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D. Martyn L.Jones Cap.2 - Compressed
D. Martyn L.Jones Cap.2 - Compressed
El verdadero
fundamento
religiosa, y que es más probable que afecte a quienes han sido educados
enhogares cristianos y siempre han sido llevados a un lugarde adoración,
que a quienes no han tenido esta experiencia. Hay mucha gente así, que
parece ir por la vida como "envuelta en la super cialidad de la miseria",
para usar las palabras de Shakespeare. Son gente que parece nunca salir
de esta condición. Son gente que pertenece a la Iglesia y que está muy
interesada en todo lo que tenga que ver con ella; sin embargo, cuando se
les compara con el concepto neotestamentario del nuevo hombre en
Cristo, de inmediato se nota una gran diferencia. Ellos mismos lo saben, y
éstaes con frecuencia la causa de su depresión y de su infelicidad. Cuando
ven el regocijo de otros cristianos, dicen: "Bien, no puedo decir que yo sea
así.Esa persona tiene algo que yo no tengo". Y darían el mundo entero si
pudieran llegar a tener algo de lo que aquella persona tiene. Toman las
biografíascristianas y leen la vida de varios santos que adornan la historia
de la Iglesia Cristiana, y reconocen abiertamente que no son como ellos.
Sabenquenunca lo han sido, y queesa gente obviamente ha disfrutado de
algo que ellos mismos jamás han tenido.
Son muchos los que se encuentran en tan infeliz situación. La vida
cristiana les parece un problema constante, y siempre están haciéndose
la misma pregunta:"¿Por qué no puedo llegar allí? ¿Por qué no puedo
serasí?". Leen libros destinados a instruir en la vida cristiana, y asisten
a reuniones y conferencias, siempre buscando ese "algo", sin
encontrarlo. Y se desaniman, y se abaten y se angustian.
Ahora bien, es muy importante que, al enfrentarnos con estas
personas, estemos completamente seguros de que entienden con
claridad los principios más elementales y de mayor importancia de la fe
cristiana. No han sido pocas las ocasiones en que, al hablar con ellas,
encuentro que su verdadero problema radica precisamente aquí. No
podría decir que no son cristianos, pero son lo que propongo que
lamemos "cristianos miserables", simplemente porque no han
entendido el camino de la salvación y, por tal razón, toda su fe y todos
sus esfuerzos resultan, en grado mayor o menor, inútiles. A menudo
centran su atención en la cuestión de la santi cación; pero esto no les
ayuda porque, no habiendo entendido lo que es la justi cación, y
habiendo dado por hecho que están enel camino correcto, dan también
por hecho que todo lo que deben hacer es seguir ese camino.
Un interesante punto teológico sería ver si tales personas son
realmente cristianas.En mi opinión, diría que lo son. Yel ejemplo clásico
es, por supuesto, Juan Wesley. Yo vacilaría en decir que antes de 1738
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Depresión esp iritu a1
Juan Wesley no fue cristiano, pero de una cosa estoy seguro: antes de
1738 Juan Wesley no había entendido el camino de la salvación.
entendido esteconmola justi cación sólo por la fe. En cierto sentido.
Wesley se había sometido a la enseñanza plena de la Biblia, pero no la
habíaentendido ni la había hecho plenamente suya. No tengo la menor
duda de que él habría contestado correctamente si alguien le hubiera
preguntadoinclusoacercade la muerte de nuestro Señor; sin embargo,
demaneravivencial, Wesleyno entendía claramente la justi cación por
lafe.Podemosrecordar que Wesley llegó realmentea entender esta vital
doctrina sólo después de haberse reunido con los cristianos moravos y,
en particular, luego de la conversación que sostuvo con alguien de
nombre Peter Böhler mientras viajaba de Londres a Oxford. He allí un
hombre que intentaba hallar la felicidad en su vida cristiana haciendo
buenasobras, predicándoles a los prisioneros de Oxford, renunciando a
sus privilegios universitarios y enfrentándose a los peligros de cruzar el
Atlántico a n de predicarles a los paganos de Georgia. Wesley
intentaba hallar la felicidad viviendo una vida de acuerdo con lo
prescrito.En realidad, todo el problema de Juan Wesley consistía en que
él nunca había llegado a entender plenamente la doctrina de la
justi cación por la fe; no había entendido este versículo que estamos
considerando:"Sostenemosque todos somos justi cados por la fe, y no
por las obras que la ley exige" (Ro. 3:28). Resulta casi imposible creer
que tal hombre, que había sido educado en un hogar excepcionalmente
religioso, y que había dedicado toda su vida y todo su tiempo a la obra
cristiana,pudiera desde un principio haber estado equivocado respecto
de algo tan primordial y básico. Pero así fue.
Lo queestoy diciendo es que esto mismo sucede todavía con un gran
número de personas. Han dado por hecho que están en lo correcto
respecto de los fundamentos, pero nunca han estado en lo correcto
respecto de su justi cación, y es precisamente aquí donde el diablo
causaconfusión. A élle conviene que tales personas se preocupen por la
santi cacióny la santidad, y por varias otras cosas, pero nunca podrán
estar en lo correcto mientras estến en lo incorrecto respecto de la
justi cación.De allí quedebamos empezar por este punto. No tiene caso
quenosocupemos de la superestructura si el fundamento no está bien
puesto. Por lo tanto, empezaremos con esta doctrina.
La confusión no es algo nuevo sino, en cierto modo, la obra maestra
deSatanás. Mientras él nos mantenga confundidos en cuanto a esta
doctrina,hasta nos alentará a ser "justos". Y es evidente que él lo estå
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rme en su fe. Pero la gran diferencia entre uno y otro es que el primero,
el cristiano miserable, tiene una idea equivocada de cómo se llega a estar
bien con Dios. Y éste fue también el problema de los judíos: ellos
sostenían, como ya lo he mencionado, que el hombre llegaba a estar bien
con Dios sometiéndose a la ley y cumpliéndola, tal como ellos la
entendían. Pero toda supercepción de la ley era completamente errónea,
de modo que la pervirtieron. Yel resultado fue que, en sus manos,
justamente lo que Dios les había dado para promover su camino de
salvación se convirtió en el principal obstáculo para salvarse.
¿Qué aprendemos de esto? Que antes de esperar que podamos llegar
a disfrutar del gozo de esta salvación cristiana, debemos tener bien
claros algunos principios muy sencillos. El primero de ellos es la
convicción depecado: debemos reconocer con absoluta claridad nuestra
pecaminosidad. Aquí, siguiendo el método del apóstol Pablo, presento
una objeción imaginaria. Yno faltará quien de inmediato me pregunte:
"Así que va usted a predicarnos acerca del pecado, y de la convicción
de pecado? Usted ha dicho que se propone hacernos felices; pero con
tales predicaciones va a hacernos más infelices todavía. ¿Acaso se
propone hacernos miserables e infelices?". Mi respuesta es simplemente
a rmativa. Eso es lo que en estos capítulos nos enseña el gran apóstol.
Talvezparezcaparadójico el términoeslo de menos!pero no hay
duda de que esa es la regla, y de que no hay excepciones. Antes de que
alguien pueda saber lo que es el verdadero gozo cristiano, tiene que
llegar a sentirse miserable. En realidad, el verdadero problema con los
cristianoS miserables es que nunca han llegado a sentirse verdadera-
mente miserables porque nunca han llegado a sentirse pecadores. Al
pasar por alto el primer paso esencial que leva al gozo, han supuesto
algo que no tienen derecho a suponer.
Permítanme decir esto en términos bíblicos. ¿Quién no recuerda al
anciano Simeón de pie y con nuestro Señor Jesucristo en brazos, cuando
aún era niño? Simeón expresó algo muy profundo cuando dijo: "Este
niño está destinado a causar la caída y el levantamiento de muchos en
Israel" (Lc. 2:34). Y no hay levantamiento si antes no ha habido una
caída. Esta es una regla absoluta y, sin embargo, tristemente es algo que
hoy día muchos olvidan, y muchos más dan por hecho. Pero la Escritura
tiene su propio orden; y si lhemos de derivar los bene cios de la
salvación cristiana, ese orden tiene que observarse. Lo único que lleva a
un hombre a Cristo y lo hace con ar plenamente en él es, en últinma
instancia, una verdadera convicción de pecado. Si perdemos el rumbo
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El ver dadero funda mento
Depresi6 n espiritu al
Depresió n espiritu al
El verda d e ro fu n d a m e n to