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LA ÚLTIMA EMPERATRIZ DE LA GENS JULIA

Por

ROSALÍA RODRÍGUEZ LÓPEZ


Catedrática de Derecho Romano
Universidad de Almería

Revistas@iustel.com

Revista General de Derecho Romano 33 (2019)

RESUMEN: Un tema no cerrado a nuevas revisiones sigue siendo el conocimiento de la gens


Julia, la dinastía de los Julio-Claudio. Así pues, pese a las profundas raíces de esa turpitudo, se
puede desmontar la visión infamante a partir del estudio de su última emperatriz, y de las
contradicciones de todas las historias familiares, dando la relevancia debida a todos los actores
principales, incluidos los escritores de esa Historia monolítica y manipulada; pero esa labor implica
también analizar la extensa red de familias y descendientes de la aristocracia romana y de las
clases emergentes, y seguirle el rastro a lo largo de cinco generaciones. La concordia ciudadana
dentro de las fronteras del imperio es una ficción útil a los intereses públicos.

PALABRAS-CLAVE: Agripina Minor, auctoritas, mores, conspiraciones, dinastía Julio-Claudia.

ABSTRACT: A subject not closed to new revisions is still the knowledge of the Gens Julia, the
Julio-Claudian dynasty. Thus, despite the deep roots of that turpitudo, the infamous vision can be
dismantled from the study of its last empress, and the contradictions of all family histories, giving
due relevance to all the principal actors, including writers of that monolithic and manipulated
history; but that work also implies analyzing the extensive network of families and descendants of
the Roman aristocracy and the emerging classes; and implies following the trail over five
generations. Citizen harmony within the borders of the Empire is a useful fiction for public interests.

KEY WORDS: Agripina Minor, auctoritas, mores, plots, Julio-Claudian dynasty.

I. MUJERES, PATRIARCALMENTE VIRILES, VIRTUOSAS

Las mujeres de la Domus augusta, y en general la dinastía julio-claudia, hubieran


merecido, en lenguaje patriarcal romano, el calificativo de viriles, esto es, virtuosas;
1
parcialmente por sus genes, y en parte por su educación de tradición estoica , cultivada
2
desde la niñez y adolescencia . Ellas asumieron la responsabilidad de dar legitimidad a

1
Rodríguez López, R., “Las viejas estoicas romanas”, Edades Vulnerables. La infancia y la vejez
en el Mediterráneo antiguo, Oviedo 2018, pp. 317-318.
2
Prop. 4,11,70,36-90: “… La naturaleza me dictó leyes que provienen de mi sangre, y no se
podría ser mejor por miedo a un juez. …”. Propercio se refiere aquí a Cornelia, casada con Lucio
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3
una dinastía . En ese mundo de transición, y al igual que las demás de las grandes
familias gozaron desde finales de la República de un ámbito propio, participando
4
activamente en la lucha política , transgrediendo a veces los márgenes de visibilidad
permitidos por las antiguas mores.
Las romanas, fundamentalmente en las clases medias y altas, seguían siendo el sexo
fuerte en la sombra; recibían una educación esperada para auxiliar a sus maridos y para
educar a sus hijos, a pesar de no estar formadas para el desempeño de cargos públicos.
Los hombres de Estado eran conscientes de que su personalidad estaba
irremediablemente trazada por su origo femenino, y se matizaba posteriormente con la
convivencia de sus esposas, hijos, e incluso amantes. No obstante, las Julio-Claudias
. Las
pos ,
y entre dos modelos de moral.
En todos los ámbitos sociales se generalizó lo individual sobre lo colectivo, llegando
incluso muchos ciudadanos a desvincularse de sus ; también
aumentaron los divorcios en detrimento de los actos de repudio: En las clases altas
romanas el matrimonio es una unión potencialmente inestable y perecedera, por los
efectos de los divorcios y sucesivos matrimonios. Pero en todo caso se desarrollaban
5
relaciones de solidaridad entre estos “parientes sociales” . Bradley magistralmente lo
resume, siguiendo a los mismos romanos, quienes utilizaban la expresión ‘los míos’
(miei) para identificar a los miembros de sangre, o no, que viviendo, o no, en una misma
casa formaban esa dinámica entidad en constante interrupción, disrupción y
reconstitución, y combinando elementos de la familia nuclear con otros más extensos.
Así en cualquiera de aquellas familias, las relaciones cotidianas tran n sin
presiones morales, por lo que casi nada resultaba escandaloso; e

, que se permitía . En ese tiempo, el

Emilio Paulo, censor en el 22 a.C., e hija de Escribonia. Le dedica una apología fúnebre por su
fallecimiento prematuro en el 16 a.C., y en esa elegía destaca varias ideas: mujer univira y sin
tacha, y la importancia de esos genes de nobleza moral estoica.
3
Corbier, M., “Male power and legitimacy through women: the domus Augusta under the Julio-
Claudians”, Women in Antiquity: new assessments, London-New York 1995, p. 192.
4
Rodríguez Ortíz, V., “Servilia Cepionis. Una estratega en la política de finales de la República
Mujeres en tiempos de Augusto: Realidad social e imposición legal, Madrid 2016, pp. 121-143;
Piquer Marí, J.M., “Terencia. Un perfil de matrona romana”, Mujeres en tiempos de Augusto cit.,
pp. 145-170; Masi-Doria, C.- Cascione, C., “Fulvia. Nemica di Ottaviano e prima principessa
romana”, Mujeres en tiempos de Augusto cit., pp. 209-236; Hillard, T., “On the stage, behind the
curtain: images of the politically active women in the late Roman republic”, Stereotypes of women
in power: historical perspectives and revisionist views, New York 1992, pp. 37-64.
5
Rodríguez López, R., “Nuevos modelos de familia: una mirada a la Roma antigua”, Revista
general de Derecho romano 29 (2017) pp. 1-27.
poder público podía asumir una relajación de algunas de las antiguas mores maiores,
siempre y cuando no se pusiese en peligro el orden social ni político; pero cuando ello
ocurría, la mujer era degradada a la más mísera y repugnante de las tachas machistas:
como pasó con Sempronia, en tiempos de Cicerón y César, por inmiscuirse en
conspiraciones políticas, y que le mereció, pese a su alta posición social y destacada
cultura y capacidad, el calificativo de prostituta; éste último, fue el primero que
instrumentalizó la sospecha de adulterio como arma táctica, ya que para él fue una
magnífica excusa para disolver un matrimonio que no le seguía siendo rentable
6
políticamente . La honda expansiva de los escándalos, o simplemente de las sospechas,
7
se expandía como la pólvora en la sociedad romana, entre todos los niveles sociales ; y
la no atribución del calificativo jurídico de ‘honoratae’ gravaba más allá de la turpitudo .
8

Ese mundo de la represión intelectual femenina, tan gráfica y sórdidamente descrito


9
por Salustio al referir la participación de Sempronia en la conspiración de Catilina ,
enlazó con el trasfondo inspirador de la inminente ley de adulterio de Augusto. Para no

6
Rodríguez López, R., La violencia contra las mujeres en la antigua Roma

, por lo que
supone de “ ”

, el que se ejerce t

:“ , sino parecerlo”; y ella se


aplica a todo, pero
rebaja en sus expectativas sociales; el texto al que me refiero supra es Suet. Caes 74: “
, para

, esclavo y secretario suyo, que

de crimen”.
7
Cic. Att. 13,10, 3.
8
Sanna, M.V., “Donne ‘honoratae”, Mujeres en tiempos de Augusto cit., pp. 555-584.
9
Sall. Catil. 25: “En este tiempo se dice que atrajo Catilina a su partido muchas gentes de todas
clases y también a algunas mujeres, que en su juventud habían soportado inmensos gastos con la
…U
cometido excesos que piden arrojo varonil; harto afortunada por su linaje y hermosura y nada
menos por el marido e hijos que tuvo. Sabía las lenguas griega y latina; cantaba y danzaba con
más desenvoltura de lo que conviene la mujer honesta; tenía muchas de aquellas gracias, que son
incentivos de la lujuria; pero nada estimaba menos que el pundonor y honestidad. Era igualmente
pródiga del dinero que de su fama, y tan lasciva, que más veces solicitaba a los hombres que
esperaba ser solicitada. Había mucho antes en varias ocasiones abandonado infielmente su
palabra; negado con juramento lo que tenía en confianza; intervenido en homicidios y arrojándose
precipitadamente a todo por su liviandad y su pobreza. Por otra parte su ingenio era feliz para la
poesía, para el chiste, para la conversación, fuese modesta o tierna o licenciosa. En suma, tenía
mucha sal y mucha gracia”.
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caer en el “antimodelo” la mujer debía autocensurarse, ser casta en el sentido más


empobrecedor del término, para evitar cualquier tipo de sospecha del otro, de la
10
sociedad , lo que se acentuó aún más a partir del s. I d.C. Los escritores de la
antigüedad no emitieron elogiosos juicios sobre aquellas mujeres que destacaban con
rasgos que se consideraban propiamente masculinos, sin beneficio para el grupo
familiar, o peligrosas para los intereses de la Res publica, y a las que era imposible
identificar con la imagen de féminas con levitas animi, cómodas para una sociedad
patriarcal; la jurisprudencia perseveró en este modelo (infirmitas sexus, imbecilitas
11
sexus … , ajeno a la independencia fáctica de las mujeres libres trabajadoras, y de
aquellas de clase media y de las nobiles.
Volviendo a las mujeres de la familia de los Julio-Claudios, todas tuvieron actitudes
menos o más emancipadas en función a los signos que marcaron los tiempos, pues
como sostuvo Séneca a cada uno se nos ha otorgado una distinta capacidad para vivir,
12
ya que cada uno tenemos un propio tiempo . Ahora bien, como advierte Hidalgo de la
Vega, es difícil reconstruir la verdadera identidad y el poder que ejercieron estas grandes
13
mujeres, ya que las opiniones y juicios de los escritores fue crítico y muy negativo . Se
salvaron de estas críticas personajes como Octavia o Antonia, en la medida que
supieron ejercitar su libertad emancipante y cumplir con sus officia, sorteando los
estrictos límites de las mores y siguiendo la piadosidad propia de las matronas
14
respetables . Tácito arremetió contra las duces feminae por ser masculinizaciones del
15
poder, tras las que se vislumbran los debilitados augustos de la dinastía Julio-Claudia .
De los historiadores antiguos nos llega una visión de este periodo en el que estas

10
Cid, R., Imágenes femeninas en Tácito: las mujeres de la familia
Annales”, Corona Spicea. , Oviedo 1999, p. 66, explica
que las novedades del Principado para las mujeres de la domus imperial exige de ellas un
prototipo de castidad.
11
Sobre estas calificaciones jurisprudenciales, Bravo Bosch, M.J., “ .
Imbecillitas sexus”, U ,
Valencia 2017, pp. 13-45.
12
Sen. dial. 6,21,4-5.
13
Hidalgo de la Vega, M.J., ,
Salamanca
2012, p. 78.
14
Véase al respecto Cid López, R.M., “Octavia. La noble matrona de la domus de Augusto”,
Mujeres en tiempos de Augusto cit., pp. 307-330; Salazar Revuelta, M., “Livia. Modelo de princesa
imperial en el marco del poder de la dinastía julio-claudia”, Mujeres en tiempos de Augusto cit., pp.
331-364; Núñez Paz, M.I., “Antonia Minor. Más allá del exemplum matronae”, Mujeres en tiempos
de Augusto cit., pp. 471-493.
15
Díaz García, B.T., “La domus regnatrix tacitéa”,
, II, Oviedo 2013, pp. 477-498.
mujeres viviesen y actuasen en un contexto de eliminación de rivales con fines
16
sucesorios ; lo que era un elemento más de desprestigio de la familia Julio-Claudia.
Sin embargo, se puede afirmar que siempre las mujeres de esta familia rigieron su
comportamiento conforme al interés de “los suyos”, o en su caso de la patria, poniendo
especial atención en su salubridad física, intelectual y ética; lo que les permitió mantener
su fortaleza de carácter en lo público y en lo privado. Las mujeres julio-claudias siguieron
la estela de la última aristocracia republicana, y de la misma Livia, saliendo del ámbito
tradicional, que era exclusivamente domestico, frente a la época imperial en la que
17
devino también público y cívico . Su auctoritas venía no sólo de la excelencia de su
estirpe, sino de su compromiso activo en un primer momento con los intereses
familiares, o sea, con la Res publica, y más tarde por su convencimiento del singular
destino de su domus para el bien público; de ahí que incluso en algún momento de sus
vidas merecieron honores públicos dignos de los prohombres de Roma, como elogios
públicos, o estatuas, entre otros reconocimientos.
Pero realmente abordar a las mujeres de la casa de los Julios implica realizar un
trabajo tan profundo que no puede ser aquí agotado, sino simplemente apuntado. Son
demasiados los parámetros que han de tenerse presentes, muchísimas las
personalidades de renombre a tratar y a conectar entre sí; al igual que no se puede
analizar ese periodo sin su perspectiva histórica, esto es, sin el arrastre que conlleva un
18
siglo de memoria en los protagonistas de tales sucesos . Una política, la imperial, en la
que los conflictos republicanos se reinventan en la sombra del Poder, en un ambiente
19
denso de conspiraciones y facciones, que no abocaron ya en guerras civiles , y de las
que sólo nos han llegado a nosotros el conocimiento de los juicios de crimen

16
Hidalgo de la Vega, M.J., “Maternida : las princesas julio-claudias”,
, Oviedo 2009, p. 199.
17
Cenerini, F., “Le matronae diventano Augustae: un nuovo profile al femmninile”, Matronae in
domo et in
repubblica e primo impero, Trieste 2016, p. 28.
18
Resulta muy útil el apéndice de genealogía y nomenclatura contenido en Wood, S. E., Imperial
Women. A Study in public Images. B.C. 40 - A. D. 68, Leiden-Boston-Koln 1999, pp. 320-330; y la
bibliografía citada en esta obra.
19
Barrett, A.A., Agrippina: Sister of Caligula, wife of Claudius, Mother of Nero, London 1996,
señala que muchos académicos insisten en que las quejas de conducta sexual inapropiada entre
los miembros de los julio-claudios fueron en gran medida instrumentos engañosos para esconder
serias amenazas políticas, y que los cargos de adulterio y depravación moral pudieron usarse para
eliminar a aspirantes peligrosos o a sus partidarios; aporta esta monografía profusión de datos y
relaciones personales que pueden ayudar a ahondar en el calado político de estas acusaciones y
de su represión silenciosa.
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20
maiestatis ; unas cien familias aristocráticas se sentían amenazadas por el creciente
21
poder del Emperador .
La domus augustea rompió con la tradición romana de alianzas político-familiares
exógenas, desarrollándose en la endogamia; esto les hizo ser un núcleo humano atípico
para la mentalidad romana, y condenados a un fatum funesto: como la maldición que
pesó en los protagonistas de la novela “cien años de soledad”, condenados a que sus
descendientes “se convirtieran en monstruos y desaparecieran de la faz de la tierra”.
Toda una familia (Julio-Claudia), bastante amplia, se extinguió víctima de una
22
herramienta política augustea, el crimen de adulterio , y que Augusto aplicó por primera
vez a su propia hija; más tarde, escritores como Suetonio, Dion Casio y Tácito,
adornaron convenientemente el relato de los hechos a fin de dar gloria a la dinastía de
los Flavios, y plasmaron para la posteridad cliches y estereotipos de corrupción, lascivia
y desenfreno, que aún hoy siguen siendo aceptados como identificativos de la dinastía
23
de los Julio-claudios . También en esta aproximación a las raíces germinadoras de la
Domus augustea ha de tenerse presente otra variable: A veces en este tipo de
sociedades la personalidad de un “gran hombre” sólo se conoce realmente a través de
su lado femenino; esto es, hombres determinados por las mujeres de su circulo familiar,
las Julio-Claudias.
Evidentemente han pasado muchos siglos de aquellos sucesos, los mismos que han
ido transmitiéndose esa imagen nefasta. Frente a la visión transmitida por las fuentes
literarias antiguas respecto a las mujeres tardo republicanas y del Principado, algunas
perspectivas en los estudios sobre este periodo histórico han puesto en cuestionamiento
24
en los últimos años ; viéndose incluso en aquellas narraciones de despecho

20
Álvarez Ramos, F., “Crimen maiestatis y Pena de Muerte en Tacito y Suetonio”, Estudios
humanísticos. Geografía, Historia y Arte 10 (1988) pp. 109-124. Bravo, G., Poder político y
desarrollo social en la Roma antigua, Madrid 1989, p. 168, subraya que en 16 d.C. Tiberio
rehabilitó la lex de maiestate a partir de la existente del 103 a.C.; no obstante, a partir de entonces
más que defensa de la patria, la convirtió en un instrumento legal de represión política.
21
Bravo, G., Poder político y desarrollo social en la Roma antigua, Madrid 1989, p. 167: Pese a
que el Senado altoimperial ha quedado sin representatividad política real, esta institución defendió
siempre sus propios intereses. Muchos senadores y algunos libertos gozaban de grandes fortunas
a las que aquel ponía sus miras para incrementar su poder político y económico. De ahí que estos
urdieran o se unieran, según el caso, a las frecuentes tramas conspiratorias contra la persona del
emperador y ocasionalmente contra la forma de Estado.
22
Férnandez de Buján, A., “La legislación de Augusto”, Gerión, 35 (Extra 0, 2017) pp. 87-104.
23
Carandini, A., Io, Agrippina, Roma 2018; en una posición opuesta se presenta la también
versión novelada, Southon, E., Agrippina: Empress, Exile, Hustler, Whore, London 2018.
24
Cid López, R.M., “ . Entre Livia y Agripina”,
Asparkia 25 (2014) pp. 179-183, y la bibliografía allí citada.
25
masculino . Así pues, pese a las profundas raíces de esa turpitudo, se puede desmontar
esa visión infamante poniendo el foco de atención en las contradicciones en las que
incurren tales historias y dando la relevancia debida a todos los actores, incluidos los
escritores de esa Historia monolítica y manipulada.

II. AUCTORITAS, Y NO ATROCIDAD, EN LA CASA DE LOS JULIO-CLAUDIOS

Ahora bien, de la figura de Julia Agripina, conocida como Agripina Minor, nos son
relevantes muchos aspectos, tanto a nivel político y jurídico como social, ya que se
convierte en la última descendiente de la gens Julia, y siendo plenamente conscientes de
lo que ello significa, e
(descendiente de Venus —protectora de Roma—
26
y de Eneas) , dió especial relevancia a las mujeres julias, entre las cuales, ya fuesen
sus sobrinos o
cuando Augusto decidió recurrir a Tiberio, un Claudio, procedió
; y subrayando esta idea, Augusto en su testamento otorgó
27
a Livia el nombre de Julia Augusta .
Julia Maior fue
-
ganda imperial, que pre
28

Ya en tiempos de Augusto la complejidad política del Senado era difícilmente


soportable por el poder imperial, y los conflictos internos de las últimas décadas
republicanas se trasladaban a las nuevas generaciones senatoriales: Descendientes de
los seguidores de Mario y de los de Sila, descendientes de los partidarios de Catilina y
los de Cicerón, cesarianos y pompeyanos; los postcesarianos, escindidos en tres
facciones (los partidarios de Bruto, Cassio y Sexto Pompeyo; los seguidores de Antonio,

25
Picón García, V., “La mujer en las "Biografías de los XII Césares" de Suetonio”, La mujer en el
mundo antiguo, Actas de las V Jornadas de Investigación Interdisciplinaria: Seminario de Estudios
de la Mujer, Madrid 1986, p. 279: “Hasta ahora, que yo sepa, nadie ha dicho que Suetonio es
antifeminista, pues siempre se le ha considerado imparcial en sus relatos. Las observac

ideas tradicionales clasistas y moralizadoras, aunque no es descartable el reflejo de un cierto


despecho hacia la mujer, pues precisamente a causa de una
gracia de Adriano (Sen. Const. 11)”.
26
Para comprender esa construcción dinastica en un context republican, véase Polloni, J., “The
Gemma Augustea: ideology, rhetorical imagery, and the creation of a dynastic narrative”, Narrative
and event in ancient art, Cambridge 1993, pp. 258-298.
27
Rodríguez López, R., “Julia Maior. La auctoritas de la gens Julia”, Mujeres en tiempos de
Augusto cit., p. 446. Corbier, M., Male power and legitimacy through women cit., pp. 178-193.
28
Rodríguez López, R. Julia Maior cit., pp. 434-459.
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y los de Octavio, en tanto presunto heredero de César); y finalmente los novi homines
29
que Augusto introdujo en el Senado
su esposa fueron
30
fue una constante de su reinado ; en el 23 a.C. se abortó una conjura contra el
Principado en el que estaba implicado el
Murena y Fannio Caepio.
Bravo describió otro de los momentos en el que los opositores políticos al Principado,
añorando la República, llegaron a plantearse la conveniencia de restaurarla; desde el 23
a.C. siempre fueron coniurationes, conspiraciones encubiertas contra la persona del
Princeps que endurecieron las relaciones Senado-Emperador y los enfrentaron; muchas
31
de ellas llegaron a ser exitosas . Incluso durante el mismo 16 a.C., parece que fue
cuando Gneo Cornelio Cinna Magno (nieto de Pompeyo ‘el grande’
) se rebelaron contra Augusto, aunque luego fuesen
perdonados. Más aún, en fecha difícil de precisar surgieron

. Los partidarios de Julia


eran
32
Antonio y Sexto P
. Son un
grupo de ciudadanos, que opera dentro de la ciudad, en la Corte misma. Sus acciones
van dirigi

relaciones dentro , que provoca adhesiones entre las grandes


familias republicanas.
Volviendo a las mujeres Julio-Claudias, un interesante estudio es realizado por Mas
Torres, quien afirma, tras estudiar la obra de Tácito, que las mujeres malas se
caracterizaban por su descontrol sexual o porque controlaban su sexualidad conforme a
sus intereses políticos. Y como ejemplo de esto último se presentaba Agripina minor;

29
Bravo, G., Poder político cit., pp. 162-163.
30
Raaflaub, K.A.- Samons, L.J., “Opposition to Augustus”, Between republic and empire:
interpretations of Augustus and his Principate, Berkeley, Los Angeles-Oxford 1990, pp. 417-454.
31
Bravo, G., Poder político cit., pp. 167-168.
32
Sobre la madre de Julia Maior, véase Bravo Bosch, M.J., “Escribonia ¿Perfecta matrona
romana?”, Mujeres en tiempos de Augusto cit., pp. 287-305.
33
titánica según algunos investigadores ; y su dominatio era atrox, conforme a los
34
patrones impuestos por la lírica post-augústea . Tácito imputó muliebris impotentia tanto
a Livia como Agripina minor; y por tal ambición de poder, disfunción respecto a la
naturaleza de las cosas, entendió que estas mujeres eran causa de desgracias para su
35
familia y para el “Estado” .
Refiere Tácito que Agripina Minor redactó unas memorias de las que comentó: “en las
36
que dejó para la posteridad recuerdo de su vida y de las desgracias de los suyos” .
Evidentemente si hubiese sido la mujer que nos han relatado las fuentes literarias no
37
hubiera puesto el empeño en contarnos sus miserias conforme a la mentalidad romana ,
a no ser que en ellas se desvelasen “secretos de Estado”, conspiraciones, y otros
movimientos políticos que fueron los que realmente justificaran la exterminación de la
familia de los Julios, y pondría el foco de luz sobre los beneficiarios de esta masacre.
Algún autor, sin embargo, apunta que el trabajo autobiográfico de Agripina
probablemente se ciñó a su autodefensa, auto justificando sus acciones y
38
comportamiento .
No obstante, todo lo anterior, muchas de estas maquinaciones familiares entiendo
fueron perpetradas desde el exterior, y luego maquilladas por los historiadores ansiosos
de convertir este periodo en un periodo negro de la Historia romana. Además, Tácito,
como indica Cid, no podía juzgar benevolentemente a quienes habían propiciado una
39
situación política incompatible con el régimen republicano . Como señala Ginsburg, los
topoi retóricos de finales de la Republica se perpetúan en las mujeres de la dinastía

33
Paratore, E., “La figura di Agrippina minore in Tacito”, Maia 5 (1952) pp. 32-81, como así se
expresa, señala que Tácito al examinar esta figura tan a fondo y con tanta profundidad de intuición
y expresión, romana en sus ideales y al mismo tiempo claramente anti romana en su violencia a
las leyes tradicionales, Tácito, trayendo la trama de las fuentes con una felicidad incomparable y
casi transfigurando, dio lo mejor de sí, combinando las cualidades del político, el psicólogo y el
artista”. Esto es, podemos deducir de Paratore, Tácito crea un personaje titánico y grandioso
desde el estereotipo.
34
Mas Torres, S., “ ”,
, II, Oviedo 2013, pp. 535-549; Kaplan, M., Agrippina
semper atrox: a study in Tacitus’ characterization of women, Bruxelles 1979.
35
Santoro L’Hoir, F., “Tacitus and women’s usurpation of power”, Classical World 88 (1994) p.
18.
36
Tac. Ann. 4,53.
37
En esta línea Grimal, P., Memorias de Agripina, Madrid 1996, renuncia a esa visión de mujer
fatal, y acerca el personaje a lo que pudo ser; sin embargo, a partir de la p. 199 si reproduce en la
figura de Mesalina el arquetipo de mujer fatal.
38
Lazzeretti, A., “Rifessioni sull’opera autobiografica di Agrippina minore”, Studia historica,
historia antigua 18 (2000) pp. 185-190.
39
Cid López, R.M., : las mujeres de la familia de Augusto cit., p.
77.
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40
Julio-claudia: saeva noverca, dux femina , transgresiones sexuales y madres
dominantes; Agripina minor es el ejemplo más completo de tales estereotipos. Una
metáfora de la debilidad política de los emperadores y de la ilegitimidad de su
41
reclamación del Poder .
A la par, para Lopes Brandao el objetivo principal de Suetonio es hacer una
caracterización completa de los personajes para acentuar la fuerza literaria: hechos
anecdóticos, estados de ánimo y simples rumores; y demuestran ser tan o más
importantes que los grandes actos heroicos. Suetonio recurrió a subrayar los rasgos
tiránicos de los emperadores y de sus familias, a modo de los monarcas helenísticos,
con el recurso a la constante generalización y gradación de vicios y ejemplos (inciuilitas,
saeuitia, crudelitas, luxuria, rapacitas, libido exacerbada, e impietas contra los dioses,
contra la patria y contra la familia), dejando en un segundo plano el orden cronológico de
los hechos. De este modo se ocultó el buen período de gobierno de príncipes como
42
Calígula o Nerón .
Incluso algunos investigadores actuales llegan a aproximarse a la obra de tales
literatos romanos desde la crítica lingüística; así, por ejemplo, por lo que se refiere a
Suetonio, Lima sostiene que la narrativa suetoniana sería una especie de historia inferior
43
o sin información ; otras interesantes consideraciones las realiza Sánchez Marín, en la
44
línea expuesta por Cizek , observando que los "rumores", presentados como
probationes, esto es, como recurso retórico en la

45
" . También para Shatzman, surgen varias preguntas sobre la lectura de las
diversas historias relatadas por Tácito sobre la base de los rumores. Para empezar, la
cuestión de la fiabilidad. En ningún caso Tácito se contentó con una descripción simple y
lineal de los acontecimientos. La opinión doctrinal extrema de que absolutamente todos

40
Domínguez Arranz, A., “Maternidad y poder femenino en el Alto Imperio: Imagen pública de
una primera dama”, Madres y maternidades cit., p. 222, señala que los precedentes de esta
presencia activa femenina en la esfera pública tienen sus antecedentes en las monarquías
helénicas; Augusto, pese a estar influido por el modo de vida de los reyes macedónicos, matiza tal
concepción de Poder a las maneras republicanas.
41
Ginsburg, J., Representing Agrippina. Constructions of Female Power in the Early Roman
Empire, Oxford-New York 2006, pp. 107-132.
42
Al respecto, Lopes Brandao, J.L., “Estereótipos de tiranía nas ‘Vidas dos Césares’ de
Suetónio”, Humanitas 60 (2008) pp. 115-138; Lopes Brandao, J.L., “A púrpura aviltada: honra e
desonra nas ‘Vidas dos Césares’ de Suetónio”, Humanitas 63 (2011) pp. 321-335.
43
Lima Silva (de), A.D., “Historiografia e gênero biográfico na Vita Caligulae de Suetônio -
primeiras reflexões”, Codex: Revista de Estudos Clássicos 2.1 (2010) p. 54.
44
Cizek, E., "Les Vies des douze , 1977,
pp. 141-143 y 32-35.
45
Sánchez Marín, J.A., “El rumor: técnica narrativa en las biografías de Suetonio”, Actas del II
Congreso Andaluz de Estudios Clásicos 2, Málaga 1984, p. 161.
estos relatos fueron inventados no puede aceptarse, pero de ello no se puede extraer
que todo el contenido fuese verdadero. En ciertos casos los rumores registrados eran
falsos, inventados por Tácito; de hecho, de vez en cuando insertaba conscientemente
46
rumores en cuyo contenido el mismo no creía .

III. MEMORIAS DE AGRIPINA MINOR

Muchos son los esfuerzos de reconstrucción histórico-política de esta familia, pero la


imagen de Agripina Minor, emitida desde el s. I d.C., sobrevive prácticamente inalterable,
47
salvo algún cuestionamiento de las fuentes literarias , como si fuera la única gran
personalidad femenina romana que merece todas las tachas que sobre ella se han
48
vertido . La figura de esta emperatriz ha suscitado siempre un gran interés entre los
estudiosos, especialistas en la Antigüedad, que se manifiesta en una abundante
producción científica, bien centrada en el estudio de su figura, o bien en un marco más
amplio para etiquetarla, por lo que se podría pensar que no hay nada nuevo relevante
49
que aportar. Y la imagen es un poderoso instrumento , que permanece para relecturas
de la Antigüedad, aún en nuestros días; así, no resulta extraño, pues, que Julia Agripina
Minor, una mujer cuya vida fue excepcional en todos los sentidos, sea la inspiración de
muchos novelistas y dramaturgos. Agripina es heredera de esas grandes mujeres de
mediados-finales de la República, que en muchas ocasiones sufrieron la turpitudo de los
medios de comunicación de la época.

Bustos de Agripina Minor

46
Shatzman, I., “Tacitean rumours”, Latomus 33 (1974) p. 550
47
Barrett, A.A, Agrippina, sex, power and politics in the early empire, New Haven-London 1996,
p. XIV-XVI, advierte de los peligros de aceptar sin sentido crítico el juicio emitido por los escritores
romanos sobre la emperatriz.
48
Girod, V., Agrippine. Sexe, crimes et pouvoir dans la Rome , Paris 2015.
49
Para esa necesaria contextualización, resulta útil la lectura de Gregory, A., “Powerful images:
responses to portraits and the political uses of images in Rome”, Journal of Roman Archaeology 7
(1994) pp. 80-99.
RGDR
ISSN: 1697-3046, núm. 33, Diciembre (2019) Iustel

National Museum (Varsovia) MNAR (Mérida)


La vida de Agripina no puede entenderse sin comprender su herencia familiar, en
todas y cada una de sus facetas. Así pues, trataré de reconstruir a partir de las fuentes,
entre líneas muy esquemáticas, un retrato aproximado de su persona sin caer en la
necesidad de exponer minuciosamente una bibliografía que todos aprendimos en la
literalidad del relato clásico, y que excedería del formato de un artículo. Para esta
empresa seguiré la estela de púrpura de los emperadores Tiberio, Calígula, Claudio y
Nerón, así como el destello fulgurante y trágico de su madre, Agripina Maior, quien llegó
50
a gozar de una auctoritas superior a los emperadores citados . Los datos que los
antiguos nos aportaron sobre ella revelan una evidente manipulación de la realidad; y
ello se percibe fundamentalmente tras poner en valor aquellas referencias que no nos
destacan, pero que se deducen de su vinculación con la domus augustea, comenzando
por las singularidades de su nacimiento.
Así, se puede afirmar que Agripina Minor no podía ser sino una persona excepcional,
al igual que lo fueron las mujeres de la familia Julia que la precedieron. En ella se
perciben rasgos de la divina Livia, su bisabuela (una Claudia), hasta la virtuosa Julia
Maior, su abuela (pese a la maldición adultera que ésta injustamente padeció). Su
madre, Agripina Maior, acompañaba a su marido en las campañas bélicas, como
previamente lo hizo Octavia (hermana de su bisabuelo Augusto) y todas las mujeres
julias desde entonces; y fue en una de esas operaciones militares en Germania donde
51
nació Agripina Minor en el año 15 d.C., tras la muerte el año anterior de su bisabuelo
Augusto, y de su abuela Julia en el exilio. Es un momento de pleno vigor de la
resistencia política de los Julios al Imperio de los Claudios (representados por el
emperador Tiberio). No obstante, ella también era “Claudia”, ya que su padre,
Germánico, fue hijo de Druso (hermano de Tiberio, y por tanto de la dinastía Claudia); el
mismo Druso (casado con Antonia Minor, hija de Octavia, la hermana del emperador
Augusto, y Marco Antonio) había muerto presuntamente por su defensa a los valores
republicanos ahogados por el gobierno de Augusto. Pero la legitimidad socio-política
venía dada por la familia Julia.
52
Su madre tuvo en total nueve hijos, aunque fallecieron tres a temprana edad ; un
ejemplo de mater fecunda propia de la domus soñada por su abuelo para el saecolum

50
Parra Martín, M.D., “Agripina Maior. El destino de un Imperio”, Mujeres en tiempos de Augusto
cit., pp. 495-514.
51
Tac. ann. 12,27: “Agripina, también para marcar su fuerza en las provincias, ordenó la creación
de una colonia de veteranos en el sitio de los Ubios, donde ella nació. El asentamiento recibió su
denominación del nombre de ella”.
52
Suet. Cal. 7: “Germánico casó con Agripina, hija de M. Agripa y de Julia; tuvo de ella nueve
hijos, de los cuales dos los arrebató la muerte a poco de nacer, y otro pereció cuando entraba ya
augusteo, pero excesiva para los cánones republicanos. Pero igualmente fecunda había
sido medio siglo antes su abuela Julia Maior

, Vipsania Julia (Julia Minor , Vipsania Agripina


(Agripina Maior .
Agripina Minor llegó a edad adulta, en una fraterna sororidad con Drusila y Livila,
Nerón, Druso y G. César, siendo al igual que ellos testigo privilegiado de un amplio
periodo histórico. Frente al gozo de ser, con dos años, parte activa en la ceremonia de
53
triunfo de su padre ante las multitudes que lo aclamaban ; la tristeza a los cuatro años,
en el 19 d.C., de perder a su padre, víctima de un complot político urdido desde la misma
54
domus augusta. , y vivir en primera persona el dolor, la tensión y majestad de ese
cortejo fúnebre que devolvía a Roma las cenizas de su Princeps. En este contexto, su
55
madre ya viuda, decidió dar un paso hacia adelante exponiendo su tragedia ante todos ;
parece ser que en las honras no participaron ni el Emperador Tiberio, Livia y tampoco
Antonia Minor, quizás porque eran conscientes de que el desconsuelo manifestado por la
56
población estaba aumentando el mito de Germánico .
La madre, viuda, se puso de luto, y pidió, infructuosamente, al Emperador Tiberio que
57
le buscase un marido, en tanto era la única salida de una mujer decente ; y desde

en la pubertad”. Al respecto, Lindsey, H., “A fertile marriage: Agrippina and the chronology of her
children by Germanicus”, Latomus 54.1 (1995) pp. 3-17.
53
Tac. ann. 2,41: “En el consulado de Gayo Caelio y Lucio Pomponio, el veintiséis de mayo,
Germanico César celebró su triunfo sobre los Cherusci, los Chatti, los Angrivarii, y las otras tribus
… ra
impactan …”.
54
Suet. Tib. 52: “No amó con ternura paternal a ninguno de sus hijos, ni a Druso, engendrado por
G … (3) que Tiberio fue el responsable de su

a los hijos de éste”.
55
Tac. ann. 2,75: “Agripina, aunque abatida por el duelo y con el cuerpo enfermo, impaciente
ante cuanto pudiera retrasar su venganza, se embarcó en la flota con las cenizas de Germánico y
con sus hijos. A todos producía pena el que aquella mujer, la primera por su alcurnia y que hasta
un momento antes viviera un maravillo matrimonio, a quien siempre se había visto rodeada de
veneración y gratitud, marchara entonces llevando en su seno aquellos fúnebres despojos, incierta
de su venganza, angustiada por sí misma, y tantas veces castigada por la fortuna a causa de su
desdichada fecundidad”.
56
Tac. ann. 3,2.
57
Tac. ann. 4,53: “Pero Agripina, obstinada en su ira y habiendo caído enferma, cuando el César
fue a visitarla lo recibió con un llanto largo y silencioso; luego le habló con rencores y ruegos. Le
pidió que socorriera a su soledad, que le diera un marido; le dijo que ella estaba todavía en una
juventud lozana, y que las mujeres honestas no tenían otro consuelo que el matrimonio; que había
en la ciudad dispuestos a acoger a la esposa de Germánico y a sus hijos. El César, que no (2)
ignoraba la gran trascendencia política de la petición, pero que no quería manifestar resentimiento
ni temor, la dejó sin respuesta a pesar de la insistencia de Agripina. Esto no aparece recogido en
los cronistas, sino que lo encontré en las memorias de su hija Agripina, madre del emperador
Nerón, en las que dejó para la posteridad recuerdo de su vida y de las desgracias de los suyo”.
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58
entonces Tiberio arremetió duramente contra la viuda y los hijos . Los movimientos
políticos de oposición al régimen augusteo y los de defensa de Julia Maior debieron estar
59
aún vivos y activos en tiempos de Agripina Maior . El miedo se instaló en su entorno; en
los siguientes años los amigos de la viuda de Germánico fueron asesinados o exiliados,
y se propagó entre las mujeres de las grandes familias, hasta el punto de temer una
acusación de adulterio, para lo que muchas preventivamente decidieron inscribirse en el
60
censo como prostitutas; no obstante fueron descubiertas y enviadas al exilio . En esta
línea de ataque político el 27 d.C., Tiberio denunció infructuosamente a través de carta
dirigida al Senado a Agripina Maior y a su hijo Nerón César; el pueblo reaccionó
aclamándolos.
Cuando Agripina Minor contaba trece años, en el 28 d.C., su tío el emperador Tiberio
61
concertó su matrimonio con su primo segundo Cneo Domicio Enobardo , a la par que
62
exiliaba a su madre . Enobardo pertenecía a la domus augusta por nacimiento, y así
aparece esculpido en el Ara Pacis, junto a sus padres y hermana. Si el carácter de
Enobardo fuese tan detestable y dañino para los intereses públicos como nos indican los

58
Suet. Tib. 52: “No amó con ternura paternal a ninguno de sus hijos, ni a Druso, engendrado por
G … (3) Se cree además que Tiberio fue el responsable de su

a los hijos de éste”.
59
Furtado, R., “Partes Agrippinae: problemas em torno de um grupo político”, Cadmo 2
- ,
amenazando el poder de Tiberio, frente a la gens Iulia.
60
Suet. Tib. 35: “Restableció la antigua costumbre de que un consejo de familia acordase por
unanimidad de votos el castigo de las mujeres adúlteras que no tenían acusadores públicos. A un
caballero romano, que había prometido no repudiar jamás a su esposa y que habiéndola
sorprendido en adulterio con su yerno podía, por consiguiente, echarla, Tiberio le relevó de su
juramento. Mujeres que habían perdido la reputación (74), para ponerse al abrigo de las penas que
dictaba contra ellas la ley y librarse de los deberes de una incómoda dignidad, habían optado por
hacerse inscribir como cortesanas. También se había visto a jóvenes libertinos de los dos primeros
órdenes hacerse tachar de infamia por un tribunal, para, a pesar de las prohibiciones del Senado,
obtener así el derecho a presentarse en el escenario del teatro o en la arena. Tiberio desterrólos a
todos, para que no se creyese encontrar refugio en estos artificios”.
61
Tac. ann. 4,75,1; Suet. Nero 5,1.
62
Tac. ann. 5,3-5: “…
envió al senado una carta contra Agripina y Nerón que la gente creía remitida antes y detenida por
Augusta (Livia), pues se leyó no mucho después de su muerte. Contenía palabras de calculada
aspereza, pero no se los acusaba de intentonas armadas, ni de propósitos subversivos, sino que
reprochaba a su nieto amores con muchachos y falta de pudor. Contra su nuera, puesto que ni
siquiera eso se atrevía a inventar, alegaba lo arrogante de su gesto y su espíritu rebelde, con gran
terror y silencio del Senado, hasta que unos pocos que ninguna esperanza tenían en la honestidad
-y los males públicos son aprovechados por los individuos como ocasión de ganarse gracia-,
pidieron que se informara oficialmente; destacó por su interés Cotta Mesalino con una propuesta
… (4) Al mismo tiempo el pueblo, llevando imágenes de Agripina y de Nerón, rodea la
curia y con augurios prósperos para el César grita que la carta es falsa y que contra la voluntad del
…”.
63
escritores antiguos, no se hubiera concertado tal matrimonio . La auctoritas, y
consiguiente popularidad de los Julios, identificados en la figura de Agripina Maior, al
igual que la tuvo su madre Julia Maior, acentuó las medidas de represión que Tiberio
emprendío contra ella y su círculo de confianza. Acusada junto a su hijo Nerón César por
alta traición, Agripina Maior, parece que perdió un ojo por el zarandeo de un soldado.
Tras la reclusión en la isla de Pandataria, el emperador condenó a su marido por
64
comportamientos desleales y vergonzantes .
65
En el 29 d.C. perdía a su tía Julia Minor , tras haber estado ésta veintiún años
exiliada en la isla de Trimerus, por la acusación de adulterio con Décimo Junio Silano, un
66
senador romano; su marido fue ejecutado acusado por conspirador en una revuelta .
En unos años fallecieron sus hermanos: el 30 d.C. Druso César fue encarcelado por
alta traición; En el 31 d.C. Nerón César se suicidó por orden de Sejano. Su tía Livila
(Claudia Livia), hija de Druso y de Antonia Minor fue condenada a morir de hambre,
prisionera -según los escritores- de su propia madre.
Dos años después en el 33 d.C. moría de hambre Agripina Maior, del mismo modo
que el mismo Tiberio había asesinado a Julia Maior; sin embargo las fuentes literarias
67
nos lo presentaron como suicidio ; y el mismo año falleció también asesinado su otro
hermano Druso César. Tanto Nerón como Druso habían muerto tras haber sido
68
acusados por Tiberio, y declarados enemigos públicos por el Senado . Esto es, Agripina
Minor, de dieciocho años de edad, había sido violentamente despojada en apenas un
bienio del afecto y del apoyo de tres de sus familiares más inmediatos. También en el 33

63
Suet. Nero 6.
64
Suet. Nero 5,2. También al respecto, Tac. ann. 12,47-48. Enobardo era hijo de Lucio Domicio
Enobardo y de Antonia Maior; siendo sus abuelos maternos Marco Antonio y Octavia.
65
Octavio Augusto casó a Julia Minor con su medio primo-hermano Lucio Emilio Paulo: Julia
Minor era hija de Julia Maior, y ésta de Augusto y Escribonia; la madre de Paulo, fue Cornelia
Escipión, hija de Escribonia y de su anterior marido Publio Cornelio Escipión Salvito.
66
Norwood, F., “The Riddle of Ovid's Relegatio”, Classical Philology 58 (1963) p. 154.
67
Suet. Tib. 53: “En una ocasión en que su nuera Agripina, después de la muerte de su marido,
se quejaba de algo con demasiada vehemencia, la cogió de la mano y citando un verso griego le
dijo: ¿si no reinas, hija mía, crees que por ello se te hace una injusticia? Y a partir de aquel
… (3)
refugiarse junto a la estatua de Augusto o cerca de las legiones, y la desterró a la isla Pandataria;
y como ella prorrumpiera en violentas invectivas contra él, le hizo propinar por un centurión una tan
fuerte paliza que le vació un ojo. Más tarde, cuando ella decidió dejarse morir de hambre, ordenó
que le abriesen la boca por la fuerza y le engargantaran los alimentos; mas, como perseverara y
acabara por morir, la hizo entonces objeto de las más odiosas calumnias, hasta el extremo de
(…)”.
68
Suet. Cal. 7,2.
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d.C. el emperador concertó la boda de Julia Livila con Marco Vinicio, brillante orador y
69
político .
En el 34 d.C. Tiberio obligó a Livia Drusila a casarse con Casio Longino.En el 36 d.C.
Emilia Lepida, viuda de Druso César, fue acusada de adulterio. La muerte de Tiberio a
principios del 37 d.C. libró a Cneo Domicio Enobardo de morir ejecutado; el mismo
emperador lo había acusado de adulterio con una mujer noble y de incesto con su
hermana. Lo que pudo ser en su origen un enfrentamiento entre los Julios y los Claudios,
terminó a la muerte de Tiberio por unificar ambas familias en un único destino
70
dinástico .
A los veintidós años de edad Agripina Minor engendró a su único hijo, Nerón, en el 37
71
d.C.; nueve meses después de la muerte de Tiberio , habiendo siendo nombrado
emperador su tío Calígula. Señala Bravo que el nuevo Princeps fue modélico durante el
primer año de su mandato, en parte gracias a la popularidad de que gozaba por ser hijo
de Germánico; pero luego cambió radicalmente su política e instauró un régimen
teocrático y despótico, perdiendo los apoyos del Senado, los pretorianos, el ejército y el
72
pueblo, y pasó a ser recordado históricamente como un auténtico ‘tirano’ . Este relato
ha de entenderse entrecomillado dadas las intrigas políticas y las complejas estrategias
de supervivencia familiar que debieron de pulular en todo su mandato; inclusive las
relaciones políticas de sus enlaces matrimoniales.
al mausoleo de Augusto
los huesos de su madre, Agripina Maior, y de su hermano Nerón César, y les rindió
73
honores ; saldando así la damnatio memoriae a la que Tiberio había condenado a sus
74
familiares . El nuevo emperador había concedido honores a su abuela Antonia Minor
(
Antonio) P -

69
Tac. ann 6,15,1; Cass. 58, 21,1.
70
Levick, B., “Julians and Claudians”, Greece & Rome 22.1 (1975) pp. 29-38.
71
Suet. Nero 6,1: “Nerón nació en Ancio nueve meses después de la muerte de Tiberio, el

quien correspondiendo a las felicitaciones de los amigos dijo que de él y de Agripina no podía
nacer nada que no fuera abominable y no constituyera un peligro para la nación”.
72
Bravo, G., Poder político cit., p. 168.
73
Flory, M., “The meaning of Augusta in the JulioClaudian period”, American Journal of Ancient
History 13 (1988) p. 113, refiere que este título va a ser concedido a las madres de los
emperadores una vez que los hijos acceden al trono; Calígula rindió honores a su madre, pero no
le concedió el título de Augusta.
74
Cid, R.M., “Las Augustae - , propaganda
religiosa y reconocimiento social”, Marginación y mujer en el Imperio romano, Roma 2018, p. 148.
durante su mandato. Calígula
obligó ese mismo año a su hermana Julia Drusilia a divorciarse de su esposo y la
75
desposó con su primo segundo Marco Emilio Lépido . Todo ello parece responder a “un
rearme” de los Julios-Claudios en conjunción con el resto de los Julios.
Entiendo que frente a ese sentido compacto de familia, Suetonio tergiversó la
naturaleza de tales afectos al escribir que Calígula mantuvo relaciones incestuosas con
sus hermanas; añadió también que ordenó que los nombres de sus hermanas fueran
76
incluidos en todos los juramentos y en los nombramientos de cónsules . A lo que si
podemos otorgar grado de certeza es que durante un tiempo las tres Julias gozaron de la
77
más alta dignidad imperial, como se deduce de las monedas acuñadas . Calígula
mandó asesinar a su primo Gemelo en 37/38 d.C. por delito de lesa majestad.
En el 38 d.C. moría su hermana Julia Drusila, en medio de un turbio proceso,
nuevamente de adulterio, orquestado contra las personas e intereses de los Julios, y
sorprendentemente esta vez, al igual que lo hizo Octavio Augusto, parece que fue
firmado por un Julio emperador:

“Tuvo trato carnal con todas sus hermanas y en los banquetes de gala las
(2) … (3)
pero con mucha menos pasión y prodigándoles muchos menos honores, pues no
de otro modo se explica que las degradara haciéndolas poseer por sus mancebos
de placer, y por esto precisamente no vaciló en dictar sentencia contra ellas en el
proceso instruido contra Emilio Lépido, condenándolas como adúlteras y participes
de la conspiración tramada contra él; y en aquella ocasión no sólo divulgó cartas
autógrafas de todas ellas, obtenidas con fraudes y medios infames, sino que
incluso consagró a Marte Vengador tres espadas preparadas para apuñalarle
78
acompañadas de una inscripción” .

75
El parentesco era doble, tanto porque Marco Emilio Lépido era hijo de Lucio Emilio Paulo y de
Julia Minor; como porque a su vez estos eran medio primos hermanos: Lucio Emilio Paulo era hijo
de Cornelia Escipión, y nieto de Escribonia, y su esposa Julia Minor era hija de Julia Maior, y nieta
también de Escribonia. Un dato a subrayar es que Lucio Emilio Paulo fue ejecutado tiempo atrás
por conspirar en una revuelta, así como Julia Minor fue exiliada en el año 8 d.C. condenada por
adulterio, y muriendo en dicho estado veinte años después.
76
Suet. Cal. 5,15.
77
En el reverso de las monedas emitidas en tiempos de Calígula se muestran las tres hermanas
como diosas: Agripina portando una vara, que representa la seguridad. En el centro Drusila, como
Concordia, sosteniendo una copa para libaciones, y Julia (Livilla) como Fortuna, sostiene un timón.
Las tres portan una cornucopia, anunciando prosperidad y abundancia. Y debajo se inscribe la
abreviatura SC para informar que ello es “por decreto del Senado”.
78
Suet. Cal. 24.
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Lépido fue ejecutado por adulterio y lesa majestad, y curiosamente el futuro


emperador Vespasiano, defendió y consiguió en el Senado que aquel no tuviera un
79
entierro digno ; y subrayo que los relatos histórico-literarios sobre esta primera dinastía
fueron escritos en tiempos de la segunda dinastía. Igualmente se nos ha transmitido que
en el 39 d.C., Tigelino fue desterrado a la isla de Pandataria al ser acusado por Caligula
80
de adulterio con Agripina Minor y Julia Livila . En el 40 d.C., un poco antes de cumplir
los veinticinco Agripina Minor quedó viuda de Enobardo; así que no sólo perdió un apoyo
social y político, sino que los historiadores narraron que Calígula se apropió de la
81
herencia del marido . Además, la política que tejía los hilos de la domus augustea,
aceleró su caída en desgracia y fue exiliada, como todas las Julias, por acusación de
82 83
adulterio ; mientras su hijo permaneció bajo la tutela de su cuñada Domicia .
Curiosamente ese mismo año se divorciaron Cayo Salustio Crispo Pasiano y Domicia.
Calígula fue asesinado en enero del 41 d.C. en medio de una urdida conspiración de
pretorianos y senadores, liderados por su Prefecto; y se dijo que en la trama también
estuvo involucrado su cuñado Marco Vinicio. Resulta chocante que, tras el supuesto trato
vejatorio dado finalmente por Calígula a su familia, Agripina Minor y sus hermanas
cumplieran con su deber de pietas a los difuntos y, pese a la virulencia del
84
destronamiento, procediesen a dar sepultura a su cadáver ; algo que contrasta con la
imagen de terror que las fuentes literarias nos han legado sobre la personalidad de este
emperador y de sus hermanas, pudiéndose pensar que es necesario hacer una
reinterpretación de este periodo. Este acto de respeto de carácter religioso es propio
más bien de una familia unida en un destino trágico, víctima de grandes intereses
políticos desde hacía varias generaciones.
, sobre todo al final de su gobierno trató de
avasallar la dignitas de las familias as con el fin de centralizar el poder; de ahí
que aquellos se defendieran elaborando ; un

79
Barrett, A.A., Caligula: The Corruption of Power, New Haven 1989, p. 106.
80
Tac. Ann. 1,72.
81
Suet. Nero 6,3: “Perdió a su padre cuando tenía tres años, heredando de éste la tercera parte
de sus bienes, pero no entró en posesión ni siquiera de esta parte, pues Gayo, su coheredero, se
adjudicó por las buenas todos los bienes. Poco tiempo después, su madre fue desterrada y Nerón,
sumido casi en la pobreza y en la indigencia”.
82
Dio Casio 61,10. Dio Casio 59,22.
83
Suet. Nero 6,3: “…fue educado en casa de su tía Lépida bajo la tutela de dos pedagogos, un
bailarín y un barbero”.
84
Suet. Cal. 59: “Calígula vivió veintinueve años y reinó durante tres años, diez meses y ocho
días. Su cadáver fue transportado clandestinamente a los jardines de Lamia, en donde lo
quemaron a medias en una pira improvisada y le echaron encima un poco de césped. Más tarde,
sus hermanas, al regresar del destierro, lo exhumaron y, después de completar su incineración, le
(…)”.
exemplum negativo de la categoría de «monstrum; continua el autor explicando que
Suetonio enumera las acciones negativas de , descontextualizándolas. Con todo
ello Suetonio ar suficiente en la realidad para favorecer los argumentos
85
de los opositores a la línea política imperial . Este mismo año Agripina Minor se casó
con su excuñado Pasiano. Nerón era aún infante, y Agripina, como una madre romana,
tomó la dirección de la educación de su hijo, cuidadosamente para cumplir su sueño de
que fuese un optimo princeps.
La llegada al poder de su tío Claudio era nuevamente una oportunidad para resurgir
de los infortunios, pues éste reintegró a ella y a su hijo los bienes arrebatados, incluso
86
permitió que se enriquezca . No se puede explicar aquí las relaciones políticas
subyacentes en los enlaces matrimoniales de este emperador. Bravo Señala que el
nuevo emperador se esforzó en rehabilitar la función política del Senado, exigiéndoles
responsabilidad y regulando con precisión sus funciones administrativas. Pero estos
grupos de familias senatoriales habían perdido hacia tiempo la confianza del pueblo; de
ahí que este grupo de élite se centrara en la lucha por mantener su poder y privilegios,
frente a la guardia pretoriana y el ejército que se sentían legitimados a actuar en nombre
87
del pueblo .
Ahora bien, en el 42 d.C., su hermana Julia Livila fue ejecutada tras ser acusada de
adulterio con el filósofo Séneca. Seguidamente Agripina Minor y su hermana supérstite
fueron exiliadas. Séneca fue acusado de mantener relaciones sexuales con Julia y
Agripina Minor, hermanas de Calígula, y tuvieron que interceder por él ante el emperador
Claudio para que conmutara la condena de muerte por relegación en la isla de Córcega;
refiere Mangas que Séneca siempre dijo que aquella condena era injusta y que había
sido víctima de una falsa acusación; tras un largo destierro de diez años Agripina
intercedió con su tío el emperador Claudio para sacarlo del largo destierro de diez años y
encargarle la educación de su hijo Nerón. Una vez más se puede deducir de este
episodio un rasgo propio de los Julios, su altura intelectual les llevaba a rodearse de
filósofos y de un cuidado ambiente cultural. Dion Casio escribió que Séneca mantenía
88
también relaciones sexuales con chicos jóvenes ; a lo que añade Mangas que el escritor
debió tomar la noticia de alguno de los panfletos que circularon contra Séneca en los
años en los que tuvo mucho poder como asesor de Nerón, y apostilla Mangas que “era

85
Alfaro, J.P., “La imagen de Calígula en Suetonio: realidad o construcción”, Intus - legere:
historia 6.2 (2012) pp. 7-32.
86
Suet. Nero 6,3: “… Más cuando Claudio se hubo adueñado del poder, no sólo recobró los
bienes paternos, sino que se enriqueció con la herencia de su padrastro Crispo Pasiano”.
87
Bravo, G., Poder político cit., p. 169.
88
Dio Cass. 61,10,3-4.
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un tópico que se repitió al menos desde la época de los tiranos de Atenas, el acusar, a
quien se pretendía desprestigiar, de homosexualidad o de abusos sexuales con menores
89
o casadas .
Antes del 47 d.C. Pasieno fue asesinado, y Agripina Minor quedó una vez más viuda.
En el 48 d.C. el emperador Claudio mandó ejecutar a su esposa Mesalina por
90
escándalos sexuales ; ella que también era de la gens Julia sufría de la misma arma
91
política destructiva, la depravación de costumbres . El relato de los historiadores fue
uniforme, pero no por ello ha de darse por cierto, pues Mesalina, como madre de
Británico, siendo una Julia, no podía poner en peligro “los derechos dinásticos” de su hijo
con una vida sexual escandalosa; por un enamoramiento con Gayo Silio o por una
estrambótica estrategia política, pese a que la doctrina no cuestione la supuesta boda
92
con el que identifican como su amante .
En el 49 d.C. Claudio se casó con su sobrina, Agripina Minor; los escritores arreciaron
las criticas ateniéndose al literal legislativo que calificaba de incesto el matrimonio entre
un tío y la hija de un hermano:

“(…)
nupcias, primero con Lolia Paulina, esposa que había sido de G. César. Más,
Agripina, hija de su hermano Germánico, consiguió con sus carantoñas ganar su
amor valiéndose para ello del derecho que tenía de besarlo y de las oportunidades
que se le presentaban de acariciarlo; así pues, convenció a algunos senadores
para que en la próxima reunión del senado le instaran para que se casara con ella,
como si tal decisión fuera de máximo interés para el Estado, y que se
consideraran lícitos para todos tales matrimonios tenidos hasta entonces como
incestuosos. Y, habiendo dejado transcurrir apenas un solo día, se casó con ella;
pero no encontró a nadie que se aviniera a seguir aquel ejemplo, excepción hecha
de un liberto y de un centurión primipilar a cuya boda asistió personalmente
93
acompañado de Agripina” .

89
Mangas Manjarrés, J., “Modelos de mujer en Séneca”, Mitos femeninos de la cultura clásica.
Creaciones y recreaciones en la Historia y la literatura, Oviedo 2003, pp. 289-290.
90
Guarino, A., “In defesa di Mesalina”, Labeo 20 (1974) pp. 12-26, reconoce a Mesalina como
adultera, y la justifica, por ser su marido el emperador Claudio es corrupto y permisivo.
91
Tac. Ann. 11,12.
92
Hidalgo de la Vega, M.J., cit., pp. 200-201. Y sobre la juridicidad
del mismo, es la posición mantenida por Castillo (del), A., "Reflexiones sobre el matrimonio de
Valeria Messalina y Cayo Silio”, Latomus. Revue d’études latines 72 (2013) pp. 711-724.
93
Suet. Clau 27,3; Tac. Ann. 12,3: “… G Q V ranio el
matrimonio pactado entre Claudio y Agripina estaba ya confirmado por la fama y por un amor
ilícito; pero todavía no osaban celebrar la ceremonia solemne al no haber precedente de un tío que
hubiera tomado como esposa a la hija de su hermano; incluso se temía al incesto, y que, si no
94
El mismo día del enlace matrimonial fueron ejecutados Pompeyo y Silano ; éste
último era el tercer esposo de Domicia Lépida, hija de Julia Antonia Minor, esto es, una
vez más, se atenta al circulo de los Julios en una estrategia de aniquilamiento con
extremos que desconocemos, y con subfacciones, que entiendo puedo incluso en
ocasiones estar enfrentadas. Un gran logro de Agripina Minor fue conseguir ser
nombrada emperatriz, en coherencia con el estatus que merecía por estirpe, tal y como
narra el texto:

“…
en el Capitolio en un carruaje, honor reservado de antiguo a los sacerdotes y a los
objetos sagrados, aumentaba el respeto por aquella mujer que, hija de un
imperator, hermana y también esposa y madre de quien ostentó el poder
universal, constituye un ejemplo sin par hasta el día de hoy ...”.

Southon nos reveló en su monografía una mujer fuerte, con talento para la
diplomacia, la negociación y la política; prueba de ello es que fue la primera mujer joven
a la que se otorgó el título de Augusta, a la par que a Claudio se le concedía el de
Augusto. Además, al estar siempre implicada en los asuntos y la Administración del
Imperio se le permitió ser miembro del Consejo de Claudio. Sus acciones permitieron
que los últimos años del reinado de Claudio fueran pacíficos y prósperos, sin rebeliones
95
o golpes, ni ejecuciones . Sin embargo, los textos literarios en la línea constante de
denostación de la figura de Agripina Minor se detuvieron en comentar que el emperador
96
se había arrepentido de casarse con ella y de haber adoptado a Nerón , finalizando esta
afirmación con la sentencia de que el destino le había reservado siempre mujeres
97
impúdicas, y que habían sido penadas por esta falta a la honestidad : Una vez más la

reparaban en él, resultara una calamidad pública. No salieron de su vacilación hasta que Vitelio se
encargó de llevar a término el asunto con sus mañas. Preguntó al César si obedecería a los
mandatos del pueblo o a la autoridad del Senado, y cuando le respondió que él era un ciudadano
más, incapaz de resistirse al general consenso, le mandó esperar en el Palacio. Vitelio entra en la
curia, y proclamando que se trata de la razón de estado pide la venia para hablar antes; que los
otros, y comienza a decir que las pesadas fatigas del Príncipe con las que cuida del orbe de la
tierra, necesitan de apoyo, para que, libre de cuitas domésticas, pueda dedicarse al bien común;
¿y qué alivio puede resultar más honesto para el espíritu de un censor (que el de tomar una
esposa, compañera en la prosperidad y en los peligros, a la magnificencia de unos juegos de
gladiadores, lo había presentado al favor del pueblo. De todos modos, nada parecía cuesta arriba
en el ánimo de un príncipe en el que no había ni juicio favorable ni odio que no fuera inspirado y
ordenado”.
94
Suet. Clau 29,2: “…
en brazos de su mancebo de placer y Silano fue obligado a abdicar de la pretura el día cuarto
antes de las calendas de enero y a suicidarse el día mismo que se casaron Claudio y Agripina”.
95
Southon, E., Agripina: Primera emperatriz de Roma, Barcelona 2018, pp. 29 ss.
96
Sobre la adopción Tac. Ann. 12,25-26.
97
Suet. Clau 43.
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constante del adulterio como arma política que se nos ofrece como imprescindible para
98
la interpretación de este periodo ; y que ha comprenderse sólo en tales términos y no
como comportamientos “impúdicos” reales. Y una vez más, al igual que pasó con Lívia,
99
era presentada como el arquetipo de cruel madrastra :

“En fin, se dieron gracias al príncipe, con una más escogida adulación para
Domicio; además se votó una ley por la que éste pasaría a la familia Claudia y
tomaría el nombre de Nerón. También se ensalza a Agripina con el título de
Augusta. Consumado todo esto, no hubo nadie tan inaccesible a la piedad que no
se sintiera entristecido por el destino de Británico. Abandonado poco a poco
incluso por sus esclavos, recibía con sarcasmo las más que inoportunas
atenciones de su madrastra, dándose cuenta de su falsedad. En efecto, cuentan
que no era de natural poco inteligente, ya fuera verdad, ya porque favorecido por
100
sus peligros conservara tal reputación sin haberla probado” .

Lo que si es cierto es que la pareja imperial tenía miedo a las conspiraciones, y que
101
pese a las muchas cautelas de Claudio, consiguieron envenenarlo , como a tantos de
los Julios; de ahí que el texto que sigue haya de leerse con sentido crítico, y no con el
literal que nos ofrecía Suetonio:

“Poco tiempo después redactó también su testamento y lo hizo legalizar con los
sellos de todos los magistrados. Antes, no obstante, de que pudiera tomar ninguna
decisión importante se le anticipó Agripina, a la que acuciaban, además de esta
actitud de Claudio, su propio sentimiento de culpabilidad y el miedo a los delatores
102
de sus muchos delitos. (…)” .

98
Dorey, T.A., “Adultery and propaganda in the early Roman empire”, University of Birmingham
Historical Journal 8 (1961) pp. 1-6; y sobre el valor de los rumores, Richlin, A., “Approaches to the
sources on adultery at Rome”, Reflections of women in Antiquity, London-New York-Paris 1981, pp.
379-404.
99
Watson, P.A., “Ancient stepmothers: myth, misogyny and reality”, Mnemosyne. Supplementum
143, Leiden-New York-Köln 1994, pp. 192-197, subraya el interés de Tácito de que Agripina Minor
aparezca ante los lectores de su obra como una malvada madrastra; de ahí la manipulación que
hace del personaje histórico. Noy, D., “Wicked stepmothers in Roman society and imagination”,
Journal of Family History 16 (1991) p. 350, escribe que hay un tema común en oratoria romana,
que es el de las malvadas madrastras y la persecución de los hijastros, sobre todo en las
controversiae, donde el más grande objetivo de los oradores es presentar cuestiones reales en
cichés. También sobre el tema, véase Gray-Fow, M.,J.G., “The wicked stepmother in Roman
literature and history: an evaluation”, Latomus 47 (1988) pp. 741-757.
100
Tac. Ann. 12,26.
101
Tac. Ann. 12,67.
102
Suet. Clau 44.
103
Se decretó para Claudio un funeral público y luego la apoteosis :

“… Se decretan honores celestiales para Claudio, y se celebra una solemnidad


fúnebre semejante a la del divino Augusto, tratando Agripina de rivalizar con la
104
magnificencia de su bisabuela Livia” .

IV. MÁS ALLÁ DE AGRIPINA MINOR

Agripina Minor se nos muestra en las fuentes latinas antiguas no sólo como una
femme fatale, sino también como una optima mater, pues si bien se dijo que era capaz
de hacer cualquier cosa por llegar al poder, no es menos cierto que lo hacía para
depositarlo en manos de su hijo, Nerón. La maternidad en las familias aristocráticas
desde mediados de la República tenía su plena expresión en la expresión que comenta
Bravo Bosch, que se atribuyó a Cornelia: “mis joyas son mis hijos”, y que implica una
total entrega a la educación, formación y éxito de los hijos en todas las etapas de su
105
vida , frente
al modelo distante y reverencial de paterfamilias
106
progenitoras (carissimae matres)
algunas matronas proyectaba
Livia y Agripina Minor, sosteniendo
107
que se granjearon el desprecio de sus hijos .
En el 54 d.C., contando sólo dieciséis años, Nerón fue nombrado emperador; hecho
sobre el que Suetonio escribiría más tarde lo siguiente:

“Luego, comenzando por una pública demostración del amor que sentía por su
padre adoptivo, celebró en su memoria unos magníficos funerales, pronunció su
elogio fúnebre y lo divinizó. Tributó los máximos honores a la memoria de su padre
Domicio. Confió a su madre la alta dirección de todos los asuntos públicos y
privados. Más aún, el primer día de su reinado dio al Tribuno que estaba de
guardia la siguiente contraseña: ‘la mejor de las madres’ y en los días sucesivos
108
se dejó ver con frecuencia en público con ella compartiendo litera” .

103
Tac. Ann. 13,2.
104
Tac. 12,69.
105
Bravo Bosch, M.J., Mujeres y símbolos en la Roma republicana. Análisis jurídico-histórico de
Lucrecia y Cornelia, Madrid 2017, pp. 163-175.
106
Rodríguez López, R., La violencia contra las mujeres cit., pp. 383-384.
107
Sen. Dial. 11,14, 2.
108
Suet. Nerón 9.
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Desde Livia el status de las julio-claudias fue una relación más parecida al poder del
Princeps, y lejos quedaba ya la herencia aristocrática del patronato femenino
109
republicano . Tácito escribía de Agripina que era de “ …
110
todas las pasiones de la dominación injusta” ; que el hijo temía la violencia de la
111 112
madre ; que trataba de tener la representación pública del emperador , incluso se la
113
adjetivó diciendo que era “una reacción típicamente mujeril” .
Su hijo Nerón le había concedido el título de Augusta por ser mater, y por lo que
recibió, al igual que en su momento Livia y Antonia Minor, otros privilegios
excepcionales, que las diferenciaban del resto de las romanas, e incluso se les
114
otorgaban funciones sacerdotales ligadas al culto imperial . Suetonio llegó a afirmar en
115
su relato difamatorio relaciones incestuosas entre madre e hijo .
En el 55 d.C., un día antes de su décimo cuarto cumpleaños Británico, hijo de
Claudio, fue asesinado; los escritores claramente señalaron como culpables a Agripina
116
Minor y a Nerón ; en ese episodio narrado por Tácito se dice que su hermana “Octavia,
a pesar de su joven edad, había aprendido a disimular el dolor, el amor y todos los
afectos”; algo que era propio del carácter de las mujeres de clase alta romana, educada
en los valores del estoicismo. Séneca escribió por entonces una tragedia de carácter
político, la Praetexta Octavia; esta obra presentaba en clave dramática la oposición entre
dos maneras de hacer política, el modelo augusteo de gobierno, inspirado en la
clemencia del Príncipe, que defiende el estoico Séneca, y el cesarista que legitima el
117
poder soberano del Emperador .
En el 57 d.C. el joven Aulo Plaucio fue asesinado, acusado de adulterio con
118
Agripina ; era hijo de Aulo Plaucio, político y militar de gran prestigio, y de Pomponia
Grecina; nieto por rama materna de Julio Grecino, senador, escritor y agrónomo,

109
Cenerini, F., Le matronae diventano Augustae cit., p. 42.
110
Tac. Ann. 13,2.
111
Tac. Ann. 13,15.
112
Tac. 13,5.
113
Tac. 13,13.
114
Cid López, R.M., -Claudia cit., p. 136.
115
Suet. Nerón 28,2: “… deseó ardientemente tener trato carnal con su madre, pero le
disuadieron los enemigos de Agripina para evitar que aquella mujer, ya de por sí soberbia y
ambiciosa, tuviera aún más valimiento si ejercía sobre él una influencia de esta índole …”; Tac.
Ann. 13,13.
116
Tac. Ann. 13,15-16
117
Bravo, G., Poder político, cit., p. 169.
118
Suet. Nero 35,4.
119
asesinado también por orden del por entonces emperador Calígula . Suetonio indica
que el emperador Nerón ordenó matar a todas aquellas personas unidas a él por alguna
relación de parentesco o afinidad; lo cual tiene poco sentido, al igual que tampoco lo
tendría que Nerón matase a su madre. El círculo de los Julios estuvo muchísimas
décadas sufriendo la violencia y aglutinándose como grupo para tratar de sobrevivir, por
lo que ha de entenderse que estas afirmaciones de los historiadores esconden la
realidad de estos asesinatos.
En el 59 d.C. Agripina fue asesinada, a la edad de 44 años.
uso
120
: “ ”
121
, subrayando con el vi - . Los
escritores latinos apuntaron que fue su hijo quien la asesinó, pero nuevamente los textos
dan datos en otra línea de investigación, por la cual ella sería asesinada por los
enemigos de Nerón para dejarlo sólo ante el Poder, y por tanto vulnerable; el fragmento
que sigue muestra, sin embargo, amor filial:

“Hasta tal punto adquirió una posición preeminente gracias al valimiento e


… …
Agripina fueron incrustadas en un brazalete de oro que Nerón llevó durante
bastante tiempo colgado de su brazo derecho; pero a la postre se deshizo de él a
causa de la desazón que le causaba el recuerdo de su madre; en las postrimerías
122
de su vida lo hizo buscar de nuevo, pero en vano” .

El resto de la biografía de Julia Agripina (Agripina Minor), es muy conocida, sus días
como emperatriz y luego como madre de emperador. Igualmente los escritores señalaron
que Nerón asesinó seguidamente a su tía Domicia, hermana de su padre; cuestión poco
creíble dado que había pasado parte de su niñez en casa de ella bajo su protección y
123
cariño . Agripina había cuidado personalmente la esmerada educación de su hijo,

119
Suet. Cal. 23.
120
Tac. Ann.14,8,5. , S., “‘ ’. Poder, violencia y maternidad en
la domus augustea”, V

. Ese exceso
materno es una vergüenza para su virilidad, lo que les hace más vulnerables, y finalmente
responden contra ellas con inusitada violencia.
121
, S., “La violencia del poder”,
, Madrid 2006, pp. 177-186.
122
Suet. Nero 6,4.
123
Suet. Nero 34.
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también con la complicidad de Domicia, y ello le costó la muerte a todos, pues sus
opositores políticos seguían viendo en ellos a la dinastía y a un pueblo que los apoyaba.

124
-

125
gobernar como emperador absoluto, basándose en una autoridad sagrado-solar .
126
Algunos autores apuntan que la época de Nerón fue de una fuerte jerarquización . Por
el contrario otros autores ven en la oposición a su reinado la permanente reacción de la
127
clase senatorial a la pérdida de sus privilegios . Más aún, para Drinkwater, Neron era
imperfecto, pero no un monstruo. Tras los prejuicios desplegados por las fuentes se
puede detectar a alguien que nunca albergó ideas delirantes sobre su propia
omnipotencia o divinidad. Al contrario, estuvo siempre en contacto con la realidad, y al
igual que sus consejeros, no tenía grandes metas ideológicas, religiosas o políticas;
según este autor, Nerón practicaba deporte y le apasionaban las artes, Nerón quería ser
un tipo distinto de Princeps, que implantara un modelo diferente de Principado o de
Imperio. Hasta el último momento trabajó incansablemente, aunque de forma
equivocada, para alcanzar sus metas. Jamás intentó pervertir a otros, ni fue un pirómano
loco o un convencido perseguidor de los cristianos. La habilidad y el esfuerzo de los
consejeros de Nerón consiguieron mantener la solidez de las finanzas del Estado. Nunca
se dió la bancarrota, el colapso de la moneda o el expolio sistemático de las provincias
que hubiera provocado el descontento de sus habitantes. Ahora bien, la autocracia
128
desencadenó intrigas en la Corte . Parece difícil aceptar que Nerón se suicidara.
Suetonio cerró la descripción de la vida de este Emperador con un dato que refiere
una fractura social entre los que celebraron su muerte y los que lo lloraron, honraron su
memoria. E incluso por más de veinte años tras su muerte permanecieron en el
consciente colectivo los logros de su gobierno, la añorada y singular auctoritas de los
julio-claudios; La aristocracia romana y los nuevos hombres nuevos imperiales habían
vencido en esa lucha que duró casi un siglo, para seguir disfrutando de sus privilegios;

124
Séneca en sus obras Apocolocyntosis y De Clementia; así como el estóico Musonio Rufo.
125
Blázquez, J.M., “Nerón. El mecenas asesino”, El Mediterráneo y España en la antigüedad.
Historia, religión y arte, Madrid 2003, pp. 657-671.
126
Osgood, J., Claudius Caesar: Image and Power in the Early Roman Empire, Cambridge 2011,
pp. 168 ss.; en este sentido véase también Noreña, C., “Nero’s Imperial Administration”, The
Cambridge Companion to the Age of Nero, Cambridge 2017.
127
Véase al respect, Holland, R., Nero: the man behind the myth, London 2000; Shotter, D.C.,
Nero Caesar Augustus: Emperor of Rome, Edinburgh 2008; y con más atención crítica a las
fuentes literarias, Griffin, M., Nero: the end of a dynasty, London 1984.
128
Drinkwater, J.F., Nero. Emperor and Court, Cambridge 2019, pp. 31 y ss
sin embargo aún temía su recuerdo, y el miedo a posibles revueltas populares como lo
muestra el siguiente fragmento:

“Murió a los treinta y dos años de edad, en el mismo día en que en otro tiempo
había hecho perecer a Octavia. El regocijo público fue tal, que la mayoría de los
hombres del pueblo corrían por toda Roma cubiertos con el gorro de los libertos. A
pesar de todo, hubo ciudadanos que, mucho tiempo después de su muerte,
adornaron su tumba con flores de primavera y verano, que llevaron a la tribuna
retratos de Nerón representado con la toga pretexta, y que leyeron en ella edictos
en los que hablaba como si viviese aún y hubiera de llegar sin tardanza para
vengarse de sus enemigos. Vologeso, rey de los partos, que envió embajadores al
Senado para renovar su alianza, pidió sobre todo que se honrase la memoria de
Nerón. Veinte años después, durante mi juventud, un aventurero, que se hacía
pasar por Nerón, crease entre los partos, a favor de este nombre, que tan querido
les era, un poderoso partido, y sólo con gran esfuerzo se pudo conseguir que
129
entregaran al impostor” .

Tras el fin de esta familia sucedieron como emperadores hombres de menor talla y
antigüedad familiar, lo que permitió a las élites más fácilmente congraciarse con el nuevo
poder; parece que con este exterminio familiar se cosían entre las gentes de la
130
aristocracia las heridas aún supurantes de las lejanas guerras civiles . Por tanto, el
emperador Galba pudo contar con el apoyo del Senado, pero necesitó justificar e
explicitar las maldades de Nerón ante el pueblo, tal y como se desprende del siguiente
texto:

“Subió a su tribunal como para proceder a una manumisión, y haciendo situar


frente a él los retratos de la mayoría de los ciudadanos condenados y muertos por
Nerón, y mostrando a la multitud un joven de noble linaje a quien había hecho
venir expresamente de la más próxima de las Baleares donde estaba desterrado,
deploró los males de aquel reinado. Se le saludó emperador, y declaró él no
131
querer ser otra cosa que legado del Senado y pueblo romanos” .

129
Suet. Nero 57.
130
Así por ejemplo, si se pone la atención en la mujer de Galba se observa que era bisnieta del
triunviro Marco Emilio Lépido, acusado de traición por Octavio, y exiliado; su hijo había conspirado
contra él mismo ya siendo Augusto, formando parte de una rebelión contra la República, y fue
asesinado. Se podría continuar el rastreo para identificar las raíces de los opositores a la familia de
los Julio-Claudios.
131
Suet., Galba 10.

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