ojos reflejan el aprecio por nuestra
atracción mutua.
―Magnífica como siempre ―dice las palabras como poniéndolas a prueba,
tratando de detectar si esta vez mi interés se despertó más, que con sus
numerosos otros intentos.
―Gracias, pero la respuesta sigue siendo no ―le digo con una sonrisa, pero
que bien podría atajar el paso. No hay necesidad de irse por las ramas cuando él
va a llegar al final.
Ahoga una risa, su reacción causando mi sonrisa ampliarse.
―Bastante presuntuoso cuando no creo que te pidiese nada.
―El hecho de que no hablabas, no significa que no estabas preguntando
con los ojos.―Levanto mis cejas hacia él, mis propios ojos hablando por mí
también.
Niega muy sutilmente, y la exasperación resuena en su suspiro.
―Es bueno saber que piensas tan bien de ti misma, que piensas que voy a
seguir viniendo por tu castigo. ―Su sonrisa me dice que está bromeando, pero
aún existe la pregunta en sus ojos―. Bueno, ahora que eso está fuera del camino
―dice, apoyando su hombro en la pared al lado de donde me siento―, ¿cómo
estás, Q?
Le rechace de nuevo, y él está aquí de pie como un campeón. El optimismo
es encomiable.
―Estoy bien ¿y tú? ¿Cómo está el coche funcionando?
Él mira hacia el coche de Colton a medida que se acerca y pasa una vez
más, hablando cuando el ruido del motor disminuye en la distancia.
―Rápido ―reflexiona―. Lo suficientemente rápido para ganarle.
Resoplo y levanto mis cejas.
―Luke, creo que solo insultaste a mi hermano.
―En lo más mínimo cariño.―Me guiña el ojo y normalmente, eso me
enoja, pero por alguna razón es encantador en él―. Si fuera a insultar a tu
hermano, definitivamente lo sabrías solo por mi elección de palabras…
―Tomo nota ―le digo, nuestros ojos continúan coqueteando sin palabras, y
me encuentro cuestionando por qué a pesar de que es atractivo, la química está a
pocos pasos cortos de la fórmula correcta para cualquier cosa para llegar a la
combustión. Suspiro, a sabiendas que está esperando a ver dónde voy con esta
conversación por lo que imagino, a la mierda, tal vez así―. ¿Cómo está tu
novia?
Sus labios se curvan en un lado; sus ojos bailan con alegría.
―Bueno, se niega a ir a una cita conmigo a pesar de que se lo he pedido en
siete formas diferentes de domingo, pero voy a continuar y te lo haré saber,
cuando finalmente diga que sí.
Mierda, camine directo en que no era yo ¿no?
―Ella no debe saber lo que se está perdiendo ―le ofrezco.
―Hmm, yo diría que se está perdiendo cerca de dos centímetros de espesor,
pero nunca se sabe, podría ser demasiado para que una chica como ella, lo
maneje.
Bastardo arrogante. Mantengo mi rostro impasible mientras mi mente se
pregunta cuánto ha exagerado ―o si lo hace en absoluto― y asegurarme que
mis ojos no se desvíen hacia abajo y darle la satisfacción de saber que estoy aún
curiosa.
―Bueno ahí está tu problema Mason ―digo mientras me levanto de mi
posición. El coche de Colton se desvía hacia los pits, y estoy aliviada y molesta
que nuestra conversación esté llegando a su fin―. Los dígitos deberías hablarlos
cuando la llames. Una mujer sabe que cuando un hombre habla en centímetros,
solo lo hace para aumentar su ego. Siempre asumimos que tenemos que reducir
el número a la mitad. ―Miento y luego le devuelvo el guiño que me dio
mientras camino por delante de él y me dirijo a la puerta, luchando contra dos
impulsos, la de mirar y ver si en efecto está empaquetando todos esos
centímetros y el otro, el de no echarme a reír por la expresión de su rostro, en
reacción a mi descarada mentira.
―Bueno, si estamos jugando por tus reglas, debería haber dicho que tenía
seis, entonces.
Lo escucho ahogar una risita detrás de mí y celebro que él no consiga su
pene dando vueltas sobre mi falta verbal. Desciendo las escaleras a la zona del
estadio, en dirección a los garajes, donde sé que el resto de mi familia estará para
saludar y disparar la mierda con Colton cuando salga del coche, ya que es
nuestra costumbre habitual en los últimos tiempos. Las botas de Luke hacen eco
en los escalones metálicos justo detrás de mí, y estoy curiosa de lo mucho que
está dispuesto a tentar a la suerte por seguirme.
Se empareja a mi lado en silencio, pero los sonidos y las vistas de las
pruebas de tiempo, se filtran a nuestro alrededor.
―Oye, ¿Quin? ―dice mientras nos acercamos a las bahías de los
mecánicos.
―Oye, ¿Luke? ―le imito de nuevo.
―¿Qué dices de venir a unirte a mí mañana en la noche, para una
celebración de victoria? ―Angula su cabeza hacia un lado y espera mi
respuesta.
Y no puedo resistir, él lo está poniendo demasiado condenadamente fácil.
―¿Estas lanzando una fiesta por la victoria de Colton? ¡Qué dulce! ―Él
resopla en incredulidad y se pasa la mano por el cabello recortado. Pongo mi
mano en su pecho momentáneamente―. Gracias por la risa y la caminata pero…
―Lo sé, lo sé―dice, levantando las manos en señal de rendición y da un
paso atrás―. No puedes culpar a un chico por intentarlo.
Puedo oír a Colton hablar con Becks a unos metros de distancia, algo acerca
de los ajustes del extremo y los tiempos de vuelta y aunque Colton esta absorto,
prefiero que la paz se mantenga y los puñetazos permanezcan sin lanzarse.
―Creo que es mejor para tu bien si desocupas el local antes de que mi
hermano se dé cuenta que estás aquí.
―Ah lo veo, el verdadero amor. Estás preocupada por mí, pero en caso de
que lo olvides ―dice, señalando su nombre en su traje ignifugo―, tengo todo el
derecho de estar aquí.
Aprieto los labios y sostengo su mirada.
―Bueno, no exactamente aquí ―le respondo, apuntando a la línea amarilla
que indica los límites de garaje para cada equipo de carreras.
Da un paso atrás para que sus dedos de los pies estén justo al borde de la
delimitación pintada y me mira de nuevo con una sonrisa en su rostro.
―¿Mejor?
―Mucho―le digo mientras mantenemos nuestras mirada un poco más.
Ondeo mis manos hacia él para espantarlo―. Ahora deja de causar problemas y
vete. ―Me encanta el hecho de que no reacciona de inmediato, que tiene una
mente propia y no va a dejarse persuadir. Tal vez hay algunos bordes duros en él,
después de todo. Alimento para el pensamiento.
―Me encanta causar problemas. De hecho me encantaría quedarme y ver a
tu hermano mayor protegerte de gente como yo ―dice, y tira de su camiseta, que
empieza a pegarse en la mitad de su pecho por el calor sofocante que emana de
la pista de asfalto. Miro el movimiento y dejo que mis ojos se desvíen hacia la
entrepierna de su traje de carreras y me odio por mirar y aun deseando saber.
Y maldigo el traje de carreras por ser tan condenadamente holgado.
―Puedo cuidar de mí misma muy bien. No hay necesidad de la ayuda de mi
hermano ―le digo, reto en mi voz y diversión en mis ojos.
Luke pone su lengua en su mejilla.
―Bueno, ya que tu hermano no es un factor importante, no hay nada que se
interponga en el camino así que, ¿por qué no quieres salir conmigo?
―Debido a que los conductores de automóviles de carreras arrogantes, no
son mi tipo. ―Tal vez eso lo disuada.
―Bueno, ya que soy más del tipo atlético guapo, financieramente estable,
supongo que soy de oro. ―Su sonrisa se ensancha, orgulloso de su respuesta.
―Lejos de ahí. Yo diría más bien como plata. ―Entrecierro mis ojos
mirando el color metálico de su traje de carreras, mientras él camina hacia mí, ya
no bloqueando la luz del sol y con evidente indiferencia por la línea en sus pies.
―Oh créeme, Quinlan, siempre es duro como el metal, eso es todo lo que
importa ―dice, con sugerencia atando su voz.
¿De verdad dijo eso?
―Jesús. Exactamente por eso es por lo que te he rechazado, las otras
cuarenta y dos veces que me lo has pedido.
―Bueno, mierda, estoy en el número cuarenta y tres, así que la próxima vez
vas a decir que sí.
―Um, no―lo digo con firmeza, pero no puedo evitar la apreciación
emergiendo en mi tono.
―Oh, Westin, tengo tu número, bebé. ―Da un paso atrás y miro hacia
abajo a la línea que ha despejado y sonríe.
―En realidad, no lo tienes.
Se ríe profunda y fuertemente y sé que Colton lo habrá escuchado. Muchas
gracias.
―Tienes razón. Solo tengo la cifra veinte, pero ―dice encogiéndose de
hombros―, estoy seguro de que estaría dispuesto a trabajar con eso. Hasta
luego, Quinlan.
―Hasta luego, Luke ―le digo mientras me da la espalda y comienza a
alejarse.
―Uno de estos días vas a decir que sí ―dice por encima del hombro.
―No, no lo haré.
―Sí, sí lo harás―dice una última vez, haciéndome reír y desear sentir algo
entre nosotros, porque el infierno si su esfuerzo incesante no es atractivo en sí
mismo. Mierda, sería divertido tomar su oferta si no fuera para fastidiar a
Colton. Hmm. Tal vez voy a hacer precisamente eso la próxima vez.
―¿Qué demonios quería?
Por otra parte, tal vez no lo haré. No vale la pena la molestia.
Me vuelvo, para encontrar a Colton apoyado en la pared, Gatorade en la
mano, traje ignífugo descomprimido, y pecho fuerte perlado por el sudor.
―Um, estás casado ahora. No necesitas exhibir tu pecho para tratar de
lograr más mujeres. Es desagradable. ―La distracción en su máxima expresión.
―Antes no me esforzaba para conseguirlas ―dice, haciendo hincapié en su
punto, con el destello de una sonrisa.
Solo ruedo mis ojos, primero Luke y ahora mi hermano. Definitivamente no
necesito salir con un piloto de carreras.
―Trabajaste para conseguirme ―dice Rylee mientras camina detrás de él y
golpea con fuerza su trasero.
Se ríe y pone un suave beso en sus labios. Ella le hace a un lado cuando
trata de tomar el beso más profundo.
―¿Ves eso? ―dice Colton, con tono juguetón―. Casado desde hace un año
y ya está empezando a rechazarme.
―Pobre bebé ―me burlo.
―¿Así que le dijiste que sí? ―pregunta Rylee con un gesto de la barbilla
señalando a donde Luke se alejó.
Gracias, Rylee. Pensé que estaba fuera del gancho, pero supongo que no.
―Por supuesto, no dijo que sí. Mi hermana pequeña no está saliendo con
ese imbécil ―dice Colton, moviendo la cabeza hacia atrás y adelante entre
nosotros.
Nunca he entendido cuál es el gran problema. Luke y Colton fueron tras la
misma mujer. Colton ganó, gran cosa. Bueno, y luego Luke tiró un par de golpes
a causa de ella… y tal vez, quizás dejó que un poco de la hostilidad transfiriera a
la pista un par de veces.
―Cálmate, Ace ―dice arqueando sus cejas, golpeando con fuerza―. Ella
puede salir con cualquier persona que quiera. No eres su guardián.
Puedo ver el pulso en la mandíbula apretada de mi hermano mientras Rylee
lo coloca en conexión con la tierra, ella es la única persona, además de su mejor
amigo, Becks, y nuestro papá, que puede hacerlo.
―¡Es un culo arrogante! ―declara, con la boca abierta, como si las dos
estuviéramos locas.
―Me parece conocer a alguien que era tan arrogante y tan guapo ―se
burla, celebrando su razón.
No puedo luchar contra mi sonrisa, que se propaga en una sonrisa en toda
regla, ante el comentario de Rylee que da justo en el blanco. Becks pide a Colton
ir hacia el coche. Me mira con la severa mirada de hermano mayor de, no me
jodas. Es algo lindo.
Y molesto.
―¡Relájate! Le dije que no. ―El pronunciamiento me gana un destello de
una sonrisa antes de que dé un beso en la mejilla de Rylee.
Él comienza a alejarse y luego se detiene y se da vuelta.
―Que siga siendo así ―advierte antes de continuar hacia Becks.
Rylee chasquea mientras sigue a algo por encima de mi hombro, y me
vuelvo para ver Luke caminar más abajo en los pits. Él me da una sonrisa antes
de continuar dentro de un edificio.
―No puedes negar que es definitivamente un caramelo para ver. ―Mi
cuello duele por el repentino latigazo cervical ante sus palabras―. Oh, vamos,
Quin, puedo estar casada, pero no estoy muerta. ―Se encoge de hombros―. No
actúes como si no vieras cuántas lameduras necesita para llegar al centro de su
Tootsie Pop.
Y ella dice el comentario de una manera tan casual, que solo me echo a reír.
Juro por Dios que todas las hormonas que ha estado tomando para tratar de
quedarse embarazada, han afectado su forma generalmente recatada.
―Él quiere―le digo, sin dejar de reír.
―Bueno, él es persistente. Tienes que darle eso.
―Eso es todo lo que le voy a dar.
Capítulo 2
Quinlan
El calor del sur de California mezclado con la segunda semana de clases,
realmente ha hecho un número en mí. Suspiro mientras abro la puerta, deseando
fundirme con el fresco aire acondicionado de las oficinas de Bellas Artes. Estoy
cansada después de una larga noche pasando el rato con Layla, mi culpa, pero
aun así es malo, y tener que lidiar con algunos universitarios novatos e
imbéciles, en mi sesión como asesor, no ayuda.
No juzgo, si un estudiante falla en algo, no tengo ningún problema
ayudándoles, pero cuando están demasiado ocupados persiguiendo faldas y
preocupándose por cuál de los Trojans toman en el fin de semana para prestar
atención, no es mi problema si recibieron malas notas en su primer examen
sorpresa.
Mi estado de ánimo no ayuda, necesito echar un polvo ferozmente. No hay
nada peor que una mujer con la necesidad de un buen orgasmo.
O dos.
O tres.
Dejo caer mi mochila sobre el escritorio con un movimiento de cabeza y
una nota mental para rectificar la situación con el primer candidato dispuesto que
cumpla con mis exigentes estándares. Por otro lado, estoy a punto de estar lo
suficientemente desesperada para tirarlos por la ventana por el error correcto.
Empiezo a rebuscar en el montón de papeles llenando mi buzón de correo,
esa es la vida de una estudiante de posgrado en Artes Cinematográficas, a la
mierda salvar un bosque de árboles. Reviso mi correo electrónico, filtrando los
mensajes y llevando casi todos a la papelera de reciclaje. Deshecho
automáticamente los de conferencia electivos sin molestarme en leerlos, porque
al principio de un semestre, lo último que tengo es tiempo para algo que no
contribuye en ayudarme a escribir mi tesis.
―¡Quinlan! ¡Justo la persona que quería ver!
Mientras me doy la vuelta para hacer frente a mi asesora de postgrado, la
sonrisa aparece con naturalidad en mi rostro, ya que soy una de las pocas
elegidas para estar bajo su tutela.
―Hola, Dra. Stevens. ―Su severa mirada, generada por la formalidad de
mi saludo, me hace reír, así que cedo a su petición, muchas veces repetida y me
corrijo―: Hola, Carla.
―Mejor ―exclama riendo―. Ahora no estoy buscando a mi marido
cuando dices eso ―afirma refiriéndose a su esposo, quien es un cardiólogo.
Asiento en acuerdo.
―¿Por qué tengo la sensación de que no me va a gustar el hecho de que
querías verme?
Por favor, Dios, no dejes que me pida que añada algo más a mi plato, que
ya desborda de obligaciones, plazos y proyectos a redactar.
―Estoy en un aprieto y necesito tu ayuda. ―Arruga la nariz porque sabe
que no voy a estar muy feliz con lo que va a decir a continuación―. Al igual que
“Te voy a dar una prórroga de tres semanas en la fecha de vencimiento de tu
primer borrador” ayuda.
Preocupada tomo mi labio inferior entre los dientes y sé que no importa lo
que pida, voy a decir que sí. Es mi mentora, por el amor de Dios. No la
defraudaré.
―¿Bien? ―vocalizo la palabra como una pregunta temerosa y curiosa, todo
al mismo tiempo.
―Bueno, el Dr. Elliot tiene una conferencia en su departamento que está
empezando… ―Mira su reloj y se estremece―. Bueno, en realidad comenzó
hace unos cinco minutos. De todos modos, preguntó si puedo ayudarle. Callie, su
asistente, debía hacerlo, pero tuvo un cambio de horario de último minuto para
dar cabida a uno de sus profesores… y todos sus otros asistentes tienen clases en
este momento…
Me muerdo las ganas de hacer un comentario de culo inteligente sobre
cómo el conflicto de Callie es la ridícula necesidad de ligar con el profesor que
la tiene caliente, condenado protocolo universitario. En cambio, miro a Carla y
suspiro audiblemente, segura de que mi expresión refleja mi desagrado.
Normalmente estoy al tanto de todas las idas y venidas del departamento,
pero mi viaje de último minuto por la carrera de Sonoma para ver a Colton,
mezclado con la inesperada ruptura de Layla y la discordia habitual del primer
mes de la escuela, me ha dejado en la oscuridad acerca de aspectos específicos
del curso. Espero que sea una maldita buena clase si voy a tener que estar
atrapada en ella.
―Sabes que estoy de acuerdo porque ya estoy atrasada en mi proyecto y
necesito esas semanas ¿verdad?
―¡Exactamente! ―exclama risueña―. No tengo ese doctorado al lado de
mi nombre porque soy poco inteligente.
―Eso es bajo. ―Sólo sacudo la cabeza y sonrío mientras tomo mi bolso―.
Así que dame los detalles.
―¡Eres un salvavidas! ―Se acerca y acaricia mi hombro antes de
entregarme una carpeta llena de papeles―. Así que la conferencia es de sexo,
drogas y rock and roll, por así decirlo. ―Arquea las cejas preguntándome con
los ojos si estoy bien con eso.
Como si tuviese elección. Me imagino algún rígido profesor dando una
conferencia sobre algo tan completamente ajeno a él. Ahora voy a tener que
perder el tiempo mimando a alguien, cuando tengo tantas otras cosas que harían
un mejor uso de mi tiempo. Suena como un verdadero quemador de granero.
―¿Quién lo imparte? ―pregunto, reflejando en mi tono el cinismo que
siento sobre la contradicción entre el profesor y el tema del curso.
―Un profesor invitado. No recuerdo su nombre, pero es un gran caso en el
rock and roll. ―Rueda los ojos. Su gusto musical incluye sólo la música clásica
y el jazz―. Ah, y es lindo ―argumenta con una sonrisa, y me interrumpe antes
que pueda preguntarle más detalles―. ¡Ahora, fuera! Es probable que esté
destrozando el sistema de sonido mientras hablamos, con el micrófono al revés o
algo así. La clase está en el edificio GFA, sala sesenta y nueve.
Mentalmente ruedo los ojos ante el número de la sala, pensando en que la
otra cosa que representa ese número, es una mejor manera de ocupar mi tiempo,
que escuchar una monótona conferencia.
Niego una vez más mientras tomo mi bolso.
―Gracias, Quinlan ―exclama en un tono de dulce sacarina que me hace
reír.
―Para que lo sepas, te estoy maldiciendo en este momento ―señalo sobre
mi hombro mientras abro la puerta y comienzo el viaje a través del campus.
En el momento en que llego a la puerta de la sala de conferencias, estoy sin
aliento, más caliente que el infierno, y maldiciendo a Carla aún más. Abro y
accedo a una zona del tipo mini-recepción. Las puertas del anfiteatro están
abiertas, por lo que, cuando entro, se oyen las risas de los estudiantes desde el
interior.
Dos alumnas salen del baño del otro lado del atrio, con un andar
sobreactuado para estudiantes que asisten a una conferencia, una de ellas se
aplica lápiz labial mientras que la otra está riendo incontrolablemente. Caminan
por delante de mí, y escucho murmullos de comentarios sobre la forma en que
“sólo teníamos que ver por nosotras mismas si es tan sexy en persona” y
“maldita seguridad pateadora” antes de abrir las puertas para entrar.
Ahora definitivamente mi curiosidad se despertó. ¿Quién demonios es el
profesor invitado si hay seguridad aquí?
Tal vez sea uno de los amigos de papá. Cosas más extrañas han sucedido.
―Ya lo ven, fueron los Grammys… No es como si puedes decirle que no
cuando acaba de ganar el mejor álbum del año y te pide pasar el rato. Poco sabía
yo…―la grave voz masculina de tenor es casi una contradicción, suave como el
terciopelo, pero con una aspereza que estimula mi libido y me hace pensar en
murmullos de dormitorio y sexo caliente―… que iría con él y entraría a un club
privado en donde todo se presentaba como caramelos: Drogas, mujeres,
productores discográficos. Se giró, me miró y dijo: “Bienvenido a Hollywood,
hijo”. Mierda, miré a Vince aquí y pensé: ¿Es esto lo que tengo que hacer para
llegar hasta aquí?, jugar a este juego. ¿O puedo hacerlo de la forma antigua? Y
tampoco me refiero a dormir mi camino hacia la cima.
La sala estalla en risas con algunos silbidos mientras despejo la puerta. Lo
reconozco de inmediato. Puede estar en el distante escenario, pero su rostro, su
presencia es inconfundible. Lo he visto adornando tabloides, TMZ, la revista
Rolling Stone, en lo que sea, ha estado en la portada.
Es Hawkin Play, el vocalista e imagen de la popular banda de rock Bent.
Y de acuerdo a los más recientes anuncios de la prensa, un hombre en
camino a la destrucción por causa de las drogas. De tal modo, que debido a la
exageración de los medios, con toda probabilidad signifique que fue capturado
en posesión de algunos medicamentos.
Entonces, ¿por qué en el infierno está aquí?
Me adentro en el auditorio y mis pasos vacilan en la parte superior, porque
al igual que mis oídos están en sintonía con su voz, mi cuerpo reacciona
inmediatamente a su sobrecogedora presencia.
Y te aseguro que no quiero que lo haga.
Me digo que es sólo porque necesito un poco de acción. Que mi novio con
pilas se está poniendo viejo y la reacción visceral de mi pulso acelerado o de
retener mi aliento es sólo por el período de sequía. Bueno, no es realmente un
período de sequía total en sí, sino más bien una falta de dedos de pies
encrespándose, mente anestesiada y jodido buen sexo, que últimamente no soy
capaz de encontrar.
Ni siquiera lo pienses. Puede estar sexy, pero mierda, crecí con Colton, el
último jugador, por lo que esta chica sabe cómo suena y actúa uno. Y de todo lo
que he visto divulgado a través de los titulares y los medios sociales, Hawkin
desempeña el papel a la perfección.
Pero la idea de, que al igual que los rumores de drogas de las revistas,
podría ser un jugador fabricado, perdura fácilmente en mi subconsciente. Lo
miro de nuevo ya que la clase se ríe, su completa soltura frente a una gran
multitud es obvia, e inmediatamente me pregunto que si tuviera una oportunidad
con él, ¿la tomaría?
La cabeza me dice que deje de tener ese tipo de pensamientos, de cosas que
nunca van a suceder, mientras que mi cuerpo está diciendo que abra mis piernas
más ampliamente.
Me obligo a alejar esos razonamientos absurdos y a centrarme en encontrar
un asiento libre en la sala repleta de alumnos. Camino lentamente por los
pasillos, mirando atrás y adelante para tratar de ubicar un asiento libre, pero no
encuentro ninguno.
Alzo la mirada, y me percato de un tipo fornido caminando hacia mí con
una expresión irritada en su rostro. Inmediatamente me impacta que no tengo
nada que demuestre que debería estar en esta clase, ninguna autorización en
papel, nada para demostrar a la seguridad, que parece estar arremetiendo en mi
contra, que no soy una chica fan y tengo un motivo legítimo para asistir a la
conferencia. Bueno, tal vez van a echarme y entonces hoy no tendrán asistente.
Sólo una clase menos a la que voy a tener que asistir.
Se me acerca y extiende un brazo muy musculoso hacia mí.
―¿Papeleo del curso? ―interroga en un susurro, tratando de no perturbar lo
que el Sr. Estrella del rock está balbuceando en la tarima.
Tomo una respiración profunda, tratando de calcular cómo voy a actuar, lo
que realmente quiero hacer versus lo que sé que es correcto son dos cosas
diferentes, por lo tanto me aguanto y me decido por el camino correcto.
De mala gana.
―No tengo nada ―susurro de vuela―. Pero soy la asistente para el curso.
―Seguro que lo eres. ―Ríe con un giro de ojos―. Asistente no significa
tetas y culo, cariño.
Aprieto la mandíbula, refrenando mi frustración a medida que empezamos a
llamar la atención de los que nos rodean.
―Acabo de llegar de las oficinas departamentales. No tengo…
―¿Hay algún problema, Axe? ―Su voz de sexo líquido resuena a través de
la sala, haciendo que todas las cabezas volteen hacia la cima de las escaleras y a
nosotros en ella.
Axe, supongo que es su nombre, gira su cuerpo para mirar a Hawkin, lo que
me expone en su línea de visión.
―No hay problema ―afirma Axe, y antes de que pueda decir nada más,
Hawke habla de nuevo.
―Muy amable de tu parte, por mostrarte a tiempo. ―El sarcasmo gotea en
su voz, y elevo la mirada hasta que lo detecto, a pesar de la distancia entre
nosotros.
Y juro que odio todo acerca de mí en este momento, porque siento una
sacudida y una explosión rápida de lujuria entre mis muslos, mientras nuestros
ojos se encuentran, y esa lenta sonrisa de “Soy un Dios, puedes inclinarte ante
mí” se insinúa lentamente en un lado de su boca.
Y maldita sea el infierno si eso no hace que se vea aún más sexy.
Pero bueno, parece seguro que no le hace menos imbécil.
Mis labios se crispan en una mueca apretada, con pensamientos de
fusilamiento, pero las malditas palabras no vienen porque todavía estoy
momentáneamente paralizada por el esbozo de intercambio entre nosotros.
―Bueno, por lo menos estás tranquila, no interrumpiste, a menos que
contara el discutir con Axe en la escalera
¿Cómo iba a saber que él era un imbécil?
―No estaba discutiendo. No soy una…
―Mira ―espeta, cortándome―. Hay un lugar disponible a la izquierda
justo aquí. ―Señala un asiento en la primera fila justo frente al atril, mientras el
hombre sentado en él se apresura a ponerse de pie y lo desocupa. Observo al
ocupante dirigirse a un lado de la habitación y apoyarse de espaldas contra la
pared, con los brazos cruzados y una amplia sonrisa, sacudiendo su cabeza hacia
Hawkin como si hubiera una broma privada entre ellos.
Me es vagamente familiar, pero no tengo la oportunidad de averiguarlo
porque Hawkin habla de nuevo:
―Vamos. No muerdo… ¿Cierto, chicos? ―pregunta al resto de la sala de
conferencias, y el público estalla en una cacofonía de gritos y alaridos,
impulsándome a sentarme.
También oigo un par de ofertas de las féminas de ocupar el asiento si yo no
lo hago.
Estoy segura que lo ocuparían. Particularmente en este asiento que está
frente a sus caderas, si mi corazonada es correcta.
―Por favor, tómate tu tiempo. Nos gusta esperar. ―Su voz flota a través de
la habitación, crispándome los nervios.
Aprieto los dientes mientras me muevo a regañadientes, mi enojo crece con
cada paso de descenso hacia la sala. Por mucho que no quiera estar aquí,
ocupándome de un idiota arrogante, mi carrera de posgrado tiene necesidades, y
realmente no creo que molestar, al que tengo la sensación será uno de los
profesores más populares del año, sea la idea más brillante.
Pero el infierno si no quiero decirle besa mi culo con esa boca inteligente,
mientras camino por las escaleras hacia la salida y le enseño el dedo medio, en
lugar de sentarme.
Pero mi título es más importante, así que me trago el orgullo y mi enojo, a
pesar que prefiero proferirlo, mientras llego a la primera fila. Mantengo mis ojos
fijos en el color miel de su mirada, negándome a dejar que piense que ha
conseguido ventaja, a pesar de que sigo su orden y tomo el asiento que tan
amablemente ofreció.
Llego a la silla y me detengo antes de sentarme manteniéndome firme, con
mis cejas arqueadas y con los ojos le digo todo lo que mis labios no pueden. Se
percata del desafío, mientras que al mismo tiempo sus labios sonríen satisfechos
y burlándose de mí.
Me obligo a mirar fijamente hacia adelante, sin que mis ojos vaguen para
disfrutar todo de él, porque no quiero ver cara a cara lo sexy y ardiente que es;
no quiero percibir su colonia, que es una mezcla de algo fresco y aire libre; no
quiero sentir mis mejillas sonrojarse porque noto que mis pezones se han
endurecido y estoy bastante segura que son más que evidentes a través de la fina
capa de encaje de mi sujetador y el algodón de mi camiseta.
Después de un momento, cuando deduzco que no tengo ningún argumento a
esgrimir frente a varios cientos de estudiantes, bajo la vista y me siento. Pero en
lugar de continuar la clase de forma inmediata, se para delante de mí unos
segundos más, asegurándose de que reconozco que ha ganado este pequeño y
ridículo espectáculo de control entre los dos.
Y por supuesto, cuando se pone delante, con sus caderas directamente a
nivel de mis ojos, no puedo evitar la colisión de dos pensamientos, uno de él
estando en control, con uno de lo bien que sus gastados vaqueros son llenados
detrás del cierre.
De inmediato me castigo, diciéndome que es mi cerebro privado de sexo,
bueno, más bien otras partes privadas del cuerpo, que está dirigiendo mi
razonamiento al igual que el de una ninfómana. Esto solamente alimenta aún
más mi aversión a Hawkin, debido a que debería estar centrada en estar enojada
con él, en lugar de preguntarme acerca de cómo se desenvuelve de otras
maneras… fuera del escenario.
Salgo de mis pensamientos cuando la risa estalla en la habitación y me doy
cuenta de que continuó con su perorata y ya no está delante de mí.
―¿No es correcto? ―interroga y el aula se tranquiliza, haciendo que mire
en su dirección.
Sus ojos están fijos en los míos y sé que he sido atrapada no prestando
atención. Lame su labio inferior mientras espera por mi respuesta y juro por
todas las cosas santas, que la chica junto a mí en realidad suspira. Lleva todo lo
que tengo para no rodar mis ojos. No tengo ni idea de lo que me está
preguntando y me toma una fracción de segundo para decidir entre fingir o jugar
con ello.
―¿El qué? ―respondo, con los labios fruncidos, diciéndole con eso que si
quiere mantener esa actitud, la devolveré.
Deja vislumbrar una sonrisa brillante y ladea la cabeza, entornando los ojos
por un momento antes de ofrecer:
―Que llegar tarde a un evento, es una manera segura de hacer una primera
mala impresión.
Bastardo. Me dirigí directamente a una emboscada y silenciosamente echo
humo por ello, pero al infierno si voy a dejar que lo sepa.
―Es cierto ―afirmo con una medida inclinación de cabeza, sus ojos
bailando con la alegre victoria cuando me siguen―. Es mejor permanecer en
silencio y ser considerado un tonto, que abrir la boca y despejar toda duda
―recito el proverbio, imaginando sus cejas fruncirse e irritación pasar a través
de su rostro, pero en lugar de ira, en sus ojos veo diversión y desafío.
La multitud se queda en silencio, probablemente un poco sorprendida de
que no estoy inclinándome hacia el dios del rock, título que estoy segura utiliza
para conseguir lo que quiere. Pero yo crecí al lado de mi hermano y con el
afamado director Andy Westin como padre, así que sé que no voy a tener mis
rodillas inclinadas para Hawkin Play.
O hacer nada más en ellas para el caso, cuando se trata de él.
Sólo niega con la cabeza, con una mirada de curiosidad en su rostro, hasta
que un estudiante hace una pregunta, a través del silencio opresivo que hemos
creado. Se vuelve hacia el estudiante y por suerte sale de nuestro tácito combate
sin resolver.
Estoy furiosa con él por reclamarme de nuevo mi tardanza, y al mismo
tiempo divertida por su arrogancia, ya que piensa que me importa.
Arriesgándome a mirarlo, debido a que su atención está en otra parte, aprovecho
la oportunidad para examinarlo. Tengo que prestar atención y averiguar si voy a
tratar de conseguir ventaja. Quiero decir, es pura curiosidad. Chicos guapos son
una moneda de diez centavos de una docena en California.
Pero no todos ellos son estrellas de rock que me causan ese dolor con
hormigueo de simplemente imaginarme como sería en la cama.
Es de complexión delgada, con hombros anchos y puedo decir que sus
músculos están tonificados. Por supuesto, toma el momento en que lo estoy
observando para levantar el brazo y señalar a alguien, regalándome una flexión
de sus bíceps y el atisbo de un tatuaje oculto por su camiseta, en la parte superior
de su brazo. Soy una chica que tiene una cosa por los bíceps firmes,
especialmente cuando están enmarcando mi cuerpo sobre el colchón.
Lo sigo mientras camina de nuevo hacia el podio, observando su perfil, su
mandíbula fuerte, nariz recta, y el cabello un poco largo, pero de alguna manera
en un elaborado estilo desordenado que dice, no trato de hacerlo. Juega con el
proyector, la clase está configurada para que sea mucho más elaborada.
Continúa, hablando de algo sobre las expectativas de los medios de
comunicación, una parte de mí está curiosa de lo que habla, porque he estado tan
concentrada en lo que no me gusta y al mismo tiempo estudiándolo, que no he
seguido una sola palabra de su conferencia.
El hombre apoyado en la pared, ríe lo suficientemente alto para que las
primeras filas le oigan y me toma un segundo darme cuenta que Hawkin no
puede conseguir que el proyector se encienda.
Le está bien empleado, me quedo sentada tranquilamente, empujo el interior
de mi mejilla con la lengua, negándome a ayudar y disfruto verlo buscar a
tientas. Si me va a reclamar como lo hizo, entonces supongo que voy a actuar
como una estudiante y fingir ignorancia tecnológica.
―Y esto gente, es por lo que canto y toco un instrumento para ganarme la
vida ―arguye con una media sonrisa, apartándose el cabello de la frente, incluso
su carismático encanto llega aun cuando está frustrado―. Supongo que mi
reputación me precede y es mucho para manejar, ya que la asistente que me
prometieron tiene que enseñarme y ayudarme a configurar todo.
―¡Yo me encargaré de ti! ―responde con un grito una chica, obteniendo
una risa de él.
Estoy segura que lo harás, cariño.
Lo observo unos segundos más, hasta que se da por vencido y dice algo que
no puedo escuchar a su amigo antes de dirigirse a la clase.
―Bueno, supongo que tendré que confiar en mis muchos otros talentos
ocultos ―exclama frotándose las manos y haciéndome suspirar igual que la
chica a mi lado, mientras que el resto de los estudiantes ríen―. Pero parece que
tendrá que esperar hasta la próxima vez… Se acabó el tiempo por hoy. ―La
suspiradora hace un sonido de protesta, y juro que va a estar pegada al asiento,
debido a su desesperación por todas las cosas Hawkin―.Hasta la próxima
―anuncia y los estudiantes comienzan a recoger sus materiales. Me inclino
hacia delante para recoger mi bolso cuando su voz me detiene―. ¿Srta. Soy
demasiado especial para llegar a tiempo? Por favor, quédate un minuto.
Me congelo, más por la incredulidad que porque me importe. Creo que
debido a su arrogancia, todo este yo soy un profesor se le ha subido a la cabeza.
Por otra parte, probablemente es su norma, teniendo en cuenta que está
acostumbrado a actuar en el escenario frente a miles de personas.
Muerdo el interior de mi mejilla para sofocar la observación sabelotodo que
está rogando por escapar, me recuesto en la silla, con los brazos y las piernas
cruzadas, y elevo las cejas en su dirección. Ven a mi chico roquero. Estoy lista
para ti.
Hawkin me sostiene la burlona mirada, y me siento como si estuviéramos
en un concurso. Supongo que las cosas no cambian mucho cuando nos hacemos
mayores.
Inclina sus caderas, apoyándose en la mesa tras él e imita mi postura.
―Oye, rubia, ¿cuál es tu nombre?
―Trixie ―respondo y esto no es fruto de la casualidad. Mi mente se dirigió
inmediatamente al nombre que usa Layla en un club cuando estamos siendo
abordadas por alguien por el que no tenemos ningún interés.
―Trixie, ¿eh?
―Eso dice mi certificado de nacimiento. ¿Hay algo que necesite?
―Sí ―señala acercándose. Mi Dios, incluso su arrogancia a través de la
corta distancia es sexy. Se detiene justo frente a mí y sólo mira. Una química que
no quiero sentir se enciende entre nosotros.
Sigue diciéndote a ti misma que no quieres sentir eso, Quinlan.
Aparto la mirada, rompiendo cualquier atracción, es una tentación que no
quiero sentir. Sólo tengo que salir de aquí antes de que sus ojos y su arrogante
sonrisa me desgasten, hasta estar acostada sobre mi espalda con él encima.
Gracias a Dios que habla, porque sus palabras ayudan a que todos esos
pensamientos se desvanezcan.
―¿Fue mala conferencia o algo así? ―Inclina su cabeza y por alguna razón
su lenguaje corporal no refleja su simple pregunta. No voy a caminar directa a su
trampa de sarcasmo verbal de nuevo, así que lo miro de nuevo, con las cejas
arqueadas, dedos tamborileando en mi bíceps, esperando a que continúe―.
¿Eres demasiado indiferente para tomar notas?
―Si la conferencia fuera sobre algo digno de mención, estaría encantada de
tomar algunas ―disparo de vuelta. Y sí, es una respuesta injusta porque apenas
escuché su conferencia en lo absoluto, más centrada en ignorarlo que nada, pero
se lo merece por su comentario.
―Oh ―musita, llevando la mano a su corazón como si lo hubiera herido
antes de insinuar una sonrisa a la velocidad del rayo―. Tengo debilidad por una
mujer que es hermosa y rápida con la lengua.
Resoplo con exasperación.
―Bueno, estoy segura que tienes debilidad por la suaveporción de abajo,
pero pensé que un tipo como tú, preferiría una mujer sin cerebro o mejor aún, sin
dientes.
El amigo de Hawkin silba a nuestro lado, pero lo ignoro, no necesitando de
una distracción de lo que está frente a mí. Me levanto y empiezo a guardar mis
cosas sabiendo que mi boca inteligente y yo necesitamos huir, antes de que me
meta en más problemas de lo normal.
―Crees que me tienes ubicado ¿eh? ―murmura, detrás de mí su voz está
demasiado cerca para mi comodidad. Reacciono al instante, piel de gallina,
aliento sostenido, y cada uno de mis nervios en sintonía con la proximidad de su
cuerpo.
Por otra parte, los problemas pueden ser muy divertidos.
Puedo decir que está acostumbrado a que las mujeres pidan a gritos ser
tocadas y al infierno si eso es una opción aquí. Química o no química, soy lo
suficientemente inteligente como para saber que es uno de esos tipos que tengo
que evitar.
Y tengo la intención de hacer precisamente eso. Regresaré a la oficina del
departamento para decirle a Carla que asistir a esta conferencia es demasiado
para mi carga académica. Que incluso con la extensión del tiempo para mi tesis,
no es suficiente. Estoy segura que va a ver directamente a través de la mentira,
sabrá que algo está pasando, pero nunca me preguntará sobre ello.
Pero antes de irme…
―Sé que te tengo ubicado ―afirmo con una pequeña sonrisa mientras me
lanzo sin cuidado el bolso sobre el hombro, esperando que esté lo
suficientemente cerca de mí, para golpearlo―. Y seguro como el infierno que
estás demostrando que estoy en lo correcto.
―Oh, puedo ser todo tipo de correcto, Trixie ―replica mientras volteo para
encontrarlo todavía demasiado cerca. Realmente es solo un momento, pero con
nuestros cuerpos tan próximos y nuestros ojos ardiendo del uno al otro, la
punzada de deseo entre mis muslos se convierte en un dolor en toda regla.
Lo esquivo inmediatamente, odiando el salto en mi pulso y la lujuria
circulando en mí. Tengo que salir de aquí, lejos de él y su sonrisa arrogante y sus
ven a joderme ojos.
―Llegaste tarde ―increpa de manera casual mientras comienzo a caminar
hacia las escaleras―. No dejes que vuelva a ocurrir.
Su burla hace que mi pie vacile en el primer paso, mi temperamento
consiguiendo lo mejor de mí. Me doy la vuelta y me acerco, deteniéndome sólo
cuando estoy dentro de su espacio personal.
―No te preocupes. Debe ser agradable… caminar por aquí, actuar como un
maestro aspirante durante unas conferencias, y ese viaje de poder que pareces
necesitar obtiene la justificación requerida para tu descomunal ego.
Veo el parpadeo de sorpresa de sus ojos; da un paso más cerca, nuestros
cuerpos a un susurro de distancia el uno del otro, y tengo que inclinar la cabeza
para sostenerle la mirada.
―Ya que llegaste tarde, ¿te perdiste quién soy? Aspirante es algo que
superé hace mucho tiempo ―rechina las palabras con su voz de terciopelo llena
de arena y recubierta de una dosis saludable de vanidad.
―Bueno, perdón profesor Play ―contesto, mi entonación mezclada con
sacarina, ya que su aliento toca mis labios, por nuestra menos que profesional
proximidad―. ¿Entonces qué? ¿Eres solo un idiota en un viaje de poder?
Una astilla de risa sale de su boca, pero no hay nada sino humor en ella. Sé
que he dado en el clavo y al infierno si me importa, porque necesita ser
noqueado para bajarle los humos.
―Tanta hostilidad de una niña tan bonita.
¿Niña? Supongo que no está notando mis tetas o curvas. ¿Y por qué tiene
eso que me molestarme?
―Tengo mucho más de donde vino eso ―contesto, apartándome un paso de
su colonia, que está nublando mis pensamientos y de las manchas de color gris
oscuro en sus ojos, que se mantienen enfocados en los míos.
―Gracias por la advertencia ―señala con un gesto de su cabeza―, pero no
estoy muy seguro de lo que he hecho para merecerlo.
―Nada ―resoplo―. Tu tipo, solo roza el lado del camino equivocado.
―Te rozo como desees, si quieres.―Su sonrisa se ensancha y sus ojos
vagan por mi cuerpo haciendo una obvia evaluación a cámara lenta.
Y por mucho que me alegre de que por fin tome nota, espero que le guste lo
que ve, ya que será la última vez que consiga un buen vistazo.
―Como he dicho, eres un idiota.
―No puedo pensar en cosas peores que ser. ―Se encoge de hombros,
viéndose zalamero, lo que me dice que está disfrutando de esto―. Odio tener
que decírtelo, pero eh, no voy a ninguna parte.―Levanta la barbilla hacia el
podio―. Sucede que soy un profesor aspirante. ―Lame su labio inferior y
camina más cerca de mí―. Así que podemos jugar de dos maneras.
―¿Dos maneras? ―No me gusta adonde está yendo la conversación,
considerando esa jodida sonrisa suya, que solo se ensancha más, haciendo
aparecer diminutos hoyuelos. Oigo a su amigo desplazarse y suspiro, pero no lo
miro.
―Sí. Sabes que tu hostilidad está, obviamente, ocultando tus verdaderos
sentimientos.
―¿Verdaderos sentimientos? ―Y ahí voy otra vez, repitiendo lo que dice.
¿Cómo se me ha reducido de una mujer siempre segura y rápida con mi ingenio,
a frases de dos palabras? No tengo mucho tiempo para pensar en ello, porque da
un paso más cerca, causando que me retire, de manera que la parte posterior de
mis piernas golpean el asiento detrás de mí, dejándome sin espacio para
moverme.
―Mm-hm. Que estás caliente por el profesor.
Toso una carcajada, ahogada con mis propias palabras, con el conocimiento
de la jerarquía estudiante profesor, bajo el tono de mi respuesta antes de
responder.
―Estoy segura que te gustaría pensar eso, salvo que no todo el mundo está
fascinado por tu deslumbrante encanto. Además, hay una política de la escuela
contra la confraternización entre los estudiantes y los profesores aspirantes.
―Aprieto los labios y espero su respuesta.
Le da una mirada a su amigo que no puedo observar con claridad, antes de
pasar una mano por su cabello y centrarse de nuevo en mí.
―Por alguna razón, no creo que te importe seguir las reglas o no.
Bueno, al menos acertó en eso, porque estoy probablemente rompiendo
varias en este momento por la forma en que estoy hablándole y no me importa
en lo más mínimo.
―Dijiste que podíamos jugar de dos maneras ―argumento, de repente
recordando el comentario de hace momentos, antes de que sus maneras
ostentosas me distrajesen―. ¿Cuál es la segunda?
―Deja la clase ―señala desafiándome con la mirada, diciéndome con su
cuerpo que no lo haga.
―No puedo.
―Hm ―murmura―. Definitivamente no lo estás haciendo bien si no
puedes, Trix.
―¿Todo contigo tiene que ser sexual? ―pregunto, aunque sé muy bien que
la razón por la que estoy escuchando la insinuación es debido a la tensión sexual
sobrealimentada, que de repente me doy cuenta, está crepitando entre nosotros.
―Sí ―afirma, pero no es la práctica manera como lo dice que causa que mi
libido aumente hasta afirmarse, sino más bien la forma depredadora en que sus
ojos se apropian de los míos―. Como dije, si es que te molesta mucho, adelante,
transfiérete.
―Estoy segura que no estás acostumbrado a que te digan la palabra, pero
con mucho gusto voy a hacerlo. ―Doy un paso más cerca, nuestros ojos
enlazados, nuestros cuerpos reaccionando a la falta de espacio que nos separe.
Trago la lujuria que no quiero sentir alojada en mi garganta y le susurro―: No.
Sacude su cabeza y me mira fijamente con esos oscuros ojos del color de las
tormentas, tratando de averiguar cómo reaccionar.
―¿Por qué no?
―Porque soy tu asistente.
Capítulo 3
Hawkin
¿Mi asistente? ¿Qué carajos?
Me mira fijamente, con desafío en los ojos color caramelo y una sonrisa
victoriosa en sus labios llenos. Me encanta que tenga las bolas para jugar contra
mí cuando todos los demás están deslumbrados, o intimidados.
Tienes que amar a una chica con esas bolas.
Nuestro duelo verbal termina abruptamente cuando se da la vuelta y se aleja
sin decir más. ¿Por qué tengo ganas de pedirle que se quede? Obviamente me
detesta. La mujer es intrigante e intensa y… una perra. Pero, ¡mierda!, hay algo
en ella que tiene a mi pene reclamando mis pensamientos.
Maldita sea por encarar mis insinuaciones sexuales, porque ahora, mientras
se marcha majestuosamente, ese culo hermoso enfundado en una falda corta
como para echar un polvo, me sigue dando una visión de su muslo torneado con
cada paso. El sexo es en lo único que pienso.
Sexo con ella en particular.
Exhalo un suspiro mientras camina hacia la puerta sin mirar atrás y, aunque
escucho la puerta exterior del auditorio abrirse y cerrarse, todavía sigo mirando.
Vince lanza un largo silbido a mi izquierda.
―Sabes, esa es una alumna por la que vale la pena ser maestro. Apuesto tu
culo a que es una guerrera de infierno en la cama.
Despego los ojos de la puerta, (una parte de mí tiene la esperanza de que
regrese por alguna razón), y me vuelvo hacia él. No puedo precisar qué dijo,
pero me irrita, aunque ya estaba irritado de todos modos.
Me sacudo la idea. Me gustaría poder sacudir también el deseo que se
arremolina por todo mi sistema.
―Podrá ser sexy como el infierno, pero hay garras de gato que no valen el
rasguño. ―A pesar de que estoy diciendo las palabras, mi cuerpo me grita que
no mienta.
―¿Sexy? Amigo, es el eufemismo del año. Es despampanantemente sexy.
Sus curvas te noquean, ella…
―Noquearla es definitivamente algo que me gustaría hacer ―murmuro en
voz baja, con su rostro en mi mente a pesar de que hace unos segundos que se
fue. Me vuelvo para recuperar mi mochila.
―¿Desde cuándo eres del tipo hostil?
―Me conoces, Vince, el único tipo que soy es el que está dispuesto ―digo
sobre mi hombro, aunque ahora mismo pienso que lo de hostil se oye muy
atractivo.
―Verdad. ―Se queda en silencio por un momento, dejándome a solas con
mis pensamientos. Estaba convencido de que la conferencia, que me tenía tan
ansioso, resultó más interesante de lo que esperaba debido a su presencia.
Centrarme en ella me permitió controlar mis nervios, cuando nunca lo consigo
en un escenario―. Y está tan poco dispuesta, que podría ser la única mujer en
este campus cuyo trabajo sería estrellar un puño sobre tu rostro, en lugar de
envolverlo en tu pene.
3
―¿Qué? ―pregunto lanzando Skittles hacia arriba y capturándolos con la
boca. Me molesta que cuestione mi destreza―. ¿Crees que no conseguiría salir
con ella?
Ríe y se pasa una mano por la mandíbula.
―Incluso tus encantos tienen limitaciones Hawke… y esa mujer, sin duda,
es una de ellas.
―Mierda. ―Suelto un bufido y echo un vistazo a mi teléfono para revisar
los mensajes. No puedo recordar la última vez que fui rechazado.
―Amigo, no hay manera en el infierno de que vaya a una cita contigo.
―Apuesta. ―Le lanzo las palabras sin pensar, con el maldito ego
emberrinchado en señal de protesta. Luego me encojo cuando me doy cuenta de
lo que acabo de decir. Me dejé arrastrar para probar mi punto sobre esto, sobre
ella. Mierda.
―No, esa apuesta no vale. Ella dirá que sí para conseguir que sus rodillas
tengan acceso a tus pelotas. ―Frunce los labios. Después, su sonrisa se extiende
a todo lo ancho hasta alcanzar sus ojos brillantes―. ¿Pero dormir con ella? Sí,
esa es una apuesta que estoy seguro como el infierno que ganaría.
―¿Crees que no conseguiría meterla en la cama?¿Me estás tomando el
pelo?
Me pone la mano en el hombro.
―Nop. Incluso el mujeriego Hawkin no puede tener un récord perfecto, y
ella es, definitivamente, la chica que va a arruinarte.
Me sacudo la mano del hombro.
―No hay manera en el infierno. Voy a tenerla comiendo de mi mano al
final de esta conferencia. Mírame.
―Esto va a ser divertido como la mierda, hombre. Mirar que das palos de
ciego.Diablos, incluso esto podría requerir un registro o algo así.
―Pon tu dinero en lo que acabas de decir, ¿eh Vinny? ―digo en tono de
burla mientras empezamos a caminar hacia las escaleras. Solo hago apuestas que
puedo ganar, y sé que voy a ganar.
―En este instante, hombre. Pero la última, ¿cómo se llamaba? ―Me encojo
de hombros. Ha habido tantas mujeres participando en las apuestas de la banda
en los últimos años, que hemos recorrido todos los tipos después de tanto
tiempo―. No importa, pero mierda, me aseguraste que ganaste, que sellaste el
acuerdo con ella, y no tuve manera de demostrar lo contrario.
Recuerdo su rostro, la belleza pelirroja de nuestra apuesta de la felación:
Quién podría obtener la primera mamada de la pandilla de groupies en la fiesta
que teníamos después.
―Maldita sea, ella era buena. ―Pienso en esa pequeña técnica de lengua
que utilizó―. Estás celoso por la chica que te tocó…
―No me lo recuerdes ―se queja.
―Es tu culpa, no esbozaste bien los términos de tu apuesta. Además, no te
obligué a hacerte el tatuaje. No hay daño, no hay falta. ―Lo digo haciendo
referencia a la forma en que hacemos las apuestas en nuestra banda: Si el retador
pierde, debe tatuarse un corazón en la parte interior de la muñeca. Con cada
apuesta perdida, ese corazón se perfila para hacerse más grande.
Gracias a la mierda, nunca he perdido. Los pocos tatuajes que tengo son por
una razón, un recordatorio de mis lecciones de vida en forma abstracta, y no
porque haya perdido alguna apuesta tonta del culo como todos ellos.
Vince me mira, aún desconfiando.
―Lo que quiero decir es: Si vamos a apostar, habrá una prueba de que
duermes con ella.
―Cosa segura. Únete a nosotros si estás desesperado por la prueba―le digo
sin ninguna convicción.
―Perfecto.
Me detengo en el vestíbulo del auditorio y vuelvo la cabeza hacia él para
terminar nuestra conversación.
―Jodidamente no. ¡Estaba bromeando!
Y no es que no lo hayamos hecho antes. Ambos con una o más chicas. Una
gira en autobús es tan larga, y hay tanto tiempo para matar, que no puedes
4 5
pasarte el día jugando Halo o Guitar Hero .
―Ya lo sabía. Pero es mi apuesta, son mis reglas. Quiero pruebas. Y tiene
que realizarse antes de que se acabe la conferencia. ―Mueve las cejas y dejar
caer los lentes de sol, sonriendo zalamero.
―Fácil ―le digo mientras miro por la ventana. Una pequeña multitud se
había reunido. Veo a Axe y a sus chicos esperando autógrafos y fotos.
―Quiero participar en la acción con la pequeña bruja. Estoy allí o no hay
pruebas. Y tú, mi muchacho, por fin lo pensarás y te meterás por el culo tu
maldito corazón de niño bonito.
Y ahí radica su motivo. Piensa que voy a dar marcha atrás por miedo a
perder y, finalmente, logrará que me entinten con la estúpida imagen, que es
nuestra tradición hace más de diez años… cuando éramos jóvenes y lerdos.
Suspiro y simplemente muevo la cabeza. Tal vez es la necesidad de
demostrar que puedo conseguir a la chica y evitar un tatuaje idiota y sin sentido.
O tal vez sea porque realmente quiero entender.
Entender por qué esos ojos dorados y esas largas piernas están todavía en mi
mente.
Saber si ella es tan guerrera en la cama como fuera de ella.
No obstante, la suerte está echada. Y solo espero no pasar a la fase joven y
lerda con esta decisión.
―¡Trato hecho, Vinny! ―le digo mientras empujo las puertas y las abro
con entusiasmo. De inmediato escucho los gritos excitados, la banda sonora de
mi vida del año pasado llena el aire que nos rodea.
Capítulo 4
Quinlan
La conferencia ha terminado hace treinta minutos. ¿Por qué estoy todavía
sentada en el auto, con la cabeza enterrada en el volante y la mente viajando a un
millón de kilómetros por hora, mientras intento procesar el desorden de
emociones que fluyen a través de mí? Siempre estoy controlada. Puedo tener un
temperamento intenso, definitivamente una boca rápida, pero siempre soy capaz
de procesar mis pensamientos y responder con inteligencia.
¿Entonces por qué demonios estoy en un caos nervioso, sintiendo que me
convertí en una idiota en esa estúpida conferencia de Hawkin?
¿Y por qué me importa tanto?
Gruño de frustración sabiendo muy bien el error que cometí.
Le dije a Hawkin que soy su asistente, cuando no tengo deseos de verlo de
nuevo. Mis planes eran ir a pie del campus a la oficina de Carla y decirle que de
ninguna maldita manera iba a regresar…Entonces, ¿por qué estoy sentada en mi
auto?
¿Y por qué entregué tan fácilmente mi mejor carta, por la que tanto peleé,
con esa estúpida declaración? Básicamente insinué que estaría aquí sentada la
próxima semana, esperando ansiosamente asistirlo en lo que necesitara.
Ahora estoy siendo dramática.
Gruño de frustración porque sé malditamente bien que tuve un pequeño
desliz mental con mi comentario, pero estoy bastante segura que parte de mí,
secretamente, quería la oportunidad de ayudarlo de cualquier forma.
Estoy muy enojada conmigo, en especial porque mi mente no deja de
imaginarlo. La sonrisa en sus labios, el desafío en sus ojos, o el borde áspero de
su imagen de chico bonito. Renuncié a los hombres. Me dije que necesitaba un
descanso, que necesitaba concentrarme en mi tesis en lugar de salir lastimada de
nuevo. Entonces, ¿por qué estoy aquí sentada pensando en él? Miro hacia el
techo por un momento en un intento de convencerme de que no hay nada de
malo en sentirme atraída por él, en preguntarme por el sonido de su voz o si
habla sucio en la cama. Nada de eso importa porque es un idiota, y podría estar
atraída por los chicos malos, pero no es lo mismo.
Saber que me pone caliente y molesta, no quiere decir que no pueda dejar su
clase.
Hora de ponerme las bragas de niña grande, e ir a decirle a Carla que no
puedo hacer esto. Sálvate de ti misma.
Con la charla motivacional lista, pongo la mano en la manija de la puerta y
alzo la mirada antes de abrirla. Veo a Hawkin y a su amigo a unos seis metros
frente a mí, en la fila de autos. Me quedo sin respirar, me digo que es porque
estoy sorprendida de verlo ahí.
Y por supuesto me quedo y miro, observándolo sin que lo sepa. Mirando los
vaqueros desgastados en todos los lugares correctos, la camisa negra apretada
sobre sus bíceps con un emblema de los Rolling Stones al frente y las botas de
combate negras. Lo veo apartarse el cabello marrón de la frente, con esa sonrisa
ladeada que hace que algunas partes de mi interior, que no deberían, se opriman.
Echa la cabeza hacia atrás y ríe, obviamente relajado con el tipo que lo
acompañó en la conferencia. Miro con más atención a su amigo, ya que Hawke
está tan lejos que puedo prestar atención a algo más. Entonces mis pensamientos
se aclaran, y recuerdo vagas imágenes de la banda en las revistas. Me doy cuenta
de que es Vincent Jennings, el bajista de Bent.
Los veo un par de minutos más mientras se ríen. Hawkin saca una bolsa de
Skittles y los arroja directamente a su boca, y yo me rió por el pequeño gesto de
niño en ese hombre adulto. Entrechocan los puños un par de veces antes de que
note a los guardaespaldas. Justo cuando estoy haciéndome a la idea de que no
puede ser tan idiota, que estaba exagerando por llamarlo así, veo que dos chicas
estudiantes, usando las letras de alguna fraternidad, se acercan a ellos.
Inmediatamente me encuentro en conflicto. Parte de mí quiere ver el
intercambio, mientras otra gran parte no quiere. Sé que voy a ponerme celosa.
Y la idea de que me importe siquiera, me enfada. Pero de esa forma tan
típica femenina, no puedo apartar la mirada.
Las chicas se ríen y coquetean mientras se presentan. Tienen el cabello
ondeado, baten las pestañas y arquean las espaldas para que el pecho sea el
punto de atención de los hombres. Pongo los ojos en blanco, luego los
entrecierro cuando la sonrisa ladeada se asoma por la boca de Hawkin, la
perfecta combinación entre inocente y malvado. Mientras firma algo para la
morena con facha de modelo de tallas, con senos iguales a las muñecas Barbie,
la veo hacer su movimiento.
Estira la mano para tocar la camisa a la altura de su bíceps. Él le regresa el
lapicero, se ríe y se sube la manga de la camisa para que pueda ver el tatuaje por
el que obviamente preguntó. Me estremezco cuando sus manos se adelantan para
trazar la tinta, que no puedo ver porque ahora ella está bloqueando mi línea de
visión. Levanto la mirada al rostro de Hawkin, lo observo mirarla, mientras ella
se asombra de su tatuaje.
―Es solo tinta, cariño. Tienes un lapicero en tu morral para hacer algunos,
¿no? Ya supéralo ―murmuro, sabiendo malditamente bien que quiero ver el
diseño del tatuaje. Y antes de que pueda terminar las palabras, ella le está
levantando la camisa para ver si tiene otro tatuaje ahí―.Pequeña bribona
descarada.
Aprieto los dientes ante la visión de sus manos tocando tanta piel desnuda
como puede, y él solo le sonríe… Y Vince está igualmente ocupado con la otra
6
chica alegre de Delta Sig . Los segundos se convierten en minutos y, antes de
que pase mucho tiempo, el brazo de Hawkin está alrededor del hombro de
Barbie y los cuatro están caminando a algún lado del campus.
Para el momento en que desaparecen, su mano se ha deslizado
convenientemente por su espalda y descansa cómodamente en la curva de su
trasero.
Sacudiendo la cabeza, comienzo a decirme que no debería estar
sorprendida, no puedo estar enojada cuando yo lo etiqueté así. Una vez
mujeriego, siempre mujeriego.
Hora de visitar a Carla.
***
Ugly Heart suena por las bocinas mientras me dejo caer en mi sofá, con las
notas de la investigación en la mesa de enfrente. Tarareo, tratando de descifrar la
escritura que tenía perfecto sentido cuando tomé las notas, pero ahora parece un
desastroso revoltijo.
No ayuda que la charla con mi consejera no sirviera de nada. Cada intento
por explicar la razón por la que no podía asistir la conferencia cayó en oídos
sordos, hasta que la conversación terminó con una de las frases que todo el
mundo teme oír: No me decepciones, Quinlan.
Y entonces, por supuesto, mi mente volvió a él.
―¡Lárgate! ―murmuro, y comienzo a cantar la canción para ahogar los
pensamientos indeseados―. Tal vez solo estoy loca; tal vez soy una tonta…
Canto las palabras en piloto automático, con los pensamientos dispersos y la
soledad acentuándose. Han pasado seis meses de que Rick y yo terminamos. Seis
meses desde que lo encontré en la cama con otra mujer desnuda y gimiendo,
después de estar con él por un año. El mujeriego que juró que había cambiado
solo por mí, pero que obviamente no lo hizo. Así que saqué su llave de mi
llavero y salí caminando de su apartamento, con la promesa de jamás volver a
ser esa chica de nuevo.
Después de trabajar tan duro en mi relación con él, y terminar de la misma
forma que mis dos relaciones anteriores, prometí volver a mis días de antes de
graduarme: Citas causales donde hay sexo divertido y sin complicaciones. Sexo
sin compromiso, sin ningún final feliz. Y nunca jamás salir con un mujeriego.
Así que ahora me pregunto: ¿Por qué pasé bien los últimos seis meses, sin
llorar un solo día por mi ego lastimado, jurando dejar a los hombres, y ahora
estoy aquí sentada, queriendo la compañía de un hombre? Y para colmo,
mujeriego.
La canción cambia, y por supuesto es una de Bent. “La ironía”. La persona
detrás de la voz es la razón por la que me estoy sintiendo de esta forma, aunque
no quiera. Me ha irritado lo suficiente para meterse bajo mi piel, y eso toma
demasiado esfuerzo.
Las palabras de Rylee se mueven por mi mente. Necesito tener algo de sexo
salvaje e imprudente. Lo gracioso es que lo he tenido. Entonces, ¿por qué no me
siento satisfecha? La respuesta me golpea rápido: Es sexo sin emoción. Es como
tener el helado para hacer una mezcla, y darte cuenta que no tienes ningún
aderezo, ni cerezas, ni crema. Sin embargo, te comes el helado aunque no estés
completamente satisfecho.
Mi teléfono suena. Me distraigo de mis patéticos pensamientos que
comparan el sexo con mezclas de helado. Sí, necesito ayuda desesperadamente.
O una intervención.
―¡Hola, Layla! ―saludo a mi más vieja y querida amiga.
―Necesito embriagarme ―se queja.
―Y yo necesito sexo ―confieso. Luego arrojo mi lapicero dentro del libro
abierto, pensando que tal vez el contacto físico sacará de mi cabeza los
pensamientos sobre una estrella de rock en particular.
―Bueno, mierda, esa suena como la combinación perfecta ―dice mi
compañera suspirando, siempre lista para el crimen.
―Cierto.
―Pero me quedaré con la parte de embriagarme… La última vez no tuve
mucho éxito con lo de acostarme. No soy buena en eso. Estuve con Sean
demasiado tiempo para recordar cómo jugar el juego.
―Lay, juegas el juego bastante bien… pero creo que asustaste al tipo que
determinaste que sería tu diversión de la noche. ―Me río mientras recuerdo la
mirada en la cara del pobre tipo.
―¿Crees que fue demasiado?
―¿Decirle al tipo que tu vagina necesitaba un abrazo y su pene podría
dárselo? Sí. Solo un poco. ―Comienzo a reírme recordando la expresión seria
que tenía cuando hizo la pregunta. Fue malditamente hilarante.
―Estaba ebria. Y cachonda. No puedes culpar a una chica por intentarlo.
La amo y me encanta su actitud de no importa lo que cueste.
―Fue algo para el libro de records ―confieso.
―Entonces intentémoslo esta noche. Te prometo que me portaré muy bien.
Vamos a encontrar a algún chico sexy y a divertirnos.
―Solo que, ugh… ―Me río―. Suena tan fácil, pero siempre es más
complicado que eso.
―¿Qué? ¿La resaca, o el camino de la vergüenza al otro día? ―pregunta.
―Ambas. Recordar los nombres, el incómodo momento cuando se
encuentran al azar en el campus… Mierda, tomaría la resaca y evitaría todo eso.
7
Después de Rick el Prick ―digo con un suspiro―, estoy harta.
―Sí. Que gracioso. Creo que escuché lo mismo del otro antes que él, y del
anterior a ese ―bromea. Pero es la verdad―. Además, nunca salgas con un tipo
8
cuyo nombre rime con prick o dick . Hay algo muy malo con eso… es como si le
estuvieras pidiendo que se comportara como alguien determinado, o algo así.
―Hace que la charla sucia sea más fácil, en caso de que te olvides del
nombre en el calor del momento ―expliqué, sabiéndolo por experiencia.
Su risa contagiosa llena la línea.
―¿Entonces aceptas? ¿Quieres que vayamos a beber nuestras penas?
―¿Penas? Ya que no puedes decir felicidad, sin decir pene, estoy
asumiendo que tiene que ver con un hombre… ¿qué está pasando contigo?
―pregunto preocupada, aunque creo que está manejando su ruptura muy bien,
considerando la cantidad de tiempo que estuvieron saliendo.
―¡Ugh! Tuve mi primera sesión de ayuda hoy, y ya quiero apuñalarme los
ojos por dar la misma explicación una y otra vez ―dice, refiriéndose a la sesión
de preguntas y respuestas para estudiantes que necesitan comprender los
conceptos de la conferencia principal.
Pero sigo sin entender qué tiene que ver una sesión de asesoramiento con un
hombre.
―Probablemente era igual de malo cuando lo hacíamos nosotros.
―¡Lo sé! Pero añádele a eso que Sean llegó para asegurarse de que estaba
bien, como si de verdad le importara, y lo único que quería era patearlo en los
huevos.
―Bueno. ―Me río, finalmente entendiendo la razón del problema―. Al
menos estás progresando, de querer llorar por él, ahora prefieres infringirle el
dolor que se merece por dejarte.
―Lo sé ―dice. Entonces la línea queda en silencio por un momento. Sé
que está intentando ser fuerte, como si la ruptura no la hubiera lastimado
profundamente, así que le doy ese espacio para que recupere la fraudulenta
resolución en su voz. Suspira con una tristeza palpable―. Así que ya ves,
tenemos que salir y tomar un trago. Celebrar que no estuvimos gruñonas este
primer año y, tal vez, tomar otros tres o cuatro tragos para olvidar que ambas
necesitamos ponernos bien y tener sexo.
Mi sonrisa se amplía mientras bajo la mirada a los papeles en mi regazo.
―Layla ―me quejo―, me encantaría hacerlo, pero tengo que avanzar en
mi primer proyecto…
―¿En serio vas a dejarme seca y sola?
Mi mente gruñe, diciéndome que preferiría estar mojada y con Hawkin, y
me pego en la frente con la mano para detener la locura.
―Es muy tentador, hace tiempo que no tengo un día tan jodido como hoy…
Es que, de verdad, debo adelantar algo antes de que la cague por postergarlo.
―Lo sé… pero sigue siendo una gran idea. Bueno, voy a… ¡Oh Dios mío!
¡Me olvidé por completo! ¿Escuchaste quién estaba en el campus hoy? ―Lo
dice en forma demasiado rápida y, por la emoción en su voz, estoy esperando
que diga Brad Pitt o algo así, pero tengo el presentimiento de saber exactamente
de quién está hablando.
―¿Quién?
9
―Hawkin, ven con tu mami, Play. Lo que no daría por jugar con él
―murmura como si estuviera fantaseando con eso―. Supongo que está dando
alguna conferencia en el que tendré que colarme para pode… ¡Oh mierda! hay
un policía detrás de mí, ¡ahora te llamo! ―Termina la llamada abruptamente, sin
estar dispuesta a recibir otra multa por conducir y hablar por su teléfono celular
sin un dispositivo Bluetooth. Muy probablemente perdió el último que compró,
igual que le pasó a los cinco anteriores.
Me echo hacia atrás y exhalo, agradecida por el momento de descanso en la
conversación, así puedo pensar cómo contarle a Layla mi encuentro con Hawkin.
Y entonces me pregunto por qué mi reacción de no decírselo. No quiero bajarlo
del pedestal en que ella lo ha puesto, pero solo porque tiene una voz que ruega
por pecar, no significa que sea el chico estrella que ella cree.
Además, no es que lo vaya a ver de nuevo de todos modos, ¿para qué me
estreso?
El teléfono timbra en mi mano y, me sorprende tanto, que respondo sin
darle una mirada.
―¡Eso fue rápido, Lay!
Puedo sentir la sonrisa masculina a través de la línea.
10
―Soy todo menos rápido, pero la parte lay puedo asegurarla.
¿Qué pasa con los hombres que todo lo convierten en insinuaciones
sexuales? Y por supuesto, por mucho que quiero poner los ojos en blanco, mis
labios forman una sonrisa involuntaria.
―¿Luke? ¿Quién…?
―Me dijiste que estaba concentrado en los números equivocados… así que
encontré los correctos ―dice, y no puedo evitar el pequeño aleteo en el
estómago, pensando que traspasó la distancia extra, como siempre parece hacer,
para intentarlo de nuevo.
Compongo una sonrisa nerviosa, insegura de cómo sentirme por su continua
persecución. Caigo en el acostumbrado sarcasmo que uso cuando estoy
incómoda.
―¡Oh!, que dulce de tu parte. ¿Las cosas estaban saliéndote tan bien que
necesitabas buscarme para un poco de rechazo?
―Encantadora como siempre ―contesta con humor en la voz, así que al
menos sé que tomó mi comentario como pretendía.
A diferencia del idiota de más temprano, que no entendía ni aunque le fuera
la vida en ello.
―Sabes que no puedes resistirte a mí.
―La respuesta todavía es no, Luke. ―Sé que puede escuchar el cariño en
mi voz.
―No te lo pedí, pero gracias por tranquilizarme… otra vez ―bromea.
―Y otra vez y otra vez. ―Me río―. ¿Cómo conseguiste mi número?
―Tengo mis medios ―responde. Me da en las entrañas que Rylee se metió
y le dio mi número a escondidas.
―¿Esos medios se terminan con el puño de mi hermano en tu rostro?
―Si lo hace, ¿vendrías a besarme y hacerme sentir mejor?
Suspiro en la línea para responder a su implacable persecución.
―Mmmm. Probablemente no. No soy muy amable.
Su risa es profunda, rica, llena de sugestión.
―Eres malditamente buena bromeando, lo sabes, ¿no? De todas formas me
gusta un poco rudo.
―Me atrapaste con esa, ¿verdad? ―Me río, y es la primera sonrisa sincera
desde que me reuní con Hawkin más temprano.
―Seguro.
Caigo en cuenta de que podría haber llamado con algún propósito, y que
pude haber hecho una suposición incorrecta.
―Entonces… ¿qué puedo hacer por ti?
―¿Estás segura que quieres que responda eso?
11
―Dame la versión CP ―le digo.
―Ah, eso no es nada divertido, ¿verdad? ―La línea queda en silencio por
un momento―. ¿Qué tal si salimos alguna vez?
Uno de estos días, el hombre me atosigará tanto que aceptaré. Hemos estado
dando pasos de baile demasiado tiempo.
―Eres tenaz… creo que necesitas encontrar un pasatiempo, u ocupar tu
tiempo en algo más que las carreras. ―Es tan genial molestarlo, y de hecho me
hace extrañar a Colton y nuestras constantes bromas.
―Y que lo digas. Tenemos un descanso de tres semanas hasta la próxima
12
carrera. Necesito perseguir algún spoiler ahora que no tengo nada frente a mí,
así que una vez más, he puesto la mira en perseguirte.
―Bueno ahí está tu problema, Mason.
―¿Problema?
―¿Por qué tienes ese periodo de poca habilidad en la pista?
―¿Un periodo de poca habilidad? ―Escupe las palabras.
―Síp. No puedes cruzar la línea en primer lugar si vas detrás de alguien.
Necesitas descubrir cómo ir a la cabeza, vaquero, entonces tal vez tengas una
oportunidad de tomar la bandera a cuadros. ―Escucho su risa y sé que he tenido
suficiente de hombres engreídos y prepotentes por hoy―. Tal vez en otra
ocasión diré que sí. Adiós, Luke.
―Lo tomaré como un tal vez. ―Escucho mientras termino la llamada.
Inmediatamente le marco a Layla.
―¿Recibiste una multa? ―pregunto cuando responde.
―Gracias a Dios no. ―El alivio fluye en su voz.
―Bien. Porque he reconsiderado. ¿Lista para embriagarte y conseguir
sexo?
―Bueno, al menos para uno de ellos. ―Se carcajea.
―Yo voy por los dos.
Capítulo 5
Quinlan
El campus es un hervidero por la combinación de un descanso en el
implacable calor y los estudiantes estableciéndose finalmente para el largo
período del año escolar. Es reconfortante para mí y diablos que necesito la
sensación porque una vez más me dirijo a las oficinas del departamento, pero
esta vez he sido convocada.
Y de alguna manera tiene que ver con la conferencia de Hawkin.
Después de ser valiente y aceptar el hecho de que iba a decepcionarla, por
fin fui capaz de hablar con Carla en conseguir a alguien más para cubrir el resto
de la serie, a partir de la conferencia de hoy, por lo que ahora estoy preocupada
por eso, por qué, de repente, necesita hablar conmigo sobre algo que decidimos
hacer hace cinco días. ¿Habrá otro estudiante ―o el mismo Hawkin― reportado
mi insubordinación en la última conferencia y sólo ahora se filtró a la
administración?
No sé qué esperar, pero no puedo negar que mis nervios están zumbando y
estoy castigándome mentalmente por mi incapacidad para simplemente cerrar la
boca.
Cuando voy hacia el despacho de Carla al final del pasillo, risas suenan
desde dentro y ella ondea su mano hacia mí cuando me acerco.
―¿Profesora Stevens, quería verme? ―No me gusta que mi voz suene
inestable mientras me paro en la puerta, parcialmente oscurecida porque está
entreabierta, pero no hay forma de que eso pueda ocultarme.
―Entra Quinlan ―dice mientras abro la puerta, mis ojos encontrándose con
los de ella.
―¿Quinlan? ―La voz de Hawkin golpea mis oídos antes de verlo sentado
cómodamente en una silla frente a su escritorio. Dice mi nombre en un tono que
es a la vez una pregunta y una declaración al mismo tiempo.
Mierda.
Mi cuerpo se sacude con la conciencia de estar de nuevo en su proximidad.
Estoy segura de que no ayuda que a pesar de que me había marchado de la
conferencia, he pasado una cantidad vergonzosa de tiempo en Internet echándole
un vistazo, viendo sus entrevistas y videos musicales de la banda. Aprendiendo
sobre la historia de la banda y excentricidades antes de investigarlo a él
personalmente. Examiné su historial de citas, que sólo puede ser descrito como
una puerta giratoria constante de mujeres que están más que dispuestas a
presumir de él y de sus capacidades, incluso después de separarse. Admito que
me permití hipnotizar por su voz.
Puramente por curiosidad.
Pero infiernos si la visión de él en carne y hueso ―la sonrisa boba y ojos de
dormitorio perezosos cargados de secretos― no causa que toda mi investigación
se precipite de vuelta y obstruya el espacio entre nosotros con la indirecta del
deseo y la posibilidad.
Y eso es antes de que él siquiera pronuncie una palabra más allá de mi
nombre. En silencio todavía exuda arrogancia y atractivo sexual ―no creo que
eso es algo que pueda evitar― con su postura indiferente y la fácil expresión en
las líneas esculpidas de su rostro. Pero también se ve absolutamente serio, lo que
incrementa mi malestar con la situación cuando lo único que hace es inclinar su
cabeza y luego mirar por encima a Carla y levantar una ceja.
Sí, es la oficina de ella pero está claro que es él el que está dirigiendo el
espectáculo, y yo acabo de decir no muy sutilmente que mi opinión en cualquier
asunto que se esté discutiendo no es de importancia.
¿Cómo es que momentos antes se reían y ahora ambos están sombríos?
Miro entre ellos, sus cejas haciendo las preguntas que su voz no hace. ¿Quinlan,
no Trixie? ¿En serio?
Así que me centro en Carla. Hawkin es demasiada distracción, y si contesto
sus preguntas honestamente podría tener que enfrentar algunas verdades de las
que no estoy lista. Que él me irrita, me enerva, me excita y no lo hace, todo al
mismo maldito tiempo. Hace que quiera cuando no quiero. Me tienta a
retroceder en mi decreto de no salir con alguien como mi hermano otra vez.
Debido a que sólo hay algo inherentemente atractivo y cliché acerca de un
hombre que puede tocar la guitarra, y, maldita sea en el infierno…me está
haciendo querer retroceder sobre esas mismas promesas que me hice.
No vale la pena. Piensa en tu hermano, piensa en que observaste
demasiadas cosas durante sus días de soltero playboy que hicieron que te
estremezcas cuando se trataba de las mujeres con las que salía. Al menos
Hawkin no es un corredor de carrera, tiene eso a su favor.
Las mejillas de Carla se ruborizan bajo mi mirada, y aparta rápidamente sus
ojos de los míos. Aparentemente, él ha trabajado su fácil encanto en ella por
alguna razón, y la pregunta a la que le temo es, ¿con que propósito?
Y si él la ha ganado, ¿es porque soy la única que ha tratado de manera
diferente sus comentarios impertinentes y su atención injustificada?
―Te llamé temprano porque el señor Play pidió si podías dedicar algo de
tiempo para mostrarle el sistema de megafonía y la configuración de sobrecarga
antes de la conferencia de hoy.
Mi cabeza debe sacudirse porque ella me mira de forma extraña. ¿No
recuerda nuestra conversación de hace varios días atrás cuando acordó que yo
estaba fuera de servicio?
―¿Lo siento? ―pregunto, confusión mezclada con incredulidad en mi voz.
―Bueno, sé que hemos discutido que necesitabas abandonar la conferencia
del señor Play aquí debido a tu carga del curso, pero… ―Y la forma en que su
voz se desvanece me dice que sin duda ha trabajado su encanto mágico en ella.
―Le dije que no podía hacerlo sin ti o los geniales trucos que tienes que
hace la clase más interesante. ―No quiero ni girar mi cabeza para mirarlo
porque si lo hago, me arriesgaré a, ya sea comentar sarcásticamente que está
lleno de mierda o caer en estado de coma momentáneamente por su buen
aspecto.
No quiero darle la satisfacción de cualquiera de esas reacciones.
Además, sé que es un farol, pero no estoy segura de porqué. Éramos hostiles
el uno al otro, sin coqueteo, combativo nada amable…Así que, ¿por qué me
solicitó cuando podría más probablemente tener todas esas cosas que conmigo
no, con otra asistente?
Seguro que es atractivo y probablemente podría dar una serenata y hacer
caer las bragas de una persona sin siquiera saberlo, pero si nuestro primer
encuentro fue una indicación, él sabe que estoy segura como el infierno que no
voy a permitir que eso pase.
Con incredulidad sigo mirando a Carla, mi mente zumbando todo el tiempo
tratando de empujar mi libido atrás escondiéndolo. Y lo más horrible es que
estoy enojada conmigo misma más que cualquier otra cosa porque estoy parada
así como un felpudo sin discutir mi caso, cuando normalmente soy como
martillo golpeando la puerta abajo.
―Quin, no hay nadie más disponible y realmente no hay mucho en que
ayudar que requiera más allá de tu tiempo de clase ―dice Carla con una sonrisa
tímida cuando finalmente aparta su mirada de la de él para encontrar la mía. La
mirada en sus ojos reconoce que me está arrojando al fuego.
―Pero…
¿Qué puedo decir a eso cuando ella tiene toda la razón? Lo siento Carla
pero él fue un idiota y no creo que sea seguro para nosotros dos estar cerca
porque uno de nosotros está obligado a ponerse físico con el otro, de alguno u
otra forma. Sí, puño o follar, debido a que eso grita profesionalismo.
Cuando mi única respuesta es asentir con silenciosa resignación, ella
cambia de nuevo el foco a Hawkin.
―¿Ves? Te dije que lo consideraría. Ahora necesitan ponerse en marcha así
tienes tiempo para que Quin te dé un resumen completo.
Por supuesto que ella no tiene ni idea del doble sentido que acaba de darle
sobre mí dándole un resumen completo, pero sé que Hawke lo atrapa. Logro
resistir la tentación de pisotear fuerte con frustración y salir como una tormenta
de su oficina como un niño pequeño. En su lugar le doy una sonrisa tensa antes
de girar y salir de la oficina y luego del departamento.
Me quedo en la luz del sol, esperando a que él consiga poner su culo en
marcha y deje de hacerme perder mi tiempo. Cuando finalmente escucho la
puerta abierta empiezo a caminar, y el sonido de sus botas es la única indicación
de que me está siguiendo.
―Tengo las piernas más largas que tú, Trixie. ―Se queda detrás por unos
pocos pasos―. Pero siéntete libre para mantenerte balanceando tus caderas de
esa manera, y yo me quedaré aquí detrás de ti y disfrutaré del espectáculo.
Me enfado ante el comentario. Por el momento no hay autoridad para ser
respetuoso, no hay daño que no se pueda deshacer.
―¿Un espectáculo? ―Él tono de mi voz se intensifica cuando me doy la
vuelta para enfrentarlo, gafas de sol, el cabello despeinado, y desearía no
haberme dado la vuelta porque, demonios, sencillamente está devastadoramente
bien. Estoy en silencio por un momento, ya que ambos nos evaluamos entre sí
desde detrás de los oscurecidos lentes. Su cabello oscuro, piel bronceada, y la
arrogante sonrisa jala de esa parte que no quieren ser jaladas―. ¿Quieres hablar
de espectáculos? ―escupo las palabras, tratando de empujar mi atracción física
hacia él de mi mente―. Vamos a hablar de tu pequeña actuación para la Dra.
Stevens.
―Lo sé. Soy bueno, ¿eh? Lo siento, pero un hombre tiene que hacer lo que
tiene que hacer…Además no he terminado contigo todavía.
Mi boca cae laxa y estoy momentáneamente estupefacta.
―¿Terminado conmigo todavía? ―bombardeo las palabras cuando he
recuperado mi ingenio ante su arrogancia fuera de control…pero no puedo negar
el pequeño aleteo en mi vientre por su comentario. Hay algo sobre él aparte de
todo la cosa soy una estrella de rock que me hace desearlo de una manera que no
puedo poner en palabras.
―Sí ―dice casualmente mientras desenvuelve un Starburst y lo mete en su
boca. Y no me gusta que me fascine ver su boca chupar la dulce golosina. Por
suerte habla así que puedo distraerme de la cautivadora vista―. Estoy bastante
seguro que tienes utilidad…sólo estoy tratando de averiguar en qué. ―Se lame
los labios―. Bueno, además de lo obvio, eso es… ―La sonrisa boba está
cómodamente en su lugar y odio ese dolor que empieza a hervir a fuego lento en
mi núcleo.
―¿Por qué no vas a chupar un…?
―Relájate ―dice, inclinando su cabeza hacia un lado y emitiendo una risa
mientras se acerca más a mí―. Sólo te estoy molestando. Eres tan
condenadamente fácil de irritar y tan difícil de resistir. Además de que eres aún
más sexy cuando estás enojada. Me gusta. ―Se encoge de hombros en una
disculpa, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón con una tímida
sonrisa que suaviza todos los bordes duros y me hace suspirar con el contraste de
sus rasgos. Me tiende un Starburst como ofrenda de paz―. Vamos, sabes que
quieres ser la estrella para mi explosión.
Nos hemos detenido, tengo las manos en mis caderas, y el sol cae a nuestro
alrededor mientras espera a que reaccione a su pequeño comentario inocente. En
el fondo sé que estoy jodida. Siento el impulso de sonreír, pero inmediatamente
realineo mis defensas. La contradicción que él presenta, lo suave con lo áspero,
es la única cosa que siempre me hace caer cuando se trata de hombres.
Y no voy a caer en Hawkin Play.
―Más bien como la fruta de tu video ―digo con un rodar de ojos antes de
que cambie mi mirada hacia otro lugar. Tengo que hacerlo porque es uno de esos
chicos que cuando miras sus ojos puedes ver el final incluso antes de decidir
comenzar. E Infiernos, estoy a favor de la diversión y el sexo, pero algo me dice
que el dolor en el corazón que él causa, no vale la pena el sufrimiento. Por otra
parte, está condenadamente bueno.
Bloquéalo Westin. Niego en señal de frustración ―hacía mí, hacía él, sobre
esta atracción― y giro sobre mis talones, poniendo todo mi esfuerza en llegar a
la sala de conferencias para poder empujar fuera esa imagen de él de pie de esa
manera. Porque esa mirada me hace querer subirme a él, tomar en un puño su
camisa y besarlo sin sentido
No me da vergüenza admitirlo, ni siquiera la idea de hacerlo, estar cómoda
deseando a un chico es algo bueno. Nunca soy tímida con un hombre cuando lo
deseo… pero algo me dice que este me puede llegar a volver loca. Y aunque me
encanta que me hagan ver las estrellas, preferiría que no lo hiciera un tipo
acostumbrado a jugar con las mujeres para luego dejarlas cuando terminara.
Su risa burlona detrás de mí interrumpe mis pensamientos. Pero sigo
caminando, sin querer darle la satisfacción de saber que me ha afectado, que no
puedo dar un maldito paso sin que él invada mis pensamientos.
―¡Quinlan! Détente ―dice―. No vas a dejarme pobre e indefenso contra
ese jodido sistema de sonido, ¿verdad?
―Eres un chico grande. Estoy segura que puedes arreglártelas solo.
Lo oigo reírse a mi lado y pongo los ojos en blanco, dándome cuenta que le
acabo de regalar una broma ni bien digo chico grande sin siquiera pensarlo.
―Tienes razón, sobre las dos cosas. ―Se ríe, y el sonido es una mezcla de
algo suave como la seda y un toque de aspereza y afecta a mi libido de una
manera que no quiero que lo haga―. Pero a los hombres les gusta que los
ayuden un poco de vez en cuando.
―Estoy segura de que tienes miles de candidatas en fila. ―Pienso en esa
persona que no paraba de suspirar a mi lado durante la última conferencia
mientras sigo caminando, tratando de pensar en cualquier cosa menos en el
hombre a mi lado.
―Bueno, entonces creo que voy a tener que volver y pedírselo a Carla…
Desacelero un poco, pero sigo adelante, sabiendo que él tiene mi número.
―¿Te encargas de los equipos en el escenario todos los días y aun así no
puedes manejar un simple sistema de sonido? ―Me río, sin creerle―. Me parece
que estás tan ocupado en estar así de lindo que no quieres mancharte las manos.
¿Te olvidaste de dónde vienes así de rápido?
Apoya su mano en mi brazo y me da la vuelta antes de que la última palabra
salga de mi boca. Supongo que eso tenía un poco de razón.
―De dónde vengo no es de tu maldita incumbencia. ―Nuestros cuerpos
están cerca, mis ojos detrás de mis gafas de sol parpadean de un lado a otro, de
sus labios a sus ojos mientras habla. Aprieta los dedos un poco más fuerte en mi
bíceps―. ¿Quién eres tú para juzgar de todos modos…? ¿No, Trixie?
A pesar de que no puedo ver sus ojos, sé que están clavados en los míos.
Puedo sentir la rabia emanando de él por el tema que he sacado. No digo nada
más porque ya lo he empujado demasiado lejos y todo para mantenerlo lejos de
mí.
―¿Cuál es tu puto problema? ―Rompe el silencio y pregunta.
―¿Quién dice que hay un problema? Solo porque te sientas intimidado por
una mujer fuerte no significa que haya un problema ―casi grito, tratando de
tirarle la responsabilidad a él cuando soy yo quien la tiene.
―Cariño, solo los niños se sienten intimidados por mujeres fuertes. Los
hombres se sienten atraídos, como un desafío, así que no trates de seguir
buscando excusas esperando que te crea.
Me suelto de su agarre y doy un paso atrás, odiando que tenga razón en
todo. Sin embargo, eso no quiere decir que se lo voy a permitir.
―Conozco a los de tu tipo, Hawkin. Conozco los juegos que juegas.
―Miro al otro lado del campus antes de volver a mirarlo a él.
―¿Quién dijo que estoy jugando a algo?
―¡Ja! ―Me río―. Los de tu tipo siempre lo hacen, ¿no?
Se saca la mano del bolsillo y se la pasa por su cabello color chocolate,
aprieta la mandíbula, frustrado por lo perra que estoy siendo.
―Si hay alguien jugando a algo, estoy seguro que eres tú, dado que
cambias de fría a caliente más rápido que un grifo. Así que, tal como pregunté
¿qué te pasa? ―repite, irritado y triste a la vez―. ¿No me puedes manejar?
Trago el nudo en la garganta que sentía por la confusión; la lujuria y la
obstinación entra en un conflicto incontrolable dentro de mí cuando estoy cerca
de él.
―No hay nada que manejar de ti, no te preocupes.
―Eso es lo que dices ahora, pero tengo paciencia… ya recapacitaras. ―Se
lame los labios y, a menos que sea fruto de mi imaginación, veo que está
tratando de reprimir una sonrisa.
Y tengo que reconocérselo, es tan implacable como Luke. Casi. Pero la
diferencia es que él hace que sienta la sangre correr por mi cuerpo mientras que
nunca me he sentido demasiado atraída por Luke. Sacudo la cabeza, tratando de
aclarar mis pensamientos.
―Solo no entiendo por qué estás aquí. Por qué accediste a hacer esta
conferencia… uno más uno no da dos en esto.
Se pasa la lengua por la mejilla mientras reflexiona sobre lo que dije.
―Pensé que sería divertido. Un cambio de ritmo para ayudarme a resolver
algunos problemas que estoy teniendo… con un par de canciones en el nuevo
álbum. Una nueva perspectiva… ―Asiente y mira hacia donde alguien está
gritando al patio.
La forma en que su voz se apaga, combinado con los nervios de su cuerpo,
me dice que hay algo raro y aunque sé que debería dejar las cosas como están,
no le creo. Quiere someterme, pero voy a igualarlo, desafío por desafío.
―Esa es una respuesta demasiado perfecta, Hawkin ―digo, recordando la
imagen de las chicas Delta Sig del otro día y su mano en su culo―. Conozco a
los de tu tipo y si no hay sexo fácil, multitudes rápidas o mujeres fáciles, pierdes
el interés tan…
―¿Qué tiene de malo el sexo fácil? ―pregunta a medida que comienza a
caminar a mi lado.
―Nada. ―Me doy vuelta y comienzo a dirigirme a la sala de
conferencias―. El sexo fácil definitivamente es divertido, pero por qué…
―¡Wow! ―Se estira para tocarme el brazo, pero ignoro su petición sutil
dándome la vuelta y mirarlo a la cara. Por mi visión periférica, lo veo pasándose
la mano por la mandíbula afeitada y sacudiendo la cabeza―. No puede decirle
cosas así a un tipo como yo y esperar que no me afecte.
―¿Qué tipo de cosas? ―Lo miro―. ¿Sexo fácil? ¿Por qué negarlo? El sexo
es genial, el sexo es divertido. Solo que tú no tendrás la suerte… Ahora, dime
qué beneficios sacas de esta conferencia.
Se ríe fuerte, un sonido mitad deseo y mitad incredulidad.
―¡Joder Quin! Cuando dices cosas así me das la esperanza que tú seas ese
beneficio.
―Sigue soñando, chico roquero. ―Pongo los ojos en blanco a pesar de que
él no puede verlos, aunque una pequeña emoción surge a través de mí por su
comentario. ¿A qué chica no le gustaría oír eso? Entonces tengo que controlar
mis pensamientos sobre huir, recordándome una y otra vez que este hombre lleva
un cartel de advertencia “Voy a romper tu corazón” como si fuera un tatuaje―.
Todavía no has respondido mi pregunta: ¿Por qué la conferencia?
No voy a dejar pasar el tema ya que algo me dice que la verdadera respuesta
me va a permitir ver ese “algo” de él que necesito saber. Y, ¡joder, no! No
merezco la verdad de él teniendo en cuenta como empezamos, pero sé que si lo
tengo cortito, entonces él no me va a estar tan encima.
―Te dije… estoy tendiendo problemas con el álbum… Nunca tuve la
oportunidad de ir a la universidad y se presentó la oportunidad de venir a esta
conferencia así que la tomé. ―Escucho la desconexión debajo de las palabras.
―Mi detector de mentiras está sonando.
―¿Siembre eres así de combativa? ¿Tratando de ser jodida? ―Sacude la
cabeza―. ¿Tienes labios de ángel, un cuerpo hecho para pecar y eres lo
suficientemente enérgica para rivalizar con el fuego del diablo?
Me tropiezo cuando su descripción derriba todo pensamiento coherente en
mi cabeza. Y no sé qué es lo que me llama la atención de su evaluación lo que
hace que vuelva a sentir ese dolor dentro de mí otra vez.
―Te gusta jugar con fuego, ¿no?
Esta vez se ríe libre y sugestivo.
―Oh, Quin, cuanto más caliente, mejor.
No respondo, sólo sigo caminando mientras que el aire entre nosotros se
hace cada vez más denso con la química tácita pero aun así innegable. Puedo
sentir el calor de las miradas que me lanza pero las ignoro, centrándome, en
cambio, en los susurros murmurados de los grupos de estudiantes que pasan. Y
tal vez sea por la expresión de su cara o nuestra postura defensiva lo que hace
que nadie se nos acerque mientras vamos el último tramo hacia el auditorio
donde se encuentra Axe, con los brazos cruzados sobre el pecho y la espalda
contra las puertas.
Estamos a punto de entrar cuando Hawkin dice:
―Espera. ―Y se dirige a la derecha, a un carrito de comida.
Lo sigo, curiosa, preguntándome qué pudo haberle llamado la atención en
medio de nuestra discusión.
―¿Qué estás…? ―Mi voz se apaga cuando veo la sonrisita de niño
pequeño en su hermoso rostro. Algo en la expresión de su cara, la alegría pura
mezclada con la poca barba en su mandíbula, me hace mirarlo un poco más de lo
que debería
―¡Helado! ―dice con los ojos súper abiertos mientras lee la lista de
sabores.
―¿Helado? ―¿Acaso es el helado lo que vuelve a este duro roquero un
adolescente?―. ¿Antojo de algo dulce?
―Cuanto más dulce, mejor ―dice mirándome de arriba abajo.
―Supongo que eso me deja afuera ―digo sonriendo, lo que hace que se ría.
―Tengo la sensación de que debajo de todo ese duro exterior hay un punto
dulce, Quinlan ―dice mientras señala un sabor y me incentiva a elegir uno yo.
―No, gracias ―le contesto, un poco anonadada por este nuevo giro.
Todavía debo estar mirándolo, tratando de descifrarlo, mientras espera que el
vendedor ponga la bola de galletas y crema en el cono porque me mira y siente
la necesidad de explicarse.
―Es mi vicio… mi hábito. ―Le paga al vendedor, toma el cono, y luego se
lleva el helado a los labios. Algo muy dentro de mí se agita cuando lo veo cerrar
los ojos por un momento y saborear el helado por primera vez. Mis
pensamientos se dirigen automáticamente a si así se ve cuando le practica sexo
oral a una mujer.
Cuando reenfoco después de deshacerme de la imagen, me está mirando.
Mis pensamientos obscenos deben estar escritos por toda mi cara, porque una
sonrisa de complicidad se extiende sobre sus labios. Sus ojos me dicen sí, es la
misma expresión.
Y ahora me preguntó cómo voy a hacer para sacarme esa imagen de la
cabeza.
―Pensaba que los roqueros preferían sexo, drogas y alcohol ―tartamudeo,
tratando de desviar su intenso escrutinio. Y entonces, una vez que las palabras
salen de mi boca, veo un destello de ira pasar por sus ojos y me doy cuenta de
qué comentario más estúpido hice dado sus cargos de drogas.
Pero aleja cualquier pensamiento que tenía al respecto y se me acerca.
Inclina la cabeza y lame el cono del helado, del lado en que está empezando a
derretirse.
―Me encanta el sexo y el alcohol… y ni mencionemos lo de las drogas
―dice riéndose―. Pero mi vicio de todos los días es el azúcar. Mi preferido: El
helado.
―¿De veras?
Da otra lamida y luego empieza a caminar de nuevo hacia donde Axe está
parado, pero se detiene cuando estamos hombro con hombro. Se agacha de modo
que su boca quede cerca de mi oreja y puedo sentir su aliento frío por el helado,
cuando golpea mi piel.
―¿De verdad te vas a quejar de un hombre que le gusta usar la lengua?
Y antes de que pueda recuperar mi ingenio o que la sangre que ha inundado
el delta de mis muslos vuelva, camina hacia la entrada del auditorio sin decir
nada más. Me siento como una groupie cuando doy la vuelta y camino inestable
detrás de él, tratando de aplacar la lujuria después de que acabara de encender la
llama a propósito.
―Terminemos con esto de una vez ―me digo mientras vuelvo a pensar en
el comentario de Rylee sobre tener sexo salvaje, imprudente.
Porque, ¡joder! Hawkin me dio vuelta todo. La parte en mí que dice deja de
ser tan cautelosa comienza a tener más importancia. Pero la parte en mí que es
medio escéptica lo manda a la mierda.
Y a pesar de que sé qué es lo mejor, sé qué parte quiero que gane.
Capítulo 6
Quinlan
Concentrarme en enseñarle a Hawkin cómo funciona el sistema de
megafonía es difícil, con su comentario corriendo en espiral a través de mi
mente. Añade a esto, que se está tomando su tiempo disfrutando su convite,
mientras que los dos estamos dentro del pequeño cuarto, al lado de la plataforma
donde reside el controlador. El espacio es mínimo, por lo que cada vez que le
muestro los interruptores en el tablero, hace que se incline más cerca.
Y con cada frote contra mi espalda, el algodón fino de mi camiseta no hace
nada para apagar la sensación, y estoy poniéndome más encendida. Y más
irritada con él.
―Haz que valga la pena ―murmura detrás de mí, su aliento difuminado
sobre la piel expuesta y de inmediato se de lo que está hablando. Inhalo cuando
su dedo traza las pequeñas y delicadas palabras entintadas, en el espacio entre
mis omóplatos. El único tatuaje que tengo―. ¿Qué significa?
―Se explica bastante bien por sí sola ―corto, pero cuando un suspiro de
decepción cae de él, me ablando y rápidamente me encuentro que quiero decirle
la verdad―. Cre… creo que es importante aprovechar cada momento. Cada
amistad, cada amor, cada corazón roto, cada decisión, cada todo, todos ellos
tienen que servir de algo o de lo contrario, si son sin sentido, cuando todo está
dicho y hecho y mires hacia atrás en tu vida, vas a tener remordimientos. ―Me
encojo de hombros, sintiéndome un poco demasiado filosófica sobre un maldito
tatuaje, pero estoy siendo honesta―. Los remordimientos apestan. Sentir que
vale algo lo hace menos lamentable.
Está silencioso detrás de mí, dándole vueltas a mis comentarios, supongo, y
no me gusta no poder ver su rostro. De repente me siento extremadamente
vulnerable tanto física como emocionalmente, por lo que termino apretando los
interruptores para que pueda ver lo que estoy haciendo. Necesito salir de este
pequeño espacio y de su cercanía. Rápidamente.
―Ves, sencillo ―digo, dando un paso hacia atrás y hacia su pecho.
Esperaba que se moviera inmediatamente, ya que el contacto total de nuestro
cuerpo es todo menos profesional, pero no lo hace. Y es su inmovilidad lo que
me hace saber que está haciendo esto a propósito.
La irritación se intensifica en una completa ira. No me gusta mi mano
siendo forzada. ¿Quiere ligar?, bien.
No, no está bien.
Dios, me tiene nerviosa cuando nunca consigo estar nerviosa y ahora no
puedo pensar con claridad. Sólo quiero terminar con esto.
―No es sencillo, no ―dice, rompiendo mi debate interno, su boca cerca de
mi oreja, con su aliento haciéndome cosquillas en la piel desnuda―. ¿Hay
alguna razón por la que estás tratando de apresurar esto?
Tantas palabras llenan mi cabeza, pero sé que necesito distancia del calor de
su cuerpo nublando mis pensamientos. Doy un paso hacia atrás de nuevo, con el
objetivo de salir del pequeño espacio, pero solo sirve para presionar mi trasero
aún más contra su ingle.
Lo esquivo inmediatamente, nuestros cuerpos separándose mientras mi
espalda se encuentra contra la pared que hay detrás de mí, en un escape sin
gracia.
―No estoy apresurándome ―miento―. Sólo me aseguro de mostrarte todo
lo que necesitas saber antes de que comience la conferencia. Puedo reducir la
velocidad un poco si lo prefieres ―divago las palabras, eligiendo centrarme en
el logo de Def Leppard de su camiseta negra, en lugar de mirarlo a los ojos.
―Despacio y con calma siempre es bueno, ¿no te parece, Quinlan?
Se me escapa una risa, los nervios al frente y al centro, de manera que la
burla sale de mis labios sin pensar.
―Los tipos como tú no sabrían lo que es lento ni que les golpeara en la
cara. ―El comentario me da un mejor soporte, y arqueo una ceja, desafiándolo a
responder y concederme el argumento por el que lo estoy presionando. Una
confrontación que le molestará, lo que va a mantenerlo alejado de mí y de los
problemas que nos estaríamos causando el uno al otro.
―Crees que me tienes etiquetado, ¿no es así? Te aseguro que, cuadrado o
redondo, no encajo en ningún orificio predeterminado. ―Con nuestros lentes de
sol fuera, no puedo negar la pregunta en sus ojos como la había negado antes, de
camino aquí. Del mismo modo que no puedo ocultar la verdad en lo míos.
Pero lo estoy tratando malditamente bien.
―No tienes que encajar en ningún orificio para tener la razón. Mi hermano
solía ser como tú… Demonios, probablemente conozco tu juego mejor que tú.
―Arqueo una ceja, esperando por el comentario que puedo ver en la punta de su
lengua.
―Tal vez sólo quiero encajar en un orificio ―dice en voz baja mientras da
un paso hacia mí, nuestros cuerpos cerca, ojos cerrados, y la libido pidiendo la
conexión física, con la que los dos estamos luchando. Debería estar molesta por
su comentario, debe pensar que suena cursi, pero Dios, ese tono melódico de su
voz hace que suene todo lo contrario―. Ven a una cita conmigo.
Mi aliento se atora y mi mente da su consentimiento, pero mis pies dan un
paso atrás, recordándome que no tengo donde correr. Vacilo contra la pared
detrás de mí, girándome y la emoción agitada y en conflicto a un ritmo
vertiginoso.
―A que no adivinaste que te iba a preguntar eso, ¿verdad?
Espero que no se dé cuenta de la ligera vacilación antes de responder con
una risa.
―Perspicaz, pero eh, no, gracias. ―A pesar de las palabras, mi mente dice
que sí.
Inclina su cabeza y sus ojos encuentran los míos retándome a apartar la
mirada.
―Entonces, ¿por qué te pongo tan nerviosa?
No puedo evitar mirar hacia abajo a sus labios y luego de vuelta a sus ojos,
mientras cada parte de mí se pregunta cómo se sentirían en los míos. Mi lengua
sale y moja mi labio inferior por reflejo y la mueca en su boca me dice que se da
cuenta de ello.
El control que tengo en la lógica, se debilita en el espacio reducido, mis
inquietos dedos a punto de extenderse y atraerlo a mí.
―No lo haces ―murmuro las palabras, cautivada por la proximidad de sus
labios y el hambre en sus ojos. Cierro los míos para romper la conexión por un
momento, antes de abrirlos, decidiendo firmemente que vuelvan a su sitio.
―Mm-hm, y sin embargo, antes te pregunté por qué no te gustaba y lo
ignoraste. Tu falta de respuesta me lleva a creer justo lo contrario. ¿Por qué
luchar contra esto? Realmente te gusto, ¿verdad?
―Como he dicho, he estado rodeada de gente como tú toda mi vida. No,
gracias.
―Apuesto a que ninguno de ellos ha hecho esto.
Avanza hacia mí a un ritmo tan lento, que me otorga toda oportunidad para
rechazar su avance. Pero no lo hago. Mi rápida inhalación llena mis pulmones,
pero nada más me desconcierta porque estoy totalmente centrada en el descenso
de su boca.
Roza sus labios contra los míos. Una vez. Dos veces. Estoy tan pérdida en
la sensación, que no me doy cuenta que sus manos acunan suavemente mi cara.
Las yemas de sus dedos, callosos por las cuerdas de la guitarra, inclinan mi
cabeza hacia un lado al mismo tiempo que mis labios se separan, y la necesidad
de saborearlo es mi único objetivo.
Nuestras lenguas se encuentran en una suave caricia de pasión y deseo. Una
mezcla de curiosidad y lujuria, de necesidad e indecisión. Mis manos están en su
bíceps, las uñas clavándose en la carne musculosa, mientras profundiza el beso.
Mi cuerpo reacciona instantáneamente a su sutil reclamación de mi boca.
Puede que sea el leve roce de labios y el toque de lengua, pero el profundo dolor
dentro de mí arde tan fuerte que emito un gemido adolorido. Hay algo acerca de
Hawkin que me tiene queriendo mucho más que un beso robado.
Su pulgar roza la línea de mi mandíbula mientras su otra mano se extiende a
lo largo de mi espalda, empujándome hacia él. Nuestros cuerpos luchan contra el
deseo, con ganas de más, pero sin tomarlo.
―¡Para! ―grito cuando algo en mí despierta a la vida. No puedo explicar la
sensación pero asusta el infierno fuera de mí y me tiene empujándolo con una
protesta a medias que suena poco convincente. Pero cómo puede parecer de otra
manera cuando mis pensamientos, mis sentidos, mis labios son consumidos por
el sabor de él.
Él se inclina hacia atrás, los labios entre abiertos y los ojos llenos de
confusión. Todo lo que puedo hacer es sacudir la cabeza de un lado a otro para
expresar mi rechazo.
―Yo sólo… No podemos. ―Busco a tientas las palabras correctas para
decir y luego solo mando todo al demonio. Me giro sobre mis talones y corro por
las escaleras del auditorio mientras él grita mi nombre detrás de mí.
Abro las puertas, necesitando el aire fresco para aclarar mi cabeza y
ayudarme con lo que sólo puedo describir como un mini ataque de pánico. No sé
qué diablos está mal conmigo, pero rechazo a Axe con un gesto de la mano
cuando comienza a acercarse a mí y camino unos cuantos metros a un banco
cerca de la sombra de un árbol.
Me siento, apoyo los codos en mis rodillas, y cuelgo la cabeza hacia abajo
para tratar de calmarme. Cierro los ojos, dando la bienvenida a la fresca brisa en
mi cara, cuando me golpea por qué estoy tan asustada.
He besado a muchos hombres. Pero nunca había estado tan perdida en un
beso, que cuando cerraba mis ojos, veía mañanas y para siempres. Ciertamente
no con Rick, y no con cualquier otro hombre con el que he estado. Mierda, soy
la última en el planeta para creer en la porquería de cuentos de hada y sin
embargo, allí estaban, vivos y en mi cara.
Frustrada y confundida, suelto un suspiro y levanto mis ojos. Todo a mi
alrededor, estudiantes, edificios, bicicletas, se mezclan a la perfección mientras
trato de entender la ironía de todo esto. Normalmente no pienso de esta manera,
no quiero este tipo de cosas, el matrimonio, la monogamia, niños, la muerte de la
espontaneidad, en este momento de mi vida, o nunca. Simplemente no es lo que
me impulsa. He estado en la escuela mucho tiempo, estoy a punto de graduarme
y sumergirme en la carrera que siempre soñé en la producción de películas, por
lo que ni siquiera son un puntito en mi radar.
¿Así que por qué estaba pensando en ellos? Y más importante, ¿por qué me
estaba imaginando a Hawkin Play como el centro de mi universo cuando
chocamos como hermanos y nos enfrentamos verbalmente como enemigos?
Tiene que ser por culpa de su maldito beso.
Demonios sí, lo quería, no lo voy a negar ni siquiera a mí misma, porque
maldición, el hombre sabe besar. Empuje lejos el pensamiento de que
probablemente ha tenido muchas mujeres para practicar y conseguir ese tipo de
habilidad; fue tan alucinante, que no me importa siempre y cuando logre
beneficiarme de ello.
Sus labios eran la combinación perfecta de firme y suave, usó bastante su
lengua pero no demasiado, y luego le añadió a esto la gentil persuasión de sus
dedos para conseguir que me abriera a él, y ugh, quiero más.
Pero ahí está el problema. Estoy segura que querer más, significa para él
cosas diferentes, de lo que es para mí. Para él, es probable que sea una aventura
breve que funcionaría hasta que dure su conferencia. Y mientras estoy a favor de
algo rápido, divertido y sin significado, la forma en que reaccioné a su beso, solo
me asusta el pensar que quizás no pueda ser capaz de mantenerlo a ese nivel, que
las promesas hechas a mí misma se vayan por el caño. Que estaría cayendo de
cabeza en algo serio sin un momento para disfrutarlo, antes de que el desengaño
se derrumbe a mi alrededor.
Ruedo mis hombros, me pongo de pie, y hago algo poco inusual en mí.
Normalmente soy el tipo de chica que va por ello y maldigo las consecuencias
después… y, sin embargo, mientras me dirijo de nuevo hacia el auditorio con
pensamientos de cómo jugar a esto con Hawkin, me digo no esta vez, no con
este chico.
Él puede representar todas las cosas que me atraen en muchos niveles, y
probablemente me maldeciré más tarde por ello, pero con el inicio de mi carrera
en el horizonte, tengo que ser inteligente.
Y entrar de cabeza hacia un corazón roto no es inteligente.
―¿Estás bien? ―pregunta Axe, su expresión estoica, y sus ojos ocultos
detrás de lentes oscuros, revisando a los estudiantes que comienzan a alinearse
para la conferencia.
―Sí. Gracias ―digo mientras abre la puerta para mí. La cruzo con la
cabeza hacia abajo mientras trato de encontrar la manera de manejar esto.
¿Tengo que asumir la culpa, disculparme, y después esconderme detrás de la
fachada de hostilidad que me ayude a resistirme a él?
Sigo pensando qué hacer cuando me sorprendo por un sonido de arrastre de
pies delante de mí. Miro hacia arriba para encontrar a Hawkin apoyado contra un
pilar, los brazos cruzados sobre el pecho y una sonrisa condescendiente subiendo
las comisuras de su boca.
―Vaya, vaya, vaya. Fue tan bueno que viniste por más, ¿eh?
Sus palabras me sobresaltan. Y no en el buen sentido. Entré aquí dispuesta a
disculparme, preocupada por todo, ¿Y él me saluda de esa manera? Pretender ser
hostil ya no es necesario, porque es la realidad.
―¿Disculpa? ―Doy un paso más cerca, con los ojos entrecerrados y la
incredulidad, sin duda, escrita por todo mi rostro.
Se endereza un poco, y la mirada zalamera permanece en su rostro, pero
deja caer sus manos. Me doy cuenta brevemente que se ha cambiado la camiseta
a una blanca con botones, y puedo ver el indicio de otro tatuaje a través del
cuello desabrochado, pero mi estado exhausto me lleva a no darle un segundo
pensamiento. Estoy demasiado ocupada viendo cómo el rechazo no le sienta
nada bien al “dios del rock” Hawkin Play.
Bueno, será mejor que se prepare para más, si piensa que puede ser un
idiota conmigo. ¿Y qué si lo besé y luego cambié de opinión? Y estando aquí de
pie, con la mirada fija en el otro, estoy consternada por la forma en que está
manejando esto. Estúpida de mí pensé que estaría más ofendido y menos
imbécil. Supongo que me creía fuera del alcance. La realidad de comprobar que
realmente soy sólo otra, en una larga lista de mujeres para él, es bienvenida.
Lo bueno es que lo he descubierto ahora y no dentro de un mes, cuando he
invertido ya mi corazón. Uso mi propio dolor, la revelación de verdades que no
esperaba, el rencor en su mirada, para mantenerme en guardia. Pero con guardia
o sin guardia, me siento incomoda bajo su intenso escrutinio, cuando se queda
parado delante de mí, la postura en sí misma amenazadora, y no dice ni una
palabra.
―¿Qué quieres? ―espeto, moviéndome sobre mis pies.
―A ti, para empezar. ―El fantasma de una sonrisa, y donde antes me
resultaba atractiva, justo ahora, la visión de ello mezclado con la expresión de
sus ojos me inquieta.
―Si mis acciones no lo dijeron antes, entonces mis labios lo dirán para que
lo puedas entender: Sigue soñando. ―Tomo aire, los ojos parpadeando por
encima de mi hombro para ver si Axe sigue ahí, justo al otro lado de la puerta,
porque por alguna razón las alarmas están sonando en mi cabeza.
Se ríe en voz baja burlándose y si está tratando de asustarme, está haciendo
un maldito buen trabajo. Ya he terminado aquí. Carla puede tirar mi tesis, no me
importa, pero me niego a trabajar con este idiota esquizofrénico. En el lapso de
un minuto hemos pasado de coquetear a besándonos y al siguiente poniéndome
incómoda.
Comienzo a pasar junto a él para ir a buscar mi bolso, que había dejado
cuando salí corriendo, y me agarra del brazo, clavando sus dedos. Un jadeo
sorprendido cae de mi boca, pero me niego a ceder y lo miro a los ojos.
―Créeme, cualquier sueño que tenga de ti será uno húmedo.
Tiro de mi brazo saliendo de su agarre, disgustada por su comentario y de
cuán lejos de la marca estaba al juzgarlo. ¿Cómo pasó de sexy y deseable a
vulgar y espeluznante?
Ignoro su risa a mi espalda y a todo, menos correr hacia las puertas abiertas
del auditorio. Me apresuro a atravesarlas, volteo hacia atrás para mirarlo, y me
encuentro chocando con alguien.
―¡Jesús!
Estoy sorprendida por la voz, el aroma de la colonia, y la cara, cuando miro
hacia arriba para ver la expresión sorprendida de Hawkins.
¿Qué demonios?
―¿Hawkin? ―Su nombre viene en un jadeo nervioso mientras trato de
procesar el hecho de que él está parado frente a mí cuando pensaba que estaba
detrás de mí. Me hago hacia atrás, la adrenalina me golpea ahora, y mis manos
están un poco temblorosas y capto su camiseta negra de Def Leppard y el cabello
despeinado antes de mis manos.
¿Cómo puede?… Y entonces entiendo. Recuerdo un artículo que leí,
durante mi cyberacoso intermitente sobre Hawkin, que tenía un hermano. Sin
duda no decía que tenía un gemelo idéntico.
Se queda mirando por un instante, tratando de averiguar lo que está mal,
cuando sus ojos se elevan por encima del hombro. La mirada de Hawke se torna
dura, apretando la mandíbula y poniéndose derecho con irritación mientras le da
una advertencia tácita a su hermano antes de caer de nuevo en los míos y
suavizándose con preocupación.
―¿Estás bien? ―Su atención se centra únicamente en mí, las manos llegan
a tocar mi brazo de una manera tranquilizadora.
―¿Sí? ―Lo digo como una pregunta, preguntándole si el hombre a mi
espalda es realmente quien creo que es.
―Lo siento ―murmura la disculpa Hawkin, de alguna manera se da cuenta
que su hermano me ha puesto nerviosa, y se sitúa de manera que está de pie
entre nosotros―.¿Qué estás haciendo aquí, Hunter? ―Los dos hombres se miran
el uno al otro, la animosidad palpable entre ellos, mientras hablan sin palabras.
―Quería ver el nuevo trabajo de mi hermano mayor. Conseguí una muy
agradable sorpresa cuando llegué más temprano y fui a buscarte. Los rincones
pueden ser lugares divertidos, ¿no? ―dice Hunter con una sonrisa, dándome
escalofríos que estuviera viéndonos. Él levanta su barbilla hacia mí y levanta las
cejas―. ¿Es tuya?
Por mucho que una parte de mí quiere hablar claro, hacer valer mi posición,
la evidente discordia vibrando entre ellos dos me hace morderme la lengua.
―Nuevo trabajo de cortesía para ti, ¿correcto? Si querías esto para ti ―dice
Hawke señalando el auditorio detrás de él, el sarcasmo brotando de su voz―,
todo lo que tenías que hacer era tener un poco de integridad.
―La integridad está sobrevalorada. Contratos, la palabra de un hombre,
lazos de familia, nada se mantiene hoy en día. Pero ya sabes eso, ¿no es así
hermano? ―Hunter le reprocha con un guiño, y noto a Hawkin cerrar los puños.
Los ojos de Hunter echan un vistazo y se encuentran con los míos, el fantasma
de una sonrisa en sus labios.
―Déjala en paz, Hunt. Ella está conmigo.
Y no estoy segura de si es el hecho de que parece que me está protegiendo
de su hermano o si es él diciendo que soy suya, pero al escuchar esas palabras
atraen una parte femenina de mí, una parte que añora ser de alguien. A pesar de
la tensión del momento, me resulta tristemente cómico que mi determinación
para mantener a Hawkin a cierta distancia se desmorone con esa simple
afirmación.
―¿Ella está conmigo tiene un nombre?
―Trixie ―dice Hawkin, golpeándome por adelantado cuando iba a dar mi
nombre real. Y entonces me pregunto por qué le está dando a su propio hermano
mi nombre falso, aunque a la vez me alegro de que lo haga.
―Trixie. ―Hunter hace girar el nombre falso en torno a su lengua antes de
asentir en aceptación―. ¿No vas a presentarnos?
El suspiro de Hawkin es audible y su voz monótona cuando habla.
―Trixie, este es mi hermano, Hunter… Hunter, ella es Trixie. ¿Satisfecho?
―Mucho ―murmura, sus ojos encontrando los míos de nuevo y no tengo
ningún problema en ser la primero en apartar la mirada esta vez mientras da un
paso más cerca―. Así que Trix…
―¿Qué quieres, Hunter? Si querías estar aquí, sé de una manera segura que
podrías estar. ―La burla en la voz de Hawke es glacial.
―Irritable, irritable. ¿Dejas que te hable así? ―Hunter dirige la pregunta a
mí, y es más que obvio que está disfrutando provocando a su hermano.
―Responde a mi pregunta, Hunt. ―El tono de Hawkin me dice que ya ha
tenido suficiente de cualquier juego que esté jugando su gemelo. Sólo me
gustaría saber qué es exactamente.
―Necesito que me prestes tu auto.
Hawkin se sobresalta físicamente por la petición de Hunter.
―Tienes el tuyo.
―Está en la tienda. Además ―Hunter se encoge de hombros,
completamente sin arrepentimientos―, me gusta más el tuyo.
―Siempre te gusta más lo mío.
―Sí, así es ―enfatiza las palabras, un brillo depredador en sus ojos
mientras me mira―, ya que parece que disfruto tomando lo que merezco.
―Corta el rollo ―ordena Hawkin, la autoridad resonando en su voz, ya que
hace eco en todo el teatro vacío―. ¿Por qué lo necesitas?
―El mío está en la tienda así que…
―¿Así que pensaste en una caminata por media ciudad a un lugar que de
otra forma nunca irías, para pedirme mi auto? ¿Has oído hablar de un taxi? Un
poco presuntuoso asumir simplemente que lo entregaría, ¿no crees?
De la forma en que se miran, testosterona mezclada con lo que puedo
suponer es una mala relación familiar, no puedo evitar preguntarme de qué más
están hablando porque segura como el infierno que no es un coche.
―Harías cualquier cosa por la familia, ¿no es así? ―Hunter gira la cabeza a
su hermano, los labios fruncidos en actitud dominante.
―Pruébame de nuevo. Parece que mi generosidad se está acabando. ―El
cuerpo de Hawke vibra de ira.
―Hmm. ―Hunter se ríe, el sonido de por sí burlón. Las dos vivas imágenes
se miran el uno al otro, la animosidad y la irritación batiéndose en duelo entre
ellos―. Mamá me necesita.
La simple declaración hace que todo en Hawkin se altere de inmediato a
pesar de la engreída elevación de las cejas de Hunter que dice: Ves,te dije, que te
inclinarías por mí. Sus hombros caen y mira hacia atrás a mi dirección por una
fracción de segundo, la indecisión mezclada con preocupación estropeando su
rostro, antes de caminar más cerca de su hermano.
―¿Ella está bien? ―pregunta en un susurro, con la espalda hacia mí ahora.
No puedo escuchar el resto de lo que se dice, sólo fragmentos que no tienen
sentido mientras Hawkin busca en el bolsillo por las llaves del coche y las
entrega. Le da algún tipo de instrucciones y, a continuación, pone una mano en el
hombro y lo aprieta.
Las imágenes de espejo se miran entre sí por un período prolongado de
silencio antes de que Hunter asiente y se vaya. Los estudiantes, en la fila
esperando a que la conferencia empiece, gritan "Hawkin", confundiendo a
Hunter con su hermano, cuando la puerta se cierra detrás de él.
Estudio las líneas de la espalda de Hawkin mientras observa los
movimientos de su hermano afuera, dando la mano, posando para fotos hechas
desde teléfonos celulares… actuando como si él fuera su gemelo. Vagamente
pasa por mi cabeza preguntarme con qué frecuencia lo hace, hacerse pasar por su
hermano. Giro mi atención de nuevo al hombre en sí. Su comportamiento parece
estar alterado ahora, tan lejos del hombre arrogante, seguro de sí mismo de antes
o de los videos que he visto de su actuación. Una parte de mí quiere preguntar
qué le pasa, averiguar qué puede afectarlo tan rápido, pero también entiendo que
no sé absolutamente nada de él, además de la imagen que alimenta a los medios
de comunicación.
Y crecer en un hogar bajo el escrutinio de Hollywood, lo sé mejor que la
mayoría de cómo la imagen puede ser un producto fabricado.
De pie al lado de Hawkin puedo sentir su angustia, sentir su inquietud, y
quiero saber más. Cada persona tiene dos lados, el lado que deja que todo el
mundo crea y el lado que pocos ven. Por lo general, me tiene sin cuidado, ya que
cada persona merece su propia historia, pero por alguna razón con Hawkin,
quiero ver ese lado privado. El hombre que ha estado haciendo que dude de mi
propia cordura con las reacciones que está tirando de mí. Tal vez el resto de su
historia explicará por qué respondo tan fuertemente a él.
Su suspiro me saca de mis pensamientos.
―¿Todo bien? ―No puedo evitarlo. Sé que no responderá, pero tengo que
preguntar de todos modos.
―Malditamente estelar ―espeta, y luego baja la cabeza con un gemido
autocrítico. Cuando se vuelve y me enfrenta, puedo ver las líneas marcadas en la
perfección de su rostro esculpido, el remordimiento en sus ojos que me derrite el
corazón―. Lo siento, es que…―Su voz se apaga a medida que nos quedamos
mirando el uno al otro. Justo cuando está a punto de explicar, Axe abre la puerta
y asoma la cabeza.
―¿Estás listo para ellos, Hawke?
Hawkin sostiene mi mirada un segundo más, parpadeando de alivio que no
tiene que explicar con más detalles, antes de mirar hacia Axe.
―Sí, estoy listo.
Camina junto a mí y por las escaleras de la tribuna sin decir nada más. Los
estudiantes entran en fila y miran dos veces cuando toman sus asientos y se dan
cuenta que el impostor de afuera no era realmente él. Se puede oír el zumbido
silencioso crecer más fuerte hasta que Hawke se aclara la garganta y un silencio
cae sobre la habitación. Cuando empieza a hablar, los estudiantes prestan
atención a cada una de sus palabras.
Pero son las palabras que quedan sin decir las que más me cautivan.
Capítulo 7
Quinlan
Escucho la conferencia desde mi asiento en la parte superior de la sala. Esta
vez pongo atención, detecto las lecciones sepultadas bajo el glamour y el brillo
en sus historias. Su carisma, mezclado con su poder de estrella, cautiva a los
otros estudiantes en la sala. Se ríen con él, gimen en el momento correcto, y
están absortos y atentos.
Veo la atracción, porqué ellos cuelgan de sus palabras, porqué, a pesar de
decirme que está fuera de los límites, estoy haciendo exactamente lo mismo.
La conferencia termina y mientras todos se ponen de pie, permanezco
sentada, mientras que los estudiantes se acercan para conseguir sus cinco
segundos de atención personalizada. Es accesible y sin embargo, después de
unos treinta minutos y una línea que nunca termina, capto la mirada de Hawke
deslizándose hacia Axe en un movimiento tan leve, que la mayoría no se daría
cuenta de ello.
―¡Está bien, amigos! Tenemos que limpiar la habitación para la siguiente
clase. Aquellas personas que necesiten hablar con Hawkin pueden hacerlo a
través del sitio web del Departamento de Bellas Artes o después de la próxima
conferencia. ―Axe comienza a acompañar a los estudiantes fuera, caminando
detrás de ellos como medida para asegurarse que continúan moviéndose hacia la
salida.
En el momento en que se despeja la puerta, Hawkin toma una respiración
profunda y se pasa la mano por el cabello antes de tomar su teléfono del atril.
Irritación parpadea en su rostro cuando lo que está buscando en la pantalla del
teléfono no está allí.
Cuando comienzo a meter los papeles en mi bolso, su voz retumba,
haciendo eco a través del aula vacía.
―¿Cómo que Hunter no ha ido? ―Salto cuando su puño impacta en el
podio, obviamente, no está satisfecho con cualquier respuesta recibida del otro
extremo de la línea―. ¿Está bien, sin embargo?… Bueno. Voy a… Luego.
―Guarda el teléfono en su bolsillo y baja su cabeza por un momento―
¿Necesitas algo? ―Impaciencia, irritación, molestia…tantas emociones
entrelazadas en el tono de la pregunta.
No me di cuenta de que sabía que estaba todavía aquí y ahora me siento
como una voyeur, sin saber qué decir o hacer. Levanta la cabeza para mirarme a
los ojos a través de la distancia de la habitación, mientras me paro y llevo mi
bolso al hombro.
―No, yo…uh, sólo estaba recogiendo mis cosas.―Me disculpo sin decir
las palabras.
―¿Está bien si salimos, hombre? ―Estoy sorprendida cuando Axe habla a
mis espaldas.
Lo mirada de Hawke se dirige a él.
―Sí. No. Joder, Hunt tiene mi auto así que…
―Puedo llevarte a casa. ―La oferta sale de mi boca antes de que pueda
pensar en ello o en las ramificaciones―. O donde tengas que ir ―corrijo
dándome cuenta que de ninguna manera en el infierno Hawkin Play va a dejar
que una mujer al azar, de la que no sabe nada, le lleve a su casa.
Por otra parte, es un músico de éxito, ¿Las mujeres al azar no son una forma
de vida?
Sus ojos se mueven de nuevo a los míos y, aunque la agitación de
momentos antes persiste, también veo que está intrigado.
―¿Me vas a llevar a casa, Trix? ―Comienza a subir las escaleras mientras
me hace la pregunta. Ni siquiera tuve la oportunidad de responder antes de que
levante la barbilla hacia Axe―. Estoy bien. Gracias hombre.
Axe sale sin hacer ruido. Espero a Hawkin, y con cada paso que da, puedo
verle drenar poco a poco lo que sea que le está molestando, así que para el
momento en que me alcanza, es el mismo de antes. Arrogante, enigmático, y
sexy como el infierno.
Se para frente a mí, humedeciéndose el labio inferior con la lengua, y todo
lo que quiero, independientemente de lo que me he dicho, es besar esos labios de
nuevo. Afianzo la precaución, porque tiendo a lanzarla al viento cuando se trata
de Hawkin Play.
―¿Tiene miedo de dar un paseo conmigo? ―pregunto, sabiendo muy bien
cómo se recibirá mi cuestionamiento.
Un hoyuelo se profundiza con su sonrisa torcida, los ojos bailando con
alegría.
―Te aseguro que no tengo miedo de hacer nada contigo. ―Hace un gesto
para dirigir el camino―. Te advierto, me gusta estar adelante.
―Lo bueno es que soy muy buena para conducir con palanca de cambios
―respondo por encima del hombro mientras el bienvenido sonido de su risa
vuelve a su voz.
***
―Tengo que decir que estoy seriamente encendido.
El sutil cambio de tema por mi pregunta sobre si es cercano a su hermano
no pasa desapercibido. Me refiero a que hemos viajado durante cuarenta minutos
a través del tráfico charlando ociosamente, pero las miradas constantes a su
teléfono esperando un mensaje, anuncian que el humor sombrío de antes se
instala de nuevo.
Así que pienso: ¿Por qué seguir bailando a su alrededor y en su lugar solo
preguntar? Y, por supuesto, hizo el comentario que tiene a mi mente cambiando
de marcha, más rápido que mi auto subiendo por las colinas de Bel Air. Así que
ahora me queda tratar de averiguar, porqué está encendido, con la jodida
esperanza de que sea por mí.
Una cosa es estar en una gran sala de conferencias, donde hay espacio para
alejarse. Otra es estar en los estrechos confines de un auto en el que todo a su
alrededor está a tan sólo centímetros, haciendo que mi libido se acelere.
Mojo mi labio inferior con la lengua e inclino la cabeza.
―Y… ―Voy a dejar que lleve esta conversación, a ver adónde nos lleva.
―Entre el tipo de auto y la forma en que lo manejas… maldición. ―Deja
que se apague la última palabra y me sonríe con suficiencia por su cumplido―.
Impresionante y caliente.
―Sí, bueno, cuando tu hermano es un piloto de carreras profesional, no
puedes avergonzarle siendo un conductor de mierda. ―Recuerdo las numerosas
clases de conducción de Colton siendo una adolescente, la constante burla
porque iba a enseñarme a no conducir “como una mujer”.
Advierto su interés con mi mirada periférica.
―Conductor de auto de carreras, ¿eh?
―Sí. Indy. ―Doy un giro por la carretera con mucho viento.
―¿Debería conocerlo?
―¿Colton Donovan? ―vocalizo el nombre como una pregunta, mis labios
fruncidos mientras espero la reacción de Hawkin.
―No jodas. ―Lo dice con tanta indiferencia que gana importantes puntos
brownie. Pero no es como si fuera poca cosa en el departamento de fama, de
cualquier manera, el estilo de vida de mi hermano no debe perturbarle y hacerlo
de repente adulador, como lo hace a tantos otros. Se queda en silencio durante un
minuto mientras piensa―. No sigo las carreras, pero sé quién es. Así que ese es
tu apellido, ¿eh? Quinlan Donovan ―reflexiona más para sí que para mí.
Y aquí va la segunda parte de la lista de verificación de Quinlan de si un
hombre me puede manejar.
―En realidad, no lo es. ―Le echo un vistazo para atrapar la perplejidad en
su rostro―. Colton quería hacerlo por cuenta propia, sin el apellido de la familia.
―Adelante ―invita y enfatiza con gestos sus palabras. Puedo oír la
diversión en su voz mientras trata de averiguar lo que voy a decir a
continuación―. ¿Cuál es tu apellido entonces?
―Westin.
―Hm ―murmura mientras puedo oír los pensamientos de conexión en su
mente, advirtiéndole que mi padre es el reconocido director de cine, Andy
Westin. Su falta de una reacción es tan refrescante, en comparación con el
aluvión habitual de preguntas y solicitudes que siguen, cuando alguien averigua
quién es mi padre―. Eres como desenvolver un regalo. Demasiadas sorpresas
por descubrir.
Me puedes desenvolver todo lo que quiera.
―Las mejores partes de mí están ocultas ―señalo inexpresiva, con una
sonrisa ladeada que juega sobre una de las comisuras de mi boca. Me encanta
ver su mandíbula caer laxa en mi periferia. Tengo que mantenerlo sobre los
dedos de sus pies.
―Lo bueno es que me gusta tomar mi tiempo al abrir un regalo. Agradable
y lento ―enfatiza las palabras con un silbido, mientras el cosquilleo comienza
de nuevo en el fondo de mi núcleo―. Y siempre tomo mi tiempo desatándolos
cuando están anudados apretadamente. Abro la caja deslizando mis dedos en la
costura primero antes de introducirme justo en…
¿Cómo diablos me acaba de seducir y todo lo que está describiendo es un
maldito regalo de cumpleaños?
Es mejor no responder en este momento porque su colonia, sus respuestas
sin afectación, siendo solo normal, causan que cosas dentro de mí zigzagueen
cuando deberían ir en línea recta.
―Apuesto a que tu hermano se metió en un montón de peleas al crecer.
Su comentario me sorprende.
―¿Por qué dices eso? ―Me indica que gire a la izquierda en otra calle y lo
miro disimuladamente detrás de mis gafas de sol.
―Bien, estoy seguro que pasó mucho tiempo protegiendo tu virtud
―afirma, y combato la risa que amenaza con salir, cuando pienso en los
enfrentamientos que tuvo con compañeros hablando en los vestuario de su
hermana pequeña, entonces y ahora, Luke Masón es un ejemplo de
ello―.Cualquier buen hermano mayor protege a su hermano menor. Sin
cuestionar.
Hay algo en la forma en que lo dice, en el tono de su voz, que me hace
sentir que no está hablando sólo de Colton. Y por supuesto quiero indagar más
sobre Hunter, porque no soy ajena al hecho de que toda esta conversación se ha
centrado en mí, cuando yo preferiría que se centre en él.
―¿Eres mayor que Hunter? ―pregunto en otro intento de aprender más.
―Mm hm… cuatro minutos ―señala, indicándome que gire a la izquierda.
―¿Son cercanos?
―Somos gemelos idénticos. ―Muerdo para no proferir la observación
sarcástica en mis labios, por la obviedad de su declaración, y por cómo no
respondió a la pregunta―. La mayoría de las personas no nos pueden distinguir,
sobre todo cuando nos vestimos igual.
―Apuesto a que fue muy divertido crecer juntos.
―Por lo tanto, eres una asistente… ¿Cuál es el título de tu maestría?
―La producción de cine y televisión. ―Doy un vistazo para ver sus cejas
levantadas incentivándome a que me explique con más detalle. No se me escapa
que ha devuelto el tema de conversación a mí―. Crecí viendo la cinematografía
detrás de las escenas. Me parece fascinante: Los egos, el dinero, ver ideas
llegando a buen puerto… las cosas que nadie piensa.
―Bueno, no es que no tengas un buen maestro ―reflexiona casualmente
con un ligero movimiento de cabeza―. ¿Sin el bichito de la actuación, entonces?
―Estar enfrente de la cámara no me interesa. ―Me estremezco al pensarlo.
Los ojos evaluadores y críticamente implacables. No, gracias. Mientras quiero
estar al frente y en el centro en mi vida personal, prefiero estar detrás de cámaras
en mi carrera profesional. Creo que de tanto ver el caos mediático que rodeaba a
mi hermano cuando cambiaba de citarse con una mujer a otra, o si se metió en
una pelea en sus días de soltero de testosterona acalorada. La idea de toda esa
atención no es muy atractiva.
―Justo aquí ―especifica apuntando a la gran entrada, con paredes
cubiertas de hiedra―. Todo tiene sentido ahora.
―¿Qué? ―pregunto, acostumbrándome a su hábito de decir sus
pensamiento internos sin darme ninguna pista de hacia dónde van. Con la
mayoría de las personas me molestaría, pero con Hawkin por alguna razón me
resulta entrañable, una señal de que su mente está corriendo a un millón de
kilómetros por hora aunque jamás divulga cuales son las otras cosas que la
ocupan.
―Tu bocota de sabelotodo.
―¿De nuevo? ―Me río mientras estaciono frente a una lujosa casa de estilo
Toscano. Me muevo en mi asiento y me quito los lentes de sol para poder
estudiarlo, trato de descubrir exactamente a dónde va con esto. Cómo una
conversación sobre mi grado, mi futura carrera, lo ha llevado a esa conclusión,
estoy segura que se equivoca. Sé que tengo una gran bocota, pero debajo de la
superficie soy una persona dulce para aquellos que de verdad me conocen.
―La mayoría de las personas caminan con cuidado a mi alrededor, así que
bésame el trasero. ―Se encoge de hombros sin disculparse y muestra una
sonrisa que tira de cada parte de mi cuerpo que aún no se ha despertado por él―.
O si quieres besar otras cosas… sólo por la música, la fama o como sea que
quieras llamarlo. ―Mira hacia la casa y mueve su mano restándole importancia
y con indiferencia a toda la atención hacia su trabajo. Me mira de nuevo y
señala―: Pero tú me tratas como a cualquier otra persona. Me pagas con la
misma moneda. El caos a mi alrededor no te perturba debido a que creciste con
este. Es agradable… me gusta.
Odio la pequeña emoción que se dispara a través de mí por su ridículo
elogio, pero no obstante, lo hace. Mierda, acaba de halagarme por no enloquecer
como una fanática a su alrededor, pero si sigue haciendo comentarios como que
podría comenzar a hacerlo.
―Bueno, no es como si fueras la gran cosa ni nada de eso ―bromeo con un
guiño―. Las listas de los Billboards son tan pasadas de moda. ―Pongo los ojos
en blanco, amando el destello de alegría en sus ojos antes de que resople.
Su risa continua por un rato más de lo debido e inclina su cabeza hacia atrás
contra el asiento. Puedo sentir la liberación de todo lo que se lo estaba
carcomiendo con el sonido de esta. Cuando finalmente termina cierra sus ojos
por un momento para recuperar la compostura, y ahora mi curiosidad se ha
despertado aún más sobre los secretos que guarda.
―Gracias. Necesitaba eso. ―Sacude su cabeza y entonces la inclina hacia
la casa―. ¿Quieres entrar?
Señales de alarma suenan en mi cabeza, alertándome que este es uno de
esos primeros pasos sobre los que no puedes echarte atrás mientras, otro lado
dice que estoy exagerando demasiado por la invitación, que me apresure a salir
del auto. Y por supuesto, mi cuerpo reacciona, con la mano en la manija de la
puerta antes que mi cabeza pueda decirle que se quede sentado.
Salimos juntos y me explica que los chicos y él están rentando la casa,
mientras terminan su álbum actual. Señala que cuando están todos en el mismo
lugar, se acoplan mejor, escriben la música más rápido, y son más creativos.
Me dirige hacia los escalones de la entrada principal, con una mano
colocada en la parte baja de mi espalda. Sólo cuando su mano libre toca el pomo
de la puerta, retrocede en lo que parece un momento de indecisión. Me quedo de
pie esperando y entonces sorpresivamente me tiene contra la pared,
presionándome con su cuerpo, y con su boca sobre la mía.
Respondo el beso y esta vez no me permito cuestionarlo, no me preocupo
por las consecuencias que he imaginado anteriormente, porque él está aquí, este
es el ahora y me gusta vivir el momento. Ni siquiera creo que podría analizar
algo si quisiera porque el deseo nubla mis pensamientos, la necesidad abruma
mis sentidos.
Lo abrazo, nuestra lenguas bailando, los labios reclamando y dejamos libres
en nuestro beso todas las emociones reprimidas durante el día. Esta vez hay algo
diferente en el aire y no estoy segura si es mi voluntad o lo que sea con que él
está luchando en su interior, pero puedo sentir su desesperación por alguna clase
de conexión, puedo saborear la necesidad mientras habilidosamente derrumba
todo mi raciocinio.
Sus manos se mueven de enmarcar mi rostro y deslizarse por mi caja
torácica, a rozar con sus pulgares mis pezones a través de la tela de mi camiseta
haciendo que el deseo arda. Gimo contra su boca mientras una de sus manos
aprieta mi trasero y me presiona contra su pene que está comenzando a escapar
de los confines de su pantalón.
Mi cuerpo está en llamas de necesidad por este hombre, hasta el punto que
el porche se ve malditamente bien para hacer algo al respecto, pero no lo sabría
con seguridad porque mis ojos están cerrados y poniéndose ahora en blanco por
el éxtasis. Quiero decir Tómame, porque la autocensura está sobrevalorada.
Quiero perderme en él para que no tenga más opción que ser la única persona
que pueda sacarme de la turbación.
―Tenemos camas adentro si quieren seguir. O no… y buscaré algunas
palomitas para disfrutar el espectáculo. O algo de lubricante.
La voz nos hace separar de golpe, mi corazón martillea en mi pecho, con las
manos incapaces de soltar el logo de la vieja escuela de Def Leppard en su
camiseta, pero mis ojos siguen fijos en los de Hawkin y los lascivos
pensamientos que parpadean en su mirada.
―Lárgate Gizmo ―gruñe, con sus labios volviendo a conectar con los míos
como si nadie estuviera mirando. La desesperación es insaciable para nosotros…
ambos necesitamos sacar lo último del beso ya que sabemos que estamos por ser
interrumpidos.
―Palomitas serán. ―Se ríe y aun así no se mueve porque puedo sentir el
peso de su presencia.
Mierda, estoy a favor del exhibicionismo, pero por alguna razón, por más
caliente y lista que estoy para mi completa rendición de mi fuerza de voluntad
ante él, aparto mis labios. Nuestros rostros están a pocos centímetros de
distancia, nuestras respiraciones dificultosas jadean sobre el otro, y nuestros ojos
están fijos, arrepentimiento y deseo es una potente combinación reflejada uno en
el otro.
Pero hay algo más enterrado en sus ojos, y no puedo identificar muy bien
que es.
―¿Estás bien?
Esas manchas plateadas en sus ojos grises se oscurecen momentáneamente
porque sabe que veo el indicio del secreto que quiere mantener oculto. Asiento
con un suspiro, con sus manos aún sobre mis caderas.
―¿Necesitas algo, Giz? ―pregunta mirando hacia la puerta, rompiendo
nuestras miradas. A regañadientes aparto mis ojos de él y sigo los suyos. Veo al
hombre inclinado contra el umbral de la puerta, con las manos metidas en los
bolsillos de sus vaqueros, con el pecho desnudo cubierto en una increíble
variedad de intrincados tatuajes, los que probablemente podría pasar una semana
estudiando sin llegar a verlos todos. Su cabello oscuro llega hasta su nuca, sus
ojos azul claro contrastan con el mismo, y tiene una sonrisa tan cálida y
acogedora, que de inmediato me agrada.
Sus ojos suben y bajan por mi cuerpo antes de lanzar una mirada de
aprobación hacia Hawkin.
―Sí ―deja salir la palabra y alza una mano para llevarla a la parte trasera
de su cuello. El movimiento revela un tatuaje de un corazón color rosa en el
interior de su muñeca, parece fuera de lugar y contradice los colores de los otros,
pero sus palabras me desvían de mi examen―. Hunter llamó. ―El desdén en su
voz hace juego con el suspiro que sale de la boca de Hawke cuando me suelta.
Parece que Hunter de verdad es de los favoritos por acá. No puedo decir
que los culpe porque mi primer encuentro con él fue menos que favorable.
―Mierda. ―Es lo único que Hawkin dice antes de mirar de nuevo hacia
mí, la irritación y la exasperación prevalecen en su ceño fruncido―. Quinlan
este es Gizmo,… Gizmo, Quinlan.
Nos saludamos el uno al otro y Gizmo se aparta de la puerta para que
podamos entrar en la casa. Puedo sentir sus ojos evaluándome el trasero, pero
mientras que la observación de Hunter se sintió más intrusiva, la de Gizmo es
más como, soy un hombre…¿cómo no voy a mirar? La decoración estilo europeo
de la casa es cálida y acogedora a pesar de su opulencia, pero estoy más
interesada en la conversación entre los dos hombres.
―¿Le diste tu auto? ―La sorpresa en el tono de Gizmo me tiene
escuchando con más atención.
―Larga historia, hombre. ―Hawke se pasa una mano por el cabello
mientras avanzamos a la cocina diseñada en acero y granito. Acepta una cerveza
que Gizmo saca del refrigerador y la abre, el sonido de esto resuena a través del
silencio que nos rodea―. Se presentó en la conferencia, estaba molestando a
Quin. ―Captó la mirada de preocupación que Gizmo le da a Hawke y luego la
mirada de alerta hacia Vince cuando este entra. Vince asiente con entendimiento
mientras Hawke continua―: Y luego dijo que necesitaba mi auto para ir a ver a
mamá… pero llamé después de clases y jamás se apareció.
El cuarto queda en silencio mientras intento descifrar qué está sucediendo,
con ellos reflexionando sobre algo serio y desconocido para mí. Vince mira a
Hawkin con abierto reproche, con los dedos tamborileando sobre el mostrador de
granito, un mensaje sin palabras está siendo enviado.
―No me mires de esa forma, Vince. No necesito que empieces conmigo
ahora.
―No dije ni una mierda, hombre ―increpa el aludido, alzando sus manos y
moviendo sus ojos en mi dirección. Capto la mirada, sé que está diciéndole a
Hawkin, No ahora, ni aquí, no con una persona extraña presente y eso me intriga
aún más.
―Amigos. ―Gizmo estalla en risas, interponiéndose entre ellos. Empuja un
recipiente de dulces frente a Hawke antes de poner su brazo sobre sus
hombros―. Tanta testosterona desperdiciada entre ustedes cuando podría ser
usada en la adorable Quinlan aquí presente. ―Me lanza una sonrisa juguetona
como si no tuviera preocupación alguna en el mundo antes de alejarse hacia
donde un celular timbra con un mensaje de texto.
―¿Quinlan? ―pregunta Vince confundido, y arrugo la nariz, olvidando que
no sabe la verdad sobre mi nombre―. ¿Qué paso con Trixie?
Sintiéndome un poco tímida bajo el escrutinio apuntando en mi dirección,
opto por sacudir mi cabeza mientras sus ojos avellanas me juzgan. Así que
sostengo su mirada, dejándole saber que puedo aguantar el examen.
―¿Como si no se lo merecieran por llamarme de esa forma en la
conferencia? ―espeto y Vince asiente en acuerdo―. Trixie es para los idiotas
que no valen mi tiempo.
―Maldición, mujer ―exclama con una carcajada, la intensidad en su rostro
aliviándose un poco como si lo aprobara―. Me gusta como piensas… ¿Y qué?
¿Ahora crees que se lo merece?
―No, tiene que esforzarse mucho más para conseguir lo que quiere
―afirmo con total naturalidad y eso consigue sacarle una sonrisa más
espontánea.
La risa atrae la atención de Gizmo del mensaje que está leyendo mientras
entra a la cocina.
―¿Qué fue eso? ¿Vas a hacer que Hawke trabaje por algo? Oh, una mujer
conforme a mi corazón ―declara, llevándose la cerveza a los labios sonrientes.
Miro hacia Hawkin y tiene su cabeza inclinada hacia un lado, con los ojos
fijos en los míos diciéndome que va a obtener lo que quiere a pesar de la sonrisa
tranquila en sus labios. Las palabras no dichas tan poco después del beso en el
porche, que dejó su sabor en mis labios y humedad en mis bragas, son muy
excitantes.
Trato de aferrarme a mi resolución de no meterme de nuevo con otro
mujeriego, pero puedo sentirme titubear cada vez que me mira de esa forma. Y
demonios, si no es la persona perfecta para mantener las cosas de forma casual a
pesar que mi imaginación está yendo a toda velocidad y quiere un infierno de
mucho más cuando me besa como lo hizo.
El sonido de una guitarra amplificada hace eco a través de la casa y me saca
de mis pensamientos. Comienza lenta y constante, evocadora y melódica, y
entonces suena fuerte y rápido. Los tres chicos a mi alrededor se transforman
con el sonido, la concentración está grabada en sus rostros, con las cabezas
balanceándose al ritmo mientras el intérprete aumenta el ritmo hasta que sus
dedos rasgan las notas de arriba abajo.
Se hace un momentáneo silencio antes de que comience de nuevo.
La música es increíble, pero aún más poderoso es ver a Gizmo, Vince y
Hawkin internalizarla buscando el acompañamiento para estas notas musicales,
incluso si es enforma de manos golpeando el mostrador. No pertenezco a este
momento, pero no me alejaría aunque pudiera porque hay algo que atrapa y te
obliga a mirar su desarrollo.
En mi periferia veo a Gizmo apurarse a tomar un cuaderno lleno de escritos
del mostrador de la cocina a sus espaldas y comenzar a añadir palabras a las que
ya están ahí, mientras Hawkin las canta. Y por mucho que quiera observarlos a
todos y mirarlos hacer sus cosas, no puedo apartar mis ojos de Hawkin.
Impresionante juego previo auditivo.
El asunto del músico jamás fue mi botón de excitación; nunca entendí lo de
las fanáticas locas, pero santa madre de Dios, al observarlo y escucharlo trabajar
con las letras mientras los riffs de guitarra suena por el pasillo, soy una mujer
convertida. Una mujer convertida muy excitada y necesitada.
Estoy con la banda. La frase cliché pasa por mi mente, pero no puedo negar
mi atracción.
Abre sus ojos, y estos se fijan en los míos inmediatamente. La repentina
sacudida de excitación que se estrella contra mí, y el aire entre nosotros
prácticamente cruje mientras se enciende por nuestro deseo insatisfecho.
Continúa cantando sin problemas a la vez que sus ojos me dicen que haga lo que
la letra expresa.
Tócame. Ruégame. Tómame. Hazme.
Sé quien me haga caer.
Sé quien lo tome todo.
La música termina, la casa queda en silencio. Hawkin y yo sólo nos
quedamos así hasta que voltea hacia sus compañeros de banda. Los tres tienen
sonrisas similares en sus rostros, y entonces simultáneamente dejan salir vítores
de celebración, lo que me sorprende. Comienzan a chocar las manos entre ellos y
darse palmaditas en la espalda.
―¿Qué? ¿De qué me perdí? ―Una voz grita desde el pasillo seguida por la
aparición de un alto y atlético hombre rubio, con un brazo tatuado, expansiones
en sus orejas, y una mirada confundida en el rostro.
―¿Estabas grabando? ―pregunta Hawkin mientras todos los chicos se
quedan de pie mirándolo, con anticipación en sus rostros.
―¿Sí, por qué?
Los chicos comienzan a celebrar de nuevo, incluyendo al recién llegado esta
vez. Finalmente y ya era la maldita hora es murmurado entre ellos mientras yo
me quedo allí juntando las piezas.
Gizmo mira en mi dirección y levanta su barbilla.
―Hemos trabajado en esa canción por cuatro meses. No podíamos
conseguirla. Estábamos listos para sacarla del álbum, y quién demonios podía
saber que se iba a resolver así con Rocket volviéndose loco, solo en el estudio.
―Ja. Está acostumbrado a volverse loco por sí mismo, sólo que no con la
guitarra ―bromea Vince.
Levanto mis cejas, emocionada de ser parte de lo que están creando, la letra
se repite en mi cabeza por más razones de que completen la canción. Siento
como si Hawkin estuviera hablándome, preguntándome, y me quedo con los
sentimientos que evoca dentro de mí.
Antes de darme cuenta, está a mi lado, con una mano en mi codo mientras
me saca de la cocina. Su toque en mi piel es embriagador, su murmullo en mi
oído diciéndome “Vamos”, lo es aún más.
Salimos y tira de mi brazo para que nuestros cuerpos choquen al unísono
con nuestras bocas. Y demonios, sí, el beso en el porche fue más caliente que el
infierno, pero esté es ardiente. No sé si es la adrenalina por la euforia de
conseguir la canción, pero es un hombre tomando lo que quiere y gracias a Dios
me quiere a mí.
Sus manos empuñan mi ropa y el beso se vuelve casi doloroso mientras
nuestros cuerpos siguen presionándose y moliéndose contra el otro. Sé que
estamos en riesgo de ser atrapados por el resto de la banda, pero Hawkin está
besándome como canta… con un poco de rudeza en su suavidad y maldita sea,
sino me gusta esa rudeza.
―Arriba ―jadea, con una mano en mi cabeza, y la boca moviéndose por la
línea de mi cuello.
―Sí. ―No hay otra respuesta para su orden. No me preocupa que sea un
mujeriego porque en lo único que puedo pensar es en nosotros. Desnudos.
Moviéndonos. Enredados. Sin aliento.
Mi cuerpo responde a las órdenes corporales del suyo. Una reacción íntima
a cada una de sus acciones, queriendo más, necesitando más de todo lo que está
dándome.
Mi espalda golpea el pasamano de las escaleras mientras las subimos
torpemente. Ambos nos reímos por nuestro accidentado progreso entre nuestros
besos urgentes y la desesperada caminata a tientas. Me aparto y abro los ojos
para ver a dónde vamos, y jadeo de sorpresa cuando mis ojos ven a Hunter.
―¡Ahhh! ―El sonido sale de mí y Hawkin salta como reacción. Se da
vuelta mientras una lenta y socarrona sonrisa inclina la esquina de la boca de su
hermano.
―¿Qué demonios, amigo? ―Las manos de Hawkin están rápidamente
fuera de mí, mientras se voltea y lo confronta, el deseo embravecido entre
nosotros de hace unos minutos convertido en rabia por la decepción. Sé que está
enfadado, sólo no puedo descifrar si está molesto porque su hermano nos
interrumpió o porque mintió y se llevó su auto. El orgullo me hace pensar una
cosa, pero la razón me dice que es otra.
Hunter levanta los brazos.
―Lo siento. No quise interrumpir, en serio.―Su boca dice las palabras,
pero sus ojos dicen algo diferente―. Solo estaba trayéndote las llaves.
―¿Qué pasa? ―Vince viene desde la cocina y se detiene cuando ve a
Hunter. La mirada entre ellos dos es menos que amistosa.
Hunter ignora la pregunta de Vince y levanta su barbilla en mi dirección.
―Así que esto es algo más que sólo tenerle ganas a un profesor, ¿eh Trixie?
¿Tienes una cosa por los músicos también?
Es imposible no notar la burla que envuelve su tono y me pregunto por qué
está dirigida a mí. No estoy muy segura de cómo responderle, qué decirle,
porque aunque sea la viva imagen de Hawkin, me inquieta.
―¿Quién demonios es esta Trixie? ―Ahora es Gizmo el que viene por el
pasillo, y estoy agradecida de que sin saberlo, haya roto la tensión. Aunque no
veo los hombros de Hawkin relajarse en absoluto. Deseo poder ver su rostro,
tratar de leer su expresión.
Vince se ríe y una sacudida de su cabeza me saca de mis pensamientos. Le
da un golpe a Gizmo en el pecho.
―Siempre llegas tarde a la fiesta amigo, y un poco corto de bebidas en
paquetes de seis.
―¿Eh? ―Lo escucho decir mientras Vince lo empuja de nuevo a la cocina,
pero no va con él. Se gira y apoya su hombro contra el umbral de la puerta, con
los brazos cruzados sobre el pecho y sus cejas levantadas como si dijera
continúen a los dos hermanos.
―¿Dónde estabas? Y no digas con mamá ―increpa Hawkin entre dientes.
―Sí, lo siento por eso, me desvié. No pude ir…
―No me digas ―insiste dando un paso hacia él, con la voz agitada y la ira
reflejada en su postura―. Es un poco difícil que pase cuando no te han llamado
en primer lugar. Después de todo… ―Cuadra los hombros mientras intenta
recuperar el temperamento―. ¿No puedes cumplir una promesa por una maldita
vez, Hunter? ―Su voz es baja y amenazadora. Los ojos de Vince se alternan
entre el uno y el otro mientras analiza la situación.
―Relájate ―demanda Hunter poniendo los ojos en blanco y negando con
la cabeza como si el comentario fuera irrelevante. Su actitud jocosa contrasta por
completo con la seriedad de Hawkin y Vince―. Voy a mantener mi parte del
trato, hermano. ―Vocaliza la última palabra con un sarcástico desprecio que
incluso me eriza el vello. Los ojos de Hunter van hacia mí y se detienen―.
Siempre puedes estar seguro de que lo haré, aunque sea compartiendo.
―¿Vamos de nuevo? ―La réplica está fuera de mi boca antes de que
incluso pueda pensarlo. Si está diciendo lo que creo, puede pasarse de largo.
Hawkin está frente al rostro de Hunter un segundo después de mi
comentario, con la mano empuñando el frente de su camiseta, nariz a nariz.
―¡Déjala fuera de la mierda entre nosotros! Tuviste tu oportunidad y la
desperdiciaste. Ese es tu problema. Quieres algo que tengo de nuevo, será mejor
que descubras cómo enderezar tus cosas y conseguirlo por tu cuenta. Las
segundas oportunidades se están agotando aquí, hermano ―recalca, imitando el
tono de Hunter, su voz es baja, aun así el tono de acero en su actitud es más que
obvio.
Hay un par de segundos tensos donde permanecen cara a cara, su batalla no
verbal llena la habitación, hasta que Vince avanza y agarra el hombro de
Hawkin. Al principio se resiste al intento de separarlos y luego cede.
―Será mejor que te vayas, Hunt ―demanda Vince chasqueando la
lengua―. Estás un poco en desventaja aquí, si entiendes lo que digo. La puerta
está por allá. ―Apunta detrás de él, mientras Hawkin retrocede el largo del
pasillo, con las manos enlazadas detrás de su cuello y el semblante tenso.
―Oh, qué bonito que tengas tú propio guardaespaldas para asegurarte de
que no te lastimes ―resopla Hunter como un niño.
―Has desperdiciado tu bienvenida, y yo no tengo ninguna promesa hecha
sobre evitar enterrar mi puño en tu rostro ―recalca Vince con un encogimiento
de hombros que es de todo menos de disculpa―. No habría nada que me
gustaría más que me dieras una razón…
Hunter asiente, mordiendo su labio inferior para contener la risa, ¿cómo
todo esto es tan gracioso para él? Mira hacia donde estoy congelada por la
incertidumbre de qué hacer, y levanta su barbilla.
―Vas a aprender pronto que estos chicos no valen tu tiempo. Espero volver
a verte de nuevo. Pronto. ―El sonido de los pasos de Hawkin sobre el piso de
madera se silencia instantáneamente a la vez que Hunter levanta las cejas, con la
sonrisa bordeando la arrogancia, antes de girarse y dirigirse hacia la puerta
principal como si nada le importara en el mundo―. Tienen que aflojar un poco
en este lugar, chicos ―proclama por sobre su hombro antes de salir de la casa,
su risa burlona desvaneciéndose con él.
La puerta se cierra de golpe, pero nadie se mueve. A pesar de la partida de
Hunter, la tensión todavía vibra en las paredes. Estoy tan incómoda, tan insegura
de qué hacer, lo único que sé es que la mirada en el rostro de Hawkin me llama a
reconfortarlo. Pero no reaccionó de inmediato, apenas y conozco a este hombre y
por mucho que quiero calmar mi inherente necesidad por aliviarlo, un rápido
revolcón en la habitación de arriba podría calmarlo un poco pero no me haría
sentir muy bien.
―Lamento eso ―señala Vince, apartando su mirada de Hawkin y
observándome, tratando de aliviar la tensión―. Amor fraternal. ―Sonríe, pero
está tenso y la sonrisa jamás llega a sus ojos―. ¿Nos disculparías un momento?
―pregunta, pero ya está caminando hacia Hawkin antes que me dé tiempo a
responder.
Mientras Vince se le acerca, me pregunto qué demonios fue todo eso y qué
tiene a Hawkin tan agitado que no me mira a los ojos. Se paran cara a cara, sus
fuertes susurros hacen eco con el piso de madera, pero sólo un par de palabras a
la vez llegan hasta mí. Y no son suficientes para deducir de qué va toda la
conversación.
―Soy Rocket. ―La voz me sorprende hasta el punto que jadeo porque
estaba tan concentrada que no me di cuenta que estaba de pie en la puerta.
Mis ojos van hacia los suyos, y sonrío.
―Hola, soy Quinlan ―indico, sin estar segura de qué más decir ya que el
temperamento de Hawkin aumenta, sus palabras son inconfundibles ahora.
―Sé lo que prometí, Vince ―grita Hawkin.
―Sabes que va a tomar lo que le dé la gana de ti de todos modos
―responde Vince, mirando en nuestra dirección y luego de regreso a Hawkin
antes de decir algo que no puedo oír.
―Lamento todo esto ―señala Rocket, apuntando hacia los dos y sintiendo
mi incomodidad―. Esos dos se conocen hace mucho. Son cercanos. Más
cercanos que Hunter y Hawkin.
―¿No son cercanos? ―curioseo, preguntándole a Rocket lo que debería
preguntar a Hawkin, pero dada su aversión en el auto por la preguntas
personales, sé que evitaría responder.
La risa de Rocket es baja y caballerosa.
―¿Se caen bien? ―Su sarcasmo es superado por el grito de Hawkin a
Vince de un “Suficiente”.
―Estás colgando un maldito pedazo de carne enfrente de él, Hawkin
―grita Vince y entonces deja salir el aire con frustración―. Si no puede tener a
X, entonces va a tomar a Y.
―Como si tuvieras que recordármelo. Lo tengo controlado. No saques de
nuevo el tema. ―Hawkin estrella una mano sobre la consola a su lado, el sonido
hace eco a través del cuarto. Camina hacia mí, con la rabia vibrando en ondas
saliendo de él, y tengo la sensación de que es por una combinación de Vince y
Hunter―.Dame un minuto ―espeta mientras pasa a mi lado sin mirarme a los
ojos, su angustia es palpable. Lo veo desaparecer por el pasillo y cuando miro
hacia atrás, Rocket tiene sus cejas levantadas y una mirada de resignación en su
apuesto rostro.
―Bienvenida a Bent ―dice Rocket con una risa exasperada.
Sonrío con incomodidad, sintiéndome completamente fuera de lugar
después de la transición de besarnos a ser testigo de una discusión familiar. ¿Me
voy? ¿Me quedo? Rocket me hace señas para que lo siga hacia la ahora vacía
cocina en donde ambos tomamos asiento en la isla.
Hablamos por unos minutos sobre cosas en general. Cómo es que la banda
renta una casa cuando están escribiendo un álbum porque les permite a los
cuatro trabajar a todas horas, empujándolos a ser más inventivos cuando no
pueden irse, y los ayuda a crear un vínculo en general. Está contándome una
historia sobre Gizmo y un percance accidental con tambores cuando Hawkin
interrumpe.
―¿Quin? ―Rocket se queda en silencio mientras miro hacia Hawkin, el
estrés está grabado en las líneas de su rostro bronceado. La mirada llama el
instinto maternal que no sabía que poseía, para tranquilizarlo. Señala con la
cabeza por sobre su hombro, y le agradezco a Rocket mientras me pongo de pie
para seguir a Hawkin.
No me dice nada, solo indica el camino así que lo sigo hasta el porche
delantero, asumo que es porque quiere algo de privacidad lejos del resto de los
chicos, aunque no estoy segura de porqué está eligiendo este lugar para tenerla.
Nos quedamos ahí de pie por un momento antes de que se pase una mano
por el cabello y suelte un exasperado suspiro.
―Mira, lamento mucho todo eso, que tuvieras que ver problemas internos
de la banda ―indica, confundiéndome, ya que por lo que sé, Hunter no es parte
de la banda.
―Está bien. A veces pasa. ―Frunzo mis labios, uniendo mis manos para
evitar estirarlas y pasarlas por su brazo.
―No, es una mierda y lo siento ―exclama de nuevo, mirándome a los ojos.
Algo parpadea en ellos y no puedo captar del todo el significado―. Tengo que
hacer algunas cosas sin embargo, así que eh, gracias por traerme.
Supongo que era indiferencia ya que estoy recibiendo un gracias por el
aventón y nada más. Lo observo por un momento, aunque no me está mirando a
los ojos, y trato de descubrir porqué básicamente acabo de ser degradada de una
chica con la que quiere tener sexo a una lo suficientemente buena para ser su
chofer. Y no es que esperara el sexo caliente ahora, eso se acabó y murió, pero
no esperaba ser despechada sin nada más.
Tengo que estar equivocada aquí. Todavía siento el calor de sus manos en
mi cuerpo y el sabor de su beso en mis labios, pero ahora se ha cerrado hacia mí
como haría mi hermano.
―¿Hawke? ―Me prevengo de decir algo más y de sonar como una mujer
necesitada… pero a la misma vez estoy confundida, tratando de no ser lastimada,
pero fallando miserablemente.
Lame sus labios, y evita mi mirada antes de dar un paso atrás para que su
distancia física se enfatice con la distancia emocional que acaba de establecer
entre nosotros.
―Te veo en la próxima conferencia.
―¿Me perdí de algo? ―No puedo evitarlo, tengo que preguntar.
Niega con la cabeza.
―Nop. Sólo tengo trabajo que hacer. Eso es todo.
Nuestros ojos se encuentran, haciendo preguntas que nuestras bocas no
responderán. El silencio se extiende hasta que el menosprecio sobre el que creí
equivocarme es más que obvio.
―Mmmm, bien ―digo mientras bajo los primeros escalones, tratando de
aferrarme a mi dignidad. Y debo estar muy acostumbrada a ver películas donde
los chicos corren detrás de la chica cuando se aleja porque a propósito camino
lentamente hacia mi auto.
Pero jamás va detrás de mí.
Nunca dice mi nombre para hacerme saber qué está pensando o que se
siente mal por el latigazo de emociones. Me subo a mi auto sin ninguna otra
palabra de su parte y salgo de Hollywood Hills, el rechazo se siente amargo en
mi lengua y la confusión está presente en mi mente. La tarde fue una fuerte
confirmación de porqué no debía creer en felices para siempre, porque
enfrentémoslo, la chica rara vez consigue al chico al final.
Capítulo 8
Hawkin
El Jack con Coca Cola sacia mi sed pero no mi ira.
O mi frustración sexual.
Quinlan. Pensar en ella tiene mis manos golpeando las baquetas de Giz cada
vez más fuerte contra los tambores. Apesto tocando la batería, pero hay algo en
ellos y el ritmo inestable que intento crear, que me ayuda cuando estoy
estresado. Además, el desgaste físico que implica me lleva a pensar en las notas,
y en nada más, y maldición si no necesito no pensar en este momento.
Sin Hunter y su jodido acto de desaparición con mi auto para hacer quién
sabe qué mierda.
Sin Benji y sus sermones en mi buzón de voz, sobre que tengo que
limpiarme y entregar a mi hermano. No ahora que he declarado, no puedo
cambiar de opinión o sería perjurio contra mí mismo, y ambos acabaríamos en la
cárcel.
Sin Vince diciéndome por un lado que necesito mantener esta mierda de
Quinlan bajo llave para que Hunter no trate de joder esta parte de mi vida, y por
el otro lado, la broma provocándome para que de ese modo lo pierda y termine
consiguiendo el primer tatuaje en forma de corazón por idiotez, como el resto de
los chicos.
Sin discursos en los que me tambaleo a través de las historias, tratando de
hacerlas de alguna manera significativas y memorables para esos estudiantes que
solo vienen porque soy Hawkin Play, el cantante de Bent, y no porque realmente
tengo algo bueno que decir. Y curiosamente, es bastante gratificante,
independientemente de porqué estén allí, que alguien realmente escuche mis
palabras. Qué locura como pasa esa mierda.
Y, por último, cuando estoy golpeando los tambores, no hay Quinlan
tentándome con ese cuerpo sexy, boca inteligente, e inafectada indiferencia.
Retiraré eso. Sin duda estaba afectada. No hay duda que podría haber visto cuán
afectada resultó si la hubiera llevado al piso de arriba.
Hablando de un dos por uno: Sexo, que no tengo ninguna duda de que
habría sido estelar, y asegurar el triunfo con Vince y nuestra apuesta en un
tiempo récord. Bueno, la primera parte de la apuesta de todos modos. Su prueba
puede esperar.
Mierda, veo el salón de tatuajes de Sledge en nuestro futuro cercano para él.
Entonces, ¿por qué diablos la eché con tan poca sutileza como lo hice?
Porque eres un hijo de puta idiota, por eso. Golpeé el tambor alto más
fuerte, molesto conmigo mismo por el necesario y molesto alivio. Había tratado
de apaciguar a Vince y su jodida teoría en la que Hunter podría ir tras ella
simplemente porque estoy viéndola. Poco sabe Hunter respecto a las razones
detrás de mi búsqueda de Quin, y eso es lo mejor, o Vince estaría en lo cierto, y
él trataría deliberadamente de ser parte de esto.
Y a decir verdad, quería malditamente arrastrarla por las escaleras hasta mi
habitación, tumbarla desnuda y salirme con la mía en todas las maneras posibles
con ella. Follarla como si no hubiera mañana para poder terminar con toda esta
mierda acumulada: Ira, frustración, irritación, validación, todo eso.
Pero de ninguna manera en el infierno sería justo con ella. Ser rudo en la
cama es una cosa: La picazón en la mano tras una nalgada, el ardor de un
latigazo, estoy completamente de acuerdo con ello, pero ser agresivo porque
estás enojado con el maldito mundo y la mano que te repartieron, no es
agradable. Puede haber placer en el dolor, pero tiene que venir con la motivación
correcta o no eres más que un jodido enfermo.
Sin embargo, maldita sea si eso no me hace sentir como una mierda por
apartarla. En parte por mantener a raya a Vince y sus aclamaciones respecto a
Hunter siendo vengativo, pero más aún porque mis bolas dolían tanto, que era
doloroso echarla, cuando me estaban rogando que la invitara a jugar.
Gruño ante el pensamiento, los tambores ahogan el sonido y mis hombros
comienzan a gritar por la hora que he estado haciendo esto, tratando de purgar la
necesidad de atravesar la pared con un golpe de mi mano.
Dado que una pared rota significa una mano herida. Y una mano herida
significa que no puedo tocar la guitarra.
Pero mis músculos gritando tras una sesión de ejercicios no contribuyen en
nada a disminuir el maldito dolor en mis bolas por desearla.
Golpeé el último tambor, sudor corría por mi frente, y abrí los ojos,
esperando ver a Vince allí, pero inseguro de si lo haría después de que entramos
antes. Él es un hijo de puta malhumorado y le gusta sacar a flote las cosas
cuando peleamos, por lo que me sorprende que esté sentado en la caja de sonido,
cerveza en mano, con los pies sobre una silla e indiferencia en su expresión.
―¿Lo conseguiste todo? ¿Te sientes mejor, ahora? ―Levanta la botella a
sus labios, pero mantiene los ojos fijos en los míos. El jódete silente se
retransmite en su implacable mirada.
Agarro mi camiseta que está tirada en el suelo junto a mí y la froto sobre mi
cara empapada de sudor. La sostengo por un minuto mientras recupero el aliento,
esperando a que empiece, pero cuando mantiene silencio, miro hacia arriba.
―¿Día duro?
No puedo dejar de reír por su precisa evaluación de los eventos de hoy.
―Estelarmente jodido.
―¿Quieres hablar de ello?
Él sabe que no, nunca quiero, pero aprecio la oferta. Me levanto de los
tambores sin contestar y tiro las baquetas en un estuche que Gizmo tiene para
ellas. Agarro un puñado de Sugar Babies de mi bandeja y los tiro en mi boca.
Por alguna razón pienso en Quin, en su comentario respecto a enfruta mi curva y
pienso en que azúcar para tu papi sería una buena idea.
¿Qué carajo está mal conmigo? Oh mi Dios, estoy en problemas si esa es la
mierda en la que estoy pensando. Pero, al mismo tiempo, la encontré tan
malditamente adorable cuando dijo eso, aun cuando la única razón por la que
debería quererla es para una cogida rápida para callar a Vince.
―Me sorprende que tus dientes no se pudran todavía ―dice Vince mientras
se deja caer en el sillón reclinable que tenemos en el pseudo-estudio que hemos
creado aquí, en la casa rentada.
Algo está podrido en mí, está bien, pero no son mis dientes. Me dejo caer
sobre el sofá al lado del sillón reclinable y me acuesto a través del asiento con
los pies cruzados sobre el apoyabrazos. Por costumbre, pongo mis manos detrás
de mi cabeza y miro hacia el techo por un momento, la idea me enoja.
―¿Alguna vez extrañas nuestra antigua vida cuando era estrictamente
música, chicas y ramen? ¿Cuando teníamos como cinco groupies y pensábamos
que éramos la mierda?
Él resopla.
―Quieres decir que tenías cinco groupies y nosotros sólo éramos los
imbéciles por los que ellas tenían que pasar para llegar a ti.
―Esos eran los días. ―Todo parece hace mucho tiempo. Lo curioso es que
todavía tenía la misma mierda en mi vida, las payasadas de Hunter, encontrar la
manera de ayudar a mi madre, tratar de mantener mi promesa a mi padre… en
una escala muy diferente, pero aún parecía de algún modo más simple en ese
entonces. Menos estrés, menos presión, menos basura.
―Viviendo el sueño, hombre ―dice Vince.
―Sí, viviendo el sueño. ―Me quedo en silencio, mi mente corre hacia el
día y qué es exactamente lo que voy a hacer al respecto.
―Amigo, los chicos y yo conversamos y estamos dispuestos a retrasar el
inicio de la gira si es necesario para que puedas hacerte cargo de toda tu mierda.
―Oigo la sinceridad en su voz y eso me molesta. Los chicos tienen que seguir
ajustando y modificando sus prioridades por mi causa, y por la tormenta de
mierda que me rodea actualmente―. Estamos preocupados por ti.
―Gracias, hombre… lo aprecio, pero no puedo hacerles eso. Voy a
conseguir resolverlo todo y superarlo antes de que sea el momento de partir.
Además, hombre, necesito esto, irme de una puta vez por un rato.
―Nuevas mujeres, caras nuevas, más para las noches ―reflexiona.
Gruño en respuesta porque normalmente eso suena más que atractivo para
mí. Un escape de la presión aquí, a pesar de que todavía me preocupa todo
cuando estamos en la carretera. Aparto la idea de que la única nueva cara que
veo en mi mente esta noche es la de Quinlan ya que, básicamente, le saqué a
patadas. Sacudo la imagen de mi cabeza.
―Oferta en pie ―reafirma mientras me siento y descanso los codos en las
rodillas para poder encontrar sus ojos―. También podemos tomar ventaja, de ser
necesario. Podrían levantar algunas cejas, pero puedes tener un nódulo en las
cuerdas de nuevo y necesitar descansar tu voz o alguna mierda como esa.
―Tienes todo esto planeado, ¿verdad?
Se encoge de hombros.
―Bueno…
Y por mucho que me encantaría volarme de la próxima recaudación de
fondos, tomar un fin de semana para mí y perderme en una cabaña en las Sierras
Altas para despejar mi cabeza, no puedo ser tan hipócrita como para abandonar
la causa tan cercana y querida a mi corazón.
―La familia es primero, Hawkin. Siempre.
Y es la forma en que lo dice que causa la punzada en mi pecho. Familia.
―Bueno, eso depende de a quién te refieras, dado que ustedes son más mi
familia que… ―Dejo que mi voz se apague y hago una pausa un momento antes
de continuar―. Sé que en vista de dónde están mis prioridades en este momento
no lo parece, pero lo son… ―Eso es todo lo que puedo decir, porque ha sido un
día de mierda y maldición si quiero pensar en cómo algún día Hunt estará en la
cárcel y mi madre se habrá ido, pero los chicos; Vince, Rocket, y Gizmo, todavía
estarán aquí.
La vida y la realidad a veces apestan. Aprendí eso de la manera más dura
hace mucho tiempo y todavía me da una patada en los dientes con regularidad,
independientemente de cuánto éxito tenga en mi camino.
―Lo sé. Lo sabemos. ―La resignación en su voz es un eco de lo que
siento.
―Hunter tiene que conseguir ayuda, consultar a un terapeuta, o algo. Hice
que fuera una estipulación para todo esto. ―Eso es lo más cercano a una
confesión que voy a hacer en lo que respecta a tomar la culpa por las estupideces
de mi hermano la noche en que fui detenido.
―Ajá. ―Y esa parte inherente de mí que siempre está lista para defender a
mi hermano burbujea dentro antes de detenerla. Sin embargo, Vince merece ser
escéptico después de las numerosas citaciones que ha tenido que enfrentar a lo
largo de los años―. Amigo, si echarlo de la banda no lo calmó, nada va a
hacerlo. Mierda, es casi peor ahora. Estar todo el tiempo drogado, faltar a un
ensayo, o tener encima demasiada cocaína como para presentarse es una cosa…
pero ahora, es como si tuviera una vendetta contra ti para destruirte, excepto que
sabe que no puede alcanzarnos, por lo que va detrás de todo lo que puede ―dice.
La urgencia por golpear la pared regresa; cierro mis manos en puños y
aprieto la mandíbula mientras recuerdo la lluvia radiactiva de hace algunos años
antes de que fuésemos exitosos. La banda dejó en última instancia la decisión en
mis manos en lo que respectaba a mi hermano. La elección que hice todavía me
come, todavía me causa culpabilidad, y mi hermano hace uso de eso cada vez
que puede. Para tratar de devolverme la moneda por echarlo de Bent porque no
podía controlar su hábito y estaba arriesgando nuestra oportunidad de conseguir
un contrato de grabación.
Una de las decisiones más difíciles que he tomado en mi vida fue si alejarlo
o tratar de ayudarlo y salvarme al mismo tiempo. Cierro los ojos un momento,
las letras de Depeche Mode de "Halo" corriendo por mi mente: Usas la culpa
como grilletes en los pies, como un halo a la inversa. Las palabras sirven como
recordatorio de que la única constante en mi vida, además de la música, ha sido
la culpa.
Y entonces miro a mi otra constante, Vince y su amistad inquebrantable.
―Hombre, estoy haciendo lo mejor que puedo. ―Dejo escapar un suspiro,
mirando mis manos por un segundo, sabiendo que voy a decir las palabras pero
que Vince no va a creerlas, aunque tengo que decirlas de todos modos―. Le dije
que tiene que establecerse y seguir adelante el próximo mes.
Vince solo mira mis ojos con un gesto de incredulidad.
―Lo que tú digas, Play.
―Joder, le dije que si no lo hacía, iré con Ben y le diré lo que pasó esa
noche… ―Mis palabras salen antes de que me dé cuenta de lo que acabo de
decir. La combinación de Quin, la lucha con Hunt y el alcohol y... todo había
dispersado mis pensamientos y tuvo su efecto sobre mí, en forma de una semi
confesión.
Vince solo me ve a los ojos, el malditamente lo sabía escrito por todo su
rostro, pero no dice una palabra. Sólo tuerce los labios pensando y toma una
respiración profunda mientras digiere la admisión de lo que él ya sabía. Sé que
quiere castigarme, decirme a la cara que lo considera una estupidez, pero me
conoce muy bien, sabe que esto fue un resbalón, que nunca tuve la intención de
hacerlo, entiende que me callo y tomo lo que sea por un tiempo para no tener
que lidiar con todo, así que se traga la amargura en su lengua.
Lo que no sabe en este momento es que yo mismo me he jodido hasta el
punto de que si cambio mi historia, habrá repercusiones ―perjurio― así que
sólo mantengo la boca cerrada. La ola gigante de culpa choca contra mi
conciencia una vez más.
―Lo prometo hombre, no voy a dejar que su mierda me afecte a mí, o al
grupo.
Vince suspira y la sala queda en silencio por un momento, el silencio roto
sólo por el clic del reloj colgado en la pared marcando los segundos.
―Tú no incumples tus promesas, y te creímos cuando dijiste que la mierda
de Hunter no entraría en la casa de nuevo. No sé cómo vas a hacer eso hombre,
pero creemos que lo harás.
―Gracias por el voto de confianza ―digo, recostándome de nuevo y
doblando el brazo sobre mis ojos, con ganas de cerrar todo esto. Queriendo
obviar la responsabilidad que cayó sobre mí a una edad demasiado temprana, la
de cuidar de mi madre y Hunter.
Todo reaparece en mi memoria como si fuera ayer: Su voz, sus palabras, las
imágenes. La diatriba adulta de mi padre en mis oídos de nueve años de edad.
Que el amor vuelve débil a la persona más fuerte, puede arruinarlo, hacerlo
perder su camino. Recuerdo mi confusión, al no entender lo que quería decir, ni
por qué las lágrimas corrían por su rostro cuando me decía una y otra vez que el
amor me hacía débil.
Que él era débil.
Todavía puedo oír mi voz preguntándole cómo el amor podía volverte débil
si mamá lo amaba y no era débil. Las lágrimas caían de él con más fuerza y de
mí mientras se ponía de rodillas frente a mí y me miraba a los ojos, haciéndome
jurar que cuidaría de ellos porque yo era el más fuerte de todos. Luego pasó a
hacerme prometer que no importaba qué, haría todo lo posible por protegerlos
porque las personas débiles cometían errores estúpidos y sólo los hombres
valientes, como yo, podrían tratar de ayudarlos.
Y recuerdo que a los nueve años estaba tan orgulloso de que mi padre me
hubiese llamado “hombre” así que asentí, estando de acuerdo con todo lo que
tenía, y lo prometí fielmente porque no tenía ni idea de lo que sucedería a
continuación.
Por tanto, juré proteger a mi propia sangre a toda costa y si no lo hiciera,
sería demasiado débil. Mi única opción sería la misma que la de él. Él divagaba,
me asustaba con sus palabras, su ira repentina que volvía de nuevo a las
lágrimas, me sacudía por los hombros para reforzarlas. Seguí mirando a la
puerta, preguntándome cuando mamá y Hunter volverían a casa, porque no sabía
qué hacer, o cómo calmarlo. Lo único que quería cuando bajé eran mis
Transformers y sin embargo, tenía miedo de moverme e ir a buscarlos donde
estaban sentados en la chimenea.
Recuerdo desviar la vista a la chimenea y luego de nuevo a él, justo a
tiempo para verlo cargar la bala en la pistola que nunca tenía que tocar. El sabor
del miedo era como el ácido en mi boca y sin embargo no podía tragar. Me miró
a los ojos y me dijo que si yo era débil, si lo decepcionaba por no ser fuerte y
cuidar de ellos, entonces tendría que hacer lo que hacen los hombres débiles. Y
luego puso la punta del arma bajo su barbilla mientras yo lloriqueaba y me
encogía. Me gritó que me levantara, que le demostrara lo fuerte que era,
mirándolo, porque si no lo hacía, sería tan débil como él y ganaría el mismo
destino.
Me puse de pie, teniendo tanto miedo de fallarle a pesar de las lágrimas que
se deslizaban por mis mejillas y el sabor a vómito en la boca por el miedo, y lo
miré a los ojos, y dije lo prometo, papá.
Luego apretó el gatillo.
Vince llamándome por mi nombre me sacude de los recuerdos que me han
dejado cicatrices como una marca, profunda e irreversible. El Jack con Coca
Cola ya no se siente bien en mi estómago y, sin embargo estoy seguro como la
mierda que voy a necesitar otro para calmar la mierda en mi cabeza.
―Sí, ¿qué? ―pregunto mientras él me observa, tratando de determinar si
estoy bien. Sólo muevo la cabeza hacia él para dejarla caer mientras paso mi
mano por la cara tratando de frotar el recuerdo grabado con tinta permanente.
―Seré honesto, hombre. Estás caminando en esa línea fina con todo, Hunt,
Quin, la otra mierda ―da a entender sin reconocer―. Sin embargo, lo más
jodido con esas líneas es, que una vez que pasas por el borde, no siempre puedes
encontrar el camino de regreso.
Lo miro fijamente, sin saber a cuál de esas líneas se refiere específicamente,
pero no quiero ni aventurar una conjetura porque me alegra que me aleje de mis
pensamientos del pasado.
―Tal vez no quiero encontrar mi camino de regreso.
―¿Estás hablando de Trixie ahora? ―Se ríe.
No estoy hablando de nada en particular, solo tengo una sensación
indefinida en lo que se refiere a que todo se salga de control a mi alrededor…
todo excepto nuestra música. Mi primera y única constante en la vida. Y
realmente no quiero sentarme aquí y hablar sobre esta mierda conmigo mismo
dejando a un lado a Vince, así que me aferro al comentario y lo utilizo como una
salida.
―Sin duda andaría por cualquier línea con ella, especialmente si puedo
utilizarla para atarla a la cabecera y pasar un buen rato. ―La sonrisa que adorna
sus labios es genuina en lo que parece la primera vez desde el momento en que
Quin salió de la casa.
―Eres un jodido enfermo, pero me gusta tu forma de pensar.
Me río con él.
―Viviendo el sueño, hombre.
Se ríe con más fuerza.
―Vas a estar viviendo en una tienda de tatuajes muy pronto si no arreglas
bien las cosas con la señorita Q.
―Las cosas están bien ―le corrijo a pesar de que sé que fui un idiota con
ella. Mierda. Lo que daría por tenerla aquí en este momento que ya mi ira se ha
desvanecido gracias a la batería de Giz―. Yo lo arreglo ―le digo, y luego me
doy cuenta de que no le dije nada acerca de cómo dejamos las cosas. Me muevo
para sentarme y mirarlo, con los ojos entrecerrados, los labios fruncidos de
manera que ni siquiera digo una palabra y sin embargo, él sabe lo que estoy
pensando.
―Síp. Espié ―confiesa con una sonrisa―. Tengo que saber dónde estoy,
para así saber cuándo es necesario que intervenga. Amigo, ser la tercera rueda
nunca sonó tan jodidamente atractivo. Todavía pienso que va a agarrarte por los
huevos y darles un pequeño giro cuando te diga que te alejes, después de la
forma en que la trataste esta noche, pero con mucho gusto tomo el anillo extra
alrededor de mi corazón tatuado porque ella es sexy.
―Así es. ―Dejo escapar el aire y ladeo la cabeza hacia atrás contra el
cojín, pensando en que no estoy muy emocionado con los términos de esta
apuesta. No soy un tipo posesivo, pero malditamente quiero a Vinny en este
caso. Por otra parte, no recibiré un tatuaje de un corazón como un cobarde
tampoco.
Hablando de estar entre la espada y la pared. Mierda, preferiría estar sólo
entre sus muslos.
Pero Vince podría estar en lo correcto. Podría haber estropeado todo aquí,
dada la forma en que dejé las cosas esta noche. Hablando de un hueso duro de
roer, besarla como si quisiera follarla y luego empujarla hacia la puerta sin ni
siquiera un abrazo. Estelar, Play. Malditamente estelar.
La triste realidad es que estoy siendo protector con ella como si estuviera
buscando algo más que un poco de diversión entre las sábanas con una chica que
fácilmente admite que disfruta del sexo. Pero yo no. No tengo tiempo para eso
en mi vida en este momento, y definitivamente no quiero invitar a la locura que
viene con el territorio de una mujer constante. Celos por groupies, incapacidad
para manejar noches solitarias mientras estoy de gira y la constante sensación
subyacente de que están conmigo por las razones equivocadas. Tengo bastante
locura ya como para toda la vida.
Además, algo más significa amor. Amor significa debilidad. Debilidad
significa que he fallado.
No, definitivamente estoy en esto por el desafío, con ganas de demostrar
que puedo encamarme con ella y ganarle a Vince.
Ahora tengo que encontrar la manera de hacerlo ya que acabo de
demostrarle que estaba en lo cierto al suponer que era el jugador que decían que
era. Pero no estoy preocupado. Me odiaba a primera vista y después no, por lo
que no puede ser mucho más difícil llevarla a la cama.
Ahora, si sólo tuviera su número de teléfono.
―Veo que calculas tus ángulos sobre cómo solucionar este problema por
allá Chico-Hawky… pero va a costarte mucho más de lo que crees. Una mujer
despreciada es un animal completamente diferente que una groupie…
Me río.
―Sí, dejan marcas de mordeduras.
―Oye, un poco de dolor no le hace mal a nadie ―reflexiona con un lento
asentimiento de la cabeza y una punta de la botella.
Mi teléfono irrumpe a través de nuestras cómodas risas. Vince mira hacia
abajo en mi teléfono que está en la caja de resonancia a su lado.
―Westbrook ―dice, sosteniendo el teléfono hacia mí.
Mierda. El miedo se dispara a través de mí. Nunca son buenas noticias.
―¿Hola?
―Señor Play, por favor.
―¿Mi madre está bien? ―pregunto como si no supiera lo que vendrá
después.
―Ella está muy agitada. He llamado a su hermano, pero no está
respondiendo. Tenemos la posibilidad de darle algo para calmarla o…
―Voy en camino. ―Dejo escapar un suspiro y doy un vistazo a Vince que
me conoce demasiado bien.
Agarro las llaves en la carrera, la familiar carga de la responsabilidad de un
hijo nunca debería ser un peso en mis hombros. Me pregunto cuánto tiempo más
voy a ser capaz de llevar el peso de la misma antes de que se rompa mi espalda.
Débil no es una opción.
Capítulo 9
Hawkin
Las paredes color beige se suponen que deben de ser cálidas y
reconfortantes para los internos pero en mi mente no hacen más que recordarme
el ingreso de mi madre en esta institución. El monótono color sirve como un
recordatorio constante de que estoy muy lejos de ser capaz de cuidar de ella y
que tengo que pagar a otra gente para que haga el trabajo que yo ya no puedo
hacer.
Puedo llegar a ser el número uno en todas las listas del mundo con mis
canciones, las letras que escribo, los ritmos que creo, pero nada de esto importa
porque no puedo ocuparme de mi madre. ¿Cuándo se dará cuenta el resto del
mundo de que soy un farsante? ¿Que me he vendido como hijo, fallé al cuidar de
ella como le prometí a mi padre, y que la he dejado con extraños para que se
ocupen de ella y así no tener que hacerlo yo?
Mantener armada mi culpabilidad cerca es mi desahogo. Estos
pensamientos hacen que mi culpa crezca en espiral mientras las suelas de mis
zapatos chirrían por los pasillos monocromáticos. Porque sin la interacción
diaria a la que estaba acostumbrado, ella no tiene la oportunidad para dar rienda
suelta a su desprecio hacia mí, su despecho, su decepción. Sí, ya sé que es su
enfermedad la que habla la mayor parte del tiempo pero ese conocimiento no
hace nada para abatir el agudo dolor por la pérdida de mi madre.
O de la madre que una vez amé.
Y de la única mujer a la que he amado. Me he pasado toda la vida
construyendo muros para mantener a todo el mundo a un brazo de distancia y
aun así con una simple llamada de teléfono, una simple palabra suya, ella me
puede poner de rodillas en todos los sentidos de la palabra.
Ella puede debilitarme.
Me deshago de los hoscos pensamientos, y me fuerzo a quitar de en medio
los recuerdos antes que sigan atormentándome en algún rincón de mi cabeza.
―¡Hawke! ―La voz de Hunter me llama desde atrás, y aún estando tan
enojado como estoy ahora mismo por toda esa mierda de antes, una parte de mí
se alegra de no tener que hacer esto yo solo. Es mejor no encararla solo porque
de alguna manera él es el que la calma.
Así que paro de caminar, dejando que la reprimenda muera en mi lengua
porque este no es el momento ni el lugar, y lo espero.
―Que detalle que te presentes. La próxima vez podías responder el maldito
teléfono. ―Esas son las mejores palabras que tengo para él, así que lo dejo ahí,
antes de girar y continuar el familiar camino.
Televisores silenciados muestran imágenes mientras pasamos por delante de
las habitaciones con las puertas abiertas pero por lo demás todo está tranquilo en
la unidad cuando nos acercamos al mostrador de enfermeras. La enfermera,
Beth, levanta la cabeza mientras Hunter y yo nos acercamos.
―Gracias por venir ―dice, repitiendo la misma cosa que me dice por lo
menos dos veces cada semana en nuestras visitas de urgencia.
―¿Qué pasa? ―pregunta Hunter.
―¿Cómo está ella? ―pregunto yo a la vez.
―El doctor Manning ha pensado que durante la puesta de sol está en el pico
más alto ―dice, refiriéndose a cuando los pacientes con síndrome de demencia
se agitan más, regresando a periodos anteriores de su vida, y en la mayoría de los
casos ocurre entre el atardecer y el amanecer. Yo sé que esta es su forma educada
de decir que el alzhéimer de mi madre ha empeorado llegando a un estado más
avanzado―. Esta noche, de todas maneras, está extremadamente alterada, más
de lo normal. Hemos sido capaces de tranquilizarla solo asegurándonos de que
tiene todos sus bolsos con ella.
Asiento hacia Beth, agradecido de que hayan aceptado la necesidad de mi
madre de tener sus bolsos con ella, por alguna razón le ayudan a relajarse cuando
está agitada. El médico no entiende por qué pero ha oído de casos anteriores
similares, y ha indicado al personal que le den los bolsos si necesitan
tranquilizarla y traerla de vuelta al presente.
―Está bien, gracias ―le digo mientras Hunter se dirige hacia la habitación
de nuestra madre.
―Es como si algo la estuviera molestando hoy ―dice mientras yo paso por
delante del mostrador.
Hunter entra, yo paro un momento y dejo caer la cabeza antes de encontrar
sus ojos.
―No estoy seguro pero se acerca el aniversario del suicidio de mi padre
―le digo, en voz baja, con recuerdos chocando en mi cabeza. El día en que
nuestras vidas cambiaron para siempre.
El catalizador.
Un momento en el tiempo en el que la pasta de la que está hecha una
persona puede determinar si va a superar o a sucumbir ante un obstáculo…
luchar o huir… ahogarse o flotar. Lo malo es que muchos individuos no se dan
cuenta que aunque tú puedas flotar, no significa que los que están a tu alrededor
podrán también. Independientemente de lo fuerte que tú puedas ser para ellos…
te conviertes en un salvavidas al que todos se agarran, dedos que te aprietan,
manos resbalándose, la esperanza mengua, hasta que te arrastran abajo con ellos.
Gracias, papá.
El pensamiento se ilumina débilmente a través de mi mente y lucho contra
la hostilidad hacia él que se desliza en mí de vez en cuando. No fue culpa de
mamá pero juraría ante Dios que su suicidio fue el principio de su ruina. Ellos
dicen que el alzhéimer no tiene un desencadenante, pero ella se apagó el día en
que mi padre murió. La vida era muy dura para seguir afrontándola por más
tiempo. Yo juraría que no quería recordar así que su mente se volvió contra ella.
Me obligo a alejar esos pensamientos mientras me acerco a la habitación
lentamente, un nudo de ansiedad en mi garganta porque no sé qué persona va a
ser cuando entre. La decoración de la habitación ofrece más colores neutros,
mientras una suave iluminación viene de las lámparas en las paredes, recuerdos
de la familia que ella raramente recuerda esparcidos por todos lados.
Los sonidos de su actividad alzan mi optimismo cautelosamente mientras
ella aparece ante mí, abrazando a Hunter, la mano de ella acariciando su cabello
tal como solía hacer cuando éramos niños. Me tenso al escuchar la canción, pero
ya se cual es: “Over the rainbow”.
Mi preciosa madre con su tono de voz perfecto. Ella tenía tanto potencial
para la música pero prefirió cantar nanas a sus hijos en vez de estar cantando
jazz hasta tarde en alguno de los clubs que rogaban para que ella y mi padre
actuaran. Ella tenía miedo de no estar si alguno de sus hijos se despertaba y la
necesitaban. Toda su vida mi madre estuvo tan llena de risas, amor, y compasión.
Pero un simple balazo hizo silenciar todo en ella, la mató a ella también en ese
sentido.
Su cerebro le está dando un momento de paz antes de engullirla de nuevo
entre las amargas garras de la demencia. Me quedo parado y miro a la mujer que
solía ser, con miedo de respirar demasiado alto y molestarla y hacer que se
convierta en la mujer que no conozco.
―Ya está, Hunter. ¿Qué te ha hecho tu hermano esta vez? ―pregunta
amorosamente como una madre haría con su hijito. Cada vez que vengo aquí
espero que me recuerde como al hijo que amó, no por ser el que no pudo impedir
que su marido se suicidara.
Esos atisbos de esa madre que solía besar mis arañazos y abrazarme son tan
pocos y lejanos en estos días, su mente está tan deformada que incluso cuando
nos recuerda, recuerda que Hunter era su bebé, y yo soy el hijo que no lo detuvo
a él.
Sé que no quiere decir las cosas que me dice, en lo hondo de mi alma, pero
aun así no hay nada que minimice el daño o el dolor por la esperanza de que por
un mínimo momento me mire a mí y me diga que no fue mi culpa. Que me
acune entre sus brazos, que me diga que sabe que no podría haberlo detenido.
Que me dijera algo que se siente como si en toda una vida no lo hubiese
oído, que me ama. Así que una vez más lucho contra la incomodidad que me
ataca cada vez que la visito.
Cambio mis pies de sitio y ella lo oye. Mira hacia mí y la expresión familiar
aparece en su cara, las palabras salen como un reflejo en cuanto me ve.
―¿Qué estás haciendo aquí? Te dije que no te quería aquí nunca más.
―Abraza más fuerte a Hunter mientras me habla a mí, su voz es helada. Me
parece increíble que aunque seamos gemelos idénticos ella puede seguir
distinguiéndonos incluso con su estado mental alterado.
La estúpida y jodida esperanza que tengo cada vez que cruzo la puerta de
esta estúpida habitación se hunde en el fondo de mi estómago.
―Hola, mamá. ―Es realmente todo lo que puedo decir―. ¿Cómo te
encuentras hoy?
―¿Cómo me encuentro hoy? ―grita, soltando a Hunter para encararme―.
¿Cómo estoy? Estaría mucho mejor si no hubieses dejado que mi marido se
matara, así es como estaría. ―Alza su voz y se levanta de la cama. Miro a
Hunter y es la primera vez en mucho tiempo que veo compasión en su mirada
porque sabe lo que viene después. El dolor que él no puede parar por mí―. Tú te
quedaste ahí de pie como un patético niño pequeño y no gritaste pidiendo ayuda,
¿verdad? ―Sus palabras empiezan a atropellarse mientras invade mi espacio
personal, y sé que esto significa que su mente está empezando a arrancar y
llevarse sus memorias una a una.
Fijo mi mandíbula, aprieto los dientes mientras me preparo para el ataque
verbal que va a llegar porque por mucho que me gustaría poder contestarle y
gritarle de vuelta, decirle que está llena de mierda y que qué diablos esperaba
que hiciera un niño pequeño para detener a un hombre con una pistola ―las
palabras las he repetido por años en mi cabeza, las que he usado para intentar
silenciar mi propia conciencia― me mantengo callado. No va a solucionar nada
y para cuando las palabras hayan salido, ella ni tan siquiera recordara lo que
paso de todos modos.
Y además, sigue siendo mi mamá.
―Te quédate ahí ―dice, dándome empujones en el pecho―, y lo dejaste
escapar de la manera más fácil. Me arruinó.
Quiero desesperadamente decirle que esa no fue de ninguna de las maneras
la salida fácil. Que obviamente él estaba enfermo, y que necesitaba ayuda que
nunca recibió. ¿Pero cómo le explicas a una persona enferma sobre otra persona
enferma y haces que tenga sentido? Especialmente cuando no tiene sentido ni
para ti después de todos estos años.
Demonios, sí estoy enojado con mi padre. Enfadado porque me robó todas
esas cosas en la vida que merecía hacer y ver con él. Enfadado porque me dejó
con un montón de promesas que no quiero recordar la mayoría de los días y aun
así lo hago de alguna manera, de alguna jodida manera, él estaría orgulloso de
mi. Lo sigo queriendo igual como la sigo queriendo a ella sin contar cuánto me
odia a mí.
Me preparo para el bofetón que me da pero lo agradezco porque me saca de
las imágenes de todos los fantasmas que se esconden en el armario familiar que
tenía en la cabeza. Escuece mucho a pesar de su débil condición física pero
acepto el dolor.
―¡Mamá, para! ―dice Hunter por mí, sabiendo que esto no es culpa mía
aunque estoy seguro de que él también ha llegado a echarme la culpa en algún
momento con el pasar de los años. Él usa la rabia que lleva dentro por haber sido
traicionado por su padre y usa las drogas para atontarse y como combustible para
atacarme subconscientemente.
―¡No lo protejas! ―Se gira hacia Hunter, subiendo el tono de los gritos en
su voz―. Él arruinó nuestras vidas. Tu hermano no trató de detenerlo y arruinó
nuestras vidas. ―Está chillando ahora, lo suficientemente alto que oigo a las
enfermeras llamar por el interfono Código Gris a la habitación de ella.
Cierro mis manos en forma de puños, la única reacción que puedo mostrar
cuando todo lo que quiero hacer es dar puñetazos a través de los paneles de yeso
que hay a mi lado. Ella se gira hacia mí, mostrando sus manos, la histeria
escalando, así que no puedo entender todo lo que está diciendo pero si puedo
entender el comentario que convierte el ardor de rabia contenida en lágrimas que
me niego a dejar caer.
―Tú eres tan débil como lo era tu padre.
Agarro sus muñecas mientras sigue dándome golpes en el pecho aunque
realmente no me hace ningún daño. Los camilleros entran y nos ayudan a Hunter
y a mí para tratar de calmarla, mientras su cabeza golpea y lucha con sus brazos.
Sé que llamarán a la enfermera para que la sede si no se tranquiliza y entonces
hago la única cosa en que puedo pensar, la única cosa que a veces ayuda.
Empiezo a cantar.
Una vieja canción que Aya, nuestra niñera, solía cantarme cuando tenía
problemas para dormir después de que mi padre muriera. Cuando el sonido, el
olor y la imagen de ese día me perseguían en sueños entonces yo quería
mantenerme despierto toda la noche para no tener que revivirlo. En mi
ingenuidad de niño creía que podría olvidarlo. Estaba jodidamente equivocado.
Canto las palabras extranjeras a las que me agarro como si fueran una
cuerda de salvamento, algunos de sus signos están escritos en tinta sobre mi piel
todavía, y espero que calmen a mi madre y así pueda olvidar: Sus crueles
palabras, su dolor, sus memorias mutiladas, su odio hacia un niño que no tenía
control sobre un suceso trágico.
Estoy en el segundo verso cuando su resistencia comienza a disminuir. Su
cabeza cae hacia delante, sus maldiciones se silencian, y luego mientras la
acomodamos de vuelta en la cama, empieza a llorar. Es tan suavemente al
principio que me toma un momento oírla pero me arrodillo frente a ella, sus
manos siguen agarradas a las mías y así puedo mirarla.
Su mirada encuentra la mía y veo que la confusión atraviesa sus ojos
seguida muy de cerca por el pánico. Su cabeza se mueve rápidamente
mirándonos a Hunter y a mí en una bruma frenética mientras el miedo se
apodera de ella.
―¿Quiénes son? ¿Por qué están aquí? ―Suelta de un tirón sus manos de las
mías y alcanza uno de sus bolsos que hay en la cama y lo aprieta contra su
pecho, sus dedos temblorosos, respiración alterada―. ¿Joshua? ―grita, ese
nombre me duele en el alma―. ¿Joshua? ―Su voz sube de tono y terror
mientras llama a mi padre.
―¡Mamá! ¡Mamá! ―intento llamar su atención, atravesar su miedo pero
me siento tan inútil ahora como me sentí estando de pie con mi padre.
―¿Mamá? ―dice mientras me mira de vuelta―. Tú no eres mi hijo. Mis
hijos son pequeños. ¡Aléjate de mí! ―gime cuando intento coger sus manos y se
revuelve en la cama alejándose de mí lo más posible mientras se encoge en una
bola, acobardada.
―Señora Wilson ―dice el camillero, y oyendo a alguien llamarla por el
apellido que ella insistió que abandonáramos después de la muerte de él es un
mazazo en mi cuerpo. Pero ella gira rápido la cabeza mirándolo fijamente a él,
ojos grandes y expectantes―. Joshua ha tenido que trabajar hasta tarde. Llegará
tarde esta noche. ―La veo absorber sus palabras, y asiente ligeramente con la
cabeza mientras su respiración se calma―. Él ha dicho que dejemos la…
―La luz del baño encendida ―termina la frase con una ligera sonrisa en su
cara que hace que mi corazón duela tan desesperadamente que tengo que forzar
el resquemor que se forma en el fondo de mi garganta a bajar―. Aunque Joshy
no trabaja de noche.
―Él tenía algo de una cena esta noche.
―Ah sí. Con la firma Brooks. Lo olvidé. Está bien entonces. ―Sonríe al
camillero de vuelta y se la ve tan joven, incluso su tono de voz se ha suavizado y
ha tomado un tono juvenil―. ¿Le importaría hacer salir a estos extraños? Josh
no estaría muy contento de que ellos estén aquí. Ya sabe que al él se le ha
conocido por dar unos cuantos puñetazos en mi honor.
Soy un hombre adulto ―exitoso, famoso, lleno de tatuajes― pero esas
últimas palabras, viendo el amor de mi madre por mi padre antes de que se
volviera amargada y resentida, me han reducido a ser de nuevo un niño peleando
contra los sollozos que luchan por salir de dentro de mí.
Mi pecho se contrae con el dolor, con la debilidad que siento porque no
puedo traerlo de vuelta… no puedo hacernos retroceder. Mis ojos se encuentran
con los de Hunter y mientras empezamos a salir de la habitación, pienso en todo
lo que no puedo arreglar últimamente. Pero a la vez sé que estoy mirando a la
única persona a la que puedo ayudar todavía.
Mientras nos vamos le echo una última mirada a mi madre a través de la
puerta abierta y una parte de mí solo necesita que ella vuelva a ser mi mamá tan
desesperadamente. La que yo recuerdo de antes. Y estoy tan desesperado por ese
sentimiento de propiedad, del amor, que hay días en los que considero el
vestirme como Hunter y venir a verla. A lo mejor entonces me acogerá en sus
brazos y me dirá que me ama. A lo mejor entonces no me mirará y pensará en su
hijo débil que no hizo nada para detener el suicidio de su marido.
Es un pensamiento ridículo. Hasta yo sé eso, pero no hace nada para abatir
la necesidad que tengo muy en el fondo de escucharle decirme que me quiere
una última vez antes de que su mente se apague por su bien. Juro por Dios que es
mejor perder a alguien silenciosamente que hacérselo saber y no recibir
respuesta, porque esa falta de respuesta, es la que te mata.
La enfermera entra para darle su medicación, y su aparición me salva de
querer volver a entrar y darle las buenas noches. Quería rodear con mis brazos su
pequeña caja torácica y sentir sus brazos a mi alrededor tal como ella abrazaba
antes a Hunter. Me siento como un cobarde, necesitando todavía esa conexión
con ella pero no me importa. No importa cuántos años tengas, lo fuerte que seas,
la mierda que te esté dando la vida, todo el mundo necesita a su madre en algún
momento dado.
Es como perderla una y otra vez cada vez que la veo aunque esté frente a
mí.
Capítulo 10
Quinlan
Hay mucho ruido en sala de conferencias cuando me siento en la última fila.
Es parte de mi entrada perfectamente planeada. No quiero ver a Hawkin, no
quiero lidiar con su mierda… o con la indeseable expectativa de que levante la
mirada y me note.
Supéralo, Westin.
De cierta forma me he convertido en una mujer tonta y, por lo general, estoy
tan lejos de ser tonta que esto es ridículo. Quería verme casual. Bueno, no te
puedes poner más casual que ante el chico que te rechaza. Además, si al chico no
le interesa, sé cómo olvidarlo y continuar. Hay muchos peces en el océano… una
aleta pectoral es igual a la siguiente, solo esperemos que un poco más grande.
Pienso en la irrefutable demostración de Rick, de que los hombres son como
13
los sujetadores, se enganchan por la espalda … Eso me había endurecido y ya
no me involucraba demasiado… ¿Por qué las cosas con Hawkin me afectan
tanto?
Esa es la pregunta que necesito responder. Pero después de lloriquear como
una cachorra perdida durante las últimas semanas, todavía no entiendo, no lo
entiendo a él. Coqueteamos. Hizo el primer movimiento cuando estaba
mostrándole el sistema de sonido y, al final, ¿resulta que soy la única que piensa
que hubo algo más?
Comenzó con un beso en el porche. Luego, de la cocina me llevó arriba por
las escaleras y dijo nos vemos, como si nada hubiera sucedido.
Tal vez estoy estresada por el par de inconvenientes que he tenido con mi
tesis. El bloqueo de escritura que se ha instalado en mi umbral de creatividad
necesita desaparecer. Tiene que ser el estrés lo que está contribuyendo a mi
estado tan vulnerable.
No Hawkin, por supuesto, sino la combinación de todo a la vez.
Así que cuando su voz llena la sala, odio el impuso de sentarme más
derecha esperando que me vea, como una fanática de carretera que lo sigue de
ciudad en ciudad anhelando cualquier desecho.
Patético. Síp, eso es a lo que me ha reducido. Y no es muy atractivo.
Mantengo la vista baja, enojada por lo estúpida que me estoy portando. No
quiero alimentar la locura si me mira. Me ocupo revisando de nuevo las notas de
una clase diferente, ignorándolo a propósito. Si pudiera ponerme los auriculares,
lo haría.
Lo que sea para no sintonizarlo, pero lo que en realidad quiero es dejarlo
entrar.
Una hora después, suspiro de alivio cuando un par estudiantes aplauden. Lo
hice. Ves, Quin, sin problema. Puedes estar en el mismo lugar que él y no caer
en sus encantos. El aumento de confianza es falso. Estar en un sala de
conferencias llena de personas es una hazaña fácil, pero es un avance.
Cuando me levanto de mi asiento, cometo el error fatal de mirar al frente.
Está hablando con algunos alumnos, pero sus ojos encuentran los míos y
provocan una descarga de lujuria que me golpea con fuerza. Creo que
simplemente estoy necesitada de un buen revolcón. La clase de revolcón que te
deja las rodillas débiles y el cuerpo flotando en una nube.
De la clase que te permite dejar de pensar un rato.
Nos miramos unos segundos. Los suficientes para que la descarga de
química entre nosotros atraviese la distancia y ataque mis sentidos. Pánico
seguido de lujuria. Me obligo a dar vuelta y caminar hacia la puerta. Salgo del
auditorio sintiendo como si hubiera ganado un poco de sentido común. Esta vez
me alejo bajo mis propios términos.
Y sí, estoy alejándome, pero también sé que estoy abandonando la
posibilidad de esa intensidad que causa las rodillas débiles pos orgásmicas. Algo
me dice que Hawkin folla como suena su voz: Seductora, un poco áspera, muy
profunda y con mucha lengua.
Una chica no puede equivocarse cuando hay mucha lengua involucrada.
Gimo mientras camino por el campus rumbo al edificio administrativo, la
idea de una noche con él me pone deseosa y necesitada. La imagen de Hawke y
su cono de helado regresa a mi mente. Me regaño, me digo que hay muchos
hombres habilidosos en la cama, que simplemente estoy siendo demasiado
exigente. La conclusión es que, la única forma de superar la idea del sexo con
Hawkin, es tener sexo con alguien más. Preferiblemente, sexo enloquecedor. Así
que juro que aceptaré la siguiente oferta que me hagan para salir, o una follada,
para superar al mujeriego de Hawkin Play.
Me recibe el aire frío cuando entro a la oficina, arrojo mi bolsa en uno de
los escritorios que usan los estudiantes para ponerse al día con el papeleo o con
las tareas.
Le mando un mensaje a Layla diciéndole que estudiaré hasta tarde, así que
nos podemos encontrar después para tomar una copa y coquetear con extraños.
Me siento más tranquila cuando contesta con un ¡Diablos, sí! Es otro paso para
desterrar lo que queda de Hawkin, ya sea con licor o con buen sexo.
Sé que por lo menos encontraré lo primero.
Revisando papeles, trabajo hasta quedar atrapada con las cosas del profesor
Stevens: Solicitudes de clases, clasificación de documentos, ajustes de planes de
estudios. Estoy en la mitad de la lista, ingresando calificaciones en la
computadora, cuando algo llama mi atención desde la ventana. Alzo la mirada y
veo a Hawkin en la zona del césped rodeado de algunas estudiantes.
A pesar de querer apartar la mirada, ignorar la tristeza que vi en sus ojos
cuando discutió con Vince el otro día, no puedo. Incluso sé que no se merece mi
compasión, pero una parte de mí se siente mal por él.
Así que lo veo hacer reír al grupo que lo rodea, que no se pierden palabra. Y
estoy segura que hay estrellas en sus ojos por recibir su atención. Observo a
Alex con la mirada perdida, esperando que el mujeriego de su jefe termine de
mojarles las bragas a las alumnas.
Odio la amargura que siento porque les da su atención, cuando a mí no me
da nada, mucho menos alguna consideración, explicarme por qué se apagó como
una bombilla después de estar definitivamente encendido. Y luego, por supuesto,
me enojo, porque me molesta una situación que no puedo entender.
Es justo por eso que juré alejarme de los hombres. La guerra esquizofrénica
de emociones que provocan, es algo con lo que no quiero luchar ahora mismo.
Tengo que preocuparme de mi tesis. Sacudo la cabeza, frustrada conmigo
misma… y con él.
Cuando miro de nuevo, la ira me invade. La multitud se ha dispersado,
menos dos: Las chicas Delta Sig de la semana pasada.
Pongo los ojos en blanco, alejando la punzada de celos que no debería
sentir. Demonios, un par de besos no tienen ninguna cuerda para atar a dos
personas en una relación. Y aun así miro: El coqueteo, el íntimo lenguaje
corporal y la mirada que ella le lanza, me lleva a creer que han compartido algo
más que solo un beso.
Sus manos se deslizan por su trasero, los dedos juguetean con sus bolsillos
de una forma que me irrita y me obliga a enfocarme en el trabajo de nuevo,
tratando de recordar la sensación de esas manos en la piel desnuda de mi
espalda. Demonios, si tan solo no me molestara que la prefiera a ella.
¡Vete Delta Sig! No.
Cuando levanto la mirada de nuevo, incapaz de resistir el impulso por más
tiempo, no veo al grupo por ningún lado. Gracias a Dios. Mi fiesta de la
amargura se está volviendo demasiado dramática. Y pensar que hay mujeres que
viven con ese sentimiento. Viven su vida siempre queriendo, sin alejarse jamás.
Me sorprende.
Estoy por terminar de ingresar las calificaciones cuando oigo pasos detrás
de mí. Había escuchado antes la voz de Carla, así que estoy esperando verla
cuando me doy vuelta.
Pero me equivoqué.
Las caderas de Hawkin están descansando en el escritorio vacío detrás de
mí, con los brazos cruzados mostrando los tatuajes que tanto llaman mi atención.
Inclina la cabeza a un lado con las botas negras cruzadas por los tobillos y la
sonrisa en los labios. El gris de sus ojos se ve iluminado.
―¿Puedo ayudarte? ―pregunto lacónica.
Levanta una ceja en respuesta. Eso es lo más amable que voy a ser, así que
será mejor que se conforme, o se dé la vuelta y salga de aquí.
―Bueno, buen día para ti también. ―Sus ojos se entrecierran mientras me
observa, tratando de adivinar mi estado de ánimo, aunque debería tener claro que
estoy molesta. Descruza los brazos y juega con el envoltorio de la Tootsie Pop
que tiene en la mano.
―Lo era hasta que entraste.
―¡Oh! ¡Qué frialdad! ―Se ríe sacudiendo la cabeza y lamiéndose el labio
inferior, lo que me hace mirarlo. Mi mente vaga hacia otros pensamientos, sobre
lenguas y lamidas y… Tengo que hacer un esfuerzo consciente para alejar la
mirada y verlo a los ojos.
―Bueno, tú sabes todo sobre el frío, ¿no? ―Me reclino en la silla y cruzo
los brazos.
Algo destella en sus ojos, pero no consigo descifrarlo antes de que lo
esconda.
―Vamos, Quin… no seas así. Hazme un favor y olvídalo. ¿Por qué no
vienes conmigo el sábado a un evento? ¿Sí? ―Ensaya una sonrisa para
desarmarme. Estoy segura que ha hecho que las bragas de la mayoría de las
mujeres caigan hasta los tobillos, pero no las mías. He experimentado lo rápido
que puede mover el interruptor, de estar interesado al total desinterés. No
imagino cómo se siente cuando se levanta de entre las sábanas porque el interés
se ha ido, justo después de tener sexo.
―Lo siento, tengo planes ―le digo, recordando que me prometí aceptar la
siguiente oferta que viniera de sexo enloquecedor. No imaginaba que vendría de
él.
Así es la vida.
―¿Tienes planeado algo mejor que salir conmigo? ―Vuelve la sonrisa
engreída, la que hace que quiera empuñar mi mano en su camiseta y hacerle
cosas sucias.
Pero simplemente sacudo la cabeza, aferrándome con fuerza a mi débil
resolución.
―Sé que es difícil de creer, pero el sábado necesito ver cómo se seca mi
pintura ―digo sin expresión.
Su risa llena el aire, rica y profunda. Hasta suena melódica. Me apunta con
la Tootsie Pop y sacude su cabeza. Parte de mí sabe que encuentra mi comentario
gracioso, no ofensivo.
―¿El viernes entonces?
―Pintura secándose.
―¿Domingo?
―La pintura estará secándose todavía. ―Lucho contra la urgencia de
reírme con su juego, la forma en que inclina la cabeza para mirarme con esa
sonrisa infantil.
―Maldición, nunca pensé que tuvieras una vida tan fascinante.
―Síp. Así que ya ves, no tengo tiempo para salir. Lo siento. ―Nos
miramos. Sé que ve mi interés. Y por mucho que quiera aceptar, tengo que hacer
esto por mí. Decir no para poder mirarme en el espejo cuando vaya a casa, saber
que estoy pensando con la cabeza y no con mi Triángulo de las Bermudas, el
lugar donde mis pensamiento mueren y el deseo actúa sin reparos.
―Vamos, sabes que quieres ver si los rumores son ciertos. ―Esa sonrisa
ladeada aparece de nuevo y odio la sensación que me provoca. Viene a mi mente
la colegiala extrovertida pidiendo atención. Alejo el pensamiento. Lo malo es
que al único lugar al que va a parar es a mi regazo. Y ese, en sí mismo, es el quid
de este problema.
―¿Rumores? ―Hay demasiados para que adivine, así que dejo que me diga
de qué necesito preocuparme.
―Sí. ―Asiente. La sonrisa ladeada ahora está completa, una sonrisa que
hace que se te caigan las bragas―. Si toco a una mujer como si fuera mi
guitarra.
Mueve los dedos frente a él y levanta las cejas.
Los pensamientos aletean, y no los quiero ahí. Sus dedos corriendo sobre
mí, llevándome a un excitante olvido. Demonios.
―De verdad necesitas tener mejores argumentos. Las mujeres que caen con
esos, son de las que deberías mantenerte alejado… como la chica Delta Sig.
Estoy segura que le encantará pasar más tiempo contigo después de que la
engañes con frases sencillas como esas.
Alzo las cejas en un silencioso sí, te vi. Pero, de pronto, me doy cuenta que
le estoy dando la mejor jugada. Le hice saber que estaba prestándole atención, a
él y a sus acciones y, por el tono burlón de mi voz, que me molestó.
Ambos jugamos con el silencio, él esperando a que agregara algo más, y yo
preguntándome si iba a burlarse porque no voy con él el viernes, pero estoy
molesta de que Delta Sig sí pueda.
―Estoy seguro de que ella sí ―dice finalmente―, pero la percepción a
menudo puede ser engañosa. ―¿Qué? Por favor habla como mujer, porque no
estoy entendiendo tu criptica respuesta―. Exactamente así. Lo que podría
percibirse como un rechazo en un porche, pudo ser, en realidad, un chico
intentado prevenir un error.
Y al minuto en que las palabras salen de su boca, sus ojos se abren y yo me
envaro, sin poder creer que lo mencionara. Su comentario me duele como jamás
esperé, y eso me dice que ya estoy demasiado involucrada. Puedo gritar hasta
quedarme sin voz que solo saldré con un mujeriego como él de forma casual,
pero la lanza de decepción que me atraviesa, me dice que quiero más.
―Bueno, ¡gracias a Dios! No me di cuenta que estaba cometiendo un error
tan tremendo…
―¡No! Eso no fue lo que quise decir…
―No te oí tartamudear. ―Las emociones corren desenfrenadamente: Dolor,
rabia, incredulidad. Niego con un movimiento y miro por la ventana cuando el
picor de las lágrimas me quema en el fondo de la garganta.
No soy una chica muy sentimental. No soy una de esas molestas lloronas
que se deshacen en lágrimas cuando alguien las mira mal, entonces, ¿por qué
demonios su comentario crea tal reacción visceral?
―Quin. ―Su voz es baja y su tono de disculpa, como grava raspando en
mis oídos.
―Vete, Hawke. Ya lo dejaste claro. No te preocupes por la chica. Tengo que
volver a mi trabajo. ―Le doy la espalda sin decir ni una palabra más, molesta
por permitirle que me provoque un conflicto.
Y eso me asusta, porque lo que único que hemos compartido son unos
besos. Debería ver parpadear la señal de ROMPECORAZONES a un kilómetro
de distancia, pero, en cambio, lo único que siento es que él vale el riesgo.
Deja salir un suspiro audible detrás de mí, pero no lo escucho alejarse. Me
pongo a trabajar, muy consciente del calor de su mirada quemándome la espalda.
―¿Me puedes dar tu número?
El sarcasmo ondea en mi risa, mezclado con la emoción de que lo pidiera.
Pero se desvanece cuando me doy cuenta que lo está pidiendo para hacerme
sentir bien.
―Ahora me haces sentir como un caso lastimero. No hay necesidad de que
te lleves las sobras.
―No es así. Entre Hunter y Vince… Yo no estaba… No puedo explicarlo
aquí. Es complicado… Quise llamarte para disculparme, pero no tenía tu
número.
Escucho la sinceridad en su voz, pero a la vez, no estoy segura de que sea
verdad.
―Mmmm. ―Es lo único que digo. Necesito que se vaya y me deje sola
para poder salir con Layla, perderme con alguien más por un par de horas, o
más, y hacer que ese dulce dolor que siento por él, no sea tan dulce.
―Entonces, ¿me das tu número? ―pregunta de nuevo.
―Tu encanto no va a funcionar conmigo esta vez, roquero. ―Bajo el
lapicero para no usarlo y escribir mi número, y lo miro.
―Sí funcionará ―dice con esa sonrisa tímida que me atrae, alzando una
esquina de la boca. Hace un gesto espectacular al ponerse la Tootsie en la boca,
asiente y se va.
Por supuesto, recuerdo el comentario de Rylee en Sonoma sobre la cantidad
de lametazos que se necesitan para llegar al centro de una Tootsie Pop. Hombre
diferente, mismo pensamiento, pienso, viendo cada delicioso centímetro de su
espalda mientras camina hacia la puerta. Tienes que amar a un hombre que tiene
esa confianza en sí mismo, que se aleja con la seguridad de que conseguirá lo
que quiere.
Y no voy a mentir, una pequeña emoción se dispara en mi interior, pero solo
por un momento, luego, alejo la idea pensando que tiene escrito
14
“rompecorazones” por todos lados con un Sharpie extra grueso. Las palabras
están escritas, y no importa lo bonitas que se vean las letras, van a sangrar y
manchar las capas subyacentes de forma permanente.
Capítulo 11
Quinlan
El tráfico apesta. Me toma un buen rato recorrer los pocos kilómetros que
hay entre la universidad y mi casa. Para empeorar las cosas, sigo oyendo la voz
de Hawkin en la cabeza. Mi confusión está a niveles máximos.
Intento racionalizarlo, pero me doy cuenta que estoy pensando en un
hombre, así que no hace falta ni tratar.
Doy vuelta en mi calle, ansiosa por llegar a casa y relajarme un poco antes
de que llegue Layla para la noche de libertinaje. Mi teléfono suena. Después del
día que he tenido, no puedo evitar sonreír ante el hombre que sigue demostrando
una y otra vez que me encuentra deseable.
―Luke Mason ―digo en voz alta a través de la conexión del auto.
―Quinlan Westin ―imita él―. ¿Cómo va todo?
―Va. ¿Y tú?
―Podría ir jodidamente mejor si una chiquilla de Cali me dejara sacarla
este fin de semana, ya que voy a perseguirla hasta los bosques. ―Escucho en su
tono la esperanza mezclada con la diversión y, por alguna razón, es lo que
necesitaba escuchar en este momento.
Algo en mí se exalta, quizá es la temeridad de Luke, o una necesidad de
sentirme querida ante el rechazo de Hawke. También la necesidad de desafiar las
órdenes de mi hermano, o la promesa que me hice de que aceptaría la siguiente
proposición que me llegara.
Y me río.
―Sabes Luke… hoy podría ser tu día de suerte.
La línea se queda en silencio. Por un momento pensé que se había cortado,
y mi pequeño y dramático comentario no había sido apreciado.
―¿Cómo de suertudo el día? ―pregunta, rompiendo finalmente el silencio.
Podría jugar con este comentario de muchas maneras, pero de repente me
siento como mi antigua yo, descarada y valiente. La confianza que he perdido
con la situación de Hawkin regresa, y decido tirarme a fondo.
―Bueno, vas a tener suerte, bien, pero depende de ti si la suerte está en el
nivel platónico o en el de los buenos días.
Se aclara la garganta y mi sonrisa se ensancha mientras estaciono en mi
lugar, contenta de haber hecho feliz a alguien.
―Una chica que se hace del rogar y luego juega duro… hmm. Esperaré a
ver a dónde nos lleva la noche.
Una parte de mí se desinfla ante su respuesta. Lo que realmente quería era
que apareciera esa parte de macho alfa, que me dijera exactamente lo que
pasaría, como Hawkin asegurando sí, lo haré. Maldita sea, yo y mi necesidad de
hombres rudos.
Pero me deshago de todos los pensamientos sobre Hawkin y me recuerdo
que acabo de aceptar una cita con Luke. No se merece que esté pensando en otro
hombre, cuando acabo de sugerir que hay una posibilidad para los dos. Hacemos
planes para hablar durante la semana y finalizar los detalles.
Nos despedimos mientras salgo del auto y recojo mis cosas. Una vez dentro
paso algún tiempo limpiando, leo atentamente las noticias de los medios y pongo
una lavadora. Contesto un email de mi hermano, algo sobre que a su mejor
amigo, Beckett, al fin le gusta alguien, le contesto que ya era hora.
Termino de anotar unas cosas que necesito para Carla y me siento con una
copa de vino recién servida. En ese momento Layla abre la puerta delantera.
―¿Q?
―Aquí! ―contesto acomodándome en el sofá y subiendo los pies sobre la
mesa.
―¡Hola, chica! ―Da la vuelta a la esquina y hace un sonido aprobador
cuando me ve con la copa de vino―. Duro, ¿eh?
―Está mejorando ―digo, y señalo hacia el mostrador de la cocina para que
se sirva una copa. Ha estado aquí suficientes veces para saber dónde está todo,
así que la dejo que se sirva sola. Tener una amiga que te ha conocido desde
primaria tiene su mérito, están tan cómodas una con la otra, que se sirven ellas
mismas en tu casa sin siquiera pensarlo. También tiene una parte negativa: Que
te conocen tan bien, que pueden leer tus pensamientos cuando no quieres.
Y ahora mismo, no quiero que lo haga.
Con el vino en la mano y los pies escondidos debajo de ella sobre el sillón
de enfrente, Layla me mira sobre el borde de su copa.
―Entonces ¿qué pasa? ¿Cómo está el profesor Bombón? ―Sus labios se
ondulan en una sonrisa y pone esa cara de chica soñadora, como si fuera de esos
dibujos animados en los que el iris se convierte en corazones. Afortunadamente
continúa, antes de que pueda responder a algo de lo que no estoy segura
todavía―. Hombre, han pasado dos clases más. ¿Ha dejado de ser un idiota y ha
hablado contigo?
―Un poco ―contesto, imaginando que puedo manejar la culpa de guardar
información por el momento, aunque sé que eventualmente se lo soltaré. Y no
me estoy guardando mucho, solo que no soy capaz de poner en palabras lo que
siento.
―Joder ―murmura―. Las cosas que me gustaría hacerle a ese hombre. Lo
golpearía como si fuera una contraventana durante un huracán, dura y
repetidamente. Mierda, ¿por qué esperar a la Madre Naturaleza cuando hay
tantos sitios divertidos en ese auditorio en los que podría explorarlo? Desnudo.
Por horas. ¡Joder! ―Sonríe como un demonio y alza las cejas mientras mi mente
se desliza hacia la pequeña alcoba con la caja de resonancia y el sabor de los
labios de Hawkin―. Lo siento, no quería fantasear en voz alta, pero ese hombre
hace que mis partes femeninas tiemblen como un terremoto en plena intensidad.
Las mías también.
―No cuesta mucho hacer temblar tus partes íntimas. ―La molesto con
cariño, porque yo tengo más citas que ella.
―Cierto. Realmente cierto. Me gustaría que estuvieran vibrando más tarde,
si es posible.
―Hecho ―le digo, alzando la copa para hacer un brindis―. Porque tan
cierto como el diablo, necesito algo que me saque de este caos en el que estoy
metida. ―En mi mente, una cita con Hawke para el sábado aparece como la
respuesta potencial, pero me la quito de encima. Voy a salir con Luke. Es más
seguro.
Pero, ¿realmente quiero seguridad?
―Cuéntame. ¿Mal día? ¿Necesitas que te echen un polvo? ¿Qué? ―Su
pregunta me saca del tira y afloja interno. Miro cómo parpadea intentando
adivinar cuál es mi problema―. Definitivamente necesitas que te echen un
polvo, antes que nada.
―Estoy trabajando en ello. ―Aunque evito explicarle que estoy trabajando
en uno, pero pensando en otro.
Sus ojos recorren mi cuerpo de arriba a abajo, observan la coleta en lo alto
de la cabeza, el pantalón de gimnasia a media pierna y un top corto sin mangas.
―Se nota.
―Es complicado.
―Los hombres siempre lo son, Q… Pero, ¿cuál es el problema?
Normalmente los tienes comiendo de tu entrepierna con solo pestañar. ¿Qué
pasa?
Me concentro en mi dedo, mientras dibujo en el brazo del sofá.
―Bueno, he aceptado salir con Luke.
Se queda boquiabierta, intentando adivinar qué es lo que le transmite mi
cara.
―Bieeeen. ―Alarga la palabra. Estoy curiosa por saber cuánto le va a
costar adivinar lo que estoy haciendo―. Tu entusiasmo por tener una cita con él
es abrumador. En serio, trata de contenerlo. ―Se ríe burlona, luego suelta un
pensamiento tardío―. Sabes, tu hermano se va a poner hecho una furia cuando
se entere.
―Nunca lo sabrá. Además, mi vida es mía. Él fue un mujeriego durante
toda su soltería. No tiene derecho a decirme lo que puedo o no puedo hacer.
―Ya. Pero estamos hablando de Colton. ―Vuelve a reír levantando las
cejas. Le pongo los ojos en blanco―. Entonces, déjame entender. Necesitas que
te echen un polvo. Estás de acuerdo en salir con un hombre que no enciende tus
pasiones, y no entiendo por qué no… ¿Qué es lo que me falta aquí? ―Juro que
puedo ver que las rueditas dentadas dan vueltas en su mente y luego encajan
perfectamente en su sitio―. ¿A quién estás reemplazando con Luke?
Y ¡bingo! Ha sido en tiempo record.
―¿A qué te refieres? ―digo con fingida inocencia, sabiendo que se va a
enojar cuando le diga a quién estoy tratando de olvidar.
Se lanza hacia delante, hasta borde del sillón, y mis mejillas se ponen como
tomates.
―¿Quinlan?
―Bueno, ese chico…
―¡No me jodas, Sherlock!
―Él tomó la iniciativa, nos besamos un poco, fuimos hasta su casa donde
nos besamos un poco más y luego se levantó y dijo que tenía una mierda que
hacer. Básicamente me dijo que me largara, sin utilizar esas palabras
exactamente.
Le di la versión corta de la historia, tratando de mantener los detalles al
mínimo.
―Y entonces, ¿por qué estás malgastando tu tiempo con él? Esa no eres tú.
Pensaba que nada nos importaba, que salíamos a citas casuales para no tener que
pasar por la cosa de las altas esperanzas destrozadas y esparcidas por el suelo. Si
un chico pierde interés, pues nosotras también… Así que, este tiene que ser un
contendiente serio para olvidarte de todo eso. ―Se inclina para poner los codos
en las rodillas y me observa―. ¿Quién te tiene las bragas atadas a la cintura
cuando preferirías tenerlas en los tobillos?
―Es estúpido. ―Intenté cambiar de tema, sintiéndome como una
adolescente enamorada del chico popular de la escuela―. Y exactamente por eso
acepté salir con Luke. Llamó en el momento justo en el que necesitaba sentirme
querida, y dije que sí. ―Me encogí de hombros y tomé un sorbo de mi bebida,
dejando que el vino deshiciera con calma los nudos creados por los eventos del
día.
―Al único hombre que dejaría comportarse así, solo porque la escala de
Richter lo dice, sería… ―Los ojos de Layla se iluminan y alza la vista para
mirarme. Soy muy consciente de que brillan como fuego porque ya ha conectado
los hechos―…Hawkin.
Mierda. Mierda. Doble mierda.
No es que no fuera a decírselo. Solo estaba esperanzada de poder restarle
importancia a la situación primero, así no tendría que sentirme tan idiota por
querer a alguien que es exactamente lo que juré que no quería.
Y por supuesto, en ese momento, el consejo de mi madre decide aparecer en
mi cabeza: Cuando dejes de perseguir cosas equivocadas, darás a las cosas
correctas una oportunidad para alcanzarte. He dejado de perseguir las cosas
equivocadas, ¿podría ser Hawkin mi oportunidad correcta?
―¿Quinlan? ―La pregunta de Lay me hace regresar de la tierra de los
pensamientos perdidos, de Hawkin con los ojos desorbitados, la sonrisa
tambaleante, boquiabierto. Por fin nuestras miradas se encuentran, pero veo que
ella sabe la respuesta―. ¡Joder, Q! ―Salta. Exactamente la reacción que
esperaba evitar, porque sé que ya no va a parar. No hay forma alguna de
detenerla cuando está excitada―. Wow… Así que el profesor Bombón, ¿eh?
―Yo no lo llamaría exactamente profesor ―la corrijo. El hombre está
bueno, pero no necesita que le suban más el ego.
―Pues a mí puede llamarme como quiera, representaré gustosa el papel
―bromea. Luego ve mi expresión incómoda―. Diablos, te sientes de la misma
manera. ¿Cuál es el problema?, te hizo a un lado, pero por lo menos te buscó y
se disculpó. Te pidió el número de teléfono.
Bufé.
―Fue una mini disculpa… y las dos acciones fueron su culpa. El tipo es un
actor, simple y llanamente.
―Ja. Nunca te has quejado de los tipos duros. ―Sube una ceja y no puedo
evitar soltar una carcajada ante la verdad que acaba de soltar―. No, piénsalo
seriamente. ¿Lo hizo porque se sentía culpable?, posiblemente, pero un actor no
se disculpa, así que dime exactamente qué es lo que te está obligando a mantener
la distancia.
Miro abajo, hacia el dedo trazando círculos en el borde de la copa. El
alcohol está trayendo a mis labios verdades que no me gusta admitir.
―Él es el hombre que realmente puede joderme.
―Figurada y literalmente ―me dice, probando el terreno para ver si me río
o si me quedo seria. Me río. Y luego me pongo seria. ―Pero Q, ¿por qué?, ¿por
qué él?
Me quedo mirándola fijamente mientras intento contestar.
―No lo sé. Es un roquero malo con un toque sarcástico, pero hay algo más,
algo debajo… No puedo poner el dedo en la llaga. Es tristeza de algún tipo, y
quiero hacerlo sentir bien.
―Uh-oh. ¿Estás en modo síndrome de mamá? ―pregunta alzando las cejas.
―No. No es eso ―intento explicar―, es que parece haber mucho más bajo
la superficie que todos vemos… y me tiene intrigada.
―Chico malo, corazón bueno. Ya veo. Pero, ¡joder! El hombre es hermoso.
Seguro que eso no te duele.
La sonrisa viene rápida a mis labios.
―No, pero hay algo más. Es como… todo en él me atrae. Lo bueno, lo
malo, todo me atrae. Nunca antes me había sentido así por alguien. Y, ugh…
―¿Y? ¿No quieres que te atraiga porque prefieres que te empuje? ―Se ríe
de su ingenioso comentario.
―Bueno, eso es un hecho ―admito―. Pero no quiero sentirme así. Ahora
mismo necesito desesperadamente algo casual, porque si me lastiman una vez
más, Lay… no sé… Creo que es mejor dejarlo pasar. Control de daños. Además,
mi corazón ha sido maltratado y dañado suficientes veces, no necesito meterme
en otra situación donde doy armas para que me dañen.
―No sé qué decirte, hermana, porque sus acciones son confusas. Pero yo
digo que le des otra oportunidad. La cosa con su hermano y la pelea con Vince
obviamente alimentaron las llamas.
―Esto viene de la mujer que hace un momento me decía que lo dejara
pasar.
―Um, ¿la actuación de Hawkin? No hay más que decir. ―Tengo que reír
ante su lógica, por poco convincente que sea, me está empezando a convencer―.
¿Realmente pensaste que salir con Acosador Mason iba a quitarte los picores que
ha creado Hawkin? ―Mueve la cabeza y la mirada en sus ojos dice que he
perdido la cordura―. ¿Luke explotó cuando aceptaste? ―Encojo los hombros.
Es todo lo que puedo hacer. Al final, sé que le diré que no―. Al menos Luke es
tan hermoso como divertido. No es una mala manera de pasar la noche.
―Síp…
―Pero no es un dios del rock. ―Frunce los labios al oírme vacilar―. Lo
entiendo.
No puedo explicarlo bien, así que solo muevo la cabeza. Si esta es la
respuesta que generalmente recibe, con razón Hawkin tiene el ego del tamaño de
Texas.
―No es un dios del rock.
―Si no lo es, está en camino. ¡Joder! Consideraré a su pene como mi dios
del rock siempre y cuando esté entrando en mí. ―No tengo ninguna respuesta
para ese comentario, más que darle un largo sorbo a mi vino―. Sabes que estás
pensando en eso ―me regaña―. Oye, no te tiene que dar vergüenza usar a Luke
para olvidarte de Hawkin, pero seamos sinceras, no hay ninguna posibilidad en
el infierno de que vayas a olvidarlo.
―Gracias por tu confianza, Lay.
El teléfono suena a mi lado, echo un vistazo al número desconocido y callo
la llamada. Cuando empieza a sonar de nuevo, antes de que recuerde en qué
estoy pensando, me preocupo de que algo malo esté pasando con mi familia.
―¿Hola?
―Entonces, ¿lo que me dijiste el otro día es verdad? ―Y así, esa voz que
suena a puro sexo llena mis oídos y debilita mi resistencia.
Y no quiero debilidades. No. Cuando se trata de Hawkin Play, quiero
fortalezas.
―No estoy segura a qué te refieres. Pero, ¿por qué no empiezas por
decirme cómo obtuviste mi número de teléfono? ―La irritación cubre el dejo de
deseo, quedando justo bajo la superficie. No sé qué pasa con este hombre, me
hace sentir como una jodida virgen anticipando su primera vez.
Porque estoy lejos de ser virgen. Y gracias a Dios por eso, ya que significa
que sé justo lo que necesito. Trato de no oír la voz en mi cabeza que dice lo que
necesitas es a él.
―Eres mi asistente, ¿recuerdas? Carla estuvo más que dispuesta a
conseguirme tu número cuando le dije que necesitaba discutir algunas cosas
contigo ―dice con victoriosa diversión.
―Entonces, ¿qué? Si no respondo, ¿vas a seguir llamándome una y otra vez
hasta que te atienda? ¿Eso no se llama acoso?
Su risa es grave y rica.
―He aprendido de los mejores, pero no esperes que te vaya a tirar
sujetadores a los pies.
Reprimo la risa mientras mis ojos se encuentran con los de Layla, ella
señala mi teléfono y modula el nombre de Hawkin. Asiento, lo que hace que
mueva los brazos hacia arriba en señal de triunfo.
―Necesitas mucho más que algo de ropa a mis pies para hacer que me
gustes. ―Aunque la imagen de él desnudo es una buena manera de llenar mis
pensamientos.
―Bueno, Trixie, si mi ropa está a tus pies, significa que estás en mi cama, y
vamos a estar haciendo mucho más que solo gustarnos.
Touché. La arrogancia sugerente en su tono, junto con la tranquila promesa
de sus palabras, me hacen apretar los muslos para tratar de rechazarlo. Después
de todo, en teoría es bueno.
―Semántica ―le digo, tratando de fingir indiferencia y redirigir la plática
hacia un tema neutro en el que tenga más control―. Entonces, ¿qué me estabas
preguntando si era verdad o no?
―Si realmente eres una chica que disfruta del sexo fácil.
Contigo sería mucho más que fácil.
―No creo haber dicho que disfrutaba del sexo fácil ―refuto. Y entonces
pienso que realmente sí lo dije, y es una prueba más de que me pone nerviosa,
porque no es el típico comentario que una mujer diría cuando está tratando de
resistir los avances de un hombre.
―Sí, de verdad lo dijiste. Un hombre no se olvida de ese tipo de
comentarios. ―Puedo oír la diversión en su voz, la sonrisa en sus labios.
―¿Y a ti qué te importa? ―La perra en mi tono es, en parte, un acto reflejo,
en parte resistencia y, en una gran parte, la pérdida de control sobre mi
resolución.
La risa de Hawke llena de nuevo la línea y satura mis sentidos, entre otras
cosas.
―Bueno, estoy sentado lamiendo mi cono de helado, y no puedo dejar de
pensar en lo bien que sabías el otro día con él en mis labios… y me hace pensar
en cómo sabrán otras partes de ti. Eso hace que me pregunte, ¿qué tan rápido
puedo hacer que tengas un orgasmo? ¿Cuántas veces puedo hacerte gritar mi
nombre? ¿Cuán apretado y adictivo se sentirá tu coño? ―Su voz se apaga.
Gracias a Dios, porque no creo poder lidiar con todas sus preguntas.
―Em… ―Busco palabras para responder, rezando para que cuando hable,
no suene sin aliento y necesitada. Y por supuesto la parte cuerda de mi cerebro
me dice que debería estar ofendida, por su suposición de que voy a dormir con él
y porque piensa en mí de esa manera. Debería. Pero no lo estoy. Me las arreglo
para pensar más claro mientras escucho su respiración al otro lado del teléfono.
Se supone que debo estar resistiéndome, diciéndole que se vaya lejos―. ¿Estás
comiendo helado de nuevo? ―Utilizo el humor, sin demostrarle que sus palabras
me han dejado inestable y vibrando de necesidad.
―Preferiría estar comiéndote a ti… ―Esa frase debería sonar cursi, debería
poner los ojos en blanco, pero tiene el efecto contrario. Fui yo la que le dejé la
puerta completamente abierta. No debería esperar menos.
Lucho con la sonrisa sin sentido que quiere salir y, en cambio, emito un
suspiro tenso.
―Esta conversación realmente no está sucediendo.
―Suenas tensa. ¿Necesitas un poco de liberación, Quinlan? ¿Necesitas que
te llenen, que te estiren hasta que te queme de esa manera oh-tan-buena mientras
te follo dulce y despacio, y luego aumentar el ritmo para follarte rápido y duro?
―Su voz es tan seductora como la seda, envolviéndome, arrastrándose por mi
cuerpo. Las palabras que deberían ofenderme me calientan… que sea tan
explícito solo aumenta el deseo―. ¿Te gusta que te aten? ¿Que te dominen? Te
dije que eres como un regalo sin abrir. Siento curiosidad por todas las sorpresas
que puedo descubrir en ti ―dice con un gemido, demostrando que cree en lo que
dice―. No puedo esperar a ver cuál de estos sabores eliges, porque créeme, he
probado los treinta y uno, pero parece que no puedo sacarme el tuyo de la cabeza
y de los labios.
Estoy segura de que tengo la boca colgando, los pezones duros, y tengo que
acordarme de respirar porque, de verdad, no puedo decir nada. ¿Realmente acaba
de decirme todo eso? En serio estoy caliente, quiero darle respuesta a todas las
preguntas que me acaba de hacer, pero sé lo fácil que este hombre puede cambiar
de marcha y, de opinión.
―Ah, recurres a la charla sucia… Te debes estar sintiendo un poco
desesperado ¿eh? ―La ironía en su máxima expresión, teniendo en cuenta que
soy yo la que está desesperada en este momento―. Mira, sé que eres una estrella
de rock, por lo que crees que puedes chasquear los dedos y todas las mujeres
dentro de tu radio establecido saltaran a tu cama.
―Tsk, tsk, tsk… no lo creo, lo sé. ―Espera un poco antes de hablar de
nuevo―. Haces que el juego sea duro, cariño, pero sabes que todos tus lugares
blandos quieren mis lugares duros.
―Ahora estás demostrando ser el idiota arrogante que sabía que eras. ―Y
joder si no me está convirtiendo en algo feroz en este momento. ¿Cómo voy a
jugar este juego y no quemarme? Mejor aún, ¿por qué el ardor no me resulta tan
desalentador, siempre y cuando me encienda correctamente?
Soy patética.
―Hm. Reconozco el deseo cuando lo veo y, joder, vaya que se ve bien en ti,
Q.
―No me puedes ver ahora mismo, así que, ¿cómo sabes cómo me veo?
―Linda. Pero te olvidas de que lo he visto antes, lo sentí en tus labios y no
puedes pelear contra el deseo. ¿Te gustaría probar que estoy equivocado?
―Adiós, Hawkin. ―Colgar es la mejor opción en este momento, dado que
nunca me retracto de un desafío y, sin embargo, tengo que recordarme
continuamente que él es un problema con T mayúscula.
―¿Quin? ―No he bajado el teléfono de mi oreja, aunque mi cerebro le está
indicando a mi mano que lo haga, precisamente para oír su comentario.
―¿Qué?
―Quiero que sepas que al final vas a ceder. ¿No sería mejor disfrutar de ese
tiempo rogándome que me detenga porque se siente tan bien, en lugar de luchar
una batalla perdida?
―Eres un hijo de puta arrogante, ¿no?
―A un hombre se le permite tener confianza en lo que hace mejor.
―¿Lo que haces mejor? Pensé que lo que mejor hacías era cantar.
Su risa incendia la conexión telefónica.
―Creo que tú deberías juzgar eso. Me has escuchado cantar, ahora vas a
experimentar mis habilidades en el dormitorio.
―Buenas noches. ―Cuelgo el teléfono mientras su risa seductora rueda a
través de la línea. El problema es que tuvo éxito. Ahora no puedo pensar en otra
cosa. El calor de su tacto, el sabor de su beso, la firme presión de su cuerpo
contra el mío, esas son todas las cosas que recuerdo de la experiencia, y vaya si
no son dueñas de mis pensamientos. Exhalo, exasperada, y tiro el teléfono a mi
lado en el sofá; miro hacia arriba para encontrarme con los ojos de Layla y su
sonrisa sabelotodo.
―Esa sí que fue una larga conversación para alguien que no está interesada
―reflexiona.
―Síp. No me interesa en absoluto.
―Ajá. Asegúrate de recordar esa declaración cuando estés gritando su
nombre en algún futuro cercano.
Mierda. Estoy jodida.
Capítulo 12
Quinlan
La noche del sábado miro a Luke mientras manejamos, las luces se reflejan
en su rostro. Hasta ahora me he divertido bastante: Cócteles, cena y ahora a
algún evento que ha mantenido en secreto, pero del que está súper emocionado.
Me da la sensación de que siempre piensa que nuestro próximo destino (no
importa cuál sea) va a ser el golpe de gracia, aquel que más me va a impresionar
de manera que me enamore completamente de él.
Estoy tratando, de verdad, de sentir algo más por él, pero al final, sigue
siendo platónico de mi parte. Me prometí alejar de mi mente a Hawkin y a la
promesa oscura de sus palabras que han llenado mis sueños con diferentes
variaciones de sus sugerencias y a no dejar que interfiera con la posibilidad de
que esta noche sea buena.
Luke debe sentir mi observación tranquila porque me mira por encima,
sonríe y estira la mano hasta descansarla en mi rodilla desnuda. Sonrío, forzada,
y miro a través del parabrisas, retándome en silencio por mi indiferencia.
Debería sentir algo. El contacto de piel a piel debería hacerme zumbar la sangre
y causar ese dolor delicioso de anticipación en mi núcleo. Debería estar
sintiendo esa sensación de revoloteo en el estómago y estar agradecida por
haberme puesto esa pequeña tanga de encaje a juego con el sujetador para
hacerlo jadear más tarde esta noche cuando me desnude.
O cuando me los arranque.
Pero ahora, todo lo que pienso es que me podría haber puesto mis bragas de
todos los días y me estaría sintiendo exactamente igual. Lo que no es una buena
señal para nada.
Él ha sido un caballero en todos los aspectos de la palabra: Me abrió la
puerta del coche, tuvimos una conversación cómoda, nos reímos, y hubo bromas
coquetas. Es el tipo que crees que quieres, pero, ¡joder!, no me puedo enganchar
con él.
Y, estúpidamente, medio que lo resiento en este momento. Puedes decir que
mi resentimiento es porque estoy de mal humor o porque el estrógeno alimenta
la ira, pero realmente necesito que me haga sentir todas esas cosas para poder
olvidarme de Hawkin. Mierda, incluso falté a trabajar y fingí estar enferma para
poder no ir a la conferencia el jueves, como un intento de no sabotear mis
posibilidades para esta noche.
Y heme aquí, sentada a su lado, disfrutando, pasándola bien, pero
sintiéndome como si estuviera saliendo con un amigo, no un potencial amante.
Luke me aprieta la rodilla.
―¿Ya te has dado cuenta de a dónde vamos? ―pregunta, saltando de
felicidad.
―No tengo ni idea. ―Me río porque su entusiasmo realmente es adorable.
―Bueno, uno de mis patrocinadores este año es Verbz, la empresa que
fabrica auriculares de gama alta. De todos modos, hay una gran beneficencia esta
noche para recaudar dinero para la investigación del Alzheimer, una gran
combinación de algunos de mis bandas favoritas, y por eso me dieron boletos.
―Mi sonrisa es algo natural mientras mis sinapsis comienza a dispararse
mientras trato de pensar en el comentario que hizo Layla la otra noche en nuestro
estado de embriaguez acerca de cómo a ella le encantaría ver a Bent tocar este
fin de semana en un concierto local. Y no hay manera de que mi suerte pueda ser
tan mierda que mi cita me está llevando a ver al hombre que estoy deseando en
vez de a él.
―Suena divertido… ¿Quién toca? ―Estoy a la pesca, solo espero que no se
dé cuenta.
―Mierda, tú dilo y ahí estarán. The D-Bags, Bending Cupid, the Mighty
Storm, Black Falcon, y mi banda preferida: Bent.
Ahí tienes. ¿Cómo sabía que iba a decir la banda de Hawkin? Sonrío con
entusiasmo y digo algo sobre cuán emocionante es y qué grandes bandas tocaran
mientras mi mente racionaliza que es un concierto donde miles de personas
asistirán. Voy a estar tan lejos de Hawkin que debería ser capaz de mantener mis
pensamientos libidinosos bajo control con tanta distancia entre nosotros.
―Y aún mejor ―continua mientras estaciona en el Staples Center―,
tenemos pases de backstage para conocer y saludar a los chicos de Bent.
Y así seguimos…
Luke sigue hablando sin cesar, contándome sobre sus canciones favoritas de
cada banda, así como haciéndome preguntas de cada una a medida que llegamos
ala arena. Con cada paso que nos acercamos, aumenta mi anticipación. Esos
sentimientos de revoloteo en mi estómago que me faltaban cuando me tocó la
rodilla por fin aparecen y todo es debido al hombre que nos espera en el interior.
―Estas tan callada, ¿está todo bien? ―pregunta, medio preocupado y me
detiene en las sombras.
―¡Sí! Estoy tan sorprendida por todo esto. ―Todo el tiempo regañándome
por estar tan ensimismada y por ser tan egoísta por no hacer lo único que me
prometí: Dejar a Hawkin detrás esta noche.
Y así, tal vez por eso, Luke me toma desprevenida cuando se inclina hacia
adelante y apoya su boca sobre la mía. Mis labios se abren cuando jadeo y él
confunde esa acción como un indicio de que deseo más, y se aprovecha
completamente de mi reacción al meter su lengua suavemente entre ellos.
Reacciono por reflejo, en realidad no lo animo, pero no soy un pez muerto y
bueno, porque no estoy muy segura de cómo se supone que debo reaccionar y
apartarlo. Él no ha sido nada más que educado y no quiero arruinarle la noche,
pero al mismo tiempo no quiero animarlo tampoco.
El beso termina rápidamente, porque siendo el caballero que es, usa este
primer beso como una forma de medir mi interés y estoy esperando que por mi
falta de reciprocidad entusiasta finalmente podría darse cuenta. Sin embargo, una
chica solo puede esperar porque la cosa es que el beso de Luke fue tan suave y
juguetón que debería despertar mi deseo… pero el aleteo en el estómago que
siento cuando sencillamente pienso en Hawkin no se compara en nada con Luke.
Luke sonríe, afirmando que acabamos de besarnos y luego me agarra de la
mano cuando entramos ala arena para oír las bandas.
El concierto hasta ahora ha sido genial. Nuestros asientos son increíbles,
situados a pocas filas del centro del escenario. He sido capaz de dejar de pensar
en Hawkin y disfrutar de Luke. Me reí con él, bailé en los confines de nuestros
lugares cerrados, y canté con todas mis fuerzas la letra de cada banda. Pero ahora
los gritos aumentan hasta atravesar el aire mientras la multitud espera la última
banda: Bent.
Y no puedo evitar usar mis manos todo el tiempo para que Luke no me
agarre mientras me preparo para la reacción visceral que espero tener cuando vea
a Hawkin. A medida que crece la anticipación puedo sentir mis piernas
inclinándose hacia delante para tratar de hacer que él salga al escenario, mi
necesidad de verlo aumenta con cada segundo, como un adicto sabiendo que su
próxima dosis estaba al alcance de su mano.
Y luego su voz llega a través de los altavoces cuando una único luz ilumina
el escenario vacío. Un frenesí sobreviene a nuestro alrededor ya que las mujeres
comienzan a gritar en decibelios épicos por lo que no puedo escuchar su voz,
pero puedo sentirlo de alguna manera. El público se debe sentir de la misma
manera, porque los gritos se calman justo a tiempo para que él cante el primer
estribillo.
Mataste mi corazón.
Lo apagaste.
Me robaste la esperanza.
Canta las notas de su mayor éxito, “Stolen”, y a pesar de que las fans están
extasiadas, la potencia de su voz a capella las silencia. Se me pone la piel de
gallina a pesar del calor sofocante de la arena. He escuchado la canción cien
veces en la radio y sin embargo, la cruda emoción cuando canta, como si
estuviera sacando las palabras de su interior, me cautiva.
Las luces inundan el escenario en un resplandor y Hawkin se queda ahí, con
la cabeza gacha, golpeteando con el pie, un perfil llamativo vestido con ropa
oscura contra toda esa luz. Levanta lentamente la cabeza para terminar el
estribillo y los chicos comienzan a tocar sus instrumentos.
Y estoy perdida.
Sé que está entreteniendo a miles de personas y no tiene ni idea de estoy
aquí y aun así siento, mientras mira a toda la masa de gente, como si me
estuviera mirando directamente a mí.
Me obligo a moverme, a bailar y a actuar como si no me hubiera partido un
rayo, porque por mucho que estoy electrizada por él en el escenario delante de
mí, he venido aquí con Luke. Y puedo ser una perra por querer a Hawkin
mientras estoy en una cita con otra persona, pero Luke es un buen tipo, sólo que
no somos el uno para el otro.
―Tiene una voz increíble, ¿verdad? ―dice Luke encima de la música, el
aliento caliente contra mi oreja. Asiento sonriendo antes de hacer el esfuerzo
para no quedarme ahí parada, quieta.
La canción termina muy pronto con una nota melancólica en la voz de
Hawke que es casi hipnotizarte mientras acaba el solo. La multitud estalla en un
frenesí desenfrenado.
―¡Los Ángeles! ―Su voz resuena en el micrófono―. ¡Jodeeer! ¿Cómo
están? ―Si pensé que los gritos eran fuertes antes, ahora son ensordecedores. Se
ríe sugestivamente en el micrófono y, estoy segura que como todas las demás
mujeres en esta arena, siento que acaricia mi piel, que me abraza. Se escuchan
gritos tipo “Preferiría estar follando contigo” y se me eriza la piel ante los
comentarios cuando él entra en el juego―. Oye, yo también, cariño, pero tengo
unas cuantas canciones más para cantar antes de ocupar mi boca con otra cosa.
Vince se acerca a él, le entrega una cerveza, brindan y entonces más
mujeres gritan y tiran unos cuantos sujetadores y bragas al escenario. Me burlo
por la desesperación de esas mujeres por ser la cita de Hawkin aunque solo sea
por una noche y me pregunto por qué demonios me ofende algo que ve todo el
tiempo. Es decir, ¡Mierda!, ¿cómo puedo siquiera pensar que todavía me quiere
cuando puede tener a cualquier mujer que elija?
Preferiría estar comiéndote a ti…
Sus palabras vuelven a mi mente y me dan una ligera sensación de ventaja,
ya que por lo menos sé que me las dirigía directamente a mí. Esta sensación de
inseguridad e insuficiencia repentina que siento ahora es ridícula.
―Tranquilas, señoritas, los hombres de la casa tienen que conservar su
audición para poder oírlas gritar sus nombres más tarde, si entienden a qué me
refiero. ―Les da esa sonrisa perezosa de lado que hace que mi cuerpo responda
a él al instante, a pesar de que sé que es mejor no desearlo.
―Oye, Hawke, ese hombre allá atrás ―dice Gizmo en el micrófono,
señalando con sus baquetas―, dice gracias.
El público se ríe mientras Hawkin hace señas para que se tranquilicen.
―Hablando en serio, quiero agradecerles a todos por venir esta noche, por
una causa que realmente me es familiar. Sus entradas beneficiarán a una
investigación para ayudar a nuestros abuelos y padres y, con suerte, a encontrar
una cura para esta enfermedad tan fea antes de que nos pueda afectar. Así que,
muchísimas gracias por venir esta noche y ayudarnos a donar todas las ganancias
a esta noble causa.
La multitud estalla en aplausos.
―Bueno, Noel, Kellan y Wethers ya cantaron con todo lo que tenían para
ustedes, ahora, ¿están listos para que Bent termine la noche explotando? ―Los
gritos estallan de nuevo―. Vamos muchachos, ¡a roquear!
Mis oídos todavía están retumbando mientras salimos, contra toda la
multitud que ya está yéndose de la arena. Luke sostiene mi mano mientras me
lleva detrás del escenario hacia una especie de sala de espera donde algunos
otros fans están prácticamente vibrando de ansiedad.
Yo también estoy ansiosa, pero por motivos completamente diferentes.
Luke está balanceándose sobre sus talones como un niño pequeño y
realmente es algo tierno.
―¡Oh, Dios mío! ―dice, señalando por un pasillo, donde una turba de
hombres están caminando―. Esos son Black Falcon… Noel, Riff... ―Su voz se
desvanece mientras sonríe con timidez―. ¿Los sigues?
Muevo la cabeza, negando.
―Sin embargo, son muy buenos… Probablemente ahora lo haga. ―Ese
comentario hace que me gane una enorme sonrisa.
La charla en la sala hace que miremos para atrás y cuando miro hacia arriba,
me encuentro directo con los ojos de Vince del otro lado del cuarto. Y luego una
lenta y maliciosa sonrisa se desliza a través de sus labios antes de que sacuda la
cabeza y mire hacia otro lado. Es sólo una conexión momentánea antes de que
centre su atención en los dos fans que están frente a él, pero incluso en ese
rápido vistazo, hay tanto dicho entre nosotros: ¿Qué demonios? ¿Estás con él?
Estoy confundida por todo el intercambio, pero afortunadamente Luke no se
enteró de nada, o por lo menos no lo demuestra.
Esperamos a que Vince llegue desde el otro lado de la sala. Me muevo,
completamente inquieta, nerviosa de que Vince diga que me conoce y entonces
tener que explicarle a Luke que ya lo conozco, incluso a pesar de no haberlo
mencionado antes. Lo veo ir y venir y cuando se acerca a nosotros, nos mira un
rato más de lo normal.
―Hola ―dice finalmente.
―Hola ―decimos al mismo tiempo y Luke se disculpa por haber hablado
sobre mí.
Vince se ríe y me mira a los ojos otra vez.
―Lamento haberme quedado mirándote ―dice―, me recuerdas a alguien
llamada Trixie.
Interiormente me siento aliviada por su comentario, una risa nerviosa
escapa de mis labios mientras aparto la mirada, y murmuro:
―No ―Y, por suerte, Luke sigue hablando, sin ser consciente de la
incomodidad del momento, comienza a elogiar a Vince sobre sus habilidades con
el bajo. Me pregunto por qué, pero al mismo tiempo estoy agradecida, de que
Vince no haya dicho la verdad sobre el hecho de que lo conozco, a él y a la
banda. Me da curiosidad saber el porqué, pero dejo de prestar atención a su
conversación y miro atrás, al pasillo por donde se habían ido los Black Falcon,
sin estar segura de qué estoy buscando.
¿Un escape? ¿Que entre Hawkin? ¿Que no entre?
Sea lo que sea, no lo encuentro, pero cuando miro hacia atrás de la sala, ahí
está. Hawkin tiene puesta una camiseta blanca, medio pegada a su cuerpo como
si recién saliera de la ducha y no tuviera tiempo de secarse. Su cabello está
húmedo y tiene una cerveza en la mano mientras colgaba un brazo casualmente
alrededor de los hombros de una mujer a su lado.
Todos mis instintos se enfocan en Hawke.
La mujer se pone de puntillas y lo besa despreocupadamente al costado de
su boca, su cuerpo frotándose contra él mucho más de lo que esa acción amerita,
y veo que es toda una desvergonzada. Espero que él también lo vea.
Claro que lo ve. Es por eso que la está abrazando.
¿Cuán estúpida era yo como para convencerme que no era un jugador?
¿Que realmente me deseaba?
¿Que preferiría mi complicación sin sentido sobre su facilidad abre piernas?
Su otra amiga se acerca a ellos y coloca algo en su mano, dándole risitas
coquetas que son tan patéticas que hacen que mis ovarios se estremezcan. Mira
su mano y arquea las cejas. Dice algo que amerita una nueva ronda de risitas
que, no sorprendentemente, hacen que sus escotes se agiten.
Estoy bastante segura de que es la llave de un hotel con una oferta de placer
doble, de diversión doble. ¡Uf!
¡Diablos! Generalmente soy muy abierta y nunca juzgo a otra persona, pero
algo sobre el entorno, sobre la oferta al azar, sobre toda esta jodida situación me
resulta bastante molesto. Tal vez sea el hecho de que, para mí, conocer a la
persona al menos cinco minutos antes de tener sexo era algo importante. Pero
bueno, estaré loca.
Estoy distraída por toda esa escena, digna de poner los ojos en blanco,
cuando Luke pone su mano en mi cintura y me tira a su lado. Ni siquiera me di
cuenta de que Vince se había trasladado al siguiente fan.
―¡Cielos! ¡Eso fue tan genial! ―exclama apretándome más fuerte.
Empieza a contarme todo y, mientras habla, yo miro en su rostro cuán contento
está.
Y entonces deja de hablar cuando se da cuenta que el cantante principal está
a solo centímetros de nosotros. Sigo su mirada para encontrar la de Hawkins.
Juro que me quedo sin aliento durante un minuto; todo lo que sé es que
tengo que obligarme a respirar ante su mirada curiosa: Una mezcla de sorpresa,
incredulidad, y la pregunta:¿Estás con él?
Luke levanta la barbilla para mirar a Hawkin, como diciendo soy un chico
genial y Hawke aleja la mirada de la mía para ver a Luke y saludarlo, moviendo
la cabeza. Me vuelve a mirar y yo sólo muevo la cabeza sutilmente mientras mis
ojos se desvían hacia las mujeres a su lado, frunzo los labios, juzgándolo. Sé que
él lee el desprecio en mis ojos y sin embargo, sus brazos permanecen en las
mujeres.
Nuestra conexión se rompe, una última mirada pasa entre nosotros (yo sé
por qué lo estoy mirando tanto, pero no sé bien por qué él está enfadado) cuando
una de las mujeres le pide un autógrafo. Veo como se separan cuando Hawkin
alcanza su cerveza con una mano y desliza la llave de la habitación del hotel en
el bolsillo de atrás; lo que, por supuesto, hace que mis ojos disfruten la forma en
que el vaquero enmarca su culo.
Él agarra el Sharpie ofrecido y sonríe amplio para la cámara del celular
mientras firma la parte superior del pecho derecho de la mujer. Observo, sin
sorprenderme por el comportamiento de algunas de las mujeres mientras él se
mueve de grupo en grupo saludándolas, porque no es que no haya visto mujeres
lanzándose a un hombre antes. La diferencia es que esta vez no es mi padre o mi
hermano, es el hombre que deseo.
O más bien, el hombre que quería antes de ver este comportamiento.
Entiendo que es parte del trabajo, pero después de las Delta Sig y las gemelas
pechugonas, estoy determinada a seguir diciéndole a mis hormonas que dejen de
zumbar sobre él.
Observo a otra mujer ofrecérsele, la dignidad es obviamente un concepto
extraño para ella, y miro a Luke.
―Voy a correr al baño, no tardo.
―¿Qué? ―Sus ojos se amplían y mueve la cabeza hacia adelante y atrás―.
¡Puede que te pierdas conocer a Hawking Play!
―Volveré en un segundo ―le digo, esperando en secreto que no lo esté―.
No te preocupes, toda esa cerveza se me está subiendo de repente.
Puedo ver la guerra interna pasar por Luke.
―Déjame llevarte.
Y me doy cuenta que está tratando de ser un caballero y llevarme incluso si
significa perderse posiblemente el conocer a Hawke. ¿Por qué no puedo sentir
ese zumbido por este hombre y sus modales? Tal vez es una de esas cosas que
toma tiempo cuando se trata de él. Ojala creyera eso.
―No, en serio. Estaré bien. No quiero que te pierdas el conocer a Hawke en
caso de que no regrese a tiempo.
―¿Estás segura? ―Su vacilación habla toneladas de su carácter como
hombre.
―Estoy segura.
Cuando comienzo a alejarme. Luke me llama.
―¿Quin?
Me giro para encontrar su boca reuniéndose con la mía. En un roce suave y
agradable de sus labios que lleva un poco más lejos antes de dar un paso atrás.
―Gracias por esta noche. Me la estoy pasando muy bien.
Sonrío suavemente hacia él y asiento, deseando sentir algo más por él que
sólo una calidez platónica. Me giro para seguir y en mi periferia veo a Hawkin
parado ahí, ignorando a las mujeres a su lado observándome.
Aparto rápidamente la mirada y me dirijo al pasillo donde le pregunto a un
roadie en el camino por el baño más cercano. Estoy confundida y enferma sobre
los sentimientos tumultuosos que son tan ajenos a mí, el tira y afloja entre el
sentido común y la lujuria, la cabeza y el corazón, el deseo y la prudencia.
Paso a través de una puerta que me guía a una especie de vestidor y veo la
puerta parcialmente abierta del baño al otro lado de cuarto. Tengo mi mano en
ella, abriéndola tímidamente, asegurándome que no esté ocupado cuando de
repente una mano más grande se estrella en la puerta abriéndola detrás de mí.
Un jadeo de sorpresa sale de mis labios mientras soy empujada hacia
delante por la conexión de nuestros cuerpos. Camina hacia el baño y luego cierra
la puerta detrás de mí.
Sé que debería estar muerta de miedo, aun así ni un gramo de miedo cae
sobre mí, porque todos los nervios en sintonía en mi cuerpo detectan que es
Hawkin. Es el zumbido embriagador y el aleteo en el estómago que consigo cada
vez que está cerca lo que lo delata.
Esto. Este sentimiento es lo que debería sentir por Luke, pero no lo hago.
―¿Tienes alguna idea de lo sexy que eres? ―gruñe las palabras en mi oído,
el calor de su aliento en mi piel―. No puedo quitar mis ojos de ti. Me quieres
igual de desesperadamente y sin embargo no quieres que sepa que vas a casa
conmigo esta noche, ¿verdad?
Cada parte de mí se ilumina de alivio ante su declaración, pero al mismo
tiempo no puedo solo levantarme y dejar a mi cita. Puedo ser una perra por
desear a Hawkin mientras estoy con Luke, pero no soy tan insensible.
―No puedo―le digo, con voz tensa por el deseo que siento corriendo a
través de mí, obviamente diciéndole cómo me siento.
―Querer y poder son dos cosas diferentes―dice―, y no estoy aceptando
un no.
Sacudo mi cabeza para contradecirlo, el “No” a punto de pasar por mis
labios mientras me da la vuelta, haciéndome retroceder no muy gentilmente
contra la puerta, y antes de que pueda incluso ver a Hawkin a los ojos, su boca
esta en la mía. No tengo tiempo para pensar, solo reaccionar, y ay, cómo
reacciono.
Nos convertimos en una masa de manos agarrando, labios castigando y
lenguas probando en una unión salvaje de lujuria frustrante. Nada es estático por
más de un latido mientras tratamos de sentir nuestro camino en la vida del otro.
Sus manos aprietan mi trasero. Mis uñas se hunden en sus bíceps. Los dientes
mordiendo labios, seguido por lamidas no muy suaves porque estamos tan
desesperados de reclamar, tentar y tomar.
En todo lo que puedo pensar es en más, en todo lo quiero es más. Sé que los
minutos debieron pasar pero juro que se sienten como segundos volando antes de
que arrastre sus labios de los míos para que pueda verme a los ojos, su aliento
laborioso jadeando sobre mis labios hinchados de su beso.
―Puedes decirme no todo lo que quieras, Q. Puedes empujarme, jalar mi
cabello, incluso morderme… pero no puedes negar que me deseas tanto como yo
te deseo.
Sus palabras son un fosforo incendiario para las emociones latentes dentro
de mí. Quiero actuar conforme a ellas, pero él simplemente inhabilitó mi sentido
común con su boca, palabras y besos. Sacudo mi cabeza de lado a lado mientras
intento procesar, sin darme cuenta que él piensa que estoy en desacuerdo. Antes
de que pueda hablar se inclina más cerca y dice:
―Hazme creer que no me deseas.
En un segundo su boca está de vuelta en la mía con una intensidad volátil
que incluso si quisiera resistir, no sería capaz de hacerlo. Mi cuerpo tiembla de
necesidad hasta el punto donde siento que nunca puedo tener suficiente de él.
―¿Hawke? ―La tenue voz de Axe rompe nuestra neblina libidinosa.
Hawkin maldice, su frente contra la mía. Remueve su mano de donde se
encuentra envuelta en mi cabello y obliga a mi barbilla a elevarse mientras nos
separamos.
―En el principal ―grita, irritado por ser interrumpido.
―¿Estás bien? Vince está preguntando. Te necesitan en el conoce y saluda.
―Sí, hombre, sólo cerrando la cremallera. Dile que se tranquilice como la
mierda. Estoy a punto de salir.
Hawke deja caer su cabeza hacia adelante, sus ojos cerrados
completamente, su mano todavía sosteniendo mi cabello mientras
permanecemos de pie aquí en este momento suspendido del tiempo. No es largo
pero lo suficiente para que la razón empiece a deslizarse a través de la neblina de
lo que estoy haciendo.
Y las mujeres de antes destellan en mi mente, pero entonces Hawkin hace
algo inesperado y aun así parece íntimo que las imágenes se disipan. Toma la
punta de su nariz y roza desde mi clavícula hacia arriba por la columna de mi
garganta y por detrás de mi oreja.
―Vas a venir a la fiesta después del evento. No me importa cómo, no me
importa por qué, pero necesito de ti más que esto. Me deseas y luego no me
deseas y francamente ya no me importa una mierda cuáles sean tus razones,
porque yo te deseo. Y garantizo que una vez que te tenga, no habrámás hacia
atrás y adelante porque voy a dejar tu cuerpo tan jodidamente drogado de mí que
no habrá otra opción salvo querer más de mí otra vez.
Inhalo una respiración entrecortada mientras trato de asimilar sus palabras,
que son eróticas, posesivas y francamente asumiendo todo a la vez pero santo
infierno soy una estremecida bola de necesidad. Y aun así no digo nada.
Gentilmente jala mi cabello de manera que cuando se inclina de nuevo está
mirando directamente dentro de mis ojos con una intensidad sin restricciones y
un deseo desenfrenado expresado en sus iris tormentosas.
―En este momento está tomando todo en mí no decirle a Axe que se vaya a
la mierda, decirle que espere de manera que pueda levantar esta falda sexy tuya,
jalar a un lado las bragas que usaste para que él descubriera y joderte con mis
dedos hasta dejarte sin sentido. Reclamarte primero. Mostrarte solo una probada
de cómo podríamos ser juntos. ―Se inclina hacia adelante y tira de mi labio
inferior gentilmente con sus dientes hasta que lo arañan hasta que se
liberan―.Pero quiero tomarme mi tiempo contigo Quinlan, ponerte al borde,
para que cuando sea el tiempo de que te vengas el único sonido en tus labios sea
mi nombre, el único pensamiento en tu cabeza sea yo, y la única cosa que
quieras llenándote sea esto. ―Presiona su pene, que es duro y tenso contra la
mezclilla de su pantalón en mi cadera.
Mi corazón late con fuerza y jadeo cuando jala bruscamente hacia abajo el
cuello de mi top de manera que el encaje de mi bra está expuesto. El gruñido
posesivo en el fondo de su garganta es seductor, excitante y tan sexy como el
infierno en tantas maneras. Sus ojos se encuentran con los míos, luego baja su
cabeza, sus dedos tirando más hacia abajo el encaje antes de que su boca se
hunda en la parte superior de mi pecho. Abro mi boca de nuevo, el maullido
suave de necesidad saliendo de mis labios mientras la calidez de su boca fluye
sobre mi piel.
Su boca succiona suavemente al principio y luego un poco más duro. Apoyo
mi cabeza contra la puerta, mi cuerpo chispeando con tantas diferentes
definiciones de necesidad que no puedo concentrarme en ninguna a la vez. Me
estoy perdiendo bajo la neblina de deseo cuando de repente me libera, todo
contacto perdido de tal manera que un jadeo escapa de mis labios ante la
repentina pérdida de su calidez.
Sin embargo la electricidad permanece.
Lo miro fijamente, su mandíbula tensa en contención física, los bíceps
tensos mientras sus puños se aprietan y veo tantas cosas que contradicen que no
estoy segura de qué pensar.
Pero pensar está sobrevalorado cuando el deseo puede tomar el mando.
―Eso es para que él sepa que eres mía ―dice, mirando hacia abajo a mi
pecho, la intensidad enlazada a sus ojos―. Para que tú no lo olvides. ―Da otro
paso hacia atrás y se gira para colocar su mano en la perilla―. Espera un minuto
antes de salir ―dice con su cabeza hacia abajo―, y no luzcas tan sorprendida.
Sabías que esto iba a pasar. ―Abre la puerta.
―Hawke ―su nombre sale entrecortado de mi boca, un sonido de
desesperación.
Me mira con esa sonrisa despreocupada iluminando su cara con triunfo.
―Eso solo prueba que tengo razón ―dice con una sacudida de cabeza, y
luego me deja atrás con mi boca laxa, mis mejillas sonrojadas y el conocimiento
de que acabo de mostrarlo que lo deseo tanto como él me desea.
Me sobresalto cuando la puerta se cierra y el sonido hace eco alrededor del
cuarto de baño de azulejo. Pero nada rivaliza con el golpeteo de mi corazón en
mis oídos, en la coyuntura de mis muslos, porque el hombre simplemente
encendió mi deseo con sus palabras y me dejo sin ayudarme a contraer la flama.
Aferro mis manos al mostrador a mi lado, necesitando un minuto para
respirar y recomponerme. Mi mente gira mientras mi cuerpo todavía arde de su
toque. Levanto mi cabeza y atrapo un vistazo de mí en el espejo y no puedo
alejar la mirada de lo que veo.
Mi top todavía está debajo de mis senos, una marca roja oscura de su boca
en el borde del encaje de mi bra, mis labios están hinchados, y mis ojos están
más vivos de lo que nunca los he visto. Miro fijamente mi reflejo por un
momento, sintiendo que estoy viendo a una extraña. Hawkin es la razón de que
me vea así. La atracción entre nosotros es irresistible y explosiva.
Me obligo a alejar la mirada, a enderezarme, mi top, mi labial embarrado,
mi cabello despeinado, antes de tomar una respiración profunda para estabilizar
las parte de mí que se sienten vivas por primera vez en mucho tiempo.
Y mientras regreso de vuelta a Luke, lo sé. Sé que no seré capaz de
resistirme al tirón de Hawkin sobre mí por más tiempo, que es estúpido
negármelo yo misma. El no tomar la oportunidad de ver a dónde nos lleva esto
porque cuando todo esté terminado, lamentamos solo las oportunidades que no
tomamos, no las que tomamos y en las fracasamos.
Haz que cuente. Mi lema de vida corre por mi cabeza y me hace cuestionar
mi moralidad entre lo que es correcto y lo que quiero.
Regreso a la convivencia de conoce y saluda con esa resolución en la
vanguardia de mi mente y sonrío a Luke, repentinamente consciente de la
cantidad de tiempo que desaparecí.
―¿Estás bien? ―La preocupación cubre la cara de Luke mientras la culpa
cubre la mía. ¿Puede saber que he sido besada hasta perder el sentido? No lo
creo pero juro por Dios que siento mi chupetón escondido tan visible como una
letra escarlata.
―Síp. Lo siento. Me perdí. ―Balbuceó y me obligo a parar para que mi
mentira no sea tan obvia. Mantengo mis ojos enfocados en él aunque juro que
puedo sentir el peso de la mirada de Hawkin mientras Luke pone su brazo
alrededor de mi cintura y me jala hacia él. Mi reacción inmediata es retorcerme
en su toque pero sé que no puedo hacerlo.
―Está bien. Perfecta sincronía―dice―. Somos los siguientes.
Si sólo supiera.
Hago un sonido evasivo y le dio una sonrisa forzada. Siento su cuerpo
vibrar con excitación incluso antes de oír la voz sobre mi hombro.
―Hola hombre, ¿qué están haciendo esta noche? ¡Gracias por venir!
―Un espectáculo genial, Hawkin. Estuvieron increíbles. Esa nueva canción
es asesina.―Luke saca todo de sí mientras trata de conectar con Hawkin, y me
pregunto si soy la única que nota la tensión en su sonrisa y la arrogante
elevación de sus cejas mientras evalúa a Luke.
―Gracias. ¿Y tú eres? ―pregunta Hawkin, extendiendo su mano izquierda
hacia Luke. Y me doy cuenta. Hawkin está tratando de quitar su brazo de mi
cintura.
―Lo siento. ―Luke me libera para sacudir la mano de Hawke con
entusiasmo. Observo esa sonrisa regresar a la cara de Hawke mientras obtiene la
reacción que quería de él―. Luke Mason, y esta aquí es…
―¿Luke Mason? ―dice Hawke, con la cabeza inclinada, los ojos
entrecerrados mientras Luke asiente―. ¿Cómo el piloto Luke Mason?
¿Qué demon…? ¿Me dijo que no seguía las carreras y aun así conoce el
nombre de Luke?
En mi periferia puedo ver la sonrisa de Luke volverse más amplia hasta
alcanzar épicas proporciones ante la noción de que Hawkin sabe quién es pero
yo estoy viendo a Hawke y no estoy segura que me guste la mirada predatoria
que tiene en sus ojos.
―Sí, hombre ¿sigues las carreras? ―La esperanza en la voz de Luke es
adorable.
―No mucho. ―dice Hawke con una sacudida de la cabeza―, pero estuve
revisándolas hace poco. Conocí a alguien que le encantaban… así que Google
fue mi amigo.
La admisión me sorprende. Así que mientras que yo estuve espiándolo en la
red, él ha estado descubriendo más sobre que, ¿mi hermano o mi familia? Al
menos sé que es lo suficientemente curioso para buscar.
―Bueno, si alguna vez quieres ver una carrera…
―Gracias.―Los ojos de Hawke cambian tan sutilmente a los míos―. ¿Y tú
eres?
―Quin…
―¡Oh! Soy tan grosero. Lo siento. Esta es Quinlan Westin. ―Luke sacude
la cabeza y coloca su mano de vuelta en mi espalda, lo que no pasa
desapercibido.
Hawke se extiende y sacude mi mano, los ojos y las manos se sostienen un
latido más de lo necesario.
―Hola, Quinlan ―dice, rodando mi nombre sobre su lengua―. Un nombre
único. Así que estás más con los corredores que con los roqueros, ¿eh? ―Eleva
sus cejas en un reto causando que me mueva incomoda pero lista para jugar el
juego.
―Se requiere bastante para impresionarme. ―Es la única respuesta que
puedo pensar y la quiero decir como una advertencia, para que retroceda
enfrente de Luke, pero todo lo que consigo en respuesta es esa arrogante
elevación de cejas.
Destella esa sonrisa rápida como un rayo.
―Te aseguro que los roqueros saben cómo dejar su marca con más que sólo
música. ―Levanta sus ojos a los míos, reforzando la insinuación en caso de que
no la haya entendido. Un momento de silencio incómodo pasa entre los tres.
―Oye, Luke ―dice Hawke, cambiando de tema y dando una palmada en su
hombro mientras trato de averiguar qué clase de juego está jugando ahora―.
Estamos a punto de ir a una fiesta después del evento en el club, las bandas y
algunos otros, ¿quieren unirse?
El diablo dentro de mí se hunde ante el conocimiento de saber que me
acaban de dar la puerta que atravesar para reclamar la promesa de placer con la
que Hawkin me amenazó en el baño, mientras que el ángel se encoje sabiendo
que si Luke acepta, está llevándonos a la guarida llena de decepción del león de
la que no quiero ser culpable.
Y aun así no creo que haya una forma de prevenir ninguna de las dos cosas
de pasar.
―¡De ninguna manera! ¿En serio? ―Los dedos de Luke se aprietan en mi
cadera, y mis ojos inmediatamente parpadean para ver si Hawkin lo nota. No lo
hace. Esta demasiado ocupado cargando su guante lleno de testosterona para
tirarlo a los pies de Luke.
―Síp―dice―. Axe, mi seguridad, les dará toda la información. Tengoque
terminar aquí. ―Levanta su barbilla, señalando el siguiente conjunto de
personas en la línea para saludarlo―. Sin embargo, los veré ahí.
―Definitivamente ―dice Luke.
Hawkin comienza a alejarse y estoy lejos de ser ajena a la mirada
compartida entre Hawke y Vince antes de que gire de nuevo y nos vea a ambos
de nuevo, sus ojos cambiando de uno al otro.
―Ustedes son pareja, ¿correcto?
―Primera cita ―dice Luke orgulloso.
Hawkin asiente lentamente como reflexionando algo.
―Bueno, definitivamente deberían dirigirse al club, tomar algunos tragos,
relajarse y festejar un poco, y tal vez te la ganes. ―Hawke le da una sonrisa
conocedora a Luke y siento que significa algo más.
―Gracias hombre, lo haremos.
Hawke chasquea mientras gira de nuevo y se aleja, y juro que lo oigo decir:
―Luego tal vez la pierdas ante una estrella de rock.
―¿Qué? ―Obviamente Luke lo oye también. Su cuerpo se tensa a mi lado
y puedo decir por la inclinación condescendiente de la cabeza de Hawke
mientras mira de nuevo a nosotros que quiere decir cada palabra que dijo.
―Lo siento hombre, somos geniales con las apuestas dentro de la banda
―dice Hawke, ondeando la mano hacia Vince y Gizmo antes de volverse hacia
nosotros―. Hacerlas es una especia de hábito. Sin daño, no hay falta.
¿Así que por qué estoy gritando falta?
Capítulo 13
Hawkin
El bajo golpea en mi pecho, un constante tambor de vibración, y por
costumbre golpeteo mis dedos en el vaso en mi mano como hago en mi
micrófono en el escenario. Echo un vistazo alrededor a donde las luces oscuras
reflejan las mesas llenas de vasos, y asumo el hecho de que hay suficiente
talento entre las cuatro bandas de la fiesta aquí para vender cualquier casa.
Entonces centro los ojos con Jake, cantante de Mighty Storm, e inclino mi
cerveza hacia él. Asiente con una sonrisa lenta y por la expresión de su cara, el
alcohol es su amigo esta noche. Se relaja con un brazo alrededor de su esposa y
el otro tamborileando en su pierna. Al igual que las mentes.
La canción cambia en el piso de abajo, una que tiene un ritmo impío, y me
hundo de nuevo en el cojín detrás de mí, cerrando mis ojos un momento. El sofá
es lo suficientemente cómodo, pero no es como si quisiera desmayarme en él,
no, no aquí con los rumores de lo que ocurre en la planta VIP de Scandalous,
aunque estoy bien en mi camino de hacer precisamente eso.
Especialmente porque ella no está aquí. Pero, ¿por qué debería estarlo? ¿Por
qué me elegiría sobre él? Sí, hablo un buen juego de mierda, pero cuando se trata
a fin de cuentas de ella, él le puede ofrecer muchas cosas que yo no puedo.
Sexo, puedo hacerlo, ciertamente he imaginado largas y dulces sesiones
inductoras de nuestros cuerpos acopladas en todas las maneras. Amor en la otra
mano, la estabilidad, la longevidad, de ninguna maldita manera.
Entonces, ¿por qué sigo mirando a la escalera por ella?
Hablando acerca de una inesperada sorpresa al levantar la mirada de las
gemelas rápidas y fáciles con las cuales he tenido un momento único e
interesante el mes pasado, encuentro a Quinlan allí de pie en la sala de the meet
and greet. Con el brazo de él alrededor de ella.
Y sus labios sobre los de ella.
Sus malditas prefectas tetas en ese apretado top sin mangas y sus, atractivas
como el infierno, piernas desnudas y largas, debajo de esa corta falda rogando
para que le dé un tirón hacia arriba alrededor de su cintura mientras descubro su
perfección por debajo. Maldita sea. Hablando sobre el deseo de ir allí y rasgar
sus manos fuera de ella, haciéndole saber dónde están las cosas entre nosotros,
pero mierda, una sesión de besos en el porche y una llamada telefónica de un
solo lado no la hace mía.
Todavía.
Entonces ella me dio la oportunidad, corriendo rápido por el pasillo para
escapar después de mostrar ese diminuto destello de emoción en sus ojos que no
tuve el tiempo suficiente para leer. Y no me pude resistir, tenía que seguirla
incluso con la posibilidad de tener a las gemelas de nuevo, mierda, con
cualquiera de las hembras en esta habitación, sentadas justo delante de mí,
porque sólo la quiero a ella.
Quería preguntarle tantas cosas, lo más importante qué demonios estaba
haciendo con ese tipo, pero eso no estaba deteniéndome de deleitarme con su
boca en el momento en que me apreté contra ese ridículo cuerpo de ella. Puto
infierno, la mujer besa con cada parte de sí misma, como una canción de R&B
que exige que pienses en hacerle lento y dulce amor a alguien. El tipo de sexo
que no puedes sacudirte mucho tiempo después de que el condón es atado y tus
sábanas caen frías.
Gruño, el sonido perdiéndose en el ruido del club, mientras pienso en lo
jodidamente duro que me puso con esa desesperación egoísta con la que ella
respondió. No hay nada malo con una mujer que va por lo que quiere. Hablando
acerca de agregarle atractivo sexual y algo más.
Tómame. La idea ha sido una constante repetición desde nuestro primer
beso. Patética, tal vez. Una necesaria, sin duda.
Y, por supuesto, para empeorar las cosas, tuve que dejar su dulzura en el
baño para volver y ver los brazos del hijo de puta alrededor de ella. No soy un
tipo posesivo, mierda, en mis negociosos las polluelas van y vienen dentro y
fuera de nuestras vidas como en una constante bandeja giratoria, así que es un
sentimiento con el que no estoy familiarizado.
Estoy seguro como la mierda que la sentí reaccionar, probando la necesidad
en nuestro beso, escuchando la forma en que dijo mi nombre, así que, ¿dónde
demonios está? El roquero supera al corredor cada vez. Sin lugar a dudas.
¿Qué hay en ella que me dan ganas de más? El helado es un helado, así que
necesitas mantenerte deleitándote de sabores así no te enfermas del que más te
gusta, y sin embargo, parece que ella se parece a un nuevo sabor del que no
puedo conseguir suficiente.
Adictiva y me tiene con más ansias cada vez que tengo una probada.
Estás tan jodido de la cabeza, me digo, comparándola con un helado, todo
el tiempo pensando en dónde quiero mi lengua para lamerla. Demonios.
Me inclino hacia delante, y apoyo mi botella de cerveza vacía para recoger
el vaso donde la mitad de mi Jack y Coca Cola han desaparecido. Y joder si sé lo
que causa tomar nota de mis tatuajes, los símbolos que cuentan la sórdida
historia de mi vida cuando mi camiseta se detiene en mis bíceps, pero lo hago.
Para otros, es sólo tinta permanente en mi piel; para mí son un símbolo de todo
lo que está agitándose dentro de mí, pasado y presente. Todos ellos tienen su
significado, todos hablan de mi dolor, mi angustia, mi motivación para seguir
adelante, para demostrar que soy digno de las cosas que él me robo.
Respiro profundamente, y trato de sacudir los recuerdos, las imágenes que
han dejado para siempre su huella indeleble en mi mente. Debe ser la mezcla de
alcohol lo que me tiene tan contemplativo. Quinlan no se presentó.
Todo me está carcomiendo, estimulando la auto duda que siempre persiste
justo debajo de la superficie. Los singles alcanzando el número uno en las listas,
más dinero de lo que puedo gastar, la fama…No hacen nada para reemplazar el
vacío o la necesidad de demostrarle a todos que soy digno de todo. Si no puedo
ganar a la única chica que quiero, entonces estoy seguro como la mierda que no
soy suficiente para salvar a las dos personas que quedan en mi vida.
A la mierda esto. Tomo el resto de la bebida, resignado a la idea de que voy
a tener que encontrar mi propia diversión esta noche. Perderme en alguien más o
llamar a las chicas de antes, creo que tengo sus números en alguna parte. Joder, o
encontrar una fan que estará encantada de estar conmigo para que yo pueda
cerrar mis ojos y pensar en Quinlan.
Pongo de nuevo el trago de Jäger en la mesa delante de mí y cuando bajo el
vaso, resuelvo que tengo que llevar esto a donde todo comenzó, conseguir mi
cabeza bien puesta y simplificar la situación. Se trata de una apuesta, un desafío.
Nada más. Una apuesta que tengo que ganar porque joder si estoy consiguiendo
un tatuaje de un maldito corazón rosa.
Vince se deja caer en el otro extremo del sofá y me sacude de la mierda
jodiendo mi cabeza y me mira de arriba abajo.
―¿Ella vino?
―¿Quién? ―Me hago el tonto, aunque sé que él puede ver a través de ello.
―Tu única esperanza de no conseguir un puto corazón rosa tatuado en tu
muñeca. ―Echa la cabeza hacia atrás y se ríe.
Estoy a punto de decirle, Jódete, porque infiernos no, no quiero perder la
apuesta. No la perderé. Pero inmediatamente los pensamientos sobre después se
cuelan, los que dan la posibilidad de las cosas que no permitiré en mi vida
porque te hacen débil. Jesucristo, ni siquiera la he follado. Hablando de un
predicamento de coño. Griff de los D-Bags se pega a ello.
―Jódete, Vinny niño. El único coño rosa mi hombre, Hawkin, aquí es el
que llevan sus labios.
Me río el doble por un momento antes de golpear con mi puño a Griff.
―Clásico―le contesto―. Oye, Kellan ―digo por encima de mi hombro
cuando noto al cantante de su banda en el otro lado de él―. ¿Ustedes se dirigen
hacia fuera?
―Coños―murmura Vince, haciendo un espectáculo de mirar su reloj para
decirles que se están yendo demasiado temprano esta noche.
―Bueno, sí, eso es lo siguiente en mi agenda―dice Griff, los cuatro nos
reímos―. Y sin duda en el sentido plural también.
―Un vuelo temprano para volver a la gira ―explica Kellan mientras
estrecha mi mano―. Gracias por dejarnos tocar esta noche. Mis mejores deseos
para tu familia.
―Gracias por tocar, hombre. ¡Lo apreciamos!
Los chicos terminan diciendo adiós a Vince y cuando despejan el espacio
delante de nosotros, miro hacia arriba y mis ojos se encuentran con los de
Quinlan. Maldición. Está unos pasos detrás de Luke, su mano en la de él, pero la
está guiando por lo que ella tiene libertad para sostener mi mirada.
Y joder con la sacudida que me impacta como un cable de alta tensión
aumentando sin parar a través de cada uno de mis nervios. Es como que la estoy
mirando por primera vez y mierda, no es que ella esté haciendo nada aparte de
caminar, pero es como si acabara de hacer tantas cosas que eso me descentra por
dentro y por fuera.
La idea me inquieta lo suficiente que cuando se acercan, me centro en Luke
con la mirada apuntando de forma intermitente a ella. Pero no es suficiente.
Me encanta lo combativo en la chispa del color dorado de sus ojos, el deseo
también, pero también estoy intrigado en reconocer su incertidumbre sobre si
voy a mantener la promesa que hice antes o no. Y eso me dice mucho: Que ella
está dentro con lo que sea que es esto entre nosotros. Así que le doy la única
respuesta que puedo con Luke presente. Lanzo mis ojos hacia abajo, donde se
oculta mi marca en su seno para hacerle saber que mantengo mi palabra. No hay
duda.
Incluso mejor, es la contención en su respiración cuando entiende mis
intenciones.
Hablamos tranquilamente un poco y sólo quiero comprarle una bebida a
Luke para ocupar su boca y deje de hablar durante un minuto. Es un tipo decente
y todo…simplemente es que actualmente está sentado con su brazo alrededor de
Quin. Y ella es mía.
Entre el sutil y fugaz encuentro de nuestros ojos y la forma en que sus
pechos rebotan debajo de su top mientras se mueve por instinto al ritmo de la
música, toma cada gramo de mi esfuerzo estar atento a lo que Luke está tratando
de decir. Yo sólo asiento y sonrío, fingiendo que estoy más borracho de lo que
estoy porque aprendí hace mucho tiempo que eso me evita conversar con la
gente cuando no quiero. Todo el tiempo mi mente esta fija en la agresiva
desesperación en su contacto en el baño detrás del escenario, lo que se siente
como toda una vida atrás.
―Deja que te invite una copa ―ofrece Luke cuando se para―. ¿Cuál es tu
veneno?
Joder si voy a decirle que en la sala VIP tenemos meseros para traer
nuestras bebidas, por lo que no tenemos que hacer un viaje al bar. Porque ahora
tengo la oportunidad de estar a solas con Quinlan.
―Jack y Coca. Gracias. ―Asiento.
Él extiende su mano para ayudar a Quinal a levantarse y juro que toma todo
lo que tengo no decirle que ella se quedará aquí.
―Me quedaré aquí ―dice, leyendo mi mente. Muerdo mi risa para
retenerla cuando Luke mira hacia atrás y hacia delante entre nosotros dos, mi
comentario sobre la pérdida de la chica por una estrella de rock de antes,
obviamente, ha dejado su huella―. Me duelen los pies ―explica, levantando su
pierna en un movimiento que tiene a los pensamientos corriendo por mi lengua
hasta mi entrepierna nublando mi mente
Lamo mis labios y cuando la miro toda, desde esos tacones tan sexys veo
que los ojos de Quin se centran directamente a mí y ahora están llenos de lujuria.
Parece que cuanto más tiempo pasamos cerca del otro, nuestra atracción es
irrefutable, cada vez más fuerte. Y ella debe sentir lo mismo ya que el deseo en
sus ojos a Luke no le pasa desapercibido porque aleja la mirada de repente como
si supiera que se está delatando sola.
Pero el daño ya está hecho. Vendido. La cuenta por favor. Es hora de irnos.
Mi pene ya se está irguiendo porque si la mirada en sus ojos me mostró sólo
una pizca de la tigresa que tiene dentro, ya estoy frito.
Pero Luke se queda quieto y la mira durante un momento, la confusión hace
que frunza el ceño y le dice “estás segura” a lo que responde:
―De verdad, estoy bien.
Puedo sentirlo mirándome, pero mantengo la vista fija en la mezcla de luces
intermitentes sobre la multitud de cuerpos dando vueltas abajo. Sigo mirando a
cualquier lado porque es más fácil que mirar a los ojos de Luke y mentirle.
Mierda, estoy lejos de ser un santo, pero por lo general si le robo una mujer
a un hombre, no es literalmente justo bajo sus narices. El quid de la cuestión es
que Quinlan definitivamente no es su mujer (eso resulta sencillo de ver para
cualquiera desde afuera), pero, obviamente, él todavía piensa que sí. Y no quiero
ser un idiota y restregarle en la cara el hecho de que ella se va a ir a casa
conmigo esta noche y no con él.
Por la forma en que la mira, le va a doler bastante, por lo que no es
necesario echar sal a la herida.
Está en una posición incómoda, ya que no quiere refutar su oferta anterior y
dejar de ser el tipo genial que tanto le está costando parecer ser, porque está muy
nervioso de que su chica quiera jugar conmigo. Definitivamente tiene razón en
eso, pero permanecer aquí o tomar algo en el bar no va a cambiar el hecho de
que voy a besar Quin ni bien él se vaya.
Muevo la cabeza al ritmo de la música y continúo ignorándolo hasta que
pasa junto a Axe, quien está de guardia en la parte superior de la escalera. Axe
asiente suavemente mirándome y mi cuerpo permanece inmóvil mientras mis
ojos siguen el movimiento de Luke. La adrenalina que se me dispara después del
espectáculo todavía está muy alta en mi cuerpo, pero ¡joder!, la lujuria que
siento la sobrepasa.
Desaparece, y ni siquiera pasa un segundo antes de que Quinlan y yo nos
movamos hasta encontrarnos, en el sofá. La necesidad es quien nos impulsa. Sin
decir nada, los dos sabemos que el tiempo es fugaz entre nosotros y nuestras
bocas se encuentran en la oscuridad.
La urgencia de este momento robado sólo sirve para intensificar las cosas
entre nosotros. No hay dudas, no hay intercambio de palabras, sin preámbulos
porque está claro lo que ambos queremos y necesitamos el uno del otro en este
momento. Contacto. Piel contra piel, lengua contra lengua, nuestros dedos sobre
la carne desnuda.
No le presto atención a mis compañeros de banda voyeurs alrededor de
nosotros o al hecho de que estamos en un lugar muy público porque acaban de
echar combustible a nuestro fuego, y se ha encendido. Ya no hay vuelta atrás
Tómala, satisfácela, reclámala. Esos son los pensamientos que llenan mi
mente mientras su boca se imprime en la mía.
Sin preguntar se sube sobre mi regazo, su falda se levanta cuando se
presiona contra mi pene que ya está duro como una piedra y que me ruega
follarla. ¡Mierda! Se siente como estar en el cielo. El calor de su coño frotándose
contra donde más lo deseo. Y me encanta que no sea tímida, me encanta que su
hambre por degustarme sea igual a la mía, justo aquí ante todos, porque no hay
nada más atractivo que una mujer que se caga en lo que los demás piensen de
ella.
Ya he tenido sexo en público antes, lo he hecho estando borracho en un sofá
sin vergüenza, pero hay algo acerca de Quinlan en este momento (la sensación
tacita de lo que podría pasar entre nosotros, sus dedos agarrando mi cabello en
un puño, su lengua tomando y dándome tanto). La verdad no sé qué es
exactamente lo que me frena pero pese que hasta la última gota de testosterona
en mi cuerpo me está pidiendo que me abra la bragueta y concrete, no puedo.
Joder, sí, esto es sólo una apuesta, me repito mentalmente mientras su lengua
borra todos mis pensamientos, pero sé que un polvo rápido en el sofá no será
suficiente para mí.
No con Quinlan.
Por cómo me late el corazón y como se me cierra el pecho sé que voy a
querer más. Puede que solo tenga una sola oportunidad de estar a solas con ella
sin Luke, y ¡joder! voy a aprovechar cada segundo: Para ver cómo se abre para
mí y me toma dentro, para mirar cómo los ojos se le ponen blancos cuando la
haga correrse, para escuchar su voz gritar mi nombre cuando pierda el control.
Y, ¡joder, sí! La deseo ahora, luego, de cualquier manera que pueda… pero
aquí no. Así no.
Me cuesta con todas mis fuerzas hacer que mi cuerpo responda la petición
de mi cerebro. Ignorar el hecho de que me sigo preguntando por qué Quin es
diferente y por qué coño este sofá no es suficiente para mí. Ignorar cómo se me
contraen las bolas cuando se restriega contra mí, no prestar atención a sus tetas
apretadas contra mi pecho o el sabor de ella en mi lengua.
Todas mis fuerzas. Pero lo hago.
Sostengo sus rizos rubios en mis manos y solo tengo que tirar un poco para
que me mire y se detenga. Los dos jadeamos cuando nos separamos. Nuestras
caras están a solo centímetros, nuestros ojos están vidriosos por el deseo y nos
miramos fijo tratando de entender cómo puede ser que esta atracción entre
nosotros sea tan fuerte.
Veo el momento en que se da cuenta que no voy a seguir adelante, ¡mierda
qué estúpido que soy! Porque sus labios dicen no y tira de su cabello, saliendo de
mi agarre.
―Aquí no. Así no ―gimo mientras presiona hacia abajo contra mi regazo,
su cuerpo pidiendo lo que estoy reteniendo y por Dios si no me está haciendo
esto más difícil de lo que ya es―. Deshazte de él. Ven conmigo a casa ahora
―digo entre dientes, incluso dolido de tener que pedírselo.
Baja la mano y comienza a frotarla contra mí. Rechino los dientes, tan
excitado que juro por Dios que me siento como un maldito adolescente al que
están tocando por primera vez.
―Hawke ―gime mi nombre en mi oído, y, ¡cielos!, es el sonido más sexy
sobre la faz de la tierra―. Te deseo.
¿Cómo diablos se supone que un hombre deba resistirse cuando dice eso?
Nuestras bocas vuelven a colisionar, la ambición gana y Dios, sí que no me
voy a arrepentir de cometer este pecado, porque planeo hacer muchísimo más a
lo largo de esta noche. No nos molestamos en hablar, ya que la música está tan
fuerte que incluso si lo hiciéramos, la única cosa que podríamos sentir son las
vibraciones de nuestros pechos y hay algo increíblemente caliente en la idea de
que estamos hablando sólo a través de acciones.
Paso la mano por debajo de su top y acaricio su piel suave mientras ella se
agarra fuerte de mi cuello, creo, como para mostrarme que no me piensa dejar
volver a alejarme.
¡Y joder!, soy un tipo al que le gusta tener el control, pero esto, aquí, en este
momento, con ella al mando, vaya que es más sexy que el infierno.
Puede que la música esté fuerte y que mis oídos latan pero oigo la
advertencia en el silbido de Axe. Me toma un momento detener nuestro beso
para que Quinlan pueda entender que Luke está subiendo. Una parte de mí no
quiere parar, quiere que él suba, vea a su cita frotarse en seco contra mi pene,
consumida ante la urgencia de tenerme. Sé que solo un bastardo pensaría eso,
pero realmente mitigaría las complicaciones y la coreografía que estamos
danzando de a poco para no herir los sentimientos de Luke.
¿Y por qué me importa? ¿Por qué carajo me importa su reacción cuando nos
vea cuando voy a terminar con la chica al final? Sé la razón, y me jode como la
mierda, y hace que aleje mis labios de los de Quin.
Porque es algo que Hunter haría.
―Quin. Luke. Subiendo ―jadeo en su oído mientras la levanto de mi
regazo, pero me tomo un montón de tiempo en alejar mis manos de sus brazos e
interrumpir la conexión. La miro fijamente, con los labios hinchados, las mejillas
encendidas y esos ojos suyos, una tormenta oscura de deseo mirándome
abiertamente e invitándome.
Y algo sobre la expresión de su rostro y el jodido repiqueteo de mi corazón
me dice que esto es mucho más que una apuesta.
Me levanto del sofá y me alejo de nuestra sección hacia la barandilla que da
al piso de abajo, mi cabeza da vueltas por todo el alcohol y la potencia de beso
tan adictivo. Veo la sonrisa astuta de Vince desde su asiento y sólo mueve la
cabeza hacia mí y se toca el corazón en la parte interior de su muñeca. Hijo de
puta. Gizmo también tiene su brazo alrededor de un bombón que cogió en el
backstage. Parece que al menos él si va a echar un polvo porque por la forma de
mierda que está transcurriendo esta noche, mis bolas van a estar tan jodidamente
azules que probablemente termine trabajando con mis manos.
Me agarro de la barandilla, y exhalo profundo mientras trato de pensar qué
demonios tiene Quinlan Westin que me descoloca como ninguna otra chica ha
hecho antes. Las mujeres van y vienen en mi vida sin pensarlo demasiado. He
tenido relaciones estables, la monogamia no es el problema, es cuando empiezan
a tener sentimientos que comienzo a cerrarme. Y sin embargo, en este momento
estoy listo para levantar la bandera blanca incluso antes de que se abra de
piernas.
No va a pasar, Play.
Pero entonces cuando miro sobre mi hombro a donde Luke está dándole un
trago y mientras yo tomo el mío, en todo lo que puedo pensar en sacarla de aquí.
Me paso una mano por el cabello, determinado a concentrarme en cualquier
otra cosa más que en el lío de mis pensamientos: El espectáculo increíble que
dimos esta noche, el hecho de que mis cuerdas vocales se sienten increíble,
incluso después de todo el espectáculo extendido que hicimos, o que todavía
puedo saborear los labios de Quin y oler su perfume en mis manos.
Ve por a la chica, Hawke. Me río en voz alta. Esa es la línea más divertida
que he dicho, porque siempre tengo a la chica, normalmente no tengo que
trabajar nada, y sin embargo ahora estoy viendo cómo viven los demás… y esta
mierda apesta.
Todo se reduce a que Hunter y mamá no están bien y ahora esta conferencia
de mierda que tengo que hacer para evitar hacer más daño me está jodiendo la
cabeza. Toda esa molestia de la fuerza no es para mí.
Y ella tampoco, pero a veces, no puedes joder con el destino.
Es hora de ir por la chica.
Capítulo 14
Quinlan
Estoy escuchando a Luke, pero en secreto estoy observando a Hawkin bajo
el amparo de la oscuridad del club. Sus bebidas han estado llegando a un ritmo
constante por la última hora.
No sé qué es lo que Hawke me hace, pero tomó cada gramo de contención
que tenía no montarlo justo ahí sobre ese maldito sofá. Su pene estaba tan duro y
se sintió tan bien frotándose contra mis muslos, por no hablar de la forma en que
besa, la completa destrucción de los sentidos y pensamientos, todas las
sensaciones hicieron tan difícil apartarme incluso aunque sabía que Luke estaba
por venir.
Ahora estoy en un maldito enredo de una posición problemática, eso parece
una constante desde que Hawke entró a mi vida, de lastimar a Luke con el fin de
tomar lo que quiero… pero negar cómo me siento, cómo Hawkin Play me hace
sentir, no es una opción.
Mi mente ha estado reproduciendo escenarios toda la noche y simplemente
me parece que no puedo encontrar una forma de hacer todo esto sin que nadie
salga lastimado y esa es una horrible sensación. He estado antes en sus zapatos y
apesta, duele, pero trato de racionalizar que he estado ahí tras meses de fidelidad
en lugar de un solo día. Pero eso no importa, todavía me siento culpable.
Así que tomo un par de tragos más de lo normal, me río un poco demasiado
alto, más veces de las que puedo contar, para fingir que la estoy pasando genial
en lugar de estar sentada con las bragas mojadas y pensando en cómo folla
Hawkin. Él es una contradicción en muchos sentidos, el idiota engreído, el
mujeriego estrella de rock, el hermano protector, el consumado miembro de la
banda, y aun así bajo todo eso no puedo obtener una lectura del lado de él que
deja aparecer de vez en cuando. El lado que quiero conocer, íntimamente.
Luke se inclina para besarme y aunque lo he tolerado varias veces, no puedo
hacerlo más. El no sentir es estar muerto y a esta chica le gusta que la hagan
sentir viva. Y estoy segura de que es el alcohol reforzando mis acciones, pero en
lugar de besarlo de regreso desapasionadamente como lo he hecho otras veces,
me paro de mi asiento y muevo mis caderas.
―¡Quiero bailar! ¿Quieres venir conmigo? ―pregunto, sabiendo muy bien
que no lo hará después de haber escuchado algo de su conversación con Rocket
sobre sus dos pies izquierdos.
―No. Nah. Yo no ―masculla, su ingesta de alcohol haciendo notar su
presencia cuando sostiene sus manos en alto frente a él, a pesar de la resignación
en sus ojos que me dice que quiere ser el que se pegue contra mí en la pista de
baile.
Arrugo mi nariz como disculpa y deseo que Layla estuviera aquí, un
pequeño momento de chicas en la pista de baile siempre es divertido, en especial
para proteger tu parte trasera de bastardos borrachos intentando hacer avances
que no quieres. Para cuando tengo que usar el nombre Trixie.
La música cambia cuando llego a la pista, ignorando por completo las
múltiples manos masculinas que ya han tocado mis brazos pidiéndome tomar un
trago con ellos, y una canción electrónica de David Guetta resuena a través de
los altavoces. El alcohol, la tensión sexual no correspondida que ha controlado
mi cuerpo por las últimas tres horas, me deja con cada paso que doy a través de
la multitud de personas. Reclamo un pequeño espacio en medio de la pista y
comienzo a moverme de manera ondulante con el montón de bailarines. Las
luces juegan sobre las personas alrededor de mí y me permito perderme en el
ritmo y lejos de mis pensamientos.
Bailo un par de canciones más, feliz de haberme empujado lo
suficientemente lejos de la multitud que he sido dejada sola por los tipos en
busca de acción en el borde de la pista, cuando me acaloro demasiado, y mis pies
duelen demasiado en los talones, decido que ya es suficiente. El ritmo de la
música, la energía vibrando a través de mi cuerpo, sólo me ha servido para
reforzar que tengo que tomarme esta oportunidad con él.
Subiendo por las escaleras, Axe asiente a modo de saludo cuando lo hago
fácilmente. Camino con los pies más firmes hacia el montón de chicos alrededor
de la mesa donde hemos estado sentados toda la noche.
Los ojos de Hawkin me encuentran primero y una sonrisa avergonzada sube
la comisura de su boca. La visión de su reacción hacia mí me hace cosas
divertidas en mis entrañas. Mientras me acerco, escucho a Luke quejarse
mientras que el resto de los chicos comienzan un canto que no puedo entender
muy bien. Juro por Dios que suena como haz que valga la pena, la ironía de las
palabras de Hawkin sin duda hablando sobre su juego no se me pasa, pero estoy
insegura porque dejan de hablar cuando me acerco.
―Una apuesta es una apuesta, hombre ―dice Hawkin, moviendo su
atención hacia Luke, quien obviamente está de camino a ponerse ebrio en este
momento, a juzgar por el brillo en sus ojos y la ridícula cantidad de vasos vacíos
alineados sobre la mesa de la banda.
―¡Miiiierdaaaa! ―farfulla Luke y levanta el vaso a sus labios con una risa
derrotada―. Recuérdame nunca desafiarte a esto de nuevo.
Gizmo estalla en carcajadas.
―Amigo. Nunca desafías a un músico a una competencia de tragos.
Tenemos horas en nuestros buses de giras para aprender a tolerar esta mierda,
ganaremos sin esfuerzo todo el tiempo. ¡En especial ese hijo de puta! ―dice,
apuntando a Hawkin, quien se inclina hacia atrás con su vaso medio vacío de
Jack y Coca Cola en una mano y una copa vacía de tequila en su otra mano, y
observa con diversión.
―Rocker le gana al corredor todo el tiempo. ―Hawkin se ríe, con los ojos
mirando hacia Vince mientras Luke se bebe el trago.
―Bien por mí ―dice, apuntando su dedo hacia Hawke―, porque el
corredor siempre consigue a la chica al final.
Los dos hombres se miran a los ojos, un enfrentamiento no verbal se libra
entre ellos. Me pregunto qué demonios me he perdido por ir a bailar y creo que
tal vez no quiera saber los parámetros de la pequeña competencia que está
pasando.
―Sólo un pequeño duelo de penes ―dice Rocket en mi oído mientras
desliza un brazo alrededor de mi hombro. Contengo la risa que quiero soltar
cuando Hawkin y Luke le dan la espalda al otro para entrecerrar sus ojos hacia
Rocket por tocarme.
―Parece como un gran concurso de penes. ―Me río, con mis pensamientos
yendo de regreso a Luke y su comentario sobre veinticinco centímetros de hace
semanas.
―¿Ahora, qué? No voy a ser juez. ―Se ríe sacudiendo su cabeza y
dejándose caer al lado de Luke, cuya cabeza está ahora descansando sobre el
respaldo del sofá, sin verse demasiado bien.
La noche avanza un poco más, la competencia se calma un poco, pero
mientras miro desde fuera, noto que Hawke no está tomándose los tragos como
Luke. Él los está levantando y luego los mueve llenos a la mesa de al lado donde
uno de los otros en la habitación VIP está bebiéndoselos.
Me estremezco por lo que Luke va a sentir en la mañana, bueno, más tarde
en la mañana, cuando termine de perder el conocimiento porque es seguro como
el infierno de que es adonde se dirige. Y por mucho que quieras estar enojada
con los chicos por cualquiera que sea la apuesta que está desarrollándose, no
puedo porque ellos continúan diciéndole a Luke que el juego terminó, y aun así
él siente que necesita jugar. Tengo un ligero presentimiento sobre cuál es el
premio y por qué está peleando tanto.
La última llamada viene y se va y es decidido por alguien en el grupo que
Axe va a llevar todos nuestros culos borrachos a casa. Luke no está de acuerdo y
quiere quedarse y beber algo más a pesar de que es incapaz de pararse, pero es
hora de cerrar.
Todos somos metidos en el bus limosina, la adrenalina de la noche y el
subidón del alcohol lentamente desvaneciéndose en agotamiento. Hemos
dejamos a Luke en su cuarto de hotel donde Axe y yo nos aseguramos que
estuviera sano y salvo en el interior y en su cama. Me siento como la mierda por
dejarlo así, pero se desmayó en la cama antes de que siquiera pudiera quitarle los
zapatos.
A la hora de la verdad, cualquiera que fuera el juego cargado de testosterona
que estuvieran jugando sólo iba a terminar en mucho vomito esta noche, y la
verdad no creo que quisiera terminar nuestra primera cita así.
Y llámenme fría sin corazón, pero esta chica impresionable la verdad no
quiere ver eso.
Le dejé una nota para que me llame en la mañana así pueda asegurarme de
que está bien, que tuve una buena noche y agradecerle por invitarme. ¿Qué más
supone que diga? ¿Gracias por hacer esto fácil para mí, por desmayarte, así
puedo irme a acostar con el tipo que realmente quiero?
Al menos por ahora su dignidad permanece intacta en más de un sentido…
que mal que vaya a aumentar la terrible resaca que va a tener en la mañana
cuando se despierte, llame, y le diga que gracias por la noche agradable, pero
que no hay nada más de mi parte.
Axe circula con cuidado a través del tráfico del centro de Los Ángeles,
presente a todas horas, hacia mi casa. Gizmo se fue a casa con su bombón de
cabello oscuro y Rocket en este momento está haciendo sonidos de gemidos un
par de filas detrás de nosotros, haciendo quién sabe qué con una de las mujeres
del trío. O tal vez con todas ellas.
―Calmado, Rock―lo regaña Hawkin―. Hay una dama presente. ―No
puedo evitar reírme ante el comentario y me encanta a la misma vez porque es
lindo. Y entonces me pregunto lo ofendida que estaría si fuera una de las chica
del trío, pero me supongo que sus bocas están demasiado ocupadas para prestar
atención a insultos.
Hundiéndome al lado de Hawkin, el alcohol zumba a través de mi sangre y
ayuda a aliviar el sentimiento de culpa por haber abandonado a Luke y me deja
cargada por la anticipación de cómo quiero pasar el resto de la noche.
Sé que Hawkin se siente de la misma forma porque su cuerpo se tensa cada
vez que me froto contra él, y sé que está tomando un gran control en contenerse
para evitar tomarme aquí y ahora mismo. Y la idea envía una ligera emoción a
través de mí, llenándome con un deseo desenfrenado por ver qué tan lejos puedo
presionarlo.
Moviéndome en mi asiento, veo las luces de la ciudad jugar sobre su rostro
mientras nos movemos a través de la noche, mi mente tratando de procesar cómo
pasamos de un primer encuentro conflictivo a estar aquí. Deslizo mi mano a lo
largo de su muslo, notando que su aliento se entrecorta y el movimiento de sus
ojos sobre los míos. Oh sí, él quiere esto tanto como yo. Demonios si saber eso
no es un sentimiento embriagador.
Las puntas de mis dedos se deslizan por encima de la entrepierna de sus
jeans, la costura ya tensa y rogándome que alivie la presión contra esta, aliviar el
dolor con la calidez de mi boca. Mi sexo pulsa por la idea, y la necesidad no
expresada dirige mis acciones.
Mientras me inclino hacia él, sus ojos me miran todo el tiempo mientras
beso el costado de su cuello antes de pasar la punta de mi lengua por su oreja. La
sal de su piel está en mi lengua y el olor de su colonia está en mi nariz, pero es el
gruñido de dolor por la restricción lo que me excita más que nada. Soy una chica
a la que le gusta un buen desafío y que me maldigan si me voy a retractar de
este.
Quiero una reacción de su parte ahora mismo, el puño en mi cabello, su
boca reclamando la mía, sus dedos separándome y hundiéndose dentro para
prepararme para lo que quiero realmente, para probarme a mí misma que puedo
hacer que este mujeriego pierda el control.
―¿Qué tan duro vas a follarme, Hawkin? ¿Vas a tocarme como a tu
guitarra? ¿Con todos los dedos rasgueando mis cuerdas hasta que reaccione o
vas a usarme como a tu micrófono y usar tu boca para hacerme gritar como todas
las mujeres en las multitudes lo hacen? ―Mientras susurro en su oído, mis
propias palabras están excitándome―. ¿O soy la suertuda de la noche? ¿Vas a
dejarme ver mientras separas mis muslos y deslizas tu pene en mi apretada y
mojada vagina? ¿Vas a hacerme venir con tu beso en mis labios?
Tiro del lóbulo de su oreja con mis labios, y él me sostiene a la distancia de
un brazo antes de que pueda conectar mis labios con los suyos. Sus ojos brillan
con necesidad lujuriosa y aun así su cabeza niega ligeramente de un lado a otro.
No estoy segura de lo que intenta decirme. Sus ojos dicen una cosa y su cuerpo
otra incluso en la expresión de su apuesto rostro.
―Vamos, Hawke. ―Las palabras de Vince atraviesan los bajos gemidos en
el bus―. Acabo de verlos desde aquí… a menos que quieras que me una, eso es
todo ―dice con una risa divertida.
Siento el cuerpo de Hawkin aún más tenso si eso es posible, y mi mente
comienza a trabajar tiempo extra. ¿Es por eso que está actuando tan raro? ¿Es
eso lo que Hawke quiere y tiene tanto miedo de pedir? ¿Él, Vince y yo juntos?
Me trago la incómoda emoción por la idea, algo que jamás he hecho antes. Esta
sería mi primera vez con Hawke, nadie más necesita estar ahí mientras
memorizamos nuestros cuerpos y sonidos.
―Tal vez en otra ocasión ―contesto, con la esperanza de agregar un poco
de ligereza a la tensión que permanece. Atacar fuego con fuego y esas cosas―.
Lo siento, Vince, el cantante principal le gana al bajista.
Hawkin tiene un ataque de risa por mi comentario y se sostiene el estómago
mientras la histeria se apodera de todo su cuerpo.
―¡Oh, Dios! ¡Eso es malditamente clásico!
Capítulo 15
Quinlan
El camino a mi puerta de entrada parece como de un kilómetro y medio,
pero al menos los dos estamos pasando la borrachera. La anticipación de lo que
va a venir después, nos asalta con cada paso que damos. Mis nervios zumban, mi
centro arde con ese dulce y delicioso dolor y me digo que no espere nada más
que el momento. Me río suavemente sabiendo que no importa lo que me diga, ya
estoy atada a Hawkin y aún no ha pasado nada realmente.
Forcejeo con la llave en la cerradura, la expectativa añadida al momento
embriagador, hasta que Hawke sube detrás de mí, mi espalda contra su pecho.
Me aparta el cabello del cuello con una mano, trazando con la punta de los dedos
mi frase tatuada y dándome un beso en la curva del hombro, que es tan
inesperado que aumenta las sensaciones ondulantes en mi estómago. Los nervios
y la expectativa arruinan mi destreza así que extiende una mano y la pone sobre
la mía de tal forma que ambos abrimos la puerta de entrada juntos.
Y estoy tan alejada del florido momento Hallmark, pero hay algo que me
toca con la acción y solo puedo esperar que esté abriendo algo más que la puerta
principal y, quizás, abriendo la posibilidad de dejarme entrar.
Cuando la puerta se abre y me sigue, el silencio se extiende tan tensamente
que solo realza el deseo mientras atravesamos mi casa a oscuras directamente a
mi habitación. No pienso en preguntarle si quiere otro trago, una botella de agua,
eso nunca cruza mi mente, porque en este punto soy arrastrada por la necesidad.
Además, esta noche hemos tenido suficiente de juego previo que sin ni siquiera
preguntarle, sé que ninguno de los dos quiere esperar más.
Así que entro en mi habitación con confianza y cuando Hawkin
inmediatamente me sujeta de la muñeca y me jala hacia el calor de su pecho
musculoso, cierro los ojos y me permito memorizar la sensación de su abrazo,
antes de que deje a mi cuerpo sin sentido y con pensamientos incoherentes. Ya
está duro por mí y estoy tan encendida por ese hecho que no le he dicho una
palabra, no me he quitado la ropa y ya está preparado.
Empieza a mover las manos por mi torso. Las desliza bajo mi top y jadeo
por la sensación de piel con piel y la sensación de áspero contra suave que me
dice que es real, que va a suceder. Alza las manos por mi caja torácica mientras
sube mi top al mismo tiempo y me rodea los pechos con las manos mientras
sigue. Ambos gemimos al unísono cuando me acaricia los pezones. Jadeo
mientras la sensación me abruma, echando la cabeza atrás sobre su hombro
mientras mi cuerpo se rinde a sus manos, mis emociones a su manipulación y
absorbo el placer que me está dando.
Frota mis pezones entre sus dedos índice y los pulgares a través de la tela
del sujetador antes de continuar deslizando el top sobre mis hombros. Hace un
gesto para que incline mi cabeza hacia delante y levanta mi top por encima de mi
cabeza, pero la baja sobre mis brazos, dejándolo así para que no pueda moverlos.
Me estremezco, el dolor que él está construyendo en mi interior se
intensifica con cada toque, sintiéndose como un dolor agradable. Mi sexo late
con cada latido de mi pulso y mis músculos se tensan para impedir que me gire,
arrancándome el top y saltando encima de él. Dios sí, lo quiero con cada fibra de
mi ser, pero hay algo innatamente excitante en entregarte a alguien. Confiar en
alguien con tu cuerpo, tu placer sexual, ofreciéndole abiertamente tu
vulnerabilidad; es toda una sensación embriagadora.
Añade a esto la falta de palabras entre nosotros. Nuestra única
comunicación es el baile de sus dedos sobre mi carne sensibilizada. Las manos
dando órdenes silenciosas, mentes desbocadas.
Respira entrecortadamente a mi espalda y me encanta el pensamiento de
que está igual de afectado. Ahora las manos de Hawke empiezan a bajar por mi
cuerpo, deslizándolas entre mis pechos, donde desengancha el sostén antes de
moverse hacia mi espalda y bajar a lo largo de mi columna para desabrochar mi
falda. Cae al suelo y se agrupa alrededor de mis pies, así que solo estoy vistiendo
una tanga de encaje fucsia con tacones color carne y un top alrededor de mis
brazos inmóviles.
Tengo la piel ardiendo, el aire es frío y su aliento suave sobre mi cuello
como un ligero toque. Mis pensamientos olvidan la idea de sexo casual que me
dije que podía tener con él, porque ya sé que no hay vuelta atrás ahora cuando
mueve sus palmas de regreso a mi abdomen, para que sus dedos se sumerjan
bajo el elástico de mi ropa interior. Los baja hasta la parte superior de mi
hendidura, separándome ligeramente de manera que la punta de sus dedos rozan
la cima de mi clítoris, haciendo que mueva la pelvis entre sus manos mientras
ruego por más.
La risa que me da en respuesta me estimula, diciéndome que le gusta una
mujer que responde, algo bueno porque no soy de tomar mi pasión
tranquilamente. Entonces presiona suavemente los labios en la curva de mi
hombro en una acción inesperada que se siente íntima y hace que deje salir un
suave gemido de mis labios.
El calor de su cuerpo contra mi espalda desaparece cuando da un paso atrás
pero sus manos me ordenan que me quede quieta cuando trato de girarme hacia
él. Empieza a recorrer mi cuerpo con la punta de sus dedos callosos; subiendo
por mi caja torácica, rozando la parte baja de mis pechos antes de subir a la
mitad de mi pecho y trazar la línea de mi clavícula hacia el hombro.
Hay algo en la forma en que me está tocando, casi como si estuviese
aprendiendo las líneas de mi cuerpo como si fuese un instrumento. Es íntimo,
sensual y lánguido, como si quisiera tomarse el tiempo de conocerme antes de
reclamarme. Es sorprendentemente erótico y no lo que he experimentado jamás
en un primer encuentro con alguien que no había profesando su amor por mí.
Alejo el pensamiento de mi cabeza, ignorando las preguntas que sus
acciones evocan; ¿siempre es así? ¿Está siendo así porque quiere más? Parte de
mi psique mantiene la esperanza, que sé que necesitaré después de que esta
noche acabe y decido centrarme en el hecho de que necesita follarme pronto. Mi
cuerpo está ardiendo y tan en sintonía con su toque que cuando finalmente lo
haga voy a correrme en cuestión de segundos.
El roce de sus fuertes dedos subiendo por la curva de mis hombros, el ligero
toque subiendo por la base de mi cuello y en mi cabello, aquieta mis
pensamientos, diciéndome que los apague y disfrute el momento. Echo la cabeza
hacia adelante y gimo con éxtasis cuando masajea suavemente mis músculos.
Sus manos empiezan a descender seductoramente por mis omóplatos hasta los
hoyuelos sobre mi trasero antes de deslizar sus dedos dentro de la tela sobre mis
caderas. Empuja las bragas por mis piernas, lento y decidido, suave y áspero a la
vez en un devastador golpe a mis nervios. Levanto los pies mientras las dejo caer
y luego permanezco inmóvil, nuestra respiración excitada como único sonido en
la habitación.
No estoy segura en qué punto pidió silenciosamente que no hable y decidí
obedecer, pero la combinación solo se añade a la tensión sexual golpeando el
aire. La idea de que estoy para todos sus antojos, aumenta las sensaciones.
Estoy de pie sin moverme, Hawkin aún a mi espalda y todavía sin tocarme.
La curiosidad y el deseo libran una batalla feudal contra mí mientras me debato
entre girarme y tomar lo que quiero o continuar con este pequeño juego que me
tiene dispuesta a rogar si no me toca pronto.
Y yo no ruego.
La punta de sus dedos empieza otra vez, susurrando un camino ascendente
por mis piernas, la débil presión urgiendo a que separe las piernas. Inspiro
mientras el aire frío de la habitación baña la acalorada piel entre mis muslos.
Pasa las manos muy ligeramente sobre mí antes de apartarlas una vez más de mi
cuerpo.
Cierro los ojos preguntándome qué será lo próximo, mientras se me pone la
piel de gallina esperanzada, cuando lo escucho moverse a mi espalda. Y lo
averiguo rápidamente cuando vuelvo a sentir el calor de su boca en la nuca. El
deseo se inyecta en todo mi interior cuando las puntas de sus dedos tocan el
vértice de mis muslos, causando que ese dulce y agradable dolor arda con más
intensidad.
Se presiona más contra mi espalda, su gruesa erección contra mí.
―Abre la boca ―ordena, su voz mandando escalofríos por mi columna.
Separo los labios sin vacilar y murmura con aprobación antes de deslizar
dos dedos entre mis labios.
―Chupa.
¿Cómo una sola palabra puede provocar una reacción tan visceral en mi
cuerpo? Los pezones endureciéndose hasta el punto de dolor, mi sexo goteando,
mi boca reaccionando. Respondo, con el cuerpo vibrando por el deseo que
incrementa con cada minuto que pasa.
―¿Tienes alguna idea de lo mucho que te quiero ahora mismo? Estoy duro
como una piedra y me está tomando todo lo que tengo no tumbarte en la cama y
follarte hasta el olvido ―comenta con voz afligida, que solo me enciende más,
sabiendo que está sufriendo tan desesperadamente como yo―. Mereces algo
mejor que eso Quinlan, y a la mierda si no me está tomando todo lo que tengo
darte eso… nunca he querido ser más egoísta de lo que quiero ahora.
Sus dientes mordisquean mi hombro, lo que me hace abrir la boca donde
aún tiene los dedos. Sus palabras avivan las llamas del deseo aún más brillantes
sabiendo que le importo lo suficiente como para que, lo que sea que es esto, trate
de darme lo que merezco.
Empiezo a responderle, diciéndole Gracias pero ahora mismo todo lo que
quiero es a ti en mí, sobre mí, dándome placer, pero me detiene.
―Uh-uh, no hables. ―Me acaricia la oreja con la boca, esa cadencia
rasposa una feromona audible―. Ahora mismo voy a tomar esos dedos y follarte
con ellos. Voy a chuparte el clítoris y follarte con los dedos en un frenesí, hasta
que esté a punto del clímax. Voy a mantenerte ahí. Hacerte montar esa fina línea
entre la frustración y el deseo. Hacerte suplicar, hacerte gemir, hacerte gritar mi
nombre. Y entonces me detendré porque quiero estar dentro de ti cuando te
vengas.
Cierro los ojos y permito que sus palabras se hundan, permitiendo a mi
cuerpo la reacción visceral, la repentina tensión y sucesiva relajación lenta de los
músculos, mientras espero suspendida en ese estado de deseo confuso por él.
Pasa su brazo libre por mi pecho, la parte baja de la caja torácica contra el
hombro contrario y me voltea rudamente de frente así que su deseo por mí es
inconfundible. Su risa reverbera contra mi espalda y en mí.
―Oh, créeme. Sé que piensas que te correrás incluso si me detengo, pero,
dulzura, te aseguro que no lo harás hasta que esté dentro de ti. Me odiarás, luego
me amarás y a la mierda si cuando te vengas no será el orgasmo más fuerte que
has tenido jamás. ―Corre la punta de su lengua por el lado de mi cuello,
haciéndome olvidar mis pensamientos sobre cómo sabía lo que estaba
pensando―. Ahora inclínate y prepárate para suplicar.
Saca los dedos de mi boca, murmurando una aprobación cuando
obedientemente me inclino hacia adelante y apoyo el pecho en el colchón. Y lo
divertido es que gran parte del tiempo mandaría a la mierda a un tipo si estuviera
dándome órdenes, negándome mi orgasmo, y no dejándome tocar, a esta chica le
gusta tanto dar como recibir, pero hay algo en Hawkin que me hace querer
ganarme el orgasmo que me dará.
―Maldita sea, mujer ―murmura en el momento que desliza el dedo que he
humedecido con mi boca entre los ya húmedos labios de mi sexo. Mi cuerpo está
tan al borde por su juego previo, que no hay forma de que él sea capaz de
detener mi orgasmo porque el principio ya está avanzando sobre mí como un
tren de carga y apenas me está tocando.
Lo siento contra mis rodillas y me lleva un minuto y una mirada hacia
abajo, darme cuenta que está sentado en el suelo, con la espalda contra el pie de
la cama sobre la que estoy inclinada, así que su rostro está justo donde necesita
estar. Coloca las manos de tal modo que cuando sujeta la redondez de mi trasero
las puntas de sus dedos rozan la parte de atrás de mi hendidura. La sensación es
extrañamente excitante, pero es llevado a una nueva altura cuando cierra la boca
sobre mi placer. Su lengua me separa y se desliza hacia abajo donde ahora está
metiendo los dedos.
Dejo salir un grito de mis labios, cierro las manos en puños y lucho un poco
contra el top que aún está sujetándome los brazos, así puedo doblarlos y
curvarlos sobre su cabello. El placer me inunda, me posee y me tiene suplicando
por más:
―Oh Dios, Hawke. ―Son las primeras palabras que digo en no sé cuánto
tiempo, pero son todo lo que necesito decir porque estoy inundada por las
sensaciones.
Soy una chica a la que le lleva tiempo venirse, pero demonios si ha hecho
eso añicos, porque la forma en que trabaja mi clítoris con la boca, mezclado con
la lenta entrada y salida de sus dedos, me tiene subiendo esa cumbre más rápido
que nunca. No puedo mantener mis pensamientos, cuando normalmente tengo
que apartarlos mientras posee con la lengua cada centímetro de carne
sensibilizada entre mis pliegues.
La habitación se llena con las órdenes que vocaliza, la vibración de su voz
se suma a su delicioso tormento, mi fatigosa respiración y el húmedo sonido de
mi humedad siendo manipulado con habilidad. Mi cuerpo empieza a tensarse,
ese lento arrebato de calor empezando a bañar mi cuerpo en ese brillo caliente
mientras mi orgasmo se alza desde las profundidades de mi cuerpo. Y empiezo a
mover las caderas, sacudiéndolas adelante y atrás sobre sus dedos y lengua, su
declaración anterior de dejarme en el borde se pierde en mi búsqueda de
liberación, así que mientras puedo sentirlo inundarme, sus movimientos cesan.
Jadeo y cierro los ojos apretadamente para tratar de que mi orgasmo llegue a
cumplirse, pero sin mis manos o las suyas no va a pasar nada.
―¡Hawkin! ―pronuncio su nombre como una maldición en el aire cargado
de sexo y me gano una risa burlona por su parte.
Aprieto los músculos, desesperada por mucho más de él que simplemente
este orgasmo. El pensamiento me asusta momentáneamente pero no puedo
pensar en eso ahora mismo. Necesito centrarme en el aquí y ahora, y no en el lío
que será mi corazón, inevitablemente, después de que él me eche a un lado.
Me alejó de donde está posicionado entre mis piernas y sus manos se
deslizan hacia arriba por el exterior de mis muslos a mis caderas y hasta mi
cintura mientras se levanta. Alcanza mi cuello, levanto la mirada y me encuentro
con la suya por primera vez en lo que parece una eternidad desde que llegamos a
mi casa.
La mirada en sus ojos, ardiendo de deseo y la salvaje necesidad de saciarlo,
me hace sentir que quiere tomar cada parte de mí, memorizarme, usarme y
luego, empezar todo de nuevo. Y demonios si no estoy de acuerdo con este
juego. Quiero sus besos, su cuerpo sobre el mío, sus manos a cada lado de mi
cabeza mientras se conduce dentro mí.
Y lo quiero ahora.
Esta vez doy un paso adelante, mis caderas entre las suyas, sus piernas
presionadas contra el borde de la cama y, simplemente, nos quedamos de pie ahí.
Nuestros torsos se están tocando, del pecho a los muslos, nuestras respiraciones
se mezclan y nuestros ojos hablan un lenguaje exclusivamente nuestro. Te deseo.
Tómame ahora. Fóllame. Destrózame. Hazme tuya.
Un intercambio mutuo de necesidades y deseos que inicio cuando me
inclino hacia él y froto mis labios contra los suyos. Sus manos se deslizan por mi
espalda y me acerca con fuerza hacia él mientras nuestras bocas se abren y las
lenguas se unen. Mi corazón se desliza un poco hacia el punto de no retorno y
me pierdo en el sabor de mi placer en su lengua y hay algo tan extrañamente
excitante en ello que quiero más de lo que me está ofreciendo. Mueve sus manos
sobre mi piel desnuda al igual que lo hace su lengua, con destreza, urgencia, un
poco de rudeza y mucha necesidad. Y demonios si la mezcla de sensaciones no
es un potente cóctel de deseo con el que nos estamos emborrachando.
Gime mi nombre en mi boca, quiero separarme, bajarle su bóxer y probarlo,
pero ahora mismo me está saboreando y hay algo atrayente en ello. Por mucho
que quiera ordenarle que me dé lo que quiero como hace conmigo, no es posible
porque mi vena independiente salta por la maldita ventana junto con mi control.
Estoy completamente a favor de la igualdad entre hombres y mujeres, pero
ahora mismo a esta mujer no le importa lo más mínimo la igualdad, solo quiere
venirse.
Sé, sin ninguna duda, que Hawkin tiene las llaves de ese orgasmo
devastador que no he tenido en bastante tiempo, y al diablo si no voy a
someterme, para que pueda encontrar la cerradura y usar su llave para soltarlo.
Nuestro beso crece progresivamente. Me retuerzo en su contra, tratando de
comunicarle que lo necesito para sacarme de ese borde en el que estoy
caminando precariamente como dijo que haría. Baja las manos por mis bíceps y
me quita el top de los codos.
Y en el momento en que mis brazos son liberados de su prisión de algodón,
está hecho.
Dirijo inmediatamente las manos a su nuca, hundiendo los dedos en su
cabello, tirándolo hacia mí. Mis manos igualan la urgencia de las suyas y aún de
pie allí, expresamos nuestro deseo con nuestras manos y bocas, cuando muchos
otros hombres ya habrían estado dentro y fuera, y terminando para el momento.
Deslizo una de mis manos por su abdomen y la meto en su ropa interior.
Encuentro inmediatamente su pene, realmente es difícil pasarlo por alto, y en el
momento en que mis dedos rodean su grosor, un gemido de dolor sale de sus
labios. Aparta momentáneamente sus manos de mi piel mientras baja la tela para
darme libre acceso para complacerlo.
Paso los dedos sobre la longitud de su erección, haciendo que nuestros
labios se separen y que eche la cabeza hacia atrás mientras absorbe mi juego
previo recíproco. Me inclino hacia a delante y beso la parta baja de su
mandíbula. Sabe a sal, jabón y la fragancia metida por sí misma en mi memoria
mientras lamo con la lengua y deslizo la mano una y otra vez sobre su miembro.
―Quin. ―Me encanta su voz áspera sobre mi nombre, desesperado y
desafiante.
―Prepárate a suplicar ―murmuro contra su piel, áspera por su barba de un
día, devolviéndole su comentario. Su cuerpo flaquea un momento, dejando salir
una dura pero divertida risa que se convierte en un gemido de deseo cuando
araño suavemente la parte inferior de su pene.
Me sujeta el hombro y lo aprieta con fuerza mientras baja la cabeza para
encontrarse con mi mirada, una sonrisa de reto en sus labios y todo lo que quiero
reflejado en sus ojos.
―Dulzura, por mucho que quiera tu boca alrededor de mi pene y que me
hagas suplicar por ello, puedes tenerme así la próxima vez porque ahora mismo,
te deseo ―sentencia, humedeciéndose el labio inferior con la lengua y
distrayéndome de centrarme en el hecho de que dijo la próxima vez. Y
diciéndome que habrá otra vez cuando ni siquiera me ha tenido aún, me excita
de un modo que no tiene nada que ver con un orgasmo―. Y voy a tenerte ―dice
la última afirmación en un susurro melódico que me recuerda la canción de hace
rato, pero esta vez no está en un escenario frente a miles de mujeres, está aquí
frente a mí.
Respiro profundamente, necesitando el aire para ayudar a aclararme la
cabeza y hace totalmente lo contrario, porque huele a él. Mantengo las manos en
su miembro pero con los ojos en él, inclinándome hacia adelante y tomando el
plano disco de uno de sus pezones en mi boca y rozando los dientes sobre él.
Sisea, los ojos oscurecidos por la lujuria mientras lo provoco para que haga justo
lo que está prometiendo.
Dos pueden jugar a este juego. Muevo la mano arriba y abajo otra vez, su
pene latiendo en mi mano por la estimulación.
―¿Qué estás esperando, Hawkin?
Me aparto lentamente, mis ojos subiendo y bajando por su cuerpo, mi
primera vez para verlo completamente. Y, Santa madre de Dios… si Hawkin
Play es sexy con la ropa puesta, desnudo quita el aliento. Y siendo un hombre
acostumbrado a que las mujeres lo miren, permanece quieto y me deja obtener
mi vista porno.
Sus hombros son fuertes, pectorales y abdominales definidos, pero más por
una constante actividad física que de un tipo que levanta pesas para ganar
musculo. Y a la luz de la luna puedo ver los contornos básicos de sus tatuajes
pero no distinguirlos. Mis ojos van más bajo, descendiendo por la V hacia donde
demuestra lo preparado que está para mí, maldición si no tiene lo que Luke
declaraba tener.
A la parte espontánea de mí no le importa que él sepa que lo estoy mirando
abiertamente así que alzo los ojos muy lentamente para encontrarme con su
mirada. Camina hacia mí, su cuerpo anunciando que el depredador dentro de él
está listo para tomar lo que piensa que es suyo. Sus mirada es hambrienta, con
una arrogante sonrisa y un cuerpo hecho para el tipo de pecados que disfruto
cometer.
Mi único pensamiento es que necesito sujetarme bien, porque me parece
que Hawkin Play está a punto de llevarme a un paseo en más de un sentido, y
solo espero que mi cuerpo y corazón sean capaces de soportarlo. He sido capaz
de separar sexo y emociones con hombres antes de esta noche, pero sé que aquí
y ahora, con esa mirada en sus ojos y tal efecto en su postura, no hay manera en
el infierno de que sea capaz de hacerlo con él.
―La cama está por ahí ―indica levantando la barbilla sobre el hombro
mientras se detiene frente a mí, alcanza mis caderas y me lleva hacia él. Piel
contra piel. Su erección presionada deliciosamente contra el vértice de mis
muslos, haciéndome la boca agua y que me tiemblen las piernas con los
pensamientos de todo lo que está a punto de suceder.
―Ten por seguro, sé dónde está mi cama, Hawkin.
―¿Entonces por qué no estás ahí? ―El calor de su aliento sobrevuela mis
labios mientras lucho contra cada urgencia de mi cuerpo para continuar nuestra
charla cuando todo lo que quiero es a él y a mí rodando sobre la cama.
―Porque quería hacerte venir primero. ―Sé exactamente lo que he dicho,
cómo va a tomarlo y por el destello de la sonrisa salvaje que me da, sé que me
escuchó.
Se ríe. Ahora es más forzado, como si luchara contra la urgencia de
entender qué estoy tratando de lograr.
―Hmm. Ahora sé que puedes pensar que soy un bastardo egoísta pero te lo
prometo, nunca me corro primero a no ser que sea con mi mano. Así que…
―dice, trazando con la punta de los dedos un lado de mi mejilla, y no puedo
evitar inclinarme―, mete el trasero en la cama, Trixie, antes de que esté tentado
a atarte a los postes de la cama y follarte hasta que expliques quién es esta Trixie
que pretendes ser.
Sus palabras, su toque y su cercanía me intoxican, así que me lleva un
momento responder. Asiento hacia el cajón de mi armario mientras lo alcanzo y
lo abro. Donde hay escondidos unos condones, una chica tiene que estar
preparada. Me alejo de él mientras alza las cejas en sorprendida aprobación.
Camino lentamente hacia mi cama, mirándolo sobre el hombro mientras me
observa.
―Por cierto, Trixie es mi lado travieso… Puede que le guste eso
demasiado.
Escucho cómo toma aliento, veo que amplía los ojos, justo antes de lanzarse
hacia mí. Estoy en la cama antes de que aterrice a mi lado y me muevo lejos de
él, a medida que estallamos en un ataque de risa teñido con un poco de
desesperación.
―No creo que vayas a vivir a ese comentario ―bromea, mientras encuentra
mis caderas con las manos y me acerca a él. Lucho juguetonamente contra él,
porque cuando me presiona contra el colchón, flanqueándome con su cuerpo, no
puedo evitar soltar un suspiro por su cercanía. Nuestras miradas se encuentran y
nuestras sonrisas permanecen, pero el silencio desciende cuando se inclina y me
besa.
Esta vez no se guarda absolutamente nada. Libera cada gramo de deseo por
mí mientras su lengua se encuentra con la mía, liderando este baile íntimo con
destreza y pasión, que tiene cada parte de mi cuerpo ardiendo y suplicándole que
acelere el ritmo y se hunda en mí. Incluso cuando sé que el momento se está
terminando, desearé que lo alargue.
Mete las rodillas entre las mías y separa mis piernas lentamente mientras
continúa tentándome con la boca de cualquier forma posible. Una mano ahueca
mi pecho antes de bajarla por mi cuerpo, sintiéndose como si le estuviese
llevando una eternidad llegar al lugar donde lo quiero desesperadamente.
Y aleja con besos el gemido que me saca cuando sus dedos me encuentran
abierta y esperando por él. Suaves pero exigentes toques en la carne más
sensibilizada. Alzo las caderas, suplicándole físicamente que sacie el deseo que
quema en mi interior fuera de control. El movimiento me hace ganar una risa
contra mis labios y la cabeza de su pene se alinea perfectamente en mi humedad.
Me separa con los dedos, hundiéndolos para probar si estoy preparada para él y
mis músculos tiemblan alrededor de sus dedos para demostrarle que estoy más
que preparada.
Su boca marca la mía, un último beso ardiente que cimenta emociones que
no debería estar sintiendo, antes de alzarse sobre las piernas como un dios
pagano entre mis muslos esperando con adoración, pero la única cosa que estoy
permitiendo que él se dedique enteramente es a mí.
Empuja en mi interior, de modo que quema lentamente al estirarse mientras
mi cuerpo se acomoda a él con el más exquisito dolor. Baja la mirada, las manos
manteniendo mis muslos separados, sus ojos expresando las palabras no dichas
detrás de su máscara de arrogancia y relajando los labios mientras sucumbe a mi
calor húmedo. Nos mantenemos la mirada mientras empieza a moverse y puedo
ver muchas cosas brillando en sus ojos. Al principio el ritmo que marca es lento.
Su gruesa cresta deslizándose sobre nervios que no sabía que tenía y me lleva a
un placer inconmensurable.
Cierro los ojos cuando las sensaciones se vuelven muy intensas, mis
sentimientos muy transparentes, pero cada vez que los abro, los suyos brillan a
través de la oscuridad. Me quedo hipnotizada con la mirada, el tacto, los suaves
sonidos que hace mientras se envaina de la raíz a la punta antes de salirse.
Me pierdo en la sensación, en el momento, y permito que me inunde. Sí,
este es sexo casual, la química encendiéndose entre dos personas deseosas, pero
el modo en que se toma su tiempo y a la vez toma lo que quiere es un hechizo
embriagador al que me rindo deseosamente.
Desliza sus manos por el interior de mis muslos, añadiendo fricción a mi
clítoris con la punta de los dedos, propulsándome cerca de borde.
―Hawke. ―Su nombre sale como un susurro mientras alzo las caderas para
encontrarme con sus dedos y el ritmo de sus golpes.
Los sonidos llenan la habitación, mi súplica, sus elogios, nuestros gemidos
combinados, mientras nos lleva a un ritmo frenético donde el simple toque de
carne contra carne se siente como dos alambres vivos conectados. Las chispas se
encuentran desde donde nos convertimos en uno y recorren mi cuerpo, se
ahondan y arraigan, aniquilando cualquier esperanza que tengo de alejarme de él
ilesa.
Cierro las manos en las sábanas y luego las muevo para marcar las líneas en
los músculos de sus muslos antes de volver a dejarlas sobre las sábanas,
movimientos inquietos que tratan de satisfacer el deseo desplegado dentro de mí
y entre nosotros. Mis piernas comienzan a tensarse, mis músculos se cierran en
torno a él, así que sabe que estoy cerca de mi cumbre.
Solo cuando lo quiero montar más rápido y fuerte, forzarme al olvido más
allá de mi alcance, reduce la velocidad. Alzo la cabeza para retarlo justo a
tiempo para ver el éxtasis escrito en todo su rostro cuando se desliza
completamente dentro y mueve las caderas de un modo que necesita ser
patentado y enseñado a los hombres de todo el mundo porque, sea lo que haga,
cuando lo hace unas cuantas veces más, estoy perdida.
Caigo bajo el caliente éxtasis de mi orgasmo cuando me golpea con una
salvaje intensidad. No sé qué decir o hacer porque estoy escondida tras el velo
de candente placer que es tan aplastante que todo lo que puedo hacer es sentir:
La satisfactoria quemadura de su toque, las caricias de su pene sobre los nervios
sensibilizados, el rebote del orgasmo mientras recorre mi cuerpo. Y luego
Hawkin empieza a moverse otra vez, retirándose y volviendo a hundirse, en un
ferviente ritmo que no solo prolonga mi clímax sino que tira del suyo como un
tornado tocando tierra.
―¡Mierda! ―gimotea, sacudiendo las caderas espasmódicamente mientras
alcanza su liberación, hundiéndose tanto como puede en mí, clavándome los
dedos en los muslos y mi nombre saliendo de sus labios.
Se inclina hacia adelante, trepando por mi cuerpo, el colchón hundiéndose a
mis lados mientras presiona allí las manos antes de colapsar suavemente sobre
mí con un gemido de satisfacción.
―Maldita sea, mujer ―dice, presionando cariñosos besos contra la fría piel
de mi pecho mientras nuestras respiraciones jadeantes llenan el silencio de la
habitación―. ¡Me has agotado! ―Su risa suena con simpatía y satisfacción, y
vibra dentro de mí por nuestra conexión.
Mis dedos acarician su espalda, el sonrojo y el olor del sexo que acabamos
de tener permanece en mi piel.
―Bueno, mierda… entonces segurísimo que no puedes encargarte de una
Trixie ―bromeo, ganándome un rápido roce en el pezón con sus dientes como
respuesta.
Me alejo de él, las risas cayendo entre nosotros mientras se desliza fuera de
mí, el vacío sonando fuertemente a pesar de que sus manos aún me están
tocando.
―Oh ―gruñe ahogando el sonido―. Voy a tener mucha diversión jugando
con ella.
Nos reímos mientras encuentro una almohada al lado de mi cabeza y sus
labios presionan los míos, deslizando la lengua entre ellos en un beso lento y
tentador que cimenta lo que acabamos de experimentar. Gimo en protesta cuando
se aparta, pero me encanta la mirada con la que me honra, ojos nublados y una
sonrisa suavizando sus rasgos.
―Chico tonto ―murmuro, alzando las manos por los costados de su torso,
sintiendo los músculos tensarse bajo ellas mientras lo hago―. Trixie para
hombres. ―No puedo resistirme a la broma, el eslogan del anuncio de cereales,
porque seguro como el infierno acaba de probarme que es un hombre
experimentado cien por ciento, pero necesito mantener esto sencillo. La forma
en que me está tocando y no dándose la vuelta y roncando como muchos otros
han hecho, está haciendo este momento un poco íntimo para mí, haciéndolo un
poco demasiado real. Y demonios sí, tomaré algo real pero también sé que con lo
real viene el inevitable corazón roto, así que calmo los sentimientos de encontrar
permanencia con el humor.
―¡Vaya! ―exclama en broma, alzando las cejas y encontrando con los
dedos las zonas con cosquillas en mis costillas. Al principio es de naturaleza
inocente cuando me retuerzo debajo de él pero cuando froto los pechos contra la
firmeza de su pecho y el condón que aún no se ha quitado y que está empapado
con mi excitación se desliza sobre mi muslo, el deseo arde de nuevo. Se me corta
la respiración cuando me sujeta el cabello con las manos antes de que su boca se
encuentre con la mía en un beso que crece con hambre―.Supongo que es mejor
que te vuelva a enseñar lo hombre que puedo ser.
Se aparta de mí, dejándome fría y deseosa mientras se va por otro condón a
mi cajón de protección, su trasero es una vista que puedo mirar todo el día y todo
en lo que puedo pensar es Por favor.
―Pensé que ibas a dejarme en el borde. ¿Qué pasó con eso? ―Lanzo la
burla hacia él, mientras escucho el revelador rasgón del papel de aluminio, mi
cuerpo se está volviendo a emocionar con la anticipación de conseguir más de él.
Se gira y me mira, la luz de la luna acariciando su cuerpo y la confianza
reflejada en su postura.
―Umm. Si no me equivoco, estabas gritando mi nombre, ¿cierto?
―Fue un momento de debilidad ―miento, saboreando la sonrisa que me
da, porque ambos sabemos muy bien que fue más que eso.
―Creo que fue un montón de habilidad ―dice mientras camina hacia mí
lentamente, su erección balanceándose con cada paso mientras arrastro la mirada
sobre su sombra en la noche. Se arrastra sobre la cama y se cierne sobre mí,
nuestros cuerpos sin ningún contacto entre sí―. Habilidad… y esta debilidad
que parezco tener cuando se trata de ti.
Mi corazón se hincha con sus palabras y el único pensamiento que se me
pasa por la cabeza es, los roqueros ganan la carrera, sin ninguna duda.
Capítulo 16
Quinlan
Lo contemplo entero, a través de unos ojos soñolientos y un cerebro
empañado por el calor de su cuerpo junto al mío. La oscura barba que sombrea
su mandíbula, por la que quiero pasar los dedos, es un recordatorio tangible de
que esto es real. La noche fue real… El repentino ataque de emociones que
siento por él, es real. La sábana olvidada en algún lugar del suelo, los cuerpos
bañados por la luz del sol que pasa a través de las persianas a medio abrir,
olvidadas la noche anterior en medio del placentero esfuerzo.
Se mueve, tumbándose sobre la espalda y poniendo el brazo opuesto a mí
detrás de la cabeza. Miro que el bíceps se flexiona y trazo la línea donde veo el
símbolo entintado en la parte interna de su muñeca. No quiero moverme mucho
y perturbar su sueño… pero esta es mi oportunidad de memorizar cosas de él, así
que ladeo la cabeza para vislumbrar el tatuaje.
Se distingue claramente una nota musical, pero hay otro símbolo debajo del
codo que no es tan fácil de descifrar. Me quedo mirando y, aunque quiero
deslizarme un poco más, decido que este momento es demasiado celestial como
para romperlo. Puedo mirar después, preguntar después.
Me acurruco contra él, metiendo el rostro en el hueco de su cuello, dejo la
mano en su abdomen para poder sentirlo subir y bajar debajo de mi palma.
Pienso en la noche anterior. En las palabras murmuradas, en cómo Hawke
poseyó mi cuerpo y mi reacción ante todo esto. Cómo nos tendimos al final,
agotados y exhaustos en cómodo silencio, mientras yo me preguntaba qué
pasaría después. ¿Llamaría a Axe para que fuera a recogerlo, o pasaría la noche
y despertaría en un silencio extraño?
Y la mejor respuesta fue: Ninguna de las dos.
Después de unos minutos de dejar que el sudor se enfriará y que nuestro
aliento se apaciguara, la cama se movió y sus brazos estaban atrayéndome contra
el calor de su cuerpo.
―Mmmm ―murmuró sobre mi coronilla, luego me besó―. Estoy
exhausto.
Con el alma contenta y el cuerpo satisfecho, pasé un dedo por su pecho y
pensé que me había dado ese excitante sexo que nunca había tenido.
―No puedo imaginar por qué… un espectáculo, beber con la banda, un
concurso de meadas con Luke, un…
―Los roqueros le ganan a los corredores todo el tiempo, encanto ―dijo con
una sonrisa, y mi corazón se hinchó, pese a que mi conciencia decía que no a la
palabra cariñosa―. Además, no fue ninguna de esas cosas la que me hizo
adormecer. No ―dijo, con el dejo de sueño enronqueciendo su voz―, fuiste tú y
el increíble sexo que tuvimos. Una y otra vez.
―Una y otra vez ―respondí, la felicidad atiborraba mi tono y mi ego crecía
ante el cumplido.
Mi mente divaga flotando hacia Luke y una oleada de culpabilidad desinfla
mi paz. No sé qué más podría haber hecho. Él estaba empeñado en ir a la fiesta,
y los chupitos que siguieron fueron indirectamente mi culpa, pero no tuve
ningún control sobre sus acciones. Aun así, me siento como la mierda, porque va
a levantarse con una malvada resaca mientras yo me despierto hoy con sexo y
satisfecha.
Hawkin se estira a mi lado, murmura suavemente y puedo sentir el minuto
en que su conciencia despierta porque me aprisiona con fuerza.
―Buenos días ―dice contra mi cabeza. Yo solía pensar que no había nada
más sexy que la voz de un hombre en las mañanas, soñolienta y grave, pero
estaba equivocada. Muy equivocada.
Porque la voz de Hawke, en particular, es el sexo personificado de todas las
formas posibles.
Cierro los ojos y disfruto de la comodidad entre nosotros, luego se levanta y
me doy cuenta de que la he cagado. Pensé que sería capaz de alejarme, pero
tristemente me equivoqué. Esto, él… yo… nosotros, es simplemente demasiado
bueno para que no caiga.
―Tengo que mear como un caballo de carreras ―dice con una suave risa,
el sonido de sus pies moviéndose por el suelo llena la habitación. Me levanto
rápidamente cuando cierra la puerta y voy al baño de invitados, me enjuago la
boca del alcohol de anoche y me lavo el rostro. Miro mis ojos en el espejo y,
aunque han pasado horas desde que nos dormimos, mis mejillas siguen rojas y
mis ojos llenos de deseo.
Me encuentra sentada en la cama con su camiseta blanca metida por la
cabeza. Sé que es presuntuoso, pero si yo la tengo, significa que él no, y
demonios, es una vista hermosa para ser la primera de la mañana. Camina hacia
la cama, completamente desvergonzado acerca de su desnudez. Mi cuerpo ya
está respondiendo al suyo.
Esto va a ser un problema serio. Lo sé.
Se inclina al lado de la cama y recoge la sábana.
―Aquí tienes, pareces tener frío.
―No, estoy bien ―replico mientras veo sus ojos moverse sobre mi pecho,
sigo su mirada y encuentro mis pezones duros y visibles a través de la delgada
tela blanca de su camiseta. Miro hacia arriba y veo la diversión en sus ojos.
―Bueno, si no tienes frío ―dice metiéndose en la cama detrás de mí―,
creo que tengo que inspeccionar cuál es exactamente el problema que parece
haber debajo de mi camiseta. ―Alarga las manos, toma mis caderas y me voltea
para que me siente en su regazo.
Los dos emitimos un gruñido de exquisito dolor cuando mi coño se
acomoda sobre su erección. Y sí, estoy un poco adolorida por la noche anterior,
pero los estragos que pueda hacer en mi sistema valen la incomodidad
momentánea, sé que lo remplazará con placer.
Nos miramos por un momento mientras intentábamos controlar la urgencia
pese a la clase de sexo que tuvimos anoche, pero, ¡diablos!, cualquier clase de
sexo con Hawke era una prioridad en mi agenda. Mis ojos se mueven hacia los
símbolos que decoran su hombro derecho y la parte de arriba de su bíceps. Con
sus ojos en mí, me acerco para tocarlos, trazo las líneas, y me sorprendo cuando
al mirarle de nuevo veo que el color tiñe sus mejillas.
El hombre es adorado, observado y tratado como un objetivo por mujeres de
todo el mundo, pero en los confines de mi pequeña habitación, es tímido. Hay
algo acerca de esto que es muy entrañable para mí. Me hace preguntarme cómo
era en su niñez, con esos ojos color tormenta que tiene.
―Muchos símbolos, pero tan diferentes de los de Gizmo ―murmuro, más
para mí que para él. Los de Hawkin son símbolos con identidad, solitarios, sin
vínculos, mientras que los de Gizmo son continuos, flotando del uno al otro. Los
de Giz son más como arte, pero los suyos son una declaración, y me pregunto
qué historia cuentan. Paso los dedos por el interior del brazo hacia la tinta que vi
en su muñeca y que ahora puedo estudiar―. ¿Qué significa?
―Es una clave de sol ―responde.
Lo miro y pongo los ojos en blanco.
―Lo sé. ¿Qué es este? ―pregunto, señalando al que está detrás.
―Es el símbolo Adinkra de la fuerza ―dice tranquilamente, cerrando el
puño para que su antebrazo se tense y pueda verlo más de cerca. Sigo el
remolino de bucles con los dedos.
―¿Por qué? ¿Por qué el Adinkra? ―Por alguna razón, la pregunta toca un
nervio, pero a pesar de eso le pregunto porque quiero saber más de él. Lo
necesito. Lo miro de nuevo y veo el dolor en sus ojos antes de que lo esconda.
Nos miramos mientras lucha con lo que sea que no quiere que vea, el silencio de
repente se hace pesado.
―Todos tienen un significado específico para mí. Mi padre murió cuando
era joven.
―Lo siento. ―La emoción es arrebatadora. Hace que quiera abrazarlo.
―Mi madre no lo superó. Cuando nos miraba, lo veía a él. Eso hizo que al
principio fuera duro estar en la realidad. Así que mis abuelos la ayudaron a pagar
una niñera que se ocupara de Hunter y de mí. ―Se detuvo por un momento
mirando mis manos en su brazo, sus propios dedos empezaron a trazar las
líneas―. Aya era del este de África y, de alguna manera, fue nuestra madre
durante un año. Yo estaba… ―Su voz se desvanece, su nuez se mueve por la
emoción, e inmediatamente me siento culpable por poner una sombra en nuestra
mañana.
―Lo siento. No pretendía inmiscuirme. ―Aprieto su mano y me la aprieta
también.
―No, está bien. Fue hace mucho tiempo. ―Asiente varias veces como si
intentara creérselo―. De cualquier manera, ella nos enseñó cosas de su cultura,
los símbolos que representaban muchas cosas. Estuve tan perdido, tan solo, y me
aferré a ella, a ellos… Así que… ―Se encoge de hombros mientras dejo de
mirarlo y estudio de nuevo su bíceps.
El resultado es difícil de explicar, una serie de símbolos formando líneas
rectas con la apariencia de una armadura, desde arriba del hombro hasta unos
centímetros antes de que comience el bíceps. Me inclino para mirar más de
cerca, para intentar averiguar lo que significan sin preguntar. Quiero saber, pero
no quiero verlo triste. Todo esto tiene una historia y no creo que la quiera
compartir conmigo justo ahora. Pienso en Colton, los tatuajes celtas representan
el viaje al infierno por los abusos de su infancia, hasta el nuevo comienzo que
encontró con Rylee. Así que controlo la parte de mí que quiere aprender, acepto
que será en otro momento, en otro lugar.
―Cada uno representa algo diferente, una virtud. El helecho es por Aya, ya
que es el nombre del símbolo. Mortalidad ―dice señalando otro―, Valentía y
Fuerza. Esperanza. Cambio. Custodia. Responsabilidad, Debilidad… Y otros
más, pero captas la esencia.
―Son increíbles. Gracias por explicarme. ―Estoy hipnotizada
estudiándolos, apreciando la extraña belleza que tienen. Esperaba algo
totalmente diferente. Y entonces algo salta en mi mente de cuando conocí a
Gizmo―. Al menos los tuyos tienen lógica. Me reí el otro día cuando vi los
intrincados diseños de Gizmo y, al final, un brillante corazón rosa por dentro de
su muñeca.
El cuerpo de Hawkin se paraliza momentáneamente, luego lanza la cabeza
hacia atrás con una alegre y sonora carcajada. No estoy segura de qué es tan
gracioso, pero estoy contenta con lo sea que haya servido de catalizador para
dispersar la oscuridad que creé con mi pregunta. Cuando me mira de nuevo,
tiene una amplia sonrisa y sus ojos parecen iluminados.
―¿Qué? ―le pregunto riendo.
―Tienes frío de nuevo ―dice bajando la mirada hasta mi pecho, luego
vuelve a buscar mis ojos. Pero esta vez su mirada refleja claramente sus lascivos
pensamientos―. En posición perfecta. ¡Diablos! no puedo pensar en otra cosa
excepto en lo increíble que te sentí ayer en la noche.
―¿Te importaría volver a sentirlo? ―Me inclino hacia adelante mientras
murmuro contra sus labios, mi cuerpo ya está diez pasos por delante de él.
Sus dedos bailan por mis caderas desnudas hasta debajo de su camiseta para
tomarla por detrás. La recoge con fuerza y hace un puño con ella, cubriendo mi
pecho como una segunda piel. Y esta vez el gemido es más una maldición al ver
mis pezones detrás del velo de la tela.
―Dios mío, Quin ―murmura mientras baja la cabeza, y saboreo el calor de
su boca sobre mi pezón por encima de la camiseta. El callado sentimiento causa
que mueva las caderas encima de él. Mira hacia arriba, sus ojos se oscurecen por
el deseo, su erección pulsa, pidiéndome que lo deje entrar en mi calor―. Eres
hermosa, ¿lo sabías?
Murmuro incoherencias mientras tuerce más la camiseta, las sensaciones
inesperadas aumentan mi excitación. Mis manos repasan su cabello de camino a
sus hombros, mientras comienza a drogarme otra vez con sus expertas
habilidades.
Mierda. Nunca imaginé que una adicción pudiera sentirse tan bien.
Mi cabeza cae contra su hombro cuando los pulgares rozan firmemente mi
empeine. Todavía tengo puesta su camiseta y él solo tiene los vaqueros con los
dos botones de arriba sin abrochar. Me tengo que recordar cada pocos minutos
que no debo mirar, porque es como un porno visual para el banco de pajas.
―Hablando de orgasmos ―murmuro, refiriéndome a algo más que una
simple caricia en los pies. Pero lo capta, y el comentario hace que me gane una
suave sonrisa.
―No. Esos te los he dado antes ―dice, divertido por mi forma torcida de
hablar. Esboza una arrogante sonrisa que me deshace mientras pasa sus dedos
arriba y abajo por mi espinilla. Y cierto como el infierno que lo hizo. Mis
pensamientos vacilan al ver su cara mientras me hundo en él―. Es porque sé
que me tengo que ir a hacer mierda. Realmente no me quiero ir todavía y volver
al mundo real.
―¿Esto no es real? ―El comentario sale de mi boca antes de que pueda
frenarlo. Y diablos, sí, envueltos en esta pequeña burbuja de mi casa se siente
real, pero, ¿qué pasará en el momento en que salga de mi casa? De repente, odio
no tener ninguna pista de lo que pasará entre nosotros.
Mi estúpido comentario deja un silencio extraño. Estoy a punto de pedir
perdón cuando suena el timbre de la puerta.
―Mierda. ―Me levanto, sin deseos de responder con la camiseta y la ropa
interior puesta.
―No, quédate. Yo voy ―se ofrece Hawke levantándose y empujándome
por los hombros de vuelta a la cama.
―¿Estás seguro? ―Quiero averiguar quién puede ser a las dos de la tarde.
Quien quiera que sea, va a estar más que sorprendido ante mi mayordomo y su
vestimenta.
―Sí. ¿Tienes un dulce? ―grita por encima del hombro, haciéndome reír. Él
y sus malditos dulces.
―Déjame pensar.
Pero mis pensamientos sobre dulces se desvían mientras lo observo ir hacia
la puerta. Amo la manera en que sus vaqueros caen en sus caderas, el saber que
no lleva nada debajo lo hace parecer todavía más sexy. Como si lo necesitara.
Cuando sale de mi línea de visión, sonrío ante el sonido de sus pies por el
pasillo. Es un sonido extrañamente reconfortante. Estoy agradecida por la
interrupción, me ha salvado de una metida de pata descomunal.
La compresión llega unos segundos antes de oír el sonido de la cerradura.
Ya estoy corriendo por el pasillo. Mi primer pensamiento es que puede ser
Colton, y lo feo que se puede poner si un hombre aleatorio abre mi puerta sin
una camiseta. No importa la edad que tenga, Colton siempre me verá como esa
niña pequeña que ningún hombre debería tocar.
Desafortunadamente, la última cita que pasó la noche, se encontró con el
puño de Colton antes de decirle hola. No hablé con mi hermano durante una
semana para que madurara.
Di vuelta en el pasillo justo a tiempo para ver a Hawkin abriendo la puerta,
y a Luke con aspecto rudo mirándole con sorprendido disgusto, la boca abierta,
los ojos penetrantes y los hombros tensos.
―Hola ―le dice Hawke. Encoge los hombros y mete las manos
profundamente en las bolsas―. Perdón, hombre. ―Baja la cabeza. La
incomodidad se eleva entre ellos. Y en ese momento, pierdo un pedazo de
corazón por Hawkin. Podría comportarse como un verdadero idiota arrogante y
presumir de haber conseguido a la chica. Pero no lo hace. Se ve contrito y
humilde.
Una risa desconfiada sale de la boca de Luke. Sacude la cabeza cuando me
mira detrás de Hawkin. Observa mi ropa, la camiseta de Hawke no pasa
desapercibida. La culpabilidad desvanece un poco la felicidad que sentí esta
mañana. Luke es un buen chico y, definitivamente, no se merecía enterarse de
esta forma.
Hawke nota el cambio de foco en la mirada de Luke y se mueve para
mirarme. Lo miro, diciéndole con los ojos que está bien. Hawke se gira y le hace
un asentimiento a Luke, pasa por mi lado y roza mi mano con ternura para luego
desaparecer dentro de la casa.
Camino hacia la puerta mordiéndome el labio y reuniendo el coraje para
mirar a Luke a los ojos ahora que estamos cerca.
―Siento lo de anoche ―dice.
Levanto la cabeza. ¿Qué?
―Soy yo la que debería estar disculpándose, Luke. ―Doy un paso adelante
queriendo abrazarlo, quitar la espina de todo esto, pero sabiendo que no puedo
añadir el insulto a la injuria. Consolarlo con mi cuerpo, cuando no se lo daría de
otra forma―. Yo… simplemente pasó… no intenté… Lo siento.
Siento la culpa por mentir, por no decirle que Hawke y yo ya teníamos algo,
porque entonces sentiría que la cita que acepté fue solo un premio de
consolación. Aunque sé que anoche tomé la decisión correcta, a veces, mis
correctos pueden ser incorrectos para otra persona.
―Nah ―dice encogiéndose de hombros, intentado quitar la decepción y el
dolor que veo en sus ojos inyectados de sangre―. Dejo que mi ego se lleve lo
mejor de mí. Me emborraché intentando probar que yo era el chico que querías,
y no Hawke… No es exactamente un buen comportamiento para una primera
cita. Perdón por ser un idiota.
La tristeza en su voz me mata.
―Luke…
―No. No lo hagas. ―Fuerza una sonrisa mientras da un paso adelante y me
da un beso en las mejillas, mis propias lágrimas amenazan y me siento muy
mal―. Gracias por… Bueno, tengo que irme.
Asiente de nuevo y se vuelve para irse.
―Luke ―lo llamo con el remordimiento pesando en mi voz.
Se para cabizbajo
―Estoy aquí si me necesitas ―dice antes de irse.
Capítulo 17
Hawkin
¿Por qué estoy todavía aquí?
¿Por qué demonios estoy reclinado en los cojines de su cama observándola
a través de la semi oscuridad, mientras se aplica el maquillaje en el espejo de
vanidad que tiene en su baño?
Normalmente ya me habría ido: Hacer el trabajo, tener algún detalle y
después fuera. Y aun así, con Quinlan, el trabajo se ha hecho una y otra vez, y
necesito hacerlo unas pocas veces más antes de irme, si se hace lo que yo quiero.
Miro al cajón de su vestidor. Me sorprendió cuando lo abrió. Dentro hay un
supermercado de protección, y me pregunto si puedo utilizar los que quedan
durante el resto de la tarde y la noche.
Es un reto bastante fuerte, pero me pondría a la altura de las circunstancias.
¿Y no debería estar asustado porque tiene tantos condones? ¿Qué dice eso
de ella? Me burlo de mi pensamiento y me paso la mano por el cabello ante mi
hipocresía. ¿Por qué yo puedo tener todo un suministro, y ella no puede o se ve
mal?
Cuando mira hacia arriba y la veo aplicarse el lápiz de labios en el espejo,
mi hipocresía queda olvidada. Todo el cajón significa que quiere estar segura y
sana. No puedo culparla, y tampoco a mi pene por estar duro solo con verla.
Lleva un top amarillo, los rizos rubios caen sobre uno de sus hombros, y
dejan ver ese delicado tatuaje entre sus omoplatos. Hay algo malditamente sexy
en él. Las palabras y la simplicidad de su localización. No para enseñarlo, sino
solamente para ella, justo como mis tatuajes.
Cuando leo las palabras, Haz que cuente, no puedo evitar el suspiro que sale
de entre mis labios, seguro como el infierno que anoche hicimos que contara. Mi
pene palpita ante el pensamiento, queriéndolo todo de nuevo, con ella tan
malditamente cerca y tal jodidamente tentadora. Se gira en su silla para coger
algo, y el movimiento me hace notar su ropa interior de encaje, moldeada en las
mejillas de su culo.
Y es por eso exactamente por lo que todavía estoy sentado en su cama con
mis vaqueros, ignorando los mensajes de mierda de los chicos que preguntan si
me he caído y perdido.
Pueden irse a la mierda porque pienso que casi tienen razón. Creo que estoy
perdido y no estoy seguro de querer encontrar mi camino de regreso.
Pero la miro y no puedo entender cómo su independencia y su fuerza
podrían hacerme débil si esto continuara. La idea, la noción, las posibilidades
comienzan a salirse de control, exigiéndome que me pregunte sobre cosas y
creencias que son tan parte de mí, que solo las he cuestionado en teoría.
Y sí, viéndola, con la esencia de su jabón en mi piel y el sabor de su coño
grabado a fuego en mi memoria, no puedo evitar preguntarme cómo sería. Qué
me está haciendo… Suspéndelo, Hawke.
Mi pecho se constriñe mientras desecho la idea, las promesas embrujadas
con las que he vivido. Opto por perderme en pensamientos sobre Quinlan. La
15
mujer es toda una contradicción envuelta en un solitario golpe de knockout .
Mierda, es juguetona, una dínamo en la cama, luchadora fuera de ella, y no se
asusta con mi carrera.
Pero esos sentimientos en caos, como un hombre después del cuarto Jack
con la habitación dando vueltas a su alrededor, no pueden estar bien. Se supone
que esto debería ser fácil, se suponía que no habría complicaciones, se suponía
que sería casual.
¿Casual?, ¡y una mierda! Desde el principio ha sido un reto, de esas cosas
de las que normalmente me alejo. Y aun así aquí estoy, relajado en su cama, con
la radio sonando de fondo en una estación de rock. Realmente relajado.
Quizás solo estoy disfrutando el silencio. No estar en una casa con otros tres
tipos y gente constantemente entrando es un alivio. Martilleo con el pulgar
contra mi pierna al ritmo de la canción, riendo ante mi irreal y loca vida, y de
pronto suena una de las canciones de D-Bags. No creo que esto se me olvide
nunca: Sentirme un poco deslumbrado, un poco mareado, y entonces la persona
con la que ayer en la noche estaba tomando una cerveza, ahora está cantando en
la radio.
Dejando caer la cabeza hacia atrás, pienso que mi satisfacción viene de la
falta de charla incesante que sigue al sexo, el que normalmente tengo con
mujeres aleatorias. Esas que solo quieren la fama que conseguirán al acostarse
conmigo. No me importa si decepciono a esas mujeres, primero porque están
locas, creen que voy a enamorarme de ellas y dejar que tengan bebés míos. Y
segundo, no las dejo acercarse para que no haya expectativas que no cumpliré.
No puedes controlar la locura, ni siquiera lo intento.
Pero ahí está Quinlan y, mierda, ella no ha llegado hasta mí de ninguna
manera, irrumpió en mi vida por la absurda apuesta que hice con Vince de que
conseguiría que se acostara conmigo. Y en este momento es lo que quiero hacer.
Bueno, obviamente quiero más que eso. Estoy ignorando a los chicos y los
esporádicos mensajes de Hunter, que están subiendo de tono. Viéndola
maquillarse, relajándome en su cama y entrando y saliendo de la neblina sexual.
Por primera desde que recuerdo, no estoy pensando en la nueva letra, el
siguiente acorde, el otro número uno, mi madre, la cárcel, o cualquier cosa. Quin
me ha introducido exitosamente en su agradable y pequeña burbuja y me
mantengo allí por mi voluntad.
Mierda, puede dejar a Trixie fuera y mantenerme aquí encadenado por un
tiempo, si realmente se lo propone. Y eso es decir muchísimo.
Viviendo el sueño, hombre.
Me río, arruinando el silencio del que estoy disfrutando. Quinlan se gira en
su pequeño taburete e inclina la cabeza para mirarme a los ojos. Mierda. Mi
mirada baja a sus oscuros pezones que sobresalen a través de su top amarillo, el
chupetón que le dejé anoche se ve por encima de la tela. Sus bronceadas piernas
hacen que las quiera abrir para que mis manos puedan recorrerlas hasta su coño,
como si fuera el trofeo al final del viaje. Abre esas piernas un poco y gruño
suavemente, sabiendo justo como se siente estar entre ellas.
―Sabes que no necesitas ningún maquillaje. Estás hermosa sin él.
Se ríe. Muchas otras se hubieran sentido alagadas por el comentario. Debo
estar perdiendo mi toque.
―Gracias, pero estás lleno de mierda. ―Se levanta de la silla con el
delineador en la mano y camina hacia la cama―. Un hombre dirá o hará
cualquier cosa, creyendo que así podrá obtener sexo.
―¿Eso es lo que estoy haciendo? ¿Intentado tener sexo? ―Finjo inocencia
mientras mi pene aprieta visiblemente contra la tela de mis medio abotonados
vaqueros.
―Mm-hmm ―dice, con la travesura en los ojos y el deseo reflejado en la
mordida que le da a su labio inferior. Una parte de su boca se inclina en una
sugerente sonrisa.
―Cualquier cosa, ¿eh?
―Cualquier cosa ―dice. Se mete en la cama y se sienta con las piernas
cruzadas enfrente de mí. Su perfume, limpio y no sofocante, llena mi nariz y me
hace recordar que se lo puso en el escote, porque cuando mi boca estaba
deslizándose sobre sus perfectos senos, olía más fuerte.
Mis ojos vagan por su cuerpo, desde las braguitas que están escondiendo
todo lo que quiero, hacia arriba a sus senos, y más arriba hasta sus ojos
―Puedo pensar en algunos cualquiera que, te aseguro, no haría por sexo.
―¿Como qué? ―pregunta con las cejas alzadas y una sonrisa juguetona en
los labios―. ¿Y qué pasa con el helado?
Me río suavemente.
―Bueno. Por eso haría cualquier cosa ―le devuelvo la burla―. Un hombre
tiene que tener vicios, después de todo ―le contesto, apretando los labios para
luchar contra una sonrisa cuando veo el reto en sus ojos.
―¿Hm…? ―Inclina la cabeza, dándose golpecitos con el delineador en la
rodilla―. Parece que tengo algo de helado en el congelador… Me pregunto qué
harías por él. ―Me tienta, tanto con sus palabras como con su cuerpo.
―Ah, encanto, ¿me estás tentando? ―Pienso en el doble premio que estoy
muriendo por tener en este momento: Helado y Quinlan. Ella sería la galleta en
el helado. Mierda.
Se inclina hacia adelante y estudia mi cara, de repente me siento muy alerta,
cuando nunca me ha importado lo que los demás piensen.
―Creo que habrías estado genial en una hair band de los ochenta.
Mi risa sonora hace eco por toda la habitación, mientras trato de descifrar
qué mierda está pensando para decir eso.
―¿Cómo? ―pregunto confundido. No entiendo cómo hemos pasado del
sexo al helado, y luego a las bandas de rock de los ochenta. Nada de eso parece
tener relación… Bueno, quizás la última se conecte con las dos primeras, si hay
suerte―. ¿A dónde nos lleva todo esto?
Sus ojos continúan escudriñándome, su nariz se arruga de manera adorable
mientras se concentra.
―Solía amar las hair bands: Bon Jovi, Van Halen, Def Leppard, White-
snake…
Como si no conociera a las hair bands. ¿Se ha olvidado de lo que hago para
vivir?
―¿Sí…? ―digo finalmente. Me he perdido. Pero si puedo quedarme aquí,
contemplando sus pezones a través del top, estoy bien.
―Bueno, me pregunto cómo te verías con una peluca, delineador, camiseta
con los lados cortados y pantalones de pitillo.
No puedo evitar la sonrisa que viene a mis labios. Aunque estoy perdido,
esto es malditamente divertido.
―¡¿Qué?! Justo cuando estaba pensando que eres la primera chica que no
está loca, vas y pruebas lo demente que estás.
Se lo toma a broma, como era mi propósito, y esboza una sonrisa que le
ilumina todo el rostro.
―Chico roquero ―dice acercándose más. Hay algo en su manera de decirlo
que me hace sonreír. Me hace sentir especial cuando no he hecho nada para
merecerlo. Y me encanta―. Compláceme.
Me apunta con el delineador y eleva las cejas.
―De ninguna manera. ―Me río, apartando su mano juguetonamente.
―Dijiste cualquier cosa… ―Deja que la palabra se pierda, intentando
desesperadamente esconder la sonrisa victoriosa cuando me doy cuenta de que
me la ha jugado.
¡Por todos los demonios si esta no es la clase de puerta trasera que me
encanta!
―¿Así que me dejo pintar los ojos y puedo conseguir el helado? ―le digo
bromeando, reclinándome hacia atrás sobre las almohadas para ajustar mi pene
que está en estado constante de semi excitación. Asiente una vez―. Creo que
necesitaré algo más que eso, Trixie ―la reto.
―¿Como qué? ―Se ríe mientras se pone encima de mi regazo con el lápiz
listo para des-masculinizarme y, al mismo tiempo, iniciar un fuego con el calor
de su coño deslizándose sobre mi pene.
―Como esto ―le digo mientras tomo la parte de atrás de su cabello y la
atraigo hacia mí. Sus suaves labios caen sobre los míos y no me detengo, deslizo
la lengua entre sus labios y saco lo que quiero.
Quin responde. Toda lengua, manos, boca, y mierda, no estoy preparado ni
listo para irme. Nuestras respiraciones se hacen más pesadas, nuestros cuerpos
reaccionan. Lo único que quiero es más de ella. Deslizo la mano en la parte de
atrás de sus bragas mientras separa su boca de la mía. Quiero tomarla fuerte y
duro. Ahora.
―¿Yo, problemática? ―Finge inocencia con un aleteo de pestañas y los
pezones al frente, centrados en mi línea de visión―. Simplemente es un reto
manejarme, chico roquero, y oh, me gusta ser manejada. ―La risa es seductora,
podría hacer que cualquier hombre se volviera débil inmediatamente, pero estoy
preparado para la experiencia completa.
La atraigo hacia mí para probarla, para aplacar un poco la tentación antes de
que me la niegue por ese reto que arde en sus ojos y que dice ven y fóllame.
Justo cuando me está dejando tomar la iniciativa, reaccionando a cada una de
mis acciones, aparto la boca de la suya, aunque me mata, para dejarla queriendo
más.
―Créeme, sé cómo manejarte.
Me mira con sus ojos color caramelo, los labios hinchados y las mejillas
rojas. Suspira pesadamente, su cuerpo se tensa mientras mis dedos pasan por la
resbaladiza carne entre sus piernas abiertas.
―Primero consigo lo que quiero ―dice enseñándome el delineador―.
Después tú consigues lo que quieres.
¡Mierda! Es buena. Justo cuando pensaba que tenía el control, me maneja
como si fuera un negocio cualquiera. Pero está bien. Al final conseguiré lo que
quiero.
Siempre lo hago
Viviendo el sueño.
Capítulo 18
Quinlan
He estado yendo a cámara lenta todo el día, es ridículo. Me siento como
diez pasos detrás de mi primera clase del día y estoy completamente bien con
ello porque estoy viajando en el tiempo en la novena nube.
Y todo por Hawkin.
Me mantuvo al teléfono toda la mañana, hablando sobre todo y nada hasta
que mire el reloj y grité al ver la hora. Me hace sentir como una maldita
adolescente en su primer enamoramiento. Es más bien ridículo. Sé cómo va a
acabar esta historia per al infierno si esta chica, que no cree en finales de cuento
de hadas, no va a llevar los zapatos de cristal mientras le quepan.
Y el zapato de cristal es más de la variedad de tacón de aguja con la suela
roja.
Camino penosamente a través del campus, en realidad teniendo un respiro
por primera vez en todo el día pero aún me estoy moviendo a un ritmo lento.
Tengo ganas de llegar la conferencia pronto para poder ver a Hawkin antes de
que las masas le reclamen
Soy una perra codiciosa porque por lo que sé la tarde vaga de domingo que
pasamos jugando al Guitar Hero después de premiarle por dejarme convertirle en
un líder de banda de los ochenta no fue suficiente. Tampoco lo fue caer en el
sofá de la risa después de ganarle en el juego donde probamos los resortes del
sofá, o la cena sin camiseta ni zapatos de comida china para llevar que tuvimos
en el patio de atrás antes de que se fuera a casa.
Me he enorgullecido por ser una mujer que no es necesitada, en vez de ello
siempre he sido la que miraba el reloj para ver cuánto tiempo había estado mi
cita de la noche en mi casa porque habían excedido su bienvenida, y a pesar de
ello la otra noche no quería que Hawkin se fuera. Pero después de nuestra quinta
o sexta despedida se convirtiera en lujuriosos besos, finalmente se fue hacia lo
que él considera “la jodida realidad”.
Asiento a un compañero mientras me pregunto qué es la realidad para él. Sé
que hay mala sangre entre él y Hunter que causa una fisura entre los chicos de la
banda pero cada vez que he tratado de sacar el tema, convenientemente cambia
de tema. Tal y como hace cuando se refiere al resto de su familia: Su madre, si
tiene otros hermanos, más familia, Se ha cerrado pero lo esconde bien, siempre
cambiando a historia de la banda o un espectáculo o un famoso presumido sobre
el que tiene trapos sucios.
Siento que no confía con facilidad ―y se entiende debido a la posición
pública en la que está― pero creo que hay algo más en ello. Cuánto más, no
estoy segura.
La estúpida sonrisa se mantiene en mi cara incluso cuando mis
pensamientos viran hacia Luke y cómo probó que era el caballero que sabía que
era. Como cuando le llame el domingo por la noche para ver cómo se sentía y
para disculparme de nuevo, él en realidad cogió el teléfono y hablamos durante
un rato. Expliqué que no trataba de darle un incentivo, darle falsas esperanzas al
llamarle, pero que estaba cómoda con él, que me encantaría mantenerlo como
amigo porque realmente es un buen tipo.
Axe está de pie en la puerta mientras me acerco al teatro y eso hace que mi
sonrisa se agrande porque significa que Hawke está dentro. Siento un poco de
alivio porque quizás, sólo quizás, Hawkin siente el mismo vértigo eufórico que
yo y es por ello que ha llegado pronto cuando nunca lo había hecho antes. Y que
quizás ha hecho eso porque no puede esperar a verme.
Axe me saluda calurosamente mientras abre la puerta para mí, y una vez
dentro camino rápido hacia el atrio. Abro las puertas que guardan el interior con
las expectativas altas y los nervios corriendo desenfrenados pero por primera
vez, son por la anticipación y no por la aversión hacia el profesor invitado.
El directo golpe de lujuria que siento al minuto de verle no se compara a
nada que haya sentido antes. Una bola de energía radia a través de mí, causando
un pequeño fuego de deseo y una definitiva explosión de deseo entre mis
piernas. Vacilo momentáneamente en mis movimientos, queriendo apreciar la
vista de él pero al mismo tiempo queriendo correr por las escaleras y probar su
beso de nuevo.
Hawkin está sentado con sus Verbz, la cabeza baja, la mano golpeando a un
ritmo que no puedo oír, sus ojos cerrados mientras se convierte en parte de la
música. Sé que está atascado en alguna letra para una canción que él y los chicos
empezaron a escribir la noche que se marchó de mi casa así que sumo que está
trabajando en su bloqueo creativo. A pesar de lo que está haciendo, el hombre es
un orgasmo visual con sus vaqueros viejos con un agujero en la rodilla y su
camiseta de hoy tiene el logo de Van Halen en ella.
¿Cuántas camisetas de bandas de rock antiguas tiene?
Y entonces el recuerdo me viene y me río mientras bajo por las escaleras sin
que él lo sepa. El delineador negro que le puse añadido a su cabello que intenté
encrespar lo mejor que pude. Lo que la prensa hubiera pagado por tener fotos de
él así mientras batallábamos en el Guitar Hero. Mientras reíamos tan fuerte hasta
que acabamos gimiendo juntos.
Llego al último escalón, mis ojos sobre él, y el deseo enrollándose apretado
en mi cuerpo con cada paso. De repente estoy preocupada de que quizás estoy
haciendo de esto más que él, que lo voy a atrapar con la guardia baja cuando me
vea y entonces, ¿dónde estaré? Sacudo el pensamiento que es tan impropio de
mí, odiando la inseguridad que trae. Y aclaro mi cabeza en el momento perfecto
porque Hawkin mira hacia arriba y me ve.
La sorpresa pasa por su cara pero una ancha sonrisa y una calidez que
suavizan sus ojos en el momento que me ve se llevan toda la preocupación y es
un afrodisiaco a la vez.
―Hola ―dice, sacándose los auriculares de sus orejas y levantándose
mientras cierro la distancia entre nosotros.
Me paro delante de él, los nervios zumbando, las manos retorciéndose
juntas, y sus ojos en los míos.
―Hola ―digo tentativamente cuando todo lo que quiero hacer es
acercarme a él y presionar mis labios contra los suyos. Pero me retengo, no
queriendo llevar lo que sea esto a un sitio que él no quiera―. Perdón por
interrumpir… ―Mi voz se apaga, mientras sus ojos se oscurecen con deseo y los
pasa por el escote en forma de V de mi camiseta y baja a la longitud de mis
piernas y de nuevo arriba.
―No estás interrumpiendo ―dice. ¿Todavía me quiere? ¿Fue cosa de una
noche? ¿Por qué no estás besándome?―. ¿Crees que podrías ir a mirar las
conexiones del sistema de sonido? No parecen estar funcionando bien.
Miro hacia el pódium donde nada está encendido, mi ego y mis esperanzas
confundidos y lentamente desinflándose, el encuentro que esperaba no existe a
pesar de mi optimismo inicial.
―No está encendido. Tienes que…
―No. ―Me para con voz severa mientras se acerca para coger mi bíceps.
Mis ojos destellan al encontrarse con los suyos, viendo una sonrisa impaciente
que se eleva en un lado de su boca cuando habla―. Tienes que mirar en la
habitación de allí, Trixie. Ahora.
Oh. ¡OH! Me ha costado mucho el entender lo que intentaba decir y sus
cejas se elevan con diversión en el momento que sabe que entiendo cuáles son
sus intenciones.
Y diablos si no me encantan las malas intenciones cuando son de naturaleza
sexual.
Mirando hacia arriba a él entre mis pestañas, una diminuta sonrisa juega por
encima de mis labios.
―Sí, profesor Play―respondo en la voz más inocente posible, lo cual es
difícil considerando que pase de ser inocente hace mucho tiempo. Además
romper las reglas es mucho más divertido a veces. Me aseguro de que mis
caderas están balanceando las mercancías que tengo para ofrecerle mientras
camino al pequeñocuarto donde compartimos nuestro primer beso, y mis
sentidos ya están tan elevados que escalofríos corren por mi piel cuando le oigo
detrás de mí.
Cuando entro en el ensombrecido cuarto, mi estómago revolotea con
excitación, mi sexo casi húmedo por los pensamientos acerca de lo que va a
pasar después. Me quedo quieta en ese estado de deseo suspendido en silencio
mientras espero que toque mi encendida piel. El sonido de su respiración llena el
espacio a mi alrededor, y no voy a esperar más.
La desesperación hace que me gire hacia él, y su boca está en la mía al
instante. Sus labios magullan y marcan, su lengua clama y se apropia del
gemido, sus manos, que ya están cogiéndome del culo por debajo de mi falda me
convencen. Su beso me muestra cuán hambriento está de mí, el gruñido que
emite refleja una carnalidad cruda que dice que va a tomar sin pedir y diablos si
voy a hacer algo para pararle.
Porque agradable y lento a veces es bueno pero un rapidito sin tabúes, con
su puño en mi cabello y mi espalda contra la pared es definitivamente una buena
cosa. Y segura como el infierno parece que es a donde nos dirigimos.
Sí, profesor… Por favor, enséñeme. Aquí. Ahora. Duro. Fuerte.
Las palabras pasan por mi mente, pensamientos incompletos mientras nos
dirigimos a las llamas del otro, sabiendo muy bien que nos quemaremos.
―Dios, te quiero ―gruñe en mi boca mientras mis manos igualan a las
suyas, empujando a nuestros cuerpos juntos, las uñas cavando en la caliente piel,
las boca encontrándose de nuevo con volátil pasión.
Presiona mi espalda contra la pared mientras nuestros dedos juguetean
torpemente con la ropa. Mis manos deshacen su botón y cremallera para bajar
sus vaqueros y coger su pene duro como una roca mientras utiliza sus pies para
separarme y poder sacar mis bragas. Mete sus dedos entre mis pliegues y aprieta
la mano en mi cabello, otro gruñido sale de sus labios mentiras me encuentra
húmeda y lista para él sólo por su beso.
Sus dedos tocan donde más los quiero, el lugar que ha dolido las últimas
noches cuando me he ido a la cama pensando en él mientas su melódico timbre
me habla desde el otro lado de la línea telefónica. Las yemas de sus dedos rozan
gentilmente sobre mi clítoris, añadiendo una pequeña fricción al ya sensible
nudo. El placer de su mano y su boca en mí causan que mis piernas cedan un
poco por las sensaciones que evoca en mí.
―¿Es bueno, eh? ―murmura contra mis labios mientras libera mi cabello
para pasar un brazo por mi cintura para ayudarme a sostenerme mientras
sucumbo a sus diestros dedos. Se ríe mientras arqueo mis caderas hacia él en un
movimiento de ruego cuando quita su toque―. Tengo que asegurarme de que
cuenta ―murmura seductoramente, mis labios mostrando un fantasma de
sonrisa.
Desliza su otra mano por mi espalda y me quedo allí, con mis hombros
contra la pared, la pelvis hacia delante, la falda ladeada, y el cuerpo zumbando.
Mis ojos se abren para encontrar los suyos, su color gris casi negro, sus parpados
pesados con deseo.
―Me dije que podía esperar hasta después de clase. ―Oigo el sonido del
rasgar del aluminio, mis ojos se abren con el sonido pues significa que voy a
tener más que sólo dedos… Voy a tenerlo a él por entero―. Pero no puedo.
―Dice las últimas palabras con dolorosa moderación antes de mirar hacia abajo
para ponerse el condón―. Simplemente no puedo.
Su boca esta sobre la mía de nuevo mientras sus dedos cogen mis caderas y
me dirigen a un lado hasta que mi culo da contra una pequeña consola detrás de
mí. Grito, habiendo olvidado que estaba aquí en la oscuridad, y después acepto
sus órdenes físicas mientras me ayuda a levantarme sobre la superficie. La
consola es tan estrecha que mi parte trasera está medio sentada, así que inclino
mi espalda contra la pared, mis piernas alrededor de su musculoso torso y mis
manos cogiéndose de los lados mientras dirige su pene hacia mi entrada.
Se burla de mí con su cabeza, lentamente empujando dentro de mí y
después retrocediendo varias veces. Gruño con frustración, mi cuerpo exaltado
ante el pensamiento de él follándome hasta dejarme sin sentido. Me vuelve a
besar, demandante y posesivo.
―Quin… tengo que tenerte ―gime mientras sus manos cogen mis piernas,
apartándolas al mismo tiempo que entra de golpe dentro de mí.
Mi grito de éxtasis acalla su gruñido de placer mientras mi cuerpo da la
bienvenida al grosos de su pene golpeando contra mí, los nervios cantando, el
cuerpo estirándose, las endorfinas surgiendo. Estoy retorciéndome contra él en
sacudidas, mi parte trasera añadiendo a la profundidad que puede llegar con mi
peso cerniéndose en algún lugar donde nuestros cuerpos se encuentran.
―Tranquila, Q ―dice, su voz áspera mientras roza sobre mis oídos, su
obvio placer una excitación. Miro hacia abajo donde su pene está lentamente
saliendo de mí. Mi excitación resplandece contra la tenue luz a su espalda y es
sexy como el infierno el ver la evidencia de lo que me hace, que me hace querer
más y más.
Miro de nuevo a la lujuriosa mirada en sus ojos y sé que está excitado por el
hecho de que me gusta verle entrar y salir de mí. Nos mantenemos la mirada
mientras se mueve lentamente dentro y es como una gran cadena de reacción de
electricidad de mi centro a mis dedos con cada uno de sus movimientos.
Fijada en el erotismo del momento, miro abajo hacia nosotros. Estoy tan
excitada por todo, el hombre delante de mí, la idea de estar aquí y haciendo esto
cuando no deberíamos, el placer que definitivamente me trae, que a propósito
contraigo mis músculos alrededor de su pene mientras empieza a retirarse para
que la punta de su pene tenga problemas tratando de salir.
Amo el gruñido que emite y la manera en que su cabeza cae atrás con la
sensación, dándome un vistazo de su fuerte mandíbula y su nuez antes de volver
a mirar hacia arriba y directo a mis ojos.
―Sigue haciendo eso encanto y voy a venirme rápido y fuerte.
Queriendo verle, lucho contra la urgencia de cerrar mis ojos mientras me
inundo con la sensación de él hundiéndose en mí y manteniéndose ahí en un
silencioso reto.
―¿Rápido y fuerte? ―susurro, inclinándome hacia adelante, los músculos
contrayéndose de nuevo con el movimiento―. Sí, por favor.
Sus cejas se arquean y una sonrisa libidinosa se eleva en un lado de su boca.
―Mierda… ―gime la palabra mientras el deseo y mi comentario liberan la
moderación que ya casi no tenía―. Agárrate, Q.
En el momento en que sus palabras están fuera de su boca comienza a
moverse a un ritmo demandante, la consola golpeando la pared detrás de mí con
cada estocada. El pequeño espacio se llena con los bajos sonidos de nuestro
deseo, el golpeo de piel contra piel, y la consola traqueteando por la fuerza. Mis
manos se cogen a los lados por soporte mientras abro mis ojos para ver su cara
apretada con deseo, ojos cerrados, hombros tensos.
Destruye todo lo demás para que pueda enfocarme sólo en él, en esto, y la
manera en que está manipulando mi cuerpo. Los tres me llevan a un estado
frenético de felicidad de manera que estoy casi drogada cuando mi orgasmo me
llega como un terremoto de sensaciones que reverbera a través de mí y vuelve
para golpear contra su epicentro de nuevo.
Logro lanzar un grito de placer antes de suprimirlo cuando me doy cuenta
de donde estamos. Y es casi como si en el momento en que mi sexo empieza a
contraerse a su alrededor, cuando él sabe que he tenido el mío, Hawkin comienza
un ritmo castigador para él mismo para cazar su propio clímax.
Es sexy como el infierno cuándo se corre, su cabeza hacia atrás, sus dedos
sin saber rozando la tierna carne de mis piernas para igualar las marcas que dejo
allí este fin de semana, y después libera un gruñido salvaje que resuena en mis
oídos y se mantiene en mi memoria.
Descansa su cabeza en mi hombro mientras los dos recuperamos el aliento.
―Clase ―murmura como un recordatorio para él y saber dónde estamos
antes de levantar su cabeza y presionar un casto beso en mis labios mientras sale
de mí―. Santa mierda, eres increíble.
Sacude su cabeza antes de mirar abajo para quitar el condón y limpiarse
mientras mi ego y mis emociones se disparan ante su cumplido. Lentamente me
levanto de la consola, comprobando la estabilidad de mis piernas ya que acaba
de sacudir mi mundo.
Se abrocha la cremallera y me ve mirándole.
―Eso de ahí fue con galletas y crema ―dice mientras eleva sus cejas y
muestra una sonrisa. Me río al saber que fue tan bueno para él como su querido
helado―. Tomate tu tiempo, tengo que actuar como si no hubiéramos estado
justo aquí haciendo… ―Simplemente sacude su cabeza, su timidez repentina es
adorable de tantas maneras.
―Oh, te he traído algo ―le digo de repente, la ironía me golpea y hace que
sonría―. Está en la parte delantera de mi mochila.
Me mira, sus cejas juntas con curiosidad.
―¿Qué es?
16
―Una caja de Good and Plenty ―digo inexpresivamente, intentando
luchar contra la sonrisa pero fallando miserablemente, pensando en la sugerente
naturaleza del nombre del dulce.
Tira su cabeza hacia atrás y se ríe, el sonido reverberando profundamente
dentro de mí.
―Oh te daré mucho y bien, de acuerdo ―dice cruzando la pequeña
distancia hasta mí antes de cogerme y plantar otro beso en mis labios―. Creo
que ya lo hice. ―Se aleja un paso, una sonrisa engreída en sus labios, y sacude
su cabeza antes de alejarse.
Caigo contra la consola, una repetición del sexo increíble y explosivo que
acabamos de tener corriendo ya por mi mente una y otra vez.
Porque fue así de bueno.
Increíble en realidad. Juro que mi corazón se salta un latido incluso ante el
pensamiento, e intento decirme que debe ser por la novedad, además de nuestra
inherente parte física juntos, que hace nuestro sexo tan jodidamente increíble.
Racionalizo que no hay manera de que pueda sentir algo por él más allá del sexo
que remueve la tierra que hemos tenido que hace que parezca mucho más.
Es un intento fútil. Sé que me estoy mintiendo. He tenido buen sexo antes
―nada como esto, pero aun así bueno― y sé que mi interior no se retorcía y
aleteaba como lo hace ahora.
Estoy enamorándome de Hawkin, el epitome de todo lo que me dije que no
me enamoraría.
Mierda.
Capítulo 19
Hawkin
Me froto mi mano sobre mi mandíbula al contemplar cómo responder a la
pregunta, que uno de los estudiantes me ha hecho, y me doy cuenta que todavía
puedo oler el aroma del coño de Quin en mis dedos. No me jodas.
Hablar es un método para aligerar la sombría memoria del aniversario de
hoy.
Y aliviar la ansiedad, por el juez sentado en la fila superior de la sala,
observando cada uno de mis movimientos para asegurarse de que estoy
cumpliendo con mi obligación.
Me obligo a concentrarme en no meter la pata, no en la forma en que la
pequeña señorita Q a mi derecha simplemente me folla sin sentido en la alcoba,
pero carajo si no es difícil de hacer. Sobre todo con su olor ahora abrasando mi
psique.
Por lo que echó un vistazo hacia donde ella se sienta, cabeza abajo,
trabajando en cualquier cosa que elabora, en el tiempo que doy conferencias, y
pierdo el hilo de mis pensamientos. Bueno, por supuesto que sí, inepto. Todo en
lo que puede pensar es en bucear de nuevo por debajo de esa falda tan pronto
como la clase haya terminado. Y Dios, cómo amo su afinidad por las faldas sexy
marcando culo.
Debo estar en silencio durante demasiado tiempo, porque ella levanta la
vista y se encuentra con mis ojos, antes de evitarlos de forma rápida. Pero capto
la pequeña sonrisa que juega en sus labios mientras se gira para fingir que no le
importa. Joder si no es atractiva y me demanda para que la posea de nuevo.
Sí, por favor. El sonido de su voz diciendo eso, se repite en mi cabeza
mientras ajusto el enfoque, a pesar de no ser capaz de dejar mi propia sonrisa
secreta, sabiendo que solo ella sabe, lo que ocurrió antes de la clase. Comienzo a
dar una respuesta, explicar cómo el uso de drogas en Hollywood, es lo mismo
que poner un niño gordo en una tienda de dulces y dándole a elegir sólo un
artículo, cuando un movimiento en la parte superior de la escalera me llama la
atención.
¿Por qué en el infierno está aquí? Y, por supuesto, si no tuviera el coño de
Quin adormeciendo mi mente la razón estaría al frente y en el centro.
Hunter se desliza en un asiento en un pasillo de un tercio del camino hacia
las filas amontonadas. Tiene una gorra de béisbol sobre los ojos, por lo que no
hago de inmediato la conexión de porqué estaba aquí, pero sé que es mi
hermano, reconozco su ropa y su presencia. Además, lo noto sólo porque todo el
mundo está tan ocupado mirándome.
Incluido el juez. ¿Cuánto más un desastre puede ser esto?
Cuando Hunter mira hacia arriba y se encuentra con mi mirada, la mirada
intensa en su cara me dice por qué está aquí. Mi hermano utiliza todo lo que le
ayuda a olvidar: Sexo, alcohol, drogas: empujando mis botones, está aquí porque
precisamente hoy, el aniversario del suicidio de mi padre, va a abusar de la única
cosa que pueda, sin correr el riesgo de ir a la cárcel. Yo. En lo más profundo sé,
de alguna manera, que Hunter está aquí para tratar de hacerme daño por el
destino en el que se enrosca él mismo, pero del que me culpa en su lugar
Los celos son una perra medio desagradable.
Él me da una sonrisa zalamera, y sé que tengo razón. Jodida estelar. ¿Está
aquí para tratar de frotar mi cara en la forma en que consiguió doblarme cuando
no debería haberlo hecho, tomando la culpa por él, cumplir con mi promesa de
completar la conferencia, para salvar su culo? Mi instinto está inquieto con las
posibilidades y de este modo miro hacia otro lado sin darle ninguna reacción y
sigo adelante con mi explicación a la clase.
No necesito esta mierda, solamente saco de mi cabeza los pensamientos
acerca de Hunter porque si echo a perder esta conferencia con el juez aquí,
entonces yo soy el jodido, no cumpliendo con mi promesa de papá para
protegerlo.
Aquel que es débil.
Y sé que es una jodida lógica, en lo profundo de mi interior lo sé, pero no
por ello es menos potente cuando la historia ya ha decidido tu destino actual.
Doy con dificultad el resto de la conferencia, creo llevarla bien, teniendo en
cuenta la presión que viene a mí, de lo que se siente como todos los ángulos, y
enderezo mis hombros ante la línea de estudiantes esperando para hablar
conmigo después de clase. No estoy de humor para estar enfrente de todo el
mundo, sobre todo no, cuando tengo las tres personas que no quiero que
interactúen completamente, dentro del alcance del dedo: La persona decidiendo
mi destino, la única persona que quiero en todos los sentidos de la palabra, y la
única persona que no quiero tratar, observando cada uno de mis movimientos
debajo de su gorra de béisbol. Mis ojos se mantienen parpadeando entre ellos y
los estudiantes enfrente de mí.
Axe puede distinguir que estoy irritado y corta la línea al mismo tiempo que
Quin empieza a empacar su bolso. Me giro en círculo, viendo que el juez saca su
móvil, y luego mira por encima a Hunt para encontrar su sonrisa amplia, y los
ojos establecidos sobre Quinlan. Cuando mira hacia mí, me da un sutil pulgar
hacia arriba que causa temor vertiéndose sobre mí.
Vince tiene razón, ¿verdad? Mi hermano va a ir detrás de cualquier cosa que
yo quiera a excepción de mi música, porque la banda me protege como un
escudo, que sabe que nunca va a poder romper. La única cosa que más odia ―mi
éxito― no lo puede tocar, por lo que va detrás de cualquier otra cosa más que
pueda tocar en mi vida.
Y por la forma en que se mantiene mirando a Quinlan, sé exactamente cómo
va a actuar para herirme.
Entonces, ¿qué hago ahora? ¿Causar una escena en la que no puedo
controlar lo que mi hermano va a decir y que el juez oiga por casualidad algo
que podría ser perjudicial y joderme todo este tiempo que he puesto en tratar de
pagar la penitencia? ¿Conducirlo directo a Quin como un perro a un hueso?
Ninguna es una opción aceptable.
Mi mente da vueltas mientras trato de encontrar la cosa más inteligente que
hacer. Por supuesto que sería decirle a Quinlan cuál es su modus operandi, pero
no puedo hacer eso ahora, no con el juez sentado allá arriba escuchando cada
palabra y lo suficientemente inteligente como para concluir que estoy mintiendo
sobre la acusación de las drogas. Por otro lado, si muestro a Hunter que
realmente estoy interesado en Quin para algo más que un polvo rápido, va a estar
sobre ella para hacerme daño.
Para conseguir que vuelva a echarlo de la banda y después firmar el
contrato de grabación sin él.
¿Y su principal reacción? En vez de recibir la ayuda que he creado para él,
para que pudiera ganarse su camino de vuelta a la buena armonía dentro de la
banda, ya que tomó la única mujer, por la que además de nuestra madre me había
permitido alguna vez sentir algo, más allá que mutua compañía y trató de
arruinarme, lastimándola.
Porque follar con la hermana del manager de nuestra banda, mi entonces
novia, y embarazarla y dejarla una vez que el daño ya estaba hecho… Sí, esos
fueron movimientos jodidamente estelares. El decirle que consiguiese un aborto
o de lo contrario haría público uno de sus pequeños fetiches, fue aún mejor. La
pérdida de nuestro gerente sobre ello, fue sólo la guinda del pastel.
Todo lo que tengo lo quiere, lo toma en sus propios términos. A cualquier
precio es su lema.
Miro hacia la siguiente persona en la fila, al mismo tiempo que veo a
Quinlan ponerse de pie y colgar su bolsa al hombro. El juez todavía está mirando
su teléfono, todavía al alcance del oído, y Hunter se inclina hacia adelante en su
silla para ver la acción desarrollándose entre ella y yo, completamente obviando
a nuestro tercer observador. Mi cabeza es un lío, buscando un curso de acción
que cause las mínimas consecuencias para mí, además de evitar cualquier dolor
para Quin. Sólo espero que de alguna manera consiga la indirecta, vea a mi
gemelo en la audiencia, y averigüe entre sus acciones dela última vez y su
presencia en esta ocasión, el porqué de lo que estoy haciendo.
Es un largo tramo de puta suposición, pero es todo lo que tengo.
―Oye, Hawke ―dice la chica de la hermandad de mujeres la cual Quinlan
llamo Delta Sig, mientras balanceaba su cuerpo de lado a lado, el pecho hacia
adelante de modo que pueda ver cuán perfectamente sus letras se doblan sobre
su más que tetas tamaño puñado. Fijo la mirada en ella, un momento de pesar
causa que haga una pausa, cuando veo a Quin caminando hacia nosotros, las
cejas fruncidas en curiosidad de cómo voy a manejar a la alegre chica de la
hermandad, ahora que estoy teniendo sexo caliente con ella en los cuartos de la
escuela.
Y mierda, no hice nada más que dar un beso a la chica de la hermandad, y
puesto que el intercambio fue menos que memorable, su nombre se me escapa
momentáneamente. Hunt está ahora en movimiento, caminando lentamente por
las escaleras, sus ojos rastreando a Quinlan mientras camina hacia mi lugar, su
falda corta mostrando sus piernas asesinas, y me jode porque sé que mi hermano
disfruta de la vista de ellas en este momento.
Miro de vuelta hacia Delta Sig y sonrió suavemente aunque sé que no llega
a mis ojos. Ella está tan atrapada en la idea de mí, que no notará la diferencia de
todos modos.
―¿Eh, cómo te va?
―Bien. Bien ―dice, retorciéndose las manos delante de ella y todo lo que
puedo pensar es en el maldito caramelo sentado en la mesa detrás de mí, que me
conduce a Quinlan. Joder, ¿cómo voy a hacer esto?―. Te traje algunos Skittle,
ya que vi que te gustan las cosas dulces.
Al igual que tú, ¿verdad? Este no es mi primer rodeo, así que por supuesto
mi mente llena los espacios en blanco para ella. Extiende la mano con una bolsa
para mí.
―Gracias ―le digo tomándola y tirándola sobre la mesa detrás de mí.
Delta Sig se muerde el labio inferior en un movimiento calculado que he
visto más veces de las que puedo contar. Dios, la chica sólo se esfuerza
demasiado condenadamente duro. Cuando usas una señal gritando quiero que me
folles para poder alardear de ello… Sí, no es muy atractivo para mí.
―Me preguntaba si querías ir a tomar una cerveza en el bar de Sully. ―Da
un paso más cerca, el labio inferior hacia atrás entre los dientes de nuevo―. Y
entonces podríamos regresar a mi casa si quieres.
Y ahí va ella y me da una apertura y una salida que no puedo rechazar. Mi
cabeza está gritando que no, me dice que encuentre otra manera de conseguir
sacar a Hunter lejos y dejarme así poder arrastrar a Quin directo de nuevo a esa
consola y trabajar un poco de mi presión emocional mientras follo su apretado
coño caliente, hasta que me siente mejor . Pero sé que tengo que jugar a este
juego o de lo contrario ella será la consecuencia.
El juez aclara la garganta y levanto la vista para ver su atención centrándose
de nuevo en mí. Mierda.
Puedo sentir la mirada de Hunter, que está de pie en el primer escalón, en la
parte posterior de Quin. Puedo ver a Quin mirándome en mi periferia, y Delta
Sig me está pidiendo con sus grandes ojos azules, demasiado ahumados, para un
día escolar. Ella definitivamente tenía su plan de acción hoy y sé que soy un
idiota por usarla para sacarme de esta situación y luego rechazarla sin darle
ningún tipo de la acción que está esperando.
Joder, aquí vamos, Play.
―Suena como un plan. ―La mirada de euforia en su cara es ridícula.
Odiaría ver el aspecto de sus bragas. Mierda, desde mi experiencia con las
mujeres desesperadas, probablemente no utiliza ninguna―. Nos vemos fuera en
diez minutos, ¿no?
Oigo la inhalación rápida de aliento a mi derecha de Quin y cuando van mis
ojos en su camino, la mirada feroz que merezco, está cortando en mí.
―Por supuesto. Diez. Sí ―dice Delta Sig mientras camina de vuelta a su
asiento, pero mi enfoque ya está en Quin.
Puedo ver a Hunter sobre su hombro, y asiento hacia él, esperando que ella
se dé cuenta que hay otra persona viendo nuestro intercambio. Pero veo el
parpadeo de dolor a través de sus ojos, reconozco la evidente sorpresa después
de lo que acabo de decir, y sé que no está prestando atención a quién más está en
la habitación, ya que el fuego de ella está dirigida directamente a mí.
Me ahogo con las palabras que necesito decir, pero sé que tengo que
escupirlas, porque ya veo a Hunt registrando la salida de Delta Sig mientras ella
se aleja, lo que confirma mi sospecha de que lo único que quiere es remover
mierda para mí, en este momento.
Miro a Quinlan, es tan condenadamente hermosa, sobre todo ahora, cuando
todo lo que veo es ira y todo lo que quiero hacer es salir con ella, llevarla a su
casa, yacer con ella y mostrarle la mierda de centrifugado continuo que siento en
mi estómago. Esos sentimientos que están produciéndose dentro de mí
demasiado pronto y demasiado rápido. Hay emociones turbulentas que no
quiero, no puede tener. Claro que sí, la perseguí, amaba el puto desafío que
presentó, y me encantó la idea del muchacho Vinny consiguiendo otro anillo
alrededor de su maldito corazón de color rosa, pero nunca espere esta noción que
simplemente se estrelló contra mí como un camión Mack.
Que se trata de algo más que una apuesta. Que se trata de algo más que de
sexo.
Me esperaba una aventura divertida, pero nunca espere considerar perder
una maldita apuesta estúpida, porque uno, de ninguna manera en el infierno voy
a dejar a Vince tocarla y dos, de ninguna manera estoy dejando a Hunter
tampoco.
¿Cómo ha llegado esto a complicarse jodidamente tanto? ¿Cómo la presión
de Hunter estando aquí y la noción de que voy a hacerle daño, hace que todo
esto se ulcere y me bofetee en la cara?
Mierda. Mierda. Mierda. Demasiado a la vez.
Me entra el pánico momentáneamente, obligándome a ver que querer algo
más que sexo no significa necesariamente amar. Sólo significa que me preocupo
por ella y sé que estoy a punto de hacerle daño y odio esa mirada que sé, que
estoy a punto de poner en sus ojos. Pero también sé que el tipo de dolor que voy
a infligirle, será diez veces más fácil, que lo que temo que Hunter haría, sólo
para llegar a mí.
―¿Diez minutos? ―La voz de Quin se escucha a través de los disturbios en
mi cabeza, trayéndome de nuevo al momento.
―Sí. ―Rompo el contacto visual y comienzo a caminar hacia la mesa
donde mis llaves y teléfono están asentados en la mesa, algo para no ver sus
labios separados y los ojos ampliándose. Cualquier cosa para actuar con
normalidad y conseguir perder interés y alejarme―. ¿Puedes asegurarte que
tienes todo listo para la siguiente clase por mí?
―¿Disculpa? ―La incredulidad llena su voz.
―El sistema de sonido. Siguiente clase. ¿Lo tienes? ―Mientras menos
dices, mejor.
―¿Me he perdido algo? ―Está más cerca de mí ahora, y me giro hacia
ella. Puedo ser un idiota insensible y sin pensarlo dos veces como el mejor de
ellos, pero el infierno si no voy a odiarme a mí mismo después de esto.
―Nop. Ni de cerca. Sólo cosas quiero terminar las cosas aquí así puedo
reunirme con un amigo.
―¿Un amigo? Hmpf. Debes tener un montón de amigos, como los sabores
del mes. ―El desprecio gotea de su voz, y veo entrecruzar sus manos para evitar
que temblaran de la emoción.
Mierda, sé que ella dijo que era una mujer que le parecía bien el sexo
casual, pero también sé que el sexo casual se apartan a la mañana siguiente una
vez que sienten que es educado salir. Me quedé todo el puto día hasta que cayó
la noche. Ella tiene que saber, como me acabo de dar cuenta, de que hay algo
más que sexo entre nosotros. Tiene que saberlo. Sólo espero que recuerde eso en
este momento mientras le digo las siguientes palabras.
―Eso es correcto. Está todo bien, sin embargo, por lo menos tengo treinta y
uno a elegir en cualquier momento diferente. Vienen y se
van tanrápido, ¿verdad? Hace que sean fáciles de probar y seguir
adelante―digo, dando el golpe final en lo que espero conseguirla un infierno
fuera de este ambiente y lejos de Hunter.
Mi teléfono suena por un texto pero ni siquiera me inmuto porque ella me
mira fijamente sin hablar, con la mandíbula apretada, los ojos parpadeando
mientras procesa lo que acabo de decir.
―Bueno, este sabor acaba de expirar ―dice, comenzando a caminar hacia
mí y por un momento estoy seguro que sus intenciones no son más que girar a la
derecha de mí e ir hacia las escaleras. Sigo sus movimientos mientras camina por
las escaleras con determinación, crece una disculpa de nuevo en mis labios, y si
la idea no me había pegado en el rostro hace unos momentos de que me importa
ella, sin duda han dado en el blanco ahora.
Soy consciente que Quinlan nunca se dio la vuelta para ver a mi hermano
detrás de ella. No tiene idea de porqué acabo de hacer lo que hice.
Camina por delante del juez, dando un saludo amable, pero los ojos todavía
centrados en mí. Lo que daría por alejarme de ella en este momento, borrar el
dolor que acabo de poner en sus ojos, pero, ¿a qué precio ya que las dos personas
que pueden arruinar mi destino están aquí sentados en la misma habitación de
mierda? Me estremezco ante el sonido de las puertas al cerrarse con fuerza en la
parte superior del teatro y doy una respiración profunda mientras me preparo
para hacer frente a mi hermano y todo lo que está tormenta de mierda trae.
Hoy en día es lo bastante brutal, ¿no puedo simplemente tratarlo a mi
manera sin que él lo empeore?
―Bueno, eso fue incómodo ―dice en ese tono de burla suyo―. Ya la
tenías y, ¿qué? ¿No era buena?
Mi puño se cierra y toma todo de mí dar la vuelta, caminar hacia un lado del
auditorio y apagar el sistema de sonido. Normalmente hablando así con Hunter o
Vince o uno de los chicos estaría bien, nuestra vida sexual es un libro abierto,
pero no quiero oírlos hablar de Quinlan o sobre lo buena que era o no era. No
merece saber.
Diablos, ni siquiera merezco saber. Ella es demasiado buena para mí.
―¿Qué pasa? ―dice, tratando de actuar indiferente e ignorar su comentario
cuando yo más bien lo había empujado contra la pared y le digo simplemente lo
que pienso de él y de su mentira. Entro en el pequeño cuarto, y juro por Dios que
todavía huelo el sexo que tuvimos antes. La punzada de culpabilidad apuñala de
nuevo, pero nunca será lo suficientemente profundo como para infligir el dolor
que merezco después de lo que acabo de decirle. Toco el interruptor y doy la
vuelta tan rápido como puedo. No quiero arruinar lo que ha pasado aquí entre
Quin y yo tampoco.
Cuando salgo de nuevo al teatro, me mira expectante.
―Entonces, ¿qué pasa? ¿La rubita es mala en la cama por lo que te
cambiaste al lado de la atractiva chica de hermandad? Porque ella es
definitivamente más mi tipo.
Mi paciencia se ha ido y mi temperamento hierve, pero acaba de decir las
palabras que necesitaba escuchar. He llamado su atención con la Delta Sig.
―Sí, algo así ―difiero, pasando una mano por el cabello con
exasperación―. Necesito irme. Ella está esperando. ¿Necesitas algo? ―Y
cuando levanto la vista de los asientos ahora, me parece que el juez ha salido y
solo estamos él y yo. Un suspiro de alivio parpadea a través de mí a pesar de la
cuerda floja en la que estoy caminando con él.
―Oh, ¿vas a salir con ella ahora? ―dice, levantando la barbilla por las
escaleras, señalando con sus manos sobre el pecho como si las letras chica Delta
Sig estuviera en la pantalla.
―Mm-hm. ―Coloco mis llaves en el bolsillo mientras suena mi teléfono de
nuevo.
―Voy a ir contigo, hombre. Quiero ver cuán mal lo haces con esta chica así
puedo lanzarme de picada y salvar el día.
―Sigue soñando, amigo. ¿No tienes algún otro lugar en donde estar? ―Él
está presionando traseros, y no estoy en el puto estado de ánimo para su mierda
en este momento, especialmente hoy. ¿No puede entender que él no es el único
que sufre de las memorias que este día evoca? Sé que me estoy engañando
pensando en que lo entiende―. ¿Cómo van tus citas de consejería? Eh, ¿Hunter?
―Me encuentro con sus ojos, con la necesidad de ver si me miente frente y al
centro.
―La próxima semana es la primera. ―Sus ojos se mueven hacia la
izquierda y luego de vuelta hacia mí.
―¿Crees que voy a comprar esa mierda de mentira? ―Puedo escuchar la
incredulidad creciente en mi voz, el estrés de los últimos quince minutos,
tomando su peaje―. ¿Crees que estoy aquí pagando un castigo por algo que
jodidamente no hice para salvar tu maldito culo y tú te saltas tu parte del trato?
―Doy un paso hacia él, con los puños apretados, los dientes apretados, la
paciencia se ha ido―. La jodiste la última vez, perdiste tu oportunidad en un
montón de mierda… todo. ¿Vas a arriesgar más ahora?
―Vamos hermano, sabes que soy bueno en ello.
Sólo lo miro mientras las verdades que empujo a un lado sobre mi hermano
vienen a derrumbarse a mi alrededor. Puedo seguir teniendo esperanzas pero no
tengo que pasar por alto la ira.
―¡No te atrevas a decirme vamos hermano a mí! ¡No me importa en qué
mierda eres bueno porque ahora parece que no eres bueno para ninguna mierda!
―grito, mi dedo golpeándolo en el pecho―. Yo me hice cargo de la puta caída
por ti. Puesto en peligro mi libertad, mi carrera, mi banda por ti, y estás aquí
parado como si no fuera gran cosa.
―¡Tú y tu preciada carrera! ―se burla.
―Puedes apostar tu culo a mi carrera, estúpido. ¿Quién crees que paga tu
estilo de vida? ¿Tus hábitos? ¿Se te olvidó de dónde proviene tu pago mensual
de la banda? Te pago de mi paga idiota, simplemente porque la culpa me come
por haberme obligado a tomar una decisión, y seguir adelante y arruinar la
carrera colectiva de la banda u obligarte a obtener ayuda y salvarme a mí
mismo…
―Eres muy bueno en salvarte a ti mismo. ―Hace puños las manos―. Pero
seguro como la mierda que apesta cuando se trata de salvar a otros, ¿no es así?
Sus palabras me golpean y doy un paso atrás mentalmente. Lo miro con los
ojos muy abiertos, no creyendo que en realidad acaba de ir allí. Aprieto los
dientes y tomo una respiración para calmarme.
―No todo el mundo quiere ser salvado, Hunt. ―Estamos en un silencio de
muerte, nuestras palabras haciendo mucho más daño de lo que los puños jamás
podrían―. Tú incluido, ¿verdad? ¿Vas a salvarte a ti mismo? ¿Obtener ayuda
por tu hábito? Puedes culparme de todo lo que quieras… pero tus celos es…
―¡No estoy celoso! ―grita de nuevo, la voz tronando alrededor de la
habitación, mientras doy un golpe duro con su resentimiento. Y que no caiga en
oídos sordos que no refutó mi comentario acerca de sus hábitos o cualquier otra
cosa, pero sí sus celos.
―¿No lo estás? Inténtalo de nuevo, idiota. ¿Crees que no escucho los
comentarios, ver tu mierda, saber que intentas desmejorar cualquier cosa que va
bien para mí? ¿Crees que soy el puto ingenuo de tu juego? ¿Desmejorando
ofertas, arrojando una bolsa de viento en mi dirección en el momento en que ves
las sirenas reflejándose en las ventanas de la casa? Usas mi culpabilidad en mi
contra, así qué, ¡saca la mierda sobre mí porque te pertenece!
Mi imagen del espejo simplemente me mira fijamente, con el pecho agitado,
ojos brillantes, y la animosidad pulsante en oleadas y choca contra la mía.
―No estoy celoso de ti y tu carrera de mierda. El favorito de papá seguro
que está cumpliendo con su potencial, mientras me deja en el extremo de la
operación, tener que cuidar de mamá.
―¿Cuidar de ella? Creo que pago las cuentas. ―Doy un paso hacia él, los
pechos subiendo y bajando uno contra el otro―. Además, no me di cuenta que
drogarse estaba dentro de cuidar de ella, porque todavía te drogas, ¿verdad? Las
drogas son más importantes que las promesas, ¿verdad?
―¡Que te jodan!
―¡A ti también, hermano! Por lo menos mi conciencia está limpia. ―Digo
las palabras pero mi padre de pie delante de mí presionando el acero frío en su
barbilla, destella en mi mente. Mi conciencia está todo menos limpia porque no
traté de detenerlo. Empujo a los pensamientos de mi mente. Trato de dar un paso
hasta la placa y ser la pesada mano que Hunter necesita para limpiar su acto.
―No puede estar demasiado limpia desde la muerte de papá, ¿verdad
santurrón?
Damos la vuelta como perros enjaulados en espera de la oportunidad de
golpearnos el uno al otro. Estamos deliberadamente tratando de herirnos, y no va
a hacer nada bueno para nuestra relación, pero carajo si no se siente bien dejar
salir todo en este momento. Hacer daño a otra persona en lugar de sentarse y
tomarlo.
―De estar limpio es algo de lo que no sabes nada ―hiero con mis
palabras―. ¿Cuál es tu elección de droga ahora? ¿Coca? ¿Qué sigue? ¿Heroína,
así puedes realmente joder nuestras vidas?
―La gente va a escucharte. Calmante jodidamente…
―¡No te atrevas a decirme que me calme cuando es mi puto culo el que está
en la línea! ¡Que me oigan! ―grito desde la parte superior de mis pulmones―.
¿Tienes miedo de que se enteren? ¿Eh? ¿Verdad? ―lo toreo―. Haz lo que
jodidamente prometiste. ¡Límpiate a ti mismo! Estoy tomando la caída por ti esta
vez, Hunt, pero no más. He terminado. Eres mi propia carne y sangre, hombre,
pero esto es una mierda.
―Mírate. Te sientes todo alto y poderoso este año con tus contratos de
grabación y putas… creo que te has demostrado a ti mismo y al mundo y sin
embargo lo único que me has demostrado es que eres un bastardo egoísta al igual
que él lo era. De tal palo, tal astilla.
Sus palabras cruzan la corta distancia entre nosotros y se golpean contra mí
como un bate. En esa fracción de segundo no registro que sé que está dándome
un golpe bajo para callarme de decir toda su mierda y dejarla sobre la
alfombra. No proceso nada excepto mi puño hacia atrás y el grito de rabia
haciendo eco a través de mí para darle, hacer la única cosa que quiero hacer,
pero sé que no hará nada para aliviar el dolor en mi alma.
Me hace ser como él.
―No puedes hacerlo, ¿verdad? ―se burla, quiere que lo golpee para que
tenga algo más para mantener por encima de mi cabeza.
Mi brazo tiembla con la rabia que siento por dentro. Por él. Por papá. Por
mamá. Por Quinlan por mirarme con esos ojos que no merezco que me miren.
Por jodidamente todo.
Veo un destello de arrepentimiento pasar por los ojos de Hunter. Y esa
pequeña muestra de nuestro ADN conectado me tira del borde, porque me temo
que tengo tanta rabia reprimida dentro de mí, que si le pego no voy a ser capaz
de parar.
Y no puedes deshacer el daño que has hecho a tu familia. Lo sé porque soy
una prueba viviente. No puedo deshacer lo que hizo nuestro padre; sólo puedo
tratar de hacerlo mejor.
Maldita carretera alta. Siguiendo como una mierda cuando algunos días
prefiero caer por el borde.
Mi corazón late con rabia y mi cabeza no quiere ser llenada con
arrepentimiento que no puedo calmar, por lo que bajo el brazo. Tengo que salir
de aquí. Tengo que tomar un poco de aire fresco y unas cervezas para calmarme
de una puta vez. Y luego llamar a Quinlan y tratar de explicar por qué dije lo que
dije.
―Hemos terminado aquí, Hunt. ―Pongo mis manos enfrente de mí para
decirle que no quiero seguir con esto porque todavía siento su rabia.
―No lo he utilizado desde esa noche. ―Su voz es tranquila, resignada, y
mezclada con la única disculpa que creo que jamás vuelva a obtener de él.
Asiento en aceptación de su confesión, pero sé que con Hunter, su
arrepentimiento es fugaz y es sólo cuestión de tiempo antes de que se vuelva a
resentir por algo más. El tiempo ha demostrado esta verdad, así que acepto lo
que puedo conseguir cuando puedo conseguirlo.
―Ella me está esperando ―digo con una elevación de la barbilla hacia la
salida, manteniendo la apariencia―. Me tengo que ir.
Hemos estado discutiendo durante tanto tiempo, ella no podría aún estar
allí. Echo un vistazo a mi teléfono para ver cuánto tiempo ha pasado.
Oh, mierda. Los textos de urgencia de Westbrook. Me volteo hacia Hunter.
―Es mamá.
Capítulo 20
Quinlan
―No necesito tu mierda, Colton. ―Pongo los ojos en blanco y me dejo
caer en el sofá, con el teléfono aún en la oreja cuando todo lo que quiero hacer es
fingir que no tengo cobertura y colgar. Quiero mucho a mi hermano pero con el
día de mierda que he tenido, no necesito su opinión no requerida cuando se
enteró de mi cita con Luke.
Ignoro el pitido de otra llamada entrante de Hawkin, la que parece ser la
centésima vez desde que dejé hoy la conferencia. Me abrí y me derribó. No
quiero pensar en ello o en la punzada por mis esperanzas frustradas y las
emociones en las que pensé durante toda la maldita clase mientras en todo en lo
que él estaba pensando era la chica Delta Sig. Me queman los ojos con lágrimas
que me niego a dejar caer porque esto es mi responsabilidad al ignorar la orden
de que fuera solo algo casual.
―Q, obviamente estás molesta. No quieres decirme por qué, lo que
significa que es por un hombre. ¿Y además me entero de que tuviste una cita con
el imbécil? Quiero decir, dos más dos…
―No es igual a cuatro ―intervengo, exasperada―. No es nada. Ni nadie.
Ya he pasado la página. ―No lo he hecho, pero no necesita ponerse en modo
hermano mayor más de lo que ya está.
―Malditas mujeres ―murmura, haciéndome reír―. ¿Estás segura que estás
bien?
La sinceridad en su tono me hace sonreír ligeramente ante este lado suyo
que pocos logran dilucidar por su dura conducta.
―Sí, lo prometo ―aseguro a mi hermano.
―Si no fuese así me lo dirías, ¿cierto? No necesito una excusa para patearle
el culo a Luke, pero tampoco haría daño.
¿Mucha testosterona? ¡Santo Dios!
―¡Colton! Fue un perfecto caballero.
―De acuerdo, de acuerdo. Solo dime una cosa ―demanda―. ¿El imbécil
por el que estás molesta es un corredor?
Ahora la risa viene libremente ante su incesante e inherente antipatía hacia
Luke Mason. La voz de Hawkin llena mi mente a pesar de la punzada que causa.
El roquero gana al corredor.
―No. Un músico ―respondo sin inflexión en la voz.
―Malditos personajes ―murmura―. Eso es aún peor.
―Sí. Ya me conoces, tomo todas las malas decisiones con todos los tipos
incorrectos ―señalo, imaginándome la mirada en su rostro ante este comentario.
―Malditamente increíble, Q. ¿Qué dem…?
―Buenas noches, Colton ―interrumpo, con una sonrisa en el rostro. He
cumplido con mi deber como hermana pequeña de atormentar a su hermano
mayor para una semana.
―Buenas noches. ―Me encanta la exasperación en su tono, porque
significa que lo conseguí.
Cuelgo, lanzo el teléfono a mi lado en el sofá y me froto el rostro con las
manos, ignorando mis acelerados pensamientos, aunque sé que, de todos modos,
al final ganarán. Miro hacia el cubo de basura, donde en la cima hay un envase
de dos litros de helado de galletas y nata. Irónicamente, comí el helado más
temprano, cuando trataba de procesar qué demonios había pasado después de la
clase de hoy. Y aún sigo sin tener ni idea, tal como antes del duro ejercicio, el
jacuzzi y la llamada de mi hermano.
¿Cómo pasamos Hawkin y yo del increíble sexo caliente antes de la clase a
él saliendo con la chica Delta Sig? Algo estaba jodido y estoy tan enferma y
cansada de pensar en ello, de ser herida por ello, en vez de ratificar lo que no
debo, que solo quiero ir a la cama para impedirme hacer la única cosa que he
querido hacer desde que subí las escaleras del auditorio; llamarle.
Me niego a ser la fan desesperada pegajosa por una follada más entre las
sábanas, cuando dejó claro que ya me había puesto en el cesto de la ropa sucia.
Podía responder el teléfono cuando llamase y preguntárselo yo misma, pero
necesito interiorizar todo esto antes de hacerlo. No soy una persona débil, pero
algo me dice que puedo recaer fácilmente bajo su embrujo.
Cierro los ojos, el sofá debajo de mí es bastante cómodo y me quedo
dormida, o al menos pienso que lo hago porque cuando empiezan a sonar golpes
en mi puerta de entrada me sobresalto y salgo del sofá, con el corazón corriendo,
la cabeza nublada y la adrenalina golpeando. Mi pensamiento inmediato es el
miedo. Quiero decir, aún estoy tratando de aclarar el sueño en mi cabeza
mientras camino hacia la puerta, mi mente ni siquiera considera qué estoy
vistiendo una camiseta de tirantes y bragas.
Los golpes empiezan de nuevo y cuando investigo por la mirilla,
sorprendentemente me despierto completamente con enfado.
―¡Vete, Hawke! No eres bienvenido.
―¡Vamos, Quin! ―Vuelve a llamar, la puerta vibra contra mi mejilla
recostada en la puerta para poder mirarlo a través de la mirilla.
―No. De ningún modo. ―Apago la luz del porche, aferrándome a mi
resolución y dignidad, y camino hacia el pasillo. Me quedo de pie en la familiar
habitación por un momento, la indecisión imponiéndose sobre qué hacer
después, mientras golpea de nuevo la puerta. Apago la luz al lado del sofá,
segura de que solo necesito dormir y, tal vez como la resaca, se irá por la
mañana.
Me encamino a apagar la luz de la lavandería, donde la lavadora está
funcionando con un programa de medio ciclo, cuando la puerta del patio trasero
se abre de golpe. Chillo del susto cuando golpea el mostrador a su lado, pero
rápidamente cambia a enfado cuando veo a Hawkin allí, con los hombros
apoyados contra la pared, enmarcando la jamba, con la cabeza gacha, no
viéndose nada mal.
―Quinlan ―pronuncia, alzando lentamente la cabeza para encontrarse con
mi mirada―. Te necesito.
Mi corazón se detiene un momento por la desesperación en su tono. Hazme
daño y que regrese, culpa tuya. ¿Hazme daño de nuevo y que vuelva una
segunda vez? Sueña con ello. En teoría suena brillante, pero cuando el hombre
que quieres está de pie frente a ti con un puchero en los labios y deja salir esas
palabras, mi disfraz de chica dura se tambalea.
Vamos Westin, no te hundas. Es un imbécil. Te rechazó y ahora se dio
cuenta de lo que hizo y te mira como un cachorrito herido.
Me reclino contra la lavadora a mi espalda, deseando que mi fibra sensible
dejase de tirar de todo en mi interior, y cruzo los brazos sobre el pecho en un
intento inútil de mantenerlo a un brazo de distancia.
―¿Qué? ¿Tu sabor de treinta segundos expiró y ahora vuelves por más?
―Mi chica dura regresa momentáneamente con mucha más valentía de la que
siento realmente.
―Q ―masculla―. Necesito explicarme.
―Tenlo por seguro. ¿Crees que yo, o alguien, se merece ser tratado de ese
modo? ¿Rechazada de esa forma? ―Alzo la voz mientras el dolor sobrepasa al
enfado que arde en mis venas. Toda la emoción que intenté fingir que no
importaba y contener todo el día, burbujea y explota.
―Hay una explicación. ―Su voz es suave y resignada. Reconozco la
tristeza pero estoy en una racha y nada va a detener el rechazo que siento surgir.
―¡No me importa Hawke! Puede que seas una estrella de rock de primera,
¿pero sabes qué? No te da derecho a ser un imbécil ―grito.
―¡Si te callas me explicaré! ―responde gritando, metiéndose en mi
espacio. Alcanza mi brazo y me alejo de su proximidad.
―¡No! No hay excusas suficientemente buenas. Solo somos amigos,
¿recuerdas? ―grito como una adolescente teniendo una rabieta. Se pasa una
mano por el cabello, mirándome a los ojos, temblándole el musculo de su
mandíbula cerrada―. Crees…
Antes de que pueda acabar la declaración, su boca está sobre la mía. Lucho
contra él, empujando con los brazos, moviendo las piernas, sacudiendo la cabeza
de lado a lado; pero me mantiene quieta, fijándome con las caderas a la lavadora
en marcha a mi espalda, así que tengo los brazos atrapados entre nuestros
cuerpos y sus manos mantienen mi cabeza firmemente en el sitio. La lucha en mí
se propaga con más fuerza.
―¡No! ―grito contra sus labios, odiando mi cuerpo por traicionar mi mente
mientras empieza a zumbar con el calor de nuestros cuerpos conectados,
recordando lo bueno que podemos ser―. ¡Cómo te atreves! ―Es una protesta
sin entusiasmo.
Me sujeta el cabello con los dedos, y tira con la fuerza suficiente para
forzarme a mirarlo a los ojos.
―Estaba intentando protegerte.
La risa sarcástica me toma por sorpresa.
―¿De verdad? Vaya, ciertamente tienes una divertida forma de mostrarlo,
Hawke. ¿De qué me estás intentando proteger? ¿De ti?
―Sí.
―Buen intento, roquero ―me mofo. Mi enfado ahoga la sinceridad teñida
con vergüenza que hay en su tono. Mis emociones luchan, mientras lo que
pienso que debería hacer y lo que quiero hacer chocan entre sí. Intento apartarlo
de nuevo, odiando, amando, queriendo y rechazando el calor de sus músculos
fibrosos contra mi cuerpo.
―Quin. Yo. La mierda en mi vida. Todo… Hunter estaba detrás de ti
―farfulla, mientras evita que le dé un rodillazo en un sitio interesante―. No
quería que se metiese contigo. Te hiciese daño para molestarme.
Y dejo de luchar. Mi mente da vueltas con el comentario y con lo difícil que
era para él hacer esta confesión.
Jadeamos por el esfuerzo, nuestros rostros están cerca y su mirada busca la
mía para asegurarse de que lo entiendo. De repente, hay muchas preguntas que
quiero hacer y debe notarlo porque no pasa un segundo hasta que aplasta su boca
contra la mía, sin responder una vez más. La diferencia es que esta vez se lo
permito.
La abro a él, como si su boca buscase las respuestas a los problemas que sus
ojos me cuentan que no puede encontrar. Nunca entendía cuando la gente
aseguraba que un beso sabía de una forma u otra. Siempre pensé que era parte
del mundo de las princesas de los cuentos de hadas que no compartía.
Pero estaba equivocada.
Cuando nuestras lenguas se conectaron, cuando sus labios acariciaron los
míos, pude probar su desesperación, entendiendo que necesita algo, a alguien,
ahora mismo, para ayudar a disipar el dolor y confusión que roban la luz en sus
ojos.
Y puede que no lo entienda, de hecho, puede que nunca conozca la verdad
que cuelga en esas profundidades de gris, pero sé que un hombre extrañamente
admite que necesita algo y cuando lo hace, mejor que te sientes y escuches. Y
estoy escuchando.
Le dejo tomar y liderar, así, el control que pide está bajo la punta de sus
dedos, deseoso, querido y tangible. Donde nuestra conexión hoy más temprano
fue un encuentro mutuo de deseo enloquecido, ahora mismo puedo sentir su
necesidad por mucho más que por mí. Para controlar, de modo que puede
calmarse. Para saciar, de modo que puede sentirlo todo. Tener la liberación, así
puede aliviar algo de su inquietud.
Y estoy aquí para él. Lanzo mis preocupaciones anteriores por la ventana
porque me necesita y ahora mismo le daré lo que me pida para aclarar el dolor de
sus ojos y la pena de su semblante.
―Lo siento ―murmura junto a mí.
Simplemente asiento en aceptación mientras reclama mi boca una vez más.
Cierra la puerta de una patada detrás de nosotros sin titubear. Acuna y acaricia
mis pechos con las manos a través de mi camiseta y deslizo una bajo la suya para
sentir su piel acalorada y tensa por la ansiedad. Le saco la camiseta por la cabeza
y hace lo mismo con la mía, luego desabrocho su pantalón ganándome un
gemido doloroso cuando mis manos lo encuentran duro y preparado.
Bajo su pantalón y su ropa interior hasta la cadera y lo rodeo. Aparta su
boca de la mía, echando la cabeza hacia atrás a la vez que mi nombre abandona
sus labios en un quejido desesperado. Mientras trazo un camino de besos por su
cuello, aprieta mis brazos con los dedos cuando me pongo de rodillas en el suelo
frente a él.
Alzo la mirada por su torso definido para estudiarlo, barbilla apretada, ojos
penetrantes, fosas nasales dilatadas y cuando nuestros ojos se encuentran, lo
tomo en mi boca. Inmediatamente mete las manos en mi coleta, enredando las
manos con mi cabello mientras murmura de placer.
―Dios, Quin.
Puedo no ser capaz de arreglar sus problemas o incluso de saber las
respuestas a ellos, ¿pero esto? ¿Hacerle sentir tanto placer que no pueda pensar
en otra cosa por un tiempo? Esto puedo hacerlo.
Aprieta su agarre, una de mis manos está en su antebrazo mientras con la
otra sujeto su pene, así puedo tomarla en mi boca. Aún me sostiene la cabeza y
folla mi boca, así que golpea lo profundo de mi garganta antes de mover las
caderas con un gemido de placer y echarse hacia atrás. Normalmente exploraría
más, provocaría y me burlaría, pero puedo notar por la volatilidad de sus
emociones, al igual por como sus músculos se tensan bajo mi mano, que esas
sutilezas no serían bienvenidas. Está en esto por el final, el placer que puede
apagar el dolor, incluso si es durante poco tiempo.
Aún sostiene mi cabeza y mueve las caderas en mi rostro. Sé que está cerca,
puedo sentirlo endurecerse en mi boca, pero esta vez se presiona tan duro y por
tanto tiempo, que tengo arcadas sobre su dureza. Lo escucho maldecir, siento
que me suelta inmediatamente el cabello y me pone las manos en los hombros,
levantándome, disculpándose mientras las lágrimas queman en mis ojos y toso
por la intrusión.
Realmente no es gran cosa, es solo algo que suele pasar al hacerlo, pero es
casi como si algo se rompiese en su interior a causa de ello. Pasa de estar
enfadado y reprimido a confundido y arrepentido, intentando llevarme hasta él y
disculparse. Estoy segura de que es la mezcla del alcohol y lo que fuese que le
pasó hoy, que le tiene molesto y dolorosamente escrito por todo él, y es la causa
de su inestabilidad emocional. Probablemente estoy muy lejos en mi
pensamiento, pero mi reacción visceral por el único modo de calmar este
extremo maníaco es volver a ponerlo al mando, decirle lo que quiero, forzarle a
terminar esto.
Y no tengo ni idea de qué estoy haciendo, pero actúo por instinto y lo que
puedo leer en su expresión.
―No, Hawk…―Trato de apartarme de sus brazos. Cuando lo miro a los
ojos veo la emoción nadando en ellos y presiono mis labios contra los suyos en
un beso sin restricción. Fuerzo mi lengua entre sus labios, hundo los dedos en su
cabello, le rodeo el pene con una mano y empiezo a bombearlo en mi mano.
Al principio no reacciona, pero después mis acciones empiezan a devolverle
a la vida.
―Fóllame, Hawkin. Lo necesito duro, rápido y áspero ―susurro mis
demandas en su boca y le muerdo el labio inferior mientras me aparto y lo miro
otra vez a los ojos, pero esta vez veo la neblina de deseo comenzar a
oscurecerlos mientras la necesidad lo atraviesa.
Y en lo que dura el tiempo entre un latido a otro, me sujeta las caderas y me
sube a la lavadora. Ni siquiera tengo un momento para darme cuenta de mi
victoria, porque con la lavadora en el ciclo de centrifugado vibrando debajo de
mí, no tarda en ponerse un condón, separar mi sexo y deslizarse dentro con un
impecable y desesperado golpe.
Ambos gemimos mientras sacude las caderas antes de quedarse
momentáneamente quieto, intentando no sucumbir a mi calor húmedo. Espera un
poco antes de retirarse y marca un ritmo frenético y castigador, mientras me
mantiene separados los muslos con las manos y presiono la espalda contra el
muro detrás de mí. Observo cómo su pene se desliza dentro y fuera, y con la
vibración de la máquina, urgiendo mi liberación, deslizo una mano entre mis
muslos y añado la fricción que mi clítoris necesita para lanzarme al olvido que
está retrasando para sí a fin de que yo lo encuentre primero.
Sé que después recordaré cómo incluso en su peor momento, Hawkin está
pensando en mí; pero ahora mismo, no puedo pensar. Lo único que puedo hacer
es sentir, la entusiasta sensación de su grosor deslizarse contra mis excitados
muros con cada golpe de sus caderas, el movimiento de la lavadora, mi propio
dedo que sabe cómo complacerme. Reconociendo las señales de mi cuerpo que
me dicen que el orgasmo está cerca, mantengo la respiración mientras se tensan
mis muslos y se me doblan los pies. Alzo la mirada para ver el rostro de Hawke
contraído con placer, los músculos de su cuello y hombros tensos, los ojos
cerrados mientras su cuerpo nos llevaba a ambos al orgasmo.
Me corro primero. Su habilidad para dármelo duro y rápido como pedí me
da un orgasmo explosivo que hace que me atraviese la columna un calor
candente y explotando en mi núcleo antes de rebotar por cada nervio de mi
cuerpo y reteniéndolos como rehén.
No puedo recuperarme lo suficientemente rápido para mirar a Hawkin
alcanzar el suyo, tengo los ojos cerrados y el cuerpo hundido contra la lavadora
cuando grita con violencia:
―¡Joder! ―Llena la pequeña habitación. Aprieta los dedos mientras se
corre.
Puedo sentir la tensión dejando su agarre en mis muslos y abro los ojos
justo cuando echa la cabeza hacia adelante un segundo antes de que se estire en
un movimiento tan inesperado que titubeo momentáneamente cuando me lleva
hacia él y me rodea con los brazos.
Nuestros cuerpos aún están unidos en todos los aspectos y mientras me
abraza apretadamente en mi cuarto de lavandería, también puedo sentir que
nuestras almas se entrelazan y mi corazón se desliza un poco más cerca del
acantilado hacia el océano del amor que espera abajo.
***
―Esta banda tiene una buena vibraciones ―murmura suavemente Hawkin
mientras golpea los dedos al compás en la piel desnuda de mi espalda. Es la
primera cosa que ha dicho desde que nos acostamos en el sofá después de
movernos de la lavandería, lo que se siente hace una eternidad. Somos un enredo
de deseo satisfecho temporalmente, mientras descanso sobre su torso.
―Ajá. ―Es todo lo que murmuro mientras nuestros corazones laten el uno
contra el otro y el aire de la noche enfría nuestra caliente piel desnuda.
Honestamente, mi mente todavía está pensando sobre el inesperado giro en los
acontecimientos de la tarde. El sexo que estaba teñido con codicia y
desesperación por ambas partes pero por razones diferentes.
Y con el sexo vino el cambio en mi estado mental y de emociones. Sin
duda, me estoy enamorando fuertemente de Hawkin. Puede que hayamos
entrado en lo que sea esto entre nosotros sin ninguna suposición de a dónde se
dirige, pero dudo que alguno de los dos será capaz de alejarse ileso.
Obviamente, pasó algo esta noche para llevarlo a beber, algo lo
suficientemente malo que le hizo necesitarme. El detonante para esta reacción,
tenía que ser algo más que esa simple explicación de que Hunter estaba detrás de
mí. Mis pensamientos corrían pero todo lo que puedo determinar es que solo
mantiene secretos que revelar.
Me siento como que soy un libro abierto y él aún parece tener un montón de
puertas cerradas a su espalda. ¿Estoy caminando en una carretera ciega?
Simplemente no lo sé. Trato de mantener mis emociones bajo llave, y así el
evitar un corazón roto que atisbo en el horizonte, porque necesito que al menos
me dé unas pocas llaves para desbloquear su pasado. No significa que las usaré,
pero son necesarias para sentir que estamos en igualdad de condiciones. Y
simplemente no sé si está en un punto en su vida en el que es capaz de compartir.
Porque si no puede, algo como lo de hoy va a volver a suceder. El silencio
nos rodea y me pregunto si seré capaz de vivir otra noche así, especialmente si
no me explica con detalle sus acciones. Me pregunto si permitirle estar entre mis
muslos cuando no me ha dejado entrar en su vida privada me hace parecer como
un pelele, o una mujer queriendo olvidar en un santiamén. Dejo que el
pensamiento se asiente y sé que no es así, solo me hace humana.
Pero al mismo tiempo, voy a tener que asegurarme que entiende que la
palabra “felpudo” es lo último que me ronda la mente.
Una pequeña parte de mí revela el hecho de que lo que sea por lo que está
disgustado, vino a mí esta noche, necesitándome. No a cualquiera de los treinta
sabores de su pasado. Ese es un sentimiento bastante embriagador cuando lo
combinas con las subidas y bajadas emocionales del día.
Estoy tan centrada en mis pensamientos que ni siquiera me doy cuenta que
estoy trazando los tatuajes del interior de su antebrazo, la clave de sol y el
símbolo para la fuerza, acariciándolos con movimientos rítmicos. Y de repente
algo me golpea, así que muevo mi cuerpo para poder examinar la muñeca del
brazo que tiene apoyado en mi espalda. Complace mi solicitud no verbal y me
deja mirar la piel sin tatuajes.
―¿Qué? ―pregunta mientras me giro, la curiosidad venciéndome.
―Nunca explicaste la cosa del corazón rosa el otro día. ¿Todos lo tienen?
¿Tú no?
Me mira un momento antes de echarse a reír. Agradezco el sonido después
de la pesadez de nuestro intercambio y espero por su respuesta.
―Son… oh Dios. ―Ríe y su pecho vibra contra mi mejilla por ello―.
Desde que puedo recordar, los cuatro hacemos apuestas; sobre cualquier cosa,
canciones, mujeres, nómbralo. Lo hacíamos tanto que se convirtió en un hábito,
pero en algún punto nos dimos cuenta que no teníamos nada que perder.
―Oh oh ―comento, la sonrisa en mis labios contradiciendo mi movimiento
de cabeza.
―Sí. Así que una noche de borrachera decidimos que el perdedor conseguía
un tatuaje, a elección del ganador. Tomamos más bebidas y más decisiones y
decidimos que tenía que ser una determinada imagen y localización. Imaginamos
que por qué no hacer una imagen de lo que amamos…―Se detiene, la
autocrítica en su risa de diversión―. Ah, no puedo creer que te esté contando
esto… Rocker dijo que le gustaba el color rosa del interior del coño de una
mujer… Y, bueno, nuestra decisión estaba hecha. Un corazón de rosa coño.
―Bueno ―sentencio, pero estoy tan ocupada riéndome que es la única
palabra que digo.
―Sí, lo sé. ¿Puedes ver por qué me aseguro de ganar cualquier apuesta en
la que entre para no arruinar el significado de los que tengo?
Asiento, visualizando cada una de las muñecas de los chicos y su recuerdo
permanente mientras continúa:
―El chico tiene que conseguir el corazón perfilado para hacerlo más grande
cada vez que pierde. De ahí por qué Gizmo tiene el más grande. Amo al tipo a
muerte pero apostará a cualquier cosa.
―Temo preguntar de qué son las apuestas.
―Deberías ―bromea.
―¿Y eres tan bueno que nunca has perdido? ―cuestiono, asumiendo
inmediatamente que tiene que hacer trampas de algún modo.
―No, simplemente soy así de bueno ―responde, haciéndome sonreír
mientras se aclara la garganta―. Es difícil de explicar… Realmente suena
estúpido, pero mis tatuajes tienen un significado; de algún modo cuentan mi
historia y me niego a disminuir su significado al dejarme una cicatriz con un
corazón rosa. ―Su voz se apaga y el silencio cae entre nosotros, e incluso
aunque estamos tumbados uno sobre el otro, siento el distanciamiento.
―¿Cuánto tiempo llevan juntos? ―pregunto, queriendo mantenerlo
ocupado, aprendiendo más de él y supongo que este es un tema de conversación
seguro.
―A Vince desde sexto grado. Él, nuestro otro amigo, Benji, y Hunter,
solían ser inseparables. Conocimos a Giz y Rocket en el instituto.
Sonríe brevemente ante el nombre de su hermano, pero no me lo pierdo.
¿Así que Hunter era parte de este grupo muy unido de chicos que ahora tienen
una banda donde él no está? Obviamente hay mucho más ahí. He visto la
enemistad entre él y Vince de primera mano. Quiero preguntar, quiero investigar,
pero elijo un camino más seguro.
―¿Qué pasó con Benji?
―Aún está alrededor ―afirma, hay diversión en su tono―. Ben no tiene un
hueso musical en su cuerpo. Prefiere ser un imbécil… así que se hizo abogado.
―Alzo la cabeza de golpe para mirarle, sorprendida por el comentario, para
encontrarle sonriendo así que sé que está bromeando―. Nah, es un buen tipo.
Siempre buscando mi mayor interés.
Vuelvo a apoyar la cabeza en su pecho cuando la canción cambia, Hawke
sigue golpeando los dedos al ritmo en mi espalda, pero sigo sintiendo que hay un
enorme elefante en la habitación que necesitamos abordar. He visto a mi
hermano atravesar alguna mierda seria, viendo a Rylee romper sus muros y
aprendiendo que con los hombres, la paciencia es una virtud que se necesita
mantener. Y soy paciente, pero también curiosa.
―Entonces, ¿es así como lidias con todos tus problemas? ―interrogo,
haciendo que, momentáneamente, deje de marcar el ritmo con la mano antes de
que vuelva a continuar.
―¿Eh? ―murmura―. ¿Quieres decir poniendo las revoluciones en el ciclo
de centrifugado de tu máquina? ―Se ríe entre dientes, mueve la mano para
quitarme la goma de la coleta y empieza a jugar con mi cabello―. Porque,
mierda, eso se sintió increíblemente bien. Debemos intentarlo otra vez en algún
momento, menos lo de irrumpir por la puerta.
―Fue un poco caliente ―bromeo, ganándome que me tire del cabello, lo
que me hace reír―. Entonces odiaría ver lo que haces cuando estás solo con los
chicos en el autobús de la gira ―me burlo, queriendo aligerar un poco el humor,
dándole espacio para respirar así puede estar lo suficientemente cómodo como
para contestar.
Me encanta la risa que suelta, es libre y sincera y me dice que se ha
aligerado un poco del peso en su mente.
―Te aseguro que los chicos no llegan a ver esa parte de mí ―reflexiona―.
Y para responder a tu pregunta, no. No es así como lidio normalmente con la
mierda. Me desquito con la batería de Giz, golpeándola durante una hora o así;
pero creo que he encontrado mi nuevo sustituto.
―¿Lo tienes?
―Sí. Tú.
Sus inesperadas palabras me causan un revoloteo en el estómago que trato
de ignorar. Necesitaré intentarlo con fuerza, porque aunque estoy segura que
sabe decir la cosa correcta para que una mujer se desmaye, la sinceridad en su
tono teje su camino en mi alma y rodea mi corazón. Me da una esperanza de
posibilidades que me doy cuenta que antes temía, pero ahora realmente quiero
creer que tengo una oportunidad.
No sé qué decir, pero este comentario me ha hecho sentir un poco más
segura en este mundo siempre girando a nuestro alrededor y quiero darle algo a
cambio. Le doy un beso en el pecho, su corazón latiendo justo bajo mis labios y
descanso allí la mejilla sobre mi mano.
―¿Quieres hablar sobre esta noche?
―No… No quiero. ―Suspira después de un momento y todo lo que puedo
sentir es su tristeza regresando―. Pero mereces una explicación después de lo
que te hice hoy.
―Hawkin…
―No soy tan imbécil, Quin. Si voy a follar contigo, seguro que mereces una
explicación.
No hay una réplica contra su tono, así que mantengo los ojos fijos en mis
dedos trazando sus tatuajes y asiento con silenciosa conformidad. Y, por
supuesto, ahora que está a punto de hablar, casi estoy nerviosa de escuchar la
explicación.
Y si es algo que quiere mantener en secreto, ¿averiguarlo cambiará la
opinión y sentimientos que empiezo a tener por él?
―Hoy es el aniversario del suicidio de mi padre.
Alzo la cabeza para mirarle, sorprendida por la confesión que no estaba
esperando, la llave que me entrega para abrir una de sus puertas y, a la vez, me
duele por él, teniendo todo y nada que decirle.
Aunque mantiene la mirada apartada de la mía. Sé que está herido, no
puedo imaginar el dolor de tener que vivir sin padre, pero no sé cómo
tranquilizarlo exactamente aparte de hacerle saber que estoy aquí para él como
apoyo silencioso.
―Hawkin. ―Es lo único que le digo, su nombre susurrado.
―No. No… Te di la versión resumida de él el otro día. Lo siento.
―Por favor, no te disculpes ―ruego.
Suspira, aún juega distraídamente con mi cabello en un gesto muy
contradictorio con las tumultuosas emociones que emanan de él.
―Cuando tenía nueve años, me quedé en casa enfermo. Mi mamá fue a
recoger a Hunt de la escuela y mi papá se quedó en casa conmigo. Fui al piso de
abajo para buscar un juguete, un Transformer, y él estaba allí. Estaba
despotricando, dando vueltas y nervioso; y las cosas que me dijo me
confundieron…―Su voz se va apangando mientras tengo el corazón en un puño
ante la tristeza que empieza a inundar la habitación―. Me hizo prometerle cosas
sobre mi madre, sobre Hunter, sobre cómo viviría mi vida… Luego me hizo
quedarme allí y mirarle cargar el arma… me hizo observar verle apretar el
gatillo. ―La voz de Hawkin que normalmente tiene un tono muy melódico, es
hueca cuando pronuncia las últimas palabras y la falta de su carisma personal lo
dice todo, me cuenta que este hombre, comprensiblemente, aún lamenta la
pérdida de su padre, de su inocencia y de todo lo demás que su progenitor le
quitó ese día, de una manera que ni siquiera puedo llegar a dilucidar.
El silencio a nuestro alrededor es ensordecedor mientras estiro la mano y
entrelazo nuestros dedos, mis pensamientos cabalgan sobre el daño que ese
suceso le ha hecho a su psique. Las preguntas revolotean en mi mente: ¿Por qué
hacer que su hijo mire? ¿Por qué se suicidó? ¿Cómo pueden dos hijos dejados
por su padre acabar siendo unos extraños cuando probablemente se usaron el uno
al otro para superarlo?
―¿Cuál era su nombre? ―interrogo, insegura de qué otra cosa decir pero
necesitando que sepa que me preocupa.
―Joshua ―susurra y luego se queda callado por un instante―. Me dijo…
―Se aclara la garganta por la emoción obstruyéndola y me rompe el corazón.
Bajo mi mejilla su pecho se queda quieto cuando se detiene por la emoción y
continúa―: Mi padre dijo que era débil, amaba a mi madre demasiado y que no
podía lidiar con ello nunca más. Pero en los estándares actuales, estoy seguro
que sería diagnosticado de depresión, algo que puede explicar las cosas, pero
mirando hacia atrás con los ojos de un niño, nunca lo vimos… Simplemente era
nuestro padre. El hombre al que idealizo.
Lo beso de nuevo en el pecho, su corazón late erráticamente bajo mis labios
y no se me escapa que idealiza es en presente a pesar de todo el tiempo que ha
pasado. Mis pensamientos cambian a mi padre, que aún parece fuerte. Que
cuando era niña nos protegió a Colton y a mí de las duras realidades de la vida y
cómo Hawkin fue empujado directamente a ellas con entradas de primera fila.
―Nunca entenderé por qué lo hizo, por qué me pidió estar allí. Por qué nos
dejó. Incluso ahora, me es difícil admitir lo egoísta que fue por obligarme a
permanecer allí y observarle. Por hacerme prometer vivir una vida por los
criterios que no pudo vivir por sí mismo. Me cargó con el peso de probar que es
posible hacer lo que él no pudo y sobrevivir…―Calla y simplemente lo
consuelo en silencio, con mis ojos empapándose de lágrimas que no quiero que
vea. Lágrimas por el niño pequeño que era, el daño que le causó y por el hombre
adulto que todavía se siente culpable después de todo este tiempo.
A veces, las cicatrices son muy profundas, las invisibles son las más
profundas de todas.
―Nos arruinó ese día, a mamá, a Hunt y a mí. Pero sobretodo la culpa es
mía porque aún quiero hacerle sentir orgulloso de algún modo. Pero no puedo.
Hay algo mal en mí, supongo… no lo sé. ―Niega y suspira con frustración.
―No hay nada mal en ti ―susurro, no queriendo sobrepasar mi límite―.
Solo estás intentando cumplir con tu palabra. Nadie te culpará nunca por
mantenerla.
Simplemente se queda en silencio y me preocupa que, tal vez, dije algo que
no quería escuchar. En todo lo que puedo pensar es en este pequeño niño con
ojos atormentados y las cicatrices que tiene bajo la superficie; el peso de ser el
hombre de la casa después de que pareciera que la casa se derrumbó a su
alrededor.
―Mi madre nunca ha sido la misma desde entonces. Siempre he dicho que
ese día también la perdí. Nuestra casa siempre estaba llena con el sonido de ella
cantando o con la música clásica que estaba tratando de enseñarnos cuando los
clásicos que preferiríamos haber estado escuchando eran de la variedad del rock.
Después… simplemente era una cáscara de sí misma… No sé de qué otra forma
explicarlo.
―No hay nada que pueda decir ―murmuro. Todas las palabras que tengo
en la punta de la lengua no podrían expresar ni una pizca de lo que realmente
quiero decir, así que simplemente me quedo callada, acercándolo fuertemente
contra mí, apreciando el hecho de que me confía su historia.
―Nada que decir. ―Se encoje de hombros cuando alza la cabeza para
finalmente encontrarse con mi mirada. Sus ojos llenos con pesar y desearía
poder quitárselo por un tiempo, un día, así él podría vivir libre de ese peso―.
Hunter… No lo sé. ―Niega con un gesto de su cabeza―. Fuimos cercanos por
un tiempo. Llegó al instituto y empezó a desmoronarse. Los partidos sin nuestro
padre en las gradas, mi madre tan pérdida que tuvimos que pedir ayuda a amigos
para que nos enseñasen a conducir… Cayó en una mala situación durante un
tiempo. ―Niega de nuevo y se recuesta, llevando la mirada hacia el techo, pero
no antes de que pueda ver en ellos el dolor y la culpa que acarrea.
Quiero decirle que no era su trabajo, ni su responsabilidad arreglarlo porque
también estaba sufriendo, pero antes de que pueda encontrar las palabras
correctas, continúa:
―Creo que parte de él piensa que nuestro padre me favoreció, elevándome
a un estándar más alto al tenerme allí con él. No consiguió las imágenes que
tengo que revivir cada vez que pienso en mi padre. La sangre chorreando como
una fuente, acumulándose alrededor de mis pies pegados al suelo. El eco del
disparo golpeando en mi maldito cráneo, cazándome en mis sueños y
haciéndome levantarme para mirar cuando escucho el petardeo de un auto. Las
promesas que tuve que hacer, las cosas que he dejado para hacerle sentirse
orgulloso de mí. ―Se pasa una mano por el rostro, su barba de un día rozándole
la mano, y todo lo que quiero hacer es acercarlo, sostenerlo fuertemente y tratar
de alejar los recuerdos, pero sé que no puedo.
Me está mostrando sus demonios y estoy preocupada de que el daño ya esté
hecho por sacar a relucir los recuerdos que estoy segura que mantiene bien
guardados.
―Le hacía frente con la música. Me perdía en ella, las letras y el ritmo,
permitiéndome apartarme de la situación, permitiéndome sentirme vivo de nuevo
cuando estuve muerto durante tanto tiempo. Formamos un grupo en nuestro
segundo año en el instituto, Hunter, Vince, Rocket, Giz y yo. Fue mi salvación,
mi catarsis diaria de la mierda jodiendo mi cabeza. Seguimos así y empezamos a
tocar en clubes antes de que fuésemos lo suficientemente mayores para beber.
Durante un tiempo tuvimos unos cuantos conciertos y tocábamos con
regularidad, pero ese estilo de vida era malo para Hunter. Volvió a la mierda que
exploró en el instituto. Supongo que empezó a necesitar más las drogas que la
música. Faltaba a conciertos, jodía los acordes en el escenario… Los chicos
empezaron a enojarse, sabían que iba a destruir nuestra oportunidad.
»Entonces, una noche, tuvimos un cazatalentos entre la multitud. Habló con
nosotros después y fue a unos cuantos espectáculos más. Una cosa llevó a otra y
a otra y quiso firmar con nosotros, pero quería a Hunter fuera porque era un
inconveniente. Tenía razón pero, joder, ¿qué se supone que debía hacer?
Prometió desintoxicarse, dejar las drogas, y luego nunca apareció en la actuación
que teníamos para los ejecutivos de la discográfica porque estaba tan drogado de
coca que se quedó inconsciente. Nos ofrecieron un trato, siempre y cuando
Hunter no estuviese en él. ―Se detiene, el duro conflicto en su tono, por tener
que tomar una decisión entre su ancla y su salvavidas―. De todos modos, los
chicos me dijeron que era mi decisión, que entenderían si teníamos que
desperdiciar el contrato.
―Vaya. ―Ni siquiera me doy cuenta que he hablado hasta que él lo hace de
nuevo.
―Exacto. Así es cómo son de buenos amigos conmigo, capaces de
renunciar a su sueño así no tengo que dejar a mi hermano atrás. Me jodió durante
un tiempo, la culpa aún lo hace, pero elegí la banda. Le dije a Hunter que si no
podía juntar su mierda que no era justo para el resto tirar años de duro trabajo.
Tomo un hondo respiro, tratando de imaginarme la decisión que tuvo que
tomar junto con el peso añadido que debe tener sobre sus ya pesados hombros. Y
también pienso que es afortunado de tener amigos como los chicos, que ofrecen
rechazar la posibilidad porque él significa mucho para ellos. Esto explica el
porqué la tensión entre ellos esté tan extendida.
―Y por supuesto, tuvimos gran éxito y pude ver como el resentimiento se
lo comía. Ver cómo intentaba provocar situaciones entre los chicos y yo, pero se
mantuvieron firmes por nuestra historia compartida y siempre me guardaban la
espalda. Así que pasé de cualquier cosa que pudiese joderme.
De momento, me da vueltas la cabeza por toda esta información, así que
simplemente asiento. Vuelve a mirarme a los ojos y me da el valor para
comentar.
―¿Y ahí es donde entro yo?
―Joder si lo sé. ―Suspira, extiende la mano libre y la pasa por mi
mandíbula―. No pude salvar a mi padre, pero traté de salvar a Hunt… de algún
modo aún lo hago. Le doy una parte de mi sueldo porque la culpa me devora,
supongo. Eso o que soy estúpido… pero le prometí a mi padre que me ocuparía
de él y lo estoy intentando. ¿Estoy propiciando su hábito de que puede patear a
menudo antes de usarlo otra vez para tratar con su mierda? Probablemente. ¿Lo
cubro cuando no debería? Siempre… pero me está cansando y he empezado a
resistirme más y más, haciendo que se vuelva más amargado, yendo detrás de
cualquier cosa que tengo para probar que es mejor. Cualquier cosa que yo quiera
trata de joderla como su propia venganza personal para llegar a mí.
―Entonces patéale el culo y que se vaya, que esto es solo tuyo. ―El
comentario sale como una reflexión e inmediatamente me arrepiento de la
declaración involuntaria. Me acobardo y desvío la mirada sabiendo que es como
el beso de la muerte para un tipo, especialmente para uno como él que
probablemente está acostumbrado a cambiar de mujeres como hace con la ropa
interior.
El silencio me mata, así que cuando vuelvo a mirarlo no espero ver la
sonrisa en sus labios, que se extiende lentamente en su rostro e ilumina la
tristeza en sus ojos grises, pero es un signo muy bienvenido.
―Es solo mío, ¿eh? ―Inclina la cabeza y observa, con los labios
insinuando una sonrisa, los ojos reflejando los pensamientos centelleando en su
mente―. ¿Estás reclamando algo, Trixie?
¿El cielo es azul? Si me preocupaba que esta confesión fuese a apartarme de
él, estaba equivocada, porque ahora solo le quiero más. Decidiendo
demostrárselo, me siento a horcajadas en su regazo así puedo enfrentarlo, con las
piernas a cada lado de las suyas. Frunce el ceño y sonríe, mientras nunca deja de
mirarme, cuestionando mis acciones sin usar palabras.
Cuando me inclino y le acaricio los labios con los míos, deslizando mi
pecho desnudo sobre el suyo y luego me echo hacia atrás, así puedo ver algo de
esa discordia aclararse de sus ojos.
―Si el sexo caliente sobre mi lavadora es parte de este reclamo ―comento,
volviendo a presionar mi boca contra la suya, deslizando la lengua entre sus
labios, para tentarlo y burlarme en una seductora danza antes de volver a
apartarme―, entonces, sí maldita sea, estoy dentro.
Se ríe con suavidad, y momentáneamente la alegría me hace sentir un poco
más estable. Pero puedo sentir el peso de la tristeza empezar a descender otra
vez y antes de que eche raíces, lo rodeo con los brazos y lo acerco a mí. Con
nuestra posición, su cabeza descansa justo bajo la curva de mi cuello y puedo
sentirlo temblar ligeramente, puedo sentir la inquietud con su repentina
vulnerabilidad, pero no lo dejo apartarse. Sé que esto puede ir de una o dos
formas, porque la vulnerabilidad en un hombre es parecida a tener su corazón
descansando fuera de su pecho, desprotegido e indefenso.
También significa que está abierto a la posibilidad.
Mi instinto me dice que lo que requiere para ser consolado puede ser
contraproducente. Pude estar muy equivocada y asustarlo muchísimo, pero vino
aquí. Me necesitaba. Siento su vacilación, su deseo de refrenar la emoción, ser
fuerte y no romperse con debilidad. Cumplir con la promesa a su padre.
Y entonces, reacciona apretando los brazos a mi alrededor, acercándome.
Deja salir un suspiro entrecortado, apretando con desesperación los dedos en mi
espalda, el silencio se asienta en nuestro entorno mientras se aferra y encuentra
el consuelo que le estoy ofreciendo sin condiciones o reclamos. Y sí, sé que
hemos tenido sexo, estando tan cerca del otro tanto como es posible, pero al
mismo tiempo esto se siente diez veces más íntimo que la unión de nuestros
cuerpos.
Paso las manos por su musculosa espalda, metiendo las uñas entre su
cabello y rascando suavemente su cabeza en una silenciosa muestra de apoyo. Su
respuesta me recuerda a un niño pequeño necesitando que alguien lo consuele,
así que hago justamente eso. Lo sujeto apretadamente, besando su coronilla,
acariciando su piel con la punta de los dedos, nuestros corazones latiendo al
mismo tiempo.
Nos quedamos así durante algún tiempo, las canciones cambian en los
altavoces del techo, la sensación de nuestros cuerpos desnudos presionados piel
con piel es un bono añadido.
―¿Pasó algo esta noche para molestarte, además de lo obvio? ―susurro.
Suspira, el calor de su aliento caliente contra mi cuello.
―Me concentré en Hunter después intentar distraerlo de ti con aquella
chica de la hermandad. Si pensaba que a quien quería era a ella, entonces iría
tras ella y no por ti. ―Escucho la honestidad en su voz y sonrío suavemente,
olvidando el daño que me hizo―. Entonces tuve una llamada. Mamá estaba
teniendo un día duro, así que fui a verla y las cosas simplemente empeoraron
desde ahí. No estaba feliz de verme porque… Esa es otra historia. ―Deja salir
un suspiro, volviendo a guardarse las llaves que necesito que me entregue―. Así
que fui a un bar y bebí hasta que el enfado disminuyó… pero solo seguí
pensando en ti. Necesitaba verte y no respondías, así que aquí estoy.
―Siento que tuvieses un día tan horrible ―aseguro con honestidad,
luchando para tratar de procesarlo todo. No tengo mucho más con lo que
contribuir así que diré lo único que puedo―. Soy una chica grande, Hawkin. No
tengo problema en decirle yo misma a tu hermano que se vaya al infierno.
Su risa es suave e irónica.
―Sé que puedes, pero Hunter es la clase de tipo que cuesta y siempre me
preocupa lo mucho que hay de papá en él. Arruinan a alguien más mientras se
autodestruyen a propósito. Papá era fuerte pero todo era en extremo. Hunt es del
mismo modo. ―Ajusta nuestras posiciones así que se reclina, mi cuerpo ahora
cayendo sobre el suyo y apoya la barbilla en mi hombro―. Los celos son una
asquerosa zorra a veces. Amo a mi hermano, es como es, pero la mayoría del
tiempo usa nuestro pasado como una excusa para justificar sus actos, su
drogadicción y la ruina que deja como estela… Y puede que le ame, pero eso no
significa que tenga que gustarme todo el tiempo.
―Entiendo eso. ―Mis pensamientos dan vueltas sobre lo afortunada que
soy, aunque Colton tuvo una infancia llena de cosas imperdonables, siempre me
protegió con fiereza. Y al mismo tiempo, me hace entender por qué quiere
proteger a Hunter del mismo modo―. ¿Por qué no te distancias? ¿Déjale
tropezar y caer y tener que lidiar con las consecuencias él mismo? Quizás
apreciará todo lo que has hecho.
―En teoría, eso funciona, pero esa no es la promesa que le hice a mi padre.
―Antes de que se quede callado escucho claramente el conflicto de amor tan
puro que se entrevé―. Soy todo lo que tiene Quin. Puede ser un imbécil, puede
tratar de hacerme daño, demonios, tal vez me hace ver como la mayor nenaza del
mundo no mandarlo a la mierda y que se muera, pero no puedo. Cuando llega el
momento, es todo lo que me queda. Puede ser un cabrón manipulador a veces,
pero mi madre nunca me perdonaría que me deshiciese de él.
Cuando nos volvemos a quedar en silencio, escucho lo que me está
diciendo. Pensarlo me hace estar muy agradecida de que tenga a los chicos de la
banda. Pero entiendo el vínculo fraternal. Colton y yo somos cercanos y él es
adoptado, así que no puedo imaginar la conexión entre gemelos que atravesaron
juntos el infierno. No entiendo lo que Hawkin quiere decir sobre su madre y es la
segunda o tercera vez que estaba implícito que algo le pasa sin ser más
específico. Quiero preguntar, quiero entender sus comentarios crípticos pero lo
dejo pasar. Está desnudando sus emociones y no hay forma de que vaya a pedirle
aún más.
Entiendo su lealtad hacia su gemelo, comprendo su aceptación de ser herido
mientras trata que el resto se sienta mejor, pero no son sus pecados para expiar,
son los de su padre.
―Sé que no tiene sentido, Quinlan así que no lo intento ―murmura una vez
que deduce mi tren de pensamiento―. Es mi maldita jodida culpa sobre algo de
lo que no tengo el control. Sé eso, pero no me hace sentir mejor sobre el pasado.
No cambia que mi familia muriese ese día. Papá era mi ídolo, acertado o
equivocado, egoísta o cobarde, hizo que se lo prometiese… y realmente creo que
un hombre solo es fiel a su palabra. ―Su voz se desvanece de nuevo, dejándome
con el corazón en un puño por su confesión. Creo que ha acabado, pero
permanezco en silencio. Luego susurra―: Solo estoy intentando ser el mejor
hombre que puedo ser.
No estoy segura de si me dice las palabras a mí o si trata de tranquilizarse a
sí mismo, así que dejo que el comentario se asiente entre nosotros. Cambio de
postura, nuestros miembros aún siguen conectados. Y me pregunto si nuestros
corazones están siguiendo lentamente su ejemplo.
¿No entiende que es mucho más que el niño pequeño que hizo una promesa
y el hombre que está tratando de mantenerla? Miles lo ven. Los mantiene
hechizados con su música. Afortunadamente con el tiempo, también lo verá.
La sobrecarga emocional del día y la satisfacción de saciar nuestro deseo
juntos, tira de las cintas del sueño antes de que envuelvan nuestros cuerpos,
lentamente atándonos juntos hasta que sucumbimos.
Capítulo 21
Quinlan
―¡Mírenlos y lloren, muchachos! ―Pongo los tres ases sobre la mesa con
las maldiciones de los chicos a mi alrededor.
―¡Mierda, Hawke! ¿Por qué la has traído? ―pregunta Rocket tirando sus
cartas mientras hago un espectáculo al jalar todas las fichas en el bote hacia mí,
haciéndolo resaltar mientras Hawke echa la cabeza hacia atrás y se ríe. Y es un
buen sonido después de la noche anterior, el estado en que vino a mí, y las
confesiones de su pasado de sus propios labios. Me mira y sostengo su mirada,
mientras mi propia sonrisa se ensancha.
―¡Ah, pobres deportistas! ―proclamo con una sonrisa―. Lo bueno es que
no estamos apostando por tatuajes de corazón rosa esta noche o ¡Hawkin justo
allí podría estar consiguiendo uno!
Vince suelta una carcajada que se convierte en un ataque de tos cuando
Hawkin le da una mala mirada.
―¿Qué? ―exclama Vince inocentemente antes de girar sus ojos color
avellana de regreso a mí.
El teléfono de Hawkin suena y se rompe el momento, frunce el ceño antes
de arrastrar su silla para tomar la llamada. Miro su ancha espalda mientras
desaparece en la oscuridad del patio trasero, y luego vuelvo a tres suplicantes
pares de ojos.
―Quiero ver todos sus corazones ―demando, apuntando a mi muñeca para
que entiendan de lo que estoy hablando. Los inspecciono todos, el de Vince es el
más pequeño, el de Giz es el más grande―. ¿Qué pasa, Giz? ¿Te gusta el color
rosa o algo?
―El tipo correcto, en el lugar correcto, sí ―afirma con un levantamiento de
las cejas que me hace sonrojar.
―Solo es ingenuo como la mierda y apuesta sobre cualquier cosa ―aclara
Vince, ganándose el dedo medio que Gizmo levanta hacia él.
―Así que díganme, chicos, ¿qué fue lo último sobre lo que apostaron? ―
Los tres caen en silencio mientras echan un vistazo el uno al otro, y me doy
cuenta que piensan que yo no puedo manejarlo―. Oh, vamos, no voy a
ofenderme.
Vince aclara su garganta y baja la mirada a su corazón tatuado antes de
mirar hacia arriba.
―La última apuesta era meter una mujer en la cama dentro de una cierta
cantidad de tiempo. ―Frunce los labios, los ojos intensos en los míos, esperando
a ver mi reacción.
―Bueno, considerando que son una banda de rock con mujeres que van a
abrir las piernas para ustedes ante la caída de un centavo, no entiendo por qué es
la gran cosa. Además, no es exactamente algo fácil de probar. Cualquiera puede
pararse en el lado opuesto de una puerta cerrada y gemir, ¿verdad?
Rocket arrastra bruscamente su silla hacia atrás y se excusa mientras Giz se
recuesta, eliminándose de forma eficaz de la discusión para dejarnos a Vince y a
mí continuar.
―Tienes un buen punto. Es por eso que esta apuesta implicaba que otro
miembro de la banda fuera capaz de participar para asegurarse de que se
cumplen los parámetros de la apuesta.
―¿Participar? ―pregunto con una risa, mi mente disparándose de repente y
un recuerdo empañado de alcohol viene al frente. Otra noche en la que Vince
habló de tríos. ¿Es esto algo que es una norma con la banda? ¿Es eso a lo que
está acostumbrado Hawkin? ¿Es algo que tengo que hacer si siquiera tengo una
oportunidad para estar en el campo de juego a largo plazo?
La idea es definitivamente excitante, sin duda, estar con dos hombres al
mismo tiempo. Mi imaginación juega con el pensamiento momentáneamente
antes de recordar que los ojos de Vince están escudriñando mi reacción.
―Haces sonar un trío tan condenadamente sexy ―bromeo para disipar la
incomodidad que de repente siento, porque me pregunto cómo serían él y
Hawkin juntos―. Entonces, ¿quién ganó?
―¿De qué están hablando? ―interroga Hawkin mientras entra, sacándome
de mis pensamientos lascivos, y haciéndome dar cuenta de lo afortunada que soy
al estar sentada aquí. Y mierda, he estado con él todo el maldito día, de salir a
desayunar, a pretender ser turistas y caminar de la mano a lo largo de Muscle
Beach, donde observamos a la gente y nos reímos todo el día, y el hombre
todavía hace que mi corazón tartamudee por su atractivo sexual y buena
apariencia. Porque un hombre puede ser atractivo o bien parecido, pero, ¿cuando
es afortunado en poseer ambos atributos y están todos envueltos en un solo
paquete? Esta mujer está perdida.
―La última apuesta que ustedes hicieron ―respondo. Hawke tose, se
asfixia con el trago que acaba de tomar antes de disparar una mirada de
advertencia a Vince.
―No te preocupes, hermano ―señala Vince―. No derramé nuestros
secretos. Lo que sucede en la banda se queda en la banda. ―Golpea ligeramente
el cuello de su botella de cerveza contra la que está en la mano de Hawke―.
Está todo bien. ¿Qué tal tú? ―Levanta su barbilla hacia el teléfono que Hawkin
coloca sobre la mesa―. ¿Todo bien?
―Malditamente estelar ―responde―. Hunter necesita dinero.
―Hawkin, no puedes…
―Déjalo, Vinny ―suelta, silenciando la conversación a pesar de las
miradas que algunos de los chicos dirigen en su dirección. Puedo decir que está
molesto por algo, pero al menos ahora tengo una mejor comprensión de la
dinámica del grupo―. ¿Vamos a jugar o qué?
Avanza la noche, las manos son repartidas, tengo grandes ganancias y
grandes pérdidas, pero estoy disfrutando de la competitividad, debido a que es
divertido ver a Hawkin en torno a las personas con las que se siente más
cómodo. Es sin duda el más cercano a Vince, pero el amor que siente hacia los
otros dos chicos es evidente. La banda me ha invitado a su círculo interno sin el
resentimiento que había esperado.
Todos hemos tomado un poco de alcohol, y de vez en cuando Rocket
desaparece y vuelve con el olor característico de la droga aferrándose a su ropa.
Puedo ver el disgusto en el rostro de Hawke y las miradas desaprobadoras al azar
en su dirección.
Después de la tercera o cuarta mirada, Rocket finalmente espeta:
―¡Relájense! ―Antes de tirar las cartas sobre la mesa y rascar su mano―.
No actúes como si fueras el santo aquí. Recuerdo el día en que no tenías ningún
problema en tomar un porro. ―Se miran el uno al otro en un desafío no
declarado. Estoy un poco incómoda, pero noto que nadie más en la mesa siquiera
está parpadeando, por lo que esto, o Rocket fumando un cigarro de marihuana o
él desafiando a Hawkin, debe ser una ocurrencia regular dentro de la jerarquía de
grupo―. No soy él, y él no es yo, así que ya basta, ¿sí?
Y mi suposición de que Rocket está hablando sobre Hunter se confirma
cuando el teléfono de Hawkin suena de nuevo. Escupe una maldición mientras
empuja la silla hacia atrás con fuerza.
―Está jodiendo por todas partes ―murmura mientras se dirige afuera.
Rocket empieza a levantarse para ir tras él, justo como yo quiero hacer.
Entonces Vince le aconseja:
―Déjalo, hombre. Hunter probablemente está tirando de su mierda ahora
mismo.
Rocket se queda parado ahí con momentánea indecisión antes de sacudir la
cabeza hacia Vince y seguir detrás de Hawke.
Y el acto me hace gustarme un poco más Rocket por preocuparse por
Hawkin cuando pudo haberlo dejado ir. No estoy segura de por qué me trae tanto
consuelo. Probablemente porque puedo sentir cuánto anhela Hawke la
normalidad, y me gustaría ver que ha logrado rodearse de una familia de su
propia creación.
―Bueno, ya que parece que nos estamos tomando un descanso, voy a echar
una meada ―exclama Gizmo mientras echa hacia atrás su silla de golpe antes de
encaminarse adentro.
Lo veo irse y cuando miro atrás hacia la mesa, Vince me está mirando de
nuevo. Nos observamos en silencio por lo que se siente una eternidad,
fragmentos de la conversación de Hawke fluyendo hacia nosotros de vez en
cuando.
―Sabes por qué está enojado, ¿verdad? ―pregunta, claramente esperando
una respuesta de mí. Es sobreprotector con Hawkin, pero siento como si
estuviera a punto de ser probada y no estoy segura de cómo afrontarlo. El hecho
de que me está poniendo a prueba, sin embargo, significa que intuye que yo
podría ser algo más que una aspirante a groupie.
―Estoy asumiendo que está enojado por algo con Hunter. ―Es una
respuesta segura de mi parte que causa que Vince tamborilee con los dedos sobre
la mesa, un debate interno luchando en sus rasgos mientras decide cuánto
divulgar.
―¿Sigues mucho los trapos sucios?
―¿Tienes un punto, Vince? Porque estoy sintiendo que quieres sacar algo
de tu pecho. Estoy preocupada por lo que está estresando a Hawkin, y
honestamente, quiero llevarlo arriba y estar con él, así que la paciencia no es mi
virtud en este momento.
Una sonrisa se extiende sobre sus labios.
―Bueno maldición, mujer. Seguro que sabes cómo llamar la atención de un
hombre. ― Y si hace un momento estaba molesta con él, ya me ha ganado de
nuevo con su respuesta―. ¿Hawke te dijo todo acerca de su cargo por droga un
par de meses atrás?
Echo un vistazo a sus dedos tamborileando y luego de vuelta con una rápida
sacudida de mi cabeza.
―No… pensé que si él quería tocar el tema lo haría. Su asunto.
Levanta las cejas con un sutil asentimiento de su cabeza.
―En cierto sentido es un montón de asunto de mucha gente… Hawke no lo
admitirá, pero está tomando la culpa por Hunter.
―¿Qué? Espera, estoy confundida. ¿Cómo es eso siguiera posible?
―indago, pero la confesión de anoche de Hawke sobre su hermano resuena en
mis oídos, y antes de que Vince responda, sé que es verdad.
―El mismo lugar, la misma hora, los gemelos idénticos sin embargo son
algo más que idénticos. ―Sacude la cabeza cuando entrecierro mis ojos―.
Mierda, ni siquiera nosotros podemos distinguirlos a veces. Tienen su propio
estilo ahora, pero cuando éramos más jóvenes cada uno se vestía como el otro, y
no teníamos ni puta idea, hasta que empezaban a reírse. Conocen los gestos del
otro, la manera de hablar, todo… así que tan estúpido como suena, es fácil
imaginar cómo podrían llevarlo a cabo. ―Toma un sorbo de cerveza e inclina la
botella hacia el lugar donde se encuentra Hawke―. Mira, Hawke es complicado,
terco, pero también es leal y la familia es lo primero. Siempre. Incluso si es una
familia jodida.
―Me habló de su padre ―murmuro, y noto a Vince ensanchar sus ojos y
volver la cabeza―. Y de Hunter y de la banda.
―Hm. Bueno, eso debería decirte algo…
Puedo tomar su comentario de varias maneras, y no estoy segura de cual.
¿Está diciendo que es un gran asunto que Hawkin me dijera porque no habla
sobre su pasado, y su confesión significa que realmente le gusto? ¿O está
diciendo, ves, está jodido, un caso mental por su infancia, y debería amarrar mis
zapatos deportivos y correr lejos?
Sé cuál espero que sea de la que está hablando, pero me siento incómoda
ahora, hablando de Hawkin y que él no esté aquí. La última cosa que quiero es
que se haga una idea errónea de que estoy buscando información sobre él. Tengo
la sensación de que pondría fin a cualquier posibilidad de algo más entre
nosotros, por lo que sólo me siento allí, juego con mis fichas de póquer, y espero
en silencio.
―Hunter ha tenido algunos encontronazos con la ley, un par de condenas
por drogas en primer lugar. Hawke no va a discutir sobre lo que pasó esta vez,
más que los dos estaban en una fiesta, puso su chaqueta en una silla en algún
momento, la recogió para irse al mismo tiempo que los policías aparecieron… y
de alguna manera la bolsa de droga estaba en el bolsillo y fue arrestado.
―Espera a que levante la mirada y veo que no compra la historia de Hawke―.
De la forma en que lo veo, si Hunter consigue ser condenado de nuevo, será
tratado bajo la ley de tres faltas de California y consigue una larga condena. No
sé los detalles, pero sé que la chaqueta no es de Hawke, y me parece recordar
haber visto a Hunter teniendo una igual. Hawke va a aceptar la culpa para evitar
aún más la destrucción de su familia. Dispuesto a arriesgarse para mantener la
cruel promesa que la memoria de su padre le hace mantener.
Nos sentamos en silencio mientras comprendo.
―¿Por qué me estás diciéndome todo esto, Vince?
―Porque he visto la manera en que te mira, Quin. No es una cosa normal
para Hawkin dejar entrar a alguien en nuestro mundo a menos que sea para…
―Se detiene, arrugando la cara, y la expresión por sí sola me dice a dónde iba
con la declaración.
―Gracias, pero lo entiendo. Son estrellas de rock, ¿verdad? Las mujeres
están dispuestas y en abundancia. No hay necesidad de endulzarlo.
Sus hombros caen cuando exhala el aire que está sosteniendo.
―Gracias a la mierda que eres una persona genial, Q ―exclama con
alivio―. Voy a ir al grano. Estuvo de acuerdo con la conferencia como una
manera de ponerse en buenas gracias con el juez, esperando una palmada en la
mano por su primer delito después de hacer las conferencias.
Pedazos del rompecabezas comienzan a caer en su lugar, el porqué de su
repentina aparición en la escuela, su negativa a darme una respuesta clara de
porqué accedió a hacer la conferencia.
―La cosa es que, dar la conferencia no garantiza una sentencia más leve.
No va a admitir nada, pero me resulta extraño que de repente está haciendo ir a
Hunter a algún tipo de orientación sobre las drogas. Juro que está tomando la
culpa por su hermano, y tratando de utilizarlo como palanca para conseguir que
Hunter consiga ayuda… Es jodido.
Los cabos sueltos empiezan a atarse y la imagen se vuelve más y más clara.
La única zona gris es su madre, pero tan abierto como está siendo Vince, eso no
es algo que voy a preguntar.
Así que miro a Vince y retuerzo mis labios, pensativa.
―Y si Hawke va a la cárcel, entonces, la banda se daña también, ¿verdad?
¿Por qué me estás contando todo esto? ―Lo miro, no gustándome lo que creo
que me está pidiendo―. Oh. Lo entiendo. Quieres que lo convenza para que
traicione a su hermano así la banda no queda atrapada en las consecuencias si es
condenado. No soy un peón. Pregúntale tú mismo…
―¿Crees que me importa una mierda la banda o yo? ―Golpea su puño
contra la mesa, lo que hace que las fichas traqueteen fuerte mientras destellos de
furia atraviesan sus ojos―. ¡Es como un hermano para mí! La banda estará aquí
para él, independientemente de lo que suceda, por lo que sugiero que tomes esa
acusación y te la metas por donde sabes ―espeta, su voz llena de pesar y su
amor por Hawke palpable.
Escalofríos corren sobre mi piel mientras nos miramos fijamente, el uno al
otro, en un enfrentamiento silencioso. No sé por qué empujé ese botón cuando
ya sabía la respuesta. Tal vez sólo quería reafirmar lo que pensaba acerca de su
vínculo. Tal vez me gusta demasiado Hawkin, y quiero estar segura de que todo
el mundo está protegiendo sus mejores intereses ya que su propia sangre,
obviamente, no lo está.
―Punto apartado. ―Muestra el fantasma de una sonrisa ante mi respuesta y
sé que ha dejado que mi comentario pase―. No me corresponde a mí decir nada,
Vince. Si surge el tema, y dice algo sobre esto, entonces tal vez… pero justo
ahora ni siquiera sabe que yo sé…
―Cierto ―reflexiona mientras oímos risas y volteo para ver el brazo de
Rocket colgado sobre el hombro de Hawkin, sus cabezas echadas hacia atrás.
Se acercan a la mesa y Hawkin me mira y luego mira a Vince.
―¿Están bien?
―¿Estamos bien aquí, Q? ―pregunta Vince con una sonrisa de
complicidad en su rostro.
―Estamos bien. ―Asiento, nuestra charla afirmando que sin duda tiene la
espalda de Hawke cubierta.
―¡Bueno, ardiente maldición! ¡Creo que Trixie tiene que aparecer y darnos
una mano! ¿Qué dices, Giz? ¿Estás dentro? ―pregunta Vince mientras Gizmo
entra por la puerta trasera.
―¿Quién diablos es esta Trixie? ―indaga Gizmo mientras toma asiento.
Cuando se inclina para agarrar el destapador, Vince se inclina y susurra en
mi oído:
―No tiene idea de que eres Trixie. Le hemos estado diciendo que es otra
pieza con la que Hawke y yo estamos jugando aparte. ―Cuando le frunzo el
ceño, simplemente continúa con Hawke asomándose por encima de su
hombro―. Es el que nos lanza todas las bromas en las giras, por lo que nos gusta
joderlo cuando podemos… así que…
Mis ojos se abren cuando me doy cuenta de que me está pidiendo que
continúe con su farsa, y no puedo evitar reír por el pobre Gizmo. Miro hacia
atrás y adelante entre Hawke y Vince, sus ojos rogándome, y al infierno, he
tenido suficiente de beber, por qué no.
―¿Oye, Giz? ―Inclino mi cabeza hacia él sentado a mi lado―. ¿No has
conocido a mi gemela aún?
―¿Trixie es tu gemela? ―indaga, el tono de su voz aumentando y sus ojos
iluminándose.
Girando mi cuerpo hacia él, paso mi lengua seductoramente sobre mi labio
inferior, empujando mi pecho hacia fuera, y frotando mis piernas contra las
suyas.
―Sí ―declaro sin aliento, mi dedo trazando una línea por su garganta―.
Somos algo traviesas y nos gusta jugar juntas, hacemos equipo con uno o dos,
cuando encontramos a los correctos. Trix y yo somos mucho para manejar. ―Su
manzana de Adán sube y baja, mientras mira a los chicos por encima de mi
hombro, los cuales no puedo creer que no hayan estallado en risas―. Somos
idénticas, excepto por un pequeño detalle. La mayoría de los hombres no pueden
averiguarlo después de buscar en nuestros cuerpos durante horas. ¿Tú crees que
podrías? ―Me inclino cerca y susurro en su oído―: Hum. Eres malditamente
muy atractivo. Realmente creo que a Trix le gustarías. Ama los tatuajes. Ama
mirar a un hombre cubierto de ellos mientras se lo está chupando.
Su respiración se entrecorta, y espero por Dios que Vince y Hawkin
estuvieran siendo honestos acerca de que es el bromista de la gira, o de lo
contrario voy a sentirme como una mierda por lo que sigue.
―¿Quieres unirte a nosotras en algún momento? ―susurro mientras asiente
con entusiasmo, su respiración ahora volviéndose más rápida―. Mm…está bien,
bueno, el único requisito es que estés dotado con algo ardiente ―musito, mi voz
todavía seductora como la seda mientras deslizo mi mano por su pecho hasta la
cintura de su pantalón. Lo toco suavemente a través de sus vaqueros, sintiendo
de repente el peso de los ojos de los chicos mientras escenifico su juego―.
¡Cielos! ―exclamo mientras me recuesto y retiro mi mano.
―¿Qué? ―pregunta, mirando a los chicos y luego de vuelta, la esperanza
en su voz.
―No estoy segura de si incluso seré capaz de sentirte metiéndola,
―reflexiono con seriedad mientras los chicos detrás de mí estallan en risas.
Hawkin se cae de su silla y golpea su plato de dulces de lo fuerte que se está
riendo, Rocket escupe la cerveza que estaba bebiendo, y Vince golpea la mesa en
su risa, las fichas de póquer resonando con cada golpe.
―Ah, hombre… ¡jódanse, muchachos! ―protesta Gizmo, empujando hacia
atrás su silla, los sonidos raspando a través del patio.
―Lo lamento ―alego a través de mi propia risa―, me obligaron a hacerlo.
―Amigo, la venganza es una perra ―argumenta Hawkin mientras se
levanta del piso, sin dejar de reír, y palmea a Giz en la espalda.
―Está bien, está bien ―concuerda Giz y se encoge de hombros apartando
la mano de Hawke molesto. Nos mira a los cuatro en nuestros ataques
incontrolables de risa, y puedo verlo luchando contra su propia sonrisa antes de
levantar sus manos en señal de rendición―. Me merecía eso después de la
mierda que saqué en la última gira. ―No sé lo que hizo, pero obviamente está
reconociéndolo por lo que debe haber sido bastante malo.
Hawkin inclina mi silla hacia atrás en ángulo así mis pies se levantan del
suelo y mira al revés mi cara.
―Eso fue jodidamente perfecto, Trixie ―murmura, deslumbrándome con
una sonrisa resplandeciente antes de cerrar la distancia y besarme de revés, su
barbilla en mi nariz.
Y mierda, después del día que hemos tenido, esta pequeña muestra de él es
lo que me hace querer llevarlo arriba en este momento y conseguir el resto.
―Sabes bien ―susurra, su mejilla sin afeitar raspando a lo largo de la mía.
―Hum, mi sabor es incluso mejor en otro lugar.
Me encanta el gemido que emite ante mi comentario, pero es de corta
duración cuando Gizmo lo golpea fuerte en la parte posterior de modo que casi
suelta mi silla.
―¿Qué mierda, amigo? ―grita Hawke.
―Tengo la sensación, hombre.
―¡Ya era la maldita hora! Ha pasado una eternidad desde que uno de
nosotros la ha tenido. ―Rocket golpea su mano sobre la mesa,
sorprendiéndome―. ¡Vamos a conseguirlo!
Capítulo 22
Hawkin
El ritmo llena mi alma.
Rock y Vince están tocando al tiempo que Gizmo marca como si fuera una
canción que hemos practicado una y otra vez. Mis labios se estiran en una
amplia sonrisa mientras sacudo mi cabeza, los dedos tamborileando en mi
pierna, porque no hemos tocado por el solo hecho de tocar en mucho tiempo y la
música que estamos haciendo fruto de la casualidad, en este momento es asesina.
Igual que en los viejos tiempos.
Ajusto la caja de resonancia para asegurarme de que estamos grabando esto
por si acaso ligamos notas que queremos conservar para algo nuevo. Alguna
mierda asesina ha salido de sesiones improvisadas antes. Quinlan está sentada en
el brazo del sofá, la cabeza inclinada hacia un lado, con los ojos firmes en los
míos y una sonrisa en sus atractivos labios. Maldición, la música me llama, pero
infierno si esa sonrisa de sueño y esos ojos de cama no me tienen diciendo a la
mierda la música por primera vez en mi vida.
Con mi guitarra en la mano, me acerco a ella, necesitando un sabor que me
maree durante un poco más de tiempo. Una emoción se dispara a través de mí,
apretando mi centro, ante la vista de ella enderezándose un poco cuando se da
cuenta de mi enfoque. Tomo la parte posterior del cuerpo de la guitarra y la
coloco sobre su espalda y la halo hacia mí. Sus tetas apretadas contra mi pecho y
sus pezones tan tensos que es imposible no notar la sensación de ellos, me hacen
dudar de mi decisión de hacer música cuando podría estar follando en su lugar.
Maldita sea. Tengo una grave debilidad por esta mujer.
Cuando miro a sus ojos, trato de leer lo que está allí, pero o no he tenido
suficiente bebida como para comprenderla, o ella está guardando lo que siente.
Independientemente, lo noto y me encanta la forma en que su respiración cambia
en el minuto exacto en que la toco así. Me dice que también siente lo que sea que
es esto.
Aprieto mis labios contra los suyos y le muestro lo que planeo tomar más
adelante. Vaya si el calor de su lengua, el sabor de su cerveza y la suavidad de
sus labios no me tienen maldiciendo mientras se aleja de mí y contra mi guitarra,
que sigue presionando su espalda.
La libero y cae al sofá detrás de ella. Y no puedo evitar mirar hacia sus
pechos, sus piernas y lo que está en el medio antes de que parpadee una sonrisa y
deslice la correa por encima de mi cuello. Ideas de lo que puedo hacer más tarde
con mi instrumento favorito y mi caliente mujer parpadean por mi cabeza
mientras me acerco y conecto mi guitarra al amplificador.
Mierda. Simplemente podría tener que acortar esta sesión con esa imagen
flotando en mi cabeza.
Cierro mis ojos, sintiendo la música por un minuto, el tono, el ritmo, las
notas, antes de poder unirme. Mi cuerpo golpea instintivamente mientras
encuentro mis cuerdas para unirme a los chicos. Y es bastante fácil de hacer
porque hemos estado tocando juntos durante tanto tiempo, que reconozco dónde
va Vince con su riff y la forma de entrar cuando empieza a desvanecerse. Gizmo
me guía al ritmo y Rocket se une después de mí.
Me concentro, moviendo los dedos para golpear esas primeras notas en
sincronía con los chicos, y abro los ojos por un momento para mirar por encima
a Vince para asegurarme de que está bien con el lugar donde lo tomé de mi lado.
Él asiente mientras repica de nuevo. Sabiendo que estamos en sincronía, cierro
los ojos otra vez, para que mi cabeza cuelgue hacia abajo, y permito que el
mundo que me rodea se desvanezca con cada nota que pasa mientras me
convierto en una parte de la música que me ha salvado y consolado la mayor
parte de mi vida.
Perdiéndome en la música, dejo ir toda mi rabia de la noche anterior por las
llamadas telefónicas de Hunter pidiendo dinero para probablemente conseguir su
próxima dosis. El ritmo borra mi pasado, poco a poco, recuerdo por recuerdo,
tristeza por tristeza hasta que todo lo que queda es el aquí y el ahora: Mis
mejores amigos a mi alrededor, Quinlan mirándome, la música limpiándome de
las responsabilidades que nunca pedí.
"Me construiste. Me derribaste. Me dejaste llevar tu corona envenenada…”
La canción que he estado tocando viene sin previo aviso, y estoy tan dentro de
mi propia cabeza que no me doy cuenta que las he dicho en voz alta hasta que
noto a Rocket ralentizar su ritmo para cantar a pleno pulmón. Puedo mantener
mi cabeza abajo, tratando de evitar la sensación vulnerable mientras canto las
palabras que vienen a mi mente y cuento mi historia, pero no sirve de nada.
Dirijo mis pensamientos a las palabras a continuación, escribiendo palabras en el
papel antes de convertirlas en letras, lo que equivale a cortar y abrir mi alma para
exponer mis sucios, oscuros, sangrientos secretos que tengo muy cerca. Cada
uno de ellos.
Y sin embargo sigo la purga temporal de mis recelos.
"No soy débil. No soy fuerte. Sólo soy un hombre que fue dejado en un
mundo en el que te aseguraste que no perteneciera". Mi voz se quiebra en la
última palabra, y aprieto los ojos cerrados mientras mis dedos están aún en la
guitarra. La sala se queda en silencio a mi alrededor, Gizmo da una respiración
forzada al teclear el único sonido de vida.
—¡Puta mierda, hombre! —dice Rocket, la sorpresa y la admiración se atan
a través de su voz—. ¿En qué mierda has estado trabajando? ¡Simplemente
genial!
Dice algo más que no alcanzo a escuchar porque estoy muy ocupado
tratando de enfrentarme con las cosas que acabo de decir, los sentimientos que
acabo de raspar, con las cicatrices en mi alma que ahora se sienten abiertas y
crudas. La cosas que ya todos a mi alrededor saben. Pero saliendo de esta
manera, a través de la emoción de una canción, son mucho más reales que un
monótono golpe a golpe.
Era malo en la escuela, pero recuerdo enterarme de que Orwell dijo que la
buena escritura es como un cristal. Lástima que mis letras son más como vidrio
templado, que aunque refleja la forma en que estoy tan cortado y quebrado, los
fragmentos nunca caen porque están sostenidos por hilos invisibles. Sin
embargo, algún día todas las piezas van a venir apareciendo una a una, hasta que
todo lo que quede sea un enorme agujero rodeado de fragmentos irreparables.
Me siento hueco ahora, tengo miedo de levantar la mirada, miedo de
mantener la cabeza gacha debido a que podrían llegar más recuerdos en los que
no quiero pensar. Me siento más vulnerable de lo que he estado en mucho
maldito tiempo y sé que tiene que ver con Quinlan. La he dejado entrar cuando
por lo general mantengo a todo el mundo a un brazo de distancia, a menos que
sea para ese balanceo rápido en las sábanas antes de que salgan por la puerta.
La comprensión de que tal vez ahora, después de escuchar las letras que
salen de mi corazón, se dará cuenta de lo que soy, de dónde vengo y que no soy
suficiente para que alguien como ella, me golpea. Sí, le he hablado de mi pasado,
pero algo acerca de la música refuerza el daño dentro de mí.
El pensamiento me golpea con fuerza porque, diablos, sí, estamos follando
bien juntos, pero al mismo tiempo, ella tiene su mierda junta, su vida junta,
mientras que mis éxitos número uno no significan una mierda cuando mi vida es
ensombrecida diariamente por la próxima llamada de Westbrook, la siguiente
petición de Hunter, o la continua desaparición de mi madre.
Cuando tiro de mis pensamientos y encuentro los medios para levantar la
cabeza, Vince se asegura de que la grabación esté allí y luego lo veo accionar el
interruptor apagando la caja de resonancia. Rocket y Giz no están. Encuentra mis
ojos con un movimiento de cabeza, cambia sus ojos hacia donde Quinlan está
sentada detrás de mí, y luego camina hacia la puerta.
Sigo su movimiento, muy asustado y avergonzado como para mirarla a los
ojos por el momento. Vince se detiene con la mano en la puerta y dice:
―Lo hiciste bien, hombre. Esperemos que te sientas tan bien tú al dejarlo
salir, como nosotros al escuchar.
Lo único que le doy es un simple movimiento de cabeza en reconocimiento
mientras juego con la correa de mi guitarra antes de que se cierre la puerta.
Suspirando suavemente, me doy la vuelta en el taburete, con los ojos todavía
centrados en mis dedos mientras me revuelco en la necesitada mierda con la que
no quiero lidiar ahora. Infierno, ¿en este momento? ¿A quién estoy engañando?
Qué tal si nunca quiero tratar con ello.
Y me siento incómodo por primera vez en mi historia con ella, pero sé que
es solamente la mezcla del alcohol y el cansancio y la mierda con Hunter que me
está haciendo sentir de esta manera.
―Entonces… ―digo, tratando de encontrar mi camino a través del campo
minado al que nos he llevado―. Me siento un poco… ―Mi voz se apaga
mientras encuentro ironía en el hecho de que solo he cantado las canciones de
manera honesta y reveladora, y sin embargo, ahora me siento incómodo diciendo
lo que siento por ella.
―¿Dijiste algo? ―pregunta, su tono de voz hasta los topes de la confusión
que me tiene levantando los ojos para encontrarme con los suyos―. Lo siento,
no estaba escuchando. Estaba demasiado ocupada pensando en tener sexo
contigo.
La sonrisa llega naturalmente a mis labios y combina con el deseo constante
cuando ella está cerca.
―¿Ah, sí? ―Me levanto de mi asiento, giro mi guitarra para descansar
contra mi espalda, y camino hacia ella, preguntándome cómo puede saber que un
comentario como ese es justo lo que necesitaba para romper mi repentino
malestar.
De pie frente a ella, disfruto escuchando su aliento cuando escanea la
longitud de mi cuerpo. Y entonces esos ojos de color ámbarlíquido sobre los
míos, levantan las cejas como diciendo: ¿Qué estás esperando?
Y no sé por qué estoy esperando, pero hay algo en el momento, las letras, su
presencia aquí que me hace querer estar aquí un minuto y dejar que todo se
hunda antes de que me pierda en ella.
Porque eso es lo que va a pasar. Puedo negarlo todo lo que quiera, decirme
que soy un hombre que no necesita a nadie y mucho menos al mismo par de
labios para darles un beso antes de dormir cada noche, pero me estaría
mintiendo. Y no muy bien. Tal vez sea Quin, tal vez es la idea de que por fin
estoy tan harto de Hunter que sé que la última gota está a punto de derramarse.
Tal vez sea la comprensión de que mi madre aún puede estar aquí, pero
realmente la perdí hace muchos años… No estoy seguro. Lo que sí sé es que me
encanta la normalidad de una relación, una vida familiar sin la sombra constante
del dolor y el peso de una promesa que no es mi responsabilidad mantener.
Anhelo el amor que me hará débil y saber que no está en mis cartas.
Sus manos en mis caderas me golpean de repente nublando mi cabeza y
llevando mis pensamientos a exactamente donde tienen que estar. Aquí. Ahora
mismo. En ella y que me está tocando y justo lo que debo hacer con esta
guitarra.
Ella me hala más cerca y voy de buen grado, mi penede frente y centrado
mientras se sienta delante de mí. Suspiro, un tiro de lujuria directo rayando por
mi espina dorsal cuando serpentea sus dedos debajo de mi camiseta y raspa con
las uñas a lo largo de la parte superior de mi cintura.
Estoy duro al instante ―siempre pasa con ella―, a pesar de que he tenido
más que mi carga en los últimos años, algunas veces me toma un minuto
ponerme al día con la previsibilidad del momento. Pero cuando Quinlan me toca,
ya estoy pensando en cómo voy a querer otra noche con ella cuando el sexo que
estamos a punto de comenzar haya terminado.
Querer más sexo es un hecho, pero rara vez con la misma mujer una y otra
vez.
Sus dedos hacen el trabajo rápido en la cremallera, pero en vez de bajarme
el pantalón, se inclina hacia adelante porque mi pene está pidiendo atención y
mira hacia arriba. La sonrisa de una lenta sirena se levanta en las comisuras de
su boca antes de que su lengua humedezca sus labios y me tome; entre el hambre
en sus ojos y su boca abierta y dispuesta, sé que está a punto de destruirme en
cada placentero y doloroso sentido posible.
Se inclina hacia delante y presiona su boca hasta apretar un poco el material
sobre mi pene y sopla fuerte y largo. El aire caliente de su boca se filtra en la tela
y se siente como si se envolviera alrededor de mi pene. Es como si me estuviese
dando el toque de una mamada, la burla de lo que puede hacer, y se siente tan
jodidamente bien, ruedo mi cabeza hacia atrás y disfruto de ella.
Quinlan lo hace unas cuantas veces más, mientras sus dedos se burlan de la
pequeña cantidad de piel que está al descubierto. Ruedo mi cabeza hacia un lado
mientras baja mi pantalón y mi bóxer, mi pene salta cuando lo despeja. Y antes
de que pueda abrir mis ojos y bajar la mirada, me tiene en su boca.
Nuestra breve conversación de antes parpadea a través de mi mente:
Entregándole mis últimos resultados de las pruebas que muestran un certificado
de buena salud, ella mostrándome su paquete de píldoras anticonceptivas, y una
promesa de los resultados de que su prueba son del tipo sin incidentes como los
míos.
Y joder gracias por la previsión de esa conversación porque una mamada
con un condón no es nada comparada con la sensación de una húmeda, cálida
boca deslizándose sobre la carne dura como una roca.
Siseo dejando escapar un suspiro, tal vez su nombre, no lo sé porque eso
significaría que tendría que pensar y en este momento no hay absolutamente
ningún pensamiento mientras su lengua se desliza a través de mi cabeza,
mojando para lamer la gota de líquido preseminal allí. Envuelve sus labios
alrededor de la cresta, esa puta fantástica lengua poseyéndome mientras circula
alrededor y vuelve a mis rodillas gelatina. Voy a venirme en el acto.
Gimo de nuevo, mis manos agarrando su cabello por reflejo, gentilmente
urgiéndola más profundo aunque estoy jodidamente seguro que no tengo que
darle ninguna pista porque la mujer sabe cómo dar una mamada. Y he tenido una
gran cantidad de mamadas, la quintaesencia de una groupie para tratar de
conseguir algo más.
Pero Quinlan hace esto…ah…me olvido lo que estoy pensando, porque mis
ojos se voltean en mi cabeza y su nombre cae de mis labios mientras me lleva al
fondo en la parte posterior de su garganta y sus dedos presionan en ese punto
justo debajo de mis bolas lo que causa explosiones de calor encendiéndome y
ese dolor me quema.
―Se siente tan jodidamente bien ―digo, en una exhalación de aire cuando
ella comienza a mover su cabeza en la longitud de mi pene: Dedos acariciando,
boca succionando, el gemido vibrando contra mi carne sensibilizada. Levanta la
mirada, su boca llena de mí y con sus mejillas encendidas, y por alguna razón es
allí mismo, que eso me empuja hasta el punto de no retorno.
Mis músculos se tensan, mis bolas se contraen, mi pene se hincha hasta un
punto doloroso cuando el espiral de dolor por la necesidad se despliega y
explota. Pierdo la cabeza, no puedo procesar ninguna cosa excepto la oleada de
placer que sólo puedo expresar sacudiendo mis caderas, mis manos apretando en
puños sus rizos rubios, y el grito de liberación que resuena en todas las paredes
que nos rodean.
Me toma un momento volver a la realidad, para que mi respiración se calme
y mis músculos se relajen. Cuando abro mis ojos, bajo la mirada para verla
sentada en el sofá, poniendo el tapón en la botella de agua de la que acaba de
tomar un sorbo, y una sonrisa de suficiencia en esa boca de ella que me puede
poseer así cualquier día.
Nos sostenemos la mirada el uno al otro, intercambiando palabras que no
tenemos el valor de decir en voz alta. Y puedo decir que ella está tan asustada
como yo, porque comienza a reírse de mí. Malditamente riéndose.
Hablando de sentirse como un rey para ser derribado a sentirse como un
mendigo.
―¿Qué? ―pregunto, con una gran sonrisa, porque maldición, es hermosa.
E increíble…de maneras que nunca imaginé cuando vi esas largas piernas
parándose en las escaleras de la sala de conferencias mientras argumentaba con
Axe.
―Te ves un poco divertido.―Se ríe mientras miro hacia abajo a mi propio
cuerpo y veo cómo luzco a través de sus ojos. Tengo mi camiseta puesta, la
guitarra todavía encadenada a mi espalda con la correa a través de mi pecho,
pantalón agrupado alrededor de mis zapatos y mi pene simplemente pasando el
tiempo allí.
Cuando vuelvo a levantar la mirada y encuentro sus ojos, lucho con mi
propia sonrisa mientras me quito la guitarra en un movimiento lento y deliberado
sobre mi cabeza y la apoyo sobre el borde del sofá. Me quito los zapatos y salgo
de mi pantalón, mis manos despojándome de mi camiseta sobre mi cabeza, en
todo ese tiempo nuestra conexión visual nunca se rompe.
―Y tú―le digo, buscando a tientas que las palabras tengan sentido porque,
mierda, nunca he tenido que tratar con esta clase de mierdas, en realidad nunca
me ha importado, pero algo acerca de esta noche, sobre la canción, acerca de lo
que me acaba de hacer, me dan ganas de que me importe. Me hace querer ser lo
suficientemente digno de estar con ella.
―¿Yo? ―pregunta, con ese ligero burlón aumento de cejas y frunciendo
sus labios mientras espera que le diga qué hacer.
―Hmm, quiero hacerte tantas cosas, Trixie. ―Deslizo mis ojos hacia arriba
y sobre su cuerpo, tantas curvas, tantos lugares en los que quiero perderme.
Inclinándome, pongo mis manos en el respaldo del sofá al lado de su cabeza y
me sumerjo a probar su boca, la combinación perfecta de tentación y salvación
en el sencillo encuentro de nuestras lenguas.
Sus ojos se iluminan cuando escucha mi comentario, está tan encendida en
la forma en que su boca cae laxa cuando me separo y sólo la miro.
―Levántate ―ordeno y veo la pequeña vacilación en su movimiento antes
de que se levante del sofá. Lo curioso es que tanto como demando a una mujer
que me dé las riendas en la cama, hay algo muy sexy en el hecho de que ella
cuestione el cederme el control a mí. Es como si me está diciendo no te necesito,
no tienes que hacer esto para sentirte necesitado, pero yo quiero.
Y joder si eso no haría caer a un hombre de rodillas.
Su cabello cae por sus hombros cuando saco su camiseta por su cabeza.
Lamo mis labios y deslizo mis ojos sobre el sostén de color rosa de encaje, mi
pene ya se agita y está listo para la segunda ronda con apenas el pensamiento de
lo que está oculto por debajo. Mis dedos cosquillean sobre su estómago y bajó su
pantalón, y estoy momentáneamente hipnotizado por las bragas a juego por
debajo.
Me apoyo en ella de modo que puedo desabrochar su sostén, pero retrocedo
justo cuando ella se inclina hacia delante para besarme.
―Hmm―exclamo, parte gemido, parte protesta porque quiero sus labios
sobre los míos más que nada…pero la quiero desnuda primero. Los tirantes caen
de sus brazos para revelar esos pezones duros que están rogándome que roce mis
dientes sobre ellos―.Creo…―digo, dando un paso hacia atrás e inclinando mi
cabeza a la de ella―. Creo que es el momento de probar ese rumor después de
todo.
La confusión oscurece sus ojos de oro antes de que destellen en
reconocimiento cuando me ve extender mi mano y tomar mi vieja guitarra por el
cuello. Sus labios se inclinan en una sonrisa de desafío cuando da unos pasos
hacia mí, tomando su propia iniciativa en este juego seductor.
―Dime, muchacho roquero―dice con timidez, su tono de voz sin aliento y
la punta de su dedo rozando mi pecho―. ¿Es cierto que puedes tocar este cuerpo
como una guitarra?
Sus dedos dejan mi piel y palmea sus propios pechos, frotando sus pulgares
sobre sus pezones al igual que quiero hacerlo yo, causando que su cabeza caiga
hacia atrás y un suave suspiro caiga de sus labios.
―Voy a hacerte explorar como a una maldita batería si te mantienes
haciendo esa mierda ―murmuro mientras uso hasta la última gota de restricción
para no arrastrarla al suelo y follarla hasta que estemos sin alientos y gastados.
Su amague de una sonrisa me desafía aún más
―Brazos arriba, Trixie ―ordeno, haciendo que su cabeza vaya hacia
delante para averiguar lo que voy a hacer a continuación.
Sostiene sus brazos arriba a los lados y no dice ni una palabra cuando me
quedo mirando su cuerpo momentáneamente mientras me imagino cómo trabajar
en eso, antes de dar un paso adelante. Al diablo, nunca duele probar cosas
nuevas.
Tomo la guitarra y la coloco en su espalda como en la forma en que la tenía
antes de la sesión de improvisación a excepción de que en este momento, planeo
que permanezca en su lugar por su propia voluntad. Hago coincidir el cuello de
la guitarra con su brazo extendido antes de enredar la correa en su bíceps una
vez. Luego paso la correa bajo la curva de sus pechos, mi boca sumergiéndose
para degustar y chasquear mi lengua por cada pezón en el proceso. Ella tararea
en apreciación, con los ojos llenos de deseo cuando se da cuenta de mi intención
después de repartir las cosas, enlazo la correa alrededor de su otro bíceps antes
de unirla a la guitarra.
Cuando doy un paso atrás y la miro, atada a mi guitarra favorita, la correa
empujando sus tetas de modo que sus pezones están pidiendo atención, sé que a
pesar de que sea yo el que la está tocando como si fuera mi guitarra esta noche,
seguro como el infierno es ella la que está tocando mi corazón sin saberlo
estando aquí tan dispuesta, tan abierta, infiltrándose en cada parte de mi vida.
Es tal espectáculo de pie delante de mí, que no puedo aguantar más. Pongo
mis manos en los lados de su cara y paso suavemente mis pulgares sobre sus
pómulos antes de besarla suavemente. Tomándome mi tiempo, construyo el beso
y el momento de tratar de reducir esa sensación de constricción en mi pecho
mientras trato de aceptar verdades acerca de lo que siento por ella que no quiero
enfrentar todavía. Quiero dárselo suave y gentil antes de que la trabaje al frenesí
que está viniendo.
Todavía me estoy moviendo demasiado rápido y quiero alargar esto, por lo
que caigo de rodillas delante de ella, arrastrando mis dedos arriba y debajo de
sus muslos exteriores y luego trazo el borde de encaje de sus bragas. La piel de
gallina recorre a través de su piel, una prueba visual de lo mucho que mi
contacto la afecta mientras saco hacia abajo la tela, mis labios dejan besos aquí y
allá mientras sigo bajándolas.
―Hawke ―gime mi nombre suavemente en ese tono de por favor para,
por favor no pares que me empuja aún más.
Hay tantas cosas que quiero decir, tantas cosas que quiero de ella ahora
mismo, pero tan caliente como es la idea de decírselas―separa más las piernas,
prepárate para venirte, que tan mal me deseas―no digo nada de ello. A veces, el
uso del tacto para hablar son todas las palabras que necesitas.
Jadea cuando me ve tomar una púa de guitarra entre mis dedos y su reacción
es música para mis oídos. Comienzo a trazar líneas muy lentamente en cada
entrepierna, mis acciones causan que abra más las piernas para el acceso que
necesito. Comienza a moverse, empujando sus caderas hacia mi cara delante de
ella cuando llego al vértice de sus muslos.
No me puedo resistir. Ella sólo prueba la grieta en mi armadura de
restricción porque ningún hombre va a renunciar a tener su boca en un coño
cuando está siendo empujado en su rostro. Así que le doy su tentación. Muevo
ambas púas a una mano mientras la otra aparta sus resbaladizos labios. Mi
lengua chasquea y golpea su clítoris, moviéndola sobre el haz de nervios antes
de succionarlo.
Gime mi nombre en el silencio de la habitación, y me encanta el sonido casi
tanto como verla retorcerse por la avalancha de sensaciones causadas por mi
boca. Manteniendo su sexo separado con una mano, uso la otra para tomar una
púa de guitarra y la deslizó suavemente sobre su clítoris.
―¡Oh, Dios! ―gime, sus manos en puños en posición atadas. Supongo que
no tengo que preocuparme si le gusta o no.
―¿Hay algo que quieras? ―pregunto, rozando su clítoris con otro
chasquido de la púa.
Sacude sus caderas hacia delante mientras estoy sentado sobre mis talones,
mi pene pidiendo entrar en acción. Sus tetas se agitan con el movimiento y me
pregunto cuánto tiempo puedo alargarlo, llevándola hasta el borde y luego
dejándola caer sin cruzar el límite. No tengo ni idea, pero es seguro como la
mierda que va a ser divertido tratar de averiguarlo.
―¿Oye, Quin?
Baja la mirada para encontrarse con la mía. Sus mejillas están enrojecidas,
su labio inferior escondido entre sus dientes y sus ojos nublados de deseo.
―Este estudio es a prueba de sonidos. Asegúrate de gritar cuando te
vengas.
Capítulo 23
Quinlan
Estiro las piernas y las sábanas se deslizan sobre mi piel desnuda. Aún llevo
la esencia de Hawkin por el increíble sexo que tuvimos anoche. ¿Increíble? Eso
estuvo mal expresado. ¿Qué pasa cuando el tipo de sexo te arruina para cualquier
otro?
El hombre definitivamente es creativo con sus herramientas. Maldita sea.
Me llevó al borde y me lo negó tantas veces, que cuando finalmente me
concedió el orgasmo, caí de buena gana en un baño de placer que no se acababa
nunca.
Y si antes no sabía la respuesta, seguro como el infierno que ahora la sé: Sin
duda Hawkin está a la altura del apellido y los rumores.
Reflexioné sobre lo que pasó entre nosotros anoche.
Su sesión improvisada estuvo increíble. Cuando empezó a cantar, lo vi
llenarse de emociones que creía que no tenía derecho a sentir o a expresar de
otra manera. Sus letras fueron una confesión del tumulto que siente diariamente.
Por la forma en que se miraban los chicos entre sí, cuando dejó caer la cabeza
con los ojos cerrados, apostaría que dejar al descubierto sus demonios era algo
inusual. Y por supuesto, cuando terminó la canción, estaba tan sorprendido por
su confesión musical como los demás.
Así que hice lo único que podía hacer. Lo dejé recomponerse por un
momento y usé el humor para disipar el malestar en sus ojos grises. Y cuando lo
tuve riendo, lo dejé usar mi cuerpo para ayudarlo a olvidar. Poco sabía que su
manera de olvidar era trabajarme con un frenesí tal, que tuve que suplicar,
implorar y pedir por más, una caricia más, una mirada más, mientras se cernía
sobre mí antes de hundirse en mi interior.
Puede que no crea en los finales felices, pero, ¿a quién le importa? Retaría a
cualquiera a probarme que el Príncipe Encantador podía encender a las mujeres
mejor que Hawkin Play.
Preparándome para hacerle frente a la brillante luz del dormitorio, abro los
ojos y me encuentro la cama vacía a mi lado. Me quejo con desilusión, pero noto
la guitarra acomodada en su almohada. Mi sonrisa es automática, pero también
el dolor al recordar que se iría… Aunque no existe la posibilidad de olvidar lo de
anoche.
Perdida en ese pensamiento, ruedo de vuelta para darme cuenta que son las
once en punto. Una sonrisa de: El gato que se comió al canario distiende mis
labios. Soy una madrugadora, pero el hecho es que Hawke me trabajó tan bien
que dormí hasta tarde. Eso es un testimonio de la fantástica noche anterior.
Y por mucho que quiera volver a acurrucarme bajo los cobertores, quiero
más a Hawke. Me levanto de la cama con los músculos rígidos por el exceso de
ejercicio y tomo la camiseta de Pink Floyd arrojada sobre una silla. Me queda
larga, y con mis bóxer de hombre, me siento lo suficientemente cómoda para
cruzar la casa y buscarlo, incluso con los otros chicos cerca.
Después de cepillarme los dientes y peinarme con una cola de caballo
desordenada, abro la puerta del dormitorio y camino sin hacer ruido por el
pasillo. Sale música de la habitación de Gizmo. La inconfundible risa de Rocket,
desde la habitación anterior a las escaleras, me sobresalta. Mientras desciendo,
atrapo fragmentos de conversación flotando desde la cocina, mezclada con el
tintineo de los cubiertos sobre los platos.
Debo estar loca, repentinamente siento mariposas ante la idea de ver a
Hawke. Es ridículo y tonto, pero me encanta. Un hombre que te hace sentir
mariposas, es definitivamente un hombre en el que te puedes perder.
―Hombre, azúcar no es lo mismo que desayuno. ―En el comentario de
Vince se siente la sonrisa.
―Para mí sí. Ahora vuelve a burlarte de mí. Por favor. Nada mejor que un
sermón después de una buena noche de sexo ―dice Hawkin sarcástico.
―Mira, no te he visto así por una chica en un maldito largo tiempo. Si es
que alguna vez. ―Las palabras de Vince hacen que mi pie titubeé, la parte
racional y la parte curiosa en guerra instantánea: Anuncio mi presencia o
escucho a escondidas.
La curiosidad gana.
―¿Qué tiene que ver con Quin? Es mi vida, mi responsabilidad. ―Mis
oídos se afinan y, al mismo tiempo, una sensación de hundimiento corta las alas
de mis mariposas―. Aun así, la amo. A pesar de todo… no puedo dejar de
hacerlo. ―La resignación y el dolor en la voz de Hawke despiertan mi
compasión, pero las palabras reales me confunden, produciendo una pesada e
incómoda discordia.
―Mira, Quin también me gusta. Pienso que sacó un lado de ti que nunca
había visto… pero tiene el derecho a saber que Helen es primero. Siempre lo
será. Que te vas a ir al instante si recibes la llamada.
¿Helen? Cálmate. Tiene que haber una explicación razonable.
―Sé que es una situación de mierda… ―dice Hawke, pero el traqueteo de
los platos apaga el resto.
―Ese es exactamente el problema, Hawke. Si esto funciona, Quin merece
estar primero… pero no sucederá. Hombre, entiendo el agarre que tiene sobre ti,
pero ¡joder hombre!, tienes que vivir tu vida y dejar de aporrearte por lo que está
pasando. ―Puedo sentir la irritación, la puedo escuchar en su tono. Me pregunto
de qué pueden estar hablando. Trato de rellenar las partes que el estrépito
cubrió―. Si Quin se pega a nuestro lado, como parece que hará, lo va a
descubrir tarde o temprano; será mejor que se lo digas todo.
―Ben es capaz de mantener mi pasado encerrado, así que nadie sabrá de
ella o de cualquier cosa, a menos que yo quiera.
Mi mente conecta los puntos y nace el entendimiento. El porqué, a pesar de
que lo investigué, la muerte de su padre nunca fue mencionada. En algún lugar y
de algún modo, su amigo de la niñez usó medios legales para ocultar su pasado.
La privacidad sobre el suicidio de su padre la puedo entender, pero, ¿de qué
demonios hablaban ahora?
Una vez más me encuentro en la oscuridad, rodeada por los secretos de
Hawkin. Y no soy fan de los secretos ni de la oscuridad.
―Pero siempre está Hunter ahí, ¿no? ―dice Vince. La habitación se queda
silenciosa.
Mi mente se tambalea y la imaginación corre salvaje. ¿Hawke tiene un hijo?
¿Ya ha estado casado? ¿Tuvo un accidente donde la novia salió lastimada y
ahora se siente dueña de él? ¿Qué puede ser tan estresante que no me lo pueda
contar?
Mi estómago se revuelve ante las probabilidades y no me agrada ninguna de
ellas. ¿Me quedo, o me voy sin ser notada? Prefiero averiguar ahora qué es tan
horrible, antes de caer más duro con Hawke. La mejor manera de averiguarlo es
de frente, así que entro a la cocina.
―El comodín constante en mi vida ―estaba diciendo Hawkin justo en ese
momento.
―Buenos días. ―Vince y Hawkin saltan ante el sonido de mi voz.
―Buen día ―dice Vince asintiendo cautelosamente. Le dispara a Hawkin
una mirada de entendimiento y sale de la cocina.
―Perdón, ¿interrumpí algo? ―pregunto cuando me encuentro con sus ojos,
esperando que no descubra mi espionaje.
Su respuesta es tirar del dobladillo de su camiseta que traigo puesta y
colocarme en la V entre sus muslos. Me envuelve por la cintura y, con la
diferencia de altura, él sentado y yo de pie, hunde la cabeza en mi pecho y me
abraza fuerte.
―Buenos días, dormilona ―murmura. El calor de su aliento se filtra a
través de la camiseta hasta la piel sensible de mis pechos. Y hay algo muy sexy
en un hombre que está dispuesto a abrazar en pleno día. Es una combinación de
brusquedad y suavidad al mismo tiempo. La noción de que está dispuesto a ser
descubierto por los miembros de la banda.
Lo envuelvo en mis brazos con cariño y trato de no dejar que la confusión
arruine el momento. Presiono un beso en su coronilla.
―Buen día. ¿Todo bien?
Casi prefiero que no responda, que no lo arruine. Se siente tan normal, tan
correcto, no quiero preocuparme por el mañana, o lo que no va a ser entre
nosotros. Si dice sí, está bien, sé que a pesar de la noche anterior continúa
manteniendo secretos, y si dice no, entonces temo que me cuente algo con lo que
no quiero lidiar ahora mismo y me podría alejar.
El problema es que no nos conocemos a fondo para sentir que merezco las
respuestas a la pregunta y, sin embargo, mis sentimientos han crecido tanto que
quiero saberlo.
Suspira y puedo sentir la tensión en sus hombros.
―Sí. No. Solo mierda con la que no quiero lidiar ahora ―dice dándome
todas las respuestas, lo que permite que lo nuestro siga siendo ambiguo―. Sin
embargo sé lo que podría hacerme sentir mejor. ―Levanta la mirada. Sus ojos
me observan, ardientes y tentadores, y una sonrisa se extiende lentamente, esa de
soy-un-dios-del-rock-inclínate-ante-mí, que no puedo resistir.
―Estoy segura que así es. ―Maldita sea, solo unas pocas palabras y ya
logra despertar ese deseo hirviendo a fuego lento en mi núcleo.
―¿Qué instrumento deberíamos tocar hoy? ―El regocijo en su tono,
mezclado con una elevación de ceja, me hace soltar una carcajada.
―Oh, estoy percibiendo un nuevo tema. ¿Ahora trabajamos nuestra
relación entre instrumentos?
Desliza sus manos para acunar mi trasero, con los dedos acaricia muy
suavemente la delgada tela de mis bragas entre los muslos.
―Por ahora he terminado contigo, ya hemos tocado los instrumentos
equivalentes a una banda de rock.
Mantiene las manos en mi trasero, me empuja contra él y mete la frente en
medio de mis pechos. Cierro los ojos y tomo una respiración profunda, la
confusión persiste cuando no puedo controlar las cosas: Sus secretos y mis
sentimientos. Me digo que no puedo retroceder ante este paradójico hombre.
Me estoy involucrando demasiado rápido con él. Y sí, pienso que él se
siente del mismo modo, pero también sé que hay muchas verdades sin contar. Y
aunque no siento que me deba poner su alma y sus secretos sobre la mesa en este
momento, sé que he estado completamente abierta, y eso me asusta.
Desafortunadamente, he estado en el extremo receptor de estas situaciones antes,
cuando caes y no hay nadie para atraparte.
Necesito decirle que estoy muy atrasada en el primer borrador de mi tesis y
que tengo que volver a casa a trabajar. Separarme de su sexy voz mañanera y su
sonrisa adictiva es necesario. Me urge el espacio para obtener una nueva
perspectiva de lo que está sucediendo entre nosotros.
Porque enamorarse es como la lluvia. No puedes predecirlo siempre, y
cuando lo haces, tal vez nunca aparezca, pero siempre puedes ver los primeros
signos antes de que caiga.
Sé que si doy ese paso atrás, veré nubes de tormenta aparecer en el
horizonte. Pero no estoy segura de cómo me sentiré al respecto. Viviendo en el
suroeste de California, la lluvia no es algo que se vea seguido y, cuando pasa, la
amo las primeras horas… hasta que me doy cuenta que está arruinando mi
perfecta apariencia. Una vez que mi cabello se riza y mi maquillaje se corre,
empiezo a ahogarme bajo su alma oscura.
Y para colmo, si está lloviendo, Hawkin y yo ni siquiera le hemos dado un
pensamiento a lo que viene después. Estamos demasiado ocupados disfrutando
el ahora, la intensidad de empezar a conocernos en todos los sentidos. Ni
siquiera hemos pensado en un paraguas para protegernos de la lluvia. La gira se
acerca, yo tengo mi tesis… Uf. Estoy empezando a analizar demasiado la mierda
en la no tendría que estar pensando, joder, puede ser que ni llueva. Maldita sea,
los pronosticadores siempre se equivocan.
―¿Qué estás pensando? ―murmura, su cálido aliento sopla contra mi piel,
sacándome de mi repentino e inesperado análisis.
―En la lluvia.
Se recuesta y me observa con una expresión divertida y una sonrisa relajada
en los labios.
―Odio la lluvia ―dice, haciendo difícil formular una respuesta coherente.
Sé que no está consciente de mi metáfora, pero no puedo evitar quedarme sin
aliento. Yo quizá sí quiero que llueva―. Pero puedo pensar en un montón de
maneras más agradables de tenerte mojada.
Mi risa llega libre cuando sus dedos presionan con intención entre mis
muslos, provocando un hormigueo en la parte baja de mi abdomen. Dejo salir un
suave suspiro mientras Hawke se pone de pie, deslizando su pecho todo el
camino ascendente hasta mi rostro, haciéndome olvidar la lluvia. Hasta que
caiga. Permanecemos cara a cara, con los labios separados por centímetros y los
sentidos en alerta máxima, preparándonos para el frenesí salvaje en que nos
envolveremos el uno al otro.
Tu tesis, Westin. Dar un paso atrás y conseguir un poco de distancia. De
nuevo pongo esto en el campo de juego.
Se oye bien. Sé que lo debo hacer. Pero cuando Hawkin se inclina y
presiona esos deliciosos labios contra los míos, y su lengua se desliza para dar
comienzo al baile seductor, sé que no lo podré resistir, mi único pensamiento es:
Después.
Mucho después.
Ahora estoy a punto de jugar en la lluvia.
Capítulo 24
Hawkin
―Así que las cosas se ven bien ―medito mientras golpeteó mi lápiz sobre
el mostrador. Las letras han estado yendo y viniendo todo el día así que mi
cuaderno de notas está frente a mí, con la prosa escrita y dispersa al azar por
toda la página. Cuando miro hacia esta, me doy cuenta que todo refleja a un
hombre enamorado de una mujer.
¿Cómo demonios pasó esto?
―Gracias a la mierda, porque por un momento, ahí, hombre… ―dice
Vince, sacándome de mis pensamientos y de mis letras que parecen… felices de
alguna forma en lugar de las angustiadas que por lo general escribo. ¿Qué se
supone que haga con feliz? Vince deja salir un suspiro y se pasa los dedos por el
cabello―… estaba preocupado de que todo se cayera a la mierda.
―De ninguna forma, hombre. La gira se perfila muy bien, el nuevo sencillo
va a salir en dos semanas ―digo, sintiéndome un poco aliviado de que el estrés
por el lado de las cosas de los negocios está bajo control. La puerta principal se
cierra de un golpe; ambos miramos hacia el reloj, sabiendo que debe ser Gizmo
en su recorrido diario.
―Y… ―dice Vince, sabiendo que hay más en mi cabeza. Y por supuesto
que lo hay, siempre lo hay, ¿pero voy a maldecirlo por decirlo en voz alta?
―Hunter mantuvo su promesa.
―No jodas.
―Sí. ―Odio que el pensamiento inmediato después de que digo la palabra
sea por ahora.
―Bueno, esta eso. ―Vince levanta sus cejas cuando ambos quedamos en
silencio por un entonces―. ¿Entonces qué quiere?
―Vince. ―Suspiro sabiendo que dio justo en el blanco, pero Hunter es mi
hermano, sólo yo puedo decir mierda sobre él y que esté bien. Lo más triste es
que Vince ha sido más un hermano que Hunter y se ha ganado el derecho a hacer
el comentario así que lo dejo pasar.
―No intento ser un imbécil, hombre, pero el tigre y sus rayas ya sabes
―dice encogiéndose de hombros―. Siempre hay una calma antes que él
provoque una maldita tormenta. Cada maldita vez. Hace unas noches estaba
reventando tu teléfono para pedir dinero, y ahora, ¿qué? ¿Está comportándose?
Algo está mal aquí. Sólo ten cuidado es todo lo que estoy diciendo.
―Tomo nota ―digo sabiendo que dice la verdad. He sido lo
suficientemente quemado por la maldita calma―. Pero trato de enfocarme en las
cosas positivas aquí: La banda, Rocket progresando y descubriendo como
cambiar ese último riff al final de “Twisted” y haciéndolo genial, el…
―Quin frotando tu pene lo suficientemente seguido para que creas que es la
lámpara de un genio ―dice interrumpiéndome y cambiando el sentido de la
conversación―. Quiero decir, si estamos hablando de los positivo…
Cuelgo mi cabeza y me río, sorprendido de que sus bromas sobre mí no
hayan comenzado antes.
―Bueno, mi pene sí que cumple deseos ―me burlo, ganándome un
resoplido y un “tonterías” de su parte.
―Algo tan pequeño como eso no es lo suficiente para conceder nada mucho
menos un orgasmo.
―Vete al demonios ―le digo, lanzándole el lapicero. Lo atrapa y levanta
las cejas como si dijera ¿Nada mal, eh?―. Sólo tienes celos de que este
consiguiendo acción nocturna cuando tú no.
―¡Yo también!
―Amigo, borrachas y fanáticas no cuentas. Si puedes atrapar una
enfermedad sexual estando a dos pasos de ellas, no cuentan.
Sacude su cabeza con una carcajada.
―No estamos siendo demasiado arrogantes y engreídos ahora que somos el
maestro de ceremonias de la gatita Quin.
―Es la cosa del cantante principal ―le digo, sabiendo lo mucho que lo
enfurece―. Todos conseguimos la mayor nota.
―Cantante principal, mi trasero. ―Agarra una cerveza del refrigerador y la
levanta. Asiento y agarra una para él, le quita las tapas a ambas, camina de
regresa y me entrega una.
―Gracias.
―¿Por la cerveza o el empujón para ir detrás de Trixie?
―Ambas. ―Lo miro tratando de descifrar a dónde está intentado ir con esta
conversación.
―Mmm… entonces tu conferencia termina cuándo… ¿este jueves?
―Síp. ―Estoy tan distraído por el repentino estribillo que acaba de
aparecer en mis pensamientos que estoy haciéndolo a un lado en lugar de captar
las pistas que me está dejando caer.
―Deberíamos hacer una fiesta después de eso. Una especie de Gracias a la
mierda ha terminado o algo así.
―Sí, seguro… suena bien. ―Leo la letra que escribí, la tacho, y vuelvo a
escribirla. La versión perfecta está más allá de mi alcance, pero sé que está ahí.
―¿O deberíamos esperar hasta después de tu cita en la corte la próxima
semana?
―No, esta semana está bien. La próxima semana será una locura. ―Dejó
salir el aire, las letras se pierden ante el repentino pánico atravesando a través de
mi concentración de que todo esto pudo haber sido para nada: La conferencia,
obligar a Hunter a hacer promesas vacías que sé que no puede cumplir, mi
inevitable caída en desgracia. Mierda, la única cosa buena que ha salido de toda
esta situación es Quinlan.
―Añadí una cita con Sledge en tu agenda. ―Él no tiene expresión, y estoy
seguro como la mierda escuchando.
Alzo mi cabeza de golpe para encontrar sus ojos cuando escucho el nombre
de nuestro artista de tatuajes.
―¿Perdona?
―Hicimos un trato, hermano. ―Sonríe con aire de suficiencia―. Estoy
incluido o no hay pruebas.
La irritación parpadea en llamas.
―¿Qué es lo que estás buscando exactamente además de simplemente tratar
de enojarme?
―Tú dime, Hawke. ―Observa, con los labios fruncidos, diciéndome que lo
descubra por mí mismo―. Una apuesta es una apuesta.
―Sí y un idiota es un idiota. ―No tengo tiempo para estos juegos. Él está
intentando pescar algo, no se acercaría de esta forma si no lo estuviera, pero sólo
estoy tratando de descifrar qué es.
―Apuesto a que te ves bonito de rosado.
―Y yo creo que te verías horrible con mi puño en tu cara. ¿Qué es, Vin?
―¿Qué fue la apuesta? ―Lo miro como si hubiera perdido la cabeza.
―Domas lo indomable. Dormir con Quinn para el fin de la conferencia,
entras en acción por las pruebas, o de lo contrario consigo el tatuaje de
Estupidez. ―Ruedo mis ojos, con la exasperación asentándose―. Pero eso fue
antes… ―Mi voz se apaga mientras ondeo mis manos restándole importancia.
―¿Antes de qué?
―Nada. No importa. ―Contengo las palabras, la confesión no dicha
colgando ahí, no quiero decirla todavía. No estoy seguro de si la vacilación es
porque no quiero que Vince lo sepa o si no estoy listo para admitirlo para mí
mismo.
―¿No importa? ¿Qué, sientes algo por ella?
―No. Déjalo.
―¿Dejar qué? ―Vince me incita con una sonrisa de suficiencia que me
molesta infinitamente. ¿Qué demonios está intentando conseguir aquí?
―¿Querías saber sobre la apuesta? ¿Sobre qué? ―Lo único que quiero
hacer es cambiar de tema.
Él entrecierra los ojos y me estudia.
―¿Te acostaste con ella?
Le lanzo una mirada de ¿eres malditamente estúpido?
―Nop.
Es su turno de darme la mirada de vete a la mierda tan común entre
nosotros.
―Amigo, las paredes del estudio no son tan a prueba de sonido. Dios, los
dos casi me hacen venir de sólo escucharlos.
―Demonios, eso fue caliente. ―Soy incapaz de resistirme a comentar
porque mierda, lo fue. No creo que vaya a ser capaz de tocar esa guitarra de
nuevo sin la imagen de ella distrayéndome. Mierda, tal vez sólo debería colgar a
ese bebé en la pared con mis otras favoritas… la mejor parte es que todo el
mundo asumirá que es porque escribí una u otra canción con ella. No es su
maldito problema que escriba música con ella, pero no la clase de música que
están pensando ellos―. Pero espera, si nos escuchaste, ¿por qué necesitas
pruebas?
―Porque una apuesta es una apuesta. ¿Por qué no terminarla?
―Mmmm. ¿Quién dijo que no lo haría? ―digo aunque me cabeza está
gritando sobre mi cadáver. Compartir a Quinlan y la bendita perfección que es
entre las sábanas y lo amable que estoy encontrando que es más allá de eso,
paciente, enérgica, juguetona, considerada, está fuera de cuestión.
Así que ahora por supuesto estoy entre una roca y un difícil lugar cuando el
único sitio donde quiero estar es de regreso entre los muslos de Quinlan. ¿Falto a
mi palabra por primera y única vez en mi vida con Vince, retractándome de la
apuesta? ¿O sólo sigo con esto, permanezco fiel a la apuesta, y me odio por
hacerlo?
¿Pero qué hay con ser honesto conmigo mismo?
Juro por el bendito Dios que las mujeres son como el licor. Huelen genial,
saben delicioso, y para bien o para mal, te matan lentamente, de una forma u
otra. Pero mierda, muerte por el fuego lento que Quinlan encendió dentro de mí
suena como una maldita perfecta forma de morir.
―Bueno, veamos, no te escucho invitarme a entrar en el juego para
terminar la apuesta.
Gruño cuando las palabras de Vince me sacan de mis pensamientos, de la
visión flotando en mi mente de Quinlan extendida en mi cama, con las piernas
abiertas, los ojos invitadores, y sus labios rogándome que la tome. Dios si la
imagen fuera un poco más caliente sería un muy buen porno.
―¿Puede ser que Quin signifique más para ti que un revolcón en la cama?
¿Qué por una vez estás viendo la única cosa que he intentado que veas desde
hace… mmm… siempre? ¿Podrías estar enamorándote de ella, Hawke? ¿Podría
ella pensar que de verdad vales la pena?
―No. ―Sí. Él está jodiendo con mi cabeza con esta conversación, y no
estoy muy emocionado por ello. Estamos en un territorio incómodo para mí. Ese
lugar en el que no ahondo más que en mi propia cabeza. Los lugares oscuros de
los que me niego a hablar deben de ser más que transparente ya que Vince está
regañándome sobre estos.
Mi orgullo, mi ego, todo a lo que me aferro con tanta fuerza para probar que
no soy tan débil como mi padre era. No puedo enamorarme de nadie, porque la
única cosa que sé… es que el amor te hace débil.
Odio la estúpida pila de emociones que siento ahora mismo. Esa
contradicción entre lo que siempre he creído y la extraña agitación por querer
ver a Quinlan de nuevo. Midiendo mis días sobre si ella va estar alrededor.
Mierda, esto es jodido.
―¿Qué eres, Vince? ¿Mi maldito loquero? ―Estoy un poco irritado y muy
molesto. No me gusta que me indaguen, en especial no en este tema… ¿y él lo
sabe es por eso que está intentando usar una excavadora para hacerme entender
su punto?
―Nope. Sólo estoy ansioso porque te hagas este tatuaje.
―No va a pasar. Mantengo mi maldita palabra, cada maldita vez, así que no
empieces a cuestionar mi integridad ahora. ―O lo que Q comienza a significar
para mí. Mierda. ¿Por qué acepte esta apuesta de mierda?
―¿Oh, entonces está cosa con Quin de verdad es sólo sobre el sexo? Me
parece que las cosas podrían haber cambiado para ti al final.
―No. Sí. Seguro. Tendrás tu prueba en la fiesta, entonces puedes dejar de
meterte en mis malditos asuntos, ¿entiendes? ―Me levanto de mi sillas, enojado
y cansado de la conversación.
―Idiota cabeza dura, ¡estás perdiéndote el punto! ―grita a mi espalda
mientras yo salgo de la cocina sólo para encontrar a Hunter sentado en la parte
inferior de las escalas. Su presencia me detiene en seco sobre mis pasos, pero es
la mirada de suficiencia en su cara, sus labios retorcidos y la diversión en sus
ojos por lo que necesito preocuparme. Eso me dice que ha escuchado demasiado
de nuestra conversación. Maldición.
―¿Entonces Quin era sólo un juego, eh? ¿Una de tus estúpidas apuestas de
banda? ―No esconde la emoción por la oportunidad que se le ha presentado, y
me odio por dársela―. Estoy seguro que le encantara escucharlo.
―No. Vince sólo estaba jodiendo conmigo ―le miento a mi gemelo,
sabiendo que si le dejo saber lo mucho que no quiero que eso suceda, sólo lo
animara a contarle. Mi mente comienza a rebuscar de regreso el resto de nuestra
conversación tratando de descubrir qué tanto escuchó Hunter. Maldita sea.
Cuando la puerta se abrió no era Gizmo después de todo, era Hunter y eso quiere
decir que escuchó todo.
―Sí, claro. ¿Te olvidas que tenemos esa cosa sobre los gemelos
sucediendo?
―No es muy inteligente morder la mano que te da de comer, ¿verdad,
Hunt? ―dice Vince, llegando detrás de mí.
Y demonios sí, dice lo que quiero decir, pero algunas veces es mucho más
fácil sólo cerrar la boca que hacer que Hunter continúe con unas de sus pequeñas
diatribas y joderme la vida mucho más. Algunas veces se necesita más de un
hombre para voltear la mejilla y parecer ser un cobarde que lo que se necesita
para enterrar un puño en su cara y decirle que estoy harto.
Pero maldita sea si esa vez no llega a veces más pronto que nunca. Un
hombre puede aguantar mierda apuntada hacia él una y otra vez, tragarse su
orgulloso y morderse la lengua, pero involucra a la mujer de ese hombre, y eso
es todo.
Y acabo de llamarla mi mujer. ¡MIERDA! ¿Puedo esto ser un desastre más
grande que mi cabeza en este instante? Me froto las manos sobre el rostro
cuando Hunter finalmente le responder Vince.
―No estoy mordiendo nada ―se burla, con la sonrisa en su cara todavía―.
Sólo estoy haciendo una observación.
Nos miramos el uno al otro, la animosidad vibrando entre los tres y sólo por
una vez quiero ver a mi hermano y ser feliz. Sólo por una vez no quiero
cuestionar su aparición y tratar de descubrir qué quiere de mí, que está
intentando clavar su cuchillo en mi espalda mientras extiendo su otra mano.
Cuando doy un paso más cerca, puedo ver el rojo en lo blanco de sus ojos,
observo la respuesta tardía para observar, y contengo la reprimenda en mi
lengua.
―¿Estás drogado? ―Me mira como si estuviera ofendido de que
preguntara. ¿Es en serio?―. Respóndeme ―exijo con los dientes apretados.
―¿Así que una fiesta, eh? ―dice, ignorando mi pregunta y aumentando la
tensión―. Eso debe ser divertido.
―¿Estás consumiendo, Hunter? ―pregunto de nuevo, con la paciencia
agotándose. Mis manos se empuñan a los costados y estoy a un milisegundo de
agarrar el frente de su camiseta y sacarlo de la maldita casa.
―No, hombre. Sólo ebrio y queriendo festejar un poco por mi cuenta, pero
parece que me quedé sin dinero. ¿Puedo ayudarme hermano?
―Malditamente increíble. ―Resopla Vince a mi espalda.
―¿No tienes un lugar en que el debas estar ahora mismo, Vinny? ―espeta
Hunter hacia él.
―Nop. Él vive aquí. Tú no ―digo para cortar su juego de poder así como
su rutina de chico rudo ebrio―. ¿Cómo llegaste aquí, Hunter? ―pregunto, con
la emoción fluyendo dentro de mí cuando veo sus llaves en el piso a sus pies.
―¿No puede un tipo visitar a su hermano cuando quiere? ―Se ríe y esta
chirrea en cada nervio que tengo hasta el último de ellos.
―Condujiste, ¿verdad? ―Parece que estamos en la rutina de repite-la-
pregunta-dos-veces y mi paciencia se acabó.
Él sólo echa la cabeza hacia atrás y se ríe.
17
―¿Qué es tan malditamente gracioso, Hunter? ¿Un DUI ? ―Vince gruñe
mientras mi hermano sigue riéndose.
―Está bien ―dice, llevándose una mano al estómago―. Mi hermano
cargara con la culpa por mí.
Y me quiebro. Cada emoción reprimida que he tenido por los últimos años,
cada gramo de odio, resentimiento, culpa, se encierra en mis puño apretado y es
la fuerza conductora detrás de este cuando conecta con el rostro de mi hermano
en un insatisfactorio crujido.
Queda fuera de combate con mi primer golpe. Su trasero ebrio queda
extendido en las escaleras y estoy muy enojada, con el odio bombeando tanto
que quiero que se despierte y se ponga de pie para poder seguir. Mi cuerpo está
vibrando y mi mente es un constante repaso de los años y toda la mierda que he
dejado que ponga sobre mí.
―Ya era la maldita hora ―murmura Vince.
Me muevo de atrás adelanta sobre mis talones antes de mirar por sobre mi
hombre para encontrarlo a él con los ojos abiertos mirándome, preguntándome
con la mirada si estoy bien con lo que acabo de hacer. Y mierda sí, y maldita sea
no, no lo estoy, todo en el mismo maldito aliento.
―Tengo que salir de aquí ―le digo, de repente inquieto, intranquilo por
haberme ido contra todo lo que alguna vez me dije que no podía hacer.
Pero mierda, se siente bien.
―Me encargaré de él ―dice. Y sé que lo hará; es sólo que me siento
culpable por hacer que lo haga. A la mierda eso, Hawke. A la mierda la culpa.
No está sobre ti.
Bueno, mierda. Supongo que no habrá ninguna calma antes de la próxima
tormenta. Miro a mi hermano y suspiro.
Me subo al auto, conduzco por lo que parecen horas. No sé adónde voy o
qué estoy esperando encontrar, pero siempre y cuando me siga moviendo, mi
pasado no puedo alcanzarme.
Al menos es una buena idea en teoría porque no puedo correr más rápido
que esta mierda. Las cosas que quiero y las cosas que no quiero.
Termino en el lugar al que solía ir para estar solo, para pensar, y mientras
miro a la señal de Hollywood desde mi asiento en el pasto del Observatorio de
Griffith, amo la sensación de que soy una pequeña persona en este gran mundo.
La idea me reconforta un poco. La noción de que en la gran escala de cosas mis
problemas es diminuto. Alguien ahí afuera lo tiene peor.
Y nadie espera que una estrella de rock esté aquí, así que con mi sombrero
puesto sobre mi cabeza, soy capaz de desaparecer.
Miro hacia abajo a la ciudad donde como un pequeño niño, asustado y
traumatizado, me preguntaba cómo todos los sueños dentro de mi cabeza podrían
alguna vez ver la luz del día cuando sentía como si la responsabilidad del mundo
estuviera sobre mis pequeños hombros. Pero lo hice. Y lo logré.
¿Entonces por qué siento que todavía no soy suficiente? ¿Para mi hermano?
¿Para hacer sentir mejor a mi madre? ¿Para que Quinlan me quiera más allá del
sexo asesino que tenemos? Para los fans que gritan y cantan mis letras como si
las vivieran cuando no tienen ni maldita idea del significado detrás de esas
palabras y el daño que viene con ellas.
Froto mis manos sobre mi cara, necesitando un trago, ansiando un cono de
helado, y queriendo sentir los brazos de Quinlan envueltos alrededor de mí
mientras se simplemente se sienta en silencio y está conmigo.
Mi mente va hacia Hunter. A la mirada en su rostro cuando lancé mi golpe.
Aparto la culpa a un lado, me aferro a la valentía del pensamiento de que se lo
merecía, y me doy cuenta de que ese es el problema que estoy teniendo aquí.
Yendo con mi valentía en contraposición con las promesas de mierda por las que
he vivido desde siempre.
Mi estómago se retuerce y mi cabeza se siente como si Gizmo estuviera
golpeando la mierda fuera de ella con sus baquetas. Me levanto del pasto,
necesitando irme de aquí rápidamente, mi corazón y mi cabeza en conflicto, y
por primera vez en toda la vida me atrevo a pensar qué sucedería si mi corazón
finalmente ganara por una vez.
Después de encender mi auto, me siento ahí por un momento, tratando de
descubrir dónde ir ahora. Siento como si nada hubiera cambiado día a día,
absolutamente nada, ¿así qué por qué cuando miro hacia atrás siento como si
todo fuera diferente?
Dejo el estacionamiento y comienzo el largo descenso por la colina hacia la
realidad. Y sé sin siquiera dirigir el auto que voy hacia la casa de Quin. Podría
haberme dicho que necesitaba trabajar en su tesis para conseguir el espacio que
vi en esos ojos llenos de pánico suyos, y puede que esté yendo hacia allá con la
cabeza hecha mierda y el corazón todavía en tumulto por si de hecho puedo amar
sin arruinarme, pero necesito verla.
Capítulo 25
Hawkin
Cuando abre la puerta, siento que puedo respirar por primera vez en mucho
tiempo. Sus labios se abren con sorpresa y luego poco a poco sonríe lentamente.
Pero también puedo ver su vacilación, la duda en sus ojos. Un estremecimiento
de pánico me atraviesa y me siento perdido, sin saber lo que ha cambiado entre
nosotros. El mundo bajo mis pies parece estar moviéndose. Las creencias, las
promesas, las verdades. Todo está en duda, y no puedo tolerar lo que está
causando estos cambios en ella, en nosotros, el no estar bien.
―Hola ―dice. Me hace un gesto para que pase pero mantiene la mano en
el aire con un gesto de un momento. Veo el teléfono en su mano mientras la sigo
a la sala de estar. Hace un gesto para que me siente en el sofá, pero estoy
demasiado inquieto para sentarme, todo lo que quiero es atraerla hacia mí y
besarla. Es como si no pudiera tener suficiente de ella y necesitara sanar el dolor
en mi estómago.
Se apoya en la encimera de la cocina con una sonrisa en el rostro por lo que
le están diciendo al otro extremo de la línea.
―Bueno, suena como una gran idea. Voy a ocuparme ―dice. Y calla
mientras la otra persona habla de nuevo. Se ríe con afecto y no puedo apartar los
ojos de su rostro. ―Bueno, tengo que irme… alguien está aquí… Ajá, pero me
alegro de que hayas llamado. Adiós, Luke.
¿Qué? Hablando de latigazo cervical. La miro mientras se toma su tiempo
para colgar el teléfono y caminar hacia mí.
―¡Qué linda sorpresa!
No sé si se trata de la mierda en mi cabeza, o mi enrevesada lucha con
Hunter está mezclada con mi repentino deseo de que ella sea solo mía, pero mi
temperamento se enciende.
―¿Quién diablos era ese?
―Luke. ¿Algún problema? ―Se detiene y pone las manos en las caderas.
Tiene todo el derecho a estar molesta por mi pregunta. Diablos,
probablemente está jugando conmigo y presionando mis botones a propósito,
pero no estoy de humor para juegos. He tratado con suficiente mierda hoy, y
estoy en ese punto donde mi confusión y agitación emocional, junto con la
necesidad de ella, chocan en una tormenta perfecta a punto de estallar.
―Sí, lo hay. Pensé que… quiero decir que… ¿Por qué estabas hablando con
él? ―Aprieto los labios, frustrado por estar tan nervioso y jugar su juego, si es
que, de hecho, está jugando alguno.
―Porque quiero. ―Y la forma en que lo dice, desafío mezclado con qué
vas a hacer al respecto, me hace ladear la cabeza cuestionándome de nuevo.
―No cuando estás conmigo. No lo harás.
Me mira fijamente con los brazos cruzados y esa jódete barbilla levantada.
―¿Estoy contigo? Porque a menos que esté confundida, estar con alguien
significa que no ocultas mierda que es necesario saber. Nunca hemos hablado
acerca de ser exclusivos, así que soy libre de hacer lo que quiero, ¿verdad?
―Somos exclusivos. ―Reacciono sin pensar, mi respuesta me sorprende.
Quin me mira fijamente por un instante, con los ojos muy abiertos y los
labios entreabiertos, antes de sacudir la cabeza en desacuerdo.
―No, no lo somos. La exclusividad significa que las puertas del armario se
abren para que podamos echar un vistazo al interior, a los esqueletos… ¿Las
tuyas? Tus puertas están cerradas y eso no está bien para mí.
¿Me está rechazando? ¿Qué carajo me estoy perdiendo aquí? El miedo de
perderla, cuando me he dado cuenta de que quiero todo de ella, me golpea.
―¿De qué…?
―Estás enojado porque estoy hablando con Luke… así que puedo estar
enojada porque no me hayas hablado de Helen, ¿verdad?
Sus palabras me toman por sorpresa. Mi mente se tambalea, el pánico
reemplaza a mi enojo de nuevo… pero de un tipo totalmente diferente del
anterior. Debo parecer un ciervo ante los faros, tratando de averiguar cómo supo
de mi madre, pero ella responde la pregunta.
―Tú y Vince estaban hablando en la cocina la otra mañana, y oí ―dice con
una tranquila y herida resignación.
Y las cosas empiezan a hacer clic, a caer en su lugar. Su repentina partida
después de haber tenido relaciones sexuales. La nerviosa excusa de trabajar en
su tesis, que no coincidía con la decepción en sus ojos. Casi como si hubiera
caído en la lujuria de las relaciones sexuales y, una vez que había terminado, se
dio cuenta de que todo era demasiado… Pero en realidad pensaba que la estaba
engañando, que follaba con la persona de la que estábamos hablando en la
cocina.
He mantenido la privacidad de mi madre durante tanto tiempo, que mi
pecho se contrae cuando pienso en revelársela a un extraño. Y a pesar de que esa
persona es Quin, confiar en alguien sobre mi madre, la única persona que amo
más que a nada, mi única debilidad, me paraliza.
Hundo la cabeza y aprieto los ojos ante el huracán de emociones que azotan
mi interior.
―Helen no es quien piensas que es, Quin. ―Las palabras son tan bajas, que
no estoy seguro de que me oyó, pero cuando levanto la cabeza para mirarla a los
ojos, sé que las escuchó―. ¿Me acompañas? ―La oferta sale de mi boca antes
de que pueda detenerla.
***
Nos dirigimos en un tenso silencio hacia Westbrook. Quin debió sentir mi
angustia cuando le pedí que viniera conmigo, porque me miró por un instante
antes de agarrar el bolso y encaminarse al auto.
Le echo un vistazo, sus ojos están ocultos detrás de las gafas de sol y tiene
las manos cruzadas sobre el regazo. Me pregunto lo que está pensando. ¿Tiene
una idea de cómo me siento en este momento? Como si me batieran, me
molieran y me llenaran de ácido. Probablemente no pueda porque no he dicho
una palabra y, sin embargo, todavía está aquí, con una silenciosa tranquilidad, lo
que me permite el espacio que necesito para trabajar con mi agitación interna.
―Golpeé a Hunter. ―No estoy seguro de porqué elijo este momento para
confesarlo, solo quiero romper el silencio.
―Bueno, probablemente se lo merecía ―dice de manera casual y no
pregunta nada más. Nada de, ¿cómo puedes pegarle a tu hermano?, ni, no
puedes hacerle eso a tu familia. Nada.
Y sin embargo, siento que tengo que explicar, purgar la maldad de mi alma.
Así que continúo.
―Mentí sobre esa mierda, asumí la culpa por él, y él hizo su comentario de
culo-inteligente preguntándome si me gustaría hacerlo de nuevo.
―Vince me habló de las drogas. ―Es todo lo que dice, y es tan suave, que
todo lo que puedo hacer es asentir para confirmar―. Todo el mundo tiene un
punto de ruptura, Hawkin. Una persona puede tomar solamente cierta
responsabilidad sin doblarse por el peso ―murmura, sin ningún juicio por las
mentiras que he dicho.
Mantengo los ojos en la autopista mientras dejo que el comentario resuene,
a sabiendas de que es verdad, a pesar del tumulto constante que me agobia. Una
parte de mí se llena de alivio ante su observación, sabiendo que otra persona
podría ver las grietas en mi resolución. Pero la otra parte, comienza a
cuestionarse de nuevo.
Y lo que me da miedo, es que las preguntas, por lo general, arman una
revolución de algún tipo. No estoy seguro de que pueda soportar una revisión de
los principios sin causar víctimas.
―¿Soy la razón por la que él es así, Q?¿Cómo esta persona con la que he
estado desde la concepción…?¿Cómo podemos experimentar la misma tragedia,
pero ser totalmente diferentes? ¿Me esforcé demasiado, lo protegí mucho, lo
lancé a los lobos cuando no debería y terminé demostrando que soy como papá?
―digo en voz alta las preguntas que flotan en mi mente, lanzándolas por ahí,
aunque sé que no hay manera en el infierno de que ella tenga las respuestas.
Quin no dice nada, alcanza y enreda sus dedos con los míos y permanece en
silencio. Pero su apoyo incondicional es ensordecedor. Incluso con alguien a tu
lado, el silencio tiene una forma de asfixiar cuando te quedas solo con tus
pensamientos. Y, por supuesto, los míos giran hacia donde nos dirigimos en este
momento.
No tengo ni idea de por qué me pongo tan condenadamente ansioso cuando
mis pensamientos giran en torno a mi madre. No es que sea un monstruo. No es
que alguien, sabiendo su enfermedad, me fuera a arruinar. No es nada de eso.
Entonces, ¿por qué la voz de mi padre aún resuena en mis oídos con tanta
frecuencia como el sonido del disparo?
Es una mierda… el miedo, la preocupación, el sentido de lo inevitable…
pero es lo más real que he tenido en mi vida. Puede que mi madre nunca me
recuerde de nuevo, me podrá odiar, pero sigue siendo mi madre.
Es mi más grande amor. Y mi mayor debilidad.
Si la prensa se enterara de su enfermedad, salpicaría las portadas de las
revistas y crearía un espectáculo que me rompería igual que la muerte de papá.
No sería capaz de protegerla de los sabuesos paparazzi, que alimentarían su
codicia escribiendo los insultos que me lanza desde su mente enferma. ¿Cuánta
gente pararía y miraría la portada del periodicucho si proclamaban “asesino”,
“inútil”, “cobarde” antes que la palabra cantante?
La perseguirían y la usarían para conseguir mi basura, sin un segundo
pensamiento a los daños colaterales. Si eso ocurriera, le habría fallado dos veces
en mi vida, y eso es algo que no puedo dejar que suceda.
No puedes quitar las cicatrices de tu infancia. Se quedan contigo para
siempre. Una marca indeleble para recordarte, una y otra vez, lo que debes o no
debes hacer de manera diferente la próxima vez. Y joder si mis cicatrices no son
tan profundas que mis huesos están corroídos. Permanecerán hasta mi muerte.
Así que he tenido a Ben ocupándose de que desaparezca de la faz de la
tierra, hasta cierto punto muerta para esta era de Google. Y las leyes de
18
privacidad de HIPPA dicen que nadie puede sobornar a una enfermera para que
repita los insultos y acusaciones que mi madre me lanza como recurso para los
tabloides. Manteniendo su condición privada, usando el apellido de soltera de su
madre en su historia clínica, ya no tengo que preocuparme de que alguien la
manipule para llegar a mí.
Así que, ¿por qué estoy sintiendo de repente que tengo que contarle a
Quinlan sobre ella? Dejarla entrar en mi mundo privado es como descomprimir
mi alma y dejarla escalar dentro de los rincones más profundos y oscuros, en los
que elegí no ahondar. No soy el único en la vida que ha pasado por esto y, sin
embargo, la única cosa por la que he luchado ferozmente para mantener privada,
se la quiero decir a alguien más.
Quinlan sentada aquí, me aterra y me libera a partes iguales. Mis
pensamientos están funcionando a mil kilómetros por hora, dispersos en tantas
direcciones que no puedo mantenerlos en orden.
Años de obligación, horas de dudas, la incapacidad permanente para aceptar
el amor de alguien, todo se reduce a esto…dejar entrar a alguien, cuando estoy
tan acostumbrado a cerrarme a todo el mundo.
¿Pensará mal de mí, cuando se dé cuenta de que ni siquiera puedo cuidar de
mi propia madre?¿Que la tengo en una instalación, no solo para protegerla, sino
para proteger mi propia imagen? Me refiero a, ¿cómo de puto egoísta me hace
eso? ¿Y si mi madre está teniendo uno de sus momentos y me lanza cosas viles?
¿Qué va a pensar de mí? ¿Va a entender lo que hay debajo de mi continua
protección hacia Hunter, permaneciendo fiel a mi palabra… en una especie de
intento infructuoso para redimirme y no ser débil como mi padre?
Nunca más.
Inspiro profundo cuando me doy cuenta que mis pensamientos han
cambiado tan drásticamente en las últimas cinco horas, que ni siquiera un
maldito corredor podría alcanzarlos.
Estoy dejando entrar a Quinlan. Quiero dejarla entrar.
Trato de cerrar todo el ruido por un momento y dejar que la tranquilidad
relaje mi mente. Dejar que el calor del sol contra la ventana del auto, caliente las
partes frías de mi alma. Todo esto es demasiado y demasiado rápido. Las
verdades en las que siempre he creído, ahora llegan como lluvia ácida en esta
niebla tóxica de Los Ángeles.
No sé lo que todo esto significa para la manera en que vivo mi vida. Mierda,
si tirar un solo golpe puede causar todas estas revelaciones, ¿qué diablos pasará
si permito entrar a alguien?, ¿si realmente me permito el amor?
La idea me tambalea, para bien o para mal. Aparta las nociones
preconcebidas de mi mundo, que he intentado hacer lo más predecible posible.
Mi pasado escribió el camino de mi futuro y me hizo lo que soy. Durante
mucho tiempo pensé que sería imposible reescribir lo que estaba establecido.
Pero mientras avanzo hacia el estacionamiento de Westbrook y le echo un
vistazo a Quin, con su suave sonrisa y los rizos rubios flotando por la brisa, me
doy cuenta que no quiero aceptar eso nunca más.
Tengo un lápiz en la temblorosa mano, y cuando ponga un pie fuera de este
auto, estaré escribiendo una nueva página.
Solo espero que el lápiz tenga plomo.
Si no es así, todo podría borrarse.
Capítulo 26
Quinlan
No sé que pensé quién era Helen, pero estoy segura que no esperaba que
entrara en este centro de vida asistida exclusivo para averiguarlo.
A pesar de que estoy caminando al lado de Hawkin, me siento tan
increíblemente lejos de él con cada paso que damos en las profundidades de este
edificio luminoso y tranquilo. Y pensar que dejé que la conversación entre Vince
y Hawke royera mi salud mental en días pasados hasta que estuve convencida de
que quien fuera Helen me despedazaría. Y luego, por supuesto, cuando se
presentó antes, jugué con él usando a Luke, y traté de apretar sus botones para
obtener la respuesta a una pregunta que debería haber sólo de plano hecho hace
días.
A medida que nos acercamos a la estación de enfermería, Hawke mira hacia
mí; la incertidumbre en su expresión y la derrota de sus hombros rompe mi
corazón sobre la batalla interna que estoy librando en ese momento. Tengo tanto
que decir y nada en absoluto, al mismo tiempo.
Con mi mano en la suya, puedo sentir su cuerpo tenso mientras la enfermera
detrás del escritorio saluda a Hawke por su nombre. Sus ojos parpadean hacia mí
y puedo ver su sorpresa por mi presencia.
―Hola, Beth. ¿Ella está bien hoy?
Los ojos de Beth tienen compasión mientras lo estudia y asiente.
―Mejor que algunos días, peores que otros. No ha estado durmiendo bien,
así que estamos tratando de jugar con algunas nuevas formas de prevenir sus
desencadenantes.
Hawkin mira una puerta a nuestra izquierda antes de sonreír firmemente
hacia ella.
―Gracias ―dice, su voz apenas audible.
―Voy a avisarle que estás aquí. ―Seguimos a Beth y al momento que entra
en la habitación, vuelve a salir con una sonrisa, y mantiene la puerta abierta para
nosotros.
Hawke baja la cabeza de un golpe y toma una respiración fortificante antes
de entrar en la habitación. Yo dudo, repentinamente incómoda, sintiendo como si
estuviera invadiendo su privacidad, y odiándome por haberlo obligado a esta
situación con mi estúpida acusación.
Entro con cautela a la habitación y tomo un lugar contra la pared dónde me
hace señas para que me pare. Mi corazón está en mi garganta y por alguna razón
estoy nerviosa de lo desconocido aquí. Nuestras miradas se encuentran
momentáneamente y la mirada en los ojos de Hawke toma todo en mi alma.
Parece perdido, asustado, como disculpándose, y resignado y me toma todo lo
que tengo no estirar la mano y tirar de él hacia mí para aliviar su dolor.
Pero sé que no puedo. No hay nada que pueda hacer para ayudar a la guerra
dentro de él que lleva escrita en su rostro, además de estar justo aquí,
ofreciéndole apoyo silencioso. Él cierra los ojos por un breve momento antes de
volver a caminar hacia donde una mujer se sienta mirando por una ventana, de
espaldas a nosotros.
―Hola, mamá ―dice Hawke, poniéndose de rodillas con cautela a su lado.
Sus palabras flotan tranquilamente en la quietud de la habitación y me rompe el
corazón. A pesar de su cálido saludo, Helen sigue mirando lejos mientras Hawke
ve hacia ella, buscando con la mirada, el lenguaje corporal cuidadoso.
Todo en mi cuerpo se contrae con desesperación con la revelación de que
Helen es su madre. Y en su corta vida, no sólo tuvo que enfrentar la muerte de su
padre, sino también todos los problemas de su madre. Y entonces todo tiene
sentido, el concierto en beneficio de la enfermedad del Alzheimer. ¿Cómo podría
no haber conectado los puntos antes?
―¿Cómo estás hoy? Es agradable y soleado allá afuera. ¿Quieres ir a dar un
paseo por los jardines? ―Se forma un nudo en mi garganta por la esperanza en
su voz y sin embargo ella sólo se sienta allí estoica y silenciosa. Puedo sentir
cada parte de él deseando que le responda, que lo note, como un niño pequeño
en busca de atención o aprobación, y eso me mata. La vista de mi chico malo,
del hombre de buen corazón sobre sus rodillas y la crudeza de angustia en su voz
me hace querer envolver mis brazos alrededor de él y tomar algo de distancia―.
Me gustaría llevarte afuera, como cuando éramos pequeños y nos llevabas al
parque para ver las cometas volar.
―Me gustaban más las rojas. ―El sonido de su voz sin emociones me
sobresalta pero la expresión del rostro de Hawke me tiene secándome las
lágrimas antes de que puedan caer.
―Sí, y nos sentábamos en la hierba durante horas y las veíamos en el cielo
por encima de nosotros ―dice con entusiasmo a pesar del tinte de melancolía en
su voz. Agarra desesperadamente la conexión con ella y sin embargo, ella no
dice nada más a pesar de su inquebrantable atención.
Tengo miedo de respirar, miedo de moverme para no molestarlos, porque a
pesar de que no sé los detalles, puedo decir que la reacción de Helen le dio a
Hawkin algo a qué aferrarse.
―Mamá, traje a alguien para que la conozcas ―dice, mirando en mi
dirección, la ansiedad está grabada en sus rasgos―. Es mi amiga ―explica con
una pausa para ver si obtiene una reacción, sin resultado―. Su nombre es
Quinlan.
La cabeza de Helen gira lentamente hacia él, para que finalmente tenga una
idea de ella. Tiene la piel pálida pero hermosa; su cabello oscuro está fuera de su
cara por lo que es más que evidente por sus perfiles que están relacionados. Los
ojos de Hawkin son los de ella, su cara está hipnotizada con esperanza, pero noto
el puño cerrarse y soltarse de sus manos. Mi corazón comienza a latir más rápido
mientras el malestar comienza a llenarme.
―¿Cómo te atreves a traer a una de tus putas, sucias, rompe-hogares a mi
casa, Joshua? ―gruñe hacia Hawkin. Miro sus palabras pegarle con más fuerza
que un golpe de nocaut. Sus ojos se abren y luego parpadea rápidamente y su
boca cae laxa mientras trata de digerirlo. Al principio creo que su reacción es el
resultado de llamarlo por el nombre de su padre, pero cuanto más observo la
conmoción, el dolor, y la incredulidad juegan sobre sus facciones, me doy cuenta
de que es mucho más que eso.
Se está dando cuenta que el hombre que ha idolatrado, el hombre por el que
ha vivido para hacerlo sentir orgulloso, es un hombre que no conocía en
absoluto.
―¿Estabas tratando de demostrar un punto? ―Su voz, incluso empieza a
subir de tono y de emoción con cada segundo que pasa y, sin embargo Hawke se
sienta allí conmocionado―. ¿Crees que no me fijo en la mancha de labios en los
cuellos de tus camisas, las horas por la noche donde las pones antes que a
nosotros? ―Está gritando ahora, empezando a levantarse de la silla, y es una
imagen tan conmovedora y sin embargo tan equivocada al mismo tiempo: La
madre que se coloca alto mirando hacia abajo al niño pequeño que mira hacia
ella de rodillas.
Y no sé si Hawkin no se mueve porque quiere que termine lo que está
diciendo, completando la historia que nunca ha escuchado antes, o porque está
congelado por las verdades. De todos modos, todo en él, su postura, su
expresión, los músculos laxos en su cuerpo dicen que está derrotado, cansado de
la batalla infundada que ha estado teniendo.
―¡Cómo te atreves a hacer alarde de ella delante de mí! ―grita aún más
fuerte, su mano se mueve, y el sonido de la bofetada que conecta con su mejilla
hace eco en las paredes de la estéril habitación―. ¡Fuera! ―grita, tratando de
tirar de Hawkin para que se levante, manos agresivas se hunden en sus hombros
con fuerza―. ¡Vete! ¡Terminamos! ―grita de nuevo, moviendo los puños para
conectar con el torso de Hawkin mientras se levanta y trata de agarrar sus
muñecas―. Acabas de perder a tus muchachos. ¡Se los diré mañana y entonces
tú y tus putas se quedarán fuera de nuestras vidas para siempre! ―La angustia en
su voz envía escalofríos por mi espina. Después de haber sido engañada yo
misma, mi corazón se aprieta por la injusticia hecha a ella, la desesperación que
debe haber sufrido, y el pánico que debe haber sentido sabiendo que estaba a
punto de criar a dos hijos por su cuenta.
Tengo que mirar hacia otro lado sin embargo. No puedo soportar ver a
Hawkin parado allí tomando la rabia dirigida para el hombre que tenía en un
pedestal. La expresión de su cara siempre estará grabada en mi mente, su dolor
primitivo, su palpable incredulidad, su agonía incesante. Rompe algo dentro de
mí y si es así como me siento simplemente observando todo desplegado, sólo
puedo imaginar lo que está haciéndole a él.
Echo un vistazo a la puerta a mi lado; lágrimas que ni siquiera me daba
cuenta caían por mi cara desdibujan mi visión porque no hay nada que pueda
hacer para ayudarlo con el dolor ahora, la devastación que puedo ver en él.
―¡Mamá! Soy yo, Hawkin. ¡Mamá! ―dice una y otra vez, finalmente
trayéndola de nuevo al aquí y al ahora, con sus puños reforzando el dolor que sus
palabras acaba de crean―. Mamá ―dice, con voz entrecortada, y oigo un
sollozo contenido en su garganta mientras la impotencia se fija en ella.
La puerta a mi lado se abre, sus gritos deben haber llamado la atención de
Beth y de algunas enfermeras. Me quedo con la espalda contra la pared a medida
que entran y espero que puedan ayudar a salvar a Hawkin de su propio infierno
personal.
En cuestión de segundos están alejándola de él, evitando que vaya por más a
pesar de la rabia que vibra visiblemente por encima de su pequeño cuerpo. Pero
Hawkin no se ha movido; es un hombre roto escalonado por las mentiras ocultas.
Mentiras que más probablemente son las que le dijeron de buena fe que
protegiera al niño del luto, pero que ahora están rompiendo al hombre adulto.
Beth pone una mano en su hombro y le dice algo pero es casi como si él no
se atreviera a mirar hacia otro lado. La enfermera lo insta de nuevo y él da dos
pasos antes de detenerse y mirar hacia atrás a su madre calmándose lentamente.
―Lo siento, mamá. ―La rota angustia de su voz hace que mi pecho se
contraiga. Se mueve de nuevo, con la cabeza abajo, pero lo veo limpiarse una
lágrima errante de su mejilla mientras camina junto a mí y sale por la puerta sin
decir una palabra. Me escabullo tras él en silencio mientras camina a través de la
instalación con propósito.
Empuja las puertas de salida que se abren con fuerza, y puedo oírlo jadear
por aire mientras exhala moviendo el pecho en un vano intento de frenar las
lágrimas que no quiere dejar caer y el grito que sé que quiere soltar con todos sus
pulmones. No hace nada sin embargo. Se inclina, colocando sus manos sobre sus
rodillas por unos segundos de silencio antes de levantarse y caminar a su auto.
Me da las llaves del auto y dice:
―Sólo maneja.
Obedezco sin dudar. Enciendo el auto, incorporándome a la autopista, y
conduciendo a ningún destino fijo mientras él se sienta en absoluto silencio a mi
lado, con las manos agarrando sus muslos y los ojos fijos en el mundo más allá
de las ventanas.
Aprieto el volante debajo de mis manos para evitar estirarme y agarrar una
de él para darle algún tipo de comodidad. Mi mente da vueltas, pensando en
todas las cosas por las que cada hijo quiere que sus padres estén orgullosos y
sabiendo que no ha tenido nada de eso. Ha sido la roca, el apoyo, todo solo, y sé
que lo que le dije en el auto de camino a la instalación es válido. Cada hombre
tiene su punto de ruptura, y su absoluto silencio me hace temer que acabe de
llegar al suyo.
Capítulo 27
Hawkin
Mis brazos gritan y sudor corre por mi pecho. No tengo un jodido indicio de
cuánto tiempo he estado golpeando los tambores, pero sé que parte de mí se
siente un poco más entero mientras que el resto de mí siente mucho más vacío.
El ritmo golpea mis oídos como las palabras para mí de mi padre una y otra
vez. Y tan jodida como está mi cabeza ahora, en todo lo que puedo pensar es en
cuán equivocado estaba. Y cuán absolutamente en lo correcto estaba. Eso no
tiene ningún jodido sentido. Así que doy golpes un poco más duro, tratando de
perderme en el ritmo que no puedo encontrar para tratar de cubrir un poco de
dolor cuando todo lo que quiero es ahogarme en él.
Me dijo que el amor me haría débil, me mataría justo como lo hizo con él.
Bueno, yo lo amaba, amaba a mi mamá y ambos me llevaron a mis rodillas hoy
con sus mentiras y me hicieron sentir más débil de lo que me he sentido en toda
mi vida.
¿Cuán jodidamente irónico es eso?
Justo cuando me estoy preparado para tomar un riesgo y salir de la maldita
caja en la que me pusieron, me siento como si estuviera siendo golpeado por la
verdad de que soy tan débil como él lo era. Mi mamá solo lo probó por ser tirado
a mis rodillas con todos los secretos escondidos que tenía bloqueados en su
mente errática. La única mujer que he amado… solo me hizo débil. Así que estos
jodidos tambores están tomando el castigo que me encantaría lanzar en su
camino ahora mismo.
Cuando mi mamá me gritó esas palabras―el odio, las acusaciones, el
daño―maldije esa imagen de las secuelas de mi papá empujando el gatillo
parpadeando en mi mente. Pero junto con los viejos recuerdos vinieron nuevos.
Unos tan claros y poderosos, que bloquearon el aire en mis pulmones y no
importó cuán fuerte los empujé, continuaron viniendo.
En el tiempo de esa fracción de segundo, traté de entender que era el
Alzhéimer fabricando mentiras, pero en el fondo, sabía que eran verdad. Fue casi
como escuchar esas voces abriendo mi subconsciente, dejándome recordar lo
detalles reprimidos de la niebla de su suicidio: La valija atiborrada en la cama de
mi padre, los ojos de mi madre estaban enrojecidos esa mañana y culpó a las
alergias, la continua culpa que mi madre acarreaba como una medalla antes de
que la transfiriera sin saberlo hacia mí.
Las imágenes se salen de control. Son tan vagas y sin embargo tan
jodidamente vividas al mismo tiempo. No puedo respirar. Quiero vomitar.
Quiero gritar. Llorar. Deslizarme bajo la neblina del alcohol y adormecerme.
Desvanecerme por un momento.
Debe correr en la familia.
El pensamiento es lo suficiente distractor para que mis brazos fallen y los
palillos se deslicen de mis manos al suelo con estrépito. Rechino mis dientes y
aprieto mis puños y sin embargo aún no tengo la lucha dentro de mí para querer
lanzar un maldito puñetazo en el aire.
Sé que ella está aquí, sentada en el sofá, que no se ha movido desde que me
trajo a casa para golpear en la batería de Giz. Algo en ese gesto, el hecho de que
recordara que dije que esto era lo que hago cuando no puedo procesar la vida,
rompe momentáneamente a través de mi confusión.
―Lo siento por traerte aquí hoy, que tuvieras que ver eso… pero quería que
supieras. ―Las palabras salen de mi boca tan suavemente que no debería
haberlas escuchado y sin embargo sé que lo hace parque escucho su
desplazamiento en el sofá. Debe estar preguntándose qué mierda hacer, pero que
la verdad sea dicha, ni siquiera yo sé. Me refiero, ¿quién demonios soy? ¿Un
hombre que ha vivido los principios de otro hombre su vida entera solo para
descubrir que eran una mentira?
―No estoy segura de si quieres que me quede, o estar solo… ―La voz de
Quin me empuja desde el maldito tornado de incoherencia en mi corazón y
cabeza. Puedo oír la vacilación en su voz, pero no lo tengo en mí para mirarla
aún, porque estoy asustado de que si lo hago va a ver más de mí de lo que puedo
a través de esta niebla de confusión. El silencio sofoca la habitación, ambos
inseguros de qué paso dar después.
―¿Quieres hablar sobre eso?
¿Quiero hablarle sobre eso? Joder no. ¿Cómo le puedo explicar que la
alfombra ha sido tirada tan malditamente fuere de debajo mis pies que ni
siquiera sé dónde aterrizar? Entre golpear a Hunter y ahora esto, el maldito suelo
se ha movido tanto que creo que me va a tomar un tiempo jodidamente largo
sentirlo firme otra vez.
Pero al mismo tiempo, muerdo todas las palabras en mi lengua que quieren
derramase porque, por primera vez en mucho tiempo, alguien además de Hunter
estaba aquí, alguien que sabe que voy a través de un alcance. Y tan jodidamente
cruel como lo era para mí ahogarla en mi jodida situación, siento un deje de
alivio por tenerla aquí.
―Ni siquiera sé qué decir. ―Sacudo mi cabeza hacia atrás y adelante
mientras agarro mi camiseta a mi lado y la restriego sobre mi cara para ganar
tiempo. Cuando la bajo, levanto mis ojos para encontrar los suyos, y no sé lo que
esperaba cuando la miré, pero lo que veo hace que mi garganta queme. Veo
compasión en lugar de disgusto, aceptación en vez de juicio, orgullo no
vergüenza, y la combinación de todos ellos es más de lo que puedo procesar en
mi ya sobrecargado sistema.
Su tranquila empatía me hace sentir cosas que no está bien sentir ahora
mismo, en el medio de mí cuestionando todo sobre mí mismo. Y sin embargo
sigue allí. Esa necesidad de empujarla contra mí y solo adherirme a ella, tener a
alguien que está aquí cuando antes probablemente la habría empujado
malditamente duro al otro camino.
―No tienes que decir nada.
―Lo sé, solo… joder… ―Paso mi mano por mi cabello otra vez y no sé
cómo explicar las emociones dentro de mí. Casi como si la carga de un camión
se hubiera puesto en su camino y todo se hubieradesparramado sobre el lugar―.
La única forma que puedo explicarlo es así. ¿Qué si mi padre me dijo que ese día
el cielo era verde? No importaba no lo que otros dijeran, él estaba bien y ellos
estaban mal. Así que he pasado mi vida entera creyendo que el cielo es verde.
Luchando contra la mareas para demostrar lo contrario, negando ciegamente lo
obvio. Apostaría mi vida en la demanda. Y luego un día alguien cortó la ceguera
por mí para encontrar que todo este tiempo, mi vida entera, viví luchando por
creer algo, amando de cierta forma, y está jodidamente mal. El cielo en verdad
es jodidamente azul.
Lágrimas llenan sus ojos mientras asiente solemnemente para decirme que
entiende lo que estoy diciendo a pesar de que sé no tiene ni una jodida idea.
Nadie la tiene.
―No sé qué camino es arriba ahora mismo, ya no quiero creer más. ―No
quiero hablar de nada y sin embargo sigo haciéndolo.
―Bueno, todos tienen una versión diferente de qué camino va hacia arriba
así que no trates de descifrarlo todavía. ¿A quién le importa si estás de un lado
para otro? Está permitido, Hawke, y es perfectamente entendible.
Aprieto los ojos cerrados momentáneamente. Recuerdos parpadeando y
flameando por mi mente. Nosotros cuatro felices. Ese horrible día, el sonido del
disparo, la sangre, el olor, el grito que nunca llegó congelado en mi garganta por
siempre. Nosotros tres en duelo. Hunter y yo tratando de sobrevivir mientras
nuestra madre se sostenía del fino hilo manteniéndola en la realidad. Perdiendo a
mi gemelo pedazo por pedazo. Luchando como el demonio para mantenerlo todo
junto, protegerlos, proveerlos. Las veces que empezaba a sentir esa punzada de
algo en mi estómago por una mujer solo para apartarla porque sólo me haría
amarla. Cuán duro luché contra tantas cosas, cuán sólo me sentía… y todo era
una mentira.
Cada jodida cosa.
―Cuando mi papá… ese día ―Empiezo a decir, centrándome en los
patrones desgastados del tambor del medio porque no puedo mirarla a los ojos
muertas explico cuán estúpido fui en creerle a mi padre ciegamente―. Me hizo
prometer que cuidaría a mi familia a toda costa. Me dijo que cuando dejas a
alguien entrar, bajas tu guardia para amar, te abres al peor dolor de todos.
Pruebas que eres débil… y cuando eres débil, terminas como él.
Su inhalación aguda de aliento ante mi comentario seguida por mi nombre
en sus labios envía escalofríos sobre mi cuerpo. Y no necesito compasión por ser
un estúpido, maldito idiota saltando sin pensar, siguiendo sin cuestionar. Y estoy
listo para agacharme y tomar los palillos de Giz otra vez, tratar con cómo eso
acaba de hacerme sentir, el jodido ácido cavando agujeros en mi estómago y
serpenteando en su camino a mi corazón.
―Hawke ―llama mi nombre otra vez, pero no puedo encontrarme con sus
ojos―. Solo tenías nueve; ¿realmente piensas que es justo juzgarte cuando lo
que pasó probablemente te aterrorizó como la mierda? ¿Qué niño normal hubiera
tratado de enorgullecerlo viviendo acorde a las promesas que te hizo hacer? ¡No
te puedes culpar por eso!
Sé que está en lo correcto, pero eso no hace nada para disminuir los años de
auto desprecio, las noches pasadas reviviendo cada momento, la duda que se
arraigó a mi psique.
―Sí, pero el problema es que hoy solo probó que mi papá estaba bien. Dejé
que las dos personas que más amo me cegaran.
―Cualquiera que ame deja su guardia bajar, si se trata de una mascota, por
música, por sus padres, o por un amante, dejar que tu guardia baje solo significa
que sientes, que te preocupas. Y demonios sí, te abres para ser herido, pero mi
padre siempre solía decir: “El dolor es un sentimiento, y sentir es vivir, y ¿no es
bueno estar vivo?”.
Bufo en voz alta, inmediatamente anotando lo que acaba de decir porque
golpeó un poco demasiada cerca de casa. Me siento vivo y entumecido todo al
mismo tiempo, pero la parte del sentimiento es tan intensa que siento como si
pudiera sentarme y escribir cien canciones para sacarlo todo y aun así no sería
suficiente.
Y ella está de pie en un instante de mi rechazo no verbal y se acerca por
primera vez desde que hemos estado en el estudio por quién sabe cuánto jodido
tiempo. Se pone enfrente de mí, su cara tensa con ira, y sus manos en mis
hombros forzándome a girarme lejos del kit para enfrentarla.
―Cuando escribes una canción, cuando la tocas en el escenario, ¿no la
puedes sentir? ¿No te hace sentir vivo? ―No está dando marcha atrás y estoy un
poco impactado de que está tan en mi cabeza que me esté confrontando justo con
lo que estaba pensando―. Seguramente te pierdes en la música, pero también te
encuentras a ti mismo, ¿cierto? Te hace sentir así que…
―¿No lo entiendes? ―arremeto, mi furia volviendo a emerger entre la
confusión y desafortunadamente siendo dirigida a ella, pero no me puedo
detener―. En este mismo momento lo odio malditamente demasiado por
hacerme eso y al mismo tiempo lo sigo queriendo. ¿Cómo eso no es jodido?
―Mi sangre está bombeando y mis manos empiezan a temblar de la rabia dentro
de mí, mi cuerpo esperando por apagarse pero mi mente negándolo.
―Tu papá hizo lo que hizo y no tiene nada que ver contigo. ―La tranquila
calma en su tono detiene mi mente de rodar por primera vez desde que dejamos
Westbrook―. Puede haber engañado a tu mamá, pero eso recae en él. Tu mamá
puede haber mentido para protegerte, para conservar su memoria para ti, y eso
solo es ser un buen padre. Pudo haberte tomado un tiempo verlo, pero ¿en
verdad piensas que ella sabía lo que te dijo ese día? ¿Piensas que sabía por
permitirte mantenerlo como un ídolo en tu vida quedarías con esta carga?
―Es más fácil vivir con la culpa. ―No sé de dónde vino la confesión, pero
está fuera y no puedo tomarla de vuelta.
―Por supuesto que lo es. Eres humano, Hawke. ¿Por qué deberías
merecerla toda ―dice, sus manos saliendo a los lados, haciendo señas a todo en
general―, cuando Hunter no puede tener su mierda junta, cuando tu mamá está
luchando contra la demencia, cuando tu papá tomó su propia vida? Por supuesto
que te sientes culpable… ¿pero sabes qué? Haz trabajado tu culo para llegar
aquí, venciste las probabilidades, te mereces esto.
Puede estar en lo correcto, pero joder si quiero oír eso ahora. No me importa
si era para mi beneficio o no… Tal vez me importa… ¡Joder! No puedo procesar
nada ahora mismo: Bueno, malo, verdad, mentira, amor, odio. He estado con los
dedos al borde con algunos de ellos, pero siempre he mantenido los pocos
ideales de ser mi verdad puesta en tierra para encontrar que todos los principios
eran una bola de mierda que nunca vivió por él mismo. Así que he vivido una
vida llena de conexiones vacías porque estaba tan jodidamente asustado de
terminar en un desastre de sangre y materia gris y desesperanzado que nunca me
permití amar a alguien.
Solo observo a Quinlan frente a mí y recuerdo que más temprano pensé que
era tiempo de reescribir algo de mi propia vida. Me pregunto por qué después de
todo este tiempo finalmente tenía pensamientos pisando fuera de mi zona de
confort y sentía como si lo estuviera haciendo así que iba a fallarle a mi papá. Y
luego esto sucedió.
El destino es voluble, una perra divertida algunas veces.
―¿Hawke? ―Quinlan me mira y a pesar de la vacilación en sus ojos
camina entre mis piernas y pone sus brazos a mi alrededor, acercándome a ella.
Me siento, más o menos aturdido por su toque, su compasión, me duele
físicamente. Es como si no mereciera esto de ella, no lo quiero aceptar, sin
embargo, en cuestión de momentos soy arrastrado a su torso y estoy pegado a
ella, la arrastré contra mi pecho, y me estoy aferrando para salvar mi vida. La
necesidad de necesitar a alguien es tan profunda que no puedo recuperar el
aliento.
Lucho contra los pensamientos arraigados que quiere apartarla, para no
sentir, pero todo lo que puedo hacer ahora mismo es sentir. Mi mano empuña la
parte posterior de su camisa, mi cara está enterrada mientras presiono mis ojos
cerrados tan condenadamente apretado porque no voy a llorar, pero mi cuerpo se
estremece con la fuerza de tratar retenerlo.
Y Quin solo me sostiene apretado, dándome todo el confort que nunca he
tenido de mi mamá por demasiados años. Encuentro consuelo a través de los
años entre los muslos de una candidata dispuesta, pero no como esto, no
haciéndome a mí mismo vulnerable, no necesitando a alguien. Tan inquietante
como se siente, no me puedo ir, no puedo salirme de ella y sus tranquilos
murmullos tranquilizadores y el silencioso apoyo de sus brazos.
―Está bien necesitarme… ―dice y luego se queda tranquila. Solo la
empujo más apretado y estoy seguro que no puede respirar, pero está bien porque
ahora mismo seré su jodido aire por tanto tiempo como ella no se aleje de mí.
Y ese pensamiento… la urgencia de esto mientras corre por mi cabeza casi
me golpea tan atrás como la confesión de los labios de mi mamá.
La cosa divertida es que incluso con toda la mierda que estoy tratando de
procesar, no sé por qué esa única cosa que no asusta la mierda fuera de mí.
Porque de todas las revelaciones que han llegado hoy, teniendo a Quin aquí
conmigo se siente más correcto de lo que nunca pude haber imaginado.
Capítulo 28
Quinlan
Observo a Hawkin desde el sofá en el estudio. Está trabajando sin parar en
la letra de una canción mientras estoy en mi laptop introduciéndome afondo en
mi tesis. Esto se siente bien. Todo esto, especialmente donde estamos ahora
mismo cuando podría haber ido en tantas direcciones diferentes después del
último par de días.
Me encanta la oportunidad de ver trabajar a Hawke. Él contrae ese pequeño
pliegue en su frente cuando anota las letras y las revisa en el block. También
acostumbra morder su labio inferior mientras rasguea los acordes en la guitarra
con los ojos cerrados antes de traer las palabras. Algo sobre su procedimiento es
definitivamente sexy.
Cada vez que lo veo con la mirada perdida en sus pensamiento, me pregunto
cómo lo está haciendo realmente, y no puedo dejar de recordar la expresión en
su rostro mientras miraba a su madre, el dolor, la conmoción y la devastación en
su expresión. Fue tan brutal para ver, tan desgarrador para mantenerse al margen
y no ser capaz de hacer algo para aliviar su dolor.
Está cerrado todavía, en realidad no habla de ello, y sin embargo, sé que las
verdades que aprendió le están haciendo cuestionar todo con lo que creció
creyendo. Tal vez por eso se ha volcado en su música el último par de días.
Después de la semana pasada, sé que el viejo adagio de mi madre describe
perfectamente a Hawkin:“A veces, las personas más fuertes son las que aman
más allá de todas las fallas, solo sufren verdaderamente a puerta cerrada, y
pelean batallas que nadie conoce”. Mi única esperanza es que al perderse a sí
mismo en su música, haya sido capaz de procesar todo.
Además de salir de la casa para su última conferencia hoy, realmente no ha
dejado mucho el estudio de acuerdo con Vince. Pero a los ojos de Vince eso
significa que Hawke está saliendo adelante, que está superándolo con la música,
y esa es una buena señal.
Hawke levanta la vista y sonríe suavemente, la guitarra cayendo en silencio.
Me toma un momento darme cuenta que he estado atrapada mirándolo y la
sonrisa en mis labios es por puro reflejo.
―Oye, ¿cómo va tu trabajo? ―pregunta mientras agarra un puñado de
M&M.
―Si eso incluye a un sexy roquero escribiendo una canción, entonces diría
que iba muy bien… Me estás distrayendo, Play.
Mi estómago revolotea con la sonrisa plena que me da a cambio.
―Te puedo distraer de otras maneras si lo deseas. ―Levanta las cejas y mi
corazón se aprieta por el comentario porque esta es la primera vez que ha seudo
coqueteado conmigo desde que sucedió todo.
Tal vez Vince está en lo correcto, tal vez la música está ayudando.
―Me gustaría eso. Tal vez pueda inspirarte con mis malas intenciones a
escribir una canción sucia.
―Cariño, cada vez que toco esta guitarra me acuerdo de ti. ―Sonríe, mis
ojos son atraídos por la guitarra y mi cuerpo reacciona visceralmente―. Pero
hay un montón de otros instrumentos aquí; podemos intentar agregar otro a
nuestra sexy banda.
Comienzo a despejar los papeles de mi regazo, no hay alguien que rechace
la mirada en sus ojos o las insinuaciones de lo que dicen que él quiere hacerme.
Mi viejo y juguetón Hawkin ha salido de su escondite y una parte de mí suspira
de alivio. Llega a mí al mismo tiempo que tengo despejado mi regazo y se pone
de rodillas entre mis piernas.
Inclinándose hacia adelante, me concede un tierno beso que hace que ese
dulce y lento dolor arda en mi centro. Desliza su lengua entre mis labios, y juro
por Dios que puedo saborear los próximos sesenta años, cuando su boca se
conecta con la mía.
La idea me asusta. Me choca lo suficiente que me separo de su beso. Una
ola de pánico se agita dentro de mí, pero al mismo tiempo, sé que lo que sentí
fue real. Con nuestros rostros a centímetros de distancia lo miro a los ojos, mis
manos alisando su mandíbula mientras dejo que la idea se asiente un poco.
―Lo sé, lo siento ―dice Hawke desconcertándome.
―¿Qué?
―Tienes todo el derecho de cuestionarme en este momento con todo y
como he estado actuando y…
―Eso no es… no estoy cuestionándote… yo solo…―Mi voz se apaga
cuando me doy cuenta que cree que estoy renuente a besarlo, a tener intimidad
con él, debido a lo cerrado que ha estado los últimos días, cuando en realidad es
porque estoy tan abrumada por los sentimientos. ¿Cómo le digo eso sin
asustarlo? No puedo. No con todo lo que él está pasando.
―Hawke, no es por ti en absoluto. Yo…
―¿Chicos van a salir de su estudio del sexo el tiempo suficiente como para
unirse a la fiesta? ―pregunta Vince cuando irrumpe en la habitación. Una risa
cómplice cae de su boca cuando ve nuestra posición―. Ves, lo sabía. Mierda, le
debo a Rocket diez dólares. Le dije que no había manera…
―Estaremos allí en un minuto ―grita Hawke por encima de su hombro―.
Estamos algo ocupados. ―Se inclina y me besa de nuevo, un pedacito de cielo
en medio del caos que nos ha estado rodeando en los últimos tiempos. Deslizo
mis manos por su torso, ansiosa de sentirlo y tocarlo, mostrarle de alguna
manera, de alguna forma que su pasado es su pasado, y que su futuro está
totalmente abierto.
Gimo en su boca mientras su fuerte mano se desliza hacia arriba debajo de
mi camiseta, áspero contra suave, y encuentra mi pecho, su pulgar frotando
sobre mi pezón mientras su boca me seduce. Me hundo en el sentimiento, la
emoción rodeándonos, y no puedo pensar en cualquier otro lugar en el que me
gustaría estar.
El teléfono de Hawkin vibra con un texto y lo ignoramos mientras mis
manos comienzan a provocar, tentar y a burlarse de su piel desnuda, amando su
calor bajo mis dedos, el grupo de músculos, estableciendo la conexión. Sus
manos trabajan maravillas en mis pechos, sus dedos encuentran su camino
debajo de mi sujetador por lo que sus dedos callosos agradablemente raspan a
través de mi sensibilizada carne. Mi cabeza cae hacia atrás mientras me dejo
llevar por la sensación y él mueve su boca hacia el espacio de piel en mi cuello
para colocar asombrosos besos allí.
Su teléfono suena con otro texto.
―Un tipo tan popular. Imagino que debería sentirme afortunada de estar en
tu presencia ―bromeo sin aliento, mis sentidos agudizados.
―No hay otro lugar en el que preferiría estar que aquí mismo, en este
momento ―murmura con sus labios contra mi cuello. Su teléfono suena de
nuevo y dice entre dientes―:¡Jesucristo!
―Podría ser tu…―Y mi voz se desvanece, con miedo a que aparezca su
mamá, pero ya estoy preocupada.
Él maldice de nuevo y se inclina de nuevo hacia la mesa en la que estaba
escribiendo la letra y toma su teléfono. Dios luce sexy con su cabello todo
revuelto por mis manos. Mira su teléfono y arruga su rostro momentáneamente
antes de golpear su teléfono. Me estremezco ante el sonido y la preocupación
delo que está mal.
―Maldito Hunter ―suelta con coraje―. La conferencia ha terminado, así
que él debe estar de nuevo merodeando por drogas otra vez. ¿Cómo es posible
que esté pidiendo dinero? Recibe más que suficiente. ¡Maldita sea! ―Sacude la
cabeza y se pasa la mano por el cabello antes de levantar sus ojos lentamente
para encontrarse con los míos―.Lo siento, esto es… esto es lo que es conmigo.
Estoy tratando de cambiar eso, cómo necesito arreglarlo y ayudar, así que me va
a tomar algún tiempo no reaccionar… para no permitírselo. Te mereces algo
mejor que esto…―Su voz se apaga y baja su cabeza.
Me apresuro hacia donde está sentado sobre sus rodillas e imito su postura.
Fuerzo su cabeza hacia arriba con mis manos y miro en esos ojos grises que
hacen cosas divertidas en mi interior, incluso ahora, cuando me mira con pesar.
―Oye, chico roquero… no quiero a nadie más, te quiero a ti. ―Me encanta
ese cambio en su respiración por mis palabras, me encanta saber que lo puedo
afectar de esa manera porque tal vez un día va a ser capaz de decirme lo que veo
en sus ojos… que él siente lo mismo por mí.
―Quin…
―Mira… estoy aquí, ¿de acuerdo? No voy a ninguna parte. Esto va a
requerir tiempo y entiendo eso. ―Me inclino hacia delante y uso mis labios para
reforzar las palabras. Me atrae hacia él y usa su lengua, reuniéndose con la mía
para decirme que entiende.
La puerta a nuestra espalda se abre violentamente, al parecer el ruido de la
fiesta aumenta diez veces desde que lo hizo Vince minutos atrás.
―¡Hawkin maldito Play! ¡Saca tu trasero y el de Trixie de aquí ahora
mismo! ―dice Gizmo con una sonrisa de borracho―. ¡Es tiempo de fiesta!
La ternura del momento se ha ido, pero todavía tengo a Hawke en mis
brazos.
―Podemos escapar si quieres… después de esta semana, podrías no
querer…
―No ―dice con una sonrisita―. Estoy bien. ―Me besa una vez más―.
¡Vamos para allá, Giz!
***
Nota para mí: Nunca dejes que Rocket mezcle mis bebidas de nuevo. ¡Santa
mierda, las hace fuertes!
Mi mente está un poco borrosa cuando deambulo por la planta baja en busca
de Hawkin, queriendo asegurarme que está bien después de toda la mierda de
esta semana. Y puede ser que quiera llevarlo arriba y tener sexo con él, porque
cada vez que pienso en él, siento ese profundo dolor en mi núcleo y sé que la
única persona que puede saciarlo es él.
―¿Has visto a Hawkin? ―le pregunto a un grupo de mujeres, mi
alborotada mente no lo registra hasta que es demasiado tarde, ellas
probablemente están aquí esperando por el hombre que tengo y ellas podrían no
ser tan amigables.
―¿Por qué? ¿Quién eres tú? ―dice con desprecio la pelirroja.
―Estoy con la banda ―digo, mi propia broma privada porque creen que
solo soy otra fulana más en la larga lista de ellos aquí esta noche.
―¿En serio?
―¿Es cierto lo que dicen?
―¿Les gusta etiquetar al equipo?
Las tres preguntas son lanzadas a la vez y no puedo concentrarme en una
sola de ellas, porque veo a Hawkin al otro lado de la habitación.
―Por supuesto, sí…―Las dejo atrás, con la misión de subir y besarlo para
probarles que estoy de hecho con la banda.
Aproximadamente a unos cuatro metros de distancia de Hawke, me detengo
cuando lo veo discutiendo con Vince. No puedo escuchar lo que dicen, pero
puedo decir por el lenguaje corporal que Hawke no está feliz. Me acerco, curiosa
y prudente al mismo tiempo.
―¿Por qué estás presionando esto tan fuerte? ―pregunta Hawke, su
mandíbula apretada.
―Un trato es un trato, hombre. ―Se encoge de hombros y atrapa mi
mirada, inmediatamente la retira. Levanta las manos en señal de rendición y se
aleja. Hawke dispara dagas hacia él y Vince sólo se ríe con una sacudida de su
cabeza―.Me voy fuera. Déjame saber cuando cambies de opinión. ―Se da
vuelta y sale de la cocina, y cuando pasa junto a mí, se detiene para darme un
beso en la mejilla―.Convence a tu hombre para que venga y toque, Trixie.
Me toma un minuto asimilar sus palabras y en el momento que lo hacen,
Vince se ha ido. No estoy segura de qué demonios quiere decir pero lo ignoro
debido a que me encuentro con los ojos de Hawke y aunque hay una irritación
latente por Vince, también puedo ver el deseo, que desatamos temprano,
hirviendo a fuego lento debajo de eso.
Camino hacia él; al verlo ligeramente desaliñado, con una sonrisa
despreocupada que no ha poseído por días llama a mi libido en tantos niveles
que es ridículo. Lleva un trago de algo a su boca y ni siquiera le doy un segundo
pensamiento a lo que es, porque sé que voy a probarlo en mis labios enseguida.
Hace un sonido profundo en su garganta cuando doy un paso hacia su
cuerpo y hay algo tan intrínsecamente sexy en el sonido, sabiendo que causé esa
reacción, que junto con la sensación de su cuerpo firme contra el mío me permite
saber que no habrá interrupciones esta vez.
Mira hacia mí, sus ojos oscureciéndose y una mano deslizándose debajo de
mi camiseta un momento antes de que nuestros labios se encuentren en un beso
hambriento y sin restricciones. Su botella vacía traquetea en el mostrador detrás
de él de modo que su otra mano puede unirse a la tentación. Me pierdo en el
sabor del tequila en su lengua, y en la sensación hipnotizante de sus manos sobre
mi cuerpo.
La música golpea con fuerza a nuestro alrededor, el ruido zumba, y el leve
olor a humo de cigarrillo sopla desde afuera, pero es como si nada de esto me
afectara porque soy consumida por todo lo relacionado con él: Su sabor, su
colonia, el gemido que no puedo escuchar, pero puedo sentir contra nuestros
pechos conectados, el calor de su cuerpo. No me importa quién está mirando
porque es casi como si las emociones abrumadoras que ha experimentado
durante toda la semana se están manifestando en nuestra mutua desesperación.
―Arriba. Ahora ―murmura contra mis labios, y nunca he escuchado
palabras más perfectas. Agarra la botella de tequila detrás de él en una mano y
mi mano en la otra sin decir nada más y camina con resolución a través de la
multitud. No puedo ver su rostro, pero debe tener un aspecto determinado en él
porque ninguna persona lo detiene para hablar cuando esa ha sido la norma
durante la noche hasta el momento. Al pie de las escaleras, atrapo la mirada de
las tres mujeres aspirantes y solo sonrío. Llámame perra, pero no puedo evitarlo,
estoy con el que ellas tenían la esperanza de acostarse esta noche.
Capítulo 29
Quinlan
Llegamos a la habitación de Hawke y empuja la puerta para abrirla, deja la
botella, y luego, cierra la puerta. En el momento en que se cierra detrás de
nosotros, nos da un respiro de la música retumbando más abajo, chocamos juntos
en una masa de deseo desesperado, convertido en una ardiente necesidad. Somos
todo manos y bocas y gemidos y roces, cuerpo a cuerpo, necesidad contra deseo,
el deseo avivado por la lujuria. No puedo tener suficiente de él. Ni ahora, ni
nunca, y solo me permito sentir esto, sentirlo y no pensar.
Pone sus manos en mi camiseta y tira de ella por encima de mi cabeza,
tirándola detrás de él sin pensar, con su boca de nuevo en la mía. Entonces se
retira, chocándome la falta de conexión a pesar del calor de su aliento agitado
sobre mis labios.
―Ahora vuelvo. Tengo una sorpresa para ti ―murmura contra mi gemido.
―¡Nooo! No te vayas.
Se inclina y coloca un beso en mis labios que intento profundizar para
tentarlo, pero sin resultado.
―Te gustará, lo prometo. Desnúdate para mí y ahora vuelvo.
―Mejor que sea bueno ―me quejo.
―¿Te he decepcionado con algo? ―dice con un destello de esa sonrisa que
me hace querer hacer cosas sucias con él―. Toma ―dice empujando la botella
hacia mí.
―¿Estás tratando de que me emborrache y me suelte? ―bromeo, tomando
la botella y colocándola sobre la cómoda. Ya he tenido suficiente bebida por esta
noche. Además, ninguna cantidad de alcohol tiene la capacidad de intoxicarme
tan a fondo como el hombre frente a mí.
―Dulzura, no necesito licor para que te sueltes ―susurra en mi oído y
luego cierra la puerta detrás de él mientras se va.
Me paro en la oscuridad por un momento, algo molesta y un poco excitada,
todo al mismo tiempo, porque sé que debe ser algo bueno para que se marche en
medio del momento en que estoy a punto de echar un polvo.
Me tiro hacia abajo y me deslizo entre las sábanas, de repente recelosa de
que hay un centenar de personas en la planta baja y cualquiera de ellas podría
andar hacia arriba y abrir la puerta. Cierro los ojos, imaginando la boca de
Hawke sobre la mía y todas las formas en que puede manipular mi cuerpo,
entonces deslizo mi mano en la humedad entre mis muslos y froto suavemente.
Está lejos de ser tan satisfactorio como cuando lo hace Hawkin, pero sé que me
hará estar más preparada, permitirá que mi orgasmo venga mucho más rápido, y
hombre si no estoy lista para venirme.
Se abre la puerta, una sombra oscura contra el brillo de la luz detrás de él, y
me siento en la cama, mi sábana cayendo alrededor de mi cintura.
―¿Qué te tomó tanto tiempo?
―Bueno, mierda. ―La voz hace que agarre la sábana y la tire hacia arriba,
alrededor de mí tan rápido como es posible, a pesar de la oscuridad de la
habitación―. Hawkin realmente quiere hacer esto.
―¿Vince? ―pregunto con voz temblorosa, intentando entender qué
demonios está haciendo aquí, y luego mi mente procesa su comentario―.
¿Hacer qué?
Tengo una sorpresa para ti. Escucho de nuevo las palabras de Hawke de
momentos antes, mientras mi mente recuerda varias veces desde que nos hemos
conocido, en la que ha habido la insinuación sobre un trío. Me pareció que era
simplemente charla de chicos, mierda machista, pero eso, mezclado con el
comentario de las groupies en la planta baja, hace que mi corazón empiece a
golpear rápidamente. ¿Es esto realmente lo que quiere Hawkin?
La risa de Vince es baja y sugerente y tanto como quiero decir que la idea
no me enciende, lo hace. ¿Qué mujer no quiere ser complacida por dos hombres
al mismo tiempo, sino sólo para tacharla de su lista sexual de deseos? Por
supuesto que se me ha pasado por la mente, ¿pero significa que en realidad
seguiría adelante si tuviera la oportunidad…?
Creo que estoy a punto de descubrir la respuesta.
No soy alguien versada ni mucho menos, especialmente en el frente sexual.
La idea de este trío me enerva y al mismo tiempo envía ese hormigueo de deseo
en mi interior a toda marcha. ¿Quiero hacer algo como esto? ¿Es esto algo a lo
que Hawke está acostumbrado a hacer? ¿Qué pasa si me pongo a ello y luego me
acobardo?
Mi mente lucha por todo esto en cuestión de pocos segundos, mientras mis
manos comienzan a sudar y mi cuerpo tiembla por la indecisión y lo
desconocido.
―¿Te dijo Hawke venir aquí? ―pregunto con voz temblorosa, y sé que es
una mierda preguntar como si lo dudara, pero no puedo evitarlo.
―Rocket dijo que me estaba buscando donde hace música, porque me
necesitaba para ayudarlo con algo. Fui al estudio y no estaba allí, así que probé
aquí y yo… ―Silba bajo y rápido―. Después de su pelea en la cocina no me
esperaba esto, pero mierda, Trix, estoy en el juego si tú lo estas.
Todavía no estoy segura de cómo me siento acerca de esto, excitada sin
embargo nerviosa, queriendo y al mismo tiempo temerosa sobre cómo la
dinámica cambiaría si vamos a través de un trío. A esto se añade, que el hombre
que quiero es Hawkin, sin duda. Vince es bien parecido en muchos aspectos,
pero Hawkin simplemente afecta todo dentro de mí, como ningún otro hombre lo
ha hecho antes.
La pregunta de Vince cuelga en el aire con la emoción persistente de lo
desconocido. Y entonces la sonrisa de Hawke de hace un rato, destella a través
de mi mente, la facilidad, la relajación; el viejo Hawkin que había perdido
estando de vuelta, y si haciendo esto por y con él, lo mantiene allí, entonces
estoy bien con la idea.
Además, por lo general soy abierta a nuevas experiencias y esto sin duda
sería una… Sólo tengo que entrar en ello con una mente abierta y límites
definidos.
―Yo… Um… ―Es todo lo que puedo decir, contenta de que Vince no
pueda ver el rubor en mis mejillas en las sombras de la oscura habitación, porque
entonces realmente me sentiría como una niña ingenua en este momento.
―Está bien, Q. Lo tomaremos con calma. Sólo haz lo que te resulte más
cómodo. Hawke y yo, puede que hayamos hecho esto un par de veces ―dice,
abasteciéndome con un extraño consuelo.
―Lo siento, Q, no puedo encontrar la sorpresa ―dice Hawkin mientras la
puerta se abre y se cierra detrás de él.
―Estoy aquí, hombre ―dice Vince, y aunque puedo ver solo el perfil de
Hawke, puedo ver el doble movimiento de su cabeza.
―¿Qué…?
―No puedo creer que ambos estén en el juego después de toda la mierda
que me has estado dando por esto.
El cuarto se queda en silencio momentáneamente mientras Hawke camina a
lo largo de la habitación hacia donde estoy, encaramándose en la cama. Nervios
comienzan a tararear dentro de mí y de repente deseo que la botella de tequila
estuviese más cerca, porque demonios, si no voy a necesitar algo de valor
líquido ahora que esto está a punto de suceder. Hawke se hunde hacia abajo
sobre la cama junto a mí.
Mi pulso late en mis oídos, mi cuerpo se siente como si hubiera sido
prendido en fuego por la descarga de adrenalina que quema a través de mí, e
incluso el tacto de Hawke en mi piel, no hace nada para disminuir mis nervios.
Me gustaba la idea de esto, pero ahora que la oportunidad es una realidad, el
miedo y la ansiedad y la emoción todos chocan entre sí. Voy a tener que actuar,
no pensar, sentir, no preocuparme, relajarme hasta que la aprehensión se
desvanezca en placer. Cada una de mis emociones se amplifica en el silencio de
la habitación, y el bajo de la música de abajo silenciado, suena como un segundo
latido del corazón.
―Quinlan. ―La forma en que Hawkin dice mi nombre mientras extiende
sus manos para apartar el cabello de mi cara, tira de todas las emociones que
hasta el momento no han sido agitadas, porque oigo la tensión en ella, la tristeza
que quiero quitar―. Yo no…
Y antes de que pueda acobardarme, antes de que le pueda decir que estoy
tan nerviosa que no puedo hablar en respuesta, lo tiro hacia mí y corto sus
palabras poniendo mis labios en los suyos. Hawke es reacio al principio, tratando
de tirar hacia atrás para asegurarse de que estoy bien, pero no cedo. Mantengo
mis manos y mis labios en movimiento constante, de modo que puedo perderme
en el momento.
Y entonces empieza a responder finalmente. Está tan ansioso, tan
hambriento como yo. Mis manos están tratando de desabrochar sus jeans, pero
sus manos se deslizan entre mis muslos antes de que pueda desabrocharlos. Ni
siquiera me doy cuenta de que el gemido incoherente que llena la habitación
proviene de mí, hasta que Hawke gime en respuesta, cuando me encuentra
resbaladiza por mi deseo hacia él. Arqueo mi espalda mientras estoy abrumada
con la sensación que me da, cuando desliza dos dedos dentro de mí, al mismo
tiempo que su boca encuentra el capullo apretado de mi pezón.
La bruma de la excitación se adueña de todos mis sentidos y es amplificada
por las bebidas de Rocket y las embriagadoras sensaciones de las manos de
Hawke sobre mí. Nuestra química es tan intoxicante que se siente como una
eternidad desde que me tocó íntimamente, a pesar de que han pasado sólo unos
días.
Me pierdo en su minuciosidad mientras me trabaja en un frenesí: Su boca
caliente en mi piel fría, sus dedos deslizándose dentro y fuera de mí, antes de
tirar para arriba y agregar fricción en mi clítoris. Murmura para mí lo sexy que
soy, lo mucho que quiere follar conmigo, cómo no puede esperar para sentir su
pene en mi boca.
Mis músculos comienzan a tensarse ya que todo comienza a abrumarme, ese
cálido y dulce dolor en mi núcleo, se extiende desde mi centro hacia afuera
como una parálisis inexplicable debido a una sobredosis de sensaciones.
―Hawke, Dios ―gimo―. No te detengas.
Mi cuerpo se eleva mientras caigo fuera del borde, cuando mi orgasmo me
golpea con toda su fuerza. Mi aliento, mi corazón, mis emociones, los tres
trabajan tiempo extra para que pueda aguantar el orgasmo que Hawke me ha
dado. Mi cuerpo tiembla mientras emerjo de mi culminante bruma, y luego
Hawkin marca su boca en la mía, robando mis suaves gemidos, antes incluso de
que pueda comenzar a recuperarme.
Entonces siento el cambio en la cama, y de nuevo estoy sorprendida por la
realidad de que Vince realmente está aquí, en la cama. Soy inmediatamente
extraída de nuestra intimidad, que era como un escudo protector haciendo el
momento exclusivamente nuestro. Y ahora no lo es. Los labios de Hawke caen
desde los míos al instante y puedo sentir físicamente la vacilación de sus
acciones, flexionando sus dedos en los lados de mis caderas y su boca
negándome su sabor.
No estoy segura de si es mi vacilación en general o los nervios confundidos,
como una falta de entusiasmo hacia Vince, pero algo sobre el momento varía.
Incluso con Hawke enfrente de mí, de repente tengo dudas sobre mi
decisión de estar de acuerdo con esto. No es Hawke y no es Vince, soy yo.
¿Estoy tratando de ser algo que no soy, al hacer esto?
―Para. ―Mi voz corta a través de la lujuria, enturbiando el ambiente.
Hawkin se empuja hacia atrás y la falta de conexión física con él,
inmediatamente me deja fría e insegura. Hay tantas cosas que parpadean por mi
mente en un instante y lo único que puedo retener es la vergüenza.
Sé que no se justifica, tengo derecho a cambiar de opinión, pero incluso con
la fuerza de mis sentimientos por Hawkin, me siento como una virgencita
inadecuada que no puede ir con los chicos grandes.
Y entonces me detengo y me pregunto si sólo tengo miedo. Que quizás mi
excitación ha desaparecido y ahora estoy dejando que los nervios controlen mis
pensamientos cuando no debería.
―¡Sólo sal! ―La voz de Hawke es baja y uniforme y llena de una emoción
que no puedo etiquetar, y no me gusta no poder ver su cara para leer su
expresión. Al principio creo que está hablando con Vince, pero él me está
mirando y cuando él no se mueve o habla y el único sonido en la habitación son
los vestigios de la fiesta de abajo, me doy cuenta de que Hawkin me está
hablando a mí.
Siento como si me abofeteara a pesar de que estamos muy lejos de tocarnos.
Sentí vergüenza, pero me dije que era mi propia ridícula inseguridad regresando
para vengarse.
―Hawke…
―¡Nos ocuparemos, solo vete! ―corta las palabras, y puedo oír sus
pesados pies contra el piso al caminar antes que algo choque contra la cómoda.
¿Qué demonios? ¿Me está expulsando porque he cambiado de opinión?
Hablando sobre el latigazo cervical.
―Lo siento… ―digo e inmediatamente estoy enojada conmigo porque no
lo debería de hacer. Además, ¿por qué me estoy disculpando? ¿Por estar
nerviosa? ¿Por cambiar de opinión? Sí, pero te aseguro que no voy a pedir
disculpas por no ser como una de las mujerzuelas de abajo, que se habrían
metido en un trío de cabeza.
―Esto es… No puedo contigo… No estás… ―Puedo escuchar el
remordimiento en su voz mientras trata de explicar, pero mi vergüenza se ha
convertido ahora en ira. Estoy fuera de la cama en un instante, las manos
alcanzando en la oscuridad mi ropa, porque en este momento lo único que quiero
es estar lejos de aquí y fuera de este lío. Hawke da un paso hacia mí―. Q, no
te…Vince… ¡MIERDA!
―Yo sabía que ella…
―¡Cierra la boca, Vin! ―grita Hawke pero mi mente todavía se centra en lo
que Vince dijo, la diversión en su voz es aún más confusa que la irritación en
Hawkin.
Si mi cabeza no estuviese tan empeñada en salir, me reiría ante la idea de
ellos dos, a medio vestir gritándose el uno al otro, pero mi atención se centra en
vestirme. Rápidamente me pongo mis jeans y camiseta, el sostén lo dejé en
algún lugar en la oscuridad, y abro la puerta de la habitación para salir.
―¡Quin! ¡Espera! ―La voz de Hawke me llama, pero Vince lo interrumpe.
―Amigo, ¿cuál es tu maldito problema? ―pregunta, un tono de burla en su
voz que nunca esperé, y estoy tan confundida sobre cómo pude haber estado tan
equivocada sobre él. Al instante estoy molesta conmigo y mi error de juicio pero
puedo procesar eso después, porque en este momento estoy herida. Y enojada.
―¡Tú. Ella. Esto! ―grita Hawke, pero estoy tan ocupada estando molesta
que no me detengo a considerar a qué se está refiriendo.
Y me refiero tanto a que Hawke decide enfrentarse a Vince en lugar de
perseguirme. La pregunta es, después de todo lo que acaba de pasar, ¿realmente
lo quiero?
La noción cuelga en el fondo de mi mente mientras me apresuro a bajar las
escaleras, luchando contra las lágrimas que ya vienen con mi cabeza hacia abajo,
la caminata de la vergüenza escrita por toda mi cara, y estoy tan herida que no
me importa que vean eso. Algunas personas me preguntan si estoy bien, pero yo
sigo avanzando porque si estoy en movimiento entonces estoy concentrada en
eso y no la mierda dando vueltas en mi cabeza: La vergüenza, la ira, la
incredulidad en mi pobre juicio, la herida.
Me sacó de mi lucha interna cuando juro que escucho mi nombre siendo
llamado, pero después que me detengo por un momento, no se oye nada. La
esperanza que tenía, de que estaba equivocada, golpea a mi alrededor porque si
importara, si lo que sea que somos importara, él estaría persiguiéndome,
¿verdad?
Al abrir la puerta me apresuro en la oscuridad del patio trasero y doy la
bienvenida el aire fresco de la noche, necesitando algo de tiempo para que mi
cabeza comprenda todo. Me dirijo lo más lejos posible de la casa, en las sombras
del jardín para perderme un poco.
La gente está reunida alrededor de los jardines, pero nadie me da una
segunda mirada, tan perdidas en sus propias conversaciones o tan ebrios, no lo
registro. Encuentro un banco y me siento con los codos sobre las rodillas y la
cabeza entre las manos. El remolino de caos todavía permanece y sólo tengo que
calmar mi mente, sentir mi camino a través de la niebla de todo lo que pasó,
tratos en concretos, sin sentimientos.
Algo está molestándome en el fondo de mi mente que no sé qué es y
necesito que se calme para que pueda entender todo esto.
Recostada en el banco, a horcajadas con mis piernas a cada lado de la
misma, cierro mis ojos cuando me preparo para ir a través de todo desde el
momento en que Hawkin entró en la habitación. Al principio todo parece muy
claro, que no hay lugar a interpretaciones erróneas, pero cuanto más tiempo me
siento aquí con el aire fresco despejando mi mente y mi zumbido disminuyendo,
mi perspectiva comienza a moverse y a cambiar.
En mi mente, escucho el tono de la voz de Hawke de nuevo, la vacilación, y
por supuesto, me maldigo por estar tan nerviosa que lo agarré y lo besé y nunca
dejé que terminara lo que sea que iba a decirme. Porque ahora que lo pienso, sin
la ansiedad y la lujuria y el alcohol interfiriendo con mis pensamientos, casi
siento que iba a decirme algo.
Ahora mi mente comienza a girar, a ver todo desde otro punto de vista, y me
doy cuenta de que la ira de Hawkin no estaba dirigida a mí, creo que iba hacia
Vince. Reproduzco todo una y otra vez, mi corazón comienza a latir de nuevo,
pero por una razón muy diferente cuando mi suposición se vuelve más y más
concreta.
Oh Dios mío. ¿Qué estúpida he sido? Estoy tan acostumbrada a ser a la que
tratan como basura en una relación que inherentemente asumí lo peor en lugar de
darle el beneficio de la duda. Me incorporo y limpio las lágrimas de mis mejillas
que ni siquiera sabía que estaban allí y trato de no perder el equilibrio. Tengo
que encontrar la manera de explicar mi reacción exagerada cuando realmente no
hay nada que pueda decir, pero lo siento.
―Eres tan estúpida, Westin ―me murmuro mientras las pequeñas burbujas
de esperanza comienzan a subir a la superficie. A Hawkin no le importó que
cambié de opinión, de hecho, estaba probablemente contento de que lo hice
porque, ahora con la cabeza despejada, me doy cuenta que no estaba enojado
conmigo en absoluto. No. Me quería toda para él, pensaba tanto en mí que no me
quería compartir. La revelación me anima mientras comienzo a atravesar el
jardín para encontrarlo y explicarme de la mejor manera posible.
Me río en voz baja con exasperación cuando uno de los comentarios
recurrentes que mi madre solía decirme en mi adolescencia, destella en mi
mente: Si no estás dispuesta a sonar estúpida, entonces no mereces estar
enamorada.
Y entonces me golpea. Mi risa y pies fallan, mi respiración se traba y mi
corazón tropieza y cae completamente por el precipicio. Estoy enamorada de
Hawkin. La idea me tambalea momentáneamente porque mi madre tenía razón,
con cualquier otro con los que estuve, no lo hubiera pensado dos veces antes de
sentirme estúpida. Me habría echado a reír de todo esto, al menos como un
malentendido, y si funcionó, funcionó, y si no lo hizo, no lo hizo.
Parada en la oscuridad mientras el conocimiento me golpea, me siento
estúpida, una vez más, pero no sólo por mi enloquecimiento en el piso de arriba,
sino porque nunca vi venir esto. He estado cegada. Demonios, me he enamorado
de hombres una y otra vez, pero nunca de esta manera hasta este punto que
cuando el conocimiento impacta, constriñe mi pecho y mi corazón truena
mientras cada parte de mí quiere verlo ahora mismo para corregir mi error.
Y luego lo oigo llamar mi nombre. Alivio surge dentro de mí y luego se
desploma cuando una figura sale de las sombras de la casa. No es Hawkin, es
Hunter. Me enfada inmediatamente, auto-consciente de mi pecho sin sostén y el
aire frío de la noche, sintiéndome desnuda cerca de él a pesar de que estoy
vestida.
―¿Dónde está el fuego? ―pregunta mientras él avanza a mi camino―.
Eres como una mujer en una misión, corriendo por la hierba, y no voy a decir
que me moleste la vista. ―Sus ojos parpadean hasta mis pechos y de inmediato
cruzo los brazos delante de mí.
―No es asunto tuyo ―le digo mientras trato de pasarlo. Su mano sale
rápidamente y agarra mi brazo, y estoy más molesta que nada porque no quiero
tratar con él o con su mierda en este momento. Este es sólo mi segundo o tercer
encuentro y el hombre puede irse al diablo. Puedo ver por qué Hawkin me ha
advertido sobre él.
―¿Qué es esto? ―pregunta, tirando de mí hacia él mientras trato de tirar mi
brazo de su agarre. Noto su labio hinchado, como si hubiera sido golpeado, pero
para el momento en que proceso el detalle, habla―. ¿Has estado llorando? ¿Qué
hizo el chico maravilla…? Oh, OH, debes haberlo descubierto. ―El tono de
complicidad en su voz me tiene inclinando la cabeza y estrechando los ojos―.
Lo siento. Le dije que merecías más respeto que ser el final de una de sus
estúpidas apuestas de banda.
Las palabras golpean mis oídos, pero realmente no las registro. Mis labios
se abren y se cierran, pero nada sale cuando trato de preguntar qué apuesta, pero
creo que en el fondo ya sé, vagos indicios de una conversación parpadean
brevemente a través de mi subconsciente.
―¿Apuesta? ―digo cuando finalmente soy capaz de hablar, y no estoy
segura de si quiero saber más o preferiría dejarlo en la oscuridad. Sé que debería
descartar lo que está diciendo después de las advertencias firmes que Hawke me
ha dado, acerca de cómo su hermano tratará de hacerle daño a toda costa, pero
esa bandera roja de advertencia en el fondo me ha paralizado en vez de alejarme.
―Sí, es tan jodido. ―Sacude la cabeza y libera mi brazo ahora que no
tengo ningún deseo de correr―. ¿Apostar que Hawkin puede llevarte a la cama
al final de la conferencia y que Vince tenía que estar ahí durante la prueba para
evitar conseguir uno de esos estúpidos corazones? Eso es malditamente cruel
―dice el comentario por casualidad, pero la forma en que sus ojos se clavan en
los míos, sé que está esperando ver mi reacción.
Y maldita sea, sí, tengo una reacción. Alrededor de un millón de todas ellas,
a la vez que mi mente sufre el latigazo cervical de hace cinco minutos, darme
cuenta de que lo amé, a esto. Mi cuerpo empieza a temblar mientras la
conmoción golpea, y sigo diciéndome que Hunter sólo está siendo un imbécil,
tratando de hacerme daño para llegar a su gemelo. Pero esos recuerdos que
estaban al margen ahora regresan para vengarse: Pequeños comentarios de los
chicos aquí y allá, el despido inmediato de Hawke en cualquier momento cuando
traía el tema de sus apuestas en la banda, el juego de póquer donde Vince me
dijo la última apuesta, que habían estado tratando de conseguir una mujer en la
cama en un determinado período de tiempo.
Y qué demonios, ¿se estaban burlando todo el tiempo? Y por supuesto que
tiene mucho sentido el necesitar una tercera persona para verificar que el sexo
realmente sucedió. La risa que deben haber tenido a mi costa. Recuerdo la cara
de Hawkin y la mirada de advertencia que dio cuando Vince le dijo que
estábamos hablando de sus estúpidas y malditas apuestas.
Lo que ocurre en la banda, se queda en la banda.
Quiero gritar, quiero llorar, quiero hasta rabiar, pero lo único que hago es
estar aquí en la sombra de la noche con un hombre que no me gusta y mis pies
clavados en el suelo, con miedo de correr y con ganas de huir. La humillación
lucha con la devastación para ver cuál va a tomar la corona y que en realidad no
importa, porque si antes no me había dado cuenta que estaba enamorada de
Hawkin, estoy segura de que lo hago ahora.
Hunter se queda en silencio frente a mí y no me atrevo a mirarlo porque es
como una bofetada en la cara ya que es el reflejo de su hermano. Pero necesito
avanzar porque su presencia me restriega mi propia estupidez, levantando las
vendas que llevaba cuando fui con Hawkin de buena gana.
Me siento tan tonta por ser herida tan profundamente por el engaño, pero
después de que me llevó a ver a su madre, después de dejarme entrar a su círculo
más cercano, después de protegerme de Hunter, pensé que éramos más que esto.
Estoy jodidamente segura que no pensaba que era una burda apuesta que se hizo
para ocupar el tiempo de la banda.
Aspirando las lágrimas que queman, sólo muevo mi cabeza con
incredulidad porque no dejaré que me vea llorar. Prefiero el vacío entumecedor
que siento en este momento al dolor que sé que va a golpear más pronto que
tarde, porque lo más triste sobre la traición es que rara vez viene de la gente que
estás esperando, tus enemigos. Viene más seguido de los que se preocupan por ti.
O en mi caso del que yo pensé que se preocupaba por mí.
Todo está tranquilo afuera mientras silenciosamente me derrumbo y me
cuestiono en todas las formas posibles. Mi pecho se contrae mientras mi corazón
admite la finalidad de todo esto, el error de juicio, la humillación, y sin una sola
palabra, giro sobre mis talones y me voy.
Capítulo 30
Hawkin
Si puedo conseguir que la letra venga será una señal de que me hablará
hoy.
Me río con fuerza dentro del estudio vacío, el eco de mi voz regresa con un
tinte de histeria. ¿Qué mierda estoy pensando? ¿Que una letra perfecta significa
que me perdonará por haberla jodido, cuando debí ser honesto hace mucho
tiempo?
Frotándome el rostro con las manos, trato de concentrarme en los acordes,
pero cuando bajo la mirada, mis manos están en el cuello de la guitarra, la
misma en que la até antes de follarla. Mi mente vuela al recuerdo de esa noche:
La suavidad, la humedad, la dureza, la rapidez, la elección de la guitarra y cada
maldito gemido. Puedo recordar la mirada en su rostro, la forma en que me hizo
sentir. Y lo que realmente quiero hacer es lanzarla al otro lado de la habitación
pero, a la vez, sostenerla más cerca. Soy un bastardo patético, pero nunca he
pasado por esta mierda antes, nunca imaginé lo mucho que duele.
No me extraña que hayan escrito tantas malditas canciones de amor.
Mi mente aletea hacia donde no quiero ir, a aquellas cavidades profundas y
oscuras donde están las cosas salvajes. A mi padre. Y, por un momento, entiendo
su desesperación de ese día. Mierda, estoy perdiendo a una chica mientras él
tuvo que perder a su esposa y a sus dos hijos. Si yo estoy enloqueciendo porque
se ha negado a hablar o a verme en los últimos tres días, no puedo imaginarme
cómo se sintió él.
Me obligo a alejar el recuerdo, a dejar de imaginar comparaciones con mi
papá, porque, ¡al demonio!, no me voy a suicidar, y diablos, tampoco voy a
admitir que comprendo un poco de la tortura mental que estaba atravesando.
Algunas veces las reflexiones son una cosa difícil de enfrentar y ahora mismo
tengo suficiente mierda en mi plato. No necesito estar asustado por mirar al
maldito espejo.
Pero lo estoy.
Mi mente se dispara a las imágenes de esa noche tratando de darle sentido a
todo. La sarta de errores que llevaron a Quin a pensar que iba a compartirla. De
ninguna maldita manera. Me había pasado quince minutos en la cocina
diciéndole a Vince que podía irse al demonio y morirse si pensaba que iba a
seguir con la apuesta. Mierda, no es como si ella fuera una fan cualquiera.
Es Quinlan.
Y mierda… Todo lo que pasó después fue un malentendido: Salí de la
habitación para buscar el diapasón, quería tentarla colocándolo sobre su clítoris
como si fuera un vibrador musical. Luego le dije a Rocket que buscara a Vince
para que me ayudara a encontrarlo, ya que él lo tenía la última vez. Vince fue a
buscarme a la habitación cuando no me encontró en el estudio, mientras yo lo
buscaba en la habitación de Rocket. El maldito dedujo que cuando le dije que me
buscara “donde hago música,” quise decir en las sábanas. Y entonces vino todo
lo que pasó después. Escuché la maldita agitación en la voz de Quin y sentí
romperse sus nervios. Así que me arrodillé en la cama y le dije que no tenía que
pasar por eso. Me quedé sorprendido cuando me atrajo y me besó como si
estuviera muriéndose y fuera su último aliento.
Debí detenerla y en ese momento decirle a Vince que se fuera al demonio.
Pero la mezcla de alcohol, el dolor de testículos que me incitaba a terminar lo
que habíamos empezado y el sabor de su beso… borró de mi mente cualquier
pensamiento. Y entonces, gracias a la mierda, ella dijo que no y cambió de idea,
deteniendo lo que yo no quería que pasara, pero pensaba que ella quería.
Entonces, por supuesto, estuve muy ocupado enojándome con Vince por
presionar sobre el tema y ponerla incómoda. ¿Cómo pude dejar que la situación
fuera tan lejos? ¿Qué demonios estaba pensando?
La dejé ir cuando debí correr detrás de ella inmediatamente, y no cinco
minutos después, con el puño adolorido y en modo pánico. Pero, ¿cómo se
enteró de la apuesta? No tengo idea.
Me retuerzo el cerebro por millonésima vez, aunque sé quién debió
contarle, porque cuando estaba buscando el diapasón me encontré con Hunter.
Mi maldito hermano buscaba dinero, pero le dije que se fuera al cuerno.
Tuvo que haber sido él. Las otras personas que lo sabían eran los chicos, y
sé que no me habrían delatado, incluso aunque me lo merecía. Ellos sabían sin
que les dijera lo mucho que había llegado a significar para mí. Mierda, la dejé
entrar cuando no dejo entrar a nadie.
Eso todavía me hace cuestionar la agresividad de Vince para presionar con
el tema. Apesta estar obligado a vivir con los chicos, cuando uno de ellos no me
cae bien en este momento. El que me conoce mejor que nadie. Y estoy tratando
de descifrar qué maldita clase de juego está llevando a cabo.
Añade a eso la mierda por la que debería estar preocupado: Mi cita en la
corte en dos días. Vida o muerte. La idea del posible resultado me hace tomarme
el resto del trago. Me sorprende que Ben no haya llamado para prepararme, para
decirme las cosas que necesito hacer o decir. No he sabido de él desde que me
planté en la reunión para repasar los detalles. Dejé de contestar sus llamadas, así
que seguramente su siguiente movimiento será derribar mi puerta a golpes.
La idea de derribar una puerta me tiene pensando en mi patético culo. Salí
de casa por primera vez anoche para obligar a Quin a hablar conmigo. Me paré
en su porche durante una eternidad esperando que saliera, cuando debería haber
estado en la oficina de Ben.
Lo más jodido es que mi mente debería estar concentrada en mi cita del
martes en la corte, pero no lo está. Está con una rubia de cabello ondulado y
piernas largas que posee mis pensamientos. Sé que dicen que la ausencia hace
crecer el cariño, pero a la mierda con eso. La ausencia te hace querer beber un
galón y desmayarte, para dejar de pensar y sentir. Ambos retuercen las entrañas,
¿por qué no elegir el que entumece?
Viviendo el sueño, hombre.
―¿Alguna vez vas a salir del estudio, o planeas verte como un vagabundo
en la siguiente gira? ―Es Vince. Hablando del bastardo. Alzo la mirada y solo lo
observo, la frustración alimenta mi ira. Mi temperamento cuelga de un hilo, listo
para soltarse ante el más pequeño de los tirones. Y vaya que está tirando.
Magistralmente―. A algunas chicas les gusta ese look sin bañar, sin afeitar y
me-veo-como-la-mierda. Le está funcionándole a Jared Leto, así que supongo
que la oportunidad es válida.
―Déjame en paz ―gruño, queriendo regresar al manto de comodidad:
Música y Jack con Coca Cola.
Se pasa una mano por el rostro sin afeitar y mueve la mandíbula inferior de
un lado al otro.
―¿Vas a golpearme de nuevo?
―¿Vas a enojarme de nuevo? ―pregunto levantando las cejas. Primero mi
hermano y luego Vince. ¿Qué tiene Quinlan que me hace querer defenderla a
toda costa? Es como si hubieran encendido un interruptor en mi cabeza y, de
repente, pienso cosas que nunca me permití pensar o sentir.
Y, por supuesto, el saber llega ahora que ella no está cerca, así que lo
empujo lejos y me digo que es desesperación: La incapacidad de aceptar la
verdad de nuestra situación en este momento.
―No se requiere mucho estos días. ―Se ríe.
―¿Tienes un maldito punto, Vinny? ―pregunto, estrellando mi lapicero en
el cuaderno, lo que provoca que los arrugados envoltorios de dulce caigan al
suelo. Él se ríe, y me hace enojar más―. ¿Qué pasa con todo esto? ¿Eh? ¿Por
qué estás molestándome tanto? Ganaste tu maldita apuesta. Déjame en paz ―le
grito. Mi pulso está acelerado, mi rabia se desborda justo cuando me lanza esa
maldita sonrisa que me provoca y me irrita, todo a la vez.
―¿De eso se trata todo? ¿Una apuesta?
―Sí. ―Es lo único que le respondo porque, uno, no quiero hablar sobre
esto, y dos, no se merece ni una mierda de explicación sobre nada. Es mi maldito
problema, no el suyo.
―Hombre, en todos los años que te conozco… o sea, desde siempre…
nunca te he considerado un cobarde. Supongo que siempre hay un momento para
cambiar, ¿verdad? ―Aunque quiero empujar la silla y desatar mi dolor sobre él,
sacar toda la frustración, la rabia y la miseria, lo único que hago es apretar los
puños y los dientes y fulminarlo con la mirada. Tomo una respiración profunda,
me pongo de pie, con los ojos fijos en los suyos, y me dirijo a la puerta. De
pronto tengo la necesidad de salir del cuarto que he considerado mi santuario
estos últimos días―. No conseguirás a la chica si no peleas por ella, Play. ―Su
voz es baja, pero aun así llega a mis oídos, haciendo que me detenga con una
mano en el picaporte.
Demasiados pensamientos giran en mi cabeza, y para acabar de joderlo
todo, simplemente no estoy seguro de a cuál aferrarme. Lo que quiero es
aferrarme a Quinlan.
―Amigo, he luchado toda mi vida. ¿No te has puesto a pensar que tal vez
no me quede ni una pelea más? ―Es un montón de mierda, lo sé, pero ahora
mismo necesito encontrar la vida que me queda antes de buscar otra pelea.
Vince deja salir una risa, pero se oye vacía. Eso me dice que no importa la
mierda que me tire, está preocupado por mí y por el hoyo profundo que tengo
que saltar. Sigo dándole la espalda con un pie fuera del cuarto, no quiero que vea
lo perdido que estoy. Si lo ve, va a echarme más mierda, me va a obligar a ver
cosas que no estoy listo para comprender en este momento.
―Algunas veces tienes que pelear para ser libre ―dice, rompiendo el
incómodo silencio. Lo único que puedo hacer es asentir, porque no tengo nada
que decir―. Te dejaré tranquilo, Hawke ―dice finalmente después de un
profundo suspiro―. Odio verte así, y al mismo tiempo, me encanta. ―Cuando
miro sobre el hombro a mi amigo más antiguo, a mi caja de resonancia más
honesta, me doy cuenta de que en este momento lo odio y lo quiero. Todo a la
vez. Quiero preguntar qué quiso decir, pero sé que solo puede estar hablando de
la única diferencia en los últimos meses, Quinlan―. Has vivido lo suficiente con
los principios de tu viejo; tal vez es hora de que comiences a vivir con los
propios.
Nos miramos el uno al otro por un rato antes de que asienta y decida salir.
Solía pensar que aferrarme a mi papá y a las promesas que me había sacado
eran las únicas cosas que me hacían fuerte. Ahora me doy cuenta de que algunas
veces, soltar las cosas representa fortaleza. Las palabras de Vince solo lo
reafirmaron. El problema es que creo que me estoy aferrando a la persona
equivocada, mientras dejo ir a la correcta.
Capítulo 31
Quinlan
Abre la maldita puerta.
Es un eco de los mensajes que he recibido en los últimos días, pero esta vez
es de una persona distinta. Recibo el mensaje de Colton diez segundos antes de
que los golpes comiencen en la puerta principal.
Me pongo la almohada sobre la cabeza e intento apagar el alboroto, no
quiero hablar con mi hermano. Y después de que se vaya de mi casa, me voy a
lanzar sobre Layla por enviarlo.
¿Una chica no puede revolcarse en la auto compasión solo por un día o
dos…? Bueno, un poco más, como cinco. Se los pedí al profesor Stevens
alegando enfermedad. Pero, ¿a quién le interesa contar?
―Vete ―le grito a las paredes, como si pudiera oírme. Mantengo la
almohada sobre mi rostro y mi mente inmediatamente flota hacia Hawkin, sus
llamadas y sus mensajes interminables. En los primeros estaba preocupado,
quería saber dónde estaba y me pedía que lo dejara explicar lo que había pasado.
Que no quería compartirme con nadie, quería ser el único que me provocara
placer. Nadie más. Que la sorpresa era otro instrumento para agregar a nuestro
juego de placer, no el trío. Vince malinterpretó algo que le había dicho y esto
llevó a una situación totalmente jodida, a un malentendido. Que no estaba
enojado conmigo por detener la situación, que salió detrás de mí pero no pudo
encontrarme, así que se sentó en el estudio para esperar a que volviera. Pero no
lo hice.
Malentendido, mi culo.
¿Cómo puede decir eso cuando no fui más que una víctima de un mal tipo
de juego? Pero ahí es donde las cosas se ponen turbias para mí. Si solo era un
peón en su jodido juego, ¿por qué me llevó a ver a su mamá? ¿Por qué me
protegió de Hunter? Aunque al final, irónicamente, fue él quien me protegió de
Hawkin. Todo esto no se entiende bien, pero tengo que esperar a que el polvo se
asiente en este desastre, porque en este momento estoy mirando la situación a
través de mis gafas emocionales.
Río contra la almohada ante lo malditamente estoica que sueno.
Aún estoy deprimida… y lo extraño.
Sin embargo me mantuve fuerte. Ignoré los mensajes tanto tiempo como
pude, hasta que mi furia sacó lo mejor de mí. Sucumbí a mis emociones con una
sola palabra:
Mentiroso.
Luego, por supuesto que respondió con una ráfaga de mensajes, cada uno
poniéndose más y más demandante, seguidos por llamadas de teléfono sin
contestar. Solo respondí a uno:
¿Una apuesta? ¿Eso es todo lo que soy para ti? Jódete.
Ese mensaje arranca otra ronda de llamadas que luego se convierten en dos
apariciones por la casa, incluyendo aporreo de puertas. Al menos esta vez fui
más lista y tenía mi cuarto de lavado cerrado.
Me niego a darle ni la hora del día.
De lo único que puedo sacar una pequeña satisfacción, es que conozco las
apuestas de la banda. Sé que Hawke no le probó una mierda a Vince. Así que el
cabrón tiene que tatuarse un corazón rosado en la muñeca, por perder, y cada vez
que lo vea me recordará. Eso me hace feliz.
Y me deja triste.
Joder. No quiero que me haga sentir nada, pero me hace sentir todo. Puedo
cerrar los ojos todo lo que quiera, pretender que nunca sucedió, pero no hay
manera de que cierre mi corazón al dolor que tengo clavado profundamente.
El aporreo continúa y sé que mi hermano… Bueno, es que no va a parar
hasta que abra a puerta.
Vete, le digo por mensaje.
La factura por la reparación de una puerta es cara. Tienes cinco minutos.
Empezando ya.
Se me escapa un gemido frustrado mientras arrojo las almohadas por toda la
habitación y brinco de la cama. Me miro en el espejo y empiezo a reír, soy la
personificación de un corazón roto: Rizos salvajes, arrugas de almohada en la
mejilla, una macha del chocolate que me comí anoche en el top ajustado. Me veo
como el infierno.
Así que obligo a mis pies a dirigirse al baño y me cepillo los dientes.
Incluso yo tengo límites para la depresión, enrosco el cabello en la coronilla con
un broche para verme menos miserable.
Quedan tres minutos.
Pongo los ojos en blanco, abro la puerta principal y lo dejo por su cuenta
mientras me volteo para regresar al vestíbulo, sin siquiera mirar al dolor-en-el-
culo de mi hermano.
―Te ves como la mierda.
―Sí, gracias. Tú también. ―Elevo el dedo medio sobre mi hombro como
saludo, y sonrío ante la irracional rutina, pero a pesar de todo la amo.
Camino hasta el sofá y me dejo caer, agarrando una manta y envolviéndola
alrededor en mis hombros. Colton toma asiento a mi lado, trae el cabello oscuro
escondido bajo su amada gorra de la suerte, y sus ojos verdes me evalúan.
Espero el comentario sabelotodo que puedo vislumbrar en sus ojos, pero nunca
llega.
―Así de mal, ¿uh?
―¿Cómo lo lleva Ry? ―Cambio el tema para decirle que no quiero
discutirlo.
―¿Siguiendo mis lecciones de evasión?
―Tenía que aprender algo de ti, ¿cierto?
―¿Te levantaste del lado equivocado de la jodida cama, o qué? Ups, cierto,
no parece que hubieras dejado la cama en ningún momento.
Sé que me está dando duro pero con jodido amor, y no quiero eso. Al
mismo tiempo, creo que si estuviera sentado junto a mí abrazándome, empezaría
a llorar las lágrimas que he retenido cinco años. Las compuertas se abrirían y
sería demasiado, como la lluvia, y la lluvia es como el amor y… No quiero
pensar en eso.
Mi traidor labio inferior tiembla y su cara se suaviza.
―¿El músico?―Asiento de mal humor―. ¿Te engañó?
―No.
―¿Te dejó?
―No.
―¿Fue un cabrón?
―Bueno, es hombre ―digo esbozando una pequeña sonrisa.
―Me ofendes con tu comentario ―dice con fingida irritación. O al menos,
creo que es fingida.
―Bueno, considerando que solías ser el rey de los cabrones, cuando se
trataba de mujeres, no deberías. ―Me encojo de hombros, agradecida
repentinamente por su intrusión en mi miseria. Suelta un gemido ante mi
respuesta, pero la acepta sin más argumentos―. Es difícil de explicar
―confieso. Por alguna razón no quiero que lo sepa todo. Tengo que lograr que
mi cabeza esté bien clara. ¿Por qué infiernos estoy protegiendo a Hawkin? Jugó
conmigo como si fuera un violín.
Bueno, mierda. Ahí está otro instrumento que puedo agregar a nuestra
banda… Desafortunadamente, este no me provoca placer.
Colton restriega una mano por la sombra de barba. En este momento está
fuera de su elemento, incómodo por tener que darme un consejo femenino.
―Mmmm…
19
―Hombre, no eres George Clooney o Jason Statham , ese estilo se
extinguió el año pasado. Tiempo de afeitarse. ―Lo molesto tratando de aliviar
su inquietud. Por lo menos consigo una carcajada.
―Sabes que te estás comportando como una perra. Acabo de detenerme
solo porque estoy preocupado por ti.
Y ese comentario, justo ahora, golpea el aire mordaz de mis velas. Está en
lo correcto, estoy portándome como una perra porque estoy herida.
―Tienes razón, lo siento. ―Suelto el aliento y observo mis dedos trazando
el patrón del sofá―. Es solo…
―¿Qué sucedió? ―pregunta, moviéndose al borde del sillón.
―Fui la causante de una apuesta.
―¿Perdón? ―El tono de su voz se intensifica y su postura cambia
instantáneamente, entrando de lleno al modo hermano protector. Me estremezco:
No quiero que vaya por ahí, pero al mismo tiempo quiero confiar en él―. Su
nombre.
No es una pregunta.
―Hawkin Play ―digo tan tranquila, pero Colton hace una doble toma
cuando escucha el nombre.
―¿El cantante principal de Bent, Hawkin Play? ―Asiento―. Mierda, me
gustaba su música. ¿Puedo preguntar qué apuesta era? ―Me está tanteando, yo
solo suspiro.
―No, no quieres saber.
―Jodido “c” ―gruñe. Un músculo en su mandíbula pulsa mientras trata de
frenar la rabia―. No necesito preguntar… soy hombre. Me lo puedo imaginar…
―Su voz se apaga mientras lo observo luchar con las emociones encontradas,
simpatizar conmigo a través de la ira o el consuelo. Asiento cuando su mirada se
conecta con la mía, diciendo que sí a todo―. ¿Sabes que ahora voy a golpear su
trasero, verdad? ―Me viene a la mente el primer día que fui a la casa de Hawke,
cuando comentó que mi hermano seguramente se había conseguido un montón
de peleas protegiendo mi virtud. Qué ironía. No digo nada, me mantengo
trazando la tela sin ver nada―. En verdad te gusta, ¿no es así? ―La solemnidad
y compasión en su voz hacen que mi corazón se exprima. Mi falta de repuesta es
un sí―. Mierda, Q, si Rylee estuviera aquí diría alguna mierda como “Nunca
renuncies a alguien en quien no puedes dejar de pensar ni un día”.
Suelto un gemido. Es la última cosa que quiero escuchar.
―¿Y? ¿Qué dices tú? ―Levanto los ojos para encontrarme con los suyos.
―Joder, soy muy malo para esta mierda. Apesto.
―Sí, lo sé. Aparte de “¿Cuál es su dirección?” para que vayas corriendo a
tirarle los dientes… ―le digo, y la cara de Colton se ilumina ante el
comentario―, quiero saber qué consejo me darías. Por favor.
Pone los ojos en blanco. El gesto se ve totalmente fuera de lugar comparado
con la actitud de chico malo que se le sale por los poros. Se inclina hacia
adelante y pone los codos en las rodillas muy pensativo. Tuerce los labios. Tengo
que admitir que es jodidamente lindo que se lo tome en serio, y esté pensando
algún consejo de hermano mayor.
―¿En verdad te gusta el chico? ―pregunta.
―Sí, me gusta ―murmuro sin siquiera tener que pensarlo, la tristeza me
invade una vez más.
―¿Aun cuando jugó contigo? ―Mira profundamente dentro de mí, y
aunque estoy avergonzada por la situación, no puedo apagar mis sentimientos.
―Mm-hmm. ―Quiero apartar los ojos, pero sé que Colton no va a emitir
juicio alguno hasta que haya hecho un infierno mucho mayor que seguir
preocupándose de alguien que está agraviando.
―Mira, de la forma en que yo lo veo, la confianza es algo así como una
hoja de papel. Una vez la cortas, la rasgas, la manchas… de seguro puedes
arreglarla, aplanarla, pegarla con cinta, decir qué-jodidos, pero nunca será
perfecta otra vez… Así que la pregunta que necesitas hacerte es, ¿puedes vivir
con las manchas en el papel? ¿Puedes seguir adelante sabiendo que es imperfecta
de aquí en adelante? ―Observo a mi hermano, tan estupefacta, que si no lo
amara ya locamente, lo haría en este momento. Sus palabras son tan
conmovedoras y llegan a lugares tan dentro de mí, que mi mente le empieza a
dar vueltas a pensamientos que había empujado lejos―. Pero, joder, ¿qué sé yo?
Solo soy un hombre ―dice, incómodo de repente―. Solo… ―Su voz se apaga,
tratando de averiguar la forma de decirlo―. Lo que sea que decidas, asegúrate
de que sea lo correcto para ti, ¿entiendes? Mírame a mí, me han roto, arrugado y
tirado a la basura, me han pegado otra vez más veces de las que puedo contar,
pero Ry está consciente de eso. Dice que eso me hace imperfectamente perfecto,
lo que jodidos signifique. Supongo que debe ser bueno ―dice con una sonrisa
satisfecha. Sabía que su arrogancia no encallaría en la bahía por mucho tiempo.
―No hay lugar para la perfección cerca de tu nombre ―digo de repente,
bajándolo un poco de su pedestal.
―Estás celosa ―dice bromeando. Luego cae otra vez en el silencio
mientras me estudia―. ¿Estás bien?
―Ahora me siento mejor, sí. Gracias, Colton.
―Seguro. Lo que necesites ―dice, haciendo caso omiso del cumplido y
levantándose del sofá. Camina unos pasos y se detiene frente a mí―. Si decides
darle a ese hombre otra oportunidad… planeo tener una pequeña conversación
con él. Tienes que saber eso desde ahora, ¿entiendes? Porque no te quiero
reclamándome ninguna mierda cuando le muestre el camino corto al muelle si te
jode otra vez.
Asiento con una pequeña sonrisa. Dios, amo a mi hermano. Se inclina y me
besa la coronilla.
―Gracias.
―¿Segura que estás bien?
―Sí, lo estaré…
―Bien, tengo que ir a la oficina ―dice caminando hacia la puerta―. Ry
dijo que la llamaras, así pueden hacer esa mierda femenina juntas. Eso te hará
sentir mejor.
―Seguro.
―Y cierra la puerta detrás de mí ―me recuerda, porque siempre lo olvido.
―Sí, sí, sí ―le digo y me hundo en el sofá cuando la puerta se cierra de
golpe.
Quiero ponerme la manta sobre la cabeza y esconderme, o quiero tomar mis
llaves y conducir para verlo, pero sé que primero tengo que planchar las malditas
hojas de papel para ver si puedo vivir con los pliegues que no puedan borrarse.
Capítulo 32
Quinlan
Me he duchado.
Al menos puedo añadir eso a mi lista de logros para el día. Mi cabeza duele
de la importante cantidad de vino y helado consumido la noche anterior. El
problema es que Hawkin ha arruinado el helado para mí. Sentada allí
comiéndolo directamente del envase con Layla me puso más deprimida, lo que
llevó a más de vino, lo que llevó a más helado.
Gracias a Dios que es el único día que no tengo que estar en la escuela para
las clases o sesiones de asistencia técnica. He hecho una resolución de lanzarme
en mi tesis y no salir por aire hasta que tenga el primer proyecto completamente
terminado para presentarlo el viernes.
Estoy enterrando mi cabeza en la arena por levantarme tarde, culpando al
vino por el dolor de cabeza que ya no está presente, pero también estoy
pretendiendo que no me acuerdo de que hoy es la audiencia de Hawke y posible
sentencia. Odio que quiera estar ahí para él, odio que todavía esté enojada con él,
odio que todavía estoy enamorada profundamente de él.
Supongo que es cierto cuando dicen que en lugar de pasar por alto las faltas,
el amor ve a través de ellas y de las partes ocultas en el interior. Cuáles sean
estas son necesarias para considerar que aún apesta tratar de resolverlas.
El consejo fraternal de Colton no va a detener el giro sin fin pasando por mi
mente. Pensamientos acerca de la confianza y el papel arrugado, siendo
perfectamente imperfecto, y si el riesgo de poner mi corazón en la línea vale la
pena, consume mis pensamientos mientras saco mis trabajos de investigación.
Enfócate, Westin. Enfócate.
El golpe en la puerta me saca de mis pensamientos dispersos, e
inmediatamente pongo mis esperanzas de que es Hawkin mientras que al mismo
tiempo me quejo porque no quiero que sea él. Pero espera, no puede ser él
porque tiene una audiencia judicial en breve. No quiero preocuparme, quiero
cerrar mi mente, pero sé que no sirve de nada. Todavía con mis papeles
perfectamente en blanco y sin tocar, me dirijo a la puerta preguntando quién está
allí.
Incluso antes de mirar a través de la mirilla, estoy enojada conmigo misma
por querer que sea Hawke y entonces estoy confundida porque incluso si lo
fuera, no respondería de todos modos. O tal vez cedería una vez lo viera cara a
cara. No lo sé. Lo que sí sé es que estoy sorprendida de quién se encuentra en mi
porche.
A través del lente de la mirilla reparo en su camiseta abotonada hasta arriba
y la cara bien afeitada antes de desbloquear la puerta y abrirla.
―¿Hola?
― Hola, Quin ―dice Vince con cautela, sus ojos estudiando mi reacción a
su inesperada aparición―. Lo siento por sólo aparecer, pero… conseguí tu
dirección del teléfono de Hawke… ―Su voz se desvanece a mitad de la
explicación, y puedo verlo tratando de encontrar la manera de decir lo que sea
que ha venido a decir. Obviamente está incómodo, y estoy insegura de si es
porque está aquí metiéndose claramente en las cosas de Hawke y mis asuntos, o
porque me vio desnuda y viniéndome la otra noche.
Definitivamente yo sé la razón de porqué estoy moviéndome incómoda de
un lado al otro.
―Te ves bien. ¿Cita caliente? ―pregunto para tratar de romper la
incomodidad, y tan pronto como las palabras salen de mi boca me doy cuenta de
por qué está vestido tan bien―. Yo… Lo siento. No estaba pensando.
―Está bien. Esta fue una reacción automática que decidí en el camino a la
corte… pero tenía que decirte algunas cosas. ―La gravedad de su tono es
inesperado y me tiene inmediatamente curiosa.
―Adelante.
―Sólo un minuto ―dice mientras camina junto a mí. Lo dirijo a la sala de
estar, viéndolo revisar todo―. Bonito lugar tienes aquí.
―Gracias. ¿Hay algo que pueda servirte? ―pregunto, los modales
prevalecen a pesar de estar repentinamente nerviosa.
―No ―dice, pero se mantiene en pie cuando le hago un gesto para que se
siente. Nos paramos, mirándonos el uno al otro por un momento―. Mira, no sé
ni por dónde empezar, aparte de decir lo siento mucho. ―Suelta un suspiro y va
a pasar sus dedos por su cabello, pero se detiene cuando se acuerda que está
rígido con el gel―. Toda la cosa de la apuesta… al principio era una broma… y
luego cuando empecé a ver cómo Hawke se estaba comportando contigo… Yo
de alguna forma forcé la situación para tratar de hacerlo ver la mierda sobre sí
mismo… Era demasiado conveniente, tú estando allí era demasiado conveniente
e hizo más fácil para mí forzar la situación. Yo… Mierda, lo siento. ―A pesar de
su paseo a ritmo rápido, sus últimas palabras son apenas audibles, pero el pesar
mezclado con vergüenza en su voz tira de partes de mí. Tantas preguntas giran y
corren a través de mi mente, y hay una complicada mezcla de emociones en las
que no puedo poner mi dedo a excepción de una: Ira.
―Así que… no está recibiendo ninguna respuesta de mí, ¿por lo que te
envía a hacer su trabajo sucio por él? ―Sé que es un comportamiento de perra,
pero no puedo evitarlo, él tiene la culpa aquí también. Confesó utilizarme y, ¿se
supone que debo sentarme aquí y festejar con él? Buenos amigos como Vince,
como Layla, van a apoyarte, así que, ¿cómo es esto diferente?
―No ―dice en voz baja, sus ojos suplicándome que escuche―. Él no tiene
ni idea de que incluso estoy aquí.
Y, ¿por qué debería creer eso?
―¿Cuál era la apuesta? ¿Cómo se produjo? ―Necesito escucharlo de él, así
puedo usar las palabras como una validación de la ira que estoy albergando y
retener el perdón que siento.
Él mira hacia el piso por un momento y luego de vuelta arriba.
―Fue después de la primera conferencia. Tú te habías puesto difícil con
Hawke, y yo me burlé de él diciéndole que podrías ser la primera mujer que ha
conocido que lo rechazaría. Tuvo una reacción automática, dijo apuesta
conmigo. Hace poco yo había perdido una apuesta realmente horrible, así que
tomé la oportunidad de marcarlo con ese ridículo corazón por una vez,
apostándole que no podría dormir contigo el último día de la conferencia.
Debido a una apuesta que perdí donde no había ninguna prueba, él en broma me
ofreció que me uniera si estaba tan desesperado por ello… así que estuve de
acuerdo. ―Me mira con timidez.
Mantengo la maldita pieza de papel que estoy sosteniendo estrujada en mi
mano y lo tiro a la basura. La decisión de no alisarlo, de ver dónde estoy
parada, solo hace que eso sea mucho más fácil.
Fuerzo a tragar por mi garganta seca de repente; no me gusta escuchar los
detalles pero lo necesito de todos modos para reforzar mi determinación. Cómo
me sentí en ese momento, cómo me siento ahora, y las lágrimas que temí que
vendrían si Colton me abrazaba, todas vienen rodando hacia mí. Consumida por
mis pensamientos, toma un momento para mí llegar al aquí y ahora, a Vince
parado delante de mí tratando de ver cómo la confesión encaja conmigo.
―Quin… Te utilicé y soy un idiota por ello.
―Puedes decir eso una vez más. ―El sarcasmo espesa mi voz.
Esperaba que discutiera pero sólo asiente y gana algunos puntos conmigo.
―Aquí está la cosa, sin embargo, vi algo en Hawke que nunca he visto
antes cuando estaba a tu alrededor. Ha pasado toda su vida viviendo por lo que
su padre le hizo decir ese maldito día… siempre apartando a cualquiera cuando
se acercaban demasiado y sin embargo, contigo, lucha con esto. Era como que
algo acerca de ti le hizo dudar de sí mismo, cuestionarse la jodida mierda en su
cabeza ―dice, y una parte de mí se pone de pie en posición de firmes,
permitiéndome saber que Hawkin de hecho se preocupaba por mí de alguna
manera, de algún modo.
Es agridulce. Eso me enoja. Y eso me hace extrañarlo así mucho más.
Y hace que sea mucho más difícil negar ese maldito pedazo de papel que
está fuera de la papelera, todavía hecho un ovillo, pero con un nuevo
significado.
―Metí la pata en esto en tantas formas…
―Mira, entiendo que estás protegiendo a Hawke, pero es un chico grande,
puede dar sus propias explicaciones ―lo corté, utilizando la ira para alimentar
mi bravuconería, y al mismo tiempo dándome cuenta de que yo soy la que está
cerrándose a Hawke y sus intentos, que él ha tratado de explicar. Hablando de un
desastre emocional.
―Sólo… ―Suspira―. Quin, tienes todo el derecho a estar enfadada, pero
por favor, sólo escúchame. ―Se queda mirando, asegurándose de que lo he
oído―. Al principio fue divertido. Viendo a Hawke desmoralizarse, estar fuera
de su juego cuando hablaba de ti. Entonces me di cuenta de que cada vez que yo
subía la apuesta él decía que de ninguna manera iba a dejarme acercarme a ti y,
al mismo tiempo, no iba a conseguir un tatuaje. Me di cuenta de que tal vez por
una vez en su vida, pensó que podría ser digno de tener una relación real, pero
cada vez que lo interrogué sobre lo mismo, se ponía a la defensiva… bien o mal,
lo presione sobre esta.
Y ahora mis dedos están jugando con los bordes del papel para ver qué tan
plano puede hacerse de nuevo.
Se siente frustrado porque no está explicando esto muy bien cuando en
realidad lo está. Sólo pienso que mi mente tiene miedo de aceptar lo que está
tratando de decirme. Quiero creerle, pero… No sé.
―Pero, ¿por qué seguir? Sólo tenían que anular la apuesta, entonces. Dejar
que esto siguiera su curso…
―Debíamos haberlo hecho ―dice, y la inflexibilidad en su tono me dice
que está siendo honesto―. Pero tengo que decirte, Quin, era tan jodidamente
genial ver luchar a Hawke por querer a alguien, sentir como que se lo merecía…
sólo quería que él lo viera, lo reconociera… y pensé que la única manera de
hacer eso sería forzar la mano. Diablos, sabía que ustedes habían dormido
juntos, no se puede negar con las paredes tan delgadas en nuestra casa, pero
pensé que si podía empujarlo en la situación, él empujaría en respuesta
finalmente. Te defendería, dándose cuenta de sus sentimientos por ti, y a su vez
reconociendo mucho más acerca de sí mismo como hombre.
Me tomo un momento para digerir sus primeras frases. Me obsesiono con el
hecho de que él ha visto un cambio en Hawke y que yo no estaba inventando
todos estos sentimientos en mi propia cabeza. Y entonces su última frase golpea
en mis oídos y se afianza. Mis ojos parpadean de regreso a los suyos, el corazón
esperando que lo que había oído era cierto.
―¿Sus sentimientos por mí?
Vince ladea su cabeza y su expresión es una de incredulidad.
―¿Tienes que preguntar? Está loco por ti.
Ese maldito papel no se desarruga, mis manos presionando hacia abajo,
corriendo por su superficie una y otra vez, añadiendo presión, tratando de hacer
que sea lo más liso posible.
―Oh. ―Es todo lo que puedo manejar mientras una rendija de esperanza
comienza a filtrarse en la mayoría de las fracturas de mi corazón, reparándolo.
Hablando de lanzar un acorde perfecto allí, cuando todo ha estado tocando fuera
de tono en los últimos días. Me digo que me calme, le digo a mi pulso que deje
de correr así puedo conseguir manejar todo, porque independientemente de lo
que Vince ha dicho, todavía hay todo un increíble montón de errores mezclados
con lo poco de verdad que acaba de poner en mí.
Imperfectamente perfecto. Sacudo mi cabeza, tratando de limpiar el
pensamiento de mi mente, pero no se mueve.
―La noche de la fiesta, cuando estábamos peleando en la cocina, me dijo,
básicamente, que me fuera a la mierda y desapareciera si pensaba que él iba a
dejarme entrar en la acción. Me reí, y le dije que estaba listo para su corazón
color rosa. Él estaba enojado porque yo estaba forzando la cuestión, es por eso
que estaba tan sorprendido cuando Rocket me dijo que Hawke me estaba
buscando. Y mierda, entré y ustedes estaban… cómo estaban. Y luego Hawke
regresó y pensó que tú querías que sucediera ya que lo besaste en lugar de
dejarlo disuadirte de eso. ―Asiente con una tenue sonrisa, mis pensamientos en
un emotivo carrusel―. Sí, estaba tratando de disuadirte de eso, pero ¿qué
hombre va a resistirse a una mujer cuando lo besa como tú besaste a Hawke?
Mi mente parpadea de nuevo a todo esto, las mismas cosas que he
reproducido una y otra vez en mi desolada miseria. La gama de emociones que
sentí esa noche, que todavía siento ahora. Cómo mi estupidez me hizo reaccionar
sin pensar, nublando mi juicio. La desesperación que sentí tratando de corregir el
error, y luego con las palabras de Hunter… la sensación de aplastamiento por ser
utilizada, de hacer el tonto, engañada cuando todos los demás estaban en la
broma. El recuerdo me da un agarre más firme sobre mi ira, sobre el dolor que
las acciones de Hawke me causaron.
―Bueno, mierda, significo tanto para él, Vince, que llegó corriendo justo
detrás de mí, ahora, ¿verdad? ―Levanto mis manos en el aire para enfatizar mi
punto.
―Sí, eso es debido a que estaba demasiado ocupado aterrizando un golpe
sobre mí. ―Hay una sonrisa en los labios de Vince pero el tono de su voz me
dice que es muy serio. Yo sólo lo miro fijamente para asegurarme de que lo he
oído bien―. Sí. Pura verdad. Nunca lo vi venir porque la habitación estaba tan
malditamente oscura. Y luego él se quedó allí parado por un momento,
sorprendido, creo porque en realidad me golpeó, y se fue detrás de ti.
El recuerdo de pensar que escuché mi nombre siendo gritado regresa, y
pienso en cómo lo descarté, y me pregunto si él me habría encontrado entonces,
si Hunter nunca hubiera interferido, ¿habría alguna vez sabido acerca de la
apuesta? ¿Todavía sería la tonta o no sería más sabía y mejor sin el
conocimiento?
―Bueno, no me encontró, Hunter lo hizo ―le digo, las manos de nuevo
sobre mis caderas y las turbulencias en mi alma. Sus ojos se abren sorprendidos
un poco ante el nombre de Hunter, pero asiente con la cabeza arriba y abajo.
―Hawke no podía imaginar como lo supiste, pero asumió que fue su
hermano.
―¿Hunter estaba en esto, entonces? ―Estoy confundida mientras un
pensamiento me golpea que nunca pasó por mi mente antes, y justo cuando
estaba ablandándome algo. Hunter no es parte de la banda, y sin embargo, sabía
de la apuesta. ¿Quién diablos más lo sabía entonces? ¿Las groupies en las
escaleras, el resto de los invitados esa noche? ¿Quiero decir que yo era el
patético hazmerreír de la fiesta?
Vince puede ver mi ira subiendo y levanta sus manos para calmarme,
moviendo la cabeza de lado a lado.
―No. Él espió una conversación que Hawke y yo estábamos teniendo. Ese
fue el día en que le dio un puñetazo, el día que su madre desencadenó todo…
―Su voz se apaga―. Cuando Hawke fue a buscarte, se topó con Hunter, quien
había estado enviando mensajes de texto para pedir dinero durante todo el día.
Después de todo con su madre, con lo que sea que fuiste capaz de conseguir que
viera, le dijo a Hunter que había terminado de apoyar su hábito, cuando él se
gastó la mierda de manutención mensual que le da. ―Él debió sentir mi sorpresa
ante el comentario porque asiente con la cabeza―. Yo estaba sorprendido
también. Así que Hunter apareció, estaba enojado por serle negado el dinero,
enojado con nosotros porque no le dijimos cuándo era la fiesta, y él y Hawke se
fueron de manos antes de que Gizmo calmara la situación. Debe de haber salido,
y entonces te vio… y Hunter hizo lo que hace siempre, trató de joder a Hawkin.
Hundiéndome en el sofá, trato de hacerme una idea con la nueva
información, acerca de ser utilizada por los hermanos gemelos, pero de una
manera que nunca hubiera esperado, y la preocupación de lo que dice todo esto
sobre mí, preocupación de que soy percibida como alguien que es crédula.
―Vaya. ―Es todo lo que puedo decir.
―Lo sé… Mira ―dice en tono de disculpa―, no quise poner todo esto
sobre ti. Sé que soy en parte culpable… y sé que esto no va a cambiar tu decisión
acerca de Hawke o desaparecer lo mucho que fuiste lastimada, pero pensé que
deberías saberlo.
Nos miramos el uno al otro por un momento mientras las lágrimas
comienzan a inundar mis ojos. Asiento, dejándole saber que entiendo sus
razones para estar aquí, pero que estoy luchando para procesar todo. Puedo decir
que él está incómodo, por lo que no estoy sorprendida cuando dice:
―Probablemente debería ponerme en marcha.
―Bien ―murmuro, bajando mis ojos mientras se acerca a mí y se inclina
para presionar un beso en la parte superior de mi cabeza al igual que hizo mi
hermano. El sonido hueco de sus botas sobre la baldosa llena la casa a medida
que camina hacia la puerta antes de que escuche el clic de esta cerrándose.
Por un largo tiempo, me quedo mirando el mismo punto en la alfombra con
los ojos nublados y los músculos tensos mientras pienso en lo que es mejor para
mí. Y aun cuando la primera lágrima cae, ya conozco mi respuesta, sé que él es a
quien quiero.
Mis manos se han preocupado de que el maldito trozo de papel esté plano,
los bordes estén desdoblados, los pliegues sean débiles, pero ahí. ¿Puedo vivir
con eso? ¿Esas imperfecciones serán el punto débil dispuesto a ceder cuando los
bordes estén tensos por otro asunto? Eso es lo que tengo que decidir.
Quiero a Hawkin en muchos niveles. Creo que estoy lista para luchar por él.
Sólo tengo que encontrar la manera de ir a él con un corazón lleno de
comprensión más que de un puñado de resentimiento.
Capítulo 33
Hawkin
Marco el compás de la canción que da vueltas en mi cabeza, sin letra pero
con ritmo, mientras intento funcionar a través de los nervios que zumban en mi
sistema. He trabajado con multitudes de miles de personas, pero sentado aquí en
el duro asiento de cuero, con el estrado del juez enfrente de mí, con Ben a mi
izquierda, y nada más que lo desconocido extendiéndose ante mí, estoy nervioso
como el infierno.
Sumado a eso, me quitó el teléfono para que no interrumpiera o distrajera el
proceso judicial, por lo que estoy jodido cuando se trata de intentar calmar mi
ansiedad perdiéndome en rondas sin sentido de Angry Birds.
Mataría por unos Skittles en este momento. Tal vez unos cuantos caramelos
ayudarían a calmarme.
―Relájate ―murmura Ben, apoyando su mano sobre la mía para detener el
golpeteo de mi pulgar, e inmediatamente el trote de mi rodilla debajo de la mesa
toma su lugar.
―Es fácil para ti decirlo ―espeto, mi ira dirigida a él. No son su futuro ni
su libertad los que están en juego aquí. Pensándolo bien, no deberían ser los
míos tampoco. Suspiro fuertemente. Esta falta de confianza en mí mismo es algo
tan nuevo estos días y lo odio.
―Tengo el presentimiento de que todo…
―¡Los presentimientos no significan una mierda! ―grito en voz baja, y
luego cierro los ojos con fuerza para contener mi ira. Quise decirlo en más de un
sentido, y no puedo jodidamente pensar en ella en este momento porque necesito
concentrarme en esto, en el aquí y ahora.
Ben suelta un suspiro de resignación mientras echo un vistazo por encima
de mi hombro por enésima vez desde que he estado sentado aquí, esperando a
que el juez llegara. Sé que ella no vendrá, pero por alguna razón sigo mirando,
sigo esperando. Soy un pobre imbécil dominado.
Sigue diciéndote eso, Play, y es posible que termines creyéndolo. Ser
dominado es la última de las cosas por las que tengo preocuparme. Pensar en que
estoy enamorado de ella es algo un poco más grande.
Sacudo la cabeza, conmocionado, mientras el entendimiento me golpea en
este momento cuando no puedo hacer una mierda al respecto. El pánico que
esperaba sentir si este día alguna vez ocurría no llega porque estoy asustado, sino
más bien por la forma en que arruiné todo esto. Podría finalmente haber
encontrado una mujer a la que dejaría entrar en mi maltratado corazón y luego
perderla de una sola vez.
Estelar.
Mis ojos se mueven de vuelta hacia los bancos y no veo a nadie, ni siquiera
a Vince. Les dije a los chicos que no los quería aquí, pero a pesar de ello todavía
esperaba que Vince estuviera aquí representando a la banda. Y una pequeña parte
de mí se sorprende de que Hunter no viniera. No tengo ninguna duda que le
encantaría ver a su hermano pagar por sus pecados, quitarme un poco de alegría
por estar en el banquillo de los acusados por una vez. Es un pensamiento jodido,
pero es la verdad. Además, está bastante molesto conmigo en este momento
porque le he cortado sus fondos, así que estoy agradecido que estuviera
perdiéndose la fiesta.
―Hombre, me estás poniendo nervioso ―me dice Ben al oído, y por suerte
lo que sea que le sucedía a su trasero hace diez minutos cuando entró en la sala
se le había pasado, porque la última cosa que necesitaba en este momento era
que se comportara como un imbécil ante el juez y pusiera en peligro mi
libertad―. Hubo un accidente en la Diez. No lo vimos, pero esa es la razón por
la que el juez está retrasado. Solo relájate.―Alarga la palabra y si la escucho
una vez más voy a volverme loco.
Si solo fuera el tráfico la razón por la que Quinlan no estaba sentada detrás
de mí. Apostaría un millón de veces más que si las cosas estuvieran bien entre
nosotros, podría pedirle que viniera, pero creo que debería evitar hacer lo que me
metió en este lío con ella en primer lugar.
Tiro del cuello de mi camisa y me pregunto cómo demonios Hunter puede
usar estas malditas camisas todos los días. Tengo suficientes cosas tratando de
ajustarse alrededor de mi garganta y sofocarme, lo último que necesito añadirle a
eso es una camisa.
―¿Ben? ―dice una voz femenina detrás de nosotros.
―¿Qué pasa, Steph?
¿Steph? Me vuelvo para ver quién es, sorprendido por la pequeña y
atractiva mujer detrás de mí cuando estoy tan acostumbrado al usual asistente de
Ben. Ella sostiene mi teléfono y mira a Ben, preguntándole si puedo tomarlo.
―Señor Popular ―bromea―. Claro. No es como si el juez estuviera aquí
de todos modos.
―Gracias, papá―me burlo, mientras estiro la mano para tomar mi teléfono
al mismo tiempo que Steph extiende la suya.
Ella se pone nerviosa cuando roza mi piel y se echa hacia atrás.
―Lo siento… No quise hacerlo… Toma. ―Me pasa el teléfono, con su
rostro poniéndose rojo. Me doy cuenta al mismo tiempo que Ben comienza a
reír, que Steph está nerviosa debido a quién soy. Pobrecita, está tratando de hacer
su trabajo y no ser una fanática al mismo tiempo.
―Gracias ―murmuro, mientras le echo una mirada a Ben, preguntándome
si ella tiene el trabajo porque él se está follando a la chica sexy. Sus habilidades
fuera de la oficina son presuntamente más importantes, y por la mirada
avergonzada en su rostro sé la respuesta.
Tomo el teléfono, aliviado de tener algo con lo que entretenerme, incluso si
es solo por un momento. Y luego, una vez que está en mi mano, el temor me
invade debido a que estoy preocupado de que sea de Westbrook, de que algo
malo le suceda a mi madre.
Mi corazón de repente salta a mi garganta cuando miro hacia abajo y veo
que es de Quinlan.
Tenemos que hablar. Tocamos la nota equivocada y necesitamos
encontrar el acorde correcto de nuevo, decidir a dónde ir desde aquí. Llámame
en cuanto puedas. Buena suerte.
Tengo que reprimir un grito infantil de emoción. Alivio mezclado con
esperanza surge a través de mi sistema, y juro que estoy muy emocionado por su
mensaje porque estoy desbordado por la ansiedad en este momento a causa del
juicio, pero mierda, voy a tomar lo que sea que pueda conseguir de ella en este
punto. Necesito la oportunidad para poder explicar, probarle que sé que lo
arruiné y que realmente no soy ese chico. Soy este chico, un hombre que todavía
desentona un poco, pero está mucho más en armonía de lo que estaba antes
cuando hice esa estúpida apuesta con Vince.
Justo cuando comienzo a responderle, cuando estoy tratando de descubrir
cómo decir todas las cosas que corren a través de mi mente, escucho:
―Todos de pie.
―Mierda ―murmuro, mientras el alguacil anuncia la presencia del juez en
la sala. Perfecto jodido momento.
Miro a Ben, a mi teléfono, y sé que solo tengo segundos, pero al mismo
tiempo temo que si no respondo, Quinlan va a pensar… No sé lo que podría
pensar. Paso el teléfono por encima de la barandilla detrás de mí a Steph. Me
mira con ojos sorprendidos.
―Ve a darle esto a Vince. Él debería estar aquí en cualquier momento. Haz
que la llame. Que le diga que la llamaré en cuanto termine. ―Juro que sueno
como un imbécil patético, pero ella solo asiente. Ahora, solo espero tener razón
al pensar que él estará aquí.
La severidad de lo que los próximos minutos, horas, quién sabe cuánto
tiempo, pueda tener sobre mi vida me golpea de nuevo, mientras me pongo de
pie y miro hacia el frente de la sala. El rápido alivio que sentí con el mensaje de
Quinlan desaparece inmediatamente con el prolongado susurro de la posibilidad,
cuando el juez entra.
Al igual que hago antes de subir al escenario para calmar mis nervios, bajo
la cabeza, cierro los ojos, y tomo una respiración fortalecedora. Puedo fingir
todo lo que quiera que soy un tipo duro, que esto no es un gran asunto, pero a la
hora de la verdad, el hombre delante de mí con la toga negra, tiene mi destino en
sus manos.
El silencio se extiende mientras toma asiento, y luego escucho gargantas
aclarándose; la prensa llenando los bancos detrás de mí, esperando informar mi
caída en desgracia. Sé que si me libro del castigo, será un artículo de un
problema pasajero, pero si soy sentenciado será la tapa de esta semana de
People. Mi pulso retumba en mis oídos y siento como si mi camisa estuviera
estrangulándome mientras los alfileres y agujas en los que estoy parado
comienzan a clavar su camino dentro de mi confianza.
―Entonces, señor Play… ―levanto la vista cuando la profunda voz de
barítono del juez golpea mis oídos―, ¿está tratando de mantener la reputación
cliché de sexo, drogas y rock and roll…?
Capítulo 34
Quinlan
“Estaré allí en treinta”.
Cuando leo de nuevo el mensaje de texto, el regocijo se dispara a través de
mí. Sé que tenemos que hablar, resolver nuestros problemas, pero a fin de
cuentas, quiero a Hawke en mi vida y deseo una oportunidad para que, lo que
sea que es esto, siga su curso.
Finalmente quiero que llueva
La anticipación corre desenfrenada mientras miro otra vez por la ventana.
Estoy nerviosa, ansiosa, y un poco inquieta por el mensaje. No estoy segura de
lo que estaba esperando como respuesta a lo que le escribí. Tal vez, ¿un poco
más de entusiasmo? No lo sé. Estoy sobre analizando, dijo que llegaría en treinta
minutos y de algún modo eso indica que no ha seguido adelante y que quiere
intentar resolver las cosas.
Ser cuidadosa es lo correcto, aunque no sane la herida del mal momento que
he pasado en los últimos días. Además, simplemente no quiero ser lastimada aún
más. Tengo que ver lo que pasa cuando llegue, seguirle el juego.
A todo esto se suma la idea de que el juicio debe haber finalizado y si viene
tan rápidamente, entonces deben haber fallado a su favor. Al menos pienso que
es así como funciona, pero carecer de antecedentes penales es una prueba de mi
ignorancia del sistema judicial.
Para mantenerme ocupada, pongo algo de música, y luego la apago, porque
no quiero parecer que me estoy esforzando demasiado. En un infructuoso intento
de pasar el rato, compruebo mi maquillaje, recojo mi cabello hacia arriba y luego
lo suelto de nuevo.
Cuando un golpe suena en la puerta, mi respiración se detiene, mis nervios
se retuercen a través de todo mi cuerpo. Corro hacia la puerta y luego me obligo
a quedarme allí por un momento para poder conservar un poco de mi dignidad.
Aliso mis shorts con las manos y lentamente abro la puerta.
Una sonrisa cautelosa se extiende en mis labios al verlo bajo la luz del
ocaso del sol poniente, la cual forma un halo alrededor de su cuerpo. El aluvión
nervioso choca contra mi optimista cautela. Nunca lo he visto con esa apariencia,
sin su amada camiseta vintage de rock, y usando camisa y pantalón de vestir. Mi
primer pensamiento es que necesita cambiarse porque no se ve para nada como
mi chico roquero, luce demasiado como Hunter, pero realmente no me importa,
está aquí y vamos a averiguar juntos cómo atravesar este campo minado.
―Hola ―murmuro, retrocediendo un paso.
―Hola. ―Entra en el vestíbulo e inclina la cabeza para mirarme por un
momento, con ojos cautos y expresión impasible. Durante un instante temo que
esté aquí para provocar más conflicto, pero después de un segundo, sus ojos
buscan algo de lo que no estoy segura, y en su boca aparece una suave sonrisa.
Quiero acercarme, abrazarlo, sostenerlo, besar sus labios, pero no percibo lo
mismo de su lado. Estoy confundida… Debería ser la cautelosa y enojada y sin
embargo, siento que es el único que está actuando de esa manera. Entonces, me
doy cuenta de que algo debe haber salido mal en el juicio. Oh, mierda.
―Pasa. ―Lo guio por el pasillo, tratando de descubrir la manera de
proceder, porque sentirme incómoda era la última cosa que esperaba en esta
reconciliación. Me detengo en la sala de estar y me vuelvo para
enfrentarlo―.Mira, odio que sea tan incómodo, odio todo acerca de esta
situación, excepto el hecho de que estés aquí, quiero intentar hacer que funcione
y descubrir cómo podemos salir adelante. Hawke ―digo su nombre, en cierto
modo, como una súplica, mientras permanece de pie, tenso y con la mandíbula
apretada, pero luego da un paso hacia mí, y empiezo a divagar, sin poder
evitarlo―: Cuando analizo todo esto, la apuesta y la noche en la fiesta, siento
que fue un desastroso malentendido y entonces tenemos que… ―Mi voz se
apaga mientras estira la mano y acuna mi mandíbula, su pulgar roza mi labio
inferior. Mi respiración se detiene y esa descarga eléctrica de nuestra conexión
todavía sigue allí, mucho más fuerte después de que mi piel ha estado privada de
su toque.
Abre la boca para decir algo y la cierra de nuevo, sin vocalizar una palabra,
y el momento está lleno de sentimientos encontrados. Cuando lo hace otra vez,
solo sacude la cabeza y me jala, envolviendo sus brazos a mi alrededor y
abrazándome con fuerza. Nuestros cuerpos encajan perfectamente, pero algo me
parece fuera de lugar. Al principio lo atribuyo al cambio en su perfume, el cual
no lo hace parecer a mi chico roquero, pero entonces me doy cuenta de que está
tan tenso, tan nervioso que está afectándome. Sin embargo, me aferro a él,
absorbiendo la sensación de su cuerpo contra el mío y el conocimiento de que
tomé la decisión correcta al contactarlo
Cuando no dice nada, me preocupo aún más.
―¿Cómo te ha ido en el juicio?
―No quiero hablar sobre eso ―murmura contra mi cabello con un
profundo suspiro. Su calor entibia mi cuero cabelludo mientras mi mente da
vueltas tratando de comprender qué sucedió exactamente.
―¿En serio? Por favor dime que el pedazo de mierda de tu hermano estuvo
allí, se puso de pie y realmente asumió la culpa por una vez. ―Me estremezco,
preocupada de que haya sobrepasado mis límites, pero al mismo tiempo verlo
tan molesto es desconcertante.
Me suelta al momento en que las palabras están fuera de mi boca y se dirige
a la cocina, dándome la espalda, golpea la encimera con el puño, por lo que los
pocos platos apilados sobre ella repiquetean por la fuerza del golpe. Me
sobresalto debido al sonido mientras apoya las manos en el mostrador y en
silencio inclina hacia abajo la cabeza.
―Lo siento, Hawke. No sé lo que sucedió hoy. ―Trazo los fuertes
músculos de su espalda, con el corazón alojándose en mi garganta mientras
intento explicar mi comentario. Sé cómo funciona, puedes hablar mal de tu
propia familia, pero no se lo permites a nadie más. Mierda, tengo a Colton de
hermano, he hablado pestes de él incontables veces, pero en el momento en que
alguien más lo hace, mi espalda se endereza y mi boca está a la defensiva.
Pero por otro lado, Colton nunca ha intentado arruinar todo por lo que he
trabajado.
―Mira, yo solo… ―Realmente quiero que se dé la vuelta para que pueda
ver su expresión, pero cuando no lo hace, continúo―: Veo la carga que pone
sobre ti, cómo incluso cuando sabes que estás haciendo lo correcto, te afecta…
te consume… y simplemente quiero que te liberes de eso. Sé que lo amas
Hawkin, nadie cuestionaría eso jamás, pero trabajas tan duro en todo y necesitas
ser capaz de vivir sin que te persiga constantemente la sombra de lo que va a
arruinar la próxima vez. Así que, siento haberlo dicho, pero aun así no lo
lamento.
Un tenso silencio cuelga entre nosotros, y esta reconciliación se siente muy
diferente de lo que había imaginado.
―Necesito un trago ―musita con voz cansada mientras se aparta de la
encimera, sus ojos se mueven hacia los míos antes de comenzar a caminar de un
lado a otro como un animal enjaulado.
Lo observo por un momento, pasándose las manos por el cabello, con la
mandíbula tensa, y es casi imposible apartar los ojos de la confusión interna que
está comiéndoselo vivo.
―Claro. Por supuesto. ¿Jack y Coca Cola? ―pregunto, mientras camino
hacia la despensa para servirle un trago.
―Solo Jack.
Saco la botella de Jack Daniels de encima del refrigerador, tomo dos vasos y
los coloco sobre la mesa de la cocina, cerca del lugar donde está caminando de
un lado a otro, perdido en sus pensamientos. Tomo asiento, cada parte de mi
cuerpo está consciente de su cercanía. Es como si mis nervios fueran un jodido
interruptor y cada vez que está cerca de mí me enciendo, en todos los sentidos de
la palabra.
Se detiene, dejando a un lado sus pensamientos y se acerca a la mesa
mientras me siento. El sonido de la botella al golpear los vasos llena la
habitación mientras sirve las bebidas. Guardo silencio y acepto el vaso que me
ofrece, a pesar de que nunca he bebido antes Jack Daniels puro, simplemente lo
sostengo en mis manos. Lo observo beber el líquido ámbar sin siquiera hacer una
mueca por la quemazón.
Finalmente levanta la vista y me mira, mientras lame una gota en su labio.
Me da una sonrisa que no le llega a los ojos, y odio la forma en que me hace
sentir tan desequilibrada. Es casi como si estuviera nervioso, inquieto, como un
animal atrapado, y quiero poner los ojos en blanco al pensarlo, pero esa es la
única manera en que puedo explicármelo.
El ocaso oscurece la habitación mientras se sirve otro vaso. Baja la botella,
toma asiento a mi lado e inclina su cuerpo para estar frente a mí, con nuestras
rodillas tocándose. Deja escapar un suspiro antes de beber un sorbo de Jack y,
mientras tanto, el aire se hace más denso por la tensión y la inquietud de lo
desconocido que tenemos ante nosotros.
―¿Querías hablar? ―pregunta, con los ojos fijos en los míos y la expresión
indescifrable, casi como si estuviera distanciándose de mí, y lo odio.
―Necesito que me hables sobre la apuesta. Necesito que me hagas entender
por qué no me dijiste cuando las cosas cambiaron entre nosotros… Porque
cambiaron, ¿verdad? Quiero decir, no me lo estoy imaginando, ¿no es así? ―El
silencio se extiende mientras me concede un lento asentimiento, sin vocalizar las
palabras, pero sus ojos demuestran su indecisión―. Hawke… Soy una persona
bastante indulgente, pero me lastimaste. Tal vez reaccioné exageradamente con
el asunto de Vince, pero enterarme de la apuesta por Hunter fue un golpe a algo
más que a mi ego.
Asiente de nuevo, y termina su bebida. Frunzo el ceño mientras lo observo
servirse otro.
―Lo siento. Fue un error, un asunto de la banda que normalmente habría
dejado que siguiera su curso…
―Pero dejaste que siguiera su curso ―argumento, queriendo asegurarme
que puede entender mi postura.
―Lo sé, eso no es lo que quise decir. Mira. ―Se acerca más a mí, por lo
que una de mis rodillas está entre las suyas―. Al principio era algo real, la
apuesta… Pero tienes razón; las cosas cambiaron y lo arruiné todo. El asunto con
Vince… Bueno, eso fue… ―Su voz se apaga mientras se inclina hacia delante,
con los ojos volviéndose más oscuros y una sonrisa avergonzada en el rostro.
Lo encuentro a medio camino, hambrienta por sus besos, su sabor, por
demostrar la íntima conexión entre nosotros, porque incluso cuando no hemos
sido capaces de comunicarnos bien en el pasado, nuestros cuerpos lo han hecho.
Y tal vez, eso es lo que necesitamos, esta pequeña muestra del otro para
recordarnos lo que hay entre nosotros y así poder comenzar de nuevo.
Capítulo 35
Hawkin
El alivio me atraviesa como la arena en un reloj, llenándome lentamente con
el conocimiento de que toda esta farsa de mierda estaba terminada y finiquitada.
He cumplido con mi última promesa a Hunter y ahora puede hundirse o salvarse
por sí solo.
Demonios, le quiero, le ayudaré si lo pide, con limitaciones, pero mis días
de ser su padre están terminados.
Cuando miro sobre el hombro, donde Vince está sentado unas filas atrás,
veo que tiene una sonrisa de alivio en el rostro. Apareció incluso cuando le dije
que no lo hiciese. Como siempre aseguro, el tipo jugaría un partido de fútbol por
mí si se lo pidiese. Le hago un gesto con la barbilla cuando Ben me da unos
golpes para que me gire y no enoje al juez terminando su sentencia.
El juez golpea la maza, mirándome a los ojos, asintiendo, dándome una
seria advertencia. Asiento de igual manera, haciéndole saber que entiendo su
mensaje, este será el único indulto que recibiré, después se levanta y va a su
despacho.
Al momento en que la puerta se cierra, me hundo en la silla y el juzgado se
convierte en un frenesí de actividad. Los periodistas salen corriendo de la sala a
fin de comunicar el veredicto, lo que será algo así como matar la historia, porque
no es tan excitante como si hubiese sido una condena.
―Gracias, joder ―susurro, apoyando la cabeza en el respaldo de la silla
mientras lanzo un silencioso gracias al universo por dejarme tomar un respiro.
―Ahora me voy a ganar ese dineral que me pagas, ¿no? ―indica Ben,
devolviéndome el comentario que parece que hice hace una eternidad.
Me enderezo y le extiendo la mano, lo que es una gran formalidad después
de todo lo que hemos pasado a lo largo de los años, pero necesito que sepa lo
mucho que aprecio su guía y experiencia a través de todo este terrible transe.
Baja la mirada, me estrecha la mano y simplemente sonríe, sabiendo que será la
única admisión que haré, sobre que sabe lo que está haciendo y que es bueno en
su trabajo. Me sacude la mano y la aprieta un poco, antes de golpearme en la
espalda.
―Gracias, Benji. Te debo una.
―Diría que en cualquier momento pero si mientes otra vez por tu hermano
―increpa, retándome a decir que no estaba cubriéndole―, te quiero lo suficiente
para decirte que no te defenderé. También le dije lo mismo a él justo antes de
venir aquí.
―¿Qué le dijiste? ¿Que no le defenderías a él o a mí? ―pregunto de
improvisto, tan distraído por el caos de emociones arremolinándose en mi cuerpo
que me llevó un segundo entender el significado de lo que había dicho―. Ehh,
espera. ¿Llamaste a Hunter para decirle eso? ―No puedo creer que con el
absoluto desprecio que tiene hacia mi hermano se tomase el tiempo de buscarlo.
―Primer punto, no defendería a ninguno de los dos ―aclara, arqueando
una ceja mientras empieza a guardar los papeles en el maletín―. Segundo, me
acerqué a Hunt cuando fui al baño antes de que empezásemos. Me enoj…
―¿Estaba aquí? ―¿Tuvo, un cambio de corazón, una conciencia o qué?
Porque segurísimo que no tuvo el valor de entrar al juzgado para ver cómo
asumía sus culpas. El enfado se enciende en mi interior mientras todo me golpea,
mi estupidez, los riesgos que tomé, ser usado… todo solidificándose en cómo me
siento realmente.
―Sí. Estaba en el pasillo justo antes de que entrase. Terminamos
peleándonos. Le dije que no se trataba de ti tomando su culpa por golpear un
auto estacionado como hiciste en el instituto. Dejándole saber que era un pedazo
de mierda por usar en tu contra una culpa que no es tuya, para que te
responsabilices de sus errores.
Miré los ojos azules de uno de mis más antiguos amigos, percatándome de
lo afortunado que soy, y que a pesar de la preocupación por hacerme cargo de mi
hermano a través de los años, tengo a toda esta gente increíble cuidándome la
espalda. Entonces me doy cuenta de lo agitado que estaba Ben cuando se sentó
la primera vez, ahora sé por qué, era porque Hunter estaba aquí.
―Amigo, ustedes son familia… pero le mencioné que no le permitiría estar
en el tribunal. Por mucha confianza que tuviese en que el juicio fuera bien, aún
era una mierda y lo último que quería era darle la oportunidad de contemplar
mientras asumías su falta, que se vaya al diablo.
Asiento, el carrusel de emociones en mi interior girando al máximo. Una de
mis muchas cargas fue levantada permanentemente, y, joder, lo bien que se
siente. Entre Hunter y las promesas a mi padre, este veredicto favorable me
hacía sentir muy aliviado, como si estuviese flotando en el aire. Y con Quin
queriendo hablar, mierda, puede que simplemente me salgan alas y me eche a
volar.
―Hombre, salgamos inmediatamente de aquí ―menciona Vince detrás de
mí, interrumpiendo nuestra conversación al mismo tiempo que sentía que me
golpeaba en la espalda con firmeza.
―¡No tienes que decirlo dos veces! ―respondo, preparado para quitarme la
camisa de vestir y ponerme la camiseta que está en el asiento delantero de mi
auto. Luego, me doy cuenta poco a poco, atravesando la bruma de alivio, que
Quinlan me envió un mensaje y quiere hablar. ¿Puede mejorar mi día?―.
¿Hablaste con Quin? ¿Qué te dijo?
Veo la sorpresa parpadear el rostro de Vince antes de estrechar los ojos y
negar como si estuviese confuso.
―¿Cómo lo sabes?
¿Qué?
―¿Cómo sé qué? ―Ahora soy yo el confundido. ¿De qué demonios está
hablando?
―¿Cómo sabes que hablé más temprano con ella?
De repente, me siento como si estuviese en Twilight Zone, como si
estuviésemos hablando de dos cosas diferentes.
―Porque le dije… a…―Miro a Ben preguntando con esto por el nombre
de su asistente.
―Steph ―apunta por mí y puedo decir que despierta su interés, mirando
por encima del hombro hacia donde ella está hablando con un socio.
―Sí, Steph. Le di mi teléfono para que te lo diese. Quin me mandó un
mensaje. Quería que la llamases. Así que, ¿qué te dijo? ―Mis frases son cortas y
entrecortadas, no me importa que esté siendo una especie de idiota porque no
quiero entretenerme con nada. Simplemente quiero salir ahora mismo del
juzgado, del que nunca deseo volver a ver el interior, e ir a buscar a Quin, así
podemos avanzar sobre mi monstruosa cagada.
Cuando simplemente continúa allí de pie y mirándome como si estuviese
loco, extiendo la mano. Perdiendo totalmente la paciencia.
―Que te den. Simplemente dame el teléfono. ―Puedo ver que Vince se
está irritando porque le estoy hablando como si fuese idiota, pero si no quiere
que lo trate como uno, no debería actuar en consecuencia.
―No tengo el teléfono, Play. ¡No sé de qué diablos estás hablando!
La inquietud empieza a asentarse en lo profundo de mi mente y estoy
rebosando frustración cuando Ben le hace señas a Steph para que se acerque.
Puedo ver la preocupación en su expresión mientras se aproxima a los tres
hombres centrados únicamente en ella.
―¿Sí? ―Escucho la inquietud en su tono, el miedo de que ha hecho algo
mal en su nuevo trabajo.
―¿El teléfono de Hawke? ¿Dónde está? ―cuestiona Ben, con tono serio.
Desliza su mirada a mí y luego hacia Ben.
―No lo tengo. Se lo di a su hermano en el pasillo…
―¡Oh joder! ―Es lo único que puede expresar el terror que explota en mi
interior, mezclado con adrenalina, mientras salgo del juzgado, como un hombre
con una misión, al momento en que todo se registra, mis miedos, el enfado de mi
hermano, su necesidad infinita de sabotear mi vida.
El problema es que le he empujado al borde, cortándole la financiación
cuando nunca antes lo había hecho y temo por cómo arremeterá esta vez.
Paso entre la multitud de periodistas, sin detenerme e inmutarme porque me
dejen como un imbécil en sus reportajes. Ese es la última de mis preocupaciones.
Me siguen, gritando mi nombre, esperando la gran exclusiva mientras me dirijo
al estacionamiento. No tengo que mirar para saber que Vince me sigue. Siempre
lo hace.
Es lo que me está esperando en la casa de Quinlan lo que más me preocupa.
Capítulo 36
Quinlan
Nuestros labios se encuentran y esperaba la suavidad de su beso, pero no las
lágrimas que queman detrás de mis ojos mientras la emoción me abruma porque
vamos a intentar que esto funcione. Sabía que estaba enamorada de él,
demonios, puede que incluso reconozca que la palabra con A ha cruzado mi
mente en toda esta ridiculez, pero no creo entender lo mucho que le he echado de
menos hasta ahora con sus labios contra los míos, el calor de su aliento
golpeando mi rostro y la posibilidad extendida frente a nosotros.
El beso es suave al principio, el sabor del alcohol en su lengua cuan
suavemente se reúne con la mía. Me acercó más a él, mi rodilla ahora contra su
ingle y coloco mis manos en sus muslos. Él extiende su mano y toma mi
barbilla, sus dedos dirigiendo el ángulo del beso de una manera que no ha hecho
antes, y odio el hecho de que unos segundos me pregunto si ha estado con otra
persona. Esa simple racha de celos femeninos empaña este momento hasta que
lo alejo, pero no puedo evitar sentir que lo que perfectamente sincronizaba está
un poco apagado.
Intento olvidar el pensamiento, intento perderme en el deseo creciendo a
fuego lento en nuestro beso y odio que la irrefutable química que normalmente
enciende un fuego en mi interior se acalla en ese sentido. Y normalmente, su
conducta de chico malo sería un excelente afrodisíaco, pero después de la mierda
que hemos atravesado los pasados días, no lo es. La gula es un afrodisíaco
cuando el hambre de un beso superándote en tu necesidad por otra, pero cuando
es usado para eclipsar la satisfacción que tienes que hacer, no me hace nada.
E inmediatamente me preocupo si nos he arruinado, si conocer lo de la
apuesta ha dañado cómo me siento sobre él y apagó nuestra chispa.
El veloz pensamiento me asusta muchísimo. Así que me lanzo al beso,
intentado forzar el sentimiento que sé que podemos encontrar de nuevo. Trato de
ganar algo de control, tomando puñados de su camisa, metiendo la lengua en su
boca, mordisqueándole el labio inferior mientras me levanto de la silla y me
pongo a horcajadas sobre él.
Su pene ya está duro, presionando contra el pantalón en una posición en la
que siempre parece que acabamos, yo sentada a horcajadas en él, pero no hay
duda de que Hawkin mantiene el control de la situación. Su agarre en mi cabello
con una mano, retorciendo con los dedos la parte de la espalda baja de mi
camiseta y el hambre de sus labios me dice que quiere esto y está tomando por lo
que vino.
Subo las manos por el cuello almidonado de su camisa, esperando que el
sentimiento de piel contra piel cazará todos esos ridículos pensamientos de mi
cabeza y me permita disfrutar nuestro primer momento juntos de nuevo. La
primera vez desde que he reconocido al hombre que ha ganado mi amoratado
corazón.
Con la punta de los dedos juego con los botones del cuello e,
inmediatamente, pone las manos sobre las mías.
―No-oh. Tú primero ―murmura contra mis labios antes de apretar su
agarre en mi cabello y tirar rápidamente de él.
Chillo ante la sensación y antes de que pueda reaccionar, pone la boca en mi
cuello, calor húmedo contra mi piel fría, cambiado mi foco del dolor.
Cuando muevo las caderas sobre las suyas, jadea y hecha la cabeza hacia
atrás por la sensación. Lo repito, amando el sentimiento de poder por escucharle
queriéndome y me pregunto si es lo que necesito ahora mismo Tomar el
liderazgo en esta ronda de sexo, así mi psique recupera el conocimiento de que
estoy al mando y que no me tomará ventaja otra vez. Es un pensamiento ridículo
pero con la mente medio perdida en la lujuria, decido seguir con ello.
Muevo las caderas en círculos sobre las suyas otra vez y al instante gime
otra vez Hawkin se levanta conmigo aún rodeándole las caderas con los muslos
y cruzamos la corta distancia del salón. En el momento en que apoya mi espalda
en el sofá, comienza a sacarme la camiseta de tirantes por la cabeza. Mientras
estoy tumbada bajo el suave brillo de la luz del pasillo con Hawke oculto en las
sombras de la oscura habitación, no puedo ver completamente la mirada en sus
ojos, pero me mira todo el cuerpo, como si fuese la primera vez que me ve. Está
de rodillas sobre el cojín, pero puedo escuchar el sonido de un hombre
apreciando mi cuerpo y eso ayuda para empujarme a través de las ligeras dudas.
―Hawkin ―pronuncio su nombre suavemente, diciéndole muchas cosas en
una sola palabra, tómame, te perdono, te quiero, te necesito, antes de tomar un
puñado de su camiseta y tirar de su boca de vuelta a la mía. Me doy un banquete
de ella, inesperadamente usando el dolor, el enfado y la vergüenza que ha estado
agobiándome los pasados cinco días para alimentar mi propia gula por él.
―Joder, sí nena ―murmura contra mis labios. Y una parte de mí toma nota
de que nunca antes me llamó eso, siempre me llamaba dulzura, pero el
pensamiento desaparece mientras me separa las rodillas con las suyas y frota su
pene enfundada en el pantalón contra el vértice abierto y deseoso de mis muslos.
Mi teléfono móvil suena, pero pierdo todo sentido mientras la fricción me
golpea. Tiro de su camisa con las manos, los botones saltando y cayendo sobre la
mesita del café y el suelo. Intenta apartarse pero sostengo su camisa mientras me
domina la necesidad, amando el conocimiento de que su piel desnuda está
expuesta y es mía para tomar. No hay forma de que se vaya a salir de mi agarre,
en cambio lo mantengo cerca. No se va a alejar otra vez de mí.
Se resiste momentáneamente y luego cede, entregándome su control, así
puedo aniquilar el suyo. Nuestras bocas se marcan y acarician, los gemidos
llenan el aire y puedo oler el sexo que estamos a punto de tener. Después dirijo
las manos al botón de su pantalón. Posa los labios sobre mi pezón por encima de
la tela del sujetador. Empujo las caderas hacia las suyas. El instinto empieza a
reaccionar, el deseo convirtiéndose en necesidad.
―Quítatelo ―alentó, queriéndolo desnudo, queriéndolo en mi interior.
Desesperadamente. Necesitando sentirlo completamente otra vez que ni siquiera
me había cuenta de que lo sentía hasta que ya no estuvo cerca.
Hawkin tira de mi pezón mientras se sienta, mi suave gemido llenando el
silencio en la habitación. Me hundo en la sensación pero me fuerzo a levantar la
mirada mientras se desliza sobre las rodillas para recolocarnos. Ahora está sobre
el destello de la luz del pasillo, fundiéndose contra el mío en la oscuridad. Subo
la mirada por su increíble y sexy torso, donde la V que me encanta es invisible
bajo la cintura del pantalón y me congelo completamente cuando veo el
intrincado tatuaje en su pectoral derecho, que le cubre la piel justo por debajo de
la clavícula.
Un tatuaje que no tenía hace cinco días y uno que tiene demasiados detalles
para ser completado en ese corto espacio de tiempo.
Me doy cuenta casi al instante y las señales que he estado alejando vuelven
como una inundación validando el tsunami de incredulidad. Y miedo.
¿Qué demonios está haciendo Hunter aquí? El pánico y las alarmas suenan
tan alto en mi cabeza que me ensordecen en el estado vulnerable en el que estoy.
Esto tiene que ser un error. Debo estar demente. Y las palabras salen de mi boca
antes de que pueda detenerlas:
―¿Qué instrumento esta noche…? ―Se me desvanece la voz, esperando y
no que pueda responder la pregunta. Si lo hace, entonces es Hawkin y estoy
viendo tatuajes que no existen. Si no, entonces estoy en un montón de putos
problemas. Y la ansiedad mezclada con la adrenalina corriendo por mi sistema
ahora mismo, está enturbiando mi proceso de pensamiento sobre qué debería
hacer porque gritar como si me estuviesen asesinando no va a servir de nada en
mi casa con todas las ventanas cerradas. Cierro las manos en puños para evitar
que tiemblen mientras espero la respuesta, el terror cayendo sobre mí
prematuramente como un plomo.
―¿Qué?―pregunta, la confusión marcada en su voz ronca cuando el
teléfono vuelve asonar.
Y ahora estoy segura, sé que Hawkin se reiría del comentario,
respondiéndolo para mí y entonces empezaría a trabajar en mi cuerpo.
Hunter me mira a los ojos a través de las sombras, tengo gotas de sudor en
la frente y el corazón me martillea en los oídos. Me pregunto si estoy
reaccionando de manera exagerada, asegurándome que lo estoy, pero en el fondo
sé que Hunter va a hacer lo que Hawkin me había advertido, tomar lo que es de
Hawkin a toda costa.
Empiezo a moverme hacia la esquina del sofá, intentando contener el pánico
bullendo en mi interior, pero mi pie tropieza cuando trato de ganar tracción.
Hunter extiende la mano con rapidez para sujetarme la pierna antes de que pueda
ponerme en pie y tira de mí volviendo a tumbarme en el sofá.
Sabe que lo sé.
La reacción es instantánea, el instinto de supervivencia tan arraigado que ni
siquiera lo pienso mientras trato de alejarme de él. Pateo salvajemente con la
pierna libre, tratando de darle y al mismo tiempo evitar que la atrape como con
la otra. Mi pulso late erráticamente, la sangre corriendo por mis venas suena
como un tren de mercancías acercándose a mí.
Empiezo a sollozar y casi no puedo creer que un hombre hecho de la misma
carne y sangre que el que amo sea capaz de hacerme esto. Estoy tan asustada y
aterrorizada que ni siquiera tengo un segundo para pensar sobre la verdad que
toda esta situación ha sacado de las profundidades de mi corazón. Que estoy
enamorada de Hawkin Play.
Su risa de diversión e indiferencia me golpea como un puñetazo mientras
uso cada gramo de fuerza que tengo para tratar de liberarme, retorciéndome,
tratando de girarme y salir del sofá así está forzado a soltarme la pierna,
pateando, dando puñetazos. Nada funciona.
―Trixie ―comenta desdeñosamente―. De todos modos, voy a conseguir
lo que quiero, luches o no, así que por qué no lo aceptas simplemente. Estoy
seguro de que lo disfrutarás. ―La calma, incluso su tono de voz, envía
escalofríos por mi columna, y aunque me deja momentáneamente paralizada, me
hace resistir más duro al siguiente instante.
―¡Quítate de encima! ―grito con todas mis fuerzas, el miedo conduciendo
cada reacción. El sentido ha dejado paso al miedo y no puedes razonar con un
loco así que todo lo que me queda es mi determinación y joder, si voy a dejar
que me falle ahora.
Puedo escuchar los gritos y aunque sé que es mi voz, no recuerdo pensar en
gritar. Vuelvo a golpear con furia con los puños y la pierna libre que está
intentando sujetar. Sé que si logra hacerlo estoy jodida así que lucho con cada
gramo de resistencia en mí, encontrando el foco que necesito para acallar el
pánico que controla mis pensamientos. Pero esta vez, de algún modo, le golpeo
en la parte baja del torso y consigo un pequeño aplazamiento cuando libera su
agarre temporalmente.
Me levanto en un instante, descoordinada y por todo el lugar. Me golpeo la
espinilla contra la mesita del café, pero no me importa. Todo en lo que puedo
pensar es en la puerta principal, que hay gente fuera que pueda escucharme o sea
capaz de escuchar. Doy un par de pasos y luego su cuerpo choca contra mi
espalda, golpeándome, chocando contra la pared de bruces. Tengo el brazo
doblado detrás de la espalda, el peso de su cuerpo manteniéndome quieta, mi
pecho desnudo contra la fría pintura del muro e intento mover la cabeza cuando
pone la barbilla sobre mi hombro.
Su risa maníaca me llena el oído, su tono diciéndome que está muy lejos de
poder razonar, que no importa lo que haga, cómo razone, no seré capaz de que se
eche atrás. El pensamiento me asusta muchísimo y aún me niego a sucumbir a
ese destino.
Frota su cuerpo contra el mío, con un murmullo de aprobación cuando
presiona la pelvis contra mi trasero. Lucho contra él, ganándome otra risa suya
mientras permanecemos de pie, cuerpo contra cuerpo, ambos jadeando por el
esfuerzo, yo mezclado con miedo, él mezclado con excitación, y el pensamiento
me pone enferma.
―¿Qué pasa Q? ¿No quieres doblar tu placer, doblar tu diversión? Todas las
putas quieren una oportunidad con gemelos, ¿no?
Aprieto los dientes, negándome a probar la bilis que quiere salir de los
confines de mi estómago y cierro apretadamente los ojos. Pensamientos, rezos y
súplicas corriendo por mi mente, dándome algo en lo que centrarme en lugar de
la nauseabunda sensación de su cuerpo contra el mío, del olor del miedo en mis
fosas nasales y el brillo de sudor cubriéndome la piel.
Capítulo 37
Hawkin
Vince dirige el auto al césped y antes siquiera de que está estacionado, estoy
corriendo hacia la entrada de la casa de Quin. La única cosa que necesito para
validar mis miedos está aquí, la motocicleta BMW negra de Hunt en el camino
de entrada. Tengo el corazón en la garganta y el ácido sabor del miedo me
inunda las papilas gustativas con el sabor que solo he probado una única vez en
mi vida.
La ansiedad reprimida ha aumentado con cada kilómetro hacia aquí, es
como un barril de pólvora de todo en mi pecho esperando a explotar Que no
responda al teléfono, tener que llamar al 911 por lo que estoy asustado de lo que
me pueda encontrar, mezclado con el inherente conocimiento de que mi
hermano, mi propia carne y sangre, es el que está aquí jodiendo con ella. Se
mezcla en mi interior y me dice que no habrá próxima vez para Hunter.
Hazme daño, puedo lidiar con ello. La armadura que he usado para
protegerme a lo largo de los años está desgastada, pero es cómoda y sé que tiene
puntos débiles. Daña a alguien que me importa sin ningún otro propósito que
hacérmelo a mí y la línea que he rediseñado tantas malditas veces para disculpar
sus actos ha sido cruzada y nunca podrá ser borrado.
Estoy preparado para darle una patada a la maldita puerta cuando la
alcanzo, estoy muy exaltado por la adrenalina, pero la manilla baja con la
presión de mi pulgar. La puerta de abre y no sé qué esperar exactamente, pero la
rabia del color de la sangre es todo lo que puedo ver mientras el brillo de la luz
del porche y los faros del auto de Vince iluminan el vestíbulo.
Por un instante antes de que se diesen cuenta de que estaba allí, siento que
veo el destello de imágenes a través de una luz estroboscópica. Hunter tiene la
mano sujetando el cabello de Quin, echándole la cabeza hacia atrás, con la otra
intentando bajarle el short. Quin con las manos extendidas contra la pared y su
cuerpo presionado contra la pared. La mirada en el rostro de mi hermano, una
que nunca había visto antes, los dientes apretados, los músculos tensos y la
mirada vacía, hace que el frío se extienda por mi columna. Las cosas de la
mesita del café esparcidas por todo el suelo.
Escucho mi grito antes de darme cuenta siquiera de que estoy gritando y
algo se rompe en mi interior. La furia hace pedazos la bruma de incredulidad al
mismo tiempo que Vince apaga los faros del auto. Hunter y yo chocamos el uno
contra el otro, él huyendo y yo vengándome. Caemos con un golpe seco en la
oscuridad, hermano contra hermano, el bien contra el mal, el pasado contra el
futuro.
Me escuece el hombro de golpeármelo contra la esquina de la pared, la
rodilla encontrándose con músculo sólido, dándole puñetazos con un
inquietantemente satisfactorio crujido. Estoy agotado, entusiasmado, enfurecido,
con el corazón roto por mi hermano y su continua capacidad de hacerle daño a
todo lo que me importa, a todo lo que me encuentro queriendo amar.
Me muevo para apartar la mano de Vince de mi hombro una y otra vez, pero
aún le sigo escuchando gritar mientras Hunter me golpea en la mandíbula. El
dolor me aturde momentáneamente mientras al mismo tiempo la luz ilumina la
habitación que hemos destruido.
Pero no me detengo. No puedo. Los recuerdos del pasado y el aquí y ahora
se convierten en un cóctel molotov de emociones y no puedo detenerme de
liberar el valor de años de agresividad en cada acción. Por Quinlan. Por mí. Por
mis compañeros de banda. Por mi cordura.
―¡Hawke! ¡Hawke! ―Vince repite mi nombre y por un momento temo que
si me detengo, mi cabeza se callará y me veré forzado a enfrentar lo que sea que
Hunter haya hecho.
Y no creo que pueda manejarlo. No puedo enfrentarlo. Porque si es lo que
temo en el fondo de mi alma, no creo que sea capaz de vivir conmigo mismo. La
única cosa real y pura que he tenido en mi vida y la ha dañado tanto que cada
vez que la mire y la toque, tendré que pensar en él.
Eso es si ella puede soportar verme, manejar que la toque otra vez y no
recordar a mi hermano.
Lanza otro golpe, pero no me perturba porque estoy muy centrado en
devolverle el odio que me ha tenido desde hace tanto tiempo. Y porque estoy
asustado. Tan jodidamente asustado que es más fácil tomar su dolor que lidiar
con el mío propio.
Hay más voces mientras me golpeo la espalda contra el borde de la mesita
de café y me quita el aire de los pulmones. Me roba más que el aliento mientras
unas manos me sujetan de los hombros y ahora estoy luchando contra más de
una persona porque aún no he acabado. Tengo un buen número de emociones
que sacar y estoy muy lejos de acabar.
Soy arrastrado hacia atrás, balanceando los puños, un torbellino de caos y
me lleva un momento antes de que salga de la bruma viscosa manteniéndome en
el pasado. Y cuando recobro el conocimiento, cuando veo el desorden de la
habitación, la sangre en el rostro de mi hermano, sintiendo el dolor de mi ojo
morado… todo parece tan jodidamente surrealista que no puedo procesarlo
adecuadamente.
Aunque noto al oficial de policía, las luces rojas y azules filtrándose por la
puerta de entrada abierta. El fuerte agarre de Vince controlándome, puedo ver a
Hunter levantándose y reclinándose contra el muro mientras el oficial se le
acerca. La rabia de ruido blanco en mis oídos, me remuevo y libero las doloridas
manos, con los nudillos doloridos.
Y luego veo a Quinlan.
Está de pie silenciosamente como un fantasma en una esquina ensombrecida
de la habitación. Envuelta fuertemente con la manta del sofá en la que nos
acurrucamos después de nuestra sesión de Guitar Hero. Tiene una mano
levantada, cubriéndose los labios con la punta de los dedos, pero es la mirada en
su rostro mientras mira a mi hermano la que me paraliza, conmoción,
incredulidad y confusión, todo mezclado con un poco de inocencia que nunca he
visto antes.
Aparta un poco la mirada y me mira a los ojos. Me deja completamente sin
aire incluso aunque estoy luchando por aire e inmediatamente libero de un tirón
los brazos del agarre de Vince, al mismo tiempo que ella solloza.
Estoy al otro lado de la habitación en un momento, mi único pensamiento,
mi única meta en este momento es alcanzarla. Ella es mi salvación. En el
momento en que la alcanzo se deja caer de rodillas, la adrenalina finalmente
aplacándose en su sistema, mientras en el mío está tan desenfrenada que a causa
de ello me tiembla el cuerpo. Me pongo de rodillas frente a ella y me quedo
quieto, temeroso de tocarla, y aun así muriendo por hacerlo, desesperado de
sentirla contra mí y saber que está bien.
Las lágrimas me queman en los ojos mientras hablamos sin palabras y no
puedo contenerme más tiempo.
―Lo siento mucho. Lo siento mucho ―comento, mientras una única
lágrima se desliza por mi mejilla.
Le tiembla el labio inferior y sus propias lágrimas brillan en sus ojos
dorados. Estiro la mano para tocarla y retiro la mano, temeroso de tocarla sin
saber qué le ha pasado.
¿Me odia por traerle esto? ¿Me permitirá volver a tocarla sin verle a él?
¿Siquiera sigue habiendo un nosotros después de todo esto?
Baja la mirada a mi mano retraída y niega rápidamente, deja salir un suspiro
de sus labios hinchados.
―No. No lo hizo. No ―asegura y cada parte de mi cuerpo de relaja con
alivio.
No puedo mantener la frialdad entre nosotros, la soledad que siento sin ella
un segundo más, así que estiro la mano y tímidamente le toco el lateral del
rostro, acariciando con el pulgar la marca roja de su mejilla, enmarcándole la
mejilla con la palma de la mano. Incluso mueve el rostro ligeramente en mi
mano y antes ese pequeño movimiento, ese acto reflejo, joder, estoy perdido.
Y encontrado.
En menos de un segundo tengo su cuerpo entre mis brazos y la aprieto
contra mí, ni siquiera hay espacio para el aire entre nosotros. Me aferro a ella,
tomando puñados de la parte trasera de la maldita manta y no tengo otra cosa
para tranquilizarla que mis acciones, esperando que sienta la desesperación y la
disculpa en mi toque, porque no puedo encontrar las palabras para decir ninguna
de las cosas que me están corriendo en la cabeza y luego mueren en mis labios.
―Oh Dios, Q… lo siento muchísimo. ―Sollozo en la curva de su cuello,
necesitando la tranquilidad del calor de su piel contra mis labios. Huelo a
desesperación, a necesidad de esta mujer que ni siquiera puede devolverme el
abrazo porque está muy ocupada aguantando una manta cubriendo la ropa que
mi hermano le arrancó.
Ahora el pensamiento me golpea duro. Lo que podría haber pasado. Lo que
puede que haya pasado. Así que permanezco murmurándole una y otra vez.
El mundo a nuestro alrededor se desvanece. Los policías pidiendo hablar
conmigo, las manos de las que me escabullo, los sonidos de mi hermano
pronunciando mi nombre, ninguno se registra porque lo que más importa está
entre mis brazos y ahora, simplemente espero no perderla a causa de esto, a
causa de él. Porque se lo he permitido desde hace tanto tiempo que se sintió con
derecho hacia la única persona de la que jamás me permití empezar a estar
enamorado.
Mierda.
Aflojo el agarre con la revelación. Se me entrecorta la respiración. Juro que
me falla la mente porque el hábito arraigado de empujarlo, de negar este
sentimiento tratar de aferrar algo y no merecer la pena. En vez de buscar un
modo de alejarme, simplemente la aprieto aún más contra mí.
Encuentro un extraño consuelo en este momento. No en el dolor que le ha
traído a Quin, ni en el recuerdo que nos dejará marca, sino que después de toda
esta mierda de la semana pasada, nos estamos aferrando el uno al otro en lugar
de apartarnos el uno al otro hacia otro camino.
Y maldita sea, estoy enojado de que Hunter me robase la inocencia de este
momento incipiente. Puede haberlo forzado con sus jodidas acciones, pero me
robó algo bueno, algo especial, haciendo algo tan imperdonable.
Capítulo 38
Quinlan
Me despierto de golpe en la oscuridad, el silencio grita a mi alrededor con
los restos de la pesadilla.
Me lleva un momento adaptarme al entorno desconocido, pero pronto huelo
la esencia de la colonia de Hawkin. Me martillea el corazón y me duele el cuerpo
mientras me muevo en la lujosa cama, reviviendo lo de más temprano.
Se me pone la piel de gallina recordando las engañosas manos de Hunter
sobre mí. Me esfuerzo en tragar los sentimientos de estupidez, de culpa, por no
darme cuenta antes, por dejar que llegara tan lejos. La vergüenza me corroe
porque ni siquiera reconocí el beso de mi amante. Me regaño con dureza, me
digo que debo darme un margen, porque aunque noté las irregularidades, las
deseché pensando que eran parte de nuestra falta de conexión por las
circunstancias.
Me duele el estómago cuando pienso en los y-si-y-qué hubiera pasado si
Hawkin no se hubiera lanzado a salvar el día. En un momento estaba con Hunter
sobre mí y el miedo paralizándome. Al siguiente, ya no estaba. El miedo me
impulsó a huir. Mientras lo hacía, mientras alcanzaba la cosa más cercana para
cubrirme, escuché el gruñido de Hawkin, uno de rabia pura. Eso me detuvo de
golpe y me giré para ver a Hawkin, no solo vengándome, sino desatando
emociones de años entre ambos hermanos.
Un pleito entre dos hermanos, uno tratando de defender mi honor, y otro
tratado de quitármelo.
Y cuando todo estuvo dicho y hecho, cuando apareció la policía y
empezaron a esposar a Hunter por órdenes de Vince, alcé la mirada para buscar
la de Hawke, y la encontré.
Nunca pensé que una expresión pudiera tener tanto significado. Tal vez era
la mirada rota en su rostro, o la pureza en sus ojos. Era como si me estuviera
viendo bajo una nueva luz.
Hubo un cambio. El cambio en estas circunstancias no siempre significa
algo bueno, pero por alguna razón, puede que simplemente fuera lo que
necesitaba para liberarse de las cadenas del pasado.
Me muevo otra vez, estremeciéndome por el dolor en los músculos
magullados. Pienso en la mirada de Hawkin cuando subían a su hermano en el
auto de policía, inexpresivo, disgustado, con un sentido de finalización. Y luego
hubo preguntas y declaraciones a la policía, garantías de que no necesitaba
verme un médico, convencerlos de que estaba bien. Y estaría bien, simplemente
quería una ducha.
Pero Hawkin no me quería en mi casa, me quería en la suya donde pudiera
vigilarme hasta que contratara a alguien que arreglara la mía. Y aunque discutí,
era muy agradable sentir sus fuertes brazos rodeándome, deslizarme entre ellos y
desconectar las pesadillas que sabía que me esperaban.
Pero ahora estoy despierta y fría. Y sé que estoy sola incluso antes de que
deslice la mano por las sábanas frías a mi lado. Gimo suavemente cuando me
siento para sacar las piernas por el borde de la cama. La oscuridad de la noche ya
no es bienvenida ahora que estoy sola. Me agacho con otra punzada de dolor y
tomo lo primero que encuentro en el suelo.
Me pongo la camiseta de Hawke por la cabeza y me detengo cuando pasa
por mi nariz para olerla. Uso su aroma para ahuyentar los demonios de mis
recuerdos hasta que pueda encontrarlo en su gigantesca casa.
Aunque sé que no me llevará mucho tiempo, tengo la sensación de que sé
exactamente dónde está.
Camino por el pasillo y las escaleras, sorprendida pero agradecida de que
ninguno de los chicos esté aún levantado a esta horrible hora, viviendo según su
reputación de estrella del rock. Alcanzo la puerta del estudio y veo la luz a través
de las rendijas de la jamba. No puedo evitar la suave sonrisa que aparece en mis
labios, viendo que tenía razón, que lo conozco bien. Que Hawkin volvió a lo
único constante, su amor verdadero, para tratar con todo lo que pasó hoy.
La audiencia a su favor, mi asalto, y en cierto modo, la pérdida de su
hermano. Muchas cosas para un hombre que ya estaba tratando con cambios que
harían que la mayoría de los hombres se rompieran bajo la presión. La presión
solo puede empujar hasta cierto punto antes de que uno explote.
Giro la manilla lentamente y abro solo un resquicio. Escucho su melódica
voz, gravilla erosionada contra terciopelo. No quiero que sepa todavía que estoy
aquí, no quiero interrumpir su trabajo, porque escuchar a Hawke cantar es más
terapéutico para mí que para él.
La música que toca en el piano es melancólica, inquietante, conmovedora,
me suplica que entre en la habitación y escuche más cerca, aunque sé que ya se
abrió paso en mi alma y está envuelta en mi corazón con solo escucharla por
primera vez. Miro a través de la ranura y lo veo tocar con la cabeza gacha, los
hombros relajados, los dedos volando firmes sobre las notas. Está en su
elemento, perdido en su terapia, afrontándolo del único modo que conoce.
Esta corona envenenada ha perdido su brillo. Es momento de cortar las
cuerdas que él ató. Levanté la vista y te vi. Levanté la vista y lo supe. Me despojé
de mi armadura y mis verdades se revelaron. Por tu honor, sé que sangraría.
Canta la letra en murmullos, pero la escucho clara como el día, sé
exactamente de lo que está hablando. Nunca ha sido más evidente que no tengo
ninguna oportunidad de recuperar mi corazón de entre sus manos. Y, de hecho,
tampoco quiero. Mueve los dedos en un interludio perfecto y no me doy cuenta
de que estoy entrando en la habitación, atraída por él de forma inexplicable e
irrefutable.
Tómame como soy. Ayúdame a ser un hombre mejor. Ayúdame a elegir el
camino mientras estoy a tu lado. Este corazón vacío es tuyo para que lo
guardes. Toma mi mano, saltemos. Caeremos suavemente, aterrizaremos con
fuerza. El felices para siempre está cerca.
No puedo moverme por sus palabras, su corazón me habla a través de la
canción. Se oye tan solo, tan afligido y, al mismo tiempo, con esperanza por lo
que sea que tengamos juntos. Y tras los acontecimientos del día, me aferro a la
esperanza. Necesito desesperadamente ese rayo de luz para curarme.
La música se desvanece lentamente y se apagan los murmullos. La
habitación se llena de silencio. Continúa con la cabeza inclinada, y aguanto la
respiración sintiendo una vez más que estoy entrometiéndome entre él y su amor.
Es un sentimiento tonto, pero es la forma más precisa en que puedo explicar
cómo se siente verlo crear música.
―Nunca he hecho esto, Quin ―murmura con voz ronca.
Me sobresalto un poco, sorprendida de que sepa que estoy aquí. Me acerco,
manteniendo un rayo de esperanza de que esté diciendo lo que creo.
―¿Qué no has hecho antes?
―Lo de hoy. Anoche. Tú. Yo. Nada de esto.―Trato de entender lo que está
diciendo. Tiene la costumbre de compartir lo que está pensando sin explicarse
mucho, así que le concedo un momento para que reformule lo que quiere decir.
Me pongo detrás y apoyo las manos en sus hombros, muy quieta a su espalda.
Simplemente espero a que comience.Suspira y niega ligeramente, jugueteando
con las teclas―. Lo que acabo de decir en la letra… En este punto, normalmente
ya estoy alejando a cualquiera, pero a ti… No quiero hacer eso contigo. Y no
porque me sienta culpable por Hunter, que lo hago, siempre lo haré…
―Shh. Shh ―murmuro sobre su coronilla, sin querer repetir otras siete
veces lo que ya le dije, que las acciones de Hunter no son culpa suya. Y persisto,
con la maldita esperanza que tiene mi corazón en un puño―. Incluso cuando me
alejaste, Hawkin… ―Quiere empezar a negarlo, pero continúo para poder
explicarme―. Sucederá. Y lo sabes. Seré paciente, te esperaré mientras luchas
para mantenerme a tu lado en vez de alejarme.
Mueve la cabeza asintiendo.
―Lucharé duro… Estoy seguro de que mis nudillos magullados son la
prueba. ―Resopla y suelta una risa, yo me siento como la mierda porque eso no
fue lo que quise decir. Me llevo una de sus manos a los labios para darle un beso
en las magulladuras y da un suspiro profundo―.Lo que estoy intentando decirte,
Quin, es que casi lo jodo todo por no hablarte de la apuesta. Lo siento. Estaba
muy ocupado aferrándome a quien pensé que era, y no reconocí al hombre que
viste en mí. ―Inmediatamente los ojos se me llenan de lágrimas y le doy un
apretón en los hombros para que continúe―. Pero lo veo ahora. Me has
permitido verlo y quiero convertirme en él. Sé que las promesas que le hice a un
hombre desesperado, cuando tenía nueve años, no se pueden mantener. Es hora
de empezar a vivir mi vida y probar que esas teorías son erróneas. Y el primer
paso es tratar de hacer ese trabajo contigo.
Ahora busca mis ojos con una mirada firme, nos miramos y sonrío
automáticamente. ¿Cómo no hacerlo cuando sé que este hombre increíble está
intentando ser la persona que muchos de nosotros hemos visto desde hace tanto
tiempo? Nunca se lo ha permitido, pero ahora está dando pasos hacia adelante.
Sus ojos hacen la pregunta que creo que tiene miedo de decir en voz alta. Me
siento a su lado en el banco.
Tomo su hermoso rostro con un ojo morado, los labios esculpidos y esos
ojos grises cautivando los míos. Su inquietud es palpable, la vulnerabilidad
irradia de él como si se tuviera una vena abierta, y mi necesidad de tranquilizar
sus preocupaciones se impone. Extiendo la mano para tocar con los dedos la
suavidad de sus labios y mantenerlos ahí. Los besa dulcemente y se me derrite el
corazón ante la intimidad de su acción.
―A veces, los primeros pasos implican tropiezos y caídas ―comento,
esperando que realmente escuche lo que le estoy diciendo, porque necesito que
sepa que no es el único que se siente así―. Pero está bien, te prometo que estaré
ahí para atraparte cuando te caigas. ―Me inclino y cambio los dedos por mis
labios, en un suave refuerzo de mis palabras―. Entenderás que puedo atraparte
porque ya he tropezado y estoy locamente enamorada hace tiempo.
Quiero capturar la mirada en su rostro, la rápida inhalación que hace cuando
deja de tocar las teclas del piano, porque quiero recordar el momento. Pero no
creo que lo necesite, está grabado en mi mente sin duda alguna.
―¿De verdad? ―me pregunta con la incredulidad pintada en su rostro. Me
mira con los ojos muy abiertos y una insipiente sonrisa en los labios, temeroso
de estar malinterpretando lo que estoy diciendo. Me hace pensar en un niño
pequeño buscando la respuesta con cauteloso optimismo.
Asiento con timidez, queriendo que vea que esto es posible. Que podemos
resolver todo, tomar lo que ha estado mal y cambiarlo para bien. No necesitamos
ser perfectos, nunca lo seremos y estoy bien con eso. Esperar los baches, las
equivocaciones y los malentendidos a lo largo del camino, son un hecho, pero
continuar hacia adelante es lo que cuenta.
Empieza a sonreír tímidamente.
―Bueno, si voy a caer, no hay ningún lugar donde quisiera aterrizar más
que sobre ti ―comenta ligero. Hay tanto alivio en sus ojos… Quiero esto con él.
En lo que sea que acabe. Más que nunca.
Se me escapa una risa, la única cosa que siempre pasa cuando estoy con él.
Supongo que planché la página, quitándole la mayoría de arrugas. ¿Y las
que quedan? Las amaré por estar ahí, haciendo una pequeña historia que cuente
y me recuerde dónde hemos estado y cómo llegamos hasta aquí.
Y cuando empieza a tocar las primeras notas de Free falling de Tom Petty,
la gravedad del día se apaga, y la intensidad del momento que estamos
compartiendo nos golpea a ambos. Explotamos en otro ataque de risa.
Se inclina y me da un cariñoso beso en los labios, paranoico de tocarme en
otro lado por miedo a que pueda dolerme. Meto las manos en su cabello y por
mucho que me duelan los músculos, no puedo evitar acercarlo más a mí para
perdernos el uno en el otro y sellar el compromiso de este momento. Tejerlo en
nuestros corazones.
―Cuando te sientas mejor ―murmura contra mis labios―, voy a tomarte
sobre este piano.
―Trabajando en completar los instrumentos, ¿verdad? ―Arqueo una ceja,
sintiendo una gran oleada de amor por este hombre.
―Dulzura, aún nos faltan un montón de instrumentos por tocar.
Me da un ligero beso que despierta un deseo profundo en mi vientre. Me
reclino contra él y miro en esos ojos de tormenta gris.
―Pues el único que quiero tocar, es el que está frente a mí.
Capítulo 39
Quinlan
―Entonces, aquí tienes el horario. ―Hawke deja el calendario sobre la
mesa, frente a mí.
Hay un poco de brisa del océano, así que lo tomo con ambas manos y lo
levanto para mirar el horario de la gira de Bent para las próximas semanas. Las
ciudades y los locales están marcados cada día. Pero en algunos días, también
aparece un asterisco grande y brillante pintado con bolígrafo rojo, sin ninguna
explicación.
―Gracias ―le digo discretamente a la camarera cuando deja mi
bebida.Después de mirar el calendario durante otro minuto, sigo sin entender qué
son las marcas rojas que están por toda la página―. ¿Qué son…? ―Mis
palabras se desvanecen cuando alzo la mirada y me encuentro con la de Hawkin.
Me está mirando por debajo de la visera de su gorra de béisbol. Los golpes
en el rostro casi han desaparecido y veo, claro como el día, la diversión
mezclada con amor. Sonríe de medio lado y alarga el momento.
―¿No lo has averiguado?
―¿El rojo?
―Ajá. ―Asiente y se lleva la botella de cerveza a los labios.
No hay un patrón específico. Reviso detenidamente los datos, los asteriscos
cubren dos tercios de los días de la gira. Vuelvo a mirarlo con los ojos
entrecerrados y me encojo de hombros.
Hawke se inclina para besarme.
―Estoy haciendo que valga la pena, Trixie ―murmura contra mis labios.
Se reclina en el asiento para ver mi reacción―. Pensé que quizá te gustaría venir
conmigo a causar problemas.
Se me encoje el corazón. Mi amor por él ha crecido cada día que pasa.
Puedo sentir que se me abre la boca por la sorpresa. Luego sonrío.
―¿De verdad? ¿Quieres que te visite durante la gira?
―Síp. ―Asiente―. Estarás en las vacaciones de invierno la mayor parte
del tiempo. Pensé que tal vez quisieras escapar. Eso y… bueno, supuse que si
estamos haciendo una banda juntos, es natural si viajas un poco.
―Por supuesto. Todas las bandas tienen que hacer giras ―bromeo, pero
también estoy pestañeando para alejar las lágrimas que me queman en la
garganta. Su admisión de que me quiere con él me hace sentir como si estuviera
flotando. Para un hombre que solía alejar a todo el mundo, segurísimo que está
haciendo un buen trabajo manteniéndome cerca. Es mi turno para darle un beso
en los labios―. Creo que puedo manejar ser una de tus fans durante un tiempo.
―Bueno, hiciste que me vistiera como un roquero de los años ochenta ―se
burla―, así que tengo que lograr que te vistas como una grupi para que te
adaptes.
―Hmm, ya te gustaría, ¿no? Faldas cortas, tacones altos, sin bragas,
enseñándome la mesa de sonido por los pequeños nichos ―murmuro recordando
nuestra cita. Eso me enciende.
―Me gustan los nichos ―murmura entre dientes, me encanta hacerle eso.
Señalo un día en que no hay asterisco.
―¿Por qué no este día? Este día también es bueno para mí.
―Bueno, tengo otra grupi para ese día ―responde inexpresivamente,
ganándose un golpe en el hombro. Me esquiva riéndose y me toma de la mano,
acercándome a él.
―¡No, no la tienes, Play! ―Forcejeo contra él en broma, pero me rindo de
buena gana cuando usa un beso como método de negociación―. Entonces puede
que simplemente tenga que llegar a algo con el guitarrista.
Abre la boca conmocionado y aprovecho la ventaja. Hago un puño con su
camiseta para atraerlo y deslizo la lengua entre sus labios separados. Maldita sea,
el hombre puede besarme hasta dejarme sin sentido.
Hawkin desliza los dedos por mis muslos y arrastra mi silla hacia él, de
modo que mis rodillas encajen entre sus piernas. Se inclina y me mira con esa
sonrisa de dios del rock que me vuelve de revés.
―El cantante supera al guitarrista cualquier día.
―¿No era “el roquero supera al corredor de autos”?
Me sujeta los muslos como indicio de lo que quiere hacer cuando salgamos
del Surf Shack, donde estamos comiendo.
―Dulzura, superaré a quien quieras mientras… ―Lo vuelvo a interrumpir
con un beso.
―¿Este es el roquero imbécil?
La voz de mi hermano hace que nos separemos de repente. Cada parte de mí
quiere volverse y decirle que suspenda su mierda de hermano protector, que
tengo esto controlado. Pero no lo hago porque estoy demasiado ocupada mirando
a Hawke. Y Dios, aunque me está dando un paro cardíaco, me encanta que
Hawkin mantenga las manos firmemente en mis muslos y me mire a los ojos. Su
mirada se desvía lentamente hacia la voz en mi espalda.
―Colton. ―Asiente, la advertencia de vete a la mierda está implícita en su
mirada.
―¡Oh, relájate! ―Es la voz de Rylee la que hace que me dé vuelta con una
amplia sonrisa. Por supuesto, amo a mi hermano, me encanta que se preocupe
por mí, pero me encanta más que Rylee lo ponga en su lugar.
Muevo la silla y me levanto para abrazarla.
Se aparta y alza las cejas con aprobación cuando mira a Hawke.
―¿Qué hay entre tú y el chico sexy? ―susurra con una sonrisa traviesa en
los labios―. Tú debes ser Hawkin ―le pregunta cuando me libera.
Me giro para enfrentar a Colton. Inclina la cabeza y me mira, luego vuelve
los ojos hacia Rylee para ver cómo se sienta al lado de Hawke y comienza una
conversación.
―El papel se ha planchado suficiente, ¿verdad? ―pregunta con ese tono
brusco que me dice que trata de ser un cascarrabias, pero al mismo tiempo, está
contento de que se resolviera mi mierda y obtuviera lo que yo quería.
―Sí ―susurro en su oído, y lo atraigo para darle un abrazo―. Gracias.
Simplemente me aprieta un poco más fuerte en respuesta.
―¿Recuerdas lo que te dije?
Cuando me separo y lo miro, mi preocupación por su idea de tener una
charla con Hawkin sobre cómo deberían funcionar las cosas, empieza a
desvanecerse. Por mucho que me aterrorice la idea, sé que es la forma de Colton
de demostrarme que me quiere.
―No seas muy duro con él. ―Mi petición se gana una risa irónica.
Cuando nos sentamos a la mesa, Rylee no interrumpe su charla con Hawkin
sobre su próxima gira. Pero no soy ciega, observo las miradas constantes entre
Hawkin y Colton, cada uno reclamando mi protección.
Cuando el tema llega a su fin, Hawkin centra toda su atención en mi
hermano.
―Entonces, Colton, suéltalo.
Mierda. Rylee y yo nos sobresaltamos y giramos la cabeza hacia Hawkin,
que se lanza tan audazmente hacia donde nadie se ha atrevido. Y el hecho de que
Colton escupa su sorbo de cerveza lo hace mucho más dulce.
Colton deja la cerveza y mira a Hawkin a los ojos.
―¿Quieres perder algo del pecho, hombre?
Pongo los ojos en blanco ante la pregunta llena de testosterona, y me
encanta cómo Ry le alza una ceja como diciendo por Dios, hombre.
―No. ―Hawke niega un par de veces y me gusta que no esté asustado y le
esté ganando a Colton en su propio juego. Significo lo suficiente para él como
para aceptar el reto―. Pero creo que tú sí.
Se extiende el silencio. Rylee y yo estamos luchando con las sonrisas por la
batalla invisible que están librando los hombres que amamos.
―Primero, que Q no necesite protegerte de mí dice un montón de cosas
sobre lo que piensa de ti… Pero sin idioteces, hombre, nadie será jamás lo
suficientemente bueno para ella, así que lo siento, pero no lo siento porque es lo
que necesito decir. Tienes mucho que demostrar. ―Colton se detiene para
reforzar sus palabras. Y por mucho que odie esto, me encanta. Me encanta que
Colton esté poniendo las normas portándose como un hermano mayor, y que
Hawkin se lo permita. Colton me mira y luego vuelve a mirar a Hawke―. Mi
hermana es una chica grande, puede cuidarse sola, pero muy en serio, si vuelves
a cagarla, tendrás que tratar conmigo.
―¡Colton! ―Le doy una patada por debajo de la mesa y disfruto el gemido
que emite.
―Nah, está bien ―comenta Hawkin mientras se inclina desde el otro lado
de la mesa y extiende la mano―. Lo entiendo. ¿Trato hecho?
Colton mira la mano de Hawke por un momento y mueve la lengua por el
interior de la mejilla, luego se levanta para estrechársela. Se toman las manos
con fuerza mirándose a los ojos. La confianza está pasando de un reticente
hermano a un amante digno.
Levanto la mirada hacia mi cuñada.
―Así que él es el indicado, ¿eh? ―dice vocalizando las palabras.
Asiento sutilmente y me siento como una estúpida porque los ojos se me
llenan de lágrimas. Caigo en cuenta de que tiene toda la razón. Hawkin es el
indicado. Es mi único. Supongo que después de todo, creo en los finales felices
de los cuentos de hadas. Mientras pueda escribir nuestro propio final…
Y voy a asegurarme de que este final sea importante para los dos.
Epílogo
Hawkin
―No tenías que venir aquí conmigo ―le digo mientras estamos en la sala
de enfermería. Miro hacia ella, con los rizos rubios apilados sobre su cabeza, los
labios rosa, su mano en la mía, y mierda, sólo observo. Es absolutamente
preciosa.
Y no entiendo por qué bajo estas luces fluorescentes rodeadas por el olor
medicinal, me doy cuenta. La he mirado cientos de veces antes ―–desnuda,
vestida, sonrojada, gimiendo, enojada, triste, somnolienta, viniéndose― y aun
así tal vez soy yo quien ha cambiado porque ahora mismo tan cliché como
suene, es como si la estuviera viendo por primera vez. Cuando al traje aquí
antes, estaba intentando probar un punto. Ella me puso las cosas sobre la mesa,
pensó que la estaba engañando, y poco sabía yo que llevarla a ver a mi madre
movería todo mi maldito mundo de su eje predeterminado.
Pero ahora, la primera vez que la he traído desde ese día, las cosas han
cambiado. Yo he cambiado.
Toda mujer es hermosa de una forma u otra, sólo se necesita el hombre
correcto para verlo en ellas. Supongo que finalmente me he convertido en ese
hombre porque cuando la miro, estoy absolutamente embelesado.
Y ese es un maldito pensamiento aterrador para mí.
Pero me he dado cuenta de que las cargas que he llevado sobre mis hombros
durante toda una vida no eran mías para llevar. Hunter y yo continuaremos
viviendo con demonios desde el día que nuestro padre selló su destino, pero los
problemas de mi hermano no son los míos para encargarme de ellos. No puedo
arreglar las cosas por él más. Demonios, sí, duele tenerlo fuera de mi vida, pero
mirando a Quinlan sé lo mucho más que hubiera dolido si no hubiera llegado a
su casa a tiempo.
Su amor se suponía que fuera incondicional, pero lo que veo en los ojos de
Quin y saber de los chicos es diez veces más absoluto de lo que alguna vez he
sentido por él.
Ella me sonríe suavemente, diciéndome con los ojos que recuerda lo que
sucedió la última vez que estuvimos aquí juntos, y que estuvo para mí en ese
entonces y que estará aquí para mí ahora. Estira la mano y enlaza sus dedos con
los míos.
―Sé que no tengo que estar, pero primero, tuviste que aguantar a mi
hermano el otro día. Y más importante, quiero estar ―dice, respondiendo a mi
pregunta―. Necesito pasar todo el tiempo que pueda contigo. Vas a irte por
muchísimo tiempo. Como, tres días antes de que me una a ti en Seattle, y voy a
extrañarte como loca… vas a estar hastiado de mí para el momento en que el
avión se vaya. ―Presiona un suave beso en mis labios y no puedo describir las
emociones que despierta en mí, al oírle decir eso.
Con Hunter pagando condena y mi mamá muy probablemente sin
recordarme, es una increíble sensación saber que alguien aquí me quiere en casa
mientras estemos en esa pequeña gira.
―Mmmm, no creo que eso sea posible ―le digo, con la sonrisa estúpida en
mi cara sintiéndose extrañamente normal.
―Puedes entrar ahora, Hawke ―dice Beth mientras camina hacia nosotros,
interrumpiendo nuestra conversación.
―Gracias. ―Asiento hacia ella y tomo aire profundamente, tratando de
prepararme para lo desconocido que siempre prevalece durante estas visitas.
Nuestras visitas anteriores, sólo con mamá y yo, han pasado sin incidentes, pero
todavía es dolorosa para mí querer a una mujer que no tiene ni idea quién soy.
Pero no me puedo ir de la ciudad sin verla. Tengo que decirle adiós siempre
porque si no lo hago y algo sucede, será mi más grande arrepentimiento.
Quinlan pasa una mano de arriba abajo por mi espalda dándome confianza
en silencio mientras giro la manija y entro en el cuarto. Ella está sentada junto a
su querida ventana, mirando el mundo afuera. Me obligo a tragar el nudo en mi
garganta mientras doy un paso hacia ella con cuidado.
―Mamá ―la llamo suavemente mientras la dejo verme ahí de pie antes de
lentamente agacharme para sentarme frente a ella.
―Hola ―dice, con una sonrisa iluminando su cara mientras se gira hacia
mí―. Mi Joshy y yo vamos a tener bebés pronto. Gemelos. Y entonces puedes
llamarme de esa forma, pero por ahora soy Helen. ¿Cómo estás? ―me pregunta,
extendiendo una mano mientras la otra frota protectoramente su vientre no
existente.
Mi corazón se aprieta y la sonrisa es amarga en mis labios mientras veo un
destello de la madre que solía recordar antes del suicidio. Estiro la mano y tomo
la suya, saboreando la extrañeza de su amable toque.
―Estoy bien, gracias. Gemelos, ¿eh?
―Sí, dos niños. Estoy pensando en Hunter y Hawkin por los apellidos de
sus abuelas, pero no estoy segura. Le dije a Josh, ese es mi esposo ―dice con
una amplia sonrisa, su amor por mi padre es tan evidente que una punzada me
golpea, sabiendo ahora lo que le hizo a ella. Pero también encuentro una extraña
sensación de paz por el hecho de que de verdad se amaron una vez. Y tal vez,
sólo tal vez, él se dio cuenta después de que se hubiera alejado y no se
arriesgaría a perderlo―. Ese es un extraño nombre, Hawkin, ¿y de verdad
queremos darle esa carga a un niño? Él dijo que es un nombre único porque se
va a hacer con un nombre por su cuenta algún día. Sólo el tiempo lo dirá, pero
no tengo duda de que será alguien, por la forma en que patea. ―Se ríe
suavemente, completamente embelesada de amor por sus hijos.
Por mí.
―Creo que Hawkin es un buen nombre ―murmuro cautivado, tratando de
luchar contra las lágrimas inundando mis ojos por un pequeño trozo de mi vida
que nunca conocí. Estoy lleno de tantas cosas ahora, más que nada gratitud por
tener este momento con ella después de todos los momentos llenos de tristeza.
Un poco de la verdadera ella para aferrarme.
―También a mí. Un poco gracioso, sin embargo, cuando piensas en ellos,
Hunter y Hawke, depredador y presa. Uno es quien ataca y el otro quien protege.
Mmmm. No importa. ―Ondea una mano con un gesto de irrelevancia y me
encanta la idea de llegar a escuchar sus pensamientos―. Ya los amo demasiado.
No puedo esperar para escucharlos llamarme “mami” algún día. ―La esperanza
en su voz y la emoción en sus ojos me abruman tanto que la palabra se me
desliza de los labios antes de que pueda atraparla y arruinar potencialmente el
momento y provocarle una confusión.
―Mami. ―Apenas es un susurro, y por un breve segundo me congelo, pero
cuando veo su rostro iluminarse, finalmente puedo respirar. Miro hacia Quin
quien está de pie en la puerta, observando desde la distancia, con una ligera
sonrisa en su cara.
―Exactamente ―dice, sin entender el significado de lo que dije, que ella en
tan sólo su forma indirecta me dijo que me ama. Me siento un poco más lleno,
un poco menos vacío.
Ella mira por sobre mi hombro al reloj en la pared, y se toca el cabello.
―Lo siento, tendrás que disculparme, pero tienes que irte ahora. Mi Joshua
va a llevarme en una cita esta noche y necesito prepararme para él. Además, no
quieres dejar esperando a esa bonita dama ahí ―dice, moviendo sus ojos en
dirección a Quin―. A las mujeres nos gusta que nos presten atención.
―Sí señora ―le digo, nuestros ojos se encuentran por un segundo, antes de
pararme de la silla. Y no puedo resistirlo, algo en sus ojos, en el momento, me
tiene agachándome enfrente de ella. Sus ojos se entrecierran por un momento,
pero no se aparta de mí cuando estiro mi mano y coloco mi mano sobre la de
ella―. Creo que tus niños van a amarte más de lo que alguna vez sabrás. Creo
que ya lo hacen. ―Me ahogo con mis propias palabras, con la emoción que
obstruye mi garganta, y la necesidad de que ella sepa, con la esperanza de esos
días en que su cerebro le permite estar presente, pueda cargar con el
conocimiento.
―Que dulce de tu parte―dice, inclinando su cabeza a un lado. Le toma un
momento, pero lentamente baja sus ojos a mi mano en la suya y luego coloca la
otra mano sobre la mía, envolviéndola entre sus manos. Nos sentamos así por un
momento, yo absorbiendo el suave y ansiado toque de mi madre y
convirtiéndolo en un recuerdo.
Ella levanta sus ojos de nuevo a los míos y hay una claridad en el gris de
sus ojos que no he visto en lo que se siente como una eternidad. En ese momento
nuestra conexión se siente tan real que casi creo que puede recordarme. Me
inclino y presiono un beso en su mano sobre la mía, medio esperando que me
abofetee, medio no seguro de qué esperar.
Mantengo mis labios ahí por un segundo, desesperadamente queriendo
envolver sus brazos alrededor de mí, acercarme, pero sé que tengo que tomar lo
que puedo recibir y esto… esto es diez veces mejor de lo que he tenido en
mucho tiempo. Sólo quiero que dure. Pero sé que no lo hará porque tiene una
cita con su amado Joshy.
Y el pensamiento me llega que la cita que tiene puede tener algún
significado. De que podría estarme comunicando que sabe que su cuerpo está
fallándole. Odio la idea que crepita a través de mi mente, pero no puedo alejarla.
No puedo sacarla de mi cabeza.
Miro hacia mi madre y digo las palabras que necesito que sepa, que necesito
saber que le dije.
―Te amo, mamá. Más de lo que alguna vez sabrás. ―Contengo el sollozo
que trata de escapárseme cuando toda la necesidad por el amor de una madre me
inunda como una venganza.
Ella tiene la mirada más extraña en su rostro, como si estuviera loco.
―Oh, Hawke, no seas tonto ―dice, tranquilizándome, pero me quedo
paralizado cuando sus palabras llegan a mis oídos, cuando me dice que me
recuerda―. Actúas como si no fueras a verme de nuevo. Sólo voy a ir a la
tienda. Sabes que te amo, niño tonto. Hasta la luna y de regreso.
Las lágrimas se filtran y se deslizan por mis mejillas, la sonrisa se siente
agridulce en mis labios, mientras mi madre me da la única cosa que he
necesitado por los últimos cinco años. Todavía puede pensar en mí como un
pequeño niño en su mente, pero me ha dado el regalo más grande. Cierra con
suturas las heridas de mi alma con esas simples palabras, y me hace la persona
más completa que he sido en mucho tiempo.
Me ha dado la capacidad y la esperanza de amar a alguien más.
Asiento y egoístamente obligo a mis pies a moverse, asustado de que si me
quedo mucho tiempo, va a olvidar de nuevo y arruinar este momento que tan
desesperadamente necesitaba.
―Adiós, mamá.
―Mmmm ―dice y sonríe suavemente antes de mirar de nuevo a su
ventana. La miro por un momento más, memorizando esta sensación que tengo,
el corazón más ligero y la cabeza más clara.
Quinlan estira la mano y la une con la mía mientras dejo Westbrook por
primera vez con el corazón más lleno que con el que entré. Con cada paso que
damos hacia el estacionamiento siento una oleada similar a la que tengo cuando
estoy en el escenario. Es una emoción agridulce pero mierda, la recibo. Recibiré
cualquier cosa que no sea ese nudo en mi garganta.
Una vez llegamos a mi auto, con las manos aún unidas, se siente que hay
demasiadas posibilidades frente a nosotros que estoy esperando con ansias la
gira ahora. Estoy emocionada por estar atrapado en ese bus de gira con Quinlan.
Demonios. El pensamiento toma fuerza mientras alzo la mirada y miro sus
ojos, esa maldita alegría me golpea tan fuerte como lo hizo la primera vez que la
vi a los ojos. Estoy montando mi punto más alto en el presente y el futuro
posible. Demonios si voy a esperar por el bus de gira cuando todo lo que quiero
está frente a mí.
La tiro contra mis brazos, la levanto del suelo, y ya estoy dándole vueltas
cuando mis labios se encuentran con los suyos para acallar su risa.
Roquero supera a todo el mundo cuando se trata de ella.

Quinlan
Hawke se mueve dentro de mí.
Mi cabeza cae hacia atrás y su duro pene se desliza contra mis tensos
músculos para aumentar el placer que comienza a mover mi mundo. Las teclas
del piano llenan el cuarto con un sonido desafinado cuando nuestros cuerpos
chocan contra estas, mis pies y sus muslos.
Nos movemos a un ritmo demandante pero hay una sensibilidad subyacente
que resuena dentro de mí. Incluso si me ató y me vendó los ojos eso no
representa ni un poco lo mucho que me posee, en mente, cuerpo y alma, ahora
mismo. Su intensidad, su reverencia, sus bordes ásperos convertidos en suaves
sólo por mí, tiran de tantas emociones que no puedo procesarlas ahora mismo.
Estoy tan abrumada, consumida por él, y tan triste de que se esté yendo en
cuestión de horas y no estoy segura de cómo voy a aguantar con él a kilómetros
de distancia incluso si es sólo por unos días.
Aparto todo. Permito que el momento se dé, que las emociones fluyan, y el
placer nos empuja a una niebla adictiva. Sólo somos nosotros, sólo él, sólo esto,
y al demonio si esto no me hace la chica más suertuda en la faz de la tierra.
―Quin. ―Pronuncia mi nombre en ese grave tono líquido de sexo, a la
misma vez que deja quietas sus caderas. Nuestros ojos se encuentran, las
sensaciones me abordan desde cada ángulo mientras nos quedamos en el silencio
del cuarto. Es un momento fugaz, porque ambos estamos persiguiendo el placer
que el otro está ofreciendo, pero es suficiente para mí ver lo que necesito ver en
sus ojos, incluso si es incapaz de decirlo.
Se inclina hacia adelante y sondea mi boca, con la lengua moviéndose,
nuestros gemidos expresando el placer que ambos sentimos. Y entonces
comienza a moverse de nuevo, para generar destellos de placer con su cuerpo
que poseen cada uno de mis nervios.
Hawke deja salir un salvaje gruñido cuando se presiona tan profundo como
puede dentro de mí, con las manos fuerte sosteniéndose a mis suaves curvas
mientras continúa llevándonos hacia el afilado borde del deseo. Quiero cerrar los
ojos, sucumbir al placer arrastrándome, pero nuestros ojos están fusionados en
una conversación íntima que es tan intensa como la unión de nuestros cuerpos.
―Hawke ―gimo, con los dientes mordiendo mi labio inferior, con el
aliente crudo y entrecortado, con las notas errantes llenando mis oídos.
Me muestra una sonrisa sucia cuando digo su nombre, como si le estuviera
planteando un desafío para llevarme más rápido a la cúspide, más fuerte, más
rápido. Aparta su mano de mi cadera para sostener mi cuello por un momento
antes de deslizar su palma por mis senos. Cada gramo de piel que toca se
enciende con un insaciable fuego que sé que sólo él puede apagar. Un pequeño
respiro de la avalancha de sensaciones, pero sé que es temporal porque puedo
ver sus músculos tensarse, puedo sentir su pene hinchándose, y su contención se
aferra como una cadena desintegrándose.
Muevo mis caderas hacia arriba, ordeñando su pene con mi propio
movimiento, lo cual lo tiene pronunciando mi nombre y maldiciendo a la misma
vez que comienzo a desmoronarme, unos poderosos escalofríos recorren mi
cuerpo. Muevo mis caderas, con las manos estirándose para dejarlo quieto
porque el placer es demasiado, demasiado absoluto, pero llego un segundo
demasiado tarde porque la cabeza de Hawke cae hacia atrás mientras sus caderas
se mueven salvajemente, arrastrándolo por sobre el borde conmigo.
Los sonidos del piano se quejan con ambos usándolo para hacer un tipo
diferente de música cuando Hawkin me levanta y me lleva hacia el sofá del
estudio. Se sienta y luego nos mueve para quedar recostado conmigo sobre él,
con el ritmo de mi corazón tratando de salirse de mi pecho para unirse al suyo.
―Vaya ―dice, soltando un suspiro de satisfecho agotamiento.
―Puedes decir eso.
―Piano, ¡listo!
Me río con él por nuestra búsqueda implacable de marcar instrumentos
como accesorios sexuales.
―¿Qué estás intentando hacer, matarme antes de irte? ―digo casualmente
y entonces inmediatamente me quedo en silencio cuando recuerdo que en pocas
horas se irá.
Trato de apartar la tristeza, sin quererla en este momento, sin querer que
opaque el buen humor que ver a su madre puso en él, pero todavía permanece.
―Ajá. No estés triste. Vamos ―dice, presionando un beso sobre mi frente y
acercándome más a él.
―Lo sé. ―Me muevo para poner mi mentón sobre su pecho para poder
mirar su rostro―. Sólo voy a extrañarte. Además, coloqué ropa interior sexy por
todo tu equipaje para que la encuentres.
―¿Lo hiciste? ―Se ríe, con los ojos iluminándose.
―Síp. Tienes que encontrarlo todo y mostrármelos en un mensaje… y una
vez me muestres los tuyos, te mostraré los míos ―explico con una sonrisa
maliciosa, bastante orgullosa por pensar en esto.
―¿De nuevo?
―¿Ya? Dios… sé que eres bueno, pero ese es un tiempo sobrenatural de
recuperación ―bromeo. Hawke sólo pone los ojos en blanco y comienzo a
hablar cuando atrapo un vistazo de algo en el interior de su muñeca donde no
había nada antes―. ¿Qué de…?
Estoy luchando por sentarme a horcajadas sobre él, agarrando su muñeca y
girándola para poder ver su antebrazo. Un corazón rosa brillante recién hecho
del tamaño de una moneda me mira de regreso. Sé que mi boca está abierta y
que mis ojos están amplios ante la vista. Comienzo a decir varias cosas, pero
nada coherente me sale.
Me pican los dedos por estirarlos y trazarlo, para asegurarme que es real,
pero es obvio que lo es. Y por supuesto de repente me siento horrible porque soy
la razón de que lo tenga.
―Pero me dijiste que nunca ibas a degradar tus otros tatuajes poniendo algo
sin significado…
Me mira extrañamente, y mientras miro entre sus ojos y su muñeca, se
siente como si me estuviera perdiendo de algo.
―Mira más de cerca.
Es la única explicación que me ofrece e inmediatamente me acerco más,
notando que la línea exterior es difusa. Pero me doy cuenta que no es para nada
difusa, sino que son letras intricadamente curvadas como delineado.
―¿Hawkin? ¿Q-qué? ―Suelto cuando conecto las letras como palabra. Mis
labios caen laxos. Mi corazón da un brinco. Mi alma suspira con esperanza.
Las palabras forman una simple frase. Haz que valga la pena.
Mi aliento se atora cuando una sonrisa sube a su rostro. Todavía no puedo
hablar y la mirada atónita en mi cara debe ser chistosa porque comienza a reírse.
―¿No lo entiendes, Quin? ―pregunta y creo que lo hago, de verdad lo
hago, pero quiero escucharlo de él. Necesito escucharlo de esa boca provocadora
de placer suya―. Esta es la siguiente letra de la canción de mi vida. Eres el
estribillo, el coro, el acorde final. Este corazón ―dice, con sus ojos
suavizándose y la sonrisa ampliándose―, te trajo a mí. Fue el catalizador me
ayudó a ver tantas cosas que probablemente de otra forma no hubiera visto. Este
corazón te representa, me representa, y es mi promesa para ti de que voy a hacer
que valga la pena.
El silencio que hace eco alrededor es ensordecedor. Mi corazón late sin
cesar mientras que el amor que siento por este hombre sube a nuevas alturas.
Comienzo a hablar y el pasa las puntas de sus dedos por mis labios para callarme
y poder continuar.
―Sé que mi vida es una locura, impredecible, y caótica con giras,
interminables horas en el estudio, fanáticas locas, paparazis, todo lo que
quieras… sé que con tu trabajo universitarios y mi música estaremos separados
algunas veces, pero no me importa… quiero que esto funcione de cualquier
forma que podamos porque me has ayudado a encontrarme a mí mismo. Amo al
hombre que has sacado en mí. ―Sacude su cabeza, sus palabras me dejan muda,
pero hacen que mi corazón se acelere―. No me malinterpretes, todavía estoy
jodido, todavía tengo una madre enferma y un hermano loco, pero estar contigo
lo hace soportable. He hecho esto solo por demasiado tiempo que no sabía lo
perdido que estaba hasta que te encontré… Y ya no quiero estar solo. Sólo te
quiero a ti, con tus defectos, con tus errores, con tus sonrisas y risas, con el
sarcasmo y los malos hábitos, la forma en que tocas los instrumentos, tu canto
fuera de tono, todo. Sólo te quiero a ti.
La simplicidad de la última frase y la convicción con la que la dijo me
derrite el corazón. Términos simples que significan mucho para mí. Lo miro, mi
chico malo y roquero quien es un hombre muy bueno, y sé que no hay nadie más
con quien fuera a querer estar. Sólo él.
―Menos mal ―le digo, con la sonrisa tan amplia que siento como si mis
mejillas fueran a partirse―. Y yo que pensé que sólo me ibas a decir que querías
que estuviera desnuda.
Él suelta una carcajada, con los dedos moviéndose sobre mis costillas un
momento antes de llevar sus labios a los míos.
―Oh, definitivamente quiero eso. Quiero decir que ese es un requerimiento
de las cosas que tenemos aquí.
―Oh, así es, ¿verdad?
―Mmmm―murmura de esa forma melódica suya que me pone patas
arriba―. ¿Quién más va a ser la luz de mi estrella?
Sólo sacudo mi cabeza hacia él y su ridícula dulzura.
―¿Pensé que era la azúcar de tu cereal? ―bromeo, amando la sensación de
sus mano sobre mí, de nuestros cuerpos presionados juntos, la sensación de su
corazón latiendo con tanta fuera contra el mío.
―Dulzura, te llevaría a cualquier lado que pudiera. Lo único que quiero es
hacer que valga la pena, hacer que esto valga la pena, que nosotros valgamos la
pena ―dice como si estuviera exponiendo un caso. Y no creo que se dé cuenta
que no es necesario que ate con ningún lema sin arrepentimientos, haz que valga
la pena para convencerme de que lo elija porque no hay necesidad.
Esta chica está demasiado enamorada de él, con el tatuaje rosa y todo.
Y por alguna razón he estado muy asustada de decirlo, he contenido las
palabras en mi boca demasiadas veces. Estaba aterrorizada de que si le hacía
saber lo mucho que me preocupaba por él caeríamos en el destino de muchas
relaciones. El mecanismo de apartarlo todo que estaba dentro de él tomaría el
control y no quería volcar nuestro bote,
Pero sentada a horcajadas sobre él desnuda, escuchando su confesión, su
razonamiento, mientras plantea las razones para elegirlo, me dice lo estúpida que
he sido por esperar. Que él necesita escucharlo también. Si cree lo suficiente en
nosotros para tatuarse permanentemente cuando sólo ha elegido símbolos de
todo lo que tiene cerca, sé que es hora.
No puedo resistir más. Me inclino y presiono un beso contra sus labios
mientras las lágrimas inundan mis ojos. Mi corazón se hincha de amor por él y
necesito que lo sepa.
―Te amo, Hawkin Play.
Él se echa hacia atrás y ahora las cosas han cambiado, sus ojos están
sorprendidos y abiertos, y su expresión se vuelve una de sorpresa cautivada. La
expresión quedará por siempre quemada en mi mente, el sentimiento clavado en
mi alma.
―Nunca me he enamorado antes, Quin… nunca me lo he permitido, pero sé
que eres la única con quien quiero escribir la siguiente canción de mi vida.
Lo encontré a mitad de camino, con los dedos moviéndose entre su cabello,
los labios sellando nuestra conexión, los corazón enredándose con el del otro en
perezosos y decadentes besos llenos de emoción. Levanta sus manos para
enmarcar mi rostro mientras se inclina hacia atrás y me mira a los ojos, su
aliento todavía roza mis labios.
―Amor no es nada más que una palabra sin significado en una letra hasta
que alguien viene y hace la música para darle vida… y dulzura, tú estás
ayudándome a hacer música para ella, un instrumento a la vez. ―La sonrisa se
extiende amplia en mis labios, mi cuerpo reacciona ante la idea de ser tocado por
Hawkin.
Me río suavemente y la necesidad de saciar mi deseo se enciende a fuego
lento con otro beso, pero él sostiene firme mi rostro. Mis ojos parpadean de
nuevo hacia los suyos para ver una nueva intensidad en su mirada.
―Te amo, Quinlan ―murmura las palabras, pero para mí suena como si
estuviera gritando a los cuatro vientos. Y demonios, se siente bien saber que
ambos estamos metiéndonos en un campo de juego abierto y con los ojos bien
abiertos, los corazones llenos, las fallas esperadas y la vulnerabilidad expuesta.
―¿Oye, Hawke? ―Mi corazón se inunda con tanta alegría que puedo oírla
en mi propia voz.
―¿Mmmm? ―murmura, con los ojos fijos en los míos, pero su miembro
cobrando vida debajo de mí.
Inclino mi cabeza y una lasciva sonrisa sube las esquinas de su boca.
―Finalmente sé la respuesta a tu pregunta.
―¿La pregunta?
―Si es verdad que puedes tocar mi cuerpo como una guitarra.
Mueve su cuerpo un poco, para poder mirarme mejor, y amo la maliciosa
sonrisa que ilumina su rostro.
―Mmmm ―murmura, mientras pasa un dedo por mi brazo, mi cuerpo
reacciona inmediatamente―. ¿Y entonces?
―Bueno, es seguro que sabes cómo tensar mis cuerdas―digo, rozando un
suave beso contra sus labios que me hace obtener un suave ronroneo.
―¿Y?
―Puedes hacer que mi cuerpo cante―digo, la sonrisa que sale en mis
labios es tan natural que es ridículo, pero se siente tan bien.
―Hacemos hermosa música juntos ―dice con una risita.
―¡Oh, Dios! ―Pongo mis ojos en blanco y me río, rompiendo el
momento―. Eso fue totalmente cursi.
―Lo fue, ¿verdad? ―Se inclina y presiona sus labios contra los míos.
Cuando echa su cabeza hacia atrás, nuestros otros se encuentran, y hay algo en
ellos que hace que mi corazón lata más rápido―. Tengo una apuesta para ti.
―¿Pensé que habías dejado las apuestas?
―Sí, pero no hay ni una oportunidad en el infierno de que pierda esta.
―Levanta sus cejas en desafío, con la boca abierta en una sonrisa socarrona.
―Este muy seguro de ti mismo, considerando que perdiste la última.
―Paso mi dedo de arriba abajo por su cuello, como si nuestros cuerpos
recostados uno sobre el otro no fuera una conexión suficiente.
―Puede que haya perdido en un sentido, pero es seguro que gané lo que
importa. ―Y sé que sólo está intentando endulzar cualquiera que sea la apuesta
que quiere hacer, pero eso no detiene el estúpido salto en mi respiración por el
sentimiento.
―Suéltalo, chico roquero.
―Apuesta a ciegas ―afirma, y sólo pone un dedo sobre mis labios cuando
comienzo a quejarme―. El perdedor se pone un corazón dentro de su muñeca en
Bent fashion.
―Hawke… ―Lo miro como si estuviera loco a pesar de la pequeña
emoción que fluye a través de mí por el pensamiento de que no sólo me ama,
sino que me considera una de los suyos. Eso es malditamente genial―. ¿Qué
es…? Yo no… ¡Tú ya tienes uno! Eso no es justo.
―¿Estás de acuerdo? Sí o no―dice, continuando con su pequeño
despliegue de autoridad, lo que es un poco sexy.
Entrecierro los ojos y lo observo, sabiendo muy bien que voy a aceptar a
pesar de no saber los términos de esta apuesta. Cuando no respondo lo
suficientemente rápido para su gusto, comienzo a hacerme cosquillas.
―¡Basta! ¡Basta! ―grito y trato de apartarme de él en vano.
―Acepta, entonces. ―Se ríe.
–¡Bien! ¡Bien! ¡Acepto! ―Y al minuto en que las palabras salen de mi
boca, detiene su tortura de cosquillas.
Los rastros de nuestras risas llenas el cuarto mientras ambos nos tomamos
un segundo para recuperar el aire.
―Sabía que verías mi forma de pensar. ―Cuando solo pongo los ojos en
blanco, continúa―. ¿Entonces, el perdedor se hace un corazón rosa, verdad? Tú
te haces uno, o yo hago el mío más grande. ¿De acuerdo?
―Sí. ―Asiento con cautela.
―Genial. Supongo que será mejor que apartemos una próxima cita con
Sledge para ti, entonces ―dice, haciendo todo un espectáculo juntando sus
manos y frotándolas entre sí en triunfo.
―¡Espera! ¡Ya estás declarando la victoria y ni siquiera sé cuál es la
apuesta todavía!
―¡Síp! ―Se queda en silencio para torturarme.
―La apuesta, Play… ―Mi paciencia se está desvaneciendo.
―Tienes una carrera que construir y tenemos demasiado por experimentar
juntos primero, así que no en un futuro inmediato… ―Se detiene, y nos
miramos el uno al otro por un segundo mientras que esa lenta y tímida sonrisa
que amo se enciende en su rostro―. Pero te apuesto a que dirás que sí.
––¿Decir sí? ―¿De qué está hablando?―. Digo “sí” todo el tiempo, así
que tendrás que ser un poco más específico. ¿Decir “sí” a qué? ―Y mientras el
último comentario deja mis labios, caigo en cuenta lo que me está diciendo. Un
nudo se forma en mi garganta de inmediato, segundo por unos escalofríos
cubriendo mi cuerpo. Mi mente trata de ponerse al ritmo de mi corazón, pero por
primera vez en mucho tiempo no quiero que lo haga. Quiero vivir el momento.
Busco sus ojos, la emoción en ellos dándome la respuesta antes de que hable.
―Cuando te pida que te cases conmigo.
Es gracioso. Supuse que esto era lo que iba a decir, pero escucharlo en voz
alto todavía hace que mi corazón brinque. Mi sonrisa es tan amplia que me
duelen las mejillas.
―Esa es una buena pregunta ―murmuro con una tranquilidad que
contradice por completo mi pulso acelerado y sobrecargado de felicidad.
Me aprieta con más fuerza contra él, y murmura de alegría mientras me
acurruca en su comodidad, sabiendo la respuesta que le daré cuando llegue el
momento, sin ninguna duda en mi mente. Podría pasar mucho tiempo, y
podríamos tener algunas notas amargas que enfrentar en el camino, pero Hawkin
Play definitivamente ha reclamado mi corazón.
Y entonces me doy cuenta. Alzo mi cabeza de golpe y lo miro como si
estuviera loco.
―Espera un minuto. ¿Estás apostando para que diga no?
―Te tomó un tiempo. ―Se ríe y presiona un beso contra mi frente―.
Tengo que cercar mi apuesta de alguna forma y tu reacción me acaba de hacer
saber que voy a ganar esto sin mover una mano.
Detiene mi suspiro de exasperación presionando sus labios con los míos. Es
fácil deslizarme en el beso con él, tan malditamente natural que siento como si
todo lo que faltara en mi vida amorosa por tanto tiempo, finalmente cayera en su
lugar.
Y sé que con apuesta o no, no importa, porque este hombre se ha envuelto a
sí mismo alrededor de mi corazón, y yo no quiero dejarlo ir. Y no puedo esperar
por ver nuestro futuro desenvolverse.
Nota por nota.
Latido por latido.
Canción por canción.
Instrumento por instrumento.
Fin
Próximamente:
Hard Beat
(Driven #7)
El corresponsal de guerra en el extranjero, Tanner
Thomas, es adicto a vivir en el borde. Necesitando la
adrenalina de su trabajo, como ayuda para hacer frente a una
pérdida personal, se lanza de nuevo en el juego,
concentrando toda su energía en conseguir la próxima gran
historia.
Pero cuando conoce a su nueva reportera gráfica,
Beaux Croslyn, no puede evitar sentir que está perdiendo su
enfoque, y tal vez arriesgando más…

Con secretos que ella no va a abordar, Beaux está lejos


de ser su mujer ordinaria. Decidida a mantenerse a distancia, está dispuesta a
alejar a Tanner íntimamente y esconderse detrás de las chispas que vuelan entre
ellos. Pero a medida que el pasado de Beaux comienza a poner su relación ―y
sus vidas― en riesgo, la determinación de Tanner para encontrar la verdad, los
pone a ambos en peligro.
Él está listo para perseguirla hasta los confines de la tierra para averiguar si
lo que tenían era real, o si el peligro que los rodeaba, era sólo un calor exquisito
destinado a consumirse…
Hard Beat
(Adelanto)
Una mano se estrella firmemente en su espalda. Es una de las muchas
celebraciones improvisadas para saludar en el bar del hotel.
―¡Bienvenida, maldito loco!
Agotado, mi trasero.
Me giro para ver a Pauly: Con una amplia sonrisa, su cabello cayendo sobre
sus gruesos lentes, y la barriga sobresaliéndole.
―¡Hombre, que bueno verte! ―Mientras me giro a estrechar su mano, soy
instantáneamente atraído a sus brazos para un fuerte abrazo.
Se echa hacia atrás y ahueca el costado de mi mejilla.
―¿Estás bien? ―Es la misma mirada que todo el mundo me ha estado
dando y está volviéndome un maldita loco. Lástima mezclada con tristeza. Pero
Pauly tiene permitido mirarme así ya que estuvo ahí antes de que toda la
situación de mierda se saliera de control. Y al regresar aquí, temí este momento,
verlo cara a cara, como si él me hubiera juzgado, pensando que era mi culpa…
pero lo único que siento es alivio.
Si siente jodidamente bien estar de regreso, con la gente que me entiende,
que entienden por qué había regresado al trabajo cuando muchos otros pensaban
que debería haberme rendido para quedarme en casa por mi bien. Ellos no
entienden que una vez que eres un nómada, siempre eres un nómada. O que el
hogar no es necesariamente donde está tu casa; es donde te sientes cómodo. Y, sí,
esa comodidad puede alterarse con el tiempo ―tus necesidades cambiar o tus
deseos cambian― pero me siento más como yo mismo de lo que lo he hecho
desde que Stella murió.
Regreso mis pensamientos al aquí y al ahora, a Pauly y el humo de
cigarrillo que flota a mi alrededor y el olor acre de las especias que entran por las
ventanas abiertas del bar.
―Estoy mejor ahora que estoy aquí. ―Apunto hacia él para que se siente
en el taburete a mi lado.
―Gracias a Dios por eso. Le tomó a Rafe mucho tiempo.
―Casi cuatro meses.
―Mierda ―dice con simpatía, sabiendo lo importante que eso es para
alguien como yo.
―Sí. Dímelo a mí. Los dos primeros meses fueron una licencia obligada
por ausencia, pero luego, una vez amenacé con irme a la CNN, dijo que iba a
acelerar las cosas… Entonces, mierda, me hacen ir a tomar otro curso de
Centuria. ―El curso de Centuria era una clase para corresponsales extranjeros
sobre qué hacer en ambientes hostiles y cómo manejar la multitud de cosas que
pueden salir mal en cualquier momento―. Y luego me dijeron que no podían
encontrar un fotógrafo que quisiera viajar a este paraíso… fue una maldita cosa
detrás de la otra.
―Así que en otras palabras estaba arrastrando las cosas para poder traerte
aquí de regreso en su marco de tiempo.
―Exactamente. ―Asiento y llevo la botella a mis labios―. Él pensó que
necesitaba un descanso, probablemente con miedo de que fuera a agotarme…
―Apunto hacia el camarero para que nos traiga otras dos cervezas.
―Todos lo haremos en algún punto. Mientras tanto ―choca el cuello de su
botella con la mía―, bien podía conseguirnos lo que necesitamos.
―Amén, hermano. Entonces, cuéntame qué demonios ha estado pasando
mientras he estado ausente. ―La necesidad de cambiar de tema es sumamente
importante para mí ahora. Sé que Stella estará en todos lados aquí, pero necesito
encontrar una forma de no tenerla presente en mi mente para poder concentrarme
en hacer mi trabajo.
Al menos es una buena teoría.
―Estoy escuchando que algunas nuevas personas han entrado al juego y
que hay una reunión de altos mandos en el trabajo, pero podemos hablar después
de eso. Ahora mismo tenemos que darte la bienvenida como se debe. ―Pauly
levanta la voz para gritar las últimas palabras, y estando de acuerdo la multitud a
nuestro alrededor, la mayoría hombres, levantan sus vasos y gritan un par de “sí,
señor”.
La emoción a mi alrededor es palpable. No se necesita mucho en este lugar
para darle a las personas razones para celebrar. Todos vivimos en ese borde
afilados de la imprevisibilidad en esta tierra olvidada de Dios, así que tomamos
las oportunidades que hay para celebrar, porque, ¿quién sabe cuándo habrá otra?
Por todo lo que sabemos, mañana podríamos estar en un bloqueo en el hotel por
una sirena antiaérea o afuera en el campo, metidos en una misión con una unidad
del ejército.
Cuando me doy vuelta el camarero esta ocupadamente llenando una fila de
copas de chupitos en la barra enfrente de mí con whisky fuerte. La historia me
dice que esta fila será la primera de muchas en la celebración de bienvenida de
esta noche. Mi inclinación es tomarme el primer trago y luego lentamente salir
del bar y a mi cuarto.
Han sido unos días malditamente largos. Entre los vuelos en medio de
múltiples zonas horarias y luego el transporte al corazón de la ciudad, además de
intentar volver a contactarme con mis fuentes para que sepan que estoy de
regreso en la ciudad y así poder sobornar algunas manos, estoy agotados,
emocionado, y sintiéndome un poco más como yo mismo, de regreso en toda la
situación, haciendo exactamente lo que amo.
―Vamos, T al Cuadrado ―grita Carson mientras estrella una mano en la
barra. Escuchar el apodo, el cual se refiere a mis iniciales, es como un tapete de
bienvenida extendido para mí, y justo entonces sé que no hay forma en el
infierno de que me salte esta fiesta.
―¡Yo juego si ustedes juegan! ―Alzó una copa hacia él y espero a que
todos se acerquen para agarrar uno. Los empujones de más personas dándome
palmaditas en mis hombros, acompañados por los comentarios de “Bienvenido
de regreso”, hace que el líquido de color ámbar se derrame por el costado de la
copa de chupito.
―Shhh. Silencio. Shhh ―dice Pauly a nuestros amigos mientras se para en
su silla, alzando su propia copa―. Tanner Thomas, estamos muy felices de ver
tu feo trasero de regreso en este agujero de mierda que parece no podemos dejar.
Estoy seguro que una vez que comiencen a patearnos el trasero y de nuevo por
conseguir las historias primero, todos vamos a querer que te vayas, pero por
ahora estamos felices de que estés aquí. ¡Salud! ―Tan pronto como termina el
brindis, el cuarto alrededor de nosotros estallas en vítores antes de que todos nos
tomemos el whisky.
Recibo el ardor, y antes de que el picor siquiera se desvanezca, mi copa está
siendo ya llenada de nuevo. Cuando alzo la mirada de mi copa mis ojos se fijan
en una mujer que no había notado en el extremo opuesto del bar. La conexión
momentánea me permite un vistazo de cabello negro y ojos claros cuando
levanta su bebida y asiente en mi dirección, pero tan pronto como registro que lo
está haciendo a propósito, alguien se mueve y la bloquea de la vista.
Pero mantengo mis ojos fijos en esa dirección, esperando por otra
oportunidad de ver a la misteriosa mujer. No se me hace familiar, pero a la
misma vez, algo más que la curiosidad tira de mí. Han pasado cuatro largos
meses ―podría ser cualquiera― pero me pica no saber quién es.
―¿Listo, Tan? ―El vaso de Pauly se choca con el mío, sacándome de mis
pensamientos.
―Hasta el fondo, nena. ―Dios se siente tan bien estar de regreso en el
ritmo de las cosas. Escuchando las historias de guerra de los chicos, ponerse al
día con la mierda que ha sucedido al nivel básico de lo que nadie en casa tiene ni
idea.
El whisky baja un poco más suave la segunda y la tercera vez mientras
nuestra multitud se hace un poco más grande cuando las personas comienzan a
llegar después de cumplir sus tareas. Y cada ola de personas que se nos une,
marca el comienzo de una nueva ola de tragos.
Tal vez es el licor, o tal vez es la atmosfera familiar, pero pronto siento
como que puedo respirar más fácil de lo que lo he hecho en semanas. Pienso en
Stella intermitentemente a través de la noche, lo mucho que le habría encantado
esta muestra de unidad entre todas estas personas compitiendo por la siguiente
gran historia, y por primera vez desde siempre puedo sonreír por su recuerdo.
―¿Entonces, cuanto tiempo estarás aquí esta vez? ―pregunta Pauly.
―No lo sé. ―Suelto un largo suspiro mientras me inclino contra mi silla,
mi dedo traza la condensación en el vaso todavía lleno de agua frente a mí. El
whisky sabe mucho mejor esta noche―. Puede que esta sea la última vez, no lo
sé. ―Mis propias palabras me sorprenden. Una confesión por la combinación de
la nostalgia mi propia mortalidad examinada a través de un microscopio teñido
de licor.
―Deja de hablar así. Esta mierda está en tu sangre. No puedes vivir sin
ello.
―Cierto. ―Miró al otro lado de la habitación fugazmente mientras asiento
lentamente estando de acuerdo―. Pero, amigo, un perro sólo tiene ciertas vidas.
20
―Creo que es por eso que prefiero gatitos . Tienen nueve de esas.
―Dios, Pauly. ―Me ahogo por las palabras―. Prefiero comerlas que
vivirlas.
Su brazo pasa alrededor de mi hombre cuando su risa llena mis orejas.
―Te extrañé como la mierda, Thomas. Hablando de… ―Su mano me
aprieta con más fuerte antes de levantar la barbilla en dirección a mi línea de
visión―. La tipa sexy a las dos en punto ha estado mirándote toda la noche.
Me deshago del comentario, incluso aunque una parte de mí ―una con la
que no estoy muy feliz ahora mismo― espera que se esté refiriendo a la mujer
que vi antes. Me he dicho que se ha ido. Pero en secreto estoy esperando estar
equivocado.
―Espero estar seguro como el infierno que cuando digas “la tipa sexy” te
refieras a una mujer y no un dispositivo de explosión.
―Salud por esa verdad. Es una mierda que asusta ―dice, de nuevo
entrechocando su copa con la mía―, y no, me refiero a la de cabello negro,
buenos pechos, y cuerpo asesino…
―No, gracias ―lo interrumpo, pero mis ojos van hacia donde la vi sentada
más temprano e inmediatamente me regaño.
―¿Todavía estás viendo a cuál-es-su-nombre? ―pregunta con la misma
indiferencia que sentía hacia ella.
―No… ―Dejo que mi voz se apague, mis pensamientos van hacia nuestra
última pelea, cuando me acusó de engañarla con Stella―. Tomó una misión
monitoreando a Corea del Norte.
―¿Pensó que tú y Stella tenían algo?
El pensamiento trae una sonrisa agridulce a mi cara. Recuerdos de Stella y
yo, jóvenes y enamorados, destellan en mi mente. Se siente como si hubieran
sido hace una eternidad. Probablemente porque lo fue. Dos jóvenes de
veintitantos en nuestra primera misión con nadie más para ayudar a ocupar
nuestro tiempo. La lujuria se convirtió en dulce amor, y luego la lenta
comprensión de que no éramos buenos como pareja. Luego vino una fase
incomoda en la cual tuvimos que superar la amargura asociada con la lujuria
salió mal, pero a través de todo eso éramos de verdad un buen equipo, reportero
y reportera gráfica. Pero eventualmente, después de que mucho tiempo pasó, nos
dimos cuenta de que éramos muy bueno como lo mejores amigos. Fuimos
inseparables por casi diez años, con excepción de la extraña misión que nos
separó llevándonos a diferentes lugares, y a pesar de la introducción de nuestras
parejas.
―Sí, lo entiendo. Probablemente yo pensaría lo mismo, pero ―me encojo
de hombros―, nos has visto juntos. Sabes cómo Stella y yo éramos…
21
―Mutt y Jeff ―murmura cuando ambos caemos en un corto silencio,
pensando en ella―. Lamento mucho lo de cual-sea-su-nombre. Me caía bien.
―No, no es así. ―Me río con fuerza porque su declaración es la cosa más
alejada de la realidad. Él sólo asiente estando de acuerdo, todo el mundo sabía
que no se llevaban bien―. Pero gracias. Creo que hubiera seguido su curso antes
de que cambiara de misión. Sabes cómo son las relaciones en lo que hacemos.
―Hombre, sí lo sé. ¿En qué estoy aquí? ¿Esposa número tres? ¿Cuatro?
Tienes la idea correcta con el vamos-a-divertirnos contra el vamos-a-
engancharnos mentalmente… pero, eh, ella sólo ha mirado hacia aquí todo el
tiempo, maldita sea, la haría la esposa número cinco por la noche si me dejara.
La profundo risa que emite saca una reticente sonrisa de mí, y se requiere
todo de mí no mirar en dirección a la mujer. La resistencia es inútil.
Eventualmente, cedo a la curiosidad y alzo la mirada, planeando apartar los ojos
antes de que ella mire en nuestra dirección de nuevo.
Los ojos verdes se encuentran con los míos y su cabello negro estáapartado
en un moño desordenado que debería hacerla ver descuidada, pero la hace más
sexy de alguna forma. Cuando nuestros ojos se conectan, sus labios caen abiertos
de sorpresa antes de lentamente acomodarlos en una sonrisa pequeña. Asiento
por su saludo y luego casualmente aparto la mirada, odiando y amando la
punzada en mis entrañas que cobra vida.
Soy un hombre acostumbrado a vivir por el instinto, y algo con ella ―aún
nada que pueda identificar del todo― me dice que debo mantenerme al margen.
¿Entonces por qué demonios alzo la mirada para ver si todavía está mirando? ¿Y
por qué me importa?
―Estoy seguro que podrías ―finalmente digo como respuesta a Pauly, un
poco lenta mi respuesta.
―Es sexy. Quiero decir, ¿qué tan seguido conseguimos a alguien así de bien
en esta área del país? Maldición, amigo, sus ojos están de nuevo sobre ti. Te está
observando seriamente. ―Se ríe.
―Sí, y probablemente es la esposa de algún jeque. No, gracias, conservaré
la mano que me cortarían solo por mirarla. ―Arrojó una servilleta a la barra a la
misma vez que el camarero desliza otra ronda enfrente de nosotros.
―Mejor tu mano que algo más ―dice impávido Pauly.
―Claro que sí. ―Me río.
―Podría tomar ese riesgo por ella. ―Miró hacia él de arriba abajo. No
puede hablar en serio―. Bien. Tal vez no.
―Tal vez no. ―Frotó mi mano sobre mi rostro afeitado, sabiendo que la
suave piel pronto será reemplazada por la barba que simplemente aparece
cuando estás aquí―. ¿Es una de nosotros?
―Ha estado aquí por dos semanas. Independiente, creo. No sé mucho sobre
ella, pero he escuchado que es una bomba de tiempo perdida. Siempre está por
su cuenta, tomando riesgos innecesarios y metiéndose en los asuntos de las
personas. No hemos intercambiado más que un asentimiento en el vestíbulo.
Gruño en respuesta, porque eso es lo que tengo planeado hacer:
Mantenerme al margen de ella. Muchos novatos vienen muy entusiasmados,
tratando de conseguir la próxima gran historia, y terminan lastimando a alguien.
Justo como sucedió con Stella.
―Bueno, por lo que sea, bomba de tiempo o no, creo que deberías ir por
ella. Probablemente se irá más pronto que tarde, lo que siempre es algo bueno,
previene de apegos, y mierda, nunca sabes cuándo será la próxima oportunidad
de probar esas nueve vidas. ―Me guiña un ojo y no puedo evitar resoplar.
―Gracias, pero he tenido suficiente con preocuparme por cómo será mi
nuevo reportero gráfico que viene mañana. ―Pongo los ojos en blanco y llevo el
vaso de licor a mis labios parcialmente entumidos. Mi mente vuelve al hecho de
que han pasado diez años desde que he conocido a alguien nuevo. No estoy
emocionado por ellos.
―Bueno, que difícil, hombre ―dice, dándome una palmadita en la
espalda―, porque está haciendo un movimiento hacia a ti.
El resignado suspiro cae de mi boca a la vez que ella se desliza en el
taburete a mi lado. Se ha ido el distintivo olor del bar lleno, siendo reemplazado
por un aroma limpio y floral cuando su perfume me rodea. Mantengo la cabeza
gacha, con los ojos enfocados en las marcas de la barra de madera, sabiendo que
no quiero la pequeña chispa que siento florecer. Para nada.
Pero por supuesto mientras más nos sentamos aquí, con la mirada gacha y el
completo peso de su mirada sobre mí, sé que estoy perdiendo la batalla. Tengo
suficiente fortaleza en mí, sólo que no para ella en este momento. Tengo que
parar esto.
―A quien sea que estés buscando, no lo soy. ―Trato de no sonar muy
hostil, pero mi voz carece de algo de cálida amabilidad. He estado aquí, he
hecho esto antes. Los novatos tratando de acaramelarme para conseguir una
cucharada de lo que hay en la ciudad, y después del desastre con Stella, no voy a
darle nada a nadie.
―No creo que esté buscando nada. ―Su voz suena tan suave como la seda,
con un indicio de profundidad. ¿Por qué sabía que iba a tener una voz sexy?
―Bien.
―Un whisky sour ―dice al mesero, y tengo que admito que la orden medio
me sorprende―. Y colócalo a su cuenta.
Inmediatamente alzo la mirada para ver la sonrisa en su rostro y el brillo
provocador en sus ojos verdes. La intriga mantiene mi mirada en la suya porque
admiro el hecho de que la haya devuelto con su propia frase en lugar de alejarse
a lamerse las heridas. No se puede decir que la independiente no tiene
habilidades.
―No creo haberme ofrecido a comprarte una. ―Y la verdad del asunto es
que me importa una mierda lo del trago. Se la hubiera pagado de todos modos
por simples modales, pero algo me dice que acabo de caer en su juego
planificado, y a la mierda si me voy a quedar ahí.
―Bueno, no creo haberte pedido que seas un idiota tampoco, así que la
bebida va por tu cuenta. ―Alza las cejas mientras acepta la bebida del camarero,
luego la lleva a sus labios. Y por supuesto mis ojos se mueven para mirar como
la punta de su lengua pasa sobre la gota de líquido que cae desde ahí.
Mi mente vaga hacia el placer que podría darme con su boca y su lengua…
puramente salido de la fascinación masculina.
―Entonces supongo que deberías mantenerte alejada de mí y así ninguno
de los dos tendrá que preocuparse porque sea un idiota. ―Gruño las palabras,
inseguro de porqué estoy apartándola con tanto esfuerzo cuando no ha hecho
nada malo.
―¿Así que eres tú, eh?
Su comentario detiene mi bebida a medio camino de mi boca, y mis
pensamientos se tambaleando cuando lentamente la miro, tratando de descubrir
qué quiere decir.
―¿El qué?
―Sí, el que todo el mundo en este cuarto odio y quiere ser tú a la misma
vez.
Observó el cabello negro brillante peinado hacia atrás, por lo que pequeñas
hebras caen enmarcando su rostro y suavizando sus pronunciados pómulos
mientras reflexiono el comentario. Cuando nuestros ojos se encuentran, hay un
desafío mezclado con diversión en los suyos, y por mucho que quiero enfrentar
su reto, no lo haré. No aquí, no ahora, y definitivamente no en un cuarto lleno de
otros reporteros quienes están observándome en cada movimiento para ver si
voy a derrumbarse de alguna forma u otra.
Apunto hacia la botella de whisky frente a mí y miro al camarero mientras
deslizo mi dinero hacia él. Toma la botella y la deja frente a mí a la misma vez
que muevo mi silla hacia atrás. Cuando agarro el cuello de la botella, miro hacia
atrás y le muestro una sonrisa medio retorcida.
―Sí, eso soy yo.
Y sin ninguna otra palabra, salgo del bar. Los chicos me dan lata sobre ser
un debilucho hasta que alzo la botella de whisky para mostrarles que en realidad
no me estoy yendo temprano. Pauly me mira y asiente, sabiendo a dónde voy y
que necesito la soledad que puedo encontrar ahí.
El maldito problema, sin embargo, es que mientras subo las frías y húmedas
escaleras, la única cosa en la puedo pensar es en ella.
Notas
[←1]
USC:La Universidad es de Southern California
[←2]
Okodee: Tatuaje "las garras del águila" que simboliza la fuerza, el valor, el poder. El águila es el ave
más poderosa en el cielo, y su fuerza se concentra en sus garras.
[←3]
Skittles: Paquete de dulces pequeños de colores.
[←4]
Halo: Es una franquicia de videojuegos de ciencia ficción formada actualmente por 11 videojuegos.
[←5]
Guitar Hero: Es una franquicia de videojuegos musicales.
[←6]
Delta Sig: Abreviación de Delta Sigma Phi. Fraternidad griega cuyos miembros tienen fama de beber
más que en ninguna otra y conseguir las mejores parejas.
[←7]
Prick: nombre despectivo que puede significar idiota, imbécil, malnacido.
[←8]
Dick: nombre despectivo para llamaral pene.
[←9]
Es un juego de palabras con el apellido de Hawkin, Play, que en español significa juego.
[←10]
Lay: Otro juego de palabras. Lay, el apodo de la amiga, se escribe igual que la palabra que significar
acostarse, tener sexo, echar un polvo.
[←11]
CP: Control Parental. Es la versión censurada.
[←12]
Spoiler: Alerón de un coche de carreras (normalmente de NASCAR).
[←13]
En realidad, la frase en inglés,hook up, que se puede traducir como enganchar, está haciendo
referencia a engañar.
[←14]
Sharpie: Marca de rotulador.
[←15]
Knockout: Se dice cuando mandan a alguien al suelode un solo golpe y ya no se levanta. Se usa en el
boxeo, pero puede aplicarse en todas las situaciones donde la persona cae como resultado de un golpe
y ya no se levanta.
[←16]
Good and Plenty: Bueno y abundante.
[←17]
Driving under the influencia. Es el crimen de conducir bajo los efectos de alcohol u otras drogas.
[←18]
HIPPA: (Health Insurance Portability and Accountability Act) es la Ley de Transferencia y
Responsabilidad de Seguro Médico.
[←19]
Jason Statham: Actor y modelo británico, protagonista de las películas de “El transportador”.
[←20]
Juego de palabras. Pussy en inglés, se usa para referirse a los gatos y a la vagina de la mujer de
manera vulgar.
[←21]
Mutt y Jeff: Tira cómica sobre dos personajes de amigos que se ven envueltos en situaciones
divertidas.

You might also like